la venganza alberto blest gana

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LA VENGANZA Alberto Blest Gana AL SEÑOR DON FEDERICO TORRICO Muy estimado amigo: Aun cuando la amistad sincera que le profeso no me sirviese de suficiente título para dedicarle este corto trabajo, la circunstancia de haberlo escrito sobre un argumento que Ud. me comunicó, me obligaría a poner el nombre de Ud. en su primera página. Acepte, pues, ésta, que con más propiedad debe llamarse restitución que dedicatoria, como una muestra pequeña de mi afecto y como un recuerdo de las agradables conversaciones que nunca olvidará haber tenido con Ud. si amigo afectísimo. Alberto Blest Gana. Noviembre de 1861. I Celebrábase en Lima la procesión de Corpus en el año de 1763. La plaza mayor de la ciudad de los reyes presentaba el aspecto grave y risueño a un tiempo que da a esta parte de la ciudad, principalmente, el colorido peculiar de las poblaciones españolas de la Edad Media. Los balcones tapizados con ricas y vistosas colgaduras; las damas que desde

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LAVENGANZA

AlbertoBlestGana

ALSEÑORDONFEDERICOTORRICO

Muyestimadoamigo:

Aun cuando la amistad sincera que le profeso no me sirviese de suficientetítulo para dedicarle este corto trabajo, la circunstancia de haberlo escritosobreunargumentoqueUd.mecomunicó,meobligaríaaponerelnombredeUd.ensuprimerapágina.

Acepte, pues, ésta, que con más propiedad debe llamarse restitución quededicatoria,comounamuestrapequeñademiafectoycomounrecuerdodelas agradables conversaciones que nunca olvidará haber tenido con Ud. siamigoafectísimo.

AlbertoBlestGana.

Noviembrede1861.

I

Celebrábase en Lima la procesión de Corpus en el año de 1763. La plazamayor de la ciudad de los reyes presentaba el aspecto grave y risueño a untiempoquedaaestapartedelaciudad,principalmente,elcoloridopeculiardelaspoblacionesespañolasdelaEdadMedia.

Losbalcones tapizadosconricasyvistosascolgaduras; lasdamasquedesde

esos balcones ostentaban la gracia de sus atavíos; la solemnemarcha de lascomunidades religiosas en pos de las andas de cada santo; la apiñadamuchedumbrede tapadasycaballeros,decholosydemulatasquecubríaelrecintodelaplaza,yelbulliciosotocardelascampanasdelostemplos,dabangrananimaciónalconjuntodeaquelcuadro,que,porotraparte, losdetalles,llenosdemovimientoydevida,engalanabancon tintescaracterísticos,hijosdel único pueblo de la América española que ha conservado hasta el díacostumbresoriginales.

Primorosocontrasteformaba,conefecto,ladevotafisonomíadelosmonjesypenitentes de todos colores, que con cirio encendido y edificante unciónentonabancánticossagrados,conelpintorescoaspectodelascholas,vestidascon faldas cubiertas de flores, con los hombros y los brazos desnudos,ocupadas de dirigir sobre la concurrencia picarescas miradas, que, lejos dellamar al místico recogimiento, despertaban más bien ideas de mundanalesplaceres.

No lo formabanmenor tampoco las misteriosas tapadas, que robaban a lossantos laatenciónde loscircunstantesyconfundían,conlanasalentonaciónde los salmos, sus argentinas voces, sus ruidosas carcajadas, sus picantes ysaladasrespuestasalosirreverentesrequiebrosdealgúnosadogalán.

Agréguense a estos tonos bien acentuados de aquel cuadro, repartidos conprofusión en diversos puntos, el aspecto del día; las nubes de inciensomezcladasalperfumedelasfloresyaldelasaguasdeolordequesonávidoslospueblostropicales; losvistososyvariadoscoloresdelassayasymantos,delascasacasydelassotanas,ysetendráunaideadelaanimaciónyvariedaddel golpe de vista que presentaba la plaza mayor de Lima el día de laprocesióndeCorpuseraelaño1763.

II

Habría llamadolaatencióndeunobservador,comola llamabadegranpartede losconcurrentes,ungrupode jóvenesvestidosconpretenciosoelegancia,enmediodelcualsedistinguíaunodeveintiochoatreintaaños,queanoserpor el trajede la época, habríapodido servir demodelopara representar unguerrerodelosheroicostiemposdelGranCapitán.

Lamajestuosa arrogancia de aquellos nobles españoles que al frente de sustercios eran el terror de infieles y de franceses, brillaba en la fisonomía deaqueljoven.

Coronabansufrentepequeñaydeadmirableblancura,cresposcabellosnegrosquecaíanhastacercadeloshombros.Susojospardosdespedíanmiradasdesingular altanería, que perfectamente se hermanaban con la desdeñosaexpresióndesuslabiosdelgadosyconlamarcialriquezadeunbigotenegrodepuntasdesmesuradas.Sutezerafinísimayanimadaenlapartesuperiordelas mejillas de un encarnado ligero, que daba mayor realce a las largaspestañas que hermoseaban sus párpados casi trasparentes y a la sombra degrandesojerasqueparecíanaumentareltamañodesusojos.

Esta magnífica cabeza reposaba sobre un cuello torneado como el de unamujer,yformabaconelapuestoyelegantecuerpounaestaturadeseispies.

Eltrajedeaqueljovenllevabaunsellodepeculiareleganciaquelodistinguíaaprimeravistadeentrelosotros,yseñalabaperfectamentelaépocaenquelamodaespañolahabíasucedidoenlapenínsulaalamodadesuvecinayrivallarancia.Lacasacacolorcastaña,bordadaconparsimoniosocriterio,estabamuylejosdedarleeseairederouéodefrívolo,quepareceinherentecondicióndelosllamadostrajesaloLuisXV:lachupayelcalzónerancolorperla,blancaslasmedías conbordados de oro en formade pirámides sobre el tobillo y elzapatocongrandeylucientehebilladediamantes.

Pororgulloyacasoporcomodidad,aquel jovenostentaba,comodijimos,supropiacabellera,enlugardelapelucaopolvosdeusanza,yponíaelsombrerobajo el brazo izquierdo con unamajestad que acusaba al gran señor de unacortemáselegantequeladeLima.

Nolejosdelgrupodejóvenesencuyocentrosehallabaelqueacabamosdedescribir,seveíaunhombrejoventambién,queporsutrajeytalanteparecíapertenecera laclasedesirvientesenqueCalderónhabuscadogranpartedesusgraciosos.

Sutrajeteníamuchasemejanzaconeldeljovenquenoshaocupado,bienquelacalidaddelosgéneroserasumamenteinferior.

Estehombresóloapartabasuvistadelastapadasquejuntoaélpasaban,paradirigirladecuandoencuandoaljovendelcentrodelcercanogrupo,conunaexpresiónderespetuosasolicitud.

En el grupo, la conversación era animaday casi todosdirigían la palabra aljovendelcentro.

—Aquí viene,marqués—le decía uno—, nuestromuy querido virrey: grandesgraciaesparaLimaquelafechadesunacimientoseatanremota.

—DonAntonioAmat,—contestóeljovenaquienelotrohabíadadoeltítulodemarqués— tieneun corazónde jovenquehaceolvidar el númerode sus

años.

—Así es—exclamó otro—, y bien lo prueba su loco amor a la MariquitaVillegas,¿LaconoceUd.,marqués?

—¿A la que Uds. llaman la Perricholi? Si a fe y por San Pelayo que donAntoniotienebuengusto:laPerricholiesunabellísimacriatura.Enestatierrade lindosojos,unos sólohevistoqueaventajenenhermosura a losojosdeMariquita.

—¿Cuáles?

—Dosgrandesojosverdes,decrespapestaña,quepaseabaporesascallesdeDiosunadamajoven,seguidadeunpardecerberosnegroscomoelazabache—dijoelmarqués,retorciéndoseelbigote.

—¡La Juana! ¡La JuanaMendoza!—exclamaron varias voces en torno delmarqués.

—¿Yquiénesella?—preguntóéste.

—Unamujerrodeadadeunprofundomisterio—dijouno.

—Quenadieseatreveavisitar—añadióotro.

—Vive Dios, señores—exclamó él marques—, que me place cuanto estoyescuchando.¿Yporquétalmisterio?¿Yporquénoseatrevenadieavisitarla?

—CorrenextrañasvocessobreJuana—contestóunjoven,aquienelmarquéshabíadirigidosuvistamientrashacíalaspreguntasanteriores.

—¿Yquédicenesasvoces?

Losjóvenesseacercaronalcentroqueocupabaelmarqués,yunodeellosledirigiólapalabra;peronocomoantesenvozalta,sinoentonoconfidencialymisterioso.

—En Lima no ha habido más que dos hombres —dijo— que hayanmanifestadopúblicamentesupasiónaJuanayenelespaciodepocosmeseslosdoshandesaparecido.

—¡Bah,serábruja!—exclamóriéndoseelmarqués.

—Brujaono—repusoelotromuyserio—,lociertoesqueesosdosjóvenes,que perseguían con amores a Juana, han desaparecido de Lima, y todas laspesquisasdesusfamiliasparadescubrirleshansidoinútileshastahoy.

—Acaso tenga esa Juana la manía de las colecciones —dijo él marques,mostrandoconsusonrisadoshilerasdeblancosypequeñosdientes—.Tengoparamí,señores—añadió—,queelenamoradoesunanimalbastantecurioso

paradespertarelinterésdeunahijadeEva:esterasgodesucarácteraumentalasimpatíaquenaceenmipechoporesalindaniña,ysilaveo...

—Pronto la veréis, porque no falta a esta clase de festividades—dijo unointerrumpiéndole.

—Sólosíquevendrátapada—observóotrodelosjóvenes.

—Yauntapada,¿quiénnolaconoce?—exclamóuntercero.

—Puesalbriciasalprimeroqueladivise—dijoelmarqués.

La conversación continuó por algunosmomentos en este tono, interrumpidasólo,decuandoencuando,poralgunatapadaquedirigíalapalabraaalgunodelosdelgrupo,ocontestabaaloquedeestegruposeledecía.

Laprocesión,entretanto,continuabadesfilandoconlamismasolemnidadconquehabíasalidodelaiglesia.

Derepenteunodelosjóvenesseacercóaloídodelmarqués:

—DonAlvaro—ledijo—,nolejosdenosotrosestáJuanaMendoza.

—¿Cuáles?—preguntóAlvaro,tendiendoenderredorlamirada.

—Aquelladesayaazulymantodelmismocolor—díjoleelqueleacababadehablar.

—Se me figura —repuso el marqués— que tengo la dicha de ocupar suatención:voyahablarla.

—Guardaosdehacerlo,marqués—ledijoelquehabíareferidopocoanteslodelosdesaparecidos—esamujerestádestinadaalfuegodelSantoOficio.

