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invasiones inglesas

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  • LAS INVASIONES INGLESAS EN EL RIODE LA P L A T A ( 1 8 0 6 - 1 8 0 7 )

    En memoria del ilustre historia-dor argentino Mario Belgrano, quetas claro juicio supo formar de lanoble figura de Liniers.

    I

    I J A S luchas por la independencia de los antiguos virreinatosy capitanas dependientes de la Corona de Espaa abren largosaos de odios e incomprensin, agravados por la torpeza delos gobiernos espaoles que con absurda terquedad retrasanvarias dcadas el reconocimiento.

    Inglaterra acepta la independencia de los Estados Unidosel ao de la ltima batalla decisiva. Espaa retrasa hasta 1860el reconocimiento de la Argentina, treinta y seis aos despusde Ayacucho, cincuenta a partir del 25 de mayo.

    Alejados de la madre comn reciben los pases americanosla influencia preferente de Inglaterra, y ms tarde de Francia,apartadas en realidad de su tradicin histrica y de su autn-tica personalidad.

    Inglaterra, por su esfuerzo decisivo en la independencia,el prestigio de Miller, O'Leary, Brown, Cochrane, O'Connory otros ingleses, jefes victoriosos en las marinas y ejrcitos ame-ricanos, su apoyo financiero, su comercio, conserva en el pasadosiglo una decisiva influencia que le facilita su rpido recono>cimiento de la nacin argentina (1825), slo anticipado porPortugal (1821) y Estados Unidos (1822).

    El tratado de perpetua amistad de 2 de febrero de 1825entre los dominios y subditos del Reino Unido y las provinciasdel Ro de la Plata, reconociendo entre ambas partes contra-

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  • MUNDO HISPNICO

    tantas libertad recproca de comercio y navegacin, corona si-glos de terco esfuerzo por conquistar el mercado americano;desde los asaltos pirticos de Hawkins, Raleigh y Drake hastalas invasiones de Popham y Whitelocke, la influencia inglesava en crecimiento. Ingentes capitales son colocados en la Ar-gentina, desarrollando su industria, sus transportes, su banca.Proporcionando a Inglaterra incalculables ingresos, muy supe-riores a cuantos pudiera imaginar la previsin de Canning.Slo la catstrofe de esta ltima guerra mundial ha podido li-quidar tan' enorme acervo acumulado durante la Era victo'riana.

    La influencia de Francia no es econmica. Su tambin r-pido reconocimiento (1830) no le proporciona apreciables ven-tajas materiales. Le es difcil luchar en este orden con la pre-ponderante influencia inglesa, que el auge incontrastable de suindustria, la abundancia de sus capitales facilita al Reino Un'do. En cambio, el decisivo y creciente influjo de su cultura,el brillo de la Ville Lumire, atrae los espritus americanos,imponiendo el mito de la Amrica Latina, que falsea en ser-vicio de Francia la recia realidad de Hispanoamrica.

    Tras la dura contienda y el largo y rencoroso recelo quela negativa de reconocimiento prolonga, en Amrica se per-peta largos aos la enemiga contra todo lo espaol. Rech-zase la sangre y filiacin hispnicas, con la misma obstinacinde un Monteagudo en los comienzos de las guerras de indepen-dencia ; cuando los criollos, por sus escritos, justificaban la sor-presa de Brackenridge, segn recuerda Torrente: Al or susapostrofes contra la opresin de trescientos aos, cualquieracreer que no circula sangre espaola por sus venas y queson la misma clase de gente que Corts y Pizarro subyugarona la Corona de Castilla.

    Las naciones hispanoamericanas, sin relacin con la anti-glia metrpoli, parecen olvidar los siglos de historia comn,pretendiendo, por encima de ellos, enlazar los nuevos pasescon las antiguas organizaciones aborgenes. Intil empresa. Lasnuevas naciones surgen y se enmarcan en los cuadros mismosde la organizacin virreinal, porque han sido esos tres siglos,que intilmente pretenden olvidarse, los que han creado las

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  • MUNDO HISPAJflCO

    propias recias personalidades que alcanzan su plenitud en laindependencia.

    As, a medida que estas naciones americanas se robustecen,dando al olvido recelos y rencores, buscan y encuentran su sery su razn en su propia cultura hispnica de que se han. im-pregnado en esos tres siglos de convivencia y desarrollo.'

    Yi al fin, a uno y otro lado del Atlntico se iluminan lasmentes, se abren los brazos, brilla la verdad, culminando sta

    fn el verbo exaltado del mayor poeta hispnico contempor-_neo: nclitas razas ubrrimas, sangre de Hispania fecunda.

    Palma y Obligado, Levillier y Larreta, resucitan tradiciones. y estampas virreinales no como recuerdo de dominio espaol,

    sino como propia historia de su patria, que para grandeza in-olvidable de Espaa es tambin parte merecida de su propia'historia.

    A uno y otro lado del Atlntico, en el Archivo de Indias,en los Archivos Nacionales de Amrica, con el mismo patri--tico cel, estudian los historiadores en los documentos de lasfpocas virreinales los aos de vida comn.

    En esta coincidencia de estudios, (cuntas emociones senten el Archivo de Indias, logrando confirmar de modo decisivoinvestigaciones anteriores del ilustre historiador Mario Belgra-no, unidos en idntica patritica tarea a travs del tiempo yla distancia!

