manifiesto azul 16

72
MANIFIESTO AZUL fanzine de literatura e inquietudes varias invierno 2016 numero 16 depósito legal: MU-3094-2008 TANIA ÁVILA VILLALBA © Efímera superioridad

Upload: colectivo-iletrados

Post on 26-Jul-2016

227 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Fanzine literario editado por Colectivo Iletrados.

TRANSCRIPT

Page 1: Manifiesto Azul 16

MANIFIESTO AZULfanzine de literatura e inquietudes varias

invierno 2016 numero 16

depósito legal: MU-3094-2008

TAN

IA Á

VILA

VIL

LALB

A ©

Efímera superioridad

Page 2: Manifiesto Azul 16

edit

ori

al Tienes delante de tus ojos un mapa. Las páginas de MANIFIES-TO AZUL 16 son la cartografía de un mundo imaginado entre todos los autores que han querido acompañarnos en su construc-ción. Tú sólo tienes que buscar tu mejor sofá y seguir la ruta que te proponemos al pasar la página.

El primer país que aparece en este mapa azul es el de la poesía. En él podrás encontrar los campos de violetas de Marina Alcolea, los retos de la vida de Antonio Neruda, la Murcia nocturna de Paula Mas o las tierras incógnitas de Ulises Varsovia. Bajo la luz de una farola, como la que nos describe Álvaro Bellido, encontrarás a An-tígona, sufrirás un examen sorpresa o la lluvia del mediodía.

Nuestro MApa te llevará a continuación a los territorios de la na-rrativa, con historias sobre mujeres escarabajo, personas que pier-den su empleo o que descubren los entresijos del sexo.

Cruzarás después ese hemisferio que forma el río Penobscot, que conocerás de la mano de las fotos y textos de Rubén Ángel Arias Rueda. Tras pasearte por unas calles llenas de frases memorables entrarás, de la mano de Toni Rivas, en los siete reinos en los que discurre la serie Juego de Tronos. Descubrirás también la Hungría de István Örkény o los laberintos de la poesía de Amalia Bautista.

Este es un mapa diferente, un mapa azul en el que escucharás, gracias a Víctor Martínez, las canciones de Alondra Bentley o po-drás visitar una Cuenca hecha de letras, en la ilustración de Fátima Zohra. Todo ello sin salir de este Manifiesto Azul 16 que tienes delante de tus ojos.

Page 3: Manifiesto Azul 16

po

esía

MÍRALA BIEN

Camina despacio, como si no fuese consciente de que acelera todos mis sentidosTiene una inseguridad a juego con sus ojeras,y unos ojos verdes donde quedarse a vivir.Responde al nombre de locura y no a llamadasde ex que dicen quererla,de corazones rotos que dicen entenderlacuando ni ella misma se ha descifrado.El número de la lotería es el de su casay el techo uno de sus platos favoritos. Si la ves algún día paseando a su desastre no la mires mucho, mírala bienque las obras de artehay que disfrutarlas.

AIDA IMRANI RUIZ

Page 4: Manifiesto Azul 16

po

esía SOÑÉ CON UN CAMPO DE VIOLETAS

He leído un poema que brillaba. Y sé que brillaba porque los ojosse me han llenado de lágrimas y la calle parecía un bosque nocturnoiluminado por la luz de estrellas de neón.¿Vendrás a besar mi cuerpo cuando descansesobre un campo de violetas? Dime, ¿pondrás tu manosobre mi pecho para sentir el latido? Dime, ¿me mirarás a los ojoscuando digas "nunca" ? Dime, ¿me creerás cuando escriba"siempre" ?He leído un poema que brillaba. Y sé que brillaba porque los piesse me han separado del suelo y los edificios parecían árboles gigantescon nidos de pájaros que aguardan antes de volar a otros lugares.¿Vendrás para contarme tus historias cuando descansesobre un campo de violetas? Dime, ¿pondrás mi manosobre tu pecho para permitirme sentir el latido? Dime, ¿cerrarás los ojospara ver a través de la memoria? Dime, ¿sonreirás cuando te pidaque bailes conmigo entre las flores?He leído un poema que brillaba. Y sé que brillaba porque mi bocaha dicho en voz alta tu nombrey sé que es amor porque no sé explicarlo.

MARINA ALCOLEA LÓPEZ

Page 5: Manifiesto Azul 16

EL RETO DE MÍ MISMO

Me reta la vida,me reta su sudor ennegrecido.Lucha que no cesa sin cesar en mí.Albergando esperanza iluminada, luchando cruelmente oprimido, resistiendo infinitamente vivo me observo y acierto a verte cuando te veo.Sudamos juntos sin descanso aparente, luchamos juntos sin destino aparente, resistimos aparentemente vivos.Dialogando raros argumentos, socios en una sociedad, hermanos de una misma humanidad.De la resbaladiza mano, temblorosa y tímida, hacia la inevitable compañía de un yo insuficiente, de un tú imaginado. Tú y yo somos todos, uno mismo en todos difuminado.

ANTONIO NERUDA

Page 6: Manifiesto Azul 16

MURCIA, 3 A.M.

La ciudad es un espectro de rostro impasible.

Me asusta mirarlo. Me enloquece mirarlo. Me fascina mirarlo.

Las fauces del deseo nos devoran se hacen eco de nuestros pasos sabedores de que nuestro fin es cuestión de tiempo.

Retornaré al abismo que encierran tus tinieblasy de la rosa exigua de tu aliento surgirán mil batallasbatallas, que, bien sabes, aún nos quedan por librar.

Retornar de lo vivo a lo lejanode la angustia del cuerpo a la marcha fúnebre de tus pasos. A la cadencia de tu pecho que hoyha dejado de exigirme.

La ciudad sigue siendo ese espectro de rostro impasible.

Me precipito hacia su oscuridad. No la temo, la deseo.

PAULA MAS

Page 7: Manifiesto Azul 16

po

esíaSIEMPRE GANAN LAS BRUJAS

Las luces y la músicahicieron vibrar y brillarmi oxidada armadura de hojalata,lo suficiente como para engañar a unos ojos inmensosque junto al movimiento de sus caderasmandaron a paseo a mi corazón y mi cerebro,espantando a los pájaros que giraban hambrientos a su alrededor.

Me sorprendí hablándole,despejando en cada frase el camino de baldosas amarillascon sabor a ginebraque llevaba hasta su cama.

Pero desarmado, como un león sin colmillos ni valor,dejé que, aburrida, al ritmo sensual de la música,golpeara los talones rojos para fundirse en un mundo real de farolas,barrenderos, vendedores de kebabsy sábanas de cartón.

Y allí me quedé, a merced de las brujas sin escrúpulos,colgado como un monoque nunca aprendió a volar.

CARLOS EGIO

Page 8: Manifiesto Azul 16

po

esía

EXAMEN SORPRESA

Como si de repente me diera cuenta de que era hoy el día de un examen que había olvidado. Así me levanto todas las mañanas.

Despertarme es caer dentro de ese paso en falso, dentro de ese vértigo de saber, de golpe, que no soy lo que debería haber sido y sin saber tampoco qué es lo que yo creía que tendría que ser, o haber sido.

Hay un profesor dentro de mí que me está siempre suspendiendo, y hay dentro mí un alumno que solamente sabe que suspende. Y luego estoy yo, desayunando esta tostada triste, viendo cómo suspendo y me suspenden, como si mi nombre amaneciera siempre escrito en tinta roja.

Luego salgo a la calle y está llena de personas y todas son hermosas y saben lo que hacen, viven alegres, y visten bien, y van a sitios a los que no voy yo, y tienen en el bolsillo las preguntas del examen.

Cuando alguno de ellos me mira, imagino que soy otra persona, que en sus ojos soy también hermoso y voy a sitios con nombre, donde me esperan. Cuando alguno de ellos me mira, sostengo la mirada y abro las branquias, para ser ahí dentro, un rato más, ese que ellos han creído.

Page 9: Manifiesto Azul 16

Todas las personas que finjo ser son mejores que yo, cuando las pienso. Y luego no soy nada, porque cuando habría de ser algo, estaba ya aquí dentro, pensando en quién sería luego.

Tengo envidia de ese que quiero ser. Veo, como si estuviera al otro lado de la acera, cómo sería yo mañana. Y mañana sería tan fuerte y tan claro, tan en el centro de la vida, como sintiendo la tierra sin zapatos, como si supiera, esta vez sí, las respuestas del examen. La envidia de ser yo se parece a la nostalgia de un país lejano, visto en el suplemento de viajes de la revista del domingo.

Y cuando he sido algo, siempre me he equivocado. He tenido vergüenza de todos los que he sido. Todavía a veces salta, en mitad de la calle, hablando sola, la vergüenza. Como si recordara de repente que me dejé las llaves puestas, y todo el mundo pudiera abrir la puerta, y verme por dentro, desnudo, vacío y culpable como yo me veo.

Miro en los escaparates mi imagen de ayer o de anteayer y, sin llorar, lloro de vergüenza, y del fracaso inverso del que ni siquiera lo ha intentado. Habito la mañana entre la gente con la sensación de estar frente a un semáforo en rojo que tarda demasiado en dejar paso; impaciente, y también con la certeza de saber que, si se pusiera verde, no sabría si cruzar o seguir parado, o adónde habría que ir si tuviera libre el paso.

