LaReligióncomoMediadora.delSentidodelaVida

SergioInestrosa

CUADERNOS DE FE y CULTURA

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Sergio Inestrosa

La Religión como Mediadoradel Sentido de la Vida

CUADERNOS DE FE y CULTURA

UNIVERSIDADIBEROAMERICANABIBLIOTECAFRANCISCOXAVIERCLAVIJERO

InestrosaGonzález,Sergiola religióncomomediadoradelsentidode lavida

1.Religión.2.Religión- Filosofía.3.Experiencia(Religión).I.t.

Bl 48154.2001

Norma Patiño DomínguezDISEfJo DE LA COLECCIÓN

Andrés Navarro Zamora

CUIDADO DE LA EDICIÓN

1a. Edición,2001D.R.@ InstitutoTecnológicoydeEstudios

SuperioresdeOccidente,A.C.D.R.@ UniversidadIberoamericanaPlantelGolfo-Centro

(ComunidadUniversitariaGolfo-Centro,A.C.)D.R.@ UniversidadIberoamericanaPlantellaguna

(FormaciónUniversitariay Humanistade lalaguna,A.C.)D.R.@ UniversidadIberoamericanaPlantelleón

(PromocióndelaCulturay laEducaciónSuperiordelBajío,A.C.)D.R.@ UniversidadIberoamericanaPlantelNoroeste

(Promocióny Docencia,A.C.)D.R.@ UniversidadIberoamericanaPlantelSantaFe

Prol.PaseodelaReforma880Col.lomas deSantaFe

Deleg.ÁlvaroObregón01210México,D.F.

ISBN968-859-443-1

Impresoy hechoen MéxicoPrintedandmadeinMexico

A la memoria de mi padre

Índice

La religióncomomediadoradel sentidode la vida ?

La religióncomoencuentroconel Otro ?

La religióncomooportunidadde sanación 9

La religión como vínculo social y comunitario ! 1

La emergencia de lo religioso 15

Los dinamismos de las religiones l?

La religión como portal de la otredad 26

El retorno ya no tan nuevo de la pasión religiosa 28

Los factores que posibilitaron esta vuelta 32

La Religión como Mediadora del Sentido de la Vida

Dios no es sino una gran voluntadpenetrando todas las cosas por la

naturaleza de su intensidad.

Joseph Glanvill

En este breve texto parto de la premisa de que toda religiónpresupone siempre una doble experiencia. Por un lado está lo quese refiere a la parte personal de la religióny que se caracterizapor lacreencia en una determinada divinidad, la cual se nos manifiestasiempre como una experienciaradicalde la otredad;es decir,en todaexperiencia religiosa experimentamosal Otro como un otro distin-to a nosotros. Este acto de fe nos mete de lleno dentro de la expe-riencia tremenda de lo santo, de lo sacro,y como tal toda creencia seconvierte en una experiencia única, una experiencianuminosa.

El segundo elemento fundamental de la experiencia religio-sa lo constituye el asumirse como parte de una comunidad litúrgi-ca. En este segundo sentido se puede hablar que toda religión essiempre una experiencia vinculante, pues profesar una determina-da religión implica la posibilidad real de sentirse parte de unacomunidad ritual, una comunidad de culto, con la que se compar-te una parte importante de la vida: los actos de fe.

En el fondo pues, toda experiencia religiosa si se vive con laintensidad que amerita termina por ser una vivencia intensa de estasdos experiencias vitales: la creencia y la convivencia comunitaria.

La religión como encuentro con el Otro

Para avanzar en la construcción de este texto primero inten-taré dar una definición de lo que entiendo por religión; lo haré

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teniendo en cuenta que la religión es un asunto complejo que ame-rita más de una definición de manera que definiré la religión enuna triple perspectiva. En primerisimo lugar definiré a la religiónde una manera extensiva y entonces hay que decir que ella es unainvitación a tener un encuentro con lo sagrado.l

Convengamos además en que no se trata de una invitacióncualquiera, muy por el contrario se trata del establecimiento de unacuerdo previo que garantice las condiciones básicas para quedurante el encuentro se ratifique la promesa hecha a nuestrospadres y se renueve el voto de corresponsabilidad con el rostro deesos otros empeñado y prescrito ante la presencia simbólica, sacra-mental, de la divinidad. Desde esta perspectiva la religión se cons-tituye como un colligere, es decir, un acogerse a la gracia del Otroofrecida a través del pacto que se refrenda en el encuentro.

Siguiendo con este razonamiento digamos que toda religiónes, ante todo, el establecimiento de las condiciones necesarias paraque el encuentro sea intenso y fructifique en un conocimiento quees creencia (en la promesa dada por la divinidad) y un compromi-so (una respuesta dada en favor de la vida) Después de ocurridoeste encuentro, después de asistir a la cita con ese otro radical-mente Otro, las cosas ya no podrán ser como antes, pues las parteshan renovado el pacto; es decir, han hecho un compromiso quereactualiza la alianza pactada entre la divinidad y el género huma-no y cuyo resultado más inmediato y palpable deberá ser la cele-bración de la vida.

Tanto la ratificación de la promesa como el voto de corres-ponsabilidad proclamado solemnemente ante ese Otro y ante lapresencia de los demás se traduce en una serie de ritos sacramen-tales que funcionan como recordatorios operativos de nuestrocompromiso con ese Otro, cuyo rostro está siempre más allá, y conlos otros cuya presencia demanda nuestra solidaridad. Estos recor-

I TRILLAS,Eugenio, Por qué necesitamos la religión, p. 77

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datorios, esta ritualidad sacramental, será preservada (primero) ydifundida (después) por quienes atendiendo al llamado, acudieronal encuentro y renovaron la promesa de celebrar la vida.

De esta forma pues, toda religión instituye su propia rituali-dad y se constituye como una institución encargada de celebrar larememoración, la conmemoración del pacto personal y comunita-rio con la divinidad. Es decir, toda religión se constituye como elámbito y el espacio de ritualidad que permite a los fieles confesar-se fieles a la divinidad y asumirse como miembros de una comu-nidad ritual, de culto. Por ello mismo, es que se puede hablar dela religión como una relación de correspondencia que nos congre-ga en tomo a una promesa que se actualiza cada vez que la comu-nidad celebra el ritual sagrado para conmemorar el pacto y renovarla confianza en la promesa de salvación.

Sin este vínculo de pertenencia, de participación la religiónse vaciaría de su sentido comunitario perdiendo con ello una de lasdimensiones más importantes y disminuyendo su importanciasocial y pública.

La religión como oportunidad de san ación

Un segundo aspecto fundamental que define a toda religiónes la idea de lo santo, de lo sagrado,2de lo salvo, de lo sano (la sani-dad divina), de lo indemne, es decir, de lo puro. De lo otro radical-mente Otro. Al final de cuentas todas las religiones se nos ofrecencomo espacios privilegiados de sanidad divina, escenarios de cura-ción y es este poder de sanación que hay en toda religión lo queexplica, en parte al menos, el renacimiento del sentido de lo reli-gioso que vivimos en la actualidad y desde hace ya algunos años.

