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Redacción, diseño de tapa e interiorLuciana Cámpora y Daniel Pedemonte

Tel: +54 9 223 5 047675 . Mar del Plata, [email protected]

Primera edición: Mayo del 2005Segunda edición: Julio del 2009

Manual del Buscador Espiritual

Índice

EpílogoMensaje a los Seres de la Tierra

Capítulo I: El Juego de la SeparaciónLo que SomosSomos DiosNuestro ComienzoLa Separación“Ser” y “ser”El Yo Soy La Polarización de las ExperienciasLa Experiencia del Bien y el MalLa Justicia DivinaEl Bien Mayor

Capítulo II: Somos EnergíaConceptos sobre Vibración y EnergíaLa Naturaleza de la EnergíaLa Anatomía Energética HumanaEl AlmaLos Tres Poderes del HombreEl Pensamiento - Cómo funciona el Poder del PensamientoEl SentimientoCómo actúa el Poder del SentimientoLa PalabraEl Poder sanador de la PalabraEl Futuro comienza Hoy mismoTransmutación

Capítulo III: La Elevación de la Conciencia¿Qué es la Conciencia?Los Niveles de la ConcienciaLa Evolución"Aprender" el Amor¿Cómo recordar nuestra naturaleza?¿Cómo llegar a ser “Dioses” en la Tierra?

Capítulo IV: La Vida en un CuerpoLa Experiencia en la Materia¿Por qué necesitamos un cuerpo físico?Nutrir al Ser en la MateriaEl Compromiso con la MateriaLa Experiencia de la MuerteTrascender el Cuerpo hacia el EspírituVolver al Cuerpo

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Capítulo V: EL Ego¿Por qué creamos el Ego?¿Cómo actúa el Ego?La percepción del EgoTrascender el EgoPautas para el trabajo con el Ego

Capítulo VI: Karma y Destino:El Karma - Cómo librarnos de los lazos del KarmaEl DestinoRelación entre Karma y DestinoEl Juego de las RelacionesPurificar los Lazos¿Qué es Crecer?El Karma del Esfuerzo

Capítulo VII: La Elevación PlanetariaEl Cambio necesarioAcerca de los Sistemas y Organizaciones humanosLos efectos del Cambio¿Qué puede ocurrir si los seres no se entregan al Cambio?¿Qué puede esperarse de la Humanidad?El ser que decide comprometerse con su crecimiento¿Por qué llegamos a negar el crecimiento?El Perdón¿Cómo perdonarse?Perdonar a la humanidadEl rol de los Guías en el Gran CambioLos Ángeles

A manera de Cierre y Reflexión Final

Apéndice I: Mensajes que guiaron la concreción de este libro

Apéndice II: Mensajes para CompartirTú decidesVive la Claridad del CieloLa FeLa TristezaSal de tu egoRecibes lo que te dasDesentiéndete de todo lo que no sea tu AmorLos DeseosLa MaestríaEl Mensajero

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Epílogo

Este libro cambió mi vida. Y por los comentarios que al día de hoy recibo de todas las personas que lo leyeron, sé que en su camino hubo de cambiar para mejor muchas más.Muchas personas afirman utilizarlo como libro de cabecera, para sus consultas diarias. Me han contado que este libro tiene reservado su propio lugar en la mesa de luz, ya que nunca llegan a guardarlo. Hay quienes dicen tener la sensación de que es un libro “mágico”, un libro que se escribe solo, para responder a sus cuestionamientos puntuales, en el que cada vez que lo leen encuentran cosas que antes no habían estado ahí, que parecen haber sido redactadas especialmente para ellos. Doy fe personalmente de esto, que aunque conozco de punta a punta su contenido… ¡siempre que lo reviso vuelvo a descubrir algo nuevo!

Desde que comencé a publicar modestamente su primera edición casera, muchas personas me agradecen el hecho de que lo haya escrito, lo cual no deja de resultarme insólito. Lo confieso: yo lo escribí para mí misma. Eran mis dudas las que necesitaban respuestas. Fueron mis propios obstáculos en mi búsqueda los que se diluyeron con las verdades que conforman este libro. Era mi prueba: yo quería ver si podía responderlas.Aunque durante el proceso de su creación hube de experimentar su poder arrasadoramente esclarecedor en mi propia vida, lo entregué al mundo con recelo. Me atemorizaba la idea de exponer conceptos que pueden parecer tan diferentes a lo que el consenso acostumbra a sostener, tan opuestos a lo que aprendimos de nuestra educación y “cultura”.Pero también me daba cuenta de que había un gran poder liberador en este libro. “Si toda la gente pudiera saber esto ¡qué distinto sería el mundo!” me oí suspirar. Y entonces surgió el deseo… y con él el coraje que necesitaba, y al final, lo solté, me animé… ¡y aquí está!La vida comenzó a responderme de un modo completamente inesperado. En lugar de crítica recibí aprobación. En lugar de ridiculizarme, la gente me apoyó. Y comenzaron a pedírmelo. La primera impresión, completamente artesanal, con tapas de cartulina, viajó desde Mar del Plata, lugar de su creación, a diversas ciudades de la República Argentina e incluso a otros países. Llegó a Chile, a México, a Colombia, a España… y lo que al principio creía que era una utopía acabó por transformarse en mi propósito de vida.

Ahora escribo todas las cosas que aparecen en este libro, y muchas más, porque aprendí que lo que es bueno para mí también lo es para el mundo; que las dificultades y los problemas de este mundo sólo cambiarán en la medida en que los seres humanos aprendamos a salir de la programación nefasta que nos mantiene en la mediocridad, a la Conciencia más libre, más real y más abierta, de que somos nuestro propio Dios: Somos Dioses en la Tierra.

Para cada uno de nosotros existe un potencial de realidad perfecta, pero para acceder a él hace falta que incorporemos un nuevo tipo de mentalidad, más amorosa, más positiva. Hace falta que rompamos con las pautas culturales admitidas durante generaciones como grandes verdades, pues ya vemos, nos han servido para muchas cosas, más no para ser felices.Nos han servido para crear una sociedad neurótica, un mundo en crisis, donde existe violencia y destrucción, y egos enaltecidos, y soledad, y hambre de amor y carencia. Este no es un mundo ideal… dista mucho de serlo. Pues es el mundo que hemos construido y perpetuamos al sostener la misma visión de la realidad. Es un mundo que comienza a cambiar ante nuestros ojos, y a partir de nuestros actos, cuando logramos transformar esa visión.

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Fue lo que me permitió este libro. Me enseñó a “ver” de manera distinta. Me enseñó que las “Verdades Espirituales” son las que nos permiten erguirnos íntegros y felices, ya no suplicantes y atemorizados. Que no hay más doctrina a seguir que la ser “nosotros mismos”, porque sólo siendo “nosotros”, así como somos, podemos sentirnos realizados y genuinos y descubrir lo bueno que tenemos debajo de esa gran capa de “deberíamos ser distintos”.

