leslie bethell - historia de america latina - tomo 3

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    SERIE MAYORDirectores:

    JOSEP FONTANA y GONZALO PONTN

    HISTORIA DE AMRICA LATINA

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    Por

    LESLIE BETHELL,catedrtico de historia de Amrica Latina,Universidad de Londres

    DAURIL ALDEN,catedrtico de historia, Universidad de Washington,Seattle

    PETER BAKEWELL,Emory University, AtlantaENRIQUE FLORESCANO,Instituto Nacional de Antropologa e Historia, MxicoMURDO LMACLEOD,catedrtico de historia. Universidad de Florida en

    Gainesville

    MAGNUS MRNER,catedrtico de historia. Universidad de Goteburgo,SueciaRICHARD M. MORSE,Washington, D.C.A.J.R. RUSSELL-WOOD,catedrtico de historia, Johns Hopkins UniversitySTUART B. SCHWARTZ,catedrtico de historia. Universidad de Minnesota

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    LESLIE BETHELL, ed.

    HISTORIA

    DEAMRICA LATINA3. AMERICA LATINA COLONIAL:

    ECONOMA

    EDITORIAL CRITICABARCELONA

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    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares delcopyright, bajolas sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquiermedio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Ttulo original:THE CAMBRIDGE HISTORY OF LATN AMERICA

    11. Colonial Latin America

    Traduccin castellana de:NEUS ESCANDELL y MONTSERRAT INIESTA

    Coordinacin y revisin de:CSAR YEZ

    Diseo de la coleccin y cubierta: Enric Satu^ 1984: Cambridge University Press, Cambridge

    " 1990 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica:Editorial Crtica, S.A., Arag, 385, 08013 Barcelona

    ISBN: 84-7423-435-2 obra completaISBN: 84-7423-477-8 tomo 3

    Depsito legal: B. 37.729-1990Impreso en Espaa

    1990. HUROPE, S.A., Recaredo, 2, 08005 Barcelona

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    PREFACIO

    Estos cuatro primeros volmenes de laHistoria de Amrica Latina de Cambridgeforman un conjunto muy integrado y se ocupan de los tres siglos de dominacin colonial espaola y portuguesa, desde los primeros contactos entre losamerindios nativos y los europeos,a finales del siglo xv y principios delxvi, hastala vspera de la independencia, enlas postrimeras delxviii y comienzos delxix.

    El hombre entr por primera vez en el continente americano por el estrecho de Bering, quiz ya en el ao 35.000a. C. Hay algunos indicios dela posible presencia del hombre en lo que actualmentees Mxico ya en el ao 20.000a. C, pero entre los vestigios humanos seguros, los ms antiguos por ejemplo, en Tepexpan,al nordeste de la Ciudad de Mxico y en Laga Santa, en el estado brasileo de Minas Gerais no datan de antes de 9000-8000a. C. La agricultura en Mesoa-mrica data de alrededor de 5000 a.C, yla produccin de alfarera, de alrededor de 2300a. C Los indicios ms antiguos de sociedades poseedoras de estructuras

    polticas y religiosas se encuentran en los yacimientos olmecas de Mxico, sobretodo en La Venta, y en Chavn, distrito de Los Andes, y ambos datan de antes de1000 a.C. En el ao 1500 d.C. ya existan estados con economas y sociedadesmuy estructuradas, as como con culturas y religiones muy avanzadas: el imperioazteca en Mxico y el imperio inca enlos Andes Centrales, adems de dominios decaciques ms o menos estables y con diversos grados de complejidad en,por ejem

    plo, todo el Caribe y sus alrededores, y, asimismo, cientos de tribus nmadas o se-minmadas en la Amrica del Norte, las regiones meridionales de la Amrica delSur y en elBrasil. Las investigaciones dela Amrica precolombina han avanzadorpidamente durante los ltimos veinte o treinta aos, sobre todo en Mesoam-rica, pero tambin en otras partes, y sobre todo en Los Andes. Los arquelogos

    han hecho aportaciones considerables a nuestro conocimiento, pero lo mismocabe decir de los lingistas y los palegrafos, de los gegrafos y los botnicos, incluso de los matemticos y los astrnomos, y, enespecial, de los antroplogos, losetnlogos y los enohistoriadores. En laHistoria de Amrica Latina de Catn-bridgeno se intenta presentar una crnica completa de la evolucin delas diversassociedades indgenas de Amricaaisladas del resto del mundo durante los dosmil o tres mil aos anteriores a la llegada de los europeos. El lugar que correspondera a dicha crnica es otra Historia de Cambridge. Sin embargo, los cinco ca

    ptulos que forman la primera parte del primer volumen,Amrica Latina col-

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    nial: La Amrica precolombina y la conquista,estudian los pueblos y lascivilizaciones de Amrica envsperas de la invasin europea.

    La expansin de Europa en los siglos xv y xvi y el descubrimiento de Amrica por los europeos, aunque no se han omitido, no han recibido atencin prioritaria en esta historia dela Amrica Latina colonial Son temas que tienen un lugar ms apropiado en la historia de Europa y, en todocaso,existen muchsimas obrasque se ocupan de ellos. Los tres captulos que constituyen la segunda parte del primer volumen examinan la invasin, el sometimiento y la colonizacin por los europeos de parte del Nuevo Mundo durante el perodo que va de 1492 a 1570-1580. Con todo, la perspectiva no es exclusivamente europea, sino que se haconcedido igual importancia al punto de vista de los sometidos. Asimismo, se

    presta atencin especial a las relaciones de los espaoles ylos portugueses con losnativos americanos despus de la conquista.El segundo volumen,Amrica Latina colonial: Europa y Amrica en los si

    glos XVI, XVII, XVIII,examina en cinco captulos las estructuras polticas y econmicas de los imperios espaol y portugus en Amrica desde mediados del siglo

    XVI hasta finales delxviii. Se examinan las rivalidades entre los imperios y se estudia la integracin de la Amrica espaola y el Brasil en el nuevo sistema econmico mundial. El volumen concluye con dos captulos sobre la Iglesia Catlica enla Amrica Latina colonial. Para una crnica ms completa de este aspecto, ellector puede consultar laHistoria general de la Iglesia en Amrica LatinaqueCEHILA (Comisin de Estudios de Historia de la Iglesia en Latinoamrica) est

    publicando en once volmenes bajo la direccin general de Enrique Dussel.El tercer volumen,Amrica Latina colonial: economa,y el cuarto,Amrica

    Latina colonial: poblacin, sociedad y cultura,tratan de aspectos de la historiaeconmica y social interna de la Amrica espaola colonial y del Brasil colonialque han despertado el mximo inters de los investigadores durante los ltimosveinte aos: por ejemplo, la evolucin demogrfica, el desarrollo urbano, la minera, la tenencia y la explotacin de la tierra, las haciendas ylas plantaciones, la organizacin del trabajo, incluyendo la esclavitud africana, las economas locales yel comercio intercolonial, la estructura social y sus cambios,el papel de las mujeres, la condicin de la poblacin indgena. En su mayor parte, la Amrica espaola y el Brasil se estudian con independencia la una del otro. Tienen historiasdistintas y, por tanto, historiografas diferentes. El cuarto volumen concluye conun estudio de la vida intelectual y cultural la literatura y las ideas, la arquitectura y el arte, la msica en la Amrica Latina colonial.

    Tal como ha escrito John F. Fairbank, uno de los editores generales deTheCambridge History of China,una Historia de Cambridge est en deuda con todos los que han colaborado en su preparacin. Estees,sobre todo, elcaso de estoscuatro volmenes sobre la Amrica Latina colonial Muchos de los historiadoresque han aportado captulos nueve norteamericanos, ocho europeos continentales (dos de ellos residentes en los Estados Unidos, uno en el Brasil), siete britnicos (cuatro residentes en los Estados Unidos) y siete latinoamericanos (uno residente en los Estados Unidos, otro en Francia) tambin leyeron y comentaronlos captulos de sus colegas. Eneste sentido, quiero dejar constancia de mi agradecimiento especial a Dauril Alden, J. H. Elliott, Charles Gibson, Murdo J. Ma-cleod, Richard M. Morse y Stuart B. Schwartz. Asimismo, Woodrow Borah, J. S.

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    PREFACIO y

    Cummins, ValerieFraser, Olivia Harris y Enrique Tandeter hicieron valoraciones crtias de varios captulos. Lo ms importante fueron los consejos y el alientoque durantela planificacin y preparacin de estos volmenes me ofreci mi colega John Lynch.

    A Patricia Williams, de la Cambridge University Press, le corresponde gran parte del mrito de haber puesto en marcha este proyecto y de haber continuadoapoyndolo incluso despus de dejar la editorial Varios editores de la CambridgeUniversity Press han participado enla preparacin dela presente obra. Me sientoespecialmente agradecido a Elizabeth Wetton.

    Vaya mi agradecimiento tambin al profesor Josep Fontana, quien me dio valiosas sugerencias sobre la edicin espaola, a Csar Yez, que ha cuidado de la

    revisin de las traducciones, y, finalmente, a Gonzalo Pontn, director de Crtica,editorial que ha asumido con entusiasmo el reto de publicar en lengua castellanauna obra deestas caractersticas.

    LESLIE BETHELL

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    NOTA SOBRE MONEDAS Y MEDIDAS

    Varias unidades de valor y medida referidas en el texto de los captulos dellibro no tienen una equivalencia exacta en trminos actuales, especialmentecuando existan muchas variaciones locales. Las explicaciones siguientes puedenser de utilidad.

    Peso El peso de plata mexicano a fines del siglo xviii era igual al dlarnorteamericano.

    Real El peso estaba dividido en 8 reales de plata o 20 reales de cobre

    (reales de velln).Maraved El valor del maraved variaba notoriamente y con frecuencia noera ms que una divisin imaginaria de unidades mayores, ya quedurante largos perodos no existi como moneda. Los ltimos quecircularon, probablemente a fines del siglo xvii y comienzos delxviii, eran monedas de cobre, generalmente alterados en su valor.Cada maraved equivala a 1/34 de real de velln.

    Ris La menor unidad monetaria portuguesa; exista nicamente como(sing.real) unidad de cuenta.Muris Equivala a 1.000 ris. Generalmente se escriba as: 1$000.Cruzado El cruzado portugus era igual a 400 ris (480 ris en la primera

    mitad del siglo xvii). Inicialmente era de oro, despus de plata.Cont Equivala a l.OOOSOOO ris (1.000 milris).Fanega Medida de capacidad para ridos como el cacao, trigo, maz, etc.

    Generalmente corresponda a 55 litros, aunque haba variacioneslocales tanto en la Pennsula como en Amrica; por ejemplo, enMxico la fanega de maz oscilaba entre los 55 y 90,8 litros.

