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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez Ladrillo sobre ladrillo, 1ª parte Escritura: Romanos 12:9 Código: 45-93 un John MacArthur En esta noche continuaremos nuestro estudio de Romanos; estudiaremos el capítulo 12. Veremos pasajes muy, muy prácticos que tenemos frente a nosotros, que creo que el Señor va a usar de maneras maravillosas en nuestras vidas conforme respondemos en obediencia. Es realmente algo así como una lista de despensa, simplemente una cosa después de la otra, comenzando en el versículo 9 hasta el versículo 21. Hay algo de estructura y algo de orden que veremos conforme avanzamos; pero básicamente simplemente es una lista de los deberes del cristianismo práctico, cómo es que nuestro Señor quiere que vivamos nuestra vida cristiana. Ahora, permítame tan sólo decir algo al principio que espero que le ayude. Si cuando mencionamos cada una de estas cosas, y vienen rápidamente -son más de 20 exhortaciones separadas aquí- si conforme las mencionamos -y digo esto también para mi propio corazón- me encuentro a mí mismo siendo impactado más bien de manera profunda en cuanto a su importancia y urgencia tiene que ver, y también me siento algo convencido de pecado por la falta de ellas en mi vida, entonces, ése es el Espíritu de Dios impactándome de manera directa. Habrá algunas de ellas que cuando las oiga, cuando las escuche y medite en ellas, y a medida que presentamos brevemente la importancia de ellas, no tendrá una gran lucha, no responderá con un sentimiento de gran convicción. Y eso es probablemente porque son esas cosas que están siendo manifestadas en su vida. Y realmente creo eso, si usted pertenece al Señor Jesucristo y usted está caminando en el Espíritu, estas cosas serán una realidad en su vida. Entonces, no necesita sentirse en cierta manera como derrotado conforme avanzamos. Puede haber ocasiones cuando se sienta convencido de pecado. Sé que hay veces en mi 1

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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Ladrillo sobre ladrillo, 1ª parte Escritura: Romanos 12:9

Código: 45-93 un

John MacArthur

En esta noche continuaremos nuestro estudio de Romanos; estudiaremos el capítulo 12.

Veremos pasajes muy, muy prácticos que tenemos frente a nosotros, que creo que el Señor

va a usar de maneras maravillosas en nuestras vidas conforme respondemos en obediencia.

Es realmente algo así como una lista de despensa, simplemente una cosa después de la otra,

comenzando en el versículo 9 hasta el versículo 21. Hay algo de estructura y algo de orden

que veremos conforme avanzamos; pero básicamente simplemente es una lista de los

deberes del cristianismo práctico, cómo es que nuestro Señor quiere que vivamos nuestra

vida cristiana.

Ahora, permítame tan sólo decir algo al principio que espero que le ayude. Si cuando

mencionamos cada una de estas cosas, y vienen rápidamente -son más de 20 exhortaciones

separadas aquí- si conforme las mencionamos -y digo esto también para mi propio corazón-

me encuentro a mí mismo siendo impactado más bien de manera profunda en cuanto a su

importancia y urgencia tiene que ver, y también me siento algo convencido de pecado por la

falta de ellas en mi vida, entonces, ése es el Espíritu de Dios impactándome de manera

directa.

Habrá algunas de ellas que cuando las oiga, cuando las escuche y medite en ellas, y a

medida que presentamos brevemente la importancia de ellas, no tendrá una gran lucha, no

responderá con un sentimiento de gran convicción. Y eso es probablemente porque son esas

cosas que están siendo manifestadas en su vida. Y realmente creo eso, si usted pertenece al

Señor Jesucristo y usted está caminando en el Espíritu, estas cosas serán una realidad en su

vida. Entonces, no necesita sentirse en cierta manera como derrotado conforme avanzamos.

Puede haber ocasiones cuando se sienta convencido de pecado. Sé que hay veces en mi

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propio estudio, conforme he visto estas cosas, pero algunas de ellas, me han impactado de

manera muy directa, algunas de ellas, de manera no tan directa. Pero cuando percibo esas

cosas que son tan directas en mi vida y necesito ser sensible a esas, entonces el Espíritu de

Dios está trayendo convicción. Por otro lado, cuando siento que eso realmente no me habla

de manera tan fuerte, entonces sé que eso es algo que el Espíritu de Dios ya ha comenzado a

hacer en mi vida. Y eso es muy confortante.

Y debo poder decir: “Oye, me siento de esa manera, es muy de acuerdo con eso. Ése es mi

sentir. Esa es la manera en la que quiero vivir. Eso es lo que veo en mi vida.” Y creo que

usted también va a descubrir eso conforme avanzamos. Entonces, no espere simplemente

recibir condenación. Creo que usted aquí encontrará algo de consuelo. Creo que usted se dirá

a sí mismo: “Aquí veo que Dios está haciendo eso en mi vida. Veo que el Señor ha cambiado

mi vida de lo que es natural a lo que es sobrenatural y veo estas cosas que son verdad de mi

propia experiencia.” Y debe ser, en ese sentido, una experiencia muy gratificante el avanzar a

lo largo de esta sección de Romanos, capítulo 12.

Huxley, el gran novelista inglés, hizo una declaración interesante en una ocasión. Él dijo: “No

se necesita mucho de un hombre para que sea cristiano. Simplemente se necesita todo él.” Y

Henry Drummond, quien fue un amigo cercano de D. L. Moody, lo expresó de esta manera en

uno de sus mensajes en donde dijo: “Damas y caballeros, el pago de entrada al Reino de Dios

no es nada, pero los pagos anuales son todos.”

La vida cristiana es una manera única de vivir. La vida cristiana es un estilo de vida único que

literalmente establece los parámetros en toda nuestra vida. Cuando Jesús dijo: “Tienen que

entrar por la puerta estrecha y caminen por el camino angosto,” eso precisamente lo que

quiso decir. La vida cristiana es muy definida. No tiene flexibilidad en absoluto, en un sentido y

tiene gran libertad, en otro sentido. Nuestra libertad consiste en hacer lo que está bien.

Nuestra libertad es la libertad de honrar a Dios. Lo que es limitado es que debemos hacer lo

que Él manda.

Y entonces, en un sentido podríamos decir que Romanos 12:9 al 21 es en cierta manera la ley

del Nuevo Testamento. Realmente no es negociable. Es la ley que todos tenemos la libertad

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de cumplir. Y digo libertad porque en la libertad de la obediencia encontramos nuestra

bendición. Y ustedes saben, a partir de nuestro estudio de Efesios capítulo 2, que fuimos

creados para buenas obras las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en

ellas. Fuimos hechos, como Pablo dijo, para manifestar los frutos de justicia. Entonces, la

definición de la vida cristiana es que vive de manera única y los parámetros y los muros y las

líneas de su vida son claros y son trazadas por Dios mismo.