Page 10: Manifiesto Azul 16

Antes de entrar al trabajo, la ecuación perfecta de que he perdido el tiempo se resuelve a sí misma dentro de mi estómago.

Y así paso la mañana, sabiendo que el tiempo nunca se podría haber ganado, pero con el cuerpo hecho este nudo de haberlo perdido con certeza.

DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR

Page 11: Manifiesto Azul 16

po

esíaCOMO REGRESANDO

Como regresandode nunca haber estado,de tierras incógnitassitas en ninguna parte,viejo de permanencias,enjuto de travesías.

Desde ninguna estadía,de ningún lugar borradode los mapas y la memoria,trémula la manosobre el báculo gastado.

Trasponer el umbral,penetral al salón,mirar a través del cristal,sentir retumbar el mar,el mar con sus deidades.

Y cerrar allí los ojos,apagarme en un raptode olas precipitándosecontra mi corazón.

ULISES VARSOVIA

Page 12: Manifiesto Azul 16

po

esía

SERENO

Tú no lo sabes perotus ojos estaban cerrados y me preguntaste,te dije que tenía sueño pero no me dormí,establecí las yemas en tu brazoy en ese cañizal de venaspor donde fluyen todas tus sangresnoté tu cuerpo apaciguarseen un ronroneo de músculos.Quedé a tu lado, quieto,con el miedode aquellos que miran al cieloen busca de cometassin saber si los perderánen un pestañeo,así aguardabael tranquilo latido tuyo.Y llegó,para cerrarme los ojos.

EWAL CARRIÓN

Page 13: Manifiesto Azul 16

ANTÍGONA

Uno de estos días seré valientecomo Antígona.Me dejaré sepultar bajo los escombrosde mi propia noche sin estrellas.Estiraré el brazo hasta que las venasse deshagan en hilos infinitos,asciendan hacia arriba como un géisery el agua me levante esta pena.El estallido de la piellevantará una brisa.Volverá el escalofríoque sentí a orillas de una playa,aún húmeda, cuando pensé:ojalá todo acabara hoy.Me rodearán azulejos blancos,me sostendrá una camilla de floresy aún así mi espalda habrá ardidoescucharéel graznido cansado de las gaviotasy mamá, seguro, estará cosiendocerrando las rasgaduras que yo me abrovoluntariamente,y creerá que estoy estudiandocuando la voz de la Historia sigue dormida.Uno de estos díasdiré la verdadharé lo que todos me mandan:reconocerla.Reconozco que no soy tan buena en lo que respecta al abecedario.Reconozco que aún tengo remedio en cosas como la universidad o la gente.] Reconozco que olvidé amar en cuanto fui consciente de mi existencia.

Page 14: Manifiesto Azul 16

Pero sobre todoreconozco mi total incompetenciaen las cuestiones de la viday en la misma vida.Tanto que hay momentos en los quebailan todos los objetos punzantesy avivan en mí apetito más ebrioque hacia el animal mutilado.Tanto quesi pienso en futuropuedo verme con cincuenta años.Soy capaz de contar mis arrugaslos huesos que se van batiendo en retiradalas veces que mi maridome miente antes de salir por la puerta.Pero, si pienso en el mañana,más fácil; incluso en esta noche,solo sé que mis manos reposaránbajo la almohaday que el hueco entre mis pechosseguirá helado.

ANNIE COSTELLO

CalmaELENA MIRA ©

Page 15: Manifiesto Azul 16

po

esía

LLUVIA DE MEDIODÍA La lluvia frescaque inunda el cielo en griseses mi silencio.

POSTAL DE LOS SENTIDOS - I

Ese tímido cantodel pájaro bajo la lluviade otoñoy la ciudad acariciadapor un viento de hojas caídas.

VICENTE VELASCO

VestigioELENA MIRA ©

Page 16: Manifiesto Azul 16

po

esía UNA FAROLA DE LUZ INTERMITENTE

Parpadea en un gesto nervioso, -terrorífico, podría decirse- que oculta la realidad al igual que la enseña sin pudor a intervalos fugaces. Tiene la bombilla floja, quizá a punto de fundirse. Es como tú, cuando me cansé de verte iluminada a intervalos fugaces y tu luz se volvió inquietante -terrorífica, podría decirse-. Tú también tenías algo flojo. O suelto. Y todo acabó por fundirse a negro. ÁLVARO BELLIDO

AtardecerELENA MIRA ©

Page 17: Manifiesto Azul 16

QUÉ SABRÁ NADIE

Qué sabría Freud si nunca te miró a los ojos. Si nunca supo esconderse en tus muecas, ni despreciar al presente por volver a tu recuerdo. Qué maquiavélica neurona sinaptará con la idea de no besarte, cómo la psicótica idea de ser yo y saberlo me traerá la calma estéril de tu centro.Y aún así seguiremos a kilómetros de cercanía y tan lejos. Tan lejos.Como dos bocas coetáneas que no se tocan.Qué sabría Freud si no agarró tu mano.Cómo, sin conocer tus brazos habló de subconsciente. Sin tenerte delante, cómo descifró la mente, si tus ojos son el embrión científico del mundo.

TAMA IMRANI

Page 18: Manifiesto Azul 16

ACTA EST FABULA

Soy un castillo de naipes.He aquí mi azar.Mi vida depende del pulso o del viento.

ANA SOTO

Page 19: Manifiesto Azul 16

po

esíaNO TENGO OTRA QUE REGAÑARTE

A ver Maite, tienes que tener más cuidado.Te has dejado otra vezel suelo del salóntodo perdido de elefantes de purpurinay ahora, los elefantes están asustados.Van asustados,rayando la tarima nueva con sus grandes colmillosy mueven la pecera despertando a los delfines,que juegan y saltansalpicándolo todo.Y es que te dejas siempre los sueños en cualquier parte.Ayer mismo, por ejemplo, cuando despertastede la siestahabía en tu cuarto una fiestade marionetasy, claro, al entrar me tropecé con los hilos.O lo de la ducha el otro día: una tormenta,navegándola, terribles mosquitos piratas.Todo el baño mojado y además el peligrode que te secuestren o te roben la cartera.Yo, que me considero un padre liberal,me veo obligado a reñirte.Pero es que me enfada tener que esperarpara entrar en el baño.Con todo, reconozco mi parte de culpa:Si te cuento el Mago de Oz,luego no puedo quejarme de que resueneel baile de tus chapinessobre las baldosas amarillas de la cocina.O si te cuento Blancanieves, no puedo quejarmede que venga gente rara a traerte manzanas.

Page 20: Manifiesto Azul 16

po

esía Por eso temo tanto hablarte de Alicia,

o se acabaron mis partidas de póquer de los miércoles.Y hablando de gente rara,¡mejor no hablar de esos que invitasúltimamente a la hora del té!Tenemos que empezar a hablar de con quién te juntas.Ayer todas las razas de duendesdanzaban por los rincones de la casay sabes que soy tímidoy luego me los encuentro por el pasilloy es incómodo no saber de qué hablarles.Yo, que soy más de ver las cosas grises,que me duele el roce del paso del tiemposobre la pielque sigo enamorado como el primer díade cada una de los momentosque he besadoque me duele la vida como un dardo de roca.Yo, que cuando sangro poesíaveo cómo te acercas,gateando torpe,tu boca toda sonrisa,con el bote de Betadiney las tiritas de cenicienta,y sólo puedo reñirtepor obligarme a quererte tanto.

TOMÁS GARCÍA PURRIÑOS

Page 21: Manifiesto Azul 16

DECÍA CELAYA

Decía Celaya:"Maldigo la poesía concebida como un lujocultural por los neutrales".

Yo maldigo la poesía escrita como excusapara no mirarte a los ojos.

La poesía no está pensada,aún no está escrita,yo maldigo la poesía meditada.

No creo que existan versosmás hermosos que el silencio,ni una palabraque describa tu mirada.

Decía Celaya:"Nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno".

Yo tampoco busco adornos,prefiero la crudezade tus manos;el instinto de las palabras que inesperadamentesiempre acaban en tu boca.

No puedo vivir siempre enterrado,lamiéndome con tu recuerdo;en la certeza apabullantede la melancolía.

"Son lo más necesario, lo que no tiene nombre".Sí, eso también lo decía Celaya.

Page 22: Manifiesto Azul 16

Estoy aquí, por tanto,en este instante certero como un segundo,en este acto necesario.

La poesía es tu recuerdoy mi mano sangrandode escribir que aquí no,pero que sin embargo te espero.

La poesía es pensarte,poder acariciar las sombrasde tu alma.

Terminaba el poeta:"Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos".

Gritos en el cielo...cada una de tus lágrimas,cada uno de mis versos.

PABLO NAZIM LÓPEZ

Page 23: Manifiesto Azul 16

po

esíaA VECES LLORO

A veces lloro,Porque el mundo ( me ) pesa tantoQue me hace llorar sin consuelo.

A veces lloroY nadie se da cuenta,Y me seco las lágrimasY me pican los ojos,Y me bombean las sienesQueriendo liberar la angustiaDe las tardes de agobio,Cuando la única salidaEs la puerta de entrada.

