la ofensiva de uber 28 02 2015

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La ofensiva de Uber La compañía tecnológica se ha hecho con uno de los recursos más preciosos: los datos. Ahora tiene capacidad para presionar a Gobiernos, presentándose como la única forma de organizar un transporte público eficaz EVGENY MOROZOV 28 FEB 2015 - 00:00 CET Mientras los reguladores, de la India a Francia, no cesan de lanzarse contra Uber, la conocida aplicación de transporte alternativo a través de móvil se ha embarcado en una ofensiva destinada a engatusarnos. De repente, sus directivos, antes combativos y sordos como una tapia, ensalzan la importancia de regular su propio sector. También parecen comprender por qué su empresa constituye un blanco tan fácil: es absolutamente desagradable. Por ejemplo, durante la reciente tormenta invernal Juno que sufrió EE UU, Uber aceptó poner fin a la polémica práctica de disparar los precios cuando hay más demanda. Pero eso no es todo. Aplicando una genial táctica comercial, Uber ha ofrecido también a la ciudad de Boston –antes enemiga acérrima- acceso a los valiosísimos datos anonimizados de sus trayectos, todo ello con la esperanza de aliviar los problemas de tráfico y mejorar la planificación urbana. Además, por pura coincidencia, claro está, el estado de Massachusetts, donde está Boston, acaba de reconocer legalmente las plataformas para compartir coche como método de transporte, levantando así una de las principales barreras que Uber tenía ante sí. En este sentido, Uber está siguiendo los pasos de otras nuevas empresas más pequeñas que han puesto sus datos a disposición de urbanistas y ayuntamientos, encantados de proclamar que con esa información la planificación urbana será algo más empírico, participativo e innovador. Así, el año pasado, Strava, una conocida aplicación de móvil para corredores y ciclistas, llegó a un acuerdo con el Departamento de Transporte Público de Oregón, gracias al cual el estado abonó una abultada licencia para poder acceder a los datos sobre rutas que utilizan los ciclistas que llevan dicha aplicación. La información de Strava se utilizará para mejorar los carriles bici actuales o para diseñar otros. La aparición de Uber como útil repositorio de datos que ningún urbanista quiere perderse se encuadra en la ideología

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La ofensiva de UberLa compaa tecnolgica se ha hecho con uno de los recursos ms preciosos: los datos. Ahora tiene capacidad para presionar a Gobiernos, presentndose como la nica forma de organizar un transporte pblico eficazEvgeny Morozov 28 FEB 2015 - 00:00 CET Mientras los reguladores, de la India a Francia, no cesan de lanzarse contra Uber, la conocida aplicacin de transporte alternativo a travs de mvil se ha embarcado en una ofensiva destinada a engatusarnos. De repente, sus directivos, antes combativos y sordos como una tapia, ensalzan la importancia de regular su propio sector. Tambin parecen comprender por qu su empresa constituye un blanco tan fcil: es absolutamente desagradable. Por ejemplo, durante la reciente tormenta invernal Juno que sufri EE UU, Uber acept poner fin a la polmica prctica de disparar los precios cuando hay ms demanda.Pero eso no es todo. Aplicando una genial tctica comercial, Uber ha ofrecido tambin a la ciudad de Boston antes enemiga acrrima- acceso a los valiossimos datos anonimizados de sus trayectos, todo ello con la esperanza de aliviar los problemas de trfico y mejorar la planificacin urbana. Adems, por pura coincidencia, claro est, el estado de Massachusetts, donde est Boston, acaba de reconocer legalmente las plataformas para compartir coche como mtodo de transporte, levantando as una de las principales barreras que Uber tena ante s.En este sentido, Uber est siguiendo los pasos de otras nuevas empresas ms pequeas que han puesto sus datos a disposicin de urbanistas y ayuntamientos, encantados de proclamar que con esa informacin la planificacin urbana ser algo ms emprico, participativo e innovador. As, el ao pasado, Strava, una conocida aplicacin de mvil para corredores y ciclistas, lleg a un acuerdo con el Departamento de Transporte Pblico de Oregn, gracias al cual el estado abon una abultada licencia para poder acceder a los datos sobre rutas que utilizan los ciclistas que llevan dicha aplicacin. La informacin de Strava se utilizar para mejorar los carriles bici actuales o para disear otros.La aparicin de Uber como til repositorio de datos que ningn urbanista quiere perderse se encuadra en la ideologa del solucionismo que postula Silicon Valley. Las empresas tecnolgicas, despus de hacerse con uno de los recursos ms preciosos de la actualidad los datos-, ahora tienen capacidad para presionar a Gobiernos cortos de fondos y de imaginacin, presentndose como algo inevitable, como salvadores y benefactores ante los grises burcratas de las administraciones locales.Sin embargo, las ciudades que intiman con Uber pueden llegar a depender demasiado de sus datos. Por qu hay que aceptar su papel como intermediario? En lugar de dejar que la empresa absorba informacin detallada sobre desplazamientos (quin, dnde y cundo se hacen), las ciudades deberan encontrar la forma de recabar ellas solas los datos. Solo entonces habra que permitir a empresas como Uber el desarrollo de servicios a partir de esa informacin.Las ciudades deberan recabar informacin sobre desplazamientos de los ciudadanos por s mismasEn este momento, la gran eficacia de Uber radica en que controla todos los puntos de referencia: nuestros telfonos