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, ¡- CA PITULO 1 LA IRRUPCIÓN DE LA ESCRITURA EN EL ESCENARIO AMERICANO El "descubrimiento» y el feti):hismo de la escriturá La ln-upClOn de los europeos en el con tinente que luego se iba a bautiza r con el sonoro nombre de »Arrié- rica', iniciada en el año 1492, significó para las socie- dade s autóctonas un trau ma [2 _ 1/ León Portilla 1959] pr ofundo, difícil de imagina r desde fuera y a siglos de ! dist ancia: un t ra storno radical de su vida SOCIal , políti- ca, económica y cultura!. N o fue necesaria men te, en Jos primero s moment os, la imposición de un nuevo poder político la que causar ía la mayor extrañeza entre los indígenas : usurpando un po- der estatal ya constituido (Mesoamérica, área andina), o manipulando a su fav or exclu sivo un sistema de parentes- co tradicional (área tupí-guaraní), los españoles y los por- tugu eaes no hicier9n sino repetír a nte riores usurpacio- nes y manipu laciones, cometidas por grupos expansionis- tas autóctonos (toltecas, azt ecas, incas, tupís, guara- níes ___ ) contra otros grup os y sociedades del continente. Ningún precedente tenía, en- cambio, una innovación mayor impuesta por los eumpe05 en la esfera de 1" co- municación y de la cultu ra: la val oración extrema, sin ante cedente ni en las sociedades au tóctonas más »letra- da (Mesoamérica), de la notación o transcripcién grá- fica -alfabéti ca- del discurso, especialmente del discurso del poder. Valoración que se halla exhaustiva y brillante- men te ficcionalizada en 11 nome della rosa de Umberto Eco [11 1981 ], novela .policíaca· ace rca de las misteriosas in- trigas protagonizadas por los monjes copis tas y grafóma- no s de un monasterio benedictino del siglo XIV en el norte de Itali a. La atribución de poderes poco menos que má-

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CAPITULO 1

LA IRRUPCIÓN DE LA ESCRITURA EN EL ESCENARIO AMERICANO

El "descubrimiento» y el feti):hismo de la escriturá

La ln-upClOn de los europeos en el continente que luego se iba a bautizar con el sonoro nombre de »Arrié­rica', iniciada en el año 1492, significó para las socie­dades autóctonas un trauma [2 _ 1/ León Portilla 1959] profundo, difícil de imaginar desde fuera y a siglos de

! distancia: un trastorno radical de su vida SOCIal, políti­ca, económica y cultura!.

N o fue necesariamente, en Jos primeros momentos, la imposición de un nuevo poder político la que causaría la mayor extrañeza entre los indígenas : usurpando un po­der estatal ya constituido (Mesoamérica, área andina), o manipulando a su favor exclusivo un sistema de parentes­co tradicional (área tupí-guaraní), los españoles y los por­tugueaes no hicier9n sino repetír anteriores usurpacio­nes y manipulaciones, cometidas por grupos expansionis­tas autóctonos (toltecas, aztecas, incas, tupís, guara-níes ___ ) contra otros grupos y sociedades del continente.

Ningún precedente tenía, en- cambio, una innovación mayor impuesta por los eumpe05 en la esfera de 1" co­municación y de la cultura: la valoración extrema, sin antecedente ni en las sociedades autóctonas más »letra­das» (Mesoamérica), de la notación o transcripcién grá­fica -alfabética- del discurso, especialmente del discurso del poder. Valoración que se halla exhaustiva y brillante­mente ficcionalizada en 11 nome della rosa de Umberto Eco [11 1981], novela .policíaca· acerca de las misteriosas in­trigas protagonizadas por los monjes copistas y grafóma­nos de un monasterio benedictino del siglo XIV en el norte de Italia. La atribución de poderes poco menos que má-

Martín Lienhard

a la escritura permite hablar, en un sentido estricto, s:! fetichización.

Los primeros actos de los conquistadores en las tierras apenas "descubiertas>, en efecto, subrayan el prestigio

· y el poder que aureola, a los ojos de los europeos, la es­critura .

Ya antes de' pisar el suelo por conquistar, los europeos, · a su modo de ver debidamente amparados en una autori­

zación escrita (la capitulación extendida por el r ey - o los reyes- católicos), estiman detener el derecho inobje­table .de ocupar las tie~'l'as evocadas en el "título .. real. Con otro documento, redactado in situ, inmediatamente

· después del desembarque, se confirma luego la toma de posesión europe~. Ilustra este procedimiento un apunte del Almiran te Colón, redactado el propio día del .des­cubrimento. de la primera isla caribeña (11/10 /1492):

El Almirante l1amó a los dos capitanes y a los de­más que saltaron en tierra, y a Rodrigo d'Escobedo, escrivano de toda el annada, y a Rodrigo Sánches de Segovia, y dixo que diesen por fé y testimonio cómo él por ante todos tomava, y cómo de hecho tomó, possessión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haziendo las protesta9iones que se requirían, como más largo se contiene en los tes­timonios que al1í se hicieron por escripto (5. 11 Co· Ión 14fl2/1982 :30J.

operación escripLural descrita por el Almirante, manifestación en América de lo que llamaremos

de la escritura., merece un comentario. encargado al escribano Rodrigo d 'Esco­

pare(:e que debe cumplir dos funciones principales: lugar, . realizar., ideológicamente, una torna de

La v oz y su huella 29

poseslOn territorial en nombre de los reyes (católicos) y el cristianismo ; en segundo lugar, autentificar y atesti­guar el papel - metáfora característica de una sociedad grafocéntrica- decisivo que Colón desempeñó en ella. En términos más abstractos, la escritura corresponde a la vez a una práctica político-relig iosa (la toma de posesión con vistas a su evangelizaCión) y a otra juridica o notarial (dar fe de las responsabilidades individuales implicadas) ,

Acerquémonos primero a la escritura en tanto que prác­tica político-relig iosa. Como se ha podido constatar, la conquista o toma de posesión no se apoya, desde la pers­pectiva de sus actores, en la superioridad político-militar de los europeos, sino en el prestigio y la eficacia casi mágica que ellos atribuyen a la escritura.

