las mujeres mayas ante el conflicto armado
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E N S y o
LAS MUJERES MAYAS ANTE EL
CONFLICTO ARMADO
The Mayan Women in che Faceof the Armed ConfUct
Abstract. ¡n spite of theIndian woman'sparticular and vulnerableposiúon in theMiiácan social context—ofien she does notreceive a salary, no trade unión backs herup, she hasno right toapensión orsocialsecurzty— she is in charge of a numberofproducáve actiúties of cruáalimportance.Whereas the men occupy abstractpositionsofpoweranddominaüoH, the Indianwoman's domain is thefamily, nhere she isthe concrete and tangible arúailation
between man, nature, soáety and tradiiion.
Thearüchdescribes therole of theIndianwoman in Chiapas, the changesforcedupon this role under theimpact of
modemi^tion and receñí violence, andoutlines some of theperspectivesof creationof new soaaiidentities aroundthe Indianwoman.
I. Ser mujer iadígeaa en México
En el planoec{>nómico, la mujer indígena tiene unaconsiderable yrelevanteparticipación. En efecto, aunque noreciba ingresos salariales, como lasmujeres profesionistas,apoyo sindical,como las obreras y empleadas del sector público; pensiones o prestacionessociales, como los tr^}ajadores de los
demás sectores laborales; si bien no
gozan de seguridad social y demásservicios asiscenciales, en cambio cum
ple con una serie de actividades productivas que abarcan desde laboresagropecuarias hasta gestiones de tipocomercial, incluso actividades artesa-
Marie-Odilb Marión*
nales que involucran tanto su tiempocomo su permanencia, destreza, sensibilidad e inmigración. En cada momento del ciclo vital, desde su niñez,
durante las épocas de gestión y lactancia, cargando sus hijos menores yluegoanciana, la mujerindígenaininterrumpidamente, participa en laconstrucción de la economía familiar
y comunitaria.Indudablemente, el papel primordial
es el de reproducir el núcleo familiar,y las familias indígenas en México sehan caracterizadopor sugran tamañoy cohesión. Así, durante la mitad desu vida la mujer seri, otomí, maya oyaqui, distribuye su tiempo entre lasactividades productivas y domésticas,los embarazos y la educación de lospequeños. El rol fundamental de lamadre en esas sociedades consiste,
además, en preservar y reproducir latradición. Elemento clave de la protección yconservación ,áel pasado, lamujer es también uno dé^los principales actores de la lucha po^el porvenir:representa la seguridad presente, eleslabón de continuidad que permiteel funcionamiento integral de la colectividad, la preservación de las normas esenciales, la moderación de los
impulsos desestabilizanies y la selección de nuevas alternativas favorables
para el desarrollo de sus hijos. Así escomo al reproducir la familia, educara los hijos, velar por el bienestar delesposo, es responsable del mantenimiento de la cohesión familiary de latransmisión intergeneracional desco
nocimiento, la tradición y la armonía.Por ser mujeren una sociedad regi
da por hombres; por ser trabajadora y
al mismo tiempoeducadora, madre yesposa, en comunidades apartadas,mal comunicadas, económicamentesubdesairolladas, desprovistas a veces
de los más elemenales servicios de
infraestructura sanitaria, asistencial o
educativa; por ser indígena en unasociedad nacional ya ampliamentemestizada; por ser hablante nativa deun idioma autóctono desconocido por
la mayorparte de la población nacional; por ser receptora de normas yvalores, de una tradición y de una historia distintas, la mujer indígena tienecondiciones de vida sumamente más
precarias de las que caracterizana lasdemás componentes de la poblaciónfemenil nacional, incluyendo a las esposasdeloscampesinos mestizos, asícomo una la^a trayectoria de represión, marginación y olvido, que seinscribe en la historia del sector popular más desprotegido de la sociedad nacional.
