luxación congénita de cadera aunque hoy en día tiende...

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OBJETIVOS 1.- Revisar la Displasia de Cadera congénita y del adulto 2.- Revisar las distintas medidas, obtenidas mediante técnicas de imagen, empleadas para su diagnóstico. 3.- Papel de cada una de las técnicas de imagen, indicaciones y limitaciones. REVISIÓN DEL TEMA Introducción: Las luxaciones atraumáticas de la cadera ya fueron descritas por Hipocrates en el siglo IV a. de C. (1). Se le llamaba luxación congénita de cadera aunque hoy en día tiende a llamársele, con más propiedad, displasia del desarrollo de la cadera (DDC) al no estar restringida únicamente a la anomalía congénita y aparece en caderas normales al nacimiento las cuales desarrollan posteriormente la displasia (1-3). Abarca un amplio espectro de anomalías que afectan al acetábulo, fémur proximal y tejidos blandos adyacentes. La morfología acetabular (tamaño, inclinación, concavidad) condiciona también cambios morfológicos en la cabeza (tamaño y forma) así como en la orientación del cuello femoral. La incidencia es de 1 de cada 100 nacimientos si el despistaje es clínico hasta un 8% si es ecográfico (3-4). Existe una mayor incidencia (2,5-5%) (3) en lapones e indios americanos y menor en chinos y negros africanos. Es más frecuente en mujeres que en varones (9:1). (4) La etiología de la DDC es multifactorial e implica factores tanto genéticos como del desarrollo intrauterino, tales como predisposición genética (displasia acetabular primaria)(2), la laxitud ligamentosa de probable carácter estrogénico así como la restricción de movimiento y el parto. Como factores de riesgo demostrados, están los

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OBJETIVOS

1.- Revisar la Displasia de Cadera congénita y del adulto

2.- Revisar las distintas medidas, obtenidas mediante técnicas de imagen,

empleadas para su diagnóstico.

3.- Papel de cada una de las técnicas de imagen, indicaciones y limitaciones.

REVISIÓN DEL TEMA

Introducción:

Las luxaciones atraumáticas de la cadera ya fueron descritas por

Hipocrates en el siglo IV a. de C. (1). Se le llamaba luxación

congénita de cadera aunque hoy en día tiende a llamársele, con más

propiedad, displasia del desarrollo de la cadera (DDC) al no estar

restringida únicamente a la anomalía congénita y aparece en caderas

normales al nacimiento las cuales desarrollan posteriormente la

displasia (1-3). Abarca un amplio espectro de anomalías que afectan

al acetábulo, fémur proximal y tejidos blandos adyacentes. La

morfología acetabular (tamaño, inclinación, concavidad) condiciona

también cambios morfológicos en la cabeza (tamaño y forma) así

como en la orientación del cuello femoral.

La incidencia es de 1 de cada 100 nacimientos si el despistaje es

clínico hasta un 8% si es ecográfico (3-4). Existe una mayor

incidencia (2,5-5%) (3) en lapones e indios americanos y menor en

chinos y negros africanos. Es más frecuente en mujeres que en

varones (9:1). (4)

La etiología de la DDC es multifactorial e implica factores tanto

genéticos como del desarrollo intrauterino, tales como predisposición

genética (displasia acetabular primaria)(2), la laxitud ligamentosa de

probable carácter estrogénico así como la restricción de movimiento y

el parto. Como factores de riesgo demostrados, están los

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antecedentes familiares, el sexo femenino, el primer parto y el parto

de nalgas.

El desarrollo de la cadera se produce por la interacción del acetábulo

con la cabeza femoral y la musculatura adyacente (2, 4). En la DDC

la pérdida de concavidad acetabular condiciona desplazamiento

lateral y proximal de la cabeza femoral así como eversión y

aplanamiento del labrum.

Es fundamental un diagnóstico precoz de la DDC, pues implica menor

agresividad terapéutica y mejor pronóstico, por lo que las técnicas

diagnósticas representan un papel fundamental en el manejo de esta

entidad, por esta razón la DDC del adulto es muy poco frecuente en

nuestro medio ya que, casi siempre, se diagnostica en el primer año

de vida con lo que se evita su progresión.

Antes de analizar la DDC del adulto describiremos brevemente la

infantil.

DDC del niño:

La sospecha diagnóstica inicial es clínica basada en el acortamiento

del muslo, la asimetría de pliegues glúteos y la limitación del rango

de abducción así como las maniobras exploratorias (Ortolani,

Barlow,...). Cuando esta exploración resulta patológica se solicita

estudio radiológico.

Hasta las 4-6 meses la técnica diagnóstica de elección es la ecografía.

