las aguas profundas gaston bachelard

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Las Aguas Profundas Gaston Bachelard

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  • Las Aguas profundas, las aguas durmientes durmientes, las aguas muertas, "El agua Pesada" en la ensoacin de Edgar Poe

    Por Gaston Bachelard El Agua y Los Sueos: Gastn Bachelard

    Fondo de Cultura Econmica 1993 Mxico

    Il faut deviner le peintre pour co prendre L'image *

    ("Hay que adivinar al pintor para comprender la imagen.")

    NIETZSCHE, Schopenhauer, p. 33

    Es una gran ventaja para un psiclogo que estudia una facultad variable mvil, diversa como la imaginacin,

    encontrarse con un poeta, con un genio dotado de la ms rara de las unidades: la unidad de imaginacin. Edgar Poe es

    ese poeta, ese genio. En l, la unidad de imaginacin est enmascarada a veces por construcciones intelectuales, por

    el amor de las deducciones lgicas, por la pretensin de un pensamiento matemtico. A veces el humor exigido por los

    lectores anglosajones de revistas disparatadas encubre y esconde la tonalidad profunda de la ensoacin creadora.

    Pero desde que la poesa recobra sus derechos, su libertad y su vida, la imaginacin de Edgar Poe recupera su

    extraa unidad.

    Marie Bonaparte, en su minucioso y profundo anlisis de las poesas y de los cuentos de Edgar Poe, ha descubierto la

    razn psicolgica dominante de esta unidad, demostrando que esta unidad de imaginacin provena de la fidelidad a un

    recuerdo imperecedero. No se nos ocurre cmo podra profundizarse una investigacin que ha triunfado sobre todas

    las anamnesis, que ha penetrado en el ms all de la psicologa lgica y consciente. Utilizaremos, pues, sin tasa las

    lecciones psicolgicas acumuladas en el libro de Marie Bonaparte.

    Pero, junto a esta unidad inconsciente, creemos poder caracterizar en la obra de Edgar Poe una unidad de los medios

    de expresin, una tonalidad del verbo que hace que la obra sea de una monotona genial. Las grandes obras tienen

    siempre ese doble signo: la psicologa descubre en ellas un fuego secreto, la crtica literaria un verbo original. La

    lengua de un gran poeta como Edgar Poe es sin duda rica, pero en ella hay una jerarqua. Bajo sus mil formas, la

    imaginacin esconde una sustancia privilegiada, una sustancia activa que determina la unidad y la jerarqua de la

    expresin. Comprobaremos fcilmente que en Poe esta materia privilegiada es el agua o ms exactamente un agua

    especial, un agua pesada, ms profunda, ms muerta, ms adormecida que todas las otras aguas dormidas, que todas

    las aguas muertas, que todas las aguas profundas que encontramos en la naturaleza. El agua, en la imaginacin de

    Edgar Poe, es un superlativo, una especie de sustancia de sustancia, una sustancia madre. La poesa y la ensoacin

    de Edgar Poe podrn servirnos, pues, de tipos para caracterizar un elemento importante de esta qumica potica que

    cree poder estudiar las imgenes fijando para cada una de ellas su peso de ensoacin interna, su materia ntima.

  • II

    No tememos parecer dogmticos, porque podemos disponer de una prueba excelente: en Edgar Poe, el destino de las

    imgenes del agua acompaa con toda exactitud el destino de la ensoacin principal, es decir, la ensoacin de la

    muerte. En efecto, lo que con ms claridad ha demostrado Marie Bonaparte es que la imagen que domina la potica de

    Edgar Poe es la imagen de la madre moribunda. Todas las otras amadas que la muerte le arrebatar: Helen, Francis,

