las rosas de los viernes en la tarde-cap1
DESCRIPTION
Capítulo 1 −Quiero La noche era calurosa y estaba animada. El nerviosismo se palpaba en el lugar del desfile, y Mariana era la más nerviosa de todas, al fin y al cabo ella no era modelo y no quería serlo nunca.TRANSCRIPT
© 2007 por Mary Heathcliff.
All rights reserved / Todos los derechos reservados.
Registro de derecho de autor: 10-183-313 Bogotá, Colombia.
Registro de Safe Creative: 1308205616293.
ISBN: 9781476486215
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita y legal de los titulares del
“Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o
total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el
tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o
préstamo públicos.
Edición y corrección: MRC ©
Fotografía de portada: http://www.photorack.net/ © su propietario.
Montaje y diseño de portada: MRC ©
Después de casi cinco años, Mariana García ha olvidado el
pasado y ha sanado las heridas de su alma y su corazón.
Entonces Leonardo del Valle decide reaparecer para
atormentarla y reclamar lo que él mismo rechazó. Ha vuelto
decidido a recordarle el pasado compartido hasta con los
mínimos detalles como las rosas que le regalaba siempre los
viernes en la tarde.
Y aunque Mariana ya lo ha desterrado de su corazón, no puede
evitar recordar lo vivido y volver a experimentar los mismos
sentimientos cada vez que lo ve. ¿Todavía lo ama? No puede
ser. En el pasado le hizo mucho daño y ahora ha vuelto más
decidido que nunca para inquietarla. ¿Entonces por qué no
puede dejar de pensar en él?
Serie Amor y Mentiras, 2
Capítulo 1
—Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, feliz cumpleaños
querida Jessi, cumpleaños feliz —cantaron los tres adultos a la
pequeña que celebraba su cuarto natalicio.
La tarde era calurosa y soleada, pero eso no era lo que la
hacía una tarde especial. Era tan especial porque ese día la
pequeña Jessica cumplía cuatro años de vida, y su madre,
Mariana, no podía estar más alegre.
—Sopla las velitas, amor —dijo Mariana a su hija.
—Pero recuerda que debes pedir un deseo —le recordó
Gabriel.
La niñita sonrió antes de decir:
—Mi deseo es que mi papi vuelva de su viaje y nunca
más se vuelva a ir —y enseguida sopló sin notar que los tres
adultos a su alrededor opacaban sus sonrisas.
Sucedió lo que pasaba siempre que la niña preguntaba o
mencionaba a su padre: cambiaron inteligentemente el tema de
conversación.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 6 ♥
—Ahora, vamos a cortar el pastel —dijo Mariana
sacando unas rebanadas que puso en los platos para los cuatro
asistentes a la íntima celebración.
—Sí, vamos a comer el pastel —dijo la niña con
entusiasmo.
—¿No quieres ver primero tus regalos, Jessi? —preguntó
Sonia.
—No. Primero el pastel —dijo la niña que ya dirigía a su
boquita una cucharada del suculento manjar.
—Vaya, por lo menos no es materialista —dijo Gabriel
arrancando risas de Mariana y Sonia.
Mariana observó a sus amigos, los mejores amigos del
mundo.
A Gabriel lo conocía desde hacía más de diez años al
iniciar sus estudios en la universidad. Desde el mismo inicio se
habían hecho más que amigos, eran hermanos y él siempre la
había ayudado y apoyado cuando más lo había necesitado, aun
cuando su propia familia le dio la espalda. Con él había
fundado MAGAS, la agencia de modelaje que poco a poco iba
creciendo para alegría de los dos.
Sonia era su amiga desde hacía casi un año. Había
llegado a la agencia haciéndose pasar por modelo, cuando en
realidad era una agente de la policía secreta que buscaba una
peligrosa red de trata de blancas.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 7 ♥
Hacía cuatro meses Sonia y Gabriel se habían casado,
después de una misión tan peligrosa que hasta la misma
Mariana había estado a punto de perder la vida: había estado en
coma unos cuantos días. La relación de sus amigos también
había estado en riesgo, pero el amor entre ellos era tan grande
que había sobrevivido a todo. Ahora eran inmensamente
felices.
La charla giró en torno a Jessica, lo grande y linda que
estaba. Mariana se sentía muy orgullosa de su pequeña. Su hija
era lo más importante de su vida desde que había nacido y
jamás se arrepentía de haberla dado a luz, aunque el embarazo
no había sido una etapa fácil.
El timbre de la puerta sonó interrumpiendo la charla. Fue
Gabriel quien salió a atender la puerta y recibió el ramo de
rosas que, como todos los viernes por la tarde desde hacía seis
meses, llegaba para Mariana. Ya fuera en su casa o en la
agencia, siempre el secreto admirador le enviaba un ramo de
doce rosas rojas.
—Tu encargo semanal de los viernes por la tarde,
Mariana —dijo Gabriel sonriendo. Sabía que Mariana
detestaba que le llegaran esas rosas.
—Por mí puedes tirarlas a la basura o regalárselas a tu
esposa —dijo Mariana cambiando el humor alegre que había
tenido hasta hacía unos minutos.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 8 ♥
—No puedes hablar en serio. Son hermosas —dijo
Sonia—. Es un detalle precioso, el hombre que lo hace debe
estar muy interesado en ti.
