la y la consolidaci~n democratica

26
REFLEXIONES SOBRE LA TRANSICI~N PO~CA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA EN E S P f l A Manuel Pastor. Catedr6tico y Director del Departamento de Ciencia Politica. Universidad Complutense de Madrid. La8 reflexiones que expondd a continuacibn tienen como precedentes: mi articulo "La altemativa posible y plausible", publicado en el periodic0 hoy extinto "El Independiente" (Madrid, 2 de mano de 1990); la conferencia titulada "Transici6n polftica y consolidaci6n d e m d t i c a en Espafia", que pronuncid en 10s Estados Unidos, respectivamente y con pocas modificaciones, en la Spanish School, Middlebury College, Vermont, julio de 1990, y en la Convenci6n de la "Modem Language Association", Chicago, diciembre de 1990 (PMLA, vol. 105, n b 6, New York, 1990, p. 1242); finalmente, la lecci6n que dkt4 con el titulo "Consolidaci6n d e m d t i c a y alterpancia de gobierno" en el curso "Alternativas polftiw en Et3pa.W"' organizado por la Universidad Complutense de Madrid en Aguadulce (Almeria), septiembre de 1992, codirigido por Ram6n Cotarelo y el que escribe. En el period0 de m6s de tres lustros que ha hmcurrido desde la muerte del general Frame, se ha producido una autRntica prolit&n de obtas acerca de la tranaici6n polftica en Espn€ia. Para derirme s6lamente a los autores espafioles, desde los primem nnllinin debidos a Luis Garda San Miguel (19'721, Pablo Lucas Verdfi (19'761, Juan J. Linz (1981), Julian Sari- (1981) J. M. Maravall (1981) Ratil Morodo (19841, etc., hasta 10s m6s recientes de J. F. Tezanos, Rdn Cotarelo y Adds de Blas (1989), V. Palacio Atard (19891, A Rodriguez Maz (1989),

Upload: others

Post on 23-Jul-2022

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

REFLEXIONES SOBRE LA TRANSICI~N P O ~ C A Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA EN ESPflA

Manuel Pastor.

Catedr6tico y Director del Departamento de Ciencia Politica.

Universidad Complutense de Madrid.

La8 reflexiones que expondd a continuacibn tienen como precedentes: mi articulo "La altemativa posible y plausible", publicado en el periodic0 hoy extinto "El Independiente" (Madrid, 2 de mano de 1990); la conferencia titulada "Transici6n polftica y consolidaci6n d e m d t i c a en Espafia", que pronuncid en 10s Estados Unidos, respectivamente y con pocas modificaciones, en la Spanish School, Middlebury College, Vermont, julio de 1990, y en la Convenci6n de la "Modem Language Association", Chicago, diciembre de 1990 (PMLA, vol. 105, n b 6, New York, 1990, p. 1242); finalmente, la lecci6n que dkt4 con el titulo "Consolidaci6n d e m d t i c a y alterpancia de gobierno" en el curso "Alternativas polftiw en Et3pa.W"' organizado por la Universidad Complutense de Madrid en Aguadulce (Almeria), septiembre de 1992, codirigido por Ram6n Cotarelo y el que escribe.

En el period0 de m6s de tres lustros que ha hmcurrido desde la muerte del general Frame, se ha producido una autRntica prolit&n de obtas acerca de la tranaici6n polftica en Espn€ia. Para derirme s6lamente a los autores espafioles, desde los primem nnllinin debidos a Luis Garda San Miguel (19'721, Pablo Lucas Verdfi (19'761, Juan J. Linz (1981), Julian Sari- (1981) J. M. Maravall (1981) Ratil Morodo (19841, etc., hasta 10s m6s recientes de J. F. Tezanos, R d n Cotarelo y A d d s de Blas (1989), V. Palacio Atard (19891, A Rodriguez Maz (1989),

Page 2: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Anwrio de kr F a c W de Derecho

Santiago Miguez (1990) y Josep M. Colomer (1990, 1991), han aparecido mas de trescientos -0s en forms de libros y articulos (Vhase: M. Herren, Lera, "Repertori0 bibliografico sobre la transici6n sociopolitica espaiiolan, "Revista de Derecho Politico", UNED,4,1979, y J. A. G6mez Yafiez, "Bibliogrdh sobre la transicibn a la democrack en Espaiian, en la obra citada de Tezanos, Cotarelo y Ile Blas, 1989: 807-0551.

MBs recientemente a h , cabe mencionar el interesante estudio filol6gico de Javier de Santiago, "El l&co politico de la tramidbn espaiiolan (Universidad de Salamanca, 1992) y, sobre todo, el volumen de Ram6n Cotarelo (comp.), "Transicibn politica y co1180lidaci6n d e m d t i c a en Espaiian (Centro de Investigaciones Socio16gica8, Madrid, 19921, que probablemente -14 por mucho tiempo una obra "standardn sobre el tema, a d e m de una excelente in t rodd6n a1 sistema politico espaiiol.

Junto a ello, conviene tener presente la enome cantidad de cursos y cursillos, conferencias, seminaries y mesas redondas que vienen celebrhdose acerca del sujeto, lo cual indica el gran inter& que ha suscitado -tanto en Espaiia como en el extranjem y sobre lo que existe ya una abundante documentaci611.

La recapitulaci6n te6riea m6s notable, a mi juicio, es la que nos ofrecen 10s ensayos de Ram6n Cotatelo, "La transid6n d e m d t i c a espafiolan, y de Juan J. Linz, "La tramici6n a la democracia en Espolfia en perspectiva comparada", contenidos en la obra antes citada a modo de introducci6n y epilogo mspectivamente (Cotarelo, 1992: 3-27

431-4~1.

