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Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas Trabajo Final
María Luz Roa Cátedra: Feierstein Paula Trillo
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LA REPRESIÓN FRANQUISTA
¿UNA PRÁCTICA SOCIAL GENOCIDA?
I- Introducción
“Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta
de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes,
temblando del susto de la libertad.”
El miedo, Eduardo Galeano1
Preguntarnos acerca de la Guerra Civil española nos conduce hacia imágenes tales como el
Gernika de Picasso, ciudades destrozadas, campesinos que quedaron sin tierras, mujeres que lloran
por sus hombres, quiebres, rupturas, momentos que jamás querríamos vivir… El horror sin
necesidad de adjetivos y la quietud después del desastre... Franco.
No existen dudas acerca de que la Guerra Civil es un hecho trascendental de la historia actual en
España y el mundo. El uso público de la temática, tanto en medios de comunicación masivos
españoles, como en distintos actos de reconocimiento público, actualmente se encuentra
impregnado de una “razón democrática” y de la necesidad de “reparar víctimas directas”. ¿Quiénes
son las víctimas? ¿Qué hicieron para serlo? ¿Quiénes son sus victimarios?
El carácter de confrontación ideológica y de lucha de clases de la Guerra Civil produjo una
fractura en el cuerpo social del país, cuyas consecuencias se sintieron a lo largo de varias décadas.
1939 se convirtió en el “año de la victoria”, un año muy lejano de lo que hubiera sido una
reconstrucción basada en la reconciliación. Se generó un clima de terror, los derrotados fueron
considerados rebeldes y se desató un cruento proceso represivo en una suerte de “escarmiento
colectivo”.
1 (Galeano: 1989; 99)
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El presente trabajo se propone caracterizar los actos represivos ejercidos por el Movimiento 18
de Julio durante la Guerra Civil Española y la posterior dictadura franquista, describiendo
asimismo sus impactos sobre la sociedad civil española. Se focalizará en las significaciones de
tales prácticas, intentando aportar un análisis desde la problemática del poder. Nuestros objetivos
específicos son:
1- Comprender los factores que impulsaron las políticas represivas del Movimiento 18 de Julio.
2- Indagar acerca de los efectos de la represión sobre el conjunto social.
La pregunta que atraviesa el trabajo es: ¿se desarrollaron prácticas sociales genocidas?
II- Estado actual del conocimiento
Las interpretaciones académicas acerca de la represión franquista han sido fundamentalmente
abarcadas por la disciplina historiográfica. Hacia fines de los años ‘50 y comienzos de los ‘60,
desde el contexto del exilio, surgen los primeros estudios académicos. La labor fundamental
recayó en la historiografía extranjera, destacándose The Spanish Civil War (Thomas: 1961) y El
mito de la cruzada de Franco (Southworth: 1963). Tales estudios abrieron el debate histórico y
casuístico de lo que había derivado en el régimen militar franquista. La historiografía anglosajona
marcará una tendencia que será replicada por autores como Tuñón de Lara (1985), Pierre Vilar
(1986) y Pierre Broué (1962) entre otros.
Asimismo, de la mano del movimiento estudiantil universitario, comienza a surgir una nueva
actitud en España haciendo de la vieja propaganda algo obsoleto (Preston: 1986). Los entonces
jóvenes historiadores retoman las temáticas la Guerra Civil, la Segunda República y el
Movimiento Obrero desde una óptica distinta: la “historia de los vencidos” (Blanco Rodríguez:
2007).
Durante el inicio de la Transición Democrática la temática de la Guerra Civil española es
problematizada a nivel internacional. Entre las obras más destacadas encontramos dos grandes
trabajos extranjeros: The spanish tragedy (Carr: 1977) y La Revolución y la Guerra Civil Española
(Payne: 1976). A su vez, se acrecienta la importancia de los estudios locales de la mano de jóvenes
historiadores españoles cuya experiencia vital se halla muy alejada de la guerra (González: 2006).
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Con la transición democrática se inicia un periodo fructífero en la historiografía a partir del
acceso a nuevas fuentes documentales y la incorporación de jóvenes investigadores vinculados a su
ámbito geográfico y al medio universitario. Hacia 1979 se publica en España un trabajo precursor
de la historia oral de guerra: el libro de Ronald Fraser Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia
oral de la Guerra Civil española. La novedad estribará en el estudio de la historia de la represión
(Blanco Rodríguez, 2007).
Hacia la década de los ’80, la guerra fue considerada como un desdichado error colectivo y su
rememoración como tolerancia democrática. Se habló de superar la historiografía revanchista, así
como "la historia apologética o de mera defensa" e incluso "la historiografía que podríamos llamar
de la convivencia": habría que ir "a la historiografía simplemente veraz" (Gallego: 1989; 11). Los
estudios se centran en las temáticas tradicionales de historia política, militar e internacional.
Hacia la década de los ’90 se produce una renovación de la historiografía de la guerra
atendiéndose a tópicos como: la represión − antes insuficientemente tratada −, el coste humano del
conflicto, aspectos de la vida en la retaguardia, política cultural, propaganda y actitud de los
intelectuales, nuevos enfoques de historia de género (Viñas: 2001). Con el cambio de siglo, ciertos
revisionismos favorecen ampliamente las visiones neofranquistas sobre las causas de la derrota
republicana (Moa: 2003, 2004).
En los últimos diez años se realizaron numerosos trabajos que abordaron la problemática de los
campos de concentración y el desarrollo penitenciario (Rodrigo: 2006; Pascual: 2002; Ortiz
Romero, González Sánchez: 2002; Gómez Bravo: 2006); las ejecuciones sumarias, la apropiación
de niños y la construcción de memoria colectiva de la represión (Rodrigo: 2006; Erice: 2006;
Moreno: 2006; González: 2006; Juliá: 1999). Sin embargo los estudios aún permanecen en un
plano meramente descriptivo de los fenómenos. El trabajo que aquí presentamos se propone
contribuir a este campo de problemas a partir del análisis de la lógica del poder en accionar
represivo.
III- Metodología
Sustentada en los supuestos teóricos adoptados, nos proponemos alcanzar nuestros objetivos a
partir de un diseño metodológico cualitativo. Considerando las características exploratorias y las
limitaciones físicas en las que producimos el presente estudio – lejanía física de ciertas fuentes
primarias tanto documentales como testimoniales, imposibilidad económica y temporal de acceder
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a bibliografía especializada en el tema – las fuentes a las que recurrimos son fundamentalmente
secundarias. Éstas consisten en un material filmográfico documental, documentos escritos –
informes sanitarios de campos de concentración, decretos concernientes a la modalidad y
características de la represión, proyectos de leyes actuales referentes a la memoria del franquismo
– y testimonios orales de sobrevivientes y testigos de la represión –extraídos de sitios de internet
abocados a la defensa de Derechos Humanos en España.
Cabe aclarar que la mayor parte del material es elaborado a partir de trabajos descriptivos
realizados por historiadores – fundamentalmente se han tomado estudios de la Universidad de
Barcelona – por lo que se consideró el sesgo de los datos seleccionados. En este sentido, la
extracción de tales datos surgió a partir de un examen profundo de las temáticas abordadas por
cada autor, abocándonos fundamentalmente a la validez de las fuentes consultadas y el significado
e interpretación que le otorgaron los autores. La utilización de fuentes secundarias por un lado
resultó ventajosa porque nos presentó datos sometidos a un proceso de evaluación previo. Pero por
otro lado, dichas fuentes presentaron algunas limitaciones tales como: información obsoleta,
apreciaciones subjetivas sin base empírica suficientemente explicitada, información demasiado
voluminosa y de calidad muy heterogénea, y frecuentemente con errores metodológicos que
empañaban su interpretación. Para mitigar estos problemas recurrimos a ciertos procedimientos
como: formular preguntas estructuradas, buscar de forma sistemática los mejores estudios
disponibles sobre el tema, evaluar críticamente los trabajos encontrados; posibilitando de esta
manera un acercamiento crítico a los datos disponibles.
En una primera etapa de la práctica de investigación se realizó un relevamiento y revisión
bibliográfica sobre la temática de la represión durante la Guerra Civil y el primer franquismo. De
manera inmediata percibimos la escasez de trabajos sociológicos sobre el tema. Asimismo,
pudimos observar una primacía de trabajos descriptivos y una gran cantidad de textos limitados a
hacer efemérides sobre dicha problemática. Nos encontramos en definitiva con un gran y
trascendente tema de investigación que no había sido trabajado lo suficiente.
Desanudar este asunto se constituyó en nuestro propósito. Para cumplirlo, recurrimos a un vasto
marco teórico en el cual nos apoyamos a la hora de interpretar nuestros datos. En numerosas
circunstancias confeccionamos análisis de correlación de fuerzas para poder entender cómo se
relacionaban los actores con trascendencia política, social y económica, y los factores que
impulsaron las políticas represivas del Movimiento 18 de Julio (objetivo específico 1). En este
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sentido, las características descriptivas de los estudios nos permitieron agregarles nuestra
interpretación desde la teoría seleccionada2.
A su vez, para comprender los efectos de la represión franquista sobre la sociedad con
posteriridad a la Guerra Civil (objetivo específico 2) apelamos a un análisis sincrónico de las
etapas históricas inmediatamente anteriores a la Guerra Civil, las denominadas el primer y segundo
franquismo, y la época de la transición democrática.
Posteriormente se procedió a realizar el análisis de los datos secundarios tanto documentales
escritos, filmográficos, como testimoniales (objetivo específico 2). El análisis estuvo orientado a la
obtención de teoría emergente de los datos, desde una perspectiva donde la teoría y la metodología
no sólo están fusionadas, sino que se encuentran en permanente diálogo.
A pesar de las limitaciones del trabajo realizado, creemos que el estudio es válido en lo que
refiere a la comprensión general del sentido de la represión del Movimiento 18 de Julio y el
franquismo. Al seguirse una propuesta metodológica cualitativa, la práctica de investigación se
propuso ser flexible, pudiendo emerger parte del mismo diseño de la propia investigación
(Maxwell: 1996).
IV- Marco Contextual
1. La II República española. Antecedentes y correlación de fuerzas.
Creemos que las preguntas que guían a Manuel Tuñón de Lara son un buen punto de partida para
comprender la Guerra Civil y el posterior franquismo: “¿Cómo pudo llegarse a aquella fractura en
pleno siglo XX, y cómo fue posible que, a partir de esa ruptura, los españoles se dividiesen en
vencedores y vencidos, ‘buenos’ y ‘malos’, patriotas o marginados de la patria que por una lógica
interna […] se convertían primero en herejes y luego en traidores?” (Tuñón de Lara: 1985; 9)
Para responder a esta pregunta elegimos tomar como punto de partida un análisis sincrónico de la
correlación de fuerzas en la Segunda República, teniendo en cuenta sus antecedentes estructurales
y superestructurales.
2 Las interpretaciones realizadas a partir de los trabajos históricos se realizaron luego de numerosas comparaciones entre varios trabajos referentes a la misma temática, considerando las distintas corrientes historiográficas mencionadas en la sección II. Agradecemos las sugerencias y discusiones realizadas con Fernanda Laggatta, alumna del Profesorado de Historia Joaquín B. González.
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1.1. Antecedentes de la II República Española. Los cimientos del capitalismo español.
Siguiendo a Tuñon de Lara (1985), podríamos decir que la sociedad española tras la derrota
militar de 1898 y el Tratado de París firmado por España y Estados Unidos en ese mismo año,
comienza a experimentar una serie de transformaciones que afectan diferentes dimensiones de la
estructura social: las transformaciones demográficas, socioeconómicas y tecnológicas.
Dichas transformaciones constituyen lo que el autor llama la segunda revolución industrial, que
contrasta con el inmovilismo de la agricultura tradicional, la cual sigue ocupando el 65% de la
población activa.
La revolución burguesa se produce de gracias a un pacto entre la burguesía y la nobleza,
entonces convertida en burguesía agraria. Dicho pacto determinó que las transformaciones a nivel
estructural se enfrentaran contra mentalidades arcaicas ligadas a la aristocracia terrateniente
propias del modelo ideológico feudal-señorial. Así, la Iglesia permaneció como órgano principal
de reproducción y transmisión de ideas y creencias, impidiendo la secularización propia del estado
moderno.
Por entonces surgen dos conflictividades que se seguirán desarrollando a lo largo de la historia
española: por un lado la cuestión social, es decir, la apropiación de los excedentes de la producción
de bienes íntimamente ligada a la cuestión del poder de clase; mientras que por otro lado, surge el
reclamo de autonomías de las regionalidades históricas –grupos definidos histórica y
culturalmente–.
La Primera Guerra Mundial repercute en la sociedad española agravando sus desequilibrios.
España produce un alza de las materias primas y de productos industriales básicos, posibilitando
grandes beneficios empresarios3 y consolidando una precaria formación social capitalista.
Según Julio Aróstegui (1986; 72), tales cambios condicionaron la crisis del sistema de
dominación oligárquica. La Primera Guerra Mundial trae el enriquecimiento de determinadas
clases y crecientes dificultades vitales a otras, incrementando notoriamente la conflictividad y
3 Fundamentalmente para los empresarios de siderometalurgia y minas, las compañías de navegación, la industria textil y los productos alimenticios.
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politización social, y suspendiendo cualquier tipo de veleidad política reformista que pudiera
emerger desde el interior del sistema.
Hacia la finalización de la Gran Guerra, se materializan rebeliones paralelas frente al orden
establecido – del Ejército, de las burguesías periféricas, del campesinado y del proletariado –
manifestando su protesta al bloque dominante pero sin lograr un cambio sustancial en el régimen.
Desde entonces el régimen restauracionista dejará de funcionar con sus mecanismos ideológicos
establecidos.
En este sentido, “[…] el descrédito de los partidos políticos del bloque de poder y la utilización
de aparatos de defensa en conflictos sociales facilitarán la tendencia del desplazamiento de los
centros de poder formal a los de poder fáctico, creándose una especie de oferta del sector castrense
al bloque dominante para conseguir salir de la crisis; la ‘sensibilización’ de los medios militares
tras la derrota de Annual confirmará la existencia de una verdadera crisis de Estado […] la crisis
era de las minorías que debían mandar y habían fracasado” (Tuñón de Lara: 1986; 19).
Tras la agonía del régimen político bipartidista se implantará la dictadura militar y civil de Primo
de Rivera, que comienza como contención revolucionaria y acaba en un intento de encontrar
nuevas vías políticas de base corporativista.
El período de la Dictadura se suele dividir en dos fases: la primera llega hasta diciembre de 1925.
En ésta se consigue una solución virtual a la crisis de hegemonía, en donde se trata de proceder a
un reequilibrio de fuerzas en el seno del bloque dominante, contando con la progresión de la
industrialización capitalista –con afluencia de capitales extranjeros – y la necesidad de comenzar
una política de intervención económica del Estado.
A partir de 1927 la crisis de hegemonía se agrava: en el seno del propio régimen se inician
factores de descontento, y se produce una separación entre la Dictadura y los intelectuales4,
importantes sectores del Ejército y en general con los medios culturales y con los trabajadores.
1.2. El Régimen Republicano, un intento de recomposición modernizadora.
Los últimos tres años finales del período (1923-1930) muestran el drama de la búsqueda de un
nuevo sistema de relaciones sociales de dominación. Según Aróstegui (1986), la II República
4 “El enfrentamiento con los universitarios era ya un conflicto abierto y la Alianza Republicana, creada en 1926, reunía a
personalidades de la cultura como Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Gregorio Marañón, Juan Negrín, Teófilo Hernando
[…]”en página 20 en Tuñón de Lara, Manuel; Aróstegui, Julio y otros, La Guerra Civil española. 50 años después op. Cit.
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española parecería presentarse como el intento más decidido de sustituir las viejas estructuras de
dominación de un capitalismo de base agraria que convive con núcleos de mayor modernidad –
como Cataluña o Vasconia– y un régimen formalmente liberal pero no democrático.
Este nuevo régimen será liderado por las medias y bajas burguesías urbanas y por el sector social
reformista del movimiento obrero, mientras que la oligarquía agraria y las burguesías de negocios
perderán sus centros de decisión política y mantendrán el dominio económico.
Para comprender tal proyecto reformista consideramos fundamental tomar una fotografía a la
situación económica y política de España durante la II República, es decir, describir sus conflictos
estructurales y superestructurales. Creemos que el análisis de Pierre Vilar (1986) es sumamente
sugerente al respecto.
1.2.1 Las contradicciones estructurales
Al adentrarnos en la estructura económica española de la época, Vilar (1986) destaca dos tipos
de desequilibrios: 1) los agrarios y 2) los urbanos, industriales y obreros.
1) Desequilibrios agrarios: la instauración desigual del capitalismo en el campo español trajo
aparejados distintos tipos de explotaciones, y consecuentemente distintos tipos de relaciones de
producción que a su vez se asocian con desiguales contradicciones de clase.
En Andalucía, Castilla la Nueva y Extremadura coexisten grandes latifundios con cultivos
extensivos y una propiedad parcelaria minúscula con pocos recursos. Este sistema utiliza mano de
obra temporaria, constituyéndose un proletariado agrícola que espera contrataciones con salarios
bajos. Los asalariados agrícolas experimentarán una tradición de revuelta, conspiraciones y
agresiones teñidas por la ideología anarquista, que los enfrentarán con los propietarios
latifundistas5.
A este tipo de explotación latifundista se enfrentan los minifundios de la región gallega de
producción tipo campesina, sobre los cuales recaen las viejas cargas del antiguo régimen; y los
conflictos de clase de la región de Cataluña entre los productores agrupados en el Institut Agrícola
Catalá de Sant Isidre y los arrendatarios agrícolas –los rabassariures–. Por otro lado, la región de
5 Durante 1932 la represalia a una tentativa golpista provoca un intento de colectivización de la tierra. En 1932/3 los propietarios limitan contratación de mano de obra, seguido la de huelga de recolección de los jornaleros durante 1934.
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Castilla-León protagoniza una producción capitalista latifundista en donde existe un importante
encuadramiento del sindicalismo católico –Confederación Nacional Agraria –.
2) Desequilibrios urbanos, industriales y obreros: en España se desarrollaron fábricas aisladas
y regiones industriales tales como Asturias, Bilbao, Cataluña y Barcelona. Esta situación hizo que
se creara un proletariado industrial disperso orgánicamente, y concentrado regionalmente en
grandes ciudades.
De esta manera por los años de la II República el proletariado urbano estaba organizado
principalmente a través de la Unión General de Trabajadores (UGT) con una ideología socialista
en Bilbao y Asturias; y en Cataluña la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) agrupaba a los
trabajadores bajo el pensamiento anarcosindicalista.
1.2.2 Las contradicciones superestructurales
Según Vilar, a la estructura económica tan desigual parecen corresponderse los desequilibrios
regionales de a) los nacionalismos periféricos y b) las características del pensamiento religioso.
a) Los nacionalismos periféricos rememoran las antiguas formaciones históricas que se han
resistido a lo largo del siglo XIX al unitarismo español, cuyo dogma residía en Castilla.