Me di cuenta de la importancia de dar trascendencia a este mensaje. Ya no era sólo un deseo mío, era una necesidad, una urgencia, una búsqueda. La búsqueda de todas las personas que despiertan una mañana y deciden salir de la limitación y ver qué es lo que hay más allá.Quise dirigirme a todas esas personas, y en el curso de esa idea fueron surgiendo las formas. Las modificaciones realizadas sobre la primera edición tuvieron el propósito de simplificar el lenguaje y amenizar el ritmo de la lectura, para que todos pudieran entenderlo y abordarlo con comodidad. También fui incorporando algunas reflexiones y nuevos conocimientos, que ayudaron a enriquecer el contenido, de por sí maravilloso, de esta obra.

A cuatro años del momento de su creación, caigo en cuenta de que fue un proceso necesario. Con él aprendí a crecer, a conocerme, a la vez que a comprender que tenía algo para dar, y a conectar con mi propósito de vida. Según el Calendario Sagrado Maya, un año “Tormenta” lo concibió en mi interior, y un nuevo año “Tormenta” lo transforma para que este poderoso mensaje de Amor pueda cumplir su verdadero cometido.

Hay un dicho popular que menciona que “los bebés vienen con un pan bajo el brazo”… yo creo que más que un pan, debimos haber traído un manual de instrucciones. A mi ver, este libro cumple esa función. Es el “manual” que todos debimos haber traído cuando nacimos, para entender nuestra naturaleza divina y la forma más saludable y feliz de interactuar con la vida.

Dioses en la Tierra reúne y aclara muchos de los conceptos con los que nos encontramos cuando nos iniciamos en la búsqueda espiritual, evitándonos los tan frecuentes malos entendidos que se traducen en confusión, dificultades y demoras en nuestro camino. Nos revela que somos seres de energía, lo que es nuestra Conciencia, como funciona nuestro ego, qué son el karma y el destino, y qué es la elevación planetaria de la que tanto se habla…Su propósito es que lleguemos a comprender que no somos creaciones azarosas de ningún ente superior ni separado de nosotros mismos, sino Seres Espirituales con poder de decisión y libre albedrío. Que estamos en este mundo porque nosotros quisimos venir, y que del mismo modo que creamos la vida que tenemos, podemos crear en este momento, la vida que queremos vivir. El mensaje de este libro es que los “Dioses en la Tierra” somos nosotros mismos.

Con agradecimiento profundo desde el corazón, les presento esta versión, re-editada y mejorada.

Luciana Cámpora

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Mensaje a los Seres de la Tierra

El Mensaje que necesitan es: AMOR. Los seres de la Tierra deben aprender a Amar, a Amarse a sí mismos y a dar Amor a sus congéneres. Deben aprender a ver el Bien en cada proceso de la vida. Deben volver a reconocerse a sí mismos como la Divinidad que son. Deben dar cabida al Bien y no al mal en cada uno de sus pensamientos, en cada instante de sus vidas, para que así todo lo que se proyecte lleve un ritmo de crecimiento y no de destrucción.

Los seres deben aprender a Amarse antes que a dar su Amor. Deben aprender que el Amor está adentro. Muchos se escabullen hoy en la obligación, en la responsabilidad para con los demás... en realidad es dependencia. Dependen del otro para olvidar que deben Amarse primero a sí mismos. Suelen desentenderse de ese error y no se permiten crecer al no hacerse responsables de su propio crecimiento.

Los Seres han venido a aprender y eso debe perdurar en sus Conciencias, aún cuando crean que actúan para dar a los demás, aún cuando enseñan a otros están aprendiendo. Cuando brindan asistencia a los demás están explorando sus propios procesos de crecimiento. Cada ser es un potencial Maestro. Todos deben aprender y enseñar con el ejemplo. Deben tener en cuenta que en el Espíritu sólo existe la Igualdad y ningún Alma es superior a otra, aún cuando atraviesen diferentes estadios evolutivos. Todas las Almas poseen el mismo potencial, la misma naturaleza y al final, todas llegarán a la misma meta, que es su Dios, su Hogar espiritual. Por eso se les recomienda no preocuparse, no sentir pena o temor por sus Hermanos, pues ellos son Seres que por sí mismos eligen su camino de crecimiento. Cada Ser debe hacer esa elección y sólo él puede dirigir sus tiempos. Nadie sabe qué nos puede revelar el camino de un hermano. Quien asiste a los demás será a su vez asistido, para que él mismo pueda aprender el justo respeto a los procesos ajenos y desde sus propios pasos, pueda continuar evolucionando.

Los seres de la Tierra deben dejar de lado el juicio. Deben dejar de condenarse por los errores del pasado. Deben dejar de generar el mal en sus campos de energía. Deben aprender a “SER” y no a “aparentar”. Deben Amarse y respetar al Verdadero Ser que habita dentro de sí mismos. Desde allí tendrán todo el Poder de actuar, toda la Luz, toda la Fe, toda la Verdad y el Conocimiento real de lo que les brinda cada experiencia.

Los seres tienen que aprender a confiar. Cuando confíen en su propio Poder, sólo obtendrán lo Bueno. La desconfianza aleja al ser de su Verdad y lo confina a la soledad y a la carencia. Donde hay carencia hay falta de Fe, de confianza en que el Universo provee de todo lo Bueno. Y así es.

A quienes hoy están en la Tierra estamos dirigiendo éste Mensaje de Amor:Sólo será lo que ustedes quieran, sólo lo que permitan, sólo lo que decidan desde el centro de su corazón. El Amor que se brinden a sí mismos será bendición y recompensa. El Amor que den a los demás será el fruto de la propia entrega. En el Amor serán Libres. Abran la puerta al Amor.El Amor es para todo el mundo, porque de él estamos hechos. No existe Ser que no lo merezca, eso es una ilusión. El Amor es nuestra naturaleza.

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El juego de la separación

CAPITULO I

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CAPITULO I El juego de la Separación

Lo que Somos

Como humanos, somos seres abstractos, seres de energía, de Amor, aunque al nacer en un cuerpo físico hayamos perdido la noción de lo que eso significa. Nos acostumbramos a habitar en este mundo físico, en este cuerpo, a interactuar con las tres dimensiones que forman el espacio, y con una cuarta: la del tiempo, pero no es sólo eso lo que somos. Si nuestra existencia pudiera reducirse a esa definición, seríamos una especie de “nave” biológica continuándose a través de la dimensión temporal. Pero somos mucho más: podemos sentir, podemos pensar, podemos actuar, poseemos memoria, poseemos inteligencia, podemos influenciar sobre la materia. Tenemos todo eso mientras estamos “vivos”. Luego, nuestra experiencia nos ha demostrado que en algún momento, esa “vida” nos abandona, deja el cuerpo. ¿O sería más apropiado decir, que “nosotros” dejamos a la vida física?

