los problemas de la democracia contemporánea

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Los Problemas de La Democracia Contemporánea

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Tema 7--Representacin Poltica--5 Polticas UNED

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TEMA 6. LOS PROBLEMAS DE LA DEMOCRACIA CONTEMPORNEA. LA DEMOCRACIA Y LA INTERCONEXIN MUNDIAL

(HELD, Modelos de democracia, cap. 7, pgs. 267-292)DE LA ESTABILIDAD A LA CRISIS?

De la estabilidad de posguerra a la crisis poltica: la polarizacin de los ideales polticos

Se ha caracterizado a la dcada y media posterior a la II Guerra Mundial como un perodo de consenso, fe en la autoridad y legitimidad. Tras la guerra pareca haberse generado una corriente de esperanza en una nueva era de cambios progresivos a ambos lados del Atlntico. Durante los aos de posguerra los comentaristas polticos a izquierda y derecha del espectro poltico sealaban el amplio apoyo de las instituciones centrales de la sociedad. La creencia en un mundo de libre empresa moderado y contenido por un estado intervencionistas, se reforz con los excesos polticos de la derecha (fascismo y nazismo) y de la izquierda (comunismo). La guerra fra constitua adems una intensa presin que confinaba la poltica respetable al mbito de la democracia. La existencia de este consenso estaba fuertemente apoyada por estudios acadmicos como La Cultura Cvica de Almond y Verba donde se sealaba que destacadas democracias occidentales, entre ellas la de Gran Bretaa, posean un sentido altamente desarrollado de lealtad hacia su sistema de gobierno as como un fuerte sentido de deferencia hacia la autoridad pol y de actitudes de confianza.

Los lmites de la nueva pol estaban establecidos por el compromiso con la reforma social y econmica; un predominante respeto por el estado constitucional y el gobierno representativo; y el deseo de fomentar la persecucin individual de los propios intereses, al tiempo que se mantenan polticas de inters nacional o pblico. Tras todo ello se palpa una concepcin del estado como el medio ms apropiado para la promocin del bien tanto individual como colectivo. Slo la poltica de un estado intervencionista atento, que incorporase el inters y la especializacin, imparcialidad y habilidad, podra crear las condiciones para que el bienestar y el bien de cada ciudadano fuera compatible con el bienestar y el bien de todos.

Esta concepcin de bienestar (socialdemcrata o reformista) tiene su origen en las ideas y principios de la democracia desarrollista recibiendo su expresin ms clara en la poltica real y en las polticas del expansivo estado intervencionista (keynesiano) de la posguerra. Sin embargo con la cada de la actividad econmica mundial, a mediados de los 70s, el estado del bienestar empez a perder su atractivo y pas a ser atacado tanto desde la izquierda (por las pocas incursiones en el mbito de los privilegiados y poderosos) como desde la derecha (por su excesivo coste y comportar una amenaza para la libertad individual). En definitiva la cuestin clave era si el estado deba ser empujado hacia delante o hacia atrs.

Se argument a favor de la libertad individual junto con una cuidada intervencin del estado para proporcionar mayor justicia y equidad lo que allan el camino hacia un extenso programa de intervencin del estado en la sociedad civil. Sin embargo apenas nada se dijo sobre cual deba ser la forma de esa accin del estado lo que acab conduciendo al paternalismo, la burocracia y la jerarqua con consecuencias de consideracin para la dinmica y la naturaleza de la democracia.

Cmo eran aquellas democracias liberales de los aos de posguerra? Para llevar a cabo este anlisis hay que atender a dos cuestiones claves. Por un lado el consenso social registrado en los aos que siguieron a la gran confrontacin (fin de las ideologas y sociedad unidimensional). Por otro la posterior erosin del consenso en los 70 (teoras del gobierno sobrecargado y de la crisis de legitimidad). El examen de estos hechos nos ayudan a comprender el estado actual de la poltica democrtica as como dos nuevos modelos de democracia: la democracia legal (modelo de la Nueva Derecha) y la democracia participativa (modelo de la Nueva Izquierda). Ambas, nacidas de su propia contraposicin, han dado nueva forma a viejas ideas.

Un orden democrtico legtimo o un rgimen represivo

Los analistas polticos al reflexionar sobre el convulso siglo XX no podan ms que sorprenderse ante la constatacin de la relativa armona poltica y social que sigui a la IIGM. Muchos de ellos intentaron encontrar una explicacin a ese fenmeno. En este contexto apareci la tesis del fin de las ideologas.

Esta tesis enlazaba con las manifestaciones lanzadas a finales de los 50 y principios de los 60 en los medios de comunicacin, en los partidos polticos, en los crculos polticos oficiales y en muchas organizaciones del movimiento obrero.

En paralelo un grupo ms pequeo expresaba una opinin opuesta dando una interpretacin de los hechos que denotaba poca simpata por las instituciones fundamentales del estado, la economa y la cultura. Fue una postura de gran impacto entre estudiantes y los nuevos movimientos de protesta radicales. Se trata de la tesis de la sociedad unidimensional.

Lipset, uno de sus mximos exponentes, entenda por fin de las ideologas el descenso en el apoyo de los intelectuales, los sindicatos y los partidos polticos de izquierda al proyecto socialista definido por el marxismo-leninismo. Esta tendencia se explicaba por la muerte del marxismo-leninismo como ideologa vista su trayectoria como sistema poltica en la Europa del este y la resolucin de los problemas clave en las sociedades capitalistas industriales occidentales. En stas ltimas segn Lipset la distancia ideolgica entre derecha e izquierda se haba reducido a una mayor o menor propiedad gubernamental y planificacin econmica dado que los problemas fundamentales de la revolucin industrial haban sido ya resueltos.

Al tiempo afirmaba que se daba un consenso fundamental sobre los valores polticos generales (igualdad, logro y los procedimientos de la democracia) que otorgaba a las disposiciones polticas y sociales existentes un plus de legitimidad. De ello derivaba un futuro para las democracias occidentales exento de inestabilidad donde convergeran las posturas polticas de las clases econmicas, los partidos y los estados y una constante reduccin del conflicto.

Evidentemente los tericos de la sociedad unidimensional, como Marcuse, rechazaran frontalmente este anlisis. Sin embargo cabe destacar que el punto de partida de ambas posturas era el mismo: el intento de explicar la aparente armona poltica del capitalismo occidental durante la posguerra.

Marcuse sealar la existencia de mltiples fuerzas que se combinaba para contribuir a la direccin y control de la economa moderna sealando como factores clave: el desarrollo de los medios de produccin como resultado de la concentracin de capital, el progreso cientfico y tecnolgico y la creciente tendencia a la automatizacin y mecanizacin con la transformacin de la direccin en burocracias privadas; creciente libre competencia como consecuencia de la intervencin del estado y que estimula tanto la economa como la expansin de la burocracia pblica; reordenamiento de las prioridades nacionales en base a la permanente amenaza de guerra. Todo ello conduce al establecimiento de organizaciones de masas privadas y pblicas que amenazan con hacer desaparecer la vida social.

Una de las mayores consecuencias de estos procesos es la despolitizacin, esto es, la erradicacin de las cuestiones polticas y morales de la vida pblica por la obsesin por la tcnica, la productividad y la eficacia. Las cuestiones polticas no son ms que meros debates acerca de los distintos medios en pro del objetivo final: aumentar la produccin. Adems en este contexto, sigue Marcuse, los medios de comunicacin de masas acaban con las tradiciones culturales produciendo un paquete cultural, un estado de falsa conciencia donde los hombres ya no pueden saber cuales son sus intereses reales. Estas son las ideas que Marcuse expone en El hombre unidimensional donde describe como el culto al consumismo crea formas de comportamiento adaptativas, pasivas y condescendientes.

En contra de la visin de un orden poltico armnico basado en el consenso y la legitimidad para Marcuse este se sostiene por la coercin y la ideologa.

A pesar de esta diferencia (consenso genuino o construido) ambas teoras coinciden en destacar un alto grado de conformidad e integracin entre los grupos y las clases de la sociedad que tiene como resultado el refuerzo de la estabilidad del sistema poltico y social.

Sin embargo y como podemos imaginar la situacin real era mucho ms complicada. La imagen de estabilidad y armona de posguerra se vio comprometida en las dcadas siguientes por una variedad de desarrollos polticos, econmicos y culturales. En el momento en que se puso en cuestin la prosperidad de las economas occidentales tambin cay la ilusin de que la conformidad de la masa de individuos significase legitimidad del orden poltico. Por debajo, subyaciendo al estado y al sistema poltico existan dificultades profundamente estructuradas y para finales de los sesenta apenas nadie negaba el disenso comn. Ninguna de las teoras expuestas pueden explicar adecuadamente este fenmeno que tiene su origen en los aos de posguerra.

Un estado sobrecargado o una crisis de legitimidad?

Los pensadores de los 70 reflejan una preocupacin por la ruptura del consenso, la crisis de la democracia y el declive poltico y econmico. De nuevo encontraremos aqu un contraste entre los tericos que parte de la teora pluralista, los tericos del gobierno sobrecargado (Brittan, Huntington, Nordhaus, King, Roses y Peters), y aquellos que lo hacen a partir de las premisas de la teora marxista, los tericos de la crisis de legitimidad (Habermas y Offe). Ambos grupos son firmes revisionistas.

Se trata de dos versiones contrapuestas sobre la crisis de los estados democrticos que se centran en la posibilidad de una crisis de potencial transformador. Sin embargo para los del gobierno sobrecargado ello supone un peligro para le estado liberal democrtico (sugiriendo medidas de contencin y control) para los de la crisis de legitimidad la crisis plantea dilemas polticos difciles y la posibilidad de cambios decisivos, progresivos y radicales.

El gobierno sobrecargado: la crisis del estado del bienestar democrticoEl crculo vicioso slo puede romperse con el concurso de un liderazgo poltico firme y decidido, menos sensible a las presiones y demandas democrticas.

Crisis de legitimidad

Los tericos del E sobrecargado argumentan que la forma y funcionamiento de las instituciones democrticas son en la actualidad disfuncionales para la eficiente regulacin de las cuestiones econmicas y sociales, una postura ampliamente compartida por la Nueva Derecha. Por el contrario los tericos de la crisis de legitimidad sostienen que hay que centrarse en las relaciones de clase y en las limitaciones que impone el capital a la poltica para establecer unas bases adecuadas para la comprensin de las actuales tendencias de crisis.

