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    Paidós Básica

    Títulos publicados:1. K. R. Poppcr - Lo sociedad abierta y sus enemigos2. A Mclntyre - Historia de la ética3. C. Lévi-Strauss - Las estructuras elementales del parentesco4. E. Nagcl - La estructura de la ciencia5. G. H. Mead - Espíritu, persona y sociedad6. B. Malinowski • 'Esludios de psicología primitiva7. K. R. Poppcr - Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico8. M. Mead - Sexo y temperamento9. L. A. Whitc - La ciencia de la cultura

    10. F. M. Comford - La teoría platónica del conocimiento11. E. Jaques - La forma del tiempo12. L. A, White - Tecnología medieval y cambio social13. C. G. Hcmpel - La explicación científica14. P. Honigshcim - Max Weber15. R. D. Laing y Df G. Cooper - Razón y violencia16. C. K. Ogdcri y 1. A. Richards ■ El significado dd significado17. D, I. Slobiñ ■ introducción a la psicolingúistica18. M. Dcutscli y R. M. Kxauss - Teorías en psicología social19. H. Gérlh y C. Wright Milis - Carácter y estructura social20. Ch. L. Stevenson - Etica y lenguaje21. 'A, A. Moles - Sociodinámica de la cultura22. C. S. Niño - Etica y derechos humanos

    23. G. Deleuzc y F. Guattari - El Anti-Edipo24. G. S. Kirk - El mito. Su significado y funciones en la Antigüedad y otras Culturas25. K. W. Dcutsch - Los nervios del gobierno26. M. Mead - Educación y cultura en Nue\'a Guinea27. K. Lorenz - Fundamentos de la etologia2S. G. Clark - La identidad del hombre29. J. Kogan - Filosofía de la imaginación30. G. S. Kirk - Los poemas de Hornero31. M. Austin y P. Vidal-Naquet - Economía y sociedad en la antigua Grecia32. B. Russetl - Introducción a la filosofía matemática33. G. Duby - Europa en la Edad Media34. C. Lévi-Strauss - La alfarera celosa35. J. W. Vander Zanden - Manual de psicología social36. J. Piaget y otros - Construcción y validación de las teorías científicas37. S- J. Taylor y R. Bogdan - Introducción a los métodos cualitativos de investigación38. H. M. Feiiistein - La formación de William James39. H. Gardner - Arte, mente y cerebro

    40. W. H. Newton-Smith - La racionalidad de la ciencia41. C. Lévi-Strauss -Antropología estructural42. L. Feslingcr y D. Katz - I^os métodos de investigación en las ciencias sociales43. R Arrillaga Torreas - La naturaleza de! conocer44. M. Mead - Experiencias personales y científicas de una antropólogo45. C, Lévi-Strauss - Tristes trópicos46. G. Deieuzc - I^óí-ica del sentido47. R. Wuthnow -Análisis cultural4S. G. Deleuzc - El pliegue49. R. Rorty. J.B. Sclmcewind y Q. Skinncr - La filosofía en la historia50. J. Le Goff - Pensar la historia51. J. Le Goff - El orden de la memoria52. S. Toulmm y J. Goodücld - El descubrimiento del tiempo53. P. Bourdicu - La antología política de Martín Heidegger

    Claude Lévi-Strauss

    Las eskructuras elementales

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    - *Su

    del parentesco

    edicionesPAIDOSBarcelonaBuenos AiresMéxico

    ¿151^

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    Titulo original: Les síruciures élémemaires de la párentePublicado en francés por Mouton & Co. París - La Haya

    Traducción de Maric Therése Cevasco

    Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Marlin

    1.a reimpresión en Esparta, 19812.a reimpresión en España. ¡988i." reimpresión en España. 1991

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escntíi de los propietariosdel «Copyright", bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccióntotal o parcial de esta obra pnr cualquier medio o procedimiento, comprendidosla reprografla y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ellamedíanle alquiler o préstamo públicos.

    © de todas las ediciones en. castel lano.Ediciones Paidós Ibérica, S. A.,Mari ano Cub i, 92. 08021 Barcel ona:y Editorial Paidós, SAICF.Defensa, 599, Buenos Aires.

    ISBN: 84-7509-100-8Depósito legal: B - 8.414/1991

    Impreso en Indugraf, S. A.Badajo z, 145 - 08018 Barc elon a

    Impreso en España - Pri-.ited in Spain

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    A LA MEMORIA DE

    LEWIS H. MORCAN

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    CAPÍTULO I

    NATURA LEZA Y CULTURA

    ENTRE los principios que formularon los precursores de la sociología, sindud a ninguno fue rec hazad o con tanta seguri dad como el que atañe ji ladistinción entre estad o de natura leza y estado de sociedad.^ En efecto, i'es im posib le re fer irs e, sin in cu rr ir en con tr ad icción, a una fase de la evo luc iónde la humanidad durante la cual ésta, aun en ausencia de toda organizaciónsocial, no haya desarrollado formas de actividad que son parte integrante dela cultura. '■¡Pero la distinción pro puesta pu ede admit ir inte rpret acione s má sválidas.- -

    Los etnólogos de la escuela de Elliot Smith y de Perry la retomaron pa ra des ar ro ll ar un a teorí a que pue de di scuti rse, per o que, má s allá deldetalle arbitrario del esquema histórico, pone claramente de manifiesto laoposición profunda entre dos niveles de la cultura humana y el carácter revo

    lucionario de la transformación neolítica. No puede considerarse que elhom bre de Neand ertha l, con su probable c onocimiento del lenguaje, susindustrias líricas y sus ritos funerarios, existe en estado de naturaleza: sunivel de ■ cultura se opo ne, sin emb argo , al de sus sucesores neo líticos conun rigor comparable —si bien en un sentido distinto— a] que les conferíanlos autores de los siglos xvn y xv m. Per o sobre todo hoy comienza acomprenderse que la distinción entre estado de naturaleza y estado de sociedad,1 a falta de una significación histórica aceptable, tiene un valor lógicoque justifica plenamente que la sociología modern a la use como instr ument ometodológico.. El hombre es un ser biológico al par que un individuo social.Entre las respuestas que da a las excitaciones externas o internas, algunascorresponden íntegr amente a su naturaleza y otras a su situació n: ,no serádifícil encontrar el origen respectivo del reflejo pupilar y el de la'posiciónque tom a la mano del jinete ante el simple contact o con las riendas.-'' Per o la

    distinción no siempre es tan simple: a menudo los estímulos psicobiológicosy el estímulo psicosocial provocan reacciones del mismo tipo y puede preguntarse, como ya lo hacía Locke, si el miedo del niño en la oscuridad seexplica como manifestación de su naturaleza animal o como resultado de loscuentos de la nodriza.2 Aun más : en la mayo ría de los casos ni siqui erase distinguen bien las causas, y la respuesta del sujeto constituye una verdadera integración de las fuentes biológicas y sociales de su comportamiento.

    1 Hoy diríamos mejor; estado de naturaleza y estado de cultura.2 En efecto, parece que el temor a la oscuridad no aparece antes del vi ge simo quinto

    mes. Cf. C. W. Valentino, The Innatc Basis of Fcar. Journal of Genetic Psyckology,vol. 37, 1930.

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    36 INTRODUCCIÓN

    Eso sucede en la actitud de la madre hacia su niño o en las emociones com ple jas del esp ec tador de un desf ile mi li ta r. La cu lt ur a no est á ni sim plemente yuxtapuesta ni simplement e superpues ta a la vida. En un sentido lasustituye; en otro, la utiliza y la transforma para realizar una síntesis deun nuevo orden.^)

    Aunque resulta relativamente fácil establecer la distinción de principio,la dificultad comienza cuando se quiere efectuar el análisis. Esta dificultades doble : por una parte , se puede intent ar definir, pa ra c ada act itud, unacausa de orden biológico o de orden social; por otra, buscar el mecanismoque permite que actitudes de origen cultural se injerten en comportamientosque son, en sí mismos, de natur alez a biológica y logr a inte grárselo s. Alnegar o subestimar la oposición se cerrará la posibilidad de comprender losfenó men os' sociales, al otor garl e su pleno alcance metodoló gico se cor rerá elriesgo de erigir como misterio insoluble el problema del pasaje entre los dosórdenes. ¿Dónd e termina la naturalez a? ¿Dónde comienza la cultura? Pueden concebirse varias manera s de responder a esta doble pregunta. Sinemba rgo, hasta ahora todas estas maner as resultaron particular mente frustrantes.

    El método más simple consistiría en aisiar a un recién nacido y observar

    sus reacciones frente a distintas excitaciones durante las primeras horas odías que siguen al nacimiento. Podrí a suponerse, entonces, que las respuestasobtenidas en tales condiciones son de origen psicobiológico y no correspondena síntesis cultura les poster iores . M edia nte este método la psicología contem

    po rá ne a obt uvo re sul tados cuyo in te ré s no pu ed e ha ce rn os olv idar su ca rá ct erfragmentar io y limitado. En primer lugar, las únicas observaciones válidasson las que se hacen en los primeros días de vida, ya que es probable queaparezcan condicionamientos en el término de pocas semanas y tal vez de

    poc os dí as ; de est e mo do , sólo al gunos tip os de re accione s mu y elementa les. .tales como ciertas expresiones emocionales, pueden estudiarse en la práctica.Por otra parte, las pruebas negativas presentan siempre un carácter equívoco, po rq ue sie mpre qued a pl an te ad a la pr eg un ta de si la re ac ción est á aus ent e acausa de su origen cultural o a causa de que en el período temprano en quese hace la observación los mecanismos fisiológicos que condicionan su apa

    rición no están aún desar rolla dos. A par tir del hecho de que un niño muy pequeño no ca mi ne no pu ede conc lu ir se la nec esi dad del ap re ndi za je , pue stoque, por lo contrario, se sabe que el niño camina en forma espontánea desdeel momento en que su organismo está capacitado para hacerlo.3 Se puede pres en ta r un a sit uació n aná log a en otr os do mi ni os . El ún ic o medio pa ra eliminar estas incertidumbres sería prolongar la observación durante algunosmeses o incluso años, pero entonces nos encontramos con dificultades inso-lubles, ya que el ambien te que pudi era satisfacer las condic iones rigur osasde aislamiento exigidas por la experiencia no es menos artificial que el am bie nte cu ltural al que se pret en de sust it uir . Po r ej emplo, los cui dad os de la

    3 M. B. McGrav, The Neuromuscular Maturation oj the Human Infant, NuevaYork, 1944.

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    madre durante los primeros anos de la vida humana constituyen una codición natural del desarrollo del individuo. El experimentador se encuent

    pues , en ce rr ad o en un cí rc ulo vic ios o.Es cierto que a veces el azar pareció lograr lo que no podría alcanzar

    po r me dios ar ti fi ci al es : el ca so de los "n iñ os sa lvaj es " pe rd id os en la ca

    pi ña des de sus pr im er os años y que po r un a se ri e de ca su al idad es exc epcnales pudieron subsistir y desarrollarse sin influencia alguna del ambiensocial impresionó intensamente la imaginación de los hombres del siglo xvSin embargo, de las antiguas relaciones surge claramente que la mayoría estos niños fueron anor male s congénitos y que es necesa rio bus car en imbecilidad, mostrada en grado diferente por cada uno de ellos, la cauinicial de su abandono y no, como se quiere a veces, su resultado.4

    Observa ciones recie ntes confirman este punt o de vista. Los supues t"niños lobos" encontrados en la India jamás alcanzaron plenamente un desarrollo normal. Uno de ellos —Sa nich ar— ja más pudo hablar, ni siquiecuando adulto. Kellog informa que de dos niños, descubiertos juntos haunos veinte años, el menor nunca fue capaz de hablar y el mayor vivió haslos seis años, pero con un nivel mental de dos años y medio y un vocabulario de sólo cien palabras." Un informe de 1939 considera como idiota cogénito a un "niño-babuino" de África del Sur, descubierto en 1.903 a la eda pr ob ab le de doc e a ca to rc e añ os .0 Por otra parte, la mayoría de las veces pued e sospe char se de la s ci rc un st an ci as del en cuen tr o.

