la televisión como industria cultural

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    La poltica de lo diverso. Produccin, reconocimiento o apropiacin de lo intercultural? I Training Seminar de jvenes investigadores en Dinmicas Interulturales Panel II. La construccin de los imaginarios y la produccin cultural La televisin como industria cultural y como coproductora de imaginariosLuisa Martnez Garca

  • Luisa Martnez Garca

    Profesora asociada del Departamento de Comunicacin Audiovisual de la UAB y miembro del Grupo de Investigacin

    en Imagen, Sonido y Sntesis (GRISS)

    La teLevisin como industria cuLturaL y como coproductora de imaginarios

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    E l campo comunicacional global ha sido completamente alterado por la convergencia de las nuevas tecnologas. Alteraciones en el espacio-tiempo, en las formas de usar, consumir y apropiarse de los contenidos mediticos, lo que se traduce en una reconfiguracin dinmica del paisaje social, econmico, poltico y cultural. En este mismo contexto, las prcticas culturales se basan en una contigidad temporal y se relacionan con un tipo de discontinuidad espacial. La vida cotidiana nos ancla, indistintamente, en contextos globales y locales.

    Los productos de los media, en este marco, se distinguen por su presentacin en inputs, en flashes y sus contenidos se exhiben descontextualizados. Los sujetos se apropian de los contenidos mediticos con tal celeridad que esto da lugar a la construccin de ideas ambiguas o vanas. La televisin, eje de esta discusin, ha experimentado severas transformaciones que, entre otras cosas, le han permitido aumentar y diversificar sus posibilidades de servicio, en gran medida por su integracin con otros sectores culturales tanto en los niveles de produccin como de consumo que tambin se han visto reforza-dos por las nuevas tecnologas (Murdock, 1983: 165).

    En cualquier caso, la televisin es el medio de comunicacin por excelen-cia que se ha adaptado al ritmo tecnolgico y que ha pactado alianzas con otras industrias para expandir su campo de accin. Para Bustamante, la televisin como reina de las industrias culturales, somete ciertamente a su dinmica a la prctica totalidad de las restantes industrias culturales, de las que constituye un cliente capital muchas veces (cine, disco, espec-tculo vivo) y siempre un escaparate y propagandista indispensable (Bustamante et. al., 1988: 109).

    La televisin es una industria cultural porque en ella se fusionan la cultu-ra, la tecnologa, el poder y la economa, aspectos bsicos, considerados por Mattelart (1981), de toda industria cultural. La radio-televisin est incluida en las industrias culturales en la medida en que su funciona-miento est dirigido por unos criterios ms industriales y comerciales que culturales (Mattelart, 1981: 23).

    Las caractersticas de los productos de una industria cultural, en una con-cepcin tradicional, son la serializacin y la estandarizacin. El estadio actual de la programacin evidencia la presencia de estas dos caracters-

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    ticas en la industria televisiva. La exportacin de formatos de un pas a otro es la constante en las cadenas; realities como Big Brother, American Idol, Operacin Triunfo constatan la idea expresada anteriormente. Los contenidos televisivos tienden al sensacionalismo y este rasgo no slo est presente en los programas de entretenimiento sino, tambin, en los informativos, los aires de espectacularizacin se manifiestan en el ritmo de la realizacin, la combinacin de gneros, el decorado lleno de gad-gets referenciales a la nueva era tecnolgica e, incluso, en la gama de planos utilizados (Moragas et. al., 2000:186).

    El contexto geogrfico de nuestra reflexin es la industria televisiva en Espaa, concretamente en catalua; ambos espacios son vertebrados por la conformacin de un espacio audiovisual europeo.

    La evolucin de la industria televisiva en Espaa atiende a cuatro momentos clave de su historia, que se han resuelto ms por cuestiones polticas que comerciales:

    1. creacin del ente pblico tvE en la dcada de los cincuenta.2. La integracin de las comunidades autnomas al espectro de la radio y

    la televisin en Espaa.3. La liberalizacin del mercado televisivo en 1990.4. La progresiva implantacin de la tdt.