Entonces, aquí tenemos algunos de los principios para vivir la vida cristiana. En un sentido,

son generales. Y en otro sentido, son específicos. Son generales en el sentido de que pueden

tocar todo tipo de área de la vida. Son específicos en el hecho de que deben ser aplicadas en

cada incidente de la vida, en cada acción y reacción de la vida. Ahora, esto no abarca todo de

manera absoluta. Hay otras cosas por las que somos responsables. Hay otros elementos de

nuestro estilo de vida que Dios quiere que sigamos que no están enlistados aquí; pero ésta es

una muestra maravillosa de cosas que deben ser una realidad de la vida cristiana.

Y otra cosa que simplemente debe mantener en mente es que la vida cristiana no es mística.

No es alguna especie de mentalidad efímera, de ilusión sobrenatural en la cual estamos

flotando que no puede ser llevada la vida diaria. Es bastante práctica. No es mística. Es muy

pragmática. Es cuestión de pensar y hablar y actuar y hacer las cosas de cierta manera; y así

es como los cristianos deben vivir.

Ahora, llega en una parte muy esencial del libro de Romanos. Y la mayoría de la gente cree

que la parte principal de Romanos se acabó; pero no es así. Para cuando usted ha terminado

los primeros 11 capítulos, y después a terminado el compromiso glorioso del capítulo 12,

versículos 1 y 2, y quizás bosquejado la gran sección de los dones espirituales en el capítulo

12, versículos 3 al 8, la gente tiene la idea de que ése es el verdadero corazón del libro; pero

no es así.

El verdadero corazón del libro comienza ahora. La intención de esta epístola consiste llamar a

los creyentes a vivir en cierta manera. Los primeros 11 capítulos realmente fueron los

cimientos para vivir así. Fue la manera en la que Pablo dijo: ‘Miren aquí hay 11 capítulos de lo

que Dios ha hecho para hacer esto posible. Ahora, dediquen su vida a Él, capítulo 12. Usen

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su don a la plenitud de su capacidad y después, comiencen a vivir así.’ Este es realmente el

mensaje de Romanos; y a partir de aquí, hasta la primera parte del capítulo 15, llegamos a

estar cara a cara con algunos de los mandatos prácticos de la vida cristiana, cómo debemos

vivir unos con otros en la familia, cómo debemos vivir con aquellos que están afuera de la

familia, cómo debemos responder a aquellos que son nuestros enemigos personales, cómo

debemos reaccionar al gobierno, cómo debemos enfrentar a aquellos que son más débiles en

la fe que nosotros. Y estas instrucciones prácticas, en los capítulos 12, 13 y 14 y un poco del

15, es realmente hacia donde Pablo se ha estado dirigiendo a lo largo de la carta.

Usted podrá preguntar por qué pasó tanto tiempo en el cimiento. Porque él quería establecerlo

de manera sólida. En segundo lugar, porque necesitábamos saber las riquezas de nuestra

salvación. Y en tercer lugar, que el tipo de patrón correcto de vida sea tan obvio y el tipo de

respuesta sea muy inmediata, debe hacernos estar infinitamente agradecidos. Quiero decir, si

yo comprendo lo que el Señor hizo por mí en Romanos uno al 11, parece algo muy pequeño,

insignificante, devolverle el amor que me ha dado en una vida de obediencia, como se indica

en los capítulos 12, 13, 14 y 15. Entonces, él llega aquí en el capítulo 12, versículo 9, a una

lista de deberes cristianos; cosas que son muy, muy prácticas.

Ahora, la sección se resiste a tener un bosquejo muy rígido. Realmente, es muy difícil cortar

en pequeñas rebanadas los versículos 9 al 21. La mejor manera en la que puedo

explicárselos, para que tengan algún tipo de estructura en su mente, es un círculo que se va

expandiendo. Comienza bastante pequeño y va creciendo y creciendo, incluyendo a más y

más personas. Por ejemplo, si usted ve el versículo 9, es muy personal. Comienza conmigo.

Habla de mi vida. De mi odiar lo que es malo y aferrarme a lo que es bueno. Eso es muy

personal. Eso es compromiso en mi propio corazón. Entonces, el círculo comienza conmigo; y

después, el círculo comienza a ampliarse en los versículos 10 al 13.

“Amaos los unos a otros con amor fraternal,” y procede a hablar acerca de preferirse los unos

a los otros. Y en lo que requiere diligencia ser fervientes en Espíritu sirviendo al Señor. Y

entonces, el círculo se amplía para incluir a otros, mientras que también se remonta hacia

atrás para hablar de cosas en mi propia vida de nuevo, así como en el versículo 12,

regocijándonos en la esperanza, pacientes en la tribulación y también continuando en

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diligencia en la oración. Entonces, el círculo se amplía un poco más, pero no pierde de vista

mi vida personal y habla acerca de otros y mi relación con ellos; y después regresa y habla

nuevamente de mí.

Y en la tercera expansión del círculo, llegamos al versículo 14. Y del versículo 14 al 16, el

círculo se expande más allá de mi familia de Dios, mis hermanos y hermanas en Cristo, para

incluir a toda la gente en general, sea que nos persiguen y debemos bendecirlos, sea que se

regocijan y debemos regocijarnos con ellos, sea que lloren y debemos llorar con ellos. Y

debemos considerar a todos de manera igual y no pensar de nosotros como si fuéramos

mejores que ellos, versículo 16. Y entonces, nuevamente, eso habla de mi propio orgullo

personal. Entonces, hay un sentido en el cual el círculo se agranda para incluir a una nueva

categoría de personas cada vez. Entonces, hay un sentido en el que cada vez que el círculo

se agranda, incluye a una nueva categoría de personas. Pero aún regresa y toca a los otros

también.

