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Noviembre-Diciembre de 2006 REVISTA DE COMPRENSIÓN BÍBLIC A ¿Por qué algunos cristianos no celebran la Navidad? Un lugar llamado Meguido: Campo de batalla del mundo La Tierra Nuestra asombrosa nave espacial

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Page 1: La TierraEn artículos anteriores hemos tratado los temas de la oración y el estudio de la Biblia. Examinemos ahora otro aspecto esencial de nuestro crecimiento espiritual. La Tierra:

Noviembre-Diciembre de 2006

R E V I S T A D E C O M P R E N S I Ó N B Í B L I C A

¿Por qué algunos cristianos no celebran la Navidad?Un lugar llamado Meguido: Campo de batalla del mundo

La TierraNuestra asombrosa

nave espacial

Page 2: La TierraEn artículos anteriores hemos tratado los temas de la oración y el estudio de la Biblia. Examinemos ahora otro aspecto esencial de nuestro crecimiento espiritual. La Tierra:

Ilustraciones, de arriba abajo: fotomontaje por Shaun Venish/NASA; Scott Ashley; portada, fotomontaje por Shaun Venish/NASA

El ayuno: ¡Un valioso recurso espiritual!. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1En artículos anteriores hemos tratado los temas de la oración y el estudio de la Biblia. Examinemos ahora otro aspecto esencial de nuestro crecimiento espiritual.

La Tierra: Nuestra asombrosa nave espacial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2La comunidad científi ca ha invertido muchos años e ingentes sumas de dinero buscando señales de vida en otras partes del universo, sólo para llegar a la conclusión de que la Tierra no sólo es el único lugar donde existe la vida, sino que parece haber sido especialmente diseñada para sostenerla. Detrás de todo ello parece haber una admirable inteligencia. ¿Qué es lo que esa inteligencia nos dice?

Entrevista exclusiva de Las Buenas Noticias:Nuestro lugar privilegiado en el universo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

Las Buenas Noticias entrevistó al Dr. Jay Richards, del Discovery Institute, un baluarte del concepto del diseño inteligente. El Dr. Richards, quien tiene títulos en fi losofía, teología y divinidad, es coautor de un importante libro que explica por qué nuestro planeta es un lugar propicio tanto para la vida como para la investigación científi ca.

Un lugar llamado Meguido: Campo de batalla del mundo . . . . . . . . . 8En el norte del Estado de Israel hay un lugar legendario. Es el territorio más disputado del mundo. La profecía bíblica nos dice que aún habrá de desempeñar un papel crucial en una batalla de proporciones apocalípticas.

¿Podemos creer en la Biblia y en la evolución simultáneamente?. . . 12Un número creciente de religiones tradicionales han llegado a aceptar la evolución darviniana como la explicación de nuestra existencia. Pero ¿encaja realmente el darvinismo con las Escrituras?

¿Por qué algunos cristianos no celebran la Navidad?. . . . . . . . . . . . . 14Muchas personas creen que la Navidad es el cumpleaños de Jesucristo y que celebrarla es algo que lo honra. Al mismo tiempo, algunos cristianos no celebran la Navidad, creyendo que Jesús nunca la aprobó y que es algo que no le agrada. ¿Quién está en lo correcto, y por qué?

C o n t e n i d o

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Noviembre-Diciembre de 2006 • Volumen 11, Número 6Las Buenas Noticias es una publicación bimestral de la Iglesia de Dios Unida, una Asociación Internacional, P.O. Box 541027, Cincinnati, Ohio 45254-1027, EE.UU.

Edición en inglés:Director: Scott Ashley

Director de arte: Shaun VenishEdición en español:

Director general: Leon WalkerDirector: Donald Walls

Colaboradores especiales: Pablo Dimakis Santín,María Mercedes de Hernández, Ralph D. Levy,

Catalina Roig de Seiglie, Dionisio R. VelascoCuerpo editorial:

Jerold Aust, John Bald, Roger Foster, Bruce Gore, Paul Kieffer, Graemme Marshall, Melvin Rhodes, Tom Robinson,

John R. Schroeder, Richard Thompson, David Treybig, Lyle WeltyConsejo de Ancianos de la Iglesia de Dios Unida:Aaron Dean, Robert Dick, Bill Eddington, Jim Franks,

Clyde Kilough, Victor Kubik, Les McCullough, Joel Meeker, Richard Pinelli, Larry Salyer, Richard Thompson, Leon Walker

Salvo indicación contraria, las citas bíblicas son de la versión Reina-Valera, revisión de 1960.

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El ayuno: ¡Un valioso recurso espiritual!En artículos anteriores hemos tratado los temas de la oración y el estudio de la Biblia. Examinemos ahora otro aspecto esencial de nuestro crecimiento espiritual.Por Donald Hooser

o único que la mayoría de la gente sabe acerca del ayuno, es que puede ser una manera de adelgazar. Pero el ayuno comprende mucho más que eso, y ne-

cesitamos entenderlo claramente.La Biblia tiene mucho que decir acerca

de esta importante práctica espiritual, que con demasiada frecuencia se descuida. En cierta ocasión, a Jesucristo le preguntaron por qué sus discípulos no ayunaban como otras personas religiosas. Respondió que cuando él ya no estuviera entre ellos (refi -riéndose a su muerte y ascensión al cielo), “entonces ayunarán” (Mateo 9:14-15).

Lo que quiso decir con eso fue que todos sus futuros discípulos ayunarían. ¿Por qué? Porque necesitamos ayunar y orar para po-der mantener una estrecha relación con Dios y con Jesucristo. De esta forma, tendremos los mayores benefi cios espirituales.

Cuando Jesús explicó a sus discípulos cómo ayunar, sin duda estaba esperando que ellos pusieran en práctica sus instruc-ciones (Mateo 6:16-18). No les dijo “si es que ayunan”, sino “cuando ayunen”. Y no-temos que en este capítulo Jesús hace énfa-sis en el ayuno, al igual que en la oración y las buenas obras.

Por supuesto, el ayuno es mencionado tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Entre los personajes bíblicos que ayunaron tenemos: Moisés, David, Elías, Esdras, Nehemías, Ester, Daniel, Ana y Jesucristo. El apóstol Pablo dijo que hacía “muchos ayunos” (2 Corintios 11:27).

¿Qué es el ayuno?

En cierto sentido, todo el mundo ayuna. Cuando estamos en cama durmiendo, no consumimos ni alimentos ni agua. Eso es ayunar. Por eso es que la primera comida del día se llama desayuno. Sin embargo, cuando la gente habla de ayuno, general-mente se refi ere a un período más largo en que uno decide voluntariamente no comer ni beber. Este período puede durar parte de un día, un día entero o más de un día.

Un ayuno por razones de salud es cual-quier dieta con restricciones parciales que supuestamente produce ciertos benefi cios a nuestro organismo. Pero este artículo se refi ere al ayuno para la salud espiritual, lo que implica la abstención de alimento y lí-quidos y la dedicación de más tiempo que lo acostumbrado a la oración y al estudio de la Biblia (Éxodo 34:28; Esdras 10:6; Ester 4:16; Hechos 9:9).

En circunstancias ideales, del período de ayuno en que estamos despiertos conviene pasar la mayor parte orando, estudiando y refl exionando. Si esto no es posible, al menos debemos hacer estas cosas durante el tiempo que normalmente dedicamos a comer.

Malentendidos acerca del ayuno

Una persona saludable que no transpire mucho puede soportar tres días sin alimen-tos ni agua antes de que su cuerpo comien-ce a resentirse. Y una persona saludable puede pasar varios días sin comer mientras esté bebiendo agua. Por esta razón, los ayu-nos extraordinariamente largos de Moisés, Elías y Jesús (Deuteronomio 9:9; 1 Reyes 19:8; Lucas 4:2) sólo fueron posibles gra-

cias a la intervención sobrenatural de Dios.La duración de un ayuno sin riesgos de-

pende de nuestra condición física. Si usted se siente inseguro en cuanto a sus limita-ciones de salud, sería muy recomendable que se hiciera un examen médico. Después, comience eliminando una o dos comidas, progresando gradualmente a un día com-pleto de ayuno; y esté atento ante cualquier síntoma de efectos adversos.

No obstante, no debemos considerar las incomodidades del ayuno —hambre, sed y falta de energía— como “efectos adversos”. Para muchas personas, un dolor de cabeza no es más que un síntoma de abstinencia del consumo regular de cafeína. Se reco-mienda evitar las bebidas cafeinadas antes de empezar un ayuno.

Otra opción es la de un ayuno parcial como el que se menciona en Daniel 10:3. En este tipo de ayuno, uno sólo ingiere su-fi ciente alimento y agua para mantenerse y pasa todo el tiempo restante dedicado a la oración, al estudio de la Biblia y a la medi-tación. Esto también puede ser de mucho provecho en el aspecto espiritual.

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Ver AYUNO en la página 17

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a soñado usted alguna vez con viajar a través del espa-cio? Son muchas las perso-nas que se emocionan ante tal posibilidad.

Asombrosamente, todos nosotros es-tamos viajando a través del espacio en es-tos mismos instantes, ¡y ni siquiera nos da-mos cuenta de ello! El planeta Tierra puede compararse perfectamente con una gigan-tesca nave espacial que lleva a bordo más de 6.000 millones de personas, además de miles de millones de plantas y animales.

En realidad, estamos moviéndonos a tra-vés del espacio en lo que podría llamarse la nave espacial Tierra, ¡a la increíble ve-locidad de 105.000 kilómetros por hora! Esto es muchísimo más rápido que el avión más veloz creado por el hombre. Al mismo tiempo, este vehículo espacial va girando a más de 1.600 kilómetros por hora. Cada año completamos un circuito entero alre-dedor del Sol, ¡una jornada de más de 800 millones de kilómetros!

Sin embargo, quizá el aspecto más impresionante de nuestro viaje es que no sentimos en absoluto los efectos de la tra-vesía. Sin duda alguna, cuando viajamos en automóvil a 100 kilómetros por hora podemos sentir la velocidad y ver cómo el panorama cambia ante nuestros ojos. Pero la paradoja es que, una vez que salimos del vehículo y nos sentamos, todo lo que nos rodea parece estar inmóvil, aun cuan-do vamos viajando a una pasmosa veloci-dad a través del espacio.

Si vivimos hasta la edad promedio de los seres humanos, habremos viajado al-rededor del Sol aproximadamente 76 ve-ces y completado una jornada de más de 60.000 millones de kilómetros—¡el equi-valente a viajar varias veces al planeta enano Plutón! Y todo esto sin siquiera haber sentido la velocidad ni haber tenido conciencia del viaje mismo. Y esta es sólo

una de las increíbles características de nuestra extraordinaria nave espacial.

Nuestro planeta privilegiado

En los últimos 30 años los descubri-mientos científi cos han desmentido la idea, tan popular en algún momento entre cier-tos científi cos y eruditos, de que vivimos en un planeta nada excepcional. Esta idea fue resumida en la opinión del astrónomo Carl Sagan (de la famosa serie televisiva Cosmos), quien habló del “falso concepto de que tenemos un lugar privilegiado en el universo” (Pale Blue Dot [“Punto azul pálido”], 1994, p. 7).

Hemos recorrido un largo camino des-de que el fi lósofo Bertrand Russell formu-lara una idea similar, que afi rmaba que la humanidad no es más que “un curioso accidente en un lugar remoto” (Religion and Science [“Religión y ciencia”], 1961, p. 222). A medida que se han acumulado

más y más descubrimientos científi cos, la Tierra ha resultado ser un planeta muy privilegiado.

Recientemente, el astrónomo Guillermo González y el fi lósofo Jay Richards es-cribieron un libro acerca de los últimos hallazgos científi cos, que refutan la afi r-mación de Sagan de que vivimos en un planeta insignifi cante. Adecuadamente, lo titularon The Privileged Planet (“El planeta privilegiado”).

En vez de un universo rebosante de vida, como alguna vez se creyó, los científi cos se están dando cuenta más y más de las ex-traordinarias cualidades de nuestro globo terráqueo. Hace poco, los cosmólogos Pe-ter Ward y Donald Brownlee escribieron el libro Rare Earth: Why Complex Life is Un-common in the Universe (“El excepcional planeta Tierra: Por qué la vida compleja es escasa en el universo”) para explicar algu-nas de las características singulares de la

La Tierra:Nuestra asombrosa nave espacialLa comunidad científi ca ha invertido muchos años e ingentes sumas de dinero buscando señales de vida en otras partes del universo, sólo para llegar a la conclusión de que la Tierra no sólo es el único lugar donde existe la vida, sino que parece haber sido especialmente diseñada para sostenerla. Detrás de todo ello parece haber una admirable inteligencia. ¿Qué es lo que esa inteligencia nos dice?Por Mario Seiglie

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Tierra y lo difícil que sería duplicar estas condiciones en algún otro planeta.