    Las cadenas de mbito estatal, previo al llamado apagn analgico, pre-visto para el 2010, son tvE (tvE1 y tvE2), telecinco (t5), Antena 3 (A3), La sexta y canal cuatro. El Estado autoriz la creacin de dos canales pri-vados en julio de 2005. uno de ellos fue otorgado a c+, cadena que ya estaba constituida pero a la que modificaron algunas caractersticas a su concesin por las que se le permiti emitir en abierto desde noviembre de 2005 con el nombre de canal cuatro. La otra cadena es La sexta que inaugur su programacin en marzo de 2006.

    Elaboracin propia con datos del informe del Audiovisual en catalua 2005, p. 69

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    1. Cuaderno del CAC, 2006: 37

    La implantacin de la tecnologa digital terrestre multiplicar los canales televisivos, tal como lo ilustra el grfico anterior. La corporacin veo, net tv y La sexta tendrn dos canales. El ente pblico, televisin Espaola, contar con cinco canales, mientras que las cadenas privadas canal 5, cuatro y Antena 3 tendrn tres canales cada uno de ellos.

    La experiencia de la implantacin de la televisin digital terrestre en Espaa, en su primera fase, no ilustra la ecuacin a mayor cantidad de canales corresponde una mayor oferta y calidad en produccin y con-tenido. de ser cierta la ecuacin, dicha televisin an est por venir. Los canales tdt en Espaa han servido, hasta este momento, como una especie de venta de garaje de la produccin realizada con anterioridad.

    En el caso autonmico, televisin de catalua emite, desde su creacin, con tecnologa digital. En el caso de catalua, la ltimas intenciones del gobierno son acelerar (el apagn analgico) para el 2008 y situar en la delantera el servicio pblico de televisin1 .

    Elaboracin propia con datos del informe del Audiovisual en catalua 2005, p. 69

    El grfico anterior presenta los dos entes televisivos de cobertura cata-lana, uno de ellos pblico (tvc) y el otro privado (8 tv concesionado en mayo de 2003), que emiten previamente a la transicin digital. En cualquier caso, la diferencia ms significativa entre la nueva organizacin televisiva en catalua y la descrita anteriormente es la multiplicacin de canales.

    La televisin pblica local en catalua est integrada por 53 canales, con la implantacin de la tdt el nmero desciende a 37. respecto a los cana-les privados de cobertura local, en catalua emiten 49 canales mientras que con la tdt aumentarn a 59.

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    Al margen de esta convergencia estn los servicios de televisin por satlite, cable y AdsL (por internet). En Espaa hay tres grandes grupos que ofrecen el servicio (pblico y privado) de televisin va satlite: Astra, digital+ e Hispasat. El mercado de la televisin por cable est monopo-lizado por la empresa ono; por ltimo, telefnica oferta televisin por cable AdsL a travs de imagenio.

    La culminacin de la era analgica de la televisin, ya sea para antes del 2008, lmite que se ha propuesto el gobierno cataln, o para el 2010 fecha establecida por el gobierno espaol, trae consigo la evidente multiplicacin de canales. La incgnita es saber si esto traer consigo la produccin de contenidos innovadores.

    Televisin y poder cultural

    Las transformaciones que ha experimentado la televisin, a raz de la convergencia de las nuevas tecnologas y de la implantacin de la tdt, han filtrado en la sustancia, en la forma de narrar y de construir los discursos. Entendiendo discurso como un fenmeno prctico, social y cultural (dijk, 2000: 21).

    La narracin televisiva, como lenguaje, trabaja a travs de un sistema de representaciones (Hall, 1997). El lenguaje construye significaciones y las transmite. Ellos significan. Ellos no tienen ningn significado claro en s mismos (Hall, 1997: 5) necesitan relacionarse, experimentarse, comu-nicarse para tener sentido. si la televisin significa, cada macrognero televisivo es una forma de significar en diferentes registros.

    El ritmo televisivo tambin se est transformando, el arquetipo de la programacin por bloques temporales-temticos se va desdeando. El escenario previo a la convergencia tecnolgica nos presenta a la televi-sin como dama de compaa de los sujetos en sus labores cotidianas, compartiendo, en principio, escenario con la radio. La programacin televisiva como un dietario que indica la hora de cambiar de actividad, de escenario y de prcticas. En la suma de nuevas tecnolgicas, la transmi-sin, produccin, programacin y distribucin de contenidos mediticos se ha modificado y se apuesta por un modelo de flujo dinamizado por servicios interactivos.