Y el círculo finalmente se vuelve a ampliar desde los versículos 17 al 21 y se amplía para

incluir inclusive a aquellos que son nuestros enemigos muy personales y declarados que nos

hacen cosas que nos dañan, que va más allá de una persecución general de lo que creemos,

sino que nos hieren, nos dañan y pecan de manera violenta contra nosotros. Y entonces, en

esta instrucción vemos cómo debemos responder a eso, no respondiendo mal por mal, no

vengándonos en nuestros corazones y demás. Y nuevamente, lo repito, aunque el círculo se

expanda para incluir a nuestros enemigos personales declarados, también regresa para tocar

actitudes en nuestros propios corazones y la manera en la que vivimos, así como lo estamos

aprendiendo en el versículo 18, a vivir en paz con todos los hombres. Entonces, Pablo

realmente está tomando ciertas cosas en general; pero en su mente, aparentemente, está

ampliando su círculo de pensamiento cada vez más. Y creo que esa es la mejor manera de

entender cómo sigue el flujo en cada uno de estos versículos.

Entonces, le puedo prometer algo. Esta sección no va ser muy profunda en el sentido de que

usted va a oír cosas que rasque su comezón de oír cosas que nunca antes haya oído o

descubrir una nueva gran verdad. Realmente, es una especie de sección de recordatorio de

cosas que usted ya conoce y muchas cosas que usted ya está practicando y muchas cosas

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que ya son parte de su vida por lo cual yo alabo a Dios y lo bendigo. Entonces, que sea un

tiempo alentador. Que sea un tiempo, si es necesario, en el cual se ha convencido de pecado,

pero también un tiempo en el cual usted sea alentado conforme ve que estas cosas son

realidad en su vida.

Comencemos con el primer círculo, lo llamaremos los deberes personales. Y él presenta tres

de ellos en el versículo 9. De hecho, él parece favorecer a los tercios. Hay tres en el 9. Hay

tres en el 11. Hay tres en el 12. Y parece que ése es el modo que su manera de pensar sigue

su desarrollo en esta apertura.

Pero, de todas maneras el versículo 9 es muy personal; tres actitudes básicas, tres deberes

básicos que se manifiestan en la manera en la que vivimos en relación con nuestros patrones

de pensamiento personal. Versículo 9: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid

lo bueno.” Realmente necesita muy poca explicación. Es muy, muy fácil entender y necesita

hacerlo para que no nos confundamos.

Pero permítame tan sólo dividir estos 3 por 1 momento y ver si puedo reforzarlos al darle un

sentido de lo que las Escrituras dicen acerca de ellos. Número uno, y de manera apropiada,

“el amor sea sin fingimiento.” Lo más grande en la vida de un cristiano es ¿qué? Amor. En

Primera Corintios, capítulo 13 Pablo dice: “Y ahora permanecen en la fe, la esperanza y el

amor, pero el mayor de ellos es,” ¿qué es? “El amor.” Todos sabemos eso.

En el capítulo 13 de Romanos, si es tan amable de ver conmigo el versículo 8, Pablo dice: “No

debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido

la ley.” Después, versículo 10, al final: “…el cumplimiento de la ley es el amor.” Y usted

recuerda lo que nuestro Señor dijo que si quieres guardar la ley entera de Dios, simplemente

haz esto: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu

mente…Y… Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

El amor es lo supremo. Entonces, no nos debe sorprender que Pablo aquí comienza, tampoco

nos debe sorprender que cuando leemos en Gálatas 5 que el escribe acerca del fruto del

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Espíritu, dice “el fruto del Espíritu es,” ¿y cuál es el primero? “Amor,” después gozo paz y

demás. Todo comienza con el amor.

El punto inicial de la experiencia cristiana es el amor. Jesús, en Juan 13, dijo a Sus discípulos:

“Deben amarse unos a otros y por esto todos los hombres sabrán que son Mis discípulos.” Y

él escribió a sus amados en la Iglesia, les dijo: “esto pido en oración, que vuestro amor

abunde aun más y más.” El amor es lo más grande. El amor es la realidad suprema; y

entonces, él comienza con el hecho de que debemos vivir vidas de amor.

En 2 Corintios capítulo 6, un pasaje un poco más oscuro, quizás no tan familiar como los

otros; pero escuche lo que dice. Pablo está hablando acerca de su ministerio y él dice que es

un ministro de Dios y comienza a describir su ministerio: “En mucha paciencia, en

tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos,

en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu

Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a

diestra y a siniestra,” y demás.

En otras palabras, a medida que comienza a describir su enfoque al ministerio, describe su

actitud, una de ellas es amor sincero. Esto es amor puro, amor expresado en los términos de

Romanos 12:9, sin fingimiento, sin hipocresía. Amor que no es amor falso, amor que es amor

real, amor genuino. Ése es el primer deber de un cristiano que se enlista aquí.

Y recordará usted 1 Pedro 1:22, Pedro dice: “Habiendo purificado vuestras almas por la

obediencia a la verdad, mediante el Espíritu,” en otras palabras viendo que son redimidos,

aquí debe estar el resultado, “para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros

entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos.”

En otras palabras, el resultado del nuevo nacimiento es un amor sin fingimiento, un amor no

hipócrita. Y después él dice: “Amaos unos a otros fervientemente.” Él usa una palabra muy

interesante ‘ferviente,’ Pedro usa la palabra ektenes y es básicamente usada de estirar un

músculo, inclusive en un caballo. Podía ser usado también como una ilustración de un ser

humano, pero estirar un músculo para alcanzar lo más lejos que puede. Estirar ese músculo

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hasta su límite absoluto. Y esa es la palabra que Pedro escoge, un término anatómico lo cual

quiere decir ‘estírate al punto, estírate al límite de mostrar tu amor a otro debido a que han

nacido de nuevo.’ Y el deber práctico inicial y básico de un cristiano es amar.

Y usted recordará en 1 Pedro capítulo 4 y versículo 8, ese versículo tan hermoso y algo

conocido que dice “sobre todas estas cosas, tener amor ferviente,” misma palabra existentes,

“entre vosotros porque el amor cubrirá multitud de pecado.” El amor tiene una manera de

arrojarle una colcha a la maldad de alguien, ¿no es cierto? Tiene la manera de aventar una

colcha sobre lo que alguien hizo mal, sobre la falla de alguien, sobre la herida de alguien; y

entonces, el amor es el punto inicial.

Pero el tipo de amor que vemos en la epístola de Pedro y en 2 Corintios 6, como se los leí, y

aquí es un amor que no es falso, no es un amor superficial, sino un amor profundo, genuino,

real. Como dijo D. L. Moody: “Hay muchas personas que hablan de crema y viven con leche

descremada.” Pero aquí de lo que está hablando no es una especie de amor de leche

descremada. Es lo verdadero, amor cristiano que ha sido limpiado de la motivación personal y

de la satisfacción personal y del engrandecimiento personal, un amor cristiano que ama de

una manera pura a partir de un corazón puro por causa de Cristo sin actuar nada. Y entonces,

debemos amar a la gente con un amor puro.