    Virginia, renovarn la imagen primera, reanimarn el dolor inicial, el que marc para siempre al pobre hurfano. Lo

    humano, en Poe, es la muerte. Describe una vida por la muerte. Incluso el paisaje lo vamos a demostrar est

    determinado por el sueo fundamental, por la ensoacin que sigue viendo sin cesar a la madre moribunda. Y esta

    determinacin es tanto ms instructiva en cuanto no corresponde a nada de la realidad. En efecto, tanto Elizabeth, la

    madre de Edgar Poe, como Helen, su amiga, como Francis, la madre adoptiva, como Virginia, la esposa, murieron en

    su lecho, de una muerte ciudadana. Sus tumbas estn en un rincn del cementerio, de un cementerio americano que

    no tiene nada en comn con el cementerio romntico de Camaldunes donde descansar Lelia. Edgar Poe no encontr,

    como Lelia, un cuerpo amado entre los juncos del lago. Y sin embargo, alrededor de una muerta, por una muerta, todo

    un lugar se anima, se anima durmindose, en el seno de un reposo eterno; todo un valle se ahonda y se oscurece,

    ganando una insondable profundidad para sepultar toda la desdicha humana, para convertirse en la patria de la muerte

    humana.

    Por ltimo, es un elemento material el que recibe la muerte en su intimidad, como una esencia, como una vida

    sofocada, como un recuerdo de tal modo total que puede vivir inconsciente, sin ir nunca ms all de la fuerza de los

    sueos.

    Por lo tanto, toda agua primitivamente clara es para Edgar Poe un agua que tiene que ensombrecerse, un agua que va

    a absorber el negro sufrimiento. Toda agua viviente es un agua cuyo destino es hacerse lenta, pesada. Toda agua

    viviente es un agua a punto de morir. Ahora bien, en poesa dinmica, las cosas no son lo que son sino que son aquello

    en lo que se convierten. Y llegan a ser en las imgenes lo que llegan a ser en nuestra ensoacin, en nuestras

    interminables ilusiones. Contemplar el agua es derramarse, disolverse, morir.

    A primera vista, en la poesa de Edgar Poe, podemos creer en la variedad de las aguas tan universalmente cantada por

    los poetas. Podemos descubrir, sobre todo, las dos aguas, la de la alegra y la de la pena. Pero hay un solo recuerdo.

    Nunca el agua pesada llega a ser un agua ligera, nunca se aclara un agua sombra. Siempre ocurre lo contrario. El

    cuento del agua es el cuento humano de un agua que muere. La ensoacin comienza a veces delante del agua

    limpia, llena de inmensos reflejos, que murmura con msicas cristalinas. Concluye en el seno de un agua triste y

    sombra que transmite extraos y fnebres murmullos.

    La ensoacin cerca del agua, al reencontrar a sus muertos, muere, tambin ella, como un universo sumergido.

    III

    Vamos a seguir en sus detalles la vida de un agua imaginara, la vida de una sustancia muy personalizada por una

    poderosa imaginacin material; veremos que rene los esquemas de la vida atrada por la muerte, de la vida que busca

    morir. Ms exactamente, veremos que el agua proporciona el smbolo de una vida especial atrada por una muerte

    especial.

    En primer lugar y como punto de partida, sealemos el amor de Edgar Poe por un agua elemental, por un agua

    imaginaria que realiza el ideal de una ensoacin creadora porque posee lo que podramos llamar el absoluto del

    reflejo. En efecto, parecera, al leer ciertos poemas, ciertos cuentos, que el reflejo es ms real que lo real porque es

    ms puro. Como la vida es un sueo dentro de un sueo, el universo es un reflejo en un reflejo; el universo es una

  • imagen absoluta. Al inmovilizar la imagen del cielo, el lago crea un cielo en su seno. El agua en su joven limpidez es un

    cielo invertido en el que los astros cobran nueva vida. Tambin Poe, en esta contemplacin al borde de las aguas,

    forma este extrao doble concepto de una estrella-isla (star-isle), de una estrella lquida prisionera del lago, de una

    estrella que sera una isla del cielo. Edgar Poe le murmura a un ser querido, desaparecido:

    Lejos, entonces, m querida

    Oh! vete lejos,

    Hacia algn lago aislado que sonre,

    En su sueo de profundo reposo,

    En las innumerables islas-estrellas

    Que enjoyan su seno.

    (Al Aaraaf.)