    La programacin, columna vertebral de toda cadena televisiva, expe-rimenta con el modelo de flujo, apuesta por el constante devenir. En este sentido, Albino Pedrosa (1983) considera que coexisten tres tipos de programacin televisiva: la programacin diversificada dirigida a las masas, las cadenas temticas y la televisin interactiva, de libre elec-cin. La idea de Pedrosa, a propsito del tercer tipo de programacin, sugiere el trnsito de una televisin de masas (broadcasting) a una tele-visin fragmentada (narrowcasting) por especialidades, con el afn de satisfacer gustos especficos (Pedrosa, 1983: 461). El broadcasting est determinado geogrficamente, segn los referentes culturales de una comunidad concreta, limitado por una historia compartida mientras que el narrowcasting no se limita a un espacio pero s a los gustos, agrupa a gente por encima de las regiones de un pasado cultural (Pedrosa, 1983: 462).

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    En definitiva, se trate de broadcasting o de narrowcasting, la televisin mercantiliza productos culturales que contienen ideas de mundo(s), representaciones, imaginarios y referentes identitarios (con procesos de exclusin-inclusin). Esta industria produce un amasijo de significaciones dotados con la capacidad de filtrar en el banco de ideas que sugieren, incitan y convocan al sujeto, pero su accin no es una dinmica de estimulo-respuesta porque sta se circunscribe a otros campos de poder y significacin

    Prcticas socialesFlujos de sentido

    Imaginarios colectivosCulturas

    Entramado Comunicacional

    Global

    ConvergenciasDigitales

    EspacioTiempo

    El campo del poder lo concebimos como el espacio de las relaciones de fuerza entre los diferentes tipos de capital o, con mayor precisin, entre los agentes que estn suficientemente provistos de uno de los diferentes tipos de capital para estar en disposicin de dominar el campo correspondiente y cuyas luchas se intensifican siempre que se pone en tela de juicio el valor relativo de los diferentes tipos de capi-tal (Bourdieu, 1997: 50).

    Para nosotros, la produccin de significaciones, surgida por el consumo de los contenidos mediticos, es un proceso de coproduccin, una especie de careo entre el texto y su destinatario, cuya confrontacin desemboca en una verdadera negociacin de sentido, que comprende diferentes aspectos del acto de recepcin (casetti et. al., 1999: 295). Es decir, tanto los medios de comunicacin como los sujetos tienen un poder cultural determinado para producir sentidos y construir (en gene-ral de manera parcial y temporal) formas de vida (o constelaciones de zonas culturales) que apelan a los sentidos, a las emociones y a los pen-samientos de uno mismo y de los dems (Lull, 1997: 99). El dispositivo que permite esta coproduccin de significaciones es el consumo.

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    de esta manera, la televisin construye un espacio de accin propio, que es completamente relacional, es decir, ligado al espacio social. La televi-sin, en este espacio, ejerce un campo de poder simblico y cultural; en l se evidencian las diferencias y similitudes entre los sujetos, se estable-cen relaciones de cercana o lejana con los contextos representados en los contenidos televisivos.

    Es incuestionable el papel de la televisin en la esfera social del sujeto, en ella interviene como agente social, pero sobre todo como agente cultu-ral. En ambos casos la televisin es ante todo un actor social. La idea de que los medios fundamentalmente representan lo social ha cedido ante su ascensin como actores sociales, ante su legitimidad como sujetos que intervienen activamente en la realidad (Barbero, et.al., 1999: 57).

    El proceso de apropiacin y consumo de los contenidos mediticos son importantes, pero no determinantes, en la configuracin de identidad cultural. Estos forman parte de un imaginario social y en l depositan sus propuestas de representacin; pero es el individuo, con su background, contexto social, el que determina la seleccin. Las millones de imgenes que flotan a travs del imaginario pblico ayudan a determinar la natura-leza de la lealtad nacional, las actitudes hacia lugares, familia, gobierno y Estado (Price, 1995: 1).

    Las llamadas memory banks por david Morley (1995) son el bagaje de memoria histrica que cada sujeto carga a cuestas y stas se abastecen de, entre otras cosas, contenidos mediticos. Principalmente de conteni-dos televisivos, que por sus caractersticas particulares se podran definir en cuantitativas (por su desarrollo tecnolgico que le permite llegar a ms hogares) y cualitativas (por las diferentes experiencias de consumo y produccin, apropiacin de las representaciones mediticas).

    se reconoce el papel de los medios de comunicacin de masas como productores de significaciones identitarias y de memoria colectiva, insis-timos en la idea de que stas slo forman parte de un conglomerado de representaciones an mayor y ms complejo.