De manera parecida, el libro de texto Earth (“Tierra”) comienza con una sec-ción titulada “la singularidad del planeta Tierra” (1986, p. 3). Son tantos los factores que deben concertarse perfectamente para duplicar las proezas de nuestra asombrosa nave espacial Tierra, que la esperanza de encontrar vida inteligente en otros planetas se está desvaneciendo lentamente.

“Desde el siglo XVII hasta el siglo XX —explican los Dres. González y Richards— muchos esperaban encontrar vida inteli-

gente, e incluso superior, en la Luna, en Marte y en otros planetas del sistema solar . . . Ahora, al comienzo del siglo XXI, y a pesar de las agresivas campañas publicita-rias de los entusiastas creyentes de la vida en Marte, la búsqueda se ha trasladado desde los planetas hasta unas cuantas lunas sombrías y distantes. Al mismo tiempo, sus expectativas han disminuido considerable-mente” (The Privileged Planet [“El planeta privilegiado”], 2004, p. 253).

¿Cuáles son algunas de las extraordina-rias características de nuestra nave espacial Tierra? Exploremos algunas de ellas, para poder apreciar cuán cuidadosamente ha sido diseñada. Entonces podemos pregun-

tarnos: ¿Podría la presencia simultánea de todas estas condiciones tan particula-res ser tan sólo un accidente? Lo que nos lleva a otra pregunta: ¿Cuál es el propósito fundamental de nuestra vida en esta trave-sía a través del espacio?

Ventanillas para ver el universo

Toda nave espacial tiene una ventanilla para observar el exterior, y nuestro planeta cuenta con una atmósfera que cumple el mismo propósito.

Es más, tenemos una ventana mucho mejor que la de una nave espacial común

y corriente. Nuestra “ventana” no está limitada a un campo visual restringido, sino que en realidad cubre el planeta en-tero. Es como tener un cristal poroso de 700 kilómetros de espesor, que permite que todos los pasajeros a bordo disfruten una vista panorámica de lo que se en-cuentra afuera, y que al mismo tiempo los protege del espacio exterior, carente de oxígeno.

Algunos planetas están envueltos en espesas nubes que hacen imposible la vis-ta al exterior. Pero nuestra atmósfera nos permite ver y descubrir el universo que nos rodea. Así, nuestra Tierra es a la vez una nave exploradora.

La bóveda transparente que cubre nues-tro planeta también contiene una reserva re-novable de oxígeno para los seres humanos y la vida animal, y de dióxido de carbono y nitrógeno para las plantas. Además, aporta la presión atmosférica adecuada para los organismos vivos, y el borde exterior de este caparazón translúcido está compuesto de una capa de ozono que protege la vida de los perjudiciales rayos ultravioleta.

Aunque parezca extraño, ¡esta bóveda está equipada hasta con un campo de fuer-za protector! Parece como algo sacado de la serie televisiva Viaje a las estrellas, pero es real. Contamos con un campo magnético generado por un núcleo de hierro que gira en el centro de nuestro planeta, y que desvía los rayos cósmicos dañinos y los mortíferos vientos solares. Sin estas características, la vida en la Tierra sería imposible.

Y por último, mas no por ello menos im-portante, esta maravillosa bóveda contiene una “cortina” de ajuste automático que protege al orbe terrestre de un exceso de luz sobre su superfi cie. Este delicado velo está formado de nubes, que actúan como persianas móviles y que cubren aproxima-damente un 60 por ciento de la superfi cie terráquea en todo momento.

Y ¿qué hay en la cabina?

¿Qué encontraremos en la cabina de mando de la astronave Tierra?

Increíblemente, no hay ningún capitán al timón, sino que en su lugar encontramos un sistema de “piloto automático” gober-nado por leyes físicas cuidadosamente sincronizadas. Aun cuando nadie parece estar físicamente a bordo para manejarlo, nuestro planeta obedece fi elmente las órde-nes programadas y acuciosamente armoni-zadas de innumerables leyes físicas, y com-pleta su jornada de un año alrededor del Sol, retornando sumisamente a su punto de partida para comenzar un nuevo ciclo.

¿Qué es lo que mantiene nuestro planeta en su órbita? La fuerza gravitacional del Sol es en gran parte la responsable de man-tenerlo en su ruta circular.

Verdaderamente, como dice la Biblia acerca de nuestro omnipotente e invisible Dios, él “cuelga la tierra sobre nada” (Job 26:7). Esa “nada” es el espacio exterior, y la Tierra es capaz de “colgarse”, sosteni-da en el vacío por la invisible fuerza de la gravedad.

En esta cabina, aunque no se ven, se halla el equivalente a cientos de perillas, y cada una de ellas regula un aspecto del funcio-

De hecho, nuestro planeta no es el resultado de algún suceso fortuito, ya que las pruebas demuestran que fue cuidadosamente diseñado para ser habitado por los seres humanos y las demás formas de vida.

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namiento de nuestro planeta. Cada perilla ha sido cuidadosamente calibrada para per-mitir que la vida prospere en la Tierra. No podemos ver al magnífi co Ingeniero que diseñó el sistema, pero sí podemos medir la precisión de cada programa, ¡y cada uno de ellos está perfectamente ajustado!

Cuando el renombrado astrofísico y matemático británico Sir Fred Hoyle exa-minó los diferentes programas que regu-lan nuestro planeta y el resto del universo, se maravilló: “Una interpretación de los hechos basada en el sentido común su-giere que un intelecto genial ha estado jugueteando con la física, la química y la biología [del universo], y que no hay fuerzas ciegas en la naturaleza que valga la pena mencionar . . . Las cifras que uno calcula basándose en los hechos me pare-cen tan abrumadoras que casi dejan esta conclusión más allá de toda duda” (“The Universe: Past and Present Refl exions” [“El universo: Refl exiones del pasado y del presente”], en la revista Engineering

and Science [“Ingeniería y ciencia”], no-viembre de 1981).

El profesor Robin Collins compara la precisa programación de la Tierra de esta manera: “Me gusta usar la analogía de ciertos astronautas que aterrizan en Mar-te y encuentran una biosfera encapsulada, parecida a la estructura abovedada que se construyó en Arizona hace algunos años.

”En el tablero de control encuentran que todas las perillas que regulan su ambien-te están calibradas perfectamente para la vida. La proporción de oxígeno es perfec-ta; la temperatura es de 22 grados centígra-dos; la humedad es del 50 por ciento; hay un sistema para renovar el aire; hay otros sistemas para la producción de alimentos, para la generación de energía y para la eli-minación de desperdicios.

”Cada perilla posee una amplísima gama de calibraciones, y uno puede ver que si tratara de ajustar alguna de ellas sólo un poco más, el ambiente se alocaría y la vida sería imposible” (citado por Lee

Strobel, The Case for a Creator [“El caso del Creador”], 2004, p. 130).

Todo —absolutamente todo, hasta los detalles más insignifi cantes— está “ajusta-do” precisamente para que podamos vivir cómodamente en este planeta. Podemos vislumbrar al maravilloso Diseñador que estableció todo este sistema cuando en la Biblia leemos: “Así dijo el Eterno, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy el Eterno, y no hay otro” (Isaías 45:18).

De hecho, nuestro planeta no es el re-sultado de algún suceso fortuito, ya que las pruebas demuestran que fue cuidadosamen-te diseñado para ser habitado por los seres humanos y las demás formas de vida.

Los motores de la astronave

¿Qué es lo que impulsa esta nave a través del espacio? A bordo se hallan dos motores, uno que propulsa el planeta hacia delante, y otro que se encarga de hacerlo girar y de avivar su calor interno.

El globo se mantiene en su órbita gracias a la fuerza centrípeta causada por la gravedad. Cuando un objeto alcanza cierta velocidad y empieza a girar impulsado por las fuerzas centrípetas, se queda en un circuito estable alrededor del centro. Esto es lo que hace la Tierra cuando orbita alrededor del Sol. Y la distancia entre nosotros y el Sol, aunque va-ría levemente, es perfecta para la vida, ni tan cerca del Sol que nos quememos, ni tan lejos que terminemos congelados.

El segundo motor está ubicado muy adentro del planeta, donde el combustible son elementos radiactivos en descomposi-ción que lo calientan y movilizan las placas tectónicas. Los geólogos Frank Press y Ray-mond Siever llaman a esto “un gigantesco pero delicadamente equilibrado motor energético, alimentado por la radiactivi-dad” (Earth [“Tierra”], p. 4).

“Las placas tectónicas no sólo ayudan a la formación de continentes y montañas, los cuales no permiten que el mundo esté anegado en agua —agrega el astrónomo Guillermo González—, sino que también dirigen el ciclo del dióxido de carbono en las rocas. Esto es indispensable para la re-gulación del ambiente mediante el equili-brio de los gases del efecto de invernadero y para mantener la temperatura del planeta a un nivel soportable . . .

”Esta descomposición radiactiva tam-bién ayuda a producir la convección del hierro líquido que rodea el núcleo de la

Nuestro inmenso universo

¿Qué tan vasto es nuestro universo? Las dis-tancias en el espacio sideral son tan enor-

mes, que la única forma de medirlas es usar como base la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo) y su desplazamiento durante un año completo (un año-luz equivale a nueve millones de kilómetros) como referencia.

Robert Jastrow, ex director del Centro Goddard de la NASA, usó en cierta ocasión una ingeniosa comparación para ayudarnos a captar la inmensi-dad del universo:

“Una analogía nos ayudará a aclarar el signi-fi cado de estas exorbitantes distancias. Primero, imaginémonos al Sol del tamaño de una naranja. En esa escala, la Tierra es como un granito de arena que gira alrededor del Sol a una distancia de nueve metros. El gigantesco planeta Júpiter, 11 veces más grande que la Tierra, es un hueso de cereza que circula . . . a una cuadra de distancia. Saturno, es otro hueso de cereza a dos cuadras del Sol. Plutón . . . es otro granito de arena situado a 10 cuadras del Sol.

“En la misma escala, la distancia media entre las estrellas es de 3.200 kilómetros. El vecino más cercano al Sol, la estrella Próxima Centauri, está a unos 2.100 kilómetros de distancia. En el espacio entre el Sol y sus vecinos no hay nada más que una delgada concentración de átomos de hidrógeno, que forman un vacío infi nitamente superior a cualquier vacío que se haya creado en la Tierra. Nues-tra galaxia, en esa misma escala, es un grupo de naranjas separadas una de otra por un promedio de 3.200 kilómetros y formando un racimo cuyo diámetro alcanzaría ¡32 millones de kilómetros!

“Una naranja, unos cuantos granos de arena a pocos metros de ella, y después algunos huesos de cereza a una cuadra de distancia. A 3.200 kilómetros se encuentra otra naranja, tal vez con algu-nas partículas de materia planetaria girando a su alrededor. Así es el vacío del espacio” (Red Giants and White Dwarfs [“Gigantes rojos y enanos blancos”], 1990, p. 15). Y comparado con el espacio entre las galaxias, ¡esto no es nada!

Sin embargo, para Dios el universo entero no es tan impresionante. Él “extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar” (Isaías 40:22). Así que por muy inmenso que nos parezca ser el universo, ni siquiera se compara con la grandiosidad de nuestro Dios, que lo creó para su propio placer y propósito. BN

Miles de galaxias aparecen en esta fotografía sacada por el teles-copio espacial Hubble.

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Tierra, que da como resultado un fenó-meno extraordinario: la creación de un dinamo que genera el campo magnético del planeta” (citado por Strobel, ob. cit., pp. 182-183).

Ciertamente, como leemos en Proverbios 3:19: “El Eterno con sabiduría fundó la tie-rra; afi rmó los cielos con inteligencia”.

La cabina de los pasajeros

Y ¿qué podemos decir de la cabina de los pasajeros? ¿Qué tan bien diseñada está? En realidad, la Tierra ofrece todas las co-modidades que un viajero espacial podría desear: alimentos abundantes y deliciosos, mucha agua, paisajes hermosos, un clima agradable, trabajos interesantes y grandes espacios para formar una familia.

Nuestro planeta es una verdadera arca de Noé llena de seres humanos, animales y plantas, en una continua travesía por el espacio. Es una unidad autosufi ciente, con reservas renovables que, si se administran adecuadamente, pueden durar hasta miles de años en el futuro.