1) El nacionalismo catalán: sus fundamentos son una lengua en común; una historia en común
que rememora el poderío catalán medieval; una tradición independentista ligada a la crítica de los
reyes de Castilla; y la originalidad económica adquirida desde el siglo XVIII de la industria,
principalmente textil, de cuya prosperidad depende el mercado español y cuya precaria estabilidad
está ligada a las decisiones de la protección aduanera en Madrid. En 1917-1923 la reivindicación
catalana se une con las aspiraciones democráticas, y el catalanismo se convierte en un instrumento
de las clases bajas y medias que se opone a la Lliga Conservadora Procentrista.
3) El nacionalismo Vasco: invoca una lengua y pasado común, junto con una etnia en común –
un grupo aislado, reducido y amenazado por la civilización–. En una región en donde la industria
modernizó las relaciones sociales, las tesis regionalistas fueron asumidas por los representantes de
la burguesía media –dueños de empresas familiares, comerciantes, notables rurales y hombres de
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profesiones liberales – quienes adhirieron a un sentimiento de grupo vivo y popular ligado al
catolicismo6.
b) Por último, podríamos decir que los desequilibrios espirituales también parecen
corresponderse con el tipo de estructura desigual anteriormente descripta. En algunas de las
regiones de España, durante el siglo XX aún se transmite una herencia histórica y ambiente
tradicional, que mantienen en el pueblo ciertas creencias que dan a la Iglesia un importante poder
ideológico.
Durante la II República la Iglesia había hecho ostentación de su solidaridad con las clases
conservadoras. Entre 1931 y 1933 ésta ve amenazado su poderío sobre sociedad civil, debido a la
proclamación de la libertad religiosa de los ciudadanos, la separación practicada entre las Iglesias y
el Estado, las leyes sobre las congregaciones y la escuela, y la legalidad del divorcio, que ponían
fin a la identidad ideológica entre el Estado español y la doctrina católica.
Para esta burguesía media en el poder, el peso de la Iglesia y de sus alianzas era tenido como
responsable del retrazo de España respecto a Europa. Así, fieles a los ideales liberales, concebían
que laicizar era modernizar.
En estas circunstancias en el seno de la sociedad española se produjeron las siguientes
combinaciones: 1) la fracmasonería presente en los orígenes de la república, 2) republicanos
históricos como Lerroux quienes incitaron en 1909 a los jóvenes bárbaros a violar a las monjas, 3)
los primeros grupos fascistas, que hacían del catolicismo una de las bases de la hispanidad.
1.3 Acerca de la historia y evolución del cuerpo castrense.
El ejército español se encuentra signado por una peculiar tradición: los pronunciamientos. Los
militares españoles cuentan con la histórica usanza de intervenir cuando los acontecimientos
políticos y sociales plantean un problema grave para el conjunto de la sociedad. Comprender qué
es lo que motiva e impulsa este hábito castrense será el fundamento del presente apartado. Para
ello abordaremos por un lado las influencias ideológicas y teóricas que abonaron las perspectivas
castrenses y, por otro lado, la relación entre la institución militar y los acontecimientos sociales y
políticos a través del período analizado.
Respecto de las influencias ideológicas y teóricas, estas pueden ser sintetizadas en tres influjos
esenciales:
6 Surgen entonces el Partido Nacionalista Vasco, la sindical Solidaridad Obrera Vasca, una red de asociaciones (de jóvenes, mujeres, beneficencia, etc.) e ideológicamente un clero urbano abierto a las orientaciones sociales modernas y un clero rural que se siente vasco.
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1) El Pretorianismo: el término remite al ejército romano. Muchos de sus generales solían
escoger entre las filas militares una fuerza privada de soldados para servir como escoltas o
guardias de la tienda o de la persona del general. Este cuerpo ideológico va a marcar una tendencia
en el cuerpo militar hacia una vocación protectora del Estado.
2) Canovismo: Durante el período político de la Restauración (1875- 1923) se impone la figura
de Antonio Cánovas del Castillo en la conformación de la Constitución de 1876. Su pensamiento
político estaba ceñido por un liberalismo contrario al sufragio universal y basado en un sistema
censitario. Su influencia sobre el militarismo español se sitúa en sus concepciones sobre las
políticas de defensa y militares, ya que éstas se centraban en neutralizar el peligro interior,
contemplando para el ejército un rol tutelar del Estado.
3) Influencias del pensamiento clausewitziano: Clausewitz, ex militar del ejército prusiano,
intentó abordar teóricamente la cuestión de la guerra construyendo una teoría que tuviera una
validez permanente. El concepto más provocador de su obra es la afirmación de que la guerra es la
continuación de la política con otros medios. Clausewitz pensaba que la guerra moderna es un acto
político, y esta manifestación ponía en juego lo que él consideraba el único elemento racional de la
guerra. En su concepción, los otros dos elementos de la guerra son: a) el odio, la enemistad y la
violencia primitiva y b) el juego del azar y las probabilidades. El primero de estos tres aspectos
interesa especialmente al pueblo; el segundo, al comandante en jefe y a su ejército, y el tercero,
solamente al gobierno.
En la teoría de Clausewitz, los elementos del odio, el cálculo y la inteligencia – la pasión, el
juego y la política – forman una "trinidad" inseparable. Su filosofía indica que el cálculo
estratégico de los y la conducción política trata de dirigir e instrumentar una tendencia a la
violencia y la hostilidad preexistente. Sostenía que aun cuando un conflicto se iniciara sin esa base
emocional, su desarrollo necesariamente influiría en este plano.
Por último el autor concebía la guerra como una empresa política de alto vuelo y consideraba que
todos los recursos de una nación deben ponerse al servicio de ésta cuando se decide su ejecución.
Pensaba que la guerra, una vez iniciada, no debe detenerse hasta desarmar y abatir al enemigo
(Clausewitz: http://perso.wanadoo.es/ddragon/delaguerra.PDF).
Las principales líneas de este pensamiento se orientan hacia:
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a. El “fin político” de la guerra es rector y determina la aceptabilidad y las acciones que la
constituyen.
b. Se debe velar que las acciones operadas durante la guerra no tengan repercusiones negativas
para el interés nacional.
c. Las necesidades políticas delimitan la aceptabilidad de la injerencia militar y constituyen
aquello que da sentido a la propia acción militar.
Estas influencias conforman un conjunto de disposiciones al interior de la institución castrense
que restringen sus ulteriores respuestas a diferentes problemáticas sociales y/o políticas a
pronunciamientos.
¿Qué es un pronunciamiento? Siguiendo a Pierre Vilar (1986), consiste en una acción de
conspiración militar, por aquellos que disponiendo en uno o varios puntos del país de fuerzas
armadas y contando con apoyos interiores y exteriores, despliegan las tropas con intenciones de
“pronunciarse” a través de un manifiesto sobre la situación política. En miras a este objetivo,
ocupan lugares fundamentales de decisión y de comunicación. En aquellos casos en los que el
movimiento se extiende de manera suficiente, intiman al gobierno para que se retire, lo reemplazan
e incluso pueden llegar a cambiar el régimen.
Estos pronunciamientos además de constituirse como legado de distintas tradiciones ideológicas
y políticas, se hallaban sin duda relacionados con las condiciones reales de existencia del aparto
militar. A lo largo de su evolución pueden definirse tres momentos básicos en los que se pueden
reconocer cambios estructurales en la institución7:
1) Etapa Pretoriana (1900 – 1917): Ante los riesgos del carlismo8, del republicanismo y del
internacionalismo, y estando la política distinguida por la influencia del canovismo, se procede en
este período a un reforzamiento del cuerpo militar. Con intensiones de guarecer al Régimen de los
peligros internos, se coloca al militarismo como poder tutelar del Estado.
La fuerza armada, tras la pérdida de las colonias ultramarinas, había quedado desprovista de
medios y vacía de contenido, al estar abocada a actividades burocráticas y tareas de custodia de
7 Ver Puell de la Villa, Fernando (2001), “Política de defensa y política militar”, Publicado en Claves de la España del siglo XX.
Estudios, Valecia, Sociedad Estatal España Nuevo Milenio. http://www.iugm.es/ARCHIVOS/estudioshistoricos/puell-01.pdf - Fecha de visita: 30 de abril de 2008. 8 El carlismo fue un movimiento político de carácter antiliberal y antirrevolucionario que pretendía el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español y propugnaba un retorno al Antiguo Régimen.
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edificios públicos. En ese contexto, la burguesía comienza a exigir tropas para enfrentar los
conflictos laborales, reafirmando así la auto-percepción de las fuerzas armadas como árbitros de la
esfera política, institucional y social de la vida española. De la escasez del presupuesto militar y la
exigencia de su intervención para garantizar el orden interno, surge la necesidad de proceder a una
reforma del organismo, que se cristaliza finalmente hacia 1907 y 1912.
2) Etapa Militarista (1917 – 1969): Finalizada la Primera Guerra Mundial, se abordó una
extensa reorganización militar cuyos rasgos esenciales fueron: a) Definición del ejército como
“escuela permanente de mando, instrucción y preparación para la guerra” (Puel de la Villa: 2001;
7); b) Diversificación la organización de las unidades; c) Mejoras en la situación económica y
profesional de las clases de tropa; d) Remodelación de las tropas en el Protectorado Marroquí.
Puell de la Villa (2001) sostiene que estos contextos tan convulsionados suscitaron una nueva
forma de combate y colocaron al ejército como puntal del orden público. Se suscitará una
modalidad militar que será formulada más adelante con el término de “guerra subversiva”.
1.4 La recomposición modernizadora de la II República española.
Como mencionamos en el comienzo del presente apartado, la II República Española se propone
una resolución del conflicto social de manera no revolucionaria (Aróstegui: 1986; Tuñón de Lara:
1985). En este breve subapartado proponemos analizar los encuadramientos políticos de los grupos
sociales durante la II República.
Las bajas burguesías urbanas, poco ligadas a los intereses agrarios establecen una alianza con el
sector social-reformista del movimiento obrero liderado por el PESOE y la UGT. Más tarde, el
comunismo español se sumará a este proyecto.
Los enemigos de este modelo se situarán a la izquierda y la derecha. Desde la derecha, la fuerza
reaccionaria a ultranza es la compuesta por los propietarios agrarios, quien apoyada por el sector
de la burguesía de negocios, temen una ley de reforma agraria en profundidad. Junto a este sector
se encuentra la oposición eclesiástica y los medios castrenses, quienes por su formación y hábitos
eran propensos a la disensión.
Del lado de la izquierda, el proyecto se enfrenta a la opción revolucionaria representada por el
anarcosindicalismo (CGT) y el comunismo disidente de menor incidencia. A esta tendencia se
suma el fenómeno de izquierdismo del sector largocaballerista perteneciente al socialismo
reformista y la trayectoria del Partido Comunista en España. A su vez, debe considerarse la
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peculiaridad de que en España existe una influencia social y control persistente de los aparatos del
Estado por la vieja oligarquía.
2. La Guerra Civil Española: sus significados y enfrentamientos.
2.1 Los orígenes.
Siguiendo la correlación de fuerzas anteriormente mencionada, creemos que es evidente que el
Movimiento 18 de Julio no se alza para enfrentar una amenaza revolucionaria, sino que se levanta
contra el cumplimiento del programa del Frente Popular. Las nuevas condiciones políticas
derivadas del triunfo del Frente Popular – febrero de 1936 – posibilitaron que el reformismo
llegara hasta sus últimas consecuencias.
La estructura de poder oligárquico –la clase de grandes terratenientes y financieros junto con las
masas rurales satelizadas por aquellas y la Iglesia como aparato legitimador – siente amenazada su
posición en el poder. Tales sentimientos se complementan con los aparatos de defensa del Estado
cuya mayoría no aceptaba la legitimidad republicana.
Así, la conspiración que se prepara entonces cuenta con una fracción mayoritaria del Ejército
cuyas conexiones con los grupos de presión, partidos políticos y demás colaboradores civiles la
convierten en un levantamiento típico español (Aróstegui: 1986).
A pesar de que el pronunciamiento del Movimiento fue clásico, la novedad de entonces fue: 1)
su planificación como golpe simultáneo posibilitó una extensa red de adhesiones apoyadas por la
colaboración civil (Aróstegui: 1986); y 2) dicho pronunciamiento tiene lugar luego de una
politización de las masas sin precedente alguno (Vilar: 1986).
Parecería que entre los sublevados del golpe del 17 de Julio y las fuerzas representadas por el
Frente Popular y los sindicatos obreros no existía solución de compromiso posible sin llegar hacia
una Guerra Civil.
2.2 El enfrentamiento de las dos Españas.
Puesto que nuestro objetivo no es analizar en su profundidad las características de la Guerra
Civil Española, nos interesa tomar un retrato de las dos Españas que se enfrentan en dicho
conflicto.
Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas Trabajo Final
María Luz Roa Cátedra: Feierstein Paula Trillo
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¿Qué fuerzas se enfrentaban? Las líneas de partición de las dos Españas pasarán por las propias
estructuras de la sociedad. Las zonas industriales y la mayor parte de los recursos mineros estaban
en la zona gubernamental, mientras que las grandes regiones cerealistas permanecieron en la zona
sublevada.
De esta manera, en las regiones leales a la República había mayor población urbana, formas
sociales más evolucionadas y mayor fuerza del movimiento obrero; mientras que en las regiones
del Movimiento había mayor población rural. A pesar de esto, cabe aclarar que la partición del
mapa tras la fase de pronunciamientos cuenta con victorias del Movimiento sobre las ciudades,
quedando a la incertidumbre las zonas rurales que los rodean (Vilar: 1986).
Del bando republicano, la sublevación de 1936 hizo que se produjera un desbordamiento de
poderes populares que sustituyeran al Gobierno de Madrid y a los autonómicos. Las milicias
constituyeron fuentes de poder en ciertos ámbitos y el gobierno de Largo Caballero trataba de
recomponer las vías de la legalidad del Estado. Del bando rebelde la estructura política fue desde
un primer momento dictatorial.
2.3 Aspectos internacionales del conflicto español.
Muchos especialistas en la temática han analizado la guerra de España a la luz de los grandes
problemas del contexto internacional, interpretando al conflicto bélico como antesala de la
Segunda Guerra Mundial. Actualmente los expertos en el tema concuerdan que la Guerra Civil se
origina en procesos y fenómenos internos, y que la interacción entre estos procesos con la
dimensión internacional caracteriza de manera más determinante su curso (Viñas: 1986).
Cuando comienza la guerra en 1936, Francia promueve una política de no intervención que
Inglaterra apoya a la brevedad. Dicha política, que se cristalizaría en el Comité de no intervención,
prohíbe a todos los Estados el tránsito y la exportación hacia España de material de guerra, barcos
y aviones. A pesar de esto, el comité nunca tuvo poderes para imponer dicha política, ni los países
firmantes se sintieron vinculados a tal prohibición (Santos Juliá: 2004).
Los regímenes fascistas de Italia y Alemania apoyan al Movimiento con envíos tanto de
armamento, aviones, flota y recursos humanos – Legión Cóndor –. Dichas potencias además de
perseguir metas ideológicas en común con el Movimiento, tenían como interés geoestratégico
amenazar las comunicaciones de Francia (Viñas: 1986; Vilar: 2006).
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Por otro lado, Inglaterra y Francia a pesar de su promulgada “no intervención”, apoyaron al
bando republicano a través de la política de cierre y apertura de la frontera franco-española y el
envío de las Brigadas Internacionales – reunidas por el llamamiento de varias organizaciones bajo
la influencia dominante de la Internacional Comunista–. Por último, la Unión Soviética y México
tuvieron un promulgado apoyo a la España Roja a través de envío de armamento y consejeros
militares.
3. El Movimiento: orígenes y desarrollo.
Como vimos anteriormente, las fuerzas que colaboraron en el alzamiento militar pertenecían a la
oligarquía agraria, un gran sector de la burguesía de negocios, la Iglesia y el Ejército. Los
encuadramientos políticos de tales sectores eran sumamente heterogéneos, variando entre
monárquicos carlistas, la derecha corporativista de tradición primoriberista9, y militares sin clara
definición política (Aróstegui: 1986).
Una vez producido el alzamiento, el primer acto jurídico de los militares rebeldes fue la creación
de una Junta de Defensa Nacional – decreto de 24 de julio de 1936 – integrada por militares y
estructurada con arreglo al fuero militar: grado y antigüedad. La misma asumió todos los poderes
del Estado y la representación del país ante las potencias extranjeras. Tal creación fue un acto
fundacional de un nuevo Estado por el que un órgano colegiado asumía todos los poderes y
comenzaba a legislar por decreto (Santos Juliá: 2004).
El 28 de Julio la Junta Nacional declaró en estado de guerra el territorio nacional y tipificó como
rebeldes a todos los que colaboraran o defendieran al gobierno de la República. El 29 de
septiembre, la Junta transfirió todos los poderes del Estado al General de División Francisco
Franco, nombrándolo Jefe de Gobierno de Estado. El decreto también lo nombró como
Generalísimo de las Fuerzas Nacionales de tierra, mar y aire, y le confirió el cargo de General Jefe
de los Ejércitos de Operaciones. A partir de entonces, la cuestión central de la institucionalización
del nuevo régimen consistió en definir las condiciones para regular el ejercicio de un poder pleno,
soberano, ilimitado e indefinido (Santos Juliá: 2004).
9 Ver dictadura de Primo Rivera en subapartado I.
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En un primer momento, el proyecto de sublevación militar fue negativo y ambiguo. Los
sublevados se declararon en contra del desorden, la revolución y la fragmentación nacional (Vilar:
1986). Lo que la mayoría de los insurrectos quería combatir era la República misma y su
significación social. Posteriormente, esta “cruzada contra el comunismo para salvar la religión, la
patria y la familia” trataba de ir mucho más allá del restablecimiento del orden. Se proponía tener
“[…] tierra lisa y llana para llenarla alegremente de piedras imperiales” (Pemán: 1937; 94-95).
La unificación política del Movimiento quedó en manos de Ramón Serrano Suñer – ex militante
gilroblista, cuñado de Franco – quien creó la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de
Ofensiva Nacional Sindicalista FET y de la JONS, atribuyendo a Franco el título de Caudillo. De
esta manera, se inicia el franquismo. Los jefes históricos de la Falange fueron apartados, mientras
que la masa de los militantes y los dirigentes oportunistas aceptaban una unificación que la guerra
justificaba y que daba al Partido Único un control total sobre la sociedad (Vilar: 1986).
Por un lado, Franco prometió la restauración a los monárquicos, el Estado Corporativista a la
Falange y la cruzada a la Iglesia. Por otro lado, tomó de su entorno los signos del fascismo tales
como: vocablos, gritos y gestos. Toda ideología parecía buena si aseguraba el encuadramiento
moral de las retaguardias militares en la espera del Estado futuro (Vilar: 1986).