Apmte de las obras generalea y colectivas eobre la tmmici6n, no deben olvidarse 10s eetudioa particulares recientemente r e d i d o s por polit61ogos espaf~oles, como 10s que Annlilnn para este perIodo el eistema de peutidos en Euskadi de F. J. Uera (1985,1988,1989), J. Corcuera (1991)

Page 3: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

y R. Jim6nez y A. Sgiz (1991); sobre la evoluci6n de ciertas fuenas pollticas en CataluZla de G. Colom6 (1989) y J. B. Culla (1989, 1990); sobre la modemizaci6n de la administraci6n ptiblica espaiiola de J. Subirats (1990); sobre problemas electorales ( V k sobre este particular: J. R. Montero y F. Pallarbs, "Los estudios electorales en Espafia: un balance biblio@ficon, ICPS, Barcelona, 1992); sobre 10s empresarios y la poKtica en la transici6n de M. Jerez (1992); e, incluso, el estudio sobre la pobreza en E+ d m t e el mismo period0 de Maria E. Guillbn (1992), etc., que en conjunto nos permitirbn recomponer el "puzzlen de la cdtura politica en la Espaiia actual.

Y a prop6sito de "cultura polltican: sobre este concepto que, como veremos, resulta clave para amprender las condiciones y circunstancias de la a1180lidaci6n democrdtica en Espaiia, 10s estudios de que disponemos no son ya escasos. Destacar6 10s m8s importantes, debidos a A. Mpez Pina y E. Mpez Aranguren (1976), A. De Miguel(1976), R. Del Aguila y R. Montoro (1984). J. E. Roddguez M f ~ e z (1983, C. M o d n (1988), M. Torcal, J. L. Mpez Aranguren (19901, J. Cazorla (1990), J. R. Montero y M. Torcal (1990), V. Pbrez h (1990, IWI), H. Varela (1990), R. Del Aguila (1992) y J. Botella (1992), entre 10s espaiioles; E. Malefakis (1982). R. Gunther (1986), y S. G. Payne (19881, entre 10s hispistas extraqjeros.

Es sabido que un d 6 l o g o po1ltico tan importante como Raymond Aron caliticb tempranamente el experiment0 politico espaiiol (en una a d d en el Club Siglo XXI de Madrid, en diciembre de 1976) de "absolutamente f&ten. Si a lo largo de la d h d a de 10s ochenta el modelo de hmic i6n espaiiol estwo en la mente de 10s Uderes y estrategas de lae transidonea iberoamericanaa desde el autoritarismo a la democracia, seg(in se infiere de mfiltiples declaraciones politicas y ad is is polito16ghs como los de John H. H e n (1982). Juan J. Linz (19901, Giuaeppe Di Palma (1990), Howard J. Wiarda (1990,1992).

Page 4: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Anuario de h F w W de Derecho

etc., a1 h l de la misma d h d a , el modelo espaiiol serfa eventualmente evocado como una posibilidad aplicable a la Europa del Este. En febrero de 1989 se produce una polbmica en Polonia entre 10s dirigentes de %lidaridad" y el Gobierno, en la que Adam Mi&& destacado intelectual del movimiento anticomunista sefialaba que "Polonia debia descartar el inmovilismo y elegir la via espaiiola hAdn la democracia" ("ABC, Madrid, 10 de febrero de 1989). Algunos meses despubs, coincidiendo con la visita otreial de Felipe Gomilez a 10s Estados Unidos, el presideate George Bush "hizo un tremendo elogio de la Espah actual, joven, dindmica, d e m d t i c a , incorporada a la (YTAN, donde renacen libertad, prosperidad y cultura, ejemplo de transicibn politics para 10s pueblos del Este de Europa y cuantos salen de una dictadura" ("ABC", Madrid, 20, de octubre de 1989).

Lo que expongo a c o n t i n d n son algunas reflexiones, a modo de balance y perspectivas, sobre un cambio politico ("hmitivo perfecto") a la democracia ("pret4rito imperfecto") en Espafia.

Un inteligente Analinta politico de nuestro tiempo, el conde de Marenches, ha sehalado con agudeza que "la diferencia entre un politico y un estadista reside en esto: &lo el estadista encaja las mnlnn noticias. El politico las teme y esto equivale a decir que hay muy poeoe estndistas. Un politico es ante todo un vendedor de buenas noticias. No d si ve la vida rosa, per0 por sus promesas demagbgieas y otras, trata de hacer creer al elector que la vida ee r088" ("!kmtos de Estado", Planeta, Barcelona, 1987, p. 76). Aunque la rosa, aiiado yo, sea a veces roja ...

Pues bien, el punto de vista del polithlogo debe estat, evidentemente, m b cerca del estadista. debe anunciar, como Churchill, si su conciencia se lo dicta, sangre, sudor y Mgrimas-

Page 5: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

2. Balance de la transici6n polftica

Algunos estudiosos italianos de la transici6n espaiiola, como Leonardo Morlino y Mario Caciagli, han propuesto distinguir entre "transiu6n politican y "-6n institucional". Discrepando levemente con 10s criterios de C-li, la transicibn institucional aeria m b facilmente identifiable en tRrminos cronol6gicos: comienza con la Ley de Reforma PoKtica -la "octava ley fundamentaln, s e g h P. Lucas Verdti- ratificada por referendum popular en diciembre de 1976, y concluye con la Constituci6n, ratificada asimismo por referendum popular en diciembre de 1978. De esta forma, coincido con Cotarelo en subrayar m6s bien la distinci6n entre TRANSICI~N y CONSOLIDACI~N, y dar la primera por concluida (Cotarelo, 1992:16-17 y 23). Queda, por supuesto, el problema de precisar 10s matices diferenciales entre lo "poKticon y lo "institucional"; es decir, entre el adhis del proceso de decisi6n poutica, de 10s actores fundamentales y sus actos significativos (el Rey, sus asesores, el Presidente, b s Kderes de la oposicibn reformista ...I y el nnllisis de su implementaci6n, a trav6s de 10s sucesivos consensoa (pofitico, econ6mico-social, constitutional). En este sentido, eI pmfesor Cotarelo nos ofrece una revisitin y sfntesis u t d b h a s de 10s principales modelos de transicibn a la demoeracia l o s de Rustow, de Morlino y de O'Donnell-Schmitter- ad como la original tesia interpretativa del "fraude a la Constituci6nn debida a Kaminis (Cotarelo, 1992.810): las normas que W o r m a n la legitimidad del sistema se hacen fbdamentalmente compatibles con la legalidad-, lo cud, por cierto, ya habian insinuado en Espafia, entre o h , T. Femhdez M . en 1969 cuando invoc6 una estrategia "de la ley a la ley" (Palacio A t d , 1989.28 y 68), y C. Ollero en 1973 d o e d b i 6 que %ria pollticamente irrazonable no deducir que la via del d e m l l o polltico demOaatico que se prevh ha de fundamentame en el ~ ~ ~ t a m i e n t o del orden constitutional del que forma parte el proc&mhto de desarrob por la

