la ruta de los himba. diario de un viaje por el sur de África
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De Iñaki Granizo Muñoz. Creative Commons.TRANSCRIPT
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Iaki Granizo Muoz
LA RUTA DE LOS HIMBADiario de un viaje por el sur de frica
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A mi familia y mi pareja, sin ellos no hubiera sido
posible este libro.
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PROLOGO
Un viaje de aventura?...
Este no ha sido un viaje de aventura, si por ello entendemos las
aventuras de Marco Polo, o las ms cercanas de los exploradores africanos
del siglo XIX, donde cada da era un nuevo afn, y detrs de cada recodo del
camino se podan dar de bruces con la enfermedad, el hambre o incluso la
muerte.
Sin embargo cmo no considerar aventura cuando vamos penetrando
entre las dunas y avistamos
el panorama desolador de
Deadvlei. La ltima gota de
lluvia fue hace tantos aos,
que las acacias africanas de
este valle semejan troncos
fosilizados, como si
estuvieran hechas carbn.
Impresiona cuando
llegamos al Lago Morto,
donde hace mucho tiempo
hubo una laguna, y slo
quedan los troncos resecos
como testigos mudos y
muertos de que all, alguna
vez, la vida se manifestaba
en todo su esplendor. El cuadro es similar al sueo de un artista abstracto.
Contrastes, pureza de color, lneas infinitas que se pierden en el horizonte de
arena del Namib.
Sentir el placer de la soledad cuando en el Can del Ro Fish,
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Sean Connery junto al busto de mi padre
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retomamos la sensacin de comunin del hombre con la naturaleza. Un
pequeo grupo en la soledad inmensa del can. Slo para nosotros.
O que decir al visitar la colonia de leones marinos de Cape Cross. Su
olor que embota las fosas nasales, el gritero ensordecedor, las peleas por un
trozo de terreno. Y los chacales deambulando en busca de una cra sola y
desorientada.
Aventura es contemplar a las elegantes mujeres himba, cubiertas de
arcilla, con la piel roja de la tintura de arcilla y manteca, con la que brillan
como seres de otro planeta, con sus delicados adornos. Es como si
hubiramos abandonado el siglo XXI y nos trasladramos a los albores de la
civilizacin, observando como estas gentes que viven, comen y visten igual
que hace miles de aos, han logrado adaptarse a un territorio hostil gracias a
sus conocimientos ancestrales y a su dominio de la ganadera.
Atravesar las inmensas llanuras africanas, de dimensiones
gigantescas, con la hierba seca y muy alta, observando de continuo animales
salvajes, es la mxima expresin de plenitud. Nadie a cientos de kilmetros,
solo la llanura africana baada por una luz primigenia.
Disfrutar de una cena junto al fuego, en una noche iluminada por miles
de estrellas. Esta es otra aventura, otro lujo, las noches junto al fuego bajo
un cielo infinito.
Cuando anochecido nos metemos en la tienda, alucinados por las
sensaciones, sin comentar palabra, solo mirando a travs del techo abierto el
manto de estrellas, tan solo se me ocurre pensar que la naturaleza y la vida
son la mayor aventura. Naturaleza y vida que aqu encontramos a cada paso.
Decididamente esto es aventura!!
Alfonso Granizo Caldern
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LUNES 4Despus de un largo tiempo esperando estas maravillosas vacaciones,
por fin llego el momento de comenzarlas. Tras facturar las maletas y pasar
los controles, amablemente me sustrajeron mi temible navaja multiusos.
Ahora tendr que pensar con que secuestrar a la tripulacin.
El caso es que aqu estamos, frente a la puerta de embarque,
esperando al avin que nos llevara a Londres. La gran metrpoli de las
colonias sudafricanas, el pas que aplico el apartheid sobre la poblacin
negra durante aos. A da de hoy ya no es necesario seguir aplicndolo, el
capital se encarga de poner a los negros, digo a los pobres en su sitio.
Elucubraciones aparte, se me pasan muchos pensamientos por la cabeza
sobre lo que all veremos, animales, vegetacin, naturaleza, aventura,
emocin, buenos momentos, convivencia, otras culturas, otras razas y
seguro que tambin pobreza, controles militares, hipocresa...
Tras pasar unas horas en el lujoso aeropuerto de Heatrow y ver las
tiendas de caviar, diamantes y dems artculos ostentosos, ya estamos en el
avin que nos llevara al llamado tercer mundo. Poco a poco hemos ido
conociendo a casi la totalidad del grupo con el que compartiremos el mes de
Agosto. Algunos nos cuentan sus experiencias en otros viajes. Me viene a la
cabeza la pelcula de gorilas en las niebla, y empiezo a imaginar un futuro
viaje a Ruanda, Tanzania...
El avin sigue su rumbo y apenas queda una hora para aterrizar. Por la
ventana ya se puede ver el primer amanecer de frica a la altura de la ciudad
de Livingstone.
MARTES 5Aterrizamos en el aeropuerto de Johanesburgo. Tras recoger las
maletas y cambiar el dinero, fuimos al camin que sera nuestra casa mvil
los prximos das. All escogimos las taquillas, mi hermano se quedo con el
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guepardo, mi madre con el elefante, mi padre con el Len y yo con el impala.
Nada mas salir de la ciudad empezamos a ver, al lado de la carretera,
monos, oryx, avestruces y caballos. Tras algunas horas de viaje paramos a
comer al lado de un lago, en la reserva natural de Blohenhof. Haba unos
bonitos bungalows y unas mujeres que slo hablaban afrikans. Como
buenos samaritanos les dimos el pan que nos sobro, y continuamos el viaje
rumbo a la ciudad diamantina de Kimberley. Pasamos varios pueblos y sus
respectivos guetos, cuyo tamao y poblacin triplicaba al de la propia urbe.
Mencin especial al gueto de Galeshewe en Kimberley, que junto l de
Soweto, fueron de los ms activos en la lucha contra el apartheid.
Apenas eran las 5 de la tarde y ya haba empezado a anochecer en la
capital de la provincia septentrional del cabo. Un modesto hotel, rodeado de
de vallas y espirales con pinchos nos esperaba.
Me fui con mi hermano a dar una vuelta de reconocimiento por los
alrededores. Pudimos ver grandes y lujosos chalets con altas tapias, vallas
(algunas electrificadas) y enormes perros. Y es que, los ricos tienen que
defender sus privilegios ante los pobres con apartheid o sin l.
En un campo de rugby pudimos ver un entrenamiento de un equipo
formado casi exclusivamente por blancos, que apenas representan un 10%
de la poblacin sudafricana.
Tras esta pequea vuelta cenamos en un restaurante con el resto del
grupo. Costillas, filetes, hamburguesas y unas cervezas de la zona llenaron
nuestro estomago, y tras mas de 30 horas de viaje nos fuimos a dormir.
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Y dice usted que el apartheid ha muerto?
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MIERCOLES 6Me despert despus de un reconfortante sueo en una cama de
matrimonio que comparta con mi hermano, l que sera mi pareja de hecho
durante los prximos das. Tomamos el desayuno y partimos hacia el Gran
Agujero, mientras nuestro conductor iba al mdico por una dolencia en el pie
sin saber, si podra continuar el viaje.
El Gran agujero (Big Hole) es sencillamente espectacular, se puede
decir que es una maravilla de la naturaleza, durante decenas de aos ha
sido excavado a pico y pala por personas negras, en deplorables condiciones
de trabajo, en busca de diamantes para
enriquecer a apellidos como los De
Beers. Esta familia, presumiblemente,
tiene millones de diamantes guardados
para que su valor crezca en el mercado.
El grandioso agujero, de ms de 200
metros de profundidad, est rodeado de
arboles y cactus en su parte superior, y
diferentes tipos de rocas segn se
adentra en las profundidades de la
tierra. La excavacin tiene forma de
zanahoria, segn los estudios
geolgicos las preciadas piedras de
carbn presurizado se expandieron de
esta forma tras las explosiones del subsuelo hace millones de aos.
Durante dcadas se extrajeron millones de diamantes de las
profundidades, algunos de ellos los ms grandes y valiosos jams
encontrados en el mundo. Un buen da la naturaleza decidi poner freno a
este esquilmamiento y el agua anego la parte inferior del agujero. De nada
sirvi que la extrajeran con una bomba, ya que el agua subterrnea volva a
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La piscina municipal de Kimberley
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llenarlo. Tambin probaron a recoger los diamantes buceando, pero al no ser
rentable la mina cerr.
Tras la visita, pusimos rumbo a la reserva privada de Spitskop.
Mientras saliamos de Kimberley vimos el gran gueto y a su lado un fortificado
campo de golf. Ms adelante estaba el vertedero donde pjaros y personas
buscaban en la basura algo que llevarse a la boca. Pareca que estabamos
viviendo las imgenes del documental brasileo La isla de las flores, en l
que las personas ms pobres van a recoger la comida que haba sido
desechada para los cerdos.
