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Los Nuevos Principios Del Urbanismo

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  • INDICE: PRLOGO. Jordi Borja INTRODUCCIN CAPTULO 1: URBANIZACIN Y MODERNIZACIN

    Ciudad y sociedad: una correlacin estrecha Los cambios de larga duracin de la sociedad moderna Los componentes de la modernizacin Las primeras fases de la modernizacin Las dos primeras revoluciones urbanas modernas. La ciudad del Renacimiento y de la Edad Moderna La ciudad de la Revolucin Industrial

    CAPTULO 2: LA TERCERA MODERNIDAD Una sociedad ms racional, ms individualista y ms diferenciada. La modernizacin reflexiva Nuevos avances cientficos y un mayor uso de la ciencia y la tcnica La sociedad del riesgo Autonoma creciente frente a los lmites espaciales y temporales Una individualizacin cada vez ms pujante Una diferenciacin social cada vez ms compleja El nacimiento de la sociedad hipertexto Nuevos tipos de relaciones sociales Estructura social en redes Mltiples pertenencias sociales Del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo El fin del futuro previsible y planificable Una nueva economa del conocimiento y de la informacin Una economa ms urbana El papel de las tecnologas de la informacin y de la comunicacin Nuevas regulaciones del capitalismo cognitivo Esquema de la dinmica de la modernizacin occidental y del contexto de las tres revoluciones urbanas modernas

    CAPTULO 3: LA TERCERA REVOLUCIN URBANA MODERNA La metapolizacin: las ciudades cambian de escala y de forma La transformacin del sistema de movilidad urbana La recomposicin social de las ciudades. La individualizacin del espacio-tiempo Nuevos tipos de servicios pblicos La redefinicin de las relaciones entre intereses individuales, colectivos y generales. La diversificacin de los intereses individuales y colectivos Una democracia ms procedimental y deliberativa, una solidaridad ms reflexiva La ciudad de los riesgos

    CAPTULO 4: LOS PRINCIPIOS DEL NUEVO URBANISMO 1. Elaborar y dirigir proyectos en un contexto incierto. De la planificacin urbana a la gestin estratgica urbana 2. Dar prioridad a los objetivos frente a los medios. De las reglas de la exigencia a las reglas del resultado 3. Integrar los nuevos modelos de resultado. De la especializacin espacial a la complejidad de la ciudad de redes 4. Adaptar las ciudades a las diferentes necesidades. De los equipamientos colectivos a equipamientos y servicios individualizados 5. Concebir los lugares en juncin de los nuevos usos sociales. De los espacios simples a los espacios mltiples 6. Actuar en una sociedad muy diferenciada. Del inters general sustancial al inters general procedimental

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    7. Readaptar la misin de los poderes pblicos. De la administracin a la regulacin 8. Responder a la variedad de gustos y demandas. De una arquitectura funcional a un diseo urbano atractivo 9. Promover una nueva calidad urbana. De las junciones simples al urbanismo multisensorial 10. Adaptar la democracia a la tercera revolucin urbana. Del gobierno de las ciudades a la gobernancia metapolitana

    NOTAS

  • PRLOGO

    UN LIBRO DE ALTA UTILIDAD, DE UN AUTOR DE AUDAZ INTELIGENCIA

    Jordi Borja

    Francois Ascher es socilogo urbano y algo ms. Un profesional con motivaciones polticas, orientado a la accin. Las ciencias sociales, cuando se ocupan de la ciudad, tienden a centrarse en la dimensin analtica, la descripcin, la interpretacin, a veces la crtica de realidad. Algunos se aventuran en la prospectiva a partir de las tendencias en curso, exponen contradicciones y demandas sociales. Pero en general no definen opciones, no disean propuestas, no se arriesgan. La participacin de los cientficos sociales en las polticas urbanas, en el planeamiento especialmente, se ha concretado en infinitos estudios de diagnosis, que si bien han alimentado consultoras e incluso departamentos universitarios, han tenido una utilidad limitada y una incidencia mnima en los planes y proyectos. Las administraciones pblicas por su parte han contratado, en pocas recientes, a socilogos y similares para la gestin de programas sociales de acompaamiento, pero raramente para participar en el diseo de los grandes proyectos urbanos, de infraestructuras, de ordenacin urbanstica o de vivienda. Por este camino la elaboracin de las polticas urbanas, es decir la determinacin del futuro de los marcos fsicos de nuestra vida, de los lugares referenciales, de nuestros trayectos cotidianos, de los nuevos espacios urbanos, de las movilidades posibles, se ha dejado en manos de un nmero limitado de profesionales, principalmente arquitectos e ingenieros, que son obviamente indispensables, pero en muchos casos no suficientes. Sobre todo si de lo que se trata es de ofrecer a los responsables polticos el mximo de informaciones y propuestas para que se orienten en la maraa de tendencias diversas, intereses contrapuestos y resistencias corpora-tivas mltiples. La exclusin, o la autoexclusin muchas veces, de los cientficos sociales del urbanismo facilita que los planes y programas se orienten por objetivos sectoriales, estrechamente funcionalistas, sin otra perspectiva de cambio de aquel que permita que todo siga igual.

    Conoc a Francois Ascher a principios de los aos setenta. Desde los inicios nos entendimos. A diferencia de la sociologa urbana marxista-estructuralista entonces de moda, Ascher ofreca puntos de vista atentos a la modernidad, una curiosidad sin lmites, una audacia intelectual que sorprenda en alguien que entonces era una brillante joven promesa en la rgida estructura del PC francs y al que no escandalizaba todo lo contrario el espritu crtico y la vocacin renovadora de sus amigos italianos y espaoles. A partir de los aos ochenta abandon las responsabilidades polticas pero conserv esta vocacin de intervencin poltica sobre las dinmicas sociales. No siempre hemos coincidido en la importancia concedida a los nuevos aspectos de la vida urbana; me parece que l los enfatiza ms que yo, pero siempre me ha resultado muy estimulante leerle o escucharle. Si aadimos que es un personaje simptico, de buen humor permanente, amable en la discusin y cmplice y generoso con las amistades es fcil entender que el prologuista est encantado de ejercer de presentador de uno de los socilogos y urbanistas ms interesantes de nuestro tiempo.

    Ascher es un socilogo urbano que entiende que el urbanismo estudia la ciudad para intervenir en ella, acumula conocimientos sobre la ciudad que tienen siempre un carcter prctico, una utilidad social, sin perjuicio de que esta acumulacin permita generalizacin, construccin de modelos o tipos y producir bases tericas para el progreso de la disciplina. Pero el urbanismo se

  • define ante todo por su voluntad de orientar la accin sobre la ciudad, hacer ciudad, mejorar o reformar la ciudad existente, ordenar su desarrollo, proponer diseos, inventar formas, establecer dialcticas positivas entre espacios construidos y vacos, y entre stos y los comportamientos y las aspiraciones sociales. Los socilogos, como cualquier otra profesin que estudia la vida social, si se ocupan de la ciudad, no disearn las formas definitivas, ni for-mularn las normativas jurdicas, pero tienen la oportunidad de descubrir estos comportamientos y aspiraciones, de evaluar la adecuacin del funcionamiento de la ciudad a las demandas colectivas e individuales y de proponer nuevos modos de gestin, nuevas actividades y nuevas formas urbanas.

    Ascher estudi en la Sorbonne (Universidad de Pars) a finales de los sesenta, es decir vivi el 68 con poco ms de veinte aos. Es dudoso que siempre sea verdad, aunque a veces lo sea, la brillante sentencia de Paul Nizan: Tenamos veinte aos, no permitir a nadie decir que fueron los mejores aos de nuestra vida. Para nuestra generacin fueron aos exaltantes. Nacidos en las postguerras llegamos al escenario pblico con ilusiones infinitas, con deseos de cambiar el mundo y convencidos de que tenamos razones y fuerzas para ello. En esos aos empez a florecer una potente sociologa urbana de base marxista, que haba iniciado Lefebvre, que se expres en la revista Espaces et Socits y que encontr apoyo en algunos centros de investigacin en el marco del CNRS (Centro Nacional de Investigacin) dirigidos por socilogos progresistas como Chombart de Lauwe y Touraine. En estos centros iniciaron sus trabajos de investigacin entre otros los jvenes socilogos vinculados al Partido Comunista, y especialmente a su potente rea econmica como Preteceille, Topalov, Lojkine, Go-dard y el mismo Ascher, y tambin otros independientes, como Manuel Castells o Michel Wievorka. La renovacin de la sociologa urbana estuvo en esos aos influida por las corrientes estructuralistas que representaron en el campo marxista Althusser y su escuela, claramente diferenciadas del marxismo ms historicista de inspiracin lefebvriana y ms prximo al mundo de la arquitectura, pero representantes de todas estas corrientes se encontraban en la redaccin de Espaces et Socits'.

    El ambiente innovador de la poca, la revolucin cultural del 68, favoreci esta renovacin. La izquierda histrica cambi imagen y discurso, se refundo el partido socialista y se produjo la conversin (no duradera) eurocomunista del PC. Las nuevas izquierdas post 68 coincidieron con la histrica en la importancia concedida a la ciudad, al salario indirecto, a la vivienda, a la calidad de vida, al espacio pblico, al medio ambiente. Los emergentes movimientos sociales de base territorial, de barrio y de ciudad, as como los regionalistas y de defensa del territorio, influyen en la reflexin social y renuevan las prcticas polticas municipales. La revalorizacin de la democracia local como mbito de polticas pblicas populares de la izquierda se encontr con el discurso participativo y autogestionario de la nueva izquierda representante de las clases medias urbanas progresistas. El programa comn de la izquierda de los aos setenta ofrece una perspectiva de victoria electoral, que se consumar en 1981 con la presidencia del socialista Mitterrand y la presencia de cuatro potentes ministros comunistas. La revolucin cultural del 68 parece fructificar en un cambio poltico que si no es revolucionario en sentido estricto se inspira en los valores de la poca, el cambiar la vida, un cierto derecho a la felicidad.

    Francois Ascher se inicia en estos aos como investigador y se orienta hacia una sociologa urbana intervencionista, es decir vinculada a la reflexin y a la accin polticas. Es responsable de la Comisin vivienda del Comit Central del Partido Comunista y sus primeras publicaciones tienen una clara vocacin de incidir en las polticas pblicas. Es uno de los

  • protagonistas de dos importantes coloquios que producen dos publicaciones influyentes en la poca: Urbanisme monopoliste, urbanisme democratique (CERM, 1973) y Pour un Urbanisme (Nouvelle Critique, 1974, con Jean Louis Cohn). Y publica su primer libro Demain la ville? Urbanisme etpolitique, con Jean Giard (1975). El encanto de este perodo altamente poltico se rompe con la ruptura de la unin de la gauche a mediados de los ochenta y la subsiguiente crisis de un redogmatizado PC, del cual Ascher dimite entonces. Como socilogo est demasiado atento a las nuevas dimensiones de la modernidad; como actor poltico aspira a obtener resultados concretos; como persona es demasiado partidario de la felicidad para soportar la rigidez malhumorada.

