lo humano-una explicación mítica
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EL ORIGEN DEL SER HUMANO
LA EXPLICACIÓN MÍTICA
LA ESPECIFICIDAD DE LA NATURALEZA HUMANA
EL MITO DE PROMETEO
La filosofía es una actividad fundamentalmente reflexiva. Supone siempre
reflexionar y preguntarse por el origen, el sentido y el por qué de las cosas.
La filosofía como forma de conocimiento comenzó a tomar cuerpo en Grecia
hace aproximadamente unos 2600 años (no obstante, todas estas cuestiones
las veremos con mucho más detalle en la asignatura de Historia de la
Filosofía el año próximo). Nuestra herencia y nuestra tradición cultural es
fundamentalmente de origen griego, así que comenzaremos a analizar y
reflexionar sobre el ser humano a partir de las primitivas ideas de los
griegos. Veremos entonces qué pensaban ellos acerca del origen de los seres
humanos, de su destino y de sus características peculiares.
Hay un texto clásico dónde todas estas ideas aparecen de una forma muy
clara y muy ilustrativa. Se trata de una de las historias más conocidas de la
mitología griega: el mito de Prometeo.
EL MITO GRIEGO DE LA CREACIÓN: PROMETEO Y PANDORA
Prometeo era hijo del titán Jápeto y la oceánida Climene. Era hermano de
Atlas, Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia y engaños. No
tenía miedo alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y su poca perspicacia.
Aunque Prometeo permaneció neutral en la revuelta de los titanes, al final
del conflicto, viendo que las cosas se inclinaban hacia los olímpicos, hizo
como si los hubiese apoyado desde el principio, ganándose así un lugar entre
los dioses.
Se dice que Zeus les encomendó la tarea de crear a la humanidad y de
proveer a los seres humanos y a los animales todo lo necesario para
sobrevivir. Epimeteo (cuyo nombre significa “ocurrencia tardía”), procedió
en consecuencia a conceder a los animales atributos como el valor, la fuerza
o la rapidez y los proveyó de todos los elementos necesarios para poder
vivir en el mundo, tales como plumas, patas, o piel. Sin embargo, Epimeteo
debía crear un ser superior a todos los demás pero no le quedaban más
virtudes para ello y no tenía nada que conceder, así que le pidió ayuda a su
hermano Prometeo, nombre que significa “prudencia”.
Para que los seres humanos fueran superiores a los animales, Prometeo
decidió darles una forma más noble y permitirles caminar erguidos. Moldeó
un hombre semejante en aspecto a los dioses pero de mucho menor tamaño,
dando origen a la raza humana. Prometeo, amó mucho a su creación, es por
eso que les enseñó la agricultura, a trabajar la madera, a construir
viviendas, etcétera.
Los hombres, agradecidos,
sacrificaban corderos y
frutas en honor de su
benefactor, Prometeo. Zeus
empezó a tener envidia de
éste y preparó un plan para
castigarlo. Zeus se mostró
enormemente celoso de su
hazaña y ordenó a Hefesto
que formara a una mujer, para dársela como premio por sus labores a
Prometeo, pero también como forma de sentirse superior a él. Hefesto
modeló arcilla y consiguió crear a dicha mujer, llamada Pandora.
Pandora nació con una enorme belleza y todos los dioses quedaron prendados
de su hermosura, colmándola de dones. Atenea le concedió sabiduría,
Hermes le dio la elocuencia, la envidia, la mentira, enfermedades, ira,
etcétera, y Apolo dotes para la música. Zeus por su parte, añadió a todos
estos presentes una
hermosa caja, que se
suponía contenía
inmensos bienes y
presentes para
Prometeo, pero, con
todo, ordenó a
Pandora (que significa
“Todos los regalos”)
que no la abriera bajo
ningún concepto, lo
cual prometió a pesar
de su curiosidad. Fue
así entonces como
Pandora y su caja
fueron ofrecidos a Prometeo, quien, astuto y precavido rechazó a ambas.
Prometeo le indicó a su hermano Epimeteo que, como había hecho él,
desconfiara de cualquier regalo de Zeus ya que en el fondo lo consideraban
un enemigo por haber vencido y condenado a los titanes. Epimeteo y Pandora
se casaron, vivieron muy felices por un tiempo, hasta que la muchacha presa
de curiosidad por saber qué contenía la caja que los dioses le habían
entregado, la abrió y comenzaron a salir las cosas buenas y todos los males
que Hermes le había dado, sólo la esperanza quedó en la caja. Después que
Prometeo comprobó que el caso “Pandora” realmente era un engaño de Zeus,
el benefactor de los hombres quiso vengarse. Cuestión que hizo durante una
fiesta que habían organizado en el Olimpo y en la cual Prometeo estaba
encargado de la comida. Buscó dos bueyes, a uno de ellos le sacó la carne y
le dejó los huesos y del otro sacó toda la grasa y se le metió al primero, de
manera que tenía un buey que tenia aspecto de “gordo” pero en realidad era
pura grasa y huesos… Después de cocinados, Prometeo adornó mejor al que
era sólo grasa, piel y huesos, y propuso que Zeus abriera el banquete
escogiendo para él el primer buey. Zeus, encantado con el aspecto del buey
“arreglado”, lo tomó y al darse cuenta de la broma, montó en cólera y
castigó a Prometeo a ser encadenado en los montes Cáucaso, a una piedra y
a que durante el día un águila le comiera el hígado. Siendo éste inmortal, su
hígado volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada día.
