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Cuentos Urbanos Ilustrados. Pinturas de Viaje.TRANSCRIPT
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PREVIEW
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Índice
I Venecia
Funeral del Laberinto
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II Paris
La Pirámide
III Atenas
El Portal
IV Pamplona
El Encierro
V Londres
Fachada Mecánica
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Venecia
Museo del Louvre
Templo Olímpico de Zeus
Toro de Lidia
Piccadilly Circus
NOTA: Todas las pinturas ilustrativas fueron realizadas
por Luis Roberto Makianich.
La Rebelión de los Sitios
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Roma VI
Ciclico Atardecer
Coliseo Romano
Florencia VII
El Puente
Ponte Vecchio
Barcelona VIII
La Salamandra Alquímica
Park Güell
Johannesburgo IX
Esta Barra Bullanguera
Bullanguera
Acerca del Autor X
Contratapa
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Autorretrato
La Rebelión de los Sitios
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La Rebelión de los Sitios
Funeral del Laberinto
Venecia
Marco decide separarse del grupo ni
bien arriban a “Piazza San Marco”, con el sim-
ple propósito de saborear a solas el legado de
su padre, fallecido recientemente y que aho-
ra comparte desde Buenos Aires la iniciativa
de su hijo de reposar sus restos en las aguas
de la Venecia que lo vio nacer. Piensa que
“Venecia”, Pintura Digital de Luis Makianich, 2010.
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La Rebelión de los Sitios
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La Rebelión de los Sitios
ese funeral debe ser algo íntimo y los amigos
que lo acompañan nada tienen que hacer
ahí, cuando sus cenizas se esparzan en el
“Gran Canal”. La primavera no es buen tiem-
po para visitar la ciudad, debido a las fre-
cuentes lluvias que mantienen la plaza inun-
dada durante las mareas altas que se produ-
cen dos veces al día durante esa temporada;
sin embargo, el paisaje cobra una atmósfera
especial, que se produce cuando la Basílica
es reflejada en la plaza líquida creando una
dualidad visual en la que el cielo baja a besar
la tierra como un símbolo de enamoramiento
Divino; otras veces, durante la fiesta de las flo-
res, ella se encuentra tapizada de capullos
multicolores simulando ese reflejo, invocando
al cielo y coqueteando su belleza en todo su
esplendor.
Marco hace caso omiso a todas esas
pancartas turísticas y se concentra en la mi-
sión que ha venido a realizar, llevando consi-
go la urna que contiene el deseo oculto de su
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La Rebelión de los Sitios
padre, y que solo él pudo descifrar, a través
de tantas frases nostálgicas que le oyó mur-
murar durante su vida en La Boca. Una última
mirada al “Ponte dei Sospiri”, le da el impulso
para recorrer a pie las calles de la Venecia
oculta, atravesando puentes sobre las rajas
de agua, con la lluvia fina que se confunde
con la emoción en sus mejillas. El cielo plomi-
zo le sirve de abrigo a las paredes descarna-
das de revoque y moho, mientras el sonido en
el aire se cierra en un silencio extraño, de ciu-
dad sin máquinas y gaviotas aturdidas en su
propia desorientación. Un ocasional cántico
de un gondolero se escucha rebotar en los
muros al llegar a la esquina, que como un fan-
tasma alerta de su llegada hasta que el soni-
do dobla y desaparece en su mágica ruta,
provocando un leve oleaje que arremete
contra las puertas humedecidas de las casas,
hasta que una de ellas, de herrería forjada le
permite el paso y el agua se manifiesta como
una sinfonía entre los cántaros y fuentes que
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La Rebelión de los Sitios
le dan cobijo. Una humeante ventana vapori-
za un aroma a especias en su salsa pomodo-
ro, que le recuerda la pasta de los domingos
en el patio de su casa, con la familia unida
por el mantel de fiesta. En la esquina, una pe-
queña plaza expande la encrucijada de va-
rios callejones, donde el portal de una iglesia
ejerce su estampa y Marco alza la vista para
apreciar el cielo, que en esos rumbos esca-
sea, sentándose en los escalones del atrio, pa-
ra recobrar fuerzas. Desde allí escoge entre
las cinco esquinas la ruta de su personal pro-
cesión, que lo llevase al recóndito lugar en el
que su padre debiera descansar; el aún no lo
conoce, pero un sexto sentido le augura que
cuando llegue lo reconocerá de inmediato,
es por eso que su familia en Buenos Aires le
asignó este encargo, para que encuentre el
lugar en que su amado padre sería feliz por
siempre. Súbitamente el firmamento se abrió
en las nubes y la oscura noche los encontró
en la espera hasta que una estrella fugaz le
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La Rebelión de los Sitios
indicó el camino, y con entusiasmo reco-
menzó la marcha por una de esas callejas,
con altos muros desnudos y la nada por te-
cho, configurando un túnel hacia alguna otra
plaza, con otrora encrucijada. Su rostro se ilu-
mina con una luz en medio del callejón, que
se angosta a cada paso, o quizás se alarga.
