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JAVIER ARJONA
MANUAL DE HISTORIA UNIVERSAL
Prehistoria
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito
del autor. Todos los derechos reservados
© Javier Arjona, 2010
Primera edición: Agosto de 2010
Printed in Spain – Impreso en España
INDICE
CAPITULO 1: AFRICA, CUNA DE LA HUMANIDAD
- East Side Story
- La colonización de Asia, Europa y América
CAPITULO 2: CULTURA Y SOCIEDAD EN EL PALEOLITICO
- Cultura material e industrias líticas
- Sociedad y arte mural paleolítico
CAPITULO 3: LA REVOLUCION NEOLITICA
- Del nomadismo a la dedentarización
- Primeras aldeas sedentarias
CAPITULO 4: EL FENOMENO MEGALITICO
- Las culturas megalíticas
- Funcionalidad de la arquitectura megalítica
CAPITULO 5: PRIMERAS CULTURAS METALURGICAS
- Formación de los primeros estados
- El calcolítico en Europa
CAPITULO 6: LA METALURGIA AVANZADA
- El bronce en la región mediterránea
- El hierro de Halstatt y La Tene
CAPITULO 1
AFRICA, CUNA DE LA HUMANIDAD
East Side Story
El paleontólogo francés Yves Coppens propuso a finales del
siglo XX una de las hipótesis más sólidas acerca del origen del
bipedismo en los primeros antepasados del hombre actual,
los homininos, en su teoría del East Side Story traducida
como la ‘Historia del lado Este’ en un guiño semántico al
famoso musical compuesto por Leonard Bernstein. Para
Coppens, la clave de aquel trascendental cambio en el
proceso de locomoción tenía una estrecha relación con los
sucesos climáticos acaecidos en el valle del Rift africano, en
el Plioceno, a finales del periodo Terciario.
Periodo Millones de años Aparición especie
Precámbrico 4600
Cámbrico 570
Ordoviciano 500 Peces
Silúrico 435
Devónico 395 Anfibios
Carbonífero 345 Reptiles
Pérmico 280
Triásico 250 Mamíferos
Jurásico 195 Aves
Cretácico 140
Terciario 65
Cuaternario 1.6 Tabla 1. Cuadro periodos geológicos
Fue a comienzos de este periodo hace aproximadamente 65
millones de años coincidiendo con la extinción de los grandes
dinosaurios y con el inicio de los cambios genéticos que
hicieron evolucionar a los más pequeños para dar lugar a las
aves, cuando aparezca en escena un primitivo mamífero
protoprimate del tamaño de un roedor con rasgos que
posteriormente serán caracteristicos de los primates y de los
plesiadapiformes.
Será el primero conocido en su orden como resultado de una
serie de mutaciones genética iniciadas en el Triásico hace
unos 200 millones de años tras la aparición de los mamíferos
sobre la Tierra y recibirá el nombre de Purgatorius Ceratops,
siendo nuestro primer antepasado en la compleja línea
evolutiva.
Una rama de primates descendiente del Purgatorius y
paralela en su desarrollo a los plesiadapiformes, los
denominados euprimates, serán los que evolucionando hacia
los haplorrinos darán origen a los simios cuando el reloj
todavía marque 50 millones de años atrás en el tiempo. Estos
a su vez se dividirán hace 30 millones de años en dos grupos
separados en distintos continentes, siendo los platirrinos los
pobladores de América y los catarrinos los habitantes de Asia
y Africa.
Poco a poco la evolución fue cerrando el cerco al enigma del
origen del hombre con el desdoblamiento de los catarrinos
en hominoideos, surgidos hace 25 millones de años en el
Mioceno, y cercopitécidos. Los hominoideos serán una
superfamilia de primates caracterizados por la ausencia de
cola, y que incluyen además de a los homínidos que seguirán
la línea evolutiva del hombre, a los póngidos que
actualmente son los gorilas, orangutanes, bonobos y
chimpancés.
Periodo Subperiodo Miles de años
Paleoceno 65.000
Eoceno 55.000
Oligoceno 35.000
Mioceno 25.000
Terciario
Plioceno 6.000
Pleistoceno 1.600 Cuaternario
Holoceno 10 Tabla 2. Cuadro subperiodos geológicos
Al llegar el Mioceno, hace aproximadamente 10 millones de
años, será cuando una gran falla tectónica que cruza el Este
de Africa en dirección N-S, con una longitud de 4.830 km,
provoque el hundimiento del gran valle africano, cambiando
de manera determinante el paisaje de la región. Los
frondosos bosques selváticos que circundaban el lago
Victoria y se extendían hacia la actual Etiopía, se
transformaron paulatinamente por efecto de la actividad
sísmica y volcánica en un paraje de sabana abierta,
cambiando para siempre el modo de vida de los homínoideos
que hasta ese momento vivían entre los árboles, moviendose
con agilidad de uno a otro, sin apenas necesidad de bajar
hasta el suelo.
Con el paso del tiempo hace aproximadamente 6 millones de
años, algunos grupos de aquellos grandes monos sin cola que
en la línea evolutiva serían nuestros ancestros comunes con
los póngidos, se tuvieron que adaptar a las nuevas
condiciones sufriendo una modificación genética que cambió
tanto su morfología como sus hábitos y conducta. Era el
momento de cambiar o desaparecer, y aunque hubo
individuos que no modificaron su ADN y se extinguieron,
algunos evolucionaron para superar aquella primera prueba
de fuego con que la naturaleza les retaba en los albores de la
humanidad.
En ese camino de cambios que tuvo una duración de varios
millones de años, fueron apareciendo nuevas especies cada
vez más adaptadas a las nuevas condiciones climáticas. Sus
cuerpos cada vez se manejaban con mayor soltura en aquella
llanura tapizada de gramíneas, y la necesidad de vivir y
procurarse alimento en los árboles era cada vez menor.
Ardipithecus Ramidus, hace 4.4 millones de años, fue el
primero en esta larguísima línea evolutiva. Ya no era
exactamente un mono, sino que quedaba a medio camino
entre los chimpancés y esa especie elegida que después se
convertiría en un ser humano.
Avanzando a través de la linea del tiempo hasta hace 4.2
millones de años, los caprichos de la genética van a provocar
un nuevo salto que acabará por definir un nuevo género de
especies más evolucionadas. Aparecerán entonces los
denominados monos del sur, los Australopithecus, nombre
derivado del latín australis, del sur, y del griego pithekos,
mono. El primero de todos ellos, Anamensis, con apenas 120
cm de altura y un cerebro aún similar a los monos actuales,
estaba a punto de conseguir una completa adaptación a la
sabana. Aún no era completamente bípedo, pero ya
alternaba con frecuencia entre los hábitats selváticos y el
campo abierto, en las actuales regiones de Kenia y Etiopía.
Los primeros fósiles de Anamensis fueron encontrados en
Kenia por el equipo de Meave Leakey en 1995 en la cuenca
del Lago Turkana (= ana mensis). Se han datado en 4.2 – 3.9
millones de años y son individuos que ya presentan unas
muelas mayores y de esmalte más grueso que su predecesor.
El descubrimiento de los restos fósiles de Lucy, la llamada Eva
Negra, por parte del equipo de Donald Johanson en 1974 en
Hadar (Etiopía), marcó en la cadena evolutiva del hombre el
salto cualitativo para su definitiva adaptación al medio.
Afarensis, más evolucionado que Anamensis y surgido hace
3.9 millones de años, era ya una especie bípeda como
atestiguan las pisadas registradas en Laetoli (Tanzania)
descubiertas en 1976 por Mary Leakey, matriarca de la
dinastía de los más afamados paleoantropólogos y suegra de
Meave, la descubridora de Anamensis.
Aunque el aspecto de Afarensis era todavía similar al de un
simio, ya presentaba además del bipedismo características
heredadas hasta nuestros días en la mandíbula y dientes,
además de la forma de la pelvis y piernas. Es curioso como la
reducción de la pelvis marcará la progresiva disminución del
tiempo de gestación en un ser humano hasta los 9 meses
actuales, en lugar de los 21 que le corresponderían tal y
como sucede con otras especies de mamíferos. Esta es
precisamente la causa de la fragilidad de los bebés en los
primeros meses tras su nacimiento en comparación con otras
crías del reino animal.
Después de Lucy y todavía en el Plioceno (el Cuaternario no
empezará hasta hace 1.6 millones de años), la evolución
humana entrará en su último estadio con la aparición de los
Homo, que comienzan su andadura hace unos 2.3 millones
de años con el primitivo Rudolfensis hallado junto al lago
Turkana. Sin embargo a partir de Anamensis y fuera de la
línea que dará lugar al género Homo, comienza a disgregarse
el proceso evolutivo surgiendo numerosas especies que
convivirán entre si y que se acabarán extinguiendo en el
continente africano.
Será el momento de gloria para otros Australopitecus, como
Bahrelghazali y Garhi, ambos procedentes de Anamensis y
cuya evolución llegará a un punto muerto hasta su
desaparición. La primera especie fue encontrada en la región
del Chad en Africa Central por el equipo de Michael Brunet
en 1995, y tiene una antigüedad de 3.5 millones de años,
mientras la segunda fue descubierta por Tim White en
Etiopía en 1996, y es bastante más moderna que la anterior
ya que existió hace 3 - 2 millones de años.