    Además, estos ejemplos deben descartarse por una razón de principique de entrada nos sitúa en el corazón de los problemas cuyo análisis es objeto de esta Intr oduc ción . Blume nbach , desde 1811, en un estudio consagrado a uno de estos niños, "Peter el salvaje", decía que nada podíaesperarse de fenómenos de este orden. Señalaba, con intuición profundaque, de ser un animal doméstico, el hombre es el único que se domesticó a smismo.7 Es posible observar que un animal doméstico —un gato por ejemploo un perro o un animal de corral— si se encuentra perdido y aislado vuelve un comportamiento natural que fue el de la especie antes de la intervencióexterna de la domesticación, Pero nada semejante puede ocurrir con ehomb re, ya que en su caso no_ existe comp orta mien to na tura l de la especial que el' indivi duo aisl ado pueda volver por regresi ón. Como más o meno

    * J. M. G. Itard, Rapports et mémoires sur le sativage de l'Aveyron, etc. París,1394. A. von Feueibach, Cuspar fíauscr, traducción al inglés, Londres, 1833, 2 vols,

    s G. C. Ferris, Sanichar, Che Wolf-boy of India, Nueva York, 1902. P. Squircs,"Wolf Chilrfren" oí India. A menean Journal of Psychology, vol. 38, 1927, pág. 313.W. N. Kellog, More about the "Wolf-children" oí India, ibíd., vol. 43, 1931, págs. 508509; A Further Note on Ihc "Wolf-children" of India, ibíd., vol. 46, 1934, pág. 149Véase también, para esta polémica, J. A- L. Singh y R. M. Zingg, Wolf-children. andFeral Men, Nueva York, 1942, y A. Gesell, Wolj-child and Human Child, Nueva York,1941.

    0 J. P. Foley, Jr., The "B;¡boon-boy" of Souih África, Amerícan Journal of Psychoiogy, vol. 53, 1940. R. M. Zingg, More about ihc "Baboon-boy" of Soutb África, ibíd

    7 J. F. Blumenbach, Beitrágc zur ft'aturgeschichte, Gotinga, 1811, en Anlhropo-logical Trcatlses o¡ J. F. Blumenbach, Londres, 1865, pág. 339.

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    38 INTRODUCCIÓN

    decía Volt air e: una a beja extr aviada lejos de su colmena e incapaz de encontrarla es una abeja perdida; pero no por eso, y en ninguna circunstancia,se ha transfor mado en una abeja más salv aje ^ Los "niños salvajes", sean

    pr oduc to del az ar o de la expe rimentac ión, pueden ser mo ns truo sida de s culturales, pero nunca testigos fieles de un estado a nte rio ras

    se puede, entonces, tener la esperanza de encontrar en el hombre

    ejemplos de tipos de comporta mient o de cará cte r preculturaíT}. ¿Es po sibleentonces intentar un camino inverso y tratar de obtener, en los niveles superiores de la vida animal, actitudes y manifestaciones donde se pueda reconocer el esbozo, los signos precursores de la cultura? En apariencia, laoposición entre comportamiento humano y comportamiento animal es la que pr opor ci on a la má s not abl e ilu st ra ción de la an tino mia en tr e la cu ltura y lanatura leza. El pasaje, si existe, no podrí a buscarse en el estadio de las pretendidas sociedades animales tal como las encontramos en ciertos insectos,ya que en ellas, más que en cualquier otro ejemplo, se hallan reunidos atri

    but os de la na tu ra leza que no ca be ne ga r: el in st int o, el equipo anatómic oque sólo puede permitir su ejercicio y la transmisión hereditaria de las con-.duelas esenciales pa ra la supervive ncia del individuo y de la especie. Enestas estructuras colectivas no encontramos siquiera un esbozo de lo que podría d enominar se ^eUmodelo cultural universal: lenguaje, herramie ntas, ins

    tituciones sociales y sistema de valore s estéticos, mo rale s o religiosos ^- En elotro extremo de la escala animal es donde resulta posible descubrir una señalde estos comportamientos humanos: en los mamíferos superiores y en particular en los monos antropoides.

    Las investigaciones realizadas desde hace unos treinta años con monossuperiores son particularmente decepcionantes en lo que respecta a este puntoy no porqu e los componen tes fundamentale s del modelo cultural universalestén siempre ausentes. ■ Es posible •—a costa de infini tos c uida dos— llevara algunos sujetos a articular ciertos monosílabos o disílabos con los cuales, po r ot ra pa rt e, no aso cia n nu nc a un se nt id o; de nt ro de cie rtos lím ite s elchimpancé puede utilizar herramientas elementales y, en ocasiones, improvisarlas; 8 pueden aparecer y deshacerse relaciones temporarias de solidaridado de subordinación en el seno de un grupo determinado; por último, uno puede compl acer se en reconoc er , en algunas ac tit ude s singu la re s, el esb ozo

    de forma s desint eresa das de activida d o de conte mplac ión. Notable hecho :es sobre todo la expresión de los sentimientos que de buena gana asociamoscon la parte más noble de nuestra naturaleza, la que al parecer puede identificarse más fácilmente en los antropoides, por ejemplo, el terror religiosoy la ambigüedad de lo sagrado.9 Pero si todos estos fenómenos son notables po r su pre sen cia, son aun má s elo cue nte s —y en un sent ido tot almente distinto— por su pobreza. Llama menos la atención su esbozo elemental quela imposibilidad, al parecer radical —confirmada por todos los especialis-

    8 P. Guilíaume e I. Mcyerson, Quelques recherebes sur l'intclligence des singes(comunicación preliminar), y: Rcchcrchcs sur l'usage de l'instrument chez les sir les .

    Journal de Psyckotogie, vol. 27, 1930; vol. 28, 1931; yol. 31, 1934; vol. 34, 1938.9 W. Kohler, The Mcntality of Apes, apéndice a la segunda edición.

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    tas—, de llevar estos esbozos más allá de su expresión má s primitiva . Deesta manera, el abismo que se pensaba evitar con miles de observaciones ingeniosas en realidad sólo se desplazó, para aparecer aun más insuperable: desdeel momento en que se demostró que ningún obstáculo anatómico impide almono articular los sonidos del lenguaje y hasta sus conjuntos silábicos, sólo pued e so rp re nder tod av ía má s la aus enc ia ir re me diab le del len gua je y latotal incapacidad para atribuir a los sonidos, emitidos u oídos, el carácter designos. La misma compr obaci ón se impone en otros domin ios. Ella explicala conclusión pesimista de un observador atento que se resigna, después deaños de estudio y de experimentación, a considerar al chimpancé como "unser empedernido en el círculo estrecho de sus imperfecciones innatas, un ser'regresivo' si se lo compara con el hombre, un ser que no quiere comprometerse en la vía del progreso".10

    Más que los fracasos frente a pruebas precisas, una comprobación deorden general nos convence y.nos hace penetrar más hondo en el núcleo del pr ob le ma " ■ Se trata de la imposib ilidad de extraer conclusione s gener ales a pa rt ir de la exp er ienc ia . La vida soc ial de los monos no se pres ta a la formulac ión de nor ma alguna- En presencia del macho o de la hembr a, delanimal vivo o muerto, del sujeto joven o adulto, del pariente o del extraño,el mono se compor ta con una versatilida d sorprend ente . No sólo el compor

    tamiento del mismo individuo es inconstante, sino que tampoco en el com port am iento col ect ivo pued e enco nt ra rs e ni ng una re gu la ri da d. Ta nto en eldominio de la vida sexual como en lo que respecta a las demás formas deactivi dad, el estímulo externo o intern o y los ajustes ap roxim ativo s bajo lainfluencia de fracasos y éxitos parecen proporcionar todos los elementosnecesa rios para la solución de los prob lem as de interp retaci ón. Estas incer-tidum bres aparec en en el estudio de las relacio nes jerá rqui cas en el senode un mismo grupo de vertebrados, el que permite, sin embargo, establecer unorden de subor dinac ión entre los anímales. La estabilidad d e este ordenes sorpre ndente , ya que el mismo anima l conserva su posición domi nant edura nte período s del orde n de un año. Sin emba rgo, la sistematizaci ón sevuelve imposible por la presencia de irregularidades frecuentes., Una gallinasubordinada a dos congéneres y que ocupa un lugar mediocre en el cuadro je rá rq ui co ata ca, pes e a to do , al an imal qu e pos ee el ra ng o má s el ev ado; se

    observan relaciones triangulares donde A domina a B, B domina a C y Cdomina a A, mientras que los tres dominan al resto del grupo.11

    Sucede lo mismo en lo que se refiere a las relaciones y a los gustosindividuales de los mono s antro poide s, en quienes estas irre gula ridad es e stán

    10 N. Koht, La Conduite du peiit du Chimpamé el de l'enfant de l'homme, Journal de Psychologie, vol. 34, 1937, pág. 531; y los demás artículos del mismo autor:Reclierches sur l'intelligence du chimpanze par la méthodc du "choix d'aprés modele",ibícf., vol. 25, 1928; Les Aptitudes motrices adaptalives du singe inférieur, ibíd., vol. 27,1930.

    11 W. C. Allee, Social Dominance and Subordinaron among Vertebrates, en Levéisof Integration in Biológica] and Social SysLcms. Biological Symposia, vol. VIH, Lancaster,1942.

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    42 ' INTRODUCCIÓN

    I este conjunto complejo de creencias, costumbr es, estipulac iones e insti tuciones1 que se designa br evemen te con el nom bre de pr ohibi ción del incesto.

