la manganilla de melilla. ed. morata

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Obra teatral de Juan Ruiz de Alarcón con notas y edición de Morata.

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    JUAN ^ RUIZ-BE^ARCN

    / ' i LA MANGANILLA DE

    MELILLA

    Estudio Crtico-Literario de

    Miguel A. Moreta Laray

    Estudio Histrico de

    Jess F. Salafranca Ortega

    EDITORIAL ALGAZARA MLAGA 1993

  • Ar A 3 - S 3COLECCIN LETRAS HISPANAS Volumen n 1

    Primera edicin en obra suelta: Mlaga 1993

    \)Jl5n53

    De los estudios histrico y literario, Miguel A. Moreta y Jess F. Salafranca 1993.

    Editorial Algazara S.L. Mlaga 1993Fernn Nez, 16 - Ofic. 4Telf. (95) 235 82 84Mlaga - 29002Telf. (95) 235 82 84I.S.B.N. 84-87999-13-1Depsito Legal MA-315-1993

    IMPRESO EN ESPAA

    Copisteria La Gioconda, Melchor Almagro, 16. Granada-18002

  • i l t t . f c . i l litKPfclfc?^

    A

    INDICE

  • ESTUDIO HISTORICOPag.

    I. El Marco Histrico............................................................ 13II. El Personaje..................................................................... 21III. La Jomada del foso del Homabeque o el ataque del mo

    rabito ................................................................................ 45IV. Fuentes............................................................................ 71

    ESTUDIO CRITICO-LITERARIO

    I. Introduccin..................................................................... 791. Noticia biogrfica........................................................ 792. La produccin teatral................................................... 863. La guerrilla literaria.................................................... 884. La Manganilla de M elilla............................................ 90

    II. Bibliografa...................................................................... 105

    III. Glosario Mitolgico......................................................... 115

    IV. Apndices.1. Dos textos de Alarcn y firma.................................... 1232. Fragmento de La amistad castigada............................. 1253. Stira de Quevedo contra Alarcn................................ 1274. Textos de Garcilaso..................................................... 1325. Romance antimorisco.................................................. 1356. Programa de una representacin de La Manganilla de

    1965............................................................................ 136

    COMEDIA

    LA MANGANILLA DE MELILLA...................................... 139

  • ESTUDIO HISTORICO

  • I. El Marco Histrico.

    Espaa posee desde tiempo inmemorial unos enclaves en el septentrin africano que ha sostenido a lo largo de los siglos mediante el reconocimiento de sus derechos histricos sobre tales territorios en tratados internacionales y mediante la fuerza de las armas, que ha hecho fracasar las numerossimas ocasiones en que los sultanes de Marruecos han intentado debelarlos. Dichos territorios son dos ciudades: Ceuta y Melilla; dos peones: Vlez de la Gomera y Alhucemas, y un archipilago: el de Chafari- nas. Todos en las hoy costas marroques baadas por el mar de Alborn.

    El decurso histrico de estos enclaves es antiguo como antigua es la historia del mar Mediterrneo que baa sus costas. Circunscribindonos a Melilla indicaremos que fue fundada en fecha incierta posiblemente 2.000 aos a. J.C. por los fenicios, en la parte oriental del luego llamado Promontorium Rusadir (Pennsula de Tres Foras), con el nombre de factora de Rusadir, que tuvo su ubica-

    13

  • cin en la pennsula calcrea que hoy se denomina Melilla la Vieja. Pasa siglos ms tarde a manos cartaginesas y, como resultado de las guerras pnicas, a poder de Roma.

    Despus de ser Rusadir arrasada por los vndalos queda unos aos abandonada y en ruinas hasta que en el ao 534 es ocupada por los bizantinos, que la reedificaron.

    Aproximadamente sobre el 614, Sisebuto rey visigodo de Espaa la reconquista y a partir de aqu la parquedad de las crnicas no nos permiten saber prcticamente nada de la ciudad, slo que los musulmanes se apoderaron de Rusadir y cambian el nombre, denominndola Melilla.

    Pasan los aos y los siglos y en 1492 cae Granada en manos cristianas y cinco aos ms tarde, el 17 de septiembre de 1497, don Pedro de Estopin en nombre del duque de Medina Sidonia toma la ciudad de Melilla que estaba deshabitada y arruinada ^

    Desde el mismo momento de su conquista por Estopin, Melilla fue fortificada y artillada, convirtindose en una plaza fuerte. Pero el mantenimiento de la fortaleza era tan oneroso para la casa ducal de Medina Sidonia que sta vio con alivio la peticin de Felipe II para que pasara a su real jurisdiccin; lo que se hace mediante capitula-

    1. En esta breve resea histrica hemos seguido a Rafael Fernndez de Castro en Melilla Prehispnica. Instituto de Estudios Polticos. Madrid, 1945.

    14

  • ciones firmadas el 7 de junio de 1556 ^

    La fortaleza espaola de Melilla era en la segunda mitad del siglo XVI fecha en que se desarroll la accin de La Manganilla un bastin fortificado, formado por tres alczares denominados Recintos. El llamado Primer Recinto ocupaba y ocupa todo el promontorio calcreo que es una autntica pennsula, pues slo tiene comunicacin por tierra por el frente Oeste, es decir, con el Segundo recinto, a travs de la Puerta de Santiago que se cerraba con un rastrillo por la noche dejando al Primer recinto totalmente sin comunicacin terrestre y por tanto con tranquilidad absoluta ante un ataque nocturno. En dicho recinto se encontraba la poblacin (hoy Pueblo o Melilla la Vieja) que contaba con 20 calles, 5 plazas, una iglesia, la casa del gobernador, un hospital, 2 cuarteles y la casa del Veedor. Posea adems unas criptas debajo de la iglesia para los entierros, diversas cuevas y unos grandes aljibes. El revelln del frente Este estaba defendido por 6 torreones; el frente Sur por dos; el Norte por el baluarte de la Concepcin y el lado Oeste o Muralla Real por 3 torreones ^

    El Segundo recinto, en donde se encuentra la Plaza de Armas, est defendido por dos baluartes, y en su frente

    2. Fernndez de Castro, op. cit.3. Datos tomados de Francisco Mir Berlanga en Gua de Melilla la

    Vieja y su museo Municipal. Ayuntamiento de Melilla. Melilla 1977; de Constantino Domnguez Snchez en Melilla. Everest. Len 1978; y de Callejero y planos de Melilla. Pelez. Melilla, 1969.

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  • Oeste se encuentra la puerta, foso y puente del Hornabe- que, ya dentro del tercer recinto, defendido a su vez por tres baluartes. En dicho foso del Hornabeque venan a diario cuando no haba funciones o escaramuzas los moros de paz y los judos a comerciar e intercambiar productos. El acceso al mismo se realizaba por la puerta de Torre Quemada que entonces daba directamente a una zona de huertas que ms tarde se llamara El Mantelete

    Melilla contaba adems para su defensa terrestre con 23 piezas de artillera: 5 caones gruesos; 4 medios; 7 sacres; 3 piezas de campo y 4 caones pedreros ^ El frente ms dbil era el martimo pues slo se tena un bergantn que comunicaba al presidio con la cercana ciudad de Mlaga, de la que dependa para su suministro e intendencia El desembarcadero pues puerto no poda llamarse se encontraba en la ensenada de Los Galpagos, en el istmo que separa el Primer del Segudo recinto

    La guarnicin de la fortaleza y presidio de Melilla era aproximadamente de unos 400 hombres, y la poblacin no llegaba a tres centenares. El alarde que se pas en septiembre de 1556 dio el siguiente resultado:

    4. Las mismas fuentes de la nota anterior.5. Relacin de lo de Melilla en caso que la armada del Turco viniese

    a ella, para ver en Consejo de Guerra (1575). Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Legajo 81, fol. 21.

    6. Jess F. Salafranca Ortega. Bosquejo histrico de la poblacin y guarnicin de Melilla (1497-1764). Ayuntamiento de Melilla 1987, pg. 37.

    7. Las mismas fuentes de las notas 3 y 4.

    16

  • Alcaide-capitn 1Oficiales 15Ballesteros y piqueros 167Arcabuceros 163Jinetes 25Artilleros 9Marineros 18Oficiales de frontera 6Oficiales del rey 3Azadoneros 30Canteros 7Curas 2Sacristn 1Mujeres 70Nios 100Esclavos de ambos sexos 28

    645

    La vida en la fortaleza transcurra reglamentada y montona, pero a la vez dinmica y peligrosa. Dentro de la monotona las guardias, los trabajos de fortificacin, los relevos, las misas, los bautizos, los entierros y los paseos al sol. La vertiente dinmica y vital y a veces peligrosa lo producan los juegos de azar, los duelos, las pendencias, los amoros y sobre todo y ante todo las salidas, los combates y las presas. Pese a que ya hemos indicado que moros y judos venan a la Plaza a comer-

    8. Salafranca, op. cit. pg. 38.

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  • ciar, lo cierto es que casi a diario se sala al campo fronterizo a pacer el ganado, a realizar movimientos de caballera, a cultivar las huertas exteriores y a traer agua, lea, caracoles, esprragos, mariscos, atochas, caas, yerbas y a veces sal de la Mar Chica; y tambin a por buenas y cristianas presas, es decir, a capturar esclavos de ambos sexos, as como ganado en los aduares de los alrededores, que pertenecan a la Kbila de Mazuza

    Esta execrable actividad, adems del odio natural al cristiano, haca que existiera un latente estado blico entre la guarnicin y las kbilas limtrofes, en especial, como ya hemos indicado, la de Mazuza, por ser la ms cercana. Como es lgico y aunque fuesen inveterados y ancestrales enemigos, haba perodos de paz o de tregua en los que Mercurio dorma a Marte y los moros de paz, conjuntamente con los judos, vendan en la Plaza huevos, gallinas, aceite, naranjas, frutos secos, productos horto-frutcolos y ganado

    Aquellos moros que tenan deudos esclavizados en Melilla, venan a rescatarlos, aunque no siempre lo conseguan, bien por no estar de acuerdo con el precio estipulado o por no poder pagarlo; o bien por haber sido bautizados los susodichos esclavos, lo que impeda defacto la transaccin

    9. Ibdem, pg. 23.10. Francisco Mir Berlanga. Melilla en los pasados siglos y otras

    historias. Nacional. Madrid 1977, pg. 50.11. Salafranca, op. cit. pg. 127.

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  • Tambin se realizaban negocios necrolgicos: la compra o rescate, como se reseaba en los documentos de la poca, de los cadveres de los moros que caan en manos cristianas o viceversa. Los cristianos pagaban normalmente en moneda y los moros con vituallas, pues su escasez fue prcticamente endmica en la Plaza

    Para todos estos tratos se servan los Alcaides-Gobernadores de Melilla de los judos, que actuaban como intrpretes y, lo que era ms importante, de espas, pues transmitan puntualmente toda la informacin de los acontecimientos o sucesos que ocurran en el campo moro e inclusive de los ms o menos alejados reinos islmicos como eran: Vlez, Tremecn, Debd, Marraquex, Fez y Argel. Confidencias que eran transmitidas urgentemente a Mlaga con el bergantn de la Plaza, y desde all a ua de caballo a Madrid Paradojas de la historia! Los odiados, vilipendiados y escarnecidos judos, fueron los ms veraces informadores, y gracias a ellos la Corte de Madrid estuvo siempre al da de los asuntos de los Presidios y de la costa de Berbera.