    Quintal Generalmente corresponda a 50,8 kilos y estaba compuesto de 4arrobas espaolas o 100 libras.

    Arroba La arroba espaola pesaba unos 11,5 kilos. La arroba portuguesapesaba 14,5 kilos.

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    ABREVIATURAS

    A BNRJ Anais da Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro HALC Historia de Amrica Latina de Cambridge HAHR Hispanic American Historical Review HM Historia Mexicana JGSWGL Jahrbuch fr Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft

    Lateinamerikas JLA S Journal of Latin A merican Studies LARR Latin American Research Review RHA Revista de Historia de Amrica RIHGB Revista do Instituto Histrico e Geogrfico Brasileiro

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    Primera parteESTRUCTURAS ECONMICAS

    Y SOCIALES:HISPANOAMRICA

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    Captulo 1EL DESARROLLO URBANO DE LAHISPANOAMRICA COLONIAL

    LA IDEA URBANA

    Como ocurre para la mayor parte de la historia colonial de Hispanoamrica,el desarrollo urbano regional tiene dos prehistorias: una indgena, la otra espaola peninsular. Los conquistadores encontraron muchos ncleos urbanos densamente poblados en Mesoamrica y, en menor medida, en los Andes centrales.Tenochtitlan, la capital azteca, con 150.000 o quizs 300.000 habitantes, se con

    virti en la capital virreinal espaola. El lago Texcoco estaba circundado porocho ciudades ms, mientras que entre los centros regionales perifricos figuraban Cholula, Tlaxcala, Tzin Tzun Tzan, Cempoala, y varios enclaves en Yucatny Guatemala. En el Imperio Inca, la capital. Cuzco, si bien careca de la importancia comercial de Tenochtitlan, contaba con ms de 100.000 habitantes y ejerca su dominio poltico sobre varios centros situados a lo largo del camino real,algunos de ellos de origen preincaico: Quito, Cajamarca, Jauja, Vilcas, Hunuco,Bonbn. Estas jerarquas urbanas, a su vez fueron sucesoras de complejos pobla-mientos tempranos orientados hacia centros como Teotihuacan, Monte Albn,Tajn, las ciudades mayas, Chan Chan y Tiahuanaco.

    Aunque los espaoles convirtieron algunas ciudades indias, como Tenochtitlan, Cholula o Cuzco, a sus propias necesidades, la distribucin espacial y la estructura de los poblados indgenas dejaron una impronta an ms decisiva en el

    esquema de poblamiento europeo. De hecho, si se trazara la historia urbana deHispanoamrica slo hasta finales de siglo xvi, los elementos de continuidad conlas sociedades anteriores a la conquista mereceran especial atencin. A largoplazo,sin embargo, los preceptos polticos, sociales y econmicos de la dominacin europea, que implicaban la destribalizacin, desarraigo y aguda mortalidadde la poblacin indgena, introdujeron muchos vectores nuevos de cambio. Porlo tanto empezaremos por tratar los antecedentes europeos del desarrollo urbano en las Indias. Los modelos precolombinos y sus transformaciones sernconsiderados ms adelante.

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    Quiz debido a que tradicionalmente se ha venido pensando en Hispanoamrica como un mundo predominantemente agrcola, se ha descuidado hastaahora el estudio de su historia urbana. Dos notables excepciones son los librosdel argentino Juan A. Garca, quien realiz un estudio sociolgico sobre BuenosAires en su etapa colonialLa ciudad indiana(Buenos Aires, 1900), y elanlisis histrico de las relaciones campo-ciudad en PerLa multitud, la ciudad y el campo en la historia del Per(Lima, 1929), del peruano Jorge Basa-dre. Sin embargo, lo que acapar la atencin de los especialistas internacionalessobre la historia urbana hispanoamericana no fueron ios aspectos sociales o institucionales, sino la controversia sobre aspectos fsicos formales. Desde la dcada

    Ciudades ypueblos dela Amricacolonial espaola

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    de 1940, los orgenes de la familiar distribucin en forma de tablero cuadriculado con sus espaciosas plazas centrales y arquitectura monumental, ha sido ob

    jeto de detalladas investigaciones. Hoy en da, este tipo de investigaciones sobreel trazado urbanstico de la clsica ciudad hispanoamericana ha sido superado.Del establecimiento de los precedentes formales, se ha pasado a los primeros intentos por reconstruir el proceso institucional y cultural. El planteamiento detres grupos de hiptesis nos proporciona una aproximacin esclarecedora denuestro tema general.

    Primero, algunos han hecho hincapi en que la colonizacin ultramarina espaola fue parte de un gran proyecto imperial, hecho posible por la anteriorconsolidacin de Espaa como Estado nacional. El plano cuadricular para lasciudades, que resultaba impracticable para el crecimiento irregular de las ciudades espaolas bajomedievales, fue concebido para racionalizar la apropiacin delvasto territorio ultramarino. La disposicin geomtrica simbolizaba la voluntadimperial de dominacin, y la necesidad burocrtica de imponer el orden y la simetra. Esta interpretacin toma como paradigma del urbanismo espaol en ultramar el plano rectangular de Santa Fe de Granada, ciudad fundada por los Reyes Catlicos en 1491, para el asedio final de los musulmanes del sur de Espaa.Se ha querido hacer remontar las influencias de este trazado hasta la Antigedad, principalmente a Vitrubio, muchos de cuyos preceptos sobre la ciudad idealestn presentes en las ordenanzas de colonizacin espaolas de1573.'Tambinse ha argumentado que los antecedentes de Santa Fe y de las ciudades de las Indias se encuentran en el trazado regular de las ciudades medievales fortificadasdel sur de Francia y el noroeste de Espaa. Una tercera interpretacin seala hacia la creciente influencia que el Renacimiento italiano o los planos neoclsicosejercieron sobre la edificacin de las ciudades del Nuevo Mundo durante el sigloXVI y posteriormente.

    Un segundo punto de vista nos recuerda que los conquistadores espaoles ylos colonos que les siguieron eran absolutos ignorantes en materia de urbanismo,y que difcilmente podran haber estado al corriente del origen de los elegantesestilos antiguos, medievales o neorromanos. Sus soluciones urbansticas eranpragmticas: poblados mineros improvisados y enmaraados, comprimidas fortificaciones portuarias, sofocantes aldeas rurales, as como centros administrativosespaciosos y ordenados. Cuando la situacin geogrfica y las circunstancias lopermitan, la cuadrcula era una solucin natural y simple muy del agrado de losresponsables de efectuar concesiones de tierras de lmites inequvocos a colonosambiciosos y pendencieros. La amplitud de la cuadrcula y de la plaza haba sidocompatible con la inmensidad de los territorios recin ganados para la Cristiandad. Algunos, incluso aventuran la hiptesis de que esta solucin reflejaba lamagnificencia de los lugares ceremoniales indgenas, y E. W. Palm sugiere que laconfiguracin monumental de la Tenochtitlan azteca llam la atencin de los urbanistas europeos por la influencia que ejerci sobre la concepcin de la ciudadideal de Durero.

    Por ltimo, se ha argumentado que, mientras los colonos espaoles deban

    1. Ordenanzas de descubrimiento, nueva poblacin ypacificacin de las Indios, dadas por Felipe II en 1573,edicin facsimilar del Ministerio Espaol de la Vivienda, Madrid, 1973.

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    ceder inevitablemente ante las circunstancias, y mientras los legisladores estabanal corriente de los precedentes clsicos, el trazado de las nuevas ciudades era, enltima instancia, una forma de expresin cultural inmersa en el fundamento de latradicin. El urbanismo americano estaba en consonancia con ciertos tratadosmedievales espaoles que, a su vez, eran herederos de la obra de santo Toms deAquinoDe regimine principum.Gabriel Guarda cree, de hecho, que las ordenanzas de colonizacin espaolas de origen neovitrubiano fueron menos extensamente aplicadas que las de inspiracin aristotlico-tomista. En esta argumentacin se prestams atencin al urbanismo como expresin de la filosofa socialque a las bases funcionales o estticas del mismo. Se nos recuerda que la fundacin de una ciudad constitua un acto litrgico mediante el cual se santificaba

    una tierra recientemente apropiada. La concepcin urbanstica era mucho msque un mero ejercicio cartogrfico. Serva como vehculo para un trasplante delos criterios sociales, polticos y econmicos, y como ejemplificacin del cuerpomstico que constitua el ncleo del pensamiento poltico hispano.

    Lo que comenz siendo un debate sobre la genealoga de los trazados urbansticos, se ha convertido en una discusin sobre un proceso histrico ms amplio, de manera que los tres grupos de hiptesis se hacen reconciliables. De todos modos, ciertas proposiciones han sido rechazadas, como, por ejemplo, laafirmacin de que la cuadrcula de origen espaol fuera omnipresente e invariable, o que las teoras neovitrubianas y renacentistas italianas ejercieran una extendida influencia. Pero un punto de vista ms amplio muestra que el raciona-hsmo imperial de tradicin neorromana no era incompatible con la tradicinaristotlica ibero-catlica. Ambas quedaron entrelazadas desde, por lo menos,los tiempos del cdigo legal del siglo xiii,Las Siete Partidas.Es evidente, adems,que esta compleja tradicin se adapt constantemente al espritu depredador y populista de la conquista; a los imperativos econmicos y geogrficos; y ala presencia de indios y africanos que, en su conjunto, y a pesar de ser vctimasde altas tasas de mortalidad a causa de las enfermedades y los malos tratos, superaban ampliamente a la poblacin europea. As pues, las ciudades hispanoamericanas pueden entenderse como un medio de dar forma a la idea de la ciudad que, procedente de Europa, estableca una relacin dialctica con lascondiciones de vida del Nuevo Mundo.

    En las postrimeras de la Edad Media, el ideal urbano hispnico surga deuna fusin de fuentes clsicas y cristianas, reinterpretadas desde el siglo xiii. Susprincipales componentes eran los siguientes: 1) el concepto griego depolis, comunidad agrourbana basada no en un contrato voluntario entre individuos,sino en una entidad poltica de grupos integrados funcionalmente; 2) la nocin imperial romana de municipio(civitas)como instrumento de civilizacinde las gentes vinculadas al mbito rural, y de lascivitatescomo partes constituyentes del imperio, ms an, de una Ciudad de la Humanidad universal; 3) elconcepto agustiniano de Ciudad de Dios opuesto al de Ciudad Terrena,oposicin paradigmtica entre la perfeccin cristiana y los srdidos descarros ypecados de la ciudad terrenal; 4) la quimrica visin de una ciudad ednica dorada o paraso terrenal, que deba ser descubierta en tierras lejanas, o la de unaciudad futura de pobreza y piedad, que debera ergirse bajo los preceptos de laIglesia entre las gentes de ultramar recin convertidas a la humildad apostlica.