    A partir de entonces inicia una importante carrera acadmica, de investigador y ensayista, independiente, pero sin abandonar sus motivaciones polticas y su vocacin prctica. Desarrolla una importante actividad asesora en el poderoso Ministre del Equipement (Plan Construction, Urbanisme et Architecture), en la Federacin de Empresas de Obras pblicas y en la DATAR (ente estatal para la planificacin territorial). Sus campos de inters se amplian al conjunto de fenmenos que permiten analizar las dinmicas urbanas, hacer prospectiva de la ciudad y de las formas de vida: el turismo, los transportes, las identidades culturales, el individualismo moderno, las nuevas tecnologas urbanas, la economa cognoscitiva, la evolucin de la relacin espacios-tiempos urbanos, etc.2.

    Es uno de los responsables del recin creado Institut Francais d'Urbanisme, centro de formacin de postgrado que integra las disciplinas de anlisis social con las de intervencin sobre el territorio. Tambin es profesor de l'Ecole de Ponts et Chausses, estableciendo as una interesante colaboracin de los cientficos sociales con las profesiones duras de la ingeniera y las formalizadoras de la arquitectura. Hasta hoy contina ejerciendo estas funciones en ambos centros. Ha presidido el Consejo cientfico de investigacin concertada sobre la ciudad del Ministerio de Educacin y fue uno de los fundadores del Club Villes-Amnagement, que rene a los directores de los grandes proyectos urbanos y del cual contina siendo uno de los animadores.

    Actualmente preside el Consejo cientfico del Instituto para la Ciudad en movimiento y ha popularizado la nocin de derecho a la movilidad como una de los objetivos principales de las polticas urbanas, completando as el derecho a la ciudad que expuso Lefebvre. En la ciudad actual, en la metpolis o ciudad de ciudades, regiones altamente urbanizadas pero discontinuas, la movilidad es indispensable para poder acceder a la vivienda, al trabajo, al consumo, al ocio, a las relaciones sociales diversificadas, a la multiplicidad de las ofertas urbanas. La autonoma de las personas requiere una oferta multimodal compleja que debe compatibilizar la sostenibilidad y reducir los impactos de los sistemas de transporte en el territorio con el desarrollo de los mismos para garantizar la accesibilidad de todas las personas y de todas las partes del territorio, tanto por razones de funcionalidad como de justicia social.

    A partir de los aos noventa Ascher se convierte en uno de los pensadores sobre la ciudad ms conocido e influyente, en Francia y en los medios intelectuales y profesionales de los pases europeos y americanos. En 1994 publica un libro que se convertir en una referencia del urbanismo de nuestra poca: Metapolis. El futuro de las ciudades (Ed. Odile Jacob). El anlisis del fenmeno urbano de la sociedad postindustrial tiene en esta obra uno de sus textos clsicos. En 1988 desarrolla sus ideas en un libro ms poltico: La Repblica contra la ciudad. Ensayo sobre el futuro de la Francia urbana (Ed. de l'Aube), una obra que proporciona pistas para renovar las polticas urbanas de las ciudades europeas, tanto en lo que se refiere a la organizacin institucional como a la gestin de las movilidades y en general a las nuevas

  • relaciones entre espacios y tiempos en la vida urbana. La reflexin reciente de Ascher sobre la sociedad urbana del siglo XXI culmina con una obra ambiciosa de ttulo imposible: Ante estos acontecimientos que nos superan, simulemos que somos los organizadores. Ensayo sobre la sociedad contempornea (Ed. de l'Aube, 2000). Los grandes temas apuntados en libros y artculos anteriores se desarrollan en esta obra, claramente sociolgica: el proceso moderno de constitucin del individuo, la sociedad hipertexto, el capitalismo cognoscitivo o la net-economa, la sociedad del riesgo y las regulaciones colectivas, la glocalizacin, la modernizacin de la poltica. Se trata de una obra densa, de 300 pginas, destinada a durar. Esta apertura hacia nuevos campos es constante en el autor. Actualmente ha dirigido su inters (nos parece que no solamente intelectual) hacia la gastronoma, como dimensin reveladora de la vida urbana hipermoderna, y se interesa tanto por el fast food y la macdonaldizacin que nos acecha como por la sofisticacin de Ferrn Adri, aunque a la hora de elegir, como Vzquez Montalbn, al que lee con gusto (nunca tan apropiado), sabe distinguir y elegir bien.

    Ascher sin embargo no abandona la reflexin y las propuestas de accin sobre la ciudad. A partir de una conferencia dictada en la Universit de tous les savoirs3 titulada El urbanismo frente a la nueva revolucin urbana prepara un libro de sntesis Les nou-veauxprincipes de l'urbanisme (2001), que ahora prologamos. Un libro intelectualmente excitante y polticamente eficaz, de reflexin sofisticada y de expresin clara, de lgica implacable y de audacia imaginativa. El anlisis sobre la tercera revolucin urbana moderna, la que sucede a la ciudad del Renacimiento y a la urbe metropolitana de la Revolucin Industrial es la metpolis o ciudad de lugares y flujos actual, se ha convertido en una clave indispensable para el anlisis de la sociedad del siglo XXI. Y la ltima parte del libro, los 10 principios del nuevo urbanismo, es uno de los mejores hilos de Ariadna para entender y hacer urbanismo hoy, un vademcum que ningn urbanista puede ignorar.

    Alianza Editorial, al publicar este libro, ofrece a los lectores en lengua castellana la obra de uno de los pensadores ms sugerentes de nuestra poca. Esperemos que el presumible xito de este libro facilite prximas ediciones de sus otras obras. Al mismo tiempo nos permite disponer de uno de los mejores textos de sntesis sobre el urbanismo entendido a la vez como reflexin y como prctica, como conocimiento y como accin.

  • INTRODUCCIN

    La sociedad contempornea se transforma deprisa y, desbordados por esta evolucin, a veces medimos mal cmo han cambiado en poco tiempo los objetos que utilizamos, nuestra forma de actuar, de trabajar, las relaciones familiares, las diversiones, los desplazamientos, las ciudades en las que vivimos, el mundo que nos rodea, nuestros conocimientos, esperanzas y temores...

    En el mbito del urbanismo percibimos con mucha dificultad los cambios, puesto que el espacio edificado evoluciona con relativa lentitud y las construcciones nuevas representan al ao me-nos de un uno por ciento del parque existente. Adems, nos sentimos vinculados de un modo especial a los lugares ms antiguos y a menudo tenemos la impresin de que representan mejor la urbanidad que los que la sociedad produce hoy en da. De hecho, nos mostramos inquietos ante las formas que adoptan las ciudades y ante los peligros de todo tipo que parecen generar para la sociedad y el medio ambiente.

    Sin embargo, numerosos indicios y anlisis nos llevan a pensar que las transformaciones de nuestra sociedad y, especialmente, de las ciudades no han hecho ms que empezar. Las sociedades occidentales estn cambiando y entran en una nueva fase de la modernidad que ve evolucionar profundamente las formas de pensar y actuar, la ciencia y la tcnica, las relaciones sociales, la economa, las desigualdades sociales, los modelos de democracia. Estas mutaciones suponen y hacen necesarios cambios importantes en el concepto, la produccin y la gestin de las ciudades y de los territorios, y ponen de actualidad una nueva revolucin urbana moderna, la tercera despus de la revolucin de la ciudad clsica y de la ciudad industrial.

    La sociedad debe, por tanto, dotarse de nuevos instrumentos para intentar dominar esta revolucin urbana, sacar partido de ella y limitar sus posibles perjuicios. Para ello, hace falta un nuevo urbanismo que se corresponda con las formas de pensar y actuar de esta tercera modernidad.

    Este libro intenta explicar los desafos ms importantes a los que se enfrenta este nuevo urbanismo y formular algunos principios en los que podra fundamentarse.

    En una primera parte destacaremos los vnculos estructurales que articulan las ciudades y las sociedades modernas, las revoluciones urbanas y los tipos de urbanismo a los que dieron lugar durante las dos primeras fases de la modernidad. En la segunda y en la tercera partes se analizarn las principales caractersticas de la nueva modernidad y los rasgos esenciales de la revolucin urbana que conlleva y en la que se sustenta. Por ltimo, en la cuarta parte, se expondrn diez importantes desafos y se apuntarn algunos principios a desarrollar para encontrarles una respuesta.

  • CAPTULO 1

    URBANIZACIN Y MODERNIZACIN

    Ciudad y sociedad: una correlacin estrecha

    Podemos definir las ciudades como agrupaciones de poblacin que no producen por s mismas los medios para su subsistencia. La existencia de las ciudades supone por tanto, desde su origen, una divisin tcnica, social y espacial de la produccin e implica intercambios de naturaleza diversa entre aquellos que producen los bienes de subsistencia y los que producen bienes manufacturados (los artesanos), bienes simblicos (los sacerdotes, los artistas, etc.), el poder y la proteccin (los guerreros). La dinmica de la urbanizacin est vinculada al potencial de interaccin que ofrecen las ciudades, a su urbanidad, es decir, a la potencia multiforme que produce el reagrupamiento de grandes cantidades de poblacin en un mismo lugar.

    El crecimiento de las ciudades ha estado vinculado, a lo largo de la historia, al desarrollo de los medios de transporte y almacenamiento de bienes necesarios para abastecer a poblaciones cada vez ms numerosas en cualquier poca del ao. Tambin ha esta do unido a las tcnicas de transporte y almacenamiento de la informacin necesarias para la organizacin de la divisin del trabajo y de los intercambios, como demuestra el nacimiento conjunto de la escritura y la contabilidad. Por ltimo, el tamao de las ciudades ha dependido de los medios de transporte y de almacenamiento de las personas, especialmente de las tcnicas de construccin en altura, de gestin urbana de los flujos y de abastecimiento (vas pblicas, alcantarillado, suministro de agua, etc.), as como de las necesidades de proteccin y de control.

    La historia de las ciudades ha estado marcada por la historia de las tcnicas de transporte y almacenamiento de los bienes (b), la informacin (i) y las personas (p). Este sistema de movilidades que denominamos sistema bip constituye el ncleo de las dinmicas urbanas, desde la escritura hasta Internet, pasando por la rueda^ la imprenta, el ferrocarril, el telgrafo, el cemento armado, la uperisacin, la pasteurizacin y la refrigeracin; el tranva, el ascensor el telfono, el automvil, la radiofona, etc. El crecimiento horizontal y vertical de las ciudades ha sido posible gracias a la invencin y aplicacin de estas tcnicas.

