lección 86 apologética católica

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    APOLOGTICA

    Qu es ?

    Si buscamos en el diccionario, encontraremos seguramente algo parecido a esta definicin:

    APOLOGA: (del lat. apologa, y este del gr. apologa) Discurso de palabra o por escrito, en d

    alabanza de personas o cosas. Derivando de esa palabra, la APOLOGTICA (del lat. apologt

    este del gr. apologetikos) es la ciencia que se encarga de desarrollar o exponer los fundament

    fe Cristiana.

    Porqu es necesario un sitio apologtico?

    Consideramos que desde un sitio apologtico proclamamos los fundamentos de la doctrina cris

    la Verdad del Evangelio de la gracia de Dios. Lo hacemos desde un punto de vista profundo,

    basndonos directa y nicamente en las Sagradas Escrituras.

    Porqu es necesario hacer esto? Ya lo dijo el apstol Pablo a Timoteo:

    "Te encarezco delante de Dios y del Seor Jesucristo, que juzgar a los vivos y a los muert

    su manifestacin y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tie

    redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendr tiempo c

    no sufrirn la sana doctrina, sino que teniendo comezn de or, se amontonarn maestros

    conforme a sus propias concupiscencias, y apartarn de la verdad el odo y se volvern a la

    fbulas. Pero t s sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cum

    ministerio."(2 Timoteo 4:1-5)

    Un ejemplo prctico:

    No hace mucho he ledo lo siguiente en un sitio de apologtica catlica:

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    "Hoy da, un montn de maestros han salido por las calles, Biblia en mano, a

    interpretrsela a la gente por cuenta propia, en contra de todo lo que ensea la

    misma Biblia, por ejemplo cuando San Pedro advierte: "Pero ante todo tened

    presente que ninguna profeca de la Escritura puede interpretarse por cuentapropia"(2 Pe. 1:20) [nfasis son del original]

    La Iglesia de Roma sostiene que "nadie puede entender a Dios leyendo solo la Biblia". Y

    peor, si uno pretende eso est "contradiciendo la voluntad de Dios".

    Aqu es donde comienza la apologtica cristiana, redarguyendo, exhortando, con toda paciedoctrina. No a travs de humano conocimiento, sino gracias a revelacin del Espritu Santo de

    Intentan argumentar que la misma Biblia afirma que nadie puede leerla y sacar sus propias

    conclusiones. Lo que sostienen es que hay un exclusivo grupo de hombres capacitados (ellos

    para interpretar correctamente los designios de Dios, denominado Magisterio de Obispos de

    Iglesia Catlica.

    Por tal motivo no alientan (esa es la realidad) a que los fieles catlicos lean las Sagradas Escri

    "Alguien" ya le dio la "interpretacin correcta", la cual fue registrada en el Catecismo de la IgleCatlica. Nadie puede dudar de la doctrina all expresada. Solo obedecerla. (CIC N 88

    Respuesta:

    Pedro explica que nadie puede interpretar la profeca bblica en forma privada, por cuenta prop

    travs de razonamiento de ciencia humana, sino que es imprescindible la capacitacin de

    nuestro espritu a travs del Espritu Santo de Dios, que fue quin inspir a los santos varones

    Biblia, utilizados para escribirlas. Para entender (discernir) el verdadero significado de dicho

    versculo, debemos terminar de leer a Pedro:

    "...porque nunca la profeca fue trada por voluntad humana, sino que los santos hombres

    Dios hablaron siendo inspirados por el Espritu Santo"(2 Pe. 1:21)

    Toda la Biblia ensea que es a travs del Espritu Santo de Dios por quien sus hijos reciben

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    revelacin, capacitacin, discernimiento y sabidura. Nuestra finita mente humana nunca podr

    interpretar correctamente lo que Dios Padre desea de sus hijos. Por mas ciencia, tecnologa,

    computadora y seminario de teologa. Indefectiblemente Padre e hijo redimido deben estar

    conectados por algo superior. "...Entonces [Jess] les abri el entendimiento, para quecomprendiesen las Escrituras."(Lucas 24:45)

    El plan de Dios es muy sencillo: En el momento que aceptamos a Cristo como Seor de nuestr

    y sinceramente nos arrepentimos de nuestros pecados y rogamos Su perdn, la Persona del E

    Santo de Dios viene a morar en Su nuevo/a hijo/a. l ser su Abogado, Maestro y Consolador.

    "...no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, p

    que el Dios de nuestro Seor Jesucristo, el Padre de gloria, os d espritu de sabidura y

    revelacin en el conocimiento de l, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, paque sepis cul es la esperanza a que l os ha llamado, y cules las riquezas de la gloria de

    herencia en los santos, y cul la supereminente grandeza de su poder para con nosotros lo

    que creemos, segn la operacin del poder de su fuerza..." (Efesios 1:16-19)

    El maravilloso apstol Pablo es fiel reflejo de que el Evangelio que conoci no le fue revelado p

    ningn hombre (ni siquiera por ningn magisterio infalible). Podr el Espritu capacitarnos?

    "Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por m, no es segn hombre; p

    yo ni lo recib ni lo aprend de hombre alguno, sino por revelacin de Jesucristo."(Glat1:11)

    Por si queda alguna duda, tenemos la magnfica promesa del Seor Jess:

    "Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espritu Santo, a qu

    el Padre enviar en mi nombre, l os ensear todas las cosas, y os recordar todo lo

    que yo os he dicho." (Juan 14:25-26)

    Bien. Podramos ser mucho mas extensos en el tratamiento de este tema (apasionante por cie

    Pero no es el fin de esta seccin. La idea era mostrar someramente un caso prctico de

    apologtica.

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    estn cautivos a voluntad de l."(2 Timoteo 2:24-26)

    Que Dios te bendiga

    EL CATOLICISMO ROMANO

    Y LA BIBLIA

    LA IGLESIA CATOLICO-ROMANA no desea que el comn del pueblolea la Biblia. Esta afirmacin ha de ser objetada y negadainmediatamente, y para ello se aducirn citas de papas y otras autoridadeseclesisticas para rechazarla. En la pgina del ttulo de la versincatlico-romana de la Biblia en ingls, con fecha de abril de 1778,aparece, por ejemplo, una carta del Papa Po VI al Arzobispo deFlorencia, en la que urge a los catlicos a que lean la Biblia. Dice as:

    En tiempos en que estn circulando aun entre personas iletradas con gran

    destruccin de las almas, muchos libros que atacan descaradamente lareligin catlica, Ud. juzga muy acertadamente que se debera exhortar alos fieles a leer las Santas Escrituras, porque ellas constituyen la fuentems abundante, que debera estar abierta para todos, para que de ellassaquen pureza de costumbres y de doctrina, y para exterminar los erroresque tanto se extienden en estos corrompidos tiempos.

    Frente a esta tan hermosa declaracin deben colocarse, sin embargo, loshechos histricos tanto antiguos como modernos.

    El Concilio de Toln en 1239 prohibi de hecho que los laicos poseyeran

    alguno de los libros de la Biblia, fuera del salterio y el breviario (esteltimo contiene los rezos que deben hacer los sacerdotes y en ellos hayalgunas porciones de la Escritura), y prohibi terminantemente que fuerantraducidos a la lengua popular.

    Trescientos aos ms tarde fue renovada esta prohibicin en el ndice delibros prohibidos preparado por orden del Concilio de Trento, que dice:Habiendo demostrado la experiencia que, si se permite circular

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    indiscriminadamente por todas partes en la lengua del pueblo los librossagrados, puede resultar ms dao que provecho a causa de laimprudencia de los hombres en este respecto, deben someterse al juiciodel obispo o inquisidor, los que permitirn la lectura de estos librostraducidos por autores catlicos a la lengua del pueblo a aquellos que

    juzguen capaces de derivar de su lectura no prdida, sino aumento en la fey en la piedad. Esta licencia debe tenerse por escrito, y si alguno osaraleerlos o tenerlos en su poder sin esta licencia no podr recibir laabsolucin de su pecado hasta que haya devuelto los libros al ordinario.Los libreros que los hayan vendido o entregado en cualquier otra forma . .. perdern el valor de dichos libros en favor del obispo.

    De esta manera, segn el decreto del Concilio de Trento, que anatematiza los que se negaran a reconocer sus decisiones como infalibles, y porconsiguiente inmutables, no pueden leer las Escrituras ms que aquellaspersonas que el obispo juzgue idneas, y esto slo cuando tengan licenciaescrita para ello. En tiempos posteriores el Papa Len XII, en unaencclica fechada el 3 de mayo de 1824, escribe:

    Vosotros sabis, venerables hermanos, que cierta sociedad llamadaSociedad Bblica anda con descaro por todo el mundo, la cual sociedad,en contra del conocido decreto del Concilio de Trento, trabaja con todo supoder y por todos los medios para traducir, mejor dicho pervertir, lasSantas Escrituras a la lengua popular de cada pas.... Cumpliendo nuestrodeber apostlico, os exhortamos a que apartis vuestro rebao de estospastos venenosos.

    Los obispos catlico-romanos de Irlanda entregaron dicha encclica a sussacerdotes con una carta explicatoria, de la que extractamos lo siguiente:Nuestro santo padre recomienda a los fieles la observancia de la regla dela Congregacin del Indice, que prohibe el uso de las Sagradas Escriturasen la lengua del pueblo sin la aprobacin de las autoridades competentes.Su santidad advierte sabiamente que ha notado que resulta ms mal quebien del uso indiscriminado de las Escrituras a causa de la malicia odebilidad de los hombres.... Por eso, queridos hermanos, tales libros hansido y sern siempre execrados por la iglesia catlica, y esta es la raznpor la que con frecuencia ha ordenado que sean entregados a las llamas.

    Con el respaldo de tal autoridad no es de extraar que las Biblias hayansido confiscadas y quemadas en el pasado. Esto se sigue haciendo aunhoy mismo en los pases en que la iglesia romana tiene suficienteautoridad. Tal accin no seria tolerada en pases protestantes, en los queRoma tiene que ceder ante la opinin ilustrada, pero en el fondo ella seresiste todava a colocar la Biblia en las manos del comn del pueblo,como lo demuestra la siguiente declaracin del Cardenal Wiseman:Aunque las Escrituras sean permitidas aqu, no urgimos al pueblo a que

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    las lea, ni los exhortamos a que lo hagan; no las propagamos todo lo quepodemos. Ciertamente que no.

    A pesar de la carta de Po VI, las Escrituras no se dejan abiertas para quecualquiera extraiga de ellas la pureza de costumbres y de doctrina. Todo

    lo contrario.La costumbre establecida en la iglesia romana es publicar la Biblia connotas, para que el que las lea conozca el sentido que ella da a susdoctrinas. La carta encclica de Po IX, publicada el 8 de diciembre de1849, dice: Refirindome especialmente a las Santas Escrituras, se deberecordar encarecidamente a los fieles a su cargo que ninguna personatiene base para confiar en su propio juicio en cuanto a lo que sea suverdadero sentido, si ste se opone a la santa madre iglesia, que es lanica que ha recibido la comisin de Cristo de vigilar por la fe que le hasido encomendada y decidir sobre el verdadero sentido e interpretacin de

    los escritos sagrados.Por lo dicho se deja ver que, aunque la iglesia catlico-romana reconocela inspiracin divina de las Santas Escrituras, no tienen stas la autoridadfinal, sino la iglesia romana, que es la nica que tiene el derecho dedecidir e interpretar su significado.

