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Luz Rello Fonética y Fonología — Lingüística Universidad Complutense de Madrid Enero 2007 La relación entre f onética y f onología

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Luz RelloFonética y Fonología — LingüísticaUniversidad Complutense de MadridEnero 2007

La relación entrefonética y fonología

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Índice1. Resumen 4

2. Objetivo del ensayo 5

3. Concepto de relación 6

4. La interfaz fonética-fonología: estado de la cuestión actual 9

4.1. Fonética y fonología en la SPE 9

4.2. Fonética fonología y gramática 12

4.3. Fonética, fonología y naturalidad 14

4.3.1 Naturalidad de las unidades fonológicas 14

4.3.2 Naturalidad de los inventarios 16

4.3.3. Naturalidad de las reglas fonológicas 18

4.3.4. Fonología no lineal, naturalidad y aclaraciones

terminológicas 19

4.3.5. Fonología Léxica 20

4.3.6. Teoría Fonológica de la Optimicidad y corrientes

cognitivistas 22

5. Delimitación de fonética y fonología: diferencias 24

6. La interfaz fonética-fonología a lo largo de la historia 26

6.1. Escuela de Kazan 26

6.2. Saussure 27

6.3. Trubetzkoy 28

6.3.1. El fonema taxonómico 29

6.4. Jakobson 30

6.5. Hjemslev 32

6.6. D. Jones y Firth 36

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6.7. Boas 39

6.8. Sapir 39

6.8.1. El fonema sistemático 39

6.9. Bloomfield 42

6.10. Camino hacia la SPE (The sound Pattern of English) 45

6.11. SPE 46

6.12. Revisiones de la SPE 49

6.12.1. Teoría de la marcación 49

6.12.2. Fonología generativa natural 50

6.12.3. Fonología autosegmental 52

7. Conclusión 55

8. Bibliografía 56

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La relación entre fonética y fonología

1. ResumenA través de este trabajo pretendemos dar cuenta de una cuestión que aún

sigue abierta: la relación entre la fonética y la fonología. A lo largo del ensayo intentaremos seguir dos principios: la objetividad, que

se llevará a cabo fundamentando todo lo expuesto con ejemplos que lo corrobo-ren; y la consistencia, definiendo claramente los términos con los que trabajare-mos para evitar caer en la contradicción.

La estructura de nuestra exposición es la siguiente: primero determinaremos nuestro objeto de estudio. Para llevar a cabo este objetivo con precisión delimi-taremos el concepto de relación, diferenciando los tipos de relaciones lógicas que se pueden dar en lingüística y la relación entendida en sentido laxo, como cone-xión o correspondencia de una cosa con otra. Será este segundo sentido el que seguiremos para explicar el estado de la cuestión —la relación entre fonética y fonología— exponiendo las limitaciones de la Teoría de Rasgos Distintivos (SPE), tratando las posturas que ponen en relación la fonética con la gramática, así como el concepto de naturalidad utilizado para la fundamentación fonética de las unidades, reglas e inventarios de la fonología, llegando de esta manera a la prosodia y a la fonología autosegmental.

Después de mostrar el estado de la cuestión, pasaremos a la delimitación a través de la definición de ambas disciplinas y del establecimiento de las diferen-cias entre ellas. Finalmente daremos una perspectiva histórica de la interfaz en-tre fonética y fonología realizando un análisis histórico de las diferentes ideas y concepciones del siglo XX, que han abordado tal relación, objeto de nuestro es-tudio.

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2. Objetivo del ensayoExisten diversas formas de considerar el concepto de relación en lingüística.

El término de relación se consolidó en la lingüística desde que Sausurre afirmó que la lengua era un sistema en el que no se deberían estudiar sus partes atomi-zadas, sino prestar atención a la relación entre sus partes. En el paradigma es-tructuralista se ha aceptado la relación lingüística como una categoría funda-mental en el análisis y la descripción del lenguaje. El análisis entre entidades sigue siendo una meta del estructuralismo lingüístico, de hecho la corriente glo-semática está basada casi exclusivamente en las relaciones, mientras que la gra-mática generativa toma el concepto de estructura y aplica el método matemáti-co a sus investigaciones.

Las relaciones se han analizado en todos los niveles de estructuración lin-güística: en el fonológico (relaciones de oposición y contraste), en el léxico se-mántico (antonimia, hiponimia), en el dominio de la morfología, y en el ámbito de la sintaxis.

El objetivo de este trabajo es mostrar la relación entre fonética y fonología, es decir, la relación entre un subsistema periférico del lenguaje ocupado de la realización fonética de la expresión (fonética), con uno de los tres niveles jerár-quicos del plano de la expresión del lenguaje (fonología), entendiendo la estruc-tura del lenguaje como un sistema de símbolos formados y estructurados en dos faces o caras, una de ellas, la del significado, es proyectada en el plano o faz de la expresión. Mientras la fonología es un subsistema central del plano de la ex-presión del lenguaje, la fonética es un subsistema periférico de éste.

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3. Concepto de relaciónA continuación vamos a tratar el concepto de relación para determinar có-

mo va a ser concebido en nuestro siguiente ensayo. En primer lugar, una rela-ción entendida de manera laxa correspondería con la segunda acepción de la de-finición que nos da la Real Academia de relación, entendida como “conexión, co-rrespondencia de algo con otra cosa”. Este sentido es el que tomaremos para la palabra relación cuando hablemos de los puntos de conexión entre fonética y fo-nología, propósito de nuestro ensayo. También se puede conceptualizar relación más estrictamente, entendiendo los tipos de relaciones lógicas, que también se dan en lingüística. Antes de comenzar con el grueso del ensayo —las conexiones entre fonética y fonología— veremos, someramente, qué tipo de relaciones lógi-cas se dan en lingüística, con el fin de delimitar nuestro objeto de estudio y de hacer nuestra exposición más completa.

Existen múltiples tipos de relaciones que se pueden aplicar a la lingúística. A lo largo de este trabajo trataremos de delimitar el tipo de relación que man-tienen la fonética y la fonología. Las relaciones son las diferentes maneras en que las cosas pueden estar conectadas entre sí o consigo mismas (cada cosa es idén-tica a sí misma).

Si una cosa x está en una relación R con otra cosa y, sólo si y está en la misma relación con x, la relación R es una relación simétrica, es decir, es una relación binaria, de dos términos que se da en dos direcciones, en otras palabras, si se da desde x a y también se da desde y a x. Por ejemplo: /b/ = /ß/, /ß/ = /b/. Por el contrario, asimétrica significa que si se da desde x a y, no se da des-de y a x; por ejemplo: ser la mitad de o /d/ → /ð/.

Una relación binaria también puede ser transitiva cuando lo que vincule a x con y vincula también a y con z, entonces x está igualmente vinculado con z, es decir, R es transitiva si ⋀ x ⋀ y ⋀ z (Rxy ⋀ Ryz) → Rxz, por ejemplo: /b/ = /ß/, /ß/ = / ̥ ̥b/, ⇒ /b/ = / ̥ ̥b/. Una relación es intransitiva si nada de lo que vincule a x con y vincula a y con z, por ejemplo: ser dos veces más viejo que. Cuando una relación es no simétrica y transitiva se da una relación de prece-dencia entre los elementos: a > b. Si la relación es asimétrica, transitiva e irre-flexiva constituye un orden total, mientras que si es asimétrica, transitiva y re-flexiva, constituye un orden parcial.

Las relaciones que sólo se dan entre objetos numéricamente distintos son irreflexivas, es decir, nunca se da que a > a. No todas las relaciones son irrefle-xivas: toda cosa es tan vieja como ella misma. En fonología, dos elementos man-tienen una relación reflexiva cuando son conmutables (relación de conmutación), por ejemplo: b = b.

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Estas son las relaciones básicas. No obstante, en la ciencia lingüística nos podemos encontrar con otros tipos de elementos como la relación analógica, que se da entre palabras, siendo muy importante para explicar las excepciones a las leyes en la lingüística diacrónica: la relación de correspondencia es la que se en-tablaba, por ejemplo, en la hipótesis neogramática, entre formas gramaticales y sonidos de una clase A y otra fase A’ consecutiva: En latín, /p/, /t/, /k/ se co-rresponde con romance /b/, /d/, /g/, en ciertos contextos fonéticos, para cierto estrato del léxico —el patrimonial— y para cierto periodo de tiempo.

Mientras que el dominio de la relación de redundancia, la relación de de-pendencia, la relación de transformación y la relación de predicación es por lo general sintáctico; las relaciones semánticas y las de sentido se dan más en la semántica; y la relación supletiva alcanza tanto a categorías morfológicas como léxicas.

Ahora bien, la relación de distribución, (cuando establecemos los contextos o posiciones de los fonemas o de las secuencias fónicas), se ha aplicado a la ma-yoría de los planos del lenguaje, especialmente en la morfología, mientras que la relación de oposición (cuando, por ejemplo, se buscan oposiciones o privativas en fonología) y la relación de sustitución (para determinar o no la independencia de un morfema) son utilizadas en los diferentes planos del lenguaje para estable-cer conclusiones. Existen tres tipos de distribución: contrastiva, no contrastiva y complementaria. En la tipología lingüística se habla de relación genética para referirse al parentesco entre lenguas. Asimismo se habla de relación de modifica-ción cuando, por ejemplo, en una secuencia de fonemas, las palabras entran en relación de modificación las unas con las otras.

La relación de inclusión nos lleva al concepto de jerarquía. Sucede cuando dos o más relaciones están relacionadas sistemáticamente, de tal manera que esa relación permite comparar cada una de las clases. Por ejemplo, los rasgos fono-lógicos se pueden clasificar de forma semijerárquica, algunos incluyen a otros, por ejemplo: un fonema [+ nasal] implica que sea [+ sonante].

Las relaciones pueden ser binarias cuando son entre dos términos, por ejemplo: la relación entre significante y significado; o ternarias, como la existen-te entre significante, concepto y realidad.

Desde el punto de vista de la lógica no existe ninguna relación basada en la diferencia, sin embargo muchos filósofos defienden que cualesquiera que sean las cosas, dos cosas pueden estar relacionadas por el hecho de ser pensadas a la vez. De algún modo, en el epígrafe quinto, relacionaremos a la fonética y la fonología por las diferencias existentes entre ellas.

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La interfaz entre fonética y fonología será tratada en dos secciones. En la primera parte —introductora y más somera— daremos una visión del estado de

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la cuestión —centrándonos los puntos de la interfaz que conciernen a la Teoría de Rasgos Distintivos (SPE), a la fonología léxica y a la naturalidad—, mientras que en la segunda parte de nuestro ensayo, trataremos el tema desde un punto de vista histórico, analizando cómo han entendido la interfaz entre fonética y fonología las diferentes corrientes gramaticales del siglo XX.

En todo momento procuraremos fundamentar todas nuestras afirmaciones, incluyendo ejemplos que las corroboren. Los ejemplos serán tomados, casi en su totalidad, de la edición española del libro Problemas de Fonología de Halle y Clements.

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4. La interfaz fonética-fonología: estado de la cuestión actual

Grosso modo, las relaciones entre fonética y fonología —y no diferen-cias—,en la actualidad, toman consistencia en la teoría de los rasgos distintivos, en aspectos relacionados con la organización gramatical y cuestiones de relacio-nadas con la naturalidad que buscan explicaciones fonéticas. Históricamente, como comprobaremos más avanzado nuestro ensayo, las relaciones entre ambas disciplinas han sido limitadas.

4.1. Fonética y fonología en la SPE La SPE fue presentada formalmente en 1968 por Chomsky y Halle. Anali-

zando el el objetivo de esta teoría, podremos deducir fácilmente cómo relaciona esta teoría la fonética con la fonología. El objetivo de esta teoría es el siguiente: caracterizar apropiadamente las clases naturales y expresar generalizaciones so-bre qué clases aparecen en las reglas. Esta caracterización de las clases se realiza mediante rasgos, y estos rasgos son aspectos fonéticos —lingüísticamente signifi-cativos— de los sonidos. De esta manera explican los rasgos fonéticos que los sonidos del lenguaje pueden organizarse en clases fonéticas. Esta SPE surgió pa-ra diferenciarse de la predominante teoría de rasgos distintivos de su momento, que era la de Jakobson. La SPE pretendía describir los detalles de una gama de categorías fonéticas oponiéndose a la abstracción de los rasgos de Jakobson. Por lo tanto, en la SPE, los sistemas de rasgos están basados en lo fonético. Presu-miblemente, lo que hace que las clases naturales sean naturales es su base foné-tica.

Sin embargo, como han demostrado los estudios, la base fonética no puede ser la única base que fundamente la creación de un conjunto de rasgos, por la siguiente razón: tan sólo se elige un subconjunto de las abundantes dimensiones fonéticas disponibles para utilizarse en el cómputo fonológico formal, lo que con-lleva que para la selección de los rasgos que pueden resultar útiles para la fono-logía es necesario utilizar criterios fonológicos y no exclusivamente fonéticos. En otras palabras, es necesario determinar si la articulación observada es fonética-mente relevante porque existen algunas propiedades fonéticas que son irrelevan-tes.

Proponemos a continuación un ejemplo práctico, siguiendo el libro de Pro-blemas de Fonología de Halle y Clements, en el que compararemos los rasgos que se utilizan para definir a las unidades fonéticas y a las fonológicas.

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Como observamos, existen diferencias, por ejemplo: mientras fonéticamente se diferencia entre bilabiales, labiodentales, interdentales, dentoalveolares, pala-toalveolares, palatales, velares, uvulares, faringales epiglóticas y glotales; fonoló-gicamente para la creación de los rasgos distintivos, tan solo se diferencia entre labiales, dentales, alveolares, palatoalveolares, palatales, uvulares y faringales. Mientras que fonéticamente se diferencia entre bilabiales y labiodentales, fonoló-gicamente ambas categorías se incluyen en las labiales. Así también ocurre que los sonidos interdentales y dentoalveolares fonéticos, fonológicamente son nom-brados como dentales y alveolares, desechando los rasgos fonéticos no relevantes para la fonología. Así mismo, por ejemplo, los sonidos /v/ y /f/, son labiodenta-les, pero fonológicamente son labiales, esta dentalidad es despreciada. No obs-tante, esto no es así de exacto, porque existen rasgos distintivos como la estri-dencia que hace diferenciar a las labiodentales, junto con las sibilantes y la uvu-lares del resto de los sonidos. Es más, siguiendo a Chomsky y a Halle, vemos que su sistema de rasgos distintivos se basa en el contenido articulatorio, no en el acústico; diferencian, por un lado los rasgos dependientes del articulador, es decir, que están ligados a un articulador particular y, en segundo lugar, los ras-gos independientes del articulador, es decir, rasgos que pueden ser articulados por varios articuladores: [consonante], [sonante], [continuo] y [estridente].

Alonso-Cortés también subraya esta problemática en Lingüística, exponien-do algunas de las dificultades que existen al tratar de describir el contenido fo-nológico de los fonemas. Por ejemplo: el fonema /s/ fonéticamente es apicoalveo-lar, mientras que fonológicamente está incluido en la clase lógica o en el orden palatal, tal como lo incluyó Alarcos en Fonología española, mientras que Adra-dos y el propio Alonso-Cortés lo clasifican como dental.

Una de las pruebas que aporta Alonso Cortés para considerar /s/ fonológi-camente dental se muestra es “Sobre el sistema fonemático del español normati-vo” o en “Clasificación fonológica de /s/ en español”. Las pruebas de que el fo-nema español /s/ es dentoalveolar se observan en sus neutralizaciones y sus al-ternancias morfofonológicas. Por ejemplo /s/ se relaciona con /t/ y /d/ en omi-tir, omisión; dividir y división. Asimismo se neutraliza con /θ/: gaspacho por gazpacho a favor de /s/ porque es el término menos marcado. Además esta afir-mación es corroborada por uno de los principios que estableció Maddieson que demuestra que las lenguas que tienen un sólo fonema sibilante éste es dentoal-veolar.

Otra de las razones que ha llevado a afirmar que los datos fonéticos no son suficientes para la determinación de los rasgos distintivos es la limitación tecno-lógica de la que depende la obtención de los datos fonéticos. Sin embargo, noso-tros no nos vamos a detener en los últimos avances de los espectogramas o in-cluso en los rayos X, porque defendemos que para la determinación de un siste-ma de rasgos fonológicos distintivos, para lograr saber cómo funciona el sistema fonológico, este aspecto no es determinante —al menos con los avances de hoy

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en día— porque se trata de determinar precisamente eso: un sistema formal y abstracto.

Con todas estas salvedades podría decirse que cada rasgo de la teoría de rasgos (con base fonética) representaría alguna propiedad fonética intrínseca en los elementos. Sin embargo, la elección de los rasgos de la SPE no es una tarea fácil, como lo demuestran los constantes cambios que se han sucedido en la SPE, ya sea con la inclusión o desaparición de algún rasgo o incluso propuestas más revolucionarias, como la defendida por Hankamer y Aissen, que proponen susti-tuir los rasgos distintivos —que tienen la propiedad de ser binarios— por la no-ción de jerarquía o continuum de sonoridad.