    Las formas de las ciudades, tanto si han sido pensadas especficamente como si son el resultado ms o menos espontneo de dinmicas diferentes, cristalizan y reflejan las lgicas de las sociedades que acogen. De este modo, la idea de la ciudad antigua expresaba precisamente los preceptos religiosos y militares que constituan las justificaciones principales de las ciudades y de los grupos sociales que las habitaban. En un mundo poco seguro, las ciudades medievales se parapetaban detrs de las murallas y se organizaban en corporaciones en torno a la plaza del mercado, de las atalayas y los campanarios, expresando espacialmente, por medio de la superposicin, la solidaridad y dependencia que caracterizaban a las poblaciones de las ciudades en el seno de las sociedades feudales. Ms tarde, el desarrolle) de las sociedades modernas imprimi progresivamente nuevas lgicas en la concepcin y el funcionamiento de las ciudades.

    La actuacin urbanstica hoy da necesita, por tanto, comprender las lgicas que se establecen en la sociedad contempornea.

  • Los cambios de larga duracin de la sociedad moderna

    Las sociedades occidentales contemporneas se suelen calificar de modernas para distinguirlas, a la vez, de un pasado ms o menos lejano y de otras sociedades que funcionan con registros diferentes. Pero esta notacin es bastante vaga y de un uso incmodo, e incluso ambiguo. Resulta difcil datar la llegada de los tiempos modernos, que se instalaron progresivamente y de forma diferente en los distintos pases del Occidente europeo y despus en Amrica. La nocin de modernidad se ha utilizado adems en contextos y perspectivas que a veces la hacen sospechosa de abrigar un proyecto hegemnico de Occidente, o culpable de tener ambiciones demasiado funcionalistas cuyos daos hemos podido comprobar, especialmente en el urbanismo.

    De hecho, es ms correcto hablar de modernizacin, puesto que la modernidad no es un estado, sino un proceso de transformacin de la sociedad. Se podra decir incluso que lo que diferencia a las sociedades modernas de otras sociedades es que el cambio es su principio fundamental. Desde luego, muchas otras sociedades han sufrido y sufren evoluciones; tienen historia, pero no se organizan estableciendo en el ncleo de su dinmica de funcionamiento el cambio, el progreso, el proyecto. Por el contrario, la tradicin constituye su principio fundamental y la referencia al pasado justifica, generalmente, su representacin del futuro.

    Los componentes de la modernizacin

    La modernizacin es un proceso que surge mucho antes de la poca que conocemos como Edad Moderna. Fue el resultado de la interaccin de tres dinmicas socioantropolgicas cuyas huellas encontramos en distintas sociedades pero que, al entrar en resonancia en Europa durante la Edad Media, dieron lugar a las sociedades modernas: la individualizacin, la racionalizacin y la diferenciacin social.

    Podemos definir la individualizacin en primer trmino como la representacin del mundo, no a partir del grupo al que pertenece el individuo, sino a partir de su propia persona. El uso en el lenguaje del yo en lugar del nosotros e incluso la invencin de la perspectiva que se van imponiendo progresivamente a finales de la Edad Media ilustran perfectamente este proceso de individualizacin. Hablamos igualmente de individualizacin para explicar las lgicas de apropiacin y dominio individuales que van ocupando progresivamente el lugar de las lgicas colectivas. As pues, las sociedades modernas separan y renen individuos y no grupos.

    La racionalizacin consiste en la sustitucin progresiva de la tradicin por la razn en la determinacin de los actos. La repeticin da paso a la eleccin, lo que comporta preferencias y proyectos individuales y colectivos, el uso de los conocimientos derivados de la experiencia, del saber cientfico y de las tcnicas. La racionalizacin es una forma de desencanto del mundo porque adjudica a las acciones humanas y a las leyes naturales lo que antes se atribua a los dioses.

    La diferenciacin social es un proceso de diversificacin de las funciones de los grupos y de los individuos en el seno de una misma sociedad. Est alentada en gran medida por el desarrollo de la divisin tcnica y social del trabajo, que es resultado, a su vez, de la dinmica de la economa de mercado. La diferenciacin produce la diversidad y la desigualdad entre grupos e individuos, y engendra una sociedad cada vez ms compleja.

    Estos tres procesos se alimentan recprocamente y producen sociedades cada vez ms diferenciadas, formadas por individuos al mismo tiempo parecidos y ms singulares, con mayores posibilidades de eleccin.

  • Es cierto que individualizacin, racionalizacin y diferenciacin no son propias de la modernidad; pero su combinacin en circunstancias histricas especficas desencaden la dinmica de la modernizacin, como una bifurcacin en la que se intern el mundo occidental en torno al ao 1000. Ninguna sociedad haba conocido antes esta conjuncin ni haba entrado en esta espiral de desarrollo especfica de la modernidad.

    Las primeras fases de la modernizacin

    Si bien la modernidad no es un estado, la modernizacin tampoco es un proceso continuo, y es posible distinguir tres grandes fases.

    La primera fase abarca ms o menos el perodo denominado Edad Moderna y va desde el fin de la Edad Media hasta el principio de la Revolucin Industrial. Es testigo de la transformacin del pensamiento y el lugar de la religin en la sociedad, la emancipacin de la poltica y el nacimiento del Estado-nacin, el desarrollo de las ciencias y la propagacin progresiva del capitalismo mercantil y despus del industrial. Podemos calificar esta fase de primera o alta modernidad.

    La segunda fase es la de la Revolucin Industrial, que asiste a la transformacin de la produccin de bienes y servicios subordinada, en gran medida, a las lgicas capitalistas; el pensamiento tcnico ocupa un lugar central en la sociedad y se constituye el Estado del bienestar. Es la segunda o modernidad media.

    A cada una de estas pocas ha correspondido su forma de pensamiento y de creacin, figuras dominantes e ideas del poder, representaciones de la sociedad, criterios de eficacia, formas de organizacin y, por supuesto, principios y modos de concepcin y organizacin del territorio. El establecimiento de la primera y la segunda modernidad se efectu progresivamente, pero la amplitud de los cambios en las distintas esferas de la sociedad provoc crisis de todo tipo: econmicas, sociales, polticas y religiosas. El concepto, la construccin y el funcionamiento de las ciudades no escaparon a estas transformaciones y a estas crisis.

    Las dos primeras revoluciones urbanas modernas. La ciudad del Renacimiento y de la Edad Moderna

    La primera modernidad dio lugar a una verdadera revolucin urbana. La ciudad medieval se convierte en ciudad clsica en la que el nuevo poder del Estado aparece en escena de forma monumental, se presenta mediante la perspectiva en relacin con el individuo, traza avenidas, plazas y jardines urbanos que acaban con la mezcla de callejuelas, callejones y huertas, aleja y transforma las murallas, redefine y separa lo pblico de lo privado, los espacios interiores y exteriores, les asigna funciones, inventa las aceras y los escaparates. El desplazamiento ocupa ms espacio, las calles se amplan y se diferencian funcional y socialmente, las ciudades se extienden y los barrios proliferan, aglomerando de una nueva forma poblaciones y actividades. La arquitectura se constituye de forma paralela en disciplina moderna, es decir, que atae a un campo especfico e integra valores y tcnicas nuevos, sin perjuicio de beber en fuentes antiguas pero atribuyndose nuevas libertades, especialmente con el barroco.

    Esta primera ciudad es moderna porque est concebida de forma racional para individuos diferenciados. Las posibles referencias de sus creadores a la tradicin no son actos repetitivos,

  • sino que reflejan decisiones racionales con motivaciones diferentes. Esta ciudad explica la instauracin del Estado-nacin, la expansin del territorio, la aparicin de ciencias y tcnicas nuevas y la naciente autonoma de los individuos. Esta ciudad es moderna tambin porque es proyecto: cristaliza la ambicin de definir el futuro, de controlarlo, de ser el marco espacial de una nueva sociedad; es diseo de un designio. De hecho, de ella nacer su forma ltima: la utopa.

    La ciudad de la Revolucin Industrial

    La segunda revolucin urbana comenz con la revolucin agrcola que increment la produccin de alimentos pero expuls del campo a gran cantidad de agricultores y con el desarrollo concomitante del capitalismo industrial. Este doble proceso provoc un enorme crecimiento demogrfico en las ciudades, lo que supuso una expansin espacial acelerada que dio lugar, al mismo tiempo, a una grave pauperizacin de una parte de las poblaciones urbanas.

    En este contexto surgen progresivamente las nuevas ideas sobre la ciudad, marcadas fundamentalmente por las mismas lgicas que dirigan el mundo industrial dominante. El urbanismo moderno (la palabra urbanismo aparece bajo formas diversas a finales del siglo XIX y principios del XX) aplica, de hecho, en el mbito de la organizacin de las ciudades, los principios que se establecieron en la industria. La nocin fundamental es la especializacin: el taylorismo la sistematizar en la industria, en la que tratar de separar y simplificar las tareas para hacer su ejecucin ms rentable. El urbanismo moderno la pondr en prctica desde finales del siglo XIX bajo la forma de zonificacin, que ms tarde Le Corbusier y la Carta de Atenas llevarn al lmite.

    En la ciudad de la Revolucin Industrial, la movilidad de personas, informaciones y bienes cobra mayor importancia. La primera necesidad es, desde luego, adaptar las ciudades a las exigencias de la produccin, del consumo y de los intercambios mercantiles. Para ello hace falta una red de grandes vas de comunicacin entre estaciones y almacenes principalmente, y redes para el agua, el alcantarillado, la energa (gas, electricidad, vapor) y la informacin (telgrafo, telfono, correo urgente).

    Las exigencias de crecimiento y de funcionamiento de las ciudades provocaron una gran movilizacin cientfica y tcnica para aumentar la rentabilidad en el transporte y almacenamiento de bienes, informaciones y personas. La electricidad, en particular, tuvo un papel decisivo en las posibilidades de crecimiento de las ciudades; verticalmente con los ascensores y horizontalmente con el tranva, el telgrafo y el telfono y despus con el motor de explosin.

    La diferenciacin social se inscriba, pues, de otro modo en el espacio: con los ascensores, los pobres bajaron a las plantas inferiores mientras que los ricos suban a los pisos soleados; ms tarde, con el desarrollo de los transportes colectivos y el tranva, se construyeron barrios residenciales para las capas sociales acomodadas y barrios industriales para las fbricas y los obreros. Aqu fue decisivo el papel de los transportes urbanos para hacer posible la dilatacin de los territorios y su recomposicin a gran escala.