El disminuye el ritmo de sus pasos como presa-
giando un incierto evento y puede escuchar
un leve martilleo rebotando en las paredes,
atenuando la luz en pausadas e irregulares
pulsaciones que lo llevan a pautar sus pasos
conforme se acerca. El sonido burbujeante
del agua se suma al ritmo y el golpeteo de su
corazón se asocia por simpatía a semejante
obertura. Su respiración se entrecorta y por fin,
el destello parece emerger de un vano en el
muro que lo atrae como magnetizando su
cuerpo, y ya no se puede detener hasta que
atraviesa el umbral; en el interior, una platafor-
ma hexagonal de enrejado metálico cercada
por sendos paños vidriados conforman el
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La Rebelión de los Sitios
acceso a un local de ventas, en varios niveles
con muebles y cuadros contemporáneos, si-
tuados en diversas bandejas dispuestas sobre
estanques artificiales y una cascada que los
envuelve a modo de escaparate típico de los
negocios de un centro comercial.
Marco siente que toda la ciudad es una
gran cáscara medieval envolviendo una gran
maquinaria cibernética, como un androide
con piel humana y se pregunta qué efecto
haría ese descubrimiento en los deseos ocul-
tos de su padre por volver a sus raíces. Horrori-
zado da unos pasos atrás y decide volver a
casa, llevando sus cenizas con él a acompa-
ñar a su familia en la cabecera del mantel de
fiestas, por todos los próximos domingos.
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La Rebelión de los Sitios
Paris La Pirámide
Gertrudis recuerda cada instante de sus
visitas al Museo del Louvre como si fueran hoy.
Si bien sus años de juventud han quedado
atrás, ella presiente que ellos volverán ni bien
su cuerpo atraviese su majestuoso pórtico y su
andar será grácil como en aquellos años, flo-
tando entre Da Vinci y Caravaccio, desde “El
David” hasta “La Victoria Alada”, de tal modo
que hasta se atrevería a seguir el recorrido lar-
go, guiándose con su bastón sobre la extensa
línea roja, como si esta fuese una vía eléctrica
que la proveyese de la energía necesaria pa-
ra lograrlo.
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Luis Roberto Makianich
http://makianich.blogspot.com
http://cuentosnuncacontados.blogspot.com
http://eayst.blogspot.com
http://luismakianich.blogspot.com
www.wix.com/architrave/home
“Autorretrato” Pintura Digital del autor, 2010
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Luis Makianich es arquitecto, argentino, graduado en la
UNBA (FAU) en 1978. Publicó su primer libro de relatos
cortos “Figuras de Sol”, en 1972. Fue investigador del pa-
trimonio urbano, en ICOMOS (International Council for
the Preservation of Historical Monuments and Sites), 1976;
Docente en la Cátedra de Historia de la Arquitectura
arq. J. Gazaneo, 1978 y Diseño Arquitectónico en las
Cátedras Arq. H. Angeluchi, 1980 y Arq. J. Goldemberg,
1987-2001. Obtuvo diversos premios en arquitectura, lite-
ratura y artes plásticas. Exhibición del proyecto para el
Nuevo Museo Nacional de Bellas Artes, en el Palacio
Errázuriz, y publicación en el anuario de La Academia
Nacional de Bellas Artes, 1978; Alianza Francesa, Funda-
ción Fortabat, 1986, 1987 y 1989 y C. C. San Martín, 1986.
Premios literarios 2009: 1er Premio por “Desolación” en
LetrasKiltras; 1er premio narrativa, por “En el umbral”, en
Parnassus; 1ra Mención en Arte y Narrativa agosto-
septiembre por “Infierno" en Parnassus; 3er Premio en re-
latos de amor virtual, por “Virtualidad”, en La Barca de
Las Palabras y la Imagen; 1er. Premio narrativa Certa-
men Felices Fiestas por “La Navidad Oculta” y 2do. Pre-
mio Brevedades en Prosa, por “Ocurrí” en Parnassus. Pre-
mio 1er semestre 2010 de Narrativa Erótica en Parnassus
por “Non Terminato”.
Acerca del Autor
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