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Identidad y política en la memoria “A pesar de que hoy se recuerda como un olvido, lo cierto es que el pasado,de guerra civil y dictadura, ha estado siempre presente entre nosotros.” 1 Tras analizar las formas de vida, las condiciones materiales y experiencias cotidianas de los llodianos y llodianas debemos de situarnos en un contexto clave: el político. Pero hemos de advertir que no se trata de un capítulo sobre política como se entiende comúnmente, sino de cómo se ha sentido o se ha vivido ésta. Todos los entrevistados han vivido el periodo histórico del franquismo y, quien más quien menos, conoce la situación previa, sea por relatos familiares, sea por haberla vivido. “Cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva2 o lo que es lo mismo, hay tantas versiones como entrevistados. Todas las entrevistas tienen como punto de partida la niñez de sus protagonistas, es por ello, que los entrevistados de mayor edad comienzan su relato en el periodo de la Guerra Civil o incluso antes. Aunque este trabajo no pretende incidir en la guerra como tal, no podemos obviar el efecto que ésta tuvo sobre los llodianos. Y es que a pesar de que no todos los entrevistados han vivido aquel periodo, reconocen haber oído distintos relatos. Confiesan que pocas veces escuchaban a sus padres hacer mención de ella 3 , más centrados en vivir y en reconducir sus vidas, inmersos en una dura posguerra. Salvo algunas excepciones, las siguientes generaciones perciben la contienda desde una distancia menos apasionada, más distante. El pasado y la memoria de la guerra. Desde finales del siglo XIX hasta la instauración de la II República (abril de 1931), pasando por la dictadura de Primo de Rivera, en el poder municipal se sucedieron Evolución social: Marcadores de una época Marcadores de una época

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Page 1: Marcadores de una época · impuso dos años antes con la restitución del “Ayuntamiento primero de la nueva España después de la liberación de este pueblo de la dominación

Identidad y política en la memoria

“A pesar de que hoy se recuerda como un olvido, lo cierto es que el pasado,de guerra civil y dictadura, ha estado

siempre presente entre nosotros.” 1

Tras analizar las formas de vida, las condiciones materiales y experiencias cotidianas de los llodianos y

llodianas debemos de situarnos en un contexto clave: el político. Pero hemos de advertir que no se trata de un

capítulo sobre política como se entiende comúnmente, sino de cómo se ha sentido o se ha vivido ésta. Todos

los entrevistados han vivido el periodo histórico del franquismo y, quien más quien menos, conoce la situación

previa, sea por relatos familiares, sea por haberla vivido. “Cada memoria individual es un punto de vista sobre la

memoria colectiva” 2 o lo que es lo mismo, hay tantas versiones como entrevistados.

Todas las entrevistas tienen como punto de partida la niñez de sus protagonistas, es por ello, que los

entrevistados de mayor edad comienzan su relato en el periodo de la Guerra Civil o incluso antes. Aunque este

trabajo no pretende incidir en la guerra como tal, no podemos obviar el efecto que ésta tuvo sobre los

llodianos. Y es que a pesar de que no todos los entrevistados han vivido aquel periodo, reconocen haber oído

distintos relatos. Confiesan que pocas veces escuchaban a sus padres hacer mención de ella 3, más centrados

en vivir y en reconducir sus vidas, inmersos en una dura posguerra. Salvo algunas excepciones, las siguientes

generaciones perciben la contienda desde una distancia menos apasionada, más distante.

El pasado y la memoria de la guerra. Desde finales del siglo XIX hasta la instauración de la II

República (abril de 1931), pasando por la dictadura de Primo de Rivera, en el poder municipal se sucedieron

Evoluc ión soc ia l : Marcadores de una época

Marcadores de unaépoca

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Evoluc ión soc ia l : Marcadores de una época

Imágenes 222 y 223. Escenas de la Guerra Civil.

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alcaldías vinculadas al partido urquijista. No podemos pensar en un partido organizado y estructurado de

manera moderna. Debemos entender que sus representantes, aunque se adscribían a una fuerza política,

respondían a las directrices marcadas por la familia. En los años 30 la efervescencia política reinante en todo

el Estado será apreciable también en la localidad, de tal modo que carlistas, tradicionalistas, republicanos,

nacionalistas... obtendrán el poder local. No obstante, entre los años 1931-1936, fueron las alcaldías

nacionalistas las que tuvieron mayor presencia 4.

“Cuando yo recuerdo ya había picadilla, porque había batzoki y había centro carlista... y había centro

republicano... antes de la guerra.” 5

Hay quienes relatan episodios de “antes de la guerra” en los que se aprecia, por ejemplo, el poco control

que había en la organización de las elecciones municipales o la variedad de tendencias políticas. Cuentan que

el voto, en muchas ocasiones, se compraba o robaba; en el primer caso, las campañas políticas de los

candidatos consistían en conseguir votos previo pago; en el segundo, algunos votantes se volvían a casa sin

ejercer su derecho pues alguien había votado en su nombre. En una de estas elecciones, un grupo de

nacionalistas irrumpió en la sala donde se encontraba la urna con la intención de romperla y arrojar más

papeletas, obligando así a repetir las elecciones ya que sospechaban que los votos habían sido amañados. En

este sentido, los llodianos vivieron una época convulsa en lo que a política se refiere. No es de extrañar el temor

de algunas madres a que sus chiquillos acudieran al centro de Llodio, “al crucero”, donde parece ser que se

desencadenaban altercados propiciados por las confrontaciones políticas. La república tuvo una acogida

positiva entre los llodianos aunque, contra todo pronóstico, continuaron las tensiones.

“La llegada de la II República fue celebrada en Llodio con cohetes.” 6

“En el año 34, en unas elecciones los votos del PNV y del Marqués de Urquijo, la derechona de Llodio,

empataron a votos. Echaron la alcaldía a cara o cruz. Y salió, y le tocó al PNV pero enseguida, el 36 la guerra,

a los dos años de formar eso... al carajo, tres años y pico de guerra. Los nacionales derrocaron a un gobierno que

lo había elegido el pueblo y eso no puede ser, no se les puede llamar rojos a los derrotaos.” 7

La II República desarrolló unas reformas diametralmente opuestas a las vigentes en anteriores épocas.

Se estableció la escuela pública laica, desligada de la hegemonía de la Iglesia, se aplicó una reforma agraria que

afectaría a los intereses de los terratenientes, se legalizaron el aborto, el divorcio, el matrimonio civil...

Muchos de estos derechos ya estaban extendidos en gran parte de Europa, pero en el Estado las fuezas

conservadoras se oponían a tales reformas ya que iban en contra de sus intereses y poseían un cariz laico. El

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Imagen 224. Foto anterior a la Guerra Civil.

Imagen 225. Celebración de talante nacionalista en el caserío de Asudio. Año 1931.

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descontento de estos sectores les empujó a apoyar el alzamiento militar, quienes por defender su posición

preeminente en el Estado se posicionarían en el lugar de mayor conveniencia.

Desde el 18 de julio de 1936, momento en el que estalla la Guerra Civil, hasta el 23 de junio de 1937,

en el que se constituye el nuevo Ayuntamiento, Florencio Iñarritu, del Partido Nacionalista Vasco, estuvo al

frente de él. A partir de esta fecha se inaugurará una nueva etapa en la que se fundamentarán las bases del

régimen franquista. A pesar de que la guerra terminó oficialmente en 1939, en Llodio el nuevo orden se

impuso dos años antes con la restitución del “Ayuntamiento primero de la nueva España después de la liberación de este

pueblo de la dominación rojo-separatista” 8.

Tras la guerra, la vida política en los municipios vascos quedó marcada bajo las directrices

centralistas del Estado. Los ayuntamientos fueron constituidos por aquellos grupos afines al régimen y las

elecciones municipales democráticas, instauradas durante el periodo anterior, pronto pasaron a ser un

recuerdo borroso. En el caso de Llodio, Carlistas, Urquijistas y Tradicionalistas se posicionarán a la cabeza

del municipio. Hemos de tener en cuenta que a pesar de las discrepancias políticas que podían existir entre

estas corrientes y el Régimen, sí que es cierto que el apego a los valores tradicionales y religiosos y el

sentimiento de la unidad de España eran comunes a todos ellos. En el año 38 “el Gobernador Civil de la

Provincia de Álava designa a Miguel Urquijo Maruri alcalde de la localidad” 9. Diez años más tarde retomaría

posesión del cargo Jose María Urquijo Gardeazabal por un periodo de 18 años. A la pregunta de si su

militancia en el PNV volvió con la democracia, un entrevistado contestaba: “Sí, sí, joe. ¿Previamente no hubo

ninguna actividad política? No. No podías” 10.

Llodio, durante la guerra, estuvo en zona republicana durante 11 meses 11 (mientras el resto de la

provincia estuvo en manos de los nacionales desde el principio de la contienda), hasta la ocupación de la

localidad por las tropas de Franco, coincidiendo con la caída de Bilbao, el 19 de junio de 1937.

Las primeras medidas que tomaron las autoridades franquistas fueron eliminar las reformas llevadas a

cabo en la etapa republicana. Se estableció un régimen de partido único, centralizando el poder en la figura del

Caudillo. Partidos políticos y sindicatos fueron prohibidos. Los estatutos de autonomía de Cataluña y País

Vasco derogados. Todas las libertades democráticas fueron suprimidas. Los símbolos falangistas se

convirtieron en estandartes oficiales, el saludo con el brazo en alto, el Cara al Sol, el Yugo y las Flechas, la

camisa azul y el ¡Arriba España! 12.

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Imagen 226. Tarjeta Militarexpedida por el Departamentode Defensa del Gobierno Vasco.

Imagen 227. Acto nacionalistavasco en la plaza de Llodio.

Imagen 228. Batallón carlista.

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En Llodio se volvieron a colocar los crucifijos e imágenes religiosas en las escuelas públicas de Areta y

Gardea (retiradas durante la República por orden gubernativa); se renombró la plaza de la República por plaza

de España (con todo el significado político que ello implicaba) y se colocó nuevamente el busto del primer

Marqués de Urquijo y el cementerio “municipal” civil, pasó a denominarse San Martín, y a ser eclesiástico 13.

En el caso de Llodio, pese a la nueva situación, la mayoría de los entrevistados no recuerda que

hubiese una enérgica represión, aunque sí nos han relatado diversos casos. Un entrevistado del barrio del

Centro, evoca cómo la Guardia Civil vino a detener a su padre sin saber por qué y estuvo tres años encerrado.

También, se atestiguan algunos saqueos de caseríos.

Ahora bien, los años difíciles de la posguerra, con el racionamiento y el control de los alimentos,

supusieron una dura prueba y ello demostró la capacidad de superación de aquellos que la vivieron. Como

afirma uno de los entrevistados la supervivencia fue tan dura que no había tiempo para “chorradas” 14. La

inmediata posguerra se caracterizó tanto en Llodio como en el resto del país por la escasez, el hambre, la

enfermedad y la pericia de la gente para salir adelante.

El peso de la amistad y de la vecindad casi siempre actuó de forma positiva en la convivencia y, a

excepción de algunos casos, la necesidad pudo más que las ideologías. Por ejemplo, una familia de Eibar se

instaló en Llodio a causa de la guerra. Uno de sus miembros nos habla de cómo su padre estuvo preso en la

cárcel de Orduña. Gracias a la influencia, un párroco que era primo suyo, consiguió que le excarcelasen y, por

mediación de éste empezó a trabajar en un taller de cerámica hasta que se jubiló. Tenía que personarse

regularmente en el cuartel de la Guardia Civil para no ser acusado de huida, y a pesar de todo no fueron muy

duros con él 15.

A partir de los años 40, en su mayoría, los presos retornaron a sus lugares de origen, como bien se puede

vislumbrar en las entrevistas.

“¿En el pueblo cómo se vivía aquel ambiente de cambio después de la guerra? Aquí bastante bien.

Es que no te podías mover. Iban viniendo presos (...).” 16

A pesar de las diferencias entre nacionalistas y carlistas, estos últimos, desde una posición favorecida,

consideraron que los primeros no suponían una amenaza, en tanto en cuanto guardaban puntos en común: la

defensa de los valores tradicionales, del catolicismo y de los fueros. Por este motivo se dieron casos de

solidaridad desde el propio ayuntamiento para con ciertos vecinos nacionalistas que padecieron penas de

cárcel.

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Imágenes 229 y 230. Paso de batallones militares.

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“Luego ya con la guerra fue un desastre y cuando acabó la guerra, dice aita “yo me vi con la... con la...” cómo se

dice, “con tierra arriba y tierra abajo.” 17

Uno de los entrevistados, refiriéndose al 19 de junio de 1937 afirma “entonces se decía que se liberó” 18, qué

duda cabe que esta fecha es percibida por otros entrevistados de una manera muy distinta. Las referencias

políticas en el ámbito de la posguerra son contradictorias, hasta el punto de negarse unas a otras.

