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Lecturas del día: Joel 2:12–18; Salmo 50 (51):3–4, 5–6ab, 12–13, 14 y 17; 2 Corintios 5:20—6:2; Mateo 6:1–6, 16–18. “Rasguen sus corazones”. En la Cuaresma ofrecemos nues- tro corazón a Dios, para que destruya el vicio y el pecado. Puede ser un proceso doloroso, porque nos hemos apegado tanto a nuestros pecados que los convertimos en un hábito. Joel y el pueblo tuvieron que pasar por una gran crisis para examinarse y notar que habían dado por descontado que Dios estaba de su parte. Fueron dolorosos a tanto la crisis como la confesión del pecado. San Pablo recuerda por qué confesamos nuestros peca- dos: Dios nos ha hecho justos en Cristo. Fuimos colocados en una relación radicalmente nueva con Dios. La firmeza de esta relación supera cualquier obstáculo porque Dios obra en nosotros e incluso por nuestro medio, extendiendo su gracia de reconciliación a los demás. Solo que, si no vivimos este don de amor bondadoso, lo perderemos. El momento de actuar es ahora. Al orar, ayunar y dar limosna, ponemos en obra la reconciliación que Dios ofrece. Con estas y otras obras fortalecemos nuestra relación con Dios. Dar limosna nos hace solidarios con el necesitado y reconocemos que lo que tenemos viene de Dios y nada más necesitamos. Oramos para unirnos a Dios y hacer presente su amor por nosotros. Ayunamos con gusto para recibir mejor la palabra de Dios. Nos alegramos porque Dios nos ha liberado del pecado y de la muerte y nos llama a vivir con él. Esta alegría que nace del amor de Dios por nosotros nos guía en nuestra ruta de Cuaresma. Miércoles, 26 de febrero de 2020 Este es el tiempo Límpianos el corazón Señor de la misericordia, tú quieres que todos conozcan la bondad de tu amor en lo hondo de su ser. Ten paciencia con tus fieles que buscan experimentar el amor que nos has mostrado. Concédenos ser firmes en la plegaria, en el ayuno y en la abstinencia, y generosos al dar limosna. Límpianos el corazón en este tiempo penitencial. Si nos apartamos de ti, atemorizados, cansados o frustrados por nuestras faltas, llénanos con el gozo de tu salvación, para que renovemos nuestros esfuerzos y alabemos tu poder redentor. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Miércoles de Ceniza

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Page 1: Límpianos el corazón - Archdiocese of Toronto › ... · Ten paciencia con tus fieles que buscan experimentar el amor por nuestras faltas, que nos has mostrado. Concédenos ser

Lecturas del día: Joel 2:12–18; Salmo 50 (51):3–4, 5–6ab, 12–13, 14 y 17; 2 Corintios 5:20—6:2; Mateo 6:1–6, 16–18. “Rasguen sus corazones”. En la Cuaresma ofrecemos nues-tro corazón a Dios, para que destruya el vicio y el pecado. Puede ser un proceso doloroso, porque nos hemos apegado tanto a nuestros pecados que los convertimos en un hábito. Joel y el pueblo tuvieron que pasar por una gran crisis para examinarse y notar que habían dado por descontado que Dios estaba de su parte. Fueron dolorosos a tanto la crisis como la confesión del pecado.

San Pablo recuerda por qué confesamos nuestros peca-dos: Dios nos ha hecho justos en Cristo. Fuimos colocados en una relación radicalmente nueva con Dios. La firmeza de esta relación supera cualquier obstáculo porque Dios obra en nosotros e incluso por nuestro medio, extendiendo su gracia

de reconciliación a los demás. Solo que, si no vivimos este don de amor bondadoso, lo perderemos. El momento de actuar es ahora.

Al orar, ayunar y dar limosna, ponemos en obra la reconciliación que Dios ofrece. Con estas y otras obras fortalecemos nuestra relación con Dios. Dar limosna nos hace solidarios con el necesitado y reconocemos que lo que tenemos viene de Dios y nada más necesitamos. Oramos para unirnos a Dios y hacer presente su amor por nosotros. Ayunamos con gusto para recibir mejor la palabra de Dios. Nos alegramos porque Dios nos ha liberado del pecado y de la muerte y nos llama a vivir con él. Esta alegría que nace del amor de Dios por nosotros nos guía en nuestra ruta de Cuaresma.

Miércoles, 26 de febrero de 2020 Este es el tiempo

Límpianos el corazón Señor de la misericordia,

tú quieres que todos conozcan la bondad de tu amor en lo hondo de su ser.

Ten paciencia con tus fieles que buscan experimentar el amor que nos has mostrado.

Concédenos ser firmes en la plegaria, en el ayuno y en la abstinencia,

y generosos al dar limosna.

Límpianos el corazón en este tiempo penitencial.