Sealar que puede surgir un estado poderoso que site el orden por encima de todo lo dems, reprima la disensin y desactive enrgicamente la crisis. Sin embargo tampoco puede descartarse la transformacin fundamental del sistema: Es poco probable que resulte un acontecimiento de derrocamiento insurreccional del poder del estado. Es ms probable que esta transformacin se enmarque en un proceso, por la continua erosin de la capacidad de orden existente para reproducirse y por el progresivo surgimiento de instituciones socialistas alternativas (organismos que nacionalicen industrias, la organizacin del estado de acuerdo con la necesidad no con el beneficio, la extensin de la democracia al lugar de trabajo).

Teoras de la crisis: una valoracin

Existen diferencias significativas entre ambas teoras. A pesar de ello como ya se ha sealado tambin tiene un punto en comn.

1) Se seala el poder del estado como la capacidad para la accin poltica efectiva: por tanto el poder es tambin la facilidad del individuo para actuar dentro de las instituciones y las colectividades.

2) El poder del estado (en trminos de su capacidad para resolver las demandas) est siendo progresivamente erosionado.

3) La capacidad del estado para actuar de forma decisiva est siendo minada por que su autoridad o legitimidad disminuyen. Para los tericos del gobierno sobrecargado la tensa relacin gobierno-grupos sociales se explica por el exceso de demandas relacionadas con expectativas crecientes. Los tericos de la crisis de legitimidad opinan que la mayor intervencin del estado mina valores y normas tradicionalmente no cuestionables y politiza un nmero creciente de cuestiones.

Ambos afirman pues que el poder del estado se ha erosionado por las crecientes demandas: en el primer caso por considerar el volumen de estas excesivo y en el segundo son vistas como el resultado inevitable de las contradicciones internas del estado. En ambos tambin el poder del estado y la estabilidad poltica se alteran con los cambios en los sistemas de valores.

Era realmente el estado cada vez ms vulnerable al desorden poltico y social? Se pueden hacer tres objeciones fundamentales al hilo comn:

a) No hay evidencia emprica que sostenga la existencia de una crisis de autoridad o legitimidad del estado.

b) No es obvio que el poder del estado estuviera erosionndose. Ambas posturas subestiman la capacidad y recursos propios del estado que derivan de su aparato burocrtico, administrativo y coercitivo.

c) El estado mismo no es necesariamente ms vulnerable al colapso o la desintegracin si bien algunos gobiernos pueden serlo.

Por qu se aceptan las instituciones? Segn algunos analistas polticos y sociales (Schumpeter) la obediencia de las normas o las leyes por parte del ciudadano significa que se acepta el sistema poltico y que se legitima las instituciones. Es evidente que esta afirmacin no tiene en cuenta los distintos motivos que llevan a obedecer una orden.

Solo podemos hablar de legitimidad cuando el respeto a las normas y leyes se debe a que realmente se piensa que stas son justas y dignas de respeto. Un orden polticamente legtimo est normativamente sancionado por su poblacin.

Cuando la aceptacin es instrumental significa que el estado es tolerado o admitido nicamente con el fin de garantizar algn objeto deseado. Cuando no se alcanza ese objetivo se dejar de estar de acuerdo con la situacin original.

Muchos autores han sido crticos con la idea que el valor del consenso est extendida entre la poblacin que muestran en sus estudios que la actitud positiva hacia las instituciones no va ms all de las clases altas y medias mientras la disensin y la frustracin son comunes en otros grupos y se asocian con el consentimiento instrumental o condicional. La clase o grupo al que se pertenece se convierte en determinante del grado de legitimidad con que se ve al estado.

Volviendo a la pregunta original se puede pues afirmar la existencia de una crisis creciente de autoridad del estado o de legitimidad: en primer lugar no est claro que en la posguerra el consenso estuviera tan extendido como se piensa. En segundo lugar si bien el disenso abunda no est claro que haya desarrollado un gran potencial de protesta con una demanda de mayor participacin ni que se desarrolle una crtica extensa del orden econmico y poltico existente. En tercer lugar el escepticismo y desapego de muchos ciudadanos no ha generado ninguna demanda clara de instituciones alternativas. Las desigualdades, privilegios y ventajas se consideran a menudo resultado de las acciones individuales y no de las fuerzas econmicas y polticas. Todo ello refuerza la opinin de que existen pocas alternativas a la situacin actual.

Sin embargo la desconfianza expresada por muchos ciudadanos pueden traducirse en un conjunto de acciones, las posibilidades de posturas opuestas al estado estn ah. Si partimos de un consentimiento condicional o instrumental del estado hemos de admitir que el statu quo es potencialmente inestable debido precisamente a esa condicionalidad.

El estado cada vez se enfrenta a problemas ms y ms complejos con dificultades en el sistema econmico, con tensiones laborales, problemas medioambientales, entre otros muchos, que les conducen a plantearse un buen nmero de cuestiones fundamentales.

Ante un contexto tal podemos preguntarnos si el aumento de la crisis y el conflicto es inevitable y si la legitimidad del sistema basta para mantenerlo unido.

Mientras los gobiernos puedan asegurarse el consentimiento y apoyo de las colectividades cruciales (industrias, sindicatos, grupos electorales dominantes) podr mantenerse el orden pblico y solo ser quebrantado en lugares marginales. Las estrategias de desplazamiento son cruciales: dispersar los efectos ms negativos de los problemas econmicos y polticos entre los grupos ms vulnerables apaciguando a los sectores con mayor capacidad de movilizarse eficientemente por sus demandas.

Los gobiernos han llevado a cabo estrategias que implican tanto el apaciguamiento como la distribucin desigual de los efectos de las crisis econmicas. La capacidad poltica de los gobiernos y los estados para sostener estas estrategias no puede ser subestimada. En Gran Bretaa muchos de los que son considerados vulnerables han sufrido los peores efectos de la crisis afrontada por el sistema poltico britnico.

Ley, libertad y democraciaLa Nueva Derecha (neoliberalismo o neoconservadurismo) est comprometida con la idea de que la vida poltica es/debe ser una cuestin del libertad e iniciativa individual. Por tanto su objetivo es una sociedad de laissez-faire o de libre mercado todo ello unido a un estado mnimo. Su programa poltico incluye la extensin del mercado a ms y ms reas de la vida; la creacin de un estado despojado del compromiso excesivo tanto con la economa como con la provisin de oportunidades; la restriccin de poder de ciertos grupos (por ejemplo los sindicatos); y la formacin de un gobierno fuerte que aplique la ley y el orden.

Los gobiernos Tatcher y Reagan abogaron por recortar el estado con argumentos similares insistiendo en la libertad individual que crean disminuida debido a la proliferacin de organismos estatales burocrticos que trataban de satisfacer las demandas de los participantes en la poltica de grupos. Se comprometan as con la teora liberal clsica, un compromiso con el mercado como el mecanismo clave para la regulacin econmica y social que en la historia del liberalismo tiene su otra cara en el compromiso con un estado fuerte que proporcione bases sobre las que han de prosperar los negocios y la vida familiar. Se trata de una estrategia que incrementa de forma simultnea el poder estatal, al tiempo que restringe el mbito de accin del estado.

En su origen la ND estaba preocupada por avanzar en la causa del liberalismo contra la democracia limitando el uso democrtico del poder del estado.

Dos exponentes claros del pensamiento de la ND son Robert Nozick y Friedrich Hayek, siendo este ltimo su figura ms prominente. Ambos autores se han preocupado por reforzar el liberalismo en una era caracterizada por el estado de bienestar cada vez ms entrometido (en occidente) y por un estado tipo 1984 (en el este). Para ellos el estado contemporneo es el gran Leviatn que pone en peligro los fundamentos de la libertad y que debe ser radicalmente recortado.

En Anarqua, Estado y Utopa, Nozick reafirma las ideas liberales desde Locke hasta J.S. Mill. Parte del supuesto de que no existe ninguna entidad social o poltica a excepcin de los individuos y argumenta que no es justificable ningn principio general que especifique unas prioridades o patrones e distribucin determinados para la sociedad. La nica organizacin legtima es la que se negocie por y a travs de las actividades libres de los individuos en intercambio competitivo. Las nicas instituciones libres que son justificables son las que apoyan el mbito de la libertad: las que contribuyen a mantener la autonoma y los derechos individuales. Nozick, siguiendo a Locke, afirma que los nicos derechos de los que se puede hablar son los inalienables del individuo, unos derechos que son independientes de la sociedad y entre los que se incluye el derecho de cada uno de perseguir sus propios fines mientras no interfiera en los derechos de otros. Un derecho, el de perseguir los propios fines, ntimamente relacionado con el de la propiedad y la acumulacin de recursos.

Nozick presenta un conjunto de argumentos referidos al estado mnimo, esto es la forma menos entrometida de poder poltico que se corresponda con la defensa de los derechos individuales. Como el mismo afirma no existe una comunidad que pueda servir como ideal a todas las personas porque existe un gran abanico de concepciones de la utopa. Cmo pueden acomodarse aspiraciones diferentes?

Para Nozick debemos olvidar la idea de que existe una nica utopa representativa de la mejor de todas las formas sociales. Nadie puede imponer su propia visin de la utopa a los dems. La utopa es simplemente el marco para libertad y la experimentacin, es el estado mnimo.

Lgicamente el estado mnimo es incongruente con la planificacin en detalle y con la redistribucin activa de los recursos. El estado no puede ser un agente en la promocin de la igualdad.

En opinin de Nozick el estado debera ser un organismo protector contra la fuerza, el robo, el fraude y el incumplimiento de los contratos. Debe sostener el monopolio de la fuerza para poder proteger los derechos individuales en territorios delimitados.

En los escritos de Nozick no queda clara la relacin entre estado, democracia y libertad individual, una cuestin abordada directamente por Hayek.

Hayek aun apoyando la democracia representativa no deja de ver en la dinmica de las democracias de masas una serie de peligros. Por una parte la propensin a un gob de mayora, arbitrario y opresor, y por otro lado el desplazamiento del gobierno de la mayora por el gobierno de sus agentes. Hayek desarrolla estos argumentos, comunes en la teora poltica desde Platn hasta Schumpeter, con una fuerza especial como parte de una llamada a la restauracin del orden liberal: la democracia legal.