Por eso, al hablar del derecho a la
"participación",a la "redistribución"de la riquezanacional y a la "solidaridad nacional", sentimos la obligaciónde recordar a la mujer indígena consu especificidad, creatividad,valentíay productividad, pero también con su
* Dnwíí» áePftrpnd», ENAH-INAH. TniofOprt-íenládo fs etSiivpesium Nr/evoí Lidim^gts t látati-daJes lad^MS en AmiriaiLatina, di! Can¡Ttse delaA.'ociaai» Latinoameticana de Eslndiei de Id Re-
Bogotá, Colombia. Junio de 1996.
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vulnerabilidad, carencias y necesida
des; con la doble infencinn de esbo
zar un cuadro objetivo de la condi
ción femenil en las zonas interétnicas
y dar a conocer proyectos de vida dis
tintos y \'aliosos, a pesarde haber sidosecularmente menospreciados.
En los últimos, años el campo mexi
cano lia sido desigualmente afectadopor fenómenos económicos,políticosy sociales, que han sacudido profundamente la estructura tradicional de
reproducción del trabajador agrícola,así como su modo de organización,además de que influye sobre sus valo
res y proyectos tanto individuales
como colectivos. La promoción tecnológica, la creación de mercados regionales con su consecuentebombardeo de productos cuya necesidad sedifundió de forma artificial, la feno
menal y tentacular extensiónde redesymodos de comunicación, la implantación de centros escolares, el sensa
cional impacto de los programas deinversión pública que caracterizó el
desarrollo nacional de los tinos seten
ta, se acompañaron todos -ptiralela-mente- de una crisis de reconversión
de la producción agrícola que se hizopatente a partir de 1974 y,se tradujo
en mayor pauperización del campesinado y en incremento de la migraciónrund-urbana, generadora de estancamiento rural y de atascamientourbano.
E1 sector rural que e\adcntementefue más afectado resultó ser el más
vulnerable, el menos prep-aradu paraafrontar el cambio y los desórdenescausados por la crisis, larcccsión ysusulteriores consecuencias inflaciommas;
el sector rural integrado por los campesinos indios. Debido a que la mujerindígena estaba estrechamente vinculada a la producción por una serie deactividades económicas tt"tidicionalcs,
se enfrentó bruscamente a la necesi
dad de reconsiderar su tipo de inserción en la economía local e inclusive
su rol social en la familia y en la co
lectividadmas amplia de su grupo étnico. Así, tuvo que recurrir a la mi
CIENCIA ERGO SUM
ENSAYO
gración esporádica, y a veces definiti
va,para sobrevivir; limitarvolunraria-mente sus posibilidades de reproducción, :á renurtciar en ciertos casos a la
maternidad, o recurrir, para auxiliarlaen su papel de educadora, a otrosmiembros del circulo familiar. Asimis
mo, tuvo que liacer trampas a la viday concesiones a la muerte, soporten-
do todavía una carga más, de por síexcesiva. Limitada en su proyectotradicional de madre-educadora, se vio
repentinamente obstaculizada en supapel de productora y obligada a bno-
var a aceptar un sinfín de concesiones.
Por ser mujer, campesina, india, ypor ser marginal y distinta, así comoolvidada y menospreciada, la mujer
indígena tiene un lugar- poco envidiable en nuestra sociedad. Pero como
guardián del pasado, pilar del presen
te y luchadora del porvenir, se ha ganado un lugar preponderante en la
reproducción integral del mosaiconacional pluriétnico.
Las mujeres indígenasson el vínculo más intangible que una al hombrea la tierra, a la fiimilia, al pueblo y a
las tradiciones. Si las mujeres rehusan
o se ven imposibilitadas para reproducir el papel que les asignó la tradi
ción colectiva, comolo presenciamoshoy en día en varias comunidades m-
3siglo XXlJ
dígeivas del país, de donde tienen queausentarse con tal de lograr sobrevivir, sus pueblos se volverán aldeas fan-^asmas, reclusorios de ancianos, y ob
servaremos la lenta e inextirable extin
ción de esos centros de poblaciém otro
ra dinámicos, creatiTOs y productivos.Queda preguntarnos qué tipo de
sociedad pretendemos construir conbaseen tanta desigualdad entre elcam
po y la ciudad, entre indígenas y noindígenas, mayores y menores, hombres y mujeres, y cabrá cuestionarnosquizás sobre los fundamentos realesde nuestra desarmonía social,exigiéndonos, asimismo, participar politicamente en la elaboración de proyectos
correctivos de tan compleja fenome
nología de "pauperización-migpición-desaculturación".