Si nos apartamos de ti, atemorizados, cansados o frustrados por nuestras faltas, llénanos con el gozo de tu salvación, para que renovemos nuestros esfuerzos

y alabemos tu poder redentor.Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Miércoles de Ceniza

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© 2020 Liturgy Training Publications. 800-933-1800. Texto de Edrianne Ezell; traducción de Ricardo López. Ilustración de Boris Stoilov. Texto bíblico conforme a La Biblia de nuestro pueblo. América Latina © 2011, Mensajero-Grupo de Comunicación Loyola, S.L.U. Usado con permiso. Aprobación canónica de la Arquidiócesis de Chicago (21 de agosto de 2019).

Esta semana en casaLunes, 24 de febrero La oraciónJesús reprende a sus discípulos por no tener fe para expulsar a un demonio. Quizá nuestra oración también sea débil e inefectiva. La Cuaresma es la oportunidad de perseverar en la oración. En Cuaresma podemos aprender nuevas formas de orar y unirnos a Dios. Santiago nos exhorta a ser humildes y pacientes, para que Dios nos pueda llenar de sus gracias. ¿Cómo enriquecerá usted su vida de oración esta Cuaresma? Lecturas del día: Santiago 3:13–18; Salmo 19:8, 9, 10, 15; Marcos 9:14–29.

Martes, 25 de febrero La limosnaSantiago pinta algo muy preocupante, pues algunos miem-bros de la comunidad están tan atrapados en las cosas de este mundo que relegan a Dios y causan división. Esos cristianos buscan estatus o reconocimiento. Si damos nuestro tiempo y dinero, estamos dejando el apego a las cosas mundanas. Recordamos que tales cosas son perecederas. Al final, solo tendremos a Dios o nada. ¿Qué obra de caridad harás esta Cuaresma? Lecturas del día: Santiago 4:1–10; Salmo 55:7–8, 9–10a, 10b–11a, 23; Marcos 9:30–37.

Miércoles, 26 de febrero El ayunoNos gusta la gratificación inmediata. El ayuno y la abstinen-cia nos parecen extraños y sin sentido; pero si los unimos a la oración, adquieren un sentido profundo. Si ayunamos y nos abstenemos de comer carne, avivamos la conciencia de nuestra mortalidad y nuestra hambre de Dios. Distinguimos deseos de necesidades. Unimos nuestros pequeños sacrificios al grande de Cristo. Ayuno y abstinencia nos unen para pedir a Dios que nos limpie el corazón de pecado. Lecturas del día: Joel 2:12–18; Salmo 51:3–4, 5-6ab, 12–13, 14 y 17; 2 Corintios 5:20—6:2; Mateo 6:1–6, 16–18.

Jueves, 27 de febrero Una vida mejorCuando el Pueblo de Dios se dispone a entrar en la Tierra Prometida, Moisés le recuerda todo lo que Dios ha hecho y lo que ahora le pide. De obedecer a Dios, él los bendecirá y serán prósperos en su nueva patria. Jesús nos pide seguirlo con amor de auto-donación. No nos es fácil obedecer. Perseveramos en la fe, esperando que nuestra nueva forma de vida nos lleve al futuro que realmente queremos. Reflexione sobre cómo sus propósitos de Cuaresma le acercarán más a Dios. Lecturas del día: Deuteronomio 30:15–20; Salmo 1:1–2, 3, 4 y 6; Lucas 9:22–25.

Viernes, 28 de febrero Más allá del ayunoEl Pueblo de Dios se queja de que, a pesar de sus ritos y ayu-nos, Dios no cumple sus compromisos. El profeta replica a los fieles que están más preocupados por sí mismos que por el bienestar de los demás. Cuando a Jesús le preguntan por qué sus discípulos no ayunan, él apunta que Dios ha venido a su pueblo y que hay que celebrar. Unos pueden ayunar por motivos egoístas mientras que otros ayunan sin discernir la presencia de Dios. ¿Cómo pueden el ayuno y la abstinencia ayudarle a usted a ver mejor a Dios y las necesidades de los demás? Lecturas del día: Isaías 58:1–9a; Salmo 51:3–4, 5–6ab, 18–19; Mateo 9:14–15.

Sábado, 29 de febrero Festejar con el SeñorDejar de lado nuestros intereses para seguir al Señor no es fácil; por eso el profeta Isaías nos anima a conducirnos con justicia y compasión. Cuando Jesús invita a Leví a asumir las exigencias del discipulado, Leví obedece rápidamente y hasta hace una fiesta luego. Leví comprende que, aunque desa-fiante, el discipulado nos conduce a vivir delante de nuestro Señor. Elija algún momento de su día para celebrar cómo Dios se le hace presente. Lecturas del día: Isaías 58:9b–14; Salmo 86:1–2, 3–4, 5–6; Lucas 5:27–32.