la luz entre los oceanos - m. l. stedman

1996

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Paisajes inabarcables, estupendos personajes y una desgarradora historia. Ese es el magnífico cóctel que nos ofrece esta estupenda novela que me ha sorprendido muy gratamente. La acción de "La luz entre los océanos" de M.L. Stedman se sitúa en la todavía bastante salvaje costa australiana de principios del siglo XX. Una vez finalizada la I Guerra Mundial Tom Sherbourne, como tantos otros jóvenes que fueron enviados a luchar en aquella cruel guerra, regresa a su país cargado de dolor y culpabilidad por no haber caído junto a tantos otros compañeros que perdieron la vida en el campo de batalla. Busca alejarse de toda su vida anterior, olvidar el infierno vivido y el mejor medio que encuentra para ello es solicitar ocupación en algo tan solitario como el servicio de vigilancia de faros de la Commonwealth. Cuando es destinado al remoto faro de la isla de Janus conocerá a Isabel, la hija del director de la escuela de Point Partageuse, el pueblo costero más cercano a la isla de Janus, una chica alegre y resuelta, a pesar de que soporta la oscura sombra que cayó sobre su casa y sobre sus padres con la muerte de sus dos hermanos varones en la gran guerra. Juntos, Tom e Isabel se embarcan rumbo a la isla como recién casados y cargados de ilusión y un intenso amor con el que se ven capaces de afrontar las duras condiciones de vida y la inmensa soledad de su inhóspito lugar de trabajo.

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  • LA LUZ ENTRE LOSOCANOS

    M. L. STEDMAN

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  • En memoria de mispadres

  • EPRIMERA PARTE

    27 de abril de1926

    l da que ocurri elmilagro, Isabel se

    encontraba arrodillada alborde del acantilado,arreglando la ltima cruz de

  • madera. Una sola nubealgodonosa se deslizabalentamente por el cielo definales de abril, que sedesplegaba por encima dela isla como un reflejo delmar. Isabel ech un pocoms de agua y apison latierra alrededor de la matade romero que acababa deplantar.

    ...y no nos dejes caeren la tentacin, mslbranos del mal susurr.

  • Por un instante lepareci or el llanto de unnio. Desech esa ideaabsurda y se fij en ungrupo de ballenas queavanzaban zigzagueandocosta arriba para parir enaguas ms clidas; de vezen cuando emergan ydaban un aletazo con lacola, como agujas queatravesaran un bordado.Volvi a or el llanto, estavez ms fuerte, llevado por

  • la brisa de la maana. Eraimposible.

    Desde aquel lado de laisla slo se vea unainmensidad que seprolongaba hasta frica. Allel ocano ndico se una conel Antrtico y juntos seextendan como unaalfombra sin bordes bajo losacantilados. En das comoaqul, el mar pareca tanslido que Isabel creaposible viajar hasta

  • Madagascar caminando porun manto de azulininterrumpido. Por el otrolado, la isla miraba,enfurruada, hacia laAustralia continental, quese hallaba a ciento sesentakilmetros de distancia; sinpertenecer del lodo a latierra, pero tampocoindependiente de ella, erala cumbre ms alta de unacadena de montaassubmarinas que se

  • elevaban desde el fondo delocano como dientes a lolargo de una mandbulairregular, dispuesta adevorar cualquier barcoinocente en su ltimo tramohacia el puerto.

    La isla Janus Rock,como si quisiera reparar eldao, tena un faro cuyohaz luminoso proporcionabaun manto de seguridad detreinta millas. Todas lasnoches, el aire se inundaba

  • de la cancin de sulmpara, que giraba ygiraba produciendo unzumbido constante;imparcial, sin culpar a lasrocas, sin temer a las olas:estaba all para ofrecer lasalvacin a quien ladeseara.

    El llanto persista. Seoy cerrarse la puerta delfaro a lo lejos, y la altafigura de Tom apareci enel balcn escudriando la

  • isla con unos prismticos.Izzy! llam. Un

    bote! Y seal la cala.En la playa! Un bote!

    Tom desapareci, y alcabo de un momento Isabello vio abajo.

    Creo que hay alguiendentro! grit.

    Isabel fue a suencuentro tan deprisa comopudo; l la cogi del brazo yjuntos descendieron por el

  • sendero empinado yerosionado hasta lapequea playa.

    S, es un bote confirm Tom. Y... cielos!Dentro hay un hombre,pero...

    La figura estabainmvil, desplomada sobreel asiento, y sin embargosegua oyndose aquelllanto. Tom corri hasta elbote e intent reanimar alhombre antes de mirar en

  • la proa, de donde provenael sonido. Luego levant unfardo de lana: dentro habaun beb que llorabaenvuelto en una suaverebeca de mujer azullavanda.

    Cielos! exclam.Cielos, Izzy! Es...

    Un beb! Dios mode mi alma! Ay, Tom!Tom! Dmelo!

    l le pas el fardo e

  • intent de nuevo reanimaral desconocido, pero notena pulso. Se volvi haciaIsabel, que examinaba aaquel ser diminuto.

    Est muerto, Izz. Yel beb?

    Est bien, creo. Notiene cortes ni moretones.Qu pequeo es! Abrazal beb. Ya, ya. Ahoraests a salvo, pequeo.Ests a salvo, preciosidad.

  • Tom contemplaba elcadver del hombre;cerraba los ojos, apretabalos prpados y volva aabrirlos para comprobar queno estaba soando. El bebhaba dejado de llorar yrespiraba a bocanadas enbrazos de Isabel.

    No le veo heridas ytampoco parece enfermo.No puede haber estadomucho tiempo a la deriva.Es increble. Hizo una

  • pausa. Lleva al beb a lacasa, Izz, mientras buscoalgo con que tapar elcadver.

    Pero Tom...Nos costara mucho

    subirlo por el sendero. Esmejor dejarlo aqu hastaque manden ayuda. Pero noquiero que se llene depjaros ni de moscas. En elcobertizo hay una lona queservir. Hablaba concalma, pero tena las manos

  • y la cara heladas, yantiguas sombrasenturbiaron el relucientesol de otoo.

    Janus Rock tena una

    extensin de algo ms dedos kilmetros cuadrados,con suficiente hierba paraalimentar a unas pocasovejas y cabras y unpuado de gallinas, ysuficiente capa de tierrapara cultivar un

  • rudimentario huerto. Slohaba dos rboles: dos altospinos de Norfolk plantadospor los obreros de PointPartageuse que habanconstruido la estacintreinta aos atrs, en 1889.Unas cuantas tumbas viejasrecordaban un naufragiomuy anterior a esa fecha,cuando el Pride ofBirmingham embarranc enaquellas rocas rapaces aplena luz del da. Ms tarde

  • haban transportado elequipo luminoso desdeInglaterra en un barcosimilar; llevaba con orgullola marca ChanceBrothers, lo quegarantizaba que era obra dela tecnologa ms avanzadade su poca: se podamontar en cualquier sitio,por inhspito o de difcilacceso que fuera.

    Las corrientesarrastraban todo tipo de

  • cosas: desechosarremolinados como sihubieran quedadoatrapados entre dos hlices;restos de naufragios, cajasde embalaje, huesos deballena. Las cosas aparecancuando y como les venabien. El faro se asentabafirmemente en medio de laisla; la casa del farero y losedificios anexos seapiaban junto a la torre,como acobardados tras

  • soportar durante dcadas elazote de vientosimplacables.

    Isabel estaba sentada ala vieja mesa de la cocinacon el beb en brazos,envuelto en una mantaamarilla y aterciopelada.Tom se limpimeticulosamente las botasen el felpudo antes deentrar y apoy una manocallosa en el hombro de sumujer.

  • Ya he tapado a esepobre diablo. Cmo est elpequeo?

    Es una nia anunciIsabel con una sonrisa. Lahe baado. Parece sana.

    El beb volvi susgrandes ojos hacia l,pendiente de su mirada.

    Qu pensar ella detodo esto? se preguntTom en voz alta.

    Y le he dado un poco

  • de leche, verdad, preciosa?dijo Isabel con voz tierna. Ay, es tan perfecta,Tom! Bes a la cra.Sabe Dios lo que habrllegado a sufrir.

    Tom cogi una botellade brandy del armario depino y se sirvi un poco. Selo bebi de un trago. Sesent al lado de su mujer yse qued mirando losjuegos de la luz en su caramientras ella contemplaba

  • el tesoro que tena en losbrazos. La nia segua cadamovimiento de sus ojos,como si Isabel pudieraescaparse si no la retenacon la mirada.

    Ay, pequea canturre mientras la niase acurrucaba contra supecho, pobrecita, tanpequea.

    Tom se percat de quesu mujer estabaconteniendo las lgrimas; el

  • recuerdo de una presenciainvisible flotaba suspendidoen el aire entre ambos.

    Le gustas coment.Y agreg, casi como para s: Me hace pensar en cmopodran haber sido lascosas. Y se apresur aaadir: No me refiero a...O sea, que pareces nacidapara esto. Le acarici lamejilla.

    Isabel alz la miradahacia l.

  • Ya lo s, cario. Ya sa qu te refieres. Yo sientolo mismo.

    Tom abraz a su mujery a la nia. A Isabel le llegel olor a brandy de sualiento.

    Gracias a Dios lahemos encontrado atiempo, Tom murmur.

    l la bes y luego rozla frente de la nia con loslabios. Se quedaron los tres

  • as un rato, hasta que lapequea empez aretorcerse y sac un puode la manta.

    Bueno. Tom selevant y se desperez.Voy a telegrafiar parainformar de todo; tendrnque enviar la barca arecoger el cadver. Y a estaseorita.

    Todava no! saltIsabel mientras leacariciaba los dedos al beb

  • . No hay prisa, no esnecesario que lo hagasahora mismo. Ese pobrehombre ya no va a ponersepeor. Y esta cosita ya hanavegado suficiente demomento, dira yo. Esperaun poco. Deja que serecupere.

    Tardarn horas enllegar. La nia est bien. Yala has tranquilizado,pobrecilla.

    Pero espera. Al fin y

  • al cabo, qu ms da?Tengo que registrarlo

    todo en el cuaderno deservicio, cario. Ya sabesque debo informar de todoinmediatamente razonTom, cuyas obligacionesincluan anotar cualquiersuceso relevante ocurridoen la estacin o cerca deella, desde el paso decualquier embarcacin y lascondiciones climatolgicashasta los eventuales

  • problemas con el equipoluminoso.

    Hazlo por la maana,s bueno.

    Pero y si ese bote esde un barco?

    Es un simple bote, noun bote salvavidas replicella.

    Entonces,seguramente el beb tieneuna madre que lo espera enla costa y que ahora mismo

  • est desesperada. Cmo tesentiras si la nia fueratuya?

    Ya has visto larebeca. La madre debe dehaberse cado del bote y sehabr ahogado.

    No sabemos nada dela madre, corazn. Ni quinera ese hombre.

    Es la explicacin mslgica, no crees? Los bebsno abandonan a sus padres.

  • Pueden haber pasadomuchas cosas, Izzy.Nosotros no sabemos nada.

    Cundo has odo queuna cra tan pequea semarche en un bote sin sumadre? Apret un pocoms a la cra contra supecho.

    Esto es grave. Elhombre est muerto, Izz.

    Y la nia est viva.Ten compasin, Tom.

  • Su mujer lo conmoviy, en lugar de limitarse acontradecirla, hizo unapausa y consider susplica. Tal vez Isabelnecesitara estar un tiempocon un beb. Tal vez l ledebiera eso. Se produjo unsilencio, y ella mir a sumarido rogndole sinpalabras.

    Supongo que comomximo... concedi; lecostaba articular las

  • palabras podra...telegrafiar maana por lamaana. Pero a primerahora. En cuanto apague elfaro.

    Isabel lo bes y leapret el brazo.

    Ahora tengo quevolver a la cmara deiluminacin dijo l.Estaba cambiando el tubodel vapor.