—Veré,entretanto,sipuedoquemarlaconeldemisojos—repusodonAlvaro,dejandoasuscompañerosyadelantándosehacialatapada.

El hombre que dijimos observaba no lejos del grupo almarqués, se puso aseguirsuspasos,pueslatapada,alverladirecciónqueAlvarotomaba,habíalevuelto la espalda y puéstose a caminar con paso precipitado en opuestadirección.

III

Elhombrequecasiseguíaalmarquéssehallóprontocasiasulado.

—¿Sabe,V.E.,loqueunodeesosseñoritosmedijoalpasar?—preguntó.

—¿Cómo puedo saberlo, Juan, cuando allí no estaba para oírlo?—contestóAlvaro.

"—Sigueatuamo—medijo—ynolepierdasdevista."

—Cumpleelencargo,peroqueseadelejos.

—Tierradepromisiónes ésta, señormarqués—repuso Juan—,yvaya ¡quéojosproduce!Cadamujerllevaenlugardeellosdoscarbúnculosquederritenelcorazónaunqueseacomounapeña.

—Guardaparadespuéstusobservacionesdeviajeroydéjameenpazhacerlasmías—díjole el marqués, apretando el paso para seguir más de cerca a latapada.

Elmarqués,alresponderdeesemodo,experimentabaeldeseodeentregarsecompletamente a la extraña emoción que en ese instante le dominaba. Susgrandesojos,clavadosconavidezenlamujerquehuíadelantedeél,parecíanrecibirlaeléctricafascinacióndelosgraciososmovimientosdeaquellamujerycomunicarlaasucorazón,quelatíaconelanhelodelosespíritusaventurerospor todo lo que sale de la trivial y enfadosa esfera de la vida ordinaria. Lavoluptuosaondulacióndelosplieguesdelasayacomunicadaporunacinturaflexible,delgadayredonda; lapequeñezdelospiescalzadosconzapatosderasoblanco;elelegantecontornode lapartede lapiernaque la sayadejabaver, realzado por una media encarnada de lustrosa seda; la majestuosaoscilacióndelapequeñacabezaalaquelaimaginación,graciasalmantoquela cubría, prestaba mil encantos, y la gracia inimitable, en fin de aquellatapada,queparecíaostentarunabellezaradianteapesardelembozoqueconcuidadosostenía,comunicarontalentusiasmoalalmadelmarqués,quejurabaseguirla,amedidaqueandaba,yversurostroauncuandoaelloseopusiesentodoslosobstáculosimaginables,bajolaformadepadresairadosodemaridoscelosos.

Entretanto, la desconocida con su aéreo paso,Alvaro en pos de ella con suandararrogantequecautivabalasmiradasdelasmujeresqueleveían,ylejosde ellos Juan, enviando a cada tapada algún ardiente requiebro, habían yaabandonado la plaza mayor, atravesado muchas de las calles principales yllegadoaunaalgoexcusadaydistantedelmovimiento.

Ahí,latapadasedetuvoyparecióesperarresueltamentealmarqués.

—Parece, caballero —le dijo—, que si sois tan galán como porfiado, lasdamassedisputaránvuestracompañía.

—Culpadavuestrosojosqueasímearrastran—contestóAlvarosonriéndose.

—¡Misojos!Perosínoloshabéisvisto,¿cómopodéisjuzgardeellos?

—Porquehesentidosuluzyconsuluzmehequemado.

—Huídentoncesdeestefuego,caballero.

—¡Huir!¿Yadónde,señora,sivosnovais?

—Dondeestéislibredequemaros,puesquesoistaninflamable.

—Loslugaresquenocalmevuestramiradameparecerándenieve:dejadmeacompañamos —dijo el marqués, acercándose para ofrecer el brazo a latapada.

—Pocoapoco,novamostandeprisaquenadienospersigue—replicóella—;malpuedo,aceptarvuestracompañíacuandonoosconozco.

—Señora,soyespañol—dijoelmarqués,conmásyelreydeEspañaeorgulloquesíhubiesedicho"soyelreydeEspañaeIndias".

—Biensedejaverporvuestroacento—repusolatapada.

—Mi acento, hermosa mía, es el de la pasión vehemente que me estáisinspirado.

—Yelapasionadosellama...

—AlvaroFernández,marquésdeAraya.

—¡Ah!¿Soismarqués?

—Dejadmeagregaraestetítuloeldeesclavovuestro.

—Soisdemasiadoblancoparaesclavo,señormarqués.

—Asítendrémásinteligenciaparaadmiramos.

—¡Cuidado!Soycaprichosa.

—Yolealafuerzadeespañolyacatarévuestrosmandatos.

—¿Ysisoyfea?

—¡Imposible!

—Vedquepodéisengañaros,marqués.

—Mecontentaréconoírvuestravozqueyametienesinseso.

—¿Quéoshandichodemílosjóvenesconquienesestabaisenlaplaza?

—Queeraismuybella.

—¿Nadamás?

—Yquenadieseatrevíaavisitaros.

—Yaloveis—dijotrasbrevepausalatapada—,desistiddevuestrointento.

Estas palabras fueron pronunciadas con muy diverso tono del festivo quehabíareinadohastaallíenlaconversación.

Alvarosintióporestomáspicadasucuriosidadydijo:

—Paraobedecemosnodebíhaberoídovuestravoz:dejadmeacompañaros.

—Malprobáis,marqués,lasumisióndequeacabáisdeblasonar.

—Porelcontrario,señora,puestoquemesometoalpoderosointerésquemeestáisinspirando.

—Yaquelhombrequeoshaseguido,¿quiénes?—preguntólatapada.

—Esmicriado.

—Siqueréisacompañarme,despedidle.

ElmarquéshizounaseríaaJuan,queavanzóconligeropasohastaelpuntoenquesuamoylatapadaconversaban.

—¿Quéhacéis,marqués?—preguntóésta,alveracercarseaJuan.

—Lellamoparacumpliruncompromisoquecontrajeestamañana.

—Buenamemoriatenéis;¿fueconalgunamujerelcompromiso?

—Conunamigo.

Juansehallabayaesperandolasórdenesdesuamo.

—Toma esta llave—le dijo el marqués—: ve a casa y abre la maleta, allíhallarásdosbotellasquellevarásaminombrealseñordonMartínOsorio.

Juancogiólallave,inclinándosedelantedeAlvaro,yseretiró.

Ni Juan ni el marqués pudieron ver que la tapada agitaba con disimulo unpañuelo blanco, poniéndose a la espalda lamano en que lo tenía; ni vierontampoco que dos negros, ocultos tras una esquina, echaban a correr a estaseñal; que uno de ellos parecía aguardar, observando con cautela tras suescondite.

—Marqués—dijola tapada—,aunes tiempo;figuraosquenuncamehabéishablado.

—Seríamenesterpara elloqueolvidasehaberpisadoel suelodeLima. ¿Os

pareceposible?

—¿Persistísentonces?

—Másquenunca.

—Seguidme,pues.

EchóaandarlatapadayasuladoelmarquésdeArayaconlacabezaerguidayelmirarorgullosodelquecreehaberobtenidountriunfo.

Y así como ni él ni su criado habían visto lamisteriosa señal hecha por latapadaalosnegros,niéstosniaquéllapudieronveraJuanquedesdelejoslesseguíalospasosyseocultabatrasunapuertadecalle,cuandolatapadaabríaotranolejanayentrabaenunacasaseguidadelmarqués.

IV

¿QuéhacíaenLimaelmarquésdonAlvaroFernándezyquécircunstanciaslehabíanhechoabandonarlacasasolariegadelosmarquesesdeAraya?

He aquí lo que nos cumple referir para bosquejar el carácter del que tantemerariamente se aventuraba en una empresa peligrosa, al decir de losnaturalesdelpaís.

En tal relación seremosbreves, paranodefraudar el interésde estaverídicahistoria.

Ardiente constelación sin duda fué la que presidió al nacimiento de donAlvaro,puesquedesdeniñosufogosocarácterlegranjeóelrespetoentrelosque le rodeaban y sus temerarias travesuras ponían de continuo en gravealarmaelcorazóndesupadre.

DonAlvarosehallóa losveintiúnaños,pormuertedeéste,conel títulodemarquésdeAraya,parasatisfaccióndesuvanidad,yconbastantesbienesdefortunaparalucirsudonaireentreloselegantesdelacorte.

Elmancebo aquien la autoridadpaternahabíamantenidohasta entonces enlos límitesdemoderadasdiversiones llenóentonces lavillay lacortecon larelacióndesusaudacesaventuras.

Lances de amor, desafíos, veladas de juego, todo lo que la vida de un granpueblo puede presentar de novelesco, todo lo que un espíritu inquieto, uncorazónosadoyunánimoturbulentopuedenapetecerparagastarlasaviade

vida que parece desbordarse de las privilegiadas organizaciones que losalientan,todolorecorriódonAlvaroconpieseguroyvoluntadindomable.

Suscarrozasylacayoseclipsabanenelpaseoalosdelosmásricosseñores.

Susqueridasostentabanconorgulloelvasallajequeletributaban.

Sus amigos aplaudían las elegantes locas calaveradas con que don Alvarosorprendíasusimaginaciones.

Y todos, nobles y plebeyos, admiraban el indómitovalor deunhombrequebuscaba con ardor el peligro y dilapidaba su hacienda con magníficodesprendimiento.

Undía,donAlvarotuvoavisodequesólopodíadisponerdediezmilduros.

El torrente de su dispendiosa existencia había principiado arrastrando losinteresesdesucapitalyllevándosetraséstoslamayorpartedelcapitalmismo.

Alvaro no era de esos que se dejan abatir por el descarnado aspecto de lapobreza, y su pecho alentaba demasiada altivez para conformarse con laoscuramiseriadeunavidadeeconomíasyprivacionesmezquinas.

Formó,pues,unaresoluciónviolenta,propiadesuánimoresueltoyamigodeaventuras.

Alefecto, invirtiógranpartede losdiezmildurosenobjetosdecomercios,armó un buque y dió la vela para el Callao, acompañado de Juan, el másinteligentedesuscriados.

Juanteníaporsuamóunaespeciedeculto,cómosólopuedeninfundirenotrocorazónlosqueposeenalgunasuperioridadsobresussemejantes.

Conviento felizavecesy furiosas tempestadesenotrasocasiones,elbuquequellevabaalmarquésylosrestosdesudilapidadahaciendabañósuquillaenlasaguasdelCallao,cincomesesdespuésdesalirdeCádiz.

Y transcurridosquincedíasdesdesuarribo,acaecían lossucesosquevamosrefiriendo.

Ahora, para completar las explicaciones, diremos lo único que en Lima sesabíaacercadeJuanaMendoza,aquienlasuerteacababadeponerfrenteporfrentedelmarquésdeAraya.

