lila gonzalez prada
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Relatos descriptivos de sus vivencias como protagonista del proceso de ocupación del territorio del actual municipio de San José del Guaviare, Colombia.TRANSCRIPT
LILA GONZALEZ PRADA ALCALDIA DE SAN JOSE DEL GUAVIARE
Fortalecimiento del Centro de Memoria
con las historias de vida de los pioneros
de la Colonización
Lila González Prada Fundadores de San José del Guaviare
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Lila González Prada. Nacida en Santa Isabel Brasil, Registrada en Mitú Vaupés,
hija del Fundador de El Retorno y San José del Guaviare, señor Nepomuceno
González, y como tal cofundadora del Guaviare.
Llega a San José del Guaviare con su padre, cuando esto solo era una sabana, y
establecen el inicio de la fundación de San José del Guaviare.
Durante su niñez fue testigo de cómo fue creciendo el poblado. Se casa a los 14
años, bajo el palo de mango, donde hoy es el centro cultural. Tiene un hijo con
su esposo, el cual murió en la avalancha de Armero.
Es testigo del crecimiento de San José, de la fundación de los barrios 20 de julio,
primero de octubre, el centro y la Esperanza, posteriormente se radica en
Medellín, y regresa al Guaviare 14 años después, y se radica definitivamente con
su familia.
Adquieren un predio en la Fuga, y se establecen allí, se dedican a la Agricultura.
Su memoria y su legado son muy importantes porque presencio todo el proceso
de consolidación de San José del Guaviare como un caserío que fue creciendo y
cobrando importancia en esta región de Colombia.
Lila González Prada Fundadores de San José del Guaviare
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RELATO DE LA SEÑORA LILA GONZÁLEZ PRADA.
Mi primer arribo al Guaviare procedente de Mitú, fue a Calamar, llegamos toda
la familia, allá había una sola casita en la que vivía don Marcos Nieva, un hijo de
Marcos Nieva fue casado con una hermana mía.
En Calamar estuvimos poco tiempo, como seis días, el tiempo que le tomó a mi
Padre hacer la pica hasta caño grande, el sitio le gusto a mi padre y ahí nos
quedamos.
El viaje de Calamar a Caño Grande lo hizo mi padre Nepo Muceno González
Hedro, con otras personas. Ese sitio le gusto al viejo, y nos fundamos ahí, hicimos
la finca, el ranchito, sembramos yuca, maíz, caña, de todo.
Mi padre se guiaba con una brújula, parecía un reloj, él ponía la brújula así, y
allá iba a dar, era un viejito muy avezado con ese instrumento. Era sorprendente
porque no había estudiado. Mi padre solo sabía firmar, no sabía leer o escribir.
Mi padre hizo las picas, donde hoy son todas las vías entre municipios y sus
caseríos. Todos usaron esas picas y después se volvieron caminos reales y por
último trochas y carreteras.
Él iba con un machete, acompañado de un grupo de indios que trabajaban con
él, abría picas, marcaba los palos, y luego por ahí transitaba la gente entre los
diferentes puntos.
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Por ejemplo si usted tenía una finca, venían donde mi Padre, y les ayudaba a
trazar los linderos, y hacían marcas en los palos, para señalar donde empezaban
y terminaban los fundos.
A él lo contrataban para eso, no solo los finqueros, también la comisaría. Para
abrir esas picas de calamar a Caño Grande y de caño grande a San José, se
demoraron bastante, y hoy día por esos trazados queda la carretera.
En una ocasión, mi Papa salió y se fue en Urraca para Villavicencio, cuando paso
por aquí, el vio esta sabana, aquí donde es San José, y le gustó mucho esta sabana
y nos comentó que quería venirse a fundar aquí, y se vino a fundar aquí.
Eso fue como en 1938. Como dije, nos quedamos en el Retorno, él se vino con los
indios, abrieron pica, y llegaron a este barrancón a la orilla del rio, era una
sabana, hicieron ranchito, como en frente de lo que hoy es el parque, limpiaron
la pista para que aterrizaran los aviones, que era Urraca, y después acuatizaba
Catalina, allá en el rio.
Por avión se llega hasta Villavicencio, por agua hasta Puerto Limón, en esa época,
después empecé a oír nombrar a Puerto Lleras, Puerto Aljure, en esa época solo
era Puerto Limón.