A no ser que el demos est limitado por reglas generales en sus acciones, no existe garanta de que lo que ordene sea bueno o sabio. Se cae en un error cuando se afirma que en tanto el poder se confiera por un procedimiento democrtico ste no puede ser arbitrario. La democracia, afirma Hayek, no es ni infalible ni segura. Si bien es cierto que el control democrtico puede evitar que el poder sea arbitrario esto no se logra por su mera existencia. Slo distinguiendo entre las limitaciones del poder y las fuentes del poder se puede empezar a evitar la arbitrariedad poltica.

Para Hayek los problemas del poder poltico arbitrario son los intentos de planificacin y regulacin de la sociedad. En nombre del inters comn o del bien social los agentes del pueblo tratan de remodelar el mundo social mediante la direccin econmica y la redistribucin de recursos, pero sean cuales sean los objetivos iniciales el resultado es siempre el gobierno coercitivo. Cualquier intento de regular las vidas y actividades del individuo es por naturaleza opresivo y supone un ataque a su libertad: la negacin del derecho del individuo a ser el juez ltimo de sus propios fines. No niega Hayek la existencia de algunos fines sociales pero los relega a las reas en que exista comn acuerdo que son escasas.

Los individuos pueden determinar por s mismos sus fines y necesidades pero las organizaciones pueden facilitar el proceso. Cmo se consigue? Para Hayek es vital diferenciar entre liberalismo y democracia. Si existen reglas generales que limiten las acciones de la mayora y los gobiernos, el individuo no tiene por qu temer el poder coercitivo. Sin esas reglas la democracia estar en pugna con la libertad individual.

Slo mediante el respeto al imperio de la ley se puede contener el poder coercitivo. Si el poder del estado est circunscrito por la ley (normas que limiten el mbito de accin del estado) pueden los ciudadanos disfrutar de su libertad individual. La democracia no es un fin en s mismo, es un medio, un instrumento utilitario para ayudar a salvaguardar el fin poltico ms elevado: la libertad. Por tanto deben ponerse restricciones al funcionamiento de la democracia: los gobiernos democrticos debern aceptar lmites al alcance legtimo de sus actividades.

La democracia legal de Hayek establece los contornos de una sociedad del libre mercado y un estado mnimo. No denomina laissez-faire a este orden porque todo estado interviene hasta cierto punto en la estructuracin de la sociedad civil y de la vida privada. La pregunta es por qu y cmo interviene el estado para determinar las cuestiones econmicas y sociales. Su intervencin se debe limitar a la provisin de normas que puedan servir a los individuos como instrumentos para la persecucin de sus distintos fines. Una intervencin limitada a aplicar normas generales que protejan en general la vida, la libertad y la propiedad. Evidentemente el ejemplo principal que Hayek halla para la coercin es la justicia distributiva que se impone sobre la concepcin del mrito o de lo merecido. Para Hayek solo existe un mecanismo suficientemente sensible para determinar la eleccin colectiva sobre bases individuales y este no es otro que el libre mercado.

Admitiendo que no siempre opera perfectamente tiene ms ventajas que desventajas. Un sistema de libre mercado es la base de una democracia genuinamente liberal. El mercado garantiza la coordinacin de las decisiones de productores y consumidores sin necesidad de autoridad central. La poltica como sistema de toma de decisiones gubernamentales ser siempre un sistema de decisin imperfecto en comparacin con el mercado. Por tanto la poltica deber ser reducida al mnimo.

Como ya se ha expuesto, sin embargo, las causas de expansin del gobierno burocrtico va ms all de lo sealado en el anlisis de Hayek. En primer lugar la idea de que la sociedad podra llegar a ser un mundo en que productores y consumidores se encuentren en igualdad de condiciones parece cuanto menos irreal. No es slo que la economa de mercado reproduzca las desigualdades y asimetras de poder y recursos sino que los propios gobiernos democrticos liberales las apoyan y refuerzan. No vivimos en un mundo donde puede sostenerse fcilmente la idea de que los mercados son mecanismos libres, sensibles a las elecciones colectivas.

La estrategia de la ND para hacer retroceder al estado tiene ciertamente apoyos, en parte por su capacidad para movilizar la desconfianza y insatisfaccin respecto de muchas instituciones. No significa que todo el desengao se identifique con posiciones neoliberales, en realidad se da ms insatisfaccin entre los grupos de renta ms bajos y las mujeres. La ND ha logrado hacer de la insatisfaccin un capital poltico afirmando que es el resultado natural de la democracia de masas, en general, y de las polticas socialistas en particular.

Si bien algunos partidos socialdemcratas se han visto superados en su estrategia por este ataque, no es muy probable que sta funciones a largo plazo. En la medida en que alterar los lmites del estado signifique alterar el mbito de las fuerzas del mercado y recortar los servicios que ofrecen proteccin a los vulnerable las dificultades a las que se enfrentan los ms pobres se exacerban.

La apelacin a la libertad de Nozick y Hayek no deja de ser muy limitada. Al definir toda cuestin relacionada con la redistribucin como ilegtima para el anlisis poltico se erradica el mbito de cuestiones que pueden ser abordadas por la consideracin democrtica. En un mundo lleno de desigualdades es difcil imaginar como podra realizarse esa libertad si no se tienen en cuenta las mltiples caras de la cuestin. Neomarxistas y feministas le han recriminado a la doctrina liberal la equiparacin del disfrute de la libertad con el disfrute de igualdad ante la ley, sin tener en cuenta que disfrutar de libertad es tener tambin las capacidades y recursos para poder llevar a cabo distintas lneas de accin.

Participacin, libertad y democracia

La ND no es la nica tradicin que se pretende heredera del vocabulario de la libertad. Desde finales de los 70 la Nueva Izquierda ha desarrollado sus propias demandas profundas de este lxico.

La NI est constituida de ms de una rama de pensamiento poltico tomando ideas de Rousseau, anarquistas y de las posturas marxistas libertarias y pluralistas. Para exponer su pensamiento nos basaremos en dos autores, Paterman y Macpherson, que si bien no tienen las mismas posturas si comparten puntos de partida y compromisos comunes, juntos representan un nuevo modelo de democracia emergente: la democracia participativa. sta es el contramodelo principal de la izquierda a la democracia legal de la derecha.

El modelo de la NI no se desarroll como contraste al de la ND, sin embargo su presencia en los aos recientes si que ha agudizado las posturas de la NI surgiendo sta ltima como resultado de los trastornos polticos de finales de los 70, de los debates internos de la izquierda y de la insatisfaccin con la herencia de la teora poltica, liberal y marxista.

La NI cuestiona la idea de que en las democracias liberales contemporneas los individuos sean libres e iguales. Si bien la existencia formal de ciertos derechos es importante no tienen mucho valor si no se pueden disfrutar genuinamente. La valoracin de la libertad slo es posible en base a libertades tangibles que puedan ejercerse en el reino del estado y la sociedad civil.

Los liberales han ignorado con frecuencia esas cuestiones con la excepcin de los tericos de la democracia desarrollista que sin embargo tampoco exploran de forma sistemtica la forma en que las asimetras de poder y recursos afectan al significado de libertad e igualdad en las relaciones diarias. Si esa investigacin se llevara a cabo se pondra de manifiesto que grandes masas de individuos ven sistemticamente limitada su participacin activa en la vida poltica y social. Las desigualdades de sexo, raza y clase descalifican la afirmacin sobre la libertad y la igualdad de los individuos.

Para Paterman la propia afirmacin del liberalismo que separa sociedad civil y estado es defectuosa, si el estado est inmerso en las asociaciones y las prcticas de la vida cotidiana es difcil comprender como puede ser una autoridad independiente y un poder imparcial. En opinin de Paterman el estado est comprometido y atrapado en el mantenimiento y la reproduccin de las desigualdades de la vida cotidiana y por tanto es cuestionable la base de la afirmacin de esa lealtad distintiva.

Si el estado no es ni independiente ni imparcial en relacin a la sociedad, entonces los ciudadanos no pueden ser tratados como libres e iguales. Si lo pblico y lo privado estn interrelacionados, las elecciones sern siempre mecanismos insuficientes para garantizar la responsabilidad de las fuerzas realmente implicadas en el proceso de gobierno.

En este escenario la forma que debera adoptar el control democrtico y el mbito que deberan tener las decisiones democrticas, sin embargo los pensadores de la NI ven dificultades fundamentales en la ortodoxia marxista como respuesta y por tanto intentan desarrollar una postura que ms all de la oposicin rgida liberalismo-marxismo. Para estos pensadores la creencia de Marx y Lineen de que las instituciones de la democracia representativa pueden ser simplemente suprimidas por organizaciones de la democracia de masas es errnea.

La relacin entre el pensamiento socialista y las instituciones democrticas debe ser reconsiderada a la luz del a realidad del socialismo en Europa oriental y de la bancarrota moral de la visin socialdemcrata de la reforma. El estado ha crecido en tamao y poder minando la visin que la poltica socialdemcrata pudo tener alguna vez. Cul es entonces el camino a seguir? La NI seala dos conjuntos de cambios considerados vitales para la transformacin de la poltica tanto en occidente como en el este: el estado debe ser democratizado, haciendo al parlamento, a las burocracias estatales y a los partidos polticos ms accesibles y responsables, al tiempo que nuevas formas de lucha a nivel local (movimientos feministas, ecologista) garanticen que la sociedad, al igual que el estado, se democratice, esto es, que quedan sujetos a procedimientos que garantizan su responsabilidad.

La postura de Macpherson es ampliamente compatible con estas ideas con un mayor hincapi en el concepto de democracia participativa. Macpherson da a las posturas de J.S. Mill y un giro ms radical y sostiene que la libertad y el desarrollo individual solo pueden alcanzarse plenamente con la participacin directa y continua de los ciudadanos en la regulacin de la sociedad y del estado.

Admite que los problemas que plantea la coordinacin de comunidades a gran escala son considerables pero de ello no deduce que la sociedad y el sistema de gobierno no puedan ser transformados. Aboga por una transformacin basada en un sistema que combine partidos competitivos y organizaciones de democracia directa. El sistema de partidos debe reorganizarse con principios menos jerrquicos que hagan a administradores y dirigentes polticos ms responsables ante el personal de las organizaciones que representan. Se creara una base para la democracia participativa si los partidos se democratizaran de acuerdo con principios y procedimientos de democracia directa. Tan slo este sistema poltico realizara plenamente el valor democrtico liberal del derecho igual para todos al autodesarrollo.

