los jÓvenes en costa rica decimos no mÁs ...los jóvenes en costa rica decimos no mÁs guerras...

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Revista de Estudios, Universidad Costa Rica. No. 17, pág. 49-52, 2003 LOS JÓVENES EN COSTA RICA DECIMOS NO MÁs GUERRAS Discurso pronunciado en el Auditorio "Alberto Brenes Córdoba" de la Universidad de Costa Rica el día 25 de marzo de 2003 Me solicitaron participar en este panel pa- ra hablar de los jóvenes y el movimiento contra la guerra ... Mi principal credencial es, además de mi edad; mi oposición a la guerra, aunque debo aclarar que las voces que han surgido y las acti- vidades que se han realizado alrededor de este te- ma provienen de diferentes grupos con intereses también diversos; y no puedo ni pretendo enton- ces hablar como su representante. Me parece im- portante resaltarlo para hacer evidente la diversi- dad que caracteriza, incluso en el reducido ámbi- to de la universidad, al movimiento contra la guerra; aunque tengo la esperanza de que en lo esencial compartan mis opiniones. y uso la palabra "movimiento" porque es- tamos hablamos ante todo de acciones y reaccio- nes que se organizan ante condiciones siempre fluctuantes ... claro que fundamentadas general- mente en argumentos y posiciones no tan fluc- tuantes y asumidas más bien por convicción. Quisiera detenerme un momento sobre las razo- nes que me empujaron a manifestarme en contra de esta guerra: Para esto estuve revisando un documento que hicimos hace unas semanas, antes de que co- menzara la guerra, cuando comenzábamos a tra- bajar en la organización del concierto contra la guerra del jueves pasado. En ese momento seña- lábamos que tanto los intereses económicos co- mo el clima político que impera en el gobierno norteamericano jugaron un claro rol en el camino Antonio Jara Vargas hacia esta guerra, más que un interés sincero en la "democratización" de Iraq o la estabilidad del Oriente Medio. Estos son argumentos que todos conocemos. El problema subyacente viene a ser el cinismo y la hipocresía (o en todo caso la in- genuidad) con el que el gobierno de Estados Uni- dos tiende a recurrir a argumentos moralistas pa- ra justificar acciones arbitrarias e interesadas, y el doble estándar que se evidencia en las ocasio- nes en que esos principios se contradicen con sus intereses. Ante la sospecha que oscurece las razones del gobierno estadounidense y de sus aliados pa- ra llevamos a una guerra, las consideraciones hu- manitarias se vuelven exigencias. Aunque este- mos de acuerdo en nuestro desprecio del régimen iraquí, no pueden negociar con nuestras concien- cias o vendemos la idea de que un cambio de ré- gimen en Iraq bien vale unas cuantas vidas de ci- viles iraquíes, más cuando este cambio de régi- men secuestra la capacidad de acción del mismo pueblo iraquí, viola su soberanía, fortalece las posiciones más extremistas entre las poblaciones de la región y se da en un momento en que dicho régimen no se encontraba en una posición de agresión o amenaza a ningún otro país, y en un momento en que además se estaba llevando a ca- bo un proceso de desarme exitoso a través de las vías diplomáticas. Pero dejemos de lado las discusiones so- bre la efectividad de las inspecciones. Gran parte

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Page 1: LOS JÓVENES EN COSTA RICA DECIMOS NO MÁs ...Los jóvenes en Costa Rica decimos NO MÁS GUERRAS quisiera hacer referencia a dos elementos que me parecen reveladores del mensaje presidencial

Revista de Estudios, Universidad Costa Rica. No. 17, pág. 49-52, 2003

LOS JÓVENES EN COSTA RICA DECIMOSNO MÁs GUERRAS

Discurso pronunciado en el Auditorio "Alberto Brenes Córdoba"de la Universidad de Costa Rica el día 25 de marzo de 2003

Me solicitaron participar en este panel pa-ra hablar de los jóvenes y el movimiento contrala guerra ... Mi principal credencial es, además demi edad; mi oposición a la guerra, aunque deboaclarar que las voces que han surgido y las acti-vidades que se han realizado alrededor de este te-ma provienen de diferentes grupos con interesestambién diversos; y no puedo ni pretendo enton-ces hablar como su representante. Me parece im-portante resaltarlo para hacer evidente la diversi-dad que caracteriza, incluso en el reducido ámbi-to de la universidad, al movimiento contra laguerra; aunque tengo la esperanza de que en loesencial compartan mis opiniones.

y uso la palabra "movimiento" porque es-tamos hablamos ante todo de acciones y reaccio-nes que se organizan ante condiciones siemprefluctuantes ... claro que fundamentadas general-mente en argumentos y posiciones no tan fluc-tuantes y asumidas más bien por convicción.Quisiera detenerme un momento sobre las razo-nes que me empujaron a manifestarme en contrade esta guerra:

