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Discursos de la Conferencia General Se llama al élder Neil L. Andersen a integrar el Quórum de los Doce LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • MAYO DE 2009

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Revista Oficial de La Iglesia De Jesucristo De Los Santos De Los Ultimos DiasVisita la siguiente dirección de la Fuente Oficial para ver números anteriores.http://www.lds.org/gospellibrary/pdfmagazine/0,7779,595-10-3-,00.html

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Page 1: Liahona Mayo 2009

Discursos de la Conferencia

GeneralSe llama al élder

Neil L. Andersen a integrar el Quórum de los Doce

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2 Resumen de la Conferencia GeneralAnual número 179

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 Bienvenidos a la conferenciaPresidente Thomas S. Monson

7 Seamos proveedores providentestemporal y espiritualmenteÉlder Robert D. Hales

11 El respeto y la reverenciaMargaret S. Lifferth

14 Los principios revelados sobre losquórumesMichael A. Neider

17 Cómo hallar fortaleza en tiemposdifícilesÉlder Allan F. Packer

19 El poder de los conveniosÉlder D. Todd Christofferson

23 La adversidadPresidente Henry B. Eyring

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

27 El sostenimiento de los Oficiales dela IglesiaPresidente Dieter F. Uchtdorf

29 Informe del Departamento deAuditorías de la Iglesia, 2008Robert W. Cantwell

30 Informe estadístico, 2008Brook P. Hales

31 Aprendamos las lecciones delpasadoÉlder M. Russell Ballard

34 El plan de nuestro Padre: losuficientemente amplio para todosSus hijosÉlder Quentin L. Cook

38 Fe en el Señor JesucristoÉlder Kevin W. Pearson

41 La fe en medio de la adversidadÉlder Rafael E. Pino

43 La adoración en el templo: Fuentede fortaleza en épocas difícilesÉlder Richard G. Scott

46 Lecciones que aprendemos de lasoraciones del SeñorÉlder Russell M. Nelson

SESIÓN DEL SACERDOCIO

49 Consejo a los Hombres JóvenesPresidente Boyd K. Packer

53 Ésta es su llamada telefónicaObispo Richard C. Edgley

56 Las responsabilidades delsacerdocioÉlder Claudio R. M. Costa

59 Estamos haciendo una gran obra yno podemos irPresidente Dieter F. Uchtdorf

63 “¡Hombre herido!”Presidente Henry B. Eyring

67 Sé lo mejor que puedas serPresidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

75 El camino del discípuloPresidente Dieter F. Uchtdorf

78 Venid a ÉlÉlder Neil L. Andersen

81 Sigamos adelante con nuestra vidaÉlder Steven E. Snow

83 Si fieles le somosBarbara Thompson

86 Nadie estuvo con ÉlÉlder Jeffrey R. Holland

89 Sed de buen ánimoPresidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

93 El servicio desinteresadoÉlder Dallin H. Oaks

97 Honorablemente[retener] un nombre yuna posiciónÉlder David A. Bednar

101 Hogares sagrados,templos sagradosÉlder Gary E. Stevenson

104 Dones para ayudarnosa dirigir nuestra vidaÉlder José A. Teixeira

106 Sus siervos, los profetasÉlder F. Michael Watson

109 “Traer almas a Mí”Élder L. Tom Perry

112 Hasta que nos volvamos a verPresidente Thomas S. Monson

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENES

114 Sé ejemplo de los creyentesAnn M. Dibb

117 Una vida virtuosa, paso a pasoMary N. Cook

120 Venid, y subamos al monte del SeñorElaine S. Dalton

123 Tengan valorPresidente Thomas S. Monson

72 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

128 Se dirigen a nosotros

130 Índice de relatos de la conferencia

131 Enseñanzas para nuestra época

131 Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

132 Noticias de la Iglesia

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SÁBADO POR LA MAÑANA, 4 DE ABRIL DE2009, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Thomas S. Monson.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Charles Didier. Última oración: Élder William W. Parmley.Música por el Coro del Tabernáculo; MackWilberg y Edgar Thompson, directores;Andrew Unsworth y Clay Christiansen, orga-nistas: “Ya rompe el alba”, Himnos, Nº 1;“Santos, avanzad”, Himnos, Nº 38; “Israel,Jesús os llama”, Himnos, Nº 6, arreglo de Wilberg, inédito; “Ya regocijemos”,Himnos, Nº 3; “Considerad los lirios”, RogerHoffman, arreglo de Lyon, pub. Jackman;“Vive mi Señor”, Himnos, Nº 74, arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 4 DE ABRIL DE2009, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Thomas S. Monson.Dirigió: Presidente Dieter F. Uchtdorf.Primera oración: Élder Spencer J. Condie.Última oración: Élder Douglas L. Callister.Música por un coro combinado de los insti-tutos de religión del área de Salt Lake;Stephen P. Schank y Richard T. Decker, di-rectores; Bonnie Goodliffe y Linda Margetts,organistas: “Ven , oh día prometido”,Himnos, Nº 29; “Oh Rey de reyes, ven”,Himnos, Nº 27, arreglo de Kasen, pub.Jackman; “Trabajemos hoy en la obra”,Himnos, Nº 158; “Al partir cantemos”,Himnos, Nº 91, arreglo de Wilberg, pub.Deseret Book.

SÁBADO POR LA TARDE, 4 DE ABRIL DE2009, SESIÓN DEL SACERDOCIOPresidió: Presidente Thomas S. Monson.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Bruce D. Porter. Últi-ma oración: Élder Shirley D. Christensen.Música por un coro de poseedores del sa-cerdocio de la Universidad Brigham Young:Idaho; Kevin Brower y Randall Kempton, directores; Richard Elliott, organista:“Cantemos loor a Él”, Hymns, Nº 70, arreglode Kempton, inédito; “Padre en los cielos”,Himnos, Nº 82; “Bandera de Sión”, Himnos,Nº 4; “A donde me mandes iré”, Himnos,Nº 175, arreglo de Kempton, inédito.

DOMINGO POR LA MAÑANA, 5 DE ABRIL DE2009, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Thomas S. Monson.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Daryl H. Garn. Última oración: Élder Donald L. Hallstrom.Música por el Coro del Tabernáculo; MackWilberg, director; Clay Christiansen yRichard Elliott, organistas: “Loor al Señor, elTodopoderoso”, Hymns, Nº 72; “Oh dulce,

grata oración”, Himnos, Nº 78; “Si hay gozoen tu corazón”, Himnos, Nº 148, arreglo de Wilberg, inédito; “Oh Dios de Israel”,Himnos, Nº 5; “Éste es mi Hijo Amado”,Liahona, sección para los niños, diciembrede 1997, pág. 4, arreglo de Cardon, inédito;“Te damos, Señor, nuestras gracias”,Himnos, Nº 10, arreglo de Wilberg, inédito.

DOMINGO POR LA TARDE, 5 DE ABRIL DE2009, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Thomas S. Monson.Dirigió: Presidente Henry B. Eyring. Primeraoración: Élder Spencer V. Jones. Última ora-ción: Élder Robert C. Oaks. Música por elCoro del Tabernáculo; Mack Wilberg y EdgarThompson, directores; Linda Margetts yBonnie Goodliffe, organistas: “Ahora, cante-mos a una voz”, Hymns, Nº 25, arreglo deElliott, inédito; “Oh mi Padre”, Himnos,Nº 187, arreglo de Gates, pub. Jackman;“Jehová, sé nuestro guía”, Himnos, Nº 39;“Para siempre Dios esté con vos”, Himnos,Nº 89, arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 28 DE MARZO DE2009, REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENESPresidió: Presidente Thomas S. Monson.Dirigió: Elaine S. Dalton. Primera oración:Elizabeth Bevan. Última oración: MuznaBukhari. Música por un coro de MujeresJóvenes de las estacas de East Millcreek,Cottonwood y Olympus; Merrilee Webb, directora; Linda Margetts, organista: “Los jóvenes santos de Sión”, Liahona, abril de 2000, pág. 24, arreglo de Kasen, pub.Jackman; “Mandó a Su Hijo”, Liahona,sección para los niños, abril de 1992, págs.10–11, arreglo de DeFord, pub. DeFordMusic (flauta travesera: Rachel Miles; oboe:Elizabeth Quigley); “Más santidad dame”,

Himnos, Nº 71, arreglo de Goates, inédito(violoncelo: Julia Marshall); “Firmes creceden la fe”, Himnos, Nº 166, arreglo del con-trapunto de Webb.

LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA ADISPOSICIÓN DEL PÚBLICOLas grabaciones de las sesiones de la confe-rencia están a disposición del público en va-rios idiomas en www.lds.org. En los centrosde distribución, por lo general, se podránconseguir las grabaciones de las sesiones dela conferencia dos meses después de ésta.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIA EN INTERNETPara tener acceso a los discursos de la con-ferencia en varios idiomas, por medio de in-ternet, vaya a www.lds.org. Haga clic en“Gospel Library” y después en “GeneralConference”. Luego escoja el idioma quedesee.

MENSAJES DE ORIENTACIÓN FAMILIAR Y DE LAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de la orientación familiar yde las maestras visitantes, sírvase seleccionaruno de los discursos que mejor satisfaga lasnecesidades de las personas a las que visite.

EN LA CUBIERTAFrente: Fotografía por Craig Dimond. Atrás:Fotografía por Christina Smith.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas escenas de la conferencia general enSalt Lake City las tomaron Craig Dimond,Welden C. Andersen, John Luke, MatthewReier, Christina Smith, Les Nilsson, ScottDavis, Lindsay Briggs, Rod Boam, AlphaSmoot, Cody Bell, Mark Weinberg, DeannaVan Kampen y Michael Sandberg; enArgentina, Javier Coronati; en Brasil,Laureni Ademar Fochetto; en Fiji, TalatMehmood; en México, Shelem Castañeda yCarlos Israel Gutiérrez; en Polonia, BevRobison; en Rumania, Cody Holmes; y enRusia, Vasiliy Grachev Kharlamova.

Resumen de la Conferencia General Anualnúmero 179

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LOS DISCURSANTES PORORDEN ALFABÉTICOAndersen, Neil L., 78Ballard, M. Russell, 31Bednar, David A., 97Christofferson, D. Todd, 19Cook, Mary N., 117Cook, Quentin L., 34Costa, Claudio R. M., 56Dalton, Elaine S., 120Dibb, Ann M., 114Edgley, Richard C., 53Eyring, Henry B., 23, 63Hales, Robert D., 7Holland, Jeffrey R., 86Lifferth, Margaret S., 11Monson, Thomas S., 4, 67,

89, 112, 123Neider, Michael A., 14Nelson, Russell M., 46Oaks, Dallin H., 93Packer, Allan F., 17Packer, Boyd K., 49Pearson, Kevin W., 38Perry, L. Tom, 109Pino, Rafael E., 41Scott, Richard G., 43Snow, Steven E., 81Stevenson, Gary E., 101Teixeira, José A., 104Thompson, Barbara, 83Uchtdorf, Dieter F., 27,

59, 75Watson, F. Michael, 106

ÍNDICE DE TEMASActivación, 14, 63Adicción, 7Adversidad, 19, 23, 41, 89Albedrío, 104Aprendizaje, 31Ayuno, 46Cambio, 81Conferencia General, 112Consuelo, 41Convenios, 19, 97Dedicación, 59Deuda, 7Discipulado, 75Distracciones, 59Doctrina, 34Duda, 38Egoísmo, 93Ejemplo, 11, 114, 117Empleo, 53Enseñanza, 11Escrituras, estudio de las, 67Esperanza, 75, 81, 89Espíritu Santo, 17, 19, 104Experiencia, 31Expiación, 34, 86, 117Familia, 83, 101Familias eternas, 43Fe, 19, 38, 41, 49, 81, 83Fondo Perpetuo para la

Educación, 4Gozo, 89Hermandad, 53, 63Historia, 31Hogar, 101Humildad, 23, 46Jesucristo, 46, 75, 78, 86Juzgar, 34, 123

Mujeres Jóvenes, 114Noche de hogar, 56Obediencia, 19, 38, 106Obra misional de los

miembros, 109Obra misional, 4, 109Oración, 46, 67, 112Paciencia, 75Palabra de Sabiduría, 49Perseverancia, 89Perspectiva, 81Pioneros, 78Pornografía, 112Preparación, 43, 120Prioridades, 59Profetas, 81, 104, 106Progreso Personal, 114Protección, 97Pureza, 120Respeto, 11, 34Responsabilidad, 49, 56,

109Revelación, 17Reverencia, 11Sacerdocio Aarónico, 14, 49Sacerdocio, 56, 63Sacerdocio, bendiciones

del, 67Sacerdocio, quórumes del,

14, 53Sacrificio, 93Servicio, 23, 53, 63, 83, 93Soledad, 86Templos, 4, 43, 97, 101, 112Testimonio, 17, 31, 78Valor, 123Virtud, 117, 120, 123Vivir providente, un, 7

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LIAHONA Mayo de 2009 Vol. 33, Número 5 04285-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Thomas S. Monson, Henry B. Eyring, Dieter F. UchtdorfEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. RussellBallard, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R.Holland, David A. Bednar, Quentin L. Cook, D. ToddChristofferson, Neil L. AndersenEditor: Spencer J. CondieAsesores: Gary J. Coleman, Kenneth Johnson, Yoshihiko Kikuchi, W. Douglas ShumwayDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial: Victor D. CaveEditor principal: Larry HillerDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliars: Jenifer L. Greenwood,Adam C. OlsonEditores adjunto: Ryan CarrEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redacción: David A. Edwards, Matthew D.Flitton, LaRene Porter Gaunt, Carrie Kasten, Annie Jones,Jennifer Maddy, Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J.Odekirk, Judith M. Paller, Joshua J. Perkey, Chad E. Phares,Jan Pinborough, Richard M. Romney, Don L. Searle, JanetThomas, Paul VanDenBerghe, Julie WardellSecretaria principal: Laurel TeuscherDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. Arroyo,Collette Nebeker Aune, Howard G. Brown, Julie Burdett,Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, KimFenstermaker, Kathleen Howard, Eric P. Johnsen, DeniseKirby, Scott M. Mooy, Ginny J. NilsonAsuntos previos a la impresión: Jeff L. MartinDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Randy J. BensonCoordinación de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, bisiama, búlgaro, camboyano, cebuano, corea-no, croata, checo, chino, danés, esloveno, español, esto-nio, fidji, finlandés, francés, griego, haitiano, hindi,holandés, húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano,japonés, kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés,mongol, noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samo-ano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telu-gu, tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuenciade las publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2009 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.liahona.lds.org.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.“Liahona” © es nombre registrado en la Dirección deDerechos de Autor con el número 252093. Publicaciónregistrada en la Dirección General de Correos número100. Registro del S.P.M. 0340294 características218141210.For readers in the United States and Canada:May 2009 Vol. 33 No. 5. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is$10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixty days’notice required for change of address. Include address labelfrom a recent issue; old and new address must be included.Send USA and Canadian subscriptions to Salt LakeDistribution Center at the address below. Subscription help li-ne: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368

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Mis queridos hermanos y her-manas, al comenzar estaConferencia General Anual

Nº 179, notamos con tristeza la ausen-cia del élder Joseph B. Wirthlin, delQuórum de los Doce Apóstoles.Lamentamos su fallecimiento, lo echa-mos de menos y hacemos extensivonuestro amor a su familia. No tengoduda alguna de que él se encuentratrabajando en esta gran obra del otrolado del velo.

Debido al fallecimiento del élderWirthlin, existe una vacante en elQuórum de los Doce Apóstoles.Después de mucho ayuno y oración,hemos llamado al élder Neil LindenAndersen para llenar esta vacante.

Les presentamos su nombre a uste-des esta mañana para el voto de sostenimiento. Todos aquellos quesientan que pueden sostenerle en este sagrado llamamiento, tengan abien manifestarlo levantando la ma-no. Si alguien desea oponerse, puedemanifestarlo por la misma señal.

Les agradecemos su voto de sostenimiento. El nombre del élderAndersen se incluirá cuando se leanlos nombres de los oficiales de laIglesia esta tarde.

Élder Andersen, le invitamos a tomar su lugar en el estrado con losmiembros del Quórum de los Doce.Esperamos escucharle en la sesión de la conferencia del domingo por la mañana.

Desde que nos reunimos hace seismeses, mis hermanos y hermanas, heviajado a la Ciudad de México con elpresidente Henry B. Eyring y la her-mana Eyring para rededicar el temploallá, que durante muchos meses habíapasado por extensas renovaciones.

La noche antes de la rededicaciónse llevó a cabo un magnífico espec-táculo cultural en el Estadio Azteca.Hubo aproximadamente ochenta ysiete mil espectadores que se aglo-meraron en el estadio al aire libre; yun elenco formado por más de ochomil jóvenes que participaron en elprograma, el cual presentó ochenta

minutos de música, danzas e histo-ria de México.

Al presidente Eyring y a mí nos re-galaron un sarape y un sombrero pa-ra cada uno. Vestido con esasprendas típicas, no pude resistirme acantar al grupo una versión espontá-nea de “Allá en el rancho grande”,que aprendí en la clase de españoldel noveno grado; aunque hoy no lacantaré.

Bienvenidos a la conferenciaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O N

Mis hermanos y hermanas, me complace informarles que la Iglesia está muy bien; la obra del Señor continúaavanzando en forma ininterrumpida.

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA4 d e a b r i l d e 2 0 0 9

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 5

Cada una de las dos sesiones dedica-torias que se realizaron al día siguienteestuvo llena del Espíritu del Señor.

Hace sólo dos semanas, en docesesiones, dedicamos el Templo deDraper, Utah, un magnífico edificioanidado en la ladera de las monta-ñas del sur del Valle del Lago Salado.Hubo unas seiscientas ochenta y cinco mil personas que asistieron alprograma de puertas abiertas, tanto

miembros como otras que no lo son.Más de trescientos sesenta y cinco mil miembros asistieron a las sesionesdedicatorias, incluso las que se trans-mitieron por satélite a varios centrosde estaca. El Espíritu del Señor se hi-zo sentir abundantemente mientrasse dedicaba el templo.

En un futuro cercano, dedicaremosel Templo del Monte Oquirrh, Utah, yluego, en los próximos meses y años

habrá muchas dedicaciones más.Esperamos con anhelo esas ocasio-nes. Hay algo sobre la dedicación deun templo que nos impulsa a revaluarnuestro propio desempeño y a tenerel deseo de mejorar aún más.

Ahora bien, mis hermanos y her-manas, me complace informarles quela Iglesia está muy bien; la obra delSeñor continúa avanzando en formaininterrumpida.

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Tenemos actualmente unos cin-cuenta y tres mil misioneros prestan-do servicio en trescientas cuarenta yocho misiones por todo el mundo.Tomamos muy en serio el mandato delSalvador cuando dijo: “…id, y haceddiscípulos a todas las naciones, bauti-zándolos en el nombre del Padre, y delHijo, y del Espíritu Santo”1. Sentimosprofunda gratitud por las labores denuestros misioneros y por los sacrifi-cios que ellos y su familia hacen paraque puedan prestar servicio.

Además, contamos con innumera-bles voluntarios y misioneros en acti-vidades que no son de proselitismo.Por lo general, se trata de personasmaduras que donan su tiempo y ta-lentos a fin de adelantar la obra delSeñor y de bendecir a los hijos denuestro Padre Celestial. ¡Cuán agra-decidos estamos por los invalorablesservicios que ellos rinden!

El Fondo Perpetuo para laEducación, establecido en 2001, conti-núa avanzando. Desde sus comienzos,ha habido treinta y cinco mil seiscien-tos jóvenes de ambos sexos que sehan matriculado en el programa y se

han capacitado para mejorar sus apti-tudes y sus posibilidades de empleo.Hasta ahora, dieciocho mil novecien-tos han completado la capacitación.En promedio, con los 2,7 años de edu-cación que obtienen, sus ingresos aumentan entre tres y cuatro veces.¡Es una gran bendición la que reciben!En verdad, éste es un programa inspirado.

Mis hermanos y hermanas, lesagradezco su fe y su devoción alEvangelio. Les agradezco el amor yel interés que se demuestran el unoal otro. Les doy las gracias por el ser-vicio que prestan en sus barrios y ra-mas, y en sus estacas y distritos. Eseservicio es lo que permite al Señorlograr Sus propósitos aquí en la tierra.

Les expreso mi gratitud por susbondades para conmigo dondequie-ra que vaya y les agradezco sus ora-ciones en mi favor. He percibido esas oraciones y estoy sumamenteagradecido por ellas.

Ahora, mis hermanos y hermanas,estamos deseosos por escuchar losmensajes que se nos presentarán du-

rante estos dos días, para enseñarnose inspirarnos, y para que tengamosuna determinación renovada de vivirel Evangelio y de servir al Señor. Losque nos hablarán han procurado laayuda y la guía del cielo al prepararsus discursos, y han recibido impre-siones con respecto a lo que compar-tirán con nosotros.

A aquellos de ustedes que son nue-vos en la Iglesia, les damos la bienve-nida. A aquellos que estén luchandocon dificultades o desilusiones o pér-didas, sepan que oramos por ustedes.Nuestro Padre Celestial ama a cadauno de nosotros y conoce nuestrasnecesidades. Que seamos llenos de SuEspíritu al escuchar lo que se nos pre-sente. Ese es mi ruego esta mañana aldar comienzo a esta gran conferencia.Deseo también agregar un cariñosorecuerdo hacia el presidente GordonB. Hinckley, quien me precedió comoPresidente de la Iglesia. Estoy segurode que está sirviendo bien en el otrolado. En el nombre de nuestro Señor ySalvador, Jesucristo. Amén. ■

NOTA1. Mateo 28:19.

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¡Cuán bendecidos somos de serguiados por un profeta vivien-te! Por haberse criado durante

la Gran Depresión, el presidenteThomas S. Monson aprendió a pres-tar servicio a los demás. A menudo sumadre le pedía que llevara comida alos vecinos necesitados, y ella daba al-guno que otro trabajo a hombres sin

hogar a cambio de comidas caseras.Más tarde, siendo joven obispo, él re-cibió esta instrucción del presidente J. Reuben Clark: “Sé bondadoso con lasviudas y cuida de los pobres” (La ense-ñanza: El llamamiento más importan-te, pág. 117). El presidente Monson seencargó de 84 viudas y cuidó de ellashasta que fallecieron. A lo largo de losaños, su servicio a miembros y vecinosde todo el mundo ha sido el sello distintivo de su ministerio. Estamos agradecidos por tener su ejemplo.Gracias, presidente Monson.

Hermanos y hermanas, al igual queel presidente Monson, nuestros hijosse están criando en una época de in-certidumbre económica. Así comonuestros abuelos y bisabuelos apren-dieron lecciones esenciales debido a laadversidad económica, lo que apren-damos ahora, en las circunstancias ac-tuales, nos bendecirá a nosotros y anuestra posteridad en las generacio-nes futuras.

Hoy me dirijo a todos aquellos

cuya libertad de elección se ha vistoreducida por los efectos desacertadosde las decisiones del pasado; me re-fiero específicamente a las decisionesque han conducido a la deuda excesi-va y a las adicciones a comida, drogas,pornografía y otros hábitos de pensa-miento y de acción que disminuyennuestro sentido de autoestima. Todosestos excesos nos afectan individual-mente y debilitan nuestras relacionesfamiliares. Por supuesto, a fin de pro-veer de lo necesario para la familia, tal vez sea necesario contraer algunasdeudas para la educación formal, unacasa modesta o un automóvil sencillo.Sin embargo, lamentablemente, se in-curre en deudas adicionales cuandono controlamos nuestros deseos e im-pulsos adictivos. La solución promete-dora es la misma, tanto para la deudacomo para la adicción: Debemos vol-vernos al Señor y seguir Sus manda-mientos. Debemos desear más quenada cambiar nuestra vida para salirdel ciclo de la deuda y de nuestrosdeseos desmedidos. Ruego que en lossiguientes minutos, y a lo largo de laconferencia, sean llenos de esperanzaen nuestro Salvador Jesucristo y en-cuentren esperanza en las doctrinasde Su evangelio restaurado.

Nuestros desafíos, incluso los quegeneramos por nuestras propias deci-siones, son parte de nuestra pruebaen la tierra. Permítanme asegurarlesque su situación no está más allá delalcance de nuestro Salvador. Por me-dio de Él, cada lucha nos servirá deexperiencia y será para nuestro bien(véase D. y C. 122:7). Cada tentaciónque superemos es para fortalecernosy no para destruirnos. El Señor nuncapermitirá que suframos más de lo quepodamos resistir (véase 1 Corintios10:13).

Debemos recordar que el adversa-rio nos conoce muy bien; él sabe dón-de, cuándo y cómo tentarnos. Sisomos obedientes a las impresionesdel Espíritu Santo, podemos aprendera reconocer las trampas del adversa-rio. Antes de ceder a la tentación, de-bemos aprender a decir con firmedeterminación: “¡Quítate de delante

Seamosproveedoresprovidentestemporal yespiritualmenteÉ L D E R R O B E R T D. H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

Si vivimos de manera providente, podemos proveer paranosotros mismos y para nuestra familia, y también seguir el ejemplo del Salvador de servir y bendecir a los demás.

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de mí, Satanás!” (Mateo 16:23).Nuestro éxito nunca se mide por

la intensidad con la que seamos ten-tados, sino por la fidelidad de nues-tra reacción. Debemos pedir ayuda a nuestro Padre Celestial y buscar lafortaleza por medio de la expiaciónde Su Hijo Jesucristo. Tanto en losasuntos temporales como espiritua-les, el obtener esta ayuda divina nos permite ser proveedores provi-dentes para nosotros mismos y para los demás.

¿Qué es un proveedor providente?Todos nosotros tenemos la respon-

sabilidad de proveer para nosotrosmismos y para nuestra familia tantoen el aspecto temporal como en el es-piritual. A fin de proveer de maneraprovidente, debemos poner en prácti-ca los principios de un vivir providen-te: el vivir alegremente dentro denuestras posibilidades, estar conten-tos con lo que tenemos, evitar la deu-da excesiva, ahorrar con diligencia yprepararnos para emergencias impre-vistas. Si vivimos de manera providen-te, podemos proveer para nosotrosmismos y para nuestra familia, y

también seguir el ejemplo del Salvadorde servir y bendecir a los demás.

Al ser proveedores providentes, de-bemos guardar el mandamiento másbásico: “no codiciarás” (Éxodo 20:17).El mundo está lleno de sentimientosde reclamo de derechos. A algunosnos da vergüenza, pena o nos senti-mos inferiores si nuestra familia no tiene todo lo que nuestros vecinos tie-nen; como consecuencia, nos endeu-damos para comprar artículos que noestán a nuestro alcance, y cosas que enverdad no necesitamos. Al hacer eso,llegamos a ser pobres temporal y espi-ritualmente. Nos deshacemos de unaporción de nuestro valioso y preciadoalbedrío y nos colocamos en una servi-dumbre que nosotros mismos nos hemos impuesto. El dinero que podría-mos haber utilizado para atendernos anosotros mismos y a los demás ahoradebe emplearse para pagar nuestrasdeudas. Lo que sobra por lo general essólo lo suficiente para cubrir nuestrasnecesidades físicas más básicas. Al viviren ese nivel de subsistencia nos depri-mimos, disminuye nuestra autoestimay se debilita la relación que tenemos

con familiares, amigos, vecinos y elSeñor. No disponemos de tiempo,energía ni interés para procurar lascosas espirituales.

Entonces, ¿cómo evitamos y supe-ramos los hábitos de deuda y adiccióna las cosas temporales y mundanas?Permítanme compartir con ustedesdos lecciones de un vivir providenteque podrían ser de ayuda para cadauno de nosotros. Esas lecciones, jun-to con muchas otras importantes lec-ciones de mi vida, me las enseñó miesposa, mi compañera eterna. Esaslecciones se aprendieron durante dosocasiones diferentes de nuestro ma-trimonio: ambas cuando quería com-prarle a ella un regalo especial.

La primera lección la aprendí cuan-do de recién casados contábamos conmuy poco dinero. Yo estaba en la fuer-za aérea y no habíamos pasado esaNavidad juntos. Me encontraba en unaasignación en el extranjero; al regresara casa, vi un hermoso vestido en el es-caparate de una tienda y le sugerí a miesposa que si le gustaba, lo compraría-mos. Mary fue al vestidor y, despuésde unos minutos, la dependienta salió,pasó cerca de donde yo estaba, y vol-vió a poner el vestido en el escaparate.Al salir de la tienda, pregunté: “¿Quépasó?”. Ella contestó: “¡Era un lindovestido, pero no tenemos dinero paracomprarlo!” Esas palabras me pene-traron el corazón. He aprendido quelas dos palabras más amorosas son:“Te amo” y las cinco palabras que re-presentan más cariño por aquellos aquienes amamos son: “No tenemosdinero para comprarlo”.

La segunda lección la aprendí va-rios años después cuando estábamosmás económicamente estables. Seacercaba nuestro aniversario de bodasy le quería comprar a Mary un elegan-te abrigo para demostrarle mi amor yaprecio por los muchos años felicesque habíamos pasado juntos. Al pre-guntarle lo que opinaba del abrigoque tenía pensado comprarle, su res-puesta, una vez más, me penetró elcorazón y la mente. “¿Y cuándo me lopondría?”, preguntó. (En ese enton-ces, ella era presidenta de la Sociedad

São Paulo, Brasil

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de Socorro de barrio y prestaba soco-rro a las familias necesitadas.)

Entonces me enseñó una leccióninolvidable. Me miró a los ojos y dul-cemente preguntó: “¿Lo vas a comprarpor mí o por ti?”. En otras palabras,preguntaba: “¿Es el propósito de esteregalo para demostrarme tu amor opara demostrarme que eres un buenproveedor, o para probarle algo almundo?”. Medité en su pregunta yme di cuenta de que estaba pensan-do menos en ella y en nuestra familia,y más en mí.

Después de eso, tuvimos una seriay trascendental conversación sobreun vivir providente y ambos decidi-mos que utilizaríamos mejor nuestrodinero si pagábamos la hipoteca de lacasa y ahorrábamos para el fondo es-colar de nuestros hijos.

Esas dos lecciones son la esenciade un vivir providente. Al enfrentar la decisión de comprar, consumir oparticipar de cosas y actividades mun-danas, todos debemos aprender a decirnos unos a otros: “¡No tenemosdinero para comprarlo, aunque loqueramos!” o, “¡Podemos comprarlo,pero no lo necesitamos, y en reali-dad, ni siquiera lo queremos!”.

Hay un principio igual de impor-tante en estas lecciones: Podemosaprender mucho al comunicarnoscon nuestros esposos y esposas. Aldeliberar y trabajar unidos en los con-sejos familiares, podemos ayudarnosmutuamente a llegar a ser proveedo-res providentes y también enseñar a nuestros hijos a vivir de maneraprovidente.

La base de un vivir providente es la ley del diezmo. El propósitofundamental de esta ley es ayudarnosa desarrollar la fe en nuestro PadreCelestial y en Su Hijo Jesucristo. Eldiezmo nos ayuda a superar nuestrosdeseos por las cosas de este mundoy voluntariamente hacemos sacrifi-cios por los demás. El diezmo es lagran ley equitativa, ya que no impor-ta cuán ricos o pobres seamos, todospagamos la misma décima parte denuestro interés anualmente (véaseD. y C. 119:4) y todos recibimos

bendiciones tan grandes “hasta quesobreabunde[n]” (Malaquías 3:10).

Además de nuestros diezmos, debe-mos también ser un ejemplo en el pa-go de nuestras ofrendas de ayuno. Unaofrenda de ayuno es por lo menos elcosto de las dos comidas consecutivasen las cuales “ayunamos” cada mes. Alno participar de esas dos comidas, nosacercamos al Señor en humildad y ora-ción y también participamos al contri-buir de manera anónima para bendecira nuestros hermanos y nuestras her-manas de todo el mundo.

Otra manera importante de ayudara nuestros hijos a aprender a ser pro-veedores providentes es al establecerun presupuesto familiar. En las reu-niones de consejo familiar debemosrepasar con regularidad nuestro “plan

familiar de ingresos, ahorros y gas-tos”. Eso enseñará a nuestros hijos areconocer la diferencia que existe en-tre los deseos y las necesidades y elplanear de antemano el uso sensatode los recursos familiares.

Cuando nuestros hijos eran peque-ños, llevamos a cabo un consejo fami-liar y fijamos la meta de tomar unas“vacaciones de ensueño” en el ríoColorado. Cuando cualquiera de no-sotros quería comprar algo durante elaño siguiente, nos preguntábamos eluno al otro: “¿En verdad queremoscomprar eso ahora, o queremos to-mar las vacaciones de ensueño des-pués?”. Esa fue una maravillosaexperiencia de aprendizaje al elegirun vivir providente. Al no satisfacertodo deseo inmediato, obtuvimos la

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recompensa más deseable de unidadfamiliar y de agradables recuerdos du-rante los años posteriores.

Cuando tengamos el deseo de ex-perimentar o poseer algo que vaya a afectarnos a nosotros o a nuestrosrecursos, tal vez debamos preguntar-nos: “¿Es el beneficio temporal, o ten-drá valor y trascendencia eternos?”. Elresponder a esas preguntas con sin-ceridad nos ayudará a evitar la deudaexcesiva y otra conducta adictiva.

Al procurar superar la deuda y laconducta adictiva, debemos recordarque la adicción es el deseo del hom-bre natural y que nunca se satisfará;es un apetito insaciable. Cuando so-mos adictos, buscamos esas posesio-nes mundanas o placeres físicos queparecen atraernos, pero, como hijosde Dios, nuestra más profunda año-ranza, y lo que realmente debemosbuscar es lo que sólo Dios puedeproporcionar: Su amor, Su sentimien-to de valía, Su seguridad, Su confian-za, Su esperanza en el futuro y laseguridad de Su amor, que nos brin-da gozo eterno.

Debemos desear, más que cual-quier otra cosa, hacer la voluntad denuestro Padre Celestial y proveer demanera providente para nosotrosmismos y para los demás. Debemosdeclarar, así como lo hizo el padredel rey Lamoni: “…abandonaré todosmis pecados para conocerte” (Alma22:18). Entonces podremos ir a Élcon firme determinación y prome-terle: “Haré lo que sea necesario”.Por medio de la oración, del ayuno,de la obediencia a los mandamien-tos, de las bendiciones del sacerdo-cio y de Su Sacrificio Expiatorio,sentiremos Su amor y poder ennuestra vida. Recibiremos Su guía yfortaleza espiritual mediante las im-presiones del Espíritu Santo. Sólopor medio de la expiación de nues-tro Señor podemos obtener un po-tente cambio en el corazón (véaseMosíah 5:2; Alma 5:14) y experimen-tar un potente cambio en nuestraconducta adictiva.

Con todo el amor que llevo en miinterior, y con el amor del Salvadorque se expresa por medio de mí, les

invito a venir a Él y a escuchar Suspalabras: “Por lo tanto, no gastéis dinero en lo que no tiene valor, nivuestro trabajo en lo que no puedesatisfacer. Escuchadme diligentemen-te, y recordad las palabras que he hablado; y venid al Santo de Israel y saciaos de lo que no perece ni sepuede corromper” (2 Nefi 9:51).

Testifico que el apetito de poseercosas mundanas sólo se puede supe-rar si nos volvemos al Señor. El ham-bre de la adicción sólo se puedereemplazar con nuestro amor por Él.Él está presto para ayudarnos a cadauno de nosotros. “No temáis”, dijo,“porque sois míos, y yo he vencido al mundo” (D. y C. 50:41).

Expreso mi testimonio especial deque por medio de la Expiación Él havencido todas las cosas. Ruego quecada uno de nosotros supere las ten-taciones mundanas al venir a Él y lle-gar a ser proveedores providentestanto temporal como espiritualmentepara nosotros mismos y para los de-más, es mi humilde oración, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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En el último capítulo de Juanleemos de un intercambio muytierno que hubo entre Pedro

y el Cristo resucitado; tres veces elSalvador pregunta: “Simón, hijo deJonás, ¿me amas más que éstos?”, y cada vez, cuando Pedro le asegura alSalvador de su amor, Jesús “le dijo:“Apacienta mis corderos… Pastoreamis ovejas”1.

En el mundo de hoy existe unagran necesidad de nutrir las almas delos niños y de la juventud con “aguaviva”2 y con el “pan de vida”3. Al igualque Pedro, nosotros también ama-mos al Señor, por eso los padres y los líderes de hoy trabajan diligente-mente para inculcar en cada corazónun testimonio de Jesucristo y de Suevangelio. Enseñamos en nuestroshogares, en entornos misionales, en

los salones sacramentales y las aulasde nuestras capillas. Nos preparamose invitamos al Espíritu para que estécon nosotros; pero para ser verdade-ramente capaces de apacentar a Suscorderos y nutrir a Sus ovejas con untestimonio y con el Espíritu, debe-mos cultivar también en nuestros ho-gares y en nuestras aulas el respetomutuo y la reverencia hacia Dios.

Hoy hago un llamado a los padres,maestros y líderes para trabajar juntospara enseñar, ejemplificar y fomentarlas normas de respeto y reverenciaque fortalecerán a nuestros niños y anuestra juventud e invitará el espíritude adoración en nuestros hogares yen nuestras capillas.

Permítanme sugerir que nuestrahabilidad y credibilidad para serejemplos de reverencia hacia Dios se fortalece a medida que demostra-mos respeto mutuo. En la sociedadde hoy en día, las normas de decoro,de dignidad y cortesía están siendoasediadas por doquier y por todos losmedios de comunicación. Como pa-dres y líderes, nuestros ejemplos derespeto hacia los demás son funda-mentales para nuestros jóvenes y pa-ra nuestros niños, puesto que ellosno sólo observan los medios de co-municación, ¡sino que también nosobservan a nosotros! ¿Somos losejemplos que deberíamos ser?

Preguntémonos: ¿Soy un ejemplode respeto en mi hogar en la forma enla que trato a las personas a quienes

más quiero? ¿Cómo me comportodurante los eventos deportivos? Si mi hijo tiene un desacuerdo con unmaestro, entrenador o amigo, ¿escu-cho ambas versiones de la situación?¿Muestro respeto por la propiedadde los demás y cuido también de lamía? ¿Cómo les respondo a las perso-nas con las que estoy en desacuerdoen temas de religión, estilo de vida o política?

Si los padres y los líderes dan elejemplo y enseñan el respeto hacialos demás, reafirmamos en el corazónde nuestros hijos que cada uno de no-sotros es, en verdad, un hijo de Dios,y que todos somos hermanos y her-manas por la eternidad. Nos concen-traremos en las cosas que tenemos encomún, en las cualidades del corazónque unen a la familia de Dios, en vezde nuestras diferencias.

El respeto por los demás y la reve-rencia hacia Dios van de la mano; ambos se basan en la humildad y elamor. El presidente David O. McKaydijo que “la reverencia es un respetoprofundo mezclado con amor”4; y elélder L. Tom Perry enseñó que “…lareverencia [es] …una actitud de res-peto y veneración hacia la Deidad”5.Los niños de la Primaria aprenden eseconcepto al cantar una de las estrofasde una canción de la Primaria:

La reverencia es más que estarquietos;

es recordar al Señor,ver las bendiciones del Padre en los

cielos;es un sentimiento de amor 6.

Sin embargo, la conducta reveren-te no es una tendencia natural para lamayoría de los niños; es una cualidadque los padres y los líderes enseñanpor medio del ejemplo y de la instruc-ción. Debemos tener presente que sila reverencia está basada en el amor,también lo está la enseñanza de ésta.El uso de la severidad en nuestra en-señanza no produce reverencia, sinoresentimiento. Así que empiecen atemprana edad y tengan expectativasrazonables. Un niño pequeño puede

El respeto y la reverenciaM A R G A R E T S . L I F F E R T HPrimera Consejera de la Presidencia General de la Primaria

Debemos cultivar… en nuestros hogares y en nuestras aulasel respeto mutuo y la reverencia hacia Dios.

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aprender a cruzar los brazos y a prepararse para la oración; pero re-quiere tiempo, paciencia y constancia.Recordemos que no sólo estamos en-señando a los niños su primera lec-ción de reverencia, sino que el niñoquizás esté dominando sus primeraslecciones de autodisciplina.

Ese proceso de enseñanza y auto-disciplina continúa línea por línea yprecepto por precepto. Por lo tanto,un niño aprende a ser reverente du-rante las oraciones y la Santa Cena; sesienta con sus padres durante la reu-nión. Tras eso, se cría en lecciones deautodisciplina al aprender más tarde a ayunar, a obedecer la Palabra deSabiduría, a tomar buenas decisionesal navegar el internet y a guardar la ley de castidad. Cada uno progresa-mos en habilidad así como en enten-dimiento. Bendecimos a nuestrosniños y jóvenes a medida que les da-mos el ejemplo, les enseñamos y los

alentamos mediante ese proceso, ya que el autodominio no sólo es elorigen del autorrespeto, sino que es esencial para invitar al Espíritu a enseñar, confirmar y testificar.

Recuerdo un discurso que el presidente Boyd K. Packer dio en unaconferencia hace casi veinte años titu-lado: “La reverencia invita la revela-ción”7. Esa frase ha permanecido enmi corazón todos estos años. Me re-cuerda que debemos crear en nuestrocorazón, en nuestro hogar y en nues-tras reuniones lugares de reverenciaque inviten al Espíritu a consolar,guiar, enseñar y testificar, porquecuando el Espíritu le testifica a cadauno de nosotros que Dios es nuestroPadre y que Jesucristo es nuestroSalvador, ésa es la revelación que invi-tará la verdadera reverencia que nacedel amor y del profundo respeto.

De modo que, como padres y líde-res, ¿qué podemos hacer? Podemos

ser ejemplos de reverencia al orar humildemente, al utilizar las palabrasadecuadas para la oración y decir losnombres de la Deidad debidamente.Podemos tratar las Escrituras con res-peto y enseñar con convicción la doc-trina que contienen.

La reverencia aumentará a medidaque enseñemos el respeto debido nosólo por las Autoridades Generales, sino también por los líderes del sacer-docio y de las organizaciones auxilia-res locales. Mi presidente de estaca ha sido un buen amigo durante másde treinta años y, como tal, nos he-mos llamado por nuestro nombre de pila; pero como él sirve en un lla-mamiento de liderazgo del sacerdocio—en público y ciertamente en el en-torno de la Iglesia— hago un esfuerzoconsciente por referirme a él como“Presidente Porter”. El enseñar anuestros niños y jóvenes que lo co-rrecto es que nos dirijamos a nuestros

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líderes tratándoles como presidente,obispo, hermano y hermana fomentael respeto y la reverencia. También lesenseña la verdad de que los líderesson llamados por Dios y se les han dado responsabilidades sagradas.

Como padres y líderes, debemosdar el ejemplo de un comportamien-to reverente en nuestras reuniones de la Iglesia. Las capillas proporcio-nan lugares para muchas funcionesdiferentes, pero el domingo son luga-res de adoración. Nos congregamospara renovar los convenios que sana-rán nuestra alma. Vamos a aprender ladoctrina y a fortalecer el testimonio.Los misioneros llevan a sus investiga-dores. Sólo en una actitud de reve-rencia puede el Espíritu confirmar la verdad del Evangelio por medio de la palabra de Dios, la música, eltestimonio y la oración.

Somos gente amigable y nos que-remos los unos a los otros, pero la reverencia aumentará si los tratos so-ciales y las conversaciones se llevan a cabo en los pasillos, y si la reuniónsacramental empieza con el preludiomusical y no con la primera oración.Fomentamos la reverencia al sacar delsalón sacramental a un niño que lloray buscar un cuarto donde podamosseguir escuchando la reunión hastaque el bebé se calme o el niño inquie-to se tranquilice. La reverencia incluyeapagar el teléfono celular [móvil] y elBlackBerry. El mandar mensajes detexto o leer correos electrónicos enuna reunión de la Iglesia no sólo esirreverente, sino que distrae e indicauna falta de respeto hacia los que nosrodean; por lo tanto, damos ejemplosde reverencia al participar de la reu-nión, al escuchar a los discursantes yal cantar juntos los himnos de Sión.

Los maestros de la Primaria, de laEscuela Dominical y de los programasde los jóvenes tienen oportunidadesúnicas de enseñar el respeto y la reve-rencia y dar el ejemplo de ello.Permítanme ofrecer algunas ideas.

Primero, amen a todos los que es-tén en su clase. A menudo, el niñomás inquieto es el que más necesitanuestro amor.

Tómense el tiempo de explicar loque es la reverencia y la razón por laque es importante. Muestren una ilus-tración del Salvador. Definan el tipode comportamiento que es aceptable,y luego sean amorosos y constantes al fomentarlo y al esperar que lo demuestren.

Estén preparados. No preparen sólo el material, sino prepárense tam-bién ustedes para enseñar con elEspíritu. Muchos problemas de reve-rencia se pueden atenuar con una lección bien preparada en la que losalumnos participen.

Hablen con los padres que tenganhijos con discapacidades para deter-minar una expectativa razonable parasu hijo o hija porque cada niño mere-ce la oportunidad de progresar.

Utilicen los recursos del barrio paraobtener ayuda. A menudo, si hay unproblema de reverencia con los niñoso con la juventud, hay un problema dereverencia en el barrio. Lleven sus pre-ocupaciones ante el consejo de barrio,donde los líderes pueden trabajar jun-tos para aumentar el respeto y la reve-rencia en todos los niveles8.

Hace algunos años, el presidentePacker prometió las bendiciones delSeñor a los que adoraran con reveren-cia. De seguro esas promesas se apli-can hoy: “Aun cuando no veamos una

transformación inmediata ni milagro-sa, como que vive el Señor, seremostestigos de una muy apacible. Creceráel poder espiritual en la vida de todomiembro y de la Iglesia en general. El Señor derramará Su Espíritu másabundantemente sobre nosotros.Estaremos menos perturbados y con-fusos. Se nos revelarán respuestas a nuestros problemas personales y familiares…”9.

Creo en las promesas de un profe-ta. Sé que tengo un amoroso PadreCelestial y que Su Hijo Jesucristo esmi Salvador. Ruego que el aumentode nuestra reverencia refleje el pro-fundo amor que tenemos hacia Ellos y mejore nuestros esfuerzos por apa-centar a Sus ovejas. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Juan 21:15–17.2. Véase Juan 4:10–14.3. Juan 6:48.4. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: David O. McKay, 2004, pág. 33.5. L. Tom Perry, “Los pacíficos discípulos de

Cristo”, Liahona, enero de 1990, pág. 80.6. “La reverencia es amor”, Canciones para

los niños, Nº 12.7. Véase Boyd K. Packer, “La reverencia invita

la revelación”, Liahona, enero de 1992,págs. 23–25.

8. La enseñanza: El llamamiento más impor-tante, págs. 83–93.

9. Véase Boyd K. Packer, “La reverencia invitala revelación”, Liahona, enero de 1992,pág. 25.

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Me encantan estas palabras del profeta Nefi: “…porquecuando un hombre habla por

el poder del Santo Espíritu, el poderdel Espíritu Santo lo lleva al corazónde los hijos de los hombres”1. Mi rue-go es que el poder del Espíritu Santolleve mi mensaje a sus corazones.

Me permito representar a los po-seedores del sacerdocio de la Iglesiapara expresar gratitud a los líderes de la Iglesia y a la presidencia general delas Mujeres Jóvenes por haber añadi-do recientemente la virtud como un valor destacado para las mujeres

jóvenes. Al escuchar a las jóvenes dela Iglesia recitar el lema de las MujeresJóvenes, se fortalecen mi deseo y micompromiso de ser virtuoso y santo.Como poseedores del santo sacerdo-cio, debemos procurar que las herma-nas no sean los únicos ejemplos devirtud.

En la sección 38 de Doctrina yConvenios, el Señor nos ha mandadoa cada uno de nosotros que seamosvirtuosos: “…y estime cada hombre asu hermano como a sí mismo, y pon-ga en práctica la virtud y la santidaddelante de mí”2.

Hoy deseo hablarles de los princi-pios revelados por Dios sobre losquórumes y de la dirección inspiradade los profetas de los últimos días res-pecto al Sacerdocio Aarónico. Invito a los jóvenes de 12 a 18 años y a suspresidencias de quórum a escuchar,ya que analizaremos pasajes de lasEscrituras que el Señor ha dirigido austedes. También invito a los padres y a los demás líderes del sacerdocio a escuchar para que comprendan me-jor la forma en que los quórumes lesayudan a fortalecer y a preparar a loshijos de Dios.

Para comenzar, deseo recalcar elprincipio de estudiar o de obtener la

palabra de Dios. He aprendido delejemplo de mi esposa Rosemary quedebemos convertirnos en estudiantesdedicados. Como muchos de ustedes,mi esposa estudia con regularidad lasEscrituras y otros buenos libros. Ella es estudiosa de los mandamientos deDios, del éxito matrimonial, de la crian-za adecuada de los hijos y de la buenasalud. A menudo me entrega un librocon una sonrisa y dice: “Toma, sólo tie-nes que leer las partes subrayadas”; y siel libro es sobre el matrimonio, le son-río y le doy las gracias.

Hermanos, debemos ser estudio-sos fervientes de los principios revela-dos del sacerdocio y de los quórumes.Nuestro objetivo es emplear correcta-mente la dirección inspirada de Dios yde Sus profetas, optimizar las virtudesy bendiciones del quórum, y fortalecera los jóvenes y a sus familias. La tareadel quórum es aumentar la fe enCristo, preparar y salvar a los jóve-nes, y eliminar los errores y la pere-za al aplicar la voluntad de Dios. Alprocurar obtener de Dios sabiduría,estudiemos también los principiosrevelados sobre los quórumes.

El presidente Monson ha enseñadoque “la enseñanza de principios bási-cos es imperiosa. Para comprendermejor nuestra labor y oportunidad…[y] a fin de merecer el discernimientodel Espíritu, [los líderes del sacerdo-cio] deben cumplir su tarea”3.

El presidente Stephen L Richardsenseñó que un quórum es una clase,una fraternidad y una unidad de servi-cio: Una clase donde al joven se le en-seña el evangelio de Jesucristo; unafraternidad donde podemos fortale-cernos, edificarnos, elevarnos y her-manarnos unos a otros; y una unidadpara brindar servicio a los miembrosdel quórum y a los demás4.

Doctrina y Convenios es una fuen-te significativa y abundante de losprincipios revelados sobre los quóru-mes. Por ejemplo, el versículo 85 de lasección 107 instruye al presidente delquórum de diáconos sobre la formade ministrar a los miembros del quó-rum: “Y además, de cierto os digo, el deber del presidente del oficio

Los principiosrevelados sobrelos quórumesM I C H A E L A . N E I D E RRecientemente relevado como Segundo Consejero de la Presidencia General de los Hombres Jóvenes

Sigamos adelante con fe, confianza y virtud, sirviendo conCristo para ayudar a salvar a nuestra familia y a todos loshijos de nuestro Padre Celestial.

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de diácono es presidir a doce diáco-nos, sentarse en concilio con ellos yenseñarles sus deberes, edificándoseel uno al otro conforme a lo indicadoen los convenios”5.

Los líderes de la Iglesia nos han enseñado, y hemos sentido la invita-ción del Espíritu, a utilizar preguntasinspiradas por el Espíritu para apren-der sobre Dios y conocer Su voluntadreferente a nosotros6.

Invito a las presidencias de quó-rum a hacerse las siguientes pregun-tas y a tratar de encontrar otras que elEspíritu les inspire: ¿Qué hace el pre-sidente de un quórum del SacerdocioAarónico para presidir un quórum?¿Cuáles son sus responsabilidades?¿Qué debe hacer al sentarse en conci-lio con los miembros del quórum?¿Cómo y cuándo enseña? ¿Cuáles sonlos convenios que se mencionan enlas Escrituras? ¿Qué deben hacer elasesor del quórum y el miembro delobispado para ayudar al presidente ensus responsabilidades y en el uso delas llaves de la presidencia?”

Hermanos, al estudiar estos versícu-los y los manuales, les vendrán otraspreguntas al corazón; por ejemplo:¿Funciona mi quórum de acuerdo con lo que describe el Señor en lasEscrituras? Si no es así, ¿por qué no?

¿Qué debo hacer para implementaradecuadamente en mi quórum losprincipios revelados sobre los quóru-mes? A medida que una presidenciaore en busca de ayuda y guía, elEspíritu, el obispado, los asesores y elquórum le ayudarán; y además debenasegurarse de utilizar con regularidadlos manuales inspirados de la Iglesia.

Muchos presidentes de quórum yotros líderes en todo el mundo handescubierto que se puede lograr y esperar mucho más de las presiden-cias de los quórumes del SacerdocioAarónico y de sus respectivos quóru-mes cuando dichas presidencias ejer-cen su ministerio en el barrio o larama7. De ese modo, los jóvenes de las presidencias de quórum ejercenmás su liderazgo, mientras que los ase-sores emplean más tiempo en apoyar y en capacitar en cuanto a liderazgo8.Al concentrarnos en las responsabili-dades del quórum, por lo general au-menta la frecuencia de las reunionesde presidencia de quórum habitualespara tener una mejor preparación yoportunidades de liderazgo. Los líde-res de quórum hallarán que cada quó-rum del Sacerdocio Aarónico debereunirse por separado tras los ejerci-cios de apertura generales del sacerdo-cio para recibir instrucción acorde a su

edad y gozar de más oportunidades deliderazgo en el quórum. Si alguna vezse combinan quórumes, debe conside-rarse como algo provisional.

El Señor y las AutoridadesGenerales nos han proporcionadomuchas ayudas para facilitarnos la la-bor de los quórumes del SacerdocioAarónico, incluso la poderosa ora-ción de fe, el ayuno, el estudio de lasEscrituras, el librito Para la fortalezade la juventud, Mi deber a Dios, elmanual de instrucción del quórum yPredicad Mi Evangelio como mate-rial de consulta, además de diversasactividades y el escultismo. El escultis-mo se utiliza en los Estados Unidos,en Canadá y en otros lugares delmundo donde lo aprueben los líderesdel sacerdocio9. Las presidenciasaprenden a emplear y utilizan estosinstrumentos en el quórum y en susactividades del modo que lo indiquenlos líderes del sacerdocio y el Espíritu,y de forma que satisfagan las necesi-dades de cada miembro del quórum yque fomenten la hermandad, la reten-ción, la obra misional y la diversión.

Al revisar los materiales proporcio-nados para el uso de los quórumesdel Sacerdocio Aarónico, notamosque se espera que el quórum ayude a los padres a fortalecer a sus hijos

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espiritualmente y en todos los demásaspectos de su carácter, sus activida-des y su vida personal. A medida quese utilicen estos principios e instru-mentos relativos al quórum con plani-ficación y sabiduría, y se ejercite la fe,se producirán milagros.

Abundan los ejemplos de líderesjóvenes de éxito a cada minuto en to-das partes del mundo. Permítanmecompartir sólo uno de ellos.

Conocí a Matt Andersen, presiden-te de un quórum de maestros cuyopadre prestaba servicio como presi-dente de misión en México. Cuandose apartó a Matt como presidente delquórum de maestros, él era el únicomiembro de ese quórum que asistía a la Iglesia en su barrio. El joven presi-dente Matt Andersen estaba apren-diendo un idioma nuevo para llegar a ser un misionero eficaz. Avanzandocon la fe, el valor y la confianza obte-nida en casa y en el quórum de diáco-nos, tomó la determinación de utilizarsus llaves de presidencia para bende-cir a los miembros del quórum y a sus familias. De inmediato le pidió alsecretario de barrio una lista de losmiembros del quórum, practicó su español y, con una oración en el cora-zón, llamó al único joven que aparecíaen la lista con un número telefónico.

Le dijo: “¡Omar: Tú, Iglesia, hoy!” ¡Tansólo el mensaje básico!

El milagro es que Omar asistió a laIglesia ese día, y enseguida le siguie-ron su madre y su hermana. El jovenpresidente de quórum Matt Andersenle pidió al obispo que lo llevara en au-tomóvil a visitar a otros dos jóvenesque aparecían en la lista sin númerode teléfono, y que tradujera durantela visita. Las llaves de la presidenciaque poseía, el ministerio de ángeles ylos poderes del cielo se combinaron y el resultado fue que esos dos jóve-nes también asistieron a la Iglesia e integraron la nueva presidencia delquórum de maestros. Otros jóvenes y sus familias también regresaron a las bendiciones del Evangelio y del sacerdocio.

Mis jóvenes hermanos y hermanas,ustedes son instrumentos poderososen las manos del Salvador, y Él puedeutilizarlos para llevar las bendicio-nes del Evangelio a otras personas.Obispos, no pasen por alto la fortale-za y las habilidades de sus quórumesdel Sacerdocio Aarónico y de las pre-sidencias de las clases de las MujeresJóvenes. El Señor los necesita a ellosen esta importante obra. Hay corazo-nes que ellos pueden conmover y ta-reas que quizás sólo ellos puedan

realizar. ¡Denles asignaciones!Permitan que ejerzan su liderazgo yque los guíe el ministerio de ángelescomo se promete en Doctrina yConvenios 13.

Ruego que como líderes delSacerdocio Aarónico seamos estudio-sos de la vida y la expiación de Cristo,así como de los principios reveladossobre los quórumes del SacerdocioAarónico; que sigamos las palabrasdel presidente Monson de preparar-nos para así comprender nuestra tarea y oportunidad, y merecer elEspíritu. Y, al igual que el presidenteMatt Andersen, sigamos adelante confe, confianza y virtud, sirviendo conCristo para ayudar a salvar a nuestrafamilia y a todos los hijos de nuestroPadre Celestial que estén a nuestroalcance.

Les testifico que Jesús es el Cristo,que Él vive y nos ama, y que la obradel Sacerdocio Aarónico es una partesagrada e importante de Su obra. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 2 Nefi 33:1.2. D. y C. 38:24.3. Véase Thomas S. Monson, “Back to Basics”,

Seminario para representantes regionales,3 de abril de 1981, pág. 2.

4. Stephen L Richards, en Conference Report,octubre de 1938, pág. 118. Véase tambiénL. Tom Perry, “¿Qué es un quórum?”,Liahona, noviembre de 2004, págs. 23–26;D. Todd Christofferson, “El quórum del sa-cerdocio”, Liahona, enero de 1999, pág.47–49; Robert L. Backman, “Los quórumesdel Sacerdocio Aarónico”, Liahona, enerode 1983, pág. 63–70; Robert L. Backman,Ensign, julio de 1973, pág. 84.

5. D. y C. 107:85; véanse también los vers.86–89.

6. Henry B. Eyring, “Élder David A. Bednar:Avanzando en la fuerza del Señor”,Liahona, marzo de 2005, págs. 14–19; NealA. Maxwell, “Jesus, the Perfect Mentor”,Ensign, febrero de 2000, pág. 8; David A.Bednar, “Pedir con fe”, Liahona, mayo de2008, págs. 94–97.

7. Véase Ensign, noviembre de 1982, págs.38–41; Ensign, julio de 1973, págs- 84–85.

8. Véase Ezra Taft Benson, “Para la ‘juventudbendita’”, Liahona, julio de 1986, pág. 40;Manual de Instrucciones de la Iglesia,Libro 2, Líderes del sacerdocio y de las or-ganizaciones auxiliares, sección 2,Sacerdocio Aarónico, 1999, págs. 211–231;véase también la nota 7.

9. Véase Thomas S. Monson, “¡Corre, mucha-cho, corre!”, Liahona, enero de 1983, pág.30; Manual de escultismo, 1998; véase tam-bién la nota 8.

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Élder Andersen, le hacemos lle-gar nuestras bendiciones, nues-tro amor y apoyo al llevar a cabo

este nuevo llamamiento. Hermanos yhermanas, las personas y las familiaspor todo el mundo afrontan desafíospor motivo de las condiciones actua-les. A pesar de que considero que sevienen grandes desafíos, también séque es una época maravillosa para es-tar vivo, en especial para la juventud.Veo a mis hijos y nietos que llevan vi-das plenas y satisfactorias aun cuandotienen desafíos, reveses y obstáculosque superar.

Estos son los días en que las profe-cías se están cumpliendo. Vivimos en

la dispensación del cumplimiento delos tiempos, que es el tiempo para pre-pararse para el regreso del Salvador; estambién el tiempo para ocuparnos denuestra propia salvación.

Cuando los vientos soplan y las llu-vias caen, soplan y caen sobre todos.Aquellos que han construido sus ci-mientos sobre la roca en vez de la are-na sobrevivirán las tormentas1. A fin deedificar sobre la roca es necesario de-sarrollar una profunda conversión per-sonal al evangelio de Jesucristo y sabercómo recibir inspiración. Debemos sa-ber, y saber que lo sabemos. Debemospermanecer espiritual y temporalmen-te independientes de todas las criatu-ras mundanas2; para ello, debemosentender que Dios el Padre es el Padrede nuestros espíritus y que Él nos ama,que Jesucristo es nuestro Redentor ySalvador, y que el Espíritu Santo se co-munica con nuestra mente y nuestrocorazón3. Así es como recibimos inspi-ración. Tenemos que aprender a reco-nocer y aplicar estas impresiones.

Cuando era un jovencito de secun-daria, una de mis pasiones era el fút-bol americano; tenía la posición dedefensa central. El entrenador hacíatrabajar duro al equipo para enseñar-nos lo básico. Practicábamos hasta quelas técnicas se convertían en algo natu-ral y automático. Durante una jugada

contra nuestro más grande rival, tuveuna experiencia que me ha ayudado alo largo de los años. Estábamos en ladefensa; yo sabía quién era mi contrin-cante y al empezar la jugada, él se mo-vió a mi derecha a la línea de ataque.Había mucho ruido de jugadores y es-pectadores. Yo reaccioné de acuerdocon lo que el entrenador nos habíaenseñado y seguí a mi oponente has-ta la línea, sin saber si él tenía la pe-lota. Para mi sorpresa, sentí la pelotaparcialmente en mis manos; le di un tirón, pero mi oponente no lasoltó. Al tirar de la pelota de un ladoa otro, entre todo el tumulto, oí unavoz que me gritaba: “¡Packer, derríba-lo!”. Eso fue suficiente para hacermereaccionar, de modo que lo derribéal instante.

Me he preguntado cómo escuchéesa voz entre toda la bulla. Durante lasprácticas me había familiarizado con lavoz del entrenador, y había aprendidoa confiar en ella. Sabía que lo que élenseñaba daba resultado.

Tenemos que familiarizarnos conlas impresiones del Espíritu Santo ynecesitamos practicar y aplicar lasenseñanzas del Evangelio hasta quese conviertan en algo natural y auto-mático. Esas impresiones llegan a serel cimiento de nuestro testimonio;entonces, nuestros testimonios nosmantendrán felices y a salvo en tiem-pos difíciles.

El élder Dallin H. Oaks definió el testimonio de esta manera: “Untestimonio del Evangelio es un testi-go personal que el Espíritu Santoatestigua a nuestra alma que ciertoshechos de importancia eterna sonverdaderos y que sabemos que loson”4. En otra ocasión, el élder Oaksdijo: “El testimonio es saber y sentir.La conversión… requiere que haga-mos y lleguemos a ser”5.

Hay varias cosas que podemos ha-cer para lograr una profunda conver-sión y aprender a recibir inspiracióndivina. Primero, debemos tener el de-seo. Alma dijo: “…porque sé que élconcede a los hombres según lo quedeseen, ya sea para muerte o para vi-da… según la voluntad de ellos”6.

Cómo hallarfortaleza entiempos difícilesÉ L D E R A L L A N F. PA C K E RDe los Setenta

El tener la capacidad de recibir inspiración personal seránecesario en los días venideros.

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A continuación, Alma nos desafió a experimentar con la palabra:“Compararemos, pues, la palabra auna semilla. Ahora bien, si dais lugarpara que sea sembrada una semillaen vuestro corazón, he aquí, si esuna semilla verdadera, o semilla bue-na, y no la echáis fuera por vuestra in-credulidad, resistiendo al Espíritu delSeñor, he aquí, empezará a hincharseen vuestro pecho; y al sentir esta sen-sación de crecimiento, empezaréis adecir dentro de vosotros: Debe serque ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empie-za a ser deliciosa para mí”7.

El siguiente paso es estudiar yaprender; eso incluye el meditar, loque amplía y profundiza nuestro testi-monio. “Pero he aquí, te digo que de-bes estudiarlo en tu mente; entonceshas de preguntarme si está bien”8.

Podemos aprender cómo las res-puestas vienen por medio de la inspi-ración; vienen como pensamientos y sentimientos a nuestra mente y anuestro corazón9. De vez en cuando,las respuestas pueden llegar como un

ardor en el pecho. Elías enseñó que la respuestas vienen como “un silboapacible y delicado”10. El Señor dijo:“…si está bien… haré que tu pechoarda dentro de ti; por tanto, sentirásque está bien”11.

José Smith nos dijo que para bus-car las respuestas prestemos atencióna los pensamientos y sentimientosque vengan a nuestra mente. Con eltiempo, aprenderemos a reconocer-los como impresiones.

Dijo: “Una persona podrá benefi-ciarse si percibe la primera indica-ción del espíritu de revelación; porejemplo, cuando sientan que la inte-ligencia pura fluye en ustedes, podrádarles una repentina corriente deideas, de manera que, por atenderla,verán que se cumple el mismo día opoco después; (es decir) se verifica-rán las cosas que el Espíritu de Dioshaya comunicado a su mente; y así,al aprender a reconocer y entenderel Espíritu de Dios, podrán crecer en el principio de la revelación hastaque lleguen a ser perfectos en CristoJesús”12.

El desarrollar esa capacidad nosayuda a obtener testimonios y llega a

ser el medio por el cual se obtieneinspiración adicional en el futuro.

A pesar de que los testimonios sepueden presentar como manifestacio-nes dramáticas, por lo general no es así. A veces las personas piensanque necesitan tener una experienciacomo la visión de José Smith antes deobtener un testimonio. Si tenemosexpectativas poco realistas de cómo,cuándo o dónde se contestan las ora-ciones, corremos el riesgo de no cap-tar las respuestas que vienen comosentimientos y pensamientos apaci-bles y consoladores que la mayoría de las veces vienen después de orar,mientras hacemos otras cosas. Esasrespuestas pueden ser igualmenteconvincentes y poderosas.

Con el tiempo recibiremos res-puestas y aprenderemos cómo se re-cibe la inspiración. Esto es algo quecada persona aprende por sí misma.

El paso siguiente: el pedir un testi-monio de la verdad abre la ventana dela inspiración. La oración es la formamás común y poderosa de invitar lainspiración. El solo hecho de formularuna pregunta13, aunque sea en nues-tra mente, comenzará a abrir la venta-na. Las Escrituras enseñan: “Pedid, yse os dará; buscad, y hallaréis; llamad,y se os abrirá”14.

Jesús también nos enseñó a aplicarla doctrina en nuestra vida: “El quequiera hacer la voluntad de Dios, co-nocerá si la doctrina es de Dios, o siyo hablo por mi propia cuenta”15.

Con el tiempo se recibirá un testi-monio personal y lo sabremos, y sa-bremos que lo sabemos. Entoncesseremos independientes de toda otracosa mundana para que, “…por el po-der del Espíritu Santo [podamos] co-nocer la verdad de todas las cosas”16

que son justas17 y para nuestro bien18.Recibiremos fortaleza, consuelo y ayuda para tomar decisiones correc-tas y actuar con seguridad en tiem-pos difíciles19.

Ese testimonio no se limita a los lí-deres sino que está a disposición detodo hombre, mujer, joven e inclusode todo niño. El tener la capacidad de recibir inspiración personal será

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necesario en los días venideros.Cuando era joven aprendí que mi

testimonio podría crecer si cumplíacon mis responsabilidades del sacer-docio. Tenía el deseo de saber. Estudiéy medité; oré para recibir respuestas.Un día, mientras estaba sentado en lamesa sacramental como presbítero, losentí y lo supe.

¡Ésta es una época maravillosa paraestar vivo! El Señor necesita a cadauno de nosotros. ¡Éste es nuestro día,es nuestra hora! De uno de nuestroshimnos, leemos:

¡Levantaos, hombres [y agrego,mujeres] de Dios!

Despojaos de vilezas.Dad corazón, alma, mente y fuerzaY al Rey de Reyes servid20.