Este régimen autoritario se sabía en posesión de una verdad trascendente y se propuso aplicarla
con un aparato represivo y eficaz. Desde entonces la represión comienza a cumplir en el campo
franquista la función de paralizar al enemigo por el terror. El exceso y la violencia son alentados y
legalizados por los propios dirigentes (Fontana: 2000).
V- La represión franquista ¿una Práctica Social Genocida?
1. Concepciones preliminares
El presente apartado se propone desentrañar el nudo de nuestra problemática: ¿qué tipos de
tecnologías de poder despliegan las prácticas represivas del Movimiento 18 de Julio durante y
después de la Guerra Civil Española?
Según Foucault, el poder es y debe ser analizado como algo que circula y funciona en una
cadena, nunca está localizado en un punto específico o en manos de un dominador, sino que
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funciona y se ejerce a través de una organización reticular: “Y en sus mallas los individuos no sólo
circulan, sino que están puestos en la condición de sufrirlo y ejercerlo; nunca son el blanco inerte o
cómplice del poder, son siempre sus elementos de recomposición”. Esta concepción implica
estudiar el poder allí donde su intención está investida en prácticas reales y efectivas, allí donde
esté en relación directa e inmediata con “su objeto, su blanco o su campo de aplicación”. En este
sentido el individuo es un efecto del poder y a la vez un elemento de su propia composición, ya
que el poder pasa a través del individuo que éste mismo ha constituido. (Foucault: 1996; 32).
Siguiendo el contexto anteriormente mencionado, durante la II República Española ya se había
constituido una nación moderna. Entendemos la democracia moderna, desde la perspectiva de
Giorgio Agamben, como biopolítica encargada de definir en cada momento la frontera entre lo que
está dentro de la vida y lo que está fuera10. Biopolítica es para Agamben tanto poder de vida como
poder de muerte – tánatopolítica –, producción de vida y función homicida. El estado moderno
construye constantemente otredades negativas que son las que asimismo fundan el poder y lo
legitiman como necesario. Éstas son resultado y requerimiento de la dominación. Por ello, el
campo de concentración se convierte en paradigma del espacio biopolítico moderno. El nuevo
sujeto de la política emergido de este entramado de poder es la zõé: la nuda vida anónima, lo
puramente biológico, lo corpóreo: “Son los cuerpos, absolutamente expuestos a recibir la muerte,
de los súbditos los que forman el nuevo cuerpo político de Occidente” (Agamben: 1998; 159).
Partiendo desde esta concepción del poder enmarcado en la biopolítica moderna, y respecto del
caso que analizamos nos preguntamos: ¿qué lógica se esconde detrás de los juicios sumarios, la
extensión de campos de concentración a lo largo de todo el territorio español, las ejecuciones
sumarias y persecuciones, los batallones de trabajadores, las desapariciones, el tratamiento de los
niños y el servicio de libertad vigilada? ¿Cuáles son las redes de poder que se constituyen? ¿Qué
relación tienen con el conjunto social? ¿Es una Práctica Social Genocida?
Según Daniel Feierstein el concepto de Práctica Social Genocida da cuenta de “aquella
tecnología de poder cuyo objetivo radica en la destrucción de las relaciones sociales de autonomía
y cooperación y de identidad de una sociedad, por medio del aniquilamiento de una fracción
relevante – sea por su número o por los efectos de sus prácticas – de dicha sociedad y del uso del
10 Constituye una línea movediza que debe ser alterada de manera constante, una marca iterable que esculpirá el epitafio de aquellas vidas que serán despojadas de cualquier valor político, vidas que no merecen ser vividas. Agamben sostiene que la noción de “igualdad natural” implica cierta reivindicación y exposición de los cuerpos como vidas anónimas incluidas en el ejercicio del poder soberano – zõé (Agamben: 1998) –, una inclusión en el poder de la vida en su estado más puro.
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terror, producto del aniquilamiento para el establecimiento de nuevas relaciones sociales y
modelos identitarios” (Feierstein: 2007; 83). La noción de Práctica Social Genocida entiende a los
genocidios modernos11 como una construcción que está en permanente movimiento, y como un
proceso que se inicia antes del aniquilamiento y concluye con posterioridad al mismo.
El autor caracteriza cuatro tipos de genocidios modernos: 1) genocidio constituyente:
aniquilación sistemática de población orientada hacia el objetivo de conformar un estado nación;
2) genocidio colonialista: cuando la aniquilación corresponde a poblaciones autóctonas con el
objetivo de utilizar sus recursos naturales y como estrategia de subordinación de la población
originaria; 3) genocidio poscolonial: refiere al exterminio de población como resultado de la
represión de las luchas de liberación nacional; 4) genocidio reorganizador: busca transformar las
relaciones sociales hegemónicas en el interior de un estado nación mediante la eliminación de una
porción de su población, utilizando como dispositivo fundamental la lógica concentracionaria.
De esta manera, nos preguntamos si en el caso de que los actos represivos del Movimiento 18 de
Julio se correspondan con la definición de prácticas sociales genocidas, a qué tipo de genocidio se
corresponderían.
2. El campo de concentración: paradigma del espacio biopolítico moderno.
Con la avanzada del Movimiento 18 de Julio sobre los territorios republicanos y el posterior fin
de la guerra, la rendición incondicional republicana supuso para quienes habían combatido en las
filas rojas la muerte, el exilio, el encarcelamiento o la explotación laboral. De los campos en que
quedaron concentrados los días de derrota, miles de republicanos, socialistas, anarquistas y
comunistas salieron hacia los distintos establecimientos penitenciarios. La represión afectó
también a las viudas y hermanas de los condenados, a quienes se las encarcelaba; se las marcaba
rapándoles el pelo; se las purgaba y castigaba haciéndolas marchar por las calles del pueblo,
despojándoles sus bienes, quitándoles a sus hijos (Santos Julià: 2004).
Tanto historiadores como especialistas en la problemática de la Guerra Civil concuerdan en que
la finalidad de la represión durante la Guerra Civil y el primer franquismo consistía en limpiar
hasta erradicar por completo todo lo que los vencedores comprendían como causa del desvío de la
11 Según Feierstein el genocidio moderno implica un intento por quebrar las formas de relación social, transformándolas en heterónomas e individualistas. Éste se realiza a través de prácticas sociales genocidas que, como mencionamos anteriormente, afectan dimensiones materiales y simbólicas.
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nación. Y para realizar tal fin, la exclusión masiva de los vencidos fue un paradigma fundacional y
fundamental del régimen, el cual creemos tuvo en los campos de concentración la cristalización
más inmediata.
2.1 El campo de concentración: epicentro de las políticas represivas.
Las diversas prácticas represivas durante la Guerra Civil y el primer franquismo tienen como
espacio central de ejecución el campo de concentración. Entre 1936 y 1947 existieron en España
más de 180 campos, dentro de los cuales 104 de ellos funcionaron de manera estable. En éstos se
internó a cerca de medio millón de prisioneros políticos a quienes se les clasificaba, torturaba,
reeducaba, aniquilaba ideológicamente, asesinaba o preparaba para formar parte de los Batallones
de Trabajadores (Rodrigo: 2006).
Existieron distintos tipos de campos de concentración que los podemos clasificar de la siguiente
manera: a) aquellos en donde primó la eliminación física de prisioneros políticos, como el campo
de Castuera; b) aquellos en donde se concentró población reclusa extranjera, como el campo de
San Pedro de Cerdeña; c) aquellos en donde se agrupó a la población denominada “inútil”, como el
campo de Lerma; e) los agrupados en la categoría de patronatos y conventos en donde se encerró a
mujeres y niños/as12.
Durante la Guerra Civil y el primer franquismo el sistema de campos se organizó en torno a una
serie de campos principales – como el Castuera en Burgos – los cuales estaban ubicados en puntos
geográficos estratégicos y de fácil acceso a las principales vías de comunicación –tales como
cercanía de ciudades importantes, cercanía a estaciones ferroviarias, a ríos y a rutas principales–.
En éstos se realizaban las clasificaciones de prisioneros y posteriormente se los ubicaba en los
disntintos campos en donde según su clasificación dependería su destino: podían ser asesinados,
reeducados u utilizados como mano de obra barata, o encerrados por su “inutilidad”. Propongo nos
detengamos en las distintas políticas represivas que irradiaban desde los campos de concentración.
2.1.1 Los Batallones de Trabajadores
El sistema de campos estaba íntimamente relacionado con los llamados “Batallones de
Trabajadores”, sistema mediante el cual se recurría al uso de mano de obra forzosa de los
prisioneros de guerra. Desde su creación en 1937, la presencia de prisioneros de campos de
12 A pesar de que éstos establecimientos no se denominaron “campos de concentración”, la funcionalidad de los mismos asume la lógica de la noción campo que utilizamos (Agamben: 1998).
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concentración trabajando en ciudades, rutas, iglesias, etc. se convirtió en un nuevo elemento de la
vida cotidiana española. Era común que luego de su clasificación13 los prisioneros estuvieran
internados alrededor de 6 semanas en los campos, en donde se los sometía al un doblegamiento
físico y psicológico, y se los intentaba adoctrinar y reeducar a través de charlas religiosas. Tras
este período de internación, aquellos prisioneros “aptos para el trabajo” pasaban a integrar los
Batallones de Trabajadores.
La propaganda anunciaba la obligación de los prisioneros políticos de “colaborar” en la victoria
de la “verdadera España”. Se destacaba que aquellos que se habían sublevado contra “España”
debían reconstruir el país que habían destruido. De esta manera se sentaron las bases para un
sistema de explotación laboral sumamente beneficioso para el Estado, los particulares, los
ayuntamientos y las empresas, desarrollando sus actividades en ámbitos como 1) las industrias
metalúrgicas en Bilbao, 2) las carreteras de Santander, 3) las intendencias militares en Sevilla, 4) el
tendido de puentes en Castilla, 5) el vareado de olivas en bajo Aragón, entre otros14 (Rodrigo:
2006).
Exponemos a continuación el un extracto del decreto –dictado el 28 de mayo de 1937– por el
cual se establece oficialmente a los Batallones de Trabajadores:
“El victorioso y continuo avance de las fuerzas nacionales en la reconquista del territorio patrio ha
producido un aumento en el número de prisioneros y condenados, que la regulación de su destino y
tratamiento se constituye en apremiante conveniencia. Las circunstancias actuales de la lucha y la
complejidad del problema impiden en el momento presente dar solución definitiva a la urgencia, se
resuelva sobre algunos aspectos cuya justificación es bien notoria […] existen otros [prisioneros], en
número considerable que sin una imputación específica capaz de modificar su situación de simples
prisioneros y presos les hace aptos para ser encausados en un sistema de trabajo que represente una
positiva ventaja.
El derecho al trabajo, que tienen todos los españoles como principio básico declarado en el punto quinto
del programa de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, no ha de ser regateado por el nuevo
Estado a los prisioneros y presos rojos […] Tal derecho al trabajo, viene presidido por la idea de derecho-
función o de derecho-deber y en lo preciso, de derecho-obligación”
(Pascual: 2002; 4)
13 Para el procedimiento de clasificación ver proceso de selección en Momentos de las Prácticas Sociales Genocidas. 14 Hacia el final de la guerra existían campos que tenían Talleres penitenciarios en su interior. En éstos se utiliza la mano de obra de los prisioneros políticos para determinados trabajos especializados (Gómez Bravo: 2006).
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La idea de “derecho al trabajo” se veía acompañada por una propaganda que aclamaba por una la
“redención” de los “pecados ideológicos” de la “anti- España” y su auto- liberador aporte al
proceso de reconstrucción nacional.
Ahondando en la organización de los Batallones de Trabajo, nos encontramos con un cierto
número de normativas que guiaban tanto la disposición y orden de cada uno de ellos, como
asimismo las distintas órdenes a cumplir tendientes a un disciplinamiento de aquellos sometidos
(Rodrigo: 2006) . Entre esas reglas destacamos:
1. El ingreso de los prisioneros en los lugares de trabajo debía realizarse en formación
militar
2. La jornada de trabajo consistía en ocho horas totales, interrumpidas únicamente por un
exiguo almuerzo al mediodía por el almuerzo
3. Una vez finalizada la jornada laboral, los prisioneros debían regresar al campo de
concentración de donde proviniesen.
4. En el caso de que algún prisionero no rindiera lo suficiente, sería trasladado sin
advertencia previa a un campo de concentración “de castigo”. Asimismo, un alto rendimiento se
premiaría con primas.
5. Todos los prisioneros serían sometidos a un reconocimiento médico para evitar
“desafectos” físicos
6. Sus trabajos se liquidarían semanalmente con la inspección.
7. Los prisioneros apercibían 0,50 Pts. diarias.
En mayo de 1937, el trabajo forzoso es sujeto a regulaciones por parte de los franquistas: sólo es
concedido el derecho al trabajo en condición de peones a aquellos considerados prisioneros de
guerra, excluyendo la utilización de presos comunes. La continuidad en la utilización de los
Batallones de Trabajadores se extenderá luego del final de la Guerra Civil.
2.1.2 La Redención de Penas por el Trabajo
Con el triunfo de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, el régimen se aleja de varios
aspectos de su influencia fascista y resalta su naturaleza católica, netamente española y
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anticomunista. Hacia esos años comienzan a producirse las excarcelaciones de los campos de
concentración y se aplica la política de redención de penas por el trabajo15. Por esta política una
vez más se llaman a aquellos que habían destrozado España para reconstruirla, forjándose en el
discurso del régimen una imagen de reinserción en la vida civil por el trabajo y la buena conducta.
La redención de penas por el trabajo se contabilizaba en un día de pena redimido por cada dos
trabajados. En 1945 se establece una propuesta de horas extras o trabajo a destajo. Los prisioneros
excluidos de dicha redención serían los encausados por el Tribunal para la represión de Masonería
y Comunismo, los condenados que con posterioridad a la condena cometieran un “nuevo delito”,
aquellos que se quisieran evadir del sistema de redención y las mujeres.
2.1.3 Las políticas diferenciales hacia las mujeres
Nos resulta difícil poder observar las particularidades diferenciales –o no – de la represión
respecto a las mujeres y varones, debido a que los datos recavados de estudios historiográficos
invisivilizan a las mujeres. Por ese motivo nos hemos visto obligadas a escribir en el plural común
español, masculizando a aquellas víctimas de la represión. Pero a partir de ciertos datos recavados,
fundamentalmente de material documental audiovisual, podemos hacer una reconstrucción del
tratamiento diferencial hacia las mujeres. No pretendemos ser exhaustivas en la problemática, sino
simplemente abrir un espacio de exploración y problematización. A su vez, vale aclarar que
creemos que en toda perspectiva que indague sobre la represión desde la lógica del poder es
imprescindible tener en consideración el género16 como una manera primaria de significar las
relaciones de poder (Scott: 1990).
Existen indicios de que en los campos de concentración hubo pabellones diferenciales entre
mujeres y varones, y que muchas mujeres fueron encerradas no sólo en campos de concentración,
sino también en conventos y albergues diversos en donde tuvieron vivencias diferenciales a las de
los prisioneros alojados en los campos debido a su condición de ser mujeres, y por ende madres
(Gomez Bravo: 2006; Documental Els nens perduts del franquisme; Labrador Juarros: 2002). Es
por eso que entendemos a estos espacios como campos, ya que su funcionalidad y características
15 La Redención de Penas por el Trabajo se incorpora al Código Penal vigente en 1944. 16 El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las diferencias que se perciben entre los sexos. Éste es una manera primaria de significar las relaciones de poder (Scott; 1990).
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se corresponden tal definición17. El encierro afectó no sólo a las activas militantes sino también a
esposas, madres o hermanas de militantes varones.
Mientras que a los hombres se los encerraba solos o en algunos casos con sus hijos mayores – de
14 años en adelante aproximadamente –, a las mujeres se las aprisionaba conjuntamente con sus
hijos/as pequeños/as. Las prisioneras políticas mujeres sufrían políticas represivas diferenciales.
Tras la finalización de la guerra se crean los “Establecimientos Especiales de reforma para mujeres
caídas”, en donde se les excluye a las prisioneras de la posibilidad de redención de Penas por el
trabajo, ya que para ellas el trabajo era considerado obligatorio e inherente a la corrección
femenina.. De esta manera la problemática de las llamadas “descarriadas” propició la creación de
siete centros especiales de reeducación femenina, en donde la propaganda destaca singulares
imágenes (Gomez Bravo: 2006). El siguiente sermón de un capellán de la Iglesia de un pueblo
relatado por Carmen Riera (Documental Els nens perduts del franquisme) resulta sumamente
ilustrativo:
"Putas, más que putas. Que habéis jodido con vuestros propios hijos. Por lo tanto, no penséis en indulto,
no habrá amnistía y haremos limpieza"
(Documental Els nens perduts del franquisme)
2.1.4 Las políticas diferenciales a los/as niños/as
Sobre las mujeres y sus hijos/as se aplicó claramente una política del “dejar morir”,
practicándose una verdadera economía de la miseria en los espacios en dónde estaban hacinados/as
y sin comida apropiada. En varias ocasiones las mujeres con sus hijos/as eran llevados/as en trenes
sin asientos hacia los campos. Podían estar varios días en éstos sin comer ni tomar casi nada y
haciendo sus deposiciones en los mismos vagones que los/as cargaban. Muchos/as de los niños/as
morían por inanición o enfermedad en estos traslados, otros/as tantos/as morían en las cárceles por
los mismos motivos.
“En algún momento alguien tiraba un pedacito de pan, pero no era alimento suficiente. Hasta que
morían…los niños morían… dijimos ‘Aquí hay dos niños muertos... dos niñas muertas...’ y dicen ellos:
‘¡Ay!’, no porque... que se acercan... la guar... la guardia civil y dicen ‘¡Pero qué horror! ¡Qué espanto!
¡Qué guarrería! ¡Cómo huele esto!’ Y dijimos ‘Porque hay mierda y niñas muertas’ Y entonces las
madres tuvieron que dejar a las niñas muertas en el andén de Valencia y entrar otra vez al vagón y
venirse a Madrid. Porque nos llevaban presas ya, naturalmente"
17 Para concepto campo ver apartado 1.2.
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Juana Doña (Documental Els nens perduts del franquisme).