Si fuera la “vida” la que saliera de nosotros, la Conciencia de ser “nosotros” moriría junto con el cuerpo. Ese cuerpo que queda inerte y comienza a deteriorarse, para fundirse con la Tierra y descomponerse en sus elementos básicos… ¿es todo lo que somos?¿O somos en cambio, lo que se va del cuerpo, esa esencia abstracta, espiritual, que sale de viaje?Las personas que han atravesado experiencias de muerte han encontrado su respuesta a esta pregunta, de un modo en el cual ya no albergan más dudas. Ellas narran gran variedad de experiencias, todas diferentes. Algunos afirman haber visto “un túnel”, otros, una gran y maravillosa luz, otros sólo pueden recordar la sensación de un inmenso Amor envolviéndolos. Hay quienes ven pasar diferentes etapas de su vida, algunos encuentran a Jesús, a la Virgen u otros Maestros de su devoción, algunos dicen haber estado en el “Cielo”, otros describen el “Infierno”… pero todos coinciden en un punto: Ninguno de ellos tuvo esas experiencias desde el cuerpo. Incluso hay quienes pudieron verse sobrevolando su propio cuerpo, observándolo “debajo”, completamente quieto. ¡Pero “ellos” continuaban vivos, y se estaban “moviendo”! Continuaban sintiendo y pensando, experimentando, como si estuvieran con “vida”. En realidad, ninguno de estos seres puede decir que sintió alguna vez, que estuvo “muerto”.

Esto prueba que la “vida” no es algo que nos pasa y se nos va, sino que nosotros somos la Vida. No somos el cuerpo, somos esa esencia que sale del cuerpo al momento de desencarnar. “Desencarnar” quiere decir, dejar el envoltorio de “carne”, salir del organismo de biología.

Si somos la Vida, no podemos morir. Si somos “la Vida”, somos una constante abstracta que está en todo lo que existe, somos eternos. Ser eternos significa que siempre existimos, y siempre existiremos. Si somos la Vida, y somos “eternos”, es decir, que nunca tuvimos un punto de inicio, ni tendremos un final; nuestra existencia no pudo haberse originado con nuestro nacimiento, ni siquiera en el encuentro biológico entre el espermatozoide y el óvulo. Por lo tanto, nuestros padres no son nuestros Creadores, ellos sólo crearon nuestro cuerpo. Nos proveyeron del traje, el envase que necesitábamos para poder realizar este viaje temporal por la materia, pero no crearon nuestra alma, no nos dieron la “vida”. La “vida” nos la dimos nosotros, porque antes de ingresar a un cuerpo ya estábamos “vivos”. Éramos capaces de sentir, de pensar, de vivir, de experimentar y de recordar. Si alguna vez

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realizamos una sesión de hipnosis regresiva habremos descubierto que nuestra memoria se transporta mucho más allá de lo que concientemente podemos recordar. Vemos una línea perpetua de “vida” y de recuerdos ininterrumpidos que atraviesan diferentes realidades, diferentes dimensiones, y continúan percibiendo. Vemos que siempre fuimos los mismos, la misma Conciencia, entrando y saliendo de la Tierra como quien entra y sale de una habitación, ocupando distintos cuerpos en diferentes momentos, naciendo, y viviendo, y muriendo una y otra vez a la experiencia física, y existiendo además en otra realidad durante los períodos intermedios entre la “muerte” y una posterior reencarnación.

La gran pregunta entonces es: ¿De dónde surge nuestra Vida?Las religiones humanas sintetizaron la respuesta con un nombre: en occidente solemos llamarlo Dios. Y cuando preguntamos ¿qué es Dios? Nos dicen: Dios es la Vida. Dios es Amor.Aquí nos toca abrir un nuevo signo de interrogación: ¿Qué tiene que ver el Amor con la Vida? Tienen que ver porque el Amor y la Vida, son partes de lo mismo. El Amor no es únicamente la emoción que sentimos por un ser querido. El Amor es una vibración, una fuerza universal, la única fuerza generadora de Vida, la sustancia que crea, que construye. Para que algo exista tiene que estar hecho de Amor. Y todo lo que está hecho de Amor posee Vida.

Es decir…Estamos vivos porque somos la Vida, y tenemos la Vida porque nos la dio Dios. Bien, sencillo y fácil de comprender, aunque no de interpretar correctamente. Fácil es llegar a creer que una presencia externa, magnánima y todopoderosa vino y nos dio algo: hizo que estemos vivos. Esto es lo que la mayoría de nosotros alcanzamos a vislumbrar como Verdad espiritual. Pero resulta que Dios no es un Ser, no es una persona, un ente o una cosa con personalidad: “Dios es Amor”.¿Cómo pudo el Amor venir y darnos la Vida?¿Cómo pudo “algo” darnos la vida si siempre estuvimos vivos?Son demasiados los interrogantes que quedan en suspenso. Intentaremos develarlos, aunque parezca un juego, un desafío para nuestra razón. Es sencillo admitir que alguien venga y nos de algo. Nuestra percepción demanda que debe existir un comienzo. Podemos imaginar que haya cosas que existan “para siempre” (aunque con un cierto esfuerzo), sin embargo no nos es posible concebir la inexistencia de un punto de inicio. “Estamos vivos porque somos la Vida, y tenemos la Vida porque nos la dio Dios, que es la Vida”. Suena lógico, aunque no del todo comprensible. Probemos de nuevo: “Estamos vivos porque somos la Vida, y tenemos la Vida porque somos Amor”. Nos acercamos un poco.

Siempre fuimos Amor y por eso, siempre tuvimos Vida. El Amor es la sustancia que construye, la fuente de la cual proviene todo lo que existe, la esencia de toda la Creación. ¿De dónde surgió el Amor? El Amor se creó a sí mismo, si de ese modo puede decirse. El Amor no necesitó que alguien le diera vida, porque él mismo estaba vivo. A diferencia de lo que solemos concebir, el Amor no es un sentimiento, o un pensamiento: es una Esencia, una Vibración. Es la frecuencia en la que vibra todo el Universo, está en todas partes, aún en lo que llamamos “vacío”. Está en las cosas que vemos, en el espacio interior de esas cosas, en la materia que conforma las cosas… y en el espacio externo, alrededor de las cosas. Todo aparece unido por esta sustancia abstracta, por esta vibración. El Amor compone nuestra propia esencia, la que llamamos Espíritu, y también nuestro cuerpo. En consecuencia: somos seres espirituales, seres de Amor. Nadie tuvo que darnos la vida, porque el Amor se construye a sí mismo: Nosotros mismos nos la dimos.