Fromkin, que también realizó análisis sobre los puntos de contacto entre fo-nética y fonología, sugirió que algunas de las distribuciones fonéticas sintagmáti-cas nunca se usan contrastivamente. Esto se opone al menos parcialmente a la SPE, que postula que cada rasgo del inventario está disponible para representar fonemas en la representación subyacente. A la teoría de Fromkin, de que todos los rasgos no se usan contrastivamente, se unió Ladefoged. Una prueba que pue-da ilustrar esta afirmación la encontramos, por ejemplo, en algunas lenguas en las que el rasgo de duración suele acompañar redundantemente a la sonoridad, siendo éste último el rasgo contrastivo. Este tipo de análisis fueron resultado de aplicar la SPE a representaciones de segmentos complejos que permitiesen se-cuencias de valores de rasgos en un único segmento, posibilitando así la inclu-sión de rasgos como: escape gradual, explosión retardada o rasgos posteriores, como prenasalizado o preaspirado. Esta concepción es conocida como la teoría CV (consonante más vocal, es decir, que tiene en cuenta la unidad silábica).

Al mismo tiempo que se ha demostrado que existen rasgos no contrastivos también se aprecian aspectos de la articulación, independientemente controla-bles, que no llegan a usarse contrastivamente, ni como rasgos, ni como estructu-ra, pero que presumiblemente deben incluirse en la descripción fonética, como, por ejemplo, la tensión de las paredes del tracto vocal, que producen efectos ae-rodinámicos y acústicos mensurables sobre los sonidos, pero que no son base de contrastes lingüísticos. Sin embargo, podría decirse que en el caso de la distin-ción de las ostruyentes del coreano, esta coyuntura sí es distintiva en este caso. Fonológicamente, este fenómeno se identifica con un rasgo glotal.

Antes de pasar al siguiente epígrafe, vemos oportuno incluir un enriquecedor ejemplo que hace traslucir esta problemática entre fonética y fonología: se trata de la relación entre la caracterización fonológica de la aspiración y su correspon-diente realización fonética. Esta problemática la podemos encontrar en diferen-tes lenguas, no obstante, este ejemplo está tomado del galés (Problemas de Fo-nología). En galés la serie de oclusivas /p/, /t/, /k/ le corresponde una serie na-salizada, en la que las nasales están ensordecidas, porque sufren el proceso de la aspiración / ̥m/, / ̥n/, / ̥ŋ/. Esto supone que a la hora de realizar la caracteriza-ción fonológica de esa nasal ensordecida, se produzca inevitablemente una con-

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tradicción en el sistema, porque cuando una consonante se hace [+ nasal] es in-compatible con ser aspirado [+ extendido]. La contradicción radica en que una consonante [+ nasal y + sonante] es sonora, y sin embargo actúa como una vo-cal aspirada. De aquí se deduce que la fonología no es realista. En los casos co-mo éste la fonología no tiene base fonética, porque presenta una nasal que, sin embargo, es aspirada, lo que obliga a que haya una interpretación natural de rasgos distintivos y articulación: es necesario reinterpretar el [+ sonoro] y consi-derarlo en origen [– sonoro] para interpretar una aspiración, es decir: la siguiente regla fonológica sería contradictoria:

Es necesario eliminar la sonanticidad de los rasgos de salida para que la nasal pueda ser [– sonora]. Por lo tanto, una cosa es la articulación y otra qué rasgos distintivos se hacen corresponder con esa articulación. Este es un proble-ma que tiene todos los métodos formales, y entre ellos la fonología: la relación entre la información —en sentido computacional— y su realización en el discur-so.

4.2. Fonética fonología y gramática Veamos a continuación cómo se ha relacionado la fonética con la gramática.

Uno de los principales objetivos de la SPE es la creación de una fonética univer-sal, aunque cada vez que se intenta investigar sobre el asunto surgen cada vez más excepciones. Algunos autores, como Keating, defienden que las reglas foné-ticas pueden derivarse de un conjunto básico de preferencias que las lenguas sue-len incorporar en sus gramáticas. Estas reglas fonéticas suelen reflejar facilidades universales de los distintivos sistemas fonéticos físicos, aunque no se suele elegir ninguna opción por defecto. La consecuencia importante de estos estudios ha sido la consideración de la fonética como el mismo tipo de ente que la fonología, es decir, como un sistema formal de reglas.

Veamos las reglas de universales fonológicos —que más bien deberíamos llamar generalizaciones, porque se relaciona a partir de la observación de las lenguas disponibles— que propone Moreno Cabrera, con nuestras consideracio-nes entre paréntesis: (1) El espacio de variación fonológico es una partición del espacio de variación articulatorio (algunos autores los discuten, como veremos); (2) En toda lengua se distinguen vocales y consonantes (pero, sin embargo, el bella coola no tiene vocales); (3) El número de vocales de una lengua siempre es mayor al número de consonantes; (4) Las vocales de las lenguas del mundo están situadas dentro de <i, a, u>; (5) El número de vocales anteriores es mayor o

+cons.

–sonan.

–cont.

–nas..

+ nas.

+ ext.

+ son.

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igual que el de las vocales posteriores; (6) El número de vocales centrales no puede ser mayor que el número de vocales anteriores o posteriores; (7) Si una lengua tiene nasales también tiene consonantes orales; (8) Toda lengua tiene más consonantes articuladas dentro del espacio de variación <p, k> que fuera de él; (9) El espacio de la variación de las laterales es mayor que el de las vi-brantes; (10) El número de consonantes glotalizadas de una lengua no supera el de consonantes no glotalizadas; (11) Todas las lenguas que tienen consonantes coarticuladas también tienen consonantes simples; (12) Si una lengua tienen consonantes uvulares, también tendrá velares; (13) existe un preferencia por te-ner un número de uvulares igual o menor que el número de consonantes; (14) La fonotáctica de las lenguas se organiza a partir de la sílaba (aquí las opiniones son divididas, ya lo veremos); (15) En toda lengua una vocal sola puede consti-tuir una sílaba (si tiene vocales, claro); (16) El núcleo silábico es más abierto que la cabeza y la coda de las sílabas; (17) Existe una jerarquía universal de apertura: vocales > sonantes > fricativas > oclusivas; (18) Toda lengua tiene el tipo silábico CV; (19) Si una lengua tiene CⁿV también tendrá Cⁿ⁻¹V, para n ≥ 2; (20) Si una lengua tiene CVCⁿ también tendrá CⁿVC; (21) En las lenguas del mundo las sílabas se agrupan en unidades mayores: los pies (ya lo trataremos en la fonología métrica); y finalmente (22) Las lenguas del mundo utilizan la ento-nación para delimitar y caracterizar las unidades fónicas superiores.

Tras este inciso, sigamos. Como respuesta lógica a esta concepción (la con-sideración de la fonética —como un sistema formal de reglas— al mismo nivel que la fonología) han comenzado a proliferar estudios que ponían en relación la fonética y la fonología con la gramática, como por ejemplo los estudios sobre la entonación, como el de Pierrehumbert, que defiende que la fonética proporciona reglas fonéticas segmentales que ponen en funcionamiento secuencias de unida-des tonales discretas fonológicamente motivadas como contornos entonativos continuos, es decir, propone que algunas reglas fonéticas, como la entonación son de naturaleza lingüística, no física, y por ello deben considerarse parte de la gramática, al igual que la fonología. Este tipo de propuestas son relevantes para mostrar la interacción entre fonética y fonología, aunque aún hacen falta muchos estudios para definir en qué medida interactúan. Lo buscado en todos estos ca-sos, en última instancia, es que la representación pueda incluir todos los pará-metros potencialmente independientes, no sólo aquellos utilizados como rasgos, y estos parámetros son controlados por rasgos que se utilizan contrastivamente. Por lo tanto, queda por ver cuántos rasgos pueden controlar un parámetro y cuántos parámetros pueden asociarse con un rasgo en una lengua dada. Para llegar a este objetivo sería necesaria la descomposición y la cobertura de rasgos redundantes, por ejemplo —como hemos visto más arriba— los rasgos que asig-nan valores cuantitativos pueden depender del contexto y por lo tanto ser re-dundantes. Así pues, no todas las especificaciones de rasgos aportan objetivos igualmente importantes. Existen ciertos anclajes fonéticos a los que se les conce-

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de un estatus especial. Un ejemplo de anclaje fonético será el rasgo [nasal], por-que en este caso las consonantes en posición inicial de sílaba pueden servir como anclajes controlando la altura del velo del paladar en segmentos vecinos, o el mismo segmento /s/ sirve de anclaje para la apertura de la mandíbula.

4.3. Fonética, fonología y naturalidadEn tercer lugar, tal como anunciábamos en la introducción, vamos a tratar

la relación entre la naturalidad y la explicación fonética. que dará como resulta-do la llamada —no únicamente— fonología no lineal.

En este apartado, primero analizaremos la cuestión de la naturalidad en la fonología, para luego aplicar este concepto a las unidades fonológicas, a los in-ventarios y en tercer lugar a las reglas fonológicas. Finalmente realizaremos una conclusión sobre la fonología no lineal, junto con algunas aclaraciones termino-lógicas.

Alonso-Cortés ya contempla en criterio de la naturalidad fonética como una de la razones de peso para la elección del fonema subyacente, cuando una fami-lia de sonidos se encuentra en distribución complementaria. La naturalidad foné-tica en este caso se fundamenta por medio de dos parámetros. Uno de ellos es la amplitud distribucional: el sonido más distribuido será el más natural; y el otro es la complejidad articulatoria: el sonido más simple desde un punto de vista articulatorio será el más natural.

La naturalidad fonética pone en relación la fonética y la fonología, siendo la fonética la que explica a la fonología, en la medida en la que los correlatos foné-ticos pueden concebirse como explicaciones de por qué ciertos sonidos deban agruparse naturalmente, es decir, mientras que los fonetistas acuden a la fonolo-gía en busca de fenómenos que explicar, los fonólogos acuden a la fonética en busca de explicaciones en general y que sirvan de apoyo para análisis concretos. Así, los fonólogos acuden a la fonología para encontrar pruebas, bien sean de base física o bien, como trataremos en este punto, pruebas que fundamenten que una hipotética regla es natural, y, consecuentemente, con más posibilidades de ser admisible o plausible en la teoría fonológica.

Podemos considerar la naturalidad de las bases fonéticas desde tres puntos de vista: la naturalidad de las unidades fonológicas —segmentos fonéticos, síla-bas, la jerarquía de sonoridad y pies—, la de la base fonética de las estructuras de los inventarios, y la de las reglas.

4.3.1 Naturalidad de las unidades fonológicasPor ejemplo, en lo que respecta a los segmentos fonéticos, según Fowler, hay

segmento fonéticos que incluyen una dimensión temporal, y que como esta re-presentación temporal está incluso presente en las representaciones léxicas, estos segmentos fonéticos pueden servir de segmentos fonológicos. Las opiniones son

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varias, Ladefoged piensa que no existe ninguna relación entre los segmentos fo-nológicos y los fonéticos.

Actualmente, ninguna de estas posturas puede llevar a una teoría integrada de la fonética y de la fonología.

En el caso de la sílabas, éstas, según la SPE, no desempañaban ningún pa-pel en la gramática porque era un fenómeno superficial. Esta postura ha sido puesta en duda por lingüistas como Kahn y Ladefoged. Kahn defiende que las sílabas son unidades definidas fonéticamente, ya que hay tantas pruebas para la existencia de las sílabas como de las unidades fonéticas, basándose en la hipóte-sis de que cada sílaba vienen definida por un único movimiento muscular respi-ratorio; sin embargo, Ladefoged, tras sus estudios, propone que esto solamente sucede en contextos silábicos que precisen de una fuerte corriente de aire, es de-cir, no existe ninguna relación especial entre sílabas y respiración. No obstante, Ladefoged defiende que las sílabas actúan como unidades organizadoras de la articulación, aunque esta propuesta no puede admitirse como un apoyo en favor de considerar la sílaba como una unidad fonológica, porque según los análisis las sílabas fonéticas no tienen relación con las fonológicas, que se definen como un número indeterminado de consonantes más una vocal siguiente.

Vaissière en 1983, vuelve a defender que la sílaba pueda constituirse como organizador articulatorio, porque la altura del velo del paladar parece depender de la posición de la consonante en la sílaba.

Más tarde, Maddieson, consideró otro factor que concierne a la sílaba, y es que parece ser que la sílaba puede influir en la duración fonética. Su estudio mostraba que las duraciones vocálicas se veían afectadas por una regla fonética común que acorta las vocales en las sílabas cerradas; esto implica que, al menos en algunos casos, la pertenencia a la sílaba puede predecirse directamente de las representaciones acústicas, pero todavía, según nuestras informaciones, a pesar de lo que opine Kiparsky, no se ha podido llevar a la generalización científica la evidencia fonológica de las sílabas. Con todo, Alonso-Cortés explica en Lingüís-tica que es más fácil mostrar la evidencia fonológica de la sílaba, porque en fo-nología se trabaja con unidades abstractas, que demostrar su realidad fonética, porque objetivamente la sonoridad de las consonantes sonantes no difiere tanto de las vocales, y además nos encontramos con dificultades añadidas como que existan lenguas sin vocales; de todas formas, este tema será tratado con más precisión más adelante en nuestro trabajo.

En relación con la sílaba habría que considerar la llamada jerarquía de so-noridad. Tradicionalmente, las clases más sonoras sirven como núcleo silábico, mientras que las que se sitúan en los márgenes silábicos son menos sonoras que los núcleos; sin embargo, el punto a lo largo de la jerarquía en el que se distin-guen los núcleos de los márgenes no está fijado de antemano, porque dependen de cada lengua. Algunas lenguas pueden tener como núcleo silábico una conso-nante cuya sonoridad no es completamente eliminada, como /l/, /r/, /n/ y /m/.

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Como por ejemplo, el serbio puede tener como núcleo silábico consonantes so-nantes, mientras otras lenguas no, como el español. En el otro extremo se encon-trarían las lenguas que no tienen vocales, como el bella coola.

Estos datos nos hacen llegar a una clara conclusión, y es que para la organi-zación segmental de las sílabas no existe una jerarquía de sonoridad perfecta-mente delimitada sino una apariencia global de sonoridad.

Como sabemos, el pie consta de una sílaba acentuada y opcionalmente de una o más sílabas inacentuadas. Ha habido muchos estudios fonéticos (Lehiste, Dauer, Naktani, O’Connor y Aston) sobre el ritmo silábico y sobre el ritmo acentual, pero la mayoría de estos trabajos no pretenden ofrecer una base foné-tica a los pies, porque no se basan en propuestas teóricas de la fonología métri-ca; no obstante, los estudios sobre isocronía continúan.

También ha sido muy estudiado el fenómeno del acento de intensidad. El hecho de que el acento sea distintivo en algunas palabras como habito, hábito y habitó, ha llevado a algunos lingüistas a pensar en la palabra como unidad fono-lógica.

De todas formas, aunque las sílabas reales acentuadas puedan identificarse fonéticamente, la cuestión de que si la unidad fonológica desempeña algún papel de determinación en la forma fonética es más difícil.

Podemos concluir, tomando todo lo anterior, que aunque la evidencia foné-tica puede ser lo suficientemente clara como para proporcionar corroboración física a los estudios teóricos fonológicos, esta evidencia fonética no es superfi-cialmente directa, sino que hay que acudir a otros datos de la experiencia, para fundamentar la teoría fonológica.

4.3.2 Naturalidad de los inventariosExisten razones para pensar que pueda existir una razón natural en los in-

ventarios de fonemas de las diferentes lenguas, porque existen similitudes entre sus inventarios. Por ejemplo, uno de los estudios de Maddieson revela datos co-mo que es muy probable que las lenguas tengan dos series de consonantes oclu-sivas en cuanto al modo de articulación y que estas dos series sean claramente las sordas y las sonoras. La mayoría de las lenguas tienen al menos una nasal, que normalmente es alveolar o dental.

Aunque existan generalizaciones, puede ocurrir que existan huecos en las lenguas o casos en los que se demuestre la arbitrariedad de la fonología. Un ejemplo claro de arbitrariedad lo hemos podido observar en el ejercicio sobre las oclusivas del mohawk, del libro de Problemas de Fonología: El mohawk es una lengua que consta de seis fonemas oclusivos, un serie sonora y otra insonora. Se puede demostrar mediante la observación que ambas series /p, t, k/ y /b, d, g/ se encuentran en distribución complementaria, lo que indica que en vez de cons-tar el mohawk de seis fonemas consta de tres fonemas subyacentes. Según la ge-neralización lingüística, los fonemas subyacentes deberían corresponder con la serie insonora /p, t, k/, sin embargo no se puede partir de las insonoras —y que

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las insonoras en esta lengua pierden la sonoridad seguidas de consonante y en posición final— y no se podría partir de las insonoras porque entonces no po-dríamos explicar el funcionamiento de algunas palabras como /aplam/, es decir, que una insonora siga a una consonante lateral que es sonora. Y como la hipóte-sis que sea más simple para la descripción y explicación de las lenguas es la que hay que tomar, se afirma que es la serie sonora la que conforma los fonemas subyacentes.