"Una noche se puso muy mala, muy mala, muy mala, llorando a gritos y nosotras todas llamando como
locas para que viniera alguien... y no vino ninguna de las zorras […] nadie, hasta las 8 de la mañana […]
el médico oficial vino después a las dos de la tarde. Cuando vino el médico oficial, la niña había fallecido
en brazos de Trinidad Gallego Prieto. […] no tiene salvación [no tenía] y ojala, ojalá [resalta] se muera
en seguida, para que no sufra todo lo que está sufriendo […]. Cuando ya a las dos de la tarde vino el
médico […] vino nada más a certificar la muerte de la niña. Cuando muere la niña, a mi me la quitan. A
mí me la quitan y se la llevan a la capilla. Y en la capilla a mi me prohíben entrar, no entra nadie en la
capilla […] una de las veces pensé, digo: ‘Voy a hacerle una bandera. Voy a hacerle la bandera del
partido […]Para mí no era una tontería. Mi hija moría... había muerto comunista porque iba en el vientre
de su madre. y porque iba condenada a muerte.. de... de todo el tiempo que yo estuve luchando, ella
llevaba la condena"
Julia (Documental Els nens perduts del franquisme)
A su vez, sobre los hijos/as de los/as prisioneros/as políticos/as se aplicó una política de “separar
el grano de la paja”. Muchos/as niños/as fueron entregados en adopciones clandestinas a familias
adictas al régimen tras haber sido robados o secuestrados. Una serie de disposiciones tras la Guerra
Civil propiciaron que los padres y madres de los niños/as que ingresaran en el Auxilio Social
perdieran la patria potestad, la cual pasaba a ser del Estado. A estos/as niños/as se les privó de su
identidad cambiándoles su apellido y documento. Varios de ellos/as fueron criados/as en conventos
y seminarios en donde se los reeducó para ser curas o monjas18, y a otros se los dio en adopción a
familias adictas al régimen.
Estas medidas se justificaban por la ideología imperante del incipiente régimen, que consideraba
que los hijos de los/as presos/as políticos/as podrían reinsertarse en la sociedad tras una
reeducación fuera de sus familias19. Es así que tras el fin de la guerra estaban tutelados/as por el
Estado alrededor de 9050 niños y niñas, (Documental Els nens perduts del franquisme). También,
varios de los niños/as que habían sido llevados al extranjero por sus familias republicanas20 fueron
repatriados. En muchos casos los/as menores no eran entregados a sus familias, sino que se
internaban en asilos.
18 En el documental Els nens perduts del franquisme se muestra el testimonio de una mujer a quien tras haberle sacado a su hijo mientras estaba como prisionera en un campo, en una ocasión los curas llevaron a su hijo a verla, quien se había convertido en cura. Esta situación es descripta como lo peor que podía pasarle a la mujer. 19 Para ideología que fundamentaba la represión ver el apartado “Los apátridas”. 20 Varios contingentes de niños/as fueron llevados durante la Guerra Civil a colonias infantiles en países pro republicanos como la URSS. El principal motivo de su evacuación era que al final de la contienda podrían regresar a una “España liberada”. En 1941 Franco firma una ley en donde se permitía cambiar los apellidos a los niños repatriados. La excusa de dar una identidad a los niños perdidos durante la guerra en realidad dificultaba que sus familias pudieran encontrarlos, dando lugar a adopciones irregulares.
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Vemos así cómo la apropiación ilegal de estos niños/as es una consecuencia directa de la
persecución de sus padres y madres biológicos/as. En este sentido, entender las prácticas sociales
genocidas en el caso español también implica comprender cómo la lógica de la dinámica de la
apropiación ilegal se condice con la lógica concentracionaria. Tanto el encierro de los/as
prisioneros/as políticos/as como la apropiación de los/as hijos/as son generadores de subjetividad,
ya que como describe Armando Kletnicki (2004) al secuestro y desaparición física del niño/a o
bebé aún por nacer21 debe sumarse la categoría de apropiación psicológica, porque en la
usurpación de los lugares paternos y las marcas que de esa posición se transmiten, se constituyen
las condiciones para estructurar el sujeto.
“Con tanto entrar y salir, ir de un sitio a otro, conocer a padres distintos, tener nombres distintos… Todo
aquello se quedó en mi cabeza, de modo que desde que llegué a Herencia, a los siete años, hasta los
catorce, olvidé completamente quién era yo, quién era Melencio Álvarez [su padre], ni recordaba
Valencia, ni nada de lo que había vivido antes de llegar allí”
Testimonio de Vicente Flores, secuestrada a los con 5 o 6 años de su padre y madre (Els nens perduts del
franquisme)
Este tipo de políticas se corresponden con las demás prácticas mencionadas anteriormente: tienen
en común la idea de reeducación, de tabula rasa con el pasado. La supresión de la identidad
funciona sobre lo que “debió ser”, negando su nombre, su historia, interrumpiendo la trama
generacional del orden humano, produciendo una ruptura “no sólo individual sino también social,
colectiva, en tanto esos niños [/as] han quedado imposibilitados de habitar el entramado
generacional que les dio origen” (Kletniki: 2004; 168). Esta supresión de la identidad generacional
presupone el corte del pasado que se proponía la “nueva España” de Franco, que no es más que un
corte en la historia singular y colectiva de España como nación.
2.2 Los campos de concentración españoles y el Estado Moderno de Excepción
Ya demostrada la centralidad de los campos de concentración en las prácticas represivas del
Movimiento 18 de Julio, a continuación analizaremos las particularidades del campo como
paradigma biopolítico moderno. Creemos que es dentro de este paradigma que existe la posibilidad
de la realización de las prácticas sociales genocidas.
21 En el caso español a muchas de las prisioneras embarazadas las encerraron en “casas de la maternidad”, en donde a varias de ellas tras haber dado a luz se les quitaba a sus hijos/as.
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La construcción de los campos de concentración fue la respuesta militar al problema de la
acumulación de disidentes, presos y prisioneros políticos provenientes de las retaguardias y de los
frentes de guerra (Rodrigo: 2006; Labrador Juarros: 2002). Su creación parece ser la consecuencia
del empeño de dar soluciones racionales a los problemas que se iban planteando a medida que el
Movimiento avanzaba sobre territorios republicanos.
Resulta evidente que el problema de la cantidad de prisioneros políticos se reveló desde las
primeras batallas ganadas por el Movimiento. Si bien en un primer momento se utilizaba cualquier
instalación capaz de albergar a los numerosos prisioneros políticos – tales como plazas de toros–,
en un segundo momento se optaría por edificios que ya venían desempeñando funciones
carcelarias o que se encontraban en un dudoso estado de aprovechamiento durante el Gobierno de
la República (Labrador Juarros: 2002).
Pero tales soluciones resultaron insuficientes cuando a fines de 1937 cambia el centro de
gravedad bélico en el norte peninsular22. Frente al avance del Movimiento, el aluvión de
prisioneros políticos hizo que se tuviera que recurrir a la ampliación de los espacios existentes y la
creación de los campos de concentración.
Observemos cómo se produce este proceso a lo largo del tiempo. En julio de 1936 comienza la
Guerra Civil y durante de este mismo año se sitúan la mayor cantidad de asesinatos de prisioneros
políticos (Rodrigo: 2006). En diciembre de 1936 se crean los campos de concentración. Meses
después de la creación de los campos se ubican las reglamentaciones de clasificación de los
prisioneros de guerra, la creación de los Batallones de Trabajadores y la utilización del Código de
Justicia Militar aplicando el delito de rebelión a aquellos militares fieles a la legalidad
republicana23.
En este sentido, podemos observar que 1) la regulación del sistema de campos fue progresiva y
paralela a la del aparato legal y jurídico establecido por los sublevados para encauzar, castigar y
corregir las actuaciones individuales y colectivas de la llamada “dominación roja”, y 2) la creación
de los campos de concentración en el territorio español avanza en el mismo sentido que avanza el
Movimiento, distribuyéndose a lo largo y ancho de los territorios ganados en las cercanías las
ciudades principales como de los pequeños pueblos y aldeas.
22 Para avance del Movimiento en el Norte peninsular ver anexo II. 23 Para mayores detalles ver cronología de las prácticas represivas en anexo I.
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Creemos que el crecimiento y distribución de los campos de concentración, y el modo en que se
legalizaron coincide con la tendencia burocrática moderna a agrandar los objetivos y con la cultura
burocrática que incita a considerar a la sociedad como un objeto de ingeniería social (Bauman:
2002). Al ver los informes sanitarios de los campos, en donde se detalla la necesidad de extender
estos espacios por su sobrepoblación, notamos cómo el espíritu de la racionalidad instrumental
hace que su constitución resulte razonable24. En tales documentos se puede observar la capacidad
de la burocracia moderna de coordinar la actuación de un elevado número de personas morales
para conseguir cualquier fin.
Según Agamben (2001), la creación de los campos de concentración sucede en contextos de
extensión a toda una población civil de un estado de excepción y de ley marcial. La novedad del
campo es que dicha institución se desliga del estado de excepción en que se fundaba y mantiene su
vigencia en la situación normal. Esta característica la vemos en la legislación concerniente al
corpus represivo franquista, la cual podríamos dividir en cuatro momentos: 1) durante la Guerra
Civil se aplica irregularmente la normativa referente a los prisioneros políticos. 2) Tras la
finalización de la guerra en 1939 muchas de las disposiciones que se adoptan en materia
penitenciaria tienen como objetivo crear un sistema que se independice de la reglamentación
gubernativa (Gómez Bravo: 2006). Desde entonces, los establecimientos penitenciarios pasan a
depender de la Comisión de Justicia Técnica. 3) Recién en 1944 se deroga el Código Penal de la
República. En estos momentos se prolonga el estado de guerra suspendiéndose los derechos y
garantías de aquellos considerados enemigos políticos. 4) Luego de la derogación del estado de
guerra en 1948, se declaran sucesivos estados de excepción.
Vemos así, como el campo se constituye como el espacio que se abre cuando el estado de
excepción empieza a convertirse en regla. “El campo es, pues, la estructura en que el estado de
excepción, sobre la decisión de instaurar el cual se funda el poder soberano, se realiza de manera
estable” (Agamben: 2001; 39). Comprendemos entonces el por qué de la centralidad del espacio
del campo en el conjunto de las políticas represivas del Movimiento 18 de Julio.
24 Para informes sanitarios de campos de concentración ver Labrador Juarros, R. F. (2002) “Campos de concentración en la Provincia de Burgos 1936-1939”,en Congreso Els camps de concentració durant la Guerra Civil i el franquismo, Universidad de Barcelona.
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3. Hacia una periodización del de las prácticas represivas del Movimiento 18 de Julio
Recapitulando, la Nación-Estado moderna tiene como objetivo primordial la homogeneidad de
su población y su enraizamiento en el suelo (Arendt: 1982). Con estas miras, el campo de
concentración se alza como el paradigma que organiza y despliega un diagrama de poder, el cual
busca tejer su malla en todo el conjunto social. En este punto nos preguntamos si dentro de tal
paradigma funciona la Práctica Social Genocida como un dispositivo de poder25. Para tal fin, en el
presente apartado analizaremos los actos represivos a la luz de los 6 momentos del proceso de
reformulación de relaciones sociales planteados por Feierstein: 1) la construcción de una otredad
negativa; 2) el hostigamiento; 3) el aislamiento; 4) las políticas de debilitamiento sistemático; 5) el
aniquilamiento material; 6) la realización simbólica de las prácticas sociales genocidas.
3.1 La construcción de la otredad negativa
3.1.1 Discursos des/constructivos
La noción de peligrosidad que cernía sobre los prisioneros políticos y aquellos que se
encontraban realizando trabajos forzosos en los Batallones de Trabajadores se articula entre una
definición de locura y de culpabilidad. A partir una conjunción entre el saber psiquiátrico y la
pericia judicial, el sujeto es construido como delicuente y a partir de allí como anormal plausible
de ser destruido (Foucault: 2000). El discurso sobre la peligrosidad implica un pasaje hacia un
continuum médico judicial –una articulación de saber y poder– que definirá el dominio de lo
perverso y anormal: la criminalidad patológica.
Este es el discurso científico de gran legitimidad social que desde finales del siglo XIX imperaba
en Europa. En esos momentos se había desarrollado una confluencia entre corrientes
antropológicas, teorías evolucionistas e ideas filosóficas que postulaban el factor biológico como
determinante de las condiciones de los cambios sociales, dando lugar a la aparición de la eugenesia
social en sus dos formas: a) positiva, con el objetivo de hacer perdurar las virtudes genéticas
hereditarias; b) negativa, con el objetivo de evitar la transmisión de caracteres anómalos; ambas
funcionando como una economía de población.
25 Esta utilización del concepto difiere de la desarrollada por Feierstein (2007) quien concibe a la Práctica Social Genocida como una tecnología de poder en que la negación del otro llega al punto límite de su desaparición material y simbólica. Esta tecnología de poder en el tipo de genocidio reorganizador utiliza como dispositivo principal el campo de concentración. En cambio aquí comprendemos, siguiendo la postura de Agamben, al campo de concentración como una tecnología de poder que tiene a la Práctica Social Genocida como un dispositivo.
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En este marco, la creencia en la heredabilidad de los rasgos físicos como también de las
capacidades físicas, mentales y morales del individuo, orientaba la práctica política a disponer de
medidas tanto para la mejora de la población como para la detección de los sujetos que no se
ajustaban a la norma establecida, los anormales. En España estas ideas fueron acogidas y
utilizadas, de la mano del Movimiento 18 de Julio y sus políticas de higiene social. La
resignificación de los vencidos se realizó en esta clave psico-judicial, con las Comisiones de
Clasificación funcionando como encargadas del dispositivo de la pericia. Entre los funcionarios
más importantes que propulsaron estas posturas, encontramos al comandante y reconocido
psiquiatra Antonio Vallejos Nágera.
Vallejos Nágera era Jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares, adscrito a la Inspección de
Campos de Concentración de Prisioneros sita en Burgos. El 23 de agosto de 1938, recibió el
telegrama 1565 que ordenaba y regularizaba la creación de un Gabinete de Investigación
Psicológica, cuya función sería la de investigar las raíces biopsíquicas del marxismo. Para ello,
estudió primero a 297 brigadistas internacionales recluidos en San Pedro de Cerdeña –Burgos– y,
después a cincuenta prisioneras políticas recluidas en el penal de Málaga. Con sus trabajos se
comienza un camino que incia con la psiquiatrización de la disidencia y concluye con la
estigmatización psicosocial del opositor como concreción del mal y la enfermedad.
Los trabajos de este psiquiatra giran en torno de tres polos esenciales: a) el estudio psiquiátrico
de los prisioneros de guerra internacionales; b) el análisis de la tipología marxista y su morbosidad
criminógena; c) las características psiquiátricas de las mujeres combatientes (Pérez Sales: 1990).
La construcción de este discurso se cimentaba sobre la asignación de caracteres atávicos a los
marxistas, es decir caracteres de rasgos degenerativos hereditarios.
Dentro de estas perspectivas, se concebía que las enfermedades mentales eran hereditarias y que
los pacientes afectados por ellas eran portadores de misteriosos genes que podrían crear toda clase
de anormalidades en la futura descendencia (Duarte Beltrán: 2004). Dice Vallejos Nágera:
"Hallamos en los marxistas internacionales que predominan los temperamentos degenerativos […]
Predominan en elevada proporción las inteligencias medias e inferiores, alcanzando el 10% la
proporción de individuos francamente imbéciles"26(Pérez Sales: 1990; 42).
26 Resulta particular la noción de raza de Vallejo Nágera, puesto que no se correspondía con un grupo biológico, sino que se relacionaba con la idea de una sociedad caballeresca y aristocrática, y con una forma de gobierno fundamentada en la disciplina militar. Consistía una raza depositaria virtudes patrióticas que se identificaban con un ambiguo concepto de hispanidad, cuya integridad había que salvaguardar (Duarte Beltrán: 2004)
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Entre sus caracterizaciones de las personalidades marxistas encontramos: a) El revolucionario
nato: “[…] se caracteriza por el predominio de las tendencias instintivas, elaboración paranoide de
las vivencias y conducta regida por complejos de rencor y resentimiento, propendiendo en cierto
modo a trastocar el orden social existente, sea este el que sea” (Ibidem; 43); b) La mujer
republicana: “Son características del sexo femenino la labilidad psíquica, la debilidad del
equilibrio mental, la menor resistencia a las influencias ambientales, la inseguridad del control
sobre la personalidad y la tendencia a la impulsividad, cualidades psicológicas que en
circunstancias excepcionales pueden acarrear consecuencias patológicas y anormalidad en la
conducta social […] Aunque la mujer suele ser de carácter apacible, dulce, bondadoso y pacífico
ello se debe a los frenos sociales que sobre ella obran, ya que el psiquismo femenino tiene muchos
puntos de contacto con el infantil y animal” (Ibidem; 43)
Aceptada la naturaleza orgánica de la enfermedad y su carácter transmisible, la secuencia lógica
indicaba la necesidad de establecer una profilaxis para evitar su propagación, por ello definiciones
como las expuestas ulteriormente tuvieron importantísimas consecuencias políticas. En lo que
respecta a la definición de la mujer republicana, podemos entender la creación de prisiones para
Madres Lactantes como una derivación de esta postura27.
Por un lado, este discurso no se respaldaba en los resultados. Consistía una definición y un
diagnóstico del adversario, generado en un contexto social que presentaba la necesidad de liquidar
moral y éticamente, depurando y segregando (Duarte Beltrán: 2004). Por otro lado, es un discurso
que despolitiza y vacía de contenido las prácticas de aquellos a quienes señala. Así, los motivos
que llevar al poder a apresar a estos delicuentes, no son consecuencia de la lucha en la arena
política sino que son resultado de la perversidad innata de estos sujetos. Despojados de
motivaciones ideológicas, los sujetos quedan desnudos con su pura vida expuesta al ejercicio
soberano, son los parias sin domicilio, son tan sólo animales que reeducar o extinguir.
27 En ellas las madres se encontraban aisladas de sus bebés, pudiendo estar con ellos sólo una hora al día. Medidas como ésta se sustentaban en una concepción de "eugenesia positiva", que sostenían que la separación desde la infancia podía hacer que los caracteres atávicos fueran revertidos.
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3.1.2 Inscripción del poder en los cuerpos
Cuando Franco comienza a liderar el Movimiento, prima la idea de una solución eficaz, material
y psicológica a los problemas que la guerra vaya planteando, dentro de los cuales la cuestión de los
presos políticos tendría una importante relevancia.
Desde los inicios se puede observar en los Decretos de creación de centros para la confinación un
claro objetivo de control y confinamiento de discrepantes y enemigos políticos. En la cabecera del
Decreto de Blasco Garzón de creación del centro penitenciario de Burgos – aún cuando no estaba
configurado como campo de concentración – se puede observar una clara línea divisoria entre
prisioneros políticos y presos comunes. Mientras unos habrían caído lidiando por un ideal, otros
habían sido atrapados por la rapiña y el crimen. A partir de esta distinción en el documento se
exige una diferenciación en el tratamiento de aquellos prisioneros políticos, solicitando para ellos
un sistema carcelario “más digno” (Labrador Juarros: 2000).