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    44 INTRODUCCIÓN

    fuerzas naturales a las que, por sus características propias, se opone a la vezque se identifica en cuanto al campo de aplicación, la prohibición del incestose presenta a la reflexión sociológica como un terr ible mister io/En el senomismo de nuestra sociedad son pocas las prescripciones sociales qu e preservaron de-tal modo la aureola de terror respetuoso que se asocia con las cosassagradas;!>De modo significativo, qu e luego deberemos comentar y explicar,el incesto, en su forma propia y en la forma metafórica del abuso del menor("del que" , dice la expresión popular, "podría ser el pad re" ) , se une enalgunos países con su antítesis: las relaciones sexuales interraciales, po r otra

    pa rt e fo rm a ex tr em a de ia exogamia, como los dos estimulantes más poderososdel horror y de la venganza colectivas. Per o este ambiente de temor mágicono sólo define el clima en el seno del cual, aun en la sociedad moderna, evoluciona la institución sino qu e también envuelve, en el nivel teórico, los debates a los que la sociología se dedicó desde su s orígenes con una tenacidadambigua: "L a famosa cuestión de la prohibición del incesto" —escribe Lévy-Bruhl— "esta vexata qu(zstio para la cual los etnógrafos y los sociólogostanto buscaron la solución, no requiere solución alguna. Ño hay por qué pl an tear el problema. Respecto de las sociedades de las que terminamos dehablar, no hay por qué preguntarse la razón de que el incesto esté prohibido:esta prohibición no e x i s t e . . . ; no se piensa en prohibir el incesto. Es algo

    que no sucede. O bien, si por imposible esto sucede, es algo asombroso, unmonstrum, un a transgresión qu e despierta horror y espanto. ¿Acaso las sociedades primitivas conocen un a prohibición para la autofagía o el fratricidio? No tienen ni más ni menos razones para prohibir el incesto".25

    No debe as om br ar no s en co nt ra r tanta tim ide z en un autor que, sin em ba rg o, no vaciló frente a las hipótesis má s audaces, si se considera que lossociólogos están casi todos de acuerdo en manifestar ante este problema lamisma repugnancia y la misma timidez.

    25 L. Lévy-Bruhl, Le Surnaturel cí la Nature dans la menialilé primithe, París,1931, pac. 247.

    CAPITULO II

    EL PROBLEMA DE L INCESTO

    E L PROBLEMA, de ,1a prohibición del incesto1'se presenta a nuestra reflexióncon toda la ambigüedad que, en un plano diferente, explica sin duda el carácter sagrado de la prohibición misma.

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    46 INTRODUCCIÓN

    pa ra Lewi s H. Mo rg an y sir Henry Ma ine 1 el origen de la prohibición delincesto es natural y social al mismo tiempo, pero en el sentido de ser elresultado de una reflexión social sobre un fenómeno naturaL¿,La prohibicióndel incesto sería una medida de protección destinada a proteger a la especiede los resultados nefastos de los matrimon ios consanguíneos. /E st a teoría

    present a un ca ráct er so rp re nden te : se encu en tra ob ligada , po r su^ mismo enunciado, a extender el privilegio sensacional de la revelación de las pretendidas

    consecuencias de las uniones endógamas a todas las sociedades humanas, incluso a las más primitivas, las que en otros dominios no dan prueba de talclarividen cia eugenesica. Ahora bien, esta justificac ión de la prohib ición delincesto es de origen reciente; antes del siglo xvi no aparece en parte algunade nuestra sociedad. Pluta rco, quien, de acuer do con el plan genera l de las

    Moralia enum era todas las hipótesis posibles sin optar por una de ellas, pro pon e tr es qu e son toda s de na tu ra leza soc iol ógi ca y de la s cua le s ni ngun a serefiere a las taras posibles de la descendencia r En el sentido con trar io sólo puede cit ar se un tex to de Grego rio el Gran de ,3 que no parece haber despertado eco alguno en el pensamiento de los contemporáneos ni de los comentaristas ulteriores.4

    Se invocan, es cierto, las diversas monstruosidades que en el folklorede diversos pueblos primitivos, y sobre todo en los australianos, amenazana la descendencia de pariente s incestuosos. Per o, además de que el tabú concebido a la australiana es probablemente el que menos se preocupa por ¡a

    pr ox im id ad bio lóg ica (q ue po r otr a pa rl e pe rm it e mu chas un ion es , tal es com olas del tío segundo con la sobrina segunda, cuyos efectos no pueden ser particularmente favorables), será suficiente señalar que semejantes castigos porlo común están previstos por la tradición primitiva para todos aquellos quetransgredan las reglas, y no se reservan en absoluto al dominio particular dela reproducc ión. El siguiente testimonio de Jochelson muestra , con clarid ad,hasta qué punto debemos desconfiar de observaciones apresuradas: "Los yakutme dijeron que habían observado que los niños nacidos de uniones consanguíneas no tienen buena salud. De este modo Dolganoff, m i intér prete , cuentade los yukaghir que practican el matrimonio entre primos a pesar de la prohibición acostumbrada llamada n'exi'iñi. .. que los niños nacidos de talesmatrimonios mueren, o que aun los padres son atacados por enfermedadesa menudo mortales." 5 Esto en lo que respecta a las sancione s natura les. En

    1 Sír H. S- Maine, Dissertaiions an Early Latv ana Cnstom, Nueva York, 1886, pág. 228.

    2 Plutarco, Quaestiones romanae, en Oeuvrcs, Ixad. Amyot, Lyon, 1615, t, 2, págs. 369-370.

    9 H. F. Mulier, A Chronological Note on the PhyEiological Explanation of theProhibí tion of Incest, Journai of Religious Psychology, vol. 6, 1913, págs. 294-295.

    4 J. M. Cooper, Incest Prohibition in Primítive Culture, Primitive Man, vol. 5,n* 1, 1932.

    5 W. Jochelson, The Yukaghir and the Yukaghirized Tungus, Jesup North PacificExpedition, vol. 9 (Memoirs of the American Museum. of Natural History, vol. 13, 1926), pág. 80. Los nucr llaman al incesto " sífilis", porque en una ven el castigo del otro. Cf.E. E. Evans-Pritchard, Exogamous Rules among the Nuer, Man, vol. 35, n° 7, 1935.

    EL PROBLEMA DEL INCE5TO 47

    cuanto a las de orden social, están tan poco fundamentadas en consideraciones fisiológicas que, entre los kenyah y los kayan de Borneo, que condenanel matrimonio con la madre, la hermana, la hija, la hermana del padre o dela madre y la hija del hermano o de la hermana, "en el caso de las mujeresque mantienen con el sujeto la misma relación de parentesco, pero por adopción, estas prohibiciones, con sus consiguientes castigos, son aun más severos, si ello es posible".0

    Por otra parte, no debe olvidarse que desde el fin del paleolítico elhombre utiliza procedimientos endogámicos de reproducción que llevarona las especies cultivadas o domésticas a un grado cada vez mayor de perfección. Suponi endo que el hom bre haya tenido conciencia de los resul tadosde semejantes métodos y que haya juzgado, como también se supone, sobreel tema de modo racional, ¿cómo es posible^ entonces, explicar que en el dominio de las relaciones humanas llegue a conclusiones opuestas a las que suexperiencia verificaba todos los días en el dominio animal o vegetal y de lasque dependía su biene star? Sobre todo, si el homb re primitivo hubier a sidosensible a consideraciones de este orden: ¿cómo comprender que se hayadetenido en las prohibiciones y no haya pasado a las prescripciones, cuyoresultado experimental —por lo menos en ciertos casos— hubiese mostradoefectos benéficos? No sólo no lo hizo, sino que aun hoy rechazam os unatentativa de esa índole y ha sido necesario esperar la aparición de teorías

    sociales recientes —las que. por otra parte, se denunc ian como irrac ionales— para que se preconizara pa ra el hombr e la reproducción orienta da. Las pre scr ipcio nes pos iti vas qu e en cont ra mos mu y a me nu do en las soc ied ade s pr imit ivas en rel aci ón con la proh ib ic ión del inc est o son las que tie nde n amultiplicar las uniones entre primos cruzados (provenientes respectivamentede un hermano y de una hermana) ; entonces sitúan en los dos polos extremos de la reglamentación social tipos de uniones idénticas desde el puntode vista de la prox imi dad : la unión entr e pri mos paralelos (prove nientesrespecti vamente de dos her mano s o de dos herma nas) identificad a con elincesto fraterno, y la unión entre primos cruzados, que se considera comoideal matrimonial a pesar del grado muy estrecho de consanguinidad existenteentre los cónyuges.

    Por otra parte, es sorprendente el vigor con que el pensamiento contem poráneo se mues tr a re nuen te a ab an do na r la ide a de que la pr oh ib ic ión delas relaciones entre consanguíneos o colaterales inmediatos se justifica porrazones_.eugenésicas;. sin duda ello se debe a que — y nos lo dice nuestra experiencia de los últimos diez años— los últimos vestigios de trascendencia deque dispone el pensamiento moderno se encuentran en los conceptos biológicos.Un ejemplo particularmente significativo lo proporciona un autor cuya obracientífica contribuyó, en primer lugar, a disipar los prejuicios acerca de lasuniones consanguíne as. En efecto, E. M. East mos tró, mediante traba jos admirables sobre la reproducción del maíz, que la creación de un linaje endo-

    6 Ch. Hosc y W. McDougall, The Pagan Tríbcs of Borneo, Londres, 1912, vol. 1, pág. 73. Como io hace n not ar los aut ore s de esta obs erva ción , ponen de mani fie sto laarlijiciosidad de las reglas que afectan al incesto (iliíd. , vol. 2, pág. 197) .