De repente a un lado de la carretera, vimos a una jabal facocera, con
sus cras, sobresaltada por el ruido del camin. El paisaje era una llanura
que no pareca tener fin y cuya vegetacin estaba compuesta por matorrales,
cactus, arbustos y grandes nidos de termitas. Estas llanuras estn divididas
en extensas fincas valladas, tan slo cortadas por una carretera tan recta
que parece estar hecha con una inmensa regla.
Tomamos un pequeo almuerzo en el arcn de la carretera y
proseguimos camino. El paisaje se mantuvo idntico y el sol se meti en el
camin como un pasajero ms.
Hicimos una parada en una gasolinera para repostar, estirar las piernas
y otras necesidades bsicas. Aprovechamos para probar un dulce de la zona
con sabor a toffe, pero cual fue nuestra sorpresa que al emprender la marcha
el camin decidi no arrancar y seguir descansando un poco ms. Tras unos
minutos de suspense y de temernos lo peor, el motor por fin arranc, lo que
produjo el jbilo del grupo.
Entrada la noche llegamos a nuestro destino y tras montar las tiendas
me fui con mi hermano a explorar los alrededores. Pudiendo ver en la
oscuridad los ojos de una manada de gacelas a las que seguimos durante
unos minutos con una pequea linterna.
Despus cenamos y nos metimos en la tienda, que tena una rejilla
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abierta en el techo, por lo que pudimos dormir contando las estrellas. Una
ardua tarea, ya que el cielo estaba repleto de ellas, no faltaba ni una.
JUEVES 7Tocaba madrugar y a las 5 de la maana mi hermano me despert de
mi profundo sueo. Hacia un fri que pelaba, nos vestimos rpidamente,
desayunamos y salimos hacia la reserva de Spitskop, donde pudimos ver
curiosas formaciones rocosas que levantaban pequeas colinas. Tambin
contemplamos manadas de gacelas,
avestruces y la silueta de un camello con
el amanecer de fondo. A la salida del
parque jugamos con la mascota del
guarda, un simptico suricato (gato de
roca) que no paraba de correr, frotarse
y escarbar en el jardn de la casa.
El camino continu en direccion al
Parque transfronterizo del Kalahari. Una
gigantesca reserva de ms de 38.000
km2 (casi la misma extensin que
Extremadura). Un parque natural que
comparten Sudfrica y Botsuana. Aqu
vimos leonas durmiendo en rojizas dunas, oryx pastando en lechos de ros
secos y paisajes desrticos donde campan a sus anchas us, chacales,
impalas, alcefalos, raciferos, suricatos y un ave de zancudas patas, llamado
secretario o serpentario, que se alimenta de serpientes como la cobra.
Las manadas de us y otros herbvoros hacen migraciones durante el
ao, lo que hace indispensable que el parque no este vallado en las fronteras
de ambos pases. Aos atrs, esto provoc el descenso de la poblacin de
estos seres salvajes que no entienden de fronteras.
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El gato de roca, la mascota del guarda
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Apuramos hasta las 18:30, hora en que cerraba el parque, para llegar
al campamento. Nada ms montar las tiendas fuimos a una charca cercana
(waterhole) iluminada con un foco y que dispona de un mirador de madera
para ver los animales que se acercaban.
En unos minutos vimos como se iban turnando para beber un pjaro y
un chacal, en cuanto se iba el chacal apareca el pjaro para no ser cazado.
Volvimos al campamento a cenar y para hacer la digestin volvimos de
nuevo a la charca. Pero tras pasar ms de 30 minutos tan solo vimos al
chacal merodeando por la charca. A lo lejos se oa a decenas de chacales
aullando a la luna.
Nos fuimos a dormir y prcticamente entramos vestidos al saco, el
termmetro presumiblemente iba a bajar de los cero grados.
Por la noche se pudieron or los rugidos de los leones de melena negra
del Kalahari, estbamos empapndonos poco a poco de frica
VIERNES 8Madrugamos para redescubrir el Kalahari y nada ms salir vimos una
manada de us que se dirigan a beber un vaso de agua a la charca de la
noche anterior.
Al rato otra manada de us iba levantando el polvo a su paso. Ms
adelante una manada mixta de alcefalos, gacelas y oryx observaban con
poco entusiasmo al camin.
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Manada de us azules
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El cansancio se empezaba a apoderar de nosotros, cuando de repente
se divis, a lo lejos, entre la maleza un grupo de leones de melena negra. La
alegra se apoder de nosotros y las cmaras empezaron a echar humo.
Mientras mirbamos por la ventanilla derecha, una pareja de leones cruz la
carretera por detrs del camin. Nos deleitamos con el rey de los felinos y
continuamos camino. A los poco metros vimos como una leona se acercaba
sigilosamente a un alcefalo. Este no la perda de vista y se alejaba segn se
aproximaba la felina. En ese momento todos pensbamos que bamos a
presenciar una cacera. Haba divisin de opiniones entre los que queramos
que la leona tuviera xito y entre los que deseaban que el antlope escapara.
Pero tras unos momentos de incertidumbre, la leona no lo vio claro, y para no
hacerse una carrera en balde dio media vuelta y se fue. El alcefalo sigui
mirndola con precaucin y despus comenz un breve galope hacia el
grupo de leones que habiamos visto, presumiblemente el mismo grupo que
haba echado de la manada a la leona solitaria, ya que estaba ligeramente
desorientada y con una mordedura en el cuello.
La bella leona decidi seguir el
camino a nuestro lado durante varios
metros. Primero al lado del camin y
despus delante del mismo
guindonos por el parque. Por
momentos nos miraba con recelo y
estupor. Quizs preguntndose que
hacia un camin dentro de su casa.
Decidimos subir las ventanillas ya
que se acercaba al camin con cara
de poker. Poco despus la leona se
perdi en la sabana aunque segua
estando presente en el camin, ya
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La reina del Kalahari
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no se hablaba de otra cosa.
Proseguimos la ruta viendo una gran manada de gacelas saltarinas
refugiandose del calor a la sombra de una gran acacia africana. Este animal
es uno de los smbolos de Sudfrica y el apodo que reciben los jugadores de
su gloriosa seleccin de rugby, los springboks. Una de las gacelas saltarinas
hizo honor a su nombre y nos delito con unos graciosos saltos. Mientras
tanto en mis auriculares sonaba frica Libre de Agua Bendita, cancin muy apropiada para la ocasin.
Al caer la tarde cuando se pone el sol,
resuenan los tambores en la sabana.
Ahuyentando a las manadas de herbvoros
Y a los felinos que estn a la que salta
Los animales que sacian la sed hacen un alto,
sobresaltados por el tam-tam
frica negra, frica Libre
Grito de guerra contra la humanidad
Ajeno a aquel frenes el hombre blanco
duerme en su casa a pierna suelta
y los tambores resuenan y resuenan
en la noche una y otra vez
manteniendo en vilo a todas las criaturas
frica negra, frica Libre
Grito de guerra contra la humanidad
Agua Bendita. frica Libre.
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Mi mente se preguntaba, hacia dnde hemos evolucionado, para que
queden tan pocos lugares donde los animales puedan vivir salvajemente,
ajenos a la mano destructora del hombre. Qu paradoja que haya tenido que
ser en el desierto del Kalahari, un paraje inhspito, donde la vida se pueda
apreciar igual que hace millones de aos. Un lugar donde an sobreviven
algunos bosquimanos, llevando una vida en simbiosis con la naturaleza.
Hablando del mundo civilizado, en la caja tonta dicen que hoy
empiezan los juegos olmpicos. Afortunadamente que lejos y aislados
estamos de ellos y de su espritu comercial.
SBADO 9Un toc-toc en la puerta nos dio los buenos das, nos desperezamos y
cuando quisimos darnos cuenta ya estbamos en la frontera de Namibia.
Apenas habamos entrado y ya se notaban las diferencias, la carretera de
asfalto desapareca para dar paso a caminos de gravilla. Una gran planicie
desrtica nos acompaara hasta el primer pueblo fronterizo, donde paramos
a comprar vveres. Al salir del supermercado vimos al primer nio namibio,
caminaba con los pies descalzos, una camiseta roda y unos mugrientos
pantalones. Se acerc pidiendo algo en el idioma de su tribu, un puado de
patatas le pareci suficiente y se volvi a mirar la vida sentado frente al
camino polvoriento; un polvo que se colaba por las rendijas del camin y
llegaba a dificultar la respiracin.
El camino empeor y el camin fue botando hasta el rancho donde
dormiramos. Era un lugar paradisaco y desrtico, donde se poda escuchar
el silencio. Lo regentaba una animada anciana de 76 aos, pero con la
mentalidad y la agilidad de una quinceaera.
Salimos hacia el can del "Fish River" en unos todoterrenos que nos
llevaron por un camino de cabras a la zona sur de este can. Tiene una
longitud de 160 km, lo que le convierte en el ms grande frica y en el
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segundo ms grande del mundo.
El trozo que vimos era espectacular, un pequeo recorrido a pie nos
llev a una de las playas naturales del can. Los rayos de sol quemaban la
piel y el calor era agobiante.