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    EL DESARROLLO URBANO 19

    Al margen de la visin de una ciudad de oro que albergaban las mentes delos conquistadores, solamente los juristas, telogos y misioneros compartan estos conceptos explcitos de comunidad urbana; pero las premisas en las cuales sebasaban subyacan en las mentes de los colonos y de los constructores de ciudades. Este precepto cultural se pone de relieve si se establece una comparacincon los puritanos de Nueva Inglaterra. Las congregaciones puritanas, o ciudades sobre una colina, sin duda conservaban ciertos principios de subordinacinsocial de origen medieval. Sin embargo, todas las relaciones, excepto las pa-temo-filiales, eran voluntarias y dependan nicamente de un pacto entre laspartes contratantes. La comunidad careca de una identidad corporativa, en elsentido de que era anterior, o superior, al arreglo contractual de sus miembros.

    Sobre cada una de las conciencias individuales pesaba, por tanto, una extraordinaria responsabilidad en la tarea de preservar la pureza del vnculo marital entre Dios y la congregacin. Mientras sus miembros permaneciesen limpios de pecado, la comunidad era una encarnacin, no una rplica imperfecta, del ordendivino. Adems, aquellos que emigrasen de la comunidad paterna podan fundarnuevas congregaciones e iniciar as una relacin independiente con Dios. El municipio hispanoamericano, por el contrario, posea una identidad corporativa enel seno de un sistema imperial basado en la jerarquizacin de unidades urbanas yde poblados. La composicin interna de la ciudad consista en una serie de grupos tnicos y ocupacionales tambin entrelazados por enteros jerrquicos muytenues. La unidad urbana era un microcosmos donde se reproduca el orden imperial y eclesistico ms amplio, y en el cual la responsabilidad de su buen funcionamiento no pesaba sobre las conciencias individuales, sino sobre el buen arbitrio de las lites burocrticas, latifundistas y eclesisticas. La consecucin deuna comunidad libre de pecado se relegaba a las visiones quimricas o a lascomunidades misioneras, como los jesutas y los franciscanos, que actuabancomo ejemplares o psiradigmticas.

    Esta compleja visin de la comunidad urbana deriva de la propia evolucininstitucional de la Espaa medieval. La organizacin municipal de tipo comunal slo est presente en el norte de Espaa, a lo largo del Camino de Santiago,dando as respuesta, desde el siglo xi a las necesidades de los viajeros de allendelos Pirineos. La experiencia municipal que habra de conformar la colonizacinibrica de ultramar no tuvo su origen aqu, sino en el centro de Espaa, durantela lenta repoblacin de las tierras arrebatadas a los musulmanes. El trmino burgus, con sus implicaciones comerciales, se empleaba raramente en la mesetaleonesa y castellana, y no figura enLas Siete Partidas.Los habitantes acaudaladosde las ciudades eran normalmente denominados ciudadano{civis),vecino uorno bueno.La repoblacin fue encabezada en un principio por monasterios opor individuos, a menudo supervisada por la corona. Ms tarde, el control seraejercido por los concejos municipales de los anteriores dominios rabes, por lasrdenes mihtares y por la nobleza. Ciertos grupos de colonos libres recibieron tierras con determinados deberes y privilegios. Fracas el desarrollo de un sistemamunicipal comunal plenamente floreciente. La administracin urbana que rega las actividades rurales qued ceida al marco estatal. Las ciudades eran unidades agrourbanas, donde el sector comercial, predominante en el noroeste de Europa, deba rivalizar con intereses militares, eclesisticos, agrcolas y pastoriles.

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    En su Tractado de Repblica[1521], el trinitario espaol fray Alonso deCastrillo expresa unas consideraciones significativas sobre las ciudades y los ciudadanos. Refirindose a la crisis de la Revuelta de los Comuneros de 1520-1521, Castrillo critica tanto los proyectos imperiales extranjeros de Carlos V,como los excesos de las comunidades que le hicieron frente. Se trataba de unatensin entre la estrategia imperial y los intereses locales que ya se haba planteado en las nuevas poblaciones espaolas del Caribe. Buscando un trmino medio entre el absolutismo y el constitucionalismo revolucionario, Castrillo recuerda a sus lectores que la ciudad es la ms noble de las agrupaciones humanasy que un reino se compona de ciudades, o repblicas, sujetas a una jerarqua.Dentro de las ciudades, los asuntos pblicos estaban en manos de aquellos ciu

    dadanos ms cuaficados. De las tres categoras de ciudadanos caballeros,mercaderes y oficiales solamente la primera encamaba propiamente las virtudes cvicas. La ambicin corrompa a los mercaderes, mientras que los artesanosestaban limitados por el horizonte de la necesidad. Lo que tema Castrillo, demanera proftica, era la confluencia de la codicia de la minora frente a la indigencia de la mayora, lo que pondra en peligro el bienestar de la repbhca.

    L A ESTRATEGIA URBANA

    El proyecto castellano de desarrollo urbano no se puso en prctica inmediatamente en La Espaola, marco inicial del impulso colonizador espaol enAmrica. Las primeras ciudades incluidos los intentos desafortunados de LaNavidad y La Isabela, fundadas por Coln en su primer y segundo viaje respectivamente, y la subsecuente cadena de centros que cruzaba la isla alcanzando lacosta sur de Santo Domingo, fueron erigidas sobre planos irregulares y no sediferenciaban demasiado de las factoras comerciales con que contaban lositalianos en el Mediterrneo o los portugueses en frica. El propio Coln se refera a menudo al ejemplo portugus. Dos aos de experiencia demostraron claramente dos cosas: en primer lugar, que la costa sur era mucho ms favorabletanto para las comunicaciones con la Pennsula como para el control del interiory el envo de expediciones a Tierra Firme: en segundo lugar, se hizo evidente lainviabilidad social y econmica de utilizar la cadena interior de facton'as comofuente de tributos. Las ruinas de La Isabela, abandonada desde 1500, eran, haciala dcada de 1520, una confortable guarida, cuyos belicosos habitantes tenanfama de recibir a los incautos visitantes cortndoles la cabeza sin siquiera quitarles el sombrero.

    Nicols de Ovando, que fue destinado como gobernador a Santo Domingopara remediar la torpe administracin de la primera dcada, llevaba instrucciones de fundar nuevas poblaciones teniendo en cuenta las condiciones naturales yla distribucin de la poblacin. Tambin se le orden que en adelante los cristianos fueran concentrados en municipios, pauta que marcara el precedentede la segregacin de las villas espaolas respecto de los pueblos indgenas.Ovando lleg en abril de 1502 junto con 2.500 colonos. Cuando despus de dosmeses un huracn destruy su capital, la reconstruy en la orilla derecha delOzama para mejorar las comunicaciones con el interior. El plano de la nueva

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    EL DESARROLLO URBANA 2 1

    ciudad ftie el primer ejemplo de un trazado geomtrico en Amrica. Sin ms tardanza, Ovando ide los patrones para una red de villas en La Espaola,quince de las cuales recibieron los blasones reales en 1508. Algunas se situaronen el oeste y sureste para controlar el trabajo de los indgenas; otras fueron emplazadas cerca de los depsitos aurferos o en zonas adecuadas al desarrollo de laagricultura y la ganadera. La ciudad de Santo Domingo era la capital y tambinel puerto ms importante. All confluan las rutas que se dirigan hacia el oeste yhacia el norte. Segn parece, la cifra promedio con que se fundaba una ciudadera de 50 vecinos. Algunas ciudades albergaban un hospital, segn una planificacin regional de asistencia mdica. Como coordinador del plan, Ovando escogalos emplazamiento urbanos, controlaba los nombramientos municipales y fijabala disposicin de los solares entorno a las plazas.Al finalizar su mandato, Ovando gobernaba sobre una poblacin europea deentre 8.000 y 10.000 habitantes. Haba apuntalado las bases para el desarrollode una economa regional integrada y promovido la isla como plataforma para laexploracin del Caribe. En el momento de su regreso a Espaa en 1509, sus planes no se haban cumplido. No se haban construido caminos apropiados y sudecisin de abolir el ineficiente sistema de recaudacin tributaria, ehminar loscaciques y distribuir los indios a los encomenderos, las minas y la corona, precipit el derrumbe de la poblacin aborigen. Hacia mediados del siglo xvi, losasentamientos estaban desiertos y la ruta norte-sur que haban establecido loshermanos Coln prevaleca sobre el plan de integracin este-oeste proyectadopor Ovando. Ello llevara a la evacuacin de las poblaciones del norte y oeste en1605-1606 y la cesin del sector oeste de La Espaola a los franceses.

    En Cuba, el gobernador Diego Velzquez escogi siete enclaves urbanos,cuyo establecimiento en 1511-1515 obedeca, como en el caso de La Espaola,al aprovechamiento de los recursos econmicos regionales. A diferencia deSanto Domingo, La Habana fue desplazada de la costa sur a la norte, despusque el descubrimiento de Mxico acentuase la importancia de la ruta man'timadel norte. Con el tiempo. La Habana superara a Santiago, la capital anterior, yse convertira en punto de encuentro de todos los convoyes espaoles al Caribe.

    En la fase caribea de la conquista, se produjo el triunfo de la unidad municipal como instrumento agrourbano de colonizacin, y la experiencia de Ovandofue tenida en cuenta por la corona en las instrucciones que en 1513 hizo llegar aPedrarias Dvila para la colonizacin de la Castilla de Oro.^ Para entonces, losobstculos para el establecimiento de una prspera red de centros eran manifiestos: ausencia de una red viaria utilizable, rpido agotamiento de los recursos mi

    neros,diezma de la poblacin indgena y atractivo de las expediciones a tierrafirme. Los inconvenientes de hacer depender la planificacin de toda una zonade la supervisin directa de un funcionario al servicio de la corona tambin eranevidentes. Tanto en Cuba como en La Espaola, las asambleas de procuradoresempezaron muy pronto a hacer valer sus prerrogativas municipales. A pesar deque la corona se opusiese siempre a la consolidacin de un tercer estado, las jun-

    2. Instruccin real de 1513 a Pedrarias Dvila, Ynstruccin para el govemador de Tierra Firme, la qual se le entreg 4 de agosto DXIII, en M. Serrano y Sanz, ed..Orgenes de ladominacinespaola en Amrica,Madrid, 1918, pp.CCLXX-XCI.

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    tas de procuradores de las ciudades slo se convocaron espordicamente a lolargo del siglo xvi en Hispanoamrica. En la prctica, era mucho ms eficaz parael procurador convertirse en representante municipal en las cortes. Poda de estemodo eludir la burocracia y gestionar directamente frente a la corona los remedios para sus quejas.