    Inicindose la independencia argentina, Joaqun de la Pe-zuela y Manuel Belgrano se enfrentaron enemigos en Vilca-pugio y Ayohuma. Hoy, sus descendientes, don Mario Bel-grano y el que esto escribe, iniciaban una amistad que, ton

    *-dolort he visto rota por su muerte, coincidiendo en el estudiode una pgina admirable de la historia comn: las invasionesinglesas. Prtico glorioso de la independencia argentina.

    II

    Prtico glorioso de la independencia argentina y de la in-dependencia de toda la Amrica espaola. An ms que el s-.fuerzo de Bolvar, el empuje del pueblo argentino, de Buenos

  • MUNDO HISPNICOi

    Aires y sus caudillos logra vencer la tenaz y tambin heroica:resistencia realista en Amrica. Sujetando las fuerzas realistas,

    -en los lmites del Alto Per, a pesar dt las victorias de Go-yeneche y Pezuela; derrumbando con la cada de Montevideoel poder espaol en el Plata; dando, por ltimo, con la expe-dicin libertadora de San Martn, golpe decisivo al Virreinatodel Per, ltimo baluarte realista.

    Las otras naciones americanas logran su independencia a.travs de contrarios hechos de armas. En Chile: Rancaguaantes de Chacabuco y Mayp, la patria boba, antes de llegara la1 patria nueva. En el Per: Huaqui y Viluma,'antes;de Ayacucho. En Mjico, slo once aos de guerra permanen-te llevan al plan de Iguala. Bolvar, entre las victorias de Ca-rabobo, sufrir los contrastes de San Carlos y Puerto Cabello,.La Puerta y Rincn de los Toros. Por dos veces hndese suobra y busca refugio en las Antillas.

    La Argentina, desde 1810, a pocos meses del 25 de mayo,,alcanza en plena independencia los lmites actuales de la na--cin. Las tropas realistas no dominarn ya tierras argentinas,salvo el rpido y desastroso avance de Laserna sobre Jujuy ySalta.

    En Venezuela, con Boves y Morillo, luchan quince mil'americanos. En el Per, los ejrcitos de Goyeneche y Pezuela

    son en su mayor parte del pas. Pezuela tiene generales crio-llos y cerca de treinta altos jefes criollos: coroneles comandan-tes y sargentos mayores, cuando slo tiene nueve peninsu-lares (1). En la Argentina, desde los patricios de la ciudad alos blandengues de la frontera y los partidarios de Gemes enel Chaco, todos los hombres en armas sirven la bandera azuly blanca. No slo por la decisin de los caudillos- de BuenosAires y la trgica muerte de Liniers, amenaza sangrienta ypermanente contra posibles alzamientos realistas, sino, sobretodo, porque el pueblo de Buenos Aires, cabeza y brazo de

    (1) Refutacin de algunas expresiones vertidas por l den Funtscontra la conducta militar y poltica de los generales realistas del cjir* 'cito del Alto Per, por el Marqus de Casares. Rio de Janeiro. Impren-ta dt Moreita y Garcs, M.DCCC.XXI.

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  • MUNDO HISPNICO

    la independencia argentina, se ha sentido y hecho mayor deedad durante el intenso perodo de las invasiones inglesas.

    Esa es la histrica grandeza inolvidable de aquellos das,prtico glorioso, como digo, de la independencia argentina.

    En esos das se despierta y afirma en Buenos Aires la li-bre y propia personalidad, y no tanto en los Cabildos abiertosque deponen al Virrey e imponen al Reconquistador, cunto-en las luchas heroicas de la reconquista y defensa. Si ms queningn otro pueblo de Amrica siente Buenos Aires desde elprimer instante el impulso vigoroso de esta personalidad, esporque con sostenido esfuerzo ha sabido primero defenderlay salvarla frente al ingls.

    Las tierras del Plata no son como las del Cabo, coloniasinermes el inertes que quietamente aceptan cambiar de sobera-na al capricho de los desembarcos o de los tratados. Error dePopham y de Whitelocke. Si las fuerzas veteranas no son sufi-cientes, a su lado acudirn enardecidas las milicias voluntarias,y con ellas la poblacin entera de la ciudad. Y as, ante la sor-presa de los invasores de la orfandad militar de la vspera, elvirreinato surgi de improviso armado de todas las armas. Laciudad mercantil, que afanosamente se absorba en la realiza-cin de sus empresas..., ahora semejaba un pueblo de soldados,un campamento (2).

    Este ser el acierto, el meritorio esfuerzo y la gloria de Li-niers: Haberlo comprendido y previsto. Porque Liniers cree

    en Buenos Aires y ama la ciudad y las tierras del Plata, y,correspondindole, Buenos Aires llegar con fe inquebrantablea creer en Liniers y a amarle con rendimiento pleno. ,

    Liniers ama y comprende a Buenos Aires. Pblica y gene-rosamente lo dir el i.. de enero de i8o9 ante el motn deAlzaga, queriendo mejor renunciar al mando a que por su cau-sa corra la sangre del pueblo de Buenos Aires: .Catorce aoshace qu lo conozco; me contraje en matrimonio, con una se*ora natural de esta ciudad, la mayor parte de mis hijos son deeste suelo mismo y en l he adquirido mi fortuna y mis glo-rias militares. Todo lo debo a este generoso pueblo. Bajo estos

    (2) Ricardo Levene, La revolucin de mayo y Mariano Mortno.