2 Al lector interesado se recomienda la lectura del clásico libroLo santo: lo racio-

nal e irracional en la idea de Dios, de Rudolf Otto, Alianza editorial, Madrid, 1980.

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En toda celebración religiosa de la índole que sea estará pre-sente siempre la promesa de curación y de salvación. Teniendo encuenta que en la actualidad la salud tiene un alto valor y goza de unaprecio invaluable, no es gratuito que en muchas iglesias hayancomenzado a destacar el valor de la salud, de la curación como un

aspecto fundamental de su ritualidad; algunas iglesias, incluso orga-nizan jornadas enteras de sanidad atrayendo con ello a enormes can-tidades de personas que se saben o sienten enfermas. Hoy en día,todas las religiones sin importar su orientación y su ritualidad se nosoftecen como instancias de sanación y como horizontes de redencióny con ello se convierten en instancia socializadoras de primer ordeny como espacios para celebrar la restauración de la promesa original.

Como estudiosos de la religión, no debemos desdeñar niignorar el hecho de que toda religión conlleve en su seno una fuer-za y un poder curativo y fecundante. Otra de las áreas en que sedespliega el poder de sanación y el sentido de cuerpo de las igle-sias es con las personas que padecen enfermedades terminales yque por ello mismo viven la vida de manera muy dramática. Enestos casos, la religión sirve de refugio protector, de espacio deconsolación, pues acoge a cada paciente en la esperanza de la pro-mesa que la divinidad ha pactado con los seres humanos.

Con este tipo de personas, la ritualidad religiosa permite re-actualizar la promesa, ponerla al alcance del que sufre y por estavía la religión se convierte en manantial inagotable de consuelopara el afligido, para el enfermo en fase terminal, proporcionandoun elemento que ninguna otra institución puede proveer: la resig-nación y el consuelo en que la muerte no es lo contrario de la vidasino su consumación y que si se ha amado la vida y si se ha vivi-do en la fe, ¿por qué habría que temerse a la muerte?

A través de la celebración religiosa pues, la promesa setoma esperanza, se vuelve palabra viva y en casos extremos per-mite experimentar la radical presencia de ese Otro que se hace pre-sente entre los congregados. A los enfermos terminales, la religión

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también les ofrece la posibilidad de asumir el sufrimiento con dig-nidad, ese sentimiento del que han sido despojados por la gravedadde la enfermedad y por la intensidad del dolor.

Como lo han mostrado los estudios más recientes con

pacientes en fase terminal,3 la religión se les presenta a ellos nocomo un antídoto contra el dolor, para eso se usan las medicinas ylas drogas, pero sí como una esperanza de salvación y como unmedio para recuperar parte de la dignidad divina que han perdidoen su lucha contra el sufrimiento y en su batalla contra lo irreme-diable de la muerte. La religión no es el único remedio, es cierto,pero ella representa sí una posibilidad, la última tal vez, para con-templar la vida en toda su grandeza pese a su dramática finitud.

La religión como vínculo social y comunitario

Otra de las nociones importantes que hay que tener en cuen-ta al hablar sobre religión es la que se expresa a través de la ideade vínculo (re-ligare) que toda religión implica. En primer lugar,ese vínculo implica como ya se ha visto una red de relaciones, unaserie de posibilidades permanentes de celebraciones y encuentroslitúrgicos. Es decir, toda forma religiosa termina por ser una cele-bración ritual donde la comunidad se acoge a sí misma y de paso,se consolida como comunidad de creyentes prolongando la espe-ranza y la fe en la promesa proferida en el encuentro con ese Otro.

Como lo ha dicho el filósofo lituano Emmanuel Levinas,toda religión evoca siempre ese encuentro con la divinidad que setraduce en un hablar, en un proferir y en una convivencia de quie-nes se reúnen para conpartir y celebrar el gozo que da el saberseparte de una comunidad que comparte una creencia común. De

3 Si nos detenemos a pensar en este asunto y lo vemos con frialdad nos dare-mos cuenta de que todos estamos heridos dc muerte. Platón mismo atirmabaque el tilosofar no era sino un prepararse para la muerte.

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fonna que la comunidad se constituye en el soporte afectivo yefectivo de la acogida que la divinidad nos ofrece como parte de larenovación del pacto de salvación.

Al pensar en la religión la comunidad de creyentes ocupa unlugar destacado dentro de la reflexión, pues toda religión es siem-pre un acontecimiento que se vive y se celebra en fonna comuni-taria. De allí que toda celebración de culto, toda conmemoraciónritual, tiene una importancia de primer orden dentro de las argu-mentaciones sobre la religión. La misma palabra "religión" evocaun sentido de lo comunitario, de la participación dentro de unacomunidad de fe, de la ~oncelebracióndel ritual con que cada unade las religiones conmemora el pacto y la alianza de los sereshumanos con la divinidad.

Si se piensa a la religión con cuidado se verá que ella tratade un doble vínculo; uno social y otro comunitario. Por el prime-ro la religión se nos ofrece como una mediación (vínculo social,rescate de la otredad) para reconocer en los otros la presencia de ladivinidad, aunque estas personas no compartan las mismas creen-cias y convicciones religiosas.

Al reconocer y admitir la existencia de los demás, de los queno son parte de la comunidad religiosa, toda religión refuerza elsentido de vínculo social y de esta fonna obliga a sus miembros apracticar la tolerancia, pues la tolerancia es un síntoma inequívocode la caridad que debe existir en toda religión. Sólo los fanatismosreligiosos niegan la existencia de los otros, los que no son, piensano creen como nosotros, pero ninguna religión que se precie de serIopuede negar la existencia de los demás, la radical experiencia de laotredad, pues el fundamento último de toda religión está en laaceptación definitiva de la existencia de la divinidad como otro.

Por otra parte, no hay que perder de vista que la tolerancia estambién una muestra palpable de la coherencia interna de toda pre-dica religiosa. Sin embargo, lo sabemos muy bien, no todas las reli-

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giones en su prédica y en su actuar son lo suficientemente tolerantescon los demás e incluso nuestro lenguaje cotidiano se ha cargado deexpresiones xenofóbicas, de desprecio por las creencias de losdemás. Es común escuchar de nuestros labios creyentes palabrascomo: los herejes, los infieles, los incrédulos, los ateos y demás tiposde calificativos que reflejan nuestro sectarismo y nuestra intoleranciareligiosa ante los que no creen o piensan como nosotros.

