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La miscelánea en Deleytar aprovechando Reflejo de una coyuntura tirsiana por J o s é M i g u e l OLTRA (Universidad de Zaragoza) Por los mismos días que Madrid y España entera se conmueven con la noticia de la muerte de Lope, acae- cida el 27 de agosto de 1635, su discípulo y defensor Tirso de Molina saca a luz un conjunto heterogéneo de obras, reunidas en su Vzízyta/L apiovíchayido (1) , con la que (1) DELEITAR / APROVECHANDO./ POR EL MAESTRO / Tirso de Molina./ A / DON LVIS FERNANDEZ DE CORDOVA,/ y Arze, Señor de la villa de Carpió, Cauallero / del hábito de Santiago, y Veyntiquatro / de Cordova. / año [escudo] 1635./ CON PRIVILEGIO./ EN MADRID, En la Imprenta Real./ A costa de Domingo Gonçalez, Mercader de Libros. Con posterioridad a la edición príncipe, E.W. Hesse (Catálogo bibliográfico de Tirso de Molina (1648-1948), en Rev. Estudios, Madrid, 1949, pp. 799-800) cita otra edición en Madrid, en 1639, añadiendo que "este ejemplar, que está en el museo británico, lleva una portada falsa". Con seguridad apareció otra edición en Madrid, del año 1677. La última conocida, es una edición de 1765, también en Madrid y en dos volúmenes. [Ten- 0L1RA, José M i g u e l . La miscelánea en "Deleytar aprovechando". Reflejo de una coyuntura tirsiana. En Criticón (Toulouse), 30, 1985, pp. 127-150.

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Page 1: La miscelánea en «Deleytar aprovechando». Reflejo de una … · 2006. 8. 7. · Reflejo de una coyuntura tirsiana por José Miguel OLTRA (Universidad de Zaragoza) Por los mismos

La miscelánea en Deleytar aprovechando

Reflejo de una coyuntura tirsiana

por José Miguel OLTRA(Universidad de Zaragoza)

Por los mismos días que Madrid y España enterase conmueven con la noticia de la muerte de Lope, acae-cida el 27 de agosto de 1635, su discípulo y defensorTirso de Molina saca a luz un conjunto heterogéneo deobras, reunidas en su Vzízyta/L apiovíchayido (1) , con la que

(1) DELEITAR / APROVECHANDO./ POR EL MAESTRO / Tirso de Molina./ A /DON LVIS FERNANDEZ DE CORDOVA,/ y Arze, Señor de la villa de Carpió,Cauallero / del hábito de Santiago, y Veyntiquatro / de Cordova. /año [escudo] 1635./ CON PRIVILEGIO./ EN MADRID, En la Imprenta Real./A costa de Domingo Gonçalez, Mercader de Libros. Con posterioridad ala edición príncipe, E.W. Hesse (Catálogo bibliográfico de Tirso deMolina (1648-1948), en Rev. Estudios, Madrid, 1949, pp. 799-800) c i taotra edición en Madrid, en 1639, añadiendo que "este ejemplar, queestá en el museo bri tánico, lleva una portada falsa". Con seguridadapareció otra edición en Madrid, del año 1677. La última conocida,es una edición de 1765, también en Madrid y en dos volúmenes. [Ten-

0L1RA, José Miguel . La miscelánea en "Deleytar aprovechando". Reflejo de una coyunturat i r s i a n a . En Cr i t i cón (Toulouse), 30, 1985, pp. 127-150.

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nos confirma e l sesgo que toma su producción l i t e r a r i a araíz del penoso incidente de la Junta de Reformación. S i ,leída a l azar entre el conjunto de obras t i r s i a n a s , Ví-¡LVJXJOJI apn.o\jzcha.ndo se nos manifiesta como obra de sentidoa t íp i co , observada en e l proceso evolutivo de su e s c r i t u -ra, aparecerá como ruptura y retorno simultáneamente. Rup-tura por lo que supone de abandono casi de f in i t ivo de losescenar ios , y retorno en la vuel ta a los .orígenes, tantoideológicos como temáticos, de su l i t e r a t u r a . Este proce-so evolut ivo, percibido por la c r í t i c a l i t e r a r i a más sa-gaz , no siempre ha sido aclarado suficientemente en susaspectos más puntuales , aspectos en los que in ten ta réarrojar c i e r t a luz (2) .

go noticia de que la profesora M? Pilar Palomo prepara una edicióncrítica]. Más fortuna han tenido algunos fragmentos del Deleytaraprovechando, desguazados en sus heterogéneos ingredientes. Así,El Bandolero fue editado por Viada y Lluch (Barcelona, Ibérica, s.a.[1915]); Menéndez Pelayo (Madrid, Atlas, 1944) editó" la novela des-pojada de algunos elementos (el mismo texto en Madrid, Espasa-Calpe,col. Austral, 1972); recientemente contamos con la ed. crítica deA. Nougué (Madrid, Castalia, 1979). Aunque no la conozco, existe ed.de La Patrona de las Musas, a cargo de R. Froldi, Milán, Cisalpino,s.a. Los poemas, exentos, han sido editados por Luis Vázquez (Poesíalírica. Deleytar aprovechando, Madrid, Narcea, col. Bitácora, 1981),aunque fragmentariamente se recojan en algunas antologías, como lade E. Jareño (Madrid, Castalia, 1969). No podremos quejarnos de latransmisión de los autos sacramentales : algunos de ellos, El col-menero divino —que se imprimió en un suelto (s . l . , s .a.) , aunqueB. de los Ríos afirme que el año es el de 1621 (en Obras dramáticascompletas, I, Madrid, Aguilar, 1946, p. 141 a y n. l ) , y también enNicolás González Ruiz, (Piezas maestras del Teatro Teológico Espa-ñol, I , Madrid, B.A.C., 1968 )— junto con No le arriendo la ganan-cia, se editaron por E. González Pedroso (Autos sacramentalesdesde su origen hasta fines del siglo XVII, B . A . E . , L V I I I , 1 8 6 5 ) ;el t e rcer auto, Los hermanos parecidos, lo fue por E. Cotarelo yMori (N.B.A.E., IX, 1907); los t r e s conjuntamente han sido editadospor B. de los Ríos (ed. c i t . ) y M.P. Palomo (B.A.E., CCXXXVI, 1970).

(2) Seria injusto no reseñar la hermosa y precisa aportación a l aperspectiva que pretendo señalar de los trabajos de M.P. Palomo,e l "Estudio preliminar" a la ed. c i t . , en especial , p. XXI, y M. Pe-nedo Rey, Tirso de Molina. Aportaciones biográficas, en Rev. Estudios,

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Situemos pr imeramente a l a obra y su a u t o r en e l con-texto h i s tó r i co . La obra queda concluida el 26 de febrerode 1632, en la imperial ciudad de Toledo, en cuyo conventode Santa Catalina reside el e sc r i to r desde mediados de 1630,frisada ya la cincuentena (3); también sabemos por elautor que le costó "un año entero de desvelos" (4) , s ien-do finalmente editada en 1635, hacia agosto aproximadamen-te , sin que conozcamos las causas del re t raso (5) . Paraentonces, f r . Gabriel Téllez se encuentra cada vez másalejado de Tirso de Molina, inmerso en los trabajos quele reclaman en la Merced. Algunos meses después de con-cluida su segunda obra en prosa, que hace e l número c in-co de sus l ibros (6) , muere f r . Alonso Remón en Madrid,

1949, pp. 72-71* (posteriormente, el P. Penedo amplió datos en la"Introducción" a la Historia General de la Orden de Nuestra Señorade Las Mercedes, I , Madrid, Rev. Estudios, 1973, pp. XCI-XCIV yCXLVIII-CLI).

(3) Sin ser éste lugar adecuado para debatir sobre asunto tan polé-mico como la fecha de nacimiento de f r . Gabriel Téllez, acepto quese produjera antes de 1583, t a l vez el 24 de marzo de 1579, comodesea Luis Vázquez. Para un resumen de la cuestión y la nueva proposi-ción, véase Luis Vázquez, Gabriel Telles nació en 1579. Nuevos hallaz-goz documentales, en Homenaje a Tirso, Madrid, Rev. Estudios, 1981,pp. 19-36.