La función primera que se encarga al documento es­crito, en efecto, no es la de constatar la toma de posesión, sino, para adoptar un concepto del lingüística J, 1. Austin [11 1970], la de performarla. Ahora, la capacidad perfor­

mativa de un enunciado depende menos de sus caracteris­ticas propias que de la . existencia de una suerte de cere­monial social que atribuye a tal fórmula, empleada por tal persona en tales circunstancias, un valor particular. [1 1 DucrotlTodorov 1972: 429J, Sancionado efectivamen­te por una puesta en essena determinada, el acto escrip­tural deriva aquí su eficacia del prestigio que aureola su origen. A los oj os de los conquistadores, la escritura sim­boliza, actualiza o evoca -en el sentido mágico primitivo­la autoridad de los reyes españoles, legitimada por los privilegios que les concedió, a raíz de la reconquis ta cris tian a de la península ¡bélica, el poder papal. A su vez, la institución romana, heredera autoproclamada del legado cristiano, se considera depositaria de la que fue, en la Europa medieval, la Escritura por excelencia: la Biblia. El poder -o capacidad performativa- que Colón

30 Martín Lien/¡ard

y suS compañeros ven encarnado en el texto escrito re­sulta, en última instancia, un poder ideológico afianzado en la concepción occidental etnocentrista del valor univer­sal de las Sagradas~ Escrituras judeo-cristianas.

A partir de 1513, un texto único, concebido especial- • mente para este objetivo, "realizará- las tomas de pose­sión territorial de los espaúoles en América: el requeri­miento. Resulta legitimo subrayar que las realiza (perfor­ma). porque la formulación del documento, autoritaria en un grado sumo, no admite réplica ni diálogo: "

Por ende, como mejor puedo, vos ruego y requiero, que [ ... ) recor¡pzcais a la Iglesia por Superiora del Universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado papa en su nombre y a su Majestad en su lugar, como su­perior y señor rey de las Islas y Tierrafirme [ ... J. Si no lo hiciéredes [ ... J. certificoos que con el ayu­da de Dios yo entraré poderosamente contra voso­tros [ ... J. y vos sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de su Majestad [ ... ) [2.1/ Cogolludo

1688/1954-1955, t. I , t. Ir: cap. 4).

Indcpend;entemente del consentimiento de los autócto­nos, la conquista se realiza a través del simple acto de enunciar el texto del requerimiento. Para justificar la ma­nifestación de tamaúa autoridad, el documento subraya su genealogía nada menos que divina. Después de dejar sentado que "Dios nuestro señor Uno y Eterno .. encargó el gobierno de toda la humanidad a San Pedro y sus su­ceSOres, los pontífices o papas, prosigue:

Uno de los pontífices pasados, que he dicho, como Señor del mundo, hizo donación de estas Islas y Tie­rrafirme del Mar Océano, a los católicos reyes de

La voz y su huella 31

Castilla que entonces eran D. Fernando y Doña Isabel, de gloriosa memoria , y a sus sucesores nues­tros Seúores, con .,todo lo que en ellas hay, según se contiene en ciertas escrituras, que sobre ello pasa­ron [ ... ) (jbid,)

El texto escrito, legitimado a su vez por otras -escri­turas-, expresa en última instancia la voluntad divina. Nótese que tal voluntad adquiere un cariz más político que teológico en la medida en que se privilegia, a expen­sas del -no mencionado- fundador de la religión uni­versal, Jesucristo, a su discípulo San Pedro: el hombre que instauró, según la tradición católica, el aparato po­

. lítico-administrativo del cristianismo, el papado.

El requerimiento expresa sin ambages la función PEJ­lítico-religiosa que se otorgó, en los momentos inaugu­rales de la conquista de América, al discurso escrito; fun­ción que tenia en mente Antonio Nebrija cuando publi­có, precisamente en 1492, su Gramática de la lengua cas­tellana [1/ 1980). En la conquista de los -bárbaros-, dice el humanista, un idioma definitivamente codificado por y para la escritura permite imponer -las ¡eies quel ven­cedor pone al vencido- (prólogo).

El uso jurídico o -testimonia]. de la escritura, segun­da función perceptible en la operación escriptural que el Almirante encargó al escribano Rodrigo d'Escobédo, se apoya a , su vez en una tradición europea bien arraiga­da. En una cultura oral o predominantemente oral. la me­moria colectiva da fe de los comportamientos pasados de los individuos. J?esde la Edad Media, con el presti­gio creciente de la escritura y el desarrollo de un verda­dero .fetichismo de la escritura., el testimonio oral deja de tener valor, a menos de aparecer consignado en el papel y certificado por un notario. Para mostrar el ca-

Martín I:!:! ll1!ard

rácter absurdo de este privílegi® concedido a la <'03 :ritu­\ ra. el escritor l ean Genet solía decir. cuando se le r epro· chaba la ruptura de un contrato que él había flrnndo: • y ous avez eu ma signature. pas ma parole. (les Ji mi firma. no mi palabra) [1/ Ben lalloun1l186J.

En la historia de la conquista de América. la vertiente jurídica del "fetichismo de la .escritura. se manifesra-á en el "papel. siempre decisivo del escribano. Presente ~l to­dos los momentos cruciales de la penetración europea. en lodos Jos conflictos Entre conquistadores y conquistados o e~tre los propio~ conquistadores. es te personaje desem· p'eñará la función de preservar, por medio de la escritn­fa. el control metropolitano sobre las empresas coloniza­doras. Como oe. lee, por ejemplo. en el informe de Pero Hernández [1 .1/ 1971J sobre la conquista de Paraguay, el escribano asistió a los dcbates acerca de si se justifica­ba o no una acción bélica contra los indios recalcit.ran­tes. Ojo y memoria del rey, él consignaba para la au to­rldild real y para la posteridad las accione~ .buenas .. o .m<;tlas- de los conquistadores . LGS documentos que ela­boraba en tales circunstancias alcanzaban, como lo mues­tra el. mismo informe de Hernández, un valor máximo a Jos ojos de los propios dirigentes de la expedición: al escindi rse ésta en dos grup~s rivales (Iralal Cabeza de Vaca) , cada uno luchó por la posesión de los documentos notariales [ibid.: cap, LXXIV) . El que llegaba a aduenar­se de los documentos comprometedores:, en efecto, libre de manipular la historia a su antojo, se pondría a salvo de las acusaciones que ellos podian contener,

La escritura volvía también imborrables ciertas respues­tas que los in dios, ignorando las consecucncias, daban a aigún escribano europeo. Así, en el Carioe, como lo de­nunció el Padre de Las Casas (2.1/ Mendieta 1596/1980: L l. cap. 9). los españoles solían preguntar ¡¡ los indios

La voz; y su huella 33

.si en aquella tierra había caribes.; la respuesta positi­va, inmediatámente transcrita, "era título que los espa­ñoles tomaban para captivar y hacer las gentes libres esclavos •.