Doy testimonio de nuestro PadreCelestial, el Padre de nuestros espíri-tus; de Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador; y del Espíritu Santo, pormedio de quien recibimos guía divina.Doy testimonio de que personalmen-te podemos recibir inspiración. Quereconozcamos la voz por la cual reci-bimos inspiración, ruego en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Mateo 7:24–27.2. Véase D. y C. 78:14.3. Véase D. y C. 8:2–3.4. Dallin H. Oaks, “Testimonio,” Liahona,

mayo de 2008, págs. 26–29.5. Véase Dallin H. Oaks, “El desafío de lo que

debemos llegar a ser”, Liahona, enero de2001, págs. 40–43.

6. Alma 29:4.7. Alma 32:28.8. D. y C. 9:8.9. Véase D. y C. 8:2–3.

10. 1 Reyes 19:12.11. D. y C. 9:8.12. Enseñanzas de los presidentes de la

Iglesia: José Smith, “La oración y la revela-ción personal”, pág. 138.

13. Véase Richard G. Scott, “To Learn and toTeach More Effectively”, Brigham YoungUniversity, 2007–2008 Speeches, 2008, pág. 7.

14. Lucas 11:9; véase también Mateo 7:7; 3 Nefi 14:7; D. y C. 88:63–65.

15. Juan 7:17.16. Moroni 10:5.17. Véase 3 Nefi 18:20.18. Véase D. y C. 88:64.19. Véase Alma 48:15–16.20. “Rise Up, O Men of God” (¡Levantaos,

hombres de Dios!), Hymns, Nº 323.

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Quiero dar una cordial y since-ra bienvenida al élder Neil L.Andersen al Quórum de los

Doce Apóstoles. Él es un comple-mento digno y bienvenido.

El 15 de agosto de 2007, hubo unterremoto en el Perú que casi destru-yó por completo las ciudades costerasde Pisco y Chincha. Al igual que mu-chos otros líderes y miembros de laIglesia, Wenceslao Conde, el presiden-te de la Rama Balconcito de la Iglesiaen Chincha, fue a ayudar de inmedia-to a aquellos cuyas casas habían sufri-do daños.

Cuatro días después del terremo-to, el élder Marcus B. Nash, de losSetenta, estaba en Chincha ayudandoa coordinar la ayuda humanitaria que envió la Iglesia y conoció al

presidente Conde. Mientras hablabande la destrucción que había ocurridoy de lo que se estaba haciendo paraayudar a las víctimas, Pamela, la es-posa del presidente Conde, se acercócon uno de sus pequeños hijos enbrazos. El élder Nash le preguntó a la hermana Conde cómo estaban sushijos. Con una sonrisa, ella respon-dió que gracias a la bondad de Diostodos estaban bien y a salvo. Él lepreguntó acerca de la casa de ellos.

Ella simplemente respondió:“Destruida”.

“¿Y sus pertenencias?”, preguntó él.“Todo quedó enterrado bajo los es-

combros de nuestra casa”, respondióla hermana Conde.

“Sin embargo usted está sonrien-do”, dijo el élder Nash.

“Sí”, dijo ella, “he orado y estoy enpaz. Tenemos todo lo que necesita-mos; nos tenemos el uno al otro, tene-mos a nuestros hijos, estamos selladosen el templo, tenemos esta maravillo-sa Iglesia y tenemos al Señor; la pode-mos volver a construir con la ayudadel Señor”.

Esa tierna demostración de fe yfortaleza espiritual se repite en la vi-da de los santos de todo el mundoen diferentes entornos. Es un senci-llo ejemplo de un poder profundoque hoy en día se necesita mucho yque será cada vez más crucial en losdías venideros. Necesitamos cristia-nos firmes que perseveren en las

El poder de los conveniosÉ L D E R D. T O D D C H R I S TO F F E R S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

En los momentos de aflicción, asegúrate de que tus convenios tengan primordial importancia y que obedezcas con exactitud.

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dificultades, que mantengan la espe-ranza en medio de la tragedia, quepuedan dar ánimo a los demás me-diante su ejemplo y compasión y quesuperen las tentaciones sin cesar.Necesitamos cristianos firmes que me-diante su fe lleven a cabo cosas impor-tantes y que defiendan la verdad deJesucristo en contra del relativismomoral y del ateísmo militante.

¿Cuál es la fuente de ese podermoral y espiritual? Y ¿cómo se obtie-ne? La fuente es Dios; obtenemos esepoder mediante los convenios quehacemos con Él. Un convenio es unacuerdo entre Dios y el hombre en elque Dios fija las condiciones (véaseGuía para el Estudio de las Escrituras,“Convenio”, pág. 38). En estos acuer-dos divinos, Dios se compromete asostenernos, a santificarnos y a exal-tarnos a cambio de nuestro compro-miso de servirle y de guardar Susmandamientos.

Concertamos un convenio median-te las ordenanzas del sacerdocio, queson rituales sagrados que Dios ha or-denado para que manifestemos nues-tro compromiso. Por ejemplo, nuestro

convenio básico, en el cual afirmamospor primera vez nuestro deseo de tomar sobre nosotros el nombre deCristo, se confirma mediante la orde-nanza del bautismo; éste se lleva a ca-bo individualmente y por nombre. Pormedio de esa ordenanza somos partedel pueblo del convenio del Señor yherederos del reino celestial de Dios.

Otras ordenanzas sagradas se llevan a cabo en los templos que seconstruyen precisamente para ese fin. Si somos fieles a los conveniosque allí hacemos, llegamos a ser here-deros no sólo del reino celestial, sinode la exaltación, la gloria más alta den-tro del reino celestial, y obtenemostodas las opciones divinas que Diospueda dar (véase D. y C. 132:20).

En las Escrituras se habla de unnuevo y sempiterno convenio, que esel evangelio de Jesucristo. En otraspalabras, las doctrinas y los manda-mientos del Evangelio constituyen laesencia de un convenio perpetuo en-tre Dios y el hombre que se establecenuevamente en cada dispensación. Siexpresáramos el nuevo y sempiternoconvenio en una sola frase, sería ésta:

“Porque de tal manera amó Dios almundo, que ha dado a su Hijo unigé-nito, para que todo aquel que en élcree, no se pierda, mas tenga vidaeterna” (Juan 3:16).

Jesús explicó lo que significa creeren Él y dijo: “Y éste es el mandamien-to [o en otras palabras, éste es el con-venio]: Arrepentíos todos vosotros,extremos de la tierra, y venid a mí ysed bautizados en mi nombre, paraque seáis santificados por la recep-ción del Espíritu Santo, a fin de queen el postrer día os presentéis ante mí sin mancha” (3 Nefi 27:20).

¿Cómo es que el hacer convenioscon el Señor y guardarlos nos da elpoder de sonreír en medio de las dificultades, de convertir la tribula-ción en triunfo, de “estar anhelosa-mente consagrados a una causabuena… y efectuar mucha justicia”(D. y C. 58:27)?

Fortalecidos mediante dones ybendiciones.

Primero: al vivir en obediencia alos principios y mandamientos delevangelio de Jesucristo, recibimos un

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caudal continuo de bendiciones queDios nos promete al hacer conveniocon nosotros. Esas bendiciones nosdan los medios que necesitamos paraactuar y no simplemente que se actúesobre nosotros a lo largo de la vida1.Por ejemplo, los mandamientos delSeñor en la Palabra de Sabiduría encuanto al cuidado de nuestro cuerpofísico nos bendicen, ante todo, con“sabiduría y grandes tesoros de cono-cimiento, sí, tesoros escondidos” (D. y C. 89:19). Además, conducen a una vida más sana en general y apermanecer libres de adicciones des-tructivas. La obediencia nos da mayorcontrol sobre nuestra vida, mayor ca-pacidad para ir y venir, para trabajar ycrear. Desde luego, la edad, los acci-dentes y las enfermedades inevitable-mente nos afectan; pero aún así, laobediencia a esta ley del Evangelio au-menta nuestra capacidad de afrontaresos desafíos.

En el sendero del convenio encon-tramos un suministro constante dedones y de ayuda. “La caridad nuncadeja de ser” (1 Corintios 13:8; Moroni7:46), el amor engendra amor, la com-pasión engendra compasión, la virtudengendra virtud, la dedicación engen-dra lealtad, el servicio engendra rego-cijo. Somos parte del pueblo delconvenio, una comunidad de santosque se alientan, se apoyan y se minis-tran unos a otros. Como lo explicóNefi: “Y si los hijos de los hombresguardan los mandamientos de Dios,él los alimenta y los fortifica” (1 Nefi17:3) 2.

Fortalecidos con mayor feTodo esto no significa que la vida

dentro del convenio se halla libre dedesafíos ni que el alma obediente de-ba sorprenderse si su paz se ve inte-rrumpida por la desilusión o inclusopor una catástrofe. Si piensas que larectitud personal debe librarnos detoda aflicción o sufrimiento, quizásdebas conversar con Job.

Esto nos lleva a una segunda mane-ra en la que nuestros convenios nosdan fortaleza: producen la fe necesariapara perseverar y para hacer todo lo

que el Señor considere necesario.Nuestro deseo de tomar sobre noso-tros el nombre de Cristo y guardar Susmandamientos requiere cierto gradode fe, pero al honrar nuestros conve-nios, la fe aumenta. En primer lugar,se ven los frutos prometidos de laobediencia, lo cual confirma nuestrafe. En segundo lugar, el Espíritu noscomunica la complacencia de Dios ynos sentimos seguros de Su ayuda ybendición continuas. Tercero, pase loque pase, podemos enfrentar la vidacon esperanza y serenidad al saberque al final tendremos éxito, porquetenemos la promesa que Dios nos hi-zo a nosotros personalmente, pornombre; y sabemos que Él no puedementir (véase Enós 1:6; Éter 3:12).

Los líderes de la Iglesia a principiosde esta dispensación confirmaron queel adherirse al sendero del convenioproporciona la tranquilidad que nece-sitamos en momentos de pruebas:

“Fue [el conocimiento de que elcurso de su vida estaba en afinidadcon la voluntad de Dios] lo que permitió a los primeros santos sobre-llevar todas sus aflicciones y persecu-ciones y soportar… con buen ánimo,no sólo la ruina de sus bienes y el des-perdicio de su sustancia, sino tambiénla muerte en sus formas más horren-das, sabiendo (no sólo creyendo) quecuando esta morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciese, tendríande Dios un edificio, una casa no he-cha de manos, eterna, en los cielos (2 Corintios 5:1)” (“Sexta disertación”,Lectures on Faith, 1985, pág. 67).

Indicaron además que al ofrecercualquier sacrificio que Dios requierade nosotros, obtenemos el testimoniodel Espíritu de que nuestro curso esel correcto y es agradable a Dios (véa-se Lectures on Faith, págs. 69–71).Con ese conocimiento, nuestra fe lle-ga a ser infinita, teniendo la seguridadde que Dios, a su debido tiempo, re-vertirá toda aflicción para nuestrobien. A algunos de ustedes los ha sos-tenido la fe al soportar a quienes losseñalan con el dedo de escarnio des-de el “edificio grande y espacioso” ex-clamando: “¡Qué vergüenza!” (véase

1 Nefi 8:26–27), y han permanecidofirmes con Pedro y los antiguos após-toles “gozosos de haber sido tenidospor dignos de padecer afrenta porcausa del nombre [de Cristo]” (véaseHechos 5:41).

El Señor dijo en cuanto a la Iglesia:“De cierto os digo, que todos los

que de entre ellos… están dispuestosa cumplir sus convenios con sacrifi-cio, sí, cualquier sacrificio que yo, elSeñor, mandare, éstos son aceptadospor mí.

“Porque yo, el Señor, los haré pro-ducir como un árbol muy fructíferoplantado en buena tierra, junto a un arroyo de aguas puras, que pro-duce mucho fruto precioso” (D. y C.97:8–9).

El apóstol Pablo comprendió quequien concierta un convenio con Diosrecibe la fe para afrontar las pruebas y adquiere mayor fe por medio deellas. De su propio “aguijón en la car-ne” (2 Corintios 12:7) él dijo:

“…respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia;porque mi poder se perfecciona en ladebilidad. Por tanto, de buena ganame gloriaré más bien en mis debilida-des, para que repose sobre mí el po-der de Cristo.

“Por lo cual… me gozo en [mis]debilidades, en afrentas, en necesida-des, en persecuciones, en angustias;porque cuando soy débil, entoncessoy fuerte” (2 Corintios 12:8–10)3.

Fortalecidos mediante el “poder dela divinidad”

Hemos analizado, primero, las ben-diciones y, segundo, el legado de feque Dios concede a los que guardanlos convenios hechos con Él. Un últi-mo aspecto de fortaleza que provienede los convenios que mencionaré esel otorgamiento de poder divino. Elcompromiso que hacemos con Él me-diante convenio permite a nuestroPadre Celestial dejar que Su influen-cia divina, el “poder de la divinidad”(D. y C. 84:20), fluya hacia nuestra vida. Él puede hacer eso porque al participar en las ordenanzas del

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sacerdocio ejercemos nuestro albe-drío y elegimos recibirlo. Nuestra participación en esas ordenanzastambién demuestra que estamos pre-parados para aceptar la responsabili-dad adicional que viene con más luzy poder espiritual.

En todas las ordenanzas, en especiallas del templo, somos investidos conpoder de lo alto4. Ese “poder de la divi-nidad” viene por medio de la personae influencia del Espíritu Santo. El dondel Espíritu Santo es parte del nuevo y sempiterno convenio; es una parteesencial de nuestro bautismo, el bau-tismo del Espíritu. Es el mensajero degracia mediante el cual se aplica la san-gre de Cristo para redimir nuestros pecados y santificarnos (véase 2 Nefi31:17); es el don mediante el cualAdán fue “vivificado en el hombre inte-rior” (Moisés 6:65). Fue por medio delEspíritu Santo que los apóstoles de laantigüedad soportaron todo lo que su-frieron, y por las llaves del sacerdocioque poseían llevaron el Evangelio almundo que se conocía en esa época.

Cuando hemos concertado conve-nios divinos, el Espíritu Santo es nues-tro consolador, nuestro guía y nuestro

compañero. Los frutos del EspírituSanto son “las cosas pacíficas de lagloria inmortal; la verdad de todas lascosas; lo que vivifica todas las cosas;lo que conoce todas las cosas y tienetodo poder de acuerdo con la sabidu-ría, la misericordia, verdad, justicia yjuicio” (Moisés 6:61). Los dones delEspíritu Santo son: testimonio, fe,conocimiento, sabiduría, revelacio-nes, milagros, sanidad y caridad, paramencionar algunos (véase D. y C.46:13–26).

El Espíritu Santo es el que confir-ma tus palabras cuando enseñas ytestificas. Es el Espíritu Santo que, alhablar en situaciones hostiles, poneen tu corazón las palabras que debesdecir y cumple la promesa del Señorde que “no seréis confundidos delan-te de los hombres” (D. y C. 100:5). El Espíritu Santo es el que te revela la manera de superar el siguiente y aparentemente insalvable obstácu-lo; es mediante el Espíritu Santo en ti que los demás sienten el amor pu-ro de Cristo y reciben la fortaleza para seguir adelante. También es el Espíritu Santo, en Su carácter deEspíritu Santo de la Promesa, que

confirma la validez y eficacia de tusconvenios y sella sobre ti las prome-sas de Dios5.

Los convenios divinos producencristianos fuertes. Te exhorto a queseas merecedor y recibas todas las or-denanzas del sacerdocio que puedas,y luego que cumplas fielmente laspromesas que hiciste bajo convenio.En los momentos de aflicción, asegú-rate de que tus convenios tengan pri-mordial importancia y que obedezcascon exactitud; entonces puedes pedircon fe, sin dudar en nada, según tusnecesidades, y Dios responderá; Él tesostendrá al trabajar y al velar. En Supropio tiempo y a Su propia manera,Él te extenderá Su mano y te dirá:“Heme aquí”.

Testifico que en La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos Días se encuentra la autori-dad del sacerdocio para administrarlas ordenanzas mediante las cuales podemos concertar convenios obli-gatorios con nuestro Padre Celestial,en el nombre de Su Santo Hijo.Testifico que Dios cumplirá las pro-mesas que te ha hecho si honras los convenios que has hecho con

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Él; Él te bendecirá en “medida bue-na, apretada, remecida y rebosando”(Lucas 6:38). Él fortalecerá y consu-mará tu fe; Él te colmará, mediante el Espíritu Santo, de poder divino.Ruego que siempre tengas Su Espíritucontigo para que te guíe y libre de toda privación, ansiedad y aflic-ción. Ruego que por medio de tus convenios llegues a ser un poderoso instrumento de bien en las manos de Él, quien es nuestroSeñor y Redentor; en el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. El profeta José Smith advirtió: “…en

vista de que Dios ha proyectado nuestra felicidad, así como la felicidad de todasSus criaturas, Él jamás ha instituido, jamásinstituirá ordenanza ni dará mandamientoalguno a Su pueblo que en su naturalezano tenga por objeto adelantar esa felici-dad que Él ha proyectado, o que no resul-te en el mayor bondad y gloria paraaquellos que reciban Su ley y Sus orde-nanzas” (Véase Enseñanzas del profetaJosé Smith, pág. 313).

2. Algunas personas sólo ven sacrificio y limi-taciones en la obediencia a los mandamien-tos del nuevo y sempiterno convenio, peroquienes viven la experiencia — que se brin-dan libremente y sin reservas a una vida deconvenios— encuentran mayor libertad ysatisfacción. Cuando realmente compren-demos, procuramos más mandamientos,no menos. Cada nueva ley o mandamientoque aprendemos y vivimos es como unnuevo paso en la escalera que nos permitesubir cada vez más; en verdad, la vida delEvangelio es una vida buena.

3. El apóstol Santiago enseñó la misma lección:“Hermanos míos, tened en sumo gozo

cuando os halléis en muchas aflicciones; sa-biendo que la prueba de vuestra fe produ-ce paciencia.

“Mas tenga la paciencia su obra completa,para que seáis perfectos y cabales, sin queos falte cosa alguna” (Santiago 1:2–4,Joseph Smith Translation).

4. Como solicitó el profeta José en la oracióndedicatoria del Templo de Kirtland, oraciónque el Señor mismo le reveló: “Te rogamos,Padre Santo, que tus siervos salgan de estacasa armados con tu poder, y que tu nom-bre esté sobre ellos, y los rodee tu gloria, ytus ángeles los guarden” (D. y C. 109:22).

5. En la oración dedicatoria del Templo deKirtland a la que se hizo referencia ante-riormente, el Profeta pidió: “Y concede,Padre Santo, que todos los que adoren enesta casa… crezcan en ti y reciban la pleni-tud del Espíritu Santo” (D. y C. 109:14–15).La “plenitud del Espíritu Santo” incluye lo que Jesús describe como “la promesaque os doy de vida eterna, sí, la gloria delreino celestial; y esta gloria es la de la igle-sia del Primogénito, sí, de Dios, el más san-to de todos, mediante Jesucristo su Hijo”(D. y C. 88:4–5).

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 23

Mis amados hermanos y her-manas, esta oportunidad de hablarles es un privilegio

grande y sagrado. Ruego que mis palabras sean de ayuda y que les den ánimo.

Con todas las diferencias que pue-da haber entre nosotros, tenemos porlo menos una dificultad en común: to-dos debemos enfrentar la adversidad.Habrá períodos, a veces largos, enque nuestra vida parezca tener muypocas dificultades; pero, por nuestracondición de seres humanos, es na-tural que lo agradable dé paso a laaflicción, que los tiempos de buenasalud lleguen a su fin y que sobre-venga la desdicha. Particularmente si los tiempos de comodidad se hanextendido, el advenimiento del sufri-miento o la pérdida de seguridadeconómica tal vez traigan consigo temor y aun enojo.

El enojo proviene, al menos en

parte, de un sentido de que lo que sucede no es justo. La buena salud yla serena sensación de estar a salvonos puede llegar a parecer algo mere-cido y natural; y cuando desaparecen,nos sobreviene un sentimiento de in-justicia. Incluso un hombre valiente aquien conocí lloraba por el sufrimien-to físico que tenía y exclamó a los quele dieron una bendición: “Siempre hetratado de ser bueno. ¿Por qué me hapasado esto?”

Esa angustia por tener una res-puesta al “¿Por qué me ha pasado esto?” se hace más dolorosa cuandolos que sufren son nuestros seresamados, y es especialmente difícil de aceptar si los afligidos nos parecenser inocentes; entonces, el pesar pue-de sacudir nuestra fe en la realidad de un Dios amoroso y Omnipotente.Algunos hemos visto cómo ha afecta-do esa duda a toda una generación entiempos de guerra o de escasez. Esaduda tiene el potencial de crecer y ex-tenderse hasta que algunas personasquizás se aparten de Dios acusándolode ser indiferente o cruel. Y si no serefrenan, esos sentimientos conducena la pérdida de la fe incluso en la exis-tencia misma de Dios.

Mi propósito hoy es asegurarles quenuestro Padre Celestial y el Salvadorviven y que aman a toda la humani-dad. El solo hecho de que tengamosla oportunidad de enfrentar la adversi-dad y la aflicción es parte de la eviden-cia de Su amor infinito. Dios nos dio eldon de vivir como seres mortales a finde que nos preparáramos para recibirel más grande de todos Sus dones, que

La adversidadP R E S I D E N T E H E N R Y B . E Y R I N GPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Les doy mi testimonio de que Dios el Padre vive. Élestableció para cada uno de nosotros un curso parapulirnos y perfeccionarnos a fin de vivir con Él.

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es la vida eterna. Entonces, nuestro es-píritu cambiará, y seremos capaces dequerer lo que Dios quiera, de pensarcomo Él piense, y así estar preparadospara que se nos confíe una posteridadsin fin, para enseñar y guiar durante laspruebas, para que merezcan vivir porsiempre en la vida eterna.

Es obvio que, para tener ese don yrecibir esa responsabilidad, debemostransformarnos al tomar decisionesrectas cuando éstas sean difíciles detomar. Al tener esas experiencias pe-nosas y probatorias en la tierra, se nosprepara para confiarnos ese gran co-metido. Sólo podemos recibir esaeducación si estamos sujetos a prue-bas mientras servimos a Dios, y porÉl, a nuestros semejantes.

En ese proceso educativo experi-mentamos desdicha y felicidad, enfer-medad y salud, la tristeza del pecado y el gozo del perdón. Ese perdón selogra únicamente por medio de la

expiación infinita del Salvador, que Élforjó pasando un dolor que nosotrosno podríamos soportar y que sólo vagamente podemos comprender.

Cuando, en medio de la aflicción,debemos esperar el alivio prometidopor el Salvador, nos confortará el he-cho de que Él sabe, por experienciapropia, cómo sanarnos y auxiliarnos.El Libro de Mormón nos ofrece la cer-teza de Su poder para consolar, y la fe en ese poder nos dará pacienciamientras oramos, trabajamos y espe-ramos Su ayuda. Él habría podido saber sencillamente por revelacióncómo socorrernos, pero optó poraprender mediante Su propia expe-riencia. Esto es lo que dice Alma:

“Y él saldrá, sufriendo dolores, aflic-ciones y tentaciones de todas clases; yesto para que se cumpla la palabra quedice: Tomará sobre sí los dolores y lasenfermedades de su pueblo.

“Y tomará sobre sí la muerte, para

soltar las ligaduras de la muerte quesujetan a su pueblo; y sus enfermeda-des tomará él sobre sí, para que susentrañas sean llenas de misericordia,según la carne, a fin de que según lacarne sepa cómo socorrer a los de supueblo, de acuerdo con las enferme-dades de ellos.

“Ahora bien, el Espíritu sabe todaslas cosas; sin embargo, el Hijo deDios padece según la carne, a fin de tomar sobre sí los pecados de supueblo, para borrar sus transgresio-nes según el poder de su redención;y he aquí, éste es el testimonio quehay en mí”1.

Aun cuando sepan que en verdadel Señor tiene la capacidad y la bon-dad de liberarlos en sus tribulaciones,éstas igual podrían poner a prueba suvalor y fortaleza para soportarlas. Elprofeta José Smith exclamó angustia-do en el calabozo:

“Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿y

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dónde está el pabellón que cubre tumorada oculta?

¿Hasta cuándo se detendrá tu ma-no, y tu ojo, sí, tu ojo puro, contempla-rá desde los cielos eternos los agraviosde tu pueblo y de tus siervos, y pene-trarán sus lamentos en tus oídos?”2

La siguiente respuesta del Señorme ha ayudado a mí y nos animará atodos en tiempos tenebrosos:

“Hijo mío, paz a tu alma; tu adver-sidad y tus aflicciones no serán másque por un breve momento;

“y entonces, si lo sobrellevas bien,Dios te exaltará; triunfarás sobre to-dos tus enemigos.

“Tus amigos te sostienen, y te salu-darán de nuevo con corazones fer-vientes y manos amistosas.

“No eres aún como Job; no con-tienden en contra de ti tus amigos, nite acusan de transgredir, como hicie-ron con Job”3.

He visto cómo surgen fe y valorde un testimonio que afirma que se nos está preparando para la vidaeterna. El Señor rescatará a Sus discí-pulos fieles; y el discípulo que acepteuna prueba como una invitación paradesarrollarse y, por lo tanto, merecerla vida eterna, encontrará paz en medio de sus luchas.

Hace poco hablé con un padre jo-ven quien perdió su trabajo en la re-ciente crisis económica y sabe quehay cientos de miles de personas quetienen exactamente las mismas aptitu-des que él y están desesperados bus-cando trabajo para mantener a sufamilia. Su tranquila confianza me hi-zo preguntarle qué había hecho parallegar a estar tan seguro de que iba aencontrar la forma de mantener a sufamilia; me contestó que había exami-nando su vida para cerciorarse de ha-ber hecho todo lo posible por serdigno de la ayuda del Señor. Era obvioque su necesidad y su fe en Jesucristolo conducían a ser obediente a losmandamientos de Dios cuando era di-fícil hacerlo. Me dijo que se percatóde esa oportunidad mientras él y suesposa leían en Alma, donde dice queel Señor preparó a un pueblo para elEvangelio por medio de la adversidad.

Recordarán el momento en queAlma se volvió hacia el hombre quedirigía a un grupo de gente acongoja-da y el hombre le dijo que los perse-guían y los rechazaban a causa de supobreza y en el relato leemos:

“Y cuando Alma oyó esto, volvió surostro directamente hacia él, y los ob-servó con gran gozo; porque vio que

sus aflicciones realmente los habíanhumillado, y que se hallaban prepara-dos para oír la palabra.

“Por tanto, no dijo más a la otramultitud; sino que extendió la mano yclamó a los que veía, aquellos que enverdad estaban arrepentidos, y les dijo:

“Veo que sois mansos de corazón;y si es así, benditos sois”4.

La Escritura continúa elogiando a los que nos preparamos para la ad-versidad en los tiempos prósperos.Muchos de ustedes tuvieron fe paraintentar merecer la ayuda que ahoranecesitan antes de que llegara la crisis.

Alma continúa: “Sí, el que verdade-ramente se humille y se arrepienta desus pecados, y persevere hasta el fin,será bendecido; sí, bendecido muchomás que aquellos que se ven obliga-dos a ser humildes por causa de suextrema pobreza”5.

El joven con quien recientementehablé había hecho algo más que guar-dar comida y ahorrar un poco para lasdificultades que los profetas vivienteshabían anunciado; comenzó por pre-parar el corazón para ser digno de laayuda del Señor, que sabía iba a nece-sitar en un futuro cercano. El día enque él perdió el empleo, cuando lepregunté a la esposa si estaba preo-cupada, me dijo con voz alegre: “No,acabamos de salir de la oficina delobispo; nosotros pagamos un diezmoíntegro”. Ahora bien, todavía no sabe-mos lo que va a pasar, pero sentí lamisma confianza que ellos sentían:“La situación mejorará”. La tragediano socavó su fe, sino que la puso aprueba y la fortaleció. Y el sentimien-to de paz que el Señor ha prometidoya les ha llegado en medio de la tor-menta. Con seguridad, habrá otrosmilagros.

A fin de fortalecer y purificar a las personas, el Señor siempre adaptael auxilio a lo que éstas necesiten.Muchas veces, la ayuda llegará en for-ma de inspiración para hacer algo quesea particularmente difícil para la per-sona que se encuentra necesitada. Unade las grandes pruebas de la vida esperder por la muerte al marido o a laesposa a quien se ama. El presidente

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Hinckley describió su dolor al no tener más a la esposa a su lado. ElSeñor sabe de las necesidades de losque quedan separados de un ser que-rido por la muerte; por Su experien-cia terrenal, Él vio el dolor de lasviudas y conocía sus necesidades. Enmedio del tormento de la cruz, pidióa un apóstol amado que cuidara a sumadre viuda, que estaba a punto deperder a un hijo. Él ahora siente el pe-sar de los esposos que pierden a la es-posa y el pesar de las esposas que sequedan solas por causa de la muerte.

La mayoría de nosotros conoce viudas que necesitan atención. Lo que me conmueve es haber sabido de una, ya mayor, a quien yo pensabavisitar otra vez, que tuvo la inspiraciónde ir a ver a una viuda más joven paraconsolarla. Una hermana que necesi-taba consuelo fue enviada para conso-lar a otra. El Señor ayudó y bendijo ados viudas al inspirarlas para animarsela una a la otra; de ese modo, prestóauxilio a las dos.

El Señor envió Su ayuda en la mis-ma forma a los humildes y pobres delos que se habla en Alma 34, que ha-bían respondido a la enseñanza y altestimonio de Sus siervos. Después de arrepentirse y convertirse, seguíansiendo pobres, pero Él los puso a ha-cer por otros lo que tal vez razonable-mente pensaran que no podían y loque ellos todavía necesitaban. Ellosdebían dar a los demás lo que quizásanhelaban que Él les diera. Por mediode Su siervo, el Señor dio a aquellosconversos pobres esta dura tarea: “…si después de haber hecho todasestas cosas, volvéis la espalda al indi-gente y al desnudo, y no visitáis al enfermo y afligido, y si no dais devuestros bienes, si los tenéis, a los necesitados, os digo que si no hacéisninguna de estas cosas, he aquí, vues-tra oración es en vano y no os vale nada, y sois como los hipócritas queniegan la fe”6.

Es posible que parezca que es pedirdemasiado a personas que en sí tienengrandes necesidades; sin embargo, co-nozco a un joven que fue inspiradopara hacer precisamente eso cuando

hacía poco que se había casado. Él ysu esposa tenían apenas para sobrevi-vir con una entrada muy pequeña; pe-ro él conoció a otro matrimonio máspobre y, para asombro de su esposa, él les prestó ayuda de sus escasos in-gresos. Mientras todavía eran pobres,ellos recibieron una prometida bendi-ción de paz. Después, la prosperidadque alcanzaron sobrepasaba sus másañorados sueños. Y todavía conti-núan la norma de socorrer al necesi-tado, a quien tenga menos o queesté en aflicción.

Y hay todavía otra prueba que, sise soporta bien, traerá bendicionesen esta vida y bendiciones eternas.La edad y la mala salud pueden pro-bar a los más fuertes entre nosotros.Un amigo mío era nuestro obispocuando mis hijas todavía vivían en ca-sa; ellas nos contaban lo que sentíancuando él daba su sencillo testimo-nio alrededor de una fogata en lasmontañas. Él las amaba y ellas lo sa-bían. Después, lo relevaron; ya habíasido obispo anteriormente en otroestado del país. Aquellas personasque llegué a conocer que eran del

mismo barrio donde él sirvió lo re-cuerdan igual que mis hijas.

Yo lo visitaba de cuando en cuandoen su hogar para demostrarle mi grati-tud y darle bendiciones del sacerdo-cio. Poco a poco, su salud empezó adeclinar. No recuerdo todas las dolen-cias que sufrió; le hicieron cirugía ytenía constante dolor. Pero cada vezque lo visitaba para consolarlo, él in-vertía los papeles: siempre era yoquien salía reconfortado. Los proble-mas de la espalda y de las piernas loforzaban a usar un bastón para cami-nar; pero allí estaba, en la Iglesia, sen-tado cerca de la puerta de entradapara saludar con una sonrisa a los que llegaban.

Nunca olvidaré el asombro y la admiración que sentí un día, cuandoal abrir la puerta de atrás lo vi venirpor la entrada de nuestra cochera.Era el día en que los basureros reco-gían la basura y por la mañana yo lahabía sacado afuera en los recipien-tes que tienen ruedas. Y ahí estabaél, arrastrando con una mano mi recipiente de basura en la subida,mientras que con la otra se apoyabaen el bastón para equilibrarse. Estababrindándome ayuda según lo que él pensaba que necesitaba, cuandoera él quien necesitaba mucho más ayuda que yo; y él lo hacía con una sonrisa y sin que se le hubiera pedido.

Lo visité también cuando al fin necesitó el cuidado de enfermeras y médicos. Estaba en una cama dehospital, todavía con dolores y toda-vía sonriendo. La esposa me llamópara decirme que estaba cada vezmás débil. Mi hijo y yo le dimos unabendición del sacerdocio mientrasyacía conectado a un sinfín de tubos;yo sellé la bendición con la promesade que tendría tiempo y fuerzas parahacer todo lo que Dios le tenía re-servado en esta vida, y para pasar to-da prueba. Cuando me aparté de lacama para irme, él extendió la manoy tomó una de las mías; me sorpren-dió la fuerza de su apretón y la fir-meza de su voz al decirme: “Voy aestar bien”.

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Me fui pensando que volvería averlo pronto; pero en menos de undía recibí la llamada telefónica: habíapartido para el lugar glorioso dondeiba a ver al Salvador, que es su Juezperfecto y será el nuestro. Al hablaren su funeral, pensé en estas pala-bras de Pablo cuando supo que iría a ese lugar adonde se fue mi vecino y amigo:

“Pero tú sé sobrio en todo, soportalas aflicciones, haz obra de evangelis-ta, cumple tu ministerio.

“Porque yo estoy para ser sacrifi-cado, y el tiempo de mi partida estácercano.

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardadola fe.

“Por lo demás, me está guardada lacorona de justicia, la cual me dará elSeñor, juez justo, en aquel día; y nosólo a mí, sino también a todos losque aman su venida”7.

Tengo la seguridad de que mi vecino pasó bien su prueba y haráfrente a su juez con una alegre sonrisa.

Les doy mi testimonio de que Diosel Padre vive. Él estableció para cadauno de nosotros un curso para pulir-nos y perfeccionarnos a fin de vivircon Él. Testifico que el Salvador vive.Su Expiación hace posible que nos purifiquemos al guardar Sus manda-mientos y los convenios sagrados queefectuamos. Sé por experiencia propiaque Él nos dará fuerzas para elevarnospor encima de toda tribulación. El presidente Monson es el Profeta delSeñor; él posee todas las llaves del sa-cerdocio. Ésta es la verdadera Iglesiadel Señor en la cual estamos, apoyán-donos unos a otros y siendo bende-cidos por socorrer a los compañerosde sufrimiento que Él ponga ennuestro camino. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Alma 7:11–13.2. D. y C. 121:1–2.3. D. y C. 121:7–10.4. Alma 32:6–8.5. Alma 32:15.6. Alma 34:28.7. 2 Timoteo 4:5–8.

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Hermanos y hermanas, se propo-ne que sostengamos a ThomasSpencer Monson como profeta,

vidente y revelador, y Presidente de LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días; a Henry BennionEyring como Primer Consejero de laPrimera Presidencia; y a DieterFriedrich Uchtdorf como SegundoConsejero de la Primera Presidencia.

Los que estén a favor, pueden manifestarlo.

Los que estén en contra, si los hay,pueden manifestarlo.

Se propone que sostengamos aBoyd Kenneth Packer como Presidentedel Quórum de los Doce Apóstoles, y alos siguientes, como miembros de ese

quórum: Boyd K. Packer, L. Tom Perry,Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland,David A. Bednar, Quentin L. Cook, D.Todd Christofferson y Neil L. Andersen.

Los que estén a favor, sírvanse ma-nifestarlo.

Si hay opuestos, por la misma señal.Se propone que sostengamos a los

consejeros de la Primera Presidencia ya los Doce Apóstoles como profetas,videntes y reveladores.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, con la mismaseñal.

Se propone que relevemos al élderNeil L. Andersen como miembro de laPresidencia de los Quórumes de losSetenta.

Los que deseen unirse en un votode agradecimiento, sírvanse indicarlo.

Se propone que relevemos a lossiguientes Setentas de Área, lo cualse pondrá en vigencia el 1º de mayode 2009:

Gutenberg G. Amorím, Wilford W.Andersen, Koichi Aoyagi, José E.Boza, G. Lynn Brenchley, John J.Chipman,Yoon Hwan Choi, ClaytonM. Christensen, Ernesto A. Da Silva,James Dunlop, David W. Eka, I. LeeEnce, Edgardo E. Fernando, Luiz C.França, Joseph T. Hicken, Michael H.

El sostenimientode los Oficiales de la IglesiaP R E S I D E N T E D I E T E R F. U C H T D O R FSegundo Consejero de la Primera Presidencia

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE4 d e a b r i l d e 2 0 0 9

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Holmes, Pita F. Hopoate, Tohru Hotta,William K. Jackson, Bin Kikuchi, MiguelA. Lee, Yong Hwan Lee, Alfredo Helitonde Lemos, James B. Martino, LamontW. Moon, Kent H. Murdock, Brent H.Nielson, Alexander A. Nuñez, Russell T.Osguthorpe, Adilson de Paula Parrella,Pedro J. Penha, Errol S. Phippen, Neal E. Pitts, Gary L. Pocock, Dale G.Renlund, Ronald A. Stone, Jean Tefany Allen P. Young.

Los que deseen unirse a nosotrospara expresar nuestra gratitud por elexcelente servicio que han prestado,sírvanse manifestarlo.

Se propone que relevemos a loshermanos A. Roger Merrill, Daniel K.Judd y William D. Oswald como laPresidencia General de la EscuelaDominical.

También se propone que relevemosa los hermanos Charles W. Dahlquist,Dean R. Burgess y Michael A. Neidercomo la Presidencia General de losHombres Jóvenes.

También relevamos a todos losmiembros de las mesas directivas de la Escuela Dominical y de losHombres Jóvenes.

Los que deseen unirse a nosotrospara expresar su agradecimiento porel excelente servicio que han prestadoestos hermanos, sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos al él-der Donald L. Hallstrom como miem-bro de la Presidencia de los Quórumesde los Setenta.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si hay contrarios, pueden manifestarlo.

Se propone que sostengamos como nuevos miembros del PrimerQuórum de los Setenta a Mervyn B.Arnold, Yoon Hwan Choi, Brent H.Nielson, Dale G. Renlund, Michael T.Ringwood y Joseph W. Sitati; y comonuevos miembros del SegundoQuórum de los Setenta a Wilford W.Andersen, Koichi Aoyagi, Bruce A.Carlson, Bradley D. Foster, James B.Martino, Kent F. Richards y GregoryA. Schwitzer.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, por la mismaseñal por favor.

Se propone que sostengamos a lossiguientes como nuevos Setentas deÁrea: Manuel M. Agustin, Victor A.Asconavieta, Juan C. Ávila, Duck SooBae, Dennis C. Brimhall, Thomas M.Cherrington, Samuel W. Clark, Carl B.Cook, Kevin R. Duncan, Rodolfo C.Franco, Gerrit W. Gong, Mauro Junot,Larry S. Kacher, Von G. Keetch,Katsumi Kusume, Germán Laboriel, J.Christopher Lansing, David E.LeSueur, Paulo C. Loureiro, Steven J.Lund, Dmitry Marchenko, AbrahamMartínez, Hugo E. Martínez, FreebodyA. Mensah, Christopher B. Munday,Hirofumi Nakatsuka, Hee Keun Oh,Chikao Oishi, Alejandro S. Patanía,Renato M. Petla, Marcos A. Prieto,Jonathan C. Roberts, J. Craig Rowe,Manfred Schütze, Walter C. Selden, T.Marama Tarati, Warren G. Tate,Hesbon O. Usi, Jack D. Ward y Randy W. Wilkinson.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, pueden manifestarlo.

Se propone que sostengamos aRussell Trent Osguthorpe como elnuevo presidente general de laEscuela Dominical, a David MerrillMcConkie como primer consejero y a Matthew Ottesen Richardson como segundo consejero.

Se propone que sostengamos aDavid Le Roy Beck como el nuevopresidente general de los HombresJóvenes, a Larry Miner Gibson comoprimer consejero y a Adrián OchoaQuintana como segundo consejero.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, pueden manifestarlo.

Se propone que sostengamos a las demás Autoridades Generales, alos Setentas de Área y a las presiden-cias generales de las organizacionesauxiliares como están constituidas actualmente.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, pueden manifestarlo.

Presidente Monson, hasta donde hepodido observar, el voto en el Centrode Conferencias ha sido unánime a fa-vor de lo que se ha propuesto.

Gracias, hermanos y hermanas, porsu voto de sostenimiento y por su fe,devoción y oraciones.

Invitamos al élder Hallstrom, a los recién llamados miembros de losSetenta y a las nuevas presidenciasgenerales de la Escuela Dominical yde los Hombres Jóvenes a tomar sulugar en el estrado. Será un largo tra-yecto, como dijo hoy el presidenteMonson.

Damos la bienvenida a todos ellos,en especial al élder Andersen, quienesta mañana pasó a ser el apóstol nú-mero 97 que presta servicio en estadispensación. El llamamiento deApóstol, como saben, se remonta a la época del Señor Jesucristo. Y esosSetenta que ven caminando por allíson aquellos a quienes se mencionaen las Escrituras, y a quienes los Docedeben llamar antes de cualquier otro(véase D. y C. 107: 38).

Gracias, hermanos. ■

Juchitán, Oaxaca, México

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 29

Estimados hermanos: Tal comoestá prescrito por revelación en la sección 120 de Doctrina

y Convenios, el Consejo Encargado de la Disposición de Diezmos autorizael empleo de los fondos de la Iglesia.Este consejo está compuesto por laPrimera Presidencia, el Quórum delos Doce Apóstoles y el Obispado

Presidente. Este consejo aprueba lospresupuestos de los departamentos y del funcionamiento de la Iglesia. Los departamentos de la Iglesia em-plean los fondos de acuerdo con lospresupuestos aprobados y de acuerdocon las normas y los procedimientosde la Iglesia.

Al Departamento de Auditorías

de la Iglesia se le ha concedido acceso a todos los registros y siste-mas necesarios para evaluar que exis-ta un control adecuado del ingresode los fondos y de los gastos realiza-dos a fin de salvaguardar los bienesde la Iglesia. El Departamento deAuditorías de la Iglesia es indepen-diente de todos los demás departa-mentos y del funcionamiento de laIglesia, y el personal está compuestopor contadores públicos certificados,auditores internos acreditados, audi-tores acreditados de sistemas de información y otros profesionalesacreditados.

Basándonos en las auditorías lle-vadas a cabo, el Departamento deAuditorías de la Iglesia es de la opi-nión que, en todos los aspectos ma-teriales, los donativos recibidos, losgastos efectuados y los bienes de laIglesia del año 2008 se han registra-do y administrado de acuerdo conlas prácticas apropiadas de contabili-dad, con los presupuestos aprobadosy con las normas y los procedimien-tos de la Iglesia.

Presentado respetuosamente,Departamento de Auditorías de la

IglesiaRobert W. CantwellDirector Ejecutivo ■

Informe delDepartamento de Auditorías de la Iglesia, 2008P R E S E N TA D O P O R R O B E R T W. C A N T W E L LDirector ejecutivo del Departamento de Auditorías de la Iglesia

Para la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

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Hermanos y hermanas, laPrimera Presidencia ha hechopúblico el siguiente informe

sobre el crecimiento y el estado de la Iglesia al 31 de diciembre de 2008.

Número de unidades de la IglesiaEstacas ..........................................2.818Misiones...........................................348Distritos ...........................................622Barrios y

ramas .....................................28.109

Miembros de la IglesiaTotal de miembros

de la Iglesia.....................13.508.509Aumento de niños

inscritos ...............................123.502Conversos bautizados .............265.593

MisionerosMisioneros de tiempo

completo ...............................52.494

TemplosTempos dedicados durante 2008 ......4

(Rexburg, Idaho; Curitiba,

Brasil; Ciudad de Panamá, Panamá;y Twin Falls, Idaho)

Templos rededicados durante 2008 ..................................1(Ciudad de México, México)

Número de templos en funciona-miento al 31 de diciembre ........128

Miembros prominentes de la Iglesiaque han fallecido desde abril delaño pasado

El élder Joseph B. Wirthlin, delQuórum de los Doce Apóstoles; lahermana Alice Thornley Evans,viuda del élder Richard L. Evans, delQuórum de los Doce Apóstoles; el élder J. Thomas Fyans, AutoridadGeneral emérita; el élder Douglas H.Smith, ex miembro de los Setenta; la hermana Harriet BarbaraWashburn, esposa del élder J. BallardWashburn, ex miembro de los Setenta,y el hermano Daniel H. Ludlow, exdirector del Departamento de Correla-ción de la Iglesia, y editor y redactorde Encyclopedia of Mormonism(Enciclopedia del mormonismo). ■

Informeestadístico, 2008P R E S E N TA D O P O R B R O O K P. H A L E SSecretario de la Primera Presidencia

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 31

Vivimos en una época fascinantey, en ocasiones, desconcertante.El otro día le dije a uno de mis

nietos que estaba revisando el textode mi discurso de la conferencia; surostro reflejó su confusión; él pregun-tó: “¿Vas a enviar tu discurso por men-saje de texto? Pensé que tenías quedarlo en el Centro de Conferencias”.

Mientras que para algunos sería másfácil enviarlo por mensaje de texto, yoestoy agradecido por esta oportunidadde hablarles hoy, porque tengo unmensaje que considero importantepara ese nieto, para mis otros nietosy para todos los jóvenes de la Iglesia.

Hace unos años, cuando me dedica-ba a los negocios, aprendí una lecciónmuy cara por no haber escuchado concuidado el consejo de mi padre, ni ha-ber prestado atención a las impresio-nes del Espíritu que me brindaba laguía de mi Padre Celestial. Mi padre yyo estábamos en el negocio de los au-tomóviles y la compañía automotoraFord estaba buscando agencias paravender sus nuevos modelos. Los eje-cutivos de Ford nos invitaron, a mi padre y a mí, a una presentación depreestreno del que ellos considerabansería un producto de éxito espectacu-lar. Cuando vimos los autos, mi padre,que tenía más de 35 años de expe-riencia en el negocio, me advirtió encuanto a la idea de convertirme endistribuidor. Sin embargo, el personalde ventas de Ford fue muy persuasi-vo, así que decidí convertirme en elprimero —y de hecho, el último—distribuidor del automóvil Edsel enSalt Lake City. Si no saben lo que esun Edsel, pregúntenle a su abuelo; él les dirá que el auto Edsel fue un rotundo fracaso.

Ahora bien, esta experiencia encie-rra una poderosa lección para todosustedes. Si están dispuestos a escu-char y a aprender, algunas de las ense-ñanzas más significativas de la vida

provienen de los que se han ido antesque ustedes. Ellos han caminado pordonde ustedes caminan ahora y hanpasado por mucho de lo que ustedesestán pasando. Si escuchan y atiendensus consejos, pueden ayudar a orien-tarlos hacia las opciones que serán para el beneficio y la bendición de us-tedes, y a alejarlos de las decisionesque podrían destruirlos. Al considerara sus padres y a los demás que sehan ido antes que ustedes, hallaránejemplos de fe, compromiso, trabajoarduo, dedicación y sacrificio que de-berían esforzarse por emular.

Es difícil imaginarse un ámbito en el que no valga la pena analizar yaprender de la experiencia de los de-más. Muchas profesiones requierenpasar por prácticas en las que los as-pirantes observan a los profesionalesexpertos para aprender de sus añosde experiencia y sabiduría acumula-da. En los deportes profesionales mu-chas veces se espera que los novatosse sienten en la banca y aprendan alobservar a los jugadores veteranos. Alos misioneros nuevos se les asignatrabajar con compañeros mayores cuya experiencia ayuda al misioneronuevo a aprender la forma correctade servir al Señor eficazmente.

Naturalmente, hay ocasiones enque no tenemos otra alternativa másque aventurarnos por cuenta propia y hacer lo mejor posible por com-prender las cosas a medida que vaya-mos avanzando. Por ejemplo, no haymucha gente de mi generación quetenga la experiencia para ayudar encuanto a las tecnologías más moder-nas. Cuando tenemos problemas rela-cionados con la tecnología moderna,debemos acudir a alguien que sepade ello más que nosotros, que por logeneral implica preguntarle a algunode ustedes, jovencitos.

Mi mensaje y mi testimonio paraustedes hoy, mis jóvenes amigos, esque para las preguntas más importan-tes de su vida eterna, hay respuestasen las Escrituras y en las palabras y lostestimonios de los apóstoles y profe-tas. El hecho de que estas palabrasprovengan mayormente de ancianos,

Aprendamos las lecciones del pasadoÉ L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

El aprender las lecciones del pasado les permite edificar untestimonio personal sobre la roca sólida de la obediencia,de la fe y del testimonio del Espíritu.

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pasados y presentes, no las hace me-nos pertinentes. De hecho, eso las ha-ce más valiosas para ustedes porqueprovienen de aquellos que han apren-dido mucho a lo largo de años de unvivir devoto.

Hay un famoso refrán que se atri-buye a George Santayana. Es probableque lo hayan escuchado: “Aquellosque no recuerdan el pasado estáncondenados a repetirlo” (en JohnBartlett, comp., Familiar Quotations,15a. ed., 1980, pág. 703). En efecto,existen varias versiones de esa cita, in-cluso la que dice: “Aquellos que no re-cuerdan el pasado, están destinados arepetirlo”, pero sin importar la preci-sión del idioma, el concepto es pro-fundo. Hay grandes lecciones que sepueden aprender del pasado, y uste-des deben aprenderlas para que noagoten su fortaleza espiritual repitien-do los errores y las malas decisionesdel pasado.

No hace falta ser Santo de los Últi-mos Días, ni siquiera religioso, paranotar el modelo de conducta repetiti-

vo de la historia en la vida de los hijos de Dios, tal como figura en el AntiguoTestamento. Una y otra vez vemos elciclo de rectitud seguido de iniqui-dad. De igual modo, en el Libro deMormón se registra que las civilizacio-nes antiguas de este continente siguie-ron exactamente el mismo modelo:rectitud seguida de prosperidad, des-pués de comodidades materiales, se-guidas de orgullo, y posteriormentede iniquidad y del colapso de la mora-lidad hasta que el pueblo trajo calami-dades sobre sí, suficientes como parallevarlos a la humildad, al arrepenti-miento y al cambio.

En el período relativamente cortoque abarca el Nuevo Testamento, elmodelo de conducta histórico se repi-te de nuevo. Esta vez el pueblo se vol-vió contra Cristo y Sus apóstoles, y el colapso fue tan grande que hemosllegado a conocerlo como la GranApostasía, la cual condujo a siglos de estancamiento e ignorancia espi-ritual, a lo que se le llamó la Edad de las tinieblas.

Ahora bien, debo ser muy clarorespecto a esos períodos históricosrecurrentes de apostasía y de oscuri-dad espiritual. Nuestro Padre Celestialama a todos Sus hijos y Él desea quetodos tengan las bendiciones delEvangelio. La luz espiritual no se pier-de porque Dios les dé la espalda a Sus hijos, sino que eso sucede cuan-do Sus hijos colectivamente le dan laespalda a Él. La oscuridad espiritual es una consecuencia natural de las ma-las decisiones que toman las personas,comunidades, países y civilizacionesenteras. Este hecho se ha comprobadouna y otra vez con el correr del tiem-po. Una de las grandes lecciones de es-te modelo de conducta histórico esque nuestras decisiones, tanto indivi-duales como colectivas, traen conse-cuencias espirituales para nosotros ypara nuestra posteridad.

En cada dispensación, el deseoamoroso de Dios de bendecir a Sushijos se manifiesta en la restauraciónmilagrosa de la verdad del Evangelio a la tierra por medio de profetas

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vivientes. La restauración del Evangeliopor medio del profeta José Smith aprincipio de los años de 1800, es sóloel ejemplo más reciente. En tiempospasados se realizaron restauracionessimilares mediante profetas comoNoé, Abraham, Moisés y, por supues-to, el mismo Señor Jesucristo.

Los 179 años que han transcurridodesde que La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días se or-ganizó oficialmente han sido extraor-dinarios desde cualquier punto quelos miremos. En los anales de la histo-ria nunca ha existido un período tanextraordinario de progreso en lo querespecta a la ciencia y a la tecnología.Esos avances han facilitado el progre-so y la expansión del Evangelio portodo el mundo, pero también hancontribuido a aumentar el materialis-mo y los excesos, y a la decadenciade la moralidad.

Vivimos en una era en la que los lí-mites del buen gusto y de la decenciapública se están excediendo al gradode que ya no hay más límites. Losmandamientos de Dios han sido des-calificados en un mercado inestablede ideas que rechaza rotundamente elconcepto de lo “bueno” y lo “malo”.Determinados sectores de la sociedadparecieran tener cierta desconfianzade cualquier persona que elija vivir deacuerdo con una creencia religiosa; ycuando la gente de fe trata de advertira los demás de las posibles conse-cuencias de sus decisiones pecamino-sas, se les escarnece y ridiculiza, y susritos más sagrados y valores más pre-ciados se profanan públicamente.

¿Les suena esto familiar, mis jóve-nes hermanos y hermanas? ¿Ven elmodelo de conducta histórico quevuelve a surgir —el modelo de recti-tud seguida de prosperidad, despuésde comodidades materiales, seguidasde orgullo, y posteriormente de ini-quidad y del colapso de la morali-dad—el mismo modelo que hemosvisto una y otra vez en las páginas del Antiguo y Nuevo Testamento y del Libro de Mormón? Y lo que es más importante, ¿qué efecto ten-drán las lecciones del pasado en las

decisiones personales que tomenahora y el resto de su vida?

La voz del Señor es clara e incon-fundible. Él los conoce; Él los ama; Éldesea que sean eternamente felices.Pero de acuerdo con el albedrío queDios les ha dado, la decisión es de us-tedes. Cada uno de ustedes debe de-cidir por sí mismo si va a pasar poralto el pasado y sufrir los lamentableserrores y los trágicos peligros de lasgeneraciones anteriores, y experimen-tar las devastadoras consecuencias delas malas decisiones. Cuánto mejorserá la vida de ustedes si siguen el no-ble ejemplo de los fieles seguidoresde Cristo como los hijos de Helamán,Moroni, José Smith y los valientes pio-neros, y escogen, como ellos, mante-nerse fieles a los mandamientos de suPadre Celestial.

De todo corazón, espero y ruegoque sean lo suficientemente sabios

para aprender las lecciones del pasa-do. No tienen que pasar tiempo comportándose como un Lamán o un Lemuel para saber que es mejorser un Nefi o un Jacob. No tienen que seguir el camino de Caín o deGadiantón para darse cuenta de que“la maldad nunca fue felicidad” (Alma41:10); y no tienen que permitir quesus comunidades lleguen a ser comoSodoma o Gomorra para compren-der que no es un buen lugar paracriar a una familia.

El aprender las lecciones del pasa-do les permite andar con confianza enla luz sin correr el riesgo de tropezaren las tinieblas. Así es como se supo-ne que debe ser. Éste es el plan deDios: el padre y la madre, el abuelo yla abuela, enseñan a sus hijos; los hi-jos aprenden de ellos y entonces sevuelven una generación más rectamediante sus propias experiencias y

Moscú, Rusia

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oportunidades. El aprender las leccio-nes del pasado les permite edificar untestimonio personal sobre la roca sóli-da de la obediencia, de la fe y del tes-timonio del Espíritu.

Desde luego, no basta aprenderesas lecciones como una cuestión de historia y cultura. El aprender losnombres, las fechas y la secuencia delos eventos de una página escrita noles resultará muy útil a menos que elsignificado del mensaje se escriba ensu corazón. Las lecciones del pasado,nutridas con el testimonio e irrigadascon el agua de la fe, pueden arraigar-se en su corazón y llegar a ser unaparte vital de su ser.

Por lo tanto, como siempre, todogira en torno a la fe y al testimoniopersonal de ustedes. Eso es lo quemarca la diferencia, mis jóvenes her-manos y hermanas. Así es como lo-gran saberlo; así es como evitan loserrores del pasado y elevan su espiri-tualidad al siguiente nivel. Si sonabiertos y receptivos a los susurrosdel Espíritu Santo, entenderán las lec-ciones del pasado y éstas se grabaránen su alma por el poder de su testi-monio.

¿Y cómo reciben ese testimonio?Bueno, no hay una tecnología nuevapara ello, ni nunca la habrá. No sepuede buscar un testimonio en in-ternet. No se puede enviar la fe pormensajes de texto. Hoy en día se ob-tiene un vibrante testimonio, capazde cambiar una vida, de la misma forma que siempre se ha hecho. Elproceso no ha cambiado; se obtienemediante el deseo, el estudio, la ora-ción, la obediencia y el prestar servi-cio. Ésa es la razón por la que lasenseñanzas de los profetas y apósto-les, pasados y presentes, son tan per-tinentes hoy día en su vida comosiempre lo han sido.

Que en el futuro encuentren gozoy felicidad al aprender las grandes yeternas lecciones del pasado, es miruego para cada uno de ustedes —para mis nietos y toda la juventud dela Iglesia— dondequiera que se en-cuentren, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Esta vida terrenal puede ser unajornada difícil, pero el destinoes verdaderamente glorioso.

Cristo expresó lo siguiente a Sus discí-pulos: “Estas cosas os he hablado paraque en mí tengáis paz. En el mundotendréis aflicción; pero confiad, yo hevencido al mundo”1.

Esta tarde, mi objetivo consta de dos aspectos: Primero, hablar de

algunas piedras de tropiezo para lafe; y segundo, describir cómo el plandel Padre es lo suficientemente am-plio para todos Sus hijos.

En los últimos dos años, en losEstados Unidos y alrededor del mun-do, ha aumentado dramáticamente laatención que nuestra religión y nues-tras creencias han recibido. Esto no es nada nuevo, ha sucedido periódica-mente en la historia de la Iglesia.

En 1863, el novelista inglés, CharlesDickens, abordó el buque de pasaje-ros Amazonas con destino a NuevaYork. Su propósito era escribir un re-portaje sobre los conversos Santos delos Últimos Días que emigraban paraestablecer la Iglesia en el Oeste deEstados Unidos. Miles de conversosya habían emigrado y se había escritomucho acerca de ellos y sus creencias,particularmente en los medios británi-cos, y en su mayor parte, todo era des-favorable.

“Subí al barco”, escribió Dickens,“para testificar contra ellos si así lomerecían, como plenamente creía

El plan de nuestro Padre: lo suficientementeamplio para todosSus hijosÉ L D E R Q U E N T I N L . C O O KDel Quórum de los Doce Apóstoles

Aunque nuestra jornada esté repleta de tribulaciones, el destino es verdaderamente glorioso.

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que era el caso; para mi gran asom-bro, no lo merecían”2.

Tras observar a los conversos yconvivir con ellos, Dickens quedóimpresionado y describió a los con-versos ingleses, la mayoría de ellosobreros, como “la flor y nata deInglaterra, dentro de su nivel”3.

Se han dado dos informes contras-tantes acerca de la Iglesia; por unaparte, los informes favorables acercade miembros rectos y de la forma enque viven. Los que conocen personal-mente a Santos de los Últimos Días o que han tenido la ocasión de obser-varlos de cerca, tienen el mismo con-cepto que Charles Dickens expresóhace casi 150 años.

Debido a la doctrina inspiradora de la Restauración, los miembros seregocijan en el Evangelio y encuen-tran gozo y satisfacción en la Iglesia.Se nos ve con buenos ojos cuando vi-vimos las enseñanzas del evangeliorestaurado de Jesucristo; pero cuandolos miembros no las viven, puede seruna piedra de tropiezo para los queno pertenecen a la Iglesia4.

A diferencia de los informes favora-bles sobre miembros que viven enrectitud, a menudo las descripcionesde la Iglesia y de su doctrina han sidofalsas, injustas y severas; pero hay quereconocer que algunas descripcionesdel cristianismo en general tambiénhan sido muy severas5.

Esa actitud hacia nuestra doctrinano nos sorprende. En Doctrina yConvenios el Señor indicó que algu-nos “alzarán sus voces y maldecirán aDios…”6 y algunos “…apartarán de mísu corazón a causa de los preceptosde los hombres”7.

Avisos recientes en los autobusesde Londres demuestran la polariza-ción que existe respecto a la religiónen general. Personas ateas, agnósticase incrédulas pagaron para poner avi-sos publicitarios en los autobuses rojos de dos pisos de Londres que decían: “Probablemente Dios no exis-ta. Deja de preocuparte y disfruta dela vida”. En avisos de oposición, loscristianos afirmaron: “Definitivamente

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hay un Dios”, seguidos de mensajesinspiradores8.

A los incrédulos les es difícil aceptarlos milagros del Antiguo y el NuevoTestamento, así como el nacimiento inmaculado y la resurrección delSalvador. Ven estos acontecimientoscon el mismo escepticismo que la apa-rición de Dios el Padre y Jesucristo al profeta José Smith. No consideranla posibilidad de un plan celestial presidido por un Ser supremo. Notienen fe9.

Mi preocupación principal es porla gente honorable de la tierra que esreceptiva a la fe religiosa, pero a quie-nes la doctrina incorrecta los ha desa-nimado o confundido. Por ejemplo,con respecto a la doctrina de que larevelación aún existe, algunas perso-nas muy buenas están convencidas deque la Iglesia no puede ser verdaderaporque se les ha enseñado, y por lotanto creen, que los cielos están ce-rrados y que ya no habrá más revela-ción, escritura ni declaraciones desdeel cielo. Quiero recalcar que esacreencia general no está basada en lasEscrituras, pero es una piedra de tro-piezo para algunos10.

En un reciente libro de gran éxito,el autor usa como analogía principalel dato interesante de que por sigloslos europeos creían que todos los cis-nes eran blancos. No fue sino hasta

que se descubrió Australia que se encontraron cisnes de otro color. Elautor se vale de esa analogía para ex-plicar acontecimientos que realmentehan ocurrido, pero que no se espera-ban11. Al pensar en esa analogía, me di cuenta de que muchas personashan rehusado investigar seriamentela Iglesia porque creen que no puedehaber revelación en esta dispensación.Un converso, que actualmente es pre-sidente de misión, describe lo difícilque eso fue para él cuando investigabala Iglesia; él dijo: “Toda la vida me ha-bían enseñado que nunca más habríaprofetas y apóstoles en la tierra. Asíque, aceptar a José Smith como profe-ta creó una enorme piedra de tropie-zo”. Sin embargo, al orar, dice: “Recibíun testimonio de que el Evangelio enverdad se había restaurado en la tierray que José Smith era en realidad unprofeta de Dios”12.

Para mucha gente que es receptivaa la fe religiosa, un tema ha sido espe-cialmente preocupante: les ha sido difícil conciliar la doctrina correcta de que tenemos un amoroso PadreCelestial con la doctrina incorrecta deque la mayoría de la humanidad serásentenciada al infierno eterno.

Ese fue el caso con mi tatarabuelo,Phineas Wolcott Cook, quien nació en1820 en Connecticut. En su diario, es-cribe que había hecho convenio con

el Señor de servirle si lograba encon-trar el camino correcto. Asistió a mu-chas iglesias, y en una le pidieron que“testificara… [y] se uniera a la igle-sia… [y] fuera cristiano”. Su respuestafue que “había tantas que no podía de-terminar a cuál unirse”. Siguió investi-gando diferentes iglesias. Había unadoctrina que tenía particular impor-tancia para él, y sobre ello, explicó: “A veces me criticaban porque yo que-ría una salvación más liberal para la fa-milia humana. No podía creer que elSeñor hubiera creado una parte paraque se salvara y otra gran parte paraser condenada por la eternidad”13.Debido a esa doctrina, permitió quese borrara su nombre de los registrosde una religión protestante. Cuandolos misioneros SUD le enseñaron laverdadera doctrina del plan de salva-ción en 1844, él se bautizó.

La fe de Phineas en la amorosa misericordia y en el plan de felicidaddel Señor ha sido común entre mu-chos hombres y mujeres honorables,aun cuando las enseñanzas de supropia iglesia fueran sumamentesombrías.

Frederick Farrar, líder de la IglesiaAnglicana, erudito clásico y autor dellibro The Life of Christ, [La vida deCristo], se lamentaba en las cátedrasque impartía en Westminster Abbeyde que las enseñanzas comunes de lasiglesias protestantes sobre el infiernoeran incorrectas. Afirmó que la defini-ción del infierno, que incluía tormen-to sin fin y condenación eterna, era el resultado de errores de traduccióndel hebreo y del griego al inglés en laversión del Rey Santiago de la Biblia.Farrar también reconoció la inmensademostración de un amoroso PadreCelestial a lo largo de la Biblia comoevidencia adicional de que las defini-ciones de infierno y condenación usa-das en la traducción al inglés eranincorrectas14.

Lord Tennyson, en su poema “In Memoriam”, expresó su creenciasincera. Después de hacer notar que“de alguna manera confiamos en que el bien será el resultado final del mal”, dijo:

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Que nada camina sin rumbo alandar;

Que ni una sola vida destruida será,Ni echada al vacío cual vil suciedadCuando Dios su obra completará 15.

Cuando José Smith recibió revela-ciones y organizó la Iglesia, la granmayoría de las iglesias enseñaban quela expiación del Salvador no salvaría ala mayor parte del género humano. Elprecepto general era que unos pocosse salvarían y que la gran mayoría se-ría condenada a la más terrible y atroztortura sin fin16. La maravillosa doctri-na revelada al profeta José nos dio aconocer un plan de salvación que seaplica a toda la humanidad, incluso alos que no escuchen de Cristo en estavida, a los niños que mueran antes dela edad de responsabilidad y a los quecarezcan de entendimiento17.

Al morir, los espíritus justos vivenen un estado temporal llamado paraí-so. Alma hijo nos enseña que el paraí-so es “un estado de descanso, unestado de paz”, en donde los justos“descansarán de todas sus aflicciones,y de todo cuidado y pena”18. Los espíri-tus injustos moran en la prisión espiri-tual, a veces llamada “infierno”19, quese describe como un lugar terrible yoscuro donde los que esperan la “in-dignación de la ira de Dios”20 perma-necerán hasta la resurrección. Sinembargo, debido a la expiación deJesucristo, todos los espíritus bendeci-dos con el nacimiento al final resucita-rán, el espíritu y el cuerpo volverán aunirse y heredarán reinos de gloria su-periores a nuestra existencia terrenal21.Las excepciones se limitan a los que, aligual que Satanás y sus ángeles, se re-belen deliberadamente contra Dios22.En la resurrección, la prisión espiritualo infierno entregará a los espíritus cau-tivos. Jesús vino al mundo “para sercrucificado por el mundo y para llevarlos pecados del mundo, y para santifi-carlo y limpiarlo de toda iniquidad”23.

El Salvador dijo: “No se turbe vues-tro corazón… En la casa de mi Padremuchas moradas hay… voy… a prepa-rar lugar para vosotros”24. En el librode Moisés figura un resumen conciso:

“Porque, he aquí, ésta es mi obra y migloria: Llevar a cabo la inmortalidad yla vida eterna del hombre”25.

Después de todo lo que el Salvadorha sufrido por la humanidad, no es deextrañar que, en la Primera Visión, alhablar de las iglesias que existían, Él leinstruyese a José que “no debía [unir-se] a ninguna, porque todas estabanen error”26. Más tarde, el Salvador in-trodujo la restauración de Su doctrinaverdadera respecto al plan de salvacióny otros principios salvadores, tales co-mo la doctrina de Cristo27.

Pero a pesar de la trascendencia denuestras diferencias doctrinales conotras religiones cristianas, nuestra acti-tud hacia otras iglesias ha sido refre-narnos de la crítica. Ellas hacen muchobien y bendicen a la humanidad, y mu-chas ayudan a sus miembros a apren-der del Salvador y de Sus enseñanzas.