(4) Todas las c i tas de Deleytar aprovechando proceden de la ediciónpríncipe de 1635, habiéndome permitido modernizar grafía y puntuación.Aquí, Dedicatoria "A Don Luis Fernández de Córdoba", p.IVr, dato queconfirma en p. Vr.

(5) Cercana a su finalización, la obra obtiene Licencia de la Orden(firmada por el Presentado fr . Gabriel Adarco de Santander) el 24 demayo de 1632. Transcurrirán casi dos años hasta que vuelvan a a g i l i -zarse los trámites (Aprobación de Josef de Valdivieso —8 de abr i l de1634—, Aprobación de f r . Gerónimo de la Cruz —22 de junio de 1634—y Suma del Privilegio —dc.do en Madrid, a 6 de agosto de 1634), paraestar impresa en 1635 (Fe de Erratas, de 28 de junio de 1635, y Sumade la Tasa, con fecha de 5 de ju l io ) . Por tanto, no es descabellado'pensar que a l mes siguiente, una vez incorporado el último requisi toexigido, la obra podría estar en la ca l le .

(6) En la Dedicatoria, p. IV, escribe Tirso : "En mi estimación, nin-gún estudio mío con más derecho merece mis mejoras que este l ibro ,

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un 23 de j u n i o , a l que h a b í a suced ido a lgunos meses an t e scomo C r o n i s t a Genera l de l a Merced. Desde e s t e momento,ta l vez por algunos celos surgidos en el ámbito l i t e r a -rio (7) , f r . Gabriel Téllez dedicará lo mejor de su es-fuerzo a la redacción de una nueva HiAtonÁja. GeneAat de. ta On.-dzn de Nuei-Cm SeñoKa de. tas Uen.ced.e6, absorbiéndole s ie te añosen su elaboración, de 1632 a 1639 (8), quizá como respues-ta a la esc r i t a por Remón (9) . En el mismo año, el 26 denoviembre, es elegido Definidor Provincial de Cas t i l l a ,aspirando al nombramiento de Maestro, grado que se le con-cederá el 11 de ju l io de 1636. Como vemos, f r . GabrielTéllez se encontraba plenamente entregado a su Orden Mer-cedaria, interviniendo activamente en la vida comunita-r ia y, de paso, escalando peldaños.

La escr i tura de un Acto de ContJti.cA.on, en 1630, hasido interpretada por e l P. Penedo Rey (10) como un giroen la t rayectoria de Tirso, reconvertido a sus labores

hijo de mi talento corto, el quinto en número, pero el mayorazgo enel amor que le he cobrado". Este dato puede crear un pequeño conflic-to si tenemos en cuenta que, antes de 1632, Tirso sólo había publica-do Los Cigarrales de Toledo (1624) y la Primera Parte de sus come-dias (1627). Es fact ible pensar en una redacción de la Dedicatoria aD. Luis Fdez. de Córdoba en 1635, cuando ya había salido la TerceraParte de sus comedias (1634) y tenía en prensa la Segunda Parte quesalió aquel mismo año de 1635. Después aparecería la Cuarta Parte,también en 1635, pero con posterioridad a la redacción de la Dedica-toria. Sólo así puede explicarse la cuenta de Tirso, pues no creo queentre sus obras contabilice el Acto de Contrición escr i to en 1630, yque nadie más que el P. Hardá, en su Bibliotheca Scriptorvm Regalisac Hilit. Opdinis Inmaeulatae Virginis Mariae de Mereede, R.C., hapodido conocer en manuscrito.

(7) Una rivalidad entre ambos mercedarios apunta B. de los Ríos, apropósito del prólogo de Cervantes a sus Ocho comedias y ocho entre-meses nunca representados. Véase el "Preámbulo" a l auto No le arrien-do la ganancia, en éd. c i t . , p, 628b y 629a.

(8) Véase Penedo Rey, "Introducción" a la éd. c i t .

(9) La primera parte de Remón aparece en 1619; la segunda será postuma,en 1633, a l cuidado de fr . F. Benavides. A Tirso se l e confiarán lospapeles de su predecesor para la elaboración de una tercera parte quehabía quedado en estado embrionario. Véase Penedo Rey, "Introducción"a la éd. c i t . , p. CLII y s s .

(10) Tirso de Molina. El "Acto de Contrición", en RABM, LXXV [1968-

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rel igiosas, como negación de su anterior dedicación a losescenarios. Hemos de imaginar el contenido de la descono-cida obra t i rs iana, de la que tan sólo tenemos noticiaspor Hardá (11), una vez rechazada la identificación de lamisma con el "Apostrofe a Christo Señor Nuestro puesto enel Ara de la Vera-Cruz" [de Salamanca], que figura en A*-tLc&ta UpÁAÁMíat (1698) del P. Bernardo de Briones. Inclu-so podría ponerse en duda la redacción de ta l obra, pormás que el espír i tu del Provincial Merino se ciñera sobreun Gabriel Téllez en el dubitativo proceso de reconversión.Bien pudiera ser que el P. Hardá se equivocara o fuesevíctima de una más de las muchas falsificaciones tejidasen torno a nuestro autor. En el mejor de los casos, y ala espera de novedades en este terreno, lo máximo que pue-de concederse a la supuesta obra es un valor "sintomáti-co" en ese proceso.

Sin embargo, hay otros elementos que pueden ayudar-nos a percibir el cambio que se estaba operando en el es-cr i tor madrileño, desengañado de las tablas desde aquelnefasto año de 1625 (12). Obvio resulta que su actividadteatral decae, no siendo más de once las comedias escr i -tas con posterioridad a 1626 (posiblemente la última seaLai Quinal, dé. VonXugat, fechada a 8 de marzo de 1638) (13).

1972], pp. 479-509. Resumido, con el supuesto texto, en Historia....II, Madrid, Rev. Estudios, 1974, "Apéndice III. El Acto de Contriciónde fr. Gabriel Téllez", pp. 647-651.

(11) "Scripsit etiam versa oratione Actum Contritionis, Matriti, infol., anno 1630, quem inter Hlstoricus Apparatus Matritensis Archlviservatum vidi tomo 5o", en ob. cit . , n. 6, citado por Luis Vázquez,El "Apostrofe" de "Artícela espiritual" (1698) no puede ser el "Ac-to de Contrición" de Tirso (1630). Notas críticas de un lector de poe-sía, en Homenaje a Tirso, Madrid, Rev. Estudios, 1981, pp. 157-175;los argumentos dèl P. Vázquez me resultan totalmente convincentes.

(12) Para todo lo referente a l p le i to con la Junta de Reformación,cuyo acuerdo de 6 de marzo de 1625 tanto preocupó a Tirso y sus supe-r io res , véase A. González Palencia, Quevedo, Tirso y las comedias an-te la Junta de Reformación, en BRAE, XXV [1946], pp. 43-84 (en esp.p. 83) y M. Penedo Rey, "Introducción" a la éd. c i t .

(13) Véase La creación dramática de Tirso de Molina, en Obras, ed. ,pról. y n. de M.P. Palomo, Barcelona, Vergara, 1968, pp. 11-130, fa-

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Si nos preguntamos por el estado anímico de Tirso ante elteatro, un documento excepcional hallaremos en la Dedica-toria a Don Luis Fernández de Córdoba :

úJüUmamzntz n.zcz¿aba z¿ iabzn. poK zxpznÁzncia. ¿o pocoquz pznmanzcz ¿a memofUa dz ¿OÍ vanonzi cé¿zbn.zi, quzpon. zitz camino ¿e man¿4¿z¿£an oJL concuMo, puz& ¿aquz má¿> dufiacÁón goza z& zn ¿a CoKtz quincz dcai y en¿OÍ dzmcu, puzbloi tn.zi o cuaVio, quzdando a¿ tzn.czn.año &zpu¿tadoi ÍUÍ cuad.zn.noi zn loi ¿zgajoi, cuando ma-cho dz algún tnatantz papztlbta. (P. Il/)

La palpable decepción de Tirso va precedida de un ataquefrontal a las comedias de santos y magia, de complicadastramoyas,

puu no hay comexila dz ¿ai dzita upzclz zn quz no pon-gan má& pnodiQJuot, dz iu cada quz zncjLznxa un floóanto-wuM, como ¿zt> vznga a cuznto a ¿a& tnamoyai, i¿n quzzicnuputiczn ¿OÍ Voztat, ¿ad czniunoi quz z¿ Concilio ¿a-cAoianto 7'nÁdzntino ¿wCrnina confia ¿o¿ quz f^ingzn mJba-gn.04 nunca iuczdidoi.