Pero llorar también me cura,Es el antídoto perfecto,La mejor de las medicinassiempre a mano y efectiva,En esta vida de mierdaQue me hace llorar Casi todos los días.

MARTA DELGADO

Page 24: Manifiesto Azul 16

po

esía

POEMA PRÓLOGO

Soy consecuencia de la doble articulación de los cuerpos,del fundamento estructural que explica por qué la vida carece de límites explícitos sobre lo que se puede expresar en ella. Tengo también dos caras porque soyun signo lingüísticoy mi significante y significadoserán constituyentes algún díade secuencias nuevas dotadas de sentido, generadas a partir de mi descomposición en unidades mínimas.

Soy el fruto de un instante y la diferenciade dos cuerpos entregados a la fascinación,lo que quedó tras vaciarse uno en el otroy todo el aire que salió de sus pechos en el delirio.También soy la unión de sus venas en venas nuevas, el peso de sus fracasos en un fracaso nuevo,la otra mejilla de su virtud puestaconstantemente en el tiempo,el remanso de sus almasvertidas en un nuevo cuerpo.

Page 25: Manifiesto Azul 16

Soy la sucesión de una estirpe de árboles caducos, de un linaje de mujeres que cabalgaronsobre el rayo hasta volverlo dócil montura,la humedad de las lágrimas no lloradasimpresa en sus almas al abandonar el cuerpo, el fruto de una hoja amarilla caída en tierra que echó raíces y creció buscando la luz. Soy la sucesión de una pregunta retórica constantemente respondida en el silencio.

ALBERTO CARIDE

Page 26: Manifiesto Azul 16

nar

rati

vas

DE LAS DESAGRADABLES CONSECUENCIAS DE PERDER UN EMPLEO.

(relato para estos tiempos de crisis)

Aquella mañana de julio quise adelantarme a la anual práctica de mi Jefe y decidí despedirme. – "¿Has pensado en las posibles consecuen-cias?" Me lo dijeron en un tono amigable, pero, quizás fuera el acento, a mí me sonaba amenazante. ¡Si yo sólo quería dejar un trabajo! ¿Tan raro era? La verdad es que hacía tiempo que intuía que no había más que hacer en aquel lugar, la misma rutina tediosa, los tiempos, los rit-mos, exasperantes. Sin embargo, por algún motivo, todos insistían en que debía quedarme. Del otro lado había al parecer un abismo inson-dable que todos llamaban "el paro". Harto de sus delirios, aproveché un descuido del guarda y me escabullí por una ventana entreabierta, pero debí entrar en una especie de nave industrial y yo no había previsto mascarilla para los gases. Resolví que quizás habría otra forma de lle-gar a Él. Volví a mirar por la ventana: el guarda seguía allí, mirando de izquierda a derecha, preguntándose cómo había desaparecido. Busqué otro camino, más largo y quizás menos seguro, aunque más practicable, dados mis problemas respiratorios. A pesar de la prohibición tomé el ascensor y recorrí el pasillo de las oficinas. Administrativos semides-nudas silbaban a mi paso y me dirigían piropos que harían sonrojar a

Page 27: Manifiesto Azul 16

más de un albañil. Yo me excusaba, no sin devolver de vez en cuando los elogios. El pasillo concluía en la enorme puerta de roble del despa-cho del Jefe. Sentí vergüenza, iba a plantarme allí envuelto en aquella ridícula bata de franela a cuadros rojos y negros. Afortunadamente, aún llevaba puesto mi casco amarillo, de operario, lo cual me daba un cierto aspecto profesional. Golpeé la puerta en dos ocasiones. No hubo respuesta. Algunas de las mujeres habían salido al pasillo y mordían mis piernas y brazos. Podía sentir sus dientes diminutos clavándose en la carne. Yo me desembaracé como pude de algunas de ellas y pe-netré en la estancia, cerrando la puerta con cuidado de no pellizcarles ningún dedo. Miré a mi alrededor, deslumbrado por la luz del enorme ventanal, sin reconocer al Jefe hasta tiempo después. El viejo era alto, delgado, impresionaba. Se lo solté sin más. Lo encajó con entereza, sin parpadear, y esbozó una mueca mecánica. Desde donde estaba no supe si había sonreído, pero segundos después corrió hacia la ventana y sal-tó. No tuve tiempo de pensar bien lo que hacía, me aferré a su espalda en el último instante, con la mala fortuna de que caímos los dos desde lo alto. Aterrado, lamenté lo estúpido que había sido al decidir dejar el empleo tan bruscamente y, entonces, sólo se me ocurrió una cosa que podría salvarnos: pedí a mi Jefe un ascenso y él, complaciente y todopoderoso, desplegó dos enormes alas blancas y remontó el vuelo.

JESÚS MONTOYA

Page 28: Manifiesto Azul 16

HACIA LA LUZ, SIEMPRE HACIA LA LUZ

Caminaba Etgar. Solo. No había querido contar con nadie. Implicar a nadie. Arriesgar a nadie. Caminaba y silbaba. Silbar le atenuaba el mie-do, aunque su silbido era interior y no salía sonido alguno de su boca. Etgar caminaba, silbaba, y sentía un pánico tan profundo que le helaba hasta los huesos. A lo lejos ladraban los perros. Los mismos perros, tal vez, que ladraban en todas sus pesadillas. El frío era mucho. La noche infinitamente oscura. El ambiente húmedo y lúgubre. Y Etgar camina-ba como alma en pena, errático, débil, inseguro, pero de alguna manera sabía que no le quedaba otra opción. Todo estaba oscuro, frío, húmedo, pero esa luz, pese a estar en algún lugar muy lejano, era la única luz y, por tanto, representaba la única esperanza de continuar con vida. Su vida se helaba bajo la ropa. Las pulgas que sentía pulular por sus axi-las, más que un problema, ahora le hacían compañía. La oscuridad de la noche le cegaba la razón, pero era su aliada. Su única aliada. El miedo ya hacía tiempo que formaba parte de él. Habitaba en él. La luz, esa mí-nima luz de esperanza, era todo lo que le mantenía en pie. Pero, en esa desesperada marcha sin retorno, ya no sentía los pies. Sus pies habían abandonado su condición de extremidades para convertirse en elemen-tos insensibles, deformes, e inertes. Como recordaba los zancos de ma-dera que llevaba su primo Amos, que de niño sufrió parálisis infantil. El lujo de estar vivo le estaba pasando factura. En ocasiones, la luz era tenue e intermitente. La intermitencia, con una caden-cia indefinida, se alargaba de tal manera que Etgar perdía el rum-bo. Un búho ululó varias veces advirtiendo de su presencia.Retomar el camino era casi para él una misión imposible. Sin fuerzas, su vista se nublaba. Y, de repente, se sintió caer. La ladera estaba helada, recubierta de una fina capa de hielo aguado, que le empapaba su viejo y roído abrigo de prisionero. El hielo derretido salpicaba en su rostro mezclado con barro. La caída libre continuaba hacia la libertad, o ha-cia la muerte. Eso era lo de menos. Sus piernas por delante, sus brazos hacia atrás. Chillaba. Chillaba como cuando matan a un cerdo por San

Page 29: Manifiesto Azul 16

narrativas

Martín. Chillaba y se ori-naba en la caída. Se golpeó contra una roca. Su rodilla, destrozada, comenzó a san-grar. Lo supo porque sentía el cálido líquido cayendo por su espinilla, hasta em-papar el calcetín e inundar su bota, si a aquello se le podía llamar bota. La caída continuó con un rotundo y peligroso cambio de postu-ra. Ahora caía de espaldas, ladera abajo, en una caída hacía el fin de sus días. Has-ta el fin de todo. Ya no ha-bía luz, ni norte, ni sur, ni futuro, ni gueto, ni nazis, ni nada. Pensó que nada había merecido la pena. Caía a la espera del golpe final, como tantas otras veces había es-

perado. Una rama le atravesó una nalga como una lanza atravesó el cos-

tado de Jesucristo en el monte Calvario. Pero él no se permitió el lujo de gritar. Tal vez ya no le quedaban gritos. O fue un grito congelado y mudo como en el cuadro de Edvard Munch. El desgarro le hizo variar de posición y ahora caía de lado, dando volteretas, hasta que su cuerpo se sumergió en el agua más fría del planeta. Pensó, por un instante, que ese agua congelada era en realidad la muerte. La muerte -pensó-, es un río congelado que arrastra a los cuerpos hasta los confines del universo. Hacia la gran catarata que se tragaba a los barcos al pasar por Finiste-rre. Pero, pesé a todo, río abajo, flotaba y respiraba. Estaba vivo. Con