—Nada de eso —dijo Mariana algo incómoda. Tomó la
tarjeta del ramo y leyó su nombre "Mariana García", pero eso
no era lo que la inquietaba, sino la caligrafía que ella había
conocido tan bien. Un escalofrío pasó por su cuerpo como un
mal presentimiento. Arrugó la tarjeta y la tiró al tacho de la
basura, como había tirado todos los recuerdos dolorosos.
—Pero no puedes negar que es muy romántico eso de
tener un admirador secreto —replicó Sonia—. Siempre quise
tener uno.
—¿Ah sí? —preguntó Gabriel fingiendo enfado—. Pues
más te vale que no tengas ninguno, porque me voy a poner
muy celoso.
Gabriel se acercó a su esposa y la besó en los labios.
—Ese admirador secreto podrías ser tú —dijo Sonia.
—Entonces no sería secreto, amor —afirmó él.
—Pero no nos desviemos del tema —dijo Sonia—. Aquí
lo que importa es averiguar quién es el admirador de Mariana.
—No, no me interesa —insistió la aludida.
—Pues yo creo saber quién es —dijo Sonia—. ¿Te suena
el nombre de Franco Solís?
Mariana sonrió.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 9 ♥
—Ese no es el estilo de Franco.
—Claro que no, él es mucho más directo, menos
enigmático —dijo Gabriel.
—Y mucho más simple —añadió Sonia.
—No es simple, es… caballeroso —dijo Mariana—. Y él
no puede ser, porque sabe que no quiero ninguna relación con
él además de una simple amistad.
—Eso es lo que no me explico —dijo Sonia.
Para nadie era un secreto, que el comerciante y
patrocinador de los desfiles de MAGA'S, Franco Solís, estaba
enamorado de Mariana. Desde que había salido del hospital
hacía seis meses le había confesado que siempre se había
sentido atraído hacia ella y que su accidente le había hecho ver
que podía perderla para siempre si no se arriesgaba a declararle
sus sentimientos.
Mariana había rechazado cortésmente sus avances. No
quería nada con ningún hombre. Su primera y única
experiencia en el amor le había dejado un amargo sabor y
ahora sólo quería dedicar su vida a Jessica. Franco le había
dicho que no importaba su negativa, estaba dispuesto a esperar
y conquistarla, así que la invitaba a cenar, al teatro, al cine y
hasta se había ganado la amistad de la pequeña hija de
Mariana.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 10 ♥
—No lo amo —dijo Mariana simplemente—. ¿Eso te lo
explica?
—No comprendo por qué no lo intentas, Mariana. Franco
es guapo, gentil, bueno, adinerado, te quiere y quiere a Jessica.
—Ya te dije, no lo amo. Y no es él quien me envía las
flores y ya no hablemos más de esto.
—¿Entonces quién es el de las rosas? Cuando despertaste
del coma había un ramo igual y desde ese día te llega uno
semanal. Por lo que le pude saber de la enfermera que estaba
esa noche de turno, me dijo que era guapo y muy elegante,
pero no me dio ninguna descripción exacta.
—No me interesa, Sonia, déjalo ya —añadió Mariana
con hastío.
—Si insistes…
Aunque la conversación se encaminó hacia otros temas,
la mente de Mariana, como todos los viernes después de la
llegada de las rosas, giraba en torno al hombre que las enviaba,
porque, aunque sus amigos no sabían quién era el enigmático
hombre, ella sí lo sabía. ¿Cómo olvidar que en su pasado
también hubo rosas los viernes por la tarde?
¿Qué pretendía? ¿Estaba en el país? No atinaba a
explicarse la razón por la cual él hacia esto.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 11 ♥
El timbre nuevamente los sacó de la conversación, pero
esta vez fue Sonia quien se dirigió diligentemente a abrir la
puerta, para encontrarse con un guapísimo desconocido.
—Buenas tardes —dijo el hombre alto de voz
profunda—. Necesito ver a Mariana y a Jessica.
En un primer momento, Sonia creyó que conocía al
hombre de alguna parte, pero cuando lo pensó mejor, se dio
cuenta que jamás lo había visto, y que había tenido esa
sensación porque el hombre era extraordinariamente parecido a
Jessica… ¿era acaso…?
—Supongo que están en casa —dijo el hombre al notar el
silencio de Sonia.
—Sí, sí claro… sólo que…
—Que no sabes si Mariana me reciba —completó él
cuando la vio titubear, para nadie era un secreto que la madre
de su hija no lo recibiría con agrado.
—Pues… sigue… —dijo Sonia dándole paso, un poco
temerosa de lo que estaba haciendo, pero no tenía otra opción:
tendría que ser la misma Mariana quien tenía que decidir si
verlo o no.
Ella entró seguida por el hombre y titubeó al llegar a la
sala.
—Mariana… alguien quiere verte.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 12 ♥
Mariana y Gabriel alzaron los ojos simultáneamente, y al
ver de quién se trataba se levantaron al mismo tiempo de sus
sillas como despedidos por resortes.
—¿Qué haces aquí? —dijo Mariana.
—¿Cómo te atreves a venir a esta casa? —preguntó
Gabriel.
—¡Papi! —gritó la pequeña Jessi que corrió a arrojarse a
los brazos de su padre.
—¡Princesita! —dijo el hombre antes de levantar a la
pequeña en brazos y besarla en la mejilla.
—Hoy estoy cumpliendo cuatro años, papi —dijo la
niña.
—Ya lo sé. Feliz cumpleaños, princesita —la volvió a
besar en la mejilla—. Te traje un regalo, pero te lo daré más
tarde.
