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LA VIDA ES UNA GRAN OPORTUNIDAD
Mercedes Cruz
El hombre cuando desea cambiar y se acuerda de Dios, aspira unirse a
Jesús, y consecuentemente, ansia la paz en sí mismo.
Para conseguir semejante realización, es preciso penetrar más
profundamente en el significado de las palabras de Cristo “Y aquel que
quisiera venir en pos de mi, renuncie a si mismo, tome su cruz y me siga.”
En la vida hay afectos que la unión a ellos durante milenios ha tornado
inolvidables, pero igualmente convivirán viejos adversarios, armados
con los instrumentos de odio abierto, y trajeados en otro ropaje físico,
debidamente acogidos a la convivencia dificultando los pasos, a través de
la aversión oculta. Sintiendo lo que es la tranquilidad por fuera y
angustia por dentro. Entendiendo que somos traídos a vivir, unos al
frente de los otros, para aprender a amarnos recíprocamente como hijos
de Dios.
Poco a poco se percibe, según los principios de causa y efecto, que las
manos que apedrean son aquellas mismas que ensañaste hiriendo al
prójimo, en otras eras cuando la claridad de la verdad no te había
iluminado el discernimiento reconociendo en los labios que te envenenan
con apuntes calumniosos aquellos mismos que adiestraste en la injusticia,
entre las sendas del pasado, a fin de auxiliarte en la alabanza a la
condenación.
Los impulsos inferiores constantemente estimulados se convierten en
verdugos de la paz y en señores del hombre, que solamente con penosos
esfuerzos consigue liberarse de los mismos, cuando definitivamente se
propone a la elevación, a través de la senda del sacrificio y de la renuncia.
En todos los círculos de la vida humana y en cualquier tiempo han
florecido los elevados ideales del amor, y las virtudes jamás han dejado de
exhalar los sutiles aromas de la honradez y de la nobleza.
Como una preciosa conquista, la amistad es el polen del amor, que crece
donde se abran las flores del sentimiento en el árbol generoso de la
dignidad humana. No obstante, cuando se aflojan los lazos de la
fraternidad, los valores espirituales del ser corren riesgo.
Las ambiciones descomedidas, los desequilibrios de la emoción
atormentada y los desordenes morales constituyen un campo fértil, donde
crecen los desvirtuados recursos de la criminalidad y las nefastas
negociaciones.
El odio es un toxico que corroe el recipiente que lo contiene. Al ser
retenido, destruye; al ser derramado, envenena.
Las mallas de la intriga bien urdida apretan nudos constrictores y se ve la
sospecha, con una creciente expresión de horror, y el paso de las horas se
llena de inquietud.
En todas las circunstancias de la vida en que las expresiones antagónicas
del desorden íntimo provocan tormentos, vínculos psíquicos con los
desencarnados, conscientes o turbados por el trance de la muerte,
generalmente promueven largos procesos obsesivos y causan infelices
estados de perturbación que son capaces de llevar a la delincuencia o a la
locura. La esfera de los llamados muertos siempre ha influido
poderosamente en la actividad mental de los llamados vivos. Al
penetrarse recíprocamente los dos continentes de la vida: el físico y el
espiritual, es muy difícil establecer el marco divisorio. Capaz de definir
con precisión donde uno empieza y otro termina. Por eso, muerte es vida y
vida en el cuerpo no deja de ser muerte…
El hombre debe ser libre para que pueda ejercer, a través de lo que el
mismo elija, la regencia de sus actos, y responder por sus consecuencias.
Mientras que los derechos humanos no sean respetados – y hay mil formas
de deshonrarlos -, los espectros de la desgracia rondaran, en marchas
siniestras, sobre los escombros de la desidia de los expoliadores de los
derechos ajenos. Contemplaran su propia caída y el erguimiento de los
que han denegrido y degradado, así como de los que creían haber
aplastado. Y la Historia ara justicia a sus víctimas, prescribiendo sus
hechos ignominiosos.