AUTORRETRATO EN DOS COLORES, 1904Edvard Munch

Page 30: Manifiesto Azul 16

nar

rati

vas

el culo desgarrado. Su rodilla destrozada. Todo el cuerpo magullado. Delgado como un cadáver. Comido de piojos. Pero vivo. Río abajo, el caudal lo arrastraba por el centro del cauce y él se dejaba llevar como un tronco camino del aserradero. Por un instante, volvió a ver la luz. La luz se encontraba cada vez más cerca. Y más cerca. Y más cerca. Hasta que sintió como algo se enganchaba a su viejo y destrozado abrigo. Y luego sintió otro enganchón. Y otro. Y un señor gritaba desesperado desde la orilla del río, palabras incomprensibles pero cargadas de rabia.Las cañas de pescar habían salido disparadas, excepto una. El pesca-dor tiraba fuerte, para no perderla. Se aferraba a su caña como si hu-biera enganchado al gran pez que todo pescador sueña, como en El viejo y el Mar, de Hemingway. El trofeo de su vida se batía en due-lo, con una potera que le había enganchado de la manga del abri-go, y que se había convertido, inesperadamente, en la conexión con su salvación. La luz, esa luz tras la que andaba durante horas, era la que emanaba de la vieja y oxidada lámpara de gas del pescador. En un ultimo intento, tal vez con el último resuello que Etgar albergaba en su pecho, se impulsó hacia el tiro del anzuelo que lo arrastraba, y por lo tanto hacia la orilla. Sus pies notaron el cieno del fondo. La orilla estaba tan cerca como la luz. Notó pasos en el agua. Escuchó palabras en un idioma que le resultó familiar. Le estaban hablando en polaco, un idioma, que a sus oídos de judío checo huido de Auswiztch, le planteó muchas dudas. El anzuelo se había enganchado de la estrella amarilla que engalanaba su brazo. El pescador polaco, rápidamente se dio cuen-ta de todo y lo arrastró, con todas sus fuerzas, hacia afuera del agua.Etgar le habló en inglés, y nada. Le habló en checo, y tampoco. Le habló en ladino, y aún menos. El polaco, poniendo el dedo en vertical sobre sus labios, y emitiendo un shh muy prolongado y cómplice, le mando callar. Y mirándolo fijamen-te a los ojos, apagó la luz.

JOSÉ FERNÁNDEZ BELMONTE

Page 31: Manifiesto Azul 16

Mirar al futuro con ojos ciegos

La mujer escarabajo frotó sus antenitas contra sus costados rechon-chos. Un chirrido de cristales se elevó sobre la mancha gris que era la tarde. Acarició con sus manos intermedias su enorme barriga y ovocitó al interior del cadáver. Meses atrás, una gitana de feria tomó su mano y le dijo que percibía en ella una secuencia de tímidas pataditas. Nunca imaginó que aquello fuera un mal augurio.

JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO

Page 32: Manifiesto Azul 16

FOLLAR, VERBO TRANSITIVO

En los últimos años de nuestra infancia “follar” eran sólo cinco letras; un bisílabo que pronunciaban nuestros hermanos mayores y que sona-ba a secreto. La adolescencia nos lo presentó como verbo pronominal, que conju-gábamos sólo en primera persona: yo me “follo” a mí mismo conmigo. La obsesión por su semántica fue creciendo en los últimos años del instituto y se convirtió en un verbo intransitivo cuya denotación no conseguíamos descifrar. Sólo con la llegada de los años universitarios conseguimos convertirlo en transitivo y que Marta, Cristina, Elena o María fueran el objeto di-recto de nuestro deseo. En el mejor de los casos, transformábamos la acción en pasiva y ellas se convertían en los sujetos pacientes de nuestra acción amatoria y nosotros en los orgullos complementos agentes en sucios descampados o en los pisos de otros. Fueron los años de las perífrasis verbales; de los afortu-nados que “solían follar”, de los fanfarrones que “llevaban follando años” o de los obse-sivos que “tenían que follar”. Al-guno de nuestros amigos, con la virginidad aún intacta bien entra-da la veintena, nos preguntaba con amargura e im-paciencia “¿folla-ré?” con una in-terrogativa nada indirecta. Nosotros, hacíamos acopio de optimismo y convertía-mos el futuro en desiderativa:

EUGENIO GB ©

Page 33: Manifiesto Azul 16

narrativas

“¡Claro que follarás!”.

El final de la veintena fue una época plurilingüe y aprendimos a hacerlo con las rudas británicas, “to fuck”, con las elegantes francesas, “faire la amour”, o con las enigmáticas orientales, con las que nos las deseába-mos para escribir sobre sus cuerpos de pergamino blanco aquel incom-prensible ideograma. Llegó el matrimonio y “follar” se convirtió en el sinónimo absoluto del verbo “amar”, porque habíamos encontrado el complemento directo perfecto hasta el fin de nuestros días. Pero los años, los niños y la pereza nos hizo perder la pasión y forzar los momentos para enunciarlo. Eran días en los que, al contrario de lo que afirma la Gramática, el imperati-

vo se conjugaba en primera persona del plural y con angustia y obligación nos gritábamos “follemos”.

Los años pasaron y comenzamos a follar sólo en pasado y a mirar chi-cas que podrían ser nuestras hijas mientras las hacíamos merecedo-ras de un condicional perfecto que ni la viagra podría conver-tir en presente de indicativo. Ahora, en los últimos recodos de nuestra vida, la demencia toma como presas a nuestra mente y cuerpo y follar se ha convertido para siempre en una palabra de una lengua muerta que jamás volvere-mos a conjugar.

BASILIO PUJANTE

Page 34: Manifiesto Azul 16

nar

rati

vas

Realismo

Con tal de construir a sus personajes a la usanza de los escritores rea-listas, echaba mano del asesinato. Pasaba meses enteros interesándose por seres mundanos, mendigos que suelen no faltar, pero que si faltan tampoco nadie se da cuenta. Los estudiaba y llenaba cuadernos des-cribiéndolos. Cuando concluía sus interminables anotaciones entonces planeaba el homicidio. Sustancias decimonónicas en grandes cantida-des corroían las vísceras de inocentes que, enterrados en el jardín del escritor, despertaban en talamos de sedas y satines orientales, con ser-vidumbres victorianas y espaciosas habitaciones, despertaban en me-dio de tramas de novelas a las que les faltaban cientos de páginas para terminar.

ALEJANDRO ESPINOSA

Page 35: Manifiesto Azul 16

Todo lo que queda

Llevamos más de una hora caminando en la oscuridad, guiándonos por los sonidos del otro, cuando Lucía me hace la pregunta. Otra vez.- ¿Hemos llegado?Vuelvo la vista hacia atrás, por primera vez desde que empezamos el viaje. Unas pocas luces pálidas despuntan a lo lejos. Se trata de la ba-rriada de la que venimos. Los extrarradios que nadie conoce ni ningún turista visitará jamás. Aspiro con la nariz un par de veces antes de estar seguro.-Sí.-le contesto, sin saber donde está exactamente Lucía, sin saber dón-de mirar.- Es aquí.Y es cierto. Al cabo de un rato caminando una oscuridad despierta y se mueve frente a nosotros. Arriba y abajo. Distinguimos la espuma blan-ca, remolinos, cascadas que se estrellan una y otra vez contra la costa. Las luces de las farolas permanecen apagadas. También han cerrado las terrazas de los restaurantes, descubro. Mira, me señala Lucia, haciéndome mirar más allá de los contenedores derrumbados en las aceras. Y yo lo veo.Se trata de la autovía. Está llena de luces naranjas y rojas y también azules. Permanecemos callados un buen rato, contemplando cómo las luces de los coches se alejan tierra adentro. Los últimos atascos que veremos en muchos meses. -¿Y si no vuelven?-me pregunta Lucía con un gemido roto.-Volverán.- le respondo casi al instante. – Volverán como todos los años. Para entonces habrán limpiado la arena y arreglado las calles. Pintarán las verjas oxidadas de los viejos parques. Todo estará como nuevo para ellos, como siempre.

Page 36: Manifiesto Azul 16

-¿Y mientras tanto? ¿Qué pasa con nosotros?La oscuridad ruge. Descendemos la mirada como un acto reflejo: bajo nuestros pies las gaviotas sobrevuelan la playa en busca de provisiones. No, es algo más. Seguimos mirando hasta que los por fin los vemos: animales grandes y pequeños revolcándose los unos contra los otros, luchando por la basura hundida bajo la arena exánime. Lucía se estremece al verlos, y yo también. Nuestros ojos se encuen-tran en la oscuridad y de repente lo entendemos. Recordamos por qué estamos aquí. Agarrados de la mano iniciamos el descenso a la playa, cargados con bolsas todavía vacías. No hay tiempo que perder.Mañana es septiembre.

JOSÉ MANUEL SALA

Page 37: Manifiesto Azul 16

narrativas

LOS OJOS DE CLARICE

El doctor paseó la mirada por la estancia y la detuvo, una vez más, en los ojos de Clarice. Sí... esos ojos. Había sido una espléndida cena, y ahora le esperaba una velada tranquila. Se recostó en el sillón, frente a la chimenea, y, por un momento, se puso a recordar. Y recordó que fueron esos ojos lo primero que llamó su atención: asus-tados, pero sagaces. Ésa era la mirada de alguien que podría llegar a comprenderle, pensó entonces. Desde siempre, desde el principio, le pareció que ella le miraba de otra forma. Luego, a lo largo de los años, habían sido alternativamente aliados y adversarios. En algún momento llegaron a tener diferencias muy importantes, pero siempre prevaleció la sincera admiración que sentían el uno por el otro. Él nunca la subes-timó, y ella jamás le miró como el monstruo que todos decían que era. Sus ojos… sí. Ahora, al cabo de tantos años, habían perdido el brillo, la chispa, la lucidez de aquella mirada inteligente. Claro... ¿qué esperabas, doctor? No es lo mismo cruzar miradas de inteligencia con la atractiva agente Sterling, que observar cómo flotan sus ojos dentro de un fras-co, sobre la repisa de la chimenea. «Definitivamente», se convenció el doctor Lecter, «es una tontería conservarlos. Tendré que comérmelos, como todo lo demás».