—Papi, no dije nuestro secreto, no le dije a mami que
fuiste a verme el otro día a la escuela, ni tampoco le dije que
me llevaste al parque a comer helado.
—Que bueno —dijo él.
—Y también pedí de deseo de cumpleaños que vinieras y
que no te volvieras a ir —dijo la niña—. ¿Verdad que ya no te
vas a ir, papi?
—No, ya no princesita.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 13 ♥
Mariana sintió que se tambaleaba. No podía creer lo que
oía ni veía. Ahí estaba él… con su hija en brazos ¡y no era la
primera vez que se veían!
—¿Cómo te atreves a manipular así a mi hija? —dijo
acercándose a él.
Gabriel la tomó del brazo.
—Cálmate, no es bueno para Jessica ver un
enfrentamiento así —le dijo en voz baja—. Sonia, por favor
lleva a Jessi a abrir sus regalos.
—Ven, Jessi —dijo Sonia tratando de tomarla en sus
brazos.
—No. Quiero a mi papi —dijo la niña abrazándose más a
él.
—Obedece, Jessica —dijo Mariana enfadada.
—Vamos, princesita, ve con la tía Sonia —dijo el
hombre.
La niña se resignó a ir con Sonia, que se la llevó al otro
lado de la sala lo suficientemente lejos para no escuchar la
discusión que comenzaría ahora.
—Quiero una explicación —dijo Mariana—. ¿Qué haces
aquí?
—Vine a conocer a mi hija.
—La última vez que nos vimos dijiste que no era tuya…
además, por lo que noté ya la habías conocido… y ella a ti.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 14 ♥
—Es de humanos equivocarse y rectificar —dijo mirando
hacia donde la niña destapaba la caja que contenía una
muñeca—. Bastar con verla para notar el parecido. Es exacta a
mí, excepto por los ojos. Tiene tus preciosos ojos, Mariana.
Mariana bajó el rostro confundida por la oleada
electrizante que la recorrió cuando él pronunció su nombre y
galanteó sus ojos.
—Es evidente que no le hace bien verte. Lárgate de aquí
—dijo Gabriel enfadado.
—Gabriel, Gabriel, Gabriel —dijo el hombre—. Siempre
tan sobreprotector, tan bueno, tan generoso. El que sobra aquí
eres tú. Por lo que sé te casaste hace poco —volvió a mirar
hacia donde estaban Jessica y Sonia—. Una bella mujer, te
felicito. Cuídala mucho.
Gabriel hizo ademán de ir hacia él airado. Mariana lo
detuvo tomándolo del brazo.
—No le hagas caso, sólo trata de provocarte —le dijo.
Luego se giró al hombre—. Vete, Leonardo. No eres
bienvenido en mi casa.
—Jessica no opina lo mismo —dijo él yendo hacia donde
estaba la niña.
Se arrodilló junto a ella y sacó de su bolsillo una pequeña
cajita. En ella había una cadenita con una medallita grabada
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 15 ♥
con el nombre de la pequeña. La sacó y se la colocó en el
cuello a la niña.
Mariana todavía no podía creer lo que veía: Leonardo en
su casa, con su hija… Dios, no puede ser verdad.
Se acercó donde la pequeña hablaba alegremente con su
padre ignorando a Sonia por completo.
—¿Te gusta, princesita?
—Sí, papi… pero me gustan más las muñecas.
—Bueno, entonces te prometo que mañana te traeré una
preciosa muñeca que se parezca a ti.
—¿En serio?
—Sí.
—Te quiero mucho, papi —dijo la niñita besando la
mejilla de su padre.
Esas palabras no podían dolerle más a Mariana.
No, Jessi, no lo quieras. Él no te quiere, mi niña, él no
puede amar a nadie. No le des tu amor porque lo destrozará
como destrozó el mío.
Los ojos de Mariana comenzaron a anegarse y aunque
trató de evitarlo, las lágrimas y el dolor eran más fuertes que
ella. Gabriel lo notó y puso una mano sobre su hombro.
—No llores, no sabemos qué pretende, pero no lo
dejaremos salirse con la suya.
Sonia se acercó a ella y la abrazó.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 16 ♥
—Yo creo que es mejor que Gabriel y yo nos vayamos…
ustedes necesitan hablar.
—No, no nos iremos —dijo Gabriel con firmeza—. No la
dejaré sola con ese cretino.
—Gabriel, no te preocupes —dijo Mariana, aunque ella
sí que lo estaba—. No temas en dejarme sola, puedo
defenderme.
Gabriel y Sonia se despidieron de la pequeña Jessi, que
sólo prestaba atención a su padre. Luego se fueron.
—Por favor, cuando se marche llámame a casa, no
importa la hora. Necesito saber que tú y Jessi están bien —le
dijo Gabriel antes de salir.
Mariana sabía que no podía hablar con él si Jessica
estaba presente.
—Jessi, es hora de dormir —dijo Mariana, aunque la
niña no había cenado y aún estaba temprano.
—No, mami. Quiero a mi papi.
Leonardo supo que Mariana quería hablar con él sin la
presencia de su hija. Así que facilitó las cosas.
—Vamos, princesita, tienes que obedecer a mami —dijo
levantándola en brazos—. Te contaré un cuento para que te
duermas.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 17 ♥
—Sí, cuéntame un cuento —dijo la niña entusiasmada,
mientras Leonardo la llevaba a su cuarto y la ponía sobre la
cama.
—Había una vez una reina y un rey… —comenzó él.
