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PRIMERA PARTE Los árboles fuera del bosque, factor de ordenación integrada del espacio rural y urbano Foto 1. Estabilización de las dunas y protección de las culturas (© Braatz/FAO) Elementos de reflexión

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PRIMERA PARTE

Los árboles fuera del bosque,factor de ordenación integradadel espacio rural y urbano

Foto 1. Estabilización de las dunas y protección de las culturas (© Braatz/FAO)

Elementos de reflexión

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Los árboles fuera del bosque

ResumenEn todos los países del mundo, las preocupaciones de las poblaciones rurales porlos árboles, sean o no forestales, se centran en las cuestiones de uso,disponibilidad y perennidad del recurso en términos de productos y servicios. Paraestos hombres y mujeres, los recursos leñosos de los campos no están separadosde los recursos forestales y sus dinámicas están íntimamente ligadas. Para los quetoman las decisiones y los gestores, estos mismos recursos son de entidaddiferente y es obligado constatar que los árboles fuera del bosque no handespertado todavía suficientemente su interés. Describir y comprender la dinámicade los árboles y arbustos en las tierras rurales y urbanas y relacionarla con ladinámica forestal deberían conducir a una mejor comprensión de la gestión de losárboles fuera del bosque hacia una ordenación integrada y sostenible de losrecursos naturales y de las tierras forestales, agrícolas, ganaderas y urbanas.

Definición, interés y alcance del conceptoLa definición de los árboles fuera del bosque, neologismo aparecido en 1995, noes directa, pues se trata de una noción definida con relación al bosque y pordefecto. Según la FAO, se trata de los “árboles en tierras que no pertenecen a lacategoría de bosques (o tierras forestales) ni a la de otras tierras boscosas”. Segúnesta definición, los árboles fuera del bosque están localizados en las “otras tierras”,es decir, en tierras agrícolas, en tierras con construcciones (establecimientoshumanos e infraestructuras) y en las tierras desnudas. Sin embargo, pueden surgirmuchas ambigüedades puesto que, por una parte, no está siempre clara la fronteraentre lo que se define como bosque y lo que no lo es y, por otro lado, existen variasdefiniciones de bosque.

En la definición de los bosques influyen numerosos parámetros, como lacaracterización de la formación boscosa (altura, cubierta arbórea), los criterios declasificación (ocupación del suelo, utilización de las tierras) y el campo que abarcala misma definición (de alcance biológico, legislativo). Estos factores puedensuperponerse, contradecirse y diferir en distintas situaciones. No hay sistemas declasificación única del bosque que puedan satisfacer todos los puntos de vista.Parece imposible tratar de determinar una definición universal del árbol fuera delbosque. Lo que se define como árbol fuera del bosque comprende una granvariedad de formaciones y especies en disposiciones variadas y localizadas enmúltiples ambientes rurales y urbanos.

Salvar estas dificultades no es nada sencillo, sobre todo cuando se trata de evaluarel conjunto de los recursos leñosos y no leñosos y discutir su gestión con unaperspectiva de ordenación de los recursos naturales, tanto más cuanto que losárboles fuera del bosque parecen ser una de las claves de su sostenibilidad y unvector para un enfoque multisectorial integrado, indispensable para la conservaciónde los ecosistemas.

Funciones e importancia para el desarrolloEn todos los países, los árboles se encuentran ante muchos peligros y tienenpotencialmente diversos usos. Esto es mucho más evidente para los árboles fuera delbosque, pues los peligros surgidos proceden sobre todo de la sociedad y los beneficiosderivados son más numerosos y más solicitados. Ésta es quizá una de sus principalescaracterísticas. Las funciones que desempeñan en el campo social, el económico y elecológico son también determinantes para la calidad de vida de las poblaciones, elsostenimiento de las economías nacionales y la protección del medio ambiente.

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Acusadas generalmente de explotar en exceso los recursos, las poblaciones, queconocen bien el abanico de posibilidades de los árboles fuera del bosque,representan realmente y en cierto modo un importante papel como guardianes de losmismos, tanto espontáneos como plantados. Es sabido que los árboles fuera delbosque representan para los seres humanos y los animales una fuente alimentariaimportante, contribuyen al equilibrio nutricional y forman parte de los tratamientos dela salud. En ciertas regiones del mundo, una parte nada despreciable de la maderapara energía, de la de construcción y de la de uso doméstico proviene de los árbolesfuera del bosque. Se sabe igualmente que los sistemas agroforestales y los huertosson fuente de leña y madera de construcción. Asimismo, son conocidos los múltiplesusos de los árboles fuera del bosque en la construcción y la artesanía, y su utilidadpara dar sombra, delimitar las tierras y señalar los espacios, por no hablar de susfunciones culturales y religiosas. Hay cada vez un mayor convencimiento de quetienen efectos favorables en la conservación de suelos y aguas, y en la diversidadbiológica y que son necesarios en la lucha contra la desertificación, en el control delclima y en la conservación de los ecosistemas. En cambio, los árboles fuera delbosque constituyen un verdadero recurso de carácter oculto; en efecto, no estamosen condiciones de evaluar el recurso en sí mismo, ni sus productos, que participanen los ingresos familiares. Ocurre lo mismo a escala nacional, a excepción de lascadenas de producción tratadas a nivel internacional.

Examinar la cuestión de los recursos leñosos y no leñosos en su conjunto, entérminos de estrategias de investigación de los ingresos de los campesinos, de luchacontra la inseguridad alimentaria y la pobreza, representa un verdadero desafío.Integrar de golpe los árboles fuera del bosque en la contabilidad de los recursos y enlas políticas de desarrollo y de conservación es una innovación cuyos resultados yefectos tendrán, sin ninguna duda, un impacto en el medio ambiente.

Dinámica y evoluciónLa importancia de los árboles fuera del bosque, fácilmente percibida a través de sususos y servicios, está muy poco definida por datos y estadísticas a escala mundial. Afalta de esta información, es difícil apreciar la dinámica de los árboles fuera delbosque, dado que con frecuencia está ligada a la de los bosques y la demografía. Losestudios a escala local muestran, según los casos, unas dinámicas de reducción oampliación de la cubierta arbórea, pero no permiten percibir si los recursos arbóreosde las tierras agrícolas mitigan la reducción de los bosques.

En los países en desarrollo, la extensión de la agricultura y los frentes colonizadoreshan aclarado considerablemente las formaciones vegetales de las zonas tropicales.La roturación de las tierras es seguida, en muchos casos, por una fase de instalaciónde sistemas de producción que integran el árbol para el suministro de productosleñosos y no leñosos. En los países industrializados, el desarrollo agrícola, que pasapor la mecanización, el riego, la ampliación de las parcelas y explotaciones y laconcentración de las tierras, es responsable de la desaparición progresiva de lamayoría de los árboles de los paisajes rurales. Además, a la conversión de losbosques en tierras agrícolas se opone una tendencia inversa, en la que el paisajerural se enriquece de árboles. Por otra parte, en los países en desarrollo, lasciudades, cuyo crecimiento anárquico y espontáneo va acompañado de un fenómenode empobrecimiento, han comprobado el regreso de las actividades agrícolas en suseno. En los países industrializados, los setos, los pequeños huertos y las ripisilvasson objeto de acciones de conservación y restauración, y el árbol urbano haexperimentado un auge considerable en los últimos treinta años.

Es necesario comprender lo que subyace en la dinámica progresiva del árbol paraacompañarla donde se haya observado y promover procesos similares. El

3Resumen

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Los árboles fuera del bosque

intercambio de informaciones sobre las dinámicas forestales y leñosas de lastierras agrícolas y urbanas, apoyado en investigaciones detalladas sobre lamateria, daría una estimación más ajustada de la evolución de los árboles fuera delbosque a escala mundial. Estos estudios permitirían confirmar sus tendencias dereducción o extensión observadas localmente y facilitar que sean tenidos en cuentaen la ordenación integrada del territorio.

Política y legislaciónLas instituciones forestales extienden generalmente sus facultades a la gestión detodos los recursos forestales, incluidas las formaciones bajas y densas y losmedios salpicados de árboles. Los árboles fuera del bosque se rigen por laslegislaciones forestales o agrícolas, a veces por las dos, y a veces no dependen deninguna de ellas. Las leyes forestales definen las tierras forestales y raramente alárbol. Frecuentemente se ha observado un desfase entre el estado jurídico de lastierras y su cubierta forestal, no concordando sistemáticamente ambos. Las leyesforestales pueden aplicarse a todo el espacio con vocación para llegar a serforestal y, finalmente, dan competencia a la administración forestal para actuar enuna gran parte del territorio, incluso en tierras agrícolas. Algunas leyes han tenidoen cuenta los sistemas rurales de producción, permitiendo a las poblacionesintervenir en la gestión y explotación de los árboles. Ciertos países se desmarcanal haber transferido, en el plano legislativo, derechos a los usuarios, lo que puedeestimular a los usuarios del árbol para la plantación. Sin embargo, las legislacionesnacionales tratan insuficientemente las cuestiones de inversión privada en losrecursos leñosos, incluso para las áreas situadas fuera del bosque.

Los árboles situados fuera de los sistemas y poblaciones forestales dependentanto del dominio privado como del público. En el plano jurídico o en cuanto a lapropiedad, el estado de las tierras donde se desarrolla el árbol determina muchasveces, en primer lugar, los derechos; a continuación se tiene en cuenta el hecho deque el árbol haya sido plantado o no. La tenencia del árbol depende de lanaturaleza del árbol (silvestre, plantado), de los usos (subsistencia, comercial) y delrégimen de propiedad (privada, comunitaria). En los países industrializados, lapropiedad del suelo supone con frecuencia la propiedad de los recursos queprosperan en este suelo, por encima y por debajo, y por ello orienta el acceso a losrecursos. En los países en desarrollo, es frecuente que la apropiación del árbolpreceda y lleve consigo la de la tierra, como lo atestiguan hoy día las estrategiasde propiedad desplegadas por los colonizadores.

En numerosos países están en vigor normas consuetudinarias de ocupación delsuelo y uso de los recursos. Estas normas, muy diversas, pueden superponersecon las disposiciones legales o entrar en contradicción con ellas. El régimenconsuetudinario de la propiedad demuestra una cierta capacidad para adaptarse alos cambios. Da cuenta de la relación con los recursos y de las representacionesen el seno de la sociedad. Ciertos principios consuetudinarios son aplicables amúltiples regiones; se trata de la pertenencia al linaje, de la antigüedad de laresidencia y de diversos criterios como el sexo, la edad, la clase social y la etnia.

La inseguridad de la propiedad se percibe generalmente como un factor dedegradación de los recursos, y la apropiación privada como el procedimiento pararemediar este desvío. Sin embargo, la experiencia demuestra que la tenencia dederechos privados no garantiza en absoluto una buena gestión. La privatización de lastierras es una forma de garantizar la seguridad de la propiedad, pero no es la única nila mejor. Las disposiciones legislativas deberían favorecer la responsabilización de lascolectividades con respecto a los árboles fuera del bosque, lo que supondría permitirunos usos racionales de los recursos, en vez de intentar aplicar prohibiciones.

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Apropiación y usos localesLas poblaciones se encuentran estrecha y continuamente vinculadas a la dinámicade los árboles fuera del bosque. Tanto si están sometidas a la agricultura migratoria,a las rotaciones de cultivos con barbecho, a la ganadería trashumante o a otrasprácticas agrosilvopastorales, las tierras boscosas y las tierras agrícolas son unamisma realidad explotada sucesivamente. Localmente, existe una interacción entrela gestión de los bosques y la de las tierras agrícolas, y una vinculación entre susdinámicas respectivas. La gestión del árbol en las sociedades agrícolas no asume lasmismas características que las que predominan en el medio ganadero, y se observael recurso a prácticas diferenciadas en función de las personas que las ejercen.

En un tiempo en que se multiplican las situaciones de crisis, no sólo económicas sinotambién sociales y familiares, las fuentes de ingresos se restringen, lasdesigualdades sociales se ahondan y los planes de producción se modifican. Laescasez de mano de obra para muchas explotaciones familiares influye en laintensificación de los sistemas de producción. Dado que los árboles requieren menostrabajo que los demás cultivos, la arboricultura puede llegar a ser interesante.

Todas estas prácticas de gestión, que pretenden ante todo la perpetuidad de lossistemas de producción, se basan en los conocimientos técnicos nativos o locales,que han evolucionado con el tiempo para adaptarse a las incertidumbresecológicas, económicas y políticas. Esta relación entre el hombre y la naturalezaestá todavía muy poco analizada, debiendo profundizarla para describir no sólo losusos y prácticas, sino también las percepciones que tienen hombres y mujeres desu medio ambiente. Ella es portadora de significados que se interpretan a través delenguas y culturas y que informan sobre los conocimientos de las poblaciones enmateria ecológica. Dar cuenta de la sabiduría de las sociedades humanas escomprender el sentido que dan a sus recursos naturales, entre los cuales losárboles fuera del bosque constituyen un eslabón indispensable.

Hacia una gestión integradaEl estudio de la evolución de las relaciones entre las sociedades y los recursosarbóreos pone de manifiesto la estrecha relación entre pobreza y sobreexplotación.Conviene, pues, volver a situar a las sociedades en el centro de las cuestiones quetratan de la sostenibilidad de los ecosistemas, cuidando de que haya un reparto ydistribución más igualitarios de los recursos y beneficios. Algunos trabajos hantenido en cuenta la inadaptación de los paquetes tecnológicos, en cuanto a coste,y a la interiorización cultural y la degradación ecológica. Ciertas opcionesagronómicas modernas, a través de sus intervenciones sectoriales, ignorando elfundamento de la racionalidad técnica y socio-económica de los campesinos, hancontribuido a destruir los lazos que existían entre el árbol, los modos de produccióny la población. Estas opciones, aunque generan divisas indispensables para laseconomías nacionales, perturban los modos tradicionales de gestión.

Estas disfunciones encuentran igualmente sus causas en la orientación de laseconomías agrícolas, hacia el exterior y en el crecimiento y novedad de lasnecesidades de las aglomeraciones urbanas en cuanto a productos forestales leñososy no leñosos, aumentando con ello el valor económico de los árboles fuera del bosque.El crecimiento de la población, junto a la aceleración de la urbanización, exigeconservar suficientes árboles, bajo diversas formas y disposiciones en el espacio ruraly urbano, para responder a los desafíos que esto representa. Se trata por tanto dedistinguir las prácticas de los diferentes agentes e identificar sus posturas, a fin deevitar que aumenten los conflictos entre las partes interesadas, que choquen susestrategias y que se vea afectada la relación entre el campo y la ciudad.

5Resumen

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Los árboles fuera del bosque

Estrategias de promoción y apoyoEn adelante, unas estrategias eficaces de promoción y apoyo, no pueden disociarlos objetivos políticos de las obligaciones económicas y sociales. Las solucionesdeben ser contempladas conjuntamente por los diferentes agentes, y las medidasde acompañamiento, respetuosas con las opciones consideradas, deben estarinscritas en un marco institucional adaptado a la realidad.

Las grandes iniciativas y convenios internacionales, aunque raramente hayanmencionado de forma explícita los árboles fuera del bosque, han manifestado lavoluntad de asociar directamente a las poblaciones con la gestión de los recursoslocales. El desarrollo sostenible exige la responsabilización de las partesinteresadas. Las orientaciones para la promoción de los árboles fuera del bosqueson parecidas para todas las regiones del mundo: concienciación,responsabilización, concertación y participación, a las que se añaden la revisión dela legislación, las medidas de acompañamiento posibles y adaptadas a lasnecesidades y capacidades y la negociación de los mecanismos económicos. Hayque formular legislaciones, no sectoriales ni contradictorias, que tengan en cuentalos derechos sobre la tierra y sobre los árboles, y que tiendan a asegurar lapropiedad. Asimismo, la fiscalidad puede ayudar a valorizar los árboles fuera delbosque mediante instrumentos económicos, tales como impuestos, cánones,cuotas, mercados de carbono, subvenciones, primas, eco-certificación yetiquetado, pasando por acuerdos y contratos con las poblaciones rurales. Hay quehacer un esfuerzo importante para desarrollar un sistema innovador deinvestigación y desarrollo, campañas de divulgación de técnicas y tecnologíasadecuadas y programas de formación accesibles a todos los agentes.

En definitiva, es preciso apelar a la motivación de los agentes económicos,agricultores, ganaderos, representantes locales elegidos y asociaciones paraimpulsar una dinámica eficaz de gestión de los árboles fuera del bosque.

Los árboles fuera del bosque y los sistemas deproducciónPara mostrar la diversidad de los sistemas, en que se encuentran los árbolesfuera del bosque y las problemáticas correspondientes, se han escogido tresejemplos. Cada uno de ellos nos remite a cuestiones tratadas en los anteriorescapítulos, ya sea sobre la propia definición del árbol fuera del bosque, susfunciones ecológicas y económicas o su lugar en la ordenación integrada delterritorio.

En el primer ejemplo, el de los agro-bosques de Indonesia, se aborda el problemade un ecosistema fuertemente humanizado, cuya situación forestal (bosques deárboles residuales y plantados por los campesinos) o agrícola (árboles fuera delbosque con vocación agrícola) está todavía por determinar. La afinidad “forestal” deestas formaciones es, en efecto, una resultante de la vía técnica escogida, y no unafinalidad de por sí para los campesinos. Este ejemplo nos remite a la propiadefinición de los árboles fuera del bosque, que no puede más que enriquecerse conel estudio de estos sistemas complejos.

El segundo ejemplo corresponde a las plantaciones de cafeto realizadas encondiciones casi óptimas de cultivo en América Central y México, puesto quemuchas contienen árboles de sombra asociados. Estos sistemas agroforestalespresentan múltiples ventajas, tanto agronómicas como ecológicas y económicas.Constituyen en sí un modelo de preocupación por la sostenibilidad de las tierras.

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El tercer ejemplo es el de los sistemas lineales, urbanos y rurales, cuya importanciaes muchas veces menospreciada. Aunque en el medio urbano hay casi siempreuna conciencia clara de su interés, no ocurre así en las zonas rurales, donde, conmucha frecuencia, desaparecen, víctimas de la concentración parcelaria ointensificación agrícola. Su gestión, incluso su conservación, depende de unapolítica de ordenación integrada del territorio, que debe tener en cuenta, ante todo,el contexto social en que se inscriben estos sistemas lineales.

Evaluación: finalidades y objetivosPara examinar las principales finalidades de la evaluación, se ha realizado unestudio bibliográfico y un análisis crítico de proyectos de inventariación oevaluación, que ilustran sobre situaciones dispares, en cuanto al contextogeográfico o humano y a la escala de trabajo.

El estudio bibliográfico ha puesto de relieve la ausencia de una evaluación globalde los árboles fuera del bosque y de sus productos. Las informaciones disponiblesprovienen de proyectos sectoriales, muchas veces limitados geográficamente, queutilizan métodos diferentes y, alejados con frecuencia de los empleados para laevaluación de los bosques. Otro punto importante se refiere a la dificultad deapreciar la calidad de las cifras obtenidas.

La finalidad de la evaluación que se presenta como prioritaria es conocer el estadoy la dinámica de la totalidad de los recursos leñosos, tanto dentro como fuera delos bosques. Una clasificación de los fines según las escalas espaciales muestraclaramente la importancia de los árboles fuera del bosque y de su evaluación conrespecto a las grandes preocupaciones actuales: seguridad alimentaria,necesidades de productos forestales, gestión sostenible, captación del carbono yconservación de la diversidad biológica. Para realizar las evaluaciones, existetambién la dificultad en la elección de objetivos realistas que satisfagan al conjuntode los sectores y actores implicados. Esta etapa, siempre crucial para lasevaluaciones forestales, lo es aún más para este recurso que es a la vez complejoespacialmente, muy diversificado en cuanto a sus usos y funciones y, sobre todo,muy sensible por su relación con las poblaciones. Aunque estas característicasreflejan bien la riqueza de estos sistemas, revelan asimismo la magnitud de lasdificultades para describirlos cualitativa y cuantitativamente.

Evaluación: métodos e instrumentosPara llevar a cabo una evaluación de los árboles fuera del bosque teniendo encuenta sus particularidades, hay que analizar ante todo los instrumentos y métodosque existen o que deberían desarrollarse. Es necesaria una clasificación de estosárboles, que permita al nivel de un país establecer una verdadera ordenaciónintegrada del territorio. Es indispensable entonces distinguir bien los aspectos deocupación del suelo de los de utilización del mismo, que constituyen con frecuenciaun obstáculo para el buen desarrollo de una evaluación.

Los instrumentos y los métodos de evaluación de los árboles fuera del bosque noson específicos o nuevos: es más bien la forma de aplicarlos o combinarlos lo quees original. En este proceso, es necesario integrar dos materias, la del análisisbiofísico y la del análisis socioeconómico. Para caracterizar espacialmente lasformaciones leñosas fuera del bosque, dan buen resultado las fotografías aéreas agran escala. Los datos mediante satélites son más delicados de explotar paracartografiar este recurso muchas veces difuso; actualmente, se utilizan paraestratificar una región sobre la base de criterios ecológicos y de utilización delsuelo. Para las mediciones de campo, los dispositivos de muestreo elaborados

7Resumen

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Los árboles fuera del bosque

para los bosques no están realmente adaptados a los tipos de distribución espacialde los árboles fuera del bosque. Ciertos planes de muestreo menos tradicionalespueden parecer, en teoría, mejor adaptados a este recurso. Valdría la penacomprobarlos en diferentes categorías de árboles fuera del bosque y, sobre todo,en superficies importantes.

Finalmente, más aún que estimar este recurso en un momento dado, es esencialpara el gestor y el planificador evaluar su evolución en el tiempo y definir unosinstrumentos adaptados a este recurso y capaces de proporcionar lasinformaciones necesarias. Es importante aprovechar estas nuevas ideas pararevisar, o más bien hacer evolucionar, las orientaciones sectoriales actuales paradirigirlas en favor de un enfoque verdaderamente integrado de estos sistemas.

ConclusionesLas conclusiones recogen las observaciones elaboradas a lo largo de estedocumento que están dirigidas a los responsables de las decisiones, planificadoresy gestores. Tratan principalmente del propio concepto de los árboles fuera delbosque, de su evaluación y de las medidas institucionales necesarias para sufomento y para el reconocimiento de su valor en la sociedad.

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IntroducciónLos árboles fuera del bosque, recurso disperso de funciones múltiples, a menudodomesticado, conservado y cultivado, proporcionan numerosos productos yservicios ambientales. Los sistemas locales de aprovechamiento, lasreglamentaciones legales o consuetudinarias y las funciones simbólicas yculturales son parámetros que demuestran su importancia social. Esto sucedetanto en los países de escasa cubierta forestal como en los que tienen recursosforestales abundantes.

En los primeros, la conservación de los recursos leñosos, incluso su extensión, esestratégica. Los árboles fuera del bosque, ya sean árboles de plantaciones,huertos, campos y ciudades, sabanas y parques agroforestales, o los árboles desombra de los cultivos perennes, son verdaderas fuentes de productos leñosos yno leñosos indispensables para la subsistencia cotidiana de las poblaciones,importantes para la economía local y nacional e inestimables para la conservaciónde la diversidad biológica.

En los segundos, el alcance social es similar o aparentemente menor, y la necesidadeconómica puede ser idéntica o presentar a priori menos urgencia, pero la exigenciaambiental es también crucial. Aunque actualmente no es admisible su eliminación, lasdegradaciones de los sistemas arbóreos fuera del bosque son a menudoirreversibles, y los riesgos de deterioro de los ecosistemas son manifiestos.

En todos los países, las presiones para gestionar los árboles fuera del bosque sondel mismo orden. Por un lado, a pesar de la inseguridad de la propiedad y de lasorientaciones económicas desfavorables, las comunidades rurales y urbanasintentan conservar y perpetuar estos sistemas arbóreos, que se apoyan enconocimientos y sistemas transmitidos de generación en generación. Por otro lado,las instituciones, sometidas con frecuencia a unas condiciones materiales yfinancieras difíciles, deben revisar unas legislaciones que son contradictorias,enfrentarse a las duras reglas del mercado internacional y tender a la armonizaciónde las estrategias locales con las políticas de interés colectivo.

