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    Julio Verne

    LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DAS

    En el ao 1872, la casa nmero 7 de Saville-Row, Burlington Gardens --donde muriSheridan en 1814- estaba habitada por Phileas Fogg, quien a pesar de que pareca habertomado el partido de no hacer nada que pudiese llamar la atencin, era uno de losmiembros ms notables y singulares del ReformClub de Londres.

    Por consiguiente, Phileas Fogg, personaje enigmtico y del cual slo se saba que eraun hombre muy galante y de los ms cumplidos gentlemen de la alta sociedad inglesa,suceda a uno de los ms grandes oradores que honran a Inglaterra.

    Decase que se daba un aire a lo Byron -su cabeza, se entiende, porque, en cuanto a lospies, no tena defecto alguno-, pero a un Byron de bigote y pastillas, a un Byronimpasible, que hubiera vivido mil aos sin envejecer.

    Phileas Fogg, era ingls de pura cepa; pero quizs no haba nacido en Londres. Jamsse le haba visto en la Bolsa ni en el Banco, ni en ninguno de los despachos mercantilesde la City. Ni las drsenas ni los docks de Londres recibieron nunca un navo cuyoarmador fuese Phileas Fogg. Este gentleman no figuraba en ningn comit deadministracin. Su nombre nunca se haba odo en un colegio de abogados, ni de enGray's Inn. Nunca inform en la Audiencia del canciller, ni en el Banco de la Reina, ni enel Echequer, ni en los Tribunales Eclesisticos. No era ni industrial, ni negociante, ni

    mercader, ni agricultor. No formaba parte ni del InstitutoReal de la Gran Bretaa ni delInstituto de Londres, ni delInstitutode los Artistas, ni delInstituto Russel, ni delInstitutoLiterario del Oeste, ni delInstituto de Derecho, ni de ese Instituto de las Ciencias y lasArtes Reunidas que est colocado bajo la proteccin de Su Graciosa Majestad. En fin, noperteneca a ninguna de las numerosas Sociedades que pueblan la capital de Inglaterra,desde la Sociedad de la Armnica hasta la Sociedad Entoniolgica, fundadaprincipalmente con el fin de destruir los insectos nocivos.

    Phileas Fogg era miembro del Reform-Club, y nada ms.Al que hubiese extraado que un gentleman tan misterioso alternase con los miembros

    de esta digna asociacin, se le podra haber respondido que entr en ella recomendadopor los seores Baring Hermanos. De aqu cierta reputacin debida a la regularidad con

    que sus cheques eran pagados a la vista por el saldo de su cuenta corriente,invariablemente acreedor.

    Era rico Phileas Fogg? Indudablemente. Cmo haba realizado su fortuna, es lo que losmejor informados no podan decir, y para saberlo, el ltimo a quien convena dirigirse eramster Fogg. En todo caso, aun cuando no se prodigaba mucho, no era tampoco avaro,porque en cualquier parte donde faltase auxilio para una cosa noble, til o generosa, solaprestarlo con sigilo y hasta con el velo del annimo.

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    En suma, encontrar algo que fuese menos comunicativo que este gentleman, era cosadifcil. Hablaba lo menos posible y pareca tanto ms misterioso cuanto ms silenciosoera. Llevaba su vida al da; pero lo que haca era siempre lo mismo, de tan matemticomodo, que la imaginacin descontenta buscaba algo ms all.

    Haba viajado? Era probable, porque posea el inapamundi mejor que nadie. No haba

    sitio, por oculto que pudiera hallarse del que no pareciese tener un especial conocimiento.A veces, pero siempre en pocas breves y claras palabras, rectificaba los mil propsitosfalsos que solan circular en el club acerca de viajeros perdidos o extraviados, indicabalas probabilidades que tenan mayores visos de realidad y a menudo, sus palabrasparecan haberse inspirado en una doble vista; de tal manera el suceso acababa siemprepor justificarlas. Era un hombre que deba haber viajado por todas partes, a lo menos, dememoria.

    Lo cierto era que desde haca largos aos Phileas Fogg no haba dejado Londres. Losque tenan el honor de conocerle ms a fondo que los dems, atestiguaban que--excepcin hecha del camino diariamente recorrido por l desde su casa al club- nadiepoda pretender haberio visto en otra parte. Era su nico pasatiempo leer los peridicos y

    jugar al whist. Sola ganar a ese silencioso juego, tan apropiado a su natural, pero susbeneficios nunca entraban en su bolsillo, que figuraban por una suma respetable en supresupuesto de caridad. Por lo dems -bueno es consignarlo-, mster Fogg, evidentementejugaba por jugar, no por ganar. Para l, el juego era un combate, una lucha contra unadificultad; pero lucha sin movimiento y sin fatigas, condiciones ambas que convenanmucho a su carcter.Nadie saba que tuviese mujer ni hijos -cosa que puede suceder a la persona ms

    decente del mundo-, ni parientes ni amigos -lo cual era en verdad algo ms extrao-.Phileas Fogg viva solo en su casa de Saville-Row, donde nadie penetraba. Un criadonico le bastaba para su servicio. Almorzando y comiendo en el club a horascronomtricamente determinadas, en el mismo comedor, en la misma mesa, sin tratarsenunca con sus colegas, sin convidar jams a ningn extrao, slo volva a su casa paraacostarse a la media noche exacta, sin hacer uso en ninguna ocasin de los cmodosdormitorios que el Reform-Club pone a disposicin de los miembros del crculo. De lasveinticuatro horas del da, pasaba diez en su casa, que dedicaba al sueo o al tocador.Cuando paseaba, era invariablemente y con paso igual, por el vestbulo que tenamosaicos de madera en el pavimento, o por la galera circular coronada por una medianaranja con vidrieras azules que sostenan veinte columnas jnicas de prfido rosa,Cuando almorzaba o coma, las cocinas, la repostera, la despensa, la pescadera y lalechera del club eran las que con sus suculentas reservas provean su mesa; loscamareros del club, graves personas vestidas de negro y calzados con zapatos de suela defieltro, eran quienes le servan en una vajilla especial y sobre admirables manteles delienzo sajn; la cristalera o molde perdido del club era la que contena su sherry, suoporto o su clarete mezclado con canela, capilaria o cinamomo; en fin, el hielo del club-hielo trado de los lagos de Amrica a costa de grandes desembolsos-, conservaba susbebidas en un satisfactorio estado de frialdad.

    Si vivir en semejantes condiciones es lo que se llama ser excntrico, preciso es convenirque algo tiene de bueno la excentricidad.

    La casa en Saville-Row, sin ser suntuosa, se recomendaba por su gran comodidad. Porlo dems, con los hbitos invariables del inquilino, el servicio no era penoso. Sin

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    embargo, Phileas Fogg exiga de su nico criado una regularidad y una puntualidadextraordinarias. Aquel mismo da, 2 de octubre, Phileas Fogg haba despedido a JamesFoster, por el enorme delito de haberle llevado el agua para afeitarse a 84 gradosFahrenheit en vez de 85, y esperaba a su sucesor, que deba presentarse entre once y oncey media.

    Phileas Fogg, rectamente sentado en su butaca, los pies juntos como los de los soldadosen formacin, las manos sobre las rodillas, el cuerpo derecho, la cabeza erguida, veagirar el minutero del reloj, complicado aparato que sealaba las horas, los minutos, lossegundos, los das y aos. Al dar las once y media, mister Fogg, segn su costumbrediaria deba salir de su casa para ir al Reform-Club.

    En aquel momento llamaron a la puerta de la habitacin que ocupaba Phileas Fogg.El despedido James Foster apareci y dijo:-El nuevo criado.Un mozo de unos 30 aos se dej ver y salud.-Sois francs y os llamis John? -Le pregunt Phileas Fogg.-Juan, si el seor no lo lleva a mal -respondi el recin venido-. Juan Picaporte, apodo

    que me ha quedado y que justificaba mi natural aptitud para salir de todo apuro, Creo serhonrado, aunque, a decir verdad, he tenido varios oficios. He sido cantor ambulante, hesido artista de circo donde daba el salto como Leotard y bailaba en la cuerda comoBlondn; luego, al fin de hacer ms tiles mis servicios, he llegado a profesor degimnasia, y por ltimo, era sargento de bomberos en Pars, y an tengo en mi hoja deservicios algunos incendios notables. Pero hace cinco aos que he abandonado la Francia,y queriendo experimentar la vida domstica soy ayuda de cmara en Inglaterra. Yhallndome desacomodado y habiendo sabido que el seor Phileas Fogg era el hombrems exacto y sedentario del Reino Unido, me he presentado en casa del seor, esperandovivir con tranquilidad y olvidar hasta el apodo de Picaporte.

    -Picaporte me conviene -respondi el gentiemen-. Me habis sido recomendado. Tengobuenos informes sobre vuestra conducta. Conocis mis condiciones?

    -S, seor.-Bien. Qu hora tenis?-Las once y veintids -respondi Picaporte, sacando de las profundidades del bolsillo

    de su chaleco un enorme reloj de plata.-Vais atrasado.-Perdneme el seor, pero es imposible.-Vais cuatro minutos atrasado. No importa. Basta con hacer constar la diferencia.

    Conque desde este momento, las once y veintinueve de la maana, hoy mircoles 2 deoctubre de 1872, entris a mi servicio.

    Dicho esto, Phi leas Fogg se levant, tom su sombrero con la mano izquierda, locoloc en su cabeza mediante un movimiento automtico, y desapareci sin decir palabra.

    Picaporte oy por primera vez el ruido de la puerta que se cerraba; era su nuevo amoque sala; luego, escuch por segunda vez el mismo ruido; era James Foster que semarchaba tambin.

    Picaporte se qued solo en la casa de SavilleRow.

    II

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    -A fe ma -deca para s Picaporte algo aturdido al principio-, he conocido en casa demadame Tussaud personajes de tanta vida como mi nuevo amo. Conviene advertir quelos personajes de madame

    Tussaud son unas figuras de cera muy visitadas, y a las cuales verdaderamente no lesfalta ms que hablar.

    Durante los cortos instantes en que pudo entrevera Phileas Fogg, Picaporte haba examinado rpida pero cuidadosamente a su amofuturo. Era un hombre que poda tener unos cuarenta aos, de figura noble y arrogante,alto de estatura, sin que lo afease cierta ligera obesidad, de pelo rubio, frente tersa y sinseal de arrugas en las sienes, rostro ms bien plido que sonrosado, dentaduramagnfica. Pareca poseer en el ms alto grado eso que los fisonomistas llaman "el reposoen la accin" facultad comn a todos los que hacen ms trabajo que ruido. Sereno,flemtico, pura la mirada, inmvil el prpado, era el tipo acabado de esos ingleses desangre fra que suelen encontrarse a menudo en el Reino Unido, y cuya actitud algoacadmica ha sido tan maravillosamente reproducida por el pincel de AnglicaKauffmann. Visto en los diferentes actos de su existencia, este gentleman despertaba la

    idea de un ser bien equilibrado en todas sus partes, proporcionado con precisin, y tanexacto como un cronmetro de Leroy o de Bamshaw. Porque, en efecto, Phileas Fogg erala exactitud personificada, lo que se vea claramente en la "expresin de sus pies y de susmanos", pues que en el hombre, as como en los animales, los miembros mismos sonorganos expresivos de las pasiones.