    De camino por el

  • sendero, oy la armoniosavoz de Isabel cantando:Blow the wind southerly,southerly, southerly, blowthe wind south o'er thebonnie blue sea. Aunqueera una meloda agradable,no consigui reconfortarlomientras suba la escalerade la torre y se sustraa alextrao desasosiego que leproduca la concesin queacababa de hacer.

  • -S

    1

    16 de diciembrede 1918

    , me doy cuenta dijoTom Sherbourne.

    Estaba sentado en unahabitacin espartana. Elcalor era casi tan sofocante

  • dentro como fuera; la lluviaveraniega de Sidneytamborileaba en la ventanay obligaba a los transentesa correr a guarecerse.

    Pero muy duro, te loaseguro. El hombresentado al otro lado de lamesa se inclin haciadelante para enfatizar suspalabras. No es ningunabroma. No digo que ByronBay sea el peor destino delDepartamento de Puertos y

  • Faros, pero quieroasegurarme de que sabesdnde te metes. Apret eltabaco con la yema delpulgar y encendi la pipa.

    La solicitud de Tomrevelaba un pasado similaral de numerosos hombresde su generacin: nacido el28 de septiembre de 1893;excombatiente; experienciacon el Cdigo Internacionaly el Cdigo Morse; sano yen forma; hoja de servicios

  • impecable. Las normasestipulaban que deba darsepreferencia a los jvenesque regresaban del frente.

    No puede... Tom seinterrumpi y volvi aempezar: Con el debidorespeto, seor Coughlan, nopuede ser ms duro que elfrente occidental.

    El hombre reley losdetalles de la hoja deservicios; luego mir a Tomy busc algo en sus ojos, en

  • su cara.No, hijo. En eso

    seguramente tienes razn.Recit algunascondiciones: Tendrs quepagarte de tu bolsillo elpasaje a todos los destinos.Sers un interino, de modoque no tendrs vacaciones.El personal permanentetiene un mes de permiso alfinal de cada contrato detres aos. Cogi unagruesa pluma y firm el

  • impreso que tena delante.Mientras mojaba el sello enel tampn, dijo:Bienvenido al Servicio deFaros de la Commonwealth.Y estamp el sello en tressitios de la hoja. La tintahmeda de la fecha, 16 dediciembre de 1918, brill enel impreso.

    El destino de seis meses

    en Byron Bay, en la costade Nueva Gales del Sur,

  • con otros dos fareros y susfamilias, ense a Tom losfundamentos de la vida enel Departamento de Puertosy Faros. Despus de esopas otro perodo enMaatsuyker, una islaagreste al sur de Tasmania,donde llova casi todos losdas del ao y donde,cuando haba tormenta, elviento arrastraba lasgallinas hasta el mar.

    En el Departamento de

  • Puertos y Faros, TomSherbourne tuvo muchotiempo para pensar en laguerra. En las caras y vocesde los chicos que habanestado a su lado y le habansalvado la vida de unaforma u otra; en aquelloscuyas ltimas palabrashaba odo, y en otros cuyosgruidos no habaconseguido descifrar, pero alos que haba tranquilizadoasintiendo con la cabeza.

  • Tom no acab comoaquellos soldados quellevaban una piernacolgando de los tendones,ni como aquellos a los quese les salan las tripas igualque anguilas escurridizas.Ni como aquellos a los queel gas mostaza dejaba lospulmones como elpegamento o el cerebrohecho papilla. Pero ltambin haba quedadomarcado, tena que vivir en

  • la misma piel que unhombre que haba hecho lascosas que haba que haceren la guerra. Llevaba esaotra sombra que seproyectaba hacia dentro.

    Intentaba no pensardemasiado en ello: habavisto a muchos hombresacabar destrozados porpensar demasiado. Por esosegua adelante y evitabalos bordes de esa cosa parala que no tena nombre.

  • Cuando soaba con aquellostiempos, el Tom que losestaba viviendo, el Tom queestaba all con las manosmanchadas de sangre, eraun nio de unos ocho aos.Era ese nio pequeo elque se enfrentaba ahombres armados confusiles y bayonetas,preocupado porque se lehaban resbalado loscalcetines del uniformeescolar y no poda

  • subrselos porque para esotendra que bajar el arma, yapenas tena fuerza parasostenerla. Y no encontrabaa su madre por ningunaparte.

    Entonces se despertabay se encontraba en un sitiodonde slo haba viento,olas y luz. Y la intrincadamaquinaria que mantena lafuente luminosa encendiday la ptica girando. Girandosin parar, mirando siempre

  • a lo lejos.Saba que, si consegua

    alejarse lo suficiente de lagente, de los recuerdos,el tiempo se encargara detodo.

    A miles de kilmetros,

    en la costa occidental,Janus Rock era el punto delcontinente ms alejado dela ciudad donde Tom habapasado su infancia, Sidney.

  • Asimismo, el faro de Janusera lo ltimo de Australiaque l haba visto cuandosu transporte de tropasnavegaba rumbo a Egiptoen 1915. A lo largo devarias millas el vientoarrastraba el olor de loseucaliptos desde la costa deAlbany, y cuando seextingui ese olor, depronto Tom sintiprofundamente la prdidade algo que ignoraba que

  • fuese a aorar. Y entonces,horas ms tarde, apareciante su vista aquella luz fiely constante que destellabaa intervalos de cincosegundos (el ltimo atisbode su patria), y conservese recuerdo durante losaos infernales quesiguieron, como un beso dedespedida. En junio de1920, cuando se enter deque haba que cubrirurgentemente una vacante

  • en Janus, fue como si aquelfaro lo estuviera llamando.

    Janus, al borde de laplataforma continental, noera un destino atractivo. Sibien su Primer Grado en lacategora de dificultadsignificaba un salarioligeramente ms elevado,los veteranos afirmabanque la retribucin, que detodos modos era exigua, nocompensaba. El farero alque Tom sustituy en Janus

  • era Trimble Docherty; habacausado un gran revuelo alinformar de que su mujerhaca seales a los barcosque pasaban, colgandomensajes con las banderasde colores del CdigoInternacional. Para lasautoridades, esainformacin resultabaespinosa por dos motivos:en primer lugar, porque elsubdirector delDepartamento de Puertos y

  • Faros haba prohibido aosatrs que se hicieranseales con banderas desdeJanus, ya que los barcos seponan en peligro alacercarse a la isla paradescifrarlas; y segundo,porque la mujer en cuestinhaba muertorecientemente.

    El asunto gener unvolumen decorrespondenciaconsiderable, por triplicado,

  • entre Fremantle yMelbourne; el subdirector,desde Fremantle, defendaa Docherty aduciendo susaos de excelente servicioante una centralpreocupada estrictamentepor la eficacia, los costes yla obediencia a las normas.Llegaron al acuerdo de quecontrataran a un farerotemporal y daran aDocherty una baja porenfermedad de seis meses.

  • En circunstanciasnormales no enviaramos aun hombre soltero a Janus.Es un lugar muy remoto, yuna esposa y una familiaresultan de gran ayuda enla prctica, y no slo comoconsuelo le haba dicho aTom el oficial de zona.Pero teniendo en cuentaque slo es un destinoprovisional... Partir paraPartageuse dentro de dosdas aadi, y le firm el

  • contrato de seis meses. No haba gran cosa que

    organizar. Nadie de quiendespedirse. Dos das mstarde, Tom recorri lapasarela del barco, provistode un petate y poco ms. ElS S Prometheus, quenavegaba sin alejarsemucho de la costameridional de Australia, sedetuvo en varios puertos enel trayecto de Sidney a

  • Perth. Los pocos camarotesreservados para pasajerosde primera clase seencontraban en la cubiertasuperior, hacia la proa. Tomcomparta un camarote detercera con un ancianomarinero. Llevo cincuentaaos haciendo estetrayecto, no se atreveran apedirme que pagara elpasaje. Mala suerte, yasabes, le haba dicho elhombre alegremente, y

  • luego volvi a dedicar suatencin a la botella de ronde alta graduacin con queestaba entretenido. Parahuir de los vapores etlicos,durante el da Tom paseabapor la cubierta. Por lasnoches sola haber unapartida de cartas en labodega.

    Se poda saber a simple

    vista quin haba estado enel frente y quin haba

  • pasado la guerra sentadoen su casa. Era algo queuno ola. Los hombressolan relacionarse con losde su clase. Estar en lasentraas del barco les traarecuerdos de lostransportes de tropas quelos haban llevado primeroa Oriente Medio y luego aFrancia. Momentos despusde embarcar ya habandeducido, casi por instintoanimal, quin era oficial y

  • quin tena rango inferior, ydnde haba estado cadauno.

    Todos se concentrabanen buscar un poco dedistraccin para animar elviaje, como haban hechoen los transportes detropas. El juego quepracticaban no era nuevo:ganaba el primero queconsegua una prenda de unpasajero de primera clase.Pero no serva cualquier

  • prenda: tenan que serunas bragas de mujer. Eldinero del premio se doblasi la dama las lleva puestasen el momento del hurto.

    El cabecilla, un talMcGowan, con bigote yunos dedos que losWoodbines haban vueltoamarillentos, dijo que habaestado hablando de la listade pasajeros con uncamarero: la seleccinestaba limitada. Haba diez

  • camarotes en total. Unabogado y su esposa (asos era mejor dejarlos enpaz), varias parejas deancianos, un par desolteronas (prometedoras)y, lo mejor de todo, la hijade un ricachn que viajabasola.

    Creo que podramostrepar por un lado ycolarnos por el ojo de bueyanunci. Quin seapunta?

  • El peligro de la empresano sorprendi a Tom. Habaodo innumerables historiascomo aqulla desde suregreso. Haba hombres quearriesgaban la vida por uncapricho: saltaban lasbarreras de los pasos anivel justo antes de quepasara el tren, o nadabanen aguas turbulentas slopara comprobar si erancapaces de salir de ellas.Muchos hombres que se

  • haban librado de la muerteen el frente parecan ahoraadictos a su atractivo. Comofuera, ahora ya eran muydueos de hacer lo quequisieran. Seguramenteslo eran fanfarronadas.

    La noche siguiente, una

    noche en que las pesadillasfueron ms desagradablesde lo habitual, Tom decidihuir de ellas paseando porla cubierta. Eran las dos de

  • la madrugada. A esa horapoda deambular por dondequisiera, as que se puso acaminar metdicamente,observando la estela que laluna dejaba en el agua.Subi a la cubierta superiorsujetndose al pasamano dela escalera paracontrarrestar la suaveoscilacin del barco, y separ un momento al llegararriba, disfrutando de lafresca brisa y las estrellas

  • que colmaban la noche.Con el rabillo del ojo vio

    encenderse una luz tenueen un camarote. Tambin alos pasajeros de primeraclase les costaba dormir aveces, pens. Pero depronto se le despert unaespecie de sexto sentido,ese instinto familiar einexplicable para detectarproblemas. Se acerc consigilo al camarote y mirpor el ojo de buey.

  • En la penumbra vio auna mujer pegada a lapared, inmovilizada a pesarde que el hombre que tenadelante no llegaba atocarla. l tena la cara aslo un par de centmetrosy la miraba con lascivia,una mirada que Tomconoca muy bien. Habavisto al tipo en la bodega, yse acord del premio.Malditos imbciles.Accion el picaporte y la

  • puerta se abri.Djala en paz dijo

    al entrar en el camarote.Habl con calma, pero enun tono que no admitadiscusin.

    El hombre se volvi ysonri al reconocer a Tom.

    Vaya! Crea queeras un camarero! chameuna mano, iba a...

    He dicho que la dejesen paz! Lrgate ahora

  • mismo.Pero si no he

    terminado. Iba a alegrarlela noche. Apestaba aalcohol y tabaco rancio.

    Tom le puso una manoen el hombro y se lo aprettan fuerte que el hombregrit. Era un palmo msbajo que l, pero aun asintent darle un puetazo.Tom le agarr la mueca yse la retorci.

  • Nombre y rango!McKenzie. Soldado

    raso. Tres dos siete siete. El nmero, que Tom nohaba pedido, fue un actoreflejo.