De forma general, los recursos de los árboles fuera del bosque son todavíainsuficientemente considerados en la ordenación integrada y la gestión sosteniblede las tierras forestales y no forestales, tanto rurales como urbanas. Sin embargo,la historia del medio ambiente y el desarrollo atestigua su inscripción progresiva enel campo de las discusiones científicas, económicas y políticas. En los años 70, ladegradación climática registrada provocó una afluencia de ayudas hacia los paísesgolpeados por la sequía y la desertificación. En los años 80, se multiplicaron lasinvestigaciones en agrosilvicultura, dando prioridad al papel del árbol en la fertilidadde los suelos y el desarrollo rural. En 1992, en la Conferencia de las NacionesUnidas sobre medio ambiente y desarrollo (CNUMAD), fueron objeto de losdebates el medio ambiente, el desarrollo sostenible y la diversidad biológica. En eltranscurso de los años 80 y 90, los productos forestales no leñosos han captado laatención, y el árbol, en particular el árbol fuera del bosque, ha comenzado a serconsiderado por su contribución al bienestar de las poblaciones y al medioambiente. Es entonces cuando los gestores y los responsables de las decisiones,evolucionando en sus puntos de vista sobre este recurso multiforme, han venido areconocer poco a poco que puede ser una de las claves del desarrollo sosteniblebasado en un enfoque multisectorial.

Sin embargo, aunque los usos y servicios múltiples de estos recursos son cada vezmás conocidos, faltan a nivel mundial datos e informaciones cuantificadas. Aunque

9Résumé

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Los árboles fuera del bosque

la deforestación ya está cartografiada y cuantificada, muy pocas veces se ha tenidoen cuenta el destino de las antiguas tierras forestales y la evolución paralela de lacubierta arbórea en campos y ciudades. Lo que se sabe de los árboles fuera delbosque proviene, la mayoría de las veces, de estudios locales. Los conocimientosestán, por lo tanto, dispersos y contenidos en gran parte en la sabiduría de lassociedades rurales.

Asimismo, es indispensable captar su importancia socioeconómica y ambiental entodos los niveles, comprender mejor lo que motiva su ampliación o reducción,apreciar los mecanismos institucionales que los rigen, analizar en detalle lasprácticas y los conocimientos que los animan y estudiar con más profundidad lasexperiencias relativas a su evaluación.

Esta primera parte pretende, por tanto, seguir este razonamiento poniendo demanifiesto la importancia de los árboles fuera del bosque, los inconvenientes asuperar y las fuerzas a potenciar para su ordenación sostenible, y los instrumentosde evaluación para seguir su evolución. Se ha esbozado la definición del contextode los árboles fuera del bosque, y su contribución al desarrollo, su dinámica y sugestión, intentando delimitar los factores de influencia a considerar para concebirestrategias de promoción. Esta primera parte termina con un examen de losdiferentes modos e instrumentos de evaluación del recurso.

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Résumé

Definición, interés yalcance del concepto

Foto 2. Pequeñas repoblaciones ysetos rurales en Saint-Floret,

Francia(© Bellefontaine/Cirad)

1. La categoría de bosque,denominada igualmente terrenosforestales, incluye las plantacionesforestales definidas comopoblaciones de árboles establecidaspor plantación o siembra medianteun proceso de forestación oreforestación, y compuestas tantode especies introducidas como deespecies locales (una o dos especiesen plantación, de la misma clase,siguiendo un espaciamientoregular) (FAO, 1998b); ver tambiénel anexo 1.

El concepto del árbol fuera del bosque es cada vez más objeto de reflexión y discu-sión. El enfoque dado al papel desempeñado por los árboles fuera del bosque, en lagestión sostenible de los recursos naturales y la ordenación del espacio urbano, seprecisa cada día más. Los árboles fuera del bosque señalan su presencia en múltiplessistemas, tanto en los agroforestales y silvopastorales como en los que integran la sil-vicultura urbana, rural o comunitaria.

Definición y tipologíaEl término árbol fuera del bosque, neologismo aparecido en 1995, nos remite en suexpresión al bosque y se determina por defecto de espacios forestales. Por consi-guiente, la precisión de esta denominación pasa por una lectura de la definición de losbosques, sabiendo que varía de un país a otro, adaptándose a los fines ambientales,a los intereses económicos y a las situaciones locales. Por ejemplo, algunos paíseshan adoptado posiciones diferentes sobre la integración o no de las plantaciones enla categoría de bosque (o tierras forestales)1. En Zimbabwe, las grandes plantacionesestablecidas con fines comerciales son consideradas como bosques, mientras se des-cartan las creadas en tierras previamente utilizadas por la agricultura (Moyo, 1999). Lainclusión de las plantaciones en el recuento de las superficies forestales puede aveces enmascarar el desmonte. En ciertos países, como Brasil, Colombia, Haití,Honduras y Perú, no existe ninguna definición legal del bosque ni del árbol.Observemos, no obstante, que las leyes nacionales, o códigos distintos del códigoforestal, pueden dar una definición.

Los criterios de definición de los bosques se basan, frecuentemente, en la noción “deocupación del suelo” o en la “de utilización de las tierras”, o a veces en la combinaciónde ambas. La ocupación del suelo se refiere a las formas de cobertura física del suelo,observable mediante vistas aéreas o por satélite, y a su estructura; incluye la vegeta-ción natural o plantada. La utilización de las tierras, dimensión compleja de tratar ymás sensible que la ocupación del suelo, se refiere a la función y a los modos de uti-lización de las tierras, es decir, a actividades emprendidas para producir bienes y ser-vicios. Así, una tierra, cuya ocupación del suelo es uniforme, puede tener varios usos(FAO, 1997a). Estas dos nociones, estrechamente vinculadas, pueden dar lugar a

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Los árboles fuera del bosque

confusiones en las clasificaciones, puesto que cada una de ellas recurre a métodosdiferentes y se inscribe en problemáticas especificas. Dado que la gestión del recursoarbóreo o de un territorio se basa en informaciones que tratan a la vez de la ocupa-ción del suelo y de la utilización de las tierras, se hace necesario distinguir y armoni-zar estos dos conceptos.

El objetivo de la definición influye también en su contenido. Por ejemplo, las definicio-nes biológicas se basan generalmente en parámetros estructurales, mientras que lasdefiniciones legales indican el estado jurídico de las tierras, dando siempre informa-ción sobre la vegetación y la cobertura del suelo (Cuadro 1). Numerosas tierras quedependen del régimen forestal están sin árboles, sin cambiar por ello de estado.

Debido a la variedad de formaciones boscosas encontradas, a la diversidad de formasde clasificación utilizadas y a la multiplicidad de objetivos que se pretenden (Recuadro1), resulta una empresa difícil casi imposible definir el bosque de forma universal. Laevaluación de los recursos forestales 2000 ha establecido, por primera vez, el con-senso sobre una definición única del bosque con un mínimo del 10 por ciento decubierta forestal.

Para definir los árboles fuera del bosque, es prudente referirse a una definición que cubrade forma similar y común los recursos forestales, como la propuesta por la FAO para rea-lizar la evaluación de los recursos forestales. Esta definición y sus corolarios (FAO,1998b) (Anexo 1), que permiten una cierta clasificación, constituyen unas normas pararecoger datos estadísticos a escala mundial, teniendo claro que pueden existir diferen-cias con las definiciones empleadas por los países en el marco de sus políticas y activi-dades forestales. El primer objetivo de la evaluación de los recursos forestales es per-mitir una estimación normalizada y comparable de los bosques del mundo.

Para la FAO, la definición del bosque, o de las tierras forestales, se basa en la estruc-tura de la formación (porcentaje de cubierta arbórea, altura de las especies leñosas) y

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Porcentaje de cubierta forestal

Menos de 10% 10% 20% 30% 30% ó más

Fuente: FAO (1993)

Cuadro 1. Clasificación de los países según la referencia a la cubierta en ladefinición nacional del bosque.

EspañaIránSueciaTaiwan

Chile (zona seca)EritreaEstados UnidosFidjiFranciaGambiaGreciaIndiaIsraelLuxemburgoMalasiaMéxicoPapua NuevaGuineaPortugalTurquíaYemen

AfganistánAlbaniaBélgicaChile (zonahúmeda)ChinaIrlandaItaliaKirguizistánLiechtensteinLituaniaMozambiqueNamibiaNueva ZelandaReino UnidoSomaliaSuiza

AustraliaAustriaCamboyaEstoniaJapónMarruecosRusiaVietnam

SudáfricaAlemaniaCosta RicaDinamarcaEtiopíaJamaicaKeniaMalawiPanamáSudánTanzaniaUcraniaZimbabwe

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su superficie. Las otras tierras boscosas reagrupan las formaciones arbustivas y losbarbechos forestales. Los arbustos son “plantas perennes leñosas cuya altura en lamadurez está generalmente comprendida entre 0,5 y 5 metros y que no tienen unacopa definida”. Los límites de altura de los árboles y arbustos deben ser interpretadoscon flexibilidad, especialmente en lo referente a la altura mínima de los árboles y a laaltura máxima de los arbustos, que pueden variar aproximadamente entre 5 y 7metros” (FAO, 1998b). Esta definición engloba, pues, al conjunto de las formacionesleñosas bajas. En cuanto a los sistemas de barbecho forestal, “se refieren a todos loscomplejos de vegetación leñosa que proceden del desmonte de bosques naturalespara la agricultura sobre superficies quemadas. Consisten en un mosaico de diferen-tes fases de reconstitución forestal e incluyen bosquetes no desmontados y camposagrícolas que no pueden distinguirse, en particular a partir de imágenes del satélite. Elsistema de barbecho forestal es una clase intermedia entre los bosques y las tierrasno forestales. Una parte de esta superficie puede parecer como bosque secundario.Incluso la parte puesta en cultivo puede parecer a veces como bosque por la presen-cia de una cubierta arbórea. No siempre es posible una separación exacta entre elbosque y el barbecho forestal” (FAO, 1998b). Los barbechos “forestales” están inclui-dos en “otras tierras boscosas” y los barbechos “agrícolas” forman parte de las tierrasagrícolas.

Siendo bastante precisa la definición de “bosque” establecida por la FAO se puedeintentar definir la noción de árbol fuera del bosque. Se trata de “aquellos árboles queestán en tierras que no pertenecen a la categoría de bosques (o tierras forestales) nia la de otras tierras boscosas” (Figura 1 y 2). Los árboles fuera del bosque compren-den los árboles y arbustos existentes en tierras agrícolas, en tierras construidas y entierras desnudas (Recuadro 2). Constituyen los sistemas agroforestales, huertos, bos-quetes de escasa superficie y se encuentran en praderas, espacios pastorales, explo-taciones agrícolas y zonas urbanas y periurbanas. Pueden estar diseminados a lolargo de los ríos, canales, carreteras o en jardines, parques y ciudades (Figura 3).

Los árboles fuera del bosque pueden responder a funciones de producción (huertos,árboles de campo y otros sistemas agroforestales), a funciones de protección (paisa-jísticas y ecológicas) o a fines ornamentales (árboles en la proximidad de viviendas,

13Definición, interés y alcance del concepto

Recuadro 1. Diversidad de las definiciones de bosque

Según el uso principal del suelo: en Bolivia, un terrenoforestal es una superficie cubierta de bosques naturales,cultivados y destinados a diferentes usos; son tambiénterrenos sin árboles que pueden ser reforestados. Las pra-deras y pastizales, con árboles o arbustos dispersos, noconstituyen terrenos forestales.Según la cubierta boscosa: en Chile se considera comobosque toda zona cubierta por formaciones vegetales(siendo predominantes los árboles) de más de 5.000 m2 y40 m de anchura, con una cobertura arbórea superior al 10por ciento (zonas áridas y semiáridas), o al 25 por cientode la superficie en zonas con condiciones más favorables.Para los países que hacen referencia a la cobertura fores-tal en su definición, el umbral considerado para la cubiertaes variable, yendo de menos del 10 por ciento, como Irán,al 70 por ciento, como Costa Rica, incluso más: 75 porciento en Sudáfrica (Cuadro 1).

Según la ley: en Gabón, la ley nº 1/82 (llamada de orien-tación en materia de aguas y bosques) distingue dos cate-gorías de bosques: los bosques protegidos y los bosquesnacionales catalogados. Los bosques protegidos, parte deldominio privado del Estado, pueden ser enajenados y sonlugar predilecto de los “derechos de uso consuetudinario”.Los bosques nacionales comprenden los bosques de pro-ducción con vocación permanente, los perímetros de refo-restación, los parques nacionales de vocación forestal, losbosques protectores, los bosques recreativos, los jardinesbotánicos, los arboretos y los santuarios de ciertas espe-cies vegetales, las reservas integrales de especies vege-tales y las áreas de explotación racional de la fauna.Además, la ley precisa que el ejercicio de derechos de usoconsuetudinario está prohibido en los bosques nacionalescatalogados.

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Los árboles fuera del bosque14

Figura 1. Clasificación de las tierras emergidas y de las aguas.

Recuadro 2.Definición de los árboles fuera del bosque

*Árbol: la expresión “árboles fuera del bosque” comprende árboles y arbustos.Fuente:FAO, 2001b

Superficie total

Tierras boscosas

Tierras habitadas (establecimientos humanos e infraestructuras)

Tierras agrícolas

Tierras desnudas

Glaciares y nieves perpetuas

Tierras forestales o bosques

Otras tierras boscosas

Otras tierras Aguas interiores

Tierras boscosas

Tierras forestales Otras tierras boscosas

Cubierta arbórea superior al 10 por ciento, superficiede más de 0,5 ha. y altura superior a 5 m.

Plantaciones de producción leñosaBambúesHeveasAlcomoquesPalmeras de aceiteCortavientos y pantallas, abrigos con superficiesuperior a 0,5 ha. y anchura superior a 20 m.ripisilvas con anchura superior a 20 m.etc.

Tierras boscosas de 5 al 10 por ciento dearboles pueden alcanzar 5m de altura u

Cobertura arborea superior al 10 por ciento de arbo-les no alcanzan 5 metros cuando son adultos u

Arbustos ou otros pueden alcanzar 10 porciento

Bosques plantadoso plantaciones forestales

Bosquesnaturales

Figura 2. Clasificación de las tierras boscosas (FAO, 1998b).

Los árboles fuera del bosque se refieren a los árboles* quese encuentran en tierras que no pertenecen a la categoríade tierras forestales (o bosques) y otras tierras boscosas.Pueden, encontrarse, por tanto, en tierras agrícolas(incluído praderas y pastizales), en tierras construidas (queincluyen establecimientos humanos e infraestructuras) y entierras desnudas (que incluyen dunas de arena y aflora-mientos rocosos). Comprenden igualmente los árboles entierras que tienen las características de bosques y otras tier-

ras boscosas, pero i) cuya superficie es inferior a 0,5 hectá-reas; ii) los árboles pueden alcanzar in situ una alturamínima de 5 metros cuando son adultos, pero cuyo materialen pie es inferior al 5 por ciento; iii) los árboles no alcanzanin situ 5 metros cuando son adultos, pero su material en piees inferior al 10 por ciento; y iv) los árboles forman pantallasde abrigo y ripisilvas de menos de 20 metros de anchura ycubren una superficie de 0,5 hectáreas.

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15Definición, interés y alcance del concepto

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Los árboles fuera del bosque

parques, ciudades). Pueden obedecer a una diná-mica natural y entonces no son conservados: bos-quetes, galerías forestales, ripisilvas estrechas.En cuanto a organización espacial, pueden estardispersos sin continuidad (árboles situados en tie-rras agrícolas y pastorales), en alineación concontinuidad lineal (bordes de parcelas, carreteras,canales, a lo largo de cursos de agua, alrededorde lagos, en ciudades), o bien en conjuntos dedimensiones reducidas que presentan un conti-nuo espacial (árboles agrupados en bosquetes,bosques sagrados, parques urbanos) (Alexandreet al., 1999).

Aunque, este intento de definición del árbolfuera del bosque, parece en principio claro,muestra ciertas limitaciones cuando se trata deaplicarlo en la práctica. En primer lugar, requiereun buen dominio de las definiciones de los bos-

ques y las otras tierras boscosas, cuyas fronteras, según los contextos, no son siem-pre claras. Por ejemplo, surgen dificultades de interpretación para formaciones vege-tales tales como los bosques-galería, los oasis, las sabanas atigradas, ciertasplantaciones como los cafetales o los palmerales, los barbechos agrícolas, ciertossistemas agroforestales complejos y plantaciones de especies forestales en explota-ciones agrícolas (Recuadro 3).

También es delicada la clasificación de los huertos. Su objetivo principal es la produc-ción alimentaria (aceitunas, manzanas, dátiles, hojas de baobab, etc.). Generalmenteson considerados como cultivos agrícolas y sus productos entran en las estadísticasagrícolas. En cuanto a los huertos empradizados2, reúnen las ventajas de los huertosy los pastizales.

Por otra parte, en América Latina, cuando se hacen los inventarios, se plantean pro-blemas de delimitación entre el ámbito forestal y el sistema arbóreo fuera del bosque,en: i) los sectores con sabanas como los cerrados en Brasil; ii) las plantaciones decacao bajo cubierta arbórea; iii) las plantaciones de café (en Costa Rica, el café crecebajo una cubierta clara, mientras que en Honduras las plantaciones tienen más árbo-les y mayores); iv) las tierras de pastos con árboles cuya densidad, variable, puedeaproximarse a la de un bosque, y v) los huertos tienen a veces apariencia similar a lasplantaciones forestales en las imágenes satélite (Klein, 1999).

Todos estos interrogantes parecen importantes cuando se trata de inventariar forma-ciones leñosas con fines de planificación, cualquiera que sea el nivel, desde el local alinternacional. Y el ejercicio es todavía más complejo y las ambigüedades más nume-rosas para un recurso como los árboles fuera del bosque, caracterizado por su “usomúltiple”, su diversidad de formaciones boscosas y su gama de especies con disposi-ciones variadas en ambientes urbanos y rurales.

Discutir las definiciones no carece, por tanto, de interés: incluir o no tierras en tal o cualcategoría tiene sus consecuencias en los campos de competencia de las institucionesy de las estructuras correspondientes, sobre los mandatos y facultades de gestión delos agentes afectados, y sobre las modalidades de acceso, tipos de uso y formas deapropiación de los recursos arbóreos. No es posible todavía una definición de los árbo-les fuera del bosque que integre todas sus características, pero sí es factible su jerar-quización a partir de criterios de clasificación (superficie, altura, tasa de cubierta arbó-

16

Recuadro 3. Ejemplos de ambigüedades en la definición de losárboles fuera del bosqueEn Asia, los campesinos desmontan el bosque y plantan a conti-nuación especies leñosas productivas que vuelven a formar conrapidez una cubierta densa. En Sri Lanka, los huertos caseros, apesar de su escasa superficie (0,1 a 0,4 hectáreas), presentanuna gran diversidad de especies; en los sectores húmedos, seobservan 46 especies por unidad y 180 por hectárea (Sharma,2000). Su cubierta o la de los agro-bosques de Indonesia no per-mite un cultivo en el suelo. Los productos explotados (resina deárboles, frutos, madera, etc.), gracias a una larga experienciacampesina, pueden ser calificados como agrícolas, o al contrariocomo forestales según la estructura del sistema. Además, si seconsidera la cubierta del suelo o el uso de la tierra, los sistemasagroforestales complejos pueden ser integrados en las estadísti-cas forestales o, por el contrario, ser descartados de las mismas.

2. Huertos con prados oempradizados. Son superficies quetienen siempre hierba, asociadacon árboles frutales, cuya densidades inferior a 100 por hectárea. Laproducción de hierba espredominante (Pointereau y Bazile,1995).

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rea, utilización de las tierras, ocupa-ción del suelo), y también es posiblesu clasificación en función de sususos y de su organización espacial.Las denominaciones “árboles fueradel bosque” o “sistemas leñososfuera del bosque” no abarcan total-mente su diversidad y riqueza, la unaporque está ligada por defecto a losbosques, y la otra porque oculta unaparte de la gama de sus productos.¿Hay que optar por otra denomina-ción?, o ¿hay que mantenerla y pre-cisar su alcance? Ya se ha usadoampliamente el término; las confu-siones sólo aparecen en casos límite(esto es válido en todos los campos).Está establecida por tanto para durary ayudar a clarificar los conceptos y las políticas sobre conservación, ordenación ydesarrollo de los recursos leñosos en su conjunto.

Interés prestado a los árboles fuera del bosque

El árbol forma parte de numerosos ambientes no forestales: árboles de campo, árbo-les de ciudad, árboles agarrados a las pendientes de las montañas o formando aline-aciones o pequeños bosquetes. Hasta ahora, los sistemas forestales han sido objetode más atención que los árboles fuera del bosque, aunque sean tan familiares y esténbien integrados en nuestros paisajes. La legislación y la política no consideran toda-vía a los árboles fuera del bosque como una entidad de pleno derecho, a pesar de suimportancia ecológica, económica y social (Recuadro 4). Recientemente, los puntosde vista sobre este recurso leñoso han cambiado, incluso se han invertido. Un interéscreciente, que proviene entre otros de instituciones internacionales, sitúa a los árbolesfuera del bosque en el campo de las discusiones científicas, económicas y políticas,inscribiéndolos así en la historia del medio ambiente y el desarrollo.

En los años 70, la degradación climática en los diversos continentes ha motivado laafluencia de ayuda internacional hacia los países golpeados por la sequía y la deser-tificación. Se han realizado numerosas reforesta-ciones. En los años 80, las investigaciones agro-forestales se han multiplicado. Estos trabajos handado prioridad al papel desempeñado por el árbolen la fertilidad de los suelos y en el desarrollorural. En junio de 1992, en Río de Janeiro, laConferencia de las Naciones Unidas sobre MedioAmbiente y Desarrollo (CNUMAD) ha marcado ungiro en los enfoques del desarrollo: las nocionessobre el medio ambiente, el desarrollo sostenibley la diversidad biológica han sido objeto dedebate. Los bosques tropicales húmedos, consi-derados como una reserva de diversidad biológicaextremadamente amenazada por la explotaciónde la madera y la expansión de las tierras agríco-las, han logrado un interés sin precedentes. Sehan fomentado las plantaciones de árboles, espe-

17Definición, interés y alcance del concepto

Foto 3. ¿Árboles fuera del bosque obosque de sabina albar? Tizi BouZabel, 2.400 m, Marruecos.(© Bellefontaine/Cirad)

Recuadro 4. Idea resumida de las múltiples facetas de los árbo-les fuera del bosqueEntre otras características, los árboles fuera del bosque satisfa-cen muchas necesidades familiares y están integrados en lasestrategias de producción, consumo y obtención de rentas delas poblaciones. Proporcionan productos de primera importan-cia a nivel alimentario, tanto para el hombre como para elganado (frutos, semillas, nueces, forraje, etc.) o no alimentario(farmacopea, madera de construcción, de trituración, de leña ypara uso doméstico, fibras, hojas, etc.) Además, los árbolesfuera del bosque, al igual que los árboles de los sistemas fore-stales, prestan múltiples servicios directos (calidad del medioambiente, conservación de los ecosistemas, sombra, etc.) eindirectos, como la creación de empleo, el desarrollo de secto-res industriales y artesanales y la apertura de mercados.

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Los árboles fuera del bosque

cialmente para el almacenamiento del carbono. En consecuencia, desde los años 80,se ha prestado una atención cada vez mayor a los productos forestales no leñosos,relegados hasta entonces a la situación de productos secundarios con relación a lamadera, atención que viene a sumarse a las necesidades de información cada vezmayores sobre el conjunto de los recursos arbóreos.

El árbol, y en particular el árbol fuera del bosque, será considerado en lo sucesivo porsu contribución al bienestar de las poblaciones, a la economía y al medio ambiente.Además, el desarrollo sostenible, popularizado desde 1987, da a los árboles fuera delbosque una nueva amplitud que sobrepasa los enfoques sectoriales, como la agrosil-vicultura que ha resaltado los aspectos de producción y fertilidad de los suelos, o la sil-vicultura urbana, que subraya las funciones ornamentales y paisajísticas. Por su papelproductivo, ecológico y social, los árboles de los espacios rurales y urbanos seencuentran en una misma entidad y representan un medio en favor del desarrollo sos-tenible y un instrumento de primer orden para un enfoque multisectorial integrado.

Disciplinas y campos interesados

Los árboles fuera del bosque crecen en diferentes espacios con vocaciones diversifi-cadas y cubren una gama de formaciones arbóreas y arbustivas con un gran númerode especies. En consecuencia, interesan a numerosas disciplinas, que van de la agro-nomía al urbanismo, de la sociología a la biología y entran en el campo de compe-tencias de sectores tan variados como la agricultura, el medio ambiente y la ganade-ría, siendo objeto de estudios en numerosos campos como arboricultura frutal,sistemas de explotación y apicultura. Son un recurso fundamental de los sistemasagroforestales, crucial para el silvopastoreo y centro de la silvicultura rural, urbana ycomunitaria.