Sin embargo, la religión nos vincula de manera más fuertecon aquello que practican nuestra misma religión, con los que pro-fesan la misma fe y se congregan en tomo a un mismo culto (vín-culo comunitario, ritual) Este vínculo comunitario genera unaespecie de inmunidad que les es común a todos los creyentes ygenera un ambiente de solidaridad y fraternidad que permite ofre-cer y recibir cuidados fraternales, pues las comunidades religiosastienden puentes que obligan a ver en el otro a una manifestación dela divinidad.

Esta idea de vínculo comunitario remite, por otra parte, a larespuesta comunitaria por parte de quienes comparten una mismafe y se congregan para celebrar el ritual religioso haciendo de estasprácticas cúlticas una forma de vida y un compromiso compartidoy como lo ha expresado el filósofo francés Jacques Derrida No hayrespuesta sin principio de responsabilidad.4 Es decir, es precisoresponder al otro, ante el otro y de sí mismo puesto que no hay res-ponsabilidad sin fe jurada, sin compromiso, sin un juramento quenos introduzca en el corazón mismo de una comunidad.

Así pues, el vínculo religioso se sustenta en la fe compartida,en la fe jurada de la que habla Derrida, en la creencia que lleva apa-reada una serie de prácticas cúlticas. Sin esta fe jurada, sin esta cre-encia manifiesta no habría ningún tipo de vínculo comunitario nisocial pues, la religión obliga a mirar de frentt: el rostro del otro, acomprometerme con ese rostro que exige una respuesta y un com-

4 DERRIDA, Jacques y VATTIMO, Gianni , La religión, p. 43.

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promiso cuyo fundamento último está dado por la creencia en lapromesa que se fortalece en la relación vinculante de toda religión.

Otro aspecto fundamental relacionado con la noción de vín-culo comunitario es el que se refiere a la promesa mesiánica. Esdecir, en toda religión existe una linealidad histórica que tiene unsentido, que se orienta hacia un fin determinado y ese fin es eltriunfo de la justicia que en toda religión se hace presente. Estapromesa eleva el tiempo religioso a un más allá de la historia, másallá de la temporalidad y la espacialidad de la vida remontándola aun tiempo otro que se basa y se sustenta en la promesa.

En todas las religiones, la promesa se presenta como unabsoluto en el que hay que confiar, pues es algo que está más alláde toda prueba. Quien no confía en la veracidad de la promesa nocomparte plenamente las responsabilidades del vínculo comunita-rio, pues le falta algo fundamental a su situación religiosa: el com-partir esa fe jurada que anuncia un futuro de salvación.Pennítaseme repetirlo una vez más para que no quede duda de laimportancia que la promesa tiene dentro de todo sistema religioso:no hay posibilidad de que exista la religión sino existe la promesay el compromiso de fe que ella demanda.

El otro aspecto fundamental de la religión entendida comovínculo tiene que ver con la proclamación del testimonio; el darcuenta pública, ante propios y extraños, de las creencias que dansentido a las prácticas religiosas de las personas que se congreganen una comunidad de fe para celebrar la esperanza y la confianzaen la promesa. De esta forma, el testimonio se toma parte impor-tante de las personas religiosas y se convierte en el elemento clavede la evangelización.

Habrá que entender por evangelización (no sólo en el senti-do cristiano) sino en la doble acepción que esta palabra encierra:como anuncio y llamado; como prédica y compromiso, don y tareaa construir y reforzar los vínculos comunitarios (las creencias) y

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sociales (el reconocimiento de la irrenunciable alteridad que tieneel otro) Desde esta perspectiva, la evangelización se convierte enel acontecimiento esencial del crecimiento y la consolidación detoda comunidad religiosa, de toda religión. No perdamos de vistaque todas las religiones aspiran a crecer y consolidarse para podercumplir de mejor manera con una parte de su ministerio: dar tes-timonio de la buena nueva ante los demás.

La emergencia de lo religioso

Desde hace ya varias décadas asistimos a una emergenciadel sentido de lo religioso en el mundo. Una emergencia que nonecesariamente significa que las religiones tradicionales hayansalido de la crisis de representación que vienen arrastrando desdemediados de siglo pasado. Incluso en el plano teórico, los movi-mientos religiosos han vuelto a atraer la atención de diversos inte-lectuales y se han ido matizando muchos de los calificativosnegativos con que se etiquetó a las creencias religiosas en el pasa-do reciente.

Parece ser que por fin nos hemos dado cuenta que no porquevivamos en una época secular y laica hemos de despreciar e igno-rar la importancia que lo religioso tiene para la vida de muchaspersonas en diferentes partes del mundo, incluyendo los paísesindustrializados. Como lo ha expresado el sociólogo francés AlainTouraine: El retorno de las religiones no es solamente la movili-zación defensiva de comunidades perturbadas por una moviliza-ción importada; ese retorno también lleva consigo el repudio,especialmente en los países industrializados, de la concepción quereduce la modernidad a la racionalización y de esta manera privaal individuo de toda defensa ante el poder central cuyos poderesson ilimitados.5

5 TOURAlNE, Alain, Critica de la modernidad, p. 213.

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Por ello mismo, en vez de entrar en una defensa estéril de laimportancia que hoy día tienen las religiones he preferido plantearen este texto a la religión como una realidad que compareceradiante en el horizonte de pensamiento y de vida de muchísimaspersonas y cada vez se hace más claro que el sentimiento y el sen-tido de lo religioso no se opone ni a la razón; ni niega el valor dela secularización ni de la critica que se pueda hacer a las mismasreligiones y mucho menos niega la importancia de los descubri-mientos científicos y tecnológicos. Por el contrario, las religionesse yerguen hoy día como interlocutores indispensables de estoshallazgos y estos grupos religiosos pueden ayudar aportando nue-vos puntos de vista sobre estos descubrimientos.

Como lo ha expresado el teólogo alemán Hans Küog, unanálisis de los tiempos que excluya la dimensión religiosa es defi-ciente6para explicar la complejidad del mundo y de la vida misma,pues las religiones aportan un elemento nuclear que la ciencia sim-plemente por sus mismos procedimientos de trabajo no posee. Esdecir, si se excluye de los análisis social y científico a la religión,por las razones que sean, estaremos ignorando una dimensión cru-cial de la humanidad, de la cultura y del desarrollo histórico de lassociedades.

No perdamos de vista que las criticas hechas a las religionesjunto a su propia autocritica ha servido para que al final los líderesde estos grupos se den cuenta de que es insostenible el seguirsepercibiendo como visiones totalizadoras de la realidad, comoexplicaciones que arropan la verdad última de las cosas. Poco apoco las religiones han ido abandonando esas explicaciones holis-tas que simplifican, por un lado, la complejidad del mundo y, porel otro, cierran la puerta a la colaboración de otras instituciones enla tarea de dar sentido al mundo.