En resumidas cuentas, la operación· escriptural del 11/10/1492, la primera que se realiza en América a par­tir del alfabeto, se puede considerar como el grado cero de la escritura -al estilo occidental- en el con tinente; un grado cero que carga, sin embargo, con todo el peso de su pasado europeo: la vinculación con los poderes político y espiritual. Rodrigo d 'Escobedo prefigura, de modo algo reductivo, a los primeros "escritores. colo­niales : auxiliares del poder más que literatos autóno­mos, productores de un discurso polí tico-religioso más que creadores de discursos ficciona les o especulativos. El usa de la escritura para fines científi cos, especulati­vos o literarios "autónomos .. , antes de 1500 restringi­do en las propias metrópolis coloniales (España, Por­tugal), no se iba a desarrollar sino varios decenios más tarde, bajo el impacto de las ideas renacentistas. Toda­vía en 1605, por ej emplo. Cervantes, en el prólogo al Quijote, se burlará de sus contemporáneos que tratan de conservar, en sus libros de ficción . auténoma .. , la cau­ción de la tradición filosófico-teológica; estos libros

. -escribe- -tan llenos de sentencias de Aristóteles, de Platón' y de toda la caterva de filósofos , que admiran a los leyentes y tienen a sus autores por hombres leídos, eruditos y elocuentes. i Pues qué, cuando citan la Divi­na Es·critura! .. [11 Cervantes 1985: 13) . , . .

Nlientras tanto, la. Corona tratará de preservar al máximo el privilegio de la escritura ortodoxa o .canóni­ca-; para no destntir .el autoridad y crédito de la Sa­grada Escritura y otros libros de Doctores., como dice una carta real de 1543 [2 .11 Garda Genaro 1982: 439-

'" 34 Martin Lier!lwrd

440], se prohibirán repetidas veces, en efecto, la impor­tación y difusión, en América, de libros de ficción.

Ahora bien, la fetichización de la escritura por parte de los europeos no 'tenía por qué repercutir directamen­te, a primera vista, en sus relaciones con los autóctonos, poco preparados por sus tradiciones culturales, salvo qui­zás en Mesoamérica, a comprender tal obsesión por la transcripción gráfica del discurso. Dos factores, sin em­bargo, se combinarían para favorecer, entre los. indíge­nas, una innegable fascinació n por la escritura europea, fascinación que agilizaría la l'estructuración europea de la esfera de la comunicación en América. Por una parte, el prestigio que adhería, a los ojos de los conquistado­res, la palabra escrita, no dejó indiferentes a los indios . Así, por lo menos, parece explicarse la relativa -aunque no siempre confirmada-eficacia de la práctica del re­querimiento, lectura en voz alta del documento que se acaba de reseñar. Absurda en términos de comunicación -los autóctonos no reciben el mensaje contenido en el texto [3 .2/ Harrison 1982: 65-67J-, la ficción de la presencia de un lejano poder "divino" debe de haber obrado a veces como acto de una magia superior y des­conocida. Esta hipótesis va acreditada por una observa­ción del Inca e histol'iador Titu Cusi Yupanqui. Según él, los indios andinos se sorprendieron viendo a los es­pañoles .. á solas hablar en paños blancos .. , es decil'. leer en sus papeles. Pero más' que nada, los dej ó estupefac­tos el hecho de que los españoles se mostrman capaces de ,nonbl'ar a algunos de nosotros por nuestros nonbres syn se lo dezir .naidie·, [3.1/ Yupangui 1570/1985 : 4J: ellos percibieron como facultad mágica la capacidad que tenían los europeos ' de identificill' a algunos de ellos a partir de su documentación descriptiva ya realizada.

La voz y . su huella 35

Por otra parte, el poder inicialmente simbólico de la escritura "sacralizada .. se convierte en una realidad apa­rentemente tangible a partir del momento en que, gra­cias a la superioridad político-míiitar de los europeos, se afianzan los mecanismos complejos de la dominación colonial. Si la inicial toma de posesión territorial por medio de la escrítlli'a, acto simbólico si no bluft, no. hace sino indicar una voluntad, no se podría ya decir 10 mis­mo, una vez establecido el aparato burocrático, de la repartición por decreto de "títulos» o "mercedes-, para no aludir a las condenas formuladas por escrito: el po­der garanliza, en este caso, la aplicación de Jo que esti­pula la escritura. Los autóctonos, despojados "legalmen­te .. (por la escritura) de sus tierras, sometidos a juicios pOl' su "idolatría .. , no pudieron ignorar por mucho tiem­po el aparente poder -un poder delegado- de la escri­tura adminis trativa, diplomática o judicial. A veces lle­garon, >:in duda. a sobrevalorarlo, a atribuirle una efi­cacia poco menos que mágica.

La cultura gráfica europea suplantará, en términos de dominación, la predominantemente oral de los indios, sin que é,;tos -en su inmensa mayoría- tengan acceso a la primera. La restructuración europea de la esfera de la comunicación americana desemboca, pues, en la exclu­sión de la mayoría respecto a un sistema (la escritura al­fabéticc:) que se impone como único medio de comunica­ción oficial. Al interiorizar, a partir de su propia per­cepción, el "fetichismo de la escritura .. introducido por los europeos, los aLtlóctonos se convertirán en sus vícti­mas: los europeos, por lo general, podi'án manipular la comunicación escrita a su antojo. En los no muy numero­sos autores indigenas que surgen en Jos decenios conse­cutivos al primer contacto, se llota el impacto de ese núcleo ideológico: confiados en el poder del discurso

~1attin Líenlzard

escrito unos indios nobles como el apenas mencionado Titu éusi, Guaman Poma o los dignatarios mesoameri­canos autores de títulos genealógicos y de cartas reivin­dicativas, parecen atribuir al mensaje escrito una efica­cia intrínseca, independiente del aparato político que la sustenta.

Escritura y p.9der

Estas afirmaciones suscitan un !lúcleo de preguntas en torno. a las relaciones entre poder y escritura que no po­demos ya escamotear. ¿En qué medida es líc ito atribuir a una innovación -técnica" en la esfera de la comunica­ción -la imposición de la escritura europea como vehicu­lo oficial- un papel relevante en la producción del trau­ma de la conquista? ¿ En qué se distingue, "políticamen­te", el sistema alfabético de notación de los sistemas autóctonos, gráficos o no? ¿ Podría afirmarse, flllalmen­te, que existe una relación entre el instrumento de la es­critura al estilo europeo y el expansionismo occIdental ?

La escritura, cualquiera que ella fuese , es una herra­mienta al servicio de la comunidad que la crea .o adap­ta, y no tiene como tal ningún poder real. Ahora, para perfeccionar determinadas operaciones, ciertas herra­mientas resultan más eficaces que otras. Con los mache­les o las hachas recibidos de los portugueses, por ejem· plo, los indios brasilel'ios podrán aumenta r en una . pro­porción inimaginable su producción de pau de BrasIl . .. destinada no ya a la fabricación de canoas o de otros en­seres domésticos, sino a la exportación -impulsada y con­trolada por los colonos portugueses- bacia Europa. Si el instrumento de hierro se muestra, efectivamente, mas eficaz para cortar grandes cantidades de árboles, la ~pe-. ración del corte, realizada en el contexto de otra practl-

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ca social, deja de ser, en rígor, la que fue: cortar árboles para construir una canoa o una casa y cortar la mayor cantidad posible de árboles para la exportación resultan, a pesar de incluir una operación .idéntica", dos prácticas sociales distintas.