Los árboles fuera del bosque, presentes en la mayoría de los paisajes rurales, integranuna gran parte de los sistemas agroforestales. El Centro Internacional de investigaciónagroforestal (ICRAF) define la agrosilvicultura como un sistema dinámico, con finesecológicos y de gestión de los recursos naturales (vegetales y animales) que, mediantela integración de los árboles en las explotaciones y los espacios agrícolas, diversifica ycontribuye a la producción, aumentando así los beneficios sociales, económicos yambientales en favor de todos los usuarios. Desde finales de los años 70 y del informe

de Béné et al. (1977) que ha des-pertado un interés mundial por laagrosilvicultura, se han llevado acabo numerosas investigaciones,que tratan de la asociación árboles-cultivos-animales, en casi todos lospaíses en desarrollo y en ciertos paí-ses industrializados. A pesar dealgunos fracasos subrayados porBudowski (1981) o Lundgren (1980),se han propuesto frecuentementesoluciones agroforestales parafomentar el desarrollo agrícola enlas zonas tropicales. Los recientestrabajos sobre la valorización de losárboles de uso múltiple y la domesti-cación de los árboles para produc-ciones distintas de la madera(Leakey et al., 1996), han permitido

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Foto 4: Estabilización de una dunacon Prosopis spp. y Leptadeniapyrotechnica en Mauritania, (© Cossalter/Cirad)

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medir mejor y promover las poten-cialidades de utilización de los árbo-les en situaciones no forestales.Aunque se comprende que la agro-silvicultura es una práctica antigua,el interés otorgado al árbol y su valo-rización han provocado en parte, sinninguna duda, la conciencia exis-tente en la actualidad sobre los árbo-les fuera del bosque.

En los sistemas ganaderos, losárboles desempeñan un papel pre-ciso, constante u ocasional, principalo accesorio; su presencia y sus dis-posiciones no son nunca resultadodel azar, sino que, pueden ser por elcontrario, intencionales. Así, en fun-ción de la presencia o disposición deciertas especies, los árboles fuera del bosque pueden marcar sin duda la huella de laganadería en un paisaje. Los sistemas silvopastorales se caracterizan muchas vecespor una yuxtaposición de parcelas de bosque no pastadas y de pastizales arbolados.Las especies leñosas presentes son unas veces espontáneas y preservadas, y otrasveces plantadas y asociadas a especies locales o introducidas. Los setos y bosquetesque sirven de abrigo y los cortavientos están con bastante frecuencia combinados conlos pastizales. Cada paisaje agrosilvopastoral tiene su propia originalidad, que se carac-teriza por los usos de producción y las especies favorecidas o instaladas.

La silvicultura, rural o urbana, privada o comunitaria, integra igualmente los árbolesfuera del bosque, que dependen, tanto de las demandas de los ciudadanos como delos usos campesinos. La silvicultura urbana (y periurbana) comprende la gestión deárboles aislados o agrupados, plantados o espontáneos en lugares urbanos (Besse etal, 1998). Este término abarca la arboricultura, los espacios verdes y las repoblacio-nes forestales periurbanas. La calidad de vida en un ambiente de construcciones einerte, y la estética del paisaje, dependen de esta vegetación que debe adaptarse aun gran número de limitaciones: poco espacio y suelo, aire contaminado, agresionesde hombres y animales, podas repetidas, etc. La silvicultura urbana y periurbana seinteresa cada vez más por los aspectos ecológicos y paisajísticos. Si en la mayoría delas grandes ciudades de los países en desarrollo no existe ningún presupuesto ni plande gestión de los árboles urbanos, en las ciudades de los países industrializados losárboles forman parte de un plan de ordenación integrado del territorio urbano. Por suparte, la silvicultura social ha conocido progresos significativos en los años 80, princi-palmente para responder al problema del aprovisionamiento de leña de las comuni-dades rurales. Paralelamente, la silvicultura rural está con frecuencia asociada al des-arrollo rural (Sharma, 1993), como en la India, donde la política forestal desde 1961había considerado este tipo de silvicultura con el fin de repoblar las tierras comunita-rias y nacionales no utilizadas. Ocurre lo mismo con la silvicultura comunitaria, quehace hincapié además en la responsabilidad de las poblaciones para que sean las ver-daderas gestoras de los recursos arbóreos y, por tanto, las verdaderas promotoras desu desarrollo (Thompson, 1994).

El árbol fuera del bosque es un recurso cuyos límites, en cuanto a campos de inter-vención y dominios de competencia, son casi inexistentes, debido a la diversidad delos sectores y agentes implicados. Esta particularidad hace del árbol fuera del bosqueun verdadero desafío para una gestión integrada y sostenible de los recursos en suconjunto.

19Definición, interés y alcance del concepto

Foto 5. Parque agroforestal deFaidherbia albida cerca de Ségou,Mali. (© Faiduti/FAO)

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Los árboles fuera del bosque son esencialmente árboles con funciones y usos múl-tiples; que son un reflejo de la sociedad mejor que los árboles forestales. Sus fun-ciones productivas, ecológicas y culturales son también determinantes. Dan lugara funciones sociales, económicas y ambientales, que contribuyen a la subsistenciay a los ingresos familiares, participan en el funcionamiento de las economías nacio-nales e internacionales y favorecen la conservación y sostenibilidad de los recur-sos arbóreos. Examinar su lugar en las estrategias de ingresos de los campesinos,su valor en la constitución de los indicadores económicos y de mercado, y sus efec-tos en la conservación de los ecosistemas, representa un desafío y una innovaciónen el enfoque de las cuestiones forestales.

Recurso con usos y servicios múltiples

Aunque todos los árboles se caracterizan por sus múltiples usos potenciales, estosúltimos son más evidentes para los árboles fuera del bosque. La diversidad de uti-lizaciones y la variedad de servicios ofrecidos crean entre el hombre y este recursouna interrelación permanente y cotidiana, que se expresa tanto en las estrategiasde producción como en las de investigación y movilización de los medios de exis-tencia.

Los árboles fuera del bosque son a veces espontáneos, en otros casos plantados,generalmente cultivados y conservados. Las especies pueden ser exóticas o pro-cedentes de domesticación y selección por las poblaciones locales (Recuadro 5).

Mientras que en los países industrializados las principales razones aducidas porlos agricultores para conservar los árboles en sus campos son el papel de sombray abrigo, protección del suelo y mejora del medio ambiente rural y paisajístico(Auclair et al., 2000), en los países en desarrollo, las poblaciones favorecen, selec-cionan y plantan sobre todo las especies que pueden proporcionarles productos yservicios varios. La tierra, el trabajo y el capital son gestionados entonces de formaóptima (Arnold, 1996). Así, por ejemplo, la palmera babaçu en el norte de Brasil hasido integrada, desde hace mucho tiempo, en el sistema de agricultura migratoria(May et al., citado por Arnold, 1996). En las islas Vanuatu, los árboles son fuerte-

Définition, intérêt et portée du concept

Funciones e importanciapara el desarrollo

Foto 6. Cuneta vegetalizada conLeucaena leucocephala en Cabo Verde.

(© Bellefontaine/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

mente protegidos desde que disminuye la diver-sidad biológica (Walter, 1996). Cuando lasespecies son poco numerosas o raras, la pobla-ción tiende a recurrir a toda la gama de produc-tos potenciales, mientras que en un medioambiente diversificado, valoriza menos los usosdiferentes (ibid.).

Los árboles fuera del bosque representan unafuente alimentaria importante para la poblaciónrural. Los parques de neré (Parkia biglobosa) ykarité ((Vitellaria aradoxa) perduran, entre otrascosas, por los alimentos obtenidos a partir delas vainas y nueces, como condimentos o man-tequilla. El consumo de mantequilla de karité seestima en unos 10 kilos por persona y año enÁfrica Occidental (Boffa, 2000b). En Irak, sinhablar de su papel de sombra y de protecciónde los cultivos, las palmeras datileras son apre-ciadas por sus frutos. En el África subsaharianay saheliana, el pericarpio del fruto de la palmeradoum (Hyphaene thebaica) y de Boscia sene-galensis proporciona, después de triturado, unaharina que sustituye a los cereales en períodosde escasez (Bernus, 1980). Los árboles fueradel bosque han adquirido también la designa-ción de árboles nutritivos (Bergeret y Ribot,1990) (Recuadro 6), denominación significativapara las poblaciones sin tierra y que se aprove-chan de los productos de los árboles que estána su alcance. Las mujeres, primeras interesa-das en la recogida de estos productos, sabenconstituir reservas de hojas y frutos y efectuarlas transformaciones para su conservación conel fin de alimentar a la familia a lo largo de todoel año. Asimismo, un estudio efectuado en Javaha mostrado que el 60 por ciento de la alimen-tación familiar proviene de los huertos caseros,

donde los árboles desempeñan un papel esencial (FAO, 1989); estos huertos son,en general, gestionados por las mujeres.

Además de una cierta contribución a la seguridad alimentaria, los productos de losárboles fuera del bosque ayudan al equilibrio nutricional, a la diversidad de los regí-menes alimentarios y a la salud. Los frutos del tamarindo (Tamarindus indica sonparticularmente ricos en vitamina C; las hojas de baobab (Adansonia digitata) con-sumidas en fresco o secas, y sus semillas, son fuentes de proteínas, vitaminas A,B y C, calcio, fósforo y hierro (Boffa, 2000a). Scoones et al. (1992) subrayan laimportancia de los productos comestibles procedentes de los bosques o de los sis-temas agroforestales complejos, pudiéndose comprobar que el aporte de los árbo-les fuera del bosque es cuantitativamente más elevado que el que puede propor-cionar el bosque. Todos estos productos pueden ser un simple tentempié en eltrabajo o en los desplazamientos (Ogle y Grivetti, 1985), o ser consumidos cuandohay penurias alimentarias, como el fruto del baobab (FAO, 1992), o incluso consti-tuir la base de la alimentación, como los frutos del pan (Artocarpus altilis o la cas-taña de Tahití (Inocarpus fagiger) (Walter, 1996). Los árboles fuera del bosqueconstituyen el origen de medicamentos, y sus productos (hojas, raíces, cortezas,

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Recuadro 5. Selección de especies locales o exóticasLa mayoría de las 40 a 50 especies leñosas cultivadas enTanzania en los huertos caseros son indígenas (Banana et al.,1999). A veces, en otros países, las especies exóticas dominan,como en Kenia, donde, se plantan muy pocas especies localespara la producción de madera (10 por ciento del total). La diver-sidad de especies exóticas depende, la mayoría de las veces,del número de especies propuestas por los servicios agrícolasy forestales, y corresponde al abanico de especies cuyo creci-miento en vivero se domina. En Burundi, las especies exóticaspredominan tanto en las explotaciones agrícolas (Eucalyptus,Grevillea) como en las pantallas de abrigo y cortavientos enzonas de pastizales. En Uganda, los árboles forrajeros más cor-rientes son Leucaena leococephala y Sesbania sesban (ibid.).En Mauritania, Prosopis juliflora sirve para detener el avance delas dunas alrededor de los oasis amenazados por el enarena-miento (Selme, 1999).

Recuadro 6. Diversidad de los productos del borasoEl boraso (Borassus aethiopum) es un árbol del que se diceque no tiene desperdicio; todos los órganos se utilizan. Seconsume el hueso y el mesocarpo del fruto. La jalea de los fru-tos inmaduros es excelente y la cocción de las raíces es refre-scante para los recién nacidos. Las plántulas se preparancomo legumbres. La savia sirve para la fabricación de vino. Eltronco suministra una de las mejores maderas. Las hojas sonbuenas para setos y techumbres. Los peciolos se utilizancomo combustible y para fabricar muebles. Los nervios de lashojas y las raíces son ideales para trenzar esteras, redes,cuerdas y cestas. La cáscara de las semillas se emplea en laartesanía. Las yemas apicales permiten atar las gavillas demijo y sorgo. Las flores masculinas constituyen un excelenteforraje y, mezcladas con mantequilla de karité, curan las irrita-ciones de la piel.

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etc.) sirven para la fabricación de remedios deuso medicinal y veterinario (Recuadro 7).

Los árboles fuera del bosque, por el forraje queproducen, son una verdadera fuente alimentariapara el ganado. Aunque son relativamente pocosolicitados en las regiones húmedas, exceptoen las zonas urbanas y periurbanas de los paí-ses en desarrollo, son por el contrario un factorclave de supervivencia en las regiones semiári-das y áridas. El ganado, en muchas regiones,debe su buen estado o su supervivencia al con-sumo de hojas o frutos de especies leñosaspara completar y equilibrar la ración diaria deforraje. Los árboles son los únicos abastecedo-res de forraje verde en períodos denominadosde “empalme”, hasta que vuelven las lluvias. Además, los árboles forrajeros pue-den conservarse o plantarse en las proximidades del hábitat cuando los ganaderosno pueden acceder a ciertos pastos comunales, o bien cuando falta mano de obrapara conducir el ganado.

Los árboles fuera del bosque desempeñan también otras funciones para el ganado:ofrecen condiciones de bienestar y protección a los animales, como Pinus radiataen cortavientos en las regiones ganaderas de Nueva Zelanda, Samanea saman oAlbizia que dan sombra en las regiones tropicales subhúmedas, o las dobles filasde hayas (Fagus sylvatica) en los taludes de Normandía (Francia). Cuando se tratade plantaciones de setos a base de plantas frondosas o espinosas, sirven para deli-mitar los espacios y para reglamentar el acceso y los movimientos de los rebaños.Se puede citar las euforbias tóxicas (Euphorbia tirucalli, E. balsamifera), Gliricidiasepium en Indonesia que, plantadas con los tallos muy apretados, forman una vallaviva cuyos productos de poda son forrajeros, los Hibiscus tiliaceus en Vanuatu,cuyas hojas se dejan a los bovinos, y el majuelo (Crataegus oxyacantha) en Europaque, podado, constituye un seto impenetrable.

Los árboles fuera del bosque desempeñan igualmente un papel crucial para elmedio ambiente. Sirven para señalar el territorio, primera etapa hacia la apropia-ción, delimitan las propiedades, adornan los barrios residenciales y dan sombraprovidencial a los hombres y animalesque viven en las regiones cálidas. Porotra parte, la sombra es beneficiosa parala producción de café, cacao y té en cier-tos sistemas agroforestales, Así, Cordiaaliodora y Erythrina poeppigiana atenúanla acción del sol en las plantaciones decafé de América latina. En los paisajesáridos, al señalar el horizonte, los árbolesfuera del bosque sirven de mojones ypermiten orientarse a los pueblos nóma-das. Así, en los países de los tuareg, lamayoría de los topónimos hacen referen-cia al árbol (Bernus, 1980).

Los árboles fuera del bosque están car-gados de valores simbólicos y culturales,a veces religiosos. Están presentes enmuchos aspectos de la cultura: la lengua,

23Funciones e importancia para el desarrollo

Recuadro 7. Farmacopea procedente de los árbolesEn las poblaciones pastoriles peules de África, el término lekkidesigna tanto el árbol como los “medicamentos”. Este doblesentido revela la importancia de los árboles en la fabricación deremedios. Todas las partes del árbol son utilizables: hojas, raí-ces, corteza, etc. A menudo, la recogida de uno u otro elementodebe hacerse en momentos precisos del día. Esta tarea seencomienda a una persona poseedora de conocimientos botá-nicos y mágicos. Asimismo, las poblaciones del África subsaha-riana conocen las numerosas propiedades medicinales delneré: la corteza trata las enfermedades infecciosas y las mole-stias de digestión, las hojas curan las heridas y las enfermeda-des de piel, las raíces se usan en el tratamiento de la epilepsiay la pulpa es un febrífugo (Boffa, 2000b; Arbonnier, 2000).

Foto 7. Cría de bovinos bajo cocoteros en Vanuatu.(© Toutain/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

la historia, el arte, la religión, la medicina, la política, etc. El folklore, los cuentos ylos proverbios revelan igualmente la importancia simbólica de los árboles en el pen-samiento (Calame-Griaule, 1980 y Kaboré, 1987, citados por Boffa, 2000b). Sondenominados a veces “árboles notables” cuando están aislados, en particularcuando, por su edad avanzada, han adquirido un diámetro y un porte sorprenden-tes y forman parte de la historia del lugar3. Watkins (1998) ha mostrado cómo sonapreciados en Gran Bretaña por su belleza, su carácter solemne y su misterio.

Esta enumeración podría proseguirse; tan diversos son los servicios y productosofrecidos por el árbol, como el suministro de madera como recurso energético,materia prima para la artesanía, materia a transformar en mangos de herramientasy mobiliario o a utilizar para vivienda y abrigo. Más de un millón de personas vivenen casas de bambú4 o en las que el bambú es un elemento clave de la estructura,de su revestimiento o de la techumbre (Kumar y Sastry, 1999). Señalemos igual-mente la explotación de productos (resina, látex, goma arábiga) o incluso la extrac-ción de aceites esenciales y la fabricación de productos cosméticos. Un mismoárbol cumple con frecuencia varias funciones y es raro que una especie sea con-servada para un solo uso o un solo producto. Todas las partes del árbol son fuentede productos de utilizaciones variadas.

Recurso con productos económicamente subesti-mados

El árbol fuera del bosque, fuente de productos consumidos directamente o trans-formados por las familias rurales, de rentas dinerarias regulares, como la comer-cialización de la madera para energía, o de ingresos excepcionales, como la ventade troncos, representa un valor comercial real. De forma general, los productos sonen gran parte de autoconsumo, y su venta en pequeña escala puede ser esencialpara los campesinos de pocos recursos (Arnold, 1996), pues entran poco o nadaen cadenas de producción y mercados formales. La participación de los árbolesfuera del bosque en la constitución de las rentas familiares es, pues, difícil de eva-luar. Por tanto, es arriesgado pronunciarse sobre la producción, consumo, valor yrentabilidad económicas de los productos de los árboles fuera del bosque a nivellocal, porque el precio de un producto tiene parcialmente en cuenta su valor, ya queraramente integra los costes de producción y de mano de obra.

Si es difícil apreciar la contribución económica de los árboles fuera del bosque aescala local, la evaluación es todavía más compleja, a fortiori en los niveles nacio-nal e internacional. Las estadísticas no mencionan los productos leñosos y no leño-sos fuera del bosque, salvo si son objeto de transacciones comerciales oficiales,nacionales o de exportación. Incluso en este caso, no se ha efectuado la diferen-ciación entre producción forestal o no forestal. Es el caso de la goma arábiga, elkarité, el cacao, el café, el tanino, etc., de los que una parte proviene de pequeñasexplotaciones que están sometidas a las fluctuaciones económicas mundiales. Sibien las cadenas de producción y las cantidades producidas son con frecuenciarelativamente bien conocidas, las dinámicas del sistema de producción y delrecurso son poco comprendidas o lo son de forma separada. El desconocimientode la importancia económica de los árboles fuera del bosque hace de ellos unrecurso oculto5. Sin embargo, se puede obtener una imagen de la importancia eco-nómica de este recurso procediendo al examen de las ventajas proporcionadas através de los productos forestales leñosos y de los no leñosos.

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3. No existe una definición únicapara los árboles notables; varioscriterios justifican tal designación,como la morfología, la edad, laespecie y los valores culturales.

4. Según el país, el bambú puedeser considerado o no como recursoforestal.

5. Este término se refiere a lasespecies o a los tipos de valor queno son tenidos en cuenta en loscálculos económicos y que siguensiendo desconocidos por losresponsables de las decisiones y losinvestigadores (Guijt y Hinchcliffe,1998).

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Productos leñosos

Madera para energía

En los países en desarrollo, la madera siguesiendo la fuente de energía más utilizada(Recuadro 8), representando los combustiblesleñosos el 81 por ciento de la madera aprove-chada. En África, Asia y América Latina repre-senta, respectivamente, el 91, 82 y 70 porciento (FAO, 1999a). A título de ejemplo, unafamilia de seis personas en Mozambique con-sume como media anual 7 m3 de leña. En estepaís, el consumo total de madera para energíase ha estimado, en 1985, en 18 millones demetros cúbicos para una población de 17 millo-nes de habitantes (Saket, 1998). Ahora que lapoblación se calcula en unos 18 millones depersonas, se estima que el consumo ha pasadoa 20 millones de metros cúbicos. La participa-ción de las energías tradicionales (esencial-mente la madera para energía) equivale sola-mente al 7 por ciento del consumo energéticoen los países industrializados (FAO, 1998a). En Finlandia, esta cifra se eleva al 17por ciento aproximadamente (FAO, 1999a).

Muy pocos estudios hacen un balance global de la producción de madera paraenergía a partir de macizos boscosos y de los árboles fuera del bosque, y raros sonlos que detallan las diferentes procedencias. Los sistemas agroforestales(Recuadro 9) constituyen, no obstante, una fuente interesante de madera paraenergía por su proximidad y por su gestión poco intensiva. Los huertos, aunque nosea su objetivo principal, producen igualmente leña, de forma a veces notable enlos países en desarrollo. En Marruecos, los cuidados sanitarios, el rejuveneci-miento y la reposición de olivares producen generalmente de 0,8 a 1,5 m3 por hec-tárea y año de combustible leñoso según la zona climática (M’Hirit y Et-Tobi, 2000).

De la forma más inesperada, los árboles fuera del bosque son considerados comorecurso de madera para energía en el contexto de la silvicultura urbana. En las

25Funciones e importancia para el desarrollo

Recuadro 8. Los árboles fuera del bosque y la producciónde madera para energíaEn la zona Asia-Pacífico, la madera para energía, esencialmenteutilizada para cocinar y más raramente para calentarse, es lafuente energética básica para más de dos mil millones de perso-nas. La leña de origen no forestal cubre los dos tercios de lademanda (FAO, 1998a). Jensen (1995) da unos valores relativosde consumo de madera para energía de origen no forestal del 50por ciento para Tailandia y comprendidos entre el 75 y el 85 porciento en Vietnam, Pakistán, Sri Lanka, Filipinas y Java(Indonesia). En Bangladesh, el 90 por ciento de la leña provienede huertos con bosque (Torquebiau, 1992). Un estudio realizadoen el estado de Gujarat (India) ha demostrado que multiplicandola densidad por dos y reduciendo el turno de 10 a 7 años, la pro-ductividad de los bosquetes campesinos de Casuarina equiseti-folia podía pasar de 4,1 a 11,8 m3 por hectárea y año (Verma,1988). En el Sahel, los combustibles leñosos representan el 90por ciento como media de la energía total consumida (Minville,1999) y provienen de los campos y los espacios forestales. EnFrancia, un kilómetro de seto tratado en monte bajo lineal pro-duce de 8 a 15 estéreos de leña al año, o sea el equivalenteenergético de 1.500 a 2.500 litros de fuel (Schmutz et al., 1996).

Recuadro 9. Sistemas agroforestales y producción de madera para energía

En Asia, los sistemas agroforestales son cruciales para elaprovisionamiento de madera para energía. En Java, en eleste de la isla, el 63 por ciento de esta energía proviene dedichos sistemas; en el centro de la isla del 49 al 81 porciento (Ben Salem y van Nao, 1981). En América central,árboles como el laurel (Cordia alliodora), famosos por darsombra a los cafetales y a los árboles del cacao, puedensuministrar madera para energía (y madera de construc-ción) en su turno total, que va de diez a quince años(Somarriba, 1990). En Paraguay, Evans y Rembold (1948)han estimado la productividad de bosquetes de paraíso(Melia azedarach var. Gigante) en 110 m3 de leña por hec-tárea en 15 años, además de la obtención de estacas y

postes. En Sudán, los sistemas de barbechos forestales conAcacia senegal, con vistas esencialmente a la producciónde goma arábiga, contribuyen igualmente a ello (Ben Salamy van Nao, 1981). En Malí, los parques de Parkia biglobosa,además de su producción frutal, pueden generar de 0,15 a2 m3 de leña por hectárea y año (Bagnoud et al.,1995). EnNíger, en el marco del Plan rector de aprovisionamiento deNiamey, las planicies forestales de combretáceas(2.600.158 hectáreas) tienen una productividad anual fore-stal de cerca de 300.000 toneladas; las tierras agrícolas noforestales (unos 4 millones de hectáreas) producen anual-mente cerca de 188.000 toneladas de leña, o sea un aportesuplementario de más del 60 por ciento (Ichaou, 1993).

