la paternidad espiritual libro
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Paternidad de G. MaldonadoTRANSCRIPT
LA PATERNIDAD ESPIRITUAL (LIBRO)Posted on mayo 17, 2011
Un enfoque de la importancia de la formación de vidas a través del
discipulado en el diario vivir de la iglesia
Mario E. Fumero
Publicado en el 1996 por Editorial Unilit
Autorizada su reproducción parcial solo para fines educativos y no
mercantiles.
Diseño de la potada del Libro Alicia Mejía
PROLOGO
Vivimos en un mundo en donde lo fácil, lo cómodo, lo rápido, lo barato
domina. Nadie quiere pasar trabajo. Nadie tiene tiempo para ayudar a
otro. El individualismo y el consumismo, junto a una sociedad cada vez
mas materialista nos ha arropado, a tal grado, que hemos trasladado
este espíritu del siglo XX a nuestro vivir como cristiano.
Hoy día tenemos algunas iglesias que crecen locamente, cada cual por
su lado. Las enseñanzas de la súper y mega iglesia nos han cautivado.
La masificación, el “show”, la vida fácil, el acumular conocimientos y
diplomas a través de seminarios se ha constituido en una de las metas
del evangelismo. Como consecuencia, hemos perdido el sentido de relación, de
entrega a los demás, y la perspectiva bíblica del discipulado. Cada vez hay más
gente convertida pero sin cobertura, huérfanos de la ayuda humana, pero con
experiencias cristianas. Esto produce una iglesia deforme que no es un cuerpo, y
una vida cristiana de muy baja calidad. Esto hace que muchas personas tomen el
cristianismo como una moda, como una distracción, como una religión, sin
entender que “tenemos que recibir para después dar, que tenemos que vivir para
después transmitir”.
Es por ello que me dispongo a presentarles en este material mi más
PROFUNDA CONVICCION sobre lo que es predicar y hacer discípulos.
Sé que no es fácil, que la comodidad nos ha privado del espíritu de
sacrificio, pero no por ello debemos de dejar de afirmar lo que es un
hecho bíblico, aunque muchos no lo quieren practicar. Si queremos
vivir como cristianos debemos impregnarnos del espíritu del
cristianismo, que es “IR Y HACER DISCIPULOS” partiendo del modelo
que nos dejos Jesús y el cual establece esa paternidad espiritual en la
que se fundamenta la familia de Dios que es la Iglesia.
Con mis mejores deseos:
Mario E. Fumero
Tegucigalpa, 12 de junio de 1995
1
ASUMIENDO EL DISCIPULADO
No existe una ordenanza tan clara para la misión de la iglesia que
aquella en la cual el Señor Jesús dijo en Mateo 28:19; “Por tanto, id y hace
DISCIPULOS a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo”. Las prioridades se determinan por los mandatos.
Los mandatos son los que establecen el orden de prioridad en todo
nuestro que hacer, y es por ello que en el Nuevo Testamento se
menciona más de 70 veces la palabra DISCIPULOS, y si un término se
usa mucho, debemos buscar a fondo su sentido exegético y conceptuar,
para no desvirtuar aquello a lo cual el Señor nos ordeno, y poder
mantener vivo el espíritu del Evangelio.
El discipulado envuelve algo más que una clase, que un grupo, que una
reunión. Es toda una relación y actitud en la evangelización y
conservación de los perdidos que vienen a Cristo. Es una de las tantas
formas retoricas para exponer la relación personal que envuelve el
proceso de formación de un cristiano una vez nace de nuevo. Si somos
cuidadosos de este concepto, como de otros que hay a lo largo del
Nuevo Testamento, veremos que detrás de cada palabra se esconde una
actitud, un principio y un objetivo; fortalecer la relación entre los
nuevos convertidos con aquel que “lo toma” para darle lo que será el
principio de cobertura y protección en su crecimiento de la vida
cristiana. No puede haber formación sin relación, no puede haber
relación sin entrega, no puede haber entrega sin asumir
responsabilidades.
La forma de relación en el discipulado está definida por los conceptos
de:
Ser parte de un cuerpo. 1 Corintios 12:27, Colosenses 1:18.
1. 1. Ser parte de un edificio. Efesios 2:21, 1 Corintios
3:8.
2. 2. Ser padre de un hijo. 1 Corintios 4:15, Tito 1:4.
3. 3. Ser parte de una familia. Efesios 2:19, Gálatas 6:10.
Todos ellos nos llevan a la formación de una unidad individualizada, que
a su vez forma un conjunto de miembros que son los que forman la
iglesia. Si nos adentramos a todos estos principios, y los razonamos de
forma natural, descubriremos que toda relación colectiva debe ir reforzada
por una relación individualizada, que es lo que nos va a dar una correcta calidad
de vida en nuestra forma de ser como cristianos. Cuando ignoramos estos, y en la
vida de la iglesia formamos muchos grupos sin asumir este principio, podremos
originar condiciones que predispongan a la independencia y división. Quizás
algunos puedan pensar que una relación “individualizada” puede dar más
problemas que una relación de grupo, pero es que en la individualización del
discipulado no existe independencia, sino todo lo contrario, hay un fuerte vinculo,
detecta y descubre a tiempo cualquier problema personal o colectivo. Debemos
asumir que la “independencia” se puede convertir en un concepto anárquico
dentro del diario vivir de la iglesia, porque como cuerpo, la vida se manifiesta en
dependencia. De igual forma, el concepto de libertad es “relativo”.
Toda libertad debe estar enmarcada dentro de un parámetro moral y de
obediencia a Dios para que no se convierta en libertinaje. Notemos que
Pablo dijo: “Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo os hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1. Y nos muestra una
libertad que se sujeta al amor, a la obediencia y sobre todo al
sometimiento absoluto al Señorío de Cristo. Además, después reafirma
que una libertad en Cristo está supeditada al servicio y al amor; “Porque
vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la
libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
Gálatas” 5:13.
El discipulado respeta la libertad espiritual, la cual se manifiesta en
nuestra relación personal con Dios por medio de Jesús. Un maestro
puede formar, pero no puede determinar el trato de Dios con cada
discípulo ni determinar su voluntad hacia el futuro. Cuando no somos
sometidos a un discipulado, cuando la sujeción es colectiva y no
individual, cuando el espíritu de independencia predomina sobre el
espíritu de dependencia, la iglesia ha tomado un camino peligroso, en
donde perderemos el control de muchas situaciones difíciles en las
vidas de los que la forman.
El discipulado no anula ningún esquema operativo dentro del activismo
de una congregación, sino que potencia una relación que hará más
efectivo este trabajo. A través de el podremos entrar a áreas de la vida
del miembro que nos puede ayudar a profundizar actitudes y
comportamientos traídos de la “vieja manera de vivir”, que podrían ser
modificados. Es bueno tener en claro que el discipulado fomenta la
formación del carácter mediante una relación personal profunda,
creando una cobertura espiritual que sale del índole normal de
actividad para dar lugar a la compenetración que nos lleva a lo que
podríamos definir como una verdadera comunión.
Quiero que veamos a través del enfoque bíblico y lógico la importancia
de este trabajo de discipulado, partiendo de uno de los principios más
vitales en la relación cristiana; la paternidad espiritual que forma la
familia de Dios para hacer a la iglesia un cuerpo compacto, bien
distribuido mediante una relación individualizada QUE FORMA UNA GRAN
UNIDAD DE FUNCION.
2
LA IMPORTANCIA DE LA PATERNIDAD
Es común encontrar en el Nuevo Testamento, y principalmente en las
epístolas expresiones como esta: “Así como también sabéis de qué modo,
como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de
vosotros” 1Tesalonicenceses 2:11. “No escribo esto para avergonzaros, sino para
amonestaros como a hijos míos amados”. 1 Corintios 4:14. Si observamos,
notaremos que se usa mucho el término “HIJO” para hacer referencia a una
relación de paternidad espiritual dentro de la relación en la formación de vida.
Quizás la cita que más me ha impactado, es aquella donde Pablo llama la
atención a los corintios a obedecer sus ordenanzas cuando confrontaban serios
problemas de divisiones y contiendas, y les expresa afirmando su autoridad
espiritual: “Porque aunque tengáis diez mil años en Cristo, no tendréis muchos
padres; pues en Cristo Jesús yo os engendre por medio del evangelio”1 Corintios
4:15. El término “engendrar” hace referencia a una paternidad iniciada desde
antes de la conversión. Se emplea también en Filemón 10:“Te ruego por mi hijo
Onésimo, a quien engendre en mis prisiones….” Si analizamos este término de
acuerdo a la etimología gramatical, vemos que el término “ENGENDRAR”
significa: procrear, propagar la especie, tener un hijo. Si este término se usa junto
a las palabras “hijo” y “padre” ¿Qué se quiere decir con ello? Es bueno determinar
que un texto aislado no se puede manipular doctrinalmente. Para afirmar o
ratificar algo con peso teológico, debemos apoyar nuestro enfoque en más de un
texto bíblico. La paternidad espiritual por lo tanto es uno de los elementos más
claros en la formación de vidas, de acuerdo al esquema bíblico, mayormente
dentro de las epístolas paulinas.
Casualmente, el término “DISCIPULO” que procede del griego
“MAZETES”, tiene una connotación similar a la relación de un padre
con un hijo. El discípulo se sujetaba a un maestro al cual servía y con el
cual andaba todo el tiempo para recibir de el sus enseñanzas, basada
no solo en una teoría, sino en todo un estilo de vida. Comía lo que su
maestro comía y vivía conforme a su maestro. Para el maestro, el
discípulo era como un hijo adoptivo, al cual tenía que legar toda la
herencia del conocimiento adquirido en toda su vida. El discípulo
incluso escribía las enseñanzas de su maestro y firmaba dando crédito
al mismo, definiéndose en su relación con su maestro como si fuera
para él un padre. Aquí Pablo relaciona al discipular como criar a un
hijo, adoptando una serie de términos que envuelven este principio:
leche, vianda, hijo, padre, nodriza, engendrar. Si partimos de la
enseñanza de Jesús, tenemos que aceptar que la conversión es “nacer
de nuevo”: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” Juan 3:3.
Todo lo que nace, rece, y por lo tanto experimenta una evolución
determinada por un cuidado especifico de unos padres. Para nacer se
tiene que ser engendrado, y esto se origina por medio del Espíritu y la
Palabra a través de una persona que dé el mensaje y adopte una actitud
de protección hacia esa nueva criatura: “¿Cómo pues invocaran a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique?” Romanos 10:14. Es por ello que vemos a
Pablo escribiéndole a un sector de los corintios con los cuales tenía un vínculo
muy especial de relación, y les expresa la angustia y el dolor que sufrió por ellos
para formarlos en Cristo Jesús, y afirma: “Porque por la mucha tribulación y
angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis
contristados, sino para que supieseis cuan grande es el amor que os tengo” 2
Corintios 2:4.El les revela además que los cuido y les dio leche para que
crecieran, pero que con su actitud reflejaban inmadurez, por lo que los
consideraba otra vez carnales y como niños: “Os di a beber leche, y no vianda;
porque aun no erais capaces, ni sois capaces todavía…..” 1Corintios
3:2. La “LECHE” es sinónimo del primer alimento espiritual que recibe un nuevo
convertido. Se menciona varias veces en la Palabra, (1 Corintios 3:2, 9:7, Hebreos
5:12, 1Pedro 2:2). Su sentido sigue el parámetro de la realidad natural. Cuando un
niño nace su primer alimento es la leche, no cualquier leche sino materna. Si a un
niño se la cambia de leche, o se le da más fuerte que la que debe recibir, de
acuerdo a su edad, puede sufrir diarrea, pero si por el contrario, al crecer no se le
da más pura, se desnutrirá. La adulteración de la leche puede causar cólicos y
trastornos estomacales. De igual forma, el nuevo convertido necesita de una leche
materna dada por un maestro que se debe convertir en madre y padre para su
vida.