Page 6: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Reforma que se preconiza "(citado por M. Pastor en Cotarelo, 1992: 46).

Por su parte, Cotarelo nos propone su propio mode10 de transici6n en SEIS ETAPAS Y TRES CONSENSOS: "Las seis etapas son las siguientes:

1. Existencia de un elemento desencadenante, que configura una crisis de r6gimen.

2. Cambio de paradigma de legitimidad y de sus complejas relaciones con la legalidad.

3. Eliminaci6n del personal polftico anterior y de su simbologia legitimatoria.

4. Primer consenso: acuerdo acerca del pasado.

5. Segundo consenso: establecimiento de normas provisionales para debatir en libertad la 61tima etapa.

6. Tercer consenso: determinaci6n definitiva de las reglas de juego del nuevo rbgimen" (Cotarelo, 1992.11).

La C O M ~ U S ~ ~ ~ , s e g h este autor, es que Espaiia ha alcanzado una democrada "sin duda perfectible", y que "sblamente en un aspeeto no parece haber euejado la situaci6n por entero: en el acomodo del naeionalismo vasco y, en menor medida, del cataMnw (Cotarelo 1992. 22-23). Mi punto de vista es menos optimists, como tratad de mostrar en el siguiente epfgrafe, pero reitero mi acuerdo con la tesis de que "A p e w de todo, damos la t r a~ ic i6n por concluida en E m " (Cotarelo, 1992.23).

El problem8 radica, a mi juicio, en coconfundir la transici6n podtica con la cop~olidaci6n democr$* es decir, que a1 afirmar que la transicibn esM conclufda se idera que lademocraciaestaconsolidada.Sibiilatransicibnhasid0 relativamente ejemplar, la demoaacia no sblo es perfectible,

Page 7: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

sino que, sin catastrofismos, resulta bastante imperfects. Vayamos por partes.

El balance objetivo de la transici6n parece clam, y "relativamente ejemplar" en tkrminos comparados con otras transiciones:

1.- "Cdcter predominantemente politico (protagonismo de los partidos, neutralidad de las Fuerzas Armadas, procesos electorales padficos y violencia mriypinAln (Pastor, 1990): " d c t e r padfico, gradualists y pactado" (Cotarelo, 1992: 3).

2.- "Inteligente y efim actuaci6n de las 6lites pollticas y sociales en la negociaci6n y consecuci6n de consenso" (Pastor, 1990): consenso polftico en 1976 entre el gobierno de Suarez y la oposici6n reformists (Comisi6n de 10s 9 de la "Platajuntam, Ley de Reforma Politics): consenso econ6mico-social en 1977 (Pactos de la Moncloa): consenso constitutional en 1978 (Constituci6n).

3.- "Centripetismo ideol6gico de 10s partidos m& importantesn, pese a "la escasa experiencia democdtica de la sociedad espaiiola" (Pastor, 1990), a6rmaci6n esta filtima en conexi6n con el problem de la cultra polltica que a d h r 6 m6s adelante. Centripetismo ideol6gico que caracteriz6 no sblamente a1 principal partido en la transki611, la Unibn del Centro Demdt ico , sin0 a 10s que, como resultado de las primem e l d o n e s de 1977 y 1979, y desde las elecciones "u5ticasn de 1982, codigumn el sistem de partidos en Espaiia: socialistas y comunistas en la izquietda.. populares, naciodhtae y regiodhtae en la derecha.

4.- "Un destacado rol del Rey, institutional (poder arbitral y moderador, en la acepci6n eMsica de Benjamin Constant) y polStieo (defensor de la

Page 8: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Anluuio de h F a c W & Derecho

Constituci6n, se@ la caracterizaci6n existecial- decisionista de Carl Schmitt)" (Pastor, 1990).

Apoyemos esta afirmaci6n en cuatro cualificadas opiniones, dos politicas y dos acadBmicas:

Alfonso Guerra (Vice-Seeretario General del PSOE y Vice-Presidente del Gobierno) en 1983: "Yo ereo que el Rey tuvo un papel importante en la primera parte de la transici6n, porque a@ no habia un enganche m b fberte contra 10s enemigos de la recuperacibn d e m d t i c a que la figura del Rey" (Cit. por Palacio Atard, 1989: 145).

Ratil Morodo (CatedrAtico de Derecho Constitutional y Embajador de Espafia) en 1984: "La muerte de Franco traslada el centro de poder a la Corona. La voluntad regia, a pesar de las instituciones vigentes, constitub4 asi el eje de Ia tramki6n: no ser6 8610, a partir de ahora, un poder moderador, sin0 ua aglutinante global del proceso y de la d' '6n politica espaiiola. El poder franquista, como poder total, que se servia de las instituciones, dejaba un vado que las instituciones -sin credibiidad y sin operatividad en la soeiedad espaiiola- remitfan, de hecho, a1 poder real. Se manten* como instituciones formales y desde ellas ae M la transici6n, pen, eran incapaces de, por si, neutralizar y subordinar a la Corona" (Morodo, 19M 96).