Este tipo de ejemplos demuestran que la fonología es arbitraria, como lo es toda la gramática en general, siendo la distribución lo más relevante para su es-tudio.

También se puede dar el caso de encontrar huecos en el sistema fonológico, como por ejemplo sucede en el español (Problemas de Fonología) con los grupos de consonantes españolas que puedan aparecer ante /l/ y ante /r/. El grupo re-sultante tautosilábico en español con /r/ {br-, cr-, fr-, dr-, gr-, pr- y tr-} es más amplio que el grupo con /l/ {bl-, cl-, fl-, gl- y pl-}. En principio nada impide —desde el punto de vista del sistema fonológico— que no existan los grupos que faltan {tl- y dl-}. Se trata de un caso de un hueco en el diseño de la estructura fonológica. Se trata de un hueco, porque el diseño fonológico sí permite la con-cordancia de la clase natural con la líquida. Este hueco en el diseño en el siste-ma puede estar debido a causas históricas, que en el caso del español se explica-ría porque nuestra lengua no ha recibido ningún léxico del latín que incluyera estas agrupaciones.

Teniendo en cuenta estas limitaciones, el hecho de que lenguas no relaciona-das presenten sistemas recurrentes de sonidos sugiere que existe una base gene-ral universal de naturaleza fisiológica o cognitiva. Como consecuencia, en la ex-plicación de tales generalizaciones intervienen interrelacionándose tanto la foné-tica como la fonología. Mientras que la fonología puede centrarse en los princi-pios estructurales (como la explotación máxima de un contraste dado o la sime-tría de los inventarios) la fonética se ocupa de principios como la diferenciación perceptiva y la facilidad articulatoria.

Ohala, por ejemplo, remarca en sus trabajos la importancia del componente articulatorio para desarrollar hipótesis, mientras que Stevens presenta una teoría más general, la teoría cuántica, según la cual, los inventarios se forman a partir de un conjunto finito de categorías fonéticas discretas, que se basan en la rela-ción entre la articulación y la acústica, y entre la acústica y la percepción. Con-trariamente a éstos, Lindblom, presenta la teoría de la dispersión, que se centra en la distribución global de los elementos en un inventario, sin postular catego-rías fonéticas preexistentes. Quizás la teoría más reciente sea la de Stevens: la teoría del realce, que parte de una concepción de la fonología como una teoría de reglas de cobertura de valores de los rasgos redundantes, pero que también pue-de ser considerada desde el punto de vista de la fonética para la construcción de inventarios de segmentos basados en rasgos fonéticos. De esta manera los seg-

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mentos se eligen de tal forma que el valor de un rasgo enfatiza —realza— acús-ticamente el valor de otro rasgo, prefiriéndose así ciertas combinaciones de valo-res de rasgos. Un ejemplo de la teoría del realce se observa en el redondeamiento de las vocales posteriores. Tal redondeamiento sirve como realce de un correlato acústico de posterioridad.

Se deduce pues, que la noción de realce incorpora la idea de diferenciación perceptiva, aunque la base para la formulación de los rasgos distintivos tenga base categorial de la teoría cuántica. En otras palabras, se combinan la fonología con las aportaciones de la fonética articulatoria, la fonética acústica y la psicoa-cústica.

Como vemos en todos los casos, la interrelación y la cooperación entre foné-tica y fonología es determinante.

4.3.3. Naturalidad de las reglas fonológicasSe han servido los fonólogos del concepto de naturalidad para explicar por

qué unas reglas fonológicas son más plausibles que otras.Ohala ha intentado dar explicación tanto sincrónica como diacrónica a las

reglas fonológicas. Muestra que ciertas reglas, tanto diacrónicas como sincróni-cas, tienen motivaciones articulatorias. Para explicar esto, Ohala se centra sobre todo en la sonorización consonántica, la fricatización y la aspiración. Sin que nos vayamos más lejos, el mismo Menéndez Pidal consideró la sonorización o leni-ción del grupo de las consonantes sordas /p, t, k/ en posición intervocálica por la influencia articulatoria de las vocales sonoras que hacía que la articulación de las oclusivas fuera más relajada si la consonante se sonorizaba.

Keating opina que se ha dedicado relativamente poca atención a las motiva-ciones fonéticas de las reglas fonológicas, y esta autora, junto a Westbury, postu-lan que aunque algunas pautas estén generadas por el modelo articulatorio otras no, en tales casos ven necesario que se propongan reglas naturales que las expli-quen, pero sin base fonética. Porque las reglas fonológicas, incluso las fonética-mente naturales (Anderson), pueden ser más o menos arbitrarias en su manifes-tación en una lengua dada, como el caso de la arbitrariedad con la que se es-tructuraban las oclusivas en mohawk, como vimos antes. Otro ejemplo puede ser que el hecho de que las lenguas emplean reglas de ensordecimiento en posiciones final de palabra o de sílaba no responde únicamente a consideraciones físicas.

Dinnsem ha criticado la explicación de base fonológica para las explicacio-nes de las reglas fonológicas. Según este autor, las explicaciones fonológicas co-mo mucho definen el problema para la articulación. Por ejemplo, el problema que plantea que una secuencia de dos obstruyentes no concuerden en sonoridad puede resolverse mediante una regla de ensordecimiento.

Goldstein ha estudiado, dentro del campo de la fonología diacrónica, por qué unos cambios se dan en una dirección y no en otra. Estos estudios han teni-do muchas críticas y contraejemplos, sobre todo tras los datos observados en el lenguaje de los niños, que parecen aportar que los cambios que supuestamente

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sólo se dan en un sentido en la diacronía —en el proceso de la adquisición del lenguaje por parte de los niños— se da en el sentido contrario.

Aun así, una variación originalmente alofónica se puede convertir en foné-mica cuando se pierde la indistinción. Las posibles variantes de cambios en el sistema fonológico desde un punto de vista diacrónico han sido tratadas por mu-cho lingüistas como Alarcos, cuando define fonologización, desfonologización y transfonologización, se puede observar perfectamente la relación entre fonética y fonología que subyace a estos conceptos tan utilizados en la lingüística histórica.

Por otro lado Spencer en su libro Phonology, dedica todo el primer capítulo a la relación entre fonética y fonología. Spencer es un defensor de la fonología natural y como tal, la base de su teoría fonológica se corresponde con la fonética articulatoria y segmental.

Según Spencer el objetivo final de los fonólogos es dar una explicación uni-versal de los sistemas fonológicos de las diferentes lenguas.

4.3.4. Fonología no lineal, naturalidad y aclaraciones terminológicasHemos comprobado que a raíz de esta consideración de la naturalidad, se

han comenzado a tomar como unidades fonológicas otras unidades, como la síla-ba o el pie, que hasta el momento no se habían considerado como tal, dando lu-gar a una nueva teoría fonológica.

A este tipo de fonología también se le ha denominado Fonología no Lineal, porque ha intentado resolver uno de los puntos más débiles de la fonología gene-rativa: su linealidad.

En otras palabras: tanto para la fonología estructural como para la genera-tiva, la cadena hablada estaba formada por segmentos y suprasegmentos —o prosodias— que se representaban de forma lineal: con fonemas en el primer caso o por medio de matrices de rasgos y con marcas de fronteras —de acuerdo con criterios morfosintácticos— en el segundo. Esta linealidad era insatisfactoria porque no tenía en cuenta la complejidad estructural de algunas representacio-nes. De ahí que surgieran en los años ochenta y noventa la fonología autoseg-mental y la fonología métrica —ambas variantes de la fonología no lineal—, de las cuales han surgido otras unidades fonológicas como el segmento, la mora, la sílaba, el pie, el afijo y la palabra.

Estas teorías no creen que la representación más acertada sea la lineal o la bidimensional de los rasgos para representar los rasgos suprasegmentales como el tono o el acento, por eso se propugna una estructura mucho más rica: lo que Clements llamó geometría de los rasgos y otros autores, fonología tridimensio-nal.

En esta fonología autosegmental la representación consta de capas, estratos o niveles autónomos, aunque pueden estar unidos entre sí mediante reglas de asociación. De esta manera se puede dar cuenta de diferentes fenómenos de la lengua, como el tono. Este tipo de fenómenos no han sido tratados en tu totali-

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dad en esta primera parte, pero sí serán considerados con más detenimiento en el epígrafe dedicado a la visión histórica del asunto.

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Para completar este primer apartado sobre el estado de la cuestión vamos a incluir algunas de las consideraciones tenidas en algunas de las publicaciones más recientes, como en el The Handbook of Phonological Theory, editado por John A. Goldsmith (reeditado en el 2001), así la teoría de la fonología léxica de Mohanan en The Theory of Lexical Phonology entre otros.

Goldsmith, en The Handbook of Phonological Theory, en un apartado del libro llamado Contrasts, expone la dificultad para determinar si un rasgo es dis-tintivo o no, ya que el mismo rasgo fonético puede ser distintivo en unas lenguas y no serlo en otras. Mientras que la fonología generativa solucionaba este tipo de problemas asignando un valor positivo o negativo al rasgo, los estudios de fono-logía léxica han demostrado (Kiparsky, Cole, Mohanan) que no todas las dife-rencias fonéticas son iguales.

Para solucionar el problema, Goldsmith opta por el divide et vinces Julioce-sariano y presenta una subclasificación de los tipos de oposición fonológica exis-tentes en las lenguas, y propone para cada caso una solución diferente. Las tres opciones a las que se pueden adscribir cada oposición fonológica son: “Just barely contrastive sounds” (en nuestra modesta traducción: levemente opuesto), “not-yet-integrated semicontrastive” (oposición semi-integrada) “modest asimetry” (asimetría moderada). Un ejemplo de levemente opuesto sucede en el caso del rasgo tenso / flojo en inglés, que raramente se encuentran en distribución com-plementaria y con un porcentaje muy pequeño de distribución libre, por ejem-plo: /sAm/ y /sæng/. Los casos de oposición semi-integrada se dan cuando dos sonidos se oponen en algún contexto pero presentan una oposición como el con-traste entre /s/ y /š/, clara asimetría en otros contextos. Mientras uno de los casos clásicos de asimetría moderada sucede en el caso de neutralización, que motiva la creación de los archifonemas.

Si tenemos en cuenta el universal científico de que la regla más simple es la correcta, habría que poner en tela de juicio las consideraciones de Goldsmith para solucionar el problema entre fonética y fonología, porque cada vez la regla se complica más y creemos muy posible que de continuar con su teoría, a cada excepción surgirían más subclasificaciones.

Tras todo lo dicho, podemos concluir que la investigación en torno a la ade-cuación de los rasgos y su elección sigue abierta todavía.

4.3.5. Fonología LéxicaNos gustaría tratar brevemente la reciente Fonología Léxica. La fonología

léxica es otra de las derivaciones de la gramática generativa, como lo era la fo-

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nología no lineal. Lo que tiene de especial la fonología léxica es que intenta ex-plicar los procesos morfológicos que se dan en el componente léxico, partiendo de una estructura de niveles. En cada nivel de esta estructura de niveles se da un proceso morfológico y un proceso fonológico relacionado. Por esto, la fonolo-gía léxica se basa en la idea de que la fonología participa junto con la morfología en las reglas de formación de palabras.

Esta teoría fue planteada por Mohanan en The Theory of Lexical Phono-logy, y por otros autores como Kiparsky.

Según esta teoría, la morfonología y la fonología intervienen en la formación de palabras, por lo tanto, los procesos de derivación y de flexión se representan como una serie de niveles que están conectados a un conjunto de reglas fonológi-cas, que definen así su campo de acción.

Para Kiparsky las estructuras de los morfemas se pueden explicar como un conjunto de reglas de fonología léxica. De esta manera establece dos tipos de re-glas fonológicas: las reglas de la fonología léxica y las reglas de fonología postlé-xica o fonología frasal. Las reglas de la fonología léxica (flexión o derivación) son cíclicas y se van aplicando a las palabras hasta que se van constituyendo las oraciones, mientras que las reglas de la fonología frasal se aplican una vez que las palabras ya forman parte de la frase, no son cíclicas y son relativas a los fe-nómenos que tienen lugar en las fronteras de las palabras.

Para aclarar esto de una manera más gráfica exponemos a continuación el esquema que propuso Mohanan en 1982 para esta interrelación de reglas:

Lexicón

morfemas

aplicación de las

reglas

morfofonológicas

y fonológicas

palabras/entradas léxicas

representación subyacente

aplicación de las

reglas

sintácticas

y fonológicas

output fonológico

representación léxica

representación fonética

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Como conclusión deducimos que este modelo unifica las reglas fonológicas y las morfológicas. Este sería un caso de relación entre fonología y morfología, es decir, de fonología y gramática, y no de fonología y fonética.

Pero esto no nos debe llevar a pensar que la fonología léxica pasa por alto la fonética. Alonso-Cortés en “Sobre el sistema fonemático del español normati-vo” expone que la fonología léxica sigue reconociendo los dos niveles habituales pertenecientes bien a la fonología, o bien a la fonética como el nivel más abs-tracto de representación subyacente y el más concreto o nivel fonético. Esto es debido a que en la fonológica léxica existe un nivel léxico intermedio de repre-sentación fonológica donde pueden establecerse las oposiciones fonemáticas que han caracterizado tanto a la teoría fonemática funcionalista como a la generati-va.

4.3.6. Teoría Fonológica de la Optimicidad y corrientes cognitivistasPor último podemos decir que han surgido otras corrientes como las corrien-

tes cognitivistas con Nathan o Langacker, o la teoría fonológica de la optimici-dad de McCarthy, que tienen en cuenta el fonema taxonómico léxico, conside-rando la clásica oposición entre segmentos y los datos provenientes de la fonética manteniendo su estatus de input o entrada a los procesos articulatorios que in-tervienen en la pronunciación de un signo

Langacker en Foundations of cognitive grammar opone y relaciona al mismo tiempo a la fonología y a la semántica, de tal manera que ambas mantienen una relación bipolar, quedando la fonología en el polo opuesto al polo de la semánti-ca.

La teoría fonológica de la optimicidad de McCarthy fue planteada en 2002 con la publicación de Thematic Guide to Optimality Theory.

Nathan, en su artículo “What funcionalists can learn from Formalist in Phonology” —estando el funcionalismo fonético relacionado con el concepto de naturalidad— remarca que la teoría fonológica de la optimicidad ha aportado herramientas importantes a la corriente funcionalista de la fonética, ya que la corriente fonológica de la optimicidad —aparte de trabajar con el fonema taxo-nómico— consta de un campo de acción muy amplio tal como especificamos ahora.

Prince y Smolensky, en Optimality theory in phonology, describen los ámbi-tos que la teoría fonológica de la optimicidad acoge en sus brazos. En ella se in-cluyen teorías hasta el momento algo contradictorias o al menos diferentes como la fonología segmental, el estudio de la prosodia, la teoría de la silabización, la teoría de los inventarios y del lexicón y la teoría de la harmonía entre otras.

Según Prince y Smolensky la teoría fonológica de la optimicidad intenta ser más informativa que los modelos anteriores, y para ello sustituye la formulación clásica de la reglas fonológicas: A → B / C—B por otro tipo de estructura, que

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ellos no la definen como regla, sino simplemente como estructura de la gramática óptima-teórica (structure of Optimality-theoretic Grammar):

Gen (Ink) → {Out1, Out2,…}H-eval (Out1, 1 ≤ i≤ ∞) → Outreal

Suponen que las relaciones de input–output están gobernadas por tres as-pectos: las condiciones de la buena formación de las palabras, las condiciones de preservación exacta del input (exact preservation of the input) y las restricciones de marcación (markness constraints).

Gen es el Generador. Es una parte fija de la Gramática Universal. Contiene información de los primitivos representacionales y sus relaciones universales irrevocables. Por ejemplo: el nodo /μ/ implementa a una teoría sobre la sílaba pero no al revés.

La función H-eval determina la armonía relativa de los candidatos impo-niendo un orden a su conjunto. El output será más óptimo cuanta más harmonía se refleje en el orden del conjunto.

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Deploramos quedarnos en el prometedor umbral de estas recientes corrientes fonológicas, camino que nos llevaría a sugestivos estudios y razonamientos. Con-fiamos poder hacerlo en el futuro.

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5. Delimitación de fonética y fonología: diferenciasAl poner en relación o conexión ambas disciplinas nos vemos obligados, para

evitar contradicciones en nuestro estudio, a definir y diferenciar lo que entende-mos por fonética y fonología.

