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1 POEMAS, RELATOS Y BOCETOS MARÍA ROSA ESPINOSA SEPÚLVEDA JULIO MARCELINO BURGOS HERNÁNDEZ

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POEMAS, RELATOS

Y BOCETOS MARÍA ROSA ESPINOSA SEPÚLVEDA

JULIO MARCELINO BURGOS HERNÁNDEZ

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2

POEMAS, RELATOS Y BOCETOS

Autores:

María Rosa Espinosa Sepúlveda

Y

Julio Marcelino Burgos Hernández

Inscripción N°245036

Editor: Julio Burgos Espinosa

E-mail: [email protected]

1° Edición

Prohibida su reproducción para uso privado o colectivo sin autorización

previa escrita del editor.

(Registro de Propiedad Intelectual)

Santiago, CHILE.

Año 2014

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3

ÍNDICE

PARTE I POEMAS DE MARÍA ESPINOSA

PÁGINA

8

1 A BERNARDO O´HIGGINS

9

2 CHILE ES MI PATRIA

10

3 PERSONAJES COLONIALES

11

4 GEOGRAFÍA DE CHILE

12

5 CIEN DISFRACES DE RODRÍGUEZ

13

6 EL HUASO EN LA RAMADA

14

7 PATRIA MÍA

15

8 COPIHUE

16

9 AMÉRICA

18

10 SETIEMBRE

19

11 LAS RAMADAS

20

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4

12 MI ESCUELA

21

13 HOSTIA

22

14 VOLVERÉ

23

15 UN BESO

24

16 S

25

17 LA ELEGIDA

26

18 ¡TU AMOR!

27

19 SIN TÍTULO 1 28

20 SIN TÍTULO 2 29

21 SIN TÍTULO 3 30

22 SIN TÍTULO 4 31

23 SIN TÍTULO 5 32

24 SIN TÍTULO 6 33

25 ILUSTRACIONES INÉDITAS 34

26 NOTAS BIOGRÁFICAS 41

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5

PARTE II POEMAS DE JULIO BURGOS

42

1 ME DIJISTE: ¡OLVIDO!

43

2 A MI HIJO JULIO ( PALABRAS DE MI PADRE)

44

3 PENA Y LLUVIA

45

4 LLUVIA EN PRIMAVERA

46

5 PALLAS A PIÉ FORZADO: LA PIERNA DE MI VECINA

47

6 PALLAS A PIÉ FORZADO: GALOPO SOBRE LA YEGUA

47

7 VERDE ESPERANZA AZUL

48

8 TÚ

49

9 AÑORANZA

50

10 EPITAFIO

51

11 28 AÑOS

52

12 RECUERDO DE PAIHUANO

53

13 RECUERDO DE SAN BERNARDO

54

14 RECUERDO ALDEANO

55

15 3 AÑOS, 9 MESES Y 11 DÍAS

56

16 EL BURRO DE MI CUÑADO 57

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6

17 DEDICATORIA

58

18 FILOSOFÍA

58

19 REGRESAR TARDÍO

59

20 CANCIÓN DEL CORAZÓN TRISTE

60

21 RECUERDO

61

22 PARTIR

62

23 LUNA DE PUENTE ALTO

63

24 PROPIO CORAZÓN

64

25 SUEÑO MARINERO

65

26 AJEDREZ DE LA VIDA

66

27 RETORNO A LO IMPONDERABLE

67

28 SIN TÍTULO 1

68

29 RETORNAR

69

30 PINCELADA

70

31 CANTAR

70

32 ANSIEDAD DE RETORNO

71

33 AL PARTIR

72

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7

RELATOS DE JULIO BURGOS

73

34 ILUSIÓN

73

35 ALÓ, TELÉFONO NO OCUPADO

74

36 FLOR RURAL

77

37 NOTAS BIOGRÁFICAS

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8

PARTE I

POEMAS Y BOCETOS DE

MARÍA ESPINOSA SEPÚLVEDA

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9

A BERNARDO G´HIGGINS

Quién es ese hombre tranquilo Sencillo como un sendero Valiente como ninguno Bernardo te llamaremos. Solo Bernardo te llamas Hijo del campo y del pueblo Niño triste hombre solo Lámpara de Chillán Viejo. Pero la patria te llama y viene Y se despliega tu nombre Bernardo O´Higgins Riquelme Como si fuera una bandera Al viento de la batallas y en primavera. O´Higgins nos enseñaste Y nos sigues enseñando Que patria sin libertad Es pan pero pan amargo. De ti heredamos la lucha Orgullo de los chilenos Tu corazón encendido Continuará combatiendo. Pero la patria te llama y viene Y se despliega tu nombre Bernardo O´Higgins Riquelme Como si fuera una bandera Al viento de las batallas y en primavera.

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CHILE ES MI PATRIA Soy un chileno más entre Las montañas y el mar. Mis brazos se levantan Para clamar por ti Patria querida. El girón de tu bandera Flamea tristemente al viento. La esperanza de paz Se va muriendo lentamente. Patria mía, levántate. Lucha como antes lucharon Nuestros padres de la patria. Alza tu voz valiente Y arrogante de nuestros Aborígenes. Eleva tu canto de unidad De paz y amor de Inteligencia y comprensión. Canta a la montaña y al sol Y que el eco de tu voz Nos diga que ya eres Nuevamente libre y soberana.

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11

PERSONAJES COLONIALES El brevero de otros tiempos coloniales Acompaña al Sandino, al dulcero, Al que vende el rico helado El heladero…con su hielo. Amanece con el grito ¡el lechero! Y le sigue en su voceo el panadero Mientras la hora de la siesta Se interrumpe con el grito Del aguatero…con su agua. El que lleva las noticias coloniales Que vocea cadencioso Con su tinta su papel y su secante Es el cartero ambulante. En la tarde alguien grita Con voz doliente a las velas! A las velas! Es el velero Quien recuerda a un difundo Y nos trae la neblina de la noche. ¡Oh! Los tiempos coloniales Ya se fueron.

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GEOGRAFÍA DE CHILE Chile es un copihue rojo Que se enreda y florece Desde la azul cordillera Hasta la nevada Antártida. Chile es un romance En verso que se extiende Con su paisaje pampino Hasta los bosques sureños. Chile es un país de ensueño De romanceros criollos Donde nos muestra sonriente Con el dulzor de la gloria Veintiuna provincias hermosas Donde las riegan gozosa Cien ríos de las quebradas Con sus remos de alborada. Chile es un minero ardiente Que cavó fuerte en la roca Y abrió la brecha fecunda Que el sol nortino le dio.

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CIEN DISFRACES DE RODRÍGUEZ Cien pintorescos disfraces Manuel Rodríguez vistió No hubo mandato ni ley Que el guerrillero criollo Burlara con más sarcasmo Que, el que la muerte de dio. Jamás pensó que la patria Esa patria que él amó a quien Por tantas veces la vida Con sonrisa la jugó. A la vuelta del camino con soldados y fusiles la muerte le sorprendió. Allí la muerte lo vio llorar Lo vio llorar por su patria Lo vio llorar de dolor. Las callejas de Tiltil Ya se han quedado dormidas Manuel Rodríguez se queda Con cien disfraces perdidos. Y las piedras del camino Y el polvo de los cerros El sol de la madrugada Que tantas veces lo vio Lloran con él una lágrima De rocío y de dolor.

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EL HUASO EN LA RAMADA Las voces de las guitarras Ya se mezclan jubilosas Con las voces juveniles De los huasos en las ramadas. Mientras la moza morena Saborea el rico ponche El huaso trina su espuela Junto a su bonita china. Allí en la verde ramada Todo es bullicio y tonada Es que la patria celebra El valor y osadía de los patriotas. Que un día con su sangre Tiñeron el vino de los viñedos El rojo de su bandera Y el corazón del chileno. Su amada patria que sangra Su bandera que en jirones

Se deshace de vergüenza Cuando un extraño la toca. Su amada patria que rompe En sollozo sus cadenas Es que ella será eternamente Una estrella somnolienta. Su amada patria que siembra Y cosecha ingratitudes Y el ensueño de su dicha Se deshace en una espuma. Por eso con rabia el huaso Espuelea y espuelea Y en la vuelta de la cueca Quiere desatar su pena. Las voces de las guitarras Se confunden con su llanto Y las quejas de su angustia Con el trinar de su espuela.

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PATRIA MÍA Patria mía! El girón de tu bandera Flamea victorioso al viento. Resurge un aliento de paz En todos los corazones; La lámpara del amor Se va encendiendo. Patria mía! Levántate Ruge y siente Como antaño Lucharon nuestros padres. Alza tu voz arrogante y valiente que nos legaron nuestros aborígenes Levanta y canta un himno hermoso de unidad, de comprensión, de inteligencia. Canta a la montaña Y al sol que ya eres Libre. Y el eco de tu canto Nos traerá una canción De armonía universal Patria mía, alza tus alas Y en tus veleros Despliega tus velas al viento Y que en el horizonte Se oiga un rumor De amor, de paz De esperanza infinita.