El paisaje era una maravilla, la tranquilidad y el silencio reinaban entre
las dos paredes que encajonaban el ri de aguas cristalinas.
Al emprender la vuelta, vimos a unas cigarras copulando en el
atardecer del can, sera su luna de miel?. Los colores rojizos, magentas,
grises y negros se fundieron en el cielo hasta que la oscuridad se hizo total.
Salieron todas las estrellas y la media luna fue subiendo por el cielo.
Tras la cena probamos el Amarula, un licor tpico sudafricano. Su sabor
es muy parecido al de una crema de whisky. Esta bebida se obtiene de los
frutos del rbol Marula. A los elefantes y a los monos les gusta mucho esta
fruta y a veces llegan a embriagarse con ella, ya que una vez que madura y
caida sobre el suelo puede alcanzar los 17 . No hemos inventado nada...
DOMINGO 10
Poco despus de amanecer volvimos a sufrir el tortuoso camino para
salir del rancho del Fish River. Nos dirigimos a Aus, para ver los caballos
salvajes que moran en unos parajes desrticos. Cientos de purasangre
pastan arbustos secos en una inmensa planicie, esta estampa pareca
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El caon ms grande de frica
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sacada de los anuncios de una conocida marca de cigarrillos. Estos equinos
fueron abandonados a su suerte por militares alemanes, al comienzo de la I
Guerra Mundial y han vivido salvajemente desde entonces.
Llegamos a Luderitz y almorzamos en el comedor de nuestro lodge. Un
autntico cementerio donde se podan ver cadveres de leopardo, gacela,
impala, puercoespines, serpientes, chacales, babuinos y un sinfn de
animales disecados que "decoraban" sus techos y paredes. Igualmente las
alfombras de las habitaciones eran pieles de animales autctonos. No s si
seria algo tpico del lugar, pero en cualquier caso era de un gusto psimo.
Me dispona a cargar el mvil y la cmara de fotos, pero comprob que
no haba electricidad. Por lo visto no la haba en todo el pueblo, era algo muy
comn.
Nos fuimos a dar un paseo por esta ciudad colonial, con intencin de
baarnos en el Atlntico. La pequea ciudad tena muchas calles de arena y
casas de estilo germnico de comienzos del siglo pasado. Las fachadas
estaban pintadas por alegres colores, formando as un bonito pueblo de otra
poca .
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Bergstrae en Lderitz
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En cambio la playa, no era muy apetecible. Un pequeo trozo de arena
negra y agua sucia debido a su proximidad con el puerto. Algo que no
pareca importar a los numerosos nios negros que se baaban en sus
aguas. Este puerto es el lugar favorito de algunas empresas espaolas para
esquilmar sus costas en busca de pescado para Europa.
Volvimos al lodge, que segua con las luces apagadas. Nos dieron un
curioso candil que consista en una vela, cuya base se sujetaba al cuello de
una botella de cerveza. Un candil con l que estuve escribiendo estas lneas
hasta que encendieron el generador del hotel y se hizo la luz. Al rato nos
fuimos a cenar a uno de los pocos restaurantes que haba abierto en el
pueblo el domingo. Tras pedir los platos y pasar casi una hora, nos dijeron
que algunos de ellos no los tenan y despus de esperar media hora ms
trajeron los primeros platos. Esto es frica...
LUNES 11
Una vez ms tocaba desperezarse y quitarse las legaas de los ojos.
"Que dura era nuestra vida". Abrimos la ciudad fantasma de Kolmannskuppe,
donde llegaron a vivir 1.500 personas para trabajar en la mina de diamantes,
hasta que dej de ser rentable y fue abandonada a su suerte. Esto permiti
que las arenas del desierto se hospedaran en las casas.
Un fuerte viento azotaba la arena de las dunas contra nuestras caras y
mova las ventanas de las casas, lo que daba un aspecto fantasmagrico a la
ciudad abandonada. Volvimos a Luderitz para tomar un velero hacia unas
pequeas islas cercanas. Enseguida pudimos ver la bella estampa del
desierto fundindose con el mar, mientras un pinguino nadaba plcidamente.
Ms tarde unos delfines nos acompaaron hasta una roca donde haba
cientos de pinginos y cormoranes. Tambin pudimos ver a unos pocos
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leones marinos que descansaban plcidamente en una roca. Pero esto era
solo el aperitivo, para lo que nos esperaba.
El velero regresaba a puerto, cuando de repente el capitn grito
"whale, whale!!", extraados miramos al mar y slo divisamos el pen de
una roca que sobresala. El capitn saco su cmara de fotos y continuaba
gritando "balena, balena!!", pero por ms que mirbamos al mar no
veamos nada, por lo que pensamos que el patrn vacilaba a marineros de
agua dulce. El caso es que l segua en su empeo de decir balena, que no
ballena.
Nos dirigimos hacia la costa, y la naturaleza nos obsequio con una foto
ilgica a la par que bella. Tenamos ante nuestros ojos las arenas del
desierto fundindose en el mar, en un lado ni una gota de agua y en otro todo
el agua del mundo. De repente una pareja de ballenas se zambulla
mostrndonos sus jorobas y sus grandes aletas, tenan la piel llena de
protuberancias y de vez en cuando expulsaban agua por su orificio nasal.
Al otro lado del barco otra pareja de ballenas surcaba el mar, quizs
migrando hacia una zona tropical. Una de ellas se empez a acercar al
barco, hasta casi poder tocarla con las manos. El capitn gritaba "It's going,
It's going!!" y retroceda rpidamente, no fuera a ser que una de sus aletas
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Ballena respirando
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pudiera volcar el barco. Seguimos deleitndonos con este grandioso animal y
le fulminamos a fotos. Al pisar tierra firme no podamos ocultar nuestra
sonrisa de oreja a oreja.
Casi sin darnos cuenta ya estbamos en el refugio de Aus donde
dormiramos. Un sitio donde se poda tocar la tranquilidad y ver el aire limpio.
Es un lugar privilegiado en mitad de un valle, donde tan solo se ve alguna
acacia perdida en la inmensidad de la sabana, y es ms espectacular si cabe
al atardecer, cuando el sol inunda el cielo de colores rojizos.
Un paraso al que no estamos acostumbrados, y es que cada vez
tenemos ms difcil y lejano el acceso a la naturaleza. Vivimos entre
hormign y asfalto, y llegar a sitios intactos como ste, es costoso y
complicado.
Volviendo al mundanal ruido, nuestra cocinera enferm. Lo extrao es
que yo no me haya puesto malo, debido a la cantidad de comida precocinada
y salsas de las que nos alimentbamos. Por su parte nuestra gua
portuguesa prepar un tradicional cctel brasileiro-portugus, una caipiroska,
con frutas, zumo y vodka. Esto unido al vino sudafricano que degustamos
hizo que durmiramos placenteramente en el refugio, donde hubo un
21
Dnde te lleve un Montero, hace mucho que no llega nadie
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memorable recital de ronquidos durante toda la noche.
MARTES 12
Partimos hacia el desierto del Namib, cuya traduccin podra ser
desierto de nadie. Parafraseando a los zapatistas para que fuera de todos,
tuvo que ser de nadie. Este desierto tambin da nombre a Namibia, bonito
nombre para un pas con demasiadas alambradas. El desierto de nadie
ocupa una extensin de 80.000 km2 (la superficie de Andaluca). La
polvorienta carretera que recorrimos, rodeaba los alrededores de las dunas.
Pudimos ver avestruces, caballos, vacas, oryx y otros herbvoros pastando
en amplias explanadas.
Llegamos al campamento de
Sesriem, en pleno desierto, y fuimos a
ver el atardecer en la gran duna. La
arena tiene un color rojizo, debido a
su alto contenido en hierro, es tan
elevado que las limaduras se pueden
coger con un imn. Mientras
caminbamos por la cresta de la
duna, tuvimos la suerte de ver un
gecko que se mova a toda velocidad
por la arena y se esconda dentro de
ella cuando se senta amenazado.
Tras la caminata repusimos fuerzas
con una copiosa parrillada de oryx e
impala.
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Sobran las palabras
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MIRCOLES 13
A las 4 de la madrugada tocaron corneta y despertamos a los gallos.
Tenamos que llegar al amanecer de la duna 45. Nos adentramos en el
desierto y al llegar nos dimos cuenta que no eramos los primeros. Una hilera
humana empezaba a subir la duna. Llegamos arriba y empez a salir el sol.
Este bello espectculo hizo que olvidramos el sueo. Una vez amaneci,
contamos hasta tres y bajamos la duna a toda velocidad. La adrenalina
recorri mi cuerpo, y me hizo recordar mi infancia. Al llegar abajo sin
habernos cado, pudimos ver una solitaria acacia pegada a la duna y cmo
creca un meln en un suelo cuarteado por la falta de agua. Cogimos el
camin y nos dirigimos a hacer una excursin por el desierto con una
simptica gua japonesa. Pareca una pequea bosquimana, por la simbiosis
que tena con la naturaleza y la sabidura que posea. Nos ense a
diferenciar huellas de diferentes animales y excrementos de gacela macho y
gacela hembra. Nos mostr plantas comestibles y flores que se abran en
cuestin de segundos al contacto con el agua. Incluso pudimos ver cmo era
capaz de cazar lagartijas con el sombrero. Fue un espectculo, slo
superado por el paisaje que tenamos ante nuestros ojos. Caminamos hasta
un lago muerto, lago morto, morto lo llamaba nuestra gua. Se pierde en la
noche de los tiempos la ultima vez que fue visto con agua. Haba acacias
disecadas y el suelo tena un color blanquecino. Por un momento pareca
23Lago morto, morto.