A su vez algunos Afarensis tambien evolucionarán hacia otras
formas de Australophitecus, además de dar lugar al género
Homo, precursor de la especie humana. En este sentido
Africanus, descubierto por Raymond Dart en 1924 en
Sudáfrica, y con una antigüedad de 3 millones de años aún
conserva los rasgos de Afarensis como puede comprobarse
en el craneo del llamado ‘niño de Taung’.
Nuevos cambios genéticos en los Australopithecus todavía
darán lugar, de forma paralela a los Homo, a un nuevo
género denominada Paranthropus, que supondrá un callejón
sin salida en la linea evolutiva hasta su extinción. Aethiopicus
es el más antiguo, entre 2.6 - 2,4 millones de años y dio lugar
a dos especies más, como eslabón perdido con el
Australopithecus Afarensis.
Boisei fue hallado por Louis y Mary Leakey en Olduvai
(Tanzania) y presenta una antigüedad de 2.3 millones de
años, mientras Robustus se desarrolló en paralelo con el
anterior hace 1.8 millones de años. Este último recibió su
denominación porque sus huesos tenían un aspecto muy
grueso, y a las características comunes a otros Paranthropus
se añadió un torus occipital y una cresta sagital en los
machos, además de reseñar un prognatismo muy acentuado.
Pero será el mayor tamaño de cerebro del género Homo, que
alcanzará los 775 cm3 frente a un máximo de 500 cm
3 de sus
predecesores, el que haga que Habilis además de caminar a
la perfección, tenga la capacidad de fabricar los primeros
utensilios de piedra siguiendo el llamado Modo 1
(Olduvayense), hace 1.9 - 1.6 millones de años. Serán
primitivos cantos trabajados, los choppers y chopping tools,
obtenidos a partir del simple golpeo entre si de núcleos de
cuarzo o silex.
El cerebro del Habilis aumentó como consecuencia de varios
factores, pero el detonante fue la necesidad de caminar
erguido por la sabana, para poder mirar por encima de la
vegetación mientras cargaba con sus crías y sus útiles líticos.
Además la necesidad de conseguir el alimento disponible en
el nuevo hábitat, unido al hecho de empezar a consumir
carne por primera vez, hará aumentar su masa cerebral y con
ello acelerará el proceso evolutivo entrando en un círculo
donde las causas y los efectos se entremezclarán
cuidadosamente.
Esta evolución precisamente convertiría a algunos grupos de
Habilis en Ergaster hace 1,8 millones de años, según
atestiguan los restos fósiles hallados en Kenia. La nueva
especie fue capaz de mejorar la producción de utensilios de
piedra desarrollando el Modo 2 (Achelense), creando los
primeros bifaces o hachas de mano. Estos homínidos tenían
ya una estatura similar al hombre actual con 160-170 cm y
una mayor capacidad craneal que Habilis llegando hasta los
900 cm3, y dejando entrever una cara más plana con una
nariz pronunciada, alejándose lentamente del prognatismo
característico de sus antecesores.
La colonización de Asia, Europa y América
Desde este momento se produciría un hecho clave en la
historia humana, que marcará un punto de inflexión en la
evolución del hombre. Probablemente empujados por una
creciente población que competía por los recursos naturales
con grupos de su misma especie, y también con otros de
especies que evolucionaron en paralelo para acabar
extinguiéndose, como Robustus o Boisei, además de los
últimos Habilis que no llegaron a dar el salto evolutivo, varias
comunidades de Ergaster se decidieron a abandonar Africa
por vez primera para colonizar los continentes asiático y
europeo.
De esta forma se iniciaría un periplo fuera de Africa que ha
permitido a partir de numerosos yacimientos ir completando
el complejo puzzle de la evolución humana hasta nuestros
días. El Ergaster africano evolucionó a Erectus en Asia
poblando el continente en el periodo comprendido entre 1.7
- 0.3 millones de años y a Antecessor en Europa (1.2 - 0.7
millones de años), a la vez que continuó el proceso de
cambios en los grupos de Ergaster que en aquel momento
permanecieron en Africa, y que serían protagonistas de
nuevas migraciones unos cientos de miles de años después.
Recientemente fueron hallados en 2002 en la región del
Caúcaso restos fósiles de un homínido de caracteristicas
similares al Ergaster africano, aunque ya fuera de Africa. Con
una antigüedad de 1.7 millones de años, Georgicus quizá se
trate de uno de los primeros grupos que abandonaron Africa
para convertirse en el continente asiático en Erectus unos
miles de años después. Fue precisamente en el otro extremo
de Asia, donde Eugene Dubois descubrió en Java en el año
1891 los primeros restos fósiles de Erectus, datados hace
450.000 años y a los que inicialmente dio el nombre de
Pithecanthropus Erectus.
Pero el más importante asentamiento europeo de los nuevos
inmigrantes, a partir de cuyos restos se bautizó a Antecessor
como nueva especie, está localizado en la sierra de
Atapuerca (Burgos), en cuyo yacimiento de la trinchera de
Gran Dolina se han hallado restos fósiles únicos datados hace
780.000 años. Sin embargo recientes campañas
arqueológicas en la vecina trinchera del Elefante, parecen
atrasar la edad de Antecessor hasta llegar a los 1.2 millones
de años de antigüedad.
No obstante lo anterior los controvertidos fósiles hallados en
la región de Murcia y Granada, en los yacimientos de Cueva
Victoria, Venta Micena y Orce, permiten establecer que quizá
algún grupo de primitivos Ergaster pudo llegar antes al
continente europeo a través del Estrecho de Gibraltar. El
problema del famoso hombre de Orce está en que los
escasos restos hallados con una antigüedad entre 1.7 – 1.4
millones de años, no han permitido aún establecer de
manera oficial su pertenencia a la especie Ergaster.
En Africa la evolución humana había continuado
paralelamente a Erectus y Antecessor, y hace 700.000 años,
otros grupos evolucionados del Ergaster africano, darán lugar
a una especie más moderna que de nuevo emprenderá el
viaje con destino al continente europeo. A partir de los
fósiles hallados en Heidelberg (Alemania) y datados hace más
de 500.000 años, al nuevo pionero de gran corpulencia física,
con una estatura cercana a los 180 cm y un peso de 100 kg,
se le denominará Heidelbergensis.
El más importante yacimiento mundial de Heidelbergensis es
otra de las joyas de Atapuerca, que complementa en
repercusión mundial a la Gran Dolina del Antecessor. En la
Sima de los Huesos, pozo de Cueva Mayor al que se accede
por un pozo vertical de 13 metros de caída, se han hallado
restos de hasta 32 individuos que fueron empujados en lo
que podría ser una primigenia ceremonia funeraria de
apilamiento de cadáveres, hasta ese momento desconocida.
Con el transcurso de miles de años, las características
genéticas de la nueva especie emigrada a Europa serán
paulatinamente alteradas para adaptarse a las frías
condiciones del Pleistoceno glaciar europeo, y así dará lugar
hace 300.000 años a Neanderthal, una especie terminal que
ya no evolucionará hasta su extinción.
Neanderthal será a todas luces una especie humana, que
bien podría seguir conviviendo con el hombre actual de no
haberse extinguido hace unos 20.000 años. Bien adaptado al
frío de la glaciación Würm, que cubrió de hielo el norte de
Europa, Neanderthal inventará el Modo 3 (Musteriense) para
la fabricación de útiles de piedra, que fue sistematizado y
clasificado por el prehistoriador francés Francois Bordes. Su
gran capacidad craneal de hasta 1500 cm3 le convierte en un
individuo inteligente, de complexión fuerte y pesada
musculatura, con una estatura en torno a los 165 cm.
Desde el norte de Alemania hasta Gibraltar, y desde el litoral
atlántico hasta Oriente Próximo, Neanderthal ocupará la
totalidad de Europa dejando constantes vestigios fósiles a lo
largo del continente. Son bien conocidos los restos hallados
en el suroeste de Francia, en Le Moustier y La Ferrassie,
además de los de la Chapelle-aux-Saints.
Los ultimos Neanderthal se extinguirán hace 28.000 años en
el sur de la Península Ibérica, cuando estaban establecidos en
la cueva Gorham sobre el peñón de Gibraltar, que entonces
estaba situado a unos 5 kilómetros de la línea de costa.
Probablemente los inventores del musteriense acabaran en
este extremo suroccidental del continente, empujados por
una nueva especie que todavía llegaría de Africa hasta
Europa hace 40.000 años.
Africa por tanto aún guardará una última carta en la carrera
evolutiva. Algunos grupos de Ergaster que permanecieron en
el continente negro mientras sus familiares daban paso a
Erectus y Antecessor fuera de Africa, todavía modificarían su
ADN para dar lugar a nuestra especie actual, Sapiens Sapiens,
hace 200.000 pasando por un estadio intermedio,
Rodhesiensis, que completa el proceso desde el Erectus hace
600.000 años.
Sapiens Sapiens con una capacidad craneal similar a
Neanderthal, sin embargo más estilizado que éste, con
estaturas medias de 180 cm, será el último emigrante desde
Africa y Próximo Oriente para colonizar todos los rincones del
planeta desde hace 60.000 años. El diseñador del innovador
Modo 4 (Auriñaciense) para la manufacturación de
herramientas líticas, llegará hasta los confines de Asia para
ocupar desde allí América a través del entonces istmo de
Bering, y de Australia atravesando de islote en islote el
mermado océano índico con casi 100 metros menos de
profundidad debido a la glaciación Würm.