Adolfo Surirez (Ex-Presidente del Gobierno lider del CDS) en 1985. "El PRINCIPIO IKON QUICO constituy6 la chive hpmacdh

XR ' le para llevar a cabo

la reforma polftica La Corona, pemdicada en nuestro rey Juan Carlos, constituy6 el punto de apoyo i m e l e " (Cit. por Palado Atard, 1989: 144).

Vicente Palacio Atard (Cafeddtico de Historia y miembro de la Real Academia de la Historia), en 1989: "La Corona, como instituci6n capacitada para

Page 9: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

promover el cambio, y el Rey, por su voluntad de llevarlo a efecto. Ad, ha quedado acuiiada la expresi6n EL REY MOTOR DEL CAMBIO, aunque a mi me gusta m8s decir EL REY FACTOR DECISIVO DEL CAMBIOn (Palacio Atard, 1989: 144).

5.- La dialktica reformalruptura, o para u W una terminologia m8s preeisa, segb S. P. Huntington, "tradormation/replacementn, se resolved en el caso espaiiol con el triunfo de la reforma (transformation): "In this case, the elites within an authoritarian system conclude that, for some reasons or another, that system which they have led and presumably benefited form no longer meets their needs or those of their society. They hence take the lead in modifying the existing political system and transforxuing it into a democratic one (...I The transformation process reqbires skilled leadership from and agreement among the elites who are part of that regimen (Huntington, 1984). Tesis que presumiblemente no satisfaga a los dirigentes de la oposici6n antifranquista y que, por el contrario, sitfia en un lugar destacado a las Blites del dgimen autoritario: el Rey Juan Carlos, el Presidente del Gobierno AdoXo Sullrez, el Teniente General Manuel GutiBrrez Mellado, el Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino Torcuato FemAndez Miranda, etc., que toman la iniciativa de la r e f o ~ o m n d 6 n en una comtelaci6n de decisiones estrat6gicaa (Ley de Reforma PoliW, disoluci6n de las Cortes tranquistas, del Movimiento Nacional y de los sindicatos verticales; neutralizacibn de las tuerzas armadas, legdhcibn de los partidog politicos y sindicatos dernoef$W, d m t o electoral y convocatoria de e l d o n e s d e m d t i c a s ...), de tal forma que 10s partidos de la oposicibn "rupturista" tuvieron que aceptar finalmente el marw legal de la reforma diseiiado por las propias 6lites del dgimen, exluyendo

Page 10: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

de sus programas electorales cualquier cuestionamiento de la forma monatquica y unitaria del Estado (Colomer, 1991: 1294).

De esta forma se prod& algo ins6lito y sin precedentes en la historia politics contemporhea: un Rey (Juan Carlos) y su Presidente (Suhz) pasan, sin mayores problemas, de ser jefe de Estado y jefe de Gobierno de un dgimen autoritario (el franquista, hasta el referendum de la Ley de Reforma PoWca en diciembre de 1976) a ser jefe de Estado y jefe de Gobierno de un dgimen demdt ico . Un magdico ejemplo de lo que un polit61ogo espaiiol, en ermines de la teorfa de 10s juegos, ha denominado "el arte de la mnnipulaci6n politican (Colomer, 1990).

3. Perspectivas d e la consolidaci6n d e m d t i c a

Si las teorias sobre la transici6n abundan y son abundantes, resulta mhs diflcil encontrar una cierta precisi6n te6rica acerca de la consolidaci6n.

La tesis comclnmente aceptada sobre la collsolidaci6n d e m d t i c a es la que, siguiendo parcialmente a Morlino, expuso tempranamente JuGgn Santamark "Podria hablarse de consolidaci6n a partir del momento en que el nuevo dgimen consigue d e n t e autonomia frente a 10s poderes de hech0.h ALTERNANCIA em el poder con el eventual triunfo electoral de log 80Ci81ist88 podria constituir, m8s que un indicio, una posibilidad de conseguir esa autonomia si se produce con un amplio respald~ del electorado." (Santamarfa, 1981: 417).

El 28 de &re de 1982, en &&to, se prod& eea posibilidad. Ahora bien, la posibilidad funcional de la alternancia en el poder no es una prueba d e n t e , en este cam, de cop~olidaci6n demodtica, sin0 un gigno evidente de que la bmic i6n ha conduido, por cierto con un desgaste total del partidoaalki6n que la habia pmtagonizado. 0,

Page 11: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Reflexwnes sobre la transicidnpoliticcr ...

dicho de otra manera, la consolidacibn "se abre tras la instauracibn democrhtica, es decir, el punto de partida para la fase de consolidacibn es, generalmente, la aprobacibn de una nueva Constitucibn (...I Una vez comenzado el proceso, no lleva necesariamente a la consolidacibn efectiva del nuevo rhgimen, sino que, por el contrario, el proceso de consolidacibn puede interrumpirse 0, como veremos, dificultarse." Aunque, s e g h este mismo autor reconoce, "La aparicibn de nuevas d c i o n e s sociales dominantes es, en consecuencia, un importante factor en el proceso de consolidacibn del nuevo +en." (RmHguez Diaz, 1989: 42).

Por su parte, J. Santamatia y J. M. Maravall sostend& que la consolidaci6n supone una serie de procesos sustantivos mediante 10s cuales el nuevo dgimen "elimina, reduce a un minima o reabsorve sus iniciales inconsistencias ideolbgiaki e institucionales, atinna su autonomia h n t e a 10s poderes de hecho, en especial las Fuerzas Armadas, moviliza pollticamente a la sociedad civil y desarrolla y mantiene un sistema de partidos relativamente estable y caw de garantizar la gobemabilidad." (Santamarb y Maravall, 1985: 82).

Pero, aparte de que tal hip6tesis no sea m8s que una descripcibn a posteriori de la conguista del poder por el PSOE (al que pertenecen 10s autores citados), a mi juicio, ni la movilizaci6n politic8 de la sociedad civil, ni la estabilidad de un sistema de partidos, ni la gobemabilidad misma, son garantias de consolidaci6n en una demoaacia liberal. Sobre todo, parece incongruente (a1 menos entre 198286) hablar de sistema de partidos relativmente estable cuaedo ee produce el espectacular colapso de la UCD, con la consiguiente desarticulacibn del centroderecha.