No es Macpherson sino Paterman quien aborda la propuesta para extender la esfera de la participacin democrtica. La democracia participativa fomenta el desarrollo humano y debe conseguirse que la democracia cuente en la vida de las personas y que se extienda el control democrtico a aquellas instituciones en las que la mayora de las personas pasan su vida. Si las personas saben que existen oportunidades para una participacin efectiva en la toma de decisiones es probable que crean que la participacin merece la pena, que participen ms activamente y que defiendan la idea de que las decisiones colectivas han de ser obligatorias. La estructura del mundo corporativo moderno convierte en esencial que los derechos polticos de los ciudadanos se complementen, en la esfera comunitaria y laboral, con un conjunto similar de derechos.

No significa ello para Paterman que las instituciones de la democracia se puedan extender a todos los dominios polticos y sociales rechazado las instituciones de democracia representativa. Tampoco piensa que la plena igualdad y libertad pueda darse en la autodireccin de todas las esferas. Habr que adoptar mecanismos democrticos en todas las instituciones sociales clave pero an as se darn problemas de distribucin de recursos, dificultades para coordinar las decisiones, presiones de tiempo, diferencias de opinin, intereses y problemas para reconciliar los requisitos de la democracia con otros fines importantes: eficacia y liderazgo. Paterman tambin seala su duda ante un hipottico inters del ciudadano medio en todas las decisiones adoptadas a nivel nacional (algo que s ocurrira en las que le tocaran ms de cerca). Por tanto aunque las formas de participacin directa son relevantes en mbitos como el lugar de trabajo no podemos eludir que en el mbito nacional el papel del ciudadano ser muy restringido.

En una sociedad participativa muchos de las instituciones centrales de la democracia liberal (partidos, representantes, elecciones) sern elementos ineludibles. La participacin directa y el control sobre los escenarios inmediatos, junto con la competencia entre partidos y grupos de inters en las cuestiones gubernamentales, es la forma ms realista de avanzar los principios de la democracia participativa.

Las concesiones al elitismo competitivo no debe ser malinterpretadas. En primer lugar en las condiciones modernas slo si el individuo tiene la oportunidad de participar directamente a nivel local en la toma de decisiones se lograr algn control real sobre el transcurrir de la vida cotidiana. Por otra parte la oportunidad de participar de forma extensa en reas como el trabajo alterara radicalmente el contexto de la poltica nacional. En tercer lugar la estructura exacta de la sociedad participativa debe mantenerse abierta y fluida. La sociedad participativa debe ser una sociedad experimental que nace de una reforma radical de las rgidas estructuras actuales. Se puede mantener el ideal clsico de la libertad como autogobierno pero se deben revisar a fondo sus implicaciones institucionales.

Al hablar de la ND se puso duda que representara un futuro plausible. Ocurre lo mismo con los planteamientos de la nueva izquierda? El modelo de la NI articula algunas preocupaciones fundamentales de una gran variedad de movimientos sociales que presionan actualmente a favor de una sociedad ms participativa. Sin embargo deja en el tintero muchas cuestiones importantes.

Macpherson y Paterman han intentado combinar y reformar las ideas y tradiciones liberales y marxistas. Pese a ello dicen muy poco acerca de factores fundamentales como, por ejemplo, cmo organizar en realidad la economa y como relacionarla con el aparato poltico, como combinar las instituciones de la democracia representativa con las de la directa, cmo controlar el mbito y el poder de las organizaciones administrativas. Se eluden las cuestiones de cmo materializar su modelo. Estos pensadores tienden a asumir que en general las personas quieren expandir el margen de control sobre sus vidas, algo que habra que demostrar y estudiar en todas sus posibilidades. Son cuestiones importantes para la democracia participativa porque se trata de una versin de la teora de la democracia que defiende no slo un conjunto de procedimientos sino tambin una forma de vida.

Se les critica que traten de resolver de forma prematura las relaciones complejas entre libertad individual, cuestiones distributivas y procesos democrticos. Y es precisamente en esa crtica donde la ND es ms convincente. Debe haber lmites al poder del demos, pueden existir lneas directrices constitucionales. En caso de respuesta afirmativa la ND reconoce tensiones entre la libertad individual, el proceso colectivo de toma de decisiones y las instituciones y procesos democrticos. Al hacer de la democracia a todos los niveles su primer objetivo la NI han confiado en la razn democrtica que conducir a decisiones sabias y justas. Y como sabemos desde Platn hasta Hayek se han sugerido buenas razones para cuestionar que sea as. Fue precisamente en torno a estas cuestiones que la ND gener su capital poltico al reconocer directamente los resultados inciertos de la poltica democrtica. Al destacar que la democracia puede llevar a la burocracia, los trmites y el papeleo, a la excesiva vigilancia y a la violacin de las opiniones individuales tocaron la fibra sensible de aquellos con experiencia real con el contacto rutinario de ciertas ramas del estado moderno. La ND ha contribuido a la discusin sobre los lmites deseables de la regulacin colectiva.

Pueden los individuos ser libres e iguales y disfrutar de las mismas oportunidades para participar en la determinacin de una estructura que gobierna sus vidas, sin abandonar por ello a los resultados inciertos de un proceso democrtico importantes aspectos de la libertad individual y cuestiones distributivas. Antes de responder a ello cabe analizar la influencia de la cada del comunismo sovitico en la teora y en la prctica democrtica.

(HELD, Modelos de democracia, cap. 8, pgs. 293-318)LA NUEVA POLARIZACIN DE LOS IDEALES DEMOCRTICOS

La democracia tras el hundimiento

Las revoluciones que sacudieron Europa central y del este a finales de 1989 y principios de 1990 despertaron grandes ilusiones. La democracia liberal fue celebrada como agente de progreso y el capitalismo como nico sistema econmico viable. Seguidamente se van a explorar los significados de esas transformaciones que tras su inicio en 1989-90 se acelerarn tras los acontecimientos de agosto de 1991 en Rusia (reaccin popular contra el intento de golpe de estado).

Ha vencido la democracia occidental? Ha terminado el conflicto ideolgico?.

Antecedentes histricos. El triunfo del liberalismo econmico y poltico

Tras la derrota de los EUA en la guerra del Vietnam y la aparicin del desafo econmico japons, los crculos polticos estadounidenses ve vieron invadidos por cierto pesimismo, reforzado por la aparicin de textos como After Hegemony y The Rise and Fall of the Great Powers que planteaban la relativa decadencia del poder estadounidense y analizaban sus consecuencias para la poltica mundial y la economa poltica haciendo saltar la alarma sobre el futuro de los EUA y las consecuencias de su declive para la seguridad y estabilidad en occidente. No se prevea que a finales de los 80 deberan ser reconsideradas a la luz del declive del comunismo sovitico.

La publicacin de los ensayos de Francis Fukuyama El fin de la historia y A reply to my critics A reply to my critics y la aparicin posterior de El fin de la historia y el ltimo hombre proporcion el contrapunto tranquilizador ante el ocaso de la hegemona estadounidense y con su tono firme y confiado ayud a restaurar la fe en la supremaca de los valores occidentales. Fukuyama celebraba el triunfo de occidente sino tambin el fin de la historia como tal: el punto final de la evolucin ideolgica de la humanidad y la universalizacin de la democracia liberal occidental como forma final de gobierno humano. Fue objeto de numerosas crticas pero la mayora de los comentaristas parecan coincidir en que su tesis principal (inexistencia actual de competidores al liberalismo econmico y poltico en un mundo ideolgicamente definido por el mercado) era difcil de refutar.

Las afirmaciones de Fukuyama remiten al debate sobre el fin de las ideologas de los 50-60s centrado en el declive del marxismo en occidente y en el grado de intervencin del gobierno, la tesis de Fukuyama va muchos ms all planteando cuatro vertientes principales:

1- se insiste en los conflictos de ideologas como motor de la historia. Fukuyama entiende la historia como una sucesin de estadios de conciencia e ideologas (entendidas como sistemas de creencias polticas que encierran puntos diferenciados sobre los principios bsicos del orden social). La secuencia representa un camino progresivo y premeditado en el desarrollo humano desde las ideologas particularistas y esenciales, como las que respaldan a monarquas y aristocracias, hasta la de carcter ms universal. Para Fukuyama en la era moderna se alcanza la fase final de ese desarrollo.

2- Se llega al fin de la historia porque el conflicto ideolgico est virtualmente agotado. El liberalismo es la ltima ideologa victoriosa. Segn Fukuyama se ha alcanzado un notable consenso mundial respecto a la legitimidad y viabilidad de la democracia liberal. Los adversarios del liberalismo en el siglo XX, comunismo y fascismo, han fracasado, y en cuanto a los rivales contemporneos, movimientos religiosos o nacionalistas, opina que solo articulan ideologas parciales o incompletas defendiendo creencias que no pueden sustraerse del apoyo de otras ideologas.

3- El fin de la historia no debera identificarse con el fin de todo conflicto. Existe el peligro de una progresiva bifurcacin del mundo, sobre todo entre quienes viven en sociedades liberarles posthistricas y el resto del mundo. La bifurcacin puede generar luchas intensas y violentas, pero ninguna de ellas conducir, para Fukuyama, a una idea sistemticamente nueva de la justicia social y poltica que pueda desplazar o sustituir al liberalismo.

4- Para Fukuyama el fin de la historia ser un momento triste dado que ya no se darn ms saltos audaces de la imaginacin humana y la poltica se convertir en una extensin de los procesos reguladores de los mercados.

La revolucin democrtica liberal y la revolucin capitalista son la etapa final de una pauta perfectamente definida de evolucin histrica.

Sus textos se cuentan entre los clave de nuestra poca ofreciendo una justificacin de muchos de los tpicos en que incurrieron los principales gobiernos occidentales en los 80. Refuerzan el mensaje de la ND neoliberal que proclamaba la muerte del socialismo y converta al mercado y al estado mnimo en protagonistas del nico futuro viable y legtimo. Sin embargo sus argumentos encontraron eco ms all de la ND. Un amplio espectro de la opinin pblica le fue difcil no tener en cuenta su mensaje poltico general. Pese a ello se pueden realizar serias objeciones a sus tesis.