    Las mismas Escrituras demuestran claramente que tienen el derecho deser colocadas en las manos del pueblo, y por eso las autoridades papaleslas han prohibido, pues las enseanzas de la Biblia y las doctrinas deRoma son diametralmente opuestas. Recurramos a la misma Biblia.

    1. En los tiempos del Antiguo Testamento todo el pueblo de Israel sereuni en el Sina para escuchar la voz de Dios. Moiss habarecibido de Dios la orden de escribir todos los mandamientos quehaba recibido de l (Ex. 34:27, 28). Este escrito deba ser ledo enalta voz en los odos de todo el pueblo cada sptimo ao durantela Fiesta de los Tabernculos (Deut. 31:9-13).

    Hars congregar el pueblo, varones y mujeres y nios, y tus extranjerosque estuvieron en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman aJehov vuestro Dios, y cuiden de poner por obra todas las palabras de estaley: y los hijos de ellos que no supieron oigan, y aprendan a temer aJehov vuestro Dios todos los das que viviereis sobre la tierra.

    En Nehemas se halla el relato de cmo se realiz esto: Y ley Esdras enel libro de la ley de Dios cada da, desde el primer da hasta el postrero(Neh. 8:1-18) . Esta lectura produjo el arrepentimiento como se lee enNehemas 9.

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    2. Josu recibi orden de meditar en esta ley escrita del Seor da ynoche para que aprendiera a obrar conforme a todo lo que estabaescrito en ella. Nunca se apartar de tu boca, dijo el Seor, loque significaba que los mandatos que l diera al pueblo deban serordenados por ella (Josu 1:7,8).

    3. El mandamiento dado a los hijos de Israel deca as: Estaspalabras que yo te mando hoy, estarn sobre tu corazn: y lasrepetirs a tus hijos, y hablars de ellas estando en tu casa, yandando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes: y hasde atarlas por seal en tu mano, y estarn por frontales entre tusojos: y las escribirs en los postes de tu casa y en tus portadas(Deut. 6:6-9, y 11:18-21).

    Estos pasajes demuestran cmo el pueblo de Israel deba conocer, y

    familiarizarse, y tener presente en todos los actos de su vida diaria laPalabra de Dios, primeramente en su forma oral y despus en formaescrita como cabeza de las Escrituras del Antiguo Testamento.

    4. Al transformarse la teocracia en monarqua, todos los nuevosreyes, al subir al trono, deban hacer una copia del Libro de la Leypara su propio uso. Y lo tendr consigo, y leer en l todos losdas de su vida, para que aprenda a temer a Jehov su Dios, paraguardar todas las palabras de aquesta ley y estos estatutos, paraponerlos por obra (Deut. 17:18, 19).

    Los Salmos demuestran abundantemente que el pueblo escogido de Diosestaba familiarizado con las partes del canon del Antiguo Testamento queentonces existan, y que eran consideradas como el centro de su vidanacional, como norma de fe y conducta.

    El Salmo 1:1-3 describe la bienaventuranza del hombre que se deleita enla ley del Seor y que medita en ella de da y de noche. El tal es como unrbol plantado junto a arroyos de agua, que da su fruto en su tiempo, y suhoja no cae.

    El Salmo 19 habla de la perfeccin de la ley de Dios y de sus resultadosprcticos en las vidas de los que la guardan. Es mejor que el oro, msdulce que la miel, que ilumina, corrige y premia.

    El Salmo 119 menciona la Palabra de Dios en casi todos sus 176versculos en una forma u otra, por ejemplo: En el versculo 9: Con qulimpiar el joven su camino? Con guardar tu palabra.

    En el versculo 11: En mi corazn he guardado tus dichos, para no pecarcontra ti.

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    En el versculo 16: Recrearme en tus estatutos: no me olvidar de tuspalabras.

    En el versculo 104: De tus mandamientos he adquirido inteligencia: portanto he aborrecido todo camino de mentira.

    En el versculo 105: Lmpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a micamino.

    Viniendo a los tiempos del Nuevo Testamento encontramos que nuestromismo Seor, siendo nio, creca en sabidura en tal forma que suconocimiento de las Escrituras del Antiguo Testamento caus laadmiracin de los doctores en el templo (Luc. 2:46, 47) . Su mente estuvosaturada de las Escrituras aun en esta tierna edad. Cuando ms adelante seencontr con el tentador en el desierto, pudo echar mano al momento a laEscritura ms adecuada a su necesidad, y arroj fuera al demonio

    repitindole tres veces el Est escrito (Mat. 4:1-11).Nuestro Seor nunca reprendi a los judos de su tiempo por leer lasEscrituras, sino por negarse a obedecer lo que en ellas lean.

    Escudriad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellastenis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi (Juan 5:39,40). Cuando los saduceos se burlaron de la resurreccin, les dijo: Erris,ignorando las Escrituras (Mat. 22:29). El papa y los concilios de laiglesia romana dicen que el hombre ordinario corre el peligro de caer enerror, leyendo la Biblia por s mismo; pero nuestro Seor afirma que elpeligro de extraviarse est en no leer la Biblia. A quin debemosobedecer, a Dios o al hombre? La respuesta la da el apstol Pedro: Esmenester obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).

    7. Pablo encontr en Listra a un joven discpulo llamado Timoteo,hijo de madre Judea y de padre griego, al que tom comocompaero de sus trabajos. A este joven dirigi Pablo dos de suscartas, escritas en los ltimos aos de su vida. En la 2a Timoteo3:15 dice: Desde la niez has sabido las Sagradas Escrituras, lascuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es enCristo Jess. Las Santas Escrituras, que Timoteo haba conocidodesde su infancia, no le haban conducido al error, sino alconocimiento de la salvacin en Jesucristo. Cmo haba recibidol tan pronto ese conocimiento de las Escrituras del AntiguoTestamento? La respuesta la encontramos en 2 Tim. 1:5. Es obvioque lo recibi de su madre Eunice y de su abuela Loida.

    8. Citemos un pasaje ms. Al or los judos de Berea la predicacinde Pablo y Silas acerca del Seor Jesucristo, recibieron laPalabra con todo solicitud. Pero no pararon ah, sino querecurrieron a las Escrituras del Antiguo Testamento,

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    escudriando cada da las Escrituras, si estas cosas eran as.Tuvieron las Escrituras en sus manos, las escudriaron y lastomaron como pauta para asegurarse de la veracidad de lapredicacin. Lejos de ser reprendidos por ello, recibieronrecomendacin: Fueron stos ms nobles que los que estaban en

    Tesalnica, porque con mente abierta recibieron la palabra y laconfrontaron con las Escrituras, con el resultado de que creyeronmuchos de ellos (Hechos 17:10, 12).

    Todos estos pasajes se refieren a las Escrituras del Antiguo Testamento, yno poda ser de otra manera, pues en aquel tiempo no se haba escrito anel Nuevo Testamento. En ninguna parte de la Biblia se encuentra la msligera indicacin de que las Escrituras del Nuevo Testamento, segnfueron escritas ms tarde, deberan tratarse en forma diferente de las delAntiguo. Pedro en su carta (2 Pedro 3:15, 16) menciona algunas de lascartas de Pablo, que en aquel tiempo estaban ya en circulacin, y lasclasifica como otras Escrituras, colocndolas a la par con los libros delAntiguo Testamento. La iglesia catlico-romana cita este pasaje paraprobar la necesidad de que la iglesia quite la Biblia de las manos delcomn del pueblo, porque Pedro dice que algunos indoctos e inconstanteshaban torcido los escritos de Pablo o algunas partes de ellos que erandifciles, para perdicin de s mismos. Es cierto que Pedro previenecontra el peligro de torcer las Escrituras, es decir, tergiversar susignificado, pero de ninguna manera advierte a sus lectores contra lalectura de las mismas, o sugiere que solamente el papa o los conciliospueden leerlas e interpretarlas. Lo que l dice es: As que vosotros, ohamados, pues estis amonestados, guardaos que por el error de losabominables no seis juntamente extraviados, y caigis de vuestrafirmeza. E inmediatamente contina diciendo: Mas creced en la graciay conocimiento de nuestro Seor y Salvador Jesucristo. Cmo deberanellos crecer en esta gracia y conocimiento, y cmo podemos hacerlonosotros? La respuesta est en I Pedro 2:1, 2: Dejando pues toda malicia,y todo engao, y fingimientos; y envidias, y todas las detracciones,desead, como nios recin nacidos, la leche espiritual, sin engao, paraque por ella crezcis en salud. Nuestro desarrollo y crecimientoespiritual depende de nuestra lectura constante y devota de la Palabra deDios, con corazones listos a obedecer todos sus preceptos.

    Segn la Palabra de Dios uno de los dones del Seor Jesucristo ascendidoa su iglesia es el de maestros (Efes. 4:11), y todos los hijos de Diosreconocen la ayuda que reciben de la enseanza de hombres que tienen unmayor conocimiento de la Biblia y una experiencia cristiana msprofunda que la suya. En I Tim. 5:17 se nos dice: Los ancianos quegobiernan bien, sean tenidos por dignos de doblada honra; mayormentelos que trabajan en predicar y ensear. Pero esto dista mucho de laenseanza que nos niega el acceso libre a las Escrituras, y nos mandabuscar en su lugar un intrprete. A todos se nos promete y se nos da un

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    maestro del que la iglesia romana se olvida y lo ignora en la prctica.Nuestro Seor dijo a sus discpulos en su discurso en el aposento alto,antes de dejarlos: Yo rogar al Padre, y os dar otro Consolador, paraque est con vosotros para siempre: al Espritu de verdad, al cual elmundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce: mas vosotros le

    conocis; porque esta con vosotros, y ser en vosotros (Juan 14:16.17).Mas el Consolador, el Espritu Santo, al cual el Padre enviar en minombre, l os ensear todas las cosas, y os recordar todas las cosas queos he dicho (Juan 14:26).

    Pero cuando viniere aquel Espritu de verdad, el os guiar a toda verdad(Juan 16:13).

    La promesa del Espritu no fue solamente a los apstoles, sino a todos loscreyentes. En el da de Pentecosts l vino sobre las 120 personas que

    estaban reunidas en Jerusaln (Hechos 1:15, y 2:1-4). Esta promesa fuehecha tambin a los millares que creyeron en aquel da (Hechos 2:38). yextendida a las generaciones de creyentes por nacer, tanto de judos comode gentiles (Hechos 2:38, 39). La insistencia de Roma sobre la necesidadde una direccin sacerdotal para leer las Escrituras contradiceabiertamente 1 Juan 2:27 que est dirigido a todos los creyentes.

