martínez ruiz, lector y bibliófilo

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PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE Martínez Ruiz, lector y bibliófilo Magdalena Rigual Bonastre

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    Martnez Ruiz,lector y biblifilo

    Magdalena Rigual Bonastre

  • Edicin electrnica:

    2000 Publicaciones de la

    Universidad de Alicante, 2000

    Portada: Gabinete de Imagen y Comunicacin GrficaUniversidad de Alicante

    Fotocomposicin e impresin:Compobell, S.L. Murcia

    I.S.B.N.: 84-7908-489-8Depsito Legal: MU-247-2000

    Impreso en EspaaNinguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenada o

    transmitida en manera alguna o por ningn medio, ya sea electrnico, qumico,mecnico, ptico de grabacin o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

    Estos crditos pertenecen a la edicin impresa de la obra.

  • 3ndice

    PORTADA

    CRDITOS

    INTRODUCCIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

    EDICIONES DE AZORN CITADAS. ABREVIATURAS . . . . . . . . . . 22

    I. J. MARTNEZ RUIZ Y EL ARTE DE LEER . . . . . . . . . . . . . . . . . 25I.1. Una aproximacin a la lectura y al lector . . . . . . . . . . . . . . . . 25I.2. Su iniciacin a la lectura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32I.3. J. Martnez Ruiz, lector . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42I.4. Relacin con los libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

    II. J. MARTNEZ RUIZ: AL MARGEN DE LA BIBLIOFILIA . . . . . . 88II.1. Una aproximacin a la bibliofilia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88II.2. mbito de la bibliofilia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90II.3. J. Martnez Ruiz biblifilo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

    CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

    BIBLIOGRAFA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127Obras de Azorn citadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127Bibliografa sobre la lectura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129Bibliografa sobre bibliofilia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135Bibliografa sobre J. Martnez Ruiz consultada . . . . . . . . . . . . . . . 143

    NOTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184

  • 4NDICE

    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

    El presente trabajo comenz a plantearse a partir delmomento en que empezaron a surgir en m ciertasinquietudes, curiosidades, reflexiones... por estar con-viviendo en mi actividad profesional de una forma cercanacon los libros del pequeo filsofo. En su vida se observa,por un lado, una continua bsqueda de resoluciones de pro-blemas mediante un mtodo; por otro, la respuesta a curiosi-dades y el anlisis de sus propias inquietudes entre muchosplanteamientos vitales. El aproximarme a los anaquelesdonde viven los libros que Azorn ley y penetrar en el mundode la ficcin azoriniana, ha constituido para m una experien-cia reveladora y apasionante, pues, a medida que conocams el perfil librario en su obra, me atraa ms la personali-dad de nuestro autor.Aun sabiendo que el tema escogido, la relacin de Azorn conlos libros, no es nada original ya que a cualquier estudioso olector asiduo no le pasan inadvertidos los aspectos quehemos tratado en esta investigacin, sin embargo entendaque se podra dar otra visin distinta y que, sumada a las

  • otras, se convertira en una tesela ms del mosaico sobre eltratamiento del libro, ese objeto tan sensible, tan delicado ytan inseparable de nuestro escritor.

    La intencin de este libro es profundizar en las ideas genera-les que tradicionalmente se han defendido respecto al tema ymantener la misma estructura de estas ideas en cuanto a lospuntos de observacin, pero con un desarrollo o tratamientodistinto; es decir, no descubrir conceptos nuevos, pero s sos-tener una distinta perspectiva del Azorn lector o biblifilo atravs de la explicacin de las ideas principales, originada poruna nueva relectura de las mismas, siguiendo un esquemabiogrfico y bibliogrfico.

    Este trabajo se mueve en un campo limitado; aqu, el mundoazoriniano de los libros que, sin embargo, hemos recorridocon gran libertad y, por supuesto, con rigor metodolgico,pero con cierta limitacin, lo que no excluye el riesgo queimplica la difcil tarea de investigacin que slo ha podidoestar apoyada en los pocos testimonios autobiogrficos y, engeneral, en la naturaleza de los datos ofrecidos por el propioautor en forma literaria, sin ser concretos, sino insinuaciones,aproximaciones, realidad de ficcin, etc. y cuyo resultadoser de la misma ndole y caer tambin en la aproximacin,en la insinuacin, etc. Todo ello hace que carezca de autnti-ca rigurosidad y objetividad, y que nuestra investigacin pro-

    5NDICE

    Introduccin

  • 6NDICE

    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

    ceda de vislumbrar y percibir el mundo azoriniano de loslibros a travs de las pinceladas de sus escritos.Queremos aclarar que en este estudio nos interesa conocerel primer contacto de nuestro personaje con el libro; es decir,nos vamos a centrar en su primer acercamiento a estemundo, en aproximarnos a la ntima relacin, al vnculo quemantuvo con ese elemento, al manejo personal y biogrficoque hizo del mismo y que en muchas circunstancias pasar aser su mejor acompaante. Procuraremos, en definitiva, tratarde lo que fueron los libros para Martnez Ruiz y pasaremospor alto muchas veces el contenido de los mismos para fijar-nos slo en cmo condicion su vida a stos.Con el ttulo ambicioso Dos actitudes de J. Martnez Ruiz anteel libro: lector y biblifilo (desde su niez hasta 1904) no seintenta abarcar todo el mbito del libro del escritor y nos limi-tamos a su primera poca, es decir, desde su infancia hasta1904, ao en el que cambia de J. Martnez Ruiz a Azorn. Sinembargo nos gustara destacar que esta investigacin es sloel principio de otra u otras que abarcarn el resto de su viday su obra. As pues, nuestra intencin aqu, como ya hemosindicado, es centrarnos en dos facetas: J. Martnez Ruiz lec-tor y J. Martnez biblifilo, que son las dos actitudes del autorlevantino ante el libro, la de lector, que lo considera como unobjeto animado, es decir, de influencia y de relacin; y la debiblifilo, que toma el libro, en un principio, como un objeto

  • inanimado, o sea, de admiracin y de referencia. Muchasveces ambas facetas, la de lector y la de biblifilo, no estnmuy definidas ni tan compartimentadas, debido a que se yux-taponen, se van interrelacionando y se fusionan por su acti-tud vital e intelectual que manifiesta el ilustre monovero y por-que cada libro que tiene en su biblioteca no est solamentecomo elemento de lectura o de bibliofilia, sino de ambos a lavez. Tambin se fusionan por su erudicin, originada por susantecedentes familiares y por su formacin autodidacta.Estas dos actitudes no son absolutas sino que se comple-mentan.

    Nos habamos planteado, en un principio tambin, la facetade crtico literario, y la hemos descartado debido a la cantidadde estudios interesantes y de gran rigor cientfico realizadosen vida de Azorn, como el estudio de Fox (1962) o ya estu-dios despus de su muerte, como los ensayos de PrezLpez, Lpez Estrada, Emilia Zuleta, Fox Lectura y literatu-ra (En torno a la inspiracin libresca de Azorn), o de LozanoMarco, Una lectura de Un pueblecito (Riofrio de vila).Hemos llevado a cabo una puesta al da de la bibliografa delos temas de la lectura, de la bibliofilia y de J. Martnez Ruiz.Tambin hemos desmenuzado la obra azoriniana utilizandolas Obras completas, los artculos de la coleccin Fox, queestn depositados en la Casa-Museo, asimismo hemos indi-cado las ediciones de expertos azorinistas como Fox,

    7NDICE

    Introduccin

  • Lozano, Pay... Y por ltimo hemos consultado los estudiosms interesantes de la poca tratada. Con todo ello se evi-dencia que hemos recogido la opinin de la crtica sobre eltema del libro en nuestro autor y, al mismo tiempo, que hemosintentado avanzar en el estudio de esta materia.

    En las introducciones de cada captulo no se han pretendidoanalizar los conceptos de lectura y de bibliofilia sino ver y ele-gir aquellos puntos que coincidan y que encuadraban connuestro personaje, es decir, se ha intentado hacer abstrac-cin de todo lo que no sean elementos que centren los con-ceptos azorinianos.

    J. Martnez Ruiz es el mayor de ocho hermanos, vive rodea-do de libros, es un nio imaginativo, el libro le proporcionaunas experiencias distintas a las de otros nios que no leen,vive en una soledad que crea un espacio, y sobre todo, untiempo. Es un lector abierto, nada arrogante con la letra escri-ta, lee siempre de acuerdo con su momento, su ambiente ycon su edad: cuando es un nio, los libros de aventuras y deliteratura fantstica, despus y permanentemente los clsi-cos, y en cada instante leer determinado por la coyuntura.La identificacin de Azorn como lector es inapelable; enestos momentos es un joven lleno de inquietudes, propias deun intelectual de la poca, que no son recogidas por laUniversidad; por ello, se encierra en los libros para responder

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • a sus interrogantes vitales. Es as que bajo este aspecto ledenominamos o le observamos como un lector espontneo.Tiene sus propios criterios y gustos, renueva los autores delos que hace una nueva relectura y distingue o se preocupapor escritores tanto consagrados como olvidados. Ha elabo-rado un mtodo propio, coherente con su sensibilidad, deri-vada de la reflexin y del pensamiento, que hace que la vidaalcance su verdad alejada de s misma. Pero tambin tendrnsus lecturas una conexin con la vida porque tomar posicio-nes polticas, sociales, ideolgicas y gracias a ellas dar unsentido a la vida y a s mismo.Tuvo unos buenos tutores y ley siempre unos buenos librosque fueron sus verdaderos maestros. Azorn, como dicePedro Salinas al hablar del lector, aprendi a leer leyendo,pero tambin con una tutela y as desarroll una inteligenciaformada, un gusto propio y una conciencia de lector personaly libre, que es el nico rgano adecuado de seleccin atina-da, en el mundo de los libros y en el otro.En el fenmeno de la lectura intervienen, como en el acto dela comunicacin, el autor como emisor, el libro como mensa-je, y el lector como receptor e intrprete. Este ltimo, el lector,es uno de los centros de observacin de nuestro trabajo. Seha hablado tradicionalmente de la pasividad del lector en lareceptividad; en cambio, en este estudio, defenderemos, bajoel prisma azoriniano (nota 1), que en ste predomina una

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    Introduccin

  • actitud activa, de captacin, de observacin, de reflexin, demotivacin, de curiosidad y de inquietud. En consecuencia lalectura es algo ms que un pasatiempo, es un medio para for-marse, una consideracin, un contacto con el significante ycon el significado; es decir, es una relacin muy amplia con laque se aprende a reflexionar, a percibir, a leer y a incremen-tar la sensibilidad. La lectura es casi involuntariamente unaactividad individual-social, casi siempre sin pretenderlo, comolo era para el lector J. Martnez Ruiz, que va definiendo suspropios perfiles como individuo y entrando en contacto conotras historias y mundos que le van permitiendo tener unaspautas entre l y los otros. En un principio nuestro lector leade una forma activa, creativa y placentera. Gozaba de unclima familiar y escolar favorable; tambin era persona curio-sa, que poco a poco va consiguiendo un hbito de lectura quele permite profundizar en el contenido de la letra impresa,intercambiar experiencias e inquietudes, dando la posibilidadde comprender y analizar el texto.

