la mirada como trasgresora

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Jaime Sebastián F. Galán Jiménez [email protected] Xochiquetzaly Yeruti De Ávila Ramírez Víctor Novoa Cota La trasgresión y la mirada viñetas de la clínica Resumen La mirada como ordenadora del mundo (Lacan, 1964/1987) capaz de sostener o devastar una existencia (Lacan, 1968/2008) la mirada de escarnio o desprecio, trasgresora, puede convertirse en una mueca. La obesidad y la anorexia “el cuerpo desbordante de grasa de la obesidad apuntan a una clínica de la mirada: el cuerpo del sujeto es el lugar evidente en el que se pone de manifiesto una disfunción.” (Recalcati, 2003, p.274) cuerpo negativizado por el encuentro con la mirada del otro (Ventoso, 2002). X dice:” “si ella supiera lo que se siente que te vean así” A dice: “tengo miedo de que mi padre me desee sexualmente, (…) cuando tengo ropa ligera me mira con deseo y eso me asusta mucho”

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artículo sobre la mirada y su función como posible detonador de la anorexia y la obesidad mórbida. Publicado en la revista psicología científica

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Page 1: La Mirada Como Trasgresora

Jaime Sebastián F. Galán Jiménez

[email protected]

Xochiquetzaly Yeruti De Ávila Ramírez

Víctor Novoa Cota

La trasgresión y la mirada viñetas de la clínica

Resumen

La mirada como ordenadora del mundo (Lacan, 1964/1987) capaz de sostener o

devastar una existencia (Lacan, 1968/2008) la mirada de escarnio o desprecio,

trasgresora, puede convertirse en una mueca. La obesidad y la anorexia “el cuerpo

desbordante de grasa de la obesidad apuntan a una clínica de la mirada: el cuerpo del

sujeto es el lugar evidente en el que se pone de manifiesto una disfunción.” (Recalcati,

2003, p.274) cuerpo negativizado por el encuentro con la mirada del otro (Ventoso,

2002). X dice:” “si ella supiera lo que se siente que te vean así” A dice: “tengo miedo de

que mi padre me desee sexualmente, (…) cuando tengo ropa ligera me mira con deseo y

eso me asusta mucho”

Abstract

A glance orders the world (Lacan, 1964/1987) capable of sustain or devastate an

existence (Lacan, 1968/2008) a look (glance) of scorn or contempt a transgressive one

could becomes a grimace. In Obesity and anorexia "the overwhelming body in obesity

suggest a clinical of the gaze: the body of the subject is the obvious place to evidenced

dysfunction "(Recalcati, 2003, p.274) negativization of body by the encounter with the

glance of the other (Ventoso, 2002) X says "" if she knew what it feels like to be seen

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like that "A. says: "I have fear that my father would want me sexually, (...) when I wear

light clothing looks at me with desire and that scares me a lot”.

Sobre la mirada

Para Lacan (1968/2008) en el seminario De un Otro al otro indica que definir

una mirada es algo complejo, ya que ésta sólo se presenta “bajo la forma de una extraña

contingencia, simbólica de aquello que encontramos en el horizonte y como tope de

nuestra experiencia, a saber, la falta constitutiva de la angustia de castración” (p. 81) El

ojo y la mirada, serán lo que él denominará esquizia en la que se manifiesta “la pulsión

a nivel de campo escópico” (p. 81) la visión en este seminario, es vista como una vía

que ordena, configura, la representación, y “algo se desliza, pasa, se transmite, de

peldaño en peldaño, para ser siempre en algún lado eludido, esto se llama la mirada” (p.

81)

Lacan (1954/1991) en su primer seminario ya hacía referencia a la mirada (gran

parte inspirada en la obra de Sartre), la cual consideraba que podía ser intuida, incluso

aunque no se pueda observar al emisor “A partir del momento en que existe esta mirada,

ya soy algo distinto en tanto yo mismo me siento devenir objeto para la mirada del otro.