    La uncin que vosotros habis recibido de l, mora en vosotros, y notenis necesidad que ninguno os ensee; mas como lo uncin misma osensea de todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, as como os haenseado, perseveraris en l.

    Esto corre parejas con lo que Pablo escribi a las iglesias de Corinto y deTesalnica.

    Como a sabios hablo; juzgad vosotros lo que digo (1 Cor. 10:15).

    Examinadlo todo; retened lo bueno (1 Tes. 5:21) .

    En ambos pasajes se afirma el derecho y el deber del juicio privado noslo por Pablo, sino por el mismo Espritu Santo, que, la misma iglesiaromana admite, inspir estas epstolas. Estas exhortaciones no estndirigidas a papas o sacerdotes, que entonces no existan, ni siquiera a losancianos de la iglesia, sino a todos los santos y fieles en Cristo.

    ***

    Captulo 2

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    EL CANON DE LA ESCRITURA

    NOSOTROS NO PODRIAMOS saber con certeza divina qu librosconstituyen las Escrituras inspiradas, o si los ejemplares que poseemosconvienen con los originales si no tuviramos la interpretacin de una

    enseanza apostlica, divina e infalible, distinta de la misma Biblia .Buzn de Preguntas, pg. 76 (La Prensa Paulista, Nueva York).

    Intil es decir que Roma afirma que ella posee la enseanza apostlica,divina e infalible, que puede ensear con certeza divina, qu librosconstituyen las Escrituras inspiradas. No se la puede tachar deexcesivamente modesta. En el captulo VIII trataremos la cuestin de suinfalibilidad. Bstenos decir por ahora que los protestantes no pueden

    aceptar razonablemente lo que ella reclama, que es evidentemente falso,por razones que en ese captulo se exponen aunque en forma deficiente.El hecho de que ella da a la tradicin de la iglesia la misma autoridad quea la Palabra de Dios escrita (Capitulo III) hace que no se pueda confiar ensu autoridad para ensear, mucho menos tenerla como infalible, y suaceptacin de los libros apcrifos como parte de las Escrituras cannicasaumenta la falta de confianza en ella como gua.

    Si rechazamos la autoridad de Roma para decidir qu libros soncannicos y cuales no lo son, a qu autoridad podremos recurrir? Estapregunta tiene su peso y no puede ser contestada en unas pocas palabras.Hagmosla frente, tratando primeramente del Antiguo Testamento.

    Los libros del Antiguo Testamento desde el Gnesis a Malaquas fueronescritos en un perodo aproximado de unos mil aos, y no es posibleprecisar con certeza quines fueron los autores humanos de algunos deellos, especialmente de los ltimos libros histricos. Nos traen a lamemoria muchas de nuestras antiguas catedrales, cuyos arquitectospermanecen annimos, aunque los edificios que construyeron, a vecesdurante siglos, nos llenan de asombro y respeto. El historiador Josefo,nacido el ao 37, y la tradicin judaica, as como la evidencia interna,sealan a Esdras como el que probablemente coleccion los diferentesescritos del Antiguo Testamento en lo que era reconocido como el canonde la Escritura en el tiempo de nuestro Seor y sus apstoles. A estacoleccin de escritos fue a la que recurri constantemente nuestro Seorcomo las Escrituras, a las que llamaba La Palabra de Dios. EstasEscrituras hebreas, en uso mucho antes de que naciera nuestro Seor,contenan todos los libros que se encuentran en nuestro AntiguoTestamento, llamado protestante, aunque no en el mismo orden.

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    Las Escrituras hebreas fueron traducidas al griego en Alejandra, entre los aos285 y 247 A. C., para que fueran usadas en el mundo de habla griega, y fueronagregados a ellas un nmero de libros apcrifos, escritos despus de haber sidocompletado el canon del Antiguo Testamento. Los judos de Palestina se negaron areconocer estos libros como parte de las Escrituras. Tanto las Escrituras hebreascomo las griegas de los Setenta estaban en uso corriente en tiempo de nuestro Seory sus apstoles. El y sus discpulos en sus escritos citaron las Escrituras del AntiguoTestamento unas trescientas cincuenta veces. De estas citas unas trescientas fuerontomadas de la versin de los Setenta, pero ni una sola vez citaron de los librosapcrifos. Es cierto que este argumento es meramente negativo, pero es demasiadosignificativo para ser pasado por alto, y l solo tiene ms peso contra la autoridaddivina de los apcrifos que todos los pronunciamientos positivos en contrariohechos por papas y concilios falibles en tiempos en que se haba extendido yahondado la corrupcin de las costumbres y de la doctrina.

    Cuando Jernimo tradujo la Biblia al latn en los aos 382-404, notradujo los libros apcrifos, y se neg a reconocer su canonicidadjuntamente con algunos de sus contemporneos y otros que les siguieron.La traduccin de estos libros al latn fue hecha por otros, y Jernimo no

    tiene responsabilidad alguna por su inclusin en la versin Vulgata de laBiblia.

    Aunque en algunos escritos de la primitiva iglesia se encuentranreferencias a los escritos apcrifos, no se encuentran enumerados comoparte del Antiguo Testamento hasta la celebracin de los concilios deLaodicea y Cartago en los aos 363 y 397, y aun esto no significa quefueran aceptados generalmente, de modo que la controversia continu.Los reformadores los rechazaron en el siglo 16, y el Concilio de Trento,convocado especficamente para frenar el movimiento de la Reforma,reafirm su canonicidad. Los libros apcrifos nunca han sido aceptados

    en forma universal, y ningn decreto papal les puede dar la autoridad queintrnsecamente no poseen.

    Los libros cannicos del Nuevo Testamento fueron escritos durante unperodo de unos cuarenta aos. Unos pocos aparecieron primeramente enPalestina, un nmero mayor en Asia Menor, otros en Grecia y algunos enRoma. Las epstolas fueron dirigidas a veces a algunas iglesias enparticular, aunque no faltan indicaciones de que se intent que, por lomenos algunas de ellas, tuvieran una circulacin ms amplia. (Vase Col.4:16 y I Tes. 5:27.) Otras fueron dirigidas a individuos, aunque lasverdades que en ellas se exponen tienen una aplicacin universal, de

    modo que no nos extraa el encontrarlas ampliamente difundidas en elcurso de los aos y reconocidas como divinamente inspiradas y conautoridad divina. Este proceso de difusin no fue muy rpido en lostiempos en que las comunicaciones eran morosas y difciles, y sinembargo, antes de haber sido escrito todo el Nuevo Testamento, hallamosque el apstol Pedro clasifica las epstolas de Pablo juntamente con loslibros del Antiguo Testamento como las Escrituras (2 Pedro 3:15, 16).

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    Por los escritos de los padres de la primitiva iglesia podemos colegircmo se introdujo su uso en las iglesias y cmo se extendi su influencia:

    Clemente Romano (ao 95) hace referencia a Mateo, Lucas, Romanos, I y2 Corintios, Hebreos, I Timoteo y I Pedro.

    Policarpo (ao 110) reproduce frases de diez de la epstolas de Pablo y IPedro.

    Ignacio (hacia el ao 110) cita a Mateo, I Pedro, 1 Juan, y nueve de lasepstolas de Pablo, y en sus cartas se echa de ver la huella de los otros tresEvangelios.

    Ireneo (aos 130-200) cita la mayor parte de los libros del NuevoTestamento, que en su tiempo ya era conocido como Los Evangelios ylos Apstoles, as como los libros del Antiguo Testamento eran

    conocidos como La Ley y los Profetas.Tertuliano de Cartago (aos 160-200), que viva cuando an eranconocidos los originales de las epstolas, habla de las Escrituras cristianascomo el Nuevo Testamento.

    Orgenes de Alejandra (aos 185-254) acept la autoridad de losveintisiete libros del Nuevo Testamento tal como nosotros los tenemosahora, aunque no estaba seguro de quin escribi la carta a los Hebreos,(como no lo estamos nosotros ahora, aunque aceptamos su inspiracindivina), y estuvo en duda acerca de Santiago, 2 Pedro, y 2 y 3 Juan.

    Eusebio de Cesarea (aos 264-340), que vivi durante la persecucin deDiocleciano, prepar quince Biblias para el Emperador Constantino,escritas por copistas muy cuidadosos, en cuyo Nuevo Testamentofiguraban todos los libros de nuestro Nuevo Testamento, y ninguno ms,aunque entonces algunos dudaban tambin de la inspiracin de Santiago,2 Pedro, 2 y 3 Juan.

    As vemos que, aun antes de los concilios de Laodicea y Cartago, elNuevo Testamento tal cual le tenemos ahora nosotros era reconocidocomo cannico y con autoridad divina, con algunas dudas sobre cuatro delas epstolas menores.

    El Concilio de Cartago (ao 397) ratific formalmente los veintisietelibros como nosotros los tenemos ahora, pero ntese bien que l no formel canon, sino que solamente ratific el juicio de las iglesias, y aceptpara s el Nuevo Testamento como la Palabra de Dios inspirada.

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    Hasta entonces no haba surgido el papado. El primero que reclam paras la supremaca sobre toda la iglesia fue Len I, que fue obispo de Romade 440 a 461. Pero pasaron muchos, muchos aos antes de que talsupremaca fuera reconocida, y aun entonces nicamente por las iglesiasoccidentales. La iglesia de Roma, tal como existe hoy da, no era

    conocida cuando fue reconocida y aceptada la canonicidad del NuevoTestamento.

    De esta manera la iglesia cristiana acept universalmente el canon delAntiguo y Nuevo Testamento mucho antes de que naciera el papado. Laiglesia cristiana en todo el mundo no depende de Roma para tener lacerteza de cules son los libros que constituyen las Escrituras inspiradas.La Biblia lleva en s el sello de su autenticidad y tiene autoridadintrnseca para la iglesia de Dios en todas partes. Ha demostrado suautoridad en el corazn de los hombres, y como dijo Coleridge: Ella meencontr a m. Los milagros espirituales que ha obrado a medida que hasido leda, predicada y expuesta en el mundo son su mejor demostracin.Spurgeon dijo en cierta ocasin: La Biblia no necesita defensa. Es comoun len; sultenla.

    ***

    LA TRADICIN

    SON MUCHAS las prerrogativas que Roma reclama para si. Nunca lasha reducido en lo ms mnimo, al contrario han ido aumentando a travsde los siglos. El papa dice que es el vicario de Cristo en la tierra a travsde una larga sucesin de papas que, segn se dice, comenz con elapstol Pedro. La iglesia de la que el papa es cabeza visible debe serreconocida como la verdadera iglesia catlica, de alcance universal, ytodas las dems iglesias son cismticas y en estado de rebelin contra lalegtima autoridad. Reclama para si la infalibilidad en asuntos de doctrinay costumbres, lo cual debe ser credo bajo pena de perdicin. Solamenteella tiene el derecho de decidir el significado y la interpretacin de lassantas Escrituras. Slo en ella hay salvacin. Tiene autoridad temporal yespiritual en todo el mundo, y por disposicin divina le estn sujetostodos los gobiernos tanto civiles como militares. El hecho de que no hayapodido poner en prctica esta autoridad, no la invalida en cuanto a ella serefiere.