La meditación ofrece la oportunidad superior para el descubrimiento
íntimo, de donde resulta la comprensión de los acontecimientos que
muchas veces pasan en una agitación vertiginosa e infeliz. Invita al
examen de actitudes y eleva el espíritu a las afables regiones de la
Espiritualidad, donde el ser se sacia, se tranquiliza, abre las puertas a la
percepción y se emociona al identificar sus propias debilidades y al
descubrir las divinas potencialidades que viene despreciando. Es una
invitación de Dios a través de la inspiración angélica, un
intercomunicador para conversaciones sin palabras… en dichos
momentos, esos felices mensajeros se acerca, invitados por la sintonía
automática y espontanea del solicitante mudo, y con sus poderosas
energías libertan al sufriente de las cadenas que esclavizan,
permitiéndole aspirar una saludable spicoesfera en la que se desintoxica,
para que a partir de ahí pueda discernir mejor y actuar correctamente
con más seguridad.
Hasta el rebelde contumaz es acreedor de las oportunidades concedidas
por la Misericordia Divina, que a todos alcanza en forma de socorros
fomentadores de los medios que conducen a la rehabilitación tras la caída,
o al progreso, cuando se conjuga el esfuerzo con el deber.
Cuando el fragor de las inquietudes esté a punto de despedazar el
corazón; cuando en las encrucijadas no se sepa el camino a seguir y todas
las rutas parezcan dar acceso a abismos; cuando una insoportable
desesperación os haya arrastrado a infelices conclusiones que aparenten
ser la única solución; cuando los infortunios atormenten y tiendan a
volver loco indiferente ante el propio sufrimiento – disponer del vehículo
de la oración y acceder a la meditación que ampara – es la mejor solución.
Tal vez los problemas no sean suprimidos, ni sean evitadas las
dificultades. Mientras tanto, se ampliara la visión hacia un mejor y más
profundo discernimiento; consiguiendo vislumbrar una mayor
comprensión de la vida y de sus legitimas realidades; sintiendo la
presencia de fuerzas ignitas que penetraran, dando fortaleza; os elevareis
a zonas psíquicas relevantes, de donde regresareis saturados de paz, con
posibilidades de proseguir, a pesar de cualquier coyuntura difícil
existente o que pueda surgir. Ya que la plegaria aplaca y la meditación
renueva; la oración eleva, mientras que la reflexión sostiene; en comunión
con Dios, el pensamiento noble en Él sorbe la vida, y al dialogar en vinculo
de amor deja traslucir las impurezas y se impregna con las sublimes
vibraciones de la afectividad, que se convierte en una fuerza dinámica
para sostener a las debilitadas potencialidades que entonces se yerguen y
no desfallecen más.
No os arrojéis funestamente en las fosas de la desenfrenada ira o entre el
oleaje de la insensatez. Antes de que asalten los demonios del crimen,
levantarse del caos, pensando y orando es la mejor opción.
Existen oídos atentos que captan los ruegos y cerebros poderosos que
emitirán mensajes-respuesta que no se debe dejar de considerar.
Amores que han precedido en el más allá de la tumba vigilan y esperan
por los que quedaron, amando aguardando receptividad.
No equivocarse y no desesperarse en vano. Hay que prestar atención.
Hablando con el Padre en una oración tranquila haciendo silencio para
poder escucharlo a través de la inspiración clarificadora.
Sin exigir, ya que quien ora, no impone. Orar es abrir el alma, exteriorizar
los estados íntimos y refugiarse en la sabiduría divina para
aprovisionarse de entendimiento, penetrándose de salud interior…
Al orar en la aflicción o en la alegría, el hombre trabaja. Y orando
conseguirá vencer todas las tentaciones y logrará integrarse con plenitud
en el espíritu de la vida que fluye de la Vida Abundante, con fuerzas
superiores para trabajar y vencer.
Cuando ignoramos las sutiles facultades de la intuición, de la premonición
y las leyes de la reencarnación en que están basados los acontecimientos
de la vida física, y manteniendo tan solo como recurso pura y
simplemente el argumento de la fe, sin los recursos más amplios para
estructurar el consuelo se nos hace imposible sostener a la oveja aturdida.