NadiehabíaconocidoaJuanasiendopobre.

UndíalavieronapareceralosexámenesdelcolegiodeSanCarlos,adondedesdetiemporemotoacudenloshabitantesdeLimadeambossexosydiversascondiciones a presenciar los exámenes de los estudiantes. Su belleza y

eleganciallamaronlaatencióndejóvenesydeviejos,comoeranaturalenunpueblocuyasprincipalesocupacionesson,hansidoytalvezserán,eljuegoyelamor.

De aquí la historia de los dos jóvenes enamorados de Juana que habíandesaparecido y que la sorda voz de las conjeturas trataba de explicar,atribuyendo a aquella niña una tenebrosa participación en tan extrañossucesos,repetidosenuncortoespaciodetiempo.

Taleseranlosdospersonajesqueacababandeentrarenunacasadesombríoaspecto,situadaenunacalleapartadadelmovimientocentraldelapoblaciónlimeña.

V

JuanaMendoza condujo al marqués, atravesando una antesala, a una piezaamuebladaconciertaspretensionesdeelegancia,segúnelgustodelaépoca.Una celosía formada por un tejido de listoncillos de madera muy finos,reunidoshorizontalmenteypresentandounasuperficiepintadaenfondoverdecon aves de colores muy vivos, pendía delante de la ventana de aquellaestancia y amortiguaba la fuerza de la luz, que ya principiaba también adecaer.Elpisoestabacubiertoporunfinopetateydelantedelasparedes,entorno de la pieza, se veían alineadas varias sillas de jacarandá con patas deformacaprichosayovaladorespaldo,queformabaángulorectoconelasientotapizadodebrocadorojo.Lassillassólodejabanvacíosparaunamesa,sobrelacualhabíadossahumadoresdeplata,yparaunsofádelmismoestilodelassillas.Eltecho,pintadoalfresco,figurabauntablerodecoloresconunafranjadearabescosenloscuatrolados.

Graciasalacelosíadequehemoshablado,elaspectodeaquellapieza,apesardesusparedesblanqueadas,teníanunairedemisterioquetalvesaumentabaenlaimaginacióndeAlvaroconloqueacababadeoíracercadeJuana.

Esta se sentó en el sofá, siempre oculta bajo el manto y agitó con aire deimpacienciasuslindospiesalternativamente.

—DonAlvaro—dijoal jovenque seacababade sentar a su lado—,¿noosgustamásreemplazarlaluzdelatardeporlaluzartificial?

—Por ahora—contestó elmarqués—, la luz que yo busco es la de vuestrorostroyosruegoencarecidamentequeosdescubráis.

Juanasequedóunmomentopensativa.

—Hacedmeelgustodecerraresospostigos—dijoseñalandolaventana.

Cerradoslospostigos,lapiezaquedócasiaoscuras.

—Cruelseréis—dijoAlvaroalvolverasuasiento—simequitáislaluzparadejarelembozo.

—Perder cuidado —contestóle Juana, levantándose—, luego me veréis;dispensadmequeosdejeunmomento.

Dichas palabras, salió de la estancia, dejando en ella solo y pensativo almarqués.

"Extrañacriatura—dijoéste—yquébuenasustosellevaríaenmilugarunodeesosseñoritosquedeellamehablabanenlaplaza.PorDiosqueel lancemeplacecadavezmás".

No bien nada había terminado esta reflexión, abrióse la puerta por dondeJuanahabíadesaparecido,yentraronenellasdosmulatas, transportandounapequeñamesa,enmediodecualsehallabauncandelabrodeplataconcuatrovelasencendidasquebañarondeluzelaposento.

Sobre lamesa, a cada lado del candelabro, había dos fruteros con plátanos,guayabasyotrasfrutas,quedejabanversuscortezasentrevistosasflores.

Las dosmulatas colocaron aquellamesa enmedio del cuarto y se retiraron,enviandocuriosasmiradasalmarqués,que lasmiraba también retorciéndoselosbigotes.

Pasaronalgunosinstantesdesilenciocompletoentodalacasa.

Alvarosesentóenelsofáycomenzóaexaminarlasfrutasqueteníadelantedesí.

Prontolesacarondeaquellaobservaciónelruidodeunapuertaqueseabríaylapersonaaqueesapuertadiópaso.

Elmarquésnopudopermanecersentadoalverla,nidisimular laadmiraciónquesepintóensusbellasfacciones.Veíadelantedesíunamujercontodalamajestaddelajuventudydeunahermosurasorprendente.

—¡Ah!—exclamó—,¡ésossonmisojosverdes!

—¿Quédecís,marqués?—preguntóJuana.

—Digo, señora, que veo ahora los ojos que tengo grabados en el corazóndesdeundíaenqueosviporelportaldeBotoneros,escoltadapordosnegrosdeunafealdadsobrenatural.

—Esdecirqueyameconocíais.

—Esosojos,señora,nopuedenolvidarsenunca.

El marqués dijo estas palabras con un tono de pasión verdadera, que hizobrillarunfugitivorelámpagoenlosojosdeJuana.

EllasesentópensativaenelsofáyAlvaropermaneciócontemplándoladepie.

Cualquieraquesehubieseencontradoen lasituacióndelmarquésdeAraya,habíaexperimentadoelmismoembargamientodefacultadesquesobrecogióaesejovenensumudacontemplación.

Le miraban dos grandes y rasgados ojos verdes que brillaban con chispaseléctricas, semejantes a las que despiden los ojos de los gatos en la mediaoscuridad, y como los de éstos también, con pupilas que se dilataban,acusando una súbita melancolía y se contraían después a influjo de algúnviolento arranque de orgullo. Esos ojos daban una confusa expresión deamorosalanguidezydefríacrueldadalrostrode tezmorenaypálida,aunafrente de virgen coronada de cabellos negros rizados, que delineaban consombras graduales su contorno. La boca, de labios delgados, ligeramenteentreabiertos para dejar ver los dientes casi azules a fuerza de ser blancos,infundió al joven violentas tentaciones de arrancarle un beso, que habríapintadoconmáselocuenciaquesuvozelentusiasmoqueledominabaporeserostrollenodelucesdivinasydesombrasmundanas,alquedabaaúnmayorprestigiolavoluptuosaredondezdeloshombrosydelosbrazosdesnudos,lacurva suave y prominente del seno, la arrogante gracia de las caderas,dibujadasporlosplieguesdeunasayanegraqueJuanahabíapuestoenlugardelacelestequealentrarvestía,yporfinelsupremoencantodelpequeñísimopie,quehacíacrujirelzapatoderasoblancoyreflejarlaluzdelasbujíasenlaparte de la media de seda que, después de dibujar el puro contorno de lapierna,seadheríaconamoralempeinedelpieredondoybiendiseñado.

—Don Alvaro, ¿queréis acompañarme a comer? —dijo Juana, sacando almarquésdeArayadesuéxtasiscontemplativo.

—Quemeplace,señoramía—contestóeljoven—:yasabéisqueoshejuradoobediencia.

Juanasesentóalamesa,colocósufrentealmarquésydióconelcuchilloungolpeaunvasodeplata.

A este golpe acudieron las dos mulatas con una bandeja cargada con tresfuentesquecolocaronsobrelamesa.

En seguida las dos mulatas se retiraron con la misma mirada curiosa quedirigieronadonAlvaro.

—¿Qué os han dicho de mí los caballeros de la plaza?—preguntó Juana,

pasandoalmarquésunplatoservidoconviandadeunadelasfuentes.

—Mucho al parecer os preocupa la opinión de esos jóvenes —contestóAlvaro.

—Algo;ycomohabéisdichoquevaisaobedecermeentodo...

—Loquedeellosoíacercadevosnofueronmásquenecedades.

—Decidlas,pues.

—Me hablaron de cierta desaparición misteriosa de dos jóvenes que osamaban.

—¡Ah!...—dijoJuanasinconmoverse—.¿Ysuponenqueyoleshemuerto?—añadió.

—Ya loveis, estupendasnecedades, Juanita—dijoélmarqués, apurandounvasodevinoqueJuanaleacababadeservir.

—Yeseavisonoosarredóparaseguirme.

—Noafemía;lacuriosidaddeverunogroconfaldaspudomás.

—Don Alvaro, vos parecéis hombre sin miedo—dijo Juana, fijando en eljovenunadelasmiradasenquesecontraríansuspupilas.

—Eh,señora,decidenamorado.

—Hablemosconseriedad.

—Jamásheestadomásdistantedequererchancearme.

Juanaseretiróalsofáylevantólosojosaltechodandounsuspiro.

—¿Vos creéis en el amor, marqués?—preguntó, dejando caer una mirada,húmedadeemoción,queelmarquésdeArayasintiócomounaráfagadebrisadelestíodeslizarsesobresusmejillas.

—¡Vosmelopreguntáis!—exclamó,dejandosuasientoycolocándosealladode Juana—.Decidme, Juana—añadió con voz dulce—, vos, tan bella, ¿nohabéisoídojamás,puestoavuestrasplantasalgúnhombre,hablarosconvozturbada de la turbación de su pecho, de la atracción irresistible de vuestrosojos,queconsuextrañomirarparecendescorrerelveloqueocultaunmundodepasión,desconocidohastanohaberosvisto;del completo trastornode suseralbañarse,encuerpoyalma,enlaatmósferaqueoscircundadeimperiosoamor?

—Sí,marqués,heoídoeselenguaje—contestóJuanaincorporándose.

El jovensedetuvoun instante,sincomprender laexpresióndecrueldadqueretrataronlasfaccionesdeaquellahermosamujer.

Susojosleparecieronlosdelavederapiñaquemagnetizaasuvíctimaparaprivaría de todo movimiento y de sus labios, agitados por un temblorconvulsivo,figuróseleversalirahogadasimprecaciones.

Mas aquella transformación duró sólo un rápido momento: las pupilas deJuanavolvieronadilatarse,tornaronloslabiosasuvoluptuosalanguidezylaniñasereclinóenelsofásinapartarlavistadeladeAlvaro,ycomosometidaaunafuerzasuperior,pareciópedirperdón,dejándosevencerporella.

—¿Ycómonocreáisentoncesenelamor?—lepreguntóeljoven,estrechandoentrelassuyasunamanoquetemblóbajoestecontacto.

—Nocreo,donAlvaro—dijoella—,porque leyendoestoyenvuestrosojosqueelpropiofuegodevuestropechoquemaríaenélelamorsillegaseanacer,ydaríaalvientosuscenizascuandoseapagasenlosimpurosdeseos.

—Esodecísporquetalveznuestraactualsituaciónosautorizaparapensarlo—replicó el marqués—.Veis delante de vos a un hombre que os habla sinconoceros,quesesientaavuestramesalavezprimeraqueoshabla...