Para que los viajeros puedan disfrutar de temperaturas agradables y constantes, el planeta permanece en órbita a la distan-cia precisa del Sol y está diseñado con una inclinación óptima de 23,5 grados.

“Si la inclinación de la Tierra fuera de 45 grados en lugar de los 23,5 que ahora tiene, las zonas templadas tendrían un clima tó-rrido en el verano y de frío extremo en el invierno. Por otro lado, si el eje del planeta fuera vertical con respecto al plano de su órbita, enero y julio tendrían el mismo cli-ma . . .” (Fred Meldau, Why We Believe in Creation Not in Evolution [“Por qué cree-mos en la creación y no en la evolución”], 1972, pp. 27-28).

En Salmos 104:24 leemos: “¡Cuán in-numerables son tus obras, oh Eterno! Hi-ciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus benefi cios”.

Una fl ota de astronaves protectoras

Nuestra embarcación terrestre no sólo cuenta con un campo de fuerza magnética y con recursos renovables, sino que también tiene una comitiva de naves espaciales que la acompañan, para estabilizarla y protegerla.

La primera de éstas es la Luna, que es un verdadero caballo de tiro. No solamen-te sirve de escudo para protegernos de los meteoros, sino que también estabiliza la vital inclinación del planeta. Así como un reloj tiene pesas que equilibran su meca-

nismo, la Luna actúa como un contrapeso para la Tierra, manteniendo la inclinación de ésta cuidadosamente calibrada para producir así las cuatro estaciones del año. Esta inclinación permite que los rayos del sol calienten uniformemente el globo terrá-queo, tal como sucede con un asador que dora lentamente un pollo.

La Luna, junto con el Sol, también regu-la nuestras mareas. Las mareas de la Tierra promueven la circulación de las aguas en los océanos y así se barren los productos de desecho de las costas.

“Si la Luna estuviera a la mitad de la distancia en que ahora se encuentra, o si tuviera el doble de su diámetro, enormes mareas destruirían la mayoría de nuestros puertos . . . Si la Luna fuera más pequeña y estuviera más lejos, no podría ejercer sufi ciente atracción sobre nuestras mareas para limpiar los puertos o para rejuvenecer adecuadamente (con oxígeno) las aguas de nuestros océanos” (ibídem, p. 31).

También es muy impresionante el tama-ño y la ubicación relativos de la Luna con respecto al Sol. El Sol es 400 veces más grande que la Luna, y también se encuen-tra 400 veces más lejos, una particularidad que da origen a eclipses solares perfectos cuando se observan desde la Tierra.

Este extraordinario fenómeno ha reve-lado algunos hechos científi cos cruciales respecto a la composición del Sol y de otras estrellas, además de dar pruebas concretas de la teoría de la relatividad de Einstein (que nuevamente ilustra la forma en que la Tierra ha sido programada para permitir que hagamos descubrimientos científi cos acerca del universo).

Sin embargo, la Luna es apenas la pri-mera de las naves que componen esta fl ota dedicada a proteger la nave espacial Tierra. Los dos gigantes gaseosos, Júpiter y Satur-no, con sus potentes tirones gravitaciona-les, también ayudan a protegernos porque actúan como gigantescas aspiradoras, que limpian el sistema solar de los peligrosos cometas y asteroides.

Los astrónomos presenciaron un claro ejemplo de tal protección en 1994 cuando Júpiter recibió el impacto del cometa Shoe-maker-Levy 9, que se desintegró debido a la fuerza gravitacional del planeta y se es-trelló contra su superfi cie.

Los eruditos González y Richards se-ñalan lo siguiente: “La existencia de una Luna bien situada, de las órbitas planeta-rias circulares . . . de los gigantes gaseosos distantes que limpian el sistema solar de

cometas peligrosos . . . todo ello y más es extremadamente importante para la exis-tencia de vida compleja en nuestro pla-neta” (The Privileged Planet [“El planeta privilegiado”], p. 256).

El vecindario

La astronave Tierra no sólo se halla a la distancia adecuada del Sol para tener un clima templado, sino que además su sistema solar está situado en un excelente vecindario de estrellas, que se encuentra ubicado entre dos brazos espirales de la galaxia llamada la Vía Láctea, pero muy lejos del peligroso núcleo galáctico y de los brazos en sí, en lo que los astrónomos llaman “una zona segura”.

Guillermo González explica: “Sin duda alguna, nuestro tipo de galaxia propicia la habitabilidad porque provee zonas segu-ras. Y la Tierra tiene la suerte de hallarse en una de esas zonas protegidas, por lo que la vida ha podido fl orecer aquí . . .

”Los lugares con formación activa de estrellas son muy peligrosos, porque allí es donde las supernovas explotan con bas-tante frecuencia. En nuestra galaxia, estos peligrosos lugares se hallan principalmen-te en los brazos espirales, donde también se encuentran temibles nubes moleculares gi-gantescas. Afortunadamente, sin embargo, estamos localizados entre los brazos espi-rales de Sagitario y Perseo [en la Vía Lác-tea]” (citado por Strobel, ob. cit., p. 169).

Esta zona despejada constituye un pun-to ventajoso desde el cual podemos obser-var nuestra propia galaxia y el resto del universo. Esto demuestra una vez más lo bien equipada que está nuestra nave para la exploración cósmica.

Preguntas difíciles

Podemos aprender muchísimo exami-nando el universo con telescopios u obser-vando la vida a través de un microscopio, pero ni con los mejores instrumentos cien-tífi cos encontraremos el propósito princi-pal de por qué estamos aquí ni el signifi ca-do de nuestra existencia.

Lo único que podemos deducir de las perfectas leyes físicas y de las armoniosas características de nuestro planeta es que la Tierra fue diseñada de manera magistral para la vida y para el conocimiento cientí-fi co. Hasta un hombre de ciencia tan escép-tico como Stephen Hawking hace algunas concesiones en cuanto a la vida: “Wheeler está de acuerdo con Hawking y Carter en

Ver TIERRA en la página 16

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6 Las Buenas Noticias

El Dr. Jay Richards, del Discovery Institute (“Instituto de Descubri-mientos”), un baluarte del concepto de diseño inteligente con base en Seattle, Washington, EE.UU., es coautor del libro The Privileged Pla-

net (“El planeta privilegiado”), publicado en el 2004. El Dr. Richards tiene títulos en fi losofía, teología y divinidad.

Las Buenas Noticias: Dr. Richards, ¿qué fue lo que más le inspiró a escribir El planeta privilegiado?

Jay Richards: El libro comenzó en 1999, cuando conocí a Guillermo Gonzá-lez. Me di cuenta de que era un astrónomo en la Universidad de Washington y yo me encontraba en el Instituto de Descubrimien-tos en Seattle, así que me comuniqué con él. Con el tiempo, formulamos una hipótesis: Si uno examina la lista de cosas impor-tantes que se requieren para que un lugar sea habitable, ¿contribuyen esos factores a proveer las mejores condiciones en aras del descubrimiento científi co?

Esa idea fue lo que nos intrigó a ambos, ya que sabíamos que si era correcta, se po-dría proponer un argumento fundamental-mente nuevo sobre el diseño del universo. Así, enfocaríamos no solamente en la idea de que el universo está diseñado para la vida compleja, sino también en que fue di-señado para ser descubierto.

BN: ¿Cuál fue el descubrimiento más asombroso que encontró mientras llevaba a cabo las investigaciones para su libro?

JR: Probablemente no hubo nada más intrigante que el fenómeno del eclipse, con todas las coincidencias de tamaño y posi-ción exactas que deben darse para que se produzca; y además, porque todos saben de qué se trata y porque la mayoría de las per-sonas que han visto un eclipse sienten una experiencia espiritual. Este fenómeno se ha usado en el arte occidental durante siglos.

Pero en segundo lugar, con la creciente serie de descubrimientos que siguieron nos dimos cuenta de que los eclipses eran sólo el comienzo. Encontramos muchos otros

ejemplos que nadie había siquiera conside-rado, como el descubrimiento del tipo de atmósfera que tenemos, el tipo de galaxia en que nos hallamos e incluso nuestra ubi-cación dentro de esa galaxia.

Todos estos factores, sin relación apa-rente, revelaron este intrigante modelo que sugiere lo que yo llamo una “conspiración” en lugar de una “coincidencia”.

BN: ¿Cómo ha recibido la comunidad científi ca los argumentos presentados en su libro?

JR: En realidad, han sido muy bien re-cibidos. El libro apareció en el 2004 y fue analizado en ciertas publicaciones muy importantes, tales como la revista Nature (“Naturaleza”). En general, ha sido exami-nado de manera respetuosa.

Desde luego, la mayoría de los que se oponen a la propuesta del diseño inteligente lo han criticado. Pero no han sido capaces de atacar ninguno de los argumentos que he-mos presentado. En el capítulo 16 del libro nos referimos en detalle a las críticas rela-tivas a nuestros motivos, y a las objeciones superfi ciales de que fuimos objeto. Pero nos sentimos muy complacidos de que, hasta el momento, nadie haya podido encontrar errores fl agrantes en nuestros argumentos.

BN: Y ¿cómo ha sido acogido el libro por el público en general?

JR: Ha sido recibido favorablemente, sobre todo si tomamos en cuenta que el do-cumental fílmico, basado en nuestro libro, ha permitido que un público mucho mayor se entere de su contenido. Este documental ha sido exhibido en muchos canales de tele-visión. Además, ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos el chino mandarín.

BN: Según el astrónomo Hugh Ross, se han descubierto hasta la fecha 323 parámetros o leyes científi cas, y que cada año los científi cos siguen añadiendo más. ¿Está usted de acuerdo con dicha afi rma-ción?

JR: No me opongo necesariamente a ella, pero es muy difícil formar una lista amplia de todos los factores que se necesi-tan para hacer posible la vida, porque uno tiene que eliminar aquellas cosas que de-penden de otras.

Por ejemplo, es importante encontrarse en un lugar particular de la galaxia, porque ello determina en parte el número de elementos pesados o de metales que están disponibles para formar planetas semejantes a la Tierra. Así es que podríamos decir que la localiza-ción es uno de los factores y que lo que se llama metalicidad [es decir, la proporción de la materia del planeta compuesta de ele-mentos más pesados que el hidrógeno y el helio] es otro de los factores, pero la realidad es que ambos son interdependientes.

Así que no se pueden sumar, como si fueran agentes independientes. Por ello, preferimos enfocarnos en aquellos factores que están bien cimentados y que no depen-den entre sí. Nuestro planteamiento es más bien reducido, mientras que el Dr. Ross adopta un enfoque mucho más amplio en términos de presentar el mayor número posible de factores. Sólo se necesitan 15 parámetros para agotar los recursos que el azar puede utilizar en nuestra galaxia.

BN: Basándose en sus investigaciones acerca del universo, ¿es posible vislumbrar algún propósito?

JR: Nosotros creemos que es posible percibir un propósito muy claro si se toman en cuenta las pruebas de la astrobiología. Y esto no se debe necesariamente al hecho de que los planetas parecidos a la Tierra sean escasos. Nuestro argumento no se basa únicamente en las probabilidades, sino también en un patrón. Y es este patrón, en que se superponen las condiciones que fa-vorecen la vida y el descubrimiento cientí-fi co, lo que nos deja muy intrigados.

Uno descubre que los escasos lugares del universo donde pueden existir observa-dores como nosotros, son a su vez los me-jores lugares para una amplia gama de des-cubrimientos científi cos. Eso es lo que uno podría esperar si es que efectivamente el universo fue diseñado para ser descubierto. Y no es lo que uno podría esperar si el uni-verso fuera el simple producto de fuerzas impersonales carentes de propósito.

Por lo tanto, este patrón entre la vida y el descubrimiento es lo que refuerza la exis-tencia de un propósito y lo que sugiere la propuesta de un diseño.

Entrevista de Las Buenas Noticias al Dr. Jay Richards

Nuestro lugar privilegiado en el universoEntrevistado por Mario Seiglie

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BN: ¿Qué descubrimientos se han he-cho últimamente acerca de nuestro planeta y del espacio?

JR: Desde que se publicó nuestro libro se han descubierto varios planetas extra-solares. Ello no hace más que confi rmar nuestro argumento, es decir, que hay mu-chas maneras en que los sistemas planeta-rios pueden ordenarse a sí mismos.

Hay algunas teorías que esencialmente postulan que habrá cierto tipo de planetas en una parte del sistema solar, y otro tipo en un lugar distinto del mismo sistema. Y cada planeta extrasolar que descubrimos parece contradecir tal propuesta y muestra que hay muchísimas otras formas en que los plane-tas pueden ordenarse a sí mismos, muchas más de las que hubiésemos podido imagi-nar. Y esto indica que las cosas tuvieron que haber sido cuidadosamente calibradas.