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Los árboles fuera del bosque

zonas tropicales, en pequeños núcleos urbanos de Asia y África, una proporciónnada despreciable de madera se recoge en las ciudades (Kuchelmeister, 2000). Enlos países industrializados, y especialmente en América del Norte, aunque la silvi-cultura urbana está bien desarrollada, se constata una subexplotación de los resi-duos de poda de los árboles. Un estudio en los Estados Unidos ha demostrado quesolamente se utiliza el 6 por ciento de los 13,5 millones de metros cúbicos de resi-duos leñosos urbanos (el 3 por ciento se vende como leña y el 3 por ciento sequema para energía), no teniendo el resto ninguna utilización directa (Whittier etal., 1995a,b). En ciertas regiones de sabana o bosques claros de países en des-arrollo, se han propuesto hace poco centrales energéticas de madera. En diversospaíses, como Nicaragua, se han creado unidades que utilizan la bioenergía proce-dente de residuos vegetales, o que alternan la leña y el bagazo por ejemplo. Estasfuentes de energía renovables constituyen una alternativa a los combustibles sóli-dos. Los árboles fuera del bosque plantados por los agricultores, situados en la pro-ximidad de estas centrales energéticas, encontrarán sin ninguna duda mercadosremuneradores.

Madera de uso doméstico y madera de construcción

Los árboles fuera del bosque son muchas veces utilizados como madera de usodoméstico para la fabricación de tablas, estacas, postes y piquetes destinados a laconstrucción (armaduras, techumbres, mobiliario y marcos de puertas) y a la fabri-cación de cercas y de medios de transporte (carretillas, carretas). Son igualmenteempleados en la artesanía local. Es el caso, por ejemplo, de la madera deFaidherbia albida y de Sclerocarya birrea en Malí. La palmera pejibaye (Bactrisgasipaes) en América tropical la compran los entarimadores (Clément, 1989).

La madera de construcción no es la primera vocación de los árboles fuera del bos-que, con algunas excepciones. Sin embargo, las cantidades pueden ser importan-tes: hasta el 70 por ciento de la oferta de madera de construcción y de maderaindustrial en Sri Lanka, entre el 84 y el 95 por ciento en el Estado de Kerala (India(Krishnankutty, 1990), citado por Mohan Kumar et al., 1994; Sharma, 2000). Beeret al. (2000) señalan, en América central, una productividad potencial de maderapara aserrar de 21,8 millones de metros cúbicos anuales si los productos leñososde las plantaciones de sombra y otros sistemas silvopastorales fueran explotadoseficientemente. También existen asociaciones entre industrias forestales y peque-ñas explotaciones agrícolas para la producción de madera de construcción o deuso doméstico. Citemos, por ejemplo, la Wimco Ltd., industria productora de ceri-llas en el norte de la India, que ha fomentado la agrosilvicultura en la región(Newman, 1997), o el caso de los pequeños productores de Kwazulu-Natal(Sudáfrica), sostenidos por empresas productoras de pasta de papel (Arnol, 1998).

Productos no leñosos

Los productos forestales no leñosos de los árboles fuera del bosque provienentanto de especies no forestales (huertos, sistemas agroforestales) como de espe-cies forestales. Los productos no leñosos de estas últimas son designados como“productos forestales no leñosos”6. A medida que los recursos forestales disminu-yen y aumentan las necesidades en ciertos productos no leñosos, los árboles fueradel bosque satisfacen cada vez más la demanda. En ciertos casos, su rendimientopuede ser superior al de los bosques (Boffa, 2000b) y las rentas generadas máselevadas que las obtenidas por la explotación de madera de construcción (Peterset al., 1989). Esta afirmación ha impulsado a los científicos a redescubrir, a princi-

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6. Desde 1999, la definición de laFAO de los productos forestales noleñosos (PFNL) hace expresamentemención de los árboles fuera delbosque: “Los productos forestalesno leñosos son bienes de origenbiológico distintos de la madera,derivados de los bosques, de otrastierras boscosas y de los árbolesfuera del bosque” (Unasylva,1999).

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pio de los años 90, la importancia de los productos diferen-tes de la madera, especialmente los “alicamentos”, o ali-mentos naturales que poseen propiedades terapéuticas quepueden frenar o evitar el desarrollo de ciertas patologías.Estos productos, objeto de un comercio informal importante,son muy valiosos, por su interés social y económico. Sudemanda no puede más que progresar debido al crecimientode la población mundial y a la investigación en ese campo.

Los productos forestales no leñosos figuran entre las mer-cancías de intercambio más antiguas: en el año 2000 antesde J.C., los egipcios importaban la goma arábiga del Sudánpara alimentación, pinturas, colas y procedimientos demomificación (Seif el Din y Zarroug, 1996). En las regionestempladas, desde hace más de 2.000 años, se ha explotadola resina de los pinos (Vantomme, 1998, citado por Taylor,1999). El comercio del aceite de madera de sándalo seremonta al siglo XII (FAO, 1995b).

Los productos forestales no leñosos son tan esenciales paralas economías de los países industrializados como para lasde los países en transición o en desarrollo. Sólo en las regio-nes del noroeste de los Estados Unidos que bordean elPacífico, el comercio de estos productos (plantas ornamen-tales, setas y otros productos comestibles, y plantas medici-nales) se cifra en un mínimo de 200 millones de dólares EUAanuales (Hansis, 1998, citado por Taylor, 1999). En laRepública checa, en el período 1994-1996, el valor medioanual de los productos forestales no leñosos recogidos enverano fue del orden de 2,7 mil millones de coronas7, o seaun cuarto o un tercio de las ventas de madera de construcción que, en esos mis-mos años, oscilaron entre 9 y 12 mil millones de coronas (Olmos, 1999). Las expor-taciones de brotes de bambú comestibles proporcionan a China 130 millones dedólares EUA anuales (Kumar y Sastry, 1999).

Una de las claves del éxito de los productos forestales no leñosos es el valor aña-dido al recurso por su transformación in situ para conservarlos, reducir las pérdidasdespués de la recolección y llegar a mercados alejados. Estos productos sonimportantes para la población que tiene poco o ningún acceso a los factores de pro-ducción y a los recursos. Los grupos minoritarios o las mujeres los recolectan jui-

27Funciones e importancia para el desarrollo

Foto 8. Parque agroforestal deFaidherbia albida en Burkina Faso.(© Depommier/Cirad)

7. En 1995, 1 dólar EUA valíaaproximadamente 26 coronas.

8. En 1996, 1 dólar EUA valíaaproximadamente 511 FCFA.

Recuadro 10. Comercialización de productos forestales no leñosos en CamerúnEn ciertos mercados de la zona de bosque húmedo de Camerún, el Centro de inve-stigación forestal internacional realizó en 1995-1996 un estudio sobre los productosforestales no leñosos. Los comerciantes, sobre todo mujeres, designan un(a) respon-sable encargado(a) de la organización del mercado, de la aplicación de los regla-mentos locales y oficiales y de la coordinación de los mecanismos de crédito no insti-tucionalizados, como las “tontines”. Nueve productos de uso alimentario o medicinal,procedentes de ocho especies (Garcinia kola, Garcinia lucida, Elaeis guineensis,Gnetum spp., Cola spp., Irvingia spp., Ricinodendron heudelotii, Dacryodes edulis) yque representaban el 95 por ciento de los productos comercializados, fueron segui-dos durante 16 semanas respecto a los frutos de D. edulis y 29 semanas para losotros productos. El beneficio semanal medio por persona se ha estimado en 8.200FCFA8, teniendo en cuenta que el salario mensual de un obrero en la ciudad eraentonces de 6.500 FCFA (Ruiz Pérez et al., 1999).

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Los árboles fuera del bosque

ciosamente, los conservan y los transforman con fines de subsistencia y comercio(Recuadro 10). En África Occidental, la comercialización de los productos foresta-les no leñosos es ante todo una actividad de las mujeres, que puede representar,como en Gambia, el 50 por ciento de sus ingresos frente al 25 por ciento de los delos hombres (Boffa, 2000a).

El examen de los productos obtenidos a partir de los órganos del árbol (Cuadro 2)puede dar una idea del valor económico potencial generado por los árboles fueradel bosque, aunque los conocimientos actuales hacen difícil, si no imposible, la dis-tinción del origen forestal, o no, de los productos.

Frutos y semillas

Los frutos y semillas provienen principalmente de huertos (arboricultura) o de sis-temas agroforestales. En el primer caso, hay infor-maciones y estadísticas accesibles, porque la arbori-cultura frutal depende de los servicios técnicosagrícolas. En el segundo caso, las informaciones sonmucho más parciales o puntuales.

En el huerto, en los países industrializados, los árbo-les frutales son objeto de una gestión intensiva, alestilo de los cultivos agrícolas, tratados con frecuen-cia en monocultivo y sometidos a mejoras genéticas.Así, los datos cuantitativos sobre producción, con-sumo y rendimientos están fácilmente disponibles yson relativamente fiables. En ciertos países en des-arrollo, como Perú, la producción frutal está inte-grada en los sistemas agroforestales o proviene defincas especializadas para la exportación (Kleinn,1999). En Brasil, las plantaciones de frutales ocupan2,3 millones de hectáreas, cubriendo sólo los huertosde cítricos (mandarinas, naranjas, limones) un millónde hectáreas. Este sistema de árboles fuera del bos-que proporciona más de cuatro millones de tonela-das de productos (frutos y látex) (ibid.).

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Cuadro 2. Los árboles fuera del bosque, fuente de productos forestales no leñosos muy diversos

Recuadro 11.Producción frutal en huertos caseros o del puebloEl interés por cultivar árboles frutales en los huertos case-ros o de aldeas reside ante todo en la mayor proximidaddel recurso, que permite una gestión más intensiva, unamayor densidad y una mejor productividad que la obte-nida en el bosque. En Pará, Brasil, un estudio sobre la pal-mera açai (Euterpe oleracea) en las llanuras inundablesdel estuario amazónico ha demostrado que su productivi-dad frutal pasaba de 7,3-12,2 toneladas por hectárea yaño, en bosque secundario, a 13,7-18,2 toneladas porhectárea y año en huertos caseros (Muñiz-Miret et al.,1996). Además, la proximidad de un mercado puede favo-recer la venta y valorizar la producción frutera. Es el casode Cibitong, a 50 km. de Yakarta (Indonesia), donde,desde hace varios decenios, los huertos de los pueblospróximos a la capital son transformados en huertos de fru-tales diversificados con varias producciones comerciales(Mary y Dury, 1993).

Órganos del árbol

Frutos y semillas

Hojas

Troncos y cortezas

Flores

Savia

Ejemplos de productos

Frutos suculentos o secos, semil-las (café, karité)

Forrajes animales, condimen-tos, medicamentos

Caucho, goma arábiga, resina,tanino, fibras

Corcho, productos de corteza,aceites esenciales

Miel, aceites esenciales

Bebidas, zumos

Sistemas de producción

Huertos con frutales, huertoscaseros, parques arbóreos

Sistemas agrosilvopastorales

Plantaciones, huertos caseros,parques arbóreos

Sistemas agrosilvopastorales

Sistemas agrosilvopastorales

Sistemas agrosilvopastorales

Ejemplos de utilización

Alimentación humana, cosmética, farmacopea

Alimentación animal, uso alimentario y medicinal

Industria del neumático, alimentación e industrias agroalimentarias, farmacéuticas,cosméticas, cuero, textiles, pasta de papel

Tapones, revestimiento de paredes,aislamiento, derivados farmacéuticos

Alimentación humana, industria farmacéutica

Bebidas alcohólicas

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En los sistemas agroforestales, la produc-ción frutal no está organizada en cadenasde producción tan estructuradas como enlos sistemas de árboles frutales. En elseno de los tradicionales huertos caseros(Recuadro 11), árboles y arbustos se culti-van en asociación con cultivos agrícolasperennes y anuales y con actividadesganaderas, especialmente de ganadomenor. Estos sistemas se encuentran enmuchas regiones tropicales, entre las den-samente pobladas. Las especies leñosaspreferidas son de uso múltiple: hasta dostercios de las especies utilizadas por loscampesinos de Bangladesh son árbolesfrutales o nutritivos (Mehl, 1991).

En el África sudano-saheliana, los parques agroforestales, caracterizados por lapresencia regular y sistemática de los árboles en medio de los campos, proporcio-nan frutos a las poblaciones rurales. Por árbol adulto y año, la producción de ladatilera del desierto (Balanites aegyptiaca) se estima entre 100 y 150 kilos, la delazufaifo (Ziziphus mauritana) entre 80 y 130 kilos y la del tamarindo entre 150 y 200kilos (Bofa, 2000a). Entre todas las especies, el karité se desmarca claramente. Suproductividad media es de 48 a 65 kilos de almendras secas por hectárea y año.Las actividades relacionadas con ella pueden representar del 20 al 60 por cientode los ingresos de las mujeres en Burkina Faso (ibid.). Además de su utilizacióncomo madera de construcción y para energía, su principal riqueza reside en losmúltiples usos de sus frutos (Bagnoud et al., 1995): la pulpa se come, con la almen-dra se hace mantequilla utilizada para la cocción de los alimentos y la fabricaciónde cosméticos y velas, y sirve incluso para la permeabilización de las paredes delas chozas. Además de los usos locales, las almendras de karité se exportan:anualmente, entre 40.000 y 75.000 toneladas a Europa y de 10.000 a 15.000 tone-ladas a Japón (Boffa, 2000a). Se destinan a las industrias alimentarias, de cosmé-tica y farmacéuticas. El valor económico (aportación de los árboles en comparacióncon las pérdidas de producción que ocasionan a los cultivos) de los parques dekarité y neré se cifraría entre 4.800 y 10.600 FCFA por hectárea y año (Boffa et al.,1996). Los ingresos de exportación son de difícil apreciación, por falta de datos fia-bles, lo que va en contra del desarrollo y optimización del recurso.

La cadena de producción del café de los sistemas agroforestales es mejor cono-cida, porque se inscribe en los intercambios internacionales. Aunque el 85 porciento del consumo se hace en Europa, Estados Unidos y Japón (Álvarez et al.,1992), la mayor parte de la producción viene de América Latina y el Caribe (FAOS-TAT, 1999, citado por FAO, 2000c). En Colombia, en 1996, el café representó el14,9 por ciento de las exportaciones con un valor de 1,5 mil millones de dólares,contribuyendo así a los 80 mil millones del producto interior bruto. En El Salvador,en 1989, las exportaciones de café representaron el 44 por ciento del valor añadido(en precios constantes) de la economía nacional (Rice y Ward, 1996). El comerciodel café genera allí entre 9 y 15 mil millones de dólares, según las campañas y lascotizaciones mundiales, de los que el 40 al 80 por ciento revierte en los pequeñosproductores (Follin, 1999). Esta producción constituye con frecuencia un eslabónesencial de la economía de estos países.

Esta observación se puede aplicar a otros cultivos perennes, como la palma dati-lera, el cocotero y el árbol del cacao, que son factores de estructuración social ydesarrollo local, elementos motrices de la economía y vectores de integración en

29Funciones e importancia para el desarrollo

Foto 9. Campamento peul en unparque agroforestal a base deBalanites aegyptiaca en la regiónsaheliana, en Burkina Faso. (© Faiduti/FAO)

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Los árboles fuera del bosque

el comercio internacional (Cuadro 3). Para los productores aescala local, además de los ingresos, estos cultivos ofrecen la ven-taja de garantizar una explotación durante un lapso de tiempo aveces de varias generaciones y en un espacio limitado, del quemuchas veces es propietario el mismo agricultor (Follin, 1999).Costa de Marfil cubre cerca del 40 por ciento de la producción totalde semillas de cacao (FAOSTAT, 1999, citado por FAO, 2001c).Los cocoteros, que se distinguen por la gran rusticidad del cultivo,suministran a la población local alimentos, bebidas y materiales. Eldesarrollo de la cadena de producción de la palmera es sostenidoporque el aceite de palma esté en la primera fila de los aceitesvegetales exportados y, en los años futuros, se situará a la cabezade la producción mundial sobrepasando al de soja (ibid.).

Hojas y forrajes

Los pastores de las regiones tropicales viven principalmente de laganadería y dependen del forraje herbáceo y leñoso. Cuando lahierba falta, el follaje juega un papel alimentario esencial para elganado. En los países templados, los árboles de los setos desmo-chados proporcionaban tradicionalmente reservas forrajeras paralas cabras en invierno (Bortoli, 1987). En las regiones secas, comoen África en las zonas sahelianas y sudano-sahelianas, donde elrecurso herbáceo no es suficiente para garantizar una alimenta-ción de calidad conveniente en el conjunto del ciclo anual, lasespecies leñosas ocupan un gran lugar en la alimentación delganado. En Malí, las cabras y las ovejas dedican respectivamenteel 34 y el 87 por ciento de su tiempo anual de pastoreo a los forra-jes leñosos (Dicko y Sangaré, 1981, citado por Cissé, 1985). Estos

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Cuadro 3. Recapitulación sobre las cadenos de producción de ciertos cultivos perennes (datos de 1996)

Foto 10. Árbol podado en el Puy de Dôme, Francia. (© Bellefontaine/Cirad)

Superficies* (millones dehectáreas)

Producción (millones detoneladas

Distribución geográfica

Sistema de producción

Limitaciones técnicas principales

Exportaciones(primeros países)

Importaciones(primeros países)

Árbol del cacao

5,8

2,5(cacao comercial)

África: 60%Asia:25%

Mayoría de pequeñosplantadores

CalidadReplantaciónEnfermedades y plagas

Costa de MarfilGhanaIndonesia

Países BajosEstados UnidosAlemania

Cafeto

Arábica: 6,8Robusta: 4,3

Arábica: 3,8Robusta: 1,7

África:18%Asia: 18%América: 15%

80% de pequeñasexplotaciones

CalidadEnfermedades y plagas

BrasilColombiaIndonesia

Estados UnidosAlemaniaJapón

Palmera de aceite

5

16,1(aceite de palma)

Malasia: 52%Indonesia: 28%América: 64%

África: grandes plantaciones sobre todoAsia: plantaciones campesinas incluidas

Potencial de producción de ciertasenfermedades y plagas

MalasiaIndonesiaPapua Nueva Guinea

Unión EuropeaChinaIndia

Cocotero

11,6

copra: 5,3aceite: 3,3

Asia: 80%(Filipinas, otras: 20%India, Indonesia)

Organizadas

VariedadItinerarios técnicosCultivos asociadosEnfermedades

FilipinasIndonesiaMalasia (aceite)

Unión EuropeaEstados UnidosCorea

Fuente: Follin, 1999.* Las superficies incluyen todas las tierras en conjunto.

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forrajes se venden en los mercados de las grandes ciudades para alimentar a losanimales criados en las concesiones (Recuadro 12). En los sistemas silvopastora-les de las sabanas arbustivas sudano-sahelianas, las especies leñosas forrajerasmás apreciadas son: Pterocarpus lucens (hasta el 50 por ciento de la alimentaciónleñosa de los rebaños del noroeste de Burkina Faso), la mayoría de las acacias(Acacia senegal, Acacia seyal, Acacia raddiana, Faidherbia albida), Balanitesaegyptiaca, Ziziphus mauritana (Bernard et al., 1995; Bortoli, 1987, Cissé, 1985).Las tres cuartas partes de las 10.000 especies leñosas de África son probable-mente utilizadas para el ramoneo (FAO, 1992).

Sin embargo, en ciertos casos, este recurso es sobreexplotado: ritmo de poda deramas demasiado frecuente, heridas por arranque de la corteza que favorecen laentrada de parásitos (Bortoli, 1987; Cissé, 1985) y sobrepastoreo que comprometela regeneración natural de ciertas especies leñosas. Por ello la Cordeauxia edulis,alimentación principal en la estación seca de los rebaños de camellos y cabras delas llanuras centrales de Somalia, está progresivamente en trance de desaparecer(FAO, 1992). Es necesaria una gestión racional de este tipo de sistema. En Asia,los campesinos comienzan a plantar árboles que pueden utilizar, entre otros fines,como recurso forrajero: los árboles plantados al borde de campos inclinados, en eloeste de Nepal, cubren del 41 al 58 por ciento de la demanda de forraje (Fonzen yOberholzer, 1984). El recurso, más accesible, evita el desplazamiento de los reba-ños al bosque.

Troncos y cortezas

Gomas, resinas y látex, explotadoscon mucha frecuencia por campe-sinos y ganaderos, están casisiempre presentes en los merca-dos internacionales. Este es elcaso del caucho extraído de lahevea que, fuera de las plantacio-nes, se produce también en lossistemas agroforestales, así comola goma arábiga, que se distinguepor su valor comercial e industrial(Recuadro 13). Las Acacia sene-gal y Acacia seyal se explotan en

31Funciones e importancia para el desarrollo

Recuadro 12. Los árboles fuera del bosque, fuente de alimentación para el ganado

En las grandes aglomeraciones urbanas de ciertos paísesen desarrollo, es corriente ver bicicletas fuertemente car-gadas de gavillas de forraje, con frecuencia más de 70kilos, o carretas llenas de forraje leñoso. Una encuestarealizada en Bamako (Malí) muestra que los corderoscaseros reciben una ración diaria de forraje arbóreo de 1,8kilos como media, recogido de Pterocarpus erinaceus yKhaya senegalensis (Anderson et al., 1994). En 1989-1990, más de 1.400 toneladas de forraje fresco dePterocarpus erinaceus fueron comercializadas en la capi-tal. En Sri Lanka, el follaje de Gliricidia sepium forma partede los forrajes preferidos transportados para el ganado.

Las vainas de las leguminosas forrajeras y otros frutos deárboles son cruciales debido a su alto contenido de mate-rias nitrogenadas o de energía. Las bellotas de encina sonun recurso para los cerdos en los países templados ymediterráneos. En las regiones templadas cálidas, seplanta la morera (Morus alba) no sólo para la cría delgusano de seda, sino también cada vez más para losrumiantes. La calidad forrajera y la digestibilidad de sushojas son notables, prometiéndole un gran futuro, tanto enel continente euroasiático como en América Latina(Sánchez, 1999).

Foto 11. Transporte en bicicleta deforraje arbóreo de cailcedrat parala alimentación de corderos case-ros en Bamako, Malí. (© Bertrand/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

la zona saheliana en los “huertos de goma” o en los parques arbóreos con barbe-cho forestal. La producción mundial, después de haber alcanzado 60.000 tonela-das al año a finales de los años 60, ha bajado a 33.800 toneladas en 1994 (Spore,1990; Nour y Osman, 1997), a razón de 250 g. por árbol y año como media(Coppen, 1995). La exportación de goma arábiga aportó a Sudán (primer produc-tor mundial) cerca de 100 millones de dólares EUA en 1993 (Danthu, 1994). Ningúnsustituto sintético ha reemplazado a este producto inestimable para numerosasindustrias. Este ejemplo muestra que los productos forestales no leñosos de fuenteno forestal, integrados en un verdadero sistema de producción, pueden ser fuentede divisas.De la corteza de Prunus africanum se extrae un polvo utilizado en la medicina tra-dicional en Camerún: anualmente se recogen 3.500 toneladas de corteza, pero laespecie está en vías de extinción (Spore, 2000). La corteza de Irvingia y la de karitéson utilizadas por sus propiedades medicinales a nivel local, mientras que la deGrewia tenax, cuya producción anual se estima en 900 toneladas en Sudán, sirvepara la confección de cepillos de dientes (Ayuk et al., 1999; Boffa et al., 1996;Ezeldeen y Osman, 1998; Ladipo et al., 1996). Los productos de la corteza puedentener una importancia comercial de gran envergadura, como el corcho obtenido deQuercus suber, cultivado principalmente en las dehesas, sistemas agrosilvopasto-rales característicos del sur europeo (Pointereau y Bazile, 1995).

Flores

Las flores de los árboles fuera del bosque producen igualmente aceites esenciales,miel y sus derivados. Además del interés que representan estos productos para lasindustrias alimentarias, farmacéuticas y cosméticas, son lucrativas para numerosospequeños cultivadores. En Mozambique, la apicultura es una práctica corriente enel medio rural; las mieles de acacia y miombo (Brachystegia) son las más corrien-tes. Los apicultores tradicionales (aproximadamente 20.000) producen como mediaal año 360.000 kilos de miel y 60.000 kilos de cera; la producción de los apiculto-res modernos se estima respectivamente en 20.000 y 8.000 kilos. El precio del kilode miel ha pasado de 3,6 dólares EUA, en 1994, a 5,6 dólares EUA en 1999(Mange y Nakala, 1999). Por otra parte, Etiopía es el cuarto productor de cera enel mundo, después de China, México y Turquía, con una media anual de 3.000toneladas, y el quinto país exportador. En el período 1984-1994, exportó comomedia 270 toneladas al año (Deffar, 1998).