    En qu autoridad basa los estupendos poderes que para s reclama?

    Apela en primer lugar a la Sagrada Escritura, pues reconoce su divinainspiracin y, por consiguiente, su divina autoridad.

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    En segundo lugar apela a la tradicin y a los pronunciamientos de losdiversos papas y concilios de la iglesia.

    Consideremos primeramente su apelacin a las Santas Escrituras.

    La Biblia catlico-romana es la Vulgata, que fue traducida al latn porJernimo: el Antiguo Testamento, excepto los Salmos, traducido delhebreo, y el Nuevo Testamento del griego. Al finalizar el siglo quince eramuy escaso el conocimiento del hebreo y del griego, y donde se lea laBiblia se usaba generalmente la Vulgata, pero algunos miembros delConcilio de Trento, que saban que la traduccin de Jernimo no eraperfecta, quisieron hacer una nueva traduccin. El trabajo que estoencerraba era grande y, adems, los reformadores protestantes seapoyaban en los textos originales griego y hebreo, de modo que elConcilio acord por mayora reconocer un solo texto como su corte deapelacin, y este acuerdo recay sobre la traduccin de Jernimo, que era

    la comnmente usada y llevaba ya mil aos de existencia. Fue as comollegaron a basarse en la Vulgata latina todas las predicaciones,razonamientos y enseanzas romanas, as como las notas escritas. Laiglesia de Roma no puede alegar autoridad alguna para dejar a un lado losoriginales griego y hebreo y sustituirlos por la traduccin latina como lanorma de apelacin. Si se establece como norma una sola traduccin, esmenester reconocer que el traductor debi tener el mismo grado deinspiracin divina que los escritores originales. Sin embargo, los mismosromanistas admiten que la Vulgata no es perfecta.

    La versin Vulgata de la Biblia incluye tambin los libros apcrifos, queno fueron traducidos del hebreo sino del griego de los Setenta. Jernimo,en su lista de los libros cannicos del Antiguo Testamento, no incluye loslibros apcrifos, cuya inspiracin divina l rechaz. No fue l elresponsable de su traduccin al latn, y sin embargo fueron incluidoscomo parte integrante de la versin de la Vulgata. Los apcrifos, en tosas12:9 y 2 Macabeos 12:46, favorecen las dos doctrinas romanas de lasalvacin por las obras y las oraciones por los difuntos, ninguna de lascuales se encuentra en las Escrituras cannicas. Esta puede ser la raznpara que Roma incluya los apcrifos en la versin romana.

    Es muy digno de notarse que los judos del tiempo de nuestro Seor noaceptaron los apcrifos como divinamente inspirados, y aunque l y susdiscpulos citaron del Antiguo Testamento ms de trescientas veces en elNuevo, ni siquiera una vez recurrieron a los escritos apcrifos. EnRomanos 3:2 se nos dice que los orculos de Dios haban sido confiadosal pueblo judo. Pero ni nuestro Seor ni sus apstoles 103 condenaronpor rechazar los libros apcrifos. Los padres de la primitiva iglesiatampoco los citan como si estuvieran en el mismo nivel que los libroscannicos. En captulos sucesivos de este libro examinaremos las citasque Roma hace de los libros cannicos para apoyar sus enseanzas y

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    A Roma se le ha instado a declarar en qu consiste ese cuerpo detradicin y qu es lo que contiene aparte de lo que el papado ha hechopblico ya, pero nunca lo ha dado a conocer. Es lgico concluir queprefiere conservar en secreto su contenido para poder as recurrir ms yms a este depsito oculto, segn lo requieran las circunstancias. Esto le

    trae a uno a la memoria al prestidigitador que saca del sombrero losconejos uno tras otro.

    Esto no representa todo el cuadro, sin embargo, ya que se cuenta con losconcilios de la Iglesia como otra fuente de autoridad. Todos lossacerdotes deben suscribir, al tiempo de su ordenacin, el Credo del PapaPo IV, que declara:

    Tambin profeso y recibo sin ningn gnero de duda todo lo que ha sidoenseado, definido y declarado por los cnones sagrados y los conciliosgenerales, y en particular por el santo Concilio de Trento.

    Tenemos, por fin, delante de nosotros todo el fundamento de la autoridadpapal, que se ha ido ensanchando ms y ms en el decurso de los siglos,hasta llegar a ser, segn parece, suficientemente amplio para podersostener toda su pesada estructura.

    Debemos observar desde el principio en relacin con la tradicin que laiglesia romana no posee en realidad mayor informacin acerca de lamente de Cristo y sus apstoles que la que poseemos todos los demscristianos. No existe tampoco evidencia alguna de que se hayan dejado ala iglesia otras tradiciones fuera de las verdades contenidas en el Antiguoy Nuevo Testamentos. La iglesia romana aduce ciertamente algunospasajes como pruebas. Uno se encuentra en Juan 20:30.

    Tambin hizo Jess muchas otras seales en presencia de sus discpulos,que no estn escritas en este libro.

    Este versculo declara ciertamente que Jess hizo otras seales o milagrosque no se hallan relatados en el Evangelio de Juan. Muchos de ellos sehallaban relatados probablemente en los Evangelios sinpticos, quecomenzaron a circular mucho antes que el Evangelio de Juan. Pudo haberotros que no estaban relatados en ningn otro libro; pero, de ser esto as,no exste la menor indicacin de que estas tradiciones orales fueran dadasa los apstoles para ser trasmitidas de generacin en generacin comoafirma Roma. El versculo siguiente, Juan 20:31, dice:

    Estas empero son escritas para que creis que Jess es el Cristo, el Hijode Dios; y para que creyendo, tengis vida en su nombre.

    El relato escrito es, pues, suficiente para dejar establecido el hecho de queJess es el Hijo de Dios, y suficiente tambin para crear y establecer una

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    fe que trae la vida eterna. Ni es ni fue necesaria una tradicinsuplementaria.

    Otros pasajes que se citan son: as que, hermanos, estad firmes y retenedla doctrina que habis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra (2

    Tes. 2:15).Empero os denunciamos, hermanos, en el nombre de nuestro SeorJesucristo, que os apartis de todo hermano que anduviere fuera de orden,y no conforme a la doctrina que recibieron de nosotros (2 Tes. 3:6) .

    Y os alabo, hermanos, que en todo os acordis de mi, y retenis lasinstrucciones mas, de la manera que os ense (1 Cor. 11:2).

    Aqu encontramos tres referencias a las tradiciones, pero estas trescartas fueron escritas mucho antes de que se formara el canon del Nuevo

    Testamento, antes de que la primitiva enseanza oral se pusiera en escritopara formar el Nuevo Testamento. Las epstolas en referencia fueronescritas para confirmar la enseanza oral que ya se haba impartido; perono fue algo, como sugiere Roma, dado para suplementar las Escrituras yaescritas y en uso, para completar as el cuerpo de la verdad revelada.

    Permtaseme aqu considerar uno o dos pasajes ms de la Escritura, quedemuestran cuan falaz es el recurso que Roma hace a la Escritura, yrecordemos, al hacerlo, que estos pasajes estn tomados del NuevoTestamento, cuya autoridad divina reconoce la iglesia catlico-romana.

    a. Judas 3: Me ha sido necesario escribiros amonestndoos quecontendis eficazmente por la fe que ha sido una vez dada a lossantos.

    La epstola de Judas es una epstola general; no fue dirigida a ningn papau obispo o iglesia en particular, como, por ejemplo, la iglesia de Roma,sino a los llamados, santificados en Dios Padre, y conservados enJesucristo, es decir, a todos los verdaderos creyentes. La fe, porconsiguiente, fue dada no a Pedro o a los que dicen ser sus sucesores, sinoa todos los creyentes. Adems fue dada una vez, sin que hubieranecesidad de que las futuras generaciones de papas o concilioseclesisticos le tuvieran que agregar algo. No puede menos de venir a lamente aqu el solemne aviso que se encuentra al final del NuevoTestamento, casi sus ltimas palabras:

    Yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la profeca de este libro:Si alguno aadiere a estas cosas, Dios pondr sobre l las plagas queestn escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro deesta profeca, Dios quitar su parte del libro de la vida, y de la santaciudad, y de las cosas que estn escritas en este libro (Apoc. 22:18,19).

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    Es cierto que la iglesia de Roma niega que haya aadido doctrina alguna ala revelacin original, diciendo que lo que ella ha hecho ha sido sacar deltesoro de la tradicin apostlica y desarrollarlo bajo la direccin delEspritu Santo, lo cual es evidentemente falso, porque muchas de lasdoctrinas llamadas tradicin apostlica estn en abierto conflicto con

    las verdades reveladas por Dios en la Palabra escrita, y Dios es el Padrede las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variacin(Santiago 1:17) .

    b. Pedro dice a los creyentes a quienes escribe en I Pedro 1:23:

    "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, porla palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.

    Luego aade:

    Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.En los Hechos de los Apstoles encontramos seis sermones o discursosde Pedro, de modo que conocemos el evangelio que l predic. Nisiquiera en una ocasin se separ en lo ms mnimo de las doctrinas quese exponen claramente en el Nuevo Testamento En los sermones de Pedrono hay lugar para las doctrinas que estn basadas en la tradicinsuplementaria de la palabra escrita, y sin embargo, su evangelio fuesuficiente, con el poder del Espritu Santo, para conducir a miles deoyentes a la experiencia de un nuevo nacimiento.

    c. En 2 Tim. 3:16, 17, leemos tambin:Toda Escritura es inspirada divinamente y til para ensear, pararedarguir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre deDios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra.

    Qu necesidad tenemos de aadir la tradicin oral si las SantasEscrituras no slo pueden hacernos sabios para la salvacin por la fe quees en Cristo Jess (2 Tim. 2:15), sino que pueden hacernos tambinperfectos, enteramente instruidos para toda buena obra?

    Nuestro Seor ahuyent al diablo tres veces, anteponiendo a cada una desus citas del Antiguo Testamento el Escrito est (Mat. 4:4, 7 y 10). Eldesconcert a los que ponan en duda su misin mesinica con palabrastomadas de las Escrituras del Antiguo Testamento (Mat. 22:41-46), yconsol a sus desalentados y perplejos discpulos declarndoles en todaslas Escrituras lo que de l decan (Luc. 24:2527). Pero reprendiseveramente a los fariseos porque habis invalidado el mandamiento deDios por vuestra tradicin (Mat. 15:6) y porque aun traspasaban el

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    mandamiento (Mat. 15:3). En contra de ellos cit las palabras del profetaIsaas:

    Este pueblo de labios me honra; mas su corazn lejos est de m. Mas envano me honran, enseando doctrinas y mandamientos de hombres

    (Mat. 15:8-9).A medida que vamos avanzando en este libro, observremos que esto esprecisamente lo que Roma est haciendo. Ella culpa a los protestantes decorromper y pervertir la Palabra, y es ella la culpable de este vil pecado.

