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Libro:La Ruta de Humboldt Colombia y Venezuela Tomo Il, Editor Banjamin Villegas

ISBN 958-9138-95-0 Obra completa, ISBN 958-9138-96-9 Tomo 1, ISBN 958-9138-97-7 Tomo 11,Primera Edición noviembre de 1994, Villegas editores.Pg. 135,El Monte de la Agonía Dibujo de Maillart 15.7 x 23.5 cm Tomado de L'AmériqueEquinoxial M.E. André París, 1879, Academia Colombiana de Historia, Bogotá.

CAPíTULO 1

La construcción del territorio colombiano

Amediados del siglo XVI, Pedro Cieza de León, inicialmen-te un lugarteniente de Jorge Robledo y después nombrado por Pedro

de la Gasca en Perú como cronista oficial,l explicaba en su Crónica lasdiferencias entre la conquista de Perú y la de las provincias de Popayán yAntiocha (sic) en Nueva Granada (Cieza de León, 1971, p. 71, 72). Todoesmuy diferente, la gente, la disposición de la tierra, todo, afirmaba. "Enestas provincias hay poblados calientes y fríos, lugares sanos e insalubres,en algunas partes llueve mucho y en otras poco, en algunas tierras losindios comen carne humana y en otras no" (p. 71).Muchos españoles estánatemorizados e intrigados porque estos indios son tan insubordinados yobstinados, agregaba Cieza. En contraste, los indios de Perú que viven enlos altiplanos y entre montañas nevadas, son más numerosos, pero siendomás numerosos, son más obedientes y sumisos. "Mi opinión, agregaba, esque en Popayán y Antiocha nunca existió un señor al que ellos le temieran.Por eso, ellos aborrecen servir y ser vasallos, lo cual es la causa de ladesconfianza para servir a los extranjeros" (p. 72).

Este capítulo proporciona el contexto del proceso civilizador de las tie-rras calientes que se aceleró desde la mitad del siglo XIX. Comienza ha-ciendo una analogía entre la conquista del Perú y de la Nueva Granadapara ilustrar y contrastar el proceso de transformación ambiental. Antesde pasar a la segunda parte del siglo XIX, presenta algunos legados delpasado colonial. Luego, relaciona las reformas liberales y los vínculos es-pecíficoscon el mercado mundial que marcaron la experiencia republicanade reapropiación de la naturaleza en la segunda parte del siglo XIX y laprimera parte del XX.Su tesis central es que el paisaje andino es tan histó-

Ver la presentación biográfica de Alexandra Parma Cook y David Noble Cook en Cieza de León(1998, p. 6-35)

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rico comosu gente. Aunque los cambios ambientales pueden ser más fácil-mente leídos en un periodo largo que los cambios sociales, ambos puedenser empalmados para hacer una historia del paisaje y del territorio.

La conclusión encaja con una observación que por obvia puede ser ig-norada. Durante la conquista y la colonia de Perú, la Corona españolarecentró el poder y la autoridad de los poblados altiplanos andinos y lostrasladó a las tierras bajas costeras de Lima. Más tarde, en el sigloXIX,laelite blanca y mestiza peruana debilitaron los lazos entre las tierras bajasy el altiplano. En el caso colombiano, la Corona tuvo que inventar un cen-tro administrativo y político en el altiplano y los criollos colombianos con-servaron y continuaron este proyecto, pero decidieron apropiar y civilizarlas tierras bajas desde la segunda parte del siglo XIX.Se presenta el casoperuano para hacer seguimiento a la idea de Cieza de León, tomando encuenta que Perú fue el centro del poder colonial en Sur América durantelos siglos XVI,XVII y parte del XVIII, y para hacer más claro el proceso enColombia y tener un punto importante de comparación.

Conquistas andinas: naturalezas y culturas comparadas

Después que Cieza de León presenta el contraste entre Perú y Popayány Antiocha (sic), añade que existe una razón más importante para estecomportamiento insubordinado. Debido a que en Popayán y Antiocha "to-das las provincias y regiones son muy fértiles, ya que hay grandes bosquesy quebradas en medio de las montañas, cuando los españoles los acorralany queman sus hogares, ellos se desplazan y construyen casas nuevas encuatro días, y siembran maíz que cosechan cuatro meses más tarde" (Ciezade León, 1971, p. 72).Y si los españoles los buscan de nuevo, ellos se mue-ven otra vez hacia delante y hacia atrás, y "éste es el porqué ellos solosirven cuando quieren y pueden decidir hacer paz y guerra, pero siempretienen algo para comer" (p. 72). En contraste, explica Cieza, los indios pe-ruanos son más razonables, y aceptan un señor ya que los Ingas (sic) lossubyugaron y solían pagar tributo. Pero si ellos no quieren servir, estánobligados a hacerlo porque están atados a la tierra, y no pueden sobrevivirlejos, en los desiertos o las montañas nevadas o en otras tierras que no sonfértiles.

Cieza describe un contraste que ha sido interpretado comouna explica-ción social de la derrota sorpresiva de una elevada civilización por unabanda de aventureros europeos (Keen, 1996, p. 71). Sin embargo, muchosautores han considerado que esta explicación es insuficiente y han argu-mentado en favor de otros factores tales como la ventaja tecnológica, lascontradicciones internas, el rol de las enfermedades y del hambre en uncontexto de guerra combinado con la crueldad de los conquistadores y suambición y avaricia. Éste no es el lugar para discutir cada uno de estos

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factores. Todos los participantes en la discusión podrían aceptar que estosaspectos combinados en diferentes proporciones explican la derrota de losincas. Lo que es importante para este capítulo es que la argumentación deCieza no es puramente social, sino que está basada en una combinación defactores sociales y ecológicos.Cieza no sólo menciona que los indios colom-bianos son rebeldes, sino que retrata el ambiente "natural" en el cual estecarácter insubordinado tiene lugar. Entendida como interacción entre na-turaleza y sociedad, la explicación de Cieza es ambiental.

El periodo colonial como cambio ambiental

Varios de los más importantes estudios de la conquista de las tierrasincas en las últimas tres décadas dedican tiempo a la explicación de lo quellaman el "paisaje humano", antes de la conquista española. Ninguno deestos textos dedica tiempo a revisar este tema al final del periodo coloniaPDebido a que normalmente estos capítulos están localizados al comienzode los libros, aparece como si este paisaje fuera estático. Estos autoresentonces no son consistentes con la idea de que el paisaje también es hu-mano. En contraste, el efecto que produce es algo así como que lasinteracciones humanas estuvieran atrapadas dentro de las restriccionesimpuestas por un ecosistema dado. Si mostráramos que estos paisajes sonproducto del cambio, y que su organización espacial depende de las influen-cias humanas, entonces este capítulo puede demostrar que estos paisajeshumanos son un producto diferente al comienzo y al final del proceso espe-cífico,es decir, durante la conquista española y durante la reconquista crio-lla de posindependencia.

