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    Desacatos

    ISSN: 1607-050X

    [email protected]

    Centro de Investigaciones y Estudios

    Superiores en Antropología Social

    México

    Rosaldo, Renato

    La pertenencia no es un lujo: Procesos de ciudadanía cultural dentro de una sociedad multicultural

    Desacatos, núm. 3, primavera, 2000, p. 0

    Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

    Distrito Federal, México

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13900305

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    Lo siguiente arguye que la ciudadanía puedeverse como un proceso cultural en el sentido

    de que los marginados y excluidos tienen una

    visión particular de lo que sería la pertenencia

    y hay que considerar esa visión al renegociar

    el contrato nacional con tales grupos. El

    caso que se discute es el de los chicanos en

    Estados Unidos y los movimientos sociales

    en busca de derechos civiles, tanto como

    problemas de la frontera y de discriminación

    racial.

    Para empezar quisiera indicar queeste ensayo se ubica dentro de larealidad social de Estados Unidos. Meubico además en un proyecto comparativo,desarrollado por un equipo de intelectualeslatinos, profesores y estudiantes, en elcual investigamos una serie de procesossociales que en su conjunto llamamosciudadanía cultural. La investigación se estádesarrollando simultáneamente en los estados

    de California, Nueva York y Texas. Una partede la investigación que se realiza en el estadode California se desarrolla en Los Angeles,y la otra parte en el norte del estado, en San

    José que es donde yo participo (Rosaldo yFlores 1997).

    De los vocablos que definen nuestro trabajo,“ciudadanía” y “cultural”, voy a abordar pri-mero el tema de la ciudadanía para continuardespués con el de la cultura (Rosaldo 1997).

    Se dice que la ciudadanía es un conceptouniversal, por lo menos dentro de lasfronteras de un Estado-nación. Pero diríayo que es universal sólo de manera formal,en los documentos. No quiero menospreciar

    la importancia de los documentos (másque todo para los que no los tienen, losindocumentados), sino que busco ampliar elsentido del concepto de la ciudadanía porqueen la práctica, en lo sustantivo, sobre todo ensus orígenes a fines del siglo XVIII (el siglo delas luces), “ciudadanía” es un concepto nosolamente universal, sino también excluyente.Y con esto quiero decir que ha sido parte deun proceso de diferenciación de los hombresprivilegiados respecto de los demás. EnFrancia, por ejemplo, quienes se reunían en

    el espacio público paradigmático, o sea, enla plaza pública, eran aparentemente todosiguales, eran les citoyens, los ciudadanos.Algunos pensadores actuales proponen quedeberíamos volver a la plaza pública, a lasituación de citoyens  donde supuestamente

    LA PERTENENCIA NO ES UN LUJO:

    Procesos de ciudadanía cultural

    dentro de una sociedad multicultural 

    p o r R ena to R o s a ld o *  

    * Universidad de Stanford.

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    todos somos iguales, y adoptar ese modelo de“ciudadanía” ahora, a fines del siglo XX.

    Hay así quienes afirman que no habíadistinción entre los ciudadanos y que estasreuniones en plazas públicas eran un pasodemocrático, especialmente si las comparamoscon la tiranía de las distinciones excesivas dela aristocracia y de la monarquía. Éste sí fueun gran paso democrático, pero el modelode la plaza pública no es un fin, no es unasolución para nosotros a fines del siglo XX,sino que es apenas un punto de partida.

    Para muchos, la plaza pública, esto de

    estar cuerpo a cuerpo, cara a cara en unespacio público dentro de la sociedad civil,era una solución.1  Para mí es solamente unpunto de partida, especialmente si pensamosen las desigualdades sutiles que se puedendar dentro de una reunión en la plazapública. Esto lo demuestran muy claramenteinvestigaciones sociolingüísticas realizadasen Estados Unidos. Pensemos tan sólo en lasdiferencias de género: ¿Quién tiene derechode hablar en la plaza?, ¿quién habla más?, ¿a

    quién se le puede interrumpir? (la palabrase interrumpe mucho más a las mujeres quea los hombres en los espacios públicos). Enlas ciudades hay que pensar en ir más alláde lo que es la simple presencia en la plazapública. Hay que pensar, por ejemplo, en lasdistinciones que se inscriben en el cuerpocomo es el caso del “género” que acabo demencionar. En el momento en que entra enla plaza una mujer, surgen la diferencia y supareja, la desigualdad. Es difícil esconder ladiferencia de género, y según las normas bajo

    las cuales todavía vivimos, en el momento en

    que entra una mujer a la plaza pública, surgeel problema de la inequidad.