En esta etapa final de la evolución humana, Europa será
testigo tras la llegada de Sapiens Sapiens de la coincidencia
espacio-temporal de las dos últimas especies que han
habitado el planeta. Neanderthal y Sapiens Sapiens
coincidirán y competirán por los recursos naturales desde
hace 60.000 hasta hace 28.000 años, en que los ultimos
grupos neandertales se acabarán extinguiendo.
La llegada de los primeros Sapiens Sapiens a Europa está
registrada hace unos 40.000 años en varias cuevas del sur
continental, desde Bacho Kiro en Bulgaria hasta El Castillo en
la provincia de Santander. La subespecie llegada a la región
es la que se denominará Cro-Magnon por el esqueleto
hallado en la región del Perigord, en el suroeste frances. En
similares fechas la cueva de Niah en la isla de Borneo es
testigo de la llegada de grupos Sapiens Sapiens al sudeste
asiático, mientras en América el yacimiento de Bluefish en
Canadá, el más antiguo con fechas seguras, marcará el paso
del hombre actual hace 15.000 años.
Para concluir esta larga carrera evolutiva, hay que reseñar el
hallazgo en la isla de Flores en Indonesia de los restos fósiles
de un homínido, Floresiensis, con una edad de tan sólo
18.000 años. La comunidad científica está analizando si se
trata de una evolución del Erectus asiático enanizada por el
aislamiento en la propia isla, o podría ser un Sapiens Sapiens
con cierta microcefalia congénita. Sea como fuere, éste y los
nuevos hallazgos que estén por venir ayudarán a ir
componiendo de una forma más precisa, el complejo y
extenso arbol de la evolución humana.
CAPITULO 2
CULTURA Y SOCIEDAD EN EL PALEOLITICO
Cultura material e industrias líticas
Para el análisis de los útiles líticos diseñados, creados y
evolucionados por las distintas especies de homínidos en el
Pleistoceno, que culturalmente se llama Paleolitico, se
establece una clasificación en inferior, medio y superior, que
permite compartimentar de una forma más didáctica un
vasto periodo que se extiende desde hace 1.6 millones de
años hasta hace apenas 10.000 años.
Subperiodo Cultura Miles años
Pleistoceno Inferior 1.600
Pleistoceno Medio 730
Paleolítico Inferior
130
Paleolítico Medio 85
Pleistoceno Superior
Paleolítico Superior 35
Mesolítico 10
Neolítico 8
Cobre 5
Bronce 2.5
Holoceno
Hierro 0.9 Tabla 3. Cuadro culturas Cuaternario
Las culturas englobadas bajo el término de Paleolítico
Inferior abarcan desde las apenas esbozadas piezas de la
Pebble Culture (Modo 1) hasta los elaborados bifaces
Achelenses (Modo 2). Aunque las especies a las que se
atribuyen ambos modos son el Hábilis y el Ergaster
respectivamente, lo cierto es que todas las especies que
coexistieron con éstas en el tiempo tuvieron la capacidad de
aprender y reproducir la tecnología de fabricación de los
utensilios líticos.
Las especies presentes en este inicio cultural de la
humanidad son Aethiopicus y Africanus, teniéndose la
primera constancia de herramientas elaboradas en Hadar
hace 2.6 millones de años, donde se hicieron toscos
levantamientos en una o ambas caras sobre núcleos de
basalto, cuarcita y andesita. Posteriormente en el valle del río
Omo, también en Etiopía, se elaboraron utensilios sobre
cantos rodados de cuarzo con una antigüedad de 2.3
millones de años.
En ambos casos están muy por encima de los niveles de los
primitivos Afarensis, aunque por debajo de los Habilis, a los
que se vincularía a las primeras estructuras de habitación y
yacimientos de despiece, constatándose por tanto una
utilización más regular y sistematizada de las herramientas
talladas.
Pero los útiles que han dado nombre al Olduvayense o
Pebble Culture fueron hallados en la Garganta de Olduvai,
dentro del estrato denominado Bed I, que comienza
cronológicamente hace 1.8 millones de años. Este nivel
estuvo frecuentado por Robustus y Habilis, al que se han
acabado adjudicando los utensilios hallados.
Contemporáneos de estas especies serían también Boisei e
incluso los primeros Ergaster.
Los utensilios olduvayenses son cantos rodados tallados
sobre una cara (Choppers) o sobre ambas caras (Chopping
Tools). También hay otra serie de elementos como los
poliedros y las lascas sin retoque (que serán los protobifaces
achelenses), además de raspadores muy espesos como los
del yacimiento de Melka Kunturé (Etiopía). Todos los útiles
tienen una antigüedad de entre 1.8 y 1.6 millones de años.
Con Ergaster que cohabitará en Africa junto a Boisei y
Robustus, llegará una nueva forma más evolucionada para
fabricar útiles en piedra, la cultura Achelense o Modo 2,
cuyos útiles característicos serán los bifaces o hachas de
mano, descubiertas por primera vez en el francés valle del
Somme.
En Africa el soporte para la realización de los bifaces
achelenses serían los cantos rodados con un retoque similar
al que se observa en las Chopping Tools, aunque guardando
una simetría axial. Otros utensilios característicos del
Achelense son los hendedores o cuchillos de partes blandas
además de pequeños útiles tallados sobre lascas, como
raederas, perforadores y cuchillos.
Al final del Achelense tendrá lugar un importante avance en
la técnica lítica que se prolongará en el tiempo a lo largo del
Paleolítico Medio. Será la llamada técnica Levallois,
compatible y complementaria con las diferentes culturas que
irán teniendo lugar desde el Achelense en adelante,
consistente en una preparación del núcleo a partir de una
talla perimetral, para la obtención de numerosas lascas de
gran calidad.
El Paleolítico Medio tradicionalmente se describe de forma
académica como el que sucede al Inferior y acaba con el
inicio del Paleolítico Superior, hace 35.000 años. Aunque el
término Paleolítico Medio es genérico e incluye todas las
industrias de este periodo en Europa, hay otro término,
Musteriense o Modo 3, que prácticamente se ha convertido
en sinónimo del anterior en el plano cultural.
El Musteriense, que debe su nombre al yacimiento francés de
Le Moustier en la región francesa del Perigord, comienza
hace 85.000 años y finaliza hace 35.000, atribuyéndose
principalmente a Neanderthal. Al primer intento de
sistematización del Paleolítico Medio llevado a cabo por
Breuil en 1931, siguió el ya mencionado realizado por Bordes,
más completo y específico.
La primera de las variantes es el Musteriense de tradición
Achelense, compuesta inicialmente por pequeños bifaces y
cuchillos de dorso que enlazan con el periodo anterior, y que
en su fase final dispone de útiles tallados sobre láminas en
lugar de sobre lascas. A ésta seguirá el Musteriense típico ya
caracterizado por la abundancia de puntas.
El Musteriense de denticulados, como su propio nombre
indica, tiene proporciones elevadas de éstos elementos
mientras que la última variante, el Charentiense o
Musteriense tipo Quina-Ferrassie destaca por la gran
cantidad de raederas con un retoque particular denominado
Quina, que en su vertiente Levallois de pasó a llamarse
Ferrassie.
Hace 35.000 años aproximadamente tendrá lugar el último y
más rico periodo cultural de la Prehistoria, coincidiendo con
con la glaciación Würm, que se extenderá hasta hace 10.000
años para dar paso al Holoceno, y que culturalmente se inicia
con el Mesolítico. El Paleolítico Superior será estructurado
por Breuil y Peynony a comienzos del siglo XX, a partir de los
yacimientos del sudoeste francés.
La transición desde el Paleolítico Medio al Superior viene
marcada por el Chatelperroniense y el Uluziense en la Europa
Occidental, presentando innovaciones tecnológicas
atribuídas todavía a Neanderthal. Pero será en este periodo
cuando Sapiens Sapiens se extienda por Europa para
desplazar paulatinamente a la hasta entonces especie
dominadora del continente, y traerá consigo una nueva
industria, el Auriñaciense o Modo 4, caracterizado por largas
láminas retocadas y por primera vez utensilios realizados en
hueso.
Industria cultural Miles años
Olduvayense (Modo 1) 1.800
Achelense (Modo 2) 650
Musteriense (Modo 3) 85
Chatelperroniense 40
Auriñaciense (Modo 4) 35
Gravetiense 28
Solutrense 20
Magdaleniense 17 Tabla 4. Cuadro industrias culturales
El Gravetiense hará irrupción como nueva industria cultural
hace aproximadamente 28.000 años coincidiendo y
solapándose en su fase inicial con el Auriñaciense. Mientras
el Auriñaciense pudo tener su origen en Oriente Próximo y
fue traído por Sapiens Sapiens en su recorrido hacia la parte
occidental del continente, el Gravetiense es ya una industria
autóctona desarrollada en Europa por nuestros antepasados.
Coincidiendo con una de las etapas más frías de la glaciación
Würm, que terminaría con el Holoceno, los distintos grupos
humanos se desplazaron hacia el sur de Europa,
desarrollando varias industrias hace 20.000 años. La más
bella y característica de todas fue sin duda el Solutrense, con
largas láminas talladas por ambas caras en forma de hoja de
laurel que incorporaron como puntas de lanzas, o las más
pequeñas como puntas de flecha para ser impulsadas por
primitivos arcos.