    Soldado, disclpeseinmediatamente ante estadama y vuelva a su litera. Yno quiero volver a ver sucara en cubierta hasta quehayamos atracado,entendido?

  • S, seor! Se volvihacia la mujer. Le pidodisculpas, seorita. Nopretenda hacerle ningndao.

    La mujer, que estabaaterrorizada, asintilevemente.

    Y ahora, fuera! grit Tom, y el hombre,desinflado yrepentinamente sobrio,sali del camarotearrastrando los pies.

  • Entonces, volvindose, Tompregunt a la mujer:Est usted bien?

    Creo... que s.Le ha hecho dao?No, no me ha... Se

    lo deca a l, pero tambina s misma. No ha llegadoa tocarme.

    Se fij en la cara de lamujer; sus ojos, grises, yano reflejaban tantaangustia. El pelo, oscuro y

  • suelto, formaba ondas quele cubran los hombros, ytodava se cea el camisnal cuello con las manosapretadas. Tom cogi unabata de un gancho de lapared y se la ech sobre loshombros.

    Gracias dijo lamujer.

    Se habr llevado unsusto de muerte. Mucho metemo que algunos denosotros hemos perdido el

  • hbito de la compaacivilizada.

    Ella no dijo nada.Ese hombre no

    volver a molestarla. Recogi una silla que sehaba volcado. Ya decidirsi quiere denunciarlo,seorita. Supongo que estun poco trastornado.

    La mujer lo interrogcon la mirada.

    Muchos vuelven de

  • all cambiados aadi Tom. Para algunos, ya no haytanta diferencia entre elbien y el mal. Se diomedia vuelta y sali, perovolvi a asomar la cabezapor la puerta. Est en suderecho de denunciarlo sias lo decide. Pero supongoque ese hombre ya hatenido bastantes problemas.Ya se lo he dicho, usteddecide insisti, y semarch.

  • P2

    oint Partageuse debasu nombre a los

    exploradores franceses quetrazaron el mapa del cabodel extremo sudoeste delcontinente australiano,mucho antes de queempezara la carrera de losbritnicos para colonizar eloeste, en 1826. Desde

  • entonces, haban idotrasladndose colonos haciael norte desde Albany yhacia el sur desde la coloniaSwan River, reclamando losbosques vrgenes quepoblaban los cientos dekilmetros que separabanesas dos poblaciones. Setalaron rboles altos comoca t e d r a l e s con sierrasmanuales para obtenertierras de pastoreo; unosindividuos pertinaces de tez

  • plida, ayudados porcaballos de tiro, abrieroncarreteras esculidas,centmetro a centmetro, amedida que aquella tierra,donde hasta entonces elhombre nunca haba dejadosu huella, era excoriada yquemada, trasladada a losmapas, medida y cedida aaquellos dispuestos aprobar suerte en unhemisferio que quiz lestrajera desesperacin y

  • muerte, o una fortuna comojams haban soado.

    La comunidad dePartageuse haba idoamontonndose all como elpolvo arrastrado por elviento y se haba asentadoen aquel lugar donde sejuntaban dos ocanos,porque haba agua dulce,un puerto natural y buenatierra. El puerto no podacompararse con el deAlbany, pero resultaba

  • cmodo para los lugareosque enviaban por barcomadera para construccin,sndalo o ganado vacuno.Surgieron pequeosnegocios que se aferrabancomo los lquenes a unapared de roca, y el pueblocontaba con una escuela,diversas iglesias condiferentes himnos yarquitecturas, unas pocascasas macizas de ladrillo ypiedra, y muchas ms de

  • madera y planchas de zinc.Poco a poco aparecieronvarias tiendas, unayuntamiento y hasta unaoficina inmobiliariaDalgety's. Y pubs. Muchospubs.

    Durante los primeros

    aos, en Partageuse todoscrean, aunque nadie lodijera, que las cosasimportantes siempresucedan en otro sitio. Las

  • noticias del mundo exteriorllegaban muy espaciadas,como las gotas de lluvia quecaen de los rboles: un datoaqu, un rumor all. En1890, cuando lleg la lneadel telgrafo, las cosas seaceleraron un poco, y algntiempo despus unos pocosvecinos dispusieron detelfono. En 1899 el puebloincluso haba enviadosoldados al Transvaal,donde haban perecido unos

  • cuantos, pero en general lavida en Partageuse era msbien una atraccinsecundaria, donde no podapasar nada demasiado maloni demasiado maravilloso.

    Por supuesto, en eloeste haba otros pueblosque haban tenidoexperiencias muydiferentes: Kalgoorlie, porejemplo, varios cientos dekilmetros hacia el interior,tena ros de oro

  • subterrneos bajo eldesierto. All los hombresdeambulaban con unacarretilla y una batea deoro y conducan unautomvil pagado con unapepita del tamao de ungato, en un pueblo dondehaba calles que, no deltodo irnicamente, llevabannombres como Creso. Elmundo quera lo que tenaKalgoorlie. Las ofrendas dePartageuse, su madera y su

  • sndalo, eran bagatelas: nopodan compararse con loque ofreca la ostentosaKal.

    Pero la situacin cambien 1914, cuandoPartageuse descubri quetambin tena algo que elmundo necesitaba:hombres. Hombres jvenes.Hombres sanos. Hombresque llevaban toda la vidamanejando un hacha omanejando un arado y

  • trabajando de sol a sol.Hombres excelentes paraser sacrificados en losaltares tcticos de otrohemisferio.

    El ao 1914 slo trajobanderas y cuero que ola anuevo en los uniformes.Hasta un ao ms tarde noempez a notarse ningunadiferencia o sea, que talvez aquello no fuera unaatraccin secundaria,cuando en lugar de ver

  • llegar a sus adorados yrobustos hijos y maridos,las mujeres empezaron aver llegar telegramas.Papeles que caan de lasmanos atnitas y que sellevaba un viento afiladocomo un cuchillo, que tedecan que el nio al quehabas amamantado,baado, regaado y por elque habas llorado estaba...bueno, no estaba.Partageuse se uni al resto

  • del mundo tarde y tras unparto doloroso.

    Perder a un hijosiempre haba sido algo porlo que las familias tenanque pasar, desde luego.Nunca haba habidoninguna garanta de que laconcepcin fuera a darlugar a un nacimiento, ni deque un nacimiento fuera elinicio de una vida muyprolongada. La naturalezaslo dejaba que los sanos y

  • los afortunadoscompartieran aquel parasoen ciernes. Bastaba conmirar dentro de la cubiertade la Biblia de cualquierfamilia para hacerse unaidea. Los cementeriostambin eran testimonio delos pequeos cuyas voces,por culpa de una mordedurade serpiente, una fiebre ouna cada desde uncarromato, haban acabadosucumbiendo a las splicas

  • de sus madres, que lessusurraban Chsss, chsss,chiquitn. Los nios quesobrevivan seacostumbraban a la nuevaforma de poner la mesa,con un plato menos, igualque se acostumbraban aapretarse ms en el bancocuando llegaba otrohermano. Como los camposde trigo donde se plantams grano del que puedemadurar, pareca que Dios

  • esparciera ms hijos de lacuenta y los cosechara deacuerdo con algncalendario divino eindescifrable. El cementeriodel pueblo siempre lo habaregistrado fidedignamente,y sus lpidas, algunasinclinadas como dientessueltos y sucios, relatabanhistorias de vidasinterrumpidas antes detiempo por la gripe, unahogamiento, la mala cada

  • de un tronco o incluso porun rayo. Pero en 1915empez a mentir. Moranmuchos nios y hombrespor todo el distrito, y sinembargo los cementerios nodecan nada.

    Los cadveres de losms jvenes yacan en elbarro muy lejos de all. Lasautoridades hacan lo quepodan: cuando lo permitanlas condiciones y loscombates, se excavaban

  • tumbas; cuando era posiblejuntar unas cuantasextremidades e identificar adeterminado soldado, no seescatimaban esfuerzos y selo enterraba con algoparecido a un funeral. Sellevaban registros. Mstarde se tomaronfotografas de las tumbas, ypor dos libras, un cheln yseis peniques, una familiapoda comprar una placaconmemorativa oficial. Y

  • ms tarde an, empezarona surgir los monumentos enmemoria de los cados, queno hacan hincapi en laprdida, sino en lo que sehaba ganado con laprdida, y en lo bueno queera salir victorioso.Victorioso y muerto mascullaban algunos. saes una victoria muy pobre.

    Sin los hombres, el

    pueblo estaba lleno de

  • agujeros, como un quesosuizo. No exista el serviciomilitar obligatorio, as quenadie los haba forzado a ira luchar.

    La broma ms cruel erala que tenan que soportaraquellos a quienes todosllamaban afortunadosporque haban regresado;los esperaban los niosacicalados para darles labienvenida, y el perro conuna cinta atada al collar

  • para que pudiera unirse a lafiesta. El perro era casisiempre el primero en notarque pasaba algo. No sloque al muchacho le faltabaun ojo o una pierna; msbien que estaba ido engeneral, desaparecido encombate aunque no sehubiera perdido su cuerpo.Billy Wishart, de Sadler'sMill, por ejemplo: tres hijosy la mejor esposa que unhombre pudiera soar;

  • vctima del gas, ya nopuede sujetar la cuchara yllevrsela a la boca sinsalpicar la mesa de sopa. Letiemblan tanto las manosque no puede abrocharselos botones. Por la noche,cuando se queda a solascon su esposa, no se quitala ropa; se aovilla en lacama y llora. O el jovenSam Dowsett, quesobrevivi al primerdesembarco de Gallpoli

  • slo para perder ambosbrazos y media cara enBullecourt. Su madre,viuda, se pasa las nochesen vela pensando quincuidar de su hijito cuandoella no est. Ahora ningunachica del distrito sera tantonta como para casarsecon l. Un queso suizo conagujeros. Le falta algo.

    Durante mucho tiempo,la gente tena la expresinde desconcierto de los

  • jugadores de un juego alque de pronto se le cambianlas reglas. Se esforzabanpor consolarse pensandoque los chicos no habanmuerto en vano: habanformado parte de una luchamagnfica por el bien. Yhaba momentos en queconseguan crerselo ycontener el alarido furioso ydesesperado que queraascender araando susgargantas.

  • Despus de la guerra, la

    gente intentaba serindulgente con los hombresque haban vuelto y sehaban aficionado a labebida o las peleas, o conlos que no conseguanconservar un empleo msde unos das. La actividadcomercial del pueblo senormaliz, ms o menos.Kelly segua llevando latienda de comestibles. El

  • carnicero segua siendo elviejo Len Bradshaw, aunqueLen hijo estaba ansioso porrelevarlo: se notaba porcmo ocupaba ms espaciodel que deba, invadiendo eltrozo de mostrador de supadre, cuando se inclinabapara coger una chuleta o unmorro de cerdo. La seoraInkpen (nadie saba sunombre de pila, aunque suhermana la llamaba Popsyen privado) se hizo cargo

  • de la herrera despus deque su esposo, Mack, noregresara de Gallpoli. Tenaun rostro tan duro como lasherraduras que los chicosclavaban en los cascos delos caballos, a juego con elcorazn. Los hombres quetrabajaban para ella eranunos gigantones, y todo eraS, seora Inkpen. No,seora Inkpen. Tres bolsasllenas, seora Inkpen, apesar de que cualquiera de

  • ellos habra podidolevantarla con un solo dedo.

    La gente saba a quinpoda fiar y a quin eramejor pedirle que pagarapor adelantado; a quincreer cuando regresaba conalgn artculo pidiendo queles devolviera el dinero. Lamercera Mouchemore'svenda sobre todo enNavidad y Pascua, aunqueantes del invierno tambinvendan mucha lana para

  • calceta. Adems, lasprendas ntimas de seorales dejaban un buenbeneficio. LarryMouchemore se atusaba lasguas del bigote mientrascorrega las malaspronunciaciones de suapellido (se pronunciamuch, no mauch), y viocon miedo y rabia cmo a laseora Thurkle se le metaentre ceja y ceja abrir unapeletera en la puerta de al

  • lado. Una peletera? EnPoint Partageuse? Porfavor! Cuando el nuevoestablecimiento tuvo quecerrar, seis meses mstarde, Mouchemore sonribenvolamente y comprtodas las existencias en unacto caritativo de buenvecino, y se las vendi conun beneficio considerable alcapitn de un vapor quezarpaba para Canad, quienle asegur que all la gente

  • se mataba por aquellosartculos.