Pero, en esta posición, que es recíproca, el otro también sabe que soy un objeto que se

sabe visto.” (p. 314) Por lo cual aclara que no se trata de una función exclusiva de los

ojos, ya que estos pueden estar enmascarados, “la mirada no es forzosamente la cara de

nuestro semejante, sino también la ventana tras la cual suponemos que nos están

acechando. Es una x, el objeto ante el cual el sujeto deviene objeto” (p. 321).

Lacan en (1956/1994) esclareció:

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En efecto, todas las relaciones con el cuerpo propio establecidas a través de la

relación especular, todas las pertenencias del cuerpo, entran en juego y quedan

transformadas por su advenimiento al significante. (p. 191).

El estadio del espejo, representa un aspecto fundamental en la estructuración de

la subjetividad y en el establecimiento del orden imaginario, no sólo desde lo óptico o

visual, sino desde la mirada de otro que confirma simbólicamente la identificación

especular, lo que Lacan (1949/2003) conceptualiza como: la transformación producida

en el sujeto cuando asume su imagen. Lo que es la estructura, es la palabra que

introduce aquello que otorga reconocimiento, aquello que al ser enunciado, conforma.

La palabra es ante todo, ese objeto de intercambio por el cual nos reconocemos (Lacan,

1954-55/1983).

En el seminario 11 “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”

Lacan (1964/1987) en el apartado la mirada como objeto a minúscula retoma

nuevamente a Sartre y afirma que la mirada es la que sorprende porque cambia:

las perspectivas, las líneas de fuerza, de mi mundo y lo ordena, desde el punto de

nada donde estoy, en una especie de reticulación radiada de los organismos.

Lugar de la relación de yo (moi), sujeto anondante, con lo que me rodea, el

privilegio de la mirada es tal que llega a hacerme escotomizar, a mi que miro, el

ojo del que me mira como objeto. En tanto que estoy bajo la mirada, escribe

Sartre, ya no veo el ojo que me mira, y si veo el ojo, entonces desaparece la

mirada. (p. 91)

Incluso afirma Lacan (1964/1987) que no se trata en realidad de una mirada

vista, sino una “imaginada por mí en el campo del Otro” (p. 91) y también “podemos

darle cuerpo a la mirada” (p. 91) y como se verá en las viñetas clínicas que se

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presentarán a continuación también puede dar el cuerpo, sacrificarle como consecuencia

de una mirada. Lacan (1968/2008) esclarece el impacto de la mirada: “se trata incluso

de algo que puede muy bien sostener una existencia o devastarla” (p. 231).

La mirada es por tanto un punto de partida, la posibilidad de ordenar un mundo,

cuestión que puede ser devastadora o parte de una hechura, una construcción imaginaria

que sirva de sosten. Como apunta De Ávila “determinada por la mirada que construye y

conforma, o que destruye y deforma” (p. 34-35). Como apunta Bleichmar (1988) a

veces es necesaria una mirada que atestigüe, la posibilidad del ser de ser único. Butler

(2002) afirma que el cuerpo puede ser controlado mediante la mirada, “Esto llegará a

ser esencial para comprender la noción del falo entendido como un significante

privilegiado que parece controlar las significaciones” (p. 123) y agrega que produce y

esta en juego en una relación imaginaria con el otro del cal devendrá el yo.

La mirada y su trasgresión

Lacan (1968/2008) Existe la posibilidad de que una mirada deje huella, incluso

una relación de “escritura con la mirada como objeto” (p. 287) Lacan (1964/1987) al

hablar del caso de una mujer con histeria, considera “el deseo del hombre es el deseo

del Otro” y esto resultaba funcional y además en palabras de él, la muchacha hace galas

de las atenciones de los caballeros hasta que “tropieza con su padre -y lo que encuentra

en la mirada del padre es el rechazo, el desprecio y la anulación de lo que sucede ante

sus ojos- y de inmediato se arroja por encima de la baranda de un pequeño puente de

ferrocarril” (p. 46)

La mirada de reproche del padre, coincidente con los casos a los que se hace

alusión en este artículo, es aquella que exige un salto como tentativa para borrar dicha

huella, en el caso de X un salto hacia la nada, a buscar en la nada simbólica, anular las

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redondeces del cuerpo, ponerse a salvo de esa mirada recibida. En el caso de A. un

salto, una aumento, saturación a fin de desaparecer en el imaginario la causa de la

mirada.