—Y que en el fondo de su pecho, a pesar de mi hermosura, me mira concompasiónyacasocondesprecio—dijoJuanainterrumpiéndole.

—Permitidmedeciros—replicóAlvaro—queaquímetrajocasiúnicamentelacuriosidad.Oshevistoy¡cosaextraña,ostengomiedo,Juana!

—¡Miedo,marqués!Hayalgo,sinembargo,envuestrosojosquedicequesoisesforzado.

—¡Soistanbella,Juana!Repitoquemedaismiedo.

—¿Nohablabaisdeamorhaceunmomento?—preguntóJuana,dándoleunamiradaquelehizoestremecerse.

—Sí—dijo—,deamorhablaba.

—¿Yeseamorhamuertoya?

—No,masnoacierto a explicarloni a comprender tampoco loque al verosexperimento.Oshedichoquemedaismiedo,¿noesverdad?

—Huidentonces—dijoJuana,retirandosumanodelasdelmarqués.

—Nopuedo—contestóéste,tomandouncojíndelsofáysentándosesobreélalospiesdeJuana—.Dejadmecontemplarosasí—añadióconvozturbada—;hayenvosalgoqueenningunamujerdelasquehecreídoamarheconocido;

creedmequeoshabloconsinceridad:¡osamoya!Nopenséisqueconélamorquesecultivaycreceenel tratoy lacorrespondencia;osamoconunamorque hasta hoy he desconocido, que hiere como el rayo, que borra losrecuerdos, invade de repente el alma entera y hace cruzar por el cerebrorelámpagosdepasión,queenciendenvoracesllamasenelpecho.

—Marqués,nomintáis,porDios—dijoJuana,comoahogandounsuspirodedolor.

—Yporeso,Juana,ostengomiedo—prosiguióconacentodeverídicapasiónelmarquésdeAraya—.Habíaoídohablardemujerescuyamiradaeracapazdeturbarelcorazóndeunhombre,comoturbaneldeunniñosupersticiosostemores.Nuncalocreí;¡locreoahora!¿Quémedaréisvosencambiodeunapasión tan imperiosa? ¿Sabéis cómo comprendería yo la felicidad a vuestrolado? Arrancándoos del suelo que os ha visto nacer; espiando celoso envuestros verdes ojos hasta la indecisa vislumbre de pasados amores;acariciándoostanto,quemislabiosborrasendelosvuestroselardienterastrode otros besos; obedeciendo vuestros caprichos para que vos acatéis sumisamismandatosyquitándoossinpiedadlavidacuandovienequemisamoresoscausabanfastidio.

—Antesdeeso,marqués,meolvidaríais—murmuróJuanaconmelancolía.

—¡Nunca,nunca!—exclamóAlvaro.

—¿Habéisamadoalgunavez?

—Yaoslodije:amoresvulgares,depuroorgullo,odejuvenildesarreglo.Nohabíavistovuestrosojos.

—¿Yolvidasteis,Alvaro?

—Hablemos de vos —dijo el marqués, besando las manos de Juana—.¿Podríasamarme?

Laniñaselevantósúbitamentedelsofáyseacercóalaventana;donAlvaroquisoseguirla.

—No os acerquéis —le dijo con un gesto de reina. Sacó de su seno unpequeñomedallónqueconteníaunretratoyloestuvocontemplandoalgunosmomentos.

Unaideamuynaturalocurrióentoncesalmarqués.

"Seráelretratodeunamanteaquienquiereconservarsufe",sedijoparasí.

Pero elmarqués era orgulloso, y esa conjetura le hizo encontrar ridículo elpapeldeamantedesdeñado,quealparecerlecabíaenaquellaescena.Bullóen

susvenaslasangreysetiñerondevivoencarnadosusmejillas.

—Extrañomododecontestartenéis—dijoaJuana,convozquenodisimulabaeldespecho.

Juanaquitó lavistadelmedallónymiróalmarqués:surostropresentabaenese momento un nuevo aspecto, distinto de aquellos que el joven habíaobservadodurantelaentrevista.

VI

Los ojos de Juana parecían haberse llenado de sangre y sus facciones sehallabancubiertasporunaextremadapalidez.

—¿Quétenéis?—lepreguntóelmarquésdeArayaacercándoseaella.

—Habláis muy bien de amor, don Alvaro—le contestó Juana con burlonasonrisa—.Deverasquedanganasdecreeros.

—Séqueno tengoavuestrosojosningún títulopara ser creído—repusoeljovenconorgullo—,yosdejoporesoencompletalibertad.

—¿Osvais?—lepreguntóJuana,viendoqueelmarquéstomabasusombrero.

Estapreguntafuepronunciadaconvoztandulce,quesehubieracreídopartíadeuncorazóndemujerenamorada.

—Vuestro medallón me ha iluminado —dijo el marqués—: veo que iba aponermícorazónenunenvitedeunjuegomuydesigual,porquenotenéisconquépagarme.

Juanavolvióa sentarse enel sofá.Su rostrohabía recobrado la encantadoraexpresiónqueleerapeculiar.

"¡Pobrejoven—murmuróentredientes—,tanbuenmozo!"

Dióunsuspiro,mientrasdonAlvarobuscabasuespadínquealentrarsehabíaquitado. Sólo en ese momento notó éste que la mesa en que acababan decomerhabíadesaparecido.

—¿Québuscáis,caballero?—preguntóJuana.

—Unespadínqueaquídejéalentrar.

—Lohallaréisenlaantesala—dijoella.

Alvarosaludóaldespedirseysaliódelapieza.

Apenashabíaentradoenlaantesala,lapuertaporlaqueacababadepasarsecerróconviolencia.

Cuandoelmarqués,despuésdemiraraesapuerta,quisoponerseenbuscadesu espadín, vió entrar dos hombres negros, armados con largos puñales, yantes que pudiese examinarlos, ambos se abalanzaron sobre él con ferocesmiradasyademanes.

Elmarquéssaltósobreunasillaconunaagilidadquedesconcertóalosnegros.

—¡PorvidadeCristo!—exclamó—,parecequelaleyendapopularsobreestachicanoandatandescaminada.

Losdosnegros,sindecirunapalabra,searrojaroncontraél;perodonAlvarolesasestótanvigorosogolpe,casiauntiempoacadauno,queambosrodaronportierra.

Elmarquésquisoentoncesapoderarsedelpuñaldeunodeellos,masnolediótiempoelotro,queseincorporóalmomentoyleobligóaponersedenuevoenladefensiva.

Trabóse entonces con furor una lucha desesperada, en la que el marquésasestaba terribles golpes a sus agresores, burlándose almismo tiempode supocapericiaparaevitarlos.

—Demalaraleasois,cuandotanpocoossirvenlospuñales—lesdecía.

Ymientrashablaba, descargabagolpes, y con tal agilidad semovía, que losnegrosprincipiabanaflaquear.

Másdediezminutoshabíantranscurridodeestemodo,duranteloscualesnielmarquésni losnegroshabíanpodidooír fuertesgolpesdadosa lapuertadecalleydespuésunruidodevocesenelpatio.

Con gran sorpresa vió entonces don Alvaro volar en astillas un hoja de lapuerta que conducía al pasadizo por donde había entrado en la antesala, yentrarentropelenésta,asucriadoconlosencapadosdelapolicíaytrasellosdonMartínOsorio.

No olvidemos que donMartín era la persona a quien el criado delmarquésteníaencargode llevardosbotellas,quesegúndijodonAlvaro,habíaensumaleta.

Los encapados se apoderaron fácilmente de los negros que opusieron muypocaresistencia,mientrasqueJuanseacercóasuamocomobuscándole lasheridasquesuponíahubieserecibidoenlaluchaqueacababadesostener.

—A tiempo llegas, Juan—díjole el joven—, porque estos malditos negrosdesplegabangranconatodeextinguirconmigolanoblecasadelosmarquesesdeAraya.

VII

No era un hecho casual la llegada del criado del marqués, de don MartínOsorioydelosencapadosqueleacompañaban.

Oportunamente dijimos que Juan había seguido a su amo hasta verle entrarconlatapadaenunacasa.

Ycomounode losde laplazamayorhubiese advertido a Juanque su amocorríaalgúnpeligro,JuanvolvióinquietoalacasaenqueelmarquésdeArayase hospedaba y entró en ellamás preocupado de lo que había visto que delencargoquellevaba.

Entaldisposicióndeespíritu,abriólamaletadesuamo,ydespuésdebuscarlas consabidas botellas hasta en los pliegues de las camisas, arribó a estaconclusión, que formuló en voz alta, sentándosemeditabundo al lado de lamaleta.

"¡Nohaytalesbotellas!".

Mas,afuerzadepensarsindiscurrirarbitrioquedesuperplejidadlesacase,cesoéstaysucuidadotambién,alverunpardepistolasqueenlamaletasehallaban y en el cual Juan, por ser pistolas y no botellas, no había paradomientesalprincipio.

Aquellode laasociaciónde ideas,pusoalmismotiempoensumente ladelpeligrodésuamoyladequeéste,pornodecirpistolasdelantedelatapada,habíadichobotellas,confiándosealavivezadesuingenio.

Sin más reflexión, cogió Juan las armas consabidas y fuése corriendo allevarlasadonMartínOsorio,queeracompatriotadelmarqués,avecindadoenLimadesdelargosaños.

Convozcortadaporlaagitacióndelacarrera,refirióJuanadonMartínloqueacontecía, sin olvidar la advertencia que uno de los jóvenes de la plaza lehabíahechoalpasar.

DonMartínsegolpeólafrente,calóelsombreroysalióconJuanenbuscadelosencapadosaquienescondujoacasadeJuanaMendoza.

Yalesvimosllegar,comocaídosdelcielo,atiempoqueelmarquésestabaapuntodetriunfardelosnegrosqueleacometían.

Aquí tiene, Vuecelencia, las botellas —dijo Juan con aire de triunfo almarqués,pasándolelaspistolas.

—Guárdalas,queyanotengosed—lecontestóelmarqués,riéndose.

Entretanto, losencapados tenían invadida lacasaenterayapresadasa JuanaMendozayalasdosmulatasquelaservían.

—Alvaro se acercóa Juana,quepermanecía enmediode cuatro encapados,conlafrenteerguidaylamiradatranquila.

—Malpagoreservabais,señora,amicariño—ledijoenvozbaja—;peroosjuroqueleconservarésinceroapesardelosucedidoyqueharéporsalvaroscuantodemídependa.

—Gracias,marqués—contestóJuanaconvozdulce—:nodeseosalvarme.Encuanto al pago que di a vuestro cariño, culpad a mí destino que así me loordenabayalvuestroqueospusoenmalhorajuntoamí.

—Fataldestinoesése,Juana,yenpagodelpeligroenquepusisteismivida,deberíaisrevelarmeesemisterio.