Con el avance del Movimiento y la finalización de la Guerra Civil, la exclusión masiva de los
vencidos fue un paradigma fundamental y fundacional del régimen franquista. Desde la
perspectiva del Movimiento, la Nación era la de los sublevados, mientras que el resto constituían el
enemigo interno que debía someterse y reeducarse o ser exterminado. Dentro de estos dos destinos
posibles se construye el arbitrio de un poder que había establece una codificación del status de
prisiones y evadidos y su consecuente tratamiento. Como un poder ejercido sobre la pura vida, las
diferencias de tratamiento quedaban reducidas a las diferencias en las patologías de aquellos que
habían quedado atrapados en su malla. Este poder buscaba “enderezar conductas”, “encauzar”
estas multitudes móviles asignando a cada una de ellas, procedimientos específicos y
distribuciones definidas del espacio en una economía de los cuerpos.
Aquellos cuya adhesión al régimen era dudosa, eran sometidos a un proceso de recuperación
signado bajo las ideas de una construcción de la auténtica “comunidad nacional”, de un montaje
de la “verdadera España”, muy distinta a los “enemigos de España”, los engañados, los
descarriados, los vencidos. Su deber estaba marcado por una labor de reconstrucción de la nación
mediante el trabajo: los Batallones de Trabajadores. No sólo debían restaurar las infraestructuras,
sino también el espíritu de la Patria española y católica. Trabajarían para borrar las huellas físicas
de la Guerra Civil pero asimismo para horadar las huellas sentimentales en la memoria de la
derrota.
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A aquellos considerados desafectos al régimen les esperaba un destino similar en cuanto a sus
finalidades – explorar, desarticular y recomponer los cuerpos reformados por el ejercicio de un
poder total – pero distinto en sus despliegues. Los prisioneros de guerra eran distribuidos al
interior de la red concentracionaria (Rodrigo: 2006) para ser sometidos así a un control minucioso
de las operaciones del cuerpo.
Cuando un prisionero daba muestras de reformas podía sometérsele a un Servicio de Libertad
Vigilada, cuyos objetivos eran proporcionar “tutela y amparo” e inspeccionar sus actividades “para
encauzarles por seguros derroteros hacia el bien y el provecho patrio”. Se garantizaría así la
curación del dudoso o el desafecto. Éste servicio es una mirada normalizadota, estableciendo una
visibilidad sobre los individuos que permite diferenciar a aquellos que no se han adaptado y
sancionarlos (Foucault: 2002; 189). Observaría entones la conducta de aquellos condenados por el
delito de rebelión por los Tribunales militares (González Bravo: 2006).
Este miembro gangrenado de la sociedad debía cortarse, aislarse, para salvar el resto del cuerpo.
Debían sacar la manzana pútrida para salvar el resto del cesto. Eran esa anti- España a la que, por
debilidad mental o por enfermedad delincuente – jamás como resultado de una lucha política –,
había que curar. La disciplina social severa; el saneamiento del medio ambiente a través de la
imposición de la religión y el patriotismo; la creación de escuelas auxiliares para inferiores
mentales; la selección y orientación profesional de la juventud; la moralización del medio
ambiente; una política fatalista y la educación sexual de la población, fueron armas de higiene
social, constituyendo una eugenesia positiva desplegada al conjunto de la población (Duarte
Beltrán: 2004). Entre las prácticas correctoras más comunes en los Batallones de Trabajadores
como en campos de concentración –que comprendemos como claros ejemplos de Instituciones
Totales28– se destacaban la eucaristía obligatoria y la reeducación política. Asimismo la delación
fue una figura importante, tanto en los Batallones de Trabajadores como en los campos de
concentración, dando signos de reforma o de curación que podían ser premiados. (Rodrigo: 2006).
Ambos destinos –los Batallones de Trabajadores y la red concentracionaria– estaban cruzados
por el ideal de redención, de liberación de los pecados a la espera de retornar estos cuerpos
vaciados y resignificados a la sociedad “en la arcadia de la Nueva España” (Gomez Bravo: 2006).
28 Concebimos las Instituciones Totales como lugares donde una gran masa de individuos se encuentran aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, compartiendo en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente. Todos los aspectos de sus vidas se desarrollan en el mismo lugar y bajo la misma autoridad única. Como sostiene Erving Goffman: son los invernaderos donde se transforma a las personas, donde cada una es un experimento natural sobre lo que puede hacérsele al yo. Ver Goffman, E. (1970), Internados, Amorrortu, Buenos Aires.
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¿Por qué cuerpos vaciados? Porque fueron reducidos a vidas biológicas, despojados del contenido
político de sus acciones y reducidas ellas a actos ejercidos de manera instintiva, casi animal. Esta
inclusión de la pura vida en el ejercicio del poder, justificó tal tipo de accionar disciplinario.
Como sostiene Hannah Arendt en Los Orígenes del Totalitarismo (1982; 349): “La concepción
de los derechos humanos, basada en la supuesta existencia de un ser humano como tal, se quebró
en el momento en que quienes afirmaban creer en ella se enfrentaron por vez primera con personas
que habían perdido todas las demás cualidades y relaciones especificas excepto que seguían siendo
humanas. El mundo no halló nada sagrado en la abstracta desnudez del ser humano”. Los
prisioneros políticos de las Instituciones Totales – Batallones de Trabajadores y campos de
concentración – nos recuerdan a la figura del apátrida, quien al perder su pertenencia a una
comunidad política, pierde su derecho a la palabra y por lo tanto a la acción. Esto implicó la
pérdida de la humanidad misma. La paria, que significa un desafío para los principios de igualdad,
soberanía y autonomía sobre los que se fundó y justificó el Estado Nación moderno, queda
reducida así a la mera existencia biológica 29.
A partir de allí, todos somos iguales pero algunos no lo son tanto. En 1941 Isidro Castellón,
director de la cárcel Modelo de Barcelona entiende que un preso – es decir un prisionero de guerra,
un trabajador forzoso – era la “diezmillonésima parte de una mierda”. A los presos políticos y
prisioneros en la posguerra se los equiparan bajo el epígrafe de “peligrosos para la vida social”.
Según Rodrigo (2006), por encima de todos – los franquistas – había un sentimiento de
superioridad material y moral.
La construcción del otro como ese otro criminal patológico, ese otro peligroso y anormal implica
su ascensión como apátrida y la pérdida de aquello que hace humano a un sujeto: la posibilidad de
acción entendida como acción política. Así, se depura de contenido político a todas aquellas
acciones que han definido a un sujeto como enemigo de una fracción de poder. Este lavaje de
contenidos permite que la vida sobre la cual va a aplicarse el poder soberano sea vida en su estado
más puro y menos sagrado: zõé. Y desde allí, la violencia sobre el cuerpo puede ser desatada.
29 “Con la palabra y la acción nos insertamos en el mundo humano y tal inserción es como un segundo nacimiento, en que confirmamos y asumimos nuestra apariencia física original” Arendt, H. (1993), “Labor, trabajo, acción. Una conferencia”, en De la
historia a la acción, Barcelona, Paidós, Pág. 103
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3.2 Hostigamiento
Feierstein describe a este momento como la contraparte objetiva de la negativización de la
alteridad en el plano simbólico –momento de construcción de la otredad negativa –. A través del
hostigamiento físico, la secuencia pega un salto cualitativo de la reflexión a la acción en el campo
de lo material mediante dos tipos de acciones: 1) la implementación de acciones de tipo
espontáneas por organizaciones de vanguardia de tipo paraestratal, y 2) la sanción de cuerpos
jurídicos legitimadores de las prácticas discriminatorias.
En el caso español el contexto de una Guerra Civil, en donde los dos grupos que se enfrentan
pretenden representar al Estado español en su conjunto, no parece necesitar de acciones de tipo
espontáneas por organizaciones de vanguardia de tipo paraestatal para generar un hostigamiento
material. Todas las acciones de violencia contra la fracción negativizada durante el avance del
Movimiento se encuentran militarizadas. A su vez, los cuerpos jurídicos que surgen a partir de
1937 legitiman las prácticas discriminatorias a través de una normativa irregular hacia los
considerados delincuentes políticos, sin considerarles mínimas garantías.
El proceso de hostigamiento físico parecería funcionar en conjunto con la construcción de la
otredad negativa. Porque durante los enfrentamientos armados y las prácticas represivas que se
construye la otredad simbólica. Es decir, luego del hostigamiento material – en donde el bando
republicano se encuentra avasallado por las victorias de las batallas del Movimiento 18 de Julio –
se comienza a construir al otro como “apátrida”.
La etapa de hostigamiento se dirige hacia la exclusión del diferente del mundo normalizado
desde dos perspectivas distintas: exclusión respecto del entorno social y el entramado de relaciones
en las que el sujeto se encuentra inserto; y exclusión hacia el interior de una Institución Total.
La exclusión respecto entorno social implica la sustracción del sujeto de su entorno social y por
lo tanto, la posibilidad de construir en el espacio común, relaciones entre pares. Las políticas de
deportación30 del Movimiento 18 de Julio durante la Guerra Civil y el primer franquismo apuntan a
la ruptura de estos lazos sociales. El propio bando republicano favoreció este objetivo al facilitar
grandes emigraciones de dirigentes, en los momentos de apertura de la frontera francesa, a partir
30 Muchas veces estos traslados podían llegar a ser propagandas para el apresamiento de grandes contingentes de personas. En muchas ocasiones el gobierno franquista declaraba que iba a zarpar un barco. La gente acudía al lugar y el barco jamás zarpaba. Allí los dejaban en los puertos, desnudos o con la ropa que tenían encima, los despojaban de todas sus pertenencias y posteriormente los llevaban hacia los campos de concentración (Documental Els nens perduts del franquisme).
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de vislumbrar la inminencia de derrota en la guerra emprendida31. La exclusión en una Institución
Total implica regulación total de la vida en un espacio determinado y designado dentro del
territorio español para la facción negativizada. Dicha otredad negativa resulta debilitada a partir de
la expulsión o muerte de sus cuadros dirigentes y la reclusión de otros de sus intelectuales más
importantes en campos de concentración32.
3.3 Aislamiento
Feierstein (2007) caracteriza al momento de aislamiento, como aquel destinado a delimitar el
espacio – tanto social, como geográfico, como político – por el que puede transitar la facción
diferente, constituyendo territorios permitidos y prohibidos. Tales espacios delimitados tienen
como objetivo fundamental quebrar los lazos sociales entre la facción negativizada y el conjunto
social. En el presente apartado proponemos caracterizar dicho proceso durante la Guerra Civil y el
denominado primer franquismo.
3.3.1 Aislamiento durante la Guerra Civil
Parecería que dicho proceso se produjo en el caso español. A medida que avanzaba el
Movimiento, sobre todo durante las últimas campañas – como la de Vizcaya – las tropas
franquistas proporcionaron un elevado número de prisioneros y entregados. Seguidamente de la
acumulación de esta población, se realizaba un doble proceso: clasificación y alojamiento.
Como vimos anteriormente, la tarea de clasificación fue ejercida por las Comisiones de
Clasificación33. El objetivo de las mismas era clasificar a los prisioneros de guerra definiendo
aquellos plausibles ser reintegrados al Ejército y aquellos que debían sufrir penas de cárcel o
muerte, luego de su paso por el juicio militar sumarísimo (Rodrigo: 2006). Estas clasificaciones
representaron el establecimiento de criterios homogéneos de división y distribución de la
población en todo el territorio español, pretendiendo “señalar las desviaciones, jerarquizar las
cualidades, las competencias y las aptitudes; pero también castigar y recompensar” (Foucault:
2002; 186)
31 Ver apartado “Internacionalización de la Guerra Civil”, ver tratamiento especial de niños/as republicanos en apartado “El campo de concentración: paradigma del Estado biopolítico moderno”. 32 Existe información de que muchos de ellos huyen asimismo a zonas fundamentalmente agrícolas y se dedican a actividades guerrilleras. 33 La primera en funcionar fue la de Burgos en 1936 – creada a las órdenes de los Auditores de Guerra, de los juzgados militares
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En las comisiones de Clasificación los prisioneros de guerra eran sometidos a juicio, muchas
veces mientras permanecían en los propios campos de concentración, o anteriormente a su ingreso
mientras estaban en comisarías o cárceles comunes. La Orden General de Clasificación (dictada en
1937) establecía los criterios de: 1) Afectos; 2) Dudosos y 3) Desafectos a la causa franquista, para
el ordenamiento de los prisioneros. Aquellos clasificados como Afectos eran remitidos a las
trincheras del ejército franquista. Por contrario, los que recibían la clasificación de Desafectos eran
sometidos a juicio militar sumarísimo y condenados a penas de cárcel o a la pena de muerte. Entre
estos dos tipos quedaban aquellos a quienes no pudo instruírsele causa por falta de datos. A todos
esos dudosos se les condenó a trabajos forzosos. Esto implica que mientras que a los prisioneros se
los clasificara, éstos eran explotados laboralmente.
Una vez efectuada la clasificación de prisioneros presentados y aprobadas las actas en las que se
dictaminaba según los casos se ponía a éstos en libertad, en continuidad de detención o formación
de causa, en detención hasta fusilamiento.
En las Comisiones de Clasificación podemos percibir cómo opera una primera forma de
distribución disciplinaria en la sociedad tal como la caracteriza Foucault. La ordenación
cuadriculada entre afectos, desafectos, intermedios e inocentes, tiene como función lidiar con la
multiplicidad y distribuirla intencionalmente para obtener de ella el mayor número de efectos
posibles (Foucault: 2003; 153).
Todos los especialistas en el análisis de la represión franquista coinciden que durante y después
de la Guerra Civil, España se convirtió en una gran cárcel. En cada pueblo y ciudad por donde
pasaba el Movimiento, en cada retaguardia se instalarían campos de concentración34. Las
alambradas de los campos separaban el adentro que no se quiere ver y el afuera35aterrorizado y
paralizado. Esto responde a la lógica concentracionaria descripta por Pilar Calveiro (2006): “El
campo de concentración […] sólo puede existir en medio de una sociedad que elige no ver, por su
propia impotencia, una sociedad ‘desaparecida’, tan anonadada como los secuestrados mismos […]
la parálisis de la sociedad se desprende directamente de la existencia de los campos” (Calveiro:
2006; 147).
34 Para avance de la construcción de campos de concentración ver anexo II. 35 En casos como el campo de Lerma, los testimonios rescatados por Labrador Juarros (2002) señalan que tras la alambrada se acercaban los vecinos de la Villa Ducal, sobre todo los niños, para ver sacar a los presos a tomar el sol por las mañanas.
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Retomando la idea de que el campo de concentración como paradigma de la biopolítica moderna
podemos ver cómo la división entre el adentro y el afuera responde a la necesidad de definir en
cada instante el límite entre lo que está adentro y lo que está afuera de la vida. En el campo se
encierran aquellos cuyas vidas no merecen ser vividas, mientras que en el afuera se sitúan las vidas
legítimas. La alambrada del campo es el umbral, es decir, una oscura frontera que separa la vida de
la muerte para poder reconocer en los prisioneros políticos a un nuevo muerto viviente (Agamben:
1998; 166).
3.3.2 Aislamiento en el primer franquismo
Durante la instauración del “primer franquismo” –1939 y 1945 – las cárceles se convirtieron en
un objeto propagandístico del movimiento. La idea clave de la prisión en ese período fue la de
redención. El fin de la pena se correspondía con el ideal de evangelización, y el perdón se extendió
como un concepto básico del orden carcelario, dirigido a revestir de caridad a los indultos del
régimen. Dentro de este contexto, los establecimientos penitenciarios aparecen como la memoria
gráfica del incumplimiento de la promesa de liberación de quienes no tuviesen “las manos
manchadas de sangre”. La cárcel se convierte en un observatorio privilegiado de la división real de
la sociedad de posguerra (González Bravo: 2006), no sólo encierra a los que acapara dentro de sus
paredes, sino que también con su mera existencia aplica coerción y violencia sobre la totalidad de
la sociedad.
Varios autores destacan como consecuencia esencial de este ordenamiento social, la
conformación de una sólida cultura del silencio y el miedo (Rodrigo: 2006; Gómez Bravo: 2006).
Este era el eminente carácter educativo de los campos de concentración. Enseñaban el lugar que
en la Nueva España se esperaba para los vencidos: soportar el peso de la violencia de Estado, de la
humillación y de la educación política e ideológica con fines correctivos. Funcionaban como
canales para el olvido del pasado en la construcción de una nueva España que hacía tabula rasa
con lo anterior (Rodrigo: 2006).
A partir de testimonios recavados de fuentes primarias y secundarias, podemos percibir que los
comportamientos de la población frente a los prisioneros políticos que vivían en campos de
concentración o que componían los Batallones de Trabajadores, se redujeron a la distancia y la
incertidumbre. La presencia de campos de concentración en las cercanías tanto de las ciudades más
importantes de España como de pueblos y aldeas; y la presencia de los Batallones de Trabajadores
Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas Trabajo Final
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en las grandes ciudades, carreteras, monasterios, entre otros; hacía que resultara imposible para la
población mantener a los prisioneros políticos fuera de su vista y su conocimiento.
Así, observamos cómo los campos de concentración, en tanto realidad negada, resultaron
eficientes en la diseminación del terror en lo largo y ancho de la sociedad. Tal como Calveiro
(2006) lo describe, aterroriza lo que se sabe a medias, lo que constituye un secreto que no se puede
develar. Nuestra hipótesis es que la existencia de los campos como epicentro de las distintas
prácticas represivas cambió, reformateó y remodeló la sociedad española36, alzándose como
paradigma del Estado franquista.
3.4 Políticas de debilitamiento sistemático
Feierstein caracteriza al cuarto momento como aquel que permite establecer una distinción entre
aquellos que deben ser exterminados según la lógica genocida y los que pueden ser exterminados
según otro tipo de circunstancias sociales, técnicas o políticas. Veamos si opera este momento en
el caso español. Para tal fin, analizaremos el poder concentracionario. Utilizaremos los aportes de
Calveiro (2006) y Feierstein (2007).
Las políticas de debilitamiento sistemático implican que una vez que se haya logrado el
aislamiento espacial, el acento se centre en las siguientes acciones simultáneas:
3.4.1 El resquebrajamiento físico.
Resquebrajamiento físico significa el deterioro de las condiciones objetivas de existencia. El
hambre –se solía comer apenas unas rebanadas de pan con sardinas–, el extremo frío del invierno
sin ropas que protejan a los prisioneros y la sed eran moneda corriente de todos los días. En los
barrancones a la noche nadie se podía levantar ni asomarse a la ventana ya que los cuerpos
permanecían unos pegados a los otros. En este sentido, Rodrigo (2006) destaca la existencia de una
humillante gestión de la miseria cuya la arbitrariedad era incalculable37.
Otro pesar humillante común entre los apresados era el estreñimiento debido a las malas
condiciones de alimentación. Los presos tenían que ayudarse con las llaves para abrir las latas
36 Resulta sugerente la similitud con el caso alemán. Ver Gellately, R. (2001), No sólo Hitler. La Alemania Nazi. Entre la coacción y el consenso, Ed. Crítica, Barcelona. 37 Juana Doña narra que la comida era administrada en la Cárcel de Ventas, una vez al día solamente “[…]se mueren de inanición... las materias fecales andan, se revientan los váteres, porque éramos muchas miles de mujeres para unos váteres que no tenían esa capacidad” (Documental Els nens perduts del franquisme).