Otro caso, por ejemplo, es el de un médico que durante un año no cobraría su sueldo, según nos

cuentan, por su “colaboración con los rojos” al haberles asistido durante la contienda, ya que se utilizó el Palacio de

los marqueses y el de Escauriaza como hospitales improvisados: “no había nadie y el Palacio lo ocuparon como si fuese

un hospital” 19. Sin embargo, con posterioridad seguiría ejerciendo sus funciones sin ningún tipo de problema

hasta su muerte.

Otra entrevistada nos refiere que su padre estuvo con su yunta de bueyes llevando comida al frente, que

era un modo indirecto de participar en la contienda desde la retaguardia: “pues entonces, como podían llevaban la

comida a los combatientes y a aita le tocó una pareja de bueyes y cargaban la comida y se la llevaba” 20.

La vida política local durante el franquismo. La política durante el Régimen estuvo marcada por el

“dirigismo”. Los alcaldes eran designados por el Régimen, no a partir de unas elecciones democráticas, lo cual

sólo daba pie a alternativas más personales que políticas y Llodio no fue la excepción. De ahí, que se

formalizase la idea de que no existiera una política concejil, y que toda ella quedaba en manos de unos pocos

afines al Régimen. Un entrevistado nos dice, con un tono más bien mordaz y crítico, ante la pregunta de cómo

se elegían las alcaldías durante el franquismo lo siguiente: “¡A dedo!” 21.

No conviene olvidar que estas prácticas formaban parte de la coyuntura no sólo de Llodio, sino de

muchas localidades durante el Régimen. Como señala Iker Cantabrana, “el tradicionalismo pronto se iba a

convertir en el grupo de poder político sobre el que iba a recaer la construcción del nuevo Estado de los

sublevados en Álava, a través de las instituciones alavesas.” 22

Debemos considerar que la gestión municipal no tenía las mismas características que la actual. Un

entrevistado, concejal durante unos años, nos comenta que pocos eran los asuntos que se trataban en el

ayuntamiento. Resumidamente afirma que “en el ayuntamiento eran más cosas de montes, algún camino” 23.

No obstante, en el Archivo Municipal se conservan documentos que verifican la actividad de éste; desde

el control de las incautaciones hasta la salvaguardia de la censura cinematográfica. El Gobierno extendía las

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Imagen 231. Fotografíatomada durante la GuerraCivil.

Imagen 232. Trasladodel cadaver del sacerdoteFabián Legorburu en elbombardeado barrio deAreta.

Imagen 233. En lastrincheras.

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órdenes a los representantes provinciales y éstos, a su vez, las hacían llegar a los municipios para que se

garantizase su cumplimiento.

En general, a pesar del afán del Régimen por uniformizar el país con el intento de implantar un estado

totalitario con presencia de “símbolos, banderas, lemas, uniformes, desfiles y procesiones,” bien sabemos que

en el País Vasco no fue tan manifiesto. En el referéndum de 1947 sobre la Ley de Sucesión 24 (que fue

manipulado) un informe interno dejó entrever que sólo las provincias de Álava y Navarra sostenían una

fidelidad “dudosa” al Régimen (recordemos que en ellas triunfó el golpe de Estado), mientras que Vizcaya y

Guipúzcoa eran definidas como “enemigas.” De ese modo, en Álava la línea de demarcación entre

“el carlismo disidente y colaboracionista era tenue y cambiante” 25. Y el carlismo, aunque formaba parte del

Régimen y había sido uno de los artífices de la victoria en la contienda, no se integraba perfectamente en él.

No todos los carlistas aceptaron la dictadura ya que confiaron en una restauración monárquica que no llegaría

más que al final y no con el pretendiente que ellos deseaban.

Así nos lo explica uno de los entrevistados, desde el punto de vista carlista, cuando se le pregunta sobre

la vida política llodiana: “Yo no conocí mucho eso, no te puedo decir si había en Llodio grupos. Yo creo que no. Igual algunos

estarían, no sé. Yo por ejemplo, políticamente estaba en la semiclandestinidad. Cuando los carlistas participaron en la contienda...

pero son unos ganadores de la guerra que fueron luego perdedores. ¿Por qué?. Porque hubo un esto de unificación y entonces los

carlistas no aceptaron la unificación... Claro, pretendían que se estableciera una monarquía que fuera la monarquía de ellos, la

monarquía carlista. No la monarquía de los otros Borbones. Había incluso dentro del propio carlismo unos que eran partidarios

de no participar con el Régimen y otros que eran partidarios... Les llamaban los colaboracionistas”.

Y, además, recuerda un hecho que vivió y caracteriza la época: “Yo me acuerdo en el año 46, como siempre los

carlistas hacemos misas, íbamos a (...) La Antigua y yo era chaval, 15-16 años. Iban algunos de los que había estado, los jefes

de los requetés y tal, y estaba la Guardia Civil y obligó a quitarse las boinas rojas. ¿qué te quiero decir con esto? Que en el año

58 había una fiesta carlista en Montejurra, la principal fiesta carlista. Entonces por primera vez se organizaba un autobús de

Llodio. Teníamos que salir a las 6 o 7 de la mañana y no venía el autobús, no venía el autobús... llaman y que la Guardia Civil

no dejaba salir el autobús porque Camilo Alonso, que era ministro de gobernación, había suspendido el acto. Te quiero decir que

siempre ha sido... estabas en la medio-clandestinidad, medio...” 26

Montejurra pasó a convertirse en uno de los lugares más significativos de la memoria carlista (debido a

que en las laderas del monte obtuvieron una importante victoria en 1873), sobre todo, a partir de 1939. El 3 de

mayo de ese año se realizó un Vía Crucis en el que se confeccionaron cruces de madera con los nombres de

las unidades de requetés escritas en los brazos. Era acto de una carga simbólico-religiosa enorme. Pero no fue

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Imagen 234. Niños realizando el saludo franquista.

Imagen 236. Corporación municipal de época franquista

Imagen 235.BOE.

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hasta 1954 cuando pasó a tener carácter nacional, año en que la Diputación Foral de Navarra sufragó unas

cruces de piedra que se colocaron a lo largo de la senda hasta la cima 27. En su etapa de mayor apogeo se

estiman en miles de fervorosos simpatizantes carlistas los que se congregaban en esta festividad. De ahí, la

necesidad de fletar varios autobuses para desplazarse desde Llodio hasta Navarra en peregrinación.

Los carlistas, tras una contienda, en la que habían contribuido de forma tan importante (unos 3.000

ocuparon Vitoria y otro Tercio ocupó los pasos de Orduña, en Álava), fueron absorbidos mediante el decreto

de unificación de 17 de abril de 1937 con el que se constituye el único partido conocido como el Movimiento

(Falange Española Tradicionalista y de las JONS). No obstante, fue el punto de partida de una

descomposición interna, debido a su falta de sintonía con el franquismo ya que compartían ideas pero no fines.

El debate sobre la sucesión dinástica enfrentaría al carlismo con el franquismo en los años 50 y 60, que

derivaría en un distanciamiento entre ambos. De hecho, una mujer nos cuenta cómo viviendo en un ambiente

familiar muy carlista le daba rabia tener que cumplir las normas del Servicio Social de la Falange y que un día,

a modo de nota rebelde, se decidió por cantar una canción carlista para irritar a unos falangistas que pasaban

por su lado 28. Sin embargo, a pesar de una descomposición general del carlismo a nivel nacional, en el

aspecto municipal se mantuvo fuerte su identidad.

La Diputación de Álava estuvo presidida por carlistas en su primera etapa, Eustaquio Sustaeta y José

María Elizagárate y, más tarde, por el católico independiente José María Díaz de Mendívil. La figura del

Gobernador civil era clave en el sistema político del Régimen ya que controlaba la vida administrativa, social y

cultural, pero se podía decir que la acción política, tal y como lo entendemos, no existía. Como mucho, podría

afirmarse que había “reuniones e intrigas entre notables locales” 29 que decidían algunos aspectos de la

política local.

A partir de 1959 se cierra una etapa en el franquismo y comienza la conocida como el “desarrollismo”

marcada por las relaciones con la Santa Sede y los Estados Unidos de América, con quienes el Caudillo firmó

sendos acuerdos. De hecho, esto favorecería su admisión, como miembro de pleno derecho, en la ONU en

1955 (organización que diez años antes había rechazado el ingreso del Régimen por su carácter totalitario).

Poco se puede contar de la política clandestina en Llodio. Lo cual no quiere decir que todos los

llodianos estuviesen de acuerdo con ciertas directrices del Régimen. Tenemos algún testimonio que nos

remite a reuniones secretas en un piso en el que militantes nacionalistas se reunían para hablar de política. Otra

mujer nos comenta cómo el hermano mayor de una amiga, de padres republicanos, se reunía en un lugar que

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no estaba bajo sospecha para hablar de política de forma clandestina 30. De hecho uno de los famosos

miembros de la resistencia vasca, Primitivo Abad Gorostiza 31, residió en Atxeta durante los años previos al

exilio, en los que fue director de la fábrica de la Corona. En Areta se rodeó de un grupo de ideología afín y

pudo llevar a cabo su actividad antifranquista a pesar de que este barrio se caracterizaba por su tendencia

nacionalista. Durante un tiempo ejerció su actividad de oposición al régimen hasta el día en el que fueron a

arrestarle y huyó saltando por la ventana de su casa. Su destino fue Francia donde continuó, hasta la vuelta de

la democracia, oponiéndose enérgicamente al régimen, colaborando incluso con la CIA.

En cuanto a las represalias y depuraciones posteriores a la guerra, debido a la militancia nacionalista o

republicana, éstas no se hicieron generales. Conocemos algunas referencias a padres o familiares encarcelados

y el caso de algunos entrevistados que perdieron sus bienes debido a una denuncia. En ese sentido, un

hombre nos dice que aun siente que no se ha hecho justicia con él ni con su familia 32.

Hubo una imperiosa necesidad de mano de obra para la industria emergente que favoreció esa

“reconciliación”. En otros casos, fueron necesarias las muestras de solidaridad locales entre vecinos y

conocidos. Esto se ha puesto de relieve en muchas de las entrevistas. Además, como señala Santiago de Pablo,

la represión, en términos generales, ejercida sobre el nacionalismo vasco fue menor que la que padecieron

socialistas y comunistas, debido a su común práctica religiosa, el catolicismo 33.

“El vasco ha sido religioso, ha sido respetuoso y ha sido querido por todo el mundo.” 34

Así, tenemos el caso de un familiar que fue denunciado por haber participado en la toma del Cuartel de

la Guardia Civil en Llodio: “A mi hermano lo denunciaron porque dicen que con 18 años fue voluntario a la guerra,

asaltaron él y otro el cuartel de la Guardia Civil. Y ya fue valiente” 35. Estuvo tres años en un batallón de

trabajadores por un acto que en otras zonas del Estado se castigaba con la pena de muerte. Otro de los

entrevistados, un gudari, estuvo obligado durante dos años a personarse en el cuartel de la Guardia Civil

debido a su participación en el bando perdedor. Un domingo, nos confesaba que yendo a misa le paró una

pareja de la Guardia Civil. Éstos le preguntaron a dónde iba. Cuando les respondió que a misa replicaron

extrañados “¿un rojo a misa?” Les parecía impensable y le enviaron a casa 36. La anécdota sintetiza bien el modo

en el que había calado la propaganda franquista de hacer creer que la guerra había salvado al país de un

triunfo comunista, convirtiéndose así en “una cruzada por la religión, por la patria y por la civilización.”

Otra mujer nos relata que “el rojillo le llamaban a mi padre y a mí también, en la escuela,” 37 y era porque su

padre estaba preso en la cárcel, ya que se trataba de una familia muy religiosa.

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Sin embargo, este tipo de controles o de hechos fueron perdiendo identidad ya que, a partir de los años

50 casi no se menciona ningún tipo de discriminación al respecto. Las posibilidades laborales fueron muchas

y variadas, aun con familiares encarcelados o bien con algún tipo de ascendente político no adscrito a los

valores del Régimen. Claro que esa “normalidad” social estuvo lastrada por la negación de cualquier

manifestación de signo político ajena a las directrices uniformadoras del Régimen. Recuerda una mujer la

anécdota en la que su maestra les dijo: “A ver qué éramos. ¡Yo qué sabía!. Yo había oído algo de nacionalismo en casa pero

yo no sabía nada, de verdad. Nada, nada. En mi casa eso era tabú. Yo le dije: soy nacionalista. ¡Qué estás diciendo! Pues las

niñas nacionalistas en la estufa. Teníamos una estufa en medio de la clase, en la escuela (...)” 38.