    Los jvenes van despertando ante la vida de distintas formas.J. Martnez Ruiz descubre el mundo a travs de los libros.Azorn no utiliza los libros para cumplir una cuestin acadmi-ca sino porque le gusta, es para l un placer y establece entreel autor que lee y l mismo una comunicacin muy fluida.

    Nuestro lector adquiere la madurez el da en que es capaz deintegrar en la experiencia cotidiana la experiencia de lector.

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • Cuando J. Martnez Ruiz es capaz de referirse a un libro queha ledo para ilustrar determinados aspectos de la vida,entonces podemos estar seguros de que sabe aplicar a larealidad la experiencia esttica que la literatura ha provocadoen su mente. As podremos decir que la teora de la lecturase equipara al tema del hombre-reflexin con el hombre-voluntad, porque convertimos el mundo interior en exterior,porque pasa del sujeto al objeto y de lo irracional a lo racio-nal sin que ninguno de los dos polos se desequilibre.

    Es un lector intencionado; su lectura se convierte en investi-gacin; leer es escribir: toma notas y plasma en un texto pro-pio sus impresiones. A lo largo de su vida reuni en su biblio-teca alrededor de catorce mil volmenes. No todos de lamisma procedencia, ni todos fueron utilizados de igual mane-ra. En muchos se ven ndices, subrayados, anotaciones yacotaciones suyas. Por el contrario tambin hay libros sinabrir, intonsos. De todo ello deducimos que cada libro tiene supropia historia.

    Por otra parte Martnez Ruiz recibe encargos para escribirartculos y es cuando se nos muestra como un lector profe-sional, de personalidad honesta y sincera, debido a que suslecturas van a venir obligadas por la obtencin de datos, paradefinir un ambiente... Relacionado con esta lectura de obli-gacin y de intencionalidad, est el convertirse en erudito yel ser tambin un lector circunstancial o coyuntural. De todas

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    Introduccin

  • maneras, los lmites del lector, que hemos establecido paraacercarnos a la personalidad de Azorn partiendo de la moti-vacin de la lectura, no estn muy marcados o muy delimita-dos o no son tan cerrados. Estos lmites se rozan, se yuxta-ponen, se mezclan. En este fenmeno de relacin entreAzorn y el libro, resultado de causas y de condiciones, ydebido precisamente a stas, podra hablarse de lectorespontneo, lector profesional, lector coyuntural y lector eru-dito; sin embargo no se distingue separadamente la mencio-nada clasificacin, puesto que los libros son los mejores ami-gos de Azorn hasta convertirse en una necesidad vital y deuna continua utilizacin.

    J. Martnez Ruiz es un curioso; necesita saber los orgenes,las causas, y los efectos; lo que le lleva a ser un devorador delibros; quiere saber todo de los autores que lee: biografa,carcter, ambiente, lecturas, etc. La curiosidad, la sensibili-dad, inquietud, afn de renovacin hacen que vuelva a la lite-ratura de siempre para actualizarla y a la del momento y entreestas dos reconstruir la imagen de Espaa, sus paisajes,letras, ciudades, interiores...

    Tenemos que situarnos en el tiempo; estamos a finales delsiglo XIX, hay una intencionalidad de querer cambiar el siste-ma poltico, social y el acomodamiento en todos los mbitos.En esta situacin debemos mencionar a unos grupos que tie-

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • nen inquietudes y afanes por el bien de Espaa: los regene-racionistas, los krausistas y el grupo del 98.J. Martnez Ruiz se convierte en un intelectual, est en laonda de la cultura y de las preocupaciones del momento, esdecir, de la Regeneracin de Espaa/Castilla (nota 2), que,ante la decadencia, se intenta conseguir por medio de unaidentidad nacional, que se busc en la historia y en la litera-tura. Esta bsqueda hace que J. Martnez Ruiz y otros inte-lectuales se conviertan en unos eruditos.Nuestro joven erudito es un iconoclasta, quiere romper contodo lo establecido, demostrarnos cmo la decadencia espa-ola se viene originando a partir del siglo XVII y plasmarnostodos los valores autctonos que son permanentes y constan-tes y que de alguna forma se podran regenerar, aunque exis-tan grandes impedimentos a causa del temperamento espaoly del medio histrico (retrasos econmicos producidos pormltiples causas sociales, econmicas, polticas, etc.).Su erudicin le lleva a utilizar tanto a autores olvidados comoa autores siempre presentes; tambin a demostrar que cier-tos valores no son exclusivos del anarquismo, sino que sonuniversales, que se pueden ver reflejados en los Padres de laIglesia, en autores del siglo XVII, etc. Vemos que desde elpresente busca el pasado y rechaza de esta forma metodol-gica a autores e instituciones establecidas desde lo perma-nente. En Moratn o Anarquistas literarios, en La evolucin de

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    Introduccin

  • la crtica y a lo largo de toda su obra, critica a la Inquisicin,la situacin poltica que va acumulando todo el peso del dete-rioro del pas, la enseanza con los criterios educativos muyparticulares, el progreso cientfico, la prensa, el estado deplo-rable de las prisiones; es decir, en general, a todo un lento ypenoso proceso evolutivo que viene acompaado del recha-zo a todas las influencias extranjeras...La idea de regeneracin har que estn en contacto con lascorrientes intelectuales europeas, de este modo se conocanlas obras ms destacadas de literatura, filosofa y pensa-miento socio-poltico; se introducan las Ciencias Sociales yciertos editores como los de La Espaa Contempornea tra-ducan la obras extranjeras de Darwin, Spencer,Schopenhauer, Ruskin, Taine, Kropotkin...

    Azorn es un intelectual que lee todo lo que cae en susmanos, porque se encuentra con que su pas exige unoscambios y unas reformas. En un principio toma como bande-ra las ideas anarquistas, pero al cabo del tiempo empieza aprevalecer en l el sentimiento de fracaso ya que no han podi-do movilizar a la opinin pblica, ni tan siquiera proponer unproyecto poltico que habra de unirla; por ello prevalecer elconfusionismo, la crisis, el pesimismo y el escepticismo, queestar liderado por Schopenhauer, Nietzsche y Montaigne. Atravs de ello podemos sacar la conclusin de que es un lec-tor social. Como nos dice Fox sus lecturas despertaron en

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • ellos ciertas emociones y meditaciones. Sea lo que fuere, suanlisis intelectual a menudo eclips su vitalidad.J. Martnez Ruiz es gran lector de la literatura espaola, perotambin de la literatura francesa. Con sta, igual que con lade nuestro pas, quiere aprender; en ella ve la supremaca deFrancia respecto a Espaa. En sus grandes maestros, segnAbbot, como pueden ser Moratn, Larra, Fray Candil, PardoBazn, Clarn y Bonafoux encontr estmulos para mantenersu inters por Francia y ampliar su conocimiento de lascorrientes literarias francesas.Esta inclinacin por la cultura francesa va ms all del artepor el arte. El arte, cree Azorn, debe ser un arma propagan-dista, por ello necesita conocer a los que dan las pautas paralas reformas de la sociedad, que en estos momentos podranser para l los franceses, entre otros; necesita analizar susideas, criticarlas, valorarlas, asimilarlas y, a partir de ah,difundirlas. Ese conocimiento es el resultado de leer y, ade-ms, de tener un dominio extraordinario de la bibliografa quemaneja, ya que sabe seleccionar cuidadosamente, ponerorden, exactitud, rigor, todo ello fruto de su disciplina, mtodoe intuicin.Es interesante ver cmo J. Martnez Ruiz a finales del sigloXIX, y en los aos setenta Simn Daz (nota 3), nos comen-tan que al comenzar una investigacin se parte de algunosdatos previos (sobre poca, lugar, materia, bibliografa ante-

    15NDICE

    Introduccin

  • rior...) que permiten encauzar los primeros pasos en unadireccin determinada. De no ser as hay que recurrir a lasfuentes generales de informacin: bibliografa de bibliografa,enciclopedias y diccionarios biogrficos, a pesar de quemuchas veces sean pocas y muy parciales.

    No hay que olvidar que nuestro erudito con frecuencia no vaa leer sino a buscar un dato. La relacin de J. Martnez Ruizcon el libro es una relacin de necesidad, de utilidad, perotambin de amor. No puede resistir la tentacin de pasar porlas libreras y por eso quiere evitarlas, pero aun as se quedasin comer para comprarse libros. Con ello queremos decirque si en Azorn slo hubiera una utilidad y una necesidad yno un roce o un acercamiento tan especial, no sera eseamante del libro, ese lector o ese biblifilo tan sui generis queestablece una identificacin con el objeto, es decir, con ellibro que deja de ser objeto. La valoracin del libro no est enla encuadernacin, en el autor, en la fecha, sino en su mane-ra de usarlo, tocarlo, contemplarlo, etc.; no hay que olvidarque Azorn intentar tener las primeras ediciones curiosas yraras y que sus libros sern libros ledos, reledos, subraya-dos y arrugados y formarn parte de su vida y con ellos pasa-r horas de gozo, consolacin y conocimiento.

    Podremos decir que es un biblifilo circunstancial, porque seva haciendo por el contacto continuo con el libro, tanto porsus relaciones con libreros, editores, escritores... como por

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • ser un hombre cuyo presente est vinculado al pasado y delque recaba datos que le sirven para resolver los problemasdel presente.Por razones estructurales y metodolgicas este libro lohemos dividido en dos captulos, pero se habr visto queambos, el de J. Martnez Ruiz lector y el de J. Martnez Ruizbiblifilo, son una derivacin del tema de la bsqueda de laesencia de Espaa por parte de Azorn. Y que la bibliofilia esproducto de la erudicin cuyas fuentes principales son lashistricas y las literarias.La etapa azoriniana que estamos considerando es de forma-cin, de continuos cambios ideolgicos, lo que implica varia-bilidad de lecturas que hace que esas mismas, a veces, pue-dan tener un valor relativo debido a la ocasin; pero, de todosmodos, es necesario percibir estos cambios para rastrear suevolucin.J. Martnez Ruiz, en este momento, el de su juventud, estreceptivo tanto a sus lecturas como a sus experiencias vita-les, asimilacin que se comprueba en sus escritos, perocuyo tratamiento ir cambiando a lo largo del tiempo. Asveremos que siempre partir de una inspiracin libresca(nota 4), por lo tanto de una utilizacin constante de fuentes,pero tratadas de distinta manera, como se ver en el recorri-do de su obra; es decir, partiendo del rigor con el que trata eldato, de la ortodoxia con la que maneja las fuentes, hasta

