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CRITICÓN, 76,1999, pp. 53-9 La Relación de la vida del falso nuncio de Portugal, en sus reescrituras, y los orígenes de la ficción autobiográfica en España Jesús-Antonio Cid Seminario Menéndez Pidal. Universidad Complutense In memoriam Julio Caro Baroja. Para Ana Vian, Antonio Carreira, y Roger L. Utt [in thèse new «scoundrel times» (Lillian Hellman, 1976), Madrid, febrero de 1999] SUMARIO 1. Reincidiendo en el «yo» narrativo en el siglo xvi 2. Otro «caso» nunca visto ni oído, pero con «testigos de vista y contestes» 3. Una falsificación antigua 4. Una fábula entreverada 5. La Relación de Saavedra como relato. Dos principios estructurantes: La «Delincuencia a lo divino» vs. «Los pensamientos realzados» y el «exceder al uso común de los hombres» 6. Reescrituras a la carta 7. La Relación de Saavedra y la novela picaresca 8. Textos i. REINCIDIENDO EN EL «YO» NARRATIVO EN EL SIGLO XVI Quienes nos interesamos por los orígenes de la ficción realista moderna en España y en Europa, hemos elevado una convicción a la categoría de casi dogma. Esedogma se podría definir con la fórmula «En el principio era el Lazarillo», o, si lo preferimos, «In principium erat Lazarillus», una vez que la consagración por la vía reverencial del latín cuenta con el precedente del ilustre retórico Antonio Lull, que encadenaba ya en 1558 a

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CRITICÓN, 76,1999, pp. 53-9

La Relación de la vida del falso nuncio dePortugal, en sus reescrituras, y los orígenes

de la ficción autobiográfica en España

Jesús-Antonio CidSeminario Menéndez Pidal. Universidad Complutense

In memoriam Julio Caro Baroja. Para Ana Vian, Antonio Carreira, y Roger L. Utt[in thèse new «scoundrel times» (Lillian Hellman, 1976), Madrid, febrero de 1999]

S U M A R I O

1. Reincidiendo en el «yo» narrativo en el siglo xvi2. Otro «caso» nunca visto ni oído, pero con «testigos de vista y contestes»3. Una falsificación antigua4. Una fábula entreverada5. La Relación de Saavedra como relato. Dos principios estructurantes: La «Delincuencia a lo

divino» vs. «Los pensamientos realzados» y el «exceder al uso común de los hombres»6. Reescrituras a la carta7. La Relación de Saavedra y la novela picaresca8. Textos

i . R E I N C I D I E N D O E N E L « Y O » N A R R A T I V O EN E L S I G L O X V I

Quienes nos interesamos por los orígenes de la ficción realista moderna en España yen Europa, hemos elevado una convicción a la categoría de casi dogma. Ese dogma sepodría definir con la fórmula «En el principio era el Lazarillo», o, si lo preferimos, «Inprincipium erat Lazarillus», una vez que la consagración por la vía reverencial del latíncuenta con el precedente del ilustre retórico Antonio Lull, que encadenaba ya en 1558 a

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«Apuleius, Lucianus, Lazarillus», como narradores de un determinado linaje derelatos1.

Un segundo dogma, o un corolario al dogma, sería que entre las varias y excelentesexplicaciones del Lazarillo que se han publicado en los últimos tiempos, existen pocaspáginas tan lúcidas como las que ha dedicado a la obra Francisco Rico. Claro está queese segundo dogma no es de obligada aceptación por parte de los fieles creyentes de larepública de la historia literaria. Pero, como lo diría otro «encubierto» de un siglodespués, no hay muchos casos en que sea tan justo rebelarse contra uno de los viciosendémicos del gremio: el de tener «hecha la cara al desaire de andar corto en alabar loque es bueno, por dar muestras de entendido» (salvo si, como lo previene el propioStefanello, se está dejado de la mano del gusto en achaques de literatura española, y sucrítica)2.

Lo más innovador, deslumbrante incluso, de lo que ha escrito F. Rico sobre elLazarillo está, en mi opinión, contenido en lo que fue discurso de entrada en laAcademia Española, y que con justa causa se reimprime como capítulo final de su libroProblemas del Lazarillo. Ese trabajo, «Lázaro de Tormes y el lugar de la novela»,elucida en términos históricos las razones de la, más que singularidad, excepcionalidaddel «anónimo» de Toledo. Recordemos brevemente: A la altura de 1554, o 1552, noexistía aún en el horizonte de los lectores el espacio de la «ficción», ese lugar mentaldonde se acoge como histórico un relato que no lo es. Para inventar ese nuevo espacio,el autor del Lazarillo habría recurrido al expediente de la mixtificación. La obra no sepresenta como anónima sino como la carta auténtica de un auténtico pregonero deToledo, y su autor es Lázaro de Tormes. Se trataría, pues, de una superchería en la quese intenta «engañar» al lector, o al menos jugar con su credulidad y hacerle dudar hastael final de si lo que está leyendo es fantasía o realidad. Es así como se creada el «lugar»de la novela, pero se crea casi involuntariamente. El autor no pretendía inventar ungénero nuevo. Su intento era demasiado novedoso y singular. «Lo que acabaría por serel género cardinal de la literatura moderna, él lo había concebido como una ocurrencia,un golpe de ingenio irónico e inquietante, casi una aporía». Pero «una tantum»; si elprocedimiento se trivializa, pierde su capacidad de provocación y sorpresa. El Lazarillohabría nacido sin voluntad inaugural alguna. Y, también, desasido de precedentes yparalelos en cuanto a la voluntad mixtificadora3.

Es posible, sin embargo, que el aislamiento del Lazarillo no sea tan absoluto, y quesus lectores inmediatos tuviesen a mano al menos otra obra con propósitos en buenamedida análogos a los que tuvo, en la interpretación de F. Rico, el incógnito inventorde la relación del pregonero toledano. Entiéndase bien que no pretendo aquí compararmagnitudes no comparables; la analogía viene referida exclusivamente a la presentación

1 A. Lulio, De Oratione Libri Septem (Basilea, 1558), p. 502, ap. L. López Grigera, La retórica en laEspaña del Siglo de Oro (Salamanca, Univ., 1994), pp. 59 y 80. Lull es, entre los tratadistas delRenacimiento, excepcional por su atención y aprecio hacia las "novedades" de las letras contemporáneas.Hace, por ejemplo, un elogio del Amadís que, como subraya Kohut, contrasta con la condena de Vives; verK. Kohut, «Retórica, poesía e historiografía en Juan Luis Vives, Sebastián Fox Morcillo y Antonio Lull»,RLit, LII, 1990, núm. 104, pp. 345-374.

2 Vida y hechos de Estebanillo González (1646), prólogo «A el lector».3 F. Rico, Problemas del «Lazarillo» (Madrid, Cátedra, 1988), pp. 153-180.

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como verdadero de un «caso», y como realmente sucedidas unas «cosas tan señaladas ypor ventura nunca oídas ni vistas» que a la postre resultan ser —caso y cosas— ficción.La obra a que aludimos, la relación, carta o historia de Saavedra, «falso nuncio dePortugal», ha sido bien conocida desde antiguo por historiadores, coleccionistas deVaria Inquisitorialia, polemistas dieciochescos, o simplemente aficionados a historiasinsólitas. Las copias manuscritas que sobreviven se cuentan en decenas y la «apertura»del texto es muy superior a lo habitual en obras coetáneas. Es, precisamente, el procesode las varias reescrituras y refundiciones radicales que sufrió el texto, lo que puede enparte explicar que esta sorprendente obra no haya recibido por parte de filólogos yestudiosos de la literatura áurea española la atención que merece. En efecto, la Relaciónde Saavedra sufrió un más que merecido descrédito en sus pretensiones de ser verdaderahistoria cuando el P. Feijoo dedicó, en 1734, uno de los más sabrosos y demoledoresdiscursos del Theatro crítico a refutar la «Fábula» de Saavedra4. Ello no tendría porqué haber afectado a una consideración estrictamente «literaria» del texto, pero la basede la refutación de Feijoo se cifraba en probar que la relación era una burda fabricaciónmuy posterior a la fecha de su presunta redacción; y no hay duda de que consiguióprobarlo. Desde ese momento quedaba fuera de lugar, para la crítica, toda posibilidadde integrar el relato de Saavedra en el periodo germinal en que cristaliza la ficciónautobiográfica como género literario. Su interés quedaba reducido al de un simpleepígono que seguía caminos ya muy trillados.

Por desgracia, a Feijoo le había sido demasiado fácil desacreditar la fábula del falsonuncio en tanto en cuanto fabricación reciente. El «desengañador de las Españas» habíaalcanzado a conocer sólo una redacción amplificada de la Carta de Saavedra, queconstituye el último estadio en una larga cadena de refundiciones, y que incluso en sulenguaje y estilo tiene rasgos ya dieciochescos. El panorama, sin embargo, se alterasustancialmente si se tienen en cuenta las redacciones primitivas de la Relación, y lostestimonios del siglo xvi sobre el «caso» de Saavedra.

z . O T R O « C A S O » N U N C A V I S T O N I O Í D O ,

P E R O C O N « T E S T I G O S D E V I S T A Y C O N T E S T E S »

La historia narrada en la Relación de Saavedra se sintetiza en diversas formas ya enlos títulos de varios de los manuscritos; por ejemplo: «Los notables y atroces echos deJuan Pérez de Saabedra que, con formas y firmas falsas de cardenales y del Papa,príncipes y emperador Carlos quinto y ministros, pusso la Ynquissición en Portugal adisgusto de el Rey y del Reyno, como se berá en este brebe discurso que el mismoescrivió a ynstançia del Yllustríssimo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo».

Con algún mayor detalle: Un mozo andaluz manifiesta una innata habilidad paracontrahacer escrituras y firmas. En un principio utilizará esa habilidad de forma«laica», sea para falsificar sentencias judiciales, concesiones de encomiendas y hábitosde órdenes militares, o letras de cambio con las que esquilma los pósitos del reino. Más

4 B. J. Feijoo, «Fábula del establecimiento de la Inquisición en Portugal», en Theatro crítico universal, VI[1734], Discurso III; utilizo la 4" edición «conjunta», «... en la qual van puestas las adiciones del Suplemento[1740] en sus lugares» (Madrid, A. Ortega, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros delReino», 1777), pp. 164-189. La primera ed. «conjunta» es de 1765.

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adelante, el encuentro casual con un «teatino» (entiéndase 'jesuita') le lleva a concebirel plan más ambicioso de introducir la Inquisición en Portugal, venciendo la resistenciade la Corte y el propio rey. Una vez falsificadas las bulas que le presentan comocardenal y nuncio pontificio, apresta toda una casa cardenalicia, con sus hábitos ycortejo de criados. En Sevilla y Llerena prueba con éxito la impostura, y finalmente sepresenta en Lisboa. El rey da crédito al embuste y se ve obligado a permitir lainstauración del Tribunal del Santo Oficio. Saavedra ejercerá con rectitud, y rigor, elcargo de Inquisidor durante unos meses. Descubierto por una delación será entregado ala justicia civil e inquisitorial española, y condenado a galeras. En el cautiverio, escribelos sucesos de su vida a petición del Cardenal Quiroga, o de otro alto eclesiástico.

La primera noticia de tan sorprendente historia se halla, que sepamos, en elprincipio del Viaje de Turquía, al tronar Matalascallando contra la plaga deembaucadores que se hacían pasar por religiosos, o algo más:

MATA. También a vueltas destos suele haber algunos vellacos españoles que hazen de las suyas[...]; entre los quales vi una vez que andaban seis confesando y tomaban el nombre delpenitente, y escribían algunos de los pecados, y comunicábanselos uno a otro [...].JUAN. ¿Y a esos qué les hizieron, que dignos eran de grande pena?MATA. NO nada, porque no los pudieron coger; que si pudieran, ellos fueran a remar con lesuChristo y sus Apóstoles y el Nuncio que están en las galeras.JUAN. También fue la de aquellos solemne vellaquería.MATA. Bien solenemente la pagan. Ansi la pagaran estos otros, y quizá no hubiera tantosvellacos.5

Al suceso de «Cristo y los apóstoles» como caso célebre en Castilla aluden Juan deOrozco y el P. Rivadeneyra6, y la referencia al «Nuncio» fue ya identificada porBataillon como eco de la historia de Saavedra7. El autor del Viaje de Turquía, queescribía no mucho antes de 1557, tenía información directa que no necesariamentedepende de la Relación, y conocía la suerte final del impostor a quien todavía da porvivo.

En la década siguiente, y con mayores precisiones, Gonzalo de Illescas, que sepresenta como testigo de vista, introduce ya un juicio positivo sobre los resultados de laimpostura de Saavedra:

Siempre que me acuerdo de este Nicolao Laurencio, me parece su negocio al de aquel Nuncioque vimos en nuestros días, que con letras falsas hizo creer al Rey de Portugal que le enviabael Sumo Pontífice Papa Paulo III a él por su Legado; y él se hubo tan discretamente en todo lo

5 Viaje de Turquía, ed. F. García Salinero (Madrid, Cátedra, 1980), p. 105; los manuscritos no ofrecenvariantes de importancia en el pasaje, salvo la tachadura de la frase «con lesu Christo y sus Apóstoles» enM i (BibJ. Nacional de Madrid). Debo esta precisión a Ana Vian.

6 Ver ]. Caro Baroja, Las formas complejas de la vida religiosa. (Religión, sociedad y carácter en laEspaña de los siglos XVI y xvn (Madrid, Akal, 1978), pp. 38-39, y Ensayos sobre la cultura popular española(Madrid, Dosbe, 1979), pp. 131-132; y A. Redondo, «Devoción tradicional y devoción erasmista en laEspaña de Carlos V. De la Verdadera información de la Tierra Santa de Fr. Antonio de Aranda al Viaje deTurquía», en Homenaje a Eugenio Asensio (Madrid, Gredos, 1988), pp. 391-416.

7 M. Bataillon, Le Docteur Laguna auteur du Voyage en Turquie (Paris, Libr. des Éditions Espagnoles,1958), p. 40.

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que pudo durar la disimulación; y entre otras cosas muy señaladas que hizo fue una introduciren el Reino de Portugal el Santo Oficio de la Inquisición al modo de Castilla, de donde se haseguido en aquel Reino grande servicio de Dios.

Llamábase este buen hombre Sayavedra, y era, según oí, natural de la ciudad de Córdoba,grandísimo escribano, y tenía otras muchas habilidades; y después le vi yo en las galeras de SuMagestad remando, adonde estuvo muchos años, hasta que se le dio libertad y murió en ellapobremente.8

Con todavía mayor amplificación e insistiendo en la misma línea de justificación,recoge la anécdota otro historiador eclesiástico, fray Jerónimo Román (a quien no debeconfundirse con el falsario Román de la Higuera):

De cómo se puso el sancto officio en el Reyno de Portugal [...]Succedió al rey Don Manuel su hijo don luán, príncipe Christianíssimo, el qual tampoco

puso remedio o porque no dio en esto o los perlados de su reyno no miraron en negocio tanimportante. Pero lo que los hombres dexaron de hazer Dios lo remedió por otro camino hartodesusado, y fue desta manera.

Avía en Castilla un hombre natural de Córdova, llamado Sayavedra (que el nombre depila no lo pude aver) [Hay nota tns. marginal en letra antigua, en ejemplar a la venta en lalibrería anticuaría «Cortés», de El Escorial: «Decíase Fernando de Sayavedra y dixo que herahijo de un 24 de aquella ciudad»], el qual tenía tan gran pluma y habilidad en contrahazerletras, que ninguna huvo que él viesse que no la sacasse tan al vivo que aun el mesmo quefirmava no jurasse que no era aquella su letra y cifra. Con esta habilidad hizo notablesengaños y embustes, y queriendo ganar de comer a officio tan peligroso anduvo muchos díasmirando cómo se tratavan los negocios en la curia del nuncio de España, y con su muchahabilidad y buena conversación que tenía con los curiales, alcanzó a saber el orden de la Rotade Roma y cómo se expedían las Bulas y breves del Papa; y, en fin, con no aver estado en lacorte Romana, ninguno sabía tanto de ella como él. Assegurado de su ingenio y maña, topócompañía de su humor y de tal manera la supo atraer que se hizo nuncio Apostólico y entróen Portugal, con aparato y representación de ministro del Papa; y él ordenó cartasparticulares, y los breves con sus pendientes, y hizo sello y lo demás, de suerte que sin ningunacontradición fue recebido en Lisboa por el rey y los perlados, y puso su casa y tienda de lamercaduría que llevava adonde acudían todos. Hízose esto con tanto secreto y dissimulaciónque ni de Roma vino despacho que embaraçasse lo que se hazía por acá, ni allá sabían cosa delo que por acá se tratava, de manera que según fuy informado por espacio de ocho meses gozóde su engaño con toda quietud.

Luego que llegó a Lisboa puso los ojos en poner Inquisición, que como digo no la avía.Esto hizo él porque aborrecía los ludios, y halló en el reyno favor. No le fue mal con lanovedad porque el rey lo favoreció, y todos los señores vinieron en esto; y assí luego dio ordencomo se començasse a poner en execucion cosa que tanto yva. Quando ya lo tuvo todo puestoen orden y que quería celebrar un auto fue cogido con el hurto en las manos porque en Romase tuvo noticia de lo que passava, y Paulo III que governava la Yglesia acudió a poner remedioa cosa que tanto importava. Con esto fue preso el Sayavedra, y convencido de su maldad fue

8 Gonzalo de Illescas, Historia pontifical y catbólica (Salamanca, Domingo de Portonariis, 1573), lib. VI,cap. iv. Las aprobaciones son de 1564; hay eds. anteriores de 1565 y 1569, que no me han sido accesibles.

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puesto en galeras, y no se le dio la muerte porque hizo cosas de mucho provecho en aquellosdías que anduvo con aquel engaño.9

Otro relato, de las mismas fechas, contenido en la Miscelánea de Luis Zapata,evidencia que incluso entre quienes se presentan como conocedores próximos y hastatestigos de la situación final del protagonista, corrían distintas versiones en cuanto alnombre y naturaleza del falsario. Zapata, que escribía en su retiro de Llerena entre1591 y 1594, llama «Elmicio» al falso nuncio, dice haberlo visto en galeras añadiendodetalles que no parecen ser de los que se inventan, y recoge la historia ante todo comoejemplificación «de una extraña habilidad en escribir». Sin embargo, igual que Illescas yRomán, subraya la rectitud y hasta «santidad» con que el impostor supo desempeñarseen un cargo tan engañosamente adquirido:

Fue un hombre en estos reinos del Andalucía, natural de Huelva, de baja suerte, hijo de uncardador que se llamaba Buitrago, a quien llamaron Elmicio, persona por este nombreconocida asaz, de fisonomía y figura rústica, de una caraza ancha y abobada, de donde infieroyo que en todas figuras y rostros hay mucha y poca calidad, que el alma es la que obra encualquier funda; que esta parte adquiere el saber por influencia de las estrellas; parte se heredade los padres; parte causa la doctrina; parte la inclinación que tiene a saber.

Como no hay mala tierra ninguna que esté bien cultivada, fue el tal de tan alto ingenio ytan hábil en lo que lo quiso emplear, que fue hacer letras en cifra, que a emplearlo en otrascosas fuera por demás: cosa admirable, que pues la fortuna no le hizo de mayores prendas, nipuso a su cargo grandes negocios, él quiso ser su misma fortuna y enmendarlo.

Dio en contrahacer y falsear bulas del Papa, y las firmas públicas y rúbricas de susdatarios; hácese Nuncio apostólico, y sabido que allá no lo había, entra a serlo en Portugal;despacha sus correos y aposentadores, y a fama del título busca dineros prestados. Llega a dosleguas de Lisboa; le envía a visitar el Rey con un señor muy principal, después de buscar quienlo supiese hacer y representase bien la persona del Rey y su pío celo con el Vicario de Diosante el hijo del cardador miserable, y la voluntad del servicio a la Santa Iglesia, y en cuántotenía la merced que su Santidad le hacía de enviar tal persona a aquel reino, que de aquelbeneficio y remedio tenía tanta necesidad. Conciértase la ida a Lisboa; tratan de que el Rey lesaldrá a recibir a la puerta de Palacio. «No, señor Conde —dice él muy gravemente—: si S. A.manda, los Nuncios de Su Santidad no hemos de ser así tratados; no por mí, sino por quienme envía y por mi dignidad. Su Alteza ha de salir a la mitad del camino de aquí por la mar, sino yo me volveré con mi embajada». «Yo le diré a S. A. —dijo el Conde— y enviaré larespuesta a V. S.» —replicó el Rey. A esto porfió el Nuncio, y estuvieron en puntos de honradel salir, y dónde se habían de ver el Rey y el picaronazo.