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Recuadro 13. La goma arábiga: un producto precioso de los árboles fuera del bosque

La goma arábiga es un polisacárido complejo ligeramenteácido. Su propiedad principal es ser fácilmente soluble enagua, dando soluciones de escasa viscosidad, lo que leconfiere unos caracteres emulsionantes y estabilizadores.Sus utilizaciones se dividen en tres categorías: alimenta-rias, farmacéuticas y técnicas. En los países industrializa-dos se utiliza principalmente en confitería (60 por cientodel consumo), pero también como gelificante en las con-servas y estabilizador en las sodas o las bebidas alcohóli-cas. En Mauritania, las poblaciones nómadas la utilizan

para confeccionar el N’dadzalla, mezcla de goma tostaday molida con mantequilla y azúcar. La medicina tradicionalla emplea como una panacea para tratar migrañas, fractu-ras y furunculosis, y la industria farmacéutica y la cosmé-tica la valoran como agente emulsionante y antiprecipi-tante. La goma se encuentra en la artesanía (preparaciónde colas, tintes y pomadas), la imprenta, la litografía y lacerámica, y sirve para producir ciertas tintas (Coppen,1995; Giffard, 1975; Seif el Din y Zarroug, 1996).

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Savia

La fabricación de bebidas a partir dela savia es una práctica corriente. Elconocido vino de palma proviene deespecies como Borassus aethio-pum, Hyphaene coriacea y Phoenixreclinata. En Mozambique, la pro-ducción de esta bebida, que puedealcanzar los 20 litros por día en laregión de Matutuine, es una activi-dad lucrativa durante todo el añopara las familias que viven a lo largode las carreteras principales(Mange y Nakala, 1999). En Benin,en la región de Bassila, asociada ala destilación del alcohol de palma,es la única actividad ligada a los árboles que puede cubrir enteramente los costesde subsistencia de una persona (Boffa, 2000a).

Los productos de los árboles fuera del bosque representan una fuente financieranada despreciable para los países y una renta dineraria crucial para las poblacio-nes rurales. Un mejor conocimiento del valor económico de los productos de losárboles fuera del bosque los valorizaría y facilitaría su inserción en las estadísticasnacionales e internacionales.

Recurso clave del medio ambiente

Según un proverbio africano: “La Tierra no es un bien que nos legan nuestrospadres, sino un bien que nosotros pedimos prestado a nuestros hijos”. Si bien fue-ron necesarios dos millones de años para llegar a los mil millones de personassobre la tierra (hacia 1800), en el año 2025 la población mundial estará próxima alos nueve mil millones, de los que más de siete mil millones estarán en los paísesen desarrollo. Mil millones de personas son pobres (Banco Mundial, 1995) y másde 800 millones sufren diariamente hambre (FAO, 1996a). El desafío consiste portanto en conservar y perpetuar los recursos naturales para luchar contra la pobrezay garantizar a las poblaciones actuales y futuras de las ciudades y del campo unosmedios de existencia que garanticen la seguridad alimentaria. En relación con esta

33Funciones e importancia para el desarrollo

Foto 12. Erosión en garrasy papel de los árboles fuera del bosque en Togo.(© Sarlin/Cirad)

Recuadro 14. Algunos ejemplos del papel ambiental de los árboles fuera del bosque

En ciertos países, como Egipto, Irak y Libia, los cortavien-tos favorecen un aumento considerable de la producción(FAO, 1986). Bajo esta misma perspectiva, más de 800km. de cortavientos en Mauritania han permitido fijar lasdunas, ralentizando así la desertificación y combatiendo lasequía (Ben Salem, 1991). En los oasis de Irak, los culti-vos intercalares, donde se superponen un piso superior depalmeras, un subpiso de árboles frutales y un cultivo en elsuelo (ibid.), han demostrado su capacidad para lucharcontra la erosión eólica. En Irán, los campesinos de las

regiones montañosas conservan de 20 a 100 árboles porhectárea cultivada para asegurar la protección del suelo yde los cultivos. Por las mismas razones, los campesinosafganos colocan moreras, álamos, eucaliptos y árbolesfrutales en los límites de las parcelas y a lo largo de loscanales de riego (FAO, 1993). En las regiones secas afri-canas, los árboles dispersos, como Faidherbia albida, con-servan la fertilidad del suelo, protegen la cubierta herbá-cea y dan sombra protectora a los hombres y animales.

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Los árboles fuera del bosque

exigencia de gestión y ordenación de los recur-sos, los árboles fuera del bosque tienen unimportante papel que desempeñar, tanto en elmedio rural como en el urbano. En efecto, lasgrandes aglomeraciones urbanas que cuentancon 30 a 40 millones de habitantes serán cadavez más numerosas. La silvicultura urbana es,y será todavía más, un factor esencial para lacalidad del medio ambiente, proporcionandobeneficios ecológicos innegables: mejora delclima, limitación y organización territorial de laexpansión demográfica, reciclaje de las aguassucias y utilizadas, reducción del ruido y dismi-nución de la contaminación atmosférica y acús-tica (Greye y Deneke, 1978, citado por El-Lakany et al., 1999).

Para los suelos y las aguas

Las tasas de regeneración de los suelos son muy inferiores a las tasas de degra-dación, lo que incita a una agricultura cada vez más respetuosa del medioambiente, de la diversidad biológica y de la conservación de la fertilidad. Losárboles fuera del bosque pueden contribuir eficazmente a hacer frente a estedesafío, pues, bajo forma de poblaciones más o menos densas, árboles alinea-dos o aislados y setos, preservan la materia orgánica de los suelos (Roose,1994) y mejoran su fertilidad. Estas funciones les son unánimemente reconoci-das, así como la lucha contra la desertificación; frenan la erosión eólica e hídrica,facilitan la infiltración de las aguas de lluvia y aseguran a largo plazo la produc-ción agrícola (Recuadro 14).

En numerosas regiones del mundo, los frentes colonizadores de desmonte avan-zan, contribuyendo a la degradación de los recursos naturales, mientras que esfundamental conservar suficientemente árboles, bajo diversas formas y disposicio-nes. En este sentido, los sistemas lineales son una riqueza para la protección eco-lógica, la conservación biológica, la depuración de las aguas y la protección contrala intemperie. Los árboles fuera del bosque en alineaciones o en bosquetes ocu-pan su lugar (Recuadro 15) en la gestión conservadora del agua, la biomasa y la

fertilidad de los suelos. Su instalación apro-piada tiende a sustituir las acciones más mecá-nicas de defensa y restauración de suelos y deconservación del agua y el suelo.

Los árboles fuera del bosque, por su regenera-ción natural o plantación de conservación o porextensión de la cubierta arbórea, son de granutilidad en la ordenación de cuencas hidrográfi-cas para evitar la degradación de los suelos yluchar contra la desertificación. Los arroyos yríos de las zonas montañosas, y los ecosiste-mas que los contienen, son protegidos por losárboles fuera del bosque de pequeñas explota-ciones y ripisilvas. En 1992, la CNUMADrecordó que “las montañas son una importantereserva de agua, energía y diversidad bioló-

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Recuadro 15. Protección de los suelos y conservación de las aguasLas opciones biológicas de conservación y protección de lasaguas y los suelos consisten en establecer sistemas de protec-ción que cubran el suelo, reciclen la materia orgánica y partici-pen en la dispersión de la energía de escorrentía. Para mane-jar a la vez las aguas en terrenos inclinados, la biomasa y losnutrientes minerales, cuando aún es posible, se construyenpequeñas barreras, hechas de cordones de piedra, asociadas ono a franjas enyerbadas, plantadas con matorrales o árboles,que desempeñan el papel de setos vivos. Los árboles puedenser propagados por esquejes de raíz de especies que retoñan(Bellefontaine et al., 1999). Este tipo de lucha limita el trabajodel suelo y ofrece una cobertura permanente de especies leño-sas o camas de paja (Roose, 1999).

Foto 13. Paisaje montañoso delsuroeste de China. (© Hofer/FAO)

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modificaciones del medioambiente, incluido el cambio cli-mático. Gracias a generacionesde agricultores, las comunidadeslocales han desempeñado unimportante papel en la conserva-ción y mejora de estos recursos,sobre los cuales pesan gravespeligros (Declaración de Leipzig,1996). En los países sahelianos,la sobreexplotación de los recur-sos leñosos constituye la másgrave amenaza para la conserva-ción y el desarrollo sostenible delos recursos genéticos. Los ries-gos de desaparición o reduccióndramática de especies o pobla-ciones de árboles, son amplifica-dos por los episodios recurrentes de sequía climática. La resistencia de las espe-cies a estos choques es variable: Chad informa que existen pérdidasconsiderables en sus poblaciones de Acacia senegal, de Anogeissus leiocarpusy de Dalbergia melanoxylon. En Camerún y Senegal, se estima en 100.000 hec-táreas la desaparición anual de las sabanas. Especies como Acacia nilotica,Pterocarpus lucens, Sclerocarya birrea, Prosopis africana, Lannea microcarpa yDalbergia melanoxylon manifiestan una gran sensibilidad a los efectos climáticos(FAO, 2001c).

Dos estrategias se presentan para conservar estas riquezas (Secretaría delConvenio sobre la diversidad biológica, 2000). Una ex situ, en jardines botánicos,arboretos y poblaciones de conservación, y en este marco, en el Sahel, ciertos pro-gramas de selección y mejora genética dan ya serias esperanzas para Anacardiumoccidentales y Faidherbia albida (Declaración de Leipzig, 1996). La otra, la con-servación in situ; la diversidad biológica está protegida por los agricultores, gracias

35Funciones e importancia para el desarrollo

Recuadro 16. Diversidad biológica y huertos caseros

Los huertos caseros son sistemas tradicionales de explota-ción vitales para las poblaciones. En Tailandia, una encue-sta ha enumerado en 60 huertos caseros 230 especiesvegetales, de las cuales el 29 por ciento eran silvestres;cada huerto tenía entre 15 y 60 especies diferentes, de lasque por lo menos 10 especies no eran domesticadas(Bunning y Hill, 1996). En los huertos de las islas delPacífico, se encuentra una amplia gama de árboles, arbu-stos y especies vegetales, por ejemplo, en el atolón de

Kiribati: cocoteros, árboles del pan, Musa, Pandanus y Ficustinctoria, papayas, cítricos, aguacates, guayabos, Annona,Syzygium y Terminalia spp., Spondias dulcis y Pometia pin-nata. Esta considerable diversidad se ve aumentada por elrecurso a diferentes variedades de una misma especie. Enlas islas Salomón, ciertos estudios han demostrado que lasfamilias que tenían un huerto estaban mejor alimentadasque las que no lo tenían, presentando esta últimas caren-cias de vitaminas A y C, y de hierro (FAO, 1995b).

Foto 14. Algunos islotes y corredores de diversidad biológica conservados entreel bosque (al fondo a la derecha)y los campos, Ardenas belgas. (© Bellefontaine/Cirad)

gica”, y que “los ambientes de montaña son indispensables para la supervivenciadel ecosistema mundial”.

Para la diversidad biológicaNingún país puede sobrepasar sus recursos fitogenéticos para aumentar sosteni-blemente sus disponibilidades alimentarias y para hacer frente a los desafíos de las

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Los árboles fuera del bosque

a su conocimiento de las interacciones entre el medio ambiente, los recursos gené-ticos y sus modos de gestión. En muchos países, los huertos caseros son a vecesrefugio de ciertas variedades vegetales, y algunas especies arbóreas raras partici-pan en la diversidad biológica (Recuadro 16). Ocurre lo mismo con los agrobos-ques que, por su alta densidad y su diversidad en especies leñosas y no leñosas,prestan servicios ambientales comparables a los de los bosques.

En términos de diversidad biológica animal, las especies con escasa cubierta arbó-rea soportan una biomasa mayor y más diversificada que los bosques. El ejemplomás famoso es el parque de Serengeti (Tanzania), donde viven los rebaños de antí-lopes más imponentes del mundo. En las sabanas, los animales encuentran som-bra para protegerse, comida para alimentarse y ramaje para anidar.

En las tierras agrícolas, los setos, cortavientos y bosquetes dispersos forman igual-mente refugios para la flora y la fauna, constituyendo islotes y corredores de diver-sidad biológica. Esta función es bien conocida por los cazadores, que defienden laconservación de los setos y bosquetes, y también por los agricultores. Estos últi-mos tienen a veces una opinión más matizada entre la presencia creciente, por unaparte, de roedores y aves que atacan a los cultivos y, por otra parte, de insectosfecundadores como las abejas y aves insectívoras y depredadores útiles para elcontrol de las plagas. Al pie de las alineaciones de árboles, se reinstalan muchasveces por zoocoria9 especies leñosas, algunas raras o poco frecuentes, que enri-quecen la diversidad biológica. Varias especies animales deben su conservación ala plantación, la restauración o la conservación de sotos. Además, las ripisilvas,asiento de una gran riqueza biológica, sirven como lugar de desove para los pecesy los crustáceos y reducen los problemas de eutrofización por la sombra de los cur-sos de agua y la limitación del desarrollo de la flora acuática. La fauna terrestre uti-liza estas ripisilvas como corredores de desplazamiento. La gestión de los árbolesfuera del bosque en los espacios agrícolas, bajo una óptica de perpetuación de ladiversidad biológica, tiene por objeto un equilibrio entre la promoción de los efec-tos benéficos y el control o limitación de las consecuencias negativas.

Para el clima

Los árboles son reservas de almacenamiento y fuentes de carbono. El papel de losecosistemas forestales tropicales en el almacenamiento y liberación de carbonocomienza a ser conocido en el contexto global del papel de la biosfera, en la regula-ción del dióxido de carbono atmosférico y en la reducción de gases con efecto inver-nadero. La cuantificación de las fuentes y sumideros de carbono, y la de las emisio-

nes debidas a las actividades humanas, es unade las tareas actuales de la comunidad científica(Alexandre et al., 1999). Los cambios de utiliza-ción de las tierras, en primer lugar la deforesta-ción de las zonas tropicales por incendios, pro-vocan actualmente un 20 por ciento de lasemisiones de gas carbónico. Según el Grupointergubernamental de expertos sobre la evolu-ción del clima (GIEC), entre 1995 y 2050, la fija-ción mundial de carbono procedente de la reduc-ción de la deforestación, de la regeneración delos bosques, de la intensificación de las planta-ciones y de las prácticas agroforestales equival-dría del 12 al 15 por ciento de las emisiones decarbono de combustibles fósiles (FAO, 2001a).

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Recuadro 17. Plantación de árboles y mejora del clima en ciudadEn el valle del Yangtsé, en Nanjing, China, ciudad industrial dealrededor de 1,5 millones de habitantes, se han plantado 34 millo-nes de árboles entre 1949 y 1981, o sea el equivalente a unos 23árboles por habitante. Estas plantaciones, en la ciudad y sus alre-dedores, tenían como objetivo reducir las temperaturas estivales,regular el clima y purificar el aire, embelleciendo el escenario de lavida. En 32 años, las temperaturas estivales han pasado de32,2ºC a 29,4ºC, baja atribuible al efecto de frescor proporcionadopor los árboles que se han distribuido en cortavientos, reforesta-ción de colinas, alineaciones arbóreas a lo largo de las calles y ensetos triples que bordean las vías férreas (Carter, 1995).

9. Zoocoria: dispersión de frutos osemillas por medio de animales(fauna, ganado, aves, etc.).

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En el marco de las negociaciones internacionales sobre las cuestiones climáticasmundiales (Protocolo de Kioto), se ha visto que el carbono podría llegar a ser unnuevo “producto” a vigilar, cuantificar y gestionar de forma diferente que en elpasado, así como una nueva razón de ser de las actividades que influyen en la evo-lución del clima. Se imponen cambios importantes en los sectores de la energía, delos transportes y de la industria, y en la agricultura y la silvicultura. El efecto de losárboles fuera del bosque en la disminución de la deforestación, la estabilización delos suelos y los ecosistemas y la captación de carbono serán cada vez más signi-ficativos.

Ciertas prácticas de gestión forestal pueden aminorar la acumulación de CO2 en laatmósfera. En el XI Congreso forestal mundial de 1997 (Antalya, Turquía), uno delos puntos discutidos para aumentar los sumideros de carbono era “establecerplantaciones en tierras no boscosas, (…) incrementar la cubierta forestal en tierrasagrícolas o pastizales con ayuda de sistemas agroforestales” (Brown, 1997). En lasregiones subsahelianas, Unruh et al. (1993) han estimado la acumulación media decarbono en la biomasa subterránea y aérea de 21 sistemas agroforestales diferen-tes. Han considerado que la agrosilvicultura juega una función ambiental, más porsu efecto de reducción de la deforestación (y por tanto, de emisión de carbono) yde mantenimiento de la materia orgánica del suelo, que por el efecto de captacióndirecta de carbono. La plantación de árboles fuera del bosque en el marco de unaordenación integrada del territorio podría permitir mantener el almacenamiento decarbono en un buen nivel. Estas reflexiones sobre la relación entre los árbolesfuera del bosque y la regulación del clima están todavía muchas de ellas a nivel deinvestigación. Conviene, por tanto, movilizar los medios para evaluar el peso de losárboles fuera del bosque en el ciclo del carbono (Alexandre et al., 1999). Estos hanmostrado ya cierta eficacia en la mejora de los microclimas (Recuadro 17).

El examen de la importancia de los árboles fuera del bosque para el desarrollo,más particularmente respecto a la seguridad alimentaria, la lucha contra la pobrezay la conservación de los ecosistemas, ha puesto en evidencia la necesidad críticade informaciones cuantificadas, precisas y estables. Éstas son indispensables paraconcebir y sostener unas políticas de promoción y apoyo en favor de los árbolesfuera del bosque. Además, permitirían seguir mejor la evolución y la dinámica deeste precioso recurso, todavía en gran parte subestimado, o incluso menospre-ciado.

37Funciones e importancia para el desarrollo

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La importancia de los árboles fuera del bosque, percibida por los usos y servicios múl-tiples que prestan, no está plasmada en cifras a escala mundial: la superficie total y lasproducciones de madera y productos que suministran, en cantidad y valor, siguensiendo hoy en día desconocidos. Sólo ciertas evaluaciones locales o nacionales pro-porcionan algunas indicaciones. Por ejemplo, en Sri Lanka, el 73 por ciento de lamadera y el 80 por ciento de la madera para energía provienen de huertos caseros yde árboles en tierras agrícolas (Gunasena, 1997, citado por Simons et al., 2000). EnChina, 1,8 mil millones de eucaliptos están plantados en tierras agrícolas, mientras quemenos de mil millones (0,95) se encuentran en forma de plantaciones industriales. EnVietnam y Tailandia hay 15 veces más árboles en los campos que en forma de planta-ciones (Harwood, 1997, citado por Simons et al., 2000). También es complicado apre-ciar la dinámica de los árboles fuera del bosque. La inclusión de informaciones sobrela dinámica forestal y la dinámica de los árboles fuera del bosque facilitaría sin dudauna mejor apreciación de la evolución de los recursos leñosos a escala mundial y con-firmaría las tendencias de reducción o ampliación de la cubierta arbórea observados anivel local.

Situación de los recursos forestales

La evaluación mundial de los recursos forestales en 1980 y 1990 ha inventariado, a par-tir de datos estadísticos nacionales suministrados por las instituciones interesadas delos países, las superficies ocupadas por los bosques y las plantaciones forestales. En1996, se revisaron los objetivos de este inventario forestal mundial con ocasión de unaconsulta de expertos en Kotka, Finlandia (Nyyssönen y Ahti, 1996), uno de cuyos resul-tados fue estructurar la evaluación de los recursos forestales 2000 en tres grandescampos de actividad: la evaluación basada en las informaciones existentes particular-mente al nivel de los países, las encuestas por teledetección y los estudios especiales.Estos últimos hacen hincapié en cuestiones hasta ahora poco tratadas, entre las cua-les se incluyen las de los árboles fuera del bosque.

Los datos obtenidos por el ejercicio 2000 del Programa de evaluación de los recursosforestales (Recuadro 18) atestiguan una deforestación particularmente sensible en laszonas tropicales. Se sabe que el desmonte de las tierras va seguido, en muchos casos,

Dinámica y evolución

Foto 15. Política de conservaciónde plantaciones lineales al borde

de caminos rurales en Allier, Francia.(© Bellefontaine/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque40

por una fase de instalación de sistemas de producción que integran al árbol, pero no sesabe lo que ocurre con las antiguas tierras forestales, y se conoce mal la dinámica dela cubierta arbórea en las tierras agrícolas: ¿Está presente todavía el árbol? ¿Segúnqué tipos de formación y distribución en el espacio? ¿En qué medida atenúan estosrecursos leñosos las consecuencias de la reducción de los bosques? ¿Cuál es su pro-ducción en madera y en otros productos?.

Dinámica de los árboles fuera del bosque

La dinámica de los árboles fuera del bosque va muchas veces unida a la del bosque,aun cuando el vínculo sea a veces tenue o indirecto. En diferentes países, se ha cons-tatado que la disminución de las superficies de bosque había animado a los campesi-nos a plantar árboles en sus campos, con el fin de asegurar su aprovisionamiento enproductos forestales (Arnold y Dewees, 1995). La dinámica de los árboles fuera delbosque se mueve con frecuencia en el sentido de los bosques hacia los espacios noforestales. La introducción de árboles en tierras agrícolas se entenderá en lo sucesivocomo un medio de responder a las necesidades de productos forestales leñosos y noleñosos de las comunidades rurales y urbanas.

Los árboles fuera del bosque interesan particularmente a los países en desarrollo parasolucionar las necesidades de una población, cuyo crecimiento y movimientos migra-torios, que son su corolario, van acompañados por el desarrollo de frentes colonizado-res agrícolas. Estos últimos invaden el bosque para alimentar a las poblaciones ruralesy urbanas, sin que se deje sin cultivar un cierto tiempo para reconstituir la fertilidad delas tierras. En los campos, las múltiples actividades de recolección, que juegan un papelfundamental en la vida cotidiana, cuando son repetidas y excesivas contribuyen a ladegradación de ciertos recursos vegetales de las regiones semiáridas, de las zonasperiurbanas y de la periferia de los sondeos. Al mismo tiempo, cierto número de técni-cas agrícolas que incluyen árboles están todavía en uso, como los parques arbóreos,la agricultura en varios pisos y el pastoreo en pastizales comunales arbolados, y todauna serie de prácticas agroforestales más o menos antiguas o innovadoras, como loscultivos en corredores, los setos en curvas de nivel y los barbechos plantados.

Mientras en los países en desarrollo los determinantes de la dinámica de los árbolesfuera del bosque son el resultado de una lógica de producción, en los países industria-lizados asistimos además a una tendencia proambiental. La agricultura productivistadeja poco lugar a los árboles. En cambio, los árboles urbanos y periurbanos, los “talu-des verdes”, las pantallas vegetales antirruidos y las plantaciones lineales son cada vezmás importantes.

Se constatan ciertas tendencias de reducción o ampliación en los campos agrícola ypastoral, así como en sus fronteras con el bosque. Sin embargo, es preciso saber queexisten variaciones en las situaciones. La dinámica de los árboles fuera del bosque no

Recuadro 18. Reducción de los recursos forestales mundialesSegún los trabajos del programa de evaluación de losrecursos forestales (FAO 2001b), los bosques naturales ylas plantaciones cubrían en el año 2000 una superficie de3.869 millones de hectáreas (Mha.), o sea 94 Mha. menosque en 1990. La disminución es sensible en las regionestropicales, que han perdido 122 Mha., mientras que la

superficie aumentaba en 28 Mha. en las regiones no tropi-cales. En las zonas tropicales, entre 1990 y 2000, lacubierta forestal ha pasado de 1.993 Mha. a 1.871 Mha.,lo que equivale a una deforestación media anual de 12,2Mha. La tasa de deforestación es claramente más mar-cada en África.

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es uniforme a escala de una región y, para un mismo sistema, en localidades diferen-tes. Las tendencias de reducción y los fenómenos de ampliación coexisten. Los par-ques agroforestales de África Occidental son un ejemplo de esta situación. Muchosagentes están de acuerdo en la reducción de las superficies cubiertas por los parques,la disminución de la densidad de los árboles y el predominio de individuos viejos. Porel contrario, en Malí, los parques de Faidherbia albida están en expansión. En los par-ques de Hyphaene thebaica, la densidad de las plantas jóvenes es superior a la de lasadultas, aunque Sylla (1998) haya inventariado un gran número de individuos enfer-mos, muertos, desmochados y mutilados (70 por ciento) que limitan las perspectivas deregeneración. En Nigeria, en zonas fuertemente pobladas, la densidad de árboles porhectárea en los parques aumentó de uno a tres entre los años 70 y 80 (Boffa, 2000b).