Todo parece indicar que el nuevo espíritu de las religiones

6 KÜNG,Hans, Proyecto de una ética mundial, p. 65

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asume su papel de coparticipe en la confonnación del pensamien-to moderno y comienza por reconocer la pluralidad y complejidadque constituye a los seres humanos y a su entorno y con ello algu-nos movimientos religiosos han comenzado a verse como una ins-titución socializadora más cuya misión está en el servir, en el darvida y en buscar la felicidad de todos.

Por ello mismo, es importante dejar en claro que lo que estáen crisis en nuestros días no es el sentido de lo religioso sino másbien de ciertos tipos de religiones institucionales que ya sea porrigidez, por aislamiento o por el agotamiento de sus fonnas de tra-bajo han ido perdiendo la confianza de la gente y con ello han vistodisminuida su influencia y su capacidad de convocatoria.

Los dinamismos de las religiones

No cabe duda, que los tiempos en que vivimos son muydemandantes y que ellos exigen cambios en la fonna en que lasreligiones se enfrentan al mundo moderno; un mundo donde lasnociones e imágenes religiosas que se cultivaron en otros tiemposhan perdido su vigencia y parte de su fuerza. Es verdad tambiénque las ritualidades y los simbolismos han cambiado y que las reli-giones deben actualizarse para responder de manera adecuada a losretos de los nuevos tiempos sin faltar por ello al espíritu fundantede cadamovimientoreligiosoy sin faltara la misiónesencialquede cada una de ellas se espera.

Por ello mismo es claro que se debe repensar el papel de loreligioso y adecuarse a la temporalidad actual, pero también escierto que en cada una de las religiones hay un núcleo fundamen-tal que no ha cambiado y no va a cambiar porque en él reside elcorazón mismo de esa propuesta religiosa particular.

Entre los elementos que constituyen ese core religioso estála divinidad, la promesa de salvación y la misión que se sostiene

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sobre la necesidad de evangelizar. Más allá e igualmente impor-tantes es el hecho de que el mundo demanda de las religiones unaposición frente al dolor, al sufrimiento, al sentimiento de orfandady de vacío en que muchos seres humanos vivimos y que a partir deesta carencia buscamos en las religiones consuelo para nuestrascongojas y para nuestra miseria. Si algún cambio ha habido enalguno de estos elementos propios del sufrimiento humano ha sidopara empeorar, para agudizarse y profundizar la crisis existencialdel ser hombre y la mujer moderna.

Si esto es así, le quedan intactas a la religión sus funcionesbásicas tanto de cara a la Trascendencia como de cara a cada unade las personas en que esa Trascendencia se manifiesta. Siendosinceros tenemos que admitir que ningún otro tipo de entendi-miento, realidad social o disciplina científica ha podido asumir ysustituir a las religiones en su función de consoladora y portadorade esperanza.

Como el lector se habrá dado cuenta, las funciones más cla-

ras de lo religioso son de tipo expresivo, simbólico y hasta psicoló-gico y están fundamentalmente relacionadas con las grandespreguntas que el hombre se ha hecho siempre y con lo que nos suce-de a niveles muy profundos: la experiencia del dolor, del sufri-miento, la muerte propia y la de los seres queridos, la necesidad deconsuelo, de reconocimiento y de sentido de pertenencia pero,sobre todo, con la esperanza en que no todo acaba con la muerte.

Las variadas funciones de las religiones

Ya antes se habló de que la religión produce vínculos socia-les y comunitarios. Esta producción de vínculos es la primerafunción de las religiones pues a través de ello genera un sentidoglobal y local de pertenencia, de articulación de la propia vida eny a partir de redes de participación, de convivencia y de celebra-ción de una determinada fe. Dicho de otra forma, la religión tieneapareada una capacidad de integración social y comunitaria que es

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insustituible, pues la religión sigue pesando en la conciencia depertinencia y de responsabilidad para con los demás.

Es en este sentido que se debe admitir que las religionescumplen con un papel fundamental como estructuradoras de lamoral privada y social convirtiéndose en instituciones socializado-ras de primer orden. Las instituciones religiosas compiten conotras instancias laicas que igualmente cumplen con una funciónsocializadora como la familia, los medios de comunicación, lospartidos políticos, las asociaciones civiles, la escuela, los gruposde amigos, etc.

Esto es así porque la religión desempeña un papel social detransmisora y educadora de un sentido de lo humano que enfatizala necesidad de respetar los valores sociales fundamentales comoel derecho a la vida, la solidaridad, la fraternidad y la búsqueda dela felicidad, el respeto y la tolerancia a los demás. La religión tam-bién es portadora de un fuerte sentido de lo ético que valora la vidahumana como el valor fundamental de toda sociedad y de todaconvivencia civilizada.

Como instancia de socialización, la religión transmite unavisión particular del mundo y en tanto tal cosa ocurre procuramotivar el surgimiento y la práctica de los valores antes enuncia-dos y de determinadas actitudes entre sus feligreses. Este es, sinduda, un aporte de primer orden que las religioneshacen a la socie-dad y al que hay que sumar los valores específicamente religiososy que tienen un impacto social de invaluable importancia para lassociedades modernas demasiado preocupadas por lo material.

Otra de las funciones importantes de las religiones consisteen su capacidad para constituirse en mediaciones trascendentes delacontecer personal y de la actuación social de los individuos. Loque quiero decir con ello es que las religiones se operacionalizancomo una mediación moral que busca dar sentido a la vida de cadauno de los fieles que participa de una determinada comunidad de

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fe. Esto es así porque toda religión cuenta con diversos mediospara ayudar a conformar el sentido que la existencia tiene para losseres humanos. Mantener este sentido y reforzar este poder media-dor es tarea de quienes practican y se ocupan directamente de losasuntos religiosos.

Dicho de otra manera, en un sentido muy profundo toda reli-gión es mediadora del sentido último de lo humano y esto es loverdaderamente importante de todas las religiones, pues con elloofrecen un "plus" a la existencia humana convirtiéndose en unaverdadera tabla de salvación para muchos. En el fondo, es la ope-racionalización de este plus de sentido lo que le da la importanciapráctica a las religiones y a la vez ella constituye también unaforma de diferenciación entre las propias religiones.

A tal grado es importante esta mediación del sentido de lohumano que, al menos en teoría, las acciones de quienes se con-fiesan creyentes, poco importa aquí el tipo de filiación religiosa,deberían mostrar el carisma de su filiación: Es decir, las accionesde los creyentes, casi sin proponérselo, (o si se quiere sin el casi)deben de estar animadas por el espíritu de lo religioso, por su con-dición particular y privilegiada de ser miembros de una determina-da comunidad de fe.

No debemos olvidar, además, que este sentido de lo huma-no tiene que ver con una de las categorías y funciones que confor-man el corpus fundamental de la religión, me refiero de maneramuy particular al asunto de la justicia. En el fondo tenemos quereconocer que pese a los distintos modos de operacionalización decada una de las diversas denominaciones religiosas, todas ellasintentan siempre y a su modo defender el valor de la justicia bus-cando que ella prevalezca en las relaciones entre los seres huma-nos y entre éstos y su entorno. Así pues, lajusticia se yergue comoun elemento clave del acontecer religioso. Como bien se dice enel evangelio cristiano buscad /ajusticia primero y /0 demás vendrápor añadidura.