Y la entrevistada nos confesó que regresó a casa muerta de miedo por eso. En otra ocasión recuerda un

episodio bastante ilustrativo sobre esa actitud contra todo aquello que, de algún modo, representase o

simbolizase el nacionalismo vasco, como los colores de la bandera de Euskadi:

“Fíjate, una que era de Gardea, que ahora vive en Amurrio, cuando pusieron autobuses de Gardea a Llodio,

autobuses Sobrón, la chavala esa regaló al conductor, claveles rojos y blancos con una rama verde y el hombre lo

puso delante. Y lo vio el alcalde.-¡Uy! Eso hay que quitarlo del autobús-, y le hizo quitarlo porque era rojo,

blanco y verde. Fíjate, si eran unas flores que había comprado ella y quería que llevase el autobús. O sea que todo

lo que fuese o... esos colores, o todo lo que fuese algo de euskera. Bueno, aquí no podías pero ni abrir el pico; ni

abrir el pico. Porque aquí era muy perseguido. Por ejemplo, en Orozko, que mi cuñao era de Orozko y no sabía

castellano (...) no quería venir, no solía querer venir a Gardea porque decía ¡uy! que no me arreglo.” 39

Un entrevistado de simpatías nacionalistas nos refiere que se les obligaba a poner, en ciertos actos, la

bandera española en el balcón de su caserío y recuerda cómo dos mujeres ocultaron durante años varias

fotografías que podían haber inculpado a algunos hombres por su pertenencia al PNV. Finalmente, se las

entregarían al Archivo del Nacionalismo en Artea. A su vez, nos cuenta cómo a su padre lo denunciaron por

ser nacionalista, pero un médico del pueblo lo ayudó, destacando esa solidaridad cívica 40.

Una entrevistada, por ejemplo, nos dice que en días de fiesta o días especiales, era obligatorio

engalanar los balcones y ventanas con la bandera nacional, multándose a los que no lo cumplieran: “Yo a la

bandera nacional (española) la tengo asco. No porque sea nacional, ¡no!, ni porque sea española, ni mucho menos, bien lo

sabe Dios. Pero oye te voy a contar un detalle que resulta que.. Teníamos un poco de dinero de Euskadi y le digo, -jo ama, ya

me podías dar ese dinero, sobre todo que ahora ya no vale-. Efectivamente, ama me lo dio, porque yo tenía mucha ilusión de

comprarme un jersey, ¡fíjate!, esas cosas que te quedan de niña, niña, grabadas. Lo cambié por dinero de Franco. Y la cosa es que

vinieron unos guardias a casa diciendo que iba a venir Franco y que teníamos que poner la bandera nacional en el balcón. Mi

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Imagen 240. Batzoki antiguo.

Imagen 237. Balcones engalanadas con la banderaespañola.

Imagen 238. Comercio con rótulo eneuskera.

Imagen 239. Baile de San MIguelArcángel.

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pobre ama que no tenía dinero para comprar y teníamos que comprarla nosotros. Y mi ama pobre me decía, ¡ay, hija! me vas a

tener que dar el dinero ése. Ya sé que tienes mucha ilusión y tienes falta de un jersey. No te fastidia que tuve que darle a mi ama

el dinero para comprar la bandera. Así es que luego yo a la bandera española le cogí una rabia, y pensar que por esa cochina tuve

que quedarme yo sin jersey...” 41

Este testimonio da buena cuenta de la escasez que padecían muchas familias llodianas hasta la llegada

de la industria. El nuevo impulso industrial afectaría a todas las provincias vascas con mucha fuerza. Hubo así

un cambio social y económico notable, favorecido por la mano de obra inmigrante que llegaría a Llodio. La

localidad se convirtió en un referente industrial relevante. De tal manera, que en esta etapa de bonanza

económica, en general, se podría afirmar que la mayor parte de la sociedad vivía mejor. Las fábricas,

favorecieron un periodo que los entrevistados califican de tranquilo.

No obstante, en el año 1966 se observa un hecho importante que forma parte de la memoria llodiana:

la visita que hizo el futuro rey Juan Carlos a las instalaciones de la fábrica de Villosa. Según parece, el

recibimiento de algunos carlistas no fue del todo agradable (silbidos y abucheos) y eso condujo a la destitución,

por parte del Gobernador Civil, del alcalde José María Urquijo: “Ya sabes tú también cuando vino Juan Carlos a

visitar Villosa que hubo un pequeño cisco, mucho menos que lo que la gente dice... se dijeron auténticas barbaridades que no

fueron ciertas ¿no? Eso dio lugar a la destitución (…) como alcalde y esas cosas ¿no?” 42.

Otro entrevistado lo valora de otro modo. Cree que la destitución se debió a que el alcalde no fue a

recibir a los príncipes. Aunque como carlista no reconocía a Juan Carlos como heredero al trono, aduce que su

ausencia se debió a que las autoridades civiles no le habían informado de su llegada 43.

A partir de ahí, le sucedieron en el cargo Jesús Maeztu Ozaeta (1966-1971), José María Martínez Iñigo

(1971-1974), María Josefa Ochoa González de Echevarri (1974-1977) y Gerardo Hernández Obeso

(1977-1979) hasta las primeras elecciones democráticas en Llodio con las que se inaugurará un nuevo periodo

que conocemos como “la transición.” Para aquella generación de la guerra la apertura política supuso en

algunos casos alivio y en otros un recelo, ya que se pasó de una etapa en la que las alternativas políticas

estaban prohibidas, a otra en la que éstas adquirieron un protagonismo excesivo en opinión de algunos.

Identidad vasca y el franquismo. Antes de la guerra, Llodio no era una sociedad típicamente

euskaldún (aunque se sabe que en siglo XVIII la sociedad llodiana hablaba toda ella en euskera, dos siglos más

tarde esta lengua se hallaba en franco declive 44). De hecho, el uso cotidiano del euskera no estaba extendido

en la población. Pero en Llodio fue posible que el euskera perdurase debido a la influencia de las poblaciones

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limítrofes de Orozko y Okendo de mayoría vasco-parlante y a que en algunos caseríos su uso se

mantuviese. La ruptura definitiva vino con el fin de la contienda, cuando se impuso la única lengua oficial

para todo el Estado, el castellano. Así las cosas, aquellos que tuvieron el euskera como lengua materna

tuvieron que castellanizarse.

Será el trato discriminatorio hacia la lengua vasca, en general, como trataremos más adelante, lo que

parece grabarse de una forma más traumática para nuestros entrevistados como símbolo más evidente de una

discriminación no sólo cultural, sino también, emocional. Un ejemplo es la respuesta de una entrevistada que

nos contaba cómo ella y su hermana iban a clases de euskera antes de la guerra “hasta que vino Franco dábamos

clase de euskera”. Poco después afirma que “el euskera desapareció” 45. Aunque la desaparición no fue absoluta, la

memoria de esta entrevistada percibe un sentimiento de pérdida total.

En cuanto a la cultura, durante la etapa republicana existieron varios centros de recreo vinculados a

partidos políticos de la época (carlistas y nacionalistas). “Sociedad Euzko Etxea” y en el Casino Llodiano la

“Sociedad tradicionalista.” En éstos se desarrollaban las actividades culturales de un grupo de dantzaris y las

de otro de hilanderas (grupos de danzas vascas masculinos y femeninos respectivamente)46. El fin de la

legalidad republicana supuso la suspensión de los partidos y los grupos de danzas sobrevivieron sólo a nivel

cultural, ya que estos centros fueron clausurados. No obstante, la pérdida del euskera y su retroceso es visto de

diferente manera entre los entrevistados. Muchos lo explican porque los matrimonios de “habla mixta”

acabaron por sacrificar la lengua vasca a favor del castellano, dominante en Llodio en la etapa anterior y más

aún en pleno franquismo. Así, la transmisión natural del euskera a través de la familia se rompió en este punto.

“Sabía su padre porque su abuelo, el padre de su padre, de Tolosa, pues sabía muy bien. No le enseñaron. Lo

mismo que ha hecho mi madre con nosotros. Lo mismo.”

“Aita y ama los dos sabían euskera. Mi ama y yo veníamos de Bilbao y resulta que venía una señora de Orozko

hablando en euskera con una de aquí. Y cuando bajó en Areta para ir a Orozko, pues bueno, agur ¿eh? Se

levanta uno que era concejal aquí, ¡ay majo!: ¡Esto se tiene que terminar! ¡Pero qué os creéis! Y tenía mucho miedo

porque ya te digo: no es como ahora. Tanto miedo teníamos, tanto miedo porque mi hermano se llamaba Iñaki.

¡Ay majo, lo que pasamos! ¡ Lo que pasamos! Hasta los guardias y todo. Mi ama y mi aita, tú puedes creerme

que no nos querían hablar en euskera, con miedo, con miedo... ¡ni en el caserío! Algunas palabras o así, sí decían.

Sí hablábamos, pero poco porque buena teníamos la maestra ¡Que nos hubiese oído una palabra en euskera!” 47

“No. Mi padre, hasta los tres años no hablaba más que euskera. Pero después en la relación con el pueblo, pues

perdió el euskera, igual que mi madre.”

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Imagen 241. Visita de un grupo de llodianos a la Casa de Juntas de Gernika.

Imagen 242. Grupo de Tradicionalistas.

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Por otro lado, esto se vio agudizado ante las medidas adoptadas por las autoridades franquistas de

prohibir la educación en euskera y controlar su manifestación pública. Hay quienes aluden a la represión para

explicar esa época de silencio (y retroceso) del euskera 48. Si bien, otros entrevistados consideran que Llodio

era “tradicionalmente” 49 castellana en su habla, por lo que opinan que no se sufrió ningún tipo de prohibición.

Pero, en términos generales, habría que decir que la dictadura no reconoce las identidades nacionales

existentes. De hecho, debemos de recalcar que “la persecución contra las manifestaciones públicas de la

lengua vasca existía, incluyendo la prohibición de los nombres vascos en el registro civil, el cambio de

denominación de empresas y establecimientos, la depuración de lápidas en los cementerios, etc.” 50

“¿Se hablaba en euskera? No, no se hablaba. Cantábamos canciones. También de las de Ruperto, Katali y

estas cosas y ese dinero que se sacaba luego se dedicaba a la excursión que todos los años se hacía desde la

escuela. Igual no iban todos, pero iba un buen número.”

El mismo entrevistado comentará más adelante: “Hombre, el vascuence lo que no estuvo es promocionado. Incluso

es muy posible que estuviera en algún momento y en algunas zonas prohibido, pero yo creo que sobre esto se han dicho cosas que

relativamente no son... Pero bueno, nosotros toda la vida cantamos el Aintzaldu” 51.

Éste manifiesta una actitud bien distinta de quienes vieron en la pérdida de la lengua materna un

trauma importante. Otro entrevistado recuerda un hecho violento en el que un hombre fue apaleado por no

saber hablar castellano: “Que no sabía más que euskera, que el policía por poco le mata a palos” 52.

No obstante, un entrevistado afirma que “no nos planteábamos qué era ser vasco” 53. Declara que él no notó

la represión, en ese sentido. Es más, recuerda cómo se cantaba en euskera y se bailaban danzas vascas. Además

nos confiesa que conserva un diccionario en euskera de aquella época. Como anécdota nos dice que cuando

en el barrio de Areta había un alarde de txistularis, en el momento en el que tocaban el Gernikako Arbola, se

quitaba la txapela porque lo consideraba su himno. Sin embargo, el mismo entrevistado recuerda otras

anécdotas ilustrativas de la época en las que se atestigua que el empleo de la lengua vernácula no estaba bien

visto. “Había chicos que sabían euskera y lo he sabido de adulto”, advirtiendo que no había libertad para hablarlo

públicamente. Otro hecho, fue que al campo de fútbol de Altzarrate (Llodio) vino un equipo de Arratia que

hablaba en euskera y un espectador les debió de recriminar, “¡hablar en cristiano!”.

Debemos de pensar que aun cuando Llodio no fuese una localidad euskaldún la realidad hizo que una

generación perdiese la posibilidad de hablarlo y que ese hecho se integra en sus vidas con un impacto

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importante en algunos casos. En otros, perviviría gracias a que en el seno familiar se mantenía el euskera e,

incluso, socialmente se hablaba, como nos relataba una mujer que servía en un bar y que afirma que lo usaba

con quien le hablaba en euskera 54. Eso queda bien explicado con estas palabras: “ya sabían cuándo y cómo había

que... y si había una pareja de la guardia civil en el bar o donde estaban, estáte tranquilo que no hablaban” 55.

Otro entrevistado nacido en Guipúzcoa afirmaba que sus padres hablaban en euskera, ya que la madre

apenas sabía castellano. Él, por su parte, antes de la guerra había ido a una especie de Ikastola. Cuando llegó a

Llodio, con diez años, sólo sabía cuatro palabras de castellano y declara que eso le hacía sentirse inferior.56.