    17NDICE

    Introduccin

  • llegar a permitir que la creatividad intervenga y relea el datoy se sirva de l.La lectura utilizada como elemento de creacin literaria seconvierte en Azorn en una experiencia que est volcada en elpasado, de ah que surja siempre como evocaciones y recuer-dos cuando la trata en sus memorias.Tambin del pasado sonlos libros que ejercen esta particular atraccin en nuestroautor y que le convierten en biblifilo. Sin embargo rompe elsentido del pasado al convertirlo en una experiencia del pre-sente jugando, de alguna manera, con el sentido del tiempo;actualiza el pasado y convierte la lectura y la bibliofilia en unaexperiencia profunda, presente, personal y solitaria.Adems de que el pasado, por la evolucin, se transforma yse convierte en presente, tambin viene trasladado este tiem-po pretrito por la relectura. Todo ello supone la eliminacindel pretrito como experiencia pasada y esttica y la convier-te en experiencia dinmica y presente, o en presente histri-co. El libro siempre estar abierto, nunca se dir que se cerry se guard. Est en el recuerdo y con la posibilidad de acu-dir a l como al mejor amigo; es su mundo, lo trata con visinhologrfica, lo disecciona y este modo de tratarlo repercutiren l porque Azorn es una esponja que absorbe todo: ideas,estilo, etc.El libro ha sido redactado bajo un esquema biogrfico que seasienta en el aspecto humano e intimista del escritor, dejan-

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • do de lado todo lo que podra derivarse del tema de la fama,de la posteridad y de la repercusin social. No queremos nisingularizar, ni individualizar a nuestro personaje; no es unarara avis, porque es indudable que vivi y estuvo integradoy englobado en un ambiente social, poltico, econmico y cul-tural como tantos intelectuales de ese momento.En resumen, el trasfondo de este estudio es percibir la rela-cin ntima entre nuestro escritor y los libros que fueron msque un instrumento de trabajo y ms que un elemento derecreo: el libro para Azorn fue su mejor amigo; muchas veceslo personific y vivific y su relacin con l evolucion a tra-vs de los aos, respondiendo a una filosofa determinada, auna vida y personalidad muy especiales.Por ltimo quisiera concluir esta introduccin con la listade agradecimientos pertinentes. Por ser muchas las per-sonas con quienes me considero en deuda, procurar ate-nerme a un principio de sobriedad para no hacer la nmi-na interminable.Mis agradecimientos son para Miguel ngel Lozano, JosPay, Antonio Dez Mediavilla, Roberta Johnson, RenataLondero, Mara Martnez del Portal, E. Inman Fox y CeciliaBelch y especialmente M ngeles de la Torre y Ramn F.Llorens que aceptaron leer el manuscrito. Tambin quisieramencionar a Juan Antonio Yebes, Bibliotecario del MuseoLzaro Galdiano, por su orientacin en la bibliografa de la

    19NDICE

    Introduccin

  • bibliofilia y a Javier Angosto, a Matilde Lpez Adn, de laHemeroteca Municipal de Madrid, a Montserrat Planelles y aOskarbi Zubiarran.

    Y por ltimo, quisiera tambin incluir en este apartado a mispadres, a mis hermanos, especialmente a Sergio.Y en defini-tiva, mi agradecimiento a mis amigos y a todas aquellas per-sonas que, directa o indirectamente, han contribuido a la rea-lizacin de este libro.

    No se nos escapa que nuestro trabajo sea susceptible deposibles y futuras mejoras. Sin embargo creemos haber con-tribuido a una nueva reflexin sobre el libro en Azorn en esteperiodo de su juventud, con la aportacin de las lneas sea-ladas en el presente anlisis, que facilitarn la interpretacindel tema, as como cualquier nuevo planteamiento posterior.De ah que nuestras conclusiones no pretendan ser definiti-vas y que siempre nos mantengamos dentro del concepto deobra abierta. Y si este estudio sirviera y contribuyera simple-mente a ser un escaln en la interesante y difcil tarea de lainvestigacin, sentiramos que nuestros esfuerzos no hansido vanos.

    Hemos distribuido el contenido del libro Dos actitudes deJ. Martnez Ruiz ante el libro: lector y biblifilo, desde su niezhasta 1904 de la siguiente manera:

    Introduccin

    20NDICE

    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • Captulo I: J. Martnez Ruiz y el arte de leerCaptulo II: J. Martnez Ruiz: al margen de la bibliofiliaConclusionesBibliografa

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    Introduccin

  • (Segn las siglas de Azorn: gua de la obra completa.E. Inman Fox)

    Ag- Agenda, Madrid, Biblioteca Nueva, D.L., 1959.

    ALMA-El alma castellana, Madrid, Librera Internacional,1900.

    ANAR L-Anarquistas literarios, en Obras completas, Tomo I,Madrid, Aguilar, 1975.

    Antonio A- Antonio Azorn, Edicin, introduccin y notas de E.Inman Fox, Ed. Revisada, Madrid, Castalia, D.L. 1992.

    BOH-Bohemia, en Obras completas, Tomo I, Madrid, Aguilar,1975.

    BPIES-Buscapis, en Obras completas, Tomo I, Madrid,Aguilar, 1975.

    22NDICE

    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • Confesiones- Las confesiones de un pequeo filsofo,Edicin de Jos M Martnez Cachero, Madrid, Espasa-Calpe, 1992.CLE-La crtica literaria en Espaa, en Obras completas, TomoI, Madrid, Aguilar, 1975.CHARI Charivari, en Obras completas, Tomo I, Madrid,Aguilar, 1975.DIARIO- Diario de un enfermo, Madrid, Establ. de Ricardo F,1901.FUERZA-La fuerza del amor, Prlogo de Po Baroja. Madrid,La Espaa Editorial, [1901).LIT-Literatura, en Obras completas, Tomo I, Madrid, Aguilar,1975.Mad- Madrid, Introduccin, notas y bibliografa de Jos PayBernab, Madrid, Biblioteca Nueva, 1995.MemIn- Memorias inmemoriales, Madrid, Biblioteca Nueva,1946.MOR-Moratn, en Obras completas, Tomo I, Madrid, Aguilar,1975.NSOC-Notas sociales, en Obras completas, Tomo I, Madrid,Aguilar, 1975.Pginasesco-Pginas escogidas, Prlogo y seleccin deAzorn, Estudio introductorio de Miguel ngel Lozano Marco,

    23NDICE

    Ediciones de Azorn citadas. Abreviaturas

  • 24NDICE

    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

    Eplogo-Homenaje de Mario Vargas Llosa, Altea, EdicionesAitana, D.L. 1995.Paisaje-El paisaje de Espaa visto por los espaoles, Madrid,Renacimiento, 1917.PECU-Pecuchet demagogo, en Obras completas, Tomo I,Madrid, Aguilar, 1975.SOCRI-La sociologa criminal, en Obras completas, Tomo I,Madrid, Aguilar, 1975.SOL-Soledades, en Obras completas, Tomo I, Madrid,Aguilar, 1975.Val-Valencia, Introduccin, notas y bibliografa de SantiagoRioprez y Mil, Madrid, Biblioteca Nueva, 1995.Voluntad-La voluntad, Edicin, introduccin y notas de E.Inman Fox, 6 ed, Madrid, Castalia, D.L. 1989.

  • I.1. Una aproximacin a la lectura y al lector

    Nos gustara sealar que cuando hablamos de lectura, decomprensin de lo escrito, estamos refirindonos en sentidoamplio a la interpretacin de lo plasmado, de lo observado,sea un libro, un cuadro, la naturaleza, etc. Y en este proceso,independientemente de qu elemento sea lo ledo, aparece-rn las mismas actitudes siempre: la de reflexin, la de apre-ciacin y la de deduccin. Nosotros, a lo largo de este traba-jo, contemplaremos estos diferentes tipos de lecturas, perocentrndonos siempre exclusivamente en la del libro, que esla principal fuente de inspiracin de J. Martnez Ruiz, su ins-piracin libresca.

    En nuestra consideracin acerca del placer de leer, el arte deleer, el leer para vivir, la importancia del libro para leer, porqu leer a los clsicos, los libros y las bibliotecas para nios,el libro como el mejor amigo del hombre, etc., resaltamos queson temas que hablan de la estrecha relacin entre el hom-bre y la lectura, que muestran la lectura como una actividad

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • humana ms. Por eso, siempre que se habla de la lectura,hay que hablar del hombre. Destacamos como muestra ellibro de Jos Antonio Prez Rioja (nota 5), una recopilacinde textos en la que se nos presenta a pensadores, moralis-tas, filsofos y escritores que a lo largo de la humanidad hanideado teoras sobre los temas anteriormente enunciados.Podramos sealar a Scrates a travs de Platn, Sneca,Plinio, Petrarca, Baltasar Gracin, Montaigne, Descartes,Lichtenberg, Malebranche, Schopenhauer, Proust, Baude-laire, Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Pedro Lan Entralgo,Guillermo Daz Plaja, Borges... Entre stos aparece citado, ytambin tratando los mismos temas, Azorn. Por ello diremosde l y de los otros que, a la vez que son lectores, tambinson tericos de la lectura. As, las citas, los epgrafes y lassugerencias que han mantenido estos autores, siempreestn, creemos, en la misma lnea, es decir, en la constantedel elogio de la lectura. Aunque tambin advierten que de ellase pueda derivar una postura negativa y, en consecuencia,aparecer el anulamiento total de la persona o el vivir una vidacompletamente irreal.

    En trminos generales puede decirse que ante cualquiersituacin se da una actitud pasiva y otra activa. Llevando estoal terreno de la lectura podra decirse que la primera actitud,la pasiva, se correspondera con los indiferentes al hecho deleer, y la segunda, la activa, se correspondera con los detrac-

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    Magdalena Rigual BonastreJ. Martnez Ruiz, lector y biblifilo

  • tores del mismo, que seran los no lectores, y con los defen-sores, que seran los lectores. Leer es el acto mediante elcual el individuo va formando y descubriendo su propio pen-samiento a travs del pensamiento de otros y va haciendosurgir su propia experiencia de las experiencias de otros apartir de las lecturas, incorporando todo ello al hecho de vivir.Desde este concepto, los indiferentes y los no lectores seranlos que perderan una parte de la vida, lo terico de la misma,porque estn alejados de los libros, de la lectura y constituir-an esa parte de la sociedad cuyos individuos no se hanencontrado a s mismos, estn descentrados. De algunamanera, a travs del vehculo de la lectura, no se ha desper-tado en ellos lo creativo, lo profundo y lo personal porque lesha faltado la experiencia, en el silencio, de la lectura. Y esaausencia de crecimiento personal en soledad, que es la lec-tura, tal vez sea la que aporte los fracasos, en definitiva, lonegativo de la humanidad.

    Por otra parte los lectores seran los que disfrutaran comple-tamente de la vida, porque sabran vivirla, ya que dominarany conjugaran el doble aspecto de la teora y la experiencia delvivir.

    stos, por todo lo que el libro en s mismo aporta y sugiere,lo consideran como su inseparable amigo, dedicndole losmejores momentos de su vida. El mrito o el valor del libroes alejar al lector del tiempo concreto y establecido por el

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • ser humano: le aparta de esa barrera y le lleva a travs delespacio y el tiempo y le conduce a pocas anteriores o futu-ras. Y sta es la magia del libro, porque el libro crea unarealidad virtual y es importante que se juegue con ella,que se sirva uno de ella, para poder convertirla en realidadreal y en experiencia.