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COPIHUE El copihue rojo Y el copihue blanco Se cruzaron sin saberlo En un pinar de Arauco. El copihue rojo floreció soberbio, y gritó orgulloso El bosque de álamos Se estremeció de gozo. Por fin alguien iba a dar Colorido al bosque. Que bien lucía su espíritu salvaje, En su color sangre. Los árboles del bosque cantaron en un murmullo de voces; el copihue rojo será el más hermoso. Vino la invernada La nieve cubrió los inmensos árboles Los montes helados se quedaron mudos… Entonces el copihue aquella mañana floreció nevado, blanco porcelana Los árboles todos se quedaron mudos Aquella mañana… Alumbró la brisa de la primavera, Y la flor primera del copihue blanco, Se cruzó sonriente al copihue rojo. ¿qué sucedería ahora en el pinar?

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¿qué diría el bosque, que diría el viento Que meció sus tallos retorcidos tan altos, tan llenos de gracia Campanitas simples Gotitas de sangre transformada en luz? ¿Qué haremos ahora? murmuraba el viento. La brisa responde Tendrá que ser rojo, tendrá que ser blanco responde el pinar . De pronto se oye una voz Suave y serena Y el firmamento habló Las flores que llevan, Leyendas heroicas De nuestro aborigen Formarán un símbolo; Símbolo precioso, Que por él la patria Defienda su honor. Será la bandera; Será rojo y blanco Y yo el firmamento le daré una estrella Y un poco de cielo De azul tricolor. Y de esta manera el copihue rojo Y el copihue blanco se enlazaron juntos en nuestra bandera Fue la fuente heroica La flor del copihue tierno tricolor.

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AMÉRICA América tierra maravillosa Que se ensancha en el globo Cual un cáliz de amor Van formando sus socios Los países gloriosos Que el genio de Bolivar Sonó desde su cuna. América ya eres grande En extensión y cultura Ya tus mares se perlan Con fulgores de astros. Ya tus hombres se unen Te saludan Soberana de epopeya de luz De lejanas regiones Te descubrió un marino Quien no supo de enconos Que despreció la muerte Vislumbró tu riqueza Y tu gloria infinita Se poblaban tus mares De leyendas hermosas América ya eres grande América ya eres Poderosa.

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SETIEMBRE Setiembre es el mes de la Patria Setiembre es el mes de las flores Por eso el chileno se luce Con su baile su guitarra y su canción. La niña luce el traje engalanado La escuela su bandera tricolor La plaza con adornos de dieciocho Y la Parroquia con su solemne Tedeum. Todos dicen que en Setiembre El que nace es más patriota Y hasta el que muere en esta fecha Estoicamente entregará Un corazón tricolor.

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LAS RAMADAS Las voces de las guitarras Se mezclan jubilosas Con las voces juveniles De los huasos en las ramadas. Mientras la moza morena Saborea un rico vino chileno El huaso hace sonar las espuelas Junto a su china reinante. Y allí en la verde ramada Todo es brillo y alegría Es que la Patria celebra El arrojo y valentía de los patriotas Que con su sangre tiñeron El vino de los viñedos Y el rojo de su bandera.

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MI ESCUELA Escuelita de mi barrio Que levantas orgullosa Hoy despiertas a la vida Muy bonita y majestuosa. Campanita de mi escuela Que murmuras tantas cosas Hoy repicas bulliciosa La canción de la alegría. Ahora en loca alegría Nos recuerdas bellas horas Cuando vieja y dolorida Nuestra escuela derrumbada. Los balcones carcomidos Nuestras salas ya sombrías De otros años el latido cariñoso La caricia maternal de aquellos años. Tiempos viejos que ignoramos Y dejaron junto a ti El sonido de sus voces Tintineos de maestros que se fueron A sembrar en los confines del eterno. Campanita de mi escuela De mi escuela de la villa nuñoina Campanita cariñosa Que anunciabas el recreo Hora de clase en la hora vespertina. Campanita que entonaste

Los momentos jubilosos Nuestras niñas hoy elevan bellos sones a los vientos. Campanazos de alegría Juventudes que despiertan Y nos traen el recuerdo De otros tiempos silenciosos. Cuando grave y respetuosa La maestra repetía Frases bellas sobre el campo El ancho mar, el cielo hermoso Con su gris cordillerano. Campanita silenciosa Que al mirarte viejos sones Se remecen en Nuestros aureos corazones. Hoy comulga junto a ti nuestra alegría Hoy las salas de mi escuela se levantan Hoy inicias primavera en tu edificio Y aquel muro carcomido por los años Se transforma con un brillo esplendoroso En un arca juvenil plena de luz Donde el alma de las niñas Se confunde en un soplo de alegría Con el alma sembradora de tu vida.

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HOSTIA Refugio del cielo Llevo en mi corazón, Néctar de ambrosía Que suaviza el dolor. Dulzura infinita, cual Le dé un lirio en flor, Ningún tesoro iguala A su inmenso valor De bondadosa fuente Se extrae este tesoro, Ningún metal refleja Tanto esplendor. Es la flor de pureza Que derriba tristezas. Es la mejor coraza A mi intensa pasión. Pedacito de cielo Embriagador de paz, Yo, te busco y te encuentro Sólo, en la inmensidad.

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VOLVERÉ Volveré hacia ti Por todos los abismos de la vida Volveré Porque estoy sola Inmensamente sola En este mar de angustias El amor lo encontré En una flor La flor se esparció en semillas En tu campo hermoso Espléndido de luz De pasión Por eso Volveré hacia ti Regazo infinito de dulzura.

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UN BESO Ayer tú te cruzaste Mansamente en mis labios Yo no supe decirte Ni la palabra agravio. Mansamente llegaste A mi alma fenicia Trajiste la belleza De la esfinge sombría. No hubo intención hecha De reprochar tu beso Solo quiero decirte Que en él puse …embeleso.

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S El ensueño se encierra Y se duerme junto a su dolor. Contemplo tu rostro sublime de belleza Y lo perfilo. Perfilo un poema sencillo Mientras contemplo tu rostro Perfecto de belleza Sereno de pasión. No alcanzo a comprender La causa de tu enojo Solo sé que el poema Se hizo verso amoroso. Y el ensueño se encierra Quieto y mudo Junto a la fuente Que canta eternamente El mismo poema amor

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LA ELEGIDA Entre las flores del campo Una mañana de octubre Floreció una amapola Distante de las demás. Su colore era grisáceo Semejante a una nube Que se fuga en la montaña De invernal atardecer. Sus compañeras de clases Se sintieron ofendidas Mucho más la rosa fina Que en jardines florecía. Liviana fragante hermosa De por sí muy olorosa. Los capachitos del campo Quisieron participar Y la amapola pensaba porqué me miran Si yo no tengo color. más semejo la ceniza De Jesús en su dolor.

Esto que oyó la violeta Y el botón de Cardo Se sonrojaron de celos Porque ellos sí que tenían Los colores de la cruz. Yo no aspiro a tanto digo Solamente que he nacido Así por inspiración, Tal vez mi madre fue rosa Y mi padre fue clavel. Los perfumes de sus pétalos Me envolvieron al nacer Mas la nevada de invierno La crudeza de los campos Me hizo nacer amapola De grisáceo color Y amapola quiero ser. La voz de los campos Llegó nuevamente Llegó el verano Y el sol resplandece Nacerán hojas verdes otra vez Y al cubrir la campiña Contigo estaré.

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¡TU AMOR! Tu amor es humo Es arrebol ardiente De una puesta de sol. Solo un instante Brilla Inspira al poeta Y después Palidece en violáceos Grises inundan El cielo azul El mar tranquilo Tu amor es humo Veleidad ¡pasión!

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SIN TÍTULO 1 Tú me traes Un espejo de recuerdo Y yo solo podré darte Un poema triste Y desolado. Pienso: tal ves tu Primera esposa Supo entregarte Ese amor carnal Que tanto amas En cambio yo Que puedo darte Si ya todo te lo dí Juventud, alegría y salud Y este tesoro inmenso De dos hijos Que hoy por hoy Son mi único Consuelo de vivir

Son como el aire Que respiro Si me faltan Me muero. Mi amor espiritual Por ti no vale Lo sé, no se Complacerte No se entenderte Pero piensa Que todo mi Amor espiritual Fue, y se desvaneció Como la espuma del mar Al romper sobre La roca de tu corazón. Eso es todo mi regalo, Un poema triste, Y lleno de amor.

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SIN TÍTULO 2 Voy caminando Y miro a través Del cristal del tiempo Veo tu figura Frente al a ventana Siempre triste Siempre ausente Estas tan lejano y ausente Que yo no sé si existo O no soy sino brisa De río, de fuente O eterna estrella en el espacio Así estoy en mi soledad eterna.