    Ahora vayamos de Francia a Estados Unidos.En Estados Unidos, el documento fundamentalen lo que a la ciudadanía se refiere esla Constitución Nacional. Y la ConstituciónNacional desde el comienzo ha otorgadoderechos universales a los ciudadanos. Desdeun principio se planteó que quienes son ciuda-danos, son todos iguales, y la condición de suigualdad es su semejanza. Son iguales porqueson iguales de género, de idioma, de cultura,y ésa es la condición de su igualdad, todos son

    lo mismo, todos son semejantes. La cuestiónde la ciudadanía en este universo parece serun asunto muy sencillo: O tienes documentos,o no los tienes; o eres ciudadano o no lo eres.

    Al principio, la Constitución de EstadosUnidos —bajo el nombre de la ciudadaníauniversal— planteó que los ciudadanos sonhombres blancos y dueños de propiedad.Este planteamiento, desde luego, se puedeleer al revés: que la Constitución en susorígenes excluye a los hombres que no tienen

    propiedad, o sea, que hay una división declases; excluye a las mujeres, que no tienenel derecho de votar; y excluye a todos los “noblancos”, es decir, a quienes denominamos“personas de color” (africano-americanos,indígenas, chicanos, y asiático-americanos).Esta exclusión se hace entonces sobre labase de discriminación de clase, de géneroy discriminación racial; y lo que producenestas exclusiones a largo plazo es una seriede luchas, de movimientos sociales y largastradiciones disidentes que aún no terminan:

    la lucha por los derechos ciudadanos. Esdecir, la lucha por el derecho social de serciudadanos no de segunda, sino de primera.

    En este caso empleo el concepto de laciudadanía en el sentido en que se usaen la vida cotidiana. Al hablar de análisis

    1  El libro de Mike Davis (1990) ofrece una visiónutópica de las plazas públicas en los espacios urbanos.No me opongo a las plazas públicas, sino que no lasentiendo como solución en sí a las desigualdades de lasciudades multiculturales a fines del siglo XX.

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    conceptual a través del vernáculo, el idiomaordinario (ordinary language), se debe decitar al filósofo Ludwig Wittgenstein. En elaspecto metodológico se debe de nombrar elanálisis cultural y antropológico de la familiade palabras del vernáculo relacionadas conlas ideas de ciudadanía de primera y desegunda. Pero me adelanto y me desvío haciala cultura. Volvamos por el momento al temade la ciudadanía.

    Las luchas por la ciudadanía han logradomucho, pero falta también aún mucho porlograr. Hay que ver estas luchas como largas

    tradiciones disidentes dentro de Estados Uni-dos. La lucha por el sufragio de la mujer (quepor cierto no se logró sino hasta 1919) fueel primer paso en un proceso histórico cuyaetapa actual es el feminismo contemporáneo.En esta etapa actual, lo que el feminismo seplantea es que si las mujeres tienen el derechode votar, ¿cómo es posible que en muchasocasiones no se les escuche? También se dioel movimiento en contra de la esclavitud yla herencia de ese movimiento son los movi-

    mientos por los derechos civiles, incluyendoel movimiento chicano, el movimiento de losindígenas de Estados Unidos, y ahora el crecien-te movimiento de los asiático-americanos.

    Es importante acordarnos de estastradiciones disidentes porque nos confierenlegitimidad en el presente. Pocas personasen Estados Unidos quisieran volver a laesclavitud como institución social. Hay pocosque dirían que no se debe dar el derecho devoto a la mujer. Es evidente que estos dosconceptos son obsoletos en Estados Unidos.