Este maestro debe proporcionarle a ese nuevo convertido una
enseñanza adecuada a su necesidad específica, para que pueda crecer
sano, dijo San Pedro: “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcáis para salvación…” 1 Pedro
2:2. Actualmente los nuevos convertidos reciben enseñanza de varias
personas. Muchas veces la misma no va con los elementos necesarios
para un sano crecimiento. A veces se trata de dar más conocimiento
que formación, y es entonces cuando estos nuevos convertidos padecen
de “diarrea espiritual”…
Esto es, una curiosidad que les lleva a buscar más el saber que el vivir,
evadiendo el ser confrontados con sus malas costumbres, que proceden
de un hombre viciado, el cual debe ser regenerado por medio de una
enseñanza que indique aquellos defectos o actitudes que no estén
conforme al nuevo estilo de vida que se debe forjar. Otros no reciben el
alimento adecuado, y son movidos mas a emociones y “mensajes de
ofertas” que a una vida profunda y comprometida con el Señorío de
Cristo, razón por lo cual se desnutren, no creciendo de forma
apropiada. Son similares a los corintios; carnales, sin madurez y con
actitudes de insujecion que los lleva a veces a refugiarse en una falsa
espiritualidad afirmando “el Espíritu les revela todas las cosas”, como
aquellos que por ser de Cristo, no se sujetan a nadie.
Estar bajo paternidad es estar bajo cuidado, con un alimento apropiado,
con un maestro que ejercerá las funciones de protector, formador,
corrector, consejero y guía hasta que alcancemos madurez. La elación
de paternidad espiritual es idéntica a la que un padre podría tener con
un hijo natural. El proceso de crecimiento es también similar; cuanto
más pequeño es el hijo, más indefenso, esta, por lo cual tendremos que
darle más protección y cuidado. En la medida que el hijo crece, su
libertad aumenta y con ello su capacidad de discernir entre el bien y el
mal.
MADUREZ significa capacidad de criterio y aplicado a los seres
humanos se refiere a la capacidad que tiene para meditar en una idea o
proyecto. También puede referirse al crecimiento en edad y sensatez, o
cuando es prudente y juicioso. Ser maduro es saber ser sabio,
entendido. Así lo expresa Pablo: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los
que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo ni de los príncipes de
este siglo, que perecen” 1 Corintios 2:6. La madurez espiritual que se
adquiere por medio de un discipulado nos hace capaces de afrontar una
vida cristiana, que pese a los problemas y tormentas, nos mantiene
firmes.
Así que ser maduro en sentido espiritual, no es ser viejo en edad, sino
en formación dentro de un discipulado. Un anciano, en el sentido
bíblico, y espiritual, no es un viejo en edad, sino una persona madura en
la Palabra. Ha sido enseñado bajo la autoridad y sujeción de un maestro
que a su vez le ha forjado el carácter, dándoles elementos tales como
exhortación, reprensión y disciplina. Debemos tener presente que al
crecer, recibimos “alimento sólido”, pues hemos sido adiestrados no
solo en el carácter, sino en la forma de buscar en Dios su voluntad. Por
eso la Palabra afirma: “Pero el alimento sólido es para los que han
alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal”. Hebreos 5:14. Ejercer los sentidos es la meta
del crecimiento a través de la paternidad y reproducir en la vida los modelos de
conducta transmitidos por nuestros padres. Este patrón es un elemento muy
importante a lo largo de las enseñanzas paulinas, pues Pablo afirma:
“Hermanos, sed imitadores de mi, y mirad a los que así se conducen
según el ejemplo que tenéis en nosotros”. Filipenses 3:17.
3
EMBARAZO ESPIRITUAL
Pablo afirma en dos ocasiones que en su relación de ganar vidas para
Cristo sufrió un“embarazo”, usando el termino engendrar (1 Corintios
4:15, Filemón 10). ¿Qué significa engendrar? Concebir, procrear, traer un hijo al
mundo. Así que el discipulado se inicia antes de la conversión, con el embarazo
espiritual, el cual consiste en tener cargar por una persona perdida con la cual
convivimos, y a la que nos proponemos presentarle las buenas nuevas del
evangelio para lograr que sea salvo. Este proceso tiene una similitud con un
embarazo físico, por los siguientes aspectos:
CONCEBIR
Para tener un hijo se necesita que sea concebido, esto es, que en el
ovulo de la mujer se introduzca esperma del hombre. La unidad de
estos dos elementos produce la concepción. En términos espirituales
seria llevar al corazón del hombre (ovulo) la semilla (el esperma) de la
Palabra, para que se inicie un proceso que culminara con la conversión
(nacer de nuevo). Es tomar la carga por un pecador, orar por él, darle
testimonio, llevarle el evangelio de forma lenta pero solida hasta que la
Palabra produzca en él la convicción de arrepentimiento.
ENGENDRAR
Es la formación de la criatura, que mediante un periodo determinado
por la naturaleza, se formara en el vientre de la madre hasta el tiempo
de su nacimiento. En los seres humanos nacerá a los nueve meses de
ser concebido. Esto representa el periodo previo a la conversión, en el
cual una persona es tratada y ministrada por aquel que lo concibió,
dándole la Palabra. Entre el momento en que una persona recibe el
mensaje, hasta que se convierte deberá pasar un tiempo prudencial
para que el Espíritu, por medio de la Palabra, le redarguya de pecado y
produzca en el el arrepentimiento, que desencadenara la conversión,
que a su vez producirá la nueva criatura. Pues afirma la Biblia que: “Así
que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. Romanos 10:17
DAR A LUZ
Es el acto de nacer, salir del vientre y comenzar una vida de relación,
primero con sus padres, después con el mundo. Esto es en si la
conversión, el nuevo nacimiento en Cristo Jesús. Es ahí cuando
comienza la formación de la vida dentro del discipulado, pero
supuestamente la relación había comenzado desde antes de su
nacimiento. Si partimos de esta analogía debemos considerar que un
nacimiento es presidido por u tiempo de embarazo que dura nueve
meses. Si una criatura naciera antes de los siete meses se consideraría
un aborto, entre los siete y ocho meses seria un niño prematuro, si se
pasara del tiempo podría haber problemas en el parto. De igual forma
es necesario entender que una persona al recibir por primera vez el
evangelio necesita ser tratado por el Espíritu Santo, a fin de que la
palabra penetre al corazón y pueda producir “convicción de pecado”.
Toda conversión (nacimiento) debe ser precedido por un tiempo de
reflexión y trato personal de Dios con la persona. Cuando la gente son
impulsadas a aceptar a Cristo antes de que la Palabra produzca
convicción de pecado, ocurrirá un ABORTO espiritual, o sea, terminara
descarriándose o perdiéndose antes de experimentar la obra del nuevo
nacimiento. No podemos provocar una emoción de conversión, no
debemos empujar a las personas a aceptar a Cristo, sin entender bien el
mensaje del Señorío de Cristo. Debemos dejar al Espíritu obrar, para
que produzca el querer y el hacer en la vida de ese hijo que queremos
concebir por medio de la Palabra. El Espíritu, a través del conocimiento
de la Palabra escudriña e interior del hombre: “Pero Dios nos las revelo a
nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de
Dios”. 1 Corintios 2:10.Para así convencer el perdido de su pecado y
llevarle voluntariamente a someterse al Señorío de Jesús, proclamando
la realidad de la sangre de Cristo como medio de la redención.
Así que la “Palabra” entra, para convencernos de que necesitamos el
perdón: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no
me fuere, el Consolador no vendría a vosotros, mas si me fuere, os lo enviaré. Y
cuando el venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De
pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por canto voy al Padre, y no me
veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Aun tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, el os guiara a toda la verdad; porque no
hablara por su propia cuenta, sino que hablara todo lo que oyere, y os hará saber
las cosas que habrán de venir ” Juan 16:7-13. El pecador recibe por medio de
alguien que lo toma el mensaje del evangelio. Desde ese momento el
Espíritu Santo comienza a trabajar, engendrando en su corazón no solo
el sentirse pecador, sino el crecer en la fe, hasta que culmina la obra,
haciéndole hijo de Dios: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres
esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” Gálatas
4:6-7
Si estudiamos detenidamente la iglesia que se nos muestra en el libro
de los Hechos, notaremos que cada discípulo hacia discípulos de forma
directa y personal, asumiendo después la paternidad espiritual.
Embarazarse es sentir, tomar y hacer mía la carga de una persona
hasta traerla a Cristo. Cuando una persona que está siendo tratada en
la Palabra es impulsada a aceptar al Señor antes del tiempo debido
podría originarse un nacimiento “prematuro”, por lo que su crecimiento
será más conflictivo, teniendo altas y bajas en su vida cristiana, porque
la fuerza de la convicción del arrepentimiento no está muy arraigada.