Estos textos normalmente comienzan con la idea de la "verticalidad"como el elemento primario para comprender el paisaje andino. Señalanque el imperio Inca fue capaz de organizar esa verticalidad en una serie deecosistemas físicamente discontinuos, los cuales varían en altitud. Las re-laciones de parentesco interconectaban diferentes ecosistemas y, en conse-cuencia, diferentes recursos. Karen Spalding, por ejemplo, afirma que elayllu, es decir, las comunidades atadas por lazos de parentesco, formabanuna serie de grupos vinculados y regulados por razones de linaje y por unaética de cooperación y reciprocidad que puede ser vista como la unidadpolíticay también comola unidad productiva de la sociedadmisma (Spalding,1984, p. 28). John Murra (1970) describe este sistema que conecta los dis-tintos ayllus, comoun archipiélago distribuido en distintos pisos térmicos,que permite acceder a una variedad de recursos. En esto sigue a CondaricoMorales quien trabajó con el concepto de "grandes zonas simbióticas" (Mo-rales, 1970, p. 71; Murray, 1970; 1985, p. 4). Esta verticalidad ecológicaes

Véanse, por ejemplo, dos de los más importantes, Steve Stern (1982) y Karen Spalding (1984).

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organizada bajo mecanismos de parentesco basados en reciprocidad. Aun-que los incas impusieron tributo sobre varios grupos étnicos, normalmen-te respetaron esta conexión étnica. De hecho, la prosperidad inca estababasada en la habilidad de los grupos subordinados de producir excedentes(Spalding, 1984; Stern, 1992). Los incas fueron capaces de organizar estetipo de sistema en un territorio extenso que arranca desde el norte delChile actual hasta la parte sur de Colombia contemporánea. La unidadpolítica y la integridad territorial fueron posibles gracias a una red de ca-minos, a la organización de un sistema de bienestar basado en un modeloeconómicodual que permitía al imperio Inca, en caso de que hubiera desas-tres naturales o hambre, recurrir a las áreas no utilizadas y, en general, alrespeto de un sistema de reciprocidad apoyado en relaciones de parentes-co. El sistema jerárquico inca estaba marcado por la localización política yfísica de las elites en Cuzco, es decir, en las tierras altas del, así llamado,Tawantisuyu.

El sistema colonial español, particularmente desde las reformas delvirrey Toledoen 1569, aprovechó la organización tributaria, política y labo-ral de los incas y, poco a poco, pero consistentemente, tendió a subvertida(Stern, 1992, p. 80). El sistema tributario fue redirigido de Cuzco a Lima; laautoridad de los jefes indígenas, llamados "curacas", fue reforzada a favorde las autoridades españolas, y el sistema de trabajo reconocido como lamita, fue puesto a funcionar principalmente a favor de la economía mine-ra. Esta recreación del sistema inca fue complementada por la instituciónde la encomienda para explotar el trabajo indígena. Como resultado deeste proceso las variadas identidades étnicas del imperio Inca fueron trans-formadas por una más indiferenciada identidad india, que llenaba los re-querimientos del sistema tributario que ya no estaba interesado en elreconocimiento de las distinciones étnicas que anteriormente los incas acep-taban. Las relaciones de reciprocidad entre los indios y las jerarquías polí-ticas representadas por los curacas fueron protegidas, pero la obedienciahacia el inca fue sustituida por la lealtad a la Corona española. El centrodel territorio fue cambiado, invirtiendo la dirección de la verticalidad. Du-rante el régimen inca, el vector de la verticalidad apuntaba desde la costahacia los altiplanos de Cuzco, pero con el establecimiento de la "ciudad delos reyes" en Lima como centro del Virreinato del Perú, el vector empezó amirar desde las tierras altas hacia la costa. Al comienzo el vértice de lajerarquía quedaba en Cuzco, al final en Lima (p. 80).:3

Otro proceso más sutil tendía a erosionar los vínculos de reciprocidad.Las relaciones de mercado, con pocas excepciones, no eran parte del mun-

Claudia Steiner (2000) ha detectado este tipo de cambios de orientación debidos a la imposiciónde una cultura diferente en el caso de Urabá, cuando los antioqueños arribaron a comienzos del

siglo XX

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do inca antes de la llegada de los españoles.4 Después de la conquista, sinembargo, el desarrollo de una economía minera en Potosí, Huancavelica yotros sitios mineros, abrió el camino a un creciente comercio de bienesprovenientes de España para satisfacer las necesidades de la burocraciaestatal. Esta tendencia fue reforzada por el deseo de riqueza de los españo-les comerciantes y aun por la presencia de indios ricos5 que se involucraronen el comercio, en un proceso que empezó a erosionar, desde el siglo XVII,al menos en algunas regiones, las relaciones de reciprocidad y autosufi-ciencia. La posibilidad de pagar tributo en dinero abría la puerta a lamonetarización de la formación social colonial.Al final del periodo colonialel paisaje humano y el territorio fueron notoriamente transformados. An-tes de describir la crisis de este periodo, que resultó en un nuevo cambioen el paisaje humano, este capítulo proporciona los elementos básicos paracomparar tales cambios con el caso de la Nueva Granada.

Las fuentes y los estudios sobre la Nueva Granada son escasos cuandose contrastan con los casos de Perú y de México. Sin embargo, es posiblepresentar algunos elementos comparativos. Primero que todo, en la Nue-va Granada no hubo nada similar al imperio Inca para organizar los ele-mentos de verticalidad y reciprocidad en losAndes. Por supuesto, desde unpunto de vista puramente ecosistémico, verticalidad y altitud son factoresdecisivos en losAndes, aunque funcionan de una forma considerablementemodificada en los Andes colombianos cuando se contrastan con el caso pe-ruano. La relación con el mar, la proximidad al Ecuador y el perfil de lascordilleras, hace que los Andes colombianos sean un caso completamentediferente. (Ver mapa No. 3)

Mientras que el altiplano peruano conecta con la costa pacífica que esbañada por la corriente fría de Humboldt, riquísima en recursos ícticos, elnúcleo de las tierras chibchas de Colombia está aislado de la costa pacíficapor dos formidables cordilleras y por una selva húmeda tropical muy den-sa, conocida como el Chocó biogeográfico. Bajo condiciones tecnológicasespecíficas, la sabana de Bogotá se conecta mucho más fácilmente con elmar Caribe que con la costa pacífica a través del río Magdalena, aunque elCaribe queda por lo menos 1000 kilómetros alejado. Cuando los españolesllegaron a tierra firme no encontraron una jerarquía dominante compara-ble a la que encontraron en Cuzco; les tomó más de dos siglos tejer estajerarquía. En el siglo XVIII, la decisión de los borbones de romper la con-

Spalding afirma que "todos los testimonios de las sociedades nativas durante el siglo XVIreafirman la ausencia de mercados y comercio". Sin embargo, también menciona que se trataprobablemente de un intercambio de articulas que tiene lugar a lo largo de la costa. Esteintercambio nunca implicó la existencia de lugares o plazas de mercado.