      Las exclusiones de la Constitución hanproducido movimientos sociales que tienenuna continuidad desde el siglo XIX hasta finesdel siglo XX. Los analistas sociales Stuart Hally David Held (1989) han comentado sobrela nueva política de la ciudadanía que ellos

    definen en relación con la pertenencia. Hally Held preguntan, “¿quién pertenece? ¿Y quésignifica la pertenencia en la práctica? … Lascuestiones del ser miembro o no —quién per-tenece y quién no pertenece— son el puntode partida de la política de la ciudadanía. Esimposible delinear la historia del conceptosin tropezar con los intentos sucesivos de res-tringir la ciudadanía a ciertos grupos y excluir

    a otros (1989: 175)”.Lo fundamental para Hall y Held es que ha

    habido una expansión de la ciudadanía y de labase sobre la cual se piden derechos, una basereivindicativa de la ciudadanía que, segúnellos, empezó con cuestiones de clase y se ha

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    ampliado con derechos de género, derechossobre los factores raciales, derechos de lasexualidad, derechos ecológicos, derechosde ancianos y derechos de la juventud. Sibien para estos autores la expansión de losderechos es un fenómeno cuantitativo, yo diríaque también es una expansión cualitativa, queintroduce un cambio cualitativo.

    Podemos identificar dos ejes de cambio.El primero se refiere a la redistribución.Este primer eje es de clase, tiene que vercon los recursos económicos y, sobre todo,con las luchas de clase. El segundo es la

    dimensión de reconocimiento. Se refiere alos factores culturales de reconocimiento; porejemplo, los derechos de los homosexualesa ser ciudadanos de primera. Una manerade hacer patente esta segunda dimensión esque si se resolvieran los problemas de clase—aquellos relacionados con los problemasde recursos económicos— se vería que habríaproblemas todavía. Persistirían problemasque no se resuelven solamente a partir de losrecursos.

    La expansión de la ciudadanía implica nosolamente la relación Estado-ciudadano, sinotambién la relación ciudadano-ciudadano.Con esto me refiero a la participación de lapoblación en los grupos sociales (pueden sergrupos de vecindad, de barrio, de la políticaque se haga donde se trabaja; puede ser cual-quier grupo así, sin que intervenga el Estado),donde se busca un reconocimiento al sentido depertenencia, y la reivindicación de derechosen el sentido sustancial y no formal. Y aquíhay un problema que hay que señalar, que

    es el de la legitimidad del Estado. Cuandoel Estado no es legítimo, estos movimientosdisidentes de ciudadanos pueden tener otrasformas diferentes a las que señalamos antes,y por este motivo debemos ser cuidadososcuando pretendamos traducir algunos de estos

    conceptos a situaciones en ciertos Estados deLatinoamérica (Consumidores y ciudadanos deNéstor García Canclini (1995) es un comienzosignificativo de esta discusión en México).

    Cuando el Estado reconoce derechos perono invierte recursos, entonces los derechosson solamente formales y no sustanciales. Porejemplo, los políticos cínicos de Californiadicen que deberíamos tener acción afirmativasobre la base del concepto de clase social, y node género o de factores raciales; sin embargo,cuando los pobres reclaman su derecho aentrar a la Universidad de California son admi-

    tidos, pero sin que se les canalicen recursospara la comida, la vivienda y la matrícula,que sube más y más de un año a otro. Éste espues un “derecho cínico”, es un derecho sincontenido, es un “derecho formal”. Es como sihubieran otorgado a los más pobres el derecho(sin darles recursos económicos), o de comer enel Hilton o de comer debajo del puente —ellostienen el derecho de escoger (ver Hall y Held1989: 178). Deberían poner el dinero a respal-dar sus palabras.

    Esto nos lleva a la segunda parte de ladefinición de ciudadanía cultural, pasandodel concepto de “ciudadanía”, que es elque hemos discutido hasta ahora, al aspecto“cultural”. Empleo el concepto de la cultura enel sentido de la mediatización de la conductahumana, el significado situado desde el puntode vista del actor social. La conducta humanase mediatiza por percepciones de la realidadsocial. Distingo este sentido de cultura, comoprocesos de mediatización, del sentido de con-figuraciones o patrones que se usan al hablar

    de la cultura chicana, la italiana, la urbana,en que se asume que existe una serie decontroles y normas. A mi parecer, hay que verla identidad cultural desde una perspectivahistórica, como un proceso y no como unhecho acabado.