BN: ¿Podría referirse al caso ocurrido en Dover, Pensilvania, EE.UU., en que se prohibió la enseñanza del diseño inteligen-te en las escuelas, y al impacto negativo que esta decisión ha signifi cado para dicho concepto?

JR: Desde luego, el caso de Dover no afecta para nada los argumentos a favor del diseño. Las pruebas del diseño están basa-das en el mundo natural. Un juez federal no puede hacer nada en contra de las pruebas de la naturaleza. Tampoco tiene ninguna jurisdicción sobre la defi nición de lo que constituye ciencia, aunque él así lo crea.

Pero obviamente, la decisión de Dover fue un problema para el movimiento a fa-vor del diseño inteligente, en parte porque condujo a la percepción de que el concepto del diseño es igual a la religión, pero con ro-pajes de ciencia. Yo pienso que es una afi r-mación muy perniciosa, porque cualquier argumento fundado en pruebas públicas, ya sea en el ámbito astronómico o biológico, es, por lo mismo, un argumento público, y no puede ser desechado como el producto de una mentalidad estrecha o religiosa.

La idea de que las pruebas a favor del diseño tienen implicaciones teológicas o religiosas es cierta, pero prácticamente to-dos los descubrimientos que se realizan en el campo de la ciencia de los orígenes van a tener implicaciones teológicas. El darvi-nismo no es la excepción, y si usáramos el criterio de ese juez, sería prohibido hablar de gran parte de las ciencias naturales.

BN: ¿Qué es lo que se necesita para forta-lecer el movimiento del diseño inteligente?

JR: En estos momentos, lo que se nece-sita para fortalecer el diseño inteligente es

más investigación básica. El concepto del diseño inteligente tendrá éxito cuando mu-chas más personas puedan ver cuán benefi -cioso es este enfoque para abrir nuevas vías de investigación en las ciencias naturales.

Yo creo, francamente, que contamos con todos los argumentos fi losófi cos y las pruebas necesarias para apoyar el concepto del diseño, pero las ideas científi cas gene-ralmente triunfan no porque sean capaces de probar sus argumentos, sino porque demuestran que son provechosas y que pueden conducir a nuevos e interesantes senderos de investigación.

Desgraciadamente, y debido a la hosti-lidad que se presenta contra el movimiento del diseño inteligente, gran parte de esa investigación debe realizarse fuera de la pantalla del radar. El problema es que tan pronto un investigador publica un artículo que apoya el concepto de diseño, las fuerzas del otro extremo hacen todo lo que pueden para destruir al editor que lo permitió y al investigador que lo publicó. Pero yo pienso que, fi nalmente, los intentos por silenciar aquellas voces van a fracasar.

BN: ¿Qué tanto se está avanzando al respecto?

JR: Hay grandes adelantos en el campo de la investigación, pero la mayor parte tie-ne que hacerse entre bastidores. En todo el país, y también en todo el mundo, se están llevando a cabo reuniones de investigación de alto nivel.

Desde el caso de Dover, muchas personas se han comunicado con quienes estamos dedicados al movimiento del diseño inteli-gente, y nos han expresado que han estado en las ciencias naturales por años, que han seguido nuestro enfoque y que simpatizan con él. Estas son personas que nosotros no conocíamos y que estaban fuera de nuestro círculo. Yo no creo que un juez tendencio-so en Pensilvania vaya a poder decidir el resultado fi nal de este debate.

BN: ¿Cuánto más cree usted que durará el paradigma evolucionista de Darwin, y que el concepto del diseño inteligente po-drá reemplazarlo efi cazmente?

JR: Yo no creo que el diseño inteligente vaya a reemplazar completamente al dar-vinismo, sino que rescatará todo lo que es válido en esa antigua teoría. Por lo tanto, no habrá nada en la explicación darviniana que se perderá dentro del marco del diseño inteligente. Lo que sucederá es que el poder de la selección natural será visto por lo que es, una simple explicación de ciertos fac-tores sin mayor importancia. La selección

natural es una realidad, pero no explica la aparición del más apto, sino la superviven-cia del más apto.

Desde luego, la teoría del diseño inte-ligente va mucho más allá de los factores biológicos. Abarca también la cosmología, la física y hasta las ciencias económicas y sociales. Los materialistas afi rman que, según las leyes económicas, la riqueza no puede ser creada, sino que es una simple redistribución de bienes físicos, ya sean lingotes de oro o propiedades. Pero todos sabemos que la riqueza sí puede ser origi-nada mediante la interacción de los seres humanos con el orden creado para trans-formar la materia en nuevos productos. Tomamos arena y fabricamos micropro-cesadores y cables de fi bra óptica. Esto es simplemente lo que se puede esperar si uno tiene la convicción de haber sido creado en un universo lleno de propósito.

Un cristiano diría que si fuimos creados a la imagen de Dios, participamos de su crea-tividad y somos capaces de crear nuevas cosas y, por ende, riqueza. La persona mate-rialista no tiene manera de explicar esto.

Yo creo fi rmemente que en 50 años más el darvinismo como teoría predominan-te de la biología será colocado al mismo nivel del marxismo y del freudismo. Nos asombrará que la gente haya considerado la explicación darviniana tan satisfactoria y obligatoria durante tanto tiempo.

BN: ¿Algunos comentarios fi nales para nuestros lectores?

JR: Quiero reiterar que las pruebas a fa-vor del diseño inteligente son de propiedad común. Si usted es cristiano, será recepti-vo a los argumentos que apoyan el diseño. Pero éstos no dependen de una suposición teológica limitada. Usted no puede debatir si el universo fue diseñado, u observar el fl agelo de una bacteria, ni considerar el ar-gumento del planeta privilegiado, sin for-mular o responder a la pregunta acerca de cómo interpretar Génesis 1.

Sin embargo, para los cristianos existen implicaciones muy profundas e inspirado-ras en las pruebas a favor del diseño, por-que ellos siempre han creído que Dios se revela a sí mismo en dos libros: el libro de la naturaleza y el libro de las Escrituras.

El libro de la naturaleza es la revelación general de Dios acerca de sí mismo, y el libro de las Escrituras es la revelación per-sonal de Dios acerca de sí mismo. Si estas dos revelaciones son verdaderas, es lógico suponer que a largo plazo ambas estarán de acuerdo. BN

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n el bucólico valle de Jezreel se alza una colina que cubre los res-tos de una ciudad cuyos cimientos se remontan a varios milenios. En los mapas modernos, su nombre es

Tel Meguido. La palabra tel describe una característica geográfi ca, un promontorio que sobresale y señala la ubicación de una ciudad de tiempos muy antiguos. Megui-do es un paraje que ha sido testigo de más batallas que ningún otro en el mundo, y en sus alrededores se reunirán los ejércitos que librarán la batalla fi nal justo antes del retorno de Cristo.

En Apocalipsis 16:16 leemos que los ejércitos de los reyes de oriente se reuni-rán “. . . en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”. Este es el único pasaje en toda la Biblia donde se menciona el término Armagedón. Esta palabra proviene de la ver-sión griega del nombre hebreo Har Meguido (el prefi jo hebreo har quiere decir “colina”).

Actualmente, la zona de Meguido es una de las joyas arqueológicas de Israel. Hasta la fecha, en esta región se han en-contrado los restos de más de 25 ciudades, que representan cada período de la historia antigua de esta nación. Para poder com-prender por qué los ejércitos del mundo se reunirán en este lugar, es necesario que conozcamos algo de su historia y su im-portancia en el mundo antiguo.

Meguido controlaba una parte angosta y estratégica del camino llamado la Vía Ma-ris, “el camino del mar”, que era una de las rutas internacionales de mayor relevancia en el mundo antiguo. Este camino se exten-día desde Egipto en el sur hasta Babilonia en Mesopotamia, uniendo los imperios y rutas comerciales más importantes de aquel entonces. La ubicación de Meguido en esta vía de tránsito hizo que se convirtiera en una ciudad mercantil muy valiosa. Quien controlaba Meguido controlaba el acceso al comercio a lo largo de esa ruta. Por todo esto, el dominio de esa ciudad era crucial

para los imperios del mundo antiguo.A lo largo de la historia se libraron mu-

chas batallas en Meguido. En 1479 a.C. el faraón egipcio Tutmosis III emprendió una campaña cerca de ésta para apoderarse de territorios en y al norte de Canaán. Condu-jo sus ejércitos hacia el norte y se detuvo justo al sur de Meguido, donde reunió a sus generales en un consejo de guerra. Los ge-nerales egipcios propusieron atacar a lo lar-go de una ruta menos directa, pero que les daría fácil acceso a Meguido y al extenso valle de Jezreel. Tutmosis prefi rió una ruta más directa, pero también más peligrosa. Sus generales le preguntaron: “¿Cómo va a ser posible marchar por un camino que se vuelve más y más angosto?”

Pero el plan de Tutmosis prevaleció y, tomando por sorpresa a las tropas cana-

neas, las derrotó fácilmente. Pronto cayó Meguido y los egipcios tomaron el control de esta importantísima región.

Meguido en la Biblia

La primera referencia bíblica a Meguido se encuentra en Josué 12:21, en una lista de los reyes cananeos derrotados durante la conquista de los israelitas. En Josué 17:11 vemos que Meguido quedó como parte de la herencia de la tribu de Manasés.

En 1 Reyes 9:15 se menciona el período de edifi cación más extenso llevado a cabo en Meguido, durante el reinado de Salomón de Israel. Salomón convirtió a Meguido en la capital de uno de sus distritos y, además, en una de sus tres principales ciudades de-fensivas. Los arqueólogos han descubierto los restos de varias estructuras construidas

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Un lugar llamado Meguido: Campo de batalla del mundoEn el norte del Estado de Israel hay un lugar legendario. Es el territorio más disputado del mundo. La profecía bíblica nos dice que aún habrá de desempeñar un papel crucial en una batalla de proporciones apocalípticas.Por Darris McNeely

Desde la cima del Tel Meguido, el bíblico Armagedón, el autor aprecia una vista panorámica del valle de Jezreel. Según la profecía bíblica, en esta planicie se reunirán los ejércitos que lucharán contra Jesucristo a su retorno a la tierra.

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por Salomón para guarnecer a sus solda-dos, con sus caballos y carros de batalla. Las enormes puertas que se erigen actual-mente a la entrada de Meguido datan de ese período y constituyen una prueba de que la ciudad fue un lugar estratégico en aquella región.

Durante el reinado de Josías de Judá, otro faraón egipcio, Necao, fue a Meguido para desafi ar al rey de Asiria. Desobedeciendo las instrucciones de Dios, Josías salió al en-cuentro de Necao, quien lo mató (2 Reyes 23:29). La muerte de Josías en Meguido

fue un golpe demoledor para Judá. Fue el último rey justo, antes de que la nación fue-ra destruida a manos de los babilonios.

Como ciudad, Meguido decayó durante los períodos babilónico y persa. Sin embar-go, en tiempos modernos este lugar conti-nuó siendo testigo de otras batallas. Tanto Napoleón (en 1799) como el general bri-tánico Allenby (en 1918) derrotaron a las fuerzas turcas en este valle. La zona jamás ha perdido su importancia como campo de batalla para el dominio de esta importante encrucijada de imperios.

Meguido en el Apocalipsis

En la actualidad, Meguido es un sitio ar-queológico muy importante que nos relata la valiosa historia de civilizaciones pasa-das. Pero lo que más nos llama la atención es su historia futura. Las Sagradas Escri-turas nos revelan que este lugar es mucho más que un sitio turístico lleno de polvo y osamentas ancestrales.

Las palabras vivientes de Dios en el libro del Apocalipsis nos advierten que la con-centración de fuerzas armadas más grande en la historia de la humanidad se llevará a cabo en este valle. Al fi nal de los tiempos, en el valle de Jezreel, en el que se encuentra Meguido, se reunirá un inmenso ejército que peleará contra el Rey de reyes, Jesús el Mesías, cuando retorne a la tierra. Este será el evento culminante del día del Señor.

El marco de esta batalla se describe en Apocalipsis 16, donde vemos que serán de-rramadas sobre la tierra “las siete copas de la ira de Dios”. Estas siete “copas”, llenas de plagas, representan el terrible juicio de Dios sobre una humanidad impenitente. La inten-sidad de estos juicios será muy severa, clara indicación de que el tiempo que resta para la venida de Jesús será muy breve. Por sí solo, el impacto de estas plagas sería sufi ciente para acabar con la vida en la tierra.