—¿Paraqué?NopenséismasenmídonAlvaro,sinoparamaldecirme.

—No paramaldeciros,mas para amaros he de pensar en vos—repuso conpasiónelmarqués.

LosojosdeJuanasehumedecieronligeramente.

—Buscadmododeentrarenlaprisiónenquehandeencerrarme—dijo—yallítodolosabréis.

Algunos encapados que hacían las últimas pesquisas llegaron a la sazón ytodossalierondelacasa.

Juanaaunaprisión,conlosnegrosylasmulatasdesuservidumbre.

ElmarquésdeArayacondonMartínyJuan,queasuamomirabacomoaunresucitado,paralacasadelprimero.

Juana ibaserenaenmediode losesbirrosyarrastraba impávida lascuriosasmiradasylosdichosinsultantesdelaturbaquedesdelacasalaseguía.

Elmarqués,apoyadoenelbrazodeDonMartín,caminabapensativo,ya lacaracterísticaanimacióndesurostrohabíasucedidoelsombríoaspectodeunaprofundatristeza.

Juana,alentrarenlaprisión,decía,comoúnicamentepreocupadadeello:

"¡Valienteybuenmozoes!".

YdonAlvarosuspiraba:

"¡PobreJuana!".

VIII

ProfundasensacióncausóenLimalaaventuradelmarquésdeAraya.

Loshombres,consucaracterísticoegoísmo,dedujerondeellaquesehabíanescapadodeunamuertesegura,conhuirdelosencantosdeJuana.

Lasmujeres,aficionadasnaturalmentea loromanesco,dieronalmarquéslasproporcionesfantásticasdeunpaladíndelostiemposheroicos.

Hubo, por consecuencia, muchos corazones que latieron bajo el corsé, o elcorpiñoporelhermosopaladínynohubopocasmanostorneadasquehicieronuso de la pluma para convidarle a misteriosas entrevistas de amor, que asíresplandeceunhechodevaronildenuedoen todasociedad femenil,como laluzqueconfuerzairresistibleatraeasufocoalasmariposas,queenellavanaquemarselasalas.

PeroAlvarosemostrabaindiferente,tantoalamiradasseductorasdelasunas,cuanto a las tiernas querellas de las otras, porque Alvaro pensaba sólo enJuanaMendoza.

Surobustaorganizaciónmoralnecesitabaotraigualmentedotada,cómoladeJuana,parasalirdetrivialesgalanteosyentrardellenoenelcampoabrasadodelamorverdadero.Asífuéquelaimagendeesaniñasegrabóensupechóconporfía.

Yelamordelmarquéseralógicoconsucarácterturbulento:éraleimposibleamar con el contemplativo amor que exhala sus cuitas en melancólicasestrofas.Laacciónerasuvidaylematabalainmovilidad.

Por esto se puso inmediatamente en busca de los medios necesarios paracomunicarseconJuana.

Su alto rango le había puesto desde su llegada a Lima en contacto con elvirrey.Peroéste,envezdeservirle,lediólanoticiadequeJuanahabíasidoreclamadaporelSantoOficio.

—¿Qué tiene que ver con ella este santo tribunal? —preguntó Alvaro, nopudiendoreprimirsuimpaciencia,aloírlafatalnuevaqueelvirreyledaba.

—SeacusaaJuanadehechicera,—contestódonAntonioAmat.

—Afequeloesmásquemujeralgunaenlatierra,—exclamóelmarqués—;perosushechizossondeesosqueempleóEvayquetodassushijasaspiranasaberemplear.

RetirósedeallídonAlvarodesesperado;perohubogentescaritativasque leenseñaronotrocaminoparallegarasufin.

—Bien pueden resistirse al virrey,—le dijeron—;mas no se resistirán a laPerricholi.

Elmarqués llegóacasade laPerricholi situadaen laalamedavieja: llevabamás recomendaciones que cartas de ellas suelen guardar en susmaletas losviajerosennuestrosdías;susojosysusbigotesleabonaban.

La Perricholi le recibió con cariño y le prometió conseguirle una entrevistaconJuana.

Tresdíasdespuésdelaaventura,entraba,conefecto,elmarquésdeArayaenlaprisióndelaniña.

Durante esos tres días, su repentino amor había ocupado tiránicamente sucorazón.Demaneraquealverla,sentadaenunamalasilladepaja,vestidoelhermoso cuerpo con un traje oscuro, y suelto el ondeado cabello, formandomarco de ébano al rostro,Alvaro corrió hacia ella y sé encontró a sus piesantesqueJuanahubiesetenidotiempodelevantarse.

Elsaludodel jovenfuéunbesoardienteestampadoenlasmanosdelaniña.Beso de tal ternura como aquel que, dado en Cantón, cuenta un poetamoderno,sintiórepercutirenCádizunhombredecorazón.

—¡Vos a mis plantas, marqués, cuando debierais maldecirme! —exclamóJuana.

—Simibocaquisieramaldeciros,Juana,lenegaríapalabraselcorazónqueosama—contestóAlvaro.

Contáronseentoncescon lavista, enunamirada sola, cuántohabían sentidosuscorazonesenaquellostresdías.

—Entonces,¿meamáisdeveras?—preguntóellaconapagaday trémuladeemoción.

—Comonuncaaméenmivida.

—¡Extrañoamor,marqués!

—Yporserextraño,Juana,esmásprofundo.

—¿Olvidáisqueintentéasesinaros?

—¿Quéteimporta?Nirecordarlopuedo,porquealsepararmedevos,dejabamialmaalamordeesosverdesojosquequierollamarmíos.

—Culpamíafuénocreeros,donAlvaro—dijoJuana,conacentodeintensamelancolía.

—¿Yahoramecreáis?

—Mucho,mimalaestrella.

—¡Ah! ¡No podéis amarme! —exclamó, levantándose el marqués, condesesperadoademán.

Juana dejó la silla en que había permanecido sentada y la ofreció a donAlvaro.

ElaltaneromarquésobedecióconladocilidaddelesclavoyJuanasesentóasuspies.

—Asíquierocontemplaros—ledijo.

—¿Meamáis,pues?

—Marqués,¿sabéisquedebomorir?

—Nomoriréissiyovivo.

—Cuandomehayáis escuchadoveréisque tengo fundamentoparadesear lamuerte.

—¿Porqué?

—¡Oídme!,voyarevelarosloquealtribunaldelSantoOficionohequeridoconfesar. Acaso vos, que me amáis, me absolveréis, ya que no quiero elperdóndeloshombresnipuedoconfiarenquelotengadeDios.

—Hablad, Juana, os escucho con el alma —dijo el marqués, pasando concariñounamanosobreloscresposcabellosdesuamada.

Juanadijo:

IX

—Hay corazones, donAlvaro, que no pueden sentir amedias: elmío es deésosyloveréispormihistoria:

"Mecriéalladodemipadrequeeraplaterodeoficioyviudodesdequenací,puesdándomealuz,cerróaellasusojosmimadreparasiembre.

"Cuidabamipadredemivirtudcomodeuntesoro,yafindecultivarlo,mededicósuvida,apesardequeerajoventodavíacuandomimadremurió.

"Undía,paradistraerme,me llevóalcolegiodeSanCarlosapresenciar losexámenesdelosestudiantes:figuraosquéimpresióncausaríaenmipechounjovendeveinteaños,casitanhermosocomovos,quesesentóamiladoymehabló largo rato, espiando las ocasiones en quemi padre se distraía. Hastaentonces, cuando contaba yo diecisiete años de edad, no había hablado conmás hombres quemi padre y los dos negros de quienes con tanto valor osdefendisteisenmicasa.

"En la noche oí en sueños la voz de Francisco y vi su imagen rodeada devapores luminosos. Al día siguiente oí despierta su voz y estaba sola, y vitambiénsuimagencuandonadiehabíaamilado.

"Unadelasmulatasquenossirvieronacomer,tresdíasha,metrajounacartadeFrancisco.Esacarta,diciéndomeloquesentíapormí,merevelabaloqueyoporélestabasintiendo.

"Si no amase, díjeme convencida con esta reflexión ingenua, ¿cómo podríaadivinar lo que pasa enmi corazón, con sólo contarme lo que hace latir elsuyo?

"Nuevascartassirvierondepábulodefuegodenuestroamoryyo,quehastaentoncessólovivíaparamipadre,dejé,pocoapoco,depreocuparmedeél.Tirano sentimiento es ése, don Alvaro, que así sienta su imperio en loscorazonesyaparta,cualsi fueranmaleza, las floresdelcariñopuroquecontantaternuracultivamosdesdelaniñez.Sialprincipiofuidejandodepensaren mi padre, después sólo lo hacía para inventar maneras de burlar suvigilanciacelosa.Yamedidaquemásamaba,dábamemásingenioamor,ysinpensarquelafalsíacupieseenelcorazónqueélocupaba,cedíalosruegosdeFranciscoyabandonéconéllacasademipadre.

"Habíamedicho:"Juana,serásmiesposa".Yyodejabaalegreeltechoqueminiñezymíinocenciahabíacobijado,ciegadefeenelqueamabayacariciandoladulceesperanzadepresentarmeluegoantemipadreapedirlequebendijeranuestraunión.

"Desdeesedíacomenzóparamíunaterriblelucha,escarmientosindudacon

queelcieloquisocastigarminegraingratituddehijaymiinsensatodeliriodeamante.Franciscomehabíapuestoenunacasitaenlaquepasabalargashorasconmigo al principio, horas que después fueron disminuyendo hastaconvertirse en breve instantes al cabo de pocosmeses. Lloré primero, y enmediodemi llanto sentíunanochequealgocomounaespadade fuegomeatravesabaelcorazón.Mecubríconmimantoypaségranpartedelanochedelante de la puerta de su casa.A las doce le vi salir en compañía de otraspersonas,delantedelascualesélcaminaba,dandoelbrazoaunaniñaquemepareció muy hermosa. ¡Si hubiera tenido un puñal le habría muerto en elacto!"

Aldecirestaspalabras,losojosdeJuanamiraronalmarquésconlaexpresiónde sangriento furor que les había visto tornar en su casa, después decontemplarunmedallón.

—Esehombre,marqués,—exclamólaniñaconelsemblanteencendidoyloslabios agitados por un temblor convulsivo—,me había jurado amor eterno,¿entendéis? Y yo le había creído, y por él abandonado a mi padre yentregándolemialma,pensandoqueeseamorsóloconnuestroalientopodríaextinguirseenestemundo.

—Calmaos,Juana—dijocondulcevozelmarquésdeAraya.

Gruesaslágrimasasomaronalosojosdelaniña:laimagendelfuror,quealovivo representaba,habíase tornado,conese llanto,enuna figuradecelestialmansedumbre.