    Ms tarde, el vehculo particular y los electrodomsticos marcaron el fordismo, es decir, el sistema combinado de produccin y de consumo en masa, especialmente en el espacio urbano, con grandes bloques de viviendas sociales o casas individuales, hipermercados e infraestructuras viarias. El cuarteto coche-frigorfico-aspiradora-lavadora estaba en el centro de

  • las transformaciones urbanas, haciendo posible el trabajo femenino asalariado, la compra semanal y la prolongacin de los desplazamientos. Los barrios monofuncionales de la periferia urbana actual son su ejemplo ms claro.

    El desarrollo del Estado del bienestar y de diversos servicios pblicos contribuy asimismo a estructurar las ciudades por su red de lneas de transporte colectivo, colegios, hospitales, baos pblicos, oficinas postales, equipamientos deportivos, etc. Adems, los poderes pblicos se vieron abocados a actuar cada vez ms en el campo del urbanismo, as como en el campo econmico y social, especialmente para hacer frente a las insuficiencias, incoherencias y disfunciones de las lgicas privadas y de los mercados, en particular en los aspectos territoriales e inmobiliarios. De esta forma han creado todo tipo de estructuras y procedimientos para planificar de forma ms racional las ciudades, es decir, lo ms cientficamente posible, para actuar a pesar de las coacciones de la propiedad privada, para ordenar, es decir, predefinir e impulsar las ampliaciones perifricas y las restauraciones.

    Las formas urbanas de esta segunda revolucin son diferentes, en la teora y en la realidad, dependiendo de las ciudades y pases. Pero los padres fundadores del urbanismo, por su obra o por su pensamiento, especialmente Haussmann, Cerda, Sitte, Howard y, por supuesto, Le Corbusier, a pesar de sus diferencias, estaban movidos por esta misma preocupacin de la adaptacin de las ciudades a la sociedad industrial. Las ciudades y el urbanismo experi-mentaron una verdadera transformacin respecto a las ciudades y los conceptos arquitectnicos y espaciales de la primera revolucin urbana para llegar, in fine, a un urbanismo fordo-keynesio-corbusiano, expresin de una racionalidad simplificadora mediante la planificacin urbana, las zonificaciones monofuncionales y las estructuras urbanas jerrquicas; un urbanismo adaptado a la produccin y al consumo masivo en los centros comerciales, las zonas industriales y la circulacin acelerada y, asimismo, materializacin del Estado del bienestar con los equipamientos colectivos, servicios pblicos y viviendas sociales. Esta segunda revolucin urbana no elimin totalmente las ciudades preexistentes, aunque en Francia fue bastante radical, con las destrucciones masivas de Haussmann y las restauraciones bulldozer entre los aos cincuenta y setenta. De hecho, muy a menudo el espacio edificado y los ciuda-danos han desplegado sus habilidades para la inercia, la resistencia y la readaptacin. De este modo, una vez ms, las ciudades han demostrado su capacidad para sedimentar las diferentes capas de su historia, es decir, su funcin de palimpsestos, pergaminos que no cambian sino que acogen sucesivamente escritos distintos. Pese a ello, incluso las partes de las ciudades antiguas que se han conservado materialmente han sufrido transformaciones profundas y no funcionan ya del mismo modo que antes.

    A cada una de las dos primeras fases de la modernizacin correspondi una mutacin profunda en las maneras de pensar, producir, utilizar y gestionar los territorios en general y las ciudades en particular. Europa Occidental ya ha conocido dos revoluciones urbanas modernas. Podemos plantear la hiptesis ahora que se inicia una nueva fase de la modernizacin de que los cambios que se esbozan en el urbanismo actual prefiguran una tercera revolucin urbana moderna.

  • CAPTULO 2

    LA TERCERA MODERNIDAD

    La modernidad sali tambalendose del siglo XX y el paso al ao 2000 dio pie a numerosos comentarios y reflexiones que subrayaban, al mismo tiempo, los extraordinarios progresos realizados en los cien aos que acababan de terminar y los dramas que el mundo haba sufrido, proporcionales a dicho progreso y que por ello se colocan en el pasivo de la modernidad.

    Es cierto que la modernidad ha sido siempre objeto de reacciones hostiles de todo tipo. Pero, desde hace unos treinta aos, la crtica ha tomado una nueva forma llamada posmoderna. Esta nocin mete en el mismo saco a filsofos, socilogos que creen discernir los signos de una crisis radical y de la superacin de la modernidad y artistas, especialmente a los arquitectos que se han implicado en un proyecto posmodernista bajo la forma de crtica de la esttica funcionalista. Estos movimientos tienen su inters, puesto que llaman nuestra atencin sobre los cambios que se estn produciendo. Sin embargo, estos ltimos no anuncian ni preconfiguran el fin de la modernizacin, ms bien subrayan el hecho de que la sociedad moderna se separa de un racionalismo demasiado simplista y de sus certezas, y se desprende de formas de pensamiento mesinicas o providenciales que an marcaban la idea moderna de progreso. De cierta forma, nos hacemos verdaderamente modernos y cada vez ms deprisa. En efecto, el refuerzo recproco de las caractersticas que constituyen la modernidad da la impresin de una aceleracin de la modernizacin. Entramos de este modo en una tercera fase o tercer episodio de la modernizacin que algunos autores han calificado de modernidad radical, modernidad avanzada, sobremodernidad o baja modernidad.

    Una sociedad ms racional, ms individualista y ms diferenciada. La modernizacin reflexiva

    La racionalizacin, uno de los tres procesos bsicos de la modernizacin, marca cada vez con mayor profundidad todas las acciones individuales y colectivas. Conduce a una reflexividad de la vida social moderna que podramos definir como el examen y la revisin constantes de las prcticas sociales a la luz de las informaciones referidas a dichas prcticas. Dicho de otra forma, ya no se trata simplemente de utilizar los conocimientos previos a determinadas acciones, sino de examinar permanentemente las posibles decisiones y volverlas a examinar en funcin de lo que hayan empezado a producir. La reflexividad es la reflexin antes, durante y despus...

    De hecho, el individuo al igual que la colectividad se enfrenta a una serie de situaciones y circunstancias individuales y colectivas cada vez ms diferenciadas y cambiantes. Esto tiene dos tipos de consecuencias. Por una parte, es ms difcil que los actores puedan recurrir a una experiencia directa pasada, es decir, a un conocimiento prctico ya establecido, para enfrentarse a una situacin, ya que, estadsticamente, cada vez hay menos posibilidades de que sta se haya producido o de que vuelva a producirse. Es necesario, pues, reflexionar especficamente antes de cada accin para elaborar una respuesta y no elegir una de un catlogo o recurrir a una receta, rutina, costumbre, creencia o tradicin. Por otra parte, la creciente complejidad de la vida social real, al tiempo que revelada por los nuevos conocimientos cientficos, hace necesarios nuevos avances de la ciencia y la tcnica.

  • Nuevos avances cientficos y un mayor uso de la ciencia y la tcnica

    Las ciencias que pueden contribuir a la toma de decisiones experimentan cambios rpidos y han visto surgir nuevos paradigmas. Tres avances importantes, en cierto modo relacionados pero que tienen orgenes relativamente antiguos y algo distintos, han modificado en profundidad las herramientas de la accin reflexiva: la teora de juegos y de la racionalidad limitada, las ciencias cognitivas y las teoras de la complejidad, del azar y del caos.

    Los avances producidos a partir de la teora de la racionalidad limitada han influido considerablemente en la economa, la sociologa y la ciencia poltica, y han tenido rpidamente aplicaciones concretas. Han puesto de manifiesto que los medios disponibles para conseguir un fin podan multiplicarse en situaciones denominadas inciertas. Este tipo de enfoque ha llevado a la diversificacin profunda de la nocin de racionalidad en tanto que adaptacin de los medios a un fin. Estas teoras han sido decisivas para el desarrollo de las ciencias que han servido de fundamento a la informtica; tambin han tenido una influencia muy importante en el campo de la economa prctica y de la planificacin.

    El avance de las ciencias cognitivas abre hoy, directa o indirectamente, perspectivas inmensas e incluso un poco inquietantes sobre la posibilidad de explicar los mecanismos del pensamiento, de desmultiplicar sus posibilidades, es decir, de crear casipersonas. La ciencia-ficcin ya nos haba familiarizado con esta angustia. Es cierto que no nos encontramos en ese punto, ni mucho menos, a pesar de la ley de Moore (teora sobre la duplicacin del rendimiento de los ordenadores cada 18 meses). Sin embargo, nos hemos familiarizado con los conocimientos algortmicos y hemos incorporado en la prctica novedades como la distincin entre hardware y software que, indiscutiblemente, hacen evolucionar nuestros modos de representacin, razonamiento y organizacin.

    A la racionalidad limitada y a las ciencias cognitivas hay que aadir un tercer campo en el que se elaboran desde hace varias dcadas los nuevos paradigmas, los de las teoras de la compleji-dad. Esta categora es evidentemente un cajn de sastre y engloba en cierto modo todas las ciencias cognitivas. Pero adems, podemos incluir en ella los enfoques fruto de la reflexin matemtica y fsica sobre el caos, el azar, los fractales, las bifurcaciones y la autoorganizacin que se difunden en la actualidad en diversos mbitos cientficos ms all de la fsica y de la biologa, directa o metafricamente. Estos avances cientficos contribuyen a la renovacin de las formas de representacin y de construccin de modelos y abren perspectivas considerables en materia de simulacin.

    El gran error de los posmodernos probablemente sea el de haber interpretado esta diversificacin cientfica y terica como indicador de una crisis de la razn moderna cuando estos enfoques de la incertidumbre, la complejidad y el caos son, de hecho, grandes avances. Estas nuevas racionalidades constituyen el ncleo de la modernizacin reflexiva. La nocin de retroalimentacin, por ejemplo, fundamental en la mayora de los avances cientficos que acabamos de mencionar, es asimismo una nocin clave para la accin reflexiva. La retroalimentacin es una retroaccin que permite modificar aquello que precede por lo que sigue. Se trata de un dispositivo de ajuste de las causas por los efectos que implica un conocimiento y una evaluacin permanentes de los efectos de las acciones. Es el fundamento de los enfoques incremental y procedimental que han revolucionado muchos mbitos y, en par-ticular, las relaciones entre estrategia y tctica, la gestin de las empresas y la planificacin. Es un elemento de los mtodos denominados heursticos que proceden por evaluaciones sucesivas e hiptesis provisionales, para actuar estratgicamente en contextos cada vez ms

  • inciertos. Cada accin se basa en una hiptesis de resultado; el anlisis del resultado de cada accin permite entonces afinar o invalidar dicha hiptesis. La calidad y la velocidad de retorno de la informacin son decisivas y originan nuevas tcnicas de reporting que van mucho ms all de los cuadros de mando habituales. El conocimiento ya no est separado de la accin, sino que se encuentra en la propia accin.

