la memoria del mundo

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LA MEMORIA DEL MUNDO (cuento) Pedro Ugarte ( España, 1963) Después de la Gran Detonación llegaron las plagas, las guerras y el a!"re# En unos pocos !eses !illones de seres u!anos desaparecieron y sólo con el tie!po pe$ueñas partidas de super%i%ientes lograron %encer el !iedo y la descon&an'a, llegar acuerdos e iniciar la tarea tit nica de le%antar de nue%o la ci%ili'ación *n no so!os ! s de !il personas, pero ya a pasado lo peor# s+ lo de!uestra $ue la !itad de la colonia esté co!puesta por ó%enes y niños, nacidos después de la e-plosión# En ellos deposita!os la esperan'a de un !undo !e or# Entre nosotros, los !ayores, se reparten las tareas y recon$uista!os poco a poco parcelas de "ienestar# .ay ingenieros $ue construyen generadores, pe$ueños talleresde !etalurgia# /ienen los conoci!ientos, pero a*n acen 0alta erra!ientas y !aterias pri!as# on el tie!po, construyen ingenios $ue recuerdan %aga!ente antiguas co!odidades# .ay una precaria instalación de electricidad, "o!"as para e-traer el agua# Uno de sus *lti!os é-itos a sido construir departa!entos estancos $ue con el tie!po podr+an cu!plir la 0unción de conser%ar ali!entos con el 0r+o# /a!"ién !édicos, uristas y conta"les# tienden a los ! s dé"iles, organi'an los al!acenes, distri"uyen los recursos# 2inuciosos artesanos co!ien'an a ela"orar toda clase de instru!entos y alg*n %ie o agricultor or seleccionar se!illas y e-tender las plantaciones# a colonia, a pesar de las penalidades del principio, por &n no pasa a!"re#

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LA MEMORIA DEL MUNDO(cuento)Pedro Ugarte ( Espaa, 1963)

Despus de la Gran Detonacin llegaron las plagas, las guerras y el hambre. En unos pocos meses millones de seres humanos desaparecieron y slo con el tiempo pequeas partidas de supervivientes lograron vencer el miedo y la desconfianza, llegar a acuerdos e iniciar la tarea titnica de levantar de nuevo la civilizacin.An no somos ms de mil personas, pero ya ha pasado lo peor. As lo demuestra que la mitad de la colonia est compuesta por jvenes y nios, nacidos despus de la explosin. En ellos depositamos la esperanza de un mundo mejor. Entre nosotros, los mayores, se reparten las tareas y reconquistamos poco a poco parcelas de bienestar. Hay ingenieros que construyen generadores, pequeos talleres de metalurgia. Tienen los conocimientos, pero an hacen falta herramientas y materias primas. Con el tiempo, construyen ingenios que recuerdan vagamente antiguas comodidades. Hay una precaria instalacin de electricidad, bombas para extraer el agua. Uno de sus ltimos xitos ha sido construir departamentos estancos que con el tiempo podran cumplir la funcin de conservar alimentos con el fro. Tambin hay mdicos, juristas y contables. Atienden a los ms dbiles, organizan los almacenes, distribuyen los recursos. Minuciosos artesanos comienzan a elaborar toda clase de instrumentos y algn viejo agricultor ordena seleccionar semillas y extender las plantaciones. La colonia, a pesar de las penalidades del principio, por fin no pasa hambre.Por las noches, rodeando enormes hogueras, hablamos de los viejos tiempos y recordamos con nostalgia las delicias del antiguo bienestar. Un hombre anciano y justo ha sido elegido como jefe. En una emulacin de la antigua democracia, hemos acordado que cada cuatro aos su puesto deba someterse a eleccin. Alguien que trabaj como abogado est redactando ahora lo que se convertir en nuestra ley principal. Pero an hace falta otra cosa dijo una noche el jefe. Y al hacerlo me mir: Debemos recuperar la memoria. La memoria? repet, sintindome elegido. La memoria del mundo.En pocos das, el jefe y su consejo definieron el proyecto. Cierto, la raza humana haba conseguido sobrevivir, pero era necesario que tambin sobrevivieran su historia y su cultura. Si queramos reinstaurar la civilizacin, debamos conservar memoria del pasado, el enorme patrimonio que el ser humano haba aquilatado a lo largo de los siglos. Tambin haba que dejar constancia de los errores, para que no volvieran a repetirse. El anciano saba que, antes del holocausto, yo era aficionado a los libros y que haba escrito algunas cosas. Esa ser tu labor me dijo, ante el fuego de la hoguera y poniendo a toda la comunidad por testigo-: recuperar la memoria del mundo. Has ledo muchos libros. Eres lo suficientemente viejo como para recordar las cosas del pasado, y lo suficientemente joven como para tener tiempo de escribirlo.Aturdido, comprend cul iba a ser mi misin. A partir de entonces abandonara los campos de cereal y me quedara en la aldea, con los ancianos y los nios. Me proveyeron de plumas, de un lquido entintado y del rudimentario papel que habamos empezado a elaborar. A partir de ahora escribe dijo el anciano. Escribe todo lo que recuerdes.Hombres y mujeres salan a cazar, a cultivar o a construir nuevos artefactos. Las personas ms ancianas cuidaban de los nios y les daban enseanza. Pero a m se me asign una labor vasta e imposible: deba recordarlo todo. Deba escribir sobre las antiguas libertades, recordar la historia de los pueblos y con l las acciones heroicas y el horror de los tiranos. Comprend la envergadura de la tarea y sent vrtigo. Cierto, yo haba ledo mucho, antes del holocausto, cuando an existan libros. Pero cuntos poemas podra recordar. Qu despojos del latn o del griego podra rescatar del olvido. Qu podra escribir sobre filosofa china o sobre la conquista de Amrica. Los persas. Los vikingos. Los etopes. Cmo lograr que no se disolvieran para siempre cosas de las que no saba nada: la literatura hngara, la civilizacin de los mayas. Los ttulos de las novelas, tena sentido recordarlos? Tena sentido resumir en un papel la trama de una obra de teatro, el azar de un argumento, el nombre de un solo personaje que pudiera salvar del olvido? Y la msica: tararear melodas, transcribirlas. Qu plido reflejo de Mozart poda rescatar mi garganta. Tena que salvar a Don Quijote, al capitn Akab, al rey Lear y a la duquesa de Guermantes. Y tena que salvar a Kublai Khan, a Alejandro Magno, a Jess de Nazaret y a Thomas Jefferson.Cada maana vea partir a los agricultores, los ingenieros, los maestros. Yo me quedaba en la choza, persuadido de que mi misin era inagotable e imprecisa, y que morira con la amargura de saberla incompleta. La noche antes de empezar, llor en mi lecho, sabiendo que aquella tarea, innecesaria para la supervivencia de nuestro pueblo, era de algn modo mucho ms importante. Pero, por mucho que escribiera, apenas lograra rescatar una porcin insignificante de la vasta memoria del planeta.Y una luminosa maana, mientras oa las alegres voces de los nios que se dirigan a la escuela, di la espalda al mundo, me sent a la mesa que haban trado el da anterior los carpinteros, moj en tinta la pluma y comenc a escribir.Fuente: La nave de los locos [en lnea], http://nalocos.blogspot.com.es/2010/09/pedro-ugarte-y-2.html