Un hombre procedente de León nos refiere que en el Llodio de los años 70 no se hablaba euskera a

nivel público y cómo había miedo a causa de esto 57. En contraposición, una inmigrante nos contó cómo

aprendió euskera en la casa de la familia para la que trabajaba y se regocijaba al contarnos cómo dejaba

boquiabiertos a los euskaldunes. Por otro lado, un vecino de Gardea, relata cómo sus abuelos y padres, a pesar

de que no podían hablar en euskera en su establecimiento público, seguían utilizándolo en su vida cotidiana.

Sí tenemos constancia de un punto de inflexión con respecto al euskera en Llodio que coincide con la

“renovación cultural” 58 que a partir de los años 70 comienza a desarrollarse por todo el País Vasco, fue con

la creación de la primera Ikastola en Llodio (en general, se estima que había unos 12.000 alumnos estudiando

en las Ikastolas vascas en 1970). Esta renovación se concreta con la aparición de las figuras clave de la

cultura vasca como Gabriel Aresti, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Mikel Laboa, Néstor Basterretxea, etc.

Un entrevistado que vino de Aranda de Duero y se afincó en Llodio, a partir de los años 70, nos dice que

su mujer, de Ciudad Real, aprendió euskera, al igual que lo han hecho sus hijos y nietos 59. Otro procedente de

Málaga nos refiere la anécdota del orgullo que sintió cuando su hijo obtuvo un 10 en euskera 60.

La llegada de la democracia, no hay duda, supuso un gran cambio para el euskera, a todos los niveles.

No sólo ya desde la promoción por parte de las instituciones, sino desde el seno de la propia sociedad que

comenzó a revitalizar con orgullo la lengua que hasta ahora era imposible hablar en público. El elemento más

ilustrativo se refiere a estos dos casos de “inmigrantes” que se afincaron en Llodio y que no sólo acomodaron

sus vidas sino que también lo hicieron al latido cultural vasco.

Entre el olvido y la reticencia social. Los conflictos, en Llodio, se han resuelto sin grandes

quebrantos en sus reglas de convivencia. En general, las penurias derivadas de la guerra pesaron más que la

pérdida de las libertades impulsadas por la II República y que la imposición de la moral o identidad del nuevo

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régimen nacido de la confrontación civil. Sin duda, la irrupción de la democracia en el Estado y en concreto

en Llodio, derivó en situaciones nuevas, en las que, por primera vez, se podía hablar con libertad de política y

expresar públicamente cada una de las opiniones. La libertad traía consigo, por tanto, la apertura hacia nuevos

mecanismos de pluralidad que ya se habían ido desarrollando previamente en las etapas finales del franquismo.

No hay duda de que muchos adquirieron una conciencia política elevada, sobre todo, aquellos que tuvieron que

ocultar su lengua y negar su afiliación política. Una realidad que pesará en el País Vasco de forma importante

y, que se percibe claramente en Llodio.

Las empresas de Llodio facilitaron la integración de esos sectores sociales que habían luchado contra la

imposición del Régimen. Y esa respuesta efectiva de encontrar lugares comunes de convivencia, las fiestas

patronales, el equipo de fútbol o la religión, van a ser los puntales de este equilibrio social artificioso que se

verá alterado, de alguna manera, por la irrupción de la democracia. La democracia parece convertirse así en un

sobresalto para los llodianos, algo que veremos en el capítulo siguiente.

La vida religiosa

“El nuevo Estado Español anunció, desde un principio, la derogación de la legislación laica, devolviendo así a

nuestras Leyes el sentido tradicional, que es el católico.” 61

El fin de la Guerra Civil marca un antes y un después, no sólo en términos políticos y sociales sino

también religiosos. Para los vencedores, el amargo recuerdo de la II República con su laicismo anticlerical

derivó en una moral religiosa mucho más reaccionaria 62. A diferencia de otras zonas de España, tras la

guerra, el País Vasco conservaba una fuerte raíz católica, por lo que la vertiente religiosa del Régimen no

chocaba contra las creencias más profundas de los vascos 63.

La sensación de aparente quiebra de los valores tradicionales provocada por una serie de medidas laicas

aprobadas durante la república (como por ejemplo la ley del divorcio) derivó en discursos religiosos mucho

más estrictos por parte de la Iglesia y el Estado. No hay más que recoger el argumento de José Luis Oriol, según

el cual “había que devolver el crucifijo a las escuelas” 64, para corroborar este hecho concreto.

La Iglesia volvió al espacio público del que había sido apartada durante la república. Estaba presente por

medio de fiestas religiosas, procesiones, adoraciones nocturnas... en las que las autoridades tenían un gran

protagonismo, plasmando la unidad entre poder político, religioso y económico 65.

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Imagen 243. Funeral de Fabián Legorburu.

Imagen 244. Clérigos y alcalde compartiendo mesa.

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En la documentación conservada en el archivo municipal se acuña el término “Cruzada” para referirse

a la guerra, dando así una justificación religiosa a la contienda. De modo que la Iglesia fue protagonista desde

los inicios de la sublevación y durante todo el régimen jugó un papel fundamental. Así se corroboró a través

del Concordato entre la Santa Sede y el Estado. El artículo I rezaba lo siguiente: “La religión católica, apostólica,

romana sigue siendo la única de la nación española” 66.

Como hemos podido leer y escuchar en las entrevistas realizadas, la religión era un fundamento del orden

social, una parte integral del mismo. Y, por supuesto, la religión (su sentido de la moral, de las señas de

identidad y las costumbres) es importante para la conservación y preservación del espíritu comunitario. No hay

duda de que las generaciones más cercanas al arranque del siglo XX fueron educadas de una manera

determinada que influyó sobre sus vidas. Habríamos de detenernos y aclarar ciertos aspectos antes de

empezar este capítulo. Los testimonios orales que hemos ido recogiendo tienen, en muchos casos, un marcado

acento negativo con respecto al carácter de la religión. Sin embargo, hay que valorarlos en su justo contexto.

Los entrevistados se han referido a la religión en su vertiente más social, nos han situado en cómo

vivían ellos la religión. Aunque nos confesaban que era una religión muy restrictiva, en ningún momento han

dejado de asistir a misa ni de ser fieles creyentes, por lo que afirmar que Llodio era y es una sociedad

tradicional, equivale a decir que está marcada por su estrecho vínculo con la Iglesia y las creencias católicas.

En los años 40 y 50, hasta que la Iglesia comenzó a definir su campo de actuación fuera de las líneas

marcadas por el régimen franquista, Iglesia y franquismo venían de la mano, apoyadas y justificadas una en la

otra de forma invariable aunque desigual. Esto se alteró radicalmente con una sociedad que fue ganando sus

espacios culturales y sociales a partir, sobre todo, de los años 60 y con una Iglesia más social y comprometida

con los trabajadores, las mujeres, etc. Si bien este cambio se producía en la esfera social, en la económica no

sucederá lo mismo. A mediados de los cincuenta los tecnócratas 67, vinculados al Opus Dei, pasarán a formar

parte del gobierno y plantearán un giro en la economía con el Plan de Estabilización, Plan de Desarrollo y la

liberalización de la economía.

La moral religiosa. “Si eran ateos no lo manifestaban” 68. En los años 40, y durante todo el franquismo,

la conciencia religiosa de los llodianos estaba muy arraigada en la sociedad. Además, en Llodio, la presencia

de las escuelas del Patronato, así como el colegio de las monjas tuvieron una fuerte impronta. En general,

se podía definir como una zona en la que se vivía de forma muy viva e intensa el catolicismo, tanto a nivel

público como privado. Si bien casi todos eran practicantes, sería difícil adivinar cuántos de ellos eran

realmente creyentes.

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Imagen 246. Procesión del Corpus Christi.

Imagen 245. Procesión en la que niños y niñas caminan en filas separadas.

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Por otro lado, no podemos obviar el hecho de que la práctica religiosa era una obligación hasta el punto

de que la guardia civil llamaba al orden a aquellos que no acudían a misa los domingos 69.

Así, salvado el efecto amargo de la guerra y los problemas económicos derivados de aquélla, en Llodio

la vida religiosa continuó como antes, sin apenas incidencia. “Los sacerdotes tenían el tratamiento de Don” 70, de

acentuado respeto e, incluso, “se les besaba la mano” 71. Si bien había sacerdotes que gozaban de mayor

simpatía, había otros que eran temidos por el abuso de autoridad que ejercían. Varios testimonios nos hablan

del castigo físico que infligían a los alumnos. Un entrevistado relataba que no le gustaba ir a confesarseporque

uno de los sacerdotes se sobrepasaba con él: “Como era pequeño el señor me metía dentro del confesionario para

confesarme. Ahí, sí que tengo para contar... Y ¿Quién decía en casa nada? Toca por aquí, toca por allá” 72.

No es el único testimonio que afirma “que a los niños les tocaban” 73. Sin embargo, el miedo a contarlo

hacía que estos hechos estén hoy envueltos en una nebulosa. Pero, no todos los recuerdos son amargos. Una

mujer nos dice: “El padre Casimiro era un encanto.” 74. Y es que en general, casi todos los niños participaban en

torno a las actividades organizadas por las monjas y los frailes. Muchos chicos ejercían de monaguillos y

ayudaban en los oficios religiosos. Así, recuerdan con agrado cómo les daban galletas mojadas en vino y cómo

para ellos eso era un manjar 75.

Las personas entrevistadas, nos dicen cómo elegían a los sacerdotes que más fácilmente les absolvían de

los pecados, ya que había clérigos “más duros” que se evitaban en la medida de lo posible. Ahora bien, la

confesión era un sacramento importante y la “conciencia de pecado” se vivía de manera muy seria 76. Pero lo

habitual es escuchar cómo se acercaban a los sacerdotes más comprensivos 77.

Se suele recordar esta época como un período en el que “todo era pecado”, incluso bailar en la plaza

del ayuntamiento: “Pues entonces en Acción Católica no es que te prohibieran: tú eres de Acción Católica, no puedes

bailar” 78.

No fue la única entrevistada que vivió esta circunstancia, un hombre explicaba que a él no le estaba

permitido bailar, pues pertenecía a esta misma asociación.

Desde el púlpito se condenaba el baile de la plaza. De hecho, las monjas se cuidaban mucho de vigilar

desde unas ventanas que daban a la plaza por si alguna de sus pupilas bailaba. Si ello era así, no se les

concedía la medallita por buen comportamiento. Sin embargo, las chicas tenían modos de sortear esa mirada

vigilante situándose en lugares de la plaza que quedaban no sólo fuera de la vista de las monjas sino también

de la de los padres que, igualmente, frecuentaban la plaza.

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Imagen 247. Los niños participaban activamente en los actos religiosos. Monaguillosde La Dolorosa.

Imagen 248. Procesión de Semana Santa.

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Se querían recuperar las formas recatadas que se habían ido relajando en la moral pública. El que una

pareja pasease o el baile “agarrao”, eran algo corriente hasta que el franquismo y su exacerbada religiosidad

condenó estas sanas costumbres a la hoguera.

A pesar de que durante la República la moral era menos férrea, la mayoría de las costumbres se

mantuvieron fieles a los valores cristianos. Nos cuentan cómo las mujeres guardaban luto durante dos años.

Una mujer recuerda aún cómo su madre se vistió de riguroso luto a la muerte de su marido. Fiel a su

recuerdo, no volvió a vestir con colores llamativos 79.

La religión establecía firmemente que las mujeres fuesen las guardianas y celadoras de la moral.

Aunque, también, conocemos casos de padres con una alta conciencia religiosa que fueron quienes

ejercieron esa custodia. Sin ir más lejos, un hombre nos relata que su padre le “obligaba” a rezar todas las

noches 80. Esto era una práctica habitual en la mayoría de los hogares.

Insistimos, eran las mujeres las que destacaban por ser las trasmisoras de la religión en el seno

familiar. Un hombre nacido en los años 20, nos decía que era su madre la que trasmitía los valores

religiosos a sus hijos 81. Otro nos refiere que fue su madre quien le enseñó “el Padre Nuestro” tanto en

castellano como en euskera 82.

En una localidad pequeña como Llodio, entre vecinos o entre familiares cercanos, existía una mayor

vigilancia del cumplimiento de los preceptos y valores religiosos. Lo que más destaca es la noción de que

todo era pecado, aspecto sobre el que se incide con bastante intensidad. Así, una mujer nos señala: “¿El padre

Carlos?, ¡madre mía! Para ese todo era pecado, todo era pecado” 83. Otra mujer de 73 años nos afirmaba que los

frailes asustaban a los feligreses con la idea del pecado hasta tal punto que los pensamientos más íntimos

provocaban en ellos un gran sentimiento de culpa 84.