LEANDRO LLAMAS

Page 38: Manifiesto Azul 16

po

esía

2069: Coge el veneno y corre

Ahora que todo ha pasado y que es de dominio público que el remedio para el amor es el tiempo o el olvido. Ahora que con un bote de pastillas puedes neutralizar la pasión. Ahora que nos vacunan para sobrevivir a los dramas cotidianos, a los pesares, a los sueños. Ahora que la tristeza y el dolor se controlan. Ahora que la alegría y el júbilo se controlan… No queremos más antídotos. Buscamos el cianuro. Ahora queremos lo que envenena.

ANA SOTO

Page 39: Manifiesto Azul 16

transicio

nes

PENOBSCOT 44/68

por RUBÉN ÁNGEL ARIAS RUEDAVitoria-Gasteiz, diciembre de 2015

http://treneshaciaelpenobscot.blogspot.com.es/

transicio

nes

Page 40: Manifiesto Azul 16

tran

sici

on

es

El Penobscot es uno de los ríos que nacen en la cordillera de los Apala-ches y cruzan de Norte a Sur el estado de Maine (EE.UU.). Fueron los indios Penobscot quienes llamaron Penobscot al río. Los exploradores que, procedentes de Francia, llegaron allí a comienzos del si-glo XVII cuentan que los indios señalaban al río y decían Panawanskek o Panamske o Panouske o Piimnaouamske, y así hasta las más de cincuenta va-riantes con que el oído de los franceses traducía o alucinaba la música verbal de los algonquinos.

Cuatro siglos más tarde, el 31 de diciembre de 2013, un día después de haber salido de Gasteiz y unos minutos antes de que los habitantes de Maine entrasen en el Año Nuevo, mi compañera y yo aterrizamos en el aeropuerto de Bangor. A unos diez kilómetros río arriba desde allí, se encontraba –y se encuentra– la universidad estatal donde ejercería de profesor de lengua y lite-ratura españolas durante el semestre denominado de primavera.Lo que no podíamos imaginar entonces es que el invierno duraría hasta me-diados de abril, con temperaturas mínimas de treinta grados bajo cero y ne-vadas casi constantes. A pesar de ello –a pesar del modo en que el frío contrae y simplifica la existencia– la singularidad del entorno en que habitábamos no tardaría en imponerse y en exigirnos nuevas formas de atención, nuevas formas de pensarnos y pensar.

Salir de paseo, hacer unas fotos, volver a casa. Este fue el ritual con el que inauguré la estación del deshielo. Muy pronto, las imágenes que obtenía en unas caminatas escrupulosa y cómicamente circulares se ordenaron en torno a una serie de motivos recurrentes: fachadas ciegas, zonas de frontera entre las viviendas y los bosques, el Penobscot –tan omnipresente como sus ramales–, vehículos y más vehículos, árboles caídos, árboles en pie y una can-tidad extraordinaria de montones de tierra y grava que la nieve iba dejando a la manera de recordatorio o advertencia. La repetición se debía, sin duda, a la monotonía del lugar, a su lentitud y su aislamiento. Nada de ello, sin embar-go, impedía que volviera a salir en busca de las mismas fachadas, los mismos árboles, coches y montones, una y otra vez.

Page 41: Manifiesto Azul 16

transicio

nes

El paisaje opera sobre nosotros, moldea la percepción y –de una forma difícil de precisar– determina nuestras respuestas anímicas a las proporciones del espacio. Esta influencia es lo que se conoce como marca del paisaje. Las imágenes que acompañan a los diarios deberían considerarse, an-tes que nada, eso: marcas del paisaje, mi experiencia en Maine reducida a algunos de sus escenarios elementales. Doblemente reducida, pues todas las fotografías seleccionadas las hice en los alrededores del Penobscot a su paso por Orono, en la zona más septentrional del cuadrante formado por las coor-denadas 44° Norte / 68° Oeste.

Page 42: Manifiesto Azul 16

tran

sici

on

es Viernes, 3 de enero de 2014. Nadie sabe cómo hemos venido a parar aquí. Cuando digo que soy el nuevo profesor de literatura española me miran con sorpresa. Yo también me miro con sorpresa. No sé qué les sorprende más: si lo de profesor, lo de literatura o la mezcla incomprensible de ambas. Eso, o que nunca se habían imaginado a alguien con un inglés tan elemental. «Un in-glés aeroportuario», digo y pido disculpas treinta veces al día. Porque Estados Unidos es el país con el mayor número de cabezas nucleares a sus espaldas y es mejor pedir disculpas y estar a buenas con el idioma.¿Cómo hemos llegado aquí, entonces? Se lo pregunto a Aurelia y Aurelia tam-poco lo sabe. Vinimos a orillas del Penobscot porque nos dijeron que era este el lugar, el lugar de las oportunidades y de la industria maderera. Por eso vinimos.

Lunes, 6 de enero de 2014. Estos días he tenido que explicarlo varias veces. Vengo de Sansomendi, un barrio obrero de inmigrantes extremeños y cas-tellanos, yo mismo soy uno de ellos. Un barrio excéntrico de Vitoria. De allí vengo, del barrio con más literatura del planeta. Los habitantes de Sansomen-di saben perfectamente que la literatura no necesita ni ha necesitado ni va a necesitar de libros, escritores o escritura para estar y ser y perpetuarse. La literatura no va a necesitarme a mí tampoco, ni va a necesitar mis clases en la Universidad de Maine. En Orono, por cierto, hay tanta literatura como en Sansomendi y, en ocasiones, hay más, porque hay un río. Aurelia ha llegado aquí desde otro norte, del País Vasco más vizcaíno, eus-kaldún y fanfarrón. Es la mujer más intrépida que conozco y he perdido la cuenta de los idiomas que habla o de los idiomas que no habla pero que es capaz de hablar, de repente.

Miércoles, 8 de enero de 2014. El más sorprendido de nuestra llegada es Os-kar (sin tilde y con antepasados austriacos), el marido de Eliane, nuestros vecinos. Oskar es carpintero y le calculamos la juventud allá por los seten-ta. Llegamos a Orono justo el día del cumpleaños de Eliane. Nos prepararon leña y nos dejaron mantas, dos sillas de camping, una mesa, varios cuencos y cubiertos y un calentador de rejilla. El calentador de rejilla nos ha salvado la vida, que es como decir que Oskar y Eliane nos han salvado la vida. Es imprescindible aprovechar las horas de luz porque a las cuatro anochece y

Page 43: Manifiesto Azul 16

transicio

nes

la temperatura desciende unos diez grados con respecto al día y la vida tam-bién desciende o se aparta o se rinde. Y está bien.

Miércoles, 22 de enero de 2014. El Penobscost es un río navegable, pero no con los menos treinta grados que hemos llegado a tener. A esa temperatura hay muy pocas cosas navegables.

Sábado, 8 de febrero de 2014. Desconfío de la literatura. No me fío ni un ápi-ce. Conviene ser cauto. Pero también es cierto que solo confío en la literatura y que solo de la literatura puedo fiarme. No hay ni pizca de contradicción en ello. Ni pizca.

Sea lo que sea eso que enseño en la Universidad de Maine lo hago con los poemas de José Daniel Espejo, de Vilches Brown y de Cristina Morano, con los poemas de Manuel Vilas, Karmelo C. Iribarren y Jorge Riechmann, con las canciones de Los Señora y con Los perros románticos. No hay un español que se entienda mejor que ese. Enseño también lo que escriben Belén Gope-gui y Rafael Reig, Alberto Olmos e Isabel Blare, Andrés Trapiello y Enrique Vila-Matas. A mis alumnos les cuento que es importante mirar las frases por dentro y que en la cadencia está el sentido y que sin cadencia no hay literatura, ni canción, ni baile posible. Que para pensar hace falta una sintaxis. Y que la sintaxis es la inteligencia del idioma.

También les digo que cualquier poema puede volverse ridículo y que el ridí-culo es el único enemigo de lo literario. Que el riesgo de la literatura reside ahí, en eso; que los abismos de la literatura son tres: la cursilería, la solemni-dad y el lugar común.

Sábado, 15 de marzo de 2014. Maine va de habitar donde no, de plantarse donde tampoco y de esperar a que llegue el día en que puedas comprobar por ti mismo si detrás de la blancura está la realidad o se la han llevado. Es algo que se aprende. Que el invierno es un ritual de la espera es algo que se va sabiendo de a pocos.

Jueves, 27 de marzo de 2014. Ayer, al fin, pudimos salir a pasear sin tener que volver a casa con síntomas claros de congelación. La nieve había desapareci-do, como por ensalmo.