    La accin protagonizada por Hernn Corts y sus compaeros al negarse areconocer la autoridad de su inmediato superior, Diego Velzquez, al dar comienzo a las campaas mexicanas, es un clsico ejemplo de cmo las lites municipales podan, llegado el caso, elegir un caudillo a travs del cual entraban enrelacin vasalltica con el rey. La llamada primera carta que Corts envidesde Veracruz el 10 de julio de 1519 dirigida a la corona, deca que, aunque

    Velzquez haba enviado la expedicin slo en busca de oro y haba ordenado lavuelta inmediata a Cuba, que lo mejor que a todos nos pareca era que en nombre de vuestras reales altezas se poblase y fundase all un pueblo en que hubiese

    justicia, para que en esta tierra tuviesen seoro .... Corts deca que le placay era contento de designar los alcaldes y regidores que a su vez debannombrarle mxima autoridad judicial y alcalde mayor, completndose as elproceso de legitimacin.^

    Estas dos vertientes del gobierno de la ciudad la justicia administrada poralcaldes o magistrados y el regimiento en manos de los regidores tenan susprecedentes en Castilla. En el siglo xiv, la corona haba conseguido refrenar la libertad municipal convirtiendo dichos oficios en prebendas (regalas). En principio, la corona controlaba los regimientos americanos, pero haca concesiones alos colonos en materia de justicia. Dada la inmensidad del territorio y la diversi

    dad de circunstancias concretas que se planteaban en el Nuevo Mundo, la corona era incapaz de implantar el sistema castellano, vindose forzada a aceptarvarias frmulas intermedias con tal de reconciliar sus intereses con los de losconquistadores y los colonos. Aunque el municipio se conceba como un elemento inserto en la estructura del Estado, y a pesar de estar el cabildo parcialmente burocratizado, la idea regalista dejaba abierta la posibilidad de concederregimientos a perpetuidad. Los cabildos gozaban de una considerable autonomadurante los aos iniciales, autonoma que no perdieron aquellos cabildos msdistantes an despus de imponerse las ms altas estructuras del gobierno real.

    El cuarto libro de la obra de Bernardo de Vargas Machuca, experimentadocaudillo del Nuevo Mundo,Milicia y descripcin de las Indias[ 1599],constituyeun verdadero manual para fundadores de ciudades." En l se aconseja que loscolonos deberan convencer a los indios de sus intenciones pacficas, al mismo

    tiempo que regatear los trminos de la paz y explotar las rivalidades tribales enbeneficio propio. Debera alentarse a los indios para que construyesen casas adecuadas a los propsitos misioneros. La ciudad debera situarse en el centro de lazona para facilitar las incursiones militares y el aprovisionamiento. Debera asi-

    3. En J. B. Morris, ed.,5 Letters of Corts lo theemperor, Nueva York, 1962, pp. 1-29[existen varias ediciones en castellano; para este texto hemos utilizado Hernn Corts,Cartasde a Conquista deMxico,Madrid, 1985, pp. 23-38).

    4. Las instrucciones de B. Vargas Machuca a los fundadores de ciudades se encuentranen el libro 4 de suMilicia ydescripcin de las Indias[ 1599],2 vols., Madrid, 1892.

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    mismo estar situada en un lugar llano y despejado, evitando las hondonadas peligrosas, y cercano a los lugares de abastecimiento de agua y lea. Para fundar unaciudad, el jefe espaol y el cacique indio deban erigir un tronco de rbol, y elcaudillo deba hundir su cuchillo en la madera y proclamar su derecho a gobernar y dar castigo, al tiempo que se impona la condicin de que la ciudad deberaser reedificada en un lugar ms adecuado. A continuacin declaraba:

    Caballeros, soldados y compaeros mos y los que presentes estis, aqu sealohorca y cuchillo, fundo y sitio la ciudad de Sevilla, o como la quisiere nombrar, lacual guarde Dios por largos aos, con aditamento de reedificarla en la parte quems conviene, la cual en nombre de su majestad, y en su real nombre guardar y

    mantendr en pazy justicia a todos los espaoles, conquistadores, vecinos y habitantes y forasteros y a todos los naturales, guardando y haciendo tanta justicia alpobre como al rico, al pequeo como al grande, amparando las viudasy hurfanos.

    Entonces el caudillo blanda su espada, desafiando a duelo a cualquier posible oponente, abata algunos arbustos para tomar posesin, y pona la comunidad bajo la jurisdiccin real. Hecho esto, se levantaba una cruz en el lugar dondese construira ms tarde la iglesia, se celebraba una misa para impresionar a losindgenas y se anunciaban los nombramientos del cabildo designados por el caudillo.

    Despus, el caudillo deba tomar juramento a los jueces para que mantuvieran el orden en nombre del rey, y los soldados que fuesen a residir all debandar su palabra de proteger a los habitantes de la ciudad. Entonces se construiran

    cabanas y tiendas provisionales en la plaza, que deba ser rectangular, aunqueadaptada al terreno. Desde la plaza deberan trazarse ocho calles de 8 m de amplitud, de manera que se formasen manzanas de 60 por 75 m, divididas a su vezen cuatro parcelas. La iglesia, el cabildo y la prisin se situaran alrededor de laplaza, asignndose al caudillo y a los principales funcionarios las parcelas restantes.Tras delimitar los solares para la construccin de los conventos, hospitales, elmatadero y la carnicera, el caudillo debera parcelar las tierras para los vecinos.Los caciques indgenas suministraran entonces los trabajadores necesaros parala construccin de los edificios pblicos, la nivelacin de los espacios abiertos yel cultivo de plantas, bajo la vigilancia de los espaoles armados, quienes necesitaran una empalizada para refugiarse en casos de emergencia. Las residencias delos europeos deberan estar comunicadas mediante puertas traseras o mediantecorredores, protegidos por muros bajos para una eventual llamada a las armas.La ciudad desplegara soldados para el reconocimiento de los alrededores, encargados tambin de conducir los poblados indgenas bajo la tutela de los cristianos, evaluar las posibilidades econmicas y elaborar informes para el cabildo,que tambin deban hacerse llegar a los oficiales superiores. El resto de los consejos se refieren a la colonizacin de nuevos centros a partir del ncleo original;la asignacin de encomiendas segn los mritos de los espaoles y la disponibilidad de los indgenas; la advertencia a los caudillos de que, por ms que tuvieranderecho a un cuarto de las tierras, no abarcaran ms de lo que pudiesen apretar;y la necesidad de estimular el inters de los indgenas permitindoles la celebracin de mercados semanales, alentndoles a producir los artculos de consumo

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    de los europeos, y haciendo la vista gorda cuando, de vez en cuando, cometanalguna ratera. As se satisface al indio, se le controla mejor y presta el doble deservicio.

    Por supuesto, la experiencia histrica inspirada en las instrucciones de Vargas Machuca no demostraba siempre un grado de formalismo y premeditacintan elevado. En el informe de un jesuta fechado en 1620, se afirmaba que lafundacin de Asuncin en la dcada de 1530 se haba llevado a cabo ms pormatrimonio que por conquista. Se narra cmo, al remontar los espaoles elcurso del ro Paraguay, los indgenas

    les preguntaban quines eran, de dnde venan, adonde ibany qu queran. Los espaoles se lo dijeron. Los indios respondieron que no deban ir ms all y que lesentregaran a sus hijas para hacerlos parientes suyos porque parecan buena gente.Este trato satisfizo a los espaoles y permanecieron all.^

    Sin embargo, la obra de Vargas Machuca pone en evidencia tres aspectos:primero, los amplios poderes discrecionales que disfrutaban los caudillos y elprincipio jerrquico que rega su relacin con sus seguidores; segundo, la omni-presencia de la autoridad real y eclesistica en cualquier nueva empresa municipal; tercero, el papel de los centros urbanos en la apropiacin del territorio y elreclutamiento de los indgenas para atender las necesidades econmicas de loscolonos y para servir a las intenciones polticas y civilizadoras del imperio.Con el paso del tiempo, el liderazgo personalista cedi al control de la ehte municipal, ejercida con frecuencia desde fuera del mecanismo formal del cabildo.En cierto momento, los historiadores convinieron en la idea de que esta soberana oligrquica regional, reforzada por los cabildos abiertos en pocas de tensin, convirti al municipio en el nico mbito donde los criollos llegaron a desarrollar su autonoma. Este punto de vista tiene en cuenta la considerableautonoma de que gozaba el patriciado local en las reas perifricas, pero exagera la discontinuidad que pudiera existir entre la base social y la superestructuradel gobierno. Es cierto que los criollos ocupaban puestos de autoridad en el senode la burocracia real, y tambin que las propias ciudades no eran enclaves hermticos, sino puntos de tensin entre las ambiciones locales y el proyecto imperial. Es decir, las pretensiones sobre un territorio de aquellos que queran apropiarse de sus frutos y del trabajo indgena se enfrentaban a las pretensiones de laIglesia y del Estado, suavizadas mediante prebendas y franquicias, que tratabande ganarse la condescendencia de las lites y as absorber la unidad agrourbanadentro de un esquema imperial.

    Cuando se define la sociedad y la economa colonial hispanoamericanascomo arcaicas y resistentes a los cambios, se olvida frecuentemente que, tras lafase caribea de la conquista, unos pocos miles de espaoles fijaron, en el plazode dos generaciones, el modelo urbano de un continente y medio, y que ste haperdurado en gran medida hasta nuestros das. Hacia 1548, se haban creadocentros de control urbanos, tanto en la costa como en el interior, desde el alti-

    5. Informe de um Jesuta annimo, en J. Corteso, ed.,Jesutas a bandeirantes noGuaira (1549-1640),Ro de Janeiro, 1951.

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    plano mexicano hasta Chile. Muchos de ellos ahora son conocidos como capitales de naciones modernas: Ciudad de Mxico, Ciudad de Panam (que cambide emplazamiento en 1671), Bogot, Quito, Lima, La Paz, Asuncin y Santiago.Caracas fue fundada en 1567, mientras que Buenos Aires lo fue definitivamenteen 1580, tras haber sido una poblacin de carcter efmero de 1535 a 1541. Elvasto alcance del modelo de poblamiento refleja la necesidad de los colonizadores de contar con centros de control para las incursiones en busca de mano deobra indgena y tributos. Sin indios, dice el refrn, no hay Indias. Tras las primeras experiencias, en las Indias espaolas se abandonaron los enclaves comerciales, que caracterizaron la expansin en ultramar de portugueses, ingleses y holandeses, y se potenci la apropiacin directa de los recursos mineros y agrcolas.

    En palabras de Constantino Bayle:

    Los conquistadores semejaban los legionarios de Roma, que al retirarse de lascampaas se convertan en colonos, con el disfrute de tierras repartidas en premiode sus trabajos militares. El blanco de sus jomadas sometedoras de pueblos estuvoen arraigar ellos en las provincias, en fundar ciudades, en agenciarse medios de vivir con desahogo, como en Espaa. De ah que no se detuvieran en las costas: quelas ms de sus fundaciones sean mediterrneas, donde la fertilidad del suelo les permitiera amplia compensacin de sus andanzas. El reparto, pues, de tierras entre losvecinos fue de necesidad: complemento indispensable del municipio.''