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que estuviramos en otro planeta, o tal vez en el futuro de la tierra dentro de
miles, o quizs cientos de aos...
JUEVES 14
Nos levantamos dentro de una intensa niebla y un fri que congelaba
los huesos. Me fui a dar una vuelta por la finca donde habamos dormido en
busca de animales, pero solo vi dos pequeos melones (de los de comer, no
de los que estis pensando), unas de las pocas frutas que hay en estos
parajes desrticos.
Tras ir botando durante un rato en el camin llegamos al Trpico de
Capricornio, pero por ms que buscamos no vimos la linea que hay dibujada
en los mapas.
Al rato vimos la primera cebra. Tambin vimos oryx, aunque cada vez
nos llamaban menos la atencin, empezaban a ser algo tan comn como las
gacelas saltarinas. De hecho un grupo de gacelas estuvieron un tiempo
corriendo al lado del camin, e incluso lo adelantaron y lo cruzaron,
superando los 80 km hora que marcaba el velocmetro del camin.
Habamos entrado en la costa de los esqueletos. Un inhspito paraje
donde el desierto se junta con el mar, slo se divisa arena a ambos lados de
la carretera durante cientos
de kilmetros. Al medioda
llegamos a la baha de la
ballena (Walvis Bay) donde
miles de flamencos suelen
pasar sus vacaciones.
Aunque el fri y la neblina
hicieron que no hubiera ni
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Mad Max en las dunas de Sossusvlei
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rastro de estas aves zancudas, al igual que no haba ningn turista
bandose en la playa. Lo que s vimos fueron las impresionantes casas de
veraneo de sudafricanos y europeos. No es extrao, que reciba el nombre de
la California africana.
Dejamos el camin y cogimos unos quads para hacer una travesa por
las dunas. Fue una experiencia espectacular y muy gratificante. Soltamos
toda la adrenalina que tenamos y adems contemplamos la belleza del
desierto con el mar de fondo. Subamos y bajbamos dunas empinadas
como paredes, sentamos el vrtigo de ponerse sobre dos ruedas y saltar
pequeas colinas. Aunque quien ms disfruto fue mi madre, que se atrevi a
hacer el recorrido ella sola, con un desparpajo y un estilo fuera de lo normal.
Despus de este desfogue nos fuimos al mercado del pueblo, formado por
varios puestos con artculos de artesana encima de una tela en el suelo. Los
precios eran muy asequibles y tras regatear al ms puro estilo rabe, se
rebajaban aun ms. En uno de los puestos pudimos ver a una mujer himba
vendiendo bisutera de su tribu. Despus de las compras jugamos una
inesperada pachanga de ftbol africano con unos jvenes de la zona.
Pusimos rumbo a Cape Cross donde habita una colonia de unos
10.000 leones marinos. La belleza visual de estos animales, chocaba
frontalmente con el olor pestilente que haba en el ambiente debido a la
25
La comuna de los leones marinos
-
masificacin de animales en el rea Se agolpaban en la playa pasando unos
por encima de otros y provocando interminables disputas a base de
amenazas, gritos o mordiscos. Mientras otras se baaban plcidamente en
las aguas del Atlntico.
El espectculo fue aun mayor cuando aparecieron los chacales en
busca de comida entre los leones marinos. Las focas caminantes se pusieron
en alerta para defender a sus crias de las garras de los chacales, que
tuvieron que conformarse con zampar un pescado. Si no haba suficiente con
la animacin martima y terrestre, por el cielo no paraban de pasar bandadas
de patos o gaviotas que sobrevolaban la zona en busca algo que llevarse al
pico.
Antes de irnos a descansar tomamos nuestra primera pastilla contra la
malaria, porque al da siguiente entraramos en la zona de riesgo.
VIERNES 15
De nuevo estbamos dentro del
camin, para seguir recorriendo la
inmensa costa de los esqueletos; arena y
ms arena era lo que se poda divisar.
No es de extraar que los descubridores
portugueses, cuando llegaron a la costa
en navo, lo llamaran las arenas del
infierno. Adems de no encontrar nada
salvo la aridez del desierto, podan ser
devorados por leones que paseaban por
la orilla del mar. Tenan dos
posibilidades: morir deshidratados o ser
engullidos por el rey de la sabana.
26
Entrada al parque costa de los esqueletos
-
En este fantasmagrico paisaje, adems de crneos y esqueletos de
animales, se pueden ver los restos de barcos que han naufragado, e
instalaciones petrolferas abandonadas donde habitan colonias de
cormoranes. Es un lugar ideal para rodar una pelcula futurista.
Continuamos viaje hacia el norte. Cada vez nos adentrabamos ms en
el frica negra y los pequeos poblados que pasbamos se vean ms
pobres y austeros en su forma de vida. Cuando el camin par, varios nios
se acercaron, tenan los pies descalzos y las camisetas rodas. Unos
caramelos les alegraron el da.
Ya quedaba poco para llegar a nuestro destino y paramos a repostar en
una de las pocas gasolineras que haba en varios kilmetros a la redonda.
Tuvimos que esperar cerca de una hora a que un rudimentario camin
llenara varios bidones de disel, y los pusieran junto a las bombonas de gas
que transportaba. Todo ello estaba sujeto por unas pequeas lonas, y
mientras el conductor se fumaba un cigarrito dentro de esta bomba andante.
Esto es frica...
En ese tiempo aprovechamos para jugar con los nios que all haba.
No s quien se lo paso mejor, si ellos o nosotros, pero nosotros acabamos
agotados. Tambin pudimos conversar con el hermano del conductor del
camin, nos pidi una camiseta y nos coment que era nama, una de las
27Imaginaos como deben ser las termitas que habitan en su interior
-
numerosas tribus del pas, cuyo idioma no guarda relacin con ninguna de
las otras lenguas africanas, y se caracteriza por el abundante uso de
chasquidos.
Ms tarde apareci una pareja negra como el carbn. El hombre
llevaba unos bidones para llenar de gasolina. La mujer, bien entrada en
carnes, llevaba la casa sobre la cabeza, un colorido traje y deca que las
fotografis valan 10$. Espero que al menos fueran dolares namibios...
Segn continuamos camino divisamos pequeas chabolas de hojalata
aisladas del mundo, donde convivan puerta con puerta cabras y personas.
Mientras, las gallinas correteaban por los inmensos prados. La vegetacin se
iba haciendo ms abundante. Cada vez se vean ms arboles y las chozas
de barro empezaban a aparecer por doquier formando pequeos poblados.
Eso si, lo que nunca faltaba era la iglesia y el campo de ftbol.
A los lados de la carretera se empezaban a ver pequeos puestos
donde se venda lea.
Tras un tortuoso camino llegamos al campamento. Un paraje perdido
donde bandadas de pjaros piaban y sobrevolaban una charca de agua
termal. Nos pegamos un bao en la charca, que en realidad no estaba tan
caliente, y pudimos darnos un masaje gratuito poniendo la cabeza debajo de
la cascada que la llenaba. Despues fuimos al chiringuito, un espacio
acogedor, donde las camareras eran unas jvenes estudiantes namibias de
ascendencia germana, que cuidaban el campamento de su ta durante las
vacaciones de verano.
SBADO 16
Antes de que saliera el sol estbamos desayunando, por lo que
almorzamos viendo la luna y su curioso color rojizo.
28
-
Salimos rumbo a Epupa, all nos encontraramos con las tribus himba.
Una comunidad que, hasta hace pocos aos, haba sido capaz de
autogestionar su vida, sin depender de los productos de las multinacionales.
La vegetacin cada vez era ms abundante y vimos los primeros
baobas. Unos rboles de leyenda, que pueden vivir ms de 3.000 aos. Para
abarcar el tronco de los ms grandes son necesarias decenas de personas.
Lo ms curioso no es eso, sino la sensacin de que estn plantados al
revs, con las races hacia el cielo, lo que ha dado lugar a mltiples
leyendas. He aqu una de ellas.