    Phileas Fogg era de aquellas personas matemticamente exactas que nunca precipitadasy siempre dispuestas, economizan sus pasos y sus movimientos. Atajando siempre, nuncadaba un paso de ms. No perda una mirada dirigindola al techo. No se permita ningngesto superfluo. Jams se le vio ni conmovido ni alterado. Era el hombre menosapresurado del mundo, pero siempre llegaba a tiempo. Pero, desde luego, se comprenderque tena que vivir solo y, por decirlo as, aislado de toda relacin social. Saba que en lavida hay que dedicar mucho al rozamiento, y como el rozamiento entorpece, no se rozabacon nadie.

    En cuanto a Juan, alias Picaporte, verdadero parisiense de Pars, durante los cinco aosque haba habitado en Inglaterra desempeando la profesin de ayuda de cmara, en vanohaba tratado de hallar un amo a quien poder tomar cario.

    Picaporte no era, por cierto, uno de esos Frontines o Mascarillos, que, altos los hombrosy la cabeza, descarado y seco al mirar, no son ms que unos bellacos insolentes; no.Picaporte era un guapo chico de amable fisonoma y labios salientes, dispuesto siempre asaborear o a acariciar; un ser apacible y servicial, con una de esas cabezas redondas ybonachonas que siempre gusta encontrar en los hombros de un amigo. Tena azules losojos, animado el color, la cara suficientemente gruesa para que pudieran verse susmismos pmulos, ancho el pecho, fuertes las caderas, vigorosa la musculatura, y con unafuerza herclea que los ejercicios de su juventud haban desarrollado admirablemente.Sus cabellos castaos estaban algo enredados. Si los antiguos escultores conocandieciocho modos distintos de arreglar la cabeza de Minerva, Picaporte, para componer lasuya, slo conoca uno: con tres pases de batidor estaba peinado.

    Decir si el genio expansivo de este muchacho poda avenirse con el de Phileas Fogg, escosa que prohibe la prudencia elemental. Sera Picaporte ese criado exacto hasta laprecisin que convena a su dueo? La prctica lo demostrara. Despus de haber tenido,

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    como ya es sabido, una juventud algo vagabunda, aspiraba al reposo. Haba odo ensalzarel metodismo ingls y la proverbial frialdad de los gentlemen, y se fue a buscar fortuna aInglaterra. Pero hasta entonces la fortuna le haba sido adversa. En ninguna parte pudoechar races. Estuvo en diez casas, y en todas ellas los amos eran caprichosos, desiguales,amigos de correr aventuras o de recorrer paises, cosas todas ellas que ya no podan

    convenir a Picaporte. Su ltimo seor, el joven lord Longsferry, miembro del Parlamentodespus de pasar las noches en los "oystersrooms" de Hay-Marquet, volva a su casa muya menudo sobre los hombros de los "policemen." Queriendo Picaporte ante todo respetara su amo, arriesg algunas observaciones respetuosas que fueron mal recibidas, y rompi.Supo en el nterin que Phileas Fogg buscaba criado y tom infon-nes acerca de estecaballero. Un personaje cuya existencia era tan regular, que no dorma fuera de casa, queno viajaba, que nunca, ni un da siquiera, se ausentaba, no poda sino convenirle. Sepresent y fue admitido en las circunstancias ya conocidas.

    Picaporte, a las once y media dadas, se hallaba solo en la casa de Sara, se ausentaba, nopoda sino considerarla recorriendo desde la cueva al tejado; y esta casa limpia, arreglada,severa, puritana, bien organizada para el servicio, le gust. Le produjo la impresin de

    una cscara de caracol alumbrada y calentada con gas, porque el hidrgeno carburadobastaba para todas las necesidades de luz y calor. Picaporte hall sin gran trabajo en elpiso segundo el cuarto que le estaba destinado. Le convino. Timbres elctricos y tubosacsticos le ponan en comunicacin con los aposentos del entresuelo y del principal.Encima de la chimenea haba un reloj elctrico en correspondencia con el que tenaPhileas Fogg en su dormitorio, y de esta manera ambos aparatos marcaban el mismosegundo en igual momento.

    -No me disgusta, no me disgusta --deca para s Picaporte.Advirti adems en su cuarto una nota colocada encima del reloj. Era el programa del

    servicio diario. Comprenda --desde las ocho de la maana, hora reglamentaria en que selevantaba Phileas Fogg, hasta las once y media en que dejaba su casa para ir a almorzar alReform-Club- todas las minuciosidades del servicio, el t y los picatostes de las ocho yveintitrs, el agua caliente para afeitarse de las nueve y treinta y siete, el peinado de lasdiez menos veinte, etc. A continuacin, desde las once de la noche -instantes en que seacostaba el metdico gentieman- todo estaba anotado, previsto, regularizado. Picaportepas un rato feliz meditando este programa y grabando en su espritu los diversosartculos que contena.

    En cuanto al guardarropa del seor, estaba perfectamente irreglado y maravillosamentecomprendido. Cada pantaln, levita o chaleco tena su nmero de orden, reproducido enun libro de entrada y salida, que indicaba la fecha en que, segn la estacin, cada prendadeba ser llevada; reglamentacin que se haca extensiva al calzado.

    Finalmente, anunciaba un apacible desahogo en esta casa de Saville-Row ---casa quedeba haber sido el templo del desorden en la poca del ilustre pero crapuloso Sheridan-la delicadeza con que estaba amueblada. No haba ni biblioteca ni libros que hubieransido intiles para mster Fogg, puesto que el Reform-Club pona a su disposicin dosbibliotecas, consagradas una a la literatura, y otra al derecho y a la poltica. En eldormitorio haba una arca de hierro de tamao regular, cuya especial construccin lapona fuera del alcance de los peligros de incendio y robo. No se vea en la casa ni armasni otros utensilios de caza ni de guerra. Todo indicaba los hbitos mas pacficos.

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    -El "Morning Chronicle", asegura que es un gentlemen.El que daba esta respuesta, no era otro que Phileas Fogg, cuya cabeza descollaba

    entonces entre aquel mar de papel amontonado a su alrededor. Al mismo tiempo, PhileasFogg salud a sus compaeros, que le devolvieron la cortesa.

    El suceso de que se trataba, y sobre el cual los diferentes peridicos del Reino Unido

    discutan acaloradamente, se haba realizado tres das antes, el 29 de septiembre. Unlegajo de billetes de banco que formaba la enorme cantidad de cincuenta y cinco millibras, haba sido sustrado de la mesa del cajero principal del Banco de Inglaterra.

    -A los que se admiraban de que un robo tan considerable hubiera podido realizarse conesa facilidad, el subgobemador Gualterio Ralph se limitaba a responder que en aquelmismo momento el cajero se ocupaba en el asiento de una entrada de tres chelines seispeniques, y que no se puede atender a todo.

    Pero conviene hacer observar aqu -y esto da ms fcil explicacin al hecho- que elBanco de Inglaterra parece que se desvive por demostrar al pblico la alta idea que tienede su dignidad. Ni hay guardianes, ni ordenanzas, ni redes de alambre. El oro, la plata, losbilletes, estn expuestos libremente, y, por decirlo as, a disposicin del primero que

    llegue. En efecto, sera indigno sospechar en lo mnimo acerca de la caballerosidad decualquier transente. Tanto es as, que hasta se llega a referir el siguiente hecho por unode los ms notables observadores de las costumbres inglesas: En una de las salas delBanco en que se encontraba un da, tuvo curiosidad por ver de cerca una barra de oro desiete a ocho libras de peso que se encontraba expuesta en la mesa del cajero; parasatisfacer aquel deseo, tom la barra, la examin, se la dio a su vecino, ste a otro, y as,pasando de mano en mano, la barra lleg hasta el final de un pasillo obscuro, tardandomedia hora en volver a su sitio primitivo, sin que durante este tiempo el cliero hubieralevantado siquiera la cabeza.

    Sin embargo el 29 de septiembre las cosas no sucedieron completamente del mismomodo. El legajo de billetes de banco no volvi, y cuando el magnfico reloj colocadoencima del "drawing office" dio las cinco, la hora en que deba cerrarse el despacho, elBanco d Inglaterra no tena mas que recursos que asentar cincuenta y cinco mil libras enla cuenta de ganancias y de prdidas.

    Una vez reconocido el robo con toda formalidad, agentes "detectives" elegidos entre losms hbiles, fueron enviados a las puertos principales, a Liverpool a Glasgow, a Brindisi,a Nueva York, etc. , bajo la promesa, en caso de xito, de una prima de dos mil libras y elcinco por ciento de la suma que se recobrase. La misin de estos inspectores se reduca aobservar escrupulosamente a todos los viajeros que se iban o que llegaban, hasta adquirirlas noticias que pudieran suministrar las indagaciones inmediatamente emprendidas.

    Y precisamente, segn lo deca "Moming Chronicle", haba motivos para suponer queel autor del robo no formaba parte de ninguna de las sociedades de ladrones de Inglaterra.Se haba observado que durante aquel da, 29 de septiembre, se paseaba por la sala depagos, teatro del robo, un caballero bien portado, de buenos modales y aire distinguido.Las indagaciones haban permitido reunir con bastante exactitud las senas de esecaballero, que fueron al punto transmitidas a todos los "detectives" del Reino Unido y delgobierno. Algunas buenas almas, y entre ellos Gualterio Ralph, se crean con fundamentopara esperar que el ladrn no se escapara.

    Como es fcil presumirlo, este suceso estaba a la orden del da en Londres y en todaInglaterra. Se discuta y se tomaba parte en pro y en contra de las probabilidades de xito

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    -Aceptamos -respondieron los seores Stuart, Falletn, Sullivan, Fianagan y Ralphdespus de haberse puesto de acuerdo.

    -Bien --dijo Fogg. El tren de Douvres sale a las ocho y cuarenta y cinco. Lo tomar.-Esta misma noche? -pregunt Stuart.-Esta misma noche -respondi Phileas Fogg-. Por consiguiente- aadi consultando un

    calendario del bolsillo-: puesto que hoy es mircoles 2 de octubre deber estar de vueltaen Londres, en este mismo saln del Reform-Club, el sbado 21 de diciembre a las ochoy cuarenta y cinco minutos de la tarde, sin lo cual las veinte mil libras depositadasactualmente en la casa de Baring Hermanos os pertenecen de hecho y de derecho,seores. He aqu un cheque por esa suma.

    Se levant acta de la apuesta, firmando los seis interesados. Phileas Fogg habapermanecido sereno. No haba ciertamente apostado para ganar, y no habacomprometido las veinte mil libras -mitad de su fortuna- sino porque prevea que tendraque gastar la otra mitad para llevar a buen fin ese difcil, por no decir inejecutableproyecto. En cuanto a sus adversarios, parecan conmovidos, no por el valor de laapuesta, sino porque tenan reparo en luchar con ventaja.

    Daban entonces las siete. Se ofreci a mister Fogg la suspensin del juego para quepudiera hacer sus preparativos de marcha.-Yo siempre estoy preparado! -Respondi el impasible caballero; y dando las cartas,

    exclam--: Vuelvo oros. A vos os toca salir, seor Stuart.

    IV

    A las siete y veinticinco, Phileas Fogg, despus de habei- ganado unas veinte guineas alwhist, se despidi de sus honorables colegas y abandon el ReformClub. A las siete ycincuenta abra la puerta de su casa y entraba.