Bartolomé Arzans (1975) describe la presencia de indios opulentos debido a que fueron losexpertos en el proceso de extracción de la plata

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centración de poder en el Virreinato del Perú fue orientada hacia la organi-zación de dos nuevos virreinatos, uno en la Nueva Granada y otro en el ríode La Plata. Las impresiones de Pedro Cieza de León sobre la Nueva Gra-nada pueden ser reconfirmadas por las relaciones y visitas a los Andes enel siglo XVI. Hermes Tovar se refiere a la Colombia de esta época comodiversa, múltiple y dispersa, precisamente las características que Cieza deLeón describió cuando visitó la Nueva Granada y que podríamos calificarde fragmentación territorial (Tovar, 1993, p. 53).

Entre Colombia y Perú hay otra importante diferencia relacionada conel mar. La corriente de Humboldt, que viene de Chile, cruza la costa perua-na y desvía hacia el Pacífico al frente de la costa de Ecuador. El mar enPerú es extremadamente rico en fauna pero la faja costera es unsemidesierto. En contraste, el mar colombiano no es tan rico en faunamarina, pero la faja de tierra entre la costa pacífica y los Andes es quizás elbosque más lluvioso del mundo, constituyendo un formidable obstáculo geo-gráfico para quienes se desplazan desde los altiplanos andinos. El significa-dode los altiplanos, las tierras altas y las tierras bajas en Perú y en Colombiaes diferente. Mientras que en el caso peruano tierras altas y altiplanos soncontrastados con tierras bajas costeras o tierras bajas semidesérticas, enColombia los altiplanos existen en oposición a tierras calientes y lluviosas,zonas bajas no costeras. La razón es que los Andes en Colombia están cor-tados de una manera aguda a través de ríos profundos que Pedro Cieza deLeón creía que eran los dos brazos del río Santa Marta (Magdalena), con-fundiendo el río Cauca con uno de los brazos del Magdalena.ti

La proximidad al Ecuador también marca una notoria diferencia. Mien-tras Colombia es intertropical, Perú está ubicado en la zona tropical perose alcanzan a sentir variaciones de estaciones durante el año. Algunos geó-grafos contrastan ambientes tropicales con ambientes templados utilizan-do la noción de temperatura como el criterio principal. Algunas veces elvalle de México es considerado bajo este parámetro templado. JamesParsons, por ejemplo, considera las montañas de Antioquia7 como templa-das (temperate); esto es erróneo. Lo que llama la atención en las tierrasantioqueñas es la conexión particular entre tierras calientes bajas, media-nas y altiplanos y no su clima templado. Al vincular a Santa Fe de Antioquiaen las tierras bajas del río Cauca con tierras de mediana altitud de las

Pedro CIeza de León (1998, p 108) afirma que Cartago está localizada siete leguas distante delGran río de Santa Marta, aunque sabemos que se trata del río Cauca

En Antioqueno Colonization in Western Colombia, James Parsons (1968) describió a losantioqueños como provenientes de las tierras "temperate", que no se debe traducir literalmen-te como "templadas" en sentido colombiano sino de los hemisferios sur y norte (temperate),arriba y abajo de los trópicos: " The temperate uplands 01 the northernmost Andes of WesternColombia are the home of the energetic and thrifty antioqueños, the selfstyle Yankees 01

South America"

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regiones cafeteras y cultivos de tierras altas, como en Rionegro, losantioqueños organizaban la verticalidad de una forma eficiente. Lo carac-terístico del trópico no es simplemente el calor, sino su impresionantebiodiversidad, la cual es magnificada por la presencia de montañas.

Una caracterización mucho más precisa de tierras tropicales y templa-das toma en cuenta la proximidad al Ecuador, haciendo posible encontrartierras calientes y tierras frías en los trópicos. Bajo este parámetro, lasdiferencias entre regiones tropicales y templadas están relacionadas con latemperatura pero bajo dos condiciones decisivas. La primera es que en lospaíses tropicales la duración del día y de la noche durante todo el añotiende a ser de 12 horas y el cambio más importante en temperatura ocu-rre durante un día entero. En contraste, en las regiones templadas la divi-sión entre días y noches y la temperatura tienden a cambiar durante elaño. En países subtropicales el contraste no es tan marcado y en lugar decuatro estaciones, solamente se perciben dos. Mientras Colombia esintertropical, Perú es tropical pero está afectado por variacionesestacionales. Casi llegando a Trujillo, en el norte de Perú, ya se puedesentir el "Sur".

Hay otra diferencia relacionada con losAndes intertropicales y tropica-les. En Perú y Bolivia la población indígena generalmente está asentadasobre los 3500 metros sobre el nivel del mar, en donde se encuentra lapuna. En contraste, en Colombia el límite del bosque es el páramo, entre2800 y 3500 metros sobre el nivel del mar. Mientras que la puna es seca, elpáramo es húmedo y puede ser considerado comouna especie de fábrica deagua (Guhl, 1991, 1995).La distinción entre tierras altas y bajas sin especi-ficar primero su variabilidad ecológica tiende a hacer difícil y confusa ladiscusión.

A lo anterior hay que agregarle lo siguiente: en Colombia las barrerasgeográficas de las selvas tropicales interandinas y las cordilleras, bajo cier-tas condiciones, obviamente tecnológicas, favorecían el aislamiento. Debi-do a que los grupos étnicos eran independientes y dispersos, no había unesquema político que sostuviera relaciones de reciprocidad capaces de co-nectar el archipiélago andino colombiano. Esto no implica que en Colombiano hubiera conexiones entre las tierras altas y las tierras bajas andinas,sino que no existía un sistema integrado de reciprocidad comoen el caso delos incas. Un mecanismo rudimentario de intercambio y trueque era laforma predominante de relaciones entre diferentes grupos étnicos. En elsiglo XVIun indio de Honda, en el río Magdalena, afirmaba que cuando lapesca era buena, ellos se la vendían a otros indios de la provincia de Mari-quita y de otras partes, y que intercambiaban pescado por camisetas y pormantas (Tovar, 1996, p. 53). Los chibchas de tierras altas tambiénintercambiaban algodón y oro por sal (p. 53).