La primera copa provocará dolorosas úlceras a quienes tengan la marca de la bestia, quien se hallará en pleno poder. La segunda copa hará que el mar se convierta en sangre. La tercera contaminará el agua potable de nuestro planeta, convirtiéndola también en sangre. Desde el altar, una voz declarará que los juicios de Dios son “ver-daderos y justos”.

Como si esto no fuera suficiente, la cuarta copa alterará el calor del sol, que aumentará su energía y abrasará a los seres humanos con altísimas temperaturas. Pero aun así, el hombre no se arrepentirá para darle gloria a Dios. La quinta copa cubrirá de tinieblas el trono de la bestia, y el dolor y angustia resultantes sólo provocarán blas-femias contra Dios (v. 11).

La sexta copa es la que tendrá que ver con la reunión de los ejércitos en Megui-do. “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el ca-mino a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíri-tus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso . . . Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (vv. 12-14, 16).

Poderosos demonios influirán en los dirigentes políticos y religiosos del mundo para que envíen sus ejércitos a esta región del moderno Estado de Israel. Antes de que esto ocurra, habrá una guerra en la que pro-

bablemente se presente un intercambio de ataques nucleares entre ciertas naciones, lo que llevará a la movilización de tropas hasta esta zona (Apocalipsis 9; Daniel 11:40-45).

Esta será una pugna por el dominio mundial, que enfrentará a los ejércitos bajo la autoridad de la bestia y a los del otro lado del río Éufrates, todos encamina-dos hacia una confrontación fi nal. Esta es la batalla fi nal que Jesús profetizó cuando dijo que si aquellos días no fuesen acorta-dos por intervención divina, nadie sobrevi-viría (Mateo 24:22).

En lenguaje popular, esta conflagra-ción final se ha llamado “la batalla de Armagedón”. De hecho, Armagedón ha llegado a convertirse en el término usado para describir la guerra que acabará con to-das las guerras. Pero debemos notar que en Apocalipsis 16:14 se le llama “la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”.

Meguido es simplemente el lugar de reunión de estas fuerzas bélicas. Otros pa-sajes nos aclaran que la verdadera batalla no se llevará a cabo en este sitio, sino en Jerusalén, a unos 100 kilómetros al sur de este valle. Los extensos llanos del valle de Jezreel serán sólo el escenario previo a esta decisiva confrontación.

Así hablaron los profetas del Antiguo Testamento

En Zacarías 14 se nos dan más detalles sobre la ubicación de este confl icto. “He aquí, el día del Eterno viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén . . . Después saldrá el Eter-no y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla” (vv. 1-3).

Veamos también el relato del profeta Joel acerca de este tiempo: “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiem-blen todos los habitantes de la tierra, porque viene el día del Eterno, porque está cerca-no” (Joel 2:1). Jerusalén es el lugar donde se encuentra Sion, el monte santo de Dios.

Joel también señala la ubicación especí-fi ca dentro de Jerusalén: “Reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra” (Joel 3:2).

Vemos, pues, que la batalla del gran día del Señor se librará en Jerusalén. El pun-to focal será el empinado valle que en la actualidad se llama del Cedrón y que se encuentra entre la antigua Jerusalén y el Sc

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monte de los Olivos. Jesús descenderá con un ejército espiritual y pisará “el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopo-deroso” (Apocalipsis 19:15). En Apocalip-sis 14:20 se nos indica que en esta tremen-da mortandad la sangre correrá a raudales. Será sin duda una gigantesca confronta-ción, la batalla fi nal, que culminará con la paz que traerá el Reino de Dios.

Meguido y el valle de Jezreel constitu-yen el lugar de reunión ideal para esta ba-talla. Uno puede imaginarse a las fuerzas bélicas avanzando hacia estos llanos desde el puerto de Haifa, situado a sólo unos po-cos kilómetros al noroeste.

Aviones de carga, helicópteros, vehícu-los de transporte de tropas y tanques lle-varán hombres y pertrechos a la región. Aviones de combate y misiles sin duda estarán en plena batalla cuando un suceso inesperado en los cielos de Jerusalén capta-rá su atención. En su locura y engaño, van a combatir contra Jesucristo, incapaces de reconocerlo como el Mesías.

Esto es difícil de imaginar hoy en día cuando leemos las Escrituras y considera-mos la situación geopolítica actual. No es porque no podamos ver con claridad las implicaciones de los confl ictos en el Cerca-no Oriente y cómo éstos podrían encender la chispa de una guerra, incluso una gue-rra nuclear, entre sus contrincantes. Pero ¿cómo podrían dejarse llevar por fuerzas espirituales engañosas los dirigentes polí-ticos de Europa y Asia al punto de movili-zar fuerzas descomunales y pelear contra Jesucristo, el Hijo de Dios?

La respuesta podría hallarse en un ver-sículo que pasamos por alto en Apocalipsis 16. Notemos que el versículo 15 es un pen-samiento insertado por Jesucristo, el autor del libro. “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza”. Aquí Jesús les dice a quienes tengan oídos para oír que hay una forma de evitar ser víctima de este gran engaño.

En Apocalipsis 19:8 leemos que la novia de Cristo, es decir, la iglesia, estará vestida “de lino fi no . . . porque el lino fi no es las acciones justas de los santos”. Antes de que uno pueda actuar con justicia, debe ser capaz de discernir entre la justicia y la injusticia.

Recordemos que según lo que hemos visto, Meguido era en su tiempo un sitio crucial en la Vía Maris. Quien controlaba Meguido, controlaba también esta vía cru-cial del comercio mundial. Meguido repre-senta el último esfuerzo del hombre por

dirigir su mundo, separado de su Creador. ¿Habrá algo más profundo en Meguido que nos ayude a comprender este gran en-gaño? Regresemos a este antiquísimo sitio y aprendamos una lección acerca de cómo se ha desarrollado nuestro mundo.

Un altar de sacrifi cios

En Meguido los arqueólogos han des-cubierto un altar para sacrifi cios de cerca de nueve metros de circunferencia. Dentro del recinto sagrado se encuentran los res-tos de un gran templo, que denota la im-portancia de esta parte de la ciudad. En los alrededores se han encontrado gran can-tidad de cenizas y de huesos de animales. Los expertos creen que este altar también se utilizó para la más perversa de las for-mas de sacrifi cio del mundo antiguo: el de seres humanos.

Se cree que la deidad principal venera-da en este altar era el dios cananeo Baal, el soberano de la tierra. Su culto estaba vinculado a la naturaleza, especialmente a

la lluvia. Supuestamente, Baal controlaba los truenos y relámpagos, y su bendición a la tierra era esencial para la fertilidad del suelo y las cosechas abundantes.

Al parecer, los habitantes de Meguido se habían vuelto adictos a las seductoras formas de adoración asociadas a Baal. Este culto habría incluido el sacrifi cio de anima-

les, comidas rituales y bailes licenciosos. En ciertos aposentos del templo vivían las pros-titutas sagradas, que en determinadas oca-siones debían llevar a cabo atrevidas danzas para las multitudes que allí se congregaban.

Al ritmo del sonido de tambores y otros instrumentos musicales, los cánticos de los sacerdotes y los gritos en aumento de los seducidos ciudadanos, esos ritos infl ama-ban las pasiones de todos los presentes y culminaban en una masiva orgía sexual. Esto lo hacían creyendo que así asegura-ban la fertilidad de los campos y el bienes-tar del populacho.

Asera era la consorte de Baal. Ella y sus cofrades tenían que ver con la guerra y el sexo, y sus santuarios eran simplemente antros del vicio legalizado. En algunas re-presentaciones, esta diosa aparece en fan-tásticas y sangrientas orgías de destrucción, asesinando a jóvenes y viejos, mientras cha-potea embelesada en la sangre humana que le llega hasta las rodillas. En Canaán se han encontrado diferentes versiones de esta dio-

sa que han llevado a la conclusión de que, efectivamente, en lugares como Meguido se realizaban sacrifi cios humanos.

No debe extrañarnos que Dios les haya ordenado a los israelitas que borraran cual-quier vestigio de aquella religión en la tierra cuando se la dio por herencia. Sin embargo, la historia del antiguo Israel revela que este

En los niveles más bajos del antiguo sitio de Meguido hay un gran altar de sacrifi cios (la estructura redonda a la izquierda). El sacrifi cio de niños era uno de los perversos ritos del culto de los cananeos.

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pueblo no siempre obedeció las instruccio-nes de Dios. Los dioses de Canaán —Baal y Asera— eran una perpetua tentación para los israelitas. El dramático encuentro entre Elías y los profetas de Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18) mostró claramente los alcances de la adoración a Baal entre el pueblo de Israel.

Es difícil comprender cómo un pueblo podía dejarse llevar por su fervor religioso y político hasta el punto de llevar a un niño al altar, entregárselo a un sacerdote y quedarse observando cómo era colocado en el regazo ardiente de una imagen de piedra para des-lizarse enseguida hacia un caldero de fuego abrasador, todo en el nombre de su dios.

Sin embargo, esto ocurría en Meguido como parte de la vida diaria, siendo unáni-memente aceptado por el pueblo como algo necesario para el bienestar de la sociedad. La idolatría pagana alcanzó su dimensión más degenerada en esta disposición de la gente para sacrifi car a sus propios hijos. Es verdad que los dioses que la gente adora determinan la moralidad, o inmoralidad, del pueblo.

Los dioses que la gente fabrica con sus propias mentes y manos son un pobre sus-tituto del Dios que se reveló a sí mismo a Abraham y a Moisés. Los dioses paganos fi nalmente condujeron a los cananeos, y más tarde a los israelitas, a la destrucción y al cautiverio. La historia nos muestra que cualquier cultura que practica el sacrifi cio de infantes a sus dioses de conveniencia, termina siendo despojada de su poder para fi nalmente desaparecer.

La lucha perenne entre el bien y el mal

Meguido tipifi ca la milenaria lucha entre el bien y el mal. Esta pugna se defi ne muy bien en las conmovedoras palabras del pro-feta Elías: “¿Hasta cuándo claudicaréis vo-sotros entre dos pensamientos? Si el Eterno es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21). En nuestro mundo mo-derno, muy pocos se inclinan ante dioses de piedra o de madera. Somos demasiado civilizados para hacer algo así. Ahora nos hemos fabricado dioses de dinero, poder, fama y prestigio social.

En vez de la idolatría, que algunos profetas como Elías condenaron, hemos modelado con nuestras propias manos un objeto de adoración neo-pagano llamado “relativismo”. En lugar de un solo Dios, hay muchos dioses que podemos adorar. En vez de un solo camino, claramente defi nido por el único y verdadero Dios, la creencia

más común hoy en día es que hay muchos senderos para alcanzar una vida espiritual y rendirle culto a la deidad. Rechazando los “principios tradicionales”, muchos se suscriben a la fi losofía de “diferentes cosas para diferentes personas”. El gran confl icto de nuestros tiempos radica en creer que hay

un solo Dios, un solo camino y una sola ley, o si hay dos o incluso más.

En 45 años el mundo occidental ha ido desde la idea de que “Dios está muerto”, hasta el presente, cuando hemos creado los dioses multiculturales de la diversidad. Ya no existe ninguna fuente de verdad revela-da a la que podamos apelar como un mo-delo defi nitivo de justicia. Se cree que cada religión es tan buena como cualquier otra. Que toda cultura es igual. Que cada per-sona puede decidir por sí misma lo que es bueno y lo que es malo. Esta falaz fi losofía hace a los humanos iguales a Dios, y esa es la esencia de la idolatría.

Eso fue lo que Dios encontró en la anti-gua Israel cuando dijo, por medio del profe-ta Isaías: “¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos! ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinie-blas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:18-20).

Esto describe no sólo a la antigua Israel, sino también a nuestro mundo actual. So-mos incapaces de distinguir entre lo bueno y lo malo, porque hemos olvidado a Dios y hemos rechazado su ley espiritual. Ya no queremos reconocer que Dios tiene el soberano derecho sobre nuestra vida y nos negamos a someternos voluntariamente a él en actitud de obediencia. Esta declara-ción escrita por el apóstol Pablo se aplica a nosotros: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:28).

Una civilización se vuelve “reprobada” cuando sacrifi ca a sus hijos y su futuro en las llamas de la idolatría. Nuestra sociedad hace lo mismo hoy en día cuando “sacrifi -

camos” a nuestros hijos mediante el aborto, ofreciéndolos así al dios falso de la como-didad personal (esto es lo que motiva los abortos en un 90 por ciento de los casos). Cuando el aborto por decisión propia se justifi ca como un derecho, y se permite apoyándose en cualesquiera que sean los

estatutos humanos que lo autoricen, nues-tra sociedad está vuelta al revés, incapaz de juzgar justamente.