Cierta actitud despectiva hacia el teatro profano puede en-contrarse en numerosas páginas de Vz¿zy-tan. apnovzchando, aun-que Tirso reserva su censura más severa para los entreme-ses, exigencia "vulgar" y divertimiento " i l í c i to" , "quesólo introdujo el abuso y no la proporción" (p. 77r), que-dando desterrados de una obra cuya intención es devota, enmanifiesta reiteración del autor.

No deja de ser sorprendente la postura tomada porfr. Gabriel Téllez ante un problema que por aquellos añostomaba proporciones alarmantes y que hacía derrochar ríosde tinta y querellas de agrio cariz : la licitud de lascomedias y los diversos intentos de prohibirlas (14). La

cuitando una útilísima cronología de la obra tirsiana, en especial,pp. 16-34.

(14) Véase E. Cotarelo y Mori : Bibliografía de las controversias sobrela licitud del teatro en España, Madrid, Tip. de la "R.A.B.M.", 1904,y la más moderna edición del Tratado histórico sobre el origen y pro-greso de la comedia y del histrionismo en España (1804) de Casiano Pe-l l i ce r , ed. José M. Diez Borque, Barcelona, Labor, 1975.

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po lémica , en l a que no e s t u v o a j e n a en d e t e r m i n a d o s momen-tos la pugna entre neoaristotélicos y lopistas, fue prin-cipalmente alimentada por los jesuitas, intransigentes vo-ceros de las ideas abolicionistas, faltándoles poco paradebelar el teatro español. Y el lopista Tirso, aclamadoen los escenarios de Madrid y provincias, por vulgo y no-bles, realiza un giro radical en ÜeZeytaA. apiov&chando al to-mar partido por la causa jesuita, elevando a categoríade modelo digno de ser imitado a la orden ignaciana, en unelogio que, por lo chocante, se nos antoja servil :

Vebemoi ¿a Kz&omciclón d&vota dzdtod d¿a¿ [...]a ¿a en todo coru>¿deA.ada ReLLglón Jz&wítLca. Sai h¿jo¿[£u.iAon] ¿o* ptumzAo* [qaz] ajuitaAon loi eje/iexcto-idutOi d¿a& con &¿ nomfa/ie quz ¿OÍ apLLcó eZ oóo : Car-nestolendas /..."Carnes que se han de quitar"./. Qu¿ta-fton &l¿o¿, como tan di¿>cn.zto(> KZ^o'vmado'LU, ¿ou, ducom-poi-tu/ iaí ¿¿cenc¿o.&a6 d e ¿a cct/ine [...]-, 4-Le.ndo, puu,acJULudoiu dz cuantoi en z&toi upiAitualu fizcAzot, ¿OÍinUXamoi, pagaémoitu ¿¿qwieAa Aédito-i de. tan pA.ovzcho-io mpzno... (P. 11K) (15)

Tirso resuelve cristianizar la fiesta de Carnaval usandomateriales religiosos, según las directrices que la Compa-ñía había impuesto en sus Colegios. Así, don Francisco,uno de los interlocutores de la obra, puede llegar a decirque en la práctica seguida "tenemos ejemplares en los Re-ligiosos más aplaudidos, que con semejantes recreos hancalificado el Parnaso dialogístico, hecho Teatro su Cole-gio y auditorio a nuestros Príncipes" (p. 3v), alusión ala tradición del teatro escolar tan fecunda en los jesui-tas. Mucho ha tenido que cambiar fr. Gabriel Téllez, leja-nos ya aquellos años en que otorgó poderes, junto con otrosconventuales, al franciscano Juan Martínez y al dominicoMartín de Acebedo, para aunar esfuerzos en la oposición aque se instalen los jesuitas en la ciudad de Guadalajara (16)Casi veinte años después, en 1622, Tirso participará enlas Justas Poéticas que se organizaron en Madrid, celebran-

(15) Los desmesurados elogios encuentran continuación en pp. 83r-t,3v.

(16) Véase M. Penedo Rey : La primeva firma de Tirso de Molina : Gua-dalajara, 1602, en Rev. Estudios, VIII [1952], pp. 128-130.

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do la canonización de los Santos Isidro, Teresa, Ignaciode Loyola y Francisco de Javier, oficiando Lope de orga-nizador (17). Diez años después, Tirso acogerá en Vz¿e.yta>iap>tove.cJiando algunos de los versos con los que participaríaen el certamen que, con el mismo motivo y como en muchoslugares españoles, tuvo lugar en Toledo (18); son versosdedicados a los dos santos jesuí tas , quedándonos la dudade si el autor confunde la ciudad con el paso de los años.Tirso, para recitar materia tan grave, se sirve de un co-rrelato rústico (en este caso, un "amigo" que, bajo laapariencia de pastor, se denomina "Paracuellos de Cabanas")que aligera con ciertas notas de humor, sin perjuicio dela seriedad que la materia requiere, los poemas laudato-rios a los santos y su Compañía de Jesús, dotando la sesiónde cierto aire de competitividad muy del gusto de las Jus-tas Poéticas.

En fin, fr. Gabriel Téllez parece haber cedido ba-jo la influencia de la Compañía de Jesús, por la que sien-te admiración (y ¿ tal vez gratitud ?), abandonando casidefinitivamente la escena, ya por convicción, ya por con-veniencia. Después de sortear con gran habilidad la amena-za que supuso la intervención de la Junta de Reformación,para lo que Tirso busca apoyo en todo aquél que quieraprestárselo, las pocas obras teatrales que escribe suponenun abandono de los temas mundanos, más o menos procaces,que le habían encumbrado, retomando los temas hagiográfi-cos de sus primeros años de autor de comedias. No es ca-sual que en VeZeytan. œpKovtchando se encuentre el auto sacra-mental de Et aoùnzneAO divino (19) , contemporáneo tal vez de

(17) El mismo Lope rendirá cuentas de la celebración en su Relaciónde las Fiestas que la insigne villa de Madrid hizo en la Canonizaciónde ... S. Isidro, Madrid, Vda. de A. Martín, 1622.

(18) Así lo explicita Tirso :"Celebro Toledo con imperial demostraciónla fiesta Cantaron los Cisnes de su Tajo, como si murieran, vivien-do sus versos en un Certamen Poético" (p. 77v), para añadir : "escogiólos que se siguen mi elección, sin perjuicio de competidores, pues laafición tiene licencia para anteponer lo que mide más con su gusto".

(19) Tirso, a propósito de este auto sacramental, señala : "Años haaplaudido de ingenios y plumas, primero en la Imperial Toledo, con hon-ra y provecho de su autor Pinedo y satisfacción del Poeta" (p. 70v).B. de los Ríos, éd. c i t . , "Preámbulo" a El colmenero divino, pp. 141-

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Loi ¿agoi de. San {/Ícente o La joya de. ¿ai montaña* . No se tratade poner en duda el sentimiento religioso durante los añosde producción más abundante y lograda, sino la necesidadde Tirso de borrar una cierta imagen licenciosa acuñadacomo comediógrafo, aireada por factores externos que avi-van el escándalo que produce un fraile metido en el mundode la farándula, a medida que la experiencia conventual leobliga a asumir tareas de mayor responsabilidad en su Or-den. Por otra parte, tras una lectura atenta de Üetzyta/iapkove.chando, puede percibirse la incontestable pervivencia— y , en cierto sentido, nostalgia— del mundo externo, queseguiría frecuentando en la medida en que sus obligacio-nes se lo permitiesen. En este sentido, su retirada de laactividad teatral puede imaginarse como estratégica, puesuna vez que cesa en el suministro de obras para los corra-les, remitiría la amenaza que pesaba sobre él, hasta desa-parecer el escándalo, sumido en cierta aureola de escri-tor devoto. Sin embargo, antes y después hemos de suponera fr. Gabriel dueño de una fe firme y arraigada, de lamisma manera que su afición a los ambientes cortesanos per-vive, sentimientos éstos que no son incompatibles. Se tra-taría de pasar desapercibido en sus actividades.