Actualmente, gracias a la teledetección, es posible el seguimiento de estos fenómenosen zonas forestales, aunque es necesario mejorar y poner a punto las técnicas y losprotocolos de estudio. La evaluación de los árboles fuera del bosque podría benefi-ciarse de estos avances mediante una adaptación de los dispositivos. En cambio, con-siderando el carácter disperso de ciertos sistemas de árboles fuera del bosque, las foto-grafías aéreas son lo más apropiado. Queda por comprender lo que subyace en ladinámica progresiva del árbol para apoyarla donde se haya observado y fomentar pro-cesos similares en otras regiones, anticipándose al futuro.

Disminución de la cubierta delos árboles

En los países en desarrollo, la explotación de losbosques tropicales desde comienzos de siglo, lassequías, las roturaciones agrícolas, el sobrepasto-reo y los incendios han aclarado considerable-mente la cubierta forestal de las zonas tropicales.Muchas tierras forestales han sido convertidas,después de la explotación, en tierras agrícolas oen plantaciones de árboles. Es el caso de Costade Marfil, donde se han instalado muchas planta-ciones frutales, de cacao y de café. Igualmente, seprocedió a la deforestación, en los años 70 y 80,con la implantación de perímetros regados y lamecanización de la agricultura, como en Senegala lo largo del río. Asimismo, la deforestación se havisto favorecida por las políticas de “urbanización”,que con frecuencia han omitido incluir los árboles en la mayoría de los planes de urba-nismo. El caso de Tanzania es notable. Paralelamente, el crecimiento de la demandade madera para energía ha creado áreas de deforestación alrededor de ciudades ypueblos de numerosas regiones del mundo. Todos estos bosques explotados o trans-formados han dado paso, en el mejor de los casos, a un bosque empobrecido y, en lapeor de las situaciones, a árboles aislados y dispersos. Ciertas formaciones arbóreasparecen a primera vista bosques degradados, aunque en muchos casos no lo son. Esel caso de muchas sabanas atigradas de Níger (d’Herbès et al., 1997; Ichaou, 2000).

En los países industrializados, el desarrollo agrícola, que pasa por la mecanización, eldrenaje, el riego, el aumento del tamaño de las parcelas y explotaciones y la concen-tración de las tierras, es responsable de la eliminación progresiva y constante de lamayoría de los árboles de los paisajes rurales. En Francia, en el transcurso de los últi-mos treinta años, se han destruido 100 millones de árboles aislados o de alineaciones(Pointereau y Bazile, 1995). Paralelamente, el espacio arbolado no forestal ha vistoreducida su superficie de 4,5 millones de hectáreas, a finales del siglo XIX, a 1,6 millo-

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Foto 16. Frentes colonizadores,deforestación y árboles “huérfa-nos” en Rwegura, Burundi.(© Bellefontaine/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

nes de hectáreas en 1990, mientras que lasuperficie de bosque ha aumentado regu-larmente durante el último siglo. EnInglaterra y Escocia, la longitud de lossetos disminuyó en un 25 por ciento entrelos años 50 y 70. En todas partes, los huer-tos pastados se han hecho raros y el patri-monio arbolado fuera del bosque ha idoenvejeciendo (ibid.). Braudel (1986)poniendo en evidencia la relación entre lafrecuencia de los árboles fuera del bosquey el tipo de rotación de cultivos practicada,prueba de la relación entre la presencia deárboles en el medio rural y las prácticasagrícolas.

Extensión de la cubierta arbórea

A la conversión del bosque en tierras agrícolas se opone una dinámica inversa cuandoel paisaje rural se cierra como consecuencia de la plantación, de la siembra y de la mul-tiplicación vegetativa natural de los árboles (Bellefontaine e Ichaou, 1999).

En los países en desarrollo, el crecimiento demográfico es considerado con frecuenciacomo un factor de deforestación. Ahora bien, en las zonas húmedas, por encima de uncierto umbral de deforestación, la cubierta arbórea es reconstituida por el hombre. EnRuanda, un estudio ha revelado que los campesinos plantaban más árboles allí dondela presión sobre la tierra era más fuerte y los cultivos industriales predominantes(Messerschmidt et al., 1993). Es edificante el ejemplo de la isla de Java, superpobladapero muy arbolada a pesar de la omnipresencia de los arrozales. Un estudio diacrónicode fotos aéreas de la cuenca de Mahaweli, en el noroeste de Sri Lanka, entre 1956 y1991, ha mostrado un aumento espectacular del 60 por ciento de la cobertura boscosadebido, en parte, a los huertos caseros y a las plantaciones que se han extendido aexpensas del té o de la hevea y, por otra parte, a los bosques (White et al., 1995). EnKenia, en el distrito de Machakos, a pesar de un crecimiento demográfico anual del 3,7por ciento, la densidad de árboles por hectárea ha aumentado (Banana et al., 1999).

En otro caso, como en Nepal, son los cam-bios económicos los que han impulsado alos campesinos a una reordenación espa-cial de los recursos leñosos (Recuadro 19),para atender a sus necesidades, desmin-tiendo al mismo tiempo las predicciones delos años 70 de deforestación de las monta-ñas de Nepal (Gilmour y Nurse, 1991).

En muchos casos, los agricultores hanfavorecido la conservación y la selección, eincluso la plantación de árboles en tierrasagrícolas. En este sentido, la relación entreel aumento de la densidad demográfica y laevolución de la cubierta arbórea es a vecescontradictoria. Así, en las Comores, “lapoblación arbórea es más importante cuan-titativamente hoy que hace treinta años. Elbosque llamado natural ha disminuido,

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Foto 17. Bosque degradado en lacadena de media montaña delHimalaya en Pakistán. (© Hofer/FAO)

Foto 18. Dinamismo de la propagación vegetativa natural por retoños de raíz y acodos(Combretum micranthum) en Nígercon 400 mm. de precipitaciónanual. (© Ichaou)

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pero se ha desarrollado un paisaje arbolado en los campos de los agricultores”(Karsenty y Sibelet, 1999). En Etiopía, “cuanto más numerosos son los hombres, másse preocupan de que haya más árboles” (Mesfin Wolde, 1991). La evolución de lascubiertas arbóreas es muchas veces más evocadora que la cuantificación, siempre difí-cil y raramente exhaustiva, de las formaciones forestales.

En los países industrializados, los bosques, templados yboreales, se extienden cada vez más por simple regene-ración natural unida a un éxodo rural masivo. En Europa,por ejemplo, las semillas colonizan los campos que ya nose cultivan, en barbecho forzado, en el marco de la políticade la Unión Europea, y los árboles fuera del bosque semultiplican. Surgen entonces una serie de preguntasdependiendo de la problemática del desarrollo local: ¿Quéllegarán a ser estos árboles? Quizá bosques, pero ¿des-pués de cuántos años de malezas o de incendios? ¿Sonparcelas gestionadas con una política paisajística,mediante contratos de conservación ambiental y del pai-saje entre los agricultores y las colectividades locales? ¿Oparcelas de un nuevo tipo, donde árboles y cultivospodrían cohabitar oficialmente (es decir, fiscalmente)?

Desde los años 80, los paisajes rurales, los setos, las plantaciones en alineacionesrurales y urbanas y los bosquetes de las ripisilvas son objeto de políticas voluntaristasen Europa (Suiza, Dinamarca, Gran Bretaña, Países Bajos y ciertos Länder deAlemania). El desarrollo de mercados locales de madera aserrada (madera de cons-trucción procedente sobre todo de troncos altos de los setos), la ayuda al desarrollo deunidades artesanales y el estudio o la promoción de centrales energéticas, a base demadera en los equipamientos colectivos de calefacción, abren mercados a los produc-tos de los árboles fuera del bosque.

¿Y en el futuro?

Las dinámicas ecológicas de los árboles fuera del bosque están estrechamenteligadas a las dinámicas sociales (Alexandre et al., 1999), sobre todo en las zonasurbanizadas. La población mundial vivirá cada vez más en las ciudades. Está pre-visto que cerca del 60 por ciento de la población residirá en las ciudades en 2025,y este porcentaje es ya mucho más elevado en los países industrializados (Banco

Foto 19. Invasión de un claropor Pinus merkusii en Camboya. (© Aubréville)

Recuadro 19. Dinámica de progresión del árbol en las tierras agrícolas en Nepal

En los alrededores de Katmandú, región con una fuertedensidad de población agrícola (220 habitantes por km2,las hojas de los árboles son utilizadas como forraje, camapara el ganado y fertilizante. Ente 1972 y 1989, la propor-ción de las tierras altas cultivadas y de las tierras públicas(bosques y pastizales) aumentó significativamente, sin quese hayan convertido en tierras agrícolas nuevas tierraspúblicas. La cubierta forestal ha sido preservada mientrasla población ha crecido un 50 por ciento. Esta sorprendenteevolución se explica por la apertura del mercado y el cam-bio de los sistemas de producción. La aparición de merca-

dos distintos de la agricultura ha ocasionado la marcha deuna parte de la mano de obra local, motivando su escasezpara recoger el follaje en bosques alejados. Los campesi-nos han plantado entonces árboles forrajeros en las tierrasagrícolas más próximas y reducido sus ganados de unaveintena de cabezas a uno o dos búfalos mantenidos enlas proximidades de sus viviendas. Esta reducción, juntocon la introducción de fertilizantes químicos, y por tanto ladisminución de las necesidades de estiércol animal, se hatraducido en una disminución de la presión sobre las tier-ras públicas (Gilmour y Nurse, 1991).

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Los árboles fuera del bosque44

Mundial, 1995). La urbanización influirá cada vez más en la dinámica de los árbolesfuera del bosque.

En los países en desarrollo, en ciertas grandes ciudades como México, la plantaciónde árboles, bajo una perspectiva ecológica, la gestiona el municipio. En las ciudadesmás pobres, son frecuentemente los propietarios quienes plantan árboles, en su pro-piedad y su entorno con fines sociales, culturales y económicos más que ambienta-les u ornamentales. En efecto, la ruralización de las ciudades tiene cada vez másimportancia, la mayoría de las veces para hacer frente a los problemas cotidianos,que tienen mucho que ver con un empobrecimiento creciente. El fuerte crecimientourbano y la proximidad de los grandes perímetros de regadío generan una fuerte pre-sión sobre los recursos arbóreos. Además, la cría de ganado menor y la arboriculturaarraigan en lo más íntimo de la vida ciudadana y ocupan los intersticios en la propie-dad construida. La agricultura forma cada vez más parte del paisaje urbano (Moustieret al., 1999), uniendo el medio rural y el medio urbano que se influyen mutuamente.Se establece así una forma popular de silvicultura urbana, que da prioridad al hom-bre y a sus necesidades. Esto no procede de un enfoque planificado de ordenación,pero contribuye positivamente al bienestar fisiológico y económico de la sociedadurbana (El Lakany et al., 2001). Junto a estos pasos individuales justificados por lasnecesidades alimentarias, hay que señalar no obstante que, cada vez más en lospaíses en desarrollo, toman forma gestiones colectivas y se crean iniciativas munici-pales orientadas a las necesidades ambientales de la ciudad, como el confort, lalucha contra la contaminación y la gestión de las aguas residuales.

En los países industrializados, cuya población urbana es mayoritaria, se observa unauge considerable del árbol urbano desde hace treinta años. Se multiplican los estu-dios paisajísticos en zonas periurbanas, en las áreas de descanso de las autopistas ya lo largo de las carreteras: los árboles amenizan el paisaje y luchan contra la monoto-nía (Bourgery y Castaner, 1988). Con el paso del tiempo, la percepción de los recursosarbóreos ha evolucionado, pasando de una perspectiva estética a una óptica de inte-gración de los beneficios ecológicos y socioeconómicos. En efecto, la urbanizaciónviene acompañada también de problemas ambientales y sociales, algunos ligados a lapobreza urbana (enfermedades y falta de higiene, acceso limitado al agua potable, alos alimentos y a los combustibles), y otros al crecimiento económico o a la riqueza(contaminación hídrica y atmosférica, congestión de las ciudades, pérdida de la diver-sidad biológica) (FAO, 2000a).

Puede observarse cierta similitud de los problemas de contaminación, pobreza y ries-gos ambientales que encuentran los habitantes de las ciudades del Norte y del Sur, sibien se explican por factores diferentes. En una y otra situación, la superación de estasdificultades pasa, entre otras cosas, por los bienes y servicios que pueden facilitar losárboles fuera del bosque en el medio urbano, como la lucha contra la contaminaciónatmosférica y acústica, el equilibrio climático de las ciudades y la mejora de los micro-climas y la conservación de la calidad de los recursos naturales, entre ellos el agua quees cada vez más escasa en muchas ciudades10.

Es esencial para la mejora del nivel de vida y de su calidad que los responsables de lasdecisiones y los gestores tengan en cuenta las ventajas de los árboles urbanos y periur-banos bajo una óptica de gestión evolutiva. Tan vitales como las ventajas ecológicas yestéticas, los árboles pueden contribuir a los medios de subsistencia de los más nece-sitados. La apropiación de los árboles, basada en la interacción positiva de todos losagentes interesados, permitirá gestionar los recursos arbóreos en el medio urbanocomo un ecosistema dinámico, contribuyendo a reducir los daños y aumentar los efec-tos positivos.

10. En las zonas secas, losplanificadores de los institutosmundiales prevén una escasez deagua dulce. En 2050, a más de 2,5mil millones de personas les faltaráagua, especialmente en 29 paísessobre todo del norte de África,África subsahariana y CercanoOriente.

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Los árboles fuera del bosque dependen tanto de la legislación agrícola como de lalegislación forestal, a veces de las dos o incluso de ninguna de ellas. Las legislacionesy reglamentaciones nacionales que tratan del árbol pueden contradecirse. Muy fre-cuentemente, la política forestal y los servicios institucionales encargados de la gestiónde los recursos leñosos extienden sus prerrogativas al conjunto de los árboles, aunqueéstos estén situados en tierras agrícolas. A estas políticas y textos legales se incorpo-ran normas financieras y de acceso a los recursos, oficiales o consuetudinarias.

Legislación entre el campo forestal y elcampo agrícola

Política forestal

En lo referente a la política forestal, la cubierta arbórea y el papel económico del bos-que condicionan frecuentemente el grado de atención prestada a los árboles fueradel bosque. En los países donde la cubierta es considerable, el Estado interviene enla explotación del bosque, estimula las industrias y favorece las plantaciones, mien-tras que los árboles fuera del bosque son menos considerados. En los países áridoscon escasa cubierta arbórea, los bosques y la agricultura están más integrados: lapolítica forestal y la agrícola no están totalmente disociadas. El árbol se percibe comoun portador de mejora de los sistemas de producción y de satisfacción de las nece-sidades de energía, madera de uso doméstico y los productos llamados forestales.Así, la política forestal tiene a veces en cuenta los usos campesinos y rurales delárbol. En Libia, se reconoce el papel de los productos forestales no leñosos en la eco-nomía rural. En Irak, las tierras forestales están abiertas al pastoreo en todas lasestaciones y para todos los animales, sin limitación de número (FAO, 1993). EnNíger, la política forestal ha mantenido planes de aprovisionamiento de madera y lacreación de mercados rurales de leña (Bertrand, 1993).

Desde hace dos décadas, las políticas forestales de los países en desarrollo insisten,por medio de la silvicultura comunitaria o rural, en una gestión consensuada de los

Politiques et législations

Política y legislación

Foto 20. Integración de los nogales(Juglans regia) en el ecosistema árido

del valle de Imlil en Marruecos.(© Bellefontaine/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

recursos leñosos para luchar contra la desertificación y contribuir a la seguridad ali-mentaria. Recomiendan la integración de la silvicultura en la agricultura y la ganade-ría, así como una participación activa, voluntaria y responsable de las comunidadesrurales (FAO, 1996c).

Legislación forestal

Las leyes forestales regulan los terrenos sometidos al régimen forestal y pueden apli-carse a todo espacio que tenga vocación forestal, dando así competencia a la adminis-tración forestal para actuar en una gran parte del territorio. Estas leyes se basan en elrégimen de propiedad de la tierra y no tienen siempre en cuenta la cubierta, no concor-dando sistemáticamente ambos. Algunos países tienen en cuenta esta diferencia, comoIndia, donde se hace una distinción entre las zonas inventariadas como forestales y lasotras zonas boscosas. De forma general, la legislación forestal considera el bosque

como un dominio reservado del Estado,donde están prohibidos la mayoría de losusos. En ciertos países, la legislación fores-tal se desmarca transfiriendo derechos alos usuarios (Kinara, 1993, citado por FAO,1996c), como en Zimbabwe (FAO, 1996c) yGambia (Recuadro 20).

Es preciso observar que en el transcursode los últimos decenios, la legislación,muy diferente de uno a otro país, se hareferido a la plantación, protección y utili-zación del árbol en el medio urbano yperiurbano. Puede definir las normas par-ticulares de uso de ciertas especies,poner de relieve situaciones específicas(parques, lugares protegidos), gestionarpermisos y autorizaciones sobre tierrasprivadas o públicas y tratar de las opera-ciones relacionadas con el árbol (corta,sustitución) (Recuadro 21).

A veces, la legislación forestal incluye lossistemas agroforestales y las plantacio-nes en el dominio forestal, de lo que sededuce que muchos árboles fuera delbosque dependen sin ambigüedad delrégimen forestal. Éste es el caso de Perú,donde se hace una distinción entre bos-que natural y bosque cultivado (artículo 9de la ley forestal), de Guatemala, dondese distinguen tres tipos de bosque natu-ral, gestionado, no gestionado y con ges-tión agroforestal (Decreto 101-96 de la leyforestal), y de Costa Rica, donde las plan-taciones y los sistemas agroforestalesentran en la categoría de “plantaciones”,por lo cual la utilización de los árboles noestá sujeta a las leyes de la gestión fores-tal (Kleinn, 1999).

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Recuadro 20. Transferencia de derechos a los usuariosGambia ha lanzado en 1991 un Plan de acción ambiental y, desde 1998,la legislación forestal define los bosques comunitarios, y la participaciónde las comunidades en la gestión de los bosques (República deGambia, 1998). Se hacen menciones particulares a la agrosilvicultura, alos árboles forestales fuera del bosque, a los árboles no forestales y ala silvicultura urbana. Esta ley fomenta legalmente la plantación deárboles en tierras agrícolas, y de pastos y también a lo largo de las car-reteras. Es innovadora en cuanto a los derechos de acceso a los árbo-les. Está permitido el uso de los árboles forestales fuera del bosque yde los árboles no forestales; sin embargo, la explotación y la tala de losprimeros siguen estando controladas (artículo 6). Los árboles no fore-stales son propiedad de la persona o de la comunidad que los ha plan-tado o los ha heredado, pero el transporte de troncos procedentes deestos árboles necesita la obtención de un permiso (artículo 7). Estalegislación representa un avance por el reconocimiento especial quehace de los árboles situados fuera del bosque.

Nota: Esta ley entiende por árboles no forestales los árboles plantados fueradel bosque por una persona o comunidad en una vegetación existente que noconstituye un bosque.

Recuadro 21. Legislación relativa al árbol en el medio urbanoEn Turquía, los bosques urbanos son definidos por la ley forestal y 270áreas recreativas boscosas se rigen por la legislación forestal (FAO,1993). En Sudán, la política forestal, que data de 1986, considera larecreación como una función del bosque. En Kenia, se estimula la plan-tación de árboles en zonas periurbanas y está sujeta a compensaciónsi un plan de ordenación, aprobado por el gobierno, exigiera su corta(Profous y Loeb, 1990, citados por Carter, 1885). En Austria, en Viena,los árboles de terrenos públicos y privados están reglamentados poruna ley de protección (Carter, 1995). En Brasil, el código municipal deCuritiba indica que la corta de árboles en zona urbana requiere el per-miso de la Secretaria del medio ambiente y que la autorización estásujeta a la restitución: se deben plantar dos árboles o darlos a la ciudad.En las zonas verdes, la corta de la Araucaria necesita una autorizaciónespecial (Spathelf, 2000).

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Normas consuetudinarias

Las disposiciones antes citadas dependen de la política y el texto nacional forestal.Se añaden a ello los reglamentos sobre la propiedad que rigen la ocupación de lossuelos y los árboles sobre este suelo, que pueden depender de la legislación nacio-nal y de los regímenes locales de la propiedad. En muchos países los textos nacio-nales y legales están a veces en contradicción con las normas consuetudinarias envigor.

La legislación moderna ha ignorado frecuentemente las normas consuetudinarias eimpuesto sus normas escritas. Algunas de ellas muestran su originalidad otorgandoun reconocimiento jurídico a las agrupaciones tradicionales (Pacífico Sur), y otras hansido enmendadas para atribuir derechos a los usuarios (Costa de Marfil). En PapuaNueva Guinea, la ley permite la constitución de agrupaciones en sociedad de pro-pietarios que tienen un poder de decisión sobre la tierra y los recursos. En las islasSalomón, “la gestión forestal se caracteriza por el poder jurídico otorgado a los pro-pietarios consuetudinarios” (Karsenty, 1996). Además, la legislación ha integradomuy pocas veces un principio consuetudinario capital, el de la disociación de la pro-piedad de los árboles de la del suelo, salvo en algún caso como en Senegal, donde“las formaciones forestales, regularmente implantadas en el dominio nacional, sonpropiedad de las personas privadas, físicas o morales, que las han realizado, conexclusión de toda apropiación de terreno del dominio nacional” (Ley 98.03 de 8 deenero de 1998).

A diferencia de los textos de ley, el régimen consuetudinario no constituye “un modode empleo” estereotipado de los recursos y la tierra; es más bien una expresión delas relaciones sociales (Riddell, 1987). Tiene una cierta capacidad para adaptarse alos cambios para dar cuenta de la relación con los recursos en el seno de la socie-dad. Por ejemplo, en África Occidental, un grupo puede tener derechos de “propie-dad” sobre la recolección de goma arábiga, otro utilizar la misma tierra para que pastesu ganado y un tercero puede ser poseedor del derecho de recogida de la maderamuerta. Por lo tanto, la división del espacio en tierras privadas no siempre sustituyefavorablemente a la distribución de los recursos y al control social, efectuados por losusos consuetudinarios. Traducir el derecho consuetudinario en términos legislativospoco flexibles tiene un efecto reductor, tanto como la propiedad colectiva, que pre-domina con frecuencia en la gestión de los recursos leñosos, siendo muchas vecesincompatible con la legislación basada en la individualidad. La discrepancia entre unavisión “occidental” de la propiedad privada y la complejidad de los derechos deacceso y uso de los recursos, crea confusiones e incoherencias entre el dominiolegislativo y el derecho consuetudinario, propicios para una inseguridad de la propie-dad (Thébaud, 1995).

Propiedad del árbol y acceso al recurso

La noción de propiedad, o acumulación del derecho de usar, de disfrutar y de abu-sar (usus, fructus y abusus, no es universal y, en muchas regiones, el suelo y losárboles dependen de regímenes de acceso diferentes (Ridell, 1987).

Con relación a la legislación

Como ya se ha mencionado, los árboles fuera de los sistemas y poblaciones fores-tales pueden depender tanto del dominio privado como del público. La mayoría de laslegislaciones forestales reconocen la propiedad forestal tanto privada como del

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Los árboles fuera del bosque

Estado, o de las colectividades o de los individuos. En Pakistán, existen extensas zonasde bosques privados, pero los propietarios, que tienen la sensación de estar limitados,se han desinteresado de la gestión (FAO, 1993). En India, la legislación forestal ha sidoenmendada para estimular las plantaciones en terrenos privados. Los bosques se clasi-fican en bosques catalogados, protegidos (que pueden ser o haber sido explotados) yno catalogados, representando respectivamente el 55, 29,5 y 15,5 por ciento. Los dosprimeros tipos, regidos por la ley forestal, pertenecen al gobierno, y el último puede serpropiedad del gobierno, de la colectividad, de la familia, del clan o del individuo. Sinembargo, la legislación de este país no autoriza la explotación comercial del bosque atítulo particular, lo que frena la reforestación a iniciativa de los agricultores (Bon, 1997).En el Estado de Uttar Pradesh, el texto de 1976 sobre conservación de los árboles fuesuavizado, en 1991, con el levantamiento de las prohibiciones de corta de una veintenade especies. La explotación de los árboles espontáneos o plantados en tierras privadases libre solamente donde la cobertura forestal sea inferior al 1 por ciento (Pandey, 2000).