Este castigo habría de durar para siempre, pero Heracles pasó por el lugar
de cautiverio de
Prometeo de camino al
jardín de las
Hespérides y le liberó
disparando una flecha
al águila. Zeus
orgulloso de la hazaña
de su hijo no protestó.
Pero para que su
juramento se cumpliese obligó a Prometeo a llevar siempre una sortija hecha
con el hierro de la cadena que le había atenazado, en la que estaba
engarzado un pedazo de la roca de la que había sido prisionero.
Como Podéis ver se trata de una historia muy peculiar y característica que
intenta dar respuesta a la siguiente cuestión: cuál es el origen y la
peculiaridad de los seres humanos, y su relación con el resto del mundo
natural. Este mito demuestra que el asunto es, como poco, sorprendente.
Los seres humanos somos una rareza; somos y no somos animales. Como el
resto de los animales, estamos sometidos a pautas biológicas, pero no nos
parecemos a ninguno de ellos: hablamos, pensamos, construimos edificios y
sistemas sociales, establecemos creencias. Así como un tigre se parece a
una pantera, y una golondrina a un vencejo, ¿a qué
o a quién nos parecemos nosotros? ¿Cuál puede ser
nuestro peculiar origen? Somos una rareza y una
extrañeza, y de esta manera hemos sido
percibidos desde muy antiguo. De hecho, culturas
muy diversas en el tiempo y en el espacio
construyeron mitos que intentaron dar una
explicación a estas cuestiones.
Ahora bien ¿Son estas cuestiones igualmente acuciantes para nosotros?
¿Nos llaman la atención en la misma medida? La respuesta ha de ser
ambigua: sí y no. Sí, porque dada la capacidad humana para abstraerse y
reflexionar, sería raro encontrar un humano que no se haya hecho muchas
veces estas preguntas. Y no, porque en buena medida la ciencia moderna ha
resuelto buena parte de nuestras dudas al respecto, y ha logrado explicar el
origen del universo, de nuestro sistema solar y del planeta tierra, de la vida
sobre ella y de nuestro origen evolutivo; y ha logrado comprender qué tipo
de animal somos desde el punto de vista anatómico y fisiológico; y también
desde el cultural y social. No obstante, sin los intentos de nuestros
antepasados difícilmente podríamos haber adquirido todas estas
respuestas.
Y de paso, aprovechamos para ir dando respuesta a la segunda cuestión. El
asunto del origen y la peculiaridad del ser humano es tratado en el texto
desde una perspectiva diferente de la científica. Se trata, obviamente, de
la perspectiva mitológica. ¿Qué es lo que caracteriza la perspectiva
mitológica frente a la científica? ¿Por qué la humanidad comenzó
construyendo e imaginando mitos antes que buscando la verdad observando
e investigando el mundo que nos rodea? ¿Qué sentido histórico tienen los
mitos?
Vamos a ir respondiendo a estas cuestiones narrando otro mito griego
diferente de este e igualmente muy ilustrativo:
“En un pasado feliz, Helios, el dios sol, vivía contento y alegre con su
hermosa hija. Brillaba y alumbraba constantemente, alegrando y facilitando
la vida de los pobres mortales. Pero ¡ay! Un día, Hades, el dios oscuro de las
profundidades de la tierra la vio y se enamoró de ella. En vano se la pidió en
matrimonio a su padre; este se negó una y otra vez a concedérsela. Ni corto
ni perezoso, Hades la rapta y la lleva consigo a su morada, donde no alcanzan
los rayos del Sol. Inútil era para este buscarla; sus rayos no alcanzaban a
verla. Ida la tristeza de su vida, su vida se iba apagando, y con ella su luz y
su calor. Los mortales inocentes, padecían su pesar, y se morían de hambre
y frío, sin que los dorados rayos del sol hicieran crecer las cosechas, y
calentaran sus moradas. Imploraron a Zeus con generosos sacrificios, el
dios supremo, y éste envió al mensajero Hermes en búsqueda de una
explicación a este suceso. Descubrió éste con su habitual perspicacia y
habilidad la causa de la lenta agonía del Sol, y también la traidora acción de
Hades. Reunió Zeus a ambos y les pidió una solución para evitar que
desapareciera la raza mortal. El Solo quería su hija de vuelta con él; y
Hades no estaba dispuesto a entregar a su esposa”. Por tanto estableció
Zeus el dios supremo
que a partes iguales
habrían de repartírsela
los dos.La mitad del año
viviría con uno, y la
mitad con el otro. Es
por eso por lo que el Sol
brilla más y despliega
su alegría más alto por
el firmamento cuando le
acompaña su hermosa hija; y menos brilla y menos deseos tiene de elevarse
a ver el mundo desde lo alto cuando la tristeza le amarga y en vano desea la
vuelta de su hija y le quedan años de larga espera. Es por eso por lo que se
suceden las estaciones, y los humanos tienen que trabajar duro en la fértil
primavera y el cálido verano para sobrevivir a los rigores del triste otoño y
el frío y cruel invierno, agudizando su ingenio y su laboriosidad para la mayor
gloria de Zeus y de los dioses”.