le dicen todo lo que necesita saber para planificar un viaje. Sin embargo, si el control sobre esos datos se trasladara a las ciudades, Uber una empresa con pocos activos- no podra en absoluto alcanzar el valor de 40.000 millones de dlares que tiene hoy. No parece que concebir un algoritmo que combine oferta y demanda sea tan caro.Parece que ciudades como Nueva York y Chicago, sin duda presionadas por el sector del taxi actual, han comprendido lo importante que es dar una respuesta nica y tecnificada a la arremetida de Uber. Las dos estn intentando lanzar una aplicacin de taxi que, alcanzando a toda la ciudad, pueda enviar taxis convencionales con tanta eficacia como Uber. Adems de poner en cuestin la supremaca de esta empresa, la aplicacin tambin debera impedir que los datos de desplazamientos se conviertan en una costosa mercanca, algo por lo que las ciudades acaben teniendo que pagar.Con todo, el principal desafo radica en conseguir que esas aplicaciones municipales funcionen con otros medios de transporte. A estas alturas, la visin solucionista de Uber est clara: gracias a la aplicacin que tienes en el telfono inteligente, un coche va a buscarte para llevarte adonde quieres. Decir que esta propuesta carece de imaginacin sera un eufemismo: es algo que funciona bien en Estados Unidos, donde nadie suele plantearse caminar y donde el transporte pblico es prcticamente inexistente.Por qu tiene que ser ese sistema un modelo para el resto del mundo? El hecho de que caminar no sea rentable para Uber no significa que haya que rechazar esa forma de desplazamiento. Aqu se aplica perfectamente la crtica que se suele hacer al solucionismo, es decir, que define los problemas sociales de un modo excesivamente limitado, generalmente de la forma ms rentable para quienes proponen la solucin.Pero imaginmonos que la aplicacin para mvil de nuestro ayuntamiento pudiera informarnos de las diversas opciones que, aparte de Uber, tenemos: parte del trayecto lo podramos hacer en una bici que nos esperara en una caseta de la esquina, despus podramos montarnos en un minibs que adaptara su ruta a nuestro destino y al de los dems pasajeros, y el resto del camino podramos realizarlo caminando, ya que nos encontraramos en un barrio que tiene un agradable mercado callejero, casualmente abierto ese da.Es lcito permitir que, como Google o Facebook, posea las referenciasde sus clientes?Esta concepcin ya se puede atisbar en proyectos precoces avalados por ciudades con visin de futuro. En Helsinki, por ejemplo, la colaboracin entre el Ayuntamiento y una nueva empresa local llamada Ajelo ha producido Kutsuplus, que combina de manera sugerente Uber con un sistema de transporte pblico convencional. Los pasajeros solicitan un traslado desde el mvil y Kutsuplus, basndose en datos tomados en tiempo real, averigua cul es la mejor manera de llevarlos a donde tienen que ir. Tambin indica cunto durar todo el trayecto con Kutsuplus y con otros sistemas de transporte.El xito de proyectos como Kutsuplus depende de varias cosas. En primer lugar, las ciudades no deben ver en empresas como Uber la nica forma de organizar un transporte pblico eficaz, ni desde luego la nica para aliviar el exceso de trfico (est claro que los datos de Uber nunca nos indicarn que necesitamos menos taxis y ms carriles bici y vas peatonales). En segundo lugar, el resultado de muchas batallas clave sobre los futuros servicios pblicos depender de quin posea los datos subyacentes y los sensores que los producen. Dejarlo en manos de Uber o, todava peor, de las gigantescas empresas tecnolgicas que intentan hacerse con una parte de la lucrativa tarta de la ciudad inteligente- sera descartar la experimentacin flexible que permitira a las comunidades organizar su sistema de transporte como lo consideraran oportuno.El hecho de que Uber y Boston compartan datos tambin plantea un problema poltico: es lcito permitir siquiera que Uber posea los datos de sus clientes, ya sea para utilizarlos como moneda de cambio en sus tratos con las ciudades o simplemente para venderlos al mejor postor? Sin preguntarle realmente a nadie, Uber, como antes Google y Facebook, ha contestado que s a esa pregunta.Sin embargo, la realidad es mucho ms enrevesada, sobre todo porque los sensores que llevan las infraestructuras pblicas ms o menos pueden reproducir esos datos con bastante facilidad. Pensemos simplemente en lo que podra conseguirse conjugando la accin de lectores automatizados de matrculas con la de semforos y carreteras inteligentes: los coches de Uber se podran detectar y seguir tal como lo hacen los telfonos inteligentes de los conductores y pasajeros de esa empresa. No se trata aqu de defender una mayor vigilancia, solo de apuntar que quiz Uber se est proclamando propietario de unos datos que no le pertenecen.El hecho de que Uber surgiera en California una regin conocida por lo malo que es su transporte pblico- no justifica que el futuro del transporte tenga que girar en torno a los coches. Sin embargo, a esta lamentable situacin podramos llegar si se va agotando la inversin en infraestructuras. Pero la respuesta apropiada a este problema debera ser la recuperacin de los fondos para invertir y la oposicin a la ideologa de la austeridad en la que se basan los recortes de presupuesto: las ciudades no deben confiar en que Uber, escondindose tras la ampulosa retrica de la innovacin y la participacin, haga ms con menos.Evgeny Morozov es profesor visitante en la Universidad de Stanford y profesor en la New America Foundation.Traduccin de Jess Cullar Menezo