La imposición de la escritura europea en tanto que vehículo oficial, exclusivo, de la comunicación político­diplomática, determina, como la imposición del hacha de hierro para cortar árboles, no tanto un cambio técnico en la operación tradicional, sino la aparición de una nueva práctica. Para bien entender este cambio, debe­mos interrogarnos primero, aunque sea sucintamente acerca de la naturaleza de los sistemas de notación au: tóctonos y de las prácticas que ellos auspiciaban.

Todas las sociedades autóctonas conocidas elaboraron antes de la irrupción de los europeos, algún sistema grá: fico o de notación que correspondiera a sus necesidades concretas. Ellas no fueron, contrariamente a lo que in­sinuaran a través de sendas anécdotas Garcilaso o, en fechas más recientes, Lévi-Strauss, sociedades "sin escri­tura ». Según Garcilaso [3.11 1609/1959: IX, 29). un es­pañol encargó a dos indios analfabetos el transporte de ocho melones. Para evitar que ellos comieran parte en el viaje, les hizo creer que la carta pata el destinatario (en que constaba el número de los melones) los iba a vigilar en el camino. Los indios, pues, la escondían cada vez que les entraron ganas de comerse una- de las frutas , quedando luego estupefactos cuando el destinata­rio, al leer la carta, les reprochó el robo cometido. Anéc­dota inverosímil; en el país de los lúpu, instrumentos perfeccionados para la conservación de datos numéricos, los indios podían perfectamente imaginarse la capacidad delatora de un escrito. Tampoco convence del lodo la in­terpretación que ofrece Lévi-Strauss [11 1955: cap, 28J

38 Martill Líenlwtd

de su famosa .. Ze90n d' écriture .. : si el jefe nambihlllara imita la escritura europea para sugerir a sus compaflc­ros su relación privilegiada con el huésped occidental (Lévi-Strauss), ést9s no púeden desconocer totalmente las funciones del graíismo.

POCO operativa, en el otro extremo, nos · parece la concepción de una . archi-escritura.. fo rmulada por el .. gramatólogo .. Derrida (11 1967) : al incluir en ella, des­cartando el criterio de la notación, aún las operaciones de clasificación puramente mentales, por lo que se des­vanece la posibilidad de distinguir las diferentes .escri­tw:as ... Un excelente punto de partida, en cambio, 10 cons­tituye una definición del recién fallecido etnolingüista italiano Cardona [11 1981: 27]: "Un sistema gráfico será, pues, cada conjunto (finito y numerable) de signos en el cual se asocian, a los elementos gráficos, significa­dos distintos y explicitables por la comunidad .• Si rela­tivizamos la noción de .. finito y numerable' (podría haber sistemas .. abiertos .. ), y si sustituimos "sensible" a "gráfico .. (el ldpu andino incluye signos táctiles), ten­dremos un concepto de la escritura despojado de toda re ­ferencia a los sis temas fonográficos clásicos.

La apariencia y la función social de las escrituras pre­colombinas varüi según las tradiciones culturales de la comunidad, su tamatio, su diferenciación interna , su tipo de vida. De las pinturas corpóreas, los petroglifos y el lenguaje de los tambores (indios caribeJios y amazóni­cos) hasta los códices mayas, pasando por los palIares, Jos kipu o la .. decoración" simbólica de vasijas y tejidos (área andina), las soluciones adoptadas cubren un vasto abanico de opciones semióticas.

De todos estos sistemas de notación, muchos de ellos poco conocidos o estudiados, nos interesan aqui priori­tariamente los que fueron elaborados en el marco de los

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j

La voz y su buella 39

grandes estados prehispánicos de Mesoamérica y el área andina Si éstos son, sin duda, los que se aproximan más, por su función si no en su aspecto, a la escritura europea, son también los que permiten la confrontación analítica más fecunda con el sistema gráfico europeo.

Más precisamente, centraremos nuestra reflexión en los dos sistemas de notación más -y mejor- conocidos, el ge los kiplI andinos y el de los glífos mesoamericanos .

Kipu

Los kipll andinos son unos artefactos confeccionados a partir de una serie más o menos larga de hilos de co­lor que se anudan verticalmente. en una cinta horizon­tal. A menudo descrito someramente por los cronistas coloniales, su funcionamiento, estudiado especialmente por Marcia y Robert Ascher (3.21 1982]. no queda to­davía definitivamente esclareCido. Para nuestras limita­das necesidades, nos basaremos esencialmente. en la in­terpretación de un hipu estatal que los señores de Ha­tun-Xauxa presentaron en 1561 an te la Audiencia de Lima [3.2/ Murra 1975: 243-254]. En cada 'uno de los hilos verticales paralelos se pueden "inscribil''', por un sistema de nudos, uno o varios signos numéricos. Si la posición del hilo en el eje horizontal. quizás junto con el color, indica la categoría a la cual se refiere el número inscrito, la posición del signo en el eje veltical denota una sucesión temporaL La lectura del }úpu supone la per­cepción simultánea de un signo numérico, de su posición en los ejes horizontal y vetticaJ, y de un color, operación faci litada por la ayuda mutua que se prestan el tacto (nudos) y la vista (color, posición). Cada signo "compues­to .. responde por lo menos a tres preguntas : ¿cuántas uni­dades (decenas, etc.) de qué categoría en qué momento .

Martin Uenlwrd 40

de la suceSlOn temporal? Nótese la aparent,e ~u~encia del predicato: el .lector .. , sin duda, lo deduCla e ~or texto La operación 'no debió de presentar m~yores, ':-

lt d puesto que como lo afirma el histonador )esU!-cu Aa eSt'a [3 1/ 15;0/1954: Libro VI, cap, 8], .para di-ta cos ' " d 'b t versoS géneros, como de guerra, dI'! gobierno, ,e tri u os, de ceremonias, de tierras, había diversos qUlpOS"

eje de las categorías

1 2 3 4 5 6 1

• • • eje de la 1 •

• • • • sucesión II

, signos numéricos (*) • • temporal III

, 1 . , ede realizar, teórica-U na lectura corrIda de N,IPU se pu , 1

t dos direcciones: horizontal o vertlcaL En e

men e, en ' "dades de ,'mer caso, el lector se entera de cuantas Ulll '

pll f 1 J n el momen-cada categoría (existen, hacen o su ren a go e 1 to elegido; en el segundo, el lector puede eV,aluar t evolución cuantitativa, por etapas, de la categorla que e

interesa, , d _ d de estas ob5er-El sistema del lupu, como se espren e "

't dos usos relativamente dlstmtos, Por vaciones, perrm e " 'd

1 d Y todos 105 cronistas cololllales comCl en en un a o, , '1 a el goblCrno ello, sirve para almacenar datos utl es par , '_

la administración del Estado, Tales d~tos, podlan, hgu y 1 'de los rubros que mdlca la clta de rar en a mayOl'la , '.)