    Como expresaba el cronista Lpez de Gomara, quien no coloniza, no conquistatotalmente, y si la tierra no es conquistada sus habitantes no sern convertidos.

    As pues, la colonizacin se converta en una tarea de urbanizacin, es decir, una estrategia de poblamiento encaminada a la apropiacin de los recursos ya la implantacin de una jurisdiccin. La urbanizacin, en su sentido demogrfico ms simple entendida como aglomeraciones de poblacin que crecen msrpidamente que las zonas adyacentes, es difcilmente cuantificable para los siglos xvi y xvii, incluso si se limita la atencin a las ciudades de europeos existentes en Hispanoamrica. Para empezar, los recuentos efectuados en la poca toman como unidad el vecino, es decir, propietarios que tienen bajo su control unsquito o encomienda de indios antes que simples residentes (habitantes o moradores) y transentes (estantes), variando enormemente de un lugar a otro la relacin vecino-moradores. Por otra parte, en la poca en que se establecieron all las altas jerarquas urbanas, la poblacin indgena rural y urbana haba sidodiezmada de tal manera que los criterios corrientes de urbanizacin y desurbanizacin carecan de sentido. Sin embargo, utilizando los recuentos disponibles yestableciendo ndices valorativos de las funciones urbanas, es posible extraerciertas conclusiones acerca del desarrollo urbano durante el perodo comprendido entre 1580 y 1630 (perodo durante el cual la poblacin indgena del Mxico central disminuy desde cerca de dos millones hasta aproximadamente unos700.000). Durante dicho pequeo lapso de tiempo, parece ser que las grandesciudades administrativas crecen ms deprisa que las pequeas. Admitiendo da-

    6. Constantino Bayle,Los cabildosseculares en la Amrica Espaola,Madrid, 1952,pp. 85-86.

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    tos incompletos, al trmino de dicho perodo, stos indican que en centros dems de 500 vecinos, el nmero de vecinos se ha incrementado en 6,7 veces,mientras que aquellos de 100 a 500 vecinos haban aumentado slo una terceraparte. El crecimiento regular iba acompaado, en los centros burocrticos mayores, de servicios, manufacturas y recursos naturales. El crecimiento ms dramtico tuvo lugar en los puertos ms favorecidos (La Habana, Callao), ciudadesmineras (Potos, Oruro, Mrida en Nueva Granada, San Luis Potos), y centrosagrcolas (Atlisco, Quertaro, Santiago de los Valles). Las actividades econmicas, sin embargo, tendieron a repercutir solamente a nivel regional o bien aorientarse hacia el proyecto mercantilista espaol. El modelo urbano ms ampliose defini, por aquel entonces, ms como un esquema de ciudades que comocomplejo de sistemas urbanos interconectados.^

    La estrategia municipal para apropiarse de los recursos se inspir en los principios legales romanos, recuperados en la Espaa bajomedieval, que separ eldominio pblico del privado, confiriendo a la corona, ms que al rey en calidadde seor feudal, el derecho de disponer de los recursos naturales, incluyendo latierra, por merced real o gracia. Una afirmacin de la poltica idealista inicial apareci en una cdula de 1518 que asignaba tierras de cultivo y solares urbanos a perpetuidad a los colonos y sus herederos en mayor o menor cantidadsegn la disposicin de cada uno para cultivarlos. La cdula considera la unidad municipal como agente distributivo y acenta las implicaciones polticas ysociales de la corona. Dichas implicaciones habran de ceder ante el carcter personalista y devastador de la colonizacin, y con el tiempo tuvieron que rivalizarcon los intereses fiscales y econmicos de la propia corona al formular su poltica

    respecto a la tierra.La legislacin espaola aport los fundamentos para tres tipos principales deconcesin de tierras. La primera era la capitulacin, mediante la cual se concedan poderes a un cabeza de expedicin para fundar ciudades y distribuir tierrasdurante cuatro u ocho aos, segn el ritmo del proceso de ocupacin efectiva. Lasegunda era una concesin de tierras vacantes de acuerdo con lo estipulado en loscdigos promulgados: por ejemplo, que los fundadores de la ciudad no podan serpropietarios en ciudades ya existentes, que futuros fundadores deban garantizarla presencia de al menos 30 vecinos, y que las nuevas ciudades que se fundarandeban ocupar 4 leguas y distar 5 leguas de los centros preexistentes. Ms tarde, amedida que el tesoro real se fue agotando y que las mejores tierras cercanas a lasciudades y a lo largo de las carreteras fueran ocupadas, la corona favoreci cadavez ms el valor de cambio de la tierra sobre su valor de uso. En una cdula del

    159L que Ots Capdequ denomina una reforma agraria, las tierras que no haban sido concedidas a nadie haban de revertir a la corona, segn se estipulabaen un tercer tipo de disposiciones, la venta por subasta. Incluso entonces, un cabildo poda conseguir la tenencia colectiva de la tierra como persona jurdica o,en caso de una subasta, aparecer como un simple postor y redistribuir entonces latierra hbremente. El ideal que la corona mantuvo en un principio, de establecer

    7. Vase J. E. Hardoy y C. Aranovich, Urbanizacin en Amrica Hispana entre 1580 y1630,Boletn del Centro de Investigaciones Histricas y EstticasBClHE],Universidad Centra! de Venezuela, Caracas, II (1969), pp. 9-89.

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    colonias agrcolas independientes, fue eclipsado por una concentracin latifundista en posicin de privilegio frente a los recin llegados y los no propietarios.Los ingresos que esperaba obtener la corona mediante la venta de las tierras nollegaron a recaudarse totalmente, dadas las dificultades para realizar un plano yun deslinde sistemticos de las tenencias, y tambin al hecho de que los jueces,formados en el derecho justiniano, eran reacios a dictar normas que amenazasenla propiedad absoluta. En una segunda reforma agraria, la corona intent, mediante una instruccin de 1754, recuperar el control de la venta de tierras ycomposiciones, prescribi una poltica indulgente ante las reivindicaciones delos indios, y exigi la legalizacin de los ttulos de tenencia obtenidos despus de1700.Sin embargo, para entonces los arreglos territoriales establecidos por loscabildos ofrecan una fuerte resistencia al cambio.La frmula que perdur, de hecho, no fue un proyecto unitario y rgido, sinotoda una serie de alternativas. Muchas fundaciones no pasaron de ser meras tentativas efmeras debido a una eleccin desafortunada del emplazamiento; a desastres como terremotos, erupciones volcnicas o enfermedades; ataques indgenas; recursos naturales y posibilidades econmicas insuficientes; o simplementeel seuelo de nuevas prospecciones. Los fundadores de Jauja, en Per, estipularon que su primer asentamiento slo sera ocupado hasta que se encontrara otroms conveniente. Algunas ciudades fueron fundadas seis o incluso ms veces.Nueva Burgos, en Nueva Granada, era una verdadera ciudad porttil, transportada a lomos de sus habitantes de aqm' para all, en busca de un lugar donde losindios les dejaran cultivar sus campos en paz. Algunas ciudades se convirtieronen manzanas de la discordia entre caudillos rivales, que se arrebataban su control

    de unos a otros, redistribuyendo las tierras a sus respectivos favoritos. Otras ciudades tenan jurisdiccin sobre territorios mucho ms vastos de los que eran capaces de poblar. Buenos Aires tena pretensiones sobre gran parte de los territorios actuales de Argentina, Quito sobre la totahdad del moderno Ecuador yparte de Colombia, Asuncin sobre un radio de ms de 500 km.

    El estudio realizado sobre Tunja en el siglo xviii, muestra cmo se desarrollel plan de poblamiento y se ramific hasta consolidarse.** Fundada en 1559,Tunja fue la segunda ciudad de importancia de las tierras altas de Nueva Granada, slo superada por Bogot. En el acta de fundacin, se justificaba la eleccin del emplazamiento porque contaba con caciques e indios y tierras disponibles para mantener a los espaoles. En 1623, la ciudad tena 476 edificios,incluyendo 20 iglesias y conventos, pero solamente 7 edificios pblicos o industrias. La poblacin ascenda a 3.300 varones espaoles adultos y una cifra inde

    terminada de indios, negros y mestizos. El funcionariado proceda de las 70 familias de encomenderos que ocupaban ostentosas residencias con cubierta detejas y doble planta rodeando patios interiores, y que lucan en sus fachadas filigranas de piedra y blasones. Los espaoles ms humildes mercaderes,maestros artesanos vivan en casas hacinadas de techumbre de paja. Los no europeos y las castas medias vivan en bohos fuera del ncleo urbano, y generalmente deban soportar diversas cargas.

    8. V. Corts Alonso, Tunja y sus vecinos.Revista de Indias, 25, 99-100 (1965),pp. 155-207.

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    Se practicaba el comercio en tres niveles. Los quince mercaderes ms importantes importaban tejidos finos y modestos objetos de lujo desde Espaa. Estosmismos mercaderes, junto a otros menos importantes, comerciaban por todaNueva Granada, sirvindose de los 30 caballos y muas con que contaba la ciudad para exportar productos agrcolas y ganaderos, frazadas, sandalias, artculosde piel y harina. Dos veces por semana, lostianguesabastecan un mercado localde productos locales y de las frazadas de algodn y las cermicas que confeccionaban los indios. Se han descrito sistemas anlogos en Nueva Espaa. Las principales ciudades de Yucatn contaban con mercaderes que actuaban sobre largasdistancias, generalmente inmigrantes bien relacionados con los encomenderos;con comerciantes criollos o, a veces, mestizos que abastecan el comercio local y

    trataban con el campo; y con tratantes, normalmente mestizos, indios o mulatos,que traficaban con las comunidades indgenas. Tambin el comercio de Quer-taro operaba en tres niveles: el primero en manos de agentes de Ciudad de Mxico,el segundo actuaba en el mbito provincial y proporcionaban crditos a laindustria y a la agricultura, y el tercero suministraba a la ciudad el gnero al pormenor.