    Acabaremos el presente captulo dando unas breves pinceladas sobre la esclavitud de presa en Melilla. El botn de lo conseguido en las presas se venda en pblica subasta, sacndose 1/5 para la Real Hacienda Igual se haca con los moros capturados en general mujeres y

    12. Ibdem, pg. 110.13. Jess F. Salafranca Ortega. La presencia hebrea en Melilla hasta

    1874. U.N.E.D. Melilla 1987, pg. 10.14. Mir Berlanga. Melilla en los pasados siglos... pg. 48.

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  • nios si bien estos no siempre se vendan y a veces se adjudicaban directamente como parte proporcional al botn de guerra, lo que produjo abusos notables Las mujeres previa catecumenizacin y cristianizacin eran desposadas normalmente con soldados. Con las impberes se obraba de igual modo esperando claro est que se hicieran mujeres Dicho de otro modo, ninguna cristiana nueva se mora soltera en la Melilla del siglo XVI, entre otras razones porque estaba prohibido a las solteras espaolas residir en la Plaza.

    Creemos que estos datos que hemos pergeado en plan sumario son a nuestro entender suficientemente ilustrativos para que el lector se site psicolgica y moralmente entre los muros de la ciudad de Melilla en el ao de gracia de 1564 reinando en las Espaas Su Catlica Majestad Don Felipe II.

    15. Salafranca. Bosquejo histrico de la poblacin... pg. 127.16. Jess F. Salafranca Ortega. Cristianizacin de los esclavos Mu

    sulmanes de Melilla (1535-1772). Ponencia presentada en la XXV Asamblea de la Asociacin Espaola de Orientalistas. Madrid. Noviembre 1988.

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  • IL El Personaje

    Pocas vidas ha habido tan interesantes como la del intrpido Pedro Venegas de Crdoba no slo por su linaje sino por su inquieto, dinmico y aventurero decurso, pues conoci la gloria, la opulencia, la exoneracin de su cargo y posterior condena pecuniaria, pero acab por ser rehabilitado y mandado por Felipe II como embajador a Marraquex, y conseguira por ltimo ser nombrado Caballero de la Orden Militar de Calatrava. Mas no adelantemos acontecimientos y vayamos por partes.

    En los dos siglos y medio que persisti el reino islmico de Granada fueron frecuentes los perodos de paz, as como los de guerra y tambin fueron usuales las incur-

    1. El nombre originario en lengua rabe sera Ben Egas, espaolizndose en Benegas, que es como debera escribirse, pero hemos optado por escribirlo Venegas pues as aparece en lodos los documentos de la poca.

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  • siones de huestes granadinas en las tierras fronterizas cristianas y las correras de los castellanos en las tierras de los adarves nazaritas Esto condujo a que en ambos lados surgieran unos tpicos hombres de fronteras, los denominados adalides y almogvares y tambin los enanciados, helches o tomados ^ Precisamente la familia de Pedro Venegas proceda de un tornadizo, es decir, de uno de aquellos hombres de frontera que cambiaron de religin.

    A finales del siglo XIV un noble granadino de alta alcurnia El Nayar Ben Hud ^ organiza una algara por tierras cristianas y entre otros capturan un nio de ocho aos, llamado Pedro que era hijo de don Egas, seor de Luque, poblacin del reino de Crdoba. El nio fue llevado a Granada y educado en la casa de Ben Hud como un hijo ms. Las excepcionales cualidades de Pedro y su posterior conversin al Islam le hicieron ganarse el fraternal afecto de los hijos de su noble captor, Yusuf y Sayyi-

    2. Miguel A. Ladero Quesada. Granada. Historia de un pas islmico (1232-1571). Credos. Madrid 1979. pgs. 159-165.

    3. Ladero op. cit. pg. 161.4. Mir Berlanga. Melilla en los pasados siglos... pg. 81, dice err

    neamente: En los ltimos aos del reino nazarita...; lo cual es imposible pues en 1419 huye de Granada Muhammad VIII rodeado de sus partidarios, entre los que se contaban todo el linaje de los Bannigas o Venegas.... Ladero op. cit. pg. 137. Consecuentemente si a principios del siglo XV ya exista el linaje de los Venegas, el fundador de la estirpe no pudo ser capturado en los ltimos aos del reino nazarita, sino ms bien en los ltimos aos del siglos XIV.

    5. Descenda de Mutawakkil, ltimo rey del reino taifa de Badajoz y era hijo de Muhammad VI, el rey Bermejo.

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  • dati El nuevo musulmn o tornadizo al que se le conoce por Sidi Pedro Ben Egas o Benegas * ocup en la capital del reino una posicin elevada por ser hijo adoptivo de Ben Hud, el cual lleg incluso a casarlo con una de sus hijas llamada Meriam de cuyo enlace tuvo, que sepamos, tres hijos: Redun, Abdulkasin y Meriam

    En 1419 los Venegas se haban decantado por Muha- mmad VIII, y diez aos ms tarde acaudillaban un movimiento poltico que intentaba elevar al trono granadino a Yusuf, el hijo mayor de El Nayar Ben Hud y nieto por tanto de Muhammad VI, el rey Bermejo; esto es, el hermanastro de Venegas, el cual es enviado como embajador a Crdoba donde se encontraba el rey de Castilla Juan II, al objeto de recabar su colaboracin en dicho proyecto legitimista. Venegas prometi en nombre de Yusuf que si el rey castellano le ayudaba a derrocar al tirano y usurpa-

    6. Diccionario de Historia de Espaa. Alianza. Madrid 1981. Tomo 3., pg. 931.

    7. Mir. op. cit. pg. 81.8. Las distintas denominaciones son:

    en rabe: Banigash, Bannigas. en castellano: Benegas, Venegas, Vanegas.

    9. Mir. op. cit. pg. 82.10. Ibidem, pg. 82, indica que los hijos de Benegas fueron los fa

    mosos caudillos moros Redun Benegas y Abdulkasin Benegas, cuyas hazaas cantaron los romances; y en la nota 2 de dicha pgina cita como fuente a Menndez Pidal en Flor nueva de Romances Viejos. Sin querer desautorizar a nuestro buen y querido amigo, Francisco Mir, no tenemos ms remedio que sealar que en dicha obra slo hay un romance en el que se hace referencia a Redun, y no se resea que tal personaje sea Redun Benegas. Sobre su hermano no existe mencin alguna.

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  • dor Muhammad IX, el Zurdo, Yusuf se reconocera vasallo suyo y le apoyara con 8.000 hombres.

    A poco y ante las puertas de Granada se libr la batalla de la Higueruela en la que las huestes granadinas de Muhammad IX quedaron deshechas por el ejrcito castellano al que se le haban agregado Yusuf y sus parciales, entre los que se encontraban los Venegas. La derrota del Zurdo es aprovechada por los partidarios de Yusuf para alzarse en Granada y proclamar a su seor despus de una breve guerra de escaramuzas rey de Granada con el nombre de Yusuf IV, el 1 de enero de 1432

    El nuevo rey de Granada nombr a su hermano adoptivo visir en recompensa de sus buenos servicios y como prueba de afecto. Pero poco tiempo ocup Venegas el cargo de visir, ya que a los seis meses Yusuf, hipocondraco y enfermo, muri y Muhammad IX que se haba refugiado mientras tanto en Mlaga, acudi presuroso a Granada recuperando el trono por tercera vez Venegas huy de Granada y se refugi en Jan, donde acab sus das habiendo vuelto a la fe cristiana, siendo por tanto tornadizo por segunda vez Pero sus descendientes quedaron en Granada gozando de su posicin, linaje y

    11. Modesto Lafuente. Historia General de Espaa. Montaner y Simn. Barcelona 1889. Tomo 6, pg. 19.

    12. Ibidem. Op. cit. Tomo 6. pgs. 19 y 20.13. Diccionario... Tomo 3. pg. 932.

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  • fama Aos ms tarde, cuando Granada fue conquistada por los Reyes Catlicos, una parte de la familia Venegas march al Magre para afincarse en Tetun y Fez, y otros miembros se tomaron cristianos emparentndose con la ilustre casa de los Hurtado de Mendoza, marqueses de Mondjar y condes de Tendida. De esta rama naci Pedro Venegas de Crdoba en 1530, hijo de Francisco Venegas y de Luisa Sandoval y Ponce de Len

    Desde su nacimiento hasta los 31 aos nada sabemos de Pedro Venegas ni los motivos que impulsaron a Felipe II a nombrarlo Alcaide y Capitn de Melilla en despacho fechado en Aranjuez el 29 de febrero de 1561 slo que

    14. Entre los romances moriscos hay uno, el denominado Zaide ha prometido fiestas..., en el que se nombran a las principales familias granadinas y entre las que aparece lgicamente la de los Venegas. He aqu los versos:

    Cegres con los Gmeles Azarques con los Andallas,Vanegas y Portoleses,Abencerrajes y Mazas,Alfarnes y Achapices,Fordaques con los Ferraras, madrugan para coger a las damas descuidadas, deseosos de ver libre lo que cubren tocas blancas.

    Romancero General (Seleccin). Molino. Buenos Aires 1944. Pgs. 106-107.

    15. Mir, op. cit. pg. 82.16. Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Libro n 27. folio

    244 V.

    25

  • por esos azares del destino fue el primer Alcaide de Melilla nombrado por la Corona con el sueldo anual de 800 ducados que fue incrementado por un perodo de tres aos con la percepcin del quinto que corresponda a la Corona sobre los derechos de presas, funciones y cabalgadas que efectuasen las fuerzas de Melilla

    Venegas fue un magnfico Alcaide de Melilla destacando por su valor, arrojo, valenta, iniciativa y previsin, y sobre todo un adalid inteligente que utiliz sus escasos recursos de forma encomiable. Como prueba de su valenta y arrojo personal bstenos saber que iba en numerosas ocasiones al mando de las salidas que se hacan al campo fronterizo, pero dejemos que sea la pluma de un ilustre melillense quien nos lo narre:

    En tiempos que era Capitn General de Melilla Pedro Venegas de Crdoba, tuvieron los christianos muchos reencuentros con los Moros, y traxeron algunos cautivos a la plaza. Hava en Teza Tecide un Alcayde llamado Bhalo, que era el ms valeroso caudillo que tenan en el Reyno de Fez, el qual por su gran valor vena muchas veces correr la

    17. Desde su conquista por Pedro de Estopifin, el 17 de septiembre de 1497, Melilla fue una ciudad de seoro perteneciente al duque de Medina Sidonia que nombraba a los alcaides. Mas el 7 de junio de 1556 se firman unas capitulaciones, en virtud de las cuales el duque renuncia a la tenencia de Melilla en favor de la Corona. Felipe II confirma en el cargo de alcaide a Alonso de Gurrea y al cese de este nombra a Venegas.

    18. Merced del quinto de las presas y cavalgadas a Pedro Venegas, alcaide de Melilla, por tres aos Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Libro n. 25.

    26

  • tierra con numerosa gente de caballo y de a pi: saliendo los de Melilla siempre la pelea, sucedi un da, que travada la escaramuza, llegaron a los brazos Pedro Vanegas y el referido Alcayde Bahalu, y asidos fuertemente, procurando cada qual sacar su contrario del caballo, lleg de travs Gil Prez, escudero de la plaza, y di al Moro una lanzada por un costado, con que le mat, por cuyo motivo luego los Moros se retiraron confusos...