    En este punto nos gustara hacer algunas matizaciones: nosiempre los lectores han sido personas que hayan sabidomantener el justo equilibrio entre su vida y los libros; es decir,no han establecido entre ambos el dilogo necesario eimprescindible, ya que han vivido alejados de la realidad queles rodea, hasta llegar incluso a inventarse otra. Son lectoresque se apropian del mundo y del pensamiento de un libro, nose aceptan ellos mismos, quieren ser el otro que creen queest en el libro y no van a buscar su verdad personal porquela desconocen y no la intuyen siquiera, sino que van a apro-piarse de la verdad del otro, porque la valoran como grande ynica.

    A veces los lectores viven y viven slo de forma intelectual ycon un modo de vida que, en ocasiones, para otras gentes,es incomprensible; lo que provocar que, adems de conver-tirse el lector en un ser incomprendido por no saber vivir,inconscientemente se transforme en un ser elitista, y la ima-ginacin y la sensibilidad nacidas de la lectura no podr com-partirlas con el resto de la sociedad. ste sera una clase de

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  • lector incompleto o no realizado, porque el buen lector defi-nitivo, perfecto es aqul que es capaz de salir de esemundo creado por el libro y compartir su experiencia y su cre-cimiento interior con los otros; y no se dir entonces que nosabe vivir, ni l mismo se reprochar el no haber vivido,porque vivir plenamente, y no como tantas veces los artistasaislados en su mundo lo hacen, como muchas veces los artis-tas metidos en su mundo se reprochan.

    Si la lectura se convierte en una necesidad vital, y es de uti-lidad para aprender, para hallar respuestas, para satis-facer el placer esttico, entonces, si esa es la utilidad, esta-ramos ante el que definiramos como lector espontneo,entendiendo como tal al que est libre de toda intencin queno sea vital y personal.

    Si se parte de la necesidad de llenar vacos intelectuales yculturales para responder con precisin y claridad a un deter-minado compromiso profesional: escribir una biografa, tratarun tema, preparar una conferencia, etc. el rigor y la honesti-dad profesional dirigen, marcan a ese tipo de lector que defi-niremos como lector profesional y que est condicionado poresa finalidad sealada. Precisando un poco ms este tipo delector, podramos aadir el lector que hemos llamado coyun-tural y el lector erudito. Todos estos tipos de lectores surgenal considerar la utilidad de la lectura y estn englobados den-tro del mbito del lector espontneo.

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • El buen lector comienza a hacerse cuando es nio. El niolector lee bien, se asla y crea un mundo propio (el libro y l).No importa lo que lea porque va creando vida. Por eso a lolargo del tiempo evocamos las lecturas infantiles ms por losrecuerdos que las rodean que por las propias lecturas: evo-camos el sitio en donde hemos ledo, cmo hemos ledo, etcEl nio lector es un ser abierto a todo lo que recibe.Normalmente obtendr todas sus lecturas dentro de unambiente familiar instruido y ledo, y ms tarde en el colegiocon maestros que le seguirn motivando a la lectura; maes-tros que podrn continuar aconsejndole en las mismasdurante la juventud o en el siguiente periodo de formacin,fuera de la escuela, tanto en la Universidad, como en lamisma vida, que le dirigirn hacia un tipo de lecturas u otro,lo que derivar en formar su personalidad, su forma de pen-sar, su modo de vida, etc. Tambin las amistades influirn enla lectura de un joven.Vemos que la lectura es una forma de aprendizaje que vadespertando en el hombre a lo largo de su vida motivacionesy ecos; todo es crecer y todo ello deviene pensamiento encada ser humano. El pensamiento, el crecimiento se va ela-borando de forma inconsciente y va creando un vivir original,particular y propio.

    La lectura en un joven suele ser atolondrada, devoradora,rpida, porque existe una correlacin entre la prisa del vivir y

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  • la prisa del leer: lee todo. En cambio el lector maduro sabe adnde acudir, qu temas constantes le preocupan y en con-secuencia leer con profundidad, seleccionando y eligiendosus libros. La lectura se hace o se debe hacer reflexiva, dadoque el libro es un vehculo que nos lleva a conocer la vida. Elbuen lector es silencio, es reflexin. La lectura madura esreposada, es ms sensible y ms centrada. Es la que vuelvea los primeros libros o libros ya ledos, es decir, a la relectura.

    Los elementos constantes en la lectura son la curiosidad, lapasin, la insinuacin. La lectura mantiene al ser humanosiempre con una mente despierta; debe hacer que el librono sea un ente o un objeto cerrado, sino un ente abierto. Sepuede leer, como hemos visto, atolondradamente, vida-mente en un principio y tambin en la vejez se puede leerreposadamente, pero en el fondo lo que se va formando daa da es una persona que ms tarde har que todo lo ledoy lo reledo se medite, y que, por lo tanto, su lectura sea msreflexiva. De ah que la frase a leer se aprende leyendoresuma o explique, en cierto modo, que los libros de todauna vida sean cincuenta o sesenta y que las lecturas de losmismos hayan sido infinitas, y esto es lo que compondra elresumen de la vida de un lector. Y ser tambin lo queRafael Conte en Robinson o la imitacin del libro escribe:

    No puedes dejar de leer jams, aunque cierres los ojos,aunque tu mente est cegada al pensar: sigue leyendo,

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • lee, pues, el cuerpo, empezando por el tuyo propio tandescuidado y que tantas veces pareces haber ledo yque siempre olvidas despus.

    Nunca se repite la lectura; nunca se repite el cuerpo,aunque sea el mismo una y otra vez, como nunca lolees de la misma manera, aunque tambin parezcaseguir siendo el mismo.Tambin la lectura se mueve. (p.243).

    I.2. Su iniciacin a la lectura

    I.2.1. Antecedentes familiaresEs sabido que el aprendizaje de los nios se inicia por imita-cin de los que les rodean de los que constituyen su entornofamiliar; por eso, en este primer momento de formacin, losque aparecen en primer lugar son los padres. Ser fcil com-prender que un nio se inicie en ser lector si l ha nacido enun mbito en el que es frecuente ver a sus progenitores conun libro en la mano, vive en una casa donde la biblioteca y loslibros estn presentes en la vida cotidiana y el libro formaparte de su vida y de sus juegos. De esta manera, por estedeterminado ambiente familiar, la lectura se integra en l deun modo natural.

    J. Martnez Ruiz a lo largo de toda su vida est rodeado delibros; su mundo es permanentemente librario desde su infan-

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  • cia. En general se podra decir que, en buena parte, sus lec-turas de nio dependen de las aficiones de sus padres y dealgunos familiares que crearon un medio favorable a la lectu-ra.

    En sus primeros aos de existencia convive con espacios delibros como la rica biblioteca de su casa, que contiene fondosmuy variados desde el punto de vista temtico y temporal, ytambin con familiares a los que desde siempre ve con lacompaa de un libro muchos ratos de su vida. Por ello,observamos que desde su infancia se va formando un lectorde una manera natural, es decir, casi por smosis. El libro ensu hogar est vivo, est presente.

    Pasemos a textos de nuestro protagonista en los que pode-mos leer estas observaciones. En primer lugar, en AntonioAzorn nos describe su biblioteca del Collado:

    Hay una biblioteca con cuatro mil volmenes en variaslenguas y de todos los tiempos. Hay una pequea ala-cena que hace veces de archivo, con papeles antiguos,con ttulos de las Universidades de Orihuela y Ganda,con cartas de desposorio, con ejecutorias de hidalguacon nombramientos de inquisidores. (pp. 54-55).

    En Las confesiones de un pequeo filsofo trata sus antece-dentes familiares, tan ilustrados y tan ledos como su bis-abuelo, personaje que aparece descrito en dicha obra y en

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • Memorias inmemoriales. Este familiar de J. Martnez Ruizescribi varios libros sobre filosofa, uno de ellos publicado en1838 en Alcoy:

    El artista misterioso que pint este lienzo quiso haceruna obra maestra retratando a este viejo, lleno de cul-tura, filsofo terrible, que inopinadamente encontr enesta ciudad gris un da que pas por ella. Mi bisabuelotrabajaba reciamente con el cerebro: lo lejano y brillan-te a que he aludido ms arriba y que l contemplaba atodas horas, era la esencia divina, Dios y su gloria, elCreador de todas las cosas con sus atributos de amory de sapiencia. Lo dir en dos palabras: mi bisabuelo,ante todo, era un telogo.

    Mi to Antonio sola decirme que le ganaba por la manoa Balmes; yo no llego a tanto; pero es lo cierto que susobras han quedado inditas y nadie le conoce. Yo con-servo los manuscritos; hay, entre ellos, un libro funda-mental que se titula Filosofa del Smbolo o mis ideasreligiosas y polticas; y hay, adems, otros pequeostratados sobre materias msticas o dogmticas. (p. 98).

    A travs de los personajes o de forma indirecta, nos aparece,entre otros, su padre, figura a la que dedicar algunos frag-mentos de su obra y en el que destacar su lectura de librosde historia y su erudicin:

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  • Gustaba preferentemente de libros de historia y de via-jes. Haba ledo y reledo a Roberston, Forneron,Thiers, Lafuente. Su memoria era prodigiosa; narrabahechos y perodos histricos con los menores detalles.(Confesiones, p. 133).

    I.2.2. El colegio

    En el mbito escolar tambin se sigue dando esa cercana yfrecuencia de la lectura. Pero debemos decir que, tanto en elespacio familiar como en el escolar, el entorno libresco deMartnez Ruiz es intuido por nosotros en sus escritos, dadoque nuestro escritor slo ofrece una serie de pinceladas delentorno en el que el libro se lee. Esta intuicin es coinciden-te con lo que Proust (nota 6) expone cuando explica que enla infancia y en la adolescencia lo importante es el espaciomgico que nos facilita la lectura. De este modo el estudiosoque se acerca a la obra de J. Martnez Ruiz lo hace a travsde sus evocadores escritos que dan ms importancia alrecuerdo del momento vivido que a la lectura del libro en s.As muchas escenas de la niez recogidas en Las confesio-nes de un pequeo filsofo estn recreadas de manera simi-lar en A la recherche du temps perdu. Mediante la asociacinde sensaciones de olor, gusto, sonido y tacto, Proust inten-tar recapturar el pasado de su infancia. Con esta constata-cin podemos percibir la coincidencia con las teoras de

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • Proust (nota 7) sobre este punto de la lectura en la infanciay adolescencia:

    Sin embargo, yo no corro, ni grito, ni golpeo; yo tengouna preocupacin terrible. Esta preocupacin consisteen ver lo que dice un pequeo libro que guardo en elbolsillo. No puedo ya hacer memoria de quin me lo dioni cundo comenc a leerlo, pero s afirmo que estelibro me interesaba profundamente, porque trataba debrujas, de encantamientos, de misteriosas artes mgi-cas. Tena la cubierta amarilla? S, s la tena; estedetalle no se ha desaferrado de mi cerebro.Y es el caso que yo comienzo a leer este pequeo libroen medio de la formidable batahola de los muchachosenardecidos; nunca he experimentado una delicia tangrande, tan honda, tan intensa como esta lectura...Y depronto en este embebecimiento mo, siento que unamano cae sobre el libro brutalmente; entonces levantola vista y veo que el bullicio ha cesado y que el maes-tro me ha arrebatado mi tesoro.No os dir mi angustia y mi tristeza, ni tratar de enca-receros la honda huella que dejan en los espritus infan-tiles, para toda la vida, estas transiciones sbitas y bru-tales del placer al dolor. Desde la fecha de este caso heandado mucho por el mundo, he ledo infinitos libros;pero nunca se va de mi cerebro el ansia de esta lectu-

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  • ra deliciosa y el amargor cruel de esta interrupcin br-bara. (Confesiones, pp. 77-78).