    Picaporte, que haba empezado a estudiar concienzudamente su programa, quedsorprendido al ver a mister Fogg culpable de inexactitud acudir a tan inusitada hora, pues,segn la nota, el inquilino de Saville-Row no deba volver sino a medianoche.

    Phileas Fogg haba subido primero a su cuarto y luego llam.-Picaporte no respondi, porque no crey que pudieran llamarlo. No era la hora.-Picaporte -repuso mister Fogg sin gritar ms que antes.Picaport apareci.-Es la segunda vez que os llamo --dijo el seor Fogg.-Pero no son las doce -respondi Picaporte sacando el reloj.-Lo s, y no os reconvengo. Partimos dentro de diez minutos para Douvres y Calais.Al rostro redondo del francs asom una especie de mueca. Era evidente que haba odo

    mal.-El seor va a viajar? -pregunt.-S -respondi Phileas Fogg-. Vamos a dar la vuelta al mundo.Picaporte, con los ojos excesivamente abiertos, los prpados y las cejas en alto, los

    brazos cados, el cuerpo abatido, ofreca entonces todos los sntomas del asombro llevadohasta el estupor.

    -La vuelta al mundo! --dijo entre dientes.-En ochenta das -respondi mister Fogg-. No tenemos un momento que perder.

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    -Y el equipaje? --dijo Picaporte, moviendo, sin saber lo que haca, su cabeza dederecha a izquierda y viceversa.

    -No hay equipaje. Slo un saco de noche. Dentro, dos camisas de lana, tres pares demedias, y lo mismo para vos. Ya compraremos en el camino. Bajaris mi "mackintosh" ymi manta de viaje. Llevad buen calzado. Por lo dems, andaremos poco o nada. Vamos.

    Picaporte hubiera querido responder, pero no pudo. Sali del cuarto de mister Fogg,subi al suyo, cay sobre una silla, y empleando una frase vulgar de su pas dijo para s:-Esto s que es ... ! Yo que quera estar tranquilo!Y maquinalmente hizo sus preparativos de viaje. La vuelta al mundo en ochenta das!

    Estaba su amo loco? No... Era broma? Si iban a Douvres, bien. A Calais, conforme. Ensuma, esto no poda contrariar al buen muchacho, que no haba pisado el suelo de supatria en cinco aos. Quizs se llegara hasta Pars, y ciertamente que volvera a ver congusto la gran capital, porque un gentleman tan economizador de sus pasos se detendraall... S, indudablemente; pero no era menos cierto que parta, que se mova esegentleman, tan casero hasta entonces!

    A las ocho, Picaporte haba preparado el modesto saco que contena su ropa y la de su

    amo; y despus, perturbado todava de espritu, sali del cuarto, cerr cuidadosamente lapuerta, y se reuni con mister Fogg.Mster Fogg ya estaba listo. Llevaba debajo del brazo el "Brandshaw's Continental

    Railway, Steam Transit and general Guide", que deba suministrar todas las indicacionesnecesarias para el viaje. Tom el saco de las manos de Picaporte, lo abri, y desliz en lun paquete de esos hermosos billetes de banco que corren en todos los pases.

    -No habis olvidado nada? -pregunt.-Nada, seor.-Bueno; tomad este saco.Mster Fogg entreg el saco a Picaporte.-Y cuidadlo -aadi-. Hay dentro veinte mil libras.Poi- poco se escap el saco de las manos de Picaporte, como si las veinte mil libras

    hubieran sido oro y pesado considerablemente.El a-no y el criado bajaron entonces, y la puerta de la calle se cerr con doble vuelta.A la extremidad de Saville-Row haba un punto de coches. Pilileas Fogg y su criado

    montaron en un "cab", que se diriga rpidamente a la estacin de Charing-Cross, dondetermina uno de los ramales del ferrocarril del Sureste.

    A las ocho y veinte, el "cab" se detuvo ante la verja de la estacin. Picaporte se ape.Su amo le sigui y pag al cochero.

    En aquel momento, una pobre mendiga con un nio de la mano, con los pies descalzosen el lodo, y cubierta con un sombrero desvencijado, del cual colgaba una plumalamentable, y con un chal hecho jirones sobre sus andrajos, se acerc a mister Fogg y lepidi limosna.

    Mster Fogg sac del bolsillo las veinte guineas que acababa de ganar al juego, ydndoselas a la mendiga, le dijo:

    -Tomad, buena mujer, me alegro de haberos encontrado.Y pas de largo.Picaporte tuvo como una sensacin de humedad alrededor de sus pupilas. Su amo

    acababa de dar un paso dentro de su corazn.

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    Mster Fogg y l entraron en la gran sala de la estacin. All, Phileas Fogg dio aPicaporte la orden de tomar dos billetes de primera para Pars, y despus, al volverse, seencontr con sus cinco amigos del Reform-Club.

    -Seores, me voy; y como he de visar mi pasaporte en diferentes puntos, eso os servirpara comprobar mi itinerario.

    -Oh, mister Fogg -respondi cortsmente Gualterio Ralph- es intil! Nos bastarvuestro honor de caballero!-Ms vale as --dijo mister Fogg.-No olvidis que debis estar de vuelta... -observ Andrs Stuart.-Dentro de ochenta dias -respondi mister Fogg-; el sbado 21 de diciembre de 1872 a

    las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche. Hasta la vista, seores.A las ocho y cuarenta, Phileas Fogg y su criado tomaron asiento en el mismo

    compartimento. A las ocho y cuarenta y cinco reson un silbido, y el tren se puso enmarcha.

    La noche estaba oscura. Caa una lluvia menuda. Phileas Fogg, arrellanado en unrincn, no hablaba. Picaporte, atolondrado todava, oprima maquinalmente sobre s el

    saco de los billetes de banco.Pero el tren no haba pasado an de Sydenham cuando Picaporte dio un verdadero gritode desesperacin.

    -Qu es eso? -Pregunt mister Fogg.-Que ... en mi precipitacin... en mi turbacin... he olvidado ...-Qu?-Apagar el gas de mi cuarto!-Pues bien, muchacho -respondi framente mister Fogg-, seguir por cuenta vuestra.

    V

    Phileas Fogg, al dejar Londres, no sospechaba, sin duda, el ruido grande que su partidaiba a provocar. La noticia de la apuesta se extendi primero en el Reform-Club y produjouna verdadera emocin entre los miembros de aquel respetable crculo. Luego, del club laemocin pas a los peridicos por la va de los reporteros, y de los peridicos al pblicode Londres y de todo el Reino Unido.

    Esta cuestin de la vuelta al mundo se coment, se discuti, se examin con la mismapasin y el mismo ardor que si se hubiese tratado de otro negocio del "Alabama". Unosse hicieron partidarios de Phileas Fogg; otros ---que pronto formaron una considerablemayora- se pronunciaron en contra de l. Realizar esta vuelta al mundo de otra suerteque en teora o sobre el papel, en este minimum de tiempo, con los actuales medios decomunicacin, era no solamente imposible: era insensato.

    El "Times", el "Standard", el "Evening-Star', el "Morning-Chronicle" y veinteperidicos ms de los de mayor circulacin se declararon contra el seor Fogg.nicamente el "Daily-Telegraph" lo defendi hasta cierto punto. Phileas Fogg fue tratadocomo manitico y loco, y a sus colegas del Reform-Club se les critic por haber aceptadoesta apuesta, que acusaba debilidad en las facultades mentales de su autor.

    Se publicaron acerca del asunto varios artculos extremadamente apasionados, perolgicos. Todo el mundo sabe el inters que se dispensa en Inglaterra a todo lo que hace

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    relacin con la geografa. As es que no haba lector, cualquiera que fuese la clase a queperteneciese, que no devorase las columnas consagradas al caso de Phileas Fogg

    Durante los primeros das algunos nimos atrevidos -las mujeres principalmente- sedecidieron por l, sobre todo cuando el "llustrated London News" public su retrato,tomado de una fotografa depositada en los archivos del Reform-Club. Ciertos gentlemen

    se atrevan a decir: "Y por qu no haba de suceder? Cosas ms extraordinarias se hanvisto". Estos solan ser los lectores del "Daily-Telegraph". Pero pronto se advirti quehasta este mismo peridico empezaba a enfriarse.

    En efecto, un largo artculo publicado el 7 de octubre en el "Boletn de la Sociedad deGeografa", trat la cuestin desde todos los aspectos y demostr claramente la locura dela empresa. Segn este artculo, el viajero lo tena todo en contra suya, obstculos huma-nos, obstculos naturales. Para que pudiese tener xito el proyecto, era necesario admitiruna concordancia maravillosa en las horas de llegada y de salida, concordancia que noexista ni poda existir. En Europa, donde las distancias son relativamente cortas, sepuede en rigor contar con que los trenes llegarn a hora fija; pero cuando tardan tres dasen atravesar la India y siete en cruzar los Estados Unidos, podan fundarse sobre su

    exactitud los elementos de semejante problema? Y los contratiempos de mquinas, losdescarrilamientos, los choques, los temporales, la acumulacin de nieves? No parecapresentarse todo contra Phileas Fogg? Acaso en los vapores no podran encontrarsedurante el invierno expuesto a los vientos o a las brumas? Es quiz cosa extraa que losms rpidos andadores de las lneas transocenicas experimenten retrasos de dos y tresdas? Y bastaba con un solo retraso, con uno solo, para que la cadena de las comu-nicaciones sufriese una ruptura irreparable. Si Phileas Fogg faltaba, aunque tan slo fuesepor algunas horas a la salida de algn vapor, se vera obligado a esperar el siguiente, ypor este solo motivo su viaje se vera irrevocablemente comprometido.

    Este artculo tuvo mucha boga. Casi todos los peridicos lo reprodujeron, y las accionesde Phileas Fogg bajaron considerablemente.

    Durante los primeros das que siguieron a la partida del gentleman, se haban empeadoimportantes sumas sobre lo aleatorio de su empresa. Sabido es que el mundo de losapostadores de Inglaterra es mundo ms inteligente y ms elevado que el de losjugadores. Apostar es el temperamento ingls. Por eso, no tan slo fueron los individuosdel Reform-Club quienes establecieron apuestas considerables en pro o en contra dePhileas Fogg, sino que tambin entr en ellas la masa del pblico. Phileas Fogg fueinscrito, como los caballos de carrera, en una especie de "studbook". Qued convertidoen valor de Bolsa, y se cotiz en la plaza de Londres. Se peda y se ofreca el PhileasFogg en firme o a plazo, y se hacan enormes negocios. Pero cinco das despus de susalida, el artculo del "Boletn de la Sociedad de Geografa" hizo crecer las ofertas. ElPhileas Fogg baj y lleg a ser ofrecido enpaquetes. Tomado primero a cinco, luego a diez, ya no se tom luego sino a uno por

    veinte, por cincuenta y aun por ciento.Slo conserv un partidario, el viejo paraltico lord Albermale. El honorable gentleman,

    clavado en su butaca, hubiera dado su fortuna por poder hacer el mismo viaje aunquefuera de diez aos, y apost cuatro mil libras en favor de Phileas Fogg. Y cuando alpropio tiempo le demostraban lo necio y lo intil del proyecto, se lijnitaba a responder:"Si la cosa es factible, bueno sera que sea ingls quien primero lo haga."