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La dispersión política estaba acompañada de desintegración territorial.De hecho, Cieza de León se refiere a la provincia de Popayán como ellímite extremo del Virreinato de Perú debido a que Belalcázar, que era unterrateniente de Pizarro, fue el conquistador de esa provincia. Él tambiénincluye a Antioquia dentro de estos límites porque otros conquistadoresque venían de Urabá con Jorge Robledo se sumaron a las tropas de laCorona para controlar la guerra civil entre pizarristas y almagristas enPerú, a fin de reimponer la autoridad de la Corona. Sin embargo, a pesarde su instinto geográfico, Cieza no es completamente consciente del perfildel territorio de la Nueva Granada. Cieza viaja por las montañas de Colom-bia y alcanza el valle del río Cauca sin tener conciencia de las característi-cas de las selvas del Chocó biogeográfico. Lo anterior no obsta para quedescriba el litoral del Pacífico colombiano. Cuando Pizarro, Pedrarias yAlmagro deciden explorar lo que más tarde será llamado Perú, en el co-mienzo del volumen tres de su Crónica Cieza menciona el acuerdo entreestos tres conquistadores y dice que "las noticias se difundieron en el ámbi-to de Panamá y la mayor parte de los vecinos estaban riéndose; y burlándo-se de ellos, considerándolos locos porque querían gastarse el dineroexplorando manglares y siborucos" (Cieza de León, 1944, p. 44), lo queprecisamente constituía la costa del Pacífico colombiano, que era lo que seconocía en las expediciones que se lanzaban por el litoral hacia el sur desdePanamá.

Si las características de las montañas son impresionantemente dife-rentes entre Perú y Colombia, la importancia de los ríos enfatiza aún másesta diferencia. Colombia no puede ser pensada en términos materiales sinlos ríos Cauca, Magdalena, Sinú, San Jorge, Patía yAtrato (Twinam, 1982).Más aún, el paisaje colombiano no puede ser pensado sin la importanciasimbólica del río Amazonas y de ríos como el Caquetá y el Putumayo; lomismo se puede decir del río Orinoco y de los ríos Arauca, Meta y Vichada.No estoy olvidando la gran importancia que tiene el Amazonas para Perú,incluso mucho más que en Colombia; sin embargo, el contraste sigue sien-do formidable. Dos mares, montañas abruptamente cortadas y ríos inmen-sos hacen del paisaje humano colombiano un tipo diferente de país andino.

Durante los periodos de la Conquista y la Colonia tiene sentido abordara la población nativa bajo el criterio de contrastarla con los recién llegados.Sin embargo, después de las reformas del virrey Toledo, la noción de "in-dio" se convierte en una categoría étnica que es reforzada y mantenida porel sistema de dominación que combina los tributos con la encomienda y lamita, es decir, por razones fiscales y de organización social del trabajo. Eneste contexto, en un territorio que está débilmente estructurado, el mesti-zaje como disolución de los lazos étnicos tiene más sentido en Colombiaque en el territorio sólidamente organizado de ayllus del Perú. El mestiza-

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je colombiano tiene como razón de ser la posibilidad de escapar a la domi-nación, evitando ser contado como tributario. En este mismo contexto,Cieza de León proporciona otra clave para explicar este problema al real-zar el territorio diverso y complejode Popayán y Antioquia, en los cualeslas vías de escape son numerosas.

Si la dominación española fue construida sobre las ruinas del imperioInca, ésta tuvo que ser inventada en la Nueva Granada. Mientras que enPerú el centro del sistema político y burocrático fue construido por losespañoles en la costa pacífica, en la Nueva Granada este centro fue edifica-do en las tierras altas chibchas. Estas eran las tierras más fértiles de todoel país junto con las del Valle del Cauca y las del Sinú-San Jorge, perotenían otras dos ventajas ambientales para el asentamiento europeo sobreel Valle del Cauca y el Sinú. El clima en el altiplano chibcha era el más"templado" y adaptable al crecimiento del trigo y otras plantas europeas, ytambién al ganado, pero igualmente importante era la presencia de unapoblación agrícola densamente concentrada con un potencial alto comotri-butarios y comofuerza de trabajo, que hacía que los altiplanos de Bogotá yTunja fueran atractivos para la dominación española. Estos españoles so-brevivieron más confortablemente en los altiplanos centrales de Colombiaque en los duros climas de los altiplanos de Perú, habiéndose adaptadorápidamente a la papa y al maíz.

Al final del periodo colonial en Perú, la mayor parte de la poblaciónindígena permaneció concentrada en las tierras altas, pero la poblaciónespañola, criolla y afroperuana se concentraba en la costa. El caso de laNueva Granada era diferente. La mayor parte de los indios, mestizos y dela población europea permanecía en las tierras altas. En 1750, más del 60por ciento de la población vivía en la Cordillera Oriental, en las regionesque más tarde serían Cundinamarca, Boyacá y Santander, y en las tierrasaltas de Cauca y Nariño, en la frontera de lo que era el imperio Inca. Lastierras pobladas calientes fueron excepciones que tenían funciones portua-rias o militares como Cartagena, Santa Marta, Mompox y otras regionesproductoras de oro tales como Santa Fe de Antioquia y las regiones delChocó,en las cuales los africanos se convirtieron en la población más im-portante. La población india pijao en las tierras calientes del alto Magdale-na, Neiva e Ibagué, permaneció en un estado de guerra hasta el sigloXVIIIa pesar del crecimiento de las actividades ganaderas (Zambrano y Olivier,1993).La región amazónica en Perú nunca fue conquistada por los incas, yfue superficialmente explorada por los españoles: ésta es la única caracte-rística común entre Perú y la Nueva Granada. Si la dominación españolacambió el paisaje del Nuevo Mundo, los criollos y la elite republicana na-cional también jugaron un rol muy particular en la reorganización del pai-saje humano durante el siglo XIX.

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El paisaje humano en movimiento

En Suramérica los movimientos de independencia se originaron prime-ro en regiones semiperiféricas comoen los casos de Caracas y del río de laPlata. De hecho, los dos más importantes líderes de Suramérica hispánicafueron el venezolano Simón Bolívar y el argentino José de San Martín, yno próceres peruanos o granadinos que constituían el centro de las colo-nias suramericanas. Mientras en el Virreinato de la Nueva Granada loscriollos se unieron a las tropas de Bolívar, la última resistencia importantea la dominación española tuvo lugar en el centro de las coloniassuramericanas en el Virreinato de Perú. La independencia fue sellada cuandoBolívar y San Martín se reunieron en Guayaquil y este último aceptó todaslas condiciones de Bolívar por el empantanamiento político que sufrió conlos criollos limeños. El último esfuerzo del imperio español se concentróentonces en el altiplano del Perú indígena, hasta cuando José Antonio Sucrederrotó al ejército español en la batalla de Ayacucho.