Mientras Leonardo contaba el cuento de memoria y su
hija lo oía atentamente luchando contra el sueño que
comenzaba a invadirla, Mariana los observó desde la puerta sin
atreverse a entrar. Sin poder evitarlo, su mente viajó a aquella
noche de verano hacía más de cinco años, la fatídica noche que
cambiaría su vida para siempre: la noche en que tuvo la
desgracia de conocer a Leonardo del Valle.
* * * * *
La noche era calurosa y estaba animada.
El nerviosismo se palpaba en el lugar del desfile, y
Mariana era la más nerviosa de todas, al fin y al cabo, ella no
era modelo y no quería serlo. Pero necesitaba el trabajo y
cuando Gabriel le dijo que le había conseguido algo en la
agencia en la que él trabajaba, ella lo había agradecido
enormemente.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 18 ♥
Así que allí estaba, a punto de salir a la pasarela con un
bonito traje de noche, diseño exclusivo de uno de los mejores
del país. Pero estaba muy nerviosa.
—¿Y si lo hago mal? —le preguntó a otra chica.
—Claro que no, eres lindísima y lo harás muy bien.
Mariana no estaba del todo convencida. Se miró al espejo
tratando de encontrar algún error, pero parecía que no había
ninguno.
Mariana García tenía veintidós años, era hija única y le
faltaba muy poco para terminar la carrera de administración de
empresas. Su mejor amigo desde el primer día de la
universidad había conseguido trabajo como asistente del
administrador de la agencia de modelos Glamour y la había
ayudado a ella que también necesitaba un trabajo.
Físicamente Mariana era una mujer bella: era alta, más
que la mayoría de las mujeres, su cuerpo era delgado y esbelto,
pero con curvas seductoras donde debe estar redondeada una
mujer. Su cabello era largo, de color castaño y se rizaba en
ondas que la hacían ver más bella. Su rostro ovalado era
armonioso, de labios carnosos y delineados y nariz pequeña y
respingada, pero lo más llamativo eran sus ojos, de pestañas
espesas y crespas, y un color verde oliva que le conferían una
belleza exótica.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 19 ♥
—Tu turno, Mariana —le dijo Silvia, la encargada de las
modelos.
—Estoy nerviosa —dijo la muchacha.
—Todas lo están, pero vas a salir muy bien.
Y así fue. Su salida a la pasarela fue triunfal y al final del
desfile muchos hablaron de la bonita modelo de los ojos
verdes. Mariana estaba exultante. Todo había salido a la
perfección.
Como siempre, después del desfile se ofrecía una
pequeña reunión en la que empresarios y diseñadores
concretaban negocios. Las modelos estaban invitadas y además
usaban los trajes que habían lucido.
Pero a pesar del éxito, Mariana no se sentía en su mundo.
Por eso salió un momento al jardín a tomar aire y pensar en el
grandioso futuro que la esperaba, y no precisamente en el
modelaje.
—¿Por qué una chica tan hermosa y talentosa podría
querer estar sola? —preguntó tras ella la voz más profunda y
seductora que jamás hubiera escuchado.
Se giró y entonces vio al hombre más guapo y varonil
que hubiera conocido en toda su vida.
Era muy alto, y un cuerpo atlético con pectorales, brazos
y piernas musculosas se adivinaba bajo el costoso traje. Tenía
porte y elegancia. Su cabello era negro y estaba perfectamente
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 20 ♥
recortado. Su rostro tenía rasgos muy masculinos y marcados,
y sus hermosos ojos oscuros le sonrían al igual que los
magníficos labios seductores.
Ella no pudo evitar responder con otra sonrisa.
—Sólo quería tomar un poco de aire. No estoy
acostumbrada a esto.
—Escuché que es tu primer desfile —le dijo acercándose
más a ella.
—Sí, así es.
—Lo hiciste muy bien. Tu presencia se impone en la
pasarela.
—Gracias —dijo ella bajando tímidamente el rostro.
—¿Gracias? —preguntó él—. ¿Por qué?
—Por el piropo.
—No es un piropo es la verdad. Nunca agradezcas
porque te digan la verdad —le dijo.
Ella le sonrió y se sonrojó.
—Es que… no estoy acostumbrada a todo esto… se me
hace muy raro…
—Verás cómo con el tiempo te acostumbras. Tu carisma
hará que llegues muy lejos y también tu aire de inocencia.
El sonrojo se profundizó en el rostro de la joven. Pensó
que lo más inteligente sería huir de ese hombre que la hacía
sentir cosas extrañas.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 21 ♥
—Con permiso… tengo que volver a la fiesta —dijo
comenzando a alejarse, pero él la tomó del brazo haciendo que
una corriente eléctrica corriera por la espalda de la joven.
—Espera. No fue mi intención enfadarte.
—No estoy enfadada…
—Entonces estás avergonzada. Lo lamento —dijo él aún
reteniéndola—. Ni siquiera me has dicho tu nombre.
—Mariana. Mariana García.
—Es un nombre angelical, tanto como tú…
Ella se sonrojó de nuevo.
—De nuevo te sonrojaste. ¿Sabes lo atrayentes que me
parecen los sonrojos de una mujer?
Ella se giró para marcharse, aunque él aún la retenía.
—Yo soy Leonardo del Valle —la soltó para tenderle la
mano. Ella se giró y la aceptó, pues le parecía descortés irse y
dejarlo hablando solo. Cuando su mano entró en contacto con
la de él, de nuevo la oleada de sensaciones la invadió—. Y
lamento incomodarte, pero eres una mujer muy bella y no
puedo evitar decírtelo. Prometo no volver a hacerlo si no
quieres.