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    Entretanto, los partidarios de Phileas Fogg se iban reduciendo en nmero; todo elmundo, y no sin razn, se volva contra l; ya no lo tomaban sino a uno por cientocincuenta, y aun por doscientos, cuando siete das despus de su marcha un incidentecompletamente inesperado hizo que ya no se quisiera a ningn precio.

    En efecto, durante aquel da, a las nueve de la noche, el director de la polica

    metropolitana haba recibido un despacho telegrfico as concebido:Suez a Londres.

    Rowan, director polica administracin central, Scotland Yard.

    Sigo al ladrn del banco, Phileas Fogg. Etiviad sin tardanza mandato de prisin aBombay, (India Inglesa).

    FIX

    El efecto de este despacho fue inmediato. El honorable gentleman desapareci paradejar sitio al ladrn de billetes de banco. Su fotografa, depositada en el Reform-Club con

    las de sus colegas, fue examinada. Reproduca rasgo por rasgo al hombre cuyas seashaban sido determinadas en el expediente de investigacin. Todos recordaron lo quetena de misteriosa la existencia de Phileas Fogg, su aislamiento, su partida repentina, ypareci evidente que este personaje, pretextando un viaje alrededor del mundo yapoyndose en una apuesta insensata, no tena otro objeto que hacer perder la pista a losagentes de la polica inglesa.

    VI

    He aqu las circunstancias que ocasionaron el envo del despacho concerniente al seorPhileas Fogg.

    El mircoles 9 de octubre se aguardaba, para las once de la maana, en Suez, elpaquebote "Mongolia" de la Compaa Peninsular y Oriental, vapor de hierro, de hlice yentrepuente, que desplazaba dos mil ochocientas toneladas y posea una fuerza nominalde quinientos caballos.

    El "Mongolia" haca sus viajes con regularidad desde Brindisi a Bombay por el canalde Suez. Era uno de los de mayor velocidad de la Compaa, habiendo sobrepujadosiempre la marcha reglamentaria de diez millas por hora entre Brindisi y Suez, y de nuevemillas cincuenta y tres centsimas entre Suez y Bombay.

    Aguardando la llegada del "Mongolia", dos hombres se paseaban en el muelle en mediode la multitud de indgenas y de extranjeros que afluyen a aquella ciudad, antes villorrio,y cuyo porvenir ha quedado asegurado por la grandiosa obra del seor Lesseps.

    Uno de aquellos hombres era el agente consular del Reino Unido, establecido en Suez,quien, a despecho de los desgraciados pronsticos del gobierno britnico y de lassiniestras predicciones del ingenioso Stephenson, vea llegar todos los das navosingleses que atraviesan el canal, abreviando as en la mitad, el antiguo camino deInglaterra a las Indias por el Cabo de Buena Esperanza.

    El otro era un hombrecillo flaco, de aspecto bastante inteligente, nervioso, que contraacon notable persistencia los msculos de sus prpados. A travs de stos brillaba una

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    mirada viva, pero cuyo ardor saba amortiguar a voluntad. En aquel momento descubracierta impaciencia, yendo, viniendo y no pudiendo estarse quieto.

    Aquel hombre se llamaba Fix, y era uno de aquellos detectives ingleses que haban sidoenviados a diferentes puertos despus del robo perpetrado en el Banco de Inglaterra.Deba este Fix vigilar con el mayor cuidado a todos los viajeros que tomasen el camino

    de Suez, y, si uno de ellos pareca sospechoso, seguirlo, aguardando un mandato deprisin.Precisamente haca dos das que Fix haba recibido del director de la polica

    metropolitana las seas del presunto autor del robo, o sea, de aquel personaje bienportado que haba sido observado en la sala de pagos del Banco.

    El detective, engolosinado sin duda por la fuerte prima prometida en caso de xito,aguardaba con una impaciencia fcil de comprender la llegada del "Mongolia".

    -Y decs, seor cnsul -pregunt por dcima vez-, que ese buque no puede tardar?-No, seor Fix -respondi el cnsul-. Ha sido visto ayer a la altura de Port Said, y los

    ciento sesenta, kilmetros del canal, no son nada para un andador como se. Os repitoque el "Mongolia" ha ganado siempre la prima de veinticinco libras que el gobierno

    concede por cada adelanto de veinticuatro horas sobre el tiempo reglamentario.-Viene directamente de Brindisi? Pregunt Fix.-Del mismo Brindisi, donde toma el correo de Indias, y de donde ha salido el sbado a

    las cinco de la tarde. Tened paciencia, pues, porque no puede tardar en llegar. Pero no scmo, por las seas que habis recibido, podris reconocer a vuestro hombre si est abordo del "Mongolia".

    -Seor cnsul -respondi Fix-, esas gentes las sentimos ms bien que las reconocemos.Hay que tener olfato, y ese olfato es un sentido especial nuestro, al cual concurren elodo, la vista y el olor. He agarrado durante mi vida a ms de uno de esos caballeros, ycon tal que mi ladrn est a bordo, os respondo que no se me ir de las manos.

    -Lo deseo, seor Fix, porque se trata de un robo importante.-Un robo soberbio -respondi el agente entusiasmado-. Cincuenta y cinco mil libras!

    No siempre tenemos semejantes ocasiones! Los ladrones se van haciendo muymezquinos! La raza de los Sheppard se va extinguiendo! Ahora se hacen ahorcar tanslo por algunos chelines!

    -Seor Fix -respondi el cnsul-, hablis de tal manera que os deseo ardientementebuen xito; pero, os repito, lo creo difcil en las condiciones en que os encontris. Sabisque con las seas que habis recibido, ese ladrn se parece absolutamente a un hombre debien?

    -Seor cnsul -respondi dogmticamente el inspector de polica-, los grandes ladronesse parecen siempre a los hombres de bien. Ya comprenderis que los que tienen traza debribones no tienen ms que un recurso, que es el de ser probos, sin lo cual seran presoscon facilidad. Las fisonomas honradas son las que con ms frecuencia hay quedesenmascarar. Convengo en que este trabajo es dificultoso, siendo ms bien hijo del arteque del oficio.

    Entretanto, el muelle se iba animando poco a poco. Marineros de diversasnacionalidades, comerciantes, corredores, mozos de cordel y "fellahs" afluan all paraesperar la llegada del vapor, que no deba estar muy lejos.

    El tiempo era bastante hermoso, pero el aire fro, a consecuencia del viento que soplabadel Este. Algunos minaretes se destacaban sobre la poblacin bajo los plidos rayos del

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    sol. Hacia el Sur se prolongaba una escollera de dos mil metros, cual un brazo, sobre larada de Suez. Por la superficie del Mar Rojo circulaban varias lanchas pescadoras o decabotaje, algunas de las cuaies han conservado el elegante glibo de la galera antigua.

    Mientras andaba por entre toda aquella gente, Fix, por hbito de su profesin, estudiabacon rpida mirada el semblante de los transentes.

    Eran entonces las diez y media.-Pero no acabar de llegar ese vapor! -Exclam al or dar la hora en el reloj del puerto.-Ya no puede estar lejos -respondi el cnsul.-Cunto tiempo ha de estacionarse en Suez? -Pregunt Fix.-Cuatro horas, el tiempo de embarcar su carbn. De Suez a Adn, a la salida del Mar

    Rojo, hay mil trescientas diez millas, y necesita proveerse de combustible.-Y de Suez se marcha directamente a Bombay?-Directamente y sin descarga.-Pues bien -dijo Fix-, si el ladrn ha tomado pasaje en ese buque, tendr el plan de

    desembari car en Suez, a fin de llegar por otra va a las posesiones holandesas o francesasde Asia. Bien debe saber que no estara seguro en la India, que es tierra inglesa.

    -A no ser que sea muy entendido -respondi el cnsul-, porque ya sabis que uncriminal ingls siempre est mejor escondido en Londres que en el extranjero.Despus de esta reflexin, que dio mucho que pensar al agente, el cnsul regres a su

    despacho, situado all cerca. El inspector de polica se qued solo, entregado a unaimpaciencia nerviosa y con el extraio presentimiento de que el ladrn deba estar a bordodel "Mongolia"; y en verdad, si el tunante haba salido de Inglaterra con intencin de irseal Nuevo Mundo, deba haber obtenido la preferencia del camino de la India, menosvigilado o ms difcil de vigilar que el Atlntico.

    Fix no estuvo mucho tiempo entregado a sus reflexiones, porque la llegada del vaporfue anunciada por algunos silbidos. Todo el tropel de ganapanes y de "fellahs" seprecipit sobre el muelle en tumulto algo inquietante para los miembros y trajes de lospasajeros. Se destacaron de la orilla unos diez faluchos para ir al encuentro del "Mon-golia".

    Pronto se percibi el gigantesco casco de este buque, que pasaba entre las mrgenes delcanal, y daban las once cuando vino a atracar en la rada, mientras que el vapor sedesprenda con estrepitoso ruido por los tubos de escape de la mquina.

    Eran los pasajeros bastante numerosos a bordo. Algunos se quedaron en el entrepuentecontemplando el pintoresco panorama de la ciudad, pero la mayor parte desembarcaronen las lanchas que se haban arrimado al "Mongolia".

    Fix examinaba escrupulosamente a todos los que desembarcaban.En aquel momento se le acerc uno de ellos -despus de haber repelido vigorosamente

    a los "fellahs" que lo asediaban con sus ofertas de servicio- y le pregunt con muchacortesa si poda indicarle el despacho del agente consular ingls. Y al mismo tiempo,este pasajero presentaba un pasaporte, sobre el cual deseaba que constase el visadobritnico.

    Fix tom instintivamente el pasaporte, y con rpida mirada lo ley, escapndose porpoco cierto movimiento involuntario. El papel tembl en sus manos. Las seas queconstaban en el pasaporte eran idnticas a las que haba recibido del director de la policabritnica.

    -Este pasaporte no es vuestro --dijo Fix al pasajero.

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    -No -respondi ste-, es el pasaporte de mi amo.-Y vuestro amo?-Se ha quedado a bordo.-Pero -repuso el agente- es necesario que se presente en persona en el despacho del

    consulado a fin de identificarlo.

    -Y eso es necesario?-Indispensable.-Y dnde est la oficina?-All en la esquina de la plaza -respondi el inspector, indicando una casa que distaba

    unos doscientos pasos.-Entonces, voy a buscar a mi amo, que no tendr mucho gusto en molestarse.Despus de esto, el pasajero salud a Fix y se volvi a bordo del vapor.

    VII

    El inspector volvi al muelle y se dirigi con celeridad al despacho del cnsul; en

    seguida, por peticin suya, urgente, fue introducido a la presencia de dicho funcionario.-Seor cnsul -le dijo sin ms prembulo-, tengo poderosas presunciones para creer quenuestro hombre ha tomado pasaje a bordo del "Mongolia".

    Y Fix refiri lo que haba pasado entre el criado y l con motivo del pasaporte.-Bien, seor Fix -respondi el cnsul-, no sentira ver el rostro de ese bribn. Pero tal

    vez no se presentar si es lo que suponis. Un ladrn no procura dejar detrs de s rastrosde su paso, sobre todo no siendo obligatoria la formalidad del pasaporte.

    -Seor cnsul -respondi el agente-, si como debemos suponerlo es hombre entendido,vendr.

    -A hacer visar su pasaporte?-S. Los pasaportes nunca sirven ms que para molestar a los hombres de bien y

    facilitar la fuga de los tunantes. Os aseguro que se estar en regia, pero espero que no lovisaris.