Hay algo de lo que podemos estar seguros : hacia1632, en el corazón del P. Téllez queda un trocito paraTirso de Molina. Su nostalgia por el teatro —actividadde la que no se desvinculará por completo— se deja sen-tir en numerosas páginas de VeteytaA. ap/iov&chando. Ya en laDedicatoria, Tirso duda entre convertir en novelas o encomedias las hagiografías de Santa Tecla, San Clemente ySan Pedro Armengol :

tat vez -imaginaba ^iantoi a¿ TeaJxo en otfiai -Otea Co-medias; peAo apenai me. ¿ai conmutaba et pemamlentocuando, neJüiocedimnáo, é¿ mismo me advwtía. cuan du-ganado et audiXonio a todo lo i agnado amenazaba a&ie.-vimlentoi, ya envidU.oiOi, ya ignotantu. [V. Iv)

Tardía reflexión para quien tantas vidas de santos habíanconstituido fuente de éxitos incuestionables en las tablas.

144, duda entre 1607 y 1613 como fecha de composición del mismo,incli-nándose preferentemente por 1613.

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mezclando actos sobrenaturales con magias y astrología,en coreografías cada vez más sofisticadas- Su razonamien-to carece de convicción, y más s i pensamos en la preocupa-ción, por estos mismos anos, de editar sus comedias, tan-to para cimentar su fama, como para ganar dinero 120), sinolvidar el propósito de f i j a r su obra, asaltada por opor-tunistas y comerciantes. Su maestro Lope fue más lejos, de-jándonos múltiples PaAteA de sus comedias y un catálogo desus obras hasta 1604 esc r i t as (21). En muchos trazos de suobra prosís t ica , Tirso deja entrever su madera de comedió-grafo, en la construcción de las in t r igas , en los temas,en los personajes (22), e t c . Su pasión por el teatro lelleva a convertir Loi tnÁiin^ot, di La Vejidad en un híbrido denovela y teatro, escenificando las discusiones entre SanPedro y Simón el Mago (pp. 122r-131v) o entre un viejofilósofo y San Pedro, Aquila, Nicetas y Clemente (pp. 144r-160r) , situando al narrador en una posición marginal delre la to , reducido a mero espectador.

Cabría, en la encrucijada tirsiana,preguntarse porla naturaleza de ViliytaA apiovechando. La mezcla de na r ra t i -va, poesía y teatro configuran una obra heterogénea, conel engarce de tan dispares elementos en un marco denomina-do boccacciano. La escasa originalidad que supone esta for-ma l i t e r a r i a conviene, no obstante, a un autor en s i tua-ción de cambio, bisagra que f ac i l i t a r á su t ráns i to de co-mediógrafo a historiador de asuntos re l ig iosos . En la d is -t a n c i a que va de Lo¿ ¿agoi di San V-Lanti o La galliga McvU-H&i-nindjLz a l a p a r c i a l m e n t e conocida Vida di la Santa Madsií doña

Í di CViveJULón ( 2 3 ) , l a obra que nos ocupa s i g n i f i c a l a

(20) "¿Novelas ? Eso s í , l ibros de comedias, aunque salgan los tomosde veinte en veinte, quimeras y aventuras con todo género de diver t i -mento aseglarado, por lo nuevo apetitoso, por lo eslabonado suspensi-vo y por lo sat í r ico picante. Estos libros se compran, se buscan yapetecen sin que, aunque diversas veces se impriman, se pierdan loslibreros ni los lectores se empalaguen" (Dedicatoria a Don Luis Fdez.de Córdoba).

(21) El Peregrino en su patria, ed. J.B. Avalle-Arce, Madrid, Castalia,1973.

(22) Véase A. Nougué, L'oeuvre en prose de Tirso de Molina, Toulouse,Impr. M. Espic, 1962.

(23) No sabemos s i concluyó la biografía de la Madre Cervellón, o bien

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LA MISCELÁNEA EN PEÍ.E/TAR APROVECHADO 137

expresión de un debate interno en materia l i te rar ia . Sinembargo, hay que recordar que Loi dgaAAalei de Toledo, apa-recidos once años antes, supone una elaboración de lamateria l i terar ia próxima a Veleytan. aprovechando, con poemasy comedias intercalados en su dif íc i l prosa, con la esen^cial diferencia de que el hilo narrativo está más traba-do y su estructura más coherente. Esto es, la narrativi-dad de Loi cigaAAalei, brillante manifestación de los ambien-tes corteses y mundanos, supera la de VelzytM., constituyen-do una regresión como novelista y un paso adelante comohistoriador, labor en la que desembocará su producción.

El marco boccacciano de Veleyta* aprovechando (24) aco-ge t r e s n o v e l a s (La pa&iona di ¿ai Ua&ai, Loi &Uun¿oi de. ¿a VeA-dad y El BandoteAo) , t r e s a u t o s s a c r a m e n t a l e s {El colmeneAodivino, Loi heAnanoi pafiecidoi y Ho le aAAiendo la ganancia) ytres Justas Poéticas (en honor de los jesuitas S. Ignacioy S. Francisco Javier, la primera; a la Patrona de la Is-la de Santo Domingo, Nuestra Señora de la Natividad, lasegunda; a los mercedarios S. Pedro Nolasco y S. RamónNonato, la dltima), que deben distribuirse en los tresdías precedentes al Miércoles de Ceniza, en que tres matri-monios amigos se turnan en la organización de una fiestadevota, a la que acudirían, en escenarios diferentes, losnobles amigos de nuestros interlocutores. El modelo másinmediato es una obra de Gaspar Lucas Hidalgo, los Viálo-QOi de apacible entretenimiento, aunque las intenciones de am-bos autores difieran radicalmente : mientras Tirso deseacristianizar el carnaval, Lucas Hidalgo se nutre de suvertiente más irrisoria y escatológica.

se halla perdida en su última parte. La editó M. Menéndez Pelayo, Unaobra inédita de Tirso de Molina, en R.A.B.M., XVIII [1908], pp. 1-17y 247-256; XIX [1908], pp. 262-273; XXI [1909], pp. 139-157 y 567-570.

A lo largo de la Historia de la Merced, Tirso anuncia abundan-tes proyectos sobre biografías re l ig iosas , proyectos truncados en 16tOcuando la enemistad con Salmerón se traduce en un inmediato cese comoCronista General y en el alejamiento de Madrid. Al respecto, véase Pe-nedo Rey, "Introd." de la éd. c i t . , p. CIX y s s .

(21) Véase E.B. Place, Manual elemental de novelística española, Ma-drid, V. Suárez, 1926. Para un más detenido estudio en Deleytar, A.Nougué, ob. c i t . , pp. 205-210.

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No obstante, el esquema trazado por Lucas Hidalgose nutre de unas tradiciones literarias que contribuirándecisivamente a la formación de la posterior narrativadel siglo XVII. En un primer lugar, el QecameAÓn y la grantrayectoria de la "novella" italiana, difícilmente recono-cible en VeZeytaA apiï.ove.chand.0, a excepción del marco narra-tivo. Decisivas igualmente resultan la tradición cuentís-tica hispana, de raíces medievales, y la gran aportacióndel aparato erudito de los humanistas del siglo XVI, tam-bién de escasa presencia en Tirso. La idea de hacer coexis-tir elementos tan varios, sin embargo, halla su explica-ción en el género de las misceláneas, de gran éxito en elRenacimiento desde que Pedro Mexía las pusiera en circu-lación con su S¿Zva de varüji ¿ecclo'n, cuya primera edición da-ta de 1540.