Cuando por el contrario, el tiempo pasa, y por temor ciertas presiones
del entorno, la persona no toma la decisión de confesar a Cristo, podrá
caer en una lucha interior que le desgastara. Es entonces cuando
tenemos que ayudarlo a que de ese paso de fe, que es confesar a Cristo, pero
debemos estar seguro de ya el Espíritu hizo la obra de redargüir, y la persona
debe de estar profundamente tocada por Dios. Forzar una conversión sin que
haya intervenido el Espíritu Santo es un grave error que origina que muchos estén
en las iglesias sin ser salvo, y aparentando una vida cristiana falsa, lo cual origina
escándalos al cuestionarnos después como podría ser hijo de Dios, y vivir en
pecado, como que nada hubiese pasado. Es bueno entender que donde está el
Espíritu de Dios, hay sensibilidad, es por ello que la Biblia afirma: “Y no contristéis
al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”
Efesios 4:30. El hecho de contristarnos frente al pecado es un fruto del trato de
Dios en nuestra vida, es la evidencia de que tenemos al Espíritu Santo operando
en nosotros: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristado, sino porque
fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según
Dios, para que ninguna perdida padecieses por nuestra parte” 2 Corintios
7:9 . Este pasaje nos hace ver que cuando recibimos la verdad de Dios
descubrimos nuestros pecados, el cual se hace cada vez más grande, según
vamos conociendo la Palabra, hasta llevarnos a una tristeza que precede al
arrepentimiento, siendo entonces cuando recibimos la gracia de Dios. Santiago
afirma que: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este
es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él
se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida como era” Santiago 1:23-
24. Porque sigue en la misma vida, por lo cual no tiene esperanza, pero cuando
descubre sus defectos, y se enfrenta ellos para dejar al Espíritu que le ayude,
entonces se inicia el proceso de perfeccionamiento, a través del conocimiento de
la ley de amor que nos lleva a una plena libertad del pecado. “Mas el que mira
atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo
oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que
hace” Santiago 1:25. Por lo tanto debemos ser sabios, y prudente a la hora de
llevar una vida a los pies de Cristo y producir una nueva criatura. Debemos
prepararnos para concebir y engendrar muchos hijos, y guiarlo por el camino
correcto para que sean “sanos en la fe” (Tito 2:2)
4
FORMANDO UNA GRAN FAMILIA
Todo en la vida sigue un proceso normal y biológico. Es maravilloso el
reloj invisible de la creación. Todo está perfectamente determinado,
incluso la forma de establecer una familia, el tiempo de engendrar hijos
y los elementos subsecuentes a este hecho, (leche materna, sensibilidad
maternal, entrega, sacrificio y compromiso). De igual manera, el
principio del discipulado establece las bases para que de forma lenta,
pero precisa, se forme un cuerpo grande, que será la iglesia del Señor y
la gran familia de Dios, de la cual El es nuestro Padre y Jesús el
primogénito entre muchos hermanos. “Porque a los que antes conoció,
también los predestino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que el sea el primogénito entre muchos hermanos” Romanos 8:29. A veces
confundimos los términos, y por desvirtuaciones teológicas establecemos
conceptos erróneos en lo que es la estructura de formación de la iglesia. Todo
comienzo parte de una realidad, “la madurez para tener hijos”, y el matrimonio,
como único medio de esa procreación, asumiéndose así una paternidad
responsable. Como hijo de Dios nos comprometemos con Jesús, nuestro amado.
De esa unión viene la obediencia a la procreación de hijos para el Padre, pues
Jesús dijo: “Por tanto id y hace discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo…” Mateo 28:19. ¿Y cómo
haríamos esta misión? Siguiendo el modelo que el mismo estableció; “Porque
ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”.
Juan 13:15. Si somos entendidos en como formamos una gran familia natural,
podremos entender cómo se forma la familia de Dios.
Un padre se casa, de esa unión, que es producto de un pacto y
compromiso, nacen los hijos. Por ejemplo; tenemos 3 hijos que son
formados dentro de un hogar. Jesús es el esposo o esposa, el pacto es
la entrega a él para servirle, los hijos son el fruto de la Palabra que hay
en nosotros y los hijos son los discípulos. Aquí tenemos el primer núcleo
familiar. Jesús y el hermano Pérez engendrando tres hijos (discípulos),
formando una célula familiar. Como fruto de esta relación los hijos
crecen, y llegado el tiempo de madurez se vuelven autónomos, y a su
vez cada uno forma una familia. El padre se hace abuelo, los hijos se
hacen padres y se forman tres familias que separadamente se
multiplican, pero con la cobertura del padre. Ambas familias son
autónomas. En un momento dado los hijos visitan a su padre, llevando
con ellos a sus nietos. Toda la familia Pérez se junta, naciendo así el
grupo familiar.
Con el tiempo los hijos de los hijos crecen. A su vez establecen hogares,
teniendo hijos. Ahora el padre es abuelo y el padre del abuelo es
bisabuelo. La familia se hace más grande y se forma un clan, o
comunidad familiar, o sea la Iglesia del Señor. La iglesia es producto de
las múltiples familias que han nacido dentro de una paternidad
espiritual, formándose así la congregación. Si observamos lo aquí
expuesto, y escudriñamos el modelo del libro de los Hechos, veremos
que hay tres dimensiones en el crecimiento de la Iglesia:
PRIMERO: La relación personal de padre a hijo, que llamamos
célula de discipulado.
SEGUNDO: La relación de los hijos mayores multiplicados por
familias, que forma un grupo familiar.
TERCERO: La unidad de todas las familias reunidas en un solo
lugar, llamada iglesia.
Los discipulados, y los grupos familiares o de crecimiento, funcionan en
los hogares. Aunque ambos son “grupos caseros”, los primeros
complementan a los segundos. Es bueno definir las funciones de cada
uno, así como la relación de la comunidad o iglesia en medio de ambas.
Para ello ilustraremos las bases de acción de cada uno, considerando
que cada cosa tiene su etapa, tiempo y lugar. Debemos de considerar
que en una congregación tenemos que aceptar el hecho de que hayan
tres grupos de hermanos con actitudes diferentes, ya que no podemos
obligarles a ser como desearíamos que fuesen, debiendo recordar que
Jesús mismo tuvo un grupo de discípulos que llego a los 70, otro de 12 y
entre estos doce tenía un grupo más intimo de 3, y además había uno
en particular que siempre estuvo muy cerca de el, y le acompaño hasta
el pie de la cruz. Por lo tanto distingamos en la congregación estas tres
realidades:
LOS COMPROMETIDOS
Que están dispuestos a sacrificarse en su tiempo y entrega, para asumir
todas las demandas del reino, y hacer discípulos, trabajando hombro a
hombro con los ancianos, para formar un cuerpo, como dice la Palabra:
“…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” Efesios 4:16. Estos
dan más de lo que se les pide, pues llevan a su cas la iglesia, y sienten carga por
hacer hijos espirituales. Además de hacer discípulos, apoyan los grupos familiares
y participan en todas las actividades de la iglesia.
LOS ACTIVOS
Los que no asumen más de lo que pueden o deben. Se limitan a apoyar
las actividades de la iglesia, desean evangelizar, pero no asumir
responsabilidades de paternidad espiritual. Deben ser integrados a
grupos de crecimiento, para que al menos trabajen dentro de n marco
en donde las demandas sean menores.
LOS INACTIVOS
Aquellos que asisten esporádicamente a la iglesia, diezman y viven una
vida más o menos normal, pero no se comprometen ni con el
discipulado, ni con los grupos familiares. Cumplen la rutina mínima de
las demandas eclesiásticas y ya está. Nosotros no podemos establecer
reglas rígidas. La iglesia debe ser pluralista (diversidad de actividades y
criterios en cuanto al trabajo) y a su vez buscar una homogeneidad en
cuanto a la visión global. Nadie debe ser forzado a hacer lo que no
siente, pero tampoco lo tomaremos en cuenta a la hora de delegar
autoridad. Debemos respetar los criterios y actitudes, pero abocarnos a
los que están dispuestos a dar más para el Señor, principalmente los
nuevos. Es preferible tener a un hermano calentando bancas, que en el
pecado, siempre y cuando no estorbe a aquellos que quieren trabajar.
Los estorbos, y los que causen división en el diario quehacer, deben ser
desechados para preservar la salud espiritual de la iglesia. “Al hombre
que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo” Tito 3:10.
Dentro de la congregación hay una variedad de dones y talentos que
tendremos que proyectar a través de actividades, pero nunca debemos
dejar que una absorba a otra, y es necesario definir bien hasta dónde
puede llegar cada cual en sus deseos de servir. Si el anarquismo
espiritual es un serio peligro para la unidad del cuerpo, la dictadura de
los santos es otro extremo que debemos evitar, porque ambos son
destructivos. Es necesaria la diversidad en la unidad, y para ello
debemos definir, de forma clara, las estrategias de cada grupo en su
trabajo.
5
FORMANDO EL CARÁCTER
Una de las tareas más duras en la formación de un hijo es establecer
una personalidad, forjando el carácter. El carácter se compone de una
serie de elementos determinados como por ejemplo; la herencia
pecaminosa latente en el “YO”, la herencia genética que es el
temperamento y la educación que se forja por patrones del entorno,
principalmente con el ejemplo de sus padres. Según sean los adres, así
será el hijo. El copiara el modelo latente en sus primogenitores, hablara
el idioma que ellos hablen, y muchos rasgos de reacciones y costumbres
obedecerán a la conducta de ellos. Es por ello que San Pablo dijo: … “Lo
que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mi, esto haced; y el Dios de paz
estará con vosotros” Filipenses 4:9
Noten que se aprende y se recibe unos principios, los cuales tienen que
penetrar en nosotros para ser trasladados a otros. Las normas de
conducta forjan una cadena repetitiva. Si nuestros padres fueron
machistas, los hijos reproducirán esa conducta como una maldición. Si
por el contrario fueron un modelo, ese modelo se repetirá, aunque no
podemos generalizar. Toda regla tiene sus excepciones, pero
generalmente los hechos una vez aprendidos, se repiten. El aprendizaje
se forja a través de dos patrones:
Oír: Que equivale a hablar, enseñar, mostrar con palabras.
Ver: Mostrar con el ejemplo, respaldar con la vida lo que hemos
proclamado con palabras.
Desde el punto de vista pedagógico, el medio de mas captación y de
mayor aprendizajes la vista. Se aprende, mas viendo que oyendo, y
cuando ambos sentidos se conjugan, entonces el grado de captación
aumenta. Los padres deben ser coherentes entre el dicho y el hecho,
solo así podrán tener autoridad para formar vidas. De igual forma
ocurre en el discipulado, la autoridad espiritual dentro de la iglesia
debe de estar basada más en el ejemplo, que en las enseñanzas teóricas.
Cuando los moldes de formación son correctos, y el discípulo es fiel a los mismos,
reproduciremos la calidad de vida original. La fidelidad de un hijo está en que sepa
recibir y transmitir ese patrimonio moral y cultural que sus padres le legaron como
herencia. Es por ello que se necesita que todo discípulo conserve estas dos
cualidades, imprescindible para que lo aprendido no se desvirtué: IDONEIDAD
CON EL MAESTRO, Y FIDELIDAD A LO ENSEÑADO EN LA PALABRA: “Lo que
has oído de mi ante muchos testigos, esto encarga a hombre fieles que sean
idóneos para enseñar también a otros” 2 Timoteo 2:2. En la relación paternal, o de
discipulado, se fomenta la comunión a su nivel más íntimo. Esto nos lleva a una
identificación en creer y hacer que nos fusiona, para ser idóneos. Es por ello que
alcanzamos no solo “un mismo sentir” sino una unanimidad de criterios en la obra
de Dios. Cuando esto ocurre, la autoridad se convierte en una bendición, y las
distancias desaparecen, pues es un amor que brota del Espíritu, tiene un arraigo
tanto en lo “FILIO” como en lo “AGAPE”. Pero en esa relación íntima
encontramos problemas de carácter, por lo que el discipular se vuelve a veces
difícil y frustrante.
Cuanto más íntima sea una relación, mas interioridades y defectos
descubrimos, por lo que se necesitara mucha paciencia y
compenetración a fin de poder confrontarnos por medio de la Palabra, a
esas realidades que tendremos que pulir en el devenir del tiempo. Un
padre para formar, debe estar formado, debe estar sujeto, y debe
cumplir lo mismo que después el va a demandar. No debemos exigir a
otro lo que uno mismo no esa dispuesto a dar. Esta es la regla de oro de
un discipulado, la autoridad nace del ejemplo y la enseñanza de la
relación.