    La sociedad del riesgo

    Paradjicamente, el desarrollo de las ciencias y de las tecnologas es, en cierto modo, un factor de riesgo comparado con el proyecto moderno. De hecho, el riesgo es un concepto moderno que debe diferenciarse de peligro. Peligro es lo que amenaza o compromete la seguridad, la existencia de una persona o de una cosa. El riesgo es un peligro probable ms o menos previsible y calculable. Un riesgo puede ser potencial (hipottico) o cierto. En una situacin de incertidumbre, la primera etapa de un anlisis racional consiste en formular las hiptesis de riesgo. El riesgo tambin surge cuando la naturaleza y la tradicin pierden su influencia y los individuos deben decidir por s mismos y, entonces, intentan medir las probabilidades de que se produzca un acontecimiento y sus posibles consecuencias.

    El riesgo aumenta con el proceso de modernizacin puesto que los peligros y el conocimiento que podemos tener de ellos son mayores.

    Por una parte, las tecnociencias, mediante los instrumentos que aportan a determinados actores privados y pblicos, crean nuevos peligros, como indican los problemas medioambientales actuales. Es verdad que, al mismo tiempo, otros riesgos se controlan. Pero el riesgo cero es un horizonte que se aleja a medida que creemos alcanzarlo. Adems, los riesgos localizados y personales son sustituidos por otros riesgos ms extendidos o globales. El propio desarrollo de las formas de comunicacin y de transporte ampla la difusin y el conocimiento de dichos riesgos. La distancia espacial y temporal entre las causas y sus posibles efectos tambin aumenta, planteando de una forma nueva la cuestin de la responsabilidad y de la tica.

    Por otra parte, el riesgo crece porque el conocimiento reflexivo transforma la inconsciencia del peligro, la incertidumbre o lo que en otros tiempos se consideraba la voluntad de los dioses en un futuro que se puede conocer en parte y posiblemente controlar; el avance de las ciencias desacraliza y desnaturaliza tambin los peligros y transforma el destino, lo contingente, el azar, en objetos de conocimiento, en realidades potencialmente calculables y medibles. El mayor nivel de educacin, de cultura cientfica y de informacin propaga socialmente este fenmeno. La sociedad traduce cada vez ms sus dificultades, sus miedos y su inseguridad en trminos de riesgo, es decir, en trminos de peligros que debe identificar, medir y dominar. Surgen as nuevos conocimientos especializados (la cindnica o ciencia del peligro, la gestin de riesgos, etc.), dispositivos cada vez ms presentes en la vida cotidiana y nuevas reglas de actua-cin, como el principio de precaucin, por ejemplo, que debe aplicarse cuando los expertos se declaran incompetentes o no estn de acuerdo.

    Los riesgos se construyen, por tanto, socialmente y se apoyan en el establecimiento de normas especficas. Ocupan una parte importante de nuestra vida y del debate pblico en un mundo moderno que no puede evitar los peligros, pero que puede intentar decidir los que acepta y a qu precio.

  • Autonoma creciente frente a los lmites espaciales y temporales

    Los nuevos medios de transporte y de almacenamiento de personas, informaciones y bienes que la sociedad desarrolla y pone a disposicin de organizaciones e individuos permiten a stos liberarse, en cierto modo, de los lmites espaciales y temporales. Por una parte, la copresencia o la proximidad no son ya necesarias para una serie de intercambios y prcticas sociales, ya que es posible usar las telecomunicaciones y desplazarse cada vez ms rpidamente. Por otra, la simultaneidad o la sincronizacin de las acciones ya no son indispensables porque muchas de ellas pueden realizarse con un desfase o asincrona gracias a los contestadores automticos, grabadoras y mensajeras de todo tipo. Ahora es ms fcil elegir individualmente los lugares y momentos de comunicacin e intercambio.

    Las posibilidades de accin e interaccin a distancia espacial y temporal son tan numerosas que se llega a tener la impresin de estar en varios sitios y momentos a la vez. Una sensacin de ubicuidad y de multitemporalidad acompaa al doble proceso de deslocalizacin y desinstantaneizacin.

    La deslocalizacin se traduce concretamente por el debilitamiento progresivo de las comunidades locales. Esto no significa evidentemente la desaparicin de la vida local, de las relaciones sociales de proximidad ni de las opciones locales; pero ya no es el lugar obligado de la mayora de las prcticas sociales en mbitos tales como trabajo, familia, ocio, poltica, religin, etc. Por el contrario, los nuevos instrumentos de transporte y de comunicacin amplan las posibilidades de eleccin en materia de ubicacin de la residencia o de la actividad y modifican la naturaleza de lo local: ya no se hereda ni se impone, sino que entra en las lgi-cas reflexivas, en decisiones tanto ms complejas cuanto las personas o las organizaciones disponen de medios de transporte y telecomunicacin. Se plantean entonces problemas de cohesin social, puesto que estas lgicas pueden dar lugar a nuevas formas de segregacin.

    Una individualizacin cada vez ms pujante

    En la sociedad moderna avanzada, los individuos no slo pueden elegir, sino que deben hacerlo continuamente. El trabajo, la familia, el consumo, la religin, la poltica, por no mencionar el propio cuerpo, todo se puede o parece que se puede decidir. Las elecciones individuales estn sin duda determinadas socialmente, pero el sistema en el que se construyen las decisiones es ms complejo; los individuos, al igual que las organizaciones, son ms conscientes de estar decidiendo con racionalidad limitada y su eleccin depende de un mayor nmero de interacciones. Tanto las grandes decisiones como las pequeas decisiones cotidianas se singularizan de esta forma.

    La cantidad de opciones a las que se enfrentan las personas, que vara segn sus medios, da lugar a perfiles de vida y de consumo ms diferenciados, que hacen cada vez menos perceptible la pertenencia a grupos sociales a pesar de la imposicin siempre importante de las consideraciones econmicas y socioprofesionales. Esta diversificacin plantea problemas tanto desde el punto de vista sociopoltico cmo se representan los intereses ms diversos? como del econmico. Resulta cada vez ms difcil, por ejemplo, basar una campaa de marketing en las categoras tpicas, ya se trate de categoras socioprofesionales, grupos de edad, niveles de ingresos, estilos de vida o perfiles psicosociolgicos. Las tipologas aparecen en grupos cada vez ms pequeos. Los especialistas en marketing, despus de haber dividido el mercado en grupos de identidad definida y en nichos, se ven obligados ahora a tener en

  • cuenta la creciente singularidad de las demandas reales o potenciales de los consumidores. La multiplicacin de opciones y la personalizacin (el one-to-on) son el no va ms de la industria y de los servicios. Los productores y los distribuidores crean megabases de datos para conocer de forma personalizada a sus posibles compradores, e intentan diversificar sus actividades para adaptarse al mximo a sus costumbres y deseos. Las nuevas tecnologas de la informacin y de la comunicacin tienen en este asunto un papel decisivo.

    Una diferenciacin social cada vez ms compleja

    La diferenciacin social sigue presente e impregna todos los mbitos de la vida social. La divisin del trabajo se acenta y se expresa al mismo tiempo en las especializaciones profesionales ms numerosas y definidas y en una globalizacin econmica que le induce a cambiar de escala. La globalizacin se distingue de las fases previas de internacionalizacin de la economa por el hecho de que ya no consiste slo en movimientos de personas, capitales, materias primas y mercancas, sino que se efecta por la organizacin de los procesos de produccin a escala internacional y por una movilidad generalizada. La globalizacin, al asociar sociedades locales diversas en un mismo proceso productivo, aade a la diferenciacin social una diferenciacin territorial. Adems, contribuye a la diferenciacin cultural porque, en un mismo movimiento, cuando parece homogeneizar en cierto modo las prcticas y los estatus difundiendo en todas partes los mismos objetos, las mismas referencias y casi los mismos modos de organizacin, la globalizacin ampla tambin de forma indita el abanico en que las personas, grupos y organizaciones pueden elegir y desarrollar sus caractersticas especficas.

    La diversificacin social transforma igualmente las estructuras familiares y su funcionamiento. La familia tpica de pareja con hijos que constitua la referencia econmica y poltica dominante es hoy minoritaria. Pero las familias tradicionales estn a su vez ms diversificadas, puesto que casi una cuarta parte de ellas se han recompuesto, dando lugar a una estructuracin familiar cada vez ms compleja que los demgrafos y los juristas no saben cmo calificar, con hijos que tienen hasta ocho abuelos, sin contar los medio hermanos, los hermanos postizos y las casi cuadas.

    La diferenciacin se da tambin por la diversificacin de las biografas. Los ciclos de la vida, en otros tiempos marcados por grandes etapas casi idnticas para todos, experimentan hoy episo-dios cada vez ms variados, incluso con bucles, con el regreso de los jvenes adultos al domicilio paterno despus de convivir con otros o el retorno a la soltera de los divorciados. La diversidad crece igualmente por la aceleracin de los cambios en los modos de vida y en los sistemas de valores. Antes, cada generacin reproduca ms o menos los usos y costumbres de las generaciones precedentes en las diversas etapas de su ciclo vital. La apari-cin del fenmeno adolescente en los Estados Unidos de la posguerra puso de manifiesto el debilitamiento de esta reproduccin intergeneracional. Hoy, muchos observadores consideran que la proximidad intergeneracional de los adolescentes es ms fuerte en mltiples mbitos, y en particular en el ocio (msica, deporte, lectura), que la proximidad intergeneracional en el seno de un mismo grupo socioprofesional. Las desigualdades sociales subsisten, por supuesto, incluso algunas han aumentado, pero para una parte de poblacin cada vez mayor se trata de diferencias de grado y no de naturaleza y no se aglutinan para formar categoras homogneas. De hecho, la gama de precios de la mayora de los artculos de consumo se ha ampliado llegando en el caso de los automviles a ms de cincuenta.

    La movilidad social es el corolario de la diferenciacin. Avanza demasiado despacio, pero las

  • trayectorias vitales y costumbres cotidianas ya no vienen tan determinadas por el origen social de cada uno. La socializacin inicial, por el contacto con el crculo de los padres, pierde su valor relativo frente a formas ms amplias de socializacin en las que los medios de comunicacin, informacin y transporte tienen una importancia cada vez ms significativa. Este proceso concierne evidentemente menos a las categoras extremas, como los jvenes de los suburbios o de los barrios altos, cuya socializacin es ms restrictiva y se efecta en medios ms homogneos.