    En el caso de Tunja, el estado rudimentario de la manufactura y de las finanzas y la orientacin agrcola del patriciado sugieren que el comercio era secundario en la definicin funcional de la ciudad. Fueron ms decisivas las directricesde los vnculos polticos y de control. La jerarqua social, representada en el estilo arquitectnico basado en crculos concntricos de Tunja, simbolizaba otras

    jerarquas, extendidas en el espacio, pero centradas siempre entorno a la plaza.Las funciones polticas se correspondan sutilmente con los tres niveles de la actividad comercial. En primer lugar, Tunja era un punto de equilibrio precarioentre las reivindicaciones y favores de la Iglesia y el imperio y el separatismo delos encomenderos, muchos de los cuales descendan de los soldados amotinadosque siguieron a Pizarro. Si bien nueve de las mayores encomiendas pertenecan ala corona, no era menos cierto que los encomenderos de Tunja representaban elpatriciado ms poderoso de Nueva Granada, siendo los nicos capaces de resistirse seriamente a las recaudaciones de impuestos reales de la dcada de 1590.En segimdo lugar, la ciudad era la base administrativa de las ciudades colonialesde su entorno, distando algunas de ellas 150 km. En tercer lugar, Tunja era elcentro de control de 161 encomiendas, que comprendan poblados de 80 a2.000 indios.

    Tunja ilustra claramente la manera en que esquemas de dominacin sobre-impuestos podan interferirse, produciendo unos patrones de colonizacin ordenados jerrquicamente. Tambin revela dos aspectos de la historia urbana deHispanoamrica relaciones intertnicas y actividad comercial; esas eran lasclaves no slo de la sociedad urbana sino tambin en la formacin de modelos depoblamiento interurbano.

    CIUDADES E INDIOS

    El objetivo central de la poltica espaola de asentamiento era la creacin dedos repblicas, una de espaoles y una de indios. El trmino repblica de-

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    notaba unapolis agrourbana compuesta o integrada ftincionalmente por grupossociales y ocupacionales insertos en la estructura del imperio, gozando al mismotiempo de un cierto grado de autogobierno, o al menos de autoadministracin.Aunque la nocin de dos repblicas sugiere equidad y, para los indios, significaba oficialmente un armazn protector contra la explotacin, la repblica de indios se convirti en un eufemismo para encubrir un rgimen de destribalizacin,reglamentacin, cristianizacin, capitacin y trabajos forzados. En la prctica,adems, lo que apareci no fue la implantacin de lapolis, segn la visin abrigada por Las Casas, sino una serie de ncleos urbanos denominados con los trminos pueblos de espaoles y pueblos de indios. Una cdula de 1551, aparecida despus en laRecopilacin,dispuso que los indios sean reducidos a pueblos y no vivan divididos y separados por montaas y colinas, desprovistos detodo beneficio espiritual y temporal. Tal como esclarece el estudio de AmricaCentral, los pueblos de espaoles e indios distaban mucho de ser comparables.La disposicin de las casas en los primeros reflejaba una jerarqm'a social, y laplaza mayor, con sus estructuras distintivas eclesisticas, administrativas, fiscalesy comerciales, identificaba la localizacin y funciones de la autoridad. En lospueblos de indios, donde las distinciones sociales haban sido borradas o simplificadas notoriamente, el emplazamiento residencial no era indicativo de determinado rango poltico o social, mientras que la plaza no era sino un espacio vacovagamente definido, dominado por una iglesia, su nica distincin arquitectnica.*

    Las implicaciones de la colonizacin espaola para los pueblos indgenas deNueva Espaa estn bastante claras. En vsperas de la conquista, las grandes

    concentraciones urbanas, como Tenochtitlan eran raras, y los indios vivan generalmente en asentamientos pequeos, a menudo contiguos. Los asentamientosmayores tenan un mercado, un templo y residencias para el clero y la nobleza,con agregados para el pueblo llano en el extrarradio. stos estaban a menudofortificados y situados en elevaciones, como refugio para la poblacin de los alrededores en tiempos de guerra. Otros centros eran principalmente ceremoniales, habitados solamente por el clero. En muchas regiones, pequeos agregadoscompuestos de unas cuantas casas, estaban diseminados por todo un amplio territorio de cultivo.

    Durante la generacin posterior a la conquista, las devastadoras epidemias,especialmente de viruela y de paperas, tuvieron un efecto mucho ms negativosobre la poblacin indgena en particular la que se encontraba en centros populosos y en las tierras bajas, que los esquemas de poblamiento que portaron

    los espaoles. Los conquistadores se apropiaron y reconstruyeron algunas ciudades, como en el caso de Tenochtitlan. Sin embargo, como emplazamiento de lasnuevas ciudades se preferan precisamente las regiones de los valles, consideradas por los indios comoJOCOdefendibles e inadecuadas. Durante dichos aos,los espaoles impusieron su visin urbanstica, basada ms en cambios de localizacin que en una redefinicin institucional. Antes de la conquista, el valle de

    9. S. D. Markman, The gridition town plan and the caste system in colonial CentralAmerica, en R. P. Schaedel, J. E. Hardoy y N. S. Kinzer, eds.,Urbanization in the Americas

    from itsbeginnings to thepresent,L^ Haya, 1978, p. 481.

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    Mxico estaba formado por numerosas ciudades-estado unidas por vnculosculturales y lingsticos. stas se organizaban entorno a una comunidad centralde varios miles de habitantes dividida en grupos familiares(calpullec),donde resida el soberano local(llatoani; plural tlatoque), cuyas comunidades satlitecomponan uncalpullique controlaba el territorio. Esta ciudad-estado, oalte- petl, era mayor que una aldea y menor que una cuenca fluvial; en palabras deLockhart, era no tanto un complejo urbano como una asociacin entre gruposde pueblos con un territorio dado, significando el trmino altepetl agua y colina en un principio. Fue sobre esta estructura de grupos de linaje, que los espaoles elaboraron su nomenclatura poltica. Es decir, la comunidad central seconvirti en cabecera, subdividida a su vez en barrios, mientras que los

    agregados del extrarradio se convirtieron en estancias o sujetos. Todo estecomplejo poblamiento podra denominarse pueblo, aunque careciese de la estructura apiada y la configuracin fsica asociadas al prototipo espaol. El llamado pueblo fue a su vez sustrado del lugar que ocupaba dentro de la organizacin tributaria del Imperio Azteca, e incrustado en la jerarqua administrativaeuropea de partidos y provincias. Los jefes indios pronto aprendieron las nuevasnormas y empezaron a rivalizar en la adquisicin de privilegios para sus cabeceras o bien para que sus sujetos fuesen ascendidos a la categora de cabecera. Elpatrn de poblamiento disperso precolombino perdur ampliamente hasta 1550,e incluso se extendi, debido a la huida de grupos indgenas a lugares remotos.Lo que consiguieron los espaoles fue acomodar las instituciones peninsularesla encomienda a un modelo preexistente de poblamiento y a un sistema deextraccin de tributos y de trabajo. Se crearon pueblos de espaoles como centros de control suplementarios, mientras los tlatoque, a los cuales los espaolesdenominaron con el trmino caribeo caciques, actuaron como intermediariospara los nuevos seores. Se mobiliz un contingente considerable de mano deobra indgena para la construccin de obras pblicas, iglesias, conventos y centros administrativos de Ciudad de Mxico y los pueblos de espaoles.

    Este modelo precolombino modificado cedi inevitablemente ante el proyecto ms nuclearizado, que desde un principio haba preferido la corona espaola. Hubo una causa de tipo demogrfico. La drstica mortalidad sufrida por lapoblacin indgena hizo inviable la vida en centros dispersos integrados, y exigila concentracin de los supervivientes en agregados accesibles y maleables. Trasla epidemia de 1545-1548, la corona orden explcitamente que se congregase alos indgenas en pueblos de concepcin europea junto a enclaves religiosos. Laaceptacin de estas disposiciones se vio respaldada por las ambiciones, en ocasiones conflictivas, de clrigos y encomenderos, interesados ambos en vigilar decerca a sus protegidos. Los agentes ms eficaces de la hispanizacin y la cristianizacin fueron los frailes, mediante creaciones a gran escala de nuevas ciudades,o bien mediante la unin de centros ya existentes o la concentracin de una poblacin dispersa. Las ciudades recibieron nombres de santos catlicos; se nombraron indios para cargos eclesisticos menores; y los rituales municipales, lasfiestas y las cofradas introdujeron al indio en el calendario cristiano. Ya fuerabajo el mando de los frailes o de los corregidores, las formas municipales espaolas el cabildo y los cargos que lo integraban fueron ampliamente introducidas.Hacia 1560, la mayora de las cabeceras originales haban sido trasladadas

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    a lugares llanos, y muchos indgenas diseminados en zonas remotas haban sidoredistribuidos en nuevas cabeceras y sujetos.

    Tras un nuevo perodo de devastadoras epidemias (probablemente tifus) yhambres, que dur desde 1576 hasta 1581, la corona intensific su programa deconcentraciones forzosas, aceleradas por el clero y los encomenderos. Al llevarsea trmino entre 1593 y 1605 los planes de relocalizacin en toda Nueva Espaa,desaparecieron miles de topnimos, imponindose el trazado cuadriculado consu caracterstica plaza central. Sin embargo, la urbanizacin forzada encontr vigorosas resistencias. En primer lugar, en las concentraciones los indios se hicieron ms vulnerables a las enfermedades contagiosas. En segundo lugar, al apropiarse los espaoles de los campos abandonados por los indgenas, se cre una

    nueva institucin productiva la hacienda, que sustituy a los pueblos de indios como abastecedores del crecimiento demogrfico de los centros urbanosms importantes. Los trabajadores hambrientos y oprimidos por duras disposiciones tributarias fueron retirados al trabajo en las haciendas, que ofreca mayores medidas de seguridad, a menudo sometidos a este tipo de esclavitud por deudas. De este modo, la estructura corporativa de los municipios indgenas seatrofi a medida que su vida econmica se hizo precaria y que el control pas amanos de los hacendados y de los funcionarios reales. Lentamente estaba tomando forma el binomio latifundio-gran ciudad, que habra de regir durante siglos los patrones de poblamiento y los flujos econmicos de extensas zonas deHispanoamrica. Estos nuevos parmetros para la organizacin del trabajo y laeconoma encaminaron la transicin del sistema econmico precolombino haciaun nuevo modelo que encajaba mejor en el sistema europeo agroganadero, minero y manufacturero, basado en el peonaje y el trabajo asalariado.

    El descubrimiento del gran filn argentfero de Zacatecas en 1546, planteserios problemas de poblamiento, ya que este importante lugar se encontraba enmedio del altiplano centro-septentrional, que se extenda hacia el norte hasta lafrontera natural del ro Lerma, y estaba dominada por las tribus belicosas y semi-nmadas de los chichimecas. Aunque ciudades de futura importancia como Ce-laya, Len y Saltillo datan de la dcada de 1570, todos los intentos iniciales paraproteger el trfico de plata a lo largo de las rutas principales, para crear ciudadesdefensivas y para apaciguar a los indgenas, toparon con dificultades. Hasta despus de 1585 no se elabor una poltica factible de pacificacin, basada en la implantacin de un efectivo sistema de misiones y la redistribucin de los indgenassedentarios, especialmente los de Tlaxcala, para establecer comunidades agrcolas modlicas. Hacia principios del siglo xvii. Zacatecas haba crecido hasta reunir una poblacin de 1.500 espaoles y 3.000 indios, negros y mestizos. Prontose configuraron poblaciones indgenas, agrupadas por naciones de origen, alrededor del trazado disperso del centro de la ciudad.