En fin, venció el Nuncio, y como era el Rey tan católico y tan gran cristiano, sale en unagalera, y en otras muchas con él sus señores y grandes; cuájase de barcas la mar; húndese laartillería toda al afrontarse, y los menestriles andan por alto; desembarca junto a Palacio; loaél mucho a Lisboa al parecer; ofrécesela el Rey, que toda está a su mandado; tráenle muías ycaballos muy aderezados en que se vaya el Nuncio a su posada; están en cortesías él y el Rey,

9 Jerónimo Román, República hebrea y Christiana, en Repúblicas del Mundo, divididas en tres partes,ordenadas por Hierónimo Román, frayle profeso de la Orden de San Agustín (Salamanca, luán Fernández,1595), lib. V, cap. xxx (corregido a mano: xxxi), fol. 320 r° y v°. No figura el relato en la Ia éd., Repúblicasdel Mundo divididas en XXVII libros ordenados por... (Medina del Campo, Francisco del Anto, 1575), vol.1, B. N. R/l7070-1 (ej. expurgado conforme a la censura del Santo Oficio en 1585). La licencia del provinciales de octubre de 1573; la aprobación de enero de 1574.

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cuál dejaría al otro en su casa; en fin, él va, deja al Rey muy contento, y todos alaban sudiscreción y cortesanía, y que se le parecía bien la buena casta.

Así quedó allí el invencionero donde estuvo dos años; puso en orden y concierto loeclesiástico; reformó las religiones; hizo hacer al Rey monesterios y grandes y buenas obraspías; puso en aquel reino el santo oficio de la Inquisición; nadie administró como él su legacía;nadie la impetró tan mal.

Tenía de esta manera los despachos que iban y venían de Roma; hizo que fuesen siempre asu casa y cuanto allí ponía, y falseaba todas las cartas y bulas a su beneplácito; daba y negabadispensaciones, y trajo allí al rededor todas las cosas. Ni se supiera la trama en muchos másaños si no que riñó un día con un su ministro de aquellos negocios, su datado, y desde lamesa le tiró un plato, de lo que el otro, afrentado, descubrió là verdad, y fue más difícil decreer el desengaño verdadero que había sido de introducir la falsedad, según en los ánimos detodos estaba asentada; y pienso yo que muchos personajes andan entre nosotros falsos quepor la autoridad de sus oficios nadie les examina los títulos.

Al cabo él fue preso, y sus oficiales que también vivían engañados dados por libres, y eldescubridor sólo muy mal azotado, que murió de los azotes, y el falso nuncio echado a galerasperpetuas, donde yo le vi en la galera Capitana del príncipe Andrea Doria en el bogavante, enla que pasó el Rey a Italia; y porque administró lo mejor del mundo aquel no su oficio, yporque hizo mil cosas santas y pías no fue descuartizado, aunque tenía pena de la vida sitomase pluma en la mano. Escribía con el remo en su lugar, y dada licencia por tal vez por elRey, contrahizo su firma, que todos quedaron espantados, la que obedecieran cuantos bancosy tratantes había; y si no le hallaron riquísimo de estas cosas fue porque era tan gastador queno le bastaba cuanto había para sostener su mentirosa autoridad.10

Especial interés tiene el relato que incluye Luis de Páramo, en su obra De origine etprogressu officii Sanctae Inquisitionis, eiusque dignitate & utilitate, impresa en 1598.La historia de Saavedra le parece inverosímil por varias razones:

Ecce e Lusitaniae Regno vir improbus Sahabedra, ut eijceret Daemonia tan inusitatam,inauditamque viam commentus est, ut etiam scribendo de his quae scio, dubitem, nec animocomplectar, an cuiusquam hominis tanta unquam fuerit calliditas, oí sagacitas. Nam quiscredat in quenquam praestigiatarem tantum incidisse ingenii ut Reges, Imperatores, Principes,ipsum denique Pontificem Maximum, ac tot hominum millia ludificari potuerit?

Sin embargo, se decide a incluirla ante la autoridad que atribuye al relatoautobiográfico del propio Saavedra. La Relación tiene aquí su primera referenciaincuestionable:

Fabula tamen ea non est. Nos Latine scribemus, quod ipsius Sahabedrae autographoHispánico continetur, cuius quidem videndi nobis facultas non fuit, sed a F. Michaele a SanctaMaria, S. Hieronymi Regalis Matritenses, viro cum prudenti, tum pietate celebérrimo, qualedescriptum est ex Bibliotheca S. Laurentii Scuriali, tale proferemus.

10 Luis Zapata de Chaves, Miscelánea, cap. 17, ed. I. Montiel (Madrid, Castilla, 1949), I, pp. 88-91. Eltestimonio de Zapata, nacido en 1526, tendría especial relevancia en cuanto natural de Llerena, villafronteriza con Portugal y sede de uno de los tribunales del Santo Oficio y en donde, según la Relación deSaavedra, el falso nuncio desarrolló sus actividades como Inquisidor antes de dirigirse a Lisboa.

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Sigue una Compendiosa de Sahabedra narratio pro Inquisitione Lusitaniae que, enefecto, es traducción fiel de un texto similar a los muchos que hoy se conservan. Tras suversión latina, Páramo, a la vez que expresa de nuevo su recelo ante un relato en el quedetecta un aroma literario con un modelo preciso, conjura sus dudas con un curiosoargumento que sería válido también para afirmar la plena veracidad del Lazarillo:

... Haec sunt quae Sahabedra de seipso literis mandavit, in quo mihi videtur LucianicumAlexandrum sapere, nisi quod sibi maculant falsi ut perperam aspergeret, adduci non possumut credam.^

Sobre ese modelo, y sobre el argumento que «autentifica» la relación del falsonuncio, habremos de volver más adelante. De momento nos interesa extraer algunasconclusiones ante una historia en verdad stupenda, a partir de los testimonios del sigloxvi que hemos citado por extenso porque, a parte su interés intrínseco, contienen ya loesencial de lo que serán las líneas de interpretación del «caso» hasta el siglo xix.

Se advierte, en primer lugar, que quienes dicen haber haber conocido al protagonista(Illescas y Zapata, a los que podría añadirse el Viaje de Turquía), refieren eseconocimiento sólo al episodio final, en que el falso nuncio cumplía su condena agaleras. Ninguno dice haber sido testigo directo de la impostura en sí misma, perotodos dan entero crédito a la historia y, salvo el Viaje de Turquía, muestran conocerincidentes nimios que implican la existencia de una «tradición» ya muy elaborada; así,en Zapata, los puntillismos protocolarios entre el rey portugués y el nuncio, o la pruebafinal de su habilidad como falsificador de letras.

En segundo lugar, todos los textos posteriores al Viaje alteran la categóricareprobación moral y pasan a interpretar el suceso como la prueba de que Dios puedeservirse de malos medios para beneficiosos fines, a la vez que disculpan en buenamedida la impostura insistiendo en la eficacia y rectitud con que el falsario logróestablecer el Santo Oficio en Portugal. Páramo hace preceder su transcripción de laCompendiosa de Sahabedra narratio de reflexiones que compendian bien esemaquiavelismo a lo divino:

Mirabilis in factis suis Dominus! Quod Sedi Apostolicae concederé noluerant, hoc tandemversuto ac improbo sponte obtulit Ioannes Lusitaniae Rex. Improbum dico, cuius tamen operaDeus usus est (ut par est credere) ad Inquisitionis institutionem. Veré enim Deus improborumutitur, sed a se improbos arcet ôc propulsât...

A lo que sigue la oportuna glosa de Mateo, cap. 7, y Marcos, cap. 9. Losinexcrutables caminos del Señor permiten que también las acciones de un «versutus acimprobus» redunden en mayor servicio de la Iglesia.

Por último, debe señalarse que no se alude expresamente al relato autobiográficoescrito por Saavedra hasta fines de siglo. «Según oí», y «según fui informado» son lasfórmulas que emplean Illescas y Jerónimo Román. Claro es que la relación escrita podíaexistir desde años antes, pero en rigor sólo existe el testimonio fehaciente de Páramo

11 Luis de Páramo, De origine et progressu officii Sanctae Inquisitionis, eiusque dignitate & utilitate(Madrid, Typographia Regia, 1598), Lib. II, cap. xv, fols. 226-232.

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como primera documentación precisa. Páramo, además, añade la información de que elautógrafo de Saavedra se conservaba en la biblioteca de El Escorial, dato que figuratambién en algunas de las copias manuscritas tardías que dicen ser traslado delautógrafo. Las referencias al relato autobiográfico abundan, en cambio, a partir de losprimeros años del siglo xvn. De la relación deriva, sin duda, el resumen que hace delcaso, en 1603, Pedro de Salazar y Mendoza en su biografía apologética del cardenal einquisidor Tavera12; también de principios de siglo es la transcripción directa del monjedel Escorial fray Jerónimo de Sepúlveda, y la noticia que dan Costa Mattos y sutraductor Diego Gavilán Vela en una célebre obra antijudaica13. Ya en la década de1640 Manuel Faria e Sousa utiliza de primera mano otro texto de la «carta» deSaavedra en su Europa portuguesa.

3. UNA F A L S I F I C A C I Ó N A N T I G U A

La relación autobiográfica atribuida a Saavedra es, si no el único, sí el texto básicoque sustenta tanto la posible «credibilidad» como la inverosimilitud de la historia ofábula del falso nuncio de Portugal. Antes de poder entrar en la cuestión fundamentalde la fecha de su redacción, será necesario examinar las divergencias que existen en lasdiferentes versiones que presentan los manuscritos. En las dos redacciones másantiguas, el relato contiene la misma materia narrativa, que reducida a las secuenciaselementales consistiría en:

A. Encabezamiento «epistolar»1. Orígenes familiares. Córdoba-Jaén2. Saavedra en Madrid. Primeras habilidades como falsario

—Ante la Justicia Civil—Consejo de Órdenes—Pósitos del Reino

3. Preparativos para la «misión». Formación de la casa cardenalicia en Sevilla>[En la redacción «Con Inciso» se anticipan los segmentos 8-11]

12 Chronico de el Cardenal Don luán Tauera (Toledo, 1603), cap. xxxvn, pp. 219-221. El relato deSalazar y Mendoza es independiente del de Páramo. Los nombres propios y hasta las cifras (los 30.000ducados o los 150 criados) muestran que tenía a la vista una copia distinta de la relación. Salazar y Mendozaincluye la narración del suceso «por ser tan particular, y por haver passado siendo Inquisidor General nuestroCardenal». No deja de sorprender que Salazar, que maneja abundante documentación de Toledo y elCardenal, no aporte ninguna referencia directa al proceso de Saavedra, en el que Tavera habría tenido, segúnla Relación, una intervención decisiva.

Sí proceden de Páramo las exposiciones del caso que hacen Alfonso Fernández, Concertatio praedicatoriapro Eclesia Catholica contra Haereticos, Gentiles, lúdeos et Agarenos... (Salamanca, D. Cussius, 1618;aprobaciones de 1613), Gerónimo de Cevallos, en Questiones prácticas comunes contra comunes (1599), IV,1; y Fray Antonio de Sousa, Aphorismi Inquisitorum... Cum vera historia de origine S. InauisitionisLusitanae... (Lisboa, P. Craesbeeck, 1630; aprobaciones de 1628), obra sobre la que volveremos másadelante.

13 Discurso contra los judíos (1631); utilizo la ed. de (Madrid, Vda. de Melchor Alegre, 1680), pp. 221-215. Sobre la edición original portuguesa de 1623, ver las importantes precisiones bibliográficas deJ. Riandière La Roche, «Du Discours d'exclusion des juifs: antijudaïsme ou antisémitisme?», en Lesproblèmes de l'exclusion en Espagne (XVIe-XVIIesiècles) (Paris: Publ. de La Sorbonne, 1983), pp. 54-56. Lainformación de Costa y Gavilán, sin embargo, no es seguro que proceda directamente de la Relación.

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4. Obtención y falsificación de las Bulas pontificias5. Ejercicios como inquisidor. Sevilla-Llerena-Badajoz

6. Embajada y negociaciones con Juan III7. Entrada en Portugal y establecimiento del Santo Oficio< [+(En la redacción «Con Inciso») Reiteración: Delación y Prisión abreviadas]

8. Delación, y prisión de Saavedra9. Proceso. Competencias de jurisdicción entre la Inquisición y el Consejo Real

10. Sentencia y castigo11. Liberación y mercedes finales

B. Despedida «epistolar»

Al margen de variantes que afectan desde el nombre del protagonista y otrospersonajes «históricos» a las cifras, fechas y todo el discurso textual, la mayordivergencia reside en que una de las redacciones sigue un orden lineal que mantieneestrictamente la ordenación lógico-temporal de los hechos narrados, mientras que laotra altera el orden del relato, anticipando el desenlace. Denominaremos redacciones«Sin Inciso» y «Con Inciso» a cada una de las versiones. Ambas versiones se hantransmitido en varios manuscritos de los siglos xvn y xvm.

A partir de la redacción «Con Inciso», se elabora muy a fines del siglo xvn o inclusoya en el xvm una nueva versión, que denominaremos versión «amplia»; además de lasamplificaciones que convierten la «carta» en una verdadera novela, esta redacción secaracteriza por exhibir un tono irreverente y burlesco que no existía en los textosanteriores. La versión amplificada se ha conservado también en una pluralidad demanuscritos; pero la impugnación de Feijoo, en 1734, llevó a un oscuro contradictordel benedictino, Bernardino Antonio Ochoa de Arteaga, a publicar en 1739 un texto deesta versión amplia14. Feijoo no desperdició la ocasión, y en un «suplemento» danoticia de ese «impreso enano», que le permitía añadir nuevos argumentos paradescalificar la fábula y manifestarse tan despectivo y cortésmente hiriente como sabíaserlo el mejor Feijoo. El texto de Ochoa volvió a imprimirse en 1788, sumando a larelación de Saavedra la «Vida del fingido obispo griego Francisco Camacho», rarosuceso dieciochesco que su editor, Juan Bernardino Roxo, conocía de primera mano yque ofrece evidentes puntos de contactos con la «Vida» del falso nuncio1*. Estareedición provocó una nueva impugnación, en la misma línea que la de Feijoo pero, sicabe, más contundente16.

1 4 Breve relación en que se refiere la vida del Falso Nuncio de Portugal, Alonso Pérez de Saavedra, y elmodo que tuvo para introducir en aquel Reyno la santa Inquisición. Copia de la que él propio escribió ainstancias del Eminentísimo Señor Don Gaspar de Quiroga, Arzobispo de Toledo, Cardenal de la SantaIglesia de Roma, con su mano izquyerda, después que le cortaron la derecha. Sácala a luz Don Bernardino deOchoa y Arteaga, natural de esta Villa de Madrid (Madrid, Librería de Fernando Monge, 1739).

1 5 Vida del Falso Nuncio de Portugal, Alonso Pérez de Saavedra. Escrita por él mismo a instancias delEminentísimo Señor Don Gaspar de Quiroga, Arzobispo de Toledo y Cardenal de la Santa Iglesia de Roma.Y la del fingido Obispo Griego Francisco Camacho. Publicada por Don Juan Bernardino Roxo, Capellánmayor de los Reales exércitos, en que se refieren sus raros y graciosos hechos (Madrid, Imprenta de DonAntonio Espinosa, 1788).

1 6 Josef Marcos Hernández, Verdadero origen del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en losReynos de Portugal, contra la fabulosa historia de su falso Nuncio. Escrito en latín en el año de 1628 por elM. R. P. Fr. Antonio de Sousa, del Orden de Predicadores, Maestro de Sagrada Teología, y Consejero en el

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De fines del siglo xvn son dos comedias, que dramatizan las andanzas de Saavedra.Volveremos más adelante sobre las reescrituras tardías, es decir la versión «amplia» ylas comedias. Por el momento nos interesa «impugnar» la creencia de Feijoo de que lacarta de Saavedra es una fabricación tardía y que «el que fingió esta Relación era unhombre extremamente tonto».

Los argumentos de Feijoo, dejando al margen sus apreciaciones sobre la«inverosimilitud moral» (le parece inimaginable, por ejemplo, que un jesuíta colaboraseen el fraude), se cifran en poner de manifiesto los errores históricos, anacronismos, y«los absurdos, contradicciones y extravagancias» que detecta en la Relación atribuida aSaavedra.

Mucho partido saca Feijoo, por ejemplo, del título de «Eminencia» aplicado alcardenal Quiroga:

En la primera palabra de la Relación se encuentra una muestra clara de impostura. LaHistoria está en forma de Carta, escrita y dirigida del supuesto embustero al Cardenal deQuiroga, y empieza con la cortesía arriba, Eminentísimo Señor. Digo que ésta es una pruebaineluctable de que esa Carta es supuesta, porque en tiempo del Cardenal Quiroga, ni muchosaños después, no se dio a los Cardenales el tratamiento de Eminentísimos. Murió dichoCardenal el año de 1594 [...] pero los señores Cardenales no tuvieron el tratamiento deEminencia, y Eminentísimos hasta Urbano VIII, que les dio ese honor; y Urbano ascendió a laSilla Pontificia el año de 1623 [...] El que los Cardenales antes de Urbano VIII solo gozabanlos epítetos de Ilustrísimos y Reverendísimos; y que dicho Papa les concedió el deEminentísimos es cosa que saben los niños de la Escuela. Con que el embustero Saavedra soloen profecía pudo tratar de Eminentísimo a aquel Cardenal [...] Con que aquí no hay quepensar, o discurrir, sino que el impostor, que fingió dicha Carta es muy posterior al tiempo enque suena escrita, y pensaba el pobre que era mucho más añejo en los Cardenales el epíteto deEminentísimos.

El argumento sería del todo irrefutable, si no fuese porque el Eminentísimo Señor esuna innovación de la redacción «amplia». Las versiones breves primitivas no contienental anacronismo y el tratamiento es el de Ilustrísimo y Reverendísimo Señor, V. SeñoríaReverendísima, V. S. Illustrísima, etc., fórmulas del todo esperables y correctas en untexto del siglo xvi, y coincidentes con las que Feijoo echaba en falta.

Lo mismo sucede con todos los graves desajustes cronológicos que aprecia Feijoo entodo el relato a partir de una frase:

Estuve en casa de mi amo hasta que pude haber las firmas del Señor Emperador Carlos V ydel Señor Felipe II su hijo, y con esto, como estaba en lo de África el Señor Emperador...

Feijoo hace una brillante exposición en la que muestra que si hay que datar el hechoen la época de la expedición de Carlos V a Túnez de 1535, las fechas de todo lo quesigue en la Relación revelan una ignorancia supina de la historia del siglo xvi, de lacronología papal, etc. Pero es pólvora gastada en salvas, porque el texto que sirvió de

de la Suprema y General Inquisición de dicho Reyno. Traducido y añadido con varias notas y un Discurso,por el Dr. D. Josef Marcos Hernández, Abogado de los Reales Consejos de esta Corte (Madrid, Aznar,1789).

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base al refundidor de la versión amplia no aludía a ninguna empresa africana y selimitaba a afirmar:

Y con esto hice luego una provisión de Su Magd, que a la sacón estava ausente y me fenjí binirpor su mandado...

Se trata, pues, de otra «ausencia» de Carlos V, anterior a la de Túnez, y lacronología de la historia de Saavedra es, en ese texto, absolutamente verosímil ycoherente en cuanto a las fechas de sus presuntas fechorías, o hazañas17. Se escandalizaFeijoo también de que se mencione como ya canonizado a Ignacio de Loyola, lo quesólo ocurrió en 1622. Pero, nuevamente, estamos ante un añadido de la redaccióntardía; las versiones antiguas ni siquiera mencionan al fundador de la Compañía deJesús. En conclusión, todos «los absurdos, contradicciones y extravagancias» que sirvena Feijoo para probar que nos hallamos ante una burda falsificación reciente son ciertos,ateniéndose al texto que él manejó, pero no existen en las versiones antiguas de laRelación de Saavedra.

En realidad, no hacía falta malgastar mucho papel en demostrar que la relaciónpublicada por Bernardino Rojo no podía en ningún caso ser un texto de mediados ofines del siglo xvi. Feijoo, que conocía el De origine de Páramo, debería haber supuestoque lo que Páramo tradujo al latín no era lo mismo que se había impreso en 1738 comooriginal de la Carta de Saavedra. Varios comentaristas de la obra del gran benedictinohan señalado que Feijoo no debía de ser hombre con mucha afición a leer los clásicoscastellanos; de haberlo sido, le habría bastado advertir el abismo estilístico, ylingüístico, que separa la prosa española quinientista del texto publicado en 1738.

Una vez que se descarta la versión amplificada, y caprichosamente alterada, de laRelación del falso nuncio de Portugal, es fácil comprobar que el autor de la cartatransmitida por los textos antiguos dista mucho de ser «un hombre extremamentetonto» que escribe a fines del siglo xvu. Muy al contrario, estamos ante alguien quecuidó al máximo la verosimilitud del relato y que, sobre todo, sólo pudo escribir su«carta» en fechas próximas a los acontecimientos narrados. Lejos de vaguedades oincongruencias, el autor acumula «evidencias» circunstanciales con todo lujo denombres propios, fechas y referencias temporales, cantidades, lugares geográficos yvarios otros detalles que, en primer lugar, podían ser objeto de verificación por parte desus lectores, y que, además, hubiera sido muy difícil si no imposible introducir o«reconstruir» sólo unas décadas después.

Empezando por los orígenes y filiación familiar del narrador, se lee en los textosantiguos:

1 7 La argumentación de Feijoo es más elaborada de lo que podemos reflejar en este rápido resumen, ysubsistiría el problema de implicar en fecha demasiado temprana al príncipe Felipe en la concesión de laencomienda a Saavedra. Pero al margen de que la relación «Sin Inciso» no menciona a Felipe II ni la ausenciade Carlos V, ambas redacciones fijan en 17 años, y no 19, el tiempo que disfrutó Saavedra de la encomienda,y no dicen que el mayordomo la gozase «otro tanto tiempo», con lo que todos los cálculos cronológicos deFeijoo caen por su base.