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    gámico tiene como primer resultado un período de fluctuaciones durante elcual el tipo está sujeto a variaciones extremas, que sin duda se deben al resurgimiento de caracteres recesivos habitualmente enmascarados. Luego, las variaciones disminuyen en forma progresiva para desembocar en un tipo constante e invariable. Ahora bien, en una obra destinada a un público mayor, elautor, después de revelar estos resultados, llega a la conclusión de que lascreencias populares sobre los matrimonio s entre parientes próximos estánampliamente fundamentadas; el trabajo del laboratorio no haría más queconfirmar los prejuicios del folklore; según las palabras de un viejo autor:SuperstUion iz ojien awafce wkeri reezon. iz asleep.7 Ello se debe a que los"cara cteres recesivos poco deseables son tan frecuentes en la familia hum anacomo en el maíz ". Pero esta reapa rició n enojosa de los caracte res re cesivossólo es explicable —si se excluyen las mutaciones— según la hipótesis deque se trab aja con tipos ya selecci onados: los carac teres que rea parec en son prec isa mente los que el cu lt iva dor ha bí a logr ad o hace r des apa rece r me di an tesus propios esfuerzos. Esta situación no es posible en el caso del hom bre

    pue sto que —s e aca ba de ve r— la exogamia tal com o la prac tic an las soc iedades humanas es ciega. Pero , antes que nada, ño que East estableció indirectamente con sus trabajos es que estos supuestos peligros jamás se habríanmanifestado si la humanidad hubiera sido endógama desde su origen) en estecaso nos encontra ríam os, sin duda, en presencia de razas huma nas" tan constantes y definitivamente fijadas como los linajes endógamos del maíz despuésde la eliminación de los factores de variab ilid ad/. El peligro temporario de \las uniones endógamas, suponiendo que existe, es en verdad el resultado/^de una tradición de exogamia o pangamia y no su causa. /

    En efecto, los matrimonios consanguíneos sólo combinan genes del mismotipo, mientras que un sistema en el cual la unión de los sexos sólo estuvieradeterminada, por la ley de probabilidades (la "panmix ia" de Dahlber g) losmezclarí a al azar. Pero la naturale za de los genes y sus carac terísti cas individuale s son las mism as en ambos casos. Basta que se inte rru mpan las uniones consanguíneas para que la composición general de la población se resta blezca tal com o se podía pr ev er sob re la base de un a "p an mi xi a" . En ton ce slos matrimonios consanguíneos arcaicos no tienen influencia; sólo actúan

    sobre las generaciones inmediatamente consecutivas. Pero esta influencia es,en sí misma , función de las dimensi ones absolutas del grupo. Par a una población de una cifra dada siempre se puede definir un estado de equilibrio enel que la frecuencia de los matrimonios consanguíneos sea igual a la proba bi lid ad de ta le s ma tr im on io s en un ré gim en de "p an mi xi a" . En el cas o de quela población pase este estado de equilibrio y si la frecuencia de los mat rimonios consanguíneos permanece igual, el número de portadores de caracteresrecesivos aumenta: "El incremento del grupo implica un aumento de hetero-cigotismo a expensas del homocigotismo." 6 En el caso de que la pobla ción

    7 E. M. East, Hcredity and Human Afjairs, Nueva York, 1938, pág. 156.8 Gunnar Dahlberg, On Rare Pefecls in Human Populations with Particular Re

    gará lo Inbrcedii.g and Isolaie Effects, Proceedings o¡ thc Royal Society oj Edinburgh,vo!. 58, 1937-1938, pág. 224.

    aa**a

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    se sitúe por debajo del estado de equilibrio, y si la frecuencia de los matmonios consanguíneos permanece "normal" en relación con ese estado, lcaracteres recesivos se reducen según uña tasa progresiva: 0,0572 fo en una

    pob lac ión de 500 pe rs onas con dos hij os po r fa mi lia ; 0,169 7 % si la misma po bla ción dec ae a 200 pe rs onas . Da hlbe rg pue de ent onc es conc lui r que ,( desel punto de vista de la teoría de la herencia, "las prohibiciones del matrim

    nio po^parecen justificadas".9

    y

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    Sin embargo detrás de la actitud a que nos referimos existe una confusión infinitamente mi s grave / S i el hor ror al incesto resultase de tende nciasfisiológicas o psicológicas congénitas ¿por qué se expresaría con la forma deuna prohibición que es al mismo tiempo tan solemne y tan esencial como

    pa ra que se la encue nt re en tod as las soc iedad es hu ma na s con la mi sm aaureola de prestigio sagrado? No habría razón alguna^pa ra prohibir lo que,sin prohibi ción, no corr ería el riesgo de ejec utars e.> Se puede n form ular dosrespuestas a este argumento: la primera consiste en decir que la prohibiciónno está destinada ^más que a casos exce pcionales e n los que la na tural ezafalla en su misión.' )Pero, ¿cuál es la proporción existente entre esas excepciones que la hipótesis obliga a considerar como raras en extremo y la im

    po rt an ci a de la re glamen ta ción qu e apun ta hac ia^ ell as? Y sobre to do , si nose las concibiera como posibles y peligrosas,{'¿por qué en muchas sociedadeslos desvíos serían prohibidos y, aun más, castigados con el rigor extremo quese conoc e? Sea que el .peligro exista para el gru po, pa ra los individu os interesados o para su descendencia, en el grupo —o en la realidad que s^- leotorgue— es donde debe buscarse el origen de la prohibición} Así, de modoinevitabl e, volvemos a la explicación ante rior. Es cierto que se pod ría in vocar una compara ción con el suicidio, al que combaten media nte múltiple ssanciones las costumbres y, a menudo, la ley, por más queja tendencia a la

    pr eser vación sea na tu ra l pa ra tod o ser vivie nte . JPe ro .la an alog ía en tr e incesto y suicidio) 'no es más que apar ente . Si -e n ambos casos la soci edad pr oh ib e, est a prohi bic ión se apl ica , en el pr im er o, a un fenóm eno na tu ra l.que se realiza comúnmente entre los animales y, en el segundo, a un fenómeno extraño por completo a la vida animal y que debe considerarse comouna fu nción de la vida social.?. La socie dad no pr ohib e más q ue lo que ellamisma suscita. >Además, y por encima de todo,' la sociedad condena el suicidio por considerarlo perjudicial para sus intereses, y no porque constituyala negac ión de una tenden cia congénit a. La mejo r prueb a de ello es que,mientras que toda sociedad prohibe el incesto, no hay ninguna que no hagalugar al suicidio y deje de reconocer su legitimidad en ciertas circunstanciaso para ciertos motivos: aquellos en los cuales la actitud individual coincideaccidentalmente con un interés social. Por lo tanto, aún tenemos que descubrir las razones por las que el incesto implica un perjuicio para el orden

    social. \

    Las explicaciones del tercer .tipo y las que acaba mos de presen tar tiene n encomún la presunción de elimi nar uno de los térm inos de la antinom ia. Eneste sentido ambas se oponen a las explicaciones del primer tipo, que mantiene los dos términos al mism o tiempo que intenta disociarlo s. Per o, mientras que los partidarios del segundo tipo de explicación quieren reducir la pr oh ib ic ión del incesto a un fenóm eno psi col ógi co o fis ioló gico de ca rá ct erinstintivo, el tercer grupo adopta una posición simétrica, pero inversa: ve enla prohibición del incesto una regla de origen puramente social cuya expresiónen términos biológicos es un rasgo accidental y secundario. /La exposición de

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    esta concepción, de mayor diversidad según los distintos autores, debe hacecon un poco más de detalle que las precedentes.

    La prohibición del incesto, considerada corno institución social, apare baj o dos asp ec tos dif erent es . En ocas ion es , sólo es tamo s en presenc ia de pr oh ib ic ión de la un ión sex ual en tr e consan gu íneo s pr óx im os o col at erala veces, esta forma de prohibiciones, fundada en un criterio biológico de

    nido, no és más que un aspecto de un sistema más amplio que parece carede toda base biológica: en muchas sociedades la regla de la exogamia prohel matrimonio entre categorías sociales que incluyen parientes próximos pe jun to con ellos, inc luy e un nú me ro cons ide ra ble de in divi duos en tr e los qno es posible establecer relación alguna de consanguinidad o de colateralido, en iodo caso , sólo relacion es muy leja nas. En este último caso, es el capcho aparente de la nomenclatura el que lleva a considerar como parien bio lóg icos a los individuos afec tad os po r la pr oh ib ic ió n.

    Los partidarios de las interpretaciones del tercer tipo conceden gran im port an ci a a est a fo rm a am pli a y soc ial iza da de la pr oh ib ic ió n del incest

    '..Desca rtemos ya a lguna s sugestione s de Morga n y de Fraz er qu e ven en ■sistemas exogámicos métodos destinados para impedir las uniones incestusas: vale decir, una pequeña fracción de todas las uniones que de hech

    pr oh iben . Se po dr ía ob te ne r, en efe cto , el mi smo re su lt ad o (el ej emplo ¡as sociedades sin clanes^ni mitades lo prueba) sin el edificio embarazode las reglas exogámicas. >S¡ esta primer hipótesis explica la exogamia modo poco satisfactorio, no proporciona explicación alguna para la proh bic ión del incesto . Desde nu es tro pu nt o de vis ta son teor ía s mu ch o máimpor tante s que, al mismo tiemp o que aport an una interpre tació n sociológicde la exogamia, dejan abierta la posibilidad de hacer de la prohibición d \incesto una derivación de la exogamia, o bien afirman categóricamente -]existencia de esta deriv ación. .'•"

    .-.En el pri mer g rupo u bica rem os las ideas de McLennan,-.. de Spence r y Lubbock,17 en el segund o las de Durkhei m. McL enna n y Spenc er vieron elas prácticas exogámicas la fijación por la costumbre de los hábitos de latribus guerreras cuyo medio normal de obtener esposas era el rapto.> Lubboctraza el esquema de una evolución que habría consagrado el pasaje de umatrimonio de grupo, de carácter endogámico, al matrimonio exogámic

    por ra pt o. Las esp osa s ob te nida s po r este últ imo pr oc ed im ie nt o, en oposción con las precedentes, sólo habrían poseído el status de bienes individuale

    „-.-y'-de^este modo serían el prototipo del matrimonio individualista moderno(^ Todas estas concep ciones pueden descar tarse por una razón muy simp le: si n

    quieren establecer conexión alguna entre la exogamia y la prohibición deincesto son extra ñas a nuestr o estudio*; si, por lo cont rar io, ofrec en soluciones aplicables no sólo a las reglas de exogamia sino a esta forma particula

    17 J. F. McLennan, An Inquiry into the Orígin of Exogamy, Londres, 1896. H,Spencer, Principies o¡ Socio/ogy. 3 vols., Londres, 1882-1896. Sir John Lubbock, LordAverbury. The Origin of Civilizalion and the Primitive Condition of Man, Londres, 1870,

    pág. 83 y sig s.; Marriage, TotcmUm and Religión, Londre s 1911.

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    de exogamia que constituye la prohibición del incesto, son del todo Los jóv ene s wi nn eb ag o visi tan a sus aman tes ap ro ve ch ando el sec reto a que la svcondena el aislamiento prescripto durante la duración de las menstruaciones."0 ^/

    \ Por otra parte, allí donde el horror a la sangre menstrual parece llegar'a su punto culminante, no es en absoluto evidente que la impureza tenga predi lec cione s o lím ite s. Los chaga son bantú es que vive n sobre las pendientes del Kili man jar o; su organiz ación social es patril ineal. Sin embar go.las instrucciones que se dan a las hijas durante la iniciación las ponen enguardia contra los peligros generales de la sangre menstrual y no contrariesgos especiales a los que estarían expuestos los depositarios de la mismasangre. Aun más, es la madre —y no el padre— quien parece correr el mayor pe li gr o: /' "N o" la mues tr es a tu ma dr e, ella mo ri rí a. No la mue str es a tu scomp añer as ya que puede encon trars e una mala, que toma rá el lienzo conel que te has secado y tu matri moni o será estéril. No la muestres a unamala muje r que tomar á el lienzo par a ponerlo en lo alto de su choza . . . detal forma que no podrás tener hijos. No arrojes el lienzo sobre el sendero0 en la maleza. Una mala persona puede hacer cosas feas con él. Entié rral o

    19 M. van Waters, Tlie Adolcsccnt Girl among Primitivo Pcople, Journal o¡ Rcli-gious Psychology, vo!. 6, 1913.

    2 0 P. Radi n, Thc Aulobiogniphy of a "Winnebago Indian, Univcrsity o¡ CatijorniaPablications in Ameriam Archacology and Elhnology, vols. 16-17, 1920, pág. 393.