    La movilidad fsica de las personas y de la informacin participa tambin activamente en la diferenciacin social. Es al mismo tiempo un instrumento y un resultado. Hace posible los contactos y los intercambios espordicos o regulares fuera de las proximidades. Ampla de este modo las bases sobre las que se apoyan las diferenciaciones y las afinidades.

    Las personas tienen una multipertenencia social, son social-mente plurales. Sus costumbres, sus sistemas de valores, sus decisiones individuales son el resultado de socializaciones y de cir-cunstancias diversas. Por ejemplo, el deporte que practique una persona estar ms relacionado con su origen geogrfico, la msica que escuche tendr que ver con el grupo de edad, su trabajo depender en gran parte de los orgenes socioprofesionales de sus padres, las vacaciones se decidirn cada vez ms en una negociacin familiar, su voto poltico depender del lugar donde viva, etc.

    La diferenciacin social parece ir pulverizando poco a poco una sociedad en la que individuos ms diferenciados y autnomos comparten slo momentneamente valores y experiencias so-ciales.

    El nacimiento de la sociedad hipertexto

    A pesar de esta aparente atomizacin de la sociedad en individuos ms autnomos, el aspecto social no ha desaparecido. Y, contrariamente a lo que afirman a veces los polticos, los vnculos sociales no se han roto. Por supuesto, algunos individuos y grupos sociales experimentan graves dificultades y un sector no despreciable de la poblacin est excluido del mercado de trabajo y se encuentra desafiliado; es verdad que la diferencia entre los ms ricos y los ms pobres ha aumentado prcticamente en todos los pases desarrollados y la sociedad sufre arrebatos de violencia y falta de civismo. Pero estamos lejos de caer en una anomia masiva o de arrastrarnos hacia la barbarie. Por el contrario, las exigencias de seguridad, de civismo y de Estado de derecho siguen creciendo. Las sociedades occidentales, de momento, parecen seguir su modernizacin sin sufrir amenazas sustanciales y sin que aparezca ninguna alternativa radical verdaderamente creble. No sucede evidentemente lo mismo en otras sociedades que se encuentran realmente en proceso de disolucin: bien porque se hallan sumidas brutalmente en la globalizacin y experimentan de forma acelerada y acentuada los dramas que sufri Europa en los siglos XIX y XX, bien, por el contrario, porque han quedado fuera de la globa-lizacin y se hunden en el hambre, las guerras y las enfermedades.

    Nuevos tipos de relaciones sociales

    Resulta evidente que la bsqueda de la modernizacin en los pases ya muy modernizados no provoca la desaparicin de las relaciones sociales. Lo social funciona. Pero los vnculos cambian de naturaleza y soporte.

  • Los vnculos fuertes -muy compactos- tradicionales que conectaban (unan) antiguamente en las comunidades rurales y medievales a personas semejantes eran muy slidos y multifuncionales y apenas necesitaban leyes o mecanismos administrativos para codificarlos y preservarlos. Las personas pasaban su vida al lado de la misma gente. Con la transicin de la comunidad rural o del burgo a una sociedad urbana e industrial, los vnculos entre individuos diferentes se diversificaron, multiplicaron y comenzaron a especializarse. Pero en las ciudades, suburbios y burgos del siglo XIX el vecino sola ser un colega, un amigo, un pariente, un parroquiano o un compaero de lucha. Hoy, por el contrario, la vida en las ciudades se desarrolla a otra escala y la coincidencia de las diferentes esferas de relaciones sociales es cada vez menor. Los vecinos ya no suelen ser amigos de la infancia, compaeros de trabajo o parientes. Cada persona se relaciona con muchas otras a diario y durante toda su vida, dentro y fuera del trabajo; elige uno o varios cnyuges sucesivos, a sus amigos y vecinos. Utiliza en sus relaciones una amplia gama de medios: el uso de las telecomunicaciones permite variar las formas de interaccin y el automvil se ha convertido en la principal herramienta de los encuentros cara a cara. Los vnculos econmicos y tcnicos socializan tambin a los consumidores a travs del uso de bienes y servicios comerciales: nuestra alimentacin cotidiana, as como los objetos que utilizamos, son en gran medida productos elaborados y dis-tribuidos por multinacionales; hasta la actividad ms nimia se encuentra inscrita de hecho en mltiples relaciones.

    Los vnculos sociales se han multiplicado, pues, extraordinariamente. Su naturaleza se ha diversificado y se apoyan en formas de comunicacin mltiples: el intercambio de mensajes por Internet y una reunin en un caf son, claramente, interacciones cualitativamente distintas. Los vnculos son mucho ms dbiles que antes y tambin ms frgiles. En cambio, resulta ms fcil establecer otros nuevos. Se trata de la fuerza de los vnculos dbiles. El tejido social constituido por los vnculos sociales contemporneos cambia de textura. Est compuesto por mltiples hilos, muy finos, de todo tipo, que no le restan solidez sino que le confieren mucha ms finura y elasticidad. Este tejido de fibras diversas es adems social y culturalmente heterogneo.

    Estructura social en redes

    Las estructuras sociales que surgen en la actualidad, a base de vnculos dbiles muy numerosos y entre organizaciones e individuos a menudo alejados, son de tipo reticular. La sociedad est estructurada y funciona como una red, o ms bien como una serie de redes interconectadas que aseguran una movilidad creciente de personas, bienes e informaciones. La generalizacin de esta movilidad deja obsoletas las antiguas estructuras areolares basadas en procesos de difusin limitada en el espacio y sobre reas de movilidad restringida. Esta organizacin en redes funda un nueva solidaridad de hecho, en el sentido de un sistema de interdependencias entre los individuos. Despus de la solidaridad mecnica de la comunidad rural y de la solidaridad orgnica de la ciudad industrial, surge un tercer tipo de solidaridad, la solidaridad conmutativa, que relaciona a individuos y organizaciones pertenecientes a muchas redes conectadas entre s. El reto para la democracia se encuentra en transformar esta solidaridad conmutativa de hecho en una solidaridad reflexiva, es decir, en ser conscientes de pertene-cer a sistemas de intereses colectivos.

  • Mltiples pertenencias sociales

    La sociedad se compone hoy de individuos con mltiples pertenencias, es decir, que se desenvuelven en campos sociales diferenciados. Los campos ms importantes son el trabajo, la familia, el ocio, la vecindad, las organizaciones religiosas y sociopolticas. Antes, en las comunidades rurales, estos campos sociales se superponan. Con el desarrollo de la sociedad urbana e industrial se produjeron las primeras disociaciones, pero an coincidan en gran medida. Hoy, sus intersecciones son cada vez menos numerosas; forman una especie de milhojas social y son los propios individuos quienes las unen, al pasar de una a otra varias veces al da.

    Los individuos se desplazan real o virtualmente por universos sociales diferentes. Forman un hipertexto, como las palabras que vinculan una serie de textos informatizados. El hipertexto es el procedimiento que permite seleccionar una palabra de un texto y acceder a dicha palabra en otra serie de textos. En un hipertexto, cada palabra pertenece simultneamente a varios textos; en cada uno de ellos participa en la produccin de sentidos diferentes interactuando con otras palabras, pero segn una sintaxis que puede cambiar de un texto a otro. La digitalizacin de imgenes ha abierto la posibilidad de construir asimismo hipermedios que establecen vnculos entre textos, documentos sonoros e imgenes (el prefijo hiper se utiliza en el sentido matemtico de hiperespacio, es decir, de un espacio con n dimensiones).

    Las personas se encuentran as en campos sociales distintos como las palabras en los diferentes documentos de un hipertexto. Interactan en uno con los compaeros de trabajo de acuerdo con una sintaxis profesional, en otro con los parientes segn una sintaxis familiar, en un tercero con socios segn una sintaxis deportiva, etc. Estamos ante los individuos-palabra que constituyen por s mismos los principales vnculos entre estos textos-campos sociales. Pasan de un campo a otro ya sea desplazndose o mediante las telecomunicaciones. Cuando alguien llama por telfono a casa desde el trabajo, en cierto modo cambia de texto.

    Los diversos campos sociales son de naturaleza diferente. La participacin de las personas en cada uno de ellos pueden ser ms o menos voluntaria y duradera. Las interacciones pueden ser econmicas, culturales, afectivas, recprocas, jerrquicas, normalizadas, cara a cara, escritas, habladas, telecomunicadas, etc. Los campos son de escala variable (de local a global) y ms o menos abiertos. Las redes que estructuran dichos campos pueden ser en forma de estrella, malla o jerarquizadas. Y los individuos efectan un code switching, es decir, intentan hacer malabarismos con los distintos cdigos para poder pasar de uno a otro.

    Esta metfora del hipertexto tambin permite renovar la identificacin y el anlisis de las desigualdades sociales. No todos los individuos disponen por diversos motivos que tienen que ver con sus historias personales de las mismas posibilidades de construir espacios sociales con n dimensiones o de pasar fcilmente de un campo social a otro. Para algunas personas, el milhojas de redes est completamente aplastado: sus campos econmicos, familiares, locales, religiosos se superponen. Por ejemplo, los excluidos del mercado de trabajo no multipertenecen: viven por lo general en los suburbios, subsisten gracias a una economa informal local y slo se renen con gente de su barrio. La posibilidad de desplazarse en una serie de campos ofrece oportunidades a las que no todos tienen acceso. Esta multiplicidad puede plantear a determinadas personas problemas psicolgicos complicados y dificultar la constitucin de su yo. Pero la sociedad hipertexto renueva profundamente los modelos de constitucin de lo social, as como de las identidades personales.

  • Del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo

    Los cambios econmicos en curso ponen de manifiesto que las sociedades occidentales empiezan a salir del industrialismo, es decir, de un sistema econmico basado fundamentalmente en la industria definida como el conjunto de actividades econmicas que tiene por objeto la explotacin de las materias primas, de las fuentes de energa y su transformacin, as como los productos semielaborados y bienes de produccin o de consumo, y que estn entrando en una economa cognitiva, basada en la produccin, apropiacin, venta y uso de conocimientos, informacin y procedimientos. Esto no significa que la industria vaya a desaparecer. Pero al igual que la agricultura pas con el capitalismo industrial a depender del modelo industrial, que haba redefinido tanto sus finalidades como sus mtodos y valores, as la produccin industrial depende cada vez ms de las lgicas y de los poderes de la economa cognitiva. Ms concretamente, los resultados de una empresa industrial dependen hoy en primer lugar de su capacidad de conocer los mercados, de utilizar los conocimientos tcnicos y cientficos, de inventar respuestas, de desarrollar capacidades de innovacin, de organizar procesos, dirigir las reacciones frente a los acontecimientos, de analizar costes, coordinar actuaciones y controlar las comunicaciones en caso de crisis. El carcter estratgico de la economa cognitiva se confirma de cierta forma por el proceder en ciertos sectores de las grandes empresas de los pases desarrollados, que parecen dejar la produccin material a otros y al resto del mundo y que se concentran en las nuevas tecnologas atrayendo capitales y personal cualificado de todo el mundo para garantizar su desarrollo.