    A pesar de carecer de centros monumentales, las poblaciones chibchas de lasabana de Bogot eran similares a las de Mesoamrica.'" La ocupacin de la tierra era de tipo disperso y se basaba en las unidades domsticas(utas) organiza-

    10. J. A. y J. E. Villamarn, Chibcha settlement under Spanish rule, 1537-1810, enD. J. Robinson, ed..Social fabric and spatial structure in colonial Latin America,Ann Arbor,1979,pp. 25-84.

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    das ensivin, que a su vez formaban comunidades encabezadas por unsijipena,que se convertira en el cacique de los espaoles. La poltica de los conquistadores para concentrar a la fuerza a la poblacin encontr fuertes resistencias despus de 1549, y hacia 1600, de los 100 asentamientos indgenas con los queaproximadamente contaba la sabana, las tres cuartas partes estaban intactas. Elmestizaje y la hispanizacin de los caciques no se produjo tan pronto como enMxico. La hacienda ganadera espaola fue mucho ms efectiva que la polticareal para forzar la recolocacin de los indios y expulsarlos de sus tierras por loseuropeos. Las poblaciones con trazado cuadriculado fueron ms corrientes en elsiglo XVII, a pesar de que los indios siguieron prefiriendo permanecer en sus habitis dispersos, dejando la ciudad como marco interminante de las funciones religiosas y fiscales, y como lugar de residencia de los blancos y mestizos.En cuanto a sus consecuencias sobre los patrones de poblamiento indgenas,la colonizacin del Per tambin fue anloga al caso mexicano, aunque las diferencias en cuanto a las condiciones geogrficas y a los recursos, a las instituciones indgenas, y las soluciones concretas adoptadas por la conquista, dieron pie adiferencias significativas. Un rasgo central del sistema urbano implantado en estazona fue que mientras los espaoles ocuparon y reconstruyeron Cuzco, la capitalinca, su propia capital fue emplazada en Lima, en la costa. Por otra parte, elauge minero de Potos, adentrada en las tierras altas, atrajo una poblacin queexceda en mucho la de sus homologas mexicanas. Hacia 1557, doce aos despus del descubrimiento de la plata, se registraron 12.000 espaoles; hacia 1572,la poblacin haba ascendido a 120.000 habitantes de todas las razas, y hacia1610, en vsperas de la crisis, a 160.000, cifi-a que converta a Potos en la mayor

    ciudad del hemisfero. A diferencia de Mxico-Tenochtitlan, Cuzco perdi susfunciones polticas y su identificacin cosmolgica como ombligo del mundoincaico, para convertirse en un punto de enlace entre dos nuevos polos de atraccin. La preferencia de los espaoles por la zona costera y sobre todo por Lima,condicion lo que Wachtel ha denominado desestructuracin del dominio andino.

    A nivel regional, los espaoles se toparon de nuevo con una poblacin dispersa, cuyos territorios eran regidos por linajes(ayllus), bajo la supervisin decuracas,que se convertiran en los caciques. Sin embargo, el impacto de la economa de mercado europea debi tener unas consecuencias ms drsticas en losAndes que en Mesoamrica. En el caso andino, el sistema precolombino de intercambio de productos entre regiones de distinto clima no dependa tanto de lasrelaciones mercantiles como del control de microhbitats situados a diferentes

    altitudes, mediante reuniones de grupos de parentesco, y que integraban lo quese ha denominado archipilagos verticales solucin tambin presente, si bienen un grado rudimentario, entre los chibchas. En contradiccin con estas delicadas redes de produccin complementaria, los espaoles impusieron sus criterios sobre la tierra como bien de consumo, sobre la exaccin tributaria, y sobre laurbanizacin en ncleos compactos, todo ello intensificado por todos los complementos de la vida urbana europea. Estos criterios recibieron un impulso decisivo gracias a la actuacin del virrey Francisco de Toledo (1569-1581), apodadoel Soln peruano, quien orden, por ejemplo, que 16.000 indios de la provinciade Contisuyu fuesen desplazados desde 445 poblados y concentrados en 45 re-

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    ducciones, o que 21.000 indios del Cuzco, repartidos entre 309 poblados, fuesen llevados a 40 reducciones.

    Para Amrica Central, es posible trazar la erosin a largo plazo de la dicotoma entre ciudades indgenas y ciudades espaolas, a travs de la mezcla de razasy del cambio econmico. A partir de los contingentes tnicos originarios, el mestizaje produjo una serie de grupos intermedios de mestizos, mulatos y zambos,cuya identidad qued desdibujada a finales del perodo colonial en una amal-gana indefinida de pardos o ladinos. Las ciudades, tanto espaolas comoindgenas, al frente de zonas productivas y situadas en lugares favorables para elcomercio, atrajeron a grupos tnicos de todas clases, convirtindose en pueblosde ladinos. Si bien las ciudades indgenas aisladas, especialmente las de origen

    dominico y franciscano, se estancaron conservando sus rasgos iniciales, muchasotras, por ejemplo las de las zonas productoras de ndigo en la costa del Pacfico,desarrollaron una poblacin mixta. Dichos centros experimentaron transformaciones arquitectnicas aadiendo arcadas alrededor de la plaza y monumentalesconstrucciones eclesisticas y civiles. Igualmente, un centro vital espaol comoSantiago de los Caballeros atrajo a una poblacin tnicamente mixta, que fueacomodndose en una progresivamente ampliada traza oficial. Por otra parte,otras ciudades espaolas nunca llegaron a prosperar y perdieron el dominio regional que ostentaron un da. En la sabana de Bogot, los pueblos de indios oresguardos vieron cmo se iban infiltrando poco a poco gentes de raza blanca,mestizos y algunos pardos y negros, una transformacin que a menudo marc laconversin de los resguardos en parroquias. El fracaso de la segregacin tnicatambin ha sido descrito por Marzahl en la regin de Popayn, zona incluida enlos actuales trminos de Colombia, donde los latifundios y la minera atrajeronhacia poblaciones indias a muchos individuos de otras razas. En la propia ciudad, los espaoles se mezclaron cada vez ms con artesanos y pequeos campesinos de extraccin indgena o mestiza.

    Como sugiere el ejemplo anterior, el principio de las dos repblicas seaplic internamente en las ciudades bitnicas tanto como a los sistemas con unlugar central y sus satlites. Incluso en una ciudad como Quertaro, donde indios, negros, mestizos y espaoles estaban mezclados en el modelo original deresidencia, finalmente se desarrollaron barrios en los cuales se conservaron lalengua, costumbres y hbitos familiares indgenas. Un caso tpico de segregacinlo proporciona Ciudad de Mxico, donde se proyect una traza central con trecemanzanas rectangulares en cada direccin y rodeadas por cuatro barrios indgenas en forma de ele, aunque irregulares, gobernados por oficiales indgenas, yque suponan una reserva de mano de obra para la ciudad central. Siguiendo unaevolucin inevitable, los lmites se desdibujaron debido el mestizaje y a medidaque la proporcin de indios respecto al nmero de blancos pas de ser de diez auno a mediados del siglo xvi, a ser de uno a dos a finales del siglo xviii. En varias ocasiones estallaron conflictos con indios y mestizos, como en el caso de lasrevueltas de 1624 y 1692, dando pie a nuevos intentos de restaurar la distribucin dicotmica original. Despus del levantamiento de 1692, una comisin enla que figuraba el estudioso Carlos Sigenza y Gngora informaba sobre los inconvenientes de vivir los indios en el centro de la ciudad y de la necesidad deconcentrarlos en sus propios barrios, vicaras y distritos, donde puedan ser or-

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    ganizados para su mejor gobierno, sin que sean admitidos en el centro de la ciudad. Los documentos hablaban de la insolente libertad de que gozaban losindios en la ciudad, quienes abandonaban sus casas, entorpeciendo la administracin civil y eclesistica, y dificultando la recaudacin de impuestos, y llenabaesta repblica de vagos, vagabundos, intiles, insolentes y gente vil, predispuestos al crimen y confiados en la impunidad que les aseguraban el anonimatoy la confusin. Las culpas se atribuan en dos direcciones. Primero, los barriosindios eran infiltrados por negros, mulatos y mestizos, que eran dscolos, deshonestos, ladrones, aficionados al juego y al vicio, los cuales corrompan a los indios,o bien les forzaban a buscarse otro lugar de refugio. Segundo, los espaolesque vivan en la traza no dudaban en proteger a los renegados indios, alquiln

    doles una habitacin o una cabana, obedeciendo a las leyes del compadrazgo ysiguiendo un comportamiento indecente que desafa nuestra paciencia." Latendencia hacia la integracin tnica, tanto biolgica como espacial, era irreversible. Las nuevas subdivisiones eclesisticas y civiles a que fue sometida la ciudada finales del siglo xviii, slo aparentemente reforzaron la segregacin indgena,pero no introdujeron elemento alguno para restaurarla.

    Una reciente investigacin sobre Antequera, en el valle de Oaxaca, hace hincapi en el papel de la ciudad como mbito de integracin cultural a lo largo detodo el mundo colonial.'^ Un censo urbano del ao 1565 diferenciaba diez categoras tnicas de indgenas, siete de las cuales pertenecan al grupo nhua, distribuidos dentro de la traza, en sus mrgenes, en la comunidad satlite de Jalatlaco,o en granjas cercanas. Gradualmente las identidades culturales se difuminaron, amedida que los barrios de indios perdieron su carcter tnico, que las lenguasaborgenes cayeron en desuso, que desapareci la distincin entre la nobleza india y los plebeyos, y que se fueron asentando individuos no indios en Jalatlaco.Los indios, considerados en un principio como naboras, es decir, como unafuente de trabajo residente en la ciudad, fueron convertidos en el proletariadourbano de la ciudad. La proliferacin de grupos de raza mixta, la mezcla de criollos blancos con las castas de toda la jerarqua ocupacional, y tras el alza econmica regional de la dcada de 1740 la creciente importancia del estatus econmico frente al estatus tnico, llevaron a la desaparicin de las distinciones entre colonizados y colonizadores.

    A nivel general, resulta evidente que las principales ciudades fueron, en lapoca de la conquista, amplios mbitos de mestizaje entre europeos, africanos, eindios, potenciado especialmente por la escasez de mujeres espaolas y africanas. C. Esteva Fabregat ha sugerido que la posterior convergencia y estratificacin de diversos grupos raciales en castas favoreci tanto la separacin como laautosuficiencia sexual relativa de cada grupo tnico o casta. En una terceraetapa, se erosion el sistema de castas, en el preciso momento en que la nomenclatura popular para designar la creciente variedad de combinaciones raciales seestaba multiplicando de forma compleja. En las grandes ciudades, dicho procesose precipit particularmente debido a las migraciones, a la agitacin poltica y a

    11. Sobre los inconvenientes de vivir los indios en el centro de la ciudad.Boletn del ArchivoGeneral de la Nacin,Mxico, D.F., 9,1 (1938), pp. 1-34.