En varios países existe un dominio nacional, a veces llamado dominio rural, distintodel dominio público. El Estado tiene derechos de gestión sobre este dominio, peroreconoce que puede constituirse la propiedad individual, permitiendo así tener encuenta los usos existentes. Por ejemplo, en Costa de Marfil, la nueva ley de la pro-piedad de 199811 ha ratificado la constitución de propiedades privadas en el dominiorural, que se inscriben a título privado o colectivo. Sin embargo, el Estado, por mediodel régimen forestal, puede mantener un poder de gestión sobre todos los árboles delterritorio. La ley senegalesa (98-03/98) prevé que el Estado conceda a las colectivida-des locales bosques del dominio nacional, lo que equivale a una transferencia de pro-piedad. Por otra parte, el artículo L9 precisa que “la recogida, la corta de productosforestales y la transformación de la madera en carbón vegetal, cuando sean realiza-das por la persona física o moral propietaria de la plantación, son libres”. En Turquía,la legislación (1986) permite la conversión de las tierras cubiertas de arbustos o dematorral en tierras agrícolas y su adjudicación a los campesinos (FAO, 1993).

En el plano jurídico, el régimen de las tierras donde crece el árbol determina en pri-mer lugar los derechos; después se tiene en cuenta el hecho de que el árbol hayasido o no plantado. La propiedad de un árbol joven, que ha sido plantado con todaevidencia, no será impugnada, mientras que los árboles espontáneos, más viejos,podrán ser reivindicados por el Estado. Entre los árboles plantados, los frutales delos huertos ocupan la mayoría de las veces tierras privadas; son generalmente asi-milados a los cultivos agrícolas y no dependen de los servicios forestales. EnJordania, los bosques privados están bajo el régimen de la ley agrícola de 1973(FAO, 1993). En Zimbabwe, en las unidades agrícolas comerciales de gran tamaño,está permitida la explotación de los árboles plantados y de la vegetación leñosa, peroel propietario debe informar de ello a la Comisión forestal. En las unidades depequeño tamaño, la tierra y el bosque pertenecen al Estado que concede, no obs-tante, un permiso de explotación para el autoconsumo. En Costa de Marfil, la apro-piación de la propiedad por la agricultura arbustiva (árboles del cacao, cafetales)sigue siendo jurídicamente imprecisa y no se transforma en derecho de propiedad(Verdeaux, 1998). En Egipto, la mayoría de los árboles plantados en los límites de lasparcelas o como cortavientos dependen de la propiedad privada individual, mientrasque el gobierno es propietario de los árboles plantados a lo largo de carreteras ycanales, en los parques y en el desierto (gracias a un riego de agua someramentetratada procedente de las aguas residuales domésticas de grandes ciudades).

En su conjunto, las legislaciones nacionales están insuficientemente desarrolladaspara sostener la inversión privada en los recursos leñosos, incluso fuera del bosque.La idea de que la revalorización de las tierras (y posteriormente su apropiación) pasaesencialmente por una transformación agrícola ha contribuido a la desaparición de la

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11. En Costa de Marfil, elPrograma nacional de gestión delas tierras y de equipamiento rural(PNGTER) comprende un parte de“garantía de la propiedad”, en elque se inscribe, desde 1990, elPlan de la propiedad rural (PFR).Los decretos de aplicación de la leyde la propiedad de 1998reconocen el PFR como unainstancia de regulación para laemisión de los certificados depropiedad.

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cubierta forestal. Ciertas leyes, como en Senegal o en Gambia, parecen reflejar unavoluntad de atribuir más derechos a las poblaciones, pero mantienen restriccionessobre la tala, siendo libre la explotación de otros productos. En la mayoría de loscasos, las normas nacionales siguen siendo independientes y poco compatibles conlas normas consuetudinarias. Estas últimas, que tienen el mérito de no establecer fron-teras entre el dominio forestal y el dominio agrícola, atribuyen generalmente más dere-chos a las personas que gestionan y conservan los árboles en las tierras agrícolas.

En función de la tenenciadel árbol

El concepto de tenencia del árbol ha sidodesarrollado en el transcurso del últimodecenio (Dubois, 1997). El modo detenencia es reconocido como factor deter-minante en la conservación o plantaciónde árboles (Godoy, 1992; Warner, 1993).En Europa, la propiedad del suelo presu-pone la de los recursos que allí prosperan,por debajo y por encima. La propiedad delos árboles no es, en este caso, distinta dela del suelo. Esta configuración es muchomás rara en las normas consuetudinarias:los derechos sobre los árboles y los dere-chos sobre la tierra pueden ser diferentes.Según Fortman y Riddell (1985), la tenen-cia del árbol se expresa en cuatro tipos de derechos: el derecho de poseer y heredar, elderecho de plantar, el derecho de uso y el derecho de disponer del árbol (venta, cesión),que están influenciados, unos y otros, por la naturaleza del árbol (silvestre, plantado), delos usos (subsistencia, comercial) y del régimen de propiedad (privada, comunitaria).

Con frecuencia, la apropiación del árbol precede y lleva consigo la de la tierra, comolo atestiguan las estrategias de propiedad desplegadas por los colonizadores(Karsenty y Sibelet, 1999). La explotación y la plantación del árbol pueden ser inde-pendientes de la propiedad del suelo. Saul (1988) informa que en las tierras arrenda-das el derecho a la recogida de karité indica el mantenimiento de derechos perma-nentes. En las zonas semiáridas de Africa Oriental, en el régimen consuetudinario, losárboles siguen siendo propiedad del que los ha plantado, incluso si la tierra deja depertenecerle (Banana et al., 1999). En el Yatenga, Burkina Faso, las hojas, frutos yleña de los árboles de una tierra arrendada provienen de los derechos exclusivos delpropietario y no del que la explota (Bofa, 1991). En Anjouan, en las Comores, cuandoel número de parcelas es insuficiente para que cada uno de los hijos pueda benefi-ciarse de ellas, unos pueden heredar el suelo y otros los árboles (Sibelet, 1995).

Los árboles y sus productos pueden ser explotados colectivamente, Sène (1979)señala que en ciertas regiones de Senegal, los árboles de los campos, Faidherbiaalbida y Cordyla pinnata, se convierten en un bien común en la estación seca y pue-den ser utilizados libremente por los ganaderos. Ciertos árboles son consideradoscomo pertenecientes a la comunidad, aunque se encuentren en tierras privadas. Porejemplo, las personas de etnia iteso consideran como sagrados, y accesibles a todos,los árboles que son fuente de alimentos (Banana et al., 1999).

El ICRAF ha mostrado que existía una correlación entre el régimen de propiedad y lacobertura forestal. En Uganda se ha constatado que la forestación de las tierras ges-

49Política y legislación

Foto 21. Los productos leñosos procedentes de las cortinas rompe-vientos de álamos se añaden a lasrentas de los agricultores, Ksar elKbir, Marruecos.(© Bellefontaine/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

tionadas bajo un régimen de propiedad consuetudinario aumentaba, mientras que lacubierta disminuía considerablemente en las tierras públicas. (Banana et al,, 1999).En el caso de los Kikuyu, en Kenia, la delimitación de las tierras por árboles es reco-nocida desde hace mucho tiempo por la propiedad consuetudinaria y es anterior alperíodo colonial y a las intervenciones de “silvicultura social”. Estos setos se planta-ban para evitar discusiones sobre propiedad entre linajes o para solucionar conflictosen curso (Dewees, 1995). Además, el sistema de propiedad, que garantiza derechosa los propietarios sobre los productos forestales leñosos y no leñosos, desanima alos arrendatarios a plantar árboles.

Con respecto a la situación del individuo en la sociedad

La situación otorgada y el lugar reconocido a cada persona o grupo de personas enla sociedad influyen en el derecho a la propiedad, el acceso a los recursos y su con-trol. Los principios consuetudinarios en este dominio muestran una cierta recurrencia,cuyos componentes principales son la pertenencia al linaje, la antigüedad y la identi-dad con la tierra. El acceso a la propiedad, en términos de propiedad y uso, está res-tringido cuando se trata de ciertos grupos de población, como los jóvenes, los inmi-grantes y particularmente las mujeres.

Aunque las mujeres sean el soporte de la producción agrícola, garantizando más del 50por ciento de la producción alimentaria mundial (FAO, 1999b), su acceso a la tierra esmenor que el de los hombres, debido a las leyes y a la cultura. Por un lado, se encuen-tran situaciones en las que el derecho consuetudinario las aparta de la tierra, aunque laley les reconozca esta posibilidad, y, por otro, se encuentran casos en los que es la leymisma la que les restringe el acceso, no concediendo títulos de propiedad más que a losjefes de familia de sexo masculino, disposición muchas veces recogida por los progra-mas de reforma agraria y de la propiedad. En ciertos casos, la mujer tiene un papel cen-tral y la herencia de los bienes nobles, como la tierra y el ganado, sigue una línea matriar-cal. Pero en las comunidades de muchos países de los diversos continentes, laorganización social puede considerar a las mujeres como “extrañas” en la familia de sumarido y “en suspenso” en su propia familia. Por esto, no pueden poseer la tierra ni here-darla. Trabajan como mano de obra en los campos del jefe de familia, que frecuente-mente es usufructuario de una tierra que pertenece en última instancia a la comunidadde la aldea. A veces, las mujeres gozan de una capacidad de uso de parcelas de tierra,pero sin ninguna seguridad de la propiedad, sin hablar de derecho o de garantía.

Ocurre lo mismo con el uso de los recursos, especialmente de los recursos arbóreos,que se inscriben en un continuum de significaciones que excluyen a los que no domi-nan la gestión de las tierras (Le Roy et al., 1996). El recurso tiene analogías o sim-bolismos ligados directamente a la naturaleza de la mujer, y variables de una socie-dad a otra, permite la legitimación de las prohibiciones o el reconocimiento de unacierta primacía en su contra. En numerosos casos, no obstante, las mujeres no dis-ponen más que del derecho efímero de la cosecha y recogida de leña, raramente delde la corta y la plantación. En Zimbabwe, las mujeres divorciadas no tienen ningúnderecho sobre los árboles que han plantado con ocasión de su matrimonio, y las viu-das se benefician de un derecho informal sobre los productos, pero no poseen nadade los árboles mismos (Fortman et al, 1997).

Creación de derechos y seguridad de la propiedad

“¡Un árbol vale, no importa cuál sea el papel timbrado!” (Bertrand, 1993). Estas pala-bras, a propósito de los borasos plantados, afirman el papel asignado al árbol de

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marcador de la propiedad. Los árboles pueden ser planta-dos para tener acceso al factor de producción que es la tie-rra. La plantación de especies exóticas, más que la deespecies autóctonas, puede permitir la apropiación delsuelo. En el sur de Níger, la explotación de la palmera dati-lera (Phoenix dactylifera) no sigue las reglas aplicadas a losrecursos espontáneos, como la palmera doum (Jahiel,1996). La palmera datilera conserva los derechos sobre elsuelo y se convierte en un factor de seguridad de la pro-piedad. Sin embargo, la apropiación privada e individuali-zada de las tierras mediante la marca tangible de un árbolplantado puede ser temible, pues se convierte en unafuente potencial de conflictos.

Riddell (1987) observa que en América Latina la reivindicacióndel suelo pasa por el desmonte con fines de instalación de cul-tivos. La inversión en trabajo crea derechos de propiedad o deuso (Shepherd, 1992). Con frecuencia, según el derecho deuso, la tierra es de quien la explota. La conversión en tierrasagrícolas es considerada, desde hace mucho tiempo, como laúnica revalorización de las tierras (Thébaud, 1995).

Valdría la pena que la noción de “revalorización” fueraampliada a una gestión ambiental a largo plazo. El recono-cimiento por el Estado y por los gestores de la utilización sil-vopastoral de las tierras y de los baldíos forestales comomodo de revalorización permitiría un mejor diálogo con losagentes locales para una gestión “compartida” de los árbo-les. En Zimbabwe, Fortman et al. (1997) han demostrado,a partir de la situación de las mujeres, que existía una cone-xión muy fuerte entre seguridad de la propiedad y plantación de árboles. Las muje-res, cuando no tienen asegurada la garantía de la propiedad ni el derecho de uso,plantarán en ciertos casos menos árboles que los hombres en las concesiones. Porel contrario, tienen un comportamiento idéntico al de los hombres en las parcelascomunitarias, puesto que ellas son susceptibles de disfrutar de su inversión. La apro-piación privada, muchas veces considerada como el mejor medio de acceder a laseguridad de la propiedad, garante de una gestión sostenible de los recursos arbó-reos, no es siempre así. Las respuestas a esta cuestión son contradictorias y varíanforzosamente según los funcionamientos culturales y los esquemas sociales.

Por una parte, la inseguridad de la propiedad (Recuadro 22) se percibe de ordinariocomo un factor de degradación de los recursos, y la apropiación privada como elmedio para solucionar este mal. En muchos casos, las tierras comunitarias o enacceso libre han sido sobreexplotadas, por ejemplo los pastos comunales o pancha-yat en India (Pant, 1983, citado por Riddell, 1987). En las tierras privadas, la tenden-cia sería la contraria. La experiencia adquirida por los proyectos de silvicultura socialmuestra que las poblaciones rurales plantan árboles principalmente en tierras priva-das o apropiadas de forma permanente, y más particularmente cuando no hay bos-quetes ni bosques en las proximidades (Barrow, 1991; Shepherd, 1992). Brokenshay Riley (1987) han constatado que en Mbeere, Kenia, la tasa de plantación de árbo-les había aumentado considerablemente después de la concesión de títulos de pro-piedad privada. La seguridad de la propiedad aparece aquí como una prueba de con-servación de las especies leñosas.

Por otra parte, la experiencia demuestra que la detentación de derechos privados nogarantiza en absoluto una buena gestión (Thébaud, 1995). La privatización puede

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Foto 22. Árbol conservado, quedesempeña el papel de marcadorde la propiedad, al borde de uncampo de colza, Francia. (© Bellefontaine/Cirad)

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tener malas consecuencias; no garantiza, entreotras cosas, la igualdad de acceso a los recursos,especialmente de los más pobres y de los gruposde población sin derecho reconocido ni accesogarantizado a los recursos. Igualmente, ha llevadocon mucha frecuencia a la exacerbación de losproblemas de propiedad y a dinámicas de degra-dación de los recursos (Le Roy et al., 1996).Asimismo, la seguridad de la propiedad es unanoción relativa que depende sin duda de la legis-lación, pero también del contexto general de ejer-cicio de los derechos de acceso a los recursos y ala tierra (ibid.).

La privatización de las tierras puede, ser por tantouna forma de garantizar la seguridad de la propie-dad, pero no es la única ni la mejor opción,

teniendo en cuenta que estas dos nociones no son asimilables entre sí.Paralelamente, el derecho de uso estimula a las poblaciones a conservar árboles enlas tierras agrícolas. El desafío consiste en asegurar un estado de la propiedadgarante de derechos a largo plazo, sin marginar a la franja de población menos afor-tunada, y permitiendo una valorización de las tierras mediante el mantenimiento y laplantación de árboles. Además, las disposiciones legislativas deberían favorecer laresponsabilización de las colectividades locales respecto a los árboles fuera del bos-que. Ello significa favorecer el uso racional de los recursos, en vez de aplicar prohi-biciones, y reconocer los conocimientos y los sistemas locales de gestión. Las políti-cas que incluyeran el árbol como objetivo y herramienta estratégica de gestiónmediante incentivos a la plantación, por ejemplo, permitirían sin duda valorizar la tie-rra, además de reconocer el valor del árbol.

Recuadro 22.Inseguridad de la propiedad y demarcación de las tierrasEn Guinea-Bissau, la liberalización económica de 1986 ha tra-stornado las reglas de propiedad y ha traído consigo una diná-mica de apropiación privada de tierras por los ciudadanosimportantes, llamados ponteiros, a expensas de los campesi-nos. Aunque la apropiación de las tierras por los ponteiros eralegal, parecía ilegítima a los ojos de los campesinos que gestio-naban antiguamente estas tierras según los procedimientos tra-dicionales. Además, volvía a ponerse en discusión la organiza-ción social de los campesinos, colocados de hecho en unasituación de inseguridad de la propiedad. Para hacer frente aesto, los campesinos han desmontado los bosques y plantadoen su lugar anacardos (Anacardium occidentale) “marcadoresde la propiedad”, pretendiendo de este modo asegurarse reser-vas de propiedad (Bertrand, 1993).

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El hombre está estrecha y continuamente unido a la evolución de los árboles fueradel bosque, cuya selección, conservación y protección están ligadas a los usos ynecesidades, tanto materiales como culturales. Las prácticas humanas, lejos de serun factor suplementario que se añade a una dinámica ecológica irreductible, son elreflejo “de una complejidad paradójica que hace del que desmonta el bosque el pro-tector del árbol y el agente de su expansión” (Pélissier, 1980).

Estas prácticas son diferentes en los medios agrícola y pastoral, y se ejercen dife-rentemente según se trate de hombres o mujeres. Son el fruto de conocimientos téc-nicos tradicionales de alcance local que han tratado de adaptarse, con el correr deltiempo, a las incertidumbres ecológicas, económicas y políticas. Darse cuenta delconocimiento de las sociedades humanas es comprender el sentido que dan a susrecursos naturales y captar la coherencia social y simbólica a la que contribuyenestos recursos.

Gestión local

Los modos de gestión del árbol, específicos de los ganaderos y agricultores, se expli-can por las necesidades diferenciadas en recursos leñosos y las representacionescontrastadas de los espacios arbolados (Shepherd, 1992). Los ganaderos utilizanvastas extensiones de tierras de pastos comunales e intentan conservar una granvariedad de especies vegetales, con el fin de alimentar a su ganado durante todo elaño. Los campesinos mantienen un espacio más limitado pero de forma intensiva,donde los árboles proporcionan productos complementarios a las actividades agríco-las. Esta distinción simplificadora, porque muy a menudo el campesino y el ganaderoson una misma persona, se realiza para satisfacer la comodidad del texto.

Gestión campesina

En la mayoría de las regiones, los árboles fuera del bosque forman parte del paisajeagrario y su conocimiento por las poblaciones rurales no está dividido en árboles de

Appropriation et usages locaux

Apropiación y usos locales

Foto 23. Recolrcción de forrajemediante poda intensa en

un Faidherbia albida en Burkina Faso. (© Depommier/Cirad)

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Los árboles fuera del bosque

campos y árboles forestales. Shepherd (1992) observaba que la gestión de bosque-tes no era nunca distinta de la de los árboles de las tierras agrícolas. Para las pobla-ciones que practican la agricultura migratoria o las rotaciones de cultivos con barbe-cho, las tierras boscosas y las tierras agrícolas son una misma realidad explotadasucesivamente. Así, a nivel local, existe un continuum entre la gestión de los bosquesy la de las tierras agrícolas y sus dinámicas respectivas están relacionadas.Paralelamente, “la agrosilvicultura, que asocia prácticas agrícolas y silvícolas,recuerda que la disociación decretada entre agricultura y bosque es relativa” (Petit,1999).

En Europa, la separación entre bosque y agricultura, resultado de decisiones políti-cas y económicas seculares, no tiene significado en el espíritu y la práctica de losagricultores (Balent, 1996). En Indonesia, aunque la estructura de los agrobosquesse parece a un bosque, se trata ante todo de un sistema de producción agrícola resul-tante de una gestión campesina. En el continente sudamericano, en los “huertosforestales” del Estado de Bahía al este de Brasil, donde se cultiva el cacao, los indioskapayo seleccionan y conservan las especies forestales locales, sustituidas a vecespor especies exóticas ecológicamente semejantes. En África Occidental, “los camposque sufren largas estaciones secas son paisajes arbóreos reconstruidos con tasas deforestación tan elevadas (incluso más) como la vegetación natural” (Pélissier, 1980).Las poblaciones emigrantes traen de su territorio de origen especies forestales yrehacen sus condiciones familiares de vida, basadas en motivaciones de identidad yde carácter simbólico (Trincaz, 1980). Estas prácticas favorecen la aparición de sis-temas de producción en los que la diversidad biológica es no sólo respetada, sinoigualmente conservada.

La agrosilvicultura contribuye al reconocimiento de una gestión campesina del árbol(Biggelaar y Gold, 1995; Schultz et al., 1994; Thapa et al., 1995; Baumer, 1997). Alestablecer parques agroforestales, cuya estructura corresponde a sus modos devida, los campesinos africanos demuestran su habilidad para preservar y conservarlos árboles útiles. Los árboles de los parques agroforestales son densos o claros, vie-jos o de edades mixtas y diferentemente asociados entre sí. La estructura de los par-ques y las especies utilizadas difieren según los grupos étnicos (Seignobos, 1996).Los parques agroforestales más homogéneos, testigos de una selección repetida,muestran que las prácticas silvícolas y la gestión del árbol son más intensivas en lasproximidades de las zonas cultivadas o de residencia. Las tierras cultivadas intensa-mente son también con frecuencia las que tienen más árboles (Pélissier, 1995).Numerosos espacios arbolados, como los parques de Faidherbia albida, tienen unainfluencia positiva en la producción agrícola, especialmente de cereales (ibid.). A lasactividades de conservación y selección de árboles, se añaden la instalación de cer-cas y el establecimiento de bosquetes repartidos irregularmente en los campos ele-gidos a partir de los árboles existentes. A pesar de las apariencias, estas prácticasdeliberadas dejan poco lugar al azar y algunos han hablado de “caos estructurado”para caracterizar la sutileza de estas prácticas locales (Schultz et al., 1994).

El árbol en los campos cumple su función más universal, la de agente regenerador yprotector de las tierras frágiles o erosionadas (Guinko, 1997). Siempre está presente,a pesar de la intensificación de los cultivos, el aumento de las superficies cultivadas,la presión demográfica, la sequía y los factores que contribuyen a su desaparición.Es conservado, evitando arar el suelo en su proximidad, eliminando las malas hier-bas, realizando cuidadosos trabajos de drenaje, colocando tutores (Boffa, 1991) yprotegiéndolo del ganado. También el valor comercial de sus frutos garantiza su per-manencia. La densidad de los árboles es muchas veces un compromiso entre dosefectos divergentes: uno positivo, pero a largo plazo, de regeneración de los suelos,y el otro negativo, pero a corto plazo, de competencia con las cosechas agrícolas. EnIndia, en Rajasthan, el Prosopis cineraria es apreciado en cultivo intercalar, porque

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enriquece el suelo, protege el mijodel viento y constituye un buenforraje (Jodha, 1995), mientras queen Uttar Pradesh, el Eucalyptus hasido abandonado por los campesi-nos que han comprobado unareducción de las cosechas(Saxena, 1991, citado por Arnold,1996). La disminución de la produc-ción es, no obstante, toleradacuando el árbol suministra frutos oforrajes, como en Nepal, donde loscampesinos han incluido en susparcelas árboles forrajeros que hanllegado a escasear en los espacioscomunitarios.

La fertilización de los suelos vaunida muchas veces al pastoreo del ganado que proporciona el abono orgániconecesario para la agricultura. Aunque los contratos de estiércol entre agricultores yganaderos son más o menos practicados cuando hay una gran competencia por latierra, se siguen utilizando muchas tierras desmontadas o en barbecho, según lasestaciones, por los ganaderos. Además, ciertos árboles, como Faidherbia albida, sereproducen, no sólo mediante el transporte de las semillas por los animales(Seignobos, 1996), sino también de forma abundante por multiplicación vegetativa(Depommier; Bellefontaine y Monteuuis, 2000; Ichaou, 2000). El agrosilvopastoreo esesencial para la supervivencia de numerosas sociedades africanas, y para la soste-nibilidad ecológica de regiones enteras.

Gestión pastoral

La imagen comúnmente admitida hace del ganadero nómada el gran responsable dela destrucción de los bosques y de los espacios arbóreos: “¿cómo imaginar que elganadero, que conoce cada árbol, destruya sin más la riqueza de su medio, del cualdepende íntimamente?” (Bernus, 1980). El ganado es la riqueza de los pueblos pas-tores, pero también la de numerosas poblaciones de agroganaderos y de agriculto-res sedentarios (Recuadro 23). Es considerado como la inversión más rentable ysegura, disponible en todo momento. Por esta razón, está presente en la mayoría delos sistemas de producción.