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Somos Dios

Si Dios es Amor, si Dios es la Vida, si el Amor es la sustancia que lo compone todo y nosotros mismos estamos hechos de Amor y estamos Vivos… ¡Somos Dios!Esta visión da un vuelco completo a nuestras más arraigadas creencias. Nos creamos a nosotros mismos, y no podemos morir, porque somos la Vida. Desde el Amor que es nuestra Esencia, nuestro espíritu, estamos generando Vida a cada instante, cada día. Aunque decidamos desencarnar, continuaremos vivos. Lo que hoy conocemos de nosotros mismos, nuestro cuerpo, nuestra personalidad, nuestras limitaciones, la forma en que nos describimos, es lo que no somos. Nuestra vida física y todo lo que entra en ella, es apenas una apariencia, una ilusión, un juego momentáneo ideado por el Ser abstracto, el Ser de Amor que somos. Y todo lo demás, lo que ignoramos, lo que no podemos percibir estando dentro de un cuerpo, lo que desconocemos, es lo que somos.

No somos seres de biología, aunque sí la poseemos, pero sólo como una experiencia momentánea.Nuestro origen es espiritual, somos seres de Amor, de vibración, y aún mientras ocupamos un cuerpo aquí en la Tierra, continuamos manteniendo nuestra naturaleza. En un plano diferente al de la vida física, nuestra Esencia conserva su forma original. Es un espíritu, perfecto, pleno y puro, que no siente dolor ni atraviesa contratiempos, que es completamente Libre, al que nadie juzga, al que nunca se le impondrá conocer ni un Cielo ni un Infierno, pues es el Creador de su propia realidad. Nuestra Esencia es un espíritu compuesto de Amor, que expresa ese mismo Amor en cada cosa que hace; y nos Ama, pues somos la presencia de ese Amor hecho Materia. Con el Poder de ese Amor construimos nuestro cuerpo, como la herramienta que necesitábamos para realizar nuestra labor terrena, porque no vinimos aquí simplemente a pasar el tiempo. Decidimos encarnar con una razón, una razón que es exclusiva y especial para cada uno, una razón que es el propósito del Ser Superior que somos, y que acostumbramos denominar: “contrato espiritual”, Misión Divina, o Propósito de Vida.

No estamos en este mundo por azar, somos Dios y como tal, para todo lo que nos ha ocurrido tuvimos siempre un Plan, un Plan basado en el Amor. Nada nos fue “dado”, nosotros mismos lo creamos. Y no existió maldad en esa creación, sólo un propósito mayor, sólo Amor. Pero será difícil que lleguemos a comprender esto desde nuestra lógica humana, acostumbrada a creer solamente en lo que puede “ver” y comprobar. Para percibir algo más de lo que pueden captar nuestros sentidos físicos, hace falta comenzar a confiar en lo incierto, lo intuitivo. Nuestro Saber Interior desafía los marcos de toda nuestra racionalidad.Formarnos una idea básica del funcionamiento del Universo desde nuestra percepción terrena, implica un serio compromiso interno, porque este no se condice con las estructuras adquiridas de la mente, ni lo que hoy conocemos como nuestra “conciencia”. Como seres humanos poseemos ciertos “velos” que cubren y protegen nuestra memoria, impidiendo comprender asuntos que estén más allá de nuestra existencia tridimensional. Como todo, estos velos no nos fueron impuestos sin propósito alguno, sino que formaron parte de nuestro Plan al encarnar. Desde nuestra Conciencia Superior, nosotros estuvimos de acuerdo en que no debíamos distraernos. Tendríamos que aprender dentro de las limitaciones de la vida en la materia y esto no nos sería posible mientras continuásemos percibiendo la enorme potencialidad de nuestra verdadera esencia. Incluso la formidable actividad energética que se desarrolla en el planeta y que hace funcionar el orden de la Vida, ocurre detrás de ese “velo”, invisible a nuestros ojos y sentidos físicos, puesto que el poder de apreciar estas cosas nos distraería de nuestros verdaderos objetivos. Vinimos a este mundo a aprender de la vida, a manipular la materia, a sentirnos separados de los demás… a crear un

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escenario con el cual experimentar. Desde el Amor mayor que mora dentro de nosotros como inmensos seres de la Creación, fue lo que elegimos.

Pero… ¿Cómo llegamos a ser lo que somos hoy? ¿Cómo fue que elegimos formar parte de un mundo físico?

Nuestro Comienzo

En un principio, éramos espíritu, y solamente eso. No existía este mundo que habitamos, ni teníamos un cuerpo, pero sí teníamos vida y teníamos Poder, teníamos una mente y la capacidad de pensar, de proyectar, de crear y de Amar. A eso se le llama tener Conciencia. Éramos una Conciencia inteligente, conciente de su existencia, conciente de su capacidad de accionar. Vivíamos en Toda la Creación, pues éramos la Creación. Éramos Amor, sin definición, sin espacio ni tiempo. Una Fuente de Amor constante y de Conciencia, unida al Todo, existiendo permanentemente en todo.

El Amor era aceptación, recepción, quietud y Poder Creador. La Conciencia era impulso vital, inteligencia, expansión y energía. Ambos coexistían juntos generando Vida. La Vida surgida de la interacción de la Conciencia con el Amor, vibraba con su propio impulso, animando a la Conciencia a idear, y al Amor a Crear. Pero en su estado original la Fuente no podía experimentarse a sí misma, simplemente por serlo Todo, sin principio, sin final, un inmenso Amor Creador imposible de ser demarcado o medido, una Conciencia abarcadora de Todo.La Fuente siguió a su impulso natural y decidió dividirse para multiplicar su Poder, diferenciándose en distintos niveles, distintas dimensiones, distintas formas que la Gran Conciencia adquirió al desprenderse en muchas porciones. Se produjo lo que denominamos “individualización”. Cada una de las partes mantuvo las mismas características esenciales de su Fuente de origen, el mismo Amor, la misma Conciencia, y una completa interrelación basada en esa “memoria” compartida. Esto fue un juego, como lo es todo en el plano del Amor, el juego de la Creación, el juego de la Vida, eso que en sánscrito denominamos “Lila”.La Conciencia original, quedó así dividida en miles de chispas de su purísima energía, generando Vida, Amor y experiencias por sí mismas; regocijándose de su inmenso Poder de crear diversidad, y obedeciendo siempre al impulso inicial de crecer y expandirse. La Conciencia original no dejó de existir, sino que vive, se nutre, se compone y continúa expandiéndose en la experiencia de cada Esencia individual.