    El extracto siguiente est tomado de un libro titulado The Question Box(Buzn de Preguntas), escrito por Bernard Conway de los PadresPaulistas, con la autorizacin del Superior General de la Orden, elCensor Librorum y con el imprimatur del Cardenal Hayes, arzobispocatlico-romano de Nueva York en 1929. En la pgina del ttulo se dice

    que han sido impresos ms de tres millones de ejemplares.La pregunta es como sigue: No es la Biblia la nica fuente de nuestrafe, el nico medio por el que han llegado hasta nosotros las enseanzas deCristo?

    Respuesta:

    No. La Biblia no es la nica fuente de fe como afirm Lutero en el siglodiecisis, porque sin la interpretacin de un apostolado de enseanzadivina e infalible distinto de la Biblia, no hubiramos podido saber con

    certeza divina qu libros constituan las Escrituras inspiradas, o si losejemplares que hoy poseemos estn conformes con los originales. LaBiblia de por s no es ms que letra muerta, que clama por un intrpretedivino; no est dispuesta en una forma sistemtica como un credo o uncatecismo; con frecuencia es oscura y difcil de ser entendida como diceSan Pedro hablando de las epstolas de Pablo (2 Pedro 3:16. Compresecon Hechos 8:30, 31); se presta a falsas interpretaciones. Adems unnmero de verdades reveladas han llegado hasta nosotros solamente portradicin divina.

    Aqu Roma se pone de manifiesto, pues se arroga a s misma el ttulo deapostolado de enseanza divina e infalible, distinta de la Biblia.

    Frente a lo que ella dice de que la Biblia de por s es letra muerta,coloquemos el pasaje de Hebreos 4:12:

    Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y ms penetrante que todaespada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espritu, y

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    las coyunturas y tutanos, y discierne los pensamientos y las intencionesdel corazn.

    De qu lado nos colocamos?

    ***

    Captulo 4

    EL APSTOL PEDRO

    ANTES DE ENTRAR a examinar en detalle las muchas prerrogativas que reclama para sla iglesia catlico-romana, se hace necesario considerar lo que esa iglesia reclama para elapstol Pedro, pues es precisamente en esto en lo que se basan las exigencias de Roma a lasupremaca. Ningn verdadero cristiano, protestante o romanista, deseara quitar al apstolla ms mnima parte del honor que le corresponde como apstol, y aun ms como el ldernatural entre sus hermanos. En los Evangelios, el libro de los Hechos y aun en sus doscortas epstolas se nos presenta como una personalidad imponente. Es una figura altamentesimptica, llena de inters natural, porque con frecuencia encontramos en nosotros mismosel eco de sus caractersticas y aun en las personas que nos rodean. Es hueso de nuestroshuesos y carne de nuestra carne. Lo que est en tela de juicio no es lo que Pedro reclampara s mismo, pues l nos exhorta a la humildad, despus de haber llegado a ser el ms

    humilde de todos, bajo la disciplina de la mano de su Seor. Vemosle al principio de sudiscipulado a los pies de Jess: Aprtate de m, Seor, porque soy hombre pecador (Luc.5:8). Vemosle tambin en la casa de Cornelio, levantndole a ste y dicindole :Levntate; yo mismo tambin soy hombre (Hechos 10:26) . Y oigmosle ya en su edadmadura, casi al terminar su carrera, escribiendo a los creyentes judos que estabanesparcidos en las iglesias del Asia Menor:

    http://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/docs/estamos_de_acuerdo/cap_022.doc
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    Ruego a los ancianos que estn entre vosotros, yo anciano tambin con ellos, y testigo delas aflicciones de Cristo (sus pensamientos se vuelven al triste da en que neg tres veces asu Seor), que soy tambin participante de la gloria que ha de ser revelada. Apacentad lagrey de Dios que est entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sinovoluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino de un nimo pronto; y no como teniendo

    seoro sobre las heredades del Seor, sino siendo dechados de la grey. Y cuandoapareciere el prncipe de los pastores, vosotros recibiris la corona incorruptible de gloria.Igualmente, mancebos, sed sujetos a los ancianos; y todos sumisos unos a otras, revestosde humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaospues bajo la poderosa mano de Dios, para que l os ensalce cuando fuere tiempo (I Pedro5:1-6).

    No, no tenemos que ocuparnos de lo que Pedro reclam para s, sino con las prerrogativascompletamente falsas y exageradas que hombres posteriores a l le han atribuido, porquesin ellas no hubieran podido fundamentar el derecho a la supremaca e infalibilidad queellos reclaman para s mismos. El Seor reprendi a sus propios discpulos, cuando stosestaban disputndose los mejores puestos en el Reino, diciendo:

    Sabis que los prncipes de los Gentiles se enseorean sobre ellos, y los que son grandesejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no ser as; sino el que quisiere entrevosotros hacerse grande, ser vuestro servidor; y el que quisiere entre vosotros ser elprimero, ser vuestro siervo: Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino paraservir (Mat. 20:2-28).

    La iglesia romana llama a Pedro el prncipe de los apstoles y exalta a l y a sussucesores a un trono que dice ser ms alto que el de todos los prncipes seculares. Puedehaber cosa ms ajena a la mente de Cristo o a la del mismo apstol Pedro? Si l estuvieraen la tierra sera el primero en rechazar tal honor.

    La iglesia romana recurre en apoyo de su derecho a la supremaca a Mat. 16:17-19. despusde la declaracin de Pedro: T eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Jess le dijo:

    Bienaventurado eres, Simn, hijo de Jons; porque no te lo revel carne ni sangre, mas miPadre que est en los cielos. Mas yo tambin te digo, que t eres Pedro, y sobre esta piedraedificar mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecern contra ella. Y a ti dar lasllaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra ser ligado en los cielos; ytodo lo que desatares en la tierra ser desatado en los cielos.

    El hilo del pensamiento es como sigue:

    Pedro era la piedra sobre la que iba a ser levantada la iglesia.

    A l le fue entregado el poder de las llaves, lo que significa que l solopodra abrir la puerta del reino de los cielos.

    El solo podra atar y desatar.

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    El lleg a ser el primer obispo de Roma, con lo que design aquellaciudad como el centro del gobierno eclesistico y espiritual de todas lasiglesias del mundo.

    Y, finalmente, toda la autoridad dada a Pedro ha ido pasando por sucesin

    ininterrumpida a una larga lnea de obispos y papas, todos ellos vicariosde Cristo en la tierra hasta nuestro das.

    En este captulo nos ocuparemos de los argumentos que se relacionan con el apstol Pedro,y dejaremos para otro captulo los relacionados con los que se llaman sus sucesores. A. Seafirma que Pedro fue la piedra en que iba a levantarse la iglesia.

    Hay aqu un juego de palabras entre Pedro y piedra, que aunque se derivan de la mismapalabra griega, difieren entre s. La primera, PETROS, de la que se deriva Pedro, Significaun pedazo de piedra suelta, como la que una persona podra arrojar a otra; la segundaPETRA, indica una roca fija y permanente. T eres PETROS, un pedazo de piedra, y

    sobre esta PETRA, una roca fija y permanente, edificar mi iglesia.Pedro no tuvo nada de roca permanente, de modo que era mal fundamento para un edificio.Casi inmediatamente despus de haber recibido la recomendacin del Seor, tuvo que serreprendido con una severidad que nos sorprende por haber dicho, Seor, en ningunamanera esto te acontezca, cuando Cristo les haba hablado de sus prximos sufrimientos ymuerte: Qutate de delante de m, Satans; me eres escndalo; porque no entiendes lo quees de Dios sino lo que es de los hombres (Mat. 16:21-23).

    De los ochenta y cuatro padres de la primitiva iglesia, solamente diecisis creyeron que elSeor se refiri a Pedro cuando dijo: Esta piedra. Los dems se dividen en su opinin,diciendo unos que se refiri a Cristo, otros al testimonio de Pedro acerca de Cristo o a todoslos apstoles. De modo que si recurrimos a los padres de los primeros cuatro siglos,tenemos que rechazar lo que Roma reclama. Es completamente imposible creer que Dioshubiera podido permitir que una doctrina tan fundamental como esta, si es que en realidades su verdad, permaneciera hundida en la oscuridad e incertidumbre por tanto tiempo, paraser re descubierta solamente por los jefes de la iglesia catlico-romana cuando stosestaban luchando siglos despus para dejar establecida su autoridad.

    Veamos lo que sobre esto mismo nos dicen otros lugares de las Escrituras.

    Cuando los judos del tiempo de Cristo se negaron a aceptar el mesianismo que lreclamaba para s, l les dijo: Nunca lesteis las Escrituras: La piedra que desecharon losque edificaban, sta fue hecha por cabeza de esquina: por el Seor es hecho esto, y es cosamaravillosa en nuestros ojos? (Mat. 21:42).

    Cuando los mismos jefes judos preguntaron a Pedro con qu poder y en qu nombre cural paraltico de la Puerta Hermosa del templo, les dijo:

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    Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristode Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucit de los muertos, por l estehombre est en vuestra presencia sano. Este es la piedra reprobada de vosotros losedificadores, la cual es puesta por cabeza del ngulo. Y en ningn otro hay salud; porque nohay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos (Hechos

    4:10-12).El apstol repite este mismo pensamiento en su epstola, refirindose a Cristo como lapiedra:

    "Por lo cual tambin contiene la Escritura: He aqu pongo en Sin la principal piedra delngulo, escogida, preciosa; y el que creyere en ella no ser confundido (I Pedro 2:6).

    Es el mismo Pedro, no otro, el que indica al Seor Jess como la piedra fundamental. Nohace ni la menor sugerencia a s mismo. El apstol Pablo, escribiendo a la iglesia de Efeso,dice:

    Mas ahora en Cristo Jess, vosotros (los gentiles) que en otro tiempo estabais lejos, habissido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque l es nuestra paz, que de ambos hizouno, derribando la pared intermedia de separacin; dirimiendo en su carne las enemistades,la ley de los mandamientos en orden a ritos, para edificar en s mismo los dos en un nuevohombre, haciendo la paz, y reconciliar por la cruz con Dios a ambos en un mismo cuerpo,matando en ella las enemistades. As que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sinojuntamente ciudadanos con los santos, y domsticos de Dios; edificados sobre elfundamento de los apstoles y profetas, siendo la principal piedra del ngulo Jesucristomismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo enel Seor (Efe. 2:13-22).