El área más fácil de formar en un convertido es la intelectual. Muchos,
al convertirse, ya tienen conocimiento de la Palabra. Algunos incluso
tienen conocimientos profundos en la doctrina, pero esto no dice nada.
Nicodemo era un erudito en las Escrituras, sin embargo, en su pregunta
a Jesús reflejaba una ignorancia espiritual respecto al plan divino:
“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso
entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Juan 3:4. Jesús no les
hablaba de un conocimiento, religión o doctrina, sino de un estilo de vida que se
iniciaba mediante un proceso de crecimiento, dentro de una relación personal, en
una dimensión espiritual: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” Juan 3:5.
Cuando Jesús llamo a sus doce discípulos, lo hizo para que estuvieran
con el “todo el tiempo”. Su propósito no era enseñarles la escuela
rabínica del Talmud, ni hacerlos expertos en la ley mosaica. El quería
vivir con ellos para formarles una conducta, y que aprendieran de el un
nuevo estilo de vida: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que
soy manso y humilde de corazón; y hallareis descansó para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” Mateo 11:29-30. El quería por medio de
sus propias acciones, poner las bases de lo que sería no solo un principio, sino un
distintivo por medio del cual conocerían a sus discípulos. Antes de decirles a los
seguidores de Jesús “cristianos”, se les llamaba “DISCIPULOS”; esto envuelve
las implicaciones que el discipulado producía en su estilo de vida. “… y a los
discípulos se les llamo cristianos por primera vez en Antioquia” Hechos 11:26. En
todas sus enseñanzas Jesús se ponía como ejemplo, y ordenaba a sus
discípulos que hicieran lo mismo que él hacía. “Porque ejemplo os he dado, para
que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” Juan 13:15.
Ellos debían copiar ese modelo, para reproducirlo, a esto llamamos
discipular. Sé que no es fácil el repetir un modelo de conducta en una
época tan diferente como la nuestra, pero hasta donde nos sea posible,
y permitido, debemos ejecutar ese patrón, aceptando que hay
limitaciones. No podemos perder el espíritu esencial de la vida
cristiana, que es la relación en comunión y ejemplo para forjar el
carácter.
Si estudiamos detenidamente los evangelios, veremos que el mayor
anhelo del Maestro era que sus seguidores copiaran toda su
metodología de enseñanza, para después reproducirla con otros. El
deseaba que sus postulados fuesen mas una forma de ser, que un
decálogo de normas y principios. Tal es así, que apenas encontramos
normas y mandamientos como los que tenían los judíos. Tenían que
aprender a vivir lo enseñado, el saber no era suficiente para ser un
discípulo, notemos lo que ordeno: …”enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén” Mateo 28:20. La expresión “que guarden todas las
cosas” significa que pongan por obra, que vivan, que ejecuten las órdenes dadas.
Así que no es suficiente saber, creer o conocer, hay que vivir, hay que
ejecutar los patrones de conducta recibidos. Él le dio tanta importancia
a la forma de ser de sus discípulos, y a sus defectos, que usaba sus
errores como los patrones de enseñanza. Creaba situaciones difíciles
para que por medio de la confrontación sus seguidores vieran sus
defectos. Estos serian los estorbos más grandes en la búsqueda de ese
estilo de vida que quería forjar. Jesús repudiaba la religiosidad
farisaica, la superficialidad, la falsa apariencia del creyente, el estilo de
vida espiritualista y desposeída de un carácter recto. Fue por ello que
en Mateo 23:14-15 exclamo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
Porque devoráis las casas de las viudas y como pretexto hacéis largas oraciones;
por esto recibiréis mayor condenación. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho,
le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”.
El reclamo mayor que hizo a los escribas y fariseos era su hipocresía,
sus “largas oraciones”, que más que un acto de constricción, era una
forma de sacar beneficios de las pobres mujeres adoloridas. El orar
para Jesús no era una liturgia, ni una imposición dogmatica, ni una
forma de atraer la atención y el culto a su persona. Para Él, el orar era
hablar con su padre de forma natural y espontanea. Notemos por
ejemplo la siguiente observación: El evangelio más cronológico, y el
escritor más histórico de todo el Nuevo Testamento era Lucas. Su
evangelio es el más ordenado en hechos y acontecimientos, en esto
están de acuerdo todos los exegetas de las Escrituras. Partiendo de
esto, pregunto: ¿Cuándo enseño Jesús a orar a sus discípulos? Veamos.
Si analizamos el orden de hechos en el evangelio de San Lucas
notaremos que en el capitulo 9:1-6 Jesús envía a sus discípulos a
predicar por las ciudades y aldeas. Después en el capitulo 10:1-12 no
solo envía a los doce, sino a otros mas, un total de setenta discípulos, y
ellos salen con las instrucciones de predicar, sanar y echar fuera
demonios. Notemos que se les envía a predicar, ¿pero les había
enseñado a orar? Parece que no, pues no fue hasta el capitulo 11
cuando se relata este hecho: “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar,
y cuando termino, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como
también Juan enseño a sus discípulos” Lucas 11:1
Uno de sus discípulos le pide que le enseñe a orar. ¿Y cómo los envió a
predicar sin haberles enseñado a orar? Es bueno observar que Jesús
enseñaba con el ejemplo. El orar no es un mandato, no es una liturgia,
es todo un estilo de vida que se aprende con la vivencia y el ejemplo.
Todo lo impuesto no es espontaneo, por lo tanto no nace del corazón. El
maestro quería formar a sus discípulos con base en un modelo diferente
al existente en esos momentos – el dogmatismo de los fariseos y
saduceos-, para ello debía vivir primero en sí mismo, lo que después sus
discípulos iban a copiar. Muchas veces he observado la metodología de
Jesús, y creedme, me he sentido confundido, pues su estilo de formar
vidas no se basaba en la escuela dogmatica de la enseñanza
predeterminada por patrones establecidos, sino que El sacaba sus
lecciones de las realidades del diario vivir, de acuerdo a las necesidades
y no a una programación prefijada que llevara consigo.
En resumen, para formar el carácter tenemos que vivir, tratar y forjar
las áreas deficientes en nuestra forma de ser. Esto solo se puede lograr
por medio del modelo dejado por el mismo Señor.
6
LA HERENCIA DEL ORGULLO
Traemos dentro de nuestra naturaleza una herencia pecaminosa que
arrastramos desde el Edén que se llama “EGOISMO”. Es por ello que
siempre tendemos ir contra el orden establecido, imponiendo nuestro
capricho, y adoptando actitudes orgullosas y dominantes, razón por o
que se descadenan muchos sentimientos carnales que anula la vida
espiritual. Es bueno entender el mensaje de que:
“Por tanto, como el pecado entro en el mundo por un hombre, (Adán) y
por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron. Romanos” 5:12. Al entrar la muerte por la
desobediencia, se opero en todos los seres humanos una mutación genética,
incubándose el “egoísmo”. Fue por ello, que por consecuencia del pecado, Adán
dejo de ver a Dios, y a su esposa, para verse a sí mismo, “descubriendo que
estaba desnudo” (Génesis 3:7). Al venir el Mesías este anularía de la naturaleza
humana la desobediencia, que trajo el pecado, asumiendo la obediencia, y
forjando en sus seguidores este principio básico para un correcto discipulado:
“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos” Romanos 5:19. Para ello, Jesús apelaba a negación del “YO”
como primera condición para ser discípulo: “Entonces Jesús dujo a sus discípulos:
Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame”. Mateo 16:24. No podemos negar que este egoísmo innato nacido del
“YO”, será una de las barreras más grandes que tendremos que afrontar para
poder moldear las vidas, ya que Jesús tuvo que luchar arduamente con sus
discípulos en esta área. El “YO” genera la presunción, el orgullo, la búsqueda de
protagonismo, la envidia, la vanidad, el deseo de poder, el querer ser mas
etecetera. Este fenómeno, my proliferad en nuestros días, también estuvo
presente en las relaciones de los primeros discípulos. Sería bueno aprender a
ver como el Maestro manejo estas realidades para atenuarlas, y hacer que sus
seguidores sojuzgaran el “YO” a su Señorío. Si no se lograba atenuar la negación,
los frutos del egoísmo generarían la soberbia, la cual es una mezcla de todos los
deseos carnales del “YO” y que conduce al rechazo total de Dios a nuestras vidas.
“Pero el da mayor gracia. Por esto dice: dios resiste a los soberbios, y da gracia a
los humildes” Santiago 4:6
A cada paso encontramos actitudes incorrectas en los discípulos de
Jesús. Por ejemplo, en ellos había un grado “EGOISMO ESPIRITUAL” el
cual consistía en no compartir con otros las bendiciones que recibían.
siempre los seres humanos desean quedarse con lo mejor, ignorando a
los demás, o como fruto del “YO” se desarrolla una soberbia espiritual
que no es otra cosa que un orgullo espiritual manifestado en actitudes
hostiles, como por ejemplo; aquella vez cuando Jesús llevo a Pedro, Juan
y Jacobo aparte para mostrarles su gloria en la transfiguración:
Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro,
bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas,
una para ti., una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que
decía” Lucas 9:33.Noten que el texto afirma que “nosabían lo que decían”.
Tenían el egoísmo a flor de piel. Mas después se encontraron a alguien
que no era parte de los discípulos haciendo milagros y echando
demonios en el nombre del Señor. Mostrando una soberbia inaudita, se
lo prohibieron, per, ¿Qué hizo Jesús frene a tal actitud? “Jesús le dijo: no
se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” Lucas 9:50.
Después los vemos con actitudes altivas y violentas, como producto del
EGO, o como fruto de un temperamento impetuoso, pero siempre
actuando de forma carnal. Fueron a Samaria para hacer preparativos
para la visita del Maestro, pero no les recibieron, entonces, indignados,
Jacobo y Juan le dijeron al Señor: “Viendo eso sus discípulos Jacobo y Juan,
dijeron: Señor ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo
Elías, y los consuma? Entonces volviéndose el, los reprendió, diciendo: vosotros
no sabéis de que espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para
perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea”.
Lucas 9:54-56. La dinámica típica de Jesús consistía en dejar que ellos
cometieran errores, y después tratarles en esa área. En otra palabra, dejaba que
fuesen las situaciones del diario vivir las que determinaran sus enseñanzas. Había
veces en que El creaba las condiciones para que aquellos discípulos más
difíciles, confrontaran problemas que les hicieran ver sus errores. Muchas veces
tenemos que caer, para comprender que nuestra arrogancia y soberbia le impide
a Dios hacer su obra perfecta en nosotros. Así fue Pedro, siempre impulsivo,
presuntuoso, soberbio, y jactándose de ser muy valiente.