Para esto estuve revisando un documentoque hicimos hace unas semanas, antes de que co-menzara la guerra, cuando comenzábamos a tra-bajar en la organización del concierto contra laguerra del jueves pasado. En ese momento seña-lábamos que tanto los intereses económicos co-mo el clima político que impera en el gobiernonorteamericano jugaron un claro rol en el camino

Antonio Jara Vargas

hacia esta guerra, más que un interés sincero enla "democratización" de Iraq o la estabilidad delOriente Medio. Estos son argumentos que todosconocemos. El problema subyacente viene a serel cinismo y la hipocresía (o en todo caso la in-genuidad) con el que el gobierno de Estados Uni-dos tiende a recurrir a argumentos moralistas pa-ra justificar acciones arbitrarias e interesadas, yel doble estándar que se evidencia en las ocasio-nes en que esos principios se contradicen con susintereses.

Ante la sospecha que oscurece las razonesdel gobierno estadounidense y de sus aliados pa-ra llevamos a una guerra, las consideraciones hu-manitarias se vuelven exigencias. Aunque este-mos de acuerdo en nuestro desprecio del régimeniraquí, no pueden negociar con nuestras concien-cias o vendemos la idea de que un cambio de ré-gimen en Iraq bien vale unas cuantas vidas de ci-viles iraquíes, más cuando este cambio de régi-men secuestra la capacidad de acción del mismopueblo iraquí, viola su soberanía, fortalece lasposiciones más extremistas entre las poblacionesde la región y se da en un momento en que dichorégimen no se encontraba en una posición deagresión o amenaza a ningún otro país, y en unmomento en que además se estaba llevando a ca-bo un proceso de desarme exitoso a través de lasvías diplomáticas.

Pero dejemos de lado las discusiones so-bre la efectividad de las inspecciones. Gran parte

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de quienes nos hemos manifestado contra estaguerra no vemos el enfrentamiento contra Iraqcomo un caso aislado, como si la cuestión fueramedir si la maldad de Hussayn lo hace merecedora él y al pueblo iraquí de ser bombardeados yocupados militarmente.

No podemos evitar añadir esta guerra auna serie de actos del gobierno estadounidense,que incluye la no-ratificación del Protocolo deKyoto, la negativa a aceptar renovados pactos delimitación de armamentos, el no reconocimientode la Corte Penal Internacional, y la crecienteagresividad de la llamada "guerra contra el terro-rismo" y su visión maniquea de un mundo hechode "malos" y "buenos" (todos recordamos la in-fame declaración del presidente Bush cuandoafirmaba que quien no estuviera de su lado podíacontarse entre sus enemigos) todo esto indica unperíodo de creciente autoritarismo, prepotencia eintolerancia por parte del gobierno estadouniden-se tanto al interior de su país como en su políticaexterior.

En estas condiciones la capacidad de opi-nión y acción que nos ofrecen los organismosmultilaterales, como es el caso de las NacionesUnidas, vienen a ser un contrapeso y una opor-tunidad para la expresión soberana de la volun-tad de las naciones. Tras la decisión de España,Inglaterra y los Estados Unidos de desconocerla autoridad del Consejo de Seguridad -y nohay acto más claro de irrespeto por un órganorepresentativo que la decisión de actuar fuerade él cuando no se logró el apoyo de la mayo-ría- el tema de la legalidad de la actual guerra,y de su justificación según la normativa inter-nacional pasa a ocupar un primer plano ennuestras consideraciones. No sólo como un ar-gumento jurídico o burocrático utilizado paraoponerse a la guerra; sino ante todo porque araíz de este acontecimiento se perfila quién to-mará las decisiones en el nuevo orden de losasuntos internacionales tras la guerra, si la esta-bilidad internacional será garantizada por eldiálogo y el consenso internacional o por lasacciones unilaterales de ciertos países con lacapacidad real militar y económica de hacer va-ler sus concepciones de estabilidad mundial porfuera de los espacios de diálogo.

En resumen, me parece que por encima delas particularidades de cada persona o grupo quese ha movilizado a raíz de esta guerra, de las di-versas ideologías políticas, intereses o naturalezade sus organizaciones, tenemos en común, poruna parte, un llamado hacia una política interna-cional más ética y dirigida por principios talescomo la tolerancia, el diálogo, el respeto a los de-rechos humanos, la no-intervención y el derechoa la autodeterminación de los pueblos, y por otraparte el desarrollo de un sistema internacional ca-racterizado por el multilateralisrno, que garanticedichos principios y que favorezca la igualdad en-tre las naciones, por encima de las arbitrarieda-des de los poderosos.