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    Cuando hablamos de ciudadanía culturalse hace necesario conocer las aspiracioneslegítimas de los grupos subordinados. Enese sentido, yo cuestionaría el conceptode “bien común” y por este motivo, diríaque la “ciudadanía cultural” no es “culturaciudadana”. Cuando se escuchan estosconceptos, uno debe preguntarse: ¿Quiéntiene la autoridad de decir lo que es el “biencomún”?, ¿de definir los códigos del “espaciopúblico”?, ¿de establecer qué es la “sociedadcivil”? Hay que estar atento y dilucidar desdequé punto de vista se está haciendo un análisis

    determinado en el cual se están usando estosconceptos, y debemos preguntarnos entonces,¿quiénes pertenecen al grupo que ostenta esepunto de vista? ¿Quiénes son y quiénes noson los constituyentes del “nosotros” de quese habla?

    Necesitamos una movilidad, una posicióncambiante de un punto de vista a otro.Con mucha frecuencia se da el caso deestudios, aun de gente aparentemente muyprogresista, que toman el punto de vista de los

    funcionarios legales del pueblo. Si el analistaapoya, o al menos busca entender a losgrupos subordinados, hay que enfocar en suspuntos de vista sus maneras de comprenderel mundo.

    Por ejemplo, si pensamos imponer unaprueba de entrada a la ciudadanía, y vamosa ponernos de acuerdo en una prueba paralas normas de la igualdad, ¿qué pasaría sila prueba fuera levantar peso? ¿A quiénfavorece como grupo? A los hombres, claro.Propongamos otra prueba: a ver quién puede

    agarrarse las manos por la espalda, una porarriba del hombro y la otra por debajo (yo no

    puedo), pero si se hiciera la prueba de entradade esta forma, arrojaría otro resultado. ¿Quiéndecide cuáles son las normas?2  ¿Cuáles sonlas condiciones de la prueba? Y para mísobre todo, viviendo la situación desde elpunto de vista de los chicanos, la “culturaciudadana” quiere decir que te ves obligado aconformarte a las normas del grupo anglosajóndominante, las normas del “English only” . Osea, tú puedes ser ciudadano si dejas de serquien eres. Desde esta perspectiva se aceptanmujeres en este grupo sólo si se portan comosi fueran hombres, y éste fue el caso de las

    famosas mujeres “sargentas” de los añoscincuenta, que pagaban con su propio ser elprecio de entrada a los grupos dominados porhombres.

    Esto se puede decir de otra forma: si no haymanera de lograr el reconocimiento de mislegítimas aspiraciones o demandas, no entroen la plaza pública. No entro en la sociedadcivil, no me conformo a la cultura ciudadana.La cultura ciudadana tiene que renegociar susnormas. Pero el problema aquí es que si no

    eres miembro de los grupos privilegiados, esmuy evidente que hay problema, pero si eresmiembro del grupo privilegiado, es invisibleel problema, uno no se da cuenta porque nose oyen las voces disidentes, porque éstas noentran en la plaza pública.

    Si los grupos privilegiados quieren queentremos los chicanos en la cultura cívica,hay que renegociar las normas, los códigosque reinaban antes. Veamos por ejemplo elconcepto de “urbanidad” o “civility” en laplaza pública y la cuestión del respeto: Si en

    el nombre de la “urbanidad” o “civility” no merespetan a mí, me es imposible participar. Esen este contexto donde se entienden muchas delas demandas de la comunidad chicana comola educación bilingüe, el trato decente hacialos inmigrantes, movimientos en contra de

    2 La pregunta de quién tiene el derecho de definir elbien común se ha discutido en la literatura feminista deEstados Unidos. Véase, por ejemplo, Pateman (1992) yYoung (1990).

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    la brutalidad policiaca, la multiculturalidady otros asuntos que estudia José ManuelValenzuela en su valioso libro  El color de las sombras (1998).