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    en el suelo. Esconde la sangre a la mirad a de tu padr e, de tus her man os yde tus hermanas. Si lo dejas ver, cometes un pe ca do. "21

    Este punto es esencial, puesto que Durkheim pretende derivar la exogamia de un conjunto de costumbres y prohibiciones —las que se refierena las mujeres— de las que en cierta íorma seria la consecuencia y de dificultades a las que ella apo rta ría un a solució n. Ahora bien, estas prohibi ciones no se anulan con la aplicación de la regla de exogamia y afectan, demanera indistinta, tanto, a los miembros e ndogámicos como a los miembr osexogámicos del grupo.(Por otra parte, si la regla de exogamia debiera derivarse enteramente de prejuicios acerca de la sangre menstrual, ¿cómo habriaapar ecid o? La prohib ición de las relaci ones sexuales con la muje r en el pe ríodo me ns tr ua l basta pa ra preven ir el ri esg o de pol uc ión. Si la s regla sde exogamia no tienen otra función, su existencia es superflua e incomprensible, sobre todo cuando uno se representa las complicaciones innumerables

    que intr oduce n en la vida del grupo . SÍ se crea ron estas reglas es porqueresponden a otras exigencias y cumplen otras funciones./'

    { Toda s las inter preta ciones sociológicas , tanto la de/ Durkheim como lade McLennan, la de Spencer y la de Lubbock, presentan, en definitiva, unvicio común y fundam ental. Inten tan fund ar un fenómeno univers al sobreuna secuencia histórica cuyo desarrollo no es en modo alguno inconcebibleen un caso particular, pero cuyos episodios son tan contingentes que debeexcluirse por completo la posibilidad de que se haya repetido sin cambio entodas las sociedades hum ana s. / La sucesión durkheim iana, por ser la máscompleja, es, una vez más, la que resulta principalmente afectada por estacrítica. Puede concebirse que, en una sociedad determinada, el nacimientode tal institución particular se explique por transformaciones de caráctermuy arbitrar io. La historia nos proporciona ejemplos de ello, pero también

    muestra que procesos de este tipo desembocan en instituciones muy diferentessegún la sociedad que se considera y que, en el caso en que instituciones análogas nacen independientemente en diversos puntos del mundo, las sucesioneshistór icas que pre par aron su aparici ón son muy desiguales. Es lo que se denomin a fenómenos de conver gencia . Per o si alguna vez nos encon trás emos(como oc urre en las ciencias físicas) con resultados siempr e idénti cos, se

    podr ía con cluir con cer tez a qu e estos ac ont ec im ien tos no son la ra zón de serdel fenómeno sino que manifiestan la existencia de una ley, en la que reside

    21 0. F. Raum, luitiation among llie Chaga, American Antkropologist, vol. 41,1939-

    22 W. Jochelson, Cantes aléoutes, Ms., en New-York Public Library, comp. porR. Jakobson, n0B- 34-35.

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    exclusivamente la explicación. Ahora bien, Durkheim no propon e una que explique el pasaje necesario; para el espíritu humano, de la creenciala sustancialidacl totémica al horror por la sangre, de éste al temor supecioso a las mujeres y de este último sentimiento, a la instauración de reglas de exogamia. La misma crítica puede formularse a las reconstrucnes fantasiosas de lord Raglán. Por lo contrario hemos señalado que no

    nada más arb itrario que esta serie de pasajes. Suponiendo que estuvie presen te s sólo en el or ige n de la proh ib ic ión del incesto, hu bi er an pe rm itmuchas otras soluciones de las que por lo menos algunas deberían haberealizado por el simple juego del azar. Por ejemplo, las prohibiciones afectan a las mujeres durant e la duración de sus menstrua ciones propornan una respuesta muy satisfactoria al problema, y muchas sociedades bi er an podi do co nt en ta rs e con ell a.

    El equívoco es, pues, más grave de lo que pare ce. No alc anza, excluni principalmente, al valor de los hechos invocados sino también a la ccepción de la prohibición misma. McLennan, Lubbock , Spencer, Durkhven en la prohibic ión del incesto la supervivenc ia de un -pasado ent eram e rheter ogéne o en relación con las condicio nes actuale s de la vida social. A r tir de este momento se encuentran situados frente a un dilema: o bien ecará cter de supervive ncia agot a el conjunt o de la instituci ón y el modocom pre nder la univ ersal idad y la vitalidad de una reg la de la que sólo ay allá debe rían dese nter rars e vestigios infor mes, o bien la prohib ición "incesto responde, en la sociedad moderna, a funciones nuevas y diferenPer o en este caso debe recono cerse que la explicación histó rica no ago ta pr ob le ma ; lue go, y po r en cima de todo , se pl an te a el pr ob le ma de sa beel origen de la institución no se encuentra en estas funciones siempre actles y verificablcs por la experiencia más que en un esquema histórico v ¿c hip otét ico. \E1 problema de la prohibición del ince stó 'no consiste taen buscar qué configurac iones históricas, diferentes segú n-los gr upos, excan las modalidades de la institución en tal o cual sociedad particular.

    pr ob le ma con sis te en pr eg un ta rs e qué causa s pr of un da s y om nipr esen te s haque, en todas las sociedades y en todas las épocas , exista una regla menta cde las relacio nes entre los sexos. Quere r proc eder de otra form a sería co

    ter el mismo error que el lingüista que creería agotar, por la historia vocabulario, el conjunto de las leyes fonéticas o morfológicas que presiel desarrollo,de la lengua./

    El análisis decepcionante al cual nos acabamos de dedicar explica, pormenos en parte, por qué la sociología contemporánea prefirió a menconfesar su impotencia antes que afanarse en una tarea que, a causa de tanfracasos , parece haber obst ruido suce sivamen te todas las salidas . E n vezadmitir que sus métodos son inadecuados pues no permiten enfrentar un p ble ma de es ta im po rt an ci a e in ic ia r la revis ión y el re ajus te de sus pr in pio s, pr oc la ma que la pr oh ib ic ió n del inc est o está fue ra de su do mi ni o. esta manera, en su Traite de sociolosie primitive, al que se debe la renova-

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    ción de tantos problemas, Robert Lowie concluye a propósito del tema quenos ocupa: "No pertenece al etnógrafo sino al biólogo y al psicólogo explicar po r qué el ho mb re expe ri menta tan profundame nte el ho rr or ha cia el inc est o.El observador de una sociedad se contenta con el hecho de que el temordel incesto limita el número de las uniones biológicamente posibles." 23 Res pec to de este mismo tema ot ro esp eci ali sta escr ib e: "T al vez sea imp osi bleexplicar una costumbre universal y encontrar su origen; todo lo que podemoshacer es establecer un sistema de correlaciones con hechos de otro tipo",24lo que equivale a la renuncia de Lowie. Si n emba rgo, la prohi bició n del incesto sería el único caso en que se pediría a las ciencias naturales la explicación de la existencia de una regía sancionada por la autoridad de loshombres.

    Lowie perc ibió bien este he cho, de tal mod o que en el Apé ndicedel Traite volvió a consi dera r la declara ción citada en el párr afo prec eden te:"Sin embargo, no creo, como creía antes, que el incesto repugne instintivamente al hombr e .. . Debemos . . . considerar^la aversión hacia el incestocomo una antigua adaptación cultural."2B ("El fracaso casi gene ral d e lasteorías no autoriza a extr aer una conclusión diferente. Por lo cont rar io, elanálisis de las causas de este fracaso debe permitir el reajuste de los princi pios y de los mé todos qu e son los ún icos que pueden fundar un a etn olo gíaviable. En efecto, ¿cómo pre tend er analizar e inter pret ar las reglas si, antela Regla por excelencia, la única universal y que asegura poder de la culturasobre la naturaleza, la etnología debiera confesarse impotente? )

    -^Mo stram os que los antiguos teóricos que se dedicar on al" problema dela prohibición del incesto se situaron en uno de los tres puntos de vistasiguientes: algunos invocaron el doble carácter, natural y cultural, de laregla, pero se limitaron a establecer entre uno y otro una conexión extrínseca, establecida mediante un procedimiento racional del pensamiento. Losotros, o bien quisieron explicar la prohibición del incesto exclusiva o predominantemente, por causas naturales; o bien vieron en ella, exclusiva o predominantemente, un fenómeno cultural./Se comprobó que cada una de estastres perspectivas conduce a callejones sin salida o a contradicciones.vEn consecuencia, queda abierta una sola vía: la que hará pasar del análisis estáticoa la síntesis dinámica. La prohibición del incesto no tiene origen puramentecultural, ni puramente natural, y tampoco es un compuesto de elementostoma dos en parte de la natur alez a y en parte de la cultura. Constituye el

    23 R. H. Lowie, Traite de sociologie pñmitive, trad. por Eva Métraux, París, 1935, pág. 27.

    24 B. Z. Selígman, Thc Incest Taboo as' a Social Rcgulation, Sociological Review,val. 27, n9 1, 1935, pág. 75.

    35 R. H. Lowie, op. cit., págs. -14Í-447.

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    movimiento fundamental gracias al cual, por el cual, pero sobre todo enel cual, se cump le el pasaje de la naturaleza a la cultura. En un sentido

    pe rt enec e a la na tu ra leza , ya que es un a con dic ión gen eral de la cu ltura y, po r lo ta nt o, no de be ca usar as ombr o co mp ro ba r qu e tie ne el ca ráct er for ma lde la natur aleza , vale decir, la universal idad. Per o tambié n en cierto sentido es ya cultura, pues actúa c impone su regla en el seno de fenómenosque no depend en en principio de ella. La relación e ntre la existencia bio:

    lógica y la existencia social del hombr e nos llevó a plant ear el proble ma delincesto y comprobamos enseguida que la prohibición no corresponde conexactiLud ni a una ni a otra. En este trab ajo nos propone mos prop orci onarla solución de esta anomalía al mostrar que la prohibición del incesto constituye precisa mente el vínculo de unión entre una y otra. /