Page 44: Manifiesto Azul 16

tran

sici

on

esViernes, 25 de abril de 2014. Thoreau pasó por delante de nuestra casa en, al menos, cuatro ocasiones. Una de ellas fue a finales del verano de 1846. Tho-reau dejó en sus diarios constancia de una noticia leída en el periódico local: un tal John Delantee, de 26 años, había muerto ahogado mientras conducía unos troncos río abajo; sus compañeros encontraron el cadáver, lo envolvie-ron en corteza de árbol y lo enterraron en el bosque. La nota dice expresa-mente: en el bosque solemne. Hoy hemos sabido que ayer apareció una bala en la cabeza de una estudiante de psicología. La bala apareció dentro de la cabeza y la cabeza, con todo lo demás, apareció en una de las dos orillas del Penobscot. O sea, que a la cabeza le encontraron una bala como quien encuentra un tumor o un quiste velocí-simo. La estudiante había decidido poner la bala allí, irse con ella. El cadáver

Page 45: Manifiesto Azul 16

transicio

nes

había caído sobre el río abriendo un boquete en el hielo. La corriente, que bajo la superficie congelada apenas pierde fuerza, lo arrastró unas cuatro millas hacia el sur, donde el deshielo está muy avanzado. Encontrar un cadáver en la orilla de un río es como encontrar una orilla den-tro de otra. La muerte hace bucles, forma pliegues en cuyo interior algo que es muy poca cosa –y cuya ausencia no altera nunca el orden del mundo– ya no se repone. En los que algo, algo insignificante, queda tocado para siempre.

Lunes, 12 de mayo de 2014. Ayer soñé con el cadáver de la estudiante de psi-cología. Yo lo veía avanzar bajo una capa de unos veinte centímetros de hielo y lo seguía bajo el agua y bajo el hielo, aunque quizá sería más preciso decir que lo acompañaba. El caso es que los dos éramos arrastrados por la corriente hasta un lugar en que la luz cambiaba de un blanco a otro blanco y yo enten-día que ese cambio solo podía deberse a que el hielo había desaparecido de la superficie. Entonces el cadáver comenzaba a ascender mientras el agua seguía empujándome mucho más allá, mucho más lejos. De vez en cuando me daba la vuelta y veía el cadáver cada vez más arriba, cada vez más alto.

Lunes, 19 de mayo de 2014. En la calle no vemos a nadie porque nunca hay nadie en las calles de Orono, están todos en sus coches. Lo que sí hemos visto son bandadas de cormoranes. Nuestros vecinos dicen que es extraordinario que hayan llegado hasta aquí. Al atardecer se posan sobre las ramas más altas y allí permanecen hasta que se dejan caer como frutos extraños o como aún más extraños paracaidistas. Las ramas más altas son las más débiles y las que más se balancean. Esto, claro, no lo eligen ellos pero hace que la escena resulte más cómica y más frágil. Durante toda la noche los hemos oído pasar. De hecho, los hemos oído pasar toda la noche varias noches seguidas. Esta mañana, durante el desayuno, le he propuesto a Aurelia que interpretemos. Que hagamos de la presencia de los cormoranes un indicio. Y los dos hemos estado de acuerdo. Si están aquí es porque, a la postre, el verano vencerá. Llegará el verano y lo sabremos. Será el desorden de la luz, sobre las ramas más altas.

Martes, 20 de mayo de 2014. Ayer cenamos con el profesor al que sustitu-yo en su año sabático. En un momento de la conversación insinuó o dijo o reconoció que Maine era un lugar privilegiado para leer a Heidegger y que,

Page 46: Manifiesto Azul 16

TELE

FUN

KEN de hecho, el paisaje, el clima y las

horas de Maine suponen el contex-to idóneo para entender al filósofo alemán. Por mi parte –y con un ánimo que intuí que se disiparía en cuanto abandonáramos su casa– le dije que haría el esfuerzo, que sa-caría de la biblioteca alguna de las obras de Heidegger y la leería en el jardín.

Miércoles, 21 de mayo de 2014. Leído en Heidegger: «Lo sencillo encierra el enigma de lo que per-manece y es grande. Entra de im-proviso en el paseante pero requie-re una larga maduración».

Jueves, 22 de mayo de 2014. Leí-do en Heidegger: «La callada fuer-za de lo repetitivo, el aliento de lo mismo, de lo casi idéntico, de lo que resiste a su exhibición como espectáculo».

Viernes, 23 de mayo de 2014. Contra todo pronóstico, he estado leyendo a Heidegger estos días, lo cual no significa que haya llegado a comprenderlo, sin embargo, me siento muy capaz de imitar sus co-mienzos de párrafo, de frase, de idea. Además, encuentro un placer inmenso en hacerlo. Así, he escri-to: «La vastedad de todo lo que crece y habita en las márgenes del río». El problema viene después, el

Page 47: Manifiesto Azul 16

problema es continuar.A Aurelia le he leído algunos pasajes de Camino de campo, los suficientes para que me diga que no soporta a Heidegger pero que, ella también, podría imitarlo con fa-cilidad. Esta tarde, junto al Penobscot, me ha dicho: «nos tumbamos junto al río como quien se tumba junto a un largo ori-gen». Enseguida se ha dado cuenta de que la frase era o sonaba solemne, era o sonaba profunda, y se ha reído como sacudiéndo-se el hechizo, como quien decide que por nada del mundo va a dejarse hipnotizar.

transicio

nes

Page 48: Manifiesto Azul 16

dím

elo

en

la

call

e

PALOMA ©

BASI ©

“Tourist you are the terrorist”Paraje de la Fuente del Marqués. Caravaca de la Cruz.

fragmento del capítulo primero, RAYUELACalle Francesc Martínez.

Benimaclet.Valencia

Page 49: Manifiesto Azul 16

BASI

©“Rocky no es dios”

Carrer Maior, Tarragona.

Page 50: Manifiesto Azul 16

BASI ©

“sólo me quieres porque no fumo” Calle de Salitre.Madrid

Page 51: Manifiesto Azul 16

dím

elo en

la callle

BASI

©

“liberation is love” Lavapiés. Madrid

ALBE

RTO

©

“Cuanto más te alejas, más fácil es alejarse. hors du temps”

Calle Polo de Medina. Murcia

Page 52: Manifiesto Azul 16

TELE

FUN

KEN

El juego de Juego de Tronos

por TONI RIVAS

Muy pocos han podido resistir el embrujo de la saga televisiva ema-nada del genio (y de los libros) de George R.R. Martin. El éxito puede medirse en los descomunales números que supone su producción (que pese a todo sigue siendo rentable) o en el júbilo con el que acogen el ro-daje las ciudades escogidas para ese efecto, acontecimiento que asegura una oleada masiva de turistas por unos pocos años. Las dimensiones

de la audiencia y el rodaje son proporcionales al tamaño de la creación del escritor nortea-

mericano; la popularidad y espectacu-laridad de la saga crece al tiempo que

las tramas se bifurcan (o se cercenan –literalmente- de un tajo) y el mapa de Westeros y demás se expande o se concretiza en reinos, poblacio-nes y accidentes geográficos.

Page 53: Manifiesto Azul 16

SON

IA MS ©

Page 54: Manifiesto Azul 16

Es evidente que no se hubiera llegado a todo ello sin la adap-

tación inteligente de los volúme-nes que componen Canción de hie-

lo y fuego y los múltiples aciertos que en ellos se encuentran. El abandono, o

la superación, de El señor de los anillos ayuda a entender el encanto de esta macro-

historia, donde una multiplicidad de tramas se entrecruza con la vuelta del mítico tiempo de los

dragones. Ello coincide a su vez con una guerra de sucesión de sabor muy medieval en la cual la heroicidad

queda siempre opacada por la traición, la crueldad y otras ba-jas pasiones demasiado humanas. De este modo, se conserva la

dimensión mítica del relato, en la que la resurrección, protagonizada por Danaerys como figura mesiánica y símbolo de la vuelta de esa edad de oro, coincide temporalmente con la llegada del apocalipsis, en forma de glaciales zombies. Por otra parte, y al contrario de lo que sucede en el clásico tolkeniano, las demarcaciones del bien y del mal se desdibujan, quizá como resultado de una excesiva humanidad de los personajes,

como en el caso de la propia Danaerys, presa de su determinación, su poder, su grande-

za moral pero también de sus vacilacio-nes, su dogmatismo o su tiranía, en una suerte de juego pendular que oscila entre la vulnerabilidad y la invulnerabilidad del

personaje. Las ambigüedades morales se avienen con la ausencia de un maniqueísmo

cosmogónico, de manera que la abstracción del mapa y sus bien delimitados muros pierden

nitidez en el paso que va desde la mirada panorámica de los créditos hasta el primer plano de los personajes y

de sus historias. Sumergido en el campamento de los salvajes y en su trasiego hasta el supuestamen-

te insalvable muro, se desdibuja el límite entre bandos (y para el espectador, empatías), como bien sabe –y sufre- el bastardo Jon Nieve.

Page 55: Manifiesto Azul 16

TELEFUN

KEN

A este propósito, obser-vo un paralelismo entre la infinita bifurcación de senderos (que otros llama-rían desparramamiento) que son las historias y sus avatares individuales, y las posibilidades irreductibles de una geografía siempre en continua expansión. Así pues, por mucho que se se-ñale la extinción de una saga, se avizore un apocalipsis, o se anuncie el retorno del mito funda-cional, las posibilidades del demiurgo son tantas como las que tiene el territorio de traicio-nar el mapa.