El liberalismo no puede ser tratado solo como una unidad. Existen diversas tradiciones liberales que encarnan diferentes concepciones acerca de la accin individual, la autonoma, los derechos y los deberes del individuo y la forma adecuada de comunidad poltica. Fukuyama no analiza las diferencias del liberalismo ni proporciona argumentos sobre como elegir entre ellas.

Tampoco analiza la existencia de tensiones o contradicciones entre los componentes liberales y democrticos de la democracia liberal, esto es entre la preocupacin liberal por los derechos individuales y el inters democrtico en regular la accin individual y colectiva con responsabilidad pblica. Las propias democracias liberales han cristalizado en diversas tipologas institucionales diferentes (modelo federal y de Westminster) que convierten necesariamente en vago cualquier llamamiento a una concepcin liberal de la vida pblica. Fukuyama elude el anlisis del significado pleno de la democracia y de sus posibles variantes.

Su defensa de los principios del liberalismo econmico y del mercado suscitan asimismo interrogantes. Entiende los mercados como mecanismo de coordinacin, evitando preguntarse en que medida esas relaciones de mercado son en s mismas relaciones de poder que puede constreir y limitar los procesos democrticos. No se pregunta si las asimetras en los ingresos y oportunidades son fruto de esas mismas relaciones de mercado y no examina si la libertad para acumular recursos ilimitadamente es un desafo para la libertad poltica del ciudadano y para su participacin igualitaria ignorando una de las principales amenazas a la libertad en el mundo contemporneo.

Esas asimetras y desigualdades pueden generar diferencias de inters que pueden desatar conflictos de valores, principios y creencias. Fukuyama subestima el potencial de enfrentamiento entre diferentes interpretaciones ideolgicas de la naturaleza del sistema econmico y de las alternativas deseables de organizacin econmica. No est claro que el actual sistema econmico sea compatible con la propia preocupacin liberal de tratar a todas las personas como seres libres e iguales. Un liberalismo que no se plantee esa compatibilidad se enfrentar a renovadas crticas ya que sigue existiendo una demanda de un orden poltico ms justo y ms seguro.

Finalmente su argumentacin sobre las fuentes potenciales de conflicto es dbil. Su intento de explicar la persistencia del nacionalismo y los movimientos religiosos no es convincente. Por ejemplo desestima al Islam por no ser capaz de generar un atractivo universal sin embargo si se aplica el mismo razonamiento al liberalismo tambin debera desestimarse por que su mbito de influencia dista mucho de ser universal. Adems tampoco se presta atencin a fuentes del debate poltico contemporneas ms fructferas como el feminismo y el ecologismo.

Sus afirmaciones son poco convincentes. No podemos descartar la posible aparicin de nuevas ortodoxias doctrinales susceptibles de movilizar a las masas, capaces de legitimar nuevos regmenes benevolentes o autoritarios. Una de las lecciones del siglo XX debera ser precisamente esta: la historia no est cerrada y el progreso humano sigue siendo un logro frgil.

Una necesidad renovada del marxismo y la democracia de base?

La teora general, clsica y contempornea, asume la necesidad de proceder a un riguroso examen de las relaciones entre hombres y mujeres, clases, razas, etnias, con objeto de saber si las libertades formalmente reconocidas se dan en la prctica. Si ese anlisis se realiza seriamente hay que concluir que existen muchas personas que son excluidas sistemticamente mediante una compleja combinacin de falta de recursos y oportunidades vitales, de la participacin activa en los asuntos polticos y civiles.

En base a estos argumentos Alex Callinicos, destacado defensor del marxismo clsico, afirma que la democracia liberal ha incumplido sus promesas: participacin poltica, gobierno responsable y libertad de protesta y reforma. La democracia liberal tal y como la entendemos ha fracasado y se caracteriza por una ciudadana pasiva, por la erosin y el desplazamiento de las instituciones parlamentarias por centros de poder no elegidos (expansin autoridad burocrtica por ejemplo) y por las importantes limitaciones estructurales a la accin del estado y a la posibilidad de reforma asistemtica del capitalismo.

Callinicos propone defender y reafirmar la tradicin clsica marxista y en particular el modelo de democracia directa arguyendo que la verdadera democracia slo puede venir de la base, de la propia actividad de la clase trabajadora. Una solucin que para l puede hallarse en los textos de Marx. El estalinismo supuso la negacin del socialismo constituyendo una fuerza contrarrevolucionaria que cre un rgimen antidemocrtico de capitalismo de estado donde la burocracia estatal obtena plusvalas y regulaba la acumulacin de capital. El estalinismo impidi el desarrollo de la democracia obrera radical instaurada en la URRS en octubre de 1917. El colapso del estalinismo en 1989 no puede interpretarse como una derrota del marxismo clsico ya que lo que se ha derrotado ha sido la distorsin autoritaria de ese marxismo. Y la victoria de 1989 no ha correspondido a la democracia sino al capitalismo. Las revoluciones en el este de Europa han provocado la reorganizacin de las clases dominantes que permite a las lites tcnicas y burocrticas de Europa oriental integrar plenamente sus economas en el mercado mundial y contribuir a la transicin desde el capitalismo de estado hasta un capitalismo globalmente integrado.

Callinicos rechaza la ecuacin marxismo=lenisnismo=estalinismo, sealando adems que en la teora marxista clsica existen elementos que proporcionan la base para entender la desaparicin del estalinismo.

1- En la obra de Marx se ofrece un discurso sobre las transformaciones histricas basado en el conflicto subyacente entre las relaciones y las fuerzas de produccin y entre las clases que actan como mediadoras e intensifican tal conflicto.

2- En la tradicin trotskysta podemos encontrar una base para comprender la naturaleza especfica de la evolucin del estalinismo.

3- Al definir un proyecto de emancipacin humana, el marxismo clsico ofrece alternativa a los actuales regmenes basados en el conflicto de clases. La defensa de una concepcin del socialismo como autoemancipacin de la clase trabajadora implica la existencia de un movimiento independiente y autoconsciente de la inmensa mayora en inters de la inmensa mayora. Se trata de la idea del socialismo desde la base opuesta a la forma de gobierno que prevaleci en la URSS y el bloque del este como a las democracias mutiladas de occidente. Ni el socialismo de estado ni la democracia liberal pueden ofrecer un programa poltico que libere los poderes del demos.

Para Callinicos nuestra poca se define por un nico sistema unificado marcado por la explotacin y la desigualdad, el verdadero capitalismo actual se caracteriza por la concentracin y centralizacin del poder econmico, por el crecimiento de las corporaciones ms all del control de las naciones-estado, por las crisis cclicas que implican superproduccin, anarqua y derroche, por la pobreza y las diferencias de oportunidades y por la aparicin de los efectos secundarios de la acumulacin capitalista incontrolada.

Es el momento de retomar el proyecto marxista clsico. En la tradicin liberal del XIX y XX la poltica se identifica con el mbito del gobierno y la relacin del ciudadano con dicho mbito. Sin embargo este planteamiento excluye un amplio dominio de aspecto fundamentales para la poltica. El marxismo ha estado siempre en la vanguardia de la crtica de esta posicin manteniendo que el liberalismo ha despolitizado la fuente bsica del poder contemporneo: la propiedad privada de los medios de produccin. Sin embargo el planteamiento contrario, aquel que interpreta la poltica en funcin de la economa y rechaza la realidad de la poltica como actividad sui generis, tiende a marginar o excluir de la poltica todo aquello que no est relacionado con la lucha de clases.

El principal problema de la postura de Callinicos se refiere a los interrogantes que aparecen al caracterizar al orden capitalista como una totalidad que abarca a todos los aspectos de la vida. Algunos elementos del orden institucional (sistema de estados moderno o el principio representativo) y algunos tipos de relacin social (desigualdades de gnero o discriminacin racial) existan antes del advenimiento del capitalismo moderno y han mantenido funciones caractersticas en la formacin y estructuracin de la poltica. Por ello los concepto de modo de produccin y anlisis de clase resultan muy restrictivos.

Por otra parte si no todos los conflictos de inters pueden reducirse a las clases y si las diferencias de opinin pueden ser producto de una diversidad de interpretaciones y posiciones sociales entonces es importante crear un espacio institucional para la generalizacin y el debate de estrategias y programas polticos alternativos, como intentaron hacer muchos de los movimientos sociales del centro y del este de Europa desde 1989. La poltica implica debate y negociacin en relacin con la accin pblica y ambos no pueden producirse de acuerdo con criterios absolutamente imparciales ya que estos no existen. Por tanto es necesario especificar e idear la forma y naturaleza de las instituciones representativas y democrticas ya que si no podrn delimitarse las esferas de la deliberacin pblica y la toma de decisiones. El marxismo ha subestimado el inters liberal por asegurar la libertad de crtica y de accin, de eleccin y diversidad, frente al poder poltico. Aqul sin embargo no ha tenido suficientemente en cuenta la cuestin de cmo deben interpretarse, articularse y alimentarse las diferencias individuales.

Callinicos cree que bajo el comunismo las diferencias individuales seguiran existiendo conflictos sociales aunque sean de menor intensidad por que no existir ni pobreza ni desigualdad y podrn resolverse con mayor facilidad.

Al igual que ocurre con Fukuyama, el discurso de Callinicos, proyecta una conclusin poltica, el final de las profundas diferencias de inters e interpretacin, diferencias que pueden provenir del nacionalismo, la religin, movimientos sociales como el feminismo y una amplia gama de fuentes distintas. No basta con dar carpetazo a todos estos problemas y desafos apelando a su resolucin a travs de la expansin de los mecanismos revolucionarios de autogestin democrtica.

El marxismo ha malinterpretado la preocupacin liberal y liberaldemocrtica por la forma y los lmites del poder del estado, una interpretacin que determina la manera de concebir la poltica, la democracia y la naturaleza de lo pblico. La tesis de que lo que fracas en la URSS fue nicamente el estalinismo o el rgimen de capitalismo de estado es muy problemtica. El programa del socialismo administrado por el estado perdi su enorme atractivo precisamente porqu fue incapaz de reconocer la forma y los lmites deseables de la accin del estado, como han sealado liberales y neoliberales.