Cuando Jesús anuncio su muerte, le hizo ver a Pedro que sufrirá una
sacudida por parte de Satanás, la cual usaría para enseñare la
humillación y llevarle a la humildad: “Dijo también el Señor: Simón, Simón,
he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado
por tu, que tu fe o falte; y tu, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” Lucas
22:31-32. Pero Pedro seguía su camino, dejando que su autosuficiencia y
arrogancia saliera, pese a las duras palabras del Maestro, por lo que el Señor fue
mucho más claro y directo: “Él le dijo: Señor dispuesto estoy a ir contigo no solo a
la cárcel, sino también a la muerte. Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantara
hoy antes que tu niegues tres veces que me conoces” Lucas 22:33-34. Y ocurrió lo
anunciado, Pedro sufrió los golpes de su arrogancia, tuvo que llegar hasta la
negación de su Maestro para comprender que “nadie será fuerte por su propia
fuerza” (1 Samuel 2:9). Entonces cuando vio a Jesús pasar por su lado,
comprendió las consecuencias funestas del orgullo:”Entonces, vuelto el Señor,
miro a Pedro; y pedo se acordó de la palabra del señor, que le había dicho: antes
que el gallo cante, me negaras tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloro
amargamente” Lucas 22:61-62.
Para formar el carácter hay que destruir el EGOISMO. Para ello se
necesita ser tratado duramente, y a veces tropezar. Pedro tuvo que
enfrentarse a su error, y comprender que había llegado muy lejos por
su arrogancia, y termino “llorando amargamente”. ¿Cómo es posible
que después de andar con Jesús tres años, Pedro cometiera estos
errores, incluso el de la violencia, al cortar la oreja del soldado? (Juan
18:10-11). Solo hay una explicación; es fácil seguir a Jesús, pero difícil
moldear el carácter. Sin embargo el Espíritu Santo usa los fracasos y
las circunstancias adversas para forjar en nosotros esas cualidades
básicas de la vida cristiana.
La conducta de Jesús seria la referencia para que sus discípulos
imitaran su ejemplo. El cuido, de forma muy especial, revelarles las
virtudes básicas para vencer el “YO” enquistado por medio d sus
acciones y enseñanzas. Comió con los pecadores, socorrió al
necesitado, evito el protagonismo y repudio la hipocresia religiosa de
los fariseos. Lavo los pies a sus discípulos, vivió errante y sin ningún
bien, soporto los vituperios y los desprecios con estoicismo, y basado en
ello revelo la grandeza de la humildad, usando los términos de “siervo”,
“servidor”, “postrero”: “Y llego a Capernaum; y cuando estuvo en casa,
(Jesús) les pregunto: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Más ellos
callaron; porque en el camino habían disputado entre si, quien había de ser el
mayor. Entonces el se seto y llamo a los doce, y les dijo: si alguno quiere ser el
primero, será el ostrero de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño, y lo
puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: el que reciben en mi
nombre a un niño como este, me recibe a mí, y el que a mí me recibe, no me
recibe a mi sino al que me envió” Marcos 9:33-37.
Su lucha más ardua estuvo en esta área, la de la negación. En muchas
ocasiones les explico y les mostro con hechos, la importancia de ser
mansos y humildes. La humildad no es una cualidad que se recibe con
la gracia, ni se aprende en una escuela. Esta nace de la enunciación, de
una actitud de humillación que nos capacita para la obediencia. Cuando
se es humilde, se alcanza la paciencia. Entonces nace la mansedumbre.
Pero esta cualidad nace en la medida en que nos sometemos
voluntariamente a ser formados en el carácter. No es cuestión de
querer, sino de luchar y esperar. Cuando Jesús nos llama, no desea tan
solo que seamos salvos, y ya está. El desea que al descansar del
pecado, asumamos la perfección mediante una actitud de formación
que crucifique el “YO”. “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os hare descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;…” Mateo
11:28-29.
Debemos aprender de Él, no ser egoístas, y entender el amor se
manifiesta en la entrega. Que el mayor amor es el que da su vida por
otro (Juan 15:13), y esto se tiene que enseñar, pues son las verdades
básicas del vivir como cristiano. Cada acción de Jesús era una dinámica
para atenuar el “YO” impulsivo de sus discípulos y moldea su
temperamento. El deseaba ayer lo mismo que desea hoy, que aprendamos de Él,
que implantemos su modelo de vida como una norma en el vivir, por ello nos
ordena hacer discípulos, a ir mas allá de una simple enseñanza, a ser más que un
creyente. ¿Entendemos lo que esto representa?
7
MECANISMO DE FORMACIÓN
La formación de una vida es una ardua labor que se inicia; desde su
nacimiento, hasta que alcanza madurez y aprende a valerse por sí
mismo. Ya sea en lo natural o espiritual, la metodología a seguir es
idéntica. Si sabemos darle una buena enseñanza fundamentada en el
buen ejemplo, y cubierta con amor, tendremos hijos estables, seguros, y
con valores eternos. Si fallamos, nada podríamos hacer después, ya
que el daño aparecerá en el transcurso del tiempo. Es por ello que
debemos considerar que existen dos factores en la formación de los
hijos; los factores fondo y los factores de forma. Los factores de fondo son
aquellos que tienen que ver con los principios propios del padre o la madre:
1. 1. El ser un hijo deseado, y que durante el embarazo se le ame,
cuide, y se anhele. Cuando el niño se sienta rechazado, aun estando
en el vientre de la madre, asimila ese rechazo. Se ha comprobado
que el hijo antes de nacer, necesita sentir la aceptación, e incluso el
cariño de sus padres, a través de ese contacto lejano al tocar el
vientre. De igual forma, necesitamos desear tener discípulo, y que el
sienta desde antes de convertirse que su vida y su futuro me
interesa. Este involucramiento de un embarazo deseado nos
compromete con la evangelización.
2. 2. Darle como fundamento, de todo lo que pueda venir
después, mucho amor. El amor es la base de la autoridad, la
disciplina y la entrega mutua. En él se fundamenta y arraiga toda
relación de formación: … para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor… Efesios
3:17
3. 3. Apoyar toda enseñanza y autoridad con nuestro propio
ejemplo, como modelo de conducta. Esto implica examinar en mi
vida lo que voy a demandar de otros. Es la base de una relación
correcta, que impide el abuso, maltrato y exceso de autoridad, para
dar cumplimiento al mandato de Pablo: Hermanos, sed imitadores de mi,
y mirad a los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en nosotros.
Filipenses 3:17, (ver 1 Corintios 4:16).
Para ello necesitamos tener un modelo correcto de conducta y romper
con la maldición de herencias incorrectas que hemos heredado de
nuestros padres, para ser formados bajo el modelo en el cual vamos a
formar a otros. Recordemos que nadie puede dar lo que no tiene.
Después necesitamos proyectar los factores de forma, para llevar a
cabo nuestra misión de capacitar vidas y estos se encuentran en Tito
2:15 y Hebreos 12:11: Esto habla, y exhorta y reprende con oda autoridad.
Nadie te menosprecie. Es verdad que ninguna disciplina al presente paree se
causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los
que en ella han sido ejercitados.
HABLA, EXHORTA, REPRENDE, DISCIPLINA: Cuatro elementos
básicos que se usaran a lo largo de la formación, y los cuales debemos
analizar, usa y conocer.
HABLAR: Equivale a enseñar. Toda demanda se ejerce basada en un
conocimiento. Este se aprende a través de la repetición y de un modelo
de vida adoptado. El método judaico de enseñanza consistía en la
proclamación de la ley de Dios, a través de un diario vivir, y mediante
una repetición continua:
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las
repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando
por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:6-
7. No podemos ejerce los demás elementos si este no figura como base.
Se enseña, y sobre lo enseñado, se exhorta y reprende. Mientras la
Palabra no se forme en discípulo, nuestras demandas no podrán ser
ejercidas. Solo el conocimiento y la implantación de la ley determinan el
delito, es por ello que Santiago exclama: “Y al que sabe hacer lo bueno, y
no lo hace, le es pecado”. Santiago 4:17.
En la medida en que el conocimiento del hijo de Dios crece en nosotros,
se hace necesario el uso de los demás elementos. Es de vital
importancia que estemos conscientes de esta realidad, pues ignorar
esto, y actuar con lo que sigue después, nos llevara no a la corrección,
sino a la reprensión.
EXHORTAR: La palaba exhortar significa; llamar, animar, instar a
aquel que recibió una enseñanza, ya sea practica o teórica, para que la
implante en su vida. Podemos aprender, pero a lo mejor no vivimos lo
aprendido, es ahí cuando la exhortación entra en escena, para advertir
al discípulo que debe vivir lo aprendido.
Se puede ejercer dando palabras de ánimo o aviso. No se debe seguir
adelante con otras enseñanzas mientras no vivamos la primera. Se
necesita tiempo, paciencia y relación para que la misma sea parte de
nuestra forma de ser y no tan solo de nuestra forma de creer: “…que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende,
exhorta con toda paciencia y doctrina” 2 Timoteo 4:2.
REPRENDE: Después de haber exhortado, se da el segundo paso,
reprender. “Reprende” es dar un llamado de atención de forma más
dura y fuerte. Aquí no se anima, sino se reclama frente a una acción
errónea. Debe de haber un margen de error humano admisible, del cual
debemos estar conscientes. Podemos errar por omisión, ignorancia o
por descuido. Es por ello que se hace necesario no actuar
drásticamente, si primero no hemos usado la amonestación una y otra
vez:”No os escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos
míos amados” 1 Corintios 4:14. La amonestación es en si el proceso de
exhortar y reprender antes de aplicar medidas correctivas más fuerte,
como la disciplina. Se puede reprender de forma privada, advirtiendo
las consecuencias que puede traer una repetición de una mala acción
sobre la cual se ha enseñado. ¿Qué se busca con la reprensión? Hacerlo
sano en la fe, dar una oportunidad, antes de usar el castigo. Prevenir el
mal, antes de que este produzca juicio.”Este testimonio es verdadero; por
tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe…” Tito 1:13. “La
reprensión aprovecha al entendido, más que cien azotes al necio” Proverbios
17:10
Esta acción se puede ejercer de forma privada, o en medio del grupo o
familia, dependiendo del tipo de falta cometida. Pablo recomienda en
algunos casos hacerse públicamente:”A los que persisten en pecar,
repréndelos delante de todos, para que los demás también teman” 1 Timoteo 5:20
DISCIPLINAR : Es la última etapa en la formación. Este término tiene
una doble implicación; por un lado significa poner en orden, establecer
una norma de conducta y proceder, y por otro lado se usa para referirse
a la corrección, al mecanismo de de castigo que usamos para disciplinar
y formar a un hijo la Biblia establece que “el padre que ama disciplina
los hijos” y expone esta realidad al afirmar: “Pero si se os deja sin
disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no
hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que no disciplinaban, y
los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los
espíritus y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban
como a ellos les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece
ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a
los que en ella han sido ejercitados” Hebreos 12:8-11.
Se disciplina como última instancia, usando para ellos los mecanismos
disponibles, siempre y cuando el discípulo se sujete a la autoridad del
maestro y anteriormente se haya exhortado y reprendido. La diferencia
entre la disciplina paternal, de índole natural, y la disciplina espiritual,
radica en que la primera es imperativa, la segunda optativa. Nuestra
autoridad, por lo tanto, no es absoluta, y los mecanismos obedecen a la
actitud del discípulo. Cuando aplicamos la disciplina debemos
considerar nuestras limitaciones, y usarlas en aquellas que sirven para
formar el carácter, dejando a los ancianos o pastores de la iglesia el
ejercer la misma en casos de pecados graves. ¿Cómo disciplinar?