Ella le sonrió.
—Es que… ya le dije, no estoy acostumbrada…
—¿Y entonces a qué te dedicas, digo, cuando no estás
hechizando con tu belleza desde la pasarela?
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 22 ♥
—Aún no termino la universidad…
En los siguientes cuarenta minutos, Mariana le contó
todo lo referente a ella. No sabía por qué, si siempre le había
costado abrirse con la gente. Pero estar ahí con ese hombre era
distinto. Le inspiraba confianza a pesar de su porte imponente
y además jamás se había sentido tan protegida. Era como si por
estar con él jamás le fuera a ocurrir nada malo.
—He estado mucho tiempo fuera, creo que debo volver
—le dijo ella después de notar que había estado largo rato
hablando con él.
—Está bien. ¿Podemos vernos de nuevo?
—¿De nuevo? —preguntó Mariana asombrada de que un
hombre como ese quisiera ver de nuevo a una chica tan normal
como ella.
—Claro. Tal vez salir por ahí a tomar algo.
—Sí, claro. Por mí encantada —dijo Mariana antes de
volver a la fiesta.
Leonardo sonrió al verla alejarse. Hacía mucho no veía a
una mujer como ella: hermosa y con pose angelical. Eso le
gustaba tremendamente. Esa mujer le gustaba mucho.
Desde que había salido a la pasarela no le había quitado
los ojos de encima. Era bellísima, como ninguna de las otras.
Después averiguó que era una de las nuevas modelos y se
planteó el reto: conseguirla a como diera lugar. Al fin y al
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 23 ♥
cabo, él siempre conseguía cualquier cosa que quería. Y
entonces la había seguido… y notó que él no le era indiferente.
Sabía cuando le gustaba a una mujer.
Se planteó el plan de acción sonriendo. Dentro de muy
poco la hermosísima Mariana sería su nueva amante.
Capítulo 2
—¿Te gustan?
La voz tras ella la sacó de los recuerdos del pasado y la
trajeron de nuevo al presente. Sin saber cómo, estaba ahora
frente a la repisa de la sala en la que Sonia había colocado las
rosas que recibió más temprano. Sabía que Leonardo se refería
al regalo.
—Las rosas son hermosas… pero no me gustan por ser
un regalo tuyo ¿qué pretendes? —le preguntó girándose hacia
él para enfrentarlo.
—Agradarte. Sólo agradarte. Antes te gustaba que te
regalara rosas los viernes por la tarde, te gustaban más que
cualquier otra cosa. Pensé que ahora te agradarían.
—Pues no. El pasado es pasado y no hay que recordarlo
ni revivirlo.
—Las estabas acariciando.
—Mi mente estaba en otro lugar. No vuelvas a enviarme
rosas. Ni los viernes, ni ningún otro día.
Leonardo se encogió de hombros sin responder.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 25 ♥
—¿Desde cuándo te ves con Jessi? —preguntó ella—.
¿Hace cuánto estás en el país? ¿Qué pretendes al entrar de
nuevo en mi vida y en la de mi hija?
—Esas son demasiadas preguntas. Pero te las responderé
—dijo sentándose en el sofá de la sala y señalando el puesto
libre a su lado para que Mariana se uniera. Ella no se movió—.
Hace seis meses volví al país. Supe que estuviste muy mal…
estuviste a punto de morir. Fui a verte al hospital.
—Y me dejaste un ramo de rosas.
—Exacto. ¿No lo recuerdas?
—Pensé que era un sueño… o más bien una pesadilla.
—Antes decías que adorabas soñar conmigo… —dijo él
provocativo recordando una vez en que ella le había confesado
que había tenido un sueño erótico en el que él era el
protagonista.
Mariana se removió inquieta.
—Ya te lo dije, el pasado es el pasado. Ahora lo que
importa es el presente.
—Y el futuro.
—¿Qué quieres?
—A Jessica.
Mariana sintió un frío que la recorrió. Un frío de miedo.
—La he frecuentado desde hace un par de meses. Fui a la
escuela y aunque primero la directora se negó a permitirme
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 26 ♥
verla, mi parecido con Jessica la convenció… y también una
generosa donación para el centro educativo. La he sacado de
clases para conocerla mejor. Es una niña tierna, dulce,
inteligente, cariñosa, te quiere mucho, me habla mucho de ti.
En cuanto me vio, me preguntó si yo era su padre… debió ser
el instinto. Enseguida supe que no podría apartarme de ella
nunca más. No la regañes por no decírtelo, como sabía la
reacción que tendrías, le hice prometer que no le dirías nada de
mi regreso de un viaje… ¿por qué le dijiste que yo estaba de
viaje?
—¿Qué querías que le dijera cada vez que preguntaba
por ti? ¿Qué su padre me había abandonado en cuanto supo
que iba a dar a luz? ¿Qué su padre no creía que ella fuera su
hija? O acaso una mentira. ¿Qué su padre estaba muerto? Con
el tiempo hubiera descubierto la verdad y jamás me lo habría
perdonado.
—Eres una madre amorosa. Adoras a nuestra hija.
—Adoro a mi hija —dijo haciendo énfasis en el
posesivo.
—Es nuestra hija, Mariana. Como te dije antes, es mi
vivo retrato, mi versión femenina, mi réplica… excepto por los
ojos.