    Si se habla de la multiculturalidad y nose abarca el concepto de la desigualdad sedeslinda hacia el concepto que se da enDisneylandia, la multiculturalidad de distintossabores donde se supone que todos somos

    iguales y que cada quien puede escoger elsabor que prefiere. Cuando se estudia ladiversidad desde el punto de vista de las zonasfronterizas —lo que Mary Louise Pratt llamazonas de contacto— se pregunta ¿cuáles sonlas fronteras de intercambio social?, y ¿cuáles

    son las que no se cruzan porque estánvigiladas por la migra?

    Por ejemplo, desde una óptica sepuede pensar en la familia burguesanuclear como una entidad socialhomogénea. Desde la perspectiva delas fronteras, en cambio, sobresaleuna serie de diferencias dentro dela familia: diferencias de género,diferencias de generación, diferenciasde edad entre los hermanos, dife-rencias de quien tiene acceso sexuallegítimo al otro. La familia empírica

    es la misma, pero la perspectivaanalítica cambia. La solidaridadfamiliar, tal como es o no es, abarcaigualmente las semejanzas y lasdiferencias.

      El caso actual de los chicanosdentro de Estados Unidos iluminalos temas que hemos abordado,sobre todo los procesos de gruposdominantes que excluyen o marginan(en muchos casos sin darse cuenta

    de las consecuencias) a los grupossubordinados. En Estados Unidos sepone en duda la ciudadanía de los

    chicanos haciendo alusión a los nuevos integran-tes, aquellos que se dice son ilegales, los“recién llegados”, y la ciudadanía de todoslos latinos es cuestionada a partir de que todossomos percibidos con algo (¿una mancha?) deilegal, algo que nos confiere una falta de per-tenencia. Siempre vivimos con ese estigma,una especie de signo de interrogación, un cues-tionamiento encima de la espalda… la “espalda

    mojada” tal vez.Es preciso por eso aclarar dos cosas

    fundamentales: En primer lugar, lostrabajadores indocumentados, los “reciénllegados”, pagan impuestos igual que todoslos ciudadanos. Además de eso, deberían

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    merecer derechos humanos en el trato, y nolos derechos que reciben en Riverside: lasgolpizas. En general, además, los trabajadoresindocumentados no son ilegales en el sentidode no obedecer las leyes. Los trabajadoresindocumentados en general obedecen lasleyes aún más que los ciudadanos, porquesaben que el castigo que llevarán al noconformarse a la ley será la deportación. Osea que, en cierto sentido, son más legalesque los “legales”.

    En segundo lugar, debemos comprender loque una joven poeta chicana indicaba cuando

    escribió: “No crucé la frontera, la fronterame cruzó a mí”. Es decir, que muchos dequienes hoy son chicanos vivían dentro delterritorio estadounidense antes de que fueraterritorio nacional de Estados Unidos. Y másaún, en zonas como Florida y Nuevo México,los chicanos vivían dentro de lo que hoy esterritorio estadounidense aun antes de quese establecieran las primeras poblaciones deanglosajones dentro de lo que hoy son lasfronteras de Estados Unidos. Así es que las

    poblaciones con una mezcla de españoles,indígenas y mestizos se formaron antes dela población que siempre dicen que es laprimera, la de Jamestown a principios delsiglo XVII. Por eso podemos afirmar que lapresencia chicana dentro de Estados Unidosno es una novedad, no es algo nuevo; es algofundamental que existe desde los orígenes delo que es Estados Unidos.

    La historia de los latinos dentro de EstadosUnidos no es necesariamente una historiade migración, ni mucho menos de migración

    ilegal. Lo que migró, como dijo la poeta joven,fue la frontera y no la gente. Pero muchosangloamericanos, aun africano-americanos, tie-nen esa impresión. Sin embargo, es muy difícilque se haga visible la historia, la presenciacontinua de los latinos dentro de lo que es

    hoy Estados Unidos. Me parece, como ya dije,que presentar de una manera sensacionalistaa través de los medios masivos a los trabajado-res indocumentados como inmigrantes ilegaleses una forma ideológica de poner en duda laciudadanía de todo latino dentro de EstadosUnidos, y de dividirnos entre nosotros y dedividir al pueblo estadounidense en gruposraciales, donde casi no hay manera de cruzarla línea entre los grupos y crear lo que sesabe que es una relación de dominación ysubordinación.