    -Y por qu no? Si el pasaporte es regular -respondi el cnsul- no tengo derecho anegarme a visarlo.

    -Sin embargo, seor cnsul, ser necesario que yo detenga aqu a ese hombre hastahaber recibido de Londres un mandato de prisin.

    - Ah! Eso es cuenta vuestra, seor Fix -respondi el cnsul-, pero yo no puedo...El cnsul no termin su frase. En aquel momento llamaban a la puerta de su gabinete, y

    el ordenanza de la oficina introduca a dos extranjeros, uno de los cuales era precisamenteel criado que haba conversado con el agente de polica.

    Eran efectivamente amo y criado. El primero sac el pasaporte, rogando lacnicamenteal cnsul que se sirviera visarlo. Tom ste el documento Y lo ley atentamete, mientrasFix, en un rincn del gabinete, observaba o ms bien devoraba al extranjero con sus ojos.

    Cuando el cnsul termin su lectura, dijo:-Sois Phileas Fogg, "esqure"?-S, seor -respondi el gentleman.-Y ese hombre es vuestro criado?-S. Un francs llamado Picaporte.-Vens de Londres?

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    -S.-Y vais adnde?-A Bombay.-Bien. Ya sabis que la formalidad del visado no es necesaria, y que ya no exigimos la

    presentacin del pasaporte.

    -Ya lo s, seor -respondi Phileas Fogg-, pero deseo conste mi paso por Suez.--Como gustis.Y el cnsul, despus de haber firmado y fechado el pasaporte, lo sell. Mster Fogg

    pag los derechos; y, despus de haber saludado con frialdad, sali seguido de su criado.-Y bien? -Pregunt el inspector.-Y bien -respondi el cnsul-, tiene trazas de un perfecto hombre de bien.-Posible -respondi Fix-, pero no se trata de esto. No os parece, seor cnsul, que ese

    flemtico caballero se parece rasgo por rasgo al ladrn cuyas seas tengo?--Convengo en ello: pero ya sabis, todas las seas...-Ya estoy harto de saberlo -respondi Fix-. El criado me parece menos impenetrable

    que el amo. Adems, es francs y no podr contenerse de hablar. Hasta luego, seor

    cnsul.Dicho esto, el agente sali y se fue en busca de Picaporte.Entretanto, mister Fogg, despus de salir de la casa consular, se haba dirigido al

    muelle. All dio algunas rdenes al criado, y despus se embarc en una lancha y volvi abordo del "Mongoli", metindose en su camarote. Tom all su libro de anotaciones, quellevaba los siguentes apuntes:

    "Salida de Londres, el mircoles 2 de octubre a las ocho y cuarenta y cinco minutos dela tarde.

    "Llegada a Pars, el jueves 3 de octubre a las siete y veinte de la maana."Llegada por Monte Cenis a Turn, el viernes 4 de octubre a las seis y treinta y cinco

    minutos de la maana."Salida de Turn el viernes a la siete y veinte minutos de la maana."Llegada a Brindisi el sbado 5 de octubre a las cuatro de la tarde."Embarcado en el "Mongolia", el sbado a las cinco de la tarde."Llegada a Suez, el mircoles 9 de octubre a las once de la maana."Total de horas transcurridas, ciento cincuenta y ocho y media, o sea seis das y medio".Mster Fogg escribi estas fechas en un itinerario dispuesto por columnas, que indicaba,

    desde el 2 de octubre hasta el 21 de diciembre, el da de la semana, el del mes, lasllegadas reglamentarias y las efectivas en cada punto principal, Pars, Brindisi, Suez,Bombay, Calcuta, Singapore, Hong-Kong, Yokohama, San Francisco, Nueva York,Liverpool, Londres, y que permita calcular el adelanto obtenido o el retraso experi-mentado en cada punto del trayecto.

    Este mtodo itinerario lo tena de esta suerte en cuenta todo, y mister Fogg sabasiempre si adelantaba o atrasaba.

    Por consiguiente, inscribi tambin aquel da, mircoles 9 de octubre, su llegada aSuez, que cuadrando con la llegada reglamentaria no le daba ventaja ni desventaja.

    Despus se hizo servir de almorzar en su camarote. En cuanto a ver la poblacin, nisiquiera pensaba en ello, porque perteneca a aquella raza de ingleses que hacen visitarpor sus criados los pases por donde viajan.

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    VIII

    Fix haba tropezado en pocos instantes con Picaporte, que todo lo examinaba y miraba,no creyndose obligado a no hacerlo.

    -Pues bien, amigo mo -le dijo Fix salindole al encuentro-; habis visado el

    pasaporte?-Ah! Sois vos -respondi el francs-. Muchas gracias. Estamos perfectamente en regla.-Y os estis enterando del pas?-S; pero andamos tan aprisa que me parece viajar en sueos. Es cierto que estamos en

    Suez?-En Suez.-En Egipto?-En Egipto, perfectamente.-Y en frica?-En frica.-En frica! -Repiti Picaporte-. No puedo creerlo. Figuraos, caballero, que yo me

    imaginaba no ir ms lejos de Pars,y me he tenido que contentar con ver esa famosacapital, desde las siete y veinte de la maana hasta las ocho y cuarenta, entre la Estacindel Norte y la de Lyn, a travs de los cristales de un coche y lloviendo a chaparrones!Lo siento! Me hubiera gustado volver a ver el cementerio del Pre Lachaise y el circode los Campos Elseos.

    -Conque tanta prisa tenis?-Pregunt el inspector de polica.-Yo no, pero s mi amo. A propsito, tengo que comprar calcetines y camisas! Nos

    hemos marchado sin equipaje; tan slo con un saco de noche.-Voy a llevaros a un bazar donde encontraris todo lo que necesitis.-Sois bien complaciente -respondi Picaporte.Y ambos echaron a andar. Picaporte no cesaba de charlar.-Sobre todo, es menester no faltar para la hora de salida del buque.-An tenis tiempo -respondi Fix-; no son ms que las doce.Picaporte sac un gran reloj.-Las doce? Vaya! Si no son ms que las nueve y cincuenta y dos minutos!-Vuestro reloj atrasa -respondi Fix.-Mi reloj! Un reloj de familia que procede de mi bisabuelo! No discrepa ni cinco

    minutos al ao. Es un verdadero cronmetro!-Y yo veo lo que es -respondi Fix-. Habis conservado la hora de Londres, que va

    atrasada unas dos horas con la de Suez. Es preciso cuidar de poner vuestro reloj con elmedioda de cada pas.

    -Yo tocar mi reloj! -Exclam Picaporte-. Jams!-Entonces, no marchar con el sol.-Peor para el sol, caballero! No ser l quien tenga razn.Y el buen muchacho se meti el reloj en el bolsillo con soberbio ademn.Algunos instantes despus, Fix le deca:-Conqu habis salido de Londres con precipitacin?-Ya lo creo! El mircoles ltimo a las ocho de la noche, mister Fogg, contra su

    costumbre, volvi de su crculo, y tres cuartos de hora despus nos habamos marchado.

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    -Pero, adnde va vuestro amo?-Siempre adelante. Est dando la vuelta al mundo!-La vuelta al mundo? -Exclam Fix.-S, seor. En ochenta das! Dice que es una apuesta; pero, sea dicho entre nosotros, no

    lo creo. Eso no tendra sentido comn. Debe haber algn otro motivo.

    -Ah! Es muy original ese mister Fogg.-Ya lo creo.-Luego es rico?-Ciertamente, y lleva consigo una bonita suma de billetes de banco, nuevecitos! Y no

    ahorra por cierto el dinero! Como que ha prometido una prima magnfica al maquinistadel "Mongolia" si llegamos a Bombay con buen adelanto!

    -Y hace mucho tiempo que conocis a vuestro amo?-Yo? -Respondi Picaporte-. He entrado a servirle precisamente el da de nuestra

    marcha.Imagnese el efecto que estas respuestas deban producir en el nimo ya sobreexcitado

    del inspector de polica.

    Aquella salida precipitada de Londres poco despus del robo; aquella fuerte suma conque se haca el viaje; aquella prisa de llegar a pases remotos: aquel pretexto de unaapuesta excntrica, todo confirmaba y deba confirmar a Fix en sus ideas. Hizo hablartodava ms al francs, y adquiri la conviccin de que ese mozo no conoca a su amo;que ste viva aislado en Londres; que se le supona rico sin saber el origen de su fortuna:que era un hombre impenetrable, etc. Pero al propio tiempo Fix pudo cerciorarse de queFogg no desembarcaba en Suez y se iba directamente a Bombay.

    -Est lejos Bombay? Pregunt Picaporte.-Bastante lejos -respondi el agente-. Todava necesitis unos doce das por mar.-Y dnde est Bombay?-En la India.-En Asia?-Naturalmente.-Diantre! Es que voy a deciros... Hay una cosa que me trastoma... Mi mechero.-Qu mechero?-Mi mechero de gas que se me ha olvidado apagar y que est ardiendo por mi cuenta.

    He calculado que sale a dos chelines cada veinticuatro horas, justo seis peniques ms delo que gano, y ya comprenderis que a poco que el viaje se prolongue...

    Comprendi Fix el negocio del gas? Es poco probable. Ya no escuchaba nada y estabatomando una resolucin. El francs y l haban llegado al bazar. Fix dqlo a su compaeroque hiciera sus compras, le recomend que no faltase a la salida del "Mongolia", y volvicon premura al despacho del agente consular.

    Fix, ahora firme en su conviccin, haba recobrado toda su serenidad.-Seor --dijo al cnsul-; ya no abrigo duda ninguna. Tengo a mi hombre. Se hace pasar

    por un excntrico que quiere dar la vuelta al mundo en ochenta das.-Entonces, es un ladino que cuenta con volver a Londres despus de haber hecho

    perder su pista a todas las poblaciones de ambos continentes?-Eso lo veremos -respondi Fix.-Pero, no os equivocis? -Pregunt de nuevo el cnsul.-No me equivoco.

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    -Entonces, por qu ha tenido ese ladrn el empeo de hacer visar su pasaporte enSuez?

    -Por qu?... No lo s, seor cnsul -dijo el agente-, pero odme...Y en pocas palabras refiri los ms importante de su conversacin con el criado del

    susodicho Fogg.

    -En efecto -dijo el cnsul-; todas las presunciones estn contra l. Y qu vais a hacer?-Expedir un despacho a Londres con peticin urgente de un mandamiento de prisin,embarcarme en el "Mongolia", seguir al ladrn hasta la Indias, y en aquella tierra inglesasalirle al encuentro cortsmente con mi orden en la mano.

    -Despus de pronunciar estas palabras con frialdad, el agente se despidi del cnsul yse dirigi al telgrafo, donde envi al director de la polica metropolitana el despacho yamencionado.

    Un cuarto de hora ms tarde, Fix, con su ligero equipaje en la mano y bien provisto dedinero, se embarcaba en el "Mongolia", y muy luego el rpido buque surcaba a todovapor las aguas del Mar Rojo.

    IX

    La distancia entre Suez y Adn es exactamente de mil trescientas millas, y el pliego decondiciones de la Compaa concede a sus vapores un transcurso de ciento treinta y ochohoras para andarlo. El "Mongolia" cuyos fuegos se activaban considerablemente,marchaba de modo que pudiese adelantar la llegada reglamentaria.