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Otra de las funciones de toda religión y habrá que admitirque es una de las más importantes es el impelimos a sentir com-pasión con y por los demás; en especial con los que sufren, con losque lloran y tienen hambre y sed de justicia. Es una compasiónque se funda y se manifiesta como solidaridad, en el sentido másprofundo de esta palabra que es la de pertenencia a una comunidad.

Gracias a la compasión, el dolor del otro se vuelve nuestrodolor, un dolor compartido, dando paso a una solidaridad compa-siva. La solidaridad que promueven las religiones, no lo olvide-mos, no se da entre iguales, eso sería un mero intercambio debienes, sino que se da en condiciones muy concretas de desigual-dad, de asimetría, donde alguien que es diferente necesita delapoyo solidario, de la ayuda incondicional y del reconocimiento delos demás, sobre todo de esos que le ofrecen la posibilidad de com-partir un vínculo que le devolverá su sentido de pertenencia.

Desde esta perspectiva, la religión nos interpela, es decir,nos recuerda a cada instante que no hay ningún sufrimiento en elmundo que no nos conciema a todos. Este reconocimiento activodel dolor y del sufrimiento ajenos es la exigencia moral que la reli-gión nos recuerda tenemos todos los seres humanos. La formula-ción de esta exigencia moral se traduce en términos muy concretosa actuar para revertir las injusticias del mundo. Allí donde ocurreuna injusticia está presente una interpelación de carácter religiosoque demanda nuestra solidaridad y nuestra compasión. La religiónse erige por este camino en una exigencia de carácter universal.

Por otra parte, esta exigencia moral a que obliga todo senti-miento religioso nos prepara para responder a tiempo al llamadode socorrer al más necesitado, al menesteroso, al huérfano, a laviuda, al enfermo. Esta atadura es en el fondo una liberación, puesanima a cada creyente a confiar con mayor fuerza en la promesa desalvación endosada en el pacto hecho con la divinidad. El que creees capaz de confiar sería la máxima que sintetiza la actitud de todocreyente.

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Otra de las funciones de las religiones es el promover elsentimiento de reconciliación. Este elemento de reconciliación se

operacionaliza fundamentalmente a través de la implantación de lajusticia, ya antes expresada. En un sentido religioso la reconcilia-ción parte de la necesidad de justicia que tenemos todos los sereshumanos y es desde allí desde donde busca plantear la recupera-ción de las diferencias. El llamado al perdón y a la reconciliaciónque se profiere desde la religión no puede ser oportunista ni espec-tacular pues su fundamento esencial es la justicia. Sin justicia nopuede haber reconciliación posible pues, sin ella no hay superaciónde los problemas que originaron las diferencias.

Así pues, toda religión vivida a plenitud pondera la impor-tancia del reconocimiento del otro, de los que no piensan y sientencomo uno y desde allí el espíritu religioso realiza la moción, ellla-mado, a la unidad, a la armonía, a la solidaridad, a la búsquedaconjunta de soluciones que pongan fin a las diferencias.

Por Último, las religiones ponderan un sano sentimiento deparcialidad en favor de los más necesitados, de los más débiles.Es importante detenerse un instante sobre este asunto polémico yalgunas veces difícil de comprender sobre todo si se juzga desdelas categorías jurídicas e incluso políticas. Sin embargo, desde laperspectiva de la mayoría de religiones no se puede dejar de serparcial, es decir, no se puede permanecer impasible ante el dolor ysufrimiento de los demás, sobre todo de los que más sufren.

A menudo sucede que esta parcialidad no siempre es biencomprendida por otros actores e instituciones sociales que recla-man de las religiones una fría imparcialidad en sus actividades pas-torales y en las tareas evangelizadoras sin entender que esto esimposible ya que una de las características de toda religión eshacer una elección por los más débiles, por los más necesitados,por quienes desean sentirse acogidos dentro de esa red de vínculossolidarios que debe ser toda comunidad religiosa y buscan sentirseprotegidos dentro del santuario que es toda religión.

La Religión como Mediadora del Sentido de la Vida 23

La irrelevante e innecesaria oposición religión -razón

Por todo lo anterior no es posible aceptar sin más, los resa-bios transnochados de una concepción secularista y falsamenteilustrada que de las críticas a las formas religiosas pasó a la indi-ferencia más absoluta de las mismas pretendiendo con ello mostrarque las religiones son un asunto del pasado primitivo y mágico,una propuesta de vida superada ya por el desarrollo evolutivo de lahistoria y por las acciones racionales del hombre moderno.

Considerar a la religión como algo pasado de moda, comouna propuesta caduca y castrante es empobrecer una parte funda-mental del acontecer social, cultural e histórico de la sociedadactual, es hacer un reduccionismo de la riqueza misma del serhumano pues, la emergencia de los nuevos movimientos religio-sos más carismáticos, más festivos, le han dado a las nuevas for-mas religiosas un renovado impulso y un carácter detrascendencia y fascinación que está teniendo un impacto muyimportante en diversas partes del mundo, incluyendo a los paísesmás industrializados.

Más importante aún es el hecho de que este renovado espí-ritu religioso nos brinda la oportunidad única de reafirmar el sen-tido de pertenencia cósmica que hoy más que nunca es urgentereforzar para que juntos podamos revertir la tendencia destructivaa la que nos está llevando el obsesivo desarrollo industrial y losintereses económicos de los grandes capitales. Los mismos paísesindustrializados han dado ya la voz de alarma sobre el calenta-miento de la atmósfera terrestre; sin embargo, los Estados Unidosse han negado a admitir esta realidad y el gobierno del presidenteBush se niega a firmar el protocolo de Kyoto, con el cual las poten-cias industrializadas se obligan a reducir las emisiones que causanel sobrecalentamiento. Con su negativa los Estados Unidos hanmostrado, una vez más, que su debilidad sigue siendo su políticainternacional.

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Los propios científicos norteamericanos han alertado recien-temente al presidente Bush sobre la gravedad del problema. Loscientíficos afirman que el sobrecalentamiento actual elevará el nivelde los mares y causará trastornos climatológicos en todas partesincluyendo los propios países industrializados. A la larga esta agre-sión eco lógica traerá como consecuencia, aunque nos hagamos losdesentendidos, una nueva glaciación y con ello la conformación deuna nueva geografía y de una nueva era en el planeta azul. Sinningún ánimo agorero es imposible imaginar siquiera la magnitudde la catástrofe pero sin temor alguno se puede afirmar que la tierraserá algo distinto a lo que conocemos y para entonces el hombrequizá sólo sea un vestigio más de las especies extintas.