Mi padre trajo unos indígenas a trabajar aquí, cuando hizo la casa aquí frente al
parque, más o menos seria donde hoy es el consultorio del Doctor Cansino,
llegamos todos, cuando hacia la casa, iba a caño grande, traíamos comida para
acá, todo por una pica.
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Así nos fundamos, aquí solo estábamos nosotros, y luego mi Padre dijo que iba a
traer gente, y compró un motorcito número 3, y viajaba de acá a Puerto Limón, y
traía gente, conocida, amigos, para que se fundaran aquí y hacer el pueblo. Y
como no había forma para traer trasteo, hacían balsas grandes, y ahí montaban
el trasteo, y se venían con todas las cositas.
Nuestra familia era numerosa, Mi padre se llamaba Nepo Muceno González Hedro
Mi mama se llama Laura Prada, mis hermanos se llamaban Víctor González,
Felipa González, seguía Lila González que soy yo, me seguía Jaime González,
seguía otro puno González o sea el nombre de mi papa, tocayo de mi papa.
Seguía el nombre de Cantalicio González, seguía Helena González, seguía Isabel
González, nacida aquí, seguía Laura González, otra Laura, tocaya de mi mama,
éramos 9, y una que murió, la primeriza. Hoy solo estamos vivos, Helena,
Elizabeth y yo. Mi madre era de Santa Isabel Brasil.
Donde es la casa hoy de Cecilia Sarmiento, fue el primer cementerio que hubo
en San José. La primera pista era desde la iglesia, pasaba por donde hoy es la
policía, y terminaba en la avenida el Retorno, como en la actual casa de Jaime
Díaz.
Ahí corrían los aviones, aterrizaban, y otra vez alzaban vuelo. Nosotros nos
sentábamos en la casa, a Mirarlos como llegaban los aviones. Eso era puro pasto,
le llegaba a uno a la cintura, el bosque era por los lados de aguabonita, y el actual
humedal.
A nosotros estas tierras nos parecían muy bonitas, éramos niños entonces, no
había tanto monte como en la Selva, Mitú, Calamar, era muy agradable, toda una
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recocha, nos gozábamos ayudando, a amasar barro para ponerle a las paredes
de la casa, al inicio era muy básica pero la fuimos agrandando.
Ayudábamos a sembrar, por acá había abundancia de pescado y cacería, lapa,
chigüiro, danta, cajuche, sierrillo, todos esos bichos, pajuiles, pavas. La carne la
ahumaban, la salaban, la colgaban, y así se conservaba, todo eso se aprendió de
los indios.
Mi Padre con unos indios curripaco que llegaban a la casa en caño grande,
hacían mucha fariña, mientras la comida que sembramos acá se cosechaba,
traíamos la fariña de Caño Grande, luego con los indios la hacíamos acá.
Después la gente que llego a fundarse traía su remeza, y empezaron a llegar la
sal y la panela, en avión desde Villavo.
Don Roque Pérez fue la segunda persona que construyo casa en San José,
después se instaló la señora María Eugenia Valero, Luego llego un señor Cancino
quien fue el primer mecánico de motores fuera de borda.
Después se vino de Calamar don Marcos Nieva a hacer casa aquí, luego llega un
señor Marcos Lacosta, que inclusive es el padrino de una hermana mía. Y así
luego siguieron llegando y todo el que llegaba hacia su casa. Y el pueblito fue
creciendo.
Por acá en este sector, había una maloca de los indígenas Guayabero, mas
debajo de donde están ahora, por el rio abajo. Ellos andaban desnudos, las
mujeres también.
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Ellos son los autóctonos de este sector, ellos se desplazaron porque no les gusta
vivir cerca de los colonos, los demás indígenas unos llegaron con nosotros, y
luego por su cuenta, del Mitú, de las comunidades instaladas por allá, curripacos,
cubeos, desanos. Estas tierras eran muy bonitas y había abundancia de pescado
y casería.
Ahí en ese sector de los mangos donde es el centro cultural, no había nada, solo
mangos, luego ahí quedo la iglesia, ahí me case yo con Sacramento Clavijo él era
oriundo de Boyacá.