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SIN TÍTULO 3 Nunca es tarde para amar El corazón es siempre joven Solo el cuerpo envejece Pero quien ama con el corazón?

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SIN TÍTULO 4 Todo pasa, nada queda Se transforma y se esfuma Como la realidad del humo. El cielo está distante Por eso le vemos hermoso Si le tuviéramos en nuestras manos También se nos haría feo. Así pasa el amor Y se va lejos Llega otro amor Más profundo Y se queda Para siempre junto a nosotros. La luz De un nuevo año Regocija mi corazón De alegría Tengo a mi lado A mis dos hijos Y esto es mi Mejor tesoro.

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SIN TÍTULO 5 Florecer de esperanza Es la flor de tu amor Semilla de alegría Que plantarás en mi huerto. Cual la cadenciosa Que descansa en la acción El refugio de mi alma Cobijarán como tu amor Abrazaré tus manos Como antorchas de luz Seguiré aquella lumbre Que dejará tu vida. No habrá ninguna niña Que me robe tu ensueño No habrá ninguna niña Que te cante mi amor. Siempre que en el recodo Encuentres una estrella Que te sonríe eterna Desde la lejanía. No olvides alma de mi alma Que es mi bella alegría Que dejaste una tarde

Olvidadas en tu vida. No olvides que dijiste Es tu estrellita amada Que se enciende y se apaga Con tu sola mirada Y yo feliz temblaba Saltaba de contento El corazón latía Con bullicioso acento. Dios mío me he quedado Tantos años inerte Que no sé si estoy viva O me embarga la muerte. Hay un dulce sopor En mi vida sombría Que me lleva y me trae Sin teñir de belleza Sin trazar venturanza En mi mayor jornada. Dios mío me he quedado Tantos años muerta Que no sé si estoy viva O me embarga la muerte.

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SIN TÍTULO 6 El grande y luminoso Camino del amor No es al que se llega Por la vida gozosa y serena Sino por el camino Del dolor y el sufrimiento. Camino del amor Se llega por amor humano Derramado sobre humanidad. Una ovejita blanca Del rebaño hoy se fue Por el sendero rosa Que señala eternidad. Se dobló como una rosa Blanca hermosa y delicada Se entregó y deshojó A los pies del crucifico. Ya su recuerdo nos llega Como brisa de primavera Ya su risa se recuerda como aliento de frescura.

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ILUSTRACIONES INÉDITAS DE MARÍA ESPINOSA

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PUERTO DE

SAN ANTONIO

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NOTAS BIOGRÁFICAS

Nombre: MARÍA ROSA ESPINOSA SEPÚLVEDA

Fecha de nacimiento: 7 de noviembre de 1916 . Santiago.

Fecha de defunción: 19 de enero del 2009. Santiago.

Hija del Sr. Oscar Espinosa Morales y la Sra. Rosa Erminia

Sepúlveda Villagra, tuvo tres hermanos (Enrique, Alfonso y Jorge )

y una hermana (Deidamia).

Casada con el Sr. Julio Marcelino Burgos Hernández, tuvo una hija

(Ana) y un hijo (Julio).

Sus suegros fueron el Sr. Juan Burgos y la Sra. Ana Hernández.

Vivió su niñez en Santiago (en Ñuñoa)

Estudió Pedagogía en la Escuela José Abelardo Núñez, titulándose

Profesora Normalista con especialidad en Artes Plásticas.

Estudió Pintura al óleo en la Universidad de Chile, con el pintor

Pedraza.

Ingresa a la Administración Pública el año 1943, trabajando como

profesora en Paihuano (Elqui), San Carlos (Ñuble) y Santiago.

Algunas de sus escuelas en Santiago fueron la escuela Parroquial El

Buen Pastor (Ñuñoa), la escuela Francia (Ñuñoa), la Escuela N°80

Costa Rica (Ñuñoa), la Escuela N°25 (San Miguel) y la Escuela N°138

Japón, en San Miguel.

Vivió sus últimos días cuidada por su hija.

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PARTE II

POEMAS Y RELATOS

DE

JULIO MARCELINO

BURGOS HERNANDEZ

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ME DIJISTE: ¡OLVIDO! Una palabra triste Brotó ayer de tus labios, junto con tu sonrisa; No sé si fue sentido lo que ayer me dijiste Pero siempre me abruma esa palabra: ¡olvido! Y yo sé del olvido; Por eso lo encuentro triste Como la noche en niebla o el polvo del camino. Tiene, como la niebla, tonalidades grises Y como el polvo de adioses me deja el peregrino Tiene opacos matices. Siempre lo encuentro triste. Yo supe del olvido. Del olvido angustioso que dejan los pañuelos Y de ese más profundo que nos deja la muerte. Cuando oí esa palabra en tus labios de seda, Como una golondrina se ha venido a mi mente Toda la trayectoria de lo que ya está perdido. No vuelvas a decir esa palabra: ¡olvido! No la digas de espuma ni junto a tu sonrisa, Pues me haces sufrir mucho; ya ves; hoy he tenido, Por todo el sufrimiento de la palabra olvido, Que escribir estos versos pata hacerte el pedido. Santiago, Otoño de 1958.

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A MI HIJO JULIO ( PALABRAS DE MI PADRE) Si a tu paso se cruzan las neblinas Y a tu vera el amor pasa fugaz, Toma tu voz y tu esperanza y ¡vé! ¡Tienes un porvenir que conquistar! Si el desaliento acuna en tus entrañas Como un remedo torpe de dolor, Busca la senda azul de la mañana Con la fe celestial de un soñador. Solo así, corazón, oye y recuerda, Te harás digno del amor de Dios Y ante los ojos grises de esta tierra ¡serás un triunfador!

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PENA Y LLUVIA Llora afuera fuerte y llora en mi alma; No sé si es más intenso el temporal Que perturba mi espíritu y mi sueño O esta lluvia que moja el hospital. Cuanto inquieto ensoñar trazado en vano Se derrumba con estrépito violento Bajo esta lluvia del invierno como Que se enseñase con mi sentimiento. Pero en medio de la pena y la amargura Queda, a veces, un rayo de ilusión Que es como el arco-iris de la lluvia Bajo este temporal del corazón. Cuando el agua se posa en las vidrieras Dejando en lontananza un arrebol Es como si en mi alma renaciera, Después del temporal, un nuevo sol. Stgo., 27-VI-1971.

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LLUVIA EN PRIMAVERA Cae el agua frutal sobre la tierra Como un manojo de espigas florecidas Y en dramático ardor su canto encierra Un arrullo de esperanzas renacidas. Vitral canción de mariposas muertas Sobre el césped de estrellas tachonado, Collar brillante de ágatas desiertas Bajo el viento sutil y acompasado. Lluvia fugaz y triste compañera, Monótono tic-tac de un corazón, Lluvia, espejo del aura tempranera, Que en cada musitar da una ilusión. Por tu canto de espigas perfumadas Y tu clarear de mariposas mustias, Permite mi canción de alas doradas Y borra de mi pecho las angustias. Que tu suave tic-tac se eleve al cielo En un inmenso Hosanna universal Y el eco de tu voz deje en el suelo El más dulce florecer primaveral.

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PALLAS A PIÉ FORZADO: LA PIERNA DE MI VECINA A un bar, muy bien tenido, Pasé a comer cierta vez, Y el garzón, muy bien vestido, Me atendió sin altivez. La cosa que estoy contando Sucedió en el barrio chino, Y entre risas, y cantando, Pedí un trozo de porcino. El garzón me atendió luego Y al volver de la cocina Comprobé que puso al fuego La pierna de mi vecina. PALLAS A PIÉ FORZADO: GALOPO SOBRE LA YEGUA Yo, que soy un campesino Y amigo del buen vivir, Gusto del pan y gusto el vino Para poder subsistir. Y a veces me voy al campo A vigilar los trigales, Por ver si caen al campo Los aflautados zorzales. Como yo tengo mi tienda En Rinconá de Maquechua, Cuando voy para mi hacienda Galopo sobre la yegua.

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VERDE ESPERANZA AZUL Nací cerquita del río, Junto a las puertas de tranca; La culpa la tuvo un tío Que por poquito se arranca. Nací sobre el campo verde Y bajo el azul del cielo; No está demás que recuerde Que mi ajuar fue un gran pañuelo. Y ya que nací en un campo Bajo un ámbito de tul, En estos versos estampo Mi verde esperanza azul.