Más allá de las concepciones negativas proferidas por algu-nos intelectuales que se niegan a admitir el valor de la religióncomo una instancia socializadora de gran importancia dentro de laconformación social, y de la falta de respuesta de los políticos a losreclamos legítimos de las religiones por hacer que se respete lavida, las religiones tienen mucho que aportar al desarrollo inclu-yente de las sociedades modernas empezando por favorecer la supe-ración de muchas de las patologías de las sociedades modernas.7

Entre los aportes concretos que las religiones hacen a nues-tra sociedad están el que ellas son el pilar fundamental de la con-formación de una ética de la corresponsabilidad, una ética querecupera los rasgos fundantes de la moralidad y se toma en diver-sas pautas de civilidad y libertad responsable de las accioneshumanas. De esta forma, las religiones se convierten en un espaciode ensanchamiento de las libertades individuales y en la mediaciónprivilegiada para garantizar la buena vecind~.

Pero sin duda el aporte que más se aprecia de las institucio-nes religiosas es el establecimiento de una red de relaciones solida-rias que nos cobijan del desamparo creciente en que la modernidad

7 MARDONES, José María, El discurso religioso de la modernidad, p. 201

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ha ido sumiendo a un número cada vez más grande de seres huma-nos. Dicho de otra forma, la revalorización de la religión puedefavorecer la emergencia de una nueva comunidad mundial muchomás responsable y participativa ante el dolor, el hambre, la deses-peranza y las crecientes amenazas del capital y los mercados.

Por otra parte, tampoco debemos olvidar en este texto queética y religión se ubican en regiones muy próximas del imagina-rio colectivo. La religión apela a la condición de escisión en quenos encontramos todos y por ello al hablar de religión hablamos delo social, de lo racional, de lo profundamente humano y al mismotiempo cuando hablamos de ética hacemos referencia a una reali-dad axiológica que está más allá de la racionalidad social y delafán de lucro que anima a las sociedades modernas. Desde estaperspectiva ética y religión son realidades de primerisimo ordenque constituyen un movimiento único de autotrascendencia quehabita a todo ser humano y que permea su realidad. Tanto la reli-gión como la ética nos brindan pues, un orden desde el cual poderafrontar y confrontar nuestras vidas y nuestras acciones con la dig-nidad que merecen.

Muchos intelectuales, en aras de un falso academicismo fun-dado en una idea deformada de la razón argumentadora, despre-cianlos el ámbito de lo sagrado, de lo religioso, de lo santo y de loindemne. Atrapados en las redes de la autosuficiencia de los argu-mentos de la razón no hemos sido capaces de valorar la dimensiónsimbólica de la vida que se expresa tan profundamente en el arte yen la diversidad de ritos religiosos. Cuando los intelectuales sedejan llevar por este sentido de prepotencia niegan la enormeriqueza del conocimiento simbólico del que participamos todos losseres humanos ignorando que este conocimiento es la base de lainteracción y comunicación social pero, sobre todo que este tipo deconocimiento constituye la base de toda producción cultural.

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La religión como portal de la otredad

La propuesta de este texto es que se debe romper con elesquema simplista y excluyente de la racionalidad en contra de lareligión, pues los aspectos religiosos si bien sobrepasan el ámbitode lo racional no lo desdeñan. La religión incorpora a la razón,pero la lleva a un ámbito distinto que bien podríamos denominard~ lo sublime, de lo que se asume y se vive de un modo profundo;es decir, con la intensidad y la pasión que ameritan las cosasimportantes de la vida.

Todas las realidades que incorporan por igual a la razón y alos sentidos suelen ser realidades con un alto grado de compleji-dad. Las religiones al igual que la cultura o el arte pertenecen a estetipo de realidades que se definen por su relación con lo sublime ytienen que ver con la pasión por lo trascendente y con la posibili-dad real de llegar a experimentar lo que significa ese misterium tre-mendo y numinoso en que consiste la presencia de lo Otroradicalmente otro, es decir, de la divinidad.

La religión, a diferencia de la cultura y algunas veces el arte,tiene que ver también con la profunda experiencia del dolor, con elsentimiento de soledad, de pérdida y de no pertenencia. Por unlado nos asecha nuestra propia finitud y nos ronda la finitud de losseres que amamos. Así pues, ¿qué es la religión sino una expe-riencia profunda de vinculación, de religamiento con los otros ycon la divinidad? Una experiencia numinosa de lo sagrado, de losanto, como afirmó Rudolf Otto; de la otredad, como lo pensóEmmanuel Levinas, de lo completamente otro como habría dichoMax Horkheimer.

Este rescate de la otredad desde la perspectiva de las reli-giones es de suma importancia pues en su seno la otredad se rela-ciona con otras dimensiones de lo religioso como son lo indemne,lo santo, lo sagrado. Así pues, en la religión la otredad adquiere un

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carácter especial y supera la mera enunciación filosófica y se con-vierte en donación, entrega desinteresada a los demás. Como loha escrito Levinas,8 las religiones se ocupan de lo Otro, corno unotro que es radicalmente otro, diferente de mí, pero que ejecuta unmovimiento de inmanencia que se traduce en donación y gratui-dad. Así pues, la divinidad se hace presente en el rostro de losotros y desde esa alteridad nos interpela y nos invita a ser perfec-tos; es decir, a damos a los demás.

Desde la perspectiva de las religiones, la relación con la otre-dad no es una mera correspondencia entre semejantes, esto seriauna simple formalidad filosófica, sino que por el contrario se mani-fiesta corno una relación de asimetria que obliga a las partes a res-petar el valor de esa misma asimetria que constituye la diferencia,base de constitución del otro y de la solidaridad. La asimetria queponderan las religiones tiene su mejor ejemplo en la relación de losseres humanos con la divinidad, el Otro por antonomasia.

Por ello dentro del discurso religioso es tan importante lafigura del pobre, de la viuda, del extranjero, los ancianos y losniños porque en ellos se ve reflejado de manera muy plástica elpeso de la debilidad, en ellos se presenta el rostro de la necesidaden toda su fuerza interpelante. Ellos son el vivo reflejo de la asi-metria que obliga a la corresponsabilidad y la generosidad sinmiramientos, al sacrificiode sí mismo en favor de alguien de quienno me es dado esperar absolutamente nada. Y esto no deja de serescandaloso para la razón y para el afán de lucro y de poder queenvuelve a las sociedades modernas.

La otredad es pues, ante todo el urgente y pleno reconoci-miento del otro, de lo Otro corno lo diferente, lo desigual y sobre labase de este reconocimiento se puede establecer una relación desolidaridad, de entrega, de corresponsabilidad, de aceptación del

8 Cfr. LEVINAS,Ernrnanuel, Totalidad e infinito, Ediciones Sígucrne, Salamanca,1995, Tercera Edición.

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derecho de los otros, un derecho que no obliga a la reciprocidad y sía la compasión. Así pues, solidaridad y responsabilidad con y fTen-te a los otros son los rasgos que caracterizan a la otredad vista desdela perspectiva de las religiones y ellos son, a la vez, los elementosfundamentales de la constitución de lo religioso en la actualidad.