    Si en esta ocasin sali ileso Venegas, gracias al escudero, no sucedi as en la funcin del 15 de abril de 1564 que al frente de una unidad de jinetes sostuvo un encuentro con los moros y aunque victorioso sufri una lanzada en una pierna

    Otro de los hechos notables en los que intervino el genial Venegas fue el intento fracasado de recuperar el Pen de Vlez de la Gomera que en 1522 haba cado en poder de turcos y berberiscos y lo utilizaban como cubil de piratas desde donde se hostigaban las costas de Andaluca A finales de septiembre de 1563 celebr Cortes Felipe II en Monzn, y los Procuradores le expusieron el

    19. Juan Antonio de Estrada. Poblacin General de Espaa. Andrs Ramrez. Madrid 1768. pgs. 548-549. Para la biografa de Estrada vase nuestro opsculo Descripcin general de Ceuta en 1745 por Juan A. de Estrada. Ayuntamiento de Ceuta. Ceuta 1987. pgs. 8-11.

    20. Lo de Melilla. Pedro Vanegas de Crdoba. 1564. Biblioteca Real del Escorial. Manuscritos castellanos. III. 23, folio 400 V.

    21. Lafuente. op. cit. Tomo 9. pg. 203.22. Mir. op. cit. pg. 84, fija la accin del ataque a Vlez de la Gomera

    en Julio de 1563, al igual que Lafuente. op. cit. Tomo 9. pg. 209. Sin embargo, Manuel Castellanos en Historia de Marruecos. Ministerio de

    27

  • estado en que se encontraban las poblaciones ribereas de Andaluca debido a las depredaciones pirticas que partan del Pen. Se le ofrece al rey una importante subvencin y ste promete organizar una escuadra para tomar el Pen y aniquilar dicho nido de corsarios y piratas. Por informes de espas al servicio de Espaa Venegas emiti otro al rey en el que le hace saber que el Pen estaba desguarnecido y era fcil apoderarse de l mediante un golpe de mano. Ante el informe de Venegas el rey da rdenes para que se intentase la empresa y por una serie de circunstancias que no vienen al caso acab en fiasco

    La jornada del Foso del Hornabeque o el ataque del Morabito asunto que da ocasin a Juan Ruiz de Alarcn para escribir su comedia de La manganilla de Melilla es otro de los hechos memorables de Venegas que trataremos en el siguiente captulo. Mas para este presente tenemos noticias del activo Alcaide. Se preocup de mejorar las fortificaciones de la ciudad y continu la labor emprendida por su antecesor, Alonso de Gurrea, a fin de tener unos aljibes que satisficieran las necesidades de agua de los pobladores de Melilla

    A.A.E.E. Madrid 1946. Tomo I pg. 424 y Len Gaiindo y Vera en Memoria histrica de las posesiones hispano-africanas. Tello. Madrid 1884, pg. 205; fechan la funcin en julio de 1564, que es la que hemos aceptado nosotros.

    23. Mir. op. cit. pg. 48. Afirma que los espas eran dos renegados que acompaaron en un bergantn a Venegas para participar en la accin. Lamentablemente no cita las fuentes.

    24. Gaiindo op. cit. pg. 205.25. Relacin de lo de Melilla en caso que la armada del Turco viniese

    28

  • Otro asunto ya comentado en otra obra nuestra es que Pedro Venegas fue el mayor propietario de esclavos de presa en toda la historia de Melilla. En los aos que ocup el cargo de Alcaide posey 36 esclavas y 20 esclavos; esto, de los que se bautizaron, sin que podamos saber los que no fueron cristianizados ^ . Durante la poca de su mandato se bautizaron 87 esclavos de presa de los que 56 le pertenecan Suponiendo que hubiesen sido todos los que se capturaron, Venegas se haba quedado con el 64,36% de las presas humanas. Si otro tanto haba hecho con el resto del botn no nos extraa que el Veedor, Contador y el Pagador de la plaza le acusaran repetidas veces de abusos e irregularidades tanto en la percepcin de los derechos de puertas e hierros especie de arbitrio sobre la importacin de mercaderas como en el reparto de presas. Dichas acusaciones fueron la causa de su relevo y de la formacin de un juicio en donde se le conden en 1570 al pago de una multa de 2.500 ducados, que

    a ella, para ver en Consejo de Guerra (1575). Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Legajo 81, folio 21.

    26. Bosquejo histrico de la poblacin y guarnicin de Melilla (1497- 1874). Ayuntamiento de Melilla. Melilla 1987. pgs. 127-128.

    27. Ibdem op. cit. pg. 128.28. Tanto Gabriel de Morales Mendicuitia en Datos para la historia

    de Melilla. Telegrama del Rif. Melilla 1909. pg. 520; como Mir op. cit. pg. 173, sealan las fechas en que fue alcaide entre 1561 y 1568. De su toma de posesin en 1561 no hay duda; lo que ponemos en tela de Juicio es su fecha de relevo, pues hemos encontrado dos esclavos propiedad de Venegas que fueron bautizados en 1569. Vide Archivo Diocesano de Mlaga (Seccin Historia). Vicara de Africa. Caja p3 Melilla. Libro n 1 de Bautismos. Folios 173 y 173v.

    29. La misma fuente que la nota anterior.

    29

  • equivalan a tres aos de sueldo, cantidad ciertamente importante

    Un largo silencio documental condena a la oscuridad a nuestro personaje hasta que un suceso de primordial importancia le hace renacer de nuevo a la luz. En 1575 y ante el inminente peligro de que los turcos atacaran las plazas espaolas en Berbera, el Consejo de Guerra que se instruy al efecto insta a Venegas a que, debido a su experiencia en los problemas de Africa, conteste a un formulario que se le enva en orden a la mejor defensa de la plaza de Melilla. Venegas lo dio detallada y cumplidamente, reseando mltiples y variados datos como el estado de la poblacin y guarnicin, las fortificaciones, artillera, pertrechos, etc. Dicho informe que se encuentra en Simancas se titula Relacin de lo de Melilla, en el caso de que la armada del Turco viniera a ella, para ver en Consejo de Guerra. Pero la armada del Turco gracias a Dios! no vine sobre Melilla en esta ocasin ni en ninguna otra y la plaza continu en manos espaolas.

    Un suceso ajeno a nuestro personaje le hace aparecer de nuevo y esta vez o, mejor dicho, otra vez en las pginas de la historia. El 4 de agosto de 1578 la expedicin portuguesa al mando del rey Don Sebastin es destrozada

    30. Aviso de Felipe II al juez de Crdoba. Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Legajo 74. folio 63.

    31. Salafranca, op. cit., pg. 39, lo transcribe en parte.32. La misma fuente que la nota 25.

    30

  • en la batalla de Alcazarquivir. Adems del rey pereci la flor y nata de la nobleza portuguesa y bastantes caballeros de alcurnia quedaron cautivos en manos del nuevo xerife de Marruecos Abulabbas Ahmed Al-Mansur El-Dahabi. El tambin nuevo rey de Portugal, el anciano cardenal Don Enrique quiso rescatar el cadver de Don Sebastin, a lo que se neg el xerife.

    Ante el fracaso de Don Enrique, Felipe II manda una misiva a Abulabbas Ahmed en la que le solicita el rescate de su sobrino el rey de Portugal, si es que vive y en caso contrario la entrega de su cadver. El xerife facilita diligentemente el cadver del infortunado rey sin pedir rescate a cambio, y en prueba de buena voluntad, libera a don Juan de Silva, embajador espaol, herido y capturado en la rota de Alcazarquivir El regio cadver fue entre-

    33. El portador de la misiva fue Andrea Gasparo Corso no Pedro Venegas como afirman Mir op. cit. pg. 86 y Morales op. cit. pg. 29 segn Daro Cabanelas Rodrguez. Cartas de Ahmad Al-Mansur a Felipe II en Al-Andalus. XXIII. 1958, pg. 27. El mismo autor en El problema de Earache en tiempos de Felipe II en Miscelnea de Estudios Arabes y Hebraicos IX. 1960. Fascculo 1., pg. 20, indica que Gasparo fue acompaado por el capitn Luis Cabreta. Tambin Castellanos op. cit. pg. 441, opina que fue Gasparo el que medi en nombre del rey espaol. Jernimo Becker en Historia de Marruecos. Rates. Madrid 1915, pg. 109, cae en el mismo error que Mir y Morales. Como confirmacin a la gestin de Gas- paro vase la carta que envi don Juan de Silva a Felipe II, el 4 de octubre de 1578, informndole de su libertad gracias a las buenas gestiones de Andrea Gasparo Corso. CODOIN. Coleccin de documentos inditos para la Historia de Espaa. Voi XL. pg. 89-90, citado por Cabanelas. El problema de Larache..., pg. 22, nota 8.

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    151753

  • gado al gobernador de Ceuta el 4 de diciembre de 1538 34

    Firmadas treguas entre Abulabbas y Felipe II, concibe este la idea de asegurar las costas de Andaluca, as como las de Berbera y enva una embajada al xerife con objeto de realizar el trueque de la plaza de Mazagn por la de Larache, ms al norte y cerca del Estrecho, cuya posesin hubiera posibilitado a Espaa impedir las acciones de los corsarios de Sal que haban entrado en tratos con piratas holandeses, franceses e ingleses

    El embajador que enva Felipe II a Marraquex no es otro que nuestro ex alcaide de Melilla, Pedro Venegas de Crdoba que recibe instrucciones escritas del monarca, que como era usual en el meticuloso don Felipe le seala el itinerario; las gestiones que debe realizar; la gratitud que debe manifestarle al xerife por la devolucin del cadver del rey lusitano y la generosa libertad de Juan de Silva; que contine las gestiones de paz y concordia que Abulabbas Ahmed le ha propuesto a travs de Gasparo; y despus de una prolija referencia a otros asuntos a tratar, le seala dos de capital importancia: la libertad del duque de Barcels y la entrega del puerto de Larache

    34. Castellanos op. cit. pgs. 440-441; Becker op. cit. pgs. 109-110. Galindo op. cit. pgs. 221-222, lo fecha por error el 10 de diciembre.

    35. Castellanos op. cit. pg. 452.36. Instruccin que dio su Majestad a Pedro Venegas de Crdoba

    cuando lo envi por su embajador al Xerife, ordenada por el conde de Portalegre en abril de 1579. Biblioteca Nacional de Madrid. Sala de Manuscritos. E54, folio 112. Reproducida en CODOIN. Vol. XLVIII. pgs. 430-434 y transcrito en parte por Cabanelas El problema de Larache... pgs. 22-23.

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  • La entrevista del embajador Venegas con el xerife que fue relatada por el capitn de galeras Matas Venegas que le acompaaba, parece sacada de un cuento persa, y no nos resistiremos a reproducirla en parte para regocijo de nuestros lectores:

    Lleg la Embajada a Safi el 11 de Junio de 1579, saliendo a los tres das para Marraquex, distante de all veinticuatro leguas de desploblado.

    Al ponerse en movimiento la Embajada espaola para entrar en Marruecos (Marraquex), abran la marcha Treinta y seis oficiales y mozos de oficio a caballo y veinticuatro acmilas con sus reposteros, vigilados por otros tantos peones; seguanles cuatro oficiales, ciendo excelentes cabalgaduras, en pos de ellos los pajes y tras stos dos caballos a la brida, ricamente enjaezados; luego doce caballeros que ostentaban sobre sus pechos sendas cadenas de oro, y seis

    37. Pese a la identidad de apellidos desconocemos que fuera familia de Pedro Venegas. Por el contrario, Pedro Venegas de los Ros (llamado errneamente Vargas por Guilln Robles en el estudio citado en la nota posterior) s era primo del embajador.