El apogeo cultural del Paleolítico Superior llegará con el
Magdaleniense, nombre derivado del yacimiento de La
Madeleine en la Dordoña francesa y datado hace 17.000
años, que se extenderá ya hasta el Mesolítico. Los grupos
magdalensienses serán los más brillantes artistas de la
prehistoria tanto por la calidad y cantidad de elementos que
su cultura ha brindado a la historia de la humanidad.
Dentro de esta cultura hay que destacar además de la
perfección alcanzada en los arpones de hueso y la gran
productividad y aprovechamiento en la explotación de la talla
laminar, una organización social que impulsó la adaptación
de las cuevas donde habitaban decorándolas con una
extraordinaria pintura mural, de la que tanto Altamira como
Lascaux son los máximos exponentes. La preocupación tanto
estética como religiosa se traducirá además en el gusto por
los adornos principalmente en forma de colgantes.
Sociedad y arte mural paleolítico
Según ya se ha indicado, es a partir de Ergaster cuando se
producirá la migración de los primeros homínidos fuera del
continente africano, en un hecho sin precedentes del que
parece existir una explicación asociada a un comportamiento
social más cooperativo que hizo viable la subsistencia
durante el prolongado desplazamiento que permitió
colonizar inicialmente Asia y Europa.
El hallazgo en Dmanisi (Georgia) de Georgicus, un Ergaster de
unos 50 años de edad y de antigüedad en torno a los 1.7
millones de años, con una mandíbula desprovista de dientes,
parece indicar que los miembros de su grupo lo alimentaron
durante varios años antes de su muerte, denotando una
conducta que podríamos comenzar a considerar ‘humana’.
Este comportamiento podría tener, miles de años después,
similar lectura en el yacimiento de la Sima de los Huesos de
Atapuerca, donde según ya se ha apuntado varios cadáveres
de Heidelberguensis fueron amontonados en una primitiva
forma de enterramiento ritual que deja entrever hace
500.000 años una incipiente preocupación por el mundo de
los muertos.
Aunque Neanderthal ya protegía los cuerpos de sus difuntos
enterrándolos, quizá para evitar a los carroñeros o quizá para
defenderse ellos mismos de una vuelta a la vida de sus
muertos, lo cierto es que no existía un ritual sistemático, que
si llegará con la cultura de los Sapiens Sapiens. En las cuevas
de Skhul y Qafzeh en Israel, se han encontrado tumbas con
los primeros ajuares funerarios que pueden ser considerados
como tales, datados hace 100.000 años.
Se tratará en cualquier caso de enterramientos aislados, ya
que las verdaderas necrópolis no aparecerán hasta el
Neolítico, asociadas ya al concepto de territorio propio de las
sociedades sedentarias agrícolas. Hasta ese momento que
llegará con el Holoceno, la caza y recolección en grupos
nómadas será el modo de vida de las últimas sociedades
paleolíticas.
Los hominidos del Paleolítico Inferior y Medio era
fundamentalmente carroñeros que competían con otros
animales como las hienas por las piezas ya muertas y
abandonadas, aunque tenían una mínima aptitud y
capacidad para la caza. Según fue avanzando el proceso
evolutivo y las industrias líticas también mejoraron, fue
desarrollándose la práctica cinegética y quedando como
marginal el carroñeo al final del Pleistoceno Superior.
Tanto Neanderthal como Sapiens Sapiens se pueden
considerar ya como buenos cazadores, aunque será nuestra
especie la que consolidará la caza como modo de vida. En la
cueva de Cotte de St. Brelade en la isla de Jersey en el Canal
de la Mancha, hay vestigios de que Neanderthal trasladó
restos de más de veinte mamuts y rinocerontes lanudos,
alternando caza y carroñeo hace 180.000 años.
Sapiens Sapiens sin embargo será ya un consumado
especialista cazando grandes mamíferos a partir de técnicas
sofisticadas como la persecución hacia valles sin salida o es
despeñamiento en masa de manadas de animales.
De forma complementaria, el dominio del fuego que se
puede atribuir de una manera ya consistente a
Heidelberguensis, aunque Erectus fue capaz de hacerlo quizá
de forma puntual, fue sin duda un paso clave en la evolución
por varios motivos. En primer lugar el nuevo elemento
permitió cocinar la carne y de esta forma consumirla de
forma contínua haciendo que el tamaño del cerebro fuese
aumentando y con éste las prestaciones de los grupos
humanos, cada vez más capaces.
Además el fuego permitió calentarse en la fría Europa, donde
las glaciaciones mantenían bajo hielo buena parte del
continente. El dominio del fuego en las cuevas donde
habitaron los humanos les permitiría además relacionarse en
torno a la hoguera y poco a poco seguir desarrollando la
capacidad de relación y comunicación entre los distintos
individuos de un clan. Gracias al fuego pudieron desalojar a
otros ocupantes de las cuevas, como el oso de las cavernas y
protegerse de los depredadores que acecharan en las
proximidades.
Ya desde el Paleolítico Medio, se alternaron campamentos en
cuevas y al aire libre, donde grandes huesos de mamut y
reno pudieron servir como soporte a particulares estructuras
cubiertas con madera y pieles, como dejan entrever los
restos hallados en Molodova (Ucrania). En el sur de Francia
(Lazaret) se han conservado estructuras habitacionales
asociadas a Neanderthal hace 180.000 años.
Los cazadores magdalenienses del Paleolítico Superior
utilizaron con frecuencia estos campamentos al aire libre,
según se puede atestiguar en Pincevent (Francia), que ya
recuerda en cierta forma primitiva a los poblados de los
indios de América del Norte tan recreados en las películas del
oeste.
Pero el momento crucial que va a marcar el comienzo de la
transición desde la Prehistoria a la Historia, llegará hace
30.000 años con la aparición del arte parietal por parte de los
Sapiens Sapiens. Mostrando siempre la naturaleza salvaje del
entorno en que vivían y cazaban, los grabados y pinturas
murales que decoraron el interior de las profundas cuevas de
la región franco-cantábrica dejan entrever una gran carga
simbólica muy presente en estas últimas comunidades
humanas.
Dada la localización de las pinturas en las cuevas, siempre en
puntos profundos de las mismas o con difícil acceso, parece
claro que su objetivo no era decorativo sino claramente
simbólico. Si hubieran sido pintadas para que todo el clan las
disfrutara, probablemente su ubicación hubiese estado a la
entrada de la cueva.
De igual forma que hoy en día para todo el mundo occidental
el logotipo de la inicial de McDonalds, sin otro texto añadido,
indica por si mismo toda una cultura de la comida rápida
americana, familiar y fácilmente entendible, en la recta final
de la Prehistoria los grabados en las paredes, ya fueran
símbolos geométricos o incluso animales, tenían
probablemente un significado concreto lamentablemente ya
desaparecido. Rituales de caza, el mundo de los muertos, la
fertilidad y la vida, la oposición masculino-femenino…
lamentablemente perdimos el manual de interpretación.
Las principales cuevas con pinturas en el norte de España son
las cántabras de Altamira y El Castillo, las asturianas de Tito
Bustillo y Candamo y las vascas de Ekain y Santimamiñe. En
Francia destacan las de Lascaux, Font-de-Gaume y Les
Combarelles, entre otras muchas de la región del Perigord.
CAPITULO 3
LA REVOLUCION NEOLITICA
Del nomadismo a la sedentarización
Con el final de la última glaciación y favorecido el contexto
climatico por una paulatina elevación de las temperaturas, la
Prehistoria entra en un periodo de profundos cambios
sociales y culturales, que van a definir una nueva era en el
modo de vida de los grupos humanos. Con el término
Neolítico, iniciado en el Mesolítico, se produce una transición
desde una economía nómada basada en la caza y la
recolección a otra sedentaria, asentada en la agricultura y la
ganadería.
En 1936 Gordon Childe acuñó el concepto de ‘Revolución
Neolítica’ para definir el fenómeno que se inició hace 10.000
años en Próximo Oriente, en la meseta iraní que limita al este
con los montes Zagros, al norte con el mar Caspio y al oeste
con Siria, Palestina y Anatolia, y que una vez completado fue
trasladándose hacia Europa a partir del 6.000 a.C.
Hasta la década de 1930 parecía asumido que la agricultura y
la ganadería eran un sistema superior a la caza y recolección,
y por tanto el paso de uno a otro había sido una simple
evolución natural que tarde o temprano debía de llegar. Sin
embargo para Lewis R. Binford, el proceso se basó de cambio
se basó en una secuencia según la cual la mejoría climática
aumentó los recursos naturales provocando la relajación de
los grupos cazadores y favoreciendo el aumento de
natalidad. Este crecimiento poblacional a su vez hizo
necesario el cambio para controlar los alimentos básicos a
partir del pastoreo y el cultivo.
Es un hecho contrastado que la calidad de vida en el
Paleolítico era mejor que en el Neolítico, ya que los procesos
agrícola y ganadero, aunque aseguran la producción para
todo una comunidad, obligan a un trabajo contínuo y
sistemático más exigente que las salidas esporádicas de caza.
Por tanto tiene sentido pensar que el cambio fue provocado
por las causas esgrimidas por Binford más que por un simple
proceso evolutivo.