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para hacer sus deposiciones, las cuales solían ir acompañadas por hemorragias. Por ejemplo, el
lugar donde se defecaba en el campo de Albatera fue llamado por los prisioneros “muro de los
lamentos” ya que muchas veces los internos se desmayaban sobre sus propias eses.
A su vez, había una pérdida de control de las funciones básicas del ser humano, tales como pedir
para orinar o defecar. En los casos en que los prisioneros fueran al baño sin permiso corrían el
riesgo de perder la vida38. El uso de pocos utensillos: las latas luego eran usadas para beber agua,
las varillas para abrirlas o como laxante mediante su introducción anal, asemejaba a los prisioneros
a bestias o animales.
Vemos así, como las condiciones objetivas que atravesaban los prisioneros políticos en los
campos, implicaban un constante “proceso de deshumanización”, de “infantilización y
animalización” tal como lo caracterizan Feierstein y Calveiro. Este proceso implica la negación de
la humanidad de la víctima frente a sí y frente a lo que lo atormenta, y la consiguiente
desarticulación del individuo39. La deshumanización, según Calveiro tendría la función de romper
al militante político y modelarlo como un nuevo sujeto adecuado a la dinámica del campo, en un
cuerpo cuyas resistencias se eliminan para convertirse en completamente sumiso.
3.4.2 El resquebrajamiento psíquico.
Con esta categoría, Feierstein hace referencia al deterioro de las condiciones de existencia
subjetivas, producidas por las prácticas de humillación y de quiebre de las fronteras de resistencia,
maltrato, el intento de quiebre de los lazos solidarios a partir de la utilización de castigos
colectivos, maltrato a los pares, la categorización y clasificación de los prisioneros. Interpretamos
estas acciones como la extensión en el plano subjetivo y simbólico, del proceso de
deshumanización anteriormente descrito. Sirve al arrasamiento del poder sobre los cuerpos.
Desde su entrada a los campos los prisioneros políticos sufrían torturas sin aviso previo40. Había
una implícita arbitrariedad en el poder ejercido por los guardias. Los testimonios hablan de
38 “Una de las noches mi hermano estaba indispuesto… quiso salir del barracón a hacer sus necesidades y le dispararon dos tiros.
Se metió para adentro y se le quitó la diarrea rápido” En pág 2 en Ortiz Romero, P. y Gozález Sanchez, A. (2002), “Memoria y Testimonio del campo de concentración de castuela (Badajoz)”, en Congreso Els camps de concentració durant la Guerra Civil i el franquismo, Universidad de Barcelona. 39 Este proceso es similar al descrito por Erving Goffman como proceso sistemático de mortificación del yo. Ver Goffman, E. (1970), Internados, Amorrortu, Buenos Aires. 40 Existen varios ejemplos de torturas que parecen no asumir mismas metodologías en sus prácticas, pero sí un carácter sistemático en cuanto a la utilización indistinta de la tortura dentro del campo y la imprevisibilidad de las mismas. En el campo de Aranda de Duero a Maximiliano Fortín le abrieron las carnes en sucesivas palizas hasta llegarle al pulmón, y después sus torturadores dejaron que se le quedase pegada la camiseta que llevaba puesta. En el campo de San Juan de Mozarrifar ataban de las muñecas al mástil de la bandera a los prisioneros que no se descubrían al cantar el Cara al Sol (Rodrigo, 2006).
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guardias buenos a quienes le deben la vida y de guardias malos que se emborrachaban y entraban
en los barracones y según les pareciera tomaban a prisioneros políticos indistintamente para
golpearlos. A otros prisioneros los sacaban todos los días para darles golpizas, que se caracterizan
como peor que la muerte.
Los prisioneros políticos también presenciaban las llamadas “sacas de los campos”, que
constituían fusilamientos durante el día con los prisioneros políticos formados en las llamadas
“parrillas” (Rodrigo, 2006). Asimimismo en el testimonio de D. Rafael Caravallo Cumplido
podemos ver cómo la amenaza a la muerte está presente en todo momento.
“Se oía que arrojaban a la gente a las minas que estaban junto al campo de concentración. Pero yo no le
puedo decir con seguridad que esto fuera así. Si lo oíamos, corría el rumor, de que a uno que lo iban a
tirar se agarró al pie del que lo empujaba y se lo llevó para adentro. Pero yo no he visto eso. Yo se que
mataban, pero si los echaban vivos a la mino, yo no lo sé”
(Ortiz Romero y González Sanchez: 2002)
Vemos así tres características fundamentales del poder concentracionario: a) la impredicibilidad:
en el sentido que el destino de los prisioneros políticos era sugerido y ocultado por acciones
evaluadas con parámetros caprichosos e indescifrables (Feierstein: 2007), b) la tortura como
arrasamiento de toda resistencia a fin de modelar y procesar los cuerpos (Calveiro: 2006;
Feierstein: 2007), y c) el poder de muerte se caracteriza como poder de vida y muerte. Es decir, el
poder concentracionario se apropia de la vida y la muerte de las personas, en una arbitrariedad en
donde se afirma como absoluto e inapelable (Calveiro: 2006; Agamben: 1998).
Este poder se presentaba como total, impidiendo cualquier intento de creación de lazos solidarios
a partir de la utilización de castigos colectivos, creación de condiciones para prácticas como la
delación y el maltrato a los pares. El jefe del campo de Albatera les dijo a sus prisioneros políticos
“por cada uno que se escape, fusilaré a diez… convertiré este campo en un cementerio si es
menester”. Y mandó a fusilar ante los 12.000 prisioneros políticos a un huido, a cuatro anarquistas
y a otro que, como supuesto delito habría infligido la norma de no salir de los barracones de noche
para ir a las letrinas.
En el mismo sentido totalizador se orienta la creación en 1958 de los Servicios de Confidencias e
Información de los Batallones de Trabajadores. Este servicio funcionó como una inmensa red
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integrada por prisioneros políticos que no sabían quienes eran sus “colegas”. Aquel servicio era de
carácter confidencial, y era realizado por los mismos trabajadores el batallón, de quienes nadie
podía conocer su existencia y componentes excepto el jefe del batallón. Los confidentes se
escogían entre los que llevaban más tiempo en cada batallón. El confidente no podía salir del
batallón, teniendo que ser un trabajador común y continuar siéndolo siempre. A éste se le
convencía de la necesidad de su servicio para evitar en el campo la propaganda contraria al
Movimiento Nacional, se le ofrecía una gratificación mensual y se le prometía que en el fin de la
guerra alcanzaría un buen destino o trabajo (Pascual:2002).
Por otro lado, la documentación oficial destaca que en los momentos en que no se trabajara “el
personal encargado de los prisioneros políticos cuidará que estos observen un régimen interior de
tratamiento moral, con lecturas, cantos, ejercicios, recreos, audiciones y conferencias, a fin de
encausarlos en el nuevo sentir de la Patria” (Rodrigo: 2006). Había una idea de reeducación de la
población. La entrada en el campo estaba seguida por charlas y conferencias de formación y
orientación religiosa, o de estima de las virtudes cívicas oficiales. En los patios de los campos
muchas veces las charlas constituían ciclos de seis semanas, razón por la cual por ejemplo los
presos de Asturias, Vizcaya y Santander permanecían ese tiempo en el campo hasta incorporarse a
los Batallones de Trabajo (Labrador Juarros: 2002). Esta reeducación se hacía “por las buenas o
por las malas”: a Robert Steck en el campo de San Pedro de Cardeña le llenaron la espalda de
huellas por los golpes sufridos al no arrodillarse en una eucaristía (Rodrigo: 2006).
A la idea de reeducación parecen corresponderse también los objetivos de los Batallones de
Trabajadores. El trabajo como obra de Redención se manifestaba en una intensión moralizadora de
la sociedad y de las costumbres. Según Rodrigo (2006) a las motivaciones económicas de los
Batallones, se les unía un deseo consciente de castigar a los perdedores, a los vencidos. De
humillarlos sometiéndolos a duras jornadas de trabajo, sin mayor compensación que la de no verse
en la cárcel o frente a un pelotón de fusilamiento.
Con el mismo objetivo surge en 1944 la Redención de Penas por Trabajo. Según González Bravo
(2006), el carácter expiasionista de la pena redentora, el vacío reglamentario y la falta de otros
principios que permitieran llevar eficazmente la ordenación, dejaron el mecanismo en manos
propagandísticas, quedando aquellos que habían destrozado a España llamados a reconstruirla. Se
construyó una imagen de reinserción en la vida civil sobre este medio de castigo, retribución y
utilidad.
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El cómputo de redención de penas era de un día redimido por cada dos trabajadores y de forma
igual para contabilizarlo con la libertad condicional41. En 1946 se publica el reglamento de
Trabajos Penitenciarios (Ministerio de Justicia: 1952), también se crean talleres Penitenciarios,
como en el caso de la prisión de Valencia en done los artistas trabajaron en la imagen oficial del
régimen.
Tales acciones parecen estar orientadas a la adaptación de las víctimas, a fin de que éstas
asumiesen los valores de los perpetradores. Vemos así cómo el campo no sólo es un arrasamiento
sino un reformateo de la memoria cuyo objetivo es borrar, vaciar y regrabar (Calveiro: 2006)42.
Recapitulando, las prácticas de humillación y de quiebre de las fronteras de resistencia, el
maltrato, el hostigamiento y maltrato a los pares, la utilización de castigos colectivos y el intento
de quiebre de cualquier lazo solidario, deterioraron intensamente las condiciones de existencia
subjetivas de los prisioneros.
3.4.3 La selección.
Llegamos entonces al objetivo de la etapa de “debilitamiento sistemático”. Algunos serán
asesinados, otros morirán por el deterioro de sus condiciones de existencia objetivas, otros se
adaptarán, y subsistirá una masa debilitada que no entrará en ninguna de estas categorías,
asumiendo los valores del perpetrador y perdiéndose como sujetos para sí. Feierstein entiende que
al deterioro objetivo y subjetivo de las condiciones de existencia se suma el proceso de permanente
construcción de otros dentro de los otros. ¿Funciona este momento en el caso español?
No podemos afirmar que haya una constante construcción de los otro dentro de los otros como en
los guetos del nazismo que analiza Feierstein, pero sí creemos que hay una explícita y clara
selección en las llamadas Comisiones de Clasificación que como vimos anteriormente se instalan
al mismo momento que se crean los campos de concentración.
Vemos de esta manera cómo entran al campo quienes se seleccionaron para exterminar – los
especialistas coinciden en que las grandes matanzas se realizaron fundamentalmente durante 1937,
41 Pero no todos los presos podían beneficiarse con la redención. Ni los encausados por el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo, ni aquellos condenados que posteriormente a su pena cometieran un nuevo “delito”. Las mujeres presas tenían al trabajo como obligatorio e inherente a la corrección, mientras que en el caso masculino el trabajo se consideraba un beneficio penitenciario (Gómez Bravo: 2006). 42 No resulta casual que Rodrigo (2006) caracterice al conjunto de prácticas represivas como orientadas a la reeducación, represión y reutilización de los prisioneros de guerra.
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momento en que se los asesinaba tras haber sido apresados en los campos de concentración o in
situ en caso de no haber sido enjuiciados43– o para apresar, arrasar con sus cuerpos y adoctrinar.
Por otro lado, ahora nos resulta claro que quienes habrían sido seleccionados para el exterminio,
no sólo vivían el resquebrajamiento físico y psíquico propio del encierro en el campo de
concentración, sino que se les sumaba el resquebrajamiento de haber sido capturados y encerrados
en el contexto de pérdida de una guerra. Podríamos suponer que, de manera similar al caso
argentino descripto por Calveiro – o quizás de manera aún más extrema –, al ser capturados los
hombres tendrían un gran cansancio vital y un agotamiento político que favorecía la actitud de
entrega44. En este sentido su energía para resistir a la dinámica del campo ya estaba dañada. Es por
eso, que en los casos de matanzas in situ, cuyos cadáveres se están reconociendo recién en el día
de hoy cuando varios movimientos de Derechos Humanos están desenterrando las fosas comunes
de los llamados “desaparecidos del franquismo”, el poder no necesitaba de tan sofisticados
dispositivos para generar el mismo fin.
A su vez, creemos que a pesar de que no se produce la magnitud de aquel movimiento de
selección del otro dentro del otro que Feierstein caracteriza de los guetos alemanes, sí existe una
selección de la otredad negativizada dentro de la otredad en los Servicios de Confidencias e
Información de los batallones de Trabajadores y en las demás políticas de resquebrajamiento físico
y psíquico.
3.5 Resistencias y fugas al poder concentracionario
A pesar de que el campo es el intento más claro del poder por desaparecer y apresar todo lo que
escapara de su control, la realidad del campo genera constantemente líneas de fuga y dispositivos
que disparan contra el núcleo duro del poder y contra sus segmentos (Calveiro: 2006). En presente
apartado nos proponemos comprender la naturaleza del poder desde el ángulo de lo que se les
escapa, desde los pequeños anidamientos de solidaridad, dispersos focos de resistencia al poder
(Feierstein: 2007; Foucault: 1983). Antes que analizar el poder desde el punto de vista de su
racionalidad interna, seguimos la estrategia foucaultiana y analizamos las relaciones de poder a
través del antagonismo de estrategias (Foucault: 1983).
43 Ver cronología de la represión en anexo 1. 44 Tengamos en cuenta que en un primero momento – fundamentalmente durante 1937-1937, años de las mayores matanzas – al avanzar las tropas del Movimiento, la gran mayoría de prisioneros políticos eran soldados que se entregaban tras haber perdido batallas decisivas para con la guerra.
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Todo ocultamiento al poder invisibilizante del campo, toda defensa al reformateo del campo,
toda burla o todo engaño son resistencias a su poder, un poder que tiene un gran debilidad: su
autosobredimensionamiento (Calveiro: 2006). Intentando observar estás prácticas en los campos de
concentración erigidos por el Movimiento 18 de Julio, encontramos numerosos testimonios que
evidencian distintos tipos de resistencias ejecutadas por los prisioneros políticos que identificamos
a continuación:
3.5.1 Sobrevivir sin dejarse arrasar.
A esta clasificación corresponden quienes resistían a la tortura omitiendo información. Tal es el
caso de Petra Cuevas, quien narra una ocasión en la que intentaron extraerle información. Relata
que por no decir absolutamente nada, la enchufaron a la corriente eléctrica y le quemaron una
mano. Ella continuó callada. “Porque delante de ese retrato hablan los muertos…”, le dijo un
torturador a Petra, “…era Franco, claro… y dije ‘pues yo ya estoy muerta... y ya... como estoy
muerta ya no voy a hablar’” (Documental Els nens perduts del franquisme).
Otro ejemplo de este tipo de resistencia es el caso de Julia. Tras haber muerto su hija en su
pabellón, las monjas se llevan su cuerpo a la capilla del campo. Con toda tristeza armó una bandera
del partido comunista español para dejarle en su tumba. Julia pidió a una monja que le permitiese
despedirse de su hija. Así, logró llegar a ella y esconder la bandera debajo del cuerpo de la
pequeña: "[…] [era] una tontería. Para mí no era una tontería. Mi hija moría... había muerto
comunista porque iba en el vientre de su madre. Y porque iba condenada a muerte... de... de todo
el tiempo que yo estuve luchando, ella llevaba la condena" (Documental Els nens perduts del
franquisme).
En estas acciones se muestra la resistencia a uno de los objetivos principales del campo: la
producción de sujetos sumisos y aterrorizados. Goffman denomina estas prácticas como Sistema de
Ajustes Secundarios. Las define como accionares que permiten a los internos obtener
satisfacciones prohibidas o lícitas pero a través medios prohibidos. Proporcionan al interno de la
Institución Total la fundamental comprobación de seguir siendo el hombre que fue y de conservar
determinado dominio sobre su medio. (Goffman: 1984)
Pueden ser acciones muy pequeñas y perceptibles sólo para quien las realiza e demuestran el
intento por subsistir al arrasamiento subjetivo (Feierstein: 2007).
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3.5.2 Establecimiento de lazos de solidaridad.
A través de acciones secretas los sujetos podían socializarse entre sí, constituyéndose en
miembros de un colectivo común. Así se produce una resistencia al poder de individuación del
campo de concentración, estableciendo lazos de solidaridad. Por ejemplo, los prisioneros políticos
internacionales del campo de San Pedro de Cerdeña pusieron en funcionamiento un Instituto de
enseñanzas diversas, llamado San Pedro Institute of Higher Lerarning. Allí se impartían clases en
los idiomas español, francés, alemán, ruso, esperanto e inglés. Arthur Karlsson hacía
“Mantenimiento de Motores”, Kart Kormes traducía el Diario de Burgos al alemán, Rudi Kampf
explicaba Historia de Música y Composición, y Alberto Abinum daba clase de Tecnología
Agrícola (Labrador Juarros: 2002). Este instituto era subtitulado por los presos como “libre y no
sectario”, y anunciaba también la puesta en marcha de nuevos cursos tales como Planos y
Geometría Descriptiva, Teatro, Historia de España, y Análisis Matemático.
A su vez, mientras hubo papel higiénico o lo que se le pareciera, funcionó activamente la
producción de prensa escrita, con dos publicaciones escritas a mano: el “Jaily News”: en el que
participaba el núcleo más firme de resistencia al fascismo y el modus vivendi del campo; y
“Undercrust”: integrado por los críticos de la República, partidarios de la inminente derrota y el
punto final a su situación (Labrador Juarros: 2002).
3.5.3 El humor.
La risa es una de las formas más eficaces de resistencia porque reafirma la vida en medio de un
ámbito en donde se promueve la creación de un muerto en vida. También, a través del sarcasmo, la
farsa y la burla muestra al perpetrador como un sujeto patético, desvaneciendo de un golpe la
omnipotencia del campo (Calveiro: 2006). Una particular línea de fuga constituyó el Concierto de
Navidad en el campo de Cerdeña a cargo del coro de voluntarios internacionales con Bob Steck
como director y maestro de ceremonias. En esa particular jornada los presos se reunieron ante el
director, oficiales y soldados del establecimiento con un programa a base de villancicos y
canciones folk. Se llegó a cantar una parodia de la disciplina militar en el campo que fue aplaudida
por los presos y respetada con educación y brevedad por el director. Los beneficiosos efectuados
por el concierto duraron varios días (Labrador Juarros: 2002).
Otro ejemplo es la canción entonada por Tomasa Cuevas, en el documental Els nens Perduts del
franquisme:
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“Cárcel de Ventas, hotel maravilloso, donde se come y se vive a todo confort, donde no hay ni cama ni
reposo, en el infierno se está mucho mejor. Hay colas hasta en los retretes, rico cemento dan por pan..."
3.5.4 El suicidio y las fugas físicas.
En varios casos la ejecución de la propia muerte fue un tipo de fuga y resistencia, en el sentido
en que le arrebató al campo el derecho soberano de vida y muerte, debilitando con ello su aparente
omnipotencia.