    Aqu encontramos que Cristo as la principal piedra del ngulo; pero tenemos tambin unfundamento secundario, que es casi lo mismo que Roma afirma, pues en la pg. 149 deThe Question Box (Buzn de Preguntas) dice:

    Cristo es el divino fundador de la iglesia y su piedra principal; Pedro fue la piedrasecundaria por nombramiento divino.

    Pero no es esto precisamente lo que dice el mensaje a los Efesios, sino que dice:Edificados sobre el fundamento de los apstoles y profetas. En estos queda naturalmenteincluido Pedro, pero como uno de los del grupo del que formaban parte tambin todos losapstoles y todos los profetas. El fundamento secundario lo forman l, los apstoles y losprofetas, pero no l solo. B. La iglesia catlico-romana reclama para Pedro otra segundacaracterstica, basndose en el pasaje Mat. 16:17-19. A l le fueron dadas las llaves delreino de los cielos. Por cierto que s, y l las supo usar muy bien, pues en el da depentecosts tuvo el singular privilegio de abrir la puerta del reino a una gran multitud dejudos y proslitos que se haban reunido en Jerusaln para la fiesta, cuando tres mil almasentraron y recibieron el don del espritu Santo como sello del perdn (Consltese Efesios1:13: En el cual esperasteis tambin vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangeliode vuestra salud: en el cual tambin desde que cresteis, fuisteis sellados con el Espritu

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    Santo de la promesa.) Despus que la puerta fue abierta una vez, no necesit ser abierta denuevo. Ms tarde Pedro, el apstol que en un principio fue a los judos, tuvo por segundavez el privilegio de abrir en Cesarea la puerta de la fe al mundo gentil, cuando Cornelio yotros gentiles con l, creyendo, fueron salvos y recibieron el don del Espritu Santo.Tampoco esta puerta necesita ser abierta por segunda vez. Vale la pena decir de paso que

    Pedro, con su educacin y prejuicios judos, parece que fue reacio a abrir esta segundapuerta y por eso, lo mismo que lo haba hecho despus de su gran declaracin en Cesareade Filipos, trata de argir con Dios, diciendo: No, Seor, y por segunda vez es reprendidopor su osada: Lo que Dios limpi, no lo llames t comn (Hechos 10:148). El Seor dijoa Pedro: A ti te dar las llaves, porque haba dos puertas, y Pedro abri ambas. Puededarse coincidencia ms singular? A. An se reclama una prerrogativa ms para Pedro: elpoder de atar y desatar.

    Todo lo que ligares en la tierra ser ligado en los cielos; y todo lo que desatares en latierra, ser desatado en los cielos. (Mat. 16:19).

    Est muy bien; pero Pedro slo lo poda hacer en las condiciones puestas por Dios, y estascondiciones fueron precisadas por el mismo Seor. Leamos:

    Mas despus que Juan fue encarcelado, Jess vino a Galilea predicando el evangelio delreino de Dios, y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios est cerca: arrepentasy creed al evangelio (Mar. 1:14-15).

    Las condiciones indispensables sobre las que se ofrece el perdn al pecador y ste le recibe,son el arrepentimiento y la fe. Las puso el mismo Seor, y el apstol Pedro las predic ehizo nfasis en ellas.

    Y Pedro les dice: arrepentas, y bautcese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristopara perdn de los pecados (Hechos 2:38).

    arrepentas y convertas, para que sean borrados vuestros pecados (Hechos 3:19).

    A ste dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en l creyeren, recibirnperdn de pecados por su nombre (Hechos 10:43).

    Nuestro Seor us estas mismas palabras en relacin con atar y desatar en otras dosdiferentes ocasiones. Una fue en Mat. 18:15-18, cuando dijo hablando a sus discpulos:

    Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve, y redargyele entre ti y l solo: si te oyere,has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma an contigo uno a dos, para que en bocade dos o de tres testigos conste toda palabra. Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia: y si nooyere a la iglesia, tenle por tnico y publicano. Todo lo que ligareis en la tierra, ser ligadoen el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, ser desatado en el cielo.

    Este pasaje se refiere primeramente al hermano que ofende, pero el principio del perdn esel mismo, con la particularidad, sin embargo, de que las palabras del Seor no se dirigen

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    aqu solamente a Pedro, sino a todos los apstoles. La congregacin de la iglesia participatambin de este poder de atar y desatar, y en esta ocasin se da como fundamento de laautoridad, no la presencia de Pedro o de los apstoles, sino la del mismo Cristo:

    Porque donde estn dos o tres congregados en mi nombre, all estoy en medio de ellos

    (Mat. 18:20).El otro pasaje se halla en Juan 20:21-23, y fue despus de la resurreccin. Los catlico-romanos dicen que fue en esta ocasin cuando no slo le fue prometida a Pedro la autoridadde atar y desatar, sino que le fue dada de hecho; pero precisamente en esta oportunidad laspalabras fueron dirigidas no solamente a Pedro sino a todos los apstoles. Comparando,adems, este pasaje con su paralelo de Luc. 24:33-48, encontramos que se hallaban tambinpresentes los dos discpulos de Emas, porque mientras ellos hablaban, se present el SeorJess en medio de ellos y les mostr las huellas de sus heridas, segn lo relata Juan. Demodo que Cleofas y su compaero recibieron tambin el mismo poder. Pedro lo recibi, escierto; y tambin los dems apstoles; y en los tiempos posteriores tambin la iglesia.

    Afirma, adems, la iglesia de Roma, basndose en su propia interpretacin de la Escritura,la cual obliga a todos, que la autoridad dada a Pedro se ha de entender como el poder deperdonar y retener los pecados en el sacramento de la penitencia. As lo declara el Conciliode Trento:

    Cualquiera que afirme que las palabras del Seor y Salvador, 'Recibid el Espritu Santo; aquienes perdonareis los pecados, les sern perdonados, y a los que se los retuviereis, lessern retenidos,' no se han de entender como el poder de perdonar y retener los pecados enel sacramento de la penitencia, sino que las restringe a la autoridad de predicar el evangelioen oposicin a la institucin de este sacramento, sea anatema. (Concilio de Trento, SesinXIV.)

    Los cristianos protestantes creen y sostienen que lo que el Concilio de Trento anatematizaes la pura verdad de Dios apoyada por la clara enseanza de las Santas Escrituras; pero notienen miedo a los anatemas de Roma, porque la maldicin sin causa nunca vendr (Prov.26:2 y 2 Sam. 16:12). Ni en una sola ocasin se nos dice en los Hechos de los Apstoles oen las epstolas que Pedro o alguno de los dems apstoles usara la frmula Yo teabsuelvo, como lo manda Roma, sino que predicaron siempre y nicamente alguna partedel evangelio:

    Saos pues notorio, varones hermanos, que por ste os es anunciada remisin de pecados;y de todo lo que por la ley de Moiss no pudisteis ser justificados, en este es justificadotodo aquel que creyere (Hechos 13:38, 39).

    Roma recurre a tres pasajes de las Escrituras para apoyar la afirmacin que hace de laprimaca de Pedro sobre los otros apstoles. El primero es Mat. 16:18, 19, del que ya noshemos ocupado. El segundo es Luc. 22:31, 32: Simn, Simn, he aqu Satans os hapedido para zarandaros como a trigo; mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y t, unavez vuelto, confirma a tus hermanos. El tercero es Juan 21:15-17, con su triple repeticin,Me amas?, y su triple mandato, Apacienta mis ovejas. Los protestantes en todas partes

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    y de manera absoluta niegan que el Seor prometiera o de hecho confiriera a Pedro laprimaca en ninguna de estas ocasiones. No es necesario repetir lo que ya se ha dicho alhablar de Mateo 16. En Luc. 22:31, 32, el Seor or especialmente por Pedro, no porque leiba a conferir una nueva responsabilidad, sino porque el Seor prevea el ataque queSatans iba a hacer a Pedro, y la peculiar debilidad de ste para resistir el ataque y la

    facilidad de ser l vencido a causa de la confianza que tena en s mismo: Aunque todos tenegaren, yo jams te negar. Jess vio que, en la misericordia de Dios, su cada y suexperiencia del amor de Dios perdonndole, le capacitaran mejor para fortalecer a otros enla tentacin. En Juan 21:15-17, la pregunta del Seor penetr tres veces en el corazn dePedro, porque haba negado tres veces a su Seor, Su triple mandato, Apacienta misovejas, no fue para conferirle la primaca; todas las circunstancias en que se desarroll laescena estn en contra de esa idea. No cabe duda de que pretendi el Seor restaurarlepblicamente en el apostolado, para que l y los otros apstoles tuvieran la certeza de que, apesar de su cada, el Seor no le haba abandonado, sino que an le haba de utilizar en suservicio. Esto difiere mucho de constituirle Cabeza de la Iglesia Militante y Prncipe de losApstoles. La interpretacin forzada que Roma hace de las Escrituras, respaldada con losanatemas sobre los que se niegan a aceptar su punto de vista, no hace ms que demostrarlos apuros en que se encuentra para hallar apoyo bblico para sus reclamos, sin el cual se veprecisada a recurrir enteramente a los decretos papales y decisiones conciliares. Es ciertoque el nombre de Pedro aparece repetidamente a la cabeza de la lista de los apstoles, peroen ninguna parte de la Escritura se nos dice que se le diera un puesto superior ni endignidad ni en autoridad. Su carcter impetuoso y su facilidad para hablar y para actuar letrajeron inevitablemente alguna prominencia y a veces tambin dificultades.

    Se encuentran en la Escritura muchas indicaciones que nos hacen ver que Pedro nuncaocup el puesto de prncipe de los apstoles. Leemos, por ejemplo, en Hechos 8:14, que losapstoles enviaron a Samaria a Pedro y a Juan, dando a entender que Pedro no fue ms queuno de los apstoles: stos le enviaron, l fue. Nuestro Seor dijo: El siervo no es mayorque su seor, ni el apstol es mayor que el que le envi (Juan 13:16). Despus que regresde Cesarea a Jerusaln, algunos hermanos de esta iglesia le dijeron que no haba procedidobien al visitar y comer con hombres incircuncisos. Pedro, en vez de reprenderlos, como lohubiera podido hacer si hubiera sido prncipe entre ellos y cabeza de la iglesia, les expliclas circunstancias del caso humilde y modestamente (Hechos ll:l-18). Cuando ciertoscreyentes judos fueron a Antioqua y sembraron all la semilla de la discordia, toda laiglesia deleg a Pablo y Bernab con otros hermanos para que fueron a Jerusaln y sevieran con los apstoles y ancianos. No enviaron a Pedro, como lo hubieran hecho si stehubiera sido cabeza de la iglesia. La decisin fue tomada, no por Pedro, sino por toda laiglesia, aunque el mismo Pedro tomara parte en la discusin. Las cartas no fueron remitidasen el nombre de Pedro, sino en el nombre de los apstoles y hermanos ancianos, y llevadaspor hombres elegidos, no por Pedro, sino por la iglesia (Hechos 15:1-29).