Lacan (1960/ 1988) la trasgresión se referirá a aquello que desafía la ley,

cercano al goce y que dirá que desde Sade se llama crimen, sin embargo, ese campo del

límite se presenta cuando se habla de la trasgresión. Lacan (1968/2008) considera que

en la pulsión escoptofílica, uno logra:

el goce del Otro, y otro que solo está allí para tapar el agujero con su propia

mirada, sin conseguir que el otro vea siquiera un poquito más lo que es. Ocurre

más o menos lo mismo en la relación entre el sádico y el masoquista, siempre

que se perciba dónde está el objeto a. (p. 233).

Samaniego (2004) “Por ello se toma muy en cuenta la función que ejerce la

mirada en la vida inconsciente de un individuo, es decir la mirada es más que captar

imágenes. La mirada puede transmitir mensajes, por ejemplo de amenaza” (p. 381)

Zizek (2008) En su libro, En defensa de la intolerancia, dice que un sujeto puede

considerar potencial amenaza a su “precario equilibrio imaginario” (p. 91), esto ocurre

si alguien emite una mirada “golosa”. Para Lieberman (2008) “la mirada de otro sujeto

sobre el cuerpo propio, es lo que más se acerca a la experiencia de la llamada escisión

subjetiva. Es un momento de extrañamiento. El cuerpo es un extraño que habita en el

sujeto” (p. 46) Hinojosa (2004) considera que la mirada puede cristalizarse en angustia,

por un temor a ser devorado, deyectado, mutilado y que una salida imaginaria que puede

apaciguar al sujeto pueden ser los síntomas obsesivos y la fobia (refiriéndose a un caso

en particular). La imagen corporal es un cuerpo hablado que se estructura con el

discurso y la mirada del otro (Dolto, 1986).

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Por su parte Recalcati (2003) explica que el sujeto con anorexia ante el espejo,

en lugar de encontrar la mirada benévola del Otro, es decir, de poderse mirar desde ese

punto, encontró una mueca de escarnio o de desprecio. Esa mueca se fijó en el sujeto

como una imagen indeleble que invalidó su especularización narcisista dejándole, por

así decirlo, en una especie de estado de suspensión. Esa mueca del Otro no llegó a

anular el ser del sujeto, más le marca, deja una invalidación que desencadenó, una

dimensión tendencialmente persecutoria en la imagen del cuerpo. El espejo siempre le

devuelve una imagen imperfecta. El desencadenamiento de la anorexia que pudo

verificarse en el transcurso de la pubertad cuando la relación del sujeto con la imagen de

su cuerpo ante el espejo salió de su latencia “es como si significase retroactivamente esa

mueca del Otro como juicio superyoico sobre el cuerpo como campo abordado por un

goce excesivo y engorroso” (p.88).

Esta mirada que viene de la mueca del Otro está puesta en todos, todo el tiempo,

y no se va, por lo cual, se pudo buscar en el lugar de la estética el refugio de esa

imperfección, que tiene que ver con esta mirada introyectada, mirada que no se va, hasta

que el cuerpo de mujer desaparece (si bien se refiere a un cuerpo con anorexia, también

se puede desaparecer el cuerpo femenino de manera completamente inversa).

Una paciente a la que refiere Recalcati (2003) como aquella que porta en el

imaginario dicha mueca dice: “Cuando me miro al espejo me odio. A veces el asco por

mi cuerpo es tan fuerte que quisiera partirme en pedazos” (p.89).