Recuerdo oír a la gente cuando era un niño decir ‘bueno, amamos a tal y tal en el Señor.’

¿Alguna vez oyeron alguien decir eso? ‘Los amo en el Señor.’ Bueno, eso solía significar que

yo de manera personal no los puedo soportar, pero estoy bajo la obligación espiritual. Es

como si tuvieras un tubo ahí, el cual está saliendo de ti y puedes mojarlo con amor divino.

Mira, esto no es mío, pero lo recibes de mí por parte de Dios. De eso no está hablando. Y no

quiero tomar el tiempo para desarrollar toda una teología bíblica del amor. Pero es suficiente

decir que es el tipo de amor que se estira y satisface necesidades.

Jesús dijo: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado,” en Juan 13; y Él acababa de

amarlos a lavar sus pies sucios. Tenían una necesidad, Él satisfizo la necesidad. Es

condescendiente, pero no en una manera negativa, no en una manera de desprecio. Es

descender al nivel de alguien que tiene una necesidad; y francamente, no hay nada en el

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mundo del pecado que sea peor que la hipocresía. El pecador más grande que jamás vivió fue

el pecador más grande que vivió debido a la profundidad de su hipocresía; y ese fue Judas.

La hipocresía es el pecado más desagradable y feo de todos porque aparenta afecto y está

lleno de odio. Ningún pecado es peor que la hipocresía. Ningún vicio es más destructivo que

la hipocresía; y ninguna virtud es más maravillosa que el amor. Entonces, el amor hipócrita es

una combinación increíble de la cual el teólogo John Murray dijo: “Si el amor es la suma de la

virtud y la hipocresía es la epítome del vicio, qué contradicción unir a ambas.” Fin de la cita. A

los cristianos se les manda vivir un amor puro, verdadero, genuino.

Y supongo que la mejor manera de definirlo sin pasar mucho tiempo sería simplemente

llevarlos a 1 Juan capítulo 3, versículo 14. Dice: “Sabemos que hemos pasado de muerte a

vida.” ¿Cómo sabemos eso? ¿Cómo sabemos que hemos sido salvos? Porque amamos a los

hermanos. Porque hay un amor en nuestro corazones por el pueblo de Dios. “El que no ama a

su hermano, permanece muerte.” Después, en el versículo 18, una declaración muy, muy

importante: “Hijitos míos,” y ésta es la muestra del amor puro, ferviente. Él dice esto: “No

amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

El amor genuino se manifestará a sí mismo no en un sentimentalismo sino en obras, actos de

bondad. Actos de cuidado, actos de satisfacer necesidades, de apoyo. El Dr. Barnhouse solía

decir, el gran maestro bíblico allá en la Décima Iglesia Presbiteriana de Filadelfia, ahora está

con el Señor, él solía decir: “El verdadero amor deja el escenario y camina por el camino de la

vida verdadera.” Y la antítesis de eso es Lucas 22:48, en donde Jesús ve a Judas en el ojo y

le dice: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?” Y Él usó la palabra ‘un beso de

amor.’

El primer deber cristiano, el deber cristiano supremo es vivir una vida de amor no hipócrita,

legítimo, honesto, veraz, que se manifiesta a sí mismo en una carencia de egoísmo, un

servicio sacrificial a aquellos que tienen necesidad. Y recuerde usted cuando se le preguntó al

Señor, después de haber dicho ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’, vino la pregunta

“¿quién es mi prójimo?” Y Jesús contó la historia de un hombre que yacía en el camino,

recordará, camino a Jericó. Y el punto de la historia fue que sea quien sea la persona que

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está ahí yaciendo que usted encuentra por su camino, que tiene una necesidad, a ése

necesita mostrarle su amor. El deber primordial es amor.

De hecho, usted recordará la carta del apóstol Pablo a los corintios en la cual él dice: “No les

falta ningún don.” Y en el capítulo 12, él describe todos los dones espirituales y él explicó

cómo esos dones espirituales deben funcionar. Y al final de toda esa descripción de dones

espirituales en el capítulo 12, él llega al último versículo y dice “Mas yo os muestro un camino

más excelente.” En otras palabras, un mejor camino inclusive que el del uso de los dones

espirituales; y él entra al capítulo 13 y comienza con esa descripción monumental del amor

que todos nosotros conocemos también. “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no

tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía,

y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que

trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar

de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada

me sirve.” En otras palabras, todo sin amor es igual a ¿qué? Nada. Nada.

Entonces, la prioridad se le da al amor y tiene que comenzar en sus propias relaciones con su

propia familia, sus propios amigos, su Iglesia, todas esas personas en el círculo de sus

amistades e influencia. Los cristianos demostrarán la legitimidad de su cristianismo al mundo

mediante la legitimidad de su amor. ¿No es eso verdad? “Por eso todos los hombres sabrán

que sois Mis discípulos,” Jesús lo dijo en Juan 13, “si os amáis unos a otros.”

Nunca olvidaré una mujer que vino a esta Iglesia. Ella fue la sinagoga que está aquí cerca de

esta calle para ser aconsejada; y no la aconsejaron en su problema matrimonial porque no

había pagado lo que debía. Ella no pagó lo que ellos le cobraban. Y entonces, estaba

enojada. Y esto fue hace unos años atrás, ella vino aquí caminando por la calle al siguiente

edificio religioso, al más cercano para buscar ayuda. Y entonces, vino en esta dirección y

entró. Era domingo. Y ella venía caminando, no sé si quería venir o no. Pero cuando supo

dónde estaba ya estaba en un grupo, se encontró en el lugar, llegó a Cristo, vino a los pies de

Cristo y más tarde me dijo en su testimonio: “Estaba tan enojada porque no me aconsejaron y

simplemente entré aquí. Y cambió mi vida.” Y yo dije: “Bueno, ¿disfrutó el servicio ese día?” Y

ella dijo: “Ni siquiera sé lo que usted dijo. Ni siquiera habría sabido quién eras. Me abrumó ver

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el amor que estas personas tenían el uno por el otro. Era algo tan extraño, tan diferente de

todo lo que jamás había experimentado. Y eso fue lo que me trajo a mi Mesías.”

Y ese tipo de historia puede ser contado una y otra y otra vez. Si usted no cree que el mundo

está buscando amor, simplemente escuche las canciones en la radio. Es simplemente una

corriente continua de personas clamando por tener amor que tenga significado, el cual no

puede ser encontrado a nivel humano, no en la dimensión que ellos están buscando.