Enjugósullantoyprosiguió:

—¿Poco crimen os parece, don Alvaro, apoderarse así del corazón de unaniña; pedirle que pisotee con sacrílega planta el santo amor a la familia, lavirtudsintachaqueleenseñaronacultivardesdelainfancia,suvida,sualmaentera,yhacertodoestoobjetosólodeculpablesolaz?

—Nefando crimen lo reputo en este instante —contestó el marqués,condenando en el fondo de su alma, en presencia de tan intenso dolor, losgrandesextravíosdesulocaexistencia.

—Desdeesedía—prosiguióJuana—vivípresadecelosimplacables;seguíaFranciscopor todaspartesyvimuchasveces,enmis incesantescorreríasdetapada, el rostro demi padre, enflaquecido y pálido por el dolor que yo lehabíacausado,mirarmeconojosávidos,queparecíanpediralcieloelpoderde traspasar el manto que me ocultaba y preguntarme con inmenso dolor:"¿Sois Juana? ¿Sois mi hija?" Pero yo no podía comprender cuánto sufría,porque mis propios dolores me tenían embargada: olvidaba que era hijadesnaturalizada y acordábame sólo que era amante infeliz.Dejaba allí ami

padre,sincuidarmedesumíserodestino,paraseguirlospasosdelquevendíamiamor.

"Pormediode loscriadosdesucasa, supeundíaque ibaacasarseconesaniñaaquienlaprimeranochequeleespiédabaelbrazo.

"¿Creéis,marqués,quelloréentonces?Parecequelarevolucióncompletaquesemejante nueva causó en todo mi ser cegó para siempre la fuente de laslágrimasydelalivio.Nodespidieronunasolamisojos,anteloscualesbrillódesdeesedíaunporvenirdesangreydevenganza.Apoderóseporelcontrariodemíunatranquilidadinaudita.Pareciómequemehabíanarrancadodesúbitoelcorazón.Missueñosdefelicidadydevirtudviviendoalladodemipadre,unida por sagrados lazos a Francisco, desaparecieron;mi natural ternura demujerlahabíaperdidoenuninstante,comoperdítambiénlossantostemoresdemialarmadaconcienciaylafereligiosaenlajusticiadelcielo.Todocallóenpresenciadelaviolentaycasiinvoluntarioresoluciónqueformédesdeeseinstante dematar a Francisco. Una loca persuasiónme decía que era yo elinstrumentodequeeldestinoqueríaservirseparavengarlosultrajesquecontranquilocorazónymenudoshalagos sedivierten loshombresenhacera lainocencia.El gritode las víctimas, inmoladas en arasde torpesdivinidades,mepedíasangre,yelfuegoqueporlamíacirculabahabíaquemadolasfloresqueenelaltardemiconcienciaofrecíayoalavirtudparaquemedevolviesesusfavores".

HubiérasedichoqueenesemomentoJuanadespertabadeunsueñofatídico,alpronunciarestasúltimaspalabras;porquesellenarondelágrimassusojosysulindacabezaseinclinósobreelpechó,cualsielpesodeaquellosrecuerdoslaabatiese.

—¡PobreJuana!—dijoelmarquésenternecido.

—Oshablo,donAlvaro—repusoéstaalzandolafrente—,conlasinceridadconquehabléalconfesor,laprimeravezquemearrodilléasusplantasparaacusarmedelasculpasimaginariasdelaniñez.

—Locreo—contestóeljoven,añadiendo—:peseamisuerte,Juana,quenoosconocierayoantes.Severa lecciónesvuestracuitapara losqueporvanoorgullomientenamorydelavirtudhacenescarnio.

Juanaapoyósucabezaabrasadasobrelasrodillasdelmarquésypermanecióalgunosinstantesrespirandocontranquilidad.

—Vuestravoz, donAlvaro—dijo sinmoverse—,me refresca el almaymereconciliaconloshombres,aquienesodioeternojurédesdeaqueldía.

—Si os consuelami voz, Juana—replicó élmarques deAraya—oídla con

confianza,porqueesmicorazónelquemedictaloqueosdigo.

—Dejad antes terminar lo que os refiero: ya os dije que tenía necesidad devuestracompasión.

Incorporóseentoncesycontinuó:

—Vivía yo en una casita que Franciscome había arreglado: sólo tenía unamulata para mi servicio que a un tiempo hacía de criada de mano y decocinera.

"Meditada y resuelta mi venganza, la despedí un día en que Francisco mehabía anunciado una de sus raras visitas. Preparé pormis propiasmanos lacomiday le recibícon risueñosemblante;peroevitandosuscaricias.Habríapodido talvezmatarlepormediodeunveneno, ¡peroesamuertenocuadraconmiplan:yodebíaherirenelcorazónalhombrequehabíadestrozadoelmío!

"Sentámonos a lamismamesa a quevosos sentasteis conmigo,marqués, ycomo vos también me habló de amor y debió para tener más facilidad dementir.Amisquejasrespondióconjuramentosdeconstanciaeterna,ycuandoyomeretiréllorosaalmismosofáaquevosmeseguisteis,Francisco,aquienmañosamentehabíayohechoexcederseenlabebida,mesiguiótambién.

"Os confieso, marqués, que hubo un instante en que sentí desfallecer mienergíaal contactode susardientes labiosyal suaveacentode susamantesprotestas; pero la idea de que esas palabras no eran únicamente para mí,encendiódenuevomifuror.Apartándomedeél,ledije:

—"Francisco,¿ciertoesquetecasas?

"Yélmerespondió,apurandounvaso,quellenóantesdecontestarme:

—"Soy pobre, queridamía: darémimano por cincuentamil duros; pero teguardaréelcorazón.

"Yo aparenté agradecerle estas últimaspalabras y le tendí los brazos, en losque él se arrojó ebrio,más de vino que de amor. Cuando le solté, fué paradejar caer su cadáver sobre el suelo. ¡Con un puñal finísimo y agudo leacababadeatravesarporlaespaldaelcorazón!

X

"Alverlemuertoamispies,notemblénimearrepentítampoco.Contemplésu

cadáver largo rato y llegué casi a envidiar la completa tranquilidad de lamuerte cuando yo, por ese hombre, me veía condenada a padecimientosatrocesenelmundoyalaeternamaldicióndeDiosenlaotravida.

"'Cuando me hube saciado en mi contemplación, pensé en el modo dedeshacermedelcadáverypuseenejecuciónesteproyecto.

",OcultóenotrapiezaelcuerdodeFrancisco,queamortajéenunatrazada,yabriendolapuerta,demicasallaméalprimerhombrequeencontrécercadeella. Acudió a mi voz un mulato de mal aspecto, que parecía observar lascerradurasdelaspuertasvecinas.

"Creo que han entrado ladrones —le dije—; hacedme el favor de venir aregistrarmicasa.

"El mulato me miró a la escasa luz de la tarde que empezaba a caer y seapresuró después a entrar en la casa. Ahí, guiado por mí, recorrió el patiointerioryllegóalcuartoenqueaunestabalamesaconelvasoqueFranciscoacababadeapurar,antesdedarmeelúltimoabrazo.Yoencendíunavela.

—"Vaya—ledije—,tomaduntragoporlamolestia.

"Bebóseelvasoenteroymiróconavidezunplatodecomida.

—"Yaquehebebido—dijo—,noserámalomascar.

"Hizoloquedecíayempleócercadecincominutosencomer,mirándomedecuando en cuando con ojos animados.Comoyo no escaseaba el vino, él sedaba prisa en beber, y al cabo de poco rato, cuando su apetito estuvosatisfecho, y turbado ya su cerebro con los vapores del licor, desatóse sulenguaybrillaronsusojosconimpurosresplandores.

"Entonces,conpalabras,quelaembriaguezlehacíarepetirhastatresseguida,empezóahablarmedeamorconunaclaridadquemehizoestremecermedeindignaciónyencendiódenuevomihorrorporelhombrequeatanmiserableestadomehabíareducido.

—"Podéishacermeunservicio—ledijo—yospagarébien.

—"Yo no quiero plata, sino que me quieras —me contestó, tratando deapoderarsedemí.

—"Tengounsacodebasura—ledije—,ysilovaisabotaralrío,osdarédiezduros.

—"Vengaelsacoyveremos—contestó.

"Le llevé al cuarto en que había depositado el cadáver y después decontemplarle,alzólavistahaciamí,diciéndome:

—"LollevosiUD.vaconmigoymeprometequererme.

"Neguémeterminantemente,yél,viéndomesolayenaparienciadébil,quisoapoderarsenuevamentedemí.

"Entonces saqué el puñal con que acababa dematar a Francisco yme hicerespetar con él. Seríamuy largo referiros, don Alvaro, la conversación quetuve con el mulato para llegar a convenir en que le acompañaría al río yvolvería después con él a casa. Al ceder en apariencia a sus torpes deseos,habíaformadoyaotraresolución,hijadelascircunstanciasenquemeveía.

"TomóélacuestaselcadáverqueloleayudéaponersobreloshombrosyecaminamosjuntoshastaelRímac,evitandoyolascallesendondehubiésemospodidollamarlaatención.Llegadosalpuente,hicequeelmulatosepusiesedepiesobreelparapeto,instrucciónqueélobedeciósinfijarseensuinutilidad,puestoquesinhacerlohabríapodidoarrojarelbultoquellevaba.Cuandolevide pie y bamboleándose bajo el peso del cadáver y por la acción de lascopiosas libaciones que había hecho, le empujé con fuerza y desapareció,dandoungritoahogadoqueapagóalmismotiempoelruidodelasaguas".

El marqués miró a aquella mujer bellísima delicada, que le hablaba de unsegundoasesinato,sinalteracióndevozsinnadaqueindicaselasdesastrosasluchasdelarrepentimiento:parecióleunaterriblepesadillacuantoacababadeoír.Sucorazón,queenpresenciadelaespadadeunadversario,enmediodelospeligrosdesuazarosaytemerariaexistencia,habíapermanecidotranquilo,estaba oprimido en aquel momento y era afanosa su respiración y estabapálido su rostro. Pasóse una mano por la frente, cual si hubiera queridocoordinar¡decísqueaparecíanconfundirseensuimaginaciónyvolvióafijarenJuanaunatristemirada!

—Os causo espanto, marqué, ¿no es verdad? —preguntóle la niña conentonacióndeinquietud.

Don Alvaro se puso de pie y comenzó a pasearse por el calabozo, comobuscandoaireparaensancharsuoprimidopecho.

Juanano semovióde supuestoyañadió,mirandoal jovenconunamiradamagnética:

—Volveréisamiladosimeamáis,donAlvaro.

—Porqueosamomeaflijo—respondióelmarqués,sinpoderresistiralpoderdeesamirada,nialadulzuramágicadelavozqueescuchaba.

Sentósenuevamenteycogiólasmanosdelaniñacontiernaseveridaddeunpadrequequierereprenderaunhijomimado.