TraM, a c o n t i n d n , de exponer en Urminos muy general- 10s problemas del proceao de coxmolidacibn dernocdtica en Espafm desp& de 1978. En mi opinibn, las causas de las ditieultades residirfan en tres gmbitos: 0 el

Page 12: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Anuario de Irr Facultad & Derecho

constitucional; (11) el de la cultura politica; y (111) el del sistema de altemancia.

O Constituci6n NOMINAL

En la conocida clasificaci6n "onto16gican de las constituciones que ha elaborado Karl Loewenstein, s e g h el d c t e r normativo, nominal y semhtico, "Una constituci6n podd ser juridicamente vblida, pen, si la M c a del proceso politico no se adapta a sus normas, la constituci6n carece de realidad existencial. En este caso, cabe &car a dicha instituci6n de NOMINAL (...I Lo que la constituci6n NOMINAL implica es que 10s presupuestos sociales y econ6micos existentes -por ejemplo, la ausencia de educaci6n en general y, en particular, de educaci6n politica, la inexistencia de una clase media independiente y otros factores- en el momento actual operan contra una concordancia absoluta entre las normas constitucionales y las exigencias del proceso del poder. La dtuaci6n, de hecho, impide, o no permite por ahora, la completa integraci6n de las normas constitucionales en la M c a de la vida politican (Loewenstein, 1976: 218). El autor aiiade a esta caracterizacibn una perspectiva esperanzadora que permita en el futuro una correspondencia entre el proceso polftico y el modelo constitucional. En este sentido, la funci6n primaria de la constituci6n NOMINAL es educativa y, particularmente, como indicaba en el texto eitado, de educaci6n politica: ad, la CULTURA POLfnCA, se infiere, es una condici6n para que, a lgh dia la constituci6n sea NORMATIVA. Esto es, cumdo "sus normas dominan el prvceso politico o, a la inversa, el proceso del poder se adapta a las normas de la constituci6n y se somete a ellas. Para war una expresi6n de la vida diaria: la constituci6n es como un traje que sienta bien y que ee lleva realmente." (Loewenstein, 1976: 217).

En el caso de la Constituci6n e o l a de 1978, parece evidente que el trsje tendr6 que colgar durante alg6n tiempo en el armario hasta que el cuerpo national haya crecido. El

Page 13: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

lector inteligente me a h o m que haga alusiones concreteis a personas e instituciones para ilustrar este problenla, pen, me permito llamar la atend6n, como ejemplos llamativos en la vida politica espaiiola, al incumplimiento de las normas constitucionales relativas a la organizaci6n y funcionamiento democr6ticos de 10s partidos politicos, sindicatos y organizaciones profesionales, con 10s concornitantes problemas de la partitocmda, oligarquizac6n y secretismo que degeneran fatalmente en corrupci6n y crisis de legitimidad. Mayor gravedad reviste, a mi juicio, el incumplimiento de la Constituci6n en la posible p e d h c i b n y, en su caso, la ilegalizaci6n de las organizauones que hacen apologia de la violencia (y no s6lo en el caso del terrorismo, sin0 tambi6n en ciertas expresiones de violencia social que acompaiian a las presiones extra-parlamentarias, como sucede, por ejemplo, en la permisividad gubernamental y judicial ante la inconstitucional "huelga generaln, etc.).

(n) Cultura politica FRAGMENTADA

En su m8s reciente aportaci6n te6rica, Phillippe C. Schmitter alude a1 tema que nos ocupa destacando "the most significant issue for contemporary political science: How can democracy be consolidated in the aftermath of the transition from autocratic rule? What are the respective roles of such intermediaries as political parties, interes d t i 0 1 1 s , and social movements in this highly complex (and, in most cases, still undecided) process? To what extent do Werent ways of structuring and governing the process of representation determine what the outcome will be?" (Schmitter, 1992: 423- 424).

SegGn este polit61og0, intuitivamente, la noci6n de consolidaci6n d e m d t i c n parece obvia, Raa un pefiodo de incertidumbre que earacteriza a1 nuem dgimen, d t a necesario transformat las improvisaciones en reglaa y nlinnlaa estables bajo laa cuales log actores puedan competir y eooperar en t&minos predecibles: utilizando un lenguaje g m m c h o , la "guerra de m o ~ n ~ ~ debe dar pam a la

Page 14: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

"guerra de posiciones". Y nos ofiece la siguiente deihici6n: "Consolidation could be dehned as the process of transforming the accidental arrangements, prudential norms, and contingent solutions that have emerged during the transition into relations of cooperation and competition that are reliably practiced, and voluntarily accepted by those persons or collectivities (i.e., politicians and citizens) that participate in democratic governance." (Schmitter, 1992: 424). Aunque nuestro autor no parece simpatizar eon el enfoque de la cultura poutica que adoptaxnos aqd, reconoce que parece prudente asumir que el proceso de coneolidaci6n s e d mucho m& largo que el de la trausid6n, implicando lo que 61 mismo y otros (O'Donnell y Schmitter, 1986; P6rez- Maz, 1987, etc.) han denominado RESURGENCE o retorno de la sociedad civil. En otras palabras, la democracia de 10s partidos politicos debed complementarse con la demonacia de 10s grupos de inteds y de 10s diferentes movimientos sociales, o como a mi particularmente me gustaria expresarlo en una f6rmula sencilla: la cultura politic8 d e m d t i c a debe desplazar a la cultura politic8 partit,ocr&tica.