Debemos ejercer aquel mecanismo que produzca en el discípulo
tristeza y arrepentimiento. Se le puede quitar losprivilegios, someterlo al
silencio, suspenderles cualquier responsabilidad que tenga, o cualquier otra acción
que moralmente le pueda causar dolor. Si hay arrepentimiento y cambio de
actitud, entonces procederemos a la restauración debemos considerar que cuando
hay arrepentimiento y confesión es necesario aplicar más la misericordia que el
juicio: “El que encubre sus pecados no prosperara; mas el que los confiesa y se
aparta alcanzara misericordia” Proverbios 28:13. ¿Qué podemos hacer cuando el
discípulo no acepta la disciplina? Debemos pasar el asunto a los ancianos o
lideres superiores, para evaluar las causas de su rebeldía. Si su conducta rompe
el orden establecido, y mantiene una actitud hostil y negativa, deberá ser
confrontado, y en último caso ser desechado, pues su comportamiento puede
afectar la unidad del cuerpo: Si hay pecados que Dios aborrece, estos son el de la
rebeldía y engaño, por lo cual muchos fueron cortados por la intervención directa
de Dios. “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación
deséchalo” Tito 3:10.
La acción de disciplinar, ejercida por los ancianos de la iglesia, podrá
ser más drástica, lo cual será determinado por el tipo de pecado
cometido, pues aunque todos los pecados son iguales, existen algunos
que no se pueden tolerar dentro de la iglesia del Señor: “Más bien os
escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario,
o avaro o idolatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” 1
Corintios 5:11. “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, a los deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las
cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia….” Colosenses 3:5-
6. Si aplicamos estos procedimientos, podremos cumplir nuestra misión. Es
imposible ejercer una autoridad de formación si no tenemos as herramientas para
implantar la Palabra en los corazones de discípulos: “Por lo cual, desechando toda
inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar nuestras almas” Santiago 1:2.1
Es triste ver que e muchos marcos no se puede ejercer estos principios,
porque los creyentes han sido mal formados, insujetos y sobre todo,
huérfanos de un hogar estable, razón por lo cual la rebeldía y
autosuficiencia impide corregir muchos defectos de carácter. Pero
nosotros, hasta donde nos sea posible, debemos reconocer que estas
armas son bibilicas justas e importantes para poder ejecutar un
correcto discipulado.
8
DINÁMICA DE LA FORMACIÓN
Hemos hablado de la metodología que debemos usar en la formación de
vidas, sin embargo debemos añadir a esto la importancia que tiene
otras acciones dinámicas para poder enseñarles a nuestros hijos
algunas “cualidades”, que son vitales para un crecimiento integral. Las
cualidades son virtudes, o normas de conductas, que obedecen a un
entrenamiento que va más allá de las palabras. Es fácil ser creyente,
piadoso, espiritual, pero ¿será lo mismo a la hora de ser paciente,
constante, obediente, integro, fiel y humilde? Una de las primeras
virtudes que tenemos que desarrollar en los discípulos es la capacidad a
obedecer “en la Palabra”. Y enfatizo “en la Palabra”, para no dar lugar
a que algunos, usando mal esta obediencia, cometa abusos, en el
ejercicio de autoridad. Si la obediencia es básica en la dinámica de
formación, la misma requiere que el discípulo tenga un espíritu
impregnado de confianza hacia su maestro, junto a una humildad que
nazca de su humillación. Hay que diferenciar entre la humildad que
obedece a un temor, como las que se usa en el ejército, y la que
obedece a una entrega y negación Pablo compara la formación del
cristiano con la del soldado en relación al sufrimiento que experimenta
en la misión encomendada cuando le dice a su hijo Timoteo: “Tu pues,
sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” 2 Timoteo 2:3. Haciendo la
observación de que la autoridad y sometimiento que apliquemos en el
ejercicio de la formación debe estar revestida de amor lo cual difiere
con la disciplina militar, en donde predomina el despotismo. “Todas
vuestras cosas sean hechas con amor” 1 Corintios 16:14. Un soldado es
entrenado para obedecer, por lo que se le somete a una disciplina. Partiendo de
este hecho, nosotros estamos consientes que de la actitud del discípulo hacia la
obediencia absoluta a la Palabra dependerá su crecimiento.
Fue por ello que Jesús dio órdenes y contraordenes a sus discípulos
para probarles y enseñarles la obediencia. Si observamos algunos
pasajes, descubriremos esta metodología. En Lucas 9:3 el Señor envía a
sus discípulos a predicar y les ordena: “Y les dijo: No toméis nada para el
camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas”. En otra
palabra, los envía sin nada. La actitud de ellos fue obedecer sin
demandar explicaciones, porque ninguno discutió las órdenes de su
Maestro, ni reclamo el porqué de ir sin nada. En otra ocasión, los envía
de nuevo, junto a otros más, un total de setenta, y les dice: “No llevéis
bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino” Lucas 10:4.
Ahora podían llevar pan y túnicas, pero no calzado ni alforjas. No
debían saludar a nadie por el camino, además de otras instrucciones
más. Ellos obedecieron, aceptaron las reglas del juego como buenos
soldados y cumplieron lo ordenado. Pero ahí no queda todo, tiempo
después, Jesús culmina esta mecanismo de órdenes y contraordenes al
hablarles de nuevo y decirle: “Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin
alforja, y sin calzado, ¿os falto algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el
que tiene bolsa, tómela y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su
capa y compre una” Lucas 22:35-36.
Después de analizar los hechos anteriores y evaluar sus acciones de
obediencia, les da una contraorden, y no solo los envía con todo, sino
que les ordena vender la capa para comprarse una espada. ¿Una
espada? ¿Y para qué? El Señor estaba preparando a sus discípulos para
su partida, además el tenía que pasar a Pedro por otro entrenamiento, y
le había proporcionado la espada para que cortara una oreja, a fin de
enseñarle el peligro de la violencia y agresividad. Entrenar no es otra
cosa que someter a prueba a los soldados. Para poder ejecutar esta misión,
necesitamos tener autoridad, y saberla usar, para forjar cualidades positivas en
nuestros hijos. Jesús fue duro, directo y poco diplomático: “Otro de sus discípulos
le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo:
Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” Mateo 8:21-22
“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya n
andaban con él. Dijo entones Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros
también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y
conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Juan 6:66-69.
No se puede ejercer una formación para obediencia, si no sabemos usar
la autoridad correctamente. Hay que ser duro, pero no áspero. La
dureza equivale a firmeza, la aspereza es igual a grosería, malos tratos,
vejación. Es necesario aprender a afrontar la realidad con valentía, por
lo tanto, hay que someter al discípulo a un régimen de disciplina
formativa en estas áreas. Hay otras cualidades que están ligadas a la
obediencia, como por ejemplo la paciencia, constancia y la persistencia.
Aprender a obedecer es aprender a ejecutar la misión encomendada, es
no dar lugar a mis deseos, sino a los deseos del Señor, es ir mas allá de
nuestro estado anímico. Los soldados son formados para vencer muchas
adversidades, y enfrentar el combate sin abandonar su puesto. Se les
presiona para enseñarles a sufrir, y poder medir su capacidad en los
momentos difíciles del combate. No podemos negar que la vida
cristiana es una continua batalla, nuestra lucha va más allá de lo
humano: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este
siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” Efesios
6:12. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera he guardado la fe” 2
Timoteo 4:7. Y que tenemos una serie de armas espirituales para poder
ejecutar esta batalla: “…porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” 2 Corintios 10:4. Y es
por ello que necesitamos un buen entrenamiento, acompañado de una dinámica
que nos confronte con nuestros defectos en relación a nuestras acciones. El
desarrollo del dominio propio en momentos difíciles es una ardua tarea, que apela
más a la relación que a la teoría, y es una parte el entrenamiento cristiano.
Es necesario ser probado, no solo por Dios, sino también por el
maestro. Saber hasta dónde un discípulo es apto para una determinada
labor. Medir sus fuerzas espirituales y psíquicas, no vaya a ser que le
dé una misión para la cual no está capacitado y termine derrotado. La
confianza, el valor y la capacidad de aguante se miden. Jesús sometió a
prueba a sus discípulos, y con ello determino no solo el grado de orgullo
que llevaban, sino también el temperamento que tenían. Uno de los
errores más graves que podemos cometer en la formación de vidas y
capacitación de líderes es el no medir el aguante de estos en algunas
áreas del diario vivir. Necesitamos hombres “fieles” e “idóneos”, y la
fidelidad se prueba para dar lugar a la confianza. ¿Pero cómo puedo
probar la confianza? A través del sometimiento a la obediencia.
Siempre que he pensado en delegarle a un discípulo una
responsabilidad en el cuerpo, le he pedido a Dios sabiduría para poder
probar su integridad, a fin de saber que espíritu lo mueve. Debemos
saber distinguir los espíritus, y detectar quienes tienen ambiciones,
quienes buscan lo suyo, quienes se someten sinceramente al Señorío de
Cristo y quienes lo hacen fingidamente. Es necesario saber quiénes son Pedros,
o Judas o Juanes. ¿Es posible esto? Si hay relación, si. Hay muchos pequeños
detalles que revelan las cualidades del discípulo. Si es fiel en las cosas naturales,
lo será también en las espirituales: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo
mas es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo mas es injusto”
Lucas 16:10. Si supo respetar a sus padres, te sabrá respetar a ti. Si acepta
órdenes duras, también aceptara pruebas duras. Si es obediente en lo práctico, lo
será en lo espiritual, si sabe cuidar lo suyo, sabrá cuidar lo de otro. En muchas
ocasiones he tenido duda sobre la fidelidad espiritual de un discípulo, entonces el
Señor me ha iluminado para probarles. No creo que debamos establecer
mecanismos de pruebas continuas, ni programas de este tipo, pero a veces el
Señor nos ilumina para probar los espíritus y someter a prueba a algunos
discípulos, antes de darles una misión especial. Es bueno aceptar que incluso al
nombrar diáconos, se nos recomienda someterlos a prueba por un tiempo: “Y
estos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejercerán el
diaconado, si son irreprensibles” 1 Timoteo 3:10. Si se prueban a los diáconos
cuanto más aquellos que quieren alcanzar un ministerio. Es esencial considerar
este aspecto en la formación de los discípulos, pues sin sometimiento y confianza
no será posible una relación profunda y de delegación que produzca una
capacitación integral en la vida del discípulo.
9
CONFRONTANDO NUESTROS ERRORES
No podemos pasar por alto la necesidad de aceptar nuestros errores
como un medio de descubrir nuestro efecto, y conocernos a nosotros
mismos. Esta actitud de autoevaluación nos llevara a rectificar muchas
acciones negativas que pueden rebotar contra nosotros mismos. Si nos
examinásemos, evitarnos muchos escándalos, comentarios y juicios,
además esto es lo que recomienda Pablo antes de participar de la cena
del señor: “Si pues nos examinásemos a nosotros mismos, no seriamos
juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el señor, para que
no seamos condenado con el mundo” 1 Corintios 11:31-32. Para poder
adquirir esta capacidad, es necesario ser formado dentro de un marco de
sinceridad y ayuda mutua.”Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os no os
olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” Hebreos 13:16.