Nos conocimos aquí, él trabajaba con el Ejercito, la base del Ejercito la hicieron,
donde hoy es la policía, nos casó un cura de Villavicencio, no había cura de
siento, venían por temporadas.
No me querían casar porque era menor de edad, tenía 14 años, yo tampoco
quería, yo tenía un novio de San Martin, pero mi papa no lo quería, no lo dejo
volver a la Casa, el me hizo casar, mi mama no se metió en eso.
Al año quede en embarazo, Jaime Clavijo González, cuando creció el pago
servicio militar en Madrid Cundinamarca y después se estableció en el Tolima,
el aprendió a arreglar radio y televisión. Y allá hubo una avalancha y se lo llevó,
hace como 21 o 22 años, no quedo nadie, nadie.
Después deje a mi marido, y me fui con mi niñito, con una comadre, nos volamos
juntas, ella también tenía un niñito, estuvimos en Medellín, como yo no sabía
hacer nada, trabajamos en un hotel, ella también trabajaba.
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Luego llegamos a Buenaventura y en Buenaventura nos iban a llevar a Estados
Unidos en barco. Pero a mí no me llevaron por que no tenía plata, estaba
blanqueada. Mi comadre si se fue. Ella se largó, nunca más nos volvimos a ver.
Yo me volví para Medellín.
Ya como mi esposo murió, lo mataron, yo me quede sola. Me conocí con mi
segundo esposo, Hernán Antonio Posada, cuando me case con el convivíamos
desde hacía seis años, yo viví todo mi tiempo con él.
Él era teniente segundo del Ejército. Con el tuve 3 hijas, y dos que se murieron
antes de nacer. Las muchachas llaman Dorian Astrid Posada González, la otra se
llama Patricia Helena Posada González, ella es peluquera, y la otra se llama
Magnolia Posada González, no tengo más.
Con mi esposo vivimos bien, pobremente pero bien. Allá cuando Rojas Pinilla,
Rojas Pinilla echó a todo el mundo por política. Y si los militares no firmaban la
salida, los mandaban a las doce de la noche a matarlos.
Mi esposo firmó, y el lloraba porque no quería salirse de ser militar, quería
seguir la carrera, de ahí nos fuimos para Bolívar Antioquia, porque él era de allá.
De ahí nos vinimos, con un hermano mío, Víctor, el que se ahogó aquí en el
Raudal.
Nos dijo que nos viniéramos otra vez para San José, que eso iba a haber trabajo,
cuando estaban haciendo las casas de la Caja Agraria, y como mi esposo era muy
estudiado, él dijo, yo voy a ver si trabajo allá.
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Nos vinimos para acá, pero nada, y compramos esa finquita abajo en la Fuga,
barata, nos fuimos para allá, y empezamos a boliar rula. Ahí trabajábamos,
sembramos maíz, yuca, frijol, arroz, y pasto.
Esto era para el consumo, en esa época nadie compraba nada, solo el maíz.
Mucha gente en el pueblo puso negocio, Olarte, otros ahí, ellos nos compraban
el maíz. Con el Tiempo vino Nebio Echeverry, ese llego a la casa de mi Papa, ahí
guindaba un chinchorro, dormía.
Don Nebio se puso a hacer bloque de barro, nosotros éramos felices
ayudándoles a amasar barro, a Nebio por allá, ahí él está vivo, él lo puede decir.
Nosotros ya estábamos grandecitas, le lavábamos la ropa, y le llevábamos todos
esos chinches allá a amasar barro para que el vendiera bloque.
Él tenía la bloquera por ahí como enfrente de la actual plaza de mercado,
Después Nebio ya puso su negocio.
La vida cotidiana en San José era muy tranquila, si alguien iba de pesca,
generalmente sacaba mucho pescado y lo compartía con los vecinos, igual con
la cacería y la siembra. No había comercio de estos bienes.
Un huevo de gallina de campo valía cinco centavos, con las gallinas si siempre
hubo comercio. Cuando empezaron a hacer cavas para comerciar con pescado,
lo vendían a 10 centavos la libra.
El primer mecánico de la comisaria fue don Milciades Collazos, compadre mío.
Vino con la señora y era el mecánico de la comisaria.