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    principios, como he de soportar se derrame una gota de susangre"? Si la causa es que yo conserve el mando, lo renunciargustoso en quien corresponda (3).

    Que a este generoso sentimiento de amor tierno hacia Bue-unos Aires y no a supuestas debilidades del carcter de Linierscorresponde su actitud en aquella memorable fecha. Liniers de-clina el mando porque por su causa ve dividido el pueblo ypuede correr su sangre, pero a la vez lo declina slo en la au-toridad a quien legtimamente corresponda despus de su re-nuncia, no admitiendo una junta facciosa. Porque este amoral pueblo de Buenos Aires en nada enturbia su fidelidad al so-berano, su recta disciplina militar, ni puede tampoco nublarsu claro juicio poltico, pues, aade: -No permitir que se alterela constitucin del gobierno, bien persuadido que la formacinde la junta que se pretende la juzgo subversiva y como un ori-gen de desastres que producira la total prdida del virreinatoy aun la de toda la America.

    III

    Si las invasiones inglesas abren con gloria el ciclo de la in-dependencia argentina, con gloria cierran igualmente los aosde pacfica dominacin espaola en la Amrica continental.

    Luego, desde Cabeza del Tigre a Ayacucho, sern los aosde sangrientos sacrificios, la muerte de Liniers y sus compae-ros, las cabalgadas de Boves impetuosas y brbaras, las matan-zas de la Paz, la guerra sin cuartel de Bolvar, todo lo que en-sombrece con el trgico e inevitable estigma de las guerras ci-viles las horas victoriosas de Maip y Carabobo, y tambin deHuaqui y Viluma.

    Estas mismas grandes horas victoriosas, limpias de crueldad,sern alegra y victoria en unos corazones y tristeza y venci-jniento en otros.

    Las invasiones inglesas, los das claros de la reconquista

    (3) Archivo de Indias, Leg. 155-Doc 2/2. Informe del Estado, de lacausa de i. de enero de 1809. Folio 3.

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  • MUNDO HISPNICO

    y defensa son alegra y victoria en todos los corazones, que en-tonces eran todos espaoles. Porque, como con valenta afirmaLpez (4) y reproduce, confirmndolo, Vicente, Quesada (5):uNuestro pueblo, digan lo que quieran los que no han medita*do bien estas cosas, era esencialmente espaol, y tan espaolcomo cualquiera otra de las provincias de Espaa... Sucedi,pues, lo que era natural que sucediese: espaoles peninsularesy espaoles criollos se rejundieron todos en un mismo sent'miento contra la conquista inglesa.

    Luego los espaoles criollos y los espaoles peninsulareslucharn en campos enemigos, y los mismos criollos servirnuna y otra bandera con igual ardimiento. Pero a las victoriasdel Plata contra los ingleses, unnimes voltean las campanas enEspaa y Amrica. Las muchedumbres, con sus autoridades, in-vaden las catedrales y las iglesias en una explosin de agra-decimiento al Altsimo. De los Cabildos de Amrica y de Es-paa llegan emocionadas muestras de agradecimiento al Cabildode Buenos Aires, que, con su enrgico alcalde al frente, hatenido parte tan sealada en la defensa.

    Y los espaoles todos, entonces, los espaoles peninsularesy los espaoles criollos, q'ue no pueden olvidar doloridos elnombre luctuoso: Trafalgar (6), exaltan, enardecidos y venga-dos, el nombre victorioso: Buenos Aires.

    En esos das de gloria un mismo sentimiento, como diceVicente Lpez, ese gallardo sentimiento de independencia yde odio al invasor que alienta siempre en la viril raza hispa?nica, une entraablemente a los enemigos de un maana pn>ximo.

    (4) Vicente Lpez, Historia de la Repblica Argentina. Tomo i.,pginas 574 y 576.

    (5) Vicente G. Quesada, La sociedad hispanoamericana bajo la do-minacin espaola, pg. 47.

    (6) Como recuerda Obligado en sus Tradiciones argentinas, en elcombate de Trafalgar lucharon heroicamente varios marinos argen-tinos. Los hermanos Santiago y Francisco Aldao, Benito Lynch, MatasIrigoyen y de la Quintana, Luis de Flores. Cisneros, luego ltimoVirrey en Buenos Aires, fue herido gravemente en Trafalgar a) ladode sus ayudantes, tambin argentinos, Martn Jos Warnes y Este-ban Medrano.

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    Olvidadas quedan las anteriores enemistades de Alzaga yLiniers, que tan detenidamente ha sabido puntualizar ExequielCesar Ortega en su reciente y completa obra Liniers, una vidafrente a la gloria y a la adversidad (7).

    Pronto Liniers ordenar al Cabildo se ocupe el zapaterode sus zap&tsf olvidando que de haberse siempre limitado aocuparse de sus zapatos no hubiese sido tal vez posible la de-fensa ; pero entonces el reconquistador lealmente proclama losrelevantes servicios de Alzaga y el Cabildo, pidiendo al sobe-rano les recompense cual merecen, y, en su parte, al PrncipeGeneralsimo Almirante, dir: El Cuerpo municipal ha sidoel principal mvil para mantener este generoso entusiasmo, prO'veyendo de caudales en las urgencias durante este tiempo ydando exemplo de fidelidad. Desde el momento del ataque nodesampar la Plaza, dando las ms oportunas providencias...,despreciando el peligro que les rodeaba, de que advert variasveces al alcalde de primer voto Don Martn de Alzaga, a DonManuel Ortiz Basualdo, fiel executor, y al Regidor Don Manuelde Agero, particularmente en ocasin en que al primero lecay una bala a los pies.