—Juana, vuestra razón estaba extraviada cuando cometisteis ese horrendocrimen, ¿no es así?—dijo el marqués—. El horror del primer asesinato osarrastróacometerelsegundo:decídmelo,porquetengonecesidaddecreerlo.

—No,marqués,nofueelsegundomásquelaprosecucióndemivenganza:almatar a Francisco había jurado que correría igual suerte todo el que seacercase amí con deseos impuros. Franciscome había arrastrado al crimenpor la seducción al halago; elmulato que quería llegar almismo fin por labrutalrazóndesufuerza.

Alvarodejócaerlafrentecargadadedolorsobreelpecho.

—Estabaisloca,Juana—dijoconvozsombría.

—Además—añadióella—,nopenséisquehuíadelpeligrodeserdescubiertaporamora lavida:no,donAlvaro,enesascircunstancias, apesardemi fereligiosa,lamuertesemepresentabacomounrefugiodepaz.

"Peroqueríaaceptarlossufrimientosdeunavidadecontinuomartirio,porquecuandohubesatisfechomihorrorosavenganza,vicomodescorrerseunvelodesangreantemisojosytraséllaimagendemipadre,enfermoymíseroporculpadelquemehabíaalucinadoconjuramentosfalaces.Sóloeneseinstante,marqués,volvióamimemorialamiradasupremaangustiadelquevagabaporcallesyporplazasenbuscadesuhija;sóloentoncessentíalzarseenmipechootravozqueladelciegoamorqueatanduroextremomehabíareducido,ysólo en aquel instante sentí la necesidad de consagrar mis días a curar lasheridasquepormimalhabíahechoenelalmademipadre,quesólodulcescariñostuvosiempreparamí".

ElrostrodeJuanahabíaperdidoelglacialaspectodeestoicatranquilidadquedurantelarelacióndesucrimenlehabíacubierto;brillabanlucesdeindecibleternuraensusojos,subellezaseiluminaba,pordecirloasí,dedivinoscolores,y la humedad de los párpados, la transparencia de lasmejillas, la tranquilamajestaddelafrenteyhastaeltorneadocuerpo,amorosamenterecogidoalospiesdeAlvaro,leprestabangransemejanzaconlasublimearrepentidadelaBiblia.

Elmarquéssintióentornodesualmaunasensaciónanálogaalaqueelcuerporendidodecalorexperimentaconlafrescabrisa,quehabañadosusalasenlafuentedealgúnbosquecercano.

—Hablad así, Juana—le dijo, acariciándole lasmanos—. Sienta tan bien avuestravozesatiernadesesperacióndelahija,queleoyaenesosojoslaluzdelarrepentimiento,quebuscabaconinquietoanheloenvuestrorostro.

—No he terminado todavía—dijo Juana, que pareció haberse olvidado de

todomientrasmirabaaljoven,cuyavozdenuevoladespertabaalarealidad—.Seguidmeacasademipadre,marqués—añadió—,porqueesfuerzaquetodolosepáis.

"Regresé corriendo a mi casita —prosiguió Juana—, pagué y despedí a lacriadaqueestabaallídevuelta,cerrélapuertaymedirigíconrápidopasoalahabitacióndemipadre.Laescenaqueallímeesperabajamásseapartarádemimemoria.Enuncuartoalumbradoporunasolaluzytendidoensulecho,yacíamipadremoribundo.Habíaensusojos,quemadosporelllorarcontinuo,una ansiedad que quedó grabada enmi alma, cualme hubiesen aplicado alcorazón un fierro candente. El cutis de sus mejillas permitía, tal era sutransparencia, contar las venas y hasta seguir el curso febril de su abrasadasangre.Susnegroscabellos,parecidosante losmíos,formabanunenredodecanas,queaumentabanensudesordeneldesgreñoespantosodelrostro.¡Seismeses, marqués, habían sido seis años de dolor para aquel hombre! Otro,jovenyfeliz,conampliafacultadparaseguirlasendadeladichasinapartarsede la virtud, había dicho: "serásmi esposa" a la hija de ese hombre, y poralicientedeculpablesplaceres,arrancándoledesusbrazos, suúnica familia,susantaidolatríaenlatierra,paraarrojarlaconbárbaracrueldadalabismodeladeshonra,paraempujarladespuésalcrimen,queenelfondodeeseabismoydevolverlaentoncesasupadrequeaúnnohabíaexpiradoalpesodeldolor,odejarlaporherencia a la sociedadpara aumentode suvergüenzayde suscrímenesestopensé,donAlvaro,alinclinarmesobrelafrentedelhombrequesemoríapormí,yos juroquesentíunasatisfacción inexplicablepor loqueacababadehacer.

"Pobrepadre—dijeentremí,dándoleunbeso—yaestáisvengado.

"Sintióesebesoelmoribundoyunalágrimadefuegoquerodódemisojosasu frente.Sivoshubieseisvistosumiradacuando laalzósobremí,habríaiscomprendidoquenomearrepintiesedeloscrímenesqueacababadecometer.

"Sacó sus descarnados brazos y me apretó contra su pecho con delirio,repitiendoconextenuadavozyvertiendodealegríalasúnicaslágrimasquelapenanosehabíallevado:

"Alfin,Juanita,alfin,miángel,tehasacordadodemí".

ElmarquésdeArayasintiódesgarradosupechoaloír lavozconqueJuanaparecíaimitarladesupadre.

Juanaseincorporóentonces:susojosdespedíanllamasdefuror.

—¡Veis,marqués,elpobrehombremellamabasuángel!—exclamó—.¿Quémotivoteníaéltampocoparacreerquehubiesehombrebastanteinfame,paraquitarleunacriaturaalaqueélhabíaqueridodarsobrelatierralaperfección

que sus creencias atribuían a los ángeles del cielo, y hacer desplomarse eledificio de sus esperanzas legítimas y honradas, quitarle el consuelo queguardabaconavarientasolicitudparasuvejez,ytodoconelúnicoobjetodedarse algunos meses de vergonzoso pasatiempo, haciéndola el juguete depasiones que el hombre, por maldad, cultiva y por falta de vergüenza, norefrena? ¡Su ángel, ya lo sabéis, se hallaba convertido en demonio! ¡Unhombresehabíadivertidoencortarlelasalasconquehubierapodidosubiralcielo,yenarrojarlodoasublancoropajedeinocencia!

Calló Juana, retorciendo con dolor los brazos y dirigiendo al marqués esamiradasuplicante,quealgunospintoreshandadoalosréprobos,quedesdelaspenaseternasimploranlapiedaddelaVirgen.

El espectáculo de aquel dolor inaudito removió todas las fibras sensibles,todoslosinstintosgenerososdelalmadeAlvaro:enmediodesuhorrorporelcrimen, encontraba un atractivo irresistible en la contemplación de aquellacriaturade ferocespasionesypensabaconamargura en lasnobles aptitudespara el bien que un seductor, acaso un hombre vulgar, había devastado conimpíaindiferenciaenaquellaorganizaciónprivilegiadamoralyfísicamente.

—¿Quéfuédevuestropadre?—lepreguntó,volviendoasentarse.

—Viviósólotresdíasdespuésdemillegada—contestóJuana—.Enesostresdíasnoleabandonéunsoloinstante,hicecuantounabuenahijapuedehacerporaliviarlosdoloresdelquelehadadolaexistencia.AlpiedesulechohallélaspalabrasqueeldolorhabíaborradodemimemoriaparadirigirmeaDios.Pedíle en incesanteoración levolviera a la salud, ofreciéndolemivida, queeraloúnicoqueyopodíaofrecer.

"Pocoantesdemorirmehizosentarasucabeceraymeobligóarepetirlemidesventura.Nadalehablédemivenganza,perolecontélodemás.

"Pobre Juanita, —me dijo llorando, con esfuerzos que me destrozaban elcalma—,conloquemecuentas,teaseguroquenosientomorirme.

"Entróentoncesenunaagitaciónquees imposibledescribir,y al findeunahora,calmándosederepente,metomóunamano,memiróconesamiradademortalangustia,queatodashorasmepersigueydíjome:

—"¡PorDios,quéledirédetiatupobremadreenlaotravida!

"Estaspalabras,marqués,pronunciadaspor lavozdeunmoribundo,dejaronunahuellaquenadapodráborrarmedelcorazón.Esaangustiadaquejaconqueelpobrehombre,quemoríadeheridasdelalma,parecíamanifestarlacreenciadehallarseprontoapasaralavidaeternacontodosloscuidadosdeestavida,fueparamícomounaluzquealumbrabahastaelfondoabismooscuroenque

mihonrahabíacaído.

"Siguióseaesaspalabraslaluchadelamateriacontralaaccióndestructoradelamuerte; y yo, la hija aquel hombrequemoríapormi causa, seguí paso apasosuhorrorosaagonía,leviextinguirseavecesyrenacerluegoalavida,cualsibuscasealgodequeasirseparaescaparalafuerzaquelearrastraba;levijadeanteconlasmanosensufrentelahuelladelasideasquehabíaperdido,ycaerporfinsinvida,alquerer incorporarseenel lecho,enbuscadealgúnrefugioimaginario.

"Si mi padre no hubiese muerto, tal vez con crueles penitencias me habríaconsagrado a la expiación; pero esa terrible agoníame llamaba de nuevo alcrimen;esvidasacrificadapedíavenganza.La juréalpiedelcadáverdemipadre, en la noche eterna que pasé apretando entre las mías sus manosdescarnadas,quesentíhelarsepocoapoco,conesefríopeculiardelamuerte.

"Aldíasiguiente,despuésdeenterraramipadre,hicemispreparativosparaelpropósito que había formado. Mi padre había padecido seis meses: igualtérminoconsagrabayoalmundoparacastigarleensushijosqueseacercasena mí. Después de esto y para ejemplo de esa sociedad a quien tan terriblecastigo preparaba, resolví entregarme a la justicia y confesarmis crímenes.Volví pues a la casa que conocéis y que había habitado con Francisco,llevándomelosdosnegrosylasdosmulatasquedespuésdelamuertedemipadre imploraron mi auxilio. Esas cuatro criaturas, acostumbradas desde laniñezalamásciegaobediencia,aceptaronelplancuyascausasypropósitosles expliqué, ofreciéndoles además dejarles lo que yo había heredado demipadre.

Mientras tanto bebían y comían a su antojo, única felicidad que elloscomprenden en la existencia. El respeto que yo les impuse era ciego ymeobedecíansinmurmurar.

"Nopenséis,marqués,quelacausadeladeterminaciónqueasítomabafueseeldeseobrutaldesatisfacerunavenganza,niquedejaseenpartedeconocerlamonstruosaaberraciónquemeconducíaaejercerlaenseresinocentestalvezdetodocrimen;noignorabaquelamaldicióndeDiosylaexecracióndeloshombres recaerían sobremí; pero sentíame arrastrada a ese abismo por unafuerza irresistible, creía obedecer al mandato de un destino fatal y acasotambién la voz de un orgullo indomable me decía que la sangre que iba aderramarnoseríaestérilparaotrasdesgraciadascomoyo.