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Las vías las empezó a abrir la comisaria, sobre los caminos de herradura o
caminos reales que trazo mi padre.
El primer inspector de policía que yo recuerdo, fue Ismael Rodríguez, después
el segundo inspector que conocí, fue el papa de Angarita, Luis Angarita.
Con el tiempo él se casó con la Mama de Fernando Angarita. Una hermana mía.
A él lo mataron en 1968, él era corregidor cuando lo mataron.
Le pegaron una puñalada aquí, y salió aquí, grande el cuchillo. El que lo mato,
aún está vivo, vive enfrente de la escuela de la Granja. Se llama Leoncio
Rodríguez. Peleas de cantina por mujeres.
El primer sacerdote que se instaló aquí, que yo recuerde fue Luis Grajales, pero
eso fue después que yo volví al Guaviare, han llegado muchos sacerdotes, no los
recuerdo.
Solo recuerdo a Monseñor Belarmino Correa Yépez. A él lo conocí como en 1955.
Él llegó a la capilla, en esa época compraron una finca muy grande, y después la
vendieron.
El primer sitio donde estuvo la iglesia, fueron los mangos donde hoy es el centro
cultural, ahí se oficiaba la misa a la intemperie debajo de los palos de mango.
Después la pasaron al sitio actual, pero antes de que la construyeran, hicieron
una enramada en la esquina, y ahí se oficiaba la misa, ahí donde hoy es la casa
cural, diagonal al Banco Popular. Después construyeron el internado.
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El cementerio comenzó allí donde les dije en el sector de mi Ranchito, luego lo
trasladaron atrás de la Iglesia, inclusive ahí hay un hermano mío enterrado ahí,
Cantalicio González Herros.
Este cementerio ocupaba desde detrás de la iglesia, todo ese lote hasta la pista
del aeropuerto, ahí donde esta CENPAGUA. Ahí se enterraban soldados que se
ahogaban, todo. Muchos cuerpos o lo que queda de ellos, aún están ahí, nosotros
no sacamos a mi hermano.
El primer cementerio fue ahí como en la esquina del parque. Una vez cuando
regresamos a San José con mi esposo, construimos una pieza en la casa de mi
Papa, al fondo del lote.
Y en la pieza de nosotros se desfondó un ataúd. Al construir la pieza de nosotros
quedo encima del cementerio, ahí donde era el consultorio de cansino, por ahí,
era la casa de mi papa. Eso fue la segunda vez que nos vinimos con mi esposo
para el Guaviare.
Entonces un día, se es fondo ahí, donde estaba el muerto, ese era el primer
cementerio que hubo. Nos asustamos si, por que decían que el muerto nos iba a
llevar, uno de chino, cree todo eso. Quedo al descubierto el pedazo de cajón y
los esqueletos, ahí.
Para hacer los ataúdes cogían una tabla, la serruchaban, le tomaban medidas a
uno, y lo acostaban ahí, lo tapaban a uno, y punto. Cualquiera hacia eso, mi
hermano era uno que se arremangaba y le hacía cajones a los muertos. Si el cura
estaba, el oficiaba, si no, se hacía así solo.
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El primer barrio fue el 20 de julio, pero no tenía ese nombre, no me acuerdo
como se llamaba eso, después aquí a la orilla del rio, el primero de octubre,
floreció con el comercio del rio, y luego la Esperanza que la construyo la Caja
Agraria, luego de eso yo me fui. Cuando vine ya había más barrios. Más grande
estaba San José.
Personas que yo me acuerde de esa época. En el 20 de julio vivió un señor que
fue carnicero que la hija trabajaba en el Corregimiento, una señora María,
después Rafael Chilijas, Vicente Sabana, Los hijos de Don Nieva, Julio Ospina,
Las casas del Barrio la Esperanza las fueron entregando construidas para vivir,
no recuerdo los nombres, solo Doña Anita, todavía vive, era enfermera con su
esposo en el hospital viejo.
Las cosas que más me impactaron de niña fueron los aterrizajes en el rio, la
catalina caía de allá paca, de abajo para arriba, nosotros nos metíamos debajo
de las naguas de la mama, de miedo, subían hasta arriba, y daban la vuelta por
donde es el puerto real, y luego arrimaban al barranco.