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Soy hijo del Capitán Saavedra [-Juan Pérez de Saavedra -Antonio Pérez de Savedra] y de Da

Ana de Guzmán, su mujer, hermano de Juan Pérez de Saavedra, veynte y quatro de Jaén y deCórdova.

Ni los nombres y apellidos, ni los lugares de origen, ni los cargos honoríficos soninvención. En las probanzas de un Gonzalo de Saavedra que aspiraba a caballero deSantiago, en 1566, éste alega en su genealogía como abuelo paterno a Alonso Pérez deSaavedra, «cofrade de la hermandad del hospital de la Caridad de Córdoba», y«veintiquatro de aquella ciudad»; y sobre tal abuelo se menciona un documento de152118. Otro Gonzalo de Saavedra, homónimo, casado con una hermana del poeta D.Luis de Góngora19, se presenta en 1590 como «veinticuatro de Córdoba» y natural dela misma ciudad, y sus abuelos paternos son «Juan Pérez de Saavedra, veinticuatro deCórdoba, caballero de Santiago» y María de Guzmán, apellidos que se reiteran en losde los abuelos paternos: Juan de Saavedra y María de Guzmán20; y la vinculación entrelos mismos apellidos, la ciudad de Córdoba y el cargo de regidor seguía vigente enfechas posteriores21.

Una vez en Madrid, Saavedra entra como escribiente de un fiscal del Consejo Real yde Órdenes, el Doctor de la Torre (o Torre), y traba conocimiento con otras personasdel ámbito forense: el licenciado Polanco (o el relator Páramo) y el licenciado (o doctor)Alderete. La Relación seguirá esa pauta de mencionar explícitamente los nombres depersonajes indicando el puesto o cargo que ocupaban cuando se cruzan en el camino deSaavedra: el licenciado Temiño (-Treviño, Tenorio), provisor del arzobispado deSevilla22; los licenciados, o doctores, Pedro Álvarez Becerra, Luis de Cárdenas y AlonsoVázquez, que ejercen como inquisidores en Portugal y «hoy en día hacen sus oficios»; elduque de Alencastro (y, o, el de Aveiro) es el emisario a quien envía Juan III comoembajador; un vicario de Moura es el que delata y entrega a Saavedra «el día de SanIldefonso», y el Marqués de Villanueva de Barcarrota quien lo prende; es entregado alcardenal de Toledo, Don Juan Tavera, y remitido al inquisidor de Llerena, el DoctorArias (-Araoz, Aroni, Arassi, Arabi, etc.). Todo este tipo de precisiones revelan unaclara voluntad de certificar la autenticidad del relato, puesto que eran susceptibles de

1 8 A. H. N., Órdenes Militares. Santiago, Leg. 5.249, núm. 8.19 Ver R. Jammes, Études sur l'œuvre poétique de D. Luis de Góngora y Argote (Bordeaux, Institut

d'Études Ibériques et Ibéro-américaines, 1967), pp. 4-5.2 0 A. H. N., Órdenes Militares. Santiago, Leg. 5.249, núm. 6. En otro expediente, un Fernando Saavedra

y Narváez decía ser nieto de Alonso Pérez de Saavedra y Narváez, veinticuatro de Córdoba, Ibid., Leg. 5.247,núm. 18. Los nombres, como es habitual se repiten dentro de la familia. Ver, en otro expediente: «A laprimera pregunta dixo que conosçe al dicho Juan Pérez de Saavedra e sabe que es natural de la dicha çjbdadde Córdova, e hijo de Gonçalo de Saavedra... e que los dichos padre e madre del dicho Gonzalo de Saavedra,padre de dicho Juan Pérez, se decían Alonso Pérez de Saavedra e doña Beatriz de Narváez».

2 1 Un Alonso Pérez de Saavedra, «veynte y quatro de Córdoba y natural de ella», de edad dec. 40 años,figura en un expediente de 1626, A. H. N., Estado, Exp. 6409.

2 2 páramo parece confirmar la exactitud del dato al amplificarlo en su traducción latina: «Erat tumtemporis Hispali Licenciatus Teminius Provisoris sive Vicarii generalis dignitate conspicuus...». La Relacióndecía simplemente: «Y el licenciado Temiño, provisor que era en aquel tiempo...» También Llórente muestraconocer por otras vías al «proviseur vicaire général D. Jean Fernandez de Temigno, qui fut bientôt inquisiteuret depuis élevé à l'épiscopat» (Histoire critique de l'Inquisition d'Espagne, Paris, Teuttel et Wurtz, 1817, vol.II. p. 92).

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ser fácilmente corroborados o desmentidos por los lectores coetáneos. Al mismotiempo, las propias variantes de los distintos manuscritos evidencian que la exactitud«noticiera» que exhibe la Relación empezó a erosionarse en un estadio temprano de latransmisión textual, una vez que tales detalles habían perdido actualidad.

Que la Relación refleja una actualidad que corresponde realmente a los años 1539-1541, en que se pretende que ocurrieron los hechos, se revela, por ejemplo, en elepisodio en que Saavedra dice haber estafado a los albaceas del Marqués de Tarifa:

Y como el nervio de mis negocios era el dinero, por que no me faltase y mi casa anduviese conla abundancia que era justo, imbíé a llamar a los Albazeas del Marqués de Tarifa, a quienespresenté unas zédulas, las quales davan razón de cómo el Marqués havía quedado deviendo enRoma treze mil ducados.

Su Mayordomo afirmaba que aquella letra y firma era de su amo, mas que él siemprehavía acompañado a su amo el Marqués desde que salió de España, en Ytalia ni en Gerusalemy hasta que bolvió a su casa, y nunca tubo noticia de aquella deuda. Mas yo empezé contraquatro Albazeas a fulminar una excomunión y otra, hasta que me dieron mis treze milducados, como a todos es notorio.

Don Fadrique Henríquez de Ribera, Marqués de Tarifa, había hecho en efecto unviaje a Tierra Santa del que dejó memoria en un libro, Del viaje que yo ... fice aIerusalem, de todas las cosas que en él me pasaron desde que salí de mi casa de Bornos... hasta que entré en Sevilla. El viaje tuvo lugar entre noviembre de 1518 y octubre de1520, y consta que el Marqués estuvo en Roma: «Entramos en Roma, donde estuvimostres meses menos un día [...] Salimos de Roma, sábado cinco de mayo...»23. El Marquésmurió en Sevilla el 3 de noviembre de 1539, y sus mandas testamentarias correspondíana las de un procer de gran fortuna. Según Ortiz de Zúñiga, «Entre los muchos legados ycodicilos del testamento del Marqués de Tarifa, fue uno de 12 millones de maravedísque habían de entregarse a Antón de Acoza, su contador, para que se los diese al P.Fernando de Contreras, que los había de gastar en redención de cautivos de tierra demoros. Pagóselos Antón de Acoza de la testamentaría del Marqués, desde el año 1539al 1545»24. Saavedra dice que entró en Sevilla en 1539 2S, y la reciente muerte delMarqués le habría proporcionado, en efecto, una ocasión inmejorable de engañar a sustestamentarios. El autor de la Relación conocía hechos circunstanciales, como la fechade la muerte de D. Fadrique y su estancia en Roma, que no son de los que pueden«exhumarse» a voluntad muchos años después26.

2 3 Este libro es del Viaje que yo, don Fadrique..., B. N. Madrid, Ms. 17.510, fol. cxxvill.2^ J. Guichot, Don Fadrique Henríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa. Breve noticia de este ilustre

sevillano (Sevilla, J. M. Ariza, 1882), pp. 14-15. De la riqueza del Marqués puede dar idea el hecho de que alpasar por Genova a fines de 1519 mandó labrar allí sepulcros de mármol para sus antepasados. Más tarde,en Sevilla, mandó acabar las obras de su palacio (la actual Casa de Pilatos), terminado en 1533, y delHospital de la Sangre.

25 La fecha figura sólo en la redacción «Con Inciso», por ejemplo en los Mss. 18.760 (38) y 18.724 (39)de la B. N. de Madrid, y es la que da también Páramo. Otros mss. de esta misma redacción datan la entradaen Sevilla en 1537.

2 6 El libro del viaje del Marqués de Tarifa a Jerusalén no fue impreso hasta 1606. De letra del siglo xvison los dos manuscritos que se conocen: B. N. Ms. 17.510, con varios poemas de Juan del Encina, queacompañó a Don Fadrique; y B. N. Ms. 9.355, sin los poemas. Curiosamente el relato es sumamente conciso

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En conclusión, todo el escenario histórico que sustenta la Relación de Saavedraresponde al horizonte cronológico de un autor que escribe en fechas próximas al tiemposupuesto del narrador. Estamos, ciertamente, ante una falsificación; pero unafalsificación antigua.

4. UNA FÁBULA ENTREVERADA

Será innecesario indicar que la historia del falso nuncio de Portugal es en efecto una«fábula» en términos absolutos. A ningún estudioso actual de la historia de laInquisición portuguesa le caben dudas de que el relato de Saavedra es pura invención.En fecha relativamente temprana la falsedad fue denunciada ya por un buen conocedorde la documentación inquisitorial portuguesa, Fray Antonio de Sousa27, quien,asombrado de la credulidad de Páramo, puso de relieve que el establecimiento del SantoOficio tuvo orígenes muy distintos, y anteriores, a lo que supone la Relación deSaavedra. De Sousa parten las refutaciones más elaboradas de Feijoo y J. MarcosHernández. De mediados del siglo xvn era también otra obra, perdida, de unhistoriador de cuño «positivista», Jerónimo de Mascareñas, Origen de la Inquisición enPortugal, en la que se refutaba «con papeles originales y Bulas pontificias el embusteintroducido entre los poco noticiosos»; claro es que tal embuste alude a nuestrafábula28. Ya en tiempos modernos, la Historia da origem e estabelecimento daInquisiçâo em Portugal (1854-1859) de Alexandre Herculano, muy sólida enaportaciones documentales, no se molesta ni siquiera en aludir al falso nuncio, y lo

al tratar la estancia en Roma, pese a haber permanecido allí tres meses, en comparación con la atención quese dedica a otras ciudades italianas del itinerario. Respecto a la fecha de la muerte del Marqués de Tarifa,baste indicar que el hecho se había desdibujado tanto que el refundidor de la versión «amplia» puede darlopor vivo («que a la sazón era en Roma Embajador por parte de España») cuando Saavedra hace su estafa, loque lleva a Feijoo a considerar increíble el engaño: «Vaya que pudiese pegar el petardo. ¿Pero el Mayordomodexaría de escribir luego a su Amo?», etc. Feijoo vuelve a extenderse en refutar un texto que falsea el de la«verdadera» Relación.

2 7 Antonio de Sousa, Aphorismi lnquisitorutn in quatuor libros distributi. Cutn vera historia de origine S.Inquisitionis Lusitaniae, & quaestione de testibus singularibus in causis Fidei (Lisboa: P. Craesbeeck, 1630)[Aprobaciones de 1628]. Sousa en realidad se limita a negar la posibilidad de que lo que afirma Páramopueda ser cierto, confrontando su narración con la «rei huius veritatem» según constaba en las bulas ydocumentos originales depositados en el archivo regio de la Torre do Tombo y el de la Suprema, avalada poralguien que alcanzó a conocer al primer inquisidor general portugués, Dom Enrique, y señala contradiccionesde principio con el relato de Saavedra, básicamente, que los Reyes portugueses sí deseaban establecer el SantoOficio en contra de lo que Saavedra dice. Sobre la credibilidad que merecería la Relación de Saavedra, Sousada la vuelta, anticipándose a Feijoo, al argumento que tan decisivo había parecido a Páramo: «Non possumautem non mirari Paramum, qui cum fateatur Sahavedram hominem fuisse nequam, fraudibus afluctum,falsarium, item huiusmodi eventum sibi difficilem, suoque intellectui repugnantem videri, re vera tamen eomodo, quo narrât, contigisse crédit, ac pro certo, compertoque habet, sola ipsius Sahavedrae authoritateductus, qui de se ita scriptum reliquit. Ait praeterea Paramus, se in animum inducere non posse, quod sibiSahavedra tantum crimen imponere auderet: quasi non summum honorem reputaret homo fraudelentus,falsarius ac infamis, si propter tam mirabile opus in omnium memoria viveret».

2** Mascareñas alude a esta obra en su Viage de la Sereníssima Reyna Doña María Ana de Austria..., de1650. De su pérdida se lamentaba ya J. Marcos Hernández en sus notas a la traducción de Sousa, Verdaderoorigen del Tribunal del Santo Oficio..., pp. 276-279. Sobre Mascareñas como historiador remito a mi trabajo«Pleitos de historiadores y confrontaciones literarias. Antonio de Solís contra Jerónimo Mascareñas (1662-1663)», en prensa en el Homenaje a Elena Catena (Madrid, Castalia).

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mismo sucede en los varios trabajos que I. S. Révah ha dedicado al Santo Oficioportugués29. Puedo añadir, por mi cuenta, que una de las relaciones de los siempre bieninformados embajadores venecianos, la de M. Suriano, que presta considerableatención al origen de la Inquisición portuguesa, desconoce por completo la historia deSaavedra3^.

Sin embargo, nunca han faltado quienes defiendan la existencia de una cierta«verdad». Dejando ahora al margen a autores como Vicente da Costa Mattos en suDiscurso contra los judíos de 1623, o a Faria e Sousa que escribía su Asia Portuguesahacia 1640, el propio Feijoo, ante el testimonio de Gonzalo de Illescas, admitía:

Creíble es que Saavedra se fingiese Legado Pontificio, y hiciese el papel de tal en algunasAldeas o Lugares cortos de Castilla y Portugal, donde sin mucha dificultad podría hacer valerel embuste [...] y que después sobre el pie de esta verdad añadiese en su relación circunstanciasfabulosas que engrandeciesen la Historia hasta el grado de hazaña heroica en la línea de latrampa.3!

Más sorprendentemente, el canónigo e historiador «crítico» Juan Antonio Llórenteafirma en 1817:

Le critique Feijoo a cru que l'histoire de cette affaire n'était qu'une fable. Il s'est trompé. Lanarration de Saavedra que Feijoo a citée, contient des fables, mais elles sont mêlées avec desvérités qui appartiennent à l'histoire de l'Inquisition.32

Llórente analizó en forma detallada la cronología y los datos contenidos en laRelación, y concluyó que los hechos que narra Saavedra son sustancialmente ciertos.Aunque la Inquisición ya estaba establecida en Portugal, «voyant l'Inquisition s'établird'une manière contraire à son avis, il insinua qu'il serait utile de prendre pour modèlecelle d'Espagne». Lo que subyaceria en la acción de Saavedra es la negativa a aceptarciertas concesiones a los cristianos nuevos portugueses; y no hay duda de que la presiónde los conversos y la discusión sobre si el Santo Oficio portugués debía establecerse ono «al modo de Castilla» fueron cuestiones conflictivas reales. Quien lea la excelenteexposición de Llórente tendrá la impresión de que el historiador contaba, además de laRelación, con otra documentación sobre el caso del falso nuncio que nos es hoydesconocida. Pienso, sin embargo, que Llórente es víctima ante todo de la ilusión deverosimilitud que se desprende de los textos primitivos de la Relación de Saavedra, yque el historiador liberal se limitó a deducir tautológicamente las posibilidades de quelo que alli se afirma fuera cierto.

2 ° Ver por ejemplo, «L'installation de l'Inquisition à Coimbra en 1541 et le premier règlement du Saint-Office portugais», BE?, XXVII, 1966, pp. 47-88.

30 M. Suriano, Relatione de Portugal, B. N. Madrid, Ms. 763.3 1 B. J. Feijoo, ob. y éd. cit., p. 180. Feijoo alega otros casos de falsarios célebres: el del «doble» del

cardenal Simoneta, y el del «picaro» que se hizo pasar por embajador de Persia ante Luis XIV.3 2 J.-A. Llórente, Histoire critique de l'Inquisition d'Espagne, vol. II, pp. 88-89.

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LA VIDA DEL FALSO N U N C I O D E P O R T U G A L 6 9

5 . L A RELACIÓN D E S A A V E D R A C O M O R E L A T O .

D O S P R I N C I P I O S E S T R U C T U R A N T E S :

L A « D E L I N C U E N C I A A L O D I V I N O » V S . « L O S P E N S A M I E N T O S

R E A L Z A D O S » Y E L « E X C E D E R A L U S O C O M Ú N D E L O S H O M B R E S »

Es tiempo ya de volver a la piedra angular de toda esta fabulosa historia, es decir laRelación en sus textos antiguos. Creo que al contrario de lo que ha sido norma alenfrentarse a esos textos, deben separarse como cuestiones distintas la existencia real deun falsario que pudo o no realizar en todo o en parte los hechos que se le atribuyen, y,por otro lado, la narración autobiográfica de esos hechos. Para empezar, no existeninguna evidencia de que la Relación fuese escrita por quien dice haberla escrito. Si seda crédito sin más a lo que se afirma en el texto, estaríamos en el mismo caso delLazarillo o el Estebanillo González. La ilusión realista sólo arguye, y no es poco, enfavor de la maestría de quien logra crear tal ilusión.

Si se examina la Relación en sí misma como discurso literario se advierte que elrelato se organiza en torno a dos principios básicos que lo estructuran, y constituyenisotopías que recorren todo el texto. La relación de Saavedra se presenta como unaconfesión sincera de sus «delitos», pero al mismo tiempo el narrador pretende laexculpación de los mismos. La exculpación se articula sobre la idea, tan escandalosapara Feijoo, que ya se recogía en los textos de Illescas, Zapata y Jerónimo Román quetranscribíamos antes; es decir que Dios pudo servirse de un falsario para conseguir unbuen fin y que los efectos del fraude de Savedra han sido a la postre beneficiosos para lacausa de la ortodoxia católica. La Relación enfatiza hasta la saciedad que todos losactos de Saavedra fueron en realidad guiados por la voluntad divina y que sus engañosson justificables porque consiguieron reestablecer la justicia, o al menos no fueronperjudiciales. Y ello sería así, según la Relación, desde el principio de la vida deSaavedra, y no sólo en lo que afectó a su «misión» de establecer el Santo Oficioportugués.

Veamos los hitos principales de esta singular trayectoria:

(1) Saavedra, en Madrid, se compadece de una viuda que vino «a pedir justicia de lamuerte de su marido, que ciertos contrarios suyos le havían muerto; y por su muchapobreza la despachavan mal sus negocios». Lo que la justicia ordinaria era incapaz deotorgar, se consigue gracias a las malas (?) artes del falsario: «Y assí hice luego unaprobisión que fue la primera de mi mano, despachada en toda forma por un juezpisquissidor, la qual ella llebó y executó como si fuera de todo el Conssejo Real y losdelinquentes pagaron lo que tan justamente debían, y se ataxaron con esto muchosmales y grandes incombenientes, como adelante se bio».

(2) Después de cobrar en Toledo una suma sustancial mediante una póliza falsa,Saavedra falsifica la firma del Emperador y el príncipe Felipe y elabora una provisión omisiva al Consejo de Órdenes «por la qual se le mandava se me diesse luego el abito deSantiago con 4.000 ducados de renta, los quales cobré pacíficamente 17 años». Ahorabien, el hábito y encomienda obtenidos tan fraudulentamente, y traspasados a untercero con idéntico fraude resultan ser al final refrendados y legalizados por voluntaddel mismo Dios:

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Y el día que me hize Cardenal y pusse el capelo en Sevilla traspassé este abito y encomiendacon decreto y provissión mía como si fuera de el Rey en un mi mayordomo, el qual oy día lopossee con orden cierta y espresa de su Mag. , por aver visto ser todo guiado por voluntadparticular del Cielo y estar esta encomienda como conejada y ocultada, según se supo despuésque yo fuy presso, porque entonces se la concedió a Su Magd el Papa Paulo tercero, de lamanera que está oy día, diciendo aber sido ésta orden divina.

(3) Saavedra obtiene aún mayores sumas que llegan a 36.000 (~40.000, 42.000,etc.) ducados, falsificando libranzas contra los depósitos reales. Pero también esta«maraña», que él reconoce como tal, tiene su justificación porque la hizo «sin tomar nicobrar blanca de hombre particular, sino solo de su Magd, y esto de cosas suyasperdidas y de todo punto olbidadas»; y hasta tal punto perdidas y olvidadas que si nose hubiera metido a cardenal «jamás en el mundo ni parte del se descubriera este hechoy maraña, con aver yo sacado y cobrado en la forma que he dicho grandes cantidadesde ducados».

A mayor abundamiento, tanto este robo como todos los otros quedaránimplícitamente disculpados, y hasta «santificados», puesto que el producto seráaplicado a financiar lo que será la gran empresa de Saavedra en Portugal. Y por sihubiera dudas: «Permitió nro. Sor. que mis travajos passasen adelante, como en finpasaron asta que su dibina Magd los ataxó con el remedio».