    Pronto Alzaga slo hallar defectos y traicin en el recon-quistador, queriendo restar mritos a su esfuerzo; pero enton-ces, dando al olvido el sentimiento- monopolista y sus receloshacia el amigo de los criollos, partidaiio apenas encubierto deun ms libre comercio, exalta, a su vez, en su informe al Prn-cipe Generalsimo Almirante: Los relevantes servicios que ha

    (7) Liniers, una vida frente a la gloria y la adversidad, por Exe-quiel Csar Ortega. Biblioteca de Brandes Biografas. Buenos Aires,julio de 1944.

    Este mismo distinguido escritor public en el ao 1941 en la re-vista Cspide, de Buenos Aires, dos estudios sobre Santiago de Li-niers. En 1942. en la revista Aqu est, otro estudio sobre Santia-go de Liniers en el gobierno de las misiones. Por ltimo, el ao 1943,para obtener e! ttulo de Doctor en Historia, presenta como tesisuna vida del Reconquistador; con el acertado ttulo de Santiago deUniers. Un hombre del Antiguo Rgimen. Editada en 1945 por laUniversidad Nacional de la Plata. Csar Ortega, en sus mltiples es-tudios sobre el desgraciado Virrey, realiza una documentadsima 7muy atinada reivindicacin de su memoria.

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  • MUNDO HISPNICO

    'contrado el General Don Santiago Uniers en la reconquistade esta ciudad y su dejensa: en haber dispuesto y preparadolos nimos de todos para morir por la religin, por su Rey ypor la Patria; en haber entusiasmado a las tropas de un modoel ms singular, y en haber arrostrado iodos riesgos por soste-ner a V. M. estas ricas posesiones, cuyas circunstancias lo hacenacreedor a las liberalidades de V. M., y el Cabildo recibir lagloria de ser recompensado el mrito de un General a quien

    'ha elegido con asiento, voz y voto.Pronto Elio, patriticamente ciego por el torpe y desleal

    engao de Napolen, envolver a Liniers en su odio hacia todolo francs, pero en los das de la reconquista le ayuda con laeficacia de su indiscutible valor y con la obediencia completaque le impone la disciplina militar, luego por desgracia olvi-

    dada. 'Los voluntarios del Tercio de Galicia, que el i. de enero

    de i8o9, seducidos por'Alzaga, increpan a Liniers, pidiendo sudestitucin, en julio de 1807, con tal fuego se electrizaron porla presencia de Liniers, segn dice en su informe su valiente-jefe Cervino, que se arrojaron impetuosos al frente del enemi*^o, atacando y sorprendiendo a casi todos sus centinelas avan-Zados (8). "

    Y los Generales y Caudillos de la Independencia, y entreellos los que dictaran la sentencia cruel contra Liniers: Bel-grano y Saavedra, Rivadavia, Puerredn, Las Heras y Vakr-

  • MUNDO HISPNICO

    a dividirlos, espaoles peninsulares y espaoles criollos,se re-fundieron todos en un mismo sentimiento contra la conquista:inglesa.

    IV

    - Magnfico espectculo ofreci el pueblo de Buenos Aires-aquel glorioso 5 de julio de 1807, una de las ms altas fechas.de la Hispanidad, luchando enardecido junto a sus jefes crio-.los y peninsulares, unidos todos alrededor del Caudillo supre-mo, entonces por- igual idolatrado.

    Orgullosas avanzan las colurryias inglesas. El paso del Ria-chuelo, el contraste de Miserere, parece anunciarles tan dbilresistencia como la del pasado ao en la primera invasin. Yahora muy otra es la fuerza que avanza sobre la ciudad. Ms.de nueve mil hombres de tropas veteranas en vez de los mil.seiscientos hombres de Beresford. No es un desembarco im-provisado y casi pirtico como el Popham; es una expedicinorganizada con teda la voluntad y energa de Inglaterra, dis-puesta a sacar fruto esplndido y completo de su victoria de-Trafalgar, que le da el definitivo dominio de los mares. Fran-cia ha pagado anticipadamente el apoyo prestado a las colonias,inglesas. Ahora toca la suerte de Espaa. Al Norte y al Surdel inmenso continente americano clavar sus garras el leopar-do. Napolen pretende dominar Europa. Inglaterra, eficazmen- .te, dilata sus dominios por el mundo, y Holanda y Espaa,pagarn, con Francia, su sumisin y ayuda a Bonaparte. Si Na-polen cierra los mercados europeos a la creciente y poderosa,industria inglesa, ella sabr conquistar los extensos mercadosamericanos, tan largamente apetecidos.

    La secular lucha gigantesca emprendida entre Inglaterra yEspaa, desde los lejanos tiempos de Isabel y Felipe, va a ju-gar en las tierras del Plata la ltima jugada decisiva. A' pesar-de su decadencia, de sus permanentes guerras continentales,.