Una mezcla de restricciones geográficas y sociopolíticas limitaron lossueños de unificación de estos extensos territorios. De una parte, el pro-yecto grancolombiano se confrontó con sueños o luchas regionales por au-tonomía. De otro lado, las elites del río de La Plata tuvieron que afrontarla lucha victoriosa de independencia paraguaya. También ellos perdieronel Alto Perú, que había sido separado del Virreinato a fines del siglo XVIII;además, Brasil e Inglaterra se opusieron a un monopolio en el río de LaPlata, lo que aseguró la independencia uruguaya. Aunque San Martín soli-citó a Bolívar le otorgara el puerto de Guayaquil a Perú, éste ya le habíahecho esta concesión a las elites quiteñas. La Gran Colombia finalmentese desintegró en 1830. Las elites criollas regionales quedaron exhaustaspor las guerras de independencia; muchos de los más ilustres líderes fue-ron asesinados, y los caudillos militares llenaron el vacío por el colapso delrégimen colonial. En este contexto, y sin la vieja contradicción entre pe-ninsulares y criollos, el proyecto poscolonial tuvo que inventarse nuevasidentidades, reconstruir vínculos internos y reconectar las nuevas repúbli-cas con el mundo exterior.

Este capítulo argumenta que las tareas de las elites triunfantes se lle-varon a cabo en el contexto de una transformación ambiental, esto quieredecir, de un cambio en la relación naturaleza y cultura, lo cual constituyeel paisaje humano politizado. La redefinición de la naturaleza americanafue inspirada por figuras científicas como Alexander von Humboldt; laredefinición cultural estaba basada en el modelo de identidad nacional. Losanálisis previos sobre redefinición cultural que hemos hecho aquí empeza-ron con la descripción de Perú colonial, contrastando sus característicascon las correspondientes a la zona andina de la Nueva Granada. Para estenuevo periodo, que comienza con la crisis del régimen colonial, vamos a

LA CONSTRUCCiÓN DEL TERRITORIO COLOMBIANO 37

invertir el procedimiento, enfatizando primero en la Colombia andina yluegopresentando algunas características del Perú republicano, con la únicapretensión de hacer más claro el caso colombiano.

Hacia una nueva identidad

Es bien conocido que la nueva elite liberal de mediados del siglo XIXjustificaba su intención de transformar los países recién descolonizados entérminos de la lucha contra un enemigo: la vieja y atrasada tradición colo-nial. Sin embargo, el modelo de este enemigo ideológico estaba más cerca-no al sistema colonial de los austrias que al sistema progresista de losbarbones. Con excepción de algunas políticas fiscales que en el caso barbóndebían apoyar al imperio, la nueva elite estaba conectada con la ilustraciónborbona dado que esta dinastía estaba mucho más orientada hacia el mer-cado, estimulaba la educación secular y desafiaba el poder tradicional de laIglesia. A diferencia de las estrategias imperiales en las colonias, estasnuevas políticas de las repúblicas recientemente nacidas de la Independen-cia se basaban en las enseñanzas de la economía política clásica, con suinclinación hacia un Estado liberal anti-intervencionista. En varios aspec-tos, la nueva elite liberal estaba reconstruyendo o reforjando los lazos ro-tos debido a la guerra de independencia. La retórica contra los tiemposcoloniales era, en cierto sentido, más crítica de las políticas coloniales delos austrias que de las políticas borbonas.

En la segunda parte del siglo XVIII, la minería tradicional y los siste-mas de encomienda y mita eran ya anacrónicos en el contexto de la econo-mía atlántica, debido al vigor del sistema de plantaciones británico ofrancés,al potencial de transformación industrial en Europa Occidental, e incluso,al imperio comercial construido por los holandeses (Wallerstein, 2003). Lasexpediciones naturalistas y científicas apoyadas por la Corona española, afines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, deben ser vistas en el con-texto de estos intentos de la Corona por actualizarse o por alcanzar a suscompetidores europeos. La actividad científica estaba apoyada en la espe-ranza de encontrar nuevas posibilidades de empresas rentables; éste es elcontexto de empresas científicas tanto de peninsulares como de otros euro-peos. Una de las más importantes iniciativas al respecto fue la de HipólitoRuiz y José Antonio Pabón, además de José Celestino Mutis, con sus expe-diciones botánicas, los primeros en Perú y el segundo en la Nueva Grana-da. La otra expedición encabezada por europeos fue la de Humboldt yBomplant a las tierras equinocciales de Suramérica (Valenzuela, 1983),casoespecial debido a que los no peninsulares, en principio, no estaban autori-zados para visitar las colonias españolas. Aunque en este documento no sepueden exponer los matices de esta experiencia, dichas expediciones sumi-nistraron un modelo dual para la construcción social de la naturaleza en la

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primera parte del siglo XIX,basadas tanto en un sistema clasificatorio na-turalista de la Ilustración como en una visión romántica y cósmica de lanaturaleza.

Tiempo atrás los naturalistas occidentales modernos encontraron enLinneo, un científico sueco, el primero y quizá más importante esquemaclasificatorio para poner orden en la naturaleza utilizando el latín comounlenguaje neutral europeo a fin de estandarizar el conocimiento científico.Los naturalistas tuvieron desde entonces un mecanismo poderoso ydespolitizado de comunicación internacional en el siglo XVIII. En realidad,era despolitizado en el contexto europeo, pero no lo era en el colonial comolo ha mostrado para el caso colombiano Mauricio Nieto (2000). La flora y lafauna fueron, desde entonces, puestas una tras de otra en un sistema cla-sificatorio abierto a nuevos descubrimientos que no prestaba atención a suexistencia precisa en el mundo real. El progreso en el conocimiento de losseres vivientes (no humanos) estaba firmemente asentado a través de esteinstrumental clasificatorio. Ruiz-Pabón en Perú, y Mutis en la Nueva Gra-nada, asumieron esta empresa científica aunque en realidad Humboldt hizomucho más que ellos.

AAlexander von Humboldt no sólohay que darle crédito por su trabajocientífico sino por lo que simbólicamente inventó. Fue el inspirador de unnuevo sentido de la naturaleza: un sentido científico, pero al mismo tiemporomántico. Más aún, él ofrecía una visión europea de la naturaleza, encierto sentido, una visión sacralizada de la misma. Fue también un puntode referencia intelectual para los criollos, patriotas y luchadores de la In-dependencia en la primera parte del siglo XIX. Bolívar, por ejemplo, man-tuvo una correspondencia profusa conHumboldt. Su visión constituyó, pues,la base de la construcción de la nueva identidad de los países de Américatropical (Pratt, 1992).