De esta forma, la conducta social y económica de los
cazadores magdalenienses serán modificada por nuevos
grupos que traerán consigo la tecnología necesaria para el
control de ciertas plantas y animales, hasta ese momento
salvajes. Se producirá así una transformación genética de
ciertas especies en otras, que son las que hoy en día son
explotadas a nivel mundial.
Se sabe que los humanos a lo largo de la historia hemos
utilizado hasta 7.000 especies de plantas, de las que hoy en
día apenas cultivamos del orden de 150, toda vez que se han
ido buscando aquellas que aportan la máxima productividad
y rendimiento comercial. Pues bien, hace 10.000 años el
centeno junto a una especie de higo, se convertirían en las
primeras de esas plantas cultivadas en la región de Israel en
Oriente Próximo.
En cuanto a la fauna, cabe destacar que el primer animal que
fue domesticado fue el perro, y que este proceso tuvo lugar
aún en el Paleolítico por los cazadores que muy
probablemente lo utilizarían para la caza. La separación
genética del perro y el lobo se produjo hace unos 14.000
años, y desde ese momento el primero pasaría a formar
parte de los grupos humanos nómadas.
Primeras aldeas sedentarias
El primer estadio del nuevo sistema económico y social se ha
clasificado como Neolítico Acerámico Antiguo, y su datación
se ha establecido aproximadamente entre el 9.600 y el 8.800
a.C. Durante este periodo se llevará a cabo la transición
desde el modelo nómada, quedando instauradas las aldeas
sedentarias de forma completa en el Acerámico Reciente,
datado entre el 8.800 y el 6.900 a.C. y en el posterior
Neolítico Cerámico (6.900 – 6.000 a.C.).
Desde el punto de vista de culturas concretas, y en función
de los yacimientos estudiados, este periodo desarrollado en
Oriente Próximo se divide en tres regiones: Siria-Palestina,
Asia Menor y Kurdistán.
Región Cultura Años (a.C.)
Natufiense 10.000 – 8.300
Jericó 9.000 – 7.000
Siria-Palestina
Tahuniense 7.000 – 6.000
Hacilar 7.000 – 6.000 Asia Menor
Catal Huyuk 7.000 – 5.000
Kurdistán Jarmo 6.750 – 6.500 Tabla 5. Primeras culturas sedentarias
El asentamiento de Jericó en su fase acerámica antigua, ya
disponía de una muralla con una torre cilíndrica de 8 metros
de altura adosada, y con un foso defensivo alrededor de la
aldea que protegía una superficie de 2,5 hectáreas. Se trata
del primer poblado o pequeña ciudad conocida, cuya
estructura ya nos da una idea de enfrentamientos bélicos
entre distintos pueblos.
Incluso más grande que Jericó y posterior en el tiempo está el
asentamiento de Catal Huyuk en Turquía. En esta otra ciudad
no existían murallas y la estructura era de casas unidas entre
si y agolpadas unas con otras sin apenas calles, accediendo a
cada vivienda a partir de los techos por los que se
desplazaban los habitantes.
En el periodo acerámico tardío, los poblados crecen aún en
tamaño y las casas son más sofisticadas con sistemas
individuales para almacenamiento de alimentos, en lugar de
comunales como en los primeros asentamientos. En el
Neolítico Cerámico hay de nuevo una regresión en cuanto al
tamaño de las aldeas, probablemente por agotamiento de los
recursos naturales que hasta ese momento sustentaban
poblaciones mayores.
Fuera del foco de radiación de la nueva economía, en el
extremo oriental de Asia, en China, los primeros poblados
surgen entre el 7.000 y el 6.000 a.C. mientras en Africa con
excepción de una fase inicial cerámica en el Sahara,
unicamente el periodo predinático del Egipto faraónico
mostrará poblados con una antigüedad cercana al 4.000 a.C.
En parecidas fechas se levantarán algunas aldeas en el norte
de América del sur, principalmente en Ecuador y Colombia.
En Europa el proceso de neolitización fue lento, ya que los
cazadores-recolectores magdalenienses tardaron en asimilar
el nuevo modelo, y continuaron cazando hasta que se vieron
absorbidos por la nueva cultura que viajada desde oriente a
occidente a razón de 1,3 kilómetros al año de media.
El influjo llegó a Turquía en torno al año 6.500 a.C. y se dejó
notar en la Península Ibérica desde el 5.500 a.C. para
completarse el proceso en las Islas Británicas y el sur de
Escndinavia en el año 4.000 a.C. Los estudios genéticos
realizados sobre la población europea arrojan datos de un
80% de procedencia cromañoide ya establecida en el
Paleolítico y un 20% de grupos llegados desde el Neolítico, lo
que permite pensar que la revolución neolítica se fue
estableciendo sin sustitución de la población autóctona.
Sin embargo la influencia de los nuevos pobladores neolíticos
se dejó notar y mucho en las lenguas indoeuropeas habladas
hoy en Europa, ya que para algunos arqueólogos todas ellas
tienen su origen en esta migración neolítica. Unicamente
lenguas puntuales como el euskera tendrían un origen
anterior al cambio cultural.
Los primeros asentamientos neolíticos en Europa tendrán
lugar a partir de los colonos que llegan desde Turquía y se
asientan tanto en la región de Tesalia en Grecia, como en
algunas islas del Egeo, destacando por su antigüedad el
poblado de Cnossos en Creta, probable precursor del
enigmático palacio atribuído al rey Minos que se levantará
muy posteriormente hacia el año 2.000 a.C.
En torno al año 5.600 a.C. los neolíticos que fueron
estableciendose en centroeuropa, en la región de Hungría
occidental, cambiaron la estructura de las viviendas pasando
de construir casas pequeñas, cuadradas y con paredes de
barro, a levantar habitáculos rectangulares de hasta 70
metros de longitud sobre postes de madera. Además estos
grupos desarrollaron una nueva cerámica, conocida como
Cerámica de Bandas con la novedad de pasar de ser pintada
a tener incisiones con diseños de bandas y líneas onduladas.
Estos nuevos grangeros neolíticos se fueron expandiendo en
dirección occidental a razón de 4 kilómetros por año,
coexistiendo con los últimos cazadores-recolectores hasta
aproximadamente el año 4.750 a.C. donde aún existían
concheros mesolíticos en las costas de Portugal. Son
características de este momento varias sepulturas colectivas
donde se han identificado muertes violentas, quizá por las
luchas entre las dos tipologías de grupos humanos. Destaca
en este sentido la necrópolis de Schletz en Austria, con 67
cuerpos que muestran heridas por armas líticas neolíticas.
La migración de otros grupos por la costa mediterránea llegó
al sur de la Península Itálica en el año 6.000 a.C., asociada a
otra cerámica característica realizada a partir de incisiones
con los bordes de la concha del berberecho, la Cerámica
Cardial. Esta será la predominante en la Península Ibérica,
fechada entre los años 5.700 y 5.300 a.C. en el litoral y entre
los años 5.300 y 4.900 a.C. en el interior.
En la región mediterránea las casas tendrán forma circular sin
divisiones internas, alternando tanto el habitat en cuevas
como al aire libre, ya que no será hasta la llegada del Bronce
cuando el modelo circular sea sustituído por viviendas
cuadradas y rectangulares. Será este un periodo de
desarrollo del comercio con intercambio de materias primas
a lo largo de extensas regiones.
Respecto al aspecto de organización social cabe destacar en
este momento que los reducidos poblados que en Oriente
Próximo habían sustituído a grandes ciudades como Catal
Huyuk, hacen pensar en una estructura igualitaria sin las
desigualdades propias de un modelo a gran escala donde
habría un cierto control de las actividades. En el registro
funerario se pasa tambien de ciertos enterramientos
individuales a otros colectivos a partir del 5.000 a.C. propios
de una sociedad sin distinciones especiales.
Hay que destacar no obstante la existencia de cementerios
con tumbas individuales, propios de una cultura localizada en
la zona levantina de la Península Ibérica y denominada de los
Sepulcros de Fosa donde si existió una cierta diferenciación
identificada según el ajuar de los individuos enterrados.
Quizá los intercambios comerciales de objetos en esta región
motivasen que determinadas personas tuvieran algunos
adornos valiosos diferentes de otros conseguidos por
individuos de su misma comunidad.
En este periodo y en la misma región mediterránea de
desarrollarán unos grabados y pinturas murales que se han
denominado Arte Esquemático, con figuras más o menos
geométricas que incluyen tanto figuras humanas o animales
como símbolos de significado sin desvelar, que quizá van
poniendo las bases de un primer tipo de escritura a base de
pictogramas. Este arte será el antecedente del más conocido
y posterior en el tiempo Arte Levantino, donde se
representan escenas de caza e incluso batallas a partir de
sencillos trazos.
Este arte levantino a su vez tiene importantes parecidos con
la denominada pintura del Neolítico sahariano, localizada en
el norte de Africa y similar tambien a la realizada por los
bosquimanos en Sudáfrica.
En esta época parece haberse olvidado el arte rupestre de los
cazadores magdalenienses de la cornisa cantábrica, donde las
precisas formas de los animales, la representación de su
volumen y el fabuloso contraste de colores, podría parecer a
los profanos en la materia muy posteriores a los grabados
levantinos que sin embargo son varios miles de años más
modernos.