Se puede negativizar la imagen del cuerpo por la angustia frente al encuentro

con la mirada del otro. Esa sensación de recorte de alguna forma fálica en el cuerpo y

como si reaccionara frente a eso introduciendo, un signo menos, que avanza hasta el

esqueleto, como si no bastara con adelgazar sino que habría que eliminar la carne

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misma (Ventoso, 2002). “Dejar de estar en el propio cuerpo, estar fuera, expulsados,

alejados del propio cuerpo es el efecto consecuente de esta insuficiencia narcisista de la

imagen” (Recalcati, 2003, p. 54). “El hueso [en la anorexia] es el que viene a ocupar el

lugar de la imagen del cuerpo, donde en esta sustitución el sujeto realiza no ya una

pérdida de sí mismo, sino un reencuentro” (Recalcati, 2003, p. 57).

La mueca o mirada trasgresora se convierte en la huella, la marca sobre la cual la

conformación imaginaria del cuerpo se vuelve insostenible, un signo menos, la

imposibilidad de sobrevenir a ese evento, hace que lo real incluso sea necesario para

simbolizar ese evento del que nadie cuenta, nadie se da cuenta.

La mirada (mueca) y dos casos clínicos

A continuación se trabajará la teoría relacionada con dos casos: el caso de X

quien acude de 16 años enviada por su madre, dijo pesar 45 kilos y medir 1. 65 metros,

dice no estar preocupada por peso o por calorías aunque confiesa alimentarse “un día sí

y un día no”. Ella tiene un padre biológico del cual sabe poco ya que no le frecuenta y

un padrasto, al cual llama padre. Una hermana mayor y un hermano menor. Considera

que su madre “no deja mi papá [padrastro] y eso que ¡no aporta nada!”. Y el caso de A.

de 21 años quien presenta un notable sobrepeso y una apariencia desaliñada. Tiene una

hermana 10 años menor, reporta tener pocos recursos, un padre alcohólico con Cáncer

en la tiroides y una madre que se dedica al hogar sin embargo no vive con ellos.

Estos casos se trabajarán en subapartados: el cuerpo y la mueca a fin de dar

orden al discurso y rescatar del extenso de cada uno de los casos sólo aquello que viene

a insertarse en la temática actualmente abordada.

El cuerpo

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Recalcatti (2003) La obesidad patológica se inscribe en el registro de la

evidencia. El cuerpo delgado de la anorexia y “el cuerpo desbordante de grasa de la

obesidad apuntan a una clínica de la mirada: el cuerpo del sujeto es el lugar evidente en

el que se pone de manifiesto una disfunción.” (p.274) y es justo en esa clínica de la

mirada, en donde se enlazan ambas pacientes A. y X. se encuentran atravesadas por una

mueca, por la mirada que sólo son capaces de combatir con lo real de su cuerpo, el cual

se presenta como evidencia.

Juchnowicz, Resnik y Sola (2003) consideran que muchas veces los cambios en

el cuerpo inciden en el sujeto (adolescente) ya que el otro comienza a apreciar a la

mujer en función de sus partes, no la mirara a ella toda, sino a sus senos, sus piernas, sus

caderas; y esa mirada la fragmenta despedazando su cuerpo.

X cuenta “Me comí un chocolate otro día porque me pelee con...” “y luego comí

nada”. Se le preguntó cómo se sentía al no comer: “equis de todas formas es mi

cuerpo”, Agregó: “si dios se lo hubiera querido dar a mi mamá, se lo hubiera dado a

ella”. Como se encontró en Caparrós y Sanfeliu (2004) La niña con anorexua para estos

autores suele escindir su propio cuerpo, que es como el de la madre, y al mismo tiempo

la madre dificulta la autonomía de ella, que tiene un cuerpo como el suyo. El discurso

de X, desemboca en aquel que Lacan (1956/1994) apuntaba, esa nada como una

continuación del acto de comer, un proceso que se logra en lo simbólico, que aparece

como solución, capaz de hacer un corte entre la madre y ella.