Un corresponsal del diarioWashington Post visitó una reunión denuestra Iglesia en Nigeria. Entrevistó a un miembro nuevo y habló de suconversión. El corresponsal dio esteinforme:

“Dijo que… bajó de un autobús y entró en un edificio de [la IglesiaSUD]. Le agradó de inmediato lo queescuchó en [la capilla], especialmenteel hecho de que nadie predicaba quelos de otras religiones irían al infier-no”28. Eso refleja el sentir de numero-sos conversos a la Iglesia desde quese organizó.

Nuestros líderes nos han aconseja-do siempre que demostremos “respe-to y aprecio hacia aquellos que nosean de nuestra fe. Hay una gran ne-cesidad de vivir con cortesía y respetomutuo entre las personas que tienencreencias y filosofías diferentes”29.

Es igualmente importante que sea-mos amorosos y bondadosos con losmiembros de nuestra propia fe, sinimportar su nivel de dedicación o acti-vidad. El Salvador ha dejado claro queno debemos juzgarnos los unos a losotros30, y eso se aplica en especial a losintegrantes de nuestra propia familia.Nuestra obligación es amar, enseñar ynunca darnos por vencidos. El Señorha dado la salvación “gratuitamente

para todos los hombres”, pero ha“mandado a su pueblo que persuada a todos los hombres a que se arrepientan”31.

Naturalmente, el deseo de nuestrocorazón no es sólo lograr la salvación y la inmortalidad, sino también la vida eterna con un amoroso PadreCelestial, nuestro Salvador y nuestra fa-milia en el reino celestial; y podemosobtenerla únicamente si obedecemoslas leyes y ordenanzas del Evangelio32.El Salvador dijo: “Porque si guardáismis mandamientos, recibiréis de suplenitud y seréis glorificados en mí”33.

Los primeros conversos europeosque Dickens conoció a bordo del barcoAmazonas habían superado muchaspiedras de tropiezo. Tenían un testimo-nio de que la revelación proviene delcielo y de que hay profetas y apóstolesde nuevo en la tierra. Tenían fe en elevangelio restaurado de Jesucristo.

Habían llegado a entender el subli-me destino que les aguardaba. No letenían temor a la ardua jornada queiban a emprender, y su destino finalno era en realidad el Valle del LagoSalado; su verdadero destino era elparaíso, seguido de la exaltación enel reino celestial.

Es por eso que los Santos de losÚltimos Días de entonces y de hoycantan la última estrofa de “¡Oh, estátodo bien!” con fe y expectativa.

Aunque morir nos toque sin llegar,¡oh, qué gozo y paz!Podremos ya, sin penas ni dolor,con los justos morar34.

Un Padre amoroso ha brindado aSus hijos un plan global y compasivo“que salva a los vivos, redime a losmuertos, rescata a los condenados yglorifica a todos los que se arrepien-ten”35. Aunque nuestra jornada estérepleta de tribulaciones, el destino esverdaderamente glorioso.

Me regocijo en el gran plan de sal-vación que es lo suficientemente am-plio para todos los hijos de nuestroPadre Celestial. Expreso gratitud másallá de lo que pueda expresar por la ex-piación de Jesucristo. Doy testimonio

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de Él, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■NOTAS

1. Juan 16:33.2. Charles Dickens, “The Uncommercial

Traveler”, All the Year Round, (4 de julio de1863), pág. 449; véase también David M. W.Pickup, The Pick and Flower of England,2001, pág. 2.

3. All the Year Round, 4 de julio de 1863, pág. 446.

4. Véase Alma 4:10.5. Véase Paul Johnson, “Militant Atheism and

God”, Forbes, 8 de octubre de 2007, pág.27; John Gray, “Faith in Reason: SecularFantasies of a Godless Age, Harper’sMagazine, enero de 2008, pág. 86.

6. D. y C. 45:32.7. D. y C. 45:29.8. William Lee Adams, “Christians and Atheists

Battle in London Bus Wars” [Pleito entrecristianos y ateos en autobuses deLondres], 8 de febrero de 2009.

9. Véase Lucas 18:8.10. Algunos han citado erróneamente

Apocalipsis 22:18, pero ese pasaje sólo serefiere al libro de Apocalipsis, y no a todala Biblia. Véase también Deuteronomio 4:2.

11. Véase Nassim Nicholas Taleb, The BlackSwan: The Impact of the HighlyImprobable, 2007, xvii–xxviii.

12. Gary G. Ely, 16 de mayo de 2008, conversa-ción en preparación para servir como presi-dente de la Misión Colorado Denver Norte.

13. En Newell Cook McMillan, comp., The Lifeand History of Phineas Wolcott Cook,1980, págs. 19–20.

14. Véase Frederic W. Farrar, Eternal Hope, 1892,págs. xxxvi–xlii. Para un análisis más amplio,véase H: Wallace Goddard, “God´s Plan,Kinder Than We Dare to Expect”, MeridianMagazine, 2006. www.ldsmag.com/myth/060217plan.html.

15. Poems of Tennyson, Oxford UniversityPress, 1907, págs. 387–388.

16. Véase Frederic W. Farrar, Eternal Hope,1892, pág. xxii.

17. Véase D. y C. 29:46–50;137:7–10.18. Alma 40:12.19. Véase 2 Nefi 9:10–14; D. y C. 76:84–86.20. Alma 40:14.21. Véase D. y C. 76:89.22. Véase Isaías 14:12–15; Lucas 10:18;

Apocalipsis 12:7–9; D. y C. 76:32–37.23. D. y C. 76:41; véase también 1 Corintios

15:22.24. Juan 14:1–2.25. Moisés 1:39.26. José Smith—Historia 1:19; véase también el

versículo 20.27. Véase 2 Nefi 31:2–21; véase también Hebreos

6:1–2; 2 Juan 1:9–10; 3 Nefi 11:30–40.28. Mary Jordan, “The New Face of Global

Mormonism”, The Washington Post, 19 denoviembre de 2007, pág. A01.

29. Gordon B. Hinckley, “Ésta es la obra delMaestro”, Liahona, julio de 1995, pág. 81.

30. Véase Lucas 6:37.31. 2 Nefi 26:27.32. Véase D. y C. 93:1.33. D. y C. 93:20.34. “¡Oh, está todo bien!”, Himnos, Nº 17.35.Orson F. Whitney, Saturday Night Thoughts,

1921, pág. 323.

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Humildemente invito la compañía del Espíritu Santo al hablar de un principio

vital del Evangelio: la fe en el SeñorJesucristo. Reconozco con profundoaprecio y amor los grandes ejemplosde verdadera fe y fidelidad en mi pro-pia vida. Expreso mi profundo amor ygratitud a mis buenos padres, a mi fa-milia, a los líderes del sacerdocio, alos queridos misioneros, a mis mara-villosos hijos y a mi adorada compa-ñera eterna. Reconozco mi necesidady deseo de obtener mayor fe en cali-dad de discípulo y testigo de Cristo.No ha habido mayor necesidad de fe en mi propia vida como la quetengo ahora.

Como padres, se nos ha dado elmandamiento de enseñar a nuestroshijos a “comprender la doctrina… de

la fe en Cristo, el Hijo del Dios vivien-te” (D. y C. 68:25). Eso requiere mu-cho más que simplemente reconocerla fe como un principio del Evangelio.Tener fe es “tener confianza en algo oalguien” (Guía para el estudio de lasEscrituras, pág. 78). La verdadera fe se debe centrar en Jesucristo. “La fees un principio de acción y de poder”(Bible Dictionary, pág. 670); requiereque hagamos y no que simplementecreamos. La fe es un don espiritual de Dios que viene por medio delEspíritu Santo; requiere un entendi-miento y un conocimiento correctode Jesucristo, de Sus atributos divi-nos y naturaleza perfecta, de Sus enseñanzas, de la Expiación; de laResurrección y del poder del sacer-docio. La obediencia a esos princi-pios genera una confianza total en Él y en Sus siervos ordenados, y una convicción respecto a Sus bendi-ciones prometidas.

No hay otra cosa en la cual poda-mos tener una certeza absoluta. Noexiste otro fundamento en la vida queaporte el mismo gozo, la misma paz y esperanza. En épocas inestables ydifíciles, la fe es, en verdad, un donespiritual digno de nuestros mayoresesfuerzos. Podemos dar a nuestros hi-jos una formación académica, clases,deportes, arte y bienes materiales, pero si no les damos fe en Cristo, leshemos dado poco.

“La fe se aviva al escuchar el testi-monio de aquellos que la tienen”

Fe en el SeñorJesucristoÉ L D E R K E V I N W. P E A R S O NDe los Setenta

En la familia de la fe, no hay necesidad de temor ni duda.Elijan vivir por medio de la fe y no por temor.

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(Bible Dictionary, pág. 669; véasetambién Romanos 10:14–17). ¿Sabensus hijos que usted sabe? ¿Ven y sien-ten ellos su convicción? “La fe firmese desarrolla por medio de la obe-diencia al evangelio de Jesucristo”(ibíd. pág. 669).

El élder Bruce R. McConkie ense-ñó: “La fe es un don de Dios conce-dido como premio a la rectitudpersonal. Siempre se otorga cuandola rectitud está presente y cuanto ma-yor sea la medida de obediencia a lasleyes de Dios, mayor será el atributode la fe” (Mormon Doctrine, segundaedición, 1966, pág. 264). Si deseamosobtener más fe, debemos ser másobedientes. Cuando enseñamos anuestros hijos, por medio del ejemploo del precepto, a tomar a la ligera elobedecer los mandamientos de Dioso a obedecerlos de acuerdo con lascircunstancias, impedimos que ellosreciban ese importante don espiritual.La fe requiere una actitud de obedien-cia exacta aun en las cosas pequeñas ysimples.

El deseo es una partícula de la feque se cultiva en nosotros al experi-mentar la verdad divina. Es como unafotosíntesis espiritual. La influenciadel Espíritu Santo, actuando sobre laluz de Cristo que está en cada ser hu-mano, produce el equivalente espiri-tual de una reacción química, unainquietud, un cambio en el corazón o un deseo de saber. La esperanzasurge cuando las partículas de la fellegan a ser moléculas, y al realizar es-fuerzos sencillos para vivir los princi-pios verdaderos.

Al establecerse modelos de obe-diencia, las bendiciones específicasasociadas con la obediencia se hacenrealidad y emerge la convicción. Eldeseo, la esperanza y la convicciónson formas de fe, pero la fe comoprincipio de poder viene por mediode un modelo constante de conductay actitudes obedientes. La rectitud in-dividual es una elección. La fe es undon de Dios, y el que la posea puederecibir inmenso poder espiritual.

Existe una cualidad de la fe que se cultiva al concentrarnos con todo

nuestro corazón, alma, mente y fuer-za. Se ve y se siente en los ojos de ungran misionero, de una mujer jovenvaliente y virtuosa, de madres, padresy abuelos rectos. Se ve en la vida depersonas jóvenes y adultas, en todanación y cultura, que hablen cualquieridioma y en toda circunstancia y con-dición de vida. Es “el ojo de la fe” delcual habla el profeta Alma (véaseAlma 5:15–26), la habilidad de cen-trarse y de ser inamovibles, asidos

constantemente a los principios ver-daderos, sin dudar nada, aun cuandoel vapor de tinieblas que nos confron-te sea muy grande. Esta cualidad de lafe es sumamente poderosa.

Sin embargo, “era menester unaoposición en todas las cosas… elSeñor Dios le concedió al hombreque obrara por sí mismo. De modoque el hombre no podía actuar por sía menos que lo atrajera lo uno o lootro” (2 Nefi 2:15–16). Así también es

São Paulo, Brasil

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la fe; puede ser tentador elegir la du-da y la incredulidad en vez de la fe.

Cuando Jesús regresó de la tras-cendente experiencia espiritual en el Monte de la Transfiguración, se leacercó un padre desesperado cuyohijo necesitaba ayuda; el padre im-ploraba diciendo: “…si puedes haceralgo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.

“Jesús le dijo: Si puedes creer, alque cree todo le es posible.

“E inmediatamente el padre… cla-mó y dijo: Creo; ayuda mi increduli-dad” (véase Marcos 9:22–24).

La fe y el temor no pueden co-existir; una cede el lugar a la otra. La verdad es que todos debemosedificar la fe constantemente y so-breponernos a las fuentes de incre-dulidad destructiva. La enseñanza delSalvador que compara la fe con ungrano de mostaza admite esa reali-dad. Considérenlo de la siguientemanera: La fe neta a utilizar es la quenos queda para ejercitar después desustraer las fuentes de duda e incre-dulidad. Podrían preguntarse lo si-guiente: “¿Tiene mi fe neta un saldopositivo o negativo?” Si su fe excedesu duda e incredulidad, la respuestaes positiva; si permiten que la duda y la incredulidad los controlen, la

respuesta tal vez sea negativa.Nosotros tenemos la oportunidad

de elegir; obtenemos aquello en loque nos centramos constantemente.Debido a que existe una oposición en todas las cosas, hay fuerzas quesocavan nuestra fe. Algunas son el resultado de la influencia directa deSatanás, pero por otras sólo podemosculparnos a nosotros mismos; éstasprovienen de tendencias, actitudes ycostumbres personales que podemosaprender a cambiar. Me referiré a es-tas influencias como “los seis puntosdestructivos”; mientras lo hago, con-sideren la influencia que tienen enustedes o en sus hijos.

El primero es la duda. La duda no es un principio del Evangelio; noproviene de la luz de Cristo ni de lainfluencia del Espíritu Santo. La dudaes un sentimiento negativo relacio-nado con el temor; proviene de unafalta de confianza en nosotros mis-mos o en nuestra capacidad; contra-dice nuestra identidad divina comohijos de Dios.

La duda lleva al desánimo. El desá-nimo proviene de expectativas no rea-lizadas. El desánimo crónico lleva aexpectativas más bajas, a un menoresfuerzo, a un deseo débil y a una ma-yor dificultad para sentir y seguir al

Espíritu (véase Predicad Mi Evangelio,pág. 10). El desánimo y la desespera-ción son la antítesis de la fe.

El desánimo lleva a la distracción, a la falta de concentración. La distrac-ción elimina la concentración que re-quiere el ojo de la fe. El desánimo y ladistracción son dos de las herramien-tas más eficaces de Satanás, y tambiénson hábitos muy malos.

La distracción conduce a la faltade diligencia, a un compromiso me-nos firme a permanecer leales y fie-les y a seguir adelante a pesar de lasdificultades o desilusiones. Las desi-lusiones son una parte inevitable dela vida, pero no tienen que llevarnosa la duda, al desánimo, a la distrac-ción ni a la falta de diligencia.

Si no cambiamos el rumbo, estecurso a la larga conduce a la desobe-diencia, la cual debilita el funda-mento mismo de la fe. Con muchafrecuencia, el resultado es la incredu-lidad, el rechazo consciente o incons-ciente a creer.

En las Escrituras se describe la in-credulidad como el estado de haberelegido endurecer nuestro corazónhasta el punto de dejar de sentir.

Estos seis puntos destructivos: laduda, el desánimo, la distracción, lafalta de diligencia, la desobedienciay la incredulidad socavan y destru-yen nuestra fe. Podemos elegir evitar-los y vencerlos.

Los momentos difíciles requierenmayor poder espiritual. Considerendetenidamente la promesa delSalvador: “Si tenéis fe en mí, tendréispoder para hacer cualquier cosa queme sea conveniente” (Moroni 7:33).

Humildemente declaro que Dios,nuestro Padre Celestial, vive y ama a cada uno de nosotros, Sus Hijos.Jesucristo es nuestro Salvador yRedentor. Él vive y dirige personal-mente Su Iglesia por medio del pre-sidente Monson, Su profeta ungido.Debido a que Él vive, tenemos en Élgran confianza. En la familia de la fe,no hay necesidad de temer ni dudar.Elijan vivir por medio de la fe y nopor temor. En el sagrado nombre de Jesucristo. Amén. ■

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Un domingo por la mañana, ha-ce algunos años, recibí una lla-mada telefónica del hermano

Omar Álvarez, que en ese entoncesservía como uno de mis consejerosdel obispado. Su hija de tres años ha-bía muerto en un trágico accidente.

Él relató de la siguiente manera loque ocurrió ese día:

“En cuanto llegamos a una hermo-sa playa venezolana, nuestros hijosnos suplicaron que los dejáramos ju-gar en un riachuelo cerca de la playa.Les dejamos ir y empezamos a sacaralgunas cosas del auto. Dos minutosdespués, notamos que nuestros hijosse alejaban demasiado de la orilla.

“Al ir a decirles que regresaran, no-tamos que nuestra hijita de tres añosno estaba con los demás niños. La

buscamos desesperadamente, y la en-contramos flotando cerca de dondeestaban los otros niños. La sacamosrápidamente del agua y varias perso-nas vinieron para tratar de salvarla,pero no pudimos hacer nada. Nuestrahija menor se había ahogado.

“Los momentos que siguieron fueron sumamente difíciles, llenos de angustia y dolor por la pérdida denuestra hija menor. Esos sentimientospronto se convirtieron en un tormen-to casi insoportable; sin embargo, en medio de la confusión y la incerti-dumbre, penetró nuestra mente elpensamiento de que nuestros hijoshabían nacido en el convenio, y quepor ese convenio, nuestra hija nospertenece por la eternidad.

“¡Qué gran bendición es pertene-cer a La Iglesia de Jesucristo y haberrecibido las ordenanzas de Su SantoTemplo! Ahora nos sentimos muchomás comprometidos a ser fieles alSeñor y a perseverar hasta el fin, por-que queremos ser dignos de las ben-diciones que el templo ofrece paravolver a ver a nuestra hija. A veces lloramos, pero ‘no lloramos como los que se hallan sin esperanza’”(Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: José Smith, curso de estudiodel Sacerdocio de Melquisedec y de laSociedad de Socorro, 2007, pág. 185).

Esta fiel familia llegó a compren-der que, cuando la adversidad llega anuestra vida, Dios es la única fuente

verdadera de consuelo. “La paz osdejo, mi paz os doy; yo no os la doycomo el mundo la da. No se turbevuestro corazón, ni tenga miedo”(Juan 14:27).

Varios años después de la difícilprueba que enfrentó la familia Álva-rez, fui testigo de la forma en queotra familia fiel enfrentó gran adversi-dad. Varios miembros de la familiaQuero habían muerto en un terribleaccidente automovilístico. El herma-no Abraham Quero perdió a sus pa-dres, a dos hermanas, a su cuñado ya su sobrina en ese accidente.

Él demostró una actitud admirablecuando dijo:

“Ése era el momento de demostrarlealtad a Dios y reconocer que depen-demos de Él, que debemos obedecerSu voluntad y sujetarnos a Él.

“Hablé con mis hermanos y les difuerza y valor para entender lo que elpresidente Kimball enseñó hace mu-chos años, de que ‘no hay tragedia en la muerte, sino sólo en el pecado’(Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball,curso de estudio del Sacerdocio deMelquisedec y de la Sociedad deSocorro, 2006, pág. 20), que lo importante no es cómo murió un hombre, sino cómo vivió.

“Las palabras de Job llenaron mialma: ‘…Jehová dio, y Jehová quitó;sea el nombre de Jehová bendito’(Job 1:21). Y luego de Jesús: ‘…Yosoy la resurrección y la vida; el quecree en mí, aunque esté muerto, vivirá’” (Juan 11:25).

“Fue una de las experiencias másespirituales que hemos tenido comofamilia, al aceptar la voluntad de Diosen circunstancias tan difíciles”.

En las dos experiencias que vivie-ron estas buenas familias, el dolor y elpesar se apartaron debido a la luz delEvangelio que los llenó de paz y con-suelo, y les dio la certeza de que todoestaría bien.

Aun cuando el dolor de esas familias no se puede comparar con la agonía que padeció el Señor enGetsemaní, he podido comprendermejor el sufrimiento y la expiación

La fe en medio dela adversidadÉ L D E R R A FA E L E . P I N ODe los Setenta

Vivir el Evangelio… significa que estaremos preparadospara hacer frente a la adversidad y perseveraremos en ella con mayor confianza.

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del Salvador. No existe enfermedad,aflicción ni adversidad que Cristo nohaya sentido en Getsemaní.

El Señor le reveló a José Smith losiguiente en Doctrina y Convenios:

“…padecimiento que hizo que yo,Dios, el mayor de todos, temblara acausa del dolor y sangrara por cada po-ro y padeciera, tanto en el cuerpo co-mo en el espíritu, y deseara no tenerque beber la amarga copa y desmayar.

“Sin embargo, gloria sea al Padre,bebí, y acabé mis preparativos para

con los hijos de los hombres” (D. y C.19:18–19).

El profeta José Smith, que conocíamucho de las tormentas de la vida,exclamó angustiado en uno de susmomentos más difíciles: “Oh Dios,¿en dónde estás? ¿y dónde está el pa-bellón que cubre tu morada oculta?”(D. y C. 121:1).

Luego, al elevar el profeta su voz,le consolaron las palabras del Señor:

“Hijo mío, paz a tu alma; tu adver-sidad y tus aflicciones no serán más

que por un breve momento;“y entonces, si lo sobrellevas bien,

Dios te exaltará; triunfarás sobre to-dos tus enemigos” (D. y C. 121:7–8).

El presidente Howard W. Hunter di-jo: “Si nuestra vida y nuestra fe se cen-tran en Jesucristo y en Su Evangeliorestaurado, nada podrá ir permanen-temente mal. Por otro lado, si nuestravida no está centrada en el Salvadorni en Sus enseñanzas, nada podrá sa-lirnos permanentemente bien” (Lasenseñanzas de Howard W. Hunter,editado por Clyde J. Williams, 1997,pág. 40).

El Salvador dijo:“Por tanto, cualquiera que oye es-

tas palabras mías, y las hace, lo com-pararé a un hombre prudente queedificó su casa sobre una roca;

“y descendió la lluvia, y vinieronlos torrentes, y soplaron los vientos,y dieron con ímpetu contra aquellacasa; y no cayó, porque estaba funda-da sobre una roca.

“Y todo el que me oye estas pala-bras, y no las hace, será comparado alhombre insensato que edificó su casasobre la arena:

“y descendió la lluvia, y vinieronlos torrentes, y soplaron los vientos,y dieron con ímpetu contra aquellacasa; y cayó, y grande fue su caída” (3 Nefi 14: 24–27).

Es interesante notar que descen-dió la lluvia, vinieron los torrentes, ysoplaron los vientos ¡contra ambascasas!, porque vivir el Evangelio nosignifica que escaparemos de la ad-versidad para siempre, sino que esta-remos preparados para hacerle frentey perseveraremos en ella con mayorconfianza.

Doy solemne testimonio de queJesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor. Él dirige Su Iglesia a tra-vés de un profeta viviente, el presi-dente Thomas S. Monson. Si vivimosnuestra vida de conformidad con las enseñanzas del Salvador, cierta-mente hallaremos la paz y el consue-lo que sólo Dios puede dar (véaseFilipenses 4:7). Doy testimonio de estas cosas, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

Juchitán, Oaxaca, México

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Todo miembro de La Iglesia deJesucristo de los Santos de losÚltimos Días tiene la bendición

de vivir en una época en la que elSeñor ha inspirado a Sus profetaspara que proporcionen a los miem-bros acceso cada vez más fácil a lossantos templos. Con planificacióncuidadosa y algo de sacrificio, la ma-yoría de los miembros de la Iglesiapueden recibir las ordenanzas deltemplo para sí mismos y para sus an-tepasados, y ser bendecidos por los

convenios que se hacen en él.Porque te amo, voy a hablarte de

corazón a corazón, con franqueza. Hevisto que muchas veces las personashacen grandes sacrificios para ir a untemplo que les queda muy distante;pero cuando se construye uno queestá cerca, hay muchos que no asistena él con regularidad. Tengo una suge-rencia para ti: Si tienes un templo adistancia conveniente, alguna insigni-ficancia puede interrumpir tus planesde asistir. Considerando tus circuns-tancias, establécete metas específicaspara ir y participar en las ordenanzasdel templo, y después no permitasque nada se interponga en ese plan.Ese método asegurará que los que vi-van cerca de un templo sean tan ben-decidos como lo son los que tienenque planear con anticipación y hacerun largo viaje para llegar a él.

Hace catorce años, decidí que asisti-ría al templo al menos una vez por se-mana para efectuar una ordenanza. Afin de lograr ese objetivo, cuando ten-go que viajar compenso con asistenciaextra las visitas omitidas en mi ausen-cia. He mantenido esa resolución, lacual ha cambiado profundamente

mi vida. Me esfuerzo por participar entodas las diferentes ordenanzas quese ofrecen en el templo.

Te exhorto a establecerte una metarespecto a la frecuencia con que reci-birás el beneficio de las ordenanzasque se ofrecen en nuestros templos.¿Qué puede ser más importante queasistir al templo y participar en sus or-denanzas? Para un matrimonio, ¿quéactividad puede tener un mayor im-pacto y brindarles más gozo y una feli-cidad más profunda que asistir juntosal templo?

Ahora compartiré contigo otras su-gerencias para que obtengas más be-neficio de la asistencia al templo:

• Comprende la doctrina relacionadacon las ordenanzas del templo, es-pecialmente el significado de la ex-piación de Jesucristo1.

• Mientras estés participando en lasordenanzas, considera tu relacióncon Jesucristo y Su relación connuestro Padre Celestial. Ese senci-llo acto te ampliará más la com-prensión de la naturaleza supremade las ordenanzas del templo.

• Expresa siempre en tus oracionesgratitud por las bendiciones incom-parables que proceden de las orde-nanzas del templo. Vive cada día detal modo que demuestres al PadreCelestial y a Su Hijo Amado cuántosignifican para ti esas bendiciones.

• Hazte un horario escrito para asis-tir al templo con regularidad.

• Cuando asistas, dedica el tiemposuficiente para no tener apuromientras estés en el templo.

• Alterna los servicios que prestes afin de participar en todas las orde-nanzas.

• Quítate el reloj cuando entres en lacasa del Señor.

• Con la mente y el corazón abiertos,escucha atentamente a la presenta-ción de cada uno de los elementosde la ordenanza.

• Ten presente a la persona por laque estés realizando la ordenanzavicaria. De vez en cuando, ora porella para que reconozca la impor-tancia vital de las ordenanzas y sea

La adoración en el templo: Fuentede fortaleza enépocas difícilesÉ L D E R R I C H A R D G. S C O T TDel Quórum de los Doce Apóstoles

Si guardamos los convenios que hemos hecho en el templo y vivimos con rectitud… no hay razón para preocuparse ni sentirse desolado.

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digna de recibir su beneficio o seprepare para serlo.

• Reconoce que gran parte de la ma-jestad de la ordenanza selladora nose puede comprender ni recordarcon sólo una experiencia personal.El hecho de continuar llevando acabo con frecuencia la obra vicarianos permite comprender muchomás de lo que se nos comunica unavez en las ordenanzas personales.

• Ten en cuenta que una ordenanzaselladora no es permanente hastadespués de haber sido sellada porel Santo Espíritu de la Promesa; am-bas personas deben ser dignas y de-sear que su sellamiento sea eterno.

Si eres parte de un matrimonioque todavía no se ha sellado en eltemplo, consideren ambos estos pa-sajes de las Escrituras:

“En la gloria celestial hay tres cieloso grados;

“y para alcanzar el más alto, elhombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, elnuevo y sempiterno convenio delmatrimonio];

“y si no lo hace, no puede alcanzarlo.

“Podrá entrar en el otro, pero ésees el límite de su reino; no puede te-ner progenie” (D. y C. 131:1-4).

A veces, cuando oigo a un coro can-tar durante el servicio dedicatorio deun templo, me invade un sentimientotan sublime que me eleva el corazón ylos pensamientos; cierro los ojos y enmi mente he visto más de una vez ungrupo de personas que desde el tem-plo se extiende en la distancia y se ele-va hacia las alturas haciéndose cadavez más grande. Pienso que represen-tan a muchos de los espíritus que es-tán esperando que se efectúe por ellosla obra vicaria en ese santuario y quese regocijan porque finalmente hay unlugar donde pueden liberarse de lascadenas que los han atado en su pro-greso eterno. Para lograr ese fin, tú tie-nes que efectuar la obra vicaria; debesbuscar a tus antepasados. El nuevoprograma de FamilySearchTM hace queahora esa obra sea más fácil que antes.Es preciso que busques a esos antepa-sados, prepares la información que se requiere y vayas a la casa del Señor

a llevar a cabo por ellos las ordenan-zas que anhelan recibir. ¡Qué gran gozo es el de participar en la obra de un templo!

Voy a relatar la experiencia de unaantepasada de Jeanene, mi esposa,que se llama Sarah De Armon PeaRich. El comentario que hizo indicael impacto que puede tener el tem-plo en nuestra vida. Cuando teníatreinta y un años, recibió un llama-miento de Brigham Young para traba-jar en el Templo de Nauvoo, dondese llevaron a cabo todas las ordenan-zas que fue posible antes de que lossantos tuvieran que partir y abando-narlo. Esto es lo que ella escribió:

“Muchas fueron las bendicionesque recibimos en la casa del Señor yque nos brindaron gozo y consuelo enmedio de todas las aflicciones que so-portamos y nos facultaron para tenerfe en Dios, sabiendo que Él nos iba aguiar y a sostener en la jornada incier-ta que teníamos por delante. Porque sino hubiera sido por la fe y el conoci-miento que se nos concedieron enaquel templo por la influencia y ayudadel Espíritu del Señor, esa jornada

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hubiera sido como un salto en la oscu-ridad. El haber tenido que empezarlaen medio del invierno y en el estadode pobreza en que nos encontrába-mos, habría sido como caminar hacialas fauces de la muerte; pero tuvimosfe en nuestro Padre Celestial, deposi-tamos en Él nuestra confianza sabien-do que éramos Su pueblo escogido yque habíamos abrazado Su Evangelio;y en lugar de dolor, sentíamos regoci-jo pensando en que había llegado eldía de nuestra liberación”2.

Ahora quiero hablarte del significa-do especial que el templo tiene paramí. Tocaré algunos temas delicados,por lo que te agradecería que ores pormí, para que no me emocione dema-siado al referirme a ellos.

Hace catorce años, el Señor se lle-vó a mi esposa al otro lado del velo.La amo con todo mi corazón, peronunca me he quejado porque sé queésa era la voluntad de Él; nunca le hepreguntado por qué, sino qué quiereÉl que aprenda de esta experiencia.Creo que ésa es una buena forma deenfrentar las cosas desagradables quenos sucedan, no quejándonos, sinoagradeciendo al Señor la confianzaque ha puesto en nosotros al darnosla oportunidad de vencer dificultades.

Recibimos la bendición de tenerhijos. El primero, una hija, continúasiendo una enorme bendición paranosotros. A los dos años, nació un varón al que pusimos por nombreRichard. Unos años después tuvimosotra hija que murió a los pocos minu-tos de nacer.

Nuestro hijo, Richard, nació con uncorazón defectuoso y nos dijeron que,a menos que el defecto se corrigiera,había poca probabilidad de que vivieramás de dos o tres años. En aquel tiem-po todavía no se conocían las técnicasque se usan ahora para reparar esosdefectos, pero fuimos bendecidos pordisponer de un lugar donde los médi-cos accedieron a llevar a cabo la ciru-gía que hacía falta; tenían que hacer laoperación mientras el corazón le latía.

La intervención se llevó a cabocuando hacía sólo seis semanas quenuestra hijita había muerto en seguida

de nacer. Al terminar, el cirujanoprincipal fue a vernos y a decirnosque la operación había sido un éxito.Entonces pensamos: “¡Qué maravillo-so! ¡Nuestro hijo tendrá un cuerpofuerte para correr, caminar y crecer!”,y expresamos profunda gratitud alSeñor. Pero, después de unos diez mi-nutos, entró el mismo médico con lacara pálida y nos dijo: “Lo lamento, suhijito ha muerto”. Parece que el shockde la operación había sido más de loque su cuerpecito podía soportar.

Más tarde, durante esa noche, abra-cé a mi esposa y le dije: “No debemospreocuparnos, porque nuestros hijosnacieron bajo el convenio y tenemosla certeza de que los tendremos connosotros en el futuro. Ahora hay otrarazón por la que debemos llevar unavida muy buena: tenemos un hijo yuna hija que han reunido los requisi-tos para ir al reino celestial por habermuerto antes de cumplir los ochoaños”. Y ese conocimiento nos ha da-do un gran consuelo. Nos regocijamosal saber que los siete hijos que hemostenido están sellados a nosotros por eltiempo y la eternidad.

Esa prueba no ha sido un proble-ma para ninguno de los dos, porque

cuando se vive con rectitud y se hanrecibido las ordenanzas del templo,todo lo demás está en manos delSeñor. Podemos hacer todo lo posi-ble, pero el resultado final dependede Él. Si vivimos dignamente, no de-bemos quejarnos nunca de lo que su-ceda en nuestra vida.

Hace catorce años, el Señor decidióque a mi esposa no le era necesario vi-vir más tiempo en la tierra y se la llevópara el otro lado del velo. Confiesoque hay veces en que es difícil para míno poder verla ni hablarle; pero no mequejo. En momentos decisivos de mivida, el Señor me ha permitido sentirla influencia de ella a través del velo.

Lo que estoy tratando de enseñartees que, si guardamos los conveniosque hemos hecho en el templo y vivi-mos con rectitud a fin de mantener vi-gentes las bendiciones prometidas enesas ordenanzas, entonces, venga loque venga, no hay razón para preocu-parse ni sentirse desolado.

Sé que, gracias a las ordenanzasque se llevan a cabo en el templo, ten-dré el privilegio de estar con esa her-mosa esposa a quien amo con todomi corazón y con los hijos que estáncon ella del otro lado del velo. Quégran bendición es tener otra vez en latierra la autoridad para sellar, no sólopor esta vida terrenal sino por laseternidades. Estoy agradecido porqueel Señor ha restaurado Su Evangelioen su plenitud, incluso las ordenanzasque se nos exigen para ser dichososen el mundo y vivir eternamente ycon felicidad en el más allá.

Ésta es la obra del Señor. Jesucristovive y ésta es Su Iglesia. Yo soy uno deSus testigos y de Su expiación, la cuales el fundamento que hace efectiva yperdurable toda ordenanza que se lle-va a cabo en los templos. Así lo testifi-co, con todas las facultades que poseo,en el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Las Secciones 88, 109, 131 y 132 de

Doctrina y Convenios sería un buen puntode partida.

2. (Sarah DeArmon Pea Rich, Autobiografía,1885-1893, pág. 66, Biblioteca Histórica dela Iglesia); se observaron las reglas norma-les de ortografía y puntuación.

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Junto a ustedes, mis queridoshermanos y hermanas, expresomi amor y admiración por el él-

der Neil L. Andersen. Su llamamientoal santo apostolado viene del Señorpor revelación a Su profeta, el presi-dente Thomas S. Monson. A lo largode la vida, el presidente Monson hapulido su habilidad para escuchar la voluntad del Señor, y así como elSalvador sometió Su voluntad al PadreCelestial, el profeta somete la suya alSeñor. Gracias, presidente Monson,por cultivar y utilizar ese poder. Lo

felicitamos élder Andersen y ¡oramospor usted!

La Oración del SeñorNuestras oraciones siguen los

modelos y las enseñanzas del SeñorJesucristo. Él nos enseñó cómo orar;de Sus oraciones aprendemos muchaslecciones importantes. Comencemoscon la Oración del Señor y añadamoslecciones de otras oraciones que Élpronunció1.

Mientras recito la Oración delSeñor, presten atención a las lecciones:

“..Padre nuestro que estás en loscielos, santificado sea tu nombre.

“Venga tu reino. Hágase tu volun-tad, como en el cielo, así también enla tierra.

“El pan nuestro de cada día, dános-lo hoy.

“Y perdónanos nuestras deudas,como también nosotros perdonamosa nuestros deudores.

“Y no nos metas en tentación, maslíbranos del mal; porque tuyo es elreino, y el poder, y la gloria, por todoslos siglos. Amén”2.

La Oración del Señor se registrados veces en el Nuevo Testamento yuna en el Libro de Mormón3. También

se incluye en la Traducción de JoséSmith de la Biblia4, donde se propor-ciona aclaración con estas dos frases:

1. “Y perdónanos nuestras ofensas,como también nosotros perdona-mos a aquellos que nos ofenden”5

y2. “Y no nos dejes caer en tentación,

mas líbranos del mal”6.

Otras declaraciones del Maestroapoyan la aclaración en cuanto al per-dón. Él dijo a sus siervos: “…porcuanto os habéis perdonado el uno alotro vuestras transgresiones, así tam-bién yo, el Señor, os perdono”7. Enotras palabras, para ser perdonados,primero debemos perdonar8. La acla-ración en cuanto a la tentación es útil,puesto que definitivamente Dios nonos conduciría a la tentación. El Señordijo: “Velad y orad, para que no en-tréis en tentación”9.

Aunque las cuatro versiones de laOración del Señor no son idénticas,todas comienzan con un saludo a“Nuestro Padre”, lo que implica unarelación cercana entre Dios y Sus hi-jos. La frase “santificado sea tu nom-bre” refleja el respeto y la actitud deadoración que deberíamos sentir alorar. “Hágase tu voluntad” expresaun concepto que analizaremos másadelante.

Su pedido del “pan de cada día”también encierra una necesidad dealimento espiritual. Jesús, que se lla-mó a sí mismo “el pan de vida”, hizouna promesa: “…el que a mí viene,nunca tendrá hambre”10; y al partici-par de la Santa Cena dignamente, senos promete además que siempre po-dremos tener Su Espíritu con noso-tros11. Ése es alimento espiritual queno se puede obtener de ninguna otraforma.

Al concluir Su oración, el Señor re-conoce el gran poder y gloria de Diosy finaliza con “Amén”. Nosotros tam-bién terminamos nuestras oracionescon amén. Aunque se pronuncia demanera diferente en varios idiomas,su significado siempre es el mismo;significa “realmente” o “en verdad”12.

Lecciones queaprendemos delas oraciones del SeñorÉ L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Nuestras oraciones siguen los modelos y las enseñanzas del Señor Jesucristo. Él nos enseñó cómo orar.

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El decir amén, afirma solemnementeun sermón u oración13. Aquellos queestén de acuerdo deben decir unamén14 en voz alta para indicar: “esatambién es mi solemne declaración”15.

El Señor introdujo Su oración pi-diendo a Sus seguidores que evitaran“vanas repeticiones”16 y que oraran“de esta manera”17. Por lo tanto, laOración del Señor sirve como modeloa seguir y no como texto para memo-rizar y recitarlo de manera repetitiva.El Maestro simplemente desea queoremos pidiendo la ayuda de Dios al procurar constantemente resistir la maldad y vivir rectamente.

Oraciones intercesorasOtras oraciones del Señor también

son instructivas, en especial Sus ora-ciones intercesoras. Se las llama asíporque el Señor intercedió ante SuPadre en oración para el beneficio deSus discípulos. Imaginen al Salvadordel mundo arrodillado en oraciónmientras leo del capítulo 17 de Juan:

“Estas cosas habló Jesús, y levan-tando los ojos al cielo, dijo: Padre…glorifica a tu Hijo, para que tambiéntu Hijo te glorifique a ti;

“…he acabado la obra que me dis-te que hiciese.

“…porque las palabras que me dis-te, les he dado; y ellos las recibieron,y han conocido verdaderamente quesalí de ti, y han creído que tú me en-viaste.

“Yo ruego por ellos”18.De esta oración del Señor apren-

demos cuán profundamente sienteSu responsabilidad de ser nuestroMediador y Abogado ante el Padre19.Con la misma intensidad deberíamossentir nuestra responsabilidad deguardar Sus mandamientos y perse-verar hasta el fin20.

Jesús también ofreció una oraciónintercesora por la gente de las anti-guas Américas. En el registro leemosque “nadie puede conceptuar el gozoque llenó nuestras almas cuando looímos rogar por nosotros al Padre”21.Luego Jesús agregó: “…Benditos sois a causa de vuestra fe. Y ahora he aquí,es completo mi gozo”22.

En una oración hecha más tarde,Jesús incluyó una súplica para que hu-biese unidad. “Padre”, dijo Él, “te rue-go por ellos… para que crean en mí,para que yo sea en ellos como tú,

Padre, eres en mí, para que seamosuno”23. Nosotros también podemosorar para que haya unidad; podemosorar para que seamos uno en corazóny mente con los ungidos del Señor y con nuestros seres queridos; pode-mos orar por entendimiento y respe-to mutuo entre nosotros y nuestrosvecinos. Si los demás realmente nos importan, deberíamos orar porellos24. “Orad unos por otros…” en-señó Santiago, porque “la oracióneficaz del justo puede mucho”25.

Lecciones que aprendemos de otrasoraciones

El Señor enseñó otras lecciones sobre la oración. Él les dijo a Sus dis-cípulos que “siempre debéis orar alPadre en mi nombre”26. El Salvadorademás enfatizó: “Orad al Padre envuestras familias, siempre en mi nom-bre”27. De manera obediente, aplica-mos esa lección cuando oramos anuestro Padre Celestial en el nombrede Jesucristo28.

Otra oración del Señor enseña unalección que se repite en tres versícu-los consecutivos:

“Padre, gracias te doy porque has

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dado el Espíritu Santo a éstos que heescogido…

“Padre, te ruego que des el EspírituSanto a todos los que crean en suspalabras.

“Padre, les has dado el EspírituSanto porque creen en mí”29.

Si la compañía del Espíritu Santoes tan importante, nosotros tambiéndeberíamos orar por ella. Del mismomodo deberíamos ayudar a todos losconversos y a nuestros hijos a culti-var el don del Espíritu Santo. Al orarpor ello, el Espíritu Santo llegará aser una fuerza vital para bien ennuestra vida30.

Cómo mejorar nuestras oracionesEl Señor ha enseñado formas me-

diante las cuales podemos mejorarnuestras oraciones. Por ejemplo, Él di-jo que “la canción de los justos es unaoración para mí, y será contestadacon una bendición sobre su cabeza”31.

También se puede mejorar la ora-ción mediante el ayuno32. El Señor di-jo: “También os doy el mandamientode perseverar en la oración y el ayunodesde ahora en adelante”33. El presi-dente Joseph F. Smith pidió que fué-semos sabios al ayunar cuando nosadvirtió que “se puede llegar a exage-rar. Un hombre puede ayunar y orarhasta morir, pero no hay ninguna ne-cesidad de ello ni hay prudencia enhacerlo… El Señor oye la oración sen-cilla que se ofrece con fe, con mediadocena de palabras, y reconocerá elayuno que no se alargue más de vein-ticuatro horas, tan pronta y eficaz-mente como contestará una oraciónde mil palabras y un ayuno de unmes… El Señor aceptará aquello quees suficiente con mucho más placer ysatisfacción que aquello que es dema-siado e innecesario”34.

El concepto de “demasiado e inne-cesario” también se aplica a la longi-tud de nuestras oraciones. La últimaoración de una reunión de la Iglesiano necesita incluir un resumen de ca-da discurso ni debe ser un sermónimprevisto. Las oraciones personalespueden ser tan largas como desee-mos, pero las oraciones en público

deben ser súplicas cortas para que elEspíritu del Señor esté con nosotros,o declaraciones breves de gratitudpor lo que sucedió.

Nuestras oraciones se pueden mejorar de otras maneras; podemosutilizar “palabras apropiadas”35 al refe-rirnos a los miembros de la Trinidad.Aunque la forma de hablar y de vestir-se del mundo es cada vez más casual,se nos ha pedido que protejamos ellenguaje formal y apropiado de la ora-ción. En nuestras oraciones conjuga-mos los verbos apropiadamente paralos pronombres Tú, Tuyo, Te y Ti enlugar de Usted, Su y Suyo 36. El hacerlonos ayuda a ser humildes, lo cual tam-bién ayuda a mejorar nuestras oracio-nes. En la Escritura así se afirma: “Séhumilde; y el Señor tu Dios te llevaráde la mano y dará respuesta a tus oraciones”37.

Las oraciones comienzan con la ini-ciativa de la persona; “He aquí”, diceel Señor, “yo estoy a la puerta y llamo;si alguno oye mi voz y abre la puerta,entraré en él, y cenaré con él, y élconmigo”38. Esa puerta se abre cuan-do oramos a nuestro Padre Celestialen nombre de Jesucristo39.

¿Cuándo debemos orar? ¡Siempreque lo deseemos! Alma enseñó:“Consulta al Señor en todos tus he-chos, y él te dirigirá para bien; sí, cuan-do te acuestes por la noche, acuéstateen el Señor… y cuando te levantes porla mañana, rebose tu corazón de grati-tud a Dios; y si haces estas cosas, serásenaltecido en el postrer día”40. Jesús lerecordó a Sus discípulos que “no cesa-ran de orar en sus corazones”41.

La tradición de los miembros de la Iglesia es arrodillarse como familiapara orar todas las mañanas y las no-ches, además de hacer las oracionespersonales diarias y la bendición delos alimentos42. El presidente Monsondijo: “Al ofrecerle al Señor nuestrasoraciones tanto en familia como enforma individual, hagámoslo con fe yconfianza en Él”43; por lo tanto, al orarpor bendiciones temporales y espiri-tuales, todos debemos suplicar, comolo hizo Jesús en la Oración del Señor:“Hágase tu voluntad”44.

Jesucristo, el Salvador del mundo,quien nos rescató por medio de Susangre, es nuestro Redentor y nuestroEjemplo45. Al final de Su misión terre-nal, rogó que Su voluntad, en calidadde Hijo Amado, fuese absorbida en la voluntad del Padre46. En esa horacrucial el Salvador exclamó: “Padre,hágase tu voluntad”47. Así también nosotros debemos orar a Dios:“Hágase tu voluntad”.

Además, siempre oremos para“que [el] reino [del Señor] se extien-da sobre la faz de la tierra, para quesus habitantes… estén preparados pa-ra los días… en los cuales el Hijo delHombre descenderá… revestido delresplandor de su gloria, para recibir el reino de Dios establecido sobre latierra”48.

Ruego que en nuestra vida diaria y en los momentos más importantesapliquemos fervientemente estas pre-ciadas lecciones provenientes delSeñor, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. El ejemplar de octubre de 1976 de la

Liahona se publicó como un “Número especial dedicado a la oración”. El que desee estudiar con sinceridad acerca de la oración se beneficiará mucho con el estudio de esos artículos.

2. Mateo 6:9–13.3. Véase Mateo 6:9–13; Lucas 11:2–4; 3 Ne.

13:9–13.4. Véase Joseph Smith Translation, Mateo

6:9–15.5. Joseph Smith Translation, Mateo 6:13.

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6. Traducción de José Smith, Mateo 6:14.7. D. y C. 82:1.8. Véase Mateo 18:23–35; D. y C. 64:10.9. Mateo 26:41.

10. Juan 6:35; véase también Juan 6:48, 51.11. Véase Moroni 4:3; 5:2; D. y C. 20:77, 79.12. En el idioma hebreo y el griego, amén sig-

nifica “realmente”, “seguramente”, “verda-deramente” o “así sea”.

13. Véase Apocalipsis 1:18; 22:20–21. Tambiénse usa para confirmar acuerdos (véase 1 Reyes 1:36).

14. Véase 1 Corintios 14:16.15. Véase Salmos 106:48; Apocalipsis 5:13–14;

19:4; D. y C. 88:135.16. Mateo 6:7; 3 Nefi 13:7.17. Mateo 6:9; 3 Nefi 13:9.18. Juan 17:1, 4, 8–9.19. Véase 1 Timoteo 2:5; 1 Juan 2:1; D. y C.

29:5; 45:3; 110:4.20. Véase D. y C. 14:7.21. 3 Nefi 17:17.22. 3 Nefi 17:20.23. 3 Nefi 19:23.24. Véase Mateo 5:44; Alma 34:27; 3 Nefi 18:21.25. Santiago 5:16.26. 3 Nefi 18:19.27. 3 Nefi 18:21.28. Véase 2 Nefi 32:9; 33:12; 3 Nefi 18:23, 30;

19:6–7; 20:31; 28:30.29. 3 Nefi 19:20–22.30. Véase Juan 10:27–28 (comparar con D. y C.

84:43–47); 2 Nefi 31:17–20; Alma 5:38.Podemos invitar la compañía del Espírituque intercederá y nos ayudará a saber so-bre qué orar (véase Romanos 8:26).

31. D. y C. 25:12.32. Véase Hechos 14:23; 1 Corintios 7:5; Omni

1:26; Alma 5:46; 6:6; 17:3; 17:9; 28:6; 45:1;3 Nefi 27:1; 4 Nefi 1:12; Moroni 6:5.

33. D. y C. 88:76.34. José Smith, en Conference Report, octubre

de 1912, págs. 133–134.35. Joseph Smith Translation, Salmos 17:1.36. Véase Spencer W. Kimball, La fe precede

al milagro (1972), pág. 204; Stephen LRichards, en Conference Report, octubre1951, pág. 175; Bruce R. McConkie, “El motivo de la oración”, Liahona, octubre de1976, pág. 7; L. Tom Perry, “Nuestro Padreque estás en los cielos”, Liahona, enero de1984, pág. 14; y Dallin H. Oaks, “El lenguajede la oración”, Liahona, julio de 1993, págs.17–20. Don E. Norton, Jr. explica los detallesdel lenguaje, “The Language of FormalPrayer,” Ensign, enero de 1976, págs.44–47.

37. D. y C. 112:10. Véase también Salmos 24:3–4;Mateo 6:12; Helamán 3:35; D. y C. 64:8–10.

38. Apocalipsis 3:20.39. Véase 3 Nefi 18:20; D. y C. 88:64.40. Alma 37:37; véase también Filipenses 4:6;

Alma 34:18–27; D. y C. 10:5; 93:49.41. 3 Nefi 20:1.42. Véase Liahona, octubre de 1976, pág. 7.43. Thomas S. Monson, “Un real sacerdocio”,

Liahona, noviembre de 2007, pág. 61.44. Véase Mateo 26:42; Jacob 7:14; Éter 12:29;

D. y C. 109:44; Moisés 4:2.45. Véase 3 Nefi 27:13–15, 21–22.46. Véase Mosíah 15:7.47. Mateo 26:39; véase también Moisés 4:2,

que indica la actitud humilde de nuestroSalvador desde un principio.

48. D. y C. 65:5.

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 49

Los jóvenes hablan del futuroporque no tienen pasado y losancianos hablan del pasado por-

que no tienen futuro. Yo soy un hom-bre anciano, pero les hablaré a losjóvenes del Sacerdocio Aarónico acer-ca de su futuro.

El Sacerdocio Aarónico que uste-des poseen fue restaurado por unmensajero angelical. “La ordenaciónse efectuó bajo las manos de un án-gel, quien declaró ser Juan, el mismoque es llamado Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. El ángel expli-có que obraba bajo la dirección dePedro, Santiago y Juan, los Apóstolesde la antigüedad, quienes poseían lasllaves del sacerdocio mayor, que era

conocido como el Sacerdocio deMelquisedec”1.

“El poder y la autoridad del sacer-docio menor, o sea, el de Aarón, con-siste en poseer las llaves delministerio de ángeles y en administrarlas ordenanzas exteriores, la letra delevangelio, el bautismo de arrepenti-miento para la remisión de pecados,de acuerdo con los convenios y losmandamientos”2.

Se les ha ordenado a un oficio delsacerdocio de Dios y se les ha dado laautoridad divina que los reyes, los ma-gistrados y los grandes hombres de latierra no poseen ni pueden poseer amenos que se humillen y entren por lapuerta que conduce a la vida eterna.

Hay muchos relatos en lasEscrituras de jóvenes que prestaronservicio: Samuel sirvió en el taber-náculo con Elí3; David era un jovenmuchacho cuando enfrentó a Goliat4;Mormón comenzó a prestar servicio alos 10 años5; José Smith tenía 14 añoscuando recibió la Primera Visión6 yCristo tenía 12 años cuando lo encon-traron en el templo enseñando a losdoctores de la ley7.

Pablo le dijo al joven Timoteo:“Ninguno tenga en poco tu juventud”8.

Cuando comencé mi carrera comomaestro, el presidente J. ReubenClark, hijo, Primer Consejero de laPrimera Presidencia, había hablado a

Consejo a losHombres JóvenesP R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RPresidente del Quórum de los Doce Apóstoles

Las certezas del Evangelio, la verdad, una vez que laentiendan, los ayudará a superar estos tiempos difíciles.

SESIÓN DEL SACERDOCIO4 d e a b r i l d e 2 0 0 9

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los maestros; sus palabras me llegaronal corazón y desde entonces han in-fluido en mí.

El presidente Clark describe a losjóvenes y dice que “tienen hambre delas cosas del Espíritu, y están ansiosospor aprender el Evangelio”. Él dijoque lo quieren en su forma “más puray clara. Quieren saber en cuanto a…nuestras creencias; quieren obtenerun testimonio de [su] veracidad. Noson jóvenes con dudas, sino con inte-rrogantes, buscadores de la verdad”.

El presidente Clark continuó: “Notienen que ubicarse detrás de estos[jóvenes] que tiene[n] experienciaespiritual a fin de susurrarle[s] la reli-gión al oído; pueden ubicarse delante[de ellos], cara a cara, y hablar con[ellos]… pueden presentar[les] estasverdades con franqueza de maneranatural… No hay necesidad de [acer-camientos] graduales”9.

Desde entonces, he enseñado a losjóvenes de la misma manera que a losadultos.

Hay algunas cosas que ustedes deben entender.

El sacerdocio es algo que no pue-den ver, ni oír, ni tocar, pero es unaautoridad real y un poder real.

Cuando tenía cinco años, enfermégravemente. Resultó ser polio, una en-fermedad que el médico del pueblodesconocía completamente. Estuvepostrado varias semanas en un catrede la Primera Guerra Mundial en la sa-la del frente de la casa, junto a un ca-lentador de carbón. Después no podíacaminar; recuerdo muy vívidamenteque me deslizaba en el piso de linóleoy me agarraba de las sillas para apren-der a caminar de nuevo. Fui más afor-tunado que otras personas. Un amigocaminó toda la vida con muletas y su-jetadores de metal en las piernas.

Al comenzar a ir a la escuela, des-cubrí que tenía músculos flácidos; es-taba acomplejado, y sabía que nuncapodría ser un atleta.

No me ayudó mucho leer acercade un hombre que fue al médico paraencontrar una cura para su complejode inferioridad. Después de examinar-lo con cuidado, el médico le dijo: “Tú

no tienes un complejo, ¡realmenteeres inferior!”.

Con ese aliento, seguí adelantecon mi vida y tomé la determinaciónde compensar mi debilidad de otrasformas.

Hallé esperanza en mi bendiciónpatriarcal. El patriarca, a quien nuncahabía visto antes, me confirmó quelos patriarcas en verdad tienen inspi-ración profética. Me dijo que yo teníael deseo de venir a la tierra y que esta-ba dispuesto a enfrentar las pruebasque acompañarían a la vida en el cuer-po mortal. Dijo que se me había dadoun cuerpo de un tamaño y condiciónfísica tal que permitiría que mi espíri-tu funcionara a través de él sin limita-ciones de impedimentos físicos. Esome dio ánimo.

Aprendí que siempre debemos cui-dar de nuestro cuerpo; no consumannada que lo perjudique, como hemosaconsejado en la Palabra de Sabiduría:té, café, licor, tabaco ni ninguna otracosa que cree hábito, adicción o quesea dañina.

Lean la sección 89 de Doctrina y Convenios; encontrarán grandespromesas:

“…todos los santos que se acuer-den de guardar y hacer estas cosas,rindiendo obediencia a los manda-mientos, recibirán salud en el ombli-go y médula en los huesos;

“y hallarán sabiduría y grandes te-soros de conocimiento, sí, tesoros escondidos;

“y correrán sin fatigarse, y andaránsin desmayar”.

Y luego esta promesa: “Y yo, elSeñor, les prometo que el ángel des-tructor pasará de ellos, como de loshijos de Israel, y no los matará”10.

Tal vez vean a otras personas aquienes aparentemente se les ha da-do un cuerpo más perfecto que el de ustedes. No caigan en la trampade sentirse mal por su estatura, supeso, su fisonomía, su color de piel o su raza.

Ustedes son hijos de Dios; vivíanen una existencia preterrenal comohijos espirituales e individuales de pa-dres celestiales. Al nacer, recibieronun cuerpo mortal de carne, sangre yhueso para pasar por la experienciade la vida en la tierra. Ustedes seránprobados en la medida en que se pre-paren para regresar con su PadreCelestial.

Les pregunto lo mismo que Pablopreguntó a los Corintios: “¿O ignoráisque vuestro cuerpo es templo delEspíritu Santo, el cual está en voso-tros, el cual tenéis de Dios, y que nosois vuestros?”11.

El sexo de ustedes se determinóen la existencia preterrenal; nacieronvarones; deben atesorar y proteger laparte masculina de su naturaleza; de-ben tener una actitud de respeto yprotección hacia todas las mujeres ylas niñas.

No abusen de ustedes mismos.Nunca permitan que otros toquen sucuerpo de manera indigna ni toquena nadie de manera indigna.

Eviten los venenos mortales de lapornografía y las drogas adictivas. Siya son parte de su vida, ¡cuidado!; sipermiten que continúen, los destrui-rán. Hablen con sus padres, hablencon su obispo; ellos sabrán cómoayudarlos.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 51

No decoren sus cuerpos con tatua-jes ni lo perforen para colocarse joyas.Aléjense de eso.

No se junten con amigos que preo-cupen a sus padres.

La influencia de Lucifer y su legiónde ángeles está presente en todas par-tes. Ellos los tientan a hacer, a decir ya pensar las cosas que los destruirán.Resistan todo impulso que turbe elespíritu de ustedes12.

No deben temer. El profeta JoséSmith enseñó que “todos los seresque tienen cuerpo poseen potestadsobre los que no lo tienen”13; y Lehienseñó que “los hombres son sufi-cientemente instruidos para discer-nir el bien del mal”14. Recuerden: elpoder espiritual de la oración losprotegerá.

Recuerdo cuando me “[bautiza-ron] por inmersión para la remisiónde los pecados” 15. Fue conmovedor;supuse que todos mis errores del pa-sado habían desaparecido y que sinunca cometía otro error en mi vida,estaría limpio. Eso fue lo que decidíhacer; pero, por alguna razón, no re-sultó. Me di cuenta de que cometíaerrores, no intencionalmente, perolos cometía. Una vez, tontamentepensé que quizás me había bautizadodemasiado pronto. No entendía quela ordenanza de la Santa Cena que us-tedes, los del Sacerdocio Aarónico ad-ministran, es, de hecho, la renovacióndel convenio del bautismo y la restitu-ción de las bendiciones relacionadascon él. No veía, como lo dice la reve-lación, que podía “reten[er] la remi-sión de [mis] pecados”16.

Si son culpables de algún pecado omala conducta, deben aprender acer-ca del poder de la Expiación, de cómofunciona y, con un arrepentimientosincero y profundo, pueden liberarese poder; éste puede limpiar las pe-queñas cosas, y al remojar y frotar afondo, se borrará la transgresión se-ria. No hay nada de lo que no puedanser limpios.

Con ustedes, siempre está elEspíritu Santo, el cual se les confi-rió en el tiempo de su bautismo yconfirmación.

Yo era presbítero en el SacerdocioAarónico cuando estalló la SegundaGuerra Mundial; se me ordenó éldercuando se nos envió a todos a laguerra.

Soñaba con seguir a mi hermanomayor, Leon, que en ese entonces pi-loteaba los bombarderos B-24 en labatalla de Inglaterra; entonces, meofrecí como voluntario para entrenar-me como piloto de la fuerza aérea.

No pasé el examen escrito por unpunto; entonces el sargento recordóque había preguntas que valían dospuntos y que si tenía la mitad correctaen dos de ellas podría pasar.

Parte del examen era de selecciónmúltiple. Una pregunta era: ¿Para quése usa el etilenglicol? Si no hubiesetrabajado en la estación de servicio demi papá, no hubiera sabido que se uti-lizaba como anticongelante para losautomóviles, así que pasé el examencon lo que precisaba.

Oré en cuanto al examen físico yresultó ser de rutina.

Ustedes, jovencitos, no deberíanquejarse de sus estudios; no se enfo-quen tanto en lo técnico al punto dedejar de aprender lo práctico. Todo lo práctico que aprendan, en la casa,en la cocina, en el jardín, les será de

beneficio; nunca se quejen de sus estu-dios; estudien bien y asistan siempre.

“La gloria de Dios es la inteligencia,o en otras palabras, luz y verdad”17.

“Cualquier principio de inteligenciaque logremos en esta vida se levantarácon nosotros en la resurrección”18.

Debemos aprender de las “cosasque están arriba y cosas que estánabajo; cosas que están dentro de latierra y sobre la tierra y en el cielo”19.

Pueden aprender a arreglar cosas, a pintar e incluso a coser, o cualquierotra cosa que sea práctica. Vale la penahacerlo y, si no les resulta de utilidadespecífica para ustedes, los ayudarácuando presten servicio a los demás.

Al final serví en el Oriente pilotean-do el mismo tipo de bombarderos quemi hermano piloteaba en Inglaterra.Mi misión resultó en enseñar elEvangelio en Japón como soldado.

Tal vez el desafío más grande de laguerra es vivir con incertidumbre, sinsaber cómo terminará o si podremosseguir adelante con nuestra vida.

Se me dio un pequeño Libro deMormón para soldados que cabía enmi bolsillo. Lo llevaba a todos lados;lo leí y llegó a ser parte de mí. Las cosas de las que yo tenía dudas seaclararon.

Suva, Fiji

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Las certezas del Evangelio, la ver-dad, una vez que la entiendan, losayudará a superar estos tiempos difíciles.

Pasaron cuatro años antes de quepudiésemos volver a nuestra vida re-gular; pero había aprendido y teníaun testimonio firme de que Dios esnuestro Padre, que nosotros somosSus hijos y que el evangelio restaura-do de Jesucristo es verdadero.

La generación de ustedes está llenade incertidumbre; la vida de diversión,juegos y juguetes caros ha llegado aun abrupto fin. Pasamos de una gene-ración de facilidad y diversión a unageneración de trabajo y responsabili-dad; y no sabemos cuánto durará esto.

La realidad de la vida es ahora par-te de sus responsabilidades del sacer-docio. No les causará daño desearalgo y no tenerlo. Existe un periodo

de madurez y disciplina que los bene-ficiará; les asegurará que puedan te-ner una vida feliz, así como criar a unafamilia feliz. Estas pruebas vienen conresponsabilidad en el sacerdocio.

Algunos de ustedes viven en paí-ses donde la mayor parte de lo quecoman o que vistan dependerá de loque produzca la familia. Puede serque lo que ustedes contribuyan mar-que la diferencia para que se pague elalquiler o la familia tenga alimento y vivienda. Aprendan a trabajar y abrindar apoyo.

La base de la vida humana, de to-da sociedad, es la familia, la que seestableció por el primer mandamien-to dado a Adán y Eva, nuestros pri-meros padres: “…multiplicaos; llenadla tierra”20.

Posteriormente vino el manda-miento “Honra a tu padre y a tu

madre, para que tus días se alarguenen la tierra que Jehová tu Dios te da”21.

Sean miembros responsables desu familia. Cuiden sus posesiones, su ropa, sus pertenencias; no derro-chen, aprendan a estar contentoscon lo que tienen.

Parecería que el mundo está enconmoción, ¡y lo está! Parecería quehay guerras y rumores de guerra, ¡ylos hay! Parecería que el futuro les vaa presentar pruebas y dificultades, ¡ylo hará! Sin embargo, el temor es loopuesto a la fe; ¡No teman!

Hoy, al mediodía, cuatro jovenci-tos, todos nietos, vinieron a visitarme.Tres de ellos tenían una señorita a sulado: uno vino a hablarme de su bodafutura, dos de ellos anunciaron suscompromisos y el otro habló de su lla-mamiento misional a Japón. Les ha-blamos acerca del hecho de que undía, cada uno de ustedes llevará unahija pura y preciosa de nuestro PadreCelestial al templo para ser selladospor esta vida y la eternidad. Estos jó-venes nietos deben saber lo que ense-ñó Alma: que el plan del Evangelio esel “gran plan de felicidad”22 y que lafelicidad es el objetivo de nuestraexistencia. De esto testifico, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Encabezamiento de D. y C. 13.2. D. y C. 107:20.3. Véase 1 Samuel 1:24–28.4. Véase 1 Samuel 17.5. Véase Mormón 1:2.6. Véase José Smith—Historia 1:7.7. Véase Lucas 2:41–52.8. 1 Timoteo 4:12.9. Véase J. Reuben Clark Jr., El curso trazado

por la Iglesia en la educación (discursopronunciado el 8 de agosto de 1938 a loslíderes de seminario e instituto en AspenGrove, Utah, 2004) págs. 3 y 10.

10. D. y C. 89:18–21.11. 1 Corintios 6:19.12. Véase Moroni 7:17.13. Enseñanzas de los presidentes de la

Iglesia: José Smith (curso de estudio del sa-cerdocio de Melquisedec y de la Sociedadde Socorro, 2007,) pág. 222.

14. 2 Nefi 2:5.15. Artículos de Fe 1:4.16. Mosíah 4:12.17. D. y C. 93:36.18. D. y C. 130:18.19. D. y C. 101:34.20. Génesis 1:28; Abraham 4:28.21. Éxodo 20:12.22. Alma 42:8.

Varsovia, Polonia

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 9 53

Mis hermanos del sacerdocio,en los años recientes hemossido testigos de muchas

emergencias y desastres naturales entodo el mundo. Entre ellos ha habidohuracanes, incendios, terremotos yun devastador maremoto.

La Iglesia ha respondido a éstos y a muchos otros desastres de manerasmaravillosas. Grupos de miembros sehan movilizado rápidamente para ayu-dar a los necesitados. Todos ellos sesintieron bien al saber que estabanbendiciendo la vida de otras personasmediante su servicio.

A menudo, algunas personas que no pertenecen a nuestra religión—miembros de otras iglesias, organi-zaciones de ayuda humanitaria, go-biernos y medios de comunicación—

comentan sobre la rapidez que tienela Iglesia para movilizar a tantas perso-nas que están dispuestas a ayudar, ypreguntan: “¿Cómo lo hacen?”. La res-puesta a dicha pregunta es sencilla:“Estamos preparados, estamos organi-zados, tenemos empatía y tenemoscaridad”. Por lo general, sólo se nece-sitan unas pocas llamadas telefónicasde las autoridades que presiden a loslíderes locales de la Iglesia para movi-lizar a cientos y en ocasiones a milesde personas para ir al rescate de sushermanos y hermanas afligidos.

Esta noche quisiera hablar sobreotro desafío al que tenemos oportuni-dad de responder; y, hermanos, éstaes su llamada telefónica. Dicho desa-fío no es por causas naturales; sin embargo, sus efectos son reales y sesienten mundialmente; y aunque so-mos optimistas en cuanto al futuro,continuamos —como lo hemos he-cho por décadas— defendiendo elprincipio fundamental de que somos“el guarda de nuestro hermano”.

El élder Robert D. Hales ha indica-do recientemente: “Las nubes econó-micas que por mucho tiempo hanamenazado al mundo ahora nos cu-bren por completo. Hoy, más quenunca, el impacto de esta tormentaeconómica en los hijos de nuestroPadre Celestial requiere una perspec-tiva del Evangelio sobre Bienestar”1.Las repercusiones laborales y financie-ras de esta tormenta afectan a todas

las estacas y a los barrios de la Iglesia.Sospecho que, de algún modo, cadauno de nosotros las ha sentido, ya seaen forma personal, por medio de al-gún miembro de la familia o pariente;o por alguien que conozcamos.

Hermanos, no existe otra organi-zación mejor preparada para respon-der a los problemas de la humanidadque el sacerdocio del Dios Altísimo.Contamos con la organización.Presidentes de estaca, obispos, presi-dentes de quórum de élderes y líde-res de grupo de sumos sacerdotes,ahora los exhortamos a movilizarnuestros quórumes del sacerdocio enrespuesta a las dificultades laborales y económicas que afrontan nuestrosmiembros. Consideren esto como sullamada telefónica personal. Ahora esel momento de apoyar, elevar y ayudara las familias de nuestros quórumesque estén pasando aflicciones.

Hay muchas oportunidades, y sonustedes los que tienen la oportunidady la responsabilidad de administrar losrecursos del Señor. Es probable queentre nuestros miembros se encuen-tren algunos que sepan de vacanteslaborales y que otros tengan la habili-dad de preparar un currículo o ayudara prepararse para las entrevistas. Sinimportar los títulos ni las aptitudesque posean, hallarán una hermandadcomprometida a llevar las cargas losunos de los otros.

