lecturas grabadas clase 2 voz marterna pascal quignard

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De Morir por pensar Pascal Quignard El compañero imaginario de la voz materna Todo sobreviviente necesita de su compañero imaginario. El compañero imaginario es la voz más antigua que uno mismo. Todo niño tuvo una madre. Del mismo modo que cada pensamiento tiene su Sirena. La palabra psique en griego quiere decir aliento. ¿Cómo reconoce el recién nacido, bruscamente entregado al Aliento por el grito que lo hace palpitar al salir del primer reino, el cuerpo perdido del cual proviene? Por la audición de la voz de ese cuerpo. Tal es el hilo de Ariadna psíquico. La “voz de la madre” puede volverse “lengua materna”, dieciocho meses más tarde, porque durante nueve meses fue el soprano de la mujer que llevaba el feto y que lo envolvía con su cadencia y lo insertaba dentro de su canto. En el nuevo mundo, en la orilla de la luz, es por su voz, su timbre, su intensidad, su caudal, su ritmo, que el recién nacido reconoce a su madre en el primer “objeto” inmenso que se pone delante de él a contraluz, con su gran manto sombrío: volumen y forma que hasta entonces nunca ha visto y que se inclinan encima suyo pero que hablan con una misma voz, claramente más antigua que todas las apariencias. El único objeto sobreviviente del primer mundo donde vivía encerrado, sumergido en el agua de su odre, es esa voz perdida que regresa, esa ligazón que sobrevive a la extraordinaria metamorfosis animal y que apacigua su violencia y suspende su traumatismo. De allí el lazo indivisible entre la música y el pensamiento. La voz es aquello que conduce de la caverna uterina a la caverna cefálica. De modo que la sirena acompaña el pensamiento como el perro al cazador, como el halcón al caballero, como el toro a Pasífae, como la luna al sol, como Ariadna a Teseo.

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  • De Morir por pensar

    Pascal Quignard

    El compaero imaginario de la voz materna

    Todo sobreviviente necesita de su compaero imaginario. El compaero

    imaginario es la voz ms antigua que uno mismo. Todo nio tuvo una madre. Del

    mismo modo que cada pensamiento tiene su Sirena. La palabra psique en griego

    quiere decir aliento. Cmo reconoce el recin nacido, bruscamente entregado al

    Aliento por el grito que lo hace palpitar al salir del primer reino, el cuerpo perdido

    del cual proviene? Por la audicin de la voz de ese cuerpo. Tal es el hilo de

    Ariadna psquico. La voz de la madre puede volverse lengua materna,

    dieciocho meses ms tarde, porque durante nueve meses fue el soprano de la

    mujer que llevaba el feto y que lo envolva con su cadencia y lo insertaba dentro de

    su canto. En el nuevo mundo, en la orilla de la luz, es por su voz, su timbre, su

    intensidad, su caudal, su ritmo, que el recin nacido reconoce a su madre en el

    primer objeto inmenso que se pone delante de l a contraluz, con su gran manto

    sombro: volumen y forma que hasta entonces nunca ha visto y que se inclinan

    encima suyo pero que hablan con una misma voz, claramente ms antigua que todas

    las apariencias. El nico objeto sobreviviente del primer mundo donde viva

    encerrado, sumergido en el agua de su odre, es esa voz perdida que regresa, esa

    ligazn que sobrevive a la extraordinaria metamorfosis animal y que apacigua su

    violencia y suspende su traumatismo. De all el lazo indivisible entre la msica y el

    pensamiento. La voz es aquello que conduce de la caverna uterina a la caverna

    ceflica. De modo que la sirena acompaa el pensamiento como el perro al

    cazador, como el halcn al caballero, como el toro a Pasfae, como la luna al sol,

    como Ariadna a Teseo.