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TÚ Amor, tú, bien lo sabes; Nos iremos disculpando por el mundo, Como una cosa suave, Como un solo murmullo, Como la grave trinidad de un ave, Como un colibrí que busca su capullo, Como una mariposa, quizás; Como algo triste, Como algo de recuerdo Que una vez me dijiste; Como un suspiro, tal vez, O un sentimiento Que quiso ser recuerdo algún momento Y se tronchó en martirio para verte Porque era algo audaz aquello; verte Aunque fuera sufrimiento el no tenerte Con aquella frutal palpitación De una vida de audaz recordación O aquel sentimental momento inerte En que dos almas se enlazan en amor. Stgo., 22 -IV- 1963

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AÑORANZA Pasad, pasad, Uds. que comprenden Las noches de silencio Y las auroras con ruido; Pasad los que sabéis de los cansancios puros, De los angostos trazos en los campos oscuros Y del amor ya ido. Quizás si volverá; quizás un día Ocupará esta misma camisa que yo llevo. Y entonces, con porfía, Le cantaré los mismos afanes de mi ancestro. Puede ser todo aquello Y en este afán inmenso dejará mis anhelos. Vagos trozos de malva surcarán mis caminos, Como aquellos recuerdos Como esos años idos, En que todo esperaba de mis tristes recuerdos.

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EPITAFIO Ya lo sé. Me basta tu mirada. Unos pesos aquí, después un prometer. Somos dos ambiciones de un mundo de locas ambiciones. Mañana no tendrán la dicha de agostar La fruta, dulce y néctar, del amor imposible; Te escribiré lo mismo Te amaré hasta gustar La carnal mansedumbre de lo que es egoísmo. Pero seré yo mismo Quien ponga el epitafio de mi sueño tumbal: Aquí murió un poeta, que de tanto soñar Soñó en la vida eterna y soñó en ser feliz. Pongan todos Uds. Un poquito de sueño Para hacer de sus huesos un eterno jardín.

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28 AÑOS “De cerca oigo trinos, De lejos, campanas. Sigo en el sendero, No vuelvo la cara, Que pueden las penas Marchitar el alma.” Pobres versos míos De aquella alborada, Cuando estaba soñando Con nuevas esperanzas. Quizás si dije en verso Las cosas que soñaba, y un rumor de alelíes traían las campanas. Me dormí en los recuerdos De antiguas añoranzas sin pensar que los lirios florecerán mañana. Y en verdad florecieron Con inquietud temprana Bajo el valle risueño Que quedó en la distancia. Son rumores del valle Que trajo mi esperanza Y en racimos de auroras Hoy lo pongo a tus plantas.

Bella mujer de espuma, Soñadora y sutil, Te dejo este recuerdo De perla y de marfil, Para que sepas siempre Con tus pasos de añil Que nunca la esperanza De mi vida se esfuma, Y en versos de recuerdo Con rosas y con malvas, Cruzando los potreros De viejos limoneros o nuevos naranjales, a través de los cerros que cruzan los trigales, yo te rindo el tributo de mi eterno homenaje y a tu vida valiente de sólido miraje, con mi pluma doliente del ágata o del jaspe, solo puedo darte un verso de cristal y ambrosía, para decirte en él, con ritornelo cruel que tu has sido mi amor y en las noches distantes de azucenas fragantes bella dama de ensueño, mi mujer, mi tesoro en verso tan pequeño solo digo ¡te adoro!

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RECUERDO DE PAIHUANO Entre cerros de cobre, De plata y poesía, Ancló cierta mañana Mi barco de cristal. Como ánforas de espuma, De luz o de metal, Colocó frente a las jarcias Su luz de pedrería. Yo era un barco distante, De una triste alegría Que soñaba con recuerdos, De roja fantasía; Y mi sueño era claro Como la luz del día, Para orlar las mañanas De mármol y ambrosía, Bajo claras campanas De dulce melodía. Por esos cerros rojos Cuajados de esperanza, Por aquellas callejas De polvo en la distancia Se enlazaron mis pasos.

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RECUERDO DE SAN BERNARDO Es un pueblo moderno, con vida colonial, Que sueña con pelucas, palacios y blasones; Y las turbias acequias que riegan sus rincones, Van tejiendo añoranzas desde tiempo ancestral. Sus bellas avenidas, con sol de primavera, Con tenues volantines cruzando el cielo azul, No son sino recuerdos de un nostálgico tul Que cubrió muchos sueños de amor o de quimera. Los árboles añosos que pueblan sus callejas, Han sabido la historia de muchas realidades, Y en un soñar de amores, de luchas y verdades, Nos traen los recuerdos de tantas cosas viejas. Desde Chena deslizan sus rumores distantes Los viejos campesinos que se fueron del agro; Más de alguno recuerda que desciende de Almagro Y otros muchos recuerdan que fueron caminantes. En tu jardín nacían la azucena y el nardo Y a veces las campanas cuajaban pedrerías Y así es este recuerdo de amor y poesía Por mi pueblo querido, mi viejo San Bernardo.

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RECUERDO ALDEANO Poblaban las tardes de mi aldea Mil campanas de níquel encendido Mientras dejaba el sol su última huella Sobre el polvo tostado del camino. A lo lejos, poblaba el horizonte Un escuadrón de cerros purpúreos Que cogía el granado de los cielos Bajo la cruz de bronce de mi hastío. ¿Con quien soñaba mi alma en esas tardes De gris perla y rojo ensombrecido? ¿Con quién observaba en otras tardes Este mismo paisaje que hoy admiro? Ya no recuerdo bien. Fue una ilusión Que acompañó el correr de mis estíos Entre el cielo cobalto de mis sueños, Y entre el oro sutil de mis caminos. ¡Ilusión bendecida! ¿Haz de volver Cuando mi cuerpo esté ya yerto y frío? ¡Te esperaré! Y si en mi tumba hay flores Será mi corazón que ha florecido. San Carlos, 20, Dic., 1947.

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3 AÑOS, 9 MESES Y 11 DÍAS Columpiaban presagios de tragedia En la tristeza de la tarde fría. Se posó un Mirlo en el naranjo tuyo Pero estaban las rosas florecidas. Tembló mi mano en el postrer abrazo Mientras las espigas se dormían; Un ramo de azahar trazó un dibujo En la ventana de mi fantasía. Salí a la calle. Estaba todo quieto Junto a los arreboles de aquel día. Busqué, busqué frenético el remedio Entre los avatares de mi melancolía. No supe de la tarde o de la noche No supe de dolor o de alegría. Torné a mi juicio con aquellos besos Que me diste muerta, como estando viva. Allá creí en milagros. Era cierto Que el amor más que el dolor podía Y era cierto también que en un instante Se marchaban tres años, nueve meses y 11 días. Ví el cortejo. Vi todo. Ví las flores Como en la tarde de aquella despedida. Tú no ibas muerta. Por algo en esa tarde Estaban todas las rosas florecidas. Vio todo menos mi amor. San Carlos, 20, Dic., 1947.

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EL BURRO DE MI CUÑADO Mi cuñado tiene un burro Plomo, chico y orejón; Es un burro muy cazurro Pero de gran corazón. Si lo cargan con la sal Se va ligerito al río Y acaba con el quintal Aunque se entuma de frio. Es como el burro del cuento, Pero si carga la lana No lo piensa ni un momento Y descansado y contento Trota toda la mañana. Este burro tan ladino, De orejas de caracol, Se sabe bien el camino Que su plomizo destino Le ha marcado bajo el sol. Y aquí termino con gloria Una cosa que ha pasado; Les conté toda la historia Del burro de mi cuñado.

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DEDICATORIA Ya no tengo blancas flores que ofrecerte Porque se fue la primavera de vergel, Pero tengo un manantial de versos Para inundar tu corazón con él. FILOSOFÍA Cara a cara contemplo mi presente, No con angustia ni resentimiento, Pero suelo decirme interiormente Si no seré sólo un recuerdo. Si no estaré viviendo, nuevamente, Los minutos más crueles del pasado, Con un nuevo nevar sobre la frente Y un mentir de placeres olvidados. ¿Y si fuera una sombra, solamente? ¿Si mi existir se hubiera marchitado? ¿Quién me dice que no fuera este presente Tan sólo algún recuerdo del pasado? No contemplo mi vida con tristeza Ni la contemplo con resentimiento; La miro, cierto, con indiferencia, Y a veces con desprecio. Pero tengo mirada compasiva Para el ser que me hiera interiormente, Y en esta filosofía clara y viva Gozo mis añoranzas dulcemente. Stgo., 25 – IV – 1965

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REGRESAR TARDÍO Cuando vuelvas a mí, ya será tarde; Me habrá cubierto la tierra que perdona Y estará mi cabeza enmudecida Sobre la almohada de la eterna sombra. Sólo el silencio tenderá sus frutos Desde el rincón lejano de los astros Cuando quieras volver arrepentida Para coger mi aliento entre tus manos. Te perdono las penas que me diste Y agradezco el dolor que me dejaste, Pero en razón de mi cansancio en sombras Cuando vuelvas, mujer, ya será tarde.

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CANCIÓN DEL CORAZÓN TRISTE Pasó por la misma plaza De mis recuerdos en flor Y al pasar me ha destrozado, Con su encono, el corazón. ¡Pobre corazón mío Que vives de una ilusión! Canto para olvidar Y no llorar de dolor, Pero la ingrata cultiva La espina de mi pasión. ¡Pobre corazón mío Que mueres por ese amor! Pasó por la misma plaza Donde el cariño nació, Donde le dí mis ensueños Y le entregué el corazón. ¡Corazón, que nunca olvidas El tiempo que ya pasó!