Tenemos lo más grande que ofrecerle al mundo cuando les ofrecemos amor.

Bueno, una segunda cosa que él dice en el versículo 9 -no se preocupen, no vamos a llegar

hasta el versículo 21. Pueden relajarse. Simplemente porque cubrir 16 versículos esta

mañana no quiere decir que jamás lo volveré a hacer. Pero por lo menos, terminaremos el

versículo 12, ¿está bien?

Pero en el versículo 9, lo segundo que dice es “aborreced lo malo”. Aborreced lo malo. Eso es

tan simple. Obviamente, sigue al primero. Si amas a Dios con todo tu corazón y amas a tu

prójimo y amas a los hermanos, vas a odiar lo que es malo porque lo malo es lo que mancha

la comunión. ¿Cómo puedo decir te amo y tolerar el pecado? No puedo, porque el pecado

destruye mi relación contigo y tu relación conmigo. El pecado es una invasión desastrosa en

una relación de amor. Entonces, cualquier persona que verdaderamente ama tiene que odiar

el mal. De hecho, en el Salmo 97:10, hay una palabra maravillosa, simple y dice: “Vosotros,

los que amáis a Jehová, aborreced lo malo. Vosotros los que amáis a Jehová, aborreced lo

malo.” Los dos se oponen de manera absoluta. Como ve, Dios es demasiado santo como para

tolerar el pecado. El pecado es la antítesis de Dios.

Permítame darle una breve mirada de la doctrina de Dios. La característica básica esencial de

Dios en su santidad. Él es Santo, Santo, Santo. Esta es la definición más distintiva de Dios; y

lo que santo significa es separado. Y lo que eso está diciendo es que Dios es totalmente

diferente de como somos nosotros. No es como nosotros; y la razón por la que Él no es como

nosotros es porque Él es Santo y no tiene ¿qué? pecado. Y es Su estado de carencia

absoluta de pecado lo que equivale al hecho de que Él es totalmente diferente de nosotros. Él

es totalmente diferente a nosotros, si pudiéramos decirlo de esa manera.

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Y entonces Dios es un Dios de pureza total y absoluta y sin pecado en absoluto. Como

consecuencia, Él no puede ver el mal, no puede tolerar el mal. Y cualquier persona que

realmente conoce el amor de Dios y ama a Dios entonces va a tener que odiar el mar. Y

quiero señalarle que dice aquí que debido al uso del imperativo en el tiempo presente, dice:

“Aborrezcan continuamente lo malo.” Aborrezcan continuamente aquello que es malo. Es un

término muy fuerte.

Lo malo no es algo que podamos tolerar a ningún nivel. Lo malo debe ser algo que debemos

odiar con pasión. No se puede hacer una tregua con el mal. No puede haber una tolerancia

mínima del mal. No puede hablar la más mínima tolerancia del mal, debemos odiar de manera

constante todo y cualquier cosa y cualquier cosa que sea mala. Escuche el Salmo 101, el cual

básicamente es un salmo que llama a esto: “Misericordia y juicio cantaré; A Ti cantaré yo, oh

Jehová. Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí. En la integridad de mi

corazón andaré en medio de mi casa. No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco

la obra de los que se desvían;” esto es que se desvían de la palabra y la voluntad de Dios.

“Ninguno de ellos se acercará a mí. Corazón perverso se apartará de mí; No conoceré al

malvado. Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; No sufriré al de ojos

altaneros y de corazón vanidoso. Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén

conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá. No habitará dentro de mi

casa el que hace fraude; El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos. De

mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, para exterminar de la ciudad de Jehová a

todos los que hagan iniquidad.”

Hombre, David está realmente molesto, ¿no es cierto? Él está diciendo: “Señor, voy a caminar

en un camino perfecto. Voy a mantener un corazón que es puro. Voy a quitar, voy a alejarme

de un corazón perverso. Y cuando me encuentre con un hombre que es perverso, lo voy a

quitar de mi presencia. Lo voy a sacar de mi presencia. Cuando me encuentre con un hombre

que es engañoso, lo voy a sacar de mi vida. Cuando encuentre a un hombre que es un

mentiroso, lo voy a sacar de mi casa. No voy a tener nada que ver con la impiedad. No voy a

tener nada que ver con personas impías.” En otras palabras, David sabe que no puedes hacer

amistad con el mal. Debes huir de él. No puedes tolerarlo. Debe ser odiado de manera

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constante. Y entonces, él dice que hará lo que pueda por cortar a esas personas. Cortar es

una expresión hebrea antigua que significa matar. Voy a eliminar a la maldad. Voy a eliminar a

los malos, él dice.

¿Y usted recuerda lo que dice el Señor en Mateo 18? Él dijo: “Si tu ojo derecho te es ocasión

de caer, sácalo. Si tu mano derecha te es ocasión de caer, sácala, córtala.” Y lo que el Señor

está diciendo es que básicamente esa era una especie de declaración proverbial, una

declaración de una gran exageración verbal para enfatizar un punto. Y el punto es éste.

Enfrenta el pecado drásticamente. Enfrenta el pecado de manera dramática, porque el pecado

es una realidad tan terrible que va en contra de Dios.

¿Se acuerda usted de Proverbios 8:13? Recuerdo aprender esto de niño. Dos versículos que

aprendí de Proverbios, Proverbios 9:10 y los recuerdo desde mi niñez. “El temor de Jehová es

el principio de la sabiduría y el conocimiento del santo la inteligencia.” El temor del Señor es el

principio de la sabiduría. Y el lado que corresponde a esto es Proverbios 8:13: “El temor de

Jehová es aborrecer el mal.” El temor de Jehová es amar la sabiduría. El temor de Jehová es

aborrecer el mal. El orgullo y la arrogancia y el mal camino y la boca perversa Yo aborrezco.

¿Usted odia eso? ¿Usted odia el orgullo cerrar? ¿Odia la arrogancia? ¿Usted odia los

caminos malos de los hombres? ¿Odia una boca perversa o se ha acostumbrado a la

perversión que sale de la boca de la gente? ¿Se ha acostumbrado a un estilo de vida

perverso? ¿Lo tolera? ¿Se encuentra usted mismo no contento con la maldad cuando está en

su presencia? ¿Puede soportar el estar acompañado de alguien que está viviendo una vida

por fuerza cuya boca habla cosas perversas, cuyo corazón está lleno de orgullo y arrogancia o

encuentra que esas cosas son tan aborrecibles que usted, como David, dice ‘voy a sacar a

esa persona de mi presencia porque no puedo ser víctima de que sean violados los

estándares santos de mi propia vida’?

