me hubiera gustado william smith

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William Smith ([email protected]) ME HUBIERA GUSTADO Como en otra época, otra vez vuelto a esta tierra donde no pudimos conocernos. Donde no llegamos jamás a coincidir, a convenir, como dos viajeros de indistintos caminos. A donde llegamos muy temprano para el día de la repartición de pares. O quizá muy tarde para la noche de la concesión de estrellas. Es tan impredecible la vida y es tan inapelable el tiempo. Me hubiera gustado escribir los poemas de 1995 desde la perceptiva de tu presencia. Desde el enfoque de tu pasión de mujer sin prejuicios, sin preocupaciones, sin ataduras, y pronunciarlos desde la fonética de tu dialecto de páramo, de agua corriente, de ĉukyak solitaria. Desde el punto de vista de la cosmovisión de tus sueños y la topografía de tu cuerpo. Me hubiera gustado descubrir juntos el primer amanecer del verano en Quĉapampa. Correr hilarantes el pasillo de La boca del León, aún no seccionado por el adelanto y la carretera implacables. Errar los bosques de eucaliptos de Uyurpampa caminando sin brújula, sin mochilas, sin amigos, y llegar al Palabra de cofrade Año V; N° 06.

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Un hermoso texto poético del escritor ferreñafano William Smith

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Page 1: Me hubiera gustado   William Smith

William Smith ([email protected])

ME HUBIERA GUSTADO

Como en otra época, otra vez vuelto a esta tierra donde no

pudimos conocernos. Donde no llegamos jamás a coincidir, a convenir, como dos viajeros de indistintos caminos. A donde llegamos muy temprano para el día de la repartición de pares. O quizá muy tarde para la noche de la concesión de estrellas. Es tan impredecible la vida y es tan inapelable el tiempo. Me hubiera gustado escribir los poemas de 1995 desde la perceptiva de tu presencia. Desde el enfoque de tu pasión de mujer sin prejuicios, sin preocupaciones, sin ataduras, y pronunciarlos desde la fonética de tu dialecto de páramo, de agua corriente, de ĉukyak solitaria. Desde el punto de vista de la cosmovisión de tus sueños y la topografía de tu cuerpo. Me hubiera gustado descubrir juntos el primer amanecer del verano en Quĉapampa. Correr hilarantes el pasillo de La boca del León, aún no seccionado por el adelanto y la carretera implacables. Errar los bosques de eucaliptos de Uyurpampa caminando sin brújula, sin mochilas, sin amigos, y llegar al

Palabra de cofrade

Año V; N° 06.

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mediodía hasta La Playa para pescar y cocer las truchas y los kashkas de los finales de junio. Me hubiera gustado enseñarte como se sobrecogen las tardes del domingo en Tuluqpampa. Como estalla el cielo instantes antes de la misa de San Martín de Atumpampa. Cenar contigo en Moyán con velas y sin viento en medio de la primavera andina que se termina de instalar. Ver juntos como emerge la luna llena de octubre tras el monte Lungán, y oír muertos de amor y de miedo los espíritus de mi casita escondida de Janque. En fin, me hubiera gustado sobremanera hospedarme contigo en Kallima (esa aldea que sabe tanto de tu nombre, de tu voz, de tus hábitos, de tus más intrínsecos secretos). Perderte en mis ansias y mi poesía que no te dejarían de nombrar. Que no te dejarían de invocar como a un dios o un demonio moderno, aquel que llegaría cada noche para salvarme o perderme con su ternura de espiga o su poseso de lluvia. Ah, pero el destino (tú sueles llamarlo Dios) juega con cartas de una aritmética indefinida. De una simbología anómala y secreta para nuestros entendimientos. No. No podíamos coincidir, no podíamos convenir como dos elementos de una misma combinación. Como dos manifestaciones de un mismo fenómeno convergente. Como dos partes de una misma carne indisoluble. Es tan imprevisible el amor y es tan infinita la distancia.

Ferreñafee, 14 de junio del 2012.