    Dnde est lo real: en el cielo o en el fondo de las aguas? En nuestros sueos, el infinito es tan profundo en el

    firmamento como bajo las aguas. Nunca ser demasiada la atencin que prestemos a estas dobles imgenes como la

    de la isla-estrella, dentro de una psicologa de la imaginacin. Son como bisagras del sueo que, gracias a ellas,

    cambia de registro, cambia de materia. Aqu, en esta bisagra, el agua sube al cielo. El sueo le da al agua el sentido de

    la patria ms lejana, de una patria celeste.

    Esta construccin del reflejo absoluto es ms instructiva an en los cuentos, dado que stos reivindican a menudo

    cierta verosimilitud, cierta lgica, cierta realidad. En el canal que lleva al dominio de Arnheim: "El barco pareca

    prisionero de un crculo encantado, formado por infranqueables e impenetrables muros de follaje, con un techo de seda

    azul ultramar y ningn piso; la quilla se balanceaba con admirable exactitud como sobre la de un barco fantasma que,

    habindose invertido por algn accidente, flotara en constante compaa de la nave real, con el fin de sostenerla."' De

    la misma manera, el agua por medio de sus reflejos duplica el mundo, duplica las cosas. Tambin duplica al soador,

    no simplemente como una vaga imagen, sino arrastrndolo a una nueva experiencia onrica.

    En efecto, un lector distrado ver en esto tan slo una imagen muy usada, pero ser porque no ha gozado de veras de

    la deliciosa opticidad de los reflejos. No habr vivido el papel imaginario de esta pintura natural, de esta extraa

    acuarela que humedece los ms brillantes colores. Un lector semejante, cmo podra seguir al cuentista en su tarea

    de materializacin de lo fantstico? Cmo podra subir en la barca de los fantasmas, en esta barca que de pronto se

    desliza cuando al fin se cumple la inversin imaginaria debajo de la barca real? Un lector realista no admitir el

    espectculo de los reflejos como una invitacin onrica: cmo podra sentir la dinmica del sueo y las sorprendentes

    impresiones de ligereza? Si el lector sintiera como reales todas las imgenes del poeta, si hiciera abstraccin de *su

    realismo, terminara por experimentar fsicamente la invitacin al viaje, y pronto estara tambin l envuelto en una

    exquisita sensacin de extraeza. El concepto de naturaleza subsista an, pero alterado y como si padeciera una

    curiosa modificacin en su carcter; haba una simetra misteriosa y solemne, una conmovedora uniformidad, una

    correccin mgica en sus obras nuevas. No se vea ni una rama muerta, ni una hoja seca, ni un guijarro perdido, ni un

    terrn de tierra negra. El agua cristalina resbalaba sobre el granito liso o sobre el musgo inmaculado con una acuidad

    de lnea que asombraba al ojo y lo cautivaba al mismo tiempo.

    Aqu la imagen reflejada est sometida a una idealizacin sistemtica: el espejismo corrige lo real; haciendo caer los

    sobrantes y miserias. El agua otorga al mundo as creado una solemnidad platnica. Le da tambin un carcter

    personal que sugiere una forma schopenhaueriana: en un espejo tan puro, el mundo es mi visin. Poco a poco, me

    siento el autor de lo que veo a solas, de lo que veo desde mi punto de vista. En La isla del hada, Edgar Poe conoce el

    precio de esta visin solitaria de los reflejos: "El inters con el cual... he contemplado el cielo reflejado de muchos

    lmpidos lagos era el inters acrecentado por el pensamiento... de que lo estaba contemplando a solas." 2 Pura visin,

    visin solitaria, en eso consiste el doble don de las aguas que reflejan. Tieck, en Los viajes de Stembald, tambin

    subraya el sentido de la soledad.

  • Si proseguimos el viaje por el ro de innumerables meandros que conduce al dominio de Arnheim, tendremos una

    nueva impresin de libertad visual. Llegamos en efecto a un estanque central en el cual la dualidad del reflejo y de la

    realidad va a equilibrarse totalmente. Creemos que tiene un gran inters presentar en el campo literario un ejemplo de

    esta reversibilidad que para Eugenio d'Ors deba ser prohibida en pintura: "Ese estanque tena una gran profundidad,

    pero el agua era tan transparente que el fondo, que al parecer consista en una capa espesa de pequeos guijarros

    redondos de alabastro, se haca claramente visible por relmpagos es decir, cada vez que el ojo lograba no ver, muy

    al fondo del cielo invertido, la floracin reflejada de las colina" (op. cit.).