Dijo X: “quisiera ser gorda chaparra y fea”, para que así le valorarán por

lo que era, añadió. “No sé ya estaba comiendo y todo pero después ya no comí”, “cada

vez tengo más problemas”, “a veces quiero y a veces no quiero a las personas” (se

refirió a justamente a su malentendido con el Otro, a ese lazo social como apuntaron

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Hekier y Miller 1994, a la madre).y también ese deseo de ser gorda chaparra y fea que

empata con el cuerpo de A. ambas en una tentativa de extremos, en el mismo intento por

acabar con la figura femenina como apuntan Silvestri y Stavile (2005). A. Dice haber

vivido abuso a los 5 años y reporta que dibuja comics “es mi manera de vengarme”

afirma necesitar “veinte mil máscaras para salir a la calle” “el cuerpo es muy importante

le da presentación y se elige siempre lo mejor que tenga, pero me gusta tener sobrepeso

porque así sé que me quieren a mí”

X: “si me fuera de mi casa, la comida no sería problema”, y se refiere justamente

a esa fantasía de poder hacer una distancia simbólica con la madre, aquello que de

alguna manera consideró solución a su conflicto con ella, la comida dejaría de ser

problema si pudiera dejar de estar saturada por su madre y acosada por su padre

(padrastro).

“Mi mamá ha estado de un animo a otro, bueno igual que yo” éste vínculo tan

estrecho, esa idea que repite, “igual que yo”, esa relación fusional que plantearon

Caparrós y Sanfelui 2004, se presentaba de manera clara en X, esa madre, dominante,

que no dejó espacio para el deseo de ella, que le hundió junto con ella. Hekier y Miller

(1994), dijeron que era un gastarse para el Otro, en el que la madre prometió ser

suficiente, se apropió del discurso, del cuerpo, del estado de ánimo.

No me gusta la ropa pegada”, porque su cuerpo de mujer se hizo presente,

apareció la fantasía de que el deseo del Otro se despertó con eso, y a su vez, dijo “ya

llamo la tención aunque ande toda pandrosa”, como si no fuera suficiente, usar la ropa

holgada; es de esa mirada del Otro, de la que no le fue posible escapar. Se le preguntó:

¿qué pasa si eres atractiva para los hombres? y respondió que “nada” que le han dicho

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muchas veces, pero que ella prefiere no arreglarse, aparte que de todas maneras nunca

sale y cuando sale no se arregla (ese día se arregló, cosa poco común).

X comenta ““yo sería feliz con otro cuerpo”, “antes de ver tus sentimientos van a

ver tu cuerpo”. ¿El cuerpo de mujer? X: “si, bien feo, no sé, tampoco me gustaría ser

hombre, a veces sí, no sé” X considera que no es positivo ser vista “porque siento que

nada más me van a querer como un trofeo”. Ese cuerpo como objeto fue parte de lo que

dijo Tubert (2001), Ventoso (2000), Caparrós y Sanfeliu (2004), un juego con los kilos

del cuerpo, aquel que se tiene que controlar, el cuerpo como el que hay que sacar de la

relación con uno mismo. en la fantasía de X, su cuerpo pudo ser tomado por el Otro,

serle arrebatado, y la anorexia le pone a salvo imaginariamente, o cuando menos, tiene

menos cuerpo que tomar el Otro. A. por su parte

La mueca (mirada trasgresora)

X cree que su madre jamás la mira, sólo a las cosas que le pedía, a sus funciones

en casa, pero nunca a ella como persona. Incluso se deja marcas en las muñecas, “y ni

así se dio cuenta”. “Es que mi mamá no sabe quién soy, ella dice que me conoce muy

bien y todo pero no es cierto” “mi mamá dice: tu no estabas pensando en el dolor que

me podías causar… ¿y el mío?” X fue forzada a tener relaciones sexuales con el novio,

y esto detona su temor a la amenaza que “Antes si me gustaba” ¿antes de qué? “de

secundaria, de la primera vez que pasó lo de mi papa” (las amenazas de trasgresión).

“Pero aún estaba muy delgada, un amigo me dijo que era porque me tragaba todo, en

lugar de comida comía problemas” “ahora trato de enfrentarlos y engordo” (debido a la

delgadez de X, engordar es parte de la cura) “yo los cree y son mi responsabilidad”.