    38. La carta de Matas Venegas se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Sala de Manuscritos; de ella Francisco Guilln Robles en Mauritania realiz el estudio Una embajada espaola en Marruecos en 1579. XVII. 1944. n 195, pgs. 53-56, y n 196, pgs. 65-68, que ha sido reproducido por Castellanos op. cit. pgs. 446-448, nota 4. Tambin se relata dicha embajada en Relacin de todo lo sucedido al Emvajador Vanegas de Crdoba en el viaje que hizo a Marruecos con cierta Embaxada que su Magestad emba al Rey Muley Hamete de Marruecos. Real Academia de la Historia (RAH) Boletn n. LUI, pgs. 447-454, citada por Toms Garca Figueras en Larache C.S.I.C., Madrid 1973, pag. 34, nota2.

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  • caballos con lujosas monturas, llevadas del diestro por mozos a pie y armados con dardos; detrs caminaban, cabalgando en excelentes corceles, que Muley Ahmed envi expresamente para este efecto, Matas Venegas, el caballero alemn y Pedro Vargas de los Ros; vena despus de estos tres el Embajador (Pedro Venegas de Crdoba) llevando a la diestra al Alcaide Almanzor y ala izquierda el intrprete y el Ben^cia- do Diego Marn *, todos tambin a caballo, cerrando comitiva los caballerizos y tantos moros a pie que cubran la tierra.

    A dos tiros de mosquete del punto de partida esperaban a la Embajada espaola los mercaderes europeos, dedicados al trfico en la corte xerif, muy puestos en orden, y jinetes en las mejores monturas que tenan o pudieron procurarse, de dos en dos fueron llegando a hacer su acatamiento al Embajador, quien los recibi benignamente, y cuando terminaron sus albricias y saludos se repartieron a uno y otro lado de la comitiva: ciento cincuenta eran entre todos, cantidad que demuestra la mucha contratacin que Europa mantena por entonces con remoto centro.

    Presentse a poco el Alcaide Redun, que gozaba de singular privanza con Muley Ahmed, a quien ste haba encomendado recibir en su nombre a la Embajada; vena vestido lujosamente con una ropa de brocado a la turquesa.

    39. Muley o Mulay es el ttulo que llevaban los sultanes, xerifes o reyes de Marruecos de las dinastas saadita y alauita. Los historiadores marroques llamaban oficialmente a este rey Al-Mansur (El Vencedor) que rein de 1578 a 1603. Vide Histoire du Maroc, Jean Brignon y varios. Hatier. Casablanca 1982. pgs. 210-213.

    40. Sacerdote, beneficiado de Bdar y Setenil en Granada, perfecto conocedor de la lengua rabe y de las costumbres musulmanas. Presumiblemente fuera de origen morisco. Vide Cabanelas El problema de Earache... pg. 20. nota 4.

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  • rodeado de todos los alcaides reales, lucidamente ataviados y escoltados por la guardia real marroqu, compuesta de alabarderos, espingarderos y arqueros.

    A los tres das de permanencia en Marraquex, fue la Embajada recibida por el Sultn, con acompaamiento aun ms lucido que a la llegada a la ciudad.

    Vesta el Embajador fastuoso y elegante traje para honrar la alta representacin que ostentaba: Matas Venegas se complace en disearlo con minuciosos pormenores; cubra su cabeza una gorra aderezada con muchas perlas finas y piezas de oro, y por medalla una cruz de diamantes muy rica, y por pinjantes de ella tres perlas muy gruesas; esta cruz le caa sobre la frente, llevaba en su pecho un collar riqusimo de diamantes y muchas perlas orientales muy gruesas, que se estimaba en ms de dos mil escudos; vesta unos calzones de brocado de tres altos, con pasamanos de oro, y un coleto con escote de la misma preciada tela, con todos los remates con botones de oro, embutidos de oro y aljfer, y el cabezn y los puos con otra guarnicin de oro y seda; traa por armas una espada y un pual, con guarnicin ostentosa, que la hechura y valor se estimaba en ms de dos mil ducados; sobre el traje, como para dar ms realce a tanto lujo y buen gusto, llevaba una ropa de brocado de tres altos hecha a la francesa,/orrada de raso carmes, vuelta de tela de oro, y los golpes y remates tomados con muy gruesos hornazos de oro embutido de finsimo ambar.

    ... cuando Pedro Venegas lleg a la estancia donde se hallaba Muley Ahmed, hubo de dejar a la puerta sus pantuflos y entrar segn parece descalzo en aquella cmara: despus hizo en la puerta una reverencia, otra al medio de la

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  • sala, y, aproximadamente, al hacer la tercera psose de hinojos, pidiendo la mano al Rey, que estaba sentado en un estrado bajo, teniendo a cada lado una almohada de brocado.

    Al inclinarse Venegas, echle Muley Ahmed los brazos al cuello en ademn de abrazarle, juntando dice Venegas su rostro con el del Embajador, tan amorosamente, que a todos nos dio gran contento.

    Hecho esto, present el espaol al Monarca, a Pedro y Matas Venegas, que con el caballero alemn haban entrado en la cmara real acompandole, y pidile por merced que les diera a besar su mano, mas cuando fueron ellos sucesivamente a tomarla, el Sultn psasela en las cabezas, hacindoles muchas cortesas.

    En seguida mand al Embajador que se sentara y cubriera, sealndole su asiento junto a su estrado, en un pao de seda y sobre una almohada de las que estaban al lado, que esto fue en lugar de silla porque all no se acostumbra a dar, y tvose por ms favor que si se lo diera.

    No lo dijo a sordo dice Matas Venegas, goz de la ocasin y aprovechse inmediatamente el enviado de Felipe II del gran favor que el Soberano moro le conceda, resarcindole la humillacin, que sin duda debi sentir, y templndole el enojo de descalzarse al entrar en aquella cmara como se descalzaba cualquier cuitado judo al pasar a alguna mezquita o al acercarse a un prcer del reino

    41. Exagera evidentemente Guilln Robles, pues si hubiera podido viajar por el imaginario tnel del tiempo, y estar presente en la recepcin habra percibido que todos los personajes incluido el xerife Ahmed

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  • Comenz en seguida Venegas a razonar con muy graves palabras, manifestando a Muley Ahmed cunto le haba estimado la Real Majestad de su seor Don Felipe la liberalidad de enviarle los restos del noble Rey D. Sebastin, su sobrino, y adems de esto y otras cosas la libertad que dio a su Embajador D. Juan de Silva, cautivo en la batalla de Alczar; indicle despus, recalcndolo bastante y acentuando la intencin de su Soberano, que ste, en seal de amor, le enviaba ciertas joyas de su recmara, las cuales no deban considerarse como presentes, cual las gentes decan, porque no le acostumbraba hacer a nadie, y que cuando se determinara a hacerlos fueran tan grandes como a lo que obligaba su podero, que entre reyes no era bien ouiera intereses, y que as no era esto sino una memoria.

    Mostr Muley Ahmed en la alegra del semblante cunto le agradaban las razones del Embajador, apenas se las tradujo en arbigo nuestro intrprete, y contestle que su casa, su persona y reino eran del Rey D. Felipe, y que as lo deca y profesaba siempre.

    No quiso Pedro Venegas que en su presencia se descubrieran las joyas que traan, creyendo, con gallarda resolucin, que no deba permitir las presentara el camarero que las custodiaba porque no pareciese que slo a aquel efecto

    estaban descalzos, pues as lo preceptuaba la etiqueta marroqu. Buena prueba de ello lo tenemos en el propio Venegas que posiblemente advertido de la exigencia del protocolo xerifiano se present en palacio calzando pantuflas y no botas como hubiese sido lo normal al ser las primeras fcilmente descalzables. Respecto al ejemplo de la humillacin ritual de descalzarse los judos, es poco afortunado Guilln Robles, pues aun siendo cierto se les exiga en la calle, cosa que ostensiblemente no se le demand a nuestro embajador.

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  • era venido; mas aadi que consigo traa la carta de creencia, firmada por el Rey de Espaa, y que si el Sultn se lo permita se levantara a hacerle la referencia que le era debida; per- mitiselo Muley Ahmed, levantndose el Embajador, tom la carta, besla, psola sobre su cabeza, en seal de vasallaje y obediencia y entregla despus de estas ceremonias al Monarca africano; tom la de este a su vez y llegsela al pecho, demostrando as cunto estimaba al poderoso Prncipe que le escriba.

    Pedro Venegas caus una magnfica impresin en el xerife y no slo concedi la libertad al joven duque de Barcels, sino tambin y de forma espontnea y generosa a ochenta caballeros entre los que destacaban: don Antonio, Prior del Grato don Fernando y don Diego de Castro, don Francisco de Portugal y Gonzalo Chacn As mismo orden que se tratara humanamente a los cautivos cristianos que haba en Marruecos

    Venegas retuvo al duque de Barcels hijo de los duques de Braganza en su residencia por temor a que

    42. Hijo bastardo del infante Luis de Portugal y de la juda conversa Violante Gmez. A la muerte del cardenal Don Enrique se hizo proclamar rey de Portugal en Santarem. Luch contra las tropas de Felipe II en Portugal y las Azores. Derrotado, se refugi en Pars, desde donde intrig contra el monarca espaol. Pas a Inglaterra buscando el apoyo de Isabel I y particip en la expedicin naval de Drake y Norris contra La Corua y Lisboa, y ante el fracaso busc refugio nuevamente en Pars donde muri oscuramente, el 25 de agosto de 1595, habiendo sufrido toda clase de privaciones.

    43. Becker, op. cit. pg. 110 y Castellanos op. cit. pgs. 440-441.44. Castellanos op. cit. pg. 447 y Guilln Robles op. cit. pg. 68.

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  • fuera violentado ya que era un nio de diez aos y ste una vez en libertad escribi sendas cartas, quejndose del trato recibido, al duque de Osuna y ms tarde a don Cristbal de Moura, el cual crey que las quejas eran contra el rey y se lo manifest as al joven duque, que protest indicando que sus cuitas eran contra Pedro Venegas y no contra el rey

    El incidente no tuvo repercusin alguna y no deja de ser una ancdota ms en la historia personal de Venegas.

    El primer embajador de Espaa en Marruecos, pues efectivamente eso fue Venegas, haba triunfado plenamente en el primero de sus objetivos diplomticos y hasta con creces: no slo el duque de Barcels haba sido liberado sino la totalidad de los caballeros portugueses que cayeron prisioneros en la funesta batalla de Alcazarquivir, Mejazen o de los Tres Reyes, pues de esas tres formas se la conoce. El segundo de los objetivos: platicar y aun afectar la amistad con el Xarife, lo llev a cabo el embajador a la perfeccin, pues en los cinco aos que residi en Marraquex se inicia una correspondencia epistolar entre Abulabbas Ahmed y Felipe II, as como entre el xerife y sus altos dignatarios con el embajador Vene- gas, el presbtero Diego Marn y el duque de Medina Sidonia que afianzaron los lazos de la incipiente amistad entre Don Felipe y Muley Ahmed.

    45. Gaiindo op. cit. pg. 221, nota 2 y Guilln Robles op. cit. pg. 66.46. Vide nota 36.47. Cabanelas El problema de Earache... pg. 23 y Cartas del Sultn

    de Marruecos Ahmad Al-Mansur a Felipe I.

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  • El tercero de los objetivos inseparable del segundo era la cesin pacfica de la plaza de Larache a lo que el xerife con sutilidad y habilidad diplomtica se negaba una y otra vez aduciendo mil y un pretextos, porque en la red de presiones polticas internacionales que soportaba, no se encontraba slo la espaola, sino tambin la de Isabel I de Inglaterra que quera impedir que el xerife accediera a la peticin de Felipe II as como el peligro de invasin otomana del propio Marruecos.