CAPITULO 4
EL FENOMENO MEGALITICO
Las culturas megalíticas
Con el comienzo del V milenio a.C. el continente europeo es
testigo de la construcción de grandes estructuras pétreas,
rodeadas de un cierto halo de misterio. Este suceso, que se
prolongará en el tiempo hasta el final del Neolítico e incluso
llega al Bronce, se ha venido a llamar ‘fenómeno megalítico’.
El fenómeno megalítico coincide en el tiempo, tanto en
España como en el resto de Europa, con una nueva forma de
enterramiento sistemático por parte de los nuevos
agricultores y ganaderos del Neolítico: el enterramiento
colectivo.
Se trata de tumbas donde se van a ir depositando los cuerpos
se manera asíncrona según los individuos de una
determinada comunidad fallecen. Son por tanto necrópolis
en toda regla, con una clara intención social.
Estos lugares donde enterrar a los muertos, en buena parte
del continente estarán presididos por enormes megalitos que
hoy en día se han venido a clasificar según su forma en:
tumbas de corredor, galerías cubiertas, dólmenes.
Pero además de estas estructuras funerarias, en la misma
época se levantaron megalitos simples, sin túmulos de
piedra, que quizá originariamente estuvieran rodeados de
cubiertas de madera hoy desaparecidas. Estos bloques de
piedra independientes, denominados menhires (del galés
maen piedra e hir larga), se han encontrado alineados
formando unos recintos circulares que según su forma han
sido bautizados como cromlechs o henges. A este último tipo
corresponden los grandes círculos como el de Stonehenge,
en el sur de Inglaterra.
La génesis del megalitismo es explicada hoy en día a partir de
cuatro teorías que pueden agruparse y sintetizarse en dos
principales, que a su vez son comunes al propio origen del
Neolítico. La teoría difusionista considera que existe un foco
único a partir del cual esta cultura se extiende a lo largo de
Europa, mientras la poligenista admite varios centros
originarios donde se desarrollaron las claves y técnicas de
construcción de los monumentos.
Dentro de la primera teoría, podemos además distinguir dos
tendencias diferentes: la orientalista y la occidentalista. En el
primer caso se considera que el origen procede de Oriente
Próximo, donde comenzó la transición del Neolítico al
Paleolítico, y el segundo defiende que es el Occidente
europeo el creador de la nueva cultura, que posteriormente
pasó al resto del continente.
Las tesis orientalistas postulan que la procedencia de la idea
megalítica puede ser originaria de Egipto (tesis Smith) a partir
de las mastabas, de las islas Cícladas (tesis Leeds) a través del
megameron ó desde Creta (tesis de Obermaier, Almagro y
Arribas) evolucionando desde los tholoi hasta los sepulcros
megalíticos de corredor.
En el otro lado las tesis occidentalistas, aunque parten del
difusionismo, defienden el posterior evolucionismo desde
sencillos levantamientos de piedras a complejas
construcciones. Una corriente defiende el origen atlántico
(Aberg, Cartailhac y Vasconcelos) en Portugal y Bretaña y
otra es partidaria del origen en el sudeste de la Península
Ibérica (Almería) debido a la mayor antigüedad de los tholoi
sobre los dólmenes simples.
De lo que no cabe duda es que según los datos actuales de
que disponemos, de la etapa del Neolítico Antiguo (6.000 –
3.500 a.C.) los monumentos más antiguos corresponden en
la costa atlántica a sepulcros de corredor asociados a
concheros todavía cazadores-recolectores, ubicados en
Carrowmore (Irlanda) y Saint-Nazaire (Francia).
A su vez en la Península Ibérica en este mismo periodo hay
que destacar cámaras sepulcrales cubiertas con túmulos en
Reguengos y Poso da Gateira (Portugal), asociadas a
cerámicas cardiales.
En el Neolítico Medio (3.500 a.C. – 2.800 a.C.) se generalizará
la construcción de henges circulares, donde destaca el citado
Stonehenge (Inglaterra). En la Península Ibérica se generaliza
el fenómeno megalítico en Galicia tanto con dólmenes
sencillos como con sepulcros de corredor, como Outeiro o
Meninas do Castro.
Ya al final del periodo Neolítico (2.800 a.C. – 2.500 a.C.) y tras
el desarrollo de la Cultura de los Millares en el sudeste de la
Península Ibérica dejarán de construirse megalitos en casi
toda Europa. Parece que la metalurgia se abre paso y se
impone la jerarquización social individual por encima de la
colectiva, tal y como también se manifestará en El Argar
(Almería).
Funcionalidad de la arquitectura megalítica
Anteriormente se ha mencionado ya la función funeraria
como la razón de ser de algunos de los tipos de megalitos. Es
el caso de los sepulcros de corredor, los de galería o los
simplificados dolmenes. Aparte de la que podría ser la
función más clara, los menhires y sus diferentes alineaciones
en cromlechs y henges, parecen tener otras claves
interpretativas adicionales o complementarias a la primera.
Incluso los dólmenes, catalogados como funerarios, parecen
tener también un objetivo que no es exclusivo de los
enterramientos. Según su posición geográfica en muchos
yacimientos, podrían tratarse de una clave territorial o
señalizadora.
No cabe duda que los monumentos megalíticos llaman la
atención primeramente por sus dimensiones. Son estructuras
visibles que no buscan desde luego pasar desapercibidas, y
por ello cabe pensar que a la vista de los pueblos neolíticos
fueran una marca de las zonas de pastoreo. En este sentido
quizá podría tratarse de puntos divisorios entre territorios
fronterizos, situados en enclaves concretos, junto a
fenómenos naturales o rutas de paso.
Además, su posicionamiento en algunos lugares llanos de
gran visibilidad, como es el caso de Stonehenge, donde el
gran menhir Lormariaquer medía hasta 21 metros de altura,
permite pensar que también tuviera asociada a la función
divisoria una utilización para llevar a cabo las mediciones
astronómicas, quizá relacionadas con el calendario agrícola.
La existencia de algunos denominados ‘templos megalíticos’
(Mnajdra ó Hagar Quim en Malta), también incorporan la
idea de considerar las construcciones como centros de culto
de alguna religión ancestral cuyos ritos tuvieran que ver con
la fertilidad, la regeneración de la tierra o vinculado con la
función anterior, con cierto simbolismo astral. Los petroglifos
descubiertos en varios de estos templos, reforzarían la idea
de esa utilización ritual.
Pero los monumentos megalíticos también podrían tener una
vertiente de cohesión social, para una sociedad pre-
metalúrgica, donde aún no existía la jerarquización. En cierto
modo y por tanto muy relacionado con la función divisoria,
podría tratarse de la delimitación del sentido de propiedad
de un grupo sobre un determinado territorio.
De igual manera, el carácter monumental de los megalitos es
en si mismo una manifestación de poder y fuerza del grupo
social que lo construye, acentuando así esa idea de cohesión,
y en cierta medida de vínculo con sus antepasados, que es
donde entraría de nuevo la función funeraria.
Así pues, parece ser que unas y otras claves interpretativas,
no son únicas y exclusivas, sino que guardan una clara
relación entre si, que además define las características
sociales y culturales de los pueblos que levantaron los
megalitos.
CAPITULO 5
PRIMERAS CULTURAS METALURGICAS
Formación de los primeros estados
Con el final del Neolítico se va a producir de nuevo un nuevo
cambio en la organización social y política de los distintos
pueblos para dar origen al sistema de Estado centralizado
que sigue vigente hoy en día. En muchos casos este es el
momento en que comienza la escritura con el objetivo de
establecer un control sobre la población, registrando de esta
forma los primeros datos administrativos y económicos.
El igualitarismo de final del Neolítico, representado entre
otros aspectos por las tumbas colectivas megalíticas, dará
paso por tanto a un esquema jerarquizado donde comienza
la especialización funcional entre los distintos individuos de
cada ciudad, donde el control militar velará por asegurar la
cohesión de la nueva comunidad.
Previo a la formación de los nuevos estados, a partir del año
6.000 a.C. en la región de Próximo Oriente se extenderá la
utilización del cobre como primer metal que sustituye a la
piedra tanto en la fabricación de armas como de
herramientas y adornos. Desde este momento comienza el
denominado periodo Calcolítico, que se extenderá hasta el
año 3.000 a.C., siendo los datos de cronología variables en
función de cada zona geográfica.
Destacan como culturas relevantes del calcolítico las de
Halaf, Ubaid y Uruk, extendiendose desde la actual Turquía y
la costa oriental del Mediterráneo hasta las zonas llamas del
sur de Mesopotamia.
Cultura Años (a.C.)
Halaf 6.000 – 5.400
Ubaid 5.900 – 4.200
Uruk 4.200 – 3.000 Tabla 6. Culturas calcolíticas Oriente Próximo
Perteneciente a la cultura de Ubaid, el yacimiento de Eridú al
sur de Irak muestra ya canales de irrigación desde los ríos a
las zonas llanas cultivadas. Se hacen presentes los templos de
adobe con varias habitaciones alrededor de una sala central,
con una función que quizá fuera tanto religiosa como
habitacional para las clases dirigentes e incluso como
almacenamiento de excedentes de producción agrícola.
Con el final de la fase Uruk, hacia el año 3.500 a.C. aumenta
el tamaño de las ciudades que se concentrarán en la zona sur
alrededor de la propia Uruk, abandonándose los pequeños
poblados del norte de la región. El asentamiento que da
nombre a la cultura tendría ya en ese momento una
extensión de 100 hectáreas y una población probablemente
superior a los 50.000 habitantes, siendo a todos los efectos
considerada como la primera ciudad propiamente dicha de la
historia.