Son demandas bastante idealistas, perobastante cercanas a nuestra realidad. Expresannuestra ansiedad ante un mundo que parece cadavez más regido por los intereses de las corpora-ciones, la imposición de un pensamiento único ydonde, como miembros de un país pequeño,nuestra voz en los asuntos internacionales es ca-da vez más leve. No es extraño que muchas per-sonas, estudiantes de colegios o de la universidadse vean movidos, paradójicamente, por este sen-timiento creciente de impotencia ante el aconte-cer internacional.

A esta lista hay que añadir ahora, a raíz delos desafortunados comentarios del señor presi-dente Pacheco en apoyo de la coalición de gue-rra, un descontento mucho más inmediato y con-creto, ya que nace de nuestra indignación al nosentimos representados por este gobierno.

Frente a estos eventos no pretendemos só-lo expresar un descontento, sino que le exigimosal gobierno una rendición de cuentas y una recti-ficación acorde con los que creemos que debenser los principios rectores de nuestra política in-ternacional: el respeto a la legalidad internacio-nal, el recurso a las vías diplomáticas por encimade las bélicas y el rechazo a la agresión militar encualquier circunstancia. Esta sorpresiva revela-ción de la política exterior oficial costarricensenos toca en lo más profundo y nos produce ver-güenza al ver traicionadas nuestras conviccionesy ver silenciado nuestro rechazo.

Mucha gente ya ha criticado las declara-ciones del presidente Pacheco, sin embargo

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Los jóvenes en Costa Rica decimos NO MÁS GUERRAS

quisiera hacer referencia a dos elementos que meparecen reveladores del mensaje presidencialtransmitido por televisión en días pasados. La refe-rencia del señor Pacheco a la campaña del 56 con-tra el aventurero William Walker me llamó la aten-ción no por la errada analogía que intentó hacer en-tre éste y Saddam Hussayn, sino porque me trajo ala memoria las palabras que el mismo Walker plas-mó en su diario para justificar sus acciones.

Para quienes hayan leído "La Guerra deNicaragua", (traducida y anotada por don Ricar-do Fernández Guardia), no les sonarán novedo-sas las declaraciones del gobierno norteamerica-no de que está liberando al pueblo iraquí y cons-truyendo la democracia en el Medio Oriente. Unalógica similar plantea Walker, quien parece estarconvencido de que su empresa no pretende másque lograr construir un sistema político muchomás avanzado y próspero que el que podrían lo-grar por su cuenta los degenerados mestizos cen-troamericanos. El discurso paternalista y reden-tor de Bush, lleno de visos ideológicos de "mi-sión ci vilizadora" al mejor estilo de las potenciascoloniales del siglo XIX, se sostiene únicamenteen una visión de mundo donde las bondades delsistema norteamericano son tan evidentes comopara no necesitar argumentación y donde la po-blación misma de Iraq es esbozada como una víc-tima permanente, o un infante eterno incapaz deasumir sus responsabilidades y de construir alter-nativas de cambio sin la mano guía de quienes'saben mejor lo que hacen'. Es un argumento quejustifica la intervención política y la dependenciade los países débiles frente a los poderosos. De-bemos recordar que en su gran mayoría estasaventuras de ingeniería política y social llevadasa cabo por actores externos a los países o las re-giones han resultado en estrepitosos fracasos y enla perpetuación de los conflictos, como demues-tra el caso más cercano a nosotros, el de la anti-gua Yugoslavia.

Debemos recordar además, que cada díaque pasa aumenta el número de niños, niñas y ci-viles iraquíes que no llegarán a ser "liberados"por la política del Sr. Bush. Es necesario, en laspresentes circunstancias, exigir que cualquier ini-ciativa de reconstrucción de Iraq quede en manosde instancias multilaterales y representativas y

SI

que la ayuda al pueblo iraquí no se convierta enuna vía solapada de mayor intervención y controlpolítico sobre ese país.