En ese sentido, las mujeres eran las más controladas socialmente y, si son más abiertas al hablar de

esas cuestiones es porque también son las que más tienen que contar. Otra mujer, de una generación más

cercana, de 62 años, nos confesaba que, como todo era pecado, se frenaba mucho a la hora de estar con el

novio, debido, sobre todo, a que luego había que confesarlo. “Es que ni un beso” 85 nos decía. Una frase muy

ilustrativa es la que pronunció una de las entrevistadas: “había que ser como la virgen” 86. Otra mujer de 66 años

contaba que los curas recomendaban no ir a la playa, porque era un lugar de perversión. Pero ella se definía

como una mujer “rebelde” e iba con la familia a la playa de Castro o a la de Sopelana 87.

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Imagen 249. Procesión a lo largo de la actual calle Elizalde.

Imagen 250. Primera Comunión.

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Una mujer expresaba que para ella la religión fue bastante opresiva, ya desde el colegio con las monjas.

Los viernes iban a comulgar y los domingos a misa. El rosario era diario en algunas familias, sobre todo para

las mujeres, ya que a los chicos se les supervisaba menos 88.

Las diferencias entre hombres y mujeres eran apreciables incluso en el interior de la iglesia, ya que

muchos entrevistados recuerdan que éstos se sentaban por separado: “las mujeres siempre nos poníamos en los

bancos de delante y los hombres en los de detrás... los hombres a la derecha y las mujeres a la izquierda” 89.

Un entrevistado nos refiere que antes los sacerdotes metían el miedo en el cuerpo con el “infierno”. Otro

hombre nos afirma que era obligatorio ir a confesarse e ir a misa, y no le gustaba porque “los sermones eran muy

duros y daban miedo. Empezaba el fraile, que tenía una voz fuerte: a vosotros, en el pecado, esta noche os sorprenderá la

muerte”. A lo que concluye “para mí fue horrible lo de la iglesia” 90.

Uno de los recuerdos de un hombre sobre los mensajes morales que se solían transmitir en la iglesia se

refieren a la sexualidad. El sacerdote solía decir que “cuánto mal trae el monte…” y explicaba a continuación que

ello ocurría “porque en el monte todo lo que se veía era roce y matorral” 91. Tanto en la escuela como en el seno

familiar el tema sexual era tabú. Un gallego que se afincó en Llodio nos cuenta cómo un sacerdote le decía que

agarrar a la novia por el hombro era pecado. Tampoco tenían información sexual porque recibirla era motivo

de condena espiritual, sobre todo para las mujeres. De hecho, nos confesaba que las mujeres eran “muy pulcras”

y que a su mujer un beso y nada más 92.

El tiempo religioso era tomado con seriedad 93. Por ejemplo, en Semana Santa no había bailes en la plaza 94.

Tampoco se podía silbar, y nos comentan que por ocupar el tiempo de alguna manera se solía ir al monte los

domingos 95. Otro entrevistado nos explica gráficamente que “sobre todo por Semana Santa teníamos predicadores que

te metían más miedo que la leche. Esos sermones cuando se subían al púlpito ¡vais a ir al infierno!” 96.

En cambio hay quien recuerda, con cierto brillo en los ojos, las vivencias religiosas. Una mujer, por

ejemplo, nos relata la inolvidable experiencia que tuvo el día de su comunión, celebración sumamente sencilla:

“Yo no fui de blanco, sino de azul cielo, me acuerdo. Y qué te parece lo que nos hizo eéa. A la tarde, nos dijo: “venid, majas,

donde Miguel Urquijo, que allí voy a estar yo, para que comáis lo que queráis de pasteles”. Y a las siete nos llevó a la tarde

después de comer. ¡Uy!, Nosotras pobres allí, te puedes imaginar. Aquí había una pastelería muy buena que era Miguel Urquijo

(...) y hacía unos pasteles y unas pastas riquísimas. Bueno pues ahí nos trajo a las siete esa buena mujer. Ay, que está la pobre

en el cementerio. Siempre me acuerdo cuando voy porque está al lado de mi ama, y me acuerdo. ¡Ay, menudo día tan feliz,

después de la comunión, menudo día tan feliz!” 97.

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Imagen 251. Niños y niñas vestidos de Primera Comunón.

Imagen 252. Procesión del Corpus Christi.

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No hay duda de que la educación religiosa era bastante restrictiva. Los padres intentaban inculcar a

los hijos la fe y desde el púlpito los sacerdotes predicaban que sin fe serían arrastrados por el pecado. La

experiencia fue amarga pero no tan deleznable como para no continuar, en su mayoría, con sus creencias

religiosas.

El carácter asistencial religioso y acción católica. El compromiso social con los necesitados se

desprende de la mayoría de las entrevistas. No varió la labor que se desempeñaba en torno a la Iglesia en

términos asistenciales con la creación de Cáritas en 1962, ya que desde finales de los 40 éstos hacían

campañas de ayuda a los necesitados y desde los 50 campañas de recogida de juguetes y alimentos para cubrir

algunas de las necesidades de la gente inmigrante que empezó a llegar a Llodio. De ahí, que se pueda

pensar que Cáritas se impulsó en Llodio como consecuencia de la inmigración 98. De hecho, un

comercial nacido en Gardea, nos habla sobre los movimientos católicos juveniles que daban clases de

alfabetización a los inmigrantes, clases organizadas por un sacerdote de Llodio 99.

Del mismo modo, ante la falta de una asistencia social generalizada eran los propios llodianos quienes

buscaban las fórmulas adecuadas para sufragar los gastos de las necesidades puntuales del pueblo. Así, había

socios que pagaban una cuota a Cáritas y con ese dinero se sufragaban obras sociales. Nos citan que se

rehabilitaron las escuelas del barrio de Ugarte y se formó una cooperativa de viviendas en Zumalakarregi.

Una de las asociaciones religiosas más características de la época franquista sería Acción Católica. Su

origen está en los años 30 y cobró una especial significación 100. Tenía dos secciones, una femenina y otra

masculina, que actuaban y realizaban actividades bien separadas.

“En Acción Católica eran chicos por un lado y mujeres por otro.” 101

Los recuerdos pueden ser más o menos exactos, pero las mujeres entrevistadas que aluden a la rama

de Acción Católica femenina dicen que se dedicaban a realizar visitas y hacer compañía a gente enferma 102.

En cambio, los hombres recordaban únicamente reuniones que se realizaban en la iglesia para charlar sobre

aspectos religiosos y en el colegio de los frailes donde se organizaban diversas actividades para los

chiquillos. El día de Santa Lucía, por ejemplo, se hacían cargo de los niños que acudían a ver la sesión de

cine mudo que estaba prevista.

“Donde los frailes se reunían en un local, tenían un billar, no era tanto tema social, era organizar partidos de

fútbol, excursiones al Gorbea, a Begoña, a Gorliz, Plencia... La religión la vivían muy intensa, iban con misal

a la iglesia, al rosario los domingos a la tarde y luego al fútbol y luego al cine.”

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Naturalmente, la concepción que en aquella época se tenía del papel del hombre y la mujer era muy

diferente. En lo que respecta a la religión, al igual que en otros ámbitos, la mujer tenía un papel más

asistencial, en sintonía con el que le destinaba a ser ama de casa y cuidadora, mientras que el del hombre

tendía a afirmarle como motor de la sociedad.

Fiestas religiosas y nuevos tiempos. “El Estado tendrá por festivos los días establecidos como tales por la

Iglesia... Las autoridades civiles, tanto nacionales como locales, velarán por la debida observancia del descanso en los días

festivos” 103. Este fragmento extraído del artículo V del Concordato con la Santa Sede es reflejo de la

autoridad de la Iglesia. Esta ley se aplicó a todos los niveles, así, en nuestra localidad “las fiestas de guardar”

eran únicamente las religiosas, a excepción de las fiestas patrióticas, como el 19 de junio, festivo en Llodio

por ser el “Día de la Liberación de Llodio por las Tropas Nacionales”. Un documento de 1958 establece que

“las fiestas patronales a celebrar el próximo año son las siguientes: Santa Lucía, San Antonio, Día de la Liberación, San

Roque, Sanroquesar” 104.

Estas decisiones municipales eran enviadas al Ministerio de Trabajo de la delegación provincial para

que fuesen validadas. Eso significaba que las fábricas solían cerrar en las festividades establecidas por las

autoridades con el fin de que los trabajadores (en esencia, muchos llodianos) pudieran vivir la festividad. Sin

embargo, un año, durante la Semana Santa, el director de Aceros decidió que no iban a cerrar la fábrica, y

según nos cuentan, se “montó parda” 105. El sacerdote de Gardea criticó duramente al director y, entonces,

éste dejó de otorgar ayudas a las fiestas del barrio. Aquí se puede constatar un cambio notable de

conciencia social. Posiblemente, el tradicional paternalismo de algunas de las empresas de Llodio hacia las

costumbres se fuera alterando por las necesidades de la compañía.

No hay duda de que las tradiciones festivas de los pueblos son rasgos propios de su identidad. Sin

embargo, en Llodio, la fiesta de Santa Lucía tenía un carácter especial. Habría que destacar que esta fiesta,

por su concepto moral, se consideraba que no era tan entrañable como otras conmemoraciones. A los

chicos y chicas más jóvenes se les recomendaba no asistir a ella porque asistían mujeres y hombres de moral

laxa, además de “prostitutas” 106. Por ello, se organizaban excursiones o actividades de teatro en la escuela a fin

de evitar que tan indignas conductas contaminaran sus infantiles almas. Y nos cuentan literalmente:“estábamos

recluidas en el patio. Pero recluidas, ¡eh! Porque el pecao estaba funcionando, paseándose por Llodio” 107. Incluso, les

llevaron en alguna ocasión a la playa de Plencia 108.

En cuanto al ocio, estamos hablando de una época en la que, salvo el cine y la radio, los paseos por

la calle o los deportes, poco más había. Por eso, la Iglesia impulsó varias actividades. Un entrevistado

rememora con afecto y cariño el grupo de teatro que tenían en Llodio y el coro promocionado por el

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Imagen 254. Jóvenes de Acción Católica rezando junto a su estandarte.

Imagen 253. Corpus Christi.

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hermano Santiago, un fraile que organizó un grupo de chicos de entre 8 y 9 años. Al viajar y cantar “tenían

sensación de libertad y utilidad a la sociedad” 109.

Ese vínculo del ocio con la moral católica viene refrendado por otro testimonio, que nos indica que,

en general, la educación religiosa era positiva, salvo cuando los domingos tenían que aguantar una misa larga

a las 10 de la mañana. Después de ella, los frailes de La Salle les premiaban con unos vales de disciplina que

les permitían acudir al fútbol 110.

“Nos daban cinco puntos por ir al rosario.” 111

Una de las razones de que les quitasen los puntos acumulados era, por ejemplo, acudir a la fiesta de

Santa Lucía 112. A la vez, la juventud de Llodio de la época del franquismo comenzó a celebrar guateques en

distintos domicilios o en lonjas, una actividad festiva espontánea que no era bien vista por algún que otro

sacerdote.

A partir de los años 60 el sentimiento religioso fue otro, abriéndose al calor del Concilio Vaticano II.

El sacerdote dejó de celebrar la misa de espaldas a los feligreses y en latín. Así, por ejemplo, un

entrevistado procedente de León nos afirma que en Llodio el discurso era más abierto que en Castilla 113,

lo cual nos indica que en el País Vasco entraron con fuerza estos aires de cambio. Una entrevistada refleja

el choque de mentalidades entre generaciones.

“No ir a misa era un disparate. Lo que ha sufrido mi madre hasta que le oyó a éste decir que el que no va a

misa no es peor que el que va, que eso no tiene nada que ver. Porque nosotras en cuanto ya fuimos un poco

mayores pues empezamos a no ir a misa. En cuanto pudimos nos liberamos de esa idea de la religión que es

cumplir unas normas. No te digo más. Yo me acuerdo que en los años 70, estando en la carnicería, cuando se

empezaron a liberar las costumbres, una me dice: “es que yo no quiero hacer vigilia” . “Pues no hagas,” le

contesté. Había un señor en la cola de la pescadería, se marcha aquella y viene donde mí y dice: “¿Tú que estás

diciendo que no hagan vigilia? ¡Encima que no hacen, tú les dicen que no hagan!.” Así que la presión era

enorme.” 114

La llegada de la Transición hizo posible que los cambios en las actitudes sociales fuesen más

significativos. De hecho una mujer nos contaba su descontento porque “hoy hasta en la misa meten la política.

Un día de estos vi al cura, y se lo dije. Me contestó: -hay que hablar de todo en la iglesia. Le contesté: -mire usted, para hablar

de política hay salones y hay cosas, no la iglesia. En la iglesia hay que hablar del evangelio” 115.

