Los Edificadores Pastor Jorge Imeri Primer Servicio de Santa Cena Guatemala, 3 de junio del Año De La Revelación

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Isaías 61:1-4 (LBA) El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros; 2 para proclamar el año favorable del SEÑOR, y el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, 3 para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia, plantío del SEÑOR, para que Él sea glorificado. 4 Entonces reedificarán las ruinas antiguas, levantarán los lugares devastados de antaño, y restaurarán las ciudades arruinadas, los lugares devastados de muchas generaciones. Empezaremos la enseña de esta oportunidad con la cita descrita, y más específicamente con lo que está en resaltado, porque cuando vemos en el evangelio de Lucas 4:16-21, notamos que de pronto Jesús llega a la sinagoga y toma el rollo del Profeta Isaías leyendo estos versículos y al final les dice que ellos estaban viendo el cumplimiento de esa profecía ante sus ojos, porque a partir de ahí el favor de Dios estaba llegando a Israel. Hoy es un favor que tenemos en medio de la Iglesia desde hace mucho tiempo, porque también debemos saber que a pesar de decir que es el año favorable del Señor, Dios no mide el tiempo como nosotros (2 Pedro 3:8), por eso han pasado muchas cosas de bendición a nuestra vida, y llega un momento en el que somos llamados robles de justicia, plantío de Jehová por lo que El está trabajando en nuestra vida. ¿Qué es un plantío?, es el conjunto de arbolitos que han sido sembrados para que tengan su proceso de crecimiento y hagan lo que deban hacer; o sea el propósito de dar el fruto que los identificará como tales, dar sombra, etc. Lo que debemos saber entonces es para qué nos ha considerado Dios como plantíos, porque si El nos llamó a Su obra para trabajar en alguna área, también tenemos una responsabilidad que cumplir y para eso es necesario que aprovechemos todo lo que El nos envía al 100% y que entonces crezcamos y que por lo menos alcancemos la estatura de aquellos que nos han antecedido como siervos de Dios; aunque para eso también ha sido necesario un tiempo de preparación, que igualmente debamos llevar y que en su tiempo podamos ser parte de los edificadores como hoy día hay muchos alrededor de toda la Tierra, aunque para eso, tuvo que llegar el momento de la misericordia de Dios, porque quizá muchos no teníamos la mínima oportunidad de ser útiles, pero llegó el Señor a nuestra vida y nos dijo: ¡vive! Y entonces vivimos y aquí estamos siendo edificados, restaurados gracias a Dios. Pero hoy que tenemos la oportunidad de Dios para aprovechar la restauración a nuestra vida porque quizá el enemigo logró engañar a nuestros ancestros y de pronto eso nos arrastró también pero hasta cierto punto, porque cuando llegó Jesús a nuestra vida, la devastación se detiene y entonces Dios le arrebata al diablo lo que nos había quitado y somos restaurados por Su infinito amor. Pero también debemos considerar que si hemos sido rescatados es porque hay un propósito en nuestra vida; lo que nos corresponde entonces es discernir cuál es y caminar bajo ese propósito en amor y obediencia a Dios. ¿Cuál podría ser ese propósito?, que lleguemos a ser robles de justicia y entonces glorifiquemos a Dios con lo que somos pero edificando la vida de los necesitados también. Obviamente que para llegar a ese punto y que tengamos el mejor

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aprovechamiento de lo que Dios está haciendo en nuestra vida, tenemos al Espíritu Santo para redargüirnos en el momento que no estemos caminando de acuerdo a los propósitos de Dios. Es muy interesante que la palabra entonces, es utilizada para enlazar 2 cosas: algo que se ha hecho y algo que debe hacerse a partir de lo que existe; entonces es necesario que seamos verdaderamente restaurados, que asimilemos esa restauración para poder llegar a ser un restaurador y que a partir de ahí seamos restauradores. 1 Corintios 3:11-15 (LBA) Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Ahora bien, si sobre el fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, 13 la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. 14 Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego. Una vez que somos restaurados, podemos ser restauradores pero antes de iniciar, seremos probados aunque no nos guste esa situación, porque ¿cómo podemos saber si hemos logrado aprender?, probando aquello que hemos aprendido. ¿Cómo podemos saber si una bebida o comida es buena?, probándola, comiéndola; lo mismo sucede con nuestra vida cuando hemos sido trabajados por la mano de Dios, llegará el momento de la prueba, pero la prueba no porque el Señor no haya trabajado bien en nuestra vida; el punto es saber si hemos asimilado adecuadamente toda Su enseñanza. Por eso es que cuando edificamos, si lo hacemos con oro, plata o piedras preciosas espirituales, pasaremos la prueba, pero si lo hemos hecho con hojarasca; tendremos que empezar de nuevo para hacer las cosas en el orden de Dios. Salmos 127:1 (LBA) Cántico de ascenso gradual; de Salomón. Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. Hebreos 11:9-10 (LBA) Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, 10 porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. La fe es un edificador, aquí entonces podemos preguntarnos cómo está nuestra fe en Dios, porque el momento de probarla será cuando vengan momentos difíciles a nuestra vida, debemos estar confiados en Su mano sabiendo que todo lo que podamos estar viviendo está en Sus propósitos para nuestra edificación. Hebreos 11:6-8 (LBA) Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que es remunerador de los que le buscan. 7 Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó un arca para la salvación de su casa, por la cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe. 8 Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba.

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Aunque haya gente que se burle de nosotros cuando buscamos a Dios para llevar a nuestros hijos a Su río; no dejemos que los murmuradores nos desanimen porque lo que estamos haciendo es edificando nuestra casa primero antes de edificar a otros. Consideremos que debemos empezar por los de nuestra casa, debemos empezar con nuestra familia, con los más cercarnos, nuestro cónyuge, nuestros hijos e hijas y después los que puedan estar cerca y luego por todo el mundo pero debemos empezar por nuestra familia manifestando el amor de Dios en cada uno de ellos. De aquí podemos recordar la manera en que edifica el amor y la humildad; en la Biblia vemos muchos ejemplos, pero veamos uno con la vida de Ruth la moabita y Booz. Ruth provenía de una gente que no tenía la mínima oportunidad en Dios, sin embargo fue humilde y se sujetó a su suegra Noemí y ella la supo conducirla para restaurar su vida y que fuera edificada por el amor de Booz, pero para eso, Ruth tuvo que pasar por un proceso de enseñanza de humildad y mansedumbre en manos de su suegra. Hoy tenemos una nueva oportunidad de acercarnos a la mesa del Señor con humildad y mansedumbre; quizá le hemos fallado al Señor y de pronto llega el acusador a estorbarnos para que no participemos de la mesa del Señor; pero mayor pecado sería menospreciar la oportunidad de estar a cuentas con Dios y comer de Su mesa sabiendo que con Su cuerpo y sangre seremos perdonados sin importar lo que hayamos hecho y que el Señor está dispuesto a perdonarnos porque nos ama; si no aprovechamos Su oportunidad quedaríamos como gente que no ha completado su edificación y consecuentemente no podemos ser edificadores, pero si participamos de Su mesa, será como una oportunidad más para alcanzar aquello para lo cual fuimos alcanzados.