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    CAPÍTULO IX

    /•

    EL MATRIMONIO DE LOS PRIMOS

    Y^A NATURALEZA del principio de reciprocidad le permite actuar de dos modosdiferentes y complementarios: o bien por la constitución de clases que automáticamente delimitan el grupo de los cónyuges posibles, o por la determinación de una relación, o de un conjunto de relaciones que permi ten decir,

    jgn^cada ca so, si el cónyuge de qu e se tr at a es des eab le o excluid o. Los dos¡criterios se dan de modo simultáneo pero varía su importancia relativa: en/las organizaciones dualistas, o de clases matrimoniales, la clase proporciona' el prim er medio de ace rcam iento; por lo contra rio, la relación es usada en..primer lugar —bajo forma negativa— con la prohibición del incesto simple^

    :X ^Exi ste, sin emb argo , un caso privile giado en el que los dos aspectos del pr in ci pi o de re cipr oc idad coe xis ten o má s bi en tie nen la mi sm a im port an ci a.relativa; donde coinciden exactamente y acumulan sus efectos: es el del ma-■trimonio entre primos cru zados. En ese caso, más que en cualquie r ot ro,la clase y el grupo de individuos determinados por la relación, son coexten-sivos^ He aquí por qué Morgan, Tylor y Frazer pudieron señalar que laorganización dualista tenía la misma terminología de parentesco que los sistemas de matrimonio entre primos cruzados, y que los primos cruzados sedistri buyen como si pertene cieran a mitad es diferentes. En efecto,^el matrimonio de los primos cruzados se distingue de la prohibición del incestoen el sentido de que ésta utiliza un sistema de relación negativa y aquél unsistema de relaciones positivash una dice con quién no es posible casarse, elotro cuáles son los cónyuges preferidos. Al mismo tiempo^ el matrimon iode-Ios primos cruzados se distingue de la organización dualista en la medidaen que esta última utiliza un procedimiento automático (la filiación unili-

    neal) para clasificar a los individuos en dos categorías; mientras que el otroemplea un procedimiento de discriminación que se aplica por separado acada c andidato.^ \P or fin, el mat rimo nio de los prim os cruzados es el único

    / tipo de unión preie rencia l que pued a funcionar de modo norma l y exclusivo —e n el cua l todo ho mb re tie ne la posib il ida d de en cont ra r a un a pr im a cru -

    \ zada para casarse y toda mujer encontr ar un prim o cruzad o—, en todos los \ lugares donde la terminología de parentesco reparta a todos los individuos

    \ de la misma generación, y del otro sexo, en dos categorías aproximadamenteJ iguales : los primo s cruzados (reales o clasific atorios) y los herm anos o ner

    onianas (incluyendo a los verdaderos y a los primos paralelos)\ Los sociólogos, en nuestra opinión, no lograron, pues, mostrar la importancia y el lugarreales del matrimonio entre primos cruzados cuando lo clasificaron con el

    El MATRIMONIO DE LOS PRIMOS 165

    título general de unión preierencial, junto con otros sistemas como el Ievirato,el sorora to o el matri monio avuncular. * Estos últimos no son uniones prefe-réndales porq ue, en ning ún grupo y por razones evidentes, pued en constitui rel modo exclusivo, o siquiera preponderante, del matrimonio; mejor los llamaríamos uniones pr ivilegiadas, ya que supone n otros modo s de uni ón sobrelas que ellas mismas se insertan.

    Tomemos, por ejemplo, los miwok de California. Gifford sostuvo la tesis de que, en ese grup o, el mat rimo nio entre pri mos cru zados repr esen ta unaadquisición reciente y que la forma antigua de matrimonio era con la hijadel herm ano de la muje r. No discutire mos aquí el prime r punt o: el hecho deque el sistema matrimonial se refleje o no en la terminología de parentesco(y Gifford comprueba que no se refleja), en nuestra opinión, no puede invocarse con legitimidad en favor de la anterioridad o de la posterioridad de unsistema.1 Pero es cierto que el mat rim onio con la hija del herma no de lamujer jamás pudo constituirse como forma normal del matri monio porla simple razón de que, para desposar a la hija del hermano de la mujer,es necesario tener ya mujer y ésta no puede, sin que se caiga en un círculovicioso, responder a la misma definición. Este modo de ■ matri monio nunc

    pu do con sti tui r ot ra cos a que un a fo rm a de un ión pr iv il eg iada y dobl em en te

    pr iv il eg ia da : en pr im er lu ga r, po rq ue es un pr ivi leg io, pa ra un ho mb re casado, cuya esposa tiene un herman o y cuyo hermano tiene una hija, poderreclamar a esta hija como segunda esposa; luego, porque ese sistema tiene la pr op ie da d, que tant o ll am ó la at ención de Gif for d, de re fle ja rse en doc e formas diferentes de denominación.

    De todos modos, para que fuera posible invocar este último hecho enfavor de la anter iori dad y la general idad del sistema sería n ecesa rio que,como en nuestra sociedad, los individuos estuviesen siempre unidos entre sí ": po r una sola re la ció n de pa re nte sco. Ah or a bi en , ello es -muy ra ro en soci e-dades que utilizan el sistema clasificatorio y no ocurre nunca en grupos conuna población de débil densidad relativa, donde los matrimonios tienen luga?en el inter ior de un círculo rest ringi do. En tales socieda des, los individu osdeben elegir entre los vínculos múltiples de parentesco que unen a cada uno

    de ellos con todos los demás.2

    Por ejemplo, nada impide que la herman a del pa dre sea al mi smo ti em po : la mu je r del he rm an o de la ma dr e, si des pos aa su pri mo cruz ado; una abuela (en el caso en que el her man o de la madredel padre posea un privilegio matrimonial sobre la hija de la hermana) ; unasueg ra (si uno mismo desposa a la hija de la her ma na del pad re) y una es

    posa '{si se posee un pr ivi legio ma tr im on ia l sobre la viuda del tío ma te rn o)

    * Levirato: del latín levir = cuñado; sororato: del latín sóror = hermana; avun-culato: del latín avunculus = tío materno. [3*.].

    1 Cf. Segunda parte , capítulo XXII.2 R. Firtli realizó observaciones análogas en sociedades de la Polinesia, cf. R

    Firth, Mariiage and the Classificatory System of Relationship, Journal of the Royal Anthropological Instltute. vol. 60, 1930; ¡Fe, the Tipokia, op. cit., paga. 266 y siga.

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    166 EL INTER CAMBI O RESTRICTIVO

    El sistema autoriza, pues, cinco denominaciones diferentes que se aplican almismo indi vidu o. ¿Qu é determin a, en estas condicion es, la d enomina ciónelegida? Pued e ser la antigüedad o la generali dad de una forma de matrimonio; pero también puede ser su carácter excepcional; sea que los poseedores del privilegio deseen consagrar su principio fijando, en el uso, la denominación correspondiente; sea que el grupo entero se complazca en subrayaruna asombrosa singularidad, proveniente del conflicto entre una forma excep

    cional de matrimonio y la forma normal.De este modo, la mayoría de los sistemas de parentesco de las tribus

    sudamericanas que practican el matrimonio entre primos cruzados establecenuna identificación entre los abuelos y los suegros; este uso explica fácilmentela práctica del matrim onio a vunc ular: cuando una muchach a se casa con sutío materno , sus suegros y sus abuelos se confun den; pero esta perspectiva

    pu ra me nt e fe me ni na de be rí a, de sd e el pu nt o de vi sta ma sc ul in o, ar ra st ra r simétricame nte un a identificación de los suegros con la herm ana y con elcuñad o. Aho ra bien, eso nunca se pro duc e; por una razón que puede inter

    pr et ar se de mu ch as ma ne ra s di fe ren te s, es la pe rs pe ct iv a fe me ni na la qu ese impus o en el grupo. Por otra parte , el matri moni o entre primos cruzadosfunda un tercer sistema de identificación, generalment e adoptad o, que agrup aal tío y a la tía cruzados bajo la misma denominación que al padre y a la

    madre del cónyuge.Los nambikwara disponen de un solo término para el abuelo, el hermano

    de ¡a madre y el padre del cónyuge, y un solo término para la abuela, laherm ana del pad re y la madr e del cónyug e. ¿Qué debe concluirse? Po rcierto, no se trata de que el matrimonio avuncular sea en América del Surmás antig uo que el matri moni o entre primos cruzado s, o lo contra rio, sinode que, según los casos- y según los grup os, una u otr a solución posible delos conflictos de denominación se impuso sobre otras soluciones igualmenteaceptables. Tal vez incluso deba interp retarse la adopci ón de la perspectivafemenina, al asimilar a los abuelos con los suegros, como una reacción de latermino logía de los primos cruzados s obre la del matri moni o avun cular; elstatus de los primos cruzados y paralelos permanece intacto si se transportan a la generación superior los desórdenes terminológicos resultantes delmatri monio avu ncul ar; no sería así si esa terminolo gía asimétrica produ jeraestragos en el seno de la generación en la que relaciones recíprocas vinculanentre sí a los cónyug es potenciales, a los cuñados y a las cuñad as. Si estainterpreta ción es exacta, resulta que el sistema de denominación propio delmatrimonio avuncular no sólo no aporta prueba alguna en favor de la prioridad de esta forma de matri mon io, en América del Sur, sino que por susmodalidad es parti culare s traduc e la existencia de una forma concomita ntey opuesta.

    {D e todos modo s la impor tancia excepcional del matri moni o entre primoŝ cruzad bs'n o sólo proviene, en nuestra opinió n, del lugar único que ocu paen la encrucijada de las instituciones mat rimoni ales. Tampo co se limita a la

    EL MATR IMO NIO DE LOS PRIMOS 167

    función de "placa gira toria ", gracias a la cual este tipo de matri moni o esta- ¡ ble ce un a co ne xi ón en tr e la pr oh ib ic ió n del inc est o y la or ga ni za ci ón du al is ta . ^El _interés del matri monio entre primo s cruzados reside, sobre lodo, en el /hecho de que la división que establece entre cónyuges pre scripto s y cónyuges .' '

    pr oh ib id os de sl in da un a ca te go rí a de pa ri en te s qu e, des de el pu nt o de vi st a ¡del grado de proximidad biológica, son rigurosamente intercambiables.^Este ¡ pu nt o fue se ña la do , a me nu do ,, pa ra pr ob ar qu e las pr oh ib ic io ne s ma tr im o- \ <

    niales no tienen fundamento biológico alguno; pero nos parece que nunca se '' pe rc ib ió de mo do cl ar o to do su al ca nc e. ._/ '^Pre cisa ment e por que abstr ae el factor biológico, el matrim onio en tre pri- ^ |

    mos cruzados debe permitir establecer, no sólo el origen puramente social de¡a prohibición del incesto, sino también descubrir su naturaIeza.J>No basta re- \ I

    pe ti r qu e la pr oh ib ic ió n del in ces to no se fu nd a en ra zo ne s bi ol óg ic as : ¿s ob re iqué razones se funda enton ces? Tal es la verdadera pregu nta ; mien tras no 'se hay a encontrad o la respuesta no pod rá pretenderse habe r resuelto el pro- i bl em a. Ah or a bi en,