La fonética se encarga de la descripción acústica y fisiológica de los sonidos. En algunos manuales se diferencian tres tipos de fonética: la fonética articulato-ria, que se relaciona con la forma en la que se produce el habla por el mecanis-mo vocal; la fonética acústica, que estudia las propiedades físicas de los sonidos producidos por el habla; y la psicoacústica, centrada en la forma en la que se perciben los sonidos por el oyente. El problema sobre si la fonética debe conside-rarse parte de la gramática o no, como la fonología, será tratado más adelante cuando abordemos las relaciones entre ambas, cuando tratemos los estudios so-bre la entonación.

La fonología es, por el contrario, una parte de la lingúística que se ocupa de los sonidos en cuanto cumplen una función en la lengua.

A continuación vamos a establecer las distinciones entre fonética y fonolo-gía.

Filosóficamente no existe ninguna relación lógica basada en la diferencia, sin embargo, muchos filósofos defienden que cualesquiera que sean las cosas, dos co-sas pueden estar relacionadas por el hecho de ser pensadas a la vez. Sin entrar en esta discusión, o con el objetivo de evitar inconsistencias en nuestro estudio, nos disponemos a mostrar las disparidades entre fonética y fonología.

Para establecer las distinciones entre fonética y fonologías seguiremos Lin-güística General de Alonso-Cortés. Partiendo de la dicotomía saussureriana de lengua y habla, la fonética se ocupa de los sonidos del habla mientras que la fo-nología de los “sonidos” de la lengua. Mientras que la fonética indaga cómo se pronuncian las palabras, la fonología presta atención a cómo se diferencia una forma de otra y cuáles son los modelos o los patrones ideales del hablante. Por lo tanto, si la fonética se ocupa de una variedad ilimitada de sonidos, la fonolo-gía, de formas invariantes, y utiliza para sus investigaciones métodos lingüísticos (psicológicos), mientras que la fonética hace uso de métodos físicos y fisiológicos. Finalmente, la fonética excluye la relación con el significado, y precisa de reglas de pronunciación, en oposición a lo que incluye la fonología, centrándose en la relación sonido-significado, y determina las reglas con las que se construyen las palabras.

Basbøll fija en los años ochenta que el objetivo fundamental de la fonología es la reducción del infinito número de distintos sonidos de una lengua a un nú-mero limitado de elementos recurrentes, invariables, con valor distintivo que

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subyacen a las relaciones fonéticas concretas; es decir, que se ocupa del estudio de los fonemas.

Esto no siempre ha sido así, en los albores de la fonología, el objetivo que fijó Trubetzkoy en Principios de Fonología era bien diferente: la determinación de un inventario de fonemas y de las posibles combinaciones de éstos. Mientras que el estudio de las reglas combinatorias empezaron a ser estudiadas por Halle y Chomsky. La determinación del inventario de fonemas es la finalidad de la fo-nemática, término que fijó Martinet.

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6. La interfaz fonética-fonología a lo largo de la historia

A continuación vamos a presentar una visión histórica de cómo se ha ido concibiendo esta relación entre fonética y fonología. Debido a que el objeto de estudio de nuestro ensayo se centra precisamente en esa relación, omitiremos to-do lo que no sea estrictamente necesario para dar cuenta de ella.

Nos extenderemos más en los últimos periodos lingüísticos, sobre todo a partir de la Escuela de Praga, por ser más ricos en lo que a la relación entre fo-nética y fonología se refiere. Asimismo, siempre que sea posible y relevante in-cluiremos ejemplos, la mayoría de ellos pertenecientes al libro de Problemas de Fonología que corroboren nuestras afirmaciones. Al mismo tiempo se irán intro-duciendo conceptos como fonema taxonómico o sistemático, así como los crite-rios que utiliza cada corriente lingüística con el fin de enriquecer el concepto de relación entre fonética y fonología en los diferentes enfoques lingüísticos.

Para poder hablar de la conexión entre fonética y fonología primero debe-ríamos situar en el tiempo cuándo aparecieron ambas disciplinas.

Aunque la gramática tradicional y la lingüística comparada contemplaban el cambio fonético, no podemos hablar de fonología como tal hasta que a comien-zos del siglo XX se comienza a extender la concepción sausseriana de la lengua como sistema. Una vez que es considerada la lengua como un sistema de signos, podemos comenzar a pensar en fonología, sin embargo esto no sucede hasta que esta concepción de la lengua es asimilada por la comunidad científica, como ocu-rrió en Praga. Hasta la Escuela de Praga no podemos hablar de una distinción, tal como se entiende actualmente, entre fonética y fonología. Pero, ¿cómo llegan hasta Praga conceptos como fonología o fonema?

6.1. Escuela de KazanSaussure, el padre de la lingüística moderna, llega a declarar la influencia

que ejercieron sobre sus teorías los máximos representantes de la Escuela de Ka-zan: Baudouin y Kruszewski, que ya habían diferenciado —aunque con términos diferentes— algunas de las famosas dicotomías sausserianas como lengua y ha-bla, sincronía y diacronía o relaciones sintagmáticas y relaciones paradigmáticas. Además también emplearon el término de fonema aunque su significado irá va-riando a lo largo del desarrollo de las teorías de esta escuela; el término fonema lo tomará Saussure de Kruszewski.

Al igual que Saussure, la Escuela de Kazan se centrará en el estudio del as-pecto sincrónico de la lengua y de las reglas que rigen la estructura fónica, más

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que por la naturaleza de sus representaciones. Asimismo diferencian dos aspec-tos del estudio de los sistemas sincrónicos de la lengua: el físico, que sería estu-diado por la antropofónica, que coincide grosso modo con la actual fonética; y el psicológico, que en este caso será la psicofonética la que lleve a cabo el estudio del sentimiento de una lengua en una determinada comunidad. La psicofonética se centró fundamentalmente en el estudio de las alternancias, que son los cam-bios fonéticos de las formas enlazadas morfológicamente. Pero lo más interesante de todo, es que introducen el término de fonema y asumen la función de diferen-ciar significados como algo fundamental para la compresión de la estructura fó-nica de las lenguas naturales. Esta será la semilla que se acabará germinando en Praga con el estudio de los rasgos distintivos.

Veamos ahora, someramente, cómo se entendía el fonema para luego pasar a la teoría de Saussure. El fonema fue un término introducido por Kruszewski pa-ra designar al conjunto de sonidos alternantes que ocupan posiciones paralelas dentro de una misma unidad morfológica en diferentes clases de palabras. Este concepto será reformulado por Baudouin para denominar a los elementos abs-tractos psicofonéticos que entran en relaciones de alternancia. Finalmente, el mismo Baudouin reformula su definición y fija la concepción de fonema al equi-valente psicológico de un sonido del habla. Este concepto de fonema equivaldría a la imagen fónica ideal que existe en la mente del hablante y que representa su intención de producción.

Aunque hay autores que defienden —como Anderson— que Saussure, Bau-douin y Kruszewski se influyen mutuamente, nosotros hemos optado por intro-ducir en nuestro ensayo a Saussure con posterioridad a la Escuela de Kazan, no sólo porque su obra sea cronológicamente posterior, sino también porque serán las ideas de Saussure las que luego incidan determinantemente en la Escuela de Praga.

6.2. SaussureTodos conocemos hasta la saciedad las famosas dicotomías de Saussure ex-

puestas en su Cours de linguistique genérale (1916), así pues, pasemos directa-mente a las concepciones del autor que se relacionan con la fonética y la fonolo-gía.

Al igual que los autores de la Escuela de Kazan, a Saussure le interesan más las reglas que subyacen a la diferenciación de los signos que el sistema fónico en sí mismo, que, según él, no es relevante en la tarea del lingüista, porque los so-nidos lingüísticos forman parte de la parole, y, por lo tanto, son prescindibles en la langue, mientras que las imágenes fónicas, en relación con el signo lingüístico, no están excluidas de la langue.

Lo que importa en la concepción sausseriana son la relaciones entre las imá-genes fónicas. Para estudiar las imágenes fónicas Saussure propone tres discipli-nas distintas: una que se correspondería con la actual morfología; otra que

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Saussure llamó phonologie, que se dedicaba al estudio sincrónico de la articula-ción de la acústica de los sonidos concretos, grosso modo, la actual fonética; y en tercer lugar, Saussure determinó la phonétique que estudia la evolución histórica y los cambios de los sonidos, es decir, lo que actualmente se denomina fonética histórica. Tanto su phonétique como su phonologie se encuentran dentro de la parole.

Fonema es entendido por Saussure como un simple sonido del habla, es de-cir, el fonema para Saussure es una entidad concreta, producido y percibido en un tiempo real sin ninguna connotación de carácter distintivo propio de la lan-gue, tal como se tratará en la Escuela de Praga. Saussure se apoya en Jespersen para realizar la clasificación de los fonemas, porque para ello se fundamenta en una faceta articulatoria.

Durante el tiempo que le tocó vivir a Saussure, dominado por los neogramá-ticos, era de dominio común la creencia de que el estudio detallado de los por-menores fonéticos en la sincronía, facilitaría una explicación de conjunto para el cambio fonético; sin embargo, con la principal aportación de Saussure —enten-diendo la lengua como un sistema de relaciones, en el que las diferencias que se producen son entre signos lingüísticos y no entre los sonidos particulares de los signos— comienza a perder importancia paulatinamente el detalle fonético, de-jando el camino preparado para que pueda ser posible la creación y el afianza-miento definitivo de la fonología actual, llevado a cabo brillantemente por la Es-cuela de Praga, sobre todo por parte de Trubetzkoy.

6.3. TrubetzkoySe puede considerar a Trubetzkoy el creador de la fonología moderna. La

obra principal donde presenta su teoría es Grundzüge der Phonologie, publicada póstumamente en 1939 en el cuarto volumen de los Travaux du cercle linguisti-que de Prague. Es en esta obra dónde distingue claramente entre representación fonética —siendo la fonética la disciplina que se ocupa de los sonidos en sus as-pectos concretos, fisiológicos, acústicos y auditivos— y representación fonológi-ca, correspondiendo a la fonología el estudio de los rasgos fónicos que le permi-ten al hablante diferenciar significados.

En el primer capítulo del libro, realiza Trubetzkoy un paralelismo con la di-cotomía lengua y habla de Saussure. Mientras que la fonética estudia los sonidos del habla (parole) —y no sonidos de la palabra como reza la edición mal tradu-cida al español—, la fonología se ocupa de los sonidos de la lengua (langue). La cualidad fonológica existe en cuanto el término de una oposición fonológica y los rasgos diferenciadores en la oposición fonológica se denominan rasgos distintivos. Este será el origen de la teoría de los rasgos distintivos que más adelante conti-nuarán Jakobson, Halle y Chomsky.

Consecuentemente se establece la definición de fonema como un conjunto de rasgos distintivos simultáneos. Mientras que para Trubetzkoy los rasgos distinti-

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vos no tienen un estatuto independiente, para Jakobson sí, de ahí que Jakobson ideara una teoría con el ideal de que con un pequeño conjunto de rasgos se pu-dieran describir las oposiciones fonológicas de todas las lenguas. Este tema será tratado más adelante, pero primero veremos las reglas de Trubetzkoy para la determinación de los fonemas.

6.3.1. El fonema taxonómicoEl enfoque tanto de Trubetzkoy como de Jakobson del fonema es taxonómi-

co, porque se considera al fonema como una unidad de clasificación que agrupa sonidos en clases o en familias, y dentro de este enfoque taxonómico utiliza un criterio funcional porque el fonema está formado por rasgos con función distin-tiva.

Las reglas que establece Trubetzkoy en Principios de Fonología para la de-terminación de los fonemas son las siguientes: la Regla I reza que cuando dos sonidos de una misma lengua aparecen exactamente en el mismo contexto fónico y pueden ser reemplazados el uno por el otro sin que esto provoque una diferen-cia en el significado intelectual de la palabra, dichos sonidos son sólo variantes fonéticas facultativas de un fonema único. Mientras que si en la misma situación se modifica la significación de las palabras nos encontramos ante fonemas distin-tos (Regla II). La Regla III propone que cuando dos sonidos de una lengua em-parentados acústica o articulatoriamente no se presentan nunca en el mismo contexto fónico, deben ser considerados variantes fónicas del mismo fonema, mientras que dos sonidos que se ajusten a las condiciones de la Regla III no de-ben de ser considerados variantes de un mismo fonema cuando pueden, en la lengua de que se trata, hallarse contiguos el uno al otro (Regla IV).

Alonso-Cortés en Lingüística amplía estas cuatro reglas a nueve para lograr abarcar, no sólo a fonemas aislados, sino también a grupos de fonemas.

Para Trubetzkoy los objetivos básicos de la fonología son cuatro: aislar el repertorio de fonemas y determinar las relaciones que contraen en el sistema, determinar sus posibilidades combinatorias, hallar su frecuencia estadística y describir la incidencia de las distinciones fonológicas en la diferenciación de los morfemas: la morfonología.

La totalidad de las oposiciones entre fonemas da lugar al sistema fonológico de una lengua. Las oposiciones pueden ser aisladas, multilaterales, proporciona-les o recurrentes —que son las bilaterales y las privativas—. Una oposición bila-teral y privativa puede ser suspendible. En ese caso nos encontramos ante una neutralización. La unidad fonológica que aparece en una posición que está neu-tralizada es el archifonema: en /oBsoleto/ /B/ representa los rasgos comunes de /p/ y /b/.

De las páginas de Trubetzkoy también surge la morfonología, disciplina que estudia los cambios morfonológicos, los cuales son las modificaciones fonológicas que sufre una palabra de acuerdo con los problemas que suscita la morfología,

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ya sean cuestiones de derivación o de conjugación. La unidad básica en este caso es el morfonema.

La definición de clases naturales no aparece en Trubetzkoy de forma explíci-ta, aunque sí implícitamente en su teorización. El concepto de clase natural irá tomando paulatinamente más importancia en la teoría fonológica de siglo XX.

Aunque la obra de Trubetzkoy se centre más en la determinación y la espe-cificación de la fonología como ciencia —así como en las diferencias entre fonéti-ca y fonología—, la relación entre la fonética y la fonología en su concepción es clara: a pesar de que para la determinación de los fonemas utiliza un criterio funcional, y por lo tanto fonológico, no hay que olvidar que la oposición —el concepto básico de criterio funcional— forme parte del contenido fonológico del fonema. Los rasgos de cada fonema están basados en la articulación —y en la acústica en el caso de la diferenciación entre vocales y consonantes—. Eso sí, para que esos rasgos articulatorios transciendan a la descripción fonética y sean considerados por la fonología han de tener una función distintiva.

Asimismo Trubetzkoy dio cuenta de las propiedades suprasegmentales y propone propiedades como el tono o el acento que tienen que ver, para él, sólo con la sílaba. Los lingüistas de la Escuela de Praga fueron los primeros que se dedicaron al estudio de los rasgos prosódicos, como ya hemos adelantado en la primera parte. Los estudios de los rasgos suprasegmentales son fundamentales para la relación entre fonética y fonología porque elevan la fonética a la gramá-tica.

Una relación parecida entre fonética y fonología la encontramos en Jakob-son, que toma para su teoría muchas de las aportaciones de Trubetzkoy, que ya había intentado construir una lista de unos cuarenta rasgos fonológicos para la determinación de los sistemas fonológicos de las reglas naturales. Jakobson apre-ció un problema en esta lista de rasgos y es que Trubetzkoy incluía en la misma lista oposiciones multilaterales, rasgos de carácter articulatorio y rasgos de ca-rácter acústico para diferenciar consonantes y vocales. Ante esta situación Ja-kobson utiliza tan sólo oposiciones binarias gracias a que las oposiciones multila-terales de Trubetzkoy se pueden descomponer en dos o más oposiciones binarias. No puede utilizar la oposición binaria en el caso de las vocales que son altas, medias o bajas. Esta salvedad será solucionada posteriormente por Halle y Chomsky con los rasgos [± alto], [± bajo] y [± retraído].

6.4. JakobsonJakobson y sus colaboradores desarrollan una hipótesis de que un pequeño

conjunto de rasgos podrían describir las oposiciones fonológicas de una lengua en primer lugar, y en segundo, para la creación de clases naturales de fonemas con el fin de llegar a generalizaciones significativas. Con el fin de establecer uni-versales fonológicos son interesantes también las investigaciones que realizó Ja-kobson en el lenguaje de los niños.

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En esta teoría de rasgos distintivos el autor propone para cada rasgo defini-ciones tanto articulatorias como auditivas, pero en el habla las transformaciones de articulación acústica, y de la acústica a la articulación no son unívocas, de ahí que sea necesaria una definición perceptual a auditiva. Los rasgos distintivos de Jakobson se pueden identificar directamente en la señal entre estadios: articu-latorio, acústico y perceptual. Utiliza el mismo conjunto de rasgos —doce en to-tal— para describir tanto a consonantes como vocales. Los doce rasgos distinti-vos de la teoría de Jakobson (con la colaboración de Halle) son: vocálico–no vo-cálico, consonántico–no consonántico, nasal–oral, compacto–difuso, abrupto–con-tinuo, estridente–no estridente, recursivo–infraglotal, sonoro–insonoro, tenso–flo-jo, grave–agudo, bemolizado–no bemolizado y sostenido–normal.