La Separación

El Amor que compone nuestra Conciencia individual nos brindó el impulso de necesitar crecer y para ello, decidimos abandonar el éxtasis perpetuo de la realidad espiritual para experimentarnos en un nuevo aspecto: quisimos sentirnos “separados”, y en ello radicó nuestro experimento. Creamos el Universo de materia, y con él a la Tierra. Y así encarnamos por primera vez en este planeta, desprovistos de memoria y del contacto conciente y estrecho con nuestra Esencia. Siendo seres eternos y perfectos, tuvimos que olvidar que ya lo éramos para llevar a cabo un juego y aprender de él. Planificamos un proceso para volver a “conectarnos” con la realidad espiritual, pero para eso,

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teníamos que sabernos, sentirnos, SER seres “separados”; experimentar el Amor de otras maneras, a través de la interacción con otros seres que hubieran elegido pasar por la misma experiencia y que serían a partir de entonces, nuestros compañeros de camino. Seres humanos, seres animales, vegetales, minerales y otros tantos que nos acompañan en silencio, invisibles a nuestra capacidad física de verlos, cumpliendo funciones que hacen posible la vida… Todos hermanos, todos parte de la misma Fuente, todos el mismo Ser.Vinimos a aprender a recordar esto a través de un largo camino de reconocimiento que nos permite crecer, admitir nuestra verdadera fuerza en el Espíritu más que en la mente o la materia, y conectarnos con el Amor real de nuestro Ser, el Amor sin condición, el Amor mayor que nos mostrará entonces el final de la experiencia en la Tierra.

“Ser” y “ser”

De la Conciencia Original, o Fuente se desprendieron chispas que dieron lugar a Esencias individuales portadoras de su mismo Poder. Algunas de estas “chispas” eligieron tomar parte en una experiencia especial, formaron la materia y unos trajes “tridimensionales” con los cuales revestirse para poder interactuar con ella. Y así nacimos nosotros, los seres humanos. Por primera vez, quedamos verdaderamente “divididos”, separados de todas las demás Conciencias, con nuestra inmensa percepción restringida. Ingresamos en la dualidad. Por un lado, el Ser pleno, de absoluto Poder y Amor, que conoce Todo, que gobierna el más elevado propósito de nuestra experiencia. Por el otro, la presencia tridimensional, envuelta en un cuerpo de biología, intentando decodificar el mundo que la rodea desde cinco sentidos incapaces de captar otra realidad que la del mundo material.

Quedamos fragmentados en un “Ser” (con mayúsculas), y un “ser” (con minúsculas). La utilización de mayúsculas y minúsculas no hace referencia al grado de “importancia” del concepto. El “Ser” no es mayor al “ser”, sino simplemente, un nivel de expresión diferente. Ambas expresiones de la Vida son partes del mismo Amor, del mismo principio, por lo que no sería apropiado atribuirle vocablos distintos. Sin embargo, para facilitar la comprensión de lo que para nuestra mente son dos conceptos muy distantes entre sí, he optado por distinguirlos de esta forma y ayudar a hacer reconocible el sentido dado en cada caso a la expresión.

El “Ser” con mayúsculas es como se denomina a la Esencia surgida de la Conciencia original y el Amor, la Presencia Superior en el humano; mientras que el “ser” con minúsculas hace referencia la persona, conjunto de cuerpo, mente y emoción situada en un marco de tiempo y espacio, en el plano tridimensional.

El “Ser” habita la dimensión más elevada de expresión individual, es una chispa individualizada de la Gran Fuente, es la Esencia, el “Yo Soy”, un Dios de Poder Ilimitado y Vida Eterna, la Suprema Conciencia. El “Ser” nunca muere, nunca pierde poder, es Perfecto en sí mismo, es Amor, es sustancia primordial, es el nivel más elevado en los estratos de vibración.El “ser” en la Tierra es la manifestación física, una expresión parcial del Verdadero Ser Supremo. Él ha elegido ésta experiencia para crecer, ha pedido encarnar para conocer la limitación, el contraste y la diversidad. Ha venido a la Tierra luego de muchas muertes, entrando en otras vidas para probar otras experiencias. Así el “ser” va evolucionando, y el “Ser” alcanza más y más conocimiento de sí mismo. El Autoconocimiento es un impulso constante en la naturaleza. El “ser” terreno que se busca a sí mismo está evolucionando hacia su máximo contacto con el Ser Superior.

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El “Yo Soy”

Todos somos parte de una misma Creación, conformados de la misma energía, sin embargo, cada ser posee sus propias características, su individualidad, su Conciencia particular. Digamos que el Ser, esa enorme Fuente de energía, debió fragmentarse para dar origen a infinidad de porciones suyas, originando la individualidad.De esa división surgió la Conciencia del “Yo”, y así pudimos percibirnos como entes separados de la Totalidad, aunque compuestos de lo mismo. A través del proceso de “individualización”, formamos parte del todo, a la vez que estamos aislados. Divorciados de la fuente original, aunque aún ligados a ella, compartiendo su misma naturaleza. Poseemos todo su Poder y sus Facultades, y contamos con un atributo más: Una Conciencia exclusiva.

Como seres individuales, nuestra Conciencia ya no es la Conciencia grupal del “todo”, sino una única que nos sirve de herramienta para la creación de caminos diferentes de crecimiento. El Universo así ha concebido la noción de evolución, de poder ser en muchos lugares, muchas experiencias simultáneas que le enriquecen. Gracias a este proceso pudimos generar la experiencia en la Tierra. Las Conciencias individuales adoptamos caminos y roles distintos. El paso siguiente fue la “separación” del ser humano encarnado de su Esencia individualizada. Una vez sobre la tierra, fuimos concientes de que “éramos” y “hacíamos”. Nos topamos con las realidades de la vida y la muerte, los finales y los principios. “Yo Soy” significó “yo Vivo”, soy vida. Como la Vida proviene de la fuente superior, el concepto “Yo Soy” se atribuyó a esa Fuente, a esa Conciencia individual que anima a cada ser humano, que le permite sentir y pensar, y saber “qué está siendo”, que está viviendo, que está experimentando.

“Yo Soy” es el nombre que se le otorgó a la parte de ese inmenso Poder Creador de vida que mora en cada uno de nosotros. A través de los siglos, místicos y alquimistas han utilizado estas palabras como una poderosa invocación. “Yo Soy” condensa el Poder de la más alta Verdad del Ser humano: es la Energía Creadora individualizada para experimentarse en múltiples y simultáneas facetas, el Gran Poder que existe en cada aspecto individual de la Fuente y que conforma la Esencia más profunda de cada ser.“Yo Soy” indica acción: YO estoy siendo ahora, en éste preciso instante, Uno con Dios, el mismo Ser. “Yo Soy” significa “yo humano – yo espíritu” funcionando en Unidad Completa. Es el reconocimiento de la Divinidad del yo individual como vehículo a través del cual se expresa el Espíritu. El Universo entero responde a esta Verdad y se reconoce en la misma. Es el conocimiento absoluto expresando la voluntad de un Dios, un Ser Creador. Es por ello que las palabras “Yo Soy” son una fórmula natural de Poder. Recordémoslo cada vez que las pronunciemos, porque estaremos emitiendo una orden que demandará cumplimiento, estaremos pidiendo que suceda aquello con lo que continuemos la frase “Yo Soy…”

La Polarización de las Experiencias : La Negación del Amor

La negación del Amor surgió en el ser humano cuando dejamos de ser inocentes; es decir, cuando olvidamos que éramos Seres Eternos y Perfectos y generamos una estructura, una máscara con la cual mostrarnos al mundo. Cuando creamos esto (que llamamos “ego”) nos desconectamos, pues creímos apropiado llegar a los demás y buscar afuera lo que no

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encontrábamos dentro de nosotros mismos a causa de la percepción de estar separados de nuestra Fuente de Amor. Nunca estuvimos verdaderamente “separados”, sino que dejamos de percibirnos como seres espirituales, unidos al todo. Nuestro cuerpo de carne ponía límites, aislándonos de todo lo demás, permitiendo que sólo registráramos los datos provenientes de unos sentidos especialmente diseñados para interactuar en un mundo tridimensional. Las demás dimensiones de nuestro Ser nos resultaron de este modo, incomprensibles y difíciles de ser abordadas.