—No es tu hija —dijo Mariana enfadada—. Dejó de
serlo cuando no creíste que el bebé que yo esperaba era tuyo.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 27 ♥
—Pero ahora estoy convencido de mi paternidad, y no
pienso dejar que Jessica crezca sin un padre a su lado.
—¿Qué quieres decir? ¿A qué te refieres? —preguntó
Mariana presintiendo que la respuesta no le gustaría.
—Quiero a mi hija conmigo —dijo Leonardo en tono
tranquilo pero firme.
—No… no sé… no sé qué quieres decir con eso —dijo
Mariana comenzando a ponerse nerviosa.
—Claro que lo sabes —dijo él levantándose y
acercándose al lugar en el que ella estaba de pie—. He
descubierto que tengo una hija hermosa e inteligente que me
quiere y me necesita. He descubierto que ser padre es
maravilloso y que Jessica es el regalo más lindo que me ha
dado el cielo… y también tú. Estoy dispuesto a lo que sea para
ganarme el amor de mi hija y conservarla a mi lado.
—No puedes estar hablando en serio.
—Jamás he hablado más en serio en mi vida.
Esta vez fue Mariana quien tuvo que sentarse en el sofá.
Estaba mortalmente pálida. No podía creer lo que estaba
escuchando.
—No me la vas a quitar —dijo ella—. No puedes y
menos después de que la abandonaste. Cualquier juzgado del
mundo me dará la custodia. Soy su madre. Las niñas tienen que
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 28 ♥
estar con su madre. Además, puedo demostrar que tengo el
suficiente dinero para que no le falte nada.
Leonardo se sentó junto a ella.
—¿Qué dices, Mariana? No pretendo quitarte a la niña,
no soy tan ruin. Sé que Jessica te adora y sería muy desdichada
sin ti. No quiero quitarte a nuestra hija, sólo quiero que la
compartamos. Quitártela sería mi último recurso si no accedes
a compartirla.
Mariana aún temblaba cuando lo miró de nuevo. ¿De qué
hablaba entonces? ¿De una custodia compartida? ¿Seis meses
cada uno? ¿De vivir cerca y verla los fines de semana?
—No sé de qué me hablas con certeza si no me dices lo
que pretendes. Habla claro de una buena vez —dijo en un
susurro cansado.
—Quiero que mi hija viva conmigo… pero que también
viva contigo.
—Eso es imposible.
—No lo es, si te casas conmigo.
La palidez de Mariana se hizo más intensa después de las
palabras de Leonardo. ¿Cómo se atrevía a sugerir semejante
tontería? ¿Cómo podría estar hablando en serio? ¿Casarse con
él? ¿Con el hombre que más la había herido en su vida? ¿Con
su peor error del pasado? ¿Con el hombre que la había
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 29 ♥
engañado, herido y humillado? ¿Con el que había rechazado a
su hija?
—Te volviste loco —dijo ella con mirada fría y
confundida.
—En absoluto, Mariana. Nuestra hija se merece un
hogar, una familia y estoy dispuesto a darle todo lo que ella
necesite.
—Jamás me casaría contigo.
—Piensa en Jessica.
—Porque pienso en ella es que te lo digo. Nuestra vida
en común sería un infierno, no quiero exponer a mi hija a
ningún ambiente dañino u hostil.
—Antes no pensabas que estar conmigo fuera un infierno
—dijo Leonardo en tono seductor tomando una mano de
Mariana.
Ella se soltó y se levantó del sofá para alejarse un par de
metros. El contacto fue tan electrizante como en otra época y
eso la confundió. No quería que él notara el efecto que todavía
ejercía sobre ella.
—Ya te dije que el pasado es pasado. Debes estar
totalmente demente para pensar que puedo casarme contigo
después de todo el daño que me hiciste.
—También te hice una hija.
—Una hija que negaste y rechazaste.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 30 ♥
—Ya no la rechazo. Mariana, entra en razón. ¿Qué te
impide casarte conmigo?
Lo que iba a responder Mariana fue interrumpido por el
timbre de la puerta.
—¿Esperas a alguien? —preguntó Leonardo algo
contrariado. Ya era de noche y no le gustó la idea de que
Mariana se entrevistara con alguien a esas horas.
—No, a nadie. Voy a ver quién es.
Mariana se dirigió a la puerta y se sorprendió al ver a
Franco allí con una enorme caja.
—Hola, Mariana. ¿Puedo entrar?
Mariana se hizo a un lado para que pudiera entrar su
visitante. Él dejó la caja sobre el suelo sin notar al hombre que
veía todo desde el fondo de la sala.
—Me imagino que Jessi está dormida.
—Sí, así es —dijo Mariana.
—Bueno, le traje su regalo de cumpleaños, espero no
molestar.
—Claro que no, Franco, no molestas. Si no te invité es
porque me dijiste que estarías de viaje… lo lamento.
—No hay nada que lamentar, Mariana —dijo tomándola
de los hombros—. Acabo de llegar y vine directamente desde
el aeropuerto. También te traje algo a ti —dijo sacando un
pequeño paquete que colocó en sus manos.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 31 ♥
La mujer lo recibió y entonces Franco notó que algo no
iba bien. Estaba muy pálida.
—Mariana, ¿estás bien? Estás muy pálida —dijo
volviéndola a tomar de los hombros.