"Hace mucho tiempo, el Baobab era el rbol ms hermoso de todos, admirado por animales, hombres y plantas; hasta el mismo Dios qued prendado de la belleza del Baobab: de la fuerza de sus ramas, del olor y color de sus innumerables flores, de la viveza de sus hojas, de la suavidad de su tronco y su dureza. Es por ello que ese Dios, complacido por la hermosura del rbol, lo bendijo con una vida increblemente longeva, an en los cnones de los rboles. El Baobab, orgulloso, empez a crecer y a crecer durante mucho tiempo, hacindose ms y ms fuerte, ms y ms hermoso, y ms y ms alto. Se hizo tan alto que sus ramas daban sombra a los dems rboles, y no les dejaba crecer, helando a las criaturas que pasaran bajo l, ya que ocultaba por completo el calor del sol. Lleg a crecer tanto que, hechido de orgullo, grit a los dioses que pronto los alcanzara. El viejo Dios, colrico por el arrojo del Baobab, mand una maldicin para castigarle y hacerle aprender modestia, y lo volvi del revs. As, las hermosas ramas, flores y hojas quedaron enterradas, y el Baobab adopt la forma de unas races buscando el cielo."
A este rbol se le pueden dar muchos usos, adems de madera o comida, sus ahuecados troncos han servido de crcel, casa, granero o establo. Se habla de un baobab en Zimbabue que se usa como parada de
29
-
camin y que puede resguardar hasta 40 personas.Tras llevar cientos de kilmetros por caminos llegamos de nuevo al
asfalto, habamos entrado en Opuwo. La diferencia con las ciudades del sur
era abismal. Segn salimos del camin, nos asaltaron decenas de nios para
que les comprramos pulseras y collares, cuando te queras dar cuenta ya
las tenas puestas en tus manos o cuello. Cada nio del pueblo quera que le
compraras al menos una. Antes estas tradicionales pulseras himba se hacan
con huesos, hoy en da parece que reutilizan el plstico de las tuberas.
Por la ciudad se podan ver bellas mujeres himba con la piel y las
rastas rojizas por la arcilla que se untaban al llegar a la pubertad. Varios
collares y pulseras adornaban su cuerpo, que apenas estaba tapado por una
pequea minifalda de piel. Mostraban sin pudor sus abultados senos,
posiblemente en poca de lactancia o no, quien sabe.
Por su parte las mujeres herero iban con coloridos vestidos y una
especie de tocado en la cabeza con forma de yunque. Antao tambin
mostraban sus pechos, pero su actual vestimenta data de la poca de los
colonos ingleses que, avergonzados, obligaron a las mujeres a cambiar su
costumbre de ir como vinieron al mundo. Que decir de los hipcritas
puritanos ingleses de cualquier poca...
30
Mujer herero con su tradicional peinado
-
Era muy curioso el contraste de ver a los himba comprando en el
supermercado o de contemplar a las herero echando gasolina.
Nos quedaban ms de 3 horas de camino por una carretera pedregosa y
polvorienta. El calor era cada vez ms sofocante, pero mereci la pena llegar
a la frontera natural entre Angola y Namibia. Estab formada por un sinfn de
preciosas cataratas, rodeadas de palmeras y baobas. Algunas zonas tenan
jacuzzis naturales donde el agua caliente y la presin del rio hacan el trabajo
sin necesidad de electricidad. Para los que quisieran ms tranquilidad haba
una playa de piedras en la parte baja de las cataratas.
Todo esto al lado de un campamento militar y de un destartalado
poblado himba, donde las cabras, burros, cerdos y gallinas paseaban
tranquilamente entre las casas de adobe y paja. Aunque era pintoresco, la
realidad es que vivan en unas condiciones infrahumanas. Las mujeres te
pedan dinero por fotografiarlas, los nios camisetas, los ancianos cigarros...
Incluso un amigable joven con una medalla al cuello, nos peda unas
zapatillas para correr el maratn de este ao en Swakpomund.
Fuimos al bar himba del poblado donde no haba un solo blanco. No
pareca un lugar muy turstico, pero si necesario para conocer la realidad de
un pas. Empezamos a preguntar por una bebida tradicional de los himba a
base de leche fermentada, llamada omareru, el equivalente al yogur. Nos
acabaron llevando a una cabaa donde tenan otra de las bebidas tpicas de
los himba, el tombo. Un gran bidn con un liquido pastoso y de color marrn,
31
Panormica de las cataratas Epupa
-
que vendan en vasos por 1$ dolar namibio. La pinta no era muy apetecible y
nuestros estmagos quizs no estuvieran preparados, por lo que declinamos
la invitacin y volvimos al campamento. All conversamos con el ayudante de
la cocinera sobre ftbol, poltica y bebida. No pudimos resistirnos a ensearle
la receta del kalimotxo. Quizs no fue buena idea, ya que un rato despus se
cayo bajando las escaleras del camin y repetia "me gusta mucho el vino
rrojo"
DOMINGO 17
Ya no recordaba cuando fue el ltimo da que desayunamos con luz
natural, ni la sensacin de pasar calor durante la noche. La temperatura
durante el da iba a ser sofocante, por lo que decidimos salir temprano hacia
el campamento de los himba, que estaba a unos 6 kms de las cataratas. Tras
el paseo, pudimos comunicarnos con ellos mediante signos y la traduccin
del gua, ya que slo hablaban su
lengua materna. Pudimos ver sus
costumbres y su forma de vida.
Bsicamente se alimentaban de
espinacas salvajes y animales
herbvoros.
Las nias en cuanto llegaban a
la pubertad se quedaban
embarazadas. Por lo que el
campamento pareca una
guardera, con nios por doquier
que hacan las delicias del grupo.
Entramos en una de sus chozas,
donde haba una madre con su
32
Nia himba con su bebe
-
hijo recin nacido. Nos enseo su casa y cmo se perfumaban.
En la choza de barro se estaba fresquito. Las gruesas paredes de barro
y las caas de madera en el techo hacan que la habitacin tuviera un aire
acondicionado natural. Tambin pudimos ver a una zemba, son el
equivalente a los himba pero originarios de Angola. Tienen un idioma distinto,
pero pueden llegar a entenderse, ya que son similares. Algo as como el
italiano y el castellano. Adems del idioma tambin cambia su vestimenta,
mucho ms colorida y sus peinados con otro tipo de trenzas.
El jefe de la tribu alucino cuando mi hermano le enseo el vdeo del
len de su cmara y las nias se rean cuando intentbamos pronunciar sus
nombres.
Tras haberlos fulminados a fotografis volvimos a nuestro campamento
por la orilla del rio, caminando bajo la sombra de los rboles e intentando ver
monos y cocodrilos. Al rato una manada de babuinos cruz el camino
rpidamente y desapareci entre los rboles. Ms adelante un grupo de
pequeos monos vervet treparon y saltaron por las ramas de los rboles.
Echamos un vistazo al ri Kunene y pudimos observar el hocico de un
cocodrilo que esperaba pausadamente alguna presa que llevarse a la boca.
Al llegar al campamento nos volvimos a deleitar con la vista superior de
las cataratas y fuimos a un campamento cercano para intentar cargar las
bateras Nos recibieron unos suricatos que eran las mascotas del lugar.
Jugueteamos con ellos y nos sentamos a tomar una limonada, mientras
escriba estas lneas. De repente una paloma se poso en mi hombro,
dndome un gran susto. Mi padre me coment que cuando Fidel Castro
pronunciaba uno de sus primeros discursos una paloma se le poso
igualmente en el hombro. Ser yo su sucesor y Ral Castro un impostor?
Llego la hora de la cena, probamos carne de kudu, un vino sudafricano
y contemplar la luna llena acompaada de todas las estrellas del firmamento.
33
-
LUNES 18
A las 7 de la maana toc despertarse. Salimos rumbo a Ketmanjap, a
las puertas de Etosha. Un pedregoso camino nos llev de nuevo a Opuwo,
donde hicimos una parada para comprar provisiones. Pudimos dar un paseo
por su mercado tradicional, cuyo aspecto era penoso.
Un lugar insalubre, con basura y polvo por el suelo. Carne seca y muy
rojiza colgaba de algunos puestos donde convivan himbas y hereros.
Tambin vendan ropa,
bebida, guisos, patas
de vaca e incluso
haba quien no venda
nada y pasaba el da
sentado en su
comercio vacio. La
tienda consista en
cuatro palos de
madera, que sujetaban
las ramas secas de algunos arbustos.
Incluso tuve tiempo de chatear con mi media naranja. Tanto tiempo
alejados y con tan poca comunicacin haca que la distancia se hiciera ms
larga de lo que ya era. Afortunadamente tenemos toda la vida por delante,
entre otras cosas para volver a este maravilloso continente.
Tras los ltimos regateos con los nios himba volvimos al camin y
pusimos rumbo al campamento, un lugar perdido a las puertas de Etosha. En
la entrada haba un cartel que adverta CUIDADO CON LOS LEONES.
Montamos las tiendas y fuimos al mirador de la charca. No vimos leones,
pero si cebras, babuinos, oryx, jirafas y un darn o rock dassie que aunque
pareca una rata gigante, en realidad es un pariente de los elefantes. Al
34
La carnicera del mercado
-
anochecer, la charca se llen de vida y las jirafas se dignaron a bajar a beber
con los dems animales. Ilusionados por haber visto las primeras jirafas, nos
fuimos a cenar.
MARTES 19
Levantamos el campamento y nos fuimos al parque de Etosha. Por la
carretera empezamos a ver jirafas y facoceros correteando. Rodeamos el
parque y llegamos a Outjo, donde pudimos degustar el Omareru en un
supermercado del pueblo. El yogur de los himba haba sido comercializado.