    1 de la debilidad y ya la casi total destruccin de su marina, po-cos son los pedazos que Inglaterra ha logrado arrancar a Es-paa de sus dominios americanos: Jamaica, Trinidad, algunas,pequeas Antillas. Poco es para ms de dos siglos de tenaces.

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  • MUNDO HISPNICO

    esfuerzos, cuando Inglaterra, a pesar de los poderosos ejrcitos:y fuerte marina de Francia, ha logrado barrerla de sus importan'tes dominios: el 'Canad, la India y cuando Holanda ha per-dido para siempre El Cabo y Ceiln.

    La Habana y Caracas, Cartagena de.Indias y ltimamente.Canarias, victoriosa de Nelson, son (nombres gloriosos que exal-tan la permanente y heroica defensa de los dominios espaoles-A ellos se aade entonces con singular relieve Buenos Aires,,por el prestigio de la reconquista, de la derrota y prisin de-Bersford, el General victorioso y renombrado de la India.

    Inglaterra ha resuelto borrar el recuerdo de su reciente frala India, asegura que con quince mil hombres podr dominartodas las tierras del Plata. Tras la primera expedicin de Auch-,

    (9) Al cabo no sern los comerciantes, sino las tropas y generales-vencidos, los que alcanzarn lucro considerable al repartirse entre ellos.el tesoro.

    En total se repartieron 296.187 libras, de las que el General BaircTrecibi 23.990; el General Beresford, 11.995; cada jefe de tierra o ca-pitn de marina, 7.000; cada capitn de tierra o teniente de marina, 750;cada teniente de tierra o alfrez de marina, 500; cada sargento o sub-oficial de marina, 170; cada soldado o marinero, 30. El hecho de au--torizar el reparto del botn entre tropas regulares vencidas da al pri-mer desembarco ingls un tpico carcter pirtico.

    Vase Las invasiones inglesas en el Ro de la Plata, 1806-1807, porCarlos Roberts, Teniente Coronel de Reserva, Buenos Aires, 1938. Es-tudio completo y muy objetivo de los ataques ingleses. El autor ha.realizado una investigacin. muy detenida en los archivos ingleses, que-arroja nueva luz sobre el lado ingls de las invasiones.

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  • MUNDO HISP/NICO

    muty llegan nuevas tropas, hasta alcanzar ms de doce mil hom'bres, que Inglaterra est dispuesta a seguir reforzando, si bienalguno de dichos refuerzos, como el de mil ochocientos hombreaembarcados en el Cormorn, salido de Portsmouth en marzo,a causa de fuertes temporales no llega a Montevideo hasta el24 de julio, cuando Whitelocke, vencido en Buenos AireSt hapactado el abandono de las tierras del Plata.

    A Espaa, en cambio, le es imposible enviar refuerzo al-.guno en defensa de sus lejanos territorios.

    Confiadas y orgullosas, aquel 5 de julio de 1807 avanzansobre la ciudad de Buenos Aires las fuerzas de Whitelocke, lasocho columnas inglesas (10) a la rdenes inmediatas de tres-Generales ilustres, Lumley, Auchmuty y Crawfurd, los dos l-timos victoriosos en la India y Egipto.

    Y, sin embargo, cuando a las seis y treinta de la maana,.al tronar el can que anuncia el comienzo del ataque, iniciansu entrada las columnas por las oscuras.y silenciosas calles dela ciudad que parece dormida o abandonada, un extrao temorcomenz a invadir a muchos jefes ingleses. Mas ya la orgu-Uosa orden de marcha estaba dada: Ir, arma al brazo, barrien-do la resistencia hasta llegar a la barranca del Ro, atacandoluego de revs el fuerte con la ayuda de la escuadra. Con todo.el Coronel Duff, dominado por funesto presagio, hizo volveral vivac las banderas del regimiento 88, llegado con el GeneralCrawfurd a Montevideo despus de su conquista.

    El funesto presagio de Duff iba a cumplirse. No slo lastropas veteranas y las nuevas milicias, con valor, energa ydisciplina, cierran el paso a las firmes columnas inglesas; la.silenciosa y al parecer dormida ciudad se alza toda de prontotn una tensin de heroismo inaudito, de frentica resistencia.

    Apenas llegan las columnas a la parte central de BMenosAires, donde est reconcentrada la defensa, ante los atnitosingleses se abre el espectculo temeroso, increble, que pronto,slo un ao despus, ofrecern Madrid y Gerona, el Bruch yZaragoza: todo un pueblo en armas, dispuesto a sucumbir an-tes de aceptar el yugo de la dominacin extranjera.

    (10) Luego desdobladas en catorce columnas.