De la miscelánea renacentista, nacida de la con-fluencia de novela, ensayo y apotegma (25) con voluntadde divulgar materias curiosas desde una perspectiva cien-tífica e intelectual, pasamos casi imperceptiblemente ala miscelánea barroca, en la que se impone la concepción"poética" frente a la "histórica" y científica. Dos mane-ras de concebir la miscelánea que comparten únicamente lacapacidad de mezclar asuntos diversos con idéntico desor-den. Cuando Tirso escribe una miscelánea como es QeteytaAaprovechando, se encuentra ante una densa tradición consuma-da pero no consagrada por ninguna preceptiva, aunque losejercicios menores de la retórica, los progymnasmas, mode-len en gran medida la capacidad narrativa de nuestros es-critores áulicos. Tirso mismo no escapa, en sus hábitosnarrativos, a la influencia de estos ejercicios escolares,desconociendo la gran lección que Cervantes, con su talen-to e intuición, habia dado en su acercamiento a los mode-los épicos del narrar. En Vete.yi.aA aprovechando, Tirso dejaentrever sustanciales elementos que configuran su concep-ción del arte narrativa,concepción que sustantiva en dife-rentes niveles como arte de mezcla,hibridahdo y concitandotrayectorias dispersas.Esto es,Tirso.de Molina afronta suobra como una miscelánea sometida a una clara intención yun principio organizativo.

Ya en el título, enganchándose a una amplia tradi-ción que denota "entretenimiento" como cebo para el lec-

(25) Véase A. Rallo, Las misceláneas : conformación y desarrollo deun género renacentista, en Edad de Oro, III, Madrid, Univ. Autónoma,1984, pp. 159-180.

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t o r p r o m e t i e n d o m e s a d e v a r i o s " p l a t o s " ( 2 6 ) , T i r s o c o n -sagra su obra al cumplimiento de "el precepto de Horacio,entretejiendo lo dulce con lo provechoso" (p. 87r) (27);al f ina l , dará por bien empleado su esfuerzo "si consigueeste l ibro lo que en el t í t u l o insinúa, que es Deleitaraprovechando" (p. 334v). No hay duda sobre lo que preten-de el autor : una obra moralizante, que rehuya las pesa-das cargas dogmáticas de las obras morales, propias parainiciados pero que el vulgo rechaza :

Loi tótuZoi 6otoi dz loi tihKod uplnÁXaalu dandi iuznXz en cana quz O^A.ZCZAÍÍ a un mvicadiK zt pnU.\i¿-¿zg-Lo dz baMz, pata que. loh (>íz oJL moídz, e¿ izntzn-CÁMAZZ en ¿a póJidida. dzt ga&to, y ¿a impn.&t,lón at dzt>-tlzutio dz tai, Zipzcz>Ua!> o canXonzi. (P. ÎVv)

Algunos años antes, en 1605, ya había advertido el c r íp -t ico Francisco López de Úbeda sobre el escaso a t ract ivode las vidas de santos para los lectores (28). Tirso sepropone precisamente esto : dar a conocer curiosos y ma-ravil losos (29) hechos de santos, sin que el tedio abata

(26) Es el propio autor quien hace constar la variedad de su obra ental término; véanse las p". 86v, 319r, etc. En la "Introducción", p.lv,los interlocutores tratan "sobre mesa de varias cosas". Recuérdesela explicitación en el título de algunas obras, desde Timoneda, Sobre-mesa y alivio de caminantes (1563), hasta Antonio Luys, Nuevo platode varios manjares (1650).

(27) Recuérdese los vv. 333-334 del Arte Poética de Horacio : "autprodesse volunt aut delectare poetae / aut simil et iucunda et idóneadicere v i tae" . Tirso ins is te literalmente en este concepto : p.Vr, 2vy 3r, 77r.

(28) "Si este l ibro fuera todo de vanidades, no era justo imprimirse;s i todo fuera de santidades, leyéranle pocos, que ya se tiene portiempo ocioso, según se gasta poco", La Pícara Justina, ed. BrunoDamiani, Madrid, Porrúa, 1982, p. 43. Véase J.A. Maravall, La cultu-ra del Barroco, Barcelona, Ariel, 1975, p. 45, n.6 : "No era tan co-mún como se ha supuesto el gusto por las hagiografías".

(29) Este afán de sorprender a l lector , por losmedios que fuesen,constituye caracter ís t ica común de los escri tores de misceláneas, enpart icular , y de los siglos XVI y XVII, en general. Véanse en Deley-tar aprovechando, las p. 77r, 170v, 171v, I83r, 185r, 317v, 323r.

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al l ec tor , para que és te "olvide" su pasado de l igeronotario de costumbres socia les y agudo c r í t i c o polí t ico!30)

En el s a l to que da Tirso de lo profano a lo re l ig io-so hemos de s i t ua r el germen ideológico de lo que se p las-mará en V&te.ytaA. a.psio\j£cha.ndo : con medios profanos elaborarámateriales r e l ig iosos , repartiendo equitativamente poesía,prosa y t ea t ro , cuidadosamente engastados en un marcoboccacciano que s i rve de pretexto para int roducir materia-les antiguos como los autos sacramentales (31) o los poe-mas de algunas jus tas l i t e r a r i a s en las que part icipo' (32),

Para mayor realce de lo admirable, el escritor suele incurrir en cier-to encarecimiento desproporcionado de sus habilidades, autopagado desu arte; que Tirso no es una excepción lo muestran las p. 66v, 77r,131v, 160r, 171v, 181v, 188v y 189r, etc.(30) Conocida es su animadversión hacia la política de Felipe IV ysu valido el Conde-Duque, causa de algunos de los problemas más gra-ves de su vida. Lejos de cesar en sus críticas, Tirso las acrisolaráen una obra de objetivo tan lejano al político como su Historia Gene-ral de la Merced, lo que ocasionará la censura de Salmerón. Aunquesin poderse demostrar, muchos somos los que tenemos la sensación deque el satírico Tirso de Molina fue autor de algunos de los panfletoscontrarios al gobierno españoJ y que tan intensamente circularon poraquellos años. Véanse T. Egido, Sátiras políticas de la España Moder-na, Madrid, Alianza, 1973; M. Etreros, La sátira política en el sigloXVII, Madrid, FUE, 1983; J.A. Maravall, La oposición política bajolos Austrias, Barcelona, Ariel , 1972.

(31) Pertenecen los autos a su primera época de autor dramático, s iaceptamos la cronología propuesta por B. de los Ríos, éd. c i t . , I ,p. 102 y 103, 111, 136 y 137; esto es , para El colmenero divino, lafecha de 1613 (véase, arriba la n. 19), para Los hermanos parecidos,hacia 1615, y para No le arriendo la ganancia, el año de 1612.

(32) Sobre la participación de Tirso de Molina en las Justas que reco-ge en Deleytav aprovechando, la bibliografía es abundante. Destaca laparticipación, en 1622, en la Justa Poética madrileña organizada porLope, y en la de Toledo del mismo año, s i Tirso no confunde las ciu-dades. Igualmente está demostrada su participación en la de Salamanca,en honor de los santos mercedarios, celebrada en 1629. En cuanto alCertamen poético recogido en la segunda jornada, en honor de la Patro-na de las Is las de Barlovento, pudiera haberse celebrado una Justa en

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elementos que sirven de complementos a lo que Tirso con-sidera como conjunto principal de VeZ&ytaA., sus novelas (33)

En este conjunto, Tirso de Molina seguirá' las pau-tas t radicionales de géneros ajenos, mezclando normas ydirectrices que nada tienenque ver con la novela. De loscoloquios renacentistas tomará su escrupulosa d i s t r i bu -ción temporal : la sesión matutina comienza hacia lasdiez con objeto de terminarla hacia las doce, sirviéndosea los a r i s tocrá t icos invitados un banquete en el que r e -poner fuerzas, para acometer el auto hacia las dos de latarde y f ina l izar la justa poética con la caída del sol(temprana en Carnestolendas, como corresponde al mes defebrero (34), en que Tirso si túa la acción). Esta d i s t r i -bución rigurosa del tiempo se corresponde con e l cambiode espacios : una amena quinta a o r i l l a s del Manzanares,

1616, en la que llegaría a participar Tirso, recién llegado a SantoDomingo; tal vez sufra un pequeño error al señalar 1615 como año decelebración de la Justa americana en Deleytar, p. 183r, dato que, asu vez, indujo a una lectura equivocada de cierto pasaje de la His-toria General de la Merced (éd. ci t . , I l , p. 357) a E. Cotarelo yMori (Comedias de Tirso de Molina, I, "Discurso preliminar", NBAE,IV, 1906, pp. XVIII-XXI), por el que situó el viaje a Santo Domingoen 1615.