No creamos el Ego voluntariamente, sino que fue parte de un experimento. Para ese entonces, habíamos vivido innumerables encarnaciones y aún deseábamos continuar explorando. Nuestro propósito siempre fue el de conocernos a nosotros mismos más y más en profundidad, sólo que acabamos olvidándolo. Olvidamos porque debimos experimentar de esa manera. Debíamos saber que podíamos obviar nuestra naturaleza y aún así continuar creciendo. Sólo que llegamos a un punto en el que ya no admitimos crecimiento alguno. Vivimos, morimos, y luego volvemos a vivir de la misma manera. Ha llegado el tiempo del cambio. Es hora de regresar, de levantar el escenario montado en la ilusión del ego, la ilusión que nos aleja de nuestra realidad como seres espirituales plenos de Amor y Sabiduría, ya que este no nos está permitiendo ir más allá, hacia nuevos descubrimientos.Olvidamos nuestra Fuente y esto era parte del Plan, pero olvidamos también nuestro propósito y ahora sólo nos dejamos llevar por los caminos anteriormente recorridos, sin suscitar cambios. Parte del proyecto también era aprender a retornar a la Armonía de la Fuente aún desde la visión limitada de la Tierra. Es lo que hicieron todos los Grandes Maestros en la historia de la humanidad. Es lo que muchos Seres todavía esperan. Es a lo que debemos apuntar: a ascender como Maestros recibidos de la Tierra.

La experiencia del Bien y el Mal

El Bien es lo único que existe. El “mal”, no lo es en realidad. Lo que percibimos como “malo” o “negativo” es una proyección de nuestras mentes terrestres condicionadas para poder captar, generar, definir, cierta cualidad vibratoria de la energía; puesto que lo que registramos como “mal” no es sino un fenómeno terrestre, surgido de la separación del Amor de la Fuente. Al separar nuestra conciencia del Amor mediante la creación del ego, creamos además la existencia de las vibraciones que llamamos “mal”. El “mal” es energía vibrando en el polo negativo, energía cualificada con pensamientos densos, toscos, faltos de Amor. Es el Amor la energía de mayor frecuencia, la más elevada y sublime. Cuando el Amor se niega, ésta energía se coarta, se obstruye, deja de ingresar y de barrer con su potencia cualquier vibración menor. Por lo tanto, la energía del “mal” no es sino, aquello que obstaculiza el libre flujo del Amor.

El Amor está en todo lo que Es. Cada Ser e incluso cada uno de sus pensamientos es Amor. Sin embargo, cuando éstos pensamientos vibran en una frecuencia baja, negando la existencia del Ser que los creó, dudando de su Poder, de su Amor, desconfiando, temiendo o creyendo que las circunstancias se generan desde afuera, que un “Dios” u otros seres tienen dominio sobre la propia experiencia, el propio destino... entonces, esos pensamientos se tornan una especie de “represa” que contiene el inmenso torrente de Amor que viene del Cosmos y no lo deja fluir libremente. Cuando esto sucede, comenzamos a vivir el desequilibrio y la desarmonía, porque es ese Amor todo lo que jamás podamos pedir, pero nosotros estamos dudando de que exista.

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El miedo y la duda son las mayores expresiones de la energía del “mal”, origen de todo tipo de problemas y de la discordia entre los seres de la Tierra.Nosotros mismos lo podemos observar: ¿Por qué nos matamos unos a otros? ¿Por qué las guerras? ¿Por qué potencias políticas, seres que aparentan mayor Poder? ¿Por qué economías tan dispares; por qué los excesos de unos y las carencias de otros? ¿Por qué?Porque el humano, al olvidar su Amor se negó a sí mismo. Negó la existencia de Dios y con él toda la Perfección. Proyectó esa imagen idealizada, plena de Amor y de Poder verdaderos en un Ser lejano, capaz de imponerle castigos, un Ser que lo juzgaría y lo condenaría al verlo “indigno”... Porque el humano se sintió “indigno” del Amor al no reconocerlo dentro de sí mismo. Entonces generó el temor. Tuvo miedo de no poder subsistir, se sintió vulnerable, débil, poca cosa. Al no reconocer la Presencia de un Dios en sí, tampoco pudo hacerlo en los demás; dejó de participar en la Vida como parte de un Todo, se creyó solo y mortal, confinado a una simple existencia con un principio y un final, el principio y el final de la materia. Falto de su Mayor Verdad, olvidó sus objetivos. Faltó a su Amor y comenzó a odiar; faltó a su Perfección y comenzó a luchar; faltó a su Poder y comenzó a imponer; faltó a su Abundancia y debió sacrificarse para sobrevivir; faltó a su Alegría y comenzó a enfermar; faltó a su entrega en el aprendizaje, y debió morir una y otra vez, para volver a encarnar.

Ésta fue y continúa siendo la historia del hombre sobre la Tierra, la historia del hombre “dormido”, el hombre confinado a la materia, incapaz de evolucionar.A lo largo de esta historia, muchos hombres y mujeres “despertaron” del caótico ensueño. Son ellos nuestros Grandes Maestros, los Sabios, Filósofos, Sacerdotes, Pensadores, Místicos, Santos, Monjes de otras épocas, en las que la Sabiduría estaba al alcance de unos pocos.Hoy vivimos un tiempo de gran ventaja evolutiva. Llegamos hasta aquí gracias a un extenso camino de preparación recorrido a través de una larga secuencia de vidas. Ya no necesitamos de las rudas iniciaciones de antaño, las que se practicaban en las Antiguas Escuelas de Misterios o en los Templos del Oriente, cuando el conocimiento era restringido y oculto, reservado para unos pocos elegidos, revestido de oscurantismo y de temor por parte de aquellos que no se encontraban en condición de compartirlo.Hoy, todos estamos siendo llamados. El Bien nos elige a todos por igual. El Eterno Conocimiento está revelándose abiertamente, la Gran Sabiduría está siendo derramada sobre la Tierra. Vinimos en éste tiempo para completar nuestro camino, estamos listos, estamos preparados, cada uno de nosotros es un Elegido para convertirse en un Gran Maestro de la vida... La que nos está esperando allí afuera es nuestra Maestría, la capacidad de ser felices, de crear nuestra mayor felicidad, de tener a disposición todo lo que deseamos de la vida… Más de nosotros depende la elección final.