Los sufrimientos del pasado seguramente afligen de tal manera, que el
bálsamo de las incontables alegrías no consigue cicatrizar
definitivamente las innumerables heridas, que todavía supuran… Es
necesario olvidar para perdonar mejor, arrojando en el olvido el yugo del
resentimiento y de las reminiscencias amargas, el mal que nos pretenden
hacer resulta un bien inestimable, a pesar de los incalculables
sufrimientos… No hay que permitir que antiguos infortunios tiznen las
actuales alegrías ni oscurezcan las futuras esperanzas.
Los que menosprecian los valores éticos, en su insania, son incapaces de
medir sentimientos y de caracterizar actitudes en toda su magnitud.
Disculparse significa para ellos una humillación, como una credencial
para acceder a nuevos desatinos, a los que se vinculan persistentemente.
La distancia que existe entre una agresión y una explosión de generosidad
es apenas una circunstancia de su emotividad. Sin la sensatez necesaria,
dan a los hechos la interpretación que les conviene.
Antes de cometer desatinos y hacerse cómplice de la criminalidad,
acelerar el paso y meditar, es la mejor opción ya que unas horas de locura
y de venganza vana, se transforman en siglos de dolor. El error mancha a
los que se esclavizan en el. Las falsas victorias derivadas de la infamia, de
la traición y de las indebidas conquistas, se convierten en laberintos de
sombra y de dolor que se han de recorrer ineludiblemente. La felicidad
no reluce en los dédalos de la conciencia ultrajada por el crimen, y ni
siquiera aparece algún salvador que no sea el de la justa reparación del
mal perpetrado. Al practicarse el error, se consuma la auto sentencia,
mediante la cual la paz se ve desterrada del espíritu culpado y la armonía
del amor cede lugar a las tormenta
Hay que Bendecir la cruz, los que caminan fustigados por el desaliento,
por la soledad o bajo los vendavales de la aflicción.
Y agradecer el dolor rectificador y poner el aceite de la esperanza en la
lámpara de la resignación, en la prolongada vigilia reparadora.
Recordando, que al sufrir, se rescata acciones torpes que están olvidadas,
pero que no están muertas en la conciencia espiritual ni ignoradas por el
Estatuto Divino.
Sin envidiar la dicha ajena a socapa, ni desear cambiar milagrosamente, o
gracias a métodos condenables, la posición que se disfruta.
Secando las lágrimas y velando en el altar de la rehabilitación.
El llanto actual tiene origen en las lágrimas que se han hecho derramar a
los otros y que ahora llegan de retorno.
… Simultáneamente, existen los que sonríen y que son apenas espectros
disfrazados en el palco de las diversiones alucinadas. Al huir de la
responsabilidad, avanzan a través de sitios en los que se ha deambulado y
de cuyos desdichados recuerdos les gustaría libertar…
Sin embargo, si se les habla de las sombrías herencias que de allá traen, se
burlarían y tildaran de religiosos atontados e incluso esquizoides a los
que intentan esclarecerles.
La oración por ellos, como por uno mismo, provocadores de la deshonra,
capitanes de la iniquidad, y aprendiendo con mansedumbre del Hijo de
Dios las maravillosa lección de la felicidad sin macula, de la alegría sin
mezcla y de la paz sin recelo…
Del tumulto que desgobierna el mundo, cultívese la ponderación y
reflexiónese antes de arrojarles al foso de la perversión o de los agravios
de penosa reparación.
Las risas de un minuto no valen lágrimas de las horas incontables que
afligen el despertar de la conciencia.
Los que han transpuesto la puerta de la tumba, al aseverar estos
conceptos, son los personajes vivos de los dramas que la sepultura no
apagó.
Si nos hablan, es porque desean nuestra felicidad. Hay que creer y esperar,
teniendo confianza en el amor de Nuestro Padre.
El señor nunca abandona a los que confían en El y a los que se Le entregan
con devoción. El orar nos eleva a la paz, estando por encima de las
torpezas humanas y gozando anticipadamente de las delicias del
porvenir, a pesar de las asperezas y trastornos del presente.
La vida se desdobla en sucesivos eslabones en la cadena de la evolución.