(33) Sin duda son las novelas lo que Tirso estima como ingredienteesencial de su miscelánea, a lo que hace referencia en múltiples pasa-jes. Sirva como ejemplo cuanto nos dice en Deleytar, p. 334r-v '̂De-termináronse en fin los seis de dar a la imprenta las destos tres so-beranos héroes del martirio, dilatando la pluma por el espacioso cam-po de sus hazañas, sin ir contra la verdad délias".

Un er ror evidente de Tirso consiste en contradecirse en cuantoa la ubicación temporal del momento en que se celebra la reunión delos amigos. Así, en la p. 4v, s i túa la reunión en e l mes de marzo("tomó e l Marzo a censo todo e l caudal de Abr i l " ) , para ubicarla enfebrero, páginas más adelante ("aprobaría l as mudanzas del Febreroloco", p . 188v); "no del todo confiados en la poca fe de mes tan in-constante", p . 306v). Es más probable que la celebración de los car-navales sea en febrero que en marzo, aunque, como se sabe, no imposi-b l e . Tal vez se t r a t e de una redacción tii-siana en dos momentos d i fe -rentes : La Patraña de las Musas, en 1631, y El Bandolero en 1632,según se celebrase en un mes u otro la fiesta sobredicha. La combi-nación de estos factores puede dar lugar a múltiples conjeturas.

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l a h u e r t a de Juan Fernández y l a q u i n t a d e l Duque ( 3 5 ) ,suponemos que de Lerma, dados su l u j o y o s t e n t a c i ó n . Re-sulta curioso constatar la tendencia de nuestro autorhacia las arqui tecturas efímeras de planta c i rcular , enlas que predominan los r icos bordados, las elegantesfuentes " a r t i f i c io sa s " , los materiales nobles de losatr ios y las vegetaciones exuberantes, decorado de gus-to cortesano en medio del cual se eleva un pequeño es t ra -do, desde el que, a viva voz, se narra la hagiografíacorrespondiente, se reci tan los versos de turno o se es-cenifica el auto programado. Un trasunto, todo e l l o , decualquier Academia l i t e r a r i a o t e r t u l i a cortesana a lasque tan aficionado fue Tirso de Molina. La es té t ica deestos rec in tos , lugares en los que se fraguaban muchosde los moldes de la cul tura de la época (36), se t rans-parenta abiertamente en VeZeytaA a.piO\)<Lcha.ndo, mostrandola pervivencia en fr . Gabriel Téllez de gustos tan extra-ños a la austera celda conventual. Cierto que el clero

(35) Correspondiéndose con un tiempo bonancible, el locus amoenusexige unos espacios placenteros en los que se pueda prolongar unaafectividad docente, para mayor efectividad de la moral enseñanza.Así, Tirso, para su primera jornada, nos indica vagamente la quintaescogida, a orillas del "enano Manzanares"."entre las muchas quedesde la casa del Campo vizarrean sus orillas" (p. 4r). La segundajornada tiene lugar en la celebérrima quinta del regidor Juan Fer-nandez (pp. 86v-87v), en la que Tirso sitúa la acción de una de susmás famosas comedias, La huerta de Juan Fernández (véase la ed. deB. Pallares de R. Arias, Madrid, Castalia, 1983). El ultimo espacioes la no menos famosa Huerta del Duque (p. 188v), la misma que sir-vió' "muchas veces teatro de fiestas Reales, quando la privanza desu difunto dueño divertía en él la más piadosa Magestad que gozo'España"; es decir, la Huerta del Duque de Lerrna, situada entre elPrado y San Agustín y entre la Carrera de San Jerónimo y las Huer-tas (véase B. de los Ríos, éd. ci t . , I, p. 143).

(36) Queda por realizarse un estudio de las deudas que la estéticabarroca tiene contraídas con estos lugares cortesanos, en dondeconfluían los ingenios de todas las artes amparados por nobles acau-dalados deseosos de investirse con el prestigio de sus invitados yacogidos. Un tímido acercamiento, en el área de la literatura, fuerealizado por W.F. King, Prosa novelística y academias literarias enel siglo XVII, Madrid, Anejo del BRAE, 1963, aunque la bibliografíasobre las Academias y t e r tu l i a s sea ya innumerable.

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es un impulsor de las arquitecturas efímeras y de lascontiendas poéticas, revistiendo sus solemnidades de r i -tos cortesanos y grandilocuentes, en multitudinariaexaltación del sentimiento religioso. En esta direcciónopera Tirso cuando, en su miscelánea, da entrada a todosestos elementos.

Un aspecto sobresaliente de VeZzytasi a.ptio\i&chando esla exteriorización de todos sus componentes, concebidosúnicamente en función del recitado en a l ta voz desde elestrado reiteradamente situado por Tirso en el centro deun abigarrado auditorio, creciente de jornada en jornaday atraído por el éxito en aumento de las reuniones. Aplau-sos y abucheos (37), aglomeraciones en la entrada de ca-da sesión, resueltas por Tirso de una manera jerárquica(38),músicas estridentes para imponer el silencio en el audi-torio, bailes y canciones populares, ponen de relieve lavitalidad que la época volcaba en este tipo de aconteci-mientos sociales, y en los que se provocaba cierto espí-r i tu participativo. El léxico que rodea las intervencio-nes de los tres jóvenes matrimonios (aunque el papel delas esposas queda reducido al de meras anécdotas en eldiscurso tirsiano) contribuyen a la exteriorización delacto l i te rar io y religioso que se celebra : "oposición","contrarios", "emulación", "competición", e tc . , voces

(37) Este sería el caso de un Simón Mago derrotado por San Pedro enlos tres debates públicos : "Indignóse el pueblo todo de suerte con-tra la descompuesta lengua del blasfemo que, acometiéndole de tro-pel, le arrojaron del teatro, y con injuriosas palabras, acompañadasde peores obras, le sacaron a empellones de aquel sitio, tan corridoél y tan avergonzados los que hasta allí le patrocinaban, que unosólo de sus secuaces le hizo compañía" (p. 13tr).

(38) Los asientos dispuestos por los anfitriones son ocupados en or-den jerárquico por los asistentes : en primer lugar, la aristocraciaamiga, luego los ciudadanos medios, y para la plebe el espacio res-tante. Curiosamente, Tirso hace intervenir a arqueros y alabarderospara contener los ímpetus de la plebe y salvaguardar cierto ordenentre las gentes; al margen de las consideraciones que merezca laorganización social propugnada por el autor, queda en evidencia lapopularidad entre todos los estamentos sociales de las representa-ciones teatrales y reuniones literarias. Véanse las p. 172r, 189r o307 r.