Humboldt describió un paisaje diferente al que los primeros conquista-dores encontraron y que hemos visto reflejado en las palabras de PedroCieza de León. El colapso demográfico, ya documentado para varias partesde América, abrió la posibilidad del crecimiento de bosques y de vegeta-ción, en un tiempo en que la población indígena alcanzó su punto más bajoa mediados del siglo XVIII. El proyecto criollo de independencia fue másallá, al intentar reconstruir la identidad de estos nuevos países conbase enla idea de una América concebida comouna naturaleza abundante, en lugarde una tierra que era receptáculode un importante pasado españolo indio.

Cuando comenzaron las guerras de independencia en 1810, el interéspor el estudio de la naturaleza tuvo que posponerse ya que muchos de losnaturalistas criollos participaron activamente en este conflicto. Este es elcaso, entre otros, de Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, JoséManuel Restrepo, Joaquín Camacho o Pedro Fermín de Vargas. Ellos sen-

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taran las bases del desarrollo científico en el país. Este capítulo no se pue-de dedicar a examinar esta contribución porque lo relevante para este tex-to es la transformación territorial que estaba ocurriendo a través de lasguerras.8 Baste con decir que Caldas, el más destacado naturalista criollo,recomendaba en las páginas del Semanario del Nuevo Reino de Granada,hacer el mapa de la Nueva Granada con la descripción demográfica, deflora, fauna e información económica (Caldas, 1942).

En varios aspectos, la elite liberal en el poder desde mediados del sigloXIX intentó retomar los vínculos perdidos con los esfuerzos previos a lasguerras de independencia retomando los proyectos progresistas de la Coro-na. Sin embargo, ellos ya no estuvieron interesados en retomar la vetaromántica de Humboldt sino en civilizar el país que parecía vivir en unmundo atrasado. Caldas había preguntado en 1811, "¿para hacer el mapade nuestro país vamos a esperar hasta que alguien venga de Europa ahacerlo, y de esta manera nos conquiste de nuevo?" (Caldas, 1942, p. 10).En respuesta a esta pregunta, a mediados del siglo XIX, los liberales orga-nizaron la Comisión Corográfica con la dirección de Agustín Codazzi paradescribir las regiones y hacer los mapas de Colombia (Cruz, 1965, p. 184).Buscaban una organización territorial más operacional y un conocimientode los recursos del país, lo cual le permitió a la elite construir nuevos lazoscon el sistema económico internacional. Hacer los mapas del país sirviópara esquematizar un nuevo modelo administrativo necesario para balan-cear el poder de las elites regionales, para hacer un inventario de recursosy para obtener valiosísima información militar en un periodo de perma-nentes guerras civiles.

La veta romántica promovida por Humboldt, sin embargo, no se habíaperdido completamente. Manuel Ancízar, miembro de la ExpediciónCorográfica, y nombrado durante la década de los sesenta del siglo XIXcomo primer rector de la Universidad Nacional de Colombia, representaeste otro aspecto de la herencia de Humboldt. Sin embargo, las descripcio-nes corográficas de Codazzi y sus seguidores sirvieron para alentar la ilu-sión de una nueva fuente de riquezas para el Estado nacional ya que detectócomo bienes públicos una inmensa porción del territorio colombiano y losreconociócomobaldíos. La segunda conquista del país, el avance hacia lastierras calientes, estaba apenas empezando.

La segunda conquista

El coronel Agustín Codazzi, de origen italiano, batalló en los ejércitosde Simón Bolívar durante los años veinte del siglo XIX.Entre 1840y 1850,

Parte de la literatura que se concentra en este tópico es la siguiente Jairo Gutiérrez (1995); LuisCarlos Mantilla (1992); José Antonio Amaya (1986); Renán Silva (1984); Marcos González Pérez(1984); José Celestino Mutis (1983); Florentino Vezga (1971).

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viajó alrededor de Venezuela y elaboró una famosa cartografía para estepaís. Tomás Cipriano de Mosquera, uno de los más importantes oficiales deBolívar, conocióa Codazzi en las batallas de independencia. Cuando Codazzituvo que escapar de Venezuela tras el derrocamiento de su amigo JoséAntonio Páez, fue invitado por Mosquera, quien en ese momento era presi-dente de la Nueva Granada, para hacer el mismo trabajo que ya habíahecho en Venezuela. Codazzi ejecutó sus actividades entre 1850 y 1860.Alfinal de la década de 1850 fue invitado a hacer el mismo trabajo en Perú,pero murió antes de emprender esta nueva empresa geográfica. En térmi-nos científicos y simbólicos, Humboldt y Mutis (Schumacher, 1988) fueronlos más destacados predecesores de Codazzi. Si estos dos primeros fueronhombres de ciencia, Codazzi también fue un hombre práctico de armas.

Mientras la mayor parte de los análisis de los procesos de desposei-miento de las comunidades indígenas en América se han concentrado enlas medidas legales y en las campañas militares que facilitaron la apropia-ción de la tierra en manos privadas, prácticamente casi nada se ha dichoacerca de la estrategia corográfica previa. El trabajo de Codazzi permitió alas elites figurarse con mayor precisión cuáles tierras eran propiedad de laIglesia, cuáles eran de comunidades indígenas agrícolas que tenían títuloslegales, como en el caso de los resguardos, y cuáles porciones del territorioestaban desocupadas o eran baldíos. Esta última categoría, que implicabaprácticamente tres cuartas partes del territorio, incluía tierras sin ocupa-ción humana, tierras ocupadas pero sin títulos legales y tierras de pueblosindígenas nómadas.9 En el artículo 4 del contrato de Codazzi con el gobier-no granadino se obligaba a "describir caminos en términos de jornadasdiarias de las tropas, en leguas grenadinas para ser utilizadas por puestosmilitares" (Codazzi, 1996). En la década siguiente los gobiernos liberalespromulgaron regulaciones para disolver los monopolios, entre ellos el de laIglesia y de las comunidades indígenas sobre las tierras, In que en la prác-tica indicó una ruptura colectiva con el pasado colonial fundado en el pactodual entre la Corona y la Iglesia de un lado, y la Corona y los indios tribu-tarios del otro.

La privatización de tierras no era novedosa. Durante el siglo XVIIIfueron numerosos los casos de composiciones que repartieron tierras indí-genas entre colonos.JO El caso de la distribución de tierras en Cundinamarcaha sido documentado por Thomas Glenn Curry (1981)y el procesoen Boyacá

10

"Contrato para el levantamiento de las Cartas de la Nación y de las Geografías de la NuevaGranada," 1Q De Enero de 1850 y firmado por José Hilario López y Victoriano Paredes", en

Agustín Codazzi (1996, p. 59·61).

Para experiencias coloníales sobre propiedad privada rural, véase el trabajo riguroso de JorgeGuevara Gil (1993); aunque carente de un esquema teórico coherente, véase el estudiO de

Humberto Gutiérrez Sarmiento (1992).