    As que, hacia 1920,Partageuse tena la mezclade orgullo vacilante yexperiencia amarga y duraque caracterizaba a todoslos pueblos de AustraliaOccidental. En medio delpequeo parque que habacerca de la calle principal sealzaba el nuevo obelisco degranito con los nombres delos hombres y los chicos,

  • algunos de slo diecisisaos, que ya no volveranpara arar los campos o talarlos rboles, o que noterminaran sus estudios,aunque haba muchos en elpueblo que todavacontenan la respiracin yconfiaban en volver a verlosalgn da. Poco a poco lasvidas volvieron aentrecruzarse para formaruna especie de tejidoprctico en el que cada hilo

  • se cruzaba una y otra vezcon los otros en la escuela,el trabajo y el matrimonio,bordando relacionesinvisibles para losforasteros.

    Y Janus Rock, a la quela barca de avituallamientoslo llegaba cuatro veces alao, colgaba del borde deese tejido como un botnsuelto que fcilmente podacaer en la Antrtida.

  • El largo y estrechoembarcadero de PointPartageuse estaba hecho dela misma madera dejarrahque llenaba las vagonetasque lo recorran paracargarla en los barcos. Laamplia baha sobre cuyasorillas haba crecido elpueblo era color turquesa, yel da que atrac en ella elbarco de Tom reluca comoun cristal recin lustrado.

    Los hombres iban y

  • venan, cargando ydescargando, levantandocajas y lidiando con supeso; de vez en cuandolanzaban un grito o unsilbido. En la orilla segua elajetreo: la gente circulabacon aire decidido a pie, acaballo o en calesa.

    La nica excepcin aesa exhibicin de diligenciaera una joven que echabapan a una bandada degaviotas. Rea cada vez que

  • lanzaba un mendrugo enuna direccin diferente, yobservaba a los pjaros,que rean y chillaban,ansiosos por obtener supremio. Una gaviota atrapun trozo en pleno vuelo, selo trag y descendi enbusca de otro, lo que hizoque la muchacha riera acarcajadas.

    Haca aos que Tom nooa una risa sin aspereza niamargura. Era una soleada

  • tarde de invierno y demomento no tena ningnsitio adonde ir ni nada quehacer. Faltaba un par dedas para que lo enviaran aJanus, una vez que hubieravisto a las personas quenecesitaba ver y firmado losformularios que necesitabafirmar. Pero de momento nohaba cuadernos de serviciodonde anotar nada, niprismas que limpiar congamuza, ni depsitos de

  • combustible que llenar. Yall haba alguien quesencillamente se diverta.De pronto aquella escenapareca una prueba slidade que la guerra habaterminado. Se sent en unbanco cerca delembarcadero y dej que elsol le acariciara la caramientras observaba a lachica y cmo sus rizososcuros giraban como unared lanzada al viento.

  • Sigui la trayectoria de susdelicados dedos, quetrazaban siluetas contra elcielo azul. Tard un rato endarse cuenta de que eragraciosa, y un rato ms enque seguramente tambinhermosa.

    Por qu sonres? legrit la chica, pillandodesprevenido a Tom.

    Perdn. Not que sesonrojaba.

  • Nunca pidas perdnpor sonrer! exclam ellacon un extrao deje detristeza. Entonces su rostrose ilumin. T no eres dePartageuse.

    No.Yo s. He vivido aqu

    toda la vida. Quieres unpoco de pan?

    No, gracias. No tengohambre.

    No es para ti, tonto!

  • Es para que se lo des a lasgaviotas.

    Le lanz un mendrugo.Un ao atrs, quiz inclusoel da anterior, Tom habradeclinado la invitacin y sehabra marchado.

    Pero de pronto, lacalidez, la libertad y lasonrisa, y algo ms que nohabra sabido nombrar, lehicieron aceptar elofrecimiento.

  • Apuesto a que vienenms a m que a ti lo retella.

    Acepto la apuesta.Vamos! Y

    empezaron a lanzar trocitosde pan hacia arriba o conefecto, agachndose cuandolas gaviotas chillaban, selanzaban en picado yagitaban las alas paraapartarse unas a otras.

    Al final, cuando se

  • termin todo el pan, Tom,riendo, pregunt:

    Quin ha ganado?Oh! No me he fijado.

    La chica se encogi dehombros. Digamos quehemos empatado.

    Me parece bien concedi l; se puso elsombrero y recogi supetate. Tengo que irme.Gracias. Ha sido divertido.

    Slo era un juego

  • tonto dijo ella sonriendo.Bueno, gracias por

    recordarme que los juegostontos son divertidos. Secolg el petate del hombroy se volvi hacia el pueblo. Que pase usted unabuena tarde, seorita aadi.

    Tom llam al timbre de

    la pensin de la calleprincipal. Aqul era el

  • dominio de la seoraMewett, una mujer desesenta y tantos, Inertecomo un toro, que no seanduvo con chiquitas conl.

    En su carta decausted que est soltero, yque viene de los estados deleste, as que le agradecerque recuerde que ahoraest en Partageuse. ste esun establecimientocristiano, y estn prohibidos

  • el alcohol y el tabaco.Tom iba a darle las

    gracias por la llave que ellaan sostena, pero laseora Mewett la apret ycontinu:

    Aqu, nada decostumbres extranjeras, slo que me digo. Cambiarlas sbanas cuando semarche, y no quiero tenerque frotarlas, ya meentiende. La puerta secierra a las diez, el

  • desayuno se sirve a lasseis, y el que no est en lamesa a esa hora, por m yapuede pasar hambre. Lacena se sirve a las cinco ymedia, y con la mismapuntualidad. Para comertendr que buscarse otrositio.

    Gracias, seoraMewett dijo Tom, ydecidi no sonrer portemor a infringir algunaotra norma.

  • El agua calientecuesta un cheln porsemana. Usted sabr si laquiere. Que yo sepa, elagua fra nunca ha hechoningn dao a los hombresde su edad. Y le entregla llave de la habitacin conbrusquedad.

    Mientras la mujer sealejaba cojeando por elpasillo, Tom se pregunt sihabra un seor Mewett y sisera el responsable de la

  • poca simpata que la seoraMewett les tena a loshombres en general.

    En su cuartucho delfondo de la casa, abri supetate y puso el jabn y losutensilios de afeitado en elnico estante que haba.Guard los calzoncilloslargos y los calcetines en elcajn y colg sus trescamisas y sus dospantalones, junto con eltraje y la corbata, en el

  • estrecho armario. Se metiun libro en el bolsillo y salia explorar el pueblo.

    El ltimo deber que le

    quedaba por cumplir enPartageuse era cenar con elcapitn de puerto y suesposa. El capitn PercyHasluck era el encargado detodas las idas y venidas delpuerto, y tena porcostumbre invitar a cenar alos nuevos fareros de Janus

  • antes de que zarparanhacia la isla.

    Por la tarde, Tom volvia lavarse y afeitarse, sepuso brillantina en el pelo,se aboton el cuello y seenfund el traje. El sol delos das anteriores habasido reemplazado por uncielo nuboso y un vientoatroz que soplabadirectamente desde laAntrtida, as que se pusoel sobretodo por si acaso.

  • Como todava se guiabapor los parmetros deSidney, haba salido conmucho tiempo para recorrerun trayecto con el que noestaba familiarizado, y llega la casa antes de hora. Suanfitrin lo recibi con unaancha sonrisa, y cuandoTom se disculp por haberllegado tan pronto, lacapitana Hasluck, comosu esposo se refiri a ella,dio una palmada y dijo:

  • Vlgame Dios, seorSherbourne! No tiene quedisculparse por honrarnoscon su pronta llegada,menos an trayendo unasflores tan bonitas. Inhalel perfume de las rosas queTom haba negociado ypagado para coger deljardn de la seora Mewett.Lo mir desde su escasaestatura. Madre ma!Casi es usted tan alto comoel mismsimo faro!

  • exclam, y ri de su propiaocurrencia.

    El capitn cogi elsombrero y el sobretodo deTom y dijo:

    Pasemos al saln.Le dijo la araa a la

    mosca! brome su esposa.Ay, que cmica es

    esta mujer! exclam elcapitn.

    Tom se tema que iba aser una larga velada.

  • Una copa de jerez?O prefiere un oporto? ofreci la capitana.

    Ten piedad y treleuna cerveza al pobremuchacho, capitana dijosu esposo riendo. Le diouna palmada en la espaldaa Tom y aadi: Sintesey hbleme de usted, joven.

    A Tom lo salv lacampanilla de la puerta.

    Disclpeme dijo el

  • capitn Hasluck. Al fondodel pasillo, Tom oy:Buenas noches, Cyril.Buenas noches, Bertha. Mealegro de que hayis podidovenir. Dadme vuestrossombreros.

    Al volver al saln conuna botella de cerveza yunos vasos en una bandejade plata, la capitana dijo:

    Nos ha parecidooportuno invitar a unospocos amigos, solo para que

  • vaya conociendo a algunoslugareos. La gente dePartageuse es muyagradable.

    El capitn entr con losnuevos invitados, unaadusta pareja formada porel rollizo presidente de laJunta de CarreterasLocales, Cyril Chipper, y suesposa Bertha, delgadacomo el chorro de unabomba de agua.

    Dgame, qu le

  • parecen las carreteras depor aqu? inquiri Cyril encuanto los hubieronpresentado. Sincumplidos, por favor.Comparadas con las deleste, qu opinin lemerecen?

    Deja tranquilo a estepobre hombre, Cyril dijosu esposa.

    Tom se alegr no slode esa intervencin, sinotambin de or la

  • campanilla de la puerta,que volvi a sonar.

    Hola, Bill. Hola,Violet. Me alegro de verosse oy decir al capitn.Y usted, jovencita, estcada da ms encantadora.

    Entr en el salnacompaado de un hombrerobusto con barba y bigoteentrecanos y su esposa,una mujer tambin robustade mejillas coloradas.

  • Le presento a BillGraysmark, a su esposaViolet y a su hija... Sevolvi. Dnde se hametido? En fin, su hija estpor aqu, espero que notarde en aparecer. Bill es eldirector de la escuela dePartageuse.

    Encantado dijo Tom,estrechndole la mano alrecin llegado e inclinandoeducadamente la cabezaante su esposa.

  • As pues, seconsidera preparado paraJanus? pregunt BillGraysmark.

    Pronto lo averiguarrespondi Tom.

    Es un sitio muyinhspito, no s si lo sabe.

    S, eso me han dicho.Y en Janus no hay

    carreteras, claro terciCyril Chipper.

    No, claro dijo Tom.

  • No s si se puedeesperar mucho de un sitiosin carreteras insistiChipper con un tono queinsinuaba posiblesrepercusiones morales.

    Que no hayacarreteras ser el menosgrave de sus problemas,hijo continu Graysmark.

    Djalo ya, padre, hazel favor. La hija quefaltaba entr entonces en elsaln cuando Tom estaba de

  • espaldas a la puerta. Aeste pobre hombre slo lefalta or tus historias decatstrofes y melancola.

    Ah! Ya le he dichoque aparecera dijo elcapitn Hasluck. sta esIsabel Graysmark. Isabel, tepresento al seorSherbourne.

    Tom se levant parasaludarla y al mirarse sereconocieron. Tom estuvo apunto de hacer un

  • comentario sobre lasgaviotas, pero ella lo acalldiciendo:

    Encantada deconocerlo, seorSherbourne.

    Llmame Tom, porfavor dijo l, pensandoque tal vez sus padres noaprobaban que pasara lastardes lanzando pan a lospjaros. Y se pregunt quotros secretos ocultara supicara sonrisa.