Una influencia importante para el desarrollo del sistema de rasgos de Jakob-son, es la influencia que sobre éste ejerce la teoría de la información. La noción fundamental de la teoría de la información es que el mejor sistema es aquél que haga un uso máximo de un conjunto mínimo de contrastes binarios. En esto coincide con la teoría de Jakobson, aunque, claro está, que esta optimización que caracteriza a la teoría de la información no siempre se encuentra en las len-guas naturales.

La relación entre fonética y fonología en la teoría de rasgos distintivos de Jakobson, tal como se comprueba, se manifiesta en que la fonética sirve de base para la determinación de los rasgos distintivos. La base fonética que utiliza es articulatoria, acústica y perceptual, aunque esta base fonética no es la única pa-ra determinar los fonemas. También hace uso de un criterio funcional —que es fonológico—, y que utiliza tanto Jakobson como Trubetzkoy para llegar al fone-ma taxonómico funcional, que agrupa sonidos en clases.

Como Jakobson incluye en un rasgo fonológico dimensiones fonéticamente distintas, pronto surgieron las contradicciones para explicar los sistemas fonoló-gicos de algunas lenguas, porque para agrupar los diversos contrastes bajo un rasgo único es necesario afirmar que ninguna lengua puede tener de manera in-dependiente dos o más de los contrastes cubiertos en un sólo rasgo. Sin embargo esto no es así. Es posible encontrar lenguas en las que esas dimensiones fonéticas sean contrastivas independientemente. Por ejemplo, algunas de las leguas aus-tralianas tienen oclusivas y nasales con seis puntos de articulación (labial, inter-dental, alveolar, postalveolar, palatal y velar). Aquí encontramos problemas de clasificación si utilizamos los doce rasgos de Jakobson, porque las interdentales, las alveolares y las postalveolares deben tratarse como agudos, sin que se dife-rencien unas de otras. Para intentar salvar inútilmente el asunto, podríamos usar el rasgo [bemolizado] para distinguir la posición postalveolar de las otras, pero las posiciones interdental y alveolar seguirían indeterminadas. Si por el contrario acudimos al rasgo [estridente] serían ahora las interdentales y las al-veolares las que quedarían indiferenciadas.

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Otro problema similar sucede en chipewa, cuyo sistema fonológico consta de dos africadas, una dental /tˆs/ y otra alveolar /tˆθ/. Como el rasgo [estridente] ya se utiliza para diferenciar las africadas de las oclusivas, no se pueden utilizar para realizar otra distinción. Tampoco se puede describir el esquimal de Groen-landia basado en la estridencia porque presenta un contraste de nasales velares y uvulares.

Este tipo de problemas de indeterminación ocurren en muchas lenguas como el chilcotin, en la que las obstruyentes velares presentan contrastes independien-tes de labialización y velarización. Esto mismo se puede aplicar al ubijé, que también tiene uvulares puras, labializadas, faringalizadas y labilizadas-faringali-zadas independientemente, o al abjaso que tiene fricativas uvulares de cinco ti-pos distintos: puras, labializadas, palatalizadas, faringalizadas y labilizadas-fa-ringalizadas.

Por el simple hecho de haber excepciones, este sistema de rasgos ya no pue-de ser utilizado con el fin de realizar generalizaciones lingüísticas tal como pre-tendía Jakobson. No obstante hay que confirmar el carácter marginal de estos ejemplos, ya que estos contrastes problemáticos sólo aparecen en lenguas con estructura bastante inusual como las del noroeste del Cáucaso y noroeste de Norteamérica.

Fue McCawley, entre otros, quien presentó una objeción al sistema jakob-siano y propuso que para describir cualquier lengua se requería, a parte de un conjunto de representaciones fonológicas para las formas como la teoría de Ja-kobson, también un conjunto de principios que lleven a cabo dos funciones: que proporcionen los valores de rasgos redundantes y que interpreten los rasgos dis-tintivos en función de su realización articulatoria y acústica concreta. McCawley para ilustrar lo propuesto pone como ejemplo la lengua árabe, que tiene tanto un conjunto de consonantes faringalizadas [+ bemolizadas] y tres vocales tam-bién [+ bemolizadas]. Puede suceder que las vocales adyacentes a una consonan-te faringalizada sean también faringalizadas. La solución que propone McCawley es que se duplique el principio por el cual el rasgo [bemolizado] se asigna de ma-nera redundante a las vocales adyacentes a la consonantes [+ bemolizadas].

Esta es la manera mediante la cual se utiliza un mismo conjunto de rasgos para definir tanto las propiedades distintivas como las redundantes, y es la mis-ma postura que adoptará Halle en The sound Pattern of Russian (1959), una obra generativa temprana que será el adelanto del sistema de rasgos propuesto por Chomsky y Halle en 1968 en The sound Pattern of English.

6.5. HjemslevAterricemos ahora otra vez a Europa, concretamente a Copenhague, donde

Hjemslev desarrolló una teoría lingüística nueva: la glosemática. Hjemslev partió de Saussure con la división del lenguaje en dos planos y de la interrelación entre éstos, no obstante Hjemslev llamó a los dos planos contenido (significado) y ex-

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presión (significante). Aunque tomó esta distinción anterior, el lingüística reac-ciona contra todos los estudios anteriores señalando que éstos no habían logrado proporcionar ni un análisis del contenido, ni de la expresión, según su noción de lingüística inmanente, ya que según él, el estudio del lenguaje consistía en desa-rrollar una noción de la estructura lingüística completamente independiente de lo específico que es la realización fonética y los significados intencionales concre-tos. Este pensamiento constituirá el principio de lo que será la glosemática.

No nos vamos a centrar en describir la teoría glosemática, únicamente seña-laremos lo que tenía entendido Hjemslev por forma lingüística y sustancia lin-güística, para luego pasar a hablar de sus aportaciones a la fonología para dar cuenta de la relación entre fonética y fonología.

La forma lingüística es el conjunto de categorías relacionales puramente abstractas que constituye los sistemas de expresión y de contenido de una len-gua dada, mientras que la sustancia lingüística está constituida por cierta mani-festación específica de esos elementos formales.

La glosemática ha sido caracterizada por su enorme abstracción y su espe-cial terminología que, según algunos autores, la han alejado de las descripciones empíricas. Sin embargo Andersen opina que ese alejamiento de los datos no fue tal si se considera la teoría fonológica de Hjemslev. Veamos si es así: para el da-nés, el análisis del sistema de expresión de una lengua dada arranca del conjunto de elementos que se conmutan. Estas formas constituyentes, dentro de cada uno de los planos, se denominan taxemas. Los taxemas son unidades mínimas a las que se puede llega en cualquier análisis. Por otro lado, Hjemslev denomina a las unidades de la sustancia fonética fonematemas, que son unidades similares a los fonemas estructuralistas, si se interpretan como segmentos a los que se ha dado una caracterización fonética amplia, de la que se omiten todos los detalles foné-ticos no distintivos o la mayor parte de ellos. Bien, ahora los taxemas pueden a su vez analizarse aun más en combinaciones de factores primitivos llamados glo-semas. Estos glosemas en el plano de la expresión se denominan cenemas, mien-tras que los del plano del contenido los denominó pleremas. Y finalmente, los taxemas de la expresión se definen —como casi todos los conceptos en esta teo-ría— por las relaciones en las que entran. Estas reglas las divide Hjemslev en tres: las reglas de agrupamiento, que especifican las propiedades distribucionales y las de agrupación entre otras; las reglas de alternancia que especifican la susti-tución de un elemento por otro; y las reglas de implicación, que especifican las sustituciones que tienen lugar en condiciones fonemáticas.

En lo que se refiera al término fonemas, Hjemslev se mostró completamente opuesto a la concepción sausseriana de éste como sonido del habla. Para Hjems-lev las relación entre los taxemas de las expresión son puramente formales y re-lacionales. Este tipo de relaciones suelen corresponderse con diferencias fonéticas superficiales, sin embargo no siempre es así, porque la sustancia fonética no in-

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dica por sí sola lo más importante de un elemento del sistema lingüístico: su función o papel en el sistema de relaciones.

Por estas razones podemos afirmar que la relación entre fonética y fonología en Hjemslev existe pero no es necesaria para la configuración de su teoría fono-lógica.

Veamos ahora qué tipo de relaciones concibe Hjemslev entre las categorías formales y las categorías sustantivas en el plano de la expresión. Estas relaciones son básicamente dos: la neutralización o el sincretismo y la reducción del inven-tario de los taxemas que se deben a ciertos elementos que representan como combinaciones o variantes de otros.

La neutralización según Hjemslev se define como suspensión de la conmuta-ción, que se produce en ciertas condiciones. El elemento que aparece en esta po-sición ante el solapamiento se denomina sincretismo. Un ejemplo de neutraliza-ción que propone este autor es el de las consonantes oclusivas alemanas /d/ y /t/ al final de palabra como en Bund y bunt. Los sincretismos los divide Hjems-lev en varios tipos, aunque la diferencia, según Andersen, es más terminológica (implicación, fusión y latencia). Para Hjemslev los sincretismos forman parte del sistema fonológico de una lengua; una representación en el plano de la expresión en la que se indiquen todos los sincretismos tiene status sistemático.

Veamos ahora un ejemplo de notación ideal de Hjemslev para el fenómeno de la neutralización. El hecho de observar esta notación resulta enriquecedor porque se puede apreciar que la forma abstracta no se puede recuperar única-mente a partir de la forma superficial, lo que nos da una idea de la poca impor-tancia que tiene la fonética en relación con la fonología en la teoría de Hjemslev. Por el contrario, esta condición de recuperabilidad es muy importante para las escuelas estructuralistas, lo que muestra otro punto en el que el estructuralismo y la glosemática difieren. Las notaciones de Hjemslev se parecen a las represen-taciones que otras escuelas llamaran morfofonémicas.

Alonso-Cortés al proceso de neutralización le añade el factor de la naturali-dad. Son más naturales los términos que en una neutralización constituyen el término no marcado. Así pues, siguiendo el ejemplo de Hjemslev, el término no marcado en este caso es el fonema /t/. La naturalidad depende de dos factores: del contenido fonético del fonema y de ser el término no marcado.

La segunda consecuencia, que adelantábamos, producto de la relación de Hjemslev entre las categorías formales y las categorías sustantivas en el plano de la expresión, es la sencillez de las descripción glosemática, llevada a cabo a costa

Reglas de sincretismo

Reglas de manifestación

notación ideal

notación realizada

fonematemas

(forma)

(sustancia)

"bunt"

"bund/t"

[bunt]

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de la reducción del inventario de taxemas. En el caso de la fonología, este es uno de los hechos que hace que las diferencias entre las representaciones cenemáticas y las representaciones fonéticas se diferencien aun más. Así pues, Hjemslev re-duce el inventario de fonemas tratando algunos elementos como variantes o combinaciones de otros. En este sentido la noción de sílaba desempeña un papel importante, porque en ocasiones se sirve de ella, para poder justificar esta re-ducción del inventario de fonemas. De esta manera, la oposición de Kuhchen /ku:çən/ y kuchen /ku;xən/ en alemán, no es tal por el hecho de poseer fonemas diferentes —como defenderían los estructuralistas—, sino porque difieren en la posición silábica, con lo que se delimita la necesidad de postular una diferencia fonológica, que resultaría bastante antiintuitiva entre las fricativas velares y las palatales.

La idea de minimizar el número de elementos postulados en un análisis tie-nen dos vías completamente distintas para Hjemslev: por un lado se refiere a minimizar el inventario de taxemas, tal como acabamos de mostrar, y por otro lado, este principio se usa además para la postulación de sincretismos vistos con anterioridad. Pero, paradójicamente, esta reducción de sencillez no es económica porque cada vez se necesitarán reglas más complejas para explicar los fenómenos lingüísticos, y el hecho de que las lenguas sean complejas —pudiendo abrazar una solución más simple— no es enriquecedor para ninguna disciplina científica.

Este fallo quizás fue producido por evitar trabajar con la sustacia en lo que a la formación de las reglas se refiere. Por este motivo en SPE, se añadió en el capítulo final la noción de marcación, que consistía en un conjunto de conven-ciones de marcado (marking conventions) o definiciones de los valores de marca-do y no marcado para los rasgos fonológicos en contextos concretos.

Por último, nos parece muy interesante añadir el papel tan importante de la estructura no segmental en la glosemática, ya que ha tenido una repercusión —algo tardía— muy interesante en la corriente generativa de la fonética autoseg-mental actual.

Hjemslev fue el único de los estructuralistas que concedió importancia a las propiedades suprasegmentales. Como trataremos más adelante, también la es-cuela británica destacó por el estudio de la prosodia.

Para entender la inclusión de elementos suprasegmentales en la teoría fono-lógica de la glosemática, hay que tratar necesariamente la concepción jerárquica que tenía Hjemslev sobre la organización del texto. Según el autor, el texto se organizaba en párrafos, cada uno de esos párrafos se podía dividir en oraciones, que pueden a su vez dividirse en cláusulas, que son divisibles en sintagmas, el sintagma en sílabas y la sílaba en segmentos. La sílaba lleva a cabo un papel muy importante porque son los constituyentes primarios de los sintagmas, y por lo tanto constituyen los dominios en los que hay que especificar la distribución de los segmentos. Entre todas las definiciones que propone Hjemslev de sílaba

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nos quedamos con la que la definen como la unidad jerárquica de organización que tiene un acento y uno sólo.

Además de la sílaba, Hjemslev da definición al prosodema, que es la unidad que caracteriza la construcción sin constituirla, esto es, se trata de una propie-dad que aparece en el texto pero que no se localiza en unidades únicas, como lo son el acento de intensidad, el acento de altura —como en lituano— que se da en una secuencia de vocal y de la sonante o sonantes que la siguen, o el stød del danés, que es un elemento de realización cuasi-segmental, por el cual una oclusi-va glotal conlleva una perturbación de la activad laríngea.

Como vemos esta teoría tiene mucho que ver —al menos generalmente— con las recientes investigaciones de fonología métrica o autosegmental actuales. Sin embargo, a diferencia de las teorías métrica actuales, Hjemslev trata el acen-to de intensidad como una propiedad que es asignada o no a una sílaba. Sin em-bargo esta idea de tener en cuenta los rasgos suprasegmentales, contrasta con las propuestas de SPE, que no consideran a la sílaba como unidad fonológica y tra-tan el acento de intensidad como la propiedad que pueden poseer algunas voca-les.

Un aspecto muy interesante es que Hjemslev, utiliza la sílaba para definir las nociones de consonante y vocal, definiéndose la vocal como la unidad que puede constituir por sí sola una sílaba. Sin embargo esto no es así de fácil, tal como señala Alonso-Cortés, ya que en algunas lenguas las sonantes pueden cons-tituir el núcleo de la sílaba y existen lenguas (bella coola) que ni si quiera tienen vocales.

6.6. D. Jones y FirthViajemos ahora a Gran Bretaña, país orgulloso porque ha mantenido una

corriente lingüística propia casi desde el Siglo de las Luces. En el campo de la fonética se podrán destacar figuras como Sweet y D. Jones.

Aunque la escuela británica se ha destacado por el especial hincapié que ha dedicado a la relación entre la fonética y la pragmática, cabe incluir que su con-cepción también es interesarte para contemplar nuestra buscada relación entre la fonética y la fonología en estos autores, ya que la escuela británica se distingue por una observación fonética detallada y precisa.

Vamos a tratar únicamente los dos temas que consideramos relevantes para nuestro objeto de estudio: la aportación de D. Jones, con su concepto de fone-ma, y los estudios prosódicos de Firth.

La aportación de D. Jones es muy importante porque desarrolla el concepto de la distribución complementaria en 1950 —Harris en 1951—, aunque ya lo ha-bía ideado Bloomfield en 1933. Lo interesante de esto es que D. Jones había ob-servado que existían al menos dos definiciones de fonema, una que lo definía desde un punto de vista psicológico y otra que lo hacía desde una perspectiva física. D. Jones se decantó por adoptar la idea fisicista (phisicalist) llegado a de-

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finir fonema como una familia de sonidos de una lengua dada, que tiene una naturaleza afín y que se usa de tal manera, y que ningún miembro aparece nun-ca en una palabra en el mismo contexto fonético que otro miembro cualquiera. He aquí el concepto de la distribución complementaria explicado perfectamente. Curiosamente, el inglés nunca utilizó explícitamente el término distribución complementaria, porque según él cualquier referencia al significado está fuera en cualquier definición física del fonema, y claro está, aunque Bloomfield evito acu-dir al significado para su teoría lingüística, la distribución complementaria está basada en la oposición, y la oposición se fundamenta en la diferenciación de sig-nificados.