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hasta pudo haberlo antecedido. La privatización de tierras implicó la conti-nuación del desorden político y las luchas políticas entre elementos libera-les y conservadores aliados estos últimos con la Iglesia. También implicó ladisminución de las propiedades más valiosas en los pueblos indígenas agri-cultores localizados cerca de los más importantes centros urbanos talescomo Bogotá, los pueblos de Boyacá, Vélez, Pamplona, Popayán, Pasto,entre otros, situados en climas fríos. La privatización de las tierras comu-nales no fue la única forma de transformación del paisaje. La designaciónde tierras baldías fue la base de la expansión de la frontera y del proceso detransformación de la identidad de los pueblos de tierras templadas y calien-tes. También implicó que los pueblos nativos de las zonas baldías fueraninvisivilizados. La estrategia cartográfica funcionaba comomagia: el paisa-je humano era transformado en uno nuevo y se convertía en un paisaje nohumano.

Si los líderes conservadores tendieron a apoyar a la Iglesia, algunos deellos también vieron la oportunidad de apropiarse de tierras que de otramanera hubieran pertenecido simplemente a los liberales "ateos". La he-gemonía liberal fue desafiada sólo hasta fines de 1880. Entre tanto, lastierras baldías sustituyeron al oro comola principal fuente de riqueza de lanación. Interesados en reinsertar al país en una economía internacionalliderada por los británicos y basada en la idea de ventajas comparativas, laselites colombianas intentaron desarrollar experimentos de agricultura tro-pical en tierras calientes. Comoresultado, pueblos indígenas de los altipla-nos que fueron desposeídos, y mestizos pobres se desplazaron en búsquedade un nuevo futuro, y tuvo lugar un cambio demográfico.

El experimento liberal -desde un punto vista político- no duró pormucho tiempo, pero el esfuerzo por civilizar al país continuó. El liberalRafael Nuñez llegó a ser un líder pragmático y aceptó alianzas con el parti-do conservador y la Iglesia. Contra el credo liberal, un poco después, lanueva Constitución de 1886 declaró al catolicismo como la religión oficialde la República, y en 1889, una nueva legislación fue promulgada proscri-biendo una mayor división de tierras indígenas; esto sólo implicaba que alas comunidades indígenas que fueron parte del pacto de reciprocidad conla Corona española se les garantizara legalmente una protección en el casode una disputa judicial. La Iglesia recuperaba también su vieja funcióncomo fuerza civilizadora, lo cual implicaba no solamente un papel en laeducación en general, sino también la continuación de su papel de conver-sión de las tribus salvajes de las tierras templadas y calientes. Esto coinci-de con el comienzo de la bonanza cauchera a fines del siglo XIX.

Los prejuicios ambientales fueron parte del proceso civilizatorio de estasegunda conquista. Las elites bogotanas consideraron que ellas vivían enel paisaje más europeo, en las analógica y equivocadamente llamadas tie-

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rras "templadas" Ctemperate) de Colombia por algunos observadores ex-tranjeros. En la década de los noventa del siglo XIX, Francisco JavierVergara y Velasco pintaba el mapa de Colombia hundido dos mil metros(Vergara y Velasco, 1901).Medardo Rivas describe la transformación de lastierras bajas en su libro Trabajadores de tierra caliente (Rivas, 1946)."Tie-rra caliente" es la mejor forma de describir las tierras bajas del paisajeinterandino colombiano.Al final de la Guerra de los Mil Días en 1902,y conla secesión de Panamá en 1903, Rafael Reyes, un conservador positivista,admirador del presidente mexicano Porfirio Díaz, abrió la posibilidad deadministar el país dejando de lado el sectarismo político entre liberales yconservadores. Los presidentes subsiguientes intentaron también relegaresta política partidista extrema a un lugar secundario. Con estos elemen-tos se puede pasar a comparar el caso colombiano con el peruano.

Comparaciones republicanas

La República de Perú comparte importantes similitudes con el casocolombiano pero también muestra no menos importantes diferencias. Bolí-var introdujo el proyecto criollo en este país. La elite peruana abolió lostributos que, al menos en el papel, pretendían eliminar la discriminación yterminar la república dual de españoles e indios. Los indios se convirtieronen peruanos, pero ellos no confiaron en los nuevos acontecimientos y deci-dieron mantener sus tributos cambiando su nombre a "contribuciones vo-luntarias" (Turner, 1997, p. 22). En contraste con Colombia, en Perú laabolición de las identidades étnicas no era un asunto de corto plazo, nosolamente porque la mayor parte de la población era indígena, sino porqueel altiplano concentraba esta población y hacía que estos lugares fueranpoco atractivos para las poblaciones criollas y europeas. Como se explicó,las tierras altas y bajas en Perú y Colombia son ecológicay culturalmentediferentes. Esta diferencia cultural contribuyó a marcar las trayectoriasdivergentes de los dos países.

Como en el caso colombiano, los liberales peruanos se beneficiaron dela reinserción de la economía en el mercado internacional. Sin embargo, adiferencia de Colombia, la clave de esta inserción no fueron los productosagrícolas, sino un proceso extractivo que se ajustaba a las necesidades deexpansión de la agricultura europea: el guano, abono que incrementó laproductividad de la agricultura europea. A diferencia de Colombia, esteproducto estaba localizado en la costa listo para ser exportado. Por razonesdiferentes, incluyendo la resistencia hipotética de la población indígena, yuna visión del pasado de los pueblos indígenas comoun paraíso perdido ysin retorno, la elite peruana decidió no movilizar el trabajo indígena de losAndes. En lugar de eso, intentaron traer una nueva fuerza de trabajo des-de Asia y por ello llegó la migración china. Parafraseando a Mark Turner,

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la república colonial dual de españoles e indios se convirtió en la repúblicaliberal unitaria pero dividida, en la república poscolonial liberal (Turner,1997, p. 22).

A través de la ley de 27 de 1828 de la república del Perú se determinó ladivisión de las tierras comunales en Perú. Es difícil creer que esta leyfuncionóexitosamente en los altiplanos indígenas. En realidad, es más plau-sible pensar que la bonanza del guano disminuyó la necesidad de las elitesperuanas de contar con la fuerza de trabajo de los altiplanos. Más tarde,ésta se dio cuenta de la necesidad de mantener la lealtad de los pueblosindígenas en los altiplanos, cuando tuvieron que confrontar la derrota amanos del ejército chileno en la lucha junto con Bolivia por el salitre. Dehecho, la segunda conquista de Perú no fue la conquista de los pueblosindígenas de las tierras altas, sino la de las tierras bajas indígenas de laregión amazónica con la bonanza del caucho, desde la segunda parte delsiglo XIX y comienzos del XX.