Es necesario velar por las necesidades integrales del discípulo, tato
en el arte material, como emocional buscando modificar no solo sus
actividades espirituales, sino también aquellas otras áreas que siendo
humanas y naturales, determina muchas veces su conducta social.
Tenemos que entrar en todas las ares desordenadas del discípulo, no
solo en su vida espiritual. ¿Es bueno hijo, padre, esposo? ¿Practica la
hospitalidad? ¿Administre bien sus bienes? ¿Es aseado en orden en su
persona o cosa? ¿Cómo es su testimonio a nivel de su relación
personal con lo que no son de la iglesia? Todo esto es parte de su vida cristiana,
y no podemos pasarlo por alto. Descuidar lo que otros piensan de mi es
menoscabar credibilidad como hijo de Dios: “Y perseverando unánimes cada día
en el templo, y partiendo el pan en la casa, comían juntos con alegría y sencillez
de corazón, ablando a Dio, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el señor añadía
cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” Hechos 2:46-47. “También es
necesario que tenga buen testimonio de las de afuera, para que no caiga en
descredito y en laso del diablo” 1 Timoteo 3:7. La credibilidad de3l cristiano ante el
mundo tiene mucha importancia. Para dejar “sabor en la boca” aquellos que nos
ven, debemos recordar que: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grade nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que
nos asedia, y corramos con paciencia que tenemos por delante…” Hebreos 12:1.
Esto nos lleva a reconocer que, de forma continua, tenemos que ser
confrontados dentro del discipulado con todas las áreas de nuestro
diario vivir. Ay que ir mas allá de lo espiritual, de lo natural e incluso de
lo ceremonial, y hacer hincapié en todo lo que somos hacemos. Para
ellos es necesario entrar en una relación íntima, que nos ayude a
resolver los problemas de hábitos y costumbres que aunque sean
normales y aceptables en el entorno social, no son valederas para los
hijos de Dios. Debemos tener presente que somos diferente a los
demás, que ay otros valore que deben determinar nuestra conducta, y
que el señor desea que seamos un pueblo peculiar, por lo que la palabra
proclama que: “Sabiendo que fuiste recatado de vuestra vana manera de vivir,
la cual recibisteis de vuestro padre, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin manchas y sin
contaminasion” 1 Pedro 1:18-19. Y es por ello de que somos: “…linajes
escogidos, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncies
loas virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable” 1 Pedro
2:9. Esto nos obliga a desarrollar una dinámica, que además de todo lo expuesto,
nos lleve de ves en cuando a enfoques y confrontaciones con hechos y acciones
que se salen del marco bíblico, para llevarnos a la vida practica. Lo primero que
debemos considerar es la importancia de “desnudarnos” (no en el sitio físico),
como persona delante de los demás para ser “transparente”, y aceptar la critica y
los comentarios sobre nuestra forma de ser y actuar. La transparencia es
equivalente a dar en luz, no esconder ni disimular los errores: “Pero si andamos en
luz, como el está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” 1 Juan 1:7. Para ello debemos imitar
la conducta de Jesús. Este se confronta primero así mimo, mediantes unas
preguntas que tienen grandes implicaciones en sus analices:
9
CONFRONTANDO NUESTROS ERRORES
O podemos pasar por alto la necesidad de aceptar nuestros errores
como un medio de de descubrir nuestros defectos, y conocernos a
nosotros mismos. Esta actitud de autoevaluación nos llevara a realizar
muchas acciones negativas que pueden rebotar contra nosotros
mismos. Si nos examinásemos, evitaríamos muchos escándalos,
comentarios y juicios, además esto es lo que recomienda pablo antes de
participar de la cena del Señor: “Si, pues, nos examinásemos a nosotros
mismos, no seriamos juzgados, somos castigados por el señor, para que no
seamos condenados con el mundo “1 corintios 11:31-32. Para poder
adquirir esta capacidad, se necesita ser formado dentro de un marco de
sinceridad y ayuda mutua. “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os
olvidéis; porque de tale sacrificios se agrada a Dios” Hebreo 13:16.
Es necesario valer por las necesidades integrales de discípulo, tanto en
el era material, como emocional, buscando modificar no solo sus
actitudes espirituales, sino también aquellas otras áreas que siendo
humanas y naturales, determinada muchas veces su conducta social.
Tenemos que entrar en todas las áreas desordenadas de discípulo, no
solo en su vida espiritual. ¿Es buen hijo, padre, esposo? ¿Practica la
hospitalidad? ¿Administra bien sus bienes? ¿Es aseado y ordenado en
su persona o cosa? ¿Cómo es su testimonio a nivel de su relación
personal con los que no son de la iglesia? Todo esto es parte de su vida
cristiana, y no podemos pasar por alto. Descuidar lo que otros piensan
de mí es menoscabar mi credibilidad como hijo de Dios. “Y perseverando
unánimes cada día en el tiempo, y partiendo el pan de las casas, comían juntos
con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el
pueblo. Y el señor añadía cada día a la iglesia los que había de ser
salvos” Hechos 2:46-47 “También es necesario que tengan buen
testimonio de los de afuera, para que no caiga en descredito y en los
lasos del diablo” 1 Timoteo 3:7. La credibilidad del cristiano ante el
mundo tiene mucha importancia. Para dejar buen “sabor de boca” a
aquellos que nos ven, debemos recordar que: “Por tato, nosotros también,
teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo
peso y del pecado que no asedia, y corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante. . .” Hebreos 12:1.
Esto no lleva a reconocer que, de forma continua, tenemos que ser
confrontados dentro de discipulado con todas las aéreas de nuestro
diario vivir. Hay que ir más allá de lo espiritual, de lo natural e incluso
de lo ceremonial, y hacer hincapié en todo lo que somos y hacemos.
Para ello se necesita entra en una relación intima, que nos ayude a
resolver los problemas de hábitos y costumbres que aunque sean
normales y aceptable en el entorno social, no son valederas para los
hijos de Dios. Debemos tener presente que somos diferentes a los
demás, que ay otros valore que debemos determinar nuestra conducta,
y el señor desea que seamos un pueblo peculiar, por lo que la palabra
proclama que: “Sabiendo que fuiste recatado de nuestra vana manera de vivir,
el cual recibiste de nuestros padres, no son cosas corruptibles, como oro o plata,
si no con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin manchas y sin
contaminasion” 1 Pedro 1:18-19. Y es por ello que somos: “…linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncies las virtudes de
aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable” 1 Pedro 2:9. Esto nos
obliga a desarrollar una dinámica, que además de todo lo expuesto, nos lleva de
vez en cuando a enfoques y confrontaciones con hechos y acciones que se salen
del marco bíblico, para llevarnos a la vida practica. Lo primero que debemos
considerar es la importancia de “desnudarnos” (no como el sentido físico), como
personas delante de los demás para ser “transparentes”, y aceptar las críticas y
comentarios sobre nuestra forma de ser y actuar. La transparencia es equivalente
a dar a luz, no esconder ni disimular los errores. “Pero si andamos en luz, como el
estar en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Cristo su hijo nos
limpio de todo pecado” 1 Juan 1:7. Para ello debemos imitar la conducta de Jesús.
Este se confronta primero así mismo, una pregunta que tiene grandes
implicaciones en su análisis:
“Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les
pregunto diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos,
Juan el Bautista; otros, Elías; y otro9s que algún profeta de los antiguos a
resucitado. El les dijo: ¿Y vosotros quien decís que soy? Entonces respondiendo
Pedro, dijo: El Cristo de Dios”Lucas 9:18-20.
La primera pregunta se relaciona con la opinión externa que la gente
tenía de Él, ¿Quien dice la gente que soy yo? ¿Estarías tú dispuesto
como maestro o padre a plantearte lo que la gente de afuera de tu
círculo piensa de ti? La respuesta nos podría dar mucha luz de nuestra
calidad de vida cristiana.
La segunda pregunta era mucho mas intima y directa: “y vosotros
¿Quién decís que soy, o que pensáis de mi?” Si aceptamos la crítica
constructiva, si nos conformamos con nuestra realidad de conducta,
seremos capases de convertirnos en modelos para otros y demandarle a
los demás el planteamiento de estas preguntas. Muchas veces
necesitamos hacer reuniones de “conformación”, para poder llevar a
realidades prácticas de nuestra vida. La psicología le llama a esto
“terapias de grupo”, yo le llamo simplemente confrontación. Jesús, por
medio de preguntas, trataba de buscar actitudes escondidas en sus
discípulos. El formular interrogantes, para destapar defecto, es el
mediación, y reconocer nuestras arias débiles y (2 Corintios 7:1). No
podemos eludir el hecho de que muchas personas vienen al Señor
dañadas emocional mente, con trastornos de personalidad y hábitos
dañinos, que deben ser depurados, una vez identificados. El padre
espiritual no solo es un guía espiritual, sino también es un consejero, un
sacerdote y un educador, las beses de padre, madre, pastor y amigo, de
aquella vida que temo bajo su cobertura. Así que potenciamos esta
relación en confrontación, para sanar, restaurar y corregir: Lo contrario
sería el chisme, la hipocresía, la doble cara y la superficialidad, cosas
que además de afectar la unidad del cuerpo, nos llevara a un tremendo
fracaso espiritual y social.
10
LA SALUD DE UN DISCÍPULO
La salud física de un hijo dependerá del cuidado y la alimentación que
le proporcione sus padres cuando el niño es un bebe, se encuentra des
protegido del todo, por lo que deberá ser cuidado de forma muy
especial. De igual manera ocurre cuando un hijo al nacer confronta
alguna enfermedad, deficiencia o incapacidad. Esté cuidado primario es
vital para el crecimiento de nuestros hijos. De la misma manera el
convertido debe de ser cuidado y protegido de muchos peligros
existentes en nuestro entorno, pues esta desconocido de un
conocimiento profundo que le ayude a discernir la verdad de Dios, y
además esta des protegido de defensa para vencer los ataques
diabólicos. Cuando el nuevo convertido viene de un mundo muy
pecaminoso, requiere una mayor atención, no es lo mismo a aquel
convertido que viene de una vida normal, que uno que procede del vicio
de las drogas, o de un hogar desintegrado por el divorcio. Esto hace
que muchas nuevas criaturas corran el riesgo de “enfermarse”
espiritual mente sino son atendidos adecuada mente. Así que la salud
de un niño depende del cuidado; protección de los ataques diabólicos.
De la higiene; protección del contagio de infecciones y
contaminaciones. De la alimentación; una dieta compuesta de vitaminas
y minerales que es el conocimiento de la palabra y la piedad.
¿Cómo nutrir un hijo espiritual cuando nace de nuevo? Lo primero que
tenemos que hacer es prepararle una leche apropiada a su
necesidad. (1 Pedro 2:2).
En la medida que crese, la leche deberá de ser mas entera. La
adulteración de la leche, de la cual habla San Pedro, puede ser la
mezcla de esta con otros componentes ajenos a la misma, o su falta de
pureza, si es muy aguado o muy concentrada, ambos problemas
repercuten en la salud del niño, y esto le desnutre, ole producirá
diarrea.