Volviendo a la realidad espaiiola, me pregunto hasta qu6 punto puede hablarse entre nosotros de cultura polltica d e m d t i c a , y sobre todo de qu6 democracia hablamos. Parece razonable que prescindamos ahora de las especulaciones filos6&cas - e ide016gim ace- de la democracia SUSTANCIAL, y humildemente nos limitemos a la demoaacia INSTR&AL, que es la que en nuestro Ambito cultural e M r i c o representa la democracia liberal. Como Sarbri ha demostrado, la relaci6n que en ella se da entre libertad e igualdad no es reversible: "el ITER PROCEDRdENTAL que vincula 10s dm t&mkm va desde la libertad a la igualdad -y m en sentido inverso, desde la igualdad a la libertad" (Sartori, 1992.39). En este sentido ee puede afirmar que, hist6ricamente, no se ha producido la "supemdin" de la demoaacia liberal, 0, como opinaba

Page 15: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Churchill, sigue siendo el peor de 10s sistemas politicos con la excepci6n de todos 10s demb.

En nuestro refiidero nacional se produjo en 1990 una pequefia pol6mica sobre la cultura y tradicibn d e m d t i c a en Espaiia. De una parte, Victor P6rez-Diaz public6 un estudio en el que, resumiendo, sostenfa que "El &is de la experiencia e w o l a de cambio de legimen politico del autoritarismo a la d e m m c i a revela que la emergencia de una tradici6n politica liberal d e m d t i c a es un factor crucial para la consolidaci6n de la democracia. Aunque esta tradici6n liberal d e m d t i c a emergente tiene sus raices en procesos espontbeos de cambio cultural e institutional que tuvieron lugar en la esfera de la sociedad civil en 10s aiios cincuenta y sesenta, es tambihn, en buena medida, una tradici6n INVENTADA en la democracia." (P6rez-Diaz, 1990: 46).

La respuesta, por parte de un destacado intelectual de la izquierda, no se hizo esperar: "En sus argumentos centrales, el planteamiento de V. P6rez-Diaz no represents una sorpresa. Habia antecedentes, como la reconstrucci6n conservadora que del fhquismo hizo Stanley G. Payne, o el discurso criptico-imaginative del tambi6n soci6logo Carlos Moya en torno a la formaci6n del poder franquista (...) Lo que ocurre es que una cosa es inventar la tradicibn, y otra, bien diferente, inventar la historia (...I Lo eseneial es recordar que la tradici6n d e m d t i c a no es nueva en Espaih. Fue borrada por el franquismo, pen, existi6 con fuerza antes de 1936. No hay que inventarla (...) Exaltaci6n de la demoaacia frente a1 franquismo, pen, olvido de aquellas organhciones que efdvamente lucharon contra el dictador. Reconocimiento vergonzante en un Ortega euyas frustradones y d e r i w ee hace necesario d tar . " (Antonio Elorza, "La invePci6n de la historia". EL PA&, Madrid, 3 de julio de 1990). A la espera de una r e c o ~ 6 n "pqm+taa del h q u b m o , y con 10s precedentes ya conocidos del discurso aiptico-revolucionario mbre la "tradici6n demodtiea" espaf~ola anterior a 1936

Page 16: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

(incluidos 10s juicios hist6ricos sobre el "fiacaso" de la visi6n de Ortega en comparaci6n con la visidn iluminadora y 10s 6xitos del comunismo y del eumcomunismo), seguimos pensando que es preferible la demomacia liberal a la d e m m c i a popular.

Porque lo interesante, a mi juieio, de la tesis de P6rez- Maz, independientemente de algunas valoraciones hist6ricas cuestionables, es que se refiere a la cultura polttica de una democracia liberal. La pequefia pol6mica aqui resefiada ilustra perfktamente el tip de cultura politica FRAGMENTADA que caraeteriza a la democracia espaiiola.

En una celebre conferencia celebrada en 1955 en la Universidad de Princeton, Gabriel A. Almond present6 una ponencia titulada THE COMPARATIVE METHOD IN THE STUDY OF POLITICS, en la que introdqjo por primera vez el concept0 de cultura polltica, inspkbdose en los trabajos de Weber, Parsons y Shils. Se trataba, s e g h sus palabras, de perfeccionar categorias residuales como "costumbresn y "car&er" nacionales, en un metodo de explicaci6n de porqu6 instituciones formalmente airnilares operan de formas radicalmente diferentes o porque algunas instituciones resultaban aimplemente h&milables en diferentes sociedades politicas (Almond, 1970: 19). Pwteriomente, otros hbqjos del propio Almond, Verba y Pye, han perfeccionado el concepto. Pye, en patticular, ha propuesto una defbki6n de cultura politica como "el codunto de actividades, creencias y sentimientos que ordenan y dan eigniticado a un proceso politico y que proporcionan los supmstoa y normas fundamntales que gobiernan el comportamiento en el sistema politico. La cultura polftica abarca, a la vez, 10s ideales politbm y las normas de aetuacibn de una comunidad politica " Pye, 1974: 323). En la poneneia de Almond, que public6 en forma de artfculo con el tftulo "Comparative Political Systems" (The Journal of Politics, August, 1956), nos describe las