Mark Turner afirma que el periodo poscolonial debe ser leído como "lanegación liberal de los indios" (1997, p. 22). Él trata de recuperar el pasadoindígena buscando en los juzgados locales y en las notarías públicas de lospueblos. Sin embargo, lamenta afirmar que "los inspectores coloniales ha-cían mejor de etnógrafos que los burócratas poscoloniales" (p. 13).Sus fuen-tes de información, por fuerza, tienen que fallar. Debido a que durante elrégimen republicano el nuevo sistema legal es diseñado bajo la lógica de laigualdad formal en contraste con el sistema legal español, las fuentes nopermiten generar lo que se llamarían odiosas "distinciones" entre ciudada-nos por razones de color o de raza, bajo una lógica liberal, borrando lasleyes de una sociedad estratificada. Muy al contrario, la misión cartográficade Agustín Codazzi, primero en Venezuela y luego en Colombia, implicabauna tarea de descripción "objetiva" de pueblos y territorios en sus relatos,que tiene que ser por naturaleza etnográfica. Tanto en Perú como en Co-lombia los archivos legales dejaron de hacer consideraciones en términosde pueblos indígenas, con excepción de la descripción de litigios y reclamosrelacionados con disolución de tierras comunitarias. En vez de prestar aten-ción a estos archivos legales, es necesario explorar en la colección GuidoCora, del Archivo General de la Nación en Colombia, la cual recoge la docu-mentación de la Comisión Corográfica liderada por Agustín Codazzi. Mihipótesis es que éste también podría ser el caso de Perú. El caso colombia-no pudo haber empezado a cambiar por las leyes que a fines de siglo legali-zaron nuevamente la propiedad de los resguardos.

Conclusiones

Después de 1850, las reformas liberales permitieron que la elite criollay mestiza se lanzara a conquistar las tierras templadas y calientes. Este

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proceso fue enfatizado por intentos de articular al país con el mercadoAtlántico. El resultado más importante de este movimiento fue un nuevocambio en el paisaje humano. Luis López de Mesa, intelectual y políticodestacado durante la primera parte del sigloXX,describió a Colombia comouna "civilización de vertiente" (López de Mesa, 1934). El nuevo balanceeconómico, social y demográfico cambió desde las montañas de la Cordille-ra Oriental relativamente frías hacia las vertientes de la región cafetera dela Cordillera Central. La estratificación étnica que marcó el periodo colo-nial fue disuelta en su mayoría. El mestizaje dejó de ser un referente étni-co y empezó a convertirse en una especie de referente nacional, es decir,un referente político. Los indios supervivientes fueron invisibilizados poreste cambio étnico y por la estrategia cartográfica que hemos mencionado.El gobierno conservador, atendiendo al Concordato, tratado firmado con elPapado, reconoció la indivisibilidad de tierras comunales de aquellos pue-blos indígenas que sobrevivieron al ataque liberal. En general, el gobiernoconservador apoyó de nuevo la misión civilizadora de la Iglesia en relacióncon la población indígena.

Los criollos peruanos se dieron el lujo de olvidar a los indios de lastierras altas en la medida en que la bonanza del guano duró, no más allá de1870. El territorio peruano entonces fue fuertemente dividido por el con-traste entre la costa y el altiplano. Éste no había sido el caso ni durante elimperio Inca, ni durante la Colonia española. Temiendo quizá la tradiciónandina de lucha y resistencia al régimen español, y tratando de ser consi-derados lo suficientemente civilizados por los europeos, la elite peruanaintentó conquistar la región amazónica desde mediados del siglo XIXbus-cando una salida hacia el Atlántico. El paisaje humano en Perú había cam-biado varias veces durante todo el proceso.

Primero, la dirección del vector de la verticalidad andina en Perú cam-bió de las tierras altas a la costa, de Cuzco a Lima al final del periodocolonial. Si la Corona española se benefició de las estructuras del imperioInca, la victoriosa elite criolla de la posindependencia rompió los vínculosde reciprocidad e incluso de mercado, por un tiempo, entre la gente de lastierras bajas costeras con la gente del altiplano. En el caso de Colombia, laCorona española no encontró una organización política integrada que laprecediera y sobre la cual pudiera construir su sistema de administración yde extracción de recursos. Aquí, el principio de verticalidad ecológicoandinoera débilmente atado por vínculos de trueque, antes que de reciprocidad.En contraste con el caso peruano, al final del periodo colonial, el sistemainventado por los españoles en la Nueva Granada, precariamente concen-traba un poder administrativo en el altiplano. También en contraste conPerú, Colombia intentaba conquistar las tierras templadas y las tierrasbajas calientes.

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Los obstáculos y las dificultades de este proceso fueron inmensos. EnColombia, la segunda conquista fue más exitosa en las tierras de medianaaltitud; en ellas, cuando se desciende desde los altiplanos se siente la tierracaliente pero no son ardientes ni bajas. Incluso a comienzos del sigloXX,laelite colombiana no había abandonado completamente sus esperanzas deconquistar las tierras calientes. A fines del siglo XIX, por ejemplo, RafaelReyes,que en un principio fue conocidocomoun bravo explorador amazónicoy quien estaba proponiendo nuevas y ambiciosas empresas para conectarBrasil con Colombia, posteriormente se convirtió en presidente. Estas ex-pectativas, sin embargo, no fueron apoyadas por éxitos domésticos sino porla construcción estadounidense del Canal de Panamá a comienzos del sigloXX,que probó que las tierras calientes bajas podían ser conquistadas. Losfranceses habían sucumbido a los mosquitos y la malaria, pero los estado-unidenses resultarían triunfantes en la construcción del canal. De hecho,el canal de Panamá también reimpulsó a la elite peruana facilitando susexportaciones hacia la costa oeste de Estados Unidos y Europa.

En contraste con la idea de "civilización de vertiente", Carlos JoséMariátegui lamentaba en la misma época que Perú era una "civilizacióncostera" (Mariátegui, 1989, pp. 204-205, citado por Turner, 1997, p. 147).Sin embargo, a fines de 1920, debido a la Gran Depresión, las elites perua-nas y colombianas reconcentraron el proceso económico bajo una estrate-gia de sustitución de importaciones. Los colombianos olvidaron de nuevo alos pueblos y las tierras bajas, sobre todo las regiones amazónicas,orinocences y pacíficas. Desde entonces, el paisaje humano empezaba acambiar de nuevo, esta vez impulsado por un proceso de industrialización yurbanización. En el siguiente capítulo se verá este proceso detallando susespecificidadesy variaciones. Antes de concentrarse en la región amazónica,los casos de Cundinamarca y Valle del Cauca servirán de contraste.