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todas, con sus derivados (39), que remiten a una de lasobsesiones más evidentes en los escritores áulicos : cau-sar admiración, sorprender. Incluso el hecho de que Tir-so desdoble su producción poética, en una vertiente se-ria y otra humorística preferentemente, situando dos per-sonajes que recitan los versos, nos sitúa ante un francoespíritu de superación y rivalidad. Así, Don Luis y elrústico Paracuellos de Cabanas, Don Francisco y un innomi-nado compañero, Don Melchor y su primo Don Fernando (querecita poemas "gracejantes" de un tal Gil Berrugo de Teja-res) , van alternando composiciones que responden a lasexigencias conceptuosas de los carteles anunciadores delas Justas Poéticas (40), exigencias estrambóticas que aveces generan poemas absurdos. Encontramos dos romancesheroicos a los que se les cercenan las tres primeras síla-bas de cada verso, dando dos lecturas de alejados senti-dos (pp. 323r-327v), glosas de redondillas de difícilesencabalgamientos (pp. 32Or-v), o "Cuatro Décimas, peroestrechándolas a la recolección de un pedazo de prosa"(pp. 320r-321v), ejemplos de difícil cumplimiento, y enlos que sólo el ingenio puede brillar, en detrimento dela calidad poética. Sería injusto no señalar la presenciade otras composiciones poéticas de gran valor, en lasque el talento de Tirso de Molina emociona por su profun-didad y belleza, como las décimas de gran presencia mís-tica "El amor que no hace excesos, / mi Dios, no se lla-me amor" (pp. 56v-57r). La abundante poesía intercaladaen la prosa contribuye, de otra parte, a la formación delsentimiento miscelánico que anima la obra, recogiendoTirso poemas viejos de asuntos varios (la fábula de Mirra,Adonis y Venus [pp. 6v-13v], por ejemplo), que no guardanrelación con el argumento narrativo y tampoco tienen lu-gar en las justas posteriores; hay, no obstante, poemascuya composición está únicamente justificada por su en-garce con el contexto de la prosa, a la que se encuentran

(39) Deleytar aprovechando, p. 4v, 24r, 87r, etc.

(40) Algunos de estos carteles han sido recientemente editados por A.Egido, Certámenes poéticos y arte efímero en la Universidad de Zara-goza (Siglos XVI y XVII), en Cinco estudios humanísticos para la Uni-versidad de Zaragoza en su Centenario IV, Zaragoza, éd. de la C.A.I.,1983, pp. 9-78 (Los carteles son editados exentos).

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í n t i m a m e n t e u n i d o s ( l a mayor ía de l o s poemas, p o r no d e c i rt odos , que s e h a l l a n en Loi Tniun^Oi de ta VeAdad) • en c u a l -quier caso, es ésta una costumbre consagrada por la nove-la pastoril y que pasa a múltiples manifestaciones narra-tivas.

En las novelas de Veleytan. aprovechando también es per-ceptible la estética exteriorizada, en la que el debatedialógico constituye manifestación plena de La carenciade interiorización en los personajes, de los que percibi-mos su retrato psicológico por señales externas, bien poracotaciones del narrador, bien por admoniciones de un per-sonaje a otro o por dimanaciones de la acción narrativa.Esto es, la profunda conciencia teatral subyace en laforma novelística. Si nos detenemos en la teoría de la no-vela que anima a Tirso de Molina, observamos que partede una combinación de hechos reales con elementos de fic-ción, dosificando la presencia de unos u otros según con-venga al progreso de una acción lineal. Para Tirso, lanovela debe partir de lo histórico, más que de lo poéti-co, y la medida en que lo "fabuloso" (esto es, lo no his-tórico) se adapte a la verosimilitud del asunto definiráel grado de ficción de la novela, apartándose más o menossegún ese grado de ficción, del género histórico. El sal-to del teatro a la historia pasa, pues, por esta pequeñacombinación de ambos. Forzoso será, aun a riesgo de resul-tar extenso, reproducir un diálogo entre los anfitrionesde la devota fiesta:

—Uno de loi ewOieteninientoi que en Í06 dtitegín&Ao —dijo doña E6te£ania— ¿e noi ha avecindadoen nueitn.0 Reino y am Italia, ti el novelan., ejeAcl-clo vituperado de unoi y defendido de. otKoi, pautoque en mi opinión ni debe condenante abiolutamente, nitampoco con genesialidad canonlzaAAZ. Poique aqutltainovelai merecen alabanza, que en ¿OÍ iuce&oi ejtmpta-n.et> y en tai palabiM honeitai, iatUiaclendo et güi-to, no depravan en tai co6tumbn.&&. Lo que ¿,zn.á at con-tnánio en tu opwzitai.

— Poca necesidad tenemoi de. novzlai —n.eptlcódoña Beatnlz—, habiendo vidai de Santoi, en lo puodl-gloio cíe tanta mái admi/iadón que en to fingido, quan-to mái ¿e aventajan ¿UA vendadei a tai fabulai, quepon. macho que quime/ilcen no tai igualan.

— Hagamoi, puzi, una coia —dijo don LUÍA—, ÍU-

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pauto que. habéis moit/utdo deiíoi de que confcaponga-moi VWLUÜW6 paiatlempoi a loi totalmente. tLc.encA.oioidel vulgo [...], neptiuentemoi noiotxoi coloquloi queiolemnimen et banquete con que, en toi moi de loi 7em-ploi, hace, el canon, plato £nanco a ÍUÍ alumnoi. [P. 3A.)

En las palabras de doña Beatriz se lee que la vida siempresupera al ar te . Si la novela es intrínsecamente neutra,será la intención moralizante de.sus asuntos los que lainclinen hacia lo bueno o hacia lo malo; por tanto, s i elasunto es la vida, siempre milagrosa y sorprendente, deun santo, a cuya exaltación se dedica, la novela tienedespejado el camino hacia las bondades de la bendición.Altamente significativo resulta que, para Tirso, novelerosea equivalente a mentiroso (41). Tirso de Molina es r e i -terativo al señalar que el arte de la narración debe to-mar como punto de partida un hecho histórico ("no pediamás de la narración de una historia prodigiosa y verda-dera" [p. 87v]}, sustituyendo —tal vez con razón— eltérmino novela por el de historia con alguna frecuencia (42),puesto que lo histórico (y en esta categoría Tirso incluye,en un acto f ideis ta , los milagros que su experiencia noha comprobado ni que su razón pueda considerar como vero-símiles, según los cr i ter ios de la mimesis) está por enci-ma, incluso como valor narrativo, de la poesía :

fo aiuntoi [loi t/iatodoi en Deleytar7 de ÍU Ke.Qoci-jo, moifiando en él tai ventajai, que aun en lo máiapetitoio de. ¿UCMOÍ VOJLLOÍ y ¿otituitoi ha.ce la veA-dad a loi {^izcÁjonei, loi hlitomiai a tai £ábulai. Pueipon. tna* que. el Ingenio mái ducu>u¿vo en ellai quime-nJLce y te.ja pnodÁjgixsi y novedadei, nJLeiQOi, aventanai,

San Pablo, por sus discursos exaltando la castidad, es califica-do por sus enemigos, de novelero : "Muera el conspirador» aleve contranuestras antiguas tradiciones, preséntese al Tribunal de nuestra jus-ticia este escandaloso novelero, que introduce leyes contrarias a lamisma naturaleza" (p. 3fr).

C*2) "Ésta fue la historia, ésta la vida, la muerte ésta, del que vi-vo regentó la Cátedra de Christo, la barca de Pedro, la silla de Ro-ma—" (p. 171v), señala Tirso al concluir la vida de San Clemente.Después de El Bandolero, el auditorio "pagó" la atención entretenidadel concurso devoto a don Melchor su deleitable historia".

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LA MISCELÁNEA EN VELEVTAR APR0I/ECHAWPÛ 147

ce£oA, duuptnacLonu y amoiuu, ínmcuiañadoi, no lot>podAd maginox tan ¿¿no*, tan apacúJbtu, ni tan e.jem~pùuiu,, como noó lo Ki^Jüuwn. tai, vidai, cíe ¿o¿ Santoi.(P. 334A)

Desde esta perspectiva, el acto de novelar se convierteen mero ejercicio retor ico, convirtiendo la novela enamplificación verosímil de la h i s tor ia , "dilatando lapluma por el espacioso campo" de las hazañas de los san-tos (p. 334r) (43), añadiendo sentimientos humanos —amo-r íos , crímenes, venganzas, env id ias^ ahí donde sólo lodivino tenía s i t i o .