    170 ;

  • MUNDO HISPNICO

    -A1

    Junto a las tropas veteranas y las milicias lucha en masael pueblo de Buenos Aires con toda clase de armas, con cu-chillos, con palos y aun sin ellos, arrojando agua hirviendo, pie-dras desde los parapetos de las terrazas, arrastrando carros y mue-bles para cerrar el paso de las calles detrs de las columnas ingle-sas, acorralndolas en una infernal encerrona. Se espera caigael enemigo o el amigo, y a la mano an caliente se arranca elfusil para ametrallar al ingls. Los viejos y los nios, las mu-jeres que quieren emular la gloria de Manuela Pedraza, laTucumana, herona de la reconquista, luchan junto a las tro-pas y milicias. ^

    Y las milicias inmortalizan aquel da, en tierras de Am-rica, su nombre de estirpe imperial que con orgullo y aciertoles impuso Liniers: Los Tercios. Dignos de os de Italia,de Castilla y de Flandes, que por tierras de Europa defendie-ron en siglos de gloria la grandeza de Espaa. Tercios de Ga-licia y de Cantabria, Tercio de vizcanos y castellanos, Terciode catalanes, Tercio de andaluces, y el de la ,Unin, formado

    "de peninsulares y criollos, organizado por el Cabildo. Y conellos, en alta emulacin de herosmo, los cazadores ccrrenti-nos, los arribeos de Crdoba y Mendoza, los blandengues deBuenos Aires y Montevideo, los hsares de Perdriel, los mi-gueletes, los carabineros de Carlos IV. Nombres de sabor ar-caico, como de leyenda. Y la legin patricia de Buenos Aires,eje de la defensa, acudiendo con sus ocho compaas a los di-versos puntos del ataque, rompiendo frente a su cuartel el avan-ce decidido de Pack y Cadogan, hasta acorralar a ste ltimo,rindindolo, en la casa de la Virreina, donde la lucha fue tanenconada que por los canalones de la terraza corri la sangreal suelo de la calle, encharcndolo.

    Ante tan heroica e increble defensa, verdadero infierno,como dir Whitelocke en su proceso, se amedrentan los vetera-nos ingleses, llegando a perder la moral; Auchmutv, rendido enSanto Domingo, as lo afirma a su jefe, acucindole acepte lasduras condiciones impuestas por Liniers para cesar el combate.Y es tan exacta la afirmacin de Auchmuty, que los jefes bri-tnicos, atemorizados por lo que ocurrir pueda si el com-bate se prolonga, aunque tienen todava fuerzas considera-

    171

  • MUNDO HISPNICO

    bles, fuertes posiciones en la Residencia y Retiro, al Norte ySur de la ciudad, e intacta la reserva que no haba entradoen accin, despus de detenido consejo de guerra en quetoma parte el jefe de la escuadra Murray, se deciden a acep-tar la dursima condicin de abandonar no slo la empresacontra Buenos Aires, sino reembarcando todas sus fuerzas r enunciar a Montevideo y la extensa zona conquistada al otrolado del Plata.

    Los jueces de Whitelocke calificaron la capitulacin de des-honrosa, de increble, expulsndolo del ejrcito. En realidad^de haberse ellos hallado en el combate, tal vez su juicio ha-bra sido menos severo. Lo increble no era la rendicin, sino-la defensa. Nunca vista hasta. entonces en las guerras de Eu-ropa. La defensa justificaba la rendicin, pues no slo Whi-telocke, sino el almirante Murray y su segundo, Bynton, ge-nerales valerosos y capaces como Lumley, Auchrhuty, Craw-furd; jefes como Cadogan, Pack, Bourcke, Fraser, Whitingam,distinguidos luego en las guerras de la pennsula y en Water-loo, no consideraron vergenza ni humillacin aceptar las con-'diciones dursimas impuestas por el vencedor.

    Inglaterra, escarmentada, tambin lleg a comprenderlo. Re-nunciando a todo ulterior plan de conquista. La expedicinde Wellesley, que luego se destin a Espaa el ao ocho, nointenta ya la conquista, sino slo provocar la independencia.

    Las tierras americanas queran el amo viejo o ninguno. Noaceptaban un amo nuevo, extrao a su sangre y su religin.

    Las invasiones inglesas son grandes fechas histricas no slopara la Argentina, sino para Espaa y toda la Hispanidad. Losque aquel da eran todos espaoles, espaoles criollos y espa-oles peninsulares, salvaron con su herosmo para la Hispani-dad las tierras fecundas del Plata.

    El esfuerzo d^ Inglaterra era decidido, y temible, por serlas condiciones en extremo favorables para la conquista. Do-minando los mares, siendo imposible un desembarco en In--

    172

  • MUNDO HISPNICO

    glaterra, podan volcar sobre Amrica su fuerza militar, muyconsiderable, segn pudo apreciarse en la pennsula; y a .Es-paa le era imposible enviar refuerzos (u) .

    Dominado Montevideo y una extensa zona al Norte delRo de la Plata hasta la Colonia, la conquista de Buenos Ai-res en 1807 hubiese sido decisiva para la suerte de Amrica.

    No siendo obstculo a Inglaterra para consolidar y conser-var su conquista, su inmediata alianza con Espaa. Durantela guerra con Napolen, la Gran Bretaa, aliada nuestra, ayu-da abiertamente la independencia de nuestros dominios, sinque a la Regencia le fuese posible realizar eficaz protesta. Del

    mismo modo, se hubiese visto obligada la Regencia a aceptarla conquista de las tierras del Plata para obtener el apoyo in-gls contra Bonaparte.

    La voluntad de conquista de Inglaterra en los aos 1806y 1807 era manifiesta y completa.

    El 13 de septiembre de 1807 El Times deca: uBuensAires en estos momentos forma parte del Imperio britnico,y cuando consideramos las consecuencias... no sabemos cmoexpresarnos en trminos adecuados a nuestra opinin sobre lasventajas naturales que derivarn de su conquista', aadiendoen su nmero del 15 de septiembre: ... es indudable quetoda la colonia del Plata tendr la misma suerte que BuenosAires.