El presidente Monson cuenta el re-lato de un ejecutivo jubilado llamadoEd, quien vivió como ejemplo de loque un miembro del quórum debe ser.En una ocasión, el presidente Monsonestaba hablando con Ed y le preguntó:“‘Ed, ¿qué llamamiento tienes en laIglesia?’; él respondió: ‘Tengo la me-jor asignación del barrio. Mi respon-sabilidad es ayudar a los hombresdesempleados a encontrar un em-pleo permanente. Este año ayudé adoce de mis hermanos que no teníantrabajo a encontrar un buen empleo.Nunca en mi vida me he sentido tan feliz’”. El presidente Monson continúa:“Corto de estatura, el ‘pequeño Ed’,como lo llamamos cariñosamente, mepareció muy alto ese día, al hablarme

“Ésta es sullamada telefónica”O B I S P O R I C H A R D C . E D G L E YPrimer consejero del Obispado Presidente

Ahora los exhortamos a movilizar nuestros quórumes delsacerdocio en respuesta a las dificultades laborales yeconómicas que afrontan nuestros miembros.

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con la voz entrecortada y los ojos hú-medos. Él demostraba su amor ayu-dando a los necesitados; él restaurabala dignidad humana; él abría puertaspara aquellos que no sabían cómo hacerlo por sí mismos”2.

Existen muchas formas en que losobispos y los miembros de los quóru-mes pueden ayudar a aliviar el sufri-miento y la inquietud de quienes esténdesempleados. El taller mecánico“Phil’s Auto” de Centerville, Utah, esun testimonio de lo que los líderes delsacerdocio y un quórum pueden lo-grar. Phil era miembro de un quórumde élderes y trabajaba como mecánicoen un taller local. Lamentablemente, el taller donde trabajaba Phil atravesódificultades económicas y tuvieron que

despedirlo. Phil estaba desolado porese giro de los acontecimientos.

Al enterarse de que Phil había perdido el trabajo, su obispo, LeonOlson, y la presidencia del quórumde élderes, consideraron en oraciónlas maneras en que podrían ayudar aPhil a recobrarse. Después de todo,él era un compañero y hermano delquórum y necesitaba ayuda. Llegarona la conclusión de que Phil tenía apti-tudes para tener su propio negocio.Uno de los miembros del quórumofreció un viejo granero que quizásse podría utilizar como taller de repa-raciones. Otros miembros del quó-rum podían ayudar a recolectar lasherramientas y los materiales necesa-rios a fin de equipar el nuevo taller.

Casi todos los integrantes del quó-rum podían, al menos, ayudar a lim-piar el viejo granero.

Compartieron sus ideas con Phil,y luego comunicaron el plan a losmiembros del quórum. Se limpió yrenovó el granero, se recolectaronlas herramientas y se puso todo enorden. “Phil’s Auto” fue todo un éxi-to, y con el tiempo se mudó a un lu-gar mejor y más permanente; y todoeso gracias a que los hermanos delquórum de Phil le ofrecieron ayudaen un momento de crisis. Los quóru-mes del sacerdocio pueden y debenhacer una diferencia.

Muchos barrios y estacas han lla-mado especialistas de empleo a finde brindar ayuda adicional a los obis-pos y líderes de quórum. No dejende llamarlos y solicitarles ayuda.

En muchas áreas de la Iglesia sehan establecido centros de recursosde empleo. Se ha capacitado al perso-nal de dichos centros para ayudarloscon las necesidades laborales del quó-rum, del barrio y de la estaca. Su es-trecha relación con los empleadoresserá una ventaja en cuanto a empleo yorientación vocacional.

Las tiendas de artículos de segundamano de la Iglesia, Industrias Deseret,ofrecen oportunidades de empleo y educación a personas de todo am-biente y formación. A las personasque tienen necesidades especiales se les da la oportunidad de recibirrehabilitación, capacitación y em-pleo. En los lugares que estén dispo-nibles, Industrias Deseret puede serun valioso recurso.

Obispos, las hermanas tienen unafunción en esta labor. Debido a laeconomía, a muchas madres se leshace necesario ajustar el presupuestoy otros gastos; algunas de ellas tienenla necesidad de buscar trabajo fuerade casa. Las hermanas de la Sociedadde Socorro, con su corazón especial-mente dotado de compasión, puedenayudar. Ellas pueden ayudar a reco-nocer quién necesita ayuda; puedenenseñar; pueden cuidar niños, conso-lar, aliviar y alentar; pueden marcar ladiferencia.

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Ahora bien, permítanme decir algunas palabras a aquellos que actual-mente estén desempleados. La res-ponsabilidad de buscar empleo o demejorar su situación laboral es de us-tedes. El Señor nos brinda guía cons-tante mediante el ayuno y la oraciónregulares. Sus líderes de quórum,obispos, especialistas de empleo ypersonal de los centros de recursos deempleo les ayudarán en sus empeños.Sin embargo, tememos que a menudolos líderes del sacerdocio desconoz-can su situación; ¡Hablen! Háganlessaber que están buscando empleo. Yobispos y líderes del sacerdocio, ac-túen y permitan que los hermanos delsacerdocio participen en la maravillosaoportunidad de ser realmente un quó-rum, una hermandad y un guarda desu hermano.

Mientras era miembro del Quórumde los Doce Apóstoles, el presidenteGordon B. Hinckley dijo:

“Estoy convencido, mis hermanos,de que en cada quórum del sacerdociose cuenta con la suficiente experien-cia, con el suficiente conocimiento,fortaleza y preocupación para ayudara los miembros del quórum que ten-gan problemas, siempre que estos

recursos sean administrados en la debida forma.

“… Es la obligación del quórumdel sacerdocio poner en funciona-miento aquellas fuerzas y recursosque habrán de equipar al miembronecesitado con lo necesario para quepueda proveer continuamente parasí mismo y para su familia”3.

En octubre de 1856, durante unaconferencia general, el presidenteYoung se enteró de que dos compañíasde carros de mano, las de Martin yWillie, estaban viajando tarde en la tem-porada y enfrentarían el crudo clima in-vernal en las planicies del oeste de losEstados Unidos. Se paró ante el púlpitocomo un profeta de Dios y declaró:

“Muchos de nuestros hermanos yhermanas están en las planicies concarros de mano,… y es preciso traer-los aquí; tenemos que enviarles soco-rro… esta comunidad [debe] enviarpor ellos y traerlos aquí…

“Esa es mi religión; eso es lo quedicta el Espíritu Santo que está conmi-go: que salvemos a la gente…

“Les diré a todos que su fe, su reli-gión y las declaraciones religiosas quehagan no salvarán ni una sola de susalmas en el reino celestial de nuestro

Dios, a menos que pongan en prácti-ca estos principios que les enseño.Vayan y traigan a esa gente que se en-cuentra en las planicies”4.

Como resultado del llamado a laacción del presidente Young, se envia-ron de inmediato carromatos conyuntas de mulas, hombres para con-ducirlos, harina y otras provisionespara rescatar a las personas atrapadasen las planicies.

Hermanos, ésta es su llamada te-lefónica. Ésta es nuestra llamada te-lefónica. Que el Señor nos bendiga atodos con el mismo sentido de ur-gencia para contestar la llamada hoyde rescatar a nuestro pueblo de lasdificultades económicas tal como Éllo hizo con las compañías de carrosde mano, es mi ruego, en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Robert D. Hales, Una perspectiva del

Evangelio sobre Bienestar: La fe en acción,en Principios básicos sobre Bienestar y autosuficiencia, 2009, pág. 1.

2. Véase Thomas S. Monson, “Al rescate”,Liahona, mayo de 2001, pág. 59.

3. Véase Gordon B. Hinckley, “Los quórumesdel Sacerdocio en el Plan de Bienestar”,Liahona, febrero de 1978, págs. 122–125.

4. Brigham Young, Deseret News, 15 de octu-bre de 1856, pág. 252.

San Juan, San Juan, Argentina

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Élder Andersen, de parte de losSetentas, me gustaría decirleque le queremos y le sostene-

mos con nuestro corazón y fe.Mis queridos hermanos, es un pri-

vilegio sagrado ser parte de las realeshuestes del Señor1. Me siento humil-de al estar ante ustedes, y los imagi-no reunidos en diversos lugares delmundo.

En la reunión mundial de capacita-ción de líderes del 21 de junio de2003, el presidente Gordon B.Hinckley nos enseñó que como posee-dores del sacerdocio tenemos unaresponsabilidad cuatripartita. Él dijo:“Cada uno de nosotros tiene una

responsabilidad cuatripartita. Primero,la responsabilidad para con nuestra fa-milia. Segundo, la responsabilidad pa-ra con nuestro empleador. Tercero, laresponsabilidad para con la obra delSeñor. Cuarto, la responsabilidad paracon nosotros mismos”2.

Esas cuatro áreas de responsabili-dad son vitalmente importantes.

El presidente Hinckley dijo: “Esfundamental que no desatiendan a sufamilia. Nada de lo que tienen es másvalioso”3.

Como padres, nuestra responsabi-lidad es dirigir a la familia en la ora-ción familiar diaria, el estudio diariode las Escrituras y la noche de hogar.Debemos establecer prioridades ypreservar esas oportunidades de edificar y fortalecer los cimientos espirituales de nuestra familia. Elpresidente Hinckley dijo: “Procurenque nada lo obstaculice. Considéren-lo sagrado”4.

Hablando de la noche de hogar, di-jo: “Sea para ustedes sagrada la nochedel lunes para la noche de hogar”5.

Al igual que los padres, los hijostambién tienen cosas que exigen sutiempo en todo aspecto de su vida.Tienen actividades en la Iglesia, en laescuela y con los amigos. Muchos denuestros hijos asisten a escuelas en lasque son una minoría y, con frecuencia,

hay eventos escolares los lunes por lanoche. Actividades como deportes,prácticas y ensayos, coros y otras acti-vidades. Debemos mantener el lunespor la noche libre de compromisospara llevar a cabo la noche de hogar.No hay otra actividad más importantepara la familia.

Es durante la noche de hogar yotras situaciones familiares que pre-paramos a nuestros hijos para recibirlas bendiciones del Señor. El élderRussell M. Nelson, del Quórum de losDoce, dijo: “Es nuestra la responsabi-lidad de asegurarnos de que llevemosa cabo la oración familiar, el estudiode las Escrituras y la noche de hogar.Es nuestra la responsabilidad de pre-parar a nuestros hijos para que reci-ban las ordenanzas de salvación y deexaltación”6.

La noche de hogar es una oportu-nidad muy especial para fortalecernosa nosotros mismos y a cada miembrode la familia. Es importante que todoslos miembros de la familia tengan unaasignación. Un niño podría compartirla lección de la Primaria que tuvo eldomingo anterior. La noche de hogarfortaleció la fe y el testimonio de mipropia familia.

El estudio diario de las Escriturases otra actividad familiar importante.Recuerdo cuando mi hijo tenía sieteaños. Una noche había tormenta y secortó la luz de casa mientras él se du-chaba. Mi esposa le dijo que termina-ra rápido, y que luego tomara unavela y bajara lentamente para efectuarla oración familiar. Le advirtió que tu-viera cuidado de no dejar caer la velaen la alfombra porque podría causarun incendio y la casa podría quemar-se. Varios minutos después, bajó lasescaleras con la vela en una mano ylas Escrituras en la otra. Su mamá lepreguntó por qué traía las Escrituras,y él contestó: “Mamá, si la casa sequema, ¡tengo que salvar misEscrituras!”. Supimos que nuestro es-fuerzo para ayudarlo a amar lasEscrituras se había sembrado en sucorazón para siempre.

En cuanto a la responsabilidad quetenemos con nuestro empleador, el

Lasresponsabilidadesdel sacerdocioÉ L D E R C L A U D I O R . M . C O S TADe la Presidencia de los Setenta

Como poseedores del sacerdocio, podemos ser una poderosainfluencia en la vida de los demás.

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presidente Hinckley dijo: “Tienenuna obligación. Sean honrados consu empleador. No realicen trabajo dela Iglesia en el tiempo remuneradopor él”7.

También nos recordó que nuestroempleo nos permite velar por nues-tra familia y ser siervos eficaces en laIglesia.

Los poseedores del sacerdocio tie-nen muchas responsabilidades y asig-naciones. Tenemos oportunidadesde visitar, entrevistar, enseñar y ser-vir a las personas. Es nuestra la sagra-da responsabilidad de edificar a losmiembros de la Iglesia y ayudar a fortalecer su fe y su testimonio delSalvador Jesucristo. Tenemos oportu-nidades de velar por las familias a lasque servimos como maestros orien-tadores, de enseñar a los miembros a proveer para sí mismos, para su familia, y para los pobres y necesi-tados a la manera del Señor. Los poseedores del sacerdocio tienen la

responsabilidad de motivar a los jóve-nes a prepararse para servir honora-blemente en misiones de tiempocompleto y para casarse en el templo8.

El presidente Ezra Taft Benson en-señó: “Los poseedores del sacerdociodeben velar por los miembros de suquórum y sus familias valiéndose delprograma de orientación familiar”9.

Debemos preocuparnos por cadamiembro de la Iglesia por quien tenga-mos responsabilidad. La orientaciónfamiliar es una de nuestras grandesresponsabilidades.

Como padres, también tenemos la sagrada responsabilidad de ser un ejemplo digno para los hijos paraayudarles a ser mejores padres y líde-res de su propio hogar. Cito al élderM. Russell Ballard, del Quórum delos Doce: “Pedimos a todos los líde-res del sacerdocio, en especial a us-tedes, padres, que preparen a sushijos. Prepárenlos tanto espiritualcomo temporalmente, para lucir y

actuar como siervos del Señor”10.Cuando recibimos el sacerdocio,

hacemos un convenio eterno de servir a los demás11. Como poseedo-res del sacerdocio, podemos ser unapoderosa influencia en la vida de losdemás.

El presidente Thomas S. Monsonnos recordó: “Cuán afortunados ybendecidos somos de ser poseedoresdel Sacerdocio de Dios…

“‘…Siempre tengan presente quela gente espera dirección de ustedesy que están influyendo en la vida delas personas para bien o para mal yesa influencia se sentirá en las gene-raciones por venir’”12.

Nuestro ejemplo siempre se mani-festará muy fuerte. En mis años comomiembro de la Iglesia, he recibido lainfluencia del ejemplo de muchos líde-res y miembros de la Iglesia. Recuerdoun maravilloso matrimonio que fue un gran ejemplo para nuestra familia ypara todo el barrio. Ellos se bautizaron

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en 1982 y yo era su obispo.Celso e Irene vivían muy lejos de

la capilla. Caminaban 40 minutos deida y 40 de regreso, y nunca faltaban a una reunión. Siempre estaban allísonrientes y dispuestos a servir a losdemás. Celso e Irene tienen un hijo,Marcos, que nació con una discapaci-dad física y mental. Recuerdo bien có-mo lo cuidaban con mucho amor. En1999, Celso tuvo una hemorragia ce-rebral que lo dejó paralizado de la cintura para abajo, pero siguió yendofielmente a la Iglesia con su familia.Eran fieles en el pago del diezmo ydaban una generosa ofrenda de ayu-no. Nuestro hijo Moroni es ahora suobispo y me dijo que Celso e Irenecontinúan sirviendo fielmente. No só-lo prestan servicio en sus llamamien-tos del barrio, sino también comoobreros de las ordenanzas en elTemplo de São Paulo, Brasil, cada vier-nes; allí sirven desde muy tempranohasta muy tarde. Siempre contribuyen

de buena voluntad su tiempo y sus recursos al cumplir fielmente con susresponsabilidades en la Iglesia.

El presidente Monson aconsejó:“La mayoría de los actos de serviciode los poseedores del sacerdocio serealizan calladamente y sin ostenta-ción; una sonrisa amistosa, un cálidoapretón de manos, un testimonio sin-cero de la verdad, pueden literalmen-te elevar vidas, cambiar la naturalezahumana y salvar almas preciosas”13.

Ésa es la clase de servicio calladoque brindan Celso e Irene.

Al considerar el prudente uso denuestro tiempo y recursos para satisfa-cer las necesidades de nuestra familia,nuestro empleo y los llamamientos dela Iglesia, es importante recordar quetodo poseedor del sacerdocio tieneque progresar espiritualmente. Es unaresponsabilidad que tenemos con no-sotros mismos, y es importante recor-dar que todos tenemos ayudantes14; elconsejo de nuestros profetas, videntes

y reveladores es la ayuda más valiosaque recibimos.

Nuestro Salvador nos invitó a cadauno individualmente:

“Llevad mi yugo sobre vosotros, yaprended de mí, que soy manso y hu-milde de corazón; y hallaréis descan-so para vuestras almas…

“…porque mi yugo es fácil, y ligerami carga”15.

Cuando efectuemos Su obra y ha-gamos Su voluntad en lugar de lanuestra, comprenderemos que el yu-go es fácil, y ligera la carga. Él siempreestará con nosotros, y nos revelará laporción exacta que necesitamos paraobtener el éxito en la familia, en nues-tro trabajo y en toda responsabilidadque tengamos en Su Iglesia. Nos ayu-dará a crecer individualmente y comohermanos en el sacerdocio.

Sé que la Iglesia es verdadera. Séque José Smith es un profeta de Dios.Sé que Thomas S. Monson es el profe-ta actual en la tierra hoy día. Sé queJesús es el Cristo, nuestro Salvador yRedentor. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Véase “¡Mirad! Reales huestes”, Himnos

Nº 163.2. Gordon B. Hinckley, “Regocijémonos en el

privilegio de servir”, Reunión mundial decapacitación de líderes, 21 de junio de2003, pág. 23.

3. Reunión mundial de capacitación de líde-res, 21 de junio de 2003, pág. 23

4. Véase Reunión mundial de capacitaciónde líderes, 21 de junio de 2003, pág. 23.

5. Reunión mundial de capacitación de líde-res, 21 de junio de 2003, pág. 24.

6. Russell M. Nelson, “Nuestro deber sagradode honrar a la mujer”, Liahona, julio de1999, pág. 47.

7. Reunión mundial de capacitación de líde-res, 21 de junio de 2003, pág. 24.

8. Véase carta de la Primera Presidencia, “Én-fasis en la capacitación de líderes”, 25 deseptiembre de 1996.

9. Ezra Taft Benson, “Fortalece tus estacas”,Liahona, agosto de 1991, pág. 6.

10. Véase M. Russell Ballard, “Preparaos paraservir”, Liahona, julio de 1985.

11. Véase élder M. Russell Ballard, The GreaterPriesthood: Giving a Lifetime of Service inthe Kingdom, Ensign, septiembre de 1992,pág. 71.

12. Thomas S. Monson, “Ejemplos de rectitud”,Liahona, mayo de 2008, págs. 65, 66.

13. “Aprendamos, hagamos, seamos”, Liahona,noviembre de 2008, pág. 62.

14. Véase Reunión mundial de capacitación delíderes, 21 de junio de 2003, pág. 24.

15. Mateo 11:29–30.

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Mis queridos hermanos, desdehace meses he sabido cuál esel mensaje que quiero darles

hoy. Durante ese tiempo, he buscadoun relato que sirviera para ilustrar loque quiero decir. Busqué un relatosobre granjas; busqué otro sobre ani-males. En honor al élder Scott, bus-qué uno sobre ingeniería nuclear, yen honor al presidente Monson, bus-qué uno sobre la cría de palomas.

Pero al final, seguía acudiendo ami mente un relato, uno que he lleva-do grabado en la memoria durantemuchos, muchos años. No es sobregranjas, animales, ingeniería nuclear

ni palomas. Trata —como quizás lohabrán adivinado— sobre la aviación.Lo llamo “El relato de la bombilla”.

El relato de la bombilla, o cómoperder la perspectiva de lo que esmás importante

Una oscura noche de diciembre, ha-ce 36 años, un avión jumbo Lockheed1011 se estrelló en los Everglades deFlorida, provocando la muerte de másde cien personas. Aquel terrible acci-dente fue una de las peores catástro-fes de la historia de la aviación de losEstados Unidos.

Algo extraño de aquel accidentefue que todas las partes y los sistemasvitales de la aeronave funcionaban ala perfección; el avión fácilmente po-dría haber aterrizado a salvo en sudestino a Miami, a sólo 32 kilómetrosde distancia.

Sin embargo, durante la fase finaldel vuelo, la tripulación se percató deque una lucecita verde no se había en-cendido, una luz que indica si el trende aterrizaje se ha desplegado correc-tamente. Los pilotos suspendieron el aterrizaje, fijaron la trayectoria delavión para volar en círculos sobre lososcuros Everglades, y fijaron su aten-ción en la investigación del problema.

Tanto se preocuparon por detectar

el problema que no se dieron cuentade que la aeronave iba perdiendo altura, acercándose cada vez más alos oscuros pantanos. Para cuandoalguien se dio cuenta de lo que suce-día, ya fue demasiado tarde para evi-tar el desastre.

Después del accidente, los inves-tigadores trataron de determinar lacausa. De hecho, el tren de aterriza-je había descendido correctamente.El avión estaba en perfectas condi-ciones mecánicas; todo funcionabadebidamente, todo, excepto una co-sa: una bombilla o un foco que se había fundido. Aquella pequeñabombilla, que costaba unos 20 cen-tavos, dio comienzo a la cadena deacontecimientos que condujeron ala trágica muerte de más de cienpersonas.

Naturalmente, la bombilla que nofuncionaba no causó el accidente; és-te se produjo porque la tripulacióncentró su atención en algo que por elmomento parecía importante, hacién-doles perder de vista lo que era demás importancia.

Presten atención a lo que es de másimportancia

La tendencia a centrarse en lo in-significante a costa de lo profundono sólo les sucede a los pilotos, sinoa todos. Todos corremos ese peligro.El conductor que centra su atenciónen la carretera tiene más probabilida-des de llegar a su destino sin sufrirpercance alguno que el que está máspreocupado por enviar mensajes detexto por teléfono.

Sabemos qué es lo más importan-te en la vida: la Luz de Cristo enseñaesto a todas las personas. Nosotros,en calidad de fieles Santos de los Últi-mos Días, tenemos el Espíritu Santocomo un “compañero constante” pa-ra enseñarnos las cosas que tienenvalor eterno. Supongo que si se le pi-diera a cualquiera de los poseedoresdel sacerdocio que me está escuchan-do que preparara un discurso sobreel tema “lo que es más importante”,podría lograrlo y haría un magníficotrabajo. Nuestra debilidad reside en

Estamos haciendouna gran obra yno podemos irP R E S I D E N T E D I E T E R F. U C H T D O R FSegundo Consejero de la Primera Presidencia

No podemos ni debemos darnos el lujo de distraernos denuestro deber sagrado. No podemos ni debemos perder laperspectiva de las cosas que más importan.

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no actuar de acuerdo con nuestraconciencia.

Hagan una pausa y examinen porun momento dónde están sus pensa-mientos y su corazón. ¿Está centradasu atención en las cosas que son másimportantes? El uso que hacen de susmomentos de tranquilidad puede dar-nos una idea valiosa. ¿A dónde se diri-gen sus pensamientos cuando pasa lapresión de las fechas de vencimiento?¿Están sus pensamientos y su corazóncentrados en lo efímero que sólo tie-ne importancia en ese momento, o

acaso está centrado en lo que es másimportante?

¿A quién le guardan rencor? ¿Aqué excusas se aferran que les impi-den ser la clase de esposo, padre, hijo o poseedor del sacerdocio quesaben que deberían ser? ¿Qué les distrae de sus deberes o les impidemagnificar sus llamamientos más diligentemente?

A veces las cosas que nos distraenno son malas por naturaleza; con fre-cuencia hasta nos hacen sentir bien.

Es posible participar incluso de

lo bueno en exceso. Un ejemplo sepuede notar como sucede con el padre o abuelo que dedica horas yhoras a la búsqueda de antepasados oa crear un blog mientras que desatien-de o evita pasar tiempo de calidad osignificativo con sus propios hijos onietos. Otro ejemplo sería el del jardi-nero que pasa los días arrancando lasmalas hierbas mientras que pasa poralto la maleza espiritual que amenazacon ahogar su alma.

Incluso algunos programas de laIglesia pueden convertirse en una dis-tracción si los llevamos hasta los ex-tremos y permitimos que controlennuestro tiempo y nuestra atención acosta de lo que es más importante.Necesitamos un equilibrio en la vida.

Cuando de verdad amamos anuestro Padre Celestial y a Sus hijos,demostramos ese amor mediantenuestras obras. Nos perdonamos losunos a los otros y tratamos de hacerel bien, pues “…nuestro viejo [yo] fuecrucificado juntamente con [Cristo]”1.“Visitamos a los huérfanos y a las viu-das en sus aflicciones”, y nos conser-vamos “sin mancha de los vicios delmundo”2.

Mis queridos hermanos del sacer-docio, vivimos en los últimos días. Elevangelio de Jesucristo se ha restaura-do en la tierra; las llaves del sacerdo-cio de Dios se han dado de nuevo alos hombres. Vivimos en una épocade anticipación y preparación en laque Dios nos ha encomendado quenos preparemos a nosotros mismos, a nuestras familias y al mundo para elalba que se acerca, el día cuando elHijo de Dios “…con voz de mando,con voz de arcángel, y con trompetade Dios, [descienda] del cielo”3 y décomienzo a Su reinado milenario.

Se nos ha confiado el santo sacer-docio y se nos ha encomendado laresponsabilidad, el poder y el dere-cho de obrar como agentes de nues-tro Rey Celestial.

Éstas son las cosas que más impor-tan. Éstas son las cosas de valor eter-no que merecen nuestra atención.

No podemos ni debemos darnos ellujo de distraernos de nuestro deber

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sagrado. No podemos ni debemosperder la perspectiva de las cosas quemás importan.

NehemíasNehemías, el profeta del Antiguo

Testamento, es un gran ejemplo delpermanecer centrado y dedicado auna importante tarea. Él era un israe-lita que vivía exiliado en Babilonia,donde servía como copero del rey.Un día, éste le preguntó por qué esta-ba tan triste y Nehemías le respondió:“¿Cómo no estará triste mi rostro,cuando la ciudad, casa de [las tumbas]de mis padres, está desierta, y suspuertas consumidas por el fuego?”4.

Al oír estas palabras, el rey tuvocompasión y autorizó a Nehemías aregresar a Jerusalén y reconstruir laciudad. Sin embargo, no a todos lesagradó ese plan. De hecho, a variosgobernantes que residían cerca deJerusalén les disgustaba en extremo“…que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel”5 y “…se[enojaron] y se [enfurecieron] engran manera, e [hicieron] escarnio de los judíos”6.

Con valor, Nehemías no permitióque la oposición lo distrajera, sinoque organizó sus recursos y la manode obra, y siguió adelante con la re-construcción de la ciudad “…porqueel pueblo tuvo ánimo para trabajar”7.

Pero a medida que empezaron alevantar las murallas de la ciudad, au-mentó la oposición. Los enemigos deNehemías lo amenazaron, conspira-ron contra él y lo ridiculizaron. Tanreales e intimidantes fueron sus ame-nazas que Nehemías admitió: “…to-dos ellos nos amedrentaban”8. Pero a pesar del peligro y de la constanteamenaza de ser invadidos, la obraprogresaba. Fue una época de muchatensión, pues cada obrero “…teníasu espada ceñida a sus lomos, y asíedificaban”9.

A medida que continuaba la recons-trucción, los enemigos de Nehemíasse desesperaban más. En cuatro oca-siones trataron de que abandonara laseguridad que le brindaba la ciudadpara que se reuniera con ellos bajo

pretexto de resolver el conflicto; peroNehemías sabía que sólo procurabandañarlo. Cada vez que se le acerca-ban, él siempre les daba la mismarespuesta: “Yo hago una gran obra, y no puedo ir”10.

¡Qué gran respuesta! Con ese claroe inmutable propósito en el corazóny la mente, con esa gran determina-ción, las murallas de Jerusalén se le-vantaron en un tiempo asombroso de cincuenta y dos días11.

Nehemías se negó a permitir quelas distracciones le impidieran hacerlo que el Señor deseaba que hiciera.

No podemos irMe siento animado e inspirado

por los muchos fieles poseedores

del sacerdocio cuyos pensamientos e intenciones son similares a éstos.Al igual que Nehemías, ustedes amanal Señor y desean magnificar el sacer-docio que poseen. El Señor les ama y es consciente de la pureza de sus corazones y de la firmeza de su deter-minación. Él les bendice por su fideli-dad, les guía por el camino y se valede los dones y talentos de ustedes para edificar Su reino en esta tierra.

Sin embargo, no todos somos co-mo Nehemías; hay aspectos en losque podemos mejorar.

Me pregunto, mis queridos herma-nos del sacerdocio, qué se lograría sitodos, como sucedió con el pueblode Nehemías, tuviéramos “ánimo paratrabajar”. Me pregunto cuántas cosas

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lograríamos si “…[dejáramos] lo que[es] de niño”12 y nos entregáramos, en corazón y alma, a ser dignos posee-dores del sacerdocio y verdaderos re-presentantes del Señor Jesucristo.

Piensen por un instante en lo quelograríamos en nuestra vida personaly profesional, en nuestra familia y ennuestros barrios y ramas. Piensen encómo se extendería el reino de Diospor la tierra. Imaginen cuánto mejo-raría el mundo si todo hombre queposee el sacerdocio de Dios se ciñe-ra los lomos y desarrollara su verda-dero potencial, convirtiéndose desdelo más recóndito de su alma en unvarón verídico y fiel del sacerdocio,comprometido a edificar el reino de Dios.

Es fácil distraerse, concentrarse enuna bombilla averiada o en los rudosactos de gente desagradable, sin im-portar cuál sea su motivo. Pero pien-sen en el poder que tendríamos comopersonas y como sacerdocio si, en res-puesta a cada tentación que preten-diera distraernos o rebajar nuestrasnormas, las normas de Dios, respon-diéramos: “Yo hago una gran obra, yno puedo ir”.

Vivimos en una época de grandesdificultades y de grandes oportunida-des. El Señor busca a hombres comoNehemías, hermanos fieles que mag-nifiquen el juramento y el conveniodel sacerdocio. Él desea reclutar al-mas decididas que con diligencia lle-van a cabo la obra de edificar el reinode Dios; aquellos que, ante la oposi-ción y la tentación, digan en sus cora-zones: “Yo hago una gran obra, y nopuedo ir”.

Que ante las pruebas y el sufrimien-to, respondan: “Yo hago una granobra, y no puedo ir”.

Que ante el ridículo y las afrentas,proclamen: “Yo hago una gran obra,y no puedo ir”.

Nuestro Padre Celestial busca apersonas que se nieguen a permitirque lo trivial obstruya su búsqueda delo eterno; busca a personas que nocedan a la atracción de lo fácil ni cai-gan en las trampas del adversario queles distraerán de la obra que el Señorles ha encomendado. Él busca perso-nas cuyas obras estén en armonía consus palabras, y que manifiesten conconvicción: “Yo hago una gran obra, y no puedo ir”.

Testifico solemnemente que Diosvive y es consciente de todos y cadauno de nosotros. Él tenderá Su manoy sostendrá a todo el que permanezcaerguido y posea el sacerdocio con ho-nor, pues tiene una gran obra paranosotros en éstos, los últimos días.

Éste no es un Evangelio de hom-bres. La doctrina de la Iglesia no esfruto de la mejor interpretación quealguien hizo de las antiguas Escrituras,sino que es la verdad del cielo reve-lada por Dios mismo. Testifico queJosé Smith vio lo que dijo que vio.En verdad, el vio los cielos y se co-municó con Dios el Padre y el Hijo, y con ángeles.

Testifico que nuestro Padre Celestialhabla a aquellos que lo buscan en es-píritu y verdad. He presenciado conmis propios ojos, y les testifico dicho-so, que actualmente Dios habla a tra-vés de Su profeta, vidente y revelador,sí, Thomas S. Monson.

Mis queridos hermanos, al igualque Nehemías, también nosotros te-nemos una gran obra que hacer. Nosencontramos mirando hacia el hori-zonte de nuestra época. Ruego confervor que, a pesar de las tentaciones,sin importar de donde vengan, nuncarebajemos nuestras normas ni perda-mos de vista lo que es más importan-te. Ruego que seamos firmes ypermanezcamos juntos, hombro conhombro, al portar con valor el estan-darte del Señor Jesucristo.

Ruego que seamos dignos del san-to sacerdocio del Dios Todopoderosoy que unidos levantemos la cabeza y proclamemos al mundo sin que vacile nuestra voz: “Estamos hacien-do una gran obra, y no podemos ir”.En el sagrado nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Romanos 6:6.2. Traducción de José Smith, James 1:27.3. 1 Tesalonicenses 4:16.4. Nehemías 2:3.5. Nehemías 2:10.6. Nehemías 4:1.7. Nehemías 4:6.8. Nehemías 6:9.9. Nehemías 4:18.

10. Nehemías 6:3.11. Véase Nehemías 6:15.12. 1 Corintios 13:11.

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Estoy agradecido por el honor y la bendición de hablarle al sacerdocio de Dios. Mi propó-

sito esta noche es ayudarles a ser va-lientes y audaces en su servicio en elsacerdocio.

Se necesitará que ustedes tenganvalor y resolución porque están enlis-tados en el ejército del Señor, en la última dispensación. Ésta no es unaépoca de paz; y eso ha sido así desdeque Satanás organizó sus huestes en contra del plan de nuestro PadreCelestial en la existencia preterrenal.No sabemos los detalles de ese com-bate de entonces, pero sí conocemosun resultado: Satanás y sus seguidoresfueron expulsados a la tierra y desdela creación de Adán y Eva el conflictoha continuado. Lo hemos visto inten-sificarse y las Escrituras sugieren quela guerra será más y más violenta, yaumentarán las pérdidas espiritualesen el lado del Señor.

Casi todos hemos visto un campo

de batalla en una película o leído ladescripción de ello en un relato; en-tre el estruendo de las explosiones ylos gritos de los soldados, se escuchael grito: “¡Hombre herido!”

Cuando se escucha ese grito, losfieles soldados compañeros se movili-zarán hacia el sonido; un soldado oun médico no tendrán en cuenta elpeligro e irán en busca del camaradalesionado; y el hombre herido sabráque recibirá ayuda. Sin importar elriesgo, alguien, ya sea agazapándose o arrastrándose, acudirá para llegar atiempo a fin de protegerlo y asistirlo.Eso es verdad entre cualquier grupode hombres unidos en una misión di-fícil y peligrosa, la cual estén resueltosa cumplir ante cualquier sacrificio. Lashistorias de ese tipo de grupos estánllenas de relatos de hombres lealesque tenían la determinación de no dejar a ningún hombre rezagado.

Éste es un ejemplo de un relato ofi-cial1. Durante la guerra en Somalia, enoctubre de 1993, dos soldados de asal-to del ejército de los Estados Unidosdesde su helicóptero durante el inter-cambio de fuego se dieron cuenta deque otros dos helicópteros cercanoshabían caído a tierra. Los dos soldados,en su vuelo relativamente seguro, es-cucharon por la radio que no habíatropas en tierra que pudieran rescatara los tripulantes caídos. El número deenemigos que se acercaban al lugar delaccidente era cada vez mayor.

Los dos hombres que observabandesde arriba se ofrecieron a descen-der a tierra, (las palabras que usaronen la radio fueron “a infiltrarse”) paraproteger a sus camaradas gravemente

heridos. Su solicitud fue denegada de-bido a que la situación era muy peli-grosa; se ofrecieron una segunda vezy otra vez no se les concedió el permi-so; sólo después de su tercer pedido,se les permitió descender a tierra.

Sólo con sus armas personales seabrieron paso hasta llegar a los heli-cópteros caídos y a sus tripulantes heridos. Pasaron por el intenso inter-cambio de fuego a medida que losenemigos se aproximaban al lugar delaccidente. Sacaron a los heridos de loque quedaba de las naves y se ubica-ron alrededor de sus compañeros, colocándose en las posiciones más pe-ligrosas. Protegieron a sus compañeroshasta que se quedaron sin munición yfueron heridos de muerte. Su valor ysu sacrificio salvaron la vida de un pilo-to que se hubiera perdido.

Se les otorgó la Medalla de Honorpóstuma, el reconocimiento más altode la nación por el valor frente a unenemigo armado. La mención diceque lo que ellos hicieron fue “más allá de su deber”.

Pero me pregunto si ellos lo consi-deraron así al dirigirse hacia sus com-pañeros caídos. Por lealtad, sentían el deber de no abandonar a sus com-pañeros de batalla, sin importar elcosto. El valor para actuar y su servi-cio desinteresado provenía del sentirque eran responsables por la vida,por la felicidad y por la seguridad desus camaradas.

Ese sentimiento de responsabili-dad hacia los demás constituye laesencia del servicio fiel en el sacerdo-cio. Nuestros camaradas están siendoheridos en el conflicto espiritual quenos rodea, así como las personas aquienes se nos ha llamado a servir yproteger del mal. Las heridas espiri-tuales no se ven fácilmente, salvo conojos inspirados; pero los obispos, lospresidentes de rama y los presidentesde misión sentados frente a los con-discípulos del Salvador pueden ver alos heridos y las heridas.

Eso ha sucedido durante años en la tierra. Recuerdo, como obispo, queal estar mirando el rostro y la posturade un joven del sacerdocio, vino a mi

“¡Hombre herido!”P R E S I D E N T E H E N R Y B . E Y R I N GPrimer Consejero de la Primera Presidencia

El sentimiento de responsabilidad hacia los demásconstituye la esencia del servicio fiel en el sacerdocio.

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mente una idea tan clara que parecíaoírla: “Necesito verlo…y pronto. Algoestá pasando; necesita ayuda”.

Nunca desecharía una impresióncomo esa porque había aprendidoque, con frecuencia, la persona afecta-da no siente las heridas del pecado alprincipio. A veces parece que Satanásinyecta algo para adormecer el dolorespiritual mientras causa el daño y, amenos que algo ocurra pronto parainiciar el arrepentimiento, la heridapuede empeorar y agrandarse.

En consecuencia, como poseedordel sacerdocio responsable por la su-pervivencia espiritual de algunos delos hijos del Padre Celestial, ustedesse movilizarán para ayudar sin esperarel grito: “¡Hombre herido!”. Tal vez,incluso ni el mejor amigo ni otros lí-deres ni los padres vean lo que uste-des hayan visto.

Puede que ustedes sean los únicos

en percibir, por inspiración, el gritode alerta. Los demás podrían sentir loque ustedes se verán tentados a pen-sar: “Tal vez el problema que me pare-ció ver fue sólo mi imaginación. ¿Quéderecho tengo de juzgar a los demás?No es mi responsabilidad, no mepreocuparé sino hasta que él solicitemi ayuda”.

Sólo a un juez autorizado de Israelse le da el poder y la responsabilidadde verificar si existe una herida grave,de explorarla y, después, bajo la inspi-ración de Dios, de recomendar el tratamiento para iniciar la cura. Sinembargo, ustedes se encuentran bajoconvenio de ir y ayudar a un hijo deDios espiritualmente herido; ustedesson responsables de ser suficiente-mente valientes y audaces para noecharse atrás.

Debo explicar, lo mejor que pueda,por lo menos dos cosas. Primero: ¿Por

qué tienen la responsabilidad de mo-vilizarse para ayudar a un amigo heri-do? Y, segundo: ¿cómo cumplen conesa responsabilidad?

Primero, ustedes están bajo conve-nio, como se les ha aclarado, de quecuando aceptaron el mandato de Diospara recibir el sacerdocio, aceptaronuna responsabilidad para lo que seaque harían o dejaran de hacer por lasalvación de los demás sin importar lodifícil o peligroso que pudiese ser pa-ra ustedes.

Hay incontables ejemplos de posee-dores del sacerdocio que asumieronesa seria responsabilidad como debe-mos hacerlo ustedes y yo. Así es co-mo Jacob, en el Libro de Mormón,describió su sagrado deber cuandoactuó bajo circunstancias difíciles paraproporcionar ayuda: “Pues bien, misamados hermanos, yo, Jacob, según laresponsabilidad bajo la cual me halloante Dios, de magnificar mi oficio conseriedad, y para limpiar mis vestidosde vuestros pecados, he subido hoyhasta el templo para declararos la palabra de Dios” 2.

Ahora bien, ustedes podrían obje-tar que Jacob era un profeta y ustedesno; pero el oficio de ustedes, cual-quiera que sea en el sacerdocio, con-lleva la obligación de “levanta[r] lasmanos caídas y fortalece[r] las rodillasdebilitadas”3 de aquellos que los ro-dean. Ustedes son los siervos delSeñor que concertaron convenio dehacer por los demás, de la mejor ma-nera posible, lo que Él haría.

Su gran oportunidad y responsabi-lidad se describe en Eclesiastés:

“Mejores son dos que uno; por-que tienen mejor paga de su trabajo.Porque si cayeren, el uno levantará asu compañero; pero ¡ay del solo! quecuando cayere, no habrá segundoque lo levante”4.

De esto ustedes comprenderán laspalabras auténticas y edificantes deJosé Smith: “Nadie más que un neciojugaría con las almas de los hombres”5.Como lo opinaba Jacob, la aflicción decualquier hombre o mujer caídos aquienes él podría haber ayudado perono lo hizo, se convertiría en su propia

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aflicción. La felicidad de ustedes, asícomo la de aquellos a quienes son lla-mados a servir como poseedores delsacerdocio están ligadas.

Ahora llegamos a la pregunta decuál es la mejor manera de ayudar aquienes se les ha llamado a servir yrescatar. Eso dependerá de sus habili-dades y de la naturaleza de su rela-ción en el sacerdocio con la personaque se encuentre ante un peligro es-piritual. Permítanme comentar trescasos que tal vez tengan la ocasión deexperimentar durante su servicio enel sacerdocio.

Empecemos cuando ustedes seancompañeros menores sin experiencia,maestros en el Sacerdocio Aarónicoasignados a visitar a una familia jovencon un compañero de experiencia.Antes de prepararse para la visita, uste-des orarán pidiendo fortaleza e inspira-ción para reconocer las necesidades dela familia y saber qué ayuda prestar. Sipueden, tendrán esa oración con sucompañero y nombrarán a los que vana visitar. Al orar, su corazón se llenaráde amor hacia ellos de modo personaly hacia Dios. Ustedes y su compañerose pondrán de acuerdo sobre lo queesperan lograr; trazarán un plan de loque harán.

Cualquiera que sea el plan, obser-varán y escucharán atentamente y conhumildad durante su visita. Ustedesson jóvenes y sin experiencia, pero elSeñor conoce perfectamente la condi-ción espiritual y las necesidades deesas personas y las ama. Como uste-des saben que Él los envía para actuaren lugar de Él, tengan fe de que perci-birán las necesidades de ellos y sabránlo que deben hacer para cumplir elmandato de ayudarlos; eso lo descu-brirán al conversar cara a cara conellos en su hogar. Es por eso que tie-nen este mandato del sacerdocio enDoctrina y Convenios de “…visitar lacasa de todos los miembros, y exhor-tarlos a orar vocalmente, así como ensecreto, y a cumplir con todos los de-beres familiares”6.

Y también tienen un mandato extra que requiere aun mayor discernimiento:

“El deber del maestro es velarsiempre por los miembros de la igle-sia, y estar con ellos y fortalecerlos; ycuidar de que no haya iniquidad en laiglesia, ni aspereza entre uno y otro,ni mentiras, ni difamaciones, ni ca-lumnias; y ver que los miembros de la iglesia se reúnan con frecuencia, ytambién ver que todos cumplan consus deberes”7.

Ustedes y su compañero raramenterecibirán inspiración para conocer endetalle hasta qué punto ellos cumplenesas normas; pero les prometo, por ex-periencia propia, que recibirán el donpara saber lo que está bien con ellos y,en base a eso, podrán animarlos. Hayotra promesa que puedo hacer: uste-des y su compañero recibirán inspira-ción para saber qué cambios ellospodrían hacer para iniciar la curaciónespiritual que necesiten. Las palabras

que se les mande decir en cuanto a loque deba suceder en la vida de elloscasi con seguridad incluirán algunosde los cambios más importantes que el Señor quisiera que ellos hicieran.

Si sus compañeros sienten la im-presión de hacer un cambio súbito, fíjense en lo que ellos hacen. Es pro-bable que ustedes se sorprendan de lamanera en que el Espíritu inspire a ha-blar a su compañero; la voz de de sucompañero tendrá el sonido del amor;su compañero hallará la forma de rela-cionar el cambio necesario con la ben-dición que seguirá. Si es el padre o lamadre quien necesita cambiar, tal vezel compañero de ustedes les expliquecómo eso traerá felicidad a los hijos; éldescribirá el cambio como un modode salir de la infelicidad hacia un lugarmejor y más seguro.

Las contribuciones que ustedes

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hagan durante la visita les podrán pa-recer pequeñas, pero pueden ser máspoderosas de lo que ustedes piensan.Por medio de sus semblantes y susmodales, mostrarán que se interesanpor ellos y verán que el amor que us-tedes tienen por ellos y por el Señorlos hace perder el temor; de ese mo-do, tendrán la audacia para testificarsobre la verdad. Sus humildes, senci-llos y quizás breves testimonios po-drían tocar el corazón de una personamás fácilmente que el de sus compa-ñeros, que tienen más experiencia.He visto que eso ocurre.

Cualquiera sea la función de uste-des en esa visita del sacerdocio, susdeseos de visitar a las personas en representación del Señor para ayu-darlas tendrá como resultado por lo menos dos bendiciones. Primero,sentirán el amor de Dios por las per-sonas que visiten y, segundo, senti-rán la gratitud del Salvador por sudeseo de prestar la ayuda que Él sa-bía que ellas necesitaban.

Él los envió a ellas porque confia-ba en que ustedes irían sintiendo laresponsabilidad de instarlas a que seacerquen a Él y a la felicidad.

Cuando sean un poco más grandes,hay otra oportunidad que recibirándurante el servicio en el sacerdocio.Llegarán a conocer mejor a sus com-pañeros miembros del quórum; ya ha-brán jugado al baloncesto o al fútbol ohabrán participado en actividades dela juventud y en proyectos de servicio;con algunos de ellos llegarán a sermuy buenos amigos.

Reconocerán cuando ellos estén fe-lices o tristes. Tal vez ninguno de uste-des ocupe un cargo de autoridad en elquórum, pero ustedes se sentirán res-ponsables por sus compañeros en elsacerdocio. Tal vez uno de ellos lesconfíe que ha comenzado a desobede-cer un mandamiento y ustedes sabenque eso le causará daño espiritual; talvez les pida consejo porque confía enustedes.

Por experiencia propia, les digo quesi tienen éxito al ejercer una influenciapara que él se aleje del camino peligro-so, nunca olvidarán el gozo que habrán

sentido por ser su verdadero amigo. Si no tienen éxito, les prometo que,cuando le llegue el dolor y la tristeza,como sucederá, ustedes sentirán el pe-sar de él como si fuera su propio pesar.Aunque eso ocurra, si han tratado deayudarlo, seguirá siendo su amigo y, de hecho, por años puede que él ha-ble con ustedes acerca de lo buenoque podría haber sucedido y de cuánagradecido está de que ustedes se ha-yan interesado lo suficiente para inten-tarlo. Entonces ustedes lo consolarán ylo volverán a invitar, como lo hicieronen su juventud, a que regrese a la feli-cidad que aún puede lograr, puestoque la Expiación lo hace posible.

Ahora bien, más adelante en la vida ustedes serán padres, padres queposeen el sacerdocio. Lo que hayanaprendido durante el servicio en el sa-cerdocio al ayudar a otras personas aalejarse de la tristeza e ir hacia la felici-dad les dará el poder que necesiten yque deseen. Los años que pasaron res-ponsabilizándose por las almas de loshombres los prepararán para ayudar yproteger a su familia, a la que amaránmás de lo que pudieron imaginar ensu juventud. Sabrán guiarlos con el po-der del sacerdocio hacia la seguridad.

Mi ruego es que sientan gozo du-rante su servicio en el sacerdocio a tra-vés de su vida y para siempre. Ruegoque desarrollen el valor y el amor porlos hijos del Padre Celestial que llevó a

los hijos de Mosíah a suplicar por laoportunidad de enfrentar la muerte ylos peligros para llevar el Evangelio aun pueblo empedernido. Su deseo ysu valor derivaron del sentirse respon-sable por la felicidad eterna de extra-ños, en peligro de sufrir un tormentosin fin8.

Que tengamos una porción del de-seo que Jehová tuvo en el mundo an-terior, cuando Él solicitó venir de losreinos de gloria para servirnos y darSu vida por nosotros. El le pidió a SuPadre: “Envíame a mí”9.

Testifico que ustedes son llamadospor Dios y que fueron enviados paraprestar servicio a Sus hijos. Él deseaque nadie quede rezagado. El presi-dente Monson posee las llaves del sacerdocio en toda la tierra. Dios lesdará la inspiración y fortaleza paracumplir con su mandato de ayudar aSus hijos a encontrar el camino a la fe-licidad, el cual es posible mediante laExpiación de Jesucristo; lo testifico austedes en el sagrado nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase The U.S. Army Leadership Field

Manual, 2004, págs. 28–29.2. Jacob 2:2.3. D. y C. 81:54. Eclesiastés 4:9–10.5. History of the Church, Volumen 3, pág. 295.6. D. y C. 20:47.7. D. y C. 20:53–55.8. Véase Mosíah 28:1–8.9. Véase Abraham 3:27.

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Mis queridos hermanos del sacerdocio reunidos aquí en este repleto Centro de

Conferencias y en lugares alrededordel mundo, me siento humilde por laresponsabilidad que tengo de dirigir-les la palabra. Apruebo los mensajesque ya se han presentado y le expre-so a cada uno de ustedes mi sinceroamor, así como mi agradecimientopor su fe y su devoción.

Hermanos, nuestras responsabilida-des como poseedores del sacerdocioson sumamente importantes, tal comose explica en Doctrina y Convenios: “El poder y la autoridad del sacerdociomayor, o sea, el de Melquisedec, con-siste en tener las llaves de todas lasbendiciones espirituales de la Iglesia”1.Y además: “El poder y la autoridad del sacerdocio menor, o sea, el deAarón, consiste en poseer las llaves

del ministerio de ángeles y en adminis-trar las ordenanzas exteriores, la letradel evangelio, el bautismo de arrepen-timiento para la remisión de pecados,de acuerdo con los convenios y losmandamientos”2.

En 1958, el élder Harold B. Lee,quien después fue el decimoprimerPresidente de la Iglesia, describió elsacerdocio como “las… tropas delSeñor contra las fuerzas del mal”3.

El presidente John Taylor declaróque “el poder que se manifiesta pormedio del sacerdocio es sencillamen-te el poder de Dios”4.

Esas emotivas declaraciones deprofetas de Dios nos ayudan a com-prender que todo hombre y joven queposea el sacerdocio de Dios debe serdigno de ese gran privilegio y respon-sabilidad. Cada uno debe esforzarsepor aprender su deber y por llevarlo acabo lo mejor posible. Al hacerlo, pro-porcionamos los medios por los cua-les nuestro Padre Celestial y Su HijoJesucristo pueden llevar a cabo Suobra en la tierra. Nosotros somos Susrepresentantes aquí.

En el mundo de hoy enfrentamosdificultades y desafíos, algunos de loscuales parecerán verdaderamente gra-ves. Sin embargo, con Dios de nuestrolado, no podemos fracasar. Si porta-mos dignamente Su santo sacerdocio,saldremos victoriosos.

Ahora bien, a ustedes que poseenel Sacerdocio Aarónico quisiera decir-les que espero sinceramente que seanconscientes de la importancia de su

ordenación en el sacerdocio. Ustedestienen un papel vital en la vida de cadamiembro de su barrio por participaren la administración y la reparticiónde la Santa Cena cada domingo.

Tuve el privilegio de servir comosecretario de mi quórum de diáconos.Recuerdo las muchas asignacionesque tuvimos la oportunidad de reali-zar como miembros del quórum; en-tre las que acuden a mi mente estabael repartir la Santa Cena, recolectar lasofrendas de ayuno mensuales y velarlos unos por los otros. Pero la quemás miedo me dio ocurrió en la se-sión de liderazgo de nuestra confe-rencia de barrio. El miembro de lapresidencia de estaca que presidía pi-dió que hablara uno de los oficialesde barrio y luego, sin ningún aviso, di-jo: “Y ahora pediremos a uno de losjóvenes oficiales del barrio, a ThomasS. Monson, secretario del quórum dediáconos, que nos dé un informe desu servicio y que dé su testimonio”.No recuerdo nada de lo que dije, peronunca he olvidado la experiencia ni lalección que me enseñó. Fue el apóstolPedro quien dijo: “…estad siemprepreparados para presentar defensacon mansedumbre y reverencia antetodo el que os demande razón de laesperanza que hay en vosotros”5.

En una previa generación, el Señorhizo esta promesa a los poseedores delsacerdocio: “…iré delante de vuestrafaz. Estaré a vuestra diestra y a vuestrasiniestra, y mi Espíritu estará en vues-tro corazón, y mis ángeles alrededorde vosotros, para sosteneros”6.

Éste no es el momento de temer,hermanos, sino de tener fe; es el mo-mento de que cada uno de nosotrosque poseemos el sacerdocio seamoslo mejor que podamos ser.

Aunque nuestra jornada por la vidaterrenal a veces nos pondrá en peligro,esta noche quiero darles tres sugeren-cias que, si las observan y las siguen,nos protegerán; son las siguientes:

1. Estudien con diligencia.2. Oren con fervor.3. Vivan con rectitud.Estas sugerencias no son nuevas;

se han enseñado y repetido una y otra

Sé lo mejor quepuedas serP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O N

Cada uno debe esforzarse por aprender su deber y por llevarlo a cabo lo mejor posible.

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vez. Sin embargo, si las incorporamosa nuestra vida, tendremos la fuerzanecesaria para vencer al adversario. Si las pasamos por alto, abriremos la puerta para que Satanás tenga in-fluencia y poder sobre nosotros.

Primero, estudien con diligen-cia. Todo poseedor del sacerdociodebe participar en el estudio diario delas Escrituras. El estudio intensivo noes tan eficaz como la lectura y aplica-ción diaria de las Escrituras en nuestravida. Familiarícense con las leccionesque se enseñan en las Escrituras.Aprendan las circunstancias y el en-torno de las parábolas del Maestro y las admoniciones de los profetas.

Estúdienlas como si les hablaran austedes, porque así es.

Al profeta Lehi y a su hijo Nefi seles mostró en una visión la importan-cia de obtener la palabra de Dios y deaferrarse a ella. Respecto a la barra dehierro que vio, Nefi dijo lo siguiente a sus incrédulos hermanos Lamán yLemuel:

“Y les dije que [la barra] era la pala-bra de Dios; y que quienes escucha-ran la palabra de Dios y se aferraran aella, no perecerían jamás; ni los ven-cerían las tentaciones ni los ardientesdardos del adversario para cegarlos yllevarlos hasta la destrucción.

“Por tanto, yo, Nefi, los exhorté a

que escucharan la palabra del Señor;sí, les exhorté con todas las energíasde mi alma y con toda la facultad queposeía, a que obedecieran la palabrade Dios y se acordaran siempre deguardar sus mandamientos en todaslas cosas”7.

Les prometo, ya sea que posean elSacerdocio de Aarón o el Sacerdociode Melquisedec, que si estudian lasEscrituras con diligencia, aumentarásu poder para evitar la tentación y pa-ra recibir la guía del Espíritu Santo entodo lo que hagan.

Segundo, oren con fervor. ConDios, todo es posible. Hombres delSacerdocio Aarónico y hombres delSacerdocio de Melquisedec, recuer-den la oración que el profeta Joséofreció en aquella arboleda sagrada.Miren a su alrededor y vean el resul-tado de aquella oración que recibiócontestación.

Adán oró y Jesús oró, y conocemosel resultado de sus oraciones. El queestá al tanto de la caída de un pajarillociertamente escucha las súplicas denuestro corazón. Recuerden la pro-mesa: “Si alguno de vosotros tiene fal-ta de sabiduría, pídala a Dios, el cualda a todos abundantemente y sin re-proche, y le será dada”8.

A los que están al alcance de mivoz y que estén pasando desafíos y di-ficultades grandes y pequeñas, la ora-ción brinda fortaleza espiritual; es elpasaporte a la paz. La oración es elmedio por el cual nos acercamos anuestro Padre Celestial, que nos ama.Hablen con Él en oración y despuésescuchen para recibir la respuesta.Los milagros se llevan a cabo por me-dio de la oración.

La hermana Daisy Ogando vive enla ciudad de Nueva York, donde haymás de ocho millones de habitantes.Hace unos años, la hermana Ogandose reunió con los misioneros, quienesle enseñaron el Evangelio; con eltiempo, perdió el contacto con ellos.Pasó el tiempo; entonces, en 2007,despertaron en el corazón de ella losprincipios del Evangelio que los mi-sioneros le habían enseñado.

Un día, cuando se subía a un taxi,

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Daisy divisó a los misioneros, perono logró hacer contacto con ellos antes de que desaparecieran de suvista. Oró fervientemente a nuestroPadre Celestial y le prometió que, side alguna manera guiaba de nuevo alos misioneros hacia ella, les abriríala puerta. Ese día regresó a casa confe en el corazón de que Dios escu-charía y contestaría su oración.

Mientras tanto, dos jóvenes misioneros que habían estado oran-do sinceramente y trabajando paraencontrar personas para enseñarexaminaban los registros de los misioneros que habían servido enesa área. Al hacerlo, encontraron elnombre de Daisy Ogando. Cuandollegaron a su apartamento aquellamisma tarde que la hermana Ogandohabía ofrecido esa sencilla y fervien-te oración, ella abrió la puerta y dijo esas palabras que son como música para todo misionero que las oye: “Pasen, élderes. ¡Los estabaesperando!”.

Se contestaron dos oraciones fer-vientes, se restableció el contacto, sedieron las lecciones misionales y sedispuso lo necesario para el bautismode Daisy y de su hijo Eddy.

Recuerden orar con fervor.Mi sugerencia final, hermanos,

es la siguiente: vivan con rectitud.Isaías, el gran profeta del AntiguoTestamento, dio este conmovedormandato a los poseedores del sacer-docio: “…no toquéis cosa inmunda…purificaos los que lleváis los utensi-lios del Señor”9. No se habría podidoexpresar de manera más clara.

Tal vez los poseedores del sacerdo-cio no sean elocuentes ni tengan títu-los avanzados en campos difíciles deestudio. Es muy posible que seanhombres de recursos limitados; peroDios no hace acepción de personas, ysostendrá a Sus siervos en rectitud sievitan las iniquidades de nuestros días y viven vidas de virtud y pureza.Permítanme ilustrarlo.

A unos 1.400 kilómetros al norte

de Salt Lake City está la bella ciudadde Calgary, Alberta, Canadá, sede de la famosa Estampida de Calgary, unode los eventos anuales más grandesde Canadá y el rodeo al aire libre másgrande del mundo. En el evento dediez días hay competencias de rodeo,exhibiciones, competencias agrícolasy carreras de carretas. El Desfile de laEstampida, que se lleva a cabo el pri-mer día, es una de las tradiciones másviejas y más largas del festival; recorreuna ruta de cinco kilómetros en elcentro de Calgary, y hay una asistenciade 350.000 espectadores, muchos deellos vestidos de vaqueros.

Hace varios años, una banda deuna secundaria muy grande de Utahhizo la audición y se ganó la oportu-nidad de marchar en el Desfile de laEstampida de Calgary. Durante mesesrecabaron fondos, practicaron en lascalles e hicieron otros preparativospara que la banda viajara a Calgarypara participar en el desfile, en el cualse seleccionaría a una banda para

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recibir el primer lugar de honor.Finalmente, llegó el día que parti-

rían; los estudiantes y líderes ansiososabordaron los autobuses y empren-dieron el largo viaje hacia el norte aCalgary.

En el camino, la caravana se detuvoen Cardston, Alberta, Canadá, dondeel grupo pasó la noche. Las hermanasde la Sociedad de Socorro del lugarprepararon almuerzos para que losmiembros de la banda los disfrutaranantes de partir. Brad, un integrante de la banda que era presbítero en elSacerdocio Aarónico, no tenía hambrey decidió guardar su almuerzo paramás tarde.

A Brad le gustaba sentarse en laparte trasera del autobús; cuando to-mó su asiento acostumbrado paraprepararse para el resto del viaje aCalgary, lanzó la bolsa del almuerzoal estante que estaba atrás de la últi-ma fila de asientos. Allí se quedó elalmuerzo, junto a la ventana de atrás,bajo el calor del sol del mes de julio.Lamentablemente, ese almuerzo con-sistía de un emparedado de ensaladade huevo. Para los que no compren-den la importancia que esto encierra,debo decirles que la ensalada dehuevo se tiene que refrigerar; si nose hace así, y si está bajo fuerte calorcomo el que producía el sol a travésde la ventana del autobús en un díasoleado, se convierte en una incuba-dora muy eficiente de varios tipos debacterias que pueden dar como re-sultado lo que comúnmente se cono-ce como intoxicación alimentaria.

Antes de llegar a Calgary, a Brad le dio hambre; recordó la bolsa conel almuerzo y se comió el empareda-do de ensalada de huevo. Cuando los autobuses llegaron a Calgary ydieron la vuelta por la ciudad, todoslos miembros de la banda estabanemocionados, todos menos Brad.Lamentablemente, lo que él sentíaeran fuertes dolores estomacales yotras molestias relacionadas con laintoxicación. Ustedes se imaginarán.

Al llegar a su destino, los miem-bros de la banda bajaron del auto-bús, pero Brad no. Aunque sabía

que sus compañeros contaban con él para que tocara el tambor en eldesfile a la mañana siguiente, Brad se retorcía de dolor y estaba dema-siado enfermo para bajar del auto-bús. Por suerte para él, Steve y Mike,dos amigos que hacía poco se habíangraduado de la secundaria y que tam-bién no hacía mucho que habían si-do ordenados al oficio de élder en elSacerdocio de Melquisedec, vieronque Brad no estaba allí y decidieronbuscarlo.

Al encontrarlo en la parte de atrásdel autobús y al enterarse de la situa-ción, Steve y Mike no sabían qué ha-cer. Por fin se les ocurrió que eranélderes y que tenían el poder delSacerdocio de Melquisedec para ben-decir a los enfermos. A pesar de lacarencia total de experiencia en daruna bendición del sacerdocio, esosdos nuevos élderes tenían fe en elpoder que poseían. Pusieron las ma-nos sobre la cabeza de Brad, e invo-cando la autoridad del Sacerdocio

de Melquisedec, en el nombre deJesucristo, pronunciaron las palabrassencillas para bendecir a Brad paraque se mejorara.

A partir de ese momento, los sín-tomas de Brad desaparecieron. A lamañana siguiente tomó su lugar conel resto de los integrantes de la banday con orgullo desfiló por las calles deCalgary. La banda recibió el honor delprimer lugar y el codiciado distintivo,pero, lo más importante, fue que dosjóvenes e inexpertos, pero dignos poseedores del sacerdocio habíanrespondido al llamado de represen-tar al Señor al servir a su semejante.Cuando fue necesario que ejercieranel sacerdocio a favor de alguien quedesesperadamente necesitaba su ayu-da, pudieron responder porque vi-vían con rectitud.

Hermanos, ¿estamos preparadospara nuestra jornada por la vida? A veces el sendero puede ser difícil.Tracen su curso, tomen precauciones,y decídanse a estudiar con diligen-cia; a orar con fervor; y a vivircon rectitud.

Nunca perdamos las esperanzas,porque la obra en la que estamos em-barcados es la obra del Señor. Se hadicho que “el Señor fortalece la espal-da para que soporte el peso que secoloque sobre ella”.

La fortaleza que buscamos con fervor a fin de afrontar los desafíosde un mundo complejo y cambiantepuede ser nuestra cuando, con forta-leza y valor firme, declaremos conJosué: “…yo y mi casa serviremos aJehová”10. Testifico de esa verdad divina y lo hago en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 107:18.2. D. y C. 107:20.3. Harold B. Lee, “El sacerdocio”, discurso

pronunciado ante el personal de semina-rios e institutos, Universidad BrighamYoung, 17 de julio de 1958, pág. 1.

4. John Taylor, Enseñanzas de los Presidentesde la Iglesia, pág. 134.

5. 1 Pedro 3:15.6. D. y C. 84:88.7. 1 Nefi 15:24–25.8. Santiago 1:5.9. Isaías 52:11.

10. Josué 24:15.

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Los Santos de los Últimos Días de todo el

mundo se reúnen para disfrutar de la

conferencia general. De izquierda a

derecha, empezando desde abajo, a la

izquierda, aparecen miembros de la

Iglesia de Suva, Fiji; Cluj-Napoca,

Rumania; Moscú, Rusia; Bermejillo,

Durango, México; Juchitán, Oaxaca,

México; São Paulo, Brasil; y Varsovia,

Polonia.

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Hoy es el día que el mundocristiano tradicionalmente llama Domingo de Ramos.

Recordarán que aquel domingo,aproximadamente dos mil añosatrás, Jesucristo entró en la ciudadde Jerusalén durante la última sema-na de su vida terrenal1. Cumplía asílo que en la antigüedad había profe-tizado Zacarías2; entró cabalgandosobre un asno, y, al hacerlo, una gran multitud salió para recibir alMaestro y cubrieron Su camino conhojas de palma, ramas en flor e in-cluso sus propias vestiduras. A medida que Él se acercaba, ellosaclamaban: “Bendito el rey que

viene en el nombre del Señor”3 y“¡Hosanna al Hijo de David!”4.

Quizá los discípulos pensaron queaquél era un momento decisivo: elmomento en que la sociedad judía fi-nalmente reconocería a Jesús como eltan esperado Mesías. Pero el Salvadorentendía que muchos de los gritos dealabanzas y las aclamaciones seríantransitorios. Él sabía que pronto as-cendería al monte de los Olivos y allí,solo en Getsemaní, tomaría sobre sílos pecados del mundo.

El evangelio de JesucristoLo adecuado es que durante

la semana, desde el Domingo deRamos hasta la mañana de la Pascuade Resurrección, dirijamos nuestrospensamientos hacia Jesucristo, lafuente de luz, vida y amor. Quizá lasmultitudes de Jerusalén lo hayan vistocomo un gran rey que los salvaría dela opresión política; pero, en realidad,Él nos dio mucho más que eso: nosdio Su Evangelio, una perla de incalcu-lable precio, la gran clave de cono-cimiento que, si la comprendemos yusamos, nos abre la puerta hacia unavida de felicidad, paz y satisfacción.

El Evangelio son las buenas nuevasde Cristo. Es la revelación de que elHijo de Dios vino a la tierra, llevó unavida perfecta, expió nuestros pecados

y conquistó la muerte. Es el senderode la salvación, el camino de la espe-ranza y el gozo y es lo que nos da la se-guridad de que Dios tiene un plan deredención y felicidad para Sus hijos.

El Evangelio es el camino del disci-pulado. Podemos experimentar segu-ridad y gozo cuando andamos por esecamino, incluso en tiempos de peli-gro, tristeza e inseguridad.

El camino del mundoVivimos en una época en que mu-

chos se preocupan por su sustento.Se preocupan por el futuro y dudande su capacidad para resolver los desafíos con los que se enfrentan.Muchos han sufrido adversidades ytristeza en su propia vida; ansían sa-ber cuál es el significado y el propósi-to de la vida.

Debido al gran interés en esos te-mas, el mundo no titubea al momen-to de ofrecer respuestas nuevas paracada problema que enfrentamos. Lagente cambia de una nueva idea a lasiguiente con la esperanza de encon-trar algo que dé respuesta a las apre-miantes preguntas de su alma. Asistena seminarios y compran libros, discoscompactos y otros productos. Se venenvueltos en el entusiasmo de buscaralgo novedoso; pero, inevitablemen-te, la llama de cada nueva teoría seapaga y se reemplaza por otra solu-ción “nueva y mejorada” que prometelograr lo que otras no lograron antes.

No digo que esas opciones delmundo no tengan elementos de ver-dad; muchas las tienen. Sin embargo,ninguna llega a producir el cambio duradero que buscamos para nuestravida. Una vez que el entusiasmo sedesvanece, queda el vacío mientrasbuscamos la próxima nueva idea paradesentrañar los secretos de la felicidad.