Nos daba miedo que pronto se cayeran, encima de nosotros, yo estaba pequeña
cuando eso. El ruido y esa marea tan horrible que hacían. Nosotros casi no
íbamos al rio, por eso, nos daba miedo. Después le perdí el miedo y prefería
montar en avión que en carro.
Los primeros negocios que recuerdo fueron donde Olarte, donde Doña Eugenia
Valero, Don Ismael Rodríguez, Don Julio Alvarado, el marido de Doña Beatriz de
Mendoza, fue el primero que puso tienda, Don Julio Mendoza.
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La escuela quedaba donde es la casa de Doña Beatriz, bajando para el rio, ahí
quedo la primera escuela de San José. Enseguida del proveedor, hacia el centro,
a encontrarse con la casa de doña Beatriz.
Ahí estudie yo un tiempo, después me Salí. Era una profesora, no recuerdo el
nombre, solo que le zampé un naranjazo y se lo destripe en la espalda, porque
me pego muy duro con una regla, y Salí corriendo, habíamos 5 hermanitos ahí
estudiando, Víctor, Felipa, Jaime, Puno, Helena, y yo.
La profe se quedó llorando, y yo le dije, “ah sí duele cierto?”, me fui pensando
en la pela que me iban a dar, mis hermanos me llevaron los cuadernos a la casa,
yo me encarame en un palo de unas pepas, me puse a comer, y esperé hasta que
salieron todos de clase para irme con ellos.
En la casa, había un tanque grande, ahí estaba mi papa, yo me hice bien lejos,
allá llego la vieja a dar quejas, yo le dije; usted me pego primero, y alegamos
ahí. Mi papa me iba a pegar y llego mi hermano el mayor, Víctor, dijo papa no le
pegue, castíguela de otra manera menos pegándole.
Usted no estudio, ¿porque no estudio usted papa?, mi hermano decía, castíguela
que haga otra cosa pero no le pegue. Y él me favoreció la pela que me iban a dar
por esa vieja. Y no volví a estudiar, estaba en tercero.
Cuando ya me casé, mi marido me ponía un cuaderno, me enseñaba, y cuando
yo quería hacer las cosas las hacía, y si no botaba ese hijuemadre cuaderno por
allá. Yo en mi vida no estudie, yo era muy buena para la matemática, lo demás
no me gustaba.
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Toda mi juventud fue la modistería, yo era una verraca para eso, teníamos un
taller ahí donde es IDEMA, y hacíamos ropa y la mandábamos para Calamar,
Miraflores, Mitú.
Teníamos una sociedad con otras señoras y una monja nos lideraba, teníamos
lote ahí donde queda el SENA todavía es nuestro, tenemos una demanda para
reclamarlo, nosotros le regalamos al SENA la mitad del lote y ellos se tomaron
todo, y construyeron en todo el lote.
Los primeros tres policías que llegaron al Guaviare fue Melco García, un señor
de apellido Carrillo, y el Señor Sarmiento. Mi papa tuvo muchos problemas con
Melco García, le robaba ganado, le quemo la finca.
Por acá les fue bien, todos los tres policías consiguieron finca, ganado.
Construyeron casas acá en el pueblo.
Las primeras fincas cerca de San José, estaba San Jorge que era de mi papa, el
señor Carrillo, don Melco García, el señor sabana papa de don Vicente sabana
del 20 de julio.
Después llegó Don Hernando González Villamizar, él trabajaba muy bien, era
muy correcto, trabajaba con carreteras, con un señor don Miguel Cuervo Araos.
Como les dije, yo me fui del Guaviare, y dure 15 años en Medellín, cuando volví
San José estaba muy cambiado, muy bonito, ya estaba la caja agraria, mi marido
venia que a trabajar en la caja agraria, y que, no le dieron el trabajo.
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Y la Finca del Retorno, bien ya fundado, bien bonito, mi papa se le fio a un
comisario que le decían “Luís sisisi”, y no se la pagó, él lo revendió a otro por
que necesitaban esas tierras para un poblado para las familias que se estaban
fundando, traídas por el gobierno.
Estaba don Víctor abril, vino hizo finca por ahí, Don Luis Córdoba le compro a
Don Guillermo Nieva por allá en la maría, Don Hernando Rodríguez, Julio
Arciniegas y el Hermano, los Mendosas, don José Mendoza, vendió la casa se fue,
por allá en Villavicencio se murió.