La justicia Divina

Más allá de su nivel evolutivo, todos los Seres pueden escoger entre el plano del Bien y el plano del mal. Quien haya habitado un cuerpo humano en la Tierra ha tenido ambas experiencias en sus vidas y es capaz de diferenciarlas, aunque la sutileza de esa diferenciación se corresponda con el nivel al que haya ascendido su Conciencia. Todos estamos aptos. Todos podemos discernir y elegir. El asunto es sencillo: quien elige el Mal se estanca, quien elige el Bien evoluciona. Quien decide respetarse a sí mismo y a los demás está eligiendo el Amor de su Ser y encontrará todas las soluciones y todas las respuestas. Quien se mantenga aferrado a los sentimientos y pensamientos de desvalorización, inferioridad, carencia y la visión de que ha venido a padecer y a sufrir a causa de sus diferencias, continuará anclado en el mismo lugar,

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avanzando de a muy poco, hasta que el último de sus pensamientos de temor y de ira se desvanezcan, en la comprensión del Amor.

Como podemos ver, de nada nos sirve negar el crecimiento. Tarde o temprano nos vemos ante la necesidad de soltar la limitación y atrevernos a desafiar todas esas pautas que existen en nuestra mente, pautas a las que llegamos como un requisito para llevar adelante este aprendizaje, pautas de manipulación con que otros creyeron escapar de su propio crecimiento en el Amor.Por lo que hayan hecho ellos, no debemos preocuparnos. Imponer “justicia” no es algo que nos competa a nosotros. La justicia no corresponde al humano en su conciencia inferior, la Justicia verdadera es Divina. Y la Divina Voluntad del Ser es aprender el Amor, por lo tanto, aquel que en su ignorancia y su desconexión haya faltado a su propio aprendizaje, a nadie habrá dañado más que a sí mismo. Aquel que haya matado, hurtado, robado, violado, engañado o privado de su libertad a otro, habrá otorgado al otro la posibilidad de “medir” el mal que está aceptando en sí, pero no queda exento del mal que se infringe a sí mismo. Con el tiempo deberá volver a pagar el daño que ha cometido, deberá venir y entonces pasará por circunstancias muy duras para que pueda reconocer su vulnerabilidad ante el Poder de “Dios”, de su Ser Superior. El siguiente paso será entender que ese “Dios” habita dentro de sí mismo, pero no a través de su ego, sino cuando se “cuida” de él. Cuando no deja que su ego manipule sus actos y su mente, cuando decide escuchar la voz que susurra en su Corazón y seguir sus mandatos más profundos, cuando se centra en su silencio interior y permite que aflore el Verdadero Ser que él es. Nadie que esté centrado en su Verdadero Ser puede ser dañino, puesto que se ve a sí mismo reflejado en todo, en cada ser. El mal simplemente, no existe en ese nivel.

Por eso, intentar imponer “justicia” no es más que perpetuar las conductas de negación del Ser Superior en cada uno y la Justicia Divina. Nunca ocurre un error en esto, el Universo es Perfecto. Todos vinimos a aprender y todos nos equivocamos más de una vez; todos hemos sufrido y todos merecemos el mismo Amor. Todos somos inmensamente amados, atendidos, escuchados y perdonados. Todos podemos elegir el Bien y estar Agradecidos, porque en éste mismo momento tenemos lo necesario para liberar el mal que haya en nuestras vidas, en nuestra emoción, en nuestra mente, en nuestros campos de energía, en nuestro cuerpo físico, en nuestras células. Si llegamos hasta aquí es porque merecemos Sanar y aquello que deseemos con convencimiento, desde la Verdad del Corazón, lo conseguiremos.

AHORA es nuestro momento de Poder, no ayer, ni mañana: HOY. Aquí en este instante y en ésta precisa circunstancia: “Yo Soy”. Todo el Poder del Cosmos se concentra en cada uno de nosotros abriéndonos la puerta hacia el Bien Mayor. De nosotros depende dar el siguiente paso, comprometernos a dejar todo aquello que nos ocasiona algún daño, esas costumbres, rutinas, conductas, adicciones, sacrificios, maltratos que solemos infringirnos. Todos sabemos qué nos hace falta, nadie mejor que nosotros para decidir eso. Y debemos tener en cuenta que aquello que le hacemos “a otros”, estamos en realidad, haciéndonoslo a nosotros mismos. Si nos damos Amor, entonces podremos Amar, en lugar de juzgar, criticar, censurar, traicionar, controlar, engañar, manipular. Si no nos respetamos como Seres divinos, entonces estaremos eligiendo el mal, perpetuando el juego de la polaridad, estancados en un mismo momento evolutivo, generando karma por la negación de nuestro crecimiento y nuestro Amor, y retrasando todo lo bueno que está dispuesto a llegar a nosotros AHORA MISMO!

El Bien Mayor

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El Bien Mayor es la Armonía del Universo, en la que cada Ser tiene su lugar, en absoluto respeto hacia el lugar ajeno. Porque cada Esencia individual de la Gran Fuente posee un aspecto particular de manifestación, un Don Divino, un potencial desde el cual brindar su Servicio, y aunque otros Seres compartan su Tarea, nunca podrán igualar lo creado por una energía distinta a la de su Esencia. La vibración de esa Esencia atraerá hacia sí lo que resuene en armonía consigo misma, por lo tanto será el Bien Mayor del Universo para todos los Seres de la Creación.

El Universo es Sabio, ningún Ser puede ocupar el lugar ajeno, por eso es que nos cuesta tanto “imitar” los talentos de otros, o realizar determinadas tareas que no vibran con el mandato de nuestra Esencia. Por eso es que nos genera tanto sufrimiento la creación de esas “apariencias” tras las que ocultamos a nuestro Verdadero Ser para adaptarnos a lo que creemos que la sociedad indica que debemos hacer. Esas “apariencias” a menudo se llevan nuestra Alegría, nuestra Bondad y el Amor con el que debemos realizar cada cosa, porque actuando bajo regímenes ajenos no estamos en el plano del Mayor Bien, sino en el nivel del ego. Jamás atraeremos felicidad actuando de esta manera, porque al imponernos hacer lo que rechazamos estamos negando la posibilidad de que exista lo Mejor para nuestra vida. Nos acostumbramos tanto al mal que ahora tendemos a conformarnos con poco, no nos atrevemos a soñar o a pedir lo que nos corresponde, porque creemos que nos será negado. Lo cierto es que únicamente nosotros tenemos ese Poder: el de negarnos algo.

