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Lectio divina del Salmo dominical Job 7,1-4.6-7: Mis días se consumen sin esperanza. Sal 146,1-2.3-4.5-6: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados. 1Co 9,16-19.22-23: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! Mc 1,29-39: Curó a muchos enfermos de diversos males. Domingo V del Tiempo Ordinario Año B: Dominio sobre las fuerzas del mal.

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Page 1: Lectio divina del Salmo dominical Job 7,1-4.6-7: Mis días se consumen sin esperanza. Sal 146,1-2.3-4.5-6: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados

Lectio divina del Salmo dominical

Job 7,1-4.6-7: Mis días se consumen sin esperanza.Sal 146,1-2.3-4.5-6: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.1Co 9,16-19.22-23: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!Mc 1,29-39: Curó a muchos enfermos de diversos males.

Domingo V del Tiempo Ordinario

Año B: Dominio sobre las fuerzas del mal.

Page 2: Lectio divina del Salmo dominical Job 7,1-4.6-7: Mis días se consumen sin esperanza. Sal 146,1-2.3-4.5-6: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados

Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Page 3: Lectio divina del Salmo dominical Job 7,1-4.6-7: Mis días se consumen sin esperanza. Sal 146,1-2.3-4.5-6: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados

Alabad al Señor, que la

música es buena;

nuestro Dios merece una

alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,reúne a los

deportados de Israel.

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Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

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Él sana los corazones

destrozados,venda sus heridas.

Cuenta el número de

las estrellas,a cada una la llama por su

nombre. 

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Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

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Nuestro Señor es grande y poderoso,

su sabiduría no tiene medida.El Señor sostiene a los

humildes,humilla hasta el polvo a los

malvados.

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Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

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Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio…

Salmo 146 (147, 1-11) 

1[¡Aleluya!]

Alabad al Señor, que la música es buena;nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

2El Señor reconstruye Jerusalén,reúne a los deportados de Israel;3él sana los corazones destrozados,venda sus heridas.

4Cuenta el número de las estrellas,a cada una la llama por su nombre.5Nuestro Señor es grande y poderoso,su sabiduría no tiene medida.6El Señor sostiene a los humildes,humilla hasta el polvo a los malvados.

7Entonad la acción de gracias al Señor,tocad la cítara para nuestro Dios,8que cubre el cielo de nubes,preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,para los que sirven al hombre;9que da su alimento al ganadoy a las crías de cuervo que graznan.

10No aprecia el vigor de los caballos,no estima los jarretes del hombre:11el Señor aprecia a sus fieles,que confían en su misericordia.

Si quieres escuchar este salmo en hebreo, su lengua original, pincha aquí.Pero ten en cuenta que escucharás nuestros salmos 146 y 147

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Lectio¿Qué lugar ocupa este salmo en el

salterio?

Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

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Nuestro salmo se encuentra en la segunda parte del salterio, dedicado a las alabanzas a Dios, formada por los libros:

4º: salmos 89-105y 5º: salmos 106-150

Lectio¿Qué lugar ocupa este salmo en el

salterio?

Salmo 146: el poder y la bondad del Señor.

Dentro del quinto libro, este salmo pertenece a la conclusión del salterio, llamada “pequeño

Hallel” (salmos 145-150). Insertada en el último estadio de formación del salterio con el

fin de dar al final un carácter totalmente laudatorio.

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Nuestro salmo 146 en realidad lo tendríamos que leer unido al salmo 147 porque ambos salmos forman una unidad. De hecho, el texto hebreo así lo considera. Pero, cuando se tradujo este salmo al griego (versión conocida como los Setenta), la tercera parte de este salmo se consideró un salmo independiente. La versión latina del texto bíblico (conocida como la Vulgata) se atuvo a esta división y por eso en la liturgia lo oramos de forma independiente al salmo 147.

Se trata de un cántico de acción de gracias por la restauración de Sión. Tres invitaciones a la alabanza dividen el canto en tres partes iguales:

a) Alabanza de Yahvé por haber restaurado a Sión, mostrando a la vez su omnipotencia como Creador y Gobernador del mundo (vv. 1-6);

b) Proclamación de las magnificencias de la Providencia en las criaturas (vv. 7-11);

c) Acción de gracias por la paz y la prosperidad, y, sobre todo, por haber dado la Ley a Israel, por la que se distingue de todas las naciones (vv. 12-20, o sea, salmo 147 de la Vulgata).

El autor y la ocasión de la composición son desconocidos; la primera parte parece indicar alguna celebración a la vuelta del destierro. Muchos piensan en la solemne dedicación de las murallas reconstruidas de Jerusalén, narrada por Nehemías 12,27-43.

En realidad, Israel, destrozado tras el destierro, es capaz de confesar a su Dios como el Único al que se debe toda alabanza y acción de gracias.

Lectio: ¿Qué dice el texto?

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MeditatioLo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación

relacionamos el salmo con las lecturas del domingo.

Pero con espíritu de fe y confianza nos animamos exclamando: “Alabad a al Señor que sana los corazones destrozados.”

Job, en plena prueba, no halla sentido a su vida, se siente cansado y quebrantado. Todos nos podemos sentir identificados alguna vez con él.

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Él nos levanta –como a la suegra de Pedro- para que llevemos a cabo aquello para lo que hemos sido creados: alabar y servir al Señor.

Dios mismo en la persona de Jesucristo sana nuestras heridas y cura nuestras enfermedades.

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¡Alabémosle con la más armoniosa de nuestras melodías: nuestro amor a Él y, por Él, a nuestros hermanos!

El Señor nos conoce a cada uno personalmente. Él nos ha creado y nos llama a cada uno por nuestro nombre.

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Oratio¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo?

Sana, Señor, nuestros corazones, venda nuestras heridas, para que podamos levantarnos y servirte con amor.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén. 

 

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ContemplatioMiro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…

Él sana a los contritos de corazón y venda sus heridas.

Ciertamente, la tarea propia del Señor es consolar a los afligidos. Aunque seamos indignos, al ser obra suya, no nos abandonará ni nos separará de su intimidad.

Tú , cuando quieras gozar del consuelo, hazte humilde, haz contrita tu mente. Esto es lo propio de su voluntad, de su benignidad y de su benevolencia, porque este es su trabajo: consolar a los que se encuentran en calamidades, y es lo que se sigue de su poder.

SAN JUAN CRISÓSTOMO, Comentario al salmo 146, 3)

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¡Señor, sana nuestras heridas!

Actio¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra?

Es el momento de la “obediencia de la Fe”…