( go'oierno tributos ceremOlllas, tierras" Acosta guerra, ' ' 'h" a los cuales cabe agregar, siguiendo al m1smo lstona-

1 h ' t . as las "le"es. y las ,cuentas de nega-dor as' 15 on " ' J ,

, ' ['b'd 1 S'l b'len la lectura de los datos de tlpO esta-C10S' 1 1 ' , ' , d' dístico exige el conocimiento previo de algunos co 1-

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La voz y su huella 41

gos (posición en el eje horizontal. colores) , la interpre­tación del .texto., en . este caso, puede resultar unívoca ,

Empleado en el marco de la producción 'o la reproduc­ción de un discurso histórico. en cambio, el kipu no parece auspiciar una lectura univoca, Su uso en este cam­po, sin embargo, queda bien atestiguado, Muchas cróni­cas, especialmente la que se conoce bajo el nombre dé "Relación de los quipucamayos. (Colla piña 1542-1608/ 1974]. subrayan que los depositarios de la memoria his­tórica oficial no fueron otros que los hipujwmayoq, los funcionarios responsables del cómputo, Para recitar el discurso de la historia o las genealogías, ellos se servían, como se lee en muchos informes coloniales, de su arte­facto, ¿ Qué tipo de información contenían los hipu his­tóticos? Nada prueba' que almacenaran otros datos que los mencionados, aunque el propio Acosta , con su intui­ción de .. semiólogo", comparara las potencialidades del hipu con las del alfabeto:

, ' ,había diversos quipos o ramales, y en cada ma­nojo de estos ñudos y ñudicos y hilillos atados, unos colorados, ' otros verdes, otros azules, otros blancos, y finalmente tantas diferencias, que así como noso­tros de veinte y cuatro letras, guisándolas en dife­ren tes maneras, sacamos tanta infinidad de vocablos, asi como éstos de sus üudos y colores sacaban in­numerables significaciones de cosas [v, supra).

I '

Si el sistema de los hipu permite almacenar, como tal1l -bién -en la óptica de Acosta- los sistem;s gráficos chino y mexicano, .innumerables significaciones de cosas., no es capaz., en cambio, de reproducir .. vocablos .. , Esto sig­nifica , teniendo en cuenta el fonocentr ismo de Acosta, que las informaciones almacenadas en el kipu no son de natu-

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\ I ¡ \

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raleza lingüística. El hipu podría aumentar al infinito las categorías (significaciones) abarcadas, sin que por ello llegara a fijar un discurso verbal. Todo indica, como lo subrayan Scharlau/Münzel (11 1986: 80-90). que este ins­trumento andino no desempeña en el contexto de la .his­toriografía» sino un papel de au'xiliar mnemotécnico alta­'mente sofisticado. Corrobora esta aserción el hecho de que la tradición histórica oral recopilada por los españoles con la ayuda de los hipuhamayoq muestre una relativa coincidencia en cuanto a los hechos escuetos (por ejemplo, qué Inca, después de qué otro Inca, conquistó qué terri­torio), pero una enorme diversidad en su exposición na­rrativa, su perspectiva, su ornamentación. Los primeros, obviamente, se leen directamente en el kipu. mientras que las últimas dependen en mayor o menor grado de la .sub­jetividad literaria. del historiador.

En resumen, el hipu resulta un sistema semiótico desti­nado a asegurar, en todos sus niveles, la administración del Estado, y a facilitar, como auxiliar mnemotécnico, la producción de un discurso histórico-genealógico. La con­tribución de la memoria oral. poco importante en el uso administrativo, se revela decisiva en el uso .historiográ­fico> del hipu. El sistema andino de comunicación (en el cual el kipu ocupa un lugar privilegiado), podría, pues, ser caracterizado como .predominantemente oral .. -con­cepto que desarrollaremos después de presentar el sistema de las escrituras mesoamericanas.

Glifas

Pese a las notorias diferencias que . existen entre las escrituras elaboradas por los mayas, los aztecas, los mix-

La poz y su huella 43

tecas y otros pueblos mesoamericanos, las considera remos aquí, teniendo en cL;'enta ante todo su función social como variantes de un sistema único. El aspecto visual de la escritura mesoamericana (signos gráficos dispuestos se­gún diferentes patrones geométricos) , su -puesta en es­cena .. más corriente (libros-biombos de papel amate), la colocación de estos .. libros.. en .. bibliotecas>, parecen aproximar la cultura gráfica mesoamericana a la euro­pea. Aún el modo de significar de la escritura mesoame­ricana (combinación de pictogramas, de ideogramas, de fonogramas), podría recordar ciertas escrituras <occiden­tales .. muy antiguas, como la egipcia. ¿ Las culturas me­soamericanas, culturas del libro al estilo europeo u oríen­tal? Muchos cronistas e historiadores no dudan en afir­

marlo. En la -Sumaria relación de la historia de esta Nueva España .. , el historiador mexicano Fernando de Alva Ixt1ilxóchitl escribe : •

. . . tenian por cada género sus escritores.: unos que trataban de. los anales. poniendo pOlO su orden las cosas que acontecían en cada Ul1 año, con día, mes y hora; otros tenían a su cargo I~s genealo ­gías y descendencias de los reyes y señores y perso­nas de linaje, asentando por cuenta y razón los que naciari y borraban los, que morían, con la misma cuenta. Unos tenían cuidado de las pinturas de los términos, límites y mojoneras de las ciudades;· pro­vincias, pueblos y jugares, y de las suertes y repar­timientos de las tierras, cuyas eran y a quién perte­necían. Otros, de los libros de las leyes, ritos y cere­monias que usaban en su infidelidad; y los sacerdo­tes, de los templos, de sus idolatrías y modo de doc-

44 Martí n Lienl10rd

trina idolátrica y de las fiestas ,de sus falsos dioses y calendarios. Y finalmente, los filósofos y sabios que tenían entre ellos, estaba a su cargo el pintar. todas las ciencias que sabían y alcanzaban, y ense­ñar de memoria todos los cantos que observaban sus ciencias e historias [2.11 Ixtlilxóchitl ¿ 1625? / 1975: 1, 527; el subrayado es nuestro).