    En 1581, el pach de Argel, Uluy Al renegado ca- labrs, solicit permiso del sultn turco Amurat III para conquistar Marruecos. En mayo se haba concentrado en Argel una gran flota para llevar a efecto tal plan y el xerife ante la amenaza convoca a Pedro Venegas y a su auxiliar Diego Marn, los cuales redactan en espaol y en rabe un Tratado de Alianza y de paz entre Espaa y Marruecos por un perodo de veinte aos, en virtud del cual Espaa se comprometa a defender Marruecos de los ataques que recibiera del Imperio Turco a cambio de la entrega de Larache. Al tratado que estaba ya firmado por los dos espaoles, slo le faltaba para su ratificacin la firma del xerife; pero una vez ms la suerte le vuelve a sonrer, pues surge en Arabia una sublevacin contra la Sublime Puerta y la escuadra de Uluy Al parti de Argel pero con rumbo al este. Al ver alejarse de sus dominios

    48. Manuel Fernndez lvarez. Felipe II, Isabel de Inglaterra y Marruecos. C.S.I.C. Madrid, 1951.

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  • la amenaza turca, el monarca marroqu destruy el documento y continu con su poltica de tira y afloja

    La ya nombrada habilidad diplomtica del soberano magreb hace que transcurran los aos 1582, 83 y 84 con el mismo negativo resultado para las intenciones espaolas, pese a los buenos oficios de Venegas y Marn. Cansado Felipe II de esta situacin llama a consulta a su embajador Venegas. Ahmed IV tambin podemos denominar as al xerife se apresura a primeros de diciembre de 1584 a escribirle una cariosa carta al rey espaol, prdiga en afectos y elogios, pidiendo que Venegas no se marche pues... pero dejemos que el propio lector juzgue por s mismo parte del contenido de la carta, y lo que es ms importante, el juicio que el xerife tiene de Venegas como embajador y como persona, pues no en balde lleva tratndolo cinco largos aos:

    Ha llegado a nuestro poder vuestra apreciada carta y al instante nos hemos dedicado a examinar sus bien fundadas razones para que os envisemos a Pedro Venegas de Crdoba, siendo as que este embajador y su auxiliar e intrprete Diego Marn nos haban indicado que permaneceran en su cometido y nos daran a conocer vuestra opinin. Mientras aqu estuvieron, trabajaron con diligencia y sin desnimo en vuestro servicio, sin perdonar esfuerzo ni sacrificio.

    Cuando los vemos ocupados en tan diversos pro-

    49. Garca Figueras. op. cit. pg. 36 y Cabanelas. El problema de Larache... pg. 24.

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  • blemas como tenemos pendientes, nos parece que no deben apartarse de su cometido yendo y viniendo. Por ello juzgamos que este embajador no debe alejarse de nuestra augusta morada, sino cuando haya solucionado cumplidamente todos los problemas, para lo cual rene cualidades nada comunes bajo todos los aspectos. Pero si queris que os lo enve cumplir vuestros deseos y en breve se pondr en camino con sus cosas. Nuestro parecer lo entenderis mejor por la carta que l os enva, donde os informa con todo detalle; y podis darle crdito, pues es hombre de gran penetracin as en las cosas grandes como en las pequeas

    A principios de 1585 abandon Marraquex Pedro Ve- negas, quedando en su lugar el presbtero Diego Marn, y regres a Espaa. Atrs quedaban casi seis aos de embajador en la corte del xerife y aunque no logr pese al empeo que en ello puso la cesin de Larache, volva ciertamente contento con su gestin, pues Ahmed IV le haba colmado de regalos y bendiciones e informaba a don Felipe de sus buenos servicios y de su calidad humana. El saldo diplomtico del primer embajador de Su Catlica Majestad en la corte de Su Majestad Imperial no poda ser ms fructfero: se haban firmado unas treguas que fueron escrupulosamente respetadas por los sucesores de Abulabbas Ahmed hasta 1614 y que nos llev a adquirir por fin! pacficamente el ansiado puerto de Larache en 1609. Como recompensa a los buenos oficios de Ve- negas, Felipe II le distingui nombrndole Caballero de la

    50. Biblioteca Nacional de Madrid. Manuscrito 7.455. Folios 67v-68, sin numeracin. Recogido por Cabanelas. Op. cit. pgs. 50-51.

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  • Orden Militar de Calatrava, mediante Real Cdula firmada en Madrid el 9 de mayo de 1586

    Poco ms sabemos de nuestro intrpido, valiente, genial y buen diplomtico, pues todas esas cosas fue; como Alcaide de Melilla se distingui por su arrojo, bizarra e inteligencia y como embajador por su simpata, don de gentes y habilidad poltica. No en balde el rey de Marruecos haba dicho de l que es hombre de gran penetracin, as en las cosas grandes como en las pequeas.

    En agosto de 1603, Pedro Venegas de Crdoba falleca en su casa de Madrid Dejaba este mundo uno de nuestros mejores hombres de frontera, de la frontera de Su Majestad en Berbera.

    51. En Mir op. cit. pg. 85 hay una reproduccin fotogrfica de la Real Cdula. Por omisin u olvido el autor no ha reseado en qu archivo se encuentra.

    52. Ibdem op. cit. pg. 87

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  • III. La jornada del foso del Hornabeque o el ataque del morabito

    El suceso parece estar arrancado de una fbula o de un cuento de Las mil y una noches, ms que de las pginas de la historia, pero por portentoso que pudiera parecer es totalmente histrico como vamos a conocer y adems por dos veces, posiblemente para desmentir el adagio de que la historia no se repite.

    Un alfaqu o morabito * soliviant a los moros fronterizos para que marcharan sobre la cristiana fortaleza de Melilla, pues con su fe, sus oraciones y con la voluntad de Dios, caera sin lucha en su poder. Estamos pues ante la primera Marcha Verde de la historia aunque esta

    1. Alfaqu equivale a letrado, sabio, telogo o jurisconsulto. El trmino morabito es el ms usado y es el que sirve para designar a un musulmn que lleva una vida parecida a la de los anacoretas cristianos y es por tanto hombre piadoso y entendido en las creencias islmicas.

    2. En octubre de 1975, el rey de Marruecos Hassn II organiz la

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  • vez no tuvieron la misma suerte ni el mismo fin que en la tercera, y decimos tercera, pues aunque pueda parecer una vez ms cosa de fbula, hubo una segunda Marcha Verde o un segundo ataque de otro morabito; seis das despus de la toma de la fortaleza de La Mamora en la costa atlntica marroqu un morabito asegur a los moros que con sus plticas encantara a los espaoles y los encontraran dormidos y desarmados; y as a las 6 de la maana del da 15 de agosto de 1614, un nmero aproximado de 4.000 hombres entre peones y jinetes esta vez armados atacan la plaza donde naturalmente los espaoles no estaban desprevenidos ni encantados. La funcin blica dur hasta las 9 de la maana, teniendo que retirarse los ingenuos y maltrechos moros despus de haber sufrido considerables prdidas, entre ellas la del propio morabito

    Conocida por Venegas gracias a sus espas las intenciones del morabito, no quiso dar crdito a lo que oa, pero ante la insistencia y veracidad de sus informadores tom las disposiciones necesarias y as en la maana del 22 de abril de 1564 ^ orden que se dejase

    denominada Marcha Verde en virtud de la cual 300.000 civiles marroques armados slo con el Corn penetraron en el Sahara Espaol para apoderarse sin lucha del territorio, lo que consiguieron indirectamente.

    3. Len Gaiindo y Vera. Memoria histrica de las posesiones hispa- no-africanas. Tello. Madrid 1884. pgs. 235-236 y Toms Garca Figueras. Larache. C.S.I.C. Madrid 1973. pg. 120.

    4. Tanto Francisco Mir Berlanga en Melilla en los pasados siglos y otras historias. Nacional. Madrid 1977. pg. 90; como Gabriel de Morales Mendicuta en Datos para la historia de Melilla. Telegrama del Riff. Me-

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  • entreabierta la puerta de Torre Quemada. Hacia el medioda una turba de fanticos cabileos al frente del morabito se diriga hacia la puerta cuando los nervios de algunos de los atnitos defensores de la plaza les hicieron perder la sangre fra y sin esperar a que los moros entraran por completo en el foso del Homabeque comenzaron a disparar a mansalva contra la masa de rifeos.

    Pese al excesivo nmero de bajas que sufrieron y a la gran mortandad que se haba hecho con ellos, dos meses ms tarde el morabito que haba salido levemente herido vuelve a convencer a los fronterizos y el 19 de junio se presenta nuevamente ante Melilla al frente de

    lilla 1909. pg. 27, se equivocan, pues fechan la accin el 16 de abril. Jernimo Becker en Historia de Marruecos. Rates. Madrid 1915, es ms ambiguo, pues la fecha en 1562 o 1564. Manuel Castellanos en Historia de Marruecos. Ministerio de A.A.E.E. Madrid 1946. pg. 423, slo se atreve a citar el ao; 1564. Antonio Cnovas del Castillo en Apuntes para la historia de Marruecos. Surez. Madrid 1913. pg. 91 y Juan de Mariana en Historia General de Espaa. Gaspar y Roig. Madrid 1852. Tomo 111. pgs. 434-435, omiten la fecha de la accin. Galindo op. cit. pg. 208 vuelve a equivocarse sealando el 2 de julio de 1564 haciendo referencia a una relacin impresa en Sevilla por Alonso de Coca. Por ltimo Juan Antonio de Estrada en Poblacin General de Espaa. Andrs Ramrez. Madrid 1768. Tomo II, pg. 549 dice tambin errneamente; Por los aos del Seor 1563. Es decir todos los historiadores de este singular perodo se equivocan en la fecha en que sucedi la primera jomada del foso del Homabeque, pues al parecer ninguno de ellos pudo consultar los siguientes documentos; Manuscritos castellanos. III. 23 fols. 400 v - 403 v.; y Manuscrito Adicional 28.708, f 8. El primero en la Biblioteca Real del Escorial y el segundo en el Museo Britnico: pese a que ambos documentos han sido reproducidos en los Sources Inedites pour l'Histoire du Maroc de Henry de Castries.

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  • unos dos mil moros. Esta vez no hubo fallos por parte de los cristianos y penetraron en el foso del Homabeque poco menos de un millar. Las disposiciones de Venegas se cumplieron a rajatabla y la funcin acab con un saldo de ms de doscientos muertos y de cuatrocientos prisioneros por parte de los fronterizos. Del morabito nunca ms se supo.

    Se preguntar el lector por qu hemos relatado de forma tan sucinta este primordial acontecimiento que ha sido narrado de forma diferente y a veces errnea por tantos historiadores, y que movi al dramaturgo novohispano Juan Ruiz de Alarcn a escribir una comedia; comedia que es hoy motivo y objeto de nuestro estudio. La contestacin es simple; no hemos querido privar al lector del placer de leer l mismo lo que ocurri en aquellas memorables fechas, de la pluma de alguien que lo vivi como protagonista principal: el propio alcaide Pedro Venegas de Crdoba que escribi una larga carta el 23 de junio, es decir, cuatro das despus del hecho, con lo que tena reciente en su memoria los acontecimientos y no hubo lugar a fantasearlos como ocurre cuando los sucesos se alejan inexorablemente del presente inmediato para convertirse en pretrito y lejano.

    Esta relacin signada en Melilla el 23 de junio de 1564, como ya hemos indicado, estaba dirigida al duque de Medina Sidonia, como Capitn General de Andaluca y por esos raros y curiosos avalares del acontecer histrico, se encuentra en el Museo Britnico, sin que sepamos

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  • cmo lleg al mismo ^ Nosotros lgicamente hemos usado el texto de las Sources. Sin ms prembulos internmonos en las lneas de su increble lectura y slo nos vamos a permitir aclarar al lector algunos aspectos significativos en las notas a pie de pgina:

    Sucesos de Melilla, 23 de Junio 1564.