    Pedro escribi dos epstolas, pero en ninguna de ellas ni siquiera sugiere que ocupase unpuesto de autoridad suprema. Se llama a s mismo anciano, y se dirige a sus hermanosancianos; pero no les da orden alguna sino que en su segunda epstola escribe: Carsimos,yo os escribo ahora esta segunda carta, por las cuales ambas despierto con exhortacinvuestro limpio entendimiento; para que tengis memoria de las palabras que antes han sido

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    dichas por los santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos apstoles (ntese elplural) del Seor y Salvador (2 Pedro 3:1-2).

    Cualquiera que dijera que era de Pablo o Apolo o Cefas (Pedro) o adoptaba para scualquier nombre humano era considerado por Pablo como sectario y sembrador de

    divisin en la iglesia (I Cor. 1:12).En su segunda epstola a los Corintios ll:5, Pablo dice: Cierto pienso que en nada he sidoinferior a aquellos grandes apstoles. Podemos estar seguro de que Pablo no hubieraescrito esto bajo inspiracin divina, si Pedro hubiera sido realmente la cabeza oficial de laiglesia.

    El efecto de las Escrituras que se aducen contra la doctrina romana de la primaca delapstol Pedro y los errores que de ella se derivan tienen una fuerza de prueba acumulativa,que no puede ser destruida.

    Cristo, no Pedro, es la piedra fundamental en la que est construida la iglesia.Solo l puede perdonar el pecado por derecho de su muerte expiatoria en la cruz. Pedro,como instrumento de Dios, recibi el privilegio de abrir la puerta de la fe tanto a judoscomo a gentiles.

    Nunca recibi ni ocup un puesto de gobierno sobre los dems apstoles. Uno es vuestroMaestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos (Mat. 23:8 y 10).

    ***

    ...Continuar (Captulo 5)

    Captulo 5

    LA SUCESIN PAPAL

    http://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/crcap005.htmlhttp://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/crcap005.htmlhttp://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/crcap005.htmlhttp://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/crcap005.htmlhttp://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/docs/estamos_de_acuerdo/cap_022.dochttp://c/Documents%20and%20Settings/carlos/Mis%20documentos/Denominaciones/+%20Hermanos%20Libres/+%20Teologia/EBI%20-%20Teolog?a%20Sistematica%20-%20Hermanos%20Libres/crcap005.html
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    comnmente como el ao 44 (Hechos 12:1-16). Nueve aos ms tarde seencontraba en el Concilio de Jerusaln (Hechos 15:7). No mucho tiempodespus Pablo se opuso a l en Antioqua, porque rehusaba tener trato conlos creyentes gentiles incircuncisos (Gl. 2:11-16). Es, adems, muyimprobable que Pablo hubiera escrito a la iglesia de Roma, como lo hizo,

    si Pedro se hubiera encontrado all (Rom. 1:5, 6 y 1:1316). Ni se hubierasentido Pablo constreido tan urgentemente a ir all (Rom. 1:9-12),porque esto hubiera sido obrar contra la lnea de accin y plan de trabajoque se haba trazado, que era no edificar sobre ajeno fundamento (2Cor. 10:16; Rom. 15:20). Es evidente que Pedro no se hallaba en Romacuando Pablo escribi su epstola a aquella iglesia en el ao 58, pues nohace referencia alguna a l, aunque s habla del deseo que tiene de ver alos creyentes para repartir con ellos algn don espiritual (Rom. 1:11).Pablo menciona adems veintisiete discpulos creyentes en Roma por supropio nombre, es concebible que no mencionara a Pedro, si seencontraba all? Cuando Pablo lleg a Roma, algunos hermanos lesalieron a recibir. Si Pedro se encontraba entre ellos no hubieramencionado el hecho Lucas? Si, como Roma afirma, Pedro ya habaestado all dieciocho aos, no es de suponer que la comunidad judaica deRoma hubiera sabido ms acerca del cristianismo de lo que en realidadsaba? (Hechos 28:17-22). Aun ms, mientras se hallaba Pablo en Romaescribi cartas a las iglesias de Filipos, Colosas y Efeso, y tambin aFilemn. En estas cartas menciona los nombres de muchos que seencontraban all y que trabajaban con l en el evangelio, pero ni unapalabra acerca de Pedro (Fil. 4:21, 22, Col. 4:l0-14, Filemn 23, 24) .Despus de algunos aos Pablo fue puesto en la crcel de Roma porsegunda vez, y al escribir a Timoteo durante esta su segunda prisin, dice:Lucas solo est conmigo (2 Tim. 4:11); y a continuacin: n mi primeradefensa ninguno me ayud, antes me desampararon todos (2 Tim. 4:16).Como es posible creer que Pedro hubiera abandonado a Pablo, si seencontraba all? Es evidente, por consiguiente, que Pedro no estuvo enRoma en aquellos aos, y cmo pudo desempear el oficio de Obispo deRoma?

    Roma da de mano toda esta evidencia con su acostumbrado dogmatismo.Ultimamente el Papa hizo una declaracin oficial acerca del hallazgo delesqueleto sin cabeza de Pedro en el stano de la famosa Baslica deRoma, aunque la informacin dada a la Prensa Unida Britnica (BritishUnited Press) por el Vaticano admite que los entendidos no afirman de aquin pertenecen esos huesos. Segn se puede colegir de Juan 21:18, 19,y la tradicin de la primitiva iglesia, Pedro no fue decapitado, sinocrucificado. En respuesta a la pregunta: Qu pruebas se pueden dar deque San Pedro fue Obispo de Roma en alguna ocasin?, Roma dice(Buzn de Preguntas, Cuestin Box, pg. 145):

    El hecho de que San Pedro fue Obispo de Roma no ha sido divinamenterevelado, pero s es un hecho dogmtico, es decir, una verdad histrica

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    tan cierta y tan ntimamente unida al dogma de la primaca que cae bajola autoridad de la enseanza divina e infalible de la Iglesia. El ConcilioVaticano defini como artculo de fe que Pedro an vive, preside y juzgaen la persona de sus sucesores, los obispos de Roma.

    De modo, pues, que Pedro fue Obispo de Roma, por definicin papal, yaun ms vive, preside y juzga en la persona de sus sucesores, los obisposde Roma, a pesar de reconocer la falta de revelacin divina.

    Demos una mirada a esta lnea de sucesores, que dicen en alguna parteque fue ininterrumpida. Para poder hacer una afirmacin semejante,sera de esperar naturalmente que tal lnea de sucesores tuviera ttulos tanclaros y seguros que fuera imposible rebatirlos, y que no quedara laposibilidad de dudar alguno de ellos, pues la consistencia de la cadenadescansa en la fuerza de cada uno de sus eslabones.

    La lista de los papas, que reclaman para s el trono de Roma, vara, puesen muchas ocasiones histricas hubo varios rivales que lo reclamaron. LaEnciclopedia Catlica contiene una lista de 259 papas, en la que se pone aPedro como el primero, Lino (cf. 2 Tim. 4:21) como el segundo, yClemente (Fil. 4:3) como el cuarto. A los ll primeros nombres, quecubren el tiempo desde la muerte de Pedro hasta el ao 165, se les agregaun signo de interrogacin, indicando que para ellos falta la certezahistrica. Cmo es posible que haya incertidumbre acerca de los queocuparon el oficio de Vicario de Cristo y Cabeza de la Iglesia? (cf. Luc.20:2). Dnde est la sucesin ininterrumpida"?

    La lista de los mil aos siguientes contiene numerosos vacos, llegando enalgunas ocasiones a haber dos, y a veces tres papas rivales, cada uno delos cuales reclamaba para s la autoridad y trataba de ejercer el poder.

    A veintinueve de ellos se los califica de pretendientes. Hubo una pocaen que los falsos papas usurparon el trono papal durante cuarenta aos, enlos que la mayor parte de los pases de Europa se alistaron unos con uno yotros con otro, sin atreverse el concilio de la iglesia a decidir por el uno opor el otro. La solucin final se obtuvo cuando fueron depuestos amboscontendientes y se design uno papa completamente nuevo. Basta ya conlo dicho acerca de la sucesin ininterrumpida, sobre la que hoy da basaRoma su derecho a la autoridad.

    Consideremos ahora la ndole moral de algunos de estos sucesores, queest probada con toda veracidad. El Papa Juan XI fue el hijo ilegtimo delPapa Serio III y de una mujer infame y malvada, llamada Marocia. Elsobrino de Juan XI, Juan XII, un monstruo de maldad, subi al papado ala edad de dieciocho aos por la influencia del partido toscano, quedominaba entonces en Roma. Sus orgas y crueldad fueron tales que fuedepuesto por el Emperador Otn, a peticin del 21:18, 19, y la tradicin

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    de la primitiva iglesia, Pedro no fue decapitado, sino crucificado. Enrespuesta a la pregunta: Qu pruebas se pueden dar de que San Pedrofue Obispo de Roma en alguna ocasin? Roma dice (Buzn dePreguntas, Question Box, pg. 145):"El hecho de que San Pedro fueObispo de Roma no ha sido divinamente revelado, pero s es un hecho

    dogmtico, es decir, una verdad histrica tan cierta y tan ntimamenteunida al dogma de la primaca que cae bajo la autoridad de la enseanzadivina e infalible de la Iglesia. El Concilio Vaticano defini como artculode fe que Pedro an vive, preside y juzga en la persona de sus sucesores,los obispos de Roma. De modo, pues, que Pedro fue Obispo de Roma,por definicin papal, y aun ms vive, preside y juzga en la persona de sussucesores, los obispos de Roma, a pesar de reconocer la falta derevelacin divina. Demos una mirada a esta lnea de sucesores, que dicenen alguna parte que fue ininterrumpida. Para poder hacer unaafirmacin semejante, sera de esperar naturalmente que tal lnea desucesores tuviera ttulos tan claros y seguros que fuera imposiblerebatirlos, y que no quedara la posibilidad de dudar alguno de ellos, puesla consistencia de la cadena descansa en la fuerza de cada uno de suseslabones. La lista de los papas, que reclaman para s el trono de Roma,vara, pues en muchas ocasiones histricas hubo varios rivales que loreclamaron. La Enciclopedia Catlica contiene una lista de 259 papas, enla que se pone a Pedro como el primero, Lino (cf. 2 Tim. 4:21) como elsegundo, y Clemente (Fil. 4:3) como el cuarto. A los ll primeros nombres,que cubren el tiempo desde la muerte de Pedro hasta el ao 165, se lesagrega un signo de interrogacin, indicando que para ellos falta la certezahistrica. Cmo es posible que haya incertidumbre acerca de los queocuparon el oficio de Vicario de Cristo y Cabeza de la Iglesia? (cf. Luc.20:2). Dnde est la sucesin ininterrumpida La lista de los mil aossiguientes contiene numerosos vacos, llegando en algunas ocasiones ahaber dos, y a veces tres papas rivales, cada uno de los cuales reclamabapara s la autoridad y trataba de ejercer el poder. A veintinueve de ellos selos califica de pretendientes. Hubo una poca en que los falsos papasusurparon el trono papal durante cuarenta aos, en los que la mayor partede los pases de Europa se alistaron unos con uno y otros con otro, sinatreverse el concilio de la iglesia a decidir por el uno o por el otro. Lasolucin final se obtuvo cuando fueron depuestos ambos contendientes yse design uno papa completamente nuevo. Basta ya con lo dicho acercade la sucesin ininterrumpida, sobre la que hoy da basa Roma suderecho a la autoridad. Consideremos ahora la ndole moral de algunos deestos sucesores, que est probada con toda veracidad. El Papa Juan XI fueel hijo ilegtimo del Papa Sergio III y de una mujer infame y malvada,llamada Marocia. El sobrino de Juan XI, Juan XII, un monstruo demaldad, subi al papado a la edad de dieciocho aos por la influencia delpartido toscano, que dominaba entonces en Roma. Sus orgas y crueldadfueron tales que fue depuesto por el Emperador Otn, a peticin delpueblo de Roma. Entre los pecados que se le imputaron figuran el crimen,

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    el perjurio, el sacrilegio y el incesto. Al decrsele que contestara a estoscargos, contest el Papa Juan:

    Juan, siervo de los siervos de Dios, a todos los obispos. Tenemosentendido que queris nombrar otro papa. Si este es vuestro propsito, os

    excomulgo a todos vosotros en el nombre del Todopoderoso, a fin de queno tengis poder para ordenar a otro, y ni siquiera podis celebrar lamisa.