Entramos a Etosha y empezamos a ver animales. En la charca de
Okaukuejo haba una manada de elefantes con muchismas cris de apenas
unos das. Cuando estos mastodontes se metan al agua, los dems
animales se iban rpidamente. Las cebras, los oryx, los impalas y una pareja
de elan salieron asustados
ante la llegada de los elefante
a la cacharreria. Haba tantos
animales distintos, que slo
faltaba el arca de No.
Continuamos visitando el
parque en el camin.
Manadas de elefantes y
jirafas paseaban por los
alrededores del camino. En
otra charca nos quedamos
ensimismados contemplando
como una jirafa abra sus
patas para beber.
La cautela era mxima y
35
Parece mentira que el agua llegue a su estomago
-
cualquier ruido la haca desconfiar, y es que, para estos animales ir a beber
agua es indispensable para la vida, pero tambin el momento ms propenso
para encontrar la muerte. En cuanto llegaron los elefantes, la jirafa se fue de
la charca y los paquidermos empezaron a refrescarse y rebozarse en el
barro.
Continuamos camino viendo us, gacelas y avestruces. Nos
estbamos acostumbrando a estos animales y cada vez llamaban menos
nuestra atencin, no como las avutardas y a las gallinas de guinea que
paseaban a pocos metros del camin.
Divisamos unos leones tumbados a la sombra de un rbol, quizs
descansado de alguna comilona. En otro punto del recorrido vimos como una
hiena se perda en la sabana. Y un nuevo antlope diminuto corri ante
nuestros ojos, el racifero comn o steenbok.
Acampamos dentro del parque, en un inmenso campamento que
dispona de una charca abarrotada de fotgrafos y es que, haca unas horas,
haban estado los rinocerontes.
Por la noche volvimos a la charca. Fue una agradable sorpresa
encontrar a tres rinocerontes bebiendo, uno de ellos muy pequeo.
Durante segundos se quedaban inmviles y de vez en cuando echaban
un trago. Cuando no beban, aprovechaban para depositar sus excrementos
36
Oryx tomando un bao
-
en el suelo. Tampoco tenan inconveniente en echar gases de efecto
invernadero a la atmsfera, haciendo ruidos atronadores. Menos mal que la
distancia era considerable y el olor no era apreciable.
La historia se repiti durante minutos, hasta que de repente se dieron la
vuelta y se giraron en posicin defensiva. Era fcil intuir que algo pasaba.
Despus de unos instantes llego un grupo de hienas a la zona. Estas
tuvieron cuidado de no acercarse mucho a los rinocerontes que las miraban
con recelo. Poco a poco la manada de hienidos fue entrando en la charca.
Su forma de correr era poco elegante y pareca que cojeaban. Una de ellas
dio unos tragos bajo la atenta mirada de los rinocerontes, que estaban
preparados para lo que pudiera pasar. Tras unos minutos de tensin la hiena
se acerc al rino, el cual se prepar para el ataque con su temible cuerno.
Pero la hiena volvi con su grupo y desaparecieron en la oscuridad como si
de una pelcula de miedo se tratara.
Para mi hermano y para mi este fue, sin duda, uno de los momentos
ms emocionantes del viaje. Era la primera vez que nos metamos dentro de
un documental de National Geographic...
MIRCOLES 20 Madrugamos para ir un rato a la charca a ver animales. Aunque esta
vez sin xito, ya que a los animales no les haba sonado el despertador.
Seguimos recorriendo Etosha y vimos jirafas por doquier, us, gacelas,
kudus e incluso un rinoceronte que se esconda tras unos matorrales.
37
Elefantes entrando en una cacharreria
-
En otra charca una pareja de facoceros se arrodillaba para beber. A la
par que presencibamos una pelea entre un oryx y una gacela, que apenas
duro unos segundos y un choque de cornamentas. Todos estos animales
compartan la charca hasta que un elefante lleg y se adue de ella, justo
cuando una jirafa sedienta, despus de mucho pensrselo, se dispona a
beber. Pero el gran elefante marcaba su territorio y no dej disfrutar de la
charca a nadie hasta que se fue. Viendo su volumen no era de extraar que
nadie quisiera acercarse. Un rato despus los animales poco a poco fueron
volviendo a la charca, hasta que de repente tuvieron un amago de
estampida, cuando se percataron de la presencia de dos leones que dorman
la siesta a escasos metros.
Los felinos con el calor que haca no tenan ganas de darse un festn y
siguieron durmiendo bajo la atenta mirada de los oryx. Cuando todo volva a
la tranquilidad aparecieron dos chacales que se enzarzaron con los
facoceros. Todo un espectculo, donde la guinda la puso la jirafa que volvi a
beber a la charca con suma cautela abriendo sus largas patas delanteras.
Estos animales emparentados con los bvidos, apenas duermen ms de 5
minutos seguidos y pueden estar comiendo durante 20 horas.
Tras esta orga de naturaleza en estado puro llegamos al campamento
donde nos ayudaron a montar las tiendas unas simpticas mangostas. Dimos
38
Estampida de cebras
-
una vuelta por el camping, que tena hasta un fuerte colonial, reconvertido en
una especie de centro comercial con tiendas, restaurantes y un bar cuya
terraza daba a una de las charcas. Tras este breve descanso dimos otra
vuelta por el parque en busca de ms animales. Decenas de jirafas salieron
a nuestro encuentro, incluso algunas de ellas entorpecieron el camino, no
dejando pasar al camin. Ms adelante un grupo de gallinas de guinea
picoteaba el suelo en busca de comida y una jirafa tomaba la merienda junto
a su hija. Incluso un grupo de dik-dik, unos antlopes en miniatura, nos
miraron con recelo. Manadas de us, oryx e impalas completaron el
recorrido. Es increble la cantidad de animales que se dan cita en este
inmenso parque de mas de 22.000 km2, algo as como tres veces la totalidad
de la comunidad de Madrid.
Por la noche volvimos a la
charca y tras una larga espera
slo vimos un pajarillo. Cenamos
y regresamos a la charca con la
ilusin de ver a un leopardo
sediento. Pero los que
aparecieron fueron unos
chacales, quizs los mismos que
haban estado pululando por el campamento a pocos metros de nuestra
cena.
Nos fuimos a dormir para soar que seguamos despiertos, pero los
rugidos de los leones interrumpieron nuestro reposo...
JUEVES 21
De nuevo volvimos a ganar al sol y nos despertamos antes que l.
39
Chacal posando
-
Dimos una ltima vuelta con la esperanza de saludar al leopardo, pero a
esas horas intempestivas es posible que siguiera durmiendo. Pusimos rumbo
a Rundu, atajando por una carretera de gravilla que nos llevo a un lugar que
ni el conductor saba donde estaba.
El camin cada vez se haca ms montono. Me puse a escribir una
postal, pero con tanto bache era imposible hacer trazos legibles. Llegamos a
la carretera asfaltada donde nos esperaba un control policial. Tras pasarlo
empezamos a ver desperdigados poblados de adobe, paja y palos donde
animales y personas vivan en casas muy similares. Decenas de burros se
divisaban a ambos lados de la
carretera. Los campesinos de la
zona recogan no se sabe muy
bien qu en aquel secarral.
Cuando empezaban a sonar
nuestras tripas llegamos a Rundu,
donde nos alojamos en un
precioso lodge. Dejamos las
pertenencias en una bonita casa de madera, con un jardin lleno de gallinas
de guinea.
Tomamos un tentempi y dimos una vuelta por la ciudad, que como
bien indicaba una conocida gua de viajes, era "un bochornoso lugar sin
ningn atractivo turstico". Compramos las ltimas provisiones antes de
entrar al Delta del Okavango y fuimos a buscar sellos para mandar las
postales. Preguntamos a los lugareos por la oficina postal, pero quitando
una joven que nos acompao durante varios metros, las dems personas no
parecan muy amigables. Digamos que eran parcos en palabras. Quizs
fuera el asfixiante calor de la calle, o quiz el resentimiento de tantos aos de
apartheid. Mientras caminbamos en busca de sellos, nos cruzamos con un
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Gallinas de guinea o pintadas
-
nio que vesta una camiseta de ftbol rojiblanca. Nos acercamos a
preguntarle por el nombre del equipo, pero dio un bote y sali corriendo,
literalmente huy de nosotros. Parece que todava quedan muchas heridas
por cerrar...
Fuera como fuera, tras andar ms de un kilmetro llegamos a la oficina
postal que estaba a las afueras de la ciudad. Nada ms entrar vimos una
cola de ms de 15 personas por lo que desistimos de enviar las postales.
Justo al salir, el guardia de seguridad nos dijo que si nos poda ayudar y
despus de preguntarle por sellos, se levant y se fue a la ventanilla para
colarnos por delante de todos los namibios. La primera reaccin fue de
incredulidad total. Evidentemente nos negamos y se lo agradecimos. Menos
mal que ya no existe el apartheid, que si llega a existir...