Tirso rechaza la ficción como punto de par t ida, ylo hace consciente del éxito que tienen otros escr i tores ,ofreciéndose como al ternat iva a Boccaccio, Bandello, Ale-mán o Cervantes, cuyos modelos cal i f ica de "patrañas" (44)Pero esta actitud no puede sorprendernos en nuestro autor,maestro de la alusión y la referencia c r íp t i ca , elusivoen los momentos precisos. Tirso destaca como un hábilmezclador de realidad y ficción, ya en su teatro como enLoi, CÁgaAAatZA (cuyos protagonistas se dibujan a pa r t i r deuna mínima referencia h i s tó r ica ) , construyendo un códigoen el que lo unipersonal y lo part icular se desvela aunos pocos, aquellos que poseen las claves que la amistadde Tirso procuraba. En este sentido, lo his tór ico amplíael mundo cortesano de Tirso con referencias universales.

(43) Por si hubiere dudas, Tirso insiste en "el dilatar los asuntosde suerte que hagan tomo bastante; quedará a cargo de los que, en vezde novelas, discurriéremos por las vidas de los Santos que quedan acargo nuestro" (p. 3v). Mas adelante, don Luis "recibió parabienesde la prodigiosa narración, que entonces ciñó a breves discursos lacortedad del tiempo y agora, para su mayor alabanza, dilato' la pluma"(p. 172r).

(44) "Si tanto se recrea el común gusto con lo peregrino de los cuen-tos, lo enmarañado de los amores, lo temerario de la valentía, loingenioso de las trazas y lo quimérico de las aventuras. Ni en cuan-to al Bocacio, el Giraldo, el Vandelo y otros escribieron en Toscano,Eliodoro en Griego, en Portugués Fernán Méndez Pinto, Barclayo enFrancia, los Autores de los Belianises, Febos, Primaleones, Dianas,Guzmanes de Alfarache, Gerardos y Persiles en nuestro Castellano, pue-den compararse, puesto que todo son patrañas, con los sucesos porten-tosos, raros y verdaderos destos tres sujetos" (p. Vr).

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Fr. Gabriel Téllez camina, ya en 1631, hacia el campo másobjetivo de la historia. Nuevamente observamos que convie-ne mezclar elementos que parecen heterogéneos, pero quefaciliten el tránsito. Si las historias de santos no sevenden, como señalaba anteriormente, y el teatro críticoy alusivo no es conveniente en las actuales circunstancias,Tirso da con una fórmula milagrosa de la que surgirá VeZey-tan. apA.ove.cha.ndo :

Pum bazn n.em<¿dLo, pfi.o¿egu¿a. mí OUACUAÍO, doiemoó utapiüdoKa; hagamos una mi&ceZánea pnovechoda. (V. Zl/v; eliutiayado e¿> meo).

Reuniendo los más diversos elementos (45), Tirso da sa t i s -facción a su irrenunciable vocación de escr i tor , eludiendoescollos y alumbrando nuevas vías. Coyunturalmente, el au-tor se sitúa en la ver t iente religiosa de un género bur-gués como la " l i t e ra tu ra de mesa-camilla en torno al bra-sero" , cuyo éxito serán obras como las hloch&6 de. ÂjnxjÂJLfino(1609) de Antonio de Eslava.

Interesa, pues, observar el conjunto de VeZ.ZJ¿tan.apH.ove.cJha.ndo como obra de transición en el conjunto de Tirsode Molina. Casi podríamos decir que es la obra que separaal comediógrafo Tirso del grave historiador fr . GabrielTéllez, mercedario. Las circunstancias aconsejan al P.Téllez cambiar el rumbo, y realiza esta transición de lamanera más coherente posible, ajustando su teoría l i t e r a -ria a lo que había constituido su producción de éxitos conla vista puesta en lo que debería ser su campo l i t e ra r ioen un corto plazo de tiempo. En esta coyuntura, la miscelá-nea en que resul tó VoX.Qj¿taK apA.ov&chando, en sus niveles másprofundos y varios, era una de las escasísimas salidas dig-nas que le quedaban a un escri tor vocacional como Tirso de

El aspecto de miscelánea no se agota en cuanto he señalado. Hay,sólo en la prosa de Deleytar, innúmeros aspectos que podrían estudiar-se, entre los que señalaré la introducción de cartas, poesías, apoteg-mas, digresiones (véase la p. 20r). También merecería la pena detener-se en la actitud que Tirso toma ante el material que la historia, re-ligiosa en este caso, le suministra, compartiendo con los autores demisceláneas renacentistas una similar postura en su labor de divulga-dor (véanse las p. 29r, 131v, 160r, 169r) y de seleccionador (véanselas p. 62v, 77r, 132v y 133r, 144r, 181v).

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Molina, convirtiendo el arte de la mezcla en forma de su-pervivencia literaria.

OLTRA, José Miguel. La miscelánea en "Deleytar aprovechando". Reflejo de una coyunturatirsiana. En Criticón (Toulouse), 30, 1985, pp. 127-150.

Resuaen. Percibiendo el Deleytar aprovechando como obra de transición, el conjunto dela obra tirsiana adquiere una coherencia que suaviza el contraste habido entre su pro-ducción teatral más representativa y la prosa histórica del final de su labor como li-terato. El gradual abandono del teatro es sustituido por otra forma alternativa de es-critura, que desembocará en la Historia General de la Merced. Deleytar aprovechando re-fleja la incerdidumbre estética, vertiendo en la forma de las "misceláneas" un conjuntode elementos heterogéneos que suponen, por una parte, un retorno (y, narrativamente,una regresión), por otra, una progresión en la línea trazada. Mucho hay de postura es-tratégica en esta obra de íirso, pero también una extroversión religiosa que, latenteen muchas obras teatrales, confirma una situación de firmeza en muchas ocasiones puestaen tela de juicio. La escasa originalidad del artificio seguido no desmerece la calidadde los elementos de esta miscelánea, demostrando sus dotes narrativas cimentadas en unateoría literaria de cuño personal, en coexistencia con sus labores teatral y poética,suficientemente conocida de sus contemporáneos.

Resudé. Voir le Deleytar aprovechando comme une oeuvre de transition, c'est conférerà l'ensemble de l'oeuvre de lirso une cohérence et par là même résoudre la contradic-tion entre sa production théâtrale la plus caractéristique et la prose historique dela fin de sa carrière d'écrivain. L'abandon progressif du théâtre donne lieu à uneautre forme d'écriture qui conduira jusqu'à la Historia General de la Merced. Deleytaraprovechando est le lieu de l'indécision esthétique, où la forme de "miscellanées"accueille un ensemble d'éléments hétérogènes qui supposent, d'une part, un retour enarrière (et sur le plan narratif, une régression), et, d'autre part, une avancée surla voie tracée. On peut voir dans cette oeuvre de Tirso un moment stratégique mais aus-si l'expression d'un épanchement religieux, qui vient confirmer, au-delà de ce quelaissaient pressentir nombre d'oeuvres théâtrales, une fermeté trop souvent remise enquestion par la critique. La faible originalité de l'artifice choisi n'ôte pas de leurqualité aux éléments d'une miscellanée qui révèle chez Tirso une maîtrise narrativeappuyée sur une théorie littéraire bien personnelle, en liaison avec sa productionthéâtrale et poétique.

Sunary. If we consider Deleytar aprovechando as a work of transition in the overallproduction of Tirso de Molina, it acquires a cohérence which atténuâtes the contrast

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between the most représentative théâtre production and the historical prose. The pro-gressive abandon of théâtre production leads to new forms of création as illustratedby the Historia General de la Merced. On the other hand, Deleytar aprovechando reflectsthe aesthetic incertitude of Tirso de Molina and the new genre adopted : the "miscela"-nea". The "miscela'neas" compose a group of heterogeneous éléments which indicate a ré-gression from a literary point of view but also a progress and a confirmation of pre-vious manner. Ihis work of Tirso de Molina responds very much to stratégie purposesbut also represents the religious extroversion présent in many other theatrical worksand it confirms the cohérence of an author so often misjugded.

The lack of originality of the means employed in no way lessens the qualityof thèse "miscela'neas" and this work highligts once more the narrative talent of theauthor based on a personal literary theory and on the excellency of his poetical andtheatrical production acknowlegded by his fellowmen.

Palabras clave : Tirso de Molina. Deleytar aprovechando. Miscela'neas.