No se puede negar que los nuevos movimientos religiososhan hecho evidente algo que parecía olvidado: que las religionestienen un potencial explosivo que está presente (algunas veces sóloen sentido latente) en todo lo existente como una dimensión de laprofundidad humana. La religión en este sentido nos hace sentir,tomar conciencia de que somos ciudadanos de la humanidad y quedebemos reconocer a los otros como seres humanos, miembrosplenos de una comunidad universal independientemente del colorde la piel, del nivel sociocultural, de los ingresos e incluso delcredo que se profese.

En este punto la religión, de nuevo, se toca con la ética,pues, no se trata de una mera abstracción sino que, por el contra-rio, se trata de una operacionalización del sentido de lo religiosoque sale a la búsqueda de esos rostros concretos, situados en con-textos muy reales, rostros que nos interpelan desde sus propias cir-cunstancias, desde su alteridad radical pues, ellos son la imagenmás palpable de la presencia actuante de la divinidad que nos con-voca a la solidaridad, a la responsabilidad en base al ministerio queimplica toda fe religiosa.

El retorno ya no tan nuevo de la pasión religiosa

No cabe duda que hemos sobrevivido, al menos temporal-mente, al riesgo apocalíptico del fin de siglo y a las profecías mile-naristas. El occidente cristiano y la modernidad secularizadapueden volver a sus respectivas preocupaciones, sin olvidar porello, al menos los interesados en el fenómeno de la religión nopodemos olvidarlo, que la religión es, nos guste o no, un fuertc

r

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estructurador de la realidad y que toda religión es una instituciónsocializadora de primer orden. Dicho de manera más sencilla,como sistema simbólico las religiones poseen un poder muy gran-de sobre la conciencia de los individuos y sobre la forma en queésta percibe el mundo y a los demás sujetos.

Si bien, en épocas relativamente recientes hubo un notabledesencantamiento de las imágenes y prácticas religiosas (en algu-nos casos todavía lo hay de manera muy particular en algunas delas iglesias institucionales) hoy en día en muchas de las sociedadesmodernas como Inglaterra, Francia, Alemania, España, los EstadosUnidos se vive un reencantamiento de lo religioso. El espaciopúblico actual está lleno de estos nuevos.movimientos religiosos,aun cuando algunos de ellos sólo exhiban su debilidad por el dine-ro y su falta de sentido político. Estos nuevos grupos, a decir delinvestigador Elio Masferrer, en muchos casos son relecturas o ree-laboraciones de sistemas religiosos anteriores,9meros refritos de loya existente.

Como se sabe, la mayoría de lo que se consideran nuevosmovimientos religiososfueron creados después de la Segunda Gue-rra Mundialy tienen entre sus característicasparticularesel tener undiscurso fundamentalistaque incluyeutopíastecnológicasy cibcrné-ticas como la Iglesia Universal del reverendo Moon. La pluralidadde estos ya no tan nuevos grupos religiosos no deja de asombrar apropios y extraños: Dianéticos, New Ages, grupos de astrología,medicina alternativa, chamanismo, grupos carismáticos, variadasformas de iglesias pentecostaIes, grupos exóticos, especialmenteorientalistas,por mencionar sólo algunos de los más populares.

Este retorno de lo religioso tiene características muy parti-culares ya que está mediado, en primer lugar, por la necesidad y elresurgir de la vitalidad religiosa en las sociedades modernas y en

9 MASFERRER,Elio (comp), Sectas o iglesias viejos o nuevos movimientos reli-

giosos, p. 9

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segundo lugar, por los adelantos tecnológicos en particular por elalto desarrollo de la televisión y del internet y de las fonnas demercadotecnia y de propaganda más avanzadas.

Si se estudia con atención este retorno de lo religioso nosdaremos cuenta que no se trata de un simple regreso de un senti-miento que por diversas razones había sido abandonado y más biense trata de algo mucho más complejo y profundo ya que en laactualidad lo religioso se entrevera no sólo con los adelantos téc-nicos y de mercadeo a través de los cuales se busca posieionar demanera competitiva un producto religioso, en este caso un deter-minado grupo frente a otros grupos, en el mercado de lo sacro, unmercado con muchos recursos financieros.

La religión se experimenta hoy día como un retorno, afinnael intelectual italiano Gianni Vattimo.10Para él lo importante estáen la idea del retorno pues ello significa que de nuevo se hace pre-sente algo que parecía definitivamente olvidado. En algunas parteseste retorno asume las características de una búsqueda, de la recu-peración del fundamento último de la vida, de la existencia querevela más bien la finitud de la vida, la fragilidad del ser humanoante el radical poder del dolor y la muerte.

Este retorno muestra que algunos de los nuevos movimien-tos religiosos tienen una enonne vitalidad y se constituyen rápida-mente en iglesias y en grupos de poder que puede ejercer unaimportante presión sobre los gobiernos para que éstos asuman suresponsabilidad en aras de disminuir los riesgos de catástrofes glo-bales que nos parecen inéditos como el deterioro de la ecologíaplanetaria, la proliferación de annas químicas, la manipulacióngenética así como la proliferación de enfennedades de gran impac-to mundial como el Sida. No menos grave es la pérdida del senti-do de la vida, propio de las sociedades hiperindustrializadas y eltedio que acompaña al consumismo desenfrenado.

10 DERRlDA, Jacqucs y VATT1MO,Gianni, op. cit., p. 109

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Tambiéndebemos advertir que existe un riesgo en estos nue-vos movimientos religiosos y es el renovado fanatismo de algunoslíderes religiosos. No podemos ignorar la existencia de los movi-micntos milenaristas y sus violentas secuelas, tampoco podemosolvidar el acentuado fundamentalismo de algunas religiones queexacerba la identidad de algunas etnias locales y muestra un pro-fundo rechazo a la modernización tecnológica y científica a las queconsidera como símbolo de destrucción de las identidades y fun-damentos étnicos, aun cuando se valga de estas tecnologías parapoder transmitir sus mensajes de resistencia y de cambio.

Los grupos pentecostales son, sin duda alguna, un ejemplomuy representativo de este retorno de lo religioso. Estas iglesiasson un movimiento alegre, festivo que busca sacudir el espíritu desus feligreses con diversos tipos de cantos, bailes y demás mani-festaciones mágicas. Los líderes de este movimiento, pastores pro-fesionales modernos, han comprendido muy bien que el mensa,jereligioso debe estar siempre mezclado con arrebatos de alegríapara que pueda mover la conciencia de los asistentes.