—Sí… yo… estoy bien…
—Parece que soy inoportuno, Mariana —dijo Leonardo
haciéndose notar por fin. Ya se había cansado de ver el alegre
y elegante pretendiente.
Franco se giró para ver el hombre. Miró después a
Mariana pidiendo una explicación con sus ojos.
—Franco… —dijo Mariana—. Él es Leonardo del
Valle… el padre de Jessica.
Franco miró al hombre con recelo, mirada que fue
contestada de igual modo por Leonardo.
—¿Y usted quién es? —preguntó Leonardo con desdén.
—Soy Franco Solís… un muy buen amigo de Mariana —
dijo haciendo énfasis en la frase muy buen.
Leonardo miró con detenimiento al hombre. Era joven,
tal vez la misma edad de Mariana. Alto, con porte y elegancia,
tenía los ojos y el cabello color miel. Vestía un elegante traje y
en su actitud hacia Mariana notó que quería ser algo más que
un muy buen amigo de ella.
—¿Tiene algo que ver con Francisco Solís? —preguntó
Leonardo.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 32 ♥
—Sí, es mi padre —dijo el muchacho.
—Lo conozco, hijo, dale saludos de mi parte —dijo
Leonardo con actitud superior, como recordándole y
recordándose que un muchacho de esa edad no sería
competencia para él ante Mariana.
—Creo que llegué en mal momento —dijo Franco.
—Claro que no… —comenzó Mariana.
—A decir verdad, Mariana y yo estábamos conversando
algo muy importante —la interrumpió Leonardo—. Hijo, te
agradecería que nos dejaras concluir.
—Por supuesto —dijo Franco antes de despedirse de
Mariana con un beso en la mejilla—. Te llamaré mañana.
En cuanto Franco salió, el reproche de Mariana no se
hizo esperar.
—No tenías porqué hablarle así.
—¿Ah no? Parece que ese jovencito te interesa, Mariana.
—Deja de decir tonterías —dijo ella moviéndose
nerviosamente por el lugar. En otra época hubiera llorado para
que Leonardo le creyera, pero esa Mariana ya no existía—. De
todas maneras, lo que yo haga o deje de hacer con mi vida, así
como con quién me relacione, no es asunto tuyo.
—Claro que lo es. Te pregunté qué te impedía casarte
conmigo justo cuando él llegó. ¿Ibas a decirme que él?
—Franco no tiene nada que ver en esto.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 33 ♥
—No sabía que ahora te gustaran los jovencitos.
¿Cuántos años le llevas?
—A decir verdad, él me lleva a mí un año, pero eso no te
importa.
—Sigue siendo muy joven para ti —dijo acercándose
peligrosamente a ella—. Pensé que te gustaban los hombres de
verdad, no los niños que juegan a serlo.
—Déjame en paz —dijo ella tratando de alejarse de él,
pero su intento fue fallido, porque él la tomó de la cintura y la
pegó a su pecho.
El contacto fue tóxico para los dos. Sensaciones y
emociones que se creían olvidadas volvieron a ellos con la
misma fuerza de otra época. El corazón de Mariana comenzó a
latir violentamente mientras trataba de soltarse, sin lograrlo por
la fuerza que él tenía y que ella tanto había admirado.
—¡Suéltame!
—¿Te gustan los besos de ese mocoso? Te apuesto a que
no tanto como te gustan los míos.
Enseguida, los labios posesivos se apoderaron de la boca
tierna y suave. Aunque trató de empujarlo con todas sus
fuerzas, no logró removerlo ni un poco. La lengua
aterciopelada invadió la dulce cavidad con tanta delicadeza que
las piernas se le aflojaron. Su cuerpo le llevó la contraria a su
mente que le gritaba que debía detenerlo, y se deleitó en la ola
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 34 ♥
de fuego que empezó a recorrerla por dentro. Las manos de
Leonardo ya no la aprisionaban, sino que la acariciaban lenta y
seductoramente acercándola más a él si eso era posible.
Pero no. Estaba mal. Él era el enemigo. La mente de
Mariana se hizo oír y obligó al cuerpo traidor a alejarse de él y
poner varios metros de distancia.
—Nunca vuelvas a hacerlo —dijo aún sin atreverse a
mirarlo.
—¿Por qué? Te gustó tanto como a mí —la voz de
Leonardo estaba ronca. Mariana la sintió casi en su oído. En la
espalda, sintió su calor.
—No está bien. Vete, Leonardo.
Él se alejó de ella un poco.
—Sí, me marcho. No estamos de ánimos para hablar
ahora. Espero que mañana estés más relajada y aceptes los
hechos. O te casas conmigo y formamos un hogar para Jessica,
o te resignas a perderla.
—Estás loco.
—Te digo la verdad. Piénsalo.
Leonardo salió del lugar, pero ella seguía sintiendo su
presencia embriagante allí.
No cabía duda que Leonardo había decidido volver a
entrar en su vida para trastornarla, tal y como lo hizo en el
pasado.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 35 ♥
* * * * *
La segunda vez que lo vio, fue el viernes siguiente al
desfile.
—Hola.
Dijo una voz firme y conocida tras ella. Se giró para
encontrarse con el hombre más guapo que hubiera visto en su
vida. No pudo dejar de sonreír al verlo allí, de pie, con ese
elegante traje y ese ramo de rosas en sus manos.
—Hola —respondió ella—. Qué sorpresa.
—¿Verdad que sí? Considerando que no me diste ni tu
teléfono ni tu dirección… y eso que quedamos en vernos de
nuevo.