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Imagen 257. Inferior. Coro de voces blancas.

Imagen 255. Excursión a laplaya a cargo de los frailes.

Imagen 256.Interior de laiglesia de SanPedro.

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En el contexto del proceso de cambio, la línea que hasta la fecha no había sabido diferenciarse entre

lo público y lo político comenzaba a perfilarse incluso desde el púlpito. A fin de cuentas, a falta de otra

manera de encauzar la política en lo público, el régimen no había hecho sino alimentar ciertos espacios de

contestación social. La represión de los trabajadores inmersos en conflictos laborales terminó por

involucrar a un gran número de miembros de la iglesia desde diversos ámbitos. Tanto es así que 339

sacerdotes vascos criticaron la falta de libertades a través de una carta que decía lo siguiente: “Creemos

sinceramente que ni los individuos, ni las clases, ni los pueblos que integran la comunidad española gozan de la suficiente

libertad... en las comisarías de policía de nuestro país se emplea el tormento como método de exploración y búsqueda del

transgresor de una ley muchas veces intranscendente y no pocas veces injusta... la prensa española, invirtiendo el orden

establecido por Dios, es un instrumento de deformación de la opinión pública.” 116

A modo de conclusión. No hay duda de que parte de la sociedad llodiana sigue sosteniendo una

conciencia tradicional pero no por ello ha dejado de ser crítica con su pasado. De ahí que hayan hablado de la

manera en que se entendía el pecado en las décadas del franquismo sin rencor. Aún con todo, las hondas

raíces católicas de Llodio se mantienen en la firme convicción de las generaciones adultas que consideran que

éstas forman una parte importante, si no esencial, de su identidad.

La religión, a pesar de los cambios naturales en las formas, sigue suponiendo una base esencial de la

sociedad tradicional y aún cuando Llodio dejó de ser, hace tiempo, una sociedad mayoritariamente rural para

convertirse en industrial, no dejó de defender sus valores y costumbres.

La “crisis de fe” habríamos de establecerla desde una perspectiva de la evolución que ha protagonizado

una sociedad más liberal, plural y abierta. Si la Iglesia se apoyaba en el sistema educativo y en el papel de las

madres para la transmisión religiosa, la transformación dada en todos los ámbitos ha supuesto un descenso del

protagonismo de la religión en ellos. El papel de la religión se ha visto reducido a la voluntad de los individuos,

a diferencia de la época franquista en la que la legislación la convertía en obligación. De ahí que el propio

sistema educativo dependiese directamente de la Iglesia y el Estado.

“En la escuela nos hacían aprender el evangelio de memoria.” 117

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Imagen 258. Procesión en honor a San Juan Bautista de La Salle.

Imagen 259. Inauguración de la Plaza del Mercado, 1952.

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La educación

Según recoge Juan Carlos Navarro en el trabajo que realizó para conmemorar el 75 Aniversario de las

escuelas de Areta, Fabían Legorburu Ikastetxea, desde el siglo XVII se tiene constancia de la existencia de la

escuela en Llodio. Mediante un documento municipal datado en 1661 se conoce que dentro de los gastos del

consistorio se incluían en esa fecha los efectuados para el pago al maestro de escuela. En 1724, otro

documento recoge la lista de contribuyentes entre los que se encuentra el maestro de primeras letras.

De nuestro municipio se localizaron una descripción, un mapa y dos cartas del siglo XVIII relacionadas

con el trabajo que Thomás López, geógrafo, dedicó más de treinta años a la elaboración de un Diccionario

Geográfico mediante una tupida red de corresponsales que le hacían llegar la información de las distintas

provincias. En la descripción fechada el 26 de diciembre de 1791, Don Manuel Fernández de Orive, vicario de

Orozko y cura y beneficiado del Valle de Llodio, escribe:

“Hay maestro de niños de primeras letras a cuia escuela acuden los hijos del lugar, donde se enseña la doctrina

cristiana en vascuence, que es el idioma general de este Valle, aunque muchos particulares y caseros entienden y

hablan el castellano.” 118

Para ser maestro de primeras letras era necesario cumplir unos requisitos que se especifican bien en otro

de los documentos consultados en el Archivo Territorial de la Provincia de Álava 119 . En 1829 se trata de que

el candidato a la plaza acreditase su pureza de sangre y buena conducta. Para ello será examinado de la

doctrina cristiana y demostrar ser “cristiano viejo, de sangre pura y limpia sin mancha alguna de secta reprobada, como

también hijo dalgo notorio sin la menor cosa en contrario”.

Las juntas, tanto provincial como municipal, eran las encargadas de velar por el mantenimiento de las

buenas costumbres en la educación. Ambas regulaban e inspeccionaban la vida escolar de Llodio y con ello la

elección de los maestros.

En 1812 la Constitución dispondrá la universalidad de la primera enseñanza con el establecimiento de

escuelas de primeras letras en todos los pueblos.

La siguiente referencia a la Educación en Llodio la recoge Jose Luís García Moyano en su trabajo

Escuelas Públicas del Valle de Llodio -El Patronato y La Salle- y se hallaría en las afirmaciones que Lucas Madoz

escribe en su Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de España de 1845-1850 : “una escuela concurrida por 100 niños

y 43 niñas y dotada con 9 reales diarios”.

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Imágenes 260 y 261. Grupos de alumnos y alumnas.

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En Llodio, en 1853, ya se tiene constancia de que existían dos escuelas primarias, una situada en el

centro del pueblo y la otra situada en Santa Lucía, por la distancia de este barrio a la zona más urbana.

Como colofón a todo lo anterior, en 1857 la Ley Moyano establecerá los grandes principios en que

descansará la enseñanza durante un siglo: gratuidad para quienes no pueden pagarla, secularización,

centralización, uniformidad, etc. A los maestros se les exigirá un certificado de aptitud y moralidad y las Juntas

de enseñanza, tanto la local, como la provincial y la central, serán las que regulen estos aspectos.

Sostiene María Fernanda Urquijo en su obra, Informe sobre la Fundación. Escuelas de Llodio Patronato del

Marqués de Urquijo, que hasta 1868 las escuelas existentes en Llodio son públicas y sostenidas en su totalidad

con fondos públicos y que, según consta en actas del año 1867, el Ayuntamiento decidió reparar y reformar el

edificio de la escuela de niñas. Estos planes nunca se llevaron a cabo, una vez aceptada la excelente oferta del

Marqués de Urquijo de encargarse personalmente él de la construcción de un nuevo edificio que albergaría las

escuelas de niños y niñas. Esta nueva escuela se inauguraría el 1 de mayo de 1870.

Ante este magnífico proyecto, en 1882 el intelectual y republicano alavés Ricardo Becerro de Bengoa

escribe un artículo en la revista Euskal Herria, “Las Monumentales Escuelas de Llodio”, en el que después de

hacer una descripción de las mismas, añade:

“Difícilmente habrá en España un edificio tan magnífico, destinado especialmente a la instrucción de los niños, ni

institución que más profundamente cautive el ánimo del viajero curioso.”

En 1874 se instaura la primera República y con ella la propagación de las ideas krausistas de Sanz del

Río defendiendo la libertad de enseñanza frente a cualquier dogmatismo oficial en materia religiosa, política o

moral. Esta sería la base de la Institución Libre de Enseñanza que se establece a partir de 1876 y que se

fundamenta en la libertad de cátedra. La Institución Libre de Enseñanza se mantendrá vigente hasta 1936,

sufriendo en el camino numerosas vicisitudes como la prohibición a las mujeres de matricularse en

bachillerato en 1882 e incluso la difícil etapa de la dictadura de Primo de Rivera.

En 1900, treinta años después de la construcción de las escuelas, de nuevo Becerro de Bengoa en su

libro La enseñanza en el siglo XX, Ejemplos dignos de imitarse. Las escuelas de Llodio, Álava, alaba la obra de su

creador.

Un censo escolar de 1903 nos indica el número de plazas de maestro en Llodio: un maestro y dos

maestras en las Escuelas del Patronato y un maestro en las escuelas elementales de Santa Lucía.

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Imagen 262. Homenaje al maestro Elorza.

Imagen 263. Estampa de la época.

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La Ley del 23 de junio de 1909 amplia la obligatoriedad de la enseñanza a todos los españoles hasta

los 12 años. En este mismo año se establecerá la coeducación en los cursos de primaria.

Las Escuelas del Patronato se habían regido por maestros y maestras desde su fundación hasta la

llegada de las órdenes religiosas que se hicieron cargo del parvulario. Primero, las de la Inmaculada

Concepción. Después las de la Sagrada Familia y finalmente en el año 1922 las Hermanas de la Caridad de

San Vicente de Paúl. A partir de 1927 éstas mismas se harán cargo de la educación femenina del Patronato

y con ello se termina el periodo de las maestras. En la sección masculina los maestros perdurarán hasta 1931,

fecha en que se incorporan los hermanos de la Instrucción Cristiana, también llamados Menesianos o de los

Hermanos de la Mené.

En el año 1929, el Ayuntamiento solicitará una subvención a la Diputación para la creación de una

Escuela de Artes y Oficios, que se concede por una cantidad de 1.000 pts., poniéndose en funcionamiento

a partir del año 30.

También saldrá adelante la solicitud de los vecinos de Areta en 1919-1920 para que el Ayuntamiento

erija unas escuelas que ya desde el año 1844 se venían esperando. En 1920 comenzará el funcionamiento de

la escuela mixta de niños de Areta y Zuloaga de manera provisional. Después de muchas vicisitudes se

inaugurará en 1926 la nueva escuela oficial de la que los niños de Zuloaga quedaron excluidos. A partir de

esta fecha, el municipio de Arrankudiaga cederá de manera temporal un local para poder albergar a los niños

y niñas de Zuloaga y, concretamente, en ese local se instalará la escuela unitaria de niñas. Los niños

permanecerán en la recién estrenada escuela. En 1931 se inaugura el edificio adosado a éste para ubicar

definitivamente a las niñas, siendo rebautizadas dichas instalaciones en el año 1937 con el nombre de Grupo

Escolar Fabián Legorburu (en recuerdo del sacerdote de Areta, asesinado en la Guerra Civil).

En el caso de Gardea, las cosas fueron diferentes, ya que aunque reclamaron la creación de las

escuelas en la misma fecha que Areta, no se ejecutaron las obras hasta 1928, inaugurándose dicho

establecimiento, según recuerdan los encuestados, con el primer profesor, Don Vidal Ruiz de Ozaeta.

Por tener una visión general de la filosofía educativa en la época de la república daremos las

siguientes pinceladas. Se intentó la implantación en las escuelas de una moral laica, como consecuencia de

la separación entre el Estado y la Iglesia. Se pretendió, igualmente, extender la instrucción primaria entre las

clases más desfavorecidas y paliar el analfabetismo para asentar las bases de una modernización y una nueva

ciudadanía. La enseñanza primaria, media y superior se concibió como un conjunto de niveles enlazados que

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Imagen 264. Grupos de escolares.

Imagen 265. Bendición de la bandera de las Hijas de María.

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permitieran la creación de una aristocracia intelectual basada en las capacidades y en el mérito. La

descentralización regional y la autonomía de la enseñanza respecto de la política como impulsores de la

pluralidad cultural y una pedagogía menos autoritaria, racionalista y más en contacto con la realidad y la

sociedad serán dos de sus objetivos 120.

Pero, en Llodio, el embate de la guerra cortará por un año la actividad educativa del Valle. Sí es

interesante destacar que en la etapa anterior a la contienda, los menesianos se preocuparon de que el

euskera fuera una lengua viva y por ello organizaban, en horas no lectivas, clases en las que se pudiera

aprender y practicar la lengua de nuestro país. En el caso de las niñas, también hay quien recuerda que se

tomaron clases de euskera:

“Dábamos clase de euskera. Hasta que vino Franco, dábamos clase de euskera y clases de música... Fue antes

de la guerra. Después nos sacaron porque era más político.”

En 1937 se reestablecerán las clases. De manera provisional, las Hijas de la Caridad, las maestras Doña

Carmen Guinea y Doña Pilar Izaguirre y el cura Don Casiano Ruiz de Oña se harían cargo de ellas.

“Pero hubo un periodo ahí, en el 36-37 y yo creo que incluso hasta el 38 que hubo ausencia de los frailes.

Estarían por ahí, algunos igual en la guerra o lo que sea y fueron sustituidos por algunas maestras. No

estaba establecida con normalidad la escuela. Las monjas, que tenían hasta los 7 años, continuaron con

algunos chicos, entre ellos yo, aunque tuviéramos más edad. Incluso los de 7, 8 y 9 estaban en unas clases que

se habilitaron en lo que era comedor.”