    La relacin que digo en mi carta que devo hazer a V.E. de lo que en esta frontera * a acaecido es esta.

    En Melilla a 23 de junio de 1564.

    A los 15 das deste mes de Abril pasado, vino a correr este campo el alcayde de Votoya ^con poca cavallera; digo poca para la que otras veces suele traer. Saliendo yo al

    5. Ni nosotros, ni al parecer nadie pues hecha la oportuna consulta al Museo Britnico se nos contest que la Biblioteca de dicho Museo el 29 de abril de 1871 adquiri diversos documentos espaoles entre los que se encontraba el Manuscrito a Monsieur Disdier. La nica explicacin que se nos ocurre es que salieran de Espaa, en el turbulento perodo de la denominada Guerra de la Independencia (1808-1813), como botn de guerra rumbo a Francia. Hemos realizado su referencia en la nota anterior.

    6. El concepto de ciudad frontera es trmino histrico jurdico que surge al mismo tiempo en Castilla y en Granada y se le da a las ciudades fortificadas musulmanas o cristianas que fijan con su presencia guerrera el limes poltico, racial, econmico, cultural y militar entre la Espaa cristiana y la Espaa musulmana. En este mbito hay que aceptar el trmino de fronteras de Su Majestad en Berbera.

    7. Se refiere a la Kbila de Bocoya, a unos 150 kms. al oeste de Melilla, donde se encuentra hoy la ciudad de Alhucemas. Alcaide era el ttulo de los gobernadores de las plazas espaolas en Berbera. Los jefes de las kbilas se intitulan Xef o Chef.

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  • campo aquella maana, tuve sentimiento de su emboscada, y ordene, como suelo, a los escuderos que estuviesen acojidos en cierta parte y no se desmandasen quando los Moros soltasen, aunque pareciesen pocos, y lo mesmo hiciesen 200 soldados, que estaban en una trinchera de la vega, donde de hordinario se ponen cada da quando se haze el atajo *. Y con cinco de a cavallo me puse encima de un puesto de adonde podia ver nuestras atalayas y si algunos de estotros se deshordenarian, y tambin, quando los Moros soltasen, reconocer los que eran y la demostracin con que entrarian, por si fuesen pocos, como suelen venir algunas veces, solo por trovarse y matar algn atajador y volverse sin parar aca adelante a escaramuzar, y nos diesen lugar aquel dia a alargarnos en el campo y recoger lea y otras cosas necesarias. Que, en la verdad, los Moros que contratan con esta frontera son ya tan platicas en nuestro govierno y borden, que, mas vezes con pocos, otras con muchos Moros, hacen demostraciones que no se puede entender los que son, si no se tiene aviso particular de ello por espia. Y en el campo es engaoso, por ser tierra muy doblada, no cumple alargarnos, si no es con gran tiento. Y asi acostumbrado tengo por cosa mas segura el recogerme, quando ellos me vienen a buscar, y no consiento escaramuga aunque sea en esta vega debajo de nuestra artilleria y arcabuzeria, si no es muy pocas vezes, y estas reconociendo alguna buena ocasin; que estas lo hago forgado, porque los Moros son de qualidad que, quando nos alargamos temen, y quando recogimonos de-

    8. Se sala diariamente a atajar (explorar) el campo fronterizo y a realizar algunas de las siguientes ocupaciones: pacer el ganado, movimientos de caballera, cultivar las huertas exteriores o a traer agua, lea, caracoles, esprragos, mariscos, atocha, caas, yerba y a veces sal de la Mar Chica, llamada Sebba Bu Erg o El Bahar Saguer, albufera cercana a Melilla. Y tambin, cmo no !, a capturar esclavos.

    50s il 'n f ; 'w . r \ f ^! V S . J . t i X.

  • masiadamente, pretenden no dejarnos salir por las puertas a recojer cosa ninguna. En esta plaza, es mas forzoso que en otras salir de hordenario cada da a hazer el atajo, que es una peligrosa subjecion.

    Una parte de los Moros salieron de su emboscada, la vuelta de nosotros, y, estando yo a la mira, vide un escudero que estaba en atalaya que se tardava mucho en recojer y venir, esperando a los Moros mas de lo que yo quisiera. Sali a dalle socorro, y, haciendo detener los Moros un poco, le recog. En estos cavados vena el proprio alcayde moro; y, como me vio con pocos, cargo con los suyos. Venimos metindole en nuestra arcabuzeria y cavalleria, que estovan encubiertos, como he dicho. Y, llegando a una bereda estrecha, cayo el dicho alcayde y su cavado juntamente. En este punto soltaron los otros de su emboscada. Y, como los vide de lejos, y no salir otros de otras parate, y estar cerca el ro y sus pasadas angostas, aprovechndome de la ocasin, revolvi sobre aquellos pocos y el alcayde, que yva huyendo a pie. Y no oyeron nuestros escuderos la voz que entonces les di de que le rasen hasta las pasadas antes de que los otros Moros llegasen. Y asi, aunque les deje atras a el alcayde que lo matasen o prendiesen, por seguir a los de a cavado que lo yvan amparando, huyendo, como reconocieron que no tenia conmigo mas de cinco de a cavado, cobraron animo; y de la pelea sali herido de una langada en la pierna derecha. Y todabia se tuvo tan buena orden que, sin abenturar otra cosa, dejaron los Moros el campo con dao. Y de nuestra parte no huvo otro, sino esto y mi cavado y otro de un escudero heridos. Y del mo, puesto que sea de poca importancia, doy quenta por que.

    9. El Ro de Oro, que en aquellas fechas desembocaba a slo 500 metros de la plaza.

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  • si se dijere que los Moros me hirieron peleando, sepa V.E. de que manera.

    Ocho das despus de esto, que fue viernes, a los 21 dias del dicho mes de Abril, vino un Moro espia a dar un aviso, como a estos pueblos de Moros cerca de aqu, avia llegado, tres dios o quatro havia, un moravito. grande hombre, con ciertos Moros letrados que troya consigo, publicando que venia a tomar a Melilla, que los que lo quisiesen seguir se recojiesen y viniesen con el a hallarse en la empresa, y que ya tenia para ello mucha gente. Preguntado que como decia que la havia de tomar, si era hombre que lo embiaria algn rey o principe a ordenar cosas, entretanto que el llegarla con su exercito, dijo que no, que no era, sigun las gentes entendan, sino encantador que, por arte de encantamiento y hechi- zerias, pensarla tomada. Y para ello decia que enfriara nuestro fuego, que no emprendiese en la plvora, para que artillera y arcabuzeria no le diesen hacer mal; y las ballestas y todas otras armas encantara, que no los hiriesen; y a todos los Christianos hara estar atnitos y modorros, que no acertasen a governarse en cosa ninguna; y abrira las puertas y abajara las puentes desde fortaleza; y que los Moros que havian de venir con el a este efecto, havian de venir todos a pie y sin armas de tiro, y ninguno havia de hablar otra cosa ms que venir diciendo: Ala! Ala! Ala! Dios te oyga Adi Mahamete Bu Balad que asi es el nombre del dicho morabito Yo quede admirado de semejante aviso, y, dndole poco crdito, hice

    10. En este punto los historiadores no se ponen de acuerdo y cada uno lo ha denominado de diferente manera:

    Mariana op. cit. Tomo II. pg. 434: Ademahamet Bualat. - Morales op. cit. pg. 27: Mohamed Ben Alar. - Mir. op. cit. pg. 90: Mohamed ben A-lal. - Luis Cabrera de Crdoba. Historia de Felipe Segundo, Rey de

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  • muchas preguntas a la espia, el qual, certificandomelo mucho, dijo que luego otro dia, sabado havian de venir, porque este dia de sabado, en la hora de mediodia abajo, decia el moravito que era apropiado y sealado para su efecto. Y, entre otras cosas, me dijo que rigava la ley de Mahoma, diciendo a los Moros que ninguno hiciese caso del para creello, sino en un solo Dios, que, de la demos, era burla K que asi solo el nombre de aquel havia de ser su apellido aquel dia, por lo qual decia ya toda la muchedumbre que se juntarla dandole credito, que este no podio ser, sino cosa embiada de Dios, o que sin falta era el Antechristo, que llaman ellos el Fatimi o mensajero del. Y, dicho esto, el Moro espia se quedo aqui conmigo, aunque con temor de que havian de tomar a Melilla, y hallarlo dentro.

    Espaa. Tomo I, liv. VI, Ch XXVI bis. pg. 446: Ade Mahamet Buhalat. Baltasar Collados. Comentarios a la fundacin, conquista y toma del Pen de la Gomera... desde el ao 1562 hasta el de 64. Valencia 1566. fol. 107 V. Sidi Maamet ben Agus.

    Y en el Manuscrito de Escorial citado en la nota 4: Cid Amete Buhalaza.

    11. Nos resistimos a aceptar dicha aseveracin y mxime viniendo de un morabito. Mahoma es el Profeta y enviado de Dios; por lo que un buen musulmn no puede renegar del Profeta, bstenos recordar la profesin de fe del Islam: No hay ms Dios que Al y Mahoma es su Profeta.

    12. El texto del Manuscrito que seguimos recoge en una nota a pie de pgina un texto en francs que traducido dice lo siguiente: Este es el nombre que se da algunas veces al Mahd para recordar que l debe ser de la descendencia de Fatma. Se sabe que este misterioso personaje debe aparecer antes de la consumacin de los siglos para hacer triunfar al Islam. No puede ser confundido este profeta de la verdad con su adversario el anticristo (Ed Deddjal) que busca inducir a la humanidad al error. Sobre esta creencia escatolgica de los musulmanes, Cf. Ibn Jaldun, Prolegmenos II, pg. 158 y ss. de la traduccin de M. de Siane; H. de Castties, Apologa de el Islam por Muley Ismael pag. 79, nota 2 y pg. 80, nota 1. Todo morabito que surge para nolens volens por el Mahd, el Fatimi.

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  • Yo, aunque burlndome del negocio, como conosco a los Moros ser tan fciles en creer como lo fueron en las crnicas de su seta, queriendo antes prevenir que ser prevenido, hize llamar todos los officiales que sirven aqui a Su Magd, asi en guerra, como en hazienda, y a los hombres viejos platicos en esta frontera, y dizeles el aviso que tenia: y determinse entre nosotros que se pusiese un rastillo que cayese y cerrase de golpe, en la puerta de la villa vieja, que sale al campo. Que esta villa vieja es un cercado que solia ser poblacin desta ciudad, antes que el Emperador, nuestro seor, de gloriosa memoria, la mandase fortificar, y quedo atajada fuera de la fortaleza, con un foso que atraviesa de mar a mar. Y, aunque tiene puestas sus puertas alia fuera debajo de una torre, como es cosa que no se guarda de noche, entravan los Moros en ella a llevarse el ganado, quando lo dejavan alli, y otras cosas. Y a esta causa yo le hize cercar, despus que vine, de tapiceria. Y que dentro desta puerta y rastillo se dejasen entrar una parte de Moros, y, para los que quedasen dentro y fuera estuviesen en orden toda el artillera y tiradores y muchos fuegos artificiales en las torres; y alguna gente, la que era menester, dentro del dicho cercado escondida, para que matasen a los Moros que quedasen atajados. Y, por estar yo en la cama, malo de mi herida, y entrar en el da septeno della, rogue y encargue mucho a todos los officiales se pusiesen todo en orden. Y, por ser el termino tan breve, parece ser que no pudo hacerse el rastillo que les deci, sino ponerse en su lugar unas tapiales de madera. Despus desto, por confirmar la apariencia del artillera y tiros y gente, con lo que la espia me havia dicho que decia el Moravito que havia de enfriar el fuego y encantado todo, di orden al condestable de la artillera que tuviese las piezas cerradas sobre el cao, para que no disparase mas de aquel humo, quando los Moros llegasen cerca. Y hordene que, quando los Moros pasasen por

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  • entre las torres de fuera, no les tirasen ni pareciesen ningn hombre en ellas, y que aquella puerta del campo de la villa vieja se abriese quando los Moros llegasen acerca della, para que creyesen que su morabito les abria por su encantamiento, y entrasen libremente dentro del dicho corral cercado.