Destinada a suscitar en el lector .renacentista. asocia­ciones con las prestigiosas metrópolis intelectuales de la antigüedad greco-latina (Alejandría), est~ .evocación de la cultura libresca en Texcoco tiene el mento de ofrecer un cuadro sintético de las categorías de .libros. que se manej aban en el México prehispánico. Un examen rápi­do del fragmento revela que éstas, en buena parte, se ase­mejan -cuando no' coinciden con ellos- a los rubros qu~ se consignaban en los hipu andinos: historia, guerra, tn­butos, gobiernos, tierras, cuentas de negocios, ceremonias, leyes: Rubros que no suponen necesariamente una expo· sición discursiva, sino que pueden alojarse en lístas, como por ejeml(lo, al contrario de la narración histórica, los anales. La excepción más notable, en este contexto, es la

.. ciencia., sin duda un discurso difícil de , reducir a una lista. Los .filósofos., dueños de las "ciencias .. , tenían a su cargo la -pintura .. de sus conocimientos en las dISCI­plinas .filosóficas«, pero también la enseüanza de .los "can­tos. con que se .observaban. sus .ciencias. e .h.Istonas«. i Oué serían estos cantos? Un poco antes, en el mIsmo tex­to Ixtlilxóchitl ya se habia referido a ellos: ' .. . he con­s~uido mi deseo con mucho trabajo, peregrinación y suma diligencia en juntar las pinturas de las hlSto:-Jas y anales, y los cantos COIl que las observaban [op, Cl t .: 1, ~ 2 "1 ... .. J.

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La voz y su huella 45

Con los cantos, pues, no con las pinturas, se observan (conservan) tanto las ciencias como las historias. Los cantos -que no conviene imaginarse en un sentido dema­siado literal- son el instrumento de que se sirve la me­moria oral tanto para almacenar como para reproducir los discursos. y a discursos, no a listas, se referian los conceptos de -ciencias. y de . historias«. En definitiva: los libros mexicanos, como los kipus andinos, resultan prác­ticamente autosuficientes como memoria político-adminis_ trativa y cosmográfica, pero no pasan de ser auxiliares mnemotécnicos para la conservación-reproducción de dis ­cursos verbales. La memoria oral, en este caso, sigue sien­do decisiva; ella debe suplir la ausencia de los elemen­tos lingüísticos que la escritura deja de fijar. Al analiz~r alguno de los códices coloniales realizados al modo anti­guo, pero ya provistos de una transcripción alfabética del discurso subyacente, como el llamado -Códice f\ubin . [¿ 1608 ?/1902], el observador constata que el texto en es­cri tura mexicana no suministra, en general, sino los sig­nos del año, del personaje (individual o colectivo) que rea­lizó o sufrió algo, o de la naturaleza del suceso imperso­nal (catástrofe, etc.) que caracterizó el mismo lapso de tiempo. El texto náhuatl en transcrípción alfabética, en cambio, proporciona en primer lugar las oraciones com­pletas que corresponden a los signos glificos. Por otra parte, agrega a menudo elementos nuevos .que no se ha­llan de ningún modo insqitos en la grafíj:l mexicana; dis ­cursos directos pronunciados por algún personaje, escla­recimientos varios y aún, como 10 puntualizó Garibav [2.2/ 1983: 120], «sagas. enteras :

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Martin Lienlwrd - '

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ychan .

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Acaecieran desgracias á los Matlatzincas; pero allí] , rué herido Axayacatl por un guerrero llamado Tlil­

cuespaltzin, que 10 asaltó y le hirió en la pierna.

La sofistificación del sistema g ráfico mexicano (posi­biíidad de traJlscribir fonéticamente siquiera topónimos o nombres propios) 110 significa, pues, que el sistema glo­bal de comunica ció" verbal deje de ser predominante­mente ora!. Creemos que esta afirmación se aplica tam­bién al área maya, pese al mayor desarrollo fonográfico de las eSCi-ituras de esta zona. Como instrumentos para la notación fonética del discurso, los glifos mayas, sin duda alguna, resultan muy trabajosos. La notoria preo­cupación fonográfica de los mayas parece explicar, en cambio, que ellos adoptaran temprano ' el alfabeto eu­ropeo para transcribir, por su propia iniciativa o no, el caudal de su tradición oral -el Popol Vuh, los Libros de Chilam Balam. los Cantares de Dzitbalché . . .

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La voz y su huella 41

La oralidad predominante

Los lópu andinos y las escrituras mesoamericanas no son los únicos sistemas de conservación, de presenta­cióll, de «encuadramiento. de datos que se manejaron en las áreas respectivas. En el área andina, por ejemplo, se conocen además del hipu varios sistemas gráficos: en la costa del Pacífico, unos pallares ideográficos servían para la transmisión de mensajes u órdenes [3.2/ Larco Hoyle 1942); los signos inscritos en los cuadrados, dis­pues tos al modo de un ajedrez, de las túnicas incaicas, presentaban una información de tipo cosmológico-re­ligiosa [3.2/ Jara 1975); un cuadro del templo cus­queño del Sol, reproducido por el cronista Pachacuti Yamqui, sintetizaba la imagen inca de la sociedad y del mundo (3.2/ Vallée 1982). Ninguna de , estas prácticas gráficas, sin embargo, nos obliga a modificar las con­clusiones que sacaremos del análisis de los dos sistemas de notación mayores, lúpu andino y glifo mesoamericano.

Con la relativa excepción de la incipiente escritura fo­nética de los mayas, todos estos sistemas tienden no a transcribir discursos verbales, sino a plasmar el mundo cósmico, natural y social en cuadros o lis tas. No previs­tos contrariamente al alfabeto, para fomentar una prác­tica escriptural discursiva, ellos auspician una práctica esencialmente "conservadora". Los documentos plásticos o gráficos no transcriben el movimiento de la inteligen­cia discursiva del hombre, sino que ofrecen, bajo forma sintética, el resultado de sus observaciones, reflexiones y medidas. La dinámica del discurso humano, y este pun­to nos parece decisivo, se desarrolla bajo el signo de la oralidad. Sin duda, la cosmología, la administración (económica, demográfica, tributaria, ritual, jurídica) y la

Martin Liellhard

. cronología histórica se hallan consignadas en las listas o los cuadros de los códices o en los nudos, las posiciones y los colores de los l<.ipu. En cambio, la épica, la lírica, la dramática, la narración histórica, la didáctica y la producción imaginativa, para tomar la clasificación rea­lizada por Garibay [2.2/ 1983J para la literatura náhuatl, se elaboran independientemente de los sistemas de nota­ción, aunque luego, para su conservación o reproducción, éstos puedan desempeñar algún papel.