En el año 1939 regresan al Patronato los hermanos de la Mené hasta 1945, año en que concluirán su

vida docente en Llodio; mientras que en las escuelas de Gardea y Areta se restituyó a maestras y maestros.

Durante el franquismo, las líneas maestras del nacional-catolicismo y los valores que se transmitieron

en el aparato educativo fueron la base para sustentar una sólida argumentación ideológica 121. Todo ello

contribuiría a crear un conjunto de disposiciones que depurarán el ideal republicano. Entre otros

argumentos de la nueva ideología encontramos la mistificación de la espiritualidad de la patria, un

nacionalismo exacerbado, la identificación de lo nacional con lo católico, una concepción imperialista de la

hispanidad, la sacralización del poder absoluto, la legitimación del elitismo y el militarismo. Así se establecía

una primacía entre deberes y derechos, la justificación de la desigualdad social, la insistencia en el valor de

unidad, etc.

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Memoria de la educación

Con la llegada del régimen franquista serán suprimidas todas las estructuras sociales creadas en época

de la república, de tal manera que las bases de la educación se fundamentarán en unos nuevos parámetros muy

alejados del laicismo, la coeducación (educación mixta), la enseñanza de lenguas no castellanas, etc. El nuevo

Estado controlará el aparato educacional y será una vía para difundir la propaganda del Régimen 122.

“La educación estaba fundamentada en la religión y en la política franquista. Cantábamos el Cara al Sol y

teníamos Formación del Espíritu Nacional.” 123

Lo que fue una realidad en Llodio es que, desde el año 1927 para las chicas y desde 1931 para los

chicos (coincidiendo con la segunda República), fueron dos órdenes religiosas las que se hicieron cargo de la

educación de las Escuelas del Patronato. En Areta, Santa Lucía y Gardea, en cambio, seguirían siendo

maestros y maestras.

En Llodio, la educación religiosa siempre estuvo presente en la época republicana y la coeducación no

se llegó a experimentar, pese a las proclamas republicanas en materia educativa. Tras el parvulario que sí era

mixto, en primaria, la educación femenina y masculina estaban diferenciadas y la religión se seguía

impartiendo. Todo ello por las presiones que ejercían el Marqués y la fundación privada del Patronato frente a

las consideraciones e indicaciones del propio Ayuntamiento. Sólo en lo que respectaba a los cursos oficiales de

Artes y Oficios que dependían del Ayuntamiento pero que impartían los de la Mené, habrá alteraciones. En

1933 entra en vigor la ley de la República que impide a las congregaciones religiosas impartir enseñanza, de ahí

que se haga cargo de esos cursos el maestro director de las escuelas.

Con las escuelas públicas de Areta y Gardea dependientes en parte del Ayuntamiento y en parte de la

Diputación, se daría otra situación. Veinte meses después de establecerse el régimen republicano y quedando

consignas políticas por cumplir, el Gobernador Civil de la Provincia, como consecuencia de una denuncia

recibida, remitió oficio al alcalde Lorenzo Zarandona recriminándole no haber retirado las estatuas del Ángel

de la Guarda de las escuelas de Areta y la Virgen del Rosario de Gardea incumpliendo así "las leyes de

laicismo sobre la enseñanza". En unos días fueron retiradas. A pesar de estos incidentes las escuelas siguieron

funcionando con normalidad 124.

La guerra provocó una situación de inestabilidad también en lo que concierne a la educación. En el año

36 el bando rebelde, en la orden del 4 de septiembre, señala la supresión de la coeducación. En una nueva

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Imagen 266. Comida en La Salle.

Imagen 267. Alumnos de laescuela de Areta junto a sumaestra, Doña Manolita.

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orden emitida el 22 de septiembre del mismo año impone la enseñanza de religión y moral. Por el contrario,

en 1937 la Gazeta de la República establece, en la orden del 9 de septiembre, la obligatoriedad de cumplir con

la coeducación en las escuelas de primaria de toda la zona republicana. Estas disposiciones no llegarían a

afectar a las escuelas de Llodio porque, por una parte, desde junio del 37 se había constituido el nuevo

Ayuntamiento "de la nueva España" y porque, por otra parte, la inestabilidad del momento se había

apoderado de todo. Los Hermanos de la Mené se retiraron por unos años dejando en manos de algunas

maestras, monjas y de Don Casiano la atención de los niños. En el año 1939 volverán a ocupar las aulas

masculinas del Patronato los Hermanos de la Orden de la Instrucción Cristiana (los Menesianos) hasta el año

1945. Y así se fueron asentando las bases de lo que sería por mucho tiempo la educación en Llodio: por un

lado, en el Patronato el colegio de señoritas, gratuito y regido por las Hermanas de la Caridad y por otro, el

colegio de chicos con los Hermanos Menesianos y los de La Salle a partir de 1949.

Entre 1945, que marchan los de la Mené, hasta 1949, que llegan los de La Salle, se desarrolla un

periodo en la enseñanza de Llodio del que poco hemos sabido, aunque sí que las clases continuaron bajo la

tutela de otros maestros. Por otro lado, las Hermanas de la Caridad irían tejiendo lo que en un futuro será el

Colegio la Milagrosa, creando unas clases de pago en el edificio donde residían, en la plaza, por su cuenta y

riesgo e independientes del Patronato. Hay que destacar que en el año 1945 es cuando se aprueba la Ley de

dependencia de la escuela a la Iglesia Católica. La influencia de la Iglesia y el Estado estarán presentes en la

Educación, creándose el "tandem" perfecto que marcaría las pautas de la sociedad.

La tasa de alfabetización en Llodio no era comparable con la de muchos otros lugares ya que unas

escuelas como las de Llodio no las había en cualquier sitio. Las familias llodianas siempre se preocuparon por

la educación de sus hijos, por lo menos en el único nivel que existía en Llodio, el primario. Según nos cuenta

la mayoría de los entrevistados, las familias hacían todo lo posible para que los niños pudiesen acudir a recibir

clase. En algunos casos los niños tenían que colaborar en tiempo de siembra perdiendo algún día de clase pero,

en la mayoría, los padres se sacrificaban para que esto no pasara.

“Entonces se creía que estudiar era un lujo”.125

La calidad de la educación en Llodio era valorada por todos de una manera muy positiva, como bien se

desprende de la anterior cita: la educación era un bien que no se podía desperdiciar. El nivel que en Llodio se

daba era el de la primaria, que comprendía desde los 7 años hasta los 13, aunque nunca se era tan riguroso con

la edad. Antes de ello, los niños y niñas ingresaban en el parvulario donde Sor Eustaquia se encargaba de que

aprendieran a leer y escribir. Una vez hecha la comunión, los niños concluían su ciclo más elemental y pasaban

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Imágenes 268 y 269. Grupos de alumnas.

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a primaria. A partir de ahí se cortaba la oferta de estudio. Los jovencitos y jovencitas de Llodio debían

encarar entonces una serie de alternativas que giraban en torno al hogar, la tierra o las primeras industrias.

Pocos eran los que podían desplazarse a Bilbao a estudiar secundaria o ingresar en un internado.

“En los años 40... se podía contar con los dedos de la mano los que estudiaban secundaria.” 126

Con los menesianos, la primaria estaba organizada de la siguiente manera:

“Pero cuando yo me incorporé en las escuelas, hicieron una división de aquella gran clase. Con las chicas no

hicieron esa división. La dividieron en tres: una para el hermano Mauro, que eran los más jovencitos, otra de

nivel medio que era el hermano José, y otra ya de nivel superior que era hasta los 14 años, cuando se salía, que

era del hermano Benigno.” 127

Lo que era una única clase se dividió en tres, teniendo en cuenta tanto el nivel de cada niño como la

edad. No siempre se daba una relación directa entre edad y nivel, por lo que no era difícil encontrar en un

mismo grupo chavalitos de distintas edades, priorizándose más el nivel intelectual de los alumnos. Después,

con los hermanos de La Salle, su estructura cambiaría conforme a los programas oficiales del Ministerio,

creándose los cuatro grados y reforzando las materias de cálculo aritmético, caligrafía, dibujo lineal y por

supuesto, el estudio de la religión.

La metodología de estudio era el seguir “la enciclopedia” como manual de instrucción y la repetición

y memorización como forma de estudio.

La enciclopedia como único manual de instrucción estaba enfocada a reproducir los esquemas

clásicos-humanistas y exaltar patrióticamente la España imperial. En la escuela se forjaba una ética, unos

valores y una moral al servicio del Estado. En este punto hay que tener en cuenta la censura que se ejercía

sobre los libros, ya que quedaron prohibidos todos aquellos cuyo contenido difería de la pautas marcadas

por el Régimen.

“Era una enseñanza muy completa, los libros nuestros era la enciclopedia. Había enciclopedia de primero,

enciclopedia de segundo y enciclopedia de tercero. La enciclopedia de tercero ya era un libro grueso donde venía

la geografía, la historia de España, la historia sagrada, la geometría y la aritmética; todo lo referido a la

humanidad. Cuando llegabas teníamos un cuaderno y en el cuaderno lo primero que escribías en el margen era

una D, una crucecita y una S que quería decir : Dios Sólo, luego venía una máxima. La máxima era

lógicamente algo aleccionador... Y después venían los dictados, las cuentas, las tal y se hacían las correcciones.

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Imagen 272. Alumnoposando con laEnciclopedia Álvarezen sus manos.

Imagen 270.Recogiendo las notas.

Imagen 271.Grupo de alumnosen el aula.

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Te pedían repetir la palabra que habías escrito con una falta de ortografía. La repetías no sé cuántas veces para

que se te quedara en eso.” 128

En algunos casos ponen en tela de juicio la eficacia de aquellos métodos educativos. Opinan que el

aprendizaje basado en la repetición y la memorización conllevaba la no asimilación de los contenidos y que,

mientras no se diera un entendimiento de la materia no se efectuaría un buen aprendizaje.

En más de una entrevista se señala la rigidez de la educación de entonces, pero también lo positiva

que les resultaba, pues además de instruirles les educaban. Había notas por comportamiento y educación.

“Nos educaban en el respeto a las personas, en comer en la mesa, no meter los codos... en todo. Había mucha

educación y respeto.” 129

“Toda la vida ha habido una asignatura de urbanidad y la han quitado” 130

Sin embargo hay algunos testimonios que destacan lo crudo de aquellos años en el colegio, a su vez,

la rigidez que se vivía en la escuela no es algo que se recuerde positivamente:

“Las lecciones teníamos que darlas letra por letra porque si te preguntaban esta pregunta tenía que ser

completa, y como ahora lo que importa es el significado de aquello. Y si no sabías aquello, pues a estudiar.”

“Nos poníamos a escribir a las tardes. Cuando se entraba a la clase, había un rato de escribir y teníamos que

poner el dedo así. Si no, venía la monja con unas tijeras que llevaba colgadas en unos cordones y con la tijera

aquella nos daba. Lo normal era que agarres así el lápiz y hagas esto, pues no te dejaban (...). Y si no te daban

aquí. Lo que pasa que todo esto pues, yo lo cuento y, no sé, me parece que era correcto entonces, pero ahora...” 131

En la actualidad, tanto el horario como el calendario escolar de entonces nos parecería excesivo

porque las clases eran de lunes a sábado, mañana y tarde, de 9 a 1 y de 3 a 5, excepto la tarde de los jueves

que libraban. Además del domingo, había también días festivos como en la Navidad, Semana Santa, el Pilar,

todos los Santos, la Inmaculada, las Candelas, San Blas, San José, San Juan, San Antonio y San Pedro y los

Fieles Difuntos.

En un tiempo, la entrega de las notas también solía ser parte del sistema de educación de los frailes.

Se repartían un día a la semana. Además, una vez al mes, coincidiendo con el domingo después de misa, se

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procedía a su distribución sobre el escenario y en presencia de los padres. Se entregaban por orden de

puntuación.

“Entonces había un sistema que luego se suprimió porque parecía que era un poco discriminatorio y vejatorio, que

era el dar las notas con un número de orden. Bueno esto lo han tenido hasta mis hijos, el primero, el segundo, el

tercero... Esto, claro, es un poco vejatorio para el último. Y siempre había unos; eso ha ocurrido, ocurre y

ocurrirá; unos muy espabilados, muy tal y otros pues que no... más torpes.” 132

Los castigos también formaban parte del sistema del momento: permanecer en la escalera, quedarse sin

recreo, retrasar la hora de la comida, la vara de avellano... eran los más habituales. Pero mejor se refleja esto en

el testimonio de la siguiente entrevistada:

“Castigos para mí todos ¡todos! Casi todas las semanas teníamos que limpiar los baños a los que llamaban “los

jardines”, fregar el refectorio de las monjas y ponerte delante de las monjas en cruz con los libros así teniendo a la

comunidad por delante y a las colegialas ¡mil veces!” 133

Si bien había castigos, también existían los premios y estímulos para los chavales. Se premiaba con

regaliz, alabanzas públicas o vales por el buen comportamiento, el respeto, la puntualidad, la formalidad..