Page 17: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

caracteristicas fundamentales de una cultura polftica en la democracia liberal de tipo anglo-americano, que nos puede resultar dtil para contrastar con la cultura polltica de la demomacia espaiiola. Segtin Almond, las democracias consolidadas de tipo anglo-americano se caraderizan por una cultura polftica homoghnea y secular "By a secular political culture I mean a multi-valued political culture, a rationalcalculating, baqammg . . , and experimental political culture. It is homogeneous culture in the sense that there is a sharing of political ends and means (...) Finally, because the political culture tends to be homogeneous and pragmatic, it takes on some of the atmosphere of a game. A game is good game when the outcome is in doubt and when the stakes are not too high. When the stakes are too high, the tone changes from excitement to anxiety" (Almond, 1970: 37-38). La estructura de 10s roles en este tip de demomacia es altamente diferenciada, d e s t a , organizada, con alto grado de estabilidad en las funciones y con amplia difusi6n del poder y la influencia: las distintas instituciones sociales - agencias gubemamentales, partidos politicos* grupos de presi6n y asociaciones voluntarias, medios de comunicaci6n y cualquier otra estructva de opini6n ptiblica- buscan objetivos e s p e u a h d . . 0s y desempeimn funciones especkbadas en el sistema. La mayor park de 10s intereses potenciales estan organizados convenientemente, las burocracias funcionan como buroerabas, el ej6rcito como q6rcito, el parlamento como parkmento, los sindicatos como sindicatos, etc. "Thh is another way of saying that the political division of labor is more complex, more explicit, and more stable." (Almond, 1970: 39). Por el contrario, las nuevas democmias eurapeas, como la es@ola, se caracterizan por lo que Almond describla como cultura politica FRAGMENTADA: esto es, la existenda de sub- culturas politicas de tip pre-industrial y eat6lie0, de vieja clase media, y de tip propiamente industrial, que produce, asimismo, una fragmentaci6n ideo16gica que imposibilita o d&ulta enormemente el acuemlo mbre medios y hes, el

Page 18: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

modelo de sociedad (eoon6mico-polftico). "The organized political manifestation of this fragmented political culture take the form of MOVEMENTS or sects, rather than of political parties. This means that political aflilktion is more of an act of faith than of agency. Perhaps the most pronounced charactehtk of the political Ale structure in these areas is what one might call a general alienation h m the political marketn (Almond, 1970: 47). El tipo de actor polftieo en esta cultura es el militante, eonfinado en su p a r t h h subcultura polftica, eon etectofl iamovihtas y preponderancia de decieiones b d t h s . Del adlisis de Almond se infiere que el u?sarismo, de rafces populistas o donal i s tas , constituye una tentacibn permanente, eon evidentes riesgos autoritarios.

Page 19: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

0 La alternancia de gobierno

Si bien es dificil atribuir, como hace el profesor Aranguren, el desencanto a1 consenso, por su espiritu eclktico de pacto o transacci6n, resulta por el contrario muy fkil estar de acuerdo con sus palabras: "... Me parece censurable, desde un punto de vista aubhticamente democrBtico, cuando menos, lo siguiente: la inercia de una inerte democracia, m8s constituida que siempre constituyente; el ejercicio burocratizado, con pretensiones tecnol6gicas, del Poder; la ausencia de creatividad polltica en el plano international de la Comunidad Europea (...I el creciente presidencialismo del Ejecutivo y el creciente corporativismo de 10s partidos y, en especial, del gobernante, con su rigida disciplina, que anula la deseable demoeracia interna en ellos (..) La actitud, en el estado de gnimo del desencantado, era la de que, por prosaicas que parezcan, hay cosas que hacer. Era pues una moral desilusionada, si, pero posiblemente eficiente. La desmoralizaci6n es el falante de quien piensa o siente que no hay altemativa, que no hay, politicamente, nada que hacer." (L6pez Aranguren, 1990:4).

Supongo que no es precis0 demostrar que la posibilidad de alternativa es una condici6n necesaria de todo sistema demdt i co . El problema radiea en si la democracia liberal debe tolerar los medios de su propia destrwcibn, y en este sentido, mfis que de altemativa al -en habria que hablar de ALTERNANCIA en el gobiem. Los programas ideol6gicos y politicos del PSOE antes de 1982, es preciao recordarlo, en gran medida propodan una altemativa al dgirnen d e m d t i c o liberal m4s que una altemancia en el gobierno. Echo sea en su honor, los dirigentes mciabtas han sabido moderar eus aspiracionea, y su inteligente centripetismo les ha permitido ocupar plenamente el espacb electoral centro-izquierda del sistema, aunque con un partido excesivamente anticuado en su emtilo y tics ideol6gico-burodticos, que responde m8s bien al tipo de lo que Almond caracteriza como "movimientow o "mela", por el

Page 20: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

cardcter "militante" de sus miembros, la s u h d t u r a en que esten sumergidos, y la alienaci6n respedo al mercado politico de intereses en una sociedad civil pluralists como la espaiiola.

Ahora bien, la altemancia en el gobierno no 8610 tiene que ser posible, sin0 tambi6n plausible. Si lo posible es el aspectn cuantitativo de las m t e d t i c a s electorales, lo plausible es lo cualitativo de la cultura polltica. Sin m8s rodeos: es lo admisible, y no todo lo que es posible resulta admisible. En polttica, como es sabido (aunque conviene recordarlo), no existe un centro geom6trico. Existen un centro-izquierda y un centroderecha, como espacios politicos, que constituyen las bicas altemativas (de gobierno) plausibles en un sistema demdtko-liberal. El centro-izquierda en Espaiia, ya lo hemos dicho, lo ocupa ideol6gica y electoralmente el PSOE, con un 39,s por ciento de 10s vobs en las Clltimnn elecciones generales (1989). Lo que se sitfia a la izquierda del PSOE, como en la extrema derecha, nos guste o no, no son altemativas plausibles de gobierno mientras no acepten 10s lfmites de la democracia liberal, o lo que Bobbio, en relaci6n a las izquierdas comunistas o eu~comunistas, defmi6 como el COMPROMISO SOCIALDEM~CRATA: la aceptaci6n, por parte del movimiento obrero, del sistema capitalists, con la condici6n de que h t e acepte la democracia. Por esta raz6n no existe en E m una alternativa de izquierdas a1 PSOE. Existe, si, una representaci6n legitima, testimonial y critica en el parlamento. Pero eso no es una altemativa de gobierno.

Por tanto, la bica altemativa posible y plausible es la de centroderecha. El problem es el de su articulaci6n, que M c a m e n t e se prod& por la unibn, codederaci6n 0,

como minima, una d c i 6 n electoral. El 44,s por ciento del electorado -01 ( i n d m m8s si se reduce la abstenci6n) esta reclamando de 10s mtiltiples partidm y "sectas" del centroderecha que superen la fingmentacidn del espacio electoral y superando saiminmn sus interesea ego- y

Page 21: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

particularistas, articulen una inteligente y democrdtica altemativa de gobierno(*).