II. Ser mujer maya en la selva de
Chiapas
Fue probablemente en Cliiap-as donde se dieron las más lacerantes mani
festaciones del fenómeno que acaba-mo.s de reseñar. Desde los anos seten
ta, se intensificaronlas olas de migración hacia la zona selvática a causa de
ese síndrome de pauperización que
intensificó la degradaciónde los niveles de vida comunitaria de ios campe
sinos indígenas. Obligadasa refugiarse en esas lejanas tierras, muchas fa
milias intentaron reconstruir modelos
precarios de organización social. Lasnormas e instituciones que habían re
gido su existencia ariTerior, fueronreacomiidadas para permitir que sereprodujeran esas comunidades con
base en formas de interacción tradi
cional. Pero la tremenda agravaciónde
sus condiciones de vida, tas múltiples
dificultades a las que se enfrentaronpara lograr adecuarse a un medio natural distinto, a formas tecnueconómi-
cas nuevas y a una cadena siempremayor de carencias infraestrucairales,les obligaron a modificar considerablemente las bases mismas de sus for
mas ftimüiiu'es de complementariedad
tas mujeres mayas ante n J t i c i o a d
y de solidaridad intracomuni^A^ia. Lasmujeres y los niños vieron transformarse,en forma notable, el espacio desus actividades, a la vez que aumentaba la carga de responsabilidades quetuvieron que asumir.
La lejanía de los centros de abaste
cimiento obligó a las mujeres a realizar largos recorridos en buscade mercancías básicas, o bien sustituir al es
poso en las tarcas de compraventanecesarias para la alimentación delnúcleo familiar. La ausencia de escue
las o la disminución del tiempo deescolarización llevaron a los niños a
involucrarse en actividades agrícolas»y agroforestales, o a contratarseesporádicamente en los ranchos cercanos, por un sueldo miserableque noayudaba siquiera a resolver al estadode penuria endémica que caracterizaa la inmensa mayoría de las familiasindígenas de la zona selvática.
La confrontación de nuevas
constricciones tecnoeconómicas (de
tipo ecológico, climático e inclusoedafológico), obligaron a losmigrantesselváticos a reafirmar lazos de solida
ridad intragrupal,al exigira lavez unamayor y más constante participaciónde las mujeres en un sinfín de actividades de las que habían sido parcialmente liberadasen épocas anteriores.Desde desbrozar una milpa hasta recorrer el monte en busca de palmacamedor, pasando por toda una seriede rareas artesanales, de construcción
ymantenimiento (degraneros, chiqueros yviviendas), de recolección de leñao de agua (exigiendo a veces una odos horas de camino), las mujeres yl(js niños se sumaron a los esfuerzos
hechos por los hombres para intentarsobrevivir en ese mundo que les eraextraño, a menudo hostil, siempre tandiferente de todo lo que habían conocido hasta entonces. Los ancianos se
hicieron cargo de los pequeños parapermitir a las mujeres acompañar eincluso sustituir a los hombres en las
milpas y en los cafetales. En caso deno poder contar con ese apoyo, las
mujeres se llevaron a sus hijos pequeños hacia el "trabajadero",y construyeron ahí refugios de palos y palmasparapoder trabajardurantevarios díassin tener que trasladarse cotidianamentea las interminables ypeligrosassendas del monte. La viviendadejó de
serelespacioprivilegiado ypermanente de los quehaceres femeninos. Lamilpa, la selva, el pastizal, el cafetal ylos márgenesdel río,lasvieron transitar incansablemente, cargando bultosy niños, morrales y costales, hachas ymachetes.