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    168 EL INTERCAMBIO RE5TRICTIVO

    escribe: "La primera forma de exogamia, vale decir la organización dualista,lleva todas las marcas posibles del artificio; algunos grupos de parientes soncónyuges posibles entre sí, mientras otros están excluidos; los niños provenientes respectivamente de un hermano y de una hermana, vale decir los primos cruzad os, pueden casars e entre 5!, mie ntra s que los proven ientes de doshermanos o de dos hermanas no pueden hacerlo. Semejante regla no puedefundarse en forma alguna de prohibición del incesto; constituye, de modoevidente, una derivación secundaria de otra regla, concebida con alguna otraintención".3 Entend emos que, con esta afirmación , Perr y sólo busca fundamentar un sistema preconcebido y que ése se halla impregnado de historicismo,aun mas que los de sus predec esores . Per o no está mal tom ar un a cita de unautor respecto del que, en general, se está de acuerdo en acusar de abusarextravagantemente del método histórico. Ya que, desde el punto de vista quenos ocupa, ilustres pioneros, como Tylor y Morgan, no dejan de ser culpablesde un meno r error de método, ya que llega ron a una conclus ión análog a.Perry identifica el matrimonio entre primos cruzados y la organización dualista y pretende explicar uno y otro por la historia; pero Morgan y Tylor no pr oc ed ie ro n de ot ro mod o cu an do , al an al iz ar el ma tr im on io de los pr im oscruzados, quisieron ver en él un simple residuo de las costumbres de exogamia y de la organización dualista. Por lo contrario, era necesario considerarel matrimonio de los primos cruzados, las reglas de exogamia y la organización dualista como ejemplos de la recurrencia de una estructura fundamental;

    era necesario buscar interpretar esta estructura por sus caracteres globales, envez de fragmentarla en piezas y en trozos cuya yuxtaposición puede provenirde una interpretación histórica, pero que permanece desprovista de significación intrínseca . Sobre todo era necesari o percib ir que, de los tres tipos deinstitu ciones, es el 4nat rimo nio en tre prim os cruz ados el que posee el mayorvalor significativo*^ valor que transf orma al análisis de esta forma de matr imonio en verdadero experimentum crucis del estudio de las prohibiciones matrimoniales.

    Si el matrimonio entre primos cruzados no es una consecuencia de la organización duali sta, ¿cuál es su verda dero or igen? Swan ton sugirió que esteorigen pue de encontr arse en el deseo de conservar e n el seno de la familialos bienes más preciosos; * pero , ¿c ómo extende r una explicación de esteorden concebible para todas las tribus de la Colombia Británica o dé la Indiaa las bandas seminómadas de los nambikwara del Brasil occidental, cuyosmiembros están igualmente desprovistos de bienes materiales y de prestigiosocial para tr ansmitir a sus descendientes? Algunos, es cierto, no encuen tranrazones para tratar como un único y mismo fenómeno a las prácticas matri-

    3 W. J. Perry, The Children of the Sun, op. cit., pág. 331.* J. R. Swanton, Coniribution to the Ethnology of the Haida, Memoirs of the

    Amtrican Museum of Natural History, vol. 8, 1905-1909. En el mismo sentido: C. H.Wedgwood, artícu lo: Cousin Marriage, en Encyclopaedia Britannica; } . F. Richards,Cross Cousin Marriage in South India, Man, vol. 14, núm. 97, 1914.

    EL MATRI MONIO DE LOS PRIMOS 169

    moniale s que interv ienen en socieda des profu ndame nte di feren tes. Es así queLowie concluye su análisis con las palabras siguientes: "El matrimonio entre

    pr im os cr uz ad os es, se gú n to da s las pr ob ab il id ad es , un fe nó me no qu e no evolucionó a partir de una causa única, sino que nació de modo independiente endistintos puntos y por. motivo s dif eren tes".5

    ¿De ningún modo habr ía que excluir la posibilidad de una multiplicidad

    de orígenes si, tras la institución de los prim os cruzados, no hubie ra algo másque una forma a ltamente especializada de uni ón preferencial. ^Po r eje mplo, elmatrimonio entre primos cruzados se encuentra, a menudo, bajo la forma de íaunión preferencial con la hija del tío materno, y no es seguro a priori queen todas parte s donde se encu entr e este tipo de unión deba explica rse por unacausa única. River s lo explicó de mod o plausible, si no indudab le, para lasislas Bank, como un privilegio matrimonial sobre las muchachas del grupotransmitido al hijo de la hermana por el hermano de la madre, y de modotambién plausible, si bien no más verdadero, Gifford lo explicó en los miu-okcomo un privilegio sobre la hija del hermano de la mujer transmitido a r ns -hijos por su padre. Pero no es así que debe plantearse la,cuesti ón: junto v\ el mat rim onio con la hija del herma no de la madr e, existe':—es cier to que me-*nos a men udo — el mat rim onio con la hija de la herma na del padr e; sobre todo existe, en la gran m ayo ría de los casos, el matri mon io con la hija de la herma-

    na del padre, que es al mismo tiempo la hija del her mano de la ma dr e {cuando la hermana del padre se casó con el hermano de la madre) ; en todas partes.-donde el matrimonio entre primos cruzados no aparece, existen los innumera bles cas os en los qu e, po r ot ra pa rt e, los hi jo s del he rm an o de la ma dr e y losde la herm ana del pad re se sitúan en una cate gorí a com ún y se disti nguen de los hijos del her man o del pad re y de los de la her man a de; la m adr e llamad os, her man os y her man as. Están los casos, aun más frecuentes, en los que se ^¡encuentran términos especiales, o una denominación comunique por una parte aislan a! herman o de la mad re y, por la otr a, a la hérrnaiwi-del pad re, siendo..los tíos y tías paralelos identificados, en general, con el padre y la madre;están los casos simétricos —pero no siempre— en los'que los sobrinos y so br in as , pr ove nie nte s de un he rm an o o he rm an a del mi sm o sex o qu e el quehabla, son llamados hijos e hijas, o están simplemente distinguidos de los so br ino s y so br in as pr ov en ie nt es de un pa ri en te del sexo op ue sto , mi en tr as queéstos se designan con términos diferen tes. Están ios privile gios mat rimo niale sdel tío materno sobre la hija'de la hermana, y más raramente del hijo del hermano sobre la hermana del padre; por fin, existe, aun en ausencia de toda pre fer enc ia y de tod o pr ivi leg io ma tr im on ia l, y a vece s cu an do un os y otr osestán excluidos expresamente, toda la gama de las relaciones de carácter especial entre primos cruzados, entre tías y tíos y entre sobrinos y sobrinas cruzados, se caracteri cen estas relac iones por el respeto o la familia rida d, po r laautoridad o por la licencia.

    Sin duda, cada uno de estos rasgos puede poseer su propia historia; sinduda, esa historia puede ser diferente para cada uno de los grupos en que el

    5 E. H. Lowie, Traite de socíologic primitive, op. cit., pág. 43.

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    170 EL INTER CAMBI O RESTRICTIVO

    M- rasgo ap arec ió. ^Per o se ve que, al mismo tiempo, cada rasgo no constituyeuna entidad independiente y aislablc de todas las demás. ,Por lo contrario,cada uno aparece, como una variación sobre un tema fundam ental, como una"modalidad especial que se perfila sobre un trasfondo común, y sólo lo que encada uno hay de individual puede explicarse por causas particulares ai grupoo al área cultural consid erada. ¿Cuál es, pues, esta base común ? .Sólo .puedeencontrarse en una estructura global del parentesco, reflejada de modo máso menos completo en cada sistema, pero de la que participa todo sistema que

    pr es en ta un o de lo s ra sg os en um er ad os , si bi en en di st in to s gr ad os jV Co mo en elmundo existen menos sistemas en los que todos estos rasgos estén de modoriguroso ausentes que sistemas que posean uno por lo menos de ellos, y lamayoría de las veces varios; como, por otra parte, los sistemas que respondena éste criterio están dispersos sobre toda la superficie de la tierra, no exis-

    Vx;' tiendo región que esté totalmente desprovist a de ellos^se pued e considerar q ue,.v-""*"' esta es tru ctu ra glo bal, , sin .poseer la .mis ma u niv ersa lid ad q ue la proh ibi ción'\ del incesto, constituye, entre las reglas de parentes co, la que, después de ésta

    ■ más se acerca a la universalidad.)V"""- " "Por otra parte, no es nueva la idea de que eb(parentesco debe interpre

    tarse como un fenómeno estructural y no como el resultado de una simpleyuxtapo sición de térmi nos y de cos tumb res .^Fu e afirmada por Gól dehweiser,cuando señaló que necesariamente debía existir una vía de acercamiento al

    estudio de los sistemas de parentesco que elimine su imposible complicaciónaparente, y cuando esbozó el análisis estructural de un ejemplo preciso.0 Les-lie Spier no sólo mostr ó que éste debí a ser el pun to de vista del sociól ogo,sino que podía ta mbién ser el de los indígenas mism os: " Hay mu chas razones pa ra em pl ea r la pa la br a sis tem a p ar a de si gn ar el co nj un to de lo s té rm in osque sirven par a describir las relaciones de parentes co. Pud imos ver, bienclaramente, que los mismos maricopa los conciben bajo la forma de un sistema bien definido"; agrega que su informante "no tenía necesidad de conocer más que el sexo y la edad relativa de los hermanos y hermanas a partirde los cuales debían reconstruirse los linajes para establecer, sin duda alguna,los términos empleados entre cualquier pareja de parientes pertenecientes a lasgeneraciones siguientes, cualquiera que fuera el grado de alejamiento".'

    "De hecho, y por lo menos en parte, es bajo esta forma de principiosteóricos que los indígenas transportan el sistema de las subsecciones de' unatribu a otra", dice Stanncr de los murinbata de Australia, y agrega: "los que

    po ne n en du da la ap ti tu d de lo s in dí ge na s p ar a el ra zo na mi en to ab st ra ct o ja má s los oy er on ex po ne r a su s co mp añ er os có mo fu nc io na n lo s ninipun (subsecciones) aplican do deducciones teóricas al caso consider ado. Es de este modoque una abstracció n se transforma en realidad, en ser de carne y hueso". Elmismo autor proporcionó una descripción sorprendente del modo según el cualun sistema comp lejo -de clases matrimonia les pued e tomarse en préstamo y

    6 A. A: Goldenweiscr, Remarks on thc Social Organizaron of thc Crow, Ame-rican Anthropologist,' vol. 15, 1913.

    " L. Spicr, Yuman Tribes oj t!¡e Gila River, Chicago, 1933, pág. 209.