    El emperador y el concilio depusieron, sin hacer caso de sus amenazas, aeste monstruo sin ni siquiera una virtud para expiar sus muchos vicios,como le calificaron los obispos del concilio.

    El Cardenal Baronio, uno de los ms influyentes defensores del papado,refirindose a estos hechos, dice:

    Qu espectculo ms inmundo ofreca la Santa Iglesia Romana, cuandoen la corte de Roma mandaban las prostitutas ms viles y poderosas, quecon sus arbitrarias decisiones creaban o hacan desaparecer las dicesis,se consagraban los obispos, y, lo que es aun ms vergonzoso, secolocaban en la silla de San Pedro falsos papas, sus amantes.

    Tal vez se pregunte, por qu se sacan ahora a relucir hechos tanrepugnantes, despus de haber pasado tantos cientos de aos? El amorcubre una multitud de pecados. No hubiera sido ms cristiano dejarlossepultados en el olvido que se merecen? El escribir acerca de ellos danuseas, y tambin el tenerlos que leer. Pero a lo que deseamos llamar laatencin aqu es al hecho de que el nombre de Juan XII figura todava enla lista regular de los papas, a travs de la cual llega hasta el papa actualla ininterrumpida cadena de la autoridad apostlica. Leamos el siguienteextracto del Catecismo del Concilio de Trento:

    Teniendo en cuenta que los obispos y sacerdotes son, por decirlo as, losintrpretes y embajadores de Dios, que en el nombre de Dios ensean alos hombres la ley divina y las normas de vida, y que representanpersonalmente al mismo Dios en la tierra, es evidente que su ministerio estal que no se puede concebir uno ms alto. Ellos tienen en sus manos elpoder del Dios Inmortal entre nosotros (Catecismo del Concilio deTrento, pg. 120).

    En vista de las vidas infames de tales hombres y de otros que se podranmencionar, puede darse mayor blasfemia contra el Dios santo que decirque representan personalmente al mismo Dios en la tierra, y que tienenen sus manos el poder del Dios inmortal entre nosotros? Sin embargo, atales vilezas nos conduce la doctrina romanista de la sucesin papalapostlica.

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    ...Continuar (Captulo 6)

    Captulo 6

    LA NICA VERDADERA IGLESIA

    CREO EN LA SANTA IGLESIA CATOLICA . Este artculo del Credo Apostlico

    es aceptado tanto por los protestantes como por los catlicos, de todo corazn y sinreservas. La expresin santa iglesia catlica no se encuentra en la Escritura, peroel significado que encierra es profundamente bblico.

    Todos los cristianos han de convenir en que la primera referencia que se hace aello, fue hecha por nuestro mismo Seor en Mat. 16:18: Sobre esta piedraedificar mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecern contra ella.

    Cristo es el que edifica: Edificar.

    Se trata de su iglesia: Mi iglesia.

    El es la piedra fundamental: Sobre esta piedra. Aun los mismos catlico-romanos admiten que piedra se refiere primariamente a Cristo, aunque afirmanque Pedro es la piedra fundamental secundaria, lo que los protestantes no admiten,si se aplica solamente a Pedro separado de los otros apstoles.

    Ms adelante la palabra iglesia se usa en dos sentidos: el primero refirindose ala iglesia universal, y en algunos lugares a la iglesia o iglesias locales. El contexto

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    es el que generalmente decide cul de ellas es. Por ejemplo, en Mat. 18:17 la frasedilo a la iglesia, despus que haba ya pasado el perodo de infancia de la iglesia,no se pudo referir sino a la comunidad local de los cristianos, puesto que el asuntoque requera atencin, que eran las dificultades surgidas entre dos hermanos, erapuramente local. La persecucin que se origin despus de la muerte de Esteban

    afect principalmente a la iglesia de Jerusaln (Hechos 8:1), pero ms tarde nosencontramos con Pablo, predicando ya la fe que antes haba tratado de destruir,confirmando las iglesias en Siria y Cilicia. A medida que avanza el evangelio, seforman iglesias en muchos lugares de diferentes pases, y se hace alusin a ellascomo la iglesia de Dios en tal o cual lugar individualmente, o colectivamentecomo iglesias; por ejemplo, en Rom. 16:16: Las iglesias de Cristo os saludan.Las iglesias locales, sin embargo, no dejan de formar parte de la nica verdaderaiglesia, porque geogrficamente se hallen separadas la una de la otra. Comoveremos ms adelante, la santa iglesia catlica, la iglesia universal, no essolamente la suma total de todas las iglesias locales. Es ms y es menos, porqueincluye algunos que, como el ladrn moribundo, no fueron recibidos nunca a lamembreca de una iglesia visible en la tierra, y otros muchos que han estado en laiglesia visible pero nunca han sido verdaderos creyentes.

    Recurramos a los pasajes del Nuevo Testamento que se refieren evidentemente ala iglesia universal, aunque no se use en ellos la palabra iglesia, ycoloqumoslos tal cual se encuentran en las Escrituras.

    Rom. 12:3-5:

    Digo pues por la gracia que me es dada, a cada cual que est entrevosotros, que no tenga ms alto concepto de s que el que debetener, sino que piense de s con templanza, conforme a la medida defe que Dios reparti a cada uno. Porque de la manera que en uncuerpo tenemos muchos miembros, empero todos los miembros notienen la misma operacin; as muchos somos un cuerpo en Cristo,mas todos miembros los unos de los otros.

    I Cor. 12:13:

    Empero hay repartimiento de dones; mas el mismo Espritu es. Yhay repartimiento de ministerios; mas el mismo Seor es. Y hayrepartimiento de operaciones; mas el mismo Dios es el que obratodas las cosas en todos.

    I Cor. 12:12:

    Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchosmiembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos,son un cuerpo, as tambin Cristo. Porque por un Espritu somostodos bautizados en un cuerpo, ora judos o griegos, ora siervos olibres; y todos hemos bebido de un mismo Espritu.

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    1 Cor. 12:27-31:

    Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte. Y a unospuso Dios en la iglesia, primeramente apstoles, luego profetas, lotercero doctores; luego facultades; luego dones de sanidades,

    ayudas, gobernaciones, gneros de lenguas. Son todos apstoles?son todos profetas? todos doctores? todos facultades? Tienentodos dones de sanidad? hablan todos lenguas? interpretan todos?Empero procurad los mejores dones, mas aun yo os muestro uncamino ms excelente.

    Efe. 1:22, 23:

    Someti todas las cosas debajo de sus pies, y diolo por cabezasobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud deAquel que hinche todas las cosas en todos.

    Efe. 2:13-22:

    Mas ahora en Cristo Jess, vosotros (los gentiles) que en otrotiempo estabais lejos, habis sido hechos cercanos por la sangre deCristo. Porque l es nuestra paz, que de ambos hizo uno, derribandola pared intermedia de separacin (de judos y gentiles); dirimiendoen su carne las enemistades, la ley de los mandamientos en orden aritos, para edificar en si mismo los dos en nuevo hombre (elcristiano), haciendo la paz. Y reconciliar por la cruz con Dios aambos en un mismo cuerpo, matando en ella las enemistades. Yvino, y anunci la paz a vosotros que estabais lejos (los gentiles) , ya los que estaban cerca (los judos): que por l los unos y los otrostenemos entrada por un mismo Espritu al Padre. As que ya no soisextranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con lossantos, y domsticos de Dios; edificados sobre el fundamento de losapstoles y profetas, siendo la principal piedra del ngulo Jesucristomismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo paraser un templo santo en el Seor: en el cual vosotros tambin soisjuntamente edificados, para morada de Dios en Espritu.

    Efe. 3:8-10:

    A m, que soy menos que el ms pequeo de todos los santos, esdada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de lasinescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cul sea ladispensacin del misterio escondido desde los siglos en Dios, quecri todas las cosas. Para que la multiforme sabidura de Dios seaahora notificada por la iglesia a los principados y potestades en loscielos.

  • 7/31/2019 Leccin 86 Apologtica Catlica

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    Efe. 3:14-21:

    Por esta causa doblo mis rodillas al Padre de nuestro SeorJesucristo, del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y enla tierra, que os d, conforme a las riquezas de su gloria, el ser

    corroborados con potencia en el hombre interior por su Espritu.Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que,arraigados y fundados en amor, podis bien comprender con todoslos santos cul sea la anchura y la longuera y la profundidad y laaltura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todoconocimiento, para que seis llenos de toda la plenitud de Dios. Y aAquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho msabundantemente de lo que pedimos o entendemos, por la potenciaque obra en nosotros, a l sea gloria en la iglesia por Cristo Jess,por todas edades del siglo de los siglos. Amn.

    Efe. 5:25-27, 32:Cristo am a la iglesia, y se entreg a s mismo por ella, parasantificarla limpindola en el lavacro del agua por la palabra, parapresentrsela gloriosa para s, una iglesia que no tuviese mancha niarruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.... Estemisterio grande es: mas yo digo esto con respecto a Cristo y a laiglesia.

    Se podran mencionar otros pasajes ms, pero estos son suficientes parapresentarnos un cuadro de la santa iglesia catlica, inspirado divinamente en elNuevo Testamento, en la cual creemos nosotros, como se afirma en el CredoApostlico, y a la cual pertenecemos con gratitud como individuos creyentes enCristo. Habiendo sido ll