En contraste, el evangelio deJesucristo tiene las respuestas a todosnuestros problemas. El Evangelio noes un secreto; no es complicado niesconde nada; puede abrir la puerta ala verdadera felicidad. No es ni la teo-ría ni la propuesta de nadie. No pro-viene de ningún hombre. Brota de lasaguas puras y eternas del Creador del

El camino del discípuloP R E S I D E N T E D I E T E R F. U C H T D O R FSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Ahora es el momento de adoptar el evangelio de Jesucristocomo modo de vida, convertirnos en Sus discípulos y seguir Su camino.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA5 d e a b r i l d e 2 0 0 9

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universo, quien conoce verdadesque no podemos empezar a com-prender. Y, con ese conocimiento, Él nos ha dado el Evangelio, un dondivino, la fórmula suprema de la feli-cidad y del éxito.

¿Cómo llegamos a ser discípulos deCristo?

Cuando escuchamos las trascen-dentales verdades del evangelio deJesucristo, la esperanza y la fe co-mienzan a crecer en nuestro interior5.Cuanto más llenemos nuestro corazóny nuestra mente con el mensaje delCristo resucitado, mayor es nuestrodeseo de seguirlo y vivir Sus enseñan-zas. Esto, a su vez, hace que nuestra fecrezca y permite que la luz de Cristoilumine nuestro corazón. Al hacerlo,reconocemos las imperfecciones denuestra vida y deseamos ser libradosde las depresivas cargas del pecado,anhelamos ser libres de la culpa y estonos motiva a arrepentirnos.

La fe y el arrepentimiento conducena las aguas purificadoras del bautismo,donde hacemos convenio de tomarsobre nosotros el nombre de Cristo yde seguir Sus pasos.

A fin de conservar el deseo de lle-var una vida pura y santa, somos in-vestidos con el bautismo de fuego: elindescriptible don del Espíritu Santo,un Consolador celestial que nos

acompaña y nos guía si caminamospor el sendero de la rectitud.

Cuanto más llenos estemos delEspíritu de Dios, más nos esforzare-mos por servir a los demás. Nos con-vertimos en pacificadores en nuestrohogar y nuestra familia, ayudamos anuestro prójimo en todo lugar y ten-demos una mano por medio de mise-ricordiosos actos de bondad, perdón,gracia y paciencia sufrida.

Éstos son los primeros pasos delverdadero camino de la vida y la satis-facción. Éste es el pacífico camino deldiscípulo de Cristo.

El sendero de la pacienciaSin embargo, no es una solución

rápida ni es una cura de la noche a lamañana.

Un amigo me escribió hace poco yme contó que le estaba costando mu-cho mantener su testimonio fuerte yvibrante. Me pidió consejo.

Le contesté y con amor le sugerí al-gunas cosas específicas que podía ha-cer a fin de que su vida estuviera másen armonía con las enseñanzas delEvangelio restaurado. Para mi sorpresa,volví a saber de él, apenas una semanadespués. La esencia de su carta era és-ta: “Probé lo que usted me sugirió. Nofuncionó. ¿Qué más me aconseja?”.

Hermanos y hermanas, tenemosque perseverar. No obtenemos la

vida eterna en una carrera corta; ésta es una carrera de perseverancia.Tenemos que aplicar una y otra vezlos principios divinos del Evangelio.Día tras día debemos hacerlos partede nuestra vida habitual.

Con demasiada frecuencia toma-mos el Evangelio como lo haría unagricultor que pone una semilla en elsuelo por la mañana y espera teneruna mazorca de maíz lista para comerpor la tarde. Cuando Alma comparóla palabra de Dios a una semilla, ex-plicó que la semilla se transforma enun árbol que da fruto gradualmente,como resultado de nuestra “fe, y[nuestra] diligencia, y paciencia, ylonganimidad”6. Es cierto que algunasbendiciones llegan en seguida: pocodespués de haber plantado la semillaen nuestro corazón, comienza a hin-charse y a brotar y a crecer, y así sabe-mos que la semilla es buena. Desdeel primer momento en que empren-demos el camino del discipulado, co-menzamos a recibir bendicionesvisibles e invisibles de Dios.

Pero no podemos recibir la plenitudde esas bendiciones “si [desatende-mos] el árbol, y [somos] negligentesen nutrirlo”7.

El saber que la semilla es buena nobasta; debemos “nutr[irla] con grancuidado para que eche raíz”8. Sólo en-tonces seremos partícipes del frutoque es “más dulce que todo lo dul-ce… y más puro que todo lo puro” y “comer[emos] de este fruto hastaquedar satisfechos, de modo que notendr[emos] hambre ni tendr[emos]sed”9.

El discipulado es una jornada.Necesitamos las lecciones refinadorasde esa jornada para formar nuestrocarácter y purificar nuestro corazón.Al caminar con paciencia por el cami-no del discipulado, nos demostramosa nosotros mismos la fortaleza denuestra fe y nuestra disposición deaceptar la voluntad de Dios en lugarde la nuestra.

No es suficiente hablar de Jesucristoni proclamar que somos Sus discípu-los. No es suficiente con rodearnos de símbolos de nuestra religión. El

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discipulado no significa ser especta-dores. Del mismo modo que no po-demos experimentar los beneficios dela salud al quedarnos sentados en unsillón mirando deportes en la televi-sión y dándoles consejos a los atletas,no podemos esperar recibir las bendi-ciones de la fe si nos quedamos inmó-viles fuera del área de juego. Aun así,algunos prefieren “ser espectadoresen el discipulado”, o directamente esla primera opción de adoración queescogen.

La nuestra no es una religión de segunda mano. No podemos recibirlas bendiciones del Evangelio simple-mente por medio de observar lo quehacen otros. Debemos salir de los la-terales y practicar lo que predicamos.

El camino está abierto para todosAfortunadamente, el primer paso

en el sendero del discipulado comien-za en el mismo lugar en donde nosencontramos. No tenemos que cum-plir con ningún requisito para dar eseprimer paso. No importa si somos ri-cos o pobres. No se nos exige tenerestudios, ser elocuentes ni intelectua-les. No tenemos que ser perfectos nihablar bien, ni siquiera tener buenosmodales.

Ustedes y yo podemos emprenderhoy el camino del discipulado. Seamoshumildes, oremos al Padre Celestialcon todo nuestro corazón y exprese-mos nuestro deseo de acercarnos a Él y aprender de Él.

Tengan fe. Busquen y hallarán; lla-men y la puerta se les abrirá10. Sirvanal Señor por medio del servicio a losdemás. Participen activamente en subarrio o rama. Fortalezcan a su familiacomprometiéndose a vivir los princi-pios del Evangelio. Sean uno en cora-zón y voluntad en su matrimonio y sufamilia.

Ahora es el momento de cambiarsu vida para poder tener una reco-mendación para el templo y usarla.Ahora es el momento de tener no-ches de hogar significativas, leer la pa-labra de Dios y hablar a nuestro PadreCelestial en ferviente oración. Ahoraes el momento de llenar nuestro

corazón de gratitud por la Restaura-ción de Su Iglesia, por los profetas vi-vientes, el Libro de Mormón y elpoder del sacerdocio que bendicenuestra vida. Ahora es el momento deadoptar el evangelio de Jesucristo co-mo modo de vida, convertirnos enSus discípulos y seguir Su camino.

Hay personas que creen que, debi-do a que han cometido errores, ya nopueden participar plenamente de lasbendiciones del Evangelio. Qué pocoentienden los propósitos del Señor.Una de las grandes bendiciones de vi-vir el Evangelio es que nos refina y nosayuda a aprender de nuestros errores.Todos “peca[mos] y est[amos] desti-tuidos de la gloria de Dios”11, y aunasí, la expiación de Jesucristo tiene elpoder de devolvernos la dignidadcuando nos arrepentimos.

Nuestro amado amigo, el élderJoseph B. Wirthlin, nos enseñó esteprincipio con claridad cuando dijo:

“¡Oh, qué maravilloso es saber quenuestro Padre Celestial nos ama, a pe-sar de nuestras debilidades! Su amores tal que aun si nosotros nos diése-mos por vencidos, Él jamás lo haría.

“Tal vez nosotros nos veamos en elpasado y el presente… Nuestro PadreCelestial nos contempla con una pers-pectiva eterna…

“El evangelio de Jesucristo es unEvangelio de transformación; nos to-ma como hombres y mujeres terrena-les y nos refina en hombres y mujerespara las eternidades”12.

Invito a quienes hayan abandona-do el camino del discipulado, por larazón que sea, a comenzar desde don-de estén y dirigirse al evangelio res-taurado de Jesucristo. Caminen en elsendero del Señor. Testifico que elSeñor bendecirá su vida, los investirácon conocimiento y gozo que supe-ran todo entendimiento, y derramarásobre ustedes los dones divinos del

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Espíritu. Siempre es el momento co-rrecto para caminar en Su sendero;nunca es demasiado tarde.

A quienes se sientan inadecuadosporque no han sido miembros de laIglesia toda la vida, a quienes sientanque nunca podrán recuperar el tiem-po perdido, les testifico que el Señornecesita sus habilidades, aptitudes y talentos específicos. La Iglesia losnecesita; nosotros los necesitamos.Siempre es el momento correcto paracaminar en Su sendero. Nunca es de-masiado tarde.

Las bendiciones del discipuladoRecordemos en este Domingo de

Ramos, durante la época de la Pascuade Resurrección y siempre, que elevangelio restaurado de nuestroSeñor y Salvador Jesucristo tiene elpoder de llenar cualquier vacío, curarcualquier herida y tender un puentesobre cualquier valle de tristeza. Es elcamino de la esperanza, la fe y la con-fianza en el Señor. El Evangelio deJesucristo se enseña en su plenitud enLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días. Esta Iglesia la diri-ge un profeta viviente, autorizado porel Señor Jesucristo para brindar direc-ción y guía para ayudarnos a afrontarlos desafíos de nuestra época a pesarde lo difícil que sean.

Testifico solemnemente queJesucristo vive. Él es el Salvador y elRedentor del mundo; Él es el Mesíasprometido; Él llevó una vida perfectay expió nuestros pecados; Él siempreestará a nuestro lado; Él peleará nues-tras batallas; Él es nuestra esperanza;es nuestra salvación; Él es el camino.De ello testifico en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Mateo 21:6–11.2. Véase Zacarías 9:9.3. Lucas 19:38.4. Mateo 21:9.5. Véase Romanos 10:17.6. Alma 32:43.7. Alma 32:38.8. Alma 32:37.9. Alma 32:42.

10. Véase Mateo 7:7.11. Romanos 3:23.12. Joseph B. Wirthlin, “El gran mandamiento”,

Liahona, noviembre de 2007, págs. 28–31.

78

Mis queridos hermanos y her-manas de todo el mundo, me tiemblan las rodillas y mis

emociones están a punto de desbor-darse. Les expreso mi amor a ustedes,y les agradezco profundamente su voto de sostenimiento. En muchísi-mos aspectos me siento inadecuado y humilde.

Me resulta reconfortante saber que en el requisito para el santo apos-tolado en el que no hay flexibilidad alguna, el Señor me ha bendecidomuchísimo. Por el poder del EspírituSanto sé con claridad perfecta e indu-dable que Jesús es el Cristo, el AmadoHijo de Dios.

No hay persona que tenga másamor que el presidente Thomas S.Monson. Su calidez es como los rayosdel sol al mediodía. Pero incluso así,al extenderme él este llamamiento sagrado, podrán imaginar ustedes laseriedad sobrecogedora que sentícuando los ojos del profeta de Dios

penetraron hasta lo más íntimo de mi alma. Felizmente también podránimaginarse el amor que sentí de partedel Señor y de Sus Profetas cuando el presidente Monson me rodeó conesos brazos largos y amorosos. Loamo, presidente Monson.

A todos los que me conocen, si alguna vez en presencia de ustedes he sido menos de lo que debí ser, lesruego que me perdonen y me tenganpaciencia. Necesito mucho su fe y susoraciones.

Sé que no soy lo que tengo que lle-gar a ser. Ruego tener la disposición yser moldeable a las enseñanzas y co-rrecciones del Señor. Me consuelanlas palabras del presidente Monsonque anoche en la sesión del sacerdo-cio dijo que el Señor fortalece la es-palda para que soporte el peso que se coloque sobre ella.

Poco después de haber sido llama-do como Autoridad General hace die-ciséis años, en una conferencia deestaca en la que acompañé al presiden-te Boyd K. Packer, él dijo algo que nohe olvidado. Al dirigirse a la congrega-ción, dijo: “Yo sé quién soy”. Luego,después de una hacer una pausa, agre-gó: “No soy nadie”. Después se volvióhacia mí, que estaba sentado en el es-trado detrás de él, y dijo: “Y usted, her-mano Andersen, tampoco es nadie”.Entonces agregó estas palabras: “Si alguna vez lo olvida, el Señor se lo recordará enseguida, y no resultaránada agradable”.

Expreso enorme gratitud por uste-des, los miembros fieles de la Iglesia.Cuando era yo un joven misionero en Francia, sentí que mi testimonio

Venid a ÉlÉ L D E R N E I L L . A N D E R S E NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Por el poder del Espíritu Santo sé con claridad perfecta eindudable que Jesús es el Cristo, el Amado Hijo de Dios.

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florecía al ver a los miembros brin-dar plena devoción al evangelio deJesucristo.

He vivido diez de los últimos veinteaños fuera de Estados Unidos, cum-pliendo asignaciones de la Iglesia. Entierras e idiomas diferentes a los míos,he visto el poder de Dios en acción ensus vidas. ¡Qué maravillosos son uste-des, la gran familia de creyentes en elevangelio restaurado de Jesucristo!

El Señor me ha bendecido de for-mas que nunca le podré pagar. Él mepermitió contraer matrimonio conuno de sus ángeles aquí en la tierra.Mi esposa Kathy es mi luz y mi ejem-plo, una preciada hija de Dios, llenade pureza e inocencia. No sería nadasin ella. Llevo gran parte de la vida tra-tando de llegar a ser lo que ella creeque soy.

Hace veinte años, cuando nuestroscuatro hijos eran pequeños, fuimosllamados a prestar servicio misional enFrancia. Con ese y otros llamamientosposteriores, ellos tuvieron que mudar-se de una ciudad a otra, de un conti-nente a otro, en unos años en que eraimportante tener más estabilidad. El

Señor ahora los ha bendecido en granforma con compañeros extraordinariosy con hijos escogidos. Quiero agrade-cerles a ellos su bondad y los sacrificiosque hicieron por mí. También estoyagradecido a mis fieles padres —mimadre está aquí hoy— y a todos losque tanto me han ayudado a lo largode la vida.

Deseo expresar el profundo respe-to y amor que les tengo a mis herma-nos de los Setenta. Los amo comoamo a mi propio hermano. El vínculoy la amistad que nos unen van másallá de este mundo y permaneceráncon nosotros del otro lado del velo.

Durante dieciséis años, los miem-bros de la Primera Presidencia y losDoce han sido mis ejemplos y mismaestros. He aprendido de su integri-dad y rectitud. Durante todos esosaños, nunca he observado en ellos iradesenfrenada ni deseo alguno de ob-tener bienes particulares ni materia-les. Nunca he visto en ellos ningunapostura por obtener influencia o po-der personal.

Lo que sí he observado es su lealtady cuidado por sus respectivas esposas

e hijos. He comprobado tanto suamor hacia nuestro Padre Celestial ySu Hijo como su testimonio segurode Ellos. Los he visto edificar primeroy de forma infatigable el reino deDios. He visto el poder de Dios des-cansar sobre ellos, magnificarlos yapoyarlos. He presenciado el cumpli-miento de sus voces proféticas. Hevisto a los enfermos levantarse y a lasnaciones ser bendecidas por mediode su autoridad, y he estado junto aellos en momentos demasiado sagra-dos como para contarlos. Testificoque son los ungidos del Señor.

Ruego que mi espíritu sea como el del élder Joseph B. Wirthlin, cuyofallecimiento hizo que fuera necesa-rio este llamamiento, un espíritu sinningún deseo de atención personal,dispuesto siempre a ir a donde seanecesario y a hacer cualquier cosaque los profetas del Señor me pidan,consagrándome enteramente a testifi-car del Salvador y a edificar el Reinode Dios hasta mi último aliento.

Se anticipó nuestra época con en-tusiasmo a través de la historia. En lasEscrituras se habla de que hay cosas

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que “el Señor ordenó y dispuso antes de la fundación del mundo” (D. y C. 128:5).

Las revelaciones hablan de que habrá una gran congregación (véase 2 Nefi 10:7–8; 3 Nefi 16:5). Isaías pro-fetizó que la casa del Señor se estable-cería en la cabeza de los montes, yque la voz del Señor saldría de allí atodo el mundo (véase Isaías 2:2–3).Daniel declaró que sería como unapiedra cortada del monte no con ma-no (véase Daniel 2:34, 44–45). Pedrohabló de la restitución de todas lascosas (véase Hechos 3:20–21). Nefivio que los números de la Iglesia delCordero no serían muchos pero queestarían en toda tierra y nación (véa-se 1 Nefi 14:12, 14).

Vivimos en estos días de la “obramaravillosa y [el] prodigio” del Señor(Isaías 29:14; véase 2 Nefi 25:17).Hemos tenido la bendición de brin-dar el Evangelio a nuestra familia yposteridad, y de ayudar con los pre-parativos para la segunda venida delSalvador. El Señor describe los pro-pósitos de la Restauración como“…una luz al mundo y un estandartea [nosotros, Su]… pueblo… y… unmensajero delante de [Su] faz, pre-parando el camino delante de [Él](D. y C. 45:9). Nuestra responsabili-dad no es poca cosa; no somos quie-nes somos por casualidad; el guardar

nuestros convenios en esta época se-rá una insignia de honor por toda laeternidad.

He tenido el privilegio de ver lamano del Señor en todo el mundo.Aunque honramos a los pioneros quecruzaron las llanuras hasta el Valle delLago Salado, en la actualidad hay mu-chos pioneros más, que aunque noempujen carros de mano son exacta-mente iguales en muchos sentidos:han escuchado la voz del Señor a tra-vés del Libro de Mormón y de sus oraciones personales. Con fe y arre-pentimiento han entrado en las aguasdel bautismo y también han plantadolos pies firmemente en la fértil tierradel Evangelio. Como discípulos deCristo, han estado dispuestos a hacersacrificios por lo que es correcto yverdadero, y con el don del EspírituSanto, avanzan con firmeza en su ca-mino hacia la vida eterna.

Debemos recordar, mis queridoshermanos y hermanas, quiénes somosy lo que tenemos en nuestras manos.No somos los únicos que deseamoshacer el bien; hay personas maravillo-sas de muchas creencias y religiones.

No somos los únicos que oramos anuestro Padre Celestial y que recibi-mos respuestas a nuestras oraciones;nuestro Padre ama a todos Sus hijos.

No somos los únicos que nos sacri-ficamos por una causa mayor; hay

otros que son abnegados.Otros comparten nuestra fe en

Cristo. Son padres y madres leales ydecentes en todos los países que seaman y que aman a sus hijos. Es mu-cho lo que podemos aprender de laspersonas buenas que nos rodean.

Sin embargo, no debemos dismi-nuir lo que se encuentra única y particularmente en La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. Sólo aquí tenemos el sacer-docio de Dios, restaurado a la tierrapor mensajeros celestiales. Sólo aquíel Libro de Mormón, al lado de laBiblia, revela y declara la divinidad y el Evangelio plenos de Cristo. Sóloaquí tenemos profetas de Dios quebrindan la dirección del cielo y queposeen las llaves para atar en el cielolo que se ata en la tierra.

Nuestro conocimiento de la misióndivina de la Iglesia no debe hacernossentir superiores ni arrogantes, sinoque debe hacernos caer de rodillas ysuplicar la ayuda del Señor para quepodamos ser lo que debemos ser. Peroen humildad, no debemos ser tímidosal recordar las palabras del Señor: “Éstaes mi iglesia, y yo la estableceré; y nadala hará caer” (Mosíah 27:13).

Por encima de todo, proclama-mos a nuestro Salvador y RedentorJesucristo. Todo lo que somos, y to-do lo que podamos ser, se lo debe-mos a Él. Aunque contemplamoscon asombro Su majestuosidad, nonos pide que guardemos nuestra dis-tancia, sino que acudamos a Él: “…yo estoy a la puerta y llamo; si algu-no oye mi voz y abre la puerta, en-traré a él” (Apocalipsis 3:20).

Sus palabras hacen eco a través delos siglos:

“Yo soy la resurrección y la vida; elque cree en mí, aunque esté muerto,vivirá.

“Y todo aquel que vive y cree enmí, no morirá eternamente” (Juan11:25–26).

Hermanos y hermanas, Él vive. Élha resucitado. Él dirige Su santa obrasobre la tierra. El presidente ThomasS. Monson es Su profeta. Lo testificoen el nombre de Jesucristo. Amén. ■

Juchitán, Oaxaca, México

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Durante los primeros años de su infancia, nuestra sobrinaLachelle pasaba las mañanas

con su abuela. Las dos compartíanun vínculo especial como conse-cuencia de esas horas que pasabanjuntas; pero pronto Lachelle cum-plió cinco años y comenzó a prepa-rarse para ir a la escuela. La últimamañana que pasaron juntas, la abue-la Squire le leyó un cuento y la sentóen su gran mecedora. “Nos hemosdivertido tanto juntas, Lachelle”, ledijo, “pero ahora debes comenzar laescuela. Te quiero tanto, ¿qué voy ahacer sin ti?”

Con una sabiduría que sobrepasa-ba sus cinco años, Lachelle miró a su abuela con sus grandes ojos negros y le dijo: “Abuela, yo también

te quiero, pero es hora de que sigaadelante con mi vida”.

Ése es un buen consejo para todosnosotros, que también debemos “se-guir adelante con nuestra vida”. Lamayoría de nosotros no buscamos nirecibimos con entusiasmo los grandescambios, pero éstos son una parte im-portante de las experiencias que pasa-mos en ella.

Muchos de los cambios se produ-cen naturalmente mientras avanza-mos en nuestra jornada. Nuestra vidacambia a medida que pasamos de lainfancia a la juventud y de ésta a la vi-da adulta y finalmente a la vejez. Losestudios, la misión, el matrimonio y lajubilación son ejemplos de esos hitosde cambios.

En muchas ocasiones, somos re-nuentes de pasar a la siguiente etapay comenzar con el nuevo desafío.Quizás estemos muy cómodos endonde estamos, sintamos temor o notengamos mucha fe. El regazo de laabuela es muchas veces más placente-ro que los problemas que podríamosafrontar en el jardín de infantes. La ca-sa de nuestros padres, con una grancantidad de video juegos, podría sermás atrayente que la universidad, elmatrimonio o una carrera profesional.

¿Cómo podemos entonces prepa-rarnos lo mejor posible para los problemas que inevitablementeafrontaremos a medida que avanza-mos en la vida?

Primero, seguir a los profetas; escuchar y acatar el consejo de lasAutoridades Generales. Los profetasmuchas veces levantan una voz deamonestación, pero a la vez propor-cionan consejo firme y práctico paraayudarnos a sobrepasar las tormentasde la vida. En la primera sección deDoctrina y Convenios, el Señor nos re-cuerda que “sea por mi propia voz opor la voz de mis siervos, es lo mismo”(D. y C. 1:38). Los profetas nos ayudana enfrentar los cambios y los desafíosque afrontamos constantemente. Lacanción popular de la Primaria, “Sigueal Profeta” nos recuerda ese impor-tante principio: “Mas si por la sendarecta hemos de andar, a nuestros pro-fetas hemos de escuchar” (Cancionespara los niños, pág. 58).

Segundo, mantener una perspectivaeterna. Comprender que el cambio ylos problemas son parte del plan deDios. En forma deliberada, esta exis-tencia terrenal es un tiempo de pruebao un tiempo “para ver si harán todaslas cosas que el Señor su Dios les man-dare” (Abraham 3:25). Con el fin deprobar la forma en que utilizamos el al-bedrío que Dios nos ha dado, pasamospor una serie de cambios, problemas,pruebas y tentaciones a medida queavanzamos en la vida. Sólo entonces,se nos prueba verdaderamente.

En 2 Nefi leemos: “…porque espreciso que haya una oposición entodas las cosas. Pues de otro modo…no se podría llevar a efecto la rectitud ni la iniquidad, ni tampoco la santi-dad ni la miseria, ni el bien ni el mal”(2 Nefi 2:11).

Los desafíos y los cambios que hayen la vida nos proporcionan oportuni-dades para progresar a medida queejercemos nuestro albedrío cuandotomamos decisiones correctas.

Tercero, tener fe. El presidenteGordon B. Hinckley instó a los miem-bros de la Iglesia a seguir adelantecon fe (véase “Porque no nos ha dadoDios espíritu de cobardía”, Liahona,febrero de 1985, pág. 21). Al afrontardiariamente un mundo lleno de nega-tividad, las dudas, el temor e inclusoel terror pueden invadir nuestro

Sigamos adelantecon nuestra vidaÉ L D E R S T E V E N E . S N O WDe la Presidencia de los Setenta

Al escuchar a los profetas, guardar una perspectiva eterna,tener fe y ser de buen ánimo podemos afrontar losproblemas inesperados.

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corazón. El presidente Thomas S.Monson nos ha aconsejado: “La fe y laduda no pueden existir en la mente almismo tiempo, porque una anula a laotra” (“Acerquémonos a Él en oracióny fe”, Liahona, marzo de 2009, pág.4). En Moroni leemos que “sin fe nopuede haber esperanza” (Moroni7:42). Debemos ejercer la fe con el finde afrontar los desafíos y los cambiosde la vida. Ése es el modo en queaprendemos y progresamos.

Cuarto, ser de buen ánimo.Muchos de nuestros miembros en todo el mundo afrontan problemas,económicos y de otras índoles. Enmomentos como esos, es muy fácilestar desanimado y sentirse abando-nado. Durante los primeros y difícilesdías de la Iglesia, el Señor aconsejó a los santos a ser felices: “…Sed debuen ánimo, hijitos, porque estoy en medio de vosotros, y no os heabandonado” (D. y C. 61:36).

En su último discurso en una con-ferencia, hace seis meses, el élderJoseph B. Wirthlin enseñó cómo reac-cionar ante la adversidad. Parte de suconsejo dice: “La próxima vez que sesientan tentados a quejarse, más bienintenten reírse; alargarán su vida y ha-rán más agradable la vida de todos losque los rodean” (“Venga lo que venga,disfrútalo”, Liahona, noviembre de

2008, pág. 27). La risa y un buen senti-do del humor pueden amortiguar losgolpes de la vida.

Sería fantástico que pudiéramos an-ticipar todos los cambios que podríanocurrir en el transcurso de nuestra vi-da. Algunos cambios los vemos venir.Por cierto, a todos los jóvenes Santosde los Últimos Días se les enseña quedeben prepararse para servir en unamisión de tiempo completo, una expe-riencia que les cambia completamentela vida. Todo joven adulto digno com-prende la importancia de escoger auna esposa y de ser sellado en el SantoTemplo. Sabemos que esos cambiosvendrán y nos preparamos para ellos;pero, ¿qué sucede con los cambios queaparecen inesperadamente? Esos sonlos cambios sobre los cuales pareceríaque no tenemos control. La economíaen decadencia, la falta de empleo, lasenfermedades o las lesiones debilitan-tes, el divorcio y la muerte son ejem-plos de cambios que no esperamos,que no prevemos, ni a los que damosla bienvenida. ¿Cómo podemos sobre-llevar esas dificultades inesperadas ennuestra jornada terrenal?

La respuesta es la misma: Al escu-char a los profetas, guardar una pers-pectiva eterna, tener fe y ser de buenánimo podemos afrontar los proble-mas inesperados y “seguir adelante

con nuestra vida”.La vida de los primeros pioneros

son ejemplos excelentes de cómo de-bemos aceptar los cambios y vencerlos problemas y las dificultades.

Robert Gardner, Jr. se bautizó en laIglesia en enero de 1845 en un estan-que congelado de una pradera del estede Canadá. Era una persona fiel e in-dustriosa que viajó con su familia aNauvoo, y después de pasar grandesdificultades llegó al Valle del Gran LagoSalado en octubre de 1847. Poco des-pués de entrar al valle, acamparon enun lugar que se llamaba Old Fort, quese encontraba a pocas manzanas de es-te Centro de Conferencias. En el relatoque hizo de su puño y letra registró:“Desuncí los bueyes y me senté sobreel pértigo roto de mi carromato y dijeque no podía seguir otro día más deviaje” (“Robert Gardner Jr., Diario ehistoria personal”, Biblioteca deHistoria de la Iglesia, pág. 23).

Robert comenzó sin nada e instau-ró una vida nueva para él y su familia.Los primeros años fueron muy difíci-les, pero poco a poco, las cosas fue-ron mejorando a medida que él y suhermano Archibald comenzaron a ins-talar molinos en el arroyo Creek y enel río Jordán. Pocos años después su-frió un revés de fortuna cuando des-viaron hacia arriba el agua que hacíafuncionar su molino, dejando seca su parte del arroyo. Un intento paraconstruir un canal de diez kilómetroshasta el molino, fracasó.

De su propia historia leemos: “El canal siguió partiéndose hasta que probó ser inservible Ese fracasofue la causa de que perdiera todasmis cosechas y que no pudiera hacerfuncionar mi molino. Me quedé sinreservas y quedé en bancarrota total”(“Robert Gardner Jr.,Diario e historiapersonal”, pág. 26).

Si esa prueba no fue suficiente, enlo que escribió a continuación diceque fue llamado a prestar servicio mi-sional en Canadá. Pocos meses des-pués dejó a su familia, y con un grupode misioneros viajó por carro de ma-no, barco a vapor y ferrocarril hasta sucampo de labor misional.

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Cuando terminó su misión, regresójunto a su familia y, al trabajar ardua-mente y ser diligente, se estableciónuevamente y comenzó a prosperar.

Pocos años después, el hermanoGardner se encontraba con algunosamigos que habían ido de visita a sugranja en Millcreek, en el Valle delLago Salado, cuando uno de ellos di-jo: “Me alegra ver que se ha recupera-do tan bien económicamente. Seencuentra casi tan acomodado comoantes de que perdiera su propiedad ysaliera en una misión”.

En su diario, Robert registra: “Mirespuesta fue: ‘Sí, yo estuve muy bienacomodado económicamente una vezy lo perdí todo, y casi tengo miedo derecibir otro llamamiento [misional]’.Y efectivamente, pocas horas despuésalgunos de mis vecinos, que habíanido a una reunión en Salt Lake City,fueron a verme y me dijeron que minombre se encontraba entre los quehabían sido llamados ese día para salirde misión al sur para establecer unanueva colonia y plantar algodón.Debíamos de salir inmediatamente”.

El registra: “Yo los mire y escupí,me saqué el sombrero, me rasqué[la cabeza], lo pensé y dije: ‘Estábien’” (“Robert Gardner Jr., Diario e historia personal”, pág. 35; cursivaagregada).

Robert Gardner sabía qué signifi-caba afrontar cambios en la vida. Élsiguió el consejo de las AutoridadesGenerales aceptando llamamientospara servir cuando no era el momen-to más oportuno. Sentía un granamor por el Señor y demostró una fe firme e inquebrantable con increí-ble buen humor y disposición.Robert Gardner, Jr. llegó a ser un lí-der pionero en la obra de coloniza-ción del sur de Utah. Él y muchospioneros más como él nos brindaninspiración para seguir adelante yafrontar sin temor los numerososcambios y problemas que llegan anuestra vida. Al progresar y “seguiradelante con nuestra vida”, ruegoque seamos obedientes, fieles y de buen ánimo, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Hace muchos años, mientrasservía en la mesa general de la Sociedad de Socorro, se

me asignó instruir y capacitar a líderesdel sacerdocio y de la Sociedad deSocorro. Llegamos justo a tiempo pa-ra comenzar la reunión, después dehaber estado toda la mañana ense-ñando en otra ciudad.

Yo era la primera oradora, justodespués del himno y de la oracióninicial. El primer himno era “El fin se acerca”.

El título no me resultaba familiar yme pareció raro que éste fuera el pri-mer himno. ¡Yo ni siquiera había di-cho una palabra y ya estaban todoscantando “el fin se acerca”!

Al comenzar a cantar, enseguidame di cuenta de que el himno se re-fiere al breve tiempo que resta parapublicar el mensaje del Evangelio ytraer almas a Cristo. Las palabras de lacuarta estrofa permanecieron en mi

mente toda la noche y por muchotiempo, y dice así:

Sed firmes; probados seréis, pues,hermanos.

Si ganan los justos, Satanásperderá,

Mas Cristo dará a los justosamparo;

Si fieles le somos, Él nos salvará.Si fieles le somos, Él nos salvará.1

El mensaje de esa estrofa es que, pase lo que pase en esta vida,Jesucristo tiene el poder para salvar.Por medio de Su sacrificio divino, Él ha preparado el camino para que alcancemos la vida eterna. Enverdad Su obra es “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna delhombre”2. Él nos ha pedido que nos ayudemos unos a otros para que hagamos las cosas que nos llevarán a la vida eterna.

El mes de septiembre pasado, enla Reunión General de la Sociedad de Socorro, la hermana Beck esbozótres cosas que nos ayudan con nues-tra meta de lograr la vida eterna;ellas son:

1. “Aumentar la fe y la rectitud personales”.

2. “Fortalecer a las familias y los hogares”.

3. “Servir al Señor y a Sus hijos”3. Locual también significa buscar y cui-dar al pobre y al necesitado.

Sabemos que Satanás va a tentar-nos y a probarnos al tratar de hacer

Si fieles le somosB A R B A R A T H O M P S O NSegunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

Procuremos aumentar nuestra fe y rectitud personal,fortalecer a nuestra familia y a nuestro hogar, y servir al Señor y a Sus hijos.

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estas cosas, pero el Señor ha prome-tido que Él nos fortalecerá y nos ayudará4.

Aumentar la fe y la rectitudpersonales

De pequeña, mis padres me enseñaron que mi Padre Celestial yJesucristo me amaban. Me enseña-ron que “soy una hija de Dios”5. No recuerdo no haber sabido esto.Mis padres me enseñaron queJesucristo es nuestro Salvador y que sólo mediante Él podremos ser salvos6.

También me enseñaron que siquería que mi fe aumentara, teníaque orar a diario. De hecho, necesi-taba orar siempre7. Me enseñaronque, si leía y estudiaba las Escrituras,mi conocimiento y testimonio de la veracidad del Evangelio aumenta-rían. Me enseñaron a amar a Dios y que podría demostrarle mi amor al obedecer Sus mandamientos8.También aprendí como hija acercade la importancia del templo. Siendojovencita aprendí que hacer y obser-var convenios sagrados en el templome mantendría en el curso que con-duce a la vida eterna.

Cada uno de nosotros debe obe-decer estos principios durante todala vida para aumentar nuestra fe y larectitud personal.

Fortalecer a las familias y loshogares

Es la responsabilidad y la bendi-ción de cada uno de nosotros de for-talecer a nuestra familia y nuestrohogar. Cada uno tiene una situaciónfamiliar diferente. Algunas familias tie-nen un padre y una madre con hijosen el hogar, y hay parejas que ya notienen hijos en casa. Muchos miem-bros de la Iglesia están solteros, algu-nos son padres solteros y otros sonviudos que viven solos.

No importa cómo esté constituidanuestra familia, cada uno de nosotrospuede trabajar para fortalecerla o ayu-dar a fortalecer a otras familias.

El siguiente ejemplo ilustra algu-nas maneras de fortalecer a la familia.Me asignaron ir a Boise, Idaho. El sá-bado por la tarde, al finalizar la capa-citación, me quedé en la casa de misobrina y de su familia. Esa noche, an-tes de que los niños se fueran a dor-mir, tuvimos una pequeña noche dehogar con un relato de las Escrituras.El papá nos habló de la familia deLehi y de cómo enseñó a sus hijosque debían aferrarse a la barra dehierro, la cual es la palabra de Dios9.Aferrarse a la barra de hierro losmantendría seguros y los guiaría algozo y a la felicidad; pero si se solta-ban, corrían el peligro de ahogarseen el río de aguas turbias.

Para demostrarles a sus hijos, lamamá hizo el papel de la “barra dehierro” a la que ellos debían sujetar-se, y el papá representó el papel deldiablo, tratando de alejar a los niñosde su lugar seguro y feliz. A los pe-queños les encantó el relato y apren-dieron cuán importante es aferrarsea la barra de hierro.

Después del relato de las Escriturasllegó el momento de la oración fami-liar. La mamá recordó a sus hijos queoraran por el obispo que estaba su-friendo de serios problemas de la vista. Brooklyn, de tan sólo tres años, ofreció la oración. Dio graciasal Padre Celestial por las bendicionesy luego le pidió fervientemente “ben-dice al obispo porque se le quebraronlos ojos”.

A la mañana siguiente fuimos a lareunión sacramental y nos sentamos.Brooklyn y Kennedy, su hermanita de cinco años, miraron hacia el estra-do y vieron que el obispo estaba ahí.Ambas niñas lo señalaron con el dedoy muy contentas le dijeron a su ma-dre: “Mira, es el obispo”. Y luego semiraron entre sí como diciendo: “Ayeroramos por él y hoy se encuentra me-jor”. Ellas oraron con fe, sabiendo quenuestro Padre Celestial escucharía sushumildes súplicas.

Las Escrituras, la noche de hogar yla oración familiar fortalecerán a las fa-milias. Tenemos que aprovechar cadaocasión de fortalecer a las familias yapoyarnos mutuamente a fin de man-tenernos en la senda correcta.

Servir al Señor y a Sus hijos, ybuscar y cuidar al pobre y alnecesitado

Durante Su vida terrenal, elSalvador enseñó que debíamos cui-darnos y ayudarnos los unos a losotros. Él sanó al enfermo, hizo cami-nar al cojo, restauró la vista al ciego ydestapó los oídos del sordo. Enseñóel Evangelio a las personas, bendijo ala gente y obró muchos y grandiososmilagros10.

En todas partes hay oportunidadesde ayudar al necesitado. Les aseguroque en algún momento de nuestra

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vida cada uno de nosotros será pobrede alguna manera y necesitará la ayu-da de otra persona, pues “¿no somostodos mendigos?”11.

El presidente Spencer W. Kimballdijo: “Dios nos ve, y vela por noso-tros; pero, generalmente es por me-dio de otra persona que Él atiende anuestras necesidades. Por lo tanto, es vital que nos sirvamos los unos alos otros”12.

El verano pasado, cuando estabalejos de casa, una tormenta de fuerteviento y lluvia asolaron nuestro ve-cindario. Un enorme árbol cayó del patio de mi vecino al mío, arras-trando en su caída los cables de electricidad. Había que quitar el árbol antes de poder reparar los daños y restablecer la electricidad en mi casa.

Temprano en la mañana llamé ami hermano, y él quedó en conse-guir algunas herramientas y venir lo antes posible. También llamé a mi obispo. A los pocos minutos, mi obispo, mi maestro orientador, mi presidente de estaca anterior ydiez hermanos más estaban en mi casa con sus motosierras y rápida-mente limpiaron los rastros del de-sastre. Mis maestras visitantes nosllevaron la cena esa noche y muchoshermanos del grupo de sumos sacer-dotes, del quórum de élderes y denuestro vecindario siguieron vinien-do por varios días para ayudarnos alimpiar.

En aquella ocasión yo fui la nece-sitada, yo precisé ayuda de otras per-sonas. Mi desaliento se convirtió engozo y gratitud; sentí que me ama-ban y me cuidaban. Aquellas perso-nas rápidamente se dieron cuentaque alguien necesitaba ayuda. Ellosvivieron de acuerdo con sus testimo-nios y demostraron la realidad desus convenios.

En las Oficinas Generales de laIglesia solemos recibir notas de agra-decimiento no sólo de miembros de nuestra Iglesia que recibieronayuda de ustedes después de unainundación, un huracán, un terremo-to u otro desastre. Gracias por estar

siempre dispuestos a servir, a amar, adar y, por ende, ser verdaderos discí-pulos de Jesucristo.

Debemos “ser firmes en [nuestro]propósito” 13 al procurar aumentarnuestra fe y rectitud personales, forta-lecer a nuestra familia y nuestro ho-gar, y servir al Señor y a Sus hijos.Aunque Satanás se oponga a nues-tros esfuerzos, les testifico queJesucristo y el poder de Su Expiaciónnos permiten hacer Su voluntad ymagnificar nuestros esfuerzos duran-te el proceso. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. “El fin se acerca”, Himnos, Nº 173.2. Moisés 1:39.3. Véase Julie B. Beck, “Cumplir el

propósito de la Sociedad de Socorro”,Liahona, noviembre de 2008, págs. 107–110.

4. Véase Isaías 41:10–14.5. “Soy un hijo de Dios”, Himnos, Nº 196.6. Véase Mosíah 3:17.7. Véase 3 Nefi 18:15, 18–19, D. y C. 10:5.8. Véase Juan 14:15.9. Véase 1 Nefi 8:2–37.

10. Véase Mateo 4:23; 9:35; Lucas 4:40; Juan2:23; Mosíah 3:5; 3 Nefi 17:7–9; 26:15; D. y C. 35:9.

11. Mosíah 4:19.12. Véase Spencer W. Kimball, “La vida plena”,

Liahona, junio de 1979, pág. 3.13. “El fin se acerca”, Himnos, Nº 173.

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Gracias, hermana Thompson, y gracias a las extraordinariasmujeres de la Iglesia. Her-

manos y hermanas, mi mensaje dePascua de Resurrección de hoy va di-rigido a todos, pero en especial aaquellos que están solos o que sesienten solos, o peor aún, a los que sesienten abandonados. Entre ellos sepodrían incluir a los que anhelan estarcasados, a los que han perdido uncónyuge, a los que han perdido hijoso a los que nunca han sido bendeci-dos con hijos. En nuestra compasiónabrazamos a esposas a quienes losmaridos las han abandonado, espososcuyas esposas los han dejado, e hijosprivados de uno de los padres, o deambos. En la amplia circunferencia deeste grupo se puede hallar el soldado

que está lejos del hogar, el misioneroque en las primeras semanas extraña a la familia, o el padre desempleadoque teme que su familia perciba elmiedo de su mirada. En una palabra,puede incluirnos a todos nosotros endiferentes épocas de nuestra vida.

A todos ellos les hablo de la jorna-da más solitaria que jamás se hayaemprendido, y de las interminablesbendiciones que ella trajo a la familiahumana. Me refiero a la solitaria tareadel Salvador de llevar Él solo la cargade nuestra salvación. Con toda razónÉl diría: “He pisado yo solo el lagar, yde los pueblos nadie había conmi-go… Miré, y no había quien ayudara,y me maravillé que no hubiera quien[me] sustentase”1.

Como tan bellamente lo destacó elpresidente Uchtdorf, sabemos que enlas Escrituras dice que la llegada me-siánica de Jesús a Jerusalén el domin-go antes de la Pascua, un día queequivale directamente a la mañana dehoy, fue un gran momento público,pero el entusiasmo por seguir cami-nando con Él empezaría a disminuirrápidamente.

Poco después, Él fue llevado ante los líderes israelitas de aquellaépoca, primero Anás, el antiguo sumosacerdote, y luego Caifás, el sumo sacerdote de esos días. En su prisapor juzgarlo, esos hombres y sus con-cilios declararon su veredicto con rapidez e ira: “¿Qué más necesidad

tenemos de testigos?”, exclamaron.“¡Es [digno] de muerte!”2.

Después fue llevado ante los go-bernantes gentiles del país. HerodesAntipas, el tetrarca de Galilea, lo inte-rrogó una vez, y Poncio Pilato, el go-bernador romano de Judea, lo hizodos veces, declarando la segunda veza la multitud: “…habiéndole interro-gado yo delante de vosotros, no hehallado en este hombre delito algu-no”3. Entonces, en un acto que fuetan inexcusable como ilógico, Pilato“[azotó] a Jesús, [y] le entregó paraser crucificado”4. Las manos recién la-vadas de Pilato nunca pudieron haberestado más manchadas ni más sucias.

Ese rechazo, tanto eclesiástico co-mo político, se volvió más personalcuando los ciudadanos de las calles sevolvieron también contra Jesús. Unade las ironías de la historia es que jun-to con Jesús estaba encarcelado unverdadero blasfemo, un asesino y re-volucionario conocido como Barrabás,nombre o título que, en arameo, signi-fica “hijo del padre”5. Debido a quePilato podía poner en libertad a un pri-sionero, según el espíritu de la tradi-ción de la Pascua, preguntó al pueblo:“¿A cuál de los dos queréis que ossuelte?”. Respondieron: “A Barrabás”6,de modo que se puso en libertad a unimpío “hijo del padre”, mientras que el Hijo verdaderamente divino de SuPadre Celestial fue condenado a la crucifixión.

Éste fue además un tiempo deprueba entre aquellos que conocían aJesús de manera más personal. El másdifícil de entender de este grupo esJudas Iscariote. Sabemos que en elplan divino era necesario que Jesúsfuese crucificado, pero es sumamentedifícil pensar que uno de Sus testigosespeciales que se sentó a Sus pies,que lo escuchó orar, que lo vio sanary que sintió su contacto, pudiese trai-cionarlo a Él y a todo lo que represen-taba por treinta piezas de plata.Nunca en la historia del mundo se hacomprado tanta infamia con tan pocodinero. No somos nosotros los quehemos de juzgar lo que le espera aJudas, pero Jesús dijo del que lo

Nadie estuvo con ÉlÉ L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

La verdad que se pregonó desde la cima del Calvario es que nunca estaremos solos ni sin ayuda, aunque a vecespensemos que lo estamos.

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traicionó: “Bueno le fuera a ese hom-bre no haber nacido” 7.

Naturalmente, había otros entrelos creyentes que también tuvieronsus momentos difíciles. Después de la Última Cena, Jesús dejó a Pedro, aJacobo y a Juan esperando mientras Él se fue solo al Jardín de Getsemaní.Postrándose sobre su rostro en ora-ción, “triste… hasta la muerte”8, diceel registro, Su sudor era como gran-des gotas de sangre9 mientras le su-plicaba al Padre que pasara de Él esacopa abrumadora y atroz. Pero, cierta-mente, no pasaría. Al regresar deaquella angustiosa oración, encontródormidos a Sus tres discípulos princi-pales, lo que lo indujo a preguntar:“¿Así que no habéis podido velar con-migo una hora?”10. Esto ocurrió dosveces más hasta que a la tercera Él di-ce con compasión: “Dormid ya, y des-cansad”11, a pesar de que para Él nohabría descanso.

Más tarde, después de que Jesús fue arrestado y presentado ante el tribunal, Pedro, a quien se acusó de co-nocer a Jesús y de ser uno de Sus con-fidentes, niega esa acusación no sólouna, sino tres veces. No sabemos todolo que estaba sucediendo allí, y tampo-co sabemos si el Salvador les haya dadoa Sus apóstoles, en privado, algún

consejo para que se protegieran12, pe-ro sí sabemos que Jesús era conscientede que ni siquiera esos seres tan queri-dos estarían con Él hasta el final, de locual ya le había advertido a Pedro13.Entonces, al cantar el gallo, “vuelto elSeñor, miró a Pedro; y Pedro se acordóde la palabra del Señor… Y [él], salien-do fuera, lloró amargamente”14.

Fue así que, por necesidad divina, el círculo de apoyo alrededor de Jesússe hace más y más pequeño, dando unsignificado al corto versículo de Mateo:“…todos los discípulos, dejándole, hu-yeron”15. Pedro permaneció lo sufi-cientemente cerca como para que se le reconociera y confrontara; Juan per-maneció al pie de la cruz con la madrede Jesús. En especial y como siempre,las benditas mujeres en la vida delSalvador permanecieron tan cerca deÉl como pudieron; pero básicamente,Su solitaria jornada de regreso a SuPadre siguió sin consuelo ni compañía.

Ahora hablo con sumo cuidado, in-cluso con reverencia, de lo que tal vezhaya sido el momento más difícil detodos en esta solitaria jornada hacia laExpiación. Me refiero a esos momen-tos finales para los cuales Jesús debióhaber estado preparado intelectual yfísicamente, pero para los que quizásno haya estado preparado emocional

ni espiritualmente, aquel descenso fi-nal hacia la paralizante desesperaciónde sentir que Dios lo había desampa-rado, cuando exclama en suprema so-ledad: “Dios mío, Dios mío, ¿por quéme has desamparado?”16.

Él había previsto la pérdida del apo-yo de seres mortales, pero ciertamen-te no había comprendido este último.¿Acaso Él no había dicho a Sus discípu-los: “He aquí, la hora… ha venido ya,en que seréis esparcidos cada unopor su lado, y me dejaréis solo; masno estoy solo, porque el Padre estáconmigo” y “…no me ha dejado soloel Padre, porque yo hago siempre loque le agrada”17?

Con toda la convicción de mi alma,testifico que Él sí complació perfecta-mente a Su Padre, y que un Padre per-fecto no desamparó a Su Hijo en esemomento. De hecho, mi creencia per-sonal es que durante todo el ministe-rio terrenal de Cristo, posiblemente elPadre nunca haya estado más cerca deSu Hijo que en esos últimos momen-tos de angustioso sufrimiento. Noobstante, a fin de que el sacrificio su-premo de Su Hijo fuera igualmentecompleto como lo fue voluntario y so-litario, el Padre retiró brevemente deJesús el consuelo de Su Espíritu, elapoyo de Su presencia personal. Fue

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necesario; de hecho, fue fundamental para la trascendencia de la Expiaciónque este Hijo perfecto que nunca ha-bía dicho ni hecho nada malo, ni ha-bía tocado cosa inmunda, supiesecómo se sentiría el resto de la huma-nidad, o sea nosotros, todos nosotros,cuando cometiera esos pecados. Paraque Su expiación fuese infinita y eter-na, Él tenía que sentir lo que era mo-rir no sólo física sino espiritualmente,sentir lo que era el alejamiento delEspíritu divino, al dejar que la perso-na se sintiera total, vil y completa-mente sola.

Pero Jesús perseveró y siguió ade-lante. Lo bueno en Él permitió que lafe triunfara en un estado de completaangustia. La confianza que guiaba Suvida le indicaba, a pesar de Sus senti-mientos, que la compasión divinanunca se ausenta, que Dios es siem-pre fiel, que Él nunca huye ni nos fa-lla. Cuando se hubo pagado hasta elúltimo centavo, cuando la determina-ción de Cristo de ser fiel se manifestóde manera tan evidente como absolu-tamente invencible, por fin y piadosa-mente, el sufrimiento “consumado”fue18. A pesar de tenerlo todo en sucontra y sin nadie que lo ayudara niapoyara, Jesús de Nazaret, el Hijo viviente del Dios viviente, restauró la vida física donde la muerte habíaprevalecido, y trajo gloriosa reden-ción espiritual tras horrenda obscuri-dad y desesperación. Con fe en elDios que Él sabía que estaba allí, pu-do decir triunfante: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”19.

Hermanos y hermanas, uno de losgrandes consuelos de esta época dePascua de Resurrección es que debi-do a que Jesús caminó totalmente solo por el largo y solitario sendero,nosotros no tenemos que hacerlo. Su solitaria jornada proporciona unacompañía excelente para la corta versión de nuestro sendero: el mise-ricordioso cuidado de nuestro PadreCelestial, la infalible compañía de esteHijo Amado, el excelente don delEspíritu Santo, los ángeles del cielo,familiares a ambos lados del velo, pro-fetas y apóstoles, maestros, líderes y

amigos. Se nos han dado todos estoscompañeros y más para nuestra jor-nada terrenal por medio de la expia-ción de Jesucristo y de la restauraciónde Su evangelio. La verdad que sepregonó desde la cima del Calvario es que nunca estaremos solos ni sinayuda, aunque a veces pensemos que lo estamos. Ciertamente, elRedentor de todos nosotros dijo: “No os dejaré huérfanos. [Mi Padre y yo] vendr[emos] a vosotros [y moraremos con vosotros]”20.

La otra súplica que tengo para estaépoca de Pascua es que esas escenasdel solitario sacrificio de Cristo, mar-cados con momentos de negación,abandono y, al menos una vez, con ro-tunda traición, nunca tenemos querepetirlas. Él ya caminó solo una vez;ruego que Él nunca tenga que volvera confrontar el pecado sin nuestraayuda y socorro, que nunca vuelva aencontrar sólo espectadores indife-rentes cuando nos vea a ustedes y a mí a lo largo de Su Vía Dolorosaen nuestros días. A medida que seacerca esta semana santa —el juevesde Pascua con su Cordero Pascual, el viernes expiatorio con su cruz, eldomingo de Resurrección con su sepulcro vacío— ruego que declare-mos que somos discípulos cabales del Señor Jesucristo, no sólo en pala-bra o en la afluencia de tiempos de

comodidad, sino en hechos, en valor y en fe, incluso cuando el sendero seasolitario y cuando nuestra cruz sea difí-cil de llevar. Ruego que en esta semanade Pascua y siempre permanezcamosal lado de Jesucristo “en todo tiempo,y en todas las cosas y en todo lugar enque [estemos], aun hasta la muerte”21,porque ciertamente así es como Élpermaneció a nuestro lado, aun hastala muerte y cuando tuvo que estar to-tal y definitivamente solo. En el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Isaías 63:3–5; véase también D. y C. 76:107;

88:106; 133:50.2. Mateo 26: 65–66; véase Joseph Smith

Translation.3. Lucas 23:14.4. Mateo 27:26.5. Véase “Barabbas”, en el diccionario de la

Biblia en inglés, pág. 619.6. Mateo 27:21.7. Mateo 26:24.8. Mateo 26:37–38.9. Véase Lucas 22:44; Mosíah 3:7; D. y C.

19:18.10. Mateo 26:40.11. Mateo 26:45.12. Véase Spencer W. Kimball, “Peter, My

Brother”, BYU Speeches of the Year, 13 dejulio de 1971, pág. 1.

13. Véase Marcos 14:27–31.14. Lucas 22:61–62.15. Mateo 26:56.16. Mateo 27:46; cursiva agregada.17. Juan 16:32; 8:29.18. Véase Juan 19:30.19. Lucas 23:46.20. Juan 14:18, 23.21. Mosíah 18:9.

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Mis queridos hermanos y her-manas, les expreso mi amor.Me siento humilde por la res-

ponsabilidad de dirigirles la palabra, ysin embargo, estoy agradecido por laoportunidad de hacerlo.

Desde que nos reunimos la últimavez, hace seis meses en la conferenciageneral, ha habido señales constantesde que las circunstancias mundialesno son necesariamente lo que quisié-ramos. La economía global, que haceseis meses parecía estar declinando,parece haberse ido a pique, y durantemuchas semanas el panorama econó-mico ha sido un tanto sombrío; ade-más, las bases morales de la sociedadsiguen decayendo, mientras que losque tratan de proteger ese fundamen-to a menudo son ridiculizados y a ve-ces perseguidos. Y las guerras, losdesastres naturales y las desgraciaspersonales siguen ocurriendo.

Sería fácil desanimarnos y perder lafe en cuanto al futuro —o incluso te-ner temor de lo que pueda venir— sisólo nos concentráramos en lo que es-tá mal en el mundo y en nuestra vida.Sin embargo, hoy quisiera que nues-tros pensamientos y nuestras actitudesdejen de lado los problemas que nosrodean y se concentren en las bendi-ciones que tenemos como miembrosde la Iglesia. El apóstol Pablo declaró:“…no nos ha dado Dios espíritu decobardía, sino de poder, de amor y dedominio propio”1.

Ninguno de nosotros pasa por estavida sin problemas ni desafíos, y a ve-ces tragedias e infortunios. Despuésde todo, en gran parte estamos aquípara aprender y progresar como resultado de esos acontecimientos.Sabemos que habrá ocasiones en lasque sufriremos, lloraremos y estare-mos tristes; no obstante, se nos hadicho: “Adán cayó para que los hom-bres existiesen; y existen los hom-bres para que tengan gozo”2.

¿Cómo podemos tener gozo en lavida a pesar de todo lo que enfrente-mos? Cito otra vez de las Escrituras:“Sed de buen ánimo, pues, y no te-máis, porque yo, el Señor, estoy convosotros y os ampararé”3.

La historia de la Iglesia en ésta, ladispensación del cumplimiento de lostiempos, está repleta de experienciasde los que han luchado pero que hanpermanecido firmes y con buen ánimoal hacer del evangelio de Jesucristo elpunto central de su vida. Esa actitud eslo que nos ayudará a superar lo que se

interponga en nuestro camino. No eli-minará nuestros problemas, pero nospermitirá enfrentar los desafíos, conconfianza, y salir victoriosos.

Son muchos los ejemplos de perso-nas que han enfrentado circunstanciasdifíciles, pero que han perseverado y triunfado a raíz de que su fe en elEvangelio y en el Salvador les ha dadola fuerza que necesitaban. Esta maña-na me gustaría compartir con ustedestres de estos ejemplos.

Primero, de mi propia familia,menciono una experiencia emotivaque siempre me ha inspirado.

Mis bisabuelos maternos, Gibsony Cecelia Sharp Condie, vivían enClackmannan, Escocia. Sus familiastrabajaban en las minas de carbón.Ellos estaban en paz con el mundo,rodeados de parientes y amigos, y vi-vían en casas bastante cómodas enuna tierra que amaban. Después es-cucharon el mensaje de los misione-ros de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días y se con-virtieron en lo más profundo de sualma. Escucharon el llamado de con-gregarse en Sión, y supieron que debían responder a él.

Alrededor de 1848, vendieron susposesiones y se prepararon para lapeligrosa travesía a lo largo del granOcéano Atlántico. Con cinco hijos pe-queños, abordaron un barco, llevandotodas sus posesiones en un pequeñobaúl. Recorrieron cuatro mil ocho-cientos kilómetros durante ocho lar-gas y pesadas semanas sobre un martraicionero, alertas y anhelosos, concomida de mala calidad, agua insalu-bre y ninguna otra ayuda más allá delo largo y lo ancho de aquella peque-ña embarcación.

En medio de esa difícil situación,enfermó uno de sus hijitos. No habíadoctores, ni tiendas donde pudierancomprar medicina para aliviar su sufri-miento. Velaron, oraron, esperaron ylloraron, a medida que la situación delniño se deterioraba con el paso de losdías. Cuando finalmente la muerte lecerró los ojos, los padres quedaroncon el corazón desgarrado. Lo que in-crementó su angustia fue que las leyes

Sed de buenánimoP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O N

Sean de buen ánimo. El futuro es tan brillante como su fe.

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del mar se debían obedecer. El peque-ño cuerpo, envuelto en una lona conpesas de hierro, quedó consignado auna sepultura en el mar. Al alejarse enel barco, sólo aquellos padres supie-ron el enorme dolor que llevaban ensu herido corazón4. Sin embargo, conuna fe nacida de su profunda convic-ción de la verdad y de su amor por elSeñor, Gibson y Cecelia perseveraron.Encontraron consuelo en las palabrasdel Señor: “…en el mundo tendréisaflicción; pero confiad, yo he vencidoal mundo”5.

¡Cuán agradecido estoy por ante-pasados que tuvieron la fe para dejarsu hogar y trasladarse a Sión, que hi-cieron sacrificios que apenas me pue-do imaginar! Le doy gracias a mi PadreCelestial por el ejemplo de fe, valor ydeterminación que Gibson y CeceliaSharp Condie nos brindaron a mí y atoda su posteridad.

Enseguida les presento a un hom-bre tierno y lleno de fe que simboli-za la paz y el gozo que el evangelio

de Jesucristo puede llevar a nuestrasvidas.

Muy tarde una noche en una isladel Pacífico, un pequeño barco atracósilenciosamente en el rudimentariomuelle. Dos mujeres polinesias ayuda-ron a Meli Mulipola a bajar del barco ylo llevaron por el camino trillado quellevaba al pueblo. Las mujeres se mara-villaban al ver las brillantes estrellasque titilaban en el cielo de mediano-che. La luz de la luna los guiaba por elcamino. Sin embargo, Meli Mulipolano podía apreciar esos deleites de lanaturaleza —la luna, las estrellas y elcielo— porque era ciego.

La vista del hermano Mulipola había sido normal hasta que un día,mientras trabajaba en una plantaciónde piña, repentinamente la luz sevolvió oscuridad y el día una nocheperpetua. Se encontraba deprimido y abatido hasta que conoció las buenas nuevas del evangelio deJesucristo. Ajustó su vida conforme a las enseñanzas de la Iglesia, y de

nuevo sintió esperanza y gozo.El hermano Mulipola y sus seres

queridos habían hecho un largo viajeal saber que un poseedor del sacer-docio de Dios visitaba las islas delPacífico. Pidió una bendición, y yo tu-ve el privilegio, junto con otro her-mano que poseía el Sacerdocio deMelquisedec, de darle esa bendición.Al concluir, noté que de sus ojos sinvida caían lágrimas que le rodabanpor sus morenas mejillas y que al fi-nal le caían sobre su ropa tradicional.Se puso de rodillas y oró: “Oh Dios,Tú sabes que estoy ciego. Tus siervosme han bendecido para devolvermela vista. Ya sea que en Tu sabiduría vealuz u obscuridad todos los días de mivida, estaré eternamente agradecidopor la verdad de Tu Evangelio queahora veo y que le da luz a mi vida”.

Se puso de pie y, sonriendo, nos diolas gracias por la bendición. Despuésdesapareció en la quietud de la noche.Llegó en silencio, y en silencio partió;pero nunca olvidaré su presencia.

São Paulo, Brasil

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Pensé en el mensaje del Maestro: “Yosoy la luz del mundo; el que me sigue,no andará en tinieblas, sino que tendrála luz de la vida”6.

Mis hermanos y hermanas, cadauno de nosotros tiene esa luz. No senos ha abandonado para caminar so-los, por más oscura que sea la senda.

Me encantan las palabras de M. Louise Haskins:

Y le dije al que guardaba la puertadel año:

“¡Dame una luz para caminarseguro hacia lo desconocido!”.

Él respondió:“Avanza en la obscuridad y pon tu

mano en la mano de Dios.Eso será para ti mejor que una luz

y más seguro que un senderoconocido”7.

El marco de referencia de mi últi-mo ejemplo de alguien que perseveróy que al final triunfó, a pesar de cir-cunstancias sumamente difíciles, dacomienzo en la Prusia Oriental, des-pués de la Segunda Guerra Mundial.

Aproximadamente en marzo de1946, menos de un año después de terminar la guerra, a Ezra TaftBenson, en ese entonces miembrodel Quórum de los Doce y acompa-ñado de Frederick W. Babbel, se leasignó hacer un recorrido especial porEuropa con el propósito específico dereunirse con los santos, evaluar susnecesidades y brindarles ayuda. Mástarde, el élder Benson y el hermanoBabbel relataron una experiencia, ba-sada en un testimonio que escucha-ron, sobre una hermana miembro dela Iglesia que había quedado en unazona que ya no controlaba el gobiernobajo el cual había vivido.

Ella y su esposo habían vivido una vida idílica en la Prusia Oriental.Luego había empezado la SegundaGuerra Mundial. Su amado joven es-poso había muerto durante los díasfinales de las temibles batallas en sutierra natal, dejándola sola para cui-dar de sus cuatro hijos.

Las fuerzas de ocupación deci-dieron que los alemanes de Prusia

Oriental debían ir a AlemaniaOccidental en busca de un nuevo ho-gar. Esa mujer era alemana, y tuvo quesalir. El viaje era de unos mil seiscien-tos kilómetros, y no había ningunaotra manera de realizarlo más que apie. Se le permitió llevar sólo lo másesencial que cupiera en su pequeñacarreta de ruedas de madera. Ademásde sus hijos y de esas escasas posesio-nes, llevaba consigo una fe firme enDios y en el Evangelio revelado al pro-feta de los últimos días: José Smith.

Ella y los niños comenzaron la jor-nada a fines del verano. Puesto queen sus escasas posesiones no llevabani comida ni dinero, se vio obligada arecoger su diaria subsistencia de loscampos y los bosques que estaban alo largo del camino. Hizo frente a peli-gros constantes por parte de refugia-dos que eran presa del pánico, asícomo de tropas que saqueaban.

A medida que los días se conver-tían en semanas y las semanas en me-ses, la temperatura descendió bajocero. Cada día, ella se tropezaba en el terreno congelado cuando llevaba a su bebé en los brazos. Los otros tres hijos caminaban con dificultaddetrás de ella, y el mayor, de siete

años, tiraba de la pequeña carreta demadera donde llevaban sus pertenen-cias. Se envolvían los pies con tela bur-da, que era lo único que tenían paraprotegerlos, ya que desde hacía mu-cho tiempo los zapatos se les habíandeshecho. Las chaquetas delgadas yharapientas les cubrían la ropa que es-taba en esas mismas condiciones, pro-porcionándoles la única proteccióncontra el frío.

Las nevadas no tardaron en llegar,y los días y las noches se volvieronuna pesadilla. Por la noche, ella y losniños buscaban algún refugio —ungranero o cobertizo— y se acurruca-ban juntos para calentarse, cubriéndo-se con algunas mantas delgadas quellevaban en la carreta.

Ella luchaba constantemente porsacar de su mente los abrumadorestemores de que morirían antes de lle-gar a su destino.

Entonces, una mañana pasó lo in-concebible. Al despertar, sintió que elcorazón se le congelaba. El cuerpecitode su hija de tres años estaba frío einerte, y se dio cuenta de que la muer-te se había llevado a la niña. Aunque se sentía abrumada por el dolor, sabíaque tenía que tomar a los otros niños yseguir adelante. Sin embargo, primera-mente usó la única herramienta quetenía —una cuchara de cocina— paracavar una sepultura en el congeladosuelo para su pequeña y amada hija.

Aún así, la muerte sería su compa-ñera una y otra vez durante la jorna-da. Su hijo de siete años murió, tal vezde hambre o congelado, o por ambasrazones. Una vez más, lo único queservía de pala era la cuchara, y volvióa cavar hora tras hora para colocar losrestos mortales tiernamente en la tie-rra. Después murió el hijo de cincoaños, y una vez más usó la cuchara como pala.

La desesperación la consumía. Sólole quedaba la bebita, que tambiéndesfallecía. Por fin, al llegar al final desu jornada, la pequeña murió en susbrazos. Ya no tenía la cuchara, así quehora tras hora cavó con las manos unasepultura en la tierra helada. Su dolorera insoportable. ¿Cómo era posible

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que estuviera arrodillada en la nievejunto al sepulcro de su última criatu-ra? Había perdido a su esposo y a todos sus hijos; había dejado sus bienes terrenales, su hogar e inclusosu tierra natal.

En ese momento de agobiante pe-sar y total desconcierto, sintió que elcorazón literalmente se le quebraría.En su desesperación, pensó en cómopodría acabar con su propia vida co-mo lo hacían tantos de sus compa-triotas. ¡Qué fácil sería saltar de unpuente cercano, pensó, o arrojarsefrente a un tren en movimiento!

Y entonces, mientras la invadíanesos pensamientos, algo en su inte-rior le dijo: “Ponte de rodillas y ora”.Ella no hizo caso a la impresión hastaque ya no la pudo resistir más. Searrodilló y oró con más fervor quenunca:

“Querido Padre Celestial, no sé có-mo seguir adelante. Ya no me quedanada, salvo mi fe en Ti. Padre, en ladesolación de mi alma, siento unagran gratitud por el sacrificio expiato-rio de Tu Hijo Jesucristo. No logro ex-presar adecuadamente mi amor porÉl. Yo sé que debido a que Él sufrió ymurió, yo viviré de nuevo con mi fa-milia; que debido a que Él rompió lascadenas de la muerte, veré de nuevoa mis hijos y tendré el gozo de criar-los. Aunque en este momento no ten-go deseos de vivir, lo haré, para quenos volvamos a reunir como familia y,juntos, regresemos a Ti”.

Cuando finalmente llegó a su des-tino, en Karlsruhe, Alemania, estabaconsumida. El hermano Babbel dijoque tenía el rostro de color gris mo-rado, los ojos rojos e hinchados, y las articulaciones prominentes. Se

encontraba, literalmente, en un avan-zado estado de inanición. Poco des-pués, en una reunión de la Iglesia,dio un glorioso testimonio, en el queafirmó que, de toda la gente aquejadade problemas en su triste país, ella erauna de las más felices porque sabíaque Dios vivía, que Jesús es el Cristo,y que Él murió y resucitó a fin de queviviésemos de nuevo. Testificó que sa-bía que, si seguía fiel y leal hasta el fin,volvería a reunirse con los seres quehabía perdido y recibiría la salvaciónen el reino celestial de Dios8.