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RECUERDO Buscando caracoles en la arena Tus blancas manos suaves se tendían Y una canción de tules parecía Cuando en el aire azul se estremecían Con un temblor gracioso de azucena. Después, en un arranque de ternura, Con tus ojos amados me besabas Y cada beso azul que tú me dabas Era el voto de amor que renovabas Y que ha muerto, después, por mi locura.

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PARTIR Partir. Siempre partir, dejando atrás La romántica inquietud de los adioses, Los pañuelos al viento y las sonrisas, Las penas nuestras y las ilusiones. Partir. Siempre partir para gustar La melancolía de las despedidas; Mirar atrás; ver los andenes Con lágrimas de nostalgia en la retina. Todas las estaciones Tienen mucho de adiós y de recuerdo, Tienen algo de pena y de alegría Que nos hace vivir el tiempo muerto. Sobre los rieles se tiende la añoranza Y el corazón se marcha por la vía Con la luz verdiazul de algún ensueño Y la roja señal de alguna herida.

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LUNA DE PUENTE ALTO Nuestra luna de Puente Alto Tiene algunas diferencias: Nace en los cerros nevados Con un batallón de centellas. Y entre suspiros de nardos Yo pienso que son banderas Que el cielo va adornando Con guirnaldas y quimeras. Por lo dicho, habéis notado Que es diferente a otras tierras; Viene del Andes bajando Con su escolta azul de estrellas. Esta luna de Puente Alto Va en caminar de doncella, Lanzando en azul techado Los besos que el cielo entrega. Esta luna de Puente Alto Va caminando en calesa Por ese riel de amaranto Que nos transforma en poetas. Es la luna de Puente Alto Con su cortejo de estrellas, Navegando y navegando Sobre el pensar de la puebla. Y este verso, sutil manto Con que la luna se alegra, Es choapino de naranjos Por mis caminos de tierra. Y viene el run-run del Maipo

Con su cascada de piedras, Desde las cumbres bajando con un jolgorio de fiestas. Es la luna de Puente Alto Con su cortejo de almendras, Que ha encendido los duraznos En rosa-tul de madejas. Bella es la luna de Puente Que nace en algarabía Allá en las cumbres de oriente Teñidas con poesía. Y esta luna de mi suerte Que enciende su pedrería Es amor, si alguien lo advierte, Con ilusión de alegría. Bella es la luna de Puente Con su arrebol de banderas, Bajando desde el oriente Con su cortejo de estrellas. Bella esta luna que teja Cascabel de un corazón Y en el alma nos parece Ramillete de ilusión. Te esperaré con mis noches De silencio y de emoción, Con mis inmensos derroches De fantasía y canción. Pero tú, luna de Puente, Luna de luz y pasión, Te esconderás de repente Bajo el cristal de otro amor.

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PROPIO CORAZÓN El corazón es mío. Lo siento palpitar Dentro del pecho estoico de mi vida Con frenesí de luz y de metal. Es mío el corazón. Mío total. Mío como la risa y el suspiro, Mío como la nube y el cristal. Es mío el corazón. Si canto mal La propiedad de lo que solo es mío, Es solo porque tengo un corazón mortal.

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SUEÑO MARINERO Con un caracol marino Fabricaré un barco a vela; Le pondré jarcias de luna Y mástiles de azucenas. Con mi barquito de ensueño Navegaré en las estrellas Y en una isla de nácar Anclaré un día cualquiera. En un muelle de esmeraldas Me esperará una sirena Que peine con peine de oro Su mágica cabellera. Bellos cortejos de andinas Me abrirán paso a la puebla Y allá en un verso celeste, Saludaré a las princesas.

De las esquinas del orbe Vendrán las rubias parejas A cantar la serenata De una hermosa primavera. Con un caracol marino Fabricaré un barco a vela Y en una isla de nácar Anclaré un día cualquiera. Dejaré vivos mis pasos En las alfombras de arena Y en el aire irán los sueños De mi canción marinera. Las voces del viento claro Llevarán la buena nueva: ¡ancló en las islas de nácar Un navegante de estrellas!

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AJEDREZ DE LA VIDA Los humanos son sencillos Tablerillos de ajedrez Donde mueve los trebejos Con oculta picardía La porfiada mano fría Del destino de cada ser. Los pesares son los peones; Los caballos, los instintos; Los alfiles son los goces Y las torres los amores; Son los reyes nuestras vidas Y la dama es la esperanza Que en su loca trayectoria Sobre mágicos escaques Tanto apoya a nuestros peones Como ataca a nuestras torres, Tanto impulsa los instintos Como amaina nuestros goces. Más de un jaque descuidado Nos ha dado mil dolores, Y en un cambio de trebejos Se han perdido nuestras torres O los ágiles alfiles Se han rendido ante los peones. Suele, a veces, el destino Que maneja este ajedrez, Retardar nuestra movida Y en tal caso la partida Se ha perdido y abatido se ha quedado nuestro rey.

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RETORNO A LO IMPONDERABLE Con mil ensueños de espuma Retorno a lo imponderable, Y entre la niebla y la bruma Renacerá lo incontable. Lo incontable no es capricho Pues la estadística causa, Y esta frase que hoy he dicho Tiene razón de distancia. Lo imponderable ha existido En un rincón de mi vida Y es por eso que he vivido Una ilusión dolorida. Dolor no es cielo marchito Si es ambular de quimeras. Al corazón contrito Volverán las primaveras. Todo dolor se merece Cuando uno mismo lo labra, Si el dolor nos estremece Debemos sufrirlo en calma.

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SIN TÍTULO 1 Pasé; vi tu jardín; Vi los lirios florecidos en cristal Y vi estrellas de azul y de carmín Bajo las sombras enormes del nogal. Tienes un palacete; vives bien; Tal vez está muy mal que te pretenda; Deja que escriba un verso, diez o cien, Para ensalzar tu gracia en esta ofrenda. Te ofrendo mi cariño, mi recuerdo; Mis miles de palabras perfumadas; Mis ágatas listadas Mi juventud de ayer, que está fustrada Pero sigue viviendo en lo que pierdo. La esperanza se pierde y recupera Como un crisol de luz y de metal Que anuda la esperanza de la espera Junto a una fiesta verde y vegetal. Yo te canto mi verso Tan solo y triste como yo. Alguna vez sabrás lo que converso Bajo el recuerdo de lo que pasó. Pte. Alto, 8-X-1973

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RETORNAR Perdóname, adorada, Por la locura de este pensamiento, Pero quisiera retornar veinte años Sobre el pesado cabalgar del tiempo. Sentirme, nuevamente, en las mañanas Regadas por la flor del limonero, Junto al claro rumor de las cascadas, Frente al alegre despertar del cerro. Y allí, en esas mañanas campesinas Que veinte años atrás nos conocieron, Volver a revivir entre caricias Esos sueños azules de otros tiempos. Y en un nuevo romance cristalino, Engarzado de flores y de versos, Matizar con mis ansias juveniles La experiencia que asoma en mis cabellos.

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PINCELADA Sobre las faldas de esta primavera Ha nevado un algodón de acacias; La mariposa verde de tu risa Le baila un rock and roll entre las malvas. Nieve dulce de mieles y fragancias Sobre el jardín de espuma florecido, Y en medio del jardín la roja mancha De un clavel español que se ha dormido. CANTAR ¿Quién blanquea mis cabellos? ¿Las tristezas o el amor? Los sueños, hijo, los sueños, ¡los sueños del corazón!

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ANSIEDAD DE RETORNO Perdóname, adorada, Por la locura de este pensamiento, Pero quisiera retornar veinte años Sobre el pesado cabalgar del tiempo. Sentirme, nuevamente, en las mañanas Regadas por la flor del limonero, Junto al claro rumor de las cascadas, Frente al alegre despertar del cerro. Y allí, en esas mañanas campesinas Que veinte años atrás nos conocieron, Volver a revivir, entre caricias, Esos sueños azules de otros tiempos. Y en un nuevo romance cristalino Engarzado de flores y de versos, Matizar con mis ansias juveniles La experiencia que asoma en mis cabellos.

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AL PARTIR Ya estamos listos para el viaje. Pronto Se cerrarán con llave las maletas. Si en el camino alguien pregunta que hay adentro, Tú le dirás que son estrellas. Son estrellas cogidas al ensueño Como quien coge blancas azucenas. Es tan hermoso partir con el bagaje De toda la ilusión que se cosecha. Y si en un puerto amigo, algún recuerdo Quisiéramos dejar, del alma nuestra, Se abrirá el equipaje y con cariño Un verso dejaremos… y una estrella.