    Esta nueva economa cognitiva aparece como expresin de la fase contempornea de la modernizacin en el campo de la economa. Dicho de otra forma, la economa cognitiva es a la sociedad hipertexto y a la solidaridad conmutativa lo que la economa industrial fue a la sociedad urbana y a la solidaridad orgnica y lo que la economa de mercado rural fue a la comunidad y a la solidaridad mecnica (vase la tabla al final de este captulo).

    El fin del futuro previsible y planificable

    El sistema fordista, a pesar de algunos incidentes y crisis, haba funcionado bien durante ms de medio siglo. Este sistema se basaba en la previsibilidad del futuro. Las empresas podan producir antes de vender, amortizar las variaciones del mercado con los stocks e invertir a largo plazo. Los trabajadores podan contar con el crecimiento y esperar, a medio plazo, un aumento de su poder adquisitivo y una mejora de sus condiciones de vida. Consuman los bienes que producan. Estaban protegidos en caso de enfermedad y no sentan inquietud por sus pensiones. Es verdad que no todo era perfecto en el mejor de los casos, como demostraron las luchas sociales. Pero la imagen que la sociedad occidental tena de s misma era, en conjunto, optimista.

    Este sistema se apoyaba en la posibilidad de limitar las incertidumbres. La planificacin era uno de los instrumentos fundamentales para los pases, las empresas, para el desarrollo urbano y la ordenacin territorial. Entr en crisis progresivamente a finales de los aos sesenta. La produccin masiva choc con la diferenciacin social y la diversificacin de la demanda. Las tecnologas y las formas de organizacin que haban garantizado el crecimiento de la produccin y la productividad llegaron a su lmite. Las recetas keynesianas se volvieron

  • antiproductivas en economas ms abiertas, la intervencin del Estado del bienestar se volvi muy cara y tuvo efectos perniciosos. La globalizacin, la aceleracin de los movimientos de capitales y las polticas de transferencia de regulaciones hacia los mercados contribuyeron adems a aumentar la incertidumbre. Todos estos cambios hicieron que se cuestionaran las formas fordo-keynesianas de industrialismo. Sus dispositivos, basados en la productividad por repeticin (la rutina tayloriana y el consumo masivo), con razonamientos simples modelados segn un ideal de previsibilidad (la programacin y la planificacin lineales), entraron en crisis, unos tras otros, sumndose a la inseguridad e inestabilidad creadas por la dinmica de la modernizacin, pero sentando las bases para el nacimiento de una nueva forma de economa de mercado.

    Una nueva economa del conocimiento y de la informacin

    La expresin nueva economa se usa mucho hoy, pero es un cajn de sastre. Engloba a los sectores de produccin de nuevas tecnologas de la informacin y de la comunicacin (hardware y software), la net-economa, es decir, las actividades econmicas directamente relacionadas con el uso de Internet, y ms ampliamente la economa cognitiva, es decir, las industrias y servicios en los que predominan la produccin, venta y utilizacin de conoci-mientos, informaciones y procedimientos. El desarrollo de esta economa se inscribe en el proceso de modernizacin y est relacionado con el nacimiento de la sociedad hipertexto.

    Se trata, en efecto, de una economa cada vez ms reflexiva que incorpora bajo las formas ms diversas el progreso de la ciencia y de la tcnica: mediante el desarrollo de mquinas cada vez ms sofisticadas que integran numerosas tecnologas de informacin y comunicacin (TIC), empleando una mano de obra globalmente ms cualificada y cuyas tareas son menos repetitivas, recurriendo a mtodos de gestin que exigen una informacin rpida y abundante para enfrentarse a ms incertidumbres y a elecciones ms complejas. La caracterstica esencial de esta nueva economa es que una parte creciente de las actividades econmicas y de los valores que produce depende del capital cognitivo incorporado en las personas, mquinas y la organizacin. Los modelos industriales de produccin se vuelven intiles, y resulta difcil calcular el valor del capital, ya que en gran medida est formado por activos intangibles, es decir, conocimientos y experiencia, modos de funcionamiento, relaciones personales, creativi-dad, etc.

    La nueva economa tambin est ms individualizada, tanto en lo referente al consumo como a la produccin. Los consumidores exigen del a medida industrial productos ms variados y especficos; el conocimiento de sus necesidades particulares es fundamental en la competitividad del comercio, de los servicios y de la industria. La evolucin de la produccin industrial demuestra asimismo el proceso de individualizacin, ya se trate de cualificaciones, estatus y carreras de los trabajadores, de los modelos de organizacin, del funcionamiento por proyectos en los que cada uno encuentra un puesto temporal en un colectivo o de la flexibilidad y la desincronizacin de los horarios de trabajo...

    Finalmente, esta nueva economa est tambin ms diferenciada. La divisin del trabajo no deja de crecer, los trabajadores estn ms cualificados y las empresas ms especializadas. Este cambio se ve acentuado por la externalizacin generalizada en las grandes empresas. Efectivamente, los progresos tcnicos en el transporte y las comunicaciones abaratan los costes de las transacciones, de forma que resulta ms conveniente recurrir al mercado. La subcontratacin, las joint-ventures, las sociedades y franquicias sustituyen al antiguo modelo organizativo de las grandes industrias.

  • Una economa ms urbana

    La produccin y los servicios salen de la empresa, dando al contexto espacial una nueva importancia econmica. Antes, la mayor parte de la actividad de las grandes empresas se desarrollaba en sus locales. Hoy, con la externalizacin de una parte creciente de la produccin y los servicios, la actividad se hace cada vez ms fuera de sus instalaciones, transformando de hecho las ciudades y los territorios en espacios productivos. Esto aumenta la importancia de las externalidades de todo tipo y supone nuevas responsabilidades para los poderes pblicos, que deben contribuir a crear un entorno material, econmico, social y cultural propicio a las actividades econmicas. Pero las reestructuraciones y reconversiones rpidas y brutales de las empresas, la movilidad de los capitales, la aceleracin de los ciclos de produccin y el desarrollo de los medios de transporte y de comunicacin modifican tambin las expectativas, de forma que las antiguas industriales locales especializadas se vuelven obsoletas. El desarrollo econmico de las ciudades descansa cada vez ms en su accesibilidad, es decir, su conexin con las grandes redes de transporte terrestre y areo, y en su potencial de mano de obra cualificada. La atraccin de las jvenes capas medias y altas se convierte as en elemento central de las polticas urbanas, que dan prioridad al desarrollo de la calidad de vida, los equipamientos educativos, la cultura, el ocio y la propia imagen de la ciudad.

    El uso de medios de transporte rpidos y de las telecomunicaciones por parte de las empresas contribuye tambin a reestructurar las ciudades y los territorios. El desarrollo de la net-economa (comercio electrnico al por menor y entre empresas [e-comercio], e-formacin y teleenseanza, e-contratacin y e-personal temporal, e-salud y telemedicina, e-banca y e-seguros, e-bolsa, e-seguridad y televigilancia, e-informacin y telediarios, etc.) cambia los criterios de localizacin de las actividades e influye especialmente en la reconfiguracin de los centros direccionales y de las especializaciones comerciales. Los centros financieros ven re-forzada su funcin, puesto que acogen actividades muy cualificadas en las que la informacin est muy presente. La logstica se convierte en una funcin clave en los procesos de produccin y da lugar a nuevos equipamientos multimodales y multiservicios (las plataformas logsticas). Los aeropuertos se rodean de una gama muy amplia de empresas, atradas por su accesibilidad area y terrestre.

    El papel de las tecnologas de la informacin y de la comunicacin

    La dinmica de la economa capitalista persiste y desempea un papel creciente en la sociedad puesto que las actividades humanas objeto de produccin y servicios de mercado van en aumento. Las tecnologas de la informacin y de la comunicacin desempean un papel fundamental en esta dinmica. No cambian por s mismas la sociedad, pero, utilizadas por los actores econmicos y por los consumidores, pueden contribuir a darle nueva forma porque estn especialmente adaptadas a ella, ya que, por una parte, se integran activamente en las dinmicas de racionalizacin, de individualizacin y diferenciacin de la sociedad hipertexto y, por otra, son herramienta y soporte del capitalismo cognitivo que puede aprovechar en el ms amplio sentido de la palabra los rpidos avances de sus resultados. stos estn tan ligados a la digitalizacin que, al modificar de forma decisiva la productividad, la acumulacin y circulacin de la informacin, contribuyen de manera determinante a la dinmica del capitalismo cognitivo. Las TIC participan tambin activamente en la aceleracin del despla-zamiento de personas, informacin y bienes, teniendo en cuenta que todo aquello que marca diferencias sobre todo en trminos de velocidad casa bien en la lgica capitalista basada en la competencia y la acumulacin.

  • Estas tecnologas no han agotado ni mucho menos sus posibilidades. Van ocupando progresivamente como ya ocurri con la electricidad una posicin genrica, es decir, que penetran en todos los sectores econmicos y en todas las esferas de la vida social. Ya no existe prcticamente ninguna industria, ciencia o tecnologa cuyo desarrollo no dependa del uso de las TIC, sobre todo en campos nuevos como la genmica y la cogntica.

    Internet tiene en este contexto una funcin de soporte; es una especie de metamedio que asocia y articula los distintos modos de produccin y de circulacin de la informacin. De hecho, asistimos progresivamente a la convergencia alrededor de Internet de todos los medios de comunicacin y a la aparicin de nuevos aparatos que integran en objetos mviles televisin, telfono, ordenador, agenda, libro, cmara de fotos y vdeo.