En las Santas Escrituras leemos:“Mas he aquí, los justos, los santos delSanto de Israel, aquellos que han creí-do en [Él], quienes han soportado lascruces del mundo… éstos heredaránel reino de Dios… y su gozo serácompleto para siempre”9.

Les testifico que las bendicionesprometidas son incalculables. Aunquelas nubes se arremolinen, aunque laslluvias desciendan sobre nosotros,nuestro conocimiento del Evangelioy el amor que tenemos por nuestroPadre Celestial y nuestro Salvadornos consolarán y nos sostendrán, y darán gozo a nuestro corazón al caminar con rectitud y guardar losmandamientos. No hay nada en estemundo que pueda derrotarnos.

Mis queridos hermanos y herma-nas, no teman. Sean de buen ánimo.El futuro es tan brillante como su fe.

Declaro que Dios vive y que Él escu-cha y contesta nuestras oraciones. SuHijo Jesucristo es nuestro Salvador yRedentor. Nos esperan las bendicionesdel cielo. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. 2 Timoteo 1:7.2. 2 Nefi 2:25.3. D. y C. 68:6.4. Adaptado de Thomas A. Condie, “History of

Gibson and Cecelia Sharp Condie”, 1937;inédito.

5. Juan 16:33.6. Juan 8:12.7. De “The Gate of the Year”, en James Dalton

Morrison, ed., Masterpieces of ReligiousVerse, 1948, pág. 92.

8. Tomado de conversaciones personales y deFrederick W. Babbel, On Wings of Faith,1972, págs. 40–42.

9. 2 Nefi 9:18.

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Nuestro Salvador se entregó alservicio desinteresado. Él ense-ñó que cada uno de nosotros

debe seguirle al desechar los interesesegoístas a fin de servir a los demás.

“Si alguno quiere venir en pos demí [dijo Él], niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

“Porque todo el que quiera salvarsu vida, la perderá: y todo el que pier-da su vida por causa de mí, la hallará”(Mateo 16:24–25; véase tambiénMateo 10:39).

I.Como grupo, los Santos de los Últi-

mos Días son singulares al seguir esa

enseñanza, singulares en la medidaque prestan servicio desinteresado.

Todos los años, miles de Santos delos Últimos Días envían sus solicitu-des para prestar servicio misional detiempo completo. Los misioneros ma-yores dejan de lado las diversiones dela jubilación, las comodidades del ho-gar y la cariñosa compañía de hijos ynietos para servir a personas extrañasen lugares desconocidos. Los jóvenesy las jovencitas postergan su empleo y educación académica y se ponen adisposición para servir en dondequie-ra que se les asigne. Cientos de milesde miembros fieles participan en elservicio desinteresado que llamamos“la obra del templo”, cuya única moti-vación es el amor y el servicio a nues-tro prójimo, tanto los vivos como losque han muerto. Ese mismo serviciodesinteresado lo prestan infinidad de oficiales y maestros en nuestrasestacas, barrios y ramas. Ninguno deellos recibe compensación en térmi-nos materiales, pero están dispues-tos a prestar servicio cristiano a sussemejantes.

No es fácil renunciar a las priorida-des y a los deseos personales. Hacemuchos años, un misionero recién lle-gado a Inglaterra se sentía frustrado ydesanimado. Escribió a casa para de-cir que sentía que estaba perdiendo

el tiempo. Su sabio padre le respon-dió: “Olvídate de ti mismo y ponte atrabajar”1. El joven élder Gordon B.Hinckley se arrodilló e hizo conveniocon el Señor de que intentaría olvi-darse de sí mismo y que se consagra-ría al servicio al Señor2. Años mástarde, siendo ya un siervo madurodel Señor, el élder Hinckley diría:“Aquél que sólo se preocupa de símismo se marchita y muere, mientrasque el que se olvida de sí en el servi-cio a los demás progresa y florece enesta vida como en la eternidad”3.

El pasado mes de enero, el presi-dente Thomas S. Monson enseñó a losalumnos de la Universidad BrighamYoung que sus días de estudio debenincluir “lo que concierne a la prepara-ción espiritual”, incluso el servicio alos demás. “Una actitud de amor” ca-racterizó la misión del Maestro, dijo el presidente Monson. “Él dio la vistaal ciego, piernas al cojo y vida a losmuertos. Quizá cuando estemosfrente a nuestro Hacedor no nospreguntará: ‘¿Cuántos puestos tuvis-te?’ sino, ‘¿A cuántas personas ayu-daste?’. En realidad”, concluyó elpresidente Monson, “nunca podránamar al Señor hasta que le sirvanmediante el servicio a Su pueblo”4.

Un ejemplo familiar de lo que sig-nifica perder nuestra vida al serviciode los demás —y no es exclusiva delos Santos de los Últimos Días— es el sacrificio que los padres hacen porsus hijos. Las madres sufren dolor y la pérdida de prioridades y comodida-des personales para dar a luz y criar acada hijo. Los padres ajustan sus vidasy prioridades para proveer para la fa-milia. La brecha que existe entre losque están dispuestos a hacer esto ylos que no lo están va aumentando enel mundo actual. Hace poco, un fami-liar que viajaba en avión escuchó laconversación de una joven pareja queexplicaba que habían optado por te-ner un perro en lugar de niños. “Losperros son menos problemáticos”,afirmaron; “los perros no rezongan y nunca tenemos que castigarlos”.

Nos regocijamos al ver a tantos ma-trimonios Santos de los Últimos Días

El serviciodesinteresadoÉ L D E R D A L L I N H . O A K SQuórum de los Doce Apóstoles

Nuestro Salvador nos enseña a seguirlo al hacer lossacrificios necesarios para perder nuestra vida en elservicio desinteresado a los demás.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE5 d e a b r i l d e 2 0 0 9

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que forman parte de ese grupo gene-roso que está dispuesto a sacrificarsus prioridades personales y servir al Señor al tener y criar a los hijosque nuestro Padre Celestial les enco-mienda. Nos regocijamos tambiénpor aquellos que cuidan a familiaresdiscapacitados y padres ancianos.Ninguno de los que prestan ese ser-vicio se pregunta: “¿Qué gano yo?”.Todo ello requiere dejar a un lado lacomodidad personal para servir de-sinteresadamente. Todo esto es uncontraste de la fama, la fortuna y delos demás placeres instantáneos queson el estilo mundano de tantas per-sonas hoy día.

Los Santos de los Últimos Días estánsingularmente comprometidos al sacri-ficio. Al participar de la Santa Cena cadasemana testificamos de nuestro com-promiso de servir al Señor y a nuestroprójimo. En las sagradas ceremoniasdel templo hacemos convenio de sacri-ficar y consagrar nuestro tiempo y ta-lentos para el beneficio de los demás.

II.A los Santos de los Últimos Días

también se los reconoce por su

capacidad de colaborar unidos. Lospioneros mormones que coloniza-ron la región montañosa del Oesteestablecieron nuestra honorable tra-dición de una colaboración desinte-resada por el bien común. Fieles aesta tradición son nuestros proyec-tos modernos “Manos que ayudan”en muchos países5. En las recienteselecciones, los Santos de los ÚltimosDías se han unido con personas deideas afines en defensa del matrimo-nio. Para algunos, ese servicio ha sig-nificado gran sacrificio y constantedolor personal.

La fe religiosa y el servicio a laIglesia por parte de nuestros miem-bros les ha enseñado a trabajar unidospara el beneficio de la comunidad engeneral. Debido a esto, hay una grandemanda de voluntarios SUD en edu-cación, administración estatal, organi-zaciones caritativas e incontablesproyectos que requieren grandes ha-bilidades para trabajar en equipo y unsacrifico desinteresado de tiempo yde recursos.

Algunos atribuyen la disposiciónque nuestros miembros tienen de sa-crificarse y su habilidad para colaborar

unidos a la eficaz organización de laIglesia o a lo que los escépticos erró-neamente llaman “obediencia ciega”.Ninguna de estas explicaciones es co-rrecta. Ninguna imitación externa denuestra organización ni la aplicaciónde obediencia ciega podrían duplicarel historial de esta Iglesia ni el desem-peño de sus miembros. Nuestra dis-posición a sacrificarnos y nuestrahabilidad con las tareas cooperativasemanan de nuestra fe en el SeñorJesucristo, de las enseñanzas inspira-das de nuestros líderes y de los com-promisos y convenios que hacemosconscientemente.

III.Lamentablemente, algunos Santos

de los Últimos Días parecen renunciaral servicio desinteresado a los demás,y en vez de ello, escogen adaptar susprioridades a las normas y a los valo-res del mundo. Jesús advirtió queSatanás desea zarandearnos como tri-go (véase Lucas 22:31; 3 Nefi 18:18),lo que significa que quiere convertir-nos en personas comunes como to-das las que nos rodean; pero Jesúsenseñó que los que le seguimos a Él

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debemos ser valiosos y únicos, “la salde la tierra” (Mateo 5:13) y “la luz delmundo”, para brillar delante de todoslos hombres (Mateo 5:14, 16; véasetambién 3 Nefi 18:24).

No servimos bien a nuestroSalvador si tememos al hombre másque a Dios. Él reprendió a algunos líderes de Su Iglesia restaurada porbuscar las alabanzas del mundo y porponer sus pensamientos en las cosasde la tierra más que en las cosas delSeñor (véase D. y C. 30:2; 58:39). Esasreprimendas nos recuerdan que so-mos llamados a establecer las normasdel Señor, no a seguir las del mundo.El élder John A. Widtsoe declaró: “No podemos andar como los demáshombres, ni hablar como los demáshombres, ni hacer lo que hacen losdemás hombres, pues se nos ha con-ferido diferente destino, obligación y responsabilidad, y debemos ajustar-nos [a ellos]”6. Esa realidad se aplicaen la actualidad a cada actitud que esté de moda, incluso la vestimentainmodesta. Como un sabio amigo ob-servó: “No puedes trabajar de salvavi-das en la playa si tienes el mismoaspecto que los bañistas”7.

Aquellos que están ocupados entratar de salvar su vida buscando lasalabanzas del mundo están en reali-dad rechazando la enseñanza delSalvador de que la única manera desalvar nuestra vida eterna es amarnoslos unos a los otros y perder nuestravida al servicio de los demás.

C.S. Lewis explicó esa enseñanzadel Salvador con estas palabras:“Desde el momento en que se tieneconciencia de uno mismo, existe laposibilidad de que la persona se pon-ga a sí misma en primer lugar —dequerer ser el centro— , de hecho, dequerer ser Dios. Ese fue el pecado de Satanás: y ese fue el pecado queenseñó a la raza humana. Algunospiensan que la caída del hombre tuvoalgo que ver con el sexo, pero eso esun error… Lo que Satán puso en lamente de nuestros antepasados leja-nos fue la idea de que podían ‘sercomo los dioses’ —que podían arre-glárselas solos, como si se hubieran

creado a sí mismos— y ser sus pro-pios amos: inventar cierta clase defelicidad para sí mismos fuera deDios, apartados de Dios. Y de ese de-salentador intento ha resultado… lalarga y terrible historia del hombreque trata de encontrar algo, que nosea Dios, que lo haga feliz”8.

La persona egoísta está más intere-sada en agradar al hombre, especial-mente a sí misma, que en agradar aDios. Busca satisfacer sólo sus propiasnecesidades y deseos y “anda por supropio camino, y en pos de la imagende su propio dios, cuya imagen es asemejanza del mundo” (D. y C. 1:16).Este tipo de persona acaba desconec-tándose de las promesas de los conve-nios de Dios (véase D. y C. 1:15) y dela amistad y ayuda terrenal que todosnecesitamos en estos tiempos turbu-lentos. Por el contrario, si amamos yservimos a los demás como enseñó elSalvador, nos mantendremos conecta-dos a nuestros convenios y a nuestroscompañeros.

IV.Vivimos en una época en la que el

sacrificio está definitivamente pasado

de moda, en la que las fuerzas externasque enseñaron a nuestros antepasadosla necesidad del servicio cooperativo ydesinteresado han disminuido. Alguienha llamado esta época la generacióndel “yo”; una época de egoísmo en laque todos parecen preguntar, “¿Quégano yo?”. Aun los que se supone quedeben tener mayor conocimiento pa-recen estar haciendo todo lo posiblepor ganarse la alabanza de los que seburlan y se mofan desde el “grande y espacioso edificio”, lo que en la vi-sión se determinó que era el orgullodel mundo (véase 1 Nefi 8:26–28;11:35–36).

La aspiración mundana de nuestrotiempo es conseguir algo por nada. Elantiguo mal de la codicia se manifies-ta en el reclamo de derechos: tengoderecho a esto o a lo otro porque yosoy un hijo o una hija, un ciudadano,una víctima, o un integrante de algúnotro grupo. El reclamar derechos, porlo general, es egoísta. Exige mucho yda poco o nada. El concepto mismoen el que se basa hace que nos eleve-mos por encima de los demás. Estonos aparta de la divina y justa normade compensación de que cuando alguien obtiene una bendición deDios es por la obediencia a la ley so-bre la cual esa bendición se basa (véase D. y C. 130:21).

Los efectos de la codicia y del re-clamo de derechos son evidentes enlas bonificaciones multimillonarias de algunos altos ejecutivos. Pero losejemplos tienen un alcance muchomás amplio que éste. La codicia y lasideas del reclamo de derechos tam-bién han avivado el endeudamientoirresponsable y el consumismo exce-sivo que yacen tras la crisis financieraque amenaza envolver al mundo.

Los juegos de azar son otro ejem-plo de codicia y egoísmo. El jugadorarriesga una cantidad mínima con laesperanza de conseguir una enormeganancia que se logra al quitársela alos demás. No importa cómo se dis-frace, el obtener algo por nada es con-trario a la ley de la cosecha delEvangelio: “todo lo que el hombresembrare, eso mismo segará” (Gálatas

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6:7; véase también 2 Corintios 9:6).Los valores del mundo enseñan

erróneamente que “lo importante soyyo”. Esa actitud corruptiva no produ-ce ningún cambio ni progreso; va encontra del progreso eterno hacia eldestino que Dios ha indicado en Sugran plan para Sus hijos. El plan delevangelio de Jesucristo nos eleva porencima de nuestros deseos egoístas ynos enseña que esta vida consiste enlo que podemos llegar a ser.

Una gran ejemplo de servicio de-sinteresado es la difunta Madre Teresade Calcuta, con cuyo voto se entrega-ban ella y sus colaboradores a “darservicio desinteresado, de todo cora-zón, al más pobre de los pobres”9. Ellaenseñó que “una cosa siempre nosasegurará el cielo: los actos de caridady bondad con los que hayamos colma-do nuestras vidas”10. “No podemoshacer grandes cosas”, afirmaba la

Madre Teresa, “sólo cosas pequeñascon gran amor”11. Cuando esta mara-villosa sierva católica falleció, el men-saje de condolencia de la PrimeraPresidencia declaró: “Su vida de servi-cio desinteresado es una inspiraciónpara todo el mundo, y sus actos debondad cristiana permanecerán comoun legado a su memoria para las ge-neraciones venideras”12. A eso es a loque el Salvador llamó perder nuestravida al servicio de los demás.

Cada uno de nosotros debería apli-car este principio a nuestras actitudesal asistir a la Iglesia. Algunos dicen“Hoy no aprendí nada”; o “nadie me saludó”; o “me ofendieron”; o “laIglesia no satisface mis necesidades”.Todas esas respuestas son egocéntricasy demoran el crecimiento espiritual.

En contraste, un sabio amigo escri-bió lo siguiente:

“Hace años, cambié mi actitud

sobre mi asistencia a la Iglesia. Ya novoy a la Iglesia por mí, sino que pien-so en los demás. Hago lo posible porsaludar a las personas que se sientansolas, dar la bienvenida a los que nosvisiten… a ofrecer mis servicios parauna asignación…

“En una palabra, voy a la Iglesia cada semana con el propósito de seractivo, no pasivo, y de surtir una in-fluencia positiva en las personas. Porconsiguiente, mi asistencia a las reu-niones de la Iglesia es mucho másagradable y edificante”13.

Todo esto ilustra el principio eter-no de que somos más felices y nossentimos más satisfechos cuando ac-tuamos y servimos por lo que damos,y no por lo que recibimos.

Nuestro Salvador nos enseña a se-guirlo al hacer los sacrificios necesariospara perder nuestra vida en el serviciodesinteresado a los demás. Si lo hace-mos, Él nos promete la vida eterna, “el mayor de todos los dones de Dios”(D. y C. 14:7), la gloria y el gozo demorar en la presencia de Dios el Padrey de Su Hijo Jesucristo. Testifico deEllos y de Su gran plan para la salva-ción de Sus hijos. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Citado en Gordon B. Hinckley, “Taking the

Gospel to Britain: A Declaration of Vision,Faith, Courage, and Truth”, Ensign, julio de1987, pág. 7.

2. Véase Ensign, julio de 1987, pág. 7.3. Véase Gordon B. Hinckley, Liahona, febre-

ro de 1983, pág. 2.4. Véase Presidente Thomas S. Monson,

“Grandes expectativas”, (charla fogonerapara jóvenes adultos solteros del SistemaEducativo de la Iglesia, 11 de enero de2009), www.ldsces.org.

5. Véase “Manos que Ayudan culmina su pri-mera década de servicio”, Noticias de laIglesia, Liahona, marzo de 2009, pág. N1.

6. John A. Widtsoe, en Conference Report,abril de 1940, pág. 36.

7. Ardeth Greene Kapp, I Walk by Faith, 1987,pág. 97.

8. C.S. Lewis, Mere Christianity, 1980, pág.49; cursiva agregada.

9. The Joy in Loving: A Guide to Daily Livingwith Mother Teresa, recopilado por JayaChaliha y Edward Le Joly, 1996, pág. 15.

10. Life in the Spirit, editado por KathrynSpink, 1983, pág. 42.

11. Life in the Spirit, pág. 45.12. “News of the Church”, Ensign, noviembre

de 1997, pág. 110.13. Mark Skousen a Dallin H. Oaks, 15 de

febrero de 2009.

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Poco tiempo después de que seme llamara a prestar serviciocomo presidente de estaca en

1987, hablé con un buen amigoquien hacía poco había sido relevadocomo presidente de estaca. Durantenuestra conversación, le pregunté sihabía algo que él podría enseñarmeen cuanto a llegar a ser un presiden-te de estaca eficiente. Su respuesta ami pregunta ejerció un profundo im-pacto en mi servicio y ministerio sub-secuentes.

Mi amigo indicó que se le había lla-mado a prestar servicio como obrerodel templo poco después de su relevo.

Luego agregó: “Desearía haber sidoobrero del templo antes de ser presi-dente de estaca. Si hubiera prestadoservicio en el templo antes de mi lla-mamiento como presidente de estaca,habría sido un presidente de estacamuy diferente”.

Su respuesta me dejó intrigado y le pedí que se explicara un poco más;él respondió: “Creo que fui un buenpresidente de estaca. Los programasde nuestra estaca funcionaban bien, ynuestras estadísticas estaban por enci-ma del promedio; pero el prestar ser-vicio en el templo ha expandido mivisión. Si se me llamara hoy a servircomo presidente de estaca, mi enfo-que principal sería la dignidad para recibir y honrar los convenios deltemplo. Me esforzaría para lograr quela preparación para el templo fuera el centro de todo lo que hiciéramos;haría mejor mi labor de conducir a los santos a la Casa del Señor”.

Esa breve conversación con miamigo me ayudó a enseñar y testificarincesantemente como presidente deestaca sobre la importancia eterna delas ordenanzas del templo, los conve-nios del templo y la adoración en eltemplo. El mayor deseo de nuestrapresidencia era que cada miembro dela estaca recibiera las bendiciones del

templo para ser digno de una reco-mendación para el templo y de usarlacon frecuencia.

Mi mensaje de hoy está enfocadoen las bendiciones del templo y ruego que el Espíritu Santo iluminenuestras mentes, penetre el corazóny testifique de la verdad a cada unode nosotros.

El objeto divino del recogimiento El profeta José Smith declaró que,

en toda época, el objeto divino del recogimiento del pueblo de Dios es el de edificar templos a fin de que Sus hijos reciban las ordenanzas máselevadas y de ese modo obtener la vida eterna (véase Enseñanzas de losPresidentes de la Iglesia: José Smith,curso de estudio del Sacerdocio deMelquisedec y de la Sociedad deSocorro, 2007, págs. 443–446). En elLibro de Mormón se recalca esta rela-ción esencial que existe entre el prin-cipio del recogimiento y la edificaciónde templos:

“He aquí, el campo estaba maduro,y benditos sois vosotros, porque me-tisteis la hoz y segasteis con vuestrafuerza; sí, trabajasteis todo el día; ¡yhe aquí el número de vuestras gavi-llas! Y serán recogidas en los granerospara que no se desperdicien” (Alma26:5).

Las gavillas de esta analogía repre-sentan a los miembros de la Iglesia recién bautizados; los graneros sonlos santos templos. El élder Neal A.Maxwell explicó: “Es evidente que, albautizar, nuestra visión debe ir másallá de la pila bautismal y debe pro-yectarse hacia el santo templo. El grangranero en el que debe recogerse aestas gavillas es el santo templo” (enJohn L. Hart, “Make Calling Focus ofYour Mission”, Church News, 17 deseptiembre de 1994, pág. 4). Dichainstrucción aclara y subraya la impor-tancia de las ordenanzas y de los con-venios sagrados del templo, a fin deque las gavillas no se desperdicien.

“Sí, las tormentas no las abatiránen el postrer día; sí, ni serán perturba-das por los torbellinos; mas cuandovenga la tempestad, serán reunidas en

Honorablemente[retener] un nombrey una posiciónÉ L D E R D AV I D A . B E D N A RDel Quórum de los Doce Apóstoles

El fuego del convenio arderá en el corazón de cada miembrofiel de esta Iglesia que adore y que honorablemente retengaun nombre y una posición en la santa casa del Señor.

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su lugar para que la tempestad no pe-netre hasta donde estén; sí, ni seránimpelidas por los fuertes vientos adonde el enemigo quiera llevarlas”(Alma 26:6).

El élder Dallin H. Oaks ha explica-do que al tomar los emblemas de laSanta Cena para renovar nuestros con-venios bautismales “no testificamosque tomamos sobre nosotros el nom-bre de Jesucristo, sino [más bien] queestamos dispuestos a hacerlo. (VéaseD. y C. 20:77.) El hecho de que sólotestifiquemos que estamos dispuestossugiere que debe verificarse algo másantes de que en realidad tomemos so-bre nosotros ese sagrado nombre enel sentido [supremo y] más trascen-dental” (véase “El tomar sobre noso-tros el nombre de Cristo”, Liahona,julio de 1985, págs. 77–78). Es eviden-te que el convenio bautismal contem-pla uno o varios acontecimientosfuturos y conduce hacia el templo.

En revelaciones modernas, el Señorse refiere a los templos como casasedificadas “a mi nombre” (D. y C.

105:33; véanse también D. y C. 109:2–5; 124:39). En la oración dedicatoriadel Templo de Kirtland, el profeta JoséSmith rogó al Padre “que tus siervossalgan de esta casa armados con tu po-der, y que tu nombre esté sobre ellos”(D. y C. 109:22). Asimismo, pidió unabendición “sobre quienes se ponga tunombre en esta casa” (v. 26); y al apa-recerse el Señor y aceptar el Templode Kirtland como Su casa, Él declaró:“Porque he aquí, he aceptado esta ca-sa, y mi nombre estará aquí; y me ma-nifestaré a mi pueblo en misericordiaen esta casa” (D. y C. 110:7).

Estos pasajes de las Escrituras nosayudan a entender que el proceso detomar sobre nosotros el nombre deJesucristo que comienza en las aguasbautismales continúa y se amplía en la casa del Señor. Al estar en las aguasdel bautismo, tornamos nuestra vistahacia el templo. Al tomar la SantaCena, tornamos nuestra vista hacia el templo. Nos comprometemos a re-cordar siempre al Salvador y a guardarSus mandamientos como preparación

para participar en las sagradas orde-nanzas del templo y recibir las bendi-ciones más elevadas que podemosrecibir mediante el nombre y por laautoridad del Señor Jesucristo; por lo tanto, en las ordenanzas del SantoTemplo tomamos sobre nosotros elnombre de Jesucristo de una formamás completa y plena.

“Y este sacerdocio mayor [o deMelquisedec] administra el evangelioy posee la llave de los misterios delreino, sí, la llave del conocimiento de Dios.

“Así que, en sus ordenanzas se ma-nifiesta el poder de la divinidad.

“Y sin sus ordenanzas y la autoridaddel sacerdocio, el poder de la divini-dad no se manifiesta a los hombres enla carne” (D. y C. 84:19–21).

Que ninguna combinación inicuatenga el poder para… vencer a losde tu pueblo

Vivimos en una gran época encuanto a la construcción de templosen el mundo; y el adversario de segu-ro es consciente del aumento de número de templos distribuidos ac-tualmente sobre la tierra. Como siem-pre, la construcción y dedicación deestos edificios sagrados vienen acom-pañadas de oposición de parte de losenemigos de la Iglesia, así como de lacrítica desacertada de algunas perso-nas dentro de la Iglesia.

Dicho antagonismo no es algonuevo. En 1861, mientras el Templode Salt Lake estaba bajo construcción,Brigham Young instó a los santos “Sidesean edificar este templo, vayan atrabajar y hagan todo lo que pue-dan… Algunos dicen: ‘No me gustahacerlo, porque nunca hemos empe-zado a construir un templo sin que lascampanas del infierno empiecen a re-picar’. Quiero oírlas repicar de nuevo.Todas las huestes del infierno se mo-vilizarán… pero, ¿qué importanciacreen que esto tendrá? Ya han visto en todo momento la importancia que esto ha llegado a tener” (DeseretNews, 10 de abril de 1861, pág. 41)

Como santos fieles, nos hemos for-talecido por medio de la adversidad

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y hemos sido los beneficiarios de lasentrañables misericordias del Señor.Hemos seguido adelante conforme ala promesa del Señor: “No permitiréque [mis enemigos] destruyan miobra; sí, les mostraré que mi sabidu-ría es más potente que la astucia deldiablo” (D. y C. 10:43).

Durante muchos años, la hermanaBednar y yo fuimos anfitriones de nu-merosos hombres y mujeres fieles que iban a ofrecer devocionales a laUniversidad Brigham Young–Idaho.Muchos de esos oradores eran miem-bros eméritos de los Setenta o habíansido relevados de ese quórum, y ha-bían servido como presidentes detemplo tras su servicio como Autori-dades Generales. Cuando conversába-mos con esos fieles líderes, siempreles formulaba esta pregunta: “¿Qué haaprendido como presidente de tem-plo que hubiera deseado comprendermejor cuando era Autoridad General?”

Al escuchar sus respuestas, descu-brí una idea recurrente que sintetiza-ré del siguiente modo: “He llegado acomprender mejor la protección quepodemos recibir mediante nuestrosconvenios del templo y lo que signifi-ca efectuar una ofrenda aceptable enlo que concierne a la adoración en eltemplo. Existe una diferencia entrelos miembros que asisten a la Iglesia,que pagan sus diezmos y que ocasio-nalmente van al templo apurados pa-ra terminar una sesión, y aquellos quecon fidelidad y constancia adoran enel templo”.

La semejanza de sus respuestasme impresionó sobremanera. Cadauna de las contestaciones a mi pregunta se centraba en el poderprotector de las ordenanzas y losconvenios que podemos recibir en la casa del Señor. Sus respuestas re-flejaban con exactitud las promesasque se encuentran en la oración de-dicatoria ofrecida en el Templo deKirtland, en 1836.

“Te pedimos, Padre Santo, que esta-blezcas al pueblo que adorará y hono-rablemente retendrá un nombre y unaposición en ésta tu casa, por todas lasgeneraciones y por la eternidad;

“que ninguna arma forjada encontra de ellos prospere; que caigaen su propio foso aquel que lo cave para ellos;

“que ninguna combinación inicuatenga el poder para levantarse y ven-cer a los de tu pueblo, sobre quienesse ponga tu nombre en esta casa;

“y si se levanta contra este pueblogente alguna, enciéndase tu enojo encontra de ellos;

“y si hieren a este pueblo, tú los he-rirás; pelearás por tu pueblo como lohiciste en el día de la batalla, para quesean librados de las manos de todossus enemigos” (D. y C. 109:24–28).

Tengan a bien considerar estos ver-sículos en vista de la actual furia deladversario, y lo que hemos analizadosobre nuestra disposición a tomar so-bre nosotros el nombre de Jesucristoy la bendición de protección prometi-da a quienes retengan honorablemen-te un nombre y una posición en el

santo templo. Es importante notarque tales promesas del convenio sonpara todas las generaciones y para to-da la eternidad. Les invito a estudiarreiteradamente y a meditar con espíri-tu de oración el significado de estospasajes de las Escrituras en su vida ypara su familia.

No deberían sorprendernos los esfuerzos de Satanás por frustrar odesacreditar la obra del templo y laadoración en él. El diablo aborrece la pureza y el poder de la casa delSeñor; y la protección que hay paracada uno de nosotros en las ordenan-zas y en los convenios del templo, ymediante ellos, constituye un granobstáculo para los malvados desig-nios de Lucifer.

El fuego del convenioEl éxodo de Nauvoo, ocurrido en

septiembre de 1846, causó adversida-des inimaginables a los fieles Santos

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de los Últimos Días. Muchos de ellosbuscaron refugio en campamentosestablecidos en la rivera del ríoMisisipí. Cuando Brigham Young seenteró en Winter Quarters de la con-dición de estos refugiados, envió deinmediato una carta a través del ríohasta Council Point exhortando a loshermanos y recordándoles el conve-nio que habían hecho en el Templode Nauvoo; él les aconsejó: “Ahora es el momento de trabajar. Permitanque el fuego del convenio que hicie-ron en la casa del Señor arda en suscorazones como una llama inextin-guible” (en Journal History of TheChurch of Jesus Christ of Latter-daySaints, 28 de septiembre de 1846,pág. 5). En cuestión de días, se pu-sieron en marcha los carromatos endirección al este a fin de rescatar alos atribulados santos.

¿Qué fue lo que otorgó tal fortaleza

a aquellos primeros santos? Era el fue-go del convenio del templo que ardíaen sus corazones; era su compromisode adorar y de honorablemente rete-ner un nombre y una posición en lacasa del Señor.

Actualmente enfrentamos, y aúnenfrentaremos, grandes dificultadesen la obra del Señor; pero al igual quelos pioneros que hallaron el lugar queDios había preparado para ellos, delmismo modo cobraremos ánimo, sa-biendo que Dios jamás nos puede dejar (véase “¡Oh, está todo bien!”,Himnos, Nº 17). Actualmente, lostemplos están distribuidos por la tie-rra como lugares sagrados de orde-nanzas y convenios, de edificación y de refugio contra la tempestad.

Invitación y encomioEl Señor declaró: “He de juntar a

los de mi pueblo,… a fin de que se

guarde el trigo en los graneros paraposeer la vida eterna, y ellos sean coronados de gloria celestial” (D. y C.101:65).

De entre los que escuchan mi voz,hay muchos niños, jóvenes y señori-tas. Les suplico que sean dignos, cons-tantes y que esperen con gran anheloel día en que reciban las ordenanzas y las bendiciones del templo.

De entre los que escuchan mivoz, hay personas que deberían haber recibido las ordenanzas de la casa del Señor, pero que aún no lo han hecho. Sea cual fuere la razón y sin importar cuán larga la demora, les invito a comenzar lospreparativos espirituales a fin de que puedan recibir las bendicionesque sólo están disponibles en el santo templo. Por favor, eliminen de su vida las cosas que se interpon-gan con ello; por favor, procuren las cosas que son de consecuenciaseternas.

De entre los que escuchan mi voz,hay personas que han recibido las ordenanzas del templo y que por di-versas razones no han regresado a lacasa del Señor desde hace bastantetiempo. Por favor, arrepiéntanse, pre-párense y hagan todo lo que deba hacerse a fin de que adoren una vezmás en el templo y recuerden y hon-ren sus convenios sagrados más ple-namente.

De entre los que escuchan mi voz,hay muchas personas que poseen re-comendaciones vigentes para el tem-plo y que se esfuerzan por utilizarlasdignamente. Les felicito por su fideli-dad y dedicación.

Testifico de manera solemne queel fuego del convenio arderá en elcorazón de cada miembro fiel de esta Iglesia que adore y que honora-blemente retenga un nombre y unaposición en la santa casa del Señor.Jesús el Cristo es nuestro Redentor y Salvador; Él vive y Él dirige losasuntos de Su Iglesia mediante la re-velación que da a Sus siervos ungi-dos. De estas cosas doy testimonio,en el sagrado nombre del SeñorJesucristo. Amén. ■

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¡Qué maravillosa conferencia hemos tenido! ¡Qué bendeci-dos somos por escuchar el

consejo de la Primera Presidencia ydel Quórum de los Doce a quienessostenemos como profetas, videntes y reveladores!

Recuerdo una tibia y soleada tardecuando la primavera intentaba abrirsepaso en medio del largo invierno deCache Valley, Utah. Mi padre, que lossábados siempre estaba ocupado contareas para sus nietos, pasó por nues-tra casa para invitarnos a “ir a dar unavuelta”. Siempre felices de pasear enla camioneta del abuelo, nuestros hi-jos de cuatro y seis años se apresura-ron a subirse al asiento plegable deatrás y yo me senté con él al frente.Nuestro paseo nos llevó por las calles

del centro de Logan que circundan el Templo, situado en un lugar promi-nente sobre un cerro con gran her-mosura en el centro de la ciudad. Alalejarnos de la ciudad pasamos de lasagitadas calles pavimentadas a cami-nos de tierra poco transitados dondecruzamos puentes viejos y serpentea-mos a través de árboles hasta bien den-tro del área rural; estábamos alejadosdel tránsito y completamente solos.

Al darse cuenta de que sus nietosestaban en un lugar donde nunca ha-bían estado antes, mi padre detuvo la camioneta y les preguntó mientrasellos con los ojos muy abiertos mira-ban el valle por el parabrisas: “¿Creenque estamos perdidos?”. Luego de unmomento de evaluación silenciosa vi-no la profunda respuesta de un niñopequeño: “Mira”, dijo señalando conel dedo, “Abuelo, nunca estás perdidosi puedes ver el templo”. Nos dimosvuelta y nuestros ojos, enfocándosejunto a los de él, vieron el sol reflejar-se en las agujas del Templo de Logan,al otro lado del valle.

Nunca están perdidos si puedenver el templo. El templo será una guíapara ustedes y su familia en un mun-do lleno de caos; es un poste indica-dor eterno que los ayudará a noperderse en el “vapor de tinieblas”1;es la “Casa del Señor”2, un lugar endonde se hacen convenios y se efec-túan ordenanzas.

En el Libro de Mormón, el Rey

Benjamín mandó a los santos de suépoca y lugar a que se reunieran“…cada hombre con la puerta de sutienda dando hacia el templo…”3.Como miembros de la Iglesia, acaba-mos de recibir consejo de los profetasde la era moderna, consejo que, si se-guimos, volverá las puertas de nues-tro hogar más completamente haciael templo.

La Primera Presidencia ha invitado“a los miembros adultos a que tenganuna recomendación vigente para en-trar en el templo y a que asistan altemplo con más frecuencia” cuando el tiempo y las circunstancias lo per-mitan, e instó a los miembros a que“reemplacen algunas actividades re-creativas por el servicio en el templo”.Además animaron “a los nuevosmiembros y a la juventud de la Iglesia,a partir de los 12 años de edad, a quevivan dignos de ayudar en esta granobra al servir como representantes para los bautismos y las confirmacio-nes”4. Incluso se ha instado a los niñospequeños a visitar los terrenos deltemplo y a tocar el templo5. El presi-dente Thomas S. Monson aconsejó enuna ocasión: “Al tocar nosotros el tem-plo, el templo nos tocará a nosotros”6.

Tenemos la bendición de vivir enuna dispensación de construcción detemplos en la que se han dedicado o anunciado 146 templos7. En elDiccionario bíblico en inglés, bajo ladefinición de “Templo”, leemos lo si-guiente: “Es el más sagrado de todoslos lugares de adoración en la tierra”,a la que sigue esta reflexiva declara-ción: “Sólo el hogar se puede compa-rar al templo en cuanto a su santidad”8.Para mí, esto sugiere una relación sagrada entre el templo y el hogar; no sólo podemos volver las puertasde nuestros hogares hacia el templo o a la “Casa del Señor”, sino que podemos hacer de nuestro hogar una “casa del Señor”.

Hace poco, en una conferencia deestaca, la Autoridad que estaba visi-tando, el élder Glen Jenson, Setentade Área, invitó a todos los presentes aque recorrieran en forma virtual cadauno de sus hogares utilizando los ojos

Hogares sagrados,templos sagradosÉ L D E R G A R Y E . S T E V E N S O NDe los Setenta

El comprender la naturaleza eterna del templo losacercará a su familia, y el comprender la naturalezaeterna de la familia los acercará al templo.

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espirituales; a mí me gustaría invitar acada uno de ustedes a que hiciera lomismo. Dondequiera que esté su casay cualquiera sea su forma, la aplica-ción de los principios eternos delEvangelio dentro de sus paredes esuniversal. Comencemos; imaginenque abren la puerta del frente y en-tran en su casa. ¿Qué es lo que ven y cómo se sienten? ¿Es un lugar deamor, de paz y un refugio del mundo,como lo es el templo? ¿Está limpio yordenado? Al recorrer los cuartos desu hogar, ¿ven imágenes edificantesque incluyan cuadros adecuados deltemplo y del Salvador? ¿Es su dormi-torio o el área donde duermen un lu-gar para hacer la oración personal? ¿Es su cocina o lugar de reunión unlugar donde preparan y disfrutan de la comida juntos, facilitando tenerconversaciones edificantes y un tiem-po para la familia? ¿Se hallan lasEscrituras en una habitación dondelos miembros de la familia puedan estudiar, orar y aprender juntos?¿Pueden encontrar su lugar privadopara estudiar el Evangelio? La músicaque escuchan o las cosas que ven pa-ra entretenerse, ya sea en línea o deotra manera, ¿ofenden al Espíritu? ¿Esla conversación edificante y sin con-tención? Eso concluye nuestro reco-rrido. Quizás ustedes, como yo, hayanencontrado algunos aspectos que ne-cesiten “pequeñas remodelaciones”, y esperemos que no se requiera una“reforma total”.

Ya sea que el lugar donde vivamossea grande o pequeño, humilde o lu-joso, hay un lugar para cada una deestas prioridades del Evangelio en elhogar de todos nosotros.

Para mantener al templo, y a quie-nes asistan, sagrados y dignos, elSeñor ha establecido normas a travésde Sus siervos, los profetas. Un buenconsejo para nosotros es que conside-remos juntos, en consejo familiar, lasnormas para que nuestro hogar semantenga sagrado y que permitanque sea una “casa del Señor”. La ad-monición “…estableced una casa, sí,una casa de oración, una casa de ayu-no, una casa de fe, una casa de

instrucción, una casa de gloria, unacasa de orden, una casa de Dios”9, nosda una percepción divina sobre la cla-se de hogar que el Señor desea queedifiquemos. El hacerlo comienza laedificación de una “mansión espiri-tual” en la que todos podamos vivirindependientemente de nuestras circunstancias terrenales, un hogarlleno de tesoros donde “la polilla ni el moho corrompen”10.

Existe un vínculo de rectitud entreel templo y el hogar. El comprender la naturaleza eterna del templo losacercará a su familia, y el comprenderla naturaleza eterna de la familia losacercará al templo. El presidenteHoward W. Hunter declaró: “En las ordenanzas del templo se establecenlos cimientos de la familia eterna”11.

El presidente Boyd K. Packer aconsejó: “Digan la palabra templo.Díganla en voz baja y con reverencia.Repítanla una y otra vez. Templo.

Templo. Templo. Agreguen la palabrasanto. Santo Templo. Díganla comosi estuviera escrita en mayúsculas,no importa en qué parte de la ora-ción esté.

“Templo. Para un Santo de los Últi-mos Días sólo otra palabra la iguala enimportancia. Hogar. Pongan las pala-bras Santo Templo y Hogar juntas y¡habrán descrito la Casa del Señor!”12.

El año pasado los niños de laPrimaria, miles de ellos, se reunie-ron alrededor del mundo en cadauno de sus barrios y ramas para can-tar a su familia y a los miembros delbarrio como parte de la presenta-ción de la Primaria en la reunión sa-cramental. Cantaron sobre el deseo,las promesas y la preparación; aque-llo sobre lo que cantaron comienzaen hogares sagrados y continúa entemplos sagrados. Creo que escu-charán la melodía en su corazónmientras leo la letra:

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Me encanta ver el templo;un día ir podré.Me enseñará el EspírituSanto y oraré.Pues el Templo es Casa del Señor,lugar tranquilo y bello.Desde niño me prepararé;es mi deber sagrado.

Me encanta ver el templo;un día entraré,y ser fiel a mi Padre,allí prometeré.Pues el templo es el lugar sagradodonde la familiapuede ser llamada en unióny ser familia eterna13.

El presidente Boyd K. Packer decla-ró: “El propósito supremo de todo loque enseñamos es unir a padres e hi-jos con fe en el Señor Jesucristo, quesean felices en su casa, que estén se-llados en un matrimonio eterno y liga-dos a sus generaciones; y que tenganla seguridad de la exaltación en la pre-sencia de nuestro Padre Celestial”14.

Les testifico que el poner en prácti-ca estos principios ayudará a volver laspuertas de su hogar hacia el templo o“Casa del Señor” y permitirá más ple-namente que hagan de su hogar unacasa del Señor.

Concluyo como empecé, con laspalabras de un inocente niño: “Nuncaestás perdido si puedes ver el tem-plo”, y agrego mi testimonio de la na-turaleza sagrada de nuestro hogar y de los templos del Señor. Sé que Dioses nuestro amoroso Padre Celestial.Testifico de Jesucristo y de Su misióncomo nuestro Salvador y Redentor, yde los profetas vivientes autorizadospara ejercitar todas las llaves del sacer-docio desde José Smith hasta ThomasS. Monson, y lo hago en el sagradonombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. 1 Nefi 8:24.2. Véase Guía para el estudio de las

Escrituras, “Templo, Casa del Señor”, págs.199–200.

3. Mosíah 2:64. Véase la carta de la Primera Presidencia del

11 de marzo de 2003.5. Véase Thomas S. Monson, “La búsqueda de

la paz”, Liahona, marzo de 2004, págs. 5–6.

6. En JoAnn Jolley, “A Shining Beacon on aHill”: Jordan River Temple is Dedicated”,Ensign, enero de 1982, pág. 77: “A princi-pios de la semana, el élder Thomas S.Monson, del Quórum de los Doce, sugirióun significado espiritual profundo sobre la presencia física del templo. Él relató lahistoria del difunto élder Matthew Cowleysobre un abuelo que llevó a su pequeñanieta a los terrenos del Templo de SaltLake en un paseo debido a su cumplea-ños. Con el permiso del encargado de losterrenos, caminaron hacia las grandespuertas del templo. Él le sugirió que ellacolocara su mano en la pared del templo yluego en la puerta, diciéndole con ternu-ra: ‘Recuerda que este día tocaste el tem-plo; un día entrarás por esta puerta’. Elregalo especial para su nieta fue el aprecio

por la Casa del Señor. De igual manera,aconsejó el élder Monson: ‘Al tocar noso-tros el templo, el templo nos tocará a nosotros’”.

7. Véase “Temples around the World”,http://temples.lds.org. Haga clic enChronological.

8. Bible Dictionary, “Temple”, pág. 781.9. D. y C. 88:119.

10. Véase Mateo 6:19–20; 3 Nefi 13:19–20.11. Howard W. Hunter, “Un pueblo deseoso de

asistir al templo”, Liahona, marzo de 2004,págs. 40–46.

12. Boyd K. Packer, “El templo y el sacerdocio”,Liahona, julio de 1993, pág. 24.

13. “Me encanta ver el templo”, Canciones delos niños, pág. 99.

14. Véase Boyd K. Packer, “La armadura de lafe”, Liahona, julio de 1995, pág. 8.

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Nuestro Padre Celestial tiene unplan para nosotros, un plan defelicidad; ese plan se centra en

el Señor Jesucristo y en Su expiación.El seguir las enseñanzas y el ejemplode Jesucristo nos permitirá compren-der más plenamente nuestra funciónen ese plan.

En el primer capítulo del libro deMoisés encontramos una breve perovaliosísima declaración que describede forma sencilla la obra de Dios, lacual es: “Llevar a cabo la inmortalidady la vida eterna del hombre”1.

En la jornada de la vida, para regre-sar con nuestro Padre y ser más como

Él, no se nos ha dejado solos. Diosnos ha dado los dones necesarios pa-ra ayudarnos durante nuestra expe-riencia terrenal.

Los dones espirituales son bendi-ciones o habilidades que Dios da a Sushijos2. Estos dones nos ayudan a diri-gir nuestra vida hacia metas eternas.

Qué consuelo es saber que existeun plan que nos proporciona unSalvador, Jesucristo3. Su sacrificio haceposible que todos los que obedezcanlas enseñanzas de Su evangelio seanperdonados por medio del arrepenti-miento. Qué consuelo es saber que te-nemos ayuda disponible para lograr eléxito en nuestros intentos por regre-sar a vivir con nuestro Padre Celestial.Qué consuelo es saber que no navega-mos solos en aguas desconocidas enmedio de las experiencias de la vida.

Un don que nos ayudará a dirigirnuestra vida es el don que nos ha da-do a todos: la capacidad y el poderde escoger.

Nuestras decisiones tienen el po-der innegable de transformar nuestravida. Este don es una extraordinariaseñal de confianza en nosotros y, almismo tiempo, una preciada respon-sabilidad personal de usarlo sabia-mente. Nuestro Padre Celestialrespeta nuestra libertad de elegir

y nunca nos forzará a hacer lo correc-to, ni impedirá que tomemos deci-siones mediocres4. Sin embargo, suinvitación en cuanto a este importan-te y vital don se expresa claramenteen las Escrituras: “Mas he aquí, lo quees de Dios invita e induce a hacer lobueno continuamente; de maneraque todo aquello que invita e inducea hacer lo bueno, y a amar a Dios y aservirle, es inspirado por Dios”5.

Las palabras “hacer lo bueno conti-nuamente” describen bien la normaque debemos aplicar cuando utiliza-mos nuestro albedrío.

Las decisiones conllevan conse-cuencias, las cuales pueden o no ma-nifestarse inmediatamente despuésde haberlas tomado. El utilizar los do-nes espirituales que se nos han dadoes primordial a fin de mantenernos enel camino correcto.

Hace poco utilicé un receptor GPSde tamaño bolsillo; es un aparato in-creíble que consiste en una antenasintonizada a las frecuencias transmiti-das por satélites muy por encima dela tierra junto con una pantalla que in-dica mi posición actual en la tierra.

En las últimas décadas, estos tiposde aparatos se han utilizado amplia-mente con propósitos científicos, pa-ra la cartografía, la topografía y, másrecientemente, ¡para evitar que lagente se pierda cuando conduce!

A lo largo de la historia, el génerohumano ha tratado de evitar perderse.En mi país natal de Portugal, por ejem-plo, durante el período de los descu-brimientos del siglo XV, los navegantes“desde la costa de Lisboa, a través demares que ningún barco había nave-gado” 6, utilizaron los mejores mapasposibles, así como las estrellas de lanoche y los navíos a vela avanzados deesa época para encontrar su destino. A pesar de todo ello, no fue una tareafácil para ellos navegar en contra devientos adversos, y muchas veces an-daban perdidos por mucho tiempo an-tes de hallar su camino en el vasto mar.

En contraste, actualmente, con es-te receptor GPS siempre puedo tenerrespuestas simultáneas a preguntastales como:

Dones paraayudarnos a dirigirnuestra vidaÉ L D E R J O S É A . T E I X E I R ADe los Setenta

No se nos ha dejado solos. Dios nos ha dado los dones necesarios para ayudarnos durante nuestraexperiencia terrenal.

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• “¿Dónde estoy?”• “¿Hacia dónde voy?”• “¿Cuál es la mejor manera de

llegar allí?”• “¿Cuándo llegaré?”

Con este pequeño aparato sientouna gran seguridad cuando voy con-duciendo y confío en que me llevarácon extraordinaria precisión y exacti-tud adonde quiero ir.

Sin embargo, recuerdo que un día, al entrar a un estacionamientosubterráneo, aprendí una nueva fun-ción del aparato; una voz de adver-tencia me sorprendió: “Se perdió laseñal del satélite”. Las estructuras decemento que me rodeaban habíaninterrumpido la señal del satélite ehicieron que el aparato perdiera laconexión.

Cuando salí nuevamente al aire li-bre, también me di cuenta de que re-quirió tiempo adicional para que elaparato recobrara la señal necesaria.

Nosotros también tenemos den-tro de nosotros un “GPS” que nospermite saber en todo momento lo que está bien y lo que está mal y que, además, nos ayuda a tomardecisiones correctas.

“Nacemos con la capacidad naturalde distinguir entre el bien y el mal gra-cias a la Luz de Cristo que se da a todohombre (D. y C. 84:46). A esta facultadse la llama conciencia y el poseerla nosconvierte en seres responsables”7.

Además, como miembros de laIglesia se nos ha dado el don delEspíritu Santo que nos consuela,nos protege y nos guía8.

Sin embargo, como otras faculta-des, nuestra conciencia puede ador-mecerse con el pecado o el mal uso9.Si nos volvemos insensibles a las co-sas de Dios en la vida, nosotros tam-bién perderemos la recepción de laseñal que necesitamos para guiarnos.El guardar los mandamientos es la for-ma más segura de mantener una señalfuerte con lo Divino.

El presidente Thomas S. Monson,nuestro amado profeta, dijo: “Nuestraexistencia gira en torno a las decisio-nes que tomemos, ya que ellas son las

que determinan el éxito o el fracasofuturo”10.

Testifico que, con el tiempo, el es-coger el bien lleva a la felicidad, mien-tras que las malas decisiones nosarrastran a la infelicidad11. El aprendera escoger lo que es bueno y el guardarlos mandamientos crearán un modeloque nos ayudará a:

• Alcanzar la satisfacción en la vida;• Llegar a ser más como nuestro

Padre Celestial y como Su Hijo,Jesucristo; y

• Hacernos merecedores de heredartodas las bendiciones prometidas alos fieles.

Otro don que nos ayudará a guiarnuestra vida es la capacidad de creer

las palabras de los que testifican deJesucristo12.

Mediante nuestros profetas, en todas las eras, incluso en la nuestra,Dios ha revelado Su plan de felicidadpara las personas y las familias. Losque siguen al profeta reciben las ben-diciones que Dios ha prometido.

Siempre podemos confiar en losprofetas vivientes; sus enseñanzas re-flejan la palabra y voluntad del Señor.“Porque no hará nada Jehová el Señor,sin que revele su secreto a sus siervoslos profetas”13.

La letra de una canción de laPrimaria nos amonesta:

Sigue al profeta,sigue al profeta, deja el error.Sigue al profeta,…

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sigue al profeta, lo que él dicemanda el Señor.

Mas si por la senda recta hemos de andar,

a nuestros profetas hemos deescuchar14.

Testifico que nuestro Padre Celestialnos tiene presentes a cada uno de nosotros, que escucha y contestanuestras oraciones, y que se comuni-ca con Sus profetas a fin de guiarnos.Conforme desarrollemos la fe paracreer y vivir las palabras de los profe-tas, fortaleceremos nuestro testimoniodel plan de felicidad y de la funcióncentral que Jesucristo tiene en él.

Mediante el poder para escoger y la capacidad inherente de creer las palabras de quienes testifican deJesucristo, podremos cruzar las gran-des aguas de la vida y alcanzar nues-tro destino eterno.

Este fin de semana nos han enseña-do profetas, videntes y reveladores.Estoy agradecido por la guía que nues-tro Padre Celestial nos ha dado y porSu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. Testifico que Ellos viven y nos aman, y que conforme observe-mos las enseñanzas que hemos recibi-do, tomaremos buenas decisiones, nonos perderemos y llegaremos a nues-tro hogar celestial. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Moisés 1:39.2. “Spiritual Gifts”, en gospeltopics.lds.org.3. Véase “God has a plan for your life”, en at

www.mormon.org/mormonorg/eng/basic-beliefs/heavenly-father-s-plan-of-happi-ness/god-has-a-plan-for-your-life.

4. Véase “God has a plan for your life”, enmormon.org.

5. Moroni 7:23.6. Luis de Camõens, The Lusiad, libro I, stanza

1, traducido por William Julius Mickle, 1776.7. “Luz de Cristo, conciencia”, en Guía para el

estudio de las Escrituras, pág. 126.8. Véase Hechos 2:38.9. “Luz de Cristo, conciencia”, en Guía para el

estudio de las Escrituras, pág. 126.10. Thomas S. Monson, “Las decisiones determi-

nan el destino”, Liahona, octubre de 1980,pág. 30.

11. Véase “God has a plan for your life”, enmormon.org.

12. Véase D. y C. 46:14.13. Amós 3:7.14. “Sigue al profeta”, Canciones para los

niños, pág. 58–59.

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Durante los años de mi juventuden la pequeña comunidad agrícola de Spring City, Utah,

todos los veranos se presentaba laoportunidad de estar por dos semanasa solas con mi padre pastoreando lasovejas en la cordillera Manti-LaSal. Enuna ocasión, la niebla era tan densa en ese lugar que la persona ni siquierapodía apreciar la mano extendida fren-te a ella, y la noche estaba cayendo.

Mi padre sugirió que regresara alcampamento y que él me seguiría des-pués. Recuerdo que le pregunté cómopodría encontrar el campamento enmedio de la niebla. Mi padre simple-mente me dijo: “Deja las riendas al ca-ballo y él te llevará al campamento”.Siguiendo su consejo, aflojé las rien-das y alenté al caballo, que emprendióel camino. A veces alguna rama quecolgaba baja me golpeaba en el rostro

o sentía que mi pierna rozaba un ár-bol; pero, finalmente, el caballo se de-tuvo completamente y pude distinguirel entorno del campamento.

A veces, quizás no siempre poda-mos encontrar de inmediato el cami-no deseado delante de nosotros, perola sabiduría de quienes nos han pre-cedido, junto a la sabiduría de los quetodavía permanecen con nosotros, se-rá nuestra guía si tan sólo les damoslas riendas.

“¿Entiendes lo que lees?”, fue lapregunta que le hizo Felipe a alguienque escudriñaba diligentemente lasEscrituras.

La respuesta le llegó en forma depregunta: “¿Y cómo podré si algunono me enseñare?”1.

La respuesta a estas inquisitivaspreguntas proviene de los profetas deépocas pasadas, quienes enseñaron laimportancia de escudriñar lasEscrituras, junto con una promesa:“…el que atesore mi palabra no seráengañado2.

En cada dispensación, el Señor hadado mandamientos a los profetas“de proclamar estas cosas al mundo; ytodo esto para que se cumpliese”3. LaSección 1 de Doctrina y Conveniosconstituye el prefacio del Señor paralas doctrinas, los convenios y los man-damientos que se han dado en ésta, ladispensación del cumplimiento de lostiempos; son dignos de mencionar losversículos 37–38.

“Escudriñad estos mandamientosporque son verdaderos y fidedignos, y

Sus siervos, los profetasÉ L D E R F. M I C H A E L WAT S O NDe los Setenta

El Maestro nos habla por medio de Su profeta.

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las profecías y promesas que contie-nen se cumplirán todas.

“Lo que yo, el Señor, he dicho, yolo he dicho, y no me disculpo; y aun-que pasaren los cielos y la tierra, mipalabra no pasará, sino que toda serácumplida, sea por mi propia voz o porla voz de mis siervos, es lo mismo”.

Es de la voz de siete de los siervosdel Señor de la que hablaré hoy. Enmarzo de 1970 dio comienzo el añora-do deseo de prestar servicio a los sier-vos escogidos del Señor. Desde elprincipio, se presentaron oportunida-des de estar en contacto directo conlas Autoridades del Quórum de losDoce, y más adelante con miembrosde la Primera Presidencia durante casicuatro décadas. Fue durante esosaños de formación que se empezó aensanchar en mi corazón el entendi-miento de que “mi palabra no pasará,sino que toda será cumplida”.

En conferencias generales de anta-ño se han dado importantes amones-taciones, las que seguirán exponiendoaquellos que tienen la sabiduría deépocas pasadas, lo que hace que nues-tros corazones ardan dentro de noso-tros. Al seguir ese consejo debemosser fuertes, nunca debemos darnospor vencidos y debemos perseverarhasta el fin.

Permítanme compartir la guía y elconsejo impartido por estos profetasde Dios. Por ejemplo, fue el presidenteJoseph Fielding Smith el que a menu-do citaba las palabras registradas en elcapítulo 24 de Salmos, donde se haceuna pregunta, se da una respuesta y sepromete una bendición a los fieles.

La pregunta: “¿Quién subirá almonte de Jehová? o ¿quién estará ensu lugar santo?”.

La respuesta: “El limpio de manosy puro de corazón; el que no ha eleva-do su alma a cosas vanas, ni juradocon engaño”.

La promesa: “Él recibirá bendicio-nes de Jehová, y justicia del Dios desalvación”4.

El presidente Harold B. Lee, enuna conferencia general nos aconsejóprestar atención a las palabras y a losmandamientos que el Señor nos dé

por conducto de Su profeta. “Es posi-ble que no les guste lo que dicen lasAutoridades de la Iglesia. Puede quecontradiga sus opiniones políticas [o]sociales… Puede que interfiera con algo de su vida social. Pero si escu-cha[mos] esas cosas como si viniesende la boca del Señor, con paciencia yfe, la promesa es que… ‘las puertasdel infierno no prevalecerán contravosotros; sí, y Dios el Señor dispersa-rá los poderes de las tinieblas de antevosotros, y hará sacudir los cielos paravuestro bien y para la gloria de sunombre’”5.

Poco antes de su fallecimiento endiciembre de 1973, el presidente Lee,que dirigía la palabra ante un grupode empleados de la Iglesia y sus fami-lias, formuló la siguiente preguntadespués de narrar la historia del pro-grama de bienestar de la Iglesia:“¿Piensan que esos profetas sabían delo que estaban hablando?”. Más ade-lante, durante el mismo discurso, alhacer referencia al consejo de lasAutoridades Generales de proteger-nos de la tolerancia excesiva que inva-de nuestros hogares a través de

literatura y programas de televisióninapropiados, preguntó: “¿Se encuen-tran tan cerca de las AutoridadesGenerales que llegan a considerarlosno como profetas, sino como hom-bres que simplemente piensan que[tal consejo] podría ser bueno?”6.

En sus escritos, el presidenteSpencer W. Kimball nos proporcionólas reconfortantes palabras de queexiste el milagro del perdón y de queDios perdonará. En otro entorno, res-pecto a los desafíos inesperados quetal vez tengamos que afrontar, el presi-dente Kimball nos advirtió que, si indi-vidualmente se nos diera el poderpara alterar las situaciones de la vida,¿habríamos cambiado los aconteci-mientos ocurridos en la cárcel deCarthage, que resultaron en la muertedel profeta José Smith? y, más impor-tante aún, con ese incontrolado po-der, ¿qué habríamos hecho en elmomento decisivo de Getsemaní y delas palabras que se dijeron: “…perono se haga mi voluntad, sino la tuya”?7.

Cada mañana, en la reunión de laPrimera Presidencia, las Autoridadesse turnan para orar. Siempre me

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gustaba escuchar orar al presidenteEzra Taft Benson. En lugar de pedirbendiciones, sus oraciones eran casi enteramente de agradecimiento.Acerca del Otro Testamento deJesucristo, el presidente Benson rei-teró las palabras del profeta JoséSmith de “que el Libro de Mormónera el más correcto de todos los li-bros sobre la tierra, y la clave denuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios al seguir suspreceptos que los de cualquier otrolibro”8. Nos amonestó a seguir alSalvador, que dijo: “Mirad hacia mí, y perseverad hasta el fin, y viviréis;porque al que persevere hasta el fin,le daré vida eterna”9.

Durante los nueve meses que pres-tó servicio como Presidente de laIglesia, todos sentimos un gran amorpor el presidente Howard W. Hunter ypor su innata bondad; exhortó a losmiembros de la Iglesia a:

“…prestar mayor atención a la viday al ejemplo del Señor Jesucristo, enparticular el amor, la esperanza y lacompasión que Él manifestó…

“…[establecer] el templo delSeñor como el símbolo más grandede su calidad de miembro de la Iglesiay el lugar supremo donde realizan susconvenios más sagrados. El deseomás grande de mi corazón es que to-do miembro de la Iglesia sea digno deentrar en el templo”10.

El presidente Gordon B. Hinckleydeclaró: “No he hablado cara a caracon todos los profetas de esta dispen-sación. No conocí al profeta JoséSmith ni tampoco lo oí hablar. [Sinembargo], mi abuelo, que siendo jo-ven vivía en Nauvoo, sí lo oyó y testifi-có de su llamamiento divino como elgran Profeta de esta dispensación”11.

El presidente Hinckley dio testimo-nio de la Primera Visión, cuando el jo-ven José Smith fue a una arboleda aorar y recibió la respuesta medianterevelación divina tanto del Padre como del Hijo.

La pasión que el presidenteHinckley tenía por la edificación detemplos y por la obra sagrada que seefectúa en ellos será para cada uno denosotros una estrella polar que nosservirá de guía.

Nuestro amado profeta, el presi-dente Thomas S. Monson, ha vuelto a recalcar el deseo de la PrimeraPresidencia, la cual, en 1839, dio la di-rección que debíamos buscar constan-temente, incluso en la actualidad: “Desu diligencia, de su perseverancia y desu fidelidad, de la exactitud de las doc-trinas que enseñen, de los preceptosmorales que ustedes fomenten y prac-tiquen… depende el destino de la familia humana”12.

El presidente Monson es a quiensostenemos como el profeta, videntey revelador, y quien presta servicio

como la voz sonora de la viuda, delhuérfano y de todos los necesitados.Durante su vida, ha sido un verdaderoejemplo del modelo del Maestro y deldeseo sincero de estar siempre a Suservicio. El presidente Monson es elportavoz del Señor, cuyo consejo yguía se nos insta a seguir. En un senti-do verdaderamente real, el Maestronos habla por medio de Su profeta. Sé que esto es verdadero, y así lo heasentado en las reuniones donde se han congregado las AutoridadesGenerales.

Como alguien a quien se le ha en-señado a los pies de profetas vivientesy de estos testigos de los últimos díasa quienes he conocido y a quienesamo, testifico, con toda veracidad,que si los miembros de la Iglesia pres-tamos oídos a las palabras y a los mandamientos que el Señor dio a losprofetas de los testamentos y si segui-mos al profeta del Señor, incluso en laactualidad, comprenderemos más ple-namente que “no hará nada Jehová elSeñor, sin que revele su secreto a sussiervos los profetas”13.

De esas verdades, y de que Diosestá en los cielos, de que Jesús es el Cristo y de que ésta, La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días, tiene profetas, videntes yreveladores para guiarnos, doy solem-ne testimonio en el sagrado nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS:1. Hechos 8:30–312. José Smith—Mateo 1:373. D. y C. 1:184. Salmos 24:3–55. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Harold B. Lee, pág. 92.6. Harold B. Lee, devocional de Navidad para

los empleados de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días, 13 de di-ciembre de 1973, en The Teachings ofHarold B. Lee, editado por Clyde J.Williams, 1996, pág. 298.

7. Lucas 22:42; véase Spencer W. Kimball, Lafe precede al milagro, 1972, pág. 98–99.

8. Introducción del Libro de Mormón9. 3 Nefi 15:9

10. Nuestro Legado: Una breve historia de LaIglesia de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días, 2001, pág. 136.

11. “Creed a sus profetas”, Liahona, julio de1992, pág. 58

12. Véase “La obra misional: Nuestra responsa-bilidad”, Liahona, enero de 1994, pág. 73.

13. Amós 3:7

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Hace muchos años, estaba manejando por la AvenidaUniversidad, cerca de la de-

sembocadura del cañón Provo, cuan-do noté que más adelante el tráficoempezó a reducir la velocidad. Másallá había automóviles de la policíacon luces intermitentes, un camiónde bomberos y varios vehículos debúsqueda y rescate, todos amontona-dos bloqueando la vía hacia el cañónProvo. Al principio me sentí molestoporque parecía que estaríamos allípor un largo rato. También tenía cu-riosidad, ¿cuál sería la causa de tantaconmoción?

Al mirar despeñadero arriba, del lado oriental de la entrada del cañónProvo, vi a algunos hombres escalan-do. Supuse que se trataba del personalde búsqueda y rescate; ¿hacia dóndese dirigirían? Luego logré verlo. De

algún modo, una oveja hembra, queestaba perdida, había subido unos 10metros por el desfiladero y estaba atra-pada allí. No era una cabra ni una ove-ja montés, sino una oveja blancaseparada del rebaño de un pastor.

Puesto que no tenía nada más quehacer, examiné el despeñadero enbusca del camino por donde habíaascendido la oveja y les aseguro que,por más que lo intentaba, no lograbaexplicarme cómo había llegado hastaallá. No obstante, allá estaba, y todoel alboroto que había en frente demí se centraba en su rescate. Hastael día de hoy no sé el desenlace delasunto, pues la policía halló la mane-ra de permitir que el tráfico circularanuevamente.

Al alejarme manejando, algo me inquietaba. Aunque el personal debúsqueda y rescate de seguro teníabuenas intenciones, ¿cómo reacciona-ría la oveja ante ellos? Estoy seguro deque tenían un plan para calmarla, qui-zás le dispararían un dardo tranquili-zador a corta distancia para capturarlaantes de que cayera. Desconociendoel plan, pero conociendo un poco so-bre cómo reaccionan los animales alser arrinconados por extraños, mepreocupaba la viabilidad de su laborde rescate. Y, luego me pregunté:¿Dónde estaba el pastor? Ciertamente,el tendría más probabilidades de acer-carse a la oveja sin asustarla. La voztranquilizadora y la mano de ayudadel pastor eran lo que la situación re-quería, pero él parecía estar ausente

en este momento de necesidad.Como miembros de la Iglesia, a

veces parecemos estar ausentes enmomentos de necesidad, tal comoeste pastor. Consideren por un mo-mento lo que el presidente Monsondijo a los recién llamados presiden-tes de misión en el Seminario paraNuevos Presidentes de Misión de2008. Él dijo: “No hay sustituto paraun programa proselitista basado enel trabajo con los miembros. El tocarpuertas no lo sustituirá. Las pregun-tas de oro no lo sustituirán. Un pro-grama basado en el trabajo con losmiembros es la clave del éxito y fun-ciona dondequiera que lo probamos”(“Motivating Missionaries”, 22 de ju-nio de 2008, pág. 8).

Visto desde esa perspectiva, losmiembros misioneros, tanto ustedescomo yo, somos los pastores, y los mi-sioneros de tiempo completo, al igualque el equipo de búsqueda y rescate,están intentado hacer algo casi impo-sible de lograr por sí solos. Cierta-mente, los misioneros de tiempocompleto continuarán haciendo lomejor que puedan, pero ¿no sería me-jor si ustedes y yo nos pusiéramos a la altura de las circunstancias e hiciéra-mos la labor que legítimamente noscorresponde y para la cual estamosmejor facultados al conocer en perso-na a quienes están perdidos y necesi-tan ser rescatados?

Me gustaría centrarme en tres pro-pósitos para los miembros de la Iglesiaque se encuentran en Doctrina yConvenios. Cada uno de ellos nos ins-ta a no estar ausentes cuando nues-tros amigos, vecinos y miembros de lafamilia necesiten nuestra ayuda. Estodebe incluir a quienes se hayan desvia-do, a los menos activos. Todos noso-tros debemos ser mejores misioneros.