De vuelta en Meguido

La afi rmación de Jesucristo en Apoca-lipsis 16:15 nos da la clave para evitar la influencia engañosa en los tiempos del fi n que incitará a los ejércitos del mundo a congregarse en Meguido. Sabremos dis-cernir la justicia si nos basamos en “los mandamientos de Dios y . . . el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17). El en-gaño que impera en el mundo actual hace que no se comprenda el verdadero evan-gelio del Reino de Dios. También impide que el mundo pueda conocer la verdadera persona de Jesucristo.

La imagen de Jesús que el mundo tiene no es el Jesús de las Escrituras. Los reli-giosos de la actualidad no lo entienden ca-balmente, y por eso es que cuando vuelva como Rey de reyes, en la plenitud de su gloria, no será reconocido. De hecho, el hombre peleará contra Dios hasta la muer-te, sin darse cuenta de que está cumpliendo la voluntad del diablo.

La idolatría rechaza a Dios y conduce a que el hombre se vuelva un dios para sí mismo. El resultado es que éste decide por sí solo lo que es bueno y lo que es malo, lo cual es una prerrogativa que le pertenece ex-clusivamente a Dios. Así ha sido desde el co-mienzo de la familia humana. Esta egolatría encontrará su manifestación última y fi nal en un lugar llamado Meguido y en la última batalla del gran día del Dios Todopoderoso.

No nos sintamos tan seguros de estar ataviados con las vestiduras de la justicia. Examinémonos a la luz de las enseñanzas de Jesucristo y asegurémonos de amar sus mandamientos más que al espíritu de este mundo. Sólo entonces podremos tener la certeza de evitar el engaño del tiempo del fi n. Nuestra vida eterna depende de ello. BN

Noviembre-Diciembre de 2006 11

La idolatría rechaza a Dios y conduce a que el hombre se vuelva un dios para sí mismo. El resultado es que éste decide por sí solo lo que es bueno y lo que es malo, lo cual es una prerrogativa que le pertenece exclusivamente a Dios.

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12 Las Buenas Noticias

¿Podemos creer en la Bibliay en la evolución simultáneamente?Un número creciente de religiones tradicionales ha llegado a aceptar la evolución darviniana como la explicación de nuestra existencia. Pero ¿encaja realmente el darvinismo con las Escrituras?Por John R. Schroeder

omos los hijos de Adán y Eva o guió Dios nuestro camino a la existencia por medio de las fuerzas de la evolución? La

intelectualidad de este mun-do, especialmente la de Europa, está

adoptando cada vez con más fuerza la idea de que podemos aceptar tanto las enseñan-zas de la Biblia como la teoría de la evolu-ción. Pero ¿son compatibles realmente?

En el periódico inglés Financial Times, Clive Cookson escribió: “El Vaticano, que con frecuencia parecía ambivalente en el pasado, recientemente ha tomado medidas extraordinarias para afi rmar la compatibi-lidad de la ciencia evolutiva con la Biblia” (23 de diciembre de 2005).

Cada vez más ministros creen en la evolución

Una carta fi rmada por 10.000 minis-tros ordenados y sacerdotes en los Estados Unidos, afi rma: “Creemos que la teoría de la evolución es una verdad científi ca fun-damental, algo que ha sobrevivido al es-crutinio riguroso y sobre la cual descansa gran parte del conocimiento y los logros de la humanidad. Rechazar esta verdad o tratarla como ‘una más de tantas teorías’ es abrazar deliberadamente la ignoran-cia científi ca y trasmitir esta ignorancia a nuestros hijos” (ibídem).

Es asombroso darse cuenta del tremen-do dominio que la teoría de la evolución ha alcanzado entre aquellos que profesan creer en Dios y probablemente en la Bi-blia. Al mismo tiempo, numerosos cientí-fi cos competentes critican abiertamente el darvinismo.

Como lo ha expresado Michael Denton (quien es agnóstico), médico y biólogo molecular australiano, la teoría evolutiva “sigue siendo, como lo fue en la época de Darwin, una hipótesis altamente especu-lativa, sin respaldo directo de los hechos y muy lejana de aquel axioma evidente que

quieren hacernos creer algunos de sus simpa-tizantes más agresivos” (Evolution: A Theory in Crisis [“La evolución: Una teoría en crisis”], 1986, p. 77).

Incluso algunos de los que respaldan el concepto del diseño inteligente, lo conciben compatible en algún grado con el darvi-nismo. El periódico bri-tánico The Economist lo expresa así: “Pero si Dios tiene un plan para el mun-do y todos los que lo habi-tan . . . entonces es mucho más fácil imaginar la evolución como algo que ocurre bajo la guía divina y no como el resultado de mutaciones fortuitas y la supervivencia de los más aptos”.

Muchos creen que Dios ha utilizado el proceso evolutivo de la selección natural para lograr su propósito fi nal con la familia humana.

Aun el renombrado paleontólogo y agnóstico Stephen Jay Gould consideró apropiado decir: “O bien la mitad de mis colegas son enormemente estúpidos o la ciencia del darvinismo es completamen-te compatible con creencias religiosas, e igualmente compatible con el ateísmo” (“Impeaching a Self-Appointed Judge” [“Denunciando a uno que se autonombró juez”], citado en el libro Dawkins’ God [“El Dios de Dawkins”], 2005, p. 80).

Esta perspectiva —creer que un ser divino guió el proceso evolutivo— es lla-mada evolución teística. Pero según lo que encontramos en la Biblia, ¿ha obrado Dios alguna vez así? El título de este artículo es: ¿Podemos creer en la Biblia y en la

evolución simultáneamente? También ha-bríamos podido titularlo: ¿Podemos creer tanto en Dios como en la evolución?

¿Quién hizo al hombre del polvo?

Ya que hay tan poco entendimiento de lo que la Escritura dice realmente acerca de este tema, aclaremos de una vez por to-das cuál es la posición bíblica. El relato de la creación humana comienza en el primer capítulo del primer libro de la Biblia.

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hom-bre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26).

La Escritura establece una clara diferen-cia entre el hombre y el mundo animal. Los

Muchos creen que Dios ha utilizado el proceso evolutivo de la selección

natural para lograr su propósito fi nal con la familia humana.

¿S

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versículos 20-25 muestran que los mamífe-ros, aves y peces defi nitivamente no fueron creados a imagen de Dios. Sólo el hombre tiene esta asombrosa distinción, y por un propósito grandioso.

Dios primero expresa su intención de crear seres humanos y después la lleva a cabo. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (v. 27).

En el segundo capítulo se revelan más detalles. “Entonces el Eterno Dios formó al hombre [Adán] del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7).

La narración bíblica marca un agudo contraste con aquellos que creen que la evolución convirtió el polvo en seres hu-manos. En esencia, esta creencia es una forma de idolatría, ya que pone a la evolu-ción en el lugar de Dios.

La narración continúa con la creación de Eva. “Entonces el Eterno Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que el Eterno Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo en-tonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será lla-mada Varona, porque del varón fue toma-da” (vv. 21-23).

Este relato muestra que el sexo fue creado por Dios, no por evolución como muchos científicos parecen creer. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (v. 24).

Los salmos confi rman la creación

Otros libros de la Biblia, particularmen-te el de los salmos, confi rman lo que dice el Génesis acerca de la creación del hombre. Analicemos, por ejemplo, el ojo humano. Podríamos preguntar: ¿Quién diseñó el primer ojo? ¿Cómo puede ser el ojo el pro-ducto de mutaciones fortuitas? ¿Cómo pu-dieron eones de cambios graduales haber producido un ojo, un órgano cuya comple-jidad es asombrosa y que requiere que to-das sus partes estén plenamente integradas para poder funcionar?

El salmista le da el crédito a Dios. “El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?” (Salmos 94:9).

¿Qué dijo el rey David acerca de sus propios orígenes? “Te alabaré; porque for-midables, maravillosas son tus obras . . .” (Salmos 139:14). Le atribuye su existencia

directamente a Dios y prosigue describien-do cómo su Creador vio su embrión y co-nocía todas sus partes aun cuando estaba en el vientre de su madre (vv. 15-16).

David hizo la pregunta fundamental: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria? . . . Le has hecho poco menor que los ángeles . . .” (Salmos 8:4-5). Conti-núa diciendo cómo al hombre se le ha dado la facultad de gobernar en toda la tierra, in-cluso en la fl ora y la fauna (vv. 6-8).

Al hablar de este pasaje, el columnista Mark Steyn escribió: “Acertadamente des-

cribe la principal característica de nuestro mundo: nuestro dominio sobre gran parte de él”. Añade que el escritor de este salmo “capturó la esencia de nuestra realidad me-jor que la mayoría de los genetistas” (“O Come, All Ye Faithless” [“Venid todos los incrédulos”], revista The Spectator, 17 de diciembre de 2005).

Jesucristo y Pablo creían en la creación del hombre

Veamos lo que dijo el mismo Jesús: “Al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios” (Marcos 10:6). Luego, en el relato paralelo de Mateo, pregunta: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?” (Mateo 19:4). La pregunta de Jesús realza la importancia

de leer y creerle a la Biblia; y en este caso en especial, el relato de la creación en los primeros capítulos del Génesis.

Cuando el apóstol Pablo confrontó la idolatría rampante de los fi lósofos de Ate-nas en el Areópago, les dijo: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra . . . De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra . . .” (Hechos 17:24, 26, Nueva Versión Internacional).

Todas las generaciones de seres huma-nos provienen de un solo hombre, y éste

se llamó Adán. Pablo agrega: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma vivien-te . . .” (1 Corintios 15:45).

Pablo además entendía el orden en que fueron creados el primer hombre y la primera mujer. “Por-que Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:13). Y por sorprendente que pueda pa-recer, también escribió: “El varón [Adán] no procede de la mujer, sino la mujer [Eva] del varón, y tampo-co el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Corintios 11:8-9).

Ya que todos sus descendientes nacieron de mujer (v. 12), Pablo no podría haber escrito este pasaje a menos que implícitamente creyera en el relato del Génesis.

Conclusiones obvias

Sencillamente no hay manera de replantear la Biblia de tal forma que se convierta en un libro que respalde la teoría de la evolución. Si somos lo sufi cientemente valientes

como para aceptar la validez del relato de la creación, entonces se hace imposible creer en la evolución teística. No podemos creer en la Biblia y en la evolución simultánea-mente. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo respaldan fi rmemente el relato de la creación divina de Adán y Eva.

Lógicamente, estamos obligados a exa-minar las pruebas de la autoridad y autenti-cidad de la Biblia, y probar la existencia de Dios, para compararlas con la viabilidad de la teoría de la evolución. Si usted quiere es-tudiar seriamente estos temas, lo invitamos a solicitar o a descargar de nuestro portal en Internet estas publicaciones gratuitas: ¿Se puede confi ar en la Biblia?, ¿Existe Dios? y Creación o evolución: ¿Importa realmente lo que creamos? BN

Noviembre-Diciembre de 2006 13

Carlos Darwin (1809-1882), naturalista y fi lósofo inglés, popularizó la teoría de la evo-lución, la cual fue un intento de explicar la existencia de la fl ora y fauna terrestres sin la presencia de un supremo Creador.

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14 Las Buenas Noticias

¿Por qué algunos cristianosno celebran la Navidad?Muchas personas creen que la Navidad es el cumpleaños de Jesucristo y que celebrarla es algo que lo honra. Por otra parte, algunos cristianos no celebran la Navidad, creyendo que Jesús nunca la aprobó y que es algo que no le agrada. ¿Quién está en lo correcto, y por qué?Por Jerold Aust

ace varios años alguien me pre-guntó por qué celebraba la Navi-dad. Yo le respondí: “Porque la Biblia lo ordena. En alguna parte del Evangelio de Lucas se habla

acerca del nacimiento de Jesús. Un ángel les dijo a algunos pastores que estaban cuidando sus ovejas por la noche, que el niño Jesús había nacido en Belén. Creo que fueron a ver a Jesús en ese momento. ¡Esa fue la primera Na-vidad! Y por eso es que yo la ce-lebro, porque la Biblia respalda la Navidad, el día del cumpleaños de Jesucristo”.

Mi amigo me respondió: “Eso no es cierto y te voy a decir por qué”.

Pronto aprendí que la Biblia no ordena la celebración de la Navidad. También me enteré de que sus orígenes no tienen nada que ver con la Biblia. Fue una lección importante acerca de cosas que había dado por sentado que eran ciertas.