Desde esta metrópoli mesopotámica se establecieron
además alianzas con ciudades cercanas afines a la cultura
que irradiaba la actual Warka ubicada en Irak. Con Uruk llegó
tambien la primera escritura conocida, la cuneiforme,
realizada por impresión de un extremo puntiagudo en forma
de cuña sobre una superficie de arcilla cruda que
posteriormente se cocía para darle la dureza necesaria a las
tablillas.
El otro gran foco a reseñar en el calcolítico se desarrolló en el
valle del Nilo, como cultura precursora del Egipto faraónico.
En el periodo predinástico que se extiende desde el año
4.500 al 3.000 a.C., las poblaciones a la ribera del rio ya
canalizaban las crecidas anuales que llegaban con el limo
regenerador de la agricultura traido desde varios miles de
kilómetros al sur de la región.
El comienzo de este periodo se inicia a finales del Neolítico
en en torno al año 4.500 a.C., donde la cultura de Merimda
observará los primeros indicios de complejidad y
diferenciación social. En paralelo comienza en el Alto Egipto
la primera fase predinástica, conocida como Badariense, a la
que seguirá desde el año 4.000 a.C. la cultura de Nagada.
Las aglomeraciones urbanas, siempre establecidas en torno
al Nilo, no eran especialmente grandes en tamaño en esta
región, pudiendo albergar en el periodo Nagada hasta 2.000
habitantes en ciudades importantes como Hierakónpolis. Casi
al final del periodo Nagada, hacia el año 3.300 a.C. y de
forma similar a lo sucedido en Mesopotamia aunque
independiente, surgirá la escritura jeroglífica con un carácter
pictográfico más acentuado que el de las tablillas
cuneiformes.
En cualquier caso en Egipto el concepto de estado como tal,
llegará tras la unificación del Alto y Bajo Egipto por Menes
(tambien conocido como Narmer), el primero de los faraones
hacia el año 3.000 a.C. coincidiendo con un momento de
descenso de la producción agrícola que pudo impulsar la
conquista del norte desde los territorios del sur más
castigados por las malas cosechas.
Un tercer punto geográfico importante para esta fase de
inicio de las primeras ciudades-estado, es el registrado en la
región del valle del Indo, de la mano de las culturas de
Harappa y Mohenjo-Daro, cuyos origenes se sitúan a partir
del año 2.600 a.C. probablemente por influencia de
Mesopotamia y evolucionadas desde culturas locales
protourbanas calcolíticas que comenzaron a desarrollarse al
comienzo del V milenio a.C.
En el resto del planeta el cambio cultural experimentado al
final del Neolítico es heterogeneo tanto por región como por
las fechas en las que se produce, distinguiéndose tres zonas
para completar el mapa global. La primera en China tiene
como ejemplo más antiguo el poblado de Chengtoushan
hacia el año 4.000 a.C. muy anterior a la primera dinastía,
Xia, datada en el año 1.700 a.C.
En América la primera cultura conocida será la Olmeca,
posterior en tiempo a las registradas en el resto del mundo,
que llegará en el año 1.200 a.C. alrededor de los centros
primero de San Lorenzo y después de la venta, ambos en el
sur de Mexico.
El calcolítico en Europa
En Europa el calcolítico se iniciará en el IV milenio a.C.,
aunque existen yacimientos que dan muestra de la
explotación minera del cobre ya desde el 5.000 a.C. en Serbia
(Rudna Glava) y Rumanía (Ai Bunar). En torno al año 3.000
a.C. la metalugia del cobre en Europa coincidirá con dos
importantes modelos de cerámica. El primero situado en el
norte y noreste del continente, con la denominada Cerámica
Cordada, y el segundo al oeste y suroeste con la Cerámica
Campaniforme.
Aunque inicialmente se pensó que la cerámica campaniforme
era originaria de la Península Ibérica, las tesis más probables
sitúan hoy su desarrollo en la zona de los Paises Bajos, desde
la que se iría desplazando hacia el oeste u sudoeste siguiendo
un modelo migratorio similar al megalítico orientalista unos
milenios antes. En este momento la diferenciación social ya
implica enterramientos individuales, en contraste con los
colectivos del periodo de los grandes megalitos.
La cerámica campaniforme curiosamente no aparece junto a
las zonas de henges megalíticos como Stonehenge, en un
claro corte con la cultura y religión anterior. Las últimas
reconstrucciones de henges en Inglaterra en este último
periodo, podrían tratarse de los últimos intentos por
mantener latente aquella antigua religión, que con la llegada
del Bronce desaparecerá por completo.
En la Península Ibérica la cultura campaniforme se extendió
en el tiempo desde el año 2.700 a.C. hasta el bronce final en
el segundo milenio. Sin embargo antes de la llegada del
campaniforme, ya existía en el sureste peninsular una
importante cultura calcolítica cuyo centro era el poblado de
Los Millares en Almería. Esta Cultura de los Millares se inició
en torno al año 3.000 a.C., con la característica de no
abandonar los enterramientos colectivos que serían
anacrónicos con la nueva estructura social jerarquizada.
El poblado de Los Millares ocupó unas 5 hectáreas de
viviendas circulares, y estaba rodeado por un sistema de
hasta 3 murallas concéntricas además de disponer de 15
fortines sobre cerros elevados en los alrededores de la
ciudad. Se trata sin duda de la primera ciudad penínsular,
aunque no tiene algunos componentes presentes en
Mesopotamia y que caracterizan el concepto de Estado,
como es la presencia de un templo donde se materializara un
sistema tributario de gestión de excedentes de producción.
CAPITULO 6
LA METALURGIA AVANZADA
El Bronce en la región mediterránea
En el Mediterráneo Oriental una serie de cambios van a dar
origen a un rico y complejo entramado social y económico
que marcará el paso del cobre al bronce, a partir de una
importante innovación tecnología en el campo de la
metalurgia. La fusión del cobre añadiendo una pequeña
cantidad de estaño y en ocasiones también de arsénico,
condujo a la obtención de un material mucho más duro y
resistente, el Bronce.
Curiosamente sólo en el extremo oriental se crearon como
consecuencia del nuevo metal auténticas formas
desarrolladas de Estado, quizá por su relación y cercanía con
las regiones de Mesopotamia y Egipto. Grecia, Creta y las
islas del Egeo serán los exponentes de la nueva cultura al
comenzar el II milenio a.C.
Precisamente desde el año 2.000 a.C. comienza en la isla de
Creta el periodo palacial representado por los grandes
centros de Cnossos, Malia y Festos, que hubieron de ser
reconstruídos en el 1.700 a.C. tras ser destruidos por varios
terremotos. Ya en el 1.500 a.C. la isla de la que únicamente
quedó en pie el palacio de Cnossos, fue integrada dentro de
la corriente cultural y política de Micenas en la Grecia
continental.
Más que palacios, los centros cretenses eran grandes
edificios sin muros defensivos donde coexistían habitaciones
a modo de residencia y de almacén alrededor de un patio
central abierto. Con un significado más ideológico que
militar, estos recintos estaban decorados con bellos frescos
representando mujeres de cabellos rizados, juegos con toros
y escenas de mar como el famoso mural de los delfines en
Cnossos.
No parece que en los palacios de Creta vivieran grandes
reyes, sino que la forma política era más igualitaria que la
que correspondería a una ciudad-estado. En todo caso para
el arqueólogo Arthur Evans que excavó y reconstruyó
Cnossos, aquel palacio pudo pertenecer al mítico rey Minos,
hipótesis quizá soportada por los motivos de tauromaquia de
las paredes y la presencia de un laberinto que quiso asemejar
al de Teseo en su lucha con el minotauro.
De nuevo en esta cultura cretense, y con el objetivo
administrativo de control de los excedentes agrícolas, se
desarrolló un tipo de escritura sobre tablillas de arcilla en
forma de jeroglíficos primero y de pictogramas después. La
escritura Lineal A utilizada en el periodo palacial, aún no ha
podido ser descifrada aunque si la Lineal B asociada ya a
Micenas y posterior en el tiempo a la primera.
Como se ha comentado, en la Grecia continental surgirá
desde el año 1.600 a.C. una cultura que arrollará con su
impulso a todas las situadas a su alrededor. Se tratará de
pequeñas ciudades-estado muy fortificadas con
impresionantes murallas, de las que Micenas será una de las
más poderosas junto a la acrópolis de Atenas, Tirinto, Pilos,
Menelaion o Tebas.
Las ruinas de Micenas fueron excavadas por el arqueólogo
Heinrich Schiliemann a finales del siglo XIX, sacando a la luz
varias tumbas de gran riqueza. Años despues el propio
Schilemann, pensando que desde Micenas salió la expedición
griega con dirección a Troya que narra Homero en La Iliada,
buscó y encontró el emplazamiento de la ciudad de Príamo
siguiendo las indicaciones geográficas dadas en su obra por el
escritor griego.
Los centros de las ciudadelas micénicas cumplieron un papel
similar al de los palacios cretenses, aunque su tamaño era
mucho mas reducido además de tener un fuerte componente
militar asociado. Lo que parece indudable es que el origen
ideológico o incluso religioso de Micenas parte de la cultura
minoica desarrollada antes en la isla de Creta.