    Insistamos: hay dos maneras de leer textos semejantes: podemos leerlos prosiguiendo una experiencia positiva, en un

    espritu positivo, intentando evocar, entre los paisajes que la vida nos ha dado conocer, un sitio en el que pudiramos

    vivir y pensar de la misma manera que el narrador. Con semejante principio de lectura, el texto presente parece tan

    pobre que nos costara terminar de leerlo. Pero tambin podemos leer estas pginas intentando simpatizar con la

    ensoacin creadora, intentando penetrar hasta el ncleo onrico de la creacin literaria, entrando en comunicacin con

    la voluntad creadora del poeta, mediante el inconsciente. Entonces esas descripciones devueltas a su funcin subjetiva

    separadas del realismo esttico, dan otra visin del mundo, la visin de otro mundo. Siguiendo la leccin de Edgar Poe,

    percibimos que la ensoacin materializante esta ensoacin que suea la materia est ms all de la ensoacin

    de las formas. Para ser breves, la materia es el inconsciente de la forma. No es la superficie sino toda el agua desde su

    masa la que nos enva el insistente mensaje de sus reflejos. Slo una materia puede recibir la carga de las impresiones

    y de los sentimientos mltiples. Se trata de un bien sentimental. Y Poe es sincero al decirnos que en esa contemplacin

    "las impresiones producidas sobre el observador eran impresiones de riqueza, de calor, de color, de quietud, de

    uniformidad, de dulzura, de delicadeza, de elegancia, de voluptuosidad y de una milagrosa extravagancia de cultura"

    (op. cit.).

    En esta contemplacin en profundidad, el sujeto tambin toma conciencia de su intimidad. Esta contemplacin no es

    pues una Einfhulung inmediata, una fusin sin reserva, sino, ms bien, una perspectiva de profundizacin para el

    mundo y para nosotros mismos. Nos permite mantenemos distantes ante el mundo. Delante del agua profunda, eliges

    tu visin; puedes ver, segn te plazca, el fondo inmvil o la corriente, la orilla o el infinito; tienes el ambiguo derecho de

    ver y de no ver; tienes el derecho de vivir con el barquero o de vivir con "una raza nueva de hadas laboriosas, dotadas

    de un gusto perfecto, magnficas y minuciosas". El hada de las aguas, guardiana del espejismo, tiene en su mano

    todos los pjaros del cielo. Un charco contiene un universo. Un instante de sueo contiene un alma entera.

    Despus de tal viaje onrico, al llegar al corazn del dominio de Arnheim, se descubre el Castillo interior, construido por

    los cuatro arquitectos de los sueos constructores, por los cuatro grandes maestros de los elementos onricos

    fundamentales: "Parece sostenerse en los aires como por milagro, centelleando en el poniente rojo con sus cien

    torrecillas, minaretes y pinculos, como obra fantasmal de silfos, hadas, genios y gnomos." Pero la lenta introduccin,

    dedicada a la gloria de las construcciones areas del agua, dice claramente que sta es la materia con la que la

    naturaleza, con conmovedores reflejos, prepara los castillos del sueo.

    A veces la construccin de los reflejos es menos grandiosa; entonces la voluntad de realizacin es todava ms

    sorprendente. As el pequeo lago del cottage de Landor reflejaba "tan perfectamente todos los objetos superiores, que

    era muy difcil determinar dnde conclua la verdadera orilla y dnde comenzaba la reflejada. Las truchas y otras

    variedades de peces con los que este estanque pareca, por as decirlo, hervir, tenan todo el aspecto de verdaderos

    peces voladores. Era casi imposible imaginar que no estuvieran suspendidos en el aire". El agua se transforma,

    entonces, en una especie de patria universal al poblar el cielo con sus peces. Una simbiosis de imgenes coloca al

    pjaro en el agua profunda y al pez en el firmamento. La inversin que actuaba sobre el concepto ambiguo e inerte de

    la isla-estrella acta ahora sobre el concepto ambiguo y viviente de pjaro-pez. Si nos esforzamos en formar en la

    imaginacin ese concepto ambiguo sentiremos la deliciosa ambivalencia que de pronto alcanza una imagen bastante

    pobre. Gozaremos con un caso particular de la reversibilidad de los grandes espectculos M agua. Si pensamos en

    esos juegos productores de repentinas imgenes, comprenderemos que la imaginacin tiene una incesante necesidad

    de dialctica. Para una imaginacin bien dualizada, los conceptos no son centros de imgenes acumuladas por