Posteriormente Firth consideró también que el problema del significado era central en el análisis lingüístico, llegando a una conclusión parecida a la de Bloomfield, considerando el significado equivalente a la función que un elemento tiene en un contexto determinado. A partir de esta interpretación de significados contextualmente relativos, Firth dedujo que entonces el análisis de la lengua de-bería ser polisistémico, es decir, a partir de sistemas diferentes que se acerquen de diferentes maneras a los diferentes sistemas del lenguaje: fonológico, gramati-cal y léxico.

Consecuentemente con su concepción del lenguaje, Firth, en sus trabajos de fonología, da especial importancia, no sólo a la función diferenciadora de los fo-nemas, sino también a la importancia de que esa función sea relativa a los con-textos concretos. Es a partir de esta idea cuando explica que el conjunto de con-trastes en dos determinadas posiciones diferentes —comienzo y final de sílaba, por ejemplo— no es igual. Dos elementos funcionales que aparecen en dos posi-ciones con contextos diferentes no pueden identificarse, aunque sean fonética-mente iguales.

Es muy interesante la relación entre fonética y fonología que vemos en este planteamiento: los fonemas tienen una base física, pero esa base no es la única para determina el sistema fonológico, sino que también se tienen en cuenta los factores suprasegmentales, como la posición del fonema en la sílaba. Por ejem-plo, el fonema /n/, cuando contrasta con /m/, lo hace de diferente manera, de-pendiendo de si /n/ está en posición inicial o en posición final de sílaba.

Firth distingue entre función menor y función principal de un elemento. La función menor es su distinción respecto a otras unidades fonológicas posibles, mientras que la función principal la poseen los elementos que marcan una cate-goría morfológica. Por ejemplo: en beerd y bred, la oposición entre /i/ y /e/ es principal, porque además de distinguirse los fonemas entre sí, también hace una distinción morfológica entre los tiempos pasado y futuro.

Como resultado de sus investigaciones con un dialecto cantonés chino, Firth propone que determinadas propiedades de las sílabas en la lengua, no se asocia-ban a ningún segmento individual, es decir, se trataría de un caso de propieda-des no focalizadas, porque son propiedades de la sílaba y no del segmento. Como

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vemos, esta conclusión es muy parecida —por no decir igual, lo único en lo que se diferencian es en el método— a la resolución a la que llegó Wang, algo más tarde en el tiempo, cuando analizó el sistema tonal del chino mandarín.

La noción de prosodia surge precisamente de estas observaciones sobre la existencia de propiedades fonológicas, que no se focalizan de manera única en relación con segmentos determinados dentro de una unidad mayor. De hecho, Firth mantenía serias dudas acerca de la segmentación en general porque el aná-lisis segmental pasa por alto los detalles más sutiles de la articulación, y además describe una imagen falsa al sugerir que el habla está dividida en unidades tem-porales discretas. Además estas consideraciones sobre los elementos supraseg-mentales también se encuentran, según Firth, en ejemplos que clásicamente se han considerado segmentales como las propiedades de conversión en yod o la la-biodentalización.

Otra aspecto interesante sobre la función principal es que se introduce la posibilidad de que las diferencias fonológicas puedan estar vinculadas —como al Umlaut o el Ablaut— con determinadas diferencias gramaticales.

Para poder realizar un análisis de la estructura fonológica, siguiendo los presupuestos de Firth, habría que distinguir tres aspectos sobre los que el análi-sis va a versar: la estructura básica silábica, especificada en términos abstractos de C y V, sin tener en cuenta las identidades fonéticas de éstos; la prosodia en segundo lugar, que delimita y caracteriza rasgos concretos de la estructura; y finalmente se pasaría al análisis del resto de las propiedades paradigmáticas identificables en posiciones concretas. (Firth acepta la dicotomía entre relaciones sintagmáticas y paradigmáticas.)

Firth intentó poner en relación uniforme todas las prosodias y su realización fónica, sin embargo es imposible que una prosodia entre en interacción de mane-ra significativa con otra, mediante la aplicación ordenada de reglas.

Otro apunte importante sobre la relación entre fonética y fonología tiene que ver con la naturaleza polisistémica del análisis, que da lugar —porque cada sistema de contrastes ha de establecer relación con subconjuntos de la lengua— a otra diferencia entre los enfoques prosódico y fonémico. Ya que sus objetivos son diferentes, el fin del análisis fonético es establecer un sistema de fonemas pa-ra una lengua determinada, mientras que los analistas fonémicos pretendieron realizar un único sistema de base fonética, común a la mayor parte posible de lenguas, mientras que el estudio de la prosodia no consideraba importante —ni necesario— que su análisis se pudiera relacionar con un único sistema global.

Estas teorías de Firth han tenido mucha repercusión en el territorio británi-co con seguidores de la talla de Lyons, Rovin o Palmer.

En resumen, su aportación es tan importante porque se le considera el ini-ciador de la fonología prosódica, es decir, de la fonología que analiza los proso-demas, esto es, el acento, el ritmo, la entonación y en ocasiones se incluye tam-

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bién en su estudio la cantidad silábica o vocálica y la juntura. Más adelante a la fonología prosódica se la llamará fonología suprasegmental.

6.7. BoasAl otro lado del Atlántico, en los albores de la lingüística, norteamericana

nos encontramos con Boas. De la concepción fonológica de Boas, lo que ha teni-do más repercusión en el futuro ha sido la especial atención que le presta el au-tor a la minuciosidad de sus representaciones, que a veces son tan exhaustivas que incluso llega a representar sonidos en sus inventarios que no son elementos contrastivos, como sucede en la representación que hace del kwakwala, idioma en el que hay siete vocales distintivas y Boas transcribe diecisiete. Boas nunca vio la necesidad de cambiar sus transcripciones fonéticas a las fonológicas. Lo que Boas realizaba, según él, era un fonemización del sistema, estableciendo a cada variante un fonema, sin tener en cuenta su función distintiva, al mismo modo que Saussure entendía la variante superficial plenamente especificada.

La relación que encontraba Boas entre la fonética y la fonología se reducía a las leyes eufónicas, que el definió como leyes derivacionales, mediante las cuales se derivaban las formas básicas —subyacentes— de la estructura para llegar a las formas superficiales. Sin embargo estas reglas no eran derivacionales, tal co-mo entendemos el proceso de derivación a partir del generativismo, sino que, más bien, expresaban las relaciones entre las configuraciones de la formas super-ficiales. Con todo, Boas rechazaba directamente la representación fonémica de las formas superficiales.

6.8. SapirA Boas le sigue Sapir, cuya concepción de la fonología ha tenido mucha más

repercusión en la fonología posterior, llegando incluso a los autores generativis-tas como Kenstowicz, que parte de los supuestos de Sapir en su manual de fono-logía Phonology in Generative Grammar.

A Sapir se le debe una nueva concepción del leguaje, que según él es cultu-ral —por tanto aprendido, no instintivo—. Pero sin embargo basó sus estudio en términos mentales internos. También fue muy importante en la investigación de Sapir la caracterización tipológica que hace de la estructura lingüística. Pero vamos a centrarnos en la concepción fonológica de Sapir. El autor diferenció un elemento básico en la estructura fonológica: el fonema, que tiene como esencia ser mental. Sus rasgos articulatorios por tanto, no tienen por qué estar relacio-nados con los rasgos del fonema; nos estamos acercando precisamente al fonema sistemático.

6.8.1. El fonema sistemáticoLa concepción de Sapir del fonema sistemático es muy importante, sobre

todo por su repercusión, porque este concepto de fonema sistemático será luego

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utilizado por la fonología generativa. Esta concepción parte de que los fonemas también pueden establecer entre sí, dentro del sistema fonológico, relaciones sis-temáticas a parte de las ya bien conocidas relaciones de oposición. Las represen-taciones fonológicas sistemáticas de los signos pueden incluir, tanto fonemas que no se pronuncian, como fonemas que se pronuncian pero que no aparecen en la representación fonológica del signo.

Esto último es prueba de el gran grado de abstracción que se da en la teoría de Sapir, entre la forma fonética y una representación fonémica. La forma foné-tica no puede representar por sí sola un representación fonémica, pudiendo exis-tir así una sola representación fónica para diferentes formas fonéticas.

Sigamos ahora con la concepción del fonema sistemático. Sapir definió este tipo de fonemas como “la unidad funcionalmente significativa en el patrón o configuración rígidamente definido de sonidos propios de una lengua”. Estos fo-nemas sistemáticos se representan, sin embargo, en términos de rasgos distinti-vos, lo que los pone en relación con el fonema taxonómico del paradigma estruc-turalista y funcionalista que veíamos con anterioridad. Pero en lo que se diferen-cia esta concepción de Sapir al resto, es que estos rasgos distintivos, no tienen como única base las relaciones de oposición sino las relaciones sistemáticas que entablan con todos los signos de una lengua.

Veamos algunos de los ejemplos de estas relaciones sistemáticas, como este ejemplo tomado del libro de Lingüística de Alonso-Cortés: la paradoja que ocu-rriría entre los sonidos /s/ y /θ/ relacionados con el fonema /t/ contemplando las palabras omitir y omisión. Pero, sin embargo, estos mismos sonidos no esta-rían relacionados con el fonema /t/ en palabras como ilusión o ración, porque no existen ni iludir —relacionado con ilusión, se entiende—, ni *ratar.

Otros de los ejemplos que dan luz sobre la concepción del fonema sistemáti-co de Sapir aparecen, entre otras muchas publicaciones, en Phonology in Gene-rative Grammar de Kenstowicz, en el que se da cuenta de la ilusión fonética de la que hablaba Sapir, cuya tesis se vertebra alrededor de la idea de que algunos sonidos son percibidos de manera diferente si son asociados a diferentes signifi-cados, como ocurre por ejemplo en el inglés con dos palabras como saw y soar. Ambas se pronuncian /sɔ:/, sin embargo los hablantes del inglés dicen percibir sonidos diferentes. Otro caso de ilusión fonética lo podemos apreciar en la len-gua sarce, en la que en las dos palabras idénticas en pronunciación d ì ní y d ì ní, se observa el siguiente fenómeno: cuando una funciona como sufijo —mientras que la otra es un determinante— los hablantes incluyen una -e ilusoria en su re-presentación mental.

La otra de las caras de las ilusiones fonéticas, según Kenstowicz, se encuen-tra en los misperceive sounds, es decir, en los sonidos cuyas pronunciaciones son idénticas, pero, sin embargo, son entendidos como sonidos diferentes por parte de los hablantes debido a la diferencia del significado entre las palabras, como

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ocurre en el inglés entre rider /ra:jDɚ/ y writer /rajDɚ/, que se pronuncian idénticamente pero se perciben de modo distinto.

A partir de estas consideraciones —que Sapir dedujo de sus estudios con las lenguas amerindias— Sapir comenzó a pensar que la base del fonema era men-tal, no física, y comenzó a rechazar esa realidad física. Así que cuando hablaba de propiedades fonémicas no se refería, en ningún momento a las físicas, sino a las que el hablante asigna en su sonido, teniendo como resultado un fonema o sonido ideal. Aun así, los fonemas sí tienen propiedades fonéticas, a pesar que éstas por sí solas no forman la realidad del fonema. Sapir explica también que un mismo inventario de fonemas puede corresponderse con lenguas diferentes, en la media en la que estos inventarios tengan patrones fonéticos diferentes. El he-cho de que los patrones fonéticos varíen de una lengua a otra es fácilmente ex-plicable, ya que el sistema del patrón fonético de una lengua viene dado no sólo por las propiedades fonéticas, sino también por las fonológicas, propiedades de carácter distribucional y morfológicas, así como otras propiedades no fonéticas en términos de las cuales los sonidos pueden ser semejantes o diferentes. Por ejemplo, el par de fonemas /θ/ y /ð/ se puede encontrar tanto en inglés como en español, pero su relación entre ambas lenguas es muy diferente; en inglés es-tán relacionados mediante alternancias y en español no están relacionados, por ejemplo /θ/ se alterna con la velar /k/.

Uno de los aspectos más importantes de la teoría de Sapir es precisamente que esta organización que plantea de los elementos está regida por reglas de la lengua: unas que rigen su distribución y otras que dan cuenta de las alternan-cias. Sapir concibe que la relación entre la representación fonémica y la forma fonética viene determinada por un sistema de reglas. Sapir concedió mucha im-portancia al estudio de esas reglas para establecer la naturaleza de los elementos fonémicos, pero esta clase de reglas es demasiado amplia, dando lugar —según algunos autores, como Andersen— a un sistema teórico que se centraba más en las representaciones mismas que en las reglas.

Nos gustaría incluir en nuestro ensayo una curiosidad que nos da una pista sobre la importante relación que Sapir otorgaba entre fonética y fonología, cuando, por ejemplo, realizó el diccionario del payute meridional. Sapir, aunque opinaba que en el diccionario debería aparecer toda la información acerca de un elemento que sea de naturaleza morfológica, en las entradas del diccionario se representaba primero una aproximación fonológica de la entrada, seguida de la forma superficial con unas cuantas palabras representativas en las que aparece. Esta segunda parte de la definición era predecible a partir de la primera parte de la entrada si se aplican reglas. Por ejemplo, según Sapir, el ensordecimiento de la sonante o de la vocal y el acento de intensidad son predecibles en el payute meridional.

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6.9. BloomfieldBloomfield se distanciará de esta concepción de la fonología de Sapir en tres

aspectos. Por un lado se apartará de la aproximación psicológica de Sapir, en favor de un enfoque externo, y por otro lado, reducirá los elementos fonéticos a un mínimo de propiedades necesarias para especificar su función distintiva, y, en tercer lugar, reducirá enormemente la relación entre forma fonémica y forma fonética, es decir, la relación entre fonética y fonología.

La concepción de la lingüística que tenía Bloomfield —concebida como una ciencia independiente respecto de otras disciplinas, que debía basarse exclusiva-mente en los hechos observables, y cuya explicación científica debería estar ba-sada únicamente en principios de la lógica y de las matemáticas— explica el he-cho de que el norteamericano excluyera a la semántica de la lingüística, por la dificultad que planteaba la definición del significado, si se quiere mantener la independencia de la lingüística como ciencia. Casi el mismo tratamiento que re-cibe el significado se lo da Bloomfield a la fonética, queriéndola excluir de modo parecido, considerándola una disciplina externa. Sin embargo, este intento de Bloomfield se discutirá en las corrientes posteriores, porque como ya hemos comprobado arriba, existen razones empíricas para incluir el estudio de la foné-tica dentro de la lingüística.

La exclusión del significado de la lingüística también le lleva a Bloomfield a reformular el principio del cambio fónico neogramático que él mismo critica: mientras que los neogramáticos defendían que las leyes fónicas no tenían excep-ciones, Bloomfield, añadió que esos cambios de fonemas tan sólo se debían a la naturaleza de los propios fonemas, y no a otros factores extralingüísticos como el significado o la frecuencia.

Bloomfield —en oposición a la teoría básica plenamente especificada de Sa-pir, que el fonema de Bloomfield no es una imagen mental abstracta, ni un seg-mento fonético pleno— define el fonema como un subconjunto peculiar de pro-piedades fonéticas, que se realizan en una parte determinada del evento de ha-bla. A simple vista puede parecer que el fonema de Bloomfield se parece al con-junto de constituyentes distintivos de Trubetzkoy y de Jakobson, sin embargo no es así: el fonema de Bloomfield forma una Gestalt unitaria, cuyo análisis compo-nencial no es pertinente desde el punto de vista lingüístico, por el contrario el fonema de Trubetzkoy y de Jakobson sí eran analizables.

Bloomfield, como observamos, no se sigue basando en el componente fonéti-co para definir los fonemas tal como lo hicieron Trubetzkoy y Jakobson. No se basa en los componentes fonéticos de los fonemas, porque según Bloomfield, esa manera de organizar los fonemas según su carácter fisiológico (Trubetzkoy y Ja-kobson) no da cuenta de la función que los fonemas desempeñan en la lengua, por lo tanto intenta dar una explicación diferente de cómo se organizan los fo-nemas y crear un tipo de representación de los hechos estructurales del sistema fónico. Aquí podemos observar la enorme influencia de Sapir y de Hjelmslev. Así

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pues, Bloomfield se sirve para definir el sistema de fonemas de una lengua, de las propiedades silábicas y de las distribuciones. Como vimos, tanto Hjelmslev como Sapir propusieron bases distribucionales semejantes para determinar el sis-tema fonológico de una lengua, y ambos autores también subrayaron la inde-pendencia de tales clasificaciones respecto de las consideraciones puramente fo-néticas.

Pero mientras que Sapir y Hjelmslev admitieron que el patrón de las alter-nancias en las que entra un segmento dado contribuye a su identificación lin-güística, Bloomfield, no. Es decir, mientras que para Sapir y Hjelmslev /θ/ y /ð/ estarían relacionados por la relación distintiva entre bath y bathe, así como dice /diθe/ y digo /diϒo/ en español, Bloomfield no considera este tipo de datos para el establecimiento de sistemas fonológicos.