A partir del 6º mes el núcleo de osificación de la cabeza femoral es

visible por lo que se realiza estudio radiológico. La Tomografía

Computadorizada (TC) se reserva para el seguimiento postquirúrgico

y la Resonancia Magnética (RM) no suele usarse por ser necesaria la

sedación.

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Ecografía:

Se usan dos técnicas básicas, la estática o de Graf y la dinámica o de

Harcke.

Graf analiza la morfología de la articulación y los ángulos definidos

formados por el acetábulo y el labrum con el ílion (Figuras 1 y 2):

Ángulo : Es el formado por la línea del acetábulo con el ílion y refleja

la profundidad del acetábulo. Es normal si es 60º.

Ángulo : Formado por el labrum con el ílion y refleja la cobertura

labral. Normal <55º.

La técnica de Harcke consiste en realizar maniobras luxatorias

(aproximación, rotación interna) durante la exploración ecográfica.

Figura 1: Esquema de los ángulos de Graf e imagen ecográfica con los ángulos trazados

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Ángulo acetabular

Línea de Perkins Línea de Perkins

Línea de Hilgenreiner

Línea de Shenton

D

Ángulo CE

Figura 2: Esquemas de las líneas y ángulos.

Radiografía:

Se obtiene en decúbito, rotación neutra y leve flexión. Se han

descrito varias líneas y ángulos para su valoración (Figuras 2 y 3):

1.- Línea de Hilgenreiner: Une el cartílago trirradio de ambos

coxales.

2.- Línea de Perkins: Perpendicular a la anterior y pasa por el borde

externo del acetábulo. Divide a la cadera en cuatro cuadrantes,

debiendo estar situada la cabeza femoral normal en el inferointero.

3.- Línea de Shenton: Siguiendo el borde superior del agujero

obturador debe continuarse con el borde inferior del cuello

femoral. Imprescindible un centraje correcto para evitar falsos

positivos por ser estucturas situadas en distinto plano.

4.- Ángulo acetabular: Es el formado por una línea que une los

bordes acetabulares con la línea de Hilgenreiner. En el nacimiento

oscila entre 25º y 35º para ir disminuyendo hasta 18º-25º a los 12

meses de vida.

5.- Ángulo CE (centre-edge) de Wiberg: Trazamos una línea que una

los centros de osificación de ambas cabezas femorales y

perpendicular a ella otra que pase por el centro, a continuación

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Figura 4: Clasificación de la displasia de cadera según Graff.

I II III IV

trazamos otra que una el centro con el borde del acetábulo, es

normal siendo mayor de 25º y anormal por debajo de 20º. Este

ángulo es poco fiable por debajo de tres años por las variaciones

en la osificación de los núcleos.

6.- Ángulo de índice acetabular (AIA) entre la superficie de carga

del acetábulo y la horizontal

Según Graf se distinguen cuatro tipos de cadera (5) (Figura 4):

I: Normal.

II: Displasia.

III: Subluxación.

IV: Luxación.

La tomografía computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM)

Figura 3: Displasia acetabular bilateral

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valoran correctamente el acetábulo y la cabeza femoral, permitiendo

detectar estructuras que impidan la correcta reducción de la luxación.

No se usan salvo para valoraciones pre y postquirúrgica.

Habitualmente se usa TC aunque algunos autores perfieren la RM (4).

Figura 5: Displasia leve. Ángulo CE e Índice Acetabular levemente alterados

AIA

CE

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Displasia del adulto:

En ocasiones la displasia es muy leve, con una cadera prácticamente

normal o pasa desapercibida quedando un acetábulo levemente

displásico (Figura 5) y deformidad femoral variable (6).

También puede ser secundario a otras enfermedades (Figura 6).

Suelen estar asintomáticos pero desarrollan artrosis de forma precoz,

generalmente en la 3ª y 4ª décadas de la vida.

Clínicamente refieren coxalgia irradiada a la cara medial del muslo

con debilidad de esa extremidad, el dolor se acentúa con la actividad

física aunque no suele llegar a despertar al paciente durante el sueño.

Estos síntomas son debidos a una mínima subluxación de la cadera

(3) y se pueden provocar estos síntomas realizando hiperextensión y

rotación externa.

En el estudio de Aronson (3) de cerca de 500 pacientes con artrosis el

76% tenían una deformidad subyacente que en el 43% era displasia.

Figura 7: Displasia acetabular con coxa valga Figura 6: Displasia secundaria a poliomielitis

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Por otro lado el acetábulo displásico condiciona el desarrollo de una

coxa valga con epífisis de morfología aplanada (Figura 7), esto es

explicable por los cambios biomecánicos que se producen durante la

marcha en la cadera displásica (7-8) que condicionan que la

resultante de las línea de fuerza incide en la cabeza femoral

produciendo su aplanamiento (7).