La crisis del socialismo va mucho ms all de la crisis del estalinismo. La relacin entre socialismo y democracia debe replantearse.

Resumen: la cuestin del bien poltico

Las diferentes interpretaciones de las revoluciones y su impacto en el mundo contemporneo reflejan al menos un hecho: que la historia no ha llegado a su fin y las ideologas no han muerto. El liberalismo y el marxismo siguen siendo tradiciones activas. Si bien el primero se encuentra en auge, el segundo no est agotado. Ambas tradiciones presentan asimismo carencias en aspectos importantes.

Entre ello se cuenta la preocupacin sobre cmo concebir el significado del bien poltico, o cmo definir la buena vida en poltica contempornea.

Para Fukuyama la buena vida es el resultado de la progresiva reestructuracin del mundo moderno sobre principios liberales. La vida poltica, al igual que la econmica, es un asunto de libertad y cuanto ms se aproxima a ese estado, ms puede considerarse que se ha logrado el bien poltico. El individuo es libre e igual slo en la medida en que puede perseguir las metas que elige y sus intereses personales. Existe justicia equitativa para todos si se respetan ciertos derechos o libertades y si todos los ciudadanos son considerados iguales ante la ley.

Callinicos y lo marxistas clsicos, por el contrario, defienden la conveniencia de ciertas metas o medios colectivos y sociales. La igualdad, la libertad y la justicia no pueden lograrse en un mundo dominado por la propiedad privada y la economa capitalista; esos ideales slo se pueden alcanzar mediante luchas que aseguren la socializacin de los medios de produccin.

Las revoluciones del centro y este de Europa situaron la democracia en la vanguardia de la poltica de todo el mundo tanto Fukuyama como Callinicos siguen considerando errneamente a la propia naturaleza de la democracia. En los escritos polticos de Fukuyama la democracia est eclipsada por la afirmacin de las doctrinas polticas, econmica y ticas individualistas. Para Callinicos las categoras de clase, conflicto de clase y produccin desplazan la necesidad de un anlisis riguroso de la democracia.

La democracia confiere un aura de legitimidad a la vida poltica moderna. Sin embargo, sigue sin estar claro bajo qu condiciones los regmenes son legtimos y cuando pueden recabar para s el ttulo sancionador de la democracia.

(HELD, Modelos de democracia, cap. 9, pgs. 321-359)QU DEBERA SIGNIFICAR HOY EN DA LA DEMOCRACIA?

La disputa sobre el significado contemporneo de democracia ha generado una extraordinaria diversidad de modelos: desde las visiones tecnocrticas del gobierno hasta concepciones de la vida social, caracterizadas por una extensa participacin poltica.

Existen varias razones que explican por qu es importante una valoracin crtica de los modelos de democracia existentes y la bsqueda de posturas alternativas. En primer lugar, no podemos escapar a la poltica, nuestras actividades presuponen un determinado marco de estado y sociedad, que de hecho nos dirige. En segundo lugar, la poltica se asocia con frecuencia con el comportamiento egosta, la hipocresa y la actividad de relaciones pblicas. En tercer lugar, el escepticismo y el cinismo respecto a la poltica no son inevitables. Estableciendo la credibilidad y viabilidad de modelos alternativos y mostrando cmo se pueden relacionar con las dificultades sistemticas que ocurren y se repiten en el mundo social y poltico, se establece una oportunidad para superar la desconfianza en la poltica. En cuarto lugar, no podemos estar satisfechos con los modelos de poltica democrtica existentes.

Algo hay que aprender de cada una de las tradiciones del pensamiento poltico. El enfoque de Held implica un intento de reconceptualizar una nocin clave, comn a un nmero de ramas del pensamiento poltico, y de mostrar cmo aspectos de estas perspectivas pueden y deben ser integradas en un planteamiento alternativo.

El principio de autonoma

Los pensadores de la ND han unido en general los objetivos de libertad e igualdad a doctrinas polticas, econmicas y ticas individualistas. La justicia equitativa puede mantenerse entre los individuos si se respetan los derechos y libertades que corresponden a los individuos y si todos los ciudadanos son tratados de igual forma ante la ley. De acuerdo con esta perspectiva, el estado moderno debera defender el imperio de la ley con el fin de proteger y nutrir la libertad individual. Este ha sido, desde Locke, un principio central del liberalismo: el estado existe para salvaguardar los derechos y libertades de los ciudadanos que son, en ltimo trmino, los mejores jueces de sus propios intereses. El estado debe estar restringido en cuanto a su mbito y limitado en cuanto a su prctica para asegurar el mximo de libertad posible a cada ciudadano.

Por el contrario, los pensadores de la NI han defendido la conveniencia de ciertos medios y fines sociales o colectivos. Para ellos la igualdad, la libertad y la justicia no pueden alcanzarse en un mundo dominado por la propiedad privada y la economa capitalista. Estos ideales nicamente pueden realizarse mediante luchas que garanticen que la sociedad, al igual que el estado, se democratice. Si bien los pensadores de la NI difieren en muchos aspectos de los marxistas, s que comparten la preocupacin por descubrir las condiciones en las que el libre desarrollo de cada uno es compatible con el de todos.

Las posturas de la ND y de la NI son radicalmente diferentes. Resulta por tanto paradjico sealar que comparten la idea de reducir el poder arbitrario y la capacidad reguladora al mnimo posible. Ambas corrientes critican de distinta forma el carcter burocrtico, desigual y a menudo represivo de gran parte de la accin estatal. Adems, ambas estn interesadas en las condiciones polticas, sociales y econmicas para el desarrollo de las capacidades, deseos e intereses de las personas.

La bsqueda de estas tradiciones refleja una preocupacin por:

1. La creacin de las mejores circunstancias para que todos los seres humanos desarrollen su naturaleza y expresen sus distintas cualidades.

2. La proteccin frente al uso arbitrario de la autoridad poltica y del poder coercitivo.

3. La participacin de los ciudadanos en la determinacin de las condiciones de su asociacin.

4. La expansin de las oportunidades econmicas para maximizar los recursos disponibles.

El concepto de autonoma o independencia rene estas aspiraciones. La autonoma connota la capacidad de los seres humanos de razonar y de ser reflexivos, implica cierta habilidad para deliberar, juzgar, escoger y actuar entre los distintos cursos de accin. La ruptura de la visin del mundo del medioevo propici el surgimiento de una nueva preocupacin por la naturaleza y los lmites de la autoridad, ley, derechos y deberes polticos.

El liberalismo propuso la sugestiva visin de que los individuos eran libres e iguales. El desarrollo de esferas de accin autnomas en cuestiones sociales, polticas y econmicas se convirti en la caracterstica central de lo que significaba disfrutar de libertad e igualdad. El liberalismo se preocup sobremanera de descubrir las condiciones en las que los individuos pueden determinar y regular la estructura de su propia asociacin, compartiendo esta preocupacin con figuras como Rousseau o Marx.

El principio de autonoma puede formularse as: los individuos deberan ser libres e iguales para determinar las condiciones de su propia vida; es decir, deberan disfrutar de los mismos derechos y obligaciones en la especificacin del marco que genera y limita las oportunidades disponibles para ellos, siempre y cuando no utilicen este marco para negar los derechos a otros.

Los liberales, desde Locke a Hayek, han defendido una proteccin explcita de los derechos fundamentales como base de un gobierno constitucional. Los liberales se han comprometido con una concepcin del individuo como libre e igual y con la necesidad de arreglos institucionales para proteger su posicin, comprometindose con una versin del principio de autonoma.

Podran los tericos marxistas (ortodoxos o no) y de la NI suscribir el principio de autonoma? En principio, no. Claro est que desde las posturas de la izquierda se ha cado frecuentemente en la anticipacin de un futuro incierto. Marx presupone que la sociedad comunista ser capaz de protegerse contra todos aquellos que deseen volver a la propiedad privada de los medios de produccin y del poder de adoptar decisiones. En pensadores de la NI (Poulantzas, Macpherson), la idea es similar, aunque poco desarrollada. Una concepcin del principio de autonoma es un presupuesto ineludible, finalmente, de los modelos democrticos radicales.

El principio de autonoma debe ser considerado como una premisa esencial del liberalismo y del marxismo y de sus distintas ramas contemporneas. Cierto es que aunque le den prioridad, liberales y marxistas difieren de forma radical acerca de cmo garantizarla e interpretarla.

La concrecin de esas condiciones de aplicacin deviene una cuestin vital puesto que los principios filosficos deben derivar en instituciones sociales y arreglos polticos. Tanto la tradicin liberal como la marxista pueden contribuir a desarrollar una comprensin adecuada de las condiciones de aplicacin del principio de autonoma.

Las condiciones para la aplicacin del principio de autonoma slo pueden ser adecuadamente especificadas: a) tomando aspectos tanto del liberalismo como del marxismo; y b) apreciando las limitaciones de ambas posturas de conjunto.

La aplicacin del principio

LIBERALISMOMARXISMO

Escepticismo respecto al poder del estado Hostilidad a la concentracin de poder econmico

Separacin Estado-sociedad civilTransformacin de la sociedad civil

Estado= estructura legal e impersonal de poderEl estado debe ser autnomo del capitalismo

Centralidad del constitucionalismo (igualdad

ante la ley y libertades)Transformacin de la rgida divisin social y

tcnica del trabajo

Proteccin para la autonoma e iniciativa

individualLa autonoma de los ciudadanos es el fundamento

de la libertad

Importancia de los mercados como coordinado-

res de los productores y consumidoresPara atender las necesidades generales, la plani-

ficacin econmica debe ser pblica

Existen buenas razones para tomar en serio algunos de los argumentos centrales tanto del liberalismo como del marxismo. El principio de autonoma slo puede concebirse adecuadamente si se adopta este enfoque algo eclctico. Es importante apreciar que el escepticismo del liberalismo respecto al poder poltico y el escepticismo marxista respecto al poder econmico se complementan.

El ansia del liberalismo por crear un estado democrtico soberano est radicalmente comprometida con la realidad del llamado libre mercado, la estructura y los imperativos del sistema de acumulacin privada de capital. Si el fracaso fundamental del liberalismo es ver los mercados como mecanismos de coordinacin desprovistos de poder, el fracaso del marxismo es la reduccin del poder poltico al poder econmico.