    Y así es cómo, a mi parecer, a través de los

    planteamientos de políticos cínicos se puedeentender lo que es la resolución 187. Es unatáctica de la extrema derecha para dividiral pueblo racialmente y para dividir en suinterior al pueblo chicano.

    Uno se pregunta en este momento: ¿Porqué renegociar el contrato nacional? Yo creo queesta renegociación se hace necesaria por serparte del largo proceso de cambio social queen un momento se plasmó en la ConstituciónNacional y que ha seguido en forma de lucha

    y de nuevos movimientos sociales. El contratonacional siempre está, y debería estar en unproceso de renegociación, de un lado, porlargos procesos de cambio, y de otro lado,porque en cada nueva generación emergennuevos actores sociopolíticos. Pero además,en Estados Unidos pasamos por un momentopeligroso, en el que la represión aumenta porparte de grupos fundamentalistas de extremaderecha, los que en lugar de entregarnosun golpe de estado sólo nos otorgaron latelenovela de “Mónica en la Casa Blanca”.

    A manera de resumen prolongado, quisieraconcretar los temas ya elaborados a travésde una serie de ejemplos que llamarétarjetas postales, y lo que implican para lainvestigación de la pertenencia y del derechoa la identidad cultural.

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    Primera tarjeta postal 

    La definición ideológica de lo públicoy lo privado

    Richard Rodríguez, en  Hunger of Memory, laprimera obra que publicó, opina que el españoles un idioma doméstico; que el español sirvepara las emociones, pero no sirve para elpensamiento; sirve para la vida familiar, perono sirve para la vida pública. Podríamos decirque, en opinión de Rodríguez, el espacio de la

    cultura racial, de la cultura étnica, dentro deEstados Unidos, se define dentro del espaciodoméstico. Las percepciones de Rodríguez–diría que él no tiene la culpa– son unresultado de la ideología que se impone sobreél. La ideología segregacionista de supremacíablanca se articula a través de lo que diceRodríguez. La culpa no la tiene el idioma niel mismo autor. Si el idioma no entra a la vidapública es por una serie de prohibiciones,algunas jurídico-legales y otras no formales. Esevidente en México, si no en la vida cotidiana

    de la juventud de Rodríguez en Sacramento,California, que el español como idioma puedeentrar al corazón, pero que también puedeentrar al cerebro y a la vida pública.

    Segunda tarjeta postal 

    El significado de la violencia fronteriza

    Busco combinar lo cultural con lo material yen este sentido juntar los dos lados del arco.

    Lo real se puede entender como teatro. Unespectáculo popular del momento en EstadosUnidos es el teatro de la línea. A veces, cuandopensamos en ritos, pensamos en algo que separece a un rito clásico, pensamos en las formassimbólicas, por ejemplo, la ceremonia de una

    boda. Pero el rito de la frontera, la manera enque se construye la violencia en la frontera,es material a la vez que simbólica. El objetivoen la investigación debería ser ver las doscosas a la vez. No perder de vista lo violento,lo material, ni perder de vista a la vez losimbólico, el significado. Las nuevas técnicasde violencia ofrecen procesos violentos hacialos mexicanos que llegan, casi siempre sinarmas y sólo en busca de ganarse la vida. Elriesgo que corren es real; la posibilidad demuerte es evidente. Pero lo principal paralos políticos estadounidenses es el teatro que

    ofrecen al público (es decir, a los votantes)con sus invocaciones de la guerra en Vietnam(el nuevo DMZ  — DeMilitarized Zone— porejemplo). Lo que quieren poner en escena esla vulnerabilidad de los ciudadanos estado-unidenses frente al riesgo de los “ilegales”mexicanos, y la bondad del gobierno nacionalque tiene los medios para proteger al pueblofrente a los invasores morenos del sur.