Se han propuesto muchos sistemas de clasificación. Hartofilakadis (9)

adapta los criterios morfológicos de la displasia infantil al adulto y

propone tres tipos:

Tipo A: Displasia (Figura 5)

Tipo B: Luxación baja (leve) (Figuras 6 y /)

Tipo C: Luxación alta (Figura 8)

El diagnóstico precoz de la existencia de displasia permite realizar

cirugía menos agresiva para reorientar el acetábulo, evitar la

deformidad y prevenir la evolución a artrosis.

Figura 8: RM coronal, SE potenciado en T1. Displasia grave de la cadera dcha. de larga evolución con luxación alta de la cabeza femoral, pseudoarticulada con un neoacetábulo

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Diagnóstico por Imagen:

Es fundamental tanto para el diagnóstico y estadificación (10) como

para la planificación quirúrgica y su seguimiento (11). Se emplean la

radiología convencional, la TC y la RM. La artrografía convencional

está en desuso y se emplea única y ocasionalmente artro-RM para

definir mejor lesiones labrales y condrales.

Radiología Convencional:

Es el método de abordaje inicial de la cuestión. Se realizan

habitualmente proyecciones de pelvis en decúbito, anteroposterior, y

axiales de cadera. Pueden emplearse otras proyecciones

complementarias (en rotación interna y externa, separación y

aproximación, falso perfil de Lequesne,...) (12-13) aunque, hoy en

día que casi siempre se realiza TC prequirúrgica, no tiene sentido

realizar estas proyecciones complementarias.

En estas proyecciones se pueden valorar la congruencia coxofemoral,

el ángulo femoral cérvico-diafisario, la posible inclinación pélvica y las

dismetrías; se pueden medir ángulos, de los cuales el más importante

es el CE de Wiberg (10) que es normal a partir de 25º y patológico

por debajo de 20º y el ángulo de índice acetabular (AIA) entre la

superficie de carga del acetábulo y la horizontal (Figuras 2, 5).

También nos permite valorar la exitencia e intensidad de los

fenómenos degenerativos artrósicos.

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Figura 9 Displasia leve. TC. Izda. Reconstrucción 3d. Dcha. reconstrucción en plano coronal oblícuo, con ángulo CE disminuido y con incipiente artrosis.

TC:

Es una técnica multiplanar, lo que permite valorar la cobertura

acetabular (14) la medición de los ángulos descritos y

reconstrucciones volumétricas (3D), lo que es muy importante para la

planificación quirúrgica.(Figura 9). Permite valorar, además, la

anteversión acetabular y femoral.

RM:

También es una técnica multiplanar con la que podemos hacer todas

las mediciones descritas, que permite además la valoración del

estado labral y condral. En el estudio de McCarthy y Lee (15) se

demuestra que un 72% de las DDC tienen lesiones labrales,

habitualmente en la porción anterior, y de ellos otro 78% asocian

lesiones labrales.

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Figura 10: Displasia leve. RM en plano coronal oblicuo: Escasa cobertura y labrum

prominente. No se observan lesiones labrales ni condrales

Entre los hallazgos característicos de la displasia del adulto, además

del déficit de cobertura acetabular, se describe en RM la existencia de

un labrum prominente (Figura 11) y con signos degenerativos

intralabrales (4, 16). En estadios más avanzados aparecen las

lesiones condrolabrales que conducen al desarrollo de una coxartrosis

secundaria.

Raramente se emplea la artro-RM aunque es la técnica más sensible

y específica para el estudio de las lesiones labrales y condrales.

En conclusión la DDC, aunque es poco frecuente en nuestra sociedad

debido al despistaje clínico y ecográfico neonatal, existe y causa

frecuentemente artrosis. El hallazgo fundamental de la DDC es la

cobertura deficitaria de la cabeza femoral la cual, para ser

demostrada, necesita las técnicas de diagnóstico por imagen. El

abordaje inicial se realiza mediante ecografía, en los primeros meses

de vida, y radiografía convencional, reservando el TC y la RM para la

planificación quirúrgica, para conocer el estado condro-labral y para

el seguimiento postquirúrgico.

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CONCLUSIONES

1.- La DDC es una enfermedad prevalente de fácil diagnóstico y

tratamiento en fase precoz.

2.- Su diagnóstico tardío conlleva deformidades y puede evolucionar

a displasia del adulto que conduce a coxartrosis precoz.

3.- En los primeros meses de vida la técnica de elección es la

ecografía y posteriormente la radiología convencional.

4.- El TC y la RM son útiles en casos concretos, para la planificación quirúrgica y para la valoración del estado condrolabral.

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