    En el nmero del 23 de septiembre exalta: Ld fertilidaddel suelo que ser granero de toda Sudamrica, los campos depastoreo y hasta las mujeres de Buenos Aires, las ms simp'ticas y hermosas de Sudamrica.- Sin duda esto ltimo paraaumentar y alentar el entusiasmo emigratorio hacia las tierrasdel Plata.

    El 20 de septiembre aparece la proclama del Rey de In-

    (11) Inglaterra contaba entonces con las siguientes fuerzas terres-tres: 229.000 hombres de tropas regladas, 77.000 de milicias regimen-tadas, 296.000 de milicias ordinarias. Sus fuerzas navales eran: 180 na-vios, 174 fragatas, 218 bergantines. Introduccin a la Historia de a Gue*rra de Espaa contra Napolen Bonaparte, escrita y publicada de orden-de S. M., Madrid, imprenta de D. M. de Burgos, ao de 1818.

  • MUNDO HISPNICO

    glaterra declarando que la ciudad y fortaleza de Buenos Ai-res, con sus dependencias, forma parte de los dominios de SuMajestad. Cuando hace ms de un mes Buenos Aires hasido ya reconquistada por Liniers!

    Al llegar la noticia de la Reconquista, Inglaterra no aban-dona la empresa; al contrario, persiste en ella con su hist-rica y admirable tenacidad. Adems de las expediciones deAuchmuty y. Crawfurd, ya en el mar y de los refuerzos delCabo, enva desde la metrpoli una fuerte expedicin al man-do del teniente general Whitelocke, con rdenes de conseguirque la provincia de Buenos Aires, es decir, el Virreinato, que-de bajo la autoridad del Rey de Inglaterra. El memorndumde Wllesley prev el envo de fuerzas para ocupar no slola banda oriental y Buenos Aires, sino tambin Crdoba, que-riendo desde el primer momento extender hasta esta ciudadla dominacin inglesa.

    Si consideramos que al tener conocimiento de la conquis-ta de Buenos Aires por Beresford se prepar la expedicin deCrawfurd sobre Chile, desviada luego hacia Montevideo, esde suponer que en esta segunda expedicin (si conquistadoMontevideo y la banda oriental, hubiese sucumbido BuenosAires en el ataque del 5 de julio, extendindose el poder in-gls hasta Crdoba), se hubiese repetido el ataque a Chile,siendo difcil y casi imposible para Abascal auxiliar esta ca-pitana. El dominio del mar por el enemigo poda hacer inclu-so peligrar la suerte del Per, como ocurri con la expedicinlibertadora de San Martn, una vez que Cochrane domin consu escuadra las costas del Pacfico.

    La cada de Buenos Aires conduca a tales hechos. Cons-tituyndose al Sur de Amrica un extenso dominio ingls. Laindiscutible habilidad poltica con sus colonias, que la prdidade las que formaron los Estados Unidos, despert y aguz enlos gobernantes ingleses, habra encontrado frmula para\on-llevar el espritu de independencia del-pueblo argentino y supersonalidad hispnica con la dominacin inglesa. As supohacerlo Inglaterra en el Canad y el Cabo, respetando y enrealidad terminando por incorporar plenamente las minoras.

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  • HUNDO HISPNICO

    francesa y holandesa. La escasa poblacin de las tierras delPlata habra, como en el Canad, quedado desbordada por laemigracin anglosajona, encauzada hacia la Argentina por sus-admirables condiciones de clima y suelo con preferencia a las.tierras del Canad y del Cabo y, sobre todo, a las lejanas tie'rras de Australia y Nueva Zelanda.

    Y- la magnfica nacin Argentina, honra de la Hispanidad,se hubiese perdido para nuestra raza- y cultura, con cuanto-ellas significan en el mundo por sus altos valores espirituales..

    Grande hubiese sido tambin la prdida para la religincatlica. Hallndome en Roma el ao 35, el seor Estrada, em-bajador de la Argentina cerca del Vaticano, al hablarme desu antepasado Liniers y de las invasiones inglesas, cuya alta

    r-

    trascendencia histrica siempre me cautiv, indicme haber-solicitado de Su Santidad concediese a la Argentina el honor-de tener el primer cardenal de Hispanoamrica; justificandosu respetuosa peticin con el hecho glorioso de la reconquista,y defensa de Buenos Aires, que al salvar la Argentina parala Hispanidad, la salv tambin para el Catolicismo. Y as fuedesignado el primer cardenal argentino. La actual tenaz y do-lorosa campaa de proselitismo protestante en Amrica, jus- tfica las palabras del' ilustre diplomtico, legtimamente or-gulloso de su antepasado Liniers. Cunto ms peligroso se-ra este proselitismo para la suerte de nuestra religin en Amrica, si en vez de esta gran nacin hispnica reciamente cat-lica, .se extendiese un dominio ingls en su mayora de po-blacin protestante!