Por consiguiente, la concepcin liberal de la naturaleza de los mercados y del poder econmico debe ser rechazada, al tiempo que la concepcin marxista de la naturaleza de la democracia debe ser severamente cuestionada. En general, estas dos tradiciones no han logrado explorar los obstculos a una participacin plena en la vida democrtica, a excepcin de los impuestos. Las races de esta dificultad residen en una estrecha concepcin de lo poltico.

Esta concepcin estrecha tanto en el liberalismo como en el marxismo ha supuesto la ocultacin a la vista de las condiciones clave para la realizacin del principio de autonoma: las condiciones que conciernen a los lmites necesarios a la propiedad privada de los medios de produccin, si no se quiere que los resultados democrticos estn sistemticamente sesgados en beneficio de los econmicamente poderosos y los cambios necesarios en la organizacin del trabajo domstico, si se quiere que la mujer disfrute de libertad e igualdad.

La poltica tiene que ver con el poder, con la capacidad de los agentes e instituciones sociales para mantener o transformar su medio, social o fsico. La poltica es un fenmeno que se encuentra en todos y entre todos los grupos, instituciones y sociedades, que atraviesa la vida pblica y privada. La poltica crea y condiciona todos los aspectos de nuestras vidas y es el centro del desarrollo de los problemas en la sociedad y de los modos colectivos de resolverlos.

Si se concibe la poltica de esta forma, entonces la concrecin de las condiciones para la aplicacin del principio de autonoma equivale a la concrecin de las condiciones para la participacin de los ciudadanos en las decisiones sobre cuestiones que son importantes para ellos. Por lo tanto, es necesario esforzarse por conseguir un estado de cosas en el que la vida poltica (organizada democrticamente) sea, en principio, una parte central de la vida de todas las personas.

La herencia de las teoras clsica y contempornea de la democracia

Para poder realizar el principio de autonoma, ser precisa la creacin de un sistema colectivo de toma de decisiones que permita una participacin extensa de los ciudadanos en las cuestiones pblicas. Dahl seala la necesidad de los siguientes criterios: 1) votos iguales; 2) participacin efectiva; 3) Comprensin bien informada; 4) control final del demos sobre la agenda; y 5) un demos comprensivo.

Si no se establece el derecho a un voto igual entonces no habr un mecanismo que tenga en cuenta de forma equitativa y proporcione un procedimiento de decisin. Si los ciudadanos no son capaces de disfrutar de las condiciones de una participacin efectiva y una comprensin ilustrada, es imposible que se supere la marginacin de grandes categoras de ciudadanos del proceso democrtico. Si el control de la agenda poltica escapa a las manos de los ciudadanos, la visin tecnocrtica de Schumpeter ser el orden del da. Y si no participan todos los adultos, no existir una participacin igual.

El modelo clsico ateniense no puede adaptarse a la actualidad, surgi en las ciudades-estado y en unas condiciones de exclusividad social sumamente diferentes a las actuales. Los modelos de Rousseau (democracia directa), Weber (asociaciones limitadas) o Marx no resisten las crticas. La democracia participativa supera las dificultades anteriores pero no responde a cmo garantizar su propia existencia.

Una participacin poltica reforzada debe tener lugar dentro de un marco legal que proteja y nutra la aplicacin del principio de autonoma, que debe ser prioritario sobre cualquier objetivo de crear una participacin ilimitada o no circunscrita. No podemos escapar, por lo tanto a la necesidad de reconocer la importancia de un nmero de principios liberales fundamentales: estructura de poder pblico impersonal, constitucin que garantice los derechos, diversidad de centros de poder, competencia entre varias alternativas polticas. Cualquier orden poltico democrtico debe mantener la separacin entre sociedad civil y estado.

La sociedad civil est compuesta por reas de la vida social organizadas por arreglos privados fuera del control directo del estado. El parlamento y el sistema de partidos son elementos ineludibles para autorizar y coordinar estas actividades.

Los defensores de la democracia liberal han tendido a preocuparse por los principios y procedimientos adecuados de un gobierno democrtico, desviando la atencin de los derechos formales y reales, la ciudadana libre e igual, el estado como reproductor de las desigualdades o la necesidad de los partidos polticos. El problema es doble: la estructura de la sociedad civil no crea las condiciones para la igualdad del voto, la participacin efectiva, una comprensin poltica adecuada y el control de la agenda poltica; mientras que la estructura del estado democrtico liberal no genera una fuerza organizativa que pueda regular adecuadamente los centros de poder civil.

Democracia: un proceso de dos caras

Para que la democracia florezca hoy en da debe ser concebida como un fenmeno de dos caras: reforma del poder del estado y reestructuracin de la sociedad civil. La democratizacin ser doble en la sociedad civil y en el estado. Un principio que debe aceptarse es la divisin entre estado y sociedad civil, as como que el poder de adoptar decisiones debe ser libre de las limitaciones impuestas por la apropiacin privada del capital.

En Occidente, la necesidad de democratizar las instituciones polticas se ha restringido en su mayor parte a cuestiones como la reforma del proceso de seleccin de los lderes de los partidos, la financiacin pblica de elecciones, la libertad de informacin y la modificacin de las leyes electorales. Tambin se ha profundizado en la descentralizacin y el aumento de poder de los gobiernos locales.

No obstante, ninguna de ellas har una contribucin decisiva para hacer ms democrtico el sistema poltico, a no ser que se haga frente a un problema an ms difcil: la conciliacin de la vida pblica democrtica con aquellas instituciones del estado que florecen en el secreto y control de los medios de coercin (jaulas de acero, en palabras de Weber). Esto plantea un problema urgente que solo puede afrontarse explorando las formas de establecer la soberana del parlamento sobre el estado y de la sociedad sobre el parlamento.

Los lmites del gobierno estn definidos de forma explcita en constituciones y declaraciones de derechos que son sometidos a la revisin parlamentaria, ciudadana y al proceso judicial. Lo que ocurre es que el principio de autonoma exige que los derechos de los ciudadanos deben ser tanto formales como concretos.

Para ello, deberan asegurarse las condiciones plenas para una participacin efectiva, una comprensin bien informada y el establecimiento de la agenda poltica, as como unos amplios derechos sociales (sanidad, educacin, recursos financieros). Sin ellos, los derechos con respecto al estado no pueden ser disfrutados plenamente y se mantienen las desigualdades.

La capacidad y la libertad de accin del estado estara claramente limitada y su preocupacin central debera ser la distribucin equitativa de la riqueza y la aplicacin de los temas de justicia social. Una constitucin y una declaracin de derechos as reforzaran radicalmente la capacidad de los ciudadanos para emprender acciones contra el estado con el fin de corregir invasiones excesivas de las libertades. La balanza se inclinara hacia el parlamento, y de ste hacia los ciudadanos.

Una sociedad civil y un estado democrticos son incompatibles con conjuntos de relaciones sociales y organizaciones poderosas que puedan distorsionar los resultados democrticos. La restriccin del poder y privilegios de estas corporaciones y grupos de inters es una condicin indispensable para el desarrollo democrtico. Tanto el estado como la sociedad civil deben convertirse en la condicin para el desarrollo democrtico del otro.

En estas condiciones, tendrn que adoptarse estrategias para acabar con los viejos patrones de poder en la sociedad civil y para crear nuevas circunstancias que permitan a los ciudadanos disfrutar de un mayor control de sus propios proyectos. Debe existir un nmero de esferas sociales que permitan a los ciudadanos el control de los recursos a su disposicin, sin la interferencia directa del estado o de otros terceros. La organizacin de esas esferas tendran mucho que aprender de las concepciones de la participacin directa.

Los lmites y formas de la accin estatal y de la sociedad civil estn convirtindose en un tema crucial en ciertas discusiones europeas contemporneas sobre polticas democrticas alternativas (Plan Meidner en Suecia, sindicatos en Francia). Se reconoce la necesidad de confrontar tanto los elementos indeseables de la regulacin estatal como los sistemas de poder de la sociedad civil con la actualmente distorsionada vida democrtica.

Las polticas de igualdad de salarios, de cesin de explotacin de instituciones sociales a comunidades pequeas, etc. no llevan necesariamente a patrones de vida social ms igualitarios. Requerirn un vigoroso apoyo poltico y la financiacin estatal. En definitiva, sin una sociedad civil segura e independiente, el principio de autonoma no puede realizarse. Tampoco puede la sociedad civil democratizarse sin un estado democrtico enfocado a polticas redistributivas.

La aplicacin del principio de autonoma, en torno a un proceso de doble democratizacin, produce un modelo de estado y de sociedad civil, la autonoma democrtica, cuyas propuestas podran crear las condiciones para el desarrollo de la democracia en las condiciones contemporneas.

La autonoma democrtica: compatibilidades e incompatibilidades

La autonoma democrtica trata de corregir la escasa participacin de los ciudadanos en la vida pblica. A pesar de ello, deben revisarse ciertas cuestiones.

*La participacin: una obligacin?

Se debe proveer a los ciudadanos de una participacin verdadera en el proceso de gobierno. Sin embargo, una cosa es el derecho y otra participar realmente en la vida pblica. La participacin no es una necesidad. Los ciudadanos pueden decidir que una participacin extensa es innecesaria en ciertas circunstancias viendo que sus intereses ya estn bien protegidos. Los ciudadanos estaran obligados a aceptar las decisiones democrticas a no ser que se probara que esas decisiones violan sus derechos. Pero la obligacin de participar en todos los aspectos de la vida pblica no sera una obligacin legal. Otras cuestiones a tratar en este punto seran el conjunto de derechos y obligaciones de todos los ciudadanos.

*La poltica y lo privado: qu es lo privado?

Debe entenderse la poltica en su acepcin ms amplia pese a las dificultades que eso plantee. La concepcin amplia de la poltica se ve a veces como sinnimo de reduccin de libertad de los ciudadanos. Deben establecerse unos lmites justificables que empiezan en el terreno de la intimidad.

*Igualdad: la desaparicin de toda propiedad privada?

Con el fin de crear las condiciones para la igualdad poltica, tendr que alterarse profundamente la distribucin actual de los recursos materiales. La igualdad poltica es inseparable de una estricta concepcin de la justicia distributiva.