Don Roque Pérez, Medardo palacios enfermero dueño de la droguería, esposo
de doña Nubia Ballesteros, cuando lo mataron a él y mataron a la mujer, pues se
dice que se manejó mal, tuvo problemas con los vecinos, atacó a don Rafael
Chilijas, lo mataron por allá en Puerto Aljure. No se sabe por qué.
En esa época por acá andaba Dúmar Aljure con sus hombres armados. Por acá
llego mucho conservador de los que iban para el Retorno, y pues mi papa era
liberal, acá se mandaban matar entre liberales y conservadores. Y cuando lo
mataron a él se acabó todo.
En esa época amenazaron a mi papa, unas personas que andaban con él, le
dijeron que tenía que irse o si no que lo mataban, y se fue para Mitú, se fueron
todos.
Luego vino mi hermano y vendió la finca de san Jorge, la mitad se la vendió un
hijo de Guillermo Nieva y ellos se la vendieron a don Hernando González
Villamizar.
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En el viejo cementerio yo recuerdo que en la primera fila esta un profesor, no me
acuerdo el nombre. En la que sigue está Luis Angarita, le sigue Víctor Monsalve,
de ahí sigue Nepo Muceno González, mi papa, en esa fila.
También quedo Milciades Collazos, el mecánico que les comente, su esposa
Tránsito de Collazos, mucha gente, que ya no me acuerdo.
Milcieades collazos era el primer mecanico que trabajaba con la comisaria. El
primer mecánico de motores fuera de borda fue un señor Cancino,
Los primeros lancheros del rio fue mi papa, mis hermanos, Víctor González,
Carlos Castañeda, Oliverio Castañeda, Amancio que vive en el 20 de julio, murió
hace poco.
Ellos se iban a traer gente y remesa, los de canoa pequeña era turistear y pescar
por ahí, las remesas se traen de Puerto Limón y Puerto Lleras, en esa época el
destino era san José, con el tiempo empezaron navegar a rio abajo, a Mapiripán.
Eduardo Castro, Julio Castro, bajaban a Caño Jabón. Inírida, llevando de todo,
acá en la Fuga donde nosotros vivíamos llegaban las canoas llenas de remeza a
venderle a la gente, las canoas eran como tiendas, no necesitaba uno venir al
pueblo.
Mi papa cuando murió tenia finca en la pizarra, se la vendieron a un cuñado mío,
Arsenio Callejas. Mi papa murió en 1974, murió de viejito, tenía 97 años. Muy
buen papa, se le quiso mucho, era buena persona con todo el mundo.
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Él tuvo un agarrón con un tigre, el tigre le arranco media oreja, se dio con ese
tigre, y andaba con mi hermanito, con Puno, con el tocayo, y el tigre se cansó de
pelear con él, y se echó ahí a sacar la lengua, y asesar.
Mi papa le dijo al chino que cortara una vara larga que le iba a poner un cuchillito
pequeñito que cargaba el, y lo encendió a puñaladas y lo mato.
Cuando llego la gente ya con el caucho, que él sacaba siringa, caucho, todo eso,
allí palado de retorno, Miraflores todo eso lo trabajo mi papa con los indígenas,
y juntaban unos talegos, más grandes que esas lonas que venden negras, eso las
pintaba de caucho, y las ponía a toda esa gente para que no se mojara, todo eso
hacia mi Papa.
El chino nos contó la faena, de ahí lo sacaron enfermo, había una droguería en
Miraflores, lo llevaron para allá, y eso botaba sangre, hinchado, el tigre le saco
la oreja con las uñas, y en la droguería se la cocieron.
Recuerdo también de mi padre que cuando salíamos al monte, decía, vea aquí
estuvo la patasola, y se veía un rastro de una sola patica.
En una ocasión nos perdimos, habíamos salido de pesca y a comer pepas, ahí
por el sector de aguabonita, íbamos cinco personas, dos mujeres adultas y tres
niños, nos tocó amanecer sentados, a la otra señora la pico una yanabe y lloraba,
y nosotros que le dábamos a ella, nada.