En otros casos las fugas físicas resultaron una de las forma de resistencia más clara. La constante
vigilancia y arrasamiento de los sujetos sumado su anonadamiento paralizante (Calveiro: 2006), no
pudo evitar la organización colectiva de fugas físicas, muchas de las cuales se lograron efectuar.
En el campo de Castuela se registraron varios escapes durante la época de invierno la gente se
escapaba cuando llovía en invierno. También en este campo hubo algunos intentos de revuelta
(Ortiz Romero y González Sánchez: 2002).
3.6 Aniquilamiento material
Para Feierstein (2007) la etapa de aniquilamiento material constituye el punto de llegada de la
construcción montada previamente. La extinción física tiene asimismo una dimensión simbólica
cancelando la posibilidad de “haber sido otro” y dejándolo en el terreno de lo indecible y lo
impronunciable.
En el caso español no existe una “solución final”. Los aniquilamientos no se corresponden como
finalidad exclusiva la tecnología del campo. Podríamos decir que las grandes matanzas de
republicanos se realizaron en tres momentos: 1) 1936-1937 durante la Guerra Civil: hubieron
aniquilamientos sin juicio alguno a medida que el Movimiento 18 de Julio avanzaba sobre el
territorio republicano. 2) 1937 durante la Guerra Civil: los aniquilamientos se realizaron tras los
juicios y clasificaciones en los campos de concentración. La imposibilidad de reeducar a ciertas
fracciones de los prisioneros políticos implicó su extinción física. 3) en 1939 con el fin de la
Guerra Civil: se realizaron otros importantes aniquilamientos de población, clasificados y
enjuiciados como desafectos en los campos de concentración45.
45 Los especialistas en la temática concuerdan en la imposibilidad objetiva de cuantificar con exactitud la cantidad de muertos políticos. A pesar de esto, hay consenso respecto a los períodos en los que se desarrollaron estos aniquilamientos. (Rodrigo: 2006; Santos Juliá: 2003; Marín y Alted Vigil: 1999; Fontana: 9999; Gomez Bravo: 2006).
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De manera similar a los aniquilamientos descriptos por Feierstein, la muerte de los prisioneros
implicó también su definitiva “desaparición material”. Los cuerpos de éstos fueron enterrados en
fosas comunes sepultando la identidad de sus restos. Pero, a diferencia de la caracterización del
concepto de genocidio, creemos que tales aniquilamientos materiales no fueron la finalidad
principal de los campos de concentración. En un estado cuyo poder se erige sobre la
administración de la vida y la muerte, la muerte no es la única herramienta para producir
modificaciones sociales. El poder emanado por el campo se construyó sobre la pura vida, la zõé.
Tal poder funciona sobre una ingeniería de los cuerpos que se fundamenta en el paradigma de
higiene social. Tanto la reconfiguración de la vida – producto del proceso de reeducación
encauzada por la tecnología del campo – como la muerte son incidentales. Dependiendo de cómo
reaccionaran los cuerpos del conjunto social a los “tratamientos”, se recurriría a la vida
reformulada o a la muerte. Ambas implican la desaparición de las relaciones sociales críticas de la
sociedad.
En este sentido la eliminación de la otredad negativa no requiere que una parte de las víctimas
sean aniquiladas materialmente para que sus muertes funcionen como clausura de las relaciones
sociales en su conjunto. Coincidimos con Pilar Calveiro (2006) al entender al campo como una
tecnología de poder del Estado represor, que una vez creada cobró vida propia. Esta tecnología se
dirige hacia la sociedad que funciona como una caja de resonancia del poder concentracionario y
desaparecedor, permitiendo la circulación de los ecos y sonidos de ese poder y a la vez, siendo su
destinataria privilegiada. El campo es aquel que cambia, remoldea y reformatea a la sociedad en su
conjunto.
3.7 Realización Simbólica
Según Feierstein las prácticas sociales genocidas no culminan con el mero aniquilamiento
material de las fracciones sociales que componen la otredad negativa, sino que deslizan sus efectos
hacia un plano simbólico e ideológico que cristaliza en los modos sociales e representar y relatar
aquella experiencia traumática. “Así como para recuperar el valor de las mercancías generado en el
ámbito de la producción se requiere que las mismas se ‘realicen’ en el de la circulación por medio
de su venta, para generar los efectos de destrucción de relaciones sociales que se buscan por medio
del aniquilamiento y desaparición material de determinados cuerpos se requiere que dicha práctica
[…] se ‘realice’ a través del procedimiento simbólico de su ‘representación’” (Feierstein: 2007;
237).
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A pesar de que en el caso español no nos parece determinante la realización del aniquilamiento
material de las víctimas, parecerían realizarse los modos de representación característicos de estas
prácticas. El objetivo del presente apartado es realizar una mínima aproximación hacia el análisis
de las mismas. Cabe aclarar que no intentamos ser exhaustivas, sino simplemente problematizar la
construcción de la memoria de los hechos represivos en las siguientes cuatro etapas históricas: 1)
durante el primer franquismo; 2) durante el segundo franquismo; 3) durante la transición
democrática; 4) desde los años ‘90 hasta la actualidad.
Partimos de comprender a la memoria como una forma de distinguir y vincular el pasado en
relación al presente y al futuro. Ésta es un acto del presente, ya que se refiere al significado de los
hechos pasados en la actualidad. La memoria es una relación intersubjetiva elaborada en
comunicación con otros y en un determinado entorno social. Ella juega un rol productivo frente al
orden social, siendo una fuente de legitimación o deslegitimación del orden; a la vez que es un
producto del orden social, ya que los códigos del orden operan como criterios de selección e
interpretación de las memorias y esperanzas dispersas en la multiplicidad de vidas cotidianas
(Lechner y Güell: 2006).
Según Alejandra Oberti (2006), en los casos en que la sucesión entre las generaciones se ve
alterada por la irrupción de violencias, se crean pérdidas y fracturas que alteran la cadena de
transmisión. En este sentido, los pasajes entre una y otra generación resultan problemáticos cuando
ciertas personas ya no están y las que están silencian o cuentan otras historias.
3.7.1 La construcción de una nueva Historia: el Primer Franquismo
Acercándonos hacia 1942, una vez cerrados los campos de concentración e instaurada en su
plenitud la dictadura46, el régimen se propone construir la Historia Oficial de España. España se
había quedado sin Historia, tanto los sujetos como el conjunto de la sociedad. De manera similar a
la descripción de Lechner y Güell (2006) sobre el caso chileno, en España había demasiada prisa
en olvidar un pasado del cual no habría herederos.
La dictadura implantada se presentó como una negación tanto del liberalismo del siglo XIX,
como de la democracia republicana del siglo XX. Franco intentó poner un freno a la historia y
devolverla al mítico origen de la Nación Española, el Imperio, los Reyes Católicos y el Siglo de
Oro (Juliá: 2003). Desde entonces, se forjó un mito de paz que sintonizaba con el miedo de
46 Ver cronología de prácticas represivas en anexo I.
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muchos españoles a una nueva guerra. La ideología de los vencedores se difundió a través de una
serie de mecanismos de propaganda y socialización política que implicaban en primer lugar el
borrado de la memoria republicana, sustituyéndola por los indicadores de una nueva memoria
oficial del régimen.
Se construyó entonces una sofisticada narrativa de la deuda con los muertos, al elevar estelas y
monumentos donde corrió la sangre de los héroes, héroes que pertenecían únicamente al
Movimiento 18 de Julio. El Valle de los Caídos representa la culminación de este proyecto
monumental y memoralístico del Primer Franquismo. Mientras tanto, los vencidos del pasado se
sometieron al silencio y al olvido, recluyéndose su memoria en los ámbitos privados (Erice: 2006).
Memoria y olvido resultan dos caras de una misma moneda. El silenciamiento de los vencidos no
equivale a un olvido. En él, el pasado está presente aunque callado (Lechner y Güell: 2006). La
construcción de la memoria en aquel entonces aún no logra ni reflexionar ni nombrar los procesos
en marcha. Resulta evidente que el fin de las represiones no resulta el fin del miedo. De manera
similar al caso chileno, la sociedad española estaba subsumida por el miedo al conflicto. Las
puertas de la jaula estaban abiertas, pero el conejo de Indias seguía paralizado por el terror.
3.7.2 La negación de la identidad de las víctimas y la transferencia de la culpa durante el
segundo franquismo
Al finalizar la década del cuarenta se levanta el estado de guerra –una vez que fueron duramente
reprimidas las huelgas y manifestaciones impulsadas por el triunfo de los Aliados y la actividad de
las guerrillas que operaban desde el fin de la guerra –. Desde entonces, la vieja retórica de la
Cruzada y la Barbarie Roja fueron quedando desfasadas en un contexto de apertura española. Se
abre paso a la idea de la guerra como un conflicto entre los españoles e incluso como una locura
colectiva. El régimen prepara una nueva versión del conflicto, menos épica y más presentable que
usa la denominación Guerra de España y reconoce la violencia de ambos bandos, apareciendo la
idea de responsabilidad compartida por la violencia. Se genera de esta manera, una memoria
histórica basada en la convicción de la culpabilidad colectiva y el deseo del Nunca Más.
De esta manera las víctimas y victimarios de la represión se homogenizan en la categoría de
“iguales culpables” que gestan a partir de un delirio colectivo las prácticas represivas. Esta
categoría resulta funcional y efectiva para diluir y reconstruir el carácter de la violencia. Las
víctimas aparecen como igualmente responsables que los perpetradores, produciéndose una
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disímil transferencia de los mecanismos de culpabilización que niega simultáneamente la identidad
de las víctimas.
3.7.3 La transición democrática: entre reconciliaciones y Nunca Más.
Hacia el año 1977 se acelera el proceso de negociación y legalización de los partidos políticos.
En las elecciones triunfan los partidos más cercanos al centro, fundamentalmente aquellos
dirigidos por líderes jóvenes con partidos recién formados – con excepción del PSOE – que se
habían presentado al público en una campaña con mensajes de cambio dentro de un orden. Felipe
González y Adolfo Suárez, al igual que el Rey Juan Carlos, pertenecían a unas generaciones que
representaban una ruptura con el pasado y no evocaban recuerdos de la Guerra Civil. Según Santos
Juliá (2003) en las elecciones se produjo algo similar a la muerte ritual del padre: un aire de
libertad recién estrenada y nuevas caras recorrieron de arriba a abajo toda la sociedad española. Un
nuevo mito se estaba gestando y otra pérdida de la Historia se estaba formulando.
Durante el proceso democratizador, se decidió no hacer cuentas con el pasado. El naciente
Estado Democrático fue de este modo un proceso constructivo que partió de un mito fundacional –
la misma transición pacífica – y se desarrolló a través de una legitimidad de orden, renunciando a
la memoria de la Segunda República como experiencia de pluralismo democrático. Así, se
sentaron las bases del mito de Reconciliación Nacional, del Nunca Más y de la Amnistía47. La
impunidad quedaba asegurada entonces, cerrándose la posibilidad de enjuiciar los delitos de lesa
humanidad durante la dictadura.
Estos mitos (Barthes: 1980) se edifican sobre cadenas de significantes montadas previamente y
operan vaciando parcialmente de sentido aquellos significados de los que se nutre. Los mismos
hacen abstracción de la Historia para hablar sòlo con la voz de los vencedores. Aquellas vidas que
no pueden ser dichas a partir de esta construccion de segundo orden, quedan en el terreno de lo
olvidado, sepultado y finalmente forcluido (Butler: 2006). Lo que queda en el terreno de lo
cancelado como Historia, callado como vivencia, silenciado en la memoria, no puede ser llorado.
Hay un duelo que no puede llevarse a cabo, algo huele mal en España…
Paloma Aguilar llama al proceso de transición “Pacto de Silencio o Manto de Olvido” (Cifr.
Aguilar: 2001), el cual supuso una vez más un silenciamiento del pasado represivo basado en la
47 La Ley de Amnistía de 1977 es comparada con la Ley de Punto Final de Argentina e interpretada como el marco legal para la impunidad de lo crímenes contra los Derechos Humanos cometidos bajo la dictadura (Rodrigo: 2006)
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idea de equiparación de ambos bandos. De esta manera podemos observar 1) cómo el
silenciamiento y la memoria selectiva juegan un rol productivo frente al orden social, otorgándole
legitimidad48; 2) cómo este silencio implícito en la representación hegemónica de los hechos – o
realización simbólica – logra la clausura de las relaciones sociales aniquiladas, estableciendo tanto
su inexistencia como su negativización y responsabilización por las prácticas represivas.
3.7.4 La lucha por las identidades: la generación de los nietos. Algo huele mal en España…
¿Es posible una realización completa de la clausura de relaciones sociales? ¿Es posible un
completo aniquilamiento de la otredad? ¿Es posible realizar un duelo? Creemos que en el caso
español existe una deuda de tiene la sociedad española consigo misma. Estos muertos y
sobrevivientes silenciados, esta historia ocultada reclama por la justicia. Las vidas que no
merecieron ser vividas y las vidas que fueron anuladas como forma-de-vida reclaman su lugar en
la Historia a través del llamado de la Justicia. Y así como Hamlet hereda el espectro de su padre,
los españoles heredan miles de espectros que no pudieron silenciarse del todo (Derrida: 1997).
Desde mediados de la década del noventa, varias asociaciones de Derechos Humanos inician sus
campañas reivindicativas de la memoria anti-franquista con especial atención en las prácticas
represivas de la dictadura. Estos colectivos cumplieron el papel de lo que Elizabeth Jelin (2006)
denomina “emprendedores de la memoria”. En los últimos 10 años, tales iniciativas fueron
acompañadas por debates parlamentarios y propuestas legales que representan un cambio respecto
a la transición. Existe, detrás de estas iniciativas, una demanda social de las nuevas generaciones
de los llamados “nietos”, quienes encabezaron la crítica hacia los sectores que protagonizaron la
transición, reclamando justicia y reparación a las víctimas y sus sucesores. La irrupción de los
nietos constituye un grupo etáreo que no vivenció ni la guerra ni el franquismo (Rodrigo: 2006;
Erice: 2006), pero que se siente heredero de varios espectros en la constitución de una política de
la justicia con el otro, una política del don, una política que no brega por la identidad sino por la
diferencia (Derrida: 1997).
Actualmente el recuerdo colectivo de la memoria traumática penetró en los espacios públicos y
centros de decisión política para restituir dignidades y revisar el pasado, igualando en calidad de
48 En este sentido los mitos construidos en España funcionan como la ideología de los grupos dominantes. Sus formas de significación constituyen las huellas dejadas en el plano de lo simbólico por las formas de dominación, de poder y de desigualdad. Estos contenidos ideológicos tienden a legitimar discursivamente a las formas de dominación, favoreciendo su aceptación, ayudando a la construcción de significantes engañosos. (Margulis: 2005)
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víctimas a los supervivientes y muertos en los campos de concentración, y entendiendo como
culpables a los perpetradores de las prácticas.
De manera similar al caso argentino, los organismos de Derechos Humanos fueron quienes
encabezaron la confrontación con algunas de las consecuencias de las prácticas represivas – la
negación de la identidad de las víctimas y los procesos de transferencia de la culpa –. Actualmente,
estos organismos parecen convertirse en una reserva moral de la sociedad que intenta instaurar una
nueva memoria. Memoria que se propone romper con el miedo, el terror y el silenciamiento
producto de más de treinta años de dictadura y diez de transición.
VI- Conclusiones
“HORACIO.- Algo enturbia la visión de nuestra mente.
En la Roma más gloriosa y más triunfal,
Poco antes de la caída del gran Julio,
Las tumbas se vaciaron y los muertos, envueltos en sudarios,
Se lanzaron chillando y farfullando por las calles.
Y se vieron estrellas con colas de fuego, y rocíos de sangre,
Y presagios de desastres en el sol. Y la luna,
A cuya influencia está sujeto el imperio de Neptuno,
Sufrió un eclipse, casi cual si fuera el día del Juicio.
De igual modo, son análogos avisos de desgracias
Los que, cual mensajeros que anuncian el destino
Y prolongan las calamidades venideras,
Cielo y Tierra juntos han mostrado
A nuestro país y a nuestros compatriotas.
Entra el espectro.”
En Hamlet, Shakespeare, W.49
1. El caso español, ¿una Práctica Social Genocida?
A lo largo del presente trabajo hemos intentado caracterizar los actos represivos ejercidos por el
franquismo durante la Guerra Civil y el posterior régimen dictatorial implantado. Hemos adoptado
un enfoque teórico desde la perspectiva del poder y una metodología cualitativa.
49 (Shakespeare: 2006; 46-47)
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Comprendimos que los factores que impulsaron los actos represivos se originaron en la lógica
inherente al Estado Moderno español. Tal Estado construyó constantemente otredades negativas
que funcionaron como fundamentos del poder de la clase terrateniente y sus satélites del mundo
agrario, en coalición con un gran sector de la burguesía de negocios y los firmes puntales de la
Iglesia y el Ejército.
En este contexto pudimos observar que en el caso español el campo se erigió como el epicentro
del conjunto de prácticas represivas, convirtiéndose en el paradigma del espacio biopolítico
moderno. En la España de Franco el campo se constituyó como aquello que surgió una vez que el
Estado de Excepción comenzó a convertirse en regla, haciendo equilibrio entre un poder de vida y
un poder de muerte cuyos efectos se esparcieron a lo largo y ancho del conjunto social.
Una vez comprobadas estas afirmaciones, nos preguntamos si dentro de tal paradigma funciona
la Práctica Social Genocida como un dispositivo de poder. Descubrimos que a diferencia de dicho
concepto, los aniquilamientos materiales de los prisioneros políticos no fueron la finalidad
principal de los campos de concentración. El poder emanado por el campo se construyó sobre la
pura vida, la zõé. Tanto la reconfiguración de la vida como la muerte resultaron incidentales y
ambas implicaron la desaparición de las relaciones sociales críticas de la sociedad. En España el
campo cambió, remodeló y reformateó a la sociedad en su conjunto.
El poder totalizador del campo tiene una debilidad: su propia creencia de ser auténticamente
total. A partir del análisis de las Realizaciones Simbólicas de las prácticas represivas, pudimos
demostrar aquellos recovecos del poder por donde los espectros de los otros silenciados reclaman
por la Justicia aún hasta nuestros días.
De esta manera, las prácticas represivas desencadenadas por una matriz social concentracionaria
constituyeron una tecnología de poder cuyo objetivo consistió en la destrucción de relaciones
sociales de autonomía y cooperación y de identidades autónomas de la sociedad. Pero a diferencia
de la noción Práctica Social Genocida, el aniquilamiento de una fracción relevante de dicha
sociedad y del uso del terror producto de tal aniquilamiento, no fueron fundamentales para
establecer nuevas relaciones sociales y modelos identitarios. Podríamos decir que los hechos
ocurridos en España incluyen el genocidio, pero esta noción no resulta exhaustiva para las
particularidades del caso.