  • semejanza; los conceptos son puntos de cruce de imgenes, de cruzamientos en ngulo recto, incisivos, decisivos.

    Despus del cruzamiento, el concepto tiene un carcter ms: el pez vuela y nada.

    Ese fantasma de pez volador, del que ya estudiamos un ejemplo bajo su forma catica, a propsito de los Cantos de

    Maldoror, no se produce en Edgar Poe dentro de una pesadilla. Es el don de la ms dulce, de la ms lenta de las

    ensoaciones. La trucha voladora aparece, con la naturalidad de una ensoacin familiar, en un relato sin drama, en un

    cuento sin misterio. Existe acaso un relato, existe un cuento bajo el ttulo La casa Landor? Por lo tanto, este ejemplo

    es muy oportuno para mostrarnos cmo la ensoacin sale de la naturaleza, pertenece a la naturaleza; cmo una

    materia fielmente contemplada produce sueos.

    Muchos otros poetas han sentido la riqueza metafrica de un agua contemplada al mismo tiempo en sus reflejos y en

    su profundidad. Leemos, por ejemplo, en el Preludio de Wordsworth: "El que se inclina sobre el borde de una barca

    lenta, sobre el seno de un agua tranquila, complacindose en lo que su ojo descubre en el fondo de las aguas, ve mil

    cosas bellas -hierbas, peces, flores, grutas, guijarros, races de rboles e imagina an ms". Imagina an ms

    porque todos esos reflejos y todos esos objetos de la profundidad lo ponen en el camino de las imgenes, dado que de

    ese matrimonio del cielo y del agua profunda nacen metforas a la vez infinitas y precisas. As Wordsworth contina:

    Pero a menudo queda perplejo y no siempre puede separar la sombra de la sustancia, distinguir las rocas y el cielo, los

    montes y las nubes, reflejados en las profundidades de la corriente clara, de las cosas que all habitan, teniendo all su

    verdadera morada. A veces es atravesado por el reflejo de su propia imagen, a veces por un rayo de sol y por las

    ondulaciones venidas no se sabe de dnde, obstculos que se agregan a la dulzura de su tarea.

    De qu mejor modo decir que el agua cruza las imgenes? Cmo hacer comprender mejor su poder de metfora?

    Por lo dems, Wordsworth ha desarrollado este vasto cuadro para preparar una metfora psicolgica que nos parece la

    metfora fundamental de la profundidad. "De este mismo modo, con la misma incertidumbre dice me he inclinado

    complacido sobre la superficie de un tiempo pasado." Podramos acaso describir el pasado sin recurrir a imgenes de

    la profundidad? Y podramos tener una imagen de la profundidad plena sin haber meditado antes al borde de un agua

    profunda? El pasado de nuestra alma es un agua profunda.

    Y luego, cuando hemos visto todos los reflejos, de pronto miramos la propia agua; creemos sorprenderla mientras

    fabrica belleza; caemos en la cuenta de que es hermosa en todo su volumen, con una belleza interna, con una belleza

    activa. Una especie de narcisismo volumtrico impregna la materia misma. Atendemos entonces con todas las fuerzas

    del sueo al dilogo maeterlinckiano de Palomides y Aladina:

    El agua azul

    est llena de flores inmviles y extraas... Has visto aqulla ms grande que se abre sobre las otras? Parece que

    viviera una vida acompasada... Y el agua... Es agua?... parece ms hermosa y ms pura y ms azul que el agua de la

    tierra...

    -Ya no me atrevo a mirarla.

    El alma es una materia tan grande! No se atreve uno a contemplarla.

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