    Este texto pone de manifiesto el carcter de J. MartnezRuiz, nio tranquilo, pensante, que no juega, que prefiereleer. Nuestro escritor, cuando recuerda sus lecturas de suprimera etapa, nos cuenta el ambiente que le rodeaba, loque lea, pero no se acuerda, por ejemplo, del ttulo exactodel libro. En realidad, es de poca relevancia porque lo ver-daderamente importante es la vivencia y los pensamientosque dejan en l estas lecturas, lo que queda reflejado en laescena que ha descrito en una doble accin: la lectura de unlibro por el nio abstrado del mundo que le rodea, que nojuega y que prefiere leer, y la del resto de los nios jugan-do, para terminar esta doble accin con el silencio del bulli-cio y el arrebato del libro por el maestro.

    El dolor por esta interrupcin es comprensible, ya que con sulibro l est viviendo su mundo de reflexin y de recreacin,su mundo feliz que alcanza a travs de la lectura y, que trgi-ca y bruscamente y sin que l lo quiera, se acaba y, en con-secuencia, se ve obligado a volver al mundo del que con tantafrecuencia se abstrae:

    Yo quiero evocar mi vida; en esta soledad, entre estosvolmenes, que tantas cosas me ha revelado, en estasnoches plcidas, solemnes, del verano, parece que

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  • resurge en m viva y angustiosa, toda mi vida de nio yde adolescente... (Confesiones, p. 45).

    Esta cita nos parece muy significativa para comprender en lavida de J. Martnez Ruiz el valor constante de la soledad y loslibros, sus inseparables compaeros desde su infancia, cons-tantes amigos en su vida y esenciales en l para vivir sumundo de recreacin y de reflexin. En Proust (nota 8) nosencontramos unas pginas que recogen la misma sensacin,la misma situacin y hasta la misma valoracin del hecho delas primeras lecturas infantiles. Es decir, el encantamiento atravs de los libros, la evocacin de los recuerdos. El consi-derar esta etapa no es tanto por lo que aporta sobre datosconcretos de libros, sino por expresar el ambiente mgico delos mismos:

    Quiz no hubo das en nuestra infancia ms plenamen-te vividos que aquellos que cremos dejar sin vivirlos,aquellos que pasamos con un libro favorito.

    Y ms adelante continuar:

    [] todo esto, de lo que la lectura hubiera debido impe-dirnos percibir otra cosa que su importunidad, dejabapor el contrario en nosotros un recuerdo tan agradable(mucho ms precioso para nosotros, que aquello queleamos entonces con tanta devocin), que si llegra-mos ahora a hojear aquellos libros de antao, seran

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  • para nosotros como los nicos almanaques que hubi-ramos conservado de un tiempo pasado, con la espe-ranza de ver reflejados en sus pginas lugares y estan-ques que han dejado de existir hace tiempo.

    La primera cita cabra relacionarla con la constante duda deAzorn acerca de si el tiempo dedicado a la lectura ha sidoen la infancia un tiempo perdido. Coinciden ambas en elvalor y el placer de la lectura, pero, en cambio, no en la dudade si el tiempo dedicado a la misma es un tiempo plena-mente vivido. La lectura en esta etapa de la vida suponeabstracin y evasin, pero cuando ms adelante se produz-ca la evocacin de ese preciso momento, se recordar todolo de ese entorno porque habr dejado una huella profunda,llegando a la conclusin de que esa forma de leer resultaser experiencia y realidad. Por otra parte podramos subra-yar el papel del maestro en el colegio que busca para susalumnos libros que estimulen su imaginacin y su sensibili-dad. Personaje que en el mbito escolar habra ejercidoeste papel podra ser el padre Lasalde, siempre vigilante:

    Anda silenciosamente por los dormitorios, durante lanoche: se fija cuidadosamente, en la sala de estudio, encmo trabaja cada uno; los observa y estudia sus juegoscuando retozan por el patio. (Voluntad, p. 141) (nota 9).

    En su entorno escolar, nos cuenta cmo lean El Quijote y lasaventuras de Julio Verne en los Escolapios en voz alta. Ms

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  • adelante, en sus memorias, en algn estudio o comentariosobre la lectura se mostrar contrario a una literatura infantilespecializada: Le mucho a los autores clsicos en mi infan-cia. Cuntos das, cuntos meses, cuntos aos de largas ysilenciosas lecturas. (Pginas esco,13).En el artculo Las lecturas infantiles:

    Una hora, dos horas de lectura diaria de una novela,Qu influencia puede tener en el espritu infantil? Yocreo que si se realizara la encuesta que hemos indica-do, la mayora de los escritores, de los artistas contes-taran que las lecturas ms beneficiosas para ellos,siendo nios, han sido las de los libros de imaginacin,novelas e historias fantsticas etc.

    Cmo podremos suscitar y robustecer la imaginacinen los nios? Habr nada mejor que una novela paraencender en el infante la lumbre imaginativa?Compaeros mos a quienes he interrogado respecto asus lecturas infantiles, artistas hoy de fecunda imagi-nacin creadora, me han contestado todos que sus pri-meras lecturas fueron de novelas e historias fantsti-cas. Y a esos libros condenados por pedagogos ymoralistas deben, precisamente, la fuerza que leshan hecho destacarse en el mundo de la inteligencia(nota 10).

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  • Y en el artculo Leer y leer:

    La obras que se lean en el colegio eran El Quijote y lasnovelas de Julio Verne. Puedo decir que esas dos crea-ciones literarias han influido en m poderosamente.Hubiera sido la influencia ms eficaz de ser otros loslibros? Lo dudo mucho.Y desde entonces pensando enmi propia experiencia, creo error lamentable el vedar alos nios la lectura de obras imaginativas, y creo tam-bin que es otro error igualmente lamentable eso quese llama literatura infantil. No se deben hacer libros paralos nios. Los nios no necesitan libros especiales.Sirven a los nios los libros buenos de los adultos...(nota 11).

    J. Martnez Ruiz est conforme con que los nios y los ado-lescentes lean, por ejemplo, como l ley libros de gnerofantstico como Julio Verne o el Quijote. Son libros clsicosque tratan los temas de la vida que no pasan de moda: elamor, el odio, la fidelidad, la justicia, la aventura, la certeza...

    En una palabra: un clsico es una obra que propone ala imaginacin del nio una experiencia que probable-mente no puede encontrar en ninguna otra parte, por lomenos con tal grado de intensidad, y que sera una ls-tima que no conociera (nota 12).

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    I. J. Martnez Ruiz y el arte de leer

  • En resumen, esta primera etapa de su vida nos ensea que,en su biblioteca de Monvar, con sus familiares y en el cole-gio (nota 13) donde estudia gracias sobre todo al PadreLasalde, posee un ambiente muy favorable a la lectura. Quevive en un espacio social lector, se refleja de forma directa oindirecta en La voluntad, Antonio Azorn, Las confesiones deun pequeo filsofo.

    I.3. Jos Martnez Ruiz, lector

    I.3.1. Lector iniciadoEn el otoo de 1888 se marcha J. Martnez Ruiz a Valenciapara estudiar la carrera de Derecho que no llega a terminar.Su lectura de esta poca es definida como espontnea y for-mativa, porque no responde a ningn orden determinado,sino que, simplemente, va leyendo lo que cae en sus manossin responder a ningn criterio de seleccin. Es una etapasilenciosa, devoradora de libros y bastante desconocida quecoincide con su estancia en Valencia, desde 1888 hasta1892, con intervalos en Granada y Salamanca, y por supues-to en Monvar. A pesar de que el escritor no nos habla casinada de estos aos, existen, no obstante, algunas referenciasdel propio Azorn, entre otras, en Memorias inmemoriales,relativas a recuerdos de Monvar que nos permiten definir sulectura con las caractersticas que ya hemos mencionado:Sobre todas estas sensaciones, la lectura intensa, la lectura

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  • de libros que nadie nos ha recomendado y a la que vamosderechamente y por instinto. (p. 1188).Para ampliar estos rasgos biogrficos podemos ver la intro-duccin de Rioprez a Valencia que presenta la correspon-dencia de Azorn con sus padres y menciona las cartas deMiguel Amat (1891-1894) (nota 14), de las que entresacare-mos algunos datos que nos aproximan al joven lectorMartnez Ruiz. El primero que sealaremos se encuentra enla carta del 21 de noviembre de 1892 (nota 15) cuando AmatMaestre le enva Enseanza de la historia de Rafael Altamira.El siguiente se localiza en la carta del 27 de junio de 1894(nota 16), en la que le reclama unos libros que supone quelos tiene su sobrino. Otro aparece en la carta sin fecha, perodatada por Salvador Pava en la primera decena de septiem-bre de 1894 (nota 17), en la cual le recomienda leer unoslibros como Las letras apostlicas de Len XII a todos losprncipes y naciones y ojear los 10 tomos de Cant.Y por lti-mo indicaremos otra carta de los primeros diez das de sep-tiembre de 1894 (nota 18), en la que le hace una serie depeticiones de libros de autores como La Bruyre, JuanBautista Sainz y La Rochefoucauld para que los compre enuna librera de Madrid.

    Con estos datos podemos ver que en esta poca de adoles-cencia J. Martnez Ruiz empieza a manifestarse librementecomo un lector espontneo que elige sus lecturas sin otro cri-

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  • terio de seleccin que el haber sido recomendado por algunapersona de prestigio para l, en este caso Amat Maestre o,simplemente, en su entorno escolar o familiar se ha nombra-do o aludido, de una cierta manera, a un autor determinadoque ha despertado su curiosidad, lo que le lleva a pedir o abuscar el libro.