Reflexiona al respecto, siente en tu interior si es que verdaderamente estás abierto a recibir Mayor Bien del que esperas, si de verdad te crees capaz de gozar de tu vida explorando al máximo tus capacidades personales. Sabe que tienes algo que es Único, que nadie puede igualar. Traes tu estilo, tu forma, tu frecuencia de vibración. Eso que te está atrayendo, eso que te está llamando... ese es tu justo lugar, tu justa misión. No te sientas mal si no encuentras afinidad con lo estipulado, si no puedes elegir una carrera, un oficio, una profesión, si te cuesta encajar en las estructuras de lo que los demás pretenden de tí (o de lo que tú crees que los demás esperan)... Has venido a plantear el Gran Cambio. No debes buscar tu lugar afuera. Dentro de ti mismo ya está tomando forma tu Única Tarea.

Eso que nos hace sentir dichosos, es para lo que debemos crecer, superarnos y aceptar nuestro valor, creer que puede ser posible, porque es justamente eso, lo que desde nuestro Espíritu estamos eligiendo para nuestro Bien Mayor.En el Bien Mayor no existen diferencias. Todos merecemos nuestro Bien. Todos recibimos el mismo regalo, el mismo Amor y la misma posibilidad de manifestarlo, pero cada uno elige la forma en base a sus deseos y capacidades, porque eso es el Libre Albedrío. Cada uno elige libremente lo que prefiere para sí en sintonía con su aprendizaje. Cada Ser es Absolutamente Libre, Absolutamente Capaz, Absolutamente Amado y Absolutamente Asistido.De igual manera, el Cosmos nos brinda a todos por igual, la asistencia que requerimos. De nosotros depende reconocerla y aceptarla o continuar viviendo una ilusión de soledad. Cada uno elige y eso es Perfecto, pues cada Ser es Libre en la Ley del Universo.

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Sobre la Autora

Nací en 1978 en la ciudad de Mar del Plata, Argentina. Tuve una infancia sencilla junto a mis padres y hermano, en un barrio alejado del centro de esta ciudad turística, por lo que mis principales estímulos fueron el contacto con la naturaleza y muchas horas de recogimiento y soledad. Desde ese entonces, ya la escritura y el dibujo eran mis modos preferidos de expresión y de conexión con mis propios sentimientos y creatividad, y vale decir que desarrollé un temprano interés por la búsqueda espiritual. A los 12 años leía a Louise L. Hay, y comencé a indagar en la Metafísica con los libros de Conny Méndez y Linda Goodman. De inmediato me vi capturada por la perfección matemática revelada en la Numerología y la Astrología, estudios que se convirtieron en mi pasatiempo predilecto durante mi adolescencia.A los 16 comencé a estudiar Control Mental; fue entonces cuando empecé a evidenciar los efectos de lograr una relajación conciente, la influencia del uso de afirmaciones y visualizaciones sobre el propio cuerpo, el estado anímico y las circunstancias externas.Por aquel entonces comencé también a interesarme en las obras de Deepak Chopra, Wayne W. Dyer, Brian Weiss y Maxwell Maltz, entre muchos otros autores de este tipo.Sin embargo, fue traspasando el umbral de los 20 años, que una fuerte depresión me llevó a descubrir el Reiki. El efecto liberador de las sesiones y la remisión casi instantánea de la angustia profunda que me agobiaba me indujeron a aprender su práctica como una forma de restablecer y mantener mi armonía, y canalizar mi deseo, desde siempre presente, de poder ayudar a los demás.Fue para esa época que me percaté de que, a través de la escritura, accedía a más Sabiduría de la que creía tener naturalmente; como si en la intención de derramar mi esencia en la tinta y el papel se desplegara algo más, una especie de magia, que me transportaba desde el momento presente, hacia comprensiones asombrosas, absolutas y abstractas. Tiempo después conocí a quien es hoy mi compañero de destino y de vida, y en el 2004 ambos recibimos juntos el grado de Maestros de Reiki, al tiempo que nos iniciábamos en la práctica de la meditación Maha Yoga y explorábamos el Sincronario Sagrado Maya. Durante el 2005 celebramos dos nacimientos: el de nuestro primer hijo, y el de la primera edición de “Dioses en la Tierra”, libro en el que por primera vez pude ver unidos mis diversos talentos y anhelos, esclareciendo de allí en más mi propósito de vida.Desde entonces he dedicado mi carrera de escritora a la divulgación de mensajes que hacen al desarrollo personal y al crecimiento espiritual, deseando compartir los aprendizajes que transforman a diario mi propia vida mientras continúo avanzando en la búsqueda de un más completo bienestar.

Para más información sobre la autora y sus libros

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Otros libros de la autora

Buscando tu propio Camino a la Verdad La Canalización como una facultad a tu alcance

"Buscando tu propio Camino a la Verdad" trata acerca de la Canalización, o facultad a través de la cual hacemos contacto consciente con la voz del propio Maestro Interno. Es un compendio de Sabiduría Espiritual útil no solo para aquellos que son o que desean convertirse en “canales”, sino para todos los seres humanos que eligieron el desafío de explorar los senderos de la espiritualidad para hallar su propia Verdad Interior. La palabra “Canalización” es uno de los tantos nombres con que se presenta la búsqueda más célebre en la historia de la humanidad: la Unión de nuestro aspecto terreno con la Divinidad; en un libro que intenta desmitificar la idea de la Canalización como experiencia sobrehumana, para plantearla en el marco de una cotidianeidad a la que todos tenemos acceso.

Perlas de PazMensajes Espirituales para el crecimiento interior

“Perlas de Paz” es como dar un paseo a través de las diferentes vivencias y desafíos que como seres humanos todos enfrentamos en algún momento de la vida, de la mano de nuestro Ser Espiritual, o Ser Superior, al que quizás estés más acostumbrado a llamar Dios. Los mensajes que se nos dan en este libro son como “Perlas” surgidas del inmenso océano de la emoción humana, visiones esclarecedoras y comprensiones tiernas desde la perspectiva más elevada del Amor, en el que todo tiene un motivo y cada dificultad es una oportunidad para aprender a estar mejor.

PRÓXIMAMENTE…El Legado de Merlín Iniciación a la Magia Espiritual

En este Libro, el que quizás sea el Mago más célebre de todos los tiempos, nos hace poseedores de su Diario como un legado de su Antigua Sabiduría. A través de su comprensión espiritual del mundo y de la vida, iremos aprendiendo paso a paso, a despertar al Mago que duerme dentro de nosotros, ese Gran Mago que en otros tiempos supo dominar las artes de la Magia y que, sin embargo, vino a esta vida y a este mundo desprovisto de Memoria y olvidado de su Poder. Merlín nos despierta del hechizo de ilusión en que la humanidad entera está sumida, el encantamiento por el cual no podemos recordar quienes somos y nos hace vernos como seres limitados. Con sus exhortaciones de Poderoso Mago, invoca el despertar del Mago dentro de nosotros; nos recuerda que, aunque no tengamos Memoria, aún conservamos el Poder, y nos brinda las claves para utilizarlo.