Al otro día nos encontró mi papa, “oiga ustedes que hacen allá”, “pues aquí
aguantando sed y hambre”. Nosotras solíamos ir de caza, íbamos con escopeta,
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y cazábamos, pava, gallineta, pajuil que es un bicho grande como u pisco, de
todo, lo que uno escogiera.
Había un animalero por todo lado, luego regresábamos a casa con la presa en
las costillas. Le decíamos a mama, “que matamos hoy”, ella nos “decía traigan
tal cosa”, y si lo decíamos era por que íbamos a llevar, era mucho animalero.
Aquí en el pueblo llegaban las manadas de cajuches y cruzaban de un lado a
otro, y la gente aprovechaba para matarlos y comerlos. A tiros, con una hacha,
con machete. El cajuche es bravo, atacan en manada, en la fuga mataron un
muchacho, lo despedazaron.
Eso había mucho bicho, serpientes, a mí me picaron dos, aquí tengo las
cicatrices, me corto mi papa, me exprimían para sacar el veneno, allá en San
Jorge, veníamos de la chagra, como entre oscurito y claro y pise una culebra, una
cuatro narices y me pico. Las culebras más bravas eran la coral y la rieca, esas
andan por el lado del caño.
La otra me pico cuando yo estaba en el pueblo, yo me arrimé como a las ocho de
la noche donde un padrino mío, puse el brazo sobre un palo que había y ahí
estaba la culebra y tenga.
También había guio negro y guio galán, son los dos guíos más bravos. Por aquí
pues, lo conocí yo en la fuga, yo estaba pescando, un indígena con la mujer
cuando llego el guio y le zampó un colazo, lo enredó y se lo llevo, hasta ahí llego.
Esos son bravísimos, se comen un ternero.
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En el puerto de la bomba de Nebio Echeverry, entre el IDEMA y el Hospital Viejo,
ahí nosotros recogíamos agüita, para llevar para la casa, y un día iba una
muchacha y se agacho a coger agua, en una olla, cuando llego el caimán y le
zampo un colazo, salimos corriendo de miedo, el caimán se comió la muchacha.
María se llamaba. Ella tenía como unos 22 años.
Mi Papa nos hacía balsas con casitas, para nosotros lavar ahí. Había que cerrar la
puerta de la casita, para lavar nosotros ahí, para que el caimán no nos tragara.
También llegaban las toninas, se juntaban, sacaban un toninillo y nos lo
mostraban. Eso había mucho animal, nosotras no podíamos bajar solas al rio.
Tenía que ser con una persona mayor de edad para coger agua. Mi papa decía
que si usted se está ahogando, y es hombre, la hembra tonina lo sacaba, y el
tonino saca a la mujer.
Si una mujer se embarcaba en una embarcación, y tenía la menstruación, el
tonino macho las perseguía, así rondando la canoa, ya que los volteaba, tenían
que llevar ají, y lo regaban en el agua y ahí si se iban ellas.
El caimán salía a la playa a asolearse, era grande, mucha gente murió, los
caimanes lo tumban de un colazo, y luego lo atacan. Pues había cacería para
sacarle la piel al caimán para venderla, hubo muchos muertos por eso, uno de
esos fue un compadre, un hermano mío.
Las pieles las vendían en San Martin o Villavo. La carne se votaba, eso no se
come, la del cachirre sí, es como comer pescado, y es conocido, la diferencia
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entre el caimán y el cachirre, es que el caimán tiene como dos tetotas, en la
cabeza, el cachirre no tiene nada, y es más pequeño, y la piel es como negra.
A mi papa, cuando Nebio era gobernador le levanto un busto, tal vez de
agradecimiento por lo que le servimos, cuando paso por ahí siento alegría, y
disgusto, porque mi papa no era así como lo tienen ahí, aquí vinieron a que le
dieran la foto de mi papa.
Yo tenía la foto de mi papa, la foto de mi mama. Mi mama era una mujer gordita,
bajita, y ese pelo largote, todas nosotras teníamos el pelo largo, sino que cuando
yo casi me muero, me mochaban el pelo y yo lloraba.
Siento alegría porque se le recuerda, de ver que es el Fundador del Guaviare, y
un viejo que no sabía ni leer, solo firmar el nombre.