(4) Ya en Sevilla, Saavedra empieza los preparativos para su misión. Confía su planal mayordomo y el secretario de su «casa», pero está dispuesto a asumir él solo losriesgos. Esta actitud «sacrificial» manifiesta una evidente altura ética y un altruismoque, de nuevo, justifican plenamente al falsario:

... Mi mayordomo y secretario, sin que otro alguno supiesse cossa, a los quales solo medescubrí debajo de un juramento muy solemne que yçimos de que si permitiera Nro. Sor queyo por mis pecados fuesse descubierto y biniese a padecer, que por mi caussa ellos nopadecerían ni jamás sería manifiesta la culpa y que justamente yban comigo.

(5) El encuentro con un «teatino» permite, providencialmente, a Saavedra poner enmarcha su plan. El religioso es presentado como «hombre docto» y de buena«doctrina», y sin embargo no muestra ningún escrúpulo cuando Saavedra falsifica enfavor de un su compañero un breve pontificio «que trayia de Roma para fundar unacassa de la Compañía de Jessús en Portugal». Una vez que Saavedra descubre a los dosjesuitas su proyecto, no sólo contará con su entusiasta aprobación, sino con la necesariacolaboración para una empresa en la que el falsario es calificado como ángel enviadopor Dios:

Con lo qual se alegraron no poco, y viéndolos yo tan contentos y agradezidos a lo que abíaecho, diles parte y descubríles mi yntención, y cómo desseava y andava buscando modo comoyntroduzir el santo tribunal de la Ynquisición en Portugal. Viendo ellos mi abilidad [e]yndustria y que con ella podía sacar todas las cantidades de dinero que quisiese, y hazerqualesquier firmas falssas despachando los poderes nezessarios del Emperador y otrosPríncipes y de la Corte romana [...] me dixo el teatino antes que yo ablasse: «Por zierto, señor,que en el Mundo se pudiera aliar otro hombre como vos para negocio como éste de tanta

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conssequençia, y de que tanto se ha de servir Nro. Señor; pero sería nezessario queexpressamente biniesse a esso un Cardenal con Bulla missiva, legado a latere, y con laspropias vezes que el Sumo Pontífize, trayendo también poderes del Emperador con toda suauthoridad plena, y que Su Magd Zessarea lo pidiesse y requiriesse para ello al Rey dePortugal de parte de la fee Cathólica, porque esto mismo an yntentado algunos Papas y jamáslo pudieron conseguir, y si bos lo hiziéssedes seríais no hombre sino algún ánjel ynbiado delcielo de la mano de Dios, por ser como es una cossa tan ynportante». Con lo quai y con otraspláticas que tratamos, me bino a dar toda la luz y orden que debía tener y guardar en unnegocio tan arduo, y el tenor y traza de la Bulla missiva, la qual escribí luego. Y el teatino sefue con Dios.

La idea de hacerse pasar por Nuncio papal no es, pues, de Saavedra, sino que hasido sugerida por un sabio y virtuoso religioso de la recién fundada Compañía de Jesús.

(6) Una vez falsificada la Bula papal, Saavedra la pone a prueba aprovechando lapresencia providencial en Ayamonte de un fraile franciscano, «provincial de su Orden»recién venido de Roma. Saavedra finge haber encontrado la Bula, perdida por unoshombres «que corrían la posta». El provincial franciscano le encarga la conciencia paraque la entregue a su dueño, aprobando explícitamente el contenido e importancia de laBula, al mismo tiempo que «certifica» su autenticidad:

Y rogóme después con grandíssima instancia que luego al punto fuesse o embiasse a buenrecado aquellos papeles, porque eran de muy grande importancia y servicio de Nro. Sr., queme hacía saber para que con más cuidado lo hiçiesse que aquellos papeles no eran menos quebulas apostólicas para meter la Inquisisión en el Reino de Portugal, cosa que tanto avíandesseado muchos Papas y Reyes, y en particular toda la República de Castilla, y que los Reyesde Portugal lo avían contradicho y defendido grandemente, pero que agora con esta bula tanen forma y con la carta y poderes del Emperador, y bénir a ello en perssona un Cardenal, queera uno de aquellos que corría la posta, sin duda se haría el negocio bien.

(7) En Sevilla, Saavedra decide hacerse con nuevos dineros y ya vimos cómo loconsiguió estafando a los albaceas del Marqués de Tarifa con una presunta deuda queel Marqués habría dejado impagada en Roma. Lo asombroso es que esa deuda resultaser auténtica; el falsario ha sido, una vez más, el necesario instrumento para que serestablezca la justicia. Según el texto de un manuscrito distinto del que transcribíamosantes:

Cobré, de los albazeas y bienes del Marqués de Tarifa, ochenta y cinco mili ducados, diziendoque aquellos se abían quedado debiendo en Roma quando estubo allá el Marqués por ziertaszédulas que yo trayía contra echas, que enseñándosselas a su Mayordomo, dixo que eraaquella letra y firma del Marqs, pero que tal deuda no se devía por mili razones que para elloalegava. Mas al fin me los pagaron como los pedía, y la verdad es que esta cantidad la quedódebiendo el Marqs a la Sede Apostólica, y si yo no los cobrara se estubieran hasta oydeviendo.

(8) Llevando adelante la impostura, Saavedra se encamina hacia Portugal. En eltránsito ejerce ya como inquisidor, desempeña su oficio con rectitud y se rodea de los

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mejores colaboradores posibles, hasta el extremo que esos nombramientos fraudulentosno fueron nunca revocados:

Caminé a Badajoz, y teniendo noticia de algunos lugares de Castilla por donde passava, queavía ynquisición en Llerena y otros, los vissitava, correxía y castigava según pedía mi oficio; yentre ellos escoxí tres ynquissidores de las Ynquissiçiones de Sevilla y Llerena, los más doctosy experimentados que allé, y los llevé conmigo, y los dexé después por ynquisidores enPortugal, y oy en día hazen sus oficios con mucha rectitud, que son el Doctor P° ÁlbarezBezerra y el Doctor Dn. Alonso Bázquez y el Lizdo. Dn . Luis de Cárdenas.

(9) En la embajada que dirige desde Badajoz al rey de Portugal, después de unprimer intento fallido, apela a su cristianismo con exhortaciones que ciertamente nodesmerecen de lo que pudiera esperarse del más digno príncipe de la Iglesia; ordena asía su secretario:

Que se lo dixesse con mucha efficazia y que mirasse Su Alteza lo que hazía en casso tan grabey importante a la fee cathólica y república christiana y que fuesse servido de responder comotan cathólico Prínzipe, proveyendo en ello con la justificación que devía favoreziendo estacaussa, por ser de Nro. Señor y obligación suya y ser perssona tan soberana, de quien abíande tomar exemplo todos los prínzipes de la christiandad, y dexar nombre y famas en la sa

Yglessia de ser tan obediente a la Santa Sede Appa y observar y guardar sus hórdenes y que selimpie todo jénero de mácula para que la fee de Christo quede tan clara y limpia como el solal medio día.

(10) Ya admitido en Portugal, Saavedra cumple con éxito su misión, dejandoestablecido el Santo Oficio con efectos permanentes. Todo lo ejecutado por el falsonuncio ha sido después confirmado por el Papa y el rey:

Estube en la Corte tres meses; y andube vissitando después el Reyno y assentando las cossasde la santa Ynquissición en Lisboa y Coymbra, escoxiendo para los oficios della las perssonasmás eminentes en vida y letras, dándoles grandes poderes y authoridad para la execución detodo, como oy día se conserva y está asentada y después lo confirmó todo Su Santidad conBullas Appostólicas, y Su Mag .

(11) Saavedra acepta resignadamente que Dios no le permita pasar más adelante.Acabada su empresa, le espera un castigo con el que ya contaba. Pero Saavedra no dudade haber sido ministro, aunque «malo», de la obra de Dios. El componente «sacrificial»al que aludíamos se consuma ahora. Saavedra, nuevo Cristo, es delatado por «otroJudas»:

Biendo Nro Señor que tenía ya echo esto por mano deste mal ministro, no queriendo su divinaMag". que passase más adelante y que hiziesse más ynsultos perniçiossos, me ataxó los passos,cumpliéndose lo del Evangelio: que no abrá cossa por oculta que sea que no se rebele; y por sudibina probidencia me dio otro Judas que me vendiesse, que fue un Bicario de Mora, en quienyo me abía fiado.

(12) Las acciones de Saavedra cuentan con la aprobación final de dos papas y delrey de España. Paulo III se pronunció a favor de la «burla» del falso nuncio:

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Diciendo que esto fue proveydo de la mano divina de Nro. Sr y si de veras no lo avían queridoconceder otros tiempos era permisión divina que de burlas no lo pudiesen escusar ni evitar.

O, en la otra redacción:

Considerando nro. Sancto Padre el efecto hecho, juzgó aver sido orden y traza divina, comoyo mesmo lo creo; y assí mandó su Santidad se me diesse una penitencia piadossa. Y si de míno tubiesse el Cardenal entendido que iría a la corte Romana, que deseaba mucho verme yque en todo casso me Uevassen a su presencia.

Y en el proceso contra Saavedra tanto el Papa como el Inquisidor general de Castilladeseaban dejarlo libre; sólo la interferencia de la justicia civil fue causa de la condena.Sin embargo, el tiempo presente en el que se escribe la Relación es triunfal; Paulo IV yFelipe II reconocen los méritos del falsario, y le premian con la libertad y otrasmercedes:

Agora ha sido nuestro Señor servido que el Papa Paulo 4o dio un breve para los Inquisidoresen que mandó me saquen de galeras, y por hallarse en el puerto de Sancta Ma le embió suSanctidad al obispo de Tarazona, y él le embió al Arçobispo de Sevilla para que lo tratassecon su Magd, el qual mandó que me soltassen y que yo biniesse a verme en su presenzia, y meavisasen que en parte ninguna parase ni escrivíesse hasta hazer esto, y ordenasse lo que de míse avía de hazer. Con esto vine a la Corte, donde besé la mano a su Mag , y después me hizola mrd. que a todos dixe en Sevilla de dos mil ducados de renta.

La confesión del delito se ha transmutado en una autoapología. El lector de laRelación se supone que no ha de ser más riguroso que el Inquisidor Cardenal Tavera,los pontífices Paulo III y Paulo IV, o Felipe II. La estrategia de captación, no ya debenevolencia sino de complicidad, deja pocos resquicios a que el fiel y católico lector nole perdone tan santa burla, y no admire el celo, buena intención y éxito de Saavedra.Uno de esos antiguos lectores, fray Jerónimo de Sepúlveda, fue incapaz de refrenar suentusiasmo, y al terminar la copia de la Relación mostró en una apostilla propia que elautor había conseguido con creces su propósito:

Se echa de ver fue este un hombre de las más raras habilidades que huvo en el mundo, puestubo ánimo y osadía para emprehender cossas tan grandes y hazañossas. Sólo un deseo mequeda; que quisiera nos contara en esta carta, qué fue de él y en qué paró. Porque cierto quehombre de tan lindas partes, y tan extremadas, no era razón muriese en galeras, como handicho muchos que murió. Pero esto yo no lo creo, sino que le premiaran y honrraran sus altosy realzados propósitos y pensamientos, pues siempre anheló a cossas altas y grandiossas,como fueron las que hizo y hemos visto, por lo qual merece eterna fama. Fin de este discursode Sahabedra famoso.

La historia ejemplar que el autor de la Relación ha sabido construir y comunicar esuna variación a lo divino de un arquetipo menos emparentado con el de los falsosDemetrios o falsos reyes don Sebastián que con el del General della Rovere deMontanelli (y Rosellini, y De Sica, 1959); un picaro o ladronzuelo de poca entidad que

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asume una personalidad postiza puede llegar a identificarse con su papel hasta el puntode comportarse con una dignidad, eficacia, o incluso heroísmo, que envidiarían quieneslo ostentan de modo legítimo.

La primera isotopía que organiza el texto cumple plenamente la finalidadexculpatoria. Saavedra se nos presenta a sí mismo como ejemplo de que Dios escribederecho con renglones torcidos. En tanto en cuanto simple instrumento de más altosdesignios, el falso nuncio ha llevado a cabo la hazaña de establecer la Inquisición dondeparecía imposible hacerlo, y poco importa que él sea un pecador y «mal ministro».Porque la Relación sabe alternar la insistencia sobre el designio divino, que supera yguía las acciones del falsario, con humildes y constantes reconocimientos de suculpabilidad:

—Mis travajos e ynsultos e delitos vinieron al modo y orden que aquí se dirá...—Procuré que fuese en esta la primera experiencia de mi inicuo y desdichado saber por mípretendido (-procuré acer en su remedio prueba de mi yntento y perbersa abilidad).—Y ansí traté de sacar y hurtarlas firmas del Consejo Real y el de Órdenes...—Si permitiesse Nro. Señor que yo por mis pecados padeziesse...—Certifico a Va.S. Illma que si no me metiera en bestirme de colorado, y açerme Nuncio, quejamás en el mundo ni parte del se descubriera este hecho y maraña, con aver yo sacado ycobrado en la forma que he dicho grandes cantidades de ducados.—Pero permitió nro. Sor. que mis travajos passasen adelante, como en fin pasaron asta que sudibina Magd los ataxó con el remedio.—Tara perderme quise criar alas, y estas que fuessen coloradas, usurpándolas a nra. Madre laIglesia Santíssima.—No queriendo su divina Magd. que pasase más adelante y que hiçiesse otros ynsultosperniciosos, me ataxó los passos, cumpliéndose lo de el Evangellio: que no abrá cossa poroculta que sea que no se revele.—Me llevaron a galeras adonde estube por mis pecados diez y ocho años, sin dos que estubepresso en corte y poder del Cardenal.—Y yo passé después mis trabaxos ciertos muy como mis pecados los merecían.

Saavedra merece, pues, simpatía y perdón. No sólo ha sido capaz de autoinmolarseal servicio de «cossas tan grandes y hazañossas», sino que se reconoce pecador y aceptacomo buen cristiano la penitencia y los «trabajos».

Existe, sin embargo, una segunda recurrencia textual que contrasta con esa modestiay con el deseo expreso de presentarse como'simple instrumento de un plan divino. En laRelación abundan las declaraciones de jactancia y autosatisfacción de Saavedra por sushabilidades e industria. Según esta actitud, la conducta del falsario tiene móviles máshumanos que divinos, es decir: manifestarse como persona excepcional, dotada derealzados pensamientos y, de paso, suscitar nuestra admiración:

—Yo fui tenido por el mejor escrivano de todas letras de nuestro tiempo [...] Y faltándome elpadre, vine contra la voluntad de mi madre a la Corte, donde por la havilidad de la plumamuchos señores deseavan servirse de mí.—Y yo, como mis pensamientos arduos me hacían guerra, deseava hazer cosas que fuese algomás que el uso común de los hombres. ( Mas yo con mi inclinación natural y pensamientos

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altivos, prettendi siempre hacer cossas que excediessen al uso común de los hombres y quenadie las huviese hecho).—Yo, deseosso de poner en orden cosas nuevas, estando en cassa del Dor Alderete, vino unamuger de Villanueva de los Ynfantes que pedía la muerte de su marido [...] y por parecermeque me tardava, quise hazer aquí el primer ensayo de mis trazas para que este fuesse el primermodelo en que yo conociesse cómo bolavan mis habilidades y en qué paraba esta labor delprimer modelo en que yo conociesse lo dicho.—Yo muy ufano por esto, parecióme que ya podía volar seguro, y que no era justo servir anadie.—Con esta canttidad me puse en orden y di buelta a la Cortte con pensamientos másrealzados.—Yo deseava haver a las manos y tener a las uñas las firmas del César Carlos Quinto y de suhijo Dn. Phelipe, y tal maña me di que no se me escaparon ellas, y las formas de sus letras ynotas.—Con esto el corazón rebentava por verse con una cruz encima. Parecíame que la trayanotros con menos partes que yo; y por salir de esta congoja, acordé en buena coyuntura decontrahazer una missiva de su Mg1* para el Consejo de Órdenes, la qual contenía se mediessen luego el hábito de Santiago...—Y éranme las cossas tan fáciles que el día que me vestí el hábito de Cardenal en Sevilla diesta mi encomienda a un mi mayordomo...—Y tratando de diversas cosas, admirándose [el teatino] de mi habilidad y pluma, me mostróun Breve...—Con esto mostré mucho regocijo, estimando como era razón aquella voluntad; y asíencaminé mi jornada a verme con el Rey, de quien y de toda su Corte fue Saabedra bienrecivido y agasajado con la mayor pompa y majestad (-alegría y gusto) que se puedeimaginar.—Gasté en la Corte tres meses tratando gravíssimos negozios y dando en el mío tal traza queen otros tres meses visité todo el Reyno, asenté las Audiencias que me pareció, conocí demuchos y grandes delitos, sentencié muchos a fuego, a otros a San Benitos, galeras y azotes,con la maior rectitud y justicia que pude, arrimándome siempre más a la misericordia que a lacrueldad.—Y el Marqués de Villanueba de Barcarrota, con quien se avía tratado mi prisión, pasó el Ríocon gran tropel de gente de a pie y de a cavallo y me prendió. A quien, como a cavallero nobleme descubrí, y él se me ofrezió y afizionó extrañamente, pesándole arto de haverme preso.

Pero no son sólo pasajes específicos del texto, que podrían fácilmente aumentarse,los que nos muestran a un Saavedra convencido de su habilidad e ingenio más allá del«uso común de los hombres». Toda la Relación transparenta esa conciencia de lapropia valía, y el autor se complace en provocar la admiratio en unos lectores que hande reconocer en Saavedra además de unas cualidades naturales innatas, su capacidad decálculo a largo plazo, una presencia de ánimo a toda prueba en circunstancias difíciles,la facilidad para ganarse voluntades y lealtades, y otro cúmulo de virtudes que hacen deél un hombre excepcional. Todo ello, por supuesto, según declaración del interesado;pero el lector tiene que darle la razón cuando ve, por ejemplo, cómo el falsariocomprueba la excelencia de su bula contrahecha, engañando de forma tan elaborada alprovincial de los franciscanos, cómo instala en Sevilla su casa y cortejo de príncipe de laIglesia, o cómo salva la apurada situación al fracasar su primera embajada al reyportugués. Los méritos de Saavedra, su «ánimo y osadía» y sus «lindas partes, y tan

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extremadas», son méritos humanos personales y propios, independientes de la santidadde su empresa. Saavedra no es sólo un mero instrumento de la volundad divina. Y elautor de la Relación consigue también trasladar al lector esa impresión. La notaadmirativa de fray Jerónimo de Sepúlveda que transcribíamos antes refleja, en realidad,más este segundo aspecto que el primero.

La Relación estructura el relato, en definitiva, sobre dos principios conductores ydefiniciones del personaje que son contradictorios. Claro es que ambas isotopíaspueden conciliarse: Para establecer el Santo Oficio en Portugal, Dios no podía servirsede un menguado ni de un pusilánime. La contradicción, sin embargo, tanto en términosmorales como de coherencia narrativa es insalvable, y crea tensiones que fueron muypronto percibidas. Los transmisores del texto tuvieron que optar por privilegiar una uotra de las ideas-fuerza dominantes en su lectura de la Relación del falso nuncio. Lasvarias reescrituras que conocemos así lo evidencian.

6. REESCRITURAS A LA CARTA

He considerado hasta ahora las dos versiones «breves» o antiguas de la Relación,sin hacer mayores precisiones. Sí queda ya indicado que el rasgo esencial que lasdiferencia es, aparte otros cambios que suponen variantes radicales en todo el texto, laalteración del orden narrativo en la redacción «Con Inciso», mientras que la versión«Sin Inciso» sigue un orden lineal33. Pero esa distinción se corresponde con otra queafecta directamente al contenido «ideológico». La versión «Sin Inciso» insiste muchomenos en la justificación divina de la empresa de Saavedra y en su exculpación en tantoen cuanto mero instrumento de una voluntad superior; se acentúa en cambio laautosatisfacción simplemente humana por sus habilidades, y abundan más los«desplantes». De ahí que hallamos utilizado mayoritariamente los textos de una u otra

3 3 Conozco los siguientes Mss.:- Versión «Con Inciso»: Madrid, Bibl. Nacional: 2.129 (olím I, 213), 3.269, 7.448 (olim T, 299), 11.077

(14) (olim Kk, 32), 18.724 (39) (olim Ce, 91 [A]), 18.760 (38) (olim Pp, 77.8); Madrid, Academia de laHistoria: Colección Salazar, Ns. 9-638; Bibl. Monasterio de El Escorial: Z.IV.2; British Library, Londres: Eg.1.509, Add. 28.461; Córdoba: Ms. publicado por Ramírez de Arellano, Ensayo de un catálogo biográfico deescritores de la provincia y la diócesis de Córdoba (Madrid, 1921), I, pp. 575-578. M. Serrano y Sanz publicael texto del Ms. 7.448 en Autobiografías y memorias, NBAE, II (Madrid, Bailly-Bayllière, 1905), pp. LXXX-LXXXVI. Sobre Eg. 1509, ver E. Llamas, Documentación inquisitorial. Manuscritos españoles del siglo XVIexistentes en el Museo Británico (Madrid, Fund. Universitaria, 1975), pp. 72-73 ; y, sobre el mismo y Add.28.461, ver P. de Gayangos, Catalogue ofthe Manuscripts in the British Muséum, II, 209, y III, 347.