Sólo porque 2.000 millones de per-sonas —casi mil millones de católicos y otros tantos de protestantes— lo creen y celebran la Navidad, ¿lo hace cierto? ¿Es acaso importante esto?

¿Por qué la celebran tantas personas?

Si a usted le preguntaran por qué cele-bra la Navidad, ¿qué respondería? Muchos dicen que la Navidad conmemora el naci-miento de Jesús. Otros creen que la Navi-dad es una buena ocasión para reunirse en familia. Otros más lo hacen simplemente porque siempre lo han hecho.

La Navidad puede ser algo fascinante a los ojos y a los oídos. Las personas parecen estar felices y llenas de buen ánimo, y son generosas. Luces intermitentes decoran muchos hogares. Santa Claus y su trineo aparecen en jardines o tejados llenos de nieve, aunque en el hemisferio sur y en los

trópicos no hay nieve en diciembre. La es-cena colorida y llena de paz puede ser alie-nante, adictiva.

Los compradores llenan los almacenes en busca de buenos precios para comprar sus regalos. Suenan las notas de dulces vi-llancicos por todas partes.

El clima de diciembre en el hemisferio norte puede ser atemorizador si uno está afuera, pero el cálido ambiente que se sien-te estando adentro es delicioso. Los árboles de Navidad llenos de luces y adornos de vi-brantes colores crean un ambiente místico. Familias enteras quieren experimentar eso

tan especial que sólo se experimenta en la época de Navidad. No hay ningún día de fi esta religioso semejante para los millones que la celebran en todas partes.

¿Nació Jesús el 25 de diciembre?

Detengámonos un momento y pregun-témonos: ¿Es cierto que Jesús nació el

día de Navidad? Después de todo, la Biblia no nos dice en ninguna parte la fecha de su nacimiento.

De hecho, los escritos históri-cos seculares confi ables nos dicen que cerca de 200 años después de la muerte de Jesús, la Navidad era considerada pecado: “Por el

año 245 d.C., [el teólogo católico primitivo] Orígenes . . . repudiaba

como algo pecaminoso la sola idea de celebrar el cumpleaños de Jesús”

(Encyclopædia Británica, undécima edi-ción, 1910, 6:293).

En el año 354 d.C. un cronólogo latino mencionó la Navidad, pero al hacerlo no lo hizo para señalar que era un festival que se celebraba (ibídem).

No existe ningún indicio bíblico de que el 25 de diciembre sea la fecha del naci-miento de Jesús. De hecho, lo que la Biblia muestra es que Jesús no pudo haber naci-do entonces.

Por ejemplo, Lucas nos dice que los pas-tores estaban guardando sus rebaños en los campos cuando Jesús nació. “Y [María] dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Ha-bía pastores en la misma región, que vela-ban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (Lucas 2:7-8).

Pero en Judea a fi nes de diciembre es una época fría y lluviosa. Ningún pastor responsable sometería a sus rebaños a las inclemencias del clima en esa temporada de lluvia y en ocasiones hasta de nieve. Ph

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“El clima de Palestina no es tan severo como el clima de este país [Inglaterra]; pero aun allí, aunque el calor del día pue-de ser considerable, el frío de la noche, de diciembre a febrero, es bastante inclemen-te, y los pastores de Judea no acostumbra-ban tener sus rebaños a campo abierto después de fi nes de octubre” (Alexander Hislop, The Two Babylons [“Las dos Ba-bilonias”], 1959, p. 91).

Lucas también nos dice que Jesús nació en una época en que el emperador romano había ordenado un censo (Lucas 2:1-3). Los romanos eran buenos administrado-res, por lo que no habrían ordenado que la gente viajara para registrarse en una época en la que los caminos estaban llenos de barro y las condiciones para viajar eran terribles. Semejante orden habría estado destinada al fracaso.

La creencia de que Jesús nació el 25 de diciembre, o por esos días, no tiene base al-guna, aunque cerca de 2.000 millones de personas lo han aceptado sin titubear.

¿Honra a Cristo la Navidad?

Si la fi esta de la Navidad es una celebra-ción importante para conmemorar el naci-miento de Jesús, ¿por qué no se menciona en ninguna parte de la Biblia? ¿Por qué él no instruyó a sus seguidores más cercanos, sus 12 apóstoles, a celebrar la Navidad? ¿Por qué ellos no la instituyeron o enseña-ron a la iglesia primitiva?

Antes de responder a esto, es necesario tener en cuenta que Jesús les dio una gran autoridad a sus discípulos, asegurándoles que en el Reino de Dios tendrían puestos muy importantes y con grandes respon-sabilidades (Mateo 18:18; 19:28; Lucas 22:29-30). El hecho de que Jesús nunca les enseñó que debían celebrar la Navidad, y ellos no se la enseñaron a la iglesia durante los muchos años que tuvieron la oportuni-dad de hacerlo, ¿no debiera hacernos pre-guntar si en verdad la Navidad es algo que Jesús aprueba y valora?

Entonces, si la Biblia no reconoce la Navidad, si Jesús nunca la celebró ni les enseñó a los discípulos y a la iglesia pri-mitiva que debían celebrarla, ¿cómo fue que la Navidad llegó a convertirse en una práctica tan popular?

Los verdaderos orígenes

Muchas personas nunca se detienen a pensar qué tienen que ver con el naci-miento del Salvador de la humanidad los principales símbolos de la Navidad: Santa

Claus, el trineo, los árboles de Navidad, el acebo, el muérdago y cosas parecidas. En el hemisferio sur, donde diciembre cae en pleno verano, pocas personas se preguntan por qué celebran la Navidad con un esce-nario de clima invernal.

El hecho es, y esto puede comprobarse en un buen número de libros y enciclope-dias, que todas estas costumbres provienen de antiguos festivales paganos. Aun la fe-cha, el 25 de diciembre, provino de un fes-tival que celebraba el nacimiento de Mitra, el antiguo dios sol.

Jesús nunca les dijo a sus seguidores que debían celebrar la Navidad, pero nos advir-tió que no debíamos adherirnos a doctrinas falsas, hechas por hombres. “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Marcos 7:7). La verdad es que la Navidad y otras fi estas religiosas que no son bíblicas, constituyen una adoración vana de Jesucristo.

Muchas de las tradiciones relacionadas con la Navidad provinieron de un antiguo festival que se celebraba en la época del sols-ticio de invierno. Es interesante notar que Orígenes, a pesar de vivir en una época tan antigua (182-251 d.C.), nunca la mencionó (fuentes de información: The New Catholic Encyclopedia [“Nueva enciclopedia cató-lica”], 1967, y The Catholic Encyclopedia [“Enciclopedia católica”], 1913).

Tertuliano, otro teólogo católico que vi-vió por la misma época (155-230 d.C.), se refi rió al fenómeno que se estaba presen-tando con los cristianos que empezaban a unirse al festival pagano de invierno que se celebraba en el Imperio Romano, que con el paso de los años evolucionó has-ta convertirse en lo que ahora se conoce como la Navidad:

“La gente ya empieza a celebrar las satur-nales, las fi estas de enero, las brumales y las matronales; llevan sus regalos de aquí para allá, los regalos del primer día del año son con fi esta, y los banquetes se celebran con alboroto. Oh, cuánto más fi eles son los paga-nos a su religión, porque se cuidan especial-mente de no adoptar ninguna celebración de los cristianos” (Tertuliano en su tratado De Idolatria, citado por Hislop, ob. cit., p. 93).

Es cuestión de decidir

Un verdadero cristiano no puede decidir qué va a obedecer; sólo puede decidir si va a obedecer o no la verdad de Dios.

Luchamos por publicar la diáfana ver-dad de Dios; las personas que la lean tienen que decidir qué van a hacer con respecto a

ella, y si la van a honrar o no. La comisión que nos encomendó Jesucristo es enseñar la verdad de Dios y aceptar como discípulos y colaboradores a aquellos pocos que oi-gan y obedezcan la verdad. Esperamos que la verdad acerca de la Navidad le ayude a decidirse a seguir el camino a la verdadera felicidad y al propósito de Dios para usted.

La historia muestra que la Navidad no re-presenta a Cristo. Es una tergiversación del verdadero conocimiento bíblico y es algo opuesto a la verdad de Dios. Dios quiere que lo adoremos a él en verdad (Juan 4:23-24), no siguiendo fábulas.

En Deuteronomio 12:28-32 Dios le orde-nó explícitamente a su pueblo que no adop-tara ni imitara las prácticas religiosas de los paganos: “No harás así al Eterno tu Dios; porque toda cosa abominable que el Eter-no aborrece, hicieron ellos a sus dioses . . . Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”.

Sin embargo, ¿cuántos hombres, muje-res y niños celebran la Navidad sin saber o importarles de dónde proviene ésta? Su-ponen que 2.000 millones de cristianos no pueden estar equivocados o que no importa cómo adoremos a Dios en tanto que nues-tras intenciones sean buenas. Pero ¿por qué debemos creer que estamos honrando o agradando a Dios cuando lo adoramos de una forma contraria a sus mandamientos?

La pregunta crucial es: ¿Nos preocupa-mos más acerca de lo que otros piensan o de lo que Dios claramente nos enseña? Si honrar la verdad de Dios es algo que deter-mina nuestra salvación, entonces ¿por qué honrar a los hombres y no a Dios?

Jesús habló acerca de aquellos que pare-cían ser religiosos pero negaban el poder de lo que él enseñaba: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46; Mateo 7:21). Ya que Jesucris-to se opone a la Navidad, ¿por qué habría de celebrarla un cristiano consecuente?

No es fácil seguir las pisadas de Jesús en este mundo. Pero es mucho mejor que seguir los caminos vacíos del mundo, y su recompensa es infi nitamente mayor.

Dios nos dice en 1 Juan 2:15-17: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanaglo-ria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios per-manece para siempre”. BN

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16 Las Buenas Noticias

que nuestro propio universo está singu-larmente acondicionado para producir vida, aunque sólo sea en un rincón peque-ño y apartado” (John Boslough, Stephen Hawking’s Universe [“El universo de Ste-phen Hawking”], 1985, p. 125).

Después de examinar las pruebas as-tronómicas y biológicas, el bioquímico Michael Denton llega a la siguiente con-clusión: “Cuatro siglos después del inicio de la revolución científi ca, la ciencia no ha aportado pruebas signifi cativas de que pue-da existir otro tipo de vida . . . La explora-ción científi ca no ha encontrado ni siquiera

un trazo de vida diferente de la nuestra, ni una pizca de información que compruebe la existencia de seres que no sean humanos ni de otro tipo de vida que no sea la que existe en la Tierra.

”Por el contrario, la ciencia no ha hecho más que revelar un universo afi anzado en cada rincón, estampado en cada mínimo detalle, con un diseño abrumadoramente biocéntrico [centrado en la vida] y antro-pocéntrico [centrado en el ser humano]” (Nature’s Destiny: How the Laws of Na-ture Reveal Purpose in the Universe [“El destino de la naturaleza: Cómo las leyes de la naturaleza revelan un propósito en el universo”], 1998, p. 380).

Así es que aquí estamos, viajando en esta nave espacial llamada Tierra, y todo lo que vemos a nuestro derredor ha sido cuidadosamente diseñado y calibrado para sostener nuestra existencia. Pero ¿cuál es el propósito de nuestra vida? ¿Será sólo una jornada interminable e inútil alrede-dor del Sol, comparable a la de un hámster que corre incesantemente dentro de una rueda de alambre?

El propósito de nuestra existencia

¿Qué —o quién— invirtió tanto esfuer-zo para crear la Tierra y hacer que noso-

tros viviéramos en ella? Esto es algo que la ciencia no puede responder. Y no obstante, este interrogante es crucial. Para encontrar la respuesta completa, debemos acudir no al primer testigo de Dios como Creador: el libro de la naturaleza, sino al segundo testigo: el libro de las Escrituras, que fue inspirado por el mismo Dios creador del universo, el gran Diseñador.

En este libro aprendemos que la nave espacial Tierra viene con un manual de instrucciones del fabricante, el cual nos permite conocer el propósito de nuestra existencia.

¿Por qué fue creado el hombre? Dios nos da la respuesta en el primer capítulo de su manual de instrucciones, la Biblia:

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en . . . toda la tie-rra . . .” (Génesis 1:26).