En el versículo 81 de la sección 88de Doctrina y Convenios leemos: “…yconviene que todo hombre que ha si-do amonestado, amoneste a su próji-mo”. He tenido el privilegio de viajar amuchas estacas de la Iglesia para im-pulsar el crecimiento y desarrollo delas misiones de barrio. Ha sido una ex-periencia muy gratificante y espiritual

“Traer almas a Mí”É L D E R L . TO M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

Los misioneros… continuarán haciendo lo mejor quepuedan, pero ¿no sería mejor si ustedes y yo nos pusiéramosa la altura de las circunstancias e hiciéramos la labor quelegítimamente nos corresponde?

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para mí. He descubierto en estos via-jes, y una encuesta reciente confirmael hecho, que más de la mitad de las personas de los Estados Unidos yCanadá tienen poco o ningún cono-cimiento sobre nuestras prácticas ycreencias. Estoy seguro de que elporcentaje es mucho más alto en otraspartes del mundo. Esa misma encues-ta demostró que, cuando las personasque no son miembros se relacionancon miembros fieles de la Iglesia porun período de tiempo prolongado otienen acceso a información clara yprecisa sobre las creencias y doctri-nas de la Iglesia, su actitud se tornapositiva y receptiva.

La Iglesia cuenta con más de 50.000misioneros de tiempo completo queprestan servicio en todo el mundo. El manual Predicad Mi Evangelio haayudado a formar los mejores maes-tros del evangelio de Jesucristo que

hayamos tenido en la historia de laIglesia. Lamentablemente, la mayoríade nuestros misioneros de tiempocompleto dedica más tiempo tratandode hallar personas que en enseñarles.Veo a nuestros misioneros de tiempocompleto como un recurso de ense-ñanza desaprovechado. Si ustedes yyo buscáramos más personas para losmisioneros de tiempo completo y lespermitiéramos a ellos pasar más tiem-po enseñando a la gente que encon-tremos, empezarían a suceder grandescosas. Estamos perdiendo una oportu-nidad invaluable de hacer crecer a laIglesia cuando esperamos que los misioneros de tiempo completo amo-nesten a nuestro prójimo en vez dehacerlo nosotros mismos.

Debemos llevar la luz del Evangelio“con gran diligencia” (D. y C. 123:14)a los que buscan las respuestas queofrece el Plan de Salvación. Muchas

personas están preocupadas por sufamilia. Algunas buscan seguridad en un mundo de valores cambiantes.Nuestra oportunidad es darles espe-ranza y ánimo e invitarlas a venir connosotros y unirse a los que acepten elevangelio de Jesucristo. El evangeliodel Señor está sobre la tierra y bende-cirá sus vidas aquí y en las eternidadesvenideras.

El Evangelio está centrado en la ex-piación de nuestro Señor y Salvador.La Expiación confiere el poder para lavar los pecados, para sanar y paraconceder la vida eterna. Todas lasbendiciones inestimables de laExpiación sólo pueden otorgarse aaquellos que vivan los principios y re-ciban las ordenanzas del Evangelio, asaber, la fe en Jesucristo, el arrepenti-miento, el bautismo, la recepción delEspíritu Santo y el perseverar hasta elfin. Nuestro gran mensaje misional al

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mundo es que toda la humanidad es-tá invitada a ser rescatada y a entraren el redil del Buen Pastor, a saberJesucristo.

Nuestro mensaje misional se fortalece con el conocimiento de laRestauración. Sabemos que Dios hablaa Sus profetas hoy, así como lo hizo enla antigüedad. Sabemos también queSu evangelio es administrado con elpoder y la autoridad del sacerdociorestaurado. Ningún otro mensaje tienemayor trascendencia eterna para to-dos los que viven en la tierra en la ac-tualidad. Todos nosotros debemosenseñar este mensaje a los demáscon poder y convicción. Es la vozsuave y apacible del Espíritu Santoque testifica por medio de nosotrosdel milagro de la Restauración, peroprimeramente debemos abrir la bocay testificar. Debemos amonestar anuestro prójimo.

Esto me lleva al segundo pasaje deDoctrina y Convenios que deseo com-partir con ustedes. Mientras que el ver-sículo 81 de la sección 88 nos enseñaque la obra misional viene a ser la res-ponsabilidad de cada uno de nosotrostan pronto como se nos haya amones-tado; los versículos 7 al 10 de la sec-ción 33 nos enseñan a abrir la boca.

El versículo 7 no da lugar a dudas

en la mente de todo el que haya me-morizado la sección 4 de Doctrina yConvenios de que el Señor habla so-bre la obra misional: “Sí, de cierto, decierto os digo, que el campo blancoestá ya para la siega; por tanto, metedvuestras hoces, y cosechad con todavuestra alma, mente y fuerza”.

Luego viene el mandato, tres veces,de abrir nuestra boca:

“Abrid vuestra boca y será llena, yseréis como Nefi el de antaño, que salió de Jerusalén al desierto.

“Sí, abrid vuestra boca sin cesar, yvuestras espaldas serán cargadas degavillas, porque he aquí, estoy convosotros.

“Sí, abrid vuestra boca y será llena,y decid: Arrepentíos, arrepentíos ypreparad la vía del Señor, y enderezadsus sendas; porque el reino de los cie-los está cerca” (versículos 8–10).

¿Qué diría cada uno de nosotros sidebiéramos abrir la boca tres veces? Sime lo permiten, me gustaría ofreceruna sugerencia. Primero y lo más im-portante, debemos declarar nuestracreencia en Jesucristo y en Su expia-ción. Su acto de redención bendice a toda la humanidad con el don de la inmortalidad y con la posibilidad de disfrutar del mayor de todos los dones de Dios que se da al

hombre, el don de la vida eterna.La segunda vez que abramos la bo-

ca debemos contar con nuestras pro-pias palabras el relato de la PrimeraVisión, es decir, nuestro conocimien-to de un joven de casi quince años deedad que se dirigió a una arboleda y aquien se le abrieron los cielos tras unasincera y humilde oración. Despuésde siglos de confusión, la verdaderanaturaleza de la Trinidad y las verda-deras enseñanzas de Dios se revela-ron al mundo.

La tercera vez que abramos la boca,testifiquemos del Libro de Mormón,Otro Testamento de Jesucristo. ElLibro de Mormón complementa a la Biblia al darnos una compresiónmás amplia de las doctrinas del evan-gelio de nuestro Salvador. El Libro de Mormón es la evidencia convin-cente de que José Smith es en verdadun profeta de Dios. Si el Libro deMormón es verdadero, existió unarestauración del sacerdocio. Si elLibro de Mormón es verdadero, en-tonces con el poder de ese sacerdo-cio, José Smith restauró La Iglesia de Jesucristo.

Acabo de terminar de leer el librode Alma en mi lectura actual del Librode Mormón. Casi al final del estupen-do mensaje de Alma a la Iglesia deZarahemla, él dice:

“Pues, ¿qué pastor hay entre voso-tros que, teniendo muchas ovejas, no las vigila para que no entren los lo-bos y devoren su rebaño? Y he aquí, si un lobo entra en medio de su reba-ño, ¿no lo echa fuera? Sí, y por último,si puede destruirlo, lo hará.

“Y ahora os digo que el buen pas-tor os llama; y si escucháis su voz, osconducirá a su redil y seréis sus ove-jas; y él os manda que no dejéis entrarningún lobo rapaz entre vosotros, para que no seáis destruidos” (Alma5:59–60).

El Salvador es el Buen Pastor y to-dos nosotros somos llamados a Suservicio. La oveja en el despeñaderode la entrada del cañón Provo y estaspalabras de Alma me recuerdan lapregunta que el Salvador hizo en elcapítulo 15 de Lucas: “¿Qué hombreMoscú, Rusia

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de vosotros, teniendo cien ovejas, sipierde una de ellas, no deja las noven-ta y nueve en el desierto, y va tras laque se perdió, hasta encontrarla?”(versículo 4).

Normalmente, cuando pienso en elpastoreo de ovejas, pienso en la obli-gación o en la mayordomía del pastorde hacer todo lo que pueda por todassus ovejas. Esa experiencia, no obs-tante, me recordó que se trata de laparábola de la oveja perdida, y mispensamientos se dirigieron a la situa-ción precaria de aquella oveja perdi-da, sola por completo e incapaz dedar un paso hacia arriba del desfilade-ro, e igualmente incapaz de dar lavuelta y regresar cuesta abajo. ¡Quédesesperada y desesperanzada debehaberse sentido! Totalmente incapaci-tada de rescatarse a sí misma, sólo aun paso de un desastre seguro.

Es importante que cada uno de no-sotros medite cómo se siente estarperdido, y lo que significa ser un pas-tor “espiritual” que dejaría las noventay nueve para encontrar a la que se haperdido. Esos pastores podrían reque-rir de la ayuda y la pericia del equipode búsqueda y rescate, pero ellos es-tán presentes, a la orden y escalan co-do a codo con el equipo de rescatepara salvar a quienes tienen valor infi-nito a la vista de Dios, puesto que sonSus hijos. Esos pastores responden alúltimo mandato de ser un miembromisionero que deseo compartir conustedes de Doctrina y Convenios:

“Y si acontece que trabajáis todosvuestros días proclamando el arre-pentimiento a este pueblo y me traéisaun cuando fuere una sola alma,¡cuán grande será vuestro gozo conella en el reino de mi Padre!

“Y ahora, si vuestro gozo será gran-de con un alma que me hayáis traídoal reino de mi Padre, ¡cuán grande noserá vuestro gozo si me trajereis mu-chas almas!” (D. y C. 18:15–16).

Como el pasaje de las Escriturastambién enseña, dichos pastores ex-perimentan un gozo inexpresable.Comparto mi testimonio de este hecho. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Mis queridos hermanos y her-manas: Mi corazón está rebo-sante y mis sentimientos se

enternecen al concluir esta grandiosaconferencia general.

Hemos sido ricamente bendecidosal haber escuchado el consejo y lostestimonios de los que se han dirigidoa nosotros. Creo que todos tenemosuna mayor determinación de vivir losprincipios del evangelio de Jesucristo.

Expreso mi sincero agradecimientoa cada uno de los que participaron enla conferencia, entre ellos los herma-nos que ofrecieron las oraciones.

La música ha sido excepcional.Cuán agradecido estoy por los que hansido bendecidos con talentos musica-les, que están dispuestos a compartirsus talentos con los demás. Acude a mi

mente el pasaje de las Escrituras quese encuentra en Doctrina y Convenios:“Porque mi alma se deleita en el cantodel corazón; sí, la canción de los jus-tos es una oración para mí, y será con-testada con una bendición sobre sucabeza”1.

Ruego que recordemos siempre loque hemos escuchado durante estaconferencia. Les recuerdo que losmensajes se imprimirán en los ejem-plares de Ensign y Liahona del mespróximo. Los exhorto a estudiar losmensajes y a meditar en sus enseñan-zas y, después, a aplicarlos en su vida.

Quiero que sepan lo mucho queamo y aprecio a mis devotos conseje-ros, el presidente Henry B. Eyring y el presidente Dieter F. Uchtdorf. Sonhombres de sabiduría y entendimien-to. Su servicio es de valor incalculable.Amo y doy mi apoyo a las autoridadesdel Quórum de los Doce Apóstoles.Durante esta conferencia sostuvimos a un nuevo miembro de ese Quórum.Él está completamente dedicado a laobra del Señor, y testifico que es elhombre que nuestro Padre Celestialdesea que ocupe ese puesto en estemomento.

Expreso mi amor a los miembros delos Setenta y del Obispado Presidente,quienes sirven de manera desinteresa-da y tan eficazmente. De igual manera,rindo homenaje a los oficiales genera-les de las organizaciones auxiliares. Enconformidad con nuestra norma de

Hasta que nosvolvamos a verP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O N

Ruego que recordemos siempre lo que hemos escuchadodurante esta conferencia… Los exhorto a estudiar losmensajes y a meditar en sus enseñanzas y, después, aaplicarlos en su vida.

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rotación, hemos sostenido a las pre-sidencias generales de los HombresJóvenes y de la Escuela Dominical.Esperamos con ansias trabajar conellos. Agradecemos a aquellos quefueron relevados de esos puestos en esta conferencia y que sirvieronde manera tan fiel en sus respectivosllamamientos.

Mis hermanos y hermanas, ruegoque nos esforcemos por vivir más cer-ca del Señor; que recordemos “orarsiempre, no sea que [entremos] ententación”2.

A ustedes, padres, expresen suamor a sus hijos; oren por ellos a finde que puedan soportar las maldadesdel mundo; oren para que crezcan enla fe y el testimonio; oren para quelleven una vida de bondad y de servi-cio a los demás.

Hijos, digan a sus padres lo muchoque los aman; exprésenle lo muchoque agradecen todo lo que han hechoy siguen haciendo por ustedes.

Ahora bien, una advertencia paratodos, jóvenes y mayores, hombres ymujeres. Vivimos en una época en laque el adversario se vale de todo me-dio posible para atraparnos en su redde engaños y trata desesperadamentede hacernos caer junto a él. Hay mu-chos senderos por los cuales nos tien-ta a ir, senderos que nos pueden llevara la destrucción. Los adelantos en mu-chos campos, que se pueden usar pa-ra el bien, también se pueden usarpara llevarnos apresuradamente a lolargo de esos atroces senderos.

Siento que debo mencionar uno enparticular, y es internet. Por un lado,proporciona oportunidades casi ilimi-tadas para adquirir información útil e importante; por medio de él, pode-mos comunicarnos con otras personasalrededor del mundo. La Iglesia mismatiene un sitio maravilloso en la red, lle-no de información valiosa y edificante,así como de recursos de gran valor.

Sin embargo, por otro lado —yesto es muy alarmante— están lasnoticias de la cantidad de personasque están utilizando internet parapropósitos inicuos y degradantes,siendo el ver pornografía uno de los

más prevalentes. Mis hermanos yhermanas, el participar en ello lite-ralmente destruirá el espíritu. Seanfuertes; sean limpios; eviten a todacosta este tipo de material degradan-te y destructivo, ¡no importa lo quesea! Hago esta advertencia a todos,dondequiera que estén. Quiero agre-gar, en especial para los jóvenes, queesto incluye las imágenes pornográ-ficas que se transmiten por teléfonoscelulares (móviles).

Mis amados amigos, no permitanbajo ninguna circunstancia caer en latrampa de ver pornografía, uno de losseñuelos más eficaces de Satanás. Y si ahora participan en este tipo deconducta, dejen de hacerlo ya mismo.Busquen la ayuda que necesitan parasuperarlo y cambiar el rumbo de suvida. Tomen los pasos necesarios paravolver al camino angosto y estrecho, ydespués permanezcan en él.

Que digamos, con Josué, de anta-ño: “…escogeos hoy a quién sirváis;…pero yo y mi casa serviremos aJehová”3.

Ahora bien, mis hermanos y her-manas, hemos edificado templos por

el mundo y seguiremos haciéndolo.A los que sean dignos y les sea posi-ble asistir al templo, les exhorto aque vayan con frecuencia. El temploes un lugar donde podemos encon-trar paz. Allí recibimos una renovadadedicación al Evangelio y una redo-blada determinación de guardar losmandamientos.

Qué privilegio es poder ir al templo, donde podemos sentir la influencia santificadora del Espíritudel Señor. Se brinda un gran serviciocuando se llevan a cabo ordenanzasvicarias por aquellos que han pasadomás allá del velo. En muchos casosno conocemos a las personas porquienes efectuamos la obra. No espe-ramos que nos den las gracias, ni te-nemos la seguridad de que aceptaránlo que les ofrecemos; sin embargo,prestamos servicio, y en ese procesoobtenemos lo que no se puede obte-ner de ninguna otra manera: literal-mente llegamos a ser salvadores enel monte de Sión. Así como nuestroSalvador dio Su vida como sacrificiovicario por nosotros, así también nosotros, en una pequeña medida,

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hacemos lo mismo cuando llevamosa cabo la obra vicaria en el templopor aquellos que no tienen la mane-ra de seguir adelante a menos quelos que estamos aquí en la tierra ha-gamos algo por ellos.

Estoy profundamente agradecidoporque, como Iglesia, continuamos ex-tendiendo ayuda humanitaria dondehay gran necesidad. Hemos hecho mu-cho al respecto y hemos bendecido a miles y miles de los hijos del Padreque no son de nuestra fe, al igual que a aquellos que lo son. Pensamos seguirayudando dondequiera que ésta se ne-cesite. Les expresamos a ustedes nues-tra gratitud por sus aportaciones eneste respecto.

Cuán agradecido estoy, mis herma-nos y hermanas, por la restauracióndel Evangelio en esta dispensación ypor todas las bendiciones que han lle-gado a mi vida y a la de ustedes comoconsecuencia de ello. Somos un pue-blo bendecido porque tenemos el co-nocimiento seguro de que Dios vive yde que Jesús es el Cristo.

Ruego que las bendiciones delcielo los acompañen; ruego que sushogares estén llenos de armonía yamor; ruego que constantementenutran su testimonio a fin de que sean una protección para ustedescontra el adversario.

Como humilde siervo de ustedes,deseo con todo mi corazón hacer lavoluntad de Dios y servirle a Él y austedes.

Y ahora, mis hermanos y hermanas,la conferencia ha terminado. Que alvolver a nuestros hogares, lo hagamosa salvo.

Les amo; oro por ustedes. Ruegoque en sus oraciones se acuerden de mí y de todas las AutoridadesGenerales. Hasta que nos volvamos a ver en otros seis meses, ruego quelas bendiciones del Señor estén contodos nosotros y lo hago en el nom-bre de Jesucristo, el Señor, nuestroSalvador. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 25:12.2. 3 Nefi 18:18.3. Josué 24:15.

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Me siento feliz por estar aquícon ustedes esta noche, yhumilde al pensar en lo bue-

no de ustedes. Son un panorama hermoso e inspirador. Espero que mi madre, o la hermana Dalton, mefirme la experiencia número cuatrodel valor “Conocimiento” de miProgreso Personal, pues este discur-so ciertamente debería cumplir el requisito de presentar un discursode cinco minutos sobre un principiodel Evangelio (véase El ProgresoPersonal para las Mujeres Jóvenes,folleto, 2001, pág. 35).

Amo a las jovencitas, amo a mis jovencitas y amo el programa de las

Mujeres Jóvenes. Cuando era una jo-vencita, el programa de las MujeresJóvenes y la Mutual eran parte impor-tante de mi vida. Amaba a mis amigas,las lecciones que se nos enseñaban,las conferencias de la juventud y loscampamentos.

Mis líderes me amaban y me ense-ñaron las verdades del Evangelio; fueron un segundo testigo de losprincipios del Evangelio que mis pa-dres habían enseñado. Mis padres, miobispo y mis queridas líderes de lasMujeres Jóvenes fueron “ejemplo[s]de los creyentes en palabra, conducta,amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo4:12); y yo seguí su ejemplo con gustoporque anhelaba ser como ellos.

Al pensar en la época en que erauna mujer joven, reconozco que nocomprendía la magnitud de lo que sucedía en mi vida; no me daba cuen-ta de que el participar en todas las actividades de la Iglesia me estabaayudando a establecer un modelo yun compromiso para toda la vida deseguir las enseñanzas de Jesucristo.No comprendía que se me estaba preparando para mi vida futura como persona, esposa, madre y líder. No comprendía que al tratar de escoger lo correcto, estaba hon-rando mis convenios bautismales,ejerciendo la fe, aumentando mi

Sé ejemplo de los creyentesA N N M . D I B BSegunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Las cosas pequeñas y sencillas que ustedes elijan hacer hoyse magnificarán para convertirse mañana en grandes ygloriosas bendiciones.

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERES JÓVENES2 8 d e m a r z o d e 2 0 0 9

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virtud y preparándome para ir al tem-plo. En aquel entonces no reconocíatodo ello, pero, a pasos muy peque-ños y graduales, me estaba convir-tiendo en creyente y en un “ejemplode los creyentes”.

Aunque no teníamos el programadel Progreso Personal como ustedeslo tienen hoy día, teníamos uno muysimilar. Incluía oportunidades deaprender, practicar e informar nues-tro progreso al vivir los principios delEvangelio. Hace poco tuve la ocasiónde reflexionar en mis experienciascuando mi amiga y ejemplo, la her-mana Kathy Andersen, me mostrósu “Manual de Abejitas”. Me gustaríacompartir algunos puntos del usadolibro de la hermana Andersen.

En cuanto al tema “Ama la verdad”,se les indicaba lo siguiente:

“1. Sé amable y participa en las clases.“2. Sé honrada en todos tus actos. Es

importante adquirir conocimientoen la escuela, pero también es im-portante ser honrada e íntegra yno hacer trampas. Si “pasas” las cla-ses, pero “no pasas” el examen decarácter por ser deshonesta, enton-ces no has aprendido el significadode la verdad.

“3. No digas chismes ni los escuchesdurante este mes. Procura hacer deello un hábito el resto de tu vida.

“4. Reconoce las muchas cosas bue-nas de los integrantes de tu familiay de tus amigos y diles de formasincera y genuina lo que has ob-servado. Ellos te apreciarán más.Recuerda, no “adules ni trates dehalagar” (Beehive Girl’s Handbook[Manual de Abejitas], 1967–1968,pág. 59).

Aunque lo que acabo de leer puedaparecer anticuado, encierra verdad.Las mujeres jóvenes “creyentes” de-ben ser corteses, honradas, hablar conamabilidad y ser sinceras. Estas cosaspueden parecer pequeñas y sencillas,pero el profeta Alma, del Libro deMormón, enseña: “Ahora bien, tal vez pienses que esto es locura de miparte; mas he aquí, te digo que por

medio de cosas pequeñas y sencillasse realizan grandes cosas; y en mu-chos casos, los pequeños medios con-funden a los sabios” (Alma 37:6).

Últimamente he seguido a nues-tros profetas vivientes al trabajar en elnuevo valor de la virtud del ProgresoPersonal para las Mujeres Jóvenes.Aunque eso parezca una cosa pequeñay sencilla, les testifico que la experien-cia número 3 del valor ya ha tenido ungran impacto en mi vida. La experien-cia requiere el estudio de Alma, capítu-lo 5, y luego que escribas una lista delo que harás a fin de prepararte paraentrar en el templo y recibir las bendi-ciones que nuestro Padre Celestial haprometido. (Véase Mujeres Jóvenes,Progreso Personal [agregado, 2009],pág. 3).

Al estudiar las palabras de Alma,me sentí humilde por las muchas co-sas que debo hacer para ser contadaentre el rebaño del Buen Pastor. La lis-ta que escribí en mi diario personalincluye:

“Debo escoger nacer espiritual-mente de Dios y recibir Su imagen en mi rostro [véase el versículo 14].

“Debo escoger ejercer la fe en la re-dención de Aquel que me creó [véaseel versículo 15].

“Debo escoger salir de entre los

inicuos y conservarme aparte [véaseel versículo 57].

“Debo escoger despojarme del or-gullo y ser suficientemente humildepara caminar sin culpa delante deDios [véanse los versículos 27–28].

“Debo escoger cambiar, arrepentir-me y aceptar la invitación del Señorde ir a Él y participar del fruto del ár-bol de la vida” [véase el versículo 34].

En mi diario, me comprometí a ha-cer lo siguiente; reconozco que algu-nos de ellos reflejan mis desafíospersonales.

“Leer mis Escrituras y aplicarlasmás a mi vida.

“Ser positiva y no quejarme.“Demostrar respeto y no burlarme

de los demás.“Expresar gratitud, especialmente

a las personas más cercanas a mí.“Ser más ordenada e invitar al

Espíritu en mi casa y en mi vida.“Arrepentirme, aumentar mi humil-

dad y analizar el estado espiritual demi corazón.

“Interpretando las palabras de Almapara mí misma, cambiaré; escogeréaumentar mi compromiso de ser un‘ejemplo de los creyentes’”.

Debido a que participé en esa activi-dad “pequeña y sencilla” del ProgresoPersonal, mi testimonio de los profetas

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y mi compromiso de seguir aJesucristo aumentó notablemente.Trabajar en esa meta me preparó paraser más receptiva al Espíritu la siguien-te vez que asistí a la Iglesia y al templo.Cada vez que vuelvo a leer lo que es-cribí en mi diario, siento el Espíritu yrecuerdo lo que sentía al completaresa experiencia sentada a la mesa demi cocina. El capítulo 5 de Alma esahora uno de mis capítulos preferi-dos. En verdad recibí muchas bendi-ciones al hacer de ésta mi experienciadel Progreso Personal.

Anteriormente mencioné a la hermana Andersen y su Manual deAbejitas. Ella es la esposa del élderNeil L. Andersen, de la Presidencia delQuórum de los Setenta [actualmentemiembro del Quórum de los DoceApóstoles], una madre y abuela. Meencanta la idea de que aun cuando seha mudado tantas veces, ella siempreha sabido dónde encontrar su ma-nual y su banda de logros. La herma-na Andersen ha dado su apoyo a suesposo y ha enseñado el Evangeliopor todo el mundo; además, ha sidoun ejemplo de bondad y de lo quesignifica ser mujer siendo un fielmiembro de la Iglesia.

Cuando era una niña de 11 años, lahermana Andersen ansiaba entrar enel programa de las Mujeres Jóvenes.Cuando finalmente llegó su cumplea-ños, le dieron un Manual de Abejitas.

La hermana Andersen explica:“Al comienzo del libro decía: ‘Como

Abejita, y por el resto de tu vida, esta-blece metas elevadas’ (Beehive Girl’sHandbook, pág. 12). Sabía que iba aser una gran aventura para mí. Llevémi libro a casa y de inmediato lo leíde tapa a tapa para ver las metas quedebía alcanzar durante los dos añossiguientes.

“Descubrí que había ochenta posibles metas de las cuales escoger.Entusiasmada, decidí que si me esfor-zaba podría lograr todas las metas demi libro, bueno, salvo una: ir al tem-plo… y hacer bautismos por los muer-tos (Beehive Girl’s Handbook, pág.140). No [podía] hacer bautismos por los muertos, porque no [había]un templo en Florida”.

La hermana Andersen decidió ha-blar con su padre en cuanto a la situa-ción. Su carta continúa:

“Mi padre vaciló por un breve mo-mento. No teníamos familiares quevivieran en el oeste ni ninguna otrarazón para ir a Utah. Me dijo, pensati-vo: ‘Kathy si logras todas las demásmetas de tu libro de Abejitas, te lleva-remos los 4.000 km al templo de SaltLake City para que efectúes bautis-mos por los muertos y logres tu últi-ma meta’.

“Trabajé en las metas de mi librode Abejitas durante dos años y cumplísetenta y nueve de ellas. Mi padre

trabajó durante esos dos años a fin deahorrar lo suficiente para hacer el via-je al templo. Mi padre cumplió la pro-mesa que me había hecho.

“El viaje en avión era muy caro pa-ra nuestra familia, así que viajamos enautomóvil más de 8.000 kilómetrosida y vuelta a Salt Lake City para queyo pudiera completar mi última metade las Abejitas. ¡Qué gozo sentí al en-trar en el Templo de Salt Lake y cuan-do, como representante, mi padre mebautizó por los muertos! Fue una ex-periencia que nunca olvidaré.

“Siempre estaré agradecida a mimadre y a mi padre por estar dispues-tos a hacer del templo una parte im-portante de mi vida… Con sabiduríacomprendieron que al trabajar en mismetas de las Mujeres Jóvenes mi fe sefortalecería. La fe y el sacrificio de mispadres al realizar el largo trayecto aSalt Lake City tuvo un gran impacto enmí y en las generaciones posteriores”(“I Can Complete All of the Goals—Except One”, manuscrito inédito).

Cuando era una jovencita, la her-mana Andersen se esforzó por hacerlas cosas pequeñas y sencillas que la ayudarían a llegar a ser una mujerejemplar —un “ejemplo de los cre-yentes”— y eso es lo que ella ha lle-gado a ser. Cada una de ustedes tienela misma oportunidad. Las cosas pe-queñas y sencillas que ustedes elijanhacer hoy se magnificarán para con-vertirse mañana en grandes y glorio-sas bendiciones. El vivir cada díacomo “ejemplo de los creyentes” lasayudará a ser felices y más seguras de ustedes mismas; fortalecerá su tes-timonio, las ayudará a cumplir susconvenios bautismales y las prepararápara recibir las bendiciones del tem-plo, a fin de que algún día puedan re-gresar a su Padre Celestial.

Ruego que cada una de nosotras seesfuerce por ser “ejemplo de los cre-yentes”; que vivamos el evangelio deJesucristo y hagamos todo lo que senos pide que hagamos, y que lo haga-mos con fe, no dudando nada, con uncorazón puro y virtuoso, es mi sinceray humilde oración en el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Uno de los momentos más pre-ciados de la vida de una madrees aquel en el que recibe en

sus brazos a su niñita recién nacida yse da cuenta de que ese espíritu pu-ro acaba de venir de nuestro PadreCelestial. Es un dulce recordatoriode que somos hijas de nuestro PadreCelestial y que por el hecho de aca-bar de salir de Su presencia, una cria-tura llega a la tierra pura y lista paraaprender y progresar.

Cuando asistía a la universidad, lejos de mi hogar, recibí el Día de las Madres una carta de mi propiamadre en la que relataba esta tiernaexperiencia:

“Este Día de las Madres es muy es-pecial porque he estado pensando enque ya hace veintiún años que soy tu

madre y en el gran privilegio que hasido. Sentimos que eras alguien es-pecial y te dimos el nombre de Mary.Queríamos que te mantuvieras puray bondadosa, como lo implica elnombre.

“Tu tía, que lleva tu mismo nom-bre, te quería muchísimo y te hizo unhermoso vestidito para tu bendición,[confeccionado] casi todo a mano,para que recibieras tu nombre en laprimera reunión sacramental despuésde que te llevamos a casa, siendo to-davía tan pequeñita”.

Al leer esa carta, me di cuenta deque la esperanza más grande de mimadre era que permaneciera pura y virtuosa. La virtud “es un modelo de pensamiento y conducta que sebasa en normas morales elevadas”(Predicad Mi Evangelio, 2004, pág.125). Ella sabía que la vida sería difí-cil y que el permanecer virtuosa seríaun desafío de toda la vida. Ella desea-ba que tuviera las bendiciones delEvangelio para guiarme y ayudarme a cumplir con esa meta.

Ustedes, mis queridas jovencitas, ya han tomado muchas buenas deci-siones. Ahora deben establecer mode-los de virtud que las mantendrán eneste sendero durante toda su vida.Busquen “ejemplo[s] de los creyen-tes” (1 Timoteo 4:12) que puedan estar a su lado para apoyarlas y ayu-darlas a llevar una vida de virtud.

¿Por qué el ser virtuosas es tan

importante no sólo para nuestros pa-dres terrenales, sino también paranuestro Padre Celestial? La virtud traepaz, fortaleza de carácter y felicidad enesta vida. Nuestro Padre Celestial sabíaque nos enfrentaríamos con muchasdecisiones y desafíos y que un vivir vir-tuoso nos prepararía para triunfar.

Para muchas de ustedes, el día quefueron bendecidas fue su primer pasoen el trayecto de una vida virtuosa.Su decisión de ser bautizadas, confir-madas y de recibir el don del EspírituSanto y sus esfuerzos por participardignamente de la Santa Cena y renovarsu convenio bautismal todas las sema-nas son pasos cruciales hacia adelantepara llevar una vida de virtud.

El siguiente paso en este trayectoes prepararse para ser dignas de en-trar en el templo, donde harán otrosconvenios sagrados y recibirán orde-nanzas sagradas, incluso la del matri-monio celestial. Para esto tendrán queser virtuosas.

La juventud es un tiempo decisivoen el que pueden crear modelos devirtud que les ayudarán a dar los pa-sos necesarios hacia la vida eterna.

En aquella visión tan conocida quese encuentra en 1 Nefi, capítulo 8, senos recuerda cuán difícil es permane-cer en el camino estrecho y angostoque conduce a la vida eterna. Lehi les describió a sus hijos los desafíos alos que se enfrentaron los diferentesgrupos de personas que buscaban elárbol de la vida, “cuyo fruto era desea-ble para hacer a uno feliz” (vers. 10).Ese árbol representaba el amor deDios. (Véase 1 Nefi 11:21–22.)

El primer grupo comenzó a ir porel camino estrecho y angosto, perono se aferraron a la barra de hierroque los mantendría en el sendero, yse perdieron en las tinieblas de oscu-ridad (véase 1 Nefi 8:21–23).

Algunas de esas tinieblas de oscuri-dad, o tentaciones que Satanás usa pa-ra oscurecer el camino hacia la vidaeterna, están dirigidas particularmentea las mujeres. Él hace que la castidad yla pureza moral parezcan anticuadas;él ha logrado que la maternidad parez-ca algo insignificante; él ha logrado

Una vida virtuosa,paso a pasoM A R Y N . C O O KPrimera consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

La juventud es un tiempo decisivo en el que pueden crearmodelos de virtud que les ayudarán a dar los pasosnecesarios hacia la vida eterna.

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confundir a las mujeres en cuanto a sus funciones en el plan divino del Señor.

Para atravesar estas tinieblas de os-curidad necesitamos la barra de hie-rro, que representa la palabra de Dios(véase 1 Nefi 15:23–24). Debemos es-tudiar y comprender las verdades ylos mandamientos que se encuentranen las Escrituras; debemos escucharatentamente las palabras de nuestrosprofetas modernos, cuyas enseñanzasnos brindarán guía, dirección y pro-tección. Y debemos aferrarnos a lasnormas que se encuentran en el libri-to Para la Fortaleza de la Juventud.

El segundo grupo de personas queLehi vio estaba aferrado a la barra dehierro. Avanzaron en la dirección co-rrecta y pudieron participar del frutodel árbol; saborearon la verdadera felicidad pero, lamentablemente, sufelicidad no duró mucho, ya que, cuan-do miraron a su alrededor, vieron a losque se burlaban de ellos. (Véase 1 Nefi8:24–27.) Se sintieron avergonzadosy cedieron a la presión del grupo.

Ésta es una de las mejores estrate-gias que Satanás usa con la juventud.Jovencitas, debemos estar unidas enrectitud a fin de que permanezcamosfirmes cuando los demás se burlen de nuestras acciones y creencias.

Una manera de resistir las presio-nes del mundo es “permanece[r] enlugares santos y no se[r] movidos”(D. y C. 87:8). Manténganse alejadasde las situaciones en las que posible-mente encuentren tentaciones, burlaso desdén. El cometido de permane-cer virtuosas les brindará la fortalezapara resistir la presión de los compa-ñeros. Tal como se nos aconseja enPara la Fortaleza de la Juventud:“Ten el valor de salir del cine o de unafiesta donde se muestren videos, deapagar la computadora o la televisión,de cambiar la estación de radio o dedejar de lado una revista si lo que seesté presentando no reúne las nor-mas de tu Padre Celestial” (pág. 19).

Debemos evitar el material inapro-piado de internet y de los teléfonos ce-lulares, así como la música ofensiva yel baile provocativo. Quizá sean objeto

de burlas; quizás las señalen con eldedo; quizás se encuentren solas, pe-ro por favor tengan la valentía para re-sistir estas tentaciones. ¿Qué es lo queles ayudará a avanzar y asirse constan-temente a la barra de hierro? Centrensu vida en el Salvador y cultiven hábi-tos diarios de un recto vivir.

Lleguen a conocer al Salvador y to-do lo que Él ha hecho por ustedes. Meparece interesante que cuando los deeste último grupo llegaron al árbol dela vida, se postraron; se humillaron; sedieron cuenta de que no hubieran po-dido llegar sin la ayuda del Salvador.

Recuerden que el poder purifica-dor de la Expiación hace posible queseamos virtuosas. Todos cometemoserrores, pero “tú puedes arrepentirtedebido a que el Salvador te ama y hadado Su vida por ti. “El arrepentimien-to es un acto de fe en Jesucristo… Elsacrificio expiatorio del Salvador hahecho posible que seas perdonada detus pecados. Toma la determinaciónde participar dignamente de la SantaCena todas las semanas y de llenar tuvida de actividades virtuosas que tebrindarán poder espiritual. Al hacerlo,te fortalecerás en tu habilidad para re-sistir la tentación, guardar los manda-mientos, [mantenerte limpia] y llegara ser más como Jesucristo” (MujeresJóvenes, Progreso Personal [agregado,2009], pág. 3).

Los hábitos diarios de una con-ducta recta las ayudarán a estar asi-das constantemente a la barra dehierro. Como presidencia general de las Mujeres Jóvenes hemos invita-do a las jovencitas de todo el mundoa cultivar tres hábitos diarios:

Primero, orar a su Padre Celestialpor la mañana y por la noche, todoslos días.

Segundo, leer el Libro de Mormónpor lo menos cinco minutos todoslos días.

Y tercero, ¡sonreír! ¿Por qué?Tenemos el evangelio restaurado deJesucristo, el cual nos trae verdaderafelicidad.

Ahora bien, deben recordar que noestán solas en este trayecto. Cuandofueron bautizadas y confirmadas, seles dio el don del Espíritu Santo paraguiarlas en todos los aspectos de suvida; necesitarán esa guía. Un vivir vir-tuoso “en todo tiempo, y en todas lascosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9)nos hace dignas de la compañía cons-tante del Espíritu Santo.

Quizá a veces sientan que son lasúnicas que están recorriendo este sen-dero. Del mismo modo que seres que-ridos las rodearon cuando llegaron aeste mundo, ahora hay muchas perso-nas a su alrededor que pueden seruna buena influencia para ustedes: sus padres, hermanos y hermanas,

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líderes de las Mujeres Jóvenes, amigossanos e incluso habrá “ángeles alre-dedor de vosotros, para sosteneros” (D. y C. 84:88).

Esta noche, miren a su alrededor ybusquen a aquellos que puedan ayu-darlas en este sendero; son amistadesque están asidas a la barra de hierro a pesar de lo que el mundo les diga,que conocen la palabra de Dios y laspalabras de Sus profetas y viven deacuerdo con ellas, que permanecenen lugares santos y no los afectan laspresiones del mundo, que centran suvida en el Salvador y Su sacrificio ex-piatorio, y que se esfuerzan a diariopor vivir en rectitud. Ellos son ejem-plos de los creyentes. Aprendan deellos. Y, jovencitas, ustedes pueden ser ejemplo de los creyentes paraellos y otras personas.

Permítanme contarles acerca de un brillante ejemplo llamado Hillary,una Abejita que vive en Lagos, Nigeria.Algunos de sus compañeros de clasese burlaban de sus normas, especial-mente de su ropa modesta. Tomó ladecisión de llevar siempre consigodos pequeños ejemplares de Para laFortaleza de la Juventud. Cuando al-guien la molesta, ella le entrega unode los folletos y le explica las normas

y la razón por la que las sigue. Ella sequeda con el otro ejemplar que le sir-ve como recordatorio de que debeser obediente a las normas.

Debemos unirnos y ayudarnosunas a otras a llenar nuestra vida deaquellas cosas que sean “virtuos[as],o bell[as], o de buena reputación”(Artículos de fe 1:13). Invitamos a todas las jovencitas, madres y, de he-cho, a todas las mujeres que deseenunirse a nosotras en esta causa de lavirtud, a completar las nuevas expe-riencias del Progreso Personal y elproyecto del valor de la virtud.

Hace unas semanas le pedí a mimadre de ochenta y seis años que tra-bajara junto conmigo en el valor de lavirtud. Ha sido una dulce bendiciónpara las dos. Al trabajar juntas en lasexperiencias de ese valor, ella com-partió conmigo la decisión que tomócuando era joven en la década de1930 de esforzarse por llevar una vidamás virtuosa. Hemos estudiado jun-tas pasajes de las Escrituras sobre lavirtud, “La familia: Una proclama-ción para el mundo”, e incluso Para la Fortaleza de la Juventud.Independientemente hemos escritoen nuestro diario personal acerca delas bendiciones que hemos recibido

al esforzarnos por llevar una vida vir-tuosa. Una bendición clave que am-bas reconocimos era el ser dignas deir al templo. Jovencitas, éste es su si-guiente paso.

Así como tomó 40 años para cons-truir el Templo de Salt Lake, piedra porpiedra, ustedes están edificando unavida virtuosa, paso a paso. Ustedeshan hecho convenios de ser obedien-tes; han tomado buenas decisiones.Los modelos de virtud que desarrollenahora las ayudarán a asirse continua-mente a la barra de hierro. Nunca es-tarán solas en este trayecto, porqueel Salvador siempre estará con uste-des y tienen la posibilidad de arre-pentirse. Han sido bendecidas con el Espíritu Santo para que las consue-le y las guíe. Sigan los ejemplos de los creyentes y procuren ayudar a los demás en su trayecto.

Doy testimonio de que nosotras so-mos hijas de nuestro Padre Celestial.Él nos ama y se preocupa por cadauna de nosotras, sin importar nues-tras circunstancias. Ya sea que tenga-mos dieciséis años u ochenta y seis,Su mayor deseo es que tengamos felicidad eterna. De esto testifico humildemente en el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Una de las preguntas que me ha-cen con mayor frecuencia es:“¿Cómo es que una madre que

tiene cinco hijos y sólo una hija califi-ca para ser presidenta general de lasMujeres Jóvenes?”. Mi respuesta essiempre la misma: “Es porque tengouna hija perfecta, ¡y conozco todoslos secretos de los muchachos!”. Estanoche mis hijos me han dado permi-so de revelarles uno de esos secretos,y es éste: A los jóvenes virtuosos lesatraen las jóvenes virtuosas.

Antes de salir en una misión, si alos jovencitos se les preguntara la cua-lidad principal que buscan en una jo-ven, quizás mencionarían una basada

en las normas del mundo, como “la apariencia”. Pero después de dosaños de estar en la misión, esos mis-mos jóvenes regresan a casa y hancambiado —su atención ha cambia-do— y la cualidad principal que bus-can en una compañera eterna hacambiado ¡sin que ustedes se dencuenta! Un ex misionero virtuoso sesiente atraído a una jovencita virtuo-sa, a una que tiene un testimonio deJesucristo y está comprometida a lle-var una vida de pureza.

¿Qué es lo que ha causado ese potente cambio de corazón? Estos jovencitos entienden su identidad y su papel en el plan de felicidad; han purificado su vida a fin de serguiados por la compañía constantedel Espíritu Santo; son dignos de en-trar en los santos templos del Señor;son virtuosos. Con razón en lasEscrituras se nos dice que agregue-mos “a [nuestra] fe virtud” (2 Pedro1:5), porque es cierto que “la virtudama a la virtud; la luz se allega a laluz” (D. y C. 88:40). Así como Pabloaconsejó a su joven amigo Timoteoque fuera “ejemplo de los creyentesen… pureza” (1 Timoteo 4:12), estanoche me gustaría hacer eco para ustedes de las palabras de Pablo, porque la virtud es pureza.

Como recordarán, hace casi un año

nuestra presidencia escaló una mon-taña y desplegamos una bandera do-rada pidiendo “un regreso a la virtud”.Pedimos que las mujeres jóvenes yadultas en todo el mundo se levanta-ran y brillaran como estandarte a lasnaciones (véase D. y C. 115:5). Comoresultado, se ha agregado el valor de la virtud al lema de las MujeresJóvenes y al Progreso Personal a fin de que quede “escrita en [sus] cora-zones” (Romanos 2:15). Esto ha sidoinspirado por las palabras y enseñan-zas de profetas, videntes y revelado-res, y se ha agregado para ustedes ypara su época. El presidente Boyd K.Packer dijo que “…nada de la historiade la Iglesia o de la historia del mun-do… se compar[a] con nuestra situación actual. Nada… super[a] eniniquidad la depravación que nos ro-dea actualmente” (“La única defensapura” [discurso ante los profesores dereligión del SEI, 6 de febrero de 2004).Jamás ha habido mayor necesidad devirtud y pureza en el mundo.

Al igual que los otros valores, al va-lor de la “virtud” se le ha asignado uncolor simbólico; el color de la virtudes el dorado porque el oro es puro,brilla, es suave y no es fuerte ni suma-mente llamativo; es valioso y se tieneque refinar. Si viven una vida pura yvirtuosa, ustedes serán refinadas porlas experiencias de la vida, y al confiaren el Señor (véase Proverbios 3:5) yal acercarse más a Él, Él hará que suscorazones sean como el oro. (Véasede Roger Hoffman, “Consider theLilies”.)

¿Qué significa regresar a la virtud?Estamos pidiendo un regreso a la pu-reza moral y a la castidad. La virtud espureza; la virtud es castidad. La pala-bra virtud también se ha definido co-mo “integridad y excelencia moral,poder y fuerza” (Guía para el Estudiode las Escrituras, “Virtud”; véase tam-bién Lucas 8:46). La base de una vidavirtuosa es la pureza sexual, y sin em-bargo, el mundo casi ha eliminado esadefinición. El profeta Mormón enseñóque la castidad y la virtud son “más[caras] y [preciosas] que todas las co-sas” (Moroni 9:9); van de la mano; no

Venid, y subamos almonte del Señor E L A I N E S . D A LT O NPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

Su virtud personal… les servirá para tomar las decisionesque les permitan ser dignas de entrar en el templo.

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se puede tener una sin la otra, y noso-tros “creemos en ser… virtuosos”(Artículos de Fe 1:13).

Para ser y permanecer virtuosas,deben ser fieles a su identidad divinay establecer modelos de pensamien-to y conducta basados en elevadasnormas morales (véase Predicad MiEvangelio, pág. 125). Esas normasson eternas y no cambian; las han en-señado los profetas de Dios. En unmundo en el que prevalece la idea deque la verdad no es absoluta, las nor-mas del Señor son absolutas. Se nosdan a cada uno para mantenernos sobre el sendero que lleva de regre-so a la presencia de nuestro PadreCelestial y de Su Hijo Jesucristo.

En Doctrina y Convenios, Sección25, el Señor aconseja a cada una deSus amadas hijas, a ustedes y a mí, aandar “por las sendas de la virtud”(vers. 2). Ustedes no son comunes niordinarias; son hijas de Dios. Llevanen su interior el sagrado poder decrear vida, que es uno de los máximosdones de Dios a Sus amadas hijas, ypara salvaguardar ese poder deben vi-vir las normas y permanecer virtuo-sas. Deben salvaguardar su poder conpensamientos y hechos virtuosos; alhacerlo, su familia y las generacionesvenideras serán fortalecidas y bendeci-das. Brigham Young enseñó que “lafortaleza de Sión radica en la virtud desus hijos e hijas” (Letters of BrighamYoung to His Sons, ed. por Dean C.Jessee, 1974, pág. 221).

Deben proteger su propia virtud y ayudar a los demás a estar a la altu-ra de la divinidad que llevan en su interior. En todo sentido, ustedesson guardianas de la virtud. El presi-dente David O. McKay enseñó que“la mujer debe ser la reina de su pro-pio cuerpo” (citado en “Preguntas y Respuestas: ¿Cómo puedo ayudar a mis amigos a entender la ley decastidad?”, Liahona, febrero de 2003,pág. 23). “¿No sabéis que sois templode Dios, que el Espíritu de Dios mo-ra en vosotros?” (1 Corintios 3:16).Mi pregunta para cada una de uste-des es ésta: “Si nosotras no defende-mos la virtud, ¿quién lo hará?”.

Hace poco me enteré de un grupode mujeres jóvenes de Perú que es-calaron una montaña y desplegaronsu bandera al mundo. Otro grupo de Mujeres Jóvenes y sus líderes enVirginia [Estados Unidos] escribieronsu testimonio y, al igual que las dePerú, desplegaron sus banderas almundo. He recibido fotografías demuchas de ustedes desde Californiahasta Costa Rica que han hecho elcompromiso de permanecer virtuo-sas y que dirigen al mundo en el re-greso a la virtud.

Cuando yo era una joven, mis lí-deres pidieron que escogiéramos unsímbolo que representara la vida que

viviríamos y lo que nos esforzaría-mos por llegar a ser como hijas deDios. Luego cosimos esos símbolosen nuestras bandas, las que llevába-mos puestas sobre el hombro, y que¡eran nuestras banderas personalesal mundo! Yo escogí el símbolo de larosa blanca porque las rosas se vuel-ven más y más hermosas al crecer yflorecer y escogí el color blanco porla pureza. Insto a cada una de uste-des a reflexionar en cuál sería subandera personal si pudieran dar un mensaje al mundo.

Hace unos años, mi hija y yo y dosamigas hacíamos excursionismo conmochila en una cadena montañosa de

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Wyoming. En busca de aventuras,preguntamos al guarda forestal si ha-bía un camino que pocas personasconocieran. Nos mencionó un cami-no que nos llevaría por praderas, ria-chuelos, campos de rocas, despuésun lago en estado prístino, y por fin, a nuestro destino: el Muro. ¡Nos gustó la idea! Nos dio instruccionesen cuanto al rumbo básico y dijo:“Quédense en lo alto de la montaña;no vayan a donde están los saucesporque allí es donde están los osos.Busquen los hitos que les indicarán el camino”. Los hitos son piedras api-ladas una encima de la otra para for-mar una señal que sea compatiblecon el medio ambiente.

Partimos temprano a la mañana siguiente. Caminamos un rato entrelos sauces, lo cual me puso muy ner-viosa. Luego vimos el primer hito enla ladera del monte y nos dirigimos aél. Escalamos de un hito a otro. A ve-ces parecía que estábamos perdidasporque pasaba un buen rato sin queviéramos un hito, pero luego, paranuestro alivio, volvíamos a encontrarotro y todo seguía marchando bien.Llegamos a un campo muy grande derocas y tuvimos que ayudarnos unasa otras a subir con las mochilas. Fue

difícil, pero al anochecer llegamos alhermoso y puro lago, donde acampa-mos. A todo nuestro alrededor habíabellísimos panoramas. ¡La difícil ca-minata había valido la pena!

Sin embargo, temprano a la maña-na siguiente, me despertó el rugidode un viento huracanado. Una densaniebla había descendido sobre el lagoy era casi imposible ver en ninguna di-rección. Empacamos las tiendas y lasbolsas para dormir y nos dispusimos a partir por la orilla del lago, iniciandoel ascenso hacia nuestro destino: elMuro. Nunca me había sentido tan fe-liz de llegar al Muro, de hecho, ¡asínos sentíamos todas! Nos acercamosal enorme muro de granito y ¡lo besa-mos! Habíamos llegado.

Al estar ante ustedes esta noche yhacer un llamado a las mujeres jóve-nes de la Iglesia de levantarse en elregreso a la virtud, digo, en las pala-bras de Isaías: “Venid, y subamos almonte de Jehová… y nos enseñarásus caminos, y caminaremos por sussendas” (Isaías 2:3). El sendero de lavirtud es “por el que menos se transi-ta” (véase “The Road Not Taken”, en The Poetry of Robert Frost, ed.Edward Connery Lathem, 1969, pág. 105); nos llevará por praderas,

riachuelos y lagos puros, sí, ¡y tambiénpor campos de rocas! ¡Tendremos queayudarnos y elevarnos unas a otras! Tal vez el sendero sea difícil, pero siestamos dispuestas, las recompensasserán eternas.

Al escalar, no bajen a los sauces;permanezcan en lo alto de la monta-ña. ¡Ustedes son valiosas hijas deDios!, y debido al conocimiento quetenemos de nuestra identidad divina,todo debe ser diferente para noso-tras: nuestra forma de vestir, nuestrolenguaje, nuestras prioridades y nues-tra atención. No debemos buscar laguía del mundo, y si nuestra verdade-ra identidad ha quedado opacada porerrores o pecados, podemos cambiar;podemos dar la vuelta, arrepentirnosy volver a la virtud. Podemos subir ysalir de los sauces. La expiación delSalvador es para ustedes y para mí, yÉl nos invita a cada una a venir a Él.

Al vivir una vida virtuosa, tendránla confianza, el poder y las fuerzas ne-cesarios para escalar. Serán bendeci-das con la compañía constante delEspíritu Santo. Sigan las impresionesque reciban, y obedézcanlas. Al igualque las señales en un sendero pocotransitado, el Espíritu Santo les mos-trará todas las cosas que deben hacer(véase 2 Nefi 32:5). Él enseñará y testi-ficará de Cristo, quien “marcó la sen-da y nos guió” (Jesús, en la cortecelestial”, Himnos, Nº 116).

Su virtud personal no sólo les per-mitirá tener la compañía constantedel Espíritu Santo, sino que tambiénles servirá para tomar las decisionesque les permitan ser dignas de entraren el templo para hacer y guardarconvenios sagrados y recibir las ben-diciones de la exaltación. Prepárenseespiritualmente para ser merecedo-ras de entrar en la presencia delPadre Celestial. Prepárense ahora pa-ra el templo, la montaña del Señor.Nunca permitan que la meta del tem-plo se les pierda de vista. Entren a Supresencia con pureza y virtud, y reci-ban Sus bendiciones, sí, “todos susbienes” (Lucas 12:44). Dentro de Su santa casa serán purificadas, ins-truidas e investidas de poder, y Sus

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ángeles las guardarán (véase D. y C.109:22).

Debemos saber y comprender que, como dijo Winston Churchill enun momento crítico de la SegundaGuerra Mundial: “A todo hombre [y atoda jovencita] le llega… ese momen-to especial en el que, en sentido figura-do, se le da un toquecito en el hombroy se le ofrece la oportunidad de haceralgo especial, singular para él [o ella] ysu propio talento. Qué tragedia si enese momento se encontrara[n] des-prevenido[s] o falto[s] de preparaciónpara la obra que sería su logro supremo” (véase Jeffrey R. Holland,“Santificaos”, Liahona, enero de 2001,pág. 49). Éste es un momento crítico.A ustedes se les está dando el toqueci-to en el hombro. Ahora mismo se es-tán preparando para esa obra que serásu logro supremo; se están preparan-do ahora para la eternidad.

El año pasado, cuando fui llamadapara ser la presidenta general de lasMujeres Jóvenes, en el momento en que me disponía a salir de la ofici-na del presidente Monson, él exten-dió la mano hacia un ramo de rosasblancas, tomó una del florero y me la dio. En el momento en que me dioesa bella rosa blanca, supe por qué.Recordé la época en que, siendo jo-vencita, escogí la rosa blanca comomi símbolo de pureza, mi banderapersonal. ¿Cómo lo supo el presiden-te Monson? Me llevé esa bella rosa acasa, la puse en un hermoso florerode cristal y la coloqué en una mesadonde pudiera verla todos los días.Cada día, esa rosa me recordaba laimportancia de mi propia pureza yvirtud personal, y me recordaba a us-tedes. Al crecer y florecer, su purezapersonal les permitirá ser una fuerzapara el bien y una influencia de recti-tud en el mundo. Creo firmementeque una jovencita virtuosa, guiadapor el Espíritu, puede cambiar elmundo.

Que ésta sea su meta y el deseode su corazón. Que sean bendecidasal esforzarse por permanecer virtuo-sas, es mi oración, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

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Mis queridas hermanitas: ¡quéescena tan maravillosa sonustedes! Reconozco que

más allá de este magnífico Centro deConferencias hay miles reunidas encapillas y en otros recintos de muchaspartes del mundo. Ruego la ayuda di-vina al aceptar la oportunidad de diri-girme a ustedes.

Hemos escuchado mensajes opor-tunos e inspiradores de sus líderes ge-nerales de las Mujeres Jóvenes. Ellasson mujeres excelentes, llamadas yapartadas para guiarlas y enseñarles.Ellas las aman, al igual que yo.

Ustedes han venido a esta tierraen una época gloriosa. Las oportuni-dades que tienen por delante son ca-si ilimitadas. Casi todas ustedes vivenen casas cómodas, con familias quelas aman, comida adecuada y ropasuficiente; además, la mayoría de us-tedes tiene acceso a increíbles avan-ces tecnológicos; se comunican por

teléfono celular, mensajes de texto,mensajes instantáneos, correos elec-trónicos, blogs, Facebook y mediossimilares; escuchan música en susiPODs y reproductores MP3. Desdeluego, esta lista representa sólo algu-nas de las tecnologías que tienen asu disposición.

Todo esto resulta un poco impre-sionante para alguien como yo quecreció cuando las radios eran gran-des muebles que se colocaban en elpiso y casi no existían televisores, ymucho menos las computadoras ylos teléfonos celulares. De hecho,cuando tenía la edad de ustedes, lamayoría de las líneas telefónicas erancompartidas. En nuestra familia, siqueríamos usar el teléfono, primeroteníamos que levantarlo y escucharpara asegurarnos de que ningunaotra familia estuviera usando la línea,ya que varias familias compartían lamisma línea.

Podría pasar toda la noche mencio-nando las diferencias que existen en-tre mi generación y la de ustedes. Mebasta decir que mucho ha cambiadodesde la época en que yo tenía laedad de ustedes y el presente.

Aunque éste es un período ex-traordinario en el que abundan lasoportunidades, ustedes tambiénafrontan desafíos que son propios deesta época. Por ejemplo, las mismasherramientas tecnológicas que hemencionado proporcionan oportuni-dades al adversario para tentarlas yatraparlas en su red de engaño, conla esperanza de apoderarse de sudestino.

Tengan valorP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O N

Mi ruego ferviente es que tengan el valor que se necesitapara abstenerse de juzgar a los demás, el valor para ser castas y virtuosas, y el valor para defender la verdad y la rectitud.

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Al contemplar todo lo que afron-tan en el mundo hoy, me viene a lamente una palabra que describe unatributo que todos necesitamos, pe-ro que ustedes, en este momento de su vida y en este mundo, necesita-rán de forma especial. Ese atributo es el valor.

Esta noche me gustaría hablarlessobre el valor que necesitarán en tresaspectos de su vida:

• Primero, el valor para abstenersede juzgar a los demás.

• Segundo, el valor para ser castas yvirtuosas, y

• Tercero, el valor para defender laverdad y la rectitud.

Permítanme hablar primero del valor para abstenerse de juzgar a losdemás. Quizás se pregunten: “¿Esorealmente requiere valor?”. Yo les res-pondería que creo que hay muchasocasiones cuando abstenerse de juz-gar —o de decir chismes o criticar, cosas que por cierto son similares ajuzgar— requiere un acto de valor.

Lamentablemente, hay quienessienten la necesidad de criticar o denigrar a los demás. Sin duda, ustedes se habrán encontrado conese tipo de personas y lo harán en el futuro. Mis queridas amiguitas, no existe la necesidad de preguntar-se cómo debemos comportarnos en esas situaciones. En el Sermóndel Monte, el Salvador declaró: “No juzguéis”1. Más adelante, amo-nestó: “Cesad de criticaros el uno al otro” 2. Al estar rodeadas de suscompañeras y sientan la presión del grupo para criticar y juzgar, serequerirá verdadero valor para noparticipar en ello.

Me atrevo a decir que hay jovenci-tas a su alrededor que, debido a loscomentarios hirientes y críticas queustedes han hecho, a menudo que-dan excluidas. Parece ser lo normal,en especial en esta época de su vida,ser cruel o evitar a las personas queparezcan ser diferentes o no con-cuerden con lo que nosotros o losdemás creen que deberían ser.

El Salvador dijo:“Un mandamiento nuevo os doy:

Que os améis unos a otros…“En esto conocerán todos que sois

mis discípulos, si tuviereis amor losunos con los otros”3.

La madre Teresa, una monja católi-ca que trabajó entre los pobres de laIndia casi toda su vida, dijo esta ver-dad: “Si juzgas a las personas, no ten-drás tiempo para amarlas”.

Una amiga me contó una experien-cia que tuvo hace muchos años cuan-do era una adolescente. En su barriohabía una jovencita que se llamabaSandra, quien había sufrido una lesiónal nacer, lo que le ocasionó cierta for-ma de discapacidad mental. Sandraanhelaba ser parte del grupo con lasotras muchachas, pero lucía discapa-citada y actuaba como discapacitada;la ropa nunca le quedaba a la medi-da; a veces hacía comentarios impru-dentes. Aunque Sandra asistía a lasactividades de la Mutual, la maestraera siempre la que tenía que acom-pañarla y tratar de hacerla sentirbienvenida y valorada, pues las jóvenes no lo hacían.

Entonces ocurrió algo: una nuevajovencita de la misma edad se mudó albarrio. Nancy era una muchacha agra-

dable, pelirroja, segura de sí misma ypopular que se integraba fácilmente.Todas las jóvenes querían ser sus ami-gas, pero Nancy no limitaba sus amis-tades. De hecho, se esforzó por seramiga de Sandra y asegurarse de quese la incluyera en todo. A Nancy pare-cía agradarle Sandra de verdad.

Naturalmente, las demás mucha-chas lo notaron y empezaron a preguntarse por qué nunca habíanprocurado la amistad de Sandra; aho-ra, eso no sólo parecía ser aceptable,sino deseable. Con el tiempo, empe-zaron a darse cuenta de lo que Nancyles estaba enseñando con su ejemplo:que Sandra era una valiosa hija denuestro Padre Celestial, que tenía al-go que aportar y que merecía que se le tratara con amor, bondad y unaactitud positiva.

Un año después, cuando Nancy ysu familia se mudaron del vecindario,Sandra era integrante permanente delgrupo de jovencitas. Mi amiga dijoque, desde entonces, ella y las otrasjóvenes se aseguraron de que a nadiese le excluyera, sin importar lo que lahiciera ser diferente. Habían aprendi-do una lección eterna y valiosa.

El amor genuino transforma vidas ycambia la naturaleza humana.

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Mis preciadas jóvenes hermanas,ruego que tengan el valor para abste-nerse de juzgar y criticar a las perso-nas que las rodean, así como el valorpara asegurarse de que a todas se lesincluya y se les haga sentir amadas yvaloradas.

Me referiré ahora al valor que ne-cesitarán para ser castas y virtuosas.Ustedes viven en un mundo en elque gran parte de los valores moralesse han dejado de lado, donde el peca-do se exhibe de modo descarado ydonde las asedian tentaciones paradesviarlas del sendero estrecho y an-gosto. Hay muchas voces que les di-cen que son demasiado ingenuas oque tienen un problema si todavíacreen que existe el comportamientoinmoral.

Isaías declaró: “Ay de los que a lomalo dicen bueno, y a lo bueno malo,que hacen de la luz tinieblas, y de lastinieblas luz” 4.

Se requiere gran valor para perma-necer castas y virtuosas en medio delas ideas que se aceptan en estostiempos.

Según la perspectiva del mundoactual, hay muy pocos que piensanque un joven y una joven se manten-drán moralmente limpios y puros an-tes del matrimonio. ¿Hace eso que elcomportamiento inmoral sea acepta-ble? ¡De ninguna manera!

¡Los mandamientos de nuestroPadre Celestial no están sujetos a lanegociación!

Es poderosa la cita del comenta-rista de noticias Ted Koppel, que pormuchos años fue el presentador delprograma Nightline, de la cadena te-levisiva ABC. Dijo:

“Nos hemos convencido de quelos eslogans nos salvarán. ‘Inyéctatesi tienes que hacerlo, pero usa una aguja limpia’, o ‘Disfruta del sexo cuando quieras y con quien

quieras, pero protégete…’“¡No! ¡La respuesta es no! No por-

que no esté de moda o no sea sensa-to, ni porque podrías terminar en lacárcel o morir en la sala de enfermosde SIDA, sino ¡porque está mal!

“Lo que Moisés trajo del monteSinaí no fueron las Diez Sugerencias,son mandamientos; ¡son, no eran!”5.

Mis dulces jóvenes hermanas, con-serven una perspectiva eterna. Esténalerta a cualquier cosa que pudiera ro-barles las bendiciones de la eternidad.

La ayuda para mantener la pers-pectiva correcta en estos tiempos de permisividad proviene de muchasfuentes. Un recurso valioso es subendición patriarcal; léanla con fre-cuencia; estúdienla detenidamente;déjense guiar por sus advertencias;vivan para merecer sus promesas. Siaún no han recibido su bendición pa-triarcal, planeen el momento en quela recibirán, y después atesórenla.

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Si alguna ha tropezado en su jor-nada, hay un camino de regreso. Elproceso se llama arrepentimiento.Nuestro Salvador murió para darnosa ustedes y a mí ese bendito don. El sendero puede ser difícil, pero la promesa es real: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanqueci-dos” 6, “…y no me acordaré más de[ellos]” 7.

Hace algunos años, otra PrimeraPresidencia hizo esta declaración, y laPrimera Presidencia de ustedes hoy sehace eco de ese llamado. Cito sus pa-labras: “A los jóvenes… rogamos quevivan [una vida pura], porque la vidaimpura sólo trae sufrimiento, angus-tia y problemas físicos; y en lo espiri-tual, es la senda hacia la destrucción.Cuán gloriosa es y cuán cerca a losángeles está la juventud que es pura;esa juventud experimenta gozo inex-presable aquí y dicha eterna en la vi-da venidera. La pureza sexual es laposesión más preciada; es la base de toda rectitud”8.

Ruego que tengan el valor para sercastas y virtuosas.

Mi última súplica de esta noche esque tengan el valor para defender laverdad y la rectitud. Debido a que latendencia de la sociedad de hoy estáalejada de los valores y principiosque el Señor nos ha dado, casi concerteza tendrán que defender aque-llo en lo que creen. A menos que lasraíces de su testimonio estén firme-mente arraigadas, les resultará difícilsoportar las burlas de los que cues-tionen su fe. Si su testimonio delEvangelio del Salvador y de nuestroPadre Celestial está bien cimentado,influirá en todo lo que hagan a lo lar-go de la vida. Lo que más desea eladversario es que ustedes permitanque los comentarios burlones y lascríticas contra la Iglesia les causendudas e incertidumbre. Su testimo-nio, si lo nutren constantemente, las mantendrá a salvo.

Recordemos la visión que tuvoLehi del árbol de la vida. Él vio quemuchos de los que se habían asido ala barra de hierro y habían avanzado

por el vapor de tinieblas hasta final-mente llegar al árbol de la vida y par-ticipar del fruto del árbol, “miraronen derredor de ellos, como si se hallasen avergonzados”9. Lehi se pre-guntó cuál sería la causa de su ver-güenza. Al mirar a su alrededor, vio“del otro lado del río un edificiogrande y espacioso…

“Y estaba lleno de personas, tanto

ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina; y se hallaban en actitud de estar bur-lándose y señalando con el dedo a los que… estaban comiendo [delfruto]”10.

El edificio grande y espacioso dela visión de Lehi representa a los delmundo que se burlan de la palabra

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de Dios y ridiculizan a los que laaceptan, y a los que aman al Señor y cumplen los mandamientos. ¿Quésucede con los que se avergüenzancuando se burlan de ellos? Lehi nosdice: “Y después que hubieron pro-bado del fruto, se avergonzaron a causa de los que se mofaban de ellos; y cayeron en senderosprohibidos y se perdieron”11.

Mis queridas jóvenes hermanas,con el valor de sus convicciones, rue-go que declaren junto con el apóstolPablo: “No me avergüenzo del evan-gelio, porque es poder de Dios parasalvación”12.

En caso de que se sientan incom-petentes ante la labor que las aguar-da, les recuerdo otra declaraciónconmovedora del apóstol Pablo, de lacual pueden obtener valor: “Porqueno nos ha dado Dios espíritu de co-bardía, sino de poder, de amor, y dedominio propio”13.

Para finalizar, deseo contarles el relato de una joven valiente cuyahistoria ha trascendido las edades como un ejemplo de valor en la fir-me defensa de la verdad y de la rectitud.

La mayoría de ustedes conoce elrelato del Antiguo Testamento sobreEster. Es un relato muy interesante einspirador de una hermosa joven ju-día cuyos padres habían fallecido, de-jándola a cargo de un primo mayor,Mardoqueo y de su esposa.

Mardoqueo trabajaba para el rey de Persia, y cuando el rey estaba enbusca de una reina, Mardoqueo llevóa Ester al palacio y la presentó comocandidata, advirtiéndole que no reve-lara que era judía. Ester agradó al reymás que todas las demás, y la hizo su reina.

Amán, el principal de la corte delrey, se llenaba de ira cada vez másporque Mardoqueo no se inclinabaante él ni le rendía reverencia. Comorepresalia, Amán convenció al rey, deforma un tanto astuta, de que había“un pueblo” en todas las 127 provin-cias del reino cuyas leyes eran dife-rentes a las de los demás, que noguardaban las leyes del rey y que

debían ser destruidos14. Sin mencio-nar el nombre de ese pueblo al rey,Amán naturalmente se refería a los judíos, entre ellos a Mardoqueo.

Con el permiso del rey para aten-der el asunto, Amán envió cartas a losgobernadores de todas las provincias,y les mandó “destruir, matar y exter-minar a todos los judíos, jóvenes y an-cianos, niños y mujeres… en el díatrece del mes duodécimo”15.