Las escrituras americanas sirven, anté todo, para al­macenar datos, para fijar una visión del mundo ya con­sagrada, para archivar las prácticas y representaciones de la sociedad. No les incumbe, o sólo en una medida reducida , explorar o planificar el porvenir, jugar (filo­sofar) con las representaciones: éstas prácticas se reali­zan en la esfera oral. La notación, gráfica o plástica, de las sociedades andinas y mesoamericanas, surgió sin duda a raíz de la necesidad de racionalizar la administración en unas formaciones social y económicamente comple­jas, además de cenh'alizadas ; también para fijar, de modo indiscutible, los méritos histórico-genealógicos y los valores de las sucesivas castas hegemónicas.

En este sentido, el uso de los sistemas de notación por los grupos dirigentes de los grandes estados hidráu­licos y urbanos de la América prehispánica ofrece un paralelismo notable con el que se observa en los esta­dos relativamente comparables de la Mesopotamia anti­gua. En esta región, en un primer tiempo, el sistema em­pleado (pictografía) se presta exclusivamente para los usos administrativos. La elaboración de una transcrip­ción ronética permite luego. teóricamente, la fijación de discursos verbales [1/ Goody 1977: cap. 5J. Sin embar­go, durante un lapso de tiempo pro lo!1qado, la. inmensa mayoría de los clocumen tos escritos SigU~_l pCl'tcnecien-

La voz y su. huella 49

do al dominio de la administración estatal (ibid.]. Cabe suponer, pues, que la posibilidad de la transcripción fo­nética no desemboca, inmediata o necesariamente, en su extensión a las prácticas no administrativas de la socie­dad, en el predominio global de la escritura sobre I~s otros medios de comunicación.

También el uso de una escritura exclusivamente «con­servadora .. o archivista modifica sustancialmente, como lo muestra Goody, la .percepción intelectual del mundo por parte de una sociedad dada . Lól confección de listas y de cuadros, especialmente, supone otra práctica clasi­ficatoria que la del discurso oral: el cuadro permanece y se puede retocar, mientras que la palabra oral se des­vanece continuamente. Si la clasificación en si se puede considerar como "archi-estructura .. (Derrida), la clasifi­cación plástica o gráfica, "escritura .. en un sentido más estricto, permite, gracias a la presencia simultánea de todos los datos y la posibilidad de c01}frontarlos, el de­salTollo de una actitud más reflexiva frente a la histo­ria, la sociedad, el mundo. Sin duda, ni la elaboración de los calendarios y de los ciclos astronómico-históri­cos en Mesoamérica, ni la planificación económica, es­pecialmente alimenticia, en los Andes, hubieran sido po­sibles sin los sistemas de notación respectivos. Vastos campos de la elaboración intelectual. en cambio, siguie­ron reservados al discurso oral: la historia en tanto que narracién. el "pensamiento en movimiento .. (confronta­ción d e ideas) . El peculiar uso de la .. escritura., en efec­to, relativamente reacio a la experimentación, resultó sin eluda más adecuado para la conservaqión de los logros socio-económicos e intelectuales ya ¡'l¿anzados que para su cuestionamiento incesante.

50 MartilI Lienhard

Violencia de la escritura

Los sistemas de comunicación andino y mesoamerica­no, p:edomlllantemente orales, no auspiciaban el inter­cambIO mte.lectual a escala suprarregional. Si los eu­ropeos, ha~Ia ~500, habían acumulado y digerido una gran experIenCIa de la diversidad de las culturas en el mundo, en buena parte gracias a la movilidad temporal y espac.lal de los documentos escritos, las sociedades preh:spamcas se habían contentado con una experiencia relatIvamente local y -salvó en Mesoamérica- limitada en el tlem~o. Dicho de modo algo excesivo, si los eu­ropeos podlan imaginarse hasta cierto punto, gracias a la lect~~a de Heródoto, Marco Polo o los cronistas de las expedIcIones africanas def siglo X\' el f' . " unClOnamlento de las sociedades no occidentales, los habitantes autóc­tonos del continente .. descubierto.. por Colón tuvieron que recurrir en un primer momento, pa ra clasificar a los intrusos, a la idea mítica del retorno de alguna di­\-inidad.

A part~I: de 10 que precede, el trastorno que supuso la IrrupClOn de la ~scritura europea -con todo lo que conno,taba- en el SIstema de comunicación americano, ~eberla de haberse vuelto tangible. Con el alfabeto lrrum~la la experiencia de un mundo más vasto del que conOClan los autóctonos, pero ante todo, una práctica del pod~r no sólo administrativa y conservadora, sino pros­pectlva, exploradora y expansionista. Imbuidos de la 'ulllversahdad, del cristianismo y de su Escritura los europeos se habían preparado para la conquist~ de N~\e~os Mundos antes de saber a ciencia cierta si éstos eXIstlan. La Escritura u sus apéndl'ces (la lb' ••• J S e a oraClO]1eS teologlco-fllosófico-gramatícales) les otorgaban el dere­cho de seguir tal práctica expansionista.

La VOZ Y su 1mena 51.

En todas las sociedades provistas de sistema s de no­tación oficiales, el documento .. escrito.. representa un poder. Un poder local o regional, en la América hispá­nica ; un poder tendcncialmente mundial, en el caso del imperio cri.stiano. Las características técnicas del alfa­be te favorecieron sin duda estas ambiciones: gracias a su capacidad para fi jar inequívocamente discursos ente­ros que se iban a mover cómodamente en el espacio y el tiempo (el requerimiento, las capitulaciones, toda la l e~ gislación de Indias ... ), la escritura europea llegó a re­presentar un poder imperial cuyo centro de decisiones se hallaba a miles de leguas del lugar donde se ej er­cía su acción. La escritura no sólo posibilitó, sino que confirmó y volvió imborrables todos los actos y las de­cisiones de la n \\eva autoridad colonial - mientras que las escrituras americanas necesitab&n elaborar paciente­mente las innovaciones que les permitirían, mal que b ien, incorporar las experiencias traumáticas nuevas.

La práctica escriptural europea, exploradora, prospec­bva y dominadora , proporciona una especie de modelo para la ocupación de un territorio nuevo. Como 10 de­muestran toda una serie de prácticas colonizadoras, los europeos proceden como si quisieran inscribir su poder en todas las .. superficies .. posibles del NUeVO MU~1do .