- Versión «Sin Inciso»: Madrid, Bibl. Nacional: 1.493 (olim F, 281) [ver, sin embargo, lo que másadelante diremos sobre este texto], 2.576 (olim H, 156), 6.210 (olim R, 8), 7.178 (16), 9.324, 10.838,18.724, núm. 39 (olim Ce, 91, [B]); Madrid, Archivo Histórico Nacional: Estado, Libro 858; Inquisición,Libro 29. M. de la Pinta Llórente publica y comenta el texto de AHN, Inquisición, Libro 29 en «Orígenes yorganización del Santo Oficio en Portugal», RABM, LIV, 1948, pp. 73-83.

El inventario no está en modo alguno cerrado y es seguro que se conservan otros textos en distintosfondos manuscritos. Así, después de redactado este trabajo, he tenido conocimiento gracias a la mediación deV. Infantes, de la memoria de licenciatura de Antonio Castillo Escobar (Univ. Complutense, 1986), que danoticia de otros dos manuscritos de la versión «Con Inciso» conservados en Bruselas y Montserrat. Porrazones obvias, no he aprovechado aquí la excelente información que contiene este trabajo y que obligaríaampliar o matizar varias de mis apreciaciones. Baste indicar que, en cuanto a la filiación de las dosredacciones antiguas de la Relación, Castillo Escobar sostiene criterios opuestos a los míos.

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versión para ilustrar cada una de las recurrencias fundamentales que dan unidad alrelato. Recuérdese simplemente cómo concluía en ambas versiones el relato de la estafaa los testamentarios del Marqués de Tarifa:

Mas al fin me los pagaron como los pedía, y Mas yo empezé contra quatro Albazeas ala verdad es que esta cantidad la quedó fulminar una excomunión y otra, hasta quedebiendo el Marqués a la Sede Apostólica, y me dieron mis treze mil ducados, como asi yo no los cobrara se estubieran hasta oy todos es notorio. [Red. «Sin Inciso»]deviendo. [Red. «Con Inciso»]

Igualmente, las justificaciones de la delincuencia «a lo divino» aparecen atenuadas omenos desarrolladas en la redacción «Sin Inciso» en varios de los puntos queenumerábamos antes (supra § 5): (1), (3), (4), (5), (8), (10), (11) y (12).Correlativamente, las jactancias de Saavedra, aunque existan en ambas redacciones, sonmás explícitas en los textos que siguen el orden temporal del relato.

Ahora bien, ¿cuál es el texto que se reescribe y cuál el reescrito? En principio, laexplicación «facilior» es que el texto más próximo al original es el de la redacción «Sininciso». Páramo ya daba noticia de que el original autógrafo de la Relación seconservaba en la biblioteca del monasterio del Escorial, y que obtuvo copia de él através de fray Miguel de Santa María, monje de San Jerónimo el Real de Madrid, esdecir un compañero de orden de quienes regentaban el monasterio escurialense. Lamisma noticia figura en el encabezamiento o en el explicit de los manuscritos «Sininciso»; y el informe merecería todo crédito, puesto que esos manuscritos derivandirectamente de la copia de la Relación que insertó fray Jerónimo de Sepúlveda en suHistoria de varios sucesos y de las cosas notables que han acaecido en España ... desdeel año de 1584 hasta el de 160334. Según Sepúlveda: «Todo esto es sacado de una cartaque el mesmo Saabedra escribió al Arzobispo de Sevilla, la cual está escrita de sumesma mano y firmada de su nombre, y está de presente en esta Librería Real de SanLorenzo, y de allí la hube y trasladé».

Si tanto Páramo como Sepúlveda traducen o transcriben el autógrafo de Saavedra, ysi sus textos corresponden a la redacción «Sin inciso», la cuestión parecería fácil dezanjar en favor de la prioridad de esa versión lineal. Creo, sin embargo que ello no esevidente en modo alguno. Prescindiendo del hecho de que no se conserva en El Escorialel presunto autógrafo de Saavedra, ni ningún Ms. de la redacción «Sin Inciso»35, no sonfiables en buena crítica los testimonios de Páramo y Sepúlveda. Ambos escriben enfechas tardías: Páramo en 1598 y Sepúlveda después de 1603; la información dePáramo le viene a través de terceros; y el texto conservado de la transcripción deSepúlveda, a través de copistas, dista mucho de corresponder por sus errores a lo que seesperaría en la transcripción fiel de un autógrafo. Súmese que otros Mss. de la

3 4 B. N. Madrid, Mss. 2.576-2577. En la edición del P. fr. J. Zarco Cuevas, Documentos para la Historiadel Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, IV (Madrid, Helénica, 1924), se omite la Relación «porhaberla ya impreso, aunque algo diferente, D. Manuel Serrano y Sanz» (p. 71).

35 El copista de un manuscrito tardío achaca la «pérdida» de la carta autógrafa a un robo, pero sudeclaración es de oídas y puramente deductiva: «Dicen que falta; la deben de haber hurtado...» (B. N.,Madrid, Ms. 9.324, de letra claramente dieciochesca). El único texto de la Relación conservado hoy en ElEscorial pertenece a la redacción «Con Inciso»

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redacción «Con Inciso», muy emparentados con el de Sepúlveda, afirman que lo que seconservaba en El Escorial no era el autógrafo sino un «traslado»36; y, que si el escritode Saavedra iba dirigido al Arzobispo de Sevilla (según los mss. «Sin Inciso»), no seentiende la razón de que acabase en la biblioteca de El Escorial. Creo, en definititiva,que Páramo, Sepúlveda, y los copistas de éste no hacen otra cosa que dar crédito a loque se decía en el texto de la Relación que llegó a sus manos, y repetirlo. Una vez másestamos ante la ilusión realista que testifica sólo en favor de las pretensiones deveracidad del autor de la Relación, y de su éxito; nada menos, pero nada más.

Más dudas: los manuscritos de la redacción «Sin Inciso» presentan una tradiciónuniforme, fácilmente réductible a un texto «crítico», salvo en contadas ocasiones. Ladiversificación es muy superior en los, por otra parte, más abundantes manuscritos dela redacción «Con Inciso». Ello, en principio, abonaría una transmisión más compleja ydilatada en el tiempo.

En mi opinión la redacción «desordenada» o «Con Inciso» es la primitiva. Paracreerlo así me fundo en razones de contenido y estructurales. El énfasis en lajustificación de la delincuencia «a lo divino», dominante en esa versión, se correspondecon la visión del caso del falso nuncio que aparece en los autores del siglo xvi que porprimera vez documentan el caso. Además, en la forma epistolar es más natural y creíbleque se produzca el desorden cronológico; la espontaneidad de la confesión de Saavedrahace verosímil que un «por cierto que», o un «como después se vio» provoque laruptura del orden lineal. En una refundición textual es más fácil ordenar quedesordenar el tiempo del relato. Ello se evidencia por el testimonio de la versión«amplificada», la impresa en el siglo xvm y conocida por Feijoo. Aunque es indudableque esa refundición tardía parte de la redacción breve «Con Inciso», la secuenciatemporal ha sido reordenada. Pero lo mismo se había producido ya antes: El Ms. B. N.1.493, que con toda seguridad reescribe independientemente un texto de la redacciónbreve «Con Inciso», ha recolocado «en su lugar» todos los episodios que su texto baseanticipaba. Y antes de 1614, o de 1620, el historiador cordobés Andrés Morales, alcopiar otro texto de la redacción «Con Inciso» no acepta su orden y recoloca lospasajes anticipados37. En tres casos se ha producido el mismo proceso. Es claro, a miver, que la reescritura ha ido en la dirección de restaurar el ordo naturalis del relato, y

3 6 Así, por ejemplo, en el encabezamiento del Ms. B. N., Madrid, 6.210: «Copia de una carta queSaavedra escrivió al Arzobispo de Sevilla, que estava escrita de su mano y firmada de su nombre, cuyotraslado está en la librería de S. Lorenzo del Escurial, de donde se sacó esta copia»; o en el explicit del Ms. B.N. 7.178: «Todo esto se sacó de una carta que el mismo Sahabedra escribió al Arzpo. de Sevilla, la qualestaba escrita de su mano y firmada de su nombre, cuyo traslado está de presente en esta librería de Su.Lorenzo, y de allí la tuve y trasladé»; y del Ms. B. N. 18724 (39 [B]): «Todo esto se sacó de una carta que elMismo Sahabedra escrivió al Arzobispo de Sevilla, la qual estava escrita de su mano y firmada de su mismafirma, cuyo traslado está de presente en esta librería de San Lorenzo el Real, de donde la hube yo y trasladoletra por letra fidelísimamente». Nótese que este colofón se corresponde con el de Sepúlveda, pero con uncambio sustancial.

3 7 Texto en R. Ramírez de Areüano, Ensayo de un catálogo bibliográfico de escritores de la provincia ydiócesis de Córdoba (Madrid, Rev. de Archivos, 1921), pp. 575-577. Según Ramírez de Arellano, Morales,que copiaba un papel impreso (?) con la vida de Saavedra, «ha mudado muy pocas palabras de cómo él loescribió». La Historia de Morales fue concluida en 1614, según un documento tardío que publica Ramírez deArellano (p. 401), o en 1620, según la rúbrica del propio autor (p. 398).

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no al contrario, de acuerdo con lo que ha sido la tendencia general en toda narrativahasta tiempos recientes.

Si se observa más de cerca el momento en que se produce el desorden temporal en laredacción «Con Inciso», vemos que la ruptura no es casual sino que está motivada porla isotopía dominante en esa versión de la Carta de Saavedra. El falsario planeacuidadosamente su empresa, embarcando en ella a todo un cortejo de criados, entre losque elige a un mayordomo y un secretario a quienes confía su plan; pero secompromete a asumir él sólo los riesgos. Esa actitud «sacrificial», que el autor de laRelación destaca en su estrategia exculpatoria de los delitos de Saavedra, le lleva aanticipar todo el relato de la prisión, proceso y condena del falso nuncio, sin que hayanarrado todavía su gran y definitivo fraude:

Sabrá V. S. que sabían este negocio el Mayordomo y Secretario como yo mismo, a los qualesprometí devajo de juramento solemne y divino que si permitiese Nro. Sr. que yo por mispecados padeciese, no por mi causa serían descubiertos para que fuesen castigados por el caso.Y ansí quando me prendió el Marqués de Villanueva de Barcarrota pensando que fueseitaliano, como me conoció y supo quién era verdaderamente, se compadeció de mí, y le pesóde averme preso.

Y conociendo yo esto, me atreví a pedirle dexase ir livres a los que me seguían, criadosmíos que eran más de ciento, certificándole y asegurándole con juramenfdque si avía culpaque yo solo la tenía; de lo qual no solo él quedó cierto y asegurado, pero quedólo asimismo elRey de Portugal, y así le hiço que los dexasen ir livres a todos...

A lo que sigue todo el relato de los avatares judiciales y padecimientos del falso nuncio.Sólo después de contada su liberación y una vez que el lector ya conoce la aprobaciónimplícita que el Papa y el Rey manifiestan, por separado, a lo ejecutado por Saavedra,deseando ambos incluso entrevistarse con él, se reanuda el relato de la hazaña. El«desorden» es, pues, funcional; lo que se pierde en suspense, se gana enautoexculpación y demostración palmaria de la justificación divina del fraude.

La otra versión, además de añadir algún detalle que incide más en la habilidadhumana de Saavedra en la captación de sus ayudantes, y en su propia autosatisfacción,muestra en este punto una sutura que me parece reveladora en cuanto delata lareordenación del texto:

Y con esto me fui a Sevilla, en donde di quenta de mis intentos a mi Mayordomo y Secretario,a los quales con juramento y voto solemne prometí que por si acaso por mis pecados yopereziese, no por mí serían descubiertos. Con esto y con dádibas y buenas obras los tenía tande mi parte que si quisiera rebolber el mundo me ayudaran. Y assí quando me prendió elMarqués de Barcarrota pensando que era ytaliano, y como me conociese y supiese quién era,compadezióse de mí y le pesó de haverme preso; y suzedió de mis criados lo que adelante diré.Yo salía de Portugal...

En efecto, la redacción «Sin Inciso» repite más adelante el episodio delprendimiento, pero creo que la frase subrayada última es testigo de que se hadesplazado una parte del relato, que originariamente figuraba ahí. Cierto es que,suponiendo el proceso inverso, no sería imposible que esa frase incitara a un refundidora anticipar esa misma parte, desordenando un relato que estaba ordenado; no es

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imposible, pero a mi juicio mucho menos probable, en vista de lo señaladoanteriormente.

Una tercera reescritura, la redacción amplificada, insiste en la línea de magnificar lasastucias bien humanas de Saavedra, pese a que esta tardía refundición procede del textoque primaba la otra recurrencia básica, es decir la del Saavedra instrumento divino y lajustificación de su empresa38. Ello significa que en el proceso de transmisión sonposibles los «saltos atrás», en virtud de que ambas alternativas siempre estabanpresentes, aunque diversamente destacadas, hasta ahora. La versión amplificadadestruye toda posibilidad de equilibrio. El énfasis en los desplantes y la pueril jactanciadel falsario, la falta de décorum, el lenguaje chulapesco hipercastizo, y la exhibición delos engaños como episodios jocosos e irreverentes, convierten esta redacción en casi unaparodia. La narración se amplia con nuevas células narrativas, como un del todosobrante viaje a Indias, o detalles tremendistas como suponer que la relación estáescrita «con su mano izquierda después que le cortaron la derecha», pero laamplificación es ante todo verbal. Bastarán unas citas para advertir cuál es el nuevo«tono» de la reescritura, y, de paso, asombrarse de que esta refundición haya podidoser alguna vez considerada como autobiografía antigua o verídica, o ambas cosas:

Échele esta botana o petardo hasta entregarle los papeles. Miróme el Provincial y dixo:«Cierto tiene V. md. buena alma, y obra como Caballero Christiano; estos papeles, aunque V.md. tenga discurso, no los alcanza su buelo». Bien que oyendo mi práctica (o plática) se fue decopas y la tendió, diciendo lo siguiente...

Yo estaba oyendo al Reverendísimo con el ansia que está el enfermo aguardando la mañanapara que le den el julepe; de suerte que si el Padre Jesuíta me dio píctima, el ReverendísimoProvincial me dio confortativo; y cierto, Eminentísimo Señor, que por ninguno de éstos sepuede decir aquel adagio de nuestro vulgacho, «quien dixo frayle, dixo fraude», porque mehablaron, si no al alma del negocio, al negocio del alma. ¡Válgaos Dios por Religioso, y la luzque disteis!

Lo que fui de asistido, regalado, obedecido y estimado, eso lo dexo a la consideración devuestra Eminencia, que no quiero quebrarle la cabeza.

Y gastábamos muchos ratos espirituales y temporales; y como éstos tienen labia, se me pegócomo ladilla de tal suerte que hice poner su cama junto a la mía, y fue milagro no meterledentro.

Díxome el Padre Jesuíta con bravo corage, como si estuviera entre infieles haciendo algunaconversión: «¡Cuerpo de Christo con V. m. señor mío! Lo que oso decir, que si vos diérades

3 8 De esta versión amplificada, recogida en las ediciones del siglo xvni, conozco los textos contenidos enlos siguientes manuscritos: Madrid, Bibl. Nacional: Ms. 3.991(8), 10.129, 10.470, 18.661 (5) (olim I, 167,muy similar al Ms. 3.991, aunque todavía menos distanciado de las ediciones); British Library, Londres: Eg.626, y, al parecer, Eg. 2.058 (ver E. Llamas, op. cit., p. 15).

De un Ms. «de mi propiedad», toma Miguel Morayta el texto que publicó en su Historia General deEspaña, IV (Madrid, F. Gonzalez Rojas, 1894), pp. 382-389; tomado directamente de la Historia General deEspaña, reproduce ese mismo texto M. Barrios en un estrambótico libro: El Falso Nuncio, edición crítica [sic,por «anotada»] (Sevilla, Selecciones Gráficas, 1983).

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dos vueltas a todo el mundo para el caso, bien sé que en todo él no se ha de hallar personamás adequada que soy yo. Buen ánimo, y vamos echando por medio».

Tuvimos otro rato de conferencia sobre el punto para acabar de ponerme bien en los estrivos,que el Religioso tenía brava cholla, y en quanto a agibílibus, no era rana, supuesto que venía afundar a España.

Busqué al Padre Provincial, y habiéndole hallado usé de un bravo ardid, y después de haberledado el cumplimiento haciendo la de Rengo, que llaman los de non sabo, tomé la taba y conmucho perfil le dixe: «Sabrá V. Rma. que viniendo yo no ha muchos días por cierto parage,algo distante de éste, hicimos compañía cinco o seis hombres [...], y a poco distrito de adondeme dexaron, topé un volumen de pergamino, en lugar de papel, que se les debió de caer, conunas hojas escritas a modo de escrituras, con su sello, que parece Despacho de Su Santidad, ylos sellos que están pendientes a su final dicen: sub Annullo Piscatoris o Picarotis» (aquí sesonrió el Reverendísimo pareciéndole que yo no sabía nada, y si me conociera sé que meguardara vigilia, pero en estas ocasiones llevo por la de Scoto la de Rengo).

Visto lo pasado, Eminentísimo Señor, tomé mi derrota para la Ciudad de Sevilla. Peroprimero me es preciso asegurar a vuestra Eminencia y suplicarle atienda a mi razonamientopara que vea clara la fuerza de mi enredo, y cómo con galantería fixé el Santo Tribunal de laInquisición en el Reyno de Portugal y fin de mi historia, y el castigo en lugar de premio queme dieron, que hasta ahora ha sido andar por las ramas.

En este intermedio se la pegué fuertemente al Administrador del Estado del Marqués deTarifa...

Lo que yo alabo, Eminentísimo Señor, que dicho Inquisidor parecía albañil, que no dexóagujero que no tapase. Yo di la carta en efecto y los vales, y juro a tal que el Administradorparecía caballo de casta y sintió la espuela bravamente.

Recibí mis treinta mil ducados, y cierto que mirándolo a buena luz, a mí no me faltaba mipedazo de razón, porque la hacienda del Marqués estaba debiendo a la Sede Apostólica másde los treinta mil ducados; y así no se la pegué al Marqués ni a su Administrador, sino a SuSantidad a puño cerrado.

Y teniendo noticia que por algunos Lugares, que por mi curiosidad, que es propio de Príncipesy Señores ser preguntadores (esto se me pegó a Látere), y diciéndome como en Llerena y otrasCiudades...

Como cosa de ocho días estuve en Badajoz, y al cabo de ellos envié a mi Secretario con doscriados que me parecieron de más despidiente a que representasen mi persona al Rey dePortugal, con un tanto de las Letras Apostólicas. El qual así como se las notificó, se enfurecióy puso tan voraz que mi lanas blandas de mi Secretario en quanto hombre temió y se volvió ami presencia sin aguardar respuesta; al qual puse de oro y azul diciéndole mil quemazones, yle hice volver como centella.

Algunos días duró la conferencia sobre darme el uso o no el Rey, y es que como en dichoReyno hay tantos lacrados, hacía el vulgacho notable resistencia, poniendo treinta milzancadillas. Pero yo discurrí una brava, que llevaba al Rey por lindo camino para que noescribiese a Roma.

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Es el caso que en Mora había un Vicario, hombre ambicioso, envidioso y astuto; y como leconocí la flor del berro, aunque me echó favores, no le quise acomodar, tanto queimportunándome le vine a cantar el tantum ergo.

Me truxo como páxaro en jaula, hasta que me entregó al Marqués a la orilla del Río Tajo, dedonde salieron con cien fariseos de infantería, y cincuenta de a caballo, de una emboscada,diciéndome por ironía: «Señor Subdelegado e Inquisidor, ya V. md. es Beneficiado simple,mire que va preso, y ahora falta hacer lo mismo con su familia».

En las versiones teatrales de la historia del falso nuncio se reproduce la mismaalternancia que en las prosísticas en cuanto a la interpretación de los acciones deSaavedra. La más antigua de las comedias, El nuncio falso de Portugal. Comediafamosa, atribuida a «tres ingenios» se publicó en 167139; la otra, Comedia famosa. Elfalso nuncio de Portugal, de «un ingenio de esta corte», se atribuye a Cañizares en unmanuscrito de finales del siglo xvn y fue impresa varias veces como «suelta» en el siglosiguiente. En El nuncio falso se retoma la idea básica de Saavedra como instrumentodivino y la comedia se convierte en una exaltación casi hagiográfica del impostor y sushechos. Saavedra, pese a pertenecer a un grupo de jóvenes «del trueno» cordobés, sesabe llamado desde el principio a un alto destino y exhibe cualidades extraordinarias.Al fingirse por burla Corregidor de la ciudad, adquiere en el acto la gravedad del cargoy se siente imbuido de un sentido del deber y la justicia que le lleva en sólo una noche aremediar la corrupción e ineficacia de las autoridades legítimas (corregidor, alguaciles,escribanos); su «locura» no puede ser más benéfica. Posee Saavedra, además, dotes casisobrenaturales de adivinación y, como de burlas que luego son veras, descubre alinstigador y al ejecutor de un asesinato que hasta entonces había quedado impune. Yaen Portugal, Saavedra se manifiesta como prelado prudente, incorruptible, austero,humilde y caritativo; un espejo, en fin, de los ideales del buen pastor eclesiástico deTrento, como afirma Glaser. Lo de menos es la forma fraudulenta en que ha accedido ala dignidad de nuncio, puesto que así lo ha querido Dios. Al ser reconocido por supadre en Lisboa, Saavedra se explica con toda claridad:

ALONSO Hijo, ¿qué fortuna ha sidoésta?