Aquí vemos que fuimos hechos a ima-gen de Dios y que fuimos colocados en la Tierra para aprender a administrarla. ¡La mayoría de la gente ignora que el propósito principal de Dios es el de compartir con nosotros su increíble poder e inmortalidad! Como dice la Biblia: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Por muy asombroso que parezca, noso-tros podremos ser parte de la familia de Dios, ¡con Dios el Padre y con Jesucristo como nuestro hermano mayor! Notemos lo que se nos dice en Romanos 8:29-32: “Por-que a los que antes conoció [Dios], también los predestinó para que fuesen hechos con-formes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos . . . El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”, hasta el vasto universo que se encuentra más allá de nuestra ventana atmosférica (ver también Hebreos 2:5-13; Deuteronomio 4:19).

¡Estas son muy buenas noticias!Tenemos, pues, un asombroso poten-

cial, y esta vida es sólo la primera etapa de nuestra jornada cósmica. Como lo reitera el apóstol Pablo: “Tengo por cierto que las afl icciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Roma-nos 8:18).

Más aún, Dios diseñó este viaje para nosotros, para que aprendamos no sólo las propiedades físicas del universo, sino también para que desarrollemos nuestro carácter espiritual por medio de la apli-cación de los principios bíblicos, de la aceptación del sacrifi cio de Jesucristo por nuestros pecados, para superar las pruebas y para que conduzcamos con éxito nuestra vida y nuestra familia. Esto nos llevará a heredar, en su momento, la vida eterna en el Reino de Dios.

Como dijo Dios el Padre acerca de la primera etapa de este viaje de la humani-dad: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7).

Esta maravillosa Tierra, que desgracia-damente ha sido muy mal administrada, contaminada y manchada con sangre por los seres humanos, algún día será reno-vada y embellecida cuando Jesucristo re-grese como Rey de reyes y sus verdaderos seguidores en esta era de la humanidad reinen con él. Entonces, nuestro planeta se convertirá en una radiante joya de paz y felicidad y, fi nalmente, en el lugar donde la nueva Jerusalén será establecida (Apo-calipsis 21:2-3).

Sí, un maravilloso futuro nos aguarda. Así como la Tierra y el universo han sido cuidadosamente diseñados, Dios también ha planeado el propósito de nuestra vida. Pero tenemos libre albedrío, y Dios nos respeta tanto que nos permite cometer errores y aprender de ellos. Sin embargo, él desea que lo reconozcamos como nuestro grandioso Creador y Padre, y que nos so-metamos a sus maravillosas leyes.

¿Está usted dispuesto a descubrir la verdad del plan que el Creador tiene para usted, y a poner en acción esa verdad? De ser así, su vida dará un vuelco total. Después de todo, su increíble plan y sus justas leyes fueron diseñados con el mis-mo cuidado con que se hicieron todas las cosas que nos rodean. Si usted lo hace así, ¡puede estar seguro de que su larga jor-nada a través del espacio no habrá sido en vano! BN

TierraViene de la página 5

Esta maravillosa Tierra, que desgraciadamente ha sido muy mal administrada, contaminada y mancha-da con sangre por los seres humanos, será renovada y embellecida cuando Jesucristo regrese como Rey de reyes y sus verdaderos seguidores en esta era de la hu-manidad reinen con él. Entonces, nuestro planeta se convertirá en una radiante joya de paz y felicidad.

Page 19: La TierraEn artículos anteriores hemos tratado los temas de la oración y el estudio de la Biblia. Examinemos ahora otro aspecto esencial de nuestro crecimiento espiritual. La Tierra:

El ayuno no es popular en una cultura como la nuestra, en la que la gente tien-de a pensar que cada día se necesitan tres comidas abundantes, además de los bocadillos entre comidas. En una cultura de continuos banquetes, ¡parece no haber lugar para el ayuno! Si lo miramos desde ese punto de vista, el ayuno es bueno para formar carácter, practicando así autodisci-plina, compromiso, moderación y mejores hábitos alimenticios.

Razones importantes para ayunar

El ayuno es un factor muy importante para establecer una relación correcta y sóli-da con Dios (Lucas 2:36-37; Hechos 13:2).

Ayunar con el propósito de acercarnos a Dios es lo opuesto de las huelgas de hambre utilizadas para ganar poder político o para atraer la atención hacia cierta causa perso-nal. El ayuno nos libera de la esclavitud de nuestros apetitos, para concentrarnos en el verdadero “pan de vida”, Jesucristo (Juan 6:48-51, 63). Cuando ayunamos, hacemos un pequeño sacrifi cio personal para enfo-carnos en el inmenso sacrifi cio de nuestro Salvador y en su plan para nosotros.

Por naturaleza, los seres humanos somos egocéntricos (preocupados únicamente de nosotros mismos), y debemos esforzarnos para enfocarnos en Dios. Uno de los propó-sitos principales del ayuno es el de apren-der a ser humildes: de comprender más claramente cuán grande es Dios y cuán débiles, pecadores y necesitados somos nosotros. El rey David entendía esto muy bien cuando escribió: “Afl igí con ayuno mi alma” (Salmos 35:13).

Dios se deleita en los corazones humildes. En Isaías 66:2 dijo: “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

Jesús dijo muy claramente que si ayuna-mos para jactarnos —“para mostrar a los hombres” que estamos ayunando— somos hipócritas y no recibiremos recompensa de parte de Dios (Mateo 6:16-18). No quiso decir que siempre es un error decirle a otra persona que uno está ayunando. Puede ser necesario decírselo a alguien, por ejemplo su cónyuge, por razones prácticas. Jesús estaba haciendo hincapié en la necesidad de hacer-lo por los motivos y actitudes correctos.

Jesús relató una parábola en la que un fa-

riseo engreído se jactaba ante Dios: “Ayu-no dos veces a la semana” (Lucas 18:9, 12). Éste se consideraba a sí mismo muy humil-de y, paradójicamente, ¡estaba orgulloso de ello! El ayuno acompañado de una actitud tan soberbia es simplemente inútil.

Dios quiere que sintamos “hambre y sed de justicia” (Mateo 5:6). Cuando ayunamos, experimentamos un aumento del hambre y del cansancio físicos. Una de las importan-tes lecciones que aprendemos es que en el aspecto espiritual nos debilitamos muy rápido cuando descuidamos el “alimento” de la oración, el estudio bíblico y los demás esfuerzos para llegar a ser hijos e hijas de Dios transformados espiritualmente. Ade-más, refuerza nuestra conciencia de que él es quien suple todas nuestras necesidades.

La Biblia tiene sólo un mandamiento con-cerniente al ayuno. Al pueblo de Dios se le ordena ayunar desde la puesta del sol hasta la puesta del sol en el Día de Expiación (Leví-tico 23:27-32). Es interesante notar que este día de ayuno es mencionado en este capítulo como uno de los días de fi esta espirituales.

Además de los benefi cios personales, el ayuno del Día de Expiación tiene un gran signifi cado profético. Si desea leer más so-bre el signifi cado del Día de Expiación y del ayuno que lo acompaña, no vacile en solicitar nuestro folleto gratuito Las fi estas santas de Dios. O si prefi ere, puede des-cargarlo directamente de nuestro portal en www.IglesiadeDiosUnida.org.

Otros benefi cios del ayuno

Además del propósito principal de adorar a Dios, de acercarnos a él, de hu-millarnos a nosotros mismos y de crecer espiritualmente, es apropiado tener en mente otros objetivos cuando ayunamos; por ejemplo, suplicar la ayuda de Dios por una o más necesidades urgentes, ya sean nuestras o de otras personas.

Cuando Dios no ha contestado las ora-ciones por alguna necesidad en particular, debemos ayunar además de orar. En cierta ocasión, cuando los discípulos de Jesús no podían echar fuera un demonio, les dijo: “Este género no sale sino con oración y ayu-no” (Mateo 17:14-21). El ayuno apropiado puede producir importantes logros espiri-tuales, y frecuentemente lo hace. Aunque a diario oremos, estudiemos la Biblia y me-ditemos, en ocasiones necesitamos utilizar el poderoso recurso del ayuno.

Pueden haber muchas razones para ayu-nar, tales como una afl icción personal, al-gún pecado difícil de superar, una amenaza

de peligro, una decisión importante, cierta crisis de la familia o la iglesia, la necesidad de que alguien cambie de actitud, o simple-mente para expresar gratitud, por nombrar sólo unas cuantas. Si desea emprender un estudio bíblico revelador y provechoso, uti-lice una concordancia bíblica y repase to-dos los pasajes que contienen las palabras ayuno y ayunar en sus diferentes formas. Lea las razones por las cuales ayunaron las personas, el tema de sus oraciones y lo que Dios hizo como resultado del ayuno.

Conviene mencionar que nunca debe-mos considerar el ayuno como una manera de presionar a Dios para que nos conceda lo que queremos (Isaías 58:3). Él quiere que oremos acerca de las difi cultades que enfrentamos, pero sin tratar de dictarle las soluciones. Nuestra actitud debe ser como la de Jesús cuando oró así: “. . . pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

Es correcto que un grupo de personas, tal como una congregación de creyentes, o un círculo de amigos, decidan ayunar y orar juntos por algún asunto urgente. Cuando su país estaba siendo invadido, el rey Josafat “humilló su rostro para consultar al Eterno, e hizo pregonar ayuno a todo Judá” (2 Cró-nicas 20:1-3; conviene leer todo el capítu-lo). Después de la predicación de Jonás, “los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno . . .” (Jonás 3:5).

Para suplicar la protección de Dios, Esdras proclamó un ayuno para todos los exiliados que volvían a Judá (Esdras 8:21-23). Ester pidió que todos los judíos en Susa ayunaran a fi n de poder escapar del genocidio (Ester 4:16).

Isaías 58:1-12 es un pasaje muy signifi -cativo, que contrasta las actitudes correc-tas y equivocadas al momento de ayunar. Nos muestra muy claramente que el ayuno no debe ser un simple rito. El ayuno debe enseñarnos a estar dispuestos a sacrifi-carnos de muchas maneras para servir a los demás. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrifi car para “soltar las cargas de opre-sión, y dejar ir libres a los quebrantados . . . que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” (vv. 6-7).

La Palabra de Dios nos exhorta a es-tar “fi rmes en el Señor” (Filipenses 4:1; 1 Tesalonicenses 3:8). Por lo que la Biblia nos enseña acerca del ayuno, podemos ver que las personas que sincera y regularmen-te ayunan y oran a Dios, de seguro ¡estarán fi rmes en el Señor! BN

AyunoViene de la página 1

Noviembre-Diciembre de 2006 17

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Este es uno de los grandes misterios de la vida: ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Es la muerte el fi nal absoluto de nuestra existencia, o seguimos conscientes en otro lugar u otra condición? ¿Nos espe-ra un lugar de gozo eterno o de tormento interminable? ¿Reencarnaremos como otra persona o como algún animal? ¿Volveremos a ver a los seres queridos que tanto extrañamos?

Estas y otras inquietudes les preocupan a muchas personas porque no hallan respuestas satisfactorias. No obstante, la verdad es que ¡usted puede encontrar las respuestas que busca!

A pesar de todas sus investigaciones, la ciencia no puede decirnos cuándo, dónde ni cómo se originó la vida. Hay una sola fuente de información que nos explica tanto el origen como el propósito de nuestra existencia. Es imprescin-dible que acudamos a esa fuente para poder entender el misterio de la vida y la muerte.

La Biblia nos dice lo que el futuro les depara a los que hacen el bien, a los que hacen el mal, y a los miles de millones que no han tenido la opor-tunidad de conocer a Dios. Usted se sorprenderá al enterarse de lo que la Biblia realmente dice acerca de este importante tema.

Nuestro folleto ¿Qué sucede después de la muerte? le ayudará a entender la verdad que proviene de la Palabra de Dios. Para recibirlo —absolutamente gratis y sin compromiso alguno de su parte— sólo tiene que enviar su soli-citud a nuestra dirección más cercana a su domicilio. O si prefi ere, puede descargarlo directamente de nuestro portal en Internet.

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¿Qué sucede después de la muerte?

Iglesia de Dios Unidauna Asociación Internacionalwww.IglesiadeDiosUnida.org

dónde ni cómo se originó la vida. Hay una sola fuente de información que nos explica tanto el origen como el propósito de nuestra existencia. Es imprescin-dible que acudamos a esa fuente para poder entender el misterio de la vida y la muerte.

La Biblia nos dice lo que el futuro les depara a los que hacen el bien, a los que hacen el mal, y a los miles de millones que no han tenido la opor-tunidad de conocer a Dios. Usted se sorprenderá al enterarse de lo que la Biblia realmente dice acerca de este importante tema.

verdad que proviene de la Palabra de Dios. Para recibirlo —absolutamente gratis y sin compromiso alguno de su parte— sólo tiene que enviar su soli-citud a nuestra dirección más cercana a su domicilio. O si prefi ere, puede descargarlo directamente de nuestro portal en Internet.