    Otro dia, por la maana, los Moros comengaron a parezer por tantas partes y tantos que, en tan pocos dias, como la espia me decia, que havia llegado el Moravito, me maravillava se hubiesen podido juntar. Y yo sali entonces, y puseme en un puesto donde podia ver el concierto o desconcierto de toda la orden dada, advirtiendo a todos que no se moviesen hasta que tocase la campana grande. Los Moros a nuestra vista se acabaron de juntar encima, que llaman la Huerta grande Alli les declaro el Moravito como todos los Moros que no supiesen hazer la cirimonia de la gala se havian de quedar e la mirar lejos, y los que la supiesen hazer habian de venir con el. Y destos se apartaron como los 500 hombres, segn al parecer y lo que despus las espas dijeron que eran. Y, pasada la hora del medioda, partieron con sus banderas al descuvierto por el camino real, muy de rendan, la vuelta de Melilla. Y, quando llegaron cerca, que pasaron por entre tierras sembradas, vimos que oficiales suyos venan, con gran diligencia, haciendo a palos, que ninguno entrase ni pisase cosa sembrada, ni cogiesen nada de las huertas; que, segn supe despus, era orden del Morabito que ninguno hiciese semejante pecado. Entrados en la vega, como a mil pasos de nuestras puertas, hize que pegasen el fuego fingido a el artillera. Y, como los Moros vieron que no disparo ninguna, paresuraron mayor animo, y, hallando luego las puertas abiertas acaba-

    13. Ms tarde se llamaron huertas del Mantelete.14. Banderas de cofradas religiosas, no de combate.

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  • ronse de engaar. Entrse el Moravito y sus letrados de delante, con una bandera grande roja, que dizen los Moros despus aca y las espas como el Moravito les dijo que aquella avia cay do del cielo y no eroTcsa tejida a manos. Tras el entraron los demos, hasta que hize dar seal con la campana, que les atajaron la entrada, y comengo a jugar toda la artillera y todos los tiradores, y lo hizo tambin nuestra gente con los fuegos artificiales y piedra. Que, como ellos entravan tan juntos, repujndose unos a otros, se hizo grande estrago en ellos, y tanto que yo no he querido creer lo que las espas y otros Moros despus aca me an dicho, mas que bien se pareci ser mucho, para tan poca gente como aqui estamos, por los muertos que quedaron y los que veyamos abrazarse, dejando sembrado el campo de pedazos de pelle, los que se quitaran con la furia el fuego Luego se desbarataron y pusieron todos en huyda. El Morabito se escapo, aunque mal herido en un brago, que sali por debajo de los tapiales, lo qual no hiciera, si fuera rastillo; aunque fue por mas victoria y milagro de dios su salida, que asi se deve de atribuir, por lo que despus sucedi. Yo no consent alargarse nuestra gente aquel dia en alcance de los Moros, por temor de la muchedumbre que avia quedado en los altos, e la de a cavallo y de a pie. Dejo de contar otras particularidades que huvo en esto, por que no tocan a mi, por evitar prolijidad; y esta no he

    15. Prudente aseveracin de Venegas que no se atreve a cifrar el nmero de muertos que los moros tuvieron en aquella funcin. No as Morales op. cit. pg. 28 que sin citar las fuentes como es habitual en este escrito opina: ... pero casi ninguno de los 150 que haban entrado lograron escapar por el fuego que les hicieron los soldados apostados en la torre. No digamos nada del texto del Manuscrito del Escorial que exagera evidentemente cuando asevera que; A pocos das se tubo nueba que... avian ydo eridos y muertos y quemados mil moros.

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  • podido acortalla, porque es el sugo de lo que paso en efecto. Pasado esto, vinieron aqui quatro Moros de ellos con avisos y con un Judio, que ha tomado a cargo el proveernos de carne y otras vituallas, despus que los Moros no las traen, cerca de un ao a, por mandado de un alcayde teniente del rey de Fez, que selo mando asi por ciertas ocasiones que tuvo, y particularmente por sospecha de que, entrando los Moros a tratar de rescate aqui e otras cosas, me trayan avisos Hablando con el Judio y Moros del suceso del Moravito, supe de ellos como avia quedado vivo, aunque herido, e que, querindolo matar los Moros, porque los avia engaado e traydo al degolladero, se disculpava diciendo que ellos proprios havian sido la causa de su perdicin, que el no havia fallado ni sus encantamientos, porque les havia mandado que, hasta que tuviesen abiertas todas las puertas y entrado y allanado toda la ciudad, ninguno sacase por su boca otra palabra, sino Ala! Ala! Ala! y que, aunque al entrar viesen Christianos, los dejasen y no les hiciesen mal, pues que ellos no lo havian de hacer, estando encantados; y tambin que ninguno de a cavallo lo siguiese, sino todos a pie. Y que todo, y en todo, lo havian hecho al contrario, porque, en entrando por la puerta, havian visto unos Christianos y havian remetido a ellos con sus lanzas, diciendo que se diesen a rehen, y que entonces avia disparado el artillera, que antes no lo havia podido hazer. Y

    Cy'J'.Cx.

    16. Sobre la importancia de los judos como espas de nuestras plazas en el Norte de Africa vase nuestras obras La presencia hebrea en Melilla hasta 1874. UNED. Melilla 1987 pgs. 9 y 10; y La presencia juda en el Norte de Africa. Actas del Primer Congreso Hispano-Africano de las culturas mediterrneas. Ayuntamiento de Melilla y Universidad de Granada. Granada 1987. Tomo I pgs. 484-486.

    17. Buena razn lleva el alcaide teniente del rey de Fez, pues confidentes y espas moros no faltaron a las plazas espaolas de Berbera, sobre todo si se les pagaban sus informes con buenas piezas de plata.

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  • que el alcayde Bucar aunque havia venido con el a pie, avia hecho traer su cavallo de diestro, y otros Moros de a cavallo tambin havian venido detras del; y que tuviesen por cierto que de las herraduras de aquellos cavados y las piedras que pisaron, sali el fuego que prendi en la plvora para nuestros tiros, que de otra manera era ymposible. Sino que mirasen como el havia escapado de entre los que murieron, y tantos Christianos como lo cercaron y como, aunque que lo hirieron de espada, no le pudo herir ninguno arcabugazo de cuantos le dieron. Y mostrles muchos golpes que llevaba por su cuerpo, y desgarrones en la cabeza y cara, de quando se sali huiendo, diciendoles que aquellos heran halagos de arcabuzes, que le hablan dado sin hacelle una impresin. Que por esto los Moros no lo havia muerto, aunque lo avian desechado, sin querello recoger en Alczar que es la principal tierra de Moros que

    y ay en esta frontera, donde vive el alcayde Bucar, que es el que primero avia recojido en su casa a el dicho Mor avito.

    Yo, entendida esta occasion, aunque pensaba tener que reyr con el Judio y Moros de la simpleza del Moravito y todos los demas, no lo hize, sino de manera que ellos no sintiesen que yo havia tenido aviso de su venida. Les dije que, quando pareci tanta morisma aquel dia, havia pensado que fuese el Xarife, rey de Fez, o otro que, con exercito, viniesen a combatir esta fuerza, hasta que vide la gente como encantada y abrirse estas puertas, sin podellas cerrar, y los tiros que no se podan tirar; que entonces sospeche que era cosa de encantamiento, hasta que Dios lo remedio, que ya estovamos casi perdidos, quando todo resucito; que me dijesen que grande hombre era este, de donde se havia levantado con tanta gente.

    18. Debe referirse a la fortaleza de Torres de Alcal o la ciudad de Vlez al oeste de Melilla en los trminos de la kbila de beni Bufrah.

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  • Ellos creyeron tan de veras que nos haviamos hallado encantados que, salidos de aqu, lo publicaron de tal manera, por toda esta comarca, que, haviendo desechado como hechicero al Moravito, lo recogieron con tanta honra y obediencia, quanta se puede dar a un rey. Y el se ensoverbecio de manera que los hinchio mas de vanidades, y se dio a si propio mas crdito de lo que solia en sus hechicerias. A todos los Moros que despus desto vinieron, di el propio entendimiento, por que llevasen a mas partes la fama, la qual se estendio por la mas parte de Berbera. Y concurrieron otros muchos mo- ravitos y alfaquies a juntarse con estotro y a darle obediencia diciendo que, en sus prophecias, hallavan como este havia de ganar a Melilla, que se havia de perder en este tiempo, y despus a Oran, y pasar a Espaa, y la primera cosa que havia de ganar en ella havia de ser Mlaga; y, con estas, otras cien mil vanidades, con las quales el dicho Moravito confirmava sus dichos. E, queriendo venir algunos Moros a traer rescates de hijos y parientes que tienen aqui, no los consinti, diciendo que presto los sacarla sin nada, y tambin quantos Moros havia cautivos en Espaa. Y con esto hacia algunas cosas de medicina en enfermedades de los Moros, como devia de ser buen erbolario; que los Moros las atribuyen a milagro, y asi contavan mucho del. Hadase tener con grande guardia y veneracin: en su casa, cada dia, venan gentes de diversas partes a dalle la obediencia. El yva poco a poco haciendo rey. Y asi lo dicen algunos Moros que lo havia de ser, que el propio principio tuvo el Xarife, que de escolero que mostrava muchachos, se higo rey de Fez y de otros gran-

    19. En manos espaolas desde 1509.20. La mayora de los moros capturados por los espaoles eran resca

    tados por sus familiares por vituallas o por dinero. El resto quedaba como esclavos en la Plaza.

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  • des Rey nos. Todava se afirmo en negar la ley de Mahorna y que ninguno creyese en el, sino en un solo Dios: y fcilmente los convirti. En mi presencia oy negar a Mahoma a un Moro que se precia de muy entendido en su ley El alcayde Bucar y otros Moros de otras partes vinieron a hablar conmigo, fingiendo que venan a tratar de otros negocios, por entender lo cierto de esto, si era verdad que nos haviamos hallado encantados.

    Y asi el, como los demas, fueron tan creydos, que hizieron ensalgar al Moravito y concurrir mas gente y presentes: que le hadan tanto, que el rey de Fez higo juntar gente, alterado deste nuevo levantamiento, y se apercivi para imbiar contra el, amparando la ley de Mahoma, y hizo prender hasta 500 moravitos y alfaquies, que venan a juntarse con estotro, y cortalles las cavezas a todos o a parte dellos Mas con esto se altero tanto la gente de su reyno, que tuvo por bien suspender la empresa, y el venir contra estotro. Dijeronle que este moravito no se levantava contra el, sino contra los Chris- tianos, y, aunque negava a Mahoma, no negava a Dios, ante deca que, por virtud del y con el apellido de su palabra, havia de destruir los Christianos. Y asi tomo por consejo estarse a la mira, hasta ver si tomara a Melilla como deca por palabras; que si la tomarla, el vernia a dalle obediencia, entendiendo que tambin le poda tomar a Fez y a todos sus costados, y que, si no la tomava, que el inbiaria contra el a destruirle luego. Y asi se estuvo esperando.