Apareció con este discurso la fantasía de curación que enlazó al cuerpo, al hablar de la

mueca y mirada que el padrastro le dio, la que se dio ella a sí misma, en seguida hace

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alusión a la madre: “si ella supiera lo que se siente que te vean así y después decirlo y

que piensen que eres una mentirosa” “y que disque por estar protegiendo a mi hermano

me manda a la fregada”. X dijo que su madre “no quiere ver… no sé”, ¿aquello que

vivía con su padrastro?

La amenaza en la mirada, la posibilidad de la trasgresión que aparece en el caso

de X y A. como se encuentra en Baravalle, Jorge y Vacarezza (1998), Caparrós y

Sanfeliu (2004), Recalcati (2003), Tubert (2001), es el temor al incesto, a las fantasías

incestuosas, la mujer con anorexia busca dejar de comer para desparecer las redondeces

del cuerpo, la feminidad y el atractivo en él, como estrategia defensiva para ponerse a

salvo del deseo incestuoso del padre, del deseo fusional de la madre. En el caso de A. el

deseo catapultado al lado opuesto, en lugar de la desaparición de la feminidad a través

de la nada, es por medio de la saturación, de la indiferenciación por el exceso. “tengo

miedo de que mi padre me desee sexualmente, el único hombre que no y a veces cuando

tengo ropa ligera me mira con deseo y eso me asusta mucho creí que nunca lo iba a

decir” ·”él me mira al cuerpo y me da miedo, y se me caería el mundo si algo pasara”

El padrastro de X: “la semana pasada tenía ropa interior mía en su cuarto, y le

dije a mi mamá y no hizo nada, dijo que había sido el gato quién había llevado la ropa.”

“pues que asco, que mi padrastro haga eso y me vea así, pero, en eso yo no puedo sola si

no me ayuda mi mamá, que hago?” “ella debería castrarlo”. Aquí aparece lo que apunta

Ventoso (2002) la imagen del cuerpo negativizada, la frente al encuentro con la mirada

del otro. La mueca y insuficiencia narcisista de la imagen (Recalcati, 2003). De igual

manera que en el caso de A.

Las fantasías incestuosas en X y A. (como expuso Tubert 2001) se plasman en el

cuerpo. X: “la cara si me gusta pero de aquí a abajo (cuello) no estoy a gusto con mi

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cuerpo”, como decían Caparrós y Sanfeliu (2004) y Tubert (2001), la imposibilidad que

aparece en la anorexia de hablar de su cuerpo de mujer, sexuado. “un amigo me dijo

hace unos días que ya sabía a dónde se me iba la comida y me vio por atrás” y se señaló

“otros decían que era la niña hoja porque estaba plana por los dos lados. O la niña culpa

porque nadie se la quería echar”, “me gustaría sobresalir por mis estudios vestirme

súper pegada y así se me hizo como venderme. yo no soy mi cuerpo, yo soy yo” quedó

claro con esta frase todo lo que se revisó con los autores; Caparrós y Sanfeliu (2004),

Baravalle (1998), Hekier y Miller (1994), Recalcati (2003), Tubert 2001, Ventoso

(2002), esa imposibilidad de sostener el deseo del Otro, de ver su cuerpo como propio,

la anorexia como tentativa de acabar con la feminidad, de convertirse en un ser

andrógino asexuado, libre de su cuerpo, control omnipotente, aislada – escindida, eso es

lo que apareció en el discurso de X.

X y A se encontraron con un cuerpo al que rechazan activamente, puesto que en

se escinde para culparle por la mirada (mueca) que atrajo del padre o el padrastro. Esa

imagen corporal incapaz de asirla como parte del ser, expulsada por medio de la nada

como alimento, o de la saturación, la feminidad desaparecida con el atractivo corporal

como una tentativa de apaciguar la devastadora mirada del Otro que han internalizado y

de la cual intentan ponerse a salvo.

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