Por lo tanto, para Bloomfield, ni los patrones de alternancia, ni las propie-dades locales de los segmentos intervienen en la definición del lugar que ocupan los fonemas dentro de la estructura de la lengua. En lo único en lo que se basa Bloomfield es en la distintividad de los fonemas entre sí. Esta propiedad se ma-nifiesta en dos aspectos: en su capacidad para distinguir significados y en las idiosincrasias que presentan al combinarse en unidades superiores. Sin embargo, apunta Andersen, que aunque estas citadas bases sean las que fundan el papel estructural del fonema, su identidad es fonética: es “una unidad mínima de rasgo fónico distintivo”. Por lo que deducimos que aunque el fonema en Bloomfield se emancipe en muchos aspectos de la base fonética que proponían otros autores (Trubetzkoy y Jakobson), esta independencia no es total.

Es importante añadir que Bloomfield a la hora de definir el fonema introdu-jo el criterio de distribución complementaria, que después fue desarrollado por Harris en 1951 y por la lingüística inglesa con D. Jones, en 1950. Según el crite-rio distribucional para determinar si dos sonidos se encuentran es distribución complementaria, primero habrá que delimitar con precisión los contextos fonéti-cos en los que aparecen para después determinar en qué contextos aparece uno u otro sonido.

El tipo de fonema con el que estamos trabajando se llama fonema taxonó-mico distribucional. Las distribuciones en las que pueden aparecer los fonemas en las lenguas son: distribución equivalente, complementaria, defectiva y única. En el caso en el que el fonema distribucional se corresponda con la familia o conjunto de sonidos fonéticamente similares que están en distribución comple-mentaria, habrá que seleccionar un representante de la familia, al que se llama, en sentido estricto, fonema o fonema subyacente. Es en este punto en el que po-demos hablar de una relación entre fonética y fonología. Nos explicamos. El cri-terio de distribución complementaria es fonológico porque se basa en los contex-tos y en las distribuciones de los fonemas. No obstante, puede entrar en juego la fonética, cuando a la hora de seleccionar el representante de una familia, se tiene en cuenta su naturalidad fonética, porque el sonido más natural es el que es me-

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nos complejo desde el punto de vista articulatorio. Por ejemplo, en la familia {[ɾ], [r]} el criterio de naturalidad debe seleccionar a un representante o fonema y se elige a [ɾ] porque es el más natural, ya que la articulación de [r] es más compleja porque se trata de una vibración continuada.

En lo que se refiriere a la representación lingüística, Bloomfield no creyó en la pertinencia lingüística de una representación fonética. Esta opinión ya había sido postulada por otros autores anteriores como Baudouin, Trubetzkoy y Hjelmslev, porque las propiedades fonéticas por debajo del nivel fonémico, se hayan regidas en realidad por propiedades independientes de la lengua. Esta concepción es el resultado de concebir el lenguaje únicamente como un sistema de comunicación, es decir, es un sistema que sirve para comunicar significados, por lo tanto sólo los signos que sirvan para este fin pueden considerarse lingüís-ticos, en otras palabras: sólo las propiedades distintivas de la estructura fónica forman parte verdaderamente del sistema.

Como crítica a esta concepción podemos decir que el sistema de rasgos fóni-cos distintivos no es lo único que en una lengua organiza la estructura fónica, sino que es necesario tener en cuenta también la gramática, porque es la gramá-tica la que también rige la distribución de los rasgos distintivos en una lengua y los contrastes que sirven para diferenciar significados. Por ejemplo, en inglés en pat, pad, bat, y bad se distinguen porque las vocales son más largas delante de ciertas consonantes y porque algunas oclusivas se aspiran en algunas posiciones.

Según Ladefoged que estudió el conjunto de diferencias fonéticas sistemáti-cas que se dan dentro de una lengua y entre diferentes lenguas, llegó a concluir que los parámetros fonéticos están regidos de manera completamente sistemáti-ca, pero que difieren según los principios concretos de cada lengua.

Veamos un ejemplo de una representación fonémica de Bloomfield. Las re-presentaciones fonémicas de Bloomfield tenían de especial que no eran necesa-riamente recuperables a partir de la información fonética, y esto nos puede lle-var a algunas contradicciones como, por ejemplo, en alemán, en el que /x/ y /ç/ se podrían considerar a priori, variantes de un mismo fonema, sin embargo esto se contradice con la existencia de los pares mínimos Kuhchen /ku:çən/ y kuchen /ku;xən/. Ante esta evidencia Bloomfield argumenta que como Kuhchen (vaqui-ta) es un diminutivo (-chen es el diminutivo alemán), debería considerarse fono-lógicamente como una palabra independiente.

Aparte de las representaciones fonémicas, Bloomfield utilizó descripciones más abstractas para representar las alternancias: las morfononéminas. Como ya vimos, este concepto lo introduzco Trubetzkoy, y da cuenta del fenómeno de la variación lingüística que se da entre alternantes de un único fonema, cuyos cam-bios se corresponden con cambios en la gramática. La morfofonémica por lo tan-to pone en relación la fonología con la gramática (morfología), y no la fonética con la fonología, objeto de estudio de nuestro ensayo.

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Las teorías de Bloomfield tuvieron repercusión en los años posteriores hasta que fueron desbancadas por el generativismo.

Trager pretendió seguir desarrollando el pensamiento de Bloomfield en lo que se refiere sobre todo al rigor científico. También Harris aplicó el riguroso método distribucional a sus investigaciones lingüísticas. Paralelamente también había autores como Haas, Newman o Voegelin que desarrollaban sus teorías si-guiendo las concepciones de Sapir y no las de Bloomfield.

6.10. Camino hacia la SPE (The sound Pattern of English)Durante las décadas de los treinta y de los cuarenta, la discusión acerca de

la naturaleza del fonema se convirtió en un tema fundamental en la revistas del estructuralismo norteamericano, porque la definición de Bloomfield de fonema “minimal same o vocal feaure” no satisfizo a todos los analistas. Por ejemplo, Swadesh no admitía, como sí lo hacía Bloomfield, que existieran diferencias fo-némicas que no sean recuperables a partir de los hechos fonéticos.

Coexistieron dos concepciones distintas de la naturaleza del fonema en la década de los treinta. La primera concepción consideraba que los fonemas eran de naturaleza psicológica, es decir, sonidos ideales, o sea, el equivalente mental de un sonido del habla (Sapir, Baudouin y Trubetzkoy). La otra concepción de fonema lo consideraba como los aspectos patentes del acontecimiento físico del habla: bien sea una pequeña parte constante de las propiedades fonéticas de los sonidos —que se reconocen como equivalentes desde un punto de vista funcio-nal— o bien clases de sonidos reales, plenamente especificados que se identifican de ese modo (Bloomfield y D. Jones).

Por esos años, Twaddell propuso una concepción de la fonología que se pa-recía mucho a la de Saussure: para Saussure la fonología se ocupaba de analizar los contrastes entre los segmentos fonéticos superficiales. Ambos coinciden, Twaddell y Saussure, en que el análisis de las relaciones diferenciales no es sólo el fundamento de análisis fonológico, sino también su fin.

Algunas aportaciones posteriores a la fonémica estructuralista son las de Chao, que defendía que podían existir múltiples análisis fonémicos alternativos para los mismos datos fonéticos, dependiendo de las elecciones que el analista haga, como ocurre en los casos de solapamiento parcial o en los de solapamiento total, donde un mismo sonido aparece como variante de más de un fonema en un mismo contexto fónico, como en el caso de las ostruyentes sordas finales del alemán Tag /ta:k/ y Tage /ta:ge/.

Bloch explicó que para evitar este solapamiento, las lenguas acudían a otros recursos, como por ejemplo, el inglés norteamericano normalmente tiene varian-tes vocálicas más largas cuando van seguidas de sonidos sonoros, que cuando van seguidas de los insonoros, por ejemplo: bid, bed, bad y pod tienen vocales fo-néticamente más largas que bit, bet, bad o pot.

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Estos casos de solapamiento son muy importantes para la evolución de la teoría fonológica porque, para evitarlos, Bloch propuso la condición de que las representaciones fonémicas se pueden recuperar de manera única a partir de los datos fonéticos en exclusiva, esto es lo que será llamado por Harris el requisito de biunicidad.

El requisito de biunicidad relaciona de una manera más directa a la fonética y a la fonología, ya que supone que sólamente los hechos de pronunciación po-dían ser pertinentes para el análisis fonémico y que ningún hecho gramatical de ningún tipo se usa para hacer análisis fonológico.

Sin embargo, algunos lingüistas rechazaron esta prohibición de mezclar nive-les, como Pike. Pike defendió que para que un análisis fonético fuera satisfacto-rio tendría que tener la posibilidad de tener acceso a la información de la estruc-tura gramatical de las formas. Para no caer el los fallos anteriores, como consi-derar a /x/ y /ç/ variantes de un mismo fonema en alemán.

Moulton solucionó esta limitación incluyendo el concepto de juntura —ele-mentos fonéticos adicionales— en su teoría. Por ejemplo, en su libro The sounds of English and German desarrolla el concepto de juntura, reduciendo así, al igual que Bloomfield /x/ y /ç/ a un único fonema, sin hacer referencia a la es-tructura gramatical.

Como vemos, los fonemas de juntura son una manera hábil para mantener a las descripciones fonéticas independientes de la información gramatical de los análisis fonéticos, y de eludir algunas de las consecuencias de constreñirse a los hechos de pronunciación. De esta manera se consigue la buscada separación de niveles. Esto hizo que el concepto de fonema se enriqueciera. Pero pronto el ge-nerativismo reacciona contra esta concepción, y tras unos años de singular en-frentamiento entre las corrientes distribucionalistas y el generativismo, se vuelve con Halle y Chomsky a la fundamentación fonética de los rasgos distintivos.

6.11. SPEEl triunfo del generativismo se debió tanto al giro filosófico, porque se em-

pezó a cuestionar la validez del método conductista de Bloomfield, para irse su-mando a un empirismo con poder predictivo; como a los avances de los estudios fonológicos que presentaban problemas para los conductistas, como los casos de solapamiento ya visto de Bloch. En un artículo de Chomsky, Halle y Lukoff, “On Accent and Juncture in English” (1956) ya se anunciaba la necesidad de aban-donar los postulados estructuralistas para realizar un estudio coherente de los elementos suprasegmentales del inglés, cuestionando seriamente que fuera defen-dible la propuesta básica de que la estructura fonológica fuera independiente de la gramática.

Será Halle quien siente las bases de la fonología generativista con su publi-cación en 1959 The sound Pattern of Russian. En esta obra Halle rechaza el principio de biunicidad —tan defendido por bloomfield y sus seguidores—, re-

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chazando que se pueda inferir la representación fonológica apropiada de cual-quier evento del habla sin recurrir a ninguna información que no estuviera con-tenida en ningún hecho físico. Para probar esto, Halle mostró un ejemplo de lo que sucede con las obstruyentes en ruso, para las cuales habrá que tener en cuenta los hechos físicos si no se quiere un aumento de la complejidad de la re-presentación de éstas, porque las obstruyentes en ruso son todas sonoras excepto /c/, /č/ y /x/ que son insonoras. Sin embargo, al final de palabra, todas las obstruyentes en ruso son sordas, a menos que la palabra siguiente comience con una obstruyente sonora, en cuyo caso son sonoras. Para satisfacer el requisito de biunicidad, habría que realizar una división de las obstruyentes en dos clases y además añadir una regla especial.

La oportunidad de esta demostración supuso el ocaso de la fonética estruc-turalista, ya que el principio de biunicidad era una parte fundamental de esta teoría. Sin embargo, lo fundamental de la teoría de Halle fue el énfasis que puso en la consideración de que las reglas son centrales en una descripción fonológica.

Tras lo dicho, se produjo una reorientación de la investigación fonológica, cuyos efectos se observan en dos sentidos: en el paso de centrarse en las propie-dades de las representaciones fonológicas y sus elementos; y en el esfuerzo de hacer más hincapié en las reglas de una gramática.

Como hemos visto, este programa teórico tiene antecedentes en la Escuela de Praga, debido sobre todo a la relación entre Halle y Jakobson. Esto se refleja en la importancia que se da al sistema de rasgos distintivos como una teoría de fonética universal, ya que los estructuralistas norteamericanos nunca se habían dedicado al estudio de los rasgos distintivos. También recibió influencia de Praga esta teoría en la importancia que se concede a que los segmentos se descompu-sieran en dimensiones que constituyeran contraste, así como en la preocupación básica por la explicación lingüística y la investigación condominante de propie-dades universales y leyes de la estructura lingúística.

Este interés por las reglas no fue el único objetivo importante de la fonolo-gía generativa, también el uso de una notación de rasgos desempeñó un papel central en las primeras propuestas a favor de una medida de evaluación de las descripciones fonológicas, así como la búsqueda de que los rasgos en las descrip-ciones especifiquen el mínimo absoluto de información para distinguir un fonema de otro dentro del sistema de una determinada lengua; es decir, pretenden evitar la redundancia, organizando el conjunto de distinciones entre los segmentos, de tal manera que se reduzcan al mínimo las especificaciones necesarias para iden-tificar a los segmentos.

Durante los años sesenta la preocupación por las reglas de estructura y por la eliminación de la redundancia fue diminuyendo, dando paso a los problemas teóricos propios del periodo clásico que tienen que ver con la naturaleza de las reglas: como su notación, la elección de convenciones, abreviaturas para los con-juntos de reglas, la formulación de los principios que rigen el ordenamiento de

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otras interacciones de reglas dentro de una gramática, la eliminación de la re-dundancia, entre otras, hasta llegar en 1968 a The sound Pattern of English (SPE).

La SPE es la presentación y ejemplificación más extensa de la fonología ge-nerativa, mediante esta obra la fonología generativa quedó establecida y legiti-mada.

Existen muchos paralelismos entre la teoría fonológica generativista y los fundamentos de las matemáticas, sobre todo con los Principia Mathematica de Whitehead y Russell: el intento de expresar todo el contenido de sus respectivas disciplinas en términos sujetos a la manipulación formal por medio de reglas bien establecidas. Sin embargo, enseguida se hace patente una dificultad muy importante en esta aproximación puramente formal, y es que las manipulaciones formales pueden relacionar fácilmente estados de cosas comunes y naturales con estados de cosas absurdos e imposibles, es decir, no había un control sobre los rasgos para evitar formar sistemas fonológicos imposibles, excepto el control rea-lizado mediante el conocimiento del propio fonólogo del sistema, de ahí que se revisara la teoría.

El sistema de rasgos distintivos que propone la SPE está formado por ras-gos binarios y su función es clasificadora. Se basa en un correlato articulatorio y no acústico, a diferencia del sistema de rasgos de Jakobson que sí incluía fun-damentaciones acústicas. Los rasgos distintivos de la SPE conjugan dos aspectos fundamentales, por un lado son fonológicos porque clasifican a un sonido, pero por otro lado son fonéticos porque representan dimensiones físicas de los soni-dos. Los rasgos de la SPE no sólo son distintivos, en el sentido de Jakobson —de diferenciar significados—, sino que también son definidores de los segmentos. Los rasgos distintivos propuestos son los siguientes: consonante–no consonante [± cons.], sonante–no sonante [± sonan.], continuo–no continuo [± cont.], estri-dente–no estridente [± estr.], lateral–no lateral [± lat.] y succión–no succión [± suc.]. Estos siete primeros rasgos son independientes del sistema articulador, mientras que los que citamos a continuación son dependientes del sistema arti-culador, cada uno de ellos está ligado a un articulador particular: labial–no la-bial [± lab.] y redondeado–no redondeado [± red.], son dependientes de articu-lador labial, mientras que los rasgos anterior–no anterior [± ant.], distribuido–no distribuido [± dis.] y coronal–no coronal [± cor.] dependen de articulador pre-dorsal. Del articulado dorsal dependen los rasgos alto–no alto [± alto], bajo–no bajo [± bajo] y retraído–no retraído [± retra.], y del paladar blando el rasgo na-sal–no nasal [± nas.]. Los rasgos que son causados por la raíz de la lengua son dos: raíz lingual adelantada–raíz lingual no adelantada [± RLA] y raíz lingual retraída–raíz lingual no retraída [± RLR], mientras que los rasgos que están condicionados por la laringe son sonoro–insonoro [± sono.], glotis aumenta-da–glotis no aumentada [± aumen.] y finalmente glotis contraída–glotis no con-traída [± contra.]

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Como vemos, con la fonología generativa se vuelve a concebir una fonología con base articulatoria. Es el aspecto articulatorio el que toman de la fonética y no el acústico o el perceptivo, que incluía Jakobson en su sistema de rasgos. Como comprobamos, la relación entre fonética y fonología se va clarificando y delimitando al mismo tiempo.