Otro aspecto más grave en sus implicacio-nes, del mensaje del presidente Pacheco fue su ca-racterización de este conflicto como un enfrenta-miento entre "civilización y terrorismo". En pri-mera instancia favorece la confusión ya existenteentre gran parte de la población costarricense y devarios otros países que se hacen llamar "occiden-tales" sobre la compleja realidad política y socialdel Oriente Medio, y favorece la equiparación de-sinformada de conceptos como mundo árabe, Is-lam, fundamentalismo y terrorismo. Para cual-quier persona medianamente informada sobre larealidad del mundo árabe es evidente la distanciaque hay entre el fundamentalismo religioso, consus diferentes expresiones -que es en el presenteuna de las fuerzas sociales de mayor peso al inte-rior de las sociedades islámicas- y los movimien-tos políticos nacionalistas y seculares como losque llevaron al poder a Saddam Hussayn. Quizásuno de los logros más controversiales y paradóji-cos de la política beligerante de las potencias oc-cidentales hacia Medio Oriente, sea precisamentela existencia hoy en día de intereses compartidosentre los fundamentalistas religiosos y estos líde-res nacionalistas. De todas formas el vínculo delrégimen de Iraq con el terrorismo internacional ymás aún con los atentados del once de septiembreno ha sido establecido ni justificado, mucho me-nos como base para una acción armada.

El argumento de la lucha contra el terro-rismo internacional, por otra parte, parece cadavez más ser un instrumento para justificar inter-venciones preventivas en cualquier parte delmundo. Bajo el pretexto de estarse enfrentando aentidades ubicuas y confusas como la red Al-Qaeda, las acciones de gobiernos o de poblacio-nes de países en cualquier parte del mundo pue-den ser tipificadas como amenazas directas a laseguridad nacional norteamericana y justificar unataque unilateral.

¿Hasta qué punto es precisamente esa po-lítica a la que hace referencia Pacheco, entre irra-cionales terroristas y políticos civilizados, dondeel único entendimiento posible se produce a gol-pes, la que viene favorecido la conformación de

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un mundo verdaderamente polarizado, donde de-saparecen los espacios de negociación, en favor delos actos de fuerza? ¿No es precisamente la actitudbelicista la que incentiva el crecimiento de los gru-pos terroristas? Estas no son más que conjeturas,pero no deja de ser cierto que la paz y la toleran-cia no se construyen con bombardeos y que los ac-tos de violencia abren el camino para mayor vio-lencia. La intolerancia y el autoritarismo no tienenuna cara civilizada, y no se combate la intoleran-cia y el autoritarismo con más de lo mismo.

Volviendo sobre el tema del movimientocontra la guerra, al igual que muchos de los mo-vimientos sociales recientes, se caracteriza por sudiversidad, su internacionalismo y por buscar ca-nales de información o coordinación alternati-vos ... todos sabemos que gran parte de las cam-pañas, las manifestaciones y hasta algunos sím-bolos y consignas contra la guerra vienen siendoutilizadas en distintas partes del mundo. Su natu-raleza es coyuntural, el grupo de amigas y ami-gos que trabajamos en la organización del con-cierto del jueves pasado, por ejemplo, encontra-mos un espacio y un proyecto en el que coinci-díamos y que nos permitía trabajar, a pesar de noconformar una organización ni tener una baseideológica bien definida entre nosotros. Otrosgrupos de jóvenes y de estudiantes vienen traba-jando más constantemente sobre una diversidadde temas, pero coinciden con nosotros y con mu-chos otros en esta ocasión. Cada cual tendrá suopinión sobre qué es mejor o más honesto consus convicciones personales.

Aunque el rechazo a la guerra no es exclu-sivo de las y los jóvenes y una buena parte de la

juventud en distintos ámbitos permanece desinte-resada en lo que acontece, sí parece ser que losgrupos de jóvenes están entre los más visibles deeste movimiento. Incluso quienes critican a losque nos manifestamos contra la guerra, utilizanesto como argumento y asumen desde tonos des-pectivos (calificándonos de vagos o vándalos)hasta tonos paternalistasc criticando nuestra con-vicción como una falta de 'realismo', falta de in-formación o incapacidad para discernir -como sifuera un vestigio de rebeldía adolescente el criti-car todo lo que haga o deje de hacer el gobiernonorteamericano- .

Tal vez es cierto que la identificación demuchos jóvenes con el movimiento anti-guerraes más sentimental o visceral que la de otras per-sonas ubicadas en puestos institucionales o concierto reconocimiento público que los obliga amoderar o calcular sus opiniones y discursos ...pero por esto mismo en muchas ocasiones lasopiniones de los jóvenes tienen la virtud de ser delas más honestas o al menos las más desinteresa-das; es cierto entonces que muchas veces respon-demos más con la ~abia que con la cabeza, y queen las letras de las consignas no hay espacio pa-ra las sutilezas del análisis político. Es cierto. Pe-ro eso no impide que estemos informados, queseamos propositivos y creativos. Por el contrario,nos compromete a tratar de mantenernos firmesen nuestras convicciones a alzar nuestra voz yfuncionar como la conciencia incómoda de lagente que desde instituciones o cargos guberna-mentales calcularon, balancearon pros y contrasy decidieron ceder y apoyar esta guerra injustifi-cada e injusta.