    La mayor parte de los viajeros embarcados en Brindisi iban a la India. Unos seencaminaban a Bombay y otros a Calcuta, pero por la va de Bombay, porque desde queun ferrocarril atraviesa en toda su anchura la pennsula hind, ya no es necesario doblar lapunta de Ceyln.

    Entre los pasajeros del "Mongolia" haba algunos funcionarios civiles y oficiales detoda graduacin. De stos pertenecan unos al ejrcito britnico propiamente dicho, otrosmandaban tropas indgenas de cipayos, todos con muy buenos sueldos, aun ahora despusque el gobierno se ha sustituido a los derechos y cargas de la antigua Compaa de lasIndias. Los subtenientes tenan trescientas libras de sueldo, los brigadieres dos milquinientas y los generales cuatro mil.

    Se viva por lo tanto, bien, a bordo del "Mongolia" entre aquella sociedad defuncionarios, con los cuales alternaban algunos jvenes ingleses que con un milln en elbolsillo iban a fundar a lo lejos establecimientos de comercio. El "purser", hombre deconfianza de la Compaa, igual al capitn a bordo, lo haca todo con suntuosidad, en el"lunch" de las dos, en la comida de las cinco y media, en la cena de las ocho, las mesascrujan bajo el peso de la carne fresca y de los entremeses que suministraba la camiceria yla repostera del vapor. Las pasajeras, de las cuales haba algunas, mudaban de traje dosveces al da. Haba msico y hasta baile cuando el mar lo permita.

    Pero el mar Rojo es muy caprichoso y con frecuencia proceloso, como todos los golfoslargos y estrechos. Cuando el viento soplaba de la costa de Asia o la de frica, el"Mongolia", de casco fusiforme tomado de travs, sufra espantosos vaivenes. Las damasdesaparecan entonces; los pianos callaban; los cantos y las danzas cesaban a un tiempo.

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    Y entretanto, a pesar de la rfaga y a pesar de las olas, el vapor, impelido por su poderosamquina, corra sin tardanza hacia el estrecho de Bab el-Mandeb.

    Qu haca Phileas Fogg durante aquel tiempo? Pudiera creerse que siempre inquietoy ansioso se preocupaba de los cambios de viento perjudiciales a la marcha del buque, delos movimientos desordenados del oleaje que podan ocasionar un accidente a la

    maquina, en fin, de todas las averas posibles que obligando al "Mongolia" a arribar aalgn puerto hubiesen comprometido el viaje?De ningn modo; o si pensaba en estas eventualidades, no lo dejaba cuando menos

    traslucir. Era siempre el hombre impasible, el miembro imperturbable del Reform-Club, aquien ningn incidente o accidente poda sorprender. No pareca mucho ms conmovidoque el cronmetro de a bordo. Raras veces se le vea sobre el puente. Poco cuidado tedaba observar aquel Mar Rojo, tan fecundo en recuerdos y teatro de las primeras escenashistricas de la humanidad. No acuda a reconocer las curiosas poblaciones diseminadaspor sus orillas y cuyos pintorescos perfiles se destacaban de vez en cuando en elhorizonte. Ni siquiera pensaba en los peligros de aquel golfo, de que siempre han habladocon espanto los antiguos historiadores Estrabn, Arriano, Artemidoro, Edris, en el cual no

    se aventuraban los navegantes antiguamente sin haber consagrado su viaje con sacrificiospropiciatorios.Qu haca entonces aquel hombre original encarcelado en el "Mongolia"? Haca

    primeramente sus cuatro comidas diarias, sin que nunca el cabeceo ni los vaivenespudieran desconcetar mquina tan maravillosamente organizada. Y despus jugaba alwhist.

    Haba encontrado compaeros para el juego tan rabiosamente aficionados como l; unrecaudador de impuestos que iba a Goa, un ministro, el reverendo Dcimo Smith, queregresaba a Bombay, y un brigadier general del ejrcito ingls, que se iba a reunir con sucuerpo a Benars. Estos tres personajes tenan por el whist igual pasin que mister Fogg,y jugaban horas enteras con no menos silencio que l.

    En cuanto a Picaporte, no le atacaba el mareo. Ocupaba un camarote de proa y comaconcienzudamente. Debemos decir que este viaje, hecho en tales condiciones, no ledisgustaba, y procuraba sacar partido de l. Bien mantenido, bien alojado, vea tierras, ypor otra parte tena la esperanza de que esta broma acabara en Bombay.

    Al da siguiente de la salida de Suez, 29 de octubre, no dej de darle gusto el encuentroque hizo en el puente del obsequioso personaje a quien se haba dirigido al desembarcaren Egipto.

    -No me engao -le dijo al acercarse con amable sonrisa-; vos sois el caballero que fuetan pacientemente en servin-ne de gua por las calles de Suez.

    -En efecto -respondi el agente-. Os reconozco! Sois el criado de ese ingls tanoriginal...

    -Precisamente, seor..-Fix.-Seor Fix -respondi Picaporte-. Me alegro de veros a bordo. Y adnde vais?-Lo mismo que vos, a Bombay.-Mucho mejor. Habis hecho ya este viaje?-Muchas veces -respondi Fix-. Soy agente de la Compaa Peninsular.-Entonces, conocis la India?-Pero... si... -respondi Fix, que no quera aventurarse mucho.

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    -Y es curioso este pas?-Muy curioso. Mezquitas, minaretes, templos, faquires, pagodas, tigres, serpientes,

    bayaderas. Pero debemos esperar que tendris tiempo de visitarlo.As lo espero, seor Fix. Ya comprenderis que no es permitido a un hombre de

    entendimiento sano pasar la vida saltando de un vapor aun ferrocarril, y de un ferrocarril

    a un vapor, con el pretexto de dar la vuelta al mundo en ochenta das! No, toda estagimnasia terminar en Bombay, no lo dudis.-Y se encuentra bien mister Fogg? -Pregunt Fix con el acento ms natural del mundo.-Muy bien, seior Fix. Y yo tambin, por cierto. Como lo mismo que un ogro en ayunas.

    Es el aire del mar.-Pero nunca veo a vuestro amo sobre el puente.-Nunca. No es curioso.-Sabis, seor Picaporte, que este pretendido viaje en ochenta das pudiera muy bien

    ocultar alguna misin secreta... una misin diplomtica por ejemplo?-A fe ma, seor Fix, que yo nada s, os lo declaro, ni dara media corona por saberlo.Desde este encuentro, Picaporte y Fix hablaron juntos con frecuencia. El inspector de

    polica tena empeo en trabar intimidad con el criado de mister Fogg. Esto podra serletil en caso necesario. Le ofreca a menudo en el bar del "Mongolia" algunos vasos dewhisky o de pale-ale, que el buen muchacho aceptaba sin ceremonia, y haca repetir parano ser menos, parecindole el seor Fix un caballero muy honrado.

    Entretanto el vapor marchaba con rapidez. El da 13 se divis la ciudad de Moka, queapareci dentro de su cintura de murallas ruinosas, sobre las cuales se destacaban algunasverdes palmeras. A lo lejos, en las montaas, se desarollaban vastas campias de cafeta-les. Fue para Picaporte un encanto la vista de esa ciudad clebre, y aun e pareci que consus murallas circulares y un fuerte desmantelado, que tena la configuracin de una asa,se asemejaba a una enorme taza de caf.

    Durante la siguiente noche, el "Mongolia" cruz el estrecho de Bab-el-Mandeb, cuyonombre rabe significa la "Puerta de las lgrimas"; y al otro da, 14, haca escala en"Steamer Point" al Nordeste de la rada de Adn. All era donde deba reponerse decombustible.

    Grave e importante asunto es esa alimentacin de la hornilla de los vapores asemejantes distancias de los centros de produccin. Slo para la Compaa Peninsular esun gasto anual de ochocientas mil libras. Ha sido necesario establecer depsitos en variospuertos, saliendo el costo del carbn en tan remotos lugares a tres libras y pico latonelada.

    El "Mongolia" tena que recorrer todava mil seiscientas cincuenta millas para llegar aBombay, y deba estar tres horas en "Steamer Point" a fin de llenar sus bodegas.

    Pero esta tardanza no poda perjudicar de ningn modo el programa de Phileas Fogg.Estaba prevista. Adems, el Mongolia, en lugar de llegar a Adn el 15 de octubre por lamaana, entraba el 14 por la tarde. Era un adelanto de quince horas.

    Mster Fogg y su criado bajaron a tierra, porque aqul deseaba visar el pasaporte. Fixlos sigui procurando no ser observado. Cumplidas las formalidades Phileas Fogg volvia bordo a proseguir su interrumpida partida de whist.

    Pero Picaporte se detuvo, segn su costumbre, callejeando en medio de aquellapoblacin de somales, banianos, parsis, judos, rabes, europeos, que componen losveinticinco mil habitantes de Adn. Admir las fortificaciones que hacen de esa ciudad el

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    pie, a caballo, en carro, en carretilla, en litera, a cuestas de otro, en coach, etc. Ahoraunos barcos de vapor recorren a gran velocidad el Indus y el Ganges, y un ferrocarril, queatraviesa la India en toda su anchura ramificndose en su trayecto, pone a Bombay a tresdas tan slo de Calcuta.

    El trazado de este ferrocarril no sigue la lnea recta a travs de la India. La distancia a

    vuelo de pjaro, no es ms que de mil a mil cien millas, y los trenes, aun con la velocidadmedia, no emplearan tres das en el trayecto; pero esta distancia est aumentada en unatercera parte al menos, por la curva que describe el camino, elevndose hasta Allahabad,al Norte de la pennsula.

    He aqu, en suma, el trazado del "Great Indian Peninsular Railway". Partiendo deBombay atraviesa Salcette, salta al continente enfrente de Tannab, cruza la sierra de losGhats Occidentales, corre al Noroeste hasta Burhampur, surca el territorio casiindependiente de Buidelkund, se eleva hasta Allahabad, se inclina al Este, encuentra alGanges en Benars, se desva ligeramente, y volviendo al Sureste por Burdivn y laciudad francesa de Chandemagor, va a formar cabeza de lnea en Calcuta.

    Eran las cuatro y media de la tarde cuando los pasajeros del "Mongolia" haban

    desembarcado en Bombay y el tren de Calcuta sala a las ocho en punto.Mister Fogg se despidi de sus compaeros, sali del vapor, dio a su criado la orden dehacer algunas compras, le recomend expresamente que estuviera antes de las ocho en laestacin, y con su paso regular, que bata como el pndulo de un reloj astronmico, sedirigi a la oficina de pasaportes.

    Por consiguiente, nada pensaba ver de las maravillas de Bombay, ni la municipalidad,ni la magnfica biblioteca, ni los fuertes, ni los docks, ni el mercado de algodones, ni losbazares, ni las mezquitas, ni las sinagogas, ni las iglesias armenias, ni la esplndidapagoda de Malebar-Hill, adomada con dos torres poligonales. No contemplara ni lasobras maestras de Elefanta, ni sus misteriosas hipogeas, ocultas al sureste de la rada, nilas grutas kankerias de la isla de Salcette; esos admirables vestigios de la arquitecturabudista.

    No, nada! Al salir de la oficina de pasaportes, Phileas Fogg se fue sosegadamente a laestacin, y all se hizo servir la comida. Entre otros manjares, el fondista crey deberrecomendarle cierto guisado de conejo del pas, que le ponder mucho.