  • La velada transcurri

    agradablemente. LosHasluck le contaron lahistoria del distrito y de laconstruccin del faro, entiempos del padre delcapitn.

    Es muy importantepara el comercio leasegur el capitn depuerto. El ocanoAntrtico es muytraicionero incluso en la

  • superficie, y por si fuerapoco tiene ese arrecifesubmarino. Como todo elmundo sabe, el transporteseguro es fundamental paralos negocios.

    Y la base de untransporte seguro son lasbuenas carreteras, porsupuesto volvi a lo suyoChipper, dispuesto a iniciaruna nueva variacin de sunico tema deconversacin.

  • Tom intentabamostrarse atento, peroIsabel, a la que vea con elrabillo del ojo, no paraba dedistraerlo. Tena su silla enun ngulo que impeda quelos dems la vieran, yparodiaba expresiones deseriedad cada vez que CyrilChipper haca uncomentario, llevando a cabouna pequea pantomimaque acompaaba lasobservaciones del invitado.

  • La actuacin seprolong y Tom tuvo queesforzarse para mantenerseserio, hasta que al final sele escap la risa, quehbilmente convirti en unacceso de tos.

    Se encuentra bien,Tom? le pregunt laesposa del capitn. Voy abuscarle un poco de agua.

    Tom no poda levantarla cabeza y, sin parar detoser, dijo:

  • Gracias. Ir conusted. No s qu puedehaberme provocado estatos. Y se levant.

    Isabel mantuvo unaexpresin imperturbable.

    En cuanto vuelva Tomcoment, tiene queexplicarle que construanlas carreteras con jarrah,seor Chipper. Se volvihacia el joven y agreg:No se entretenga. El seorChipper tiene muchas

  • historias interesantes quecontar. Esboz unasonrisa inocente, y apenasle temblaron brevementelos labios cuando Tom lamir.

    A la hora de marcharse,

    los invitados le desearonsuerte a Tom para suestancia en Janus.

    Parece ustedcapacitado para el puesto

  • coment Hasluck, y BillGraysmark asinti en sealde aprobacin.

    Gracias. Ha sido unplacer conocerlos dijoTom estrechndoles lamano a los caballeros einclinando la cabeza antelas damas. Y gracias porofrecerme una introduccintan minuciosa a laconstruccin de carreterasen el oeste de Australia ledijo en voz baja a Isabel.

  • Es una lstima que no vayaa tener ocasin decorresponder a tuamabilidad.

    Y el pequeo grupo sedispers en la nocheinvernal.

  • L3

    a Windward Spirit, labarca de

    avituallamiento que servaa los faros en esa parte dela costa, era una viejacascara de nuez, pero fiablecomo un perro pastor,asegur Ralph Addicott. Elviejo Ralph llevaba sigloscapitaneando la barca, y

  • presuma de tener el mejorempleo del mundo.

    T debes de ser TomSherbourne. Bienvenido ami embarcacin de recreo!dijo, sealando lasdesnudas cubiertas demadera y la pinturaestropeada por la salcuando Tom subi a bordo,antes del amanecer, paraemprender su primer viajea Janus Rock.

    Me alegra conocerlo

  • contest Tomestrechndole la mano.

    El motor diselmarchaba al ralent y losgases que despeda lellenaban los pulmones.Dentro de la cabina nohaca menos fro que fuera,pero como mnimo all seestaba protegido de losaullidos del viento.

    Una maraa de rizosrojos asom por la escotilladel fondo de la cabina.

  • Creo que ya estamoslistos, Ralph. Todoarreglado anunci eljoven a quien pertenecanaquellos rizos.

    Bluey, te presento aTom Sherbourne dijoRalph.

    Buenos das repusoBluey, y acab de entrarpor la escotilla.

    Buenos das.Vaya tiempo de

  • perros! Espero que hayascogido tus calzoncillos delana. Esto no es nadacomparado con el fro quedebe de hacer en Janus coment Bluey soplndoselas manos.

    Mientras Bluey leenseaba la barca a Tom, elcapitn realiz las ltimascomprobaciones. Limpi elparabrisas, manchado porlas salpicaduras de aguasalada, con un trapo hecho

  • con una bandera vieja, ygrit:

    Ocpate de loscabos, chico! Listos parasoltar amarras! Abri elregulador. Vamos all,preciosa murmur,animando a la barca a salirdel atracadero.

    Tom examin el mapadesplegado sobre la mesade navegacin. Inclusoampliada a aquella escala,Janus no era ms que un

  • punto en los bajos frente ala costa. Fij la mirada enla gran extensin de marque tena delante e inspirel aire denso y salado sinvolver la cabeza haciatierra firme, por si eso lehaca cambiar de opinin.

    A medida que pasabanlas horas, la profundidad delas aguas aumentaba y sucolor iba tomando unaspecto ms slido. De vezen cuando, Ralph sealaba

  • algo de inters: un guilamarina, un grupo dedelfines que jugaban juntoa la proa del barco. Vieronla chimenea de un vaporque pasaba rozando elhorizonte. Bluey sala de lacocina peridicamente y lesofreca t en unas tazas deesmalte desportilladas.Ralph le cont a Tomhistorias de tempestadesterribles, de grandesdramas ocurridos en los

  • faros de aquella zonacostera. Tom habl un pocode la vida en Byron Bay yMaatsuyker, a miles dekilmetros hacia el este.

    Bueno, si hassoportado vivir enMaatsuyker, tienesposibilidades de sobreviviren Janus dictamin Ralph.Mir la hora y aadi:Por qu no echas unacabezadita ahora quepuedes? Todava nos queda

  • un buen trecho, chico. Cuando Tom volvi a

    cubierta, Bluey hablaba envoz baja con Ralph, y stenegaba con la cabeza.

    Slo quiero saber sies verdad. No hay nadamalo en preguntrselo,no? deca Bluey.

    Preguntarme qu? intervino Tom.

    Si... Bluey mir a

  • Ralph. Se debati entre sucuriosidad y el cejo fruncidodel capitn, y finalmente sesonroj y se qued callado.

    Bueno, no es asuntomo aadi Tom, y dirigila mirada hacia el mar, quese haba vuelto de un grisfoca mientras el oleaje sealzaba alrededor del barco.

    Yo era demasiadojoven. Mi madre no me dejmentir respecto a mi edadpara alistarme. Y me han

  • dicho...Tom lo interrog con la

    mirada.Pues dicen que t

    tienes una Cruz Militar lesolt Bluey. Dicen que lopona en tu hoja deservicios, la quepresentaste para solicitar elpuesto en Janus.

    Tom sigui con los ojosfijos en el agua. Blueypareca alicado, y despus

  • abochornado.Es que estara muy

    orgulloso de poder decirque le he estrechado lamano a un hroe.

    Un poco de latn noconvierte a nadie en unhroe replic Tom. Lamayora de los tipos que deverdad merecen lasmedallas ya no estn pararecibirlas. Yo en tu lugar nome emocionara demasiado,chico aadi, y se volvi

  • para examinar la carta denavegacin.

    All est! exclam

    Bluey, y le pas losprismticos a Tom.

    Hogar, dulce hogar.Hasta dentro de seis mesesdijo Ralph riendo.

    Tom enfoc con losprismticos la masa detierra que pareca surgir delagua como un monstruo

  • marino. El acantilado, a unlado, marcaba el punto msalto, desde donde la isladescenda suavementehasta alcanzar la orillaopuesta.

    El viejo Neville sealegrar de vernos coment Ralph. No lesent nada bien tener queaplazar su jubilacin porculpa de la baja de Trimble,os lo aseguro. Pero aun as,cuando uno ha sido farero...

  • Ningn miembro delservicio dejara un farodesatendido, por mucho queproteste. Te advierto queNeville Whittnish no tienemucho sentido del humor.Ni siquiera es muyhablador.

    El embarcadero seadentraba unos buenostreinta metros en el mar;debido a su gran elevacinpoda resistir las mareasms altas y las tormentas

  • ms feroces. El aparejo depoleas para izar lasprovisiones por la abruptapendiente hasta los edificiosanexos ya estabapreparado. Un individuoadusto y de rostro curtido,sexagenario, los esperabacuando atracaron.

    Ralph. Bluey salud, y asinti con lacabeza. T debes de serel sustituto aadi,dirigindose a Tom.

  • Tom Sherbourne.Encantado de conocerlo repuso Tom, tendindole lamano.

    El hombre se quedmirndole la mano unmomento, distrado, antesde recordar el significado deese gesto, y entonces le dioun imperioso tirn, como siquisiera comprobar que elbrazo no se desprendera.

    Por aqu dijo, y, sinesperar a que Tom

  • recogiera sus cosas, inicila caminata hacia el faro.

    Empezaba a caer latarde, y tras tantas horasen el oleaje, Tom tard unmomento en volver asentirse firme en tierra.Cogi su petate y ech aandar, tambaleante, tras elfarero, mientras Ralph yBluey se preparaban paradescargar las provisiones.

    La casa del farero.

  • Whittnish se acerc aun edificio bajo con tejadode chapa de zinc. Detrs dela casa haba tres grandesdepsitos de agua de lluvia,junto a una fila de edificiosanexos que servan dealmacenes para la casa y elfaro.

    Puedes dejar el petateen el recibidor dijo alabrir la puerta principal.Tengo mucho que hacer. Y dio media vuelta para

  • dirigirse hacia la torre. Pesea su edad, conservaba laagilidad de un galgo.

    Ms tarde, cuando elviejo se puso a hablar delfaro, le cambi la voz, comosi hablara de un perro fiel ode su rosa favorita.

    Es una preciosidad,incluso despus de tantosaos coment.

    La torre del faro, depiedra blanca, se alzaba

  • contra el cielo color pizarracomo una barra de tiza.Tena cuarenta metros dealtura, y estaba situadocerca del acantilado de lacspide de la isla. A Tom noslo lo impresion ver queera mucho ms alto que losotros faros donde habatrabajado, sino tambin suesbeltez y elegancia.

    Al atravesar la puertapintada de verde, encontrms o menos lo que

  • esperaba. Se poda cruzarel espacio con un par dezancadas, y el sonido de suspasos rebot como balasperdidas en un suelopintado de verde brillante yen las paredes curvas yencaladas. Los escasosmuebles dos armarios yuna mesita tenan laparte posterior curvadapara encajar con laredondez de la estructura;arrimados a la pared,

  • parecan jorobados. En elcentro de la estancia sehallaba el grueso cilindro dehierro que se elevaba hastala cmara de iluminacin yalbergaba las pesas delmecanismo de relojeraoriginal que haca girar laptica.

    Un tramo de escalerade poco ms de mediometro de ancho empezaba atrazar una espiral por unlado de la pared y

  • atravesaba el slido metaldel primer rellano. Tomsigui al anciano hasta elsiguiente nivel, msestrecho, donde la espiralcontinuaba desde la paredopuesta y ascenda hasta elsiguiente, y luego otra vez,hasta que llegaron al quintorellano, justo debajo de lacmara de iluminacin. All,en la sala de guardias, queera el coraznadministrativo del faro,

  • haba una mesa con loscuadernos de servicio, elequipo de Morse y losprismticos. Estabaprohibido, por supuesto,tener en la torre del farouna cama o cualquier otromueble donde uno pudierareclinarse, pero al menoshaba una silla de maderacon los brazos lisos ygastados por el roce devarias generaciones decurtidas manos.

  • Tom se fij en que elbarmetro estaba bastantesucio, y le llam la atencinalgo que reposaba junto alas cartas de navegacin.Era un ovillo de lana condos agujas de calcetaclavadas, de las que colgabaun trozo de lo que parecauna bufanda.

    Eso era del viejoDocherty dijo Whittnishsealndolo con la barbilla.

    Tom saba que los

  • fareros realizabanactividades varias paraentretenerse durante losturnos tranquilos: labrarconchas o huesos deballena; tallar piezas deajedrez. La calceta era unadistraccin bastante comn.