SAAVEDRA La propia fortunaes Dios, no hay otra ninguna,y ser él, padre, servido.Dios, cuya defensa tomodesde hoy a cargo, me ha puesto,como veis, en este puesto.No me preguntéis el cómo.40

3 9 Parte XXXVI de Comedias de Varios (Madrid, 1671), pp. 271-318; manejo copia del ejemplar quefue propiedad de D. Julio Caro Baroja. Ambas comedias han sido comparadas y estudiadas en detalle porE. Glaser, «Dos comedias españolas sobre el falso nuncio de Portugal», en Estudios hispano-portugueses.Relaciones literarias del Siglo de Oro (Madrid, Castalia, 1957), pp. 221-265. El notable estudio de Glaser, alestablecer la distinción entre el carácter originario «tradicional» del personaje de Saavedra y las innovacionesque advierte en las comedias, no parte de los textos antiguos de la Relación, que sólo conoce indirectamente através de Páramo, Lafuente, etc. Yerra, así, al suponer que la dignificación de Saavedra es una novedad de lacomedia de 1671.

4 0 El nuncio falso de Portugal, pp. 298-299.

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Junto a la benevolencia, caridad y demás virtudes cristianas, Saavedra sabrádesenvolverse con habilidad en su misión principal: Cuando sabe que el rey de Portugaly sus consejeros han rechazado admitir la Inquisición en el reino, se presenta deimproviso en la Junta para felicitarles por haberla aprobado, y nombra dignatarios delSanto Oficio a quienes se habían opuesto a él; todos, perplejos, aceptan los hechosconsumados. La comedia es, pues, el máximo exponente de una lectura «a lo divino»de la impostura del falso nuncio, y no podía tener final trágico. Saavedra, instrumentode Dios y «defensor de la Fe», no es condenado; el rey se limita a desterrarlo, a la vezque, por orden directa del Papa, le premia y da por bueno todo lo establecido por él.

Muy otro es el carácter de la comedia atribuida a Cañizares. Lejos de ser un santo,Saavedra es un aventurero sin escrúpulos, orgulloso de sus mañas como falsificador, yque confiesa cínicamente que sólo aspira a una vida de lujos y ostentación. Su «misión»no le transforma; ya nuncio, sigue siendo un pillo. El éxito, por otra parte, en establecerla Inquisición le es, como advierte Glaser, demasiado fácil; le basta un furibundoalegato antisemita para convencer al rey. El autor de esta comedia sigue a veces muy decerca a la de tres ingenios, aunque introduzca por su cuenta episodios tomados de laRelación en prosa que no figuraban en la comedia anterior. Nada, en cualquier caso,más distinto en cuanto al carácter y las motivaciones del personaje.

Las distintas reescrituras, en conclusión, no siguen una lógica de dependenciagenética textual respecto a la versión inmediatamente anterior que les sirve de base. Encada una de ellas cabe la posibilidad de elegir una de las concepciones dominantes queestán en germen desde el principio de la «historia» del falso nuncio.

7. LA RELACIÓN DE SAAVEDRA Y LA NOVELA PICARESCA

Las conexiones entre la historia del falso nuncio y la novela picaresca han sidopercibidas desde antiguo. Saavedra es ya implícitamente calificado de «picaro» porFeijoo, y de «novela picaresca» habla Glaser como término de referencia para laprimera versión teatral. Barrios, que sigue a Morayta en creer auténtica la historia delfalso nuncio, estima al mismo tiempo la Relación (en su versión amplificada) como la«primera novela picaresca española», dado que la considera anterior al Lazarillo41.

Es indudable que la forma autobiográfica aplicada a una ficción nos sitúa en elmismo ámbito de la picaresca, pero es oportuno precisar más los posibles paralelismos.En un primer estadio, creo que habría que limitar la relación a la «pre-picaresca»,puesto que nos hallamos ante una obra anterior a la constitución del género. Es decir,sólo el primer Lazarillo, obra con la que comparte las pretensiones de ser verdaderahistoria, puede tomarse como término de comparación.

La Relación de Saavedra narra un «caso», y lo hace tomándolo también desde «elprincipio» (1); la finalidad última del relato es en ambas obras la exculpación (2); una yotra obra pretenden ser historias de hechos realmente sucedidos (3); el modo del relato,tanto en el Lazarillo como en la Relación, adopta la forma «epistolar» (4). Empecemospor este último rasgo compositivo.

41 M. Barrios, op. cit., pp. 11-12. La contradicción la señala Ma Antonia Fernández Jiménez, «Elestablecimiento de la Inquisición en Portugal: historia de una impostura», Historia 16, XLX, 1994, núm. 214,pp. 20-28.

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84 JESÚS-ANTONIO C I D Criticón, 76,1999

La Relación va dirigida a un destinatario explícito y presente a lo largo de todo eltexto. La implicación y presencia de ese destinatario es, dicho sea de paso, más acusadaen la redacción «Con Inciso»:

Illmo. y Rmo. Señor. Lo que V. Sa. Rma me ha mandado, yo con el debido acatamiento hagocomo debo, es lo que se sigue: escrivir mi vida hasta el lugar y tiempo de mis trabajos (-Loque V. Sa. Illma me mandó, hago con el debido acatamiento, como es obligación, y dirébrebíssimamente el progresso de mi bida hasta que llegó el tiempo de mis travajos).

Yo soy hijo del capitán Juan Pérez de Saiavedra y de Doña Ana de Guzmán, su mujer, vezinosde Jaén, a quien muy bien conoció Morillo, caballerizo de V. S*. Illma.

Agora, Sr. Yll.mo, diré la orden y manera que tube en açer mi cassa y la entrada en Portugal,que todo tubo este principio. Yo, Señor, me balí de pólizas que hize permisibas de su Mag^...

Deste modo, certifico a V. S a . Illma que si no me metiera en vestirme de colorado, y hacermeNuncio...

Y así vine a la Corte a besar las manos de su Magd, y después me hiço las mercedes que a V.S\ dije en Sevilla.

Agora contaré a V. Sa. Illma la manera con que hube las letras y junté la cassa en Sevilla, y laentrada de Portugal y en Algarve.

Al qual [el provincial franciscano] por satisfazerme yo de mis bullas y sigillos y si estavan biensacados, hize la introdución que diré (~dixe) a V. S". Illma.

Pues yo venido con esto a Sevilla, havidos los dineros que arriba dije a V. Sa. Illma...

Y yo passé después mis trabaxos ciertos muy como mis pecados los merecían, y como sabe V.Sa. Yllma., a quien guarde el Cielo para padre de nezessitados, y como yo deseo y he menester.

Ahora bien, los distintos textos de las versiones antiguas nombran el relato como«historia», «relación», «discurso», o «tratado», y sólo en la redacción «Sin Inciso» sehabla de «carta». Y es muy cierto que hay que relativizar y aquilatar la apelación a laforma epistolar. No todo relato dirigido a un destinario explícito puede considerarsecomo «carta». Ya hemos visto que, al menos, se trataría de una carta muy peculiar,dirigida a alguien que exige se le escriba («Lo que V. Sa. Rma me ha mandado»), y tieneel poder para hacerlo. Una «carta», por otra parte, donde sólo se habla de los hechosde uno de los «interlocutores» mientras que el otro sólo aparece para prestar oídos oleer lo que se le escribe; una «carta», en fin, donde un corresponsal parece desconocercasi todo del otro, hasta el extremo de que el epistológrafo tenga que contarle su vidadesde «el principio». Todo ello es aplicable por igual al Lazarillo. Prescindiendo delsimple hecho de que 64 folios impresos en apretada letra gótica son, lo mismo hoy queentonces, un texto muy largo para una «carta», no es convincente la afirmación de queel Lazarillo sea «una carta, sin más», ni la de que el modelo «tan ardientementebuscado» del yo narrativo del Lazarillo esté en la «carta-coloquio» ejemplificado con

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las epístolas castellanas y latinas del doctor Villalobos42, una vez que, además de lafórmula «Expetis me... status fortunae mee narrationem explicitam», se tiene en cuentael resto de la epístola al obispo de Plasencia, y todas las otras cartas en su integridad.Creo, en cambio, que acierta Gómez-Moriana al relacionar el Lazarillo con otros tiposde discurso autobiográfico confesional, vigentes en el momento histórico de sucomposición43. Claro es que la autobiografía confesional es compatible con la formaepistolar, y a propósito del Lazarillo se han aducido convincentemente modelosconsagrados en la retórica renacentista, como la carta deprecatoria, o la cartaexpurgativa44.

La exculpación como finalidad de una autobiografía escrita «por obediencia a unmandato» es tan manifiesta en una obra como en la otra. Tanto «Vuestra Merced»como «Vuestra Señoría Reverendísima» son inducidos, como lo son los lectores, acomprender las razones de un «caso» punible, y a disculparlo; o, al menos, compadecerlos «trabajos», «fortunas y adversidades» de quien los ha padecido. Si, por añadidura,se logra provocar su admiración y simpatía por el ingenio o la «fuerza y maña» dequien logró salir al buen puerto de lo que se propuso, miel sobre hojuelas. No hay dudade que los autores del Lazarillo y la Relación del falso nuncio no han ahorrado mediospara conseguir ambos objetivos, ni de que construyen su relato con ambas miras. Cosabien distinta es la diferencia insalvable entre la sutileza del uno y la directa tosquedaddel otro, pero ya hemos leído la reacción entusiasta de un lector y copista de Saavedra,y abundan desde el siglo xvi los comentarios admirativos hacia la persona y la empresadel falso nuncio. El éxito del autor de la Relación no es, pues, en cuanto a esosobjetivos, dispar del que obtuvo el inventor de Lázaro de Tormes.

Es innecesario insistir en la pretensión de veracidad absoluta común a ambas obras,tanto en los hechos narrados como en la supuesta identidad del protagonista con elnarrador y autor. La Relación de Saavedra es sobreabundante al presentar sus testigos y«pruebas», por contraste con el autor del Lazarillo, que no dio nombre al ciego, alescudero, los clérigos, ni a «Vuesa Merced»; ni da apenas fechas o efemérides datables,o las da con la conveniente ambigüedad. La común verosimilitud, con todo, alcanza porejemplo a la idéntica mención de un conocido del destinatario. Una muy comentadafrase del Lazarillo, «teniendo noticia de mi persona el señor arcipreste de San Salvador,mi señor y servidor y amigo de Vuestra Merced...», se corresponde en la Relación conun pasaje ya visto: «... el capitán Juan Pérez de Saiavedra y de Doña Ana de Guzmán,

4 2 F. Lázaro Carreter, «La ficción autobiográfica en el Lazarillo de Tormes», LHL, 1968, pp. 195-213;cito por la reedición en «Lazarillo de Tormes» en la picaresca (Barcelona, Ariel, 1972), pp. 13-57 (ver pp. 42-46).

4 3 A. Gómez-Moriana, «Autobiografía y discurso ritual. Problemática de la confesión autobiográficadestinada al tribunal inquisitorial», en L'Autobiographie en Espagne. Actes du IIe Colloque International.Baume-les-Aix 23-24-25 mai 1981 (Aix-en-Provence, Université de Provence/Marseille, Jeanne Laffitte,1982), pp. 69-94; y en Co-Textes, 8, 1984, pp. 81-103. Manejo la éd. de 1982, p. 72 y ss.

4 4 A. Gómez-Moriana, «Inter-textualidad, interdiscursividad y parodia (sobre los orígenes de la formanarrativa en la novela picaresca)», Dispositio, VIII, 1983, núms. 22-23; vers, francesa en The CanadianJournal of Research in Semiotics, VIII, 1980-1981, pp. 13-32. F. Rico, «Nuevos apuntes sobre la carta deLázaro de Tormes», en Serta Philologica F. Lázaro Carreter, II (Madrid, Cátedra, 1983), pp. 413-425. Tratapor extenso las implicaciones del modelo epistolar del Lazarillo E. Artaza, El «ars narrandi» en el siglo XV!español. Teoría y práctica (Deusto, Univ., 1989), pp. 277-303.

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su mujer, vezinos de Jaén, a quien muy bien conoció (-conoce) Morillo, caballerizo deVuestra Señoría Illustrísima».

Prueba máxima de verosimilitud era a juicio de Páramo el que nadie confesaríafalsamente ser un falsario («... nisi quod sibi maculam falsi ut perperam aspergeret,adduci non possum ut credam»). Faria e Sousa, en el siglo siguiente, veía razonesadicionales:

El aver negado algunos crédito a esta Relación nos ha obligado a abreviarla con sus mayorescircunstancias, porque délias parece más difícil el aver quien inventasse este caso que elcreerle, porque verdaderamente es más para acontecido que para inventado. ¿Y para quépodía servir cansarse uno en inventar esto?45

En cuanto al argumento de Páramo, parece que el historiador inquisitorial olvidaque Saavedra escribiría por mandato, y que quien se lo manda conoce ya sus delitos; alreo ya condenado sólo le cabe explicar sus razones, pero no negar la culpa. Yaindicábamos antes que las razones de Páramo (que si alguien confiesa infamias de símismo dice la verdad) y las objeciones que se le pueden oponer son aplicables alLazarillo. Antonio de Sousa, al poner en solfa la credulidad de Páramo, retrucaba quelo propio de un falsario sería, precisamente, mentir. Por su parte, Manuel de Faria novalora, al contrario de lo que hacía con su Carnees, la inventiva y capacidad defabulación como uno de los rasgos que habrían de darse en un hombre del ingenio queél mismo admira en Saavedra.

El desvelamiento de la ficción, sin embargo, más que desde fuera del texto, deberíaser posible descubrirlo en el propio relato. En la interpretación de Rico, el falseamientode las pretensiones de ser verdadera historia se produce en el Lazarillo por la resolucióndel «caso» en una situación reconocible como arquetípica, tomada del folklore, unménage à trois con «manceba del abad» incluida. También la Relación desprendía parael lector atento un aroma a déjà vu, como veíamos en el comentario de Páramo: «... inquo tnihi videtur Lucianicum Alexandrutn sapere». El Alexander seu Pseudomantis deLuciano era obra bien conocida en la versión de Erasmo, quien la recomendaba por suutilidad para desvelar las imposturas y supercherías religiosas coetáneas46, es decir lasmismas que el Viaje de Turquía ejemplificaba en la Castilla del xvi con los casos de losfalsos apóstoles y del falso nuncio, o las que se exponen en el canto IV del Crotalón,donde palmariamente «el auctor imita a Luciano en el libro que hizo llamadoPseudomantis». En el Alexander lucianesco ha visto M. O. Zappala un modelo másevidente que el Asno de Oro para determinados aspectos y episodios del Lazarillo47, ycabría añadir que en todo el tratado quinto a las fuentes italianas bien conocidas de losengaños del buldero se superpone claramente el mismo espíritu que anima las denunciasde Luciano contra el falso profeta e impostor Alejandro de Abonoteico.

45 M. de Faria y Sousa, Europa portuguesa, II (Lisboa, A. Craesbeeck de Mello, 1679), p. 598.4 ° «... Quod nemo sit utilior ad depraehendendas coarguendasque quorumdam istorum imposturas, qui

nunc quoque vel magicis miraculis, vel ficta religione, ver adsimulatis condonationibus aliisque id genusptaestigiis, vulgo fucum faceré soient», Opera omnia Desiderii Erasmi Roterodami..., I, 1: Luciani Dialogi,éd. Ch. Robinson (Amsterdam, North Holland, 1969), p. 449 (Dedicatoria «Renato Episcopo Carnutensi»).

4 7 M. O. Zappala, Lucían of Samosata in the Two Hesperias. An Essay in Literary and CulturalTranslation (Potomac, Scripta Humanística, 1990), pp. 180-183.

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En términos más generales, la historia del falso nuncio entra de lleno como unavariación más en el campo de las fabulaciones históricas arquetípicas estudiadas porCaro Baroja en un trabajo memorable. Desde el falso Smerdis de Herodoto, a los falsosAgrippa, Druso y Nerón de Tácito, y el falso Balduino de Flandes o los falsosDemetrios y Don Sebastián de época moderna, la encarnación en un ser real de unpersonaje legendario arquetípico ha sido una constante en el «imaginario» europeo. Losdetalles y la valoración moral varían en cada caso; persiste la reiteración de unelemento básico; un falsario suplanta la personalidad de un poderoso y asume unaempresa al servicio de ciertas apetencias personales, ideales colectivos, o ambas cosas48.

Otra presunta verdadera autobiografía, pues, que resulta ficción. El Lazarillo nohabría sido la sola golondrina que no hace verano, siempre que pudiera probarse que elescrito atribuido a Saavedra responde a un mismo impulso «verista» y fue compuestoen fechas próximas. Insistamos en que una obra tan menor como la Relación del falsonuncio está a años luz del Lazarillo, pero tendría el valor de mostrar que la ficciónrealista en forma autobiográfica tuvo otras epifanías en el siglo xvi.

Partiendo de la cronología interna de la Relación, Saavedra habría sido detenido el23 de enero de 1541, «día de San Ildefonso», y habría permanecido en galeras 18 años,a los que se añadirían, según precisa la redacción «Con inciso», otros dos que estuvo enla cárcel de corte y casa del Cardenal de Toledo. Como Saavedra escribe al ser liberado,la Relación se habría compuesto hacia 1559 o 1561. Sin embargo, algún manuscritolimita la condena a 8 años, con lo que nos situamos en 1549; y Llórente, que parecedisponer de información adicional, afirma que Saavedra escribió sus aventuras en1567 49. Para complicar las cosas, en las dos redacciones antiguas se dice que laRelación escrita por Saavedra después de salir de galeras la escribe «de la propiamanera que la tiene escrita el Rey Don Phelipe de mano de su secretario GonzaloPérez». Habría existido, según ello, un texto anterior de fecha incierta, entre 1556 y1566 (años en que Gonzalo Pérez ocupó el cargo), y Saavedra habría escrito dos vecessu autobiografía. Los textos conservados nos transmiten todos la presunta «segundaversión».

El primer testimonio seguro de la existencia de la Relación es de la década de 1590,pero no existe ningún manuscrito que por su letra pueda datarse en el siglo xvi. Creo,sin embargo, por las razones ya expuestas (supra §3) , que puede darse como muyprobable que el texto remonte a fechas próximas a 1560, y que su difusión fueconsiderable, a juzgar las abundantes copias y las divergencias textuales. En definitiva,la Relación habría en efecto sido compuesta y potencialmente leída en los mismos añosen que se leía el Lazarillo como novedad reciente o, en todo caso, muy poco después.

Creo seguro, por otra parte, que la Relación se proyecta sobre la picaresca por otrasvías. Un galeote o ex-galeote que escribe su vida en el Puerto de Santa María anticipa la

4 8 J. Caro Baroja, «Sobre la formación y uso de arquetipos en Historia, Literatura y Folklore», enEnsayos sobre la cultura popular española (Madrid, Dosbe, 1979), pp. 89-168.

4 9 J.-A. Llórente, Histoire critique..., vol. Il, p. 96. Según Llórente, Saavedra escribe su vida para elInquisidor general Diego Espinosa, en contraste con lo que se afirma en los manuscritos de la Relación : En laredacción «Con Inciso» el destinatario es D. Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo, o, en algún caso, elObispo de Jaén, o el Cardenal de Burgos; y según los mss. de la versión «Sin Inciso», Saavedra habría escritoa instancias del Arzobispo de Sevilla.

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situación inicial que Mateo Alemán adopta para la autobiografía de Guzmán deAlfarache, terminada en su primera parte ya en 1597. Es difícil creer que Alemán,sevillano nacido en 1547, desconociese el «caso célebre» y aún reciente de un ladrónfamoso además de falsario, que utilizó Sevilla como escenario para una parte central desus estafas. Guzmán comparte con Saavedra la dignificación y «conversión» final, aménde varias de sus habilidades. No es menos sorprendente que el autor de la segunda parteapócrifa se presente en 1602 como Mateo Lujan de Sayavedra. El apellido no podía sermás adecuado para quien se reviste de una falsa identidad. Mateo Alemán habríaaceptado el guiño, y en su extraordinaria venganza literaria de la segunda parte delGuzmán introduce a Sayavedra, a secas, «falsando» llaves y haciéndose pasar porGuzmán para robarle. Es bien conocido el papel destacado que Sayavedra juega en ellibro segundo del Guzmán de 1604 como secuaz y aprendiz del picaro. En su locurafinal se cree, ahora de veras, «la sombra de Guzmán de Alfarache», relata la vida delotro como si fuera la suya propia, y muere con su «nueva» identidad. Aunque sea enforma paródica, y trágica, el Saavedra de Mateo Alemán lleva hasta sus últimasconsecuencias la impostura de su homónimo.