A través de la cristianización de la toponimia autóc­tona, el poder europeo se inscribe, algo más que metafó­ricamente, en el paisa je. Ya en sus primeros apuntes, con un plumazo, Colón cambia toda la toponimia antillana de signo : «esta [isla] de Sant Salvador .. (14 de oct.); .. a la cual (isla] puse nombre de Sancta María de la Con­yep~ión. (15 de oct.); .. a la cual pongo nombre la Fer­nandina .. (1 5 de oct.); .. a la cual puse nombre la Isabela. (19 de oct.) . El r epertorio de los nuevos topónimos, no es dificil constatado, es la esfera elel doble poder polí·

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"tico-religioso que representan los conquistadores. Los topónimos asentados en la memoria colectiva o también

'o', ' -Mesoamérica- en los códices de los autóctonos segui-rán. desde luego. existiendo, pero ya sin valor legal. puesto que la nueva legalidad instaurada por la conquista se remite exclusivamente a la escritura del poder europeo. Es cierto que los aztecas o los incas también solían cam­biar la toponimia de las regiones conquistadas; los nom­bres nuevos. sin embargo, a menudo simples traduccio · nes de los antiguos a su idioma. no implicaban la ins­cripción en el paisaje de categorías de pensamiento tan radicalmente opuestas a las tradiciones locales.

Impacientes por dejar sus huellas en cualquier super­ficie del mundo conquistado, los europeos no dudan en inscribir su poder en las propias caras de los autóctonos. .El hierro que andaba bien barato •• escribe hacia 1541 el autor de la Historia de los indios de la Nueva España. sin duda el franciscano fray Toribio de Motolinía [2.11 . 1541/1985 : párr. 50). . dábanles [a los campesinos . . su­puestos esclavos J por aquellos rostros tantos letreros de­más del principal hierro del rey. tanto que toda la cara traían escrita. porque de cuantos era comprado y ven­dido llevaba letreros-o Se aprecia aqui en estado puro la violencia política que puede implicar la escritura cuan­do se la maneja como instrumento de un ejercicio to­talitario del poder -su único uso según un Lévi-Strauss [1/ 1955: cap. 28} algo maniqueo. obsesionado por la oposición entre sociedades con o sin escritura.

Otra práctica ilustra hasta qué extremos puede llevar el . fetichismo de la escritura, europeo: la conquista es­piritual. No satisfechos aún de inscribir su poder .di­vino, en el paisaje y los rostros de los autóctonos. al ­gunos europeos. misioneros. suelÍan ' con inscribirlo en sus almas. Aludiendo a la inocencia, al supuesto vacio

, La voz y su huella 53

religiOSO de los indios brasileños. Nóbrega, el primer su­perior . jesuita en la zona. declara : .Cá poucas letras bastam. porque é tu do papel branco e nao há mais que escrever a vontade .• 1 [4.1/ Nóbrega 1955: 10/811549J.

Todo parece indicar que para los conquistadores. la operación de escribir. sea como gesto simbólico (herrar esclavos, cambiar la toponimia. atestiguar un derecho) o como metáfora (escribir en las almas de los indios) apunta siempre a una práctica de toma de posesión. .sanctificada. en última instancia por la religión del Li­bro en cuyo nombre se realiza.

Las escrituras americanas. cabe aclararlo. nunca die­ron lugar a una práctica político-escriptural de esta ín­dole. La notación gráfica o plástica servía. a los ojos

" de las castas dirigentes autóctonas. para archivar. para .. encuadrar" los datos cósmico-histórico-sociales existen­tes; no desempeñaba ninguna función central en las em­presas de exploración (en el sentido propio y figurado) ni secretó. por 10 tanto. ningún "fetichismo de la escri­tura- comparable con el de Europa.

La imposición arbitraria de la escritura alfabética en el continente está lejos, pues. de importar un simple cambio técnico en la esfera de la comunicación autócto­na. Si bien no se trata. como a veces se sostiene. de la introducción de la escritura en unas sociedades que ni la podían imaginar. no se puede tampoco hablar de la sustitución técnica. neutra. de unos sistemas de notación anticuados por otro más moderno y flexible. La irrup­ción de la cultura gráfica europea fue acompalÍada por la violenta destrucción de los sistemas antiguos, Los eu­ropeos, convencidos -por su propia práctica- de la existencia de un vínculo orgánico entre la escritura y un

J .. Con pocas letras bastan, porque frente al papel virgen solo hay que escribir la voluntad ...

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54 Martín Lienhard

sistema ideológico-religioso, no tardaron, en efecto, en considera r los sistemas de notación autóctonos como in­venciones del demonio, fundador, según ellos, de las .idoJatl'Ías» indigenas, La destrucción de la supuesta base de las culturas ~iUtÓctonas se les impuso, pues, como una necesidad urgente, Escasos son los documentos que sobl'cvivieron a los autodaiés anti-idolátricos, realizados con tanta minucia como furia, En estas campañas se distinguieron toda una serie de misioneros, los más im­buidos, entre los conquistadores, del "fe tichismo de la escritura .. , Más tarde, algunos de ellos, o sus sucesores, empezaron a comprender su error : no existía en reali­dad ninguna incompatibilidad absoluta en tre los siste­ry¡as de notación antiguos y la instauración del nuevo or­den colonial.

Los autodafés de documentos autóctonos hicieron, en todo caso, un impacto negativo ·en las futuras élites in­dígenas coloniales, Constatando que con la -caida de los reyes y señores" (mexicanos) sé arr uinó también el antiguo sistema culturaL el historiador Ixtlilxóchitl, que nunca se extralimitó a criticar abiertamente el fundamen­to del orden colonial, se atreve a hablar fuerte : -No tan solamente no se prosiguió 10 que era bueno y no contra­rio a nuestra santa fe católica, sino que,10 más de ellos (los libros] se quemó inad vertida e inconsideradamente por orde~ de los primeros religiosos, que fue uno de los mayores daiios que tuvo esta Nueva España (2, 11 Ixtli1xé­chitl] ," ¿ 1625?/1975 : 527].

La destrucción del sistema antiguo, basado en una articulación equilibrada entre palabra archivadora y palabra viva, y la imposición arbitraria de un nuevo sistema en el cual el predominio absoluto de la .. divina. escritura europea relega a la ilegalidad las diabólicas "es­critLtl'as .. antiguas, marginando al mismo tiempo la co-

La voz y su huella 55

municación oral, constituirá el trasfondo sobre el cual surge la literatura -latinoamericana. ,

Pocos decenios después de los primeros contactos y enfrentamientos entre europeos y autóctonos, la -con­quista escriptural. del continente parecía tan adelantada que el historiador Acosta (3,1 1 1590/1945: Proemio) pudo decir: " , ,el mundo nuevo ya no es nuevo, sino viejo, según hay mucho dicho, y escrito de él", .. Boutade sin duda, la fórmula de Acosta sugiere que la cultura del continente, a los ojos de los que se consideran aho­ra como sus únicos exponentes, 'ha dejado de ser -nue­va- (es decir exótica, indigena) para convertirse en par­te de la cultura accidenta! o <universal., Esta convicción apresurada, dictada por la euforia colonialista del si­glo XVI, sigue teniendo, como veremos en seguida, sus adeptos en la América emancipada del siglo xx,