Permítame mostrarle otro versículo que puede hablarle de este mismo punto. Judas, esa

pequeña pistola que está antes del libro de Apocalipsis, versículo 23, es una declaración muy

muy poderosa y muy fuerte. Y dice en el versículo 20 que debemos estar edificándonos a

nosotros mismos en nuestra santísima fe. Y después, en el versículo 21, dice ‘conservaos en

el amor de Dios’. En otras palabras, manténganse bañados en el amor de Dios. Manténgase

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viviendo una vida de santidad, una vida de amor.

Y cuando busquen alcanzar a otros, versículo 22, tengan compasión. Y el versículo 23 dice “a

otros salvad… Tened misericordia con temor.” En otras palabras, cuando busque redimir a un

pecador, hágalo con un sentido de temor. ¿Por qué? Porque los arrebatas del fuego,

“arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aún la ropa

contaminada por su carne.” Y la palabra para ropa que es una palabra interesante. Es la

palabra que tiene que ver con la ropa interior, el quitón, el cual era llevado pegado a la piel, la

túnica interna, el símbolo de todo lo que tocaba la carne.

Lo que Judas está diciendo es que cuando sales al mundo para alcanzar a alguien para

Cristo, cuando buscas alcanzarlo en el evangelismo, tienes que darte cuenta de que necesitas

tener un temor saludable y necesitas darte cuenta de que debes odiar cualquier cosa aunque

esté simplemente manchada, que esté aún tocada por la contaminación del mundo. Entonces,

lo arrebatas como una rama que está ardiendo, no sea que tu ropa sea contaminada.

Es una advertencia muy seria. Digo, es como la gente que trabaja en hospitales que son muy

sensibles a las nuevas formas de enfermedad que llamamos sida y que saben que son

contagiosas y saben que son de una naturaleza infecciosa y fatal. Y tienen que tratar con la

gente que la tiene, y sin embargo viven con el temor de la consecuencia de siquiera acercarse

a esa enfermedad. Y así es en la dimensión espiritual, odiamos el pecado y odiamos a

cualquier persona que vive una vida de pecaminosidad desafiante contra Dios en el sentido de

que odiamos su pecado, aunque los amamos como una persona perdida. Y cuando buscamos

alcanzar a esas personas, tiene que ser con un gran sentido de temor, no sea que nosotros

seamos manchados por su pecado; no sea que al acercarnos a ellos, algo de la

contaminación de su vida nos manche, algo de la infección de su enfermedad nos pueda

contagiar.

Aparentemente, hubo un hombre que viajó con el apóstol Pablo que no pudo enfrentar esto.

Su nombre fue Demas; y aunque él estuvo cercano a Pablo, el mejor de los hombres, dejó a

Pablo porque él amó ¿qué? Este mundo presente. Él no pudo ser un misionero eficaz. Él no

pudo ser un evangelista eficaz porque cuando se acercó al sistema, lo que hizo es que extrajo

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lo peor de él; y en vez de que él lo cambiara, lo cambió a él.

Y entonces, odiamos al pecado porque sabemos lo que puede hacer, lo contaminante que

puede ser. Como un escritor lo dijo hace mucho tiempo atrás: “Nuestra única seguridad contra

el pecado de ser asombrados por él; y cuando no estamos siendo asombrados por él, no

estamos seguros de su influencia en nuestra conciencia.” Y me atrevo a decir que la sociedad

en la que vivimos es tan difícil verse asombrado, impresionado por algún pecado, ¿no es

cierto? Nos hemos acostumbrado tanto a todo esto; pero debemos odiar al pecado. Ésa es la

palabra de las Escrituras para nosotros.

Sólo dos Escrituras más que quiero señalarles; y hay tantas más que podríamos ver. Amós

5:15, donde Amós dice: “Aborreced el mal, y amad el bien.” ¿Y acuerda de Miqueas?

Miqueas predicó juicio contra los líderes de Israel en el capítulo, creo, no me puedo acordar

exactamente del capítulo, pero él dijo esto: “El problema con ustedes es que odian el bien y

aman el mal.” Ellos lo habían revertido. En 1 Tesalonicenses, ¿se acuerdan? el capítulo 5,

versículo 22. Estoy seguro que se acuerdan. “Absteneos de” ¿qué? “De toda especie de mal.”

Y no es la idea de que algo parece ser malo y no lo es. Lo que significa es que tan pronto

como la maldad aparece, salte. Salte. No te quedes ahí. Cuando oyes una boca perversa o

ves un camino madre lo, salte. Tan pronto como aparece, salte, no te quedes ahí para

asegurarte si es malo o no. Si hay alguna duda, salte de ahí.

¿Quieren oír una de las descripciones más hermosas del Salvador en Hebreos 1, versículo 8?

Este es el Padre hablándole al Hijo: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad

es el cetro de Tu Reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió

Dios, el Dios Tuyo, Con óleo de alegría más que a Tus compañeros.” Jesús fue exaltado

sobre todos porque Él tuvo un amor puro de la justicia y un odio puro de la maldad. Todo

cristiano necesita ver la belleza infinita de la santidad y la naturaleza infinitamente horrenda

del pecado.

Ahora, ¿cómo sabemos lo que queremos decir por maldad, lo malo? Bueno, no es demasiado

difícil de entender. Debería ser obvio para todos nosotros, pero en caso de que esté buscando

una definición, permítame sugerirle un par de cosas. Regrese por un momento libro de

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Proverbios, capítulo 6 y descubramos lo que el Señor odia. ¿Muy bien?

Él odia la maldad. Descubramos lo que lo odia. Y aquí, en Proverbios 6, nos da una buena

idea al principio del versículo 16. “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina Su alma:

Los ojos altivos,” ¿usted odia el orgullo, realmente lo odia? “La lengua mentirosa, Las manos

derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies

presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia

entre hermanos.”

El Señor odia el orgullo, odia las mentiras, Él odia a los asesinos, odia los planes impíos de

cualquier tipo, las obras y mundiales, los pies que de manera dispuesta corren al mal que

ellos traman. Él odia aquellos que hablan falsedad y aquellos que crean discordia, división,

problemas. Esas son las cosas que el Señor odia y podría haber otras listas que salen de

esas cosas desde diferentes ángulos.

Pero sólo por un momento, vea el primer capítulo de Isaías y vamos a ver esto desde otro

ángulo. El Señor está condenando a Su pueblo y está trayendo juicio contra Judá y Jerusalén.