En torno al año 1.200 a.C. las ciudades griegas serán
destruídas a la vez que muchas otras en la misma región del
Mediterráneo oriental, como las del norte del Egipto
faraónico, sufrieron duros ataques a manos de los pueblos
dorios que podrían ser los mismos que bajo la denominación
de Pueblos del Mar aparecen en numerosos documentos de
la época en las dinastías XIX y XX en Egipto, siendo además
los responsables de la desaparición del Imperio Hitita
localizado en la actual Turquía.
En la Península Ibérica el bronce viene bien representado por
la Cultura de El Argar, fechada aproximadamente entre los
años 2.200 y 1.500 a.C. Se trató de poblados fortificados en
lugares elevados con una división social marcada en los
enterramientos, lo que supone una diferencia a destacar
respecto a la cultura de Los Millares en el calcolítico. Las
tumbas individuales comenzaron siendo cistas de lajas de
piedra para después evolucionar a grandes tinajas cerámicas.
El Argar podría considerarse un estado tributario débil, ya
que sigue sin incorporar los elementos ideológicos necesarios
en forma de templos o santuarios presentes en los estados
minoicos y micénicos. Más que de un estado se puede hablar
de una jefatura desarrollada con algun tipo de control
centralizado.
En el norte de Europa en las regiones de Alemania, Polonia y
Checoslovaquia, la cultura de la cerámica cordada del
calcolítico será reemplazada por el bronce bien representado
por el yacimiento que da nombre a la nueva cultura, Utenice,
fechada entre el 2.300 y el 1.800 a.C.
La etapa final del Bronce en occidente viene representada
por el llamado Bronce Atlántico, a caballo entre el I y II
milenio a.C. La metalurgia del bronce alcanzará en esta etapa
su mejor expresión, justo cuando irrumpía de nuevo desde
Oriente el hierro como novedoso avance metalúgico.
El hierro de Halstatt y La Tene
A finales del II milenio de nuevo se producen en
Centroeuropa por tanto nuevos cambios culturales que
enseguida se asociarán a un nuevo metal como elemento
clave del desarrollo, el Hierro.
Desde el año 1.300 a.C. un nuevo rito funerario se extiende
desde el centro-este de Europa, con un enterramiento
novedoso en el que el cadáver se incinera para
posteriormente ser introducidas las cenizas en una urna que
es depositada en un hoyo junto a otras similares. Será la
Cultura de los Campos de Urnas, que dejará enormes
necrópolis por todo el continente, en ocasiones hasta con
varios miles de urnas.
La escasez de ajuares funerarios parece una vuelta a la
homogeneización social, que parece ser uno de los
indicadores de la nueva religión. En cualquier caso existió
una clase guerrera por encima del resto de la población que
vivió en aldeas fortificadas y que se enterró en túmulos con
ajuares más ricos y en ocasiones incluso con carros.
Hasta la Península Ibérica llegará enseguida el influjo de los
campos de urnas, ya que desde el 1.300 a.C. existen vestigios
en la región de Cataluña. Para algunos historiadores esta
migración y no la neolítica es la que expande los idiomas
indoeuropeos por el continente, y dado que en Occidente
abundaron las lenguas célticas a la llegada de Roma, para
algunos especialistas la cultura de los campos de urnas fue
considerada como una primera invasión celta, aunque hoy en
día esta tesis esta bastante desechada .
El hierro como metal ya era conocido en el V milenio a.C. en
Próximo Oriente, pero no llegará hasta Chipre y Grecia de
una forma apreciable hasta el 1.000 a.C. en pequeños
objetos y desde el 900 a.C. como elemento dominante tanto
en armas como en herramientas duras y flexibles para el
trabajo agrícola. Los primeros objetos de hierro llegan hasta
el Occidente mediterráneo entre los siglos X y IX a.C., poco
antes de los primeros contactos con los colonos fenicios y
griegos.
La actividad funeraria en el Mediterráneo Oriental en esa
época de primeros compases del hierro se engloba bajo el
llamado periodo geométrico por la decoración de los ajuares
cerámicos, que poco a poco tornará al entrar el siglo VIII a.C.
al denominado periodo orientalizante con temas figurativos
de origen egipcio y mesopotámico.
Durante el siglo VIII a.C. se registra un importante
crecimiento de la población en Grecia, similar al registrado
tanto en las penínsulas itálica e ibérica, que trae dos
consecuencias importantes. En primer lugar el crecimiento
de los asentamientos que en Grecia se convertirán en
grandes ciudades como Atenas, Tebas, Argos o Esparta, y en
segundo lugar la falta de recursos para absorber el
crecimiento demográfico que desencadenó la necesidad de
buena parte de la población de emigrar en barco buscando
establecerse en nuevas tierras en la zona occidental del
Mediterráneo.
Es en este momento cuando los colonos griegos ocuparán las
costas del mar Negro, del norte del Egeo, este de Libia, sur de
Italia y Sicilia y litoral francés y llegarán al litoral levantino de
la Península Ibérica, al tiempo que colonos fenicios también
empujados por la presión de sus metrópolis recorrerán un
camino similar a través de las costas del norte de Africa hasta
llegar al sudeste peninsular.
Los expedicionarios griegos irán fundando a lo largo de su
travesía puertos comerciales como Naukratis en el delta del
Nilo, Massalia en el sur de Francia ó Emporion en la Península
Ibérica, mientras los fenicios harán lo propio en Cartago en el
norte de Africa o Gadir al sur de la actual España, ciudad que
según los textos clásicos podría haber nacido en torno al año
1.100 a.C., convirtiéndose así en la ciudad más antigua de la
Europa Occidental, aunque la arqueología no ha hallado
registro anterior al siglo VIII a.C.
Los fenicios introdujeros en la Península Ibérica importantes
novedades que fueron desde el desarrollo de la metalurgia
del hierro y de la plata, hasta la cerámica a torno pasando
por la escritura. El sello identificativo de la cerámica fenicia
era el barniz rojo unido a piezas con decoraciones egipcias
orientalizantes y Tiro era la metrópoli a la que enviaban un
impuesto de las ganancias obtenidas.
La influencia fenicia se fue dejando sentir lentamente en el
interior peninsular donde los pueblos de agricultores
autóctonos fueron introduciendo el policultivo mediterráneo,
mientras se desarrollaba un vivo comercio del que dan
muestra los textos clásicos, que mencionan al mítico reino de
Tartessos situado en el suroeste penínsular y de cuya riqueza
es sólo una muestra el tesoro de El Carambolo.
En el centro de Europa la metalurgia del hierro también se irá
extendiendo desde el siglo VII a.C. interrumpiendo la cultura
de los campos de urnas para regresar a las inhumaciones de
cadáveres en ocasiones en ricas tumbas bajo túmulo. Esta
primera oleada se denominará Primera Edad del Hierro o
Cultura de Hallstat, a la que seguirá una segunda a partir del
siglo V a.C. denominada Cultura de La Tene y asociada a
necrópolis tumulares.
La cultura de la Tene se suele denominar por algunos autores
como celta, ya que es precursora tanto de los pueblos
posteriormente conocidos como celtas o galos en Occidente
como de los pueblos que habitaban en la zona del Danubio,
que después los romanos denominarán germanos.
Recientemente en el siglo XVIII los lingüistas escogieron el
nombre de celta para agrupar varias de las lenguas habladas
en las islas británicas (irlandés, escocés o gaélico) y la bretaña
francesa (bretón). La denominación se ha extendido hasta
nuestros días para referirse a ciertos rasgos culturales
comunes del Reino Unido, noroeste de España y Portugal.
Los pueblos celtas de las regiones central y occidental de
Europa si tenían en común una división de la sociedad en
guerreros, druidas y resto de la población. En algunos
pueblos si un guerrero se convertía en rey al ganar su
autoridad sobre el resto, daba lugar a un pequeño Estado
que se mantenía hasta la muerte del soberano, momento en
que se volvía a la situación inicial donde el poder se repartía
entre los guerreros.
En la Península Ibérica los pueblos locales influenciados por
las corrientes colonizadoras procedentes del Mediterráneo
conformaron lo que hoy se conoce como cultura ibérica,
desarrollada entre los siglos VI y V a.C., y formada por
multitud de jefaturas y pequeños Estados. La sociedad se
organizó jerárquicamente con una población concentrada en
grandes asentamientos fortificados donde vivían los jefes o
reyes y desde la que se controlaba una importante extensión
de terreno agrícola además de la red comercial de
comunicaciones.
Desde el siglo VIII a.C. la influencia fenicia se dejó sentir en
una forma de escritura local cuya primera versión fue la
tartésica y que después dio lugar a la ibérica hacia el siglo IV
a.C. Ambas escrituras, de origen local no indoeuropeo, no
han podido ser traducidas más allá de la simple lectura de
ciertos signos, y para algunos lingüistas presentas ciertas
analogías con lenguas como el vasco o el bereber del norte
de Africa.
La conquista de Roma a finales del siglo II dentro del
contexto de las guerras púnicas contra Cartago, heredera
fenicia tras la destrucción de Tiro, supondrá de facto el final
de la Prehistoria para la mayor parte de Europa. La región del
norte donde no llegó la romanización tenía en el siglo III d.C.
una estructura social con grandes asentamientos y jefes
importantes, que serán los mismos que ante la presión
demográfica procedente de Asia terminarán con la
dominación de Roma.