    21. Volvemos a indicar, pese a todos los pesares, que negar al Profeta es una blasfemia castigada con la pena de muerte segn el derecho islmico.

    22. El xerife de Fez no haca ms que cumplir la ley al decapitar a los blasfemos y herticos.

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  • En esta coyuntura, llego aqu un navio de Espaa cargado de vituallas. Y dijeronme las espas como lo havia dicho al Moravito y que podia ser que trjese mucha gente y artillera. Dijo que no se le dava nada, que antes quera embiarme a dezir que me aperciviese y hiciese quantos reparos quisiese, que todo lo havia de allanar y tomar. Y les dijo que aquel navio y quantos viniesen de Espaa, el haria que no pudiesen volver ni salir deste puerto. Para esto, despacho luego un Moro con un jarro de barro, dorado por el suelo con un clavo metido, y le mando que, en la mar dentro del agua, aqui junto al puerto, enterrase aquello dentro del arena, que aquello era que para ninguno navio pudiese salir de aqui. Y como yo supe esto por las espas, para confirmarme con su dicho hordene que ni aun las barcas chicas saliesen del puerto; y en conformidad lo decia asi a los Moros que no podan salir quando venan a hablar; y lo creyeron. Como entend el movimiento del rey de Fez contra este, por asegurarme si sacava artillera y otros pertrechos, para dar aviso a Su Magd y a V.E., despache espas diferentes para alia y otras partes, y me asigure que todo era encantamiento y hechiceras, y no otra cosa, y que, para avenir el Moravito con su exercito a la empresa, no se esperava mas de que acabase de sanar de la herida que llevo en el brago; que, por aver de venir a pie, el y todos los demas, le era necesario tener mas fuerga. Y asi tuve espacio para hordenar de hacer algunas cosas con que hazelles el dao que despus se les sigui. Hize alzar tanto las paredes del dicho corral y de la villa vieja que, como he dicho, es fuera de la fortaleza; toda la gente trabajaron y las algaron con tanto regocijo, quando fue menester para que no saliese ninguno que entrase. Y en sus puertas hice un yngenio que no pudiesen levantar, y ordene otras cosas lo mejor que entend que cumplan.

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  • Ya el dicho moravito se havia atrevido a imbiarme a decir lo arriva dicho con un Moro, que me dijo de su parte que me aperciviese quanto pudiese con reparos y gente y ar- tilleria, que, aunque viniese todo el poder de Espaa, no se le dava nada, tanto mas presto seria para el, que todo lo havia de tomar sin pelear contra nosotros, aunque a mi, por la buena fama que havia oydo, me queria hacer buen tratamiento y embiarme en un navio a Espaa con toda mi hazienda y con hasta 60 amigos mios, que yo los trjese sealados y me recgese con ellos en una torre quando entrase, que el me asegurava la vida y a todos los demas, y cumplirla todo lo que

    y decia. Yo, fingiendo tenelle gran miedo, respond al Moro muy a su proposito, rogndote mucho que el, por su partCj y el Alcayde Bucar por la suya, pues eran amigos myos, tratasen algn concierto con el Moravito, para que contentase de no venir a tomarme la plaga, sin que pasase a Oran y a esotras partes que decia, y me dejase en paz, prometiendo de dalle todo lo que yo pudiese. Y el Moro me aconsejo que le diese todos los moros cautivos que tenia aqui y la vandera grande que la gane aquel dia, que era toda su honrra, y le diese a su hijo. Es de entender que, aquel dia destotra empresa, quedo aqui muerto un hijo suyo, y yo les di a entender que lo tenia cautivo. Yo le respond que todo aquello, y mas le darla 100 ongas de plata. Todo esto fue causa que el Moravito se enso- verveciesse mas y todos los Moros, pareciendoles que, pues que yo promet aquello, que ya me renda. Y asi lo apreciaron, antes dieron mas prisa en su venida. Y, viendo que se acerca- va el termino, les fui dando a entender como la gente se me desmayarla y todos estavan esperando que asomasen para salirse de la ciudad y meterse en los navios por ampararse, que, aunque no podan salir del puerto, hadan quenta de concertarse mejor con la merced del Moravito por salvar las vidas. Esto lo dije por la gente que pensaba echar por la mar

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  • para que saltase en tierra, pues que por las puertas de la ciudad no podia hazello aquel dia, por no abrillas. Y asi tube bien concertado y en orden 115 hombres, buena gente y suelta, metidos en las barcas, para que, aquel dia, quando los Moros llegasen, se embarcasen a priesa, como que en confusin, y, huiendose, fuesen la vuelta a nao. Y tuve hasta 30 cavados en parte donde, sin salir por las puertas, saliesen al campo y, juntos con la infantera, se pusiesen debajo de las torres, para si algunos Moros de los desbaratados con el artillera y tiros hechasen por las paredes de la villa vieja; y fue el caso.

    De manera que, dejadas otras cosas y particularidades o parte que, como he dicho, no toca a mi el hazer relacin dellas a V.E., que lunes a los 19 dias deste mes de Junio, que ya, porque el otro suceso fue un dia de savado, y fue mala en el, lo havia mudado de lunes, que vino el dicho mor avito con un campo de morisma. En el numero della podra ser que herrase, porque hacen diferente la muestra que hazemos los Christianos, que caminamos los escuadrones concertados, por orden de hileras, y ellos caminan muy juntos, serrados y sin borden Llegado a la vista desta ciudad algo lejos, hizo como la otra vez apartar todos los Moros que savian hazer la cirimonia de la gala, y quedarse todos los que no savian a la mira. Con estotras, departidos en esquadrones, aunque, como digo, sin orden, vino caminando rivera de la mar. Yo estuve esta vez aca, dentro en la ciudad, diferente orden que en la otra, por conformar nuestras apariencias con

    23. Nueva y prudente afirmacin de Venegas que aseverando ser muchos los moros no cae en la exageracin y en el absurdo de ciertos historiadores, como por ejemplo Estrada, op. cit. Tomo II, pg. 550 que indica: ...con ms de 25.000 moros....

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  • sus vanidades. Hize que el artillera no pareciese asomada a la muralla ni persona ninguna, sino que todos estuviesen encubiertos con sus armas y muchos con banderas en las manos, y en la ciudad no se hiciese humo ninguno, porque pareciese cosa deshabitada, y que todas las mugeres y muchachos saliesen aquel dia, cada una con banderas, morriones en las cabezas, y asi mismo todas encubiertas en la muralla, para parecer encima quando hiciese tocar a el arma. Y las mugeres lo hicieron tambin y sacaron tantas banderas de tantas maneras, y tambin hechas de seda y otras lavares, que creo cierto que una de las cosas que puso espanto a los Moros para su huida y desbarate, fue aquella.

    Viendo yo tan notable vanidad en los Moros, como era dar tantos y mas hombres principales tanto crdito a un encantador, que tan fcilmente avian sujetado sus vidas, primera y segunda vez, a las palabras y locura de un hombre tan bajo, parecime ser cosa de milagro divino, que Dios, nuestro seor, quera hacello, de su santa Fee catholica, para que estos infieles se convirtiesen a ella, viendo la poca impresin que contra ella pueden hazer las vanidades de sus savidurias, hechigos y encantamientos, y reconociesen a la clara que, con el nombre de Jesu Christo se deshazen todas aquellas falsedades. Determine de rezivillos con un crucifijo de la cofrada de la Santa Vera Cruz, que aqu tenemos. Y asi, puestas todas las otras cosas en borden, me con el en un puesto que es encima de un rebelln, que hace travs al foso y puente levadiza de la primera compuerta, y con el ynterprete de la lengua arabiga, que tenia conmigo, ya industriado en la platica que havia de hazer al Moravito y a todos los demas, porque quando ellos llegaran all, ya yo les tenia dentro en la prisin a todos los que huviesen entrado de las puertas de la villa adentro, y que les dijese a el y a ellos la falsedad en que

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  • vivan con sus encantamientos, y les descubriese para que los creyesen como, la otra vez que vinieron, supe como havian de venir y los estuve esperando, y como el no disparar el artillera ni otros tiros todo havia sido fingido y hecho aposta, como presto se lo hara conocer a la clara, si no queran convertirse a nuestra santa fee, exortandoles que se rindiesen y humillasen a aquel santo crucifijo, que es imagen y semejanza de nuestro Dios y seor; y que, si se convertan, no morira ninguno, y si no queran todos quedaran perdidos, porque yo les tenia armados tales cosas, como veran si decan que noqueran 24

    Llegados los moros a la parte del rio cerca de las puertas desta ciudad, hicieron alto. Y pareze ser, segn despus he entendido, que, por temor que tuvo el alcayde Bucar y otros principales, visto que se yvan acercando, uvo alguna confusin entre ellos sobre si pasaran adelante o no. El dicho alcayde Bucar dijo que no era bien venir, porque, sin duda, creya que yo les tenia armados algunos engaos, y que todo quanto les havia dicho eran fingimientos, que el conoca Xristianos por haver estado entre ellos. Ya estovan casi determinados de volverse, y lo estuvo del todo aquel esquadron del Moravito y la gente mas principal que venia en la batalla, quando se levanto una voz y tumulto de otros dos esquadrones de gente que eran de la parte de Levante hacia Tremezen. Estos tenan creydo que el Moravito y el alcayde Bucar y otros particulares andavan por engaados para entrarse ellos en la tierra para algarse con todo el despojo y ganada sin dalles parte a ellos. Esto les havia dado a entender el dicho

    24. El afn de proselitismo cristiano es bien patente y llega a constituir en los espaoles del siglo XVI una continua obsesin.

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  • Judio que havia tratado la platica al principio comigo, que, como hombre tambin codicioso de la ganancia, se perdi con ellos. Estos dos esquadrones se movieron y a priesa se vinieron a la vuelta de las puertas, las quales hallaron aviertas, y entraron corriendo sin parar hasta encima de las compuertas del foso y cabe la puente levadiza, al pie del revelln donde yo estova, esperndolos. Como no podan pasar de alli, hicieron alto con grande grito y alarido que trayan. Yo me asome, y, con el ynterprete de la lengua, procure a vozes todo lo posible que escuchasen. Y, como es gente sin raon y barbara, ni escuchavan ni reconocan que estovan perdidos. Quando vide que ya todo aquel esquadron estova dentro de la villa vieja, entre tanto que entravan los demas que pudiesen caver, porque es plaa que tan Juntos y apretados como ellos vienen cabra 5000 hombres, comenze a descubrir una pieza de artillera que tenia junto a mi. En aquella can era para quitar unas esteras con que estaba cubierta por que ellos no la viesen. Como la vieron, reconoc que tuvieron algn rumor, que se volvan hacia atras.

    Visto esto, por que no se saliese ninguno, toque armas para que dejasen caer el ingenio de la primera puerta. Y, disparando la pieza que estava junto a mi, fue seal para

    25. Esta vez la emocin, la accin, el humo, los tiros, el olor a plvora y la subsiguiente funcin con centenares de cadveres de muslimes le hace calcular a Venegas un nmero exagerado de los que entraron. Nosotros que conocemos sobradamente la plaza del Homabeque, creemos que 2.000 moros son de suyo demasiados para caber en tan pequea y reducida plazuela. Confirma y avala nuestra creencia el Manuscrito del Escorial que tambin fija en 2.000 el nmero de moros que penetraron en el foso del Homabeque. Collados op. cit. f 107 v cif