Estas iglesias si bien trabajan en comunidades reducidas nose conforman con ello y su impacto mayor está más bien en lasgrandes asambleas, cruzadas internacionales, que organizan pararealizar las proezas de sanacióny donde el carisma profético de lospastores juega un papel importantepara poder generar un ambienteenvolvente propicio para la confesión pública de los pecados, parala catarsis a través del llanto, del canto y de la ofrenda generosa.

Estas grandes cruzadas religiosas son encabezadas siemprepor líderes más prominentes de estas iglesias, pastores capaces deponer en juego las más profundas emociones de la comunidad defeligreses y donde la apelación al neuma religioso, es decir, a lapresencia del Espíritu Santo entre los asistentes a estas multitudi-narias asambleas, que terminan siendo una mezcla extraña dealegria y sufrimiento colectivo.

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No hay, por otra parte, en estas asambleas pentecostales unaexaltación del valor evangélico de la pobreza, no se quiere ni sedesea asemejarse a los pobres ni se pretende ser pobre con lospobres; tampoco se busca luchar con ellos pues, estas iglesias res-petan la ley y el gobierno. Aunque no se niega el valor de la gene-rosidad y la solidaridad de quienes tienen con algunos de losmiembros de la comunidad que padecen pobreza, el movimientopentecostal hace una fuerte defensa de la prosperidad a la que seve como un signo de la bendición divina y siempre se hace un lla-mado a compartir estas bendiciones de Dios con la iglesia, con suspastores y con las actividades de difusión y de evangelización deeste movimiento.

La peculiaridad pentecostal estriba en que sus profetas, susevangelistas, sus pastores se consideran así mismos como instru-mentos de lo divino, todos ellos son personas carismáticas capacesde generar ambientes de gozo o de arrepentimiento profundo entrelos asistentes. Ninguno de ellos justifica el dolor, la miseria, elsufrimiento como algo que viene de Dios, por el contrario predicanque Dios quiere sobre todo el bienestar y la prosperidad de sushijos; por ello frente a la enfermedad hay que buscar la sanidaddivina, frente a la tristeza y el vacío existencial hay que cantar yorar en comunidad, en masa, frente a la pobreza hay que trabajarsin descanso y no derrochar pues, Dios quiere que sus hijos seanprósperos y den testimonio de su bondad en medio de un mundoque sigue siendo pecaminoso y necesitado de la salvación divina.

Los factores ~ue posibilitaron esta vuelta

Hay dos aspectos claves que ayudan a comprender el retor-no de lo religioso. Por un lado está el hecho mismo de la estruc-tura de lo religioso que la mayoría de seres humanos tenemosintroyectada al menos en su forma cultural; es decir, la mayoría denosotros somos culturalmente religiosos aunque no practiquemosninguna religión e incluso aunque nos declaremos no creyentes.Se debe entender a la estructura de lo religioso en un sentido muy

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amplio, es decir, que la conciencia del ser humano se ha ido car-gando a lo largo de su historia de múltiples sentidos y rituales: lomítico, lo mágico, lo festivo, la fe misma.

El segundo factor que hizo posible este retorno es el hartazgoy la sensación de vacío que produce la sociedad de consumo. Estesentimiento es mucho más notorio en las sociedades desarrolladas

que por su misma dinámica centrada en el lucro y en el consumo ter-minan por producir en muchos de sus habitantes una sensación deansiedad que no se logra saciar con nada. Este hartazgo suele estaracompañado de desilusión, de desesperanza y de una sensación depérdida del sentido de la vida. Este vacío existencial pasa por el fra-caso en la educación, en la vida personal y algunas veces encuentrauna salida en las drogas, en los deportes de alto riesgo, en la com-pulsión por los juegos de azar y en la huida hacia países que carecendel nivel de desarrollo de sus propios países, pero que en cambio tie-nen una cultura y un sentido de la vida mucho más armonioso y lavida transcurre de manera menos estresante.

Así pues, tanto la cultura como la necesidad de encontrarsentido a la existencia están a la base de este creciente renacer delo religioso que vivimos de manera explosiva en el mundo actual.Un renacer que no rechaza ni desdeña la importancia de los medioselectrónicos en la difusión de lo espiritual y que por el contrario losve como auxiliares importantes en la tarea evangelizadora.

Para concluir, hay que decir que frente a estos nuevos movi-mientos religiosos están las iglesias tradicionales, incluyendo a laIglesia Católica, que tienen modos menos festivos de vivir la reli-gión, de celebrar las prácticas de culto y de afrontar el reto de hacerde la religión una práctica salvífica, de sanidad, de redención.

En este texto no están presentes las variedad de religionesorientales, modelos totalmente diferentes a los monoteísmos occi-dentales, la más de las veces formas más silenciosas y más ecoló-gicas de entrar en contacto con la divinidad. La mayoría de estas

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religiones encuentra en la armonía cósmica las fonnas impersona-les de sus múltiples divinidades y en la quietud el ejemplo más per-fecto del orden universal. Estas religiones nos presentan unanoción del individuo como alguien que tiende a aniquilarse, a desa-parecer en la armonía cósmica, en el abandono personal que estáen correspondencia directa con la negación del mundo como reali-dad palpable.

Títulos de la colección:

1. José María Mardones,

¿Hacia dónde va la religión? Postmodernidad y postsecularización.

2. Gerardo Anaya Duarte, S. 1.,Religión y ciencia: ¿Todavíaen conflicto?

3. Mauricio Beuchot Puente, O. P.,Los derechos humanos y sufundamentación filosófica.

4. José Rafael de Regil Vélez,Sin Dios y sin el hombre. Aproximacióna la indiferencia religiosa.

5. José Francisco Gómez Hinojosa,La dimensión social de la religión.Notas para su recuperación en México.

6. Antonio Blanch, S. 1.,Lo estético y lo religioso: cotejo de experíenciasy expresiones.

7. Eduardo López Aspitarte, S. 1.,La ética cristiana: ¿fe o razón?Discusiones en torno a su fundamento.

8. Juan Plazaola Artola, SJ.Estética y vida cristiana

9. Miguel Ángel Sánchez Carrión.La nueva era. ¿Sacralización de lo profano o profanación delo sagrado?

10. Fernando Menéndez González.En la Grieta de la Roca

Problemas éticos Contemporáneos enla gestión de las organizaciones

,

11. JoséMaría Mardones.

Nueva Espiritualidad.Sociedad Moderna y Cristianismo

12. Benito Balam.Hacia una Conciencia Pluricu/tural de la Ética.

13. Eduardo López Azpirtarte, S. 1.Hacia un Nuevo Rostro de la Moral Cristiana

14. Crístíanis me i Justicia.

El TercerMilenio como Desafio para la Iglesia

Este libro se terminó de imprimiren octubre del 2001 en los talleres de

Imagen, Dibujo e Impresión. Te!. 57934152.La edición consta de 2,000 ejemplares

más sobrantes para reposición