Vemos, pues, que con una lógica peculiar, los mitos sirven para
explicar. Explican desde los fenómenos de la naturaleza, a los fenómenos
sociales. Es característico de ellos que en todos aparecen los dioses, o
figuras divinizadas. Estas figuras divinizadas personalizan en sus
características antropológicas precisamente esos elementos o fuerzas
naturales y sociales. Entonces el mito, adoptando una estructura
típicamente narrativa, nos cuenta una historia humanizada que simboliza
precisamente el funcionamiento y el comportamiento de todos esos
elementos mediante las relaciones y sucedidos de esos personajes. Es
también peculiar del mito el suceder de forma irreversible; es decir:
suceder en un tiempo y un lugar indefinidos (“érase una vez”) de una vez
para siempre, sin posible enmienda ni marcha atrás.
Pues bien ¿qué nos cuenta el mito de Prometeo, con sus peculiares
características, sobre el origen del ser humano? Pues nos describe una serie
de elementos que podríamos describir de la forma siguiente: en primer
lugar, que frente al resto de los animales, con una clara especialización
biológica de carácter adaptativo (nuestro lenguaje es científico y moderno,
ya no es el del mito), el ser humano no posee ningún rasgo peculiar que le
permita sobrevivir frente al resto de la naturaleza.
Por lo tanto, las peculiaridades humanas residen más bien en su
capacidad técnica, ejemplificada sobre todo por el poder del fuego. Y por
supuesto, por su capacidad racional, su “logos”. Capacidad racional que le
permite, no sólo utilizar las más diversas técnicas, sino también emplear el
lenguaje para organizarse, adquirir nociones religiosas o espirituales que le
vinculan a sus creadores, y por último, adquirir la capacidad social, la
capacidad de vivir junto a otros humanos estableciendo normas y valores
que organicen y determinen sus relaciones. Con estas ideas daríamos por
respondida la tercera cuestión.
Es evidente, que la primera característica, la ausencia de
especialización competitiva, el hecho de no tener ningún rasgo peculiar que
permita al ser humano sobrevivir es diferente de las otras características
posteriores, y no es el elemento más peculiar a la hora de distinguir al ser
humano del resto de los animales. Esa primera característica es de tipo
biológico o natural. Las otras características son de tipo cultural. Los
animales se distinguen todos ellos unos de otros por sus características
biológicas o naturales, pero el ser humano no se distingue de ellos
fundamentalmente por sus características naturales, sino por la posesión
peculiar de una serie de elementos culturales. Conviene retener y
comprender bien el significado de estos dos conceptos, naturaleza y
cultura, y el alcance de la diferencia entre lo natural y lo cultural. Ahora
podemos decir que todo lo que nos rodea pertenece a alguno de estos dos
mundos (“categorías” dirían los filósofos): la naturaleza o la cultura. La
naturaleza vendría a ser lo que existe, se caracteriza y/o se comporta con
independencia de los actos intencionales o voluntarios humanos; la cultura,
todo lo demás.
EL PAPEL DEL MITO EN LA EXPLICACIÓN DEL ORIGEN DEL
SER HUMANO
Tras su lectura crítica, conviene preguntarse de una vez si los mitos pueden
ser creíbles. Es la única manera de comprender su papel histórico.
Evidentemente las respuestas posibles son dos: o bien no son creíbles,
desde nuestra perspectiva, o bien sí lo son, en su contexto histórico. Vamos
a analizarlas y comprobar que no son contradictorias.
Efectivamente, para nosotros no son creíbles, porque los vemos como
invenciones fantásticas que no resisten la comprobación con los hechos
observables, y además contradictorios entre sí, puesto que dan
explicaciones diferentes para una misma pregunta. Pero precisamente esa
es la perspectiva moderna, la perspectiva racional científica. Para quien
carece de esa perspectiva son
perfectamente creíbles, puesto
que tienen lógica interna y logran
explicar algo. Al escuchar el mito
del Sol y su hija todos
comprendisteis que ese mito
explicaba la sucesión de las
estaciones y la necesidad del
trabajo humano; las personas que
escuchaban los mitos, entendían y
comprendían el sentido de las
cosas.