    Phileas Fogg acept el guisado y lo prob concienzudamente, pero, a pesar de la salsa,lo hall detestable.

    Llam al fondista.-Seor -le dijo mirndole cara a cara-, es esto conejo?-S, milord -respondi descaradamente el perilln-, conejo de esta tierra.-Y no ha mayado cuando lo han matado?- Mayado! Oh, mi lord! Un conejo! Os juro...-Seor fondista -replic con frialdad mister Fogg-, no juris, y acordaos de esto:

    antiguamente, en la India, los gatos eran animales sagrados. Era el buen tiempo.-Para los gatos, milord?-Y tal vez tambin para los viajeros.Despus de esta observacin, mister Fogg sigui comiendo con calma.Algunos instantes despus de mister Fogg, el agente Fix haba desembarcado tambin

    del "Mongolia" y se haba ido corriendo a vera al director de la polica de Bombay. Ledio a conocer la misin de que estaba encargado y su situacin respecto del presunto

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    autor del robo. Se haba recibido de Londres una orden de prisin?... No se habarecibido nada. Y en efecto, la orden no poda haber llegado todava.

    Fix qued desconcertado. Quiso conseguir del director la orden, pero le fue negada. Eraasunto que competa a la administracin metropolitana, siendo ella quien slo poda darlegalmente un mandato de prisin. Esta severidad de principios, esta observancia rigurosa

    de la ley, se explica perfectamente por las costumbres inglesas, que en materia de libertadindividual no admiten ninguna arbitrariedad.Fix no insisti, y comprendi que deba resignarse a aguardar la orden; pero resolvi no

    perder de vista a su impenetrable bribn durante todo el tiempo que estuviera en Bombay.No tena duda de que all permanecera algn tiempo Phileas Fogg, conviccin de queparticipaba Picaporte, lo cual dara lugar a la llegada del mandato.

    Pero desde las ltimas rdenes que le haba dado su amo, Picaporte haba comprendidoque sucedera, en Bombay lo que en Suez y Pars, y que el viaje no terminara all y seproseguira por lo menos hasta Calcuta y quiz ms lejos. Y empez a pensar si la apues-ta sera cosa formal, y si la fatalidad no le llevara a l, que quera vivir descansado, a darla vuelta al mundo en ochenta das.

    Entretanto, y despus de haber comprado algunas camisas y calcetines, se paseaba porlas calles de Bombay. Haba gran concurrencia, y en medio de europeos de todasprocedencias se vean persas con gorro puntiagudo, bunhyas con turbantes redondos,sindos con bonetes cuadrados, armenios con traje largo y parsis con mitra negra. Eraprecisamente una fiesta que celebraban los parsis o gnebros, descendientes directos de lossectarios de Zoroastro, que son los ms industriosos, los ms civilizados, los ms inteli-gentes, los ms austeros de los indios, raza a que pertenecen hoy los comerciantes msricos de Bombay. Aquel da celebraban una especie de carnaval religioso, conprocesiones y festejos, en los cuales figuraban bayaderas vestidas de gasas recarnadas deoro y plata, y que al son de gaitas y tamtams danzaban maravillosamente, y por otra partecon perfecta cadencia.

    Superfluo es insistir aqu en qu ceremonias, siendo todo ojos y odos Picaportecontemplaba tan curiosas ceremonias para ver y escuchar, y dando a su fisonoma lafacha del papanatas ms perfecto que imaginarse pueda.

    Desgraciadamente para l y su amo, cuyo viaje por poco comprometi, su curiosidad lollev ms lejos de lo que convena.

    Despus de haber visto ese carnaval parsi, Picaporte se diriga a la estacin, cuando alpasar por delante de la admirable pagoda de Malebar-Hill tuvo la desventurada idea devisitarla por dentro.

    Ignoraba dos cosas: primero, que la entrada de ciertas pagodas hindes estformalmente prohibida a los cristianos, y segundo, que aun los mismos creyentes nopueden entrar sino dejando el calzado a la puerta. Hay que notar aqu que, por razones desana poltica, el gobierno ingls, respetando y haciendo respetar hasta en sus msinsignificantes pormenores la religin del pas, castiga con severidad a quienquiera queinfrinja sus prcticas.

    Picaporte entr sin pensar en lo que haca, como un simple viajero, y admiraba eldeslumbrador oropel de la ornamentacin bramnica cuando de repente fue derribadosobre las sagradas losas del pavimento. Tres sacerdotes con mirada furiosa, se arrojaronsobre l, le arrancaron zapatos y calcetines y comenzaron a molerlo a golpes,prorrumpiendo en salvaje gritera.

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    El francs, vigoroso y gil, se levant con viveza. De un puetazo y un puntapi derriba dos adversarios muy entorpecidos por su traje talar y lanzndose fuera de la pagoda contoda la velocidad de sus piernas, dej muy presto atrs al tercer indio, que haba salido ensu seguimiento amotinando a la multitud.

    A las ocho menos cinco, algunos minutos antes de marchar el tren, sin sombrero,

    descalzo y habiendo perdido su paquete de compras, Picaporte llegaba al ferrocarril.All en el andn estaba Fix, que haba seguido a Fogg hasta la estacin, comprendiendoque este tunante se iba de Bombay. Tom la inmediata resolucin de acompaarlo hastaCalcuta, y ms lejos si preciso fuese. Picaporte no vio a Fix que estaba en la sombra, peroFix oy la relacin de las aventuras que Picaporte estaba brevemente haciendo a su amo.

    -Espero que no os volver a suceder -respondi simplemente Phileas Fogg tomandoasiento en uno de los vagones del tren.

    El pobre mozo, desconcertado y descalzo, sigui a su amo sin hablar palabra.Fix iba a subir en otro vagn, cuando lo detuvo una idea que modific sbitamente su

    proyecto de partida.-No; me quedo -dijo-. Un delito cometido en territorio indio... Ya tengo asegurado a mi

    hombre.En aquel momento la locomotora dio un vigoroso silbido, y el tren desapareci en laoscuridad.

    XI

    El tren haba salido a la hora reglamentaria. Llevaba cierto nmero de viajeros, algunosoficiales, funcionarios civiles y comerciantes de opio y de ail a quienes llamaba sutrafico a la parte oriental de la pennsula.

    Picaporte ocupaba el mismo compartimiento que su amo. Un tercer viajero estaba en elrincn opuesto.

    Era el brigadier general sir Francis Cromarty, uno de los compaeros de juego de misterFogg durante la travesa de Suez a Bombay, que iba a reunirse con sus tropas acantonadascerca de Benars.

    Sir Francis Cromarty, alto, rubio, de cincuenta aos de edad, que se haba distinguidomucho en la guerra de los cipayos, hubiera verdaderamente merecido a calificacin deindgena. Desde su joven edad habitaba en India y no haba ido sino muy raras veces a supas natal. Era hombre instruido, que de buena gana hubiera dado informes sobre losusos, historia y organizacin del pas indio, si Phileas Fogg hubiese sido hombre capaz depedirlos. Pero este caballero no peda nada. No viajaba, sino que estaba escribendo unacircunferencia. Era un cuerpo grave recorriendo una rbita alrededor del globo terrestre,segn las leyes de la mecnica racional. En aquel momento rectificaba para sus adentrosel clculo de las horas empleadas desde su salida de Londres, y se hubiera dado unrestregn de manos, a no ser enemigo de movimientos intiles.No haba dejado sir Francis Cromarty de reconocer la originalidad de su compaero de

    viaje, bien que no lo hubiera estudiado sino con los naipes en la mano. Tena, pues,fundamento para indagar si el corazn humano que lata bajo aquella corteza, si PhileasFogg, posea un alma sensible a las bellezas de la naturaleza y a las aspiraciones morales.Era esto para l cuestin de ventilar. De todos los seres originales que el brigadier generalhaba encontrado, ninguno era comparable con ese producto de las ciencias exactas.

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    Phileas Fogg no haba ocultado a sir Francis Cromarty su proyecto de viaje alrededordel mundo ni las condiciones en que Jo verificaba. El brigadier general no vio en estaapuesta ms que una excentricidad sin objeto til, ni razonable. En el modo de procederdel extravagante gentleman lo pasara evidentemente sin hacer nada ni por s mismo nipor sus semejantes.

    Una hora despus de haber salido de Bombay, el tren, salvando los viaductos, habaatravesado la isla Salcette y corra sobre el continente. En la estacin de Callyan, dej a laderecha el ramal que, por Kandallah y Punah, desciende al suroeste de la India, y luego ala estacin de Pauwll. Aqu entr en las montaas muy ramificadas de los GahtsOccidentales, sierra con base de basalto, cuyas altas cumbres estn cubiertas de espesosmontes.

    De vez en cuando, sir Francis Cromarty y Phileas Fogg cruzaban algunas palabras, y eneste momento el brigadier general, procurando animar una conversacin que confrecuencia languideca, dijo:

    -Hace algunos aos, mister Fogg, que hubirais tenido aqu un atraso queprobablemente hubiera comprometido vuestro itinerario.

    -Por qu, sir Francis?-Porque el ferrocarril terminaba al pie de estas montaas, que era necesario atravesar enpalanqun o a caballo hasta la estacin de Kandallah, situada a la vertiente opuesta.

    -Esta tardanza no hubiera de modo alguno descompuesto el plan de mi programa-respondi mister Fogg-. No he dejado de prever la eventualidad de ciertos obstculos.

    -Sin embargo, mister Fogg -repuso el brigadier general-, habis estado a punto decargar con muy mal negocio por la aventura de ese mozo.

    Picaporte, con los pies envueltos en la manta de viaje, dorma profundamente, sin soarque se hablaba de l.

    -El gobierno ingls es muy severo con razn, por ese gnero de delitos -repuso sirFrancis Cromarty-. Atiende ms que todo a que se respeten los usos religiosos de losindios, y si hubiesen agarrado a vuestro criado...

    -Y bien, agarrndole, sir Francis -respondi mister Fogg- le habran condenado ydespus de sufrir su pena hubiera vuelto tranquilamente a Europa. No veo por qu eseasunto tendra que perjudicar a su amo!

    Y con esto la conversacin se enfri de nuevo. Durante la noche, el tren atraves losGhats, pas porNassik, y al da siguiente 21 de octubre, corra por un territorio casi llano formado por

    la comarca del Khandeish. La campia, bien cultivada, estaba llena de villorrios, sobrelos cuales el minarete de la pagoda reemplazaba al campanario de la iglesia europea. Estaregin frtil estaba regada por numerosos arroyuelos, afluentes la mayor parte osubafluentes del Godavery.

    Picaporte, despierto ya, miraba y no poda creer que atravesaba el pas de los indios enun tren del "Great Peninsular Railway". Esto te pareca inverosmil, y, sin embargo, nadams positivo. La locomotora, dirigida por el brazo de un maquinista ingls y caldeada conhulla inglesa, despeda el humo sobre las plantaciones de algodn, caf, moscada, clavilloy pimienta. El vapor se contorneaba en espirales alrededor de los grupos de palmeras,entre las cuales aparecan pintorescos bungalows y algunos viharis, especie demonasterios abandonados, y templos maravillosos enriquecidos por la inagotableornamentacin de la arquitectura hind. Despus, habia inmensas extensiones de tierra

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    que se dibujaban hasta perderse de vista; juncales donde no faltaban ni las serpientes nilos tigres espantados por los resoplidos del tren y, por ltimo, selvas perdidas por eltrazado del camino, frecuentadas todava por elefantes que miraban con ojo pensativopasar el disparado convoy.