    EL MATRI MONI O DE LOS PRIMOS 171

    enseñarse bajo forma teórica: "La tribu considera a uno o dos de sus miem br os má s in te li ge nt es co mo ex pe rt os en ma te ri a de mo da s nu ev as . Ca da un oes un viajero, que recorrió en todos los sentidos los territorios siluados másallá de las fronteras de la tribu, a menud o, hasta grandes distancia s. Siguiócursos en tribus extranjeras, hasta que aprendió perfectamente los ejemplosdel m ecanis mo de las subseccion es. Uno de ellos me descr ibió un día c ómo pe rm an ec ió se nt ad o dí a tr as dí a en las or il la s in fes ta das de mo sq ui to s del ri oVictoria y cómo sus amigos djami ndju ng lo instruyer on con pacie ncia. . . Sus pr of es or es ha bí an tr az ad o en la ar en a, o in di ca do me di an te tr oz os de ma de ra ,la subsección de varios hombres; se le representaba a tal hombre como sukaka, a tal otro como su notan (he rma no ), y esta mujer cuyo nomb re no debíaser ni siquiera murmurado era su pipi ninar. Cada uno era tal o cual 'piel*,que a su vez engen draba otra 'piel'. Y así aprendió. Las nuevas fórmulasson, en verdad, un código de reglas".8

    El testimonio de Deacon contribuye a destacar el carácter teórico de laconcepción que los indígenas se forman de su propio sistema matrimonial.Su descripción es tanto más significativa dado que el sistema de seis clases deAmbrym, al que se refiere, es uno de los más complejos conocidos actualmente.9 Los indígenas dieron a Deacon en dos ocasiones distintas una demostración fundada sobre el empleo de diagramas. Una vez un informante dis pu so so br e el su elo tr es pi ed ra s bl an ca s eq ui di st an te s, ca da un a de las cu al es

    representaba un linaje unido a los otros dos por una relación de matrimoniounilateral. Otro informant e dibuj ó sobre el suelo tres lineas muy largas (D,E, F), cada una de las cuales representaba a un hombre de uno de los treslinajes. El matrimoni o de cada uno de ellos, y los niños provenientes de él,estaban representados por líneas de largo diferente, ubicadas a la izquierda dela línea principal para el cónyuge, y a la derecha para los niños; muchachos ymuchachas se diferenciaban por la longitud del símbolo lineal atribuido acada uno. Los dos ciclos matrimon iales se indicaron por d os/c ircu itos , quese cerraban en direcciones opuestas, y con la ayuda de este esquema se demos- -tro todo el funcionamiento del sistema, de un modo que concu erda perfectamente con las hipótesis que se pueden formular a partir del sistema teórico:'Es perfectamente claro que los indígenas (por lo menos los más inteligentes)

    conciben su sistema como una mecánica bien ordenada que pueden representarmediante dia gr am as .. . Sobre la base de estos diagr amas tratan los proble

    mas de parentesco de ün modo que puede compararse perfectamente con el que pu ed e esp er ars e de un a bu en a ex po si ci ón ci ent ífi ca rea li za da en un cu rs o" .10

    Este autor emplea las mismas expresiones para describir sus experienciasen Malekula, en las Nuevas Hébridas, y agrega: "Los hombres de edad meexplicaron su sistema matrimonial con una perfecta lucidez; yo mismo 'nohubi era podido explicarlo me jor. . . Es una cosa notable que un indígena sea

    8 "W, E. H. Stanner, Murinbata Kinsliip and Totcmism, Oceania, vol. 7, núm. 2,1936-1937, pág. 202 y sigs.

    9 El sistema de Ambrym será estudiado y discutido en olro trabajo.10 A. B. Dea.con, The Itegiilalioii of Marr iagc ¡n Ambrym, Journat of thc Royal

    Anthropological Instituto, vol. 57, 1927, pá|;s. 329-332 y ñola p;ig. 329.

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    172 EL INTER CAMBIO RE5TRICTIVO

    capaz de representar completamente, bajo la forma de un diagrama, un sistema complejo de clases matrimoni ales . . . En Malekula también pude encontrar varios casos de la aptitud extraordinaria de los indígenas para el razonamiento matemát ico. Espero poder pr ob ar .. . que los primiti vos son capaces de

    pe ns am ie nt o ab st ra ct o de un gr ad o mu y el ev ad o. " "Tal parece ser también la opinión de Bateson sobre los indígenas de Nueva

    Guinea: "Se puede decir que, en gran medida, la cultura del grupo está al

    Fie. 5.— (Según Deacon, The He-gulation of Marriagc in Ambrym,op. cit., pág. 331.) Los trazos largos representan a los hombres; los

    trazos cortos a las mujeres; lasflechas separan las "líneas" en elmismo grupo bilateral (bwelcm).

    cuidado de hombres que ponen a su disposición su erudición y su talento dialéctico". ■ Se ejercitan en polémi cas, como la existente entre la mit ad del So ly la mitad de la Madre . Se trat aba de saber cuál de estas dos grandes unidades sociales podía pretender la posesión de la Noche. Unos sos tenían que la No ch e er a un a re al id ad en sí y po r lo ta nt o su ap ro pi ac ió n er a li br e; los ot ro sla definían, por lo contrario, como la negación del Día, consecuencia de laausencia del tótem Sol, de donde result aba que el reclamo presentado porla.mitad del Sol era una contradicción en los términos.12

    Esta agili dad lógica se refleja por fin en la termi nolo gía. El estudio de losvocabularios de parentesco muestra que, en el espíritu indígena, los fenómenosde parentesco se conciben, menos como una colección de estados, que comoun sistema de relac iones . Más tarde se verá cómo Radcliffe Brown fue llevado a interpretar a los sistemas de parentesco australianos por medio de unanálisis cuyos elementos fundamentales son relaciones, y no términos: "pares","ciclos" y "parejas".13 Pero ese análisis tuvo su antecesor en el descubri-

    11 A. B. Deacon, tettre á Haddon, citada por A. C. Haddon, prefacio a Deacon,Malekula..., op. cit., pág. XXIII.

    13 G. Bateson, fíaven, Cambridge, 1936, págs. 227-231." Cf. capítulo XI.

    EL MATR IMO NIO DE LOS PRIMOS 173

    miento hecho por la teoría indígena: los canacos tienen términos especiales pa ra de si gn ar los co nj un to s fo rm ad os re sp ec ti va me nt e p or :

    el mari do y la mujer (par ) : duawe,el padr e y el hijo (parej a) : duanoro,la madre y la hija (ciclo) : duaduwe;

    e incluso relaciones cuyas propiedades aun permanecen oscuras para el teórico:

    el abuelo y el nieto (generacio nes alte rnadas) : duaeri,el tío materno y el sobrino (relación avuncular) : duarka.1*

    El sistema de las islas Fidji posee por igual nueve términos duales, cada unode los cuales, más que designar a esas personas mismas, expresa una relaciónespecífica entre dos personas o entre dos grupos de personas: padre e hijo;madre e hij o; h ermano s y her man as; el herman o y la .her mana; el abuelo,y el nieto; la abuela y el nieto; el tío y el sobrino; los primos del mismo sexo; .'los primos de sexo diferente o el marido y la mujer.15 A esta lista pued e vsumarse el término venigaravi, "aquello s que se enfrentan mutu amen te", que expresa la relación de partenaires implícita en todo rit ual : entre el dios y elfeligrés, la víctima y el sacrificador, el ministro y el oficiante, el rey y el sacerdote, etcétera.18

    Entonces el pensamiento primitivo no es incapaz de concebir estructurascomplejas y _de apreh ende r'rel acion es. Lowie recurr ía de. modo impl ícito a estas aptitudes cuando, en un articulo hoy clásico,17 se consag raba a discutir „"la interpretación de Rivers acerca del matrimonio entre primos cruzados en las islas Bank, reemplazand o la explicación local e histó rica de'íeste último po r un

    , llamado a la función permanent e de la exogamia. Creem os-q ue este llamad o,.1

    en esta situación especial, está muy sujeto a discusión; pero no es éste el lugar pa ra ab ri r un de ba te so br e el pr ob le ma . Sea co mo fu ere , la or ie nt ac ió n general que Lowie daba al estudio de los problemas de parentesco era justa, ytenía razón al mostrar que la exogamia, consideraba como un principio regulador, e independientemente de sus modalidades históricas o locales, es siem pr e su sce pt ib le de ac tu ar en do s di re cc io ne s: la co nfu si ón en tr e lí ne as di re ct asy colaterales, por un a parte, y la confusión de las generacione s por ot ra. Essiguiendo la misma dirección que debe llamarse la atención sobre una terceraorientació n estructu ral que no se limita a la exogamia —au nqu e necesariamente la acompaña— pero que igualmente se encuentra presente en un gran

    14 M. Leenhardt, Notes d'ethnologie néo-calédonienne, op.«cit., pág. 59.15 A. M. Hocart, Lau Islunds, Fiji. Bcrnice P. Bishop Museum Bulletin, 62.

    Honolulú, 1929.10 A. M. Hocart, The Proccss o¡ Man, Londres, 1933.17 R. H- Lowie, Exogamy and the Classifi' Systems of Relationship, Ame-

    rican Anthropologist, vol. 17, 1915.

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    174 EL INTER CAMBIO RESTRICTIVO

    \ número de sistemas que ignoran el clan y la organización dualista: nos refe-| rimos a la distinción entre colaterales del mismo grado, según que el paren'-"; tesco se encuen tre establecido por interm edio de un pariente del mismo sexo! o por uno de sexo diferente. En otros tér minos , es la idea de que la relación

    \>) hermano/hermana es idéntica a la relación hermana./hermano ̂ pero que una //\y otra difieren de la relació n hermano/hermano y de la relación hermana/

    1 hermana, siendo estas dos últimas semejantes entre sí; de modo aun más sumario, es el principio según el cual diferencias considerables de status están reía-

    "" do na da s con la estru ctura simétri ca o asimétrica (desde el punto de vista delarreglo de los sexos) de las relaciones colaterales-

    "~--̂ Obtenem os así la fórmula más general de los fenómenos a cuyo estudiodedica mos los capítu los precedentes. Un tío no tiene el mismo stat us, para sussobrinos, si es el hermano de un padre que es para él un hermano, o si esel hermano de una madre que es para él una hermana, y sucede lo mismo

    pa ra la tí a; so br in os y so br in as se di st in gu en se gú n sea n lo s hi jo s de mi hermana , para mí, hombre, o los hijos de mi herman o, para mí, mujer ; o segúnsean los hijos de mi hermano, del cual soy el hermano, o de mi hermana, de lacual soy la hermana; por fin, una prima o un primo proveniente de un hermano de hermano, o de una hermana de hermana, son, para mí, como un hermano o una hermana; mientras que si somos parientes en el seno de una estructura asimétrica —hermano de hermana o hermana de hermano— él, o

    ella, se tra nsf orm an e n otra cosa y tal vez en lo que hay de más alejad o como pa ri en te s, val e de ci r en un có ny ug e. Consecuencias que pueden ir desde unasimple variación en la terminología hasta la transformación de todo el sistemade los derechos y de las obligaciones se relacionan, en. gran número de sociedades, con el hecho de que se cambie o n