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Nuestra hipótesis es que el caso español puede ser caracterizado como una Práctica Social
Concentracionaria. En ella, la Práctica Social Genocida conforma una dimensión de una práctica
aún más abarcativa que la incluye y la excede. La Práctica Social Concentracionaria es una
tecnología de poder que reconfigura subjetividades aptas para el diagrama de poder a partir del
vaciamiento de las subjetividades individuales y sociales para reducirlas a la mera existencia
biológica. Entendemos que el objetivo de la Práctica Social Concentracionaria es establecer
nuevas relaciones sociales y modelos identitarios idóneos para los proyectos de los grupos
dominantes.
2. Algunas sugerencias para futuros análisis
Teniendo en cuenta las limitaciones en las que se realizó este trabajo, a continuación planteamos
ejes para futuros análisis:
a) Adentrarse en las características y significados de los períodos de aniquilamiento destacados
en el trabajo
b) A partir de los testimonios que se puedan recopilar de fuentes primarias preguntarse sobre el
tipo de individuo que construyó el campo de concentración y relacionarlo con los cambios
en el conjunto de la sociedad española.
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Documental audiovisual Consultado
• Els Nens Perduts del Franquisme, producido por TV3.
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VIII - Anexo 1
Cronología de la represión durante la Guerra Civil y el Primer Franquismo50.
1. Primera etapa:
Los objetivos de la represión se orientan al disciplinamiento y control social de la población
Julio de 1936: invaden las armas los espacios públicos.
1°) Agosto de 1936: matanza en la Plaza de Toros de Badajoz.
2°) 26 de diciembre de 1936 ���� Creación de los campos de concentración. Se instalan los
campos de Zaragoza, Burgos, A Coruña, Ávila y Talavera de la reina. Esta sería la primera red
concentracionaria que luego de 1937 abarcaría prácticamente todas las zonas geográficas de la
retaguardia franquista (Rodrigo: 2006).
3°) Hasta 1937 ���� se realiza la mayor depuración de prisioneros políticos. A los prisioneros de
guerra se les encarcelaba o asesinaba in situ (Rodrigo, 2006).
4°) 1937���� descienden los índices de fusilamientos en las retaguardias franquistas. La mezcla de
regulación y legitimación de la violencia de la España sublevada la situó en un camino de
regulación jurídica (Rodrigo: 2006).
a. 11 de Marzo de 1937 ���� Desarrollo de la orden General de Clasificación de los prisioneros
de guerra.
b. Mayo de 1937 ���� regulación del trabajo forzoso. Con el Decreto 281, que concedía el
derecho al trabajo en condición de peones a los prisioneros de guerra –no eran presos comunes.
c. Agosto de 1937 ���� creación de los batallones de Trabajadores. Prieto aprueba públicamente
la creación del Servicio de Investigación Militar que realizaba una exhaustiva tarea de información
a través de los campos.
d. Se ponen en funcionamiento las comisiones de clasificación de prisioneros de guerra, campos
de concentración y sistemas de trabajo forzoso en las retaguardias de Movimiento.
50 Elaboración propia.
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e. Utilización del Código de Justicia Militar aplicando el delito de rebelión a aquellos militares
fieles a la legalidad republicana.
f. Normativa “irregular” a los considerados “delincuentes políticos”: jurisdicción militar que no
observaba las mínimas garantías al procesado.
g. 11 de marzo de 1937 ���� Se dicta la Orden General de Clasificación: afectos, desafectos y
dudosos.
2. Segunda Etapa
1°) 1939: Fin de la guerra � No se interrumpe la continuidad de los elementos militarizados en
torno a las prisiones. Muchas de las disposiciones que se adoptan en materia penitenciaria tienen
como objetivo crear un sistema que se independice de la reglamentación gubernativa. Desde
entonces, los establecimientos penitenciarios pasan a depender de la Comisión de Justicia Técnica.
Hasta 1942 se mantiene la dinámica clasificatoria, represiva y explotadora iniciada en la primera
mitad de 1937.
a. Entre marzo y diciembre de 1939 ���� se produce una avalancha de prisioneros, los
cuales no eran juzgados por delitos, sino por sus actividades políticas. Las cárceles estaban
desbordadas, por lo que los empiezan a mandar a campos de concentración.
b. Principios de 1939 ���� se dispone la creación de nuevos campos para la ocupación final de
Cataluña
c. 9 de Febrero de 1939 ���� Ley de responsabilidades Políticas
d. 10 de Febrero de 1939 ���� Ley de Depuración de Funcionarios: funcionarios relacionados
con la república, más allá de su ideología política, se consideraban “manchados”, “contagiados” y
culpables (Marín y Vigil: 1999)
e. Febrero de 1939 ���� Se evacuan por mar a prisioneros del Norte y Cataluña. Comienzan a
ser clausurados varios campos de concentración. Se promulga la Ley de Responsabilidades
Políticas.
f. Marzo de 1939 ���� tras la caída del frente catalán se produce una huída en masa hacia la
frontera franco-española: aproximadamente los exiliados rondan en 465.000 personas, de los
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cuales 170.000 eran civiles. Y se calcula que 15.000 españoles más se dirigieron a las posesiones
francesas del norte de África, principalmente Argelia, tras el derrumbe de la zona centro-sur.
g. 9 de Junio de 1939 ���� decreto que plantea armonizar la redención de penas con la libertad
condicional, amplia las competencias de las Comisiones Provinciales de Libertad Condicional
establecidas en 1930 y las del Patronato central de Redención de Penas por el Trabajo,
2°) 1 de Marzo de 1940 � Ley de Represión de la Masonería y Comunismo, que va crear el
Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.
3°) Entre 1941-1943 � hay una baja de la población reclusa: algunas fueron a derivar a los
Batallones de Trabajadores y otros fueron dados de alta por haber pasado el proceso de
“rehabilitación espiritual”.
4°) 29 de marzo de 1941 � Ley de Seguridad del Estado
5°) 26 de Julio de 1943 � se crea el Patronato Nacional de Presos y Penados de España. Esta
institución tenía como objetivos visitas periódicas a los establecimientos penitenciarios, servir de
nexo entre el recluso y su familia, “capacitar” a aquel para la vida en “libertad”, proporcionándole
un trabajo “adecuado” y ejercer amparo sobre la familia de los internos
6°) 20 de septiembre de 1943 � Se forman las Juntas de Libertad Vigilada: buscan “tutelar” la
vida de los penados y velar por la seguridad del Estado. El objetivo era fiscalizar las actividades
para encauzarlas “hacia el bien y el provecho patrio” (Gómez Bravo: 2006: 17)
3. Tercera Etapa
A partir de 1945 el franquismo busca reunir más amplios sectores dentro del movimiento, más
allá de los falangistas. Se recurre a un marco ideológico nacional católico. Se ejerce censura y
represión contra todo aquel posible disidente. Hasta 1948 no se deroga el estado de guerra.
1°) 1944 ���� Se deroga el Código Penal de la República, se practica una política de retazos
superpuestos para concordar con las nuevas circunstancias. Aplicación del Nuevo Código Penal.
La Redención de Penas por el Trabajo se incorpora al Código Penal vigente en 1944 y se mantiene
en sus posteriores reformas y refundaciones. Quedan llamados aquellos que habían destrozado
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España a reconstruirla. El trabajo penitenciario intramuros no tuvo organización alguna hasta
1946, cuando se publica el Reglamento de Trabajos Penitenciarios51.
b. Marzo 1944 ���� Normas de organización y funcionamiento del Servicio de Libertad Vigilada.
c. 18 de Julio de 1944 ���� entrada en vigor de régimen de enfermería para penados de ambos
sexos (puede interpretarse como una apertura humanitaria en el contexto internacional de
descubrimiento de los campos de concentración).
2°) 1945 ���� Se prolonga el Estado de guerra para combatir la oposición de la guerrilla:
suspensión de derechos y garantías.
d. 17 de Julio de 1945 ���� Promulgación del Fuero de los Españoles. Durante el franquismo no
existió, una Constitución sino una serie de textos conocidos bajo el nombre de Leyes
Fundamentales. Entre ellas se destaca el Fuero de los Españoles, incorporando una concepción
muy nacionalista. Este texto circunscribía la esfera de la libertad al ámbito del derecho privado,
donde los españoles podían ejercer sus derechos subjetivos.
3°) 8 de Febrero de 1946 ���� Decreto reglamentación orgánica del trabajo penal intramuros que
creaba la Entidad Industrial Agrícola de Trabajos Penitenciarios. En el caso de los presos
preventivos era un trabajo opcional, mientras que para los reclusos no analfabetos de ambos sexos
se presentaba como obligatorio.1957: Comienza período de mayor dureza en la represión a
Movimientos estudiantiles y Obreros.
4°) 1947 ���� Cierra el Campo de concentración de Miranda de Ebro.
a. 6 de julio de 1947 ���� Se promulga un Referéndum que declara a España como unidad
política constituida como "un Estado Católico, Social y Representativo que de acuerdo con su
tradición se declara constituido en Reino", y que Franco quedaba como Jefe del Estado con
carácter vitalicio y con la facultad de designar a su sucesor a título de rey o regente.
5°) 1948 ���� se deroga el Estado de guerra.
6°) 1958 ���� Ley de Principios Fundamentales de Movimiento recortaba del fuero de los
españoles el artículo que reconocía la libre expresión de ideas.
51 “ […] a razón de redención por cada suma de las horas extras de trabajo igual a los de jornada en el trabajo u oficio de que se
trate” en Orden 11-9-1939.
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7°) 30 de julio de 1959 ���� se promulga la Ley de Orden Público que surge por endurecimiento
del aparato político de represión. Se consideraban como actos contrarios al orden público los:
paros colectivos, los cierres de empresas o suspensiones ilegales, las manifestaciones y las
reuniones políticas. Y además la autoridad gubernativa podía ingresar en domicilios privados sin
autorización previa.
8°) 10 de febrero de 1956 ���� Primera declaración de Estado de Excepción, luego de protestas
universitarias. Detenciones a líderes representativos de distintas tendencias ideológicas
9°) Marzo de 1958 ���� Segundo Estado de Excepción (Asturias)
10°) Mayo de 1962 ���� Tercer Estado de Excepción (Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa)
IX: Anexo II Cronología de avance de campos de concentración y Batallones de Trabajadores52 � En Vizcaya y Vitoria: campos de Orduña, y Mujía
� Miranda de Ebro: posiblemente sea el campo más importante de la provincia
de Burgos., tanto por su volumen como por constituír el mayor centro clasificador
de prisioneros, incluso después de la guerra.. Estaba situado en los alrededores de
la estación ferroviaria Miranda de Ebro al pie de la carretera general y nudo
ferroviario. . En él se recibían a los evacuados de los campos lazaretos más en
vanguardia y unidos por buenas vías de comunicación.
� San Pedro de Cerdeña: desempeñó funciones de clasificación, alojamiento
de prisioneros de guerra clasificados dentro de la categoría B, preparación de
personal para los Batallones de Trabajadores, y particularmente como
aparcamiento de extrangeros y presos peligrosos. En 1937 se lo designa campo
para extrangeros, haciendo de clasificación y depósito. Los presos fueron
empleados en las obras del monasterio y alrededores.
� Zaragoza
� Burgos: en ésta funciona la primera Comsisión Clasificatoria
� A Coruña
52 Elaboración propia.
1937: la zona del Norte peninsular se puebla de centros de internamiento
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� Ávila
� Talavera de la Reina
Campos en el Norte 1937:
� Estella – Casa Blanca y Monasterio de Ireche– en Navarra.
� La Universidad de Deusto en Bilbao luego de su caída el 19 de junio.
� Pamplona
� Lerma: la primera referencia cronológica se registra en 1937. En este
campo estuvo ubicado el Batallón de Trabajadores Nº 50, compuesto por presos
de Santander y Laredo. En una disposición de campos de finales de 1937
aparece catalogado como Campo de inútiles: tipo de población recluso no apta
para el trabajo clasificados por el Servicio de Sanidad de la Inspección como
incapacitado por enfermedad o defecto físico.
� Cáceres
� Plasencia
� Trujillo
� Badajoz: el Cuartel de la Bomba
� Asturias: Figueras. Ortigueira y canero
� En León: Campo de San Marcos
� Aranda de Duero
� Logroño
� Campo del Monasterio de San Pedro Cerdeña en Burgos
Funcionamiento de Comisiones Clasificatorias organizan Batallones de Trabajadores en 1937:
� Campo de San Gregorio en Zaragoza
� Soria
� Barajoz
� Mérica
� Cáceres
� Talavera Reina
Primeros resultados del cambio en el centro de gravedad bélico hacia el norte peninsular
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Casos de extensiones de la red concentracionaria
La conquista de Santander, además del enjuiciamiento y fusilamiento de los disidentes políticos,
conllevó al internamiento “con toda rapidez” de unos 50.000 prisioneros, capturados en pocas
semanas: la rendición masiva más importante de la guerra.
Campos que se crearon para evacuar estas personas:
� En Santoña: el Penal de Duero, el Instituto manzanero, el Cuartel de Infantería y el Fuente de
San Cristóbal: 1200 prisioneros
� En Santander: la plaza de Toros, los Campos de Football, las Caballerizas del Palacio de la
Magdalena y el Seminario de Corbán: 12000 prisioneros
� Laero: locales de escuelas y edificios del pueblo: 8000/9000 prisioneros
� En Castro Urdiales: diferentes edificios: 10000 prisioneros
� En Fines de Julio/agosto (cuando se ocupa la ciudad) se ponen en funcionamiento en : Galicia:
campos de Cerdeira, Ferrol, Muros, Rianjo, Camposanto; el caserío de Osío, Jaca, Haro y Valencia
de Don Juan.
La población de los campos era de 70.000 personas. Esto llevó a un bloqueo burocrático y
administrativo, a pesar de las continuas ampliaciones de los campos y la multiplicación de las
Comisiones asentadas en los campos de clasificación.
Campos creados en agosto de 1937:
� ICCP del Monasterio de la Santa Espina en Valladolid
� Medina Riseco
� Valencia
� Palma de Mallorca
Multiplicación de Comisiones asentadas en campos de clasificación.
Octubre de 1937: se logra el cierre de la franja norteña con la conquista de Gijón sin resolver la
reubicación de los prisioneros de Santander: instalación de nuevos campos en:
� Asturias
� Llanes Aproximadamente 30.000 prisioneros
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� Velorio
� Gijón
� Avilés
� Candás
� Oviedo
� Luarca
� Andes
� Infiesto
� Pola de Siero
� Galicia: Ribadeo, Santa Siero: total aprox. 10.000
Hacia fines de 1937 había 65 Batallones de Trabajadores forzosos en la retaguardia franquista,
explotando a 34.000 prisioneros e integrándolos en una economía de guerra que significaba una
esclavización laboral.
Abril de 1938: integraban los batallones unos 40.690 prisioneros trabajadores (a partir de los
datos de la revisión de expedientes destinados a la creación de Batallones de Trabajadores). Se les
podía destinar a talleres e industrias civiles militarizadas y a trabajos en instituciones y
particulares, o la Iglesia, construcción o reconstrucción de infraestructuras militares y civiles.
Los avances territoriales y los movimientos bélicos, desde el desbordamiento del frente aragonés
a la ofensiva sobre Cataluña habrían de renovar las necesidades para nuevos campos, y dieron pie
para platear nuevas iniciativas para el tratamiento de los prisioneros de guerra:
De los 106.822 prisioneros clasificados por las Comisiones en todo 1937, casi un 30% se integraría a los grupos para los que la red concentracionaria había creado, salvándose del Consejo Sumarísimo de Guerra en el Tribunal Militar, pero ingresando a los campos para la creación de Batallones de Trabajadores
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Se evacuaría a campos estables 30.513 personas
Van a centros divisionarios y de los Cuerpos del Ejército en territorio de Aragón.
Toman como base el campo de San Gregorio en Zaragoza, el de Catalayud y el de San Juan de
Mozarrifar (en la capital de Aragón)
Salían para ser:
1- encuadrados en los BBTT
2- ser internados definitivamente de campos
3-los prisioneros de Brigadas Internacionales irían al campo de San Pedro desde abril de 1938.
1938: los campos están a tope. Se realiza una investigación sobre la situación sanitaria del
sistema de campos para establecer los máximos higiénicos de cada uno de ellos, y los resultados
son terribles. La gran mayoría se movía en porcentajes del 230% por encima de su capacidad.
Campos de Burgos creados en 1938:
Valdenoceda: éste contaba con un largo sótano para alojamiento de aquellos catalogados como
indeseables. La comida, especialmente escasa, solía constituir el principal tema de conversación.
A los prisioneros españoles les estaba permitido comunicarse sólo con sus familias en España. A
los americanos no les era permitido enviar cartas o recibirlas del extranjero, ni comunicar con la
embajada en España.
1939: Fin de la Guerra Civil: 277.103 en campos de concentración; 90.000 en Batallones de
Trabajadores.; 119 BBTT provenientes de los campos franquistas.
Principios de 1939: se dispone la creación de nuevos campos para la ocupación final de
Cataluña:
� Campos permanentes de clasificación: Reus y Tarragona.
� Barbastro
� Lleida
� Cervera: centro de evacuación
� Manresa.
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� Huelva: 2000 prisioneros
� Cuartel de la Aurora de Málaga: 3000 prisioneros.
� Campos de Pamplona y Estella sirven para internar y clasificar a los repatriados por Irán.
� Desde febrero se emplean plazas de toros habilitadas para evacuar por mar a los prisioneros del
Norte y Cataluña.
Conquista de Barcelona en enero de 1939: multiplicó un nuevo número de campos, el
hacinamiento en los existentes y la incapacidad de la administración franquista para sobrellevar
semejante sobrepoblación.
� Apertura de campos en Barcelona: en Horta, El Cánem y otros centros provisionales
� En Sevilla: hasta tres campos en la capital andaluza.
� En Cádiz, Valladolid y Toledo se decide que los prisioneros de guerra serían clasificados en
los campos, y enviando a los dudosos a sus localidades de origen. El ex soldado ya clasificado
sería condenado a penas de 4 meses al año de internamiento y trabajo forzoso en un Batallón, y en
particular en los Batallones de penados.
Con la toma de la frontera hacia Francia por parte de Franco, se reconocían más de 90.000
prisioneros en menos de dos meses. Esa cifra según Rodrigo (2006), se acercó a los 116.000
republicanos capturados en Cataluña. Al sumar a su vez a los 220.000 soldados que perdió la
República en el EXILIO y a los 47.000 apresados en otros frentes de batalla en esos mismos
meses, la ofensiva catalana se ve como un hito crucial en la victoria franquista.
Final de la guerra hasta 1942: la dinámica clasificatoria, represiva y explotadora iniciada en la
primera mitad de 1937 se mantiene hasta 1942 en la inmediata posguerra muchos murieron
fusilados (Rodrigo: 2006).