    Tercera tarjeta postal 

    Ciudadanía como voto

    El voto es el derecho fundamental delciudadano. Pero en las resoluciones estatales,el voto ofrece la oportunidad de expresar losprejuicios. Yo creo que la iniciativa de ley 187fue expresión de la supremacía blanca. Y lainiciativa para las elecciones de noviembre de1996 a la que nombran cínicamente “CaliforniaCivil Rights Initiative”   es una iniciativa encontra de los derechos civiles, manipulada

    por políticos que acentúan divisiones racia-les. Esto requiere de un análisis simbólico,cultural. Es evidente que la propuesta mani-fiesta una violencia muy profunda en contrade nosotros los chicanos y la gente de coloren general. Expresa también una violencia en

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    contra de las mujeres en el sentido de matarcarreras, las posibilidades de mejorar las con-diciones socio-económicas. Esta violencia,sin embargo, requiere de un análisis que vayamás allá del supuesto “cálculo racional” delvotante, al cual aluden muchos politólogos.El análisis debe incluir el aspecto cultural.Porque cuando se vota, lo que se expresa esmás que lo “racional”, se expresa también la“psique”, los prejuicios profundos.

    Cuarta tarjeta postal 

    Puntos de vista

    Debemos percatarnos de que existen, parauna situación definida, distintos puntos devista, y el punto de vista en el que debemoshacer énfasis particular en el análisis socialdebe ser el de los grupos subordinados, por-que es menos visible que el punto de vista delos grupos dominantes. Hay que tomar en cuen-ta, por lo tanto, ambos puntos de vista.

    La poeta chicana Lorna Dee Cervantesexpresa esta idea de los “puntos de vista” através de su poema con el título siguiente:

    Un poema para un hombre blanco que me

    preguntó, cómo podía yo, una mujer inte-

    ligente, que había leído mucho, cómo podía

    creer que había una guerra entre los grupos

    raciales en Estados Unidos.

    Desde la óptica de una perspectiva la poetadice:

    En mi tierra no hay distinciones, la política

    de la opresión se terminó hace años…

    y sigue así, dentro del punto de vista delprivilegio. Luego ella asume una perspectivamuy diferente y dice:

    Yo creo en la revolución, porque donde quie-

    ra se ven cruces que se están quemando, hay

    soldados en cada esquina, hay soldados en

    las escuelas, que están tirando balas, las balas

    que están tirando las están tirando hacia mí,

    y no hacia ti.

    Es decir, que hay una falta de comprensión,hay una diferencia de punto de vista, yésta siempre hay que tomarla en cuenta. Elprivilegio es casi imposible de ver por elque lo goza, porque parece ser que lo queexperimenta en la vida cotidiana debe seruniversal, o sea, lo que experimentan todos.

    Pero el privilegio es muy visible para losque no lo experimentan. Y esta diferencia depunto de vista y visibilidad (o no visibilidad)del privilegio crea problemas de diálogo einspira procesos democráticos de renegociarlos contratos nacionales.

    Quinta tarjeta postal 

     Procesos de segregación y el miedo burgués

    Para mí, los centros comerciales son un pocoambiguos porque en éstos sí hay segregaciónde clase, pero deben también tomarse en cuen-ta las diferencias de edad y de generación.El centro comercial es un lugar donde secongregan niños, jóvenes y adultos. Para los jóvenes puede ser un lugar maravilloso. Paralos intelectuales, en cambio, la visita al centrocomercial es un paseo donde nos sentimosenajenados. Pensamos, “¡La mercantilizaciónde la vida cotidiana es un desastre!”. Los jóvenes, en cambio, andan como reyes y

    reinas del paseo, saludan a todo el mundo.Para ellos es un lugar conocido, seguro.

    En los procesos de segregación existe unrégimen de miedo. Y para mí, los procesosde segregación más serios que existen sonlos de los vecindarios. En los vecindarios hay

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    una homogeneidad de clase y, además, enEstados Unidos se da homogeneidad racial.Y esta segregación es algo fundamental quese entiende en relación con el fenómeno delmiedo: un trabajador indocumentado que cruzala frontera inspira miedo. Pero en este caso nodebe confundirse el miedo y la vulnerabilidaddel que lo siente. Cuando estudiamos procesosde segregación no debemos dejar de lado elestudio cultural de las emociones como elmiedo y la vulnerabilidad.