6.12. Revisiones de la SPE

6.12.1. Teoría de la marcaciónEn la revisión de SPE se presenta la teoría de la marcación (markedness),

que consistía en un conjunto de convenciones de marcado (marking conventions) o definiciones de los valores de marcado y no marcado para los rasgos fonológi-cos en contextos concretos. Por ejemplo, el valor no marcado del rasgo [sonoro] en una obstruyente seguida por otra obstruyente es cualquier valor que concuer-de con la sonoridad de la siguiente. Estas definiciones se presentan como univer-salmente válidas. Es aquí cuando comienza a tener un papel fundamental el fac-tor de la naturalidad. La mayor naturalidad de la lengua se reflejará directa-mente en la mayor sencillez de sus representaciones.

Aun así, la teoría de la marcación no tuvo repercusiones prácticas. Este he-cho parece deberse a que el conjunto de las convenciones de marcado requeridas para dar cuenta de los hechos de una lengua, no tiene utilidad comparable en otras lenguas. Por lo tanto se puede deducir que el contenido fonético de las len-guas revela una inadecuación fundamental en el programa logicista para la fono-logía, tal como se esboza en la SPE. Por lo tanto el programa de la SPE es in-completo para dar razón global a todos los problemas de los patrones fónicos de las lenguas naturales.

Al mismo tiempo, en el mundo de las matemáticas se presenta el teorema de Gödel, que demuestra matemáticamente la insolventabilidiad de cualquier siste-ma que esté fundamentado en última instancia en axiomas. A todo esto hay que sumar el triunfo paulatino de la concepción modular de la mente que lleva a pensar que también la estructura fónica deba ser enfocada simultáneamente desde diversas perspectivas independientes.

Aunque la teoría generativa sea incompleta y abstracta es la que presenta menos problemas respecto a los sistemas anteriores. No obstante, según Ki-parsky las representaciones fonológicas no estaban lo suficientemente constreñi-das a la naturaleza de las formas superficiales a las que correspondían. Uno de los ejemplos clásicos para corroborar esta postura es el caso de la armonía vocá-lica.

Un ejemplo muy válido de armonía vocálica es el que encontramos en las vocales del turco (Problemas de Fonología). Debido a este fenómeno de armonía vocálica es posible predecir si la vocal de los sufijos del genitivo {-in, -ɨn, un, -ün} o del plural {-ler, -lar} será [+ retraída] o [– retraída] en función del rasgo

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de la vocal de la raíz a la que se le adjunta este sufijo, que concuerda es el rasgo [± retraído], por ejemplo: ip (nom. sig.), ipin (gen. sg.), ipler (nom. pl.) y iplerin (gen. pl.) que son todos [– retraídos], o el siguiente ejemplo en el que concuerda en el rasgo de [+ retraida]: son (nom. sig.), sonun (gen. sg.), sonlar (nom. pl.) y sonlarɨn (gen. pl.).

Par dar cuenta de estos tipos de casos, Kiparsky propuso que las gramáticas deberían estar sujetas a una condición de alternancia, que garantice que los fo-nemas que son siempre el mismo tuvieran una única representación fonológica, y que los morfemas que siempre difieren tuvieran distintas representaciones fono-lógicas. La primera parte de esta condición impide que se codifique una diferen-cia constante con efecto fonológico, como una diferencia en la constitución fono-lógica (como en los casos de armonía vocálica); es decir, evita la representación en la que una distinción subyacente se neutraliza siempre; mientras que la se-gunda parte impide que una diferencia fonológica constante sea sustituida siste-máticamente por algún diacrítico no fonológico. Como sucede en finés cuando se diferencian palabras con vocales anteriores y vocales posteriores, porque de no ser así pouta y pöytä podrían representarse ambas como /pOUtA/, uno marcado con el rasgo arbitrario [+B] y otro [–B]. En otras palabras, intenta evitar el he-cho de que alguna distinción fonológica constante no se representa fonológica-mente.

A raíz de estas consideraciones, una corriente de lingüistas siguió defendien-do los análisis abstractos de SPE, como Hyman, Brame o Vago, mientras que otro grupo de lingüistas intentó solucionar el problema de la desmesurada abs-tracción buscando otras vías, no tan sólo la prohibición limitada de la condición de alternancia.

Por lo tanto, como una teoría puramente formal, como la SPE, era incapaz de excluir en principio una amplia clase de análisis evidentemente incorrectos, la teoría era deficiente para la representación completa de la naturaleza de la es-tructura fónica de un leguaje natural. Para lograr una adecuación entre la teoría y la naturaleza de los sistemas fonológicos surge la llamada fonología generativa natural, la que hemos tratado ampliamente arriba.

6.12.2. Fonología generativa naturalLa fonología generativa natural es una especie de reacción contra las inade-

cuaciones percibidas de la SPE y análogamente contra el programa de Principia Mathematica. Estas inadecuaciones se traducen en la incapacidad de la SPE de representar lo que es natural en los sistemas fonológicos.

Vennemann, en 1971, ya había ideado un principio en el que no debería ha-ber más formulaciones fonológicas que las que se aplican a las formas superficia-les, es decir, las representaciones fonológicas deberían considerarse idénticas en buena medida a las formas fonéticas. Pero fue su alumna, Hooper, la que realizó una formulación más amplia de la teoría de la fonología generativa natural. La noción central en la que se basa es un Condición de generalización verdadera,

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que impone que las generalizaciones que se construyan sean transparentes y vá-lidas con respecto la superficie, negándose, de esta manera, que la realidad de las reglas fonológicas tenga siquiera una única excepción. Según esta condición, el alargamiento de la vocal en inglés del que tanto se ha hablado, o la neutrali-zación entre /t/ y /d/ en riter /ra:jDɚ/ y writer /rajDɚ/ en inglés, no podría ser formulado como una regla fonológica porque este alargamiento ni es transpa-rente, ni es válido superficialmente.

En esta concepción natural, al no haber excepciones en las reglas, el peso fundamental de la descripción es llevado por las condiciones de buena formación de las representaciones léxicas, en la medida en la que estas condiciones no ten-gan ninguna excepción y sean válidas superficialmente. Algunas relaciones que no tengan excepciones desde el punto de vista fonológico pueden formularse en forma de Reglas-F.

Como la fonología generativa natural intenta reconstruir las explicaciones fonológicas sin apelar a entidades abstractas o a principios logísticos, estas re-construcciones en ocasiones se presentan en términos poco habituales, mientras que solucionan algunos de los problemas que se planteaban con la SPE o que se habían considerado inaccesibles para la fonología. Sin embargo a la fonología generativa natural no le faltan detractores, como Harris y Gussmann, que alega-ron que esta teoría tiene como resultado destruir lo principal y salvar lo acceso-rio. Aunque, la fonología generativa natural constituye un intento de renovar la fonología generativa desde dentro, en lugar de ser una teoría diferente, no ha tenido mucho seguimiento, precisamente por su visión empobrecida de las reglas fonológicas.

Stampe es uno de los desarrolladores más importantes de la fonología natu-ral, según él, las reglas naturales,—las que dan cuenta de la naturalidad de los sistemas fonológicos—están tanto impuestas por la naturaleza del lenguaje como también son aspectos de las gramáticas de la lenguas concretas. Las lenguas que no están sujetas a la procesos naturales son más complejas que las lenguas que sí lo están. La fonología generativa natural se dedica a intentar articular en qué medida esto es cierto. La base de esta teoría es que nuestra capacidad fonética innata puede representarse en forma de un conjunto de procesos naturales muy generales más otros específicos de cada lengua. En palabras de Stampe, la fono-logía natural intenta dar una explicación a “todo lo que la lengua debe al hecho de ser hablada” y “excluir el tema de las alternancias motivadas morfológicamen-te y no motivadas” como el Umlaut en alemán.

El objetivo de esta teoría se parece en parte a los estudios realizados por Jakobson sobre el lenguaje de los niños, tratando ambas de esbozar los princi-pios relacionados con la naturaleza del lenguaje.

Dressler, uno de los máximos representantes de la corriente generativa natu-ral, ha estudiado algunas de las afirmaciones de la fonología natural en el domi-nio del cambio histórico y ha señalado varias dificultades, por ejemplo, que en la

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fonología natural se da por supuesto la existencia de una jerarquía de naturali-dad que rija los sistemas vocálicos, según la cual las vocales anteriores labializa-das deberían ser sustituidas bien por las vocales posteriores labializadas o bien por las vocales anteriores deslabializadas y no al contrario. Sin embargo, Dress-ler observa que en la historia del francés y del islandés se da el cambio histórico de /u/ >/ü/, sin estadios intermedios y además, siendo un cambio libre de con-texto, lo que hace que la teoría natural haya de ser revisada, así tener que afir-mar que los cambios naturales son en cierto sentido, calles de dos direcciones. Si esto es verdad, se debilitaría enormemente el contenido empírico de la teoría.

Drachmann también realiza aportaciones, en la línea de las de Dressler que debilitan la teoría natural, en sus estudios demuestra que fenómenos que se dan en el lenguaje adulto como sustituciones, abreviaciones y fenómenos de armonía vocálica, se dan en sentido opuesto en el lenguaje de los niños.

A esto hay que añadir otra aportación en contra de la fonología generativa natural que aporta Anderson apelando a lingüistas anteriores como Baudouin —que exponía que existían algunos procesos fonéticos claramente arbitrarios que se pueden volver parte de una gramática (fonologización)—. A esta aportación Anderson añade que, estos aspectos arbitrarios afectan incluso a los procesos fonéticos de bajo nivel, como el alargamiento de las vocales en inglés.

Tras lo expuesto, la afirmación de lo que es natural en la lengua adulta se pone seriamente en duda, porque habrá que excluir del estudio fonológico los hechos arbitrarios, que son muchos, y además los postulados que se plantean como naturales no coinciden ni con la lengua de los niños, ni con el cambio his-tórico.

Anderson plantea, para salvar las dificultades que esta concepción entraña, que habría que partir de la modularidad del lenguaje, y admitir entonces que el lenguaje representa la intersección de una serie de dominios distinguibles y que, cada uno de estos dominios está sujeto a sus propios principios.

6.12.3. Fonología autosegmentalParalelamente a los estudios de fonología generativa natural, la corriente

principal de la fonología generativa continuó desarrollando su teoría, dando lu-gar a resultados interesantes, traducidos en la elaboración de nociones más ricas de la representación fonológica porque dan un paso más, sobre todo en lo que a la concepción de los segmentos se refiere, es decir, se empiezan a considerar otros segmentos que tradicionalmente eran eludidos del análisis fonológico por los generativistas, como por ejemplo la sílaba.

Centrémonos en la sílaba un momento: la ausencia de las sílabas en la re-presentaciones fonológicas había sido una decisión que se tomó desde el primer momento de la creación de la fonología generativa con Chomsky y Halle, sin embargo los primeros estudios de los años setenta que intentaron dar cuenta de la tonalidad —en lenguas como los diferentes dialectos del chino, que son tona-les—, comenzaron a exigir que se incluyera la sílaba, porque los diferentes tonos,

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tal como explicó Wang, deberían agregarse a la sílaba y no a los segmentos, que se proponían como unidades fonológicas en SPE.

Wang, realizó esta apreciación para el chino mandarín, y partiendo de esto, más tarde, Woo añadió que las sílabas que tienen contornos vocales complejos contienen siempre al menos suficientes segmentos vocálicos (o moras) como para servir de soporte a los tonos en correspondencia biunívoca.

Las afirmaciones de Wang también fueron corroboradas y ampliadas más tarde por Leben, que trabajó con los sistemas tonales de las lenguas africanas, cuyos tonos de contorno también aparecen en sílabas que contienen sólo un seg-mento único, indivisible, de vocal breve, por lo tanto cabe la posibilidad de que el dominio de especificación de algunos rasgos fonológicos tenga un alcance infe-rior a un segmento único y por el contrario, en ocasiones, esa forma fonal puede llegar a extenderse sobre diversas sílabas de una forma.

Todas esta cuestiones fueron desarrolladas más en profundidad por John Goldsmith, autor del que hemos desarrollado parte de su teoría en la primera parte del ensayo. Goldsmith llamó a esta rama de la fonología fonología auto-segmental. Más tarde Clements aportó ejemplos de armonía vocálica, como los de las vocales del turco que veíamos más arriba, procedente del libro de Proble-mas de Fonología, de la misma autora junto con Halle. Estos ejemplos de armo-nía vocálica ejemplificaban otro rasgo fonológico único, cuyo alcance se corres-ponde con las palabras enteras y no con un segmento único.

Alonso-Cortés, en Lingüística, añade un apartado dedicado a la sílaba, en el que se explica que aunque la agrupación de fonemas de la sílaba no tenga una función distintiva como el fonema, la sílaba sí sirve de lugar donde se efectúan ciertos fenómenos fonéticos y fonológicos, como el hecho de que algunas lenguas como el inglés alargue sus vocales dependiendo de la estructura de la sílaba co-mo vimos en ejemplos anteriores. Alonso-Cortés realiza una delimitación entre las dimensiones fonéticas y fonológicas de la sílaba.

En cuanto a la caracterización fonológica de la sílaba, Alonso-Cortés defien-de que es posible, incluso para las lenguas que silabizan de un modo extraño, porque la fonología trabaja con unidades abstractas idealizadas. No ocurre lo mismo cuando nos enfrentamos a la sílaba fonética, algo más compleja de definir porque la sílaba fonéticamente se define por el impulso de energía del aire respi-ratorio, y esta sonoridad está clara para las vocales, pero no tanto para las con-sonantes sonantes, como las laterales, las nasales y las vibrantes; además existen lenguas sin vocales como el bella coola. Desde el punto de vista fonológico, en la estructura de la sílaba se pueden diferenciar tres elementos: la cima o el núcleo, que es condición sine qua non para la existencia de la sílaba, el ataque o prenú-cleo y la coda o el posnúcleo.

Al mismo tiempo que se desarrollaban estos trabajos sobre la tonalidad, Li-berman y Prince realizaron unos análisis sobre el acento de intensidad, plan-teando la hipótesis de que el acento de intensidad no debe ser asignado a los

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segmentos sino en relación a la sílaba, considerando a su vez que las sílabas se organizan jerárquicamente. Esta visión de la jerarquía entre sílabas tuvo reper-cusiones muy interesantes en el estudio de los pies y de las palabras prosódicas, y la teoría métrica del acento de intensidad de Liberman y Prince se extendió pronto a otros dominios, partiendo de la premisa primera que aportan estos au-tores de que las sílabas pueden ser consideradas como unidades que determinan una organización jerárquica de los elementos de una estructura mayor.

El estado de la cuestión sobre la inclusión de las estructuras autosegmental y métricas en los estudios de fonología generativa ya fueron tratados en nuestra primera parte del ensayo.

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7. Conclusión En conclusión, tras todo lo dicho, nos vemos en condiciones de afirmar, a

pesar de los intentos de algunos autores de hacer de la fonología una disciplina autónoma e independiente de la fonética, que hay una tendencia paulatina a volver a fundamentar la fonología en la articulación, y es que parece ser que la hipótesis de que la fonología tenga una base articulatoria es bastante plausible.

Aunque los sistemas fonológicos tienen muchas cosas en común, la fonología no puede reducirse simplemente a consideraciones fonéticas desde sus constitu-yentes básicos hasta sus reglas especificas, lo que parece fundamentar, al menos en parte, la base fonética de la fonología.

Existe una interfaz entre fonética y fonología, es decir, entre la fonología del signo lingüístico —en el plano de la expresión— y la articulación del signo lin-güístico, aunque la fonología no forma parte de la faz de la expresión. Esa inter-faz se demuestra en la medida en la que los datos fonéticos trascienden a la fo-nología. Esta relación es tenida en cuenta por los últimos estudios fonológicos que consideran conceptos como la naturalidad y la prosodia.

La fonética tiene que formar necesariamente parte de signo lingüístico, por-que éste puede estar representado con otros medios como las manos. Por esta razón se puede concluir que la relación entre fonética y fonología no es directa sino indirecta, ya que se pueden diferenciar signos con cualquier órgano periféri-co —fuera del sistema del lenguaje que es mental—, como las manos o los ojos, aparte de con el prototípico sistema articulatorio.

Además los últimos estudios demuestran que no es tan evidente que haya una especialización del aparato articulador para la emisión de los sonidos. De hecho la diferencia entre comer–hablar y respirar–hablar no es tanta. De lo úni-co que se podría hablar sobre los órganos articulatorios es de una exoadapta-ción, es decir, que los órganos que se emplean en al articulación han sido exoa-daptados, o sea, que han sido aprovechados para realizar una función exterior a su función original.

Como la fonética es un subsistema periférico y por lo tanto fisiológico, y el medio mediante el cual se transmite la información fonológica puede variar, se podría llegar a pensar que la fonología es mental, pero esto no está demostrado todavía: este aspecto está conectado con la problemática relación —aún no re-suelta— entre mente y cuerpo.

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