las ultracosas
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Autora: María Cecilia Dubois Editorial Autores de Argentina 2011TRANSCRIPT
Director editorial: Germán Echeverría
Diseño de tapa y maquetado: Justo Echeverría
Ilustraciones: Myriam P. Osella
© María Cecilia Dubois
ISBN: 978-987-1791-08-8
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
E-mail: [email protected]
Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Dubois, María Cecilia Las ultracosas. - 1a ed. - Don Torcuato : Autores de Argentina, 2011. 92 p. ; 20x14 cm.
ISBN 978-987-1791-08-8
1. Narrativa Infantil Argentina. I. Título CDD A863 928 2
A Maxi, que quería tener de mascotaun elefante en el jardín de casa…
A Ema, Alejo, Juan Pablo, y todos los chicos que me hacen cosquillas en el corazón…
Y a los que ya tendrán su historia de ultracosas (porque todos tenemos una que contar).
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Un proyecto diseñado para chicos y adultos, cuyo principal objetivo es rescatar el valor de las pala-bras.
Se trata de relatos de cosas de chicos y de gran-des, contadas por chicos y por grandes; para que los grandes lean, para que los grandes cuenten a sus chicos, para que los chicos lean y conversen con los grandes.
A partir de un concepto tomado de la epistemolo-gía genética, “ultracosas” designa la dimensión de las creencias infantiles acerca del origen o la esencia de las cosas, apostando a:
Seguir los meandros del pensamiento infan-- til, desde la perspectiva infantil aún vigente o como rememoración de esa instancia pre-ló-gica, y con esa lógica tan particular que supi-mos tener en la infancia.
Explorar los razonamientos de los chicos so-- bre el propio comportamiento y de otros seres, desde la construcción de ideas que van desde los sucesos cotidianos a las respuestas más trascendentes.
Conocer las representaciones de los fenóme-- nos no tan accesibles a la experimentación, siguiendo la “coherencia” necesaria para sus-tituir lo inexplicable de lo real mediante la imaginación, las múltiples posibilidades per-ceptivas, y la riqueza del lenguaje:
Tomando el valor de las palabras como · significantes y la literatura como medio
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de producción de sentido.
Favoreciendo instancias de encuentro · entre los chicos y unos Otros significa-tivos en su desarrollo.
Siguiendo las capacidades propias de cada etapa, los cuentos y relatos se articulan en función de dife-rentes usos del lenguaje:
Los textos para ser contados: en los que se - apela a la actualización de los razonamientos descriptos, invitando a los más grandes a res-catarse del apuro del día, a jugar y divertirse como cuando eran más chicos; a los más chi-cos, a anunciar a los más grandes su capaci-dad de comprender lo que van a escuchar.
Los textos para ser leídos: sosteniendo la di-- mensión de las preguntas, las fantasías, las creencias, las explicaciones, los miedos, los sueños, el amor; desde el humor y los concep-tos más disparatados, tomados de las expe-riencias sensibles de las personas.
Textos para desmitificar y mantener la vigen-- cia de los mitos: para los chicos más grandes y no tan chicos , estos textos intentan animar a “decir” las cosas que nos inquietan, a explo-rar el maravilloso mundo de las metáforas y a encontrar analogías entre los deseos propios y los de los demás.
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“Las Ultracosas” es una serie de relatos que sos-tiene el lugar de las preguntas, y se sirve de las re-presentaciones como medio válido de inferencia. Con un estilo sujeto a las implicaciones verbales de cada tema abordado, la apuesta consiste en desa-fiar el campo perceptivo, domeñado en la actualidad por imágenes, a rescatar el valor de las palabras, su aspecto lúdico y su función como estructuradora de una subjetividad que, como las historias, nos acom-pañará siempre.
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CARTA A LOS GRANDES QUE LEEN CUENTOS
Queridos grandes: (mamá, papá, abuelos, tíos, padrinos, hermanos
mayores, maestros, etc.):
Si acabás de tomar la decisión de leer un cuento, seguramente serás objeto de algunos interrogantes un rato más tarde. Antes te sugiero que ensayes unos tonos y matices de voz (y de vos también), que prue-bes diferentes caras delante del espejo, apagues el celular y elijas un lugar muy cómodo donde sentarte (preferentemente en el suelo, con un almohadón, al-fombra o unas telas dobladas) junto al/los chico/s.
Si ya has leído un cuento alguna vez, intentá que cada experiencia sea única; porque si vos te aburrís, la audiencia también se aburre. Y si nunca leíste uno en voz alta, bueno, no te asustes: al principio parece-rá que te devoran con esos ojos inquietos y moviendo los pies como si estuvieran chapoteando en el agua; después vas a sentir que empiezan a acompañarte y algo parecido a la mano de un bebé recién nacido enroscándose en tu dedo.
A los chicos no les gustan las interrupciones, salvo las provocadas por ellos; no les gustan las promesas incumplidas, las postergaciones, ni que les lean a las apuradas. Sí les gusta que los miren, que compar-tas con ellos una impresión o una imagen si las hay, y si no las hay, que les expliques por qué: algunas
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historias no necesitan dibujos, ilustraciones ni fotos; simplemente hay letras, palabras, oraciones y párra-fos tan coloridos que sería una verdadera pena qui-tarles espacio; que para eso está la tele, el cine, los videojuegos, las gigantografías en la calle, las figuri-tas y los paquetes de gelatina.
Algunos temas de lectura son realmente escabro-sos; otros, te van a resultar extraños, porque proba-blemente te encuentres con ideas, ocurrencias y pen-samientos de una lógica que casi te olvidaste, pero que si no la hubieras transitado, no podrías estar ahora mismo interesado en leer a otros chicos.
Ah! Si perdés interés, te distraés o tenés mucho sueño, explicale a tu audiencia que harán el intento otro día; porque serás su actor preferido, y nadie que bostece puede ser un actor preferido.
Con respecto a las preguntas, si los chicos son más grandes y no pueden aguantarse las ganas de saber, guiate por tu intuición para responder o repreguntar: los chicos quieren saber la verdad, pero no siempre la realidad se opone a la ficción, y acordate de que en el mundo de las creencias, es preferible contestar con otra pregunta que sostenga la intención de averiguar, que dar respuestas apuradas y sabihondas, que de a poco nos van cerrando los ojos -acordate-, que se aprietan y cierran ante las maravillas que siguen allí, muy cerca, debajo de la mesa, detrás de las macetas, en la bañadera, adentro de la alacena, en el cajón de los juguetes o en el estante de los zapatos.
Y , finalmente, respirá hondo, aflojá esas manos,
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ponete las pantuflas o escarpines de polar para que no se te enfríen los pies, y preparate para mirar, para escuchar, para escribir la verdadera historia que vas a presenciar; porque vos vas a leer algo que escribió otro grande, como pretexto, pero que sin los mean-dros de los chicos de cada relato, estaría lleno de nada y cosas que no existen; ellos les dan vida a una historia, aquí y ahora, con esa disponibilidad y esa avidez que deberíamos imitar de vez en cuando.
Que disfrutes y puedas abrazar el cielo de tu pro-pia infancia, y encuentren juntos, en los gestos y las palabras, la magia de compartirlo.
Una flor para tu oreja, Cecilia.