    Durante aquella maana, ms all de la estacin de Malligaum, los viajeros atravesaron

    este territorio funesto tantas veces ensangrentado por los sectarios de la diosa Kali. Cercase elevaba Elora con sus pagodas admirables, no lejos la clebre Aurungabad, la capitaldel indmito Aurengyeb, ahora simple capital de una de las provincias agregadas delreino de Nizam. En esta regin era donde Feringhea, el jefe de los thugs, el rey de losestranguladores, ejerca su dominio. Estos asesinos, unidos por un lazo impalpable,estrangulaban, en honor de la diosa de la Muerte, vctimas de toda edad, sin derramarnunca sangre y hubo un tiempo en que no se poda recorrer paraje alguno de aquel terrenosin hallar algn cadver. El gobierno ingls ha podido impedir en gran parte esosasesinatos; pero la espantosa asociacin sigue existiendo y funciona todava.

    A las doce y media, el tren se detuvo en la estacin de Burhampur, y Picaporte pudoprocurarse a precio de oro un par de babuchas, adornadas con abalorios.

    Los viajeros almorzaron con rapidez y salieron para la estacin de Assurghur, despusde haber costeado el ro Tapty, que desagua en el golfo de Caniboya, cerca de Surate.Es oportuno dar a conocer los pensamientos que ocupaban entonces el nimo de

    Picaporte. Hasta su llegada a Bombay, haba credo y podido creer que las cosas nopasaran de aqu. Pero ahora, desde que corra a todo vapor al travs de la India, se habaverificado un cambio en su nimo. Sus inclinaciones naturales reaparecan con celeridad.Volva a sus caprichosas ideas de la juventud, tomaba por lo serio los proyectos de suamo, crea en la realidad de la apuesta, y por consiguiente en la vuelta al mundo y en elmaximum de tiempo que no deba excederse. Se inquietaba ya por las tardanzas posiblesy por los accidentes que podan sobrevenir en el camino. Se senta como interesado enesta apuesta, y temblaba a la idea que tena de haberia podido comprometer la vspera consu imperdonable estupidez. Por eso, siendo mucho menos flemtico que mister Fogg,estaba mucho ms inquieto. Contaba y volva a contar los das transcurridos, maldeca lasparadas del tren, lo acusaba de lentitud y vituperaba "in pectore" a mister Fogg por nohaber prometido una prima al maquinista. No saba el buen muchacho que lo que eraposible en un vapor no tena aplicacin en un ferrocarril, cuya velocidad erareglamentaria.

    Por la tarde se cruzaron los desfiladeros de las montaas de Suptur, que separan elterritorio de Khandeish del de Bundeikund.

    Al siguiente da, 22 de octubre, respondiendo a una pregunta de sir Francis Cromarty,Picaporte, despus de consultar su reloj, dijo que eran las tres de la maana. Y en efecto,ese famoso reloj, siempre areglado por el meridiano de Greenwich, que estaba a cerca desetenta grados al Oeste, deba atrasar y atrasaba en efecto cuatro horas.

    Sir Francis rectific por consiguiente la hora dada por Picaporte, a quien hizo la mismaobservacion que ya le tena hecha Fix. Y trat de hacerle comprender que deba arreglarsu reloj por cada nuevo meridiano, y que, caminando constantemente hacia el sol, los daseran ms cortos tantas veces cuatro minutos como grados se recorran. Todo fue intil.Hubiese o no comprendido la observacin del brigadier general, el obstinado Picaporteno quiso adelantar su reloj, conservando invariablemente la hora de Londres. Manainocente, por otra parte, y que no haca dao a nadie.

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    A las ocho de la maana, y a quince millas antes de la estacin de Rothal, el tren sedetuvo en medio de un extenso claro del bosque, rodeado de "bungalows" y de cabaasde obreros. El conductor del tren pas delante de la lnea de vagones diciendo:

    -Los viajeros se apean aqu.Phileas Fogg mir a sir Francis Cromarty, que pareci no comprender nada de esta

    detencin en medio de un bosque de tamarindos y de khajoures.Picaporte, no menos sorprendido, se lanz a la va y volvi casi al punto exclamando:-Seor, ya no hay ferrocarril!-Qu queris decir? -Pregunt sir Francis Cromarty.--Quiero decir que el tren no sigue.El brigadier general descendi al instante del vagn. Phlleas Fogg lo sigui sin darse

    prisa. Ambos se dirigieron al conductor.-Dnde estamos? -Pregunt sir Francis Cromarty.-En la aldea de Kholby -respondi el conductor.-Nos paramos aqu?-Sin duda. El ferrocarril no est concluido.

    -Cmo! No est concluido?-No. Falta un trozo de cincuenta millas entre este punto y Hallahabad, donde se vuelvea tomar la va.

    -Sin embargo, los peridicos han anunciado la apertura completa del ferrocarril!-Qu quereis! Los peridicos se han equivocado.-Y dais billetes desde Bombay a Calcuta! -Replic sir Francis que empezaba a

    acalorarse.-Sin duda -replic el conductor- pero los viajeros saben muy bien que deben hacerse

    trasladar de Kholby a Hallahabad.Sir Francis Cromarty estaba furioso. Picaporte hubiera de buena gana acogotado al

    conductor. Ya no poda ms, no se atreva a mirar a su amo.-Sir Francis --dijo sencillamente mister Fogg-, vamos a discurrir, si lo queris, el medio

    de llegar a Hallahabad.-Mister Fogg, se trata aqu de una tardanza absolutamente perjudicial a vuestros

    intereses.-No, sir Francis, ya estaba prevista.-Cmo! Sabais que la va?...-De nign modo; pero saba que un obstculo cualquiera surgira tarde o temprano en el

    camino. Ahora bien, no hay nada comprometido. Tengo dos das de adelanto quesacrificar. Hay un vapor que sale de Calcuta para Hong-Kong el 25 al medioda. Estamosa 22 y llegaremos a tiempo a Calcuta.No haba nada que decir ante una respuesta dada con tan completa seguridad.Demasiado era cierto que los trabajos del ferrocarril terminaban all. Los peridicos son

    como algunos relojes que tenan la mana de adelantar, y haban anunciadoprematuramente la conclusin de la lnea. La mayor parte de los viajeros conocan esainterrupcin de la va, y al apearse del tren se haban apoderado de los vehculos de todognero que haba en el villorrio, paikigharis de cuatro ruedas, carretas arrastradas porunos zebs, especie de bueyes de giba, carros de viaje semejantes a pagodas ambulantes,palanquines, caballos, etc. As es que mister Fogg y sir Francis, despus de haberregistrado toda la aldea, se volvieron sin haber encontrado nada.

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    -Ir a pie --dijo Phileas Fogg.Picaporte, que entonces se reuna con su amo, hizo un ademn significativo al

    considerar sus magnficas babuchas. Por fortuna haba ido tambin de descubierta por suparte, y titubeando un poco, dijo:

    -Seor, me parece que he hallado un medio de transporte.

    -Cul?-Un elefante! Un elefante que pertenece a un indio que vive a cien pasos de aqu!-Vamos a ver el elefante -respondi mister Fogg.Cinco minutos despus, Phileas Fogg, sir Francis Cromarty y Picaporte llegaban cerca,

    de una choza adherida a una cerca formada por altas empalizadas. En la choza habia unindio, y en la cerca, un elefante. El indio introdujo a mister Fogg y a sus dos compaerosen la cerca.

    All se encontraron en presencia de un animal medio domesticado, que su propietariodomaba, no para hacerlo animal de carga, sino de pelea. Con este fin haba comenzadopor modificar el carcter naturalmente apacible del elefante, procurando conducirlogradualmente a ese paroxismo de furor llamado "muths" en lengua india, y esto

    mantenindolo durante ti es meses con azcar y manteca. Este tratamiento puede parecerpoco a propsrito para obtener semejante resultado, pero no deja de ser empleado conxito por los criadores. Afortunadamente para Fogg, el elefante en cuestin llevaba pocotiempo de ese rgimen, y el "muths" no se haba declarado todava.

    Kiouni -as se llamaba el animal- poda, como todos sus congneres, hacer durantemucho tiempo una marcha rpida, y, a falta de otra cabalgadura, Phileas Fogg resolviutilizarlo.

    Pero los elefantes son caros en la India, donde comienzan a escasear. Los machos queconvienen para las luchas de los circos, son muy solicitados. Estos animales no sereproducen sino raras veces cuando estn domesticados, de tal suerte, que solamente pue-den obtenerlos cazndolos. Por eso estn muy cuidados; y cuando mister Fogg preguntal indio si quera alquilarle su elefante, el indio se neg a ello resueltamente.

    Fogg insisti y ofreci un precio excesivo por el animal, diez libras por hora.Denegacin. Veinte libras? Denegacin tambin. Cuarenta libras? Siempre la mismadenegacin. Picaporte brincaba a cada puja. Pero el indio no se dejaba tentar.

    Era una buena suma, sin embargo. Suponiendo que el elefante echase quince horashasta Allahabad, eran seiscientas libras lo que produca para su dueo.

    Phileas Fogg, sin acalorarse, propuso entonces la compra del animal y le ofreci millibras.

    El indio no quera vender. Tal vez el perilln olfateaba un buen negocio.Sir Francis Cromarty llev a mister Fogg aparte y le recomend que reflexionase antes

    de excederse Phileas Fogg respondi a su compaero que no tena costumbre de obrar sinreflexin, que se trataba, en fin de cuentas, de una apuesta de veinte mil libras, que eseelefante le era necesario, y que aun pagndolo veinte veces ms de lo que vala, loposeera.

    Mister Fogg se acerc de nuevo al indio, cuyos ojuelos encendidos por la codiciadejaron ver que no se trataba para l sino de una cuestin de precio. Phileas Fogg ofrecisucesivamente mil doscientas libras, despus mil quinientas, en seguida mil ochocientas,y por ltimo dos mil. Picaporte, tan coloradote de ordinario, estaba plido de emocin.

    A las dos mil libras el indio se entreg.

  • 7/25/2019 LA VUELTA EN 80 DIAS.pdf

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    -Por mis babuchas --exclam Picaporte-, a buen precio hay quien pone la carne deelefante!

    Arreglado el negocio, ya no faltaba ms que gua, lo cual fue ms fcil. Un joven parsi,de rostro inteligente, ofreci sus servicios. Mister Fogg acept y le prometi una gruesaremuneracin, lo cual no poda menos de contribuir a redoblar su inteligencia.

    Sacaron y equiparon al elefante sin tardanza. El parsi conoca perfectamente el oficiode "mahut" o cornac. Cubri con una especie de hopalanda los lomos del elefante ydispuso por cada lado dos especies de cuvanos bastante poco confortables.

    Phileas Fogg pag al indio en billetes de Banco, que extrljo del famoso saco. Parecaciertamente que se sacaban de las entraas de Picaporte. Despus, mister Fogg ofreci asir Francis Cromarty trasladarlo a la estacin de Hallahabad. El brigadier general acept.Un viajero ms no poda fatigar al gigantesco elefailte.

    Se compraron vveres en Kholby. Sir Francis Cromarty tom asiento en