No nos olvidemos que las series son tan buen cine como producto y, a este respecto, esperemos que las posibilidades geográficas, narrativas, míticas de Juego de tronos, que han servido para superar el esquema tolkeniano, no deriven en una infinita (e inane) dilatación de la trama, compuesta, cada vez más, de viajes y reencuentros cual novela bizantina (o de folletín) sometiendo la promesa de un universo y de su historia a la mecánica efectista, resultona y no menos rentable de la industria y su juego.

Page 56: Manifiesto Azul 16

per

vers

ion

es István Örkény

“Cuentos de un minuto”

por DÓRA BAKUCZ

Page 57: Manifiesto Azul 16

El nombre de István Örkény (1912-1979), autor que en el llamado Bloque de Europa del Este vivió todas las vicisitudes de la época, desde el trabajo forzado y la prisión de guerra, desde la ocupación alemana hasta la prohibición de la publicación de sus escritos durante el régimen comunista de la posguerra, se asocia en la lite-ratura húngara con la visión grotesca y con la creación del género cuento de un minuto. Un humor especial, la visión que degrada e invierte la realidad de un modo ca-ricaturesco, cómico-satírico, o sea, lo grotesco, es la cali-dad estética que impregna tanto la obra dramática como la narrativa de Örkény. En la narrativa de la época la vi-sión grotesca aparece en una serie de autores del mismo bloque, en escritores como Hrabal, Havel, Mrozek, etc., pero es en la narrativa breve de Örkény que elimina la mayoría de los detalles de la narración, donde se le da un énfasis especial Los textos que vienen a continuación son cuentos de un minuto que muestran algún aspecto característi-co de los microrrelatos del autor húngaro y que no se han publicado en la antología mencionada, excepto uno, “Surtido”, que sí está en el libro de la Editorial Thule, sin embargo aquí aparece en una nueva traducción.

Page 58: Manifiesto Azul 16

Ötvenes évek

(Örkény, István. “Ötvenes évek.” In: Egyperces novella. Budapest: Palatinus, 2008. p.113)

-Elhiszed, apu, hogy tudom a legeslegszebbik nevet a világon?-Melyik az?-Vladimir Iljics Lenin.-Honnan tudod?-A tanító néni mondta. Miért, nem szép?-De szép.-Na, látod. Mehetek misére?-Mehetsz.-Szervusz.-Szervusz.

Años cincuenta

-Papá, ¿a que no sabes cuál es el nombre más bonito del mundo?-¿Cuál?-Vladímir Ilich Lenin.-Y, ¿cómo lo sabes?-Lo ha dicho la maestra en el cole. ¿Por qué? ¿No te gusta?-Claro que me gusta.-Menos mal. ¿Puedo ir a misa?-Puedes. -Hasta luego.-Hasta luego.

Page 59: Manifiesto Azul 16

perversio

nes

Francia szemmel

(Örkény, István. “Francia szemmel.” In: Egyperces novella. Budapest: Pala-tinus, 2008. p. 112)

-Bocsánat, hogy így, ismeretlenül, átszólok az asztalon, és megzavarom a-beszélgetésüket... Önök, ugyebár, törökök?-Nem, kérem. Mi magyarok vagyunk.-Magyarok? Nahát, milyen a véletlen! Nekem is van egy magyar ismerõsöm,-akivel épp ebben a bisztróban idõnkint lejátszok egy parti sakkot... De talán-ismerik is! A neve Jan Szlavomir Sztrhács.-Sajnos, nem ismerjük. De a neve után ítélve nem is magyar.-Hát melyik országban élnek a magyarok?-Magyaroszágon.-Aminek fõvárosa Bukarest?-Nem, nem. Magyarország fõvárosa Budapest.-Hát persze! És elnézést kérek a zavarásért. Most már mindent értek.

Con los ojos de un francés

-Perdona por molestar e interrumpir la conversación así sin más, ya sé que no nos conocemos, pero... Ustedes son turcos, ¿verdad?-No, no somos turcos, somos húngaros.-¿Húngaros? ¿De verdad? Qué casualidad, yo también conozco a un hún-garo, de hecho normalmente quedamos justo aquí, en este bar, para jugar al ajedrez... Igual hasta lo conocen, se llama Jan Slavomir Strajach. -No, lamentablemente no lo conocemos. Pero tampoco el nombre suena húngaro.-¿Ah, no? Pues, ¿en qué país viven los húngaros?-En Hungría.-Ya, y la capital es Bucarest.-No, no, la capital de Hungría es Budapest. -Ah, claro. Perdonen la molestia. Ahora ya ha quedado todo claro.

Page 60: Manifiesto Azul 16

per

vers

ion

es Választék

(Örkény, István. “Választék.” In: Egyperces novella. Budapest: Palatinus, 2008. p. 364)

- Jó napot, asszonyom.- Mit kíván a kedves vevő?- Egy barna kalapot szeretnék venni.- Milyen legyen? Sportos? Szolidabb? Széles karimás?- Maga mit ajánl, asszonyom?- Próbáljuk meg ezt... Könnyű, nem túl sötét, nem is túl világos. Ott a tükör, kérem.- Azt hiszem, nem áll rosszul.- Mintha a kedves vevőre tervezték volna.- Mégis, ha nem fárasztom, mutasson egy másik fazont.- Készséggel. Például ezt is nagyon merem ajánlani.- Valóban, jól áll. Nem is tudom, melyiket válasszam.- Talán egy harmadikat. Ezt nagyon sok vevőnk dicséri, és éppoly jól áll, mint az első kettő.- Igaza van. Mi az árkülönbség a három kalap közt?- Az áruk egyforma.- És a minőségük?- Merem állítani, egyik sem rosszabb a másiknál.- Hát akkor mi a különbség a három felpróbált kalap közt?- Semmi, uram. Nekem nincs is három barna férfikalapom.- Hanem hány?- Csak ez az egy.- Amit egymás után háromszor fölpróbáltam?- Igen, kérem. Ha szabad kérdeznem, melyiket választja?- Magam se tudom. Talán a legelsőt.- Azt hiszem, az a legelőnyösebb, bár a másik kettő sem lebecsülendő.- Nem, nem... De most már kitartok a legelső kalap mellett.- Ahogy parancsolja, uram. Jó napot.

Page 61: Manifiesto Azul 16

Surtido

-Buenos días, señora.-Buenos días, ¿qué desea?-Quiero comprar un sombrero marrón.-Y, ¿cómo lo quiere? ¿Deportivo? ¿O algo más discreto? ¿Con la ala ancha?-¿Usted, qué me recomienda?-Vamos a ver, por ejemplo, este… Es ligero, el color no es demasiado oscuro, pero tampoco muy claro. Ahí tiene el espejo…-Me parece que no me queda mal.-Como si lo hubieran hecho expresamente para Usted. -Sin embargo, si no es una molestia, ¿podría enseñarme otro modelo?-Claro que sí. Este por ejemplo, este también le quedaría bien, estoy segura.-Tiene razón, me queda bien. Ahora no sé cuál elegir de los dos.-Quizá tendría que ver uno tercero. Este suele gustar mucho, y le va a quedar tan bien como los dos primeros. -Es verdad, tiene razón. ¿Cuál es la diferencia de precio entre los tres? -Tienen el mismo precio. -¿Y entre la calidad de los tres?-Puedo asegurarle que ninguno es peor que los otros dos. -Pero, entonces ¿en qué consiste la diferencia entre los tres sombreros que acabo de probarme? -En nada, señor. En realidad no tengo tres sombreros marrones para hom-bres.-Sino, ¿cuántos tiene? -Este es el único.-Y, ¿es el que yo me he probado tres veces seguidas?-Así fue. ¿Con cuál se queda entonces?-No sé cuál elegir. Quizá el primero. -Creo que ha sido buena decisión, aunque los otros dos tampoco estaban mal.-Sí, sí, es verdad, pero ahora ya me quedo con el primero. -Como quiera, señor. Hasta luego.

Page 62: Manifiesto Azul 16

Ballada Budapest bombázásáról

(Örkény, István. “Ballada Budapest bombázásáról.” In: Egyperces no-vella. Budapest: Palatinus, 2008. p. 172.)

-Képzelje csak, betettem a kofferemet a pályaudvaron a megõrzõbe, és mire-visszamentem, nem volt meg a koffer.-Az semmi. Én is betettem a kofferemet a pályaudvaron a megõrzõbe, és mire-visszamentem, nem volt meg a pályaudvar.

(Korabeli vicc)

Balada sobre el bombardeo de Budapest

-Imagínese, puse la maleta en la consigna de la estación de tren y cuan-do volví, ya no estaba.-Ah, pues yo también puse la maleta en la consigna de la estación, y cuando fui a buscarla, la estación no estaba.

(Chiste de la época)

Page 63: Manifiesto Azul 16

desp

ensa m

elód

ica

por VÍCTOR MARTÍNEZ

Alondra se muestra decidida a cambiar de tercio, a ir un paso más allá en este magnífico ‘Resolutions’ (Gran Derby, 2015). Por eso se fue a Richmond (Virginia, EEUU) para grabar a las órdenes de Ma-tthew E. White y con el resto del colectivo Spacebomb a su servicio. De ahí han salido los trabajos del propio Matthew y los de otros artistas: Howard Ivans, Grandma Sparrow, Natalie Prass… La línea de célebres discográficas como Stax o Motown es el ejemplo a seguir.