Es esencial distinguir entre los distintos tipos de propiedad (la productiva y la de consumo). La igualdad debe ser ms rigurosa con relacin a la propiedad productiva. Sin unos mnimos recursos, muchas personas seguiran siendo muy vulnerables y dependientes de los dems. El derecho a unos recursos econmicos mnimos no es lo mismo que el derecho a la acumulacin ilimitada de los recursos productivos. El reconocimiento de la necesidad de reducir al mnimo la desigualdad en la propiedad y control de los medios de produccin es fundamental para posibilitar una agenda poltica accesible y sin sesgos. Sin una clara restriccin de la propiedad privada no podr cumplirse una condicin necesaria de la democracia.

Cuestiones en las que deben profundizarse son: la propiedad privada y la propiedad estatal, tamao y lmites de las empresas, cooperativismo, nuevas formas (democrticas) de propiedad.

*Igualdad de condicin: la tirana de la igualdad?

Desde la autonoma democrtica, para garantizar las condiciones que posibilitan a los ciudadanos jugar un papel activo son precisos distintos conjuntos de estrategias y polticas para los distintos tipos de personas, para empezar debe tratarse de forma desigual a aquellos que poseen en la actualidad enormes cantidades de propiedad productiva, debe terminarse con la discriminacin a la mujer, etc. En todo caso debe actuarse contra las desigualdades que limitan la toma de decisiones democrticas.

La igualdad debe entenderse como una reduccin de los privilegios de los privilegiados y no como un ataque a las diferencias personales, sociales, culturales y (en ciertos aspectos) econmicas. La razn de ser de la autonoma democrtica es no permitir que grandes cantidades de personas queden en una postura de permanente subordinacin a fuerzas que escapan a su control. La forma exacta en que se deberan distribuir los bienes y servicios ser una cuestin que tendrn que decidir los ciudadanos mismos, dentro del marco establecido por el principio de autonoma.

Si la igualdad poltica y la vida democrtica presuponen la igualdad de las condiciones sociales y econmicas, la naturaleza exacta de los principios de justicia tendr que ser explicada con ms cuidado y su mbito tendr que ser examinado a fondo. El papel del estado y la elaboracin de nuevos tipos de polticas prcticas y su aplicacin son caminos abiertos para la exploracin.

*Libertad: libertad limitada?

En un sistema poltico existen lmites claros al grado de libertad de que pueden disfrutar los ciudadanos. Lo que distingue al modelo de la autonoma democrtica es un compromiso fundamental con el principio de que no debe permitirse la libertad de algunos individuos a expensas de la de otros. La autonoma democrtica limita el mbito de accin de algunos grupos de individuos (acumulacin de recursos). La libertad de las personas tendr que ser la de una progresiva acomodacin a la libertad de los dems.

Al reforzarse las oportunidades en la vida cotidiana, las personas llegaran a tener muchas ms oportunidades de controlar las organizaciones e instituciones que afectan de forma directa a sus vidas y disfrutaran de mucha ms informacin y acceso a los centros de poder regionales y nacionales clave.

Todo esto no supone la desaparicin de la divisin del trabajo o de la especializacin. El modelo de la autonoma democrtica debe ser plenamente compatible con que las personas escojan desarrollar determinados talentos y habilidades. Las elecciones seguirn existiendo aunque con distintas condiciones.

La forma y la estructura de las instituciones polticas tendrn que cambiarse aunque an hay mucho que reflexionar acerca de las organizaciones posibles y sus relaciones con los mercados, cuando stos funcionan en el marco de condiciones de una amplia igualdad.

*Legitimidad: crear la autonoma democrtica legitimidad poltica?

Hoy en da el orden poltico es el resultado de una red compleja de interdependencias entre las instituciones y actividades polticas, econmicas y sociales que divide los centros de poder y crea mltiples presiones para obedecer. El poder del estado es un aspecto central pero no es la nica variable clave.

La precariedad del gobierno en las circunstancias actuales est ligada tanto a los lmites al poder del estado, en el contexto de condiciones nacionales e internacionales, como al carcter remoto, desconfianza y escepticismo que se expresa acerca de los arreglos institucionales existentes, incluyendo la eficacia de la democracia parlamentaria. Las instituciones de representacin democrtica siguen siendo cruciales para el control formal del estado, pero es sorprendente la disyuntiva entre las instituciones que poseen el control formal y las que tienen el control real, entre el poder que se afirma para el pueblo y su poder real limitado, entre las promesas de los representantes y su actuacin real.

Esta percepcin ha contribuido a la formacin de numerosos y poderosos movimientos sociales que hacen presin en pro de mayores esferas de autonoma para la vida social y poltica. El surgimiento de estos grupos ha impulsado a otros con objetivos similares. El equilibrio de la vida poltica depende siempre de la negociacin y el conflicto poltico y sus resultados no pueden extraerse fcilmente de la consideracin de las circunstancias actuales.

Hay que preguntarse cules tendran que ser las circunstancias para que las personas obedecieran las normas y las leyes que creen buenas, justificadas y dignas de respeto. Un sistema poltico implicado profundamente en la creacin y reproduccin de las desigualdades de poder, riqueza, renta y oportunidades, raramente disfrutar de una legitimidad sostenida en grupos distintos a los que privilegie. O, de forma ms conflictiva, slo un orden poltico que tenga como prioridad la transformacin de las desigualdades disfrutar a largo plazo de legitimidad. El principio de autonoma, aplicado a travs de un proceso de democratizacin de dos cara, podra ser la base de un orden de ese tipo.

(HELD, Modelos de democracia, eplogo, pgs. 360-407)EPLOGO: DEMOCRACIA, LA NACIN-ESTADO Y EL SISTEMA MUNDIAL

La democracia ha disfrutado ocasionalmente de la aclamacin que recibe hoy en da, su popularidad y atractivo tiene poco ms de 100 aos y las revoluciones europeas de 1989-90 han estimulado ese ambiente de celebracin. Se ha dicho de la democracia liberal que es el agente del fin de la historia (Fukuyama).

Un nmero creciente de estados adopta el molde democrtico, pero por debajo de la superficie existe una paradoja manifiesta: la eficacia de la democracia como una forma nacional de organizacin poltica se ve puesta en duda debido a los cambios constantes en el orden internacional (organizacin mundial de diversas actividades).

Supuestos comunes en la teora de la democracia

A lo largo de los siglos XIX y XX la teora de la democracia liberal ha tenido en su centro como supuesto la existencia de una relacin simtrica y congruente entre los que adoptan las decisiones y los receptores de las decisiones polticas. En el s. XX la teora de la democracia se ha centrado en el contexto organizativo y cultural de los procedimientos democrticos y en los efectos que este contexto tiene para el funcionamiento del gobierno de la mayora (elitismo competitivo de Weber y Schumpeter, pluralismo de Dahl o las crticas marxistas).

Las premisas que subyacen a la teora de la democracia han sido:

1. Las democracias pueden ser tratadas como unidades esencialmente autosuficientes.

2. Las democracias estn claramente separadas unas de otras.

3. El cambio dentro de las democracias puede ser entendido en gran parte haciendo referencia a las estructuras y dinmicas internas de la poltica democrtica nacional.

4. La poltica democrtica es una expresin de la interaccin entre las fuerzas que operan dentro de la nacin-estado.

En las ltimas dcadas tanto la izquierda como la derecha han lanzado ataques continuos contra el modelo democrtico liberal (DL). Segn la ND, la DL ha producido un crecimiento masivo de las burocracias pblicas (ocupando el espacio de la iniciativa privada y de la responsabilidad individual). Este argumento aparece en formas distintas como el gobierno sobrecargado o la necesidad de replegar el estado.

Sosteniendo los argumentos principales de la ND, est la creencia de que el crecimiento de los grupos de presin, los lobbies especiales y las instituciones burocrticas a gran escala ha distorsionado las relaciones entre los que adoptan las decisiones y los receptores de las mismas. Algunos pensadores de la ND insisten en que esta tesis debera interpretarse en trminos internacionales. Hayek argumenta a favor de un mercado basado en los principios del libre comercio y una regulacin mnima.

La mayora de las crticas a la DL, desde el pensamiento poltico de izquierdas, tambin se ha preocupado por la creacin de una mayor congruencia entre los representantes polticos y el ciudadano comn a travs de la extensin de los mecanismos que aseguran la responsabilidad democrtica. La idea de que el Estado es una autoridad independiente es fundamentalmente imperfecta. Macpherson cree que el estado est atrapado en el mantenimiento y reproduccin de las desigualdades de la vida cotidiana, distorsionando las decisiones en favor de determinados intereses.

Puesto que el estado no es imparcial respecto a la sociedad, la forma que debera tomar la democracia se convierte en una cuestin urgente. As, la izquierda pone nfasis en la mayor participacin ciudadana y en la bsqueda de una mayor democratizacin del estado y de la sociedad civil.

Tanto la derecha como la izquierda cuestionan los supuestos de simetra y congruencia que se encuentran en el corazn del modelo de la DL. Ms mercados y estado mnimo por parte de la derecha, y mayor participacin directa por parte de los ciudadanos, por parte de la izquierda, es lo que se recomienda esencialmente como la base para superar la deficiente sensibilidad de organizaciones e instituciones.

Soberana, poltica nacional e interconexin mundial

La soberana de la nacin-estado no ha sido por lo general cuestionada. Las perspectivas dominantes sobre el cambio social y poltico han asumido que los orgenes de la transformacin social deben buscarse en procesos internos a la sociedad. Apenas se ha teorizado sobre el mundo supuestamente externo a la nacin-estado (dinmica de la economa mundial, crecimiento de la transnacionalizacin, cambios en el derecho internacional, etc.) y no se han estudiado sus implicaciones para la democracia.

Los lmites de una teora de la poltica que tenga como referencia a la nacin-estado se ponen de manifiesto a la hora de analizar el papel de organizaciones cuasi-supranacionales como la UE, la OTAN o el Banco Mundial. Adems, las decisiones de una mayora no afectan nicamente a sus propios ciudadanos (centrales nucleares cerca de fronteras, aumento de ayudas militares, ayuda a los pases del 3 Mundo, etc.)

La naturaleza del patrn de interconexin mundial y los problemas que tiene que afrontar el estado moderno cuestionan la teora del estado soberano como comunidad que determina su propio futuro. Las comunidades nacionales no programan de forma exclusiva las acciones, decisiones y polticas de sus gobiern