    12. J. K. Chance,Race and class in colonial Oaxaca,Stanford, 1978.

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    EL DESARROLLO URBANO 35los cambios econmicos que socavaron las estructuras de la sociedad y nutrieronun nuevo estado psicolgico de malestar y agresividad. La inoperancia de las categoras tnicas frente a una distincin ms amplia entre gente decente yplebe, era un fenmeno urbano que reflejaba una crisis de autoridad, un debilitamiento del control social, y una pujanza de los nimos reivindicativos entre lossectores populares. En su estudio sobre las multitudes en la historia peruana escrito en 1929, Jorge Basadre propone el siglo xviii como el momento enque se produjo la transicin entre una multitud religiosa y ulica, que pululabapor las calles de Lima como espectadores y celebrantes, y una multitud que, aunque todava prepolitizada, albergaba nimos ms amenazadores, fruto de unamayor frustracin. El elemento anlogo de Ciudad de Mxico lo constituye la

    cultura urbana del leperismo, divulgada a travs de los relatos de viajes escritos por extranjeros, y que tomaba su nombre del lpero, individuo de raza indistinta, descrito como insolente, vagabundo, agresivo con las mujeres y entregado al vicio y a los atentados contra la propiedad.

    Se ha intentado detallar la composicin racial de las ciudades hispanoamericanas, utilizando como base las estadsticas elaboradas por Alcedo en elDiccionario de Amricade 1789. De las8.478 poblaciones registradas, 7.884 se consideran como pueblos agrcolas, y 594 como ciudades, villas y centros mineros. Seconsidera que estos ltimos, que representan el 7 por 100 del total, renen funciones urbanas significativas basadas en el comercio, los servicios y la industria.Esta divisin no corresponde a la distincin campo-ciudad en el sentido moderno, puesto que muchos de los llamados centros urbanos eran de pequeotamao, y todos ellos incluan residentes rurales. Este criterio arbitrario de distribucin de la poblacin, respalda la suposicin de que el medio urbano era principalmente el habitat de los blancos y de los grupos mestizos (vase cuadro 1).

    CUADRO 1

    Poblacin iberoamericanac. 1789 por grupos tnicos y lugar de residencia

    Residentes urbanos Residentes rurales Totalesn." /o o/ /o n. /o /on. %en pob. total en pob. total en pob.

    miles urb. grupotnico

    miles rural grupotnico

    miles total

    Indios* 1.728 36,8 22,0 6.132 65,3 78,0 7.860 55,8Blancos 1.670 35,6 51,8 1.553 16,5 48,2 3.223 22,9Mestizos 666 14,1 64,4 368 3,9 35,6 1.034 7,3Mulatos 419 8,9 39,1 653 7,0 66,9 1.072 7,6Negros 214 4,5 23,7 688 7,3 76,3 902 6,4

    Totales 4.697 100 33,3 9.394 100 66,7 14.091 100

    * Excluidos los indios brbaros.FUENTE:Adaptacin de C. Esteva Fabregat, Poblacin y mestizaje en las ciudades de Ibe

    roamrica: siglo XVIII, en F. de Solano, ed..Estudios sobre la ciudad iberoamericana,Madrid,1975,p. 599. El cuadro contiene errores de aproximacin.

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    En primer lugar, solamente el 20 o el 25 por 100 de los indios y de los negros residan en centros urbanos; en segundo lugar, los blancos y los mestizos representaban el 20 por 100 de la poblacin rural y el 50 por 100 de la poblacin urbana; en tercer lugar, los mulatos representaban ms o menos la mismaproporcin que los negros en el mbito rural, mientras doblaban su ntimero enlas zonas urbanas.

    Se ha sugerido que la identificacin tnica condujo a la identificacin declase en las grandes ciudades, e incluso a una embrionaria conciencia de claseentre los pobres. Esta afirmacin parece excesiva si tenemos en cuenta que laconciencia de clase, incluso entre los obreros industriales latinoamericanos delsiglo XX, resulta un concepto problemtico. Es ms plausible afirmar que el pe

    rodo comprendido entre mediados del siglo xvn y mediados del siglo xix ftieuna poca de crecimiento demogrfico urbano absoluto, si no necesariamenterelativo, y que, especialmente durante los levantamientos independentistas, seprodujo una distensin del control social que alent a los sectores urbanos mspobres a adoptar actitudes contumaces contra la autoridad constituida.

    Una generacin despus de la conquista, los indgenas de Nueva Espaa ydel Per habran de comprobar hasta qu punto haban perdido toda identificacin con los variopintos atributos de sus grupos tnicos, y haban pasado a engrosar el estrato comn de los indios. De forma similar, los variados fenotiposde las castas posteriores dejaron de ser socialmente significativos, para ser absorbidos indistintamente bajo la denominacin de plebe. En ambos casos, la ho-mogeneizacin de los desposedos sealaba el fracaso del viejo ideal eclesisticoy jurdico de la incorporacin social. El sentido de clase era un comn sentimiento entre desheredados, antes que un sentimiento de participar en una causacomn.

    LAS CIUDADES Y EL COMERCIO

    Ms de una vez, se ha establecido un contraste entre el mpetu comercial delas ciudades bajomedievales de la Europa nororiental y las caractersticas funciones agroadministrativas de las ciudades de la Hispanoamrica colonial. Las primeras eran enclaves donde cristalizaron formas primitivas de capitalismo comercial. Las segundas eran enclaves centrfugos para la acometida de la tierra y de susrecursos. Las primeras eran campos de cultivo de un nuevo orden econmico y

    jurdico; las segundas eran vehculos para establecer un orden imperial.El contraste se hace menos rgido cuando se reconoce que, por aquel enton

    ces, el desarrollo comercial adquiri impulso en las Indias a partir de un crecimiento de los mercados locales, se definieron los gneros de consumo comerciali-zables y se incrementaron las oportunidades para el comercio de ultramar.Incluso as, estas tendencias no minaron el viejo orden, y coadyuvaron al surgimiento de una nueva burguesa, con una ideologa distintiva. Los consuladosde las grandes ciudades, aunque eran grupos cerrados con espritu corporativo,eran, en palabras de Veitia Linaje enNorte de la contratacin de las Indias occidentales,ayudados, protegidos y favorecidos por los reyes y sus consejeros. Enciudades basadas en economas mixtas como Arequipa y Popayn, las lites te-

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    nan el recurso, para mitigar el embate de las dificultades econmicas, de diversificar sus actividades entre el comercio, la minera o la agricultura, segn cambiasen las condiciones. La Habana colonial, puerto de encuentro de las flotas deregreso a la pennsula, no era una ciudad mercantil, sino de servicios, con sus in-ciones portuarias, a merced de la conisa organizacin del sistema de navegacin.Para compensar a La Habana por su utilidad en el esquema mercantilista, la corona reconoci los intereses agrarios de sus notables, concediendo a su cabildouno de los dos nicos que gozaron en las Indias de dicho privilegio el derechoa distribuir las fierras de forma directa, sin contar con la aprobacin real.

    En general, los inmigrantes espaoles fueron favorecidos en todas las Indiasen las carreras comerciales por encima de los criollos, aunque su capital fuera amenudo reinvertido en propiedades rurales, y en donaciones a la Iglesia. Segnparece, Medelln fue una excepcin, dadas las escasas posibilidades que all existan para adquirir tierra de labor; aqu los hijos tendieron a seguir a los padres enla minera o el comercio, actividades que ofrecan ocupaciones de elevado estatus.'^Pero en el caso de Ciudad de Mxico, tras la dcada de 1590, aunque hayejemplos de familias que desarrollaron las actividades comerciales durante dosgeneraciones, la norma fue la circulacin constante de la lite mercantil, ms quesu consolidacin.''' Incluso en Buenos Aires, la importante ciudad comercial definales del perodo colonial, donde las tierras agrcolas ms all de las quintassuburbanas no eran an atractivas para los inversores, los comerciantes, segnparece, no constituyeron una clase estable. No slo porque sus hijos prefiriesenla carrera eclesistica, militar o burocrtica, sino porque las instituciones para elrespaldo de las iniciativas comerciales se encontraban en un estado tan rudimen

    tario,y las leyes sobre la herencia ofrecan tan pocas garantas, que las empresascomerciales rara vez sobrevivan ms de dos generaciones.'^ Otras ciudades situadas en zonas de crecimiento ms lento progresaron an menos. El viajero De-pons pudo comprobar que Caracas, en las postrimen'as de la etapa colonial,guardaba ms semejanzas con un taller que con un centro comercial; se desconocan las funciones del intercambio, del papel moneda o del descuento. La Habana, a pesar de la vitalidad econmica que le conferan las exportaciones deazcar despus de 1760, no dispuso de bancos permanentes hasta la dcada de1850. El Guayaquil de 1790, con unas exportaciones de cacao en pleno auge,era una pequea ciudad de8.000 habitantes escasamente familiarizada con lasinstituciones financieras o con las casas comerciales especializadas.'* Un estudio sobre el mercado crediticio del siglo xviii en Guadalajara pone de manifiestolo que debe entenderse cuando se habla de capacidad financiera arcaica de lasciudades hispanoamericanas." En esta ciudad, el crdito estaba estrechamente

    13. A. Twinam, Enterprise and lites: eighteenth-century Medelln,HAHR,59, 3(1979), pp. 444-475.

    14. L. S. Hoberman, Merchants in seventeenth century Mxico City: a preliminaryportrait,HAHR,57, 3 (1977), pp. 479-503.

    15. S. M. Socolow,Themerchants of Buenos Aires,1778-1810,Cambridge, 1978.16. M. L.Conniff, Guayaquil through independence: urban development in a colonial

    system,The Americas,33, 3 (1977), p. 401.17. L. L. Greenow, Spatial dimensions of the credit market in eighteenth century

    Nueva Galicia, en Robinson,Social fabric,pp. 227-279.

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    controlado por la Iglesia, especialmente a principios de siglo, y sta posea unpotencial de prstamo derivado de las donaciones legadas para misas, las dotesde los conventos, cofradas, recaudaciones de diezmos y los ingresos procedentesde sus propiedades. Contando con tales reservas, la Iglesia poda ejercer el prstamo con regularidad, mientras que otros individuos comerciantes, clrigos,viudas tan slo llegaron a hacer prstamos una o dos veces en espacio de dcadas. El capital circulaba entre un pequeo grupo de hombres de negocios y declrigos, llegando a los territorios dependientes