    Whittnish repas elcuaderno de servicio y lasobservacionesmeteorolgicas, y acontinuacin acompa aTom hasta la linterna, que

  • estaba en el siguiente nivel.Los vidrios que componanla cristalera de la cmarade iluminacin slo estabaninterrumpidos por elentramado de losmontantes que lossujetaban. Fuera, un balcnmetlico cercaba la torre yuna peligrosa escalerillatrepaba por la cpula hastala estrecha pasarela, justodebajo de la veleta quegiraba impulsada por el

  • viento.Tiene razn, es

    precioso convino Tomcontemplando la pticagigantesca, mucho ms altaque l, colocada sobre unpedestal giratorio: unpalacio de prismas quepareca una colmena decristal. Aqul era elverdadero centro de Janus,pura luz, claridad y silencio.

    La sombra de unasonrisa apareci

  • brevemente en los labiosdel anciano farero cuandodijo:

    Lo conozco desde queera un cro. S, es unapreciosidad.

    A la maana siguiente,

    Ralph estaba de pie en elembarcadero.

    Bueno dijo, yaestamos casi a punto parazarpar. Quieres que en el

  • prximo viaje te traigamostodos los peridicos que nohabrs podido leer?

    Si han pasado variosmeses, pocas novedadestraern. Prefiero guardar eldinero y comprarme unbuen libro respondi Tom.

    Ralph mir alrededorpara comprobar que todoestaba en orden.

    Bueno, pues eso estodo. Ahora ya no puedes

  • cambiar de opinin, hijo.Tom ri, compungido.Supongo que en eso

    tienes razn, Ralph.Volveremos antes de

    que te des cuenta. Tresmeses no son nada,mientras no intentesaguantar la respiracin!

    Si tratas bien al faro,l no te dar ningnproblema terci Whittnish. Lo nico que necesitas

  • es paciencia y un poco desentido comn.

    Ver lo que puedohacer replic Tom.Entonces se volvi haciaBluey, que estabapreparndose para soltaramarras. Nos vemosdentro de tres meses, Blue?

    Por supuesto!La barca se separ del

    muelle agitando el agua porla popa y luchando contra el

  • viento con un estruendohumeante. La distancia fueempujndola ms y mshacia el horizonte gris,como si un pulgar lahundiera en masilla, hastaquedar subsumida porcompleto en el mar.

    Sigui un momento dequietud. No era silencio: lasolas seguan estrellndosecontra las rocas, el vientoaullaba alrededor de Tom, yla puerta mal cerrada de

  • uno de los cobertizosgolpeaba como un tamborcontrariado. Pero dentro deTom algo estaba en calmapor primera vez en aos.

    Subi a lo alto delacantilado. Son elcencerro de una cabra; unpar de gallinas se peleaban.De pronto esos sonidosadquirieron una nuevaimportancia: correspondana seres vivos. Tom subi losciento ochenta y cuatro

  • escalones que conducan ala cmara de iluminacin yabri la puerta que daba albalcn. El viento seabalanz sobre l como undepredador, empujndolocontra la puerta hasta quelogr impulsarse haciafuera y agarrarse a labarandilla de hierro.

    Capt por primera veztoda la magnitud delpaisaje. A decenas demetros de altura, qued

  • fascinado por la abruptacada hasta el mar, que allabajo golpeaba la base delacantilado. El agua seagitaba como pinturablanca, densa y lechosa, yde vez en cuando laespuma se desprenda yrevelaba una primera capade azul intenso. En el otroextremo de la isla, unahilera de rocas inmensasformaba una barrera contrael oleaje, y detrs de ella el

  • agua estaba quieta como enuna baera. A Tom lepareci estar colgado delcielo, no de pie en la tierra.Dio una lenta vueltacompleta al faro, abarcandotoda aquella extensin.Pareca como si suspulmones no pudiesenaspirar tanto aire, que susojos no pudiesen divisartanto espacio, y como si nopudiese or el ocanorugiente y retumbante en

  • toda su amplitud. Por uninstante, l mismo no tuvolmites.

    Parpade varias veces yneg con la cabeza. Seestaba acercando a unvrtice, y para apartarse seconcentr en los latidos desu corazn, en la planta desus pies contra el suelo yen sus talones dentro de lasbotas. Se irgui cuan altoera. Escogi una arista dela puerta de la torre una

  • bisagra floja y decidiempezar con eso. Algoslido. Deba concentrarseen algo slido, de locontrario no saba hastadnde podan serarrastradas su mente o sualma, como un globo sinlastre. Eso era lo nico quele haba hecho aguantarcuatro aos de sangre ylocura: saber exactamentednde est tu fusil cuandoechas una cabezada de diez

  • minutos en el refugiosubterrneo; comprobarsiempre la mscara antigs;asegurarte de que tushombres han entendido lasrdenes a la perfeccin.Nunca piensas en losprximos meses o aos:piensas en esta hora, ycomo mucho en lasiguiente. Todo lo dems esespeculacin.

    Cogi los prismticos yescudri la isla en busca

  • de otras seales de vida:necesitaba ver las cabras,las ovejas; necesitabacontarlas. Ceirse a loslido. A las piezas de latnque haba que pulir y loscristales que limpiar,primero la cristaleraexterior de la linterna,luego los prismas de laptica. Echar el petrleo,asegurarse de que lasruedas dentadas se movancon suavidad, llenar el

  • depsito de mercurio paraque la ptica se deslizarabien. Se agarraba a cadapensamiento como altravesao de una escalerillapor la que poda ascenderde nuevo hasta loconocible, hasta su vida.

    Esa noche, al encender

    el faro, se movi con lamisma lentitud y el mismocuidado con que deban dehacerlo, miles de aos

  • atrs, los sacerdotes delprimer faro de la isla deFaro. Subi los estrechosescalones metlicos de laplataforma interior querodeaba la pticapropiamente dicha, semeti por la abertura yaccedi al equipo luminoso.Verti el petrleoencendiendo una llamadebajo del plato de modoque se evaporara y llegaraal capillo en estado

  • gaseoso. A continuacin,acerc una cerilla al capillo,transformando el vapor enun resplandor blanco. Bajal siguiente nivel yencendi el motor. La pticaempez a girar con unmovimiento constante yexacto, emitiendo destelloscada cinco segundos. Cogila pluma y escribi en elcuaderno de servicio, anchoy con tapas de piel:Encendido a las 17.09 h.

  • Viento N/NE de 15 nudos.Nublado, borrascoso. Mar6. Entonces aadi susiniciales: T. S. Sucaligrafa retomaba lahistoria donde la habadejado Whittnish slo unashoras antes, y Dochertyantes que l; Tom formabaparte de la cadenaininterrumpida de farerosque atestiguaban el buenfuncionamiento del faro.

    Tras comprobar que

  • todo estaba en orden,volvi a la casa. Necesitabadormir, pero si no comaalgo no podra trabajar. Enlos estantes de la alacena,junto a la cocina, encontrlatas de carne en conserva,guisantes y peras, junto asardinas, azcar y un grantarro de caramelos dementa a los que la difuntaseora Docherty era muyaficionada. Para su primeracena en el faro cort un

  • pedazo de pan sin levaduraque Whittnish haba dejado,un trozo de queso cheddary una manzana arrugada.

    En la mesa de la cocina,la llama de la lmpara depetrleo temblaba de vezen cuando. El viento seguacon su inmemorial campaacontra las ventanas,acompaado del estruendolquido de las olas. Tom seestremeci al pensar queera el nico que poda or

  • aquellos sonidos: el nicoser humano en cien millas ala redonda. Pens en lasgaviotas acurrucadas en sussperos nidos en losacantilados; en los peces,reunidos al abrigo de losarrecifes, protegidos por lasglidas aguas. Cada animalnecesitaba su refugio.

    Tom se llev la lmparaal dormitorio. Su sombra,un gigante plano, se apretcontra la pared mientras se

  • quitaba las botas y sequedaba en calzoncilloslargos. Tena el peloapelmazado por la sal y lapiel agrietada por el viento.Apart las sbanas, semeti en la cama y sequed dormido mientras sucuerpo segua el oscilar delas olas y el viento. El faro,all arriba, mont guardiatoda la noche, cortando laoscuridad como una espada.

  • T4

    odas las maanas,despus de apagar el

    faro al amanecer, Tomexplora otra parte de sunuevo territorio antes deiniciar las tareas cotidianas.El norte de la isla es unacantilado de granitocortado a pico, slidamenteafianzado contra el ocano.

  • El terreno desciende haciael sur y se deslizasuavemente bajo el aguapoco profunda de la laguna.Junto a la pequea playaest la noria para subiragua dulce del manantial ala casa: desde elcontinente, extendindosepor el suelo marino hasta laisla y ms all, hay fisurasde las que,misteriosamente, brotaagua dulce. En el siglo

  • XVIII, cuando los francesesdescribieron ese fenmeno,nadie los crey y loconsideraron una leyenda.Pero era cierto: haba aguadulce en diversas partes delocano, como si lanaturaleza hiciera trucos demagia.

    Empieza a perfilar surutina. El reglamento exigeque todos los domingos icela ensea, y eso es loprimero que hace. Tambin

  • la iza cuando pasa por laisla algn buque de guerra,como mandan las normas.Sabe que muchos farerosmaldicen por lo bajo portener que cumplir esaobligacin, pero a Tom loreconforta el orden. Es unlujo hacer algo que carecede propsito prctico: ellujo de la civilizacin.

    Empieza a arreglarcosas que se handeteriorado durante el

  • declive de TrimbleDocherty. Lo msimportante es el propiofaro: hay que enmasillar losmontantes de la cristalerade la linterna. Acontinuacin va a buscarpiedra pmez y lija lamadera del cajn delescritorio, que se hahinchado por la humedad;luego le pasa el cepillo.Arregla las partes de losrellanos donde la pintura

  • verde est rayada ogastada: pasar muchotiempo hasta que vengauna brigada a pintar toda laestacin.

    El equipo luminosoresponde a sus atenciones:el vidrio reluce, el latnbrilla y la ptica rotasuavemente sobre su baode mercurio como unpgalo planeando en lascorrientes de aire. De vezen cuando, encuentra

  • tiempo para bajar a pescara las rocas o pasear por laplaya de arena de lalaguna. Se gana la amistadde la pareja de lagartosnegros que viven en laleera, y a veces les da unpoco de comida de lasgallinas. No derrocha lasraciones: la barca deavituallamiento no volverhasta pasados unos meses.

    Es un trabajo duro yentretenido. Los fareros no

  • tienen sindicato, adiferencia de los marinerosde las barcas deavituallamiento; nadielucha para que les mejorenel sueldo o las condiciones.Acaba las jornadasexhausto o dolorido,preocupado por el aspectodel frente de una tormentaque se acerca al galope, ofrustrado porque el granizoha destrozado el huerto.Pero si no se obsesiona

  • mucho con eso, sabe quines y cul es su cometido.Slo tiene que mantener elfaro encendido. Nada ms.

    La cara de Pap Noel,

    con sus mejillas coloradas ysu barba blanca, sonri deoreja a oreja.

    Bueno, TomSherbourne, hassobrevivido? Sin esperara que Tom le respondiera,

  • Ralph le lanz un cabogrueso y mojado para quelo atara al noray. Habantranscurrido tres meses yTom pareca ms sano y enforma que ningn otrofarero que el capitnhubiera conocido.

    Tom, que estabaesperando los suministrospara el faro, no habapensado mucho en lasprovisiones de alimentos.Tambin haba olvidado que

  • la barca le llevara elcorreo, y se sorprendi deque, a ltima hora del da,Ralph le entregara unossobres.

    Casi se me olvida dijo.

    Haba una carta deloficial de zona del Serviciode Faros que confirmabaretroactivamente su destinoy las condiciones delpuesto. Una carta delDepartamento de

  • Repatriaciones exponaciertas prestacionesofrecidas recientemente alos soldados retornados,entre ellas la pensin porincapacidad o prstamospara montar negocios.Como no le afectabaninguno de esos dosbeneficios, Tom abri elsiguiente sobre, quecontena una notificacindel Commonwealth Bankconfirmndole que haba

  • ganado unos intereses delcuatro por ciento sobre lasquinientas libras que tenaen la cuenta. Dej para elfinal el sobre con ladireccin escrita a mano.No se le ocurra quin podahaberle escrito, y temi quese tratara de algn hacedorde buenas obras quequisiera hacerle llegarnoticias sobre su padre o suhermano.