Por medio de un siervo,Mardoqueo informó a Ester del decre-to en contra de los judíos, y le pidióque fuera a suplicar al rey por su pue-blo. Al principio Ester vaciló y le re-cordó a Mardoqueo que era contra laley que cualquiera entrara al patiocentral del rey sin ser llamado. El re-sultado sería la pena de muerte, a me-nos que el rey extendiera su cetro deoro para dejar vivir a la persona.

La respuesta de Mardoqueo a laduda de Ester fue franca. Él le contes-tó de esta manera:

“No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otrojudío.

“Porque si callas absolutamente eneste tiempo… tú y la casa de tu padrepereceréis”16.

Y luego añadió esta curiosa pre-gunta: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”17.

Como respuesta, Ester le pidió a Mardoqueo que reuniera a todoslos judíos que pudiera y les solicitaraque ayunaran tres días por ella, y queella y sus doncellas harían lo mismo.Ella declaró: “…entraré a ver al rey,aunque no sea conforme a la ley; y siperezco, que perezca”18. Ester habíacobrado valor y permanecería firmee inmutable por lo que era justo.

Preparada física, emocional y espi-ritualmente, Ester entró en el patiointerior de la casa del rey. Cuando elrey la vio, extendió el cetro de oro yle dijo que le otorgaría cualquier pe-tición que tuviera. Ella invitó al rey aun banquete que había preparado y,durante ese banquete, ella le dio aconocer que era judía. También ex-puso la conspiración encubierta deAmán para exterminar a todos los

judíos del reino. La súplica de Esterpara salvar su vida y la de su pueblofue concedida19.

Mediante el ayuno, la fe y el valor,Ester salvó a una nación.

Es probable que a ustedes no se lespida arriesgar su vida para defendersus creencias como lo hizo Ester. Sinembargo, es muy posible que se en-cuentren en situaciones que requie-ran gran valor para defender la verdady la rectitud.

Les reitero, mis queridas jóveneshermanas, que aunque siempre hahabido desafíos en el mundo, muchosde los que ustedes afrontan son ex-clusivos de esta época; pero ustedesson algunas de las hijas más fuertesde nuestro Padre Celestial y Él las hareservado para venir a la tierra “paraesta hora”20. Con la ayuda de Él, ten-drán el valor de afrontar lo que venga.Aunque en ocasiones el mundo parez-ca oscuro, ustedes tienen la luz delEvangelio que será como un faro paraguiar su camino.

Mi ruego ferviente es que tenganel valor que se necesita para abste-nerse de juzgar a los demás, el valorpara ser castas y virtuosas, y el valorpara defender la verdad y la rectitud.Al hacerlo, serán “ejemplo de loscreyentes”21 y su vida estará llena deamor, paz y gozo. Que así sea, misqueridas jóvenes hermanas, lo ruegoen el nombre de Jesucristo, nuestroSalvador. Amén. ■

NOTAS1. Mateo 7:1.2. D. y C. 88:124.3. Juan 13:34–35.4. Isaías 5:20.5. Véase Ted Koppel, discurso de graduación

de Duke University, 1987.6. Isaías 1:18.7. Jeremías 31:34.8. Véase Liahona, enero de 1990, pág. 39.9. 1 Nefi 8:25

10. 1 Nefi 8:26–27.11. 1 Nefi 8:28.12. Romanos 1:16.13. 2 Timoteo 1:7.14. Ester 3:8.15. Ester 3:13.16. Ester 4:13–14.17. Ester 4:14.18. Ester 4:16.19. Véase Ester 5–8.20. Ester 4:14.21. 1 Timoteo 4:12.

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Se dirigen a nosotrosHagamos de la conferencia parte de nuestra vida

¿Qué harás para que las enseñanzas de la conferencia general for-men parte de tu vida y de la de tus familiares? Haz planes para utilizar algunas de estas declaraciones y preguntas como punto

inicial para el análisis o la meditación personal.Asimismo, lee, escucha o mira los discursos de la conferencia gene-

ral en línea en Gospel Library, en www.generalconference.lds.org o mira y comparte secciones en www.mormonmessages.org.

Para los niños• “Mis queridos hermanos y her-

manas, no teman. Sean de buen áni-mo. El futuro es tan brillante comosu fe. Declaro que Dios vive y que Él escucha y contesta nuestras ora-ciones. Su Hijo Jesucristo es nuestroSalvador y Redentor. Nos esperan las bendiciones del cielo”. —Presidente Thomas S. Monson(Véase la pág. 89.)

• “Ustedes y yo podemos empren-der hoy el camino del discipulado.Seamos humildes, oremos al PadreCelestial con todo nuestro corazón y expresemos nuestro deseo de

acercarnos a Él y aprender de Él”. —Presidente Dieter F. Uchtdorf(Véase la pág. 75.)

• “Por el poder del Espíritu Santosé con claridad perfecta e indudableque Jesús es el Cristo, el Amado Hijode Dios”. —Élder Neil L. Andersen(Véase la pág. 78.)

• “Nunca están perdidos si puedenver el templo. El templo será una guíapara ustedes y su familia en un mun-do lleno de caos”. —Élder Gary E.Stevenson (Véase la pág. 101.)

• “¿Soy un ejemplo de respeto enmi hogar en la forma en la que tratoa las personas a quienes más quie-ro?… El respeto por los demás y lareverencia hacia Dios van de la ma-no”. —Margaret S. Lifferth (Véase lapág. 11.)

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Para los jóvenes• Al hablar acerca

de internet, el presi-dente Thomas S.Monson dijo: “…pro-porciona oportunida-des casi ilimitadas paraadquirir información útile importante”. A la vez,amonestó a aquellos que utili-zan el internet para “propósitos inicuos y degradantes” que “literal-mente destruirá[n] el espíritu”.(Véase la pág. 112.)

• ¿Qué deberías estar haciendo encalidad de compañero menor en laorientación familiar? ¿Qué debes ha-cer si uno de tus amigos se empieza aapartar de la Iglesia? Leelo que el presidenteHenry B. Eyring dijo encuanto a estas situacio-nes. (Véase la pág. 63.)

• “Alguien ha llamadoa esta época la genera-ción del ‘yo’; una épocade egoísmo en la que to-dos parecen preguntar,

‘¿Qué gano yo?’, dijo elélder Dallin H. Oaks.Pero, agregó lleno deesperanza: “Como gru-po, los Santos de los

Últimos Días son singu-lares… en la medida que

prestan servicio desintere-sado”. (Véase la pág. 93.)

• “No se puede buscar un testi-monio en internet. No se puede en-viar la fe por mensajes de texto”, diceel élder M. Russell Ballard. Explicaque no existe tecnología nueva paraobtener un testimonio; prosigue en-tonces a decir cuál es el proceso.(Véase la pág. 31.)

• ¿A qué clase de jo-vencitas se sienten real-mente atraídos losjovencitos? La hermanaElaine S. Dalton revelauno de los “secretos”ocultos de los jóvenes, yhabla en cuanto al re-greso al valor de la vir-tud. (Véase la pág. 120.)

Para los adultos• Lea el relato del obispo del presi-

dente Henry B. Eyring. ¿Cómo de-mostró amor y prestó servicio a losdemás? ¿Cómo puede la familia de us-ted seguir ese ejemplo? Hable sobrealgunas cosas específicas que puedehacer para prestar servicio a los de-más. (Véase la pág. 23.)

• El presidente Dieter F. Uchtdorfhabló en cuanto a la lección de labombilla eléctrica. ¿Cuál fue la leccióndel ejemplo que dio? ¿En qué formase aplica esa lección a la vida de us-ted? (Véase la pág. 59.)

• El élder L. Tom Perry enseñó:“Estamos perdiendo una oportunidad

invaluable de hacer crecer a laIglesia cuando esperamos que losmisioneros de tiempo completoamonesten a nuestro prójimo envez de hacerlo nosotros mismos”.Mediten en cuanto a quién podrí-an dar a conocer el Evangelio.¿Cómo pueden compartir sutestimonio con esa perso-na? (Véase la pág. 109.)

• El élder Russell M.Nelson describió las lec-ciones que podemosaprender de la forma en que oró el Salvador.¿Cómo podría usted

mejorar sus propias oraciones basán-dose en el ejemplo que Él dio? (Véasela pág. 46.)

• El élder Robert D. Hales enseñó:“…el apetito de poseer cosas munda-nas sólo se puede superar si nos vol-vemos al Señor. El hambre de laadicción sólo se puede reemplazarcon nuestro amor por Él”. Reflexioneen las ocasiones en las que ha sentidoel amor del Salvador. ¿En qué formases más fuerte que el hambre o las ca-rencias que sentimos en la vida?(Véase la pág. 7.)

• Después de que habló so-bre el poder de los convenios yde las ordenanzas del templo, elélder David A. Bednar extendióvarias invitaciones al final de sudiscurso. ¿Cuál se aplica a us-ted? ¿Qué hará al respecto?(Véase la pág. 97.) ■

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Í N D I C E D E L O S R E L AT O S D E L A C O N F E R E N C I AA continuación figura una lista de experiencias que se han seleccionado de los discursos de la

conferencia general, las cuales se pueden utilizar en el estudio personal, la noche de hogar y otro tipo de enseñanza. El número indica la primera página del discurso.

Discursante

Élder Robert D. Hales

Élder Allan F. Packer

Élder D. Todd Christofferson

Presidente Henry B. Eyring

Élder M. Russell Ballard

Élder Quentin L. Cook

Élder Rafael E. Pino

Élder Richard G. Scott

Obispo Richard C. Edgley

Élder Claudio R. M. Costa

Presidente Dieter F. Uchtdorf

Presidente Henry B. Eyring

Presidente Thomas S. Monson

Élder Steven E. Snow

Barbara Thompson

Presidente Thomas S. Monson

Ann M. Dibb

Relato

La hermana Hales decide no comprar un vestido por no tener los recursos para hacerlo y, más tarde, decide no comprar un abrigo que no necesita (7).

El joven élder Packer oye la voz de su entrenador por encima del ruido de la multitud (17).

Una familia de Perú pierde todas sus pertenencias en un terremoto,pero permanece firme y alegre (19).

El obispo del presidente Eyring presta servicio a los demás a pesar de tener problemas de salud (23).

El élder Ballard decide ser vendedor de una cierta marca de automóvil a pesar de que su padre le aconsejó que no lo hiciera (31).

Charles Dickens tiene una buena impresión de los emigrantes Santos de los Últimos Días (34).

Se ahoga la hijita de tres años de la familia Álvarez, pero encuentran consuelo en los convenios del templo (41).

Tras la muerte de dos de sus hijos, el élder Scott y su esposa hallan consuelo en las promesas del templo (43).

El especialista de empleos del barrio ayuda a los miembros a encontrar trabajo (53).

El quórum de élderes ayuda a un miembro a iniciar su propio negocio (53).

Un matrimonio presta servicio y permanece fiel en la Iglesia a pesar de enfrentarse a muchos desafíos (56).

Se estrella un avión debido a que la tripulación se distrae por motivo de una bombilla fundida (59).

Ante el peligro mortal, los soldados protegen a sus compañerosheridos (63).

En la ciudad de Nueva York, una mujer ora para recibir a los misioneros y recibe una visita de ellos (67).

Un integrante de la banda escolar enferma, pero sana al recibir una bendición del sacerdocio (67).

Robert Gardner Jr. sobrelleva el cambio y la adversidad durante su vida (81).

La hermana Thompson recibe la ayuda de los miembros de su barrio después de que se cae un árbol de su casa (83).

Los bisabuelos del presidente Monson pierden a su hijo durante el trayecto al Valle del Lago Salado (89).

Un hombre ciego desea recibir una bendición del sacerdocio (89).

Una mujer soporta tribulaciones al viajar de la Prusia Oriental aAlemania Occidental (89).

Una jovencita completa las ochenta metas que se especifican en el manual de Abejitas, incluso un viaje al templo (114).

Temas

deudas, administración derecursos, vivir providente

Espíritu Santo, revelación

fe, fortaleza espiritual

adversidad, servicio

albedrío, experiencia, fe,aprendizaje

ejemplo

adversidad, Expiación, consuelo,muerte, fe, esperanza

adversidad, niños, muerte,esperanza, sellamiento

caridad, sacerdocio,autosuficiencia

sacerdocio, autosuficiencia,servicio

adversidad, dedicación, deber, fe

deber, prioridades, tentación

valor, deber, servicio

oración

sacerdocio

cambio, desafíos, fe

bondad, servicio

adversidad, muerte,perseverancia, fe, pioneros

sacerdocio

adversidad, fe

metas, obediencia, obra deltemplo

Page 133: Liahona Mayo 2009

Las lecciones delSacerdocio deMelquisedec y de la

Sociedad de Socorro que seimpartan el cuarto domingodel mes se deben concentraren las “Enseñanzas para nues-tra época”. Cada lección sedeberá preparar en base auno o más discursos pronun-ciados durante la conferenciageneral más reciente. Los pre-sidentes de estaca y de distri-to elegirán los discursos quedeban utilizarse o podránasignar esa responsabilidad alos obispos y a los presidentesde rama. Los líderes deberánresaltar la importancia de quelos hermanos del Sacerdociode Melquisedec y las herma-nas de la Sociedad de Socorroestudien los mismos discursosel mismo domingo.

Se insta a las personas queasistan a las lecciones delcuarto domingo a estudiar yllevar a la clase el ejemplar dela revista de la conferencia general más reciente.

Sugerencias para preparar

una lección basada en los

discursos

Ore para que el EspírituSanto esté con usted a medidaque estudie y enseñe el (los)discurso(s). Es probable quese sienta tentado(a) a preparar

la lección utilizando otros ma-teriales; sin embargo, los discursos de la conferenciaconstituyen el curso de estu-dio aprobado. La asignaciónque usted ha recibido es la de ayudar a otras personas aaprender el Evangelio y a vivir-lo, tal como se enseñó duran-te la más reciente conferenciageneral de la Iglesia.

Estudie el (los) discurso(s)buscando los principios y ladoctrina que satisfagan las ne-cesidades de los miembrosde la clase. Asimismo, busqueen el (los) discurso(s) relatos,referencias de las Escrituras y declaraciones que le sirvande ayuda para enseñar esasverdades.

Haga un bosquejo de laforma de enseñar los princi-pios y la doctrina; en ese bos-quejo se deberán incluirpreguntas que hagan que losmiembros de la clase:

• Busquen los principios y la doctrina en el (los)discurso(s).

• Piensen en el significadode dichos principios ydoctrina.

• Compartan lo que entien-den, así como ideas, expe-riencias y testimonios.

• Apliquen esos principios yesa doctrina en su vida. ■

Enseñanzas para nuestraépoca

Meses

De mayo de 2009 a octubre de 2009

De noviembre de 2009 a abril de 2010

Materiales para las lecciones delcuarto domingo

Discursos publicados en la revista Liahona demayo de 2009*

Discursos publicados en la revista Liahona denoviembre de 2009*

*Estos discursos están disponibles (en muchos idiomas) en www.lds.org.

Presidencias Generales de las Organizaciones Auxiliares

David L. BeckPresidente

Larry M. GibsonPrimer Consejero

Adrián OchoaSegundo Consejero

Russell T. OsguthorpePresidente

David M. McConkiePrimer Consejero

Matthew O. RichardsonSegundo Consejero

Julie B. BeckPresidenta

Silvia H. AllredPrimera Consejera

Barbara ThompsonSegunda Consejera

Elaine S. DaltonPresidenta

Mary N. CookPrimera Consejera

Ann M. DibbSegunda Consejera

Cheryl C. LantPresidenta

Margaret S. LifferthPrimera Consejera

Vicki F. MatsumoriSegunda Consejera

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

HOMBRES JÓVENES

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Los miembros de laIglesia alrededor delmundo participaron vía

internet, radio, televisión y sa-télite durante la conferenciageneral número 179 que sellevó a cabo los días 4 y 5 deabril de 2009.

Durante la conferencia,que se transmitió en noventay cuatro idiomas, la PrimeraPresidencia anunció el llama-miento de un nuevo miem-bro del Quórum de los DoceApóstoles, de un nuevomiembro de la Presidencia

de los Setenta y de nuevosmiembros de los Setenta.Anunció, además, la reorga-nización de las presidenciasgenerales de los HombresJóvenes y de la EscuelaDominical. (La lista de las personas sostenidas y re-levadas se encuentra en lapágina 27.)

El élder Neil L. Andersen,miembro de más antigüedadde la Presidencia de los Setenta, fue llamado al Quó-rum de los Doce Apóstolespara llenar la vacante que se

produjo al fallecer el élderJoseph B. Wirthlin (1917–2008) en diciembre del añopasado. (Véase la biografíaen la página 133.)

El élder Donald L.Hallstrom, de los Setenta, fuellamado a la Presidencia delos Setenta. (Véase la biogra-fía en la página 134.)

Se llamó a seis hombres aservir en el Primer Quórumde los Setenta; ellos son losélderes Mervyn B. Arnold, del Segundo Quórum de losSetenta (véase la biografía del

élder Arnold en la revistaLiahona, mayo de 2003),Yoon Hwan Choi, Brent H.Nielson, Dale G. Renlund,Michael T. Ringwood yJoseph W. Sitati (véanse lasbiografías comenzando en lapágina 135).

Se llamó a siete hombrespara servir en el SegundoQuórum de los Setenta (véan-se las biografías comenzandoen la página 137), se relevó atreinta y ocho Setentas deÁrea y se llamó a cuarentanuevos Setentas de Área. ■

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NOTICIAS D E L A I G L E S I A

Se sostiene a nuevos líderes en la conferencia general

Page 135: Liahona Mayo 2009

Durante los dieciséis añosque el élder Neil LindenAndersen ha servido

como Autoridad General, amenudo ha escuchado al pre-sidente Monson enseñar que“a quien el Señor llama, elSeñor califica” (Thomas S.Monson, citando a Harold B.Lee, “El que honra a Dios,Dios le honra”, Liahona, ene-ro de 1996, pág. 56). Ahoramás que nunca, el élderAndersen se está aferrando aesas palabras.

El élder Andersen, que ha

estado sirviendo como el pre-sidente de más antigüedad delos Setenta, explica: “Nadieestá preparado para un llama-miento como éste. Es unagran responsabilidad y mesiento muy inadecuado paraello. Ruego que el Señor mehalle lo suficientemente hu-milde y moldeable a fin deque pueda forjarme en lo quedebo llegar a ser”.

El élder Andersen, que na-ció el 9 de agosto de 1951 enLogan, Utah, E.U.A., hijo deLyle P. y Kathryn Andersen,

reconoce que los años que tra-bajó al lado de su familia fuecuando aprendió valores im-portantes. “En una pequeñagranja familiar, toda la familiapone de su parte. Es una ben-dición aprender de pequeñoque el trabajo es una partemuy satisfactoria de la vida”.

A la edad de 19 años, el él-der Andersen fue llamado aservir en una misión aFrancia, en donde la profundadevoción de los miembros yel poder de conversión delLibro de Mormón fortalecie-ron su creciente testimonio.

Tras regresar de la misión,el élder Andersen se distin-guió en la UniversidadBrigham Young, en donde sele otorgó la mención honorí-fica Hinckley y fue elegido vi-cepresidente de la asociaciónde alumnos.

Fue allí que el élderAndersen conoció a la perso-na que tendría quizás la ma-yor influencia en su vida, sufutura esposa, Kathy SueWilliams, y se casaron en elTemplo de Salt Lake el 20 demarzo de 1975.

“Cuando me casé conella”, dice con tierna sonrisael élder Andersen, “las nor-mas de mi vida se elevaron

drásticamente: ser absoluta-mente constante con la ora-ción y el estudio de lasEscrituras, guardar los man-damientos con precisión. Suinfluencia en mí y en mis hi-jos es fenomenal. Ella tieneuna fe pura y disciplinada”.

Luego de graduarse deBYU en 1975, el élderAndersen recibió una maes-tría en Administración deEmpresas en la UniversidadHarvard en 1977. Él y Kathyregresaron al pueblo natal de Kathy en Florida, en don-de se dedicó a sus interesesempresariales en la publici-dad, el desarrollo de bienesraíces y la asistencia médica.Posteriormente sirvió comopresidente de la EstacaTampa, Florida.

En 1989, a la edad detreinta y siete años, el élderAndersen recibió el llama-miento de regresar a Francia,esta vez como presidente dela Misión Francia Bordeaux.“Nuestros cuatro hijos pe-queños fueron muy valientesal enfrentar una nueva cultu-ra y un nuevo idioma, y vi-mos de cerca la mano delSeñor en la edificación de Sureino”, dice él.

El élder Andersen fue

Élder Neil L. AndersenDel Quórum de los Doce Apóstoles

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llamado al Primer Quórum delos Setenta en abril de 1993, a la edad de cuarenta y unaños. Incluyendo los añosque sirvió como presidentede misión, ha servido diez delos últimos veinte años fuerade los Estados Unidos enasignaciones de la Iglesia.“Nos ha encantado la gentetan maravillosa de la Iglesia al-rededor del mundo”, dice él.“La fe, la devoción y el testi-monio que se aprecian en to-do país han sido un brillanteejemplo para nosotros”.

Durante cuatro años, el él-der y la hermana Andersen vi-vieron en Brasil, y allí vieronflorecer la obra del Señor co-mo nunca antes, e hicieronamigos de toda la vida en uncontinente nuevo. Más adelan-te, el élder Andersen ayudó alos Doce en la supervisión deMéxico y Centroamérica.Mientras servía en las OficinasGenerales de la Iglesia, dirigióel Departamento de AyudasVisuales de la Iglesia, supervi-sando la filmación de Los tes-tamentos de un rebaño y unPastor y el desarrollo inicial deMormon.org en 2001.

El élder Andersen reconoce

con agradecimiento que él ha tenido la extraordinariaoportunidad de aprender bajo la tutela de la PrimeraPresidencia y de los Doce du-rante estos últimos dieciséisaños. “El presidente Monsonha sido un maravilloso maes-tro para mí y para muchaspersonas más, al enseñarnosa servir a los demás como loharía el Salvador”, dice él.“Constantemente ha recalca-do que no existe mayor gozoque saber que uno ha sido uninstrumento en las manos delSeñor para contestar una ora-ción sincera”.

Aunque se ha sentido muyhumilde por su llamamiento al santo apostolado, en la con-ferencia general el élderAndersen expresó su firmetestimonio del Salvador. “Meresulta reconfortante saber”,dijo él “que en el requisito pa-ra el santo apostolado en elque no hay flexibilidad alguna,el Señor me ha bendecidomuchísimo. Por el poder delEspíritu Santo sé con claridadperfecta e indudable que Jesúses el Cristo, el Amado Hijo deDios” (“Venid a Él”, Liahona,mayo de 2009, pág. 78). ■

El servicio que el élderDonald LarryHallstrom, de la

Presidencia de los Setenta, hadado a la Iglesia, ha combina-do su testimonio bien cimen-tado con una afinidad de todala vida por los pueblos y lasculturas del mundo.

El élder Hallstrom nacióen Honolulú, Hawai, E.U.A.,el 27 de julio de 1949, hijo deJames y Betty Jo LambertHallstrom, y creció con ricasexperiencias multiculturales.Sus amigos eran de China,Japón, Corea, Filipinas,Samoa y Tonga. “Todos com-partíamos distintas comidas ytradiciones, y todos las acep-tábamos”, recuerda él.

A la edad de cinco años es-cuchó al presidente David O.McKay (1873–1970) hablar enel Tabernáculo de la EstacaHonolulú. “Cuando la congre-gación cantó ‘¿Quién sigue alSeñor?’ (“¿Quién sigue alSeñor?”, Himnos, Nº 170), yoquería levantarme y decir:¡Yo! ¡Yo lo seguiré!’”, dice él.Más adelante llegó a ser elpresidente de esa estaca.

Luego de servir en laMisión Inglaterra Central de1969 a 1971, el élderHallstrom asistió a laUniversidad Brigham Youngen Provo, Utah, en donde co-noció a Diane Clifton, deAlberta, Canadá. Se casaronen el Templo de Cardston,Alberta, el 22 de julio de1972, y tienen cuatro hijos. Elélder Hallstrom recibió su li-cenciatura en Economía y re-gresó a Hawai, en donde fuepresidente de una empresade consultoría de bienes raíces.

En abril de 2000, el élderHallstrom fue llamado alPrimer Quórum de losSetenta; ha servido en laPresidencia del Área AsiaNorte y en fecha más recienteen el Área Asia, que abarcaChina, India y 23 países más,y la mitad de la población dela tierra.

Al élder Hallstrom lo con-mueven profundamente lossantos pioneros que viven enla vasta región que abarca laIglesia, muchos de los cualeshacen largos viajes para ir altemplo más cercano.

“Continuamente me inspi-ran la fe y el valor de los quese levantan por encima de sucultura terrenal y aceptan lacultura del Evangelio”, diceél. “Es extraordinario ver a laspersonas establecer elEvangelio en su propia vida yen su propia familia”. ■

Élder Donald L. HallstromDe la Presidencia de los Setenta

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El élder Yoon HwanChoi, de los Setenta, dice que fueron dos jó-

venes de 14 años los que lle-varon a su familia a la Iglesiarestaurada.

El élder Choi nació el 18de mayo de 1957, hijo deDong Hun Choi y Jeung SoonLee. Su padre permitió que elélder Choi y sus hermanos es-cogieran la religión cristianaque quisieran, pero a menu-do, durante la cena, hablabanacerca de sus diferentes cre-encias. Su padre quería cam-biar esa situación; entonces,impresionado por la religiónmormona del hermano de ca-torce años del élder Choi, lafamilia escuchó a los misione-ros. Después de aprenderacerca de José Smith, otro jo-ven de 14 años, todos ellos sebautizaron.

Mientras crecía, el élderChoi soñó con ser general enel ejército coreano. Cuandosu obispo le pidió que dieraun discurso acerca de la pre-paración para una misión, elélder Choi le dijo que no, porlo que otro joven habló sobre

el tema, y al élder Choi lo in-vadió un sentimiento de cul-pabilidad.

“El Espíritu Santo me dijoque debía servir en una mi-sión”, dice él. Se preparó ysirvió dos años como misio-nero, interrumpido a la mitadpor tres años de servicio mili-tar obligatorio. Hasta la fecha,el élder Choi dice que él y suesposa, Bon Kyung Koo,“nunca rechazan nada quevenga del Señor”.

El élder Choi terminó su li-cenciatura en Administraciónde Información Empresarialen BYU—Hawai en 1988 y sumaestría en Gestión de Siste-mas y Educación Empresaria-les en la Universidad UtahState en 1989. Fue instructoren ambas universidades, ge-rente de ventas y director deinversiones de una empresade capital de riesgo. Tambiénfue gerente regional de Asuntos Temporales de laIglesia en Corea.

El élder Choi y su esposanacieron y se criaron en Seúl,Corea. Se casaron el 25 deseptiembre de 1982, y fueronsellados un año después en el Templo de Laie, Hawai.Tienen tres hijos. Antes de su llamamiento al PrimerQuórum de los Setenta, el él-der Choi sirvió como conseje-ro en un obispado, obispo,miembro del sumo consejo,presidente de misión de esta-ca, consejero en la presiden-cia de estaca, presidente deestaca y Setenta de Área. ■

El élder Brent HatchNielson, de los Setenta,dice que el lema de su

familia ha sido la admonicióndel Salvador: “…buscad pri-meramente el reino de Dios ysu justicia, y todas estas cosasos serán añadidas” (Mateo6:33).

Él dice que ese pasaje delas Escrituras “define cómonos sentimos acerca de nues-tra vida. Cuando se hacenesas cosas primero, todo lodemás se resuelve de algunamanera”.

Cuando tenía 27 años, elélder Nielson fue llamado aser obispo. A la edad de 30años, fue llamado a la presi-dencia de la estaca y sirvió endiferentes puestos en la presi-dencia de estaca durante 20años mientras crecían sus seis hijos.

“Nuestro mayor amor sonnuestros hijos”, dice MarciaAnn Bradford Nielson, esposadel élder Nielson. “Ademásdel Evangelio, nuestros hijosson lo que más felicidad nos dan”.

La hermana Nielson dice

que aunque su esposo ha tenido muchas responsabili-dades, ha sido un padre in-creíble. “Él siempre se tomóel tiempo para estar con sushijos”, dice ella. Algunas delas actividades favoritas de la familia han sido viajar y pasear en lancha.

Ella y el élder Nielson secasaron en junio de 1978 enel Templo de Salt Lake. La fa-milia vivió treinta años enTwin Falls, Idaho, E.U.A.

El élder Nielson es hijo deNorman y Lucille Nielson; na-ció en Burley, Idaho, el 8 dediciembre de1954. “Fui criadopor padres maravillosos”, diceel élder Nielson.

Antes de ser llamado al Primer Quórum de losSetenta, el élder Nielson sir-vió como misionero de tiem-po completo en Finlandia,presidente de HombresJóvenes de barrio, miembrodel sumo consejo y Setentade Área en el Área Idaho.

El élder Nielson recibió sulicenciatura en Inglés en laUniversidad Brigham Youngen 1978, y en 1981 recibió sudoctorado en Derecho en laUniversidad de Utah. A partirde 1985 ha ejercido la aboga-cía y ha sido socio de un despacho jurídico. ■

Élder Yoon Hwan ChoiDe los Setenta

Élder Brent H. NielsonDe los Setenta

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El élder Dale GunnarRenlund aprendió des-de temprana edad que

nada es más importante queseguir al Señor. Sus padres,Mats y Mariana Renlund, leenseñaron ese principio a tra-vés de su ejemplo. Ellos seconocieron en Estocolmo,Suecia, poco después de concluir la Segunda GuerraMundial, y querían casarse,pero sólo en el templo.Dejaron sus hogares enFinlandia y Suecia y emigra-ron a Utah, en donde se sella-ron en el Templo de SaltLake.

El élder Renlund nació el13 de noviembre de 1952 enSalt Lake City, Utah, E.U.A., yfue criado en un hogar en elcual se valoraban las bendicio-nes recibidas al seguir el con-sejo del Señor. También fuebendecido al vivir dos vecesen el país de origen de sus padres: una vez cuando su padre, que era carpintero, fuellamado a Suecia a servir enuna misión de construcciónpara la Iglesia, y varios añosdespués como misionero de

tiempo completo para laIglesia en Suecia.

El élder Renlund conocióa su esposa, Ruth Lybbert, ensu barrio. En junio de 1977fueron sellados en el Templode Salt Lake. Ellos, junto consu hija, han formado una fa-milia muy unida que trabaja,juega y da servicio junta.

“Nos encanta hacer cosascomo familia”, explica el élderRenlund. “Todo lo que hace-mos tiene ese objeto. Si juga-mos al golf, jugamos los tres y compartimos el mismo puntaje”.

El élder Renlund recibiósu licenciatura y su doctoradoen Medicina en la Universidadde Utah, y completó su capa-citación en Medicina Internay Cardiología en laUniversidad John Hopkins.En calidad de maestro, inves-tigador y médico clínico hadedicado su carrera médica ala subespecialidad de la insu-ficiencia cardíaca y los tras-plantes.

Antes de ser llamado a ser-vir en el Primer Quórum delos Setenta, el élder Renlundsirvió como obispo, presiden-te de estaca, miembro del su-mo consejo y, durante nueveaños, como Setenta de Áreaen el Quinto Quórum de losSetenta. Él y su familia resi-den actualmente en Salt LakeCity, Utah. ■

Hacia el final de su mi-sión en Seúl, Corea,Michael Tally Ringwood

pasó un día con un compañe-ro enfermo que no podía salirdel apartamento, lo cual lebrindó una oportunidad adi-cional de estudiar, reflexionary orar.

“Sentí que necesitaba unaconfirmación”, dice el élderRingwood, actualmentemiembro del Primer Quórumde los Setenta. Después deorar más tiempo que nunca,no recibió esa confirmación.Tampoco la recibió cuando sevolcó en el estudio de lasEscrituras, pero finalmente larecibió cuando empezó a leersu diario misional.

“En todas las anotacionesque leí, había escrito algo im-portante acerca del Espíritu.El mensaje que recibí fue és-te: ‘Te lo he dicho muchas veces. ¿Cuánta confirmaciónnecesitas?’. Esa fue la respues-ta a mi oración. Comprendíque había recibido esas con-firmaciones repetidamente y con frecuencia. El Señorsiempre había estado allí. Me

estaba recordando que yo ha-bía sentido el Espíritu y el tes-timonio del Espíritu Santo”.

Esa lección le ha servido alélder Ringwood toda la vida yen sus llamamientos de obis-po, miembro del sumo conse-jo, líder del grupo de sumossacerdotes, presidente deHombres Jóvenes, jefe de ungrupo Scout, presidente deestaca y presidente de laMisión Seúl Corea Oeste.

Antes de ser llamado a ser Autoridad General, el él-der Ringwood trabajó comoejecutivo de varias corpora-ciones. También sirvió comomiembro del Consejo Asesorde la Facultad de Contabi-lidad de la Universidad Brigham Young.

El élder Ringwood nació el 14 de febrero de 1958 enProvo, Utah, E.U.A., hijo deHoward Lee y Sharon LeeRingwood. Se crió en Salt LakeCity, Utah, y asistió a BYU, en donde se recibió comoLicenciado en Contabilidad en1983. Se casó con RosalieNelson el 27 de diciembre de 1982 en el Templo JordanRiver, Utah. Ellos tienen cincohijos. ■

Élder Dale G. RenlundDe los Setenta

Élder Michael T. RingwoodDe los Setenta

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El élder Joseph WafulaSitati cree que la felici-dad deriva de hacer las

cosas sencillas del Evangeliouna y otra vez. “No cuestionoel consejo de los líderes de laIglesia”, dice él. “Cuando ha-go lo que piden, las cosassiempre salen bien”. El haceresas cosas sencillas es lo quenos une a nuestro Salvador,dice, y “la esencia de esaunión comienza con nuestrafamilia”.

El élder Sitati nació el 16 de mayo de 1952 enBungoma, Kenia, hijo deNathan y Lenah Sitati. El élderSitati tenía treinta y cuatroaños cuando uno de sus so-cios los invitó a él, a su espo-sa Gladys Nangoni y a suscinco hijos a asistir a la iglesiaen su hogar. La familia se ha-bía desilusionado con la reli-gión organizada pero sintióalgo especial en ese pequeñogrupo de Santos de los Últi-mos Días, así que regresaronsemana tras semana. Seis me-ses después, en 1986, la fami-lia se unió a la Iglesia.

“Aún antes de ser bautiza-

dos, ya nos pedían que diéra-mos discursos y clases en laiglesia”, dice él. Se sintió obli-gado a saber que lo que decíaenfrente de sus hijos era co-rrecto. Poco a poco llegó a re-conocer el Espíritu, y su metaconstante ha sido mantenerseconectado con el Espíritu.

El élder Sitati recibió su licenciatura en IngenieríaMecánica en la Universidad deNairobi en 1975; también tie-ne un título en Contabilidad y Finanzas. Trabajó en variospuestos en una compañía global de petróleo y gas. Enfecha más reciente sirvió co-mo director internacional deAsuntos Públicos de la Iglesiaen África.

El élder y la hermana Sitatise casaron en julio de 1976 yfueron sellados en el Templode Johannesburgo, Sudáfrica,en diciembre de 1991. Ellosresiden en Nairobi, Kenia.

Cuando fue llamado alPrimer Quórum de losSetenta, el élder Sitati servíacomo presidente de la MisiónNigeria Calabar. Antes de eso,sirvió como consejero en unapresidencia de rama y de mi-sión y como presidente de rama, presidente de distrito,presidente de estaca ySetenta de Área. ■

El élder Wilford WayneAndersen, de losSetenta, “tiene una bue-

na comunicación con el cora-zón humano”, dice su esposa,Kathleen Bennion Andersen.“Creo que una de sus mayo-res virtudes es que no juzga alas personas, por lo que sesienten a gusto con él”.

El élder Andersen nació el22 de agosto de 1949, el terce-ro de ocho hijos de Darl yErma Farnsworth Andersen,en Mesa, Arizona, E.U.A., endonde vivía cuando recibió este llamamiento. El élderAndersen dijo que aprendió aamar a la gente de distintascostumbres de su padre,quien trabajó con personas de muchas religiones, y de sumadre, oriunda de Chihuahua,México, quien le enseñó elidioma natal de ella.

El élder Andersen creeque obtuvo su testimonio dela misma forma que Alma des-cribió el proceso en Alma 32.De niño, la semilla quedósembrada en su corazón.

“Sentí los primeros indi-cios a temprana edad. La

plantita ha seguido creciendotoda mi vida y ha llegado a serun árbol que da fruto. Heprobado ese fruto, y ha llena-do mi vida de gozo”.

Cuando fue llamado alSegundo Quórum de losSetenta, el 4 de abril de 2009,el élder Andersen servía co-mo Setenta de Área en elSexto Quórum de los Setentaen el Área NorteaméricaSudoeste. Anteriormente, había servido a la Iglesia co-mo presidente de la MisiónMéxico Guadalajara de 2002 a2005, presidente de estaca yconsejero, secretario ejecuti-vo de estaca, miembro del sumo consejo, obispo y con-sejero en el obispado y misio-nero de tiempo completo enla Misión Argentina Sur.

El élder Andersen conocióa su esposa a través de unaamistad que tenían en co-mún. Se casaron en el Tem-plo de Provo, Utah, en abrilde 1975 y tienen nueve hijos.El élder Andersen recibió una Licenciatura en Adminis-tración de Empresas en laUniversidad Brigham Youngen 1973 y un Doctorado enDerecho en la Facultad deDerecho J. Reuben Clark en1976. A partir de 1979 ha sidoel socio administrativo deuna empresa de inversionesen bienes raíces. ■

Élder Joseph W. SitatiDe los Setenta

Élder Wilford W. AndersenDe los Setenta

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Cuando el élder KoichiAoyagi tenía diecisieteaños y vivía en

Matsumoto, Japón, se inte-gró al club de inglés de su es-cuela secundaria. Un día,cuando se dirigía a la escue-la, un joven que estaba en lacalle le entregó una hoja depapel cuando él pasaba porallí en su bicicleta. En la hojahabía una invitación para to-mar clases de inglés gratis, yel joven era un misioneroSanto de los Últimos Días.

“Nunca había conocido aalguien tan positivo, alegre yoptimista” como esos misio-neros, dice el élder Aoyagi.“Yo quería ser igual queellos”. Comenzó a asistir a laiglesia en Matsumoto, endonde los miembros le causa-ron una buena impresión conese mismo espíritu de gozo yamor. Fue bautizado y confir-mado en 1962.

Después de asistir a laUniversidad Kanagawa enTokio durante dos años, el él-der Aoyagi regresó a casa por-que el negocio familiar habíaido a la quiebra y sus padres

ya no pudieron costearle losestudios. Ese incidente abrióel camino para que sirviera enuna misión de construcciónen la Misión del OrienteLejano Norte de 1965 a 1967.Un año después, tras trabajaren tres empleos para ahorrardinero, fue llamado a serviruna misión de proselitismode tiempo completo a la mis-ma área de 1968 a 1970.

En septiembre de 1970, elélder Aoyagi se casó conShiroko Momose, miembrode la primera rama a la que élperteneció en Matsumoto;fueron sellados en el Templode Salt Lake más tarde esemismo año. Después de reci-bir su licencia de la Academiade Bienes Raíces de Japón,trabajó como gerente de bie-nes raíces y de construcciónen la oficina del Área de AsiaNorte en Tokio. También tra-bajó como jefe de ventas y ge-rente de ventas para otras doscompañías en Japón.

Antes de ser llamado alSegundo Quórum de losSetenta el élder Aoyagi sirvióen muchos llamamientos, en-tre ellos, presidente de rama,estaca y misión; obispo, sella-dor y Setenta de Área.

El élder Aoyagi nació el 24de marzo de 1945, hijo deMitsuo Yagasaki y SuenoAoyagi. Él y su esposa tienencuatro hijos y viven en Chiba-ken, Japón. ■

Aunque el élder BruceAllen Carlson, de losSetenta, no pudo parti-

cipar en la Iglesia hasta quetuvo dieciséis años, despuésde eso su creciente espiritua-lidad fue fortalecida cuandosu madre les enseñaba a él y asus hermanos mediante lalectura de las Escrituras y elcanto de los himnos delEvangelio. Esa instrucción re-ligiosa inicial le dio un funda-mento espiritual que lo hasostenido toda su vida.

El élder Carlson nació el 3 de octubre de 1949, enHibbing, Minnesota, E.U.A., y sus padres son Clifford yHelen Carlson. Pasó la mayorparte de su niñez mudándosede un lado a otro por la partenorte del estado, según laspromociones que recibía supadre en el DepartamentoForestal de Minnesota.Cuando la familia se mudó aBrainerd, Minnesota, HelenCarlson (que se había bautiza-do de joven) finalmente pudollevar a sus hijos a una peque-ña rama de la Iglesia que sereunía cerca de allí.

Después de su conversión,el élder Carlson recibió su li-cenciatura en la Universidadde Minnesota, Duluth, en1971; se graduó de la Escuelade Armas de Guerra de laFuerza Aérea de los EstadosUnidos en 1979; y recibió una Maestría distinguida delColegio de Guerra Naval delos Estados Unidos en 1989.

Como miembro de laFuerza Aérea de los EstadosUnidos, el élder Carlson pilo-teó aviones de caza durantegran parte de los treinta y sie-te años de su carrera militar.Entre otras asignaciones, tuvo varios puestos como su-perior del Estado Mayor en elPentágono y en Washington,D.C. Junto con su esposaVicki Lynn Martens, conquien se casó el 8 de agostode 1972 en el Templo de SaltLake, y sus tres hijos, el élderCarlson ha dedicado su vida aservir a los que ama y amar alos que sirve.

El élder Carlson ha servidocomo presidente de un quó-rum de élderes, obispo,miembro del sumo consejo yasesor en el Comité AsesorMilitar de la Iglesia. Cuandorecibió el llamamiento alSegundo Quórum de losSetenta servía como maestrode la Escuela Dominical en subarrio de San Antonio, Texas,E.U.A. ■

Élder Koichi AoyagiDe los Setenta

Élder Bruce A. CarlsonDe los Setenta

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El élder Bradley DuaneFoster, del SegundoQuórum de los Setenta,

comenta que su testimonionació al escuchar el testimo-nio de sus padres.

“Mis abuelos paternos ymaternos llegaron a Américade Alemania y de Inglaterracomo inmigrantes y nuevosmiembros de la Iglesia”, diceel élder Foster, “y sufrieronmucho al hacerlo. Yo obtuveun testimonio al escuchar amis padres contarme histo-rias de sus propios padres ylo que sacrificaron por laIglesia. Era un niño y creí suspalabras”.

Él nació en Idaho Falls,Idaho, E.U.A., el 5 de marzode 1949, y sus padres sonDewain y Melba Foster. El él-der Foster creció en una co-munidad vecina de Rigby, ysirvió en una misión de tiem-po completo en la MisiónTexas Sur. Su testimonio sefortaleció aún más durante sumisión cuando conoció al mi-nistro de otra religión que in-formó al joven misionero quelas únicas personas que irían

al cielo eran los miembros desu pequeña iglesia en Texas.

“No me podía imaginarque nuestro Padre Celestialfuera tan cruel con los demás.Esa noche oré a mi PadreCelestial, y Él testificó a mi es-píritu que Su plan y Su amoreran para todos. Entonces su-pe que nuestro mensaje almundo era verdadero”.

Al regresar de su misión, elélder Foster asistió a RicksCollege (ahora UniversidadBrigham Young–Idaho), con-centrándose en estudios pre-veterinarios. En 1971 empezósu propio negocio agrícola enRigby. Se casó con Sharol LynAnderson el 14 de mayo de1971 en el Templo de IdahoFalls, Idaho, y tienen cuatrohijos. Él ha servido comomiembro de la Comisión delcultivo de la papa de Idaho,de la Mesa Directiva deCrédito Agrícola del Noroestey del Consejo de Avances delPresidente en BYU–Idaho.

El élder Foster ha servidocomo presidente de un quó-rum de élderes, presidentede misión de estaca, obispo,miembro del sumo consejo,presidente de estaca y presi-dente de la Misión CaliforniaArcadia. ■

Sólo tres meses despuésde unirse a la Iglesia en 1968, un amigo de

James Boyd Martino lo invitóa reunirse con el ministro deotra religión. El ministro lobombardeó con preguntas,de las cuales sólo pudo con-testar unas cuantas.

Aunque esa experiencia loimpresionó, el joven James, dediecisiete años, no permitióque el ministro lo disuadierani ni que lo hiciera desistir desu compromiso con la Iglesia,sino que, como él dice: “Enese entonces mi testimonioera como una medicina que setiene que agitar para que seaeficaz. Esa experiencia me mo-tivó a estudiar el Evangelio y acrecer en mi fe”.

El élder Martino, quien re-cientemente fue llamado aser miembro del SegundoQuórum de los Setenta, diceque el estudio del Evangeliole ha bendecido a partir deaquella ocasión.

El élder Martino nació el 28 de marzo de 1951 enDenton, Texas, E.U.A., hijo de Frank Nilson y Betty Jean

Newman Martino. Se casócon la novia de su juventud,Jennie Marie Barron, en elTemplo de Ogden, Utah, el 18 de agosto de 1973, un año después de que ella seuniera a la Iglesia, y tienencinco hijos.

El élder Martino recibió sulicenciatura en Negocios en laUniversidad Brigham Youngen 1974. Después de recibir-se, trabajó para una compañíade ropa de la familia. Fue pre-sidente y gerente general dela compañía desde 1989 hasta2000.

Cuando recibió su llama-miento, el élder Martino vivíaen Aubrey, Texas, E.U.A., yservía como miembro delSexto Quórum de los Setentaen el Área NorteaméricaSudoeste. Antes de esa asig-nación, de 2000 a 2003, sirviócomo presidente de la MisiónVenezuela Maracaibo.

El élder Martino ha servi-do a la Iglesia en otros pues-tos, entre ellos misionero detiempo completo en la MisiónGuatemala–El Salvador, secre-tario ejecutivo de estaca, presidente de los HombresJóvenes de estaca, maestro deseminario, obispo, presidentede estaca, miembro del sumoconsejo y consejero del presi-dente de misión. ■

Élder Bradley D. FosterDe los Setenta

Élder James B. MartinoDe los Setenta

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El élder Kent FarnsworthRichards, de losSetenta, cree que el

egoísmo nos impedirá viviruna vida plena. “Aléjense delegoísmo”, dice él. “Uno sien-te mucha más satisfacción alconcentrarse en los demás”.

Después de ejercer treintay dos años como cirujano enSalt Lake City, Utah, E.U.A., endonde nació y creció, el élderRichards dice que su prepara-ción para servir en la Iglesiafue aprender a atender las necesidades físicas de las personas.

“Como médico, lo que realmente hago es tratar debuscar formas de servirles”,dice él. “Y eso es lo que hace-mos en el reino”.

Hijo de C. Elliott yMargaret Farnsworth Richards,el élder Richards nació el 25de febrero de 1946. Se casócon Marsha Gurr en agosto de 1968 en el Templo de SaltLake. Ellos residen en NorthSalt Lake, Utah, E.U.A., y tie-nen ocho hijos. Durante todasu vida, ha tratado de mante-ner su enfoque en la familia,

con la creencia de que la máxima felicidad deriva de lafamilia.

“Recuerdo que cuando era un papá joven escuché al élder Richard L. Evans(1906–1971), del Quórum delos Doce, decir: ‘Mi único pa-satiempo son mis hijos’. Esafue una lección para mí deque debía ponerle atenciónprimero a mi familia”.

El élder Richards recibiósu licenciatura en Medicinaen 1969 y su doctorado enMedicina en 1972, ambos enla Universidad de Utah. Ade-más de ejercer la Medicina,ha sido profesor clínico en laUniversidad de Utah, Presi-dente del Departamento deCirugía del Hospital LDS y vi-cepresidente de más antigüe-dad y miembro del Consejode Administración de una organización de asistenciamédica.

Antes de ser llamado alSegundo Quórum de losSetenta, el élder Richards sir-vió en una misión de tiempocompleto en la MisiónMexicana del Sur y sirvió co-mo jefe de un grupo Scout,presidente del quórum de él-deres, obispo, miembro delsumo consejo, presidente deestaca y presidente de laMisión Texas San Antonio. ■

Como médico especiali-zado en la medicina de urgencias, el élder

Gregory Allan Schwitzer, delos Setenta, ha velado pormuchas personas con heridasmortales, y ha tenido la ben-dición de ver la bondad denuestro Padre Celestial al ayu-darles a ellos y a sus seresqueridos en esos momentostan difíciles.

“He tomado de la mano amuchos pacientes que hanpasado por el velo”, dice él. Alenfrentarse a su mortalidad,muchos se vuelven hacia suPadre Celestial, “porque, a lalarga, Él es la esperanza a laque tratan de aferrarse”.

El élder Schwitzer nació el2 de abril de 1948, hijo deHarvey y Gloria Schwitzer, enOgden, Utah, E.U.A., en don-de también creció. Sirvió enuna misión de tiempo com-pleto en la Misión AlemaniaNorte. Recibió su licenciaturaen Biología en 1972 y se reci-bió de Médico en 1975, am-bos en la Universidad deUtah. Hizo estudios de pos-grado durante cinco años co-

mo parte del Grupo Médicodel Ejército de los EstadosUnidos en Fitzsimons ArmyMedical Center en Colorado,E.U.A.

El élder Schwitzer y su esposa, Jo Ann ElizabethRawsthorne, se casaron el 24 de junio de 1972 en elTemplo de Ogden, Utah, y tienen cinco hijos.

Mientras su hijo menorservía en una misión enAlemania, recibieron una llamada a medianoche infor-mándoles que él había sufri-do una hemorragia cerebralmasiva y no se esperaba queviviera. “Mediante la manomilagrosa del Señor, despuésde doce procedimientos qui-rúrgicos, se le salvó la vida”,dijo el élder Schwitzer. “Conel paso de los años, hemosvisto una recuperación total.Cuando se tienen las bendi-ciones del Señor en la vida,no puede uno rehusarle nin-gún servicio que nos pida”.

Antes de ser llamado alSegundo Quórum de losSetenta, el élder Schwitzer sirvió en calidad de obispo,miembro del sumo consejo,presidente de estaca y presi-dente de la Misión RusiaEkaterimburgo. ■

Élder Kent F. RichardsDe los Setenta

Élder Gregory A. SchwitzerDe los Setenta

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“La enseñanza es la claveesencial de cualquieréxito que tengamos

como iglesia”, dice RussellTrent Osguthorpe, reciente-mente sostenido como presi-dente general de la EscuelaDominical. “Gran parte de loque llamamos liderazgo real-mente es enseñanza. Yo con-sidero la Escuela Dominicalcomo el brazo de la enseñan-za de la Iglesia”.

El hermano Osguthorpees maestro, tanto profesional-mente como por interés. Ha recibido múltiples títulosde la Universidad BrighamYoung, entre ellos unDoctorado en PsicologíaDocente.

Actualmente, el hermanoOsguthorpe es profesor delDepartamento de Psicología yTecnología Docente de BYU.También sirve como directordel Centro de Enseñanza yAprendizaje de la Universi-dad, cuya meta es mejorar elaprendizaje de los estudian-tes y ayudar al profesorado a enseñar a su máximo potencial.

El hermano Osguthorpenació el 4 de diciembre de1946 en Salt Lake City, Utah,E.U.A., hijo de Wesley e IvaRussell Osguthorpe. Sirvió enuna misión en Tahití. Se casócon Lola “Lolly” Sedgwick el 7 de agosto de 1969 en elTemplo de Salt Lake, y tienentres hijos y dos hijas.

Antes de servir como pre-sidente de la Misión SouthDakota Rapid City, el herma-no Osguthorpe sirvió comopresidente de los HombresJóvenes de estaca, consejeroen un obispado, presidentede rama en el Centro deCapacitación Misional deProvo y presidente de una es-taca estudiantil de BYU. Almomento de ser llamado, elhermano Osguthorpe servíaen el Quinto Quórum de losSetenta.

“He visto la mano delSeñor con tanta frecuencia yen tantas formas diferentes”,dice el hermano Osguthorpeal hablar de la forma en quese ha desarrollado su testimo-nio. “Aun de niño sabía quetenía la ayuda de Dios. Fue lomismo en mi misión a Tahití.Como padre, he tenido mo-mentos en que sabía que elSeñor me guiaba, y cuandoserví como presidente de mi-sión, el observar al Señormagnificar a los misionerosfue un constante recordatoriodiario del poder y del amorde Dios”. ■

Aunque David MerrillMcConkie, primer consejero en la presi-

dencia general de la EscuelaDominical, ha tenido pocasoportunidades de servir en laEscuela Dominical, sus añosde liderazgo en el sacerdociole han brindado una impor-tante perspectiva sobre la en-señanza del Evangelio.

“La doctrina es fundamen-tal en todo lo que hacemos yen todo lo que somos”, diceél. “Desarrollamos la fe alaprender y comprender ladoctrina y después al guardarlos mandamientos. No sepueden guardar los manda-mientos hasta que se sepacuáles son”.

El guardar los mandamien-tos ha sido una prioridad des-de una edad temprana en lavida del hermano McConkie.Nació el 13 de octubre de1948, hijo de France Briton yBeth Merrill McConkie en Salt Lake City, Utah, E.U.A. El hermano McConkie crecióen Bountiful, Utah, antes de ser llamado a la MisiónSudafricana.

Se casó con JoAnneAlbrecht en septiembre de1971 en el Templo de SaltLake, y tienen siete hijos. Enla Universidad de Utah reci-bió su licenciatura en Historiaen 1974, y después su docto-rado en Derecho en 1977,después de lo cual se integróa un bufete de abogados deSalt Lake.

Ha servido en el Sacerdo-cio Aarónico, la Escuela Dominical, como obispo,miembro del sumo consejo yconsejero en una presidenciade estaca. Al momento de serllamado era presidente de es-taca. Durante su servicio, ob-servó el importante papelque tiene la enseñanza en laIglesia. “Todo líder y todo pa-dre en la Iglesia es un maes-tro”, dice él.

Las responsabilidades másimportantes de un maestro,dice el hermano McConkie,son escuchar y seguir las indi-caciones del Espíritu. “Haymuchas técnicas didácticas,pero más importante que to-das ellas es ser sensible a lossusurros del Espíritu para sa-ber lo que el Señor desea quese enseñe. Entonces el maes-tro puede llegar a ser un ins-trumento en las manos delSeñor para aliviar las cargas ycontestar las oraciones. Esodebe ocurrir en toda clase dela Iglesia”. ■

Russell T. OsguthorpePresidente General de la Escuela Dominical

David M. McConkiePrimer Consejero de la Presidencia General dela Escuela Dominical

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Matthew OttesenRichardson nunca pla-neaba ser un educa-

dor. Naturalmente quedó unpoco sorprendido cuando sedio cuenta de que el Señorparecía estarlo preparandopara enseñar toda la vida.

“He aprendido a permitirque Dios me amolde para mibien”, dice él. “Nuestro PadreCelestial tiene una visión másamplia de todas las cosas, in-cluso de los detalles íntimosde mi vida”.

Cuando el hermanoRichardson regresó en 1982de la Misión DinamarcaCopenhague, comenzó a en-señar el idioma danés en el Centro de CapacitaciónMisional para sostenerse co-mo estudiante en la Universi-dad Brigham Young. En juliode 1983 se casó con LisaJeanne Jackson en el Templode Salt Lake. Poco despuéssus amigos lo animaron a darclases de seminario.

“Pensé que enseñaría porun año y después querría ha-cer otra cosa. Pero un año sevolvió siete, y todavía tengo la

enseñanza en mis venas”, diceél. “Me tomó por sorpresa”.

Recibió una licenciatura en Comunicaciones y unaMaestría y un Doctorado en elcampo del Liderazgo Docente,todos ellos en BYU. El herma-no Richardson pensó que ha-bía encontrado el llamamientode su vida al dar clases de se-minario de tiempo completo, pero siente el mismo entusias-mo como profesor de Historiay Doctrina de la Iglesia enBYU, en donde sirvió durantecuatro años como DecanoAsociado de EducaciónReligiosa.

El hermano Richardson na-ció el 12 de diciembre de 1960 en Salt Lake City, Utah,E.U.A., hijo de Edward Miltony Andrea Lovina OttesenRichardson. Ha servido comopresidente de los HombresJóvenes, en presidencias dequórumes de élderes, maestrode la Escuela Dominical, obis-po y en el comité de composi-ción de los cursos de estudiode los Hombres Jóvenes/Mujeres Jóvenes. Él y su fami-lia viven en Orem, Utah.

Al momento de recibir es-te llamamiento, el menor desus cuatro hijos preguntó:“Papá, ¿podrás seguir jugandoconmigo a la pelota?”. El her-mano Richardson, un devotopadre, esposo y maestro, pro-metió que todavía tendríatiempo para jugar con él. ■

En el transcurso de susaños de servicio, DavidLeRoy Beck ha entrevis-

tado a muchos jóvenes de laIglesia, y tiene una excelenteopinión de ellos.

“He tenido la experienciade sentarme con ellos en pri-vado y de que ellos me abransu corazón, y son extraordina-rios”, dice el nuevo presiden-te general de los HombresJóvenes. “Siento el amor quenuestro Padre Celestial tienepor ellos y cuánto valen paraÉl. Muchos de ellos son hé-roes para mí, porque son tan fieles aún cuando tienengrandes desafíos”.

El hermano Beck ha servi-do como presidente de laMisión Brasil Río de JaneiroNorte, presidente de estaca,obispo, miembro del sumoconsejo, consejero en unobispado, presidente del quórum de élderes y trabaja-dor de la Primaria. Era el líder misional de su barrio en Bountiful, Utah, E.U.A., al momento de recibir el llamamiento.

El hermano Beck es hijo

de Wayne y Evelyn MoonBeck, y nació el 12 de abril de1953 en Salt Lake City, Utah,E.U.A. El hermano Beck tenía10 años cuando su padre fuellamado a presidir la MisiónBrasil, y tanto sus padres co-mo los misioneros de tiempocompleto le sirvieron deejemplos. “Capté la emociónde esta obra cuando era pe-queño”, dice él. Más adelante,sirvió como misionero detiempo completo en la MisiónBrasil Norte Central.

“Espero que los jóvenesde la Iglesia sean fieles y dig-nos del Sacerdocio Aarónicoy del de Melquisedec y de to-das las grandes bendicionesdel templo”, dice él. “Me en-cantaría que todo joven capazlograra experimentar el gozode llevar almas a Cristo a tra-vés del servicio misional detiempo completo”.

El hermano Beck se casócon Robyn Ericksen en elTemplo de Salt Lake en 1976,y tienen cuatro hijos. “Nosencanta pasar tiempo juntos”,dice él. El hermano Beck esejecutivo de una compañía demanufacturación y distribu-ción y sirve en la mesa admi-nistrativa de una universidadtécnica. Recibió su licenciatu-ra en Ingeniería Eléctrica y sumaestría en Gestión de laIngeniería en la Universidadde Utah. ■

Matthew O. RichardsonSegundo Consejero de la Presidencia Generalde la Escuela Dominical

David L. BeckPresidente General de los Hombres Jóvenes

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Cuando Larry MinerGibson se graduó de laescuela secundaria, de-

cidió ir en una caminata hastaHavasupai, Arizona, E.U.A., enel Gran Cañón, en donde pa-só varios días leyendo el Librode Mormón, orando acercade su testimonio, y meditan-do en él. Dice que no recuer-da ninguna época en que nohaya sabido que la Iglesia fue-ra verdadera, pero antes desalir al mundo quería asegu-rar la solidez de su enfoque yde sus bases.

“Durante esa experienciasucedieron algunas cosasmuy sagradas”, dice él, “queme ayudaron cuando salí decasa para ir a la universidad ydespués a la misión”.

Sirvió en una misión detiempo completo en la MisiónBritánica Sur de 1966 a 1968;se casó con Shirley Barton enel Templo de Manti, Utah, enseptiembre de 1968, y ha ser-vido en varios llamamientosde la Iglesia. Cuando fue lla-mado a este puesto servía co-mo presidente de estaca, yanteriormente había servido

como consejero de presiden-te de estaca, miembro del sumo consejo, obispo, y pre-sidente de Hombres Jóvenesde barrio y de estaca.

El hermano Gibson se re-cibió con una licenciatura enCiencias y Negocios de la In-formación en la UniversidadBrigham Young en 1971, y re-cibió su maestría en Cienciade la Información en BYU en1974.

Ha sido presidente y gerente general de variascompañías de tecnología y recientemente fue vicepresi-dente ejecutivo y Gerente deTecnología de una compañíaFortune 500.

Los hermanos Gibson ysus seis hijos disfrutan delsubmarinismo, de viajar, de laaerostación, del ciclismo, delexcursionismo y de acampar.Actualmente él y su esposa vi-ven en Highland, Utah.

El hermano Gibson nacióel 26 de febrero de 1947 enBoulder City, Nevada, E.U.A.,hijo de Robert Owen y ThaisMiner Gibson. ■

De joven, Adrián OchoaQuintana llegó a enten-der la necesidad de la

humildad en su vida, y eseentendimiento le ha brindadoun enfoque muy firme a par-tir de entonces.

“La primera vez que leíAlma 32:15, aprendí que si se-guimos la inspiración sin quese nos obligue a ser humil-des, recibiremos muchas bendiciones”, recuerda elhermano Ochoa. “Cuandodecidí seguir esa promesa, re-cibí una nueva dirección enmi vida”.

Como segundo consejeroen la presidencia general delos Hombres Jóvenes, el her-mano Ochoa reconoce la necesidad de seguir esforzán-dose por ser humilde.

El hermano Ochoa nacióen San Francisco, California,E.U.A., el 7 de marzo de1954, hijo de Eduardo yConsuelo Ochoa. Pasó su ju-ventud entre Los Ángeles,California, y Chihuahua,México. Las experiencias vivi-das en esos dos lugares hansido sumamente valiosas

más adelante en su vida.El hermano Ochoa ha tra-

bajado en la publicidad y en laproducción cinematográficaen los Estados Unidos y enMéxico y ha creado múltiplescampañas de mercadotecniapara varias de las 500 compa-ñías más importantes delmundo. Él piensa que el tiem-po que pasó en Los Ángelesfue una oportunidad paraaprender cómo se trabaja enlos medios de comunicación.De igual manera, cree que eltiempo que pasó en México ledio la oportunidad de “respi-rar otro aire” y pasar tiempocon la naturaleza. “Tuve lo me-jor de dos mundos”, dice él.

Su interés en los mediosde comunicación lo llevó a sacar una licenciatura enComunicaciones y maestríasen Administración de Empre-sas y Mercadotecnia.

De joven, fue llamado aservir en una misión especialde asuntos públicos en Méxi-co, en la cual se reunió con lí-deres gubernamentales y usólos medios de comunicaciónpara predicar el Evangelio.

El hermano Ochoa y su es-posa Nancy Villareal, que fue-ron sellados en el Templo dela Ciudad de México, México,viven en Highland, Utah, ytienen cinco hijos. El herma-no Ochoa ha servido como líder de grupo de sumos sacerdotes, presidente de estaca, director de AsuntosPúblicos de área, Setenta deÁrea y presidente de la MisiónHonduras San Pedro Sula. ■

Larry M. GibsonPrimer Consejero de la Presidencia General delos Hombres Jóvenes

Adrián OchoaSegundo Consejero de la Presidencia Generalde los Hombres Jóvenes

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Para satisfacer la crecien-te demanda de poner elarte del Evangelio a dis-

posición de las familias y losmaestros alrededor del mun-do, la Iglesia ha creado unLibro de obras de arte delEvangelio de 137 páginas quecostará una fracción de lo queactualmente cuesta el estucheLas Bellas Artes del Evangelio.El libro tiene un índice y refe-rencias de las Escrituras en 8idiomas y encartes para 50idiomas adicionales.

“El Libro de obras de artedel Evangelio es un maravi-lloso material nuevo para laenseñanza del Evangelio, tan-to en la familia como en laIglesia”, dijo Cheryl C. Lant,presidenta general de laPrimaria. “Todos nosotros, yen especial los niños, apren-demos mejor de manera vi-sual. El ver esos hermososcuadros capta nuestra aten-ción, nos ayuda a mantener laconcentración y nos enseñamuchos principios delEvangelio sin decirlos.

También sabemos que el vernos ayuda a sentir, o en otraspalabras, invita al Espíritu aparticipar en el proceso deaprendizaje”.

El nuevo Libro de obrasde arte del Evangelio costará$3.50 dólares E.U. en losEstados Unidos y en Canadá(o $1.50 dólares E.U. cadauno al comprar una caja de20). Fuera de los EstadosUnidos y de Canadá, el librocostará $1.50 dólares E.U. Encomparación, el estuche LasBellas Artes del Evangeliocuesta aproximadamente $30dólares E.U.

“Lo diseñamos para quecostara lo menos posible”, di-jo Michael Madsen, especia-lista del departamento dePlanificación y Desarrollo deCursos de Estudio. “Tratamosde producirlo a un precioque pudiera pagar todomiembro de la Iglesia paraque todos tuvieran un ejem-plar del libro”.

El libro tamaño carta (22 x28 cm) encuadernado en es-

piral contiene arte de relatosdel Antiguo Testamento, delNuevo Testamento, del Librode Mormón y de la historia dela Iglesia, además de fotogra-fías que muestran otros as-pectos de la Iglesia y delEvangelio. Algunas de las ilus-traciones que se encuentranen el libro son Adán y Evaenseñan a sus hijos, Cristoordena a los apóstoles, Laoración de Enós, La PrimeraVisión, Los Artículos de Fe, ElTemplo de Salt Lake y LosProfetas de los Últimos Días.

Julie B. Beck, presidentageneral de la Sociedad deSocorro, dijo que el libro esmucho mejor que el estuche,el cual era pesado, difícil detransportar y tenía las láminasseparadas; el libro es fácil detransportar, lo suficientemen-te pequeño para que alguienlo ponga en un bolso y se lolleve a la iglesia y las láminaspermanecen juntas.

“Se puede usar en todo sa-lón de clase; se podría usaren el Tiempo para compartir

de la Primaria, en la noche dehogar, en el estudio familiarde las Escrituras y en el devo-cional familiar, y también enel estudio personal”, dijo lahermana Beck.

El hermano Madsen agre-gó que el libro podría usarseen la Escuela Dominical o como material adicional para las clases de seminario einstituto. Los padres puedenusar el libro a la hora de dor-mir a los niños para compar-tir con ellos un relato de lasEscrituras o también paraayudarles a ser reverentes enla iglesia.

En una entrevista para promocionar el Libro de lasobras de arte del Evangelio, el élder Spencer J. Condie, delos Setenta, ilustró el poder de las ayudas visuales al seña-lar que una de las láminas delSalvador que se encuentra enel libro es igual al cuadro quecuelga en la pared de la oficinadel presidente Monson. Elpresidente Monson se ha refe-rido a ocasiones en que miraese cuadro y se pregunta:“¿Qué querría el Salvador queyo hiciera?”. Con sus pensa-mientos volcados hacia elSalvador, recibe inspiración yrespuestas a muchas de suspreguntas. “Eso puede suce-dernos a cada uno de noso-tros”, dijo el élder Condie.

“Espero que [el libro] sehalle en todo hogar y en todosalón de clases”, dijo la her-mana Lant. “Puede bendecirnuestra enseñanza y nuestrasvidas al esforzarnos por cre-cer en la fe y el testimonio yal luchar por elevar a los de-más y por fortalecer a nuestrafamilia”.

El Libro de obras de artedel Evangelio está disponiblea través de los centros de dis-tribución de la Iglesia o en in-ternet en gospelart.lds.org. ■

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Se publica el Libro de obras de arte delEvangelio para una audiencia mundial

El nuevo Libro de obras de arte del Evangelio hará que el arte del Evangelio sea accesible a

una fracción del costo del estuche actual de Las bellas artes del Evangelio.

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El élder D. Todd Christofferson (a la derecha),

sostenido para integrar el Quórum de los Doce

Apóstoles en abril de 2008, da la bienvenida

al miembro más nuevo del Quórum, el élder

Neil L. Andersen, quien fue sostenido durante

la Conferencia General Anual número 179.

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