Las poblaciones de pastores viven en las regio-nes secas y cálidas desde África y el CercanoOriente hasta la India, desde las estepas frías deAsia central hasta la taiga de las regiones árti-cas. Para las poblaciones nómadas, la explota-ción del medio se inscribe en un espacio selec-cionado por sus pastizales y por sus puntos deagua utilizados y conservados a partir de normasinformales (preeminencia de un linaje, derechodel primero que llega, prioridad para el que haperforado el pozo, etc.). El uso móvil de los pas-tizales, a partir de modos complejos y variadosde rotación y de instalación de defensas, permitesu regeneración. En las regiones tropicales

55Apropiación y usos locales

Recuadro 23. Paisaje rural africanoLos agroganaderos peuls de Fouta-Djalon han dado forma a unpaisaje rural compuesto de setos cuidadosamente conservadosy con funciones variadas. Las concesiones están rodeadas deuna cerca de árboles y arbustos mantenidos por una empali-zada que protege los cultivos del ganado que no está guardado.Las empalizadas más arbóreas son las más resistentes a lasagresiones del viento y del ganado. Los agroganaderos danuna gran importancia a estas cercas y las mantienen, puessuministran forraje y delimitan el espacio. La expresión “peinarel cercado” designa precisamente los trabajos de manteni-miento consistentes en reparar la empalizada y podar el seto(Lauga-Sallenave, 1997).

Foto 24. Regeneración vegetativanatural por acodadura en zona tropical seca, Níger.(© Ichaou y Fabre)

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Los árboles fuera del bosque

húmedas, el exceso de pastoreo lleva a favorecer las poblaciones leñosas en detri-mento del estrato herbáceo (Audru, 1995). Asociando varias especies animales sobrelos mismos pastos comunales, se mantiene mejor el equilibrio entre el tapiz herbá-ceo y la cubierta leñosa (César y Zoumana, 1999). En las zonas áridas y semiáridas,el sobrepastoreo, agravado por las talas de bosques, provoca una regresión de lavegetación leñosa, primera fase de una degradación de los ecosistemas y del pro-ceso de desertificación (Toutain et al., 1983). Pasado el período de sequía, la resis-tencia natural de estos ecosistemas favorece una reposición biológica de las gramí-neas y las frondosas. Ciertas especies leñosas tienen una estrategia de reproduccióny de difusión por semilla y por vía vegetativa; existen numerosas formas de multipli-cación vegetativa natural (renuevos, retoños de raíz, acodadura natural)(Bellefontaine et al., 1999; Ichaou, 2000). Así pues, los pastos comunales puedenresistir el sobrepastoreo (Behnke, 1993), pero no están protegidos de la degradación

si el uso es excesivo.

El árbol, además de las múltiples funciones queejerce (marcado del espacio, material de cons-trucción, alimentación, artesanía, farmacopea,etc.), es ante todo una fuente de forraje indis-pensable para el ganado. Aprovechándose desus observaciones y experiencias, los ganaderosgestionan en su beneficio, mientras pueden, losárboles y arbustos de los pastizales. Los pasto-res saben jugar con el carácter complementariode la vegetación en la elección de los pastos,haciendo que el rebaño paste en unos ecosiste-mas con espacios forrajeros diversificados (Petit,2000). Frecuentemente, para aumentar la pro-ductividad de los árboles y arbustos y proteger-los contra las talas abusivas, se establecen nor-mas formales e informales (Recuadro 24).

Las reglas de apropiación de los árboles fueradel bosque, muy diferentes de una región a otra,

condicionan las reglas de gestión. En los pastos comunales explotados por los pas-tores, el árbol es considerado como un recurso comunitario por la misma razón quela hierba, y se conserva una gran variedad de especies vegetales. Según los perío-dos, los ganaderos hacen uso de uno u otro estrato de vegetación: las herbáceas sepastan en la estación húmeda, el estrato arbustivo se aprovecha a mediados de laestación seca y el estrato arbóreo a finales de la misma. En los parques arbolados ylas sabanas, los ganaderos pueden aprovecharse de contratos de arriendo en losque los propietarios les conceden la utilización del follaje de los árboles, especial-mente cuando se hace la escamonda (Delouche, 1992). En los ranchos, las especiesleñosas están a merced de los propietarios, los cuales deciden si interesa conser-varlas, favorecerlas o destruirlas. Por ejemplo, en Australia, el árbol en bosquetes oaislado molestaba a los ranchers, lo que ha contribuido a la desaparición de los árbo-les en las explotaciones ganaderas privadas (Cameron et al., 1991).

Los árboles forrajeros, raramente plantados por los pueblos pastores, son conside-rados como cultivos perennes y reciben a veces los cuidados propios de su produc-ción. El interés de los cultivos forrajeros arbóreos, en relación con las plantas herbá-ceas de las praderas, reside en su complementariedad alimentaria y en su ritmo devegetación: sus hojas y vainas son muchas veces más ricas en materias nitrogena-das y sus ciclos fenológicos son diferentes (Hiernaux et al., 1992). Los dispositivosde plantación difieren según sus usos. Si el follaje se recoge mediante corta, se adop-tan las alineaciones al borde de las praderas o la plantación de una parcela, y si el

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Recuadro 24. Normas tradicionales de gestión de árboles y arbustosLos Pokot y los Turkana de Kenia talan raramente un árbolútil y eligen con cuidado los árboles que podan: sólo se cor-tan las ramas de los arbustos menos útiles para hacer setose impedir que la maleza invada los pastos. Los Lahawin deSudán oriental, más que cortar las ramas, sacuden los árbo-les con un palo especial para hacer que las hojas caiganpara los animales. Los tuaregs Kel Adrar de Kidal, en Malí,tienen leyes tradicionales que prohiben la tala de árboles.Los Mbeere de Kenia, después de haber podado Parinariacuratellifolia, dejan que se produzca el rebrote durante una odos estaciones. Los Foulani Macina tienen un código queprevé disposiciones para la vigilancia y protección del mator-ral y frena la poda no autorizada de los árboles (FAO,1996b).

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árbol es explotado directamente por el ganadoes tan conveniente la dispersión en el pastizalcomo las plantaciones en alineación. En el sud-este de Asia es corriente un dispositivo agrofo-restal “a tres niveles”, compuesto de tres espa-cios complementarios: un tapiz herbáceo quesuministra pasto, un estrato forrajero de árbolesy arbustos, y árboles con usos múltiples.

Los sistemas de cría de ganado, que necesitandesplazamientos en función del agua y de lospastos, están amenazados en su existencia porla prioridad otorgada a las instalaciones seden-tarias. En África Occidental, de los fondos asig-nados al desarrollo rural, más de un tercio hasido concedido a los cultivos de exportación, ysólo el 5 por ciento aproximadamente a los pro-gramas de mejora de la ganadería (Jaubert,1997), mientras que muchos trabajos han podidodemostrar el interés tanto ecológico como eco-nómico de estos sistemas de explotación pasto-ral (Bourgeot, 1999; Le Berre, 1999; Slingerland,2000). Frente a la presión ejercida sobre losárboles de la periferia de las grandes aglomera-ciones urbanas, o a veces de pequeños pueblos, es indispensable mejorar las técni-cas de poda de los árboles forrajeros (Recuadro 25). De forma general, la explota-ción y la gestión de las zonas de cría de ganado son problemáticas, a causa de todoun conjunto de factores (concentración humana, animales, expansión de los cultivos,urbanización) que, además, agrava las tensiones entre los mismos ganaderos y conlos agricultores (Bourgeot, 1999).

Gestión diferenciada por hombres y mujeres

Por medio de sus actividades respectivas, basadas en la división sexual del trabajo,los hombres y las mujeres han adquirido competencias y conocimientos específicosrelativos al medio ambiente, a las especies leñosas, a los productos y a su utilización.Esto ha dado lugar a unas formas complementarias y diferenciadas de gestión, deci-sivas para la conservación de la diversidad biológica. Se reconoce que, en muchossitios, las mujeres explotan los recursos según prácticas más delicadas que los hom-bres, y que son poseedoras de conocimientos más amplios sobre la utilización, selec-ción y conservación de los recursos naturales. La responsabilidad casi total reser-vada a las mujeres para dedicarse a la subsistencia y a los cuidados cotidianos delos miembros de la familia les obliga a interesarse más que nadie por los árboles enperíodos de escasez. Aunque estas afirmaciones sean conocidas y reconocidas, lasmujeres son a veces acusadas de contribuir a la degradación de los recursos natu-rales, en particular arbustivos y arbóreos, aun cuando las limitaciones jurídicas,sociales y culturales a este respecto restrinjan su poder de gestión de los productosforestales (madera, frutos, corteza, etc.).

Se ha puesto de manifiesto que la pobreza era más una consecuencia que una causade la deforestación. Entre las capas más pobres de población, las mujeres son lasmás numerosas: más del 70 por ciento de los mil trescientos millones de pobres delmundo, y el número de las que viven en condiciones de pobreza absoluta en laszonas rurales ha aumentado un 50 por ciento entre 1975 y 1995 (PNUD, 1995). Las

57Apropiación y usos locales

Recuadro 25. Mejora de las técnicas de poda de los árboles forrajerosNo todas las especies soportan cualquier tipo de poda,debiendo estudiarse previamente sus características respe-tando la estructura del árbol y sus posibilidades de regenera-ción. Las diversas técnicas de poda (deshojado12, escamonda,escamonda con desmoche o sobre muñones, desramado,desmoche, etc.) y la periodicidad de las podas deberán tener encuenta diversos factores: la especie, el ritmo de foliación, lanaturaleza del suelo, la distribución de la escorrentía de las llu-vias, la presencia de gérmenes infecciosos en cuanto a las heri-das, que causan a corto plazo la muerte del árbol podado, etc.Los estudios son muy poco numerosos. Teniendo en cuentaque el desrame de los árboles en los bosques-parques y lassabanas está prohibido por el código forestal de muchos paí-ses, parece indispensable volver a actualizar la legislación a finde permitir una explotación sostenible del forraje aéreo. Peroexiste una condición previa: que los términos relativos a laexplotación de jóvenes retoños o de partes de ramas y las téc-nicas adecuadas sean perfectamente explicados, y despuésrespetados.

12. El deshojado es una técnicalocal para quitar las hojaspracticado en el Maine-et-Loire(Francia) en olmos y fresnosdesmochados. Esta técnica respetala integridad de las ramas: consisteen hacer que caigan las hojas delos árboles no espinosos, sin ayudade ninguna herramienta, pasandouna mano a lo largo de los troncos.

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Los árboles fuera del bosque

sequías consecutivas, las degradaciones de la cubierta forestal,los conflictos armados en ciertos países y, desde los años 80, losprogramas de ajuste estructural, han engendrado situaciones decrisis, no sólo económica, sino también social y familiar. En estosperíodos de recesión, las desigualdades sociales aumentan y losmovimientos de población se multiplican. Y, además del aumentode su carga de trabajo, las mujeres sufren una discriminación enel mercado de trabajo y un aislamiento social unidos a una faltade formación y a la falta de apoyo. Además, la explotación de losárboles fuera del bosque suscitada por ciertas evoluciones eco-nómicas y sociales (comercialización de los productos de ciertasespecies, crecimiento demográfico, reducción de los recursos,gestión comercial) refuerza la marginación de los grupos que notienen acceso a la tierra ni a fortiori a la propiedad y uso de losárboles. Entre la ausencia de los hombres y la falta de compro-miso del Estado (en materia social especialmente), las mujeresse encuentran cada vez más solas y en situación de precariedadpara atender a la supervivencia de las familias.

El éxodo masculino vacía los pueblos de una gran parte de lamano de obra, dejando a las mujeres como única fuerza activade trabajo, razón que sería ya suficiente para reconocer y refor-zar su papel en la gestión de los árboles fuera del bosque. Ladisponibilidad de mano de obra influye en el sistema de produc-ción y en el caso de escasez, y por tanto de carestía y dificultadde gestión, puede ser preferible plantar árboles productivos(Arnold y Dewees, 1998) en las tierras agrícolas, en vez de dedi-carse a cultivos anuales intensivos. El factor trabajo es determi-nante, pero también lo son los beneficios obtenidos. Si la manode obra y el tiempo necesarios para gestionar los recursos arbó-

reos pueden resultar poco atrayentes, los ingresos son muchas veces insuficientespara cubrir las necesidades familiares, salvo en algunos casos: los huertos y los sis-temas agroforestales con cultivos comerciales (cacao, árboles de especias, resina),que demandan sin embargo más mano de obra. Todas estas elecciones y decisionesque deben realizar y tomar las familias, dirigidas o no por mujeres, tienen siempre porobjeto la búsqueda de medios de existencia y el mantenimiento de la cohesión social.Actuar sobre las limitaciones de mano de obra o del mercado tendría más impactoen la plantación de árboles que los estímulos directos (ibid.).

Prácticas y conocimientos tradicionales y locales

Las prácticas locales de conservación de los árboles se basan en conocimientosempíricos que, aunque merecen una atención real, todavía están poco documenta-dos. Los conocimientos locales13, soporte de una gestión racional de los recursos,residen en el conocimiento de la vegetación (Recuadro 26) y de su dinámica. Los tér-minos botánicos científicos que designan los árboles describen las característicasmorfológicas, mientras que los términos vernáculos relacionan estas característicascon las propiedades y usos.

Aunque los trabajos realizados por la ciencia etnográfica dan informaciones sobretérminos locales y tradicionales, las clasificaciones locales de la vegetación y susrepresentaciones, así como las propiedades de las plantas (Arbonnier, 2000) y sus

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Foto 25. Árbol podado sobremuñones, Ardes, Francia. (© Bellefontaine/Cirad)

13. El termino conocimientoecológico tradicional se usa confrecuencia para referirse alconocimiento empírico local, entanto que el término vermicular serefiere a la especificidad local delconocimiento que es estático y setransmite de generación engeneración.

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59Apropiación y usos locales

usos, son mucho menos descritas que los conocimientos sobre la gestión de losrecursos naturales. Éstos han comenzado a ser reconocidos a partir de los años 80,especialmente en el marco de los proyectos de desarrollo rural; hoy día, constituyenun campo completo de investigación (Recuadro 27).

En Brasil, en el Estado de Bahía, la costa montañosa está cubierta por 500 hectáreasde sistemas agroforestales densos orientados hacia la producción comercial dehabas de cacao (Schulz et al., 1994). A pesar de funcionar sin medios adecuados,estos sistemas obtienen un nivel de productividad que las plantaciones industrialessólo alcanzan con gran refuerzo de fertilizantes y pesticidas. Se tratan según lasprácticas tradicionales de gestión de los huertos agroforestales, en los que la intro-ducción de especies vegetales se basa en los conocimientos locales y tradicionalesde la sucesión vegetal. De esta forma, se conservan especies espontáneas sin fun-ción productiva, o incluso se introducen voluntariamente, con el fin de favorecer elcrecimiento de las especies leñosas productivas. Una parte de las especies espon-táneas es sustituida por otras especies cultivadas con características ecofisiológicasparecidas. Cada tres o cuatro meses, se realizan cuidados culturales, que tienencomo objetivo regenerar la vegetación. Las intervenciones pretenden acelerar latransformación de la biomasa. Algunos han calificado este sistema de verdadero arte,incluso más que una ciencia.

Estos ejemplos muestran modestamente el abanico de conocimientos empíricos for-jados alrededor de los árboles fuera del bosque, que se transmiten de generación engeneración. Entre Burkina y Costa de Marfil, el pequeño pastor lobi adquiere conoci-mientos desde su más tierna infancia (8 a 12 años). Se han enumerado no menos de

Recuadro 26.Términos locales que se refieren a usos, propiedades y caracteres morfológicos

Recuadro 27. Demostración de los conocimientos

Los campesinos nepaleses clasifican los árboles forrajerosque sirven para la alimentación de los bovinos en dos gru-pos: chiso y obano (Rusten y Gold, 1991), que describenlas características de las hojas y la calidad del forraje apre-ciado por su efecto sobre el animal (salud, calidad de laleche). Chiso se refiere a lo que está frío y designa los for-rajes de escasa calidad, cuyas hojas son débiles y grasas,mientras que el forraje obano, de hojas pequeñas y másbien secas, se refiere a lo que está caliente. Otras clasifi-caciones se basan en el efecto de las raíces de los árbo-les en los cultivos (Thapa et al., 1995). Los campesinos,

mediante observaciones repetidas, han elaborado unconocimiento de su medio ambiente. Han establecido cor-relaciones entre los tipos de follaje y la erosión del suelodenominada tapkan (ibid.). Afirman que el tamaño y la tex-tura de las hojas modifican el grosor de las gotas de aguae influyen en su poder erosivo; piensan que es posible limi-tar la erosión del suelo actuando sobre la composición delas especies de la cubierta. Este punto de vista está encontradicción con muchos trabajos científicos, a excepciónde algunas experimentaciones recientes y precisas (Hall yCalder, 1993, citado por Thapa et al., 1995).

En los sistemas agroforestales, los campesinos sacan pro-vecho de sus conocimientos de la dinámica vegetal y delos efectos de la competencia entre las plantas. En el surde Kenia (Biggelaar y Gold, 1995), se ha pedido a unamuestra de 240 personas, mujeres y hombres, que desi-gnen los “expertos o conocedores” en materia de árboles.Las personas escogidas conocían el mayor número deespecies leñosas, y eran también las que cultivaban lasmayores superficies (1,3 hectáreas frente a 0,2 hectáreaspara las propiedades de los demás campesinos) y las que

más dinero tenían. Con relación a las parcelas de losdemás campesinos, el número de especies leñosas eraallí más importante, pero la densidad era menor: respecti-vamente, 34 especies y 730 árboles por hectárea frente a12 especies y 1.700 árboles por hectárea. Esta fuerte den-sidad de árboles exigía un buen conocimiento de las rela-ciones recíprocas entre las plantas. Así, los campesinosque se ocupaban de pequeñas parcelas agroforestalesposeían unos conocimientos diferentes de los previamentedesignados como expertos.

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Los árboles fuera del bosque

25 especies de árboles y arbustos, cuyos frutos, bayas, drupas y vainas comestiblescontribuyen a su alimentación durante todo el año en sus desplazamientos(Savonnet, 1980). Todos estos conocimientos podrían ser valorados en el marco desistemas de producción con orientación comercial e industrial, pero se ha ignoradomuchas veces la racionalidad técnica y socioeconómica subyacente, lo que ha lle-vado al fracaso de los programas de difusión del árbol en los paisajes rurales.

Representaciones culturales y religiosas

“Para el que vive allí, el medio ambiente no es un marco inmutable, sino el resultadode sus prácticas que son reflejo del sistema de representaciones, que a su vez es elmotor de estas prácticas” (Firedberg, 1992). Existe en efecto una relación dialécticaentre los sistemas técnicos puestos en marcha por los hombres y sus representacio-nes del mundo. Si bien las prácticas de gestión y los conocimientos locales y tradi-cionales reflejan las necesidades económicas y los usos, son igualmente el espejode las construcciones del espíritu a partir de las cuales el hombre decide su inter-vención en la naturaleza. Es en favor del desarrollo en general, y del desarrollo sos-tenible en particular, como han llamado la atención las nociones de representacionessociales y simbólicas. Las ciencias humanas se han introducido en las investigacio-nes que dependían hasta entonces del dominio de las ciencias naturales (ibid.). Sinembargo, pocos trabajos satisfacen al mismo tiempo una curiosidad técnica sobre losconocimientos de una sociedad y las representaciones mentales, sociales y simbóli-cas (Recuadro 28) que participan en la ordenación del mundo en que se funda la vidaen sociedad (Mauss, 1973; Lévi-Strauss, 1983).

Además de los datos objetivos del estudio de las relaciones de una sociedad con sumedio ambiente natural, existen elementos difíciles de comprender que proceden delas creencias y del significado del mundo que tienen los hombres. En el mundo indus-trializado, la relación del hombre con la naturaleza está, si no cortada, al menos rela-jada para no percibir de ella más que el carácter utilitario. A pesar de todo, las recienteconcienciación sobre los perjuicios causados al medio ambiente natural del planetamuestran que los países occidentales no han perdido los valores relativos a la natu-raleza. En la imaginación europea, el bosque es el lugar por excelencia de cuentos,mitos y leyendas. Aunque las especies forestales son raramente especificadas, elárbol, tomado individualmente, es fuente de imaginación y soporte de los espíritus y

los dioses. En otros continentes, el lugar de cier-tas especies en la imaginación encuentra su ori-gen en caracteres fenológicos específicos, comoFaidherbia albida, que debido a la inversión desu ciclo de foliación puede ser adoptado amplia-mente por los campesinos o, por el contrario,dotado de aspectos maléficos. Así, cerca deBaguirmi (Chad), “es un árbol que no obtieneninguna bendición sobre sí mismo, pues no senutre de la misma agua que los demás” (Verdier,1980) y su utilización, en este caso, sigue siendolimitada. En otros sitios, es el árbol de la compa-sión y la bondad, pues alimenta con su fruto yprotege con su sombra cuando todo está seco asu alrededor.

Ya sea protector, nutritivo, símbolo de resurrec-ción, fuente de sabiduría o soporte iniciático, elárbol es, según el criterio significativo, un ele-

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Recuadro 28.Omnipresencia social de la palmera datilera en los ToubouEn la sociedad toubou al norte de Chad, “el palmeral de Borkousólo debe su existencia y fisonomía a la intervención del hombre,mientras que, a la inversa, la presencia humana en este lugar sóloes posible por la de las palmeras datileras” (Baroin y Pret, 1997).Aquí se evocan no sólo los múltiples usos económicos de las pal-meras y de los dátiles, sino también las relaciones jurídicas, políti-cas y sociales. La palmera datilera es “objeto de propiedad, dedonaciones e intercambios durante toda la existencia”, ya sea parala circuncisión de los niños, o para el matrimonio de las hijas jóve-nes u otras etapas de la vida. Interviene en los intercambios matri-moniales y sociales, como la constitución de dotes, viudedades,donaciones entre esposos y generaciones, y compensacionesabonadas en caso de crimen, homicidios o golpes y heridas a losparientes de la víctima. Participa en el conjunto de las regulacionessociales del sistema jurídico consuetudinario de los Toubou.

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mento del sistema de pensamientode una sociedad y aporta conoci-mientos en el proceso de socializa-ción e iniciación. Así, el árbol estácon frecuencia asociado a la repre-sentación de la virilidad masculina(Dognin, 1997, citado por Barreteauet al., 1997) y al arraigo del hombreen su terreno. Evoca la conexiónentre el mundo telúrico y el cosmos,entre la vida y la muerte. Confiereautoridad y perpetúa la tradición(Boffa, 2000a). No es pues sorpren-dente encontrar árboles, especial-mente en África, que “guardan” lamemoria de los antepasados, losespíritus y los dioses. En Java, aun-que el bosque haya desaparecidohace casi un siglo, la memoria colectiva se alimenta siempre de mitos, héroes yrepresentaciones estrechamente relacionadas con la visión que los javaneses teníande su bosque (Lombard, 1974).

Estas relaciones entre el mundo de los hombres y el de los árboles se comprendena través de la lengua y la cultura. El vocabulario que evoca las especies arbóreas,sus partes constitutivas, sus grados de maduración o explotación, sus usos o pro-ductos, informa sobre los conocimientos de las poblaciones en materia ecológica yrevela la extrema integración de los árboles en lo cotidiano. Asimismo, los términostoponímicos son de gran importancia para comprender el sentido de las relacionesentre el hombre y su medio ecológico y entender de ese modo la historia de los pai-sajes. Los árboles, como el baobab, a veces llamado “el cementerio de griots”, daninformación sobre el pasado de los hombres y sus desplazamientos. Las vegetacio-nes defensivas muestran de manera elocuente la historia belicosa y agitada de laspoblaciones (Seignobos, 1980).

La visión y el funcionamiento global de muchas sociedades del sur, desde los ame-rindios Wayapi en Brasil o en la Guayana francesa (Grenand, 1996) hasta las socie-dades africanas y asiáticas, constituyen el marco social y espiritual de la gestión delos recursos. Los conocimientos de numerosas comunidades humanas sobre laexplotación y la renovación de los recursos naturales en los espacios que controlanno han cesado de estar orientados hacia “una perennidad de la abundancia” (ibid.).Estas disposiciones propias de cada sociedad, que no excluyen en absoluto la adap-tación a las nuevas tecnologías, permiten controlar sus efectos, integrando las nocio-nes de sostenibilidad ecológica y de cohesión social.

Foto 26. Bosque sagrado y árbolesdispersos en el norte de Costa deMarfil. (© Louppe/Cirad)