    Lo abri.

  • Querido Tom:He pensado que

    podra escribirte paracomprobar que elviento no se te hallevado volando ni tehas cado al mar ylas olas te han

  • arrastrado. Y que laausencia decarreteras no te estcausandodemasiadosproblemas.

    Tom salt hasta la

    firma: Atentamente,Isabel Graysmark. Lo

  • esencial de la carta era queconfiaba en que Tom no sesintiera muy solo all, y enque no se le olvidara pasara saludarla antes demarcharse a cualquiera quefuera su siguiente destinodespus de Janus. Habadecorado la carta con undibujito de un fareroapoyado en su torre,silbando, mientras a susespaldas una ballenagigantesca emerga del

  • agua con las mandbulasmuy abiertas. Por si acasohaba aadido: Hastaentonces, procura que no sete coma ninguna ballena.

    Tom sonri por loabsurdo del dibujo. Y poralgo ms: su inocencia.Slo con sostener aquellacarta en la mano se notabams ligero.

    Puedes esperar unmomento? le pregunt aRalph, que estaba

  • recogiendo sus cosas paraemprender el viaje deregreso.

    Tom fue rpidamente asu escritorio y cogi papel ypluma. Se sent a escribir,y de pronto se dio cuentade que no saba qu poner.En realidad no quera decirnada. Slo quera enviarleuna sonrisa a Isabel.

    Querida Isabel:

  • Por suerte, ni elviento se me ha llevadovolando ni las olas mehan arrastrado lejos(ms lejos?). He vistomuchas ballenas, perohasta la fecha ningunaha intentado comerme:seguramente no lesparezco muy apetitoso.

  • Sobrellevo bastantebien la situacin, apesar de todo, y me lasarreglo adecuadamentecon la ausencia decarreteras. Espero quemantengas bienalimentada a lapoblacin ornitolgicalocal.

  • Espero volver averte antes de partirde Partageuse condestino a quin sabednde, dentro de tresmeses.

    Cmo deba firmar?Has terminado? le

    pregunt Ralph.Casi contest, y

  • escribi: Tom. Cerr elsobre, apunt la direccin yse lo entreg al capitn.Crees que podrs echaresta carta al buzn?

    Ralph ley la direcciny le gui un ojo.

    La entregar enmano. De todos modos, meviene de camino.

  • T5

    ranscurridos seismeses, Tom volvi a

    saborear los placeres de lahospitalidad de la seoraMewett, esa vez por unmotivo inesperado: lavacante de Janus se habaconvertido en una plazafija. Lejos de recuperar larazn, Trimble Docherty

  • haba perdido la poca que lequedaba y se haba lanzadodesde el enorme acantiladode granito de Albanyconocido como la Brecha,al parecer convencido deque saltaba a una barcacapitaneada por su adoradaesposa. As pues, habanhecho volver a Tom alcontinente para hablar deldestino, rellenar los papelesy tomarse unos das depermiso antes de ocupar

  • oficialmente la plaza. Aesas alturas, habademostrado sobradamentesus aptitudes, y Fremantleno se tom la molestia debuscar a ningn otrocandidato para ocupar elpuesto.

    Nunca subestime laimportancia de una buenaesposa haba dicho elcapitn Hasluck cuandoTom estaba a punto de salirde su despacho. La pobre

  • Moira Docherty llevabatanto tiempo con Trimbleque podra haberseencargado del faro ella sola.Para vivir con un farero hayque ser una mujer especial.Cuando encuentre a laadecuada, no la dejeescapar y llveselaenseguida. Claro que ahoratendr que esperar unpoco...

    Por el camino hacia lapensin de la seora

  • Mewett, Tom pens en lasreliquias que habaencontrado en el faro: lalabor de Docherty, el tarrode caramelos de menta desu esposa, intacto en ladespensa. Huellas quedejan las vidas al pasar. Yreflexion sobre ladesesperacin de aquelhombre, destrozado por lapena. No haca falta unaguerra para traspasar ellmite de lo soportable.

  • Dos das despus de su

    regreso a Partageuse, Tomestaba sentado, rgido comoun hueso de ballena, en elsaln de los Graysmark,donde los padresobservaban a su nica hijacomo hara una pareja deguilas con su polluelo.Tom, esforzndose porencontrar temas deconversacin adecuados,recurri al tiempo, al viento

  • (muy abundante) y a losprimos Graysmark quevivan en otras regiones deAustralia Occidental. Leresult relativamente fcilapartar la conversacin desu propia persona.

    Despus, cuando loacompa a la cancela,Isabel le pregunt:

    Cunto tiempo vas aestar aqu?

    Dos semanas.

  • Entonces tendremosque aprovecharlas dijoella, como si con esozanjara una larga discusin.

    Ah, s? repusoTom, complacido ysorprendido. Se sentacomo si estuviera bailandoun vals hacia atrs.

    S confirm ella conuna sonrisa. La luz sereflejaba en sus ojos, y aTom le pareci que podaasomarse por ellos hasta el

  • interior de aquella mujer yver una claridad, unafranqueza que lo atraan.Ven a buscarme maana.Preparar un picnic.Podemos bajar a la baha.

    Antes tendr quepedirle permiso a tu padre,no crees? O a tu madre. Lade la cabeza y aadi:No quisiera ser grosero,pero cuntos aos tienes?

    Suficientes para ir depicnic.

  • Y dicho en nmeros,eso sera...

    Diecinueve. Casi. Asque deja que de mis padresme encargue yo. Isabel sedespidi con la mano yentr en la casa.

    Tom se encamin haciala pensin de la seoraMewett con una ligerezaque se reflejaba en susandares. No habra sabidodecir por qu. No sabanada de aquella muchacha,

  • excepto que sonrea muchoy tena algo que leproduca... bienestar.

    Al da siguiente Tom fue

    a la casa de los Graysmark,desconcertado ms quenervioso, sin saber muybien cmo poda ser queestuviera volviendo all tanpronto.

    La seora Graysmark lorecibi con una sonrisa.

  • Muy puntual observ, como si lo anotaraen una lista.

    Es una costumbremilitar...

    Isabel apareci con unacesta de picnic y se laentreg diciendo:

    Eres el encargado deque llegue all entera. Sevolvi y bes a su madre enla mejilla. Adis, madre.Hasta luego.

  • Sobre todo, no tepongas al sol. No vayas aestropearte la pielllenndotela de pecas advirti a su hija. Entoncesmir a Tom con msseveridad de la quecontenan sus palabras:Pasadlo bien. Y no volvisdemasiado tarde.

    Gracias, seoraGraysmark. No vendremostarde.

    Isabel lo gui ms all

  • de las pocas calles queformaban el pueblo en s,camino del mar.

    Adnde vamos? pregunt Tom.

    Es una sorpresa.Recorrieron el camino

    de tierra que conduca alcabo, bordeado de rbolesespesos y achaparrados.Esos rboles no eran comolos gigantes del bosque quehaba algo ms de un

  • kilmetro tierra adentro,sino nervudos y fornidos,rboles capaces de soportarla sal y el embate delviento.

    Hay que andar unpoco. No te cansars,verdad? pregunt Isabel.

    Tom ri y dijo:No he trado mi

    bastn, pero creo queaguantar.

    Es que se me acaba

  • de ocurrir que en Janus nopuedes dar paseos muylargos, no?

    Te aseguro que subiry bajar las escaleras delfaro todo el da te mantieneen forma. Todava estabahacindose una idea deaquella muchacha y suasombrosa capacidad paradesconcertarlo.

    A medida queavanzaban, el bosque ibavolvindose menos denso y

  • el sonido del mar seintensificaba.

    Supongo quePartageuse debe de pareceraburridsimo comparado conSidney coment Isabel.

    La verdad es que nollevo suficiente tiempo aqupara saberlo.

    S, tienes razn. PeroSidney... me la imaginoenorme, bulliciosa ymaravillosa. Una gran

  • metrpoli.Es muy poca cosa

    comparada con Londres.Isabel se sonroj.No saba que hubieras

    estado all. Eso s debe deser una ciudad de verdad.Espero visitarla algn da.

    Te aseguro que estsmejor aqu. Londres es...Bueno, la encontr bastantedeprimente cuando estuveall de permiso. Gris,

  • sombra y fra como uncadver. Prefiero mil vecesPartageuse.

    Estamos llegando a laparte ms bonita. O la quea m me parece ms bonita.Detrs de los rbolessurgi un istmo que seadentraba mucho en elmar. Era una franja detierra alargada y desnuda,de unos centenares demetros de ancho, acariciadapor las olas por ambos lados

  • . Esto es el cabo de PointPartageuse dijo Isabel.Mi sitio favorito est allabajo, a la izquierda, dondeesas rocas grandes.

    Siguieron andandohasta encontrarse en elcentro del istmo.

    Deja la cesta ysgueme pidi Isabel, ysin decir nada ms se quitlos zapatos y ech a correrhacia las negras rocas degranito que descendan

  • hasta el agua.Tom la alcanz cuando

    ella ya llegaba al borde. Lasrocas formaban un crculoen cuyo interior las olas seagitaban y arremolinaban.Isabel se tumb con lacabeza colgando por elcanto de la roca.

    Escucha dijo.Escucha el sonido del agua.Parece que ests en unacueva o una catedral.

  • Tom se inclin haciadelante y escuch.

    Tienes que tumbarteseal ella.

    Para or mejor?No. Para que no te

    derriben las olas. Esto es ungiser martimo. Si vieneuna ola grande y no la ves,podras acabar bajo lasrocas sin darte ni cuenta.

    Tom se tumb a su ladoy asom la cabeza por la

  • oquedad donde las olasresonaban, bramaban y serevolvan.

    Esto me recuerdaJanus.

    Cuntame cmo es.He odo muchas historias,pero la verdad es que pocagente ha estado all,excepto el farero y lostripulantes de la barca. Y elmdico, en una ocasin,hace aos, cuando dejarona toda la tripulacin de un

  • barco en cuarentena porquea bordo haba fiebretifoidea.

    Es como... Bueno, nose parece a ningn otrolugar de la tierra. Es unmundo aparte.

    Dicen que el clima esatroz.

    Tiene sus momentos.Isabel se incorpor.Te sientes solo?

  • Estoy demasiadoocupado para sentirme solo.Siempre hay algo quearreglar, comprobar oregistrar.

    Isabel lade la cabezacomo expresando una duda,pero no dijo nada.

    Te gusta?S.Entonces fue ella la que

    ri.No eres muy

  • hablador, verdad?Tom se levant.No tienes hambre?

    Ya debe de ser la hora decomer.

    Le cogi la mano y laayud a levantarse. Unamano pequea, suave, conla palma cubierta de unafina capa de arena, tandelicada en contraste con lasuya.

    Isabel le sirvi

  • sndwiches de rosbif ycerveza de jengibre, yluego tarta de fruta ymanzanas crujientes.

    Dime, escribes atodos los fareros a los queenvan a Janus? preguntTom.

    A todos? Pero si sonmuy pocos. T eres elprimero en muchos aos.

    l vacil antes deatreverse a hacer la

  • siguiente pregunta.Cmo se te ocurri

    escribirme?Isabel le sonri y bebi

    un sorbo de cerveza dejengibre antes de contestar.

    Porque fue divertidodar de comer a las gaviotascontigo? Porque meaburra? Porque nuncahaba enviado una carta aun faro? Se apart unmechn de pelo de los ojos

  • y se qued mirando el agua. Preferiras que no tehubiera escrito?

    No, no. No queradecir... Me refera a... Selimpi las manos en laservilleta. Ya volva aperder el control. Era unasensacin nueva para l.