Con esos vales se ganaba una entrada para ver jugar al Villosa, un paseo por el monte, etc.

El colegio también ofrecía otros servicios aparte del meramente educativo. Las dos comunidades

religiosas que atendían las escuelas estuvieron muy integradas en la sociedad llodiana, conocían cómo se

vivía y los valores morales por los que se regía, por lo que estuvieron implicados dentro de la comunidad

llodiana en su vida cotidiana.

El servicio de comedor estaba incluido en el colegio, aunque no todos los niños hacían uso de él. Los

que vivían en la zona centro solían ir a sus casas a comer, mientras que para algunos de los que vivían a cierta

distancia era la única forma de poder acudir al colegio.

“En el mismo comedor pero separados comíamos chicos y chicas la comida que hacían las monjas. Cada semana

había un semanero y semanera que se encargaban de traer de donde las monjas un puchero grande en un cacharro

de madera que tenían muy bien preparado y lo llevaban hasta las escuelas. Poníamos la mesa, cortábamos el pan

con una guillotina y una chica que estaba con las monjas nos controlaba que comiésemos todo. Pero, muy bien una

comida muy rica, unas alubias que nos ponían todos los días con un sabor... algunas veces parece que me estoy

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acordando sobre todo del sabor tan rico que tenían. Variar nada, todos los días alubias y luego en el trocito

aquel de pan abríamos y metíamos el tocino frito. Cuando... nos daban.”

Por otro lado, tanto los frailes como las monjas se encargaban de preparar distintas actividades en

torno al colegio. Las entrevistadas recuerdan “las comedias” y teatros, el Belén de Navidad, las excursiones

a la playa y al monte, etc. Una entrevistada nos cuenta lo siguiente:

“Yo me acuerdo que hacíamos muchas comedias en el colegio, por ejemplo un monólogo de... Yo siempre hacía

de criada. También hicimos la Virgen de Fátima y yo hice de Lucía. Hicimos mucho teatro también. Hicimos

un cuadro de Guridi, El Caserío y yo hice de chico.” 134

Entre los años 1949-1952 se organizó el coro de tiples gestionado por el hermano Santiago. Éste

preparó a los chavales y les llegaron a llamar numerosas veces para hacer demostraciones de canto en

Vitoria. En una de las anécdotas que tienen recuerdan que cantaron para “el mismísimo Franco.” Su afición por

el canto coral les llevó incluso a viajar a Madrid en dos ocasiones (1952-1953) y a lograr en ambas ganar el

Campeonato Nacional de Coros F. Juventudes de 1952. En el año 52, el lugar de tan señalada actuación fue

el Teatro María Guerrero y pocos días después se les tributó un homenaje en el palacio del Marqués de

Urquijo, donde tuvieron el honor de cantar junto a la Orquesta Nacional de España.

Entre la variedad de actividades promovidas por los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Llodio

también hubo espacio para las danzas vascas desde 1951. Los ensayos eran en el patio con el hermano Ángel

inicialmente y luego con alumnos y vecinos de Llodio.

Para celebrar el día de San Juan Bautista, Patrón de los Hermanos de La Salle, se preparaban con

antelación concursos y torneos, entregándose los premios en dicha fecha. Los domingos y festivos el

colegio abría su sala de cine. El salón de actos hubo de remozarse, de lo que se encargó el Hermano Emilio,

quien compró butacas de madera, una moderna máquina de cine y un gran foco redondo para iluminar el

techo. En el día de Santa Lucía, con la intención de que los niños y niñas no pulularan por la Plaza o no

participasen en la romería, también se preparaba alguna actividad e, incluso, excursiones a la playa. Al final

de curso, con el Hermano Jacinto, la costa vasca era el destino de todos aquellos jóvenes que ansiaban

descubrir la vida fuera de las fronteras de Llodio.

Hasta el año 1953, en que se combina la primaria con los cursos por libre de Bachillerato Elemental

en las escuelas de La Salle (situación que duró hasta la mitad de la década de los 70) y se inaugura el Instituto

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Laboral de modalidad Industrial y Minera, Llodio carecía de este nivel de enseñanza. Los más afortunados

iban a algún colegio a Bilbao o a algún Internado. Lo mismo ocurrirá con el bachiller superior que nunca se

llegaría a impartir en la localidad, lo que obligará a los jóvenes aspirantes preuniversitarios a prepase por libre

y en muchos casos valiéndose de las clases particulares de Doña Mercedes.

En el caso de los chicos había quien intentaría compatibilizar el trabajo y los estudios, por lo que lo

hacían por correspondencia. Si se aprobaba la reválida después del bachillerato las academias o facultades

eran el siguiente reto. Por entonces Comercio, Náutica, Derecho, Ingeniería y los Estudios Mercantiles eran

la oferta que había en Bilbao y a la que pocos optaban.

Las mujeres, según la siguiente cita, tenían un único destino ya escrito:

“La mujer debe ser instruida, no para sobreponerse a su marido, sino para mantenerse a su lado con dignidad.” 135

Todos los testimonios de mujeres que hemos contrastado hablan de la falta de opciones para dirigir

su propio futuro.

“Entonces no te preguntaban qué querías hacer.” 136

La mujer estaba preparada para ser madre, esposa, hija y hermana dentro del hogar; aunque hay casos

en que por lo menos antes de contraer matrimonio, ya habían experimentado una vida laboral.

A las niñas en la escuela se les educaba en base a tres pilares; los consabidos Dios, Patria y Hogar. La

enciclopedia de la enseñanza primaria para ellas estaba dividida en cuatro bloques: la enseñanza del hogar,

las lecciones de nacional-catolicismo, la religión e historia sagrada y cultura general que englobaba

geografía, lenguaje, historia, etc. La educación física también jugó un papel importante en la educación

femenina y masculina con el objeto de crear hombres fuertes y mujeres sanas para el futuro 137.

Los cursos de secundaria, el bachiller, ampliaban los conocimientos hacia un objetivo claro de formar

“ángeles del hogar”. Cocina, corte y confección, puericultura, economía doméstica y costura formaban el

elenco de materias indispensables para ello, aunque esto en Llodio no se llegaría a impartir.

En Llodio no hubo bachillerato femenino hasta bien entrada la década de los sesenta (en un inicio en

el colegio de las monjas y por libre. A partir del año 67 en el Instituto y, desde el año 74, los cursos de

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Imagen 274. Día de playa.

Imagen 273. Coro de voces blancas.

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Administrativo y Corte y Confección y Delineación en La Salle) por lo que hasta entonces se preparaban de

manera particular con las profesoras que antes hemos citado buscando ocupar los puestos que las empresas

afincadas en Llodio requerían: contables, secretarias, telefonistas, etc. Otras, las menos, preparaban el

bachillerato para presentarse por libre en Bilbao e incluso alguna llegaría a estudiar comercio.

“La única que hizo magisterio fue una de mis hermanas. Las demás se preparaban en lo que era lo normal

entonces, cultura general...Porque entonces las chicas a lo que aspiraban era a eso, a tener una cultura general,

algunas a tocar el piano...” 138

Una entrevistada recuerda cómo en el último curso de la enseñanza primaria le pusieron un

problema complicadísimo que no supo resolver y su profesora le dijo: "Aquí has terminado esto. Ahora lo que

vas a hacer es aprender a bordar" 139. Esto también formaba parte de la educación femenina ya que

prácticamente todas las entrevistadas nos cuentan haber aprendido algo sobre costura.

Debemos recordar que, antes de crearse la secundaria en Llodio, el Patronato desde el año 1930

impartía clases nocturnas a los aprendices de las fábricas del lugar. La idea de crear una escuela de Artes y

Oficios estaba latente en Llodio desde tiempo atrás y lo más parecido que se hará es introducir esas

enseñanzas profesionales dentro de las escuelas del Patronato. Más adelante, en 1972, se creará la Escuela

de Formación Profesional, todavía de carácter masculino y después se implantará la REM (Reforma de las

Enseñanzas Medias). Finalmente, llegarían los Bachilleratos Técnicos y los Módulos Profesionales a partir

del 89. Un documento municipal de 1953 decía así:

“En este Valle de Llodio, se tiene establecida una Escuela de Artes y Oficios, regida por una Junta.

Interiormente, la expresada Escuela, se halla dirigida regida por una Comunidad Religiosa de Hermanos de

las Escuelas Cristianas “LASALLE,” que son los mismos que rigen las Escuelas del Patronato-fundación

instituida por el Excmº Sr. Primer Marqués de Urquijo en ésta, y sostenida con aportaciones del

Ayuntamiento, Empresas Industriales y con la cantidad de CINCO MIL pesetas anuales que dona á este fin

la Excma. Diputación foral de Álava.” 140

Aún con toda esta estructura educativa, en 1960-61 la empresa Jez pone en marcha una nueva

iniciativa: la creación de una Ikastola para que en ella estudiasen los hijos de los trabajadores de la empresa.

Se trató de una iniciativa avanzada socialmente que llegó a sembrar el germen de lo que más tarde sería la

futura Ikastola. Pasarán unos años hasta que en Llodio se organice una forma oficial de impartir clases en

euskera. Por ello, de manera provisional y en la más absoluta ilegalidad comenzaron su actividad con la ayuda

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Imagen 276. Exhibición de gimnasia.

Imagen 275. Mujeres en clase de costura.

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del Colegio de la Milagrosa, quien contrataba a los maestros y les permitía usar sus cartillas de escolaridad. Con

ello conseguían que las religiosas les avalasen, siendo la Ikastola una derivación de la Milagrosa. Más adelante

se legalizará la situación de la enseñanza en euskera y en, concreto, esta institución.

En la década de los 60 la situación de la enseñanza en Llodio no pasará por sus mejores momentos. Por

una parte comienzan a darse los primeros cambios en el ámbito económico del pueblo pero también en lo

social. La estructura escolar anterior se verá insuficiente para albergar a un número mayor de niños y jóvenes

y se demanda una educación más plural, diversificada y mixta. La mujer comienza a querer romper los lazos

que la unían exclusivamente al hogar y comienza a querer labrarse un futuro académico y laboral fuera de éste.

Así se llegará a una situación de precariedad, dándose clases en barracones y lonjas hasta la terminación

del Instituto, del complejo de La Granja (en Lamuza) y los demás centros. Serán destacables en este punto los

llamados Estudios Juveniles a partir de 1965-1966. Se trataba de escuela prefabricada financiada por dos

empresas, Vidrieras de Llodio y Aceros. A ellas acudían los hijos de los trabajadores de estas empresas y con

ello llenaron el vacío educativo que se estaba dando. Aunque la edad de ingreso eran los 9 años, muchas

chicas de más edad no quisieron perder la oportunidad de poder estudiar. Desde los tiempos de Doña

Mercedes no había habido cambio en la educación femenina y la implantación de estas escuelas supuso un

revulsivo. También en Ugarte hubo una escuela de estas características, impulsada desde la iglesia.

Para concluir este apartado veremos el siguiente cuadro realizado por Cáritas en su estudio titulado,

Llodio: Crisis y crecimiento de José Manuel López de Juan Abad y Ángel López de Torre,” Cáritas Diocesana

Vitoria, 1970.

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CENTROS PÁRVULOS GRUPOS PRIMARIA GRUPOS SECUNDARIA GRUPOS CARÁCTER

Grupo escolar La Granja 155 3 542 8

_ _mixto

Grupo escolar povisional(Estación) _ _ 122 4

_ _mixto

Grupo escolar provisional(Zumalakarregi) _ _ 138 4

_ _mixto

Grupo escolar Papa JuanXXIII 40 1 208 6

_ _mixto

Grupo escolar FabiánLegórburu (Areta) 39 1 221 6

_ _mixto

Grupo escolar San Ignacio deLoyola ( Parroquia Ugarte) 103 3

__ _

mixto

Grupo escolar Galmaka(Empresa Jez) 31 1 _ _

_ _mixto

Grupo Hospital San Roque 40 1 * * * mixto

Academia Estudio Juvenil(Aceros-Villosa) 52 2 292 9 56 2 mixto

Instituto 2ª Enseñanaza“Canciller Ayala” _ _ _ _ 488 14 mixto

Hnos. de las EscuelasCristianas. _ _ 242 4 200 4 chicos

Colegio La Milagrosa41 1 215 5 122 4 chicas

Academia San Roque_ _ _ _ 14 1

TOTALES 501 13 1980 46 880 25

Jardines de infancia

Cuadro 1.

*

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Imagen 278. Barracones donde se situó el Estudio Juvenil de Aceros.

Imagen 277. En el patio.