Amedida que su papel ibacambiando y que su participación en la vidacomunitaria se ensanchaba ydiversificaba, las mujeres adquirierontambién una mayor interacción en elespaciode decisiónyde concertaciónen cuanto a asuntos oficiales, políticos y agrarios, los que habíansido tra-dicionalmente de los hombres.
Mientras que en las comunidadesmás tradicionales, las mujeres jamás
participaban en lasasambleas ejidaleso comunales de sus pueblos respectivos, pues eran los hombres quienesse encargaban de cuidar todo tipo deprerrogativas de ordenpolítico-jurídico e incluso religioso-según el rangode cada uno de los hombres en la es
calade cargos jerárquicos-; en las zonas de migración selvática, las mujeres más jóvenes empezaron su lenta einoxerable progresión en los quehaceres públicos, al asumir progresivamente el derecho de opinar políticamente por haber cumplido, con anterioridad, el deber de multiplicar susquehaceres en el campo de la economía comunitaria.
En las asambleas generales de los ejidos o comunidades selváticas, es aho
ra frecuenteque participen mujeresenrepresentaciónde su esposo,o por haber tenido que hacerse cargo de la jefatura familiar. Su participaciónotrora discreta y callada, se hizo muchomásardiente yenérgica, a medidaquecambiaban los roles y patrones sociales, pues regíala participación, la defi
nición yel sratusde cada género en lareproducción g)obal de su sociedad.
No se puede hablar de una transformación totalde status femenil ydela representación que de él se tienedentrodel imaginario social,sino quese dio más bien un fenómeno de des
liz progresivo del espacio privadodeinteracción sociopolítica de la mujer
haciauno más público, donde la participación femenil se vuelve más viable yoficial, menos encubierto y doméstico. Lasformas de representaciónque cadaculturagesta en torno al concepto de género se mantienen en esassociedades indígenas todavía sumamente estructuradas.
Las decisionesylos acuerdos ventilados por los órganos políticos locales de cada grupo indígena nunca segestaban sin que invirtiera, de formavelada pero eficaz, la opinión del sector femenil aparentementeausente delos espaciosde concertación. En efecto, el tratamiento de la información yla discusión que surga en tomo a laresolución de cualquier problema serealizaba, anteriormente, en el seno de
las unidades domésticas en donde las
mujeres podían influir sobre la propuesta que cada hombre presentaríaulteriormente a la asamblea masculi
na. Paulatinamente, esa influencia se
ejerció más abierta y oficialmente, amedida que las mujeres jóvenes decidían asumir su derecho de expresión,al participar políticamente en los espacios de donde habían sido secularmente apartadas.
Lanueva organización estratégica delos mayas sublevados de la selvachiapaneca, subraya el rolpolítico económicoy militar de esas mujeres indígenas en la definición de las nuevasmodalidades de interacción colectiva
quepermiten asegurar cohesión yéxitoa su modelo de sociedad. Pero esas
modalidades recientes de participaciónfemenil en el desarrollo de las accio
nes críticas,sostenidas por el conjunto,de los pueblosen lucha, no significan una transformación drástica de los
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modelos tradicionales en cuanto a con
cepción de la familia. En las comuni
dades selváticas de la zona de conflic
to que visité recientemente sólo las
mujeres jóvenes se mantiene involu
cradas en prácticas de orden militar;las que no tienen hijos acompañan alos hombres en prácticas de entrena
miento. Pero para asegurarla participación de ellas y de sus hermanos,padres yesposos, los demás miembros
de la comunidad han tenido que estrechar todavía más sus lazos de soli
daridad intragrupaj;así,han incrementado paulatinamente sus responsabilidades y tareas con las de ios indivi
duos involucrados en actividades vin
culadas con los requerimientos de la
insurgencia.