    En este momento se comienza a manifestar la personalidadde J. Martnez Ruiz: reflexivo y observador que coincide conla inquietud juvenil (nota 19); es plenamente un lector afecti-vo y espontneo que, despus de salir del ambiente clericalde Yecla y familiar conservador de Monvar, se va a encon-trar en una Valencia bulliciosa, descrita, entre otros textos, enEl paisaje de Espaa visto por los espaoles:

    Podremos nunca olvidar las madrugadas en que baj-bamos en el tren, siendo adolescentes, hacia Valencia,desde tierras altas?... Cuntas veces hemos visto alpasear por los claustros de la universidad, al buen LuisVives, de bronce, con su boina, colocado en medio delpatio! Y luego, Qu muchedumbre de recuerdos los deesta hermosa y clara ciudad! All estaban las tiendeci-llas de los libreros de viejo, que ya entonces comenz-bamos a frecuentar... Y cmo podremos olvidar lascendolillas que conocimos en esos primeros aos delibertad? Y cmo se podr apartar de nuestra memo-ria a aquella linda piruja que, frente a nuestra casa,

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  • abra los balcones por la noche e iluminaba las estan-cias para que nosotros, los estudiantes, la atisbramos,emocionados y ansiosos, ir y venir, volver y revolver ensus menesteres de ltima hora? Ah, tiempos y emo-ciones de adolescencia que despierta a la vida; tiemposy emociones que se fueron para siempre a lo pretrito!(pp. 139-140).

    En este momento y a lo largo de toda su vida, ante la lectu-ra se van a dar dos actitudes en nuestro lector: la de lectorespontneo, que en esta poca se va perfilando y perfeccio-nando y que responde a una necesidad vital, que se da demanera espontnea y libre. Y la de lector obligado y conintencionalidad que se rige por una necesidad funcional(nota 20); en la que no se puede elegir el espacio y el tiem-po, y que en cada circunstancia temporal estar marcada poruna imposicin, primero por la acadmica y despus por lade las redacciones de los peridicos o de las editoriales. Deeste modo vemos que la necesidad marca o delimita la fron-tera del lector, porque en la necesidad funcional de la lectu-ra trasluce mucho ms lo que se ha ledo a travs de la cre-acin literaria del lector-autor; en cambio en la necesidadvital, a veces se podr traslucir lo ledo pero no siempre; lanecesidad funcional responder a unos periodos determina-dos, mientras que en la vital los periodos son ms sensibles

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  • porque son los que mueven, alientan o activan la vida y laobra.

    Azorn consume las maanas en la Universidad; son conoci-das sus frecuentes visitas a la Biblioteca Universitaria y sededica intensamente a leer, estudiar y aprender como un lec-tor espontneo. As podramos decir que sus lecturas noestn motivadas por la instruccin acadmica, sino por supasin por la lectura a la cual dedica la mayor parte de sutiempo; que sta rebasa todo aquel mundo universitario quequeda interrumpido e inacabado. J. Martnez Ruiz estentrando en la vida con timidez y a la vez con mpetu, esto setraduce en que su lectura sea un desenfrenado mundo decuriosidades y de inquietas bsquedas. La lectura intensa leaporta parte de una experiencia vivida, es su gua o su maes-tro, de manera que los libros son sus fuentes vitales; es decir,a partir de los libros el joven J. Martnez Ruiz va creando sufilosofa de la vida. Tambin le llegan libros prestados y reco-mendados de personas que le influyen: Eduardo Soler yPrez, el Dr. Moliner y el Dr. Ms (nota 21) que: me prestlos primeros libros nuevos extranjeros que yo le. Tena esco-gida biblioteca y compraba todo lo bueno que apareca. (Val,p. 118).Es un lector adelantado, de alguna manera se distingue delos de su edad porque en general los jvenes suelen intro-ducirse en la lectura a travs de autores contemporneos y

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  • no con los autores del pasado, a los cuales conocern enuna edad ms avanzada. El estudiante J. Martnez Ruiz seha convertido en un ratn de biblioteca, lee con afn y anhe-lo. En este contexto la avidez es ms intrpida pero ms rela-jada, porque su lectura corresponde a una necesidad vital,mientras que mantiene la lectura obligatoria e imperativa acausa de sus estudios universitarios.

    Y yo estoy sentado ante la mesa, con un libro abiertoante los ojos.Yo intento leer y releer este libro; pero estaes una empresa terrible, imposible. Este libro se titulaDerecho cannico, o Derecho civil, o Derecho adminis-trativo, o y esto es lo ms desagradable de todoDerecho romano... Y yo aparto la vista de estos libros yvoy leyendo las cosas que cuentan Tolstoi, Renan,Darwin (nota 22).

    I.3.2. Lector profesionalEn la ciudad de Valencia, a partir de 1893, con la asistenciaobligada a la Universidad donde sigue los cursos sin ostensi-ble aprovechamiento, inicia sus primeras colaboraciones endiarios y revistas importantes, pasea y se entretiene partici-pando en actos culturales (nota 23), se cartea con figurasintelectuales destacadas nacionales, Pedro Dorado Montero(1894-1896) (nota 24) y extranjeras Maeterlinck, Hamon ypara responder a toda esta actividad intelectual necesita ser

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  • un verdadero lector profesional. Ya hemos esbozado una cla-sificacin de los tipos de lector en los que puede encajar J.Martnez Ruiz: el lector espontneo, en quien la lectura esuna necesidad vital, ante la que manifiesta una actitud pla-centera, libre y reflexiva, sin estar condicionado por el tiemponi por la presin de tener que escribir sobre el libro.Por otra parte sealamos ahora al lector profesional paraquien la lectura es un elemento circunstancial de apoyo parasu trabajo, porque utiliza la misma para escribir, entre otrascosas, las reseas que le encargan las redacciones de losperidicos o cuando le llegan libros de numerosos escritorespara que se pronuncie sobre ellos.

    Das pasados he recibido, perfectamente empaqueta-do, como si de un precioso cdice se tratase, un librotitulado, o que se rotula, como dice su autor hablan-do de otro, Pepinillos en vinagre. A tal presente acom-paaban estas palabras escritas en la cubierta por unapersona por m estimada querido Ahriman: di algomuy bueno de Peyroln y sobre todo nuevo, pues yaves que la pluma lo merece. (Bpis, p. 70).

    El lector espontneo selecciona los libros que lee en funcinde su inters personal o de cualquier otra perspectiva parti-cular, mientras que el lector profesional se ve obligado a lalectura de todo tipo de libros que a veces sern carentes paral de todo inters o con un inters que reconocer pero que

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  • no comparte. Se establece, pues, que la forma de lectura esdiferente pero que ambas son formativas y nunca se separany que presentan la informacin y la formacin al mismo nivel;conviven y se influyen mutuamente; es una diferencia muysensible slo derivada de algunos matices tericos. Lee yescribe lo que le interesa, por ejemplo, de sus maestrosPedro Dorado Montero: Publica libros originales de sociolo-ga, de derecho, de exposicin de doctrinas extranjeras; tra-duce gruesos volmenes de Garofalo, Shighele, Carnevale,Gumplowicz.... (Socri, p. 283).

    En Valencia y posteriormente en Madrid nuestro autor yaposee un gran bagaje cultural, ha pasado y sigue pasandomuchas horas con los libros. Todo ello se refleja en los folle-tos literarios que escribe, en los que se percibe que est alda de la literatura del momento; J. Martnez Ruiz se sirve asde los libros, utilizando una amplia gama de autores y detemas muy variados, porque son el apoyo de su trabajo y esde stos de los que va a obtener su erudicin, es decir, suinformacin, sus comprobaciones, sus comparaciones; ellibro se vuelve el mundo que sustenta lo que lee. Se distin-gue por lo tanto, el lector profesional del lector espontneo,porque efectivamente hay artculos por encargo que obligana Azorn a unas lecturas necesarias para hacer crticas,como en el ejemplo de las siguientes citas:

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  • []... me limito tan solo a consignar algunas otras nove-dades literarias, como las novelas Peas arriba, dePereda, el pintor de las montaas de Cantabria, yTorquemada y San Pedro, de Galds; y La cancin delas estrellas, versos del poeta andaluz Manuel Reina.(LIT, p. 129).

    Siempre que se habla de un lector espontneo y de un lectorprofesional se est aludiendo implcitamente a un cdigo delectura (nota 25) que si bien en cada lector tiene sus mani-festaciones propias, pueden establecerse unas caractersti-cas generales, comunes a todos. El cdigo de Azorn vienemarcado por las caractersticas personales de nuestro lector,por su relacin con los libros y por su forma de leer, as lainterpretacin es distinta porque depende de la imaginacin,sensibilidad, captacin y conexiones con otros hechos.Azorn observa, recuerda, construye de forma imaginativa. Sirealmente la lectura para l es una actividad libre, receptiva,con un carcter cambiante y diferente en funcin del tiempoexterior (las estaciones, das...), del tiempo interior (el modosicolgico de la persona: la imaginacin, la sensibilidad, laobservacin, interpretacin...) y de la creacin de un espacioen el que quedan encerrados y en conjuncin el mundo dellibro y el mundo interior del lector, aunque muchas vecesexistan influencias externas procedentes de amigos y maes-tros, habr unos determinados signos que reflejen que ese

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  • contacto se ha producido; entre stos destacamos comorelevantes el trato que da al libro durante la lectura y el tiem-po que dedica a la misma.

    Durante el proceso de la lectura, el libro pasa a formarparte de Azorn, es parte de s mismo, lo que se mani-fiesta en la utilizacin que hace del libro durante el hechode leer, y esto queda reflejado en subrayar, llenar el mar-gen de signos (lneas verticales, asteriscos, nmeros uotras marcas) sealando anotaciones, indicando unanumeracin de otras pginas en el margen, rodeando conun crculo las palabras o frases claves, escribiendo en elmargen o en la parte superior o inferior de la pgina,poniendo notas en las guardas del principio o del final quesuelen reflejar lo que piensa Azorn lector, dando comoresultado todo esto un ndice personal: Ahora abro unlibro y voy buscando, por entre las mltiples sealeshechas con lpices de colores, los pasajes en que el maes-tro escribe sobre este trance terrible de que hablan los rtu-los de los claustros (nota 26).En cuanto al otro signo que hemos sealado, el tiempo quededica a la lectura de ciertos libros, nuestro autor recomien-da que algunos se deben leer ms despacio que otros, porejemplo el libro de Martn Luque Equivocaciones: libro quemerece leerse despacio y que, desde luego, revela a unobservador privilegiado. (Bpis, p. 62).

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  • Otros se recomiendan leer dos veces, por ejemplo, los deGonzlez Serrano: Sus libros hay que leerlos dos veces enlectura detenida; es tan complejo el autor, tan minucioso, tanamigo del detalle que el lector no advierte a primera vista laimportancia del concepto. (SOL, p. 187).A lo largo de esta primera etapa se dan muchos cambios enlos gustos literarios del joven J. Martnez Ruiz, debido a quese encuentra en su fase de formacin y que, como cualquierjoven, est muy sensibilizado y algo condicionado por lascorrientes intelectuales del momento.