La Palabra sana es la leche adecuada. Debemos de evitar toda
influencia extraña y dañina a la doctrina, pues los nuevos convertidos
pueden ser afectados por su buena fe, de ideas exóticas que dañan la
verdad de Dios: “…palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se
avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” (Tito 2:8). “Desecha la
fabulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad (1 Timoteo 4:8). Reten la
forma de las sanas palabras que de mi oísteis, en la fe y el amor que esen Cristo
Jesús” (2 Timoteo 1:13).
Es por ello que debemos evitar que el discípulos tenga muchos
maestros, que las primeras cosas sean enseñadas por aquel que ejerce
la paternidad espiritual, e incluso no permitirle ciertas lecturas y
enseñanzas, que aunque sean correctas, a lo mejor no son a apropiadas para su
edad espiritual. Pero siempre los bebes tienen riesgos para contraer muchas
enfermedades, y claro, de vemos determinar cuáles son los riesgos de estas, para
tratarlas a tiempo. Que remos establecer un parámetro comparativo entre las
enfermedades físicas de un niño, y des pues espiritualizarlas, para buscar la
enseñanza apropiada para la formación del discípulo:
LA VACUNA
Es el medio de preservar al niño para que no sea víctima de ciertas
enfermedades comunes y contagiosas. Se inocula “virus vivos o
aletargados” para hacer que el cuerpo fabrique defensas. En la vida
espiritual tenemos que vacunar a nuestros discípulos del virus de la
apatía, la crítica y el “yo” exaltado.
DIARREA
Es un trastorno intestinal producido por contagio o parásitos o por
alimentación contaminada. En la vida cristiana el recibir mucha
alimentación, sin digerirla nos puede llevar a una diarrea espiritual, que
producirá inestabilidad en la vida cristiana y el fluir de ideas y
conceptos de forma descabellada.
DESNUTRICION
Esla falta de una alimentación adecuada, o una descompensación
vitamínica. Este mal hace que las personas enfermas se vean
inflamadas, demacradas y sin fuerza. Hay cristiano que llevan muchos
años aprendiendo, pero no han recibido las vitaminas espirituales
necesarias y se desnutren. Aunque parecen muy espirituales y gordos,
están hinchados, enfermos y sus vidas son volubles e inconstantes No
crecen como es debido, se quedan como niños, y adoptan actitudes de
niños. Por lo general reciben un alimento inadecuado para su edad:
“Os di a bebe leche, y no vianda; porque aun no erais capases, ni sois
capaces todavía” (1 Corintios 3:2).
RAQUITISMO
Es similar a la desnutrición, pero su origen es endémico, pues comenzó
desde que nació, y por lo tanto es débil, esquelético y carente de
fuerzas. Así son muchos cristianos que no son cuidados
adecuadamente, ni reciben el alimento correcto. Su raquitismo
espiritual les lleva a nacer en Cristo, pero al poco tiempo mueren, por
no tener una correcta alimentación espiritual. O si viven, presentan un
cuadro complicado, incapaces de analizar la vida cristiana.
ATROFIA
Es la incapacidad de ciertos músculos o miembros del cuerpo, los
cuales no pueden realizar su función correcta. Así ay muchos hermanos
en la iglesia, atrofiados. Saben realizar la función de miembros del
cuerpo, pero carecen de vitalidad, compromiso y sobretodo de
funcionalidad en el que hacer de la iglesia.
COLERA
Es un virus sumamente contagioso que produce una disentería violenta
que lleva a la persona a morir en poco tiempo por deshidratación. Se
asemeja al otro cólera, aquel que viene del ojo, es que también surge
violenta mente y si no se domina a tiempo puede producir daños
irreversibles. Los cristianos coléricos no solo afectan su vida, sino que
contagian y dañan la vida de los que les rodean.
MIOPIA
Es una enfermedad de la vista que no permite ver a distancias largas
los objetos, al no poderlos enfocar claramente. Así ocurre en muchos
cristianos, no puede ver clara mente la voluntad de Dios para sus vidas.
Tiene ceguera espiritual y vive una vida mediocre, pues carecen de
visión espiritual (Lc 8:10).
SORDERA
Es la perdida de la capacidad auditiva. En las iglesias ay gente con
comezón de oír, no captan la vos deDios. Oyen pero no entienden,
reciben la palabra, pero no viven la misma. Son como dijo Jesús:
¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?
(Marcos 8:18).
ARTROSIS
Enfermedad que afecta las coyunturas del cuerpo, no permitiendo la
movilidad. Hay muchos hermanos que por no estar sujetos al cuerpo,
como ordena la palabra, vive una vida sin capacidad de movilidad para
hacer la voluntad del señor. Están des protegidos, no pueden dar ni
andar, porque carecen de la capacidad de funcionar bien en el cuerpo:
“…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido por todas las coyunturas que
se ayudan mutua mente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor” Efesios4:16.
AMNESIA
Perdida de la memoria. Por lo general ocurren en enfermedades que
tienen que ver con la vejes, pero se puede manifestar por otras razones
en cualquier etapa de la vida. Muchos cristianos padecen de esta
enfermedad, al olvidar los principios recibidos y vivir una vida
mediocre, no reconociendo todas las cosas que el Señor hizo en ellos.
Pude ser un oidor olvidadizo como dice Santiago: “Porque él se considera
a sí mismo y se va, y luego olvida como era” (Santiago 1:24), o un apostata
que no solo olvida, sino que reniega de aquella gracia y sangre que
recibió y con la cual fue santificado.
ESTERILIDAD
Es la falta de capacidad de procrear o tener un hijo. De estos estamos
llenos en la iglesia. La gran mayoría de los hermanos no están
dispuestos a tener hijos espirituales, a reproducir en otros la vida que
Cristo les dio. Se olvidan de aquel mandamiento que dice: “Dad, y se os
dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo;
porque con la misma medida con que midáis, os volverán a medir” (Lucas 6:38).
Muchos lo toman por el lado material, para enfocar el hecho de dar una
ofrenda, pero no es así, no solo debemos de dar delo que tenemos, sino
a nosotros mismos, y darle a otros esa gracia que hemos recibido de
Dios y esa enseñanza y cuidado que nos dieron. Todos somos llamados a
tener hijos, a reproducir espiritual mente hablando, lo contrario no es
normal.
PARTO PREMATURO
Es cuando un bebe nace antes de tiempo y fuera del periodo en que
pueda sobre vivir. Existen muchos que son empujados a aceptar a
Cristo sin haber experimentado un trato profundo del Espíritu santo en
sus vidas, por lo que no reciben una correcta convicción de pecado,
pues no tuvieron tiempo de arrepentirse a fondo, rasan por la cual se
mueren antes de nacer, malográndose en su vida cristiana.
CANCER
Es una degeneración de las células del cuerpo, las cuales se vuelve loca
y se empiezan a destruir unas a otras, multiplicándose de forma
incontrolada. Hay muchas cosas que como cáncer nos carcome por
dentro, afectando nuestra vida espiritual:”Por ejemplo la raíz de la
amargura: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; os
estorbe, y por ella muchos sean contaminados… (Hebreos 12:15). Y también la
ambición la dinero: “…porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual
codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores” (1 Timoteo 6:10). Y otras tantas cosas tantas más que como la levadura,
una vez que entran a nuestra vida cristiana, terminan matándonos, como el
cáncer. No podemos negar que muchas que muchas realidades naturales están
correlacionadas con lo espiritual, es por ello que tenemos en 1 de Corintios 12:14-
27 una similitud entre la función de los cristianos como miembros del cuerpo y la
función de un cuerpo físico. Creo que podríamos relacionar otra muchas
enfermedades más y sus síntomas, con actitudes espirituales que tienen similitud
con la mismas, pero solo usare estas para enfatizar la importancia que tiene el
cuidado de una vida en Cristo para que sea sano en la fe en sus relaciones con
sus hermanos: “Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos
duramente, para que sean sanos en la fe”(Tito 1:13). “Sano en el ministerio: Que
los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la
paciencia” (Tito 2:2). “Sano en palabra: palabra sana e irreprochable, de modo que
el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” (Tito
2:8).
Y todo esto es para que tenga autoridad a la hora de enseñar y formar
vidas, pues de nuestra salud de pende la salud de los demás: “retenedor
de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con
sana enseñanza y convencer a los que le contradicen” (Tito 1:9).Todo nuevo
convertido es tan delicado en su vida espiritual como lo puede ser un
hijo físico, por lo tanto, es necesario estar preparado para asumir
nuestra paternidad espiritual y criarlo sano en la fe, para que el que
cree pueda alcanzar madurez y tener una vida victoriosa.
RESUMEN
Resumiendo todo el expuesto, podemos simplificar la labor de la iglesia
de forma clara y bíblica de la siguiente forma: La iglesia comienza
cuando uno gana a otro y lo hace hijo, para formarlo en la palabra y
mediante un discipulado: La unidad de dos o tres hace que Jesús se
manifieste en medio, naciendo así la iglesia: “porque donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).
Esta labor se hace en el diario vivir, en cualquier lugar, y se inicia con
un embarazo espiritual. En caso de que se conviertan por medio de
otro, o en una campaña evangelistica, deberá buscarse quienes adopten
esta nueva criatura. La adopción es la sustitución a la falta de hijos
propios, tomando a aquel que ha sido abandonado de los padres que lo
parieron. Esto ocurre comúnmente en las iglesias que carecen de una
mano de la iglesia en su crecimiento para conservar la calidad de la
misma atreves de una profunda relación de la comunidad en la
estructura del cuerpo según 1 de Corintios (12:13-28).
EDIFICACION: Es la conclusión final de un proceso de crecimiento. La
formación de una gran familia que cada primer día de la semana se
juntan en un solo lugar para compartir la dirección de los ministerios, y
fortalecer el principio de unidad de cuerpo, cumpliéndose así la
palabra: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte
algo, según haya prosperado, guardándolo para que cuando yo llegue no se
recojan entonces ofrendas” (1 de Corintios 16:2).
También en esas reuniones se ministrara los dones espirituales,
principalmente los que tienen que ver con “HABLAR”, (LENGUA,
INTERPRETACION O PROFECIA). Ver 1 de Corintios 14:26-32. Y por
último, debemos entender que dentro de la relación de un discipulado
existen diferentes dimensiones de relaciones. Hemos visto que Jesús
tuvo diferentes discípulos, per ejemplo veamos esto:
EL GRUPO DE LOS SETENTA: Lucas 10:1
LOS DOCE DICIPULOS: Marcos 3:14
LOS DICIPULOS MAS CERCANOS: Pedro, Jacobo, y Juan: Marcos
9:2
DICIPULO AMADO: el evangelista Juan, en San Juan 13:23
De igual forma debemos asumir que en las relaciones dentro de la
iglesia existe una dimensión de intimidad y compenetración. También
dentro del cuerpo, hay miembros más afines unos que otros, por lo que
hay diversidad de relación de un mismo que hacer.
Meditemos estos principios, y que el Señor nos ayude a practicar una
paternidad espiritual correcta y responsable.
EL SEÑOR NOS AYUDE