Una etapa se interrumpe para iniciarse otra. A semejanza de la semilla
que se despedaza para germinar, la muerte, en compensación, es vida
que se desenlaza. Más allá de la sepultura los dolores de los que sufren
desaparecen y las incertidumbres se convierten en seguridad. Se hace
indispensable saber enfrentar las rudas pruebas, a fin de saldar los
pesados tributos de sombra y de falta de armonía que uno ha causado.
Es imperioso que la gema preciosa sufra la acción del cincel que ha de
labrarla para poder reflejar la pujanza de la luz e irisarse. Lo mismo
sucede con el espíritu; necesita sufrir la lapidación moral para limpiarse
de cualquier impureza, haciéndose sublime a través de la renuncia y del
amor, a fin de ascender en dirección a la bienaventuranza.
No afligirse con el actual agresor de la paz, que resurge de la noche de los
tiempos, transformado en un arbitrario comensal de la locura, para
hacerlas expiar por el mal de antaño…
Mientras nos emergemos en dirección de la libertad, el se sumerge en los
sórdidos fosos de las sombras y de la agonía de largo curso…
Es necesario expulsar la ira del corazón y colmarlo de armonía, y en ese
sentido, la plegaria es el sublime filtro para operaciones de este género.
No hay que tener miedo, ya que no se paga una deuda más allá de los
límites del debito contraído. Nadie es obligado a cargar un fardo superior
al de sus propias fuerzas y solo somos constreñidos a sufrir el dolor que
corrige, disciplina y nos liberta. Jesús Crucificado es el mismo Amigo de los
sufridos pescadores de Genesaret y de las mujeres desoladas de la
Galilea… Ninguna queja o rebeldía hemos escuchado de Él, pese a las
circunstancias dolorosas de su martirio… Pensemos en Él y yérguete a Él,
entregándote con mansa sumisión…
La felicidad no consiste apenas en las risas, en la salud y en las
concesiones de la fortuna; sino también en la forma de cómo encarar los
infortunios, los desengaños las aflicciones. No debiendo dar demasiada
importancia a las cosas desdichadas que nos sucedan.
La ventura, como la desgracia tiene el valor que le damos. Cuando
sabemos valorar las rosas, respetamos sus espinas que las preservan de
las agresiones. Por eso es conveniente que nos preparemos para todas las
circunstancias de la vida.
En la trama de la desesperación, los malos espíritus instigan a sus
víctimas y las dejan exhaustas a golpes de continua alucinación, sin
darles tregua para facilitar su discernimiento. Al ser abierto el camino de
la deshonra y al estar iniciado el descenso en los abismos del odio, todo
impulso que se realiza en ese sentido es para comprometerse cada vez
más en un desequilibrio casi irreversible.
En toda colusión criminal se enredan, en una compleja urdimbre, las
mentes de los hombres con los de los desdichados espíritus desencarnados
que les ejercen influencia, a veces de una manera tal que uno puede decir
que son estos los que comandan a aquellos, y al ser verdugos son también
victimas de otras manos miserables.
En la estela de las vidas sucesivas continúan las tramas de la evolución
con sus enérgicas advertencias.
En cada primavera de bendiciones vuelven a florecer, sobre los charcos de
las pasiones, los lirios de la paz, cuyas verdes ramas simbolizan la
esperanza que nunca nos debe faltar, aun cuando todo parezca abismo y
lodo bajo nuestros pies. En esas primaveras de misericordia, también
vuelven a florecer los corazones.
Cuando estés al borde del desespero o del desanimo, yérguete sobre los
motivos de tristeza o desaliento y contempla los cuadros de la naturaleza
a tu alrededor. Nuevos minutos se despeñan del corazón de las horas en tu
beneficio, decenas y centenas de criaturas aparecen por todos los flancos
dirigiéndote sonrisa de esperanza, múltiples tareas te piden concurso y
devoción y los días siempre renovados te señalan el Cielo, de horizonte a
horizonte, siendo como inmensa puerta libertadora, a través de la cual, en
cada mañana, la Sabiduría del Señor te invita sin palabras a recomenzar
y progresar, a trabajar y vivir.
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TRABAJO REALIZADO POR MERCHITA
Extraído del libro “Sublime Expiación” de Divaldo Pereira Franco