    Estaban sentados al

    final del embarcadero dePartageuse. Era casi el

  • ltimo da de 1920, y labrisa entonaba melodas alenviar los rizos del aguacontra los cascos de losbarcos y hacer vibrar lasdrizas de los mstiles. Lasluces del puerto surcaban lasuperficie del agua y elcielo estaba cuajado deestrellas.

    Es que quiero saberlotodo dijo Isabel con lospies descalzos colgando porencima del agua. No

  • puedes decirme no haynada ms que contar. Lehaba sonsacando losdetalles bsicos de sueducacin en un colegioprivado y de sus estudios deIngeniera en la Universidadde Sidney, pero se sentacada vez ms frustrada.Yo puedo contarte muchasms cosas: sobre mi abuela,que me ense a tocar elpiano; lo que recuerdo demi abuelo, aunque muri

  • cuando yo era pequea.Puedo contarte lo quesignifica ser la hija deldirector de la escuela en unsitio como Partageuse.Puedo hablarte de mishermanos, Hugh y Alfie, decmo jugbamos con elbote y nos bamos a pescaral ro. Se qued mirandoel agua un instante yaadi: Todava echo demenos esos tiempos. Seenrosc un mechn de pelo

  • en un dedo y se quedpensativa; entonces inspiry continu: Es como sihubiera toda una... todauna galaxia esperando aque la descubras. Y yoquiero descubrir la tuya.

    Qu ms quieressaber?

    Pues no s, algo sobretu familia, por ejemplo.

    Tengo un hermano.Puedo saber cmo se

  • llama, o no te acuerdas?No creo que lo olvide

    fcilmente. Se llama Cecil.Y tus padres?Tom mir con los ojos

    entornados la luz de lo altode un mstil.

    Qu pasa con mispadres?

    Isabel se incorpor y lomir a los ojos.

    Qu pasa ah

  • dentro? Estoy intrigada.Mi madre muri. Y he

    perdido el contacto con mipadre. A ella se le habaresbalado el chal delhombro y l se lo puso bien. No tienes fro?Quieres que volvamos?

    Por qu nuncahablas de eso?

    Si tanto te interesa,te lo contar. Peropreferira no hacerlo. A

  • veces es bueno dejar elpasado en el pasado.

    Tu familia nunca esten el pasado. La llevascontigo a todas partes.

    Es una pena.Isabel se enderez.No importa. Vmonos.

    Mis padres estarnpreguntndose dnde noshemos metido dijo, yrecorrieron el embarcaderoen silencio.

  • Esa noche, tumbado en

    la cama, Tom rememor lainfancia que Isabel tantodeseaba investigar y de laque l nunca haba habladocon nadie. Pero ahora, alexplorar los recuerdos,senta un dolor parecido alque se notaba al pasar lalengua por un diente roto.Se vio a s mismo, un niode ocho aos, tirndole dela manga a su padre y

  • suplicndole: Por favor!Djala volver! Por favor,padre! La quiero mucho!,y a su padre apartndole lamano de un manotazo,como si fuera una manchade mugre. No vuelvas amencionarla en esta casa.Me has odo, hijo?

    El padre sali muyindignado de la habitacin,y el hermano de Tom, Cecil,cinco aos mayor y a esasalturas muy alto, le dio una

  • colleja. Te lo dije, idiota.Te advert que no lodijeras, y sigui a su padrecon el mismo paso enrgico,dejando a su hermanopequeo en medio delsaln. Tom sac del bolsilloun pauelo de encaje quetena la fragancia de sumadre y se lo pas por lamejilla evitando suslgrimas y la goteantenariz. Era el tacto de la telalo que buscaba, el perfume,

  • no su utilidad.Tom evoc la casa

    imponente y vaca: elsilencio que amortiguabacada una de lashabitaciones con un tonoligeramente diferente; lacocina, que ola a cidocarblico, siempreimpecable gracias asucesivas amas de llaves.Record el temido olor deljabn en escamas Lux, y suafliccin al ver que alguna

  • de aquellas mujeres habalavado y almidonado elpauelo tras encontrarlo enel bolsillo de sus pantalonescortos y meterlo en lacolada, borrando parasiempre la fragancia de sumadre. Tom habaregistrado toda la casa enbusca de algn rincn,algn armario que pudieradevolverle la borrosadulzura de su madre. Peroni siquiera encontr nada

  • en su dormitorio, dondeslo ola a limpiamuebles ynaftalina, como si por finhubieran exorcizado sufantasma.

    En Partageuse,

    sentados en el Saln de T,Isabel lo intent de nuevo.

    No pretendo ocultarnada dijo Tom. Lo queocurre es que volver sobreel pasado es una prdida de

  • tiempo.Ni yo quiero

    entrometerme. Pero... ttienes una vida, toda unahistoria, y yo he llegadotarde. Slo intentoentender las cosas.Entenderte a ti. Titubey, con delicadeza, pregunt: Ya que no puedo hablardel pasado, me dejashablar del futuro?

    No podemos hablardel futuro con precisin,

  • pinsalo bien. Slopodemos hablar de lo queimaginamos o deseamos.No es lo mismo.

    Muy bien, entoncesdime: t qu deseas?

    Tom cavil un instante.Vivir. Creo que con

    eso me basta. Inspirhondo y se volvi hacia ella. Y t?

    Uy, yo deseomuchsimas cosas, todas a

  • la vez! exclam. Quieroque el domingo haga buentiempo porque voy a ir depicnic con el grupo decatequesis. Quiero... no teras: quiero un buen maridoy una casa llena de nios.El estrpito de una bola decrquet rompiendo unaventana y olor a estofadoen la cocina. Las niascantarn villancicos a coroy los nios jugarn a lapelota... No me imagino mi

  • vida sin hijos, y t? Sequed pensativa unmomento y aadi: Perono quiero tenerlos todava,por supuesto. Titube.Como Sarah.

    Quin?Mi amiga Sarah

    Porter. Viva al final de lacalle. Jugbamos juntas alas casitas. Ella era un pocomayor que yo y siempretena que hacer de madre.Su rostro se ensombreci

  • . Se qued encintacuando tena diecisis aos.Sus padres la enviaron aPerth, para quitarla delmedio. La obligaron a llevarel beb a un orfanato.Dijeron que lo habanadoptado, pero tena un piedeforme.

    Ms tarde se cas y seolvid de su hijo. Hasta queun da me pidi que laacompaara a Perth avisitar el orfanato en

  • secreto. El Asilo Infantil,que estaba muy cerca delmanicomio. Ay, Tom,seguro que no has vistonada tan espantoso comouna sala llena dehuerfanitos. Sin nadie quelos quiera. Sarah no podacontrselo a su esposo,porque l la habrarepudiado. l no sabe nadade todo esto. El beb deSarah segua all: lo nicoque ella poda hacer era

  • mirarlo. Y lo curioso es queera yo la que no podaparar de llorar. Sus caritas,sus miradas. Me impresionmucho. Enviar a un nio alorfanato es como enviarloal infierno.

    Los nios necesitan asus madres dijo Tom,ensimismado.

    Ahora Sarah vive enSidney. No he vuelto asaber de ella.

  • Aquellas dos semanas

    se vieron todos los das.Cuando Bill Graysmark sepregunt ante su esposasobre lo apropiado de esecortejo, ella dijo:

    Ay, Bill. La vida escorta. Isabel es unamuchacha sensata y sabe loque hace. Adems, hoy enda tiene pocas posibilidadesde encontrar a un hombrecon todas las extremidades

  • en su sitio. A caballoregalado...

    Tambin saban quePartageuse era un pueblopequeo donde no podapasar nada que hubiera quelamentar. Decenas de ojosy odos les informaran decualquier indicio de actitudindecorosa.

    Tom no poda creerse

    las ganas que tena de ver a

  • Isabel. Aquella muchachase haba colado por debajode sus defensas. Legustaban sus historiassobre la vida en Partageusey su historia; sobre cmolos franceses habanescogido ese nombre paraaquel lugar entre dosocanos porque significabageneroso y, al mismotiempo, divisorio. Lecont de la vez que se cayde un rbol y se rompi un

  • brazo, del da en que sushermanos y ella le pintaronlunares rojos a la cabra dela seora Mewett yllamaron a su puerta paradecirle que tenasarampin. Le cont en vozbaja, y haciendo pausas,que sus dos hermanoshaban muerto en elSomme, y cmo le gustaraque sus padres volvieran asonrer.

    Pero Tom era precavido.

  • Aqul era un pueblopequeo. Isabel era muchoms joven que l.Seguramente no volvera averla cuando regresara alfaro. Algunos hombres sehabran aprovechado, peropara Tom la idea del honorera una especie de antdotoante ciertas experiencias dela vida que haba soportado.

    Isabel difcilmente

    habra podido expresar con

  • palabras el nuevosentimiento emocin, talvez que la embargabacada vez que vea a aquelhombre. Tena algomisterioso, como si detrsde su sonrisa todavaestuviera muy lejos.Ansiaba llegar al fondo del. En cuanto a Tom, si algole haba enseado la guerraera a valorar las cosas, yque no era prudenteaplazar lo importante. La

  • vida poda arrebatarte loque ms queras, y luego nohaba forma de recuperarlo.Empez a sentir apremio, lanecesidad de atrapar laoportunidad antes de que laatrapara otro en su lugar.

    La vspera del da en

    que Tom deba volver aJanus, fueron a dar unpaseo por la playa. Enerono haba hecho ms queempezar, y sin embargo a

  • Tom le pareca que habanpasado aos desde sullegada a Partageuse, seismeses atrs.

    Isabel contemplaba elmar; en el horizonte, el solresbalaba por el cielo y sehunda en las aguas grises.

    Podras hacerme unfavor, Tom? pregunt.

    Claro. De qu setrata?

    Me besars? pidi

  • ella sin aminorar el paso.Tom crey que el viento

    no le haba dejado or bieny, como ella no se detuvo,intent adivinar qu lehaba dicho en realidad.

    Claro que te aorardijo. Pero tal vezvolvamos a vernos durantemi siguiente permiso.

    Ella le lanz una miradaextraa y Tom empez apreocuparse. Pese a que

  • haba poca luz, vio queIsabel se haba sonrojado.

    Perdname, Isabel.En situaciones como sta...las palabras no son mifuerte.

    Qu situaciones? pregunt ella, consternadapor la posibilidad de queTom hiciera aquellocontinuamente. Un amor encada puerto.

    Pues... las

  • despedidas. A m no meimporta estar solo. Ytampoco me importa tenerun poco de compaa. Loque me altera es pasar deuna cosa a otra.

    En ese caso, te lopondr fcil, quieres? Memarchar y ya est. Ahoramismo. Gir sobre lostalones y ech a andar porla playa.

    Isabel! Espera,Isabel! Corri tras ella y

  • la cogi de la mano. Noquiero que te vayas sin...bueno, no quiero que tevayas as. Y te har el favorque me pides. Te aorar.Me gusta estar contigo.

    Pues llvame a Janus.Cmo? Quieres

    acompaarme all?No. Quiero vivir all

    contigo.Tom se ech a rer.Madre ma, a veces

  • dices unas barbaridades...Lo digo en serio.No puede ser

    replic Tom, aunque algoen la mirada de ella leindic que era capaz.

    Por qu no?Bueno, pues as, de

    entrada, se me ocurrenunas cien razones. La msobvia es que la nica mujerautorizada para vivir enJanus es la esposa del

  • farero. Isabel no dijonada, y Tom lade lacabeza un poco ms, comosi eso fuera a ayudarlo acomprender.

    Pues csate conmigo!Tom parpade.Pero si apenas te

    conozco, Izz! Adems, nisiquiera... ni siquiera te hebesado nunca, por el amorde Dios.

    Por fin! exclam

  • Isabel, como si la solucinsaltara a la vista; se pusode puntillas y acerc lacabeza de Tom hacia ella.

    Antes de que lreaccionara, Isabel loestaba besando, con pocapericia pero con granmpetu. Se apart de ella.

    Ests jugando a unjuego peligroso, Isabel. Nodeberas ir por ah besandoa los chicos alegremente. Amenos que lo hagas en

  • serio.Es que lo hago