Volvimos al camin donde haba varios nios pidiendo comida, dinero,
ropa o lo que fuera.
De regreso al lodge donde estbamos hospedados pude echar con mi
hermano un minigolf. Esta vez de verdad no en la pantalla de un mvil, como
nos habamos a costumbrado a hacer en los largos trayectos de camin,
segn dejamos los palos, empezamos a jugar un partido de voleibol con los
camareros del lodge y algunos compaeros de viaje, incluso mi padre se
animo a vestirse de corto, aunque no creo que el seleccionador lo vuelva a
convocar.
VIERNES 22
Un nuevo pas nos esperaba. Bordeamos el Okavango rumbo a
Botsuana, no sin antes visitar la pequea reserva de Mohambo. Al entrar,
una gua local nos coment que haba una hembra de leopardo con su cra
descansando en un rbol. As que nos pusimos a recorrer Mohambo.
Pudimos divisar en la lejana a algunos hipoptamos, ms cerca vimos un
41
-
nuevo animal, el sable. Un antlope con una gran cornamenta y una piel tan
negra como la de un toro. Tambin vimos correr a una familia de facoceros y
algunas gacelas. Bajamos del camin para estirar las piernas al lado de un
gran baobab y contemplar unas esplendidas marismas, pero ni rastro del
leopardo que nos dijo la gua.
Cruzamos la frontera y nos despedimos de la maravillosa Namibia.
Deseosos de descubrir un nuevo territorio africano, Botsuana, un lugar donde
todava habitan algunos bosquimanos en el
desierto del Kalahari. Un desierto que ocupa el
70% de la extensin del pas.
Aunque habamos pasado la frontera, las
casas seguan siendo muy parecidas. Chozas
de barro y tablas se agolpaban a ambos lados
de la carretera. Quizs algunas de ellas
estaban mejor fabricadas o incorporaban
cemento en los materiales de construccin,
pero la diferencia era mnima. Tras unas horas
llegamos a nuestro campamento donde nos
dedicamos a descansar, contemplar el Okavango y ver diferentes aves.
Algunos loros, otras semejantes a las cacatas e incluso algunas con el pico
tan grande como l de los tucanes, los tocos.
SBADO 23
Las lanchas rpidas nos llevaron por el ri Okavango donde vimos
varios cocodrilos y distintos pjaros. Entre estos, la majestuosa guila de
cabeza blanca que en una ocasin, "la pescamos" con un pez en el pico;
garzas, martines pescadores y ms guilas nos acompaaran el resto del
viaje entre las orillas de caas y palmeras. Cocodrilos pequeos, medianos y
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Toco de Bradfield
-
grandes se bronceaban a ambos lados de la orilla. Desembarcamos en pleno
delta del okavango y un camin nos transport hasta los mokoros. Unas
barcas de madera, alargadas con las que se desplazan por las marismas del
delta. Su alargado frente permitio sortear fcilmente los juncos y no encallar
en zonas de aguas bajas. Su forma de tronco no levantaba las sospechas de
los irascibles hipoptamos. Como dira mi abuelo, los antiguos no seran
sabios, pero si ms inteligentes que nosotros.
Mokoreros navegando por el Delta del Okavango
Los gondoleros africanos, tambin llamados mokoreros, nos llevaron
hasta el lugar donde acampamos, un paraje solitario en mitad del delta. Slo
accesible en mokoro o helicptero.
Fuimos a dar una vuelta por los alrededores y tras subir a un rbol no
vimos nada alrededor, salvo un paisaje de ensueo, tranquilidad, silencio,
aire puro y naturaleza.
En una de las vueltas que di con mi hermano encontramos a un
hipoptamo muerto, estaba siendo devorado por las moscas. Posiblemente
le habra matado otro hipoptamo para defender su territorio o por haberse
43
-
acercado demasiado a sus hembras.
Al caer la tarde subimos a los mokoros en busca de hipoptamos vivos.
El calor era sofocante y los rugidos de los hipoptamos hicieron que en el
ambiente hubiera una tensa calma. La emocin iba en aumento y el silencio
se adueo del grupo. Tras varias vueltas vimos salir a un hipo del agua para
respirar. Tan solo fueron unos segundos, lo que nico que asomaba era parte
de la cabeza, las orejas y la nariz. Cuando queras darte cuenta se volva a
meter durante varios minutos al agua y volva a salir durante unos segundos
a respirar.
Nos mantenamos a una distancia de seguridad de 50 metros, ya que
aunque puedan parecer unos simpticos animales, son extremadamente
agresivos y territoriales. Pueden llegar a matar a sus propios hijos para
defender su trozo de charca. Fuimos a buscar ms de estos mamferos, que
curiosamente estn emparentados con las ballenas, a otro lugar ms amplio
y profundo; pudiendo deleitarnos con una pareja de hipoptamos con su cria
A pesar de su gran dentadura son
herbvoros y se alimentan de caas.
Son muy apreciados en la zona porque
abren los caminos en el delta, cuando
se comen las caas.
Tras estos momentos tan salvajes e
impresionantes fuimos a ver la puesta
del sol desde el mokoro. El crculo
dorado del sol se dibujaba en el agua,
junto a las caas, los nenfares y el
rugido de los hipoptamos.
Posiblemente la mejor puesta de sol
que hayamos visto jams.
44
Atardecer capica
-
Volvimos al campamento y encontramos un incendio a pocos
kilmetros de las tiendas. Nuestra preocupacin dur poco ya que cuando
los mokoreros fueron a verlo no le dieron ninguna importancia. Nos
comentaron que el agua que haba entre medias lo parara Los mokoreros
estaban en lo cierto y al final el nico fuego que lleg al campamento fue el
de la hoguera que hicimos para calentarnos de las bajas temperaturas
nocturnas. Tras cenar al amor de la lumbre, los mokoreros nos contaron las
tradiciones de sus ancestros, como cazaban elefantes e hipoptamos para
sobrevivir y poder comer durante das. Tambin nos representaron canciones
y danzas, algunas narraban la caza y sus rituales, otras el proceso de como
las nias se convierten en mujer. Tras esta agradable velada nos fuimos a
dormir, no sin antes echar un ltimo vistazo a un cielo que estaba repleto de
estrellas.
DOMINGO 24
Una caminata por el delta nos esperaba, bamos a andar en busca de
animales salvajes, este es uno de los pocos parques donde se pueden hacer
rutas a pie y no en camin como estbamos acostumbrados. La caminata la
hicimos en dos grupos de 10 personas, andando en fila india y completo
silencio. Los mokoreros hicieron de guas y nos acompaaron en busca de
bfalos, leones, hienas, cebras, elefantes, gacelas...
Desafortunadamente o afortunadamente slo vimos los tres ltimos.
Las cebras y las gacelas huan si nos acercbamos demasiado. Con los
elefantes caminbamos con el viento en contra para que no pudieran
olernos. Si hubiramos visto bfalos deberamos habernos tirado al suelo y
hacer los mnimos movimientos, porque si los hipoptamos son los que
mayores muertes humanas producen en frica, los bfalos estn en el
nmero dos de la clasificacin.
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Pasamos por los restos del incendio y las sendas que hacan los
elefantes al caminar y llegamos de nuevo al campamento. Aqu nos
esperaban los mokoros para dar la ultima vuelta por el delta. Omos varios
hipoptamos, pero no vimos ninguno. Nos refrescamos del intenso calor
baandonos en una zona donde lo hacan los mokoreros. As, compartimos
el agua con hipoptamos, cocodrilos, culebras y otros animales de la zona.
El agua estaba fresquita, no me extraa que los hipoptamos no quieran salir
de ella y exponerse a los 40 que habia en el exterior. Y eso que estbamos
en Invierno...
LUNES 25
Nos levantamos y dijimos adis a la vida en tienda de campaa. Una
camioneta nos transport al aerdromo, donde un aeroplano nos llevara del
Okavango a Chobe. Deleitandonos con la vista area del delta, pudimos ver
multitud de meandros y humedales desde el aire.
Divisamos las tiendas de campaa donde habamos pasado la noche y
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El Delta del Okavango visto por un guila
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la zona quemada. Segn empezamos a sobrevolar el parque de Chobe,
observamos manadas de jirafas, elefantes, cebras y gacelas que beban
agua o pastaban tranquilamente. Incluso pudimos ver como una familia de
hipoptamos caminaba en fila india. Cuando nos quisimos dar cuenta ya
estbamos en el aeropuerto de Kasane y de ah al lodge. Dimos una vuelta
de reconocimiento por el complejo, donde campaban a sus anchas babuinos,
facoceros, varanos, ardillas y otros animales.
Pareca un hotel para animales, pero no lo era. Pese a esto los monos
entraban en las habitaciones para sustraer objetos o alimentos de los turistas
y los facoceros cortaban el csped del jardn. En definitiva un curioso lugar
para descansar y relajarse. Comimos e hicimos la digestin en un barco que
recorra parte del ri Chobe. El viaje en barco fue espectacular, pudimos ver
serpientes, lagartos y elefantes en las orillas del ri. Nos deleitamos con la
majestuosidad de la ondulada cornamenta de los bfalos, que pastaban en
las verdes praderas. Mientras los babuinos corran por la orilla junto con
antlopes de agua y gacelas. Pero las estrellas de la tarde aun estaban por
llegar. Unos hipoptamos pastaban alegremente en una orilla, mientras en la
contraria otro grupo de
hipos pasaba los lunes
al sol tumbados en el
barro.