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RELATOS ILUSIÓN La ví de negro, con sus ojos tristes. La adoré instintivamente. La ví hermosa y juvenil. La ví responsable y delicada. La ví sutil y encantadora. La ví capaz de amar y digna de ser amada. La ví como el sueño erótico que yo siempre he tenido. Lástima que nos separan tantos años de ancestral recorrido por caminos divergentes y tan mal aprovechados. Solo Dios pudiera hacer el milagro, pero Dios no quiere hacerlo. Y si vuelvo a encontrarla en algún recodo del destino, con mirada triste de nostalgias la besaré en el alma. Quizás si algún suspiro lograré arrancarle. Y el suspiro bastará para calmar los anhelos de un triste soñador. Hoy día hay que olvidar y, quizás, perdonar. El camino aún es largo y a su vera siguen floreciendo las azucenas y los lirios, los nardos y las nomeolvides, las buganvilias y los pensamientos. Mañana pudiera ocurrir el milagro, y hubiera que estar preparado. La esperanza es el último tesoro que se pierde en la vida y el primero que nace cuando se piensa en la palabra: ¡Amor! Que vaya por senderos floridos; por rutas de ilusión. A mí me bastará con este último concepto: ¡Ilusión!.

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ALÓ, TELÉFONO NO OCUPADO Una alegre mañana de fines de primavera, cuando ya el sol vencía al Goliat del frío en la lámina angosta del Cajón del Maipo, apareció la imagen que cambió el monótono curso de mi vida. Los años rutinarios siguieron su curso siempre igual. Siempre las mismas voces, las mismas incomprensiones, las mismas preocupaciones, las mismas necesidades y los mismos reproches. Pero la nueva imagen me hizo esperar o imaginar un cambio de importancia en la poca importancia de mi vida. Ya se podía romper la monótona rutina del convivir inexistente, con una ilusión de fe y de esperanza que pudiera converger hacia el camino del amor. Todo hombre es creador. Algunos crean riquezas; otros crean poder; otros crean mansiones de dominio, con esclavos y esclavas. Yo solo pensé en crear un punto de felicidad, que cual el punto de apoyo que pidió el sabio griego, pudiera mover al mundo en su afán de inquietud hacia la paz, hacia la dicha, hacia el amor. Nada he conseguido, pero es mi creación. Lo importante es crear. Y crear es dar vida. Perdona, Dios, que haya creado cuatro vidas. Por lo menos esas son las que recuerdo. Y seguramente son las únicas. Perdón, Dios mío; he creado, ahora que recuerdo, otras vidas: mis realizaciones artísticas que alguna vez servirán para enorgullecer la vida del ser que las herede y que las pueda comprender. Nada más, por ahora. Un momento, aló? Srta. Secretaria? No corte la comunicación. He recordado en el último segundo lo que debiera haberle dicho en el primero. ¿Me oye? Gracias. Se trata de lo siguiente. Tome nota y no pierda detalle:

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Nací en Curicó, me eduqué en San Bernardo, me casé allí mismo y enviudé a los tres años en la tierra Elquina. Allá está la prueba bajo una capa de cemento. No olvide, Srta. Secretaria, que aún espero el ómnibus que alguna vez se pueda trasladar hacia la fértil tierra de los paltos y de las higueras. Sólo allá quiero descansar después del tráfico agotador por miles de senderos de la vida. Que me dejen un huequito en la tierra, en la ladera de los cerros y frente al rumor cadencioso y bondadoso del Elqui. Allí soñaré con tanta gente. Veré a don Julio, a don Víctor, a Guillermo, al Faro, a don Luis, a Vicente, y a tantos otros que fueron mis amigos. Las distancias, como los huracanes, no apagan las fogatas. Veré a don Luis con un canasto de mimbre, tratando de conquistar pejerreyes en las riveras del río. Veré a don Julio con su manojo de llaves, su violín y su ensoñar; veré al Farito con su acordeón y pensando en su guanaco. Porque Faro era un poco excéntrico; había domesticado un guanaco que más de alguna vez lo hizo pasar malos ratos. En fin, los veré a todos. La tierra elquina es como sus cerros de cobre, como sus paltos, sus higuerales y sus naranjales. Dura, firme, hermosa e inolvidable. Perdone, Srta., corte la comunicación y conécteme con el sur. Si es posible, con Lebu. ¿Aló? Le llama un profesor de Santiago que desea saber cómo están aquellos viejos maestros y amigos que conocí hace 30 años. ¿Aló? No te preocupes. Hablo desde Santiago y la llamada me sale gratis porque no podrá registrarla la compañía. Son pequeñas satisfacciones de la vida. Aquí estamos todos bien. Fuera de los que se han ido, no se ha ido ninguno más. Quiero preguntarte si algo sabes de Sagardía, con su farmacia, del Dr. Orellana, con su estudio médico, del curita Punti, aquel que nos dedicaba un periódico. Quisiera preguntarte por muchos: por Ramírez, por Jarpa, por las chiquillas de esa pensión modesta y grata que estaba ubicada a la vera del río. En fin, por todos. Por la vida de aquel pueblo que me cobijó tantos años ha, que me brindó alegrías y tristezas a través de sus recursos naturales de placer.

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¿Y qué será de aquel pescador amigo que en cierta ocasión nos convidó a salir en su lancha a la pesca del congrio? Eran las dos horas de la madrugada y estábamos en el muelle, con dos garrafas para el frío. Nos faltó, a la vuelta, una garrafa más. ¿y te acuerdas del profesor Salgado?

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FLOR RURAL I. Florecían los rábanos y los yuyos que decoraban el choapino del trigal. Florecían las madreselvas en la tapia del huerto. Florecían los suspiros y las nomeolvides al borde de los senderos alfalfados. Sólo nuestros corazones no florecían. Tal vez la primavera se atrasó con su carro de jolgorio y algarabías o se quedó por algunos días con su fiesta de risas y fragancias, tendiendo serpentinas de luces y arreboles en el cristal celeste de otros cielos. Ya vendrá la primavera, y podrá florecer tu corazón. Es eso lo que importa, aunque no florezca el mío porque ya está en el ocaso de las reminiscencias. II. La señorita Carola se ha distinguido en la aldea por su belleza juvenil, su presencia amorosa y delicada, su voz suave de violeta en capullo, su risa de paloma arrullando y su prestancia de noble estirpe madurada. La señorita Carola llegó hace seis meses, y es la mejor maestra que ha llegado a nuestra escuelita provinciana. Por eso, por su belleza, por su don, por su inteligencia, por su bondad, por su paciencia, por su astucia, y por ese efluvio personal que brota de su ser, en rueda de rotarios de la aldea hemos acordado llamarla Flor Rural. Y en verdad es una flor. Las bugambilias tejen su tapiz morado sobre las murallas de la escuela y los niños cantan con más ardor y más cariño desde que Flor Rural está en esta casa modesta del saber. Perdone, señorita Carola, que sea infidente en estos recuerdos. Pero no puedo olvidar la tarde en que Ud. llegó. El microbús destartalado debe haberla hecho sufrir con sus tambaleos y entre los baches del camino Ud. habrá pensado que llegó a una tierra triste y pobre. Pero no hay tal. Desde que Ud. llegó esta tierra no es triste ni pobre. Ya lo dije que florece de alegría, de belleza y de riquezas. Tiene la principal riqueza: la Srta. Carola, con su cortejo de almendros nevados, de naranjas perfumadas y ciruelos floridos en nieve de crisantemos. Desde que tú llegaste, hace seis meses, está florido el rosal frente a mi rancho. Ojalá que florezca cincuenta primaveras más; y en esta tarde en que te escribo, con ambición de gloria y poesía, me gustaría ser como el rosal, robusto y perfumado, resistente y triunfal, para sostener en mis ramas poderosas esa flor tan linda que es Carola, Flor Rural.