8.TEXTOS

El lector interesado tiene ya a su disposición ediciones de los textos de la Relaciónen sus varias versiones. Serrano y Sanz, Pinta Llórente y M. Barrios publican textosaccesibles de cada una de las redacciones. Claro es que para conocer la historia del falsonuncio en su integridad y en su desarrollo textual completo desde el siglo xvi al xvni lodeseable sería contar con ediciones rigurosas de las tres redacciones básicas y las doscomedias realizadas a partir de todo el corpus conocido de manuscritos e impresos.Tales desiderata sobrepasan ahora nuestras posibilidades, y las de Criticón. Esoportuno, sin embargo, ofrecer un texto que pueda servir de piedra de toque paracorroborar o desmentir las interpretaciones que aquí quedan expuestas. En trance deseleccionar uno de los textos posibles, y en vista de que ya nos hemos pronunciado porla redacción «Con Inciso» como el más próximo al original, damos preferencia a esaversión. La transmisión de esa redacción no es unitaria, y existen al menos dosvariedades muy distanciadas en el discurso verbal. La variedad (A) que adoptamoscomo texto básico se publica, sin pretensión alguna de texto crítico, a partir de tresmanuscritos cuyas lecturas se «contaminan» voluntariamente en busca del mejorsentido50. La variedad (B), más concisa, supone textualmente una transición hacia laredacción «Sin Inciso»; aunque cuenta con uno de los manuscritos de letra más antiguaentre los conservados, considero esta variedad posterior, lingüística y estilísticamente51.

5 0 Es decir, los Mss. B. N. Madrid, 7.448 y 11.077 (14) muy emparentados entre sí, y el 2.129. Mistranscripciones, no revisadas, se remontan a 1982, año en que D. Julio Caro Baroja me llamó la atenciónsobre el interés de la Relación. Para el Ms. 11.077 he contado con una nueva transcripción realizada porTania de Miguel, alumna de la Facultad de Filología de la Univ. Complutense.

5 1 Para la edición de esta segunda variedad me sirvo de los Mss. B. N. Madrid, 18.760 (38) y 18.724 (39-A), este último incompleto.

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LA VIDA DEL FALSO N U N C I O DE P O R T U G A L 89

Los notables y muy atroces hechos de Juan Ferez de Saiavedra que, con formas y firmas falsas decardenales y del Papa, príncipes y Emperador Carlos 5a y ministros, puso la Inquisición enPortugal a disgusto del Rey y del Reyno, como se verá en este breve discurso que él mismo

escribió a instancia del IIP"" Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo, Don Gaspar de Quiroga, cuyooriginal quedó en su librería, y su traslado a la letra es assí:

Lo que V. S. IUma me manda, hago con el debido acatamiento, como es obligación, y dirébrevíssimamente el progresso de mi vida hasta que llegó el tiempo de mis trabaxos, de la propiamanera que el Rey Dn Phelipe nro. señor la tiene escrita de mano de Antonio [sic] Pérez, susecretario, en la forma y manera siguiente. Yo soy hijo del capitán Juan Pérez de Saiavedra y deDoña Ana de Guzmán, su mujer, vezinos de Jaén, a quien muy bien conoció Morillo, caballerizode V. S. Illma.

Fui tenido por el mayor escribano de nuestros tiempos, y de mediano ingenio para hazer ygravar sellos y armas. Y faltándome mi padre, me vine contra voluntad de mi madre a la Corte,donde por mi habilidad y pluma diversos señores procuraron servirse de mí. Mas yo, con miinclinación natural y pensamientos altivos, pretendí siempre hacer cossas que excediessen algo aluso común de los hombres y que nadie hubiesse hecho.

Y assí traté de sacar y hurtar las firmas del Consejo Real y del de Órdenes. Hice mi primeroasiento con un Fiscal del Consejo Real y del de Órdenes, que llamaban el Doctor Torres, porescribiente suyo, adonde y de casa del Relator Páramo, hube a mis manos todas las firmas delConsejo Real y de Órdenes, las cuales de ordinario traía en el pecho en un pergamino a manerade borrador.

Y estando un día en cassa del Lizenciado Alderete, vino allí una pobre mujer de Villanueva delos Infantes a pedir la muerte de su marido, a quien ciertos contrarios habían muerto; y a causade ser pobre tenía su negocio malíssimo despacho. Yo, movido de conpassión, viendo que lanegaban su justicia, procuré hazer en su remedio prueba de mi intento y perverssa habilidad. Yassí hice luego una provisión, que fue la primera de mi mano, despachada en toda forma por unjuez pisquissidor, la cual ella llevó y executó como si fuera de todo el Conssejo Real, y losdelincuentes pagaron lo que tan justamente debían, y se ataxaron con esto muchos males ygrandes inconvenientes, como adelante se vio.

Después me vine a Toledo, donde por una póliza o letra falssa de mi mano cobré doze miliducados, sin que hasta hoy se haya sabido la falsedad. Con este dinero me comenzé a poner enorden, y me volví a la corte, donde assistí hasta que hube a mis manos la forma y firma delemperador Carlos quinto y del Rey Phelipe segundo su hijo. Y con esto hize luego una provissiónde Su Magd, que a la sazón estaba ausente, y me finxí venir por su mandado.

Y con ella me fui al Conssejo de Órdenes, por la cual se les mandaba se me diesse luego elabito de Sanctiago con cuatro mil ducados de renta, los cuales cobré pacíficamente diez y sieteaños. Y el día que me hize Cardenal y pusse el capelo en Sevilla, traspassé este hábito yencomienda con decreto y provissión mía como si fuera del Rey en un mi mayordomo, el cualhoy día lo possee con orden muy cierta y expressa de Su Magd, por haber visto ser todo guiadopor voluntad particular del Cielo, y estar esta encomienda como conexada y encubierta, según sesupo después que yo fui presso, porque entonces se la concedió a Su Magd el Papa Paulo terzero,de la manera que está hoy día, díziendo haber sido esta orden divina, por quedar agoraconcedido lo que jamás quissieron conceder otros pontífizes.

Agora, Señor Ill.mo, diré la orden y manera que tuve en haçer mi casa y la entrada dePortugal, que todo tuvo este principio.

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Yo, Señor, me valí de pólizas que hize por misivas de su Magd; hiçelo a su costa, con lascuales ni tomé ni cobré blanca de hombre particular, sino solo de su Magd, y esto de cossas suyasperdidas y de todo punto olvidadas, y con dichas pólizas pedía cierta cantidad y lo señalaba endiverssas partes en depósitos de su Magd y poníalo a diversos años y tiempos que se podían pasaren letra que yo dexaba firmada de su Magd, y en su nombre las perssonas de quien yo pedía estascantidades lo cobraban de los depósitos y depositarios, y viniendo los recetores a cobrar en cadaun año, vistas las letras y firmas de su Magd que yo dexaba, las recibían en cuenta y pasabanadelante.

Deste modo certifico a V. Sa. Illma que si no me metiera en vestirme de colorado, y hacermeNuncio, que jamás en el mundo ni parte del se descubriera este hecho y maraña, con haber yosacado y cobrado en la forma que he dicho grandes cantidades de ducados. Pero permitió Nro.So r . que mis trabajos passasen adelante, como en fin pasaron hasta que su divina Magd los atajócon el remedio.

Y ansí, en habiendo cobrado con las letras dichas hasta cuarenta y dos mil ducados, me fui aSevilla el año de 1537 [sic], adonde hice luego hazer una muy rica vaxilla y algunas literas,previniendo otras muchas cossas a este tono, con acuerdo de este mi mayordomo y secretario, sinque otro alguno supiese cosa, a los cuales solos me descubrí debaxo de un juramento muy soleneque hicimos de que si permitiesse Nuestro Señor que yo por mis pecados fuesse descubierto yviniesse a padecer, que por mi causa ellos no padecerían ni jamás sería manifiesta la culpa, y quejustamente iban comigo.

Y ansí, cuando me prendió el Marqués de Villanueva de Barcarrota pensando que yo fuesseytaliano, como me conoció y supo quién era verdaderamente, se compadezió de mí y le pessó dehaberme presso.

Y conoziendo yo esto, me atreví a pedille dexasse ir libres a los que me seguían, criados míosque eran más de ciento, certificándole y asegurándole con juramento que si había culpa que yosolo la tenía; de lo cual él no sólo quedó cierto y assegurado, pero quedólo anssí mismo el Rey dePortugal, y assí le hizo que los dexasse ir libres a todos; certificándose aún de esto más elMarqués cuando estando yo presso me venían a vissitar y a hablar los mismos mis criados. Yentonces asseguraba yo más al Marqués, diciendo que si ellos fueran culpados no vinieranadonde yo estaba, de donde se vía que inocentes estaban de mis hechos y maldades, y que metenían realmente en lo que representaba.

En este medio me llevaron a Badajoz, adonde yo antes había estado, esperando veinte díaslicencia del Rey de Portugal para entrar en aquel Reyno, como adelante contaré. De allí metruxeron a Madrid, corte de su Magd, y me entregaron a don Juan Tavera, Arzobispo de Toledo,Cardenal Ynquisidor General, y Gobernador de España, ayo de el príncipe Nro. Sor, el cual invióel proçesso de mi causa al Papa Paulo terzero, con los demás cuadernos ansí de relassos como dereconciliados y penitentes.

Y viendo el Consejo Real que el Arçobispo trataba de librarme, diciendo era gusto de suSantidad, presumiendo que lo quería hazer movido de algún particular interés (y ya no le habíaporque cuando me prendieron me tomaron cuanto me hallaron), pidieron y requirieron alcardenal me pusiese y entregasse en la cárcel de Corte, y remitiesse a su juicio mi causa, alegandopara esto que había robado de los depósitos destos Reynos con firmas falssas más de tresmillones de sola moneda.

Lo cual el Cardenal hubo de hazer, como Gobernador de España, y entonces me dixoconsolándome y esforzándome: «No temas, que también allá seré sobre ellos, como lo he sidosobre el casso de la Iglessia por que has estado aquí hasta agora».

Y assí él proprio hizo venir un breve de su Santidad para que yo pudiesse elixir juezes, comofuessen hombres de letras y conciencias como el casso requería.

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LA VIDA DEL FALSO NUNCIO DE PORTUGAL 91

Y por haber recussado al Consejo Real, yo habiendo visto cuánto bien me había hecho elCardenal y la gana grande que los de el Consejo tenían de darme la muerte, no quisse que fuesseotro que él mi juez, no obstante que me rogó diverssas vezes con la instancia que pudieramandármelo que elixiesse algún letrado fraile o clérigo, que él haría que me sentençiassepiadossamente, pues tenía entendida la voluntad de Su Santidad.

Y assí, como estuve firme en que no había de nombrar otro ningún juez, me remitió al DoctorArabia, Inquisidor de Llerena, el cual me condenó en diez años de galeras, a instancia yrequerimiento del Consejo Real, y a que toda mi vida tomase pluma para escribir, so pena decortarme la mano derecha.

Luego me llevaron a galeras, aunque nunca remé, y adonde por mis pecados estuve 18 años,sin los dos que estuve en la Cárcel de Corte y casa del Cardenal.

Agora ha sido Nuestro Señor servido que el Papa Paulo 4o dio un breve para los Inquisidoresen que mandó me sacasen de galeras, y por hallarse en el Puerto de Sancta María le invió suSanctidad al obispo de Tarazona, y él le invió al Arçobispo de Sevilla para que lo tratasse con suMagd; el cual mandó que me soltassen y que yo viniesse a verme en su presencia, y me avisasenque en parte ninguna parase ni escribiesse hasta hazer esto, y ordenasse lo que de mí se había dehazer. Con esto vine a la Corte, donde besé la mano a su Mag , y después me hizo la merced quea todos dixe en Sevilla de dos mil ducados de renta.

Agora contaré, Illmo Sor, brevemente la manera y traça que tube para haber las letras y cómojunté y hize mi casa en Sevilla, y la entrada en Portugal.

Saliendo yo de Portugal, que había ido a ver la tierra y la disposición que tenía para miintento de entrar la Inquisición, y viniendo al Andaluzía, topé con un teatino, que fue el primeroque había visto, porque en aquella sacón acababa el Papa Paulo 3o de fundar su orden oaproballa, al cual oí un sermón en el día de San Andrés. Y pareçiéndome hombre docto,deseando comunicar con él le convidé a comer y le tuve algunos días en mi compañía.

Y tratando de diversidad de cossas, y admirándosse él de mi habilidad y pluma, vino de lanzeen lanze a mostrarme un breve que traía de Roma para fundar una cassa de la Compañía deJessús en Portugal, y me dixo que holgara mucho que su breve que él traía sub anullo piscatoris,assí como trataba de él solo tratasse también de su compañero. Y tomándosele yo, saqué luego dedicho breve sin que él lo viesse un [trasunto] acomodándolo a su propóssito y como él deseabaque rezasse de los dos compañeros.

Con lo cual se alegraron no poco, y viéndolos yo tan contentos y agradecidos a lo que habíahecho, diles parte y descobríles la intención mía, y cómo deseaba y andaba buscando modo comometer la Santa Inquisición en Portugal. Viendo ellos mi habilidad y industria y que con ella podíasacar todas las cantidades de dinero que quisiese, y hacer cualesquier firmas falssas despachandolos poderes neçessarios del Emperador y de otros príncipes de la Corte romana, y de todas lasdemás cossas que menester fuessen para la autoridad deste negocio, de los cuales y de otrosseñores grandes y potentados traía yo ya conmigo firmas originales, me dixo el teatino primeroque hablé: «Por cierto, señor, en el Mundo todo pudiérades vos hallar otro hombre como yo paraun negocio como este de tanta importancia, y de que tanto se ha de servir Nro. Sor, pero seríaneçessario que expressamente viniesse a esto un Cardenal con Bula Missiva, Legado a latere, ycon las proprias vezes que el Sumo Pontífice, trayendo con esto también poderes otrosí delEmperador dándoselos para esto y su auctoridad plena, y que lo pidiesse y requiriesse para ello alRey de Portugal de parte de la fee Cathólica, porque esto mismo han intentado algunos Papas yjamás lo han podido acabar; y si vos lo fraguásedes seríades no hombre sino algún ángel inviadode la mano de Dios, por ser como es una cosa tan importante».

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Con lo cual y con otras práticas que tratamos, me vino a dar toda la luz y orden que debíatener y guardar en negocio tan arduo, y el tenor y traça de la Bula missiva, la cual escribí luego. Yel teatino se fue con Dios.

De allí me vine a otro pueblo del Algarve, que llaman Tavira, y allí hice grabar los sigillos ysellos pendientes.

Con esto me partí luego al primer lugar de Castilla, que llaman Ayamonte, adonde tuvenoticia de un fraile francisco, provincial de su orden, que estaba allí y venía de Roma, al cual porsatisfazerme yo de mis bullas y sigillos y si estaban bien sacados, hize la introdución que diré a V.S\ 111"13.

Dixe, llegándome a él: «Sabrá V. P. Reverendíssima, que viniendo por cierto camino a tantasleguas de aquí topé con cinco o seis hombres que todos juntos corrían la posta; y cerca de dondelos topé hallé unas letras y escripturas en pergamino con los sellos pendientes, que vengo aquí amostrar a V. Rma. para que me diga qué cosa es ésta, pues lo entiende, con prossupuesto si fuerecosa de importancia tomaré la posta aunque me cueste muchos dineros y días hasta dalles susescrituras».

Viendo el provincial los papeles y viendo mi prática, encargóme mucho la conciencia sobreque lo hiçiesse assí, y rogóme después con grandíssima instancia que luego al punto fuesse oinviasse a buen recado aquellos papeles, porque eran de muy grande importancia y servicio deNro. Sor., que me hazía saber, para que con más cuidado lo hiziesse, que aquellos papeles no eranmenos que Bulas apostólicas para meter la Inquisición en el Reyno de Portugal, cosa que tantohabían desseado muchos Papas y Reyes, y en particular toda la República de Castilla, y que losReyes de Portugal lo habían contradicho y defendido grandemente; pero que agora con esta bulatan en forma y con la carta y poderes del Emperador, y venir a ello un Cardenal en persona, queera uno de aquellos que corrían la posta, sin duda se haría el negocio bien, y que aquel Cardenalque era uno de aquellos que sería moço y por abreviar tomaría posta, que le hallaría en Badajos,y si no que passasse a Sevilla, que allí pondría casa conforme a la calidad de su persona, paradesde allí dar aviso al Rey de Portugal de su venida y a lo que era, y encaminarse luego allá, y quetodo esto trataban y decían las bulas missivas y órdenes que traía.

Quedando yo con esto bien certificado, satisfecho y asegurado de mis buenos despachos,passé de allí a Sevilla, cobrando de camino el dinero que queda dicho. Híceme en Sevilla haberllegado allí de Roma por la posta, adonde determinaba hacer mi casa, como la hice; al puntorecibí Mayordomos, secretarios y todos los demás oficiales que pide semejante casa. Hice lamejor y más rica vaxilla que pude, tres literas, seis carrozas, y capilla formada, y todos los demáspersonajes y requisitos neçessarios para Inquisición.

Recibí para criados hasta cien personas, a las cuales todas acomodé y aposenté en diversaspartes de la ciudad; y ellos mismos me buscaban lo que sabían había yo menester y me lo traíanhecho, y yo escoxía lo que me parecía, que para todo había dinero abundante sin ningún temorque pudiesse faltar. Todo esto lo hazían los oficiales de quien yo me fiaba; y yo, que lo ordenaba,me estaba encubierto, y me estuve hasta tenello dispuesto y dexallo todo muy a punto y bienordenado.

Y diciendo ellos que yo aún no había llegado, todos me estaban esperando cada día hasta quecierta noche finjí que venía por la posta a las casas que ellos me tenían adereçadas, que eran lasArçobispales. Assí como llegué, salieron mi mayordomo y secretario y me abracaron, y con elloslos demás criados que me habían recibido, y luego me comencé a visitar todo el clero y seglarescomo Legado a latere.

Estuve allí 20 días. En ellos cobré, de los albaçeas y bienes del Marqués de Tarifa, 15.000ducados, diciendo que aquellos se habían quedado debiendo en Roma cuando estuvo allá elMarqués, por ciertas cédulas que yo traía contrahechas, y enseñándoselas a su Mayordomo, dixoque era aquella su letra y firma, pero que tal deuda no se debía por mil raçones que para ello

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alegaba. Mas al fin se pagaron como yo lo pedía, y sabida la verdad ellos se debían a la SedeApostólica, y si yo no los sacara se estuvieran hasta sécula fin anegados.

Con esto salí de Sevilla con toda mi casa y aparato y más de 120 criados y ministros, ycaminé a Badajoz. Y finiendo noticia en algunos lugares de Castilla por donde passaba, que habíaInquisisión en Llerena y otros, los visitaba, correxía y castigaba según pedía mi offiçio; y entreellos escoxí tres inquisidores de Sevilla y Llerena, los más dotos y experimentados que hallé, yllévelos conmigo, y a éstos dexé después por inquisidores en Portugal, y hoy día hacen sus oficioscon mucha rectitud, que son el Dor. Pedro Alvarez Becerra, y el Dor. D. Alonso Vázquez y el Ldo.Luis de Cárdenas.

Con ellos llegué a Badajoz, de donde con uno de mis secretarios escrebí y envié las letrasapostólicas al Rey de Portugal; el cual como las vio se sobresaltó y turbó de tal manera que misecretario con el miedo que cobró tuvo por bien de salirse sin respuesta, y se volvió a mídiçiéndome que en todo caso mudasse de parecer, que sería impusible salir con lo que pretendíani que el Rey quisiesse venir en ello; que me hacía saber que había huido de su presencia con másmiedo que vergüenca de solo ver cuan mal lo tomaron el Rey y los suyos, diçiéndole palabrasenojosas.

Reprehendiéndole yo por haberse venido de aquella suerte y sin respuesta, me dixo que viesselo que quería que hiçiesse, que no discreparía un punto de mi orden, aunque le costase la vida.

Y ansí le mandé volver allá con toda brevedad, y que a nadie diese a entender ni supiessenhabía salido de la corte, sino que volviesse a Su Alteza y le dixesse le diesse respuesta conressolución, que solo esso aguardaba perdiendo mucho tiempo; porque su amo el Legado, demásde que era hombre mozo, tenía salud para volverse por la posta a Roma, y siendo necesario deRoma a Portugal. Que esto le dijesse con mucha efficaçia y que mirase Su Alteza lo que hacía encaso tan grave y importante a la fee cathólica y república christiana y que fuesse servido deresponder y proveer como tan christianíssimo, proveyendo en la caussa con la justificación quedebía, favoreciéndola por ser de Nuestro Señor y obligación suya y de quien habían de tomarexemplo todos los príncipes de la Christiandad, y quedar nombre y fama en la Iglesia de ser tanobediente a ella y observar y guardar sus órdenes y que se limpie todo género de mácula para quela fee de Christo quede tan clara y limpia como el sol a medio día, y otras cossas para atraelle ami propóssito muy efficaces.

Esto hiço ansí mi secretario, y con él me escribió Su Alteza que si posible fuesse meentretuviesse veinte días para podello comunicar con su Consejo y tomar acuerdo y ressolución.

Y viendo yo que por mucha priessa que se diese no podía en estos veinte días inviar a Roma ainformarse, me determiné a esperarlos. Al cabo de los cuales me invió el Rey al Duque de AberoAlencastro por enbaxador, diçiéndome que yo entrasse muy enhorabuena; que a dos leguas deallí estaba una ciudad de su Reyno, que llamaban Yelbes, de donde podía comunicalle y hacer miofficio y todo lo demás que Su Santidad mandaba, pero que holgaría me fuesse a su Corte y meviesse con él para que él me guiasse en lo que más comviniesse y fuesse neçessario tocante alcasso.