    1 As lo avizoraba el herosmo y la fe de los defensores de-

    Buenos Aires. As lo proclamaba y reconoca el ao i922 mon-seor Luis Duprat en su pastoral al pueblo argentino conmotivo de la coronacin cannica de la Virgen del Rosario.de la Reconquista y Defensa, ante la cual rez Liniers antes-de la reconquista y a la cual ofrend las banderas ganadas alenemigo: La fe, una fe robusta, sostuvo los nimos de lapoblacin... porque es una cosa bien sabida que all se luch-no solamente por la reconquista de nuestro suelo querido, queno quera cambiar de dominacin, sino tambin, y acaso ms--

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  • MUNDO HISPNICO

    -resueltamente an, porque se trataba de un invasor que, consu dominacin definitiva, nos hubiera trado una religin dis-tinta y enemiga de la nuestra.

    VI

    Las invasiones inglesas han merecido en la Argentina per-manente y detenido estudio. Desde los libros ,ya lejanos de-Coronado y Pereyra y las obras clsicas de Lpez y Mitre, queton extensin tratan de aquella poca cruciarl, una brillanteplyade de historiadores argentinos ha investigado los archi'vos de Europa y de Amrica con el patritico designio deaclarar en todos sus puntos estas dos gloriosas empresas,, sin.agotar la materia, tal es su complejidad e importancia. Es ms,-da por da crece en la nacin hermana el inters por el es-tudio de las invasiones inglesas y del heroico reconquistador.A su lado se sita con justicia la figura de Alzaga, el alcaldeempecinado, alma de la defensa, como le califica la ComisinNacional, de la Reconquista y Defensa en la lpida puesta el-ao 1946 a la puerta del monasterio 4e Carmelitas en Bue-nos Aires.

    El inters por las invasiones inglesas es tan sealado, quedicha Comisin Nacional de la Reconquista y Defensa, cuyamisin es realizar el debido homenaje a los hroes de aque-llos das, ha constituido ltimamente un Instituto de EstudiosHistricos dedicado a la investigacin de este inagotable tema.El Instituto ha publicado a fines del pasado ao un magnficovolumen sobre la Reconquista y Defensa, admirable no slopor los valiosos escritos de actuales historiadores argentinos ypor el caudal de documentacin, sino tambin por el incom-parable lujo editorial digno de la grandeza del asunto (12).Otros volmenes continuarn estudiando los diversos aspectos-de los histricos hechos.

    (12) Este verdadero alarde editorial ha sido realizado por las casasPeusery ngel Estrada, esta ltima perteneciente a Toms Estrada, des-

    prendiente de Liniers.

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  • MUNDO HISPNICO

    La reivindicacin de Liniers es completa, considerada hoyen la Argentina como una de sus ms altas y limpias figurashistricas.

    El ao 62, poco despus del reconocimiento de la Argen-tina, la Reina Isabel II reclam para nuestra patria los res-tos de Liniers, abandonados hasta entonces en un lejano se-pulcro en el Paran. A pesar de las protestas de la hija ma-yor de Liniers, Carmen Liniers y Sarratea de Perichon, fue-ran entregados a Espaa, que los honra en su panten de ma-rinos ilustres de Cdiz,' en el mismo sepulcro y monumentodonde se hallan los restos de Gutirrez de la Concha, el com-paero de Liniers en la Reconquista y Defensa y en la muerte.

    Hoy, en cambio, el anhelo de la Argentina es que vuel-van a aquella tierra los restos de su heroico reconquistador ydefensor para recibir el debido homenaje. Toms J. de Estra-da, descendiente de Liniers y secretario del Instituto de Estu-dios Histricos citado, me escriba en noviembre ltimo: Nole oculto que tenemos la esperanza de que Espaa entreguealgn da a la Repblica Argentina los restos de Liniers, paraque descansen en la tierra que l reconquistara tan heroica-mente, y que para guardar estas gloriosas cenizas, se levanteen el corazn de Buenos Aires el monumento que nuestra ciu-dad debe a sus benemritos reconquistadores y defensores de1806 y 1807.

    No me incumbe sealar, si, en su da, cumpliera se realizase.el deseo expuesto por Estrada, mas slo su generosa expre-sin determina cuan completa ha sido la reivindicacin de Li-niers y tambin la reivindicacin de Espaa.

    Noblemente lo reconoce el Instituto de Estudios Histri-cos cuando dice en la Declaracin Preliminar del volumen l-timamente publicado: Hoy, a ciento treinta y un aos de ladeclaracin de nuestra independencia, convertida nuestra pa-tria en una de las grandes naciones del mundo, es deber dehidalgua volver nuestra atencin emocionada hacia las gestasheroicas de nuestro pasado colonial, de la patria vieja, celebrn-dolas debidamente y rindindoles el homenaje de nuestra ve-neracin y nuestro respeto en carcter de gloriosos recuer-dos que, como lo afirma Mitre, son comunes a ambas na-

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  • MUNDO HISPNICO

    ciones: a la Repblica Argentina y a Espaa, la madre patria,de quienes somos en el Nuevo Mundo altsimos herederos desu civilizacin y sus glorias.

    Marchar debieran hermanadas Espaa y la Argentina enel homenaje a los hroes de la Reconquista y Defensa; glorio*sos recuerdos comunes a ambas naciones.

    Siendo lazo de unin permanente la memoria de aquellosdas. Cuando antes de partirse en dos patrias eran slo espa-oles: espaoles criollos y espaoles peninsulares.

    Y as el homenaje a los hroes de la Reconquista y De-fensa cumplira los anhelos, de Liniers: Este insigne triunfodebido a un pueblo generoso, debe hacer una poca memorableen la Historia (13).

    ANTONIO DB- URBINAMarqus

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