Page 64: Manifiesto Azul 16

des

pen

sa m

eló

dic

aOlvídense pues de esa imagen que teníamos de Mrs. Bentley pegada a su guitarra. Sí, la de aquella chica que aparecía en la portada de ‘As-hfield Avenue’ (Absolute Beginners, 2009), su debut discográfico. Eso ya es historia. Atrás queda la bandera folk (de profundas raíces anglo-sajonas), que la acompañaría hasta ‘The Garden Room” (Gran Derby, 2012). Ahora toca otra cosa. El piano juega un papel fundamental y entran en juego sintetizadores, loops… algo insólito hasta la fecha. Como prueba, nada mejor que los ecos ochenteros de “What Will You Dream”, canción inspirada en C.G. Jung que se mostró como avance del disco en su momento. Kate Bush nunca estuvo tan cerca.

Como tampoco lo estuvieron, por ejemplo, Nina Simone o Minnie Riperton en “When I Get Back Home” y Billy Joel o Elton John en “Remedy”. Las guitarras prácticamente desaparecen (salvo en “Our Word” y “Mid September”, la mejor canción del álbum, probable-mente) y lo que puede recordar a tiempos pasados se encuentra en “Sweet Susie” (canción en memoria de su madre Susan), “The News” y “Water”, aunque desde una óptica mucho más experimental. Un viraje sorprendente, pero muy natural, hacia el pop (soul pop, mejor dicho).

Un trabajo que suena a los 70, a los 80, y moderno a la vez. Súmale una voz majestuosa y un carisma arrebatador. Obra maestra.

Alondra Bentley Resolutions (Gran Derby, 2015)

Page 65: Manifiesto Azul 16

recom

end

azion

esnunca feliz del todo

BAUTISTA, Amalia (2013). Falsa pimienta, Sevilla:

Renacimiento, col. Calle del Aire.

por FLORA JORDÁN

Falsa pimienta, el último libro de Amalia Bautista es un canto al amor desde una perspectiva esencialmente femenina. Cualquier mujer puede sentirse identificada en cada uno de los poemas, pues la autora se hace niña en «He soñado la casa de mi infancia», ofrece una imagen de la adolescente que fue en el poema «Plaza de arriba España» y se recrea en poemas más maduros en el resto del libro como en «Compañeros de viaje». Todas las etapas vitales de una mu-jer quedan reflejadas en este poemario que funciona como un ciclo y que termina de una forma abierta, con el poema «Duda». Sin embar-go, no por ello, nos encontramos ante una poesía feminista puesto que no hay reivindicación o lucha en este poemario, sino más bien una revolución interna, una trayectoria llena de laberintos y muros que conforman el sujeto lírico femenino. En este sentido, es muy sig-nificativo que varios títulos de los poemas lleven implícita esa fe-mineidad: «Gacela», «La reina Mab», «Emperatriz», «Ella», «Sucia», «Desalmada». En efecto, desde el principio la autora nos sitúa en el ámbito lunar, en la sensualidad, en lo tradicional doméstico pero siempre buscando un horizonte y una puerta giratoria. Amalia Bau-tista arroja una original mirada sobre lo cotidiano y lo engrandece. Es capaz de hacer una poesía íntima y al mismo tiempo universal, una poesía que parte del detalle pero lo trasciende de forma magis-tral.

Page 66: Manifiesto Azul 16

reco

men

daz

ion

es Falsa pimienta está dividido en tres partes: «Doméstica sede», «Fuera de casa» y «La pertenencia». Como estima Juan Carlos Abril, el poemario “va ganando a lo largo de sus secciones y composiciones, gradualmente, en emoción y relación con el lector, envolviéndolo en un diálogo con la cotidianidad que nos circunda”. Efectivamente, así es y poco a poco el receptor de la obra se sumerge en un microcosmos plagado de sentimientos que a veces son contrarios a la lógica y a lo racional.

El punto de partida es la ciudad de Madrid. Una ciudad que a ojos de la autora es inhumana y poco propicia para el amor u otras pasiones. Describe una ciudad negra, sucia, donde el ser humano está aprisio-nado y no es capaz de ver más allá, como lo demuestra su poema «Al-tos muros» (p.23-24): «Altos muros. Siempre esos altos muros, / tan ásperos y duros como el odio, / cortándome el camino al horizonte. »

La ciudad ya no simboliza el progreso, ni el avance, ni el desarro-llo como en los poetas del 50. La gran ciudad es una jungla donde el yo se disipa entre la multitud y su voz se mutila día a día. La comunicación real no existe en la gran ciudad donde la mayoría de la gente va en el metro o en cualquier transporte público mirando la pantalla de su mó-vil o de su Tablet. Frente a ese mundo exterior y hostil, Amalia Bautista retoma la tradición de la casa y el hogar como eje central de la primera sección del poemario. También aquí, podemos hacer una lectura para-lela sobre la conexión entre Falsa Pimienta y el universo femenino. Por un lado, porque la mujer ha estado tradicionalmente ligada al mundo doméstico y por otro, porque esa primera “doméstica sede” puede ser el útero materno.

Page 67: Manifiesto Azul 16

La maternidad también está presente de forma ex-plícita, así pues aparecen las hijas de la autora en varios poemas, como en «He so-ñado la casa de mi infancia» (p. 13) en «Punto Limpio» (p.33) y en «Sin ti», (p. 55). Este detalle también apoya la idea de una escritura esen-cialmente femenina.

Más allá de estas anotacio-nes, la autora evoca con maestría la nostalgia de un pasado remoto, como en «Flores Áster»: «Por esa misma acera, muchas veces, / llegaba la alegría a visitar-me» (p. 15) y al mismo tiem-po sabe encarnar el CARPE DIEM en un poema solar, alegre y esperanzador, como es «Brindis» (p. 79).

Además, el fantástico poema «Punto limpio» de la primera sección, merece un análisis detenido. Se mezcla aquí el materialismo de nuestros tiempos, la idea de pertenencia y posesión de las cosas y a la vez, la necesidad de ir dejando atrás todos los recuerdos que conforman nuestra vida. Es un poe-ma del reciclaje físico pero también humano. Estamos demasiado atados a lo material porque quizá las cosas, los objetos también explican nuestro

Page 68: Manifiesto Azul 16

paso por la vida y nuestro camino. Pero, ¿es fácil desprenderse de esas cajas que encierran vidas? Algunas religiones orientales proponen que la felicidad se basa en la desposesión de lo material y en la no dependencia, pero aquí la autora reivindica el poder tener esas pertenencias porque es el mundo la que la obliga a “limpiar su existencia”. Lo que hace este poema tan especial, además de todo lo arriba mencionado, es el arranque de esa pregunta metalin-güística de «¿Cómo pueden llamar-lo punto limpio?/ con tantas lágrimas y tanto insomnio, /tanto terror, tanto desvali-miento?» (p.33). Al cuestionar el propio término, tan usado, tan de moda, tan ecológico, de repente el lector se da cuenta de la certeza que hay en las palabras de la poeta. Lo que llamamos “punto limpio” que normalmente conectamos con el léxico de lo positivo, lo ecológico y lo verde, de repente aparece con unas implicaciones oscuras y tétricas y nos instalamos en el campo semántico de la negatividad (“lágrima”, “insom-nio”, “terror”, “desvalimiento”) que el lector reconoce desde el primer verso.

Otro poema que encandila al lector por su aparente sencillez es «Sin ti», último poema de la segunda sección, «Fuera de casa». La anáfora o repetición sistemática de las palabras «sin ti», dan una idea de agobio y de frustración pues el sujeto enamorado busca en todas partes al ser querido. La estructura es acumulativa y encontramos una toponimia muy variada que va de lo general (“el mar”, “los bosques”, “las calles”, “los caminos”) a lo concreto (“Piazza Navona”, “la Gran Vía”, “la National Gallery”, “la Alham-

Page 69: Manifiesto Azul 16

recom

end

azion

esbra”). Lo sorprendente es el giro del final donde la autora reconoce que la felicidad no reside únicamente en estar acompañada y la unión con el ama-do. El verso final cae como un telón que cierra el acto: «sola o acompañada, nunca feliz del todo» (p.56).

Finalmente a modo de conclusión, podemos constatar que Amalia Bautista hace un recorrido personal lírico muy rico en ideas y matices. Su poesía llana, sincera, sin artificios, conecta con el público general. Como resaltaba al principio es una poesía femenina pero no feminista, es una poesía que parte de lo femenino pero lo trasciende, lo cual la hace partícipe de una identidad propia pero al mismo tiempo integrada en una concep-ción más amplia. Esta poesía supera las concepciones maniqueas de género y nos enfrenta a una situación de la mujer real y diaria, de carne y hueso, que podemos relacionar con nuestra vida cotidiana.

Page 70: Manifiesto Azul 16

ilu

stra

do

sFÁ

TIM

A ZO

HR

Page 71: Manifiesto Azul 16
Page 72: Manifiesto Azul 16

colectivoiletrados.blogspot.com.es