Mariana sonrió y se sonrojó. Sinceramente había creído
que eso de verse de nuevo era algo que se decía por decir… al
fin y al cabo, no creía que un hombre como aquel se fuera a
fijar en una chica como ella.
—Lo lamento… me olvidé —dijo tímida.
—Afortunadamente recordé en qué universidad me
dijiste que estudiabas… así que aquí estoy. ¿Me vas a dejar
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 36 ♥
aquí haciendo el tonto con estas flores, o las aceptarás e irás a
tomar un café conmigo?
La sonrisa de Mariana se hizo más amplia y recibió las
rosas de las manos de Leonardo mientras se dirigía a una
pequeña cafetería cerca de la universidad. Allí se sentaron y
pidieron café con unos pastelillos de fresa.
De nuevo la conversación se dio natural y espontánea
entre ellos. Mariana continuó contándole de su vida: tenía
veintidós años, estudiaba administración de empresas, y vivía
con su madre, quien siempre se había dedicado al hogar, y su
padre que ya era jubilado. No tenía hermanos, y por eso su
sentido de responsabilidad hacia sus padres se hacía mucho
más fuerte. Su sueño era tener una gran empresa y viajar.
—¿Así que te gusta viajar? —le preguntó él.
—Me encanta… aunque no lo puedo hacer mucho. Mi
padre ya es mayor y no puede, y mi madre no lo dejaría por
nada, menos para ir a un viaje conmigo.
—Podrías viajar con amigos o con tu novio.
—Bueno, sólo tengo un par de amigos… y no tengo
novio —dijo la chica.
—No puedo creer que una joven tan hermosa no tenga un
novio —dijo él muy sonriente.
—Es que… no he encontrado el hombre de mis sueños
—dijo ella con algo de timidez.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 37 ♥
—¿Y cómo es el hombre de tus sueños? —dijo él
tomándole una mano.
Mariana se agitó un poco y retiró la mano de la suya un
poco nerviosa, cambiando el tema en el acto.
—Yo ya te he dicho muchas cosas de mí, pero no sé nada
de ti…
—Bueno, es que yo no soy tan interesante como tú —
dijo él sonriente—. Pero ya que insistes, te contaré mi
aburridísima vida.
Le dijo que se llamaba Leonardo del Valle, que era
publicista, que tenía treinta y dos años, y que vivía solo, puesto
que sus padres habían muerto hacía muchos años y sus dos
hermanos -mayores que él- ya estaban casados. También se
enteró que tenía una gran empresa dedicada a elaborar la
publicidad para televisión, radio y prensa para muchas
empresas de productos y servicios a nivel nacional e
internacional -por lo que tenía que viajar mucho. Asimismo,
supo que su empresa había diseñado la publicidad para el
desfile en la agencia en la que ahora ella trabajaba y que por
eso había estado ahí esa noche.
—¿Y dices que tu vida es aburrida? —preguntó ella
deslumbrada—. ¡Vaya! ¿Qué dirás de la mía?
Él rió.
Mary Heathcliff ____________________________________________________________________________
♥ 38 ♥
—Que la tuya es mucho más libre que la mía. No tienes
que estar pendiente de llamadas, contratos, viajes, quejas de los
clientes, caprichos de los publicistas… ¿quieres que
cambiemos de vidas?
—Creo que no —dijo ella.
La charla estaba tan amena que Mariana no se dio cuenta
hasta muy tarde que habían pasado varias horas.
—¡Ah, qué tarde es! —dijo al ver la hora en su reloj.
—¿Tienes que ir a tu trabajo? —le preguntó él.
—No, los viernes no, pero le dije a mamá que llegaría
temprano. Me tengo que ir.
—¿Quieres que te lleve a tu casa?
—Gracias, pero no es necesario.
—No te pregunté si era necesario, te pregunté si querías.
Ella sonrió.
—Está bien —dijo.
El auto de Leonardo era un lujoso BMW, pero eso no la
impresionó tanto como la sencillez, carisma y encanto natural
que tenía él. Además de eso, era extremadamente guapo. En
pocos minutos la dejó frente a su casa.
—Ya conozco tu dirección, pero aún no me das tu
teléfono.
Después de que ella se lo dijo, él la tomó de la mano.
—Prométeme que volveremos a salir —le dijo él.
Las Rosas de los Viernes por la Tarde ____________________________________________________________________________
♥ 39 ♥
—Sí, te lo prometo —dijo ella sonriente.
Entonces él acercó sus labios a los de ella… y le dio un
beso en la nariz, mientras que el corazón de Mariana latía
como un caballo desbocado.
—Entonces te llamaré.
Mariana salió del auto sin poder hablar y lo observó
alejarse. ¡Ese hombre había estado a punto de besarla! No
podía creer su suerte. Durante toda la tarde coqueteó
descaradamente con ella, dándole a entender que estaba
interesado en entablar una relación con ella. ¿Sería cierto?
Pero, ¿por qué un hombre como aquel, iba a sentirse atraído
por una muchacha como ella?
Decidió no atormentar su cabeza con eso, sino permitirse
disfrutar de lo que estaba viviendo. Jamás se había sentido tan
atraída hacia un hombre: se sentía alegre e importante junto a
él, se sentía libre, dispuesta a hablar de lo que fuera sin
timidez, se sentía viva. Leonardo no era como los demás… era
especial, tierno, dulce, sentía en su interior que era un hombre
lleno de sorpresas, tal y como lo descubrió en los siguientes
meses…