    Lo que se busca en el estudio de los procesosurbanos es una manera de ver que incorporela relación entre distintos grupos. No hayque ver las cosas desde el punto de vista degrupos aislados, sino de grupos en relaciónmutua. Es decir, por ejemplo, no estudiarprocesos sociales como “aculturación” o sea,en una sola dirección, sino como procesos de“transculturación”. Ver los procesos sociales

    como transculturación y no asimilaciónunidireccional es lo fundamental para mí, y laaspiración que tengo es la de comprender elconjunto de las relaciones sociales a distintosniveles y en ese sentido re-escribir el contratonacional o re-escribir el documento académicofundamental para la ciudadanía, la historia de

    Estados Unidos.

    Sexta tarjeta postal 

    La pertenencia y una huelga dehambre

    La pertenencia no debe ser unlujo. Para los que viven dentro dela plenitud de la pertenencia no lareconocen como tal, es como el aireque se respira sin pensarlo, pareceser lo más natural. Pensemos, por

    ejemplo, en el caso de Elvira Prieto,una de los cuatro estudiantes quearmaron una huelga de hambre enla universidad de Stanford. Ella

    analiza su participación en la huelga enun ensayo que escribió para el programade Maestría en Educación de Harvard. Suparticipación en la huelga de hambre se rebasóen varios factores, incluyendo la pertenenciay la defensa del Centro Chicano. Ella dice:

    El Centro Chicano creó un espacio donde

    sentía que pertenecía a Stanford… No era

    como la mayoría de mis clases ni era como

    los dormitorios estudiantiles, sino que era

    un lugar donde sabía que podía encontrar a

    otros estudiantes que entendían el estrés que

    vivía por ser chicana en Stanford; allí no me

    veía obligada a narrar la historia de mi vida o

    explicar el significado de la palabra chicana

    antes de comenzar a conversar.

    Pero para ella, el don de la pertenencia no

    se pierde de vista:

    Todos los días me acuerdo de que el hecho

    de poder estudiar en Harvard me ubica en

    una posición de privilegio… El promover el

    cambio social a través de mi privilegio me

    obliga a arriesgar todo a favor de los que

  • 8/18/2019 La Pertene La pertenencia no es un lujoncia No Es Un Lujo- Procesos de Ciudadanía Cultural Dentro de Una Socied…

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    sufren como sufría antes de estar aquí.

    Para ella, la pertenencia es un donfundamental que ganó a través de suparticipación política, y no es ni un lujo ni unprivilegio invisible que ha disfrutado desde sunacimiento.

    Séptima tarjeta postal 

    Quetzalcóatl en San José, California

    Para terminar quisiera presentar una últimapostal: Hace cinco años se inauguró una

    estatua de Quetzalcóatl en San José. En estecaso hubo protestas muy serias de gruposevangélicos de extrema derecha. Los gruposevangélicos tenían sus historias de violenciaen una serie de confrontaciones en las clínicasdel aborto. Me habían pedido que diera,la noche anterior de la inauguración de laestatua, una ponencia sobre Quetzalcóatl.Cuando salía de la casa estaba nerviosísimoporque sabía que los grupos evangélicoshabían prometido llegar. No quiero que sepreocupen demasiado por mi bienestar, asíes que diré de antemano que al llegar alauditorio vi un grupo de militantes chicanos,los“brown berets” , y funcionarios del pueblode San José, entre ellos el alcalde, así comoun grupo numeroso de danzantes que habíallegado bajo el liderazgo de una persona de laCiudad de México. Así que cuando llegué mesentí más seguro. Pero volvamos al momentode miedo máximo: al dejar la casa, mi hijaOlivia que tenía entonces nueve años meescribió rápidamente un poema que dice así:

    Acuérdate quién, cómo,acuérdate de quién eres.

    Cómo llegué yo aquí,acuérdate de tus descendientes.Acuérdate de tu idioma,acuérdate de quién eres.Aunque haya prejuicio,acuérdate de quién eresy de lo que eres.Acuérdate.

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  • 8/18/2019 La Pertene La pertenencia no es un lujoncia No Es Un Lujo- Procesos de Ciudadanía Cultural Dentro de Una Socied…

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