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III. Ya hemos cumplido un año de conocimiento. Volvieron a florecer los paltos con su azul verdinegro de crisoles. La primavera se aproxima y habrá que saludarla. Por suerte tengo en mi escuela a Flor Rural. Ella me preparará los actos más bellos para saludar la llegada de las flores. Recitará un niño, otro cantará, y un tercero leerá una composición. Lo más bonito será cuando la Srta. Carola se explaye en un discurso y reciba el premio de aplausos y sonrisas que le brindarán sus hijos alumnos. La escuela deslinda con el cerro; al fondo no se necesitan murallas. Saliendo a la calle, a la avenida Campesina con polvo de olvidos y recuerdos, caminando un kilómetro hacia el este, nos encontramos con el camino al cerro. Por sus laderas, después de las lluvias de otoño, nos permitimos recoger jaspes y ágatas, piedras preciosas chilenas, que sueñan con la luna y acuñan en su mole miles de rayos de sol. Por esas laderas he cogido ensueños, he encumbrado anhelos y he soñado imposibles. Con ágatas y jaspes he tejido un collar, he fabricado una pulsera, he construido un pendantif. Perdona, Flor Rural, que te los brinde, con angustia de viejo soñador; Sea esta pobre dedicatoria como un poema de nostalgias y anhelos inmerecidos, para el sol que anuncia una nueva primavera. La vida florece cuando empiezan a florecer los rábanos y los yuyos en el sutil choapino del trigal. Ya llega la primavera; solo mi corazón no ha florecido. IV. Dije, tiempo atrás, que los rotarios te llamarán Flor Rural y no es para asustarse, lo de los rotarios, porque en cada caserío de esta tierra se agruparán los hombres para convivir en sociedad. Aquí también hay rotarios, y quiero recordar algunos: Don Julio, con sus llaves y su paso lento y melancólico; don Andrés, el compadre estampilla, porque trabajaba en el correo; don Samuel, dueño del emporio frente a la plaza, capitalista del grupo; don Aníbal, propietario de un fundito a la salida del pueblo; don José, regidor por la buena de Dios, que fue en la lista para llenar hueco y sacó la primera mayoría, trabajador de la tierra y bonachón; don Ruperto, el intelectual del grupo, que se ha desempeñado como gobernador, y por último, al compadre Botica, de 70 o más años,

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funcionario municipal por la gracia de Dios, dueño de una yerbería en un costado del pueblo. El compadre Botica es el que me dio la receta para el mal de amor. ¿Serán?. En la lista de rotarios no figura el teniente Campodónico. Nunca lo invitamos al grupo porque era muy tirado a macanudo. Y más de alguna vez hizo detener a un rotario porque salió tarde de la reunión en el club. Pocos y apresurados trajines hicimos para lograr su libertad. Además, recuerdo, el teniente Campodónico no podía perdonar que acogiéramos como socio útil y servicial de nuestro Club Deportivo, al cabo Cisternas. Este cabo era un as en la rayuela, en el basquetbol, en el ping-pong y en el ajedrez. Se retiró hace meses de nuestro valle y en la capital se reincorporó a la capitana Ávalos. Ya tiene el grado de sargento. Ascenderá mucho más, a despecho del teniente Campodónico. Es que se formó en el Dptvo. Esparta, de nuestro valle. V. Hoy día amaneció lloviendo. El pueblo está de fiesta, porque esto ocurre muy a lo lejos. Es difícil mantener la disciplina en la Escuela, porque los niños quieren salir al patio a coger el líquido cristal que emana del cielo. Sus cabecitas morenas se alegran con la recepción jugosa del maná. La Srta. Carola, Flor Rural, pone término a la algarabía. Anuncia reunión en el gimnasio, con cantos improvisados, chistes y sketchs, aparte de la charla que dará el Director. No me explico por qué la Srta. Carola domina al grupo, de alumnos y profesores, incluyendo al Director. Tal vez sea porque es santiaguina y nosotros somos provincianos, más bien dicho, pueblerinos. De la Normal salimos a la aldea, y aquí estamos todavía. Pero mañana viajaré a la capital, a conocer la patria, a conocer al Colo. ¿y por qué el Colo no viene a nuestra aldea?. ¿Acaso nuestro pueblo no es Chile? Bueno, amigos, estoy preparando la charla improvisada que me ha ordenado la Srta. Carola. La cosa resulta. Explico las causas de la lluvia, hablo de las estaciones del año, y de muchas otras cosas. Me resulta una clase magistral. Aplausos, y me voy a la pensión. Pero me quedo meditando. ¿Por qué la Srta. Carola nos domina con sus disposiciones? ¿Quién es el Director? VI. Cuatro alumnos me acompañan a la estación para ayudarme a portar los cuatro paquetes con ropas y recuerdos que llevo a la capital. Despedida cariñosa, anhelos de felicidad, saludos. Pero la Srta. Carola no ha ido a la

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estación. Se quedó en la escuela, subrogándome. Un poco de ruido de máquinas, algo de humo, un pitazo y partimos hacia Chile. Los cerros de cobre me hacen venias a través de las ventanillas. Aquí pasamos una quebrada, se divisa un arroyuelo bordado de yerba buena y mosto, de berros y otras yerbas. Una muchachita de falda multicolor muestra sus piernas sonrosadas al viento tibio que cruza el paisaje. ¿Qué estará haciendo Flor Rural en estos momentos? Seguramente está dictando el poema de sus clases al grupo que se le encargó atender. O estará controlando a las niñas que van al gimnasio, u observando las clases de música que realiza el Sr. Muñoz. A propósito, el Sr. Muñoz es un modesto profesor normalista, que toca violín, o más bien dicho, lo raspa. Pero es el profesor de música de la Escuela. Y sin su ayuda no nos resultaría ni la Canción de Yungay. Siguen pasando los cerros y desfilando los valles, mientras me acerco a la capital. Hay un trasbordo en una estación de amplios galpones, de muchos líos, de ayudantes portando maletas o bultos y de suplementeros que gritan como un locutor de radio transmitiendo un partido de foot-ball. El resto del viaje es un poco más cómodo. Ya no veo los cerros de cobre ni los arroyuelos con berros; se reemplazan por centrales hidroeléctricas y grupos habitacionales a la distancia. Ya estoy cerca de la capital. Ya estoy en Chile. VII. Dedicatoria. Perdona que tan tarde me acuerde de la dedicatoria. Es para ti, mujer, que has puesto ensoñación y poesía en mi vida; para ti, Flor Rural, dulce perla de ensueño, tierna flor en capullo, que ajustaste tus dulces primaveras para adornar mis ansias de quimeras con tu sutil reflejo de esperanzas. Para ti, mi dulce flor rural, que inmerecidamente te conquisté, y aún gozo del placer de tu ensoñar. Perdona, Flor Rural, maestrita pequeña que ha entrado en mi vida como un nardo fragante o una acacia florida, dulce amada de ensueño, tierna flor en capullo, yo me pierdo en el atlas de tu mundo pequeño. Para ti, mi eterna amada, con el recuerdo nostalgioso de los valles surtidos de paltos, naranjos y limoneros. Para ti, que eras mi vida, para ti,

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que eres mi aurora; para ti, que eres mi luz. Te adoro, Flor Rural, por tus años de sacrificio en una aldea, por tu tremenda abnegación alada para todos los niños de mi patria. Flor Rural, hoy día te corono como la más excelsa poetiza del bienestar. Gracias, Flor, y perdona esta infidencia. Tú te llamas María, como se llamó la madre de Cristo, como se llaman todas las mujeres dignas de ser amadas. Perdona, María, perdona Flor Rural. VIII. La Srta. Carola llegó temprano a la Escuela, tal vez pensando que el Director iba a madrugar. Pero el Director se quedó escribiendo y soñando; llegó tarde a la Escuela. Cuando los niños ya estaban formados. Un ¡Buenos días!, y adelante con el trabajo. Se presenta el profesor de música, con su violín, para contarme que un alumno desentonó y lo castigó. ¡Conforme! Ud. tiene derecho. Problema solucionado. ¿Srta. Flor? Un momento, por servicio. Los pasos menudos corren por el cemento. Por favor, diga a los niños que junten semillas de algarrobillo para decorar unos cuadros. Atenta, acogida. No sé que tiene la Srta. Flor Rural que me acepta todo lo que yo propongo. Hoy día he pensado de casarme. Es algo inusitado y fuera de lo común. No sé como lo haré. Recorro las cenicientas callejas de la aldea, miro el valle en perspectiva, atravieso el puente que cruza el río en la parte más hermosa, hago un croquis del paisaje con líneas en escorzo, y ya estoy más tranquilo; ya discurrí como hacer la importante y decidida declaración. Mañana será el día del encuentro. Habrá una pequeña fiesta en la Escuela con asistencia del teniente Campodónico. El amigo rotario, don José, ofreció un par de lirios para servir los asados a eso del medio día. No se asusten; los lirios son los patos blancos, que mucho se cultivan en esta zona. Y al horno son exquisitos. Estamos bien. La ocasión se presenta favorable. El almuerzo transcurre con delicadeza de amigos, con inquietud de fragancias campesinas; en un plato para pan coloco una flor de suspiro queriendo significar una intención. Pero no es en el plato mío, sino en el de Flor Rural. Al verlo, ella pregunta: ¿Qué significa esta flor tan bella y tan sencilla que colocaron junto a mí?. La voz me sale temblorosa, melancólica y humilde: ¡esa flor representa el suspiro de mi corazón!. Es modesto pero ambicioso de ensueños y caricias. Ahora pienso que en vez de un suspiro debí colocar una siempreviva, de aterciopelado carmesí.