    El estudio de la televisin desde un enfoque cultural es importante por la insercin de esta tecnologa en la vida cotidiana de los sujetos. La conver-gencia de las nuevas tecnologas en el mbito meditico constituye lo que algunos tericos sealan como la industria de la informacin, y algunos de ellos vaticinan que dicha industria amenaza con llevar al paredn la indus-tria del conocimiento (Mattelart, et. al., 1981: 17). Lo anterior, explica por qu investigadores de la comunicacin se han volcado en el estudio del pro-ceso de produccin y consumo de los medios de comunicacin de masas.

    En el mbito cataln, la urgencia de estudiar la industria televisiva desde un prisma cultural es importante, entre otras cuestiones, por el collage de nacionalidades que compone su demografa. El censo de poblacin del ao 2005 estimaba que en catalua habitaban 6.995.206 individuos, lo que representaba el 15% del total del Estado espaol. Los residentes extranjeros sumaban 603.636, lo que representaba un 8,62% del total de la poblacin catalana. un 68,04% de ellos vivan en la ciudad de Barcelona, el resto, un 31,96%, resida en otras provincias de catalua.

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    2. comunicacin de la comisin al consejo, al Parlamento Europeo, al comit Econmico y social y al comit de las regiones, de 14 de diciembre de 1999: Principios y directrices de la poltica comunitaria en el sector audio-visual en la era digital [coM (1999) 657 final - no publicada en el diario oficial].

    La mayora de los extranjeros que vivan en catalua, un 34,63%, eran originarios del continente africano, lo que significaba un 19,9% del total de residentes extranjeros que viva en Barcelona. El segundo grupo de mayor presencia en catalua, con un 33,25%, provena del continente americano. Las cifras de este mismo grupo eran mayores en el contexto barcelons, con un 26,75% del total de extranjeros de la ciudad.

    La convivencia cotidiana de sujetos de distintos backgrounds culturales introduce en el espacio social cataln una tensin en los distintos campos de poder. La historia de catalua como nacin y las diversas fracturas sufridas en su evolucin natural como tal son los antecedentes que sientan las bases de un entramado comunicacional creado para la pre-servacin y difusin de la cultura y lengua catalana. consideramos que el anlisis del consumo de las representaciones mediticas es el primer paso para abrir y alentar vas de investigacin que cartografen el proceso de conformacin de imaginarios. La aplicacin de este conocimiento de los medios de comunicacin podra catalizar nuevas prcticas de produc-cin de referentes, representaciones y contextos que sean incluyentes, basados en la diferencia y el respeto a los sujetos. nos referimos espe-cficamente a la televisin pblica, a televisin de catalua, como una responsable ms en la suma de nuevos patrones culturales en el espacio cataln. Los media como los instrumentos directos para que los grupos o movimientos activos produzcan su identidad cultural. Pero debe ser tambin el canal por el que esta identidad se encarada con otras iden-tidades, con lo cual es puesta en cuestin y es impelida al cambio. La tarea del medio no es representar a grupos, sino hacerlos trabajar, desde dentro, para quienes estn afuera (Mattelart, et. al., 1983: 258).

    Los documentos redactados por la unin Europea sobre poltica audio-visual abogan por un marco jurdico que proteja el inters general basndose en principios como la libertad de expresin y el derecho de respuesta, el pluralismo, la proteccin de los autores y de sus obras, la promocin de la diversidad cultural y lingstica, la proteccin de los menores y de la dignidad humana y la proteccin de los consumidores2.

    Finalmente, nuestra propuesta sobre el estudio de la televisin como industria cultural y el consumo de sus productos tiene como inters el diseo de polticas culturales que traten de esbozar los roles de estas industrias en la sociedad. La definicin de proyectos culturales que sumen a los medios masivos de comunicacin. En la era de la globaliza-cin, la televisin es vital para la construccin de identidades culturales, pues hace circular todo un bricolaje de representaciones de clase, gne-ro, raza, edad y sexo, con los que nos identificamos o contra las que luchamos (Wolton, 1995: 277).

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