    En este periodo, Martnez Ruiz siente preferencia por ElRomancero y El Arcipreste de Hita; le horroriza todo lo que serefiera al Siglo de Oro espaol, atacando sin ningn temor aescritores consagrados como Tirso, Caldern, y Quevedo, loque es muy propio de una etapa de aprendizaje, de rebelday de protesta. Son autores que lee porque sabe que los debeleer y que son parte obligatoria de su formacin intelectual,pese a la dificultad de lectura que implican. Podemos citartambin, dentro de este ataque, a Lope (nota 27) aunque susopiniones son variables, a Moreto y a la novela picaresca, yexceptuar al Lazarillo, a Vives con sus Dilogos, a Fray Luisde Len con su Noche serena, La perfecta casada y De losnombres de Cristo, a Agustn de Rojas con El viaje entreteni-do que lo califica de el ms admirable libro picaresco denuestra literatura, a Zabaleta en El da de fiesta, que segn

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  • Valverde fue la principal fuente libresca para el estilo de Elalma castellana, a Fray Luis de Granada que lo define noslo como un gran mstico sino como uno de los grandes pro-sistas y elogia la Gua de pecadores y el libro de la oraciny de la meditacin, a Cervantes, a Gracin muy relacionadocon la lectura de Nietzsche. A partir de 1898 empez a teneruna preferencia por los msticos y en especial por la Santacon Las Fundaciones. Santa Teresa junto con Cervantessern los autores constantes de su vida.Del siglo XVIII ataca a sus moralistas y ensalza a Feijoo, aCadalso, a Jovellanos, a Mayans, a Torres Villarroel a quiencompara con Fray Candil, a Moratn y al poeta MelndezValds.Del siglo XIX destaca a Larra, en cuya lectura sabemos quese inicia a partir de 1895, y que ser una verdadera fuentevital y libresca; prosigue criticando a los romnticos como elDuque de Rivas y la prosa de Bcquer aunque en La volun-tad dir que es el ms grande poeta de nuestro siglo XIX.Simboliza la poesa; y tambin a Campoamor (nota 28).A finales del siglo XIX y principios del XX son admirados porl Blasco Ibez en 1896 como novelista y cuentista, aunqueen La voluntad le dedique unos comentarios negativos;Galds del que opina es el primer novelista espaol (1897)con El abuelo, y dentro del teatro nacional es contrario aEchegaray, y propagador del teatro de Galds con Gloria, de

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  • Dicenta con Juan Jos, de Iglesias con Fructicidor. Admira alos poetas Vicente Medina y Maragall. Respecto a Miguel deUnamuno, Clarn y Pardo Bazn diremos que en ciertosmomentos los considerar sus maestros, aunque censurarparte de su creacin literaria, como la de Unamuno en Paz enla Guerra. Dentro de este repertorio de antecesores y maes-tros de Azorn deberamos destacar a Ortega Munilla, quedeclara el nico de los escritores mayores al que lee a losjvenes, en contraposicin de la postura de los escritoresnoveles que leen lo nuevo y lo viejo.Y ya por ltimo citaremos a los autores contemporneos queprefera: Ruiz Contreras, Oller, Pompeyo Gener, Fray Candil,Baroja, Santos lvarez, Ganivet, Silverio Lanza:

    Hay en mi biblioteca tres autores por los que yo sientoespecial predileccin: ngel Ganivet, Silverio Lanza,Po Baroja. Los tres son, a mi entender, los ms repre-sentativos espritus de la Espaa literaria novsima; lostres son profundos, inquietos, raros y complicados; lostres tienen una concepcin peculiarsima del mundo yde la vida; y los tres, por sus contradicciones, por sudiversidad, por sus rpidos y originales cambiantes,pueden repetir la frase profunda de Lope de Vega, cita-da por Nietzsche: Yo me sucedo a mi mismo (nota 29).

    De los autores extranjeros destacamos sobre todo su admi-racin por los franceses. De los clsicos, La Rochefoucauld,

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  • La Bruyre, Pascal, Montesquieu. Y de los contemporneos,Sthendal La chartreuse de Parma, Verlaine de quien con-fiesa que ha ledo mucho en 1897, Flaubert, Baudelaire Lasflores del mal, con la que dice que aprendi el francs,Pequeos poemas en prosa Goncourt, Regnard, Montaigne,Rollinat. A estos autores los lee en versin original y tambinen traduccin espaola, llegando a hacer comentarios acer-ca de las buenas o malas traducciones y tambin de los tra-ductores. Del libro de los Goncourt Renata Mauperin comen-ta: He aqu algunos galicismos ms insultantes, de las fra-ses ms disparatadas que he encontrado en las primero cien-to cuarenta y una pginas, pues ms no he podido leer.(Bpis, p. 72).Respecto al teatro se declara gran admirador de autoreseuropeos como Maeterlinck e Ibsen. Y por ltimo, menciona-remos al poeta italiano Leopardi.

    Confirmamos que en esta primera etapa de su obra escrita secomplementa muy bien el lector espontneo que no rechazanada de lo que se le presenta, con el lector profesional y eru-dito; se dira que, en este momento, la suya es una lecturapoco reflexiva y podra pensarse que no le deja huella y quelee prcticamente movido slo por intereses profesionales.Sin embargo como Azorn tiene cualidades que se identificancon los temas que trata, les saca ms provecho para conver-tirlas en fuentes vitales y tambin en fuentes de inspiracin.

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  • Este rasgo aparece reflejado, por ejemplo, en Moratn, endonde se ve cmo Azorn lee para identificarse con algunosaspectos de la biografa del autor. As Lpez Estrada opina:

    La literatura est en la obra de Azorn no slo en cuan-to crtica de ella, sino como presencia eficiente que pro-cede de sus lecturas; son referencias vividas en laexperiencia del autor, que incrusta en su obra para querevivan en el lector (nota 30).

    Porque como dice Schopenhauer:

    No podemos adquirir por la lectura de los escritores nin-guna de las cualidades que ellos poseen, por ejemplo,fuerza de persuasin, riqueza de imgenes, don decomparaciones, atrevimiento o amargura, brevedad...Ms si estamos ya dotados de estas cualidades, esdecir, las poseemos in potentia, podemos con estosacarlas a la luz nosotros, y llevarlas a la conciencia;podemos ver qu uso es posible hacer de ellas, pode-mos ser fortificados en la inclinacin de que nos esdable servirnos (nota 31).

    I.3.3. Lector coyuntural

    En esta etapa de su vida, la de su juventud, y desde el puntode vista de sus lecturas, podramos preguntarnos si su pen-samiento, su ideologa, ha nacido de determinados libros

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  • recomendados por amigos o maestros o, por el contrario, siha sido motivado por libros encontrados al azar; si, al reco-nocerse con ideas o teoras que coinciden con ciertos auto-res y tendencias, J. Martnez Ruiz busca unas lecturas deter-minadas o si todas estas situaciones se dan en l sin quesobresalga en particular ninguna de ellas. Ante todas estasposibilidades nos inclinamos a afirmar, por diferentes razo-nes que intentaremos explicar, que sus lecturas son coyun-turales y que corresponden a una moda que coincide con unnuevo sentido social de la literatura, que procede en mayormedida del auge del movimiento obrerista internacional, yque el libro es un instrumento esencial de formacin moral,profesional e, incluso, para la lucha social y poltica (nota 32).A este respecto en 1897 Clarn opina sobre el joven MartnezRuiz: Martnez Ruiz es un anarquista literario, y sus doctri-nas son terribles [...] es casi un nio [...] Pasar el sarampinque acaso es salud y quedar un escritor original e indepen-diente (nota 33).Se da una evolucin en las lecturas de J. Martnez Ruiz?

    Antes de contestar a esta pregunta queremos hacer uncomentario aclaratorio: nuestro joven escritor, en comparacincon los de su poca, es un personaje bastante maduro, debi-do a su instruccin lectora y a sus inquietudes intelectuales,que le llevan a relacionarse con pensadores de primera filatanto nacionales como internacionales. No supone singularizar

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  • a nuestro personaje, sino que pretendemos englobarlo en ungrupo en el que jvenes de estas caractersticas haran lomismo que l, sobre todo en la lnea del pensamiento. Con elloqueremos afirmar que esta evolucin fue, desde un punto devista, comn a un cierto grupo de la juventud de finales delsiglo XIX y principios del siglo XX. Podramos decir que, en tr-minos generales, en la persona en formacin, el joven, se dael tomar una determinada postura ante hechos vividos, vistoso ledos que est condicionada precisamente, entre otrascosas, por sus lecturas. As, la evolucin de J. Martnez Ruizviene dada por dos fuentes: los libros que lee y las personasque l conoce que le influyen de forma vital. A partir de aquconoce todo y elige con lo que se identifica, para reflejar ensus escritos dicha eleccin.

    En este momento aparecen unos nuevos intereses en suslecturas, y as abandona a uno de sus maestros, que esMiguel Amat Maestre, persona conservadora, catlica etc., ydeja de escribir en La Educacin catlica y La monarqua ysu gusto por autores contemporneos ser ms vivo que porlos autores clsicos.

    En Espaa, los primeros pensadores del anarquismo proce-den de las ramas federalistas y de la lectura de libros comoRevolucin y reaccin (1845), Las luchas de nuestros das(1877). Por otra parte, encontramos que algunos movimientosculturales dan entrada a movimientos anarquistas y ms

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  • tarde al pensamiento nihilista e individualista. Bakunin manda nuestro pas a Fanelli, unindose a l Ricardo Mella yAlfredo Caldern. Ya a finales del siglo triunfa en Espaa elanarquismo, en el que militaban Kropotkin y Faure.Con toda esta ambientacin que nos da a conocer Fox (nota 34),nuestro joven escritor comienza a establecer contactos conEduardo Soler (Krausista).Segn Roberta Jonhson (nota 35), supreocupacin no es la filosofa, sino lo poltico-social; con elloya sealamos una direccin en sus lecturas, como las deEduardo Soler, Pi y Margall, Gonzlez Serrano, Pedro DoradoMontero, Clarn y Blasco Ibez (nota 36) de los que conocetoda su obra y a quienes admira. Baste como ejemplo la refe-rencia de este ltimo: Es uno de los hombres ms popularesde Valencia. Popular como publicista, como literato, popularcomo revolucionario, como propagandista tenaz de las ideaslibertadoras.Las lneas anteriores quedan ratificadas y ampliadas conpalabras de Fox en el artculo ya citado:

    Martnez Ruiz public en los peridicos El Pueblo, ElPas, El Progreso, La Campaa, La Correspondenciade Espaa, El Globo y en revistas efmeras, BellasArtes, Revista Nueva, Vida Nueva, Electra, Madrid,Juventud y Alma Espaola. Lea y estudiaba, como nosdice varias veces, los libros ms conocidos sobre lasteoras entonces en boga, de sociologa, poltica y filo-

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  • sofa y encuentra las soluciones para el porvenir espaoly humano en el anarquismo de Pedro Kropotkin, AugusteHamon, Ernest Renan y Sebastien Faure (nota 37).