Para terminar estas reflexiones, me parece oportuno recordar las palabras de un autor que fue el primero, y muy tempranamente, en 1972, en prever con inteligencia y agudeza c6mo iba a t r e la transici6n polltica y en qu4 grminos deberia plantearse la consolidaci6n democrdtica: "Mi opini6n, con todos 10s respetos para todo el mundo, esta a favor del reformismo en la legalidad (...I hay una distinci6n que parece conveniente establecer: la distinci6n entre lo que es etapa y lo que es meta, lo que es ma1 menor y conquista defhitiva, lo que admitimos y lo que defendemos (...I posibilismo, tan lejos como sea posible sin pasarse de la raya; pues si se pasa de la raya la presi6n resulta contraproducente y se pierde el terreno ganado. El sistema no se mueve si no lo presionan, pero si lo presionan demasiado se cierra sobre si mismo (...) es evidente que la legalidad es absorbente y parahadora, pen, la ilegalidad es esterilizadora." (San Miguel, 1981: 50-53).

Aunque sus palabras se aplicaban a1 sistema franquista en su fase terminal, el sentido es el mismo para la actual etapa de consolidaci6n de la demoeracia en Espaiia.

Concluyendo, la consolidaci6n d e m d t i c a en E m s e d un hecho cuando la legalidad constitutional sea nomtiva , cuando nuestra cultura polltica sea homogbeamente demdtica-liberal, y cuando el sistema de altemcia en el gobierno funcione normalmente, en congruencia con los programas ideol6gim y polStic08 de 10s p t idos , y 6~t08 representen realmente los intereses y aspiraciones de BUS electores, y no solo los de sus dirigentes.

(*) Evidentemente estas notas heron escritas antes de las elecciones generales de junio de 1993. Segb 10s resultado8 de bstas, el voto de centmizquierda r e d o por el PSOE ha decrecido (38,6 por ciento) y el

Page 22: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Anuario de la Facultad de Derecho

Colomer, J. M., 1990

Colomer, J. M., 1991

de centro-derecha, fragmentado, ha aumentado (en torno a1 46-47 por uento).

Autore8 citados en el text0

Almond, G. A., 1970 POLlTICAL D E W LOPEMENT. E S SAYS IN HEURIS TIC THEORY. Little, Brown and Company, Boston.

EL ARTE DE LA M A N I P U L A C I ~ N P O m C A Anagra- ma, Barcelona.

TRANSITIONS BY AGREEMENT. MO- DELING THE SPA- NISH WAY. 'The American Political Science Review", N.O 4. December.

Cotarelo, R., (Comp.)1992 TRANSICI~N POL^- TICA Y CONSOLI- DACI~N DEMO- CR~~"ICA EN ESPA- RA Centro de Inves- tigaciones Sociol6gi- cas, Madrid.

Elorza, A , 1990 LA INVENCI~N DE LA MSrORI.4. "El Pais", Madrid, 3 de junio.

Garda San Miguel, L, 1981 TEOR~A DE LA TRANSICI6N. Ed. National, Madrid.

Page 23: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Morodo, R., 1984

Palado Atard, V., 1990

Pastor. M. 1990

P&ez-Maz, V., 1990

Huntington, S. P., 1984 WILL MORE COUN- TRrES BECOME DEMOCRATIC? "Po- litical Science Quar- terly", New York, Summer.

Loewenstein, K., 1976 TEOItf. DE LA CONSTITUCI~N. Ariel, Barcelona.

Mpez Aranguren, J. L., 1990 MORAL E S P ~ ~ O . L A DE LA DEMO. CRACIA 1976-1990. Claves, N." 3. Ma- drid, Junio.

LA TRANSICI~N POLfTICA. Tecnos, Madrid.

JUAN CARLOS I Y EL ADVENIMIEN- TO DE LA DEMO- CRACIA. Espasa- Calpe, Madrid.

LA ALTERNATIVA POSIBLE Y PLAU- SIBLE. "El Mepen- diente", Madrid, 2 de marzo.

THE EMERGENCE OF DEMOCRATIC SPAIN AND THE INVENTION OF A D E M O C R A T I C TRADITION. Wor- king Papers. Centro

Page 24: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Pye, L. W., 1974

&-tori, G., 1992

de Estudios avanza- dos en Ciencias So- ciales, Madrid.

CULTURA porn- CA. Enciclopedia In- temacional de las Ciencias Sociales. Vol. 3. Aguilar, Ma- drid.

Rodriguez Diaz, A., 1989 TRANSICI~N ~ 0 L f - TICA Y CONSOLI- D A C I ~ N CONSTI- TUCIONAL DE LOS PARnDOS porn- COS. Centro de Estu- dios Constituciona- les, Madrid.

Santnmnrin, J., (comp), 1981 TRANSICI~N A LA DEMOCRACIA EN EL SUR DE EURO- PA Y AM&RICA LA- TINA. Centro de In- vestigaciones Socio- 16gicas. Madrid.

Santamarh, J., Maravall, J. M., 1985 CRISIS DEL FRAN- QUISMO, TRANSI- CI6N POLfuCA Y CONSOLIDACI~N DE LA DEMOCRA- CIA EN ESPmA. Sistema, Na. 68-69, Madrid.

ET.EMF.NMS DE TEOR~A P O ~ C A

Page 25: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA

Alianza Univerddad, Madrid.

Schmitter, P. C., 1992 THE CONSOLIDA- TION OF DEMO- CRACY AND RE- PRESENTATION OF SOCIAL GROUPS, in Lany Diamond and Gary Marks, eds. "Compa- rative Perspectives on Democracy. Es- says in Honor of Sey- mour Martin Lipsetn. Special Issue of "American Behavio- ral Scientistn, 4 6 , MarchJune, New- bury, California.

Page 26: LA Y LA CONSOLIDACI~N DEMOCRATICA