"Miconductaduranteestosúltimosmesesosprobaráloquedigo,ahoraquemiromividaconenteracalma.Nousé jamásdeartificioalgunoparaatraerhaciamíaldesgraciadoquefuevíctimadelhorribleplan:mepersiguiódesdeun día en que, por calmarmis sufrimientos,me dejó arrastrar del deseo de

hacerrevivirenlamemoriaescenaspasadasyasistíalactodelcolegiodeSanCarlos. Su obstinado mirar hacia donde yo estaba fue a turbar los únicosmomentos de aparente tranquilidad que haya tenido desde la muerte de mipadre.Pensabaenlosdíasdeinocencia,tanprontodesvanecidos,enlapurezade mi alma cuando había pisado por primera vez aquel lugar, cuando eseinfeliz, no contento va conmirarme, se acercó amí y fué en seguirme tanobstinado como vos, marqués. En vano le supliqué, en vano recurrí a laamenaza:erainsolenteyrespondióconsarcasmoaloqueélllamómiinauditavirtud.Cuandoleviamilado,comoestuvisteisvos,cuandoconocíqueasuspasionesuníaeldesprecioarrogantedelosquecreenqueeloroeselreydelahumanidad,yanofuidueñademívoluntad,porquetodoaquellomeretratabala escena de mí última entrevista con Francisco. Además, marqués, puededecirsequematéaesehombrepormipropiadefensa.

"Heaquíloquequeríareferimos,donAlvaro:noheocultadounosolodemispensamientosyporesocreeréisloquevoyadeciros.Vostenéis,comoosdijeantes,ciertasemejanzaconFrancisco:porestoesquemedetuveamirarosenlaplaza.Después,creíconocerquehabíaalgosinceroenvuestraspalabrasyllegué a imaginarme que cuandome hablabais de amor no eran únicamentevuestros sentidos los que os dictaban lo que decíais.Vuestra obstinación enseguirmealsofámevolvióalrecuerdodelopasadoyunainspiracióninfernalme hizomirar el retrato de Francisco, que como un cilicio llevaba siempreconmigo.Yasabéislodemásymeharéisjusticia:necesitovuestrodespreciopara no flaquear ahora con la idea de la muerte que, antes de conoceros,acariciabacomomiúltimaesperanza.

XI

Ocultó Juana la frente al decir estas últimas palabras, y cuando elmarqués,tomándole entre las manos la cabeza, hízosela alzar para mirarla, su rostroestababañadodelágrimas.

—¡Yodespreciaros,Juana!—dijoeljoven—,¿cuandocompadezcoenelalmavuestrofataldestino?¡Nunca!¿Soisvosacasoelautordevuestroscrímenes?Síunhombre,conelirreverentedesprecioquecasitodostienenporlavirtudyla inocencia,osarrancódelasiloenqueguardabaissantamente lavuestra,yturbóenmentidaspromesasvuestrainexpertarazón,paralanzarosenlavíadelavergüenzayeloprobio,¿debéisvos,porventura,responderúnicamentedelasfatalesconsecuenciadesufalta?No,nopuedodespreciaros,Juana,porquehayenvosunaterribleenergíaqueamipesarmesubyuga.

—Gracias, don Alvaro —dijo Juana levantándose—, vuestras palabras medaránfuerzasparamorir.

—Nomoriréis; yo tengo algún valimiento con elVirrey y obtendré vuestroindulto,y si espreciso,os arrancaré aviva fuerzade lasmanosdevuestrosjueces.

—No,marqués, noquiero vivir—dijo Juana condulce voz, y fijando en eljovenunamiradadeternuraprofunda.

—¡Noqueréisvivir!Aúnpodéisexpiar,Juana,vuestroscrímenesconausteraspenitencias en la tierra —dijo el marqués, añadiendo con la enérgicaelocuenciadelafereligiosadesupatria—:Diostendrámisericordiadevos,pues no pudo formar tan bella criatura y darle en el alma tanto vigor, paradejarlamorirasí.

—Aceptolamuertecomounaexpiación:nomehabléisdevivir.

—¿Dudáisdelamisericordiadivina?

—No.

—¿No tenéis fuerzas para soportar en el mundo la expiación de vuestrasfaltas?

—Sí;peroprefieromorir—dijoJuana,coneldesalientodelenfermoqueseniegaatomarunremedio,cuandocreequelamuerteserásuúnicoalivio.

—Juana, vivid para mí —exclamó el marqués, vencido por la influenciamagnéticaqueaquellamujerejercíasobreél.

—¿Habéis olvidado ya lo que acabo de referiros? —le preguntó la niña,mirándoleconadmiración.

—Quieroolvidarloporqueosamo.

—Jamáslopodríais.

—Siento,Juana,queosamotandeveras,quetendríaconesteamorelpoderde purificaros de vuestros crímenes, —dijo el marqués de Araya, con eseacento de la pasión que arrastra, con la fuerza de torrente, escrúpulos,preocupaciones,creenciasyhastaborraeldespreciocuandoellasedesataenciertospechos,nacidosparasentirconvehemencia.

Juanalevantóalcielolosojosymurmuró:

—¡Diosmío,nomeneguéisvuestrocastigo:hacedmemorir!

Elmarquésseacercóaellaconlosojosencendidosporladesesperación.

—Puesbien—ledijo—,yoosharévivirapesarvuestro.

—Inútil tentativa,marqués;¿creéisquea laqueasíno tiembladelantede lamuertelefaltaríavalorparaquitarselavidaconsupropiamano?

—¡Ah!, ¡entonces no tenéis compasión de mí! —exclamó el marqués,arrojándosesobrelasillacondesesperación.

Juanacorrióhaciaél,púsolesuslindasmanosenlafrente,confundióporunmomento su poderosamirada con la del joven, y le dijo con un acento quepartíadesualmadefuego:

—¿Noveisquequieromorirporqueosamo,Alvaro?¿NoveisqueDiosnopodría permitir que burlasen su alta justicia, dejando que yo, asesina demiamante,asesinadedoshombresinocentes,además,yo,que,envezderespetarsusdivinosmandatos,merebelécontrasuleyyquiseconstituirmeenjuezdesusdesignios,entraseasí,conlasmanosteñidasdesangre,alsantuariodeunamorcastocomoúnicamentelocomprendo?¿Noveis,marqués,queeseDiosjusticieromeenvíaesteamorcomouncastigoymehaceverconélque,pormi orgullo insensato,me cerré para siempre las puertas del paraíso que vosqueréisabrirme?

—Rogaremos juntos a Dios para implorar su clemencia—dijo el marqués,besandoconamorosorespetolasmanosdelaniña.

—No mezcléis con la mía vuestra voz, Alvaro, porque no podría llegar altrono del Eterno; si me amáis, rogad solo por mí y dejadme morir con elconsuelodehaberencontradounalmagenerosaparaabsolvermeenlatierra.

Quiso replicar el marqués de Araya, pero un carcelero se presentó en elcalabozoyleintimólaordendesalir.

—Adiós,Alvaro—ledijoJuana—¿porquénoquisoelcieloqueoshallasealprincipiodemivida?

Elmarquésnopudoreprimirsuemociónytuvoquesecarlaslágrimasquesedesprendierondesusojos.SienesemomentoJuana lehubiesedichoque lasalvara, él no habría retrocedido delante de un crimen. Aquella criatura, aquienlanaturalezahabíarevestidodeunagraciafísicaadmirable,queacababade revelarle un alma llena de insondables misterios y que, criminal por elamor,principiabaapurificarseenesemismofuego,turbabasucerebroyhacíarugirleelcorazóndentrodelpecho,comounafierahambrientaa laquehanencadenadoenpresenciadesupresa.

Elmarquésseacercóalcarceleroyponiéndoleunabolsallenadeoroenlasmanos:

—Unmomento—ledijo—,voyasalir.

—Señor, daosprisa y nome expongas a un castigo—contestó el carcelero,juntandolapuerta.

Corrió el joven hacia Juana y la estrechó con frenética exaltación entre susbrazos.

—Nomequitéis laesperanza—ledijoconsuplicantevoz—,dejadmehacercuantopuedaparasalvarosyosconsagromividaentera.

—Osamoya,osadmirodemasiadoparaimponerostanhorrendosacrificio;nointentéislucharcontralavoluntaddeDios—contestóellaconlosojosllenosdelágrimas.

—¡Ah,notenéisentrarías!—exclamóél.

—Marqués,vuestroamorhadespertadomiconciencia.

—Juana,nopodrévivirsinvos.

—Ilusiones,Alvaro; loextrañodemividahaofuscadovuestra imaginación.¡Ah,nomemaldigáisaldespertar!

—Maldigoentonces ladefensaquehiceparasustraermea lamuertequemepreparabais.

—Idos, idos,Alvaro, tened compasión demí—exclamó Juana, huyendo delosbrazosdelmarqués.

El carcelero volvió a presentarse y el marqués de Araya dió una tristísimamirada de adiós a la extraña criatura de cuyo lado le faltaban fuerzas paraarrancarse.

XII

SalióelmarquésdelaprisiónconelalmadesgarradaymáspoderosoquealentrarelsúbitoamorqueJuanalahabíainspirado.

Varios días empleó en realizar su intento de obtener el indulto de Juana.Perdida la esperanza de lograrlo, se entregó a formar quiméricos planes deevasión, imposiblesderealizar,ydeterminóporfinatacaramanoarmadalafuerza que custodiase a Juana el día señalado para el suplicio. Mas sustentativas escollaron también en este terreno como en los otros: nadie seatrevíaaentrarensutemerariaempresaapesardesuslocasofertasdedinero,

pueseltemoralaInquisiciónpodíamásquelacodicia.

ElSantoOficiohabíacondenadoaJuanaaserquemada;aperpetuaprisiónalosdosnegros,yamásligerapenaalasmulatas.

El día fijado para el auto de fe y mientras un inmenso gentío, ávido deaquellos vergonzosos espectáculos, llenaba la plaza, el marqués de Arayarecibióunacartaabiertaqueconteníalaspalabrassiguientes:

"Mehabéisdado,marqués,elpoderdearrepentirmeylagloriadeseramadaconsinceridad.¡Graciasmilvecesporvuestroamor!;élmeservirádeamparoparaimplorarlamisericordiadeDios,antequienosruegoalcéislaoraciónenfavordelaquetambiénosama.

JuanaMendoza"

Mientras Alvaro Fernández, marqués de Araya, lloraba de ternura y dedespechosobreaquellassentidaslíneas,Juanaexhalabaelúltimoalientoconlaresignacióndelosmártires.

FIN

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