    Nuevas regulaciones del capitalismo cognitivo

    La acumulacin y concentracin de capital sigue aumentando en el contexto de la globalizacin y de la nueva economa cognitiva. Incluso en mbitos muy nuevos, las actividades se organizan o se reorganizan en todo el mundo alrededor de unas cuantas grandes empresas. El proceso de crecimiento y de crisis se ha acelerado, y no hay que dejarse embaucar ni por el fenmeno de las start-up cuya existencia independiente suele ser breve ni por la proliferacin de pequeas y medianas empresas de duracin variable que dependen ms o menos directamente de grandes grupos. No hay que confundir por tanto el fin del industrialismo con el fin de la economa capitalista. Las leyes econmicas no son nuevas, pero se aplican en un contexto diferente. El mercado es quiz ms transparente, los costes de transaccin menores y las infor-maciones menos asimtricas; los sistemas de adaptacin de la oferta y la demanda estn ms sincronizados, el origen del valor es otro y los modelos de productividad se han renovado: slo falta que la dinmica de acumulacin prosiga, y tiene todas las cartas para continuar as durante un tiempo.

    La economa cognitiva experimenta y experimentar, por tanto, las mltiples disfunciones del capitalismo, sus sacudidas y crisis de todo tipo: econmicas, sociales y medioambientales, a medida que los intereses sociales se multipliquen y que la competencia entre empresas y territorios aumente. Debe ser regulado, puesto que no puede funcionar de forma permanente sin instituciones que representen a los distintos colectivos sociales y territoriales, sin reglas comunes, sin poderes colectivos legtimos y capaces de hacer respetar las reglas, sin intervenciones correctoras y compensadoras, sin modelos de gestin de los conflictos.

    Pero las regulaciones establecidas en el perodo precedente funcionan cada vez peor en el contexto del capitalismo cognitivo, entre otras razones porque la globalizacin contribuye a socavar las bases nacionales del Estado del bienestar, las polticas keynesianas se vuelven ineficaces ya que la relacin salarial fordiana cede terreno ante contratos de trabajo mucho ms inestables, las inversiones privadas a largo plazo se vuelven ms escasas, los ciclos de los productos se acortan y porque surgen nuevos problemas sociales y nuevas desigualdades. Sin embargo, parece esbozarse un nuevo tipo de regulacin, que podramos calificar de regulacin societaria en la medida en que los actores, con lgicas diferentes y con intereses posiblemente divergentes o incluso contrapuestos sobre una serie de puntos, intentan o se ven obligados a preparar gestiones conjuntas, negociar compromisos duraderos y crear instituciones colectivas.

    El capitalismo cognitivo se apoya con ms fuerza si cabe que el capitalismo industrial en la Bolsa y el capital financiero, pero ahora se nutre en gran medida del ahorro de los asalariados y de los

  • profesionales independientes que utilizan estos valores burstiles para asegurarse una parte creciente de su proteccin social y primordialmente para garantizar y financiar sus pensiones. El fordismo haba hecho de los trabajadores de masa consumidores de masa. Hoy, los trabajadores-consumidores se convierten en accionistas, directamente comprando las acciones e indirectamente con sus fondos de pensiones. Los fondos de pensiones adquieren as una importancia social y econmica considerable y se convierten en grandes inversores en bienes inmuebles. Adems, la crisis del Estado del bienestar, que es tambin una crisis de su modo de organizacin y de sus resultados, lleva a los poderes pblicos nacionales y locales a recurrir cada vez ms a actores privados para asegurar todo tipo de prestaciones, incluso si tienen que subvencionar a dichos actores o a aquellos que deben comprar sus productos y servicios. Las concesiones y los acuerdos pblicos-privados de todo tipo se multiplican. La globalizacin, el debilitamiento de las barreras arancelarias, la aceleracin del transporte de bienes, personas, informaciones y capitales hacen necesarios la creacin y el refuerzo de instituciones supranacionales de regulacin, mientras que los poderes pblicos locales ven consolidado su papel econmico y social en un contexto de competencia interterritorial agudizada por la internacionalizacin y el desarrollo de medios de transporte y comunicacin.

    La asociacin de diferentes tipos de actores es una forma reflexiva de regulacin ms adaptada a una sociedad abierta, muy diversificada, mvil e inestable. Las instituciones a las que dan lugar aportan una estabilidad relativa en un contexto marcado por todo tipo de incertidumbre.

    La amplitud de los cambios sociales, econmicos, culturales, polticos y territoriales generados por el nacimiento de la sociedad hipertexto y del capitalismo cognitivo confirma la tesis de la entrada de las sociedades occidentales en una nueva fase del proceso de modernizacin. Como en las dos ocasiones anteriores, se producen muchos cambios necesarios. La sociedad hipertexto y el capitalismo cognitivo provocan, pues, una tercera revolucin urbana moderna. Esta ltima es la que vamos a describir para, partiendo de los problemas especficos que plantea y de los desafos generales de la sociedad moderna avanzada, deducir los principios y los mtodos de actuacin para la creacin, desarrollo y gestin de las ciudades.

  • Esquema de la dinmica de la modernizacin occidental y del contexto de las tres revoluciones urbanas modernas

    Vnculos sociales Tipo de solidaridad Territorios sociales (espacio de las relaciones sociales) Morfologa socioterri-torial Paradigmas dominantes Actuaciones Regulaciones principales Actividades econmicas dominantes Cultura Tipo urbano dominante Instituciones

    Comunidad Poco numerosos, cortos, sin diversificar, poco mediatizados, estables, fuertes y multifuncionales Mecnica Autrquicos y cerrados en gran medida, con centralidad local Alveolar Creencias, tradicin y continuidad, destino, fuerza, autoridad, sabidura Repetitivas y rutinarias Costumbres, jefe Agrcolas Predominantemente local Ciudad-mercado Parroquias, cantones y jurisdicciones, Estado-nacin

    Sociedad Industrial Ms numerosos, de varios tipos, evolutivos, fuertes, en va de especializacin Orgnica Integrados en un conjunto ms grande, entreabiertos, con base nacional Areolar Razn universal Funcionalidad Simplificacin y especia-lizacin. Democracia representativa Racionales Estado y leyes Industriales Con componentes socioprofesionales Armadura urbana jerarquizada y ciudades industriales Comunas, jurisdicciones, administracin centrali-zada, Estado-nacin del bienestar. Pactos, alianzas y tratados

    Sociedad hipertexto Muy numerosos, muy variados, mediatizados y directos, frgiles, especializados Conmutativa Abiertos, mltiples, cam-biantes, con escalas varia-bles (de local a global) reales y virtuales Reticular Complejidad, incertidumbre, autorregulacin, flexibilidad Gobernancia Reflexivas Sistemas estatales, subsidiarios, derecho y contratos, sociedades, opinin pblica Cognitivas Diversificada e hbrida (multipertenencia social y cultural) Sistema metapolitano Aglomeraciones, pases, regiones, Estado-nacin del bienestar. Organizaciones interna-cionales y supranaciona-les, ONG

  • CAPTULO 3

    LA TERCERA REVOLUCIN URBANA MODERNA

    La primera modernidad y su revolucin urbana suscitaron nuevas ideas -que denominaremos paleourbanismo- y las primeras utopas; la segunda modernidad y su revolucin urbana produje-ron modelos y dieron nombre al urbanismo. La tercera modernidad y su revolucin urbana estn dando lugar a nuevas actitudes frente al futuro, nuevos proyectos, formas de pensar y de actuar diferentes: es lo que llamaremos de ahora en adelante neourbanismo o nuevo urbanismo (aunque esta expresin haya cobrado un significado especial en estos ltimos aos, especialmente en Estados Unidos1).

    Esta tercera revolucin urbana comenz hace tiempo: en treinta aos la evolucin en las costumbres de los ciudadanos, en las formas de las ciudades, en los medios, motivos, lugares y horarios de los desplazamientos, de las comunicaciones y de los intercambios, en los equipamientos y servicios pblicos, en la tipologa de las zonas urbanas, en las actitudes hacia la naturaleza y el patrimonio, etc., ha sido considerable. Han surgido nuevos inventos, como el vdeo, el telfono mvil, los ordenadores porttiles o Internet, de gran importancia en la vida urbana. La generalizacin del segundo automvil y del AVE ha contribuido a modificar profundamente el territorio. Pero estos cambios no han hecho ms que empezar. El nuevo proceso de modernizacin determina las tendencias a largo plazo. Se trata de identificar estas tendencias con la mayor precisin posible, no para predecir el futuro o decidir sobre l, lo que sera una ingenuidad, sino para evaluar el impacto que puedan tener sobre las ciudades y las for-mas de vida urbana y elaborar, en consecuencia, instrumentos susceptibles de ayudar a gestionar del mejor modo posible dichos cambios estructurales.

    En nuestra opinin, cinco grandes cambios caracterizan esta tercera revolucin urbana moderna: la metapolizacin, la transformacin de los sistemas urbanos de movilidad, la formacin de espacios-tiempos individuales, la redefinicin de la correspondencia entre intereses individuales, colectivos y generales, y las nuevas relaciones de riesgo.

    La metapolizacin: las ciudades cambian de escala y de forma

    La metapolizacin es un doble proceso de metropolizacin y de formacin de nuevos tipos de territorios urbanos: las metpolis. Podemos definir la metropolizacin como el intento de con-centracin de las riquezas humanas y materiales en las aglomeraciones ms importantes. Es un proceso que se produce en todos los pases desarrollados, incluso si adopta formas diversas propias de las especificidades regionales y nacionales. Es, principalmente, el resultado de la globalizacin y de la profundizacin de la divisin del trabajo a escala mundial, que hacen cada vez ms necesarias y competitivas las aglomeraciones urbanas capaces de ofrecer un mercado de trabajo amplio y diversificado, la presencia de servicios de muy alto nivel, un gran nmero de equipamientos e infraestructuras y buenas comunicaciones internacionales. Los empleos, los comercios, los equipamientos sanitarios, educativos, culturales y de ocio de las grandes aglomeraciones atraen asimismo a las poblaciones ms cualificadas.

    La metropolizacin, como ocurri con el crecimiento de las ciudades, se apoya en el desarrollo de los medios de transporte y de almacenamiento de bienes, informacin y personas (el sistema bip) y en las tecnologas que mejoran su rendimiento. Por ejemplo, la velocidad de desplazamiento de las

  • personas en las ciudades europeas ha aumentado casi un treinta por ciento en quince aos, al tiempo que se desarrollaban el telfono mvil y el uso de Internet, los discos compactos y las transmisiones va satlite y se generalizaba el uso de congeladores y hornos microondas. Estos medios de transporte y de almacenamiento, rentables y cada vez ms individualizados, confieren nuevas formas a las aglomeraciones urbanas. Se constituyen de este modo las metpolis, es decir, grandes conurbaciones, extensas y discontinuas, heterogneas y multipolarizadas.

    El proceso de urbanizacin y de crecimiento de las ciudades que acompa a las dos primeras fases de la modernizacin y les sirvi de punto de apoyo contina bajo nuevas formas. El creci-miento interno de las aglomeraciones, por extensin a su