Y en el versículo 12 dice: “¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a

presentaros delante de Mí para hollar mis atrios?” ¿Pueden imaginarse eso? Dios le dice a Su

pueblo: “¿Quién les pidió que vinieran? ¿Quién les dijo que vinieran?” La implicación es que

nadie les pidió. Ni Yo ni nadie más. “No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es

abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son

iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las

tiene aborrecidas Mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis

vuestras manos, Yo esconderé de vosotros Mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la

oración, Yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos”

¿Sabe lo que Dios odia? La religión falsa. La religión falsa. No es difícil entender cuál es el

mal que Dios odia. Y cualquier persona que quiere vivir la vida cristiana comienza con un

deber muy simple y práctico, y ese deber práctico consiste en odiar lo malo y odiarlo de

manera constante y odiarlo en toda forma y odiarlo no sólo cuando es abierto sino aún cuando

comienza a aparecer. Odiarlo y abstenerse de él y mantenerse alejado de él y no hacer nada

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que aún pudiera percibirse como maldad. Y no hacer nada que aún pudiera ser percibido de

manera errónea como maldad. No hay lugar para eso. Y entristece mi corazón el saber que en

nuestra sociedad la gente es básicamente entretenida por la maldad. Nadie es realmente

obediente a esto. Y es importante señalarlo. Nadie es verdaderamente obediente a este

mandato, quien sólo teme la consecuencia del mal. ¿Oyó eso? Nadie que sólo teme la

consecuencia de la maldad es verdaderamente obediente a este mandato.

El punto aquí no es la consecuencia del mal. Un hombre verdaderamente bueno odia de

manera apasionada al mal por lo que el mal es, no por lo que él va a enfrentar si lo hace. Él lo

odia porque esa es su naturaleza santa. Él lo odia porque Dios lo odia y él ama a Dios. Y hay

algunas personas que no odian el mal. Simplemente odian el tener que enfrentar la

consecuencia; y eso es muy infantil y muy inmaduro y muy egoísta y no es el motivo que debe

estar en el corazón de un creyente. Un buen hombre odia el mal, no porque tema la

consecuencia, sino porque ama la santidad.

Y después, él dice al final del versículo 9: “Seguid,” la palabra seguid es la palabra aferrarse,

en la misma palabra kollaō usada del vínculo matrimonial. Es una palabra que significa

pegamento. Pégate a lo que es bueno, pégate a lo que es bueno, nunca lo dejes, nunca te

separes de él. Tienen todos estos nuevos pegamentos. Y son buenos para algunas

ilustraciones... estos pegamentos, colocan una gota en una pieza de metal y colocan otro

pedazo metal y levantan un camión. Eso es realmente estar pegado a eso.

Estén pegados. A aquello que es bueno, agathos, y bueno de manera inherente, bueno de

manera legítima, bueno de manera cualitativa. ¿Y no es esto lo que el salmista dijo en el

Salmo 1? “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino

de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado.” Hombre, ese es un versículo tan

profundo, ¿se dio cuenta? “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos ni

estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado,” y eso es

exactamente lo que sucede. Primero usted camina y después se detiene a ver lo que está

pasando, y poco tiempo después, ya se sentó.

Bienaventurado el hombre que no hace nada de eso. “Sino que en la ley de Jehová está su

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delicia y en Su ley medita de día y de noche.” Odie el mal, ame el bien, odie lo malo, ame lo

bueno. Filipenses no dice cómo hacer eso. Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo

que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es

de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” ¿Cuál es la

clave? Piense en esas cosas. Piense en esas cosas. Así es como usted sigue y se aferra a lo

bueno.

Ahora, éste era el corazón de Pablo. Regrese conmigo tan sólo por un momento y permítame

refrescar su memoria de lo que dice Romanos 7, en donde encontramos la actitud del corazón

de Pablo. Es muy interesante para mí el ver ahí, en el versículo 15, lo que dice. Él es un

creyente aquí. Él dice: “Lo que hago, no lo entiendo.” ¿Ha descubierto que eso es verdad?

Algunas veces está envuelto en un pecado, quizás un pecado de expresión verbal, un pecado

de indiferencia y se dice a sí mismo ‘no entiendo eso. Lo odio. Odio eso en mí. Y no sólo lo

odio eso en otros, sino odio verlo en mí.’ Ésa es mi reacción. Ésa fue la reacción de Pablo.

“Porque lo que hago no lo entiendo.” ¿Por qué hago eso? “Porque no hago lo que quiero,

sino” lo que ¿Qué?, “aborrezco, eso hago.”

Esto es lo mejor que conozco para indicar que alguien es un verdadero cristiano. Un

verdadero cristiano es alguien que odia el mal y ama la justicia. Ésa es la marca. No es que

usted “hizo una decisión.” Sino que usted ama la justicia y aborrece la maldad. Oh, usted

puede amar la justicia y aborrecer la maldad y todavía hacer maldad. ¿No es cierto? Eso es lo

que Pablo está diciendo. ‘No entiendo eso. ¿Por qué hago lo que aborrezco?,’ él dice. ‘No

está en mí. No es lo que quiero hacer.’

El versículo 17 dice que es el pecado que mora en mí. Y esa es la razón por la que dice:

‘miserable de mí, ¿quién me va a sacar de este desastre?’ Digo, creo que todos nosotros

como cristianos podemos identificarnos con esa lucha. Usted ama la justicia. Ama las cosas

de Dios. No quiere tener una actitud de amargura. No quiere oírse a sí mismo siendo crítico,

alguien que juzga, que condena, que no es amable. A usted no le gusta llenar su mente y

exponer sus ojos a cosas que no debe ver. A usted no le gusta pensar pensamientos que no

debe pensar. No le gusta ser orgulloso y egocéntrico. No le gusta ser indiferente y se dice a sí

mismo: ‘Odio eso. ¿Por qué lo hago?’ Y usted dice con Pablo en frustración: “Es el pecado

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que mora en mí. No es lo que realmente deseo. Es el pecado que está en mí.” Y usted dice:

“¡Oh, miserable de mí!, ¿quién me va a sacar de esto?” Y usted se somete aún más al Espíritu

Santo, espero, para que Él lleve a cabo aquello que es justo, pero aún más allá de eso usted

anhela el día en el que saldrá de este desastre, ¿no es cierto? Cuando usted perderá la carne

y su pecado y estará con el Señor.

Y en Romanos 8, él dice que esperamos el día cuando seremos redimidos no solo el alma

sino en cuerpo. Estamos esperando la redención de nuestro cuerpo. La liberación gloriosa de

los hijos de Dios, cuando Pablo dice ‘cuando esto mortal será absorbido por la inmortalidad y

lo incorruptible se vestirá de incorrupción, cuando seremos como Cristo.’