De vez en cuando
alguno bostezaba y
abra su inmensa boca.
Otros movan el rabillo
como si de unos
cerditos se tratara.
Hubo un amago de
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Los colmillos del hipoptamo pueden llegar a pesar 4 kilos
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pelea que no paso a mayores por la desidia que tenan, era la hora de su
siesta. Lo ms gracioso era ver como las cras de hipoptamo imitaban los
gestos de los mayores.
De repente algo les puso en alerta y empezaron a levantarse. Unos se
metieron al agua, otros andaron por la orilla, mientras que, de vez en cuando
abran su gran boca en un angulo de casi 180. Este espectculo tambin
nos dej boquiabiertos y sin batera en las cmaras.
Ya cuando volvamos un mastodonte se puso en nuestro camino. Y es
que un elefante cruz el ro por delante del barco, como si de un paso de
cebra se tratara. El paquidermo pausadamente se cambio de acera,
ayudndose de la trompa para respirar en las zonas ms profundas del ro.
Pareca que estaba haciendo snorkel.
Otra espectacular puesta de sol fue la guinda de este paseo en barco.
En el lodge, un grupo de botsuaneses tocaba la marimba, un instrumento
muy similar al xilfono, de madera y grandes proporciones. La msica
pegadiza de ese instrumento me acompao al escribir estas lneas.
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El trafico es intenso en el ro Chobe
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MARTES 26
De madrugada, un todoterreno nos sac de la cama y nos llevo al
parque de Chobe, que estaba a escasos metros del lodge. En la primera
charca vimos una bandada de marabus desayunando, un ave zancuda de la
familia de las cigeas, aunque para su desgracia menos agraciada. Ms
adelante una familia de leones paseaba mirndonos de reojo, una leona lleg
a acercarse a escasos metros de nuestro descapotable y fijo la mirada en mi
madre. Para evitar males mayores el conductor decidi arrancar el coche.
Les seguimos a una distancia prudente durante unos minutos y continuamos
el recorrido viendo varios impalas. En la rama de un rbol divisamos un
pequeo bho, la pequea bolita de plumas apuraba las ultimas horas de la
noche. Minutos despus encontramos a un grupo de licaones o perros
salvajes correteando al lado del camino.
Aprovechamos que haba amanecido y tomamos un caf al lado del ri,
despus seguimos un camino que nos llevara a una pareja de leones que
descansaban a la sombra de una acacia.
A escasos metros una manada de bfalos africanos ocupaba el camino
como si de una manifestacin antitaurina se tratara. Miraban extraados y
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El bfalo cafre puede llegar a pesar 900 kilos
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seguramente si hubieran tenido una cmara de fotos nos hubieran
fotografiado. Uno de ellos empez a rascar el suelo con su pata delantera en
plan amenazante, mientras otros cruzaban con sus cris, no sin antes mirar a
ambos lados de la carretera.
Proseguimos nuestra particular aventura en todoterreno, cuando
inesperadamente apareci de entre la maleza un inmenso hipoptamo. Su
piel empezaba resecarse y varios araazos cubran su cuerpo.
Probablemente lo habran expulsado de su grupo o se habra perdido, ya que
no es normal que estn tan alejados del agua. Su piel necesita estar en
contacto con el agua para regular su temperatura y evitar quemaduras
solares.
Regresamos al lodge para recoger las maletas y poner rumbo a
Zimbabue, el pas de Mugabe. Tras una larga espera en la aduana llegamos
a la ciudad artificial de las Cataratas Victoria.
Comimos en el restaurante de un famoso hotel colonial y fuimos a ver
el gran salto de agua del rio Zambezi, las cataratas de Mosi-oa-Tunya, como
se las conoce localmente.
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Mosi-oa-Tunya, el humo que truena.
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Durante el trayecto decenas de vendedores ambulantes insistan para
que comprramos su artesana, good price for you! gritaban. Prometimos
que a la salida echaramos un vistazo a sus productos y entramos al parque
de las cataratas Victoria; aqu contemplamos varias hileras de agua, con
cadas de hasta 90 metros, que formaban una cortina de agua donde se
reflejaba el arco iris. El vapor que desprenda el choque del agua, formaba
un microclima hmedo muy especial.
Ala-Deltas y helicpteros sobrevolaban las cataratas. Pero lo ms
impresionante fue ver como un grupo de turistas caminaba con unos guas
locales por el borde de la catarata en el lado de Zambia. Tras perpetrar esta
peligrosa ruta por piedras mojadas, acabaron bandose a escasos metros
de la cada del agua. Fue surrealista ver a nios, abuelos, padres y africanos
caminando de la mano por el borde del precipicio. Si nos quedaba alguna
duda de donde estbamos, definitivamente nos dimos cuenta de que era en
frica...
Una masa de vendedores nos esperaba a la salida para que les
comprramos lo que fuera. Entre ellos mismos se peleaban y regateaban el
precio por l que nos venderan su artesana. Tampoco les importaba
cambiarlo por jabn, ropa o comida. Por su parte la polica turstica sac una
vara para quitarnos de enmedio a esta pobre gente. Unas imgenes terribles,
que quedarn grabadas en nuestras retinas. Slo superadas por el momento
en que casi acaban pegndose entre ellos por vendernos sus productos.
La crisis en que esta sumido el pas es asfixiante, llegando a circular
billetes de 150 billones de dolares zimbabuenses, que debido a la inflacin
apenas valen para comprar una barra de pan. La gente slo desea que le
pagues en euros, libras, dolares americanos o cualquier moneda africana
que no sea la suya.
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MIRCOLES 27
Nos levantamos con la intencin de ir a Zambia, para ver otra vista de
las cataratas y poner un nuevo sello en nuestro pasaporte, pero en la oficina
de turismo vimos que la diferencia entre una y otra vista era mnima, por lo
que desechamos la idea de pasar al otro lado de la cada del ro Zambezi.
As que dedicamos la maana a visitar el mercado y comprar los
ltimos recuerdos. Enseguida vimos la desesperacin de la gente por
vendernos algo. Muchos puestos y pocos turistas era la guinda que le faltaba
a la economa local. Compramos
multitud de adornos por poco dinero
y comimos en un restaurante tpico,
degustando la carne de cocodrilo,
cuya textura se asemeja a una
pechuga de pollo con sabor a
pescado.
Volvimos al hotel a por ropa,
jabones y comida para repartirlo
entre los lugareos, nada ms salir a
la calle se abalanzaron sobre
nosotros para obtener algn
obsequio. Un bochornoso
espectculo que no deja lugar a
dudas, de la situacin en la que est el pas. Esto en una zona turstica, que
sera de los pueblos del interior.
Por la noche decidimos hacer una excursin nocturna para ver
animales por la reserva del Zambezi, despedirnos de frica y para que
negarlo, con la ilusin de ver un leopardo. Un 4x4 nos llevara en nuestro
ultimo paseo por la naturaleza. Nada mas salir, bfalos y gallinas de guinea
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Instrumentos musicales tipicos de Zimbabue
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cenaban a ambos lados de la carretera y a pocos kilmetros de la ciudad.
La experiencia del game drive nocturno fue adems de novedosa, muy
curiosa. Un hombre con un foco en la mano se dedicaba a alumbrar a ambos
lados de la carretera, la luz se proyectaba sobre arboles y matorrales en
busca de animales. De vez en cuando veamos los ojos rojos de alguna
gacela brillando en la noche. Algunos impalas y kudus sobresaltados por el
foco se quedaban inmviles, haba restos de animales que haban sido
devorados a escasos metros del camino.
En mitad del recorrido paramos en un lodge que se encontraba dentro
del parque y disfrutamos de nuestra ltima cena africana.
Proseguimos la ruta para ver como un antlope de agua se esconda
entre los matorrales y un grupo de hienas devoraba a su presa.
Un bonito broche para estas espectaculares vacaciones que nos
acompaaran durante mucho tiempo en la memoria. frica es un continente
de contrastes en todos los sentidos, pero adems es el ltimo reducto de una
vida en simbiosis con la naturaleza.
frica Negra, frica Libre, grito de guerra contra la humanidad!
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Aunque parezca la ONU son los personajes del libro
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frica, agosto de 2008. Un camin, un velero, un aeroplano, un mokoro, un quad, una lancha y nuestros pies para recorrer mas de 7.000 km por Sudfrica, Namibia, Botsuana y Zimbabue. Naturaleza en estado puro, paisajes de ensueo, animales salvajes, pueblos ancestrales y todo tipo de culturas de las que deberamos aprender. En el continente africano no solo hay hambre, enfermedad, guerra, muerte y misioneros, por mucho que se empeen los medios de desinformacin.
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Bergstrae en Lderitz