Esa decisión fiie asumida plenamente, como fruto de una concertación
madura y responsable, para las muje
res que acordaron sostener el procesode movilización con un aumento con
siderable tanto familiar como comu
nitario. No se necesita arma en mano
para sentirseluchador social, yelejemplo dado por esas mujeres mayas demuestran la validez de un proyecto
nuevo de sociedad en la que adhieren,con igual convicción, la totalidad de
los individuos empecinados en su
construcción. Sin la participación ac
tiva, constante y decidida de las mujeres en este gigantesco esfuerzo de reestructuración del orden político re
gional y nacional, esmuy probable queel movimiento insurgente de los mayas de Chiapas no hubiera logrado siquiera estallar.
in. El surgimiento de nuevas
identidades
Cada cultura se piensa con base enmodelos de referencia, que no puedetener significado más que dentro del
espacio social e intelectual que losgestó para poder mantener y reproducir su identidad. Por ende, cadagrupoétnico establece con claridad la posición, el valor y el estatus concedido a
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ENSAYO
cada miembro de la cadena social,
agregando las normas y códigos de
comportamiento que definen a su vezla participación peculiar de cada uno
en el quehacer colectivoglobal. Si cadasociedad étnica se piensa diferente, y
establece en consecuencia la norma-
tividad de sus instituciones con base
en criterios propios y frutos de una
experiencia colectiva, resulta obvio
que todas las estrategias, innovaciones,
esfuerzos realizados por cada una de
ellas, tiene como fin buscar solucio
nes —a veces extremas y desesperadas-para corregir el desequilibrio en el cual
se encuentran en situación de desven
taja estructural. Pero esas decisiones,
dictadas por esa precariedad de sus
condiciones elementales de vida, siem
pre se enmarcan en formas consuetu
dinarias de convivencia social. De
muestran la prominencia de los sistemas de valores aplicados desde siglos
anormalizar y controlar, reproducir y
transformarlas normas elementales de
las instituciones colectivas: desde las
formas de organización socio-
parental, hasta las estrategias del orden político. Elementos clave e insus
tituiblede reproducciónde esos sistemas, las mujeres indígenas han sido
olvidadas por quienes pretendían darcuenta de esas lógicas sociales. Los
legisladores, indigenistas, antropólogos, entre muchos otros destacados
especialistas, no han sabido percatar
se o interesarse en el lugar preponde
rante que ocupan dentro de la estruc
tura social por ellos estudiada, o queellos pretenden representar en los ór
ganos legislativos de nuestro país.
¿Será que por pensar diferente su rolen la familia y en la sociedad, por asu
mir papeles totalmente inusitados a
consecuencia del deterioro de sus con
diciones de existencia, la mujer indí
gena se volvió un ser misterioso que
provocó más desconcierto que interés? ¿Será que por seguir produciendo ante nuestro ojos actitudes cultu
rales de supuesta pasividad, recato, y
timidez, o por no expresarse adecua
damente en el idioma dominante, se
le ha mantenido -con un etnocentns-
mo occidental totalmente aberrante—
en una postura que no correspondemínimamente a la que realmente ocu
pa en el seno de su sociedad y cultura
de origen?El resultado es que se ha construi
do en torno a la mujer indígena un
estereotipo que no ayuda a resolver la
problemática de injusticia y abandono en la cual ocupa un lugar céntrico,
en el panorama todavía amplio de las
creencias y desequilibrios sociales que
caracterizan a nuestro país.
Si la mujer indígena es y se piensa
diferente, es porque transnaite tenaz
mente el abanico de normas, códigosy valores que le hacen tan valiosa para
la reproducción de la riqueza cultural
interétnica mexicana. Es tiempo de
que se reconozca y admita el derecho
de pensar diferente, de expresarse de
múltiples formas con base en esosmodelos todavía inalterados e impres
cindibles para la identidad de los mi
llones de mexicanos que se sabeny sequieren indios.
Es tiempo de que nuestra Constitución reconozca ese derecho y lo valo
rice, creando los mecanismo legales
adecuados para su protección y res
peto. Derecho a vivir dignamente enlos pueblos donde nacieron, de procesar y de criar ahí mismo, de realizar
las actividades que su cultura define,de expresar sus oposiciones con sus
palabras y a su manera, sin que presiones ajenas contribuyan a atemori
zarlas o callarlas. Deredio a que su rol
social sea reconocido yalentado. |||
V'ni. 6 Nuueno Tnca. tfu ene I Fcuii enu 19 99