Y assí lo hiçe y fui recibido de Su Alteza y del clero [debaxo de palio, llevándome a su manoderecha] con mucha autoridad y aplausso; y estuve en la Corte tres meses; anduve vissitando elReyno y asentando las cosas de la Inquisición en Lisboa y en Coimbra, escogiendo para losoffiçios de ella las personas más eminentes en vida y letras, dándoles grandes poderes yauctoridad para la execución de todo, como hoy día está asentada y prevalece, y lo confirmó SuMagestad y Su Santidad después con bulas apostólicas.

Viendo Nuestro Señor que tenía ya hecho esto por mano deste mal ministro, no queriendo sudivina Magestad que pasase más adelante y que hiçiesse otros insultos perniciosos, me ataxó lospassos, cumpliéndose lo del Evangelio: «Nihil ocultum quod non reveletur». Y por su divinaprovidencia me dio un Judas que me vendiese, que fue un vicario de Mora, en quien yo me había

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fiado; el cual me convidó a caza un día de S. Ilefonso, y diziéndome que dexásemos ir la gente, yque por otra parte podríamos ir a aguardar a ciertos pueblos, me metió en una litera, y cerrandolas ventanillas della me llevó como pájaro en jaula a orilla del río, adonde estaba aguardando elMarqués de Villanueva, con quien estaba concertada mi prissión, y me hizo pasar el río con másde cien hombres de a pie y de a caballo que traía, llevándome preso; y lo mismo quisso hacer demis criados. Y yo le pedí los dejasse ir, como queda dicho. Yo pasé después mis trabajos ciertoscomo mis pecados lo merecían, y sabe V. S. Illma . , a quien guarde el cielo para padre denecesitados [y como yo desseo y he menester].

B

Relación del capitán Juan Pérez de Saavedra para el Cardenal de Burgos, del orden que tuvo enponer la Inquición. en Portugal en el año 1539. (-Historia de los trabajos de Saavedra, el que

introdujo la Inquisición en Portugal, escrita por el mismo al obpo. de Jaén, y copiada de un libromanuscripto del Escurial. Vide Illescas, lib. 6, cap. 4).

Illmo. y Rmo. Señor.

Lo que V. S. R"™ me ha mandado, yo con el debido acatamiento hago como debo, y es lo quese sigue: escribir mi vida hasta el lugar y tiempo de mis trabaxos, de la propria manera que latiene escrita el Rey don Phelipe nro. señor de mano de Gonçalo Pérez, su secretario, en lo cualserviré a V. S. lo mexor que bastare mi juicio ponerlo.

Y es que yo soy hijo del Capn Juan Pérez de Saavedra y de Doña Ana de Guzmán, su mujer,hermano de Juan Pérez de Saabedra, veinte y quatro de Jaén y de Córdova que bien conoceMorillo, caballerizo de V. S. Illma. Mis trabaxos e insultos y delictos vinieron de la manera yorden que aquí se dirá.

Yo fui tenido por el mejor escribano de nuestro tiempo, y también tuve mediano ingenio enlas cosas de hazer y gravar sellos. Y muerto mi padre, vine sin voluntad de mi madre a la Corte,donde por la habilidad de la pluma muchos señores deseaban servirse de mí.

Yo, como la ynclinación o pensamiento arduamente fuesen, pretendí siempre hacer cosas quefuesen algo más que el común uso de los hombres.

Y por haber las firmas del Consejo Real y de Órdenes, asenté en la Corte con un Fiscal, que sellamaba el Dor de la Torre, por su escribiente, donde hube en su cassa y en la del Ldo. Polancotodas las firmas del Consejo Real, las cuales traía siempre en mi seno en un pergamino de manerade borrador.

Y estando en cassa del Ldo. Alderete, vino una mujer de Villanueva de los Infantes a pedirjusticia de la muerte de su marido, que ciertos contrarios suyos le havían muerto; y por su muchapobreza la despachaban mal sus negocios. Movido yo de gran compassion, visto que le negabanla justicia, procuré que fuese en esta la primera experiencia de mi inicuo y desdichado saber pormí pretendido.

Y allí le hice una provisión la primera de mi mano, la cual llevó y executó como si fuera delConsejo Real.

Después me vine a Toledo, donde hube por una póliza dos mil [y seiscientos] ducados. Conlos cuales puesto en orden, volví a la corte, adonde asistí hasta que hube la firma y forma de SuMagd y del Rey don Phe su hijo, en que contenía me diessen hábito de Santiago con tres mil [yquinientos] ducados de Renta.

Los cuales cobré diez y siete años, y el día que me vestí el capelo en Sevilla di esta encomiendade Santiago a un mi mayordomo, el cual la posee hoy en día con voluntad de su Magestad, como

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después que yo fui presso conzedió Paulo cuarto (de la manera que está hoy en día), diziendo queesto fue proveído de la mano divina del Señor, y que si de de veras no lo habían querido concederotros tiempos los Reyes de Portugal, de burlas ahora no lo pudieron evitar ni escussar.

La manera de como hize la casa y entrada de Portugal y usé en todo esse tiempo hasta que meprendieron, diré a V. S. Illma.

Yo hube con pólizas que hize permisivas de su Mag , y a costa suya, de las cuales no perdióhombre, excepto su Magd, un maravedí, 36.000 ducados, de los cuales como pedía la cantidadseñalaba en diversas partes en depósitos de su Magd, lo ponía en diversos años o tiempo que sepudiese pasar en la letra que yo dexaba de forma y firma de su Mag y en su nombre las personasde quien yo pedía estas cantidades lo cobraban de los depósitos y depositarios, y venidos losrecetores a cobrar cada un año, vistas las letras y firmas de su Magd que yo dexaba, lo recibíanen quenta y pasaban adelante. Y deste modo zertifico a V. S. que si no me metiera en el vestidorojo y cosa de la iglesia, en todo el mundo se pudiera descubir este hecho. Mas permitió Nro. Sr

que pasasen mis trabajos como han pasado hasta que su divina Mag lo ha remediado.Y ansí con los 36.000 ducados fui a Sevilla, donde hice la vajilla y litera el año de 1539. Sabrá

V. S. Illma que sabían este negocio el mayordomo y secretario como yo mismo, a los que lesprometí debaxo de juramento solemne y divino que si permitiese Nro. Sr que yo por mis pecadospadeciese, que por mi causa no serían descubiertos para que fuesen castigados por el caso. Y ansícuando me prendió el Marqués de Villanueva de Barcarrota dándose a entender que era italianose holgó, pero después que me conozió y supo quién era compadeçiéndosese de mí, le pesó porhaberme prendido; y visto que de mí había tenido compassion, por que otros que habían venidoen mi compañía, que eran más de dozientos hombres, no padeziessen sin deber nada, supliqué alMarqués dexase ir a los que conmigo venían, certificándole y jurándole que si alguna cosa de loque se pedía había en mí era yo propio el malhechor, y que ellos tenían el negocio por tan cierto yentendido como el Rey de Portugal, y assí ellos inocentemente venían a donde yo estaba presso;por esto, que los dexasse ir su Señoría donde ellos quisiesen. Que en esto di una racón muy claraal Marqués, con la cual se satisfizo, diciendo que si éstos supieran alguna cosa o entendieran delo que a mí se pedía, no vinieran adonde yo estaba preso, y su obra en la visita que a mí mehicieron manifestaba su ignorancia y como carecieron de alcançar la malicia de mis hechos.

En este medio me llevaron a Badajoz donde antes había estado, esperando veinte días que elRey me mandase entrar en Portugal, como en otro capítulo se contará. De aquí me truxeron aMadrid, donde estaba la Corte, y me entregaron a Dn Juan Tavera, Arçobispo de Toledo, Card1 eInquisidor Mayor, Gobernador de España y ayo del Príncipe nro. Sr, el cual envió mi proceso aPaulo tercio con los demás cuadernos así [de] relapsos como reconciliados e penitentes. Y vistoque fuese hecho el efecto, entendió ser de la divina mano procedido (como yo lo creo), y assímandó se me diese una penitencia piadosa. Y si de mí no tuviesen entendido que iría a la CorteRomana (que deseaba verme), me llevasen en su presencia.

Y visto los del Consejo Real que el Arçobispo por mandado de su Santidad me libraba,pensaron que lo hazía por el interesse que me habían tomado cuando me prendieron, que fueronhartos centenares de millares, pidieron y requirieron al cardenal me pusiese y entregase en lacárcel de Corte y su judicatura, por que ellos allí prozediessen contra mí, diciendo que habíarobado de los depósitos destos reinos tres millones de moneda con firmas falsas.

Como el Cardenal fuese Gobernador de España, me dijo consolándome y esforcándome: «Notemáis, que por allá seré también vuestro juez, como por el casso de la Iglesia que hasta aquíhabéis estado».

Y assí él propio traxo un breve para que yo pudiesse elegir juezes, con que fuesen hombres deletras tales y conciencias cuales para el casso convenían. Y visto cuánto bien me había hecho elcardenal y la voluntad que tenían de darme la muerte los del Consejo, no quise que fuese otro el

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juez, el cual me rogó diversas vezes, como me lo pudiera mandar, que eligiese algún letrado fraileo clérigo, y que a este haría que piadosamente me sentenciase, pues tenía entendida la voluntadde su Santidad.

Y assí como no quise que otro ninguno fuese juez, me remitió al Dr Aroni (-Arabi),Inquisidor de Llerena, el cual me condenó a diez años de galeras, con requerimiento de los delConsejo que no pudiese escribir so pena de la vida. Y de ahí me llevaron a galeras adonde estuvepor mis pecados diez y ocho años, sin dos que estuve presso en corte y poder del Cardenal.

Agora plugo a nro. Señor que Paulo 4 dio un breve para los Inquisidores que me sacasen delas galeras, el cual estando las galeras en el Puerto de Santa María envió al obispo de Tarazona aSevilla, y él lo envió al Arçobispo de Sevilla para que lo tratase con su Magd; el cual mandó queme llevasen ante su presencia, y después mandó que me soltasen y avisasen no parase en ningúncabo hasta ser en su presencia. Y así vine a la Corte a besar las manos a su Magd, y después mehizo las mercedes que a V. S. dije en Sevilla.

Agora contaré a V.S. Illma la manera con que hube las letras y junté la cassa en Sevilla, y laentrada de Portugal y en Algarve.

Viniendo del Andaluzía topé con un teatino, el primero que había visto en mi vida, queentonzes Paulo tercio había fundado su orden, al cual oí un sermón el día de san Andrés. Ypareziéndome bien su doctrina, convídele a comer y túvelo diversos días en mi compañía. Ytratando en diversidad de cosas, admirándose de mi habilidad y pluma, mostróme un breve quetraía para fundar una casa de la Compañía de Jesús en Portugal, y díxome que este breve holgaríamucho, que era del anulo piscatoris, como trataba del tratara de su compañero. El cualtomándole yo, saqué un traslado acondicionado a propósito de todos dos. De lo cual yo vístolesmuy contentos les dixe mi intención, pues havían visto la habilidad mía, que deseaba en estremoser parte para poner la Inqon. en Portugal, y que tendría toda la cantidad de dinero que hubiesemenester, y las firmas del Emperador y Príncipe. Y también había cursado la Corte romana, yhabría las que allá hubiese menester como las viese en mi presencia para podellas contrahacer.

El teatino me respondió: «Por cierto en el Mundo no pudiérades hallar un hombre como yopara un negocio tan arduo, para lo cual sería menester que viniesse un Cardenal a este negoziocon su Bulla de Legado a latere, y teniendo las propias vezes que el Sumo Pontífice en suabsencia; y con todo esto haría harto poder acabar este negozio; y traer por otra parte en la Bullamisiva del Sumo Pontífice, un capítulo del Emperador en que pidiese y requiriese lo mismo al Reyde Portugal».

Y assí me dio la orden de la Bulla y yo la escribí. Y vine a otro lugar del Algarbe que llamanTavilla, y hize gravar los sellos y hazer caxas de pendientes. Y después de todo esto hecho, fuimeal primer lugar de Castilla, que llaman Ayamonte, de donde supe entonzes había venido de Romaun provincial de los Franciscos, al cual por satisfazerme de lo que tenía hize la introduzión yinterrogación que dixe a V. S. 111"13.

Díxele: «Padre, sabrá V. P d que viniendo por un camino a tantas leguas de aquí topé concinco o seis hombres que corrían la posta juntos; y cerca de donde los topé hallé una escritura depargamino, la cual vengo a mostrar a V. pd para que me diga qué cosa es, pues lo entiende,presupuesto que si fuese cosa importante aunque sepa gastar cincuenta o cien piezas de orotomaré la posta tras ellos para darles las escrituras».

Encargóme con todo poder que fuese tras dellos luego, no se perdiese tan buena obra y en taltiempo, porque era aquella una Bulla para meter Inquisición en Portugal, lo cual habían deseadomucho los Papas y Reyes con toda la República de Castilla, y que los Reyes pasados no lo habíanpermitido, y que uno de aquellos que corrían la posta era el Cardenal, que venía al mismonegozio, y por ser manzebo había venido por la posta a Sevilla o a Badajoz, adonde había dehazer su cassa para entrar en Portugal, según lo trataba la Bulla.

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Pues yo venido con esto a Sevilla, habidos los dineros que arriba dije a V. S. Illma, hize elsecretario y mayordomo, y la vaxilla y litera y adrezos de capilla. Y éstos y yo noscomunicábamos estando en diversas posadas, y assí veía yo las pieças y cosas que hazían ytomaba lo que bien me parezía, y pidía lo que más quería.

Y después de todo junto y concertado, envié al mayordomo y secretario el uno a Córdoba y elotro a Granada a que tomasen los criados que pudiesen para la cassa, dándoles a entender ydiziéndoles cómo eran criados de un Cardenal que había de venir por la posta, a causa de sermancebo, para poner la Inquisición en Portugal. Y assí juntaron en Sevilla, Córdoba y Granadaciento y cinvuenta, y los trajeron a Sevilla, donde juntaron también la capilla. Y yo veíalos,porque los hazían pasar uno a uno por mi posada el mayordomo y secretario.

A los cuales dije que saliessen con la casa y arreos, y dijesen que me iban a esperar a Badajoz;y que pasasen aquella noche cuatro leguas de allí, en un lugar, y que yo tomaría la posta y haríacomo que venía de Roma corriendo; y en llegando, que llegasen el mayordomo y secretario comome conoziesen a besarme las manos para que hiziessen assí todos los otros. Y assí se holgarontodos de mi llegada; y ahí estuve esa noche y luego me volví a Sevilla aquella noche siguiente,adonde fui rezibido de clérigos y seglares.

Y el Licenciado Treviño, provissor que era en aquel tiempo, me llevó a las casas Arçobispales,donde me detuvo 18 días.

Y cobré, como es notorio, de los albaçeas y bienes del Marqués de Tarifa ciento y treinta [sic]ducados en racón y diciendo que los había quedado debiendo en Roma por unas cédulas, lascuales vistas por su Mayordomo, dixo que era aquella su firma, pero que él había estado enRoma y en Hierusalem, y en todo el viaje que hizo, y que no sabía que el Marqués debiesse cosaalguna de lo que en las cédulas se trataba; y, apremiándole con excomuniones, me dieron la dichacantidad.

Y con esto salí de Sevilla y fui camino de Badajoz, y entré en Llerena, que hay Inquisición ydespués de me haber rezibido y aposentado, dixe que quería visitar el santo Oficio, y de allí llevétres Inquisidores, de los que hay en Portugal, que son el L. ° Pedro Alvarez y Veçerra y el L.''0

Cárdenas.Y de ahí fui a Badajoz, de donde envié las letras con mi secretario al Rey de Portugal; el cual

de maravillado y escandalizado enmudeció, de que turbado mi Secretario volvió a mí sin esperarrespuesta.

Y cuando a mí llegó, me habló diziéndome mudase de parezer, porque no era posible poderhazer en el mundo lo que yo pretendía. Y diciéndole yo ásperas palabras y enojosas, me dijo queviese yo lo que quería hazer, que también aventuraría la vida como yo.

Y assí le dixe que volviese con toda la brevedad posible, y que no mostrase haber salido de lacorte, antes le dijesse que Su Alteza determinase y luego se resumiese, porque tenía un bien suamo, que por ser mozo se volvería con la respuesta a Roma; pero que antes mirase Su Alteza queera bien lo considerase como Rey Cristianísimo.

Y assí me escribió me detuviesse veinte días, al cabo de los cuales me envió cierto Duque porembaxador, diziendo que entrase. A tres leguas de Badajoz, estaba una ciudad, la primera,Yelvas, y que entrando hiziese lo que me pareziese de lo a que iba; pero que él se holgaría mefuese a su Corte primero y me viese con él para que él me guiase a lo que acerca del caso eranezesario.

Y assí estuve en Corte tres meses, y otros tres visitando elReyno; haciendo muchas justicias,quemando a unos y a otros castigándoles, conforme en tales casos se acostumbraba hazer.

Y en cabo de seys meses se cumplió aquel Evangelio que V.S. Illma bien sabe que dize «Nihilocultum quod non reveletur». Donde por ser proveído por la mano divina fue mi Judas unvicario de Mora, el cual me convidó a una caza, señaladamente el día de S. Illifonso, ydiciéndome que por que no pisasen los panes mis gentes de a caballo y de pie me suplicó

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fuésemos los dos por un atajo. Y fui en una litera como pájaro en jaula, y me trujo al Río dondese parte este Reyno y el de Portugal. Y el Marqués de Villanueva, que tenía hecho el conciertocon el vicario, pasó el Río con más de ochocientos hombres de pie y de a caballo y me prendió. Ytomó tres Thesoreros que llevaba, el uno del santo Oficio, el cual tenía veynte mil Ducados, y elotro de la Iglesia, ciento y cinquenta mil Ducados, y el de mi casa, noventa mil Ducados, y mellevó a la Corte, como a V.S. Illma he dicho.

CID, Jesús-Antonio. «La Relación de la vida del falso nuncio de Portugal, en sus reescrituras, ylos orígenes de la ficción autobiográfica en España». En Criticón (Toulouse), 76, 1999, pp. 53-98.

Resumen. El relato autobiográfico atribuido a Juan (o Alonso, Fernando, etc.) Pérez de Saavedra es unacélebre mixtificación del siglo xvi que pronto desbordó el propósito, sea el que fuere, que incitó a su autor aredactarlo. La prolongada vigencia de la Relación de Saavedra desde el siglo xvi al xix se plasma en variasdecenas de testimonios manuscritos y en una edición tardía que el P. Feijoo creyó oportuno impugnar en suTeatro crítico. Los texto conservados ofrecen no menos de tres refundiciones absolutas, en las que el textooriginario se transforma para servir a intereses ideológicos y literarios muy diversos. Se abordan losproblemas textuales de un texto que, además de poseer evidente trascendencia para el origen de la pseudo-autobiografía y la picaresca, muestra en un grado extremo la virtualidad del concepto de "apertura" aplicadoa textos literarios escritos.

Résumé. Le récit autobiographique attribué à Juan (ou Alonso, ou Fernando...) Pérez de Saavedra est unecélèbre mystification du xvic siècle, qui n'a pas tardé à dépasser les intentions, quelles qu'elles soient, de sonauteur. La remarquable vitalité de la Relación de Saavedra se traduit, du XVIe au XXe siècle, par l'existence deplusieurs dizaines de manuscrits et par une édition tardive dont le P. Feijoo a cru opportun de faire la critiquedans son Teatro crítico. Les textes aujourd'hui conservés offrent trois types fondamentaux de refontes, letexte d'origine y étant mis au service d'intérêts idéologiques et artistiques très divers. Sont examinés lesproblèmes textuels d'un récit qui non seulement est d'un intérêt capital pour l'étude des origines de la pseudo-autobiographie et du roman picaresque, mais qui constitue en outre un exemple singulier d'application duconcept d'"ouverture" à des textes littéraires écrits. Sont également éditées deux versions du récit.

Summary. The autobiographical tale attributed to Juan (or Alonso, Fernando, etc.) Pérez de Saavedra is afamous sixteenth-century mystification that soon surpassed the author's original purpose (whatever thatmight hâve been). The sustained interest of Saavedra's text from the sixteenth to the nineteenth century isattested by several dozen manuscripts and by a late édition that Fr. Feijoo thought worthy of criticism in hisTeatro crítico. The surviving texts offer no less than three absolute reworkings, in which the original thext istransformed to suit widely differing ideological and literary interests. The study approaches the textualproblems of a work that, in addition to its value as regards the study of the origins of the pseudo-autobiography and of the picaresque genre, also demonstrates to a high degree the potentiality of theapplication to written literary texts of the concept of "opening". The study includes the édition of two of theversions of the taie.

Palabras clave. Autobiografía. Falsificación. FEIJOO, Benito Jerónimo. Inquisición. Lazarillo de Tormes.PÉREZ DE SAAVEDRA, Juan (o Alonso, Fernando...). Picaresca (orígenes de la). Portugal. Reescritura. Relaciónde la vida del falso nuncio de Portugal.