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Transcurrió la fiesta con agrado; algunos brindis y unos pocos Vals al compás del violín de don Segundo Muñoz. En esta ocasión se descubrieron otros dos valores musicales. Don Julio, el de las llaves y el paso lento y melancólico, también sabía tocar violín, y lo hacía con prestancia de maestro; también se “destapó” el Farito con su acordeón y sus letras improvisadas pero sabrosas. El Farito era hijo de árabes y administraba un fundo familiar en las afueras del pueblo. Brindamos por todos los presentes y por los ausentes que estaban momentáneamente lejos. Yo brindé por Flor Rural, y aquí la declaración quedó hecha. IX. No recuerdo, María; perdona, Flor Rural, no recuerdo, que supe decirte aquella noche en algún hotel del puerto. Porque estábamos en un puerto en viaje de bodas, y yo estaba embobado. Sólo recuerdo que reía con éxtasis frenético, sin atinar a explicarte los sentimientos que saturaban mi alma agradecida. Recuerdo, sí, que pensaba en el valle adormecido, en sus cerros de colores, en su río murmurante y en sus ranchos soñolientos. También pensaba en mi escuela, que estaba a la distancia con dos ausencias notables. No estaba allí Flor Rural ni estaba el Director. Pero estaba el violín del Sr. Muñoz raspando cuerdas y dirigiendo el coro de infantiles abedules. A lo mejor, también hubiera ido el Farito para amenizar con su acordeón el proceso educativo. Porque Farito iba siempre, aunque sólo fuera para mirar con ojos tristes y melancólicos a la Srta. Mercedes, otra profesora de mi escuela. La Srta. Mercedes era delgada, flacuchenta, pero buena moza y elegante. Quizás habría pololeado alguna vez, pero esa ilusión debe haber terminado en un fracaso; ahora era introspectiva, reconcentrada y melancólica; pero era buena profesora. Los niños la querían. En estos momentos de reminiscencias no puedo dejar de recordar a don Lucho, el dueño de un fundo a seis kilómetros del pueblo, provinciano y melancólico. Cuando nos encargaban una colecta útil, yo pedía el callejón de Chanchoqui para llegar al medio día justo a la casa de don Lucho. Allí estaba un buen almuerzo y una amable charla del dueño de la propiedad. Pero nunca iba sólo en estas embajadas, hacía equipo y armonía con la Srta. Carlota. Por el camino solía tomarla de la mano y enseñarle a

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observar la belleza del paisaje. Alguna vez nos penetramos en un coligual, pero no pasó nada, aparte de unos besos robados y que supieron de ambrosías y distancias. X. Me casé de traje negro, como correspondía a tan importante ceremonia. Tú te casaste con una tenida celeste, igual al cielo que nos amparaba. No te casaste de blanco porque en esa aldea escaseaba el género para las novias. Tu traje lo hizo la hija de doña Berta, y te resultó casi regalado. Éramos tan pobres, pero éramos felices. Si pudiéramos repetir la ceremonia. Ahora había vida y música, risas y armonía, pasión y frenesí, de jolgorio en un cascabel de vino y poesía. A veces nos juntábamos en casa del amigo Faro, para derrochar inquietudes y ensoñaciones. Farito había cazado un guanaco en uno de sus muchos viajes a la cordillera. Y este guanaco era como el gato regalón de la casa. Cuando Farito llegaba tarde, el guanaco lo esperaba cerca de la reja del jardín. Allí lo recibía con muestras de regocijo. Además, era un animal galardonado. En unas fiestas de primavera se sacó el primer premio al presentarlo su dueño en la farándula con guirnaldas multicolores y guiado por el maestro de cocina del fundito, vestido de cazador. El premio en dinero fue para Farito, pero el maestro de cocina recibió una sustanciosa propina regalada por los amigos rotarios que patrocinaban la fiesta. Para que decir que el premio total quedó en manos del concesionario del Club. Así es la vida provinciana. XI. Por estar salpicado de recuerdos me olvido, a veces, de recordar el tema que me impulsó a escribir esta historia. No quiero relatar mi vida, sino recordar el valle, con sus campos de yuyos y rábanos, con su tapiz de alfalfas y trigales, con su ilusión de verdes paltos y de higueras, con amores campesinos, con quimeras, quimeras y quimeras. Y entro en el tema que me ha inspirado. Bonito era mi pueblo; tendido a la distancia como un derroche de sutil algarabía, con luz de sol y rojas pedrerías; se quedó dormido una vez junto a los ríos, y en cascadas de ensueño se quedó soñando con poemas, con idilios y con paz de

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arrebolados recuerdos; los viejos campesinos solían derrochar sus anhelos. Las mañanas amanecen luminosas en el valle. La plaza pueblerina se cuaja temprano con inquietudes presurosas. Va una señora con bolsón al brazo, para comprar lo indispensable en el condominio. El amigo don Samuel, rotario capitalista, se sonríe mefistofélicamente. Su capital aumentará con el apoyo de todas las vecinas. ¿Por qué habrá que comer? ¿No se han descubierto los efluvios ancestrales que permiten la vida sin necesidad de algo material? Pues bien, yo los descubriré. Sabré como vivir sin necesidad de alimentos y sin gasto para el bolsillo. El sueldo debe dejarse para la felicidad; para los besos y para contemplar la belleza. Esta belleza toma a veces la forma de mujer y al decir aquello pienso en Flor Rural. XII. Retorno a Flor Rural, retorno con ansiedad a la bella Carola que me ha comprimido con su velo de ilusiones. Ella sabe pintar y yo tendré que aprender su arte puro y delicado. Alguna vez seré pintor, y entonces te brindaré un retrato que supere a la Monna Lisa, a la triste y risueña napolitana que soñó Leonardo. Ese Leonardo es un genio, un estorbo de la naturaleza. Los hombres deben ser normales, o ser súper genios. Los normales no molestan a nadie y los súper genios solo se llaman Cristo. Es algo inusitado, es algo imponderable. No sé por qué Carola me inspira ideas inconmensurables. Siguen floreciendo los yuyos y los rábanos en el tapiz alfalfado. Es mi valle el que florece, como si fuera siempre joven.

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NOTAS BIOGRÁFICAS

Nombre: JULIO MARCELINO BURGOS HERNÁNDEZ

Fecha de nacimiento: 30 de diciembre de 1919. Curicó.

Fecha de defunción: 7 de febrero de 1978.

Hijo de la Sra. Ana Luisa Hernández y Juan Marcelino Burgos, tuvo un

hermano , Humberto, y una hermana, Violeta. Vivió su niñez en San

Bernardo, Santiago.

Casado en primeras nupcias con Marta Catalina Espinoza Carvajal, con

quién tuvo un hijo (Jorge) y una hija (Catalina). Sus suegros fueron el Sr.

Januario Espinoza del Campo y la Sra. Marta Rosa Carvajal González.

Enviuda en el año 1944, y se casa con María Rosa Espinosa Sepúlveda, con

quién tuvo una hija (Ana) y un hijo (Julio). Sus suegros fueron el Sr. Oscar

Espinosa Morales y la Sra. Rosa Sepúlveda Villagra.

Obtuvo el grado de Bachiller en Humanidades con mención en Historia y

Letras, de la Universidad de Chile, 29 de marzo 1939.

Laboralmente se desempeñó en la Educación, trabajando como Inspector

Provincial Subrogante de Educación en Arauco, año 1941; Secretario de la

Inspección Escolar en San Bernardo y Maipo , años 1939 y 1940; Director

de la Escuela de 3°clase N°24 de Los Andes, año 1949; Secretario de la

Junta de Auxilio Escolar de Los Andes, año 1949; Profesor de la Escuela

Consolidada de San Carlos, Ñuble, años 1947 y 1948; Profesor de

Educación Primaria, grado 15, de la Dirección Departamental de Educación

de Puente Alto, año 1973; Profesor en la Escuela N°12 de Corral, Valdivia;

Profesor en una Escuela de Paihuano (Elqui); Estadístico en la Dirección

Departamental Primaria de Puente Alto, año 1974.

Participó en Concursos Literarios de las Fiestas Primaverales de San

Bernardo (1939), donde obtuvo el primero y segundo lugar, y de Lebu

(1941), donde obtuvo tres premios.

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Fue pintor al óleo de paisajes naturales.

Fue un excelente ajedrecista.

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POEMAS, RELATOS Y BOCETOS

MARÍA ROSA ESPINOSA SEPÚLVEDA

JULIO MARCELINO BURGOS HERNÁNDEZ

Obra que recoge poemas y relatos escritos por dos

docentes y artistas que dedicaron su vida a la educación

de los niños de su país, Chile. La profesora María

Espinosa, quien perteneció a la orden seglar franciscana,

muestra su cariño por la patria en muchos de sus

poemas, pero también sus emociones asociadas a una

vida en que lucha por surgir y sacar adelante sus anhelos.

Su esposo, Julio Burgos, la acompaña en esta tarea

docente y artística, desarrollando una forma distinta de

expresar sus emociones a través de poemas y relatos

ligados a sus vivencias.

Esta obra se edita en agradecimiento por sus vidas y

por sus esfuerzos para lograr la felicidad de quienes

fueron sus estudiantes, sus familiares y todas y todos

quienes los conocieron.