    Siguiendo la hiptesis de Fox (nota 38) en este mismo art-culo, en gran parte la obra de Azorn es reflejo de su vida; nomira la realidad externa, ni en esta primera etapa anarquistani posteriormente. Azorn depende de la inspiracin del libroque ha ledo.Y en el momento del que estamos tratando, suslibros de cabecera son de reflexin y de poltica, sobre todo,y por eso se preocupa por problemas sociales y no estticos.Lo que caracteriza la obra de J. Martnez Ruiz en esta pocaes una voluntad de encontrar una respuesta a tales proble-mas, respuesta que l parece haber encontrado en el pensa-miento anarquista.

    As vemos que en uno de sus primeros artculos, en ElMercantil Valenciano (nota 39), con el libro Le peril anarchis-te, J. Martnez Ruiz ha entrado en contacto con un textoanarquista que consiste en un recorrido muy ordenado desdelos supuestos orgenes de las ideas cratas hasta la actuali-dad. En este desapasionado resumen hay una calidez en lapresentacin, provocada por su inters por el anarquismo. Elsuyo es un artculo doctrinario, que recomienda ese libroque le parece laudatorio y generalizador, que trata los puntosesenciales, y que da la definicin de un anarquista que tam-bin repite en Anarquistas literarios. (p. 83).

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  • Qu es un anarquista? Un hombre dotado del espritude independencia bajo una o muchas de sus formas(temperamento de oposicin, de examen, de crtica, deinnovacin), animado de un gran amor a la libertad yposeedor de una gran curiosidad, de un vivo deseo deconocer. A una tal mentalidad hay que aadir un ardien-te amor al prjimo, una sensibilidad moral muy desarro-llada, sentimiento intenso de la justicia, sentido de lalgica y poderosas tendencias a la lucha... En resumen:un individuo batallador, independiente, individualista,altruista, lgico, deseoso de justicia, observador, propa-gandista. Felix Dubois: Le peril anarchiste. Paris, 1894.

    Su postura social est definida y se nutre con las lecturas delo que quiere propagar. El libro de Dubois, como tantos otros,le servir para conseguir material de lectura sobre este tema.La actitud de Azorn ante el anarquismo es producto de esalectura honda y afectiva, porque el anarquismo representavalores sociales; es decir, el anarquismo es una preocupa-cin y un modo para subsanarla es concebir la lectura deforma vital. As, en esta etapa su lectura es ms profunda yva encontrando valores como la justicia, la libertad y el pro-greso. En resumen, quiere incorporar esos valores a la socie-dad y lo hace recomendando o sugiriendo algunas lecturasde tericos anarquistas, cuyas obras van a ser sus libros decabecera. Toda sta es una lectura coyuntural, tambin es

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  • una lectura intencionada y con cierta utilizacin propagands-tica; adems, reflexiva y erudita, que se ve reflejada, porejemplo, en el epistolario de Azorn a Pedro Dorado Montero,en la carta del 2 de diciembre de 1894:

    Me he puesto ya en campaa para adquirir las tandeseadas noticias sobre las ideas anarquistas enEspaa. Espero obtener un gran caudal de ellas; lecomunicar con muchsimo gusto todo cuanto logresaber de dicho asunto.

    Mi objeto es reunir todos cuantos materiales pueda,tales como fotografas... sobre sucesos anarquistas, enfin, todo cuanto pueda servir para formular un juicioexacto sobre la materia... (nota 40)

    La sociologa criminal se podra considerar como una tesispor ser un trabajo de investigacin; est escrita dentro delperiodo en el que los intelectuales trabajaban sobre ello: unode los que sobresale es Pedro Dorado Montero: Sus estu-dios de Derecho, sus trabajos de sociologa llegan a ser ame-nos y se leen con fruicin (nota 41).De l ha ledo Problemas de derecho, y sus teoras crimina-listas. El inters por el tema de la Sociologa viene coletean-do desde hace unos aos, derivado de las lecturas y traduc-ciones de las autoridades del pensamiento europeo:Lombroso, Fanelli, Taine, Spencer, Renan...

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  • Los estudios sociolgicos y jurdicos en boga, influyenen los jvenes intelectuales espaoles. Martnez Ruiz,gran admirador de Pedro Dorado Montero, traduce Lasprisiones, de Kropotkin, y publica en 1899 un extensoestudio de sociologa criminal, donde traza la historia delas diversas doctrinas europeas sobre ese tema, pole-mizando con Cesare Lombroso y Enrico Ferri y toman-do partido por Dorado, Gabriel Tarde, mile Girardin,Kropotkin y Agustn Hamon, criminalistas que, en mayoro menor grado, ven en la sociedad la verdadera causadel delito (nota 42).

    Su metodologa de lectura va a ser la misma que utilizarsiempre: sobre un determinado tema lee y relee, lo que lepermitir corroborar o modificar sus ideas. Es una poca lgi-da del anarquismo que provoca en Azorn que su lecturaespontnea de ahora sea monotemtica; para l es un temavital porque se identifica consigo mismo y va respondiendotodas las preguntas que se le van planteando. El libro ayudaa que afloren los sentimientos internos cratas del jovenMartnez Ruiz y a que identifique y descarte plenamente teo-ras del mismo signo. Es hombre que necesita de la reflexin,y el libro le ayudar a profundizar y pensar en solitario.

    Podramos definir al joven anarquista Martnez Ruiz con laspalabras de Hamon en el libro Psychologie de lanarchiste-socialiste, 1895: Gracias a su curiosidad por conocer, el

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  • anarquista participa del tipo intelectual. Sin embargo, no estu-dia por el placer de estudiar, sino para el fin de propagar labuena nueva. (NSOC, p. 113).

    Esta curiosidad tambin le lleva a ser un erudito y un investi-gador y a leer de forma no objetiva, sino buscando el tema quele preocupa, por ejemplo, interpretando a los Padres de laIglesia desde el punto de vista anarquista (nota 43). Tambinleyendo a Renan, La vida de Cristo.

    Azorn se mueve, respecto al anarquismo, en el campo teri-co. En relacin con sus intereses y gustos lee los autorescapitales que admira, como Kropotkin, Faure, Hamon.Muestra de ello son estas dos citas de Charivari:

    All he ledo yo Le douleur universelle de SebastinFaure, esa obra portentosa de filosofa en que el autorha llegado a la profundidad de Proudhon y a la elo-cuencia de Renn. (p. 151).

    Hamon pertenece a la falange de publicistas indepen-dientes cuyo ideal supremo es la verdad, la verdad antetodo, cueste lo que cueste, haga el dao que haga, sies que la verdad puede hacer dao, pertenece a lafalange de Sebastin Faure, Reclus, Malato, Mirbeau,etc. (p. 154).

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  • J. Martnez Ruiz est al da de la literatura de estos temas ypercibe la difusin por toda Europa de esta literatura gracias alas traducciones:

    Por eso sus libros las Psicologas citadas, De la defi-nition du crimen, Les hommes et les theories delAnarchie, Patrie e internationalisme, etc. se hallantraducidos a casi todos los idiomas europeos, y por eso,si se pudiera hacer una genealoga de ideas que hoycirculan sobre el crimen, la patria, el militarismo, etc., severa que arrancan de los libros de Hamon mediata-mente, como otras muchas econmicas de losChernychewsky y otras tantas artsticas de los de Taine.(CHARI, p. 155).

    Y sigue nuestro escritor recalcando esta idea:A. Hamon, el autor de la Psychologie de lanarchistesocialiste y de la Psychologie du militaire professionnellibro este ltimo que convendra traducir al espaol,mejor dicho, publicar, puesto que su traduccin est yahecha: Hamon acaba de publicar un nuevo libro: Lesocialisme et le congrs de Londres (Stock, editor). Enesta obra histrica anloga a LInternationale, de OscarTestut, y a la que sirve de complemento. Se hace en ellala historia completa, documentada, del famosoCongreso obrero celebrado en la capital de Inglaterra(nota 44).

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  • Por otra parte, entre los autores que lee no slo se encuentranautores con los que se identifica, sino tambin tericos con losque no est de acuerdo y que son objeto de su crtica, porejemplo Nakens, a quien en un principio le dedica Soledadesy al que despus define como anticlerical reaccionario,Drumont o Demonais y Lombroso, que, segn Azorn, lee aunos pocos autores y le achaca pequeez de miras. As enNotas sociales:

    [...] entre todos los escritores que se han ocupado de lacuestin anarquista, figura en lugar preferente el ilustreantroplogo Cesar Lombroso.Pero Lombroso comete un grave error en su libro GliAnarchici. Hombre avezado a ver la sociedad a travsde sus enfermedades, verdadero y sagacsimo mdicosocial, examina tambin el anarquismo en sus anoma-las morbosas, no en su estado de salud. Da una pato-loga, no una psicologa. Para l, Ravachol, Henri,Vaillant, Caserio, son todos los anarquistas, y en ellostan slo estudia el anarquismo, en vez de estudiarlo enlos infinitos obreros que trabajan en la obra de la rege-neracin social, consciente o inconsciente, llamndoseanarquistas o no llamndose nada. (p. 110).[...] Si furamos a castigar lgicamente sus atentados,tendramos que punir tambin, no a los fabricantes yexpendedores de dinamita, como indica don Pedro

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  • Dorado Montero, sino a un ejrcito innumerable deartistas, literatos y sabios que cuenta entre sus filas aCsar Lombroso. (p. 111).

    Normalmente, Azorn toma partido por sus contemporneosaunque haya algunas excepciones como las que hemos visto.Con ello queremos decir que, a veces, siente por sus antece-sores cierto rechazo como el que se manifiesta en los artculosque va a escribir sobre las conferencias impartidas por Clarnen el Ateneo (1897), en los que va a defender sus teoras, queson las de pensadores como Bakunin... Todo el desarrollo delpensamiento de Azorn se hace de forma gradual, y ese pro-ceso interior personal y la reflexin que consecuentemente sederiva se da a travs de sus lecturas. As no desdea ni a auto-res principales ni a secundarios. Est viviendo un proceso deconocimiento y de bsqueda que debe completar.A pesar de que J. Martnez Ruiz tiene algunas divergenciasideolgicas, estticas y otras con Clarn, existe una relacinsupuesta de maestro-discpulo, lo que conlleva que Clarn devez en cuando ofrezca algn consejo a su pupilo (nota 45):le falta equilibrio... y huir de las malas compaas. Esosbohemios recalentados son nauseabundos!, crame usted,simptico joven. No se junte usted con la gente nueva; bus-que, busque a la novsima.Y a raz de este Palique Clarn le escribe una carta de laque entresacamos:

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  • No escriba usted en Bonafoux que es, en definitiva, unchisgarabs, ni lea exclusivamente anarquistas, filso-fos de segunda mano. Hbleme usted de sus estudiosacadmicos y privados; cmo y por qu libros estudiusted y qu estudi. Noto en usted grandes disposicio-nes y un gran anarquista intelectual. En el mundo inte-rior hay mucho m