Por lo tanto (y lo comentaremos con más detalle más adelante): los mitos son
creíbles en estadios de la civilización históricamente anteriores al nuestro.
Los mitos son la infancia de la civilización y la cultura humana. Un niño cree
que los Reyes Magos pasaron por su casa a traer regalos, y no se plantea la
imposibilidad de movilizar miles y miles de camellos que en una sola noche
son capaces de dejar regalos en ¡millones! de hogares. Cuando deja de ser
niño, pierde la ingenuidad y comprende de donde vienen los regalos, y se da
cuenta de la imposibilidad de que tres personas y unos cuantos pajes puedan
ser los responsables de todo eso: ¿cómo podrían tener tiempo? ¿Dónde
fabrican los juguetes? ¿Por qué no me despertaba el ruido de los miles de
camellos…? El mito acaba por ser superado por la perspectiva científica,
pero constituye una escalera necesaria para subir a un piso superior, aunque
una vez arriba, no tengamos necesidad de bajar y podamos tirarla. Más
adelante explicaremos el contexto filosófico en el que se da la superación
de la forma de pensamiento mitológica.
¿Qué razones tenían para inventar estos mitos? La necesidad de saber y
comprender. Estos pueblos carecían de otra forma racional de explicar y
dar sentido a la peculiaridad de la existencia del ser humano.
Analizándolos con más detalle, vemos que todos ellos tienen una estructura
muy similar: en todos ellos los seres humanos aparecen como una creación
intencional divina. Son los dioses los que deciden crearlos, animando (dando
vida y alma) la materia inanimada. En todo ellos se establece un vínculo
entre los humanos y los dioses. Hasta ahí, sus similitudes. ¿Sus diferencias?
Que cada cultura da una explicación desde los referentes que le son más
cercanos, desde lo que conoce. Los mitos responden al contexto cultural
propio en el que son construidos. Seguro que en un mito propio de las
culturas esquimales el ser humano está hecho de hielo o de algún material
que allí abunde; por eso en América esta hecho de maíz. En Extremo
Oriente, donde abunda el agua y la tierra despojada de vegetación, y existe
una amplia tradición alfarera, el ser humano está hecho de barro.
¿Qué motivos tienen los dioses para crear los seres humanos? En el mito
americano, para que los sustenten y alimenten. El ser humano ha de ser
sumiso a los dioses gracias a los que obtuvo su vida y su existencia, así que
es lógico que los
alimente. ¿Cómo?
Sacrificándose para
ellos. Los sacrificios
humanos eran corrientes
en las culturas maya y
azteca, y sorprendieron
e impresionaron incluso a
los violentos y brutales
conquistadores
españoles.
En el segundo, el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios,
por lo tanto se aparta del resto de la naturaleza que los humanos deben
dominar con su trabajo y esfuerzo para hacer méritos de cara a ganarse el
perdón divino e ir al cielo, desde que fue expulsado del paraíso por haber
pecado… (estas cosas ya las sabes aunque no están en el mito).
En el tercero, el ser humano aparece de forma accidental, y lo que es más
importante: pierde la unidad. Distintos tipos de seres humanos aparecen de
distintos fragmentos del gigante: aquí tenemos justificadas las famosas
castas de la india, y porque algunas de esas castas son sacerdotales y están
en contacto directo con la divinidad (los brahmanes), y otras son más sucias
e impuras (los dalit, intocables o parias), deben realizar los peores trabajos
y someterse a penosos ciclos de reencarnaciones.
Lo peculiar de estos sucesos es que sucedieron en un tiempo y espacio
indefinidos (retomamos ahora el asunto pendiente), y no tienen posible
marcha atrás. Sucedieron de una vez para siempre y solo cabe resignarse.
La condición y la situación social
humana es la que es y no admite
crítica ni enmienda, sino resignación.
De esta forma, los mitos, a la vez
que explican algo, justifican un orden
social o unas determinadas
relaciones humanas e imposibilitan su
crítica. Es una pena que el pobre y
humilde azteca sufra la extracción
de su corazón… ¡Qué se la va a hacer,
las cosas son así! ¡Claro que la vida es
durísima y hay que trabajar mucho
para sobrevivir de mala manera…! Pero Dios no puede hacer nada, que más
quisiera, ya nos había dado toda la felicidad en el paraíso, pero con un
pecado original tan gordo… No cabe crítica ni enmienda social: las cosas son
como son de una vez por todas. A continuación pasaremos a ver la manera en
que la perspectiva mitológica se fue superando.