Entonces, Pablo nos ayuda a entender que debemos caracterizarnos como personas que, en

lo más profundo de nuestro ser, odiamos el pecado y odiamos la maldad; aunque las cosas

que hacemos odiamos. Y ésa es la mejor prueba que yo conozco para que usted la tome para

ver si usted está en la fe. Cuando usted peca, ¿lo odia? ¿Es la inclinación de su corazón

hacer lo que está bien y cuando usted hace lo que está mal es algo que usted detesta y odia y

quiere quitar? Ésa es la marca que Pablo dice que es el principio del deber cristiano.

Entonces, nosotros, en primer lugar, amamos sin hipocresía. Sin fingimiento. En segundo

lugar, aborrecemos lo que es malo; y en tercer lugar, seguimos lo bueno. Y Pablo dice eso en

el versículo 19 de Romanos 7. “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero,

eso hago.” Pero lo que él dice es el bien que quiero hacer. Él quiere aferrarse a lo que es

bueno. Él quiere pegarse a lo que es bueno. Por cierto, no hay neutralidad aquí. No hay un

punto medio. O se apega a lo bueno o se mueve hacia lo malo.

Dice usted: “bueno, ¿cómo se lo que es bueno? Es bastante fácil. ¿Cuáles son las cosas

buenas? Están en la palabra de Dios. Si usted estudia la Biblia va a descubrir lo que es

bueno. Un hombre vino y me dijo: “He venido a Cristo, pero tengo tanta basura en mi mente.

¿Cómo la quito? ¿Cómo la limpio?” Y yo le dije: “Bueno, usted necesita ser reprogramado.

Como puede ver, usted ha sido programado por mucho tiempo y su cerebro está lleno de

suciedad y tiene que ser reprogramado, tiene que ser lavado de manera total.” Y la única

manera en la que eso puede llevarse a cabo es mediante el lavado de la Palabra, ¿no es

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cierto?

Otro elemento de saber lo que es bueno está en el capítulo 12, versículo 2. Dice: “No os

conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro

entendimiento.” Y eso es lo que estoy diciendo. Conforme usted sale del mundo y se satura

con la palabra de Dios, usted va a tener una mente que se está renovando y entonces, usted

va a poder comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Usted sabrá lo

que es bueno conforme comience a ser reprogramado y saturarse con la palabra de Dios,

porque usted no sólo recibe la palabra de Dios, sino que ¿quién es el que le está enseñando

mientras está estudiando? El Espíritu Santo.

Bueno, ahí están algunos puntos fundamentales para esta noche. El deber cristiano comienza

con un amor puro, un odio por lo malo y un apego a lo que es bueno. Muy simple, ¿no es

cierto? Digo, esos son los puntos mínimos irreducibles de la experiencia cristiana. Y yo sé que

quizás en la mayoría de sus vidas, si llevara a cabo un pequeño inventario espiritual en este

momento diría ‘sí, sí amo a los hermanos.’ ¿Se da cuenta que una persona que viene a Grace

Community Church y no conoce a Jesucristo no siente esa afinidad, ese amor, ese espíritu de

sacrificio hacia el pueblo de Dios sino que más bien probablemente hay una especie de no

sólo indiferencia, sino algo de resentimiento entre esa persona y esta comunión?

Entonces, si usted en su corazón percibe un amor, percibe un gozo cuando está con el pueblo

de Dios, y quiere alcanzar a esas personas que están en necesidad, ésa es la indicación de

que usted está avanzando a lo largo del camino del deber cristiano aquí. Y si usted, conforme

ve su vida puede identificarse con la lucha del apóstol Pablo y decir sí, quiero aferrarme a lo

que es bueno, aunque no siempre lo hago. Sí, odio lo que está mal aunque a veces lo hago, si

los deseos más profundos de su corazón son el amar al pueblo de Dios, hacer lo que está

bien, alejarse de lo que está mal, usted está avanzando por el camino correcto. Y todo lo que

usted necesita hacer es mantenerse por ese camino motivado por la gratitud por lo que el

Señor ha hecho por usted. ¿No es eso lo que Pablo está diciendo?

En base a las misericordias de Dios, capítulo 12, versículo 1, presente su cuerpo en sacrificio

vivo; y siga adelante. ¿Y qué significa eso? Eso significa comenzar a amar conforme a lo

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mejor de su capacidad por el poder del Espíritu, comience a odiar lo que es malo de una

manera constante como un patrón de vida y aférrese fuertemente a lo que es bueno y nunca

se deje manchar por aquello que es malo. Viva su vida entera con un sentido de temor no sea

que usted se acerque demasiado a eso porque mancha de una manera tan profunda y tan

desastrosa su vida.

Bueno, ese es un buen comienzo; vamos a tomar una sección más grande en el próximo día

del Señor. Inclinémonos en oración.

Te damos gracias, Padre, en esta noche simplemente por recordarnos algunas de estas

cosas tan básicas. Necesito ser recordado. Todos lo necesitamos. Eso es obvio debido a que

muchas veces hemos fracasado. No hemos sido tan amorosos como debiéramos. No hemos

odiado lo malo. Hemos buscado satisfacernos con el mal a un grado u otro. No nos hemos

aferrado fuertemente a lo que es bueno. Nos hemos permitido el dejar el bien a favor del mal.

Padre, Te damos gracias por Tu perdón. Señor, queremos vivir la vida que Te agrada.

Queremos hacer las cosas que Te dan gloria. Queremos honrar Tu bendito Nombre. Y

entonces, Padre, oramos porque podamos aprender a cómo amar no en la fuerza humana

sino amar con el amor que ha sido derramado en nuestros corazones. Tu amor, que podamos

aprender lo que es odiar el mal, odiar aún la vestimenta que ha sido manchada por la carne,

evitar cualquier cosa que llegue a tocar eso.

Y Padre, que aprendamos aún a aferrarnos de manera fuerte a aquello que es bueno, danos

un gran amor por cosas buenas, cosas justas, cosas correctas, para que Cristo sea exaltado

en nosotros.

Con su cabeza inclinada por sólo un momento, conforme hemos comenzado a ver estas

cosas prácticas, en cierta manera, ¿haría un pacto al Señor en su corazón que usted quiere

tomar estos tres elementos muy personales de conducta cristiana y quiere